Diccionario Teologico Del Nuevo Testamento

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TEOLÓGICO DELNTIEM) TESTAMENTO vol. I I I Lothar CoenenErich Beyreuther Hans Bietenhard

SFGUEME

DICCIONARIO TEOLÓGICO DEL NUEVO TESTAMENTO Vol. III LOTHAR COENEN - ERICH BEYREUTHER HANS BIETENHARD Edición preparada por MARIO SALA y

ARACELI HERRERA

TERCERA EDICIÓN

EDICIONES SIGÚEME SALAMANCA 1993

Título original: Theologische Bregriffslexikon zum Neuen Testament © Theologischer Verlag R. Brockhaus Wuppertal, 1971 © Ediciones Sigúeme, S.A., 1980 Apartado 332 - 37080 Salamanca (España) ISBN: 84-301-0813-0 (obra completa) ISBN: 84-301-0899-8 (vol. III) Depósito legal: S. 44-1990 Printed in Spain Imprime: Gráficas Ortega, S.A. Polígono «El Montalvo» - Salamanca, 1993

REDACCIÓN Dietrich Muller, Gunther Finkenrath, Ulnch Brokhaus, Hans-Georg Link

ASESORES Filología y filosofía griegas, antigüedades clasicas Gerhard Fnes Antiguo testamento y versión de los Setenta Horst Seebass, Wichmann v Meding Qumran Reinhard Deichgraber Rabinismo Hans Bietenhard Nuevo testamento, historia de la palabra y teología Hans Bietenhard Historia de la iglesia y de la teología Ench Beyreuther Bibliografía Werner Georg Kummel Coordinación, reflexiones para la praxis pastoral y redacción final Lothar Coenen

EDICIÓN CASTELLANA TRADUCTORES Manuel Balasch Miguel A Carrasco Domiciano Fernandez Francisco Gómez Jesús Martin

Faustino Martínez Goñi Emilio Saura Sevenano Talavero Alfonso C Vevia

ÍNDICES Equipo editorial

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(KÁÍJOIQ) Llamada

Llamada KaXéco [kaleo] llamar, KÁrjait; [klésis] llamada, invitación, vocación, Khyíoc, [kletos] llamado, invitado, éniKixÁéoiiotí [epikaléomai] invocar, apelar, npoaKa?xo¡j.ai [proskaleomai] emplazar, convocar 1 1 Kaleo, llamar, de la raíz qala (que tiene el mismo significado), designa —en contraposición a KS/EDÜJ [keleuo], empujar, mandar— la acción de dirigirse a alguien para pedirle que se aproxime a nosotros, ya sea materialmente ya desde el punto de vista de la relación personal De aquí resultan, en el griego clasico, los significados siguientes a) Invitar (a casa, a una fiesta, p ej en Homero, Od 10, 231), el participio kletos significa en este contexto invitado, bienvenido, huésped (Homero, Od 17, 368), y cuando la invitación es especialmente honorífica, escogido (Homero, II 9 k>5) El sustantivo klesis designa la invitación (Jenofonte, Kom 1, 7 Plutarco, Per 7), con frecuencia se emplea para designar la invitación oficial por parte de una autoridad —del ámbito militar o bien de la asamblea del pueblo— y entonces tiene el sentido de convocatoria o cita (Homero, Od 1, 90, 8, 43) b) A partir de aquí, kaleomat (y de un modo esporádico epikaleomai) y, análogamente, klesis toman el sentido de convocar o citar al adversario o a los testigos ajuicio (Demostenes, 19, 211, Jenofonte, Hell I, 7,13) En su lugar aparecen ya desde antiguo (excepto en el caso de delito capital), como términos técnicos, los vocablos proskaleomai convocar, llamar (Jenofonte, Hell I, 7 12) y npooKAnoi^ [prosklésis] (Demostenes XLIII, 15 s) c) Llamar, citar, tanto en el sentido de dirigirse a alguien (Homero, II 1,405) como para expresar la acción de nombrar (la imposición del apellido se expresa generalmente con el verbo epikaleo, Herodoto VIII, 144) Por eso, KctXovpevoQ [kaloumenos] (utilizado ya en Herodoto VI, 61), junto a nombres de personas o lugares, quiere decir también por nombre, de nombre, llamado, denominado Y puesto que el -> nombre también expresa o designa el ser, la forma pasiva KaldaBcu [kaleisthai] es casi equiparable a mai [einai], ser (p ej Homero, Od 7 313) 2 El compuesto epikaleo, la mayoría de las veces usado en voz media, significa generalmente invocar (cf no obstante Ib, voz media), tanto a) en el sentido religioso de venerar, adorar, a la divinidad (a partir de Herodoto II 39, también en Platón, Tim 27 C, Polibio, 15 1 13) como b) en el sentido jurídico de remitirte a apelar a referido p ej al soberano, a la autoridad (Plutarco, Marc 2,1, 299a) o al pueblo (Plutarco, Tib Gracch 16, I, 832b) 3 En el griego clasico aun es poco frecuente la comprensión de los vocablos kaleo y klesis en el sentido religioso de vocación o llamada divina Este significado procede mas bien de las religiones mistéricas (p ej de los misterios de Isis), del influjo de los LXX y especialmente del NT Por este medio se le une a kaleo la idea de exigencia (Herm 119 B III, lOs) y de mandato (CPR 18, 9 llamar para) A diferencia de esta llamada personal, el estoico entiende la klesis de un modo impersonal, es decir, como la exigencia de poner a prueba la verdad y fortaleza de sus principios en una situación critica (cf Epicteto, Diss I, 29, 49) 4 Si la concepción bíblica de la vocación es desconocida en el ámbito griego también lo es el concepto, para nosotros familiar, de profesión La actividad del individuo dentro de una sociedad en la que existe la división del trabajo se expresa con los vocablos ipyov [ergon] (-> obra), TIOVOQ [ponos] (-> carga) íitay¡üia [epangeha], compromiso (-> promesa), Tipaypa [pragma], acción, acto (-> obra), t£Xv1 [techne], arte, o también oxeoiq [schesis] condición, estado, situación, y ra^ic [taxis], orden, disposición Si bien se intento aplicar esta denominación incluso al trabajo manual, la profesión entendida como vocación quedo limitada al sacerdocio y, a lo sumo a aquellos que se dedicaban a tareas nobles o intelectuales 5 Los vocablos parakaleó (-> aconsejar), napaKÁnrog [parakletos] (-» intercesor) y sKK/naim. [ekklesia] (-» iglesia) son tratados en otros artículos II En la versión de los LXX los verbos kaleo (ca 300 veces) y epikaleo (ca 150 veces), y a veces también proskaleomai, traducen por lo general (con escasísimas excepciones) formas del verbo hebreo qara, que solo en raras ocasiones se traduce de otro modo (p ej KpaCoi [krazo], gritar) Dentro de los libros pertenecientes al canon palestinense ( = Biblia hebrea) klesis solo aparece en Jer 38 (TM 31) 6 en donde designa la acción de llamar fuera de esto, aparece en 3 Mac 5, 14 (sin equivalente hebreo), en donde significa la invitación y en Jdt 12, 10, en donde designa incluso el banquete al que se es invitado Kletoi (plural), al igual que el participio KeKA.np.evoi [keklemenoi] significa los invitados, los huespedes La expresión KAntn otyvx [klete hagia] traduce el miqra' — qodes, asamblea santa de la tradición sacerdotal, que designa la asamblea cultual que tiene lugar en las fiestas (Ex 12, 16 Nm 28, 15 y 11 veces en Lv 23, 2 37) y sobre todo el plazo fijado para ella (cf ekklesia -> iglesia, o ovvaiio¡n [synagoge] -• sinagoga)

Llamad» (KÁfjaig)

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1 a) Kaleo se encuentra ante todo con mucha frecuencia en el sentido de llamar, tanto si se trata de denominaciones de cosas (p ej Gn 1, 5 s día. noche cielo, tierra, en Gn 2,19 los animales), de nombres (p ej Gn 25,26 Jacob, Gn 29, 32-34 sus hijos, 2 Sam 5 9 la ciudad de David) o de caracterizaciones (en Is 35, 8 a un camino y en Ex 12,16 a un día, se le denomina «santo» en Is 56, 7 se llama al templo «casa de oración») Cuando los judíos son llamados «sacerdotes del Señor» (Is 61 6) o «hijos del Dios vivo» (Os 1,10, Mt 2, 6, cf también Ez 2,10), esta denominación expresa una nueva existencia, al igual que la imposición por Dios de un nombre nuevo (Is 65, 15) b) También el verbo epikaleo es utilizado esporádicamente en el sentido activo de llamar nombrar (p ej Nm 21, 3) La expresión to moia aob eniKSK/Jitoa t

el signo de la presencia de Dios es que el hombre le invoque, es decir, que responda adecuadamente a su llamada El verbo no aparece en el sentido jurídico de coniocar en Dt 15, 2 se encuentra una sola vez para designar la proclamación del año sabático (Is 61, 2 y Jer 41 [TM 34], 17 utilizan en este caso el verbo kaleo) 3 a) Pero sobre todo kaleo y los pocos pasajes en que aparece proskaleó describen la llamada imperiosa y siempre comprometedora (Job 13, 22) de aquel que posee autoridad a un individuo o a un grupo (p ej de los padres a los hijos Gn 24, 58, de los principes a sus subditos Ex 1,18 Jue 12,1, de Moisés a los ancianos Ex 12,21, 19, 7) En la medida en que esta llamada espera ser escuchada se diferencia evidentemente de la coacción despótica los hombres pueden negarse a obedecer el llamamiento de Dios (Is 65,12, Jer 13,10) e incluso a escucharlo (Is 50,2, Jer 7,13), también pueden intentar rehuirlo (Ex 3,11 ss, Jer 1,6) Frente a ello, la llamada imperiosa de Dios pone inmediatamente orden en el universo (el llama por su nombre a los astros Is 40, 26) y con la misma inmediatez llega a ser acontecimiento en la historia (llama al hambre [Sal 105 16] y a la espada [Jer 32, 29]) b) Pero antes de responder, el hombre ha de comprender la llamada que se le dirige como llamada de Dios, cuan poco la ha comprendido —incluso en el santuario— y con cuanta ambigüedad la experimenta, lo muestra de una manera gráfica el relato de la vocación de Samuel (1 Sam 3 utiliza 11 veces el verbo kaleo en los vv 4-11) Pero, justamente porque la llamada de Dios plantea al hombre una exigencia, este ultimo, al seguirla, apenas puede evitar el conflicto con las exigencias de los soberanos de la tierra (cf Elias 2 Re 1, 3 y 1, 9, Moisés Ex 3, 4 y 5, 2) La llamada conduce a menudo al -> sufrimiento por amor de Dios, aquí se nos muestra con claridad el hecho de que, en el fondo, ella solo se limita a hacer patente la -• elección que ha tenido lugar anteriormente Es significativo que el uso de kaleo en el sentido de la vocación entendida como un ponerse al-servicio-de y una dedicación (que expresa el contenido mas profundo del vocablo), p ej en el Dtls mayormente en los cánticos del 'ebed-Yahve (art jiaic Ssov [país theou], cf -> Hijo de Dios), vaya ligado a un empleo particularmente frecuente de ÍKlerjop.a.1 [eklegomai], elegir, escoger Es di elegido (Is 41,8,43,10) a quien Dios llama en la -• justicia (Is 42,6) y por su nombre (Is 43,1,45, 3) Y el constituye el modelo de todos aquellos que han sido llamados desde el principio de la humanidad (Is 41, 2 4) 4 Si estos términos no se utilizan para designar la vocación del juez (Jue 6 y 13) y el autotestimomo de los profetas (cf Is 6, 1 ss, 40, 6 ss, Jer 1, 4 ss, Ez 2, 1 ss), ello se explica porque lo que caracteriza la vocación no es un vocablo determinado, sino mas bien el contenido y la forma del acontecimiento Dios habla a un hombre, al cual quiere confiar, según su -» providencia, una misión concreta, esta puede ser de carácter profetico o incluso político (cf Ciro Is 48,15) y su contenido puede ser revelado inmediatamente o mas tarde, y la -» palabra de Dios sitúa a aquel a quien interpela ante una opción De este modo, la llamada de Dios es el medio a través del cual Dios convierte a hombres innominados en instrumentos de su voluntad 5 Dentro del judaismo solo los esemos han fomentado una conciencia especial de la vocación En Qumrán juegan un papel considerable ciertas afirmaciones sobre la -• elección (véase allí II), pero solo IQM 14, 5 habla de la llamada de Dios (los que están a punto de caer serán capacitados para realizar hechos maravillosos), en el sentido de una orden conminatoria solo se habla a lo sumo en IQM 16,1 (Dios llama la espada sobre las naciones) En cambio, aparece reiteradas veces la expresión «los llamados por Dios» que en CD 4, 4 es sinónimo de «los

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(KÁfjffiQ) Llamada

elegidos de Israel» y en los demás casos solo se emplea de un modo formal en IQM 2, 7 y IQSa 2, 11 13 como Mulo de los principales de la asamblea (los dirigentes), en el libro de la guerra como enseña de una de las trompetas qne llaman a la asamblea (IQM 3, 2) y de uno de los estandartes (IQM 4, 10)

III En el NT kaléó se encuentra 148 veces, de un modo especial en Lucas (43 en el evangelio, 18 en Hech), Pablo (29 veces) y Mt (26 veces); epikaléomai 30 veces, de las cuales 20 en Hech, y proskaléomai 29 veces, también de un modo predominante en Le (4), en Hech (9) y en Mc>(9). Klésis (11 veces) no aparece en los evangelios ni en Hech; klétós 110 \eces en total) se encuentra en Mt una sola vez, ambos pertenecen casi exclusivamente al \ ocabulano paulino Es sorprendente que Jn emplee el verbo kaléó únicamente en dos ocasiones y que el grupo aparezca también sólo esporádicamente en las cartas católicas y en Ap El empleo relativamente frecuente de nuestro grupo de palabras en Lucas está en conexión con su más cuidado léxico griego; él es también el único que emplea varios compuestos que, por lo demás, sólo aparecen en la komé culta (p. ej. sianaMu) [eiskaléó], imitar o pszaKaMopai [metakaléomai], hacer venir, enviar por alguien). Por lo demás aparecen también los significados mencionados en I, 1 y 2; entre ellos destaca la acuñación específicamente teológica de kaléó, klésis y klétós por parte de Pablo (cf injra 3). 1 a) También en el NT kaléo designa ante todo la acción de imponer un nombre o un apellido (p ej. Mt 1, 21: Jesús; Jn 1, 42: Cefas) o la acción de dirigirse a alguien empleando un tratamiento (rabbi Mt 23, 8) o en cuanto poseedor de una dignidad determinada (p. ej. Le 6, 46: kyrie, Señor; Mt 23, 9. TIOLTIJP [patér], padre; Le 22, 25 sLEpyéznc [euergétés], bienhechor), el participio kaloúmenos quiere dedir por nombre, de nombre (p. ej. Le 6,15; 19,29; Ap 16,16) y a veces casi no necesita ser traducido en nuestra lengua (p. ej. Le 8,2; Hech 10,1; 15,37). Especial importancia tienen en el NT los nombres dados por Dios; la imposición del nombre de Jesús (Le 1, 31) o de Juan (Le 1, 13), hecha por Dios, expresa, al igual que en el AT, que aquél que lleva este nombre esta al servicio y a la disposición de Dios. b) Con más frecuencia aún que en el griego clásico y que en los LXX, tras la forma pasiva kaleomai, llamarse, se esconde una afirmación sobre el ser y la existencia de un hombre o de una cosa. Esto aparece con toda claridad quizá en la observación de Pablo de que él no es digno (KXÁETCSOII ánóoTokoq [kaleisthai apostólos]), de ser llamado apóstol (1 Cor 15,9). En esta expresión se recogen a menudo citas veterotestamentanas (cf. en Me 11, 17 par la denominación «casa de oración» aplicada al templo = Is 56, 7) Adquiere especial importancia en aquellos pasajes en los que, por ejemplo, Jesús es llamado Hijo del Altísimo, Hijo de Dios (Le 1, 32.35: KÁn9r¡G£vxi [kléthesetai]), y consiguientemente también los suyos son llamados hijos de Dios {vioí [hywí], réKvoc Beov [tékna theoú] Mt 5, 9; Rom 9, 26 y 1 Jn 3, 1). El nuevo nombre expresa aquí la nueva vida otorgada por la acción de Dios 2 a) En el sentido de invitar se emplea kaléó fundamentalmente en las parábolas del banquete y de las bodas reales (en Le 14, 7-24 aparece 9 veces, y 5 en Mt 22, 3 ss); el sKÁr/Sn [ekléthé] de Jesús en Jn 2, 2 (invitado a la boda) y el KEKÁnpevoi [kekléménoi] de Ap 19, 9 (los invitados al banquete de bodas del Cordero) encajan dentro de este marco. Aparte del pasaje de Jn en el que se utiliza en el sentido comente, en ambas parábolas se insinúa y, en todo caso, en Ap 19, 9 se nos muestra claramente que la invitación no solo significa un privilegio, sino que tras ella aparece una llamada imperiosa. Así hay que entender también las palabras del Señor «no he venido a llamar a los justos» (KaXéoai [kalesai] Me 2, 17 par), que encontramos en los tres sinópticos. Las parábolas quieren explicar precisamente que el hombre, al ignorar la invitación divina, no sólo desperdicia una ocasión, sino que, a veces, pierde lo que da sentido a su vida y a su esperanza.

Llamada (KÁrjaii;)

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b) Este carácter imperativo del verbo se muestra con más claridad aún en los pasajes en los que (cf. supra II, 4) un soberano o una persona que tiene autoridad llama a sus subditos (p ej Herodes: Mt 2,7; el encargado [de la viña]: Mt 20, 8; cf. también Me 3, 31; Le 19, 13). A partir de aquí, estos términos parecen haber sido utilizados para designar de un modo especial la vocación de los discípulos; no obstante, sólo tienen esta función en Mt 4, 21 y Me 1, 20, mientras que los relatos de los evangelios nos transmiten el hecho y las palabras pronunciadas con ocasión del mismo, pero sin utilizar ningún vocablo determinado para introducir la narración. Relato y reflexión, descripción y conceptualizacion no se identifican aquí, esta ultima se limita esencialmente a Pablo. c) Curiosamente, para ello no se ha utilizado tampoco el verbo proskaléomai (que sólo aparece en Mt, Le, Hech y Sant 5,14). Este expresa la acción de dirigirse imperiosamente o de llamar (Mt 18, 2; Me 15,14) a un individuo o a un grupo bien determinado (p. ej a los discípulos. Mt 10,1; Me 12,43; Hech 6,2; a los doce: Me 6,7; al pueblo. Mt 15,10; Me 7,14). ¡Me 3,13, «fue llamando a los que el quiso», no constituye ninguna excepción a la regla, ya que aquí se alude ya claramente a los doce, en Hech 13, 3 el verbo designa la vocación celestial de Pablo y Bernabé, que debe ser realizada a través de su misión terrestre; Hech 16, 10 hay que entenderlo asimismo como una orden dada a Pablo y sus acompañantes por medio de una visión. Por lo demás, el hecho de la aparición casi exclusiva del participio (npoaKaÁeaápEvoi; [proskalesámenob]) confirma que, para los sinópticos, la llamada solo tiene sentido en cuanto que es un instrumento orientado hacia un fin y tiende más bien hacia el acontecimiento que ello lleva consigo, la -> palabra, el ->• seguimiento d) En la frase nolkoi yáp eiaiv KAnxoi, óliyoi óé SKÁSKTOI [polloígár eisin kletoí, olígoi dé eklektoi], «porque muchos son llamados, y pocos escogidos», que aparece en 2 ocasiones (Mt 20,16 v 1., 22, 14), encontramos una cierta reflexión en torno a la relación entre la vocación de Dios y su elección, ella muestra con claridad —al menos desde el punto de vista de la reacción humana— que el circulo de los llamados no se identifica sin más con el de los elegidos (cf también -» elección). 3 a) Pablo emplea siempre los términos kaléó (29 veces), klésis (8) y kletós en el sentido bien determinado de vocación divina Constituyen una excepción a este respecto las tres citas de los LXX que aparecen en Rom 9,7 = Gn 21,12; 9,25 = Os 2,25; 9,26 = Os 2, 1, asi como 1 Cor 15, 9 (cf supra Ib) y 1 Cor 10, 27, en donde kaléó significa invitar. Pablo no utiliza en absoluto el verbo proskaléomm. Esta costumbre se mantiene en las cartas pastorales y de aquí pasa a las dos cartas de Pedro y a Heb. Pablo entiende la vocación como el proceso a través del cual Dios llama a aquéllos que ha predestinado y elegido de antemano a separarse de las ataduras del mundo, a fin de justificarlos, santificarlos (Rom 8, 29 s) y ponerlos a su servicio. Así, la vocación es una parte de la acción reconciliadora de Dios, de su obra pacificadora (1 Cor 7, 15); ésta sólo puede alcanzar al hombre gracias al amor de Cristo que le busca y se vuelve hacia él (Gal 1, 6.15) Cuando Pablo hace notar que el designio de Dios no depende de las obras, sino únicamente de que el llama (Rom 9, 11 s), quiere subrayar con ello la elección de Dios, que permanece siempre libre y no está ligada a supuestos humanos; esta elección es lo único que puede conducir al hombre a la fe y mantenerle en ella; para subrayar esto, emplea Pablo con especial frecuencia una construcción participial (KIXXOÍIVXOC, [kaloúntos] 1 Tes 2, 12, Ka/écavioc [kalesantos] Gal 1, 6; cf también 1 Pe 1, 15), con la que expresa esta acción de Dios. Por otra parte, Rom 4, 17 muestra que la vocación de Dios confiere una nueva existencia, equivale a una nueva -> creación. b) Dado que la vocación de Dios tiene lugar a través de la palabra del evangelio atestiguada por los hombres (2 Tes 2, 14), sitúa al que ha sido llamado no sólo en

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(KÁfjaic) Llamada

comunión con Cristo (1 Cor 1,9), sino también con los demás miembros de su cuerpo. En cuanto que la llamada tiene por consecuencia el ser «miembros de un mismo cuerpo», év évíacbfiaxi [en heni sómati] (Col 3,15), se identifica con la incorporación del hombre a la esfera de la soberanía (-* señor) de Dios. Pues la klésis, llamada de Dios, afecta al individuo, pero no solamente a él. Al emplear la palabra se alude diempre al hecho de que la llamada procede de Dios (Rom 11, 29; Flp 3, 14) o a que pone en relación con la comunidad como un tpdo (1 Cor 1, 26; Ef 4, 1). Pero si el llamado queda incorporado a ella, de la llamada de Dios (corroborada en el bautismo) surge al mismo tiempo la obligación de mostrarse digno (incluso desde el punto de vista ético: Ef 4,1; 1 Tes 2,12) de ella, o mejor dicho, del Dios que llama. c) Cuando Pablo en Rom 1, 6.7; 8, 28, así como en 1 Cor 1, 2.24, designa a los que pertenecen a la comunidad con el término kletoí, los llamados (en Rom 1,6 y 1 Cor 1,2 se añade íyioi [hágioi], los llamados a ser santos), quiere subrayar con ello que la existencia de la comunidad, al igual que la pertenencia del individuo a ella, se funda únicamente en la voluntad y el poder de Dios. Hasta qué punto ve Pablo también la llamada en su dependencia de Dios y en su vinculación a la comunidad, lo muestra con claridad 1 Cor 1, 26: cuando dice a los corintios que consideren a quiénes llamó Dios, les invita: a) a pensar en aquél que los escogió, y b) a tener en cuenta de quiénes se ha servido Dios para formar la comunidad. Por otra parte, 1 Cor 7, 15 ss muestra que la vocación no altera necesariamente la situación social del cristiano (no hace al esclavo jurídicamente independiente de su señor) ni le obliga a cambiar de profesión: la transformación de las circunstancias no se logra a través de una revolución, sino mediante un cambio en la actitud interna. Por lo demás, 1 Cor 7,20 es el único pasaje en el que klésis se traduce por profesión; ciertamente, nuestra idea actual de profesión apenas ayuda a clarificar nada, ya que aquí se trata más bien de un determinado estado o lugar (¿dentro de la comunidad?). d) Es cierto que Pablo entiende también esporádicamente el término klétós en el sentido de una misión o tarea personal: p. ej. mediante la adición de kletós a apóstoles (Rom 1,1 y 1 Cor 1,1), subraya el hecho de que él debe el ministerio de -> apóstol a una especial vocación divina. 4. El uso de este grupo de palabras en 1 Pe se mueve totalmente en la línea paulina. También Pedro subraya (en 1,15; 5,10) que la llamada procede de Dios, pero sobre todo el hecho de que Dios, al llamar al hombre, tiene un determinado propósito, una finalidad (1 Pe 2, 21; 3, 9: EÍQ TOVZO éKXr¡&nz£ [eis toüto eklethéte], para esto habéis sido llamados). Los llamados deben dar testimonio (2,9) de él, que los ha llevado de las tinieblas a la luz, y deben hacerlo siguiendo el modelo de Cristo incluso en el sufrimiento (2, 21); de este modo serán herederos de la bendición (3, 9; cf. también 2 Pe 1, 3). También el uso de nuestro grupo en Heb (3, 1: el llamamiento celeste; 9, 15: la promesa hecha a los llamados de participar de la herencia eterna —Kknpovoiáu. [kleronomía]) viene determinado por Pablo. 5. En una línea similar se mueve epikaléomai, que en el NT sólo aparece en voz media y pasiva cuando, en la expresión «el nombre de Dios es invocado sobre nosotros» (éniKOLkehcti... éní: Hech 15, 17 = Am 9, 12; Sant 2, 7), designa el hecho por el que Dios toma posesión de los hombres y, con ello, la entrada de éstos bajo su protección. Prescindiendo de que, al igual que kaléó, puede significar llamar o ser llamado (Hech 4, 36; 12,12) y de que en Hech 25-28 (el único fragmento en toda la Biblia) se encuentra 6 veces y describe la apelación jurídica de Pablo al César, se emplea con frecuencia para designar la invocación de Dios o de su nombre (p. ej. Hech 7, 59; 9,14; Rom 10, 12 ss; 1 Cor 1, 2) y reviste el carácter de una profesión pública de fe (2 Cor 1, 23 constituye una excepción:

Para la praxis pastoral

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Dios es invocado como testigo) Ahora bien, en cuanto que esta expresión (epikaleomai to onoma o bien en to onomati tou kyriou = hebreo besem Yahweh asi en 2 Cor 1,23), tomada del AT, es utilizada en el NT por los discípulos referida a Jesús (p ej 1 Cor 1, 2, Hech 22, 16), este es caracterizado con ello como el presente de Dios, el «Hijo», el «mesias»

PARA LA PRAXIS PASTORAL

El hombre desea estar seguro de que la llamada que llega a su conciencia procede realmente de Dios y de que el no se limita simplemente a seguir la proyección de los sentimientos y emociones de su propia alma, el poder de sugestión de otro hombre o la presión que ejerce sobre su conciencia esa estructura religioso-social que llamamos «iglesia» Claro esta que no es posible encontrar una norma absolutamente segura que nos permita conocer de un modo inequívoco si la llamada hecha a un hombre procede o no de Dios Pues ni la confianza en otros hombres ni la que se basa sobre la propia discreción ni el hecho de que la llamada se exprese en lenguaje cristiano ni el que parezca dirigirse a la propia situación pueden garantizarnos que la llamada proviene de Dios Pues la legitimidad de la llamada de Dios no puede experimentarse desde fuera, sino únicamente a través de la obediencia, de la puesta a prueba (cf Jn 7, 17) Por eso el predicador de la palabra debe evitar que se produzcan «interferencias» psicológicas al transmitir la llamada de Dios y tampoco debe «fabricar» una respuesta artificial a esta llamada Pues esta respuesta, en cuanto aceptación de la exigencia de Dios, solo puede y debe provenir de una experiencia interior, de un estar-poseido por el espíritu de Dios, ha de fundarse en la palabra de Dios, que no puede ser reemplazada por la experiencia ajena de la fe Por eso el hombre no puede actuar ya mas que como la comadrona en el parto ella puede desligar al niño de la madre y ayudarle a que viva una existencia propia, pero no puede otorgarle la vida En segundo termino, se plantea la pregunta de si, ademas de la llamada universal a la fe y al servicio, a la herencia de la salvación, ciertos individuos pueden ser llamados para una misión especial Pero con demasiada frecuencia se ha manifestado el trasfondo materialista y oportunista de una llamada supuestamente divina, y, al igual que la llamada a algo especial, en cuanto conciencia de poseer una misión, se ha hecho sospechosa en cuanto signo característico de todas las ideologías, parece arrogancia el que una persona se la atribuya a si misma Por eso el que esta convencido de poseer una vocación personal no puede reivindicar ni exigir nada en nombre de ella, pues su misión no puede ser legitimada mas que por la palabra de Dios Ahora bien, de la misma manera que este Dios da al individuo la confirmación interior de una llamada externa y le exige una respuesta, también puede, en un momento dado, hacer que se confirme la vocación interior para un quehacer determinado a través de la llamada externa de los otros (piénsese, por ejemplo, en la vocación de David en el AT y en su posterior elección) Ciertamente, la llamada puede también dejar al hombre a solas con el «imperativo» divino, la legitimidad de su misión habrá de mostrarse entonces a través de su disposición para el sufrimiento Finalmente, ha quedado bien claro que la tentativa de dar a la palabra «profesión» (que designa la actividad aprendida o desempeñada por cada hombre en la sociedad) un contenido en el sentido de vocación, no puede apelar en absoluto a la Biblia Históricamente, este intento hunde sus raices en la Reforma y es la consecuencia sociológica de la doctrina luterana del sacerdocio universal si se admitía la validez de esta, en adelante ya no se podía considerar exclusivamente como «vocación» el camino del monje o el ministerio eclesiástico o, en ultimo caso, la misión del principe, en lo sucesivo, y rechazando toda mentalidad aristocrática y elitista, todo cristiano, cualquiera que fuese

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su estado o condición social, debía considerar su ocupación cotidiana —aunque fuese la limpieza de establos— como un servicio obediente a Dios (es decir, como una vocación). Pero esta concepción ideal no se podía llevar a sus últimas consecuencias, ya desde muy pronto «vocación» se hizo sinónimo de «profesión» y ya no designaba, por tanto, el modo de dar gloria a Dios a través del propio trabajo, sino que indicaba simplemente el puesto que ocupaba cada hombre en la sociedad Actualmente, la palabra se usa cada vez menos Esto no se explica solamente por el hecho de que nadie conoce ya el enorme número (que va cada vez más en aumento) de actividades existentes en la sociedad. Mas bien lo que ocurre es que, en una realidad social que ha sufrido una gran transformación, apenas queda ya lugar para el desarrollo del ideal individualista-burgués de vocación; considerar como un servicio a Dios la repetición exclusiva de unas manipulaciones monótonas o de unas funciones administrativas dentro de un sector muy limitado de una economía caracterizada por la racionalización, la producción masiva y con ello la ausencia de responsabilidad de cara a la totalidad, solo puede ser la expresión de un autoengaño ideológico Por regla general, el trabajo del hombre es hoy un medio de ganarse la vida, un «oficio», el hombre trabaja para vivir y no a la inversa. Probablemente la cosificacion, la materialización de la idea de vocación viene desde muy atrás La «vocación», entendida en sentido bíblico, no puede reducirse únicamente ni de un modo primario a aquellos componentes del trabajo que están orientados hacia el prójimo, hacia la sociedad. El trabajo del hombre es también el ámbito mas importante para la puesta-a-prueba de la fe, ya que a través de él surgen la mayoría de las relaciones humanas y, por regla general, las más intensas. Pero habría que evitar también que, para favorecer un cristianismo recubierto por la patina del tiempo, se fomentasen concepciones pretéritas basadas en unas condiciones sociológicas determinadas e impregnadas de una ideología clasista, que incluso a veces lleva el nombre de cristiana, pues, ademas de no ser adecuadas a la realidad presente, son contrarias a la Biblia. L. Coenen Bibl Schmidt Art KOIAUO, ThWb III, 1938 488 ss - Engel, Die Berufungstheologie des Apostéis Paulus, 1939 - Daumoser, Berufung und Erwahlung ZSTh 24, 1955 38 ss - Mensching/Fichtner/Michel Art Berufung RGG I, 19573, 1083 ss - Noth, Amt und Berufung un AT, 1958 — Bieder, Die Berufung un NT 1961 En cast Arts gens GvRad, Teología del ATII, 19763, 71-95 - JJeremias, Teología del NT I, 19773, 73 s 94 96

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—> Plenitud

Maldición Tienen el sentido de maldición todos aquellos vocablos cuyo contenido se refiere al hecho de que el hombre puede ser perjudicado no ya mediante el empleo de la fuerza, sino únicamente por medio de la palabra. La palabra perversa se opone a la buena, a la bendición (-» bendecir) o a la alabanza (-> acción de gracias) Las formas con que se manifiestan abarcan desde la puesta en duda de la honradez del otro, pasando por la

Maldición (ávaoty/xa)

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maledicencia y el desprecio (Ka.Kok.oyeo) [kakoloqéd]), la -» calumnia y la ofensa (filao(pruMXo [blasphemeó], (caralalfifu [katalaléo], Áoióopem [loidoréd]), hasta la maldición propiamente dicha (KOLTocpAofioii [katarúomai]), una acción que originariamente se expresaba también con ciertos gestos; de acuerdo con la concepción oriental, esta acción siempre tiene como finalidad la aniquilación del otro en cuanto que lo deja a merced de la acción devastadora de ciertas fuerzas supraterrenales o moviliza a éstas contra el En este articulo tratamos también aparte de poc/ca [rhaká], palabra injuriosa derivada probablemente del arameo y que sólo aparece una vez en el AT, así como de la fórmula de excomunión ivaSefia [anáthema], de tanta importancia en la posterior confrontación con la herejía

áváStina. [anáthema] exvoto, ofrenda, aváBena [anáthema] lo maldito, lo execrable; ávaQEiioaiCoj [anathematízo] maldecir, anatematizar, KmáSe/ia [katáthema] lo entregado a merced de la divinidad, KoiTa^efimiCco [katathematizó] maldecir, execrar 1 Anáthema, forma secundaria del griego anáthema, es un termino helenístico y viene de oeva [ana], sobre y xiDnuí [tithemij, poner, colocar, situar significa lo dispuesto, lo colocado lo sometido a A partir de aquí se han desarrollado los significados siguientes a) la ofrenda (a la divinidad en el templo), b) lo entregado (a la ira divina), lo consagrado o destinado (al exterminio), lo maldito, lo execrable De lo que es objeto de entredicho el hombre no puede disponer para usos profanos, pues esta destinado a la aniquilación, ya sea mediante exvoto ya mediante maldición (-> Kazapaojim [kataraomai] -> KaKoXoyeco [kakologeo]) II 1 Por lo general, la versión de los LXX emplea el vocablo anáthema para traducir el hebreo herem, entredicho, anatema cf Nm 21, 3, Jos 6,17, 7,12, Jue 1,17, Zac 14, 11, con el sentido originario de la raíz, que es prohibir (en árabe, harama), dejar aparte, consagrar, aniquilar Lo que es objeto de entredicho (personas o cosas) esta destinado a Dios y por eso no puede ser rescatado (Lv 27, 18), es «terreno prohibido» El anatema es un derecho del conquistador (Jos 11,21,1 Sam 15, 3 ss) En el AT se habla del exterminio de lo que es consagrado con a n a t e m a ( L v 27,19, D t 13, 16, JOS 10, 28 SS), O d e s u a n i q u i l a c i ó n ( l a m a y o n a d e l a s v e e e s p o r m o d i o Ac\ fijeeo D t 12

17), pero también —una medida mas suave que apareció mas tarde— de su asignación a los sacerdotes para su sustento (Nm 18,14, Ez 44,29), también habla el AT de las vírgenes que son entregadas como esposas a los que han resultado perjudicados (Jue 21, 10 ss) 2 Junto a la comprensión del entredicho como consagración aparece también una concepción según la cual el entredicho puede ser también un castigo (Lv 27, 29) El que se apropia de lo que esta consagrado al anatema o rehuye la ejecución del anatema se hace el mismo anatema (Dt 7, 26,1 Re 20,42) Esta concepción del anatema se manifiesta asimismo en otras acciones, tales como el castigo de los delitos contra la alianza sagrada (Jue 21,11) o cuando se habla del castigo de Yahve (Is 34, 2 5, 43, 28 Jr 50, 21 26, Zac 14, 11, Mal 3, 24 y passim) 3 Esd 10, 8 distingue entre el anatema total y la exclusión de la comunidad «En el AT se distingue siempre entre el anatema y la excomunión» (FHorst, RGG I, 861) Los que son excomulgados quedan excluidos del pueblo y, por tanto, de la comunidad de la salvación, pero no son entregados directamente a la ira divina (la mayona de las veces por medio del exterminio) como ocurre en el anatema 4 La aparición del vocablo anáthema en la tablilla de Megara (s I/II d C) se explica probablemente por una influencia judia El concepto ha pasado del léxico del AT al lenguaje neotestamentano En la época talmúdica nos encontramos con dos tipos de entredichos que teman una finalidad correctiva la simple excomunión o exclusión de la sinagoga (nidduy, de nadah, excluir), que podía ser pronunciada por cualquiera, y el anatema propiamente dicho (herem), que solo podía ser pronunciado por un tribunal

III 1 En el NT la forma primitiva anáthema sólo se encuentra en Le 21, 5 y tiene el sentido de ofrenda, exvoto Estas ofrendas presentadas en el templo son dones (a menudo muy valiosos) votivos («alhajas» L), cf 2 Mac 2, 13, Jdt 16, 18 s 2 Pablo recoge el vocablo anáthema en el sentido estricto en que lo utilizan los LXX. «lo maldito», «lo consagrado al anatema» (cf JBehm, ThWb I, 356)

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(áva#f//za) Maldición

a) Para Pablo la hermandad de origen con el pueblo judio no queda suprimida sin más por la pertenencia a la comunidad de Jesucristo (Rom 9, 3), de tal manera que Pablo esta dispuesto a ser anatema (anathema) por la salvación de su pueblo, es decir, a renunciar a la comunión con el mesias (ano zov Xpiozov [apo tou Christou]) y a sufrir el juicio escatologico, si ello ha de servir para salvar a Israel Pablo emplea aquí conceptos propios del judaismo tardío y del profetismo, la relación de su prontitud de animo con el sacrificio de Cristo esta fuera de toda duda (a proposito de Rom 9, 3 cf la visión panorámica de la investigación sobre este punto en OMichel, 224-227) b) En 1 Cor 12, 3 se trata de los signos característicos que nos permiten distinguir entre el -> éxtasis que procede del espíritu de Dios y el que proviene de influencias demoniacas, los extáticos que pronuncian el anatema sobre Jesús, es decir, que entregan a Jesús a merced de la colera divina, no pueden hablar en nombre del Espíritu santo Estos extáticos se han convertido en instrumento de los poderes demoniacos c) La formula de anatematizacion de 1 Cor 16, 22, al igual que las demás formulas que aparecen al final de 1 Cor, procede de la liturgia eucanstica, como ha demostrado claramente GBornkamm El anatema invita a los que van a participar en la eucaristía a examinar previamente su fe, que encuentra su expresión en el amor al Señor, de tal manera que los indignos queden excluidos La formula nxco ávaSfi^a [eto anathema] no delega en ninguna autoridad humana la facultad de establecer un «reglamento disciplinario, sino que expresa el fallo de Dios en un caso determinado y entrega al impío al castigo divino, por lo cual la responsabilidad recae totalmente sobre aquel a quien se dirige, y el anatema significa una invitación al autoexamen» (GBornkamm, Das Ende des Gesetzes, I, 125) Cf el maranatha (-• parusia, art napavaSa [maranatha]), que subraya todavía el anatema haciendo referencia al Señor celestial d) En este mismo sentido emplea Pablo el anatema en Gal 1, 8 9 el que predica un evangelio falso sera anatema Aquí se trata nuevamente, no de un acto por el que la iglesia aplica un castigo en el sentido de la excomunión, sino que la maldición entrega al culpable a la colera divina 3 En este ser-entregado a Dios radica el sentido teológico del exvoto y del anatema Al igual que los presentes son un signo de reconocimiento (1 Sam 10, 27) y de sumisión (1 Re 10, 25), asi como de desagravio por el honor lesionado (Gn 12, 16, 20, 16) y de reconciliación (Gn 32, 14 s), el que es alcanzado por el anatema queda entregado igualmente y de un modo directo al juicio de Dios No obstante, y a pesar de que se han agotado las posibilidades humanas de escapar al juicio, todavía queda la esperanza de que Dios cambie in extremis su decisión 4 Anathema es utilizado también en unión con el verbo avoc&snaxiCeiv [anathematizein] para dar mas fuerza a un compromiso que se ha tomado (Hech 23,14), asi se emplea también en Dt 13, 15, 20, 17 En la versión de los LXX el verbo tiene la mayoría de las veces el sentido de dar al anatema (Nm 21, 2 s, Dt 13,15, 20, 17, Jos 6, 21) y también el de maldecir, execrar En Me 14, 71 el verbo quiere decir simplemente «jurar», y este significado es sinónimo del que tiene el verbo Kaxa9£^xxiCeiv [katathematizein] en el pasaje paralelo de Mt 26, 74 En cambio, el sustantivo katathema (Ap 22, 3) no tiene un significado distinto del de anathema y designa asimismo lo que esta entregado a merced de la divinidad, lo que es anatema H Aust/D Muller

Maldición (KotKokoyéw)

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KaKOÁoyéw [kakologéó] murmurar, maldecir I/II Kakologeo es un verbo que aparece desde Homero y pertenece al griego profano, se utiliza relativamente poco Significa murmurar, calumniar el objeto al que se refiere la acción del verbo aparece en acusativo, tanto si se trata de personas como si se trata de cosas En el vocabulario de los LXX kakologéó traduce el hebreo qallel, maldecir (cf Ex 21, 16,22,27, Ez 22,7), en 2 Mac 4,1 tiene el significado originario de murmurar, hablar mal El paso de este significado al de maldecir se explica a partir de la fe que existía en el poder de la palabra La calumnia puede encerrar también una maldición

III En el NT el verbo kakologéó sólo se encuentra en 4 pasajes y en Mt 15,4 y Me 7, 10 significa maldecir, textos en cuyo trasfondo está Ex 21, 16. Jesús se enfrenta con la interpretación rabímea de los mandamientos (-> mandamiento, art. hzokr¡ [entolé], cf St.-B. I, 709 ss); esta interpretación no toma en seno plenamente las afirmaciones bíblicas y de hecho vacía de contenido a los mandamientos (Mt 15, 5.6). En Me 9, 39 Jesús dice a sus discípulos que no prohiban actuar a un hombre que hace milagros y expulsa a los demonios en nombre de Jesús; según Jesús, el que eso hace no hablará luego mal de él. También en Hech 19, 9 hay que traducir kakologéó por murmurar, hablar mal los judíos incrédulos hablan mal del «camino», es decir, del mensaje de salvación cristiano. W. Mundle Kaxa.pa.op.ai [kataráomai] maldecir; Ka.xa.pa. [katára] maldición, imprecación; apa [ara] maldición, éniKaxápaxog [epikatáratos] maldito, énápaxoQ [epáratos] maldito 1 1 Ara, maldición, es utilizado desde Homero, a partir de los siglos V/IV a C aparece junto a el el compuesto katara, que tiene el mismo significado Kataraomai, maldecir a alguien o execrarlo (con acusativo), se encuentra en el griego profano desde Homero, ademas del participio pasivo Kocxtjpoc^evo^ [Satúramenos] aparece los adjetivos verbales epáratos (usado desde Tucidides, no se encuentra en los LXX) y epilataratos, maldito, este ultimo solo aparece en los LXX y en el helenismo postbibhco 2 Entre los pueblos de la antigüedad se atribuye un gran poder a la palabra, que se desencadena, como quien dice, automáticamente, al pronunciarla El que es alcanzado por la maldición queda, pues, expuesto a un campo de fuerzas maléfico El efecto nefasto de la maldición sobre la persona maldita dura mientras no se agota el poder de la maldición Esto aparece con claridad, por ejemplo, en la tragedia griega, en la que los hombres actúan sometidos al poder de la ara Por consiguiente, tanto la madicion como la bendición tienen un alcance mayor que el simple deseo, malo o bueno II 1 En los LXX se encuentra tanto ara (Sal 9,28,13,4,58,13 y passim) como katara este ultimo traduce la mayoría de las veces el hebreo gelalah y significa lo contrario de eWoyict [eulogia] -> bendecir (Dt 11, 26-29, 30, 1 19) «Os he propuesto la vida y la muerte, la bendición y la maldición» (v 19) Kataraomai, que traduce casi siempre el hebreo gallel se construye tanto con dativo (p ej EpJer 65) como con acusativo Gn 12, 3, Nm 22,6 12 y passim (puede intercambiarse con ápctopoa [araomai] (Nm 22, 6 11) o con sniKoizoipaopoii [epikataraomai] (Nm 22, 17, 23, 7 y passim), que tienen idéntico significado En 2 Re 9, 34 se llama Kaxnpupevn [kateramene], maldita, a Jezabel Epikatáratos (en hebreo 'arur) se encuentra en Dt 27, 15 ss, 28, 16 ss, en las maldiciones que aparecen al final de la Tora La historia de Balaam (Nm 22-24) muestra que también en Israel estaba viva la convicción ampliamente extendida en las demás religiones de que «la maldición se cumple» (Buchsel, ThWb I, 449, cf también, supra 1,2) el rey de los moabitas, Balac, encarga a Balaam que maldiga a Israel, afinde poder derrotar asi a su poderoso enemigo Pero Dios impide a Balaam pronunciar la maldición > el entonces bendice a Israel en contra de la voluntad del rey La maldición fulminada por Dios o por sus mensajeros se cumple inexorablemente A este respecto es aleccionador el texto de Jer 26, 6 el castigo con que Jeremías amenaza aquí a Jerusalen consiste en que Dios hará de ella la maldición de todos los pueblos de la tierra (cf 24, 9) Asimismo, en Mal 2, 2, el juicio divino consiste en que Dios convertirá la bendición de los sacerdotes en maldición y esta maldición solo puede ser rescindida por el mismo Dios

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(Kaxapáofiai) Maldición

2 También en el judaismo tardío han desempeñado las maldiciones un papel fundamental Por ejemplo la liturgia de la fiesta de la renovación de la alianza en la comunidad de Qumran contiene maldiciones rituales contra los hipócritas e impíos, las que se escriben se llaman en hebreo nfgalehm, las que se pronuncian 'arur (1QS 2, 4 ss)

III En el NT ara se encuentra únicamente en Rom 3, 14 en la cita del Sal 9, 28 (LXX). En el contexto en el que este vocablo es empleado se explica la perversidad de los hombres que viven bajo la ley (cf. vv. 9.19). «Los hijos de la maldición» (katáras) son los herejes, que seducen a las almas inconstantes (2 Pe 2,14), Heb 6, 8 habla de un modo muy plástico de la tierra, la cual, no obstante la lluvia que cae sobre ella y el cultivo que se le da, produce espinas y abrojos, y afirma que está próxima a ser maldita, se refiere con ello a los cristianos que, a pesar de la bendición del espíritu que han recibido, apostatan de la fe (vv. 4-10). El verbo kataráomai lo encontramos en el relato de la higuera a la que Jesús maldice por no hallar en ella fruto (Me 11, 21). La maldición se cumple: el árbol se seca. Muchos aufores, p. ej. Schlatter y Schmewind, ven en este relato una alusión plástica al juicio de Dios (cf. Le 13, 6-9). Los hombres no deben injerirse en el juicio divino, por eso les está prohibida a los cristianos la maldición (Rom 12, 14.19). Estas enseñanzas de Pablo están en armonía con las palabras de Jesús, según las cuales los discípulos deben amar a sus enemigos y bendecir a aquellos que los maldicen (Mt 5, 44, Le 6, 28). La exhortación de Sant 3, 9 s apunta en la misma dirección. Eparatos, maldito se encuentra en un solo pasaje de la Biblia (Jn 7, 49); el pueblo que cree en Jesús, según los fariseos, es maldito; la causa originaria de esta fe sólo puede ser el desconocimiento de la ley. Aquí se hace patente la hostilidad de los fariseos contra Jesús. Pero mediante la maldición se clarifica también para Jesús el carácter definitivo del juicio divino' los pecadores condenados en el juicio final son malditos (Kaxr}pa.¡iévoi [kateramenoij Mt 25, 41). El adjetivo verbal eniKaTápazoQ [epikataratos] se encuentra 2 veces en el NT (Gal 3, 10-13) Es utilizado en un contexto en el que Pablo hace una sene de reflexiones sobre la maldición de la ley y la salvación operada por Cristo. Esta maldición de la ley significa el incurrir en la ira de Dios, que se manifiesta sobre toda la humanidad pecadora (Rom 1,18; 2, 5). La maldición alcanza a todo aquél que no cumple los mandamientos de la ley (Gal 3,10). De Lv 18, 5 y Dt 27, 26 se deduce que lo fundamental es el cumplimiento de la ley. Pero los judíos y los gentiles, que han caído en el pecado, no son cumplidores de la ley (Rom 3, 19), sino que permanecen bajo la maldición. Jesús, que sufrió la maldición de la cruz y murió ajusticiado como si fuese un asesino, ha tomado sobre sí la maldición que había caído sobre la humanidad pecadora y, por tanto, el juicio de Dios; el fundamento escnturístico de esto aparece en el texto de Dt 21, 23 Encontramos aquí la idea de sustitución, que también en otros pasajes ha sido desarrollada por Pablo (Rom 3, 25,1 Cor 1, 30; 2 Cor 5, 21). Por medio de la redención de Cristo ha quedado rota la maldición (cf. supra I, 2); en lo sucesivo la bendición de Abrahán puede llegar a aquéllos que creen en Cristo. En cuanto redimidos que están llamados a ser hijos de Dios y viven por la fe, ellos pueden recibir la plenitud de la salvación, que se resume en la promesa del Espíritu santo (Gal 3, 14; 4, 5 s) W. Mundle paKÁ [rhaká] mentecato, imbécil I/II La etimología de rhaka (la variante pa/oc [rhacha] aparece raramente) no es segura Según Lohmeyer (Mt, sobre 5, 22) unos lo hacen derivar del arameo, otros del hebreo y otros del griego a) JJeremias (ThWb VI, 973) y JSchniewmd (NTD Mt 5, 22) opinan que rhaka es una trasposición de la pulla aramea reqá' (mentecato cf el hebreo rlq, casquivano) debido a la influencia siria no se habría formado el vocablo pnKtx [rheka], sino rhaka

Maldición (pa/cot)

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b) En el griego de la época anterior al NT rhaká sólo aparece en un papiro de Zenón (257 a. C.) y es una expresión callejera. c) En los escritos rabínicos el vocablo reqa' se encuentra muchas veces (cf. St.-B. I, 278.286.385; II, 586.714 y passimj. Aquí réqa' es una expresión que tiene un sentido despreciativo. Es utilizado en el lenguaje corriente como un insulto inofensivo, más o menos como burro, pedazo de animal

III En el NT rhaká sólo se encuentra en Mt 5, 22. Es citado juntamente con ¡uapé [moré] en una serie de insultos cuya importancia crece progresivamente. Moré, que es, juntamente con rhaká, el insulto más frecuente, tiene un significado más fuerte y hay que traducirlo por idiota o necio (cf. Sal 14, 1). Así pues, en Mt 5, 22 «se recogen los dos insultos más corrientes en el ambiente en que se movía Jesús» (JJeremias, loe. cit., 975). A través de syá Sé kéym ófiTv [ego dé legó hymin], «pero yo os digo», de Jesús se crea, frente al AT, un nuevo orden divino. El hombre se hace merecedor de la pena capital no sólo por cometer homicidio, sino ya por el simple hecho de dar albergue en su corazón a la ira, es decir, al sentimiento destructor del que nace la maledicencia. Las palabras de Jesús hacen ver con una claridad tremenda que el juicio de Dios sobre el pecado es radical y total y no sólo castiga los actos sino también las mismas raíces de las acciones. Pero Jesús no quiere simplemente relativizar de nuevo el mandamiento divino llevándolo al extremo, de tal manera que ello entrañe la impotencia del hombre, sino que él «establece al mismo tiempo el carácter inevitable del juicio y la realidad de una nueva acción» (Schniewind, 60). De aquí que Jesús hable de los pecados del pensamiento y de la lengua, es decir, de la maldición, y los sitúe al mismo nivel que el homicidio, que sólo puede expiarse con la muerte de quien lo comete. Th. Sorg PARA LA PRAXIS PASTORAL

La esencia de la maldición, al igual que la de la bendición (-> bendecir), no puede entenderse únicamente a partir de una determinada concepción de la palabra. En las lenguas modernas, que han sufrido de un modo decisivo la impronta de la Ilustración, la -* palabra se limita a ser básicamente portadora de significado. Esto es, con ayuda de las palabras, el hombre puede comunicar o participar a los otros hombres un pensamiento, un proceso espiritual. El hombre moderno apenas puede hacerse una idea del hecho de que la palabra hablada posea un poder en sí misma. Si prescindimos de lo que ella significa, la palabra hablada no es ordinariamente para él más que sonido y humo. Pero justamente aquí se sitúa la diferencia fundamental entre la comprensión del lenguaje vigente en los pueblos de la antigüedad y en muchos pueblos jóvenes no europeos (p. ej. de Asia y África) y nuestra concepción corriente del lenguaje: la palabra posee un poder, ya que en ella está contenido siempre algo de la cosa a la que se refiere. En la medida en que la palabra continúa teniendo un poder que actúa independientemente de aquél que la ha pronunciado, puede ser creadora pero también destructora, puede situar al hombre en la esfera de la salvación o en la de la perdición (cf. -> bendecir). El significado originario de la maldición hay que entenderlo a partir de aquí. Se pueden aducir innumerables ejemplos de la historia de las religiones y, sobre todo, de la tragedia griega para mostrar hasta qué punto la maldición proferida continúa produciendo sus efectos hasta que se ha agotado su poder. Esta concepción de la maldición se hace patente de un modo especialmente significativo en la conocida leyenda de «La bella durmiente del bosque». La maldición de las trece hadas maléficas no puede ser anulada sino sólo atenuada por la bendición de las doce hadas benéficas. La maldición es, pues, una fuerza destructora, a merced de la cual queda la persona afectada por ella. La maldición inmotivada o injusta se vuelve normalmente contra aquél

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Maldición

que la ha pronunciado. Esta concepción de la maldición existía también en Israel y en la época en que vivió Jesús. «El poder maléfico que lleva consigo la maldición pesa sobre aquél contra quien va dirigida como una fatalidad y termina por aniquilarlo, si no es contrarrestado por el poder de Dios» (JScharbert). Indudablemente la maldición es repudiada de un modo sistemático en el NT (Le 6, 28; Rom 12, 14; Sant 3, 8-11). El entregar al hombre a la aniquilación de un modo definitivo sólo está reservado a Dios. Ahora bien, la invitación a bendecir a los demás y la prohibición de la maldición muestran precisamente que el NT reconoce el poder que tiene la maldición. De todos modos, cuanto más liberado queda el lenguaje en nuestro ámbito cultural de su «utilización mágica» tanto menos visible se hace el poder originario de la maldición, si prescindimos de su empleo en las diferentes prácticas mágicas que de una forma oculta probablemente han existido en todas la épocas y todavía existen. La maldición se ha convertido en general en un simple insulto combatido por los moralistas. La maldición, que originariamente era empleada para castigar la falta y el delito, ha sido reemplazada en la actualidad por la policía y la justicia. En nuestra época, ¿conserva todavía la maldición algún significado real? En el terreno de la investigación y de la filosofía se empieza a reconocer ya que un examen demasiado unilateral de la palabra nos ha impedido comprender otras funciones diferentes —mágicas o no— del lenguaje. ¿No habría quizá que reconocer a la palabra un poder que va más allá de su pura función significante, un poder que, bajo determinadas circunstancias, actúa sobre el que es interpelado por ella? ¿No tenemos también nosotros la experiencia de lo importante que es el cómo decir las cosas, puesto que da a entender cómo las «vivimos»? ¿No sería necesario abordar de un modo nuevo la comprensión de la maldición como un poder que tiene efectos negativos reales? «La bendición y la maldición son cargas que Dios ha puesto sobre el hombre. Ellas continúan ejerciendo su influencia a pesar de ser a menudo incomprensibles e ininteligibles. Pero son algo real. No son algo mágico, si por tal se entiende lo que se refiere a los "encantamientos", sino algo plenamente real» (DBonhoeffer, Brevier, 89). Como cristianos, creemos en el testimonio de la Escritura que, en este aspecto, nos muestra el poder de la palabra, es decir, nos enseña que por medio de la palabra de Dios y, a partir de aquí, por medio de la palabra humana, se lleva realmente a cabo algo. La Escritura no admite una distinción rigurosa entre palabra y acontecimiento. La palabra da acceso a una esfera de poder o le cierra el paso, nos abre a la esfera de la -> vida o a la de la -» muerte (piénsese, por ejemplo, en la fórmula neotestamentaria del anatema). ¿No pesa también sobre los hombres una fuerza destructora que llamamos maldición cuando son excluidos («acusados de herejía») de la comunidad por un motivo cualquiera? ¿No nos damos cuenta de que los hombres, a partir de su pensamiento que se ha hecho realidad a través de la palabra (la propaganda), han desencadenado un poder que está pesando como una maldición sobre pueblos o grupos enteros? ¿Es una casualidad el que los intentos de control y saneamiento racional fracasen aquí a menudo, o es que solamente se puede romper la maldición a través de un reconocimiento de la culpa y del perdón de Dios? D. Müller Bibl sobre txvx&fia, KaKokoyco), Ktxzapao[icu LBrun, Segen und Fluch ím Urchnstentum, 1932 - JBehm, Art ávaSt/ia, ThWb I, 1933, 356 s - FBuchsel, Art ipa. ele, ThWb I, 1933,449 ss - GBornkamm, Das anathema ín der urchnstlichen Abendmahlshturgie, ThLZ 75, 1950, 227 ss - KHofmann, ávaSt^d RAC 1,1950,427 ss - FHorst, Art Bann, RGG I, 19573, 860 s - MNoth, Die mit des Gesetzes Werken umgehen, die sind unter dem Fluch, Ges Stud z AT, 1957, 155 ss - JScharbert, Sohdantat - Segen und Fluch ím AT und ín seiner Umwelt, 1,1958 - GBornkamm, Das Ende des Gesetzes, Ges Aufsatze 1,19613 - JBBauer, Art Gott, BWb 1,1962, 363 s - WBauer, Gnechisch-deutsches Worterbuch, Art ivocSt/ia. 1963s, 90 s - OMichel, Der Bnef an die Romer, I96513, 226 Sobre po¡Kx JSchniewmd, Das Evangehum nach Matthaus, NTD 2, 1950" - JJeremias, Art pan*, ThWb VI, 1959, 973 ss ELohmeyer, Das Evangehum des Matthaus, Sonderbd KEK. 19623

Malo

(KOCKÓQ)

Malo Para expresar la deficiencia e inferioridad de una cosa o el carácter negativo desde el punto de vista,ético, o destructivo desde el punto de vista religioso, de una persona o de un idea, el NT se sirve de los vocablos KOIKOC; [kakós] (50 veces) y el lingüísticamente más tardío novrjpÓQ [poneros] (78 veces, en los LXX sólo se encuentra 50 veces frente a las 300 de kakós). En contraste con las palabras tratadas en el artículo -» bueno, aquí no se puede establecer una diferencia de contenido entre ambos vocablos, incluso para referirse a la personificación del mal en el diablo o en los hombres pueden utilizarse ambos términos

KXKÓQ [kakós] malo, perverso, SÍKQÍKOQ [ákakos] ingenuo, sencillo, inocente; KOKÍO. [kakía] maldad, calidad inferior, KXKÓCO [kakóó] causar mal, KUKonoiéoj [kakopoiéó] obrar mal, hacer el mal; KOCKOTIOIÓQ [kakopoiós] malhechor; KaKOvpyoc; [kakoürgos] malhechor, criminal; éyKaKéw [enkakéó] abandonarse, ser negligente; (pavÁog [phaülos] malo, perverso

I Kakos, vocablo muy frecuente desde Homero en multitud de expresiones, quiere decir malo, deficiente, en el sentido de una falta o deficiencia y siempre como contrapuesto a a/aSoj [agathos] -> bueno En el griego profano, este grupo de palabras es utilizado en un cuádruple sentido a) pequeño, insignificante, deficiente, inepto b) malo en sentido moral, perverso c) débil, miserable, d) malvado, perjudicial, nocivo, adverso To KHKOV [to kakon], xa rara [ kaka] mal, padecimiento, desgracia, perdición En el ámbito griego la pregunta por el sentido y el origen del mal ha encontrado diferentes respuestas a lo largo de los siglos No obstante, existen dos ideas fundamentales alrededor de lab cuales ac mueve siempre el pensamiento a) El mal es un principio metafisico (asi, p ej en los pitagóricos y en las obras tardías de Platón) b) La fuente de todo mal es la ignorancia del hombre (asi p ej Democrito, Sócrates, Platón) El hombre no ilustrado, el que no sabe, hace el mal de un modo involuntario, este mal es la fuente de toda destrucción y de toda ruina (Platón) La iluminación conduce al conocimiento y libera del mal, dando ocasión al bien y creando asi al hombre moral Platón intento unir estas dos ideas fundamentales a base de desarrollar el dualismo metafisico de espíritu y materia, que tiene su expresión etica en el dualismo de alma y cuerpo La causa ultima del mal radica en la materia, en lo corpóreo En su ancianidad, Platón dio un paso mas y admitió la existencia de un alma del mundo mala En el pensamiento helenístico el mal continua siendo un defecto, una falta En Plotino proviene de la materia, que se contrapone al bien mas elevado, la luz, de la que todo procede También aquí el mal es una falta de luz, es decir, de conocimiento Asi pues, partiendo de estas dos ideas fundamentales el mal no puede ser entendido tampoco en el sentido de la áiixpxix [hamartia] (-» pecado), es decir, como culpa personal, pues no es la consecuencia de una decisión libre y responsable por parte del hombre, smo de una deficiencia (p ej en Sócrates la deficiencia de no conocer la providencia divina), o bien tiene su origen en un poder cósmico II 1 En los LXX kakos es utilizado preferentemente como equivalente de los vocablos hebreos ra' y rá'ah (227 veces), que también pueden ser traducidos por -» novnpoq [poneros] (226 veces) También los verbos correspondientes novnpevopai [ponereuomai] (22 veces) y kakoó (21), están bastante igualados (Procksch) a) Kakos designa primariamente el mal, que constituye un perjuicio objetivo para la existencia a) Preferentemente es entendido como un castigo de Dios (Dt 31, 17), que suele ser la respuesta a un pecado precedente El mal puesto en movimiento por el hombre Yahve hace que se vuelva contra el (von Rad) Por eso puede decirse al igual que en Homero (Od 4, 236 s) «¿Sucede una desgracia en la ciudad que no la manda el Señor9» (Am 3, 6b) ¡i) Pero, por otra parte, Dios otorga siempre un alivio en medio de todos los males (Sal 23 [22], 4) El hombre piadoso, cuando se ve acosado por los males, ha de volverse a Dios, cuya finalidad no es el castigo en si mismo y que tiene «designios de prosperidad, no de desgracia» (Jer 29, 11) /; Detras de todos los males o infortunios se esconde el designio misericordioso de Dios, que es su objetivo ultimo « para daros un porvenir y una esperanza» (Jer 29,11c) ó) El AT alcanza el punto culminante de la polémica sobre la cuestión del origen y

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(KOCKÓC;) M a l o

la finalidad del mal allí donde el preguntar enmudece ante la bondad soberana de Dios En el caso de Job el mal es considerado sin duda en conexión con su pecado, que él no niega, pero el libro no establece una relación directa entre este pecado y sus sufrimientos El sufrimiento no ha de ser necesariamente consecuencia del pecado, sino que también puede ser una educación para la fe y, por consiguiente, una prueba- Job 5,17 s Especialmente, el salmo 73 (72) nos muestra al justo haciendo esfuerzos por penetrar en el enigma de la fe y sin que pueda finalmente comprender la razón de su sufrimiento Acosado por la tribulación, el justo solo conserva su aun estrecha unión con Dios. b) Pero el mal es también una cualidad del comportamiento etico Cf Mi 2, 1, Jer 7, 24, Sal 28, 3 y 34, 13-15. Lo que sorprende sobre todo es que el AT no hable del mal en sentido teórico, sino en muy contadas ocasiones, solo se limita a describirlo de un modo concreto y se concentra en la actualidad presente Por consiguiente, el mal no es para el una realidad anónima c) El AT no posee una teoría constante sobre el mal ¿Procede de la condición creatura!? (En Gn 3 la serpiente es sm duda una criatura de Dios, en Gn 3, 5.22 aparece el vocablo -• novnpoq [poneros]) ¿Es enviado por Dios mismo (1 Sam 16,14)9 En todo caso, la idea del mal como un poder enemigo de Dios aparece por primera vez en Israel en una época posterior (compárese 1 Cr 21, 1 ss con 2 Sam 24, 1 ss) 2. En el parsismo (Zoroastro), la pregunta por el origen del mal conduce a un riguroso dualismo Dos principios contrapuestos están en lucha desde el principio de los tiempos el poder bueno, Ormuz (Ahura Mazda) y el poder malo, Arimán Según su comportamiento moral, los hombres pertenecen a uno u otro y, tras su muerte, heredan en un caso la bienaventuranza eterna y en el otro las eternas tinieblas Finalmente, el mal es vencido y aniquilado en una lucha escatologica El parsismo ejerce una gran atracción debido a ciertos paralelismos con la escatología cristiana. Ahora bien, el parsismo se mueve dentro del mito, no de la historia. 3 El dualismo de los parsis ha hallado resonancia en el pensamiento de los esenios y encontramos fuertes reminiscencias de el en los textos del mar Muerto De acuerdo con la doctrina esema, Dios ha creado en el principio dos espíritus: el espíritu bueno, el de la luz, y el espíritu malo, el espíritu de las tinieblas (Belial) De acuerdo con el eterno designio de Dios, los hombres pertenecen a uno u otro de estos espíritus, lo cual se manifiesta en cada caso en buenas o malas acciones respectivamente (1QS 3, 13 ss) El dualismo de los escritos de Qumran iluz-timeblas, verdad-mentira [o impiedad]) es en la historia de las religiones lo que mas se aproxima al dualismo que aparece en la predicación de Jesús (reino de Dios-reino de Satán Me 3, 22-30), especialmente al dualismo de los escritos joaneos (luz-tinieblas, verdad-mentira) y al que hallamos en ciertos fragmentos de la literatura paulina (Rom 13, 11-14, 2 Cor 6, 14-17, Ef y otros) 4 En Filón el origen del bien es puesto claramente en Dios y el origen del mal en el hombre Pero el hombre tiene la posibilidad de elegir el bien, de la misma manera que se puede escoger entre un vestido bueno y uno malo Para Filón, el mal es evidentemente una realidad opuesta a Dios, pero no una persona enemiga de Dios La filosofía greco-helenística no entiende el mal en un sentido positivo, es decir, como obra del diablo, sino como una carencia de bien y, al considerarlo inofensivo, no ayuda realmente a vencerlo

III 1. En el NT el vocablo kakós aparece 50 veces y adopta los significados de malo, perverso, perjudicial, maligno, injusto; de estos 50 pasajes, 26 se hallan en Pablo (15 de ellos en Rom) y sólo 7 en los sinópticos. Entre otros, se deriva de él el término ákakos, ingenuo, simple (Rom 16, 18), inocente, sin mancha (dicho de Cristo en Heb 7, 26). El sustantivo kakía, derivado de kakós es con frecuencia sinónimo de kakón e indica aquello que da origen al comportamiento de un kakós o de un kakopoiós: la maldad (cf. Hech 8, 22; Rom 1, 29; 1 Cor 5, 8 y passim). Es cierto que en Mt 6, 34 tiene el sentido de molestia, disgusto. El verbo kakóó significa causar mal o perjuicio, obrar mal (1 Pe 3, 13 y con bastante frecuencia en Hech), alborotar, soliviantar (Hech 14, 3) y kakopoiéó, hacer el mal (1 Pe 3, 17; 3 Jn 11), dañar, perjudicar (cf. Me 3, 4 par). En enkakéó se lleva a cabo un cambio de significado: del significado originario de obrar, comportarse mal al de cansarse, desfallecer (en la oración: Le 18,1; de hacer el bien: 2 Tes 3,13), desmayar, arredrarse (2 Cor 4,1; Ef 3, 13). Así pues, el cansancio se entiende aquí en sentido espiritual, no físico. En el NT kakós y sus derivados tienen menos importancia que en el AT. Para designar el mal y la culpa personal, el NT utiliza preferentemente los términos -» novnpÓQ [poneros] y ocjuapTÍa [hamartía] (-»• pecado).

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Malo (KotKÓg)

2 a) Si bien el NT encierra ciertos parecidos con el dualismo (cf. supra II, 3), el verdadero dualismo, es decir, aquél en el que el mal tiene la misma fuerza que el bien, no aparece por ningún sitio. Ahora bien, el NT rechaza también con claridad la idea de que las raíces del mal estarían en Dios: «lo malo a Dios no lo tienta» (Sant 1, 13). El mal procede más bien del corazón humano bajo la forma de malos pensamientos, que terminan por engendrar malas acciones (Me 7, 21 s par; cf. Mt 15, 19 -+ novnpóq [poneros]), p. poder) tiene también la misión de castigar la maldad en nombre de Dios, la solución total del problema del mal está en la justificación y la santificación. El justificado se sitúa en la esfera de influencia de aquél que ha vencido al mal y otorga el espíritu; por eso ya no esta desamparado frente a las potencias del mal (Rom 13, 10, 1 Cor 13, 5; 2 Cor 13, 7). 3. El adjetivo phaülos (6 veces en el NT), malo, perverso, se utiliza como sinónimo de kakos, en Tit 2, 8 se usa en conexión con el juicio o el parecer de los hombres, en los demás casos se refiere siempre a acciones (Jn 3, 20; 5, 29, Rom 9, 11; 2 Cor 5, 10; Sant 3, 16); lo contrario es áyaSÓQ [agathós] (-> bueno). En dos pasajes del NT encontramos el término kakoürgos, malhechor. En Le 23, 32 33.39 este vocablo designa a los delincuentes que son crucificados con Jesús. En 2 Tim 2, 9 Pablo utiliza la palabra en relación con su cautiverio, «como un malhechor». E. Achiles

(novnpóq) Malo

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TtovripÓQ [poneros] malo, perverso; novr¡pía. [ponería] maldad, perversidad I Poneros (el sustantivo es ponería) se deriva de xóvog [ponos], trabajo, esfuerzo, y novéoj [ponéó], trabajar, esforzarse, afanarse (-» carga) Con frecuencia se usa alternativamente con -> KCIKOC, [kakos], KOLKIÜ [kakia] y sus derivados y con idéntico significado El verbo primitivo es nevoptxi [penomai], esforzarse, ser pobre, de donde vienenravi'a[pem'a] (no sale en el NT), pobreza, indigencia, y mnxpoq [pemchrós] (que en el NT sólo encontramos en Le 21, 2), pobre, necesitado (-> pobre) Poneros no aparece aún en Homero, pero sí en Hesiodo, Tuddides, inscripciones y papiros, en el sentido pasivo de cargado de fatiga, pesaroso, infeliz, desdichado, miserable, incapaz pero también en el activo de malvado, escabroso, siniestro, maléfico, y especialmente en el terreno político y social enemigo del estado. De ahí finalmente el concepto moral, moralmente reprobable, perverso II 1. En los LXX poneros reemplaza al vocablo hebreo ra' (cf. KCLKOQ [kakos] II, 1), malo, deficiente, inservible, inútil, referido a animales, comidas, tierras y hombres (p ej 1 Sam 25, 3); peligroso, maligno, aplicado a animales (Gn 37, 20), desfavorable, mala, con respecto a la reputación de una persona (Dt 22, 14), muy a menudo significa maligno referido al espíritu del hombre (p ej 1 Sam 16, 14 ss); en Neh 2, 2 ( = 2 Esd 12, 2 LXX) tiene el sentido de estar apesadumbrado, aparecer triste. En sentido moral, poneros significa malo, perverso, indigno, vicioso, depravado, tanto referido a personas (Gn 13,13, Is 9, 16, Eclo 25, 25) como a cosas (Is 3, 9) Al igual que -» KOÍKOQ [kakos], poneros no solo tiene un contenido etico, sino también religioso es una separación de Dios, un oponerse d Dios y a su voluntad (Am 5, 14-15). A diferencia del NT, el vocablo poneros no se usa aquí con el significado de "diablo» La fórmula «conocedor del bien y del mal» (Gn 3, 5 22), en la que aparece poneros, quiere decir «conocedor de todo» en el más amplio sentido La serpiente promete al hombre un «ensanchamiento de la naturaleza humana más allá de los límites establecidos por Dios en su creación», un dominio «sobre los misterios que están más allá del hombre» (GvRad, 72) Este conocimiento hará al hombre autónomo en cuanto que él lo engira en principio rector de su vida, desplazando asi a Dios del lugar que ocupaba anteriormente Además de todos aquellos significados que el sustantivo ponería tiene en común con el adjetivo, designa también la desgracia, el infortunio, que Dios hace caer sobre los hombres (Jer 2, 3) o que éstos se causan entre sí (Gn 26, 29). 2. Sobre el judaismo tardío, cf. -» KHKOQ [kakós], II, 2 ss 3 En los apócrifos poneros y ponería son utilizados casi exclusivamente en un sentido etico-religioso y son casi sinónimos de -> pecado, lo mismo ocurre en Filón y Josefo (por supuesto, -> KZKOQ [kakos] y KXKÍOI [kakía] salen con frecuencia)

III En el NT poneros aparece en total 78 veces (ponería solamente 7); se halla con la máxima frecuencia en Mt (26 veces), en Le (13 en el evangelio, 8 en Hech) y en Pablo (13); Jn usa con preferencia el vocablo -> KOKÓC, [kakós]. 1. Utilizado en sentido físico significa: a) malo, grave, enfermo; en relación con los ojos en Mt 6, 23 y Le 11, 34. La polémica sobre si poneros ha de entenderse aquí en un sentido ético (tal es la opinión de Jülicher) no es fácil resolverla. De todos modos, la interpretación de estos pasajes viene a parar, de una u otra manera, a lo mismo. Pues, incluso en el caso en que se aluda al ojo enfermo (sentido físico) y no al ojo malvado (sentido ético), la comparación apunta a un sentido metafórico (como piensa, p. ej., Schlatter). (En esa línea metafórica NB ensaya un nuevo derrotero. Se trata de una trasposición en categorías antropológicas actuales de lo que, siguiendo la mentalidad y el lenguaje semítico, el texto original neotestamentario en Mt 6, 22-23 expresa en términos de luz [luz = esplendidez; oscuridad = miseria; ojo = lo que da valor a la persona; ojo sano o bueno = generosidad, desprendimiento; ojo malo o malvado = tacañería]. De ahí resulta una traducción sumamente interesante: «La esplendidez da el valor a la persona. Si eres desprendido, toda tu persona vale; en cambio, si eres tacaño, toda tu persona es miserable. Y si por valer tienes sólo miseria, ¡qué miseria tan grande!»; cf. Nueva Biblia Española, Madrid 1975, p. 1502). Mt 18, 32 se refiere al siervo perverso, b) En relación con árboles y frutos (Mt 7, 17-18): podrido, echado a perder, dañado.

Malo (novnpóq)

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2. Con un contenido ético, en el sentido de contrario a Dios: a) Se usa como adjetivo, referido a hombres que son calificados generalmente por Jesús como malos (cf. Mt 7,11 par). Frente a ellos, Dios es el único bueno (Me 10,18). En Mt 12, 34 a los fariseos se les denomina malos en el sentido de «obcecados, endurecidos»; los judíos, en cuanto enemigos de Jesús, son la generación perversa (Mt 12, 39; Mt 16, 4; Le 11,29); el que no opta por Jesús es malo (cf. 2 Tes 3,2; 2 Tim 3,13): él saca cosas malas de de su mal corazón, donde las ha ido almacenando (Mt 12, 35 par). Únicamente en Hech 17, 5 poneros designa lo contrario de la aristocracia (L: plebe, populacho). También los pensamientos pueden ser poneros (Mt 15, 19); en Sant 2, 4, la expresión diaXoyiapchv novnp&v [dialogismón ponerán] designa los pensamientos perversos por los que se dejan llevar los jueces. En Col 1, 21 y 2 Tim 4,18 poneros, unido a epyov [érgon], se refiere a las obras del hombre. Por otra parte, poneros puede ser puesto en conexión con la jactancia, con palabras, blasfemias o invectivas, con la conciencia, con el nombre de los cristiaaos (en el juicio de los incrédulos: Le 6,22), con el presente eón (Gal 1,4) y con los tiempos o días que vendrán en seguida (Ef 6, 13). Concretamente en Jn sorprende el uso de poneros en contraposición con la luz, la palabra y la obra de Dios (poneros aparece en Jn 11 veces). b) Empleado sustantivadamente, el término poneros puede tener un doble significado: v.) puede referirse al hombre malo; por eso, en Mt 22,10 ó novnpóq [ho poneros] no ha de entenderse, como a veces se ha supuesto, en un sentido social (p. ej.: andrajoso, harapiento), sino en un sentido religioso-moral: el que ha rechazado el ofrecimiento del evangelio. En Mt 5, 39a poneros, si atendemos a 5, 39b, ha de entenderse no como neutro («no resistáis al mal»), sino como masculino (NB: «no hagáis frente al que os agravia»). De acuerdo con Mt 13,49-50, los poneroíen el juicio final serán separados (de losjustos) y condenados por Dios (cf. Mt 22, 13 s). La comunidad debe excluir a los malos (1 Cor 5, 13). Pero Dios se muestra bondadoso con ellos durante el tiempo de su vida terrestre y por eso los cristianos deben también mostrarles su amor (Le 6, 35). [i) Ho poneros (en sentido absoluto) es el Malo, -» Satán; esto es totalmente claro en Mt 13, 19, sobre todo porque en los pasajes paralelos (Me 4, 15 y Le 8, 12) aparecen los vocablos aaravac; [satanás] y óiáfíoÁoc; [alabólos]. Asimismo en Ef 6, 12, en donde aparece la expresión xa nvevpoíTiKá xr\c, novnpíxQ [ta pneumatiká tés ponerías], los espíritus malos, «las fuerzas espirituales del mal» (NB), así como en Jn 17, 15; Ef 6, 16; 2 Tes 3,3. También llama la atención el uso del vocablo en 1 Jn (2,13.14; 3,12; 5,18.19). La cuestión de si en Mt 13, 38 TOO novnpou [toú poneroú] ha de entenderse en sentido masculino (NB: «los secuaces del Malo») o neutro está aún por resolver. En el ThWb VI, Harder se decide por el sentido neutro ( = lo malo o el mal). Pero esto no ayuda demasiado a zanjar la cuestión. Si ponemos el origen del novnpóv [ponerán] (neutro) en el ponerás (masculino), es decir, en el diablo (v. 39), se evita el considerar el ponerán como algo inofensivo. La historia de la teología nos enseña que el afán por evitar la personificación del mal en el «diablo» ha llevado también a una despersonalización de Dios y de Cristo. A la hora de interpretar Mt 6, 13b, los exegetas se dividen en dos bandos, según den a la expresión apo toú poneroú sentido masculino o neutro Se deciden por la interpretación en sentido masculino p ej JWeiss, Zahn, Harnack, PFiebig y Harder Pero el v 13b hay que verlo a la luz del 13a. según J Jeremías, la palabra «tentación» no se refiere a «las pequeñas tentaciones cotidianas», sino «a la gran tentación del fin de los tiempos, que es inminente y vendrá sobre todo el mundo, a la revelación del misterio de iniquidad, a la revelación del Anticnsto, a la abominación de la desolación, a la entronización de Satán en el lugar de Dios, a la ultima persecución y prueba de los santos de Dios por los falsos profetas y falsos salvadores» Si el v 13a implora de un modo tan claro la ayuda contra el diablo, el poneroú del v 13b ha de entenderse en sentido masculino, lo que aquí se implora es ser protegido contra ese poder (KGKuhn) Cf a este respecto IABengel en Gnomon, ai locum «las peticiones sexta y séptima tienen entre si una estrecha afinidad» —como si se tratase de una formulación negativa y de otra

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(novnpoc;) Malo

positiva—«y por eso son consideradas por algunos como una sola» En relación con Mt 6 13 Bengel cita a Hiller Satán, que es la personificación del mal) no quita en modo alguno a la iniquidad su carácter de misterio, sino que, en todo caso, desplaza la cuestión convirtiendola en la pregunta de como en un mundo creado por Dios es posible la existencia de un poder destructor y contrario al orden divino

Para la praxis pastoral

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La respuesta bien cabe buscarla en el hecho de que el hombre, con la libertad que llevaba consigo su condición de imagen viva de Dios, se creyó señor del bien y del mal y se envaneció considerándose a sí mismo como un Dios. Ahora bien, el hombre abandonado de Dios queda entregado totalmente a merced del mal; su lucha contra él no puede impedir el socavamiento y la destrucción de todo orden. De la misma manera que él no puede acabar con la maldad a través de la transformación de las condiciones sociales, tampoco puede evadirse del mal por una decisión libre una vez que ha caído en su poder, aunque sea de un modo involuntario. Lo primero le es imposible hacerlo, porque a toda teoría se opone la realidad del hombre, siempre abierto a nuevas irrupciones del mal; lo segundo tampoco le es posible, ya que él no se ha limitado a hacer el mal, sino que ha llegado a hacérselo connatural. Por eso es comprensible la actitud resignada del existencialismo nihilista. La esperanza sólo puede surgir cuando el hombre se apercibe y se percata de que Dios mismo se ha mostrado y se muestra continuamente a la experiencia de la fe como aquél que vence al mal, y de que el mundo se aproxima progresivamente a aquel día en el que ya no habrá ningún mal. El que resiste ahora al mal —y a ello está llamado el hombre— sabe que nunca alcanzará plenamente su objetivo, pero también sabe que contribuye a que los hombres puedan vivir este día de Dios en el que él triunfará plenamente sobre el mal y sobre el Maligno. Hasta entonces, el hombre ha de procurar mantenerse apartado y guardarse del mal. -> Adán; -> caída; -+ bueno; -> Satán; -> pecado. L. Coenen Bibl WGrundmann, Art KaKog, ThWb III, 1938, 470 ss - RBultmann, Christus, des Gesetzes Ende, BhEvTh 1, 1939 KGKuhn, Achtzehngebet und Vaterunser und der Reim, 1950 — GMensching, Gut und Bose ím Glauben der Volker, 1950 — GBornkamm, Das Ende des Gesetzes, BhEvTh 16, 1952, 62 ss - GvRad, Das erste Buch Mose, ATD 2/4, 19583 - GHarder, Art, novt]po^ ThWb VI, 1959 546 ss — SWibbing, Die Tugend- und Lasterkataloge ím NT und deren Traditionsgeschichte unter bes BerUCkSlChtlgUng d e r Q u m r a n t e X t e , 1 9 5 9 — K L u t h l , G o t t Und dat, B o s e , 1961

G B a u m b a c h , D a s V e r s t a n d n i s d e s B o « n , « Astx

synopt Evangehen, 1963 — JJeremias, Das Vaterunser ím Lichte der neueren Forschung, 19632, 26 ss — JBecke , Das Heil Gottes, 1964 En cast Arts gens JBernhart, Art Mal, CFT II, 1966, 573-589 — WKern, Teodicea cosmodicea a través de Cristo, MystS III, T. II, 1969, 563-597 - ISplett-KHemmerle, Art Mal, SM 4, 1973, col 398-406 - GvRad, Teología del AT I, 1978", 331-342 WEichrodt, Teología del AT II, 1975, 477-489

Mandamiento, precepto

Se llama doy fia. [dogma], i\xo).r\ [entole] o Tta.payyskp.oi [parángelma] (o se emplean co el mismo sentido los verbos correspondientes) aquello que posee validez indiscutible, sea en virtud de una disposición autoritativa, sea en virtud de una autoconvicción firme. Un dogma puede ser, o un axioma que aparece como verdadero a nuestro pensamiento, p. ej. una tesis filosófica, o una disposición oficial que reclama ser obedecida sin condiciones; así, para el pensamiento helenístico, la leyes mosaicas son también doypata [dógmata]. Entole es un mandamiento, una orden, que hay que observar de un modo estricto; también mxpayyékAm [parangéllo] —cuyo significado fundamental es el de cursar un parte militar— es utilizado para designar el acto de notificar disposiciones autoritativas. Los grupos de palabras de que tratamos aquí están estrechamente relacionados con los del art. -* ley.

(doy¡xa) Mandamiento, precepto

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d&ipa [dogma] decreto, principio o proposición doctrinal; boy\ia.xí^m [dogmatizo] ordenar 1 La palabra procede del verbo bornta [dokeó] (1 creer, opinar, tener por, 2 decidir) De la raíz SOK [dok] (propiamente 5tx-[dek], que cambia la e en o por alternancia vocálica) y con el sufijo nominal -fta [-ma] se forma d sustantivo dogma, la opinión, la decisión, y de éste se deriva a su vez el verbo dogmatizo, disponer, ordenar En los presocráticos sólo aparece 3 veces y siempre en relación con Pitágoras, desde Jenofonte (s. IV a. C) la palabra es empleada corrientemente: a) en el lenguaje profano (opinión) b) en el filosófico (tesis, axioma, doctrina), c) en el religioso (Sóyfvx SeoB [dogma theoü], decreto divino) y, sobre todo, d) en el lenguaje oficial ' decreto, disposición, edicto oficial; aqui se subraya ante todo el hecho de su promulgación, cf Bauer y ThWb II, 233 s). II 1 En los escritos tardíos de los LXX- a) dogma aparece en el ultimo de los sentidos antes citados (Est 4, 8. Dn 2,13,4 Mac 4, 23 ss), así como dogmatizo (Dn 2,13; Est 3,9; 2 Mac 10, 8), que se encuentra a partir del s. II a. C, b) dogma es empleado para designar la ley mosaica como decreto divino (3 Mac 1, 3), y c) dogmatizo se refiere al decreto estableado en la comunidad (2 Mac 15, 36) •?°

2 En el judaismo tardío Josefo y Filón (s I d C) entienden de un modo parecido la ley mosaica como un sistema de dogmas sagrados, de dógmata de una filosofía divina, que, en cuanto que es el mas excelso de todos los sistemas, es superior a las doctrinas de toda la filosofía antigua (cf. ThWb, loe cit).

III 1. a) En el NT encontramos el término en el sentido de I, d en los escritos lucanos: al principio del relato del nacimiento (Le 2, 1: dogma, edicto, de César Augusto sobre el empadronamiento) y en Hech 17, 7. Además de Heb 11, 23 según algunos mss. b) En Hech 16,4, al igual que ocurría en 2 Mac 15, 36 (cf. supra I, Ib), los decretos del llamado concilio apostólico, que hay que hacer cumplir en las comunidades de misión, son denominados dógmata. c) Ef 2,15 utiliza el plural para designar a cada uno de los mandamientos (évtoÁcov [entolón]; -»• art. évxolrj [entole]) de la ley mosaica (-> art. vó/iog [nomos]). Col 2, 14 habla del acta de los decretos que nos era contraria y que Dios ha clavado en la cruz. Y por eso Col 2, 20 prohibe a la iglesia que se deje imponer (dogmatizo) preceptos relacionados con lo que hay que comer o con lo que es puro o impuro (v. 21 s). 2. Cuando dogma es utilizado para designar una disposición oficial sólo tiene un sentido teológico indirecto: los padres de Moisés son testigos de la fe, ya que no se dejaron amedrentar por el decreto (dogma) del faraón de exterminar a todos los niños judíos recién nacidos (Heb 11, 23 en algunos mss.). El edicto (dogma) de César Augusto ha de servir al plan de Dios, según el cual el mesías ha de nacer en Belén (Le 2,1 ss). Los enemigos de la misión cristiana acusan a los cristianos de alta traición, ya que para ellos Jesús es el único que tiene derecho al título de rey, lo cual está en contradicción con los edictos (dógmata) imperiales (Hech 17, 7; cf. Haenchen, 453). En los contextos citados se manifiesta la impotencia y la sujeción de todos los decretos (dógmata) de los poderes con respecto a la acción salvífica de Dios. 3. «Con la muerte de Cristo, la ley» con todos sus mandamientos y prescripciones (dógmata) «queda suprimida en cuanto factor salvífico» (MDibelius, 70 a propósito de Ef 2, 15; cf. Col 2, 14; también 2, 20 ss para las prescripciones de lo «elemental del mundo»). 4. Tanto más extraño se nos antoja el empleo del concepto dogma en sentido positivo (cf. supra II) para designar la doctrina (-> enseñanza) obligatoria para toda la cristiandad. Esta evolución se inicia en Hech 16, 4, acaba a fines del siglo IV y determina hasta hoy la comprensión del dogma cristiano, no sin el riesgo de entender el dogma de %

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Mandamiento, precepto (hxolr¡)

un modo legalista, es decir, como una disposición jurídica de la iglesia que reclama un asentimiento intelectual, y de separarlo del mensaje de Cristo (-> mensaje). H -H. Esser

bixoh\ [entole] mandamiento, ¿v-ré/üo/ica [entélomai] mandar 1 El sustantivo entole, mandato, disposición, indicación, orden, decreto, mandamiento, amonestación, ley, derivado del deponente medio entellomai, responsabilizar, encomendar encargar, mandar (algo a alguien TIVI TI [tim ti] o en un sentido absoluto con una oración de infinitivo), ha desplazado al participio perfecto sustantivado xa svtEWA/uvx [ta entetalmena], lo mandado, lo encomendado Verbo y sustantivo designan fundamentalmente (a partir de Esquilo, Pindaro Hérodoto, s Va C) el reglamento concreto (de ahí que también sea frecuente el plural del sustantivo, p ej en la frase s\xo)a.c ¿ovmi [entolas dounai], dar instrucciones) dado por alguien socialmente superior a un inferior suyo, y en esto se diferencian del ámbito total o del contenido etico de la -• ley Normalmente predomina el uso del vocablo en un sentido profano, no obstante, este grupo de palabras es utilizado ya desde muy pronto (Esquilo, Pmdaro) para designar los mandamientos de Dios, de un modo análogo a como se aplica a los decretos del rey o del emperador (art -> ioy¡xa [dogma]) en este sentido aparece con la mayor frecuencia en inscripciones y papiros En la época postcnstiana (s IV) este grupo de palabras es empleado ademas como terminus techmcus para expresar la autorización de un proceso II 1 En los LXX el verbo se encuentra unas 400 veces aproximadamente (39 de las cuales no poseen equivalente hebreo) y el sustantivo 244 veces (46 sin equivalente hebreo) El uso de ambos se concreta sobre todo en el pentateuco (en el caso del verbo mas de la mitad de los pasajes se encuentran ahí) y, dentro del pentateuco, en Dt Este grupo de palabras aparece también reiteradas veces en la historiografía duteronomistica y en )a obra del cronista, que depende de ella (cf mfra 2) Por lo demás, el verbo se encuentra frecuentemente en Jer y el sustantivo en Sal 2 a) Entre los equivalentes hebreos predominan los que se derivan de la raíz sw/i (sawah 344 veces, miswah 159 veces) a) sawah significa encargar, nombrar, llamar (a una persona o cosa a un puesto para una tarea o misión;, p ej Yahve pone al frente de su pueblo a un jefe (2 Sam 13, 14, 6, 21), encomienda sus protegidos a los angeles (Sal 91[90], 11, el verbo se traduce también por ánooxeMco [apostello], -» apóstol, p ej en Is 10,6, Ex 4,28) y auxilia a Israel (Sal 44, 5 = LXX 43, 4) mandar hacer, ordenar, disponer (Gn 32, 18), o bien (añadiendo una negación), en cuanto al contenido, prohibir (Gn 2,16,18, 1), encargar (en una frase que abarca «todo lo mandado» Gn 6, 22, Ex 7 2, Dt 1, 3 y passim) fl) miswah, al igual que el verbo, es utilizado para designar la acción de mandar (referida a los hombres, pero sobre todo a Dios) En el pentateuco el acto de mandar esta reservado a Dios Sobre todo aquí nos encontramos con formulas ya establecidas el mandamiento de Yahve, el mandamiento de (mi o nuestro) Dios, su mandamiento, sus mandamientos, estos mandamientos, el mandamiento En boca de Dios mis mandamientos Dirigiéndose a el (como ocurre frecuentemente en los salmos) tus mandamientos Por otra parte, se supone bien conocido el contenido de los mandamientos a que se refieren las formulas anteriores El sustantivo tiene la siguiente gama de matices mandato, orden, precepto concreto, compendio de todos los mandamientos (en cuyo caso aparece casi siempre en plural, a menudo con el verbo (pvXa.aas.aSai [phylassesthai]), derecho (Neh 13, 5 [LXX Esd 2, 23 5]), obligación (Neh 10, 33 [LXX Esd 2, 20 33]) b) Entre los escasos equivalentes hebreos restantes predominan los derivados de la raíz pqd (24 veces) El verbo pagad es traducido en 6 ocasiones por evxEAAeoSai [entellesthai] Dicho verbo en qal significa encomendar, confiar a alguien (2 Cr 36, 23) y pedir cuenta, castigar (la maldad Is 13, 11), en piel significa inspeccionar, pasar revista (a un ejercito Is 13,4, el sujeto es Dios en todos los casos), en mf extraviarse, perderse, faltar (l Sam 25 7 21, LXX 1 Re, en el v 15 con el mismo sentido en qal) El sustantivo pigqudim (que aparece como equivalente en 18 ocasiones) es un termmus techmcus que designa las instruciones, los mandamientos de Dios Sal 103 (LXX 102), 18, 111 (LXX 110), 7, 119 (LXX 118) (aquí aparece la formula «tus mandamientos» en 21 ocasiones, sin embargo, los LXX lo traducen en 5 de ellas por óiKaicop.axa aov [dikaiomata sou] -»justicia, vv 27 56 93 94141) c) Los derivados de la raíz dbr (entre los cuales la palabra dabar, hablar aparece en 3 ocasiones) se encuentran en total 10 veces como equivalentes, la versión de los LXX los traduce conforme al sentido por mandato o mandar, ya que el sujeto de este hablar es siempre Yahve o su mandatario (Dt 28 14 Moisés, Jos 4,12 Josué) y el contenido del discurso consiste en una instrucción concreta (Ex 7 13,23 22, Jos 4 12 el plan bélico 11, 23,1 Re [LXX 3 Re] 13,17, Jer 19,15), un conjunto de mandamientos (Ex 34, 32b, Dt 28, 14 bendiciones y maldiciones en la fiesta de la renovación de la alianza) o se refiere a la obediencia incondicional que Dios exige Sal 119, 57 139

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(évtoXfi) Mandamiento, precepto

d) Merece especial atención el equivalente hoq, huqqah (la mayoría de las veces en plural), que encontramos en 8 ocasiones Significa literalmente lo indiscutible lo inalterable, lo que esta grabado (en piedra), lo que esta escrito y por tanto fijado de un modo definitivo (cf -> ley espec el articulo axov/ai [stoicheia]) La teología deuteronomisuca lo emplea en relación con la transmisión íntegra de la tradición, que tiene una importancia vital en Dt 6, 24, con respecto a la enseñanza de los mandamientos a los niños, en 16,12, a proposito de los preceptos en orden a la celebración de las fiestas, en 28, 15, en relación con las leyes por las que ha de regirse la vida de Israel, que son proclamadas en la fiesta de la renovación de la alianza, en el testamento de David a Salomón (1 Re [LXX 3 Re] 2, 3), en la designación profetica de Jeroboam 1 como rey (1 Re 11, 38) A través de esta aceptación vital de la tradición se realizan la -» alianza, el derecho y la -* justicia, el mandamiento y las disposiciones de Dios (1 Re 3 14 respuesta de Dios a la suplica de Salomón) La relación fundamental de Dios con su pueblo viene determinada por el mandamiento que es proclamado y ha de ser obedecido fielmente, incluso cuando se pierde la unidad nacional (fin del reino del norte, exilio de Babilonia) Para la vida de los que retornan del exilio es fundamental el mandamiento de Dios, que es proclamado de nuevo (Neh 8 ss) El desprecio de las disposiciones divinas trae como consecuencia el castigo de Yahve (1 Re [LXX 3 Re] 11,11) Pero a los pecadores que están prestos a convertirse, la observancia futura de las leyes de Yahve les abre el perdón de su culpa anterior y les da acceso a una nueva vida (Ez 18, 21 s) e) Finalmente, entole reemplaza muy contadas veces al hebreo torah y adopta entonces el sentido secundario de este equivalente, es decir, el de recopilación compendio de los mandamientos de Dios, y, por consiguiente, la totalidad de la ley establecida por Dios para el ethos de Israel (en 2 Re 21, 8 3 veces la raíz évzef- [entel-] en 2 Cr 12 1 el plural traduce aquí al singular hebreo, en 2 Cr 30, 16 y en la ley del rey de Dt 17, 19 en hebreo «todas las palabras de esta ley», en los LXX «todos estos mandamientos», paralelamente a huqqim, dikawmata, leyes, disposiciones) 3 En los textos de Qumran, los grupos de vocablos hebreos citados en 2, son los que aparecen con la máxima frecuencia, en unas 235 ocasiones tienen un significado equivalente al de mandamiento, mandar, etc, en 26 de ellas aparece sawah, en 33 paqad, en 14 p'quddah, en una ocasión piqqüdim el sustantivo dábar se encuentra 12 veces, el \erbo dabar 5, hoq aparece 50 veces, de las cuales 16 se encuentra en singular, con frecuencia en un sentido absoluto, el verbo háqaq se encuentra 2 veces y 3 el sustantivo huqqah el termino torah aparece 63 veces en el sentido de que hemos hablado en 2e, casi siempre en sentido absoluto y fuera de estos casos en la expresión «ley de Moisés» Esto confirma la opinión de que, para la secta, se trata fundamentalmente de una observancia literal de los mandamientos del pentateuco y de los profetas (IQS 1,3), en contraste con la poco severa practica de la ley del sacerdocio de Jerusalen Las formulas «como el (Dios) ha dispuesto» (IQS 1, 3 y 17, 5,1 8 22 y passim), «lo que yo te he mandado», «lo que yo te ordeno hoy» (1Q 22,1 3 4 6 9 y passim) todo «lo que tu has dispuesto» (1QH 15, 11 \ 18-19) aparecen continuamente En estas formulas abreviadas y en la utilización de los vocablos mandamiento, le\ etc en sentido absoluto, se da por supuesto el conocimiento del contenido de los preceptos mosaicos, que son rememorados continuamente a través del estudio y de la practica La observancia de estas normas de vida es decisiva, si se quiere pertenecer a los hijos de la luz y, sobre todo, si se pretende salir airoso en el -»juicio ultimo de Dios que es inminente (véase 1QM en conjunto) A partir de aquí se entiende claramente la preferencia que dan estos textos al grupo de vocablos relacionados con pqd, cuya gama de matices abarca un contexto histórico global, designa los hombres pertenecientes a la secta (1QM 2, 4, 12, 8 y passim CD 10, 2 y passim), la observancia de los mandamientos (IQS 5, 22), los mandamientos mismos (CD 20, 2), asi como el pedir cuentas por parte de Dios (que no se limita simplemente a «registrar» o a «inspeccionar», cf -> obispo, art £JU ley y la haga vigente aquí y ahora.

III En el NT el sustantivo se encuentra 68 veces y el verbo 14. El centro de gravedad se halla en los escritos joaneos, incluido Ap (34 veces, de las cuales 14 en el evangelio; el verbo sólo allí -y 3 veces) y en las cartas paulinas (14 veces, sólo el sustantivo, de las cuales 7 en Rom). En cuanto a los sinópticos, Mt utiliza el sustantivo en 6 ocasiones y el verbo en 4; Me emplea el sustantivo 8 veces y 2 el verbo; en e] evangelio de Le, el sustantivo aparece 5 veces y una el verbo. Los pasajes restantes los encontramos en Hech (3), Heb (6) y 2 Pe (2). 1. Según el testimonio de los sinópticos, la predicación de Jesús, en oposición a la tensa discusión existente sobre los mandamientos (cf. supra II, 4), se presenta abiertamente y sin la menor reserva mental. Jesús rechaza la casuística y se niega a establecer distinciones entre los mandamientos menores, que pueden descuidarse (entolé como disposición concreta y particular: Mt 5,19) y el mandamiento mayor (en el sentido de una ley única que lo abarca todo: neyáÁr] év xtb vófico [megále en tó nómó], el mandamiento principa] de la ley: Mt 22, 36; v. 38 y Me 12, 28: npétn [prété], el primero; Me 12, 31: HEÍ£(ÚV TOÜTCOV [meízon toútón], mayor que éstos). También se niega a contraponer el mandamiento del amor a Dios al del amor al prójimo (cf. los pasajes anteriores; cf. también Le 10,25 ss, en donde no aparece formalmente entolé), o a derogar el inequívoco precepto de Dios, sustituyéndolo por tradiciones o disposiciones humanas (na.pa.bomc, rcov áv&páncov [parádosis ton anthrópon] o vp.&v [hymón], tradición humana o vuestra tradición) bajo el pretexto de dar la primacía al amor a Dios (en Mt 15, 3 se habla de traspasar; en Me 7, 8 s par de abandonar o dejar a un lado el precepto de Dios). En lugar de esto, Jesús predica la inseparabilidad entre el amor a Dios y el amor al prójimo (Mt 22, 29 s: «hay un segundo no menos importante... De estos dos mandamientos...»; Me 12, 31 par: «No hay otro mandamiento mayor que éstos»), en cuanto que hace remontar el mandamiento a su sentido originario, es decir, al de una invitación a la vida en el amor de Dios, que hace posible amar agradecidamente a Dios y al prójimo: Me 10,19 ss par la invitación que se hace al joven rico de dar todos sus bienes a los pobres y de seguir a Jesús sin reservas, fiado en la providencia de Dios (v. 21 par), Me 10,3 ss y Mt 19,3 ss: el mandamiento de Dios en cuanto invitación protege originariamente la alegría del matrimonio y no intenta establecer una casuística del divorcio (Me 10, 3 5. mandar, precepto, Mt 19, 7- el precepto mosaico de Dt 24,1, que no está en el decálogo). Y la parábola del buen samantano de Le 10, 25-37 —por el marco y por el carácter ejemplar del relato— muestra que en la entrega amorosa de Jesús al doctor de la ley que le pregunta con intención de tentarle está presente este amor a Dios, que hace posible reconstituir la unidad perdida entre el amor a Dios y el amor al prójimo (compárese el v 27 con el 29). en la medida en que se responde al mandamiento amoroso de Dios (v. 37; vv 33-35), el amor a Dios y al prójimo van juntos, el primero acontece a través de la obediencia y el segundo en la sensibilidad con que se responde a la ocasión que Dios nos ofrece de practicar la diaconía, el servicio (-• misericordia, art. anXdxva [splachna], III, 2b; cf también ibid, «Para la praxis pastoral»)

A través de la armonía entre su modo de pensar y su acción, y a diferencia de lo que ocurre con sus adversarios, que ponen pesadas cargas sobre las espaldas de los hombres (compárese Mt 23,4 par con Mt 11,28-30: cpopxíov [phortíon]; «se aplica metafóricamente al peso agobiante de los mandamientos», Bauer, 5.a ed. 1710 s), Jesús demuestra su autoridad profética y real sobre los mandamientos (las antítesis del sermón de la montaña: Mt 5, 21-48; el hijo del hombre es dueño del sábado: Me 2, 23-27), pero su intención no es suprimirlos, sino superar la discusión sobre ellos y el cautiverio que ejercen cuando quedan al arbitrio de los hombres, haciendo que la mirada se dirija hacia

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(évTOÁrj) Mandamiento, precepto

el autor de los mandamientos (sobre el v. 48 cf Mt 5,17) Ante la inminente proximidad de Dios que se ha manifestado en Jesús, la actualización de los mandamientos no constituye ya ningún problema Finalmente, Jesús cumple de un modo definitivo el mandamiento decisivo de Dios, que consiste en la autodonacion amorosa a toda la humanidad (Me 14,36 par, cf. Flp 2,8, Jn 19, 30). Desde entonces se puede hablar con razón con los escritos joaneos de un «mandamiento nuevo» (Ktxivrj ivxokr\ [kainé entole], Jn 13, 34 y passim, cf. infra 3) o con el mandato misionero de Mateo (Mt 28, 20, cf. las instrucciones de Jesús en Hech 1, 2.8), de la observancia de todo aquello que Jesús ha mandado, o de la acción de gracias a Dios a través de Jesucristo, a quien está ordenado y subordinado el mandamiento, y en virtud del cual es realizado todo con un espíritu nuevo (para Rom 7,1-24 y 8,2 cf Rom 7,25, cf. infra 2a) Los restantes pasajes sinópticos en los que aparecen entolé y entéllesthai sólo tienen aquí una importancia formal y se mueven en la misma lmea que los casos citados en IIlos padres del Bautista caminaban irreprensibles en «todos los preceptos del Señor» (Le 1, 6). Las mujeres que acompañaban a Jesús «el sábado guardaron el descanso de precepto» (Kaxa. [katá] y acusativo, conforme a, Le 23, 56). En el relato de las tentaciones el diablo cita el Sal 91 (LXX 90), 11:« te encomendará a sus ángeles» (évTélÁeoSai + nepi [entéllesthai + perí] con genitivo, Mt 4, 6 par; Lucas añade, «que te guarden»), Jesús manda a sus discípulos guardar silencio sobre su transfiguración (Mt 17, 9, Marcos, que subraya el secreto mesianico, emplea en el pasaje correspondiente [9, 9] duxaxéXXeiv [diastéllein], prohibir). 2. a) Si para la mentalidad rabínica la -> ley era el instrumento mas perfecto dado por Dios para vencer los malos instintos (cf. St.-B III, 237), Pablo desarrolla una tesis totalmente contraria en el fragmento central de Rom 7,7 ss «Para Pablo, el -* espíritu de Dios es la única fuerza que puede vencer a los malos instintos» (Michel, loe. cit, 147, cf. supra 1). Hablando en primera persona, el apóstol atestigua la función de la ley en la historia de la revelación, es decir, la de poner de manifiesto el pecado. Si bien la ley es santa (v. 12), por la obligatoriedad del precepto se convirtió al fin y al cabo en ocasión de -> pecado y de -> muerte (v 10, cf. Bornkamm, loe cit), al activar en mí toda concupiscencia (-> deseo). En todo el fragmento (vv 7-13), ley (vópog [nomos]) y precepto (entole) son identificados, pero con el propósito de entender entole como concretización de nomos («..de tal manera que el nomos se agudiza en la entolé», Schrenk, loe. cit., 547). El precepto o mandamiento no designa el mandamiento del paraíso, pues se cita el décimo mandamiento del decálogo (Ex 20,17 par Dt 5,21; para radicalizarlo, aquí se reproduce sin objeto), pero la caída funesta e inevitable del apetito en el pecado que lleva a la muerte (escatológica) muestra el carácter óntico (por consiguiente, que responde a la realidad del ser que permanece) del pecado original, tal como aparece en Gn 3 (cf StLyonnet, loe. cit). Dos veces utiliza Pablo la misma fórmula, tomó ocasión el pecado por medio del precepto (NB. «tomando pie del mandamiento». á(popprjv Xafioñaa [aphormen laboüsa], vv. 8. 11). Asi activó todo tipo de concupiscencia (v 8) y sedujo y mató con ocasión del precepto, sirviéndose para ello de este mismo precepto (cf Michel para el v. 8). Si, el precepto ha hecho revivir el pecado y su poder mortífero, que lleva al hombre a la ruina (v. 9 s). Sin embargo, el precepto es santo, justo y bueno (v 12), no sólo porque es conforme a Dios (= bueno), dado para vivificar al hombre (v 10) y responde al derecho divino ( = santo y, por tanto, espiritual nvevpaxiKÓi; [pneumatikos], v 14) para así, mediante la sobreabundancia del pecado, convencer al hombre de su situación desesperada y de la inutilidad de su lucha contra el poder del pecado (v 24) y conducirlo hacia la esfera salvífica del evangelio de Jesucristo (v 25a, cap. 8,1 ss, cf Michel, 151, nota

Mandamiento, precepto (foxoh¡)

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5) Asi pues, la predicación de Pablo, el mensaje del resucitado, se sitúa en la misma linea que la predicación de Jesús (cf ¡>upru 1) también el apóstol libera a aquellos a quienes se dirige del peso de los preceptos y los sitúa ante la voluntad salvifica de Dios, que se ha hecho presente y ha adquirido vigencia a través de Dios, que se ha hecho presente y ha adquirido vigencia a través del acontecimiento de Cristo En ningún otro pasaje aparece esta intención fundamental de la predicación paulina con tanta claridad como en la formula confesional de Ef 2, 15 «el (Cristo) abolió en su vida mortal la ley de los minuciosos preceptos» La acumulación de sinónimos (xov vofiov x&v foxohbv év Soy^aaiv [ton nomon ton entolón en dogmasin]) señala toda la sene de barreras que derribo Cristo, hecho que caracteriza la totalidad de lo que acontece en Cristo (cf MDibehus-Greeven, ai locum y supra, doy fia [dogma] III) Por el mismo motivo, la recta doctrina deuteropauhna (Tit 1, 14) aconseja que se dejen de dar oídos «a preceptos de hombres» (foxohtiQ ávDpanzcov [entolaís anthrópon]), que aquí son identificados con «fábulas judaicas» (cf también supra, Me 7, 8 s par) No contradice en nada a esto el hecho de que Pablo, al igual que Jesús (cf supra 1, sobre todo Mt 19, 17), invite a «guardar los preceptos de Dios» (xrjpr¡aig évzoÁmv 9eov [teresis entolon theoü] 1 Cor 7,19) La comparación con Gal 5,6 y 6,15, que contienen la misma premisa («da lo mismo estar circuncidado o no estarlo, lo que vale »), muestra que la -*• fe, que, por supuesto, actúa por la praxis del amor (Gal 5,6), o la nueva creatura (-*• creación, Gal 6, 15) constituyen el presupuesto necesario para guardar los mandamientos Es en este supuesto que 1 Cor 7,19 prohibe un libertimsmo cristiano (cf infra 3 y 4) También Ef 6,2, en donde Pablo pone de relieve la promesa del quinto mandamiento (= Ex 20,12), y Rom 13, 9, en donde dice que el mandamiento del amor al prójimo (Lv 19, 8) es el compendio de todos los preceptos de la segunda tabla del dacalogo, se sitúan en el contexto de la parénesis apostólica, de aquel imperativo que se funda en un indicativo previo Pablo utiliza también vanas veces entole para designar aquellas disposiciones que provienen de su autoridad apostólica Col 4, 10 (aquí aparece el plural avisos cf el singular de Hech 17,15), 1 Cor 14,37 (aquí se subraya que lo que el escribe es precepto del Señor —asi las mas antiguas vaiantes textuales— y en cuanto tal ha de ser reconocido en el espíritu) 1 Tim 6,14, la invitación deuteropauhna a confesar a Dios en la persecución, recomienda en el mismo sentido al destinatario que guarde «sin mancha ni reproche» (cf infra -* iuj.pa.yyz) ho [parangello]) el mandato apostólico, «lo que le ha sido confiado» (entole por analogía con el napa9r¡Kr¡ [paratheke] de 6, 20, de acuerdo con MDibehusConzelmann, ad locum) b) Coincidiendo con Pablo (cf supra a proposito de Ef 2, 15), en el tema de la superioridad del sumo sacerdocio de Cristo en el santuario celestial sobre el sacerdocio levitico desarrolla Heb de un modo programático la tesis de la derogación (a^exr\aiq [athetesis] es un termino técnico jurídico) de la disposición (cultual) anterior (7,18) y su superación por una esperanza mejor (ya que la -»ley, de la cual el precepto es entendido siempre en Heb como una parte [cf Rom 7, 7 ss], no llevo nada a la perfección [cf Rom 7, 10]) Heb 7, 16 habla también en este sentido de la sustitución del precepto carnal (es decir, del precepto vinculado a lo perecedero) por el poder de una vida indestructible (ov Kaxa vopov evxolfjq oa.pKivr\q [ou kata nomon entoles sarkines] y ñXht /caía óvvccpiv £cof¡ á.Kaxa.Xvxov [alia kata dynarnin zoes akatalytou] son expresiones antitéticas) Los restantes pasajes describen un estado de cosas veterotestamentano 7, 5, 9, 19 y 20 se sitúan dentro del uso lingüístico corriente, 11, 22 (aquí aparece évexeihtxo [eneteüato] tomar disposiciones testamentarias)

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(evToAí?) Mandamiento, precepto

3. a) En Jn entolé y entolaí, así como el verbo, se encuentran exclusivamente en relación con el Hijo único, con el revelador (se exceptúa 11, 57, donde se usa lenguaje policíaco: las órdenes de los príncipes de los sacerdotes y de los ancianos —así la variante textual más antigua— intimando a aquél que supiese el paradero de Jesús a informar de ello). Estos términos son empleados únicamente en algunos fragmentos que han de ser entendidos como una autoproclamación del Hijo. En el caso del sustantivo, el uso indistinto que aparece muchas veces del singular y del plural no lleva consigo ningún cambio de sentido (cf. Bultmann, 15.a ed., 416: «Al igual que en el evangelio se habla de las entolaí [15,10[ o de la entolé [12,49 s] del Padre a Jesús, él habla también, unas veces de sus entolaí [15,10; 14,15.21], otras de su entolé [13, 34; 15,12]» y añade: «[habla de] sus mandamientos... los cuales en realidad se sintetizan en un mandamiento, el mandamiento del amor», 15,12; cf. también Schrenk, loe. cit., 550,3). También aparecen indistintamente las expresiones guardar los mandamientos (xnp¿iv [tereín]), Jn 14, 15; 15, 10; tener (exsiv [échein]) y guardar ¡os mandamientos, 14, 21; guardar la palabra (Xóyov [lógon]), 8, 51.55; 14, 23; 15, 20; 17, 6; guardar las palabras (lóyonq [lógous]), 14, 24, ya que la palabra del Hijo es la fuente de los mandamientos. a) La relación fundamental determinada por el mandamiento único es la que existe entre un padre y un hijo (10, 18; 14, 31; 15, 10, también 12, 49 s). Aquí no existe ninguna contradicción entre la autoridad que ha sido dada al Hijo, su decisión libre y su obediencia activa (compárese 10,18 con 10,17; 14,31); tampoco existe el menor contraste entre la palabra del Hijo y su acción (12, 49; cf. supra 1). En este sentido el precepto del Padre es vida eterna (12, 50), no porque todos lo cumplan y así puedan alcanzar la vida eterna, sino porque el cumplimiento de este precepto por el Hijo significa la vida eterna para el mundo. Mediante la observancia de los mandamientos del Padre demuestra el Hijo su amor al Padre (14, 31) y permanece en el amor del Padre, es decir, en el amor con que el Padre le ama a él (15, 10). Este amor no es de una naturaleza puramente intratrinitaria o mística, sino que opera en la historia (3,16): significa la entrega del Hijo que el Padre hace al mundo y la autodonación amorosa del Hijo por los discípulos (14,9; 15, 12c-14a), que en Jn representan a toda la comunidad escatológica (10, 16; 17, 20 ss y passim). P) La historicidad del amor del Hijo no acaba en aquéllos que son el objeto de su amor; condiciona, fundamenta y posibilita su continuación por aquéllos que han sido amados: «igual que (para KOÍDWQ [kathos] cf. Blass-Debrunner, 9.a ed., 453,2; RBultmann, Johannes, ad locum) yo os he amado, amaos también entre vosotros» (13, 34b). Practicar este amor es, pues, un nuevo mandamiento, el mandamiento nuevo (v. 34a; 15, 12; aquí aparece nuevamente la partícula kathés introduciendo una argumentación por analogía; cf. 15,14b y 15,17, en donde aparece el verbo), ya que su fundamentación irrepetible en la acción amorosa del Hijo ha inaugurado una nueva era de la historia del mundo. Este mandamiento no tiene nada de nuevo, ni desde el punto de vista histórico, ni desde el ético (cf. supra II y III, 1). «El amor de los discípulos debe tener su fundamento y su norma en el amor con que ellos son amados por Jesús» (RBultmann sobre 15, 12). Todo legalismo, pero también todo antinomismo que piense poder escapar de este imperativo único refugiándose en una postura de arrogancia gnóstica, queda, pues, descartado (13, 35; cf. supra a propósito de 1 Cor 7,19; también los apartados 3b y 4 del presente art; cf. además supra a propósito de Le 10, 25 ss y Rom 13, 9). Los discípulos, al amarse recíprocamente, aman al Hijo, y a la inversa (14, 21 junto con 14,15); y el -> permanecer en los preceptos del Hijo significa permanecer en su amor, al igual que el Hijo, al permanecer en el precepto del Padre, permanece en su amor (15, 10; cf. supra 1). Ahora bien, el que mediante la observancia del precepto del Hijo ama al Hijo, será amado también por el Padre, y el Hijo le amará y se manifestará a él como el glorificado (14, 21; cf. RBultmann, ad locum).

Mandamiento, precepto (évxoXr¡)

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b) Por lo que respecta a las cartas de Juan, se puede afirmar lo mismo que de su evangelio: el plural (1 Jn 2, 3.4; 3,22.24; 5, 2.3; 2 Jn 6a) y el singular (1 Jn 2, 7.8; 3, 24; 2 Jn 4.5.6b) se utilizan indistintamente, y la observancia de los mandamientos o del mandamiento se identifica con la observancia de la palabra (1 Jn 2,4 s.7). No obstante, podemos observar ciertas diferencias significativas, tanto formales como de contenido, con respecto al evangelio. En las cartas no se proclama ya el mandamiento del Hijo, sino que no habla o se medita sobre el mandamiento de Dios o de Jesús. El hecho de que, a diferencia del evangelio, se hable reiteradas veces del «mandamiento de Dios» o «...del Padre», sin que, por lo demás, se piense en otra cosa que en el mandamiento del amor que encontramos en el evangelio (el mandamiento veterotestamentario no se toma aquí en consideración), muestra la distancia temporal del evangelio: 1 Jn 3, 21-23a; 5, 2; 5, 2.3; 2 Jn 4. La situación apologética del autor y de los destinatarios en lucha contra el docetismo libertino (que, por lo que parece, no sólo discute a Jesús la dignidad de mesías, sino que también pone en cuestión la necesidad de un éthos obligatorio para los pneumáticos, cf. HNT 15, 3.a ed., 127) hace necesario un concepto más amplio de mandamiento: «Y su mandamiento (es decir, el precepto de Dios) es éste: que demos fe a su Hijo Jesucristo y nos amemos unos a otros» (1 Jn 3, 23; cf. Gal 5, 6; 1 Cor 7, 19). También puede darse un contenido totalmente nuevo al concepto de mandamiento: el nuevo mandamiento es ahora la indicación temporal dada por Dios (el kairós): «las tinieblas se van disipando y la luz verdadera ya brilla» (1 Jn 2, 8). Por otra parte, el mandamiento del amor que ha sido predicado a estas comunidades al anunciarles el evangelio, aquel «mandamiento nuevo» del evangelio de Juan (cf. supra 3a), es denominado ahora el «mandamiento antiguo» (1 Jn 2, 7), que las comunidades han oído «desde el principio» (cf. ibid. y 2 Jn 5.6;rodociá[palaíá] significa aquí conocido y observado desde antiguo, en contraposición con las nuevas y entusiásticas doctrinas de los gnósticos docetistas). Este mandamiento es inculcado de tal manera que el autor habla de él sin emplear el artículo (1 Jn 3, 23b; 2 Jn 4.6). Más aún: la observancia fiel del mandamiento en las comunidades otorga a éstas la confianza de que todas sus oraciones serán escuchadas por Dios (1 Jn 3,22). 1 Jn 4, 21 sintetiza en el mandamiento de Jesús (de «él») el amor a Dios y el amor al prójimo, y para ellos emplea una fórmula más breve que la del doble mandamiento de la tradición sinóptico-judía (cf. Me 12, 28 ss par); 1 Jn 4, 21 subraya una vez más el mandamiento del amor al prójimo. Pero también es posible poner el acento sobre el otro: el amor a Dios y el cumplimiento de sus mandamientos hace patente nuestro amor a los hijos de Dios (1 Jn 5, 2). En 1 Jn 5, 3 s resuenan ecos del llamamiento que hace el salvador en Mt 11, 28 ss y de la certidumbre en la victoria de 1 Jn 2, 8: la posibilidad de cumplir los mandamientos está garantizada, tanto por parte de Dios como por parte de los hombres que están dispuestos a cumplirlos (cf. HNT 15, 3.a ed., ad locum). c) Con idéntica certidumbre en la victoria atestigua el Ap la tribulación presente (12, 17: por la exigencia de servir al dragón, que representa el poder del mal), la paciencia y la victoria final (12, 14 y 22, 14; éste último según la mayor parte de mss.) de aquellos que guardan los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús. En ningún pasaje de la predicación joanea se habla de los mandamientos sin que se nombre a Jesús (cf. Schrenk, loe. cit., 552). 4. De un modo más enérgico aún que 1 y 2 Jn polemiza 2 Pe contra los grupos libertinos de las comunidades a las que se dirige (sobre la situación cf. HNT 15, 3.a ed., 98): los adversarios se apartan de los santos preceptos que les fueron dados (2,21; con ello se refiere a toda la doctrina cristiana, sobre todo en lo que respecta a su contenido ético, la cual en el mismo versículo es llamada «camino de la justicia» . Cf. Prov 21, 16; Job 24,

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{na.pa.yyéXXco) Mandamiento, precepto

13; Mt 21, 32). La única defensa contra los libertinos es traer a la memoria la profecía veterotestamentaria y el precepto del Señor y salvador predicado por los apóstoles (3, 2). En ambos pasajes se allana el camino para entender a Jesús como el anunciador de una nova lex, cuyo compendio es la doctrina cristiana. 5. En sus exhortaciones, los padres apostólicos nos ofrecen la imagen de un nuevo legalismo. El esquema de la «doctrina de las dos vías» (sobre todo Bern 19 ss; cf. Herm[m]) anuncia penas eternas (2 Clem 4, 5 = palabra desconocida del Señor; 6, 7) a aquéllos que no escuchan ni guardan los mandamientos de Cristo (con menos frecuencia, «los mandamientos de Dios»: Bern 4, 11; 1 Clem 50, 5), y a los que cumplen los mandamientos, les promete la vida eterna (2 Clem 8,4; Herm[v] III, 5,3; [m] VIII, 12; [s] X, 3,4: mandamiento del ángel de la penitencia; cf. Herm [v] V, 5 ss). Ignacio exhorta a las comunidades a someterse a sus obispos, así como al mandamiento (en sentido absoluto, IgnTral 13, 2); él las alaba porque están aunadas en cada uno de los preceptos de Cristo (IgnRom inscr.) y «adornadas con los mandamientos de Jesucristo» (IgnEf 9,2). Las enseñanzas del sermón de la montaña son entendidas como el «mandamiento y las disposiciones (napayyéAfKXTa [parangélmata], -» noipayyéXfax) [parangéllo]) del Señor» (1 Clem 13,3). El uso casi exclusivo del plural muestra la gran diferencia de contenido que las separa del mandamiento único de Juan (cf. supra, 3a). H.-H. Esser napixyyé/íXu) [parangéllo] ordenar, disponer; napayyEXía. [parangelia] orden, disposición I Parangéllo, ordenar, disponer (xm TI [Uní ti] o infinitivo), significa originariamente la transmisión de una orden, parangelia, disposición, instrucción, aparece en el griego profano desde los ss V/IV a C. Estos vocablos son empleados para designar las disposiciones autoritativas de cualquier índole que sean, los decretos militares e incluso las enseñanzas de losfilósofos(Epicteto) o «de los dioses» (en Platón). Lo esencial es que un determinado círculo de personas contraiga un deber o una obligación II El sustantivo está ausente en la versión de los LXX, en lugar de él en 1 Sam 22, 14 aparece el sinónimo Tmpáyyslptt [parángelma]. En los LXX el verbo traduce frecuentemente el hebreo sama' (pi y hif), anunciar, notificar. Es empleado con referencia a la movilización ordenada por el rey o por el general en jefe (1 Sam 15,4,23, 8,1 Mac 5, 58 y passimj, al decreto de Josué o de Ciro (Jos 6, 7,2 Cr 36, 22), etc En el anuncio profético de Jer 27 (TM. 50), 29, 28 (TM- 51), 27, el término designa el llamamiento a la lucha contra Babilonia. Las instrucciones de Daniel o de Judas Macabeo tienen también un carácter religioso (Dn 2, 18; 2 Mac 13, 10), el precepto de Nabucodonosor de adorar la estatua que había hecho erigir es contrario a Dios (Dn 3, 4)

III 1. También el NT utiliza ambos vocablos en sentido profano. En Hech 16,23 s Pablo y Silas son encarcelados por orden de los pretores de Filipos; en Hech 23,22.30 las órdenes del tribuno Lisias protegen a Pablo de los planes que maquinan sus enemigos para matarle. Los príncipes de los sacerdotes prohiben a los apóstoles hablar y enseñar en el nombre de Jesús (Hech 4, 18; 5, 28.40); la construcción reforzada izotpayyefa'cc Kapnyyeüocpev [parangelia parengeílamen] (5, 28), que, por lo demás, es semitizante, subraya la seriedad de esta prohibición. En Hech 15, 5 los fariseos convertidos al cristianismo dicen que debería exigirse la observancia de la ley de Moisés a los cristianos procedentes de la gentilidad. 2. En los evangelios sólo es utilizado el verbo en algunos pasajes de los sinópticos; se emplea únicamente en relación con las enseñanzas de Jesús. En la segunda multiplicación de los panes Jesús ordena a la muchedumbre que se siente (Mt 15,35; Me 8,6). Jesús exige silencio al leproso a quien ha curado, y pide a los padres de la hija de Jairo que guarden

Pra la praxis pastoral

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silencio sobre el milagro que ha operado en ella (Le 5, 14; 8, 56). También ordena a los discípulos guardar silencio sobre el secreto mesiánico (Le 9, 21). Las afirmaciones de Mt 10, 5 y Me 6, 8 se refieren a las recomendaciones que da el Señor a los discípulos cuando los envía a predicar. Jesús ordena al espíritu impuro salir del endemoniado (Le 8, 29); la misma orden da Pablo «en el nombre de Jesús» al espíritu pitónico que poseía a la sierva (Hech 16, 18). En Hech 1, 4, el resucitado ordena a sus discípulos no apartarse de Jerusalén hasta el día de pentecostés. La predicación apostólica a través de la cual Dios manda a los hombres que hagan penitencia (Hech 10, 42; 17, 30), es la realización del mandato de Jesús. 3. Las cartas apostólicas nos muestran la misma imagen: en 1 Cor 7, 10 Pablo argumenta la prohibición del divorcio a partir de las palabras del Señor; él distingue aquí la autoridad de Jesús de la suya propia. De esta manera expone como absolutamente obligatorias las enseñanzas que él da a la comunidad como «precepto del Señor Jesús» (cf. 1 Cor 7, 25, pero también 1 Tes 4, 2). Las disposiciones sobre el comportamiento de las mujeres en el culto provienen de la autoridad apostólica, así como las exhortaciones hechas a los cristianos a comportarse honradamente a los ojos de los extraños, a llevar una vida quieta y laboriosa y a ganarse el pan con su trabajo (1 Cor 11,17; 1 Tes 4,11; 2 Tes 3,12). Se trate aquí de instrucciones orales o de enseñanzas escritas, el apóstol espera que la comunidad se rija por ellas, e incluso que cada uno de sus miembros se retraiga de todo hermano que no viva según la tradición apostólica (2 Tes 3, 4.6.10 ss). En 1 Tim Pablo pide a Timoteo que transmita la enseñanza apostólica que le ha sido confiada (parangelía), que prohibe las falsas doctrinas y cuyo contenido es «el amor mutuo, que brota de un corazón limpio, de la conciencia honrada y de la fe sentida» (1, 3.5.18), y que la conserve sin tacha ni reproche (6, 13). Las enseñanzas apostólicas valen también para grupos particulares, para las «viudas» (5, 7) o para los ricos (6,17). La apelación solemne a Dios y a Cristo (6, 13) muestra con claridad la autoridad que hay detrás de estas disposiciones apostólicas. W. Mundle

PARA LA PRAXIS PASTORAL

La predicación del mandamiento es una tarea que, la mayoría de las veces, ha sido menospreciada y se ha convertido en objeto de abusos y malentendidos a lo largo de la historia del pueblo de Dios. A este respecto podemos destacar dos posturas extremas: por una parte, el hacer una predicación totalmente carente de base; por otra, el dejar de hacerla por miedo a caer en el legalismo. La primera es la tentación típica de la antigua alianza, la segunda es peligro característico de la nueva alianza, desde los gnósticos contemporáneos del cristianismo primitivo hasta el antinomismo protestante, tanto el de los comienzos como el actual. En la actualidad el enfoque del mandamiento oscila entre una exigencia hecha a «la iglesia» de dar una orientación inequívoca y, si es posible, casuística a todos los problemas de la vida moderna, desde aquéllos que pertenecen a la esfera íntima hasta los problemas de la política mundial, y el rechazo de toda orientación eclesiástica, incluso en la esfera de la segunda tabla del decálogo; la primera postura se basa en que la vida de este mundo tecnológico está ya reglamentada por todas partes por un sinfín de preceptos y prohibiciones (p. ej. las leyes de tráfico) y «uno» desearía continuar marcando el paso que desde fuera señala el ritmo; en cuanto a la segunda postura, parte de que el «hombre

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Mandamiento, precepto

moderno», que se considera a sí mismo emancipado, quiere ejercer su libertad personal y no tolera que la iglesia asuma el papel de transmisora, guardiana e institutriz del mandamiento. Juzgadas a partir de la fe, ambas posturas extremas, así como una sene de posiciones intermedias, manifiestan la rebeldía impotente del hombre que, sea religioso o secularizado, permanece bajo la esclavitud de la ley sin tener clara conciencia de ello (Rom 1-3). Es evidente queJa iglesia no puede contentarse con darse por enterada del problema Debe preguntarse humildemente hasta qué punto ha contribuido con su propia negligencia en la predicación y en la vida a que haya podido surgir semejante caricatura del mandamiento. Más aún, desde un punto de vista positivo se le plantea la tarea de dar respuesta a la pregunta- ¿cómo podría conseguirse de nuevo que el mandamiento contribuyese al desarrollo de la libertad9 (véase sobre todo en las obras de KBarth, ELange, WSchweitzer). Vamos a hacer a este respecto algunas reflexiones fundamentales, que se mantienen en la línea de la predicación de Jesús, así como en la de Pablo, Juan y la Reforma Dentro de la fe, el mandamiento no tiene nunca una función primordial, ni siquiera la de ser, en cuanto actualización de la -> ley, un pedagogo que nos lleve a Cristo (Gal 3,24, cf. Rom 7, 10 ss), de hecho, se ha limitado a desempeñar una función histórica para la humanidad y para el individuo. El contacto directo excesivamente confiado con el mandamiento es siempre mortífero. El mandamiento sólo puede entenderse a partir de la promesa de la -> alianza; esto es válido tanto para el AT como para el NT (también para comprender el relato del paraíso y del pecado original es necesario entender la «alianza como el motivo intrínseco de la creación», KBarth, KD III, 1). Todo el decálogo se basa en el primer mandamiento Sin la autopromesa del Dios vivo que en él aparece y a la que hay que referir toda proposición ulterior, se hace imposible entender los demás mandamientos, que quedan convertidos en «letra que mata» Ahora bien, para la comunidad de la nueva alianza, la única vía vivificante de acceso al mandamiento se encuentra allí donde el Dios de la antigua alianza se revela a sí mismo en Jesús de Nazaret Esta vía se abre allí donde el acontecimiento de Cristo es atestiguado y predicado, allí donde Cristo está presente en el Espíritu santo confirmando la verdad de esta predicación. En esta realidad rema la sucesión irreversible promesa-exigencia, evangelio-ley, ofrecimiento-mandamiento Y puesto que aquí se recibió y se recibe de antemano el amor, «solo se prescribe el amor» (JATRobinson, 120 ss) Los amplios horizontes que abren a la vida el «mandamiento nuevo» no excluyen el que, en la predicación, en la pastoral y en la enseñanza se llegue a formular concreta y vitalmente las exigencias que se dan en cada caso y a reclamar la correspondiente actitud de obediencia En esta concepción del seguimiento de Cristo, tanto en sus palabras como en su espíritu, las prohibiciones del decálogo permanecen válidas desde un punto de vista negativo (cf. las parénesis paulinas) Pues el mandamiento de Dios es cumplido a través del seguimiento de Cristo y de la comunión agradecida con él. La auténtica vía cristiana hacia el mandamiento es la -> oración, no solo antes, sino también durante y después de la predicación, pues el Señor de la vida ha prometido responder a ella en todas las esferas de la vida Será necesaria una labor larga y paciente, será necesario luchar contra muchos malentendidos históricos y naturales, para inculcar al cristiano desde la infancia una comprensión del mandamiento de Cristo que este en consonancia, tanto con el dictamen vivificante del Señor como con el don de la libertad H -H. Esser

Mano

(ÓE^IÓQ)

40

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Mano

Del uso variadísimo del término x^P [cheír], mano, que puede significar además entre otras cosas lado, violencia, manuscrito, tropa de soldados, en orden al empleo bíblico son importantes los detalles que presentan a cheír como pars pro toto en lugar de la persona misma que actúa y obra. La «mano de Dios» está, por ejemplo, en lugar de su majestad y poder supremo como tal. Y al decirse que Jesús y sus seguidores son entregados «en manos de los hombres», se quiere decir que están a merced de su poder y capricho (-> juicio, art. napadídcopí [paradídómi]). En relación con este uso de cheír, en especial la mano derecha {SE^IÍ %síp [dexiá cheír]) es expresión de la fuerza y el poder efectivo de una persona, y el estar sentado a la derecha (ev 5e£ia [en dexiá]) señala que se posee el mismo -» poder y dignidad (-» gloria, art. Só¿¡cc [dóxa]). Por eso se analiza ÓE^IÓQ [dexiós], a la derecha, en este grupo. Finalmente, en la terminología bíblica juega un papel importante la imposición de manos, de la que se trata en el art. énníOrjpi me, x¿ipu.c, [epitíthemi tas cheiras] (cf. -> constituir).

SE^IÓQ

[dexiós] a la derecha; ds^iá [dexiá] la derecha

I Dexiós está emparentado por su raíz con los vocablos latinos decus y dexter, significando, en consecuencia, de buen agüero, cortés, derecho Es posible relacionarlo con 6éxo¡iai [déchomai], aceptar, en tal caso dexiós significaría (cultualmente) aceptable Tenemos ejemplos del vocablo desde Homero con las siguientes acepciones:

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(Se^iÓQ) Mano

a) derecho (el contrario: izquierdo), dexiá cheir la mano derecha y, ademas: el lado derecho en general, b) diestro (el contraríe torpe), c) de buen agüero. El plural 6e£itu [dexíai] puede significar pació (mediante un apretón de manos) De modo que la derecha simboliza poder, éxito, felicidad, consistencia Esto se percibe igualmente en el NT (sobre pacto cf Gal 2, 9). El ángel está sentado en el sepulcro al lado derecho, al de la buena suerte (Mt 16, 5, cf también Jn 21,6); aquí se hallan igualmente los elegidos en el juicio final (Mt 25, 31 ss) II El único correspondiente que desiós tiene en el AT es el hebreo yamXn Con frecuencia se habla de modo simbólico de la derecha de Yahve, especialmente en los salmos Ella da fortaleza (Sal 18, 36), victoria (118, 15), es incluso expresión de la omnipresencia de Dios, que abarca a los hombres en todas partes (139, 10). Benjamín, literalmente «hijo de la derecha», se interpreta como «hijo de ventura» (Gn 35,18). Es importante también el sitio a la derecha como lugar de honor (1 Re 2, 19, Sal 45, 10, Zac 3, 1) Para el futuro es significativo Sal 110,1° El rey israelita, «colocado a su derecha» por Yahvé (quizás con ocasión de la elevación al trono), es celebrado como corregente de Dios, que quitará el poder a los enemigos de Israel (y, por tanto, de Dios), mediante la victoria bélica.

III Un papel importante juega en el NT Sal 110, 1 como predicado mesiánico fundamental. Se le cita literalmente o sólo a modo de alusión 19 veces, de las cuales pertenecen 7 a los sinópticos, 3 a Hech, 3 a Pablo, 5 a Heb, una a Pedro. Dexiós tiene importancia teológica sólo en estos pasajes (de las 54 veces que sale en total; el que más lo usa es Mt). 1. Probablemente Sal 110, 1 se interpretó mesiánicamente ya antes del NT. Al menos Jesús lo presupone en Me 12, 35 ss par. Para el judaismo tardío el mesías es el corregente político-escatológico de Dios, que hace visible sobre la tierra el reino de Dios. Mientras que Jesús aquí habla misteriosamente como de un tercero, rebajando claramente el aspecto político (hijo de David), al estarlo juzgando (Me 14, 62 par) se designa solemnemente como el «hijo del hombre, que se sentará a la derecha del Todopoderoso» (enlazando Dn 7, 13 con Sal 110, 1), y esto aunque en aquel momento se encuentra indefenso y despreciado. Con esta inaudita pretensión se exige el reconocimiento del hecho de que Dios ejerce su poder de modo fundamentalmente distinto a como lo ejerce el mundo: en medio de la más profunda impotencia humana y precisamente por ella. El cordero degollado (Ap 5, 6), situado a la derecha del trono (-> poder, art. Opóvoq [thrónos]) de Dios, juzga al mundo. 2. En este sentido, que es el único posible, habla también el cristianismo primitivo de que «Jesús está sentado a la derecha de Dios». Con ello se inculcan varios puntos de vista: mientras que Rom 8, 34 pone más de relieve la función sacerdotal del intercesor celeste y Col 3, i, el ocultamiento de Cristo en el mundo de Dios del más allá, Ef 1, 20 y 1 Pe 3, 22 destacan el significado originario de su corregencia. En especial para Heb el que Jesús esté sentado a la derecha, el «punto capital» (8, 1), de Dios significa, no el ejercicio mundano de poder, sino el dominio de aquél que se ofreció a sí mismo y, en consecuencia, fue encumbrado sobre todos los ángeles (1, 3.13). Este autosacrificio suyo, que causó su exaltación, es el bien salvífico imperecedero, hacia el que debe apresurarse la comunidad que se siente cansada (12,2). Pero «estar sentado a la derecha» no es todavía la victoria sobre todos los enemigos, que está reservada al cumplimiento escatológico (10, 12; cf. 1 Cor 15, 25). 3. En Hech se presenta un motivo polémico: el anuncio de que Jesús «está sentado a la derecha de Dios» (2, 34) o de su «encumbramiento» (2, 33; 5, 31) se convierte enjuicio sobre el judaismo orgulloso de la ley. ¡El que ellos asesinaron es el mesías! Esteban lo ve en pie a la derecha de Dios (7, 55 s), «como si quisiera salir al encuentro de Esteban»

Mano (xei'p)

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(Bengel) El que Jesús esté de pie muestra, además, que ejerce la función de testigo (de descargo) hace de testigo en el cielo ante Dios en favor de sus testigos en la tierra El testigo está de pie, el juez esta sentado Ch Blendinger Xsíp [cheir] mano 1 Tenemos ejemplos de cheir desde el griego micenico (Linear B) La mano, el miembro del cuerpo humano con que el hombre actúa mas le sirve para trabajar y defenderse Su vigor y su fuerza actúa por las manos Por eso se las estima de modo especial En la terminología profana xñpe s [cheires] y ¿ovareis [dynameis] pueden ser sinónimos Pero la mano no es únicamente la concretizacion del poder, sino que sustituye a la persona misma actuante, por ejemplo en la firma personal Asi, cheir significa en Hipendes (s IV a C) y Filodemo (s I a C) tanto como manuscrito (cf la semejanza lingüistica de la formula rí¡ é/ií; xapi [te eme cheiri] en 1 Cor 16, 21, Gal 6, 11 y passim)

H 1 En el AT se habla preferentemente de la actividad de una persona como de la acción de sus manos La mano (hebreo yadj se convierte en símbolo del -» poder humano, de modo que la expresión «caer en manos de uno» significa estar bajo su poder (Gn 32,12, Jue 2,14, Jer 27, 6 s) De acuerdo con el hebreo yád, en 2 Sam 18,18 cheir significa, en su propio contexto, estela, monumento (cf Is 56, 5) Cheir es asimismo símbolo de la omnipotencia divina (2 Cr 20,6, Sal 89,22) La mano de Dios hizo cielo y tierra, rigiendo su curso con sus manos (Is 48,13) Para Israel la mano de Dios significa salvación y liberación, para los enemigos, derrota y perdición (Ex 7,4,9,3,1 Sam 7, 13) Asi que la mano del Señor llega a ser, igualmente, expresión de la justicia castigadora de Dios (1 Sam 5,6 11), lo mismo que de su providencia amorosa (Esd 7,6, Job 5,18, Sal 145,16 Is 49,16) y de su protección divina (Is 51,16) 2 Tanto hablando en sentido figurado de Dios, como aplicándolo al hombre, las dos manos no tienen la misma importancia La derecha es de mas valor que la izquierda, pues es la que obra (Ex 15, 6 12, Sal 118, 15 s, Is 41 13, cf Mt 5, 30) Un uso extremadamente vanado tiene la mano en los gestos y en la mímica Expresa indignación, excitación apasionada (Nm 47, 2), humilde suplica (2 Cr 6, 12 s, Sal 28, 2), alegría (Sal 47 2), tristeza (Jer 2,37), alegría desdeñosa por el mal ajeno (Ez 6,11), sirve para jurar (Gn 14,22,24,2 9,47,29, Esd 10,19) y para garantizar (Prov 6,1 ss, 22, 26) La señal sobre la mano (Ex 13,9 16, Dt 6, 8,11,18) expresa el continuo e indeleble recuerdo de la actuación salvadora de Dios y de su preocupación por el pueblo «Llenar la mano» a uno quiere decir conferirle un ministerio sacerdotal (Nm 3, 3), lavarse las manos no equivale solo a cumplir las prescripciones de pureza (Ex 30,19 ss, Lv 15,11), sino que puede significar asimismo acentuación de inocencia y de una conciencia limpia (Dt 21,6, Sal 26, 6, cf Job 17, 9, Sal 24,4, cf Mt 27,24) Toda la rica gama de significados del termino mano en el AT sigue viva en el judaismo tardío y pasa luego al NT

III En el NT el termino cheir aparece 176 veces, ademas de en algunas vanantes Con la mayor frecuencia se encuentra en Lucas (Le 26 veces, Hech 45 veces), probablemente a causa de su preferencia por expresiones veterotestamentanas (Hech)

1 Con significado literal es frecuente cheir en la expresión nodeq ¡caí xeipzc; [pode kai cheires], manos y pies (Mt 18,8,22,13, Le 24,39, Jn 11,44, Hech 21,11) La dicción 8iá XEipoq XIVOQ [día cheiros tinos] (también en plural), mediante alguien, por medio de algu (p ej Me 6,2, Hech 5,12,7,25,11, 30), la mayoría de las veces resulta ser un semitismo y reemplaza el giro hebreo beyád, por, con Eis cheiras es igualmente traducción del hebreo lide para, a, por las manos pueden estar sustituyendo a la persona misma que actúa (Hech 17, 25) Cheir se emplea 25 veces en relación con la imposición de manos (-> huBzcic, T» salud). Extender la mano puede ser gesto de orador (Hech 26,1) y puede ser también la forma con que se señala a los circunstantes (Mt 12, 49); «poner la mano encima» puede hacerse con intención hostil (Le 22, 53); «extender las manos» alude, con lenguaje velado, a la muerte de cruz del discípulo (Jn 21,18). El precepto veterotestamentano de lavarse las manos se encuentra igualmente en el NT como disposición judía relativa a la purificación (Me 7, 1-4) y para expresar que se tiene buena conciencia (Mt 27, 24). *

F. Laubach

innídr^u tac, x&ipax; [epitíthémi tas cheiras] imponer las manos; éníOeaiq TCÜV ^eipcuv [epíthesis ton cheirón] imposición de manos I Epíthesis (hay ejemplos desde Platón) significa a) el poner encima, el amontonar (cosas), b) el ataque, la embestida (sólo en los LXX, Anst, Filón y Josefo) La expresión epíthesis ton cheirón para la imposición de las manos, se halla sólo en Filón y en el NT; epitíthémi ten cheíra o tas cheiras, imponerle a alguno o algo la mano o las manos, aparece, por el contrario, también en inscripciones griegas y en los LXX. En el ámbito helenístico se atribuyen curaciones prodigiosas por imposición de manos, a Esculapio y Júpiter, a otros dioses y a hombres sabios (-> salud, art. iíoaai [táomai], ThWb III, 196 ss) II 1. Por más que la locución sustantivada epíthesis ton cheirón no aparezca como tal en los LXX, »m embargo, SU formulación se debe con toda probabilidad a la expresión verbal correspondiente epitíthémi tas cheiras, en hebreo samak yadayim, es decir, a uno de los dos significados fundamentales en esta combinación, que aparece en los LXX. Esta expresión verbal de los LXX se emplea la inmensa mayoría de los casos para designar la imposición de manos del saenficador sobre el animal inmolado Donde está probablemente más claro el sentido de esta acción es en el ritual del gran día de la expiación (Lv 16), donde la imposición de manos no es bendición, sino que significa la transmisión de los pecados, concebida de un modo totalmente realista, al chivo expiatorio, cuando a este se le echa afuera se piensa que se echa fuera al pecado mismo Mas para los demás tipos de sacrificio, que no son tan antiguos desde el punto de vista de la historia de las religiones, puede observarse que sacrificio e imposición de manos coinciden (casi en cada capítulo del Lv), pues la negación de un poderío real sobre Israel por parte de divinidades extrañas significa que ahora hay que confiar a Yahvé la propia maldad y dejar que él la aniquile. 2. Muy parecido a esto, aunque raro (Gn 48, 18; Is 44, 3), es la imposición de manos con valor de bendición; sin duda que está intimamente asociada con el rito de la imposición de manos que se realiza al conferir un oficio o ministerio (Nm 27, 12 ss y, con frecuencia, en el documento sacerdotal) Comparando las dos acciones, la de purificar el pecado y la de bendecir, se ve que la imposición de manos significa que pasa al receptor lo que constituye la principal cualificación del que impone las manos' en un caso traspasa su especial bendición y en el otro carga al chivo expiatorio con lo que a él mismo le oprimía. 3 Los dos pasajes que tratan del nombramiento de Josué como sucesor de Moisés por parte de éste (Nm 27, 15 ss, Dt 34, 9) fueron de la mayor importancia para el judaismo rabínico Según el primero de los mencionados pasajes Moisés transmitió, con la imposición de manos, a Josué, su autoridad, para Dt lo que le confirió fue el espíritu de sabiduría. El judaismo rabínico vio en ello el modelo obligatorio y el origen de su propia praxis de ordenación, que se concibió como comunicación del espíritu de Moisés al discípulo por parte del respectivo maestro

III En la mayoría de los pasajes neotestamentarios en que aparece epitíthémi (en total 40 veces) se encuentra en relación con la imposición de manos; epíthesis ton chirón se emplea sólo 4 veces.

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Mano (énnt'drifii)

1. La locución verbal epitühemi tas cheíras se emplea en el NT preponderantemente en relación con curaciones milagrosas (Mt 9,18; Me 5,23; 6, 5; 7,32; 8,23; Le 13,13; Hech 28, 8) obradas por Jesús y los apóstoles como señal del tiempo mesiánico que ha irrumpido. Además aparece esta expresión en Mt 19, 13.15, donde indica un gesto de bendición en el contexto del llamado evangelio de los niños. Como se ve por el paralelo de Me (10, 16), no se piensa en una bendición de tipo mágico. El gesto de bendición simboliza máe bien la participación en el reino de Dios que se otorga a los pequeños, es decir, a quienes ante Dios se comportan como niños. Al ámbito del -> bautismo pertenecen Hech 8, 17 ss; 9,17; 19,16; al imponérseles las manos a los bautizandos se les transmite el -> Espíritu santo. En eso se podría pensar igualmente en 1 Tim 5,22; pero también podría tratarse de un gesto que acompañara a la readmisión de pecadores o herejes arrepentidos. Hech 6, 6 nos aproxima de modo inmediato a la ordenación judía; ahí son llamados los siete «helenistas» a un servicio: dirigir su parte de la comunidad; y lo mismo se diga de Hech 13,3, donde se envía a Pablo y Bernabé. 2. La locución sustantiva aparece una vez en el bautismo (Hech 8, 17 ss) y otra se designa como parte fundamental de la doctrina cristiana (Heb 6, 2); dos veces (1 Tim 4, 14; 2 Tim 1,6) aparece como rito en la ordenación de Timoteo, cuando por la imposición de manos por parte del presbiterio o de Pablo se le concedió el «don gratuito» de dirigir la comunidad, de predicar la palabra, de enseñar y de refutar (a los herejes). El carácter literario de las cartas pastorales hace suponer que la comunidad de las cartas pastorales (a comienzos del s. II) legitima apostólicamente mediante esta ficción histórica su comprensión de la ordenación (concesión de la gracia ministerial), la cual se había alejado, sin duda, de la idea paulina sobre la libre actuación del espíritu. 3. Llama la atención que en todos los pasajes, en los cuales la imposición de manos aparece en relación con la ordenación o el envío para un servicio especial, tal imposición tenga lugar siempre por parte de distintas personas cualificadas. En Hech 6, 6 imponen las manos los apóstoles, en Hech 13, 3 son los profetas y doctores, en 1 Tim 4,14 lo hace el presbiterio y en 2 Tim 1, 6 actúa Pablo. De ello puede deducirse que el NT no conoce aún poder alguno para ordenar, que estuviera limitado a un determinado oficio o ministerio, por ejemplo, el de los -* apóstoles. Además, hay que llamar la atención sobre la estrecha relación existente entre la imposición de manos y la oración intercesora, lo que asegura el hecho de que no se piensa en la transmisión de una determinada cualidad ministerial de un ministro a otro (idea de la sucesión). La disputa de los apóstoles con Simón mago (Hech 8,18 ss) contradice de la manera más decidida a la idea de que los hombres dispongan sobre los dones de la gracia. Es, más bien, Dios mismo el que enriquece a sus siervos con sus dones y los envía. Por supuesto que tal cosa acontece con la oración de la comunidad, y la imposición de manos testimonia la certeza que la comunidad tiene de ser oída, certeza fundada en la promesa. H.-G. Schütz Bibl OWeinreich, Antike Heilungswunder, 1909 - W Broonall, Art hand, Baker's Dictionary of Theology, 1960,260 - JBehm Die Handauflegung un Urchnstentum, 1911 - WGrundmann, Art íe£ioc, ThWb II, 1935, 37 ss - ELohse, Die Ordination im Spatjudentum und im NT, 1951 (espec 67 ss, Bibl) - SMorenz/HDWendland/WIannasch, Art Handauflegung, RGG III, 19593, 52 ss - NAdler, Die Handauflegung im NT bereits ein Bussntus' Zur Auslegung von 1 Tim 5, 22, Nt, Aufsatze, Festschr JSchmid, 1963, 1 ss - FHahn, Chnstologische Hoheitstitel, 1963,126 ss - HvCampenhausen, Kirchhches Amt und geisthche Vollmacht 19642 esp' 82 ss - RMayer/NAdler, Arts Handauflegung, LThK IV, 19642, 1343 ss ' En cast Arts gens BDDupuy, La ordenación para el ministerio, MystS IV, T II, 1975, 489-494 - PFransen, Art Ordenes sagradas, SM 5, 1974, col 22-69 (espec 35 s) - GvRad, Teología del AT I, 1978", 323 s - WEichrodt, Teología del AT I, 1975, 144-

(ya/iécü) Matrimonio

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María

- > Mujer

Matrimonio Los vocablos recapitulados en este apartado describen la relación entre hombre y mujer y, por consiguiente, la relación interhumana por excelencia. Mientras que los vocablos derivados de vvn incontinencia) y moichós el adultero. Moichalís, como adjetivo, significa adultero -a y, como sustantivo, adúltera, prostituta De acuerdo con antiguos códigos legales, algunos de los cuales se remontan al segundo milenio a C, el adulterio es una acción punible (p. ej según el código de Lipit-Isthar, el código de Hammurabí, las leyes del imperio medio de Asina, etc) A la mujer casada, en cuanto que es la que garantiza la integridad de la familia y de la estirpe, le esta severamente prohibido toda relación sexual extramatnmonial, pues de este modo se rompería el matrimonio y quedaría destruida la integridad de la estirpe En cambio el hombre sólo atenta contra el matrimonio cuando tiene relaciones con una mujer casada, es decir, en la medida en que invade un terreno que le es ajeno Pero en las concepciones jurídicas de las diferentes culturas penetran sin duda las viejas ideas y con tanta más fuerza cuanto que a) en el adulterio con una mujer casada se trata de un delito contra la propiedad, es decir, de la invasión de una esfera de propiedad ajena, y b) la mujer casada que comete adulterio somete a la estirpe a la esfera de influencia de poderes maléficos El castigo del adulterio mediante la muerte, los malos tratos corporales o el pago de una indemnización es dejado generalmente a la iniciativa privada del cónyuge ultrajado o bien a su estirpe.

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(uoixeóco) Matrimonio

II 1. En la versión de los LXX este grupo de palabras reemplaza al hebreo na'aph y a sus derivados. Al igual que ocurre en otras sociedades (cf. supra), constituye: a) toda relación sexual extramatnmomal de una mujer, b) el trato sexual extramatnmomal de un hombre con una mujer casada o desposada (sobre las relaciones extramatrimomales permitidas al hombre, cf Gn 16, 1 s; 30, 1 ss, 38, 15 s; Lv 19,20-22; Dt 22, 28 s y passim). Las dos personas que cometen adulterio son castigadas con la muerte (por regla general mediante lapidación; cf en cambio Gn 38,24, sobre el castigo de los dos adúlteros, cf. también Lv 20,10, Dt 22, 22 ss, Ez 16,40) A diferencia de las costumbres extraisraelitas (cf. supra), el adulterio adquiere una dimensión pública, ya que atenta, no sólo contra los fundamentos y el derecho privado del matrimonio y la familia, sino también contra el derecho divino (Ex 20,14) y, por tanto, constituye una amenaza contra los mismos fundamentos en que se basa la vida del pueblo (Dt 22, 22b). Por esto el castigo ha de llevarlo a cabo la comunidad del pueblo Si una mujer es sospechosa de adulterio, su culpa o inocencia ha de decidirse mediante un «juicio de Dios» (Nm 5, 11-31). 2. En la vida y la predicación de Oseas se utilizan las imágenes del matrimonio y del adulterio para expresar la relación entre Yahvé y su pueblo. La ocasión concreta que ha motivado el uso de la imagen del adulterio puede haber sido la irrupción de los ritos nupciales cananeos y de otros cultos de la fertilidad en Israel (4, 12 ss) Al apartarse Israel de su Dios y sacrificar a ídolos extraños, actuó como una adúltera que abandona a su esposo y se prostituye con otros hombres (2, 4 ss) Dios castigará con severidad este adulterio (5, 7 ss), pero su objetivo no es la'amquilación definitiva de la adúltera, sino su conversión (3, 5) Esta imagen de Oseas es recogida mas tarde por Jeremías (cf. 3, 8 s, 5, 7 y passim) y, durante el exilio, por Ezequiel (cf. 16, 15-34) 3. Las impresionantes advertencias contra el adulterio en la literatura sapiencial (cf Prov 6, 20-35) delatan un relajamiento de la estricta moral matrimonial a lo largo de la historia de Israel (cf. espec 6, 35 tP a 8° de una indemnización'). No obstante, también en la Misná y en el Talmud y en el «Testamento de los doce patriarcas» se advierte contra el adulterio y la incontinencia.

III En el NT este grupo de palabras tiene el mismo significado que en el griego profano, tanto en sentido directo como figurado; se cita muy a menudo Ex 20,14 o Dt 5, 17 (p. ej. Me 10, 19 par, Sant 2, 11; Rom 13, 9). 1. Es cierto que la comprensión del matrimonio y, por tanto, del adulterio, es radicalizada en el NT de un modo hasta ahora desconocido para el griego profano y para el AT. a) Al adulterio del hombre se le aplican las mismas normas que al de la mujer, sin hacer la menor concesión a este respecto (Me 10,11 par), b) Ya el deseo pecaminoso es tan culpable como el adulterio mismo (Mt 5,27 s). c) Puesto que, según la comprensión veterotestamentaria, el matrimonio es indisoluble en sí mismo (Me 10, 8), el divorcio (permitido según la ley veterotestamentaria) cae también dentro de la esfera del adulterio (Mt 5,31 s). A decir verdad en este pasaje (cf. supra I y II, 1), el matrimonio es considerado a partir de la mujer y según eso el delito es objeto de condena (cf. Rom 7, 3); pero en Mt 19,9 Jesús aplica también esto al hombre: también el hombre que se separa de su mujer y contrae de nuevo matrimonio comete adulterio. En ambos pasajes, Mateo hace ciertamente una excepción (frente a Me 10, 11 s y Le 16, 18): la separación está permitida en caso de porneía (-> incontinencia) del otro cónyuge. En una época en que el hombre puede anular el matrimonio por nimiedades insignificantes, esto significa una novedad inaudita, que sólo puede comprenderse a partir del mensaje del reino de Dios que ha hecho irrupción, d) El adulterio es incompatible con la esperanza en el reino de Dios (1 Cor 6,9 s); más bien incurre en el juicio de Dios (Heb 13,4). Por eso es significativo que la actitud de duda ante el retorno de Cristo y ante el juicio (2 Pe 3,3 ss) vaya acompañada de un aumento progresivo de libertinaje (2 Pe 2, 14). 2. Pero el duro juicio de Jesús sobre el adulterio no excluye la misericordia de Dios para con el pecador arrepentido, cuya conversión quiere (cf. Mt 21, 31 s; Le 18,9 ss). Así, la adúltera, que debía ser castigada con la muerte, obtiene el perdón de su culpa, mientras que la muchedumbre, aparentemente inocente, es reprendida por su actitud de autojustificación hipócrita (Jn 8, 3 ss).

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Matrimonio (vún mujer), ya que, según el derecho matrimonial judío, la prometida es considerada ya como esposa. Ejemplos de esto son Mt 1, 20.24; Ap 19, 7; 21, 9 (cf. St.-B. II, 393, ss). En el NT nymphíos es el novio, el esposo —tanto en sentido real como metafórico— (Jn 2,29; 3,9; 3,29; Mt 25, 1 ss; Ap 18, 23), mientras que la expresión vioi zov vvpKpmvoq [hyioí toü nymphónos] designa a los parientes y amigos que asisten a la ceremonia, los amigos del novio (Me 2,19 s; Mt 9, 15; Le 5, 34 s; cf. Jn 3, 29; cf. St.-B. I, 500 ss). 1. Al igual que en el AT, el noviazgo es un tiempo de alegría y sobre todo de expectación. De este modo, los conceptos neotestamentarios quedan incorporados a la situación escatológica (-> ya¡xé(o [gaméo]). En Me 2,19 s par Jesús critica el ayuno hecho

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(vvfi(pr¡) Matrimonio

en tiempo inoportuno. Empleando una imagen familiar, la época en que el mesías está presente es comparada con las nupcias (Is 62, 5). La alegría reina entre los discípulos porque Jesús está con ellos. También aparece esto en la parábola de las 10 vírgenes (Mt 25,1 ss), si bien es al mismo tiempo una parábola relacionada con el juicio, que alude a la necesidad de velar y esperar. El paralelismo veterotestamentano esposo/esposa = Yahve/ Israel es aplicado aquí a Jesús y a la comunidad (cf. St.-B. I, 501 ss 898; IV, 432 s). 2. En Jn 3, 29 s la relación del Bautista con Jesús es-comparada a la relación que existe entre el amigo que actúa de padrino de bodas y el esposo. La era escatológica comienza propiamente con Jesús, pero el amigo le prepara el camino y se alegra grandemente ante la venida del esposo, es decir, ante el comienzo de la reconciliación y del reino en Cristo. 3. La aplicación de la alegoría esposo/esposa a Cristo y a la iglesia se encuentra en 2 Cor 11, 2 (napMvoc, [parthénos] virgen = esposa, -> mujer). En este pasaje se considera Pablo a sí mismo como el padrino que conduce a la iglesia a la alianza definitiva con su Señor En Ef 5, 22-32 se expresa la misma idea mediante la imagen del matrimonio (art. -» yá/ío? [gamos] J.

4. En los últimos capítulos del Ap, que describen la consumación escatológica, aparece la imagen de la iglesia-esposa que espera a su esposo celestial, que es denominado aquí el «cordero» de Dios. Nuevamente aparece en primer plano la alegría (Ap 19, 7 9) La iglesia se regocija y se engalana para recibir a Cristo, su Señor (Ap 21, 2.9) Es la Jerusalén celeste, la comunidad escatológica, la que aguarda anhelante las nupcias y la plenitud última de su existencia cuando clama: «Ven, Señor Jesús» (Ap 22, 17.20) W. Gunther

PARA LA PRAXIS PASTORAL

Es necesario que los enunciados bíblicos sobre la relación entre hombre y mujer adquieran en nuestra predicación el lugar que les corresponde, dada la importancia que tienen en el testimonio bíblico. Tan equivocadas son a este respecto las posturas recelosas como las actitudes efectistas. La comunidad debe conocer el testimonio bíblico sobre el matrimonio, que para ella es a la vez evangelio y soporte vital. El instinto natural de reproducción y de conservación de la especie que tiene el hombre cristaliza según el orden divino en una relación de compañerismo auténtica y durable entre hombre y mujer. De este modo, el hombre participa del ser-persona de Dios («se hace a imagen suya»). La mujer es una «ayuda» para el hombre y a la inversa (Gn 2, 20 s) y ambos experimentan la alegría de estar juntos (Gn 2, 23; Ef 5, 22 ss) Asi pues, el matrimonio, en cuanto unidad equilibrada de dos personas, esta fundado desde el principio de la creación en el ser-persona del hombre y lo abarca totalmente En esta vida en comunión que lo abraza todo, la sexualidad y la dimensión erótica ocupan su legítimo puesto, pero al mismo tiempo, esta vida provee el marco adecuado para la procreación y el desarrollo de los hijos. Es cierto que el matrimonio no ha de entenderse ni en primer lugar ni únicamente en función de los hijos No obstante, exige que se este dispuesto a tener hijos y a educarlos. Este matrimonio monógamo, en cuanto que es una comunión vital total y no sólo una comunión basada en el trabajo o en el goce, es el que domina en la Biblia y el que

Para la praxis pastoral

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adquiere cada vez mas relieve, y el único que encontramos en el NT, otras costumbres o usos sociales mas antiguos que dejan traslucir algunos pasajes de los testimonios primitivos y que incluso fueron practicados en Israel, han quedado, pues, superados (poligamia, predominio de la idea de conservación de la especie, etc) En el A y el NT ocupan un amplio espacio los enunciados que hablan de los peligros que amenazan al matrimonio La constante inclinación del hombre a pervertir y a menoscabar su ser-persona y con ello su matrimonio es un hecho reconocido y tomado en seno Por otra parte, existe una relación directa entre el matrimonio en cuanto relación ejemplar y única entre dos personas y la relación entre el hombre y Dios el hombre que quiere ser como Dios (Gn 3), que se pone a si mismo en el lugar del Creador (Rom 1), pierde la capacidad para el compañerismo, ya que sus relaciones con el prójimo vienen determinadas por la concupiscencia, la envidia o la angustia El apartamiento sistemático de la voluntad y del plan de Dios, llevado a cabo por uno de los cónyuges o por los dos, puede constituir una amenaza para el matrimonio, si es que no tiene como resultado la destrucción del mismo Pero, frente al pecado del hombre, Dios mantiene siempre su ofrecimiento de perdón y de reconciliación Cuando este ofrecimiento es aceptado, adquiere realidad en el hombre la nueva criatura de Dios y es posible comenzar de nuevo, independientemente de la magnitud de las culpas pasadas Sin embargo, el matrimonio no se funda en la relación de Dios con el hombre y con la comunidad (interpretación errónea, ampliamente extendida, de Ef 5) Por exacta que sea la aplicación de esa imagen, hay que dejar bien claro que la relación de compañerismo entre dos personas difiere esencialmente de la relación que existe entre el hombre y Dios La imagen humana que expresa con mas profundidad la relación Dios-hombre y Dioscomunidad es sin duda la del matrimonio Por eso, la alegría de los novios antes de la boda puede servir de imagen de como la iglesia espera la unión total con Dios y, a la inversa, el adulterio y la prostitución son la imagen de la ruptura de la comunión con Dios y de la incredulidad (Oseas) Todas las cuestiones concretas sobre la problemática matrimonial han de entenderse y tratarse partiendo de esta base Si bien estas cuestiones tienen una importancia fundamental y unas consecuencias trascendentales para la vida humana, en la nueva alianza y partir de la Biblia, han de ser subordinadas no obstante al evangelio de Cristo y al reino de Dios Al estar el reino de Dios por encima del matrimonio, se abre al hombre la posibilidad de llevar una vida plena incluso prescindiendo del matrimonio, de la relación sexual y de los hijos, ya que para el cristiano el mandato y la espera del Señor pueden adquirir una importancia tal que la ausencia de una relación de compañerismo con el otro sexo ya no es experimentada como una privación Ante la inminencia del fin llega Pablo a aconsejar esta vía a todos aquellos que, como el, posean las condiciones internas necesarias para ello, se les haya otorgado el cansma (-> espíritu) Las diferentes aptitudes y los caracteres propios de cada sexo no son puestos en cuestión por la unidad personal La polaridad entre el ser masculino y el femenino continua existiendo, incluso para aquel que no esta casado, la colaboración entre hombre y mujer en el hogar, en la economía y en la vida publica lleva consigo esta polaridad y la atmosfera puede permanecer completamente libre de relaciones eróticas o sexuales Es cierto que las relaciones sexuales intimas no pueden considerarse separadamente de la relación en el plano personal Solo pueden ser rectamente entendidas cuando no son experimentadas únicamente como sentimientos e instintos, sino que son expresión de la plena afirmación reciproca de dos personas Por eso el ejercicio de la sexualidad esta ligado a la comunión personal, a la que pertenece de un modo exclusivo la procreación de los hijos El argumento contra las relaciones sexuales realizadas fuera del matrimonio se basa en que en estas relaciones el compañero no es aceptado al fin y al cabo como

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Matrimonio

persona, de tal manera que se establezca y se mantenga una comunión personal, sino que sólo se alcanza una satisfacción subjetiva (aunque resulte de un acuerdo entre ambas partes), sin ningún vínculo estable y sin asumir ninguna responsabilidad. Pero sigue estando en pie la pregunta sobre cuándo se puede considerar como matrimonio la relación entre un hombre y una mujer. Si el matrimonio es una unión espiritual, psíquica,físicay material, en una palabra, una unión personal total, difícilmente puede hacerse depender, por ejemplo, de la realización del primer encuentro sexual, por mucha importancia que éste tenga (cf. el «conocer» bíblico). Tampoco puede el matrimonio fundarse en última instancia en un contrato jurídico o en una ceremonia religiosa, sino que éstos sólo pueden limitarse a reconocer, de acuerdo con las normas del orden social, la alianza ya existente entre dos personas que ha surgido de ellas mismas bajo la dirección de Dios. El comienzo del matrimonio, en cuanto que es esencialmente una unión entre dos personas hay que buscarlo más bien en su mutua promesa de fidelidad mediante la cual se entregan el uno al otro sin reservas. Si bien el orden y la veracidad exigen para ello la observancia de las normas sociales, una pareja que cumple esta condición hay que considerarla —¡de acuerdo con la ley veterotestamentaria!— como un matrimonio y juzgarla de acuerdo con las normas del mismo, incluso en el caso de una eventual anticipación (contraria al orden) de la unión sexual. Ahora bien, las experiencias sexuales previas con otros «compañeros» no favorecen un posterior encuentro, más profundo, con otra persona, sino que más bien lo hacen difícil, ya que se mueven en una línea egoísta y subjetiva. También constituyen una amenaza para el matrimonio las consideraciones egoístas en relación con el número de hijos, ya sea bajo la forma de una esterilidad querida primero por razones de comodidad y a la que a veces terminan por acostumbrarse los cónyuges, ya sea bajo la forma de una satisfacción del instinto que no asume la menor responsabilidad en relación con la cuestión de la procreación y sólo busca apurar los goces de la vida. A la cuestión del llamado control de la natalidad ha de darse una respuesta serena y responsable que esté de acuerdo con las circunstancias individuales y sociales; no puede resolverse a la ligera. Por otra parte, hay que tener en cuenta que, de acuerdo con la Biblia (1 Cor 7), en el caso en que, por motivos serios, la pareja decida no tener más hijos, tampoco ha de descuidarse la unión sexual. Con respecto al fin de la unión matrimonial, hay que dejar bien claro que la unión de los cuerpos —que no es algo meramente simbólico— y la unión personal no puede disolverse arbitrariamente, sino que sólo puede romperse por la muerte de una de las partes. En cuanto a la cuestión de un segundo matrimonio contraído en vida del otro consorte —cualesquiera que sean los motivos que han llevado a la separación— hay que ver con claridad si la experiencia del matrimonio anterior y la impronta que él ha de dejado sobre la propia persona permite contraer en completa libertad un nuevo vínculo, o si de esta forma lo único que se logra no es precisamente crear un obstáculo a un cambio del corazón y de la relación y, en definitiva, a Dios. -> Mujer; -* hombre; -* incontinencia. W. Günther

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Mensaje (áyyéÁAco)

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Mediador -•

Alianza

Mensaje En griego existen diversos vocablos para indicar la comunicación de mensajes, noticias y disposiciones. Prescindiendo de las palabras estudiadas en el concepto -> enseñanza en torno a óióáaKco [didáskó] y Kctzrixécú [katechéó], que se refieren a la transmisión de algo que puede aprenderse, y mxpaóiócofii [paradídómi], que se refiere a la transmisión de tradiciones, de los derivados de kéyca [legó], decir, estudiados en el concepto -> palabra, del verbo yva>píC(o [gnórízó], hacer saber, del que se habló en el concepto -> conocimiento, y de los verbos mencionados dentro de los conceptos -> confesar la fe y -* testimonio, hemos de mencionar aquí sobre todo los verbos áyyeAAco [angello] y Kr¡puGaa> [kerysso] junto con sus compuestos. El NT ha asumido toda la amplitud de este vocabulario, cosa que se debe en parte a los diversos tipos de comunicaciones que hay que describir, y en parte simplemente a que va alternando expresiones prácticamente sinónimas. De todas las palabras agrupadas en torno al concepto clave de mensaje, angello tiene más el carácter de anuncio, de notificación dirigida a una persona, mientras que kerysso designa el comunicado público, autoritativo, que espera ser cumplido. Véase también -> evangelio. ayyéÁÁai [angello] anunciar, avisar; áyyeAí'a [angelía] mensaje, pregón; áv- [an-] ¡ ána.yyékMo [apangélló] informar, anunciar, avisar; diayyéAlw [diangéllo] hacer saber, notificar; e¿- [ex-] / K&xayy¿AA [angelí ó]), son intercambiables Con su significado principal de comunicar un mensaje, avisar, proclamar publicamente, se encuentran en griego en parte ya desde Homero (SyyeXog [angelos], ángel, incluso esta atestiguado desde el griego micenico) En la kome, al contrario de los clasicos, se prefirieron los compuestos an- y apangélló se presentan, por ejemplo, en lugar del clasico angello Se pueden distinguir naturalmente matices de significado en los distintos compuestos apangélló es un termino mas oficial que áva)ye¿.ico [anangello] Por otra parte, ambos verbos pueden perder su matiz propio y llegar a significar narrar o hablar Di-, ex-, y katangélló indican a menudo el estudio solemne y elevado de una proclamación Ademas, exangello acentúa mas lo desconocido, lo que todavía esta oculto y que ahora se anunciará, por lo que algunas veces adquiere incluso el significado de divulgar, mientras que katangélló puede tener, entre otros, el significado de intimar, denunciar El sustantivo angelía puede significar, tanto mensaje como orden. El que transmite el mensaje es el katangeleús, el heraldo

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(á.yyélla>) Mensaje

1. Pero en su significación fundamental, esas palabras se refieren siempre a la actividad del mensajero, que transmite oralmente o por el escrito el mensaje que le ha sido encargado (Jenofonte, An. I, 3, 21) y de ese modo representa al remitente mismo. En cuanto a su contenido, sea mensaje puede ser muy vanado Puede contener noticias privadas y familiares (Sófocles, Ai 1355), dar cuenta de sucesos afortunados o de desgracias Pero ante todo puede anunciar acontecimientos políticos: la guerra (Platón, Phaedr 242b), la victoria o la derrota de un ejército (Platón, Poht. 1,15,11), la proclamación solemne del soberano (cf Jenofonte, An. II, 3,19), el comienzo del gobierno del emperador El buen mensaje (iyyzXiti iyadrj [angelía agathé]) es también sóayyéXwv [euangélwn], -> evangehum. 2. Al igual que el mensajero, que trae el mensaje, está bajo la especial protección de los dioses (-• ángel), también su mensaje puede adquirir una significación sagrada. Naturalmente esto vale sobre todo cuando se halla en conexión con la veneración cúlüca de soberanos y dioses Entonces el mensajero anuncia, por ejemplo, solemnemente la eficacia de las victimas dispensadoras de salvación o la proximidad de una procesión solemne. Proclama la epifanía de un dios, la soberanía del nuevo soberano-dios o pregona los hechos poderosos de su dios o de su emperador II En los LXX el verbo simple se encuentra solo 5 veces y designa al mensajero. Sin embargo se presenta con más frecuencia an- y apangéllo, predominantemente para traducir el hebreo nágad en hifil o hofal en el sentido de informar, avisar (Gn 9,22,37, 5,2 Re 15,13 y passim), anunciar (Sal 19[18], 2, 51[50], 17), hablar abiertamente (Gn 12, 18; 1 Re 9, 19 y passim), predicar (Dt 24, 8) Di-, ex- y katangélló aparecen raramente en los LXX, proangello y katangeleús no salen nunca. El mensaje del AT y del judaismo tardío sabe ya que cuando se proclama la soberanía del monarca divino y se anuncian sus hechos salvificos, ya no queda lugar para proclamar la soberanía de otros dioses. Por eso hay que preguntarse si la significación especial de los vocablos neotestamentanos no habrá que hacerla derivar del uso lingüístico del AT y del judaismo tardío El poder de Dios, el Señor, se anunciara ante todo el mundo (Ex 9,16, Sal 64[63], 10), y también su justicia (Sal 22[21], 31 s), su verdad (Sal 30[29], 10), sus maravillas (Sal 71[70], 17), su gracia (Sal 92[91], 3). El Señor mismo anuncia lo venidero- «Lo antiguo ya ha sucedido, y algo nuevo yo anuncio, antes de que brote os lo comunico» (Is 42,9; 46,10) Los ídolos no pueden hacer esto (Is 44, 7 ss). Los profetas son los mensajeros escogidos que anuncian y proclaman los hechos salvíficos de Dios en su pueblo y en todo el mundo (Is 12, 5), proclaman su voluntad (Mi 6, 8) y predicen el futuro (idea que luego, sobre todo en el judaismo tardío, pasa a un primer plano: el anuncio de acontecimientos escatológicos; cf el latín adnunhare de 4 Esd) Algunos pasajes indican que en el AT los profetas son llamados incluso ángeloi (-» ángel, Ag 1, 13, Mal 3, 1, Moisés en AsMo 11,17 magnas nunhus). Se sirven de los mensajes como los demás mensajeros del entorno del AT (p. ej.. los sacerdotes de Man). Así pues, en los LXX estos términos están cargados de teología, siempre que el anuncio o proclamación se realiza por orden de Yahvé y con conocimiento de su obrar salvifico

III 1. En el NT se encuentran el verbo simple angélló y el sustantivo angelía sólo dos veces cada uno y exclusivamente en los escritos joaneos (Jn 4, 51 v. 1.; 20,18; y 1 Jn 1, 5; 3,11). Con más frecuencia aparecen los siguientes compuestos (con la misma significación que el simple): anangélló (13 veces; de ellas 5 en los escritos joaneos y 5 en Hech); apangéllo (46 veces; de ellas 27 en los escritos lucanos) y katangélló (18 veces; de ellas 11 veces en Hech y 7 en Pablo). Los demás derivados, al igual que ocurre en el griego profano, están muy raramente atestiguados en el NT: prokatangélló (Hech 3, 18; 7, 52); diangélló (Le 9, 60; Hech 21, 26; Rom 9, 17); exangélló (1 Pe 2, 9); katangeleús (Hech 17, 18). Una sinopsis estadística muestra que de 88 pasajes, 48 corresponden a los escritos lucanos; 12 a los escritos joaneos y otros tantos a Pablo. También en el NT, como ocurre en el griego profano, an- y apan- gélló pierden su significación precisa y sustituyen simplemente a narrar o decir (cf. p. ej. Mt 2, 8; 28,11; Le 8,20; Hech 16,38 y passim). Sin embargo, no siempre se puede esclarecer si en el fondo no se oculta allí la significación más propia, por ejemplo, en las frases típicas con las que concluyen los relatos de milagros («...y lo anunciaron [NB = contaron] por el pueblo y por los cortijos»; Me 5, 14). 2. Casi siempre las palabras del grupo que estudiamos significan anuncio en el sentido especial y singular de proclamación del obrar de Dios, de su voluntad salvífica. Este anuncio, que recibe su plenitud de poder de la última instancia de la que procede,

Mensaje (áyyéXfao)

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invade el ser del que lo recibe y se apodera de él. En este sentido, apenas se puede separar este grupo de palabras del término central neotestamentario soayyeki^e,a^a.i [euangelízesthai] (-> evangelio) (cf. p. ej. 1 Jn 1, 5: «El anuncio [angelía] que le oímos a él y que os manifestamos [anangéllo] a vosotros es éste: que Dios es luz y que en él no hay tiniebla alguna»; Le 9, 60: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar [diangélló] por ahí el reino de Dios»). a) Con todo, llama la atención que Juan use este grupo de palabras exclusivamente en sentido teológico pleno, mientras que no usa nunca euangelízesthai y -> Knpuaae.iv [keryssein], tan frecuente en los sinópticos, Hechos y Pablo. GFriedrich sospecha que Juan evita conscientemente ambos términos, ya que éstos, en contraposición a an- y apangéllo, acentúan con más fuerza el dramático y dinámico anuncio del tiempo salvífico, la proclamación de un acontecimiento que no cuadra en la escatología realizada de Juan (ThWb II, 714 s; III, 702). Por eso Juan prefiere usar napmpéco [martyréó] (lo acontecido, lo visto, lo experimentado, es atestiguado; -> testimonio). Desde este punto de vista se comprendería el acento especial que tiene, por ejemplo, anangéllo en el evangelio de Juan: «Sé que va a venir el mesías, cuando venga él nos lo anunciará (NB: explicará) todo» (Jn 4,25). O bien: «... os anunciará (NB: interpretará) lo que vaya viniendo» (16,13); «tomará de lo mío y os lo anunciará (NB: interpretará)» (16, 14). En estas palabras no se trata tanto de un anuncio, que se cumple al producirse el acontecimiento, ni tampoco de la proclamación y pregón de una nueva época, que se inicie con el mesías escondido, sino más bien de manifestar, de «referir» (Joüon) aquello que «existía desde el principio» (1 Jn 1, 1). El creyente puede marchar contento hacia el oscuro futuro, porque en cada momento se le abrirá toda la verdad de la palabra mediante el espíritu. Asimismo en Jn 16, 25, con apangéllo «no se coloca ante los ojos un nuevo tema», sino lo que ya se dijo a menudo se hace «comprensible en la realidad de una existencia creyente» (RBultmann, Johannes, 452). También en 1 Jn 1, 2.3.4 aparece con toda claridad la diferencia con la proclamación dinámica y dramática de los tiempos nuevos, propia del keryssein y del euangelízesthai: «hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna..., eso que vimos y oímos os lo anunciamos ahora, para que seáis vosotros solidarios con nosotros». Así pues, lo oído «sólo» se vuelve a decir de nuevo, no para decir una novedad, sino para hacer que entre en vigor lo oído; Dios es luz (1, 5) y por eso el creyente no puede andar en tinieblas (cf. 1,7); mas andar en la luz significa estar en el amor. «Quien ama a su hermano, está en la luz» (2, 10). Por tanto, lo anunciado incluye ambas cosas: la comunicación, el «recuerdo» del acontecimiento salvífico, y el mandato (así podemos traducir aquí angelía). b) Lucas y Pablo emplean este grupo de palabras partiendo del significado simple y sencillo, algo incoloro, de indicar (Hech 21, 26: diangélló); comunicar (2 Cor 7, 7: anangéllo), pasando por el concepto, con más contenido teológico, de informar sobre (Hech 14, 27; 15, 4; y passim), hasta llegar al significado particular de mandar (Hech 17, 30), confesar (1 Cor 14, 25), proclamar, pregonar (Hech 4, 2; 13, 5; 26, 20 y passim; cf. también 1 Pe 2, 9) o también el solemne y litúrgico anunciar, que surge de la acción sagrada de la -* cena del Señor (1 Cor 11, 26). La multiplicidad de las traducciones muestra que este grupo de palabras no tuvo una forma fija aplicada a un tipo de anuncio determinado. Pero al contrario de Juan, en Lucas y Pablo se trata más bien de la proclamación de un acontecimiento realizado o del anuncio de un suceso particular, en el sentido de que lo anunciado es nuevo para los que lo reciben (Hech 4, 2; 16, 17; 1 Cor 9, 14) y entra en vigor por su promulgación (Hech 13, 38; 1 Cor 2,1). Dado que aquí todavía es posible una diferencia con respecto a euangelízesthai, tal vez recaiga el acento especial de éste último con más fuerza en el sv- [eu-], es decir, en la irrupción, producida por Dios, de algo alegre en la esfera vital humana.

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(Kr]pvoo(D) Mensaje

c) El mensaje de Cristo es el mensaje del resucitado. En los cuatro evangelios y dentro de los relatos de la resurrección, apangélló se convirtió en un término fijo para dar testimonio de la resurrección (Mt 28, 8.10 s; Me 16, 13.10.13; Le 24, 9; Jn 20, 18). El término está usado en su significación originaria: un mensajero (-+ ángel) transmite una noticia, que acaba de recibir de su mandante (el resucitado: Mt 28, 10; Jn 20, 18; dos hombres con vestidos refulgentes: Le 24,4 ss). No se debe a la casualidad el que Le haya escogido el mismo término en el relato de la transfiguración (9, 36): los discípulos no dan la noticia a nadie, de que han visto a Jesús como transfigurado, es decir, con su cuerpo de resucitado. d) Jesús es anunciado como aquél, en el que las promesas proféticas (cf. pro- y katangélló en Hech 3,18.24) se han hecho realidad. Y Pablo «Apoyándose en la Escritura explicaba y probaba que Cristo tenía que padecer y resucitar, y concluía: ese Jesús, el que yo os anuncio, es el Cristo» (Hech 17, 3). Así puede comprenderse que aun el encargo mismo de anunciar sea atestiguado muchas veces mediante citas del AT (Rom 9, 17: Sal 22,23; Rom 15,21; Is 52,15 y passim). En los dos pasajes de Mt 12,18 (Is 42,1 ss) y Heb 2, 12 (Sal 22, 23), en los que las citas se apartan de los LXX, Jesús mismo es el mensajero de Dios. Schniewind supone que en estos casos está aún actuando «una tradición judíapalestinense: el mesías sería el profeta de Dt 18,15.18, y el eoayyeXiCónEvoc; feuangelizómenos] estaría tomado de Is 52, 7» (JSchniewind, ThWb I, 66). e) Como el empleo de los términos es muy diverso, también el contenido del anuncio es diverso en cada caso. Junto a comunicados de tipo profano, puede tratarse, por ejemplo, de un mensaje de penitencia (-» conversión, art. [istávoioi [metánoia]), de .-» fe, de -» perdón de los pecados, y del mensaje cristiano en general (-> palabra). U. Becker (Hannover) / D. Müller Krjpvooco [kerysso] vocear, anunciar; Krjpv£ [kéryx] heraldo; Kt\pvyp,a [kérygma] mensaje 1 1 El origen de este grupo de palabras es el sustantivo, frecuente ya desde Homero, kéryx (emparentado[?] con el hebreo qará', vocear, invocar y el sánscrito karuh, cantor), que designa a aquella persona, que por encargo del principe o del estado (cf mfraj, vocea con voz claramente perceptible la noticia encomendada, dándola así a conocer De este sustantivo se formó luego (desde Homero, II 17, 325; 2, 438) el verbo kerysso, que designa la actividad del heraldo y que, sin embargo, aparece menos frecuentemente que el sustantivo. Añadiendo el sufijo -ma a la raíz keryk- surgió más tarde (desde Jenofonte y Eurípides) el sustantivo kérygma, que, al igual que otras palabras de la misma formación, indica, tanto el fenómeno del Knpvaasiv [kéryssem], o sea, el resonar de la voz, el vocear (p ej Jenofonte, Ag I, 33) como también el contenido de lo que de ese modo se ha dado a conocer, la promulgación, el bando (Herodoto III, 52; Aristóteles, Oec II, 1349b 36), dicho contenido puede abarcar desde la simple noticia (Eurípides, Iph Taur. 239) hasta la orden imperativa (Aristóteles, Athen IV, 19 [p. 141 s]). 2 La significación exacta de los vocablos depende de la función del kéryx en cada una de las épocas históricas (cf. a este proposito la descripción, detalladísima y provista de muchos testimonios, de GFriednch, ThWb III, 683 ss). a) En Homero (p. ej. II. 3, 118 248, 7, 276) se llama kéryx si los acompañantes del principe, los cuales llevan a cabo muchas cosas que ciertamente corresponden a un rango mas elevado, al de un cortesano que se preocupa del bienestar personal del principe y de sus invitados (como haciendo de escanciador, ayudante, mayordomo, p ej Od 1, 143 ss); en ese caso se distinguen de la turba de servidores pof su porte y por su posición semejante a la de un amigo (Od 19,247. émipot; [hetairos], compañero, amigo J. El bastón de heraldo, una especie de cetro que llevan en la mano (II 18, 505, Od 2, 38) les distingue como mandatarios autorizados del principe, cuando van a realizar su cometido (una comunicación, una invitación ) b) En la época de la nólic, [póhs], de las ciudades-estado democráticas (-• pueblo), se mantiene la institución como tal; sin embargo, parece que al principio disminuye de importancia, ya que solo existe un numero de heraldos diversos, cuya función específica no se reconoce hasta que se le añade un adjetivo o un genitivo determinativo (p. ej hubo heraldos de la ciudad, de los arcontes, del consejo, de los tribunales, y también de los misterios y de los

Mensaje (Ktjpvaaca)

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dioses) Algunas veces, solo con mucho esfuerzo se pudo encontrar ciudadanos libres para esa profesión, y parece que se hablo despreciativamente de muchos de ellos Esta realidad debe pasar a un segundo plano, si consideramos el papel social que desempeñaron los heraldos Los heraldos que llamaban a los guerreros para la guerra (Homero, II 2, 51 437 ss y convocaban a los ciudadanos de pleno derecho a la asamblea del pueblo (cf -» iglesia, art é.KKfo¡ow [ekklesia], I, 3b), siendo responsables en ella del buen orden, abriéndola con rogativas y sacrificios y anunciando su terminación (cf Aristófanes, Thes 295 ss, Acharn 45, 173), eran funcionarios formales (nosotros dinamos portavoces o locutores) de determinadas admimstraciories publicas (Platón, Polit 290b), cuya cualidad principal requerida era una voz fuerte y claramente comprensible También en los procesos judiciales públicos, los heraldos dan a conocer el resultado del sorteo para elegir jueces, y presentan al pueblo, antes de proceder a la votación a la que convocan a los jueces, si alguien tiene alguna objeción contra el proceso o contra las declaraciones de los testigos, asi pues, son, por asi decir, responsables de que se cumplan las leyes, es decir del orden político-religioso Todavía se expresa con mas fuerza su posición sagrada, incluso sacrosanta (Homero les llamaba ya en II 1, 334 xyyeÁOi Aioc [angeloi Dios], mensajeros de Júpiter p ej II 10, 315 xyyzhoi 9¿¡oi [angeloi thewi] mensajeros divinos) por el hecho de que, cuando se presentaba un kéryx, descansaban las armas, p ej cuando los heraldos de una ciudad invitaban a toda Grecia a una de las -» fiestas en honor de los dioses (Sófocles, Ai 1240) y recaía en ellos una vez mas durante el transcurso de las mismas la apertura cultica, proclamación de vencedores y de honores Nadie podía tocar al heraldo que se presentaba con un mensaje al enemigo en la guerra, ya que eso>suscitana no solamente la colera del que le mandaba, sino también la de los dioses, por tratarse de una grosera aasfísin. [asebeía], es decir una violación del orden moral y religioso (Demostenes, Or XII, 4, cf el dicho de Aquiles, Homero, II 1,334) También esta fundada en esta posición, protegida por las leyes morales y religiosas umversalmente reconocidas, la circunstancia de que en ocasiones los heraldos actuaran como enviados políticos o precediesen a los mismos (Demostenes, Or XIX, 163) Por lo tanto podemos resumir los siguientes rasgos característicos el kéryx se halla siempre bajo una autoridad ajena, de la que es portavoz Transmite de forma inalterada el mensaje y la opinión de su mandante y por eso no le queda (a diferencia, p ej del nps.ofív¡, [presbys], enviado, -> presbítero) ningún espacio para su propia iniciativa en las negociaciones En cualquier caso su cargo tiene un carácter oficial, aun cuando actué, por ejemplo, en el mercado como corredor comercial o subastador publico (p ej Herodoto VI, 121), y por ello es también vocero de las sentencias judiciales Lo que el anuncia, entra en vigor en el momento de ser anunciado (cf Platón, Vir civ 271B) Este aspecto de algo obligatorio, preceptuado e impuesto, diferencia el grupo de palabras keryssd, de -» ayyuÁm [angello] y sus compuestos, que mas bien indican la comunicación, la oferta 3 Igual que las autoridades políticas, también los misterios eleusmos poseyeron ya sus heraldos especiales, que ejercían funciones litúrgicas en el cuito, tomaban sobre si ciertos comunicados y junto con los sacerdotes gozaban de un gran influjo, por otra parte, se había atribuido, por ejemplo, a Hermes la función de un heraldo divino cabe los hombres Esto explica que, al debilitarse el orden autontativo de la polis, se le abriese a la Stoa la posibilidad de entender de modo muy diverso al keryx, una vez que este había perdido mucho de su importancia social Epicteto (cf Diss III, 21, 13 ss) ve en el filosofo estoico al autentico keryx de su época, el cual como mensajero de los dioses, y vigía del mantenimiento del orden moral (KazaaKonoc, [kataskopos] Diss III, 22, 69), careciendo de medios económicos y dedicado completamente a esa tarea, va recorriendo el país, para influir en el modo de vida de los hombres de su tiempo, moviéndolos a la conversión, al mejoramiento, al cuidado por su salvación Esos predicadores de la -» virtud, que, rechazando conscientemente todo genero de culto, ponen todo el peso en dar prueba de si mismos en la vida cotidiana y en la paz mas profunda e intima (Epicteto, Diss III, 13,9 ss), fusionan religión, filosofía y moral en una unidad Ellos prepararon y dispusieron el escenario sobre el que aparecen luego los mensajeros del evangelio de Jesucristo La actitud de distanciamiento que Pablo se ve obligado a adoptar en 1 Tes 2, 3 ss muestra hasta que punto ese mensaje pudo aparecer ocasionalmente a los oyentes como predicación estoica, tanto por su lenguaje como por la temática II 1 a) Al contrario de lo que sucede en toda la literatura griega, en los LXX solo se presenta el sustantivo keryx 4 veces, de ellas 3 sin equivalente hebreo Ademas nunca designa una persona o institución del judaismo, sino de pueblos extraños Gn 41, 43 (en este pasaje los LXX han trascrito el verbo hebreo gara con la circunlocución EKnpvÍFA Kijpv( [ekeryxen kéryx], un heraldo vocea delante de el ) se refiere a la labor de un funcionario del faraón, Dn 3,4 al heraldo de Nabucodonosor, que requiere al pueblo para que adore al ídolo, 4 Mac 6,4 muestra al heraldo de Antioco IV, mientras que en Eclo 20, 15 se emplea solamente la figura del keryx como metáfora para indicar la elevación de la voz En Gn 41 y Dn 3 junto al sustantivo se halla el verbo keryssem, sobre el que recae el acento Este dato es un indicio de que Israel desconocía cualquier figura que pudiera compararse al keryx griego, mas aun, de que evidentemente los profetas nunca pudieron ser considerados como tales heraldos b) Un poco distinto es el panorama por lo que se refiere al verbo kérysso, del que los LXX ofrecen 29 testimonios, la mayoría de las veces como traducion del hebreo gara en Jon 3, 7 de sa'ag, gritar en Os 5, 8, Jl 2,1, Sof 3, 14, Zac 9, 9 del hifil de rúa', que significa vociferar y en los dos primeros pasajes mencionados expresa el estrepito y griterío, acompañado o producido por instrumentos, para provocar la alarma (ambas veces en la montaña), en otros casos significa el griterío exaltado de guerra o de victoria En Ex 36, 6 y 2 Cr 36, 22 keryssd se usa para significar la proclama (en hebreo gol, voz) de Moisés y del rey de los persas Ciro, respectivamente, a través

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(Krjpóaaco) Mensaje

de todo el campamento, o, en el segundo caso, de todo el reino («hizo vocear, anunciar») Ahora bien, dado que qara' aparece más de 650 veces en el AT, y que los LXX lo traducen generalmente por Kcáew [kaléó], llamar o EKKXUW [ekkaléó], convocar, surge la cuestión de cual fue el tipo de llamamiento que fue traducido por kerysso Si dejamos a un lado Zac 9, 9 y Sof 3, 14 como casos especiales (cf. supra), podemos agrupar todos los testimonios alrededor de tres tareas clásicas del heraldo: a) convocación para una fiesta cultica (Ex 32, 5,2 Re 10,20,2 Cr 30, 5; además Dn 3,4 en los LXX llamamiento a la adoración del ídolo, hecha por el heraldo babilónico) o bien para el ayuno (2 Cr 30, 3; Jl 1,14; 2, 15; así como Jon 3, 5.7 por parte de los ciudadanos y del rey de Nímve), j¡) ordenes del jefe militar o bien disposiciones del principe (Ex 36, 6; 2 Cr 24, 9, 1 Mac 5, 49 [L v 51] orden de ataque de Judas a Efrón, además los pasajes apócrifos de 1 Esd 2, 2 —edicto de Ciro para que regresaran a su patria los judios y reconstruyesen el templo— y 9, 3: orden de Esdras a los judíos), y) anuncio de una sentencia judicial (Os 5, 8, Jl 3, 9; Jon 3, 2 4) o bien del día del juicio de Yahve (Jl 2, 1) y en Is 61, 1, de la liberación de los cautivos; en paralelismo con el uso clasico, ha de añadirse también aquí el anuncio de la rehabilitación de un acusado (Est 6, 9.11: Mardoqueo, 1 Me 10, 63 64 Jonatán). Junto a los testimonios aportados, ocupan una posición especial Prov 1, 21, 8, 1, 9, 3, donde la voz de la -» sabiduría, que clama con fuerza, trae a la memoria el uso que los estoicos hacían de este termino En Mi 3, 5 la proclamación de paz de los falsos profetas se traduce por kérysssó. El sustantivo kérygma designa el contenido de lo anunciado en cada uno de Sos siguientes pasajes 2 Cr 30, 5,1 Esd 9, 3 [apócrifo], Jon 3, 2, Prov 9, 3. a) y $) se mueven dentro del palabra, art. (pcovn [phóné] II, 2) con el término kárás Pero en conjunto el termino, que se encuentra con relativa frecuencia, se emplea de una manera técnica y formal, con él se introducen las decisiones doctrinales de los rabinos o las citas de las Escrituras 3. En la literatura qumramca el verbo sáphar, narrar, enumerar, parecido en su significado al griego kerysso, se encuentra con relativa frecuencia en los himnos en el sentido de una alabanza, convencida y expresada en voz alta, de la comunidad o bien de los justos, que ensalzan las maravillas de Yahve (p ej 1QH III, 23, X, 20) o su gloria (1QH XI, 6), magnificencia (1QH XII, 30), longanimidad y misericordia (1QH XVII, 17, XVIII, 14). En ocasiones se habla también de la proclamación que Dios hace, por ejemplo a través de la creación y de sus obras (1QH I, 29; XIII, 11).

III 1. El conjunto de testimonios del NT se caracteriza en primer lugar, y paralelamente a los LXX, por el hecho de que el sustantivo kéryx, heraldo, mensajero, se encuentra sólo 3 veces, y éstas en escritos tardíos (1 Tim 2, 7; 2 Tim 1, 11; 2 Pe 2, 5). El término kérygma, relativamente también escasea; lo utiliza Pablo para indicar el mensaje de Cristo que él pregona (Rom 16, 25: Kr¡püypa 'Iriaov Xpiazou [kérygma lesoü Christoü]) o bien su predicación en general (1 Cor 2, 4; 15, 14: con pronombre posesivo; cf. 1 Cor 1, 21); se halla fuertemente marcado como término que se usa en absoluto y con un sentido casi técnico en 2 Tim 4, 17; Tit 1, 3; finalmente en Mt 12, 41 par y Le 11, 32 se emplea para hablar del mensaje de Jonás a Nínive. En cambio el verbo kerysso es bastante frecuente (62 veces, de ellas 17 en las cartas paulinas, incluyendo Col; 2 veces en 1-2 Tim; 8 veces en Hech; 9 en Mt y otras tantas en Le; 12 veces en Me y una vez en 1 Pe y otra en Ap). Llama la atención la ausencia completa en los escritos joaneos, así como en Heb y Sant. Si nos preguntamos por el objeto de ese verbo, nos encontramos con que los pasajes paulinos tempranos (1 Tes 2, 9; Gal 2, 2; cf. por lo demás también Col 1, 23) así como algunos ejemplos en Me (1,14; 13,

Mensaje (Knpúaow)

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10; 14, 9) y Mt (4, 23; 9, 35; 24, 14; 26, 13) tienen por complemento directo xó eoayyéÁwv [tó euangélion], el -> evangelio, mientras que en las cartas a los Corintios (1 Cor 1,23; 15, 12; 2 Cor 1, 19; 11, 4), en Flp 1, 15, así como en Hech 8, 5; 9, 20; 19, 13, lo anunciado es Xpiaxóq [Christós] (4 veces), Jesús (3 veces) o Jesucristo. Juan bautista anuncia el Pámiap.a petávoiaQ eíc, acpemv áp.ccpn&v [báptisma metánoias eis áphesin hamartión], el -• bautismo de penitencia para el perdón de los pecados, y para Lucas el objeto de la predicación es la fSacrüeía [basileía], el -» reino (Le 8, 1; 9, 2; Hech 20, 25; 28, 31); y también para Mt es el auténtico contenido del evangelio anunciado (cf. Mt 4,23; 9, 35; 24, 14). 2. a) Este estado de cosas permite reconocer con toda claridad que los testigos del NT, al igual que el judaismo, renunciaron conscientemente a colocarse a sí mismos, o a los mensajeros de Jesús, en un mismo plano con la institución griega, que se había ido haciendp tan compleja, del kéryx. Solamente se introduce ese vocablo en los dos pasajes (tardíos) de 1 Tim 2,7 y 2 Tim 1,11 (prescindiendo del calificativo de Noé como kéryx de la justicia en 2 Pe 2, 5); pero aun en estos pasajes se hace combinándolo, en una calificación muy concreta, con ánóaxoXoQ [apostólos], -* apóstol. El motivo podría hallarse en el pensamiento, que tendía fuertemente hacia las instituciones, de una iglesia en la que el aspecto escatológico perdía terreno y que se estaba disponiendo a una larga existencia sobre este mundo. Pero aun estos dos pasajes permiten conocer todavía en qué consistía la diferencia fundamental en el modo de entender el ambiente que la rodeaba. La importancia no radicaba en la institución, ni siquiera en la persona, sino sólo en el acontecimiento eficaz del anuncio. Es por eso por lo que probablemente, renunciando al sustantivo ya existente, se evitó la fijación en un modo concreto privilegiado de interpretar a la manera de un cargo u oficio. Se confirma esta verificación del modo siguiente: Juan, que en contextos parecidos prefiere el verbo peeptopéa) [martyréo] [martyréó], ser testigo, usa como sustantivo potpxvpía [martyría], testimonio y no p.ápxvQ [mártys], testigo (-»testimonio, III, 4). Ni siquiera en el desacostumbrado calificativo de Noé como kéryx puede pensarse en un oficio o cargo, sino probablemente sólo en un rasgo surgido de la conducta de Noé tomada en su conjunto. b) El estudio del término kérygma, proclamación, anuncio, en el NT nos lleva a un resultado muy parecido. Cuando en Mt 12,41 par y Le 11, 32 se emplea para hablar del kérygma de Jonás, dicho término abarca sin duda el contenido del mensaje de Jonás en Nínive, pero su importancia podría estar mucho más en la ejecución por parte de Jonás de una tarea encomendada por Dios, o sea, en la realización del anuncio (Me 1, 3 par cita análogamente Is 40, 3: «una voz grita desde el desierto...») que, bajo la amenaza del juicio punitivo, contiene al mismo tiempo la invitación a la conversión y la salvación. En los tres ejemplos paulinos ciertos (1 Cor 1,21; 2,4; 15,14) esta tendencia es todavía más clara: aun cuando diá. xfjg peopíetq [diá tés morías], mediante la necedad (1, 21), abarcase un contenido ambivalente en cuanto a la realización, el OÜK EV miQoíq aocpíctq kóyoic, [ouk en peithoís sophías lógois], no con palabras elocuentes de sabiduría (2, 4), apunta con mucha mayor fuerza en la línea descriptiva del modo de hablar del apóstol; y de modo semejante, 15,14 podría significar, al menos con la misma fuerza, la actividad proclamadora del apóstol y el contenido de su mensaje. Rom 16, 25, texto cuya autenticidad literaria se discute, habla del kérygma, mensaje, de una forma hipostasiada, como predicación de Cristo, tal como Pablo la lleva a cabo. El pasaje que en esta línea fue más lejos es 2 Tim 4, 17: aquí el kérygma es el acontecimiento, que se está realizando, de la predicación, la cual sólo hasta cierto punto necesita del correspondiente mensajero para su realización, para su cumplimiento concreto (nÁ.npo(popn&f¡ [plérophoréthé], -> plenitud, art. nlnpów [pléróó]); de modo parecido, Tit 1, 3.

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(Ktjpvaaco) Mensaje

c) Según esto, los sustantivos de este grupo de palabras han sido usados en el NT esencialmente como conceptos formales Que es el kerygma, qué contenido comunica, habrá de saberse por cada uno de los contextos en que aparezca Así pues, el NT sigue siendo fiel al sentido original de la palabra, al igual que la comprensión que de ella tiene el AT- kerygma es el fenómeno de una llamada que se dirige a los oyentes comprometiéndoles, es lo que corresponde a la forma de actuar y de hablar de los profetas Partiendo del NT, no se puede probar que, en cuanto al contenido, «pueda o deba ser algo así como la sustancia "evangélica" del mensaje cristiano, el núcleo de la revelación, una vez eliminado lo mítico» (Goldammer, 96). El concepto cualitativo de kengma, tal y como se ha empleado en la teología de los últimos decenios (RBultmann, entre otros), se muestra en este sentido como producto de la reflexión teológica Asume el lenguaje del NT, pero da a las palabras un sentido, que en los testimonios del NT a lo sumo resuena secundariamente Si buscamos sus raices, nos encontramos con Anastasio, que acaso sea el primero que, después de siglos de haberle cargado de los contenidos más distintos, uso el término en el pleno sentido de «doctrina cristiana o doctrina eclesiástica» (De decretis Nicaenae synodis, 26, 7; según Goldammer, 96) 3. a) El empleo mucho más frecuente del verbo, en comparación con los sustantivos, confirma que en el NT el anuncio se entiende predominantemente como un acontecimiento, cuyo contenido no se manifiesta hasta que no se determina su objeto (cf supra III, 1). En este sentido kérysso está en línea con una sene de otros conceptos (formales) de comunicación, que ciertamente se caracterizan por el modo, pero que son indiferentes respecto al contenido (p ej didáctica) [didásko], enseñar, angélló, informar, con sus compuestos, )J.yco [legó], decir, óii.okoyeco [homologéó], confesar (la fe); martyréo, atestiguar, con sus compuestos, euangehzomai, anunciar, yvcopíCco [gnórízó], hacer saber, y otros mas, cf GFnednch, ThWb III, 702) La gran abundancia del vocabulario empleado en el NT indica que ninguno de los verbos consiguió una clara preponderancia ni pudo convertirse en terminus techmcus. Hasta que punto estaba esa terminología en movimiento, puede rastrearse, si consideramos que Pablo en 1 Tes 2,2 9, dentro del mismo contexto, describe su servicio una vez con A(iXr\aa.i ro £.¿íty-,z/ wv [lalésai to euangehon], exponer la buena noticia, otra vez con ÍKi\pvi¡o.\it\ xo £ÜOÍ> ¡s) wv [ekeryxamen to euangehon], proclamamos la buena noticia siendo asi que precisamente ese proclamar o anunciar lo expresa en Flp 1, 18 mediante katangelló También se manifiesta en que Lucas, en Le 4, 43 par (paralelo de Me 1, 38) y Le 9, 6 (paralelo de Me 6, 12) ha sustituido en ambos casos el kérysso de Marcos por un euangelizo, mientras que Le 8, 1 yuxtapone ambos verbos como sinónimos, y Le 6,13 (paralelo de Me 3,14) parece haber incluido en su concepto de -» apóstol el keryssein, mencionado expresamente por Me

Fuera de eso, lo que mas se aproxima a la antigua imagen del heraldo es Ap 5, 2, donde el ángel hace una proclama con voz poderosa, y 1 Pe 3, 9, donde la voz del crucificado resuena en el hades (uso absoluto del verbo sin complemento directo). Mas también hemos de mencionar aquí Mt 10, 27 (par Le 12, 3), donde «pregonar desde la azotea» se refiere a la publicación de lo que hasta ahora era secreto, estaba oculto b) Todavía se pueden rastrear trazas del modo primitivo de entender este término en Pablo, cuando en Rom 2, 21 se dirige a aquellos que proclaman la exigencia de no robar, siendo así que ellos mismos roban En este caso y al igual que en la Stoa, se entiende kerysson como proclamación de un mandamiento determinado, que espera ser cumplido (de modo semejante a 1 Cor 9, 27) También en Gal 5, 11 expresa kérysso la exhortación a una actuación o conducta determinada, aun cuando ya no puramente ética En este pasaje Pablo rehuye el seguir anunciando la -> circuncisión; es decir, propagar la conversión al judaismo (como expresión de obediencia al único Dios)

Mensaje (Kripvaoco)

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Pero, desde un punto de vista positivo, se ve a sí mismo como alguien que anuncia el euangéhon toú theoü], el -• evangelio de Dios (1 Tes 2, 9) entre los pueblos (Gal 2, 2), cosa que sólo puede suceder en la plena entrega de la propia persona (1 Tes 2, 8). Para Pablo, anunciar no es, como para Jonás, una convocatoria única, comparable a la simple colocación de un anuncio en la pared. Según su modo de entenderla, la proclamación del mensaje de Cristo requiere una dedicación constante a la plegaria y al proselitismo, llevada por una candad inquieta y acompañada de un esfuerzo continuo por cada uno de los particulares (cf 2 Cor 5, 18 ss; 1 Tes 2, 9: épyá£opai [ergázomai], esforzarse día y noche), exhortando (itapaKtxAOÓvxe(; [parakaloúntes]), animando (naptxpvSovpevoi [paramythoumenoi]) y dando testimonio (pa.pwpop.Evoi [martyrómenoi], -> testimonio) En ese contexto keryssein aparece como el acto central de la proclamación, del cual tiene necesidad, como de una señal orientadora, para realizar la -»• llamada de Dios (zov ,%ov XOÜ KO.IOÜVTO muerte de Jesús por las culpas de otros, su exaltación y su estar presente en medio de la comunidad, que no fueron posibles sino por ese camino (cf. Flp 2, 8-11), eran para Pablo el contenido nuclear de lo que anunciaba como mensaje salvador dirigido a todo el mundo (1 Cor 15,12, según 1 Tes 4,13 ss, pertenecen también a ese núcleo la promesa de la resurrección y de la napouoia [parousia], es decir: la actualidad o «presenciahdad» de Jesús, -> parusía) Baird (loe. cit., 187) ha llamado con todo derecho la atención sobre el hecho de que no son los hechos y doctrinas anteriores a Pablo los que caracterizan su predicación, sino la proclamación de Jesús como Hijo despertado a la vida , de lo cual Pablo, según Gal 1, 11-17, había adquirido certeza por revelación Puede uno considerar esta afirmación como mitológica, pero entonces muy a duras penas logrará que el evangelio se desprenda de esto, sin alterar al mismo tiempo su contenido Finalmente, el acto de la proclamación es algo que se presupone para la -> fe, o dicho de una forma inversa, tiene como meta no sólo una pura toma de conciencia o un seguimiento formal, sino la entrega a esa fe de toda la capacidad de confiar (cf 1 Cor 15, 11). Por esta razón, para Pablo este acto de anunciar solamente es legítimo y posible cuando existe una misión y una concesión de poderes para ello (Rom 10, 8 ss). Pero esto significa que Cristo no es únicamente el objeto del anuncio, sino también el sujeto quelo determina El mismo es el que manda que se anuncie, haciéndose al mismo tiempo expenmentable a los oyentes en y a través de ese anuncio humano (cf Gal 3, 1) c) Los sinópticos emplean kéryssó primeramente de un modo unánime para referirse a la aparición de Juan bautista (Mt 3, 1; Me 1, 4, Le 3, 3), al paso que, ya por las reminiscencias de Is 40, 3, lo presentan como la ultima voz profetica Me resumió el

TÓ Evayyélwv TOV 9EO5 [tó

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(Kt]púa

Aufgabe der Predigt, Wege der Forschung vol 234 (WBG), 1971 - EGrasser, Von der Exegese zur Predigt, WuP 60, 1971, 27 ss Encast Arts gens IHermann-ThFilthaut, Art Predicación, CFT III, 1967, 507-518 - KRahner-KLehmann, Kerlgma y dogma, MystS I, T II, 1969, 704-791 - ESimons, Art Kengma, SM 4,1973, col 193-200 - LScheffczyk, Art Palabra, palabra de Dios, SM 5, 1974, col 147-159 - EHaensh, Art Predicación, SM 5, 1974, col 535-542 - GvRad, Teología del AT II, 1972, 109-130

Mensajero

—•

Ángel

Mentira Para designar la mentira, lo contrario de la veracidad (-> verdad), el griego posee dos grupos diversos de palabras: vnoKpívw [hypokrínó] procede originariamente del campo del teatro; positivamente significa actuar en escena o interpretar en el teatro, y negativamente el hecho de que un actor teatral no se halle realmente identificado con su papel: la teatralidad, el disimulo, de donde procede el sentido de hacer el hipócrita (cf. los sustantivos correspondientes unÓKpian; [hypókrisis], hipocresía ofingimiento;vnoKpnr¡(; [hypokritSs], hipócrita.

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(ónoKpívco) Mentira

Todavía con más claridad expresan >}/evdopot.i [pseúdomai], mentir, y i¡/evdoQ [pseúdos], mentira, lo contrario a la verdad o á/.r¡dsia [alétheia]. El gran número de formas de ij/süd[pseud-] dan a conocer el extenso campo de significación de este término, tanto para la literatura antigua como para la literatura cristiana. vnoKpívo) [hypokrínó] tomar la palabra, fingir; üitótcpiaiQ [hypókrisis] disimulo, hipocresía; ñnoKpnr¡c, [hypokrités] hipócrita, impío; ávonÓKpnoc, [anypókritos] no fingido, sencillo I Hypokrínó es un compuesto de tcpívw [krinó] (-> juicio). Por lo general se utiliza la voz media ónoKpívopai [hypokrínomai] El significado originario es dar un juicio definitivo sobre una cuestión. Y luego contestar, exponer, interpretar (sueños). En el griego profano, este grupo de palabras pertenece principalmente al campo del teatro. Bajo el termino hypokrités se entiende o bien el que da una contestación, el cual con su intervención convierte en dialogo la recitación monoiogal del coro, o el que aclara (así ya en Homero), es decir, el que explica al publico la situación Hypókrisis tiene los matices significativos de respuesta, aclaración, teatralidad, luego, por el papel que se ha desempeñado, también apariencia, hipocresía, disimuío o fingimiento Anypókritos, que aparece raras veces en el lenguaje profano, designa a aquél que es inexperto en el arte teatral, y en sentido figurado: nofingido,sincero, sencillo. II 1. Los LXX traducen el hebreo 'ánáh por hypokrinomai con el significado de contestar El verbo se encuentra raras veces y únicamente en los escritos tardíos (Job 39, 32; 40, 2; 4 Mac 6, 17). Hypokrités reproduce el hebreo hanéph un hombre alejado de Dios. Aparece solamente en Job 34,30,36,13 Hanéph se traduce asimismo en los LXX por ívofioi; [ánomos] (sin ley. -> ley, art VÓJIOQ [nomos]) y ótoeflrii; [asebes] (impío, -» piedad, art oéfíopai [sébomai]) Se trata del hombre con «doblez de corazón» y de «labios lisonjeros» (Sal 12, 3 s), que con la boca está cerca de Dios, pero con el corazón se halla lejos de él (Jer 12, 2). Job 36,13 describe al hypokrités como un hombre rencoroso que es demasiado soberbio para pedir ayuda en la necesidad Tal hombre no debe mandar, puesto que se sirve de su poder para hacer daño a los que están sometidos a el (Job 34, 30). 2. En la literatura rabímca se dice que el 90 por cien de toda la hipocresía del mundo se halla en jcmsaién (St-B. I, 718; cf. Jer 23, 15) La hipocresía es uno de los principales pecados que en el judaismo se atacan públicamente. Los -> fanseos son juzgados especialmente por su frecuente hipocresía (St.-B I, 388 s.921 ss, IV 336 s).

III El NT conoce exclusivamente el uso figurado en el sentido de hacer el hipócrita, fingir. El grupo de palabras se halla principalmente en los sinópticos, espec. en Mt. El verbo se halla solamente en Le 20,20 y en la forma compuesta avvunoKpívopai [synypokrínomai] de Gal 2, 13. El sustantivo hypókrisis se utiliza en diversos contextos. Hypokrités es un término fijo para expresar el malvado o impío. Sobre todo son designados así en boca de Jesús los letrados y los fariseos. Anypókritos se halla especialmente vinculado a áyánrj [agápé] (-» amor) y a TÍÍOTIQ [pístis] (-* fe). 1. En un significado próximo a interpretar un papel, actuar como si, simular, se da el uso del verbo en Le 20, 20: (ellos) fingen ser rectos (Vulg. simulare). También Gal 2, 13 se encuentra en esta misma línea: Pedro no permanece fiel a su misión, representa un papel falso, se acomoda a las circunstancias. Se presupone el conocimiento claro del camino recto; pero el juicio de las circunstancias que le rodean es decisivo para la conducta, y Pedro se convierte en un simulador, en un hipócrita. 2. Jesús designa las tentativas de sus adversarios de enredarle en sus hábiles discursos como hipocresía (hypókrisis: Me 12, 15; Mt 22, 18). Aquí se menciona el fingimiento consciente, que se aproxima al espectáculo u obra teatral que se representa en la escena (en el primitivo cristianismo el teatro es enjuiciado más bien de un modo negativo).

Mentira (^evóo/iau)

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En las amonestaciones propias de las cartas de 1 Tim 4, 2 y 1 Pe 2, 1 se halla hypóknsis junto a la mentira (cf. -• art. \¡/EÓÓop,ai [pseúdomai]) y la calumnia. Se trata de una forma de conducta que procede del pecado, la cual arroja sobre la propia persona una luz a costa de la verdad y suscita así una falsa apariencia. 3. El sustantivo hypokrités se pone exclusivamente en boca de Jesús. Ahí se asumen concepciones ve(,erotestamentarias y judías, como muestra la cita de Mt 15, 7 ss. En modo alguno son los fariseos los únicos a los que se hace este reproche. Más bien se menciona una ceguera, un error (-> seducir, art. nX¡x.vá(x> [piando]), una ilusión o un autoengaño, que aqueja a todo aquél que no reconoce a Jesús ni su doctrina como la verdad de Dios. A través de sus palabras y de sus acciones revela Jesús a los hombres la fatalidad de su ceguera. Así lo muestra el sermón del monte de Jesús: la viga en el ojo propio es invisible para el interesado (Mt 7, 3 ss). El que ora en público cumple con su deber religioso. El no sabe que Dios mira al corazón, hasta que Jesús se lo dice (Mt 6,5 ss; cf. 6,2 ss). La piedad basada en la ley y que tan en serio toman los fariseos no es aceptada y considerada como tal por Jesús. Pero mientras los hombres piadosos no reconocen a Jesús como el que cumple la ley, se hallan alejados de Dios (Me 7, 5 ss par). Evidentemente son los -> fariseos y los letrados (-» escritura) los exponentes de la incredulidad, los que no reconocen los signos del tiempo acerca de su tradicionalismo (Le 12, 56), que se entregan a su -» piedad y así se sitúan fuera del reino que viene (Mt 24,45 ss). Es la «objetiva contradicción a sí mismo» (Schniewind), más aún, es la ceguera lo que les caracteriza (Mt 23, 16 ss). Así aparecen por fuera como hombres de Dios, pero en realidad son pecadores y culpables ante Dios, porque hacen todo lo que está de su parte para rechazar la salvación que viene con Jesús. Por eso en las maldiciones de Jesús, difícilmente superables en su crudeza, son denominados (Mt 23, 13 ss par) de una forma estereotipada vnoicpimi [hypokritaí]; con un significado similar se encuentra el \izxu.Gyt\p,a.TÍQ(ú [metaschematízó], de 2 Cor 11, 13 ss. 4. El adj. anypókritos aparece únicamente en la literatura epistolar. En tres de seis pasajes se añade a agápe, o a (púaósÁcpía [philadelphía] (Rom 12,9; 2 Cor 6,6; 1 Pe 1,22; -> amor y -> hermano). Se trata del amor fraterno, del cual es característico el que proceda de un corazón limpio y sencillo, sin segundas intenciones, no ficticio ni afectado. En 2 pasajes (1 Tim 1, 5; 2 Tim 1, 5) se dice lo mismo de la fe. El adjetivo expresa el carácter de la -> fe que no está ligado a un fin especial sino que procede espontáneamente de la unión con el Cristo viviente; dicha fe echa raíces en el corazón y se expresa en la claridad de la vida (cf. también Sant 3, 17). W. Günther ij/Eüdopai [pseúdomai] mentir, engañar; \¡/Ev8r¡c, [pseudés] mentiroso, embustero; II/SSSOQ [pseúdos] mentira; \¡/evxnri(; [pseústes] mentiroso; á.\¡/evdr\c, [apseudés] que no miente, veraz —-x I Este grupo de palabras se encuentra en el griego profano desde Homero (la etimología no es clara), xó il/eSdog [to pseúdos] significa la mentira y se opone a la -> verdad (alethem, cf Platón, Hi. II, 370 E). Del verbo en el NT aparece únicamente la voz media pseúdomai, mentir, engañar (12 veces) Asimismo se encuentran los derivados 1) pseudés, mentiroso, embustero, como sustantivo, el mentiroso (3 veces), 2) tó pseúdos, la mentira (11 veces), 3) ho pseústes, el mentiroso (11 veces), apseudés, que no miente (una vez). Prescindiendo de términos compuestos, como p ej, ipeDdo/xxpwpéo) [pseudomartyréó], dar falso testimonio, que se encuentran también en los sinópticos, el grupo de palabras se halla atestiguado sobre todo en los escritos paulinos y joaneos II En los LXX pseúdomai se utiliza principalmente para traducir el hebreo khs (en pi). negar, contradecir, disimular, engañar, mentir Pseúdos es el equivalente del hebreo seqer, engaño, fraude, mentira.

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(ij/eóóofioíi) Mentira

1 El AT enseña que Dios es veraz Se puede confiar en el y en su palabra (-> verdad) Cuando el hace que se vaticine la salvación o la perdición, eso sucede «Dios no miente como el hombre ¿Puede decir y no hacer''» (Nm 23,19, cf asimismo 1 Sam 15,29) La divinidad de Dios se manifiesta en la veracidad de su palabra y en la fidelidad de su realización 2 Pero el hombre cae en la mentira cuando se separa de Dios y no deja que sea su Señor, como en realidad es Los profetas se quejan y denuncian que el pueblo de Dios ha incurrido en la mentira Pues en lugar de confiar en su Señor, se entrega a sus propias fuerzas y a alianzas políticas Escucha a los falsos profetas (Jer 5, 31, Ez 13, 19 y passim), que le hablan de labios afuera y le hacen falsas profecías de salvación, que predican y al mismo tiempo invitan «a vino y licor» (Mi 2,11) y que «ofrecían visiones falsas y les vaticinaban embustes» (Ez 22,28) En cambio Oseas decía «Arasteis maldad, cosechasteis crímenes, comisteis el fruto de la alevosía» (Os 10, 13) Pero la acusación mas terrible es que los hombres se entregaron a los ídolos en lugar de entregarse a Dios, que «sus ídolos mentirosos (NB sus mentiras) los extraviaron» (Am 2 4) Asi hacen de la mentira su abrigo y refugio (Is 28, 15) y blasfeman de Dios (Is 59,13, Jer 5, 12) La mentira la entienden los profetas ante todo y sobre todo, no como una transgresión etica, sino como una actitud existencial, que se aparta del verdadero Dios y por ello incurre en el engaño de la futilidad de la existencia El confiar en el engaño de la mentira en lugar de confiar en la verdad de Dios lo denomina Isaías hacer un pacto con la muerte (28,15) Por eso el juicio de Dios se establece sobre todos los que le niegan y anuncian mentiras «Por haber dicho mentiras y haber visto engaños, preso aquí estoy contra vosotros» (Ex 13,8 9, cf asimismo Is 28,17) Solamente un resto sobrevivirá al juicio de Dios, y este «no cometerá crímenes ni dirá mentiras» (Sof 3, 13) 3 Lo mismo que en los profetas también en los Salmos los que se apartan de Dios son designados como mentirosos «Se extravian los malvados desde el vientre materno los mentirosos se pervierten desde que nacen» (Sal 58, 4) Sal 116, 11 dice con profunda resignación «Todos los hombres son unos mentirosos» Pero el hombre piadoso se aferra a Dios «Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor y no acude a los idolatras que se extravian con engaños» (Sal 40, 5), pues Dios «destruye a los mentirosos» (Sal 5, 7) 4 Es cierto que en las colecciones de leyes del AT no se encuentra taxativamente ninguna prohibición general de la mentira, pero esta puede derivarse con toda claridad de una serie de prohibiciones, que proscriben la mentira en casos concretos Asi se prohibe de una manera especial el falso testimonio (Ex 20, 16, cf Prov 21, 18) Este es tanto mas condenable cuanto que, según el derecho del AT, de las afirmaciones de dos testigos puede pronunciarse una sentencia, sin que el nuevo estado de la cuestión deba quedar demostrado con un nuevo examen de pruebas Asimismo se hallan prohibiciones expresas del perjurio (Lv 19, 12, -» renegar) y de la malversación de los bienes robados o hallados (Lv 5, 21 s) En Lv 19, 11, se dice «No robareis ni defraudareis, ni engañareis a ninguno de vuestro pueblo» 5 También en los textos rabtmcos se acentúa que Dios no tiene nada que ver con la mentira El «creo todas las cosas en el mundo a excepción de la mentira, que no creo Mas bien fueron los hombres los que la idearon en sus corazones» (PesiqR 24 [125b]) En Sanh 103a se mencionan cuatro clases de hombres, que no verán a Dios los burlones, los hipócritas, los mentirosos y los blasfemos La mentira significa la separación de Dios, y el falso testimonio contra un prójimo sera tenido en cuenta por Dios, «como si dieran testimonio sobre mi que no cree el mundo en seis días» (PesiqR 21 [107b]) El falso testimonio contra el prójimo es, por tanto, como un falso testimonio contra Dios 6 Lo que en el AT y entre los rabinos era ya claro se hace del todo evidente en el sistema dualista de los textos de Qumran Aquí la mentira pertenece al aspecto de oposición a Dios, milita a favor de los poderes de las tinieblas «Al espíritu de la injusticia corresponden el delito y la mentira »(1QS 4 9) Y la mentira es la característica de los suyos, de los impíos, asi como, en la misma linea, los miembros de la comunidad de Dios son denominados siempre «hijos de la verdad» Por la mentira intenta Belial apartar de Dios a los piadosos o buenos Asi en CD y en lQpHab se menciona vanas veces a un adversario de la secta y se le denomina «hombre de la mentira» o «predicador de mentiras» Pero Dios salva a los buenos del «celo de los propaladores de mentiras», que maquinan contra ellos «intrigas de Belial» (1QH 4, 10) y, en su juicio, el aniquilara, junto a los poderes de las tinieblas, también a la mentira, purificara a todos los hombres del horror del engaño y derramara sobre ellos «el espíritu de la verdad como un agua punficadora» Pero el hombre piadososo confiesa «No poseeré a Belial en mi corazón La mentira y el engaño no se hallaran en mis labios» (1QS 10, 22)

III En el NT aparecen 15 palabras diversas relacionadas con la raíz pseud = mentira Se encuentran mas o menos en todos los escritos del NT Pero mientras que los sinópticos hacen de ellas un uso mas bien moderado, este grupo de palabras desempeña un papel importante en los escritos joaneos y paulinos Aparte del uso absoluto del sustantivo mentira, del verbo mentir y del adjetivo mentiroso (pseúdomai, pseúdos, y pseústes, pseudes), que representan la parte más importante de las afirmaciones del NT,

Mentira (i/jeDÓofiaii)

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existe una serie de vocablos compuestos, como falsos hermanos (2 Cor 11, 26; -»• hermano), falsos apóstoles (2 Cor 11, 13; -> apóstol), falsos maestros (2 Pe 2, 1; -> enseñanza), embaucadores (1 Tim 4, 2), falso -> testimonio (Mt 15, 19), profetas de mentira (Le 6, 26; -+ profeta) y falso Cristo (Me 13, 22). 1. a) El NT acepta el testimonio veterotestamentario de la veracidad y de la verdad de Dios. En Tit 1, 2 Dios es designado como &\¡j£vói¡c, 9eó verdad de Dios no aparece tanto como un ser no oculto (en el sentido de aXtíBsia. [alétheia] a la manera griega, como lo que no está oculto), sino que Dios más bien muestra su veracidad en la fidelidad histórica a las -> promesas hechas. En este sentido, el hebreo destaca de un modo apremiante la inmutabilidad de la decisión adoptada por Dios: Dios ha garantizado su promesa incluso por un juramento, «para que nosotros por medio de dos hechos definitivos e inmutables (es decir, por medio de la promesa y el juramento), en los cuales es imposible que Dios haya mentido, tengamos un fuerte consuelo». Y puesto que Dios, que resucitó a Jesús de entre los muertos, es dechado de verdad, el apóstol atacado y puesto en duda no puede ponderar y corroborar mejor la verdad de su predicación que apelando a que también Dios la conoce (2 Cor 11, 31; Gal 1, 20). b) La revelación de la verdad de Dios por Jesucristo hace que quede patente, como reverso, la mentira de los hombres. Ante la verdad divina de Cristo queda al descubierto la mentira de la humanidad, que consiste en haber adorado a la criatura en vez de al creador (Rom 1, 25). La verdad de la condición de creatura, que se debe a otro, es trastocada en la mentira del hombre endiosado e impío. La revelación de la ira de Dios sobre la injusticia humana (Rom 1, 18-3, 20) lleva en Rom 3, 4 a la confesión: «hay que dar por descontado que Dios es leal y que los hombres por su parte son todos desleales, como dice la Escritura» (tomado del Sal 116, 11). 2. a) De un modo semejante a los textos de Qumrán, que acentúan todavía más las afirmaciones del AT, el evangelio de Juan radicaliza la oposición entre la verdad y la mentira hasta establecer un dualismo entre Dios y el diablo. En Jn 8, 44 el diablo es designado como homicida y mentiroso. La mentira y la muerte están en oposición contra la verdad y la vida del revelador. Mentira significa aquí, no error, sino la voluntad que se opone a Dios, la enemistad de la infidelidad, la nada que sólo tiene su ser en esa rebelión. «Como tal nada, pseúdos (la mentira) es algo que mata, puesto que atenta contra la propia existencia de quien la acepta» (Bultmann, Johannes, 243; también Jn 8, 41-47, donde Jesús acusa a sus adversarios de mentir, XaXeív xó XJ/SVSOQ [Mein tó pseúdos]). Con ello no se señala en primer plano una falta moral, sino la enemistad de la infidelidad contra la verdad del revelador. Tal mentira puede entenderse a sí misma ni más ni menos que como piedad y eso es algo terrible. Y ocurre siempre que el hombre busca su propia gloria y se yergue contra la revelación de Cristo. b) Esto lo completa^ 1 Jn, que considera que la mentira de los hombres radica en que ellos «hacen a Dios mentiroso», cuando afirman que no han pecado (1,10; cf. 5,10). 1 Jn se vuelve contra aquellos maestros de errores que anuncian la mentira (cf. Ap 2,2!), al no reconocer a Jesús como a Cristo (1 Jn 2, 22). Así en los escritos de Juan la mentira significa en su sentido más amplio la enemistad contra Cristo y, como consecuencia de la misma, la existencia mentirosa y sometida a la muerte, del hombre sin Dios. 3. a) La oposición entre verdad y mentira condiciona no sólo la diferenciación entre enemigos y discípulos de Cristo, sino que se da asimismo en medio de la comunidad de Cristo en la diferencia que existe entre la obediencia y la desobediencia (-» oír) frente a

(ij/svdoiiai) Mentira

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la palabra de la verdad. Ante todo la mentira, como problema ético, no se sitúa en el mismo plano que el afán de disputas o la impureza, que, como imperfecciones del hombre histórico, necesitan de una constante santificación (-• santo). Más bien se expresa en la mentira, lo mismo que en el amor, una situación fundamental del hombre que se halla dominada o por el poder de la mentira o por el de la verdad: «¿cómo es que Satanás se te ha metido dentro? ¿Por qué has mentido al Espíritu santo?». Por eso la mentira de Ananías es castigada, con la muerte (Hech 5, 3s). b) Del hecho, que se menciona en 2, de que el hombre se juzgue falsamente a sí mismo ante Dios, resulta en 1 Jn que también la oposición entre la confesión (-> confesar la fe) y la vida de los miembros de la comunidad les declara culpables de mentira: afirmar que se está en comunión con Cristo y llevar una vida (->• camino) en las tinieblas (1, 6), afirmar que se reconoce a Cristo y al mismo tiempo ser desobediente a sus mandamientos (2, 4), afirmar el amor de Dios y permanecer en el odio a los hermanos (4, 20), son cosas que no se compaginan y hacen que, tanto la conversación como la vida de los cristianos se conviertan en mentira, la cual excluye de la verdad de Dios. También aquí se ve claro que, para 1 Jn, la mentira no sólo es un delito moral, sino la manifestación de una existencia sin Dios. c) Las amonestaciones de Ef y Col tienen ante la vista cada falta particular, al exigir que se rechace la mentira y que unos a otros digan la verdad (Ef 4, 25; Col 3, 9). Esta exigencia puede formularse porque el cristiano se ha despojado del «hombre viejo» y así está en condiciones de renunciar a la mentira. Asimismo el Ap entiende la mentira como una acción concreta: en la nueva Jerusalén no entrará nadie que cometa abominaciones o sea mentiroso o embustero (21, 8; cf. 22, 15). Frente a los embusteros se encuentra la comunidad del Cordero: «En sus labios no hubo mentira» (14, 5). 4. Resumiendo, se puede decir: Dios es el ser veraz, lo mismo que el ser históricamente fiel, que cumple su palabra y sus promesas. Al revelarse en Cristo, la impiedad del hombre es desenmascarada como mentira. Así pues, la mentira no es un acto que se realiza una sola vez, sino una actitud existencial, que determina toda la vida. Y como ésta es un rechazo contra aquél que es la vida, la -» muerte, como engaño, pertenece a la mentira. La existencia en la mentira se manifiesta en el acto individual de la mentira, de forma que así queda claro quién es el que domina al mentira, de forma que así queda claro quién es el que domina al hombre. El hombre sin Dios se halla atrapado en la mentira, sin que pueda advertir el engaño y así se halla sometido a la muerte. Solamente donde la mentira queda al descubierto por la verdad de Cristo, queda el hombre sometido al imperio de Cristo y se convierte en un hombre nuevo, queda superada la existencia engañosa, de forma que la renuncia a la mentira concreta se puede convertir ahora en una exigencia ética en los cristianos. U. Becker (Osterwald) / H.-G. Link Bibl LLemme, Art Heucheleí, RE III, 19003, 21 ss - GBornkamm, Art Heucheleí, RGG III, 19593, 305 s - NHS0e, Art Wahrhaftigkeit, EKL III, 1959, 1716 ss - JKlein/EFuchs/GGawhck, Art Wahrhaftigkeit/Wahrheit, RGG VI, 19623, 1511 ss MAKlopfenstem, Die Luge nach dem Alten Testament, 1964 — ALesky, Hypokntes, Festschr U E Paoh, 1964, 469 ss — WGKummel Dre Weherufe uber die Schnftgelehrten und Phansaer (Mt 23, 13-26), Antyudaismus ím NT9, Abh zum christl -jud Dialog II, 1967, 141 s - JSchmewmd, Das Evangehum nach Matthaus (zu Mt 23), NTD 2, 196812 - UWilckens, Art unoic/mo/uu, ThWb VIII, 1969, 558 ss En cast Arts gensXKHSchelkle, Teología del NT III, 1975, 395-401

Mesías

—> Jesucristo

Meta, fin (syyúe)

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Meta, fin A diferencia de la comprensión cíclica del mundo en forma de marcha circular eterna (como lo entienden, p. ej. el pensamiento budista y el griego), el cristianismo ha desarrollado una noción del mundo acusadamente histórica, según la cual la existencia ha empezado con la creación y encontrará su final en la consumación del mundo. -» Principio y fin, tiempo inicial y tiempo final unen entre sí dos polos no inconexos y ahistóricos, separados por una acción intermedia; según la concepción cristiana, a partir del principio entendido históricamente como -* creación hay un camino que conduce al término concebido como -> fin y determinación de la creación; este término o fin contendrá más de lo que hubo al principio. Este pensamiento orientado a una finalidad se expresa en su manera más total en el grupo terminológico de XÉXOQ [télos], que abarca la meta de un movimiento y con ello su término. A este contexto pertenece también el sustantivo OKO-KÓQ [skopós], meta, que se encuentra sólo una vez en Flp 3,14. Lo mismo que télos, centro, bisagra, los dos adverbios eyyúg [engys], cerca y ¿ice/cpocv [makrán], lejos, y el adjetivo e.a%axo en Cristo no tanto en su calidad de personas particulares como en cuanto son representantes, cada uno de ellos dos, de la totalidad de4a-humanidad Por esto aquí el «ultimo Adán» no significa un hombre que sea el ultimo numérica o temporalmente, sino —como lo muestra el v 47, que recoge el mito gnóstico del hombre originario o arquetipico— que se refiere a Cristo como representante segundo y nuevo de una humanidad también nueva, creada a imagen de el, opuesta a la humanidad primera, recapitulada en Adán (cf Colpe, ThWb VIII, 475 ss) O sea, que Pablo entiende al Cristo resucitado y creador de vida como prototipo escatologico de la nueva humanidad de Dios, lo cual equivale a decir que, según la comprensión paulina, con la resurrección de Jesús ha comenzado ya el tiempo escatologico c) Las cartas de los demás autores neotestamentanos confirman que aquí no se trata de una concepción específicamente paulina, sino de una concepción escatologica común a todo el cristianismo primitivo Mediante la añadidura del pronombre demostrativo TOVTCOV [toutón], Heb 1, 2 refiere la concepción profetica escatologica expresada en la formula ep' eschatou ton hemeron (cf supra II, i) a la actualidad del cristianismo primitivo especificada por el Hijo (cf el r¡filv [hémin], a nosotros) Con la entronización de Jesús como Hijo y Señor de la creación se ha realizado el cambio de eones, Heb entiende la actualidad de las primeras comunidades cristianas como principio de la época escatologica También 1 Pe habla de Cristo «manifestado en los últimos tiempos» (1, 20, cf también Me 12, 6), y 1 Jn lleva enérgicamente a la conciencia de sus destinatarios el hecho de que viven «el momento final» (2, 18) Según la concepción neotestamentana, a los distintivos de la época escatologica pertenecen, por un lado, la efusión del Espíritu santo (Hech 2,17) y por otro la irrupción de la corrupción de costumbres (2 Tim 3,1 ss), la proliferación de blasfemos (2 Pe 3,3, Jds 18) y de enemigos del nombre cristiano (1 Jn 2, 18) d) Sin embargo eschatos sirve no solo para especificar el tiempo nuevo empezado con la venida de Jesús, sino que remite también a la acción de Dios ultima y definitiva En 1 Cor 15,23 ss remonta Pablo a concepciones apocalípticas (cf supra II, 2), con las cuales intenta comprender la sene cronológica de los futuros acontecimientos escatologicos En

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(XÉAOQ) Meta, fin

esta escala la muerte es el enemigo temporalmente último y objetivamente peor, y debe ser aniquilada antes de que se alcance la meta (télos) definitiva de Dios (vv. 26 ss). 3. Sólo en el evangelio de Juan —nunca en los sinópticos— se encuentra una alusión explícita al «último día» (ioxáxn fuápci [escháté héméra]; 6, 39 s.44.54; 11,24; 12, 48), que recoge la expresión profética del «día de Yahvé» y la lleva más allá (cf. sobre esto GvRad, Teología del AT II, 156-161). La tesis de Bultmann acerca de la redacción eclesiástica de estos pasajes (KEK II sobre Jn 6, 27-59) continúa siendo, a la vista del contexto (p. ej. 6, 39 ss) y del rasgo existencial de su interpretación (p. ej. sobre 11, 24 ss) una hipo-tesis, o sea, una su-posición. La característica decisiva del «último día» es, según el testimonio de Juan, la resurrección de los muertos, puesto que el juicio para los incrédulos (12,48) presenta sólo su cara negativa. Con ello en la expectación escatológica de los profetas (cf. supra II, 1) está en primer término, no el pensamiento del juicio, sino la salvación universal. 4. a) El pensamiento determinista del juicio que tienen los escritos de Qumrán (cf. supra II, 3) no ha encontrado aceptación en el NT. Únicamente la visión que leemos en el Apocalipsis de las siete últimas plagas, mediante las cuales se cumple la cólera divina (15,1 ss; 21, 9), recuerda las concepciones de venganza propias de los textos de Qumrán. Pero esta visión no culmina tampoco en el aniquilamiento del enemigo, sino en la alabanza tributada al Cordero (15, 3; 19, 7 ss; 21, 22). b) La fórmula «el prirfiercry el último» (ho prótos kaího éschatos) se encuentra sólo en la denominación que de sí mismo hace Cristo resucitado (Ap 1, 17; 2, 8; 22, 13); remonta al tenor literal hebreo de los predicados de Dios que encontramos en el Dtls (41, 4; 44, 6; 48, 12), en la traducción de los cuales los LXX han evitado, mediante circunloquios, denominar a Dios éschatos (¿acaso porque conserva un cierto dejo negativo?). Objetivamente esta fórmula es paralela a la expresión de sentido análogo «alfa y omcga» (alfa y omega son la primera y la última letra, respectivamente, del alfabeto griego), así como «principio y fin» (22, 13). La transferencia de estos predicados divinos a Cristo exaltado afirma que Cristo es elevado a una categoría igual a la de Dios y que ha sido colocado para realizar las funciones de creador y de consumador. H.-G. Link xéXos [télos] meta, objetivo, fin; TEAÉCO [teléo] llevar a término, consumar; XEASIÓCO [teleióó] llevar a la plenitud; XÉAEWC, [téleios] terminado, perfecto; xtkzióxr\c, [teleiótés] perfección; XEAEÍOXTH; [teleiosis] realización, cumplimiento; xeAsicoxrjq [teleiótés] el que lleva a término; ejvvxsÁsiu [syntéleia] conclusión, realización I I a) El sustantivo télos deriva de una raíz TEA- [tel-] que significa «dar vueltas sobre si mismo» (télos = timón, Demóstenes, Or 20,19), y quiere decir originariamente centro, bisagra, y también el punto culminante en el cual termina un estadio y empieza el siguiente, y así llegó más tarde a significar la meta, el fin En este sentido el matrimonio es telos del hombre (Artemidoro, Omrocr II, 49, el casado es télelos, está realizado Pausamas VIII, 22, 2), como también la muerte (Jenofonte, Inst C 8 7 6; Platón, Leg IV, 717e); télos puede significar la culminación del desarrollo espiritual (Platón, Menex. 249a) o corporal (Platón, Leg. VIII 834c), lo evidencia el mismo uso del término téleios (Herodoto 1,183, 2) Télos puede tener carácter dinámico y se emplea p ej para el cumplimiento de una ley (Aristóteles, Pol. VI, 8p, 1322b, 13; comparar con teléo llevar a un télos, cumplir, p ej, hacer verdadera su palabra, Homero, II 14, 44). También en el ámbito religioso es claro este carácter dinámico en los pasajes donde los sacrificios y los ritos religiosos son llamados xéln [telé] deben acercar el hombre a Dios (Sófocles, Ant 143). Es de importancia la afirmación religiosa sobre Dios como cipxn KIXÍ xéXoc, [arché kai telos], principio y fin de todas las cosas (cf Preisendanz IV, 2836 s), sólo Dios abarca el principio y el fin (Skythinos; cf Diels 1,189, 32 s) O sea, que la formula tiene la función de una afirmación que lo abarca todo

Meta, fin (xéloq)

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b) Lo que ha llegado a su telos es telews, pleno, perfecto (asi se dice p ej de las victimas sacrificiales sin tacha, Homero, II 66) Tanto un medico como un ladrón pueden ser perfectos (Aristóteles, Metaph IV, 16p, 1021b, 15 ss) Las cosas pueden ser llevadas a su perfección (teleíoo, p ej Aristóteles, Eth Nic 3p, 1174a, 15 s) La voz pasiva de teleíoo, ser hecho perfecto, es decir, alcanzar la perfección se usa tanto referida al crecimiento de los hombres (Platón, Symp 192a) como también al de las plantas (Aristóteles, Gen An 776 a 831) El sustantivo telelotes se da muy pocas veces Señala un estado de plenitud o de perfección (p ej Aristóteles, Phys VIII, 7p, 261a, 36) Telewsis constituye el cumplimiento de xclaoím [teleioun] realización, ejecución, conclusión (p ej de un trabajo Ditt Syll3 II799,1,29) Un xshiwtrj^ [telewtes] es el que ejecuta la acción expresada por teleíoún, el ejecutante, el realizador Hasta ahora esta palabra solo esta atestiguada en textos cristianos (Heb 12, 2) 2 En la filosofía griega telos significa ante todo meta, finalidad-4íara-los presocraticos la finalidad de la vida era gozar de la belleza (Leucipo) y ademas estar contento y satisfecho (f«9u/j¡a [euthymia], Democnto, cf Du Plessis 53) o la contemplación {Sewpia [theória], Anaxagoras, Frg 29, Diels II, 13, 11) En Platón y en Aristóteles con telos se apunta a un fin etico (Platón, Resp II, introducción, Aristóteles, Eth Nic, introducción) que desemboca en la felicidad (svdaiuovia [eudaimoma]) Por esto, en el plano etico puede Platón equiparar el concepto de perfecto (telews) y el de bien (áya&o profeta es un signo de Yahvé subyace en la afirmaciónjd&Lc 2, 34 de que Jesús es el «signo» dado por Dios, signo en el que se deciden el levantamiento o la caída, la salvación o la perdición de todo hombre. A esta perspectiva pertenece también el hecho de que Jesús rechace la exigencia que le formulan de que haga signos (Me 8, 11 par), que en Mt 12, 38 ss; 16, 1 ss; Le 11.16.29 ss está enlazado con la sentencia, de interpretación discutida (cf. ThWb III, 411 ss), sobre el signo de Jonás. Jesús .desenmascara esta exigencia de signos que le formulan: no es más que un esquivar impenitente. Aquél que no da crédito a la más reciente palabra de Dios que le es anunciada, tampoco los milagros harán que se convierta (cf. Le 16, 27 ss). El único signo que Dios dará a este linaje impenitente es el enviado suyo legitimado por su triunfo sobre la muerte: tal como antaño fue enviado Jonás, así será enviado en su -» parusía (art. napovaia [parousía]) el hijo del hombre, que aparecerá en el juicio (cf. Mt 24, 30; -• Hijo, art. viói; tov áv&pánov [hyiós toü anthrópou]). A las acciones simbólicas que en el AT realizan los profetas hay que equiparar las acciones de Jesús y sus parábolas, que anuncian la irrupción de la época de salvación (p. ej. Me 2, 18 ss; 3, 13 ss; Mt 21, 1 ss.12 ss). Así, por ejemplo, el sentarse a la mesa con los pecadores (Le 15, 1 ss; 19, 1 ss y otros) es, en su calidad de signo profético, una anticipación válida de la absolución en el juicio final y una eficaz presentación previa del banquete escatológico. 2. Junto a los milagros obrados por Dios mismo (p. ej. Hech 5,19; 12,3 ss; 16,25 ss), en el NT pueden distinguirse: a) los milagros de Jesús, b) los milagros de sus testigos, c) el poder de hacer milagros de los elementos hostiles a Dios. a) Los evangelios narran muchas curaciones milagrosas de Jesús (p. ej. curaciones de posesos, leprosos, ciegos, paralíticos, sordomudos; -> demoníaco; -> salud), tres resurrecciones (Me 5, 22 ss par; Le 7, 11 par; Jn 11) y siete milagros llamados de la naturaleza (Me 4,35 ss par; 6,32 ss par [doblete: 8,1 ss par]; 6,45 ss par; 11,12 ss par; Mt 17,24 ss; Le 5,1 ss; Jn 2,1 ss). Una consideración crítica de este material conduce sin duda a una reducción del mismo (cf. sobre esto JJeremías, Teología del NT I, 107 ss), pero al mismo tiempo confirma la presentación de los evangelios sinópticos, en los cuales la actividad de Jesús tiene precisamente su característica distintiva en la conexión entre predicación y actividad de curaciones (Me 1, 38 s; Mt 4,23; 9, 35; Le 9,11 y otros; véase el testimonio de Jesús en Le 13, 32 y la conjunción de ver y oír en el lógion de Mt 13, 16 s par). Existen también narraciones de prodigios de taumaturgos, tanto judíos como paganos, de la antigüedad. Una comparación de estas narraciones con las de los evangelios demuestra que la tradición neotestamentaria acerca de milagros ha tomado de su entorno determinados motivos y formas narrativas. Tal comparación hace también que aparezca claramente lo peculiar del testimonio evangélico. En Jesús no hay magia, no hay conjuro ni maldición ni encantamiento; él realiza milagros por su palabra poderosa, a la que se puede añadir algún gesto (p. ej. Me 1, 31.41; 5, 41; Mt 9, 29). Jesús no realiza nunca milagros que representen un castigo (compárese Le 9, 51 ss con 2 Re 1, 10 ss), se niega a hacer milagros para salvarse a sí mismo (Mt 4, 1 ss; 26, 51 ss; 27, 39 ss), y rehusa hacer demostraciones de poder para evidenciar que su misión es divina (Mt 4, 5 ss; Me 8, l i s par). Jesús prohibe a los que ha curado que cuenten a otros el milagro (Me 1,44; 5,43 y otros), y no es el lucro personal, sino la alabanza tributada a Dios lo que espera de los hombres que han experimentado su ayuda milagrosa (Le 17,11 ss). Aunque en Me 5,1 ss la curación del endemoniado es transformada en una demostración poderosa y espectacular por la leyenda de la salida de los demonios que entran en los cerdos (vv. 11 ss par), en los restantes relatos milagrosos el peso no gravita en el proceso del milagro en sí, sino en el encuentro de Jesús con todo el hombre en su necesidad interna y externa. Así en Me

Milagro {atifieíov)

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2,1 ss la curación va ligada al perdón de los pecados (-+ perdón), o se habla de un cambio en la vida del curado (-* salud; Me 5,18 ss; 10, 52). El que experimenta milagros de Jesús se ve con ello situado en el camino de seguirle (->• seguimiento), de la misma manera como el milagro está en relación con la fe. Sólo la -> fe, es decir, la confianza otorgada al poder de Jesús que rebasa todas las posibilidades humanas, puede recibir milagros (Me 2, 5; 5, 34; 7, 29; 9r23-s^Mt 8, 10; 9, 28 s; cf. Jn 4, 50; 11, 40); ante la incredulidad Jesús se niega a hacer rnilagros (Me 6, 1 ss). Es digno de notarse que los milagros de Jesús presuponen la fe, pero no la crean. Los milagros no son pruebas. Si el creyente ve que es Dios quien actúa, los contrarios opinan que Jesús está en combinación con -> Satán (Me 3, 22). Finalmente, lo que distingue radicalmente los milagros de Jesús de las narraciones judías y griegas de milagros es su referencia escatológica: como se desprende de Mt 11,2 ss par; Le 11,20, los milagros de Jesús son signos de la soberanía real de Dios, cuyo inicio proclama Jesús en su -> mensaje (Mt 4, 23; 9, 35). El tiempo de salvación empieza en la palabra y en la obra de Jesús, y los milagros son resplandor anticipado y promesa de la redención universal futura. Es dentro del horizonte escatológico como quieren ser leídas las narraciones de los milagros realizados por Jesús. Lo cual significa: la expulsión de demonios señala la irrupción de Dios en el reino de Satán y la aniquilación definitiva de éste (Me 3, 27 par; Le 10, 18; Jn 12, 31; Ap 20, 1 ss.10); las resurrecciones de muertos anuncian la eliminación definitiva de la muerte (1 Cor 15, 26; Ap 21, 4; cf. Is 25, 8); las curaciones de enfermos atestiguan el final de todo dolor (Ap 21,4); las dos multiplicaciones de panes y peces son presagio del final de toda necesidad corporal (Ap 7, 16 s); el apaciguamiento de la tormenta alude al triunfo total sobre los poderes caóticos que amenazan la tierra (Ap 21, 1). De modo que los milagros de Jesús son «signos de algo absolutamente nuevo»; en ellos se trata «de modificaciones aisladas, transitorias, pero radicalmente beneficiosas, y ciertamente liberadoras, del curso ordinario, pero que amenaza y oprime al hombre, de la naturaleza y del mundo. Los milagros de Jesús son, en consecuencia, promesa y anuncio de una naturaleza redimida, de una libertad ordenada, de un mundo vivo en el que ya no existirán dolor, lágrimas ni lamentos ni, como enemigo supremo, la muerte» (KBarth, Einführung in die ev. Theol., 76 s). También el evangelio de Juan expresa a su modo la referencia escatológica de los milagros de Jesús. Los milagros —cuya realidad es acentuada con energía— se entienden al mismo tiempo en dicho evangelio como signos que, por encima de ellos mismos, remiten al que los realiza. Muestran a Jesús como al ungido de Dios (20, 30), que nos proporciona la plenitud de la salvación escatológica (2, 1 ss; ya en el AT el vino es símbolo del tiempo de salvación, cf. Is 25,6), que da el pan de vida (6,1 ss), que asegura la redención y vida eterna (11,1 ss, y también 4,47 ss; 5,1 ss) y aleja las tinieblas (9,1 ss). En los milagros manifiesta Jesús su gloria (2,11; 11,4), que es la gloria de Dios mismo (1,14). Pero los milagros tienen este poder de afirmación sin duda sólo para aquél que abre los ojos para Dios en persona (12, 39 s), de manera que por la fe se le hace consciente la gloria de Jesús (2,11; 11,40). Los hombres no iluminados, por el contrario, reaccionan ante los milagros de Jesús o con una fe sólo aparente (2, 23 ss) o con incredulidad manifiesta (12, 37 s). Los testimonios neotestamentarios coinciden en el hecho de que también en los milagros se expresa la singularidad de Jesús, manifiesta, tanto en su amor misericordioso como en su autoridad divina (cf. todavía Hech 10,38). Decían de Jesús «¡Qué bien lo hace todo!» (Me 7, 37), es más: «Dios ha visitado a su pueblo» (Le 7, 16), y esto es prenda y promesa de la culminación de la salvación descrita en Ap 21, 1 ss. b) Según el testimonio de los evangelios sinópticos Jesús envió a sus discípulos a predicar y a hacer milagros (Mt 10,7 s; Me 3,14 s; Le 9,1 s; 10,9; cf. Me 6,7 ss; Le 9,6). Lo

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(tépaq) Milagro

mismo nos dice el final no auténtico de Me (Me 16,9-20) acerca de la misión encomendada a los discípulos por el resucitado (v. 15 ss). Asimismo los Hechos de los apóstoles mencionan más de una vez la conexión de la predicación apostólica y la realización de milagros por parte de los apóstoles (2, 42 s; 4, 29 s; cf. 3, 1 ss; 4, 16.22; 5, 12; 6, 8; 8, 6 ss; 9, 32 ss; 15, 12; 20, 7 ss). Los milagros están subordinados a la predicación: «signos que acompañan», por los cuales Cristo da fuerza a la palabra de sus testigos (Hec 14, 3; cf. Me 16, 20). Igual que en la palabra llena de espíritu (Hech 6, 10), también en los signos se manifiesta la fuerza del Espíritu santo, prometido a los apóstoles (Hech 1, 8). También para Pablo «palabra y obra», predicación y signos se corresponden mutuamente: en ambos Cristo actúa por la fuerza del espíritu (Rom 15, 18 s). Signo y milagro acompañan la proclamación, que se da «en la manifestación del espíritu y de la fuerza» (1 Cor 2, 4; cf. 1 Tes 1, 5). Son distintivos de la legitimación divina y de la autoridad del oficio y de la actuación apostólica (2 Cor 12,12; cf. Rom 15,18 s). También a los oyentes de la predicación proporciona fuerza prodigiosa el Espíritu santo (Gal 3, 5). Por esto, juntamente con los dones de la predicación, entre los dones del espíritu se encuentran vivos en la comunidad el carisma de la curación y el poder de hacer milagros (1 Cor 12, 8 ss.28; cf. Sant 5, 14 s). Finalmente, también la carta a los Hebreos testifica que Dios confirma con signos y milagros la predicación de la salvación que proclama la irrupción de la época salvífica (2, 3 s), signos y milagros que en su calidad de «fuerzas del mundo futuro» (6, 5) son manifestación de la culminación de la salvación. Con ello en el NT kerigma y carisma, predicación y milagro son esencialmente interdependientes. Jesucristo se manifiesta en ambos como Señor vivo y presente en su comunidad por obra del Espíritu santo. c) Igual que el AT, también el NT cuenta con falsos profetas y figuras pseudomesiánicas (Me 13,22; Mt 24,24; Ap 13,11 ss; 16,14; 19,20), por los cuales los hombres han de ser desviados de Dios. Tales signos y milagros «realizados bajo el poder de Satán» (2 Tes 3, 3 ss), se esperan también del -> Anticristo. O. Hofius

re'pac [téras] signo milagroso, milagro I Téras, atestiguado literariamente desde Homero y no explicado claramente por lo que a su etimología atañe, señala fenómenos monstruosos que producen horror y espanto, estos fenómenos están en contradicción con la naturaleza, entendida como un conjunto ordenado De ahí viene la significación signo milagroso, prodigio, milagro. Ya en Homero, quien posiblemente enlaza con concepciones anteriores a él propias de la religión popular, la palabra tiene la significación de signo divino, especialmente en el sentido de presagio (ornen) funesto, cuya interpretación debe ser hecha necesariamente por un vidente. II En los LXX téras es casi siempre traducción del hebreo mophét, signo prodigioso, milagro En cuanto a su contenido, este término hebreo lo caracteriza, y de ahí que el uso lingüístico sea esencialmente distinto del griego profano Es cierto que en el AT es propio también de téras el carácter de cosa desacostumbrada, pero este carácter está fundamentado «en la imagen bíblica de Dios en su condición de creador y de Señor de todo suceso, y con ello queda sustraído al ámbito de lo milagroso e inquietante» así como también «queda separado del mundo del mito» (Rengstorf, ThWb VIII, 120). Para mophét = teros es siempre esencial la referencia a la revelación que de sí mismo hace Yahve Así la palabra designa al -» profeta propuesto como signo (Is 8, 18; 20, 3, Ez 12, 6.11, 24, 24 27), y ademas al hombre que por manifestar la cólera de Dios se convierte en signo espantoso (Sal 71, 7; cf. 31, 12, cf también 1QH 13, 16; 15, 20). También un hecho que anuncie el juicio futuro de Dios puede llamarse signo espantoso (1 Re 13, 3 5) En un contexto apocalíptico téras en Jn 3, 3 es un «signofunesto delfín de los tiempos» (-> on¡i£io\ [semeion] II, 3). Finalmente la palabra puede designar genéricamente milagro (Ex 7, 9, 11, 9; 2 Cr 32, 31, especialmente unido a -> an¡iziov [semeion], cf 2 Cr 32, 24)

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Milagro (lépac)

III En el NT téras se encuentra 16 veces (9 en Ap), siempre en plural y sólo unido a -> ar\¡J£iov [semeion] (véanse allí las particularidades). O. Hofius

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Misterio (ivatr\pwv [mysténon] misterio, fivéco /"myéój iniciar, instruir 1 1 Mysterwn, vocablo empleado a partir de los autores trágicos, designa aquello que no puede o no debe decirse El plural es casi exclusivamente un termino técnico que designa una especie de fiestas o celebraciones como las que teman lugar en Eleusis a partir del s XVIII a C , y que en la época helenística y sobre todo en la cristiana se extienden a través de los misterios de Isis, Atis, Mitra y otros En las celebraciones mistéricas, que eran una representación dramático-cultual de los sufrimientos de la divinidad y de su superación de la muerte, los iniciados alcanzaban la salvación e incluso la deificación (amtr\pia [sotena], -> redención, art oxo(ct) [SOZO), participando en el destino de la divinidad mediante practicas sacramentales (bautismo, banquete, ritos de muerte y resurrección) Las practicas y los símbolos cultuales se mantienen en el mas riguroso secreto 2 Myeó quiere decir originariamente iniciar (en los misterios J, pero en el ámbito griego neotestamentano también se emplea en sentido figurado y entonces significa instruir, enseñar 3 Ya Platón traslada a la filosofía algunas representaciones y términos empleados en el culto de los misterios y describe el camino hacia el conocimiento del ser inmutable como una vía verdaderamente sagrada (cf Theaet 156a, Gorg 497c) En la filosofía mística posterior, sobre todo en el neoplatonismo, mysterwn es aquello que, por su misma esencia, no puede explicarse directamente El discurso místico es un discurso metafisico (ThWb IV, 816) Finalmente, en la gnosis (-> conocer), los pwxnpia [mysteria] son revelaciones secretas, que tienen como finalidad la salvación del alma y que solo son comunicadas a los rehioi [teleíoi], a los perfectos II 1 a) En los LXX mysterwn aparece solo en los escritos tardíos, pertenecientes a la época helenística, lo mismo ocurre con omoicoclui/ííg [apocalypsis], -» revelación, en cuanto que es un termino teológico que se refiere a

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(p?oair\piov) Misterio

la revelación de un misterio El punto de vista de que el hablar y el obrar de Dios en la historia (dabar -* palabra) es patente, en el sentido de que acontece a los ojos de todo el mundo, como lo atestigua ya un examen puramente externo, solo con titubeo y nunca del todo se abandona en el AT (cf Is 45,19,48,16 Dios no habla en secreto, Am 3, 7 s contradice a la concepción ulterior del misterio [aquí sod] Yahve habla 6quien no profetizara9) b) Mas tarde, cuando en los LXX aflora la terminología de los misterios, designa con frecuencia los cultos paganos (Sab 12, 5, 14,15 23, 3 Mac 2, 30 y passim) En cambio, en pasajes como Sab 2, 22, 6, 22, 8, 4 se describe positivamente el camino hacia la -> sabiduría divina empleando representaciones análogas a las de los misterios, pero también aquí la disposición a publicar los misterios, a no ocultar la verdad (Sab 6, 22), es claramente vetero testamentaria A excepción de los pasajes de Sab y Dn, el vocablo mystenon tiene un significado profano los planes secretos del jefe político (Tob 12, 7 11, Jdt 2, 2), los secretos militares (2 Mac 13, 21), los secretos que se comparten con los amigos (Eclo 22, 22, 27, 16 s21) 2 En Daniel, que es donde aparece con mas frecuencia mystenon, este vocablo (que otras veces reemplaza al hebreo sod, coloquio intimo, secreto) traduce el arameo raz y adquiere con ello un sentido teológico bien preciso es el secreto escatologico, la visión de lo que ha de acontecer en el futuro por designio de Dios (Dn 2, 28) En cuanto visión en sueños necesita ser interpretada por un vidente inspirado por el espíritu (Dn 4, 6), pues la revelación de su significado esta reservada a Dios (Dn 2, 28 s) Con ello Daniel enlaza con el empleo especial del concepto en la apocalíptica del judaismo tardío aquí los mystena son exclusivamente los acontecimientos de la época escatologica, es decir, el juicio y castigo de los pecadores (Hen[et] 38, 3), la recompensa de los justos (Hen[et] 103, 2 ss) y los cataclismos cósmicos que acompañaran a aquel drama escatologico (Hen[et] 83, 7) Los acontecimientos futuros existen realmente desde ahora en la esfera celestial en cuanto designios de Dios, por eso pueden ser contemplados por el vidente en la visión apocalíptica (Hen[hebr] 71, 3 s) El ve «acercarse los tiempos» (Bar[sir] 81,4), conoce lo que, con necesidad divina, acontecerá al fin de los tiempos (ThWb IV, 822) Pero lo que ha sido contemplado conserva su carácter de secreto, de tal manera que solo puede ser comunicado mediante oráculos y símbolos (Hen[et] 68, 1 «signo de todos los misterios») y permanece reservado al pequeño circulo de los que saben (4 Esd 12, 36 ss) 3 a) En la literatura rabinica se habla también de misterios en el contexto de la interpretación de la tradición escrita y oral Los «misterios de la Tora» (Hen[hebr] 11,1) nos dan a conocer los motivos del dador de la ley y en cuanto «misterios de la creación», nos revelan sus planes para con el mundo Estos misterios pertenecen a una doctrina secreta parecida a la gnosis La interpretación esotérica de Gn 1,1 ss y de Ez 1 s es la «obra del carro» (cf MChagiga II, 1, JJeremias, Jerusalen en tiempos de Jesús, 1977 y HBietenhard, Himmhsche Welt 86 ss) b) Los textos de Qumran, al hablar de los misterios que Dios ha preparado para el hombre se sitúa totalmente en el marco de las concepciones apocalípticas, a menudo, para referirse a ellos, emplea de un modo estereotipado el termino hebreo pele', milagro, milagroso Por otra parte, sod y raz se emplean indistintamente (cf 1QH 4, 27 28) Los «secretos maravillosos» son los designios de Dios, según los cuales el —dentro de una mentalidad claramente dualista y predestinaciomsta— ha asignado a una parte de la humanidad, los hijos de la justicia, el camino de la luz (IQS 3, 20), y a la otra parte, es decir, a los hijos de la injusticia, el camino de las tinieblas (IQS 3,21) Algunos individuos (6el maestro de justicia9) son puestos «como un signo para los escogidos y como interpretes del conocimiento de los secretos maravillosos, para examinar a los hombres sobre la verdad (1QH 2, 13 s) Los misterios dan una información completa sobre el plan de Dios con respecto al mundo, desde el principio del mundo hasta el fin sobre su creación (1QH 1,9 ss, IQS 3,15), sobre los acontecimientos de su historia (1QH 4, 29), sobre las disposiciones cultuales, que son interpretadas en el sentido en que son observadas en la comunidad de Qumran (CD 3,14 ss) Estos tres contenidos se infieren de la tradición escrita a través de una especie de exegesis inspirada La exegesis corrige e interpreta de un modo nuevo las profecías transmitidas oralmente por la tradición (lQpH 7, 7 s) A todo lo anterior hay que añadir las revelaciones que instruyen sobre el tiempo de la tribulación (IQS 3, 21 s) y sobre el combate final de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas (1QM 14, 14 ss)

III En el NT el vocablo mystenon aparece de un modo relativamente poco frecuente (27 ó 28 veces en total). Es significativo que se encuentre con la máxima frecuencia (20 ó 21 veces) en Pablo y en las deuteropaulinas (1 Cor: 5 ó 6 veces, Ef: 6, Col 4; 2 Tes- una; 1 Tim. 2), ya que éstas se han enfrentado directamente con los cultos mistéricos y con la gnosis La palabra se encuentra 3 veces en los sinópticos y por supuesto en Ap (4 veces). Es sorprendente la total ausencia de este vocablo en Jn. ¿No se explicará esto por la naturaleza de la cnstologia joanea 9 1. Me 4, 11 par recoge un rasgo de la apocalíptica cuando con la imagen de la cosecha (cf 4, 8) se plantea la pregunta sobre la llegada del remo de Dios Para Me, esta

Misterio {p,vatt\pio\)

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pregunta queda contestada a través de la conducta de Jesús El sentido de las parábolas (plural en el v 11), es decir, de la doctrina de Jesús en general, es su camino hacia la -+ cruz, con ello irrumpe el -> reino de Dios en este mundo Una idea fundamental del evangelio de Marcos (WWrede habla del «secreto mesianico») es que ni los discípulos ni el pueblo entienden este camino como algo conforme a la voluntad de Dios (cf 3, 35), si bien a los doce se les instruye directamente sobre ello (4,11, 8,17, cf en cambio Mt 13,51, -+ parábola, art, napap'oÁri [parabole]) Es un soldado pagano el único que confiesa al pie de la cruz «Verdaderamente, este hombre era hijo de Dios» (15, 39) Solo los espíritus malos saben desde el principio que ha llegado el nuevo eon (1, 24) Mt y Le han abandonado esta referencia estricta al secreto intimo del camino de Jesús y hablan de los misterios que les ha sido dado conocer a los discípulos (Mt 13, 11, Le 8, 10) El plural expresa aquí que los designios de Dios en relación con Cristo y su comunidad, ocultos en los escritos del AT, pero accesibles a sus discípulos, se cumplen ahora (cf la frecuente alusión al cumplimiento de profecías veterotestamentanas Mt 2, 17 23, 3, 3 y passim Le 24,26 y passim) Según Le, el camino de sufrimientos de Jesús y de su comunidad esta bajo la necesidad absoluta del designio divino (óei [dei], cf Le 24,26, -> necesidad, art óei) y desemboca en la gloria celestial (cf Le 23, 43, Hech 7, 55) 2 Es el misterio de la curz de Cristo y del designio salvifico de Dios para con el mundo que se revela en ella lo que Pablo en 1 Cor opone con toda energía a sus adversarlos isolo Jesús y este crucificado' (1 Cor 2, 2, cf 1, 23) Este es el «misterio de Dios» por antonomasia (2, 1, según una vanante textual bien atestiguada) Incluso cuando el apóstol se sirve de la terminología de los misterios (TEXSIOI [telewi] 2, 6, év pwxnpiiú [en mysterw] 2, 7, \JJVXIKOQ [psychikos] — TIVEÜ poiTiKoq [pneumatikos] 2, 14 15), entiende siempre este misterio en el sentido de la apocalíptica antes de todos los siglos (-> tiempo), Dios, en su sabiduría, ha predestinado la cruz de Cristo para nuestra gloria, es decir, para nuestra glorificación al fin de los tiempos (2, 7, -» constituir, art óptico [horizo], cf Rom 16, 25) En el tiempo y en la historia ha acontecido lo que había sido dispuesto en el mundo celestial y había sido anunciado por los profetas del AT(1,19 Is 29,14, 2, 9 Is 64, 3) Los principes de este siglo no han conocido el designio misterioso de Dios (2, 6), ahora bien, el que —iluminado por el -> espíritu (2, 12)— se inclina ante este designio de Dios y lo reconoce, tiembla y se asombra ante su naturaleza insondable (1,23,2, 3), de tal manera que su conocimiento no es para el motivo de gloria (1,31, 3,21), sino que se le impone como una necesidad el estar a su servicio (9, 16) Solo asi, en la debilidad y en la humildad, pueden ser los -> apostóles (-* apóstol), en cuanto siervos de Cristo crucificado, administradores de los misterios de Dios (4, 1, -* casa, art OIKOQ [oikos]) Ellos se inclinan ante la oiKovopia [oikonomia] de Dios (Ef 3, 9) y solo pueden gloriarse de que el, a pesar de su debilidad e ineptitud, haya querido utilizarlos como instrumentos de su gracia (1 Cor 1, 26 s, 2 Cor 1, 12) 3 Casi en todos los pasajes del NT en que aparece el termino mystenon, va unido a verbos que expresan la idea de revelar o de predicar (-> revelación, -> predicación), es decir, el mismo es el objeto de la revelación (cf ThWb IV, 827) Es un misterio actual, no un hecho meramente pretérito cognoscible de un modo teórico, sino un dinamismo que implica al hombre hasta en lo mas intimo de su ser (-> conocimiento, cf Para la praxis pastoral) Esto lo muestra claramente Col el apóstol, mediante su ministerio, «cumple» (1,26) el misterio de Cristo (4, 3), es decir, lo lleva a efecto, lo consuma, en la medida en que suple en su carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo (1, 24) La riqueza del misterio de Cristo (1, 27) es el XpiaxoQ év vp.iv [Christos en hymín], la iglesia universal y su cabeza,

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(^luaxrjpwv) Misterio

Cristo, que, por medio de su muerte, ha reconciliado al cosmos y a toda la humanidad (1, 18) Este misterio estaba escondido desde los siglos y desde las generaciones (1, 26), pero ahora ha sido confiado a los elegidos para ser anunciado a todos los hombres (1, 28), a fin de que, en cuanto telewi, entren todos en la esfera de influencia del primogénito de entre los muertos (1, 18) y sean injertados en su cuerpo de resurrección (1, 28) También en Ef el misterio de Cristo consiste esencialmente en que, por medio de el, se ha abierto a los paganos el acceso al Padre de todo lo creado (3,15, cf 2,18) y en que ellos son también miembros de la iglesia universal (cf en 2, 20 s la imagen de la edificación), cuya cabeza o piedra angular es el eje de toda la creación Esta era la voluntad de Dios antes de todos los siglos (3, 9, cf 1,9) y asi lo exige su economía (3, 6), cuyo conocimiento estaba oculto anteriormente para los hombres, pero ahora, al cumplirse los tiempos (1, 10), Dios ha manifestado su voluntad a los predicadores del evangelio (3,8), para que, por medio de ellos, se cumpla su designio (1, 9 s) Sm embargo, el mundo persiste todavía en su actitud rebelde Por eso no es casual que, al final de la primera parte de la carta, aparezca la exhortación a la -> paciencia (3, 13), y la plegaria del apóstol (3, 14 ss) Aparte de los pasajes citados, solo 1 Tim 3, 9 16 tiene su contenido claramente cnstologico El contenido del fivaxripiov XÍJQ niaxswQ [mystenon tes písteos] (3, 9) o xfjt; íuacfíeíac [tes ensébelas] (3,16) es la confesión de Cristo y de su obra redentora Asi pues, el termino mystenon se refiere aquí a la formulación de una confesión de fe (cf el himno de 3, 16, -* confesar la fe) 4 En el marco de la economía divina, que dirige la historia hacia un fin previamente determinado por Dios, se sitúa también la pregunta en torno al destino de Israel A la idea de que Dios, dada la obcecación de su pueblo, le ha rechazado, se opone el apóstol con un resuelto fin ¡EVOIXO [me genoito] (Rom 11, 1) Contra todos los argumentos basados en la razón y en la experiencia (11, 19 s 25a), el apóstol expone el misterio de la aceptación final del pueblo escogido Israel solo ha sido castigado con la ceguera por un tiempo limitado, a fin de que el evangelio pueda ser anunciado a los gentiles y se desborde su -+ plenitud (art nAnpooj [pleroó]) (11,25) El conocimiento de la -> elección actual en la fe (11, 20) y de la salvación futura de los que ahora persisten en su actitud obstinada (11, 31) no debe ser ocasión de orgullo ni de arrogancia, sino de un temor y de una adoración respetuosos Pues el misterio de la gratuidad de la -> gracia es insondable e inescrutable (11, 33 ss) 5 a) En 1 Cor 14 Pablo lucha contra la valoración excesiva de la glosolaha o don de lenguas Según su criterio, este queda subordinado a la predicación, pues no es inteligible de por si para los demás y por ello no sirve para la edificación de la comunidad (14, 216) Los misterios que expone el que habla en lenguas necesitan ser interpretados (14, 13) Y el amor esta por encima de toda experiencia extática de los misterios divinos (13, 2) 1 Cor 15, 51 presupone la espera de la parusia inminente Pablo participa a los corintios, como un misterio apocalíptico, el hecho de que el día de la resurrección de los muertos sorprenderá en vida a muchos miembros de la comunidad y todos los que vivan entonces serán transformados b) En Ef 5, 32 mystenon se refiere al sentido alegórico de la Escritura Gn 2,24 alude a la relación existente entre Cristo y la iglesia El b) SÍ Aeya> vjih [ego de lego hymín] del apóstol excluye otras interpretaciones c) El texto de 2 Tes 2, 7 lleva una impronta totalmente apocalíptica El contexto trata de los acontecimientos que precederán a la parusia Antes de la venida de Cristo vendrá un periodo de apostasia, en el que prevalecerá el avSpcmo; XÍJQ xvoniotq [anthiópos tés anomias], el -> Anticnsto (2, 3 s) Aun hay un poder que le retiene (KXXEICOV

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Misterio (jivv [oiktírmón], compasivo, misericordioso) o una situación como lastimosa, digna de lástima (EXEEIVÓQ [eleeinós]). Las formas negativas de éleos significan despiadado, inhumano, cruel.

[éleos] misericordia, compasión, piedad; EXEÉCO [eleéo] apiadarse, compadecerse; ¿Ae/j/icüv [eleémdn] misericordioso, compasivo; EXEEIVÓQ [eleeinós] digno de lástima; éXEnfioavvri [eleémosyné] limosna, beneficencia; ÓLVÉXEOC, [anéleos] despiadado, inmisericorde, cruel; ávsXstífuov [aneleemon] cruel, despiadado ÉXEOQ

I Éleos (ó en los LXX y en el NT; fuera de esto lo normal es xó), utilizado desde Homero (s VIII a C), es el sentimiento de «compasión que experimentamos ante el infortunio o la desgracia que han caído sobre una persona, Sin culpa alguna por SU parte» (Bultmann, ThWb II, 474) y, por tanto, la compasión, la piedad, la misericordia son lo contrario de la envidia por la felicidad del otro Este sentimiento lleva consigo el temor de que a uno mismo le ocurra algo semejante (para Aristóteles, Poet, el temor y la compasión tienen en la tragedia una acción catártica). ÉXeov Éxco [éleon echo] (que aparece desde Plutarco) significa dar compasión, Koa' EÁSOV [kat 'éleon], por piedad En cuanto término técnico retorico, el eleos designa el final del discurso de defensa, mediante el cual el acusado trata de mover a compasión al juez (en cambio, Sócrates procede de modo distinto en la Apología, caps 23/24) El vocablo compuesto (cf Bl -Debr § 120, 2) aneleos, despiadado, cruel, sólo aparece en el NT y reemplaza al homérico ví/Aeee [neleés] y al ático ávijAetjc [anélees] (que encontramos en los LXX, pero no en el NT) El mismo sentido adjetivado tiene aneleemon, usado como adverbio desde Antifon Orator (s Va C) Es la forma privativa de eleemon, misericordioso, compasivo (desde Homero) Eleeinós, utilizado desde Homero y que no aparece en los LXX, describe por lo general la situación pasiva de un hombre como lastimosa, lamentable, digna de lastima El verbo eleéo, usado a partir de Homero (iX&aw [eleáó], que aparece 2 veces en los LXX y 3 en el NT, es una forma secundaria de la koine), significa apiadarse, compadecerse, tener misericordia de, ser caritativo También los dioses de la antigüedad eran invocados con la palabra éXénaov [eléeson], que es una llamada de socorro (cf Bauer) Con o sin loyoig [logois] (= con palabras), el verbo significa también ¡amentar, sentir En pasiva tiene el sentido de hallar compasión (para expresar esto el NT utiliza también ÉXEOQ Aa/i/íavcu [éleos lambánó]) El sustantivo derivado eleémosyné (desde Calimaco, s III a C) era originariamente sinónimo de éleos, pero luego designa también la beneficencia que sigue a la compasión En su significado especial de donación a o para los pobres —de aquí viene la limosna, vocablo asimilado a nuestro idioma— aparece lo más pronto en los LXX (Dn 4, 27), en la literatura profana por primera vez en Diógenes Laercio (s III d C) II 1 Éleos y sus derivados se encuentran en la versión de los LXX casi 400 veces El equivalente hebreo del sustantivo es la mayoría de las veces hesed (solo en 6 ocasiones es rahamim), del verbo el equivalente suele ser hánan (-» gracia), también raham, el sustantivo eleémosyné reemplaza a s'dáqah 2. Los conceptos hebreos muestran en su trasfondo una mentalidad totalmente distinta de los griegos, que se limitan por lo general a una dimensión psicológica (cf supra I) En ellos domina la comprensión jurídica Por eso es necesario interpretar la versión de los LXX a partir del significado hebreo fundamental de los vocablos y no a la inversa En el judaismo tardío, a partir de Filón puede observarse también la influencia del contenido griego en este grupo de vocablos

Misericordia (EÁSOQ)

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a) Hesed significa literalmente comportamiento conforme a la alianza (cf. básicamente NGlueck, loe. cit.), una solidaridad que se deben recíprocamente los que han concluido la alianza (-» alianza; cf. JBegrich, loe. cit.). Dado que, tanto en el caso en que la alianza sea concluida entre iguales como sobre todo en el caso en que una de las partes, superior en fuerza y en poder, imponga la alianza a la otra parte mas débil, puede existir una diferencia de nivel entre el que presta ayuda y el que la necesita, el contenido de la palabra éleos = hesed abarca desde el sentido general de fidelidad a la alianza hasta el de bondad, gracia, misericordia, este último sentido lo adquiere sobre todo en conexión con el vocablo -> oiKTipfióc, [oiktirmós], que reemplaza a rah amim (ej Is 63, 7; 16, 5, Os 2,21; Zac 7,9; Sal 25, 6 = 24, 6 LXX, 40 (39), 12, 51 (50), 3; 69 (68), 17). Dada la supremacía de Yahvé en cuanto miembro comprometido que, permanece fiel a la alianza, éleos, es entendido casi siempre en el sentido de clemencia o misericordia El la ha prometido al concluir la alianza y esta promesa es renovada continuamente Por eso Israel ha de implorar de él éleos (entendido también como perdón) cuando ha violado la alianza (p. ej. Ex 34, 6; Nm 14, 19, Jer 3, 12). Tanto en esta acción de Dios como en la acción correspondiente del hombre se pone el acento, no sobre el sentimiento que le sirve de base, sino en la demostración práctica de la misericordia (éleos) b) El vocablo hebreo s'dáqáh se traduce generalmente por SiKtaoo-úvn [dikawsyné] (-> justicia) Pero «dado que el derecho o el juicio se hace efectivo mediante la s'dáqáh (justicia) de Dios, en cuanto que es entendida... en favor del pueblo, es comprensible que el vocablo se traduzca por eleémosyne» (Bultmann, ThWb II, 482) (Is 1, 27 y passim). Al igual que Yahvé impone benévolamente su alianza, puede llamarse eleémosyne a toda buena acción humana que se ordena a la alianza, desde la beneficencia a la limosna (este último sentido sólo en el judaismo tardío) 3. El uso de este grupo de palabras en el judaismo palestinense coincide totalmente con el del AT. El término hesed se encuentra con mucha frecuencia en los textos de Qumrán, de este modo, la comunidad esenia celebra la fidelidad de Dios a la alianza, al establecer una alianza nueva escatológica

III 1. En el NT éleos y sus derivados aparecen en 78 ocasiones: el centro de gravedad se sitúa en Pablo (26 veces); le siguen Le y Hech (20 veces; con predominio de los sustantivos) y Mt (15); el grupo sólo está totalmente ausente en Jn, Flp y Tes. 2. En los sinópticos eleéó se encuentra sobre todo en los relatos de hechos (excepciones: la quinta bienaventuranza en Mateo; Mt 18, 33; Le 10, 37; 16, 24, en donde aparece también en un discurso), mientras que éleos, a excepción de Le 1, 58, donde aparece en una narración, sólo lo hallamos en sentencias o en materiales doctrinales.

a) El verbo indica la irrupción de la misericordia divina en la realidad de la miseria humana, como acontece en la poderosa acción liberadora y salvadora de Jesús de Nazaret. A la llamada de socorro: «...¡ten compasión de mí!» (Me 10,47.48 par; Mt 9, 27; 15, 22; 17, 15; Le 17, 13), con la que los enfermos o los allegados de aquéllos que están poseídos por el demonio (Mt 15, 22; 17, 15) le suplican, Jesús responde con la curación. En una ocasión, después de expulsar al demonio del cuerpo de un poseído pide a éste que cuente en su casa cómo el Señor (empleado aquí en sentido veterotestamentario en lugar de «Dios») ha tenido misericordia de él (Me 5,19). En la mayoría de los casos, los que se dirigen a Jesús en demanda de auxilio le aplican el título mesiánico de «hijo de David» (- señor), o lo introduce para reemplazar al tratamiento habitual de «maestro» (¿¡¡¿áo-Kode [didáskale], Mt 17, 15; cf. los paralelos). Así, el grito de socorro «Señor, ten compasión de mí» se convierte en una profesión de fe en el poder divino de Jesús. b) Para expresar la misericordia de un hombre para con otro se emplean eleéó y eleémon únicamente en 2 pasajes de Mateo que son fragmentos doctrinales (5, 7; 18,33), y en un pasaje de Lucas (que no tiene ningún paralelo, 16, 24), pero, en cada caso, el fundamento de este proceder del hombre está en la misericordia de Dios: en la quinta bienaventuranza se promete la misericordia divina a los misericordiosos (eleémon en plural; se utiliza la pasiva como circunloquio del nombre de Dios), y en el relato del siervo malo (Mt 18, 23-35) la exigencia de misericordia para con el otro siervo deudor (v. 33) se funda en la ilimitada misericordia del Señor (v. 33, v. 27, cf. infra, an)Á^yya [splánchna]).

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(BXBOQ) Misericordia

Por último el patriarca Abrahán, elevado a la comunión con Dios, es invocado por el rico (que ha sido condenado porque en su vida terrestre no tuvo misericordia) con las mismas palabras con las que en otros pasajes se implora la misericordia de Dios (Le 16, 24). c) En los restantes fragmentos doctrinales de Mt y Le sólo encontramos el sustantivo éleos. Por otra parte, sorprende en estos contextos la frecuente alusión (a menudo literal) al AT. En las controversias con los fariseos, Jesús atestigua la soberana misericordia de Dios, que quiere encontrar respuesta, no a través del cumplimiento riguroso de los ritos, sino de la solidaridad real con los humildes (-» pobre) y con los que tienen hambre (Mt 9,13; 12, 7; cf. 1 Sam 15,22; Os 6, 6). Asimismo, recrimina duramente a los fariseos el que, en su interpretación de la ley, hayan caído en un mero formalismo en lugar de subrayar lo fundamental, es decir, la justicia, la misericordia y la lealtad (Mt 23, 23; cf. también en el relato del buen samaritano la exigencia de hacer misericordia, Le 10, 37). En los dos cánticos de alabanza de la prehistoria de su evangelio nos presenta también Le su leitmotiv: la fidelidad de Dios a la alianza, prometida en el AT y acreditada a lo largo de la historia de la salvación de Israel, alcanza su plenitud en la autohumillación gratuita de Dios (-> pobre) a través del acontecimiento de Cristo (1, 50.54.72.78; el v. 78 habla de -> onXáyxva. EMOOQ [splánchna eléous], «las entrañas misericordiosas» de nuestro Dios; obsérvense las numerosas citas veterotestamentarias que aparecen en el texto). 3. Eleemosyne: mientras que Mt sólo nos narra la crítica de Jesús a aquéllos que hacen limosnas (-> pobre, III) para ser elogiados por los hombres y para hacerse notar (6, 1-4), Le pone de relieve el aspecto positivo de las enseñanzas de Jesús al respecto: la limosna es más importante que la pureza ritual (controversia con los fariseos, 11, 41); incluso aconseja a los discípulos y a la comunidad vender sus bienes y darlos en limosna, 12, 33. En Hech algunos miembros de la comunidad de cristianos provenientes de la gentilidad son elogiados por su generosidad: Tabita (9, 36), Cornelio (10, 2) y Dios recompensa las limosnas hechas por el centurión Cornelio con su elección (10, 4.31). Y según el relato de los Hechos, en su discurso de defensa ante el procurador Félix dice Pablo que elfinde su último viaje a Jerusalén era traer limosnas a su pueblo (24,17); en este pasaje, la expresión «hacer limosnas», tomada del léxico semítico (ékeripoavvaí; nomo [eleemosynas poiéo], hebreo 'asah sedaqdh), da a entender que esta acción tiene un carácter activo y responsable. Sin embargo, en Hech 3, 1 ss Pedro, en la curación del tullido, da a entender de un modo simbólico que el tiempo de la limosna y de la misericordia imperfecta ha sido sustituido por el de la misericordia perfecta en el nombre de Jesucristo (v. 6). 4. Pablo quiere incluso ser considerado como alguien a quien Dios ha hecho la gracia del apostolado (éXerj&riv [eleéthen]: 1 Tim 1,13.16) y a quien la bondad del Señor le ha hecho digno de su confianza (f¡Xzr¡névoc, [¿léemenos]: 1 Cor 7,25). Ante la actitud de rechazo para con el evangelio adoptada por Israel, él se esfuerza por mostrar en la predicación de la carta a los Romanos (9, 15.16.18; v. 15 = cita de Ex 33, 19) que la misericordia gratuita de Dios no está en contradicción con su fidelidad a la alianza. Pues el designio salvífico de Dios —que abarca a judíos y gentiles (Rom 11, 32), aunque primero entrarán los gentiles en el reino (Rom 9, 23; 11, 30; 15, 9) y a continuación los judíos (11, 31)— se funda en su misericordia. En esta misericodia y no en las obras de la justicia se funda también la salvación de los que han despertado a la fe y han sido renovados por el espíritu (Ef 2,4 y el paréntesis paulino de Tit 3, 5a en la profesión de fe de Tit 3,4-7). Precisamente por eso son exhortados a practicar con alegría (Rom 12,8) la misericordia que han experimentado (2 Cor 4, 1; Rom 12, 1: oiicup/ióq [oiktirmós], plural), de tal manera que la misericordia se convierta en un signo distintivo del discípulo

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Misericordia (oiKiip^óq)

(cf. «misericordia» en el catálogo de virtudes de Sant 3,17, y «despiadado», que supone la negación más profunda del conocimiento de Dios, en el catálogo de vicios de Rom 1,31). En esta actitud de confianza en la misericordia de Dios, Pablo y sus discípulos, juntamente con otros testigos neotestamentarios (2 Jn 3; Jds 2), imploran la misericordia de Dios y de Jesucristo (la mayoría de las veces unida a la «gracia» y a la «paz») sobre los destinatarios de sus cartas en el saludo introductorio (1 Tim 1,2; 2 Tim 1,2; Tit 1,4 v.l.) o en la bendición final (Gal 6, 16), recogiendo y ampliando fórmulas de saludo judías. La misericordia del Señor cura de la enfermedad (Epafrodito: Flp 2, 27), es un don que Dios hace a la familia (2 Tim 1, 16) y el don futuro y definitivo de la salvación (ibid. v. 18). Frente al grupo gnóstico de Corinto, que no creía en la resurrección de los muertos, Pablo predica la esperanza cristiana en la futura resurrección del cuerpo incorruptible y llama a aquéllos que sólo tienen esperanza en la vida terrestre, los más desgraciados de los hombres (éXeeivÓTepoi [eleeinóteroi]: 1 Cor 15, 19). 5. a) 1 Pe comienza en 1, 3 con un elogio de la misericordia de Dios, a través de la cual los cristianos han renacido a una nueva esperanza por medio de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos (cf. supra, Ef 2,4; 1 Cor 15,19). Al igual que Pablo en Rom 9, 23 ss (cf. supra), él celebra con palabras de Oseas (Os 2, 25) la extensión de la misericordia divina a los paganos (1 Pe 2, 10). b) Sant inculca a una comunidad indolente la idea de que la misericordia hecha en la tierra será recordada en el juicio final, y el que no hace misericordia (anúleos: sólo aquí en el NT) será juzgado también sin misericordia (2, 13; cf. Le 16, 24; Mt 18, 33, también 25, 40 ss). c) En atención al amor de Dios que la comunidad ha experimentado y teniendo a la vista el juicio misericordioso de Jesús en su segunda venida, Judas exhorta a tener una actitud crítica (aunque misericordiosa) para con su entorno (vv. 21-23; la autenticidad del v. 23a no está probada). d) De un modo similar a 1 Cor 15,19, Ap 3,17 alude al estado lastimoso (eleeinós) de una iglesia (Laodicea) a pesar de su riqueza terrestre y la sitúa a la luz del juicio de Cristo, que es el único válido. e) A través de lo que representa el sumo sacerdocio veterotestamentario y su función en la gran fiesta de la reconciliación (Lv 16), Heb atestigua la solidaridad total del sumo sacerdote Cristo con sus hermanos, que garantiza una comprensión misericordiosa e ilimitada (2,17; cf. 4,15) y otorga a la comunidad pusilánime la confianza de acercarse al trono de la gracia y hallar misericordia (4, 16). H.-H. Esser

oiKTipfióq [oiktirmós] compasión, misericordia; ohcxípu) [oiktíro] tener compasión, apiadarse, compadecerse; oÍKTÍp¡i(ov [oiktírmón] misericordioso, compasivo I El termino primitivo ó OÍKTOQ [ho oiktos], utilizado desde Esquilo y Sófocles (s V a C), significa el hecho de lamentar, deplorar, sentir, compadecerse de la desgracia o la muerte de un hombre y, en sentidofigurado,compasión, misericordia, piedad Oiktirmós, empleado a partir de Píndaro (s V a C), es originariamente la forma poética de oiktos El adjetivo derivado oiktírmón, compasivo, piadoso, que se emplea desde Gorgias (s V a C), aparece muy pocas veces, más frecuente es oinipoo, [oiktrós], lastimero y también lamentable. El verbo oiKxipav [oiktirein] (también OÍKTI^EIV [oiktízein]), utilizado desde Homero, significa tener compasión, compadecer a alguien, tanto en el sentido del mero sentimiento como en el de la misericordia solícita, a menudo es usado como sinónimo de élseív [eleeín] (cf supra)

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( ira, Mt 18, 34, Le 15, 28 (cf. Koster, 553 s). En ambas parábolas el verbo splanchnízomai da a entender la ilimitada misericordia de Dios, en la primera de ellas aparece también su ira terrible y definitiva ante aquél a quien ha condonado su deuda, ya que él ha renegado de la misericordia de Dios al mostrarse despiadado con el otro siervo En el relato del buen samantano (Le 10,25-37), splanchnízomai (v 33) supone una actitud existencial que está dispuesta a ayudar al otro poniendo todos los medios necesarios para ello, ya se trate de tiempo, ya de esfuerzos o de la misma vida Lo cual está en contraposición con la actitud de aquéllos que no se conmueven ante el necesitado (literalmente: «los que pasan de largo», vv. 31 s) Al igual que en el caso de Jesús (cf. supra), ya que el ver y el estar-dispuesto-a-ayudar son una misma cosa, esta actitud determina una sene de auxilios en cadena (vv. 34 s), que son designados en conjunto con el vocablo éleos (v 37a): la condición de prójimo no es simplemente una cualidad o una virtud estática, ha de manifestarse en actos (vv 37 s) 3. En Pablo el sustantivo designa a «todo el hombre» en cuanto que ama o «en cuanto que tiene capacidad para el amor» (cf Koster, 555 s); por eso puede ser reemplazado casi siempre por el nombre o el pronombre personal correspondiente La versión frecuente «corazón» es adecuada si por «corazón» se entiende el centro del obrar amoroso En 2 Cor 6, 12 Pablo reprocha a los corintios el que, a diferencia de él, no tengan sentimientos de amor, mientras que en 7, 15 dice de Tito que él tiene un

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(oTdáyxva) Misericordia

extraordinario afecto a los corintios. En Flp 1, 8 el atributo «de Cristo» (genitivo de autor) quiere decir que Cristo es el autor del amor universal, del amor que pone en juego a toda la persona del apóstol (L «cómo siento nostalgia... desde lo más profundo del corazón en Jesucristo») En Flm 7 y 20, la expresión «aliviar o tranquilizar las splánchna» se refiere a toda la persona, de tal manera que, tanto si se omite el vocablo splánchna como si se traduce «enteramente», el sentido continúa siendo el mismo. En el v. 12 el sustantivo puede ser reemplazado por el pronombre personal, recibirle a él «como a una parte de mí mismo» o «como si fuese yo mismo». El hecho de que el vocablo se use tres veces en esta breve carta da a entender la participación interior, el «interés personal de Pablo en esta ocasión o en este asunto» (Koster, 555) Sobre Flp 2, 1 y Col 3, 12, cf. -> oiK-cipfiÓQ [oiktirmós] III, 2 4. En Hech 1,18 el sustantivo designa las entrañas en sentido anatómico. En 1 Jn 3, 17 el término significa el «corazón» en cuanto fuente de la acción en servicio de los demás, que trata de aliviar sus necesidades 5. Sobre polysplanchnos (Sant 5,11) cf. -» oÍKxipp.ÓQ [oiktirmós] III, 4. Eúsplanchnos, bien dispuesto (de un modo recíproco), caritativo (L: cordial, compasivo) aparece en Ef 4, 32 y 1 Pe 3, 8, en los dos casos en la enumeración de algunas virtudes cristianas H.-H. Esser PARA LA PRAXIS PASTORAL

La misericordia en sentido bíblico es algo muy diferente de lo que puede darnos a entender el empleo de los vocablos correspondientes en nuestra lengua En efecto, la compasión, la comprensión de la miseria ajena, la benevolencia, abarcan únicamente algunos aspectos de ella Pues la Biblia entiende la misericordia, no a partir de los sentimientos, sino a partir de la fidelidad de Dios a la alianza: la misericordia es el comportamiento conforme a la -» alianza, dicho con más exactitud, la fidelidad a la alianza con el pueblo de Israel que Dios ha mantenido y puesto a prueba a lo largo de la historia, alianza que, a través del acontecimiento de Cristo, se extiende a toda la humanidad. Ya por el hecho de que en la instauración de esta alianza Dios convierte al pueblo insignificante en interlocutor de pleno derecho a través de su elección gratuita (-* elección), se hace patente hasta qué punto la misericordia ha de ser entendida a partir de Dios Esto aparece clarísimo en la solidaridad histórica de Dios con la otra parte que hace alianza y que él ha escogido, solidaridad siempre vigilante. Su fuerza impulsora es sin duda el -> amor; pero su existencia es una consecuencia de un compromiso que funda un derecho Por eso no está en contradicción con la ->justicia, sino que la lleva a su plenitud. Puesto que la misericordia de Dios es fidelidad, no sólo se exterioriza a través del perdón, sino que puede servirse igualmente de la ira para preservar la alianza Hasta qué punto Dios, en cuanto padre de las misericordias, se compromete aquí sin reservas y hasta qué punto su obrar viene determinado totalmente por esto nos lo muestra con toda claridad el hecho de que él, a través de su Hijo, se volvió a los rebeldes y a su indignidad. El, Jesús de Nazaret, experimenta hasta el fondo la miseria de la humanidad, él la contrarresta con su misericordia compasiva, victoriosa, pero su muerte por sus enemigos es la coronación final de su «solidaridad con los impíos», en cuanto que toma también sobre sí la ira de Dios contra los hombres apóstatas y rebeldes

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Para la praxis pastoral

Esta misericordia universal ha quedado corroborada de un modo definitivo en la resurrección y glorificación de Jesús y a través de la proclamación de este obrar misericordioso alcanza a todos aquellos hombres que escuchan esta proclamación, al individuo a través del bautismo, a la comunidad de los bautizados a través de la predicación y de la participación en el banquete de la alianza. En esta reiterada promesa de misericordia, que se ha mantenido firme a lo largo de la historia, radica la auténtica riqueza de la humanidad. Pues la gracia y la misericordia de Dios en Jesucristo otorgan al mundo y a la vida humana unas nuevas normas: a la luz de ellas ya no puede preguntarse por los méritos previos, pero tampoco por la gratuidad que cabría esperar de aquél que es objeto de misericordia; la intensidad de la misericordia viene ahora exclusivamente determinada por la situación del otro, a quien hemos de dar testimonio de Cristo. Pues a aquéllos que se insertan en la misericordia fundamental de Dios en Jesucristo, que nos libra de nuestra flaqueza y mantiene juntos a todos los que han sido perdonados por Dios, se les otorga la posibilidad de corresponder a esta misericordia, lo cual lleva también consigo la obligación de actuar en consecuencia. La misericordia es la respuesta agradecida de todo el hombre, de toda la comunidad, en la medida en que ella se vuelve hacia aquél o aquéllos que están necesitados de misericordia y muestra su solidaridad con ellos poniendo a su disposición las carismas o dones personales, sociales, comunitarios y materiales de que dispone. Dios espera del hombre que haga misericordia; el recibirla es siempre una experiencia gratuita. Nunca es algo que pueda ser exigido por aquél que la espera. Toda misericordia humana, imperfecta, y toda falta de misericordia espera e implora, por tanto, ser colmada por la misericordia divina y espera que ella se revele finalmente como un bien salvífico perfecto e imperecedero. Pero el egoísmo humano, la seguridad arrogante y la indiferencia del hombre ante aquél que es digno de misericordia serán juzgadas duramente en el juicio último: allí estarán frente a frente el Misericordioso y los miserables y el supremo Juez examinará al mundo sobre la práctica de la misericordia. H.-H. Esser Bibl Fahlgren, Sedaka (Diss Upsala), 1932 - Lofthouse, Hen and Hesed ín the OT, ZAW 51,1933,29 ss - Bultmann, Art SUoq, ThWb II, 1935,474 ss — Harder, Paulus und das Gebet, 1936, 88 s — Sjoberg, Gott und die Sunder ím palastinensischen Judentum, BWANTIV, 1939,27 - Begrich, bent, ZAW 1944,1 ss - Eichholz, Jesús Chnstus und der Nachste, Bibl Stud 9,1951 - Stoebe, Die Bedeutung des Wortes Hasad ím AT, VT 2, 1952, 244 ss - Bultmann, Art oiKxipw, ThWb V, 1954, 161 ss - Johnson, Hesed and Hasid (Interpretationes ad VT pertinentes S Mowmckel), 1955,100 ss — Wibbmg, Die Tugend- und Lasterkataloge ím NT, BZNW 25,1959 - Kasemann, Gottesdienst mi Alltag der Welt, BZNW 26,1960,165 ss - Glueck, Das Wort hesed ím at Spiachgebrauch ais menschliche und gotthche gemeinschaftsgemasse Verhaltensweise, BZAW 47, 19612 — Delling, Das Gleichnis vom gottlosen Richter, ZNW 1962, 1 ss — Gollwitzer, Das Gleichms vom barmherzígen Samanter, Bibl Stud 34, 1962 — Braumann, Jesu Erbarmen nach Mt, ThZ 19,1963,305 ss - Eichholz, Einfuhrung m die Gleichnisse, Bibl Stud 37,1963,78 ss - Kamlah, Die Form der katalogischen Paranese ím NT, Wiss Unters z NT 7, 1964 — Koster, Art onXa.yyyov, ThWb VII, 1964, 548 ss En cast Arts gens ADarlap, Art Misericordia, SM 4, 1973, col 628 s - Mas amplia Bibl en -> Amor

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(xmog) Modelo

Modelo xónoc, [typos] forma, impronta, modelo; XVKIKÓQ [typtkós] realizado según modelo, típico; ávTÍTtmoc [añtítypos] chocante, contrastante, antitípico, ávxíxunov [antüypon] reproducción, antitipo; vnowncoaiQ [hypotyposis] muestra, modelo I Se discute de donde procede etimológicamente el termino typos Si se derivara de WKTCO [typto], su significado básico sena golpe (el verbo se encuentra también en el NT, concretamente en Le y Hech, con ese significado) Mientras que tal significado se puede constatar abundantemente para antitypos, tanto en el empleo activo como en el pasivo de ese objetivo (es decir en el sentido de chocante o que repercute y de repercutido), para typos se ha conservado a lo sumo en un pasaje (Herodoto I, 67, 4) Fuera de eso, este termino con sus distintos denominativos, XVHOOÍ [typoo], -zimooic, [typosis], wnwua [typóma], etc con el sentido originario de forma, especialmente forma concava 1 En esta linea typos designa en primer lugar un objeto concreto como forma de pan, relieve, moneda, etc, y luego (siempre con un sentido concreto) la impronta de una forma, es decir, aquello que deja un objeto cuando se aprieta sobre otro, como huella, cicatriz, impronta de un sello, letra, etc, y todavía mas en general reproducción, -* imagen (art SÍKCDV [eikón]) 2 En un ámbito mas amplio se encuentra una abstracción en el sentido deforma general, tipo (p ej forma del estilo, de la enseñanza) También se puede seguir una ulterior abstracción en las dos direcciones de este concepto (tanto con el significado deforma concava, molde o forma acuñante, como con el de impronta, forma acuñada) Por tanto, typos designa a) La imagen primigenia, la muestra en el sentido técnico de esquema o modelo, y en el etico de modelo (con el mismo significado hypotypósis) b) la impronta, imagen impresa (con el mismo significado antitypon) II 1 En los LXX aparece typos solo en cuatro pasajes y traduce dos términos hebreos tabnit (Ex 25, 40), imagen-prototipo, modelo, y selem (Am 5, 26), imagen (imagen de los ídolos) De no ser asi, ambas palabras hebreas se traducen mediante otros conceptos P ej tabnit sobre todo por napoid'Eijjta [paradeigma], ejemplo muestra, y ójiouauti [homoioma], semejanza, imagen (-> igual, art ofioioc, [homoios]) selem generalmente por eikon, imagen En 3 Mac 3, 30 typos designa la forma, la redacción (de un escrito), en 4 Mac 6, 19 el modelo (etico-religioso) 2 Filón emplea con gusto el termino, siguiendo el uso general griego El influjo platónico determina sobre todo la siguiente dicotomía typos puede designar expresamente tanto la imagen primigenia o arquetipo, la muestra el modelo, como la imagen impresa en algo o la huella y la reproducción o copia de algo No es, por tanto, un termino especial para referirse al modelo o a la copia (Filón conoce otros muchos términos que podría emplear), sino que puede significar ambas cosas al mismo tiempo, es Xi forma general, que da nombre tanto a la imagen primigenia modélica, como a la copia sacada de ella, ambas quedan caracterizadas al mismo tiempo mediante esa determinación como modelo o copia respectivamente 3 En el rabmismo se uso typos como barbansmo (depus y tupos y multitud de diversas vocalizaciones), significa como en griego, forma, modelo, y luego tiene el significado general que es frecuente hoy día en muchas lenguas al igual que lo fue en el latín de Cicerón Puede compararse a este proposito la asimilación de anusiov [semeíon], signo, como barbansmo (siman), que puede expresar una correspondenaa entre situaciones históricas, una especie de una referencia «tipológica», acercándose de este modo a un determinado empleo que el NT hace de typos

III En el NT se encuentra typos 14 veces, sin que se pueda verificar una mayor acentuación en alguno de los escritos La palabra falta por completo en los sinópticos, en las cartas católicas (excepto 1 Pe) y en Ap y también en vanas cartas del corpus pauhnum 1. El significado concreto de impronta de una forma se halla en Jn 20,25a (la señal de los clavos en las manos del resucitado)

Modelo (TOTTOQ)

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2 En Hech 23,25 typos quiere decir la redacción, el contenido de una carta, en Rom 6, 17 el contenido, la afirmación de una doctrina Sin embargo, en este último pasaje resuena al mismo tiempo el significado primigenio deforma acuñante En efecto, como antes los pecados, también ahora la nueva doctrina, o sea, el mensaje de Cristo, es la fuerza que configura —como quien dice, acuña— y determina la vida del cristiano 3 Ese significado básico deforma que se imprime es el mas frecuente. a) La doble dirección en que se mueve el significado de typos en cuanto forma del modelo y de la copia se halla en dos pasajes de los Hechos Hech 7,43 al tomar de los LXX la cita de Am 5, 26 toma también el significado de imágenes de los dioses Hech 7, 44 y Heb 8, 5 citan Ex 25,40, y con typos se refieren al arquetipo celestial, según el cual Moisés había de realizar el santuario. Mientras que en Hech parece ser que en este pasaje se expresa sencillamente el encargo divino para la obra de Moisés, la fundación divina del santuario terreno, en Heb hay que ver esa cita del AT en conexión con un modo de interpretar más ampliamente las afirmaciones del AT con referencia a la obra salvífica de Cristo Una cierta coincidencia con las especulaciones de Filón (marcadas por las ideas de Platón sobre los arquetipos y las ideas) no debe engañarnos acerca del hecho de que también este pasaje está sometido a la teología escatológico-temporal de la historia, que tiene Heb. La relación del arquetipo celestial {typos Heb 8, 5 y eikon Heb 10, 1) con la copia terrenal (antítypon Heb 9, 24 o bien ünódziyna [hypodeigma] y oída [skia], -> sombra Heb 8, 5 y passim) es incorporada a los demás bienes salvíficos pasados y futuros A través de Cristo penetran los arquetipos celestiales en la historia, haciendo que pierdan su validez las copias y las sombras (cap 10, cf Michel, 286) b) Con el significado de modelo se hallan junto a typos y hypotypósis otros términos como hypodeigma o ñnoypa^noc, [hypogrammos] Estos últimos presentan la entrega de Cristo al servicio (Jn 13,15) y su pasión (1 Pe 2, 21), pero no como un modelo ético, sino como una obra salvífica actuante, que imprime su sello, en la que la comunidad puede incorporarse, y en virtud de la cual puede ella seguir a Cristo (cf 1 Pe 2, 21b) Hypodeigma, fuera del texto de Sant 5,10 (los profetas como modelo de sufrimiento y de paciencia) aparece sólo en el sentido de ejemplo que no se debe seguir (Heb 4, 11 y 2 Pe 2, 6). Typos como modelo está referido conjuntamente a Pablo (Flp 3, 17, 2 Tes 3, 9), a los responsables de la comunidad (1 Tim 4,12, Tit 2, 7,1 Pe 5, 3) o a la misma comunidad (1 Tes 1,1) En esos pasajes no se trata simplemente de exhortar a llevar una vida ejemplar desde el punto de vista moral, sino de la llamada a la obediencia con respecto al mensaje (2 Tes 3, 6) Este imprime carácter y da poderes a los que lo proclaman, y el poder de imprimir su sello de una vida regida por la palabra actúa a su vez en la comunidad (1 Tes 1, 6), que se va transformando asimismo en modelo capaz de imprimir su sello. 4 Mas alia de ese empleo, que hacía la lengua griega usualmente, typos aparece en el NT para caracterizar relaciones de tipo histórico, es por tanto un concepto hermenéutico que sirve para referir la tradición del AT (en concreto, determinadas experiencias históricas de Israel) a los acontecimientos salvíficos escatológicos actualesa) En 1 Cor 10, 6 11 con este término refiere Pablo las experiencias de Israel en el desierto a la realidad actual de la comunidad cristiana en Corinto La conexión entre la recepaon del sacramento y el castigo subsiguiente al uso no digno del mismo por parte del antiguo pueblo de Dios sirve de «figura» o ilustración para el presente, con la finalidad de prevenir a los «fuertes», que tergiversaban los sacramentos dándoles un sentido mágico El método «tipológico» desarrollado aquí por Pablo consiste, por tanto, en la referencia mutua, analógica, de contextos históricos concretos, en el sentido de la «pre-figuración», preanuncio o anuncio de antemano, que, para un acontecimiento

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[xúnoq) Modelo

escatológico actual o futuro, tenían acontecimientos análogos del AT. Al mismo tiempo hay que añadir a esto un elemento esencial de la teología paulina, ya que la actuación de Dios en la historia se hace aquí visible en su ordenación, en su vinculación a sus promesas. Por tanto es Dios mismo el que establece la relación tipológica, en cuanto que su palabra revelada (la «Escritura») la realiza (cf. Rom 4, 23 s; 1 Cor 10, 11). Con la «prefiguración» del acontecimiento salvífico escatológico en la historia del AT es atestiguada la participación de la comunidad en la obra salvadora de Cristo, y frente a una eventual interpretación errónea «metafísica» del mismo, se interpreta como el obrar de Dios que se realiza en la historia humana concreta. b) En este sentido tipológico se argumenta también en Rom 4; Gal 3 y passim, sin necesidad de que aparezca el término typos. El mismo modo de argumentación tipológica se halla en 1 Pe 3,21: la salvación de Noé de las aguas del diluvio se refiere como «figura» al hecho salvador del -» bautismo, que viene a ser así antítypon, contrafigura (en el sentido de reproducción). c) En Rom 5,14 el concepto de tipo penetra en un campo de tensión, que desborda el «método tipológico» por completo. Se comparan o se contraponen las figuras de -* Adán y Cristo en su significado y eficacia para «todos». Adán es calificado de «typos del futuro»; por eso en este caso se habla generalmente (con algunas excepciones) de una «tipología Adán-Cristo». Pero, dado que Adán no puede tomarse precisamente por una «figura» fiel, por un trasunto, de Cristo, y que, por otra parte, fuera de este sitio un significado de typos en el sentido de contrafigura es completamente desconocido, hay que concluir que probablemente, al asumir Pablo polémicamente este término, precisamente rechaza aquí una tipología tradicional Adán-Mesías. Se trata del cambio radical de lo antiguo por lo nuevo. Lo nuevo sólo se hace actual mediante la superación de lo antiguo. Así pues, Pablo muestra la relación paradójica de oposición radical y de vinculación profunda de lo antiguo y lo nuevo como la realidad en la que la comunidad ya está viviendo. Evidentemente, la tipología todavía no ha cuajado en Pablo en un método que se pueda emplear técnicamente. Su degeneración en la época subsiguiente (a través de toda la historia de la exégesis) la ha hecho hoy sospechosa. En la actualidad, sobre todo en la investigación del AT, se realizan esfuerzos por recuperar el papel relevante que originariamente tenía la tipología para la interpretación del AT y también para la praxis cristiana. H. Müller Bibl AvBlumenthal, TYnOI und nAPAAElrMA, Hermes 63, 1928, 391 ss - LGoppelt, Typos, 1939 (1966 reimpresión) RBultmann, Ursprung und Sinn der Typologie ais hermeneutischer Methode, ThLZ 75, 1950, 205 ss (= Exegetica, 1967, 369 ss) EFuchs, Hermeneutlk, 1954 (19582), 192 ss - Probleme dlttestamenthcher Hermeneutik, ed por CWestermann, ThB 11,1960 (1968=) espec 11 ss, 205 ss - NHRidderbos, Typology, Vox Theologica 31, 1961, 149 ss - ELarsson, Christus ais Vorbild, ASNU XXIII, 1962, III, 9 ss - ASchulz, Nachfolgen und Nachahmen, Stud z. AT u NT 6,1962, 308 ss - OMichel, Der Bnef an die Hebraer, KEK XIII, 1966" - LGoppelt, Art zanoq, ThWb VIII, 1969, 246 ss

Moisés (MccmofiQ)

Moisés McovfffJQ [Moysés] Moisés 1 La forma griega del nombre (desde los LXX) procede probablemente de fuentes egipcias La primera silaba Mam- [Mdy-] reproduce un sonido vocálico o copto, no hebreo (Pauly-Wissowa 31, 1933, 360) El hebreo Moseh probablemente haya de derivarse del antiguo egipcio ms(y) y significa hijo (cf Thutmosee = «hijo de Thot») Moisés es un nombre abreviado sin el elemento del nombre de Dios (cf SHerrmann, Mose, EvTh 28,1968, 303 s) II 1 La mas antigua tradición veterotestamentana caracteriza a Moisés como el caudillo cansmatico de un grupo de nómadas —mezcla abigarrada de elementos muy diversos—, al que se obligo a trabajos forzados en las ciudades de Pitón y Ramses (Ex 1, 11) A través de contactos de Moisés con nómadas madiamtas (2, 15 ss, 3,1-4, 20), el grupo de los hebreos consiguió escapar de Egipto (14, 5) La aniquilación junto al mar de una formación de carros de combate egipcia enviada en persecución de ellos, indujo al llamamiento de este grupo de nómadas por parte de Yahve, cuya actuación en aquel acontecimiento reconoció la profetisa Mana (15, 20 s) Parece que el grupo siguió viviendo durante una generación en el desierto, antes de decidirse a emigrar a otro país de cultivo Durante ese tiempo tenia su santuario principal en el Sinai Pero también visitaba otros santuarios del monte de Dios y de Masa y Menba (= Tentación y Careo Cades, cf 17, 7) Moisés se halla aquí en el mismo plano que los antepasados o padres primitivos, aunque probablemente tenia que conducir un grupo mas numeroso y mas fuerte 2 Antes del destierro, parece que la tradición mosaica solo desempeño un cierto papel en el reino del Norte, la importancia fundamental la adquirió solo al quedar ligado Moisés a la legislación religiosa que se encuentra en el código de la alianza de Ex 20, 22-23, 20, entroncando por primera vez con la antigua noticia de Ex 32, 16 Con la importancia creciente del derecho divino fue creciendo también la importancia de Moisés Asi aparece en la ley deuteronomica (alrededor del año 700) como el gran legislador, que muestra a Israel los caminos de la vida y de la muerte Sm embargo, esas tradiciones se hicieron efectivas bajo Esdras en la restauración postexilicas, que situó a la ley como fundamento de la vida de Juda Con ello Moisés se convirtió en el revelador central de Israel Pero los profetas, que mencionaron raramente a Moisés y solo en contextos carentes de importancias (Jer 15, 1, Mi 6, 4, Is 63,11, Os 12,14), fueron únicamente los mensajeros de la exigencia de obediencia a Dios, como demuestra la obra histórica deuteronomistica 3 En el helenismo existen noticias sobre Moisés casi únicamente en algunas manifestaciones antijudias Al igual que los judíos en general, Moisés pasaba por un egipcio (sacerdote de Hehopohs) Se le tema por el legislador, el organizador (12 tribus) del pueblo, el fundador del Estado judio, de su capital y de su templo Y puesto que en el judaismo fuera de Jerusalen, no había ningún otro lugar de culto, se consideraba a los judíos ya como áflsoí [atheoí] (que no tributan a lo divino el honor que les debido), ya como adoradores de demomos, y Moisés paso por el negador y despreciador de todo culto o como un hechicero o un impostor Su nombre se utilizo frecuentemente en formulas mágicas Con una cierta admiración hablaron de Moisés solo Hecateo y Posidomo Hecateo alababa el hecho de que honro al cielo como Dios, sin imagen alguna Posidomo narra que Moisés había sido en realidad un sacerdote egipcio, pero que abandono voluntariamente Egipto, porque su concepto antropomórfico y teriomorfico (= que adopta formas animales) de Dios no correspondía al que el tema Asi fundo una comunidad originariamente libre de leyes —el helenismo en su conjunto choco con la ley judia— y que veneraba «lo que nosotros denominamos cielo y cosmos o bien, globalmente, physis (= naturaleza)» (Pauly-Wissowa, XVI, 1 Sp 361 ss) 4 El judaismo helénico, por el contrario, hizo la apología de Moisés Siguiendo el método de la ciencia griega, de las coincidencias se paso a los plagios Y puesto que el helenismo consideraba a Egipto como el país de la cultura mas alta, los apologetas atribuyeron dicha cultura a sus antepasados hebreos Ellos ensalzan a Moisés como el inventor de la escritura (cf Eusebio, Praep Ev 9, 27) Es importante la aparición de la denominada leyenda de Moisés Según ella, los magos egipcios vaticinan al faraón el nacimiento de un hombre que salvara a los judíos y vencerá a Egipto Por eso manda que se mate a los recién nacidos Pero una hija del faraón, que no tiene hijos, salva a Moisés y le aplica un nombre egipcio (para la continuación cf loe cit, 367 ss) 5 En el conjunto del judaismo palestino, pasaba Moisés como el revelador insuperable Para los rabinos, los profetas eran únicamente portadores de la tradición oral, que Moisés recibió en el Smai Sus seguidores son los especialistas en Escritura o letrados (ThWb VI, 817 ss, cf Mt 23, 2) De acuerdo con la concepción del segundo éxodo como irrupción de la salvación, Moisés y su tiempo pasaban como modelos anticipados de la época mesianica asi como Moisés padeció, asi el Salvador debe padecer (p ej R Aquiba 40 años de hambre y de sed en

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(McouafJQ) Moisés

el desierto, o persecución por parte de los extraños y enemistad en el propio pueblo, o época de prodigios, cf ThWb IV, 867) También en los textos de Qumran es denominado frecuentemente Moisés como el legislador de Israel y como tal es celebrado (p ej CD IX, 11)

III En el NT Moisés es la figura veterotestamentana que con mayor frecuencia se menciona (80 veces) Jesús sacude los cimientos del mundo judío que le rodeaba, al presentarse como revelador lo mismo que Moisés, no ya como su intérprete (cf. los profetas del AT), y por eso se diferencia de aquél, en que él anunaa y vive en nombre de la venida definitiva del reino de Dios De todos modos, la tradición neotestamentana expresa la relación entre Moisés y Cristo de diversas maneras. 1. Marcos Moisés es reconocido como legislador (1,44). Su ley demuestra, contra los saduceos, la resurrección de los muertos (12, 19 26) y contra la tradición de los escribas y letrados, el mandamiento de Ex 20, 12 (Me 7, 10 s, 14 s muestra la nueva autoridad de Jesús). En la transfiguración de Jesús aparecen Elias y Moisés, los cuales en otros tiempos (lo mismo que Jesús ahora), debido a su misión, padecieron bajo la enemistad del pueblo (9, 4 s) Pedro interpreta mal la aparición celeste como terrestre y opina que ha llegado una nueva época del desierto, puesto que las tres figuras del final de los tiempos (Moisés, Elias y el Mesías Jn 1, 21 25, cf. CD IX, 11, 4Qtest 5 ss) se hallan unidas. 2. Mateo establece un parangón muy estrecho entre Jesús y Moisés. Acerca de la tradición de su nacimiento véase la formación de la tradición sobre Moisés (cf supra II, 4) y el tema de Egipto como meta de su huida (a propósito de 2, 20, cf. Ex 4, 19) Jesús permanece 40 días sin comer ni beber en el desierto como lo hizo Moisés en el Sinaí (4,1 ss). Pero sobre todo, él es el nuevo legislador (passim), el cual, lo mismo que Moisés, proporciona la bendición (5,3 ss) y la maldición (23,13 ss). La misión docente mosaica de los letrados es reconocida (23,2 s), pero al mismo tiempo queda superada, ya que, bajo la dirección de Jesús, hay que practicar una justicia mejor que la de los fariseos (5, 17-20) 3 Lucas ve la vinculación de Jesús a Moisés en la función de profeta. Hech 3, 22, 7, 37 citan a Dt 18,15 18: «Un profeta como (Moisés)...» Así como Moisés fue poderoso en hechos y palabras (7,22), así también Jesús fue un profeta lleno de poder ante Dios y ante el pueblo (Le 24,19, cf 7,16; 4,24; 13,33) Lo mismo que Moisés, Jesús a 70 (72) hombres elegidos les da parte en su poder y en su espíritu (10, 117 ss, y más tarde, superando a Moisés, hace lo propio con toda la iglesia) Así como Moisés padeció (Hech 7,25 ss), y así también como el pueblo le negó y, sin embargo, Dios le envió como salvador y dominador (7, 35), también Jesús (siguiendo a Moisés y a los profetas) debía ser entregado a muerte por los sumos sacerdotes y letrados y ser asimismo elevado por Dios a la categoría de Señor (Le 24,27 44, cf Hech 26, 22,28,23) Según eso, el que no escucha a Moisés y a los profetas tampoco cree en el resucitado (Le 16, 29-31). No es cierto que Esteban (Hech 6, 11 ss) y Pablo (21, 20 ss) enseñen que haya que apartarse de las «costumbres» de Moisés La libertad de la circuncisión la pide Pablo, coincidiendo con Pedro, sólo para los gentiles (15, 1-21) Pero la justicia de la fe, que otorga Jesús, no la podía dar la ley de Moisés (13, 38) 4. Pablo a Moisés y a Cristo les enfrenta antitéticamente. Como legislador (Rom 5, 14, 1 Cor 9, 9), Moisés proporciona únicamente la letra (ypap.ua [gramma]), de forma que el hombre que practica la justicia de la ley ha de vivir (Rom 10, 5). De esta manera se muestra Moisés como «agente de muerte» (2 Cor 3,7, cf Gal 3,17 ss), que sólo poseía una gloria pasajera. Por el contrario, el «agente de la rehabilitación» (2 Cor 3,9) que lleva a la

Moisés (McoüfffjQ)

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vida, posee el espíritu (nveojioc [pneüma]) y una gloria imperecedera (se trata de una exégesis a Ex 34, 29 ss). Los «ministerios» representan al mismo tiempo a la sinagoga y a la iglesia. Respecto a Israel afirma Pablo que «un velo cubre sus mentes» cada vez que leen a Moisés (v. 15). Sin embargo, del Señor que es espíritu, recibe el nuevo Israel el don de reflejar la gloria con toda la cara descubierta (v. 17 ss). Cuando Israel se vuelva hacia el Señor, se quitará el velo (v. 16) y entonces Moisés será reconocido como testigo de la justicia de Dios: Dios elige únicamente según su promesa, no según el celo humano (Rom 9, 15 s); el llamamiento de los gentiles muestra que la ley de Israel no le otorga ningún privilegio ante Dios (10, 19); el bautismo en Moisés (analogía del «bautismo en Jesús») era una promesa y no una ley de la naturaleza, de forma que los bautizados realmente recibían dones espirituales; pero, como no permanecen ya en la promesa, perecieron (1 Cor 10, 2 ss). 5. Juan es el que más duramente se opone al judaismo: la enseñanza de Jesús, que interpreta la Escritura, procede inmediatamente de Dios y no del estudio de la misma (7,15 s). El que quiera hacer la voluntad de Dios (¡el primer mandamiento y no cada uno de los mandamientos!) reconocerá si la doctrina es o no de Dios (v. 17). Pero ninguno de los judíos practica la ley, pues ellos se orientan por la letra de la misma y no, como se debe, por Dios mismo (esto es, por su revelador) (v. 19). La ley de Moisés, como tal, ha sido superada por Jesús (1, 17). El acusa a los judíos ante Dios, pues ella —la ley de Moisés— da testimonio del revelador, que será como Moisés (Jn 5, 39.45 ss; cf. Dt 18, 15.18). Realmente el pueblo conoce bien que Jesús es el profeta prometido (6, 14). Pero mientras pretende hacerle rey (v. 15), no quiere reconocer que su reino no es de este mundo (18, 36). Sus jefes se denominan a sí mismos discípulos de Moisés (9, 28) en la «falsedad»; puesto que el nuevo revelador ha venido ya (1,17). Este es el verdadero pan de vida, pues los que comieron el pan que dio Moisés murieron (6, 32-35.48-51). Moisés levantó la serpiente en el desierto para mantener y conservar la vida perecedera; también Jesús tiene que ser «levantado en alto» para que todos los que creen en él tengan vida eterna (3, 14 s). 6. La carta a los Hebreos destaca la superación del modelo de Moisés por el cumplimiento en Cristo. La fidelidad de Jesús es de mayor poder que la de Moisés, puesto que él vino como el hijo de las alturas celestiales de Dios y no es como Moisés sólo un servidor en la casa de Dios (3, 2 ss). Jesús es el sumo sacerdote del santuario celeste, el cual Moisés trató de contemplar en otro tiempo y de imitarlo en la construcción del santuario terreno (8, 5). La comunidad de Cristo no fue conducida al Sinaí, ante cuyo fuego, humo, relámpagos y truenos el mismo Moisés se puso a temblar, sino a una magnífica ciudad celestial de Dios (12, 18 ss). En 11, 23 ss se describe a Moisés como modelo de la fe, incluso en los padecimientos, como caudillo a la salida de Egipto se le describe en 3, 16 y como legislador en 7, 14. 7. Se encuentran aislados los pasajes de Ap 15, 3 (el paso del mar Rojo representa la salvación de los santos de un padecimiento al final de los tiempos), el fragmento de Jds 9 (una tradición posterior dice que Satanás luchó con Miguel, así como Moisés mató a un egipcio) y 2 Tim 3,8 (según la leyenda de Moisés [cf. supra II, 4], fueron Yanes y Yambres los magos egipcios que trataron de imitar el milagro de la serpiente, St.-B. I, 660 ss). H. Seebass

(omoK-TBÍvo)) Muerte

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Muchedumbre

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Pueblo

Muerte Para designar la muerte y el morir, que recuerdan a los hombres que de la vida no se puede disponer, se encuentran en el NT, como en la antigüedad, numerosas palabras. Junto a los vocablos relacionados con MvatoQ [thánatos], que designan el paso de la vida al estado del ser muerto (y también a la misma muerte), para describir el morir y la muerte se utilizaron ya en tiempos antiguos, y concretamente a partir de la época de Jesús, vocablos que originariamente tenían un sentido diverso y que se aplicaban al sueño, tales como vnvoq [hypnos], ncc&eúSa) [katheúdo] y Koifiáofitxi [koimáomai] Lo aue no tiene vida, ya se trate de un cadáver o de la materia carente de vida, es VEKpóq [nekrós], muerto; mientras que XEXEVXÓXÜ [teleutáo] designa la muerte como si se hubiese llenado o realizado la vida y se concluyese de un modo natural; en cambio, se usa ánoKxtivíú [apokteíno] para designar la extinción de la vida por medios violentos. Concretamente las palabras del grupo thánatos y nekrós experimentaron en el NT una matización teológica cualificada. Cf. -* debilidad. a.noKxsívco [apokteíno] matar; xekemáco [teleutáo] morir 1 1. El verbo apokteíno, de Kteivco [kteíno], matar, y atestiguado desde Homero, expresa todo tipo de terminación violenta de la vida (primero ajena y solo más tarde también propia) Así pues, puede significar matar, hacer matar, asesinar y ejecutar 2 Teleutáo, derivado de téloc, [télos] -> meta, fin y atestiguado desde Homero, significa originariamente lo que queremos decir corrientemente con llevar a término, acabar (p ej un trabajo), completar, y, como intransitivo, llegar a un término, acabarse (p ej. las lágrimas) y luego también morir, fallecer. II 1. Apokteíno, matar, atestiguado mas de 150 veces en los LXX, se utiliza allí para traducir los verbos hebreos hárag, matar y müt, morir (espec en hifíl hacer morir), puede designar el golpe mortal (Gn 4, 8 de Caín), la ejecución del castigo (Ex 32, 27), el cumplimiento de la orden de exterminio en la guerra de Yahvé (Nm 31, 7 ss, 1 Sam 15, 3), y se encuentra asimismo en las visiones proféticas del juicio (Am 4, 10, 9, 1, Ez 23, 10). 2. Unas 70 veces, para traducir el hebreo müt, morir, se utiliza en los LXX el verbo teleutáo y casi exclusivamente con el significado de dejar de vivir, terminar la vida Pero allí no se distingue entre una muerte natural (p. ej. Ex 1, 6, Jos 1, 2) y una violenta (Baváxw ze.h.mr\aa [thanátó teleuteseí], morirá o deberá morir irremisiblemente, Ex 19, 12, 21, 16 s, Am 9, 10)

Muerte (Qávonoq)

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III. 1. Apokteind, matar, se encuentra en el NT 74 veces, con mayor frecuencia en los cuatro evangelios y en Ap (15 pasajes); solamente 5 pasajes corresponden a las epístolas (paulinas). En esos pasajes el verbo significa casi siempre la muerte violenta del mensajero de Dios, ya se trate de un asesinato directo (Mt 14, 5: Juan por Herodes; cf. Me 6,19), ya se halle en forma parabólica (Me 12,15 ss: los trabajadores de la viña; cf. Mt 23, 37 par) o se exprese en el lenguaje apocalíptico de los sinópticos (Mt 24,9) como profecía en relación con ios discípulos. Podría ser central su aparición en los «anuncios de la pasión» de los tres sinópticos (Me 8, 31; 9, 31; 10, 34 con par). El testigo (-• testimonio) que debe ser muerto, en el que se concentran los ataques, es el -> Hijo (cf. 1 Tes 2, 15). Especialmente en Juan apokteíno casi siempre va acompañado de Qnxéco [thétéd], intentar, tratar de, o de f}oüA.eúofica [bouleúomai], planear, con los cuales se combina (p. ej. 7, 1.19 ss; 11, 53). Pero en el marco de tales amenazas (cf. Hech 21, 31; 23, 12-14) se encuentran asimismo los discípulos, como lo indica espec. Ap (6, 11; cf. asimismo 11, 7, donde la bestia mata a los dos testigos); en ellas, por lo demás, el verbo señala ante todo la ejecución del juicio divino (por los cuatro jinetes en Ap 6, 8; cf. 9,15-18; 19,21). En una interpretación posterior de la crucifixión significa en Ef 2, 16 que Jesús por su muerte mató la enemistad, con lo cual debe entenderse e interpretarse la reconciliación. Pablo usó 2 veces la palabra en sentido figurado: en Rom 7, 11, el -> pecado (áfiap-cíot [hamartía]), que se interpreta aquí como una fuerza, mediante el -* mandamiento (ivioXr\ [entolé]) mata al hombre, esto es, le impulsa a un conflicto mortal que le defrauda en su situación ante Dios; en 2 Cor 3, 6: lo que en realidad aporta la ley es la muerte y a ello contribuye la letra (ypá^fiot [grámma]), que se contrapone al espíritu que vivifica. 2.

Teleutáó aparece en el NT sólo 11 veces, de ellas Mt 15,4; Me 7,10; 9,48 en citas

del AT. De todos modos no deja de ser sorprendente el hecho de que el verbo se use «m

Mt 9,18 (en aor.) y en Jn 11,39 (part. perf.) en relación con difuntos cuya resurrección por parte de Jesús se refiere a continuación. Parece que aquí los evangelistas pretenden poner de relieve la muerte efectiva de la muchacha o de Lázaro; no constituye una contradicción el que en el mismo contexto se utiliza katheúdó o koimáomai (véase allí). Asimismo aparece el verbo en Mt 2,19 para la muerte de Herodes, en Mt 22,25 en el ejemplo de la muerte de los siete hermanos, en Hech 2,29; 7,15 y Heb 11,22 en las reflexiones históricas sobre la muerte de David, Jacob y José. Sin embargo, en el NT predomina a todas luces ózno9vé(TX(o [apothnéskó] (cf. infra -* Sávatoq [thánatos]). L. Coenen

MvcnoQ [thánatos] muerte; Suvctióco [thanatóó] matar; á&xvoioíu [athanasía] inmortalidad; SvrJGKü) [thnesko] morir; ánoSvrjcncco [apothnéskó] morir; (TDvctno9vrj cuerpo, lo inmortal de lo mortal, la parte del hombre que no sufre de la parte que sufre (Phaed 80c ss) Y puesto que la vida delfilosofosirve totalmente a la finalidad de un puro conocimiento racional, el sabio solo puede considerar la muerte que le libera del cuerpo irracional como un fin digno de ser apetecido (Phaed 114a ss) b) Junto a esto, la Stoa niega, por lo general, la inmortalidad personal, el alma particular se sumerge en el alma universal divina, que rige el cosmos (-• mundo) Tales concepciones acerca de la inmortalidad del alma se desarrollan en la época helenística, sin influir de un modo determinante en la creencia popular c) En los cultos mistéricos procedentes del oriente, el hombre que es por naturaleza mortal es divinizado mediante consagraciones y ritos, al participar en las fuerzas vitales del dios al que se da culto d) La gnosis (-> conocimiento, art JIVCOOKCO [ginoskó]) potencia el moderado dualismo antropológico de alma y cuerpo de Platón hasta reducirlo a un dualismo cósmico radicalmente antitético El cosmos es para el diabólico y el cuerpo es parte del cosmos El alma, por el contrario, procede de una -» luz extracosmica y de un mundo vital asimismo extracosmico y fue encadenada en la cárcel del cuerpo La verdadera muerte es la vida en el cuerpo, en cambio, la liberación del cuerpo significa la superación de la muerte

Muerte (¡¿ávctTOq)

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e) En el neoplatonismo se asocian ideas platónicas y mitos gnósticos en un sistema especulativo, en el cual la trasmigración de las almas y la progresiva iluminación y elevación del alma sobre el mundo de los sentidos desempeñan un importante papel II Todas las palabras de este grupo se encuentran asimismo en los LXX, athanasia, inmortalidad, por su parte aparece solo en los escritos tardíos influenciados por el helenismo (Sab, 4 Mac) El modo de usar las palabras no se diferencia esencialmente del uso en la literatura original griega El equivalente hebreo para los distintos términos es, con escasas excepciones, mawet, muerte y müt, morir, matar 1 a) También en el pensamiento del AT significa la muerte el fin definitivo del hombre (2 Sam 12, 15 ss) «Todos hemos de morir, somos agua derramada en tierra, que no se puede recoger» (2 Sam 14, 14) El hombre, tomado de la tierra, se convertirá de nuevo en polvo (Gn 3, 19) La sombra del alma que baja al seol (-> infierno, art castigo de Dios por la -• culpa del hombre, pues Dios castiga a los individuos con la muerte para purificar la comunidad de su pueblo de los malhechores, de la misma manera que esa misma comunidad impone también la pena de muerte a los individuos para apartar el -»juicio de todo el pueblo (Dt 13) b) Pero la muerte como tal no representa ningún castigo divino, ya que la creación no pretendía ninguna unortalidad del hombre Adán fue amenazado con la propia muerte prematura como castigo por una transgresión concreta, después de cometida la falta, solo fue castigado con el destierro del jardín del Edén También el Sal 90, que, remontándose a la historia de la caída, reflexiona sobre la interdependencia entre -» pecado y muerte, hace que a fin de cuentas no sea la muerte sino la fragilidad de la vida la que se base en el pecado humano (cf asimismo Sal 51,14,3) Con eso en el AT se habla de la universalidad de la culpa y de la muerte (se exceptúan únicamente los que son «arrebatados» al cielo), pero no de una muerte hereditaria como consecuencia del pecado, asi como tampoco de un pecado original Puesto que la relación con Dios primariamente se establece no entre el individuo y Dios, sino entre Dios y el pueblo (-> alianza, -» Israel), la muerte no significa ninguna tentación contra la fe, no se plantea la cuestión del «porque» de la muerte c) Y puesto que ademas el individuo recibe su vida solo como miembro del pueblo de Yahve y solo asi la puede vivir, no surge nmguan pensamiento de entender o de realizar la vida como una acción heroica Incluso cuando cada uno concibe individualmente el peso de la vida como demasiado grande, queda excluida la idea del suicidio como negación de la vida o con miras a una «buena» muerte Cuando Saúl se mata después de la muerte de sus hijos y después de haber perdido la batalla, esta muy lejos cualquier idea sobre unfinalheroico (1 Sam 31, cf Ajitofel 2 Sam 17, 23) d) Solo aisladamente aparece Yahve también como el que domina en el seol (Sal 139 [138], 8) Frente a la muerte, puede uno entregarse a el con una confianza total (Sal 73 [72], 23 ss, Job 19, 25, con tales pasajes podía entroncar la futura esperanza en la resurrección) 2 a) Cuando, a partir del destierro, cambio la concepción de -» pueblo y de alianza (la confesión de fe en la Tora se convierte en central) y en cierto sentido se puede hablar de una individualización de las relaciones con Dios (Jer 31, 29 ss, Ez 18, 2), la muerte se yergue para los israelitas en los últimos siglos antes de Cristo como un grave problema Se la concibe como un destino desproporcionado y se busca su casa en los pecados de los hombres, no solo la primera muerte, sino simplemente la muerte es considerada como un castigo por los pecados Se sigue adelante en la linea que, según la opinión de muchos investigadores, se reconoce ya en la tradición del relato de la caída de Gn 2 y 3, pero se la acentúa todavía mas con el pecado de Adán entro por primera vez en el mundo la muerte «Le pusiste (a Adán) un único mandamiento, pero el lo traspaso En seguida ordenaste que la muerte viniese sobre el, asi como sobre sus descendientes» (4 Esd 3, 7) «Por una mujer comenzó la culpa, y por ella morimos todos» (Eclo 25, 24) Juntamente existen distintas opiniones sobre si hay o no hombres sin pecado, que solo deben morir por el destino pecador provocado por Adán, o sobre si todos los hombres están sometidos a la muerte por sus propios pecados (cf p ej ApBar [sir] 54,19 «Adán es causa umca y exclusivamente para si mismo, pero cada uno de nosotros se ha convertido en Adán para si mismo» Un material mas amplio puede verse en St-B I, 815 s, III, 227 ss) b) Si la muerte no representa un destino natural sino histórico, entonces se abre la posibilidad de reflexionar sobre la superación del pecado y con ello de la muerte por medio de Dios Asi se encuentra en la apocalíptica judia la concepción del reino de Dios al final de los tiempos, en que el pecado es venado y se ha impuesto el imperio sobre la muerte La esperanza de la resurrección que aparece por primera vez en Is 26,19 y en Dn 12, 2, y que se

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(Mva-coq) Muerte

formuló con ayuda de las concepciones del parsismo, hace posible después la creencia de que también para las generaciones pasadas queda superada y vencida la muerte por un acto divino de nueva creación Los justos entrarán en la vida eterna y los injustos sufrirán la muerte eterna (4 Esd 7, 31 ss). La creencia en la resurrección (-• resurrección, art. áváamaiq [anástasis] II) es naturalmente discutida, los fanseos la defienden frente a los saduceos. Existen también diversas opiniones acerca de la cuestión de si sólo los israelitas o también los demás pueblos, o sólo los justos o también los injustos —éstos para el juicio— resucitaran. c) Cuando frente a tales ideas acerca de la resurrección se sostiene la antigua concepción judía acerca de la muerte, puede ésta adquirir rasgos pesimistas: «Acerca de los hombres, pensé asi' Dios los prueba para que vean que por sí mismos son animales, pues es una la suerte de ambos: muere uno y muere el otro, todos tienen el mismo aliento, y el hombre no supera a los animales.. todos vienen del polvo y todos vuelven al polvo» (Ecl 3, 19 s). d) También se habla en cierta medida de la muerte en sentido figurado. Ya en Dt 30,15 se dice refiriéndose a los mandamientos y a los derechos de Yahvé. «Yo os pongo delante el camino de la vida y el camino de la muerte» (cf. Jer 21,8) La muerte aparece siempre que Israel o —desde Ez— el israelita se separan de Dios (Ez 18,21 ss 31 s) Aquí, por tanto, se entiende como muerte el apartamiento de la comunión con Dios y la participación en ella se la considera como -» vida. 3. En dependencia con el proceso de transformación espiritual de la época helenística y con el mayor énfasis que se pone en determinadas categorías antropológicas, se introducen también en el judaismo ideas más o menos impregnadas de dualismo. a) Así aparece el -> alma como inmortal (Sab 3, 4; 4, 1, 15, 3). Ella espera en unas estancias celestiales la resurrección (Hen [et] 102 ss; 4 Esd 7, 88 ss), mientras que no se rechaza totalmente la idea de la resurrección y se acepta que inmediatamente después de la muerte comienza la vida eterna sin cuerpo (4 Mac 16, 13; 17, 12). b) Hay que atribuir a influencia griega el hecho de que el mártir judío pueda entender su muerte como una proeza, de forma que la muerte de los mártires pueda ser ensalzada como gloriosa (4 Mac 10,1) y virtuosa (2 Mac 6, 31). c) Filón denomina al cuerpo (Leg. All I, 107) un compañero «malo y muerto del alma» y puede saludar a la muerte corporal, que separa al alma del cuerpo, como un acto liberador El conoce una doble muerte dentro del universo y empalma con el pensamiento griego cuando relativiza al máximo la muerte natural y hace consistir la muerte verdadera en el hecho de que el cuerpo domine al alma y la sepulte bajo pasiones y maldades de todo tipo (Leg All. I, 105 ss) d) Josefa pone en boca del jefe judío Eleazar los argumentos helenísticos romanos cuando éste trata de impulsar a los judíos de la fortaleza de Masada a preferir la muerte a su rendición a los romanos. Si no se puede Vivir con honra, se debe morir con valentía (Bell 7,341), la elección de esa muerte tan hcrmo&d y hbre (Bou. 7,325 s) va acompañada de la admiración por tal valentía (Bell. 7, 388); el que cae en la lucha por la libertad es digno de alabanza (Bell 7, 372); pero sobre todo la muerte proporciona a las almas la libertad de los males del cuerpo mortal —las almas que están aherrojadas en los cuerpos en realidad están muertas— y las lleva a su tierra natal (Bell. 7, 341 ss); pues el alma posee la inmortalidad (Bell. 7, 340)

III En el NT, el término thánatos, muerte, se encuentra unas 120 veces, y concretamente en los evangelios se refiere por lo general a la muerte de Jesús y en Pablo la mayor parte de las veces a la muerte del hombre. Thanatóó, matar, se encuentra 11 veces en diversos escritos neotestamentarios; thnétós, mortal, 6 veces en Pablo. Apothnésko, morir, se utiliza (junto a thnéskó: 6 veces) 113 veces en el NT, referido a la muerte de Jesús se usa raras veces en los sinópticos, y, por el contrario, es frecuente en Pablo, esto último a raíz de la fórmula de profesión pre-paulina. Cristo murió por nuestros pecados (1 Cor 15, 3; Rom 5, 8). Synapothnéskó, morir juntamente con alguien, se encuentra en Me 14, 31,2 Cor 7, 3 y 2 Tim 2, 11 (sólo en el último pasaje con una referencia cristológica). Athanasía, inmortalidad, se encuentra 3 veces: en 1 Cor 15, 53 s se utiliza en el contexto apocalíptico de un revestirse de la inmortalidad; en 1 Tim 6, 16 se habla de Dios al que únicamente corresponde la inmortalidad. 1. La concepción neo testamentaria de la muerte se halla en continuidad inmediata con la judía veterotestamentaria, donde naturalmente apenas se dejan notar los influjos del judaismo posterior. En lo esencial, puede considerarse unitariamente. Donde aparece el término thnetÓQ, mortal, se trata de la mortalidad del hombre como de un hecho que cae de su peso. El hombre vive en la sombra de la muerte (Mt 4,16 = Is 9,1, LXX). Dios, el origen de toda vida, es el único a quien corresponde la inmortalidad (1 Tim 6, 16), mientras que el hombre durante su vida debe experimentar el temor de la muerte (Heb 2,

Muerte {MVO.XOQ)

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15). Lo mismo que en el judaismo tardío, a la muerte se la considera siempre desde el punto de vista individual y la posibilidad de relativizar la muerte por la vida duradera de un pueblo solidario está lejos del pensamiento neotestamentario. a) Ante ese estado de cosas, la cuestión sobre la causa de la muerte debe tener su importancia. La respuesta a esa cuestión la resume Pablo concisamente en la siguiente proposición: «El pecado paga con muerte» (Rom 6, 23). Debido a esta concepción, el diablo (-» Satán) puede pasar por aquél que se halla en posesión del poder sobre la muerte (Heb 2,14), aunque naturalmente es Dios mismo quien condena cuerpo y alma al infierno (Mt 10, 28; Ap 2, 23). La cuestión sobre el origen de la muerte no se plantea evidentemente en el NT como una cuestión especulativa; no se muestra interés por la muerte como si se tratara de un problema de ciencias de la naturaleza. La cuestión debe entenderse a partir de la respuesta. Ocurre que Pablo no reflexiona acerca de la muerte como un fenómeno biológico, sino como un fenómeno teológico, y realmente de tal manera.que en la universalidad de la muerte se hace patente la caída universal en el pecado y la necesidad de salvación por parte del hombre. Cuando el hombre se aparta de Dios, «que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe» (Rom 4, 17), abandona la raíz de su vida y se somete a la muerte. El fenómeno de la muerte descubre en esa interpretación el estado objetivo de los hombres en medio de su vida: porque ellos viven de lo creado, de lo natural y de lo pasajero, se han desvinculado del fundamento de la verdadera vida y se han entregado así a la nada. Como «primeros pasos» hacia la muerte, puede el hombre descubrir la condición fundamental de su vida: él vive culpablemente en la muerte. La muerte es, por lo tanto, el poder de la vida y en este sentido es una realidad presente. La muerte «espiritual» y la muerte «física» constituyen, siendo inseparables una de la otra, la realidad de la vida pecadora. Por eso el pecador exclama: «¿Quién me librará de este ser mío, instrumento de muerte?» (Rom 7,24). De acuerdo con eso, el padre de la parábola a su hijo perdido le llama muerto (-• veicpóq [nekrós]: Le 15, 24.32), y en Jn la vida y la muerte son realidades presentes de la existencia, según el hombre se porte con Jesús como instancia crítica que es de su existencia (Jn 5, 24; 8, 51; 11,25). El que se separa de la comunidad, en la que se anuncia la palabra que trae la vida, está a punto de morir (Ap 3, 2). b) Acerca de la relación de dependencia que existe entre culpabilidad y destino mortal del hombre, reflexiona sobre todo Pablo. Después de haber probado en Rom 1-4 con distintos razonamientos que todos los hombres sin distinción están sometidos al pecado y, por tanto, a la muerte, y que han sido llamados a la vida en Cristo, profundiza ese pensamiento en Rom 5,12-21 con ayuda de la anti-tipología de Adán/Cristo: la vida operada por Cristo se pone en comparación con el hecho de que «por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte» (Rom 5,12; cf. 1 Cor 15,21 s). Por medio de la aclaración de que la muerte llegó a todos los hombres, «porque todos pecaron», descalifica Pablo la concepción de que el pecado, como causa de la muerte, sea simplemente un destino heredado; el subraya su carácter de hecho y el carácter de la muerte como castigo por los propios pecados del hombre (cf. Bornkamm, Aufsatze I, 84 s). Pero permanece intacta la afirmación esencial de que todos los hombres sin excepción están sometidos al pecado y a la muerte, de forma que la salvación y la vida, y por tanto la superación de la muerte no hay que esperarla del hombre, sino que sólo puede sobrevenir como algo producido por Dios a través de la acción de su gracia, que viene de fuera y que se aplica al hombre. Y puesto que el hombre en su alejamiento de Dios busca su vida en las propias -» obras y consiguientemente encuentra la muerte, siempre que usa la ley como camino de salvación, para Pablo la -> ley, el -> pecado y la muerte se mueven en un mismo plano. «El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado, la ley» (1 Cor 15, 56).

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(3oévaTOc) Muerte

Consecuentemente, al hombre que pretende vivir de la ley, la muerte le resulta una dimensión presente: «pero al llegar el mandamiento, recobró vida el pecado y morí yo» (Rom 7, 9 s). Si se considera la muerte como una consecuencia histórica del pecado del hombre, respecto a la vinculación natural de la muerte del hombre con la muerte de las demás criaturas vivientes surge la cuestión de por qué la creación viviente, que no es humana, está también sometida al destino de la muerte. A esta cuestión responde Pablo, lo mismo que el judaismo contemporáneo suyo (GnR 12, 15), que la -> «creación» está sometida también a la nada y a la fugacidad, no por propia voluntad, sino debido al pecado humano, y que ahora junto con los «hijos de Dios» espera ser liberada de la muerte (Rom 8, 19-22). Por tanto, la-muerte en la naturaleza, tampoco la considera Pablo como un hecho «natural». c) De todo lo dicho se deduce que en el NT la muerte no debe ser considerada como un hecho natural, sino como un acontecimiento histórico, que pone de manifiesto la constitución existencial del hombre como la de un pecador. En este sentido histórico aparece la muerte como un poder que esclaviza al hombre en medio de su vida (Heb 2, 14); por eso aparece asimismo como una figura personal (Ap 20, 14). La posibilidad de desembarazarse del terror a la muerte por medio de una consideración racional de la inexorabilidad de la muerte o por medio de la proeza de una muerte heroica, queda descartada del pensamiento neotestamentario. Con eso lo único que sucedería es que se reforzaría el pecado, al pretender el hombre ganarse a sí mismo en la muerte mediante la propia acción, y esto a pesar de que la muerte representa la sentencia definitiva contra tal conducta. 2. Las afirmaciones acerca de la muerte de Jesús representan el punto central del acontecimiento salvador del NT (-> cruz, art axtmpÓQ [staurói] n i , 2) En el N T casi siempre aparecen en conexión con las afirmaciones sobre su -> resurrección y sobre la justificación o la nueva -> vida del creyente. a) Ya en las confesiones de fe prepaulinas se dice «que Cristo murió por nuestros pecados, como lo anunciaban las Escrituras, que fue sepultado y que resucitó al tercer día, como lo anunciaban las Escrituras; que se apareció...» (1 Cor 15, 3 s) y «que fue entregado por nuestros delitos y resucitado para nuestra justificación» (Rom 4,25). Jesús muere nuestra misma muerte (Flp 2, 7 s; Heb 2, 14), y la murió realmente como lo demuestra el «sepultado» de la antigua confesión (1 Cor 15, 3 s). Esta muerte sucedió «por nosotros», esto es, en favor nuestro (Rom 5,6 ss; 1 Tes 5,10; Heb 2,9 s; Me 10,45), lo cual se subraya de manera múltiple por las afirmaciones acerca de su resurrección o exaltación (p. ej. 2 Cor 5,14 s; 1 Pe 3,18). Su muerte vence a la ley (Rom 7,4; cf. Gal 2,21), al pecado (2 Cor 5,21; Col 1,22, -» reconciliación), y a nuestra muerte (Rom 5,9; 2 Tim 1, 10; Heb 2, 14 s; Ap 1, 17 s). Para hacer patente esa victoria, es anunciada la muerte de Jesús, el resucitado, que está presente y que ha de venir (1 Cor 11,26; 2 Cor 5,14 ss), para que no haya muerto en vano (Gal 2, 21). b) Lingüísticamente, este evangelio de la victoria sobre la muerte encuentra unos modos de expresión muy diversos. Empalmando con Is 53, es muy antigua y difundida la concepción de la muerte de Jesús como un sacrificio de reconciliación (-» reconciliación, art.ttáoKopiocí[hláskomai]), que borra la deuda de los pecados (Rom 3,25 s: fórmula prepauhna, 1 Cor 11,24 s. palabras prepaulinas de la cena; cf. asimismo Ef 1,7,1 Pe 1,18 s), donde pueden influir ideas veterotestamentanas del sacrificio de la alianza (Me 14, 24; Heb 13, 20) y del sacrificio pascual (1 Cor 5, 7). Tiene afinidad y está emparentado con esto el tema de la muerte sacrificial vicaria de Cristo (2 Cor 5, 21). No es raro encontrar la concepción del rescate, que procede del derecho de los esclavos pero que cnstológicamente resulta muy expresiva (-» redención, art. Xixpov [lytron], Me 10, 45; Gal 3, 13, 2 Pe 2, 1). También se encuentra el tema del descenso al hades del Redentor muerto, el cual vence al demomo y libera de la muerte a los hombres que le pertenecen (Heb 2, 14 s; Ap 1, 17 s; cf. 1 Pe 3, 19 s)

Muerte (Mvonoi;)

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El defecto de las formas de lenguaje procedentes del pensamiento jurídico-cultual (sacrificio de expiación, rescate, sustitución) consiste en que, por su medio, sólo se puede afirmar la liberación de la deuda de los pecados acumulada en el pasado y de la muerte esperada para el futuro como castigo de esos pecados, mientras que el presente como lugar de pecado o de -> justicia, de muerte o de vida, no se llega a expresar suficientemente.

c) Es por esta razón por lo que Pablo y la literatura deuteropaulina, junto con los teologúmena de naturaleza jurídico-cultual, echan mano de los modos de expresión del culto de los misterios y de la gnosis, ya que las categorías elaboradas por esas religiones pueden expresar de un modo especialmente claro la operatividad de la muerte de Jesús en lo que se refiere al destino humano. Expresiones del lenguaje de los misterios se encuentran especialmente en conexión con el significado del hecho del -» bautismo: «¿Habéis olvidado que a todos nosotros, al bautizarnos en Cristo Jesús, nos bautizaron vinculándonos a su muerte? Luego aquella inmersión que nos vinculaba a su muerte, nos sepultó con él» (Rom 6, 3 ss). «Morir con Cristo» significa, por tanto, morir al mundo, como fundamento de la posibilidad de la vida (Gal 6, 14), o a los poderes del mundo que esclavizan (Col 2, 20; -> ley), a la esclavitud de la ley (Rom 7, 6), a la vida en el pecado (Rom 6, 6) o a la «vida-para-sí-mismo» (2 Cor 5, 14 s). La afinidad con el lenguaje gnóstico, que supone la unidad sustancial entre el salvador y los salvados, aparece p. ej. en 2 Cor 4,11: «a nosotros que tenemos la vida, continuamente nos entregan a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se transparente en nuestra carne mortal» (cf. asimismo Col 1, 24). d) A diferencia de la tradición paulina y prepaulina, Juan no insiste especialmente en la muerte de Jesús sino en su -• venida (art. épxofiou [érchomai]) a este mundo de muerte. La muerte de Jesús en cruz es la más alta expresión de la encarnación del Logos (-> palabra) y al mismo tiempo, entendida como exaltación, es signo divino de la victoria general sobre la muerte (Jn 12, 33; 18, 32). e) Los modos de expresión de la muerte de Jesús en las concepciones religiosas de la época muestran que, en la confesión de fe de la cristiandad primitiva, la muerte de Jesús no era significativa primariamente como un fenómeno biográfico, y esto a pesar de que la historicidad, tanto de su vida como de su muerte, no fue cuestionada lo más mínimo. La muerte de Jesús no es considerada, ni como la de un hombre noble o la de un mártir que se ofrece por una causa justa, ni como la de un jefe político ni como el sacrificio debido a un error de la justicia, sino que más bien se la entiende y se la anuncia como un hecho salvador fundamental que ocurrió una sola vez (Rom 6, 10). Juntamente es común a las diversas afirmaciones del NT sobre la muerte de Jesús el hecho de que es anunciada como una muerte «por» (por nosotros: Rom 5, 8; 1 Cor 15, 3; por muchos: Me 10,45; 14,24 par; Heb 9,28; cf. Jn 10,15; por vosotros: 1 Cor 11,24). Con eso ha de expresarse que Dios quebranta el poder del pecado, mientras que se solidariza en la muerte de Jesús con el hombre, y mediante esto desenmascara el poder mortífero de la -> ley, pone fin a su validez y así arrebata el poder a la muerte. Y puesto que Dios busca al hombre allí donde vive, concretamente en la muerte, y se ofrece a él como fundamento de la vida, el hombre es liberado de verse constreñido al pecado original de la autojustificación, es dotado de gracia («justificación o rehabilitación del pecador»), es reorientado como creatura («nueva creatura») y recibe el don de la nueva vida con Cristo. 3. En el kerigma del NT se atribuye una especial importancia a este destronamiento de la muerte (de la ley, del pecado) que se logró mediante la muerte de Jesús, y a la presencia de la vida. Para ello utiliza sobre todo formulaciones gnósticas y mistéricas. a) Compárese la literatura paulina y la deuteropaulina, p. ej. Rom 6, 10 s («porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; en cambio, su vivir es un vivir para Dios. Pues lo mismo: vosotros teneos por muertos al pecado y vivos para Dios,

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(Mvazoq) Muerte

mediante Cristo Jesús»), Gal 2,19 («Lo que es yo, estando bajo la ley morí para la ley, con el fin de vivir para Dios: Con Cristo quedé crucificado y ya no vivo yo, vive en mí Cristo») y Col 2, 20 («Con Cristo si moristeis a lo elemental del mundo, ¿por qué os sometéis a reglas si aún vivierais sujetos al mundo?»). Estas frases afirman: Cuando ha sido superado el escándalo de la cruz y el hombre entrega a la muerte al hombre «viejo», que pretende vivir autónomo a base de sus realizaciones o que cree que debe vivir así, entonces Cristo se hace presente como poder de Dios y como sabiduría, y se experimenta como tal (1 Cor 1, 23 ss), de forma que la verdadera vida empieza como vida a base de la gracia de Dios, y empieza en la libertad del impulso hacia la propia justificación con la fe en Jesucristo. b) Juan expresa ese mismo estado de cosas en formulaciones especialmente destacadas: «Pues sí, os lo aseguro: quien haga caso de mi mensaje, no sabrá nunca lo que es morir» (Jn 8,51). «Sí, os lo aseguro: quien oye mi mensaje y da fe al que me envió, posee la vida eterna y no se le llama a juicio; no, ya ha pasado de la muerte a la vida» (Jn 5, 24). «Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos» (1 Jn 3, 14): la libertad de la muerte, como del impulso mortífero hacia la constante auto-justificación, otorga a aquél que se sabe tomado por Dios la libertad de entregarse al prójimo sin reserva. c) En los evangelios sinópticos los milagros, sobre todo las resurrecciones de muertos, demuestran ante todo el destronamiento de la muerte que ya se ha operado. A la vista de la muerte, vale aquello de «No temas, ten fe y basta» (Me 5, 36), porque al discípulo de Jesús se le puede decir: «Sigúeme y deja que los muertos entierren a sus muertos» (Mt 8, 22). En todas esas manifestaciones se entiende consiguientemente la libertad del pecado como liberación del destino de la muerte y como comienzo de la vida; vivir de la gracia de Dios significa vivir verdaderamente. d) Al destronamiento presente de la muerte en los cristianos corresponde naturalmente la perdición definitiva de los incrédulos en la muerte; pues la predicación del Apóstol es «para éstos, un olor que da muerte y sólo muerte; para los otros, un olor que da vida y sólo vida» (2 Cor 2, 16). 4. Si por la muerte de Jesús ha sido quebrantado el poder de la muerte, de forma que el cristiano ha sido arrebatado del círculo diabólico del pecado y de la muerte y vive ya como una nueva creatura (2 Cor 5, 17), ante la conexión inmediata entre muerte y pecado, el hecho de que la muerte física todavía persiste se convierte en problema. Mientras que a base de la concepción neotestamentaria de muerte no se puede distinguir entre muerte «espiritual» y muerte «física», ya que la muerte sin más tiene sus raíces en el pecado, surge el problema ante la perspectiva de una diferenciación, puesto que el creyente fue arrebatado del poder del pecado y de la muerte (Rom 6, 13: «como muertos que han vuelto a la vida»). Y no obstante, hay que morir. En el tiempo durante el cual se esperaba un fin próximo del mundo, este fenómeno podía pasarse por alto. Pero, cuando el problema se plantea, se dan distintas respuestas. a) En Pablo, el fenómeno de la muerte física sirve para preservar contra una seguridad de la salvación relacionada con el juicio, y para establecer la dialéctica del «ya» pero «todavía no». Pues, aunque todavía persiste la definitiva superación de la muerte como el «último enemigo» (1 Cor 15, 26), el hombre no está libre del riesgo y permanece totalmente sometido a la gracia de Dios, que nunca es algo de que pueda disponer a su capricho. En este sentido, junto a la confesión de fe en la salvación presente —«mira, ahora es el día de la salvación» (2 Cor 6,2)— aparece la esperanza futura: «Lo mismo que por Adán todos mueren, así también en Cristo todos recibirán la vida» (1 Cor 15, 22). Al cristiano se le ha dado el -> espíritu como prenda para la vida y, sin embargo, él espera

Muerte (Sávato?)

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todavía la liberación del cuerpo (Rom 8, 23; 1 Cor 15, 53). La esperanza de esta superación futura de la muerte es concretamente la esperanza en la resurrección de los muertos, que, según Pablo, fue introducida ya por la resurrección de Jesús de entre los muertos (1 Cor 15,12 ss). La muerte física, que todavía persiste, hace que la esperanza en el Dios que da vida a los muertos (Rom 4,17) se convierta en una parte integrante de la fe (2 Cor 5,1-10; Rom 5,1-5); pero tampoco el creyente se convierte en el señor sobre su vida y su muerte. La confianza en que la muerte ha sido, sin embargo, absorbida en la victoria (1 Cor 15, 54 s), aparece por ello inmediatamente junto al canto de triunfo del creyente: «Demos gracias a Dios que nos da esta victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1 Cor 15, 57). Cristológicamente esta idea se profundiza cuando el cristiano, en un acto de fe, comprende su padecer y morir como un padecer y morir con Cristo, de forma que precisamente en el sufrimiento y en la muerte se le comunica la experiencia de su comunión con Dios, y con ello el ser consciente de la salvación y de vida (2 Cor 4,11 s; Flp 1, 20; Rom 8, 36 ss). En este sentido puede entender Pablo la muerte como un simple deshacerse del cuerpo de muerte: «Porque para mí vivir es Cristo, y morir ganancia» (Flp 1,21). En una plasmación especial de este pensamiento, presentó Lucas la muerte de Jesús como un martirio ejemplar, y ajustó el martirio de Esteban a la muerte de Jesús (Hech 7, 54 ss), para mostrar así a los mártires de su tiempo un camino para el sufrimiento salvador, por supuesto que a costa de una theologia crucis de mayor envergadura.

b) Para Juan, el hecho de que el creyente tenga que morir no es objeto de una amplia reflexión teológica. El acentúa la presencia de la salvación de una manera tan radical, que incluso hace que pase completamente a segundo término la vinculación entre la muerte y los temas tradicionales del juicio y la resurrección (excepto en las expresiones probablemente secundarias de Jn 5, 28 s). Y puesto que los creyentes han pasado por el juicio y tienen la vida eterna, no perecerán para siempre (Jn 10, 28). De ahí que en Jn 14, 2 s se hable de una acogida en las moradas del padre de familia por parte del Hijo que vuelve, y esto ciertamente refiriéndose a la muerte de los creyentes. c) La dialéctica de la salvación y del juicio, de la vida y de la muerte, no se refleja en los escritos tardíos del NT, así como tampoco en los evangelios sinópticos, con la misma intensidad que en Pablo y Juan (cf. 2 Tim 4, 7 s; Tit 3, 7 s; 2 Pe 3,11 ss). La experiencia de la presencia de la salvación, en la iglesia posterior, retrocede cada vez más en favor de una concepción moralística de la fe cristiana, y con ello la muerte física del cristiano deja también de ser problemática: debemos morir por nuestros pecados, y luego, en el juicio final, encontrar la gracia: «Si morimos con él, viviremos con él» (2 Tim 2, 11). Y puesto que el creyente debe comparecer ante el juicio y permanecer en la vida, se comprende la idea de una segunda muerte del condenado, como se encuentra en el Apocalipsis: «El que salga vencedor no será víctima de la segunda muerte» (Ap 2, 10 s; 20, 13 s). d) Sin embargo, sigue siendo común el convencimiento de que la muerte no separa al cristiano de Dios, sino que le conduce a la comunión con el Cristo que padece y muere y así lo lleva hasta la fuente y el origen de toda vida. En este sentido, especialmente Pablo de tal manera definió la concepción cristiana de la muerte, que la fe no se salta el recuerdo de la muerte, pero tampoco se agazapa tras él: «... la vida, la muerte, lo presente, y lo por venir, todo es vuestro; pero vosotros sois de Cristo, y Cristo de Dios» (1 Cor 3, 22). «... si vivimos vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor; o sea que, en vida o en muerte, somos del Señor» (Rom 14,7 s). «Porque estoy convencido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni soberanías, ni lo presente ni lo futuro, ni poderes, ni alturas ni abismos, ni ninguna otra criatura podrá privarnos de ese amor de Dios, presente en Cristo Jesús, Señor nuestro» (Rom 8, 38; cf. Flp 1, 20; 1 Tes 4, 13 s; Jn 12, 24-26; Ap 14, 13). W. Schmithals

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(Ka9sv§(o) Muerte

KocdeüSü) [katheúdo] dormir; Koifiáoficci [koimáomm] dormir, dormirse; vnvoq [hypnos] sueño 1 1 Mientras que katheúdo en el griego clasico se encuentra exclusivamente para designar el sueño, el verbo KOiurtco [koimao], derivado de neí/xai [keimai], estar echado, yacer, partiendo del significado fundamental de echarse a descansar, ponerse a dormir (Homero, II 11, 241), concretamente en sus formas media y pasiva, significa tanto el sueño natural como también (con o sin una añadidura aclaratoria) el morir No se ha demostrado una referencia sexual en el sentido de yacer o dormir juntos 2 Hypnos (indogermánico supnus latín sopor) se halla atestiguado desde Homero como designación del sueño natural, que reanima a los hombres o los domina y que, en todo caso, les hace olvidar las preocupaciones y tareas diurnas Pero, como durante el sueño el hombre parece «inactivo» y el cuerpo sin vida, el pensamiento religioso y filosófico dedujo las siguientes conclusiones en la medida en que la vida se identificaba con la conciencia que se relaciona con el mundo circundante, el sueño tema que parecer como algo inútil, embarazoso, desvalorizante, propio de los animales (asi Herachto y espec Platón, p ej Resp IX, 571c, cf también Epicteto, Diss III, 22,95) El parentesco fenomenología) entre el sueño y la muerte hizo que en la mitología se presentara a Hypnos como hermano gemelo del dios Thanatos (Homero, II 16, 671 ss) En la medicina antigua el sueño era considerado como un paso fisiológico hacia la muerte (la muerte del cuerpo, no la del alma, cf Aristóteles, De somno et vigilia lp 453b, 11 ss)) La expresión eufemistica de la muerte como sueño apenas aparece antes del s II a C, y en todo caso solo en los siglos I y II d C se encuentra con una cierta frecuencia (Inschnften Gesammelt von EPeek, Gnech Grabgedichte, 1960), asi pues, se manifiesta como un uso helenístico II 1 a) En los LXX aparece katheúdo (36 veces) ante todo como traducción del hebreo sakab, echarse, estar acostado (p ej 1 Sam 3, 2 ss) y designa el sueño natural, pero no se utiliza con el significado de morir Lo mismo vale para el sustantivo hypnos, que generalmente reproduce el hebreo sena", sueño, exceptuando Jer 28 [51], 39 (bnvov aicovwv [hypnon awmon], el sueño eterno) y Job 14, 12, donde del contexto («no se desperezara de su sueño») resulta que el sustantivo y el verbo derivado de el, vnvom [hypnoó] (en conjunto cerca de 80 veces) se usan para expresar que se esta muerto (cf asimismo Sal 12 [13], 4 ónvcaaoj ác. 9ccvatov [hypnosó eis thanaton], caer en el sopor de la muerte) b) No ocurre lo mismo con el verbo koimaomai, atestiguado con frecuencia (cerca de 150 pasajes, también principalmente en vez del verbo hebreo sakab), que en activa se encuentra solamente en Gn 24,11 y 1 Re 17,19 con el significado de hacer arrodillar y acostar respectivamente y en los demás casos se encuentra siempre en Ja voz media (echarse, yacer) De ahí pasa a significar dormir (p ej 1 Sam 3, 9, como katheúdo) ante todo en el pentateuco (Koiuttopm fiem [koimaomai meta], p ej en Gn 19, 32 y passim) se usa para designar el dormir juntos En los estratos mas tardíos del AT, concretamente en la obra histórica deuteronomistica, la formula éKOiixt¡9n piexa T cuerpo, que el nous debe arrastrar consigo, es lo que hace al hombre similar y común a los animales, a los £ vida), pero que le separa de lo divino (cf Epicteto, Diss I, 3, 3, II, 19,27, Marco Antonio IX, 24, dualismo), c) finalmente, se designa asimismo como nekros lo que no corresponde a las normas de valor propias de la nous o determinadas por ella, p ej los falsos educadores o los falsosfilósofos(cf Epicteto, Diss 1,9,19, III, 23, 28) Estos tres niveles distintos proceden de que solamente la conciencia de la sublimidad del Altísimo nos merece en nosotros (nous) la designación de viviente, mientras que todo lo que no se rige de esta forma esta muerto II 1 En los LXX faltan por completo las formas helenísticas, tanto las verbales como las sustantivas Nekros, junto con participios como tEÜvnKmg [tethnekOs], muerto, difunto, se encuentra preferentemente como sustantivo, pero también como adjetivo en conjunto (unas 60 veces) 28 pasajes pertenecientes a la literatura sapiencial, en Tob, Jdt y Mac, se hallan sin equivalente hebreo En los demás casos el termino equivale al participio

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(vtKpóc;) Muerte

hebreo met, difunto, muerto en Ex 9, 7, 11, 6 7 reemplaza a hálál, atravesado, muerto asimismo, en casos aislados, traduce otros vocablos con el significado de cadáver Generalmente designa hombres concretos, que están muertos (p ej la mujer de Abrahan Gn 23, 3 ss, awfiíxxa vsKpa [somata nekra], cuerpos muertos = cadáveres 2 Re 19, 35), tanto si se encuentran todavía sobre la tierra, como si forman parte ya del mundo de los muertos (Dt 18, 11 en conexión con los conjuros a los muertos) Los muertos son enterrados (Tob 2, 8, 12, 12), se les inflige un castigo especial cuando quedan expuestos a ser pasto de las fieras (Jer 7, 33, 19, 7, Dt 28, 26) Nm 19, 16 aclara el matiz especial de nekros aquí se distingue entre el que acaba de ser apuñalado, en el cual destaca en primer termino la entrada de la muerte (como en tethnékos), y el esqueleto Nekros incluye, por tanto, una figura identificable, asi como excluye el que esa este viva El mismo capitulo de la ley mosaica establece una demarcación absoluta entre el reino de la muerte y el de la vida, pero esto es también claro en lo que se refiere al culto y a Dios el que directa o indirectamente entra en contacto con los muertos es impuro, esto es, se halla separado de Yahve Los muertos no conocen m ven nada (Ecl 9,5, Is 26,14, cf Sal 87 [88], 5), con ellos Dios ya no trata (Sal 87 [88], 10), ellos no alaban a Dios (Sal 113 25 [115, 17]), para ellos no hay esperanza (Sal 142 [143], 3, Sab 13,10) y por eso «es mejor perro vivo que león muerto» (Ecl 9, 4) Con esto se establece una rigurosa linea de separación respecto al culto de los muertos, que tan frecuente era en el mundo que rodeaba a Israel Solo en el destierro y a partir de el, bajo la experiencia del sufrimiento del hombre justo y piadoso, se advierten los comienzos de una esperanza en la resurrección, primeramente en el sentido de que tampoco la muerte puede separar de Yahve (cf Is 26,19, Eclo 48,5, cf asimismo Ez 3,7,9), de la misma manera que solo en los escritos tardíos, influidos por el helenismo, los ídolos son caracterizados, en sentido figurado, como muertos (Sab 15, 5) Es significativo que en hebreo met pueda combinarse totalmente con nepheS, alma, vida, puesto que nepheS significa todo el hombre, su existencia, y puesto que es ese hombre completo el que muere En cambio, en los LXX nekros, muerto, no se utiliza junto con psyche, alma, mientras que asi se tomaba en cuenta la concepción griega del -» alma que permanece en contraposición con el cuerpo que pasa (el alma no muere), se preparaba el animo a la aceptación posterior de la inmortalidad del alma 2 La literatura (hebrea) de Qumran no se aparta de las reglas del AT Por el contrario, en los rabinos se halla aisladamente el uso figurado los impíos pueden ser designados como muertos (St -B I, 489 sobre Mt 8, 22) En la plegaria 18 de habla del Dios «que da vida a los muertos (hammettm)» Finalmente, Filón recoge el uso lingüístico figurado de la Stoa y con el la valoración de la existencia mental-espintual como vida, asi como la de la que se entrega a los sentidos como muerte

III 1. En el NT nekros, muerto, se encuentra 130 veces, no sólo como sustantivo Sino también como adjetivo, el vocablo de algún modo menudea en Hech, Rom y i Cor 15, mientras que falta en las cartas de Juan, así como también en 2 Tes, 2 Pe, Jds y 2 Tim El verbo nekróo, matar, se encuentra solamente en Rom 4, 19; Col 3, 5 y Heb 11, 12, el sustantivo nékrósis, la muerte, sólo en Rom 4,19 y 2 Cor 4,10 En Rom 4,19 utilizó Pablo formas helenísticas (un participio y un sustantivo) para significar con ello (cosa que sugiere ya el término generalizante de soma, ->• cuerpo) la muerte o extinción de la capacidad de engendrar por parte de Abrahán y de Sara, de una manera semejante en Heb 11,12 (también atestiguado fuera de la Biblia) 2 Cor 4,10 habla del apóstol que lleva en su cuerpo la vétcpcoau; xoñ "Inaoñ [nékrósis toü Iésoú], la «muerte de Jesús», los síntomas de la disminución de fuerzas y del sufrimiento señalado con la muerte, y asimismo una participación (¿sacramental?) en los sufrimientos de la muerte de Cristo que se realiza en la vida, mientras que Col 3,5 —acaso echando mano del lenguaje de sus adversarios que apunta a la ascesis— se vuelve precisamente contra una ascesis exterior y en lugar de ello, por los píkn [melé], los miembros, que han de morir, entiende las pasiones que dominan al cuerpo y a sus miembros. 2 El uso de nekros en el NT se diferencia tanto del uso normal del griego como del veterotestamentano el estado de muerte no es ya en el NT un estado final del hombre, sino que se halla bajo el signo de la resurrección de Jesús Sin profundizar mucho se advierte ya esto por el mero hecho de que nada menos que en 75 pasajes aparece nekros como objeto de eyeípco [egeíró], resucitar, o de áváaxaaii; [anástasis], -* resurrección, o de otros vocablos pertenecientes a dichas raíces, a lo cual se añaden numerosas combinaciones semejantes, p. ej, con Ccoonoiéco [zoopoieó], vivificar (-• vida; p ej en Rom 4, 17; Col 2,13), o con npanóxoKO primogénito de (p ej Col 1,18, Ap 1, 5)

Muerte (vsKpóq)

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a) Este estado de cosas es expresión de un importante conjunto de afirmaciones: desde las cartas paulinas más antiguas (1 Tes 1,10), pasando por los evangelios (p. ej. Mt 27,64; 28,7; Jn 20,9; 21,14) hasta los textos más tardíos, como Ef 1,20; 2 Tim 2,8 y Ap 1, 5, la base del -»• mensaje cristiano hay que buscarla en el testimonio de que Dios resucitó a Jesús «de entre los muertos» (cf. espec. la primera parte de Hech, p. ej. 3,15; 4,10; 10,40 s; 13, 31.34), que él es el «primogénito de entre los muertos», que él vive (Ap 2, 8); este testimonio se desarrolla de una manera muy extensa en 1 Cor 15, 3 ss («Ahora, si de Cristo se proclama que resucitó de la muerte...»: v. 12). b) Si en el AT se dice que Dios «no es Dios de muertos sino de vivos» (cf. supra II, 1), realmente este límite se halla en el fondo de la pregunta de Lucas: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?» (fiszá TÓJV vetcpcbv [meta ton nekrón]: Le 24, 5), pero ya cuando esa frase se pone en boca de Jesús en Me 12,27 (paralelos: Mt 22,32; Le 20, 38) se sitúa en el contexto de la -* resurrección común esperada y de la que se da testimonio, y consiguientemente se encuentra cambiada en el signo de la muerte y resurrección de Jesús: él es Señor (KvpiEÚan [kyrieúsé]) sobre los muertos y los vivos (Rom 14,9) O —así Lucas— «Dios lo ha nombrado a él juez de vivos y muertos» (Hech 10, 42; cf. 1 Pe 4, 5). La muerte ya no es un campo inaccesible a Dios y que se sustrae a su poder, sino que ha sido vencida por Jesús. Esto, a su vez, tiene sus testimonios simbólicos en los relatos evangélicos de las resurrecciones de muertos operadas por Jesús (Mt 9,23 ss par; Le 7,11 ss, espec. v. 15; Jn 11; 12,1.9) e induce a la utilización de la promesa profética basada en las formulaciones de Is 35, 5 s y 61, 1 ss, pero que se amplía hasta aquello de que vetepoi tfápovxai [nekroí egeírontai], los muertos son resucitados, como modelo de lo que se cumplió en Cristo (Mt 11,5 par; Le 7,22). Ahora bien, si se considera el derrocamiento de la muerte como una parte esencial de la obra realizada por Cristo, es muy comprensible la transmisión de una promesa semejante (junto al don de curaciones y de arrojar a los demonios -> demoníaco) a los discípulos en Mt 10, 8 (cf. Me 16, 17 ss), como, por lo demás, se comprende perfectamente la «prueba» de olio en la resurrección de un muerte operada por Pablo (Hech 20, 9 ss). Con el mensaje de la resurrección de Jesús se asocia en el NT el de la -> resurrección universal (Rom 4,17.24; espec. de nuevo 1 Cor 15,12 ss; Me 12,25 s par; Hech 23,6; Jn 5, 21.25) de los muertos en el sentido que era ya objeto de las esperanzas judías (cf. acerca de esto la afirmación sobre Juan bautista en Me 6,14 par). Pero a los que mueren en la fe en Cristo se les atribuye un lugar de privilegio (1 Cor 15, 23; 1 Tes 4, 16; Ap 14, 13). 3. Solamente existen unos pocos pasajes en los cuales nekrós, fuera de ese contexto se encuentra concretamente con el significado de cadáver; Ap 11,18; 20, 5.12 s hablan de los muertos en el -> juicio final, y en Mt 8, 22 (par = Le 9, 60) la palabra concreta está ligada a un sentido figurado: la frase «Dejad que los muertos entierren a sus muertos» sitúa a «los que han cerrado sus oídos a la llamada de Dios en el mismo rango que los muertos» (Bultmann, ThWb IV, 898), ya que en el seguimiento de Cristo es donde se encuentra la verdadera vida. Mt 9, 26 (que describe el estado del joven epiléptico) y Mt 28, 4 (que describe el estado de los soldados de guardia) emplean nekrós con á>Q [hos], como, como si, en forma de comparación. Según eso, en rigor sólo Hech 5,10 (a propósito de Safira) utiliza la palabra en su antiguo significado concreto. 4. a) Distinto es lo que ocurre con el uso figurado difundido por la Stoa: en la parábola de Le 15, 24-32 de uno de los hijos se dice que estaba muerto, en el sentido de que éste había sido excluido por el padre del círculo de los vivientes. Pablo utilizó el adjetivo en el lenguaje sacramental de la doctrina del bautismo en Rom 6, 11.13, donde pide a los cristianos que se consideran como vercpoúq ¡j.év zfj áp.txpxía [nekroús mén té

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(vsKpós) Muerte

hamartía], es decir, muertos al pecado y que se ofrezcan a Dios «como muertos que han vuelto a la vida». Ahí encaja probablemente también Rom 8,10. Aunque la terminología parezca dualística, no se trata aquí de una explicación desvalorizadora del soma, del cuerpo (también el -• espíritu y el -»• alma del hombre pertenecen para Pablo a la esfera de la aápí, [sárx], de la carne), sino de la condenación al juicio y a la muerte del hombre autónomo, que está privado de Dios, del hombre sin Cristo. Esto mismo indican con toda claridad Ef 2,1.5; Col 2,13, donde el estar nekrós se considera como consecuencia de las transgresiones (Ttapairüápouriv [paraptomasin], -» pecado). b) Como típico aparece el uso figurado en la reflexión elaborada por Heb y Sant, donde con nekrós, muerto (Heb 6,1 y 9,1) se designan épya [érga], las obras (-> obra, art. epyov [érgon]), es decir, la justicia de las obras del hombre sin Cristo, mientras que en Sant 2, 17.26 —un poco más adelante— se caracteriza a la níaxic, [pístis], a la/e, si no repercute en la praxis de la vida (aquí aparece de nuevo érga, las obras, pero evidentemente en sentido positivo) como muerta. La fe en el derrocamiento de la muerte hace a todas luces imposible atribuir incluso al mismo vocablo un campo de dominio propio y estable. L. Coenen Bibl ERohde,Psyche Seelencultund Unsterbhchkeitsglaube der Gnechen, 1893(1925'°) - GQuell,Die AuffassungdesTodesm Israel, 1925 - EBenz, Das Todesproblem ín der stoischen Philosophíe, 1929 - OMichel, Jesu Lehre vom Todesschlaf, ZNW 35, 1936,285 ss - RBultmann, Art 9avcttoc etc, ThWb III, 1938, 7 ss - AOepke, Art ratoám, ThWb III, 1938,434 ss - RBultmann, Att veKpoc, ThWb IV, 1942,896 ss - JLeipoldt, Dei Tod bel Gnechen und Juden, 1942 - ChrBanh, Die Errettung vom Tode ín den individuellen Kiage- und Dankhedern des Alten Testaments, 1947 - GPfannmuller, Tod, Jenseits und Unsterbhchkeit m der Religión, Literatur und Philosophíe der Gnechen und Romer, 1953 — RMartin-Achard, De la mort á la resurrection d'apres 1 Anclen Testament, 1956 - KRahner, Zur Theologie des Todes, Quaest Disp 2, 1958 - FHesse/SSchulz/HEngelland, Art Tod und Totenreich, EKLIII, 1959 (19622), 1451 ss - FDelekat, Tod, Auferstehung, ewiges Leben, EvTh 21,1961,1 ss - ABertholet y otros, Art Tod, RGG VI, 19623, 908 ss - EBrandenburger, Adam und Chnstus, WMANT 7, 1962 - HWBartsch, Die Bedeutung des Sterbens Jesu nach den Synoptikern, ThZ 20,1964,87 ss - GBraumann, Leidenskelch und Todestaufe (Mk 10, 38 s), ZNW 56,1965, 178 ss - PHoffmann, Die Toten ín Chnstus, NTA NF 2,1966 - JSchreiner, Geburt und Tod ín bibüscher Sicht, BUL 7,1966,127 ss - ESchweizer, Die Mystik des Sterbens und Auferstehens mit Chnstus bel Paulus, EvTh 26,1966, 239 ss - JChoron, Der Tod un abendlandischen Denken, 1967 - HConzelmann/EFlesseman-van Leer/EHaenchen/EKasemann/ELohse, Zur Bedeutung des Todes Jesu, 1967 - GSchunack, Das hermeneutische Problem des Todes Im Honzont von Romer 5 untersucht, 1967 (= Herm Unters z Theol 7) - LWachter, Der Tod im Alten Testament, Arbeiten z Theol II, 8, 1967 - RLTannehill, Dying and Rismg with Chnst, 1967 - ESchweizer, Dying, and Rising with Chnst, NTS 14, 1967/68, 1 ss - HBalz, Art fttvoc etc, ThWb VIII, 1969, 545 ss FSchneider, Das Problem des Todes ín der Biochemie, PTh 58,1969,174 ss - ESchweizer, Die Leiblichkeit des Menschen Leben — Tod - Auferstehung, EvTh 29, 1969, 40 ss - EJungel, Tod, TT 5, 1971 Trad o c KRahner, Sentido teológico de la muerte, 1967 En cast Arts gens HVolk, Art Muerte, CFT III, 1967,136-158 MystSILT II, 933-936,996 s - KRahner, Art Muerte, SM 4,1973, col 818-825 - GvRad, Teología del AT 1,1978*, 347-351,452 s, 473-478, 493-497 - WEichrodt, Teología del AT II, 1975, 491-503 - KHSchelkle, Teología del NT IV, 1978, 83-95

Mujer Según el período de la vida en que se encuentre una mujer o según sea soltera o casada, sin hijos o viuda, se le atribuye en la época bíblica una categoría social diferente, que se refleja en el uso de los vocablos recopilados aquí, rovrj [gyne], que puede aplicarse, tanto a la señora como a la doncella, a la novia como a la esposa, se utiliza de un modo genérico para designar la condición femenina en contraposición a la masculina. Cuando a una mujer se la llama pf\xnp [meter], madre, se le reconoce un puesto de honor dentro de la sociedad; la palabra es utilizada también fácilmente en un sentido figurado. Frente a ella,

Mujer (yvvrj)

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la viuda —xr¡pa [chira]— está situada en una condición humilde y menesterosa, en el NT este término puede designar también un determinado status dentro de la comunidad A la mujer joven, todavía soltera, se la llama napUvoc, [parthénos] Este vocablo subraya por una parte la juventud de la mujer y por otra su pureza e inocencia

yovt] [gyne] mujer 1 1 Gyne, mujer, hembra, se encuentra ya en el griego micenico y sobre todo a partir de Homero, tiene numerosos derivados y compuestos Su etimología es objeto de discusión En el griego profano, gyne designa a) la mujer en contraposición al varón (-» hombre, art xvnp [aner]), b) la mujer en contraposición a las diosas, c) la esposa, la novia, la viuda, y también la concubina, d) la señora e) la doncella, la virgen f) entre los animales la hembra Gyne es utilizado comentemente en vocativo para dirigirse a alguien, sin que ello suponga falta de respeto (Homero, Sófocles, etc) 2 En el ámbito griego, la actitud ante la mujer va desde el sorprendente menosprecio de la mujer en Atenas, donde solo las hetairas recibían instrucción hasta la alta estimación de la mujer en Esparta, pasando por la situación de la mujer dórica, mas libre y considerada que la de Atenas «Con respecto a la situación de la mujer se puede decir en general lo siguiente cuanto mas se avanza hacia occidente, tanto mas libre es la mujer» (AOepke, 777) El entorno helenístico del NT, respecto a la situación de la mujer y a pesar de la gran diversidad existente, muestra en puntos particulares un estrecho paralelismo con la imagen corriente de la mujer entre los pueblos orientales, frente al estado de la cuestión en el AT (cf infra II), sorprende aquí a menudo la significación cultual de la mujer (p ej la ofrenda de la castidad de las secerdotisas, entendida como voto de castidad o como prostitución sagrada, las divinidades femeninas, etc) II 1 En el AT la mujer (gyne traduce generalmente el termino hebreo 'isah) esta sujeta al dominio del varón (del padre, del hermano, del mando, -> matrimonio) Su valor y también su dignidad, se basa en su función maternal (cf también Dt 25, 5 ss ley del levirato, Gn 24, 60, Lv 19, 3, 1 Sam 1, 6, Sal 113,9), la esterilidad es una maldición (Gn 29, 21-30,24) El contraer matrimonio mas de una vez es algo no recomendable Excluida de todos los ministerios cultuales (1 Sam 1, 3 ss, cf Ex 23, 17), la mujer se inclina fácilmente a la idolatría Por otra parte, puede comportarse libremente (1 Sam 1, 9 ss, 2, 1 ss y passim) y, a diferencia de su situación en el ámbito de las restantes religiones orientales, se le reconoce su condición de persona (Rut) y de compañera del hombre El vinculo matrimonial se basa a menudo en el amor y la fidelidad El precio de compra es sustituido por la dote (Gn 34, 12, Ex 22, 15 s) Ex 20, 12 par contiene los rasgos esenciales del derecho de los padres, en Nm 27, 36 se habla del derecho de las hijas a heredar En especial, los estratos veterotestamentanos tardíos muestran un progreso hacia una \aloracion mayor de la mujer véase el cambio experimentado en su situación desde Ex 20, 17 hasta Dt 5, 21, desde Gn 2,18 ss (la mujer como complemento del hombre) hasta Gn 1,26 ss (los dos han sido hechos igualmente a imagen de Dios) y, especialmente, Rut Se habla de mujeres influyentes, e incluso de profetisas (cf Ex 15,20, Jue 4,4, 2 Re 22, 14) 2 El judaismo tardío trae en parte una nueva postergación de la mujer en el templo solo tienen acceso al «atrio de las mujeres» (2 Cr 8, 11), etc Sin embargo, junto a esta actitud de menosprecio encontramos también palabras de reconocimiento El derecho del hombre al divorcio conduce fácilmente a la poligamia sucesiva (-» matrimonio, art ya/iecu [gameo] art ^oi%mu> [moicheuo])

III 1 En el NT gyne significa: a) mujer (Mt 9, 20, Le 13, 11; en contraposición a varón Hech 5,14); b) esposa (Mt 5, 28.31 s, 1 Cor 7, 2 ss), y también novia (Mt 1, 20.24, cf. Dt 22, 23 s). Para dirigirse a alguien se utiliza corrientemente en vocativo (Mt 15, 28; Jn 2, 4, 19, 26 y passim, cf I, 1) Junto a gyne aparecen SrjAüt; [thélys] (de sexo) femenino (empleado también como sustantivo = hembra) en Me 10, 6 y -> napSévoq [parthénos] con el significado especial de virgen (que se aplica a María en Mt 1, 23, pero cf Gal 4, 4) y -> ^poc [chéra], viuda. 2 El NT no participa de la actitud despreciativa hacia la mujer, pero tampoco aporta reformas radicales, por ejemplo, en la linea del movimiento de emancipación de la antigüedad tardía.

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(urjtrjp) Mujer

3 Las parábolas de Jesús se ocupan a menudo de la vida y del quehacer de la mujer (Mt 13, 33, Le 15,8 ss) El mismo habla con mujeres; incluso les enseña, despreocupándose de las reglas judías a este respecto (Le 10, 39; Jn 4,27) Y también se manifiesta a ellas a través de sus curaciones (Me 1, 29 ss par, 5, 22 ss par; 7, 24 ss par y passim) Su autodonación y su llamamiento a participar de la filiación divina, que se dirigen a los humildes y a los extraviados, es válido también y de un modo especial para la mujer, a la que (al igual que a aquéllos) confiere una dignidad nueva Si bien no se encuentran mujeres en el círculo de los doce (-+ apóstol), sí aparecen discípulos entre las personas que siguen a Jesús (-> discípulo, Le 8,1-14, Me 15,40 s par; 16,1 ss par) Nuevamente en contraposición con la concepción judía, aparece el calificativo de «hija de Abrahán» aplicado a una mujer (Le 13, 26), asimismo se le reconoce a una mujer lo más alto, o sea, la fe (Mt 15, 28, cf también Le 1, 28) En la dignificación de la mujer, Jesús enlaza con el texto de Gn 1, 26 ss (cf. II, 1) y lo lleva hasta sus últimas consecuencias (Mt 19, 1 ss) 4. La mujer pertenece con pleno derecho a la comunidad cristiana (Hech 1, 14, 12, 12) y la actividad misionera la comprende también a ella (Hech 16, 13 ss; 17, 4.12) En cuanto cristiana, ella es ádsÁcptí [adelphé], hermana (-> hermano, art. idsXcpót; [adelphós]) Además de su pertenencia pasiva a la comunidad, hay que subrayar también en algunos casos su participación activa, recuérdense las colaboradoras del Apóstol (Hech 18,26, Rom 16,1 ss) La casa de una mujer sirve de lugar de reunión (Hech 12,12). Junto al diaconado masculino (Hech 6,1 ss) aparece también el femenino, que al principio tiene un carácter más libre (Hech 9, 36 ss, 16, 15) y más tarde se convierte en ministerio (1 Tim 3, 11 alude a las diaconisas; cf Rom 16,1, en 1 Tim 5, 3.9 se habla del status de la viuda, cf también Tit 2, 3 ss, -» servicio, art. dioacovéco [diakoneo]) 5. Pablo reconoce que la mujer es miembro de pleno derecho dentro de la comunidad (Gal 3, 28, 1 Cor 11, 5 alude a las mujeres que tienen cansmas), pero esto no quiere decir que exista una igualdad pura y simple entre hombre y mujer, una igualdad de rango (1 Cor 11, 3 ss, cf. Col 3,18 par). Partiendo del orden mismo de la creación, quiere dejar a salvo su situación especial que era necesario preservar (en una comunidad que llevaba la impronta del hombre, cf -* hombre, art. ávtjp [aner] III), pero que, por otra parte (y por la misma razón) sólo podía expresarse dentro de ciertas limitaciones (1 Cor 14, 34 s) La interpretación de las normas y prohibiciones referentes al comportamiento de la mujer en las asambleas comunitarias (1 Cor 11, 5 ss, 14, 34 s) es todavía objeto de discusión El mismo Pablo distingue entre el -» mandamiento de Dios por una parte y su propia opinión o el uso conveniente por otra (1 Cor 11, 13 ss, cf 7, 10 25), que responde a las costumbres recibidas por tradición y muestra la situación de la mujer que se expresa a través de ellas (1 Cor 11,5 ss), así, siguiendo el uso lingüístico judío, llama a la esposa vaso o cuerpo (1 Tes 4, 4:ffKevot;[skeüos]) del marido, que éste ha de tratar con respecto y pudor Análogas reminiscencias del pensamiento judío aparecen aún mas claramente en algunas normas posteriores, como en 1 Tim 2, 11 ss (pero cf 1 Pe 3, 7) H Vorlander ¡ir\tr¡p [meter] madre I 1 Hay que constatar la alta estima en que se tiene por todas partes a la madre y en general a los padres en la antigüedad Ya desde la época prehistórica (como lo muestran los numerosos hallazgos de estatuillas de mujeres embarazadas con las formas femeninas muy marcadas), el hombre experimenta la comunidad de naturaleza existente entre la vida humana y la vida terrestre La tierra se convirtió en la gran madre que lo engendra todo y a

Mujer (fitírrip)

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cuyo seno retorna todo después de la muerte Asi, en muchas regiones, las mas antiguasfigurasdivinas son las de la madre tierra (cf la «tierra maternal», la «madre tierra», la «mater térra», la «magna mater») Tales divinidades maternales, que son representadas con rasgos antropomorficos, juegan un gran papel en las religiones populares del oriente La veneración de estas divinidades condujo a menudo a la prostitución cultual, con el fin de alcanzar una participación inmediata en las fuerzas que dominaban sobre la vida (cf el culto de Astarte en el antiguo Canaan, II, a) Pero la imagen de la divinidad maternal puede espiritualizarse y enmarcarse dentro de un nivel de moralidad mas elevado y desprenderse de la alta dosis de erotismo que lleva consigo la figura de Venus, como sucede p ej con la diosa egipcia Isis, personificación de la esposa fiel y de la madre A la inversa, puede adquirir los terribles y sangrientos rasgos de una Artemis «En las divinidades maternales encontramos toda la escala de las posibilidades femeninas» (van der Leeuw, 93) 2 En lafilosofíagriega, el concepto de madre es empleado en sentido figurado p ej cuando Platón (Tim 50d, 51a) habla de la materia como «madre del universo» (o «nodriza» Tim 49a, 52d) En su especulación sobre la sabiduría, Filón llama a esta la «madre del mundo y del Logos» (Ebr 31) El emplea a menudo el vocablo madre en sentido figurado II En los LXX el hebreo 'em es traducido mas de 300 veces por meter Conviene hacer notar lo siguiente a) En el AT encontramos continuamente huellas de la confrontación con las divinidades maternales del entorno pagano La lucha implacable de los profetas contra dichas divinidades se dirige también contra el culto cananeo a Astarte La veneración de la diosa de la fecundidad iba unida por lo general a la prostitución cultual (entre otros pasajes, cf 1 Sam 31, 10, 2 Re 23,13, también Jue 2, 3, 10, 6) La prostitución cultual es el signo de la apostasia de Yahve (Os 4, 13 ss, a este respecto cf Ap 17, 5) b) La praxis del derecho materno se expresa a veces en formulas especiales, tales como «el hijo de mi madre» (en lugar de decir «mi hermano») (Jue 8,19,9,1 3, Sal 50,20, 69,9), «la casa de la madre» (Gn 24,28 y passimj, o se manifiesta en la costumbre de la madre de buscarle esposa a su hijo (Gn 21, 21) Pero el mundo del AT muestra claramente la impronta del patriarcado y por eso la importancia de la linea o de la sucesión femenina, basada en el derecho materno, pasa a segundo plano Asi, por ejemplo, la madre que ha traído al mundo hijos varones goza de un puesto de honor entre las demás mujeres y madres dentro del sistema patriarcal c) En el precepto que manda honrar a los padres, la maternidad aparece también bajo la protección de Dios (Ex 20, 12) Aquel que golpea o maldice a su padre o a su madre incurre en pena de muerte (Ex 21, 15 17) Pero, a pesar del fuerte vinculo que une a los padres, se dice también que el hombre abandonara a su padre y a su madre y se unirá a su esposa (Gn 2, 24) d) El AT muestra reiteradas veces a madres que han desempeñado un importante papel en la política (1 Re 15, 13,2 Re 3,13, Jue 5, 7 y passim) o —anteriormente— en la historia del pueblo de Dios (&Í>I Sara, Reb^*, RW, ^n», Betsabe etc) e) En la predicación profetica el concepto se emplea también en sentido figurado el pueblo de Dios es llamado «la madre Israel», que Dios (como esposo) ha confiado (Jer 50,12) En Oseas se convierte en adultera (Os 2,4 7), en Ezequiel en prostituta (Ez 16,15) Esta imagen es recogida nuevamente por el Dtls Israel es la madre que Dios ha repudiado a causa de los pecados de sus hijos (Is 50 1, cf sobre esto Jer 50,12) Finalmente, la imagen de la madre se aplica a la capital -» Jerusalen (situada sobre el monte Sion), alrededor de la cual se congrega el pueblo, como los hijos alrededor de la madre (2 Sam 20,19, cf Gal 4,26), en los LXX madre se traduce aquí por ¡i-niponolv; [metrópolis] 4 Esd (100 d C ) llama a la Jerusalen terrestre «nuestra madre» (10, 7) Sin embargo, solo en dos pasajes (Is 49,15 gyne y 66,13) del AT se compara el comportamiento de Dios con el de una madre En el AT la distancia existente entre Yahve y las criaturas prohibe toda divinización de lo maternal e incluso toda representación de Dios bajo rasgos sexuales

III En el NT meter aparece 84 veces (de las cuales 72 en los evangelios) Aquí el concepto de madre o de maternidad no se elevan nunca a la categoría de símbolos religiosos ni se utiliza en representaciones de carácter mitológico. 1 En los evangelios, junto a la mención explícita de numerosas madres, nos encontramos con toda la escala de las relaciones naturales entre madre e hijo Podríamos citar especialmente las siguientes a) Según la tradición sinóptica, Jesús ha aceptado incondicionalmente el cuarto (quinto) mandamiento (Ex 20, 12), y también las consecuencias que se siguen de su transgresión (Mt 15,4 par, también Mt 19,19 par). La mitigación de este precepto por los fariseos es rechazada de plano (Mt 15, 5 s par Me 7,11 s). Pero, al igual que en el AT, el amor del marido a la mujer y de la mujer al mando es antepuesto al amor a la madre y con ello queda corroborada la emancipación natural de la casa paterna (Gn 2,24, Mt 19, 5 par; Me 10, 7 s; cf. Ef 5, 31).

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(mxpSévoq) Mujer

b) Jesús describe con toda claridad los límites de la autoridad de los padres, que no puede contradecir nunca a la exigencia divina. Hay que anteponer a ellos el reino de Dios (Mt 10, 37, y de un modo aún más enérgico: Le 12, 53). 2. En Pablo el respeto a la madre es una manifestación natural del amor a Dios (Rom 16, 13; 1 Tes 2, 7 etc.), como ocurre por lo demás en todo el NT. No tiene por qué sorprendernos el hecho de que Pablo no aluda en ninguna parte a su madre. Pero él compara sus desvelos pastorales por los nuevos cristianos con los cuidados de una madre, de la misma manera que puede designarse también a sí mismo como el padre que ha engendrado en ellos la fe (Gal 4, 19; Flm 10). 3. La madre de Jesús: a) a pesar del respeto que siente Jesús por su madre (después de la visita al templo le estaba sujeto: Le 2, 51) y de su solicitud por ella (durante la crucifixión), existe una clara distancia entre él y su madre (cf. Le 2, 49); él la rechaza cuando constituye un obstáculo para su papel mesiánico (Mt 12,46 ss par; Me 3,31 ss; Le 8,19 ss) y también en las bodas de Cana (Jn 2, 4). Es significativo también el texto de Le 11,27 s, en donde Jesús quita en seguida a la alabanza a María su carácter exclusivista, y generaliza: «Más bien dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan» (cf. Michaelis, ThWb IV, 646). b) A este criterio de Jesús responde la posición de María en la comunidad primitiva. En el acontecimiento pascual ella queda totalmente en segundo plano y en el resto del NT sólo se la cita una vez en Hech 1, 14. c) «Para el cristianismo primitivo, la madre de Jesús tiene mucha menos importancia que para las otras religiones la "madre del fundador de la religión"» (Michaelis, ibid, nota 11). El culto católico a María empieza a imponerse en una época posterior al NT juntamente con las declaraciones sobre el nacimiento virginal de Jesús y desplaza a las múltiples representaciones que aparecen en el NT sobre el cómo de la encarnación de Jesús (engendramiento divino en el bautismo en Mt 3,17; Me 1,10; Jn 1, 33; pero también en el texto de Le 3, 21-23, aducido por los adversarios: ausencia de padre y de madre; generación de José). Las representaciones católicas de la «madre de Dios» y de la «reina de los cielos» son posteriores al NT y, por otra parte, tienen antecedentes en religiones orientales más antiguas (cf. supra I). E. Beyreuther

napMvoq [parthénos] doncella, virgen I La etimología del término parthénos es incierta La evolución de un significado podemos resumirla diciendo que primero designaba simplemente la muchacha o la joven, que se está haciendo o que se ha hecho mujer y más tarde adquiere el sentido más preciso de mujer que no ha tenido relación sexual con un hombre Al igual que en otros muchos ámbitos culturales, la virginidad era muy estimada entre los griegos. En el ámbito religioso, la virginidad es una característica de muchas divinidades femeninas, cuyo origen hay que buscarlo a menudo en las divinidades maternales de las culturas prehistóricas mediterráneas. Las divinidades más importantes son Artemis (la Diana de los romanos), hija de Leto, y Atenea (entre los romanos, Minerva), hija de Zeus, la única diosa que no ha nacido de mujer, lo cual explica también el sobrenombre de Parthénos que se le atribuye (su templo en Atenas es el «Partenón»). En contraposición aparente con la virginidad, estas diosas, sobre todo Artemis, son protectoras del nacimiento, de la maternidad y de la fecundidad, tanto de la tierra como de los animales. Aquí se subraya menos la castidad que la plenitud juvenil con todo el poder mágico que lleva consigo, y se pone nuevamente de manifiesto el carácter originariamente maternal de la divinidad En el culto a María que aparece posteriormente se encuentran muchos vestigios de los cultos paganos de la madre y de la virgen divinas (cf. JWeerda, art. Marwlogie, RGG IV, 19603, 767; FCGrant / WvonSoden, art. Muttergottheiten, RGG IV, 19603, 1227).

Mujer {napMvoq)

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II 1 En hebreo el concepto de virgen se expresa con 'almah y b'túlah además de na'aróh, la muchacha En los libros de los LXX pertenecientes al canon palestmense el vocablo parthénos traduce siempre una de estas tres palabras Por otra parte, Iftüíah en 44 de los 50 pasajes del TM se traduce por parthénos, en 3 pasajes no se traduce, mientras que en Jl 1, 8 es reemplazado por vúfupn [nymphé], novia, prometida, en Est 2, 2 por Kopdaia. atpüopa [koruua áphthora], virgen y en el v 3 por Kopáaiot napScvwá [korásia partheniká], doncella B'tülah significa siempre la mujer intacta o virgen, ella, al igual que el joven, personifica la esperanza (cf. Am 8, 13, Is 24, 4; Lam 1. 18), y por eso la palabra puede aplicarse también a Israel (cf Am 5, 2, Jer 18, 13, 31, 4.21) y a Jerusalén, la hija de Judá (Lam 1, 15) y de Sión (p ej. Lam 2, 13). En cambio, 'almah (9 veces en el TM, de las cuales Sal 46, 1 y 1 Cr 15, 20 hasta ahora no han sido interpretadas satisfactoriamente; prescindiendo de ambos pasajes, de una falsa traducción en Prov 30, 19 y los dos pasajes tratados más abajo, este vocablo se traduce siempre en los LXX por veoívig [neánis]) significa simplemente lajouen, la muchacha, desde su madurez sexual (cf. Prov 30,19) hasta su primer alumbramiento Sólo en Gn 24,13, en donde así y todo hay que suponer que se trata de virginidad, puesto que ésta se menciona explícitamente en el v 16, y en Is 7,14, en donde el texto hebreo no se refiere a una virgen - d e lo contrario emplearía el vocablo b'tülah, véanse los comentarios: OKaiser, ATD 12, 1960; GFohrer, 1960—, la versión de los LXX traduce 'almah por parthénos. En todo caso, la interpretación de este pasaje de Isaías en Mt 1,22 s sólo es posible si se toma como base el texto de los LXX. Otras versiones griegas dan una interpretación totalmente distinta y en ellas, en lugar de parthénos, aparece neánis, quacesponde mejor al texto hebreo (cf. supra). En Gn 24 y 34 na 'arah se traduce por parthénos un total de 5 veces. 2. Cuando en el AT se nos habla de mujeres (Sara, Ana) que, después de una larga esterilidad, quedan embarazadas gracias a la intervención de Dios, nunca se piensa en esto al margen de la acción del hombre. Lo mismo puede decirse del nacimiento de Juan bautista en Le 1. En el judaismo tardío, aparece la misma idea y en él se ha representado siempre al -+ mesías como engendrado por un padre humano como todos ios demás hombres (St.-B. I, 49). Es sólo en el judaismo helenístico, sometido a fuertes influencias extrajudias, donde parecen haber surgido otras representaciones diferentes; pero tampoco aquí oímos hablar de que el mesías haya de nacer de una virgen

III 1. Encontramos un uso genérico del término en la parábola de las diez vírgenes. En Hech 21, 9 se alude a hijas vírgenes. María sólo es llamada parthénos de un modo directo en Le 1, 27 e indirectamente en Mt 1, 23. En 1 Cor 7 se trata de la continencia. Apenas puede afirmarse lo mismo de Ap 14, 4, en donde, al igual que en 2 Cor 11, 2, se utiliza probablemente el sentido figurado. Aparte de Mt 1 y Le 1 (2, 36: nupdevítx [parthenía], virginidad), parthénos se encuentra 3 veces en Mt 25, 1-12, una en Hech, 5 en 1 Cor 7, una en 2 Cor 11 y una en Ap. 2. a) Ap 14, 4 aplica probablemente el término parthénos a aquéllos que, a diferencia de los impuros e idólatras (la expresión «no se han manchado con mujeres» tendría entonces un sentido metafórico), son capaces de entregarse plenamente al Cordero. En 2 Cor 11, 2 Pablo como la persona que le busca novia a otro (cf. Gn 24), espera poderle presentar al Señor que viene una esposa que entretanto le sea fiel. b) Las vírgenes a que se refiere 1 Cor 7 (cf. sobre todo los vv. 36-38) no son doncellas a cuyos padres da Pablo las oportunas directrices (L), sino vírgenes que viven con un hombre bajo el mismo techo, sin que exista entre ellos relación matrimonial, para que, sin preocupaciones por su sustento y entregadas únicamente al Señor, esperen su venida. Bibliografía en ThWb, loe. cit. (cf. infra); por el contrario Kümmel (Lietzmann/Kümmel, Kor I/II, 179), enlazando con Schrenk (ThWb III, 61) piensa que aquí se trata de las relaciones del hombre con su prometida. La interpretación exegética depende de cómo se enjuicie el estudio «Die Gnosis in Karinth = la gnosis en Corinto» (Schmithals, FRLANT NF. 48, 1956). Pablo tampoco rechaza sin más otros fenómenos complejos que aparecen en Corinto (glosolalia, bautismo de los muertos). Cf. RGG VI, 19623, 560: art. Syneisakten. c) Cuando el NT habla de María como virgen, se refiere únicamente al período anterior al nacimiento de Jesús. Las afirmaciones sobre la concepción sobrenatural de Jesús en María (no es su nacimiento lo que es milagroso: Le 2) se limitan en Mateo y

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(xrjptt) Mujer

Lucas a las llamadas prehistorias. El más antiguo de los evangelios, el de Marcos, y también el de Juan, ignoran por completo esto. La finalidad de Mateo y Lucas, al referirse a este punto es diferente. Le 1, 35 argumenta claramente (en contra de lo que piensa Delling, ThWb V 833, nota 57) la filiación divina de Jesús con un milagro mayor que el que le aconteció a Isabel (v. 36; cf. supra II, 2). Mateo, en cambio, quiere defender contra los ataques del judaismo la tradición sobre la concepción de Jesús, que ya se había hecho corriente. Hay .que añadir la cita escriturística de Is 7,14 (cf. supra II, 1) con la que Mateo (de un modo que ya resulta típico en él) anuncia el cumplimiento de la profecía veterotestamentaria (-> Jesucristo). 3. Es sorprendente que en el evangelio de Mateo, aparte de la cita de Isaías, se aplique siempre a María el término -• fiüvtj [gyné] (1, 20.24; cf. las distintas variantes de Le 2, 5). Antes del nacimiento de Jesús este término no indica, sin embargo, que ella tuviese una relación natural con José, sino que se refiere a su relación jurídica con él, pues Jesús, por su condición de hijo de David, ha de figurar jurídicamente como hijo de José (v. 16; cf. Le 3,23). No obstante, otros testigos más antiguos de la tradición cristiana, tales como Pablo y Marcos, no piensan así. Gal 4, 4 piensa ciertamente en una mujer que ha concebido de un modo natural. Pero ante todo, según Rom 1, 3, Jesús «por línea carnal, nació de la estirpe de David», es decir, de un modo natural. Si aquí se sobreentendiese que María pertenece al linaje de David, entonces el texto estaría en contradicción con Mt 1,16 y Le 3,23. Es claro, pues, que Mateo y Lucas, a partir de la tradición más reciente a la que tenían acceso, han entendido la tradición más antigua de un modo diferente a como se presentaba originariamente. Pues, según Rom 1,4, el signo de la filiación divina de Jesús no es el nacimiento virginal, sino la -> resurrección. O. Becker Xtipz [chéra] viuda I Chéra, que aparece frecuentemente a partir de Homero, es el femenino del adjetivo '/r\P°í [cheros], privado, y significa la que ha sido privada (del mando), por consiguiente, la viuda. II 1. El vocablo hebreo 'almanáh, que se traduce en la versión de los LXX por chira, contiene en su significado fundamental la idea de soledad, de abandono y de desamparo (Leyrer, 239). Así pues, el mismo significado literal muestra ya que las viudas son consideradas como miembros del pueblo que están necesitados de protección de un modo especial. A ello se debe el que en el AT se las mencione con frecuencia juntamente con los huérfanos y los extranjeros (Ex 22, 21 24, Dt 10, 18; 24, 17.19 ss; 26, 12 s; 27, 19; Jer 22, 3 y passim). Su condición generalmente necesitada se debe a la situación social y jurídica de la mujer (cf. arí yuvij [gyne] II) en aquella época y especialmente a ciertas disposiciones del derecho sucesorio (-> herencia). 2 Yahvé mismo cuida de las viudas Ellas pueden tener confianza en él (Jer 49, 11), pues él les hace justicia (Dt 10, 18; Sal 68, 6; Prov 15, 25; Mal 3, 5) y las socorre (Sal 146, 9). Por eso, su pueblo es llamado también a proteger sus derechos y a ser caritativo con ellas, pues, de lo contrario, incurrirá en la ira de Yahvé Así, el pueblo se compromete en el culto a cumplir la justicia de Yahvé «Maldito quien haga entuerto al extranjero, al huérfano y a la viuda» (Dt 27, 19, cf. también Ex 22, 22 ss; Dt 10, 18; Is 1, 17.23 s; 10, 2; Jer 7, 6; 22, 3, Zac 7, 10) 3. Conforme a esto, en el AT hay una sene de leyes que alivian la situación de las viudas: sus vestidos no pueden ser tomados en prenda (Dt 24,17), cada tres años han de dárseles los diezmos (Dt 14, 29; 26,12 s); también hay que dejar a las viudas los restos de las cosechas o de las recolecciones (Dt 24, 19 ss, cf. Rut 2, 2); está determinado explícitamente que las viudas sean invitadas a los banquetes sacrificiales y a lasfiestas(Dt 16,11 14) y que, por consiguiente, tengan sitio en la comunidad. Según Lv 22,12 s, las hijas de los sacerdotes, si enviudan sin tener hijos y vuelven a casa de su padre, tienen el mismo derecho a ser alimentadas que su padre. (Sobre la época de los Macabeos cf. 2 Mac 3,10; 8, 28.30, en el judaismo rabimeo surgen nuevas concesiones en favor de las viudas, cf Leyrer, 240) A pesar de todo, a través de todo el AT continúan oyéndose las quejas por el trato injusto y cruel que a veces se da a las viudas (entre otros pasajes, cf. Is 1, 23, Ez 22, 7, Mal 3, 5; Job 22, 9, 24, 21; Sal 94, 6, Sab 2, 10).

Mujer {/r¡pa)

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4 Una gran cantidad de cuestiones jurídicas, sobre todo en relación con el derecho sucesorio, se plantean cuando la viuda contrae matrimonio nuevamente eventualidad que se considera natural en el AT y que en el judaismo rabinico, incluso es facilitada, sin embargo el nuevo matrimonio no puede contraer hasta tres meses después de la muerte del mando (St -B I 47) Aquí existen dos limitaciones a) el sumo sacerdote no puede tomar por mujer a una viuda (Lv 21,14) en el judaismo rabmico tampoco puede contraer matrimonio con una mujer que sea «viuda desde el día de sus esponsales» (St B I, 3, cf II, 393 ss), b) Da la impresión de que, en una época mas antigua, la viuda podía ser adquirida por herencia juntamente con las demás propiedades (1 Cr 2, 24 LXX, ¿de ahí Ez 22, lO?, cf también Gn 35 22,2 Sam 16 20 ss, 1 Re 2 13 ss) Una reliquia de este derecho sucesorio de los hijos o de los parientes es la ley del levirato (Dt 25 5 ss, -» matrimonio), que se ha conservado hasta la época neotestamentana Según esta ley, un hombre estaba obligado a casarse con la viuda de su hermano cuando este había muerto sin dejar hijos varones (en el judaismo rabmico se dice simplemente sin dejar descendencia cf Mt 22 24 y St B ad locum) El primer hijo varón de este matrimonio se considera como hijo del difunto 5 Isaías emplea chira en sentido metafórico al referirse a Babilonia «Pues ahora escúchalo, lasciva , que te decías «no me quedare viuda, no perderé a mis hijos Ambas cosas te sucederán, de repente, en un solo día viuda y sin hijos te veras a la vez » (47 8 s, cf Ap 18, 7) Pero también se hace a Israel la promesa de que, en la nueva alianza con Dios no volverá a recordar el oprobio de su viudez (54 4 xiPEla [cherem] se refiere al exilio)

III 1 También el NT habla de la condición menesterosa de las viudas de los atropellos que se cometen con ellas (Le 18, 1 ss), del abuso de su confianza (Me 12, 40 par), de su humildad (Me 12, 41 ss par) 2 Las comunidades del NT han reconocido su responsabilidad para con las viudas La declaración mas enérgica se encuentra en Sant, en donde la solicitud por las viudas se contrapone al culto puramente externo a Dios «La religión (9pr¡aKEioi [threskeía], -> servicio) pura y sin tacha a los ojos de Dios Padre es esta mirar por los huérfanos y las viudas en sus apuros» (1, 27) En la comunidad de Jerusalen existió ya desde muy pronto una protección organizada de las viudas (cf -> misericordia y -» pobre II, 4b) La murmuración del grupo helenístico ante el hecho de que sus viudas quedaban perjudicadas en comparación con las hebreas dio lugar a que se escogiese a siete hombres de este grupo y —como se hacia tradicionalmente— se les encomendase el servicio de estas viudas (Hech 6, 1 ss) 3 Para la época neotestamentana posterior resultan particularmente iluminadoras las «normas sobre las viudas» de 1 Tim 5,4-16 Aquí se distingue entre viudas y «viudas de verdad» (dvzax; xr¡pai [ontós chérai]) (vv 3 5 [9] 16) La «viuda de verdad» es la que esta desamparada (v 5) y por esto debe ser asistida por la comunidad (v 16), en cambio, la otra es la que tiene allegados, a estos corresponde el cuidar de ella (v 416) Las «viudas de verdad» estaban inscritas en un registro (v 9) Las condiciones de admisión permiten asegurar que las viudas inscritas en el registro desempeñaban un ministerio dentro de la iglesia en efecto, debían tener mas de 60 años (v 9), teman que haber sido mujeres de un solo mando (v 9, esto parece referirse a un eventual segundo matrimonio de una mujer divorciada, no de una viuda), debía ser «recomendada por sus buenas obras» educación de los huérfanos, hospitalidad, disposición abnegada al servicio y prontitud para ayudar a los atribulados Según todas las apariencias, esa sene de buenas obras constituían la misión de una viuda dentro de una comunidad (v 10) Las viudas jóvenes era desechadas, pues podían entregarse fácilmente a la ociosidad, etc, y ser seducidas (v 13) Otra de las condiciones requeridas para ser inscritas en el registro y que parece presuponerse es la decisión de no volver a contraer matrimonio, en cambio, a proposito de las viudas jóvenes se dice lo siguiente «Si la sensualidad les aparta de Cristo, quieren casarse, incurriendo en reproche por haber faltado a la primera fe (es decir, a la decisión tomada a partir de la fe de permanecer viudas)» (JJeremías, NTD, sobre el v 11) Esto no supone el

(Xtípa) Mujer

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rechazo sistemático de todo nuevo matrimonio, pues acto seguido se afirma: «Quiero que las viudas jóvenes se casen...» (v. 14). Aquí aparece la postura de la segunda generación cristiana diferente de la de 1 Cor 7, 8, en donde Pablo, hablando de los célibes y de las viudas, dice lo siguiente: «estaría bien que se quedaran como están, como hago yo»; esta afirmación se explica por la espera ante la inminencia de la parusía (-> parusía). x

S. Solle

PARA LA PRAXIS PASTORAL

A las cuestiones que hoy tenemos planteadas en el ámbito de la cultura occidental en torno a las relaciones entre los sexos, el papel de la mujer en la sociedad y la llamada igualdad de derechos entre ambos sexos, la Biblia no da una respuesta directa. Estos problemas no constituyen propiamente el tema del mensaje bíblico. No obstante, a partir de la relación del hombre con Dios y del mensaje escatológico de Jesús se derivan a este propósito algunas líneas maestras que hay que tener en cuenta. Si en las antiguas culturas existieron también leyes basadas en el derecho materno, en el A y en el NT se presupone en general un orden social patriarcal, al que responde la imagen claramente masculina de Dios que nos presenta la Biblia (cf. HRingeling, Die Frau zwischen gestern und morgen, 1962. JLeipoldt, Die Frau in der Antike und im Urchristentum, 1962). La predicación de Jesús aparece, pues, en un entorno marcado por la mentalidad veterotestamentaria y en el cual la función esencial de la mujer, aparte de las labores domésticas, es la procreación de los hijos en orden a la conservación de la estirpe y al crecimiento del pueblo, que ha sido prometido por Dios (tablas etnográficas, historia de los patriarcas, elogio de la mujer en Prov 31, etc.; esto aparece de un modo especialmente claro cuando algunas mujeres estériles se convierten en madres de una estirpe, experimentando de esta manera la bendición de Dios, p. ej. Isabel, la maürc del Bautista). Que este orden de cosas hay que presuponerlo también en el NT se deriva con toda claridad de afirmaciones como las de Ef 5, 23, en donde el hombre es considerado como la cabeza de la mujer, o en las exhortaciones que se hacen a la mujer a someterse al marido (1 Tim 2, 11 ss, entre otros pasajes). Es cierto que junto a esto se nos presentan ya en el AT algunas figuras carismáticas (Débora, Ana, Rut) que, al lado del hombre o por delante de él, aparecen en las grandes encrucijadas de la historia del pueblo de Dios. La comprensión de Eva como madre de todos los vivientes (Gn 3,20) subraya el papel fundamental de la mujer dentro del género humano. A lo largo de la cultura occidental esta línea patriarcal se extiende desde Aristóteles hasta Schopenhauer y Freud e incluso se puede reconocer hasta en aquellos autores que tienen a la mujer en más alta estima (p. ej. ESpranger, Stufen der Liebe, 1965). Por supuesto, junto a esto aparece también continuamente el modelo matriarcal, por ejemplo, en el culto a María durante la edad media y principios de la moderna, pero sobre todo en la entronización de Eva como diosa de la razón en la Ilustración. Ahora bien ¿no son éstos síntomas del movimiento pendular que nos conduce progresivamente a un nuevo orden de cosas? Hombre y mujer son considerados como compañeros, son tomados más en serio en su peculiaridad propia y son entendidos como personas autónomas que se complementan recíprocamente. En la moderna sociedad industrial, la mujer entra en el mundo concreto del trabajo y con ello queda sometida a la cosificación despersonalizadora y a la funcionalidad de la existencia moderna (cf. Schelsky, Soziologie der Sexualitát), y en 1957 es reconocida en Alemania la igualdad de ambos sexos ante la ley.

Para la praxis pastoral

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En la medida en que la mujer va adaptándose progresivamente al mundo del trabajo (hasta ahora bajo el control del hombre) y a pesar de que aún no se ha llegado a la equiparación total con el hombre, ni en el plano social ni en el económico, ha aparecido otro fenómeno: el hecho de que, como consecuencia de la revalorización de la familia frente al mundo del trabajo, el hombre comience a desempeñar funciones de las que, hasta hace poco, se encargaba exclusivamente la mujer. En sus funciones sociales el hombre y la mujer se hacen cada vez más intercambiables, por lo cual las diferencias entre ellos se limitan a las meramente biológicas (salvo en aquellos casos en que ha tenido lugar un cambio efectivo de sexo). Por eso a muchos les parece arbitraria la distribución de funciones entre hombre y mujer hasta ahora vigente, a excepción, naturalmente, de sus funciones biológicas, y son puestas en cuestión todas las clasificaciones de las características y de las tareas típicamente femeninas que vayan más allá del rol especial de la maternidad, ya que vienen determinadas por las costumbres propias de cada sitio (MMead, Hombre y mujer). La actual relativización de las normas sexuales se expresa de un modo particularmente llamativo en el libro de Simone de Beauvoir, Le deuxiéme sexe, Trad. cast. El segundo sexo. La discípula y compañera de Sartre traza aquí la imagen de un individuo que apunta más allá del hombre y de la mujer. Hay que preguntarse, no obstante, si no habría que considerar más bien al hombre como un todo en el que a una función biológica determinada corresponden también peculiaridades espirituales y culturales bien definidas; ¿y no es el desconocimiento o negación de esta visión total la causa de la supravaloración de lo corporal y de que la tensión provechosa y la complementariedad recíproca entre los sexos quede limitada únicamente a este plano? Las reflexiones sobre las consecuencias funcionales de la sexualidad no deberían llevarnos ciertamente a establecer una jerarquía entre los sexos. Ya en el AT la igualdad entre hombre y mujer se basa en la situación de ambos con respecto a Dios: el hombre ha sido creado a imagen de Dios; Dios los creó hombre y mujer (On i; en o n 2, 18 se subraya la complementariedad). Aquí tiene también sus raíces la alegría de estar juntos (Gn 2, 23) y la afirmación de la comunión sexual (Cantar de los cantares) y, de la misma manera que el espíritu de Dios es conferido al hombre y a la mujer (Jl 3, 2) y el papel dominante del hombre queda relativizado por el primer mandamiento, la obligación de obedecer a Dios afecta por igual a ambos (cf. APaulsen Geschlecht und Person). Siguiendo esta línea, en el NT, en donde las estructuras terrestres quedan relativizadas de múltiples maneras ante la soberanía de Cristo (Gal 3, 28; Mt 22, 30), la mujer, al igual que el nombre, está situada inmediatamente y de un modo responsable delante de Dios y está llamada al servicio y al seguimiento de Cristo. Por eso, el «sed dóciles unos con otros» de Ef 5, 21 se aplica también a la actitud del hombre frente a la mujer, ya que todas las exhortaciones van dirigidas a ambos sexos (cf. EKáhler, Die Frau in den paulinischen Briefen, 1960). Partiendo de la idea de la proximidad del reino de Dios, la praxis judía del divorcio queda superada por una prohibición radical del mismo, que afecta también al hombre y que es válida hasta la muerte, el celibato es equiparado al matrimonio y con ello queda bien claro que la función sexual fisiológica no es el único ni el definitivo factor determinante para la mujer (Mt 19, 3-12), sin que por ello se llegue a una desvalorización total del matrimonio y de la corporalidad. Así pues, Jesús —en su época y ambiente propios— dio un paso decisivo hacia la restauración del orden de la creación que aparece en Gn 2,18. El llama a las mujeres en su seguimiento (Le 8, 1-3), habla con la samaritana (Jn 4) y lucha contra toda especie de «moral de la clase dominante» y de «doble moral», que todavía hoy se defienden y se viven de un modo más o menos abierto (Jn 8). La mujer se convierte en «hermana» y el hombre en «hermano». Con ello, la mujer adquiere un lugar junto al hombre en la

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Mujer

comunidad. La cuestión sobre cuál ha de ser este lugar fue planteada ya por Pablo, quien dio algunas directrices a este respecto (1 Cor 11); no obstante, continúa siendo un problema (cf. p. ej. la cuestión del sacerdocio femenino). En todo caso, si partimos de la postura de Jesús, no podemos retroceder de ningún modo a afirmaciones como la de 1 Cor 14, 34. La imagen bíblica de la mujer puede aportar algo a la discusión actual sobre la equiparación entre los sexos, en cuanto que, a todas las determinaciones específicamente sexuales, les antepone el ser-persona responsable, y plantea la posibilidad de que una mujer sea objeto de una elección especial por parte de Dios, como es el caso de María. Si queremos plantear la cuestión sexual desde la fe, hemos de partir necesariamente de la igualdad entre hombre y mujer. Pero una nivelación total de las diferentes no es bíblica, ya que a partir de la creación se establece una distinción entre las tareas y aptitudes (Gn 2), y porque, a través del espíritu de Dios que les ha sido dado, tanto a los hombres como a las mujeres, se les confian dones y tareas diferentes. W. Günther Bibl Sobre yvvrj, fufirip, mptt JLeipoldt, Jesús und die Frauen, 1921 - GDelling, Paulus' Stellung zu Frau und Ehe, 1931 AOepke, Art nvij ThWb I, 1933, 776 ss - LKosters, Art Mana, die Mutter Jesu, LThK VI, 1934, 886 ss + APaulsen, Mutter und Magd, 19382 - WMichaelis, Art WVP ThWb IV, 1942, 645 ss - FJLeenhardt/FBlanke, Die Stellung der Frau ím NT und ín der alten Kirche, Kirchl Zeitfragen 24,1949 - ASchlatter, Manenreden (1927) 19513 - KHRengstorf, Mann und Frau ím Urchristentum, 1954 - Gvan der Leeuw, Phanomenologie der Religión, 1956,10 - EKahler, Zur «Unterordnung» der Frau ím NT Der nt Begnff der Unterordnung u seine Bedeutung fur die Begegnund von Mann u Frau, ZEE 1959, 1-13 - FCGrant/WvSoden, Art Muttergottheiten, RGG IV, 19603, 1227 ss - EKahler, Die Frau ín den pauhnischen Bnefen Unter espec Berucksichügung d Begnffes der Unterordnung, 1960 - JWeerda, Art Manologie, RGG IV, 19603, 767 ss - EKahler, Das Amt der Frau ín der Kirche Colloquium, theol Blatter d theol Konvents d Bekenntmsgemeinschaft d Ev-Luth Landeskirche Hannover, fase 1, 1962 — JLeipoldt, Die Frau ín der antiken Welt und iro Urchnstentum, 1962 - JMichl/KRahner/AMuller/HSchauerte, Art Mana, LThK VII, 19622, 25 ss - OSchillmg/JWeilner, Art Mutter, LThK VII, 19622, 707 ss - TSBailey, Mann und Frau ím chnsthchen Denken. 1%3 - SHanson, Art Mutter, BHHW II, 1964,1262 s - GGBlum, Das Amt der Frau ím Neuen Testament, NovTest Vil, 4,1965, 142 ss - WPhihpp, Art Muttergottheit, EKL II, 1958, 1469 ss Sobre jrap9evoc MDibehus, Jungfrauensohn und Knppenkmd, SAH 1931/32, 4 = Botschaft u Geschichte I, 1953, 1 ss GErdmann, Die Vorgeschichte des Lukas- und Matthaus-Evangehums, 1932 - GSchrenk, Art 9eXa¡, ThWb III, 1938 43 ss, espec 61 - HLietzmann/WGKummel, An die Konnther, III, HNT 9, 1949", 179 - GDellmg, Art nxpSevo?, ThWb V, 1954, 824 ss OCullmann, Die Chnstologie des NT, 19582, 301 ss - WWiesner, Art Jungfrauengeburt, EKL II, 1958, 496 ss KGoldammer/WMarxsen/PAlthaus, Art Jungfrauengeburt, RGG III, 1959, 1068 s - DBonhoeffer, Chnstologie, ea Ges Schnften III, 1960,233 ss - GFohrer, Das Buch Jesaja 1 (1-23), 1960 (Zurcher Bibelkommentare 7) - OKaiser, Der Prophet Jesaja, Kap 1-12, ATD 17,1960 - MDibehus, Die Formgeschichte des Evangehums, 1961*, 119 ss - AAdam, Art Syneisakten, RGG VI, 19623,560 WSchmithals, Die Gnosis ín Konnth, FRLANT, NF 48, 19652 - JMFord, The Meaning of «Virgin», NTSt 12, 1966, 293 ss En cast Arts gens KHSchelkle-OSemmelroth, Art Mana, CFT II, 1966, 589-602, AAuer, Art Virginidad IV, 1967, 458-466 AMuller, Puesto de Mana y su cooperación en el acontecimiento Cristo, MystS III, T II, 405-526 — MSchmaus, Arts MariaManologia, SM 4, 1973, col 425-445 - JJeremias, Teología del NT I, 19773, 261-165 - KHSchelkle, Teología del NT IV, 1978, 316-325

Mundo (KOíT/iog)

Mundo Koa\ioc, [kósmos] orden, (orden del) mundo, Koafiéco [kosmeo] disponer, ordenar, adornar, Koofiwt; [kósmios] ordenado, virtuoso, KOGIXIKÓQ [kosmikós] terrenal, terrestre, mundano 1 1 El sustantivo kosmos, atestiguado desde Homero significa tanto la constitución o erección (p ej Homero, Od 8, 492, Herodoto III, 22) como la ordenación en su sentido mas genérico (p ej Homero, II 2, 214, y passim en el giro Kara Koapav [kata kosmon], como es debido, según corresponde) o en su sentido espeafico (p ej el orden en que se sientan los remeros Homero, Od 13, 76 s, orden de combate Homero, II 12, 225, mas tarde ordenación de la vida en la sociedad humana, constitución del estado Platón, Leg VIII, 846d) Se da con frecuencia el sentido de ornato, adorno (espec de las mujeres, p ej Homero, II 14, 187, Hesiodo, Op 76, Herodoto V, 92 y passim) En la filosofía griega (cf el apartado 2) kosmos se convierte en el termino central para designar el orden del mundo el universo sostenido por este orden, el mundo en sentido espacial, el sistema del universo Posteriormente significa la tierra e (incluso en el griego de la koine) los habitantes de la tierra, la humanidad (-> tierra) De acuerdo con el significado fundamental de kosmos, orden, el verbo kosmeo, como termino técnico, significa poner en pie u organizar un ejercito, poner en orden (una formación para el combate, p ej Homero, II 2 554, Jenofonte, Cyrop II, 1, 26), pero significa también, mas genéricamente, restablecer, poner en orden, y, con especial frecuencia, adornar (p ej Hesiodo, Op 72) 2 En lafilosofíagriega el concepto de cosmos resulta de la cuestión sobre la posibilidad comprobada de que el mundo no perezca a pesar de que las cosas particulares luchan entre si (cielo y tierra, Dios, hombre y ser vivo) La solución es las cosas están unidas en su consistencia por un orden que las comprende a todas (cf Anaximandro, frg 9, que tiene todavía la palabra TOÍIJIC [taxis] orden, ordenación) Este orden del mundo —y el punto en sentido espacial que deriva de el— viene designado por la palabra kosmos El hombre se denomina a si mismo microcosmos (p ej Democrito, frg 34) Con esto posee la posibilidad de llegar a conocer el mundo el cosmos al que alaba por su belleza (Herachto, frg 124) y por su perfección (forma esférica, movimiento circular) a) Platón es el primero que enseña que el cosmos ha sido creado por un demiurgo, quien «ha formado el mundo según la idea del ser vivo perfecto» (HSasse, ThWb III, 874) Para Platón el cosmos es un cuerpo dotado de alma, un ser racional y, por consiguiente, una manifestación de Dios Según esto el cosmos no es una criatura, no procede de una creación, sino que es una imitación, una reproducción b) La concepción aristotélica del mundo, que en occidente ha dominado durante casi dos milenios, conoce la tierra esférica que, rodeada de diversos estratos formados por esferas celestes, permanece inmóvil en el centro del cosmos esférico (Celso II, 2p, 285a, 32) El cosmos es la suma de todo lo que esta ligado a espacio y tiempo Lo que va mas alia de espacio y tiempo constituye el mundo trascendente de Dios, este mundo, ajeno al espacio y al tiempo, tiene una vida inalterable y con ello perfecta Dios no ha formado el mundo, Dios es puro vovc, [nous] (-+ razón) el mismo es el objeto de su propio pensamiento Dios es el motor de todo, pero el mismo permanece inmóvil y por ello no interviene mediante la acción en el acontecer del mundo c) La Stoa une su cosmología al pensamiento del eterno retorno este pensamiento procede de la astrologia oriental El cosmos debe su constitución no a un comienzo o principio absoluto, sino que es una restauración (anoKimxaraaiQ [apokatastasis], apokatastasis -• reconciliación) de algo que ya había existido La aniquilación del cosmos en un incendio universal no es su fin, sino que mas tarde vuelve a surgir en un renacimiento cósmico (-» nacer art nctÁiyyEVEoitx [palingenesia]) d) El dualismo, que encontramos ya en Platón, alcanza su punto culminante en el neoplatonismo El mundo inteligible (Koafiog EKEÍVOI; [kosmos ekemos]) y el mundo de los fenómenos (Koapoc, OIÍTOC [kosmos houtos]) se oponen mutuamente Aunque el mundo empírico es el principio del mal, puede Plotmo alabar su grandeza, su orden y su belleza (Enn V, 8) Si ello es asi, cuanto mas no sera absolutamente digno de alabanza el cosmos verdadero, el prototipo del mundo sensible1 (Para mas detalles cf espec HSasse, ThWb III, 868 ss) En la época helenística, cuando penetraron en el ámbito cultural griego las cosmologías orientales, el cosmos se convierte en sede de lo incógnito Ya no es una unidad armónica y se deshace en dos esfera el mundo terrenal de aquí abajo y el mundo de las estrellas Lo que sucede en la tierra esta condicionado por lo que ocurre en el mundo estelar Las obras y los afanes de los hombres carecen en absoluto de valor En la gnosis se encuentran afirmaciones muy diversas acerca del cosmos Por un lado la separación entre hombre y Dios se ha consumado Con la ayuda de elementos luminosos los poderes demoniacos han producido el cosmos, sacándolo del caos de la oscuridad, como una reproducción del mundo de la luz Dios es el no-mundo, el cosmos esta totalmente sustraído a la divinidad, es pura carne, pura materia, un nA.r\pmpa [pleroma], plenitud, del

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{KÓOIXOQ) Mundo

maligno (Corp Herm VI, 4) De modo que es no solamente un extraño, sino también una cárcel de la cual ansia liberarse el yo preexistente del hombre La celestial y luminosa figura del hijo de Dios ayuda al hombre en esta liberación Por otro lado el ¡cosmos puede convertirse en una figura mitológica y como tal posee, entre otras, la denominación de «hijo de Dios» (Corp Herm VIII, 5), puede ser considerado también como un ser viviente dotado de alma El es imagen de Dios, y su imagen (la del cosmos) es el hombre (Corp Herm X, 11) II 1 Los LXX utilizan kosmos 7 veces como traducción del hebreo 'adl, adorno (p ej Jer 2, 32, 4, 30) y una vez como traducción de keh, adorno, alhaja (Is 61,10) Dos veces traduce tiph 'eret, adorno, aderezo (Prov 20,29, Is 3, 18), 5 veces equivale a soba, ejercito del cielo (y de la tierra), de las estrellas (Gn 2, 1, Dt 4, 19 y passim) Con la significación mundo el uso de kosmos no es anterior a los escritos tardíos del AT, redactados ya en griego, que son los mas recientes (Sab 19 veces, 2 Mac 5 veces, 4 Mac 4 veces) Lo mas probable es que el termino kosmos adquiera esta significación tomándola, por influencia del judaismo helenístico, del uso verbal griego corriente 2 El AT no posee, en sus inicios, unas palabras que, con el sentido de «mundo», correspondan al termino griego kosmos Al universo lo llama «cielo y tierra», solo en escritos tardíos sale el termino hakkól, el todo (Jer 10,16, Sal 103, 19, también sin articulo, kol en Is 44, 24, Sal 8, 7) El AT no tiene ni un termino que corresponda al griego kosmos ni un concepto equivalente Considera al mundo no como una entidad subsistente en si misma, sino siempre relacionada con Dios, el creador (-• creación) Es cierto que el relato sacerdotal de la creación (Gn 1,1-2,4a) muestra ínteres por la cosmología, cuando habla, por ejemplo, de los poderes del caos, que son las aguas y las tinieblas primigenias, cuando habla del firmamento del cielo, del océano celeste y de las estrellas, pero todas estas afirmaciones tienen como finalidad umca dar testimonio de que Dios es señor de todo, incluso del caos El relato sacerdotal de la creación apunta claramente a la creación del hombre, que es su culminación y que, en cambio, constituye el centro de las afirmaciones para el relato yahvista (Gn 2,4b-25), principalmente en lo que se refiere a que el hombre se da cuenta de su vocación, de la responsabilidad que ante Dios le incumbe en el cumplimiento de sus deberes en la tierra, y también en lo concerniente al dominio que ejerce sobre todo lo creado (1, 26 28, 2, 15 19, cf Sal 18) Lo que le importa al documento sacerdotal, como al yahvista, no es describir el orden inmanente del mundo, sino mas bien afirmar el dominio de Dios sobre el hombre, sobre los pueblos del mundo y sobre la historia Cuando se dice (Gn 1, 31) que «todo lo que había hecho era muy bueno», con ello no se alaba al mundo como tal, sino a Dios que lo ha creado y que impone su dominio sobre el mundo para salvar al hombre (p ej Sal 33, 65, 136, 146, 148, Am 4, 13, 5, 8, 9, 5 s) 3 El AT no ha creado una imagen propia del mundo, sino que se ha adherido a las concepciones orientales que le eran contemporáneas y las utiliza de un modo que le es peculiar como material o cañamazo ae su proclamación El mundo viene presentado como dividido en tres partes El -+ cielo abovedado como firmamento (rugía',firmamento del cielo) establece una separación entre el océano del cielo y la tierra y sus aguas Esta bóveda descansa sobre columnas (Job 26, 11, cf Sal 104, 3) y en ella están fijadas, como luceros, las estrellas La -> tierra esta concebida como un disco cuyo centro es el santuario por excelencia (Jue 9, 37, Ez 38, 12, cf Hen[et] 26, 1, Job 8, 19) También la tierra descansa sobre columnas (Job 9, 6 cf Sal 104, 5, 1 Sam 2, 8) Aunque alguna vez se dice que pende en el vacio (Job 26, 7) y que esta rodeada de aguas (océano celeste Gn 1, 7, corrientes del abismo Gn 7, U y Prov 8, 28, aguas subterráneas Ex 20, 4, cf Gn 49, 25 y Dt 33, 13) Inmediatamente y sin solución de continuidad vienen introducidas en esta concepción material del mundo declaraciones de tipo religioso el cielo, sede de Yahve (Ez 1, 22 s) y las aguas son, no de otro modo que en el mito babilónico (Tiamat), sede de monstruos (Leviatan Job 3, 8, Sal 74, 14, Is 27, 1, Rahab Sal 89, 11, la serpiente del mar, a la cual Yahve da ordenes Am 9, 3) El mundo subterráneo, el se'ol (-> infierno) es el reino de los muertos, del que es imposible regresar (Job 10,21) En absoluto contraste con las religiones contemporáneas, el AT, en sus explicaciones acerca del remo de los muertos, renuncia a descripciones especulativas La naturaleza, las magnitudes cósmicas y los elementos nunca vienen considerados en si mismos sino que, tanto si el juicio que sobre ellos se emite es positivo como si es negativo, siempre son vistos en relación con Dios, que es su creador y Señor ellos son únicamente instrumentos de Dios De modo que el AT asume con absoluta libertad elementos cosmológicos míticos, pero los desmitifica en el mismo instante de apropiárselos, por cuanto los subordina a razones y explicaciones teológicas y sotenológicas 4 De una manera sorprendente utiliza Filón el termino kosmos en razonamientos distintos unos de otros con mayor frecuencia que el AT Distingue entre KOO/JOC, vonrog [kosmos noetos], el mundo perceptible (solo) intelectualmente y el KOOJIOC. xlaSnrog [kosmos aisthetos], el mundo perceptible sensonalmente (Op Mund 25), denominado por Filón «este mundo» (Rer Div Her 75) o bien «mundo visible» (Op Mund 16) Al mismo tiempo se encuentra la afirmación de que existe un único cosmos Filón puede hablar del cosmos como de un ser vivo y animado, víoc SeoS [hyios theou], hijo de Dios y, partiendo de la idea de que Dios es el padre del cosmos (Vit Mos II, 134), llega incluso a llamarle (Ebr 30, Deus Imm 31) Esos pensamientos han sido recogidos y ampliados posteriormente por la gnosis egipcio-helenística

Mundo (KÓGfioQ)

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5 Bajo la influencia del judaismo helenístisco la palabra hebrea 'olam (arameo. 'ülma"), largo, mucho, -* tiempo (art. aíróv [aión]), entendida hasta entonces en su sentido originario temporal, adquiere el sentido espacial de kósmos, mundo, universo, mundo de los hombres, tierra habitada (desde 4 Esd). En los textos de Qumrán 'olam conserva todavía el antiguo sentido temporal, pero en el uso lingüístico rabínico tiene cada vez con más frecuencia el sentido espacial del término mundo («señor del mundo» o bien «rey del mundo» como expresiones preferidas para designar a Dios) Este cambio semántico ha repercutido de manera especial en el judaismo tardío y, en conjunción con la doctrina de los dos eones de la apocalíptica judía (-• tiempo, art aícóv [aión]), ha determinado el juicio sobre el mundo. En la literatura rabímca «este mundo», igual que «este eón», viene descrito como dominado por Satán, por el pecado, como abocado a la muerte (cf. St.-B. IV, 847 ss), lo cual condujo a una desvalonzación moral del cosmos existente. Pero el judaismo mantuvo siempre firme su fe en la creación y por ello no llegó nunca a una visión gnóstico-dualística.

III 1. a) En el NT el sustantivo kósmos designa, igual que en el griego profano y en el judaismo helenístico, al mundo (una sola excepción: 1 Pe 3, 3, donde significa adorno). Este término aparece en el NT más de 180 veces, de las cuales alrededor de 100 corresponden a los escritos joaneos, 36 a las cartas paulinas (sin contar las 11 veces que sale en las cartas deuteropaulinas), 14 a los sinópticos y 19 a los restantes escritos neotestamentarios. La frecuencia del uso nos indica el peso teológico del término y al mismo tiempo permite que nos demos cuenta de que se trata de un punto controvertido; por esto el término kósmos debe ser necesariamente precisado siempre que el evangelio dialoga con el pensamiento griego. b) Los adjetivos se encuentran pocas veces y empiezan a darse en los escritos neotestamentarios tardíos (kósmios, honesto, virtuoso, bien educado, sólo en 1 Tim 2,9 y 3, 2; kosmikós, mundano, terrestre, sólo en Tit 2, 12, Heb 9, 1). En el verbo kosméo (sale 10 veces) poner en orden (Mt 25, 7), adornar (p. ej. Mt 12, 44; Tit 2,10) está todavía en vigor el sentido originario de kósmos, adorno, orden, ordenación. 2. El uso del sustantivo kósmos en su acepción genérica de mundo permite reconocer tres matices: a) Puede aludir al universo (p. ej. Hech 17,24; cf. también el giro xá návta. [tá pánta], todo, todas las cosas, para significar el mundo como suma de todo lo creado, p. ej. Jn 1, 3). b) Puede significar además el mundo en calidad de tierra, de «ecumene», es decir, como ámbito o lugar de la vida humana; este sentido es el más frecuente en los sinópticos (p. ej. Me 8, 36: ganar todo el mundo; Mt 4, 8: todos los reinos del mundo; cf. Le 4, 5: todas las riquezas de la tierra). Pero también pueden ser entendidos en este sentido los giros «venir al mundo» (Jn 1, 9; 3, 19 y passim), «estar en el mundo» (p. ej. Jn 1, 10; 2 Cor 1, 12 y passim) y «salir del mundo» (p. ej. 1 Cor 5, 10). c) Y a partir de este sentido, el término kósmos puede designar, finalmente, la humanidad, el mundo de los hombres (cf. Jn 3, 19; 2 Cor 5, 19), con lo cual se expresa el lugar y el objeto de la acción salvífica de Dios, principalmente en Pablo y en Juan. 3. Ya en Pablo el concepto de kósmos recibe una impronta típicamente antropológica y con ello histórica. a) El curso del mundo viene determinado por el -» hombre, por cuya -» caída entró la -» muerte en el mundo y lo domina (Rom 5, 12 ss). «Todo el mundo» (es decir, el mundo de los hombres) se ha convertido en culpable ante Dios (Rom 3, 19). Es más: la creatura (Rom 8,20-22; literalmente dice: toda la creación) está a causa de ello sometida a la caducidad, y siente anhelos de liberación. Por ello el cosmos es también toda la -» creación condenada a desaparecer. Esta concepción del mundo encuentra su expresión verbal principalmente allí donde Pablo habla de este cosmos (ho kósmos hoütos:

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(KOOHOC;)

Mundo

1 Cor 3,19, 5,10, cf Ef 2,2, expresión análoga a ó aitov oúxoq [ho aion hoütos], este eon) El -» juicio de Dios (Rom 3, 6) cae sobre este cosmos, que pertenece al eon presente (-> tiempo, art aicov [aion]) La propiedad con que la palabra cosmos denomina al mundo pasajero amenazado de miseria y de muerte se reconoce también por el hecho de que al mundo futuro y redimido no se le llama jamas cosmos, sino -> «reino de Dios», «cielo nuevo y tierra nueva» A la expresión este cosmos (ho kosmos hoütos) no le corresponde otra que signifique rnas o menos «aquel cosmos, o sea, el venidero, el futuro», Dios y kosmos están separados por completo b) Pero Dios ha enviado a su Hijo precisamente a este mundo que por su versatilidad ha sucumbido al pecado y a la ruina, lo ha enviado para que el mundo se reconcilie con el (2 Cor 5, 19 ss) Y en este cosmos, cuyo papel esta por terminar (1 Cor 7, 31) la comunidad convive con el mundo (-» iglesia) como signo de la presencia de Cristo (-» cuerpo) Por ello la relación de la comunidad con el mundo esta determinada dialécticamente no puede ser una entrega sin reservas al mundo, pero tampoco una negación al mundo Los cristianos viven en el cosmos (1 Cor 5,10, Flp 2,15) y les es forzoso servirse del mundo, pero lo han de hacer como si no se sirvieran de el (1 Cor 7, 29 ss) De ahí que pueda asegurarse que pertenecen a la comunidad todas las cosas (ta panta) ya sea el mundo, o la vida o la muerte, lo presente o lo futuro, pero ella no pertenece al mundo, sino a Cristo (1 Cor 3, 21 ss) Con ello el mundo se ha convertido en campo de la obediencia y de la conservación de la fe Por mas que este ligada al mundo y tenga obligaciones para con el, la comunidad debe vivir en la libertad de Cristo y debe mantenerse libre del mundo y de sus disposiciones (cf Mt 17, 24 ss, 1 Cor 7, 10 ss) c) Para el tiempo del desarrollo posterior a Pablo la carta a los Colosenses muestra la posición que en la cristiandad primitiva se adoptaba ante el concepto de cosmos de su entorno Cristo ha derrotado a las potestades y a las fuerzas del mundo (2,15) Debido a ello, lo elemental del mundo (2, 8 20a) no puede ser objeto de veneración ni de acciones rituales Los cristianos, que por Cristo han muerto a lo elemental del mundo, por su condición de miembros de la comunidad ya no viven «en el cosmos» (2, 20b), sino que han sido radicalmente liberados de verse sometidos al mundo, a sus preceptos y a sus coacciones 4 El evangelio de Juan, mediante el empleo de material conceptual gnóstico (p ej el hombre vive perdido en el mundo, los dualismos luz-oscuridad, Dios-mundo, etc), esboza una concepción peculiar y propia de la relación entre Dios y el mundo, entre el hombre y el mundo Con todo, en contraste con la gnosis, no da Juan ninguna fundamentacion cosmológica al hecho del extravio del mundo y de los hombres El dualismo Dios-mundo no se debe a la maldad del cosmos como cualidad que le sea propia, sino que es consecuencia del pecado del hombre El hombre pertenece tanto al mundo que en Juan kosmos se refiere casi siempre al mundo de los hombres Es cierto que kosmos puede ser visto en el evangelio joaneo bajo distintos aspectos, por ejemplo, como mundo de los hombres separado de la -> creación restante (como sujeto 1, 10, 15, 19 y passim o como objeto de la acción divina 3, 16 ss, 4, 42 y passim), pero sin embargo el mundo de los hombres es el elemento determinante de toda la creación, principalmente en aquellos pasajes que hablan de enviar o de venir al mundo (3, 17 19, 9, 39, asi RBultmann, KEK II sobre Jn 1, 10) Por amor a este mundo (tun concepto totalmente ajeno a la mentalidad griega') Dios le envía a su Hijo (3, 16), no como juez, sino como salvador (3,17,12,47) Como «cordero de Dios», asume Cristo los pecados del mundo (1, 29, cf 1 Jn 2, 2) Pero el Hijo, que ha venido al mundo como salvador, se convierte asimismo en juez (3,19), pues el mundo no le reconoce y es ciego ante el (1,10) El cosmos, entendido como mundo de los hombres, se constituye precisamente en un sujeto unitario

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Mundo (KÓafiog)

que se opone hostilmente a Dios, que contradice la obra redentora del Hijo, que no le ama, y que llega a odiarle (7,7; 15,18 y passim). Es el príncipe de ese cosmos quien rige al mundo (12, 31; 16,11); este príncipe es el maligno (1 Jn 5,18). Pero el Hijo triunfa sobre el cosmos (16, 33). Esto no condena al cosmos a la aniquilación, sino que hace que el salvador del mundo cree hombres nacidos no «del cosmos» (15, 19; 17, 14.16), sino por obra de Dios (1,12 s) y del -»• Espíritu santo. Estos hombres sufren en el mundo muchas angustias, pero son arrancados de su dominio (16, 33). Aunque ya no vengan determinados por el cosmos, los fieles no son sustraídos al mundo (17, 15), sino que «permaneciendo en él» (como tantas veces dice la expresión bíblica) pueden demostrar en medio del mundo la fe, y también las consecuencias del nuevo mandato, el del amor (13, 34 s; 15, 9 ss). Cuando la comunidad es exhortada a distanciarse del mundo (como en 1 Jn 2, 15: «no améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Quien ama al mundo, no lleva dentro el amor del Padre»), se trata del cosmos y de su caducidad, del kósmos hoütos, de este cosmos (cf. 12,31; 16,11). La comunidad debe mantenerse libre de su poder seductor. Pues el que ama al cosmos, es decir, el que se entrega a él, no participa del amor que Dios le profesa, y en consecuencia es incapaz de cumplir el mandamiento del amor urgido por el Señor. Porque de la misma manera que Dios, mediante la misión del Hijo, ha dirigido su amor al mundo de los hombres, del mismo modo el Hijo ha enviado la comunidad al mundo (17,18; cf. 20,21), para que en él guarde su palabra y sus mandatos (14, 15.23). J. Guhrt Bibl WEichrodt, Theologie des AT II/III, 1935 (19645), § 15 - RLowe, Aion und Kosmos, 1935 - HSasse, Art Koa^mo etc, ThWb III, 1938, 867 ss - RBultmann, Das Verstandnis von Welt und Mensch un NT und ím Gnechentum, ThBl 19, 1940, 1 ss (= RBultmann, Glauben und Verstehen II, 19685, 59 ss) - GBomkamm, cinstu. u n d d«¡ weii ,n d«r Urchn«:i.ci.«, n„t.=H.ft ZTUK 47,1950,212 ss ( = GBomkamm, Das Ende des Gesetzes, 19665,157 ss) - EJenm, Das Wort 'olam ím AT, ZAW 64,1952,197 ss, 65, 1953,1 ss - RBultmann, Theologie des NT, 1953 (1968!), §§ 26,42 - FMussner, Christus, das All und die Kirche, 1955 - GvRad, Theologie des AT I, 1958 (19665), 152 ss, 424 ss, 444 ss, II, Teil III B, 1960 (19685) - HSchher, Machte und Gewalten ím NT, Quaestiones disputatae 3, 1958 (19633) - GHarbsmeier, Art Welt, EKL III, 1959 (19622), 1756 ss HEWilhelm/HBardtke/HWSurkau/WPhihpp, Art Weltbild, Weltanschauung, EKL III, 1959 (19622), 1761 ss - RVolkl, Christ und Welt nach dem NT, 1961 - GGloege, Art Welt, RGG VI, 19623, 1595 ss - WEMuhlmann/NSimonsson/FMThdeLiagreBohl/FCGrant/EDinkler/HHSchrey, Art Weltbild, RGG VI, 19623, 1606 ss - GJohnston, Oikoumene and kosmos ín the New Testament, NTSt 10, 1963/64, 352 ss - FMussner, Art Kosmos, LThK VI, 19642, 576 ss - WSchrage, Die Stellung zur Welt bel Paulus, Epiktet und ín der Apokalyptik, ZThK 61, 1964, 125 ss - JSint, Art Kosmologie, LThK VI, 19642, 569 ss - KLuthi, Sakulare Welt ais Objekt der Liebe Gottes, EvTh 26,1966,113 ss — HFWeiss, Untersuchungen zur Kosmologie des hellenistischen und palastimschen Judentums, TU 97, 1966 - FMussner, Chnstus und Welt nach dem NT, en Praesentia salutis, Ges Stud zu Fragen u Themen des NT, 1967, 268 ss - JMRobinson, World ín Modern Theology and m NT Theology, en Festschr WCRobinson, 1968, 88 ss - EJungel, Die Welt ais Moghchkeit und Wirkhchkeit, EvTh 29, 1969, 417 ss Trad o c WEichrodt, Teología del AT II, 1975,101-124 - RBultmann, Creer y comprender II, La comprensión del mundo y del hombre en el NT y en el helenismo, 1976, 55-69 - GVRad, Teología del AT I, 19784, 184-188, 441-445, 517-520, 540-548, II, 19763, 433-459 - En cast Arts gens NBrox-HRSchlette, Art Mundo, CFT III, 1967, 159-183 - GHaeflher, Art Mundo, SM 4, col 826839 — WKern, La creación como presupuesto de la alianza en el AT, MystS II, T I, 1969, 490-505, FMussner, Creación en Cristo, ibid 505-513 - KHSchelkle, Teología del NT I, 1975, 15-91

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(u- [phy-] designa el ser o el existir 1 Physis designa el origen, el principio, el comienzo y la procedencia (p ej Herodoto, 7, 134), pero también el nacimiento de lo que crece o se hace (Aristóteles, Metaph 1014b 16, p ej Kara persecución, tribulación) y

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Necesidad (SeT)

a SicoyfiÓQ [diogmós] (persecución), para describir las persecuciones que de vez en cuando surgen contra los creyentes (1 Cor 7, 26, 2 Cor 6, 4,12,10, 1 Tes 3, 7) Partiendo de esto hay que entender asimismo Le 21, 23, donde Le suprime la frase de relativo de Me 13,19 Con esa anánké no viene el fin del eón sino el de Jerusalén (Le 21,20) y con ella «la época de los paganos» llega a su término (Le 21, 24). R Morgenthaler SsT [del] tiene que, es necesario, es menester, poípa [moíra] destino I Dei (atestiguado desde Homero, y también hijo de Dios) Y, prescindiendo de una vanante de un pasaje de Eclo (prologo v 28), tampoco aparece en los LXX anagennao 3 En el judaismo palestinense tardío se halla presente la idea de un engendramiento por parte de Dios únicamente en conexión con las esperanzas mesiamcas En la voluminosa literatura rabinica solo aparece un pasaje en el que Sal 2, 7 se interpreta en relación con el mesias (bSuk 52a) Este silencio de los rabinos se explica quizas por la oposición al cristianismo, que relaciona lo que dice el Sal 2, 7 con la filiación divina de Jesús Sin embargo, esta imagen es completada por los textos de Qumran, en los cuales la profecía de Natán (espec 2 Sam 7, Ha) es referida al «retoño de David» (4QFlor 1,10 ss, quiza también lQSa II, 11) Pero «la idea de una filiación divina del mesias en sentido físico o de una preexistencia no aparece en la antigua sinagoga» (St -B, -> creación, art KXICCO [ktizó] -> trabajo, art noieco [poieo]) En SalSl se recoge el Sal 2,7, pero es significativo que no se hable de la generación del mesias (-> hijo de Dios) Dentro del judaismo helenístico, Filón emplea gennao aplicándolo a Dios, para designar su actividad creadora el Logos, los animales y las plantas han sido emgendrados por Dios Sin embargo, Filón no aplica este termino a la relación de Dios con el hombre justo (Es digno de mención el contraste que se establece mas tarde en el concilio Niceno entre gennao y ktizoj 4 En el helenismo, especialmente «en los misterios, las representaciones y los hechos de la vida sexual juegan un papel muy notable Pero aquí no parece hablarse de un alumbramiento del iniciado por una diosa o de su engendramiento por un dios, al menos en la época precristiana y en la del cnstiamsmo primitivo, solo se habla de una filiación divina adoptiva» (Buchsel, I, 667 s) El verbo anagennao no aparece en Filón, Josefo lo emplea en un sentido muy genérico (refiriéndose p ej a los frutos) Filón utiliza el sustantivo crmy£v\r]ai naXiyyevsoia [palingenesia], renacimiento «En la época del NT anagennao, aunque no se utilice muy a menudo, es, sin embargo, de uso común y su empleo no se limita a las religiones mistéricos, al igual que ocurre con el latín renascí» (p ej en Cicerón, Buchsel, ThWb I, 672)

III En el NT gennáó se encuentra 97 veces, de las cuales 45 en Mt y 28 en los escritos joaneos. Este verbo no tiene en el NT un matiz especial junto a gennao se emplean -* tíktó, ánoKÍKo [apokyó], ódtno (-» lamentarse, art Xónn [lype]), cf. también -* naXiyyeveaia. [palingenesia], ávaKat'vcüo-t? [anakaínósis], renovación. En sentido material gennáó no adquiere un significado especifico activo o pasivo (cf I), según se aplique al hombre o a la mujer (p ej Mt 1, 3 5 s, 2, 1.4; 19, 12; Le 1,13; Jn 9, 34, 16, 21, Gal 4, 23 y passim)

Nacer, engendrar (ysvváco)

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Se emplea en sentido figurado: 1. Cuando se afirma que es Dios mismo el que engendra: a) Le 3, 22 (variante occidental); Hech 13, 33; Heb 1, 5 y 5, 5 (en Heb en significativa conexión con el Sal 110 [109] y con 2 Sam 7, 14) citan el Sal 2, 7, ya que en Jesucristo ven al verdadero hijo de Dios y al verdadero rey enviado por él. El ha llevado a término lo que los reyes israelitas habían realizado sólo de un modo incompleto, pues, en cuanto crucificado y resucitado, ha tomado posesión del oficio veterotestamentario del ungido, ya que él es el verdadero ungido. Es significativo que los testigos neotestamentarios no hayan puesto el Sal 2, 7 en relación con el relato del nacimiento de Jesús. Allí donde el Sal 2 es citado en el NT hay que excluir totalmente una comprensión del texto en sentido sexual; en Hech 13, 33, el «Yo te he engendrado hoy» se refiere claramente a la -> resurrección de Jesús. En cambio, el «hoy» de la variante occidental de Le 3,22 alude al -»• bautismo en el que Jesús ha recibido el espíritu de Dios. Es difícil de determinar el significado del «hoy» de Heb 1, 5 y 5, 5. ¿Se refiere al bautismo (según la opinión de Strathmann) o se trata de una ratificación de la filiación divina a través de una proclamación que viene de lo alto tras la exaltación de Jesús (como piensa Kásemann, Das wandernde Gottesvolk, 58 ss)? ¿O quizá no hay que dar una relevancia especial a la segunda parte de la cita (como dice Strathmann, loe. cit., 78)? De cualquier modo que se entienda el «hoy» en cada uno de los pasajes, una cosa es cierta: el ser-engendrado por Dios va más allá de la idea veterotestamentaria de la filiación adoptiva. La filiación de Jesús expresa el misterio de la encarnación de Dios. Jesús es el ea/azoc. 'Aóáfi [éschatos Adám], el último Adán (1 Cor 15, 45). «La alternativa según la cual el ser engendrado de Jesús por Dios hay que entenderlo, o bien en el sentido de una filiación adoptiva o bien como nacimiento de una virgen, se basa en el desconocimiento de la fe cristiana primitiva y de la Escritura, sobre todo de la significación fundamental de la resurrección de Jesús y del nuevo ocítóv [aión] que con ella comienza» (Büchsel; -> tiempo, art. ctiobv]). b) Con la expresión ysvvnSfjvoa SK [gennethénai ek], ser engendrado por, los escritos joaneos designan también el principio de donde proceden los creyentes. La construcción es sinónima de ysyévvrio&cci SK [gegénnésthai ek], ser engendrado por, (s£) épxsa&ai SK [(ex) érchesthai ek], venir de (p. ej. Jn 8, 42) y slvoa EK [einai ek], ser de (p. ej. Jn 8, 42; Hech 5, 39; 1 Jn 3, 10). El creyente sabe que su verdadero ser no se funda en algo intramundano y que tiene su principio y su fin en Dios a través de Jesucristo. Así en la conversación con Nicodemo, gennethénai significa «adquirir un nuevo origen» (Jn 3, 3.5.6.7.8); el hombre «ha de trocar su antiguo origen por uno nuevo; ha de «nacer de nuevo» (Bultmann, Johannes, 97 s). Juan ha remodelado aquí la idea de nacer («de Dios»: 1 Jn 3,9; pero también 1 Jn 2,29; 4, 7 y passim; «de arriba»: Jn 8,23) a partir del concepto de renacimiento, sin realizar con ello un cambio real. A través del renacimiento, el hombre comprende de dónde procede su verdadera vida (Jn 1, 12.13), que no nace del hombre. Este «renacer» resulta forzosamente absurdo para la mentalidad humana (Jn 3, 4), pues no se basa en las posibilidades del hombre, sino que acontece por la fuerza maravillosa del -> Espíritu santo (yevvnSfjvaí EK nvsú¡iaxoc, [gennethénai ek pneúmatos], nacer del espíritu; 3, 5.6.8 y passim). Sólo cuando el creyente se entiende a sí mismo como nacido del espíritu tiene acceso al reino de Dios (3, 5; cf. Mt 19, 28). La locución á'vwSev yevvnSfjvaí [ándthen gennethénai], nacido de arriba (en contraposición a TCÜV KOÍTCO [ton kátó], de abajo) procede, según todas las apariencias, de la terminología de la gnosis y tiene en Juan el mismo significado que SK SSOÜ [ek theoü], de Dios (Jn 3, 3.7; cf. 8, 23 y 19,11). Sin embargo, ánóthen puede significar también de nuevo. Hay que hacer notar que en Jn 3, 5 se habla de ysvvn&fj si, vóaroQ [gennéthé ex hydatos], nacer del agua, mientras que en Jn 1 y en 1 Jn (lo mismo ocurre en Pablo) no se hace la

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(yevváco) Nacer, engendrar

menor alusión al bautismo al hablar del «nacer del espíritu». Juan y Pablo parecen considerar el bautismo como algo añadido, secundario (Jn 4, 2; 1 Cor 1, 14-17). Sólo a partir de Justino e Ireneo, «renacer» se convierte en sinónimo de -» bautismo (-> agua, art. üócop [hydor]). Habría que investigar si hydor (Jn 3, 5) se refiere a la creación de Gn 1, 2 y si el bautismo precede al nacimiento y es causa de él o, por el contrario, lo supone. 2. Pablo emplea el verbo gennáó en 1 Cor 4, 15 y Fim 10 (cf. Gal 4, 19, ódínó para expresar sus desvelos en la predicación y en la cura de almas; por medio de estos esfuerzos, Dios hace venir a los hombres a la fe. También se refiere a lo mismo cuando en algunos pasajes habla de «su hijo» (cf. 1 Cor 4,17; 1 Tim 1,2; 2 Tim 2,1; también 1 Pe 5, 13 y passim). Siempre se trata de un «engendramiento espiritual». ->• Hijo; -> padre. Probablemente el judaismo contemporáneo hablaba de la relación con los prosélitos de un modo semejante; en todo caso, los rabinos interpretaban a veces el mandamiento de Gn 1, 28; 9, 7 («creced y multiplicaos») como una invitación a ganar nuevos adeptos para la fe judía. «Dios se lo cuenta como si el creyente mismo lo hubiese creado (bará'), plasmado (yasar) y (ráqam). Así pues, el creyente participa de la función creadora ex nihilo de Dios» (Rengstorf). En Web 22a se dice: «El prosélito recién convertido es como un niño que acaba de nacer» (Rengstorf, ThWb VI, 665 s). Por consiguiente, en la expresión «engendrar en la fe» ha recogido probablemente Pablo el modo de hablar corriente en el judaismo de su tiempo. 3. Anagennáó ánóthen sólo se encuentra en 1 Pe 1, 3 y 1, 23 y tiene aquí el mismo sentido que gennéthénai en Jn 3, 3.5 ss (cf. supra; cf. nakiyyevEaía [palingenesia]). «El NT no ha tomado de los misterios la idea del nuevo nacimiento del hombre a partir de Dios, como pensaba la antigua escuela de la historia de las religiones, sino que la ha desarrollado a partir de sus propios supuestos y de las sugestiones de su entorno helenístico y judío. El más antiguo de los pasajes neotestamentarios, 1 Pe 1, 3.23, se sitúa en el contexto de la tradición judeo-veterotestamentaria "de la condición de extranjero del pueblo santo de Dios" (1 Pe 1,1-2.10)» (LGoppelt, col. 1697). Los creyentes, a través de la predicación del evangelio, a través de la palabra del Dios vivo (1, 23), han nacido de nuevo, es decir, han sido llamados por Dios a una nueva vida. La esencia de esta nueva vida es descrita como iknic, C&oct [elpís zósa] (1, 3; -* esperanza, art. iXníc,), como níaxiq [pístis] (1, 9; -> fe) y como ayúnn [agápe] (1, 22; -> amor). Según el NT, el renacer del hombre no es algo que él pueda alcanzar y salvaguardar por sus propias posibilidades (l, 5), sino que sólo se hace posible por la misericordia divina (1, 3). «En la resurrección de Jesús, Dios ha manifestado su misericordia para con nosotros de un modo omnipotente, soberano y gratuito, de tal manera que, en Jesucristo, él ha superado de una vez para siempre la realidad total de la muerte, ha rechazado nuestra vida en su pretensión de ser "vida", nos ha abierto el acceso a una vida nueva, eterna e inmaculada y nos ha hecho posible abrazar lo nuevo y abandonar lo viejo» (HJIwand, Predigt-Meditationen, 344). Ahora bien, el creyente sólo funda su vida en la esperanza. Es decir, que por una parte, la existencia del creyente se sitúa bajo un indicativo: les ha hecho nacer de nuevo para la esperanza (1, 3) y, por otra, bajo el imperativo: poned una esperanza sin reservas (1, 13), como hijos obedientes a vuestra condición de nuevas criaturas, apartaos para siempre del viejo eón. Sin embargo, este renacer es inseparable de la acción de Dios a través de la resurrección de Jesucristo. A. Ringwald

Nacer, engendrar (yívopai)

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yívofia.1 [gínomai] llegar a ser, nacer, proceder, ánoyivopai [apoginomai] morir, yéveaiq [•génesis] origen, nacimiento I/II 1 Ginomai, vocablo jónico y, desde el s IV, perteneciente al griego vulgar, es una forma que aparece junto a yiyvoiai [gignomai] (derivada de la raíz yev- [(jen-], corriente en el griego micemco, su significación abarca los matices mas diferentes venir a la existencia, llegar a ser, originarse 2 En los LXX ademas de emplearse en el sentido corriente, sustituye a las formas del verbo sifa [eirm] Sm embargo, la locución KUI tycvrco KOH [kai eqeneto kai] (cf p ej Gn 4, 8 y passim) constituye una traducción literal de una construcción hebrea totalmente extraña a la lengua griega waf htb" wa, y sucedió que 3 Apoginomai (irse) es compuesto y tiene el significado de partir, irse, morir, fallecer Este verbo no aparece en los LXX Entre los sustantivos derivados de ginomai podemos citar, p ej, génesis, origen, nacimiento

III 1 El verbo gínomai, que aparece con frecuencia en el NT y significa llegar a ser, originaste, posee los siguientes matices: a) Nacer, p ej en Gal 4,4, se aplica al crecimiento de un fruto, p. ej en Mt 21,19, al origen de determinados sucesos, fenómenos (naturales) o del día, p ej Mt 8,26; Hech 6,1; 12, 18, ser hecho, ser creado, p. ej Jn 1, 3, Mt 11, 21, convertirse en, para designar un cambio de estado o de situación, p ej. Me 1,17; llegar, para designar un cambio de lugar, p ej Gal 3, 14 Gínomai, en conexión con un adjetivo verbal, es utilizado también en un sentido pasivo, p. ej Jn 12, 42; Hech 12, 23, ocurrir, suceder, acontecer, usado con tanta frecuencia en Le y en Hech para indicar la continuación de una acción (KOLÍ éyévexo dé [kai egéneto dé] seguido de un KOLÍ [kai] con un verbo finito [ = modo verbal distinto del infinitivo]; pero el egéneto pleonástico se usa también sin kai, sobre todo en Le, cf BlassDebrunner, § 442, 5), p ej Le 5, 1, 9, 28 y passim También podríamos incluir aquí la expresión de repulsa firj yévoixo [me génoito], \de ningún modo' (Rom 3, 4, 6, 2 y passim), empleada a menudo por Pablo b) Ginomai puede reemplazar también a eimi, ser (p ej. Mt 10, 16, Me 4, 22); con genitivo designa el origen y la vinculación (Blass-Debrunner, § 162,7; p. ej. Le 20,14,2 Pe 1,20); puede construirse también con dativo de persona, pertenecer a alguien (Rom 7, 3-4) y con preposición y adverbio sentirse (1 Cor 16, 10) c) El verbo ginomai no lleva anexo ningún significado religioso o teológico especial. 2 Apoginomai sólo aparece en 1 Pe 2, 24- «El en su persona subió nuestros pecados a la cruz, para que nosotros muramos (ánoyivó[ievoi [apoginómenoi]) a los pecados y vivamos para la justicia» 1 Pe 2, 24 lo utiliza en el sentido de morir, está en contraste con vivir (Crjacofisv [zésómen]) En este pasaje se expresa con apoginomai la transformación que se ha llevado a cabo en la vida del creyente por la acción salvífica de Cristo y que comienza con un volver a nacer (cf. ávay8vváw [anagennáo] -> linaje) Este morir es un estadio en el camino hacia la renovación que opera la muerte redentora de Cristo en la vida del hombre (cf Rom 6, 8 11) 3 Génesis tiene el significado de origen, nacimiento, en Mt 1,18 y Le 1,14. Significa ademas la vida creada, la existencia Asi, Sant 1,23: «...se parece a aquel que se miraba en el espejo la cara que Dios le dio (npóaconov xfjq yevéaecoQ avxov [prosopon tés genéseos autoü] significa literalmente Informa de su existencia)». Hay que hacer mención especial de su significado en los dos pasajes siguientes a) Mt 1, 1 «Genealogía de Jesucristo» (fiífiXoc, yevéaeo} [ek-titroskó], abortar, que a su vez se deriva de la raíz zpaxo [troó], herir, lastimar, dañar, designa en el griego profano (desde Aristóteles y especialmente en la terminología medica) el parto prematuro, el aborto y el parto en el que el feto nace muerto En los LXX este vocablo se emplea también para designar (con una imagen drástica) a aquel que no ha llegado a nacer o a desarrollarse (Job 3,16, Ecl 6, 3) o para expresar la vida que ha sido aniquilada (Nm 12, 12)

III En el NT este vocablo sólo aparece en 1 Cor 15, 8, en donde Pablo habla de las apariciones del resucitado y concluye con las siguientes palabras «Y por último se me apareció también a mí, como al que nace muerto». Para la recta interpretación de este discutido pasaje hay que tener en cuenta el artículo determinado que va delante de éktróma (cuyo sentido es diferente al de las comillas o al del artículo indeterminado xivi [tiní]) El artículo quiere poner de relieve este nacimiento como algo singular, incluso chocante; esta idea sólo queda suavizada por el cbcTTtepeí [hdsperei], como. El «también a mí», que intencionadamente aparece al final de la enumeración, establece una oposición entre Pablo, que anteriormente odiaba a Cristo, y los demás discípulos Hay que rechazar las interpretaciones que quieren explicar el sentido de éktróma por el carácter repentino o vehemente de la conversión (Calvino, JWeiss), por el llamamiento tardío de Pablo o por la falta de una preparación previa a su misión, tal como les fue dada a los demás apóstoles (Lange) o incluso por su pequeña estatura (Wetstein) También es superflua la hipótesis de que la palabra «aborto» era un mote ofensivo que se le aplicaba a Pablo (Harnack) La interpretación se aclara sobre todo a partir de lo que se dice en el v 9, ahora bien, aquí se alude claramente a la indignidad del que fue perseguidor en otro tiempo («yo soy el menor de los apóstoles, ya que no merezco el nombre de apóstol», aquí «apóstol» es un título honorífico). Si entendemos, pues, el vocablo éktróma no como parto prematuro, sino como un aborto en el que el feto nace muerto, entonces resulta que Pablo, al aplicarse a sí mismo esta palabra, agradece

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Nacer, engendrar (nctXiyyeveoia)

gozosamente a Dios el haberle hecho apóstol a pesar de ser indigno de ello, a pesar de estar por su parte muerto a la vida, por haber sido anteriormente perseguidor de la iglesia H Múller

7ia?.iyyevs linaje III, 3 avayEvvaw [anagennao]) Pero esta relación es muy discutible a la vista de la diferencia existente entre ambas doctrinas y de los testimonios tardíos sobre los misterios del nuevo nacimiento Por supuesto, no se puede negar cierto paralelismo entre el lenguaje empleado en este pasaje neotestamentano y el de los misterios II 1 Al igual que anagennao (-> linaje II), palingenesia no se encuentra en los LXX, solo hallamos una locución verbal (ewg naXiv yt\w¡iai [heos pahn genomai] Job 14,14), se trata de una versión libre del texto hebreo, que designa la vida de ultratumba Y no solo esta ausente de los LXX el vocablo sino también la concepción «de un renacimiento de cada hombre en el presente eon, tal como aparece en el NT» (JDey) En cambio, es cierto que esta presente la idea de una renovación escatologica del pueblo de Israel, que sera llevada a cabo por Dios «Les daré un corazón íntegro e infundiré en ellos un espíritu nuevo les arrancare el corazón de piedra y les daré un corazón de carne» (Jer 31,33, cf Is 60,31, Jer 24,7,31,18, Ez 36,26 s) Esta transformación y renovación es anunciada como un bien salvifico futuro que el Señor mismo llevara a cabo El pueblo no es capaz de realizar por si mismo esta transformación (Gn 6, 5, 8, 21 Jer 13,23) Por eso el creyente solo puede dirigir a Dios su plegaria «Oh Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme» (Sal 51, 12) Cf también la promesa de la restauración de Israel que aparece en Ez 36, 24 25, Is 11,1 ss, Ez 37,25 s, Mi 4, 6 s y passim de una nueva alianza Jer 31, 31 s, Ez 34,25, de una nueva Jerusalen Zac 14,10 11 16 y otros, la creación de unos cielos nuevos y de una tierra nueva Is 65, 17, 62, 2 Asi se insinúa la sospecha de que la concepción neotestamentana de la regeneración tiene sus raices en la predicación profetica de la restauración y de la renovación que tendrán lugar en la era mesianica 2 En el judaismo helenístico la palabra palingenesia es utilizada con mucha frecuencia Filón se sirve de ella, tanto para expresar el renacimiento del mundo después del diluvio como el renacer en un sentido individual Josefo, al resurgir de la vida del pueblo de Israel tras el exilio, lo denomina palingenesia de la patria Pero el pensamiento judio, que lleva la impronta del AT, da a la palabra un contenido diferente al de la Stoa La nueva existencia del mundo no es una simple repetición de la anterior La regeneración es irrepetible y no acontece de un modo periódico

(na.hyy£V£oia) Nacer, engendrar

159 III

En el NT el vocablo palingenesia sólo se encuentra en dos pasajes:

1. a) En Mt 19, 28, en donde Jesús contesta a la pregunta de sus discípulos sobre qué recompensa recibirán por haberle seguido (vosotros..., en la regeneración [NB = cuando llegue el mundo nuevo] ...os sentaréis en doce tronos...; cf. Le 23, 30), regeneración es un término escatológico con el que se designa la renovación del mundo. Tendrá lugar cuando el hijo del hombre aparezca en toda su gloria, para juzgar al mundo. Tanto el tituló soberano de «hijo del hombre» como la alusión al juicio, dan a entender que la regeneración está subordinada al acontecimiento escatológico (cf. Ap 21, 1-5). La concordancia con la terminología de la Stoa es sólo formal, pues en el NT el nuevo cosmos es un mundo en el que reina un orden distinto del antiguo. J. Schniewind da otra interpretación: «Según todas las apariencias, el concepto de regeneración designa, en la comunidad primitiva, la actitud vital del hombre nuevo, que participa del reino de Dios» (NTD 2, 207; sobre Jn 3, 3-8; -* linaje). b) Tit 3, 5 describe la regeneración como una acción salvífica de Dios que acontece en y dentro del hombre pero que no es realizada por él. Esta acción liberadora sólo puede producirse porque la «bondad y el amor de Dios hacia los hombres» se ha encarnado en Jesús (v. 4). Esta salvación llega al hombre «con el baño regenerador y renovador, con el Espíritu santo...», es decir, mediante una purificación. La imagen del baño se refiere aquí al -> bautismo (al igual que en Ef 5, 26). En el bautismo el creyente recibe el Espíritu santo (cf. Hech 2, 38); el baño y la recepción del espíritu son aquí inseparables, de tal manera que ía regeneración es realizada por el agua y el espíritu (cf. Jn 3, 5). Es evidente que aquí se presupone una concepción del bautismo (p. ej. el bautismo de los adultos distinto de lo habitual). El hombre regenerado es el que vive de la esperanza de ser heredero y partícipe de la vida futura a través de la justificación divina. En esta renovación es creada una nueva vida, opuesta a la anterior (v. 3). La regeneración incluye, pues, una transformación moral fundamental (-»linaje III, 3; cf. supra, yevvAm [gennáoJ: áwxyevváa) [anagennáó] y III, Ib). 2. Si bien los vocablos palingenesia y anagennáó (cf. también ávoucouvoooStxi [anakainoüsthai]: Col 3, 10; 2 Cor 4, 16; anakainósis: Rom 12, 2; Tit 3, 5) sólo aparecen raramente en el NT, el estado de cosas que expresan es corriente en el NT; sirva de ejemplo la expresión que encontramos en Pablo: eitiq sv Xpiara, Ktxivrj Kxíaic, [eitis en Christó, kainé ktísis] (2 Cor 5,17) o bien la conexión del bautismo con el ehai sv Xpwzm [einai en Christó] (Gal 3,27; Rom 6, 3; cf. también el empleo del término gennáo, -> linaje III, Ib). En el NT, la regeneración no ha de entenderse de un modo mágico y objetivamente, como si pudiese ser adquirida mediante acciones cultuales (abluciones rituales, ritos que implican un derramamiento de sangre). Sólo se realiza mediante la acción de Dios. El bautismo no lleva consigo la regeneración de un modo automático. Tit 3, 5 atestigua que el lavatorio sólo posee fuerza renovadora por la acción del Espíritu santo. La regeneración no trae consigo de una vez para siempre la perfección total sino que lleva a una actitud continua de arrepentimiento (Tit 2, 12). Ahora bien, Mt 19,28 nos recuerda que la regeneración ha de entenderse de un modo universal y escatológico. En un marco más amplio, ha de ser entendida como la salvación que acontece al hombre. A pesar de que en Mt 19, 28 y Tit 3, 5 aparecen concepciones diferentes de la regeneración, podemos ver quizá cierta afinidad entre ellas. La transformación de la vida del hombre (que de por sí estaba muerto) por la acción del Espíritu santo no es la única meta de la historia de la salvación. En el horizonte del NT aparece la nueva ->• creación (2 Cor 5, 17; 2 Pe 3, 13; Ap 21, 5), la restauración de todas las cosas

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Nacer, engendrar (TÍ'KTCU)

(Hech 3,21). Con la regeneración, la nueva realidad salvífíca, a través de un acto gratuito, aparece como un signo en medio del mundo y de la existencia humana. El regenerado es un hombre orientado hacia la obra universal de la salvación. Pero hay que dejar bien sentado que la imagen de la regeneración en el NT nunca ha de rebasar los limites de una ilustración del acontecimiento salvífico, de tal manera que adquiera mayor relevancia que otras representaciones, tales como el «ser en Cristo» o el «revestirse de Cristo». J. Guhrt

TÍKXCO

[tíkto] engendrar, dar a luz

I Tuero (de la raíz reduphcativa XZK- [tek-]), que aparece a partir de Homero (Od. 4, 86), significa traer al mundo, a la vida, a la existencia, engendrar, procrear, dar a luz, y se dice a) tanto del hombre como (con mas frecuencia) de la mujer, significa engendrar y dar a luz respectivamente, b) de los animales (sólo de las hembras) parir, poner huevos, c) de la tierra producir, dar, hacer germinar d) en sentido figurado, tiene el significado de proferir, producir, engendrar (p. ej palabras, pensamientos, guerras, enemistades, impiedad, asi en Esquilo) II En los LXX tíkto tiene la casi exclusiva función de reemplazar al hebreo yalad, dar a luz (215 veces) y sólo una vez traduce a harah, concebir, quedar encinta y otra a malat, salvar, dar a luz (Is 66,7) En los LXX el vocablo es utilizado generalmente en el mismo sentido que en el griego profano, pero es referido casi siempre a la mujer, mientras que el acto generador del hombre se expresa casi exclusivamente por medio del verbo -> yevváco [gennao]. La palabra describe ante todo el acto biológico-creatural del parto como acontecimiento doloroso e incontrolable (Is 13, 8, 26, 17 s) en contraposición a gennao, que expresa el acto generador que precede al parto (sobre Is 7, 14 -> mujer, art napÜEvot; [parthénos]) Al igual que a la especie humana, tíkto puede referirse a' los animales (Gn 30, 39), e incluso a la simiente que brota de la tierra (Is 55, 10) Con este ultimo sentido, tíkto se encuentra también en Filón, si bien dentro de un modo de hablar que ya no es propiamente bíblico y que favorece la divinización de la naturaleza, ya que habla de la tierra como 7tavia xiKiovact yij [pama uKiousa ge] Pero tíkto es empleado también en los LXX en sentido figurado, por ejemplo, cuando se habla de que un pueblo (Nm 11,12), una ciudad y sus habitantes (Is 66, 8) no han nacido en un día o de un modo súbito, o cuando se habla de la injusticia que dan a luz los que conciben maldad (Sal 7,1*5, Is 59,4) y, por tanto, de aquello que —oculto hasta el momento— puede surgir de un hombre con irresistible violencia Tíkto no se aplica nunca a Yahvé en cuanto que es el Señor de todo acontecer, en este caso se utiliza gennao, que también reemplaza al hebreo yalad (Sal 2,7, Dt 32, 18)

III 1. En el NT tíkto aparece sobre todo al principio de los evangelios de Mateo y Lucas, en donde se habla del anuncio y del nacimiento de Juan y de Jesús, así como en Ap (12, 2.5), al hablar del nacimiento del niño que está predestinado a ser el dominador y el redentor del mundo y que, ante el ataque del dragón, es arrebatado hacia Dios por la mujer celeste. También aquí es reemplazado en ocasiones por el sinónimo gennao. Pero es curioso que gannáó se_ emplee más bien en un sentido genérico, p. ej. en el anuncio del nacimiento que va a tener lugar (Le 1,13.35) o en el relato del nacimiento que ha ocurrido ya (Mt 1,16), mientras que tíkto expresa el acto concreto de dar a luz (Le 2,6 s) y el hecho de haber nacido (Le 2, 11). Tíkto es un vocablo que expresa el factum brutum del nacimiento y del alumbramiento de un modo directo, sin rebozo ni ambages; aparece allí donde se subrayan, de alguna manera, los dolores del parto (Jn 16, 21; Ap 12, 3), o también el oprobio de la que no puede dar a luz porque es estéril (Gal 4, 27). El término parir, que expresa la alegría y la tensión que lleva consigo el carácter repentino e irresistible del proceso biológico del alumbramiento al igual que sus dolores y el peligro mortal que implica, es el que mejor responde al sentido del griego tíkto. Por eso no se utiliza nunca este verbo al hablar del nacimiento en un sentido general (Gal 4, 4) o también en un sentido espiritual o religioso (regeneración).

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(TÍKTCÜ)

Nacer, engendrar

También concuerda con ello el hecho de que en el NT tíkto (reemplazado una sola vez por TBKVÓCO [teknóó]: en Heb 11,11 según la variante del ms.D) se aplica exclusivamente a la mujer. Por otra parte, en las cartas pastorales, la promesa hecha a la mujer en el AT por razón del parto sólo se modifica en cuanto que aquí el alumbramiento y la crianza de los hijos se convierte en una función que coopera a la salvación y en que sólo la mujer que se ha acreditado capaz de ello puede ser admitida de viuda de la comunidad cristiana primitiva (teKvoyovéco [teknogonéo]: 1 Tim 2, 15; 5, 14; zaKvotpocpéoj [teknotrophéó]: 1 Tim 5, 10). 2. En sentido figurado, tíkto sólo aparece raramente en la literatura neotestamentaria: a) la tierra produce plantas útiles (Heb 6, 7) y b) el deseo concibe y da a luz pecado (Sant 1, 15). En ambos casos, tíkto expresa la necesaria conexión que existe entre la concepción y el parto: lluvia-fruto; deseo-pecado; pecado-muerte (Sant 1, 15.18 emplea en este contexto el verbo ánoKÚm [apokyó], engendrar, dar a luz, que pertenece también al grupo de vocablos examinados aquí y que en ambos pasajes tiene el sentido metafórico de producir, engendrar). G. Bauer PARA LA PRAXIS PASTORAL

En este grupo de palabras se recopilan términos bíblicos de significados tan diferentes que apenas pueden ser abarcados en nuestra lengua y, por consiguiente, en la predicación, con una sola palabra. Pues el hombre «nacido de mujer, corto de días y harto de inquietudes» (Job 14,1) es totalmente diferente del que «ha nacido de arriba», «del agua y del espíritu», que tiene acceso al reino de Dios (Jn 3,3.5). Como también «hacer por deseo de varón» es una cosa y «nacer de Dios» (Jn 1, 13) otra muy distinta. No obstante, el predicador reconocerá sin la menor dificultad la ayuda que para él supone el estudio, que acabamos de hacer, de todos aquellos conceptos que describen el acto y el hecho del engendrar y del traer o ser traído a la vida en un sentido biológico, metafórico, psicológico y espiritual. Pues, por inconmensurables que sean entre sí los conceptos de nacimiento y regeneración —por citar los más importantes del grupo—, forman entre sí una verdadera simbiosis desde el punto de vista teológico que va más allá de cualquier tópico. Y no sólo en el sentido de que el acontecer creatural-biológico es el supuesto y la imagen del acontecer religioso-espiritual —lo cual es evidente—, sino sobre todo por cuanto, a través del vocablo genérico «nacer», nos vemos confrontados en cada caso con un hecho que acontece al hombre y que es un -> milagro de aquél que tiene el poder de crear la -» vida —terrestre y eterna, creatural y espiritual—: es decir, del creator spiritus, del Espíritu creador. Desde el punto de vista teológico, el concepto de nacimiento se deriva del de -» creación y el concepto de regeneración hay que entenderlo a partir de la idea de la «nueva creación»: ambos conceptos ponen de relieve la concreción y personalidad del acontecimiento de la creación, el modo en que el acto del nacimiento, cuyo verdadero autor es Dios, afecta al hombre que engendra, es engendrado y necesita regeneración. Si Cristo, el Hijo, es el primogénito de toda criatura y el hombre, por su parte, ha de irse configurando según la imagen del Hijo, aquel «engendrado, no creado», que el Niceno proclama de Jesús de Nazaret, «nacido de mujer» (Gal 4,4) y «engendrado [por Dios]» (Heb 5, 5), puede también, de algún modo, aplicarse al hombre, que no es solamente criatura, sino -• hijo de Dios. El haber nacido e incluso el engendrar entre

Para la praxis pastoral

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dolores no han de ser para él un hado, un destino ineluctable, sino que han de convertirse para él en un don y en una misión. Y su regeneración no es para él un conocimiento idealístico de la chispa divina que le ha sido otorgada de un modo natural, sino una aceptación creyente de su -» elección por Dios, que hace de él una nueva criatura. Todo esto ha de tenerlo en cuenta el predicador y dar testimonio de ello en una doble línea: En primer lugar, con respecto a la esfera biológica, que hoy se convierte cada vez más en objeto de la experimentación científica y de la manipulación técnica. La esfera de la procreación con los binomios engendra-concebir, embarazo-nacimiento, que antaño era tabú, es hoy objeto de libre acceso y discusión y en relación con ella se han acuñado toda clase de expresiones técnicas: inseminación artificial —contraconcepción-interrupción del embarazo-control de natalidad— explosión demográfica, etc. Esto nos muestra que el hombre de hoy, al que casi todo le parece «factible», ya no se entiende a sí mismo con «hechura» de Dios. Los difíciles problemas que en este punto plantean la biología, la medicina, la sociología, la psicología, la genética y la cibernética no pueden ser sin más pasados por alto por la teología. Más bien, ésta debe ocuparse de ellos con seriedad, y la iglesia ha de encontrar en su predicación fórmulas apropiadas, que se adapten de un modo responsable a las nuevas circunstancias. Con todo, ella no puede renunciar a marcar claramente los límites que han sido puestos al hombre y a su capacidad de manipular técnicamente los procesos biológicos. Estos límites impiden que el hombre tenga la última y la definitiva palabra sobre el principio y el final de la vida humana, sobre el desarrollo y manejo de la misma por razones utilitarias y pseudocientíficas, sin tener en cuenta la ambivalencia de todo progreso. La iglesia ha de exhortarle a comprender su «ser-nacido-de-mujer» y todo ser humano no como un producto de laboratorio, sino como un don maravilloso de Dios, que, en último término, es el Padre, el Creador y, por consiguiente, el único Señor de la vida humana, incluso de la vida aún no nacida o frustrada. En segundo lugar, la predicación ha de marcar unos límites semejantes con respecto a

la esfera que abarca el concepto de regeneración. Aquí se trata, pues, también de proclamar a Dios como el único Señor y consumador de este acontecimiento, y de despertar en el hombre la esperanza y la actitud de aceptación ante lo que para él es un milagro del que no puede disponer. Por eso debe adoptar una actitud crítica ante las religiones mistéricas, antiguas (como la gnosis) o modernas (como la antroposofia), que sitúan el concepto de renacimiento dentro de un sistema cíclico-natural y cósmico, desconociendo con ello la irrepetibilidad de la vida terrestre y la necesidad que tiene el hombre de la libertad y de la misericordia de Dios, que es el único que puede otorgar la regeneración. Pero también debe mantener una actitud crítica ante toda concepción ingenua, psicológica o moralista, que considere la regeneración como una decisión y una acción del hombre convertido, dotado de espíritu, o simplemente del hombre ejemplar desde el punto de vista ético. Todo lo que hay que decir aquí sobre las verdades centrales de la Biblia, tales como la -> conversión, la renovación, la -• vida en el espíritu, el ser en Cristo, la nueva creación, el -> bautismo y la santificación (-» santo), habrá de orientarse en un sentido rigurosamente cristológico, pneumatológico y escatológico con vistas a la predicación. La regeneración es obra exclusiva de Dios, es un acontecimiento en Jesucristo que nosotros hemos de implorar siempre de nuevo hasta llegar a aquella regeneración de la que habla Mt 19, 28. G. Bauer

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(vijmoq) Niño

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Niño Cuando se califica a los seres humanos de niños, puede deberse a que se trata de recordar su origen, o bien, se desea caracterizarlos con respecto a su edad, su modo de ser, o al puesto que ocupan en la sociedad. En griego existen una serie de palabras para expresar estos distintos aspectos: XÍKVOV [téknon], de TÍKTCO [tíkto], engendrar (-> nacer), considera al niño como descendencia de sus padres y antepasados. Por lo que respecta a la edad, se distingue entre naidíov [paidíon], niño de pecho, niño pequeño (cf.fípé(po nxig [país]), calificándoles de niños insensatos II El hebreo no tiene un equivalente exacto del griego nepios, los LXX incluyen en el significado de niño cuatro palabras hebreas distintas yóneq, lactante (Is 11, 8, LXX frecuentemente DnláCcov [thélázón]), 'óíel o bien 'dial, niño pequeño (1 Sam 15, 3, LXX a veces bréphos), taph, niño pequeño (Ez 9,6) y na'ar, muchacho (Prov 23,13) Ademas, las principales características del nlpios (cf Lam 1, 5) son la debilidad, el desamparo y el sometimiento del niño frente a los adultos, por ejemplo, en caso de guerra Os 11, 1 histonfica y describe los comienzos de Israel (es decir el éxodo de Egipto, cf también 2,17) como la infancia del pueblo (nepios, na'ar), en la que, al contrario de su apostasia tras la religión cananea, seguía fiel y totalmente a Yahvé, según la presentación de los profetas.

Niño (vr/niOQ)

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Fuera de las palabras mencionadas, los LXX traducen también el hebreo petx, hombre ingenuo, simple, por népios (Sal 19, 8). Mientras que en la literatura sapiencial (Prov 1, 32; cf. también 1, 22 según Aquila) el népios es vituperado como simple, es decir, como hombre necio, que no comprende, en los Salmos (116, 6; 119, 130 y passim) népios designa al hombre piadoso sencillo, que se coloca bajo la protección de Dios y escucha sus enseñanzas (cf. el término paulino pmpóc. [moros], necio).

III En el NT népios aparece sobre todo en Pablo; fuera de eso, sólo en Mt y Le, una vez en Ef y otra en Heb. 1. a) La cita del Sal 8, 3 de Mt 21,16 es una añadidura del primer evangelista en la historia de la purificación del templo (Mt 21,10-17). El primer evangelista hace que Jesús replique al reproche de sus contrarios con la cita del Sal 8, 3, que también gozaba de autoridad indiscutible entre sus contrarios, de suerte que sus reproches se mostraron carentes de fundamento. No hay duda de que vincula vnnícov [nepíón] (v. 16; cf. el vocablo paralelo: ^r\X(x.^óvxv [thelazónton])

con Kaíóaq [paídas] (v. 15), pero sin hacer

especiar hincapié en esa vinculación. Mayor importancia tiene para él que aparezca justificada la exclamación de «hosanna» (la segunda; cf. v. 9; también en otros pasajes de Mt pueden comprobarse repeticiones semejantes) y que falte la base a la inculpación que se hace a Jesús. b) Más antigua que este tardío retoque redaccional del primer evangelista es la sentencia incorporada por Mt y Le (Mt 11, 25 = Le 10, 21); procede de la fuente Q utilizada por ambos. Ya no se puede ir más atrás en la búsqueda de los orígenes de esa frase relativa a la revelación hecha a los niños o a la gente sencilla (sigue no estando claro lo que quiere decirse con el taina [taúta] o el aura [autá]); pudiera proceder de una tradición aramea que ya no se conserva (cf. los paralelos en St.-B. I, 606 s) o del mismo Jesús. En Mt 11, 25 los vr¡moi [népioi], en contraposición a los sabios y prudentes, son o bien los niños, que en comparación con los adultos pasan por ineptos e ignorantes (cf. a este propósito 1 Cor 14, 20), o bien en general los simples sin poner el acento en la cüaü üe los «niños». 2. a) En 1 Cor 13, 11 se hace la contraposición niño-adulto. Pablo emplea esa contraposición para poder distinguir entre este eón (vvví [nyní]: v. 13) y el otro (rote [tote]: v. 12). Es verdad que al apóstol no le salió bien del todo la comparación, pues al afirmar en lenguaje figurado que ya es un hombre, lo que quiere decir es precisamente que el nuevo eón todavía no ha llegado (v. 12). En Rom 2, 20 la contraposición niñoadulto se aplica a la relación discípulo-maestro: los judíos, que tienen la ley, se creen en el papel del maestro, que da clases al népios, que no tiene la ley. En 1 Cor 3, 1 la contraposición se establece entre lo espiritual-pneumátíco, que implica una madurez en el desarrollo de la fe, y lo carnal inmaduro, que se compara a la condición de niño. El «todavía no» (v. 2) y el aditamento «en Cristo»- que lleva népiois contraponen el comienzo y el desarrollo posterior, como lo confirma la imagen de la leche y el alimento sólido. Es decir: no se trata de una contraposición entre un estadio precristiano y la vida cristiana plena, sino de ésta, ciertamente ya comenzada, pero todavía necesitada de ulterior desarrollo. Probablemente los cultos mistéricos helenísticos sirven de telón de fondo (pero cf. Schlier, ThWb I, 644); según ellos, el iniciado, mediante distintas consagraciones, alcanza peldaños cada vez más altos en la escala de la perfección. Mas la diferencia con el culto de los misterios está en que Pablo no piensa en la comida sacramental pagana, sino en el mensaje cristiano. Según esto, el ser niño no forma un grado acabado, sino que es solamente un estadio transitorio (así también Heb 5, 13 s; a este propósito cf. L. Mattern, loe. cit. 198 s). El telón de fondo de Ef 4, 14 lo constituyen también los misterios helenísticos (cf. lo dicho sobre 1 Cor 3,1): crecer (v. 15),

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(KOLIQ)

Niño

llegar a la madurez (v. 13). Tampoco se quiere hacer aquí la distinción entre cristianos y no cristianos; sino que de cristianos, que son influenciables como los niños menores de edad, han de formarse cristianos maduros. b) Con referencia a 1 Tes 2, 7 hay dos lecturas atestiguadas en los manuscritos: a) rjnwi [épioi] (fuimos amables, suaves, en medio de vosotros); b) népioi (la palabra precedente termina con v [n], lo cual hace pensar que puede tratarse del típico error de copista que consiste en repetir la consonante final —en este caso la v [n]— al comienzo de la palabra siguiente con vocal inicial). La lectura b) tiene dificultades de interpretación (en el v. 7b la comparación con el niño no se refiere al mismo Pablo, sino a los tesalonicenses), de tal modo que en este caso sólo puede referirse al significado de «necio», insensato: nosotros, así diría Pablo, nos hicimos «necios» en medio de vosotros. En Gal 4,1.3 Pablo argumenta de un modo distinto al que emplea en otras ocasiones. En este pasaje emplea categorías jurídicas y temporales: la época precristiana, es decir la de antes de la venida de Jesús a la tierra (v. 4), era lo que podríamos denominar la época —népios—, o sea, de los menores de edad y de los esclavos. Mientras que los népioi eran mantenidos en sujeción por la -> ley [nomos] y los atoix&ia [stoicheía], poderes, como si fuesen esclavos, Cristo elevó a los en otro tiempo herederos menores de edad al estado de hijos (-* oióq [hyiós], OÍOSECTÍOC, [hyiothesía]) maduros (v. 5), por cuanto que con su venida produjo la irrupción del eón futuro. Ambas épocas se contraponen con límites bien definidos. G. Braumann %O.IQ [país] niño, muchacho, siervo; noadíov [paidion] niño (pequeño); noadápiov [paidánon] niño (pequeño), joven;fipécpoq[bréphos] hijo que todavía no ha nacido, hijo recién nacido 1 1 País (desde Homero; raíz pou, o pau, poco, pequeño, cf el latín pauper, paulus) designa al niño (generalmente en forma masculina) como hijo, también como hija, en relación al medio ambiente (Homero, II 2, 205); al niño de pocos años (Homero, Od 4, 665, también al muchacho entre 7 y 14 años para diferenciarlo del niño pequeño y del joven, cf p ej Hipócrates, De Hebdomadibus 5), desde el punto de vista social designa al siervo, al esclavo, al servidor (Esquilo, Choep 635 s, femenino nandioKn [paidíske], muchacha, sirvienta, -» hijo de Dios, art nxTg &£0v [país theoüf) 2 Paidion (desde Herodoto), diminutivo de país, designa al niño pequeño (Herodoto II, 119), al recién nacido (Herodoto I, 110) El contenido del termino incluye también otros motivos edad, procedencia y parentesco, sometimiento a una persona de más elevada posición, la falta de experiencia y el no poder valerse a sí mismo en relación con los adultos 3. Paidánon (desde Aristófanes) asimismo diminutivo de país, se refiere predominantemente, igual que paidion, al niño pequeño (cf. Platón, Symp. 207d), pero también al joven (cf. Tob 6, 2 s), y al siervo joven (Jenofonte, Ag. I, 21, Aristófanes, Pl 823 843) 4 Bréphos, atestiguado desde Homero, designa al que todavía no ha nacido (Homero, II 23, 266), al recién nacido, al lactante y al niño pequeño (así desde Pindaro). II 1 En los LXX aparece país unas 500 veces y sustituye a 10 palabras hebreas distintas, con muchísima frecuencia está en lugar de 'ebed, esclavo, siervo, subordinado (341 veces, cf supra I, 1, -» esclavo, art óovlog [doúlos], -> hijo de Dios, art mxÍQ 9eoB [país theoüjj Pero dado que también aparece en lugar del hebreo na 'ar, niño (p ej Prov 1, 4) y bén, hijo (p ej Prov 4, 1), el empleo de país, en toda su gama de significaciones, no se distingue del griego profano (cf supra I, 1) 2 Los equivalentes hebreos de paidion son yeled (35 veces), na'ar (27 veces), ben (19 veces), taph (7 veces), de paidánon predominantemente na'ar Así pues, paidion y paidánon designan en los LXX (igual que en el griego

Niño (nccit;)

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profano) al lactante (Gn 21, 7), al niño pequeño (Gn 21, 14), al muchacho (Gn 22, 5.12) y al joven (Jue 8, 14). Frecuentemente se quiere subrayar la función de servicio propia de la gente joven como acompañante (Gn 22, 5), recadero (Jue 7, 10), escudero (Jue 9, 54; 1 Sam 14, 1) o siervo (Neh 13, 19; Rut 2, 5 s).

III 1. La fuente Q contiene tanto país (Mt 8, 6.13: niño o siervo; cf. Le 7, 7) como paidibn (Mt 11,16 = Le 7, 32). Asimismo Mt usa país (Mt 14, 2) y paidíon (Mt 14, 21; 15, 38: el número de los que fueron saciados no incluye ni en Mt ni en Me a las mujeres y a los niños, con lo que el milagro experimenta una acentuación). Me tiene solamente la palabra paidíon (ni bréphos, ni país); p. ej. Me 5,39 (Mt 9,24: Kopáawv [korásion]); 7,28; 9, 24. Lucas es el único evangelista que emplea bréphos, sobre todo en los relatos de la infancia: el todavía no nacido (p. ej. Le 1, 41.44; el recién nacido: Le 2, 12.16; Hech 7,19). Cuando Lucas sustituye paidíon por bréphos (también en Le 18, 15), piensa acaso de un modo especial en los lactantes? Pero en Le se encuentra también país (Le 2,43; Jesús a los doce años; 8, 51.54: muchacha; 12, 45; 15, 26: siervo) y paidíon (Le 1, 59: el niño en la circuncisión; 11, 7: niños, en la parábola del amigo que pide los panes). Juan emplea asimismo país (sólo Jn 4, 51) y paidíon (Jn 16, 21: niño [recién nacido]; 4, 49; pero 4, 50: hyiós) además: paidárion (Jn 6,9: chiquillo; único pasaje en el NT). En 1 Cor 14,20 proviene Pablo contra lo que podríamos calificar de infantilismo («no seáis niños»). Así pues, la comparación con un niño es en este caso negativa (a diferenciade Me 10,15). Fuera de eso, en Pablo este grupo de palabras sólo se encuentra en Gal 4, 22 s.30 s (noadírjKn [paidíské]). Heb emplea paidíon 3 veces (2, 13.14; 11, 23). Fuera de los pasajes señalados en Le, bréphos no aparece más que en 2 Tim 3, 15 (ind ron Ppéq>oüQ [apó toü bréphous], desde la niñez) y 1 Pe 2, 2. Este último pasaje habla de los niños recién nacidos (Ppé(pr¡ [bréphe]) en sentido figurado, comprensible desde la perspectiva de los cultos mistéricos del helenismo (-» VÍÓQ [hyiós] II, 2c y -» XÉKVOV [téknon] III, sobre cómo entiende Juan la filiación divina). Es evidente que en los pasajes que hemos mencionado no hay ningún punto teológico de especial importancia. Se toma con naturalidad el estado de cosas existentes, sin reflexionar particularmente sobre la posición del niño ante Dios, ante el mundo o los demás. 2. a) Pero el caso es distinto en lo que se refiere al pasaje de la bendición de los niños (forma literaria: paradigma o apotegma). No hay duda de que, al atribuírselo a Jesús, la primitiva comunidad cristiana quiere expresarse en el sentido de que también los niños tienen parte en el reino de Dios (Me 10,14 par). Es discutible si Me 10,13 ss alude al -> bautismo (cf. también -> impedir, art. KCOXÚOÍ [kolyó]). Además había tradiciones que comparaban la aceptación del reino de Dios con el ser niño (ÓQ [hós]: Me 10,15) ¿Qué quiere decirse con ello? Apenas podría decirse que se piensa en una condición previa para el logro de la salvación; que consistiría en algo así como pureza o inocencia (cf. sin embargo St.-B. II, 422). Tampoco puede pensarse en la penitencia que debería preceder a la acogida del reino de Dios. Ni en la ingenuidad del niño o en un amor sentimental hacia él. Más bien se está pensando en el desamparo y en su necesidad de ayuda. El niño no puede asegurarse la vida por su propio esfuerzo, sino que depende totalmente del cuidado y ayuda de los padres; por tanto, tiene que dejarse «obsequiar» (-> vrjmo») Los papiros mágicos de la antigüedad tardía muestran, en muchas expresiones, formas y formulas, la creencia en el poder y en la eficacia del nombre de los dioses y de los demonios II Antiguo Testamento El hebreo sem, nombre, aparece en el AT unas 770 veces en los LXX onoma se encuentra en mas de 1000 pasajes 1 También en Israel se es consciente de la importancia del nombre (propio) personal el ejemplo mas conocido es Nabal, que, como dice su nombre, es un loco (1 Sam 25,25) A este contexto pertenecen asimismo las numerosas etimologías (populares) de nombres propios, que se dan al nombrar a personas o lugares Eva (Gn 3, 20), Caín (Gn 4, 1), Babel (Gn 11, 9), el nombre de Isaac recuerda la risa de sus padres (Gn 17,17,18,12), Jacob es el que agarra del talón (Gn 25, 26), etc Mientras los doce hijos de Jacob van recibiendo sus nombres, sus madres testifican que Yahve les ha ayudado y el modo como lo ha hecho (Gn 29, 31 ss) Asimismo la imposición del nombre es un ejercicio de mando y de poder De Adán sobre los animales (Gn 2,19 s), sobre una ciudad (2 Sam 12, 28), sobre un país (Sal 49, 12) Las mujeres desean recibir el nombre de un hombre para ser propiedad suya y disfrutar de su protección (Is 4,1) Mientras que Yahve nombra las estrellas por sus nombres, es su creador y su Señor (Sal 147,4), asimismo el llama a Israel con su nombre y de esa manera lo hace su propiedad (Is 43, 1, 63, 19) El que, como Absalon, no tiene ningún hijo, que pueda conservar el recuerdo de su nombre, erige un monumento de piedra para recuerdo de su nombre (2 Sam 18, 18) La importancia del nombre la atestiguan asimismo los cambios de nombre en las personas (Gn 41 45 2 Re 23 34) Tal cambio de denominación puede realizarlo el mismo Yahve, cuando da a sus elegidos un nuevo significado en su situación o para el futuro Abran se convierte en Abrahan, como padre de muchos pueblos (Gn 17, 5) Jacob se convierte en Israel puesto que ha luchado con Dios (Gn 32, 29) El nombre de Abrahan y también los de Efrain y de Manases (Gn 48, 20) tienen importancia para los que los llevan La Jerusalen del final de los tiempos recibe un nombre nuevo (Is 62,2) El profeta puede atribuir a sus hijos nombres simbólicos (Is 7, 3,8,3) Los nombres de los obradores garantizan la gracia de Dios (Is 7, 14, Zac 6, 12) 2 El mas importante es el nombre de Yahve, que el mismo Yahve manifiesta en su revelación (Gn 17 1, Ex 3, 14,6, 2) Una de las características fundamentales e irrenunciables de la revelación bíblica consiste en que Dios no es anónimo, sino que posee un nombre propio, con el cual se le puede y se le debe invocar Cuando se invoca a Yahve, el acude y hace verdadera su promesa «En los lugares donde pronuncie mi nombre bajare a ti y te bendeciré» (Ex 20, 24, cf Nm 6, 24 ss, -» recuerdo) Sacerdotes levitas y también el rey bendicen con el nombre de Yahve (Nm 6,27, Dt 10,8,2 Sam 6,18) El nombre de Yahve comprende la soberanía y la actuación de Yahve hasta el punto de que se le puede utilizar como concepto intercambiable por Yahve mismo (Lv 18, 21, Am 2, 7, Mi 5, 3, Sal 7, 18 y passim) El es el aspecto de Yahve que se dirige a los hombres y en el se revela el mismo Yahve su actuación histórica en el pasado (Ex 3, 6 13 15), en el presente (Ex 20, 7) y en el futuro (Ez 25,17, 34, 30 y passim) esta asociada inseparablemente a su nombre El mal uso de este nombre en la magia o en el juramento falso —|en el juramento se pronuncia el nombre de Yahve'— esta prohibido (Ex 20, 7), porque el nombre de Yahve es un regalo de la revelación, del cual no puede disponer el hombre a su talante (Gn 17, 1, Ex 3,14, 6, 2) El nombre de Yahve ha sido confiado a Israel y los gentiles no lo conocen (Sal 79, 6) Israel tiene la misión de santificarlo esto ocurre en el culto (sacrificio, oración, bendición, maldición), y también en la guerra santa (Sal 20,8), y realmente de tal manera que es el único que sirve a Yahve y obedece sus mandamientos (GvRad), por eso la participación en el culto de otra divinidad es una profanación del nombre de Yahve (Lv 18,21) El hecho de que el nombre de Yahve es invocado sobre Jerusalen (Jer 25, 29), sobre el templo (Jer 7,10) y sobre el arca (2 Sam 6, 2) y que, por tanto, estas tres realidades se hallan consagradas y subordinadas a el, origina su santidad (-• santo) 3 El Deuteronomio responde a la pregunta de como puede Israel tratar con Yahve de esta manera el mismo Yahve habita en el cielo, pero elige sobre la tierra un lugar para hacer que su nombre habite allí (Dt 12,11,14,23,2 Sam 7, 13, 1 Re 3, 2, 5, 17 y passim) Pero mientras su nombre habita en el -• templo, queda garantizada la

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(ovo^ia.) Nombre

presencia misma de Yahvé, y ciertamente de tal manera que junto al desprecio del templo se prohibe asimismo la sobrevaloración del mismo (compárese 1 Re 8,12 [Yahvé habita en la oscuridad] con i Re 8,14 ss [el nombre de Yahvé habita en el templo]) el nombre es, como el mismo Yahve, soberano 4. Es a partir de ahí cuando el nombre de Yahvé puede convertirse en un ser o potencia independiente —por supuesto, unido estrechamente a Yahvé—, a través de cuyo gobierno el hombre piadoso experimenta protección y ayuda (Prov 18,10; Mal 1,11; Sal 54,8 y passim) El nombre de Yahvé se convierte casi en una hipóstasis de Yahvé (Sal 54, 3; 89, 25,118,10-12 y passim). El ocupa el lugar que en otras religiones corresponde a la imagen a la que se da culto (cf. GvRad, Teología del AT I, 46 ss). 5. En época tardía el nombre de Yahvé es utilizado frecuentemente en el sentido de «honor» o «gloria» de Yahvé (Is 26, 8; 55, 13; Sal 48, 11). En la misma dirección van expresiones como «por el nombre de Yahvé» o «Yahvé es su nombre» (Ex 15, 3; Is 51,15, Jer 10,16, Am4,13, Sal 23,3) Estas fórmulas apuntan a la soberanía y al honor que Yahvé reclama en el mundo y entre los pueblos, entre los cuales Israel le da a conocer (Is 12,4; Sal 105, 1-3). «En los últimos tiempos (Yahvé) se manifestará al mundo, de tal modo que desaparecerán por completo los cultos idólatras y sólo ante su nombre se doblará toda rodilla (Zac 14, 9, Is 45, 23)» (GvRad, I, 240). 6 a) Frecuentemente aparece en el AT la expresión «en el nombren (hebr b'sém) Asociada a nombres de lugares o de personas, puede ella significar: con el nombre, a continuación (Jos 21,9), [tenía] por nombre (Jue 18, 29), en nombre de (1 Re 21, 8; Est 3, 12); por encargo de (1 Sam 25, 9) b) Esa expresión aparece ante todo en conexión con el nombre de Yahvé, significa primeramente invocar a Yahvé con su nombre, esto es, vencer cúlticamente a Yahvé (Gn 4,26; 12,8 y passim) La fórmula se utiliza también en el -»juramento, en la -» bendición y en la -> maldición, puesto que por esa expresión se alude al poder del mismo Yahvé (Dt 6,13; 10, 8; 2 Sam 6,18,2 Re 2,24). Significa asimismo «por encargo» de Yahvé (Ex 5,22 s; Dt 18, 18 s). Los falsos profetas, por tanto, se refieren sin razón y sin derecho a Yahvé, porque no han recibido de él ni la misión m la palabra (Dt 18, 20, Jer 14, 14 s, 23, 25; 29, 9). El judaismo 1. Filón —en dependencia del texto de Ex 3,14 (LXX) e influido por lafilosofíaestoica— afirma que Dios es el que es y que a él únicamente corresponde el ser. Pero éste sería inexpresable, y según eso, a los hombres no les ha llegado ningún nombre propio de Dios (Dios dice a Moisés. «Para mí, al que corresponde únicamente el ser, no hay ningún nombre que se refiera a mi sen> Vit. Mos. 1,75). A los hombres, sólo les llega el nombre de icvpioc. ó Qeóq [kyriOS no theós], el Señor Dios (Mut Nom l i s ) Los hombres pueden invocar a Dios con nombres relativos «Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob» (Abr. 51). Así pues, para Filón, Dios no posee ningún nombre propio, totalmente en contra del AT Con las palabras theós, Dios, y kyrios, Señor, en el AT se designan, según Filón, únicamente poderes que hay en Dios: «Señor» como poder del mando y «Dios» como poder de la gracia. Es asimismo estoica la opinión de Filón de que el poder o la fuerza del ser tiene muchos nombres (Som II, 254) Sin embargo, también los nombres exclusivamente relativos de Dios, que no designan su propio ser, han de considerarse como santos, y hay que cuidarse de utilizarlos mal, de blasfemar de ellos, y del simple uso de su nombre terrible (Spec Leg IV, 40; II, 8; Decaí. 93 s) 2. Josefa, que era sacerdote, tuvo que conocer el nombre de Yahvé, pero no lo utiliza nunca. Tampoco utiliza el término kynos, Señor, con el cual el judaismo helenístico sustituía el nombre de Yahvé. Hasta tal punto había penetrado en él el temor a pronunciar el nombre de Dios. Sin embargo, en vez de ese nombre, echa mano del término ónoma y también sobre todo de npoanyopia [proségoria], invocación, denominación, titulo, incluso allí donde se trata del nombre de Yahvé: sobre la banda frontal del sumo sacerdote se halla grabada la proségoria de Dios (Ant. 3, 178). En otro pasaje, pero en un contexto semejante, habla asimismo del ónoma de Dios, al cual Alejandro Magno había tributado su veneración (Ant 11, 331). Este cambio entre ambas palabras se puede advertir asimismo en su reproducción de Ex 3, donde él añade que no está permitido decir nada sobre eso (Ant 2, 275 s). Según Josefo, en el templo tampoco habita el nombre de Dios, sino una parte del espíritu de Dios (Ant. 8, 114). El templo de Israel es énwvvfiov [eponymon] de Dios, esto es, lleva el nombre de Dios, como las monedas, que así muestran que pertenecen a el, y como los templos paganos, que llevan el nombre de sus dioses (Ant 16, 45, 4, 207). No debe mencionarse sin ton ni son el nombre de Yahvé, y cuando esto ocurriera, se tendría que invocar el «terrible nombre de Dios» (Bell. 5, 438). 3. Por lo que se refiere al uso del nombre de Dios, los escritos de Qumrán siguen totalmente en la línea del AT. Según Josefo (Bell. 2, 142) los esemos deben jurar, entre otras cosas, que guardarán en secreto los nombres de los ángeles. 4. Apócrifos. La noticia de Gn 6 sobre la caída de los ángeles daba pábulo a la fantasía: de ahí resultó que en Hen[et] 6,7 se citasen los nombres de los «jefes de diez» (es decir, de los ángeles). El libro 3 Hen es preferentemente un tratado de angelología, en el cual se dan a conocer numerosos nombres de ángeles En 4 Esd 7, 132-139 se

Nombre (óvo/ia)

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mencionan siete nombres de Dios (misericordioso, bondadoso, magnánimo noble, rico en gracias, generoso, perdonador) Es digna de mención la idea de que el nombre de Dios, con el que juran los hombres, es el mismo juramento y que con el fue llamada la creación a la existencia (Hen[et] 69,13 21) El nombre del hijo del hombre (¿y con ello su persona') es preexistente (Hen[et] 46, 7 s) 5 a) En el rabimsmo el nombre es muy importante en la doctrina de la tradición se puede transmitir una enseñanza o tradición únicamente bajo la responsabilidad (b'sem en el nombre) de la autoridad, de la cual se ha recibido (Aboth 6,6) Con relación al NT es importante la expresión l'sem en el nombre Ella tiene en primer lugar un sentido final en atención a que algo ha de ocurrir Se ofrece l'sem hassem = para el nombre del nombre, para Yahve, es decir, se presenta a Yahve un sacrificio El esclavo que ha sido dejado en libertad toma un baño ritual de inmersión «en el nombre del hombre libre», para convertirse en un hombre libre El prosélito es circuncidado «en el nombre del prosélito» para que se convierta en judio p ej lesem samayim por el nombre del cielo esto es por Dios (cf Mt 10, 41, Me 9 42) b) El nombre de Dios, Yahve en lo posible, se evita (cf Josefo) para no ir contra el mandamiento de Ex 20, 7 (-• Señor, art Kvpioz [kyrios]) Según un antiguo relato, los sacerdotes alrededor del año 200 a C, después de la muerte de Simón el Justo cesaron de pronunciar el nombre de Yahve en la bendición (TSota 13,8) Con todo, en el culto del templo se siguió utilizando todavía el nombre de Yahve en la bendición del sumo sacerdote en el día de la expiacioa En las sinagogas y locales de lectura, al citar la Escritura, se sustituía el nombre de Yahve por sem, nombre Asi se elimino el uso del tetragrammaton divino (yhwh) e incluso se olvido su pronunciación La consecuencia fue que el nombre de Dios se convirtió en un nombre secreto que se llego a utilizar mal y del que se llego a abusar —ante todo en la piedad popular mas baja— como instrumento de magia Por otra parte, junto al nombre de Dios que constaba de cuatro letras (consonantes), se conocieron otros que constaban de 12 42, e incluso 72 letras

III En el NT aparece onoma 228 veces, y con una frecuencia relativamente grande en Lucas (evangelio 34 veces, Hech 60 veces) y en Ap (37 veces) El verbo eponomazó, no infrecuente en el AT griego, en el NT solo se encuentra en Rom 2,17, y pseudonymos solo en 1 Tim 6, 20 Onoma puede significar asimismo reputación o fama (Me 6, 14, Ap 3, 1), persona (Hech 1, 15, Ap 3, 4, 11, 13) 1 Nombres de personas y de otros seres Cuando se coloca el nombre de los doce apostóles en las piedras fundamentales de la nueva Jerusalen (Ap 21, 14) y los nombres de las doce tribus de Israel sobre sus puertas (Ap 21, 12), se muestra con ello la definitiva unidad del antiguo y nuevo pueblo de Dios Jesús se muestra como el buen pastor por el hecho de llamar a todas sus ovejas por su nombre, porque las conoce personalmente (Jn 10, 3) Cuando el da a sus discípulos nombres nuevos, los coloca de un modo especial a su servicio (Me 3,16 s) Y al ser escritos sus nombres en el cielo (Le 10, 20), pertenecen a Dios y a su remo (Ap 3, 5) El nombre nuevo, que recibe el vencedor, es la expresión de la comunión con el mismo Cristo que no puede perderse (Ap 2, 17) También los malos espíritus poseen nombres que reflejan algo de su ser y de su poder (Me 5, 9) Asi la «bestia» lleva en Ap («anticnsto») nombre de blasfemia, esto es, se le adjudican nombres y títulos honoríficos que solo corresponden a Dios o a Cristo (Ap 13, 1) Su nombre se contiene en un numero (Ap 13,17 s), y también sus partidarios lo llevan (Ap 13,17,15, 2) Los nombres de la «gran prostituta» se hallan en oposición al nombre de la mujer de Ap 12 (Ap 17, 1 3 5) 2 El nombre de Dios El nombre de Dios pertenece a su -> revelación Dios como persona se vuelve a la persona del hombre Dios se revela como padre amoroso, al glorificar su nombre en la obra salvadora de Jesús (Jn 17,12 26) A eso corresponde el hecho de que Jesús y solo el revela el nombre de Dios, como padre, a los hombres (Jn 17, 6) En Jn 12, 28 se hallan estrechamente unidos entre si «padre», «glorificar» y «nombre» Cuando los discípulos «son recibidos en nombre de Dios», se hallan en el circulo operativo de una fuerza que les protege contra cualquier perjuicio y les une entre si (Jn 17, l i s ) El anuncio del nombre

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(ovona) Nombre

de Dios (padre) tiene su meta en que el amor del Padre hacia su Hijo se halla también en los creyentes (Jn 17, 26). Tenemos ante nosotros, en estas afirmaciones de Jn, sobre todo en las de la «oración sacerdotal de Jesús» (Jn 17), la interpretación cristológica de las afirmaciones del AT sobre el nombre de Yahvé. Según eso, en este último escrito evangélico se ha tomado de nuevo la línea bíblica antigua y se ha conservado de la misma el que la revelación de Dios está ligada a un nombre propio personal: a -> Jesucristo (en concreto cf. Mt 11, 27). Así actúa Jesús en nombre y por encargo de Dios para el cumplimiento de su voluntad y para mostrar su filiación (Me 11, 9 s; Jn 10, 24 s). En su parusía él «viene en nombre del Señor» (Mt 23, 39). Al asociarse el nombre de Dios con el del Hijo y el del Espíritu santo, recibe su completa plenitud (Mt 28,19): aquí se piensa trinitariamente, si bien falta una doctrina trinitaria formulada. Las primeras peticiones del padrenuestro se refieren a la santificación del nombre de Dios (Mt 6, 9; cf. Is 29, 23; Ez 36, 23): en el -> reino de Dios el nombre de Dios no es profanado ya por el pecado; se pide a Dios que realice él mismo la santificación de su nombre y que haga venir su reino. El hombre, que desprecia la voluntad y los mandatos de Dios, el esclavo cristiano que es desobediente con su Señor, hace que el nombre de Dios sea blasfemado (Rom 2, 24; 1 Tim 6, 1). También la «bestia» blasfema contra el nombre de Dios y su tabernáculo (Ap 13, 6), y asimismo los hombres afectados por las plagas del final de los tiempos (Ap 16, 9). 3. El nombre-de Jesús a) La plenitud de la vida y de la obra de Jesús se manifiesta en su nombre (Mt 1,21). El es portador del excelente nombre de Hijo (Heb 1, 4 s), su nombre es «la palabra de Dios» (Ap 19,13; cf. Jn 1,1). El nombre del Señor Dios se convierte también en su nombre (Flp 2, 9 s; Ap 19,16). Además, lleva un nombre que sólo él conoce (Ap 19,12). En lugar de Jesús, se puede decir simplemente «el nombre» (Hech 5, 41; 3 Jn 7; cf. la sustitución judía de Yahvé por sém). En el nombre de Jesús se incluye todo el contenido de la verdad salvadora revelada en Jesús (Hech 4,12; 1 Cor 6,11). Es mandato de Dios que se crea en el nombre de su Hijo (1 Jn 3, 23; 5,13) lo cual significa creer que Jesús fue enviado como mesías (Jn 3,18). El que cree en su nombre recibe el -> perdón de sus pecados (Hech 10, 43; 1 Jn 2,12), tiene la -» vida eterna (Jn 20, 21; 1 Jn 5,13), se ve libre del juicio (Jn 3,18). Toda la vida del cristiano se halla bajo el nombre de Jesús (Col 3,17). Su glorificación en los creyentes es la meta de la fe (2 Tes 1, 12). El nombre de Jesús es el fundamento de la -» predicación o del kerigma, que vale para todos los pueblos (Hech 8,12; 9,16; Rom 1, 5). Y como se predica a Jesús y a su obra, los que detentan el poder amenazan para que no vuelvan «a mencionar ese nombre» (éni reo óvófiaxi romeo [epí tó onómati toúto]) (Hech 4, 17 s; 5, 28.40). La fe y la predicación incluyen en sí mismas la confesión de ese nombre (Heb 13, 15) y la disposición al sufrimiento (Mt 10, 22; 24, 9). La fe y la fidelidad respecto a Jesús consisten en mantener su nombre (Ap 2, 13; 3, 8). El nombre de Cristo contiene en sí la gloria y el que se deja ultrajar por él recibe el Espíritu santo (1 Pe 4, 14). El que invoca el nombre del Señor pertenece a la comunidad (Hech 9,14; 1 Cor 1,2) y es salvado (Hech 2,17-21; Rom 10,13). De ese nombre recibieron el suyo los cristianos. El es el «nombre ilustre» que impusieron a los cristianos (Sant 2, 7). A los dones de la plenitud corresponde el que el vencedor llevará el nombre del Cordero (Ap 3, 12; 14, 1; 22, 4). b) La fórmula «en el nombre de Jesús». En el nombre de Jesús da Dios el Espíritu santo (Jn 14,26), en él se da gracias (Ef 5,20), en él esperan los pueblos (Mt 12,21; cf. Is 42, 4), en él ora la comunidad (Jn 14,13 s; 15,16), esto es, según su voluntad y su misión, para que se cumpla el envío que Jesús dio a los suyos; por eso su oración es escuchada. Al estar colocados los discípulos en el campo de acción de Jesús, pueden ellos actuar por misión

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Nombre (dvofia)

suya y con su fuerza realizar milagros y obras de misericordia (Le 10, 17; Me 9, 38 s). También en los tiempos de después de la pascua conserva el nombre de Jesús su fuerza (Hech 3, 6; 14, 10); en todos esos textos nombre y «fuerza» (-»• poder, art. Sóvafaq [dynamis]) se usan de forma paralela (Hech 4, 7; 16, 18). El mismo Jesús ayuda y está presente en su nombre (Hech 9, 34), pero por supuesto no está presente cuando los incrédulos tratan de utilizarlo mal en conjuros mágicos (Hech 19, 13-16). En tales afirmaciones se. muestran que el modo veterotestamentario de hablar del nombre de Yahvé se ha trasladado a Jesús y a su nombre. Y como Pablo fue llamado por Jesús, puede él «en nombre de Jesús» ser comisionado o autorizado por él, puede amonestar (2 Tes 3, 6; lo mismo con diá [diá], por él: 1 Cor 1, 10) o pronunciar una sentencia. c) El bautismo «en el nombre de Jesús». La fórmula bautismal de, tó ovofia [eis tó ónoma], en el nombre, corresponde al modismo, entendido en sentido final, lesém del lenguaje rabínico de escuela (cf. supra II, 6), cuya traducción exacta es: el -> bautismo es una transferencia del bautizado a Cristo para el perdón de los pecados (Hech 8,16; 19, 5; 1 Cor 1,13.15; cf. Mt 28,19). El mismo sentido puede darse en los pasajes en los que se habla del bautismo: éni [epí], sobre o év [en], en el nombre de... (Hech 2, 38; 10, 48; cf. LXX Jos 9, 9; 2 Sam 22, 50; Eclo 47, 13, donde el texto hebreo que sirve de base tiene lesém, que literalmente habría que traducir por eic, [eiq], a, mientras que los LXX traducen por era o epí). La plenitud de la obra salvadora de Cristo se incluye o comprende en su nombre, así como la obra salvadora de Yahvé en el suyo y se hace presente en la comunidad. Se trasfiere al individuo en el bautismo, al ser asumido en la muerte y en la resurrección de Jesús (Rom 6, 1-11 y passim). 4. El verbo derivado del sustantivo, onomázo, se encuentra en el NT sólo 9 veces. El nombre y el servicio de los -> apóstoles proceden de Jesús (Le 6, 13). El que lleva el nombre de hermano, pero vive de una manera indigna del mismo, debe ser evitado por la comunidad (1 Cor 5, 11). La comunidad es separada así del pecado, de tal manera que éste ni siquiera debe ser nombrado, esto es, de tal manera que ni siquiera hay que hablar de él (Ef 5,3; cf. 2 Tim 2,19). Dios nombra a todas las familias en el cielo y en la tierra y así es el padre de todos (Ef 3, 15). H. Bietenhard Bibl OGrether, Ñame und Wort Gottes ím AT, BZA W 64,1934 — HBietenhard, Der Ñame Gottes m der Bibel, en Das Wort sie sollen lassen stahn, Schadehn-Festschrift, 1950 - id, Art Svo/ia etc, ThWb V, 1954, 242 ss - GvdLeeuw, Phanomenologie der Religión, 19562, s V Ñame - WPhihpp, Art Ñame Gottes, RGG IV, 19603, 1298 ss - CASchmitz/KBaltzer/BReicke, Art Namenglaube, RGG IV, 19603,1301 ss - JJStamm, Art Namengebung ím AT, RGG IV, 19603,1300 ss - GDellmg, Die Zueignung des Heils m der Taufe Eme Untersuchung zum nt «Taufen auí den Ñamen», 1961 - JFichtner, Art Ñame etc, EKL II, 19622, 1499 ss - OEissfeldt, Jahwename und Zauberwesen, en Kleine Schnften II, 1963 - HABrongers, Die Wendung «b'sem jhwh» ím AT, ZAW 77,1965, 1 ss - HKosmala, In My Ñame, Annual of the Swedish Theological Institute V, 1966/67, 87 ss - SHerrmann, Der alttestamentliche Gottesname, EvTh 26, 1966, 281 ss - GvRad, Theologie des AT I, 19663, 193 ss Trad o c GvRad, Teología del AT I, 1978", 240 ss. En cast Arts gens • ADeissler, El nombre de Yahve como revelación de la voluntad divina de establecer una alianza, MystS II, T I, 1969, 283-286 - WEichrodt, Teología del AT I, 1975, 163-188

P7

(KCCVCÚV)

Norma

Norma KOÍVCÓV

[kanon] regla, medida, norma

I/II La palabra griega kanon es un extranjerismo proveniente de las lenguas semitas, donde originariamente significaba caña (junco, calomo aromático, tallo de los cereales) Atestiguado desde Homero, kanon significa todo aquello a lo que algo se puede ajustar para tensar, enrollar o medir. Se impuso el concepto de medir, y desde el s V kanon significa sobre todo cuerda o vara para hacer mediciones, brazo de la balanza, regla firme, norma En matemáticas, astronomía e historia, kanon significa ¡isla o tabla, en arte constituye el modelo (el «donforo» de Policleto fue llamado ya por sus contemporáneos el kanon, Phnius, Naturalis Historia 34, 55) Finalmente en filosofía kanOn designa el criterio para juzgar Con este sentido se encuentra kanon también en 4 Mac 7, 21, mientras que en Jdt 13,6 significa algo así como columna de un lecho En el versículo (por lo demás casi incomprensible) de Mi 7,4, kanon parece ser una conjetura posterior ininteligible, sin equivalente hebreo El AT ni comprende ni tiene manera de expresar el pensamiento representado por el término kanon

III 1. En el NT se encuentra raras veces la palabra kanón. Sólo la emplea Pablo. La usa en el sentido de norma, medida. Kanón es, por consiguiente, tanto la norma para la propia vida del cristiano, como la pauta para juzgar a los otros (Gal 6, 16: «Paz y misericordia para todo el que sigue esta norma y para el Israel de Dios»). Con el giro «seguir esta norma» (za> KCCVÓVI XOÓXW [tó kanóni toútd]), resume Pablo lo que había dicho antes. Kanón es una norma de vida, cuyo contenido es la muerte de Cristo en cruz, que brinda una nueva relación con Dios y con ello un nuevo fundamento existencial. El kanón especifica lo que hay que hacer, rechazar o aceptar; establece una nueva escala de valores, que se distingue de todo lo que se pueda encontrar fuera de la salvación otorgada por Cristo. Es una norma que ha de ser aplicada en la vida moral; a ella corresponde la «nueva humanidad» (Gal 6,15). «Según esta norma» exige que la nueva vida, sellada por la obra salvífica de Cristo, se manifieste en la plenitud del pensamiento y de la acción. El que vive según esta norma, es decir, según Cristo, pertenece al «Israel de Dios». 2. En el mismo sentido hay que entender kanón en algunas variantes de Flp 3, 16. Pablo habla allí del ser alcanzado por Cristo, que impulsa a correr hacia la meta de la llamada celestial. Esta es la norma de conducta, a la que todos se han sometido con un sentimiento común. En el pasaje de 2 Cor 10,13-16 emplea Pablo la palabra kanón en un sentido distinto a éste que acabamos de exponer. Para defensa de su autoridad y eficacia apostólicas en Corinto se remite a la norma que Dios mismo le ha asignado como medida. Kanón es en este caso norma de su oficio apostólico. Difícilmente podría entenderse en este caso que se refiere al campo de trabajo que le fue asignado, sino más bien a la norma que él mismo se ha impuesto de actuar solamente allí donde el evangelio todavía no había sido anunciado (Cf. Rom 15, 20 s). 3. En el lenguaje eclesiástico se entiende por canon sobre todo la lista de los escritos reconocidos por la iglesia como documentos de la revelación divina. El canon del AT quedó definido en el sínodo de Yamnia (ca. año 100 d. C), mientras que lo comprendido actualmente en el NT, después de un desarrollo que duró varios siglos, no quedó establecido hasta entrado el s. IV, a raíz de la 39 carta pascual de Atanasio y de los sínodos de Roma y Cartago. El canon escriturístico sirve de módulo para la predicación, enseñanza y vida de las iglesias evangélicas. Hoy día, a la vista de escritos tan diversos como Ex y Ecl, o Gal y 2 Pe, se plantea de nuevo y con más fuerza la pregunta acerca del

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Nuevo (KOLIVÓQ)

centro y de la unidad del canon bíblico. Aun cuando no se pueda eludir la afirmación de Ernst Kásemann (Ex. Vers. u. Bes. I, 214 ss) de que el canon del NT no fundamenta la unidad de la iglesia, sino las distintas confesiones, puede con todo hablarse de una convergencia de los escritos bíblicos hacia un centro que todos presuponen: Cristo. J. Guhrt I H.-G. Link

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Nuevo NlieVO y Viejo Se corresponden c o m o c o n c e p t o s c o n t r a r i o s E n el a s p e c t o t e m p o r a l , a lo

inicial (-• origen, principio, art. a.pjr\ [arché], a lo originario, a lo que existe desde la antigüedad (ápxaíoq [archaíos]), corresponde lo reciente, lo joven, lo que todavía no existía, lo nuevo: véoq [neos]. Objetivamente existe diferencia entre naXaióq [palaiós] (-> antiguo, art. nálca [pálai]), lo antiguo, con el matiz negativo de lo pasado, de lo inutilizable, y KCIIVÓQ [kainós], lo cualitativamente nuevo en el sentido de desconocido, inaudito, admirable. Es cierto que en el transcurso del tiempo, desaparecen o se van esfumando las diferencias de significado entre neos y kainós, hasta llegar a ser en ocasiones sinónimos, pero es digno de notarse que el NT tomó principalmente kainós, que tiene un matiz más cualitativo, para expresar el carácter fundamentalmente nuevo del acontecimiento de Cristo. La diferencia cualitativa entre viejo y nuevo aparece con toda claridad en la contraposición neotestamentaria entre el hombre viejo (-> antiguo, art. TiáÁou [pálai] III, 2b) y el hombre nuevo (->• art. KOLIVÓQ [kainós] III, 2c).

KOCIVÓQ [kainós] nuevo; KV.\VÓXY\C, [kainótes] novedad; KOUVIZCO [kainízó] renovar; KOÍIVÓCO

[kainóo]

innovar

I Kainós, procedente de la raíz qen, apareado recientemente, reciente (cf. el latín re-cens) designa lo que, según su modo de ser, es nuevo Como derivados tenemos kainótes, novedad, ávtxxaíva>oiq [anakaínósis], renovación (por primera vez en la koine), kainízó (éyKoaviXco [enkainízó], ávaKaiv¡£co [anakamízó]), renovar, innovar, y kainóo (ávaicaivótu [anakamóo]), utilizar por primera vez, estrenar, innovar En el uso lingüístico profano kainós designa lo que en comparación con lo que ha habido hasta ahora, es nuevo, lo que es mejor que lo antiguo, mientras que -• véoq [neos] se usa para lo que temporalmente no había existido hasta ahora, lo que ha aparecido recientemente N o obstante, esta diferencia conceptual en el griego profano se cumple unas veces mucho y otras no tanto

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(KMVÓQ) Nuevo

II 1. Los LXX traducen por lo regular con kainós el hebreo hadas, con el cual en el uso lingüístico diario profano se designa algo nuevo, que hasta entonces no existía (Ex 1, 8: un nuevo rey, Dt 20, 5. una nueva casa, Jos 9, 13 nuevos odres de vino; 1 Re 11, 29; un nuevo manto, entre otros). 2. Su lugar teológico apropiado lo ocupa kainós principalmente en el mensaje escatológico de los profetas, que ponen en tela de juicio la historia de salvación de Israel existente hasta entonces y anuncian una nueva intervención salvadora de Dios para el futuro Esta nueva intervención de Dios, según Jer, consiste en el establecimiento de una nueva -» alianza, en oposición a la alianza del Sinai (Jer 31 [LXX 38], 31 ss dixSnicti Kaivt¡ [diatheke kaine]), en la que Yahve depositara su voluntad en el corazón de Israel, para hacer asi posible a su pueblo la nueva obediencia. De un modo totalmente semejante promete Ez un nuevo -» espíritu y un nuevo -> corazón, que Yahvé creará en el interior de los hombres (Ez 11,19,18, 31, 36,26) De una manera programática y antitética, formula el Dtls (Is 43, 18 s)- «No recordéis la de antaño, no penséis en lo antiguo, mirad que realizo algo nuevo» (cf Is 42, 9; 48, 6). El entiende la nueva actuación de Yahvé, en la repatriación de Israel del destierro babilónico, como una nueva -• creación, que abarcará tanto al pueblo como a la creatura (Is 43, 16-21) Finalmente, en el Tritols se encuentra la esperanza universal de un nuevo -» cielo y de una nueva -»tierra (Is 65, 17 s). Lo nuevo, que se espera y se promete en la predicación escatológica de los profetas como una actuación futura de Yahve, se extiende desde lo más interior del hombre hasta lo más universal de un mundo nuevo La comunidad de alianza israelita responde a las hazañas operadas y esperadas de Yahvé con el nuevo cántico que se expresa en los salmos (Sal 33, 3; 40, 4, 144, 9; 149, 1 y passim)

III 1. a) También en el NT se observa el uso lingüístico profano de kainós. Así se encuentra en el sentido de no usado (Mt 9, 17; 27, 60; Me 2, 21; Le 5, 36; Jn 19, 41); desacostumbrado, interesante (Me 1, 27; Hech 17, 19.21); nuevo, reciente, moderno (Mt 13, 52; 2 Jn 5). b) Pero, luego, en el NT todo lo que tiene que ver con la obra salvífica de Jesús es designado como nuevo: nueva -* alianza (Mt 26, 28; Le 22, 20; 1 Cor 11, 25; 2 Cor 3, 6; Heb 8,8.13; 9,15), nuevo -* mandamiento (Jn 13,34; 1 Jn 2,7.8), nueva -> creación (2 Cor 5,17; Gal 6,15). Novedad de la -* vida y del -> espíritu (kainótés) Rom 6,4; 7, 6), nuevo ->• hombre (Ef 2, 15; 4, 24; cf. anakainóó: 2 Cor 4, 16; Col 3, 10), nuevo -> cielo y nueva -»tierra (2 Pe 3,13; Ap 21,1), nuevo -> nombre (Ap 2,17; 3,12), nueva -> Jerusalén (Ap 3, 12; 21, 2), nuevo - canto (Ap 5, 9; 14, 3). 2. Mientras que el uso profano puede quedar al margen sin que nos detengamos en su estudio, debemos examinar de cerca el uso teológico: a) Es importantísima la asociación con diathéké -» alianza, tanto en la tradición sinóptica de la última cena como en la tradición paulina sobre la misma cena en las palabras de Jesús sobre la copa: «Esta copa es la nueva alianza (kaine diathéké) sellada con mi sangre» (1 Cor 11, 25; de ahí depende Le 22, 20; en Me 14, 24 y Mt 26, 28 sólo el texto de la koiné ( = recensión antioquena) ha añadido kainé a diathéké; -* eucaristía). La frase dice que la sangre o la muerte de Jesús establece la nueva alianza, donde a todas luces se entronca con la promesa de Jer 31, 31 s. El tema de la nueva alianza lo amplía más todavía Heb al contraponer la alianza incompleta del Sinaí a la nueva alianza que ya es completa (8, 6.7). La cita de Jer (8, 8-12) se explica mediante la frase: «Al llamar "nueva" a esta alianza, dejó anticuada la primera» (8, 13). Nuevamente giran las afirmaciones de Heb en torno a la novedad de esta alianza (9, 15), a la cual se puede designar asimismo como segunda (8, 7), mejor (8, 6) o alterna (13, 20): por la muerte de Jesús y por su mediación deben recibir en él, «los que han sido llamados, las promesas de la herencia eterna» (9, 15). Pablo interpreta la nueva alianza como una alianza del espíritu en contraposición a la antigua alianza de la letra (2 Cor 3, 6). «Podemos servir en virtud de un espíritu nuevo (kainótés), no de un código anticuado» (Rom 7, 6; -> antiguo, art. nakoaóc; [palaiós]). b) En algunas ocasiones los sinópticos utilizan kainós con el mismo significado que neos para separar lo nuevo, asociado con la aparición de Jesús, de lo viejo que había existido hasta entonces; así en las imágenes del vino nuevo en los odres viejos y del

Nuevo (KOCIVÓQ)

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remiendo nuevo en un vestido viejo, en las cuales se usan como sinónimos neos y kainós (Me 2,21 s par). Asimismo, cuando Me 1,27 describe la tremenda impresión, causada por la enseñanza de Jesús en la sinagoga con las palabras «un nuevo modo de enseñar, con autoridad». Lo nuevo de esta enseñanza se caracteriza por su oposición a la modalidad casuística de la enseñanza de los rabinos (Me 1, 22) y por el poder de hacer lo que ella dice, como se da a conocer por la curación de un poseso. c) Pablo designa en Gal 6, 15 la acción salvífica de Dios en la cruz de Cristo como una nueva creación (Kaivi) KTÍOIQ [kainé ktísis]) y la contrapone al camino de salvación legal de la circuncisión. Esta nueva creación de Dios abarca, para Pablo, a la humanidad (1 Cor 8, 6), así como a todo el cosmos (Rom 8, 18 ss; cf. Dtls 43,18 ss). En el texto de 2 Cor 5, 17 «Donde hay un cristiano hay humanidad nueva; lo viejo ha pasado; mirad, existe algo nuevo» acentúa Pablo antropológicamente esta concepción cristológica: por el -> bautismo los hombres son trasladados al campo donde impera Cristo (év Xpiaxco [en Ch^istó]) y, en forma de una adopción jurídica, son traspasados a la nueva creación de Cristo (cf. Stuhlmacher 216.221). En esta aceptación jurídica como nueva creación se trata no de una cualidad psicológico-ética o de un estado en el sentido de un novus habitus, sino del movimiento del diario ser-nuevo o hacerse-nuevo (cf. 2 Cor 4, 16: «aunque nuestro exterior va decayendo, lo interior se renueva de día en día»). Esto ocurre debido a la fuerza recreativa del espíritu otorgado por Cristo (Rom 7, 6: év Kaivóxtjxi nvev/iiuxog [en kainóteti pneúmatos], en virtud de un espíritu nuevo; cf. asimismo Tit 3, 5).

Con el ser humanidad nueva se asocia asimismo la nueva actuación. Pero, puesto que la nueva vida no aparece como una evidencia naturalmente operativa, sino que está escondida con Dios en Cristo (Col 3, 3), los bautizados necesitan de la amonestación apostólica, de que se adhieran a la nueva vida y se revistan de un hombre nuevo: «ya que os despojasteis del hombre que erais antes y de su manera de obrar y os vestísteis de ese hombre nuevo, que por el conocimiento se va renovando a imagen de su creador» (Col 3, 9.10.12; cf. Ef 4, 23.24; Rom 12, 2). No obstante, el imperativo no invalida el indicativo, sino que más bien es la oscuridad o el escondimiento de la nueva humanidad la causa para la energía del imperativo que exige una nueva conducta (cf. Gal 5, 25). En la dialéctica indicativo-imperativo, evangelio-ley, don-tarea, se mueve, según Pablo, la nueva vida de los cristianos, que es vivida en la tensión inaplazable entre la redención de la nueva humanidad y la apropiación personal de la misma por parte del hombre nuevo (cf. Bornkamm, Taufe, 44 ss). d) El evangelio de Juan habla del -> mandamiento nuevo (KOUVI) evzokrj [kainé entolé]), del amor a los hermanos: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; igual que yo os he amado, amaos también entre vosotros» (13, 34). El mandamiento es nuevo porque fue Jesús el primero que reveló plenamente qué es lo que significa el -> amor (cf. 15,13). También aquí el imperativo que se refiere al amor se funda en el indicativo del amor de Jesús. Porque la comunidad cristiana ha experimentado la realidad del amor de Jesús que se entrega, se ve liberada y al mismo tiempo llamada para cambiar «la preocupación por el yo por la preocupación por los demás» (Bultmann, Johannesevangelium, 403). No se trata de un principio ético, sino de un ser-nuevo en el amor, debido al «nuevo» amor de Cristo. También en la primera carta de Juan se habla del mandamiento nuevo del amor fraterno (2,7 ss). Es digno de notarse que este mandamiento se denomina a la vez antiguo y nuevo (2, 7.8; 2 Jn 5). Las explicaciones se dirigen a todas luces contra el ansia de novedades de la gnosis. Bajo la denominación de «antiguo» ha de entenderse el comienzo de la vida cristiana: «ese antiguo mandamiento es el mensaje que escuchasteis» (2, 7). En sustancia no se menciona otra cosa que el nuevo mandamiento del amor fraterno; pero falta la fundamentación cristológica del evangelio de Juan (2, 8-11).

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(véoq) Nuevo

e) Sólo en la carta a los Hebreos aparece enkainízó, inaugurar la nueva alianza, en analogía con la antigua, es inaugurada, o sea, se la hace efectiva, con sangre, y más concretamente con la sangre de Jesucristo (9, 18) Por eso la frase difícil de 10, 20 f)v evexccívicTEv [hén enekaímsen] debe traducirse en la misma línea conceptual por su sangre Jesús nos «inauguró» un nuevo acceso a Dios, esto es, lo hizo efectivo Un importante papel desempeña kainós en las visiones del Apocalipsis los que vencen en los ataques terrenos recibirán una piedra blanca con un nombre nuevo (2, 17, cf 13, 12) La comunidad celeste de los redimidos entonará un nuevo cántico en honor del Cordero que fue sacrificado (5, 9, 14, 3) Cuando se haya librado la última gran batalla apocalíptica contra Satán, y todos los enemigos del Cordero hayan sido vencidos, surgirá la nueva Jerusalen (21,2), y serán creados un nuevo cielo y una tierra nueva (21,1, cf 2 Pe 3, 13) Entonces no habrá ni lágrimas ni sufrimientos, ni dolores ni muerte (21, 4) Correspondiendo a las esperanzas de lo nuevo que alentaban en el AT, el novutn que irrumpe en el mundo con Jesucristo abarca desde la instauración de un hombre nuevo hasta la esperanza universal en un nuevo cielo y una tierra nueva El que se sienta en el trono de la nueva Jerusalen exclama «Todo lo hago nuevo» (Ap 21, 5) H Haarbeck / H -G Link véog [neos] nuevo, joven, reciente, veótnQ [neótés] juventud, veárepog [neóteros] más joven, un joven I Neos, de la raíz indogermánica neuos, derivado del adverbio nu, ahora, tiene un carácter temporal perteneciente al momento presente y por tanto nuevo, que hasta ahora no existía, que ahora sale a la luz, en una palabra nuevo, joven 1 El griego profano utiliza neos como adjetivo (atestiguado desde el griego micenico), que se aplica a cosas, por lo general en sentido temporal nuevo, reciente (p ej Herodoto V, 19,2 vecoxepa npriypxto: [motera pregmata], rebelión, revolución) en sentido figurado se aplica en ocasiones a personas y se refiere a una dignidad o a un puesto que se ha conseguido recientemente (cf Esquilo, Prom 955 960 oí veoí 9soi [hoi neoí theoí], los nuevos dioses) Lo mas frecuente es que neos, por lo general en el comparativo, sirva para designar la juventud o edad juvenil, comprendida entre los 20 y los 30 años, en contraposición con los npeajiorepoi [prsbyteroi] o /epovtsi; [gerontes], y como sustantivo a veces para designar al inexperto, al joven No se advierte una diferencia estricta entre neos o el adjetivo -> Kcavog [kainos] y npooíparog [prosphatos] (originariamente un termino sacrificial npo + aqjarrm [pro + sphatto], acabado de sacrificar, y de ahí reciente) 2 En el culto helenístico y romano a los soberanos, neos se usa fácilmente en conexión con un nombre de dioses (Asclepios o Esculapio, Dionisios o Baco) El jefe venerado como dios debe ser celebrado asi como una representación presente de esa divinidad En el lenguaje religioso gnóstico o mamqueo puede hablarse asimismo del hombre «nuevo», es decir, del hombre redimido, pero eso denota ya una dependencia del cristianismo primitivo II 1 En los LXX se usa neos, preferentemente en la forma comparativa (neóterosj, en el sentido de mas joven, un joven Con este significado traducen los LXX el hebreo sa'ir, joven, y qaton el joven, el mas joven (en conjunto 36 veces), asimismo na'ar, muchacho, y yeled, niño (en conjunto 11 veces) Nm 28, 26 traduce las primicias (hebr bikkurim) por ra vea [ta nea] y, según eso traduce el mes de las espigas, Abid por el mes de las primicias (7 veces, p ej Dt 16, 1 pfjv T• épy'ct [érga]) que el Padre le ha confiado hacer en calidad de Hijo (Jn 5,19; 6, 38; 8, 53; 10, 37 s). Las obras del Padre y las del Hijo son lo mismo porque ambos «son una sola cosa» (Jn 10,30.33; 14, 10). c) Según la carta a los Efesios (2, 14 s) la acción de Jesús consiste en que él por su crucifixión ha «hecho» la paz entre Dios y los hombres. La carta a los Hebreos, ya en época postpaulina, describe la obra salvífica de Jesús también con el verbo poiéo, junto con otros: él «realizó» nuestra purificación de los pecados (1, 3) y el sacrificio por el pecado lo «hizo» de una vez para siempre (7, 27). Según el Apocalipsis (1, 6; 3,12) llegará tiempo en que los fieles sean «hechos» reyes y sacerdotes, columnas del futuro templo de Dios. O sea, que el empleo neotestamentario de este verbo da a entender que la cristología sólo de la mano de la soteriología puede desarrollarse. 3. a) La acción puramente profana del hombre no recibe en el NT una acentuación especial y abarca distintas acciones comunes (cf. Me 11, 3.5; Jn 19,12; Hech 9, 39; Sant 4, 13, etc.). b) Más decisiva es la calificación de la acción humana ante Dios. En último término ninguna acción del hombre es neutral, sino que es obediencia o desobediencia a lo que Dios pretende de él (1 Cor 10, 31: «Hagáis lo que hagáis, hacedlo todo para honra de Dios»). En las parábolas de Jesús esta esperanza viene expresada con fuerza (Mt 5, 36; 20, 11 ss; 21, 31; Le 12, 17 s; 16, 3; 17, 9 s y passim). Lo que en cada caso se exige viene expresado a menudo añadiendo un pronombre o una oración de relativo (Rom 1, 32; Flp 2, 14; Col 3, 17.23; 2 Pe 1, 10).

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(npáoo(o) Obra, trabajo

c) La acción humana que se pone bajo la reivindicación de soberanía por parte de Jesús (Le 6, 46 par: «¿Por qué me invocáis: "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?»; también en Jn 7, 17) muestra su valor en el amor al prójimo (Mt 25, 40.45). El amor al prójimo es la consumación y la plenitud de la ley (Mt 22, 36 ss). De ahí que no sorprenda que en todos los escritos del NT el hacer —u omitir, es decir, el no-hacer— algo en favor del prójimo venga con frecuencia calificado y, en concreto, de maneras diversas: o bien positivamente (p. ej. Mt 5, 9; 6, 2 s; Le 3, 11; Hech 11, 30; 1 Cor 16, 1; Gal 6, 9) o bien negativamente; en este último caso el «hacer» es algo prohibido y reprochable, porque desconoce al amor (p. ej. Mt 5, 32; Le 6, 26; Sant 2, 13). La significación central de las buenas acciones para con el prójimo hace que Cristo y los apóstoles exhorten con frecuencia a «hacer» (cumplir) la palabra (Mt 7,24 ss par; Jn 14,12: «hará obras como las mías y aún mayores»; Flm 21: «harás aún más»). d) Los discursos del evangelio de Juan hablan también de un «hacer» justo, basado «en el Señor» y posibilitado sólo por el espíritu; sin Cristo el cristiano «no puede hacer nada» (15, 5; 13, 15; 14, 12 ss). La actividad opuesta a esto la aborda Jn 8, 34-44, en secuencias de pensamiento sobre quien «hace (comete) pecados» y «tiene por padre al diablo» no viene de parte de Dios ni de su verdad. 1 Jn conserva la insistencia en el imperativo de la «actuación justa» (noi&v rrjv diKouoovvnv [poión ten dikaiosynen], y la expresa mediante el verbo poiéó (2, 29; también 2, 17; 3, 7 ss; 5, 2). Con el uso de esta familia de palabras, los escritos joaneos señalan también su significación normativa para el planteamiento de una ética cristiana. 4. a) En este rasgo fundamental activo y dinámico de las afirmaciones neotestamentarias —rasgo que está en oposición rotunda, por ejemplo, con el epicureismo quietista o con el ideal budista del nirvana— se predica del cristiano la condición de ser un noirvinc, [poietes], es decir, un agente o realizador de la palabra y de la ley (Sant 1, 22.23.25; 4,11; Rom 2,13). Sólo en Hech 17,28 el nombre es citado en el sentido de poeta, que es propio del griego profano. b) Los dos términos que salen en el NT una vez cada uno, poíesis, la acción, el hacer (Sant 1, 25), y agathopoiía, la buena acción (1 Pe 4, 19: hacer buenas obras) evidencian precisamente en su contexto —Sant 1, 25 con elementos escatológicos, 1 Pe 4, 19 bajo el asalto de sufrimientos y persecución— que «practicar el bien» y «ponerse en manos del creador», o sea, permanecer en la presencia de Dios, sólo es posible «allí donde se llega a aquel ritmo por el cual la palabra acogida desemboca en la acción» (Hauck NTD 10, sobre Sant 1, 25). Ambas cosas se implican mutuamente y son irreversibles. F. Thiele

izpáoaco [prásso] ejecutar, hacer; np&^iq [praxis] acción, actividad; npotypa [prügma] cosa, asunto I 1. El verbo prásso (en ático npámeo [prátto]), ejecutar, hacer, se encuentra en griego ya en la escritura micémca linear B. El significado originario de prássd quizás pueda recogerse en giros épicos como npáooeiv aloe [prássem hala], surcar el mar y npr\aat.iv K¿AEU9OV [pressein kéleuthon] o bien ódoio [hodoío] (genitivo partitivo) hacer camino (Homero, Od. 9, 491; II 14, 282) Prásso puede usarse también cuando se trata de proporcionarse uno algo a sí mismo, p ej. nXéoq. Hnpa&v [kléos épraxen] «ganó gloria» (Píndaro, Isthm. 5, 8); referido a dinero, prássd significa embolsar, ingresar, cobrar, p. ej Tipiada piE -ZÓKOV [prásseí me tókon] «me cobra intereses» (Homero, Batrachomyomachia 185). En general prásso señala una actividad u ocupación dirigida a un fin determinado, en la cual parece que el agente queda en grado

Obra, trabajo (npáaaw)

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mayor o menor afectado por ella (JHHSchmidt, citado en ThWb VI, 632, A 2) Asi ocurre, p ej con el giro npa.xxi.iv xa. saoxoS [prattem ta heautou], preocuparse uno de sus propios asuntos (Platón, Charm 162a, una exigencia etica fundamental frecuente en Platón) Ademas prasso puede significar vender en el sentido de traicionar npaxxsiv xnv noln [prattem ten polín], vender (traicionar) a la ciudad (Pohbio IV 17, 12) Junto a la forma transitiva se da la intransitiva prasso significa entonces actuar, obrar Muchas veces se da en la formula estereotipada npaxtziv Kai isyen [prattem kai legan], obrar y decir En umon con un adverbio expresa con frecuencia el estado de una persona, p ej a> npaxxm [eu pratto] las cosas me van bien, me siento bien 2 Los significados de los dos sustantivos praxis y prágma están mutuamente imbricados Praxis, palabra mas antigua (se da desde Homero) designa la acción, la actividad, y puede referirse a una acción ya concluida (acto, obra), al modo de la actividad (modo de la acción), o bien a una acción proyectada (proposito) A veces significa concretamente un negocio, una empresa Con frecuencia alude a una acción perversa, especialmente a acciones mágicas Prágma significa (desde Pindaro), ademas de acción, hecho, suceso, negocio, tarea, de una manera muy general cosa, asunto ademas, concretamente, pleito, acción legal, proceso 3 Ya por lo que se refiere al uso lingüístico griego, puede decirse que prassó «solo en pocos casos se usa para una actuación de los dioses» (ChrMaurer, ThWb VI, 633, 25 s) Y aun para estos pocos casos excepcionales (p ej Platón Resp III, 391e), el verbo se refiere solo a aquellas acciones de los dioses que no constituyen una producción propia de ellos (para lo cual usan los verbos -* noiav [poiein], -> spyaCmüxi [ergazesthai] -• onpiovpyñv [demiourgein], sino que se trata de una actividad que corresponde a la de los hombres, la cual, a mayor abundamiento, se expone de manera abstracta Prasso es principalmente adecuado cuando se trata de una acción humana, que es lo normal, este verbo tiene una fuerte tendencia a la abstracción Si, no obstante, de vez en cuando se usa con un sentido análogo al de poieo, principalmente en textosfilosóficos,se echan de ver distinciones sutiles entre ambos verbos (p ej en Platón, Charm 163 a ss) Mientras que poieó significa mas una acción concreta prassó se usa cuando el filosofo «expone la acción humana prescindiendo al máximo del contenido y de los objetos de valoración» (ThWb VI, 634, 21-23) Aquí fundamenta el platonismo la necesidad de una conducta basada en la idea del bien, cuyo conocimiento atrae hacia si el KalcoQ npaaauv [kalos prassein] Platón, asi p ej en Prt 352c ss No existe una oposición rica en tensiones entre el hacer y el conocer un hacer defectuoso radica en un conocimiento deficiente, no en una falta de voluntad (p ej Epicteto, Diss II, 26, 3-5) II 1 Comparado cuantitativamente con poieó, prassó queda en los LXX muy atrás Solo en los escritos posteriores al exilio se encuentra mas a menudo (un total de 38 veces, de las cuales en Job y en Prov se encuentra 8 veces en cada uno y en 1-4 Mac 7 veces en conjunto) En estos textos prasso traduce 5 veces el hebreo asan, 4 veces pa'al y 2 veces hdlak Resulta sorprendente que prassó se utilice de vanas maneras para describir la conducta negativa del hombre (p ej Job 27,6,36,23, Prov 10,23, Gn 31,28) Prasso designa una acción positiva solo en los libros historíeos (p ej en 4 Mac 3, 20 xaX&Q npaaaziv [kalós prassein] «comportarse bien») 2 También los dos sustantivos se dan en los LXX prágma sale 125 veces y praxis, por el contrario, solo 23 veces (principalmente en los libros influenciados por el helenismo) Mientras que el termino praxis, mas abstracto, se refiere a acciones humanas (p ej 6 veces con el sentido de res gestae), prágma se usa alguna vez también para acciones de Dios 3 En Filón se habla en un pasaje del npaxxav [prattem] divino del demiurgo (Abr 163), pero con ello no se significa el acto creador (para lo cual se encuentra poieó), sino una actividad entendida abstractamente y sin concretar Por lo que al hombre se refiere, Filón, de acuerdo con la concepción estoica, acentúa la necesidad de una intercomunicación equilibrada de querer, hacer y hablar Lo mas adecuado para la naturaleza humana (xo oiKS.ioxa.xov [to oikeiotaton]i es, tanto tomar decisiones acertadas (POD)SV£. Enemistad

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(arcowf) Ofrenda

Ofrenda El sacrificio, que pertenece a todas las religiones que tienen culto, es una acción ritual para influir en las fuerzas o en los poderes invisibles. Pretende hacer innocua su actividad nociva, ofreciendo satisfacción y tratando de lograr bendiciones positivas. El sentido general del sacrificio se caracteriza ante todo por la antigua fórmula romana «do ut des» (te doy para que tú me des) (van der Leeuw). El culto sacrificial israelita se halla indudablemente determinado y delimitado por el marco de la relación de -> alianza. En el NT la idea del sacrificio desempeña asimismo un cierto papel sólo para la interpretación de la -> muerte de Jesús, mientras que, de no ser en estas circunstancias, sólo aparece —como ocurre por lo general en la época tardía de la edad antigua— con un carácter metafórico o ético. El término sacrificial generalmente utilizado en el mundo griego es Qooía. [thysíaj. De la forma especial «primicias» (i.%a.pyr\ [aparché]) se trata, por causas lingüísticas y por otras que vienen al caso, en un artículo especial. -» Don; -» eucaristía; -» cruz; -• muerte. aTicípxrj [aparché] ofrenda de las primicias, don I Aparché, desde Sófocles y Herodoto, es un término técnico del lenguaje sacrificial y designa los primeros frutos o primicias de cualquier tipo (p ej. frutos naturales, ganado), que eran sagrados para la divinidad y debían ser consagrados o dedicados a la misma, antes de que hubieran de dedicarse el total de los frutos o productos al uso profano (Herodoto 1,92). En el contexto religioso se habla en algunas ocasiones también de la ofrenda de algunos hombres en particular o de grupos como aparché para la divinidad (Plutarco, Pyth Or. 16, Qaest Graec 35) Ahí se trata por lo general de la consagración de algunos hombres a un servicio de por vida en los templos (iepóóov&oi [hieródouloi], esclavos del templo). Más tarde se amplía el significado de aparché a una contribución o tributo regular (profano), p. ej al estado, como el tributo en una herencia (cf Josefo, Ant 16, 172) II En los LXX aparché traduce en primer lugar el hebreo réíit y con ello indican la ofrenda de los primicias de los frutos naturales (vino, trigo o cereales) que se consagran a Yahvé como a aquél que otorga la fertilidad (Nm 18, 12; Dt 18, 4, 26, 2 10; 2 Cr 31, 5) Con mucha frecuencia reproduce aparché el hebreo frümah, que designa los donativos en especie o en dinero para el culto, para los sacerdotes y para los levitas (Ex 25,2 s; Dt 12,11 17; 2 Cr 31, 10 12), los cuales se interpretan como acción de gracias a Yahvé Esta práctica cultual se dedujo de la fe israelita en la creación, según la cual se admite que Yahvé es el dador y propietario de la vida de los hombres, de los animales y de las plantas, y por ello es natural que se le ofrezcan las primicias de toda vida (Nm 18, 15 LXX npmxóxoKog [prdtótokos], el primogénito, Ex 23, 19)

III

En el NT aparece aparché sólo 9 veces, de ellas 6 en Pablo.

1. Rom 11,16 entronca con Nm 15,20 s. Pero así como allí únicamente las primicias del pan se consagran a Yahvé, mientras que el resto del pan se deja para el uso libre de los israelitas, Pablo saca de ese ejemplo la conclusión contraria. En analogía con la parábola de las raíces y de las ramas, saca él la consecuencia de que las primicias consagradas del pan santifican o consagran también el resto de la masa. Con este ejemplo propio, pero no extraño al pensamiento rabínico, quiere expresar Pablo que las primicias de Israel, la fe de los padres (p. ej. Abrahán, cf. Rom 11, 28), garantizan el papel histórico-salvífico de todo el pueblo. 2. Asimismo aparché tiene un significado figurado cuando Pablo en Rom 16, 5 denomina a Epéneto las primicias de Cristo en Asia y en 1 Cor 16,15 designa a la casa de Esteban como las primicias de Acaya: ellos son los primeros cristianos de aquellas provincias misionadas (cf. también el pasaje inseguro, desde el punto de vista de la crítica

Ofrenda (9úco)

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textual, de 2 Tes 2,13). Todavía más generalmente Sant 1,18 habla de los cristianos como primicias de la creación de Dios: ellos son la vanguardia de la nueva creación (cf. una afirmación correspondiente en Filón, Spec. Leg. 4, 180, donde se dice algo parecido del pueblo judío). Finalmente, hallamos en Ap (14,4) a los famosos 144.000 como primicias de toda la humanidad para Dios y para el Cordero. 3. En Rom 8,23 se transforma la relación entre el que da y el que recibe: no es Dios, sino los cristianos los que reciben las primicias (esto es, la donación primera) del espíritu de Dios, lo cual hace esperar la plena filiación y la redención del cuerpo (esto es, la segunda donación). En 1 Cor 15, 20.23 se desdibuja todavía mucho más el significado originario de aparché, hasta convertirse en una determinación temporal (en el sentido de npccnoQ [prótos]) Cristo ha sido resucitado como el primogénito (esto es, el primero) de entre los muertos; con ello comenzó la resurrección de los muertos de los últimos tiempqs. Y como Cristo resucitó, también deben resucitar los suyos. H.-G. Link Soco [thyo] sacrificar; Snaía [thysía] sacrificio, acción sacrificial; duoiaLaxrjpiov [thysiastérion] altar; npoacpopá [prosphorá] ofrenda, sacrificio 1 1 Thyo (desde Homero) tiene en el griego profano el significado fundamental de santificar, originariamente en conexión con la ofrenda de incienso o fumigación, y ciertamente en la forma activa de ofrecer un sacrificio de incienso o un holocausto (Homero, II 9, 219, Jenofonte, Cyrop 8, 7, 3) Y como en el culto frecuentemente se quemaban las victimas o parte de ellas, o incluso a menudo hombres, thyo adquiere también el significado de inmolar con un fin cultual (Herodoto 1,216, Eurípides, Iph Taur 621) El sustantivo thysía (desde Pindaro) designa la acción de sacrificar asi como la victima sacrificada o cualquier otro tipo de ofrenda sacrificial (Herodoto IV, 60; Tucídides VIII, 70) 2 Prosphorá significa originariamente la presentación u ofrenda de dones sacrificiales, y luego espec la oblación de comestibles, en especial en forma de donación de tngo o cereales De esta expresión, atestiguada desde Sófocles, es propia la característica de una ofrenda en forma de regalo o don para expresar la donación o entrega total a la divinidad en un acto de culto (Platón, Aristóteles, Teofrasto, Char 30, 19) II 1 El AT pone de manifiesto en muchos pasajes la enorme importancia que tuvo para Israel el sacrificio Las fuentes mas importantes son el decálogo cultico (Ex 34), el libro de la alianza (Ex 20, 22-23, 33), el Deuteronomio (caps 12-26), la parte final del libro de Ez (caps 40-48) y el documento sacerdotal (espec de Ex 24 a Nm 10) Sorprende que en el AT no se encuentre ni una idea unitariamente fija de sacrificio ni un termino para el sacrificio que abarque el conjunto de los mismos A esto hay que añadir que la mayor parte de los ritos sacrificiales veterotestamentanos no surgieron originariamente del culto a Yahve (GvRad, Teología del AT I, 317), sino que se desarrollaron en parte de la confrontación con los cultos paganos de los pueblos circundantes, espec con los cultos cananeos (cf Lv 20, 2 ss, Dt 18) Asi las normas cultuales veterotestamentanas (p ej Lv 1-7) deben entenderse como el resultado de un complicado desarrollo que se extendió a través de mucho tiempo 2 Los sacrificios se hallan localizados en un lugar de culto, en el altar (en hebreo mizbéah, originariamente lugar de la inmolación o del degüello) Por primera vez en los LXX (donde sale 19 veces) se introduce para esto el sustantivo thysiasterwn, mesa del sacrificio, que permanece circunscrito a la literatura judia y cristiana, y que alude al «altar del Dios de la Biblia» (Behm ThWb III, 182), en contraposición a los altares de los dioses extranjeros El thysiasterwn originariamente era de tierra (Ex 20, 24), luego de bloques de piedra sin labrar (1 Re 18, 31 ss), más tarde de madera de acacia con rebestimiento de bronce o incluso de oro (Ex 30, 1 ss, 1 Re 8, 64) Su forma se prescribe con exactitud a partir del destierro (Ex 27, 1-8, Ez 43, 13-17) Sobre el altar es colocada la víctima, es sacrificada y es quemada (cf Zimmerh, Ezechiel, 1089 ss) 3 El AT conoce diversos tipos de sacrificios, que se denominan según la ocasión o la forma de la ofrenda sacrificio de inmolación y de comunión (hebr zebah,LXX thysía), sacrificio de salvación (hebr selem) holocausto o sacrificio total (hebr 'olah), ofrenda de cereales, cruda o preparada (hebr minháh), sacrificio de acción de gracias o de alabanza (hebr tódáh), sacrificio expiatorio o por el pecado (hebr hattát y 'asam)

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(SHko) Ofrenda

4 Por su sentido, el sacrificio veterotestamentano se caracteriza a) Como una praxis de comunión entre los que ofrecen y Dios el cual se considera que esta presente como comensal Esta comunión protege contra los demonios, etc y produce una solidaridad entre los participantes (p ej Ex 24, 9 ss, Dt 12, 5 ss, Sal 95, 6 s) b) Como donación del hombre a Dios (Gn 28,18,1 Sam 6,14 s) Si esta es o no agradable a Dios (Gn 4,4s) lo decide en época posterior el -> sacerdote, como boca de Yahve que es (Lv 22, Jer 14, 12) c) Como restauración de la relación de alianza destruida, esto es, como -> reconciliación del hombre con Dios, donde Israel confiesa su pecado ante la presencia de Dios y queda descargado de las faltas cometidas (p ej Nm 15, 22-28, 2 Sam 24, 25; Mi 6, 6 s) 5 Puesto que concretamente en la época anterior al destierro no existió ninguna teología especial acerca del sacrificio, este sacrificio israelita estaba expuesto relativamente a la influencia de las practicas cananeas y de otras practicas paganas y podía servir para fines interesados, como pueden ser la fertilidad del país o la bendición de la propia casa también podía ser mal utilizado y asimismo superficiahzarse en una acción cultica puramente externa En contra de todo esto surgió la apasionada protesta de los profetas, los cuales exigían, en vez del sacrificio, la justicia y el amor (Am 5, 21 ss, Os 6, 6, Is 1, 10 ss, Jer 7, 22 s, 1 Sam 15, 22 s) Entre tanto, en la época exihca y postexilica y debido a la interpretación que le dio el Dt y el documento sacerdotal, el culto sacrificial adquirió una importancia todavía mayor que antes mediante la reforma realizada por Josias en el año 621 a C, el culto desde los diversos santuarios locales se fue concentrando en el templo de Jerusalen, con lo cual, por una parte, se eliminaban los imprevistos o las arbitrariedades y, por otra, el sacrificio quedaba en manos de sacerdotes bien preparados para el Al mismo tiempo, la idea de la expiación se convirtió en el aspecto dominante de todos los tipos de culto De esta manera se crearon los presupuestos para que, al margen e independientemente del culto central de Jerusalen, pudiese desarrollarse una forma de piedad basada en la obediencia que entroncaba con las tradiciones profeticas, y que hallo su expresión en la literatura sapiencial y en bastantes salmos (Prov 15,8,21,3 27, Sal 40, 7, 51, 18 ss) 6 También en el judaismo tardío el culto sacrificial siguió teniendo lugar en el templo de Jerusalen, si bien su importancia disminuyo respecto a la época del AT Ni siquiera la destrucción del templo en el año 70 d C pudo cuartear seriamente el edificio de los ntos cultuales judaicos Sin embargo, fue penetrando cada vez mas la concepción de que la voluntad de Dios no se orienta propiamente a sacrificios cruentos de animales o a ofrendas de la cosecha de cereales, sino a la vida en obediencia a Dios Esto vale espec para la comunidad de Qumrán, que se había desligado del todo del culto del templo la obediencia a la Tora y la alabanza sustituyen al sacrificio material El JUdaiSmO heleniStlCO (Filón), bajO el influjo d e la religiosidad d e la a n t i g ü e d a d t a r d í a , e s p i r i t u a l i z a l o s t é r m i n o s

del culto

III Este grupo de palabras se utiliza en el NT en diversos escritos- el verbo thyó se encuentra casi exclusivamente en Le y en Hech (8 de los 10 pasajes), el sustantivo thysía (en conjunto 28 veces) solo 4 veces en Le, frente a 15 veces en Heb De los 20 pasajes en los que se encuentra thysiasterion, 8 aparecen en Mt y 7 en Ap En el corpus pauhnum este grupo de palabras escasea y casi desaparece totalmente en los escritos joaneos Una mirada de conjunto muestra que los mencionados escritos neotestamentanos son, por lo general, de fines del siglo I y se dirigen a lectores que se hallan en el ámbito del judaismo helenístico Si se examina el contenido de los términos, llama la atención el hecho de que se ha operado un autentico despegue del culto veterotestamenteno Incluso en lo que se dice del altar en los fragmentos del Ap que contienen visiones, que pertenecen asimismo a la época mencionada y asumen muchas de las fórmulas de los LXX, se puede advertir la nueva interpretación del concepto de sacrificio que se da en el NT 1 En su enfrentamiento con el culto del templo de Jerusalen, presupone Jesús la praxis cultual del AT (Mt 5, 23 s, Le 19, 45-47 par) Pero al igual que los profetas, tampoco el rechaza fundamentalmente el culto, sino que más bien orienta su polémica contra la tentativa de desprenderse, a través de legahsmos rituales y sutiles, de la exigencia radical de amor por parte de Dios «Corazón quiero y no sacrificios» (Mt 9,13, 12, 7, cf Os 6, 6, Mt 23, 18 ss) 2 Pablo que, como apóstol, llego incluso a presentar ocasionalmente ofrendas (Hech 21,26,24,17 s), y ciertamente por los motivos que el sugiere en 1 Cor 9,20, adopto

Ofrenda (#i5co)

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en sus cartas la interpretación judeocristiana, que designa la obra que, en representación de la humanidad, realiza Jesús en la -* cruz como un sacrificio: «Porque Cristo, nuestro cordero pascual, ya fue inmolado» (1 Cor 5, 7; cf. Rom 3, 25). El desarrollo del pensamiento deuteropaulino en Ef 5, 2 pone de relieve además la mediación voluntaria de Jesús: «se entregó por vosotros ofreciéndose (prosphorá) a Dios como sacrificio fragante (thysía)». Pero, al no vincular a los gentiles al culto de Jerusalén, expresó Pablo que, con la muerte de Jesús, el culto antiguo dejó de existir, es decir, quedó cumplido y juntamente arrumbado y con ello dio el paso decisivo hacia una forma de vida cristiana no cúltica. 3. La idea de la autoentrega de Cristo «por nosotros» la desarrolla Heb prolijamente con la imagen del culto del AT en unos pasajes en los que a todas luces existe un trasfondo de concepciones gnóstico-mitológicas (2, 7; cap. 7-10). Sin embargo, las concepciones del sacrificio del sumo sacerdote de la nueva alianza van mucho más allá de la simple comparación con la praxis sacrificial de la antigua alianza. La obra de Jesús es el cumplimiento definitivo y suficiente de todas las prescripciones del AT. La -» sangre de Cristo, al santificar definitiva y eficazmente «consiguió una liberación irrevocable» (9,1215; 10, 4-14). Con ello se hicieron superfluos los sacrificios que necesitan repetirse constantemente en los altares y las demás acciones cultuales que se realizan sobre el altar a consecuencia del sistema cúltico israelita, las cuales se llevaron a cabo hasta el Gólgota bajo la promesa de Dios. En el (éq>) a.nci£ [(eph) hápax], una vez por todas, que se repite varias veces (Heb 7, 27; 9, 12; 10, 10), el sacrificio realizado históricamente una sola vez sobre la cruz es calificado como insuperable, irrepetible y no necesitado de complemento. También lo que se dice del thysiastérion, altar, significa lo sucedido en el Gólgota «por nosotros». Desde ese momento todo otro altar ha perdido su sentido cultual. 4. Y como la comunidad vive del sacrificio básico y fundamental de Cristo, es asimismo invitada al sacrificio de alabanza de su propia vida. O dicho de otra manera: la vida cristiana, como vida santificada para Dios, está insertada en la dinámica eficaz del sacrificio de Cristo. Así concluye, entre otros, 1 Pe: Nosotros hemos sido redimidos y santificados «con la sangre preciosa de Cristo». Por ella la comunidad es construida «formando un sacerdocio santo, destinado a ofrecer sacrificos espirituales que acepta Dios» (1, 2. 18 s; 2, 5.9). 5. Según el testimonio paulino, toda la vida de los miembros de la comunidad debe ser «un sacrificio vivo, consagrado, agradable a Dios» (Rom 12, 1), que sea «como vuestro culto auténtico». Junto a la función misionera del sacrificio siempre eficaz de Cristo, aparece aquí la función diaconal (-> servicio). Sin embargo, el NT no da ninguna ocasión para que se interprete mal este momento diacónico del sacrificio como una renuncia que huye del mundo (cf. Le 5, 33 ss par; Jn 17, 15; Rom 12, 2). «Renegar de sí mismo» (Me 8, 34 s par) significa una actitud de entrega «al mundo». Así, pues, el momento diacónico es aquí un sacrificio de acción de gracias (eucarístico) de seguimiento obediente y de amor activo. Las investigaciones sobre la historia de la redacción permiten ver con claridad una orientación ética en la concepción neotestamentaria del sacrificio: «No os olvidéis de la solidaridad y de hacer el bien, que tales sacrificios son los que agradan a Dios» (Heb 13, 15 s; Flp 4, 18). F. Thiele

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(áfcoúco) Oír

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Oír * El término oír abarca, tanto el fenómeno de la percepción acústico-sensitiva como el de la aceptación espiritual. Por tanto, el verbo griego árcoúco [akoúo] y el sustantivo XKot] [akoé] pueden implicar ambas cosas en su empleo neotestamentario, aunque los términos originariamente sólo indican el oír sensitivo o la capacidad para ello; para designar la aceptación espiritual se emplean, con frecuencia, compuestos: eig [eis] y bi-ÍKoñm [epákoúó] resaltan el escuchar atento, y el intensivo ónaKOvco [hypakoúo] literalmente oír desde abajo, y el sustantivo vnaKorj [hypakoé], toman el significado de obedecer y obediencia respectivamente. La relación lingüística y real entre akoúo e hypakoúo se percibe, en su tanto, en los términos castellanos oír y dar oídos, de forma que, el primero incluye fundamentalmente al segundo y puede, por consiguiente, sustituirlo. Y viceversa, ntxpaKOüco [parakoúó] y napocKor/ [parakoS], literalmente oír de soslayo, significan oír sin atención, hacerse el desentendido, no oír y, finalmente, la desobediencia. [akoúo] oír; ÍKor] [akoé] audición, oído; aKpomr\c, [akroates] oyente; áoaLKOÚoi [eisakoúo] obedecer; ¿.nctKoúa) [epakoúó] atender, obedecer; é.na.Kpoáop.a.1 [epakroáomai] escuchar; napaKoúw [parakoúó] hacerse el desentendido, ser desobediente; napa.Kor¡ [parakoe] desobediencia; évcozíCco [enótizo] prestar atención, oír ÍKOVCO

I 1 Akoúo (del que tenemos ejemplos desde Homero) significa oír y se refiere, en primer lugar, a la percepción sensitiva de ruidos y sonidos. En acusativo va la persona o cosa que se oye ( = lo que se oye el sonido o ruido); la persona de la que se oye ( = el origen del sonido) va en genitivo o con las preposiciones ánó [apó], napa [para], EK [ek] El objeto de cosa puede también ir en genitivo. Pero para oír no basta la mera percepción sensitiva, sino que se requiere también la comprensión del contenido espiritual, que así se asimila Esto conduce a diferenciaciones en la terminología, que se discutirán a proposito del sama' hebreo (cf II), válidas igualmente para el griego profano El sustantivo correspondiente akoe, atestiguado desde Homero, indica a) el sentido del oído, el oído; b) la audición, el oír, c) el órgano del oído, la oreja, d) el contenido que se oye, la noticia (mensaje). 2. En todas las religiones juega su papel el oír, con todo, la tendencia general del mundo griego y helenista no se dirige al oír, sino a la contemplación de la divinidad (cf Michaelis, art. ópám [horáó], T h W b V, 1954,319 ss). En la literatura de revelación de la mística helenística (Apuleyo, Corpus Hermeticum, s. II-III d C ) sólo raramente representa el oír un medio para percibir la revelación, mientras que, viceversa, al gentilismo no le es desconocida la idea de que los dioses oyen y atienden' se habla de los oídos de los dioses, siendo el término ÍIOIKOOC. [epekoos], escuchador apelativo de la divinidad en muchas inscripciones helenísticas

Oír (6acoú(o)

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II 1 En los LXX akoe traduce casi sin excepción el hebreo sama' Por eso posee los matices del verbo hebreo También aquí designa akoe, en primer lugar, la percepción sensitiva (p ej oír una trompeta 2 Sam 15,10), pero tan pronto como se trata de una manifestación, noticia o mensaje, se incluye la comprensión de su contenido (Gn 14,41) Esta comprensión exige un recibir, escuchar (Gn 4, 23, 23, 11), comprender el contenido (Gn 11, 7,42, 23), respetar lo oído («escucha » Gn 3, 17, 23, 16, Ex 24, 7), asi que sama' adquiere el sentido de obedecer Esta acepción de Sama'se traduce en los LXX frecuentemente mediante los compuestos eisakouo, escuchar atentamente, obedecer (Gn 42, 21 s, Ex 6, 12 30 etc) epakouo, atender, obedecer (Jue 2, 17, cf 1 Mac 10, 38) y -» vnaKOvw [hypakouó] obedecer El sustantivo akoe (en hebr s'mua' o sema') indica el acto de la audición (Sal 17 [TM 18], 45, Eclo 43, 2) y, la mayoría de las veces, el contenido de una noticia (o mensaje cf Ex 23, 1, 1 Sam 2, 24, Is 53, 1, Jer 10, 22, etc), sobre el oír de Dios cf II, 3 2 a) La audición tiene muchísima mas importancia en la revelación bíblica que en el griego clasico o en el helenismo Porque Dios sale al encuentro del hombre en su palabra, teniendo este como tarea el escucharla Con ello no se excluye la revelación de Dios en el mundo visible, acto espiritual y percepción sensitiva son inseparables Dos ejemplos pueden aclarar este hecho Dios se revela a Moisés en la zarza ardiendo (Ex 3, 1 ss) e Isaías en su visión de la llamada ve a Yahve en el templo rodeado de serafines que lo alaban (Is 6, 1 ss) Pero aquí como en todas partes la tarea divina y la misión profetica van asociadas a la revelación visible Esa misión se percibe por la palabra, que tiene que escucharse y seguirse Asimismo necesitan ser explicadas las visiones, de las que se habla con frecuencia en la literatura profetica (p ej Am 7-9, Jer 1, 11 ss) También aquí forman una unidad ver y oír La enorme importancia que el oír tiene en el AT se ve por la frecuencia de expresiones como n''um yahweh, oráculo del señor way'hi debar yahweh, me vino la palabra de Yahve La disponibilidad del destinatario de la revelación para oír la palabra, la expresa bellamente 1 Sam 3 10 «Habla, Señor, que tu siervo escucha» (cf Procksch, art )eyco [legó], ThWb IV, 1942, 89 ss) b) Moisés vive, en el recuerdo de su pueblo, como prototipo de depositario de la revelación divina, «con el cual el Señor hablaba cara a cara» (Ex 33 11) En Ex 20,1 ss, Dt 5, 6 ss se nos transmite el decálogo que se asocia a su nombre, Dt 5, 1 lleva la solemne introducción «Escucha, Israel» Este s'ma' yisra'el se encuentra igualmente como exhortación encarecedora introduciendo el mandamiento del amor a Dios Junto a la exhortación se halla con frecuencia la queja de que Israel no ha escuchado, sino que se ha resistido Es que Dios «no os ha dado (a Israel) inteligencia para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír hasta hoy» (Dt 29, 3) La revelación profetica presupone conocido el contenido de la voluntad de Dios (Mi 6, 8) Los profetas, como portadores de la revelación divina, exhortan al pueblo, a los gentiles y hasta a cielo y tierra, a que escuchen la palabra de Dios que ellos proclaman (Is 1, 2 10, Jer 2, 4, 7, 2, 9, 19, Mi 1, 2) Asimismo los oímos quejarse de que Israel ni ha escuchado ni quiere escuchar la voz de Dios (Os 9 17 Jer 7 13 Ez 3 7) Asi se explica ana especialmente los profetas postexihcos se conviertan en predicadores del juicio Dios lo hace recaer sobre un pueblo que no quiere oír, tampoco seguirá el dispuesto a escuchar a este pueblo (Is 1, 15, Ez 8, 18) A este juicio pertenece también el endurecimiento, que Isaías deberá traer sobre su pueblo sera insensible para la revelación de Dios «que sus ojos no vean, que sus oídos no oigan» (Is 6, 9 ss) El profeta de la época postexilica vio en las catástrofes que cayeron sobre Israel y desembocaron en la destrucción del templo y en el destierro babilónico, el castigo de Dios sobre el pueblo que no quena oír (Zac 7, 8-14) Las oraciones penitenciales de los desterrados que retornaban (Esd 9, Neh 9), muestran que amplios sectores del pueblo habían llegado a pensar lo mismo De ese modo se convirtió Israel en el pueblo de la ley que quiere rendir a Dios la obediencia que le debe mediante el minucioso cumplimiento de la voluntad divina hasta los mas mínimos detalles Por eso es la Tora, la ley, contenida en los cinco libros de Moisés, la parte principal de la tradición Resalta fuertemente la relación existente entre oír y obrar (Ex 19, 5 8, Dt 28,1,30,11-14) En el centro de la fe religiosa se encuentra, junto a la ley, los profetas, como portadores de la revelación enviados por Dios, en el NT «la ley y los profetas» designan la totalidad del AT, lo que el piadoso israelita tiene que hacer es escucharlos (Mt 22, 40, Le 16, 29, etc) Es de la literatura profetica de donde se nutre la esperanza mesianica, que describe con colores cada vez mas grandiosos la época mesiamca de salvación en el judaismo tardío, especialmente en la literatura apocalíptica, que entronca con el libro de Daniel (4 Esd, Apocalipsis de Henoc, etc), los textos de Qumran muestran la fuerza de esta esperanza c) La tendencia a escuchar la ley se afianza en el judaismo tardío especialmente por el hecho de que aparece el culto sabático smagogal junto al de los sacrificios que se teman en el templo de Jerusalen La -> sinagoga se convierte en el centro de la comunidad judia que se extiende mas alia de las fronteras de Palestina En su culto tiene un puesto fijo la recitación del s'ma' (plegaria compuesta de los siguientes fragmentos bíblicos Dt 6,4-9,11,13-21, Nm 15, 37-41), ademas el recitarla diariamente resultaba para el judio piadoso una obligación que emanaba de la exigencia de vivir y de confesar su fe Todo miembro enterado de la comunidad estaba autorizado a explicar la ley en el culto, pero es comprensible que se formase la clase de las especialistas en Escritura (rabinos) La explicación que dieron se transmitió, al principio, oralmente, fijándose mas tarde (a partir del s II d C) en la Misna y el Talmud De esta forma el escuchar va ganando en el judaismo cada vez mayor importancia, tanto mas teniendo en cuenta que, según los rabinos, se había cerrado el tiempo de la revelación la batkol (hija de la voz) que Dios deja oír de vez en cuando, no es mas que un eco retardado de la revelación, sin que tenga ninguna obligatoriedad doctrinal para los rabinos (St-B I, 125 ss)

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(ÓLKODO}) Oír

3 Lo mismo que los hombres escuchan a Dios, asi también lo hace Dios con ellos Esto constituye una distinción del Dios viviente respecto de los ídolos que tienen oídos pero no oyen (Sal 115,135, 17 y passim) esta apreciación la incorporo también el judaismo tardío (Sab 15, 15) Los salmistas acostumbran a orar «Préstame oído y escucha mis palabras» (Sal 17,6, cf 31,2,86,1 y passim) y, en sentido figurado, se habla frecuentemente en el AT de los oídos de Dios, que oye lo que los hombres dicen (Nm 12, 2), tanto las quejas como el murmullo de su pueblo (Ex 3,7, Nm 14,27) En los LXX, ademas de akouó, se encuentra con frecuencia el intensivo eisakouo (Ex 16, 7 8912) Pero Dios no solo oye, sino que escucha las oraciones, esto puede expresarlo también sama', akouó (Sal 29, 11 LXX) Pero la mayoría de las veces se emplean en los LXX los compuestos eisakouo y epakouo este es frecuente especialmente en el antiguo lenguaje oracional y traduce el hebreo anah, contestar, atender (cf ehaKoveiv [eisakouein] por el hebreo 'anah en Sal 3, 5, 19, 2 7 10 LXX, Is 49, 8, etc) Creación bíblica es el termino honiZoftai [enotizomai], advertir, oír derivado de ooq [oys], oído, y que casi siempre corresponde al hebreo ha'azináh (Sal 5, 2, 38, 13 LXX) De manera que el AT contiene toda una serie de expresiones, en las que se apoya la certeza de los piadosos, de que Dios oye y escucha las oraciones Con singular belleza se encuentra esto formulado en Sal 94, 9 «6No va a oír el que formo el oído''» Por supuesto que la culpa humana se puede interponer entre Dios y los hombres, ensordeciendo el oído de Dios, de modo que no oiga (Is 59,1 s)

III 1. En el NT el empleo de akoúó se acomoda esencialmente al uso profano griego y de los LXX Lo tenemos con acusativo en Mt 7, 24 (oír la palabra), con genitivo en Mt 2,9; Me 14,64 (oír al rey, oír la blasfemia), con apó en Jn 1, 5, con ek en 2 Cor 12, 6 (oírlo de él o de mí), con para en Jn 8, 40 (oírlo de Dios como autor). El sustantivo akoe indica a) el aparato auditivo (1 Cor 12,17), b) la audición (2 Pe 2, 8, también Rom 10,17, Gal 3,2.5. el, áKofjg m'a-tscag [ex akoés písteos], como resultado de un oír creyente [Zahn, de modo parecido, Bengel, Schlatter]); c) el oído, espec en plural (Me 7, 35, Hech 17, 20 y passim), d) en Mt 4, 24, 14, 1 y passim akoe designa la noticia (sobre Jesús), el Xóyoq ÍKOÍJQ [lógos akoés] de 1 Tes 2,13; Heb 4, 2 es la palabra del anuncio, el mensaje, en la cita de Is (53, 1 LXX) en Rom 10, 16 akoe significa también el mensaje, según esto, la akoe písteos de Rom 10, 17 y Gal 3, 2 5 se refiere al mensaje apostólico, que tiene como contenido la fe y que se dice y recibe como palabra de Dios (1 Tes 2,13). De sabor hebraizante es la expresión intensiva déla cita de Is 6 9 = Mt 1^ 14 ancor) áKOüaete [akoé akousete], oíd con vuestros oídos De entre los compuestos se utiliza eisakoúó en 1 Cor 14, 21 (enlazando con Is 28, 11; Dt 1, 43), dicho del oír ( = obedecer) por parte del hombre (sobre la audición de Dios cf III, 5) Parakoúó (atestiguado en el griego profano desde el s. V a C, raro en los LXX) significa en Me 5, 36 entreoír, hacer el desentendido (cf Is 65, 11 LXX); en Mt 18, 17 equivale a no querer oír, ser desobediente El sustantivo parakoe = desobediencia, aparece una vez en Platón, lo desconocen los LXX y además se usa en la terminología postcnstiana En Rom 5,19 se habla de la desobediencia de Adán contra Dios, en 2 Cor 10,16 son los corintios los que desobedecen a Pablo y en Heb 2, 2 se trata de la desobediencia humana contra la palabra de Dios transmitida por los ángeles El sinónimo enótizomai (cf II, 3) se encuentra en Hech 2,14 dicho de la audición humana, en Hech 16,25 el verbo raro enaKpoaop.ai [epakroáomai] (atestiguado desde Platón, desconocido en los LXX) significa escuchar, el correspondiente sustantivo aupoonriQ [akroates], el oyente (literariamente atestiguado desde el s V a C y que también aparece en Is 3, 3 LXX, Eclo 3, 29), lo tenemos en Rom 2, 13 y Sant 1, 22.23.25, donde el oidor de la ley (o de la palabra) se contrapone al que la cumple 2 a) Las múltiples vanantes de significado de akoúó se perciben al plantear la cuestión teológica sobre cómo escuchan los hombres el mensaje neotestamentano Este mensaje tiene como contenido a Jesucristo, el mesías prometido en la antigua alianza A los que creen en él se les otorga la plenitud de la salvación y una nueva revelación, que supera a la del AT, la revelación, que ha cobrado figura concreta en él, no se percibe únicamente por el oído, sino que entra por todos los sentidos (Jn 1, 14, 1 Jn 1, 1) Esencialmente se trata de oír y ver (-> ver, art. ópoxo [horáó]) Jesús proclama dichosos

Oír (áKoóco)

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los ojos y oídos de aquellos que se han convertido en testigos de la salvación deseada por los piadosos de tiempos pasados (Mt 13,16 s par). A los discípulos que le envía el Bautista desde la cárcel, les dice Jesús: «Id a contarle a Juan lo que habéis visto y oído» (Mt 11,4 par), y siguen los prodigios obrados por Jesús. Sobre el monte de la transfiguración ven los discípulos la gloria oculta de Jesús y oyen la voz que les dice: «Escuchadlo» (Mt 17, 5 par). La alabanza de los pastores en el relato de la navidad se refiere, lo mismo que la profesión de los apóstoles ante el sanedrín, a lo que han oído y visto (Le 2,20; Hech 4,20). b) Con la aparición terrena de Jesús este oír y ver se extiende igualmente al acontecimiento de pascua y pentecostés. La visión fundamental que, según 1 Cor 15, 9, Pablo tuvo de Cristo se nos aclara en Hech 22,14.15: Pablo será testigo de lo que ha visto y oído. Lo mismo narran los evangelios respecto de los demás discípulos: con el ver al resucitado se asocia el oír de la misión apostólica, que Jesús confiere a los discípulos (Mt 28,18 ss; Me 16,15; Le 24,46 ss; Jn 20,21; Hech 1,8). Según Hech 2,33, pentecostés, cuya amplia repercusión en las comunidades vemos por 1 Cor 12-14, fue también un ver y oír. Al contexto de este acontecimiento pertenecen también las revelaciones y visiones de Pablo, mencionadas en 2 Cor 12,1 ss; durante el arrobamiento el apóstol oye «palabras inexpresables, que un hombre no es capaz de repetir» (v. 4). El oír juega un papel importante también en las visiones reveladoras (Ap 1,10; 5, 11.13, etc.). Sin embargo, el misterio de nuestra redención es insondable; no hay ojo que haya visto, ni oído que haya oído, ni corazón humano que haya podido comprender lo que Dios tiene preparado para los que le aman (1 Cor 2, 9). c) El mensaje de Cristo se basa en el acontecimiento fundamental de la revelación. Se conserva la relación con la revelación veterotestamentaria: el evangelio se anunció de antemano por los profetas en la sagrada Escritura (Rom 1,2). Para el mensaje cristiano se exige la fe; pero la fe presupone la audición y ésta a su vez el anuncio (Rom 10,14 ss). Mas, por el contrario, el ver no es presupuesto fundamental para la fe, como podemos deducir de Jn 20, 29. d) El NT no distingue entre la palabra de Jesús y la de los -> apóstoles: «Quien os escucha a vosotros, me escucha a mí» (Le 10, 16). Los apóstoles son los testigos plenipotenciarios de Jesús; la palabra que dijo Jesús la transmiten con toda seguridad los que la han oído (Heb 2, 3); escuchar el mensaje es escuchar a Cristo y escuchar la palabra de la verdad (Ef 1, 13; 4, 20 s) o escuchar la palabra de Dios (Hech 13, 7.44 y passim). Donde ésta escucha desemboca en el hacerse creyente, trae consigo el bautismo como su consecuencia natural (Hech 16, 32 s; 18, 8; 19, 5). 3. En el NT encontramos la misma vinculación entre oír y obrar, propia del AT. En el sermón de la montaña nos encontramos con Jesús como explicador de la voluntad de Dios revelada en la ley; su palabra es más que la que se dijo a los antiguos (Mt 5,21); en su enseñanza se refleja el pleno poder que se le dio y que lo distingue de modo característico de los letrados (Mt 7,28 s; Me 1,22). Por eso, al acabar el sermón de la montaña, el señor, en una breve parábola, a aquel que oye su palabra y la cumple lo compara con uno que edifica su casa sobre roca (Mt 7, 24 ss). Le 11, 28 nos presenta a Jesús proclamando bienaventurados a quienes oyen y practican su palabra ((pvMooeiv [phylássein], cumplir). Jn 10, 16.27 trata de las ovejas que oyen la voz de Jesús y la siguen. En Rom 2, 13 contrapone Pablo los obradores y los meros oyentes de la ley (áicpoctraí [akroataí]); los meros oyentes son los judíos incrédulos, que no se dejan conducir a Cristo por la ley, mientras que los cumplidores son —según el contexto— los gentiles creyentes, que muestran tener escrita en el corazón la obra de la ley (2,14 s). La misma contraposición entre los obradores de la palabra y los meros oyentes la encontramos en Sant 1, 22 s. Porque la fe para el NT no es únicamente oír, sino obedecer (-» ónaKovco [hypakoúó],

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(&KOV(Ú) Oír

Dna.Kor¡ [hypakoé]); por esa razón todo cumplimiento de la voluntad de Dios puede deberse sólo a una postura fundamental de obediencia. 4. a) La audición de la palabra no siempre desemboca en la fe, o sea, en la aceptación de la palabra de Dios (Me 4, 16; Le 8, 13). Al oír se le tiene que juntar la comprensión, si es que la semilla esparcida de la palabra ha de dar fruto (Mt 13,23; 15,10). La postura opuesta, la que ni comprende ni quiere recibir la palabra oída, tiene como resultado el endurecimiento (-* duro). Por eso se encuentra en el NT continuamente, en especial con vistas al pueblo judío, la mención del juicio de endurecimiento de Is 6, 9 ss (Mt 13, 13 ss par; Jn 12, 40; Hech 28, 27; Rom 11, 8). Con toda claridad se les dice a los judíos en Jn que ese oír, en realidad, no es tal (Jn 5, 37; 8,43). En este sentido Esteban en su interrogatorio califica a sus jueces como «incircuncisos de corazón y oídos»; su conducta posterior lo prueba (Hech 7, 51.57). Ni siquiera los discípulos de Jesús están inmunizados contra el peligro de que les falte el recto entender y oír (Me 8,17 s), por eso en Heb (4, 5-11), empalmando con Sal 95, 8, se les pone también a los cristianos en guardia contra el endurecimiento. Contra el endurecimiento está la apertura de aquéllos a los que Dios ha abierto el oído (Is 50, 5), los cuales conservan la palabra en un corazón noble y generoso (Le 8,15); sólo a un entender de esa naturaleza se le ha concedido conocer el misterio del reino de Dios (Mt 13, 11 par). Si tal oír y entender es don de Dios, esto no quiere decir, sin embargo, que se excluya la actividad humana. Lo vemos en las numerosas y variadas «fórmulas de alerta»: «Quien tenga oídos, que oiga» (Mt 11, 15; 13, 9 par); «escuchad y entended» (Mt 15,10); «Atención a cómo escucháis» (Me 4,24); «Quien tenga oídos, oiga lo que dice el espíritu a las iglesias» (Ap 2, 7.11.17), etc. b) Sobre el oír de la consumación final habla Jn 5, 25.28: los muertos oirán en los sepulcros la voz del hijo de Dios, que resucita a los unos para la vida y a los otros para el juicio. La resurrección de Lázaro, al que Jesús llama del sepulcro con voz potente, ss presenta como anticipación de este acontecimiento postrero. 5. En el NT se habla más raramente que en el AT del oír de Dios. Enlazando con expresiones veterotestamentarias se habla dos veces de los oídos de Dios: Sant 5, 4; cf. Is 5,9 y 1 Pe 3,12; cf. Sal 34,16. La sentencia sobre que los ídolos no oyen se toma del AT en Ap 9,20. Pero Dios escucha a los que son piadosos y hacen su voluntad (Jn 9,31), por eso pueden los cristianos tener la confianza de que Dios escucha sus oraciones, con tal de que estén conformes con la voluntad de él (1 Jn 5, 14). El discurso de Esteban en Hech 7, 34 —citando Ex 3, 7— recuerda que Israel fue escuchado en Egipto. Epakoúó aparece en el NT sólo en 2 Cor 6, 2, citando Is 49, 8 según los LXX. Eisakoúó, que en el NT únicamente se utiliza en pasiva con el significado de escuchar, en Le 1,13 y Hech 10, 31 se refiere a que las oraciones de Zacarías y Cornelio respectivamente, son escuchadas. En Mt 6, 7 Jesús reprueba el modo de orar de los gentiles, que esperan que sus oraciones sean escuchadas por parlotear mucho. Heb 5, 7 dice que la oración de Jesús fue escuchada. Jesús habló con frecuencia de la certeza de que Dios escucha las oraciones (Mt 7, 7-12; Le 11, 5-13; Jn 16, 23 s). ¿No iban a ser escuchadas las oraciones que dirigió a Dios «en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas» (Getsemaní)? Heb 5, 7 s da la respuesta a la luz del resurgimiento y exaltación de Cristo: la oración de Jesús no dejó de ser escuchada. Así se confirma la certeza expresada en la historia de Lázaro, sobre que Dios oye y escucha siempre a Jesús (Jn 11, 41). La correspondencia es que también Jesús escucha a Dios como a su padre, transmitiendo como mediador de la revelación lo que le oyó (Jn 8, 26.40; 15,15): la relación de Cristo con su Padre se basa del modo más profundo en este mutuo escucharse. W. Mundle

Oír (únotKovco)

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6na.KOÚco [hypakoúo] escuchar a, obedecer; órcoiKorj [hypakoé] obediencia; únrJKoo [hypékoos] obediente I/II El verbo hypakoúo, derivado de akoüo, significa escuchar a, responder, obedecer y se utiliza en el griego profano desde Homero, sea con dativo de persona o cosa, sea —como es el caso en los LXX— con genitivo de persona. Con el significado especial de abrir (responder a la petición de que se deje entrar) lo encontramos, entre otros, en Jenofonte y Platón. El sustantivo hypakoé = obediencia es raro y, además, tardío en el uso profano (s. VI d. G); del adjetivo^Áypéfcoos, obediente, tenemos pruebas documentales desde el s. V a. C. En los LXX hypakoúo traduce en la mayoría de los casos el hebreo sama', la obediencia puede referirse a hombres (Gn 16, 2, 22,18), a la sabiduría (Eclo 4, 15; 24, 22), a Dios (Jer 3, 13.24 y passim). En Is 50, 2; 66, 4 hypakoúo traduce el hebreo 'ánáh = contestar, Is 65,24, además de presentar la variante ¿K- [ék-], refiere la respuesta de Dios a la llamada humana: escuchar, la acepción de escucha es también la del sustantivo hypakoé en 2 Sam 22, 36 (que no vuelve a aparecer en los LXX). El adjetivo hypékoos, obediente, se utiliza en Dt 20, 11, Is 17, 13, hablando de pueblos sometidos, y en Prov 4, 3, 13, 1, refiriéndose a la obediencia del hijo respecto del padre.

III 1. En el NT hypakoúo aparece con la acepción de abrir en Hech 12,13; por lo demás, este grupo de palabras (el verbo sale 21 veces, el sustantivo 15 y aparecen con la mayor frecuencia en Pablo) está determinado por el concepto de obediencia. Modelo de ella es Jesucristo, del que se dice que se hizo obediente hasta la muerte de cruz (Flp 2, 5.8). Por su obediencia, contrapuesta a la desobediencia de Adán, constituirá justos a «la multitud» (Rom 5, 19). Parecida es la formulación de Heb: Jesús aprendió lo que es obediencia mediante el sufrimiento; así se convirtió en causa de salvación eterna para los que le obedecen a él (5,8 s). La obediencia de Cristo respecto del Padre no excluye que sea el señor, al que obedecen los demonios y las fuerzas naturales (Me 1, 27; 4, 41 par); el apóstol considera como tarea suya someter toda razón a la obediencia de Cristo; Cristo es la última instancia incluso para la razón humana (2 Cor 10, 5). La obediencia a Cristo es la de la fe; ésta es la obediencia que quiere implantar entre los pueblos el apóstol encargado del anuncio de la buena nueva (Rom 1, 5; 16,26). En esa misma obediencia piensa Pablo en Rom 15,18; 16,19; incluye el sometimiento al apóstol, por el que Cristo habla (2 Cor 7, 5; 13, 3; 10, 5 s; Flm 15). Es obediencia a la predicación, que trae la justicia (Rom 6,16 s), y a la verdad (1 Pe 1,22). En 1 Pe 1,2.14 se piensa en esta obediencia: los cristianos son «hijos obedientes», porque ella debe abarcar toda su vida. 2. El uso del sustantivo corresponde al del verbo. Hypékoos lo leemos en 2 Cor 2,9 y en Hech 7, 39, además de salir en Flp 2, 8, donde se dice de Cristo. La postura obediente, que según 2 Cor 2, 9, espera Pablo de los corintios, la encuentra en los filipenses (Flp 2, 12); a los tesalonicenses, por su parte, tiene que exhortarlos a separarse de quienes no quieren obedecer a las disposiciones apostólicas (2 Tes 3,14). Junto a quienes obedecen el mensaje de fe (Hech 6,7), se encuentran los que niegan la obediencia respecto al evangelio (Rom 10, 16; 2 Tes 1, 8). Por doquier se encuentra en el fondo la idea de fe como acto de obediencia; la que se ejercita respecto de Cristo es inseparable de la que se practica respecto a sus mensajeros y al mensaje que ellos anuncian. Esa obediencia tiene que traducirse también en la vida de los cristianos. Por ello éstos se ven frenados para que no obedezcan los bajos instintos del cuerpo (Rom 6, 12); de la obediencia al señor se sigue igualmente el libre sometimiento a las autoridades terrenas, los padres y amos; por supuesto que éstos también tienen que reconocer a Cristo señor como la suprema autoridad (Ef 6,1-9; Col 3,18-20). Como escarmiento del AT se menciona en Hech 7, 39 a los israelitas, que negaron la obediencia debida a Moisés. Y viceversa, en Heb 11, 8 se presenta a Abrahán como ejemplo de obediencia creyente. W. Mundle

209

{ÓGfití) Olor

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Olor ÓGfirj [osmé] olor, perfume; evmóía [euodía] buen olor, fragancia I Osme, en jónico db¡a\ [odmé] quiere decir olor, perfume La antigüedad imagina el olor de un modo tan material que se dice, p ej., que el árbol vuelve a brotar al olor del agua (cf Job 14,9) Aristóteles ata la opimón de los pitagóricos «de que algunos seres vivientes se alimentan de aromas» (De sensu 5) El olor contiene, pues, de por sí, una virtud vivificadora. Esta concepción naturalista del olor como algo cargado de energía aparece también en la esfera religiosa. En la revelación de la divinidad juega un importante papel el aroma o la fragancia que parte de ella y que es «portadora de la vida divina» (Lohmeyer, Vom gottlichen Wohlgeruch, 13) II En el AT está también presente la idea de que el olor lleva consigo una fuerza vital- p ej, cuando en el Cantar de los cantares (Cant 4, 10, 4, 16 y passim) ensalza el perfume embriagador de su amada, cuando se compara la fuerza de Moab con el vino añejo y su aroma (Jer 48,11), cuando la fragancia de los vestidos de Jacob hace que Isaac le confunda con su primogénito Esaú (Gn 27,27). Pero es sobro todo ia tridisión battniotíi i» ^»« desde Gn hasta Nm, emplea a menudo el término se habla de la ofrenda «de suave fragancia» ante el Señor (Lv 2, 12, igualmente en Lv 1, 9 13.17 y passim) Detrás de esto está la idea de que Dios se nutre del aroma del sacrificio que sube hasta el cielo Pero Lv 26, 31 y Am 5, 21 muestran también los límites de esta concepción naturalista en el AT Dios no tiene necesidad de los sacrificios ni de su aroma. En un sentido figurado espiritualizado se habla también del buen olor de la sabiduría (Eclo 24,15) Eclo 39,14 compara las alabanzas a Dios de los justos con un suave perfume Pero incluso en este sentido metafórico aparece el trasfondo naturalista, según el cual, en el buen olor que esparcen la sabiduría y el poder divino se oculta una fuerza vivificadora.

III En el NT osmé sólo se encuentra 6 veces, de las cuales 2 en la expresión óff/wj sócodícm; [osmé euodías], de origen veterotestamentario; esta última palabra sólo aparece otra vez más con el significado de buen olor o fragancia (2 Cor 2,15), entre 2 pasajes con osmé. En el relato de la unción de Betania (Jn 12, 3) se habla de la fragancia del ungüento, que llena la casa. Además de su sentido propio, el vocablo tiene aquí un sentido simbólico: al igual que la fragancia del ungüento llena la casa, la fragancia del conocimiento llenará el mundo (cf. Bultmann, JohKomm., ad locum). En Ef 5, 2 se dice que la muerte de Cristo es un sacrificio de suave fragancia (osmé euodías) para Dios. Este empleo del término en sentido metafórico y espiritual resalta de un modo particularmente claro en Flp 4, 18, en donde Pablo llama a la ayuda que le han enviado los filipenses «olor de suavidad». El concepto ha rebasado aquí la idea de ofrenda en sentido estricto y se ha convertido en «símbolo de todos los dones que el individuo ha de ofrecer a Dios» (Lohmeyer, PhilKomm., ad locum). La concepción naturalista de la virtud vivificadora o mortífera del osmé aparece nuevamente en 2 Cor 2,14-16. A través de la labor del apóstol se esparce la fragancia del conocimiento de Dios. En efecto, el apóstol mismo es el portador de la fragancia de

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Otro (é'tepoc)

Cristo. Esta fragancia del conocimiento de Dios que actúa a través de la predicación de Pablo tiene un doble efecto: al que escucha la predicación le comunica la vida divina, al que se mantiene refractario a ella, la muerte eterna. Pablo utiliza la concepción naturalista del olor para exponer de un modo gráfico el carácter decisivo del evangelio y la virtud divina que actúa en él. Cf. también -> victoria, art. 9pian¡}eúa> [thriambeúo]. >.

O. Flender

Bibl ELohmeyer, Vom gotthchen Wohlgeruch, SAH 10,9,1919 - AStumpff, Art eimSia, ThWb II, 1935,808 ss - GDelhng, Art 6am, ThWb IV, 1954, 492 ss - RBultmann, Das Evangelium des Johannes, KEK II, 196418 (sobre Joh 12, 3) - ELohmeyer, Die Bnefé an die Phihpper, Kolosser und an Philemon, KEK IX, 196413 (sobre Phil 4, 18)

*

Otro etepot; [héteros] otro, de otro modo;

SLXXOQ

[állos] otro, de otro modo

I En el gnego profano héteros y állos tienen esencialmente el mismo significado' de otro modo Utilizados como adjetivo (a veces sustantivado) y como pronombre, introducen a una nueva persona o cosa o también a un nuevo grupo Originariamente, héteros es una forma pronominal que establece una dualidad, tanto de carácter individual como colectivo Por eso la expresión oí'ézepoi[hoi héteroi] designa también al otro grupo En el griego moderno el término héteros no se utiliza nunca II Mientras que en los LXX állos se refiere a lo otro (a diferencia de lo existente hasta ahora), e incluso puede traducir pronombres demostrativos (p. ej el hebreo 'élleh), héteros tiene aquí un sentido personal y reemplaza a algunas palabras hebreas, tales como 'is, rea', ah (hombre, prójimo, hermano), állos aparece ca 100 veces, héteros ca 150

III Esta distinción entre los dos vocablos continúa, sólo hasta cierto punto, existiendo en el NT, donde no deja de sorprender que héteros se utilice con menos frecuencia (98 veces en total) que állos (155 veces), espec. en los escritos tardíos del NT: en Jn (a excepción de 19, 37), Col, Tit, cartas de Pedro y Juan y Ap, pero incluso también en 1 y 2 Tes y en Me (a excepción de 16,12, cf. infra), el vocablo héteros está totalmente ausente. Héteros es usado con preferencia por Lucas (evangelio y Hechos). La frecuencia de ambos vocablos refleja hasta cierto punto una confrontación ideológica, lo cual se manifiesta claramente en el frecuente uso que de ellos hacen las cartas a los Corintios. 1. En concreto, dichos vocablos tienen las siguientes acepciones: a) Héteros y állos pueden designar a otra persona, cosa o a otro grupo. Héteros: Le 5, 7; 23,40. La expresión x/f arepa [té hetera] significa al día siguiente, en Hech 20,15; 27, 3. Allos: Mt 5, 39; 12, 13; Jn 5, 32. b) El plural se usa de la misma manera: Hetera: Le 10, 1; Hech 2, 13. Allos: Mt 20, 3.6; 13, 5 s (L: «algo» cayó...); también Jn 7, 12; 9, 16. c) En algunas enumeraciones (Mt 13, 5.7 s; Le 8, 6-8) y contraposiciones (Heb 11, 35 s) se utilizan alternativamente hetera y állos. En las enumeraciones hetera puede traducirse a veces por un ordinal, p. ej. Le 19,16.18.20, ó izpcótOQ... ó ósvTspo^... ó sispoQ, el primero.., el segundo... el tercero...

Oprobio

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d) En cuanto sustantivo, ho héteros designa al prójimo que nos ha sido dado por Dios en 1 Cor 10, 24; Rom 2, 1; 13, 8; Gal 6, 4. 2. Los vocablos revisten importancia teológica cuando expresan una diferencia cualitativa más o menos grande de índole externa o interna (állos: Me 12, 32; 2 Cor 1,13; 1 Cor 3, 11). Después de la resurrección, Jesús se muestra a sus discípulos en «otra forma» (Me 16, 12), de tal manera que ellos no le reconocen (cf. Le 24,16; Jn 20,15). Igualmente, durante la transfiguración (Le 9,29), la apariencia de Jesús se transforma: en esta epifanía, Jesús se revela como el hijo del hombre. Su aspecto sólo puede compararse con el del «cuerpo glorioso» de 1 Cor 15, 35 ss (cf. héteros y állos; contra los que niegan la -» resurrección). Mt 11, 3: ¿Es Jesús el mesías o hay que esperar a otro? El texto de Hech 2,4 tiene un sentido poco claro. El v. 13 alude a un hablar en lenguas de carácter extático semejante al de 10,46; 19,6; 1 Cor 12,10.30; 14,1 ss, mientras que en Hech 2,7 se habla de un prodigio «filológico» por el que cada uno escucha a los apóstoles en su propia lengua. El relato de pentecostés prepara la predicación misionera de los apóstoles y describe la efusión del espíritu probablemente en un doble efecto: la glosolalia extática y el hablar lenguas extrañas. Aquí comienza a cumplirse la promesa de 1, 8. El v. 13 establece una transición e inmediatamente comienza la predicación misionera de Pedro (cf. sobre todo Haenchen, KEK 133 ss). En 1 Cor 14,21 Pablo cita el pasaje de Is 28,11 según un texto que se aproxima al de la versión de Aquila. El hablar lenguas extrañas (en este caso la asiria), a que alude el pasaje de Isaías, es reinterpretado por Pablo como el don de lenguas o glosolalia. En 2 Cor 11, 4 y Gal 1, 6 s (héteros y állos) subraya Pablo la exclusividad de la salvación ofrecida a través de su predicación; no hay otro evangelio que el anunciado, como tampoco hay otro espíritu que el Espíritu santo; cf. también 1 Tim 1, 10. Rom 7, 23: la «otra ley», a saber, la de los instintos egoístas y carnales, es el instrumento de la «ley del pecado» y en cuanto tal se opone a la «ley de Dios», la ley de la razón. El texto de Flp 3,15 es de difícil interpretación. Pablo argumenta aquí probablemente contra ciertos fanáticos que reivindican para sí la perfección y creen estar en posesión de conocimientos procedentes de una revelación especial. Pablo recoge el tópico de la perfección y lo aplica a los cristianos: los perfectos son aquéllos que son conscientes de su imperfección y, por consiguiente, corren en el estadio tras el premio; son conscientes de que aún no han alcanzado la meta y de que aún no han conseguido el premio por el que se esfuerzan. Si hay algunos que sobre este punto piensan de otra forma (los que dicen estar en posesión de revelaciones especiales), ya Dios se cuidará de hacérselo ver. Fr. Selter Bibl Beyer, Art sxepog, ThWb II, 1935, 699 ss

Oprobio

—> Vergüenza

Oración (akém)

Oración El vocablo que, en el NT, designa la oración en el sentido más amplio es npoaevxofiai [proseúchomai]. Expresa toda manera de entrar en contacto con Dios y de aquí que pueda emplearse sin más especificaciones. En cambio, óéopcci [déomai], dénoiq [déésis], al igual que aixéco [aitéó], designan la súplica, que casi siempre hace mención de la persona a la que va dirigida y sólo se pronuncia en el acto de orar propiamente dicho. En aitéó, ccixripa [aítema], el significado fundamental de querer algo adquiere de cuando en cuando un tono algo más enérgico, a veces hasta exigente. En cambio, épcoxáco [erótáo] (cf. aitéo), cuando significa rogar, suplicar, adquiere un tono más íntimo. La oración a Dios puede ser expresada también por los vocablos fioáco [boáó], pon [boé] y Kpá£a> [krázó] que significan gritar, clamar. Se utilizan habitualmente cuando la oración a Dios o a Jesucristo procede del hombre que está en medio de una gran tribulación y adquiere, por tanto, el carácter de un grito de auxilio (p. ej. en el caso de quienes están enfermos o angustiados). También yovnnExéw [gonypetéó] expresa una actitud de oración o de súplica intensa, mientras que npooKvvéa) [proskynéo] designa más bien la invocación o la adoración rendidas, y ocivéco [ainéó] y eñiapiaxéoj [eucharistéo] la plegaria de alabanza y de -> acción de gracias.

aixkü [aitéó] suplicar, pedir; ocrcrj/xa [aítema] súplica, plegaria, petición; é.nanéxú [apaitéó] reivindicar, reclamar; éc;xixéop.ai [exaitéomai] pedir; napaixéofioii [paraitéomai] excusarse, rechazar I El significado fundamental de aitéó es querer algo, exigirlo como su parte. Según esto, en el griego profano aitéó puede significar, tanto suplicar como exigir, pedir La forma media se traduce de la mejor manera por implorar, y a veces por pedir o desear Con arreglo a eso, el sustantivo aítema significa lo pedido, tanto en el sentido de petición o demanda como en el de exigencia (p ej mxn¡ia TvpavviKOv [aítema tyranmkon], la exigencia tiránica, Plutarco, Demetr. 3) Apaitéó intensifica la idea contenida en la raíz verbal en el sentido de una exigencia (p ej. pedir cuentas, Platón, Resp. X, 599b), de acuerdo con el prefijo in- (ap-j, que lleva consigo la idea genérica de reivindicación. El derivado exaitéomai hay que traducirlo literalmente por pedir Paraitéomai, conforme al sentido del prefijo nocp- (par-), tiene el significado fundamental de desligarse de una obligación II El equivalente hebreo es sa'ai. Significa exigir, desear, pedir (Dt 10,12, Jue 5, 25; 1 Sam 12,13; Job 31, 30 y passim) Referido a Dios se aproxima mucho al significado de orar, implorar, y aparece ligado a menudo con el agradecimiento a Dios por haber escuchado una plegaria (p ej 1 Sam 1, 20; Sal 105, 40, 21, 5). También puede significar preguntar, informarse Gn 24, 57, en los LXX erótáo, y en el lenguaje forense investigar, interrogar (Dt 13, 15: épeuvío) [ereunáó]), preguntar, consultar (Jue 18, 5 en los LXX: empeorara (eperótáó) Aitéó sólo reemplaza a sa'al cuando se trata de un querer o pedir algo concreto (así Ex 3, 22, Jos 14,12, Jue 5, 25; 1 Sam 12,17)- p ej. Ana pide a Yahvé un hijo y Helí le desea que Dios le conceda «lo que le ha pedido» (1 Sam 1, 17) Las promesas que aparecen en los salmos de que Dios escuchará las oraciones que se le dirijan hay que entenderlas también sobre el trasfondo de una petición concreta

III 1. En el NT aitéó y aitéomai (que en total aparecen 70 veces) tienen casi siempre el significado de suplicar, pedir. Se encuentran aproximadamente con la misma frecuencia en todos los evangelios; en Pablo aparece muy raras veces y está ausente de las cartas pastorales, Heb y Ap. a) En lo que respecta al ámbito de la relación interhumana, se puede decir que la forma media del verbo, aitéomai, se emplea casi siempre en relación con personas de elevada categoría social (Mt 14, 7; 27, 20; Le 23, 23; Hech 9, 2 y passim) y de aquí que

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(ahéco) Oración

adquiera un cierto carácter oficial. La forma activa del verbo, aitéó, no tiene generalmente ningún matiz especial. Sólo en Mt 5, 42 tiene aitéó un cierto aspecto menos positivo, como resulta del contexto: exigir o pedir algo desagradable, o al menos experimentar la petición como algo molesto (por eso aitéó puede traducirse también aquí por solicitar o pedir un favor). Pero, en este pasaje, las palabras del Señor subrayan que, a pesar de todo, el discípulo debe escuchar y atender esta súplica (véase lo que se dice a propósito de Mt 7, 7.8). Lo que se afirmaren este pasaje tiene, pues, consecuencias éticas. Hemos de superar nuestra aversión y abrir nuestro corazón y nuestras manos al que implora algo de nosotros. Pues, a través de la súplica del otro, Dios mismo me llama a abrirme a él y a obedecerle. b) En el ámbito religioso, es decir, en aquellos pasajes en que la súplica va dirigida a Dios, no existe una diferencia de matices entre la forma activa y la forma media del verbo (entre aitéó y aitéomai). Naturalmente, el suplicar se aproxima aquí al significado de orar, en el sentido de súplica o plegaria (cf. p. ej. Mt 21, 22: pedir en la oración). Pero el NT emplea también otras expresiones para designar la plegaria; éstas se utilizan a veces paralelamente a aitéó, p. ej. -» npoaeúyopai [proseúchomai] (Me 11, 24; Col 1, 9), que aparece casi siempre sin otra especificación y designa la oración en su más amplio sentido, o también la expresión doblar las rodillas (-* yowiteréa> [gonypetéo]; cf. Ef 3, 13 s), que subraya especialmente la actitud humilde del orante ante Dios. También erótáó aparece como concepto paralelo a aitéó (1 Jn 5, 16), pero, por regla general, se utiliza cuando existe una relación muy estrecha entre el que pide y aquél a quien va dirigida la petición, como ocurre p. ej. en las súplicas de los discípulos a Jesús o de Jesús al Padre, mientras que en las súplicas de los discípulos a Dios se utiliza casi siempre el verbo aitéó. El significado originario de erótáó es preguntar (en un diálogo) y de aquí que haya conservado un carácter coloquial íntimo. Otro verbo que en NT tiene asimismo el significado de suplicar, pedir es -> óéo^xi [déomaij, que se utiliza por lo general cuando la plegaria surge de una situación concreta (por eso se emplea también frecuentemente para designar la intercesión]. Es curioso que aitéó no sea utilizado nunca por Jesús en sus plegarias u oraciones y que en lugar de este verbo aparezcan erótáó y déomai (p. ej. Jn 14, 16; 16, 26; Le 22, 32). Pero esto puede estar en conexión con las características del verbo erótáó arriba mencionadas. c) Es significativo el hecho de que, siempre que se habla de la plegaria dirigida a Dios, se pone de relieve que tal plegaria es escuchada. Cf. Mt 6,8; 7,7-11; 18,19; 21,22; Jn 14, 13 s; 15, 7.16; 16, 23 s.26; 1 Jn 3, 22; 5, 14 s; Sant 1, 5. Es como si los testigos del NT quisieran aquí animar de un modo especial a sus destinatarios a hacer oración asegurándoles que sus plegarias serán escuchadas por Dios. El NT es consciente de que toda plegaria y oración dirigidas a Dios vive de esta certeza y muere tan pronto como es puesta en duda o desaparece. ¿Cuál es el fundamento de esta certidumbre según el NT? En Mt 7, 8 se declara como una regla fundamental válida en el reino de Dios el que la oración es escuchada: «el que pide, recibe». La invitación a orar y la promesa unida a ella «pedid y se os dará» se apoyan en esta regla fundamental (introducida aquí con «pues»). Pero la fundamentación más profunda la dan algunos pasajes, tales como Mt 6, 8; Jn 15,16; 16,23.26 s; Col 1,9-12 y espec. Mt 7,9-11: Dios es un Padre que ama a los suyos más que los padres de la tierra aman a sus hijos y, puesto que les ama, no puede dejar de escuchar sus súplicas y les dará lo que necesitan. El fundamento último de esta certeza que tiene el que ora de que su plegaria será escuchada es, pues, la certeza de la bondad paternal y del amor de Dios que Jesús da a los suyos. Aquí también está contenida implícitamente otra certidumbre, que está presente en toda la Biblia: la de que Dios es un Dios vivo que ve, oye y tiene un corazón.

Oración (othéco)

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Puesto que Dios procede así con nosotros, también nosotros debemos proceder así con nuestros prójimos, es decir, debemos escuchar a quien nos pide algo (Mt 5, 42). El fundamento último de este comportamiento nuestro debe ser la bondad paternal de Dios para con nosotros que experimentamos continuamente. d) Ciertamente, hay que tener siempre en cuenta que para que la oración sea escuchada por Dios ha de ser hecha de un modo conveniente. Ya en Mt 7, 7 s se alude a ello cuando, paralelamente a pedir, se utilizan los verbos buscar y llamar. En la Biblia buscar se refiere con mucha frecuencia a Dios; expresa la actitud del hombre vuelto hacia Dios. Esto alude al mismo tiempo al contenido de la auténtica oración: ha de responder a la naturaleza de aquél a quien se dirige. Pero entonces lo que se pide en la oración ha de conformarse a él, ha de serle agradable, en una palabra: estar de acuerdo con la voluntad de Dios (pedir algo «conforme a su designio»: 1 Jn 5,14). Así pues, orar a Dios es pedirle algo bueno y conveniente (Mt 7,11) y significa, en resumen, pedir el «Espíritu santo» (Le 11,13). En otros pasajes, la auténtica oración se describe como una oración a partir de la -» fe: Mt 21,22; Sant 1, 5 s (afinidad entre Sant y Mt). En la oración no podemos olvidar nunca a aquél a quien va dirigida, es decir, al Dios vivo y todopoderoso, para quien nada es imposible y de quien, por consiguiente, hay que esperarlo todo. Dudar de él equivaldría a hacerle injusticia, a no tomar en serio su divinidad y su esencia; el hombre que dude de este modo no recibirá nada de Dios (Sant 1,7). La verdadera oración va unida a la fe y, por lo tanto, a la certeza de que será escuchada por Dios. Esta ha de ser tan grande que, por el solo hecho de estar seguro de obtener lo que se ha pedido, se recibirá (Me 11,24; 1 Jn 5,15). En los pasajes paralelos de los escritos de Juan se describe la oración que tiene su fundamento en la fe: es una oración que nace de la «permanencia en nosotros de las palabras de Jesús» (Jn 15, 7), es decir, de la estrecha relación que existe con Jesús y su palabra, que es lo que garantiza que la oración está de acuerdo con la voluntad de Jesús. En 1 Jn 3, 22, la idea tiene más bien un matiz ético: «obtenemos cualquier cosa que le pidamos porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada», esto es, porque nuestra oración procede de una conducta recta ante Dios. Aquí la unión con Jesús en la oración es expresada en una breve fórmula. Juan también a la auténtica plegaria la llama «oración en el nombre de Jesús» (Jn 14,13 s; 15, 16; 16, 24.26). Puesto que esta oración es escuchada por Dios y está segura de ello, llena nuestra vida de gozo (Jn 16, 24). Quizá está también en relación con esto el pasaje de Mt 18, 19, en donde la oración en común de varios discípulos es el signo de que ellos han postergado sus intereses particulares. En cambio la oración inauténtica, interesada, no obtendrá nada de Dios (Sant 4, 3; Me 10, 35). 2. Aitéo, pretender, exigir. Cuando aitéo se refiere a una persona subordinada toma fácilmente el significado de pedir, exigir (Le 1, 63; Hech 16, 29); también cuando el creyente reclama a su deudor lo que le ha confiado o prestado o le pide cuentas sobre ello (referido a Dios: cf. Le 12, 48). En 1 Pe 3, 15 «dar razón» (de la esperanza) tiene el significado de exigir una prueba de la verdad o de la credibilidad o, simplemente, pedir información. A partir de este significado se clarifica también el pasaje de 1 Cor 1, 22 en el que se habla de que los judíos piden «señales». Cuando el hombre se comporta de esta manera se sitúa en realidad por encima de Dios y le pide cuentas; le exige que legitime ante él lo que ha realizado en Cristo. 3. a) El término aítéma tiene un sentido profano en Le 23,24. En sentido religioso, es decir, referida a Dios, significa también oración, súplica, sobre todo la oración individual y su contenido (p. ej. Flp 4, 6 y 1 Jn 5, 15).

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(yovvnsúa)) Oración

b) Apaitéó refuerza a menudo la raíz verbal en el sentido de exigir, pero sobre todo (y con el significado de un reclamar o reivindicar) es utilizado cuando se trata de restituir algo que se ha robado (Le 6, 30, en donde se le da mayor importancia aún al mandamiento: «a todo el que te pida dale»), o cuando se habla de devolver lo que ha sido confiado o prestado durante un cierto tiempo a su legítimo propietario y dueño (Le 12, 20: la vida del hombre a Dios; aquí el comportamiento auténtico es expresado ya por el verbo, al igual que en Le 12, 48 D y passim). Exaitéomai sólo se encuentra en Le 22, 31: pedir, exigir algo a Dios, a quien pertenece realmente aquél a quien se refiere la petición (Pedro), con el fin de probar a este último y especialmente con el propósito de probar la autenticidad y la firmeza de su fe, pero con la aviesa intención de hacerle caer. c) Paraitéomai es empleado en Me 15, 6 con el sentido de pedir, en Le 14,18 s con el sentido de excusarse. En realidad, cuando la obligación de la que uno pretende desligarse es una invitación, el verbo adquiere el significado de excusarse. Si la obligación supone una exigencia imposible de cumplir el verbo puede tener el significado de rechazar, negarse a, como en Hech 25, 11 y Heb 12, 19.25 (Dios y su palabra) o también el de rehusar, desechar, p. ej. 1 Tim 4, 7; 5, 11 (en relación con la admisión en el registro de viudas de la iglesia); 2 Tim 2,23; Tit 3,10. En estos últimos pasajes de las cartas pastorales se trata (de acuerdo con la situación de los destinatarios de las cartas) de medidas referentes a la disciplina doctrinal y a la administración de la comunidad, de tal manera que aquí el rehusar y el desechar tienen más bien un carácter oficial. No se puede establecer con seguridad si el texto de Tit 3, 10 hay que entenderlo en el sentido de una «excomunión» o únicamente al igual que 1 Tim 6, 5, en el sentido de una «separación o ruptura» (P. Koine, y otros). H. Schónweiss yomnetéco [gonypetéo] doblar las rodillas, adorar I 1 yovo [góny], rodilla solo aparece en el NT (a excepción de Heb 12,12) en unión con verbos que tienen el significado de doblar las rodillas o caer de rodillas 2. En el mundo griego, en donde había entrado esta costumbre procedente de oriente, el hincarse de rodillas era una postura que adoptaban los esclavos ante su señor o el que hacía oración ante los dioses, la mayoría de las veces no se expresa esta costumbre con el verbo gonypetéo, sino con los sustantivos KpooKDvnoiQ [proskynésis] (cf. el art correspondiente) e instan [hiketeía] Aquí la idea fundamental es también diferente (proskynéó, besar la mano). II En Israel la ceremonia de la genuflexión, procedente de oriente, se introdujo en el AT solo cuando los reyes comenzaron a asemejarse a los grandes soberanos orientales y empezaron a exigir idénticos signos de sumisión (1 Cr 29, 20); pero al mismo tiempo se observa también la aceptación de la costumbre de la genuflexión ante los dioses, común entre los pueblos orientales Una característica del AT es que esta actitud es referida también a la época mesiámca futura (Is 45, 23). Así pues, en el AT, el hincarse de rodillas es un signo de sumisión y de acatamiento, de humildad y de respeto ante Dios omnipotente (Sal 95, 6)

III 1. En el NT el plural tá. yóvaxa. [tá gónaía] aparece unido a xMvaí [tithénai] o a Káumsiv [kámptein] en el giro humillarse, doblar las rodillas. Este expresa: a) el respeto ante aquéllos que ocupan una posición social más elevada o la postura de acatamiento ante el rey, es decir, el reconocimiento de su poder y grandeza (al igual que en Me 15, 19, este giro aparece aquí paralelamente a -> npoaKuvéco [proskynéó], sin ningún matiz diferente en cuanto al significado), la adoración y veneración, que sólo son debidas a Dios y no a los ídolos (Rom 11, 4); el reconocimiento de Dios como soberano juez (Rom 4, 11) o el reconocimiento de Jesús como el Señor en toda su majestad y en toda su dimensión cósmica (Flp 2, 10).

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Oración (óéo¡iai)

b) Esta construcción tiene un contenido espec. relevante en Le 5, 8, en donde expresa la actitud humilde del hombre que, ante la abundancia de la gracia que Jesús le otorga, reconoce su pecado y su extravío y, por tanto, el carácter gratuito de la gracia. El caer de rodillas ante Jesús es un signo de penitencia y, por consiguiente, de la conversión y del cambio de vida que lleva consigo la fe. De un modo análogo, en Jn 9, 38 proskynéó es el signo de la fe en Jesús. c) En otros muchos pasajes, el ponerse de rodillas es simplemente un gesto que acompaña a la oración (cf -* izpooBÓxonocí [proseuchomai], -> óéop.oa [déomai], -* aixéoj [aitéó]) y subraya su seriedad y urgencia, como p. ej. en Le 22, 41; Hech 7, 60, 9, 40 y passim 2. Gonypetéo es utilizado paralelamente a las construcciones arriba citadas (p. ej. Mt 27, 29), pero sobre todo para subrayar el carácter apremiante de una súplica o pregunta (pedir de rodillas), p ej. en Mt 17, 14; Me 1,40 (en Mt 8, 2, pasaje paralelo al anterior, se utiliza el verbo proskynéó); 10, 17. H. Schónweiss

déop.a.1 [déomai] pedir, rogar; bír\ TipooKvvéco [proskynéo]). Pero también npoGEÓxsoSai [proseúchesthai] puede dirigirse a Jesús (p. ej. Ap 5,8; Hech 9,39 s; también en Hech 9,11 la oración se refiere a Jesús, ya que aquí se quiere hacer resaltar algo radicalmente nuevo en la vida de Pablo). Con ello queda bien claro que la comunidad primitiva considera a Jesucristo como a su «Señor» y cabeza viviente, que, a través de la muerte, ha llegado a la vida (-» resurrección). Por tanto, y al igual que ocurría durante su existencia terrestre, se puede establecer con él un contacto vivo, personal, y se puede mantener con él un diálogo (cf. Hech 9, 10-16; 2 Cor 12, 8 s). De aquí se deduce que la auténtica oración no ha de entenderse como un monólogo, sino como un diálogo en el que el orante aprende también a escuchar en silencio la palabra y el mandato de Jesús. Por consiguiente, en el NT la oración es también algo muy personal y concreto, un auténtico diálogo con Dios o con Jesucristo. Y puesto que el hombre religioso del NT conoce la paternidad de Dios de un modo aún más claro que el del AT, su oración nace de una confianza filial que se manifiesta también en el modo de dirigirse a Dios llamándole «Padre» (algo característico del NT), tal como Jesús enseñó a sus discípulos (Mt 6, 6-9; Le 11, 2; Ef 3, 14 s; o el vocablo arameo Abba: Rom 8,15; Gal 4, 6). Justamente aquí aparece con toda claridad el contraste entre el concepto neotestamentario de oración y el del judaismo tardío.

Oración {npoaeúxopai}

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b) La certeza inconmovible que tiene el que ora de que su oración será escuchada (cf. art ahéw [aitéój) es mayor aún en el NT que en el AT, pues se funda en la experiencia del amor paternal de Dios en Jesucristo Jesús ha fortalecido conscientemente esta certeza que procede de la fe y ha anunciado que no será vana (p. ej. Me 11,24: «Creed que os lo han concedido»). Esta certidumbre tampoco se deja conmover por experiencias contrarias (según las cuales Dios parece no escuchar la oración), de tal manera que se llegue a dudar del amor paternal de Dios o de la fuerza de la oración (Jesús en Getsemaní) c) El poder de la oración es grande cuando se hace de un modo conveniente- en ella se expresa la -»• fe que justifica (Le 18,10.14); esta oración otorga el Espíritu santo (Le 11, 13), clarifica sobre el camino a seguir (Me 1, 35-39), a través de ella el orante recibe la armadura de Dios, pues la oración es realmente el camino a través del cual el discípulo obtiene todos los dones espirituales. Es, por decirlo así, la mano que el hombre tiende y Dios Oena (Ef 6,17-20) Así, la oración adecuada supera toda inquietud (Flp 4, 6). Pero a la vez es también una lucha con los poderes del mal y de las tinieblas (Rom 15,30; Col 14, 12; cf. Mt 6, 13) Por otra parte, el NT conoce también los obstáculos que pueden hacer que la oración sea inoperante: la licencia y la falta de amor (1 Pe 3,7; Sant 4,3), la duda y la incredulidad (Sant 1, 5-7), la intransigencia (Mt 5, 23 s, Me 11, 25) d) En cuanto a su contenido, la oración neotestamentana puede abarcar desde las cosas más pequeñas hasta las más grandes, desde las peticiones cotidianas hasta la vida eterna El mejor ejemplo de esto es el padrenuestro (Mt 6, 9 ss y Le 11, 2 ss). Aquí, la suplica por el pan cotidiano y, por tanto, por todas las necesidades de cada día aparece entre la plegaria por la venida del reino de Dios y el cumplimiento de su voluntad, por una parte, y la súplica por el perdón de los pecados, por la preservación en medio de la tentación y por la liberación de toda maldad (-> malo) y también del mal personificado (cf. art novtjpÓQ [poneros] III, 2b), por otra. Evidentemente, el hecho de que el padrenuestro comience con las súplicas que se refieren a Dios, a su voluntad, a su reino y a su nombre tiene un significado En Mt 6, al igual que en Le 11, el padrenuestro aparece en medio de una sene de consideraciones mas amplias sobre el modo de orar rectamente (Mt 6, 5-15, Le 11, 1-13) es necesario hacerlo con sencillez, recogimiento, constancia confiada y paciente, y obediencia e) Al igual que en el AT, las diferentes clases de oración son la plegaria de intercesión, cuya eficacia ponen de relieve Pablo y Santiago, sobre todo (Rom 15, 30; 1 Tes 5, 25, 2 Tes 3,1, Sant 5,14-18) y que debe extenderse a todos los hombres, incluso a los enemigos (Mt 5, 44), la oración de alabanza y de -• acción de gracias (art aivéco [aineo] y art. eñxapiaxém [eucharistéó]) y la adoración (que se dirige a Dios mismo y no se refiere a sus dones, sean terrestres o espirituales, cf. sobre todo el Ap) Se dice a menudo que la oración ha de ser incesante (p. ej EKXBVÓX; [ektenos], Hech 12, 5; 1 Pe 1, 22, cf. también -> paciencia, art tcaptepéca [karteréó]) Esto quiere decir que el cristiano debe vivir siempre en la presencia del Señor y en diálogo con él, es decir, orientado continuamente hacia él (Col 4, 2 y passim). La postura de plegaria era o bien de rodillas (Hech 21, 5; Ef 3,14), de tal manera que a veces se postraba uno sobre su rostro (Mt 26, 39), o bien de pie (Me 11,25; Le 18,1113) y en ocasiones levantando las manos (1 Tim 2, 8) La oración comunitaria parece haber sido comente en la primitiva cristiandad, tanto en el culto (1 Cor 11, 4 s, 14, 13-16 26) como en círculos más reducidos (Mt 18,19, en donde Jesús hace una promesa especial a la oración hecha en común, Hech 2, 46 s, 12, 12), si bien la oración individual continúa siendo la fuente de todas las demás (Mt 6,6; la oración retirada de Jesús- Mt 14,23, Me 1, 35, Le 5,16,6,12,9,18). Sin duda había también fórmulas para orar; pero no se ajustaban

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(Ttpoaevxofiai) Oración

a un esquema rígido, como lo demuestra el hecho de que existan dos variantes del padrenuestro (Mt 6, 9 ss; Le 11, 2 ss). 2. La oración en cada uno de los autores neotestamentarios a) Es curioso el uso frecuente de proseúchomai en los escritos de Lucas. Para Lucas, la oración es una manifestación capital de la fe y de la vida cristianas. Para él, Jesús es el modelo en quien debejnspirarse el que ora (Le 11,1). Las ocasiones más importantes de la vida de Jesús y de sus apóstoles, así como de su iglesia, se caracterizan porque en ellas se adopta ante Dios una actitud de oración; todas las decisiones importantes se toman a partir de la oración (Le 3,21 s; 6,12 s; 9,18.28 ss; 22,44; 23, 34; Hech 1,14.24 s; 6,6; 9,11; 10, 9; 13, 3). El hecho de que la oración fuese experimentada como un auténtico diálogo con Dios nace de una realidad: los que hacen oración reciben a menudo instrucciones muy concretas de Dios (p. ej. Hech 10, 9 ss.30 ss; 13, 2). b) En Juan no aparece nunca el grupo lingüístico de eúchomai. Cuando se habla de la oración de Jesús (como p. ej. en Jn 11,41; 17,1), se utilizan los vocablos que expresan la idea de hablar y de conversar y sólo se los califica haciendo notar que Jesús eleva sus ojos al cielo. Por otra parte, es sorprendente el hecho de que Jesús habla casi siempre con su Padre celestial partiendo de una situación concreta y lo hace públicamente, sin retirarse especialmente para hacer oración (esto aparece con toda claridad en Jn 12,27 s). Con ello, Juan pone de manifiesto que Jesús está en contacto permanente con Dios, de tal manera que la oración no supone para él un acto especial; Juan entiende la totalidad de la vida de Jesús como oración. Pero al mismo tiempo pone de relieve la singularidad de la relación de Jesús con Dios subrayando que él nunca hace oración juntamente con sus discípulos. c) Pablo subraya, ante todo, que la auténtica oración ha de hacerse en el espíritu (Rom 8,15.26; Gal 14,6; en ambos pasajes Pablo emplea —junto a proseúchomai en Rom 8, 26— el verbo tcpáC,co [krázo], gritar, clamar, que aquí expresa la libertad, el gozo y la confianza de la oración que proceden de la conciencia de ser hijos de Dios). Por consiguiente, no nace de las posibilidades humanas ni puede considerarse como una obra meramente humana. Al igual que la fe, de la cual procede y con la cual casi se identifica, es un don de arriba (cf. también Ef 6,18: orar en el espíritu). Para Pablo, la oración es, a fin de cuentas, una conversación del -» espíritu que habita en el creyente y que lo «mueve» (Rom 8, 14), con el mismo Dios, que «es espíritu» (2 Cor 3, 17; cf. Jn 4, 23 s). Por eso la eficacia de la oración tampoco depende de las dotes de persuasión del hombre ni de una determinada condición interior. El apóstol subraya más bien que la oración en el espíritu da testimonio de la certidumbre de la salvación y a la vez la corrobora (Rom 8, 16). Cuando Pablo, en otro pasaje, dice que da gracias a Dios «por Jesucristo» (Rom 1, 8; 7, 25), se refiere a lo mismo. Pero Pablo conoce también un orar en el espíritu que rebasa los límites del discurso humano y las fronteras de la comprensión del hombre: el llamado orar en lenguas o en el espíritu (1 Cor 14,14-16). No obstante, deja bien claro que él pone la oración comprensible para todos por encima de la oración en lenguas (1 Cor 14, 19; cf. -» lengua), ya que sólo ésta es capaz de edificar a la -> comunidad (-> casa, art. OÍKOQ [oikos]). De todos modos, Jn 4, 23 s («adorar en espíritu y en verdad»: cf. art. npoGKüvéío [proskynéó]) muestra que, también para Juan, lo nuevo de la oración cristiana es que es una oración en el espíritu. d) A este respecto, Sant 5,13 ss merece una mención especial: aquí se dice, por una parte, que la oración ha de acompañar toda la vida del cristiano, tanto en los días buenos como en los malos y que el cristiano ha de presentar ante Dios en la oración, por así decirlo, todo lo que le ocurre y le toca en suerte; por otro lado, la oración, juntamente con la imposición de manos, la unción con óleo y la confesión de los pecados, es recomenda-

Oración (npooKüvéco)

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ble para los enfermos. Por otra parte, la -> imposición de manos («orar sobre él») y la unción (-»• ungir) con óleo son concebidas como una concretización y una expresión gráfica de la oración en cuanto algo que actúa sobre el individuo; el papel que tiene aquí la confesión de los pecados es el de remover los obstáculos que dificultan la oración. Finalmente, proseuche aparece en Hech 16,13.16 (sólo aquí) con el significado de sitio de la oración. H. Schónweiss npooKvvéü) [proskynéo] adorar, postrarse; npoffKDvnzr¡Q [proskynetes] adorador I Según la mayoría de los investigadores, el significado fundamental de proskynéo es besar. El prefijo muestra su conexión con representaciones cultuales prehelénicas: en los relieves egipcios están representadas personas en actitud de adoración que con la mano extendida lanzan un beso a la divinidad (npoa- [pros-]) Entre los griegos proskynéo es un término técnico que designa la adoración de los dioses o la religión y tiene el significado de caer de rodillas, postrarse, venerar postrado Probablemente se llegó a este significado, porque para besar la tierra (cf la divinidad tónica) y los ídolos había que postrarse Más tarde, proskynéo fue utilizado también en relación con la divinización del soberano y con el culto romano al emperador Ademas del acto externo de la genuflexión y de la adoración, proskynéo puede designar análogamente la actitud interior de respeto y humildad. II En la versión de los LXX proskynéo traduce los términos hebreos histahawah (hitp de saháh) y (casi únicamente en Dn) ságad, el significado fundamental de ambos es inclinarse, encorvarse, hacer una reverencia Mientras que en griego proskynéo es generalmente transitivo, en los LXX falta casi siempre el acusativo correspondiente En su lugar aparece una constricción preposicional (que traduce un giro con V) en tierra (con éní [epí] Gn 18, 2 y passim), ante el pueblo (con évavu'ov [enantion] Gn 23, 12 y passim), ante Dios (con évomiov [enópion] Sal 22, 28, ante su santo templo (con npoi [pros] Sal 5, 8); también aparece en lugar de esto una construcción con dativo (Gn 24, 26 y passim). Este semitismo delimita la adoración de Yahvé de toda adoración pagana y más o menos panteísta de los dioses Pues el Dios de Israel no es adorado mediante imágenes y, por COIlSlgUieilte, tampOCO p u e d e Ser a d o r a d o « p a l p a b l e m e n t e »

N o o b s t a n t e , este v o c a b l o c o n s e r v a s i e m p r e el

significado concreto de «inclinarse», solo que esto es entendido como una inclinación ante la voluntad del Altísimo (cf. Ex 12,27 s s) Al igual que el acto de juntar o cruzar las manos y los brazos expresa el recogimiento del que ora, y de la misma manera que el acto de levantar las manos expresa la actitud de súplica, la inclinación del cuerpo simboliza la inclinación ante la voluntad de aquél a quien se dirige de este modo Cuando proskynéo se refiere a hombres supone siempre una actitud de veneración ante aquél que tiene mayor jerarquía o cuyo poder es superior (cf 2 Sam 18, 21) De todos modos siempre había limites a este respecto, como lo muestra Est 3 (cf v 2 y v 5), en donde un judío, en peligro de muerte, se aviene a prosternarse ante un príncipe pagano

III 1. En el NT el término aparece 59 veces, de las cuales 24 en Ap y 11 en el evangelio de Jn, 8 en Mt («el evangelio del rey»). El significado veterotestamentario del vocablo es recogido y ampliado. Aquí proskynéo (construido con dativo o acusativo sin que exista diferencia en cuanto al significado) sólo se utiliza en relación con Dios o con Jesucristo (en Mt 18, 26 el rey también es un símbolo de Dios). En Hech 10, 25 s; Ap 19, 10; 22, 8 s se declara explícitamente que la adoración sólo ha de prestarse a Dios, no a los apóstoles (Pedro) ni siquiera a los ángeles. Por eso, en todos aquellos pasajes en donde se adora a Jesús, se da a entender de un modo expreso o tácito que Jesús es el rey (Mt 2,2), el Señor (Mt 8, 2), el Hijo de Dios (Mt 14, 33), que posee la plena potestad divina (p. ej. Mt 14, 33; Me 5,6; 15,19). Por eso la actitud de adoración va unida a menudo a la súplica en medio de la tribulación, y la corrobora; pero además es signo de la fe firme y confiada en el auxiliador y salvador divino (p. ej. Mt 8, 2; 9, 18; 15, 25). En Jn 9, 38 la postura de adoración es realmente el signo, la concretización de la fe: creer significa adorar a Jesús, reconocerle como el Señor, prestarle acatamiento como a rey que es. De aquí que la adoración se preste ante todo al Señor Jesucristo y glorificado (Mt 28, 9.17; Le 24, 52). Cuando en Mt 4,9 (Le 4,7) el diablo, invirtiendo el verdadero orden de las cosas, pide a Jesús que se prosterne ante él y le adore, demuestra claramente que él es el gran

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{npooKuvúa) Oración

adversario y antagonista de Dios, el que se arroga para sí lo que sólo a Dios pertenece (Mt 4,10; Le 4, 8) y el que intenta trastornar así todos los planes y disposiciones de Dios. 2. En conexión con esto, la postura de adoración se convierte en un signo de la actitud religiosa fundamental del hombre: su actitud de adoración muestra quién es su Dios, si el verdadero Dios o los ídolos y demonios, o el mismo Satán (cf. Ap 9, 20; 13, 4.8.12 y passim); pues la relación del hombre con Dios se expresa de un modo especial en la adoración, sobre todo en la oración. De aquí que la llamada al arrepentimiento pueda adoptar la forma de un «¡adorad a Dios!», es decir, reconoce su poder creador y su majestad como juez, su soberanía excelsa y su exigencia (Ap 14, 7). En Jn 4, 23 (la única vez en que aparece el sustantivo proskynétés) y en el v. 24 dice Jesús que la auténtica adoración sólo puede nacer cuando el hombre es introducido en el ser de Dios, que es espíritu y verdad (por medio de Jesucristo y de su espíritu). 3. Cuando proskynéo es utilizado en un sentido absoluto significa algo así como participar en el culto, hacer oración, adorar (p. ej. Jn 12,20; Hech 8, 27; 24,11). A partir de aquí, proskynéo ha adquirido en Ap el significado de un tipo especial de oración, la adoración. En los diferentes himnos de adoración del Ap (4, 8-11; 5, 8-10.12-14; 7,10-12; 11,15-18; 12,10 s; 15,3 s; 16, 5-7; 19,1-7) aparecen bien delineadas sus características: fija su atención en el mismo Dios (o en Jesucristo), en su ser (no en sus dones, como ocurre en la oración de acción de gracias) y en su acción a escala universal (creación: Ap 4, 8-11; gobierno: 15,3 s; 16, 5-7: salvación, 5, 8-10: consumación: 11,15-18). Los himnos alaban a Dios con giros siempre nuevos, con conceptos y títulos que cambian continuamente, y le atribuyen los valores y cualidades más elevados (eternidad, omnipotencia, gloria, sabiduría, santidad, poder, etc.), para intentar —de un modo balbuciente— expresar y confesar lo que es Dios. A menudo esto aparece bajo la forma de aclamaciones dirigidas al rey: «¡digno eres!» (Ap 4, 11; 5, 9.12), «¡salud!» (7, 10). Se entremezclan también llamamientos

a la oración (aleluya; amén: 7, 12; 19, 1.3.4). Una atmósfera de grandiosidad llena todos estos cánticos. En esta adoración ante Dios cesa toda súplica y acción de gracias meramente humana (cf. Mt 6, 13b). H. Schónweiss PARA LA PRAXIS PASTORAL

La oración aparece siempre que el hombre entra en relación con Dios, es decir, siempre que según la terminología bíblica «cree». De aquí que oración y -> fe tengan los mismos presupuestos: sólo son posibles porque Dios, abandonando su soledad y su ocultación, rompiendo su silencio, ha revelado al hombre su ser mismo, su nombre y su voluntad y le ha hablado. El hombre sólo puede entrar en relación con Dios porque Dios ha entrado en relación con él en Jesucristo, en quien todo es recapitulado y llevado a su plenitud. El hombre sólo puede hablar con Dios porque Dios le ha dirigido de antemano la palabra. En la oración el hombre se sitúa ante la llamada y el ofrecimiento de Dios. Por eso la oración es, en último análisis, la respuesta del hombre a la palabra de Dios. De aquí que sólo pueda permanecer viva cuando está unida a la palabra de Dios, cuando brota continuamente de esta fuente. Por consiguiente, la oración no es simplemente una reflexión del hombre sobre sí mismo, sobre su ser y su finalidad, ni tampoco un quedar absorto en sí mismo, en las profundidades de su propia alma, ni es tampoco (en cuanto oración de intercesión)

Para la praxis pastoral

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primariamente una expresión de su vinculación al prójimo, de su pensar-en-él y, por tanto, de su fraternidad, sino que tiene como «enfrente» a un Dios vivo y personal, que escucha, ve y habla Dado que la fe y la oración hacen que Dios sea realmente Dios, es decir, no ponen ningún límite a su poder ni a su libertad, y dado que ambas están seguras de la fidelidad y del amor de este Dios, que ha prometido escuchar el clamor del que ora, la oración sabe que será escuchada, está firmemente convencida de ello (-» oír) Al igual que la fe, la oración no ve el mundo como un todo cerrado que descansa en sí mismo, sino que lo considera como abarcado por la acción de Dios, penetrado por su voluntad y por su espíritu, gobernado por su poder, para el cual no hay nada imposible, para el que ora, el mundo está abierto a Dios y, por tanto, al milagro que supone el que la oración sea escuchada. Por otra parte, la certidumbre de que la oración será escuchada no se funda en supuestos humanos, por ejemplo, en que la oración sea hecha con arreglo a determinados cánones, sino únicamente en la fidelidad de Dios, que ha prometido que ninguna plegaria será vana, aunque sólo sea un grito de auxilio en medio de la desesperación Es sorprendente cómo en el NT los gritos de socorro son escuchados en seguida por Jesús (Mt 8, 25; 9, 27, 14, 30; 15, 22, Le 23, 42 y passim) Incluso el mismo Pablo dice: «no sabemos a ciencia cierta lo que debemos pedir» (Rom 8,26), y confia en que «el espíritu en persona intercede por nosotros» Por tanto, nuestra oración, al igual que la totalidad de nuestro ser cristianos, no se apoya en nosotros mismos Siempre que oramos, el -> espíritu de Dios está presente y endereza nuestra oración. En el fondo, nuestra oración, al igual que la fe, es don de Dios y obra de su espíritu. Siempre que una oración sube hasta Dios, allí está presente el Espíritu santo Naturalmente, el que ora es consciente de que Dios no reacciona ante su oración como un autómata, sino que Dios la escucha a su debido tiempo y de que la manera en que Dios escucha la oración puede ser muy diferente de las representaciones que se hace el que ora. No obstante, el confia en que Dios quiere para él lo mejor y le otorgará lo que Sea Conveniente p a r a SU salvación C i e r t a m e n t e , el d e s t i n o p u e d o d e p a r a r situaciones

difíciles, aparentemente desprovistas de sentido, que hagan desfallecer temporalmente la fe y la oración del hombre o incluso las hagan sucumbir. En ese caso, sólo le queda confiar en que el mismo Jesucristo intercederá por él (cf. Le 22, 31 s). Puesto que el creyente no sólo refiere a Dios esto o aquello, sino la totalidad de su vida, su oración puede tener por objeto prácticamente todas las cosas, desde las preocupaciones y las alegrías más pequeñas y de todos los días, hasta la preocupación por su salvación y por la salvación del mundo y la alegría por la consumación y la bienaventuranza (cf el padrenuestro) Todo puede convertirse en oración. Por eso la oración muestra una gran riqueza de formas en cuanto súplica presenta ante Dios las peticiones personales pequeñas y grandes; en cuanto acto de contrición reconoce nuestras culpas ante Dios e implora su perdón, en cuanto oración de intercesión sale en favor de los otros, tanto del individuo como de la iglesia y del pueblo, en cuanto acción de gracias alaba a Dios y le hace patente nuestro reconocimiento y gratitud por todas las bendiciones espirituales y materiales que ha derramado sobre nuestra vida, sobre la vida de la comunidad, de la iglesia, del pueblo y de toda la cristiandad, en cuanto adoración se pone delante de Dios mismo (no ya en actitud de súplica o de agradecimiento por sus dones) y alaba su nombre y su majestad La oración es, pues, una extenonzacion vital de la fe, tan estrechamente ligada a ella que en las primeras comunidades era el signo característico de los cristianos ellos se autodenominaban «los que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo» (1 Cor 1, 2; Hech 9,14). De aquí que sea imposible considerar a la oración como un ejercicio piadoso, como una obra meritoria (cuyo mérito dependería sobre todo del número de veces que se recita, por ejemplo, como penitencia después de la confesión), como todavía ocurre en

Orgullo

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ciertas corrientes conservadoras de la iglesia católica. Pero también pierde su auténtico sentido cuando en el cristianismo de tradición evangélica se la considera como una costumbre puramente formalista y como cumplimiento de un deber religioso. La oración es más bien la expresión de un vínculo vital y de una relación personal con Dios y con Jesucristo y aquí es precisamente donde se muestra su fuerza: el hombre ya no está solo frente a sí mismo, frente a la vida, frente al mundo y sus potencias, sino que él sabe del trasfondo paternal del mundo, que se ha revelado en Jesucristo, y por eso se siente seguro en un sentido último. Ya no necesita buscar desesperadamente un sostén en o dentro de sí mismo o en un objeto, valor o acontecimiento de este mundo, sino que él se sabe más allá de sí mismo y por eso se siente realmente sostenido. Ya no necesita proseguir el monólogo de la angustia, que intenta infundirse valor a sí misma, sino que puede dirigirse a un tú. De esta manera, la soledad queda rota y superada la angustia. Ya no ve el mundo rodeado por la nada y por el caos, sino abarcado por la fidelidad de Dios y puede en adelante trabajar dentro de él con confianza y poner en él sus esperanzas. Oración y acción en el mundo están, pues, íntimamente relacionadas. Pero la una no puede reemplazar a la otra; la oración no dispensa de la acción, ni ésta de aquélla. H. Schónweiss

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Orgullo

—•

Gloriarse

Origen, principio (ápx>í)

Origen, principio ápxrj [arché] principio, origen, causa; oipxco [árchó] comenzar, dominar; apxcov [árchon] príncipe, soberano, ¿pxifóg [archégós] soberano, líder; ápxoñoq [archaios] antiguo, viejo 1 1 Arene, que desde Homero es un termino importante en la filosofía griega, significa a) principio, comienzo, b) punto de arranque, origen, c) causa primera, principio, fundamento ultimo d) poder, autoridad, gobierno El verbo archó tiene el significado genenco de a) ser el primero, comenzar, en el sentido de hacer algo antes que los demás, b) emprender algo, comenzar algo, en contraposición a lo que se hace mas tarde, c) ser el primero como jefe o líder, dominar, gobernar Archón es el participio del verbo archó y significa el soberano, el principe, el señor Archegos tiene un significado similar No obstante, archón subraya con mas fuerza el poder que lleva consigo el mando El adjetivo archaios designa a aquello que existe desde el principio o desde una época antigua^viejo, antiguo, primitivo 2 Dentro de este grupo de vocablos, arché ha adquirido un significado especial en la filosofía griega a) Este termino designa el punto en que comienza algo nuevo (en sentido temporal), que, no obstante, es considerado desde el principio como limitado por el hecho de tener fin Asi pues, la idea de principio (arche) supone siempre la idea de fin (xeÁoc, [telos]) Asi como el principio surge del infinito, análogamente el fin hace desembocar en este mismo infinito b) Arche es el punto de partida, el origen, la causa primera de todo ser, es decir, el principio ultimo (p ej en Tales el agua, en Anaximandro el infinito, en Anaximenes el aire) Sin embargo, el significado de arche va experimentando un cambio paulatino y pasa a designar, en lugar de la sustancia originaria, las leyes fundamentales por las que se rige la evolución y el devenir del cosmos c) En la Stoa, los ipxai [archai] son Dios (SEOI; [theos]) y la materia (vln [hylé]) D Muller II En la versión de los LXX este grupo de vocablos traduce alrededor de 30 equivalentes hebreos —si bien muchos de ellos solo aparecen de un modo esporádico Hay que destacar los significados siguientes 1 El verbo areno reemplaza con la máxima frecuencia a halal en hifil (p ej Gn 6, 1, Jue 10, 18) y a ya al también en hif (p ej Gn 18, 27, Dt 1, 5), ambos designan el comenzar en cuanto principio de una acción, que en el segundo de los casos va ligada a la superación de trabas o de costumbres Esta acepción es muy corriente y no tiene nmgun contenido teológico especial También el sustantivo arche designa (p ej Gn 41,21, Dn 9,21) el comienzo de un proceso (en hebreo t'hilláh) 1 El momento del comienzo temporal, que es el que predomina en el verbo, aparece en el sustantivo arché en un sentido cualificado y en expresiones en que este reemplaza a 'ólam, antaño, desde antiguo (solo en Jos 24, 2 e Is 63, 16 19) o a qedem, con un sentido idéntico o parecido p ej Hab 1, 12, Sal 73, 2, Mi 5, 2) No solo designa un pasado lejano en el tiempo (qedem es originariamente el principio, el este), sino también el estado (aun en el caso en que se de un juicio negativo sobre este estado Ez 16, 55), meluso el estado primitivo, el origen del pueblo o del mundo (cf art aicuv [aion] en -> tiempo, -» creación) En este sentido, el significado de arché abarca desde el estado anterior (presente en la memoria), pasando por los tiempos antiguos (Is 37, 26) hasta llegar al estado primitivo El adjetivo archaios, viejo, antiguo tiene aproximadamente la misma gama de significados (cf -» antiguo, radon [palai]) asi, p ej en Sal 138, 5 LXX ápxctia [archaia], lo primero, es contrapuesto a éoxara [eschata], lo ultimo, abarcando de esta manera la totalidad (xa nana, [ta panta]) (en el TM de Sal 139, 5 y en la versión de la NB esto se afirma en sentido espacial «detras y delante»)

3 Junto al sentido temporal aparece en seguida el que se refiere al rango superior o de primer orden, partiendo sin duda del hebreo ros, cabeza (termino que posee una gama muy grande de significados) y sus derivados rison, primero, anterior y résit, principio, primera parte, primicias, que son traducidos por arche, a menudo de un modo muy esquemático, de tal manera que este vocablo asume de esta forma significados muy diferentes Asi, en Jer 22, 6 significa «cumbre» (del Líbano), en Nm 1, 2 suma o total, «censo completo de la comunidad israelita», en Gn 2, 10 brazo o cauce principal, o sea, «no que después se dividía en cuatro brazos» En Am 6, 1 y Nm 24,20 describe una situación de primacía (entre las naciones), en Ex 12,1 se aplica al mes de la pascua, como el primero entre los demás meses del año, en 1 Re 20, 9 11 designa el lugar preeminente en la asamblea del pueblo y, en Gn 40,20, la expresión «elevar al jefe» significa la acción de restablecerlo en su cargo (cf -> primero, art npanog

{ápxtj) Origen, principio

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[prótos]). Los matices relacionados con la idea de principio y de rango preeminente toman cuerpo en algunos pasajes, por ejemplo, cuando se habla de que la apx^i rfjt; oo tiempo, que comienza precisamente con la existencia del mundo. Lo mismo se expresa en 1 Jn 1, 1; 2, 13 s; en el primero de estos pasajes el sujeto en neutro expresa aún con más claridad lo que decimos. c) Causa primera, principio, fundamento último: existe discusión entre los exegetas sobre si en Col 1, 18 el término arché ha de entenderse en este sentido. La cuestión depende de si el arché ha de enmarcarse aquí en la serie de afirmaciones cosmológicas precedentes sobre Cristo o si después de ovvÉornKEv [synéstéken] hay un punto y comienza, por consiguiente, una nueva serie de afirmaciones. En el primer caso habría que traducir «causa primera, principio», en el segundo la palabra arché adquiriría un significado idéntico al de ofrenda): Cristo sería la primicia y el primogénito (-* primero) de los muertos. Tampoco están claros a este respecto los pasajes de Ap 3, 14; 21, 6; 22, 13: es posible que aquí se aluda a Cristo en cuanto principio de la creación, pero es posible también que en estos enunciados se exprese su condición supratemporal; en este caso, las afirmaciones en que aparece arché se aproximarían a aquéllas que se refieren al lógos (-> palabra) en Jn 1, 1 s y 1 Jn 1, 1. d) Arché en el sentido de poder, autoridad, aparece en Le 12, 11; 20, 20; Tit 3, 1 juntamente con é^ovaía [exousía], poder, y designa las autoridades civiles y las religiosas (judías). En el primero de los pasajes citados se da por supuesto que la persecución de los discípulos partirá de los jefes de las sinagogas. En Le 20, 20, arché designa la autoridad del gobernador romano de Palestina (Judea, Samaría); en Tit 3,1 se exhorta en general a obedecer al poder estatal, a las autoridades. e) En algunos pasajes del NT arché designa también a las potencias angélicas. Ello está en consonancia con la fe del judaismo tardío, que ve el mundo y la naturaleza con todos sus fenómenos y fuerzas como situados bajo el poder y la dirección de los -> ángeles. Por otra parte, aparecen diversas categorías o clases de ángeles, sin que el NT dé importancia a las especulaciones en torno a las categorías o jerarquías angélicas (-• ángel). Tampoco encontramos en el NT las funciones especiales que podrían tener p. ej. esas potencias o archaí en contraposición a dováfisig [dynámeis] y exousíai, y esto a diferencia de ciertos escritos judeo-tardíos y otros pertenecientes al cristianismo primitivo aunque extracanónicos, que muestran el influjo de los anteriores. En el NT es. fundamental el texto de Col 1, 16: también las potencias y las criaturas supraterrenas, celestiales p. ej. las archaí, han sido creadas por Cristo y para él. Análogamente, la acción reconciliadora de Cristo abarca todo el cosmos (Col 1, 20). Cristo es la cabeza de toda arché y exousía (Col 2, 10; cf. Flp 2, 10 s), es decir, es el soberano de la naturaleza y de la historia, el señor y la cabeza de todo el cosmos. Esos «jefes de la historia presente» le han crucificado sin conocerle (1 Cor 2, 8). Pero en la cruz, Cristo ha desarmado a esas soberanías y autoridades, es decir, las ha desposeído de su poder (Col 2,14 s). A través de la resurrección, Cristo ha sido exaltado a la diestra de Dios por encima de todos los señoríos, soberanías y autoridades (archaí) y por encima de todo nombre. Es curiosa la idea de que el misterio de la vocación de los paganos a la fe cristiana ha sido notificado por la iglesia a las soberanías y autoridades de los cielos (Ef 3, 10): el misterio del llamamiento de los gentiles tiene una significación cósmica, que llega hasta el más allá, al igual que la predicación de la iglesia. En Ef 6,12, las archaí son una porción del mundo de los malos espíritus dominados por el diablo contra la que han de luchar los cristianos. En Rom 8, 38, el vocablo archaí, además de los ángeles y las soberanías, designa a una categoría especial de seres celestiales o supraterrenos, que sin duda tienen

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(txpxrj) Origen, principio

un poder en la actualidad, pero que no pueden separar a los creyentes del amor de Dios. En el acontecer escatológico que conduce al establecimiento del reino de Dios, Cristo aniquilará toda arché, dynamis y exousía, toda soberanía, poder y autoridad (1 Cor 15,24). 2. Árchó aparece en el NT 85 veces y significa en voz activa ser el primero, dominar (Me 10, 42; Rom 15, 12); en voz media, comenzar, empezar. En muchos pasajes traduce probablemente árchó, el arameo será (en hifil), que —sin ninguna insistencia especial— indica el principio de un discurso o de una acción; con arreglo a eso, el verbo se hace a menudo casi superfluo y podría omitirse sin alterar el sentido de la frase (p. ej. Mt 4, 17; 11, 7.20; 26,22; Me 6,7; Le 3, 8; 15,14; Jn 13, 5; Hech 1,1; 11,4.15). A veces puede señalar el comienzo de una nueva acción, delimitándola de otra anterior (p. ej. Mt 26,37; Le 4,21; 7, 15.40.38.49). El verbo árchó se utiliza en sentido absoluto en Le 3, 23: al empezar su misión, Jesús tenía unos 30 años. Árchó indica el punto de partida en un sentido temporal (Mt 16, 21); se emplea en un sentido concreto o material en Le 24, 27, cuando el resucitado comienza su interpretación de la Escritura por Moisés y los profetas. Jn 8, 9: fueron saliendo uno a uno, comenzando por los más ancianos; 1 Pe 4,17: el juicio comienza por la casa de Dios. áp^áfievoq [arxámenos] designa también el punto de partida en un sentido local: la predicación del evangelio y de la penitencia comienza en Galilea (Le 23, 5; Hech 10, 37). 3. Archaios, lo que existe desde tiempos antiguos, lo viejo, se encuentra en el NT en 9 ocasiones. La expresión oi ápxoüoi [hoi archaioi], los antiguos, los antepasados, designa a los hombres de la primitiva generación, es decir, la generación del pueblo de Israel a la que le fue dada la ley (Mt 5,21; cf. v. 27). Algunos miembros del pueblo tienen a Jesús por uno de los antiguos profetas, que vivió en la época veterotestamentaria y se ha reencarnado en él (Le 9, 8.19). Nasón de Chipre es un ápxoaoq ¡xaBt]xr¡ pastor. 2 Sam 24,17), espec. al pueblo de Dios (Sal 74, 1- comunidad, 77, 21, 78, 52). El conocimiento sobre la necesidad de protección de la oveja es lo que ha determinado dicho uso

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(npopxTOv) Oveja

Sin la guia del pastor, se dispersa el rebaño (Ez 34, 5), cada oveja sigue su camino (Is 53, 6), las ovejas andan errantes y son victimas de los peligros del desierto (Ez 34, 5 s), para sobrevivir necesitan ser conducidas por el pastor experto a las verdes praderas (Sal 23) Asi, el pueblo de Israel en el desierto, sin guia, se parece a «ovejas sm pastor» (Nm 27 17), también el particular, sin la guia de Dios, «anda errante como una oveja perdida» (Sal 119, 176) El mismo Yahve tiene cuidado de su rebaño disperso instituyendo pastores (el rey mesianico Jer 23, 1 ss, Ez 34,23, Moisés Sal 77,21, Is 63,11) o queriendo ser el mismo el pastor de su pueblo (Sal 78, 52 s, 80,2, Is 40,11) Asi pues, si a Israel se le designa repetidas veces como «ovejas de Dios», es porque tiene experiencia de su desamparo, siempre que confia en si mismo entregándose a extraños y sustrayéndose de la protección del buen pastor, que es Yahve (Sal 23, 95, 7, 100, 3)v

III En el NT se encuentra próbaton con sorprendente frecuencia, en comparación con los restantes escritos, en Mt (11 veces) y en Jn (17 veces) 1 El mismo uso del término en parábolas y explicaciones por parte de Jesús demuestra cuan natural era para sus contemporáneos el hecho de que la oveja, abandonada a sí misma y sm la vigilancia del pastor, esta perdida (Le 15, 4), y que por lo tanto necesita de la espontánea y sacrificada protección de él (Mt 12, 11, Le 15, 4) Esta idea resulta fundamental y decisiva cuando próbaton se emplea en sentido figurado la oveja, sm la protección del pastor, anda «maltrecha y derengada» (Mt 9, 36), se «descarna» (1 Pe 2, 25) y está «perdida» (Mt 10, 6; 15, 24) Si, siguiendo el uso veterotestamentano, Jesús compara, pues, a su pueblo con un rebaño de ovejas sin pastor (Me 6, 34 par), es porque ve que, sin darle una mano, anda seguro a la ruina Asimismo, las comunidades de la 1 Pe, teniendo en cuenta su pasado pre-cnstiano, son consideradas como ovejas descarnadas (1 Pe 2, 25), es decir, como gentes que vivieron en un extravío irremediable, bajo la dirección de falsos pastores (cf Ez 34, 5) Por el contrario, el propio Jesús es el «sumo pastor del rebaño» (Heb 13, 20) y su misión se dirige primeramente a «las ovejas descarnadas de Israel» (Mt 15, 24) 2. Por otra parte, al grupo exclusivo de los discípulos reunidos por Jesús, Mt los llama «ovejas de Jesús» En el discurso apostólico los discípulos de Jesús son comparados con ovejas indefensas (10,16), que son enviadas por el pastor en medio de lobos feroces La imagen simboliza la amenaza y la dispersión de la comunidad de los últimos tiempos (Mt 26, 31). Solamente en el juicio final separará el pastor Jesús las ovejas, que, sabiéndolo o sin saberlo, hayan cumplido la voluntad de Dios, de los cabritos (Mt 25, 32 s) 3 Mientras Mt tiene más en cuenta la reunión del rebaño de las ovejas perdidas dentro del pueblo de Israel (10,6,15,24), en Jn el término próbaton designa la comunidad escogida por Jesús, los «suyos» (10, 14 rá éfiá [tá emá]) Las ovejas conocen la voz del pastor, escuchan su llamada y le siguen. Como buen pastor que es, Jesús conoce a sus ovejas, las llama, las defiende del lobo y ofrece su vida por ellas (discurso del buen pastor Jn 10) A diferencia de Mateo, la relación entre pastor y rebaño no hay que entenderla como una relación entre rey y pueblo de Dios, sino como una relación de Hijo que se manifiesta y de comunidad que escucha —temas provenientes de la tradición gnósticohelenística Cuando exista «un solo rebaño y un solo pastor» (Jn 10, 16, cf 17, 20 s), es decir, cuando judíos y paganos, bajo un solo Señor, se congreguen en una sola iglesia, entonces habrá alcanzado su meta la misión salvifica de Jesús 4 Al igual que en el AT, próbaton apenas viene usado en el significado de animal de sacrificio (solamente en Jn 2, 14, Hech 8, 32, Rom 8, 36) Para ello el NT echa mano principalmente de las palabras amnos y arníon, sobre todo cuando se aplican metafóricamente a Cristo, en cuanto sufre por toda la humanidad y es Señor del mundo R. Tuente

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Paciencia (ávéxopoa)

Blbl Art á/ivóe, ThWb 1,1933,342 ss - CKBarrett, The Lamb of God, NTSt 1,1955/56,210 ss - WTooley, The Shenpheid and the Sheep Image ín the Teaching of Jesús, NovTest 7, 1964/65, 15 ss - HPreisker/SSchulz, Art izpofatov, ThWb VI, 1959, 688 ss KKoch, Das Lamm, das Ágypten vermchtet Ein Fragment aus Jannes u Jambres u sein geschichtl Hintergrund, ZNW 57,1966, 79 ss - JJeremias, Das Lamm, das aus der Jungfrau hervorging (TestJos 19, 8), ibid, 216 ss - ChBurchard, Das Lamm ín der Waagschale, ¡bid, 219 ss - FGryglewicz, Das Lamm Gottes, NTSt 13,1966/67, 133 ss

Paciencia Los términos pertenecientes a este grupo se refieren a la capacidad que tiene el hombre de soportar las contrariedades de la vida, tanto si se limita a sufrirlas pasivamente como si Tes opone resistencia valientemente y de un modo más activo. Por otra parte, el vocablo nahcpoSüfiía [makrothymía] alude la mayoría de las veces a una actitud pasiva, mientras que con Kapxe.pé(o [karteréo] ocurre lo contrario. Perteneciendo propiamente al lenguaje militar los términos aquí tratados pueden ser fácilmente traspuestos a la imagen de la lucha de la vida. El vocablo áve/co [anéchd] —originariamente sostener, luego intransitivamente descansar, y en voz media, mantenerse en pie, soportar— es el que posee la más amplia gama de matices. Karteréo quiere decir ser fuerte, mantenerse firme, hacer algo con tesón a pesar de las contrariedades; en la ética griega es un término técnico que designa la actitud firme del sabio. En cambio, el vocablo makrothymía, poco usado en griego, designa la conformidad resignada ante una situación que ofrece pocas perspectivas de cambio; naturalmente, en la esfera teológica la palabra adquiere un sentido más positivo: la makrothymía o longanimidad de Dios equidista de los dos polos extremos que Constituyen la ira y la gracia. Y'nopévco [hypoménó]

q u i e r e decir e n primer l u g a r

quedarse

a la zaga, aguardar, y significa en un sentido más activo la superación de las dificultades: plantar cara, resistir, emprender. avéxoficíi [anéchomai] soportar, aguantar, conllevar; ávoxrj [anoche] demora, tregua, reserva, tolerancia I El verbo anéchomai es utilizado también en el griego profano en un sentido activo, el prefijo ávó [ana] le confiere una gran variedad de significados; con complemento' tener en mucho, respetar, cohibir, reprimir, sin complemento descollar, sobresalir, pero también mantenerse, persistir, soportar. En el N T la forma media, que predomina también en la restante literatura, posee únicamente el significado de soportar, aguantar ávéxov KOLI á-KÉxoo [anechou kai apechou], aguanta y abstente, se dice en Epicteto. II En los LXX el verbo reemplaza a vanas raices hebreas que expresan comúnmente el comedimiento de una acción que se controla o se reprime a sí misma y que después prorrumpe con fuerza y de un modo enfático. Tales expresiones pueden referirse a los hombres (Gn 45, 1, Job 6, 11) o a Dios (Is 1, 13; 42, 14) Pero la tendencia es a atribuir lo enfático a la parte del hombre (Is 63,15; 64,12)- el hombre grita angustiado porque Dios guarda silencio, se contiene. Anoche solo se encuentra una vez en los LXX (1 Mac 12, 25) y en un sentido meramente temporal ( = tregua).

III 1. Tampoco es uniforme el uso del verbo anéchomai —15 veces, sobre todo en los escritos paulinos. La comprensión de su significado se hace más difícil porque aparece con frecuencia en la tradición más antigua y en diversas fórmulas. En Col 3, 13 no hay que pasar por alto la proximidad al catálogo de las cinco virtudes, pero el participio ha de referirse aquí al último miembro de la cadena, a la makrothymía (Lohmeyer, KEK). Ahora bien, en el complemento personal aparece algo característico del uso neotestamen-

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(¡caprepéco) Paciencia

tario de la palabra: allí donde se utiliza ávéxsaSoa [anéchesthai] se rompe la cadena de las virtudes que, en los catálogos tradicionales, se bastan a sí mismas y el cristiano se pone al servicio de los demás. Por otra parte, es importante la reciprocidad, que en otros pasajes se presupone, pero que aquí se subraya expresamente: AXXr¡kov [allélon], mutuamente. El empleo de anoche en Rom 2,4 y 3,26 procede también de la tradición más antigua: Dios contiene el estallido de su ira, el castigo, hasta que ha realizado y revelado en Cristo su justicia, poniendo así fin al tiempo de la ley. Hay una conexión directa entre este pasaje y la exclamación de Jesús en Me 9, 19 par. Para él, lo difícil de soportar no es el serhombre o la condición carnal sino esta generación incrédula, es decir, los hombres. El hace suya la paciencia de Dios e inaugura el tiempo de la justicia a través de su propia muerte y resurrección. El lo soporta todo con plena conciencia de lo que está haciendo. Y no con ira sino con el amor callado y apremiante del Hijo de Dios, que viene precisamente en ayuda de los que tienen poca fe. De un modo análogo, en Col 3,13 se establece una distinción clara entre «conllevar» y «perdonar». El «conllevar» tiene lugar a la luz de la revelación de Dios entre los hombres. 2. En el amor nos aguantamos mutuamente. Así, en 2 Cor 11, 1, Pablo pide a los corintios que lo aguanten. Se presenta ante ellos humildemente, sin aquellos signos externos de autoridad con que acostumbran a presentarse sus émulos. Pero él es apóstol y portador de la verdad de Cristo, que aguanta a los corintios en el amor: por eso deben ellos aguantarlo. La reciprocidad, el allélon, adquiere aquí un sentido teológico: en el enviado aguantan al que lo envía, en la exhortación, al que la pronuncia (cf. Job 13, 22), en su doctrina, al revelador de la verdad (cf. 2 Tim 4, 3) y a su vez son aguantados por él. Por eso, según el contexto («bendecir», «consolar»), 1 Cor 4,12 sólo puede ser entendido también en un sentido personal: Pablo aguanta a quienes lo persiguen; y aunque no se puede asegurar que Pablo haga aquí referencia a Mt 25, 35, no cabe duda de que emplea una comparación muy semejante. 3. Por lo demás, en el texto de Hech 18, 14 anéchesthai es un término técnico que tiene el sentido de «seguir escuchando» o «seguir tratando» un asunto. El comparativo de OÍVSKXÓQ [anektós] (Mt 10,15; 11, 22 par) significa más llevadero y es utilizado también en la restante literatura. Conceptualmente anoche no se puede distinguir con claridad de makrothymía, pero se puede establecer a este respecto una cierta diferencia de matices entre ambos vocablos. Makrothymía no expresa una actitud activa y enérgica; más bien hay que traducirla por paciencia; además, se refiere sobre todo al momento escatológico, a la acción de Dios en el juicio final, mientras que anoche tiene un sentido más actual. U. Falkenroth Kapxspéa) [karteréo] ser fuerte, permanecer firme, perseverar; npoaKOíprepéa) [proskarteréó] persistir en, perseverar en; npoaKaptépr¡aic; [proskartéresis] perseverancia, firmeza, tenacidad I/II Karteréo, de xpárot; [krátos], fuerza, significa permanecerfirme,perseverar, permanecer en pie y aparece en el griego profano a partir del s IV a C En los LXX se encuentra con idéntico significado en los siguientes pasajes Job 2, 9 (traduciendo al hebreo hazaq en hif, perseverar en), Eclo 2, 2,12,15 En 4 Mac 9, 9 28 y passim la palabra expresa la perseverancia paciente de los mártires judíos El compuesto proskarteréó tiene el mismo significado fundamental, pero pone de relieve con más fuerza aún el aspecto de duración perseverar, persistir, permanecer en, que pueden referirse a una persona, sentimiento o actividad; se construye con dativo o con la

Paciencia (fcaprepáu)

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preposición év [en]. En los LXX tiene los significados de perseverar (Nm 13,20) y esperar, aguardar (Tob 5, 8 [S]); en Sus (= Dn 13) 6 (TH) se refiere a una permanencia duradera. El sustantivo proskartéresis, aparte del NT, sólo se encuentra una vez en Filodemo (s. I a. C.) y 2 en inscripciones de la diáspora judía (en el Panticapeum del mar Negro).

III 1. En el NT karteréo se encuentra únicamente en Heb 11, 27. Aquí se describe la fe de Moisés. Según Heb 11, 1.3, la -> fe es un convencimiento (operado por Dios; cf. Büchsel, ThWb II, 473) de la realidad de las cosas invisibles. Así, se dice también de Moisés: fue tenaz como si viera al Invisible. Esa tenacidad, que se orienta impertérrita hacia el Dios invisible y cuenta con su realidad, hace posible una actitud de fe como la que aparece de un modo ejemplar en Moisés, que, en los vv. 24-28, es presentado a los cristianos como modelo. 2. El verbo proskarteréó aparece con más frecuencia, sobre todo en Hech. a) Es utilizado en parte en sentido profano para designar la duración. Así, en Me 3, 9 encarga Jesús a sus discípulos que le tengan preparada una barca. En Hech 8,13 y 10, 7 se habla de una permanencia duradera; Simón el mago, una vez bautizado, se adhiere a Felipe; los soldados pertenecen al séquito del centurión Cornelio. En Rom 13, 6, Pablo dice de los gobernantes que son ministros de Dios que se ocupan de cumplir su misión. b) Pero esta perseverancia puede referirse también al seguimiento de Jesús. La perseverancia en la fe, tal como es descrita en Heb 11, 27, lleva también consigo la perseverancia en la -> oración. Por eso el apóstol exhorta encarecidamente a los cristianos a que oren (Rom 12,12; Col 4, 2). Esta exhortación responde a las enseñanzas de Jesús (Le 11,1-13; 18,1-8). También los Hechos emplean proskarteréó para designar la actitud espiritual de la comunidad de los discípulos: con una plegaria incesante y unánime, el pequeño grupo de los discípulos, que ha recibido la promesa del Espíritu santo, se prepara para el cumplimiento de esta promesa que tendrá lugar el día de Pentecostés. A esto responde la imagen de la comunidad que se reúne después del acontecimiento de pentecostés: «Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles y en la comunidad de vida, en el partir el pan y en las oraciones» (Hech 1,14; 2, 42). El acontecimiento de pentecostés ha tenido como consecuencia en la primitiva comunidad un afianzamiento de la vida cristiana; la perseverancia unánime en el templo, de la que nos habla el v. 46, hay que entenderla también como una expresión de esta actitud interior; la perseverancia en la doctrina apostólica y la fidelidad en la oración no pueden concebirse sin la fuerza que sostiene a la comunidad. Por eso, cuando la comunidad crece, los apóstoles se reservan la misión de dedicarse a la oración y al servicio del mensaje (Hech 6, 4). 3. La palabra proskartéresis sólo se encuentra en Ef 6,18. También aquí se exhorta a los cristianos a perseverar en la oración y en la súplica; esta súplica ha de hacerse en el Espíritu santo y, al igual que en Col 4, 2, debe incluir al apóstol. Las solemnes palabras: «Sed constantes en la oración; que ella os mantenga en vela dando gracias a Dios» (vv. 18.19) dan un tono enérgico a la invitación del apóstol. W. Mundle

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(p.aKpo&vpia) Paciencia

na.Kpo9vij.iot. [makrothymía] paciencia, longanimidad; p.aK,póQvp:o perdón. Así la makrothymía adquiere su matiz peculiar dentro del catálogo neotestamentario de las virtudes. En Pablo esta serie de virtudes son incluidas en la parénesis en cuanto que son «frutos del espíritu» (Gal 5, 22; Col 1,11; cf. también 1 Tes 5,14; 2 Tim 3,10) o equivalen a «andar en el espíritu» (Ef 4, 2; Col 3,12). Pero, partiendo de Mt 18, no se puede hablar con Schher de «virtudes carismáücas», sino de la acción del hombre que, por la longanimidad de Dios, ha recibido la gracia y el perdón (2 Cor 6, 1 ss). La constante proximidad a chréstótes, y npaüxnq, [praytés] (-> mansedumbre, art. npaoq [prays]) muestra que el vocablo makrothymía no designa la virtud considerada como una actitud centrada en sí misma, de acuerdo con el ideal humanístico griego, sino como una acción que se abre al prójimo y sale a su encuentro, facilitándole el acceso a una vida en común. Por consiguiente, la paciencia, la longanimidad del hombre no es en este sentido una cualidad característica suya, sino una actividad, más aún, la primera actividad que lleva consigo el amor (1 Cor 13, 4). 3. Ahora bien, esta acción del amor orientada hacia el hombre no es el objetivo último de la paciencia. Lleno de un anhelo contenido, el hombre aguarda sin vacilar al fallo de Dios en el juicio final. Sant 5, 7-11, partiendo de la esperanza en el futuro, ha puesto en conexión ambas dimensiones de la paciencia, es decir, la que se orienta hacia el hombre y la que dice relación al juicio de Dios. La impaciencia con que se espera el fin üe la hostilidad, de la persecución y del sufrimiento, es refrenada por la paciencia. Pero la fe y la esperanza, que son la raíz de la vida cristiana, son conscientes de que en aquel día no reinará la ira de Dios, sino que se cumplirán sus promesas (2 Pe 3, 8-16; Heb 6,11 ss) y se manifestarán su paciencia y magnanimidad (2 Pe 3, 15). El éschaton otorga a la makrothymía su auténtica tensión y realidad. Este hecho puede ayudar a comprender el difícil texto de Le 18, 7: Dios proporciona a sus escogidos la posibilidad de vivir en la tensión del presente, que se mueve entre los polos de la esperanza y del juicio misericordioso de Dios. U. Falkenroth únojxéva) [hypoméno] ser paciente, perseverar; vnofwvri [hypomone] aguante, entereza, paciencia I El verbo hypoméno, que aparece a partir de Homero, quiere decir rezagarse, quedarse, y no retirarse, quedar con vida, perseverar, mantenersefirme,finalmente,esperar, aguardar (con acusativo) Es utilizado sobre todo en un contexto bélico y en principio tiene un contenido neutral desde el punto de vista etico A partir de Platón empieza a usarse también el sustantivo hypomone y ambos vocablos adquieren ya un carácter valorativo y esto bajo un doble respecto hypomone es hypoménem en el sentido de entereza, de aguante, de una constanciafirmey aguerrida, es una de las mas nobles virtudes del hombre y tiene una gran importancia en los sistemas éticos de Platón y Aristóteles. Para los griegos, el hombre libre es el que sabe sobrellevar las cargas, dificultades y peligros de la existencia sin necesidad de esperar ninguna recompensa material o moral sino únicamente por su propio honor En este sentido positivo, este par de vocablos designa, pues, la puesta a prueba de una virtud Es cierto que existe también un sentido negativo el soportar de un modo afrentoso, deshonroso y totalmente pasivo cualquier humillación, injuria, desprecio, esclavitud o tiranía, sea por angustia, debilidad o comodidad

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(ünofievw) Paciencia

II En la versión de los LXX el verbo aparece sobre todo con el significado de aguardar, esperar, y se emplea para traducir términos hebreos análogos, tales como qawah (sobre todo en pi), esperar, aguardar yahal, esperar hakah (en pi), esperar pacientemente Esta espera personal parece fundarse de un modo especial en la alianza, pues Israel, en cuanto pueblo de Dios, es invitado reiteradas veces a esperar o se habla del Dios de Israel que rema sobre las naciones (Jer 14, 8,17 13, Sal 52,11,129,4 ss) y lo que se anhela es precisamente el cumplimiento de la promesa de la alianza (Sal 36,9, 34) Aquí no se trata de una resignada actitud de esclavos, sino mas bien de un tenso (qaw cuerda tensa, plomada) y vigoroso apoyarse-en Dios, que es el objetivo de la espera (Is 40, 31) Asi pues, la hypomone designa de un modo muy genérico la actitud de aquel que vive (Hab 2, 3, Sof 3, 8, Dn 12, 12) con la mirada fija en lo escatologico (-»meta, fin, art HoxoRoq [eschatos] la palabra es empleada después también en este sentido por los sinópticos Job y algunos autores bíblicos mas tardíos emplean también el vocablo hypomone en el sentido «griego» de mantenersefirme,perseverar en la tnbulacion (Job 6,11, Eclo 22,18), y a menudo también con complemento Esta otra linea es continuada por la literatura del judaismo tardío (sobre todo por 4 Mac) hasta que es recogida por Pablo en el NT

III 1 Los sinópticos sólo emplean hypomenó en las palabras de Jesús «quien resista hasta 'el final se salvará» (Me 13, 13 par), texto del que existen tres vanantes, hypomone en sentido activo aparece en Le 8, 15 y 21, 19 De acuerdo con el contexto habría que pensar que en estos pasajes el perseverar no hace referencia a un tiempo largo de espera sino más bien a la magnitud de la tentación, los «dolores de parto de la época final» que hay que sobrellevar con fortaleza y perseverancia Lo que pondrá fin a esta espera es la venida de Cristo (Me 13, 21 y 26, -> parusia, art napovaía [parousia]) Así pues, ambos motivos temáticos concuerdan la perseverancia paciente y la espera inquebrantable 2 a) En cambio en Pablo se subraya sobre todo el peso, la carga, la &Xí\j/i tribulación) que lleva siempre consigo —incluso fuera de las cartas paulinas— la hypomone Rom 5, 3 presenta un climax que ciertamente no se puede entender de un modo sistemático Su sentido es claro la secuencia «tribulación, paciencia, virtud probada, esperanza (NB dificultad, entereza, calidad, esperanza)» (obsérvese cómo en Sant 1, 2 ss aparece un ensamblaje similar de estos conceptos, KEK, ad locum) no expresan una gradación jerarquizada de las virtudes cristianas, sino que sólo quieren perfilar la vida de aquél que ha sido justificado por la fe, pues Pablo habla aquí de la relación entre -> fe y -> esperanza La nueva vida da ciertamente motivos para sentirse orgulloso, pero Pablo, que es siempre comedido a este respecto, afirma una vez más estamos orgullosos de las dificultades (o tribulaciones) Estas dificultades pueden haber sido aquí determinados acontecimientos, poderes y medidas adversas, con los cuales los apóstoles y la comunidad han tropezado en el mundo Para Pablo, estas dificultades no eran solamente un acontecimiento mundano casual que hay que soportar con paciencia, firmeza y resignación para alcanzar la soberana meta de la esperanza, sino más bien un signo absolutamente decisivo de la existencia cristiana y que consiste en ser blanco de los embates del Anticnsto, y aquí Pablo se refiere también sin duda a aquello que Marcos llama «los dolores de parto de la época final» Más aun para el eran la forma actual de la vida de fe, no una preparación para la justicia sino la realidad misma de la justicia, el escándalo de la cruz b) Asi pues, en Pablo hypomenó tiene una importante función correctiva el creyente no puede ver el objetivo de su gloria, tiene por delante la thlipsis, la cruz, el sufrimiento, que, sin embargo, es el sufrimiento de Cristo, este le sirve de consuelo y este consuelo despierta en él la fuerza de la paciencia (2 Cor 1,6, Rom 15,4) El uso de hypomone como correctivo lo encontramos en Pablo reiteradas veces EL 2 Cor 12, 12 se ve el obligado a reivindicar su autoridad apostólica Ciertamente, el puede sentirse orgulloso de aquellas cosas que anhelaban los corintios las señales y los prodigios Pero lo mas importante no

Paciencia (VKOHÉVOJ)

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es esto, pues el verdadero apóstol se mantiene firme en medio de las dificultades y pruebas, y se acredita ev ü7top.ovr¡ [en hypomoné], con la entereza de su actitud. Es cierto que por una sola vez, en 2 Cor 6,4, afirma Pablo estar orgulloso de su oficio, pero cuida de aclarar que éste consiste en ser servidor de Dios, y en la lista de aquello de que se siente orgulloso pone por delante su hypomoné, su aguante. Probablemente, incluso la mención de la paciencia en Rom 2, 7 puede entenderse como la condición de una valoración positiva de las buenas obras; pues, ¿qué podría alabar Pablo en las buenas obras, sino el hecho de que éstas se hacen Kt&'i>noixovr¡v [kath'hypomonén], brotan de esa actitud profunda del creyente que constituye su entereza? Ciertamente, una paciencia sin esperanza sería tan «vana» como la muerte de Cristo sin la resurrección; la fuerza y el soporte de toda perseverancia es la esperanza. En Rom 12,12 ambas cosas aparece una junto a otra como equivalentes; en 1 Tes 1, 3 la paciencia es subordinada a la esperanza, en cambio en 2 Tes 1,4 se subordina a la fe y en 3, 5 ocupa el lugar de la esperanza tal como aparece a menudo en la tríada compuesta por la fe, el amor y la esperanza (1 Cor 13, 7). Pablo quiere evitar que la esperanza cristiana sea mal entendida, deje de ser fiel a la realidad y degenere en fanatismo; por eso la asegura con la paciencia (Rom 8, 25; también Michel se percata en este pasaje de la función correctora de la hypomoné). 3. Sobre el objetivo de la hypomoné habla Heb: ella espera el cumplimiento de la promesa (10, 36). Pero antes de que se cumpla ha de tocar a su fin la existencia actual sobre la tierra. Ahora bien, si la fe está orientada totalmente hacia el futuro, la hypomoné se refiere a la capacidad de sobrellevar todas las cargas y amenazas que inevitablemente lleva consigo la existencia en el mundo visible, ya que Dios ha puesto un término a todas ellas y su palabra se cumplirá. Se puede soportar con paciencia el despojo de los bienes terrestres, ya que el creyente sabe que tiene un patrimonio mejor en los cielos (10, 32); el que quiere alcanzar la victoria está dispuesto a soportar las dificultades del momento presente (12,1); la auténtica amenaza de la fe es la impaciencia, la pérdida de la esperanza, que es el pecado por antonomasia: «Y nosotros no somos de los que se echan atrás» (10, 39; x>nocxo),y\ [hypostolé] es en Heb el término antitético de hypomoné; de manera similar en 2 Tim 2, 12). Tanto Pablo como Heb conocen las tribulaciones que amenazan a la comunidad; pero cada uno subraya un aspecto diferente. Pata Pablo, la paciencia consiste en la puesta a prueba de la fe en Cristo humillado; para Heb, en cambio, la tribulación no es un elemento constitutivo, sino que más bien se impone con una intención educativa y ha de ser soportada para alcanzar así la salvación prometida. 4. Mientras que, en las listas de virtudes (1 Tim 6,11; 2 Tim 3,10; Tit 2,12; 2 Pe 1,6), la hypomoné aparece sin una determinación más precisa, en Ap el contenido de este esperar perseverante se centra de un modo totalmente concreto en la venida de Cristo (-> parusía). En esta espera se mantienen firmes tanto el vidente (1, 9) como las comunidades (2, 2; 2, 19; 3, 10). El que aguarda con paciencia será sustraído a las tribulaciones de los últimos días (3, 10); así, la «paciencia de los santos» se orienta hacia estos sufrimientos finales sabiendo que después de ellos vendrá el mesías (13, 10; 14, 22). U. Falkenroth

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Paciencia

PARA LA PRAXIS PASTORAL

Estos conceptos bíblicos parecen moverse en el mismo plano que los ideales de la virtud corrientes en la filosofía y en la ética griegas o romanas; no obstante, esto sólo es así en apariencia. En realidad, el testimonio bíblico sobre la paciencia no nos sale al encuentro primariamente como una exigencia ética, sino como un conocimiento y un testimonio del comportamiento de Dios para con el mundo entero, pero especialmente para con su pueblo. En la medida en que Dios tolera y soporta el comportamiento de los hombres (piénsese en Caín, Noé, Nínive) y de su pueblo (p. ej. en el paso del desierto o también en el siempre reiterado apartamiento de su alianza en la tierra prometida), les abre la posibilidad de una existencia ulterior, incluso después de haber pecado. K. Barth (KD II, 1, 457 ss) pinta la imagen del Dios paciente sobre el trasfondo que constituye la posibilidad de que él aniquile a los hombres en virtud de su propia santidad. Y de hecho la Biblia nos recuerda continuamente esta posibilidad cuando habla de la indignación de Dios, de su -• ira y de que puede arrepentirse de su bondad; y esta posibilidad sigue estando presente cuando Abrahán y Moisés agotan la paciencia de Dios y cuando, en el NT, se anuncia a aquellos que no se convierten la proximidad del ->juicio. Pero Dios mismo corrobora y justifica el testimonio de su paciencia en Jesucristo, su encarnación, su pasión y su muerte. En la medida en que él, en lugar de castigar a los hombres, contiene su ira y detiene el castigo que nos corresponde, brinda a sus criaturas la ocasión de vivir y de desarrollarse en su condición creatural de acuerdo con sus dones y facultades. Dado que Cristo ha soportado la ira y el castigo y ha llevado a su plenitud la justicia, Dios concede aún un intervalo de tiempo y son conservados el bien y el mal, con todos los riesgos que ello lleva consigo. Este conservar el bien y el mal, este dejardesarrollarse a la historia, a menudo incomprensible que permite p. ej. las persecuciones de su iglesia y la esclavización de naciones enteras, no es un «dejar-hacer» nacido de la debilidad o del fatalismo. Dios sufre por el alejamiento de sus criaturas; pero sufre porque las ama, y las conserva a fin de que se conviertan a Cristo (-»• conversión) y se transformen en imagen suya. Si no existiese esta paciencia fuerte y creadora, ¿quién podría considerarse a sí mismo como totalmente justo y obediente delante de Dios? Es necesario ante todo tener en cuenta esta buena noticia de la paciencia de Dios; sólo en la medida en que se permanece consciente de esto se puede hablar de la paciencia humana. Por otra parte, hay que guardarse de considerar la exhortación neotestamentaria a la paciencia como una simple llamada a la imitación, a la imitatio. Ella se orienta más bien hacia una esperanza en el obrar de Dios, en el cumplimiento de sus promesas. Este llamamiento se orienta en una doble dirección: En primer lugar se dirige a los impacientes, a aquéllos para quienes la espera se hace demasiado larga. No esperar es la tentación de aquéllos cuya fe desearía ver realizado ya el reino de Dios. Ellos sufren porque este mundo está lejos de Dios y quieren anticiparse a la paciencia de Dios y realizar la justicia de Dios en el mundo a su manera. Ellos están llenos de celo en lugar de predicar, apremian en lugar de orar y juzgan en lugar de apelar a la misericordia divina. En su impaciencia desaprovechan los dones que Dios da a aquél que en unión con él espera confiado el futuro. Pues, por la paciencia de Dios, nosotros podemos dejar ser a los demás en su específica alteridad y, en la medida en que buscamos la comunión con él, podemos descubrir en él la pluriformidad de la creación divina; en la medida en que soportamos con paciencia su oposición, su maldad y su culpa podemos experimentar la fuerza del amor que todo lo supera. El que se ejercita en una paciencia semejante penetra con libertad en el mundo del enemigo y quizá comienza a reconocer en él a aquél que es amado por Dios, comienza a dejarlo entrar en su propio mundo y a

Para la praxis pastoral

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poner a prueba en él su amor. Así, la paciencia refrena los impulsos ciegos y falsos y otorga la alegría de ver cómo Dios, a su manera, guía la creación hacia él. Ahora bien, en nuestra época debemos percatarnos también de la otra dirección en que se mueve el llamamiento a la paciencia: es una llamada a los que están cansados y ya no tienen esperanza, a los resignados. Para ellos, la llamada a la paciencia debe ser una llamada a despertar: es sólo la paciencia de Dios la que da una oportunidad y un plazo a las cosas; pero esta paciencia tiene un límite. Vale la pena esperar. Dios sigue su obra y cumplirá sus promesas. Con su -» esperanza nos da fuerzas y nos anima a permanecer firmes a pesar de las injusticias que encontramos en nuestro camino, de los golpes del destino y de las decepciones, de la inutilidad y apatía de nuestra vida. El transforma nuestra resignación en un esperar ansioso. Por eso el furor de los emperadores y de los poderes mundanos no pudo conseguir que los mártires se abandonaran al fatalismo o a la desesperanza, porque ellos veían en Cristo glorificado a través del -> sufrimiento la corona de la victoria, sentido y fin de todo sufrimiento. La esperanza da alas a la paciencia, nos arranca del encastillamiento en nosotros mismos y nos lleva a aguardar, juntamente con toda la creación, la venida del Señor. U. Falkenroth Bibl HSchher, Art ivexto, ThWb 1,1933,360 s - FBuchsel, Art éieyxm, ThWb II, 1935,470 ss - WGrundmann, Art Knmepeto, ThWb III, 1938, 619 ss - FHauck, Art iieva, ThWb IV, 1942, 578 s - FHorst, Art /ícucpoSu/uíi, ThWb IV, 1942, 377 ss EKasemann, Zum Verstandms von Rom 3, 24-26, ZNW 43,1950/51,150 ss (= Ex Vers u Bes 1,1960,96 ss) - id, Das wandernde Gottesvolk Eme Unters zum Hebraerbnef, 19572, 19 ss - GBornkamm, Die Offenbarung des Zornes Gottes, en Das Ende des Gesetzes, 1958,9 ss - .[Jeremías, Die Gleichmsse Jesu, 1962" (en Mt 18,23-35, Lk 18,1-8) - HSchher, Der Bnef an die Galater, KEK VII, 196212 - OMichel, Der Bnef an die Romer, KEK IV, 196312 - HRiesenfeld, Zu tioucpoSv^h (Lk 18, 7), en Nt Aufsatze, Festschr ISchmid, 1963, 214 ss - KWennemer SJ, Die Geduld ín neutestamentlicher Sicht, Grast u Leben 36, 1, 1963, 36 ss MDibehus, Der Bnef des Jakobus, KEK XV, 1964", 125 ss - ELohmeyer, Die Bnefe an die Phihpper, Kolosser und an Phúemon, KEK IX, 196413 (en Kol 3,13) Trad o c JJeremias, Las parábolas de Jesús, 1976 - HSchher, La carta a los galatas, 1975 En cast Arts gens FJSchierse, Art Paciencia, CFT III, 1967, 260-266

Padre En el orden social de la antigüedad, organizado sobre los derechos del padre, hay dos rasgos característicos básicos de la imagen del padre: el padre domina como señor de la casa y persona del máximo respeto con poder ilimitado sobre su familia; al mismo tiempo es para los suyos el protector responsable, el que los alimenta y ayuda. Y ambos rasgos están vivos también allí donde una divinidad es denominada o invocada con el nombre de padre. Mientras que la palabra a¡if$á [atiba], padre tomada del arameo, sólo está atestiguada en el NT, y en él sólo como invocación propia de la plegaria, la palabra nuxr¡p [patér] abarca la amplitud de significados de la palabra española padre, como calificativo y como fórmula de tratamiento, en sentido religioso y profano. El empleo para fines religiosos de la imagen del padre «pertenece a los fenómenos más antiguos de la historia de las religiones» (GSchrenk, ThWb V, 951). La teología bíblica se pregunta por la figura particular que adopta este fenómeno en el A y el NT.

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(áj8¿8á) Padre

ififiá [abbá] padre I/II Abbá, padre, es una palabra aramea que en el NT sólo se presenta en tres pasajes, Me 14, 36, Rom 8, 15; Gal 4, 6, como invocación en la plegaria, y en la restante literatura griega del cristianismo primitivo se encuentra exclusivamente en las citas de los pasajes dichos 1. En el arameo, 'abbá (así como 'immá, fórmula para llamar a la madre) es originariamente una palabra típica del lenguaje balbuciente del bebé: cuando se desteta a un niño, «aprende a decir 'abba (papá) y 'mana (mamá)» (bT, Ber, 40a par Sanh 70b; cf. también el texto del targum de Is 8, 4). Ya en la época precristiana la palabra experimentó una ampliación muy grande de su significado Por un lado suplantó a la antigua forma de tratamiento (forma hebreo-bíblica y aramea) 'abi, padre mío, y por otro suplió a las formas «el padre» y «mi padre», es decir, el nombre con el artículo, y la forma con el sufijo de la 1.a pers del sing La consecuencia de esa ampliación de significado fue que la fórmula para dirigirse al padre, 'abbá, ya no quedó restringida al lenguaje infantil, sino que fue empleada también por los hijos e hijas adultos De este modo perdió terreno el carácter de expresión infantil de la palabra, 'abbá ganó ese tono familiar cariñoso, que puede encontrarse en la palabra «papá» y en sus equivalentes en todas las lenguas 2. Dentro de toda la abundante literatura del antiguo judaismo concerniente a la plegaria, no se encuentra en ningún pasaje 'abbá como fórmula para dirigirse a Dios El conocimiento de la distancia existente entre Dios y el hombre (¡Ecl 5,1!) impedía a los judíos piadosos hablar a Dios con las palabras de confianza del lenguaje familiar cotidiano. Referido a Dios, 'abbá se encuentra únicamente, dentro de la escritura judía antigua, en una narración trasmitida por el Talmud babilónico (Taanith 23b) «Cuando el mundo necesitaba lluvia, nuestros maestros acostumbraban a enviar a los niños de la escuela al Rabbi Chanin Hanechba (finales del s l a C), los cuales, cogiéndole de la orla de su manto, le gritaban "Padrecito ('abbá), padreato ('abbá), danos la lluvia" El oraba ante Dios "Dominador del mundo, hazlo por éstos que todavía no pueden distinguir entre un 'abbá que puede dar la lluvia, y un 'abbá que no la puede dar"» Sería por lo demás una conclusión demasiado precipitada querer deducir de este texto que Dios fuera designado o invocado como 'abbá en el judaismo antiguo En efecto, en este pasaje Rabbi Chanin lo único que hace es recoger el 'abbá de los niños, para apelar a la paternal misericordia de Dios, pero por lo que a el se refiere, emplea, no obstante, la invocación, llena de respeto' «Dominador del mundo».

III 1. Como nos consta por la tradición de los evangelios y además confirman indirectamente Rom 8, 15 y Gal 4, 6 (cf. infra 2), a excepción de la oración que hizo en la cruz (Me 15, 34 par) en su plegaria Jesús se dirigía a Dios con la expresión padre mío, sirviéndose para ello de la palabra 'abba, tomada del lenguaje familiar cotidiano y llena de confianza y de cariño. a) La invocación «padre mío» en su transcripción griega abbá está expresamente atestiguada en el texto de Me de la plegaria de Getsemaní (Me 14, 36). Pero también en las restantes oraciones de Jesús transmitidas por los evangelistas (-> naxrjp [pater] III, 2a/?), en la base de las correspondientes versiones griegas de las invocaciones al padre, está el arameo 'abbá. En la tradición griega de las oraciones de Jesús, la invocación al padre oscila entre el vocativo páter, el nominativo con artículo ó Tionrjp [ho pater], usado como vocativo (cosa muy desusada en griego), y la fórmula de invocación con el vocativo y el pronombre de la 1.a pers. del sing. náxzp ¡ion [páter mou]. Este intercambio se explica por existir diversas variantes en la traducción (cf. JJeremias, Abba, 57 s). El motivo es la circunstancia ya mencionada de que en el arameo palestinense del s. I d. C, 'abbá fue empleado no solamente como invocación (vocativo), sino también para el nominativo con artículo y para la forma con el pronombre posesivo de la 1.a pers. del sing. b) La invocación a Dios con el término familiar de 'abbá, que, por ser la palabra que el niño pequeño usaba para dirigirse a su padre, era totalmente nueva e inaudita en el judaismo, es expresión de las relaciones de Jesús con Dios, que tenían un carácter excepcional. En ella se expresa, tanto su confianza y obediencia al padre (Me 14, 36 par) como su incomparable plenitud de poder (Mt 11, 25 ss par). 2. La primitiva comunidad hizo suya la invocación abbá (transcrita al griego. Así lo muestran ambos pasajes de Rom 8,15 y Gal 4,6 en los que Pablo tuvo que tener ante los ojos el padrenuestro. En la versión más antigua de la oración del Señor, transmitida por

Padre (mx.Trjp)

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Le 11, 2 ss, resuena la invocación páter, «padre (querido)», lo que remite a un 'abbá arameo Según esto, al enseñarles a sus discípulos el padrenuestro, les facultó para usar el abba, dándoles así participación en su posición de hijo (-> hijo, art VÍÓQ XOÜ 9eo6 [hyios toú theoü]) Conforme a eso, Pablo reconoce en la invocación «abbá, padre» el signo evidente de la filiación divina que nos ha sido otorgada mediante Cristo y de la posesión escatologica del espíritu (Rom 8, 14 ss, Gal 4, 4 ss) Porque la comunidad puede decir «abba», como Jf sus, se cumple en ella la promesa de Dios «Seré un padre para vosotros y vosotros para mi hijos e hijas» (2 Cor 6,18 = cita libre de 2 Sam 7,14, cf también Jub 1, 24 s) O Hofius

naxr¡p [patér] padre, nonpiá [patria] linaje, estirpe, naxpíc, [patrís] patria, patria chica, amázwp [apator] apatrida 1 1 PatSr, padre, igual que pr¡xnp [meter], madre, palabra procedente del indogermánico primitivo, designa en el lenguaje profano al padre carnal (Homero, Od 1,94), ademas al antepasado o fundador de una familia (Josefo, Ant 14, 255), en plural, designa en general a los antepasados y predecesores (Homero, II 6, 209) En sentido figurado, se encuentra la palabra como titulo honorífico o respetuoso dirigido a ancianos venerables (Homero, II 24, 362), asi como para designar una paternidad intelectual o espiritual Asi p ej un filosofo puede llamarse «padre» de sus discípulos (Epicteto, Diss III, 22, 81 s) y en el culto mistérico el mistagogo es llamado «padre» de los iniciados (Apuleyo, Met XI 25, 7) De pater se derivan las palabras patria, linaje, estirpe (para designar el origen de un mismo padre o antepasado en el NT solamente en Le 2 4 Hech 3 25 Ef3 15) patns, la patria, o sea, el país (en el NT p ej Jn4 44, Hebll 14) o la ciudad de uno (p ej Mt 13,54, Le 4, 23), como apator, apatrida (en el NT solo en Heb 7, 3) Esta ultima palabra se emplea en el griego clasico hablando de huérfanos expósitos hijos ilegítimos expulsados y de los aue carecen de todo derecho (ejemplos en ThWb V, 1021, de modo parecido en la literatura judia, ibid y en St -B III, 693 s), cuando se llama a los dioses «apatridas», se quiere designar con ello su origen maravilloso (cf ThWb ibid ) En la época helenística aparece ademas apator, apatrida (frecuentemente en umon con iprytiap [ametor], sin madre) como atributo divino, describe la divinidad y eternidad de Dios (religiones arficas y mistéricas, gnosis) Dicho significado esta subyacente también en ApAbr 17,9 en las formulas de tratamiento o invocaciones «sm-padre, sinmadre, no-engendrado», con las que cabe comparar un himno egipcio al dios Ptah, en el que se dice «Tu no tienes padre que te haya engendrado , no tienes madre que te haya dado a luz» 2 a) En la base de la denominación de dios como padre en las religiones del antiguo oriente y de la antigüedad grecorromana hay unas concepciones míticas relativas a un remoto engendramiento y una procedencia físico-natural de Dios por parte de todos los hombres Asi p ej, el dios El de Ugant se llama «padre de la humanidad», el dios Sin un dios lunar babilónico, «padre y engendrador de dioses y hombres» y en Grecia, Zeus (desde Homero) es denominado «padre de los hombres y los dioses» En Egipto el faraón es considerado preferentemente como hijo de Dios en sentido físico En el nombre de padre se expresa ante todo la autoridad absoluta que exige obediencia, pero también, junto a ella, el amor misericordioso la bondad y la providencia divinas A esto corresponde por parte del hombre una doble postura fundamental por una parte «el reconocimiento de la propia falta de poder y del estar totalmente referido a la divinidad» y por otra parte «la actitud de confianza filial y de amor hacia la divinidad» (GMensching, RGG 3 VI, 1233) b) En Platón y en la Stoa fue acuñadofilosóficamenteel tema de dios-padre Platón acentúa en su elaboración cosmológica de la idea de padre la relación creadora de Dios, el «padre de todo», con todo el cosmos (Tim 28c 41a y passim) Según la doctrina estoica, dios domina como padre el universo, es «creador padre y conservador» de los hombres como hijos emparentados con el (Epicteto Diss I, 9, 7 cf el famoso himno a Zeus de Cleantes) c) En el antiguo culto de los misterios la vuelta a nacer y la divinización de los iniciados se considera como un engendramiento llevado a cabo por la divinidad, por ello en la oración se la invoca como «padre» (Testimonios en ThWb V, 953) d) También la gnosis designa al dios supremo como padre o arquetipo paterno (sobre todo cf espec el Evangehum Ventatis de Nag Hammadi), sin embargo, esta totalmente excluido el cara a cara o encuentro personal entre dios y el hombre, las chispas de luz emanadas de dios y encerradas en los cuerpos humanos se relacionan con su arquetipo paterno como las gotas de agua con el mar

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(nairjp) Padre

II El AT emplea la palabra padre (hebr 'ab = LXX patér) casi exclusivamente (alrededor de 1180 veces) en sentido profano, y muy raras veces (15 veces) en sentido religioso También la literatura del judaismo antiguo palestinense, al igual que el AT, evidencia una clara reserva para el uso de la palabra en sentido religioso No aumentan los testimonios relativos al empleo del nombre de padre referido a Dios hasta llegar a la literatura del judaismo de la diaspora 1 Uso profano a) La paternidad física es un don y un mandamiento del creador (Gn 1, 28) Como portador de la bendición divina (|Gn 27') el padre es cabeza de la familia, de su -> casa (cf Jos 24, 15b) y una autoridad a la que hay que respetar en cualquier circunstancia (Ex 20,12,21,15 17, Prov 23,22) No es solamente el que alimenta, el protector y el educador, sino sobre todo el sacerdote domestico (Ex 12, 3 ss) responsable de la vida ajustada a la Ley de su familia y de la instrucción religiosa de sus hijos, y maestro (Ex 12, 26 s, 13, 14 ss Dt 6, 7 20 ss, 32 7 46, Is 38, 19, testimonios del rabinismo en St-B III, 615) b) Las generaciones antiguas de Israel son llamadas los «padres» (Sal 22[21], 5, 106[105], 7), también sobresalientes hombres de Dios de las épocas antiguas (Eclo 44, 1 ss) y especialmente los «patriarcas» Abrahan, Isaac y Jacob en cuanto portadores y transmisores de las promesas de la alianza divina (Jos 24, 3, 1 Cr 29, 18, rabimsmo en St-B I, 918 s) c) Hay testimonios del titulo honorífico de «padre» aplicado a los sacerdotes en Jue 17, 10, 18, 19, a los profetas en 2 Re 6, 21,13, 14, al rey en 1 Sam 24 12, en 2 Re 2,12, en la boca del discípulo del profeta, dicho titulo sera al mismo tiempo expresión del parentesco intelectual y espiritual En el judaismo rabimco, en el que era corriente el titulo de «padre» aplicado a escribas ilustres (St-B I, 918 s), se aplica ocasionalmente la imagen de padre e hijo a las relaciones entre el maestro de la Tora y su discípulo (St -B III, 340 s) 2 Uso religioso a) Dios como padre en el Antiguo Testamento Junto a la comparación con el padre terrestre (Sal 103[102], 13, Prov 3, 12, cf Dt 1, 31, 8, 5), la palabra padre aplicada a Dios se presenta solamente 15 veces en el AT, y de ellas 13 como titulo divino y solo 2 como invocación directa a Dios n) La denominación de Dios como padre esta referida en el AT exclusivamente al pueblo de Israel (Dt 32, 6,2 veces en Is 63,16,64,7, Jer 31[38], 9, Mal 1,6,2,10) o bien al rey de Israel (2 Sam 7,14 par, 1 Cr 17,13,22,10,28,6, Sal 89[88] 27 cf 2 7), fuera de eso, nunca se encuentra referido a un individuo (Sal 68[67] 6, cf infra) o a la humanidad en general La diferencia fundamental con las concepciones de Dios padre existentes en el contorno religioso que rodeaba a Israel consistía en que la paternidad de Dios no era entendida en el A T biológica o mitológicamente, sino soteriologicamente la filiación divina no representa una cualidad natural, sino que se basa en la maravilla de la -» elección y ->• redención divinas (cf ademas Ex 4,22, Dt 14,1 s, Os 11,1 ss) Aun cuando en las afirmaciones en las que entra la palabra padre se habla de «crear» (-> creación) y «engendrar» (-< nacer), tales palabras significan la actuación histórica y electiva de Dios en un pueblo o en un rey biológicamente ya existente Al llamar «padre» al Dios que elige y salva, se expresa tanto su -> amor misericordioso y perdonador (Jer 31 [38], 9 20 cf Os 11 8) como su exigencia de respeto y obediencia (Dt 32 5 s Jer 3 4 s 19 s Mal 1 6) De la común filiación divina de los israelitas resulta una especial obligación a lafidelidadmutua dentro de la comunidad (Mal 2, 10) Si el particular experimenta a Dios como padre, es en cuanto miembro del pueblo y dentro de un obrar de Dios que corresponde a la salvación de Israel (Sal 68[67], 6, en el contexto de los vv 5-11) /S) La invocación «padre mío» aparece solamente en Jer 3, 4 19, pero, de modo muy significativo, no en la boca de un orante aislado, sino como invocación oracional del pueblo elegido b) Dios como padre, en el judaismo palestinense a) Al igual que en el AT, también en el judaismo palestmense de la época precristiana es raro el calificativo de Dios como padre En los libros propios del canon alejandrino y en los apócrifos de origen palestmense aparece solamente en muy pocos pasajes (Tob 13, 4, Eclo [hebr] 51, 10, Jub 1, 24 s28, 19, 29), los textos de Qumran proporcionan un único testimonio (1QH 9, 35 s) En el judaismo rabimco aumenta el empleo del nombre de padre en el s Id C, sin embargo, frente a otros calificativos divinos pierde terreno A Dios se le llama «padre en el cielo» (ejemplos en JJeremias, Abba, 20 ss), expresión en la que la añadidura «en el cielo» marca la distancia que existe entre Dios y los hombres Frente al uso que hace el AT, resulta nuevo que en el judaismo palestmense de esta época también el individuo piadoso hable de Dios como de su «padre en el cielo» (JJeremias, loe cit, 24 ss) Con todo, los textos acentúan que la conditio sme qua non de esa relación de filiación personal esta en la obediencia ante los mandamientos de Dios (cf Eclo 4, 10) ¡i) Como invocación a Dios aparece en el s I d C el giro «nuestro padre nuestro rey», si bien solo en la oración litúrgica de toda la comunidad y no en el lenguaje corriente arameo, sino en el lenguaje cultico hebreo (plegaria «Ahaba rabba», cf WStaerk, 6, letanías del año nuevo «Abinu malkenu», cf WStaerk, 27 ss) Es de considerar que el giro hace resaltar la majestad de Dios al mismo tiempo que su paternidad Mt 6,9 es asimismo un testimonio para el s I d C de la expresión «padre nuestro del cielo», que puede observarse ocasionalmente en las oraciones del judaismo tardío Por el contrario, falta hasta ahora la prueba documental de que un particular se haya dirigido a Dios en la oración llamándole «padre mío» (en el texto griego de Eclo 23, 1 4 se encuentra

Padre (na.zrjp)

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ciertamente la invocación «Señor, mi padre», pero en el hebreo, como en Eclo[hebr] 51, 1, se dice «Dios de mi padre»; cf. Ex 15, 2). c) Dios como padre, en el judaismo de la diáspora ct) El judaismo de la diáspora grecoparlante usó más frecuentemente y con más llaneza que el judaismo palestinense el calificativo de Dios como padre (3 Mac 5, 7; Sab 2,16 ss; TestJob 40,2); Filón (Op. Mund. 89; Spec. Leg. I, 96; II, 6 y passim) y Josefo (espec. Ant. 7, 380) por su parte dejan transparentar claramente la concepción griega del «padre de todo». fi) Bajo el influjo griego, en el judaismo de la diáspora se encuentra también en las oraciones de los particulares la invogación «padre mió» (3 Mac 6, 3.8; Sab 14, 3; Apócrifo de Ezequiel, Frg. 3 = 1 Clem 8, 3).

III A la amplitud de significado de 'áb o patér en el AT corresponde en el NT la de patér, padre. A diferencia del AT, en el que sólo en muy pocos pasajes está atestiguado el empleo del nombre de padre aplicado a Dios, el número de testimonios relativos al uso religioso de la palabra patér (245 veces) sobrepasa con mucho en el NT al uso profano que de la misma se hace (157 veces). 1. tJso profano de patér a) Según la tradición sinóptica, Jesús hizo referencia expresamente a la validez obligatoria del mandamiento de honrar a los padres (Ex 20, 12) (Me 7, 9 ss par; 10, 19 par), pero por encima de la vinculación al padre y a la madre colocó la obligación de seguirle a él (Mt 10,37; Le 14,26; cf. Me 10,29 s par). También los textos sobre relaciones domésticas de Ef y Col subrayan el mandamiento de la obediencia al padre y a la madre, haciendo referencia al mismo tiempo a la responsabilidad humana y espiritual del padre para con sus hijos (Ef 6, 1 ss; Col 3, 20 s). b) Cuando Pablo en 1 Cor 10, 1, en atención a los cristianos provenientes del paganismo, habla del pueblo de Dios de la antigua alianza como de «nuestros padres» (cf. también Rom 9, 10; Heb 1, 1; 1 Clem 4, 8; 31, 2; 60, 4), está presuponiendo la unión estrecha (mostrada exhaustivamente en Rom 9-11) entre Israel y la iglesia. c) El pensamiento de la paternidad espiritual está presente en l Cor 4, 14 ss, e indirectamente en las afirmaciones relativas a la filiación divina (Flm 10; 1 Tim 1, 2.18; 2 Tim 1,2; 2,1; Tit 1,4; 1 Pe 5,13): el apóstol viene a ser «padre» de los cristianos traídos a la fe por su predicación. Mt 23, 9 va contra el empleo del nombre de padre como título honorífico. d) Entre los conceptos derivados de patér hemos de mencionar espec. apátór, sin padre (Heb 7, 3); Heb designa a Melquisedec como «sin padre, sin madre, sin estirpe, sin un comienzo de sus días y sin un final de su vida». El autor hizo esa sorprendente afirmación con ayuda de la regla rabínica: «Lo que no está en la Tora, no existe». Encuentra en el silencio del AT (Gn 14, 18 ss) acerca de la procedencia, padres, nacimiento y muerte de Melquisedec una referencia misteriosa al origen celestial maravilloso del rey sacerdotal y a su sacerdocio imperecedero. Como ser de naturaleza celestial (cf. HQMelch; traducción en FSchróger, 140 ss), Melquisedec es mayor que los sacerdotes levíticos, para cuyo oficio era condición indispensable la ascendencia sacerdotal (Neh 7, 63 s; Lv 21, 13 ss). Por esta razón su figura le sirve al autor de Heb como modelo y arquetipo profético del hijo de Dios y sumo sacerdote eterno Cristo, que tampoco pertenecía a la tribu de Leví (Heb 7, 13 s). 2. Dios como Padre El conjunto de las citas nos muestra ya, que, cuando hablamos de la paternidad de Dios, nos encontramos ante un pensamiento central de la teología cristiana primitiva. Esta afirmación recibe su confirmación si atendemos al contenido (cf. -> ififiá [abbá]; además -> niño, art. ÜÍÓQ [hiós]). a) La apelación de Dios como padre en las palabras de Jesús

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(nazrjp) Padre

a.) De la designación de Dios como padre en las palabras de Jesús encontramos 3 testimonios en Me, 4 en la tradición de logia usada por Mt y Le( = fuente Q), 4 en el patrimonio exclusivo de Le, 31 en el restante evangelio de Mt, y 100 en Jn. Esta verificación hace sospechar que Jesús mismo sólo raras veces designó a Dios como padre y que hasta los tiempos del cristianismo primitivo no fue aumentando la tendencia de poner en su boca la designación de Dios como padre. Por lo que hace al lenguaje propio de Jesús, hay dos cosas-de gran importancia: es evidente que nunca llamó a Dios padre de Israel, y también que ciertamente habló de Dios como de su padre («mi padre») y como del padre de sus discípulos en un «nuestro padre» (¡el padrenuestro es oración de los discípulos!). Cuando Jesús llama a Dios su padre, lo hace fundándose en la revelación de carácter único que Dios le otorgó y en su posición incomparable de hijo (Mt 11, 25-27 par Le 10, 21 s; sobre la cuestión de la autenticidad y sobre la exégesis más en detalle véase JJeremias, Abba, 47 ss). En el envío de Jesús, en cuyas palabras y obras irrumpe el futuro reinado de Dios (-> reino), Dios se revela como el padre. La paternidad de Dios revelada en el hijo es por eso una realidad escatológica (cf. ELohmeyer, 25 ss). La expresión «vuestro padre» se encuentra sólo en las palabras de Jesús a sus discípulos. Por consiguiente, Jesús no fue el representante de la idea de que Dios es el padre de todos los hombres, sino que más bien vinculó la paternidad de Dios a la relación con él. Dios se muestra como padre de los discípulos en su misericordia (Le 6,36), bondad (Mt 5, 45), amor perdonador (Me 11, 25) y providencia (Mt 6, 8; 6, 32 par Le 12, 30); les otorga el don de los tiempos salvíficos (Mt 7, 11) y les prepara la salvación escatológica (Le 12,32). En Mt 5,44 ss; Le 6, 36 y otros, se dice expresamente que de la experiencia del amor paternal de Dios surge para el discípulo una obligación especial en relación con la propia conducta de cara a los otros hombres. fí) Según el testimonio de todos los evangelistas, Jesús usó continuamente en sus oraciones (con excepción del grito de la cruz de Me 15, 34 y Mt 27,46, donde la palabra «Dios mío» venía reclamada por la cita del Sal 22,2) la invocación «padre (mío)» (Me 14, 36 par: Mt 26, 39.42 y Le 22,42; Mt 11,15 s par: Le 10,21; Le 23,34.46; Jn 11,41; 12,27 s; 17,1.5.11.21.24 s). «El carácter constante de la tradición muestra, independientemente de la cuestión en torno a la autenticidad de cada una de las oraciones en particular, cuan firmemente estaba arraigada en la tradición relativa a Jesús el mvocar a Dios como padre» (JJeremias, Abba, 57). Si ya la invocación personal «padre (mío)» era algo totalmente nuevo en el ambiente de Palestina (cf. II, 2b), debe considerarse como absolutamente inaudito el que Jesús se sirviera para ello de la palabra aramea carente de toda solemnidad 'abba (para más detalles -• afifíá [abbá]). b) La apelación de Dios como padre en los testigos neotestamentarios a.) La designación de Dios como padre. Los testigos neotestamentarios, espec. Pablo (incluyendo las cartas deuteropaulinas) y Juan (evangelio y 1-2 Jn), se muestran plenamente de acuerdo en que la paternidad de Dios tiene un fundamento cristológico y soteriológico. En las cartas de Pablo la denominación de Dios como padre se presenta 40 veces, y siempre en fórmulas litúrgicas (salutaciones en forma de bendición: Rom 1, 7; 1 Cor 1, 3; 2 Cor 1, 2; acción de gracias y alabanza: Rom 15, 6; 2 Cor 1, 3; Ef 1, 3; confesión de fe: 1 Cor 8, 6; Ef 4, 6; plegaria: Ef 5, 20; Col 1,12). Si Pablo (junto a «Dios, el padre» y «Dios nuestro padre») emplea a menudo el giro «Dios y padre de nuestro señor Jesucristo» (Rom 15,6; 2 Cor 1,3; 11,31 y passim), con ello quiere expresar que Dios en Jesucristo se ha revelado como padre y por eso sólo en él se le conoce como padre. La paternidad divina no es un hecho natural, sino un milagro escatológico (cf. Rom 8,14 ss; Gal 4,1 ss).

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Padre {n á/?jSá [abbá] III, 2). Tal vez 1 Pe 1, 17 aluda a la invocación de Dios como padre en el padrenuestro (cf. la traducción coptosaídica: «cuando vosotros ponéis en vuestros labios el "padre nuestro", que...»): con el derecho de llamarle en la oración «padre», surge al mismo tiempo la exigencia de actuar de acuerdo con la condición de hijo.

0. Hofius

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*,-

w

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(yk&aaa) Palabra

Paganos -> Pueblo Palabra Palabra y lenguaje son los medios por los cuales el hombre se pone en contacto espiritual con su entorno, y especialmente con los demás hombres. Para los antiguos la palabra y el concepto eran algo más que una cosa convencional: constituían el medio apto para ordenar fenómenos y pensamientos, y al mismo tiempo eran puente de comunicación y camino para domeñar, o al menos para influir, cosa que tiene su expresión principalmente en las formas de -* maldición o de -* bendición. Por lo que a su forma y a su configuración atañe, la palabra aparece como lengua (yk&aaa. [glóssa], propiamente lengua en su calidad de órgano corporal; acústicamente es perceptible como sonido o como voz ((p(ovr¡ [phóné]). El hecho de que no sólo designe una cosa, sino que ocupe efectivamente su sitio, que incluso llegue a poder identificarse con ella, quizás lo muestra más que ningún otro el sustantivo pijiia [rhéma], mientras que el carácter ordenador y la disposición ocasionada por la palabra, la formación de un sistema, se observa con más claridad en la amplia familia de palabras que forman el término koyoQ [lógos] y sus afines. La palabra, en su calidad de forma definida de expresión, figura entre las características distintivas más nobles del hombre, y por eso la Biblia habla también de la revelación que Dios hace de sí mismo por medio de la categoría de la palabra, de manera que Juan llega a identificar a Dios con el lógos y, concretamente, concibe esta identificación de una manera tal que en Dios queda absolutamente excluida una oposición palabra/acción. Cf. también -» pensar, -> oír, -> mensaje.

yX&aaa. [glóssa] lengua (= órgano), lengua (= idioma); ixzpoykwaaoc, [heterógldssos] el que habla una lengua extranjera I El sustantivo glóssa, lengua (órgano corporal), lengua (=idioma), término derivado probablemente de ylíox-ict [glóch-ia] punta, emparentado con yX&xzq [glóches] (granos de las espigas) procedentes, pues, del ámbito vegetal, es palabra que significa básicamente la lengua de los hombres y animales en sentidofisiológico(Homero, Od 3, 332), como órgano del gusto y del habla. En sentido figurado glóssa puede significar la facultad de hablar, sentencia, máxima, y también idioma, dialecto (Homero, Od 19, 175, Herodoto I, 57) Pero también puede denominar una exposición verbal oscura que necesite ser aclarada (Aristóteles, Poet 21, p 1457b, 1 ss) II En los LXX glóssa (también en la forma yUcóttcc [glótta] está atestiguada unas 160 veces, de las cuales aproximadamente 100 son traducción del hebreo lasón, arameo hsán) significa la lengua como órgano corporal de hombres y animales (Ex 4,10; Jue 7, 5), en sentido figurado significa la facultad de hablar o idioma (Gn 1,7) En los libros poéticos y en los proféticos del AT y en Eclo la lengua es espec el órgano del hombre pecador como instrumento de la mentira y de la maldad, de la soberbia y de la impiedad (Job 15, 5, Sal 140[139], 4, Prov 6,17, Is 3, 8, Jer 9, 2 7) Los pecados cometidos con la lengua producen desgracia y ruina como un látigo (Job 15, 5), como una espada o como laflechadisparada por el arco (Sal 57[56], 5) o como una serpiente venenosa (Sal 140[139], 4) y destruyen la relación del hombre con Dios y con su prójimo «La vida y la muerte están en poder de la lengua» (Prov 18, 21), y por esto se nos exhorta constantemente a preservar nuestra lengua del mal (Sal 34[33], y a tomar partido, con nuestra lengua, a favor de la razón y de la verdad (Sal 35[34], 28; 37[36], 30, Prov 15, 4), y a alabar a Dios (Sal 51[50], 16, Sal 126[125], 2, Eclo 31, 30)

III En el uso neotestamentario del término (está atestiguado 52 veces) el centro de gravedad teológico se encuentra en Hech (6 veces) y en 1 Cor 12 y 14 (3 y 14 veces

Palabra {yl&aact)

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respectivamente), textos en los que las lenguas de fuego que se posan sobre los discípulos (Hech 2, 3) son el símbolo del bautismo de fuego impartido por el Espíritu santo y el «hablar en diferentes lenguas» es un signo que acompaña la actividad del Espíritu santo. Por lo demás, el uso neotestamentario del término se acomoda al de los LXX (con frecuencia en citas: Hech 2,26; Rom 3,13; 14,11; Flp 2,11; 1 Pe 3,10), pues glóssa designa la lengua como parte del cuerpo (Le 16, 24; Ap 16,10), como órgano del habla (Le 1,64; Me 7, 35; 1 Jn 3, 18; Sant 1, 26 y passim, y, junto con óiáXsKtog [diálektos] designa también el dialecto, el idioma, el lenguaje del hombre (Hech 2, 11). En Ap glóssa sale 7 veces en una expresión sumaria que suele incluir «raza, lengua, pueblo y nación» (5,9; 7, 9) etc. y señala la totalidad de los hombres y pueblos a los ojos de Dios. 1. La lengua como órgano del habla revela lo más íntimo del hombre. Puede estar sometida a lazos diabólicos (Me 7, 35) y, por el poder del maligno, los efectos del pecado se manifiestan de múltiples maneras precisamente mediante la lengua. Pero también por ella se" manifiesta el poder salvador de Jesús; tanto en cada cristiano como en la comunidad redimida, se proclama la fuerza renovadora del Espíritu santo, y por la lengua se hace en voz alta la alabanza de Dios. 2. El carisma del don de lenguas (glosolalia) es entendido en el NT como cumplimiento de las promesas hechas en la antigua alianza (1 Cor 14, 21; Hech 2, 16) y como señal de la irrupción del tiempo de salvación. No hay reflejo de paralelos del AT o de fenómenos análogos de la historia de las religiones, aunque Pablo, por ejemplo, conoce notoriamente la existencia en el helenismo de fenómenos extático-místicos (1 Cor 12, 2). a) Pablo interpreta como glosolalia no entendida por los no creyentes lo que en 1 Cor 14,21, en la cita de Is 28,11 s (év íx&poykátaaoic, [en hetewglóssois]), se refería a un idioma humano extranjero. Algunos miembros de la comunidad de Corinto fueron impulsados «en el espíritu», por el Espíritu santo, a una plegaria, a una alabanza, a una acción de gracias proferidas inarticuladamente y como en trance (1 Cor 14, 14 ss). Este hablar «lenguas» era el resultado de un estado elemental de posesión y una forma determinada de adoración personal (1 Cor 14,2.28b). Pero, puesto que ni esta plegaria ni esta alabanza eran entendidas por los restantes que no estaban poseídos por el espíritu, y éstos no podían entonar al unísono con los primeros la alabanza, este don de lenguas no servía ni para fortalecer a la comunidad (1 Cor 14, 5) ni para edificarla. Pablo no previene contra el hablar «en el espíritu» (1 Cor 14, 39b), él mismo lo ejerce con afán (1 Cor 14,18), pero exhorta encarecidamente a que sea examinado, usado con moderación y racionalmente. En la reunión de la comunidad el don de lenguas sólo tendrá lugar cuando siga una interpretación hecha por el espíritu, porque en tal caso sirve para la edificación de la comunidad (1 Cor 14, 26 ss). La profecía, es decir, la proclamación del evangelio inspirada por el espíritu y llena de él, debe ser preferida en todo caso a la glosolalia (1 Cor 14, 19), que Pablo pone en último término cuando enumera los carismas (1 Cor 12, 10). Pablo no dice una palabra de que la glosolalia sea una prueba imprescindible para demostrar que se ha recibido el espíritu de Dios, o que con la glosolalia se dé a los miembros de la comunidad que la han recibido una categoría más alta. El don de lenguas no puede servir jamás para enaltecer al hombre piadoso, ni para que obtenga un testimonio a favor de sí; sólo debe servir a la gloria de Dios. b) Según la exposición de Lucas en Hech 2 la infusión del Espíritu santo en Jerusalén estuvo acompañada de un «hablar en diferentes lenguas»: los discípulos proclamaban conjuntamente «las maravillas de Dios» (Hech 2, 4), y a la vez que ellos hablaban el Espíritu santo hizo que muchos entendieran esta proclamación, cada uno en u propia lengua. Aunque la tradición no nos da una imagen absolutamente nítida del

251

(Áóyoq) Palabra

hecho de pentecostés, sin embargo da a entender con suficiente claridad que el espíritu de Dios obró una proclamación y una escucha peculiares del evangelio, lo cual condujo a la formación de la primera comunidad. Cuando más tarde, en Cesárea, los primeros paganos recibieron el Espíritu santo y se convirtieron en miembros de la comunidad, también ellos fueron hechos partícipes del «canto» de adoración y de alabanza a Dios «en lenguas extrañas»; lo mismo les ocurrió, aún más tarde, a los discípulos de Juan bautista que se hicieron cristianos en Efeso (Hech 10, 46; 19, 6). c) Estos fenómenos fueron, sin duda alguna, distintos entre sí, pues, por lo que se refiere a Jerusalén, Lucas describe el hablar lenguas como una predicación del evangelio en lenguas extranjeras dirigida a la muchedumbre (ánocpMyyea&ai [apophthéngesthai], aclarar en voz alta, hablar entusiásticamente a uno, Hech 2, 4.14); en cambio, en Cesárea, Efeso y Corinto se trató seguramente de una adoración y alabanza tributadas a Dios con sonidos inarticulados. Pero todos están absolutamente convencidos de que estos fenómenos no tienen su raíz en una excitación piadosa del hombre, sino en la acción del Espíritu santo, y de que su fin es la adoración y la glorificación de Dios. H. Haarbeck Xóyoq [lógos] palabra, dicho, sentido; Xéyco [legó] recolectar, contar, decir; XoyiKÓq [logikós] intelectual, razonable; Xóyiov [lógion] sentencia, dicho; Xóyioq [lógios] elocuente, culto; aXoyoq [álogos] irracional, mudo; XaXéco [laléó] hablar, charlar I Ya en el ámbito lingüístico del griego profano adquirió la palabra lógos una significación central en el pensamiento especulativo, y ello cuando todavía no había alcanzado sus límites semánticos precisos Esto quiere decir que el significado de textos diversos no se expresa cada vez a modo de definición, sino que depende del contexto, en el cual otros conceptos influyen en su sentido preciso Y esto tiene progresivamente mas importancia porque esta palabra, debido precisamente a su amplio dbdnico de significados posibles, ruc adoptada en (Jreua en el s V a C por todas las ciencias que iniciaban su desarrollo gramática, lógica, retórica, psicología y metafísica, teología e incluso la matemática Cada ciencia la dotó de un sentido propio dentro de su ámbito, sentido distinto en cada una, a veces, aun dentro de una misma ciencia, se pueden perfilar en lógos significados no idénticos 1 La palabra logos, de la raíz Isy- (leg-), juntar, recolectar, narrar, decir, significa palabra, discurso, lengua, narración, y en Homero, que la usa en plural solo en U 15,393 y Ód 1, 56, no se diferencia, por lo que a su sentido atañe, de las palabras, que en él más predominan de este área semántico, fioSog [mythos] y énog [epos] El uso lingüístico postenor a Homero establece diferencias en los significados de estas palabras Reserva épos para la literatura épica compuesta obligatoriamente en versos de métrica homérica, y hace que mythos, ademas de servir para denominar el género literario de historias fingidas, designe una literatura de narraciones de dioses, las cuales, aun debajo de una configuración poética, pretendían poseer un contenido real (el primer mito en este sentido Herodoto, II. 45) El espacio que, por así decir, queda libre para designar lo que es discurso, palabra, lo llena pfjfia [rhéma], una nueva forma posthomenca construida sobre una raíz homérica, mientras que logos, termino escasamente atestiguado, queda limitado a la significación de discurso (Jenofonte, en Diels 1,127,9) o bien de tema de un discurso (Th 1055) 2 Uso filosófico a) El cambio semántico decisivo en el uso de la palabra lógos se da con Heráchto (hacia el 500 a C) Para el lógos es también ciertamente discurso, discurso doctrinal = doctrina (Frg 1) y palabra (Frg 87), también fama (Frg 39), pero al mismo tiempo significa relación, proporción (Frg 31), sentido (Frg 50), ley común universal (Frg 2), verdad (Frg 1) Es digno de notar que a pesar de esta amplia gama de significados, Heráchto en cada uso del termino incluye en su pensamiento todo el ámbito de significados de lógos las palabras, que sustituyen a las cosas, las relaciones que se dan al mismo tiempo entre las cosas, la ley que subyace a estas relaciones, que es, concretamente, una ley general que abarca también a los hombres, y la exigencia planteada al hombre por esta ley general, que es la de comportarse según esta ley Por todo esto resulta claro que a Heráchto no le importaba un sistema filosófico; lo que le importaba era precisamente captar, mediante la ley universal de la proporción, que subyace al cambio continuo, la unidad del uno y del todo (Frg 50) Además para el logos es al mismo tiempo instrumento de pensamiento' expresa el proceso del pensar y sus resultados y también las consecuencias que extrae el pensante (Frg. 2).

Palabra (Aóyog)

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Puesto que el lógos, «a diferencia del mito que el dios coloca en el alma del poeta como verdad interior..., se dirige a lo entitativo, a lo objetivo», comprende «el amplio mundo empírico de todo lo que se experimenta con ojos y oídos» (Schadewald, Antike, 155). Estas formulaciones se basan en el verbo que subyace a la significación de lagos el verbo lego, que significa el trabajo del sembrador, un recoger cuidadoso, seleccionador y consecuente, un alinear en un orden adecuado, este verbo no tiene, originariamente, ninguna relación con «decir» o «hablar». Todo lo que el hombre ve lo introduce, mediante un examen efectuado por los sentidos, en una relación; esta relación es, según Heráchto, el lógos de las cosas singulares, contenido en las cosas mismas; este lógos hace visible una ley común a todo lo que es (Frg 2) Por esto puede Heráchto decir «el uno es todo» (Frg. 50) O sea, que para Heráchto el mundo presenta «na relación de reciprocidad de las cosas entre sí y con el todo En esta relación viene incluido también el hombre, por lo cual es capaz de razón, de manera que encuentra en sí mismo esta ley universal (psicología) y descubre también su propia ley en el universo (metaiisica). Sin embargo, el universo continúa siendo «mundo» y no puede ser interpretado trascendentemente; el pensamiento de la trascendencia no existe todavía Precisamente la agudeza con que Heráchto expuso su teoría suscito natural oposición. Si él había todavía exigido «prestar oídos a la naturaleza» (Frg. 112), su contemporáneo Parménides unió a la palabra lógos, a la cual equiparó muy pronto el término vónua [nóema], pensamiento (Parménides, Frg. 8,50) el concepto del pensamiento puro y no perturbado por los sentidos (Frg. 7,45). Con ello Parménides ha situado el imperio del lógos más allá del mundo falaz de las apanenaas, lo ha colocado en el mundo del puro ser, en el mundo de los fenómenos sólo hay la lucha matua e insoluble de los contrarios entre sí (-> verdad I, la) Con esto emergen por primera vez a la luz tres aspectos para el concepto de lógos a.) La antitética (Parménides tiene plena conciencia de que su pensamiento es opuesto al de Heráchto). P) El dualismo (Parménides separa el «uno» de Heráchto —Frg. 50— en dos ámbitos claramente separados según su valor), y y) La restricción del concepto de lógos al ámbito subjetivo: actividad pensante y pensamiento (Parménides, Frg. 8, 50, en el que llega a dar preferencia al término nóema). b) En esta misma época (mediados del s. V a. C.) se impone en Grecia la sofística, un movimiento intelectual que penetra en todos los estratos de la sociedad griega La sofistica puede caracterizarse según los puntos de vista siguientes' a) Orientación de la reflexión al hombre y a la relación del individuo con la sociedad. ¡i) Conocimiento de la necesidad (también de la posibilidad) de la educación del hombre en vistas a una participación suya razonable en la vida política. y) Y convicción de que el lógos, el discurso, puede proporcionar esta educación, si se aplica a la explicación y a la crítica de los poetas (sobre todo de Homero) La palabra lógos recibe en la discusión de estos tres temas el sentido de la fuerza argumental de cada individuo, la cual, absolutamente libre de valores, pudo acometer los más diversos problemas, cosa en la que lo único que interesaba era defender la tesis propia. Esto aparecía como posible porque existía la convicción de que en cada lógos está ya contenido un anti-logos (Protágoras, en Diels II, 266, 15 s). Con esto se reconoce la antitética como principio fundamental de la discusión Comparándolo con Parménides, de aquellos dos ámbitos del conjunto del mundo interesó exclusivamente el real y presente, que elfilósofoeleático había minusvalorado. Esto se reflejó en el método inductivo, sobre el cual había recaído ya la severa condena de Parménides Ahora se podían dar discusiones acerca de un tema (Siaaoi kóyoi [dissoí lógoi]), razonamientos dobles, es decir, dos razonamientos opuestos acerca del bien y del mal, acerca de lo bello y de lo feo, acerca de la verdad y de la mentira (Diels II, 405 ss; Aristófanes llega a escenificarlo: Nu 889-1104). También ahora fue posible manejar hábilmente los argumentos y convertir en «superior» la causa «inferior», injusta o bien desacreditada (xóv r\tx(x> Aoyov Kpsivtai nowiv [ton hettólógon kreitto poiein]), cosa que durante su proceso fue reprochada a Sócrates mediante una retorsión sofistica (Platón, Ap 18b). Pero no sólo una significación de lógos absolutamente libre de valores y convertida en útil para los objetivos individuales señala la época de la sofistica, sino que también se ve en el lógos una fuerza formidable, una potencia para todo lo grande y lo importante. Gorgias (Diels II, 290,17 ss) llama al lógos gran soberano que puede realizar en los cuerpos más pequeños las obras más divinas (Smómm [theiótata]), Isócrates (3, 7) otorga al lógos una fuerza pedagógica que reprocha a los malos y alaba a los buenos, llega a atribuirle una fuerza creadora de cultura (cf. ThWb IV, 81), puesto que casi todo lo que ha creado el hombre ha sido creado por el lógos (15, 254) Aquí se expresa un entusiasmo que es típico de esta época, como época de ilustración, pero se expresa también una admisión de las concepciones de valor que contiene un rasgo casi misionero. Sin embargo, es significativo que según afirmación del mismo Gorgias (Diels II, 277, 39) en la oratoria sofistica no se opera con conocimientos, como se opera con ellos en otras habilidades (la palabra «conocimiento» viene explícitamente rechazada en la frase), sino únicamente con palabras (Siá /.óycov [diá lógón]), donde queda abierta toda la problemática del contenido del que habla Según lo dicho, en la concepción sofistica la actividad de la discusión ISialéycoüca [dialégesthai]) no hace otra cosa que sacar a la luz la tesis y la antítesis. El valor que interesa radica en la ejecución de la discusión. Sin inmutarse podía un sofista —hoy diríamos, según nuestro modo de sentir, a media discusión— dar el asunto por terminado, observando p. ej. «ahora ya es tiempo de dedicarnos a otra cosa» (Platón, Prt. 361e). c) Sócrates se opone a esta división sofística de palabra y contenido, y lo hace a partir de dos reflexiones básicas a.) puesto que el mundo presenta un orden, las cosas del mundo sólo pueden ser pronunciadas con un

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(Áfr/oq) Palabra

significado, jjy la actividad del diálogo (dialégesthai) tiene sentido únicamente si se corresponde con lo dicho antes, es decir, si tiene por finalidad una coincidencia, el KOIVOQ lóyoz [koinós lógos], la base común de la convivencia humana. Sócrates concibe el diálogo como una actividad que crea sociedad en la misma medida en que el esfuerzo en pos de la verdad impulsa irresistiblemente todo saber hacia su realización (Stenzel, loe. cu., 831), Sócrates mismo en la cárcel se ha comportado de acuerdo con esto (Platón, Knt. 46b/c). Para Sócrates el diálogo no tiene su sentido en el «hablar por hablar» (lóyoi ¿vera kóyoo [lógoi héneka lógou], Platón, Knt 46d; cf supra 2a), sino en la reflexión que ha tenido lugar durante el diálogo; esta reflexión se esfuerza para esclarecer alguna cosa, y mediante los principios encontrados, afirma el ser de las cosas: este ser es precisamente su lógos d) Platón, cuyo pensamiento se movió más bien en torno a las ideas, no añadió nada decisivamente nuevo desde el punto de vistafilosóficoa la elaboración del concepto de lógos. Tampoco Aristóteles, por lo que se refiere al problema de la interpretación del mundo y de la relación del hombre con él consigue alcanzar un plano nuevo en el uso de lógos, pero sistematiza la concepción socrático-platómca, si bien es verdad que lo hace aislándola y reduciéndola en su método' el hombre es el único de los seres vivos que tiene lógos, porque sus acciones y sus permisiones vienen determinadas por la palabra, y es él mismo quien realiza completamente el hablar y el entender (Pol I, 2 p 1253a 9 s y Eth. Nic I, 6, 1098a4 s). e) Si se examina el desarrollo conceptual de lógos hasta este momento, queda de manifiesto que el abanico de posibilidades semánticas ya no se puede extender más: la ley universal general formulada por Heráchto y la capacidad individual de discurso por parte de los sofistas son puntos finales que, si mantenemos como presuposición los planteamientos de pensamiento sostenidos hasta aquí, ya no se pueden rebasar Una orientación fundamentalmente nueva de pensamiento, a saber, la tesis de que el problema principal del hombre es la ética, ha sido la escuela del Pórtico, la Stoa, la primera que con su interrogante «¿cómo he de vivir para poder ser feliz''» lo ha presentado a los planteamientos griegos. ¡Y también aquí todo el complejo de cosas que permite indagar la respuesta se denomina lógos\ Es rico en consecuencias el hecho de que, en una filosofía que ya no posee una orientación ni nacional griega ni política ni ontológica, el concepto de íógos conserve, con todo, la fuerza que le permita designar lo más «general» o «genérico». Pero esto genérico ya no se adquiere por el conocimiento, sino que es la convicción lo que lo establece En este sistema de pensamiento el lógos es la expresión de la ordenación y de la determinación teleológica del mundo (ThWb IV, 83), se equipara a -> Dios o bien, en lafilosofíade Cnsipo (segundo jefe de la Stoa, hacia el 250 a. C), unido a Dios, es el principio constitutivo del cosmos, principio que se expande por toda la materia. Aquí el -> mundo es contemplado como una unidad y se ve en él un desarrollo del lógos, por esto se le atribuye un alto grado de intelectualización. Aquí no queda espacio alguno para la concepción socrática de la búsqueda activa de la verdad, a la que ha de seguir la realización social de la verdad encontrada, pero quizás haya sitio para el sentido herachteo del universo; es cierto que para la Stoa este sentido no se contiene en el mundo sin que lo refleje, sino que procede de un punto de partida (el / elección y la -• alianza (Ex 34, 28 las diez palabras [mandamientos]), y sirve también en la época del exilio y en los tiempos posteriores a el para transcribir la acción de Dios eficaz y creadora en relación con la -» creación (Gn 1) y con la naturaleza (Sal 29, 33) La palabra profetica de la promesa, configuradora de la historia, la palabra iluminadora de la alianza, que se apodera del hombre, y la palabra de Dios creadora, que determina la naturaleza y su ordenación, integran conjuntamente la -> revelación de Dios en el AT 2 Concepción de la palabra de Dios en el antiguo oriente En todo el antiguo oriente la palabra no posee primariamente la función indicativa de designar los objetos o, lo que es lo mismo, no es fundamentalmente portadora y medianera de un contenido significativo (elemento noetico de la palabra), sino que se entiende como un poder que llega a repercutir en el dominio de lo espacial y de lo real, en forma de palabras mágicas o de conjuros, en palabras de bendición o de maldición la -» maldición como palabra de mal agüero penetra como una sustancia destructora en aquello a que afecta y opera desde dentro la aniquilación de ello (elemento dinámico de la palabra) Especialmente en Egipto, pero también en Asina y en Babilonia, la palabra divina posee fuerza dinámica y potencia creadora en Egipto la fuerza de la creación y de la conservación del mundo son atribuidas a la palabra divina Según una inscripción de Menfis, Ptah el dios creador, ejerce su actividad creadora con la ayuda «del corazón y de la lengua», es decir, con su palabra (LDur, loe at, 25) Esta fuerza dinámica de la potencia creadora es transferida también de Ptah a otros dioses Asi se dice de Thot «Lo que sale de su boca se cumple, y lo que el dice se realiza» (loe cit 27 s) También en el mundo mesopotamico se alaba la fuerza creadora de la palabra divina Citemos las frases siguientes de los himnos de Marduk Ellil «Su palabra, que emprende su ruta como una tempestad La palabra que, en lo alto, desgarra el cielo, la palabra, que, aquí abajo, sacude la tierra Su palabra es una tormenta que acaba con todo Su palabra, aun cuando alienta suavemente, arrasa el país» (loe cit, 8 ss) Por lo que se refiere a la distinción entre la concepción bíblica y las concepciones que de la palabra de Dios eran corrientes en el antiguo oriente, a pesar de ciertas analogías, cabe precisar que en este ultimo «la divinidad esta situada en una relación con el mundo en parte natural y en parte mágica» y, como consecuencia de ello, «la palabra es vista como una magnitud mágica o natural, o bien como una emanación de la divinidad, de manera que esta queda unida a la naturaleza o bien identificada con ella» (OGrether, loe cu, 144) En Israel, en cambio, la palabra

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creadora de Dios fue purificada de cualquier concepción mágica o emanativa, y fue desmitificada en su calidad de palabra de Dios que, con su aliento, su exigencia y su promesa, configura la historia El AT conoce solamente la palabra creadora de Dios que una vez tras otra se dirige indeclinablemente al mundo 3 Formas de la proclamación profeüca de la palabra de Dios El contenido de la proclamación profeüca es la palabra de Dios Pero en la misma medida en que los profetas del AT a pesar de sus diferencias individuales, demuestran tener determinadas formas básicas comunes A todos ellos, hay que plantearse la cuestión sobre que concepción de la palabra de Dios expresan las distintas/ormas y los diversos géneros deja proclamación profetica, puesto que «no es el profeta quien se sirve de la palabra, Sino que es la palabra de Yahve la que toma al profeta a su servicio» (HWWolff, loe at, 78 s) Aquí, del problema de las formas históricas se pasa sin solución de continuidad al problema del contenido «fueron los contenidos quienes determinaron la elección de la forma» (GvRad, Teología del AT II, 58) a) La palabra de Dios como palabra de vocación (genero relato de vocación) La peculiaridad de la proclamación profetica encuentra su expresión en aquellos relatos de vocación en los cuales la autoridad de la palabra profetica se basa únicamente en la palabra de Dios que da tal misión, es decir, en la palabra de vocación Se debe distinguir entre dos formas de relato de vocación La primera forma (cf Jer 1,4-10) se caracteriza por la indicación oral de Dios (palabra de elección y de nombramiento), por la oposición por parte del profeta y por la confirmación de la misión mediante un signo concluyeme (mención de la boca «pongo mi palabra en tu boca», Jer 1, 9) Esta forma, caracterizada por la palabra de Dios dirigida al profeta y por la transferencia de la palabra de Dios, tiene su distintivo particular «en el encuentro, muy singular y personal, entre Dios y el llamado» y «en la rígida subordinación de todos los momentos a la palabra de Yahve» (WZimmerh, BK XIII/1,17 s) En la segunda forma se arranca con una visión, en la que la palabra que intima al profeta no le llega en el contexto de un dialogo personal de Dios con el, sino que es el resultado de una decisión tomada por Yahve con su consejo ante la vista del profeta (Is 6, Ez 1 s) Pero, por cuanto la palabra de vocación procede del ámbito del consejo de Yahve, por cuanto, en consecuencia, la misión profetica de la palabra cristaliza a partir de la escena del consejo divmo presenciada en la visión, también la segunda forma de relato de vocación deja en claro la subordinación del elemento visionario a la palabra de vocación la visión culmina en la audición, en la manifestación de la palabra de Dios (WZimmerh, loe at, 195) La concentración en la palabra de Yahve que llama, el relato de vocación como relato autobiográfico del profeta (aspecto del que el antiguo oriente no ofrece paralelos), la realidad de que el sujeto profetico «en el perfecto uso de sus facultades de percibir, pensar y querer, es conquistado para la obediencia» (HWWolff, loe at, 215) y la observación de que «la conciencia del profeta estuvo siempre absolutamente despierta y jamas se vio desconcertada» (loe at, 215J, o sea, que el profeta «se daba perfecta cuenta de que no estaba ebrio, sino que era verdaderamente llamado» (loe at 216) y finalmente la sorprendente constatación de que, desde Amos, los profetas, se entienden a si mismos no como portadores del espíritu, sino como mensajeros de la palabra de Yahve, todos estos hechos muestran la diferencia que va de la recepción profeüca de la palabra a la vivencia extática que anula la función de la conciencia En otras palabras las distintas formas de los relatos de vocación dejan bien claro que «el distintivo esencial del profetismo veterotestamentano es la supremacía de la palabra» (ibid, cf OGrether, loe at, 84 ss) b) La palabra de Dios como palabra de un enviado (formula del mensajero) Uno de los distintivos mas sorprendentes de la proclamación que los profetas hacen de la palabra es la formula de introducción «asi habla Yahve», que desde Elíseo hasta Malaquias es algo asi como una constante dentro de los géneros usados por los profetas Esta formula introductoria procede del lenguaje profano del envío de embajadores, que presupone la situación de enviado que nos llega posteriormente a haber recibido el mensaje, y que en la transmisión de este mensaje se refiere a la hora en que lo recibió (cf Gn 32, 4-6, 2 Re 18, 19 29 31, LKohler, ZAW 37,1923,102 ss) Puesto que el enviado, en el momento en que proclama su mensaje, se refiere a la hora que ya le es pretérita, en la que el mandante le encargo el cometido de la proclamación, hay que traducir «Asi ha hablado Yahve» La adopción de la formula de los embajadores como introducción a la palabra profetica muestra juntamente que esta palabra se entiende a si misma estrictamente como transmisión de la palabra de Dios encargada al profeta La formula de los embajadores aparece ya en las cartas de Man (s XVIII a C), las cuales nos hablan de profetas que, por encargo de Dios, deben transmitir al rey un mensaje Pero, desde Amos, a tal profecía condicional de salvación hecha al rey, a la que puede pertenecer también una intervención acusatoria contra el monarca, se opone la proclamación incondicional de su juicio por parte de los profetas (p ej Natán 2 Sam 12,1 ss, Gad 2 Sam 24, 11 ss) En los textos de Man no existe ningún paralelo de esta palabra incondicional de juicio (CWestermann, Grundformen, 70 ss, 82 ss) c) La palabra de Dios como palabra de perdición (estructura de la palabra profeüca de denuncia) El oráculo de denuncia en los profetas anteriores a Amos, dirigido casi siempre directamente a alguien, la mayor parte de las veces al rey, expone una afirmación bimembre El profeta menciona el delito y anuncia la acusación efectuada por Yahve Entre la acusación o denuncia y la proclamación del veredicto se da la formula del mensajero («por eso Yahve ha hablado asi», 1 Re 21, 17 ss, 2 Re 1, 3 s) En otras palabras los profetas han distinguido con claridad entre la denuncia previa como fundamento y la proclamación del veredicto, esto ultimo es palabra inmediata de Dios «En sentido propio es palabra de Dios solo el anuncio (del veredicto) lo señala como tal la formula introductoria del mensajero, la denuncia precede a la palabra propia del mensajero» (CWestermann, loe

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at, 94) Las palabras de perdición que a partir de Amos, son dirigidas a la totalidad de Israel o de Juda evidencia con frecuencia esta misma estructura bimembre fundamentacion formula del mensajero con la proclamación del veredicto (Am 4 1-3, Is 8, 5-8) La palabra de Dios dirigida inmediatamente a los profetas y caracterizada por ellos como tal palabra de Dios mediante la formula del enviado, palabra que las mas de las veces tiene un contenido muy general («ha llegado elfin»,Am 8,2), viene enfatizada por el profeta en vista a los destinatarios mediante una frase introductoria, explicativa, que fundamenta la denuncia Por consiguiente, la base de la acusación que precede a la proclamación del veredicto es un componente de la reflexión profetica radicada en la palabra de Dios, que se recibe sin intermediarios O sea el profeta no es un «megáfono» de Dios, sino que traduce responsablemente a la situación del destinatario la palabra de Dios que el, el profeta, ha recibido «Esta participación del profeta apenas se puede apreciar en todo su significado, pues solo mediante ella alcanza su meta la palabra recibida por el profeta, y puede cumplirse» (GvRad, Teología del AT II, 101) d) La palabra de Dios y la palabra del hombre (la cita en el oráculo profetico) Pero también los destinatarios son incluidos en la palabra de Dios, por el hecho de que el profeta refleja los estados de animo, las reflexiones y la conducta de sus oyentes por la cita de una palabra pronunciada por ellos (HWWolff, Das Zitat ím Prophetenspruch, 36 ss) Aquí la palabra de Yahve es entendida como respuesta a una afirmación del pueblo, dada en forma de cita Sin embargo, el lugar característico de esta cita no es la palabra profetica en si esta en la fundamentacion, por parte del profeta, que precede a la palabra de Dios Para el mensajero profetico de la palabra, la palabra de Dios y la del hombre no son intercambiables Naturalmente, también lo inverso es valido un discurso profetico que lo umco que haga sea transmitir la palabra de Dios «no tiene una confrontación con los oyentes, aquí no se puede hablar de algo profetico propiamente dicho» (HWWolff, loe at, 92) O sea, que en el lenguaje profetico precisamente la cita muestra que la palabra de Yahve, transferida directamente a los profetas, se dirige a un dialogo pleno con sus destinatarios y puede recoger la palabra del hombre En el mismo grado en que esta es introducida asi en la dinámica de la palabra de Dios vale la afirmación «también la cita es proclamación» (HWWolff, loe cit, 84) e) El carácter de acontecimiento que tiene la palabra de Dios (la formula que expresa la palabra como acontecimiento) La formula característica de la recepción profetica de la palabra es w'yhi d'bar Yahweh 'el, la palabra de Yahve sucedió para (NB el Señor dirigió la palabra a ) Son 113 los pasajes del AT que tienen esta formulación, la cual aparece ya en las historias de los profetas de los primeros tiempos de los reyes (Samuel 1 Sam 15,10 Natán 2 Sam 7,4, Elias 1 Re 17, 2 8,18,1 y passim), y se da también en los títulos que encabezan los escritos profeticos (Os 1,1, Sof 1, 1) Pero es en Jer (30 veces, algunas de las cuales son secundarias) y espec en Ez (50 veces) donde dicha formula penetra en el lenguaje propio de los profetas, también en Ag (2, 10 20) y en Zac (9 veces) tiene su lugar fijo (WZimmerh, BK XIII/1, 89) Esta formula de acontecimiento que tiene la palabra de Dios es característica, desde vanos puntos d« viotí, para la comprensión de esta misma palabra 1 ° El verbo hayáh, sucedió, significa básicamente «resultar eficaz algo», y por ello la formula debe traducirse exactamente «la palabra de Yahve se hizo realidad activa en » (SMowmckel, citado por GvRad en Teología del AT II, 118, nota 12), o bien «la palabra de Dios resulto eficaz en » (CAKeller, BHH III, 2183) La fuerza dinámica y apremiante de la palabra de Dios aflora aquí claramente 2 ° La formula de la palabra como acontecimiento acentúa «el carácter eminentemente histórico de la palabra de Dios y su condición de realidad que acontece (WZimmerh, BK XIII/1, 89) La revelación de la palabra a los profetas no es un proceso cognoscitivo parcial de una verdad intemporal, sino que es un actuar por parte de Dios que penetra incluso corporalmente en los profetas (Is 21,1-10, Jer 4,19-21), hecho en que la palabra de Dios se nos muestra como una magnitud precisamente objetiva, dotada de una fuerza dinámica de impacto (OGrether, loe cit, 150 ss) 3 ° Esa formulación de acontecimientos que tiene la palabra de Dios no habla indeterminadamente de «una palabra» sino de un realizarse eficazmente «la palabra de Dios» (LKohler, loe at, 90) La palabra que interpela cada vez quiere ser aceptada como la palabra completa de Dios No hay ningún concepto superior que encasille y domestique la palabra de Dios 4 ° El uso particularmente frecuente que Jer y espec Ez hacen de la formula de la palabra como acontecimiento es signo «de un conocimiento ya muy elaborado de la "palabra de Yahve", es mas, de "una teología de la palabra" constituida ya en los circuios de los profetas» (WZimmerh, loe at, 89) 4 La palabra de Dios en la proclamación profetica A) La profecía antes de los profetas escritores (Samuel, Elias, Elíseo) Como Samuel, a quien «se revela la palabra de Dios» (1 Sam 3,7 21) en una época en que «la palabra de Yahve era rara» en el país (3, 1), denuncia a Saúl (15, 23 26), porque este ha rechazado «la palabra de Dios», igualmente Elias, con autoridad absoluta, que arranca de las tradiciones de la alianza del Dios de Israel (1 Re 17, 1), del «Dios de Abrahan, de Isaac y de Jacob» (18, 36), hace valer la palabra de Yahve ante el rey Acab Anuncia a este que no caerá ni rocío ni lluvia «te doy mi palabra» (17, 1) A la vista de la fuerza casi mágica de su poderosa palabra, se convierte para Acab «en el destructor de Israel», puesto que no solo ha profetizado la sequía, sino que su palabra la ha causado (18, 17) Cuando Elias se percata de la peligrosa confusión entre Yahve y Baal, debida a la política sincretista en materia religiosa practicada por Acab, como portavoz de Dios, establece en el monte Carmelo una distinción total y absoluta entre Yahve y Baal, distinción que se fundamenta en un juicio divino probado por el

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hecho de que Yahve es Dios y de que «Elias ha realizado todo esto apoyándose en la palabra (= orden) de Dios» (18, 36) Según Elias, todos los ámbitos de la vida, tanto por lo que atañe a las propiedades (historia de Nabot 1 Re 21) como al dominio de la medicina (Ocozías que busca su curación 2 Re 1), están subordinados a la soberanía de Yahve, la transgresión de los derechos de Dios es sancionada con la sentencia dirigida a cada transgresor (1 Re 21, 17-19,2 Re 1, 35, CWestermann, Grundformen, 93 ¡>s) La peregrinación de Elias hacia el Horeb, que empalma con las tradiciones de Israel de la época del desierto, muestra, en lo concerniente a la -• revelación, que Yahve no se revela en la tempestad, el terremoto y el fuego, sino por el susurro de la palabra (19,12) Como en Elias, también en Elíseo la acción y la palabra profetica forman un tejido muy espeso En nmgun otro lugar del AT se narran, como aquí, tantos milagros en tan poco espacio, como prueba del cansina profetico (GvRad, Teología del AT II, 44) A diferencia de los profetas que van desde Amos hasta Jeremías, Elias y Elíseo en su calidad de pregoneros de la palabra de Dios son al mismo tiempo portadores del espíritu En ellos la palabra y el espíritu de Yahve se funden en una sola cosa El poder que en la esfera política posee la palabra profetica se demuestra muy especialmente por la designación que de Jehu hace Elíseo (2 Re 9) B) La concepción de la palabra de Dios en los profetas escritores a) Amos tt) «Palabras de Amos, uno de los mayorales de Tecua» (1, 1) Asi es el titulo de una colección parcial mas antigua de oráculos de Amos, que íntegra los caps 3-5 Esta colección no viene todavía encabezada por la expresión «palabra de Yahve», que es la que prefieren los últimos redactores o editores de oráculos de profetas ^Os 1, 1, Jer 1, 1) Puesto que el encabezamiento «palabras de Amos» enlaza con la forma sapiencial de recopilar (cf Prov 22,17 «palabras de sabios»), tal titulo demuestra que, en la época en que se pusieron por escrito las palabras de Amos, la recopilación literaria de oráculos profeticos no tema todavía una tradición (HWWolff, BK XIX, 153) fl) La sentencia «Ruge el león, reconciliación. La palabra acerca de la cruz es denominada por Pablo en 2 Cor 5,19 «palabra de reconciliación». Esta palabra, transmitida después ininterrumpidamente por el «servicio de reconciliación» de los apóstoles, se basa en el

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hecho de la reconciliación por la muerte de Cristo «cuando éramos aún pecadores» (Rom 5, 8-10). La reconciliación, referida universalmente a todos los hombres, constituye la réplica paulina de las afirmaciones de la primitiva comunidad sobre la función universal de Cristo, que padece y muere en nombre y representación de todos los hombres (cf. 2 Cor 5, 14: «uno murió por todos»), y aparece no sólo en Pablo sino también en la tradición postpaulina de Col 1,19-22. Esta reconciliación universal del mundo con Dios en la muerte de Cristo fundamenta, según Pablo, una vez para siempre «la palabra de reconciliación» (2 Cor 5, 19; cf. Col 1, 25) como mensaje de este acontecimiento. La palabra de la reconciliación debe distinguirse de la reconciliación misma por cuanto se basa en ella Por consiguiente, la reconciliación del mundo con Dios, ya acontecida, no se continúa realizando de tal manera en la palabra de reconciliación que pueda afirmarse que «la palabra de la proclamación cristiana y la historia que nos la comunica coinciden, mas aun, son una misma cosa» (RBultmann, Creer y comprender I, 252 s) En oposición a una coincidencia, defendida por algunos, entre kengma neo testamentario (-• mensaje, art Kr¡pvaaa> [kerysso]) y acontecimiento proclamado (Bultmann), Pablo distingue entre el acontecimiento histórico de la reconciliación del cosmos y la palabra del acontecimiento que nos interpela, que es la palabra que nos proclama el acontecimiento La palabra de la reconciliación «evoca un acontecimiento ya ocurrido y absolutamente concluyente» (KBarth, KD IV/2, 226) Pero en cuanto la palabra de reconciliación es la proclamación, válida para la decisión, de la reconciliación ya acontecida, es imposible decir «puesto que la palabra de reconciliación no ha llegado todavía a su término, es forzoso (') pensar que la reconciliación no ha concluido todavía» (CBuchsel, ThWb I, 257) El acontecimiento de la reconciliación en la muerte de Cristo no debe ser ni separado de la palabra que proclama el acontecimiento de esta reconciliación m puede ser proporcionado por esta palabra en el sentido de un proceso kengmático el «de una vez para siempre» de la reconciliación resulta proclamado como tal en la palabra de la reconciliación, pero no llega a ser este «de una vez para siempre» exclusivamente en la palabra de la reconciliación

6) La palabra de la -> promesa. Así como Pablo en Rom 9,9 califica la palabra de elección dirigida a Isaac de «palabra de Dios», también Cristo, en su calidad de «sí» y de «amén» de las promesas de Dios (2 Cor 1,19 s), convierte la palabra de la proclamación en palabra inequívoca de salvación (2 Cor 1,18). La muerte, por la que Cristo as hizo un maldito por nosotros, es el cumplimiento y la universalización de la palabra de promesa dada a Abrahán (Gal 3, 6-14), palabra que retiene su validez incluso para Israel que rechaza al mesías, de manera que la cuestión de la validez de la palabra de Dios ante el hecho de que Israel rechazó al mesías se convierte en la idea maestra de Rom 9-11. Como la palabra de elección está por encima de la historia de Israel, así también la palabra que promete la aniquilación de la muerte está por encima del mundo, y en el futuro «se cumplirá la palabra que está escrita» (1 Cor 15, 54). En el problema del cumplimiento, de la realización y de la validez permanente de la palabra de promesa contenida en el AT está en juego para Pablo nada menos que la evidencia, la fidelidad y la validez de la palabra misma de reconciliación y de rehabilitación. s) Palabra de Dios y palabra del hombre. La palabra de Dios, que, según Pablo, se proclama bajo la forma de palabra humana, por eso mismo se puede confundir con otras palabras humanas. De ahí que Pablo agradezca a la comunidad de Tesalónica «que al oírnos predicar el mensaje de Dios, no lo acogisteis como palabra humana, sino como lo que es realmente, como palabra de Dios» (1 Tes 2, 13). Tras haber sido expulsado de Fihpos, llegó Pablo como forastero a Tesalónica y se vio precisado a ganarse el sustento trabajando penosamente, predicó la palabra a los tesalomcenses sin presentarse con imposiciones (1 Tes 2,9 s) Fue de una forma totalmente consciente como Pablo proclamó la palabra no a la manera de los apostóles errantes de aquella época, que lo hacían con unos discursos entusiásticos, que mostraban la fuerza de que teman dotado el espíritu, que recurrían a términos impresionantes de sabiduría o a motivos oscuros por modifican o falsifican la palabra de Dios (2, 5, 1 Cor 2, 1 4 13, 2 Cor 2, 17, 4, 2) Pablo recurrió a su debilidad humana como legitimación de la palabra de Dios (2 Cor 2,9, cf 10 10), y a la persecución que el mismo sufrió como discípulo de la cruz para legitimar la palabra de la cruz (Gal 6,17) Consciente de la humanidad de la palabra de Dios, Pablo dio a la comunidad la norma de dar preferencia a que en el culto la palabra de Dios sea entendida, evitando un deleitarse

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en ella sin hacerla entender, como si fuera posesión propia de nuestro espíritu («hablar lenguas»), porque «la palabra de Dios quiere ser orientada humanamente, y su divinidad quiere ser proclamada y entendida en su humanidad» (GBornkamm, Ges. Aufs II, 230).

b) La palabra de Dios como palabra garantizada de la promesa (carta a los Hebreos) «En múltiples ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por su Hijo» (Heb 1, 1-4). Este hablar de Dios en el Hijo como palabra de Dios definitiva y que introduce un giro en el mundo es una exhortación, al mismo tiempo, para que no perdamos el reposo prometido (4,1.11). En cuanto está orientada a un cumplimiento futuro, esta palabra de promesa es vida y eficaz, tal como lo fue la «palabra de Dios» proclamada en toda su validez como los ángeles en el Sinaí (2, 2), pero si se descuida, puede comportar también muerte y juicio, en cuanto es más tajante que una espada de dos filos (4,12). Esta palabra de Dios*, que se inició en la palabra de Jesús (2, 3), está basada decisivamente en la exaltación de Dios, a la diestra del Padre (1, 5 ss) y en su situación de sumo sacerdote escatológicb (7, 1 ss). Con esa entronización en el puesto de sumo sacerdote —fundamentada en un «juramento» (7, 28)— «se introduce una esperanza más valiosa» (7, 19) y con ello la palabra decisiva de la promesa hecha por Dios, garantizada por un juramento. Al enseñarnos la carta a los Hebreos a entender el acontecimiento de Cristo crucificado y exaltado como palabra —garantizada y abierta a su cumplimiento futuro— de promesa, resulta también una llamada eficaz dirigida a la comunidad para que se mantenga en la profesión de la esperanza. La carta misma, en calidad de «palabra de exhortación» (13, 22), se dirige a la comunidad ya fatigada, que tiene a la vista nuevos dolores y persecuciones. El señorío del sumo sacerdote crucificado en favor de la multitud es la palabra de Dios escatológica, que debe ser acogida, en vistas a su cimphmiento en el futuro, como palabra de promesa no desprovista de fundamento; por esto mismo debe ser acogida (BKlappert, Die Eschatologie des Hebraerbnefes, ThExh NF 156, 1969, 11, 22, 28 s, 31 s, 46, 61).

c) La palabra de Jesús como mensaje apostólico de Cristo (Hechos de los apóstoles) En Hech la expresión «palabra de Dios» usada absolutamente es el giro ya habitual para designar la predicación apostólica (4, 29; 6, 2.7; 8, 4; 11,19; 13, 5.7.44.46; 16, 32; 17, 13; 18, 11). Esta palabra de Dios predicada por los apóstoles, que también puede ser llamada «la palabra del Señor» (8, 25; 12, 24; 13, 49; 15, 35 s; 19, 10.20) y que es «la palabra» que Dios envió a los hijos de Israel (10, 36), posee como contenido el acontecimiento-palabra de Jesús, es decir, la historia hecha palabra (10, 37: TÓ pfjfitx yevófievov [tó rhéma genómenon]), desde sus inicios en Judea hasta la aparición del resucitado y la misión de los discípulos. La palabra apostólica del acontecimiento de la predicación se basa en el acontecimiento de la palabra de la historia de Jesucristo (10, 36 s) y tiene esta historia como contenido normativo. El mensaje apostólico de Cristo es por ello «mensaje anunciando la paz» (13, 26), palabra válida para judíos y paganos Esta palabra de Dios, que Dios mismo (17, 30) y Jesucristo como el resucitado proclama (13, 38 s, 26, 23), es la palabra de los apóstoles Pedro y Juan (8, 25) y de Pablo y Bernabé (13, 5 46,14, 25; 15, 36; 17,13, 18, 11) La palabra de Dios, a la cual el apóstol confia su comunidad (20, 32) demuestra ser poderosa (19, 20), crece y se multiplica (6, 7; 12, 24), se extiende por todo el país y quiere, según las «palabras» del resucitado (1, 9), ser proclamada (1, 8) en Jerusalén (caps 1-7), en toda Judea y Samaría (caps 8-12) e incluso hasta el fin del mundo (caps. 13-28). El libro de los Hechos se cierra con la indicación de que Pablo predica en Roma la soberanía de Dios y el evangelio de Jesucristo; con ello Hech (28, 30 s) es el documento de la palabra de Dios que se impone en la historia poderosamente, el documento de la predicación fundamental y ejemplar de los apóstoles en Jerusalén y en Judea (caps 1-12) y de Pablo en la misión universal (caps. 13-28). Esta palabra de Dios, o palabra del Señor, centrada en la predicación apostólica será pronunciada (4, 29.31,11,19,13,46 y passim) y proclamada (13, 5; 15,36; 17,13), pero al mismo tiempo pretende ser aceptada (8,14; 17,11), es decir, pretende ser oída como palabra de Dios

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(AÓyoo) Palabra

(4,4,13,7.44,19,10), ser acogida y alabada en la fe (4,4; 15,7; 13,48). Si el contenido de la predicación apostólica es el mensaje del acontecimiento salvífico realizado en Jesucristo, puede afirmarse: «la palabra de Dios es (en Hech) la palabra de Jesucristo» (GKittel, ThWb IV, 116)

4. Jesucristo como la palabra a) La comprensión de la palabra de Dios en los escritos de Juan El evangelio de Juan, igual que los sinópticos (cf. Me 4,14 ss; Le 5,1 y passim) califica la predicación de Jesús de «proclamación de la palabra» (de Dios): las palabras de Jesús son las del Padre, en las que se realiza la obra del Padre (14,24; cf. 3,34; 14,10; 17, 8). Por consiguiente, el que oye las palabras de Jesús, oye la palabra de Dios (5, 24; 8, 51; 12, 48; 14, 24; 15, 3; 17,14.17). Puesto que la palabra de Jesús es al mismo tiempo la palabra del Padre, por esto es palabra de -> salud (14, 24) y de -» verdad (17, 17), y por esto las palabras de Jesús dan la -> vida a los creyentes, pero acarrean el -»juicio a los incrédulos (12, 47 s). Las «palabras de Dios» que Jesús dice son en su totalidad la revelación que Dios hace de sí mismo a los hombres: «la palabra de Dios», «tu palabra» (14, 6.14.17). Pero con todo ello todavía no se ha aducido la comprensión específica que de la palabra de Dios tiene el evangelio de Juan, pues «las palabras del que revela... no son lo mismo que el que las revela en cuanto él es la palabra» (RSchnackenburg, Johannes I, 259). Más allá de la afirmación de que la palabra de Jesús es palabra de Dios Jesús mismo es definido como «la palabra». Es decir: las palabras (la predicación) de Jesús como palabras de Dios se fundamentan en el ser Jesús palabra: «no es definido como lógos (palabra) en sentido absoluto porque él (Jesús) dice la palabra o las palabras de Dios» —esa es la interpretación de RBultmann—, «sino que, más bien a la inversa, sus palabras alcanzan la validez y la fuerza que poseen porque él es el lógos» (ibid.). Este uso absoluto y personal del concepto de lógos en su identificación con Jesús se encuentra ante todo en el pasaje de Jn 1,1.14, pero también en 1 Jn 1,1 (Jesús como «palabra de vida») y en Ap 19,13, donde la expresión «la palabra de Dios» viene usada para Cristo que regresa victorioso (enlace de Sab 18, 5 y Dn 7). b) La comprensión de la palabra de Dios en el prólogo de Juan OÍ) La forma originaria del himno al lógos. Para entender el prólogo joaneo del lógos (1,1-18) es importante percatarse de que este prólogo presenta la refundición de un himno más antiguo al lógos, que originariamente comprendería los versículos l-4(5).911.14.16 (RSchnackenburg, Johannes I, 200 s; ESchweizer, Neotestamentica, 113 s). Sólo en el v. 14 —y todavía no en el v. 5— hablaba dicho himno de la encarnación de la palabra (contra EKásemann, Ex. Vers. u. Bes. II, 166 ss), y, puesto que el v. 14 pertenece al himno originario y, con la encarnación del lógos, presenta una afirmación genuinamente cristiana, no puede derivar de fuentes gnósticas afines a Juan bautista (contra RBultmann, Johannes, 4 s). Este himno, ya originariamente cristiano, consta de cuatro estrofas y describe: 1) el ser divino de la palabra y su función en la creación (vv. 1-3); 2) la función de esta palabra como luz y vida para el mundo de los hombres (vv. 4 s.9); 3) ya antes de la encarnación esta palabra ha sido rechazada, como también sus efectos, por la humanidad (vv. 10-11), y 4) el hecho absolutamente sorprendente de la encarnación del lógos y su aceptación en la fe por parte de la comunidad (vv. 14.16). Así como de la -> sabiduría se dice que buscó inútilmente una morada entre los hombres y regresó a su lugar en el cielo (Hen[et] 42,1 s), también el himno ya originariamente cristiano a la palabra narra el destino de la palabrael lógos, como verdadera luz que ilumina a todo hombre, por el que ha sido creado el mundo, vino a lo que le era propio y los suyos no le recibieron (1,5.9-11). «Como se cierra de un portazo la entrada a un peregrino indeseado y forastero, también al lógos divino le sucedió algo semejante: no se le abrió Se ignoraba que él había proporcionado el ser al mundo; fue tenido como un forastero con el que nadie se compromete» (EHaenchen, Ges. Aufs. 131). Sólo en el pasaje de 1,14 llega el himno a su afirmación característica, que rebasa ampliamente la narración del libro de

Palabra (XóyoQ)

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la Sabiduría se trata de la afirmación de la encarnación del logos «el logos ha hecho ahora lo supremo, lo ultimo que era todavía posible para encontrar acceso entre los hombres se hizo hombre» (v 14, ibid ) La encarnación de la palabra es lo inaudito, y para ello el mito de la sabiduría no ofrecía paralelo alguno

f>) El prólogo del evangelio de Juan debido a la inserción, elaborada a modo de comentario, espec de los vv 6-8 y 15 (12 s 17 s) con la alusión, por parte del evangelista, a la aparición de Juan bautista (con lo cual los vv. 5 y 9-11 ya no deben relacionarse con la acción del lógús, anterior a su encarnación, sino que hay que relacionarlos por una anticipación, con él lógos encarnado), el prólogo 1, 1-18 debe dividirse en tres secciones 1 a El ser preexistente de la palabra (1,1-4) «Al principio», pero no «al principio» de la creación (Gn 1,1), sino en el «tiempo anterior» correspondiente a la eternidad divina, la palabra ya existía (preexistencia de la palabra 1, 1), la palabra se dirigía a Dios (relación personal 1, 2), es mas «la palabra era Dios» (divinidad esencial de la palabra 1, 1) Por esta palabra, por la cual fue creado el universo, los hombres tienen su vida y su luz salvadora (1, 3 s) 2 a La venida de la palabra al mundo de los hombres y la repulsa incomprensible que sufrió por parte de estos (1, $-13) el logos venido al mundo, de quien Juan bautista dio testimonio (1, 6-8, 1, 5 ss hablan, pues, en la interpretación del evangelista, refiriéndose ya a la encarnación) fue incomprensiblemente rechazado por los hombres (1, 9-11), con la excepción de aquellos que llegaron a la fe y con ello se convirtieron en hijos de Dios (1, 12 s) 3 a El hecho de la encarnación de la palabra y su significación salvifica (1, 14-18) la palabra, sin perder su divinidad esencial, sino mas bien poniéndola en acción, se convirtió en hombre mortal (aapí [sarx]), acampo entre los hombres, y como presencia de la gloria de Dios entre ellos, significo el don de la benevolencia de Dios y su fidelidad a la alianza establecida con la humanidad (1,14 16), la cual se convirtió en Jesús en realidad tangible, por la superación de la revelación de la palabra del AT, revelación, esta ultima, basada en los mandamientos (1,17 s)

y) El origen histónco-rehgioso del concepto de lógos La cuestión sobre el ámbito del que Juan habría tomado el concepto de lógos, «la palabra», no puede, hoy por hoy, ser resuelta con certeza1) En lafilosofíagriega (cf ThWb IV, 79 ss), en la que «la palabra» juega un papel de suma importancia (cf Heraclito «los hombres no comprenden este logos que siempre es» ThWb IV, 80, 22 s), y en particular en la Stoa (cf ThWb IV, 83 s, MPohlenz, Die Stoa, 19592, 32 ss), según la cual el logos es la sustancia que sostiene al cosmos, una sustancia fina y espiritual que penetra la razón del mundo, falta el carácter personal del logos (Jn 1, 1 s) y el pensamiento de que el mundo se opone al ¡ogos (1,10 s) 2) El intento de una derivación mtrabíbhca del concepto de logos fracaso por el hecho de que, si bien es verdad que el AT puede hablar ocasionalmente de la palabra de Dios como de una magnitud que actúa (cf Sal 147,15-18, Sab 9, 1), no habla de la palabra de Yahve como de una persona, y también por el hecho de que en el NT, fuera de los escritos de Juan, se habla ciertamente, de un modo absoluto, de la proclamación hecha por Jesús «de la palabra de Dios», pero no se habla nunca (tampoco en 2 Cor 1, 19 s, como quiere ThZahn, Einl II, 19073, 547, en 2 Cor 1, 19 s) de Jesús como palabra de Dios 3) En las especulaciones sobre la sabiduría del judaismo tardío, según las cuales la sabiduría había participado en la creación del mundo, esta es enviada por Dios a el y los hombres la rechazan (Prov 8, 22-36, Eclo 24,3-12, Hen[et] 42,1 ss) Aunque también el libro de la sabiduría presente muchas afirmaciones y concepciones paralelas a Jn 1, 1, sin embargo, no solo la afirmación de la creación de la sabiduría (lo contrario de Jn i, 1 s), sino también el hecho de que la literatura sapiencial del judaismo tardío no pueda explicar la elección del termino logos, «la palabra» en Jn 1,1 ss milita en contra de una derivación directa del concepto joaneo de logos de la especulación sobre la sabiduría del judaismo tardío 4) La designación de memra (palabra) en el targum aparece siempre como memra' de Yahve o de Adonai en calidad de órgano ejecutivo que garantiza la trascendencia de Yahve y no puede ser tenido en cuenta como paralelo, pues no se ha dado nunca una hipostasis «Memra» (St-B II, 302 s, VHamp, Der Begnff «Wort» m den aramaischen Bibelubersetzungen, 1938) Asimismo no es probable que las afirmaciones formuladas en el rabinismo acerca de la Tora y acerca del logos sean paralelas (St -B II, 353 ss), ni lo es que el pasaje de Jn 1, 1 ss quiera ser una antítesis a la especulación sobre la Tora (contra GKittel, ThWb IV, 138 ss), puesto que el concepto de logos falta precisamente en el versículo antitético 1,17, y no llega a ser seguro que 1, 17 haya pertenecido al himno originario 5) La derivación gnostica del concepto de logos es discutible no solo porque no se puede demostrar con certeza que el mito del descenso de un redentor sea precristiano (CColpe, Die rehgionsgeschichthche Schule FRLANT, NF 60,1961), sino también porque el concepto de logos es absolutamente extraño a los sistemas gnósticos (WBousset, Kynos Chnstos, 19655, 305, JJeremias ZNW 59,1968,83, RSchnakenburg, Johannes I, 268) 6) El judaismo helenístico no solo la traducción de Hab 3, 5 «delante de el va la peste» [deber, peste]) en la traducción griega de los LXX («delante de el [de Dios] ira el logos [en hebreo dábár]), ni solo Sab 18, 14 ss (el logos omnipotente de Dios baja a castigar a los egipcios, JJeremias ZNW 59, 1968, 83 s), sino también la doctrina de Filón referente al logos ofrece fuertes contactos con el concepto de logos en Jn Filón no solo

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(pfjfia) Palabra

identifica la sabiduría del judaismo tardío con el lógos y entiende el lógos como poder mediador entre Dios y la creación y le adscribe predicados divinos, sino que también enlaza afirmaciones del AT acerca de la creación por la palabra, afirmaciones estoicas acerca del lógos como alma del mundo y elementos platónicos (el lógos como modelo de la creación, cf RSchnackenburg, Johannes 1,261 ss; ThWb IV, 86 ss). O sea, que el judaismo helenístico debe ser muy tenido en cuenta a la hora de determinar el origen del concepto de logos.

ó) La encarnación de la palabra: pero ¿qué significa el mensaje de Juan acerca de la encarnación de la palabra (Jn 1, 1 ss) en el marco de este entorno del judaismo y en oposición a él? En oposición a la contemplación del mundo circundante (cf. Filón), según la cual el lógos divino enlaza el mundo divino y el humano y gobierna el microcosmos y el macrocosmos, la buena noticia del prólogo de Juan consiste en que el lógos ya no actúa espiritualmente, sino que nos sale al encuentro corporalmente como hombre mortal, ya no abarca, de forma trascendente e inmanente, todo el mundo, «sino que él (el lógos) se convierte para cada ser humano en uno de los suyos, carga con sus pecados y participa de la muerte» (OColpe, ThWb VIII, 474; cf. id. New Testament and gnostic Cristology, 227 ss, espec. 235 s). O sea, que la encarnación del lógos no significa que Jesús en su pura humanidad proclama la palabra escatológica de Dios (RBultmann, Johannes, 40 s; id. Theol. NT, § § 46.48). Contra esa interpretación, que de hecho es «kenótica», es decir, elimina en Jesús la divinidad (HJIwand, Vom Primat der Christologie, en: Antwort, Festschr. KBarth, 1956, 181), contra esa sustitución de la encarnación de la palabra por una conversión de la carne (= del Jesús terreno) en palabra, hay que hacer la siguiente formulación en la línea del evangelio de Juan: no vivió entre nosotros un puro hombre a quien Dios hubiera encargado la llamada ecatológica de la decisión, más bien: la palabra, Dios mismo (Jn 1, 1 ss), en su gloria divina, adopta la realidad plena de una objetividad histórica, de una caducidad humana (sárx) y de la muerte humana (1,14a; cf. 6, 61.63; 1, 29; 1 Jn 3,5; Rom 8,3). O bien, con la formulación exacta de JSchniewind: «Ya el prólogo habla de la cruz» (en: HJKraus, JSchniewind, 1965, 202). O sea, que la encarnación de la palabra no alude a Jesús como a un enviado escatológico en quien Dios actúa actualmente (RBultmann), sino que afirma la presencia de Dios mismo en la carne. «Por eso no se podrá encontrar jamás un paralelo de esta afirmación en la historia de las religiones» (CColpe, ThWb VIII, 474). El mensaje de la encarnación de la palabra (Jn 1, 14) «es mucho más que sólo la historización de un acontecimiento mitológico, y es también algo distinto» (ibid.). En otras palabras: la encarnación de la palabra significa la presencia de Dios en la persona de Jesús, no sólo en actuar aquí y ahora por parte de Dios en la persona de Jesús. B. Klappert pijpa [rhéma] palabra, dicho, cosa, acontecimiento, caso I El sustantivo rhéma (raíz. *Fep- [fer-] o bien pr¡ [rhé], cf. épa¡ [eró] yo diré,fitjaiq[rhésis], dicho, discurso, explicación, pijttop [rhetor], orador, palabras emparentadas son el latín verbum y el castellano retórica significa lo que expresamente se dice la palabra, el dicho. Se uso en poesía desde Píndaro (Pyth 4, 277 ss) y en prosa desde Herodoto (VII, 162). En el conocido epigrama de Simómdes (frg 92, Diele II, 94), dedicado a la batalla de las Termopilas, se dice que los espartanos cayeron por obediencia a los óruictta. [rhemata], a las órdenes Rhéma significa en Platón la palabra aislada (Tim 49c), pero también la frase (Leg 840c) En gramática rhéma significa el verbo en oposición al nombre ovopa [ónoma] (Aristóteles, Poet 20 p 1457a, 11) II 1. En los LXX rhéma se da preponderantemente por el hebreo dabdr, palabra, cosa, aunque es verdad que el término hebreo se traduce con preferencia, espec en los libros proféticos, por -> ióyoq [lógos], sin embargo, rhéma se encuentra 147 veces en el pentateuco y se da con frecuencia en Dt y en la obra histórica deuteronomística Aquí la estructura doble de dabár/palabra/cosa ha matizado también el uso de rhéma, que por ello puede significar tanto, a) palabra, sentencia, como b) cosa, acontecimiento, caso, rhéma aparece como resultado del decir y también del hacer; es más, este último significado es el decisivo (cf. 1 Sam 18, 8)

Palabra (pfjnoi)

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a) Rhema como palabra, sentencia, es con frecuencia equivalente a -» Xoyoq [logos] (cf p ej el trueque de ambos términos en Ex 34, 27 s, 2 Sam 14,20 s, 1 Re 12, 24,11,41 mss) Determinado por el contexto significa p ej la palabra de Dios un mensaje ( = palabras Ex 19, 6), el mandato (Dt 13,1), la palabra creadora (Dt 8, 3), el oráculo que da indicaciones (1 Sam 3, 1) Son estereotipados los giros que expresan obediencia «según la palabra del Señor» (1 Re 12, 24, 15, 29 y passim) y «cumplir esta ley» (Dt 24, 18 20 22) El plural designa ocasionalmente los mandamientos en general (Dt 28, 58), luego los diez mandamientos (Ex 34,1 27 s, en Dt 10,4 con logos), el contenido de la confesión «Escucha, Israel» (Dt 6, 6), la revelación de la palabra en el Smai (Dt 4,36) y las exhortaciones de la sabiduría (Eclo 39, 6, Sab 6, 25) Rhéma puede usarse también para el proceso de la inspiración (Nm 23, 5 10 Dios pone la palabra en k boca del pagano Balaan), y en el giro «El Señor puso su palabra en boca de » (profetas de Israel Samuel, 1 Sam 15,10, Elias, 1 Re 17,2 8,18,1, Jeremías, Jr 1,1), sin embargo, con este sentido la mayor parte de las veces se encuentra -» Jta-;o/oi [logoi] (2 Re 14, 15 s, 15, 11-36 y passim) En las secuencias narrativas del pentateuco aparece el grito de enlace «después de estos sucesos», «después de esto» (Gn 15,1,22,1 y passim) 2 En el judaismo mtertestamentarw de la época de Jesús el termino hebreo dábár, que corresponde a rhéma, se usa igual que en el AT a) En los escritos de Qumran dábár se encuentra i) como palabra y P) como cosa con una frecuencia parecida, el primer caso espec en fragmentos himmcos v exegeticos, el segundo en disposiciones legales a.) La palabra humana y la capacidad de hablar son consideradas como prodigio especial de la creación divina (1QH 1,28 s) Pero dábar significa también la palabra de Dios, su mandamiento (IQS 5,14 19,1QH 4, 35) y su promesa (IQS 2,13) La palabra de los profetas (CD 7,10, 8,20) es objeto de la interpretación actualizadora por parte del maestro de justicia (lQp Hab 2, 5-9, 7, 4-8) ¡i) Dabar como tema es el objeto de las deliberaciones en la comunidad (IQS 6,1 4 16) y luego también una cosa investigada exegeticamente (IQS 8, 11 s) b) En Filón rhéma queda totalmente en la penumbra de logos y significa —de manera auténticamente griega— solo palabra, y, en sentido gramatical, el verbo (Agrie 136) Fuera de estos casos se encuentra en oposición a pensamiento y a acción Empalmando con Ex 20, 18 Filón afirma que lo que Dios dice no son palabras, sino obras (Decaí 47) c) En los escritos rabinicos, dabar, igual que los términos árameos derivados de otras raices milla' o bien mill'tha, posee también los sentidos de palabra y cosa en el targum mémrS, palabra, aparece como transcripción del Dios que se revela a.) Dabar significa palabra aislada, sentencia Junto con el espíritu, el alma y los sentidos, el hombre ha recibido la palabra de la boca como una dimensión propia que le constituye (bNiddah 31a) Sm embargo, se previene contra la charlatanería, porque lleva al pecado (Aboth 1, 17) En la enseñanza dábar se subordina a la Tora que lo domina todo Aquí las «palabras de la Tora» se distinguen de las «palabras de la tradición» (qabbálah), es decir, de los libros bíblicos que no forman parte del pentateuco (bNiddah 23a), y de las «palabras de los escribas», que eran las decisiones de los rabinos (Jeb 9, 3) Sin embargo, estas ultimas pueden ser señaladas como «palabras del Dios vivo» (bErubm 13b), es decir, reciben la interpretación querida por Dios El giro exegetico frecuente «otra palabra (o cosa)» introduce otra interpretación divergente La palabra de la revelación divina se designa con el nomen actioms dibbür o dibb ráh, derivado del verbo dibbér esto vale, por ejemplo, para los diez mandamientos (Mekh sobre Ex 20, 2) Entre los rabinos se ha especulado mucho sobre los efectos universales de la legislación promulgada en el Sinai cada palabra en particular (dibbür j , salida de la boca de Dios, se dividió en 70 lenguas, cada una lleno el universo, hizo huir las almas de los oyentes e hizo retroceder dos millas a los israelitas (bSchab 88b) Con la elección de Israel todas las naciones restantes ya no fueron lugar de revelación (dibb'roth Mekh sobre Ex 12, 1) El estudio abre la riqueza de la revelación asi como entre las olas grandes del mar se encuentran muchas olas pequeñas, igualmente entre cada palabra de la Tora hay muchos matices (Yalquth Schimbm Cant § 971) La palabra de la revelación puede ser representada personificadamente (pSchab VII, 10c, cf LvR 1, principio) ¡i) Dábar aparece como cosa en las numerosas preguntas de introducción «una comparación 6 a que se asemeja la cosa9» Dábar se usa de muchas maneras como designación general de asuntos de derecho, y ocasionalmente también para designar al hombre (bSota 28b) Con la formula «otras cosas» se insinúan cosas que no se quieren llamar por su nombre, p ej el culto a los ídolos (bSchab 17b), el cerdo (bSchab 129a), el coito (bBer 8b)

III En el NT el término rhéma se da 67 veces, las más de ellas en los escritos de Lucas (32 veces) y en el evangelio de Juan. Predomina el significado de palabra, lo cual se

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(pfjfja) Palabra

debe, no en último término, al carácter kerigmático y no jurídico del NT. El significado de cosa es raro (cf. infra 5). A diferencia de -» Xoyoc, [lógos], que en el NT puede designar con frecuencia el conjunto del -* mensaje cristiano, rhéma se refiere las más de las veces a palabras sueltas y a frases: el hombre debe dar cuenta de cada palabra injusta (Mt 12, 36); Jesús no respondió a Pilato palabra alguna (Mt 27, 14): los que están en el cielo dicen palabras inexpresables (2 Cor 12, 4). Para rhéma como palabra de la profecía de Dios es característico el hecho de que comporta su propio cumplimiento y se convierte en realidad —en el doble significado de dábár, que se verifica precisamente en la época mesiánica. 1. Para Lucas vale el lema «nada hay imposible para Dios» (Le 1, 37; cf. Gn 18, 14; Mt 19, 26), dicho en el que rhéma puede haber sido también entendido como palabra de -» promesa que no queda sin cumplir (cf. 2, 29). El mensaje de navidad (Le 1, 38; 2,17) es, en su calidad de proclamación de un ángel, palabra de Dios, ante la cual uno se inclina con una obediencia llena de fe y cuya realización se vive (2,15.17.19). Esto resulta claro en la predicación de Juan bautista: mientras que los rabinos creen que la profecía está extinguida, Lucas usa para el Bautista la fórmula que legitima la palabra de los profetas: «le llegó un mensaje de Dios a Juan» (Le 3, 2), quien, como precursor del mesías, era más que un profeta (7,26), y antes de morir pudo ver cómo su profecía se convertía en realidad (7, 22 s; cf. 2, 29: Simeón). En Le incluso la palabra de Jesús viene designada con el sustantivo rhéma. Quien obedece fielmente a esta «palabra», tal como Pedro fiado en ella echó a las aguas su red, vive su cumplimiento (Le 5, 5-8). Naturalmente, la palabra de Jesús no siempre es entendida de la misma manera (Le 2, 50; cf. 20, 26); esto es principalmente válido para las profecías de la pasión (Le 18, 34; cf. Me 9, 32 par). Pero la realización posterior suscita el recuerdo y establece la conexión entre la palabra y el hecho (Le 24, 8; Hech 11, 16; cf. Me 14, 72 par). 2. En los Hechos de los apóstoles el plural pr¡p.axa [rhémata] se refiere a la crítica juzgada blasfema, que Esteban hace a la ley y al templo (6,11.13); positivamente se refiere al testimonio apostólico, proclamado en los discursos, acerca del acontecimiento de Cristo (2, 14; 5, 20; 10, 22.44; cf. 26, 25). También aquí destaca en el concepto rhéma la unidad de palabra y de cosa; todos y cada uno de los hechos de la vida de Cristo son denominados rhémata (5, 32; 13, 42), y al doble aspecto que presenta el concepto rhéma corresponde el testimonio doble de los apóstoles, que son testigos presenciales de las cosas que con su boca testifican (5, 32). 3. En el evangelio de Juan se afirma expresamente la unidad de la palabra de Jesús y la palabra de Dios: Jesús dice las «palabras de Dios» (3, 34; cf. 8,47; 14,10; 17, 8). Por ello vale para las palabras de Jesús lo que el judío piadoso puede esperar de la Tora (ley): son -> palabra y -> vida (6, 63), es decir, son inspiraciones y no son, por ejemplo, palabras de un poseso (10, 21); dan la vida eterna (6, 68) a los que las aceptan (17, 8) y las conservan (15, 7). La autoridad divina de estas palabras se basa en la misión de Jesús (3, 34) y principalmente en su filiación (3, 35; 17, 8). Esto en la práctica significa que las palabras de Jesús vienen acompañadas de sus obras, pues el Padre, que permanece en Jesús, realiza sus obras (14, 10). 4. A esta equiparación de las palabras de Jesús y de la palabra de Dios responde en Pablo y en los escritos postpaulinos la correlación de profecía del AT y evangelio (Rom 1, 2-4).

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Palabra {cpwvr¡)

Lo que en Dt 30,12-14 se dijo acerca de la palabra de la Tora debe entenderse, según Pablo, como alusión al mensaje justificador de Cristo: para el creyente es palabra cercana, otorgada a él y salvadora (Rom 10,8); esta palabra es llevada por los mensajeros de Cristo hasta los límites del orbe, igual que el cántico de alabanza (Rom 10, 18 según Sal 19, 5). Aqui Pablo puede denominar la buena noticia del evangelio como «palabra de Cristo» (Rom 10, 17, pasaje en el que algunos manuscritos tienen «palabra de Dios»). En 1 Pe 1, 24 s la equiparación de ambos niveles —palabra de Jesús y palabra de Dios— se obtiene por el hecho de que el texto de Is 40, 8 («la palabra del Señor permanece por siempre») es referido al evangelio. En 2 Pe 3, 2 se recuerdan las palabras de los profetas y la indicación del Señor hecha a los apóstoles, pero en el lugar paralelo Jds 17 se mencionan únicamente las palabras de los -* apóstoles de Jesucristo. 5. Rhéma en el sentido de cosa se da en Le 2,15.19 y aquí significa el acontecimiento de la navidad. En el NT se alude con alguna frecuencia a la disposición jurídica de Dt 19, 15, según la cual un testimonio (rhéma) ha de ser jurídicamente válido si viene avalado por dos o tres testigos. Mientras que en Mt 18,16 esta disposición se inculca como regla de la comunidad (cf. 1QS 6, 1) y Pablo la usa de una manera muy peculiar de cara a su decisión caballerosa por lo que se refería a los problemas con la comunidad (2 Cor 13,1), Juan la ha relacionado con la proclamación (Jn 8, 17): la verdad precedente de Dios y atestiguada por Cristo equivale al testimonio depuesto por dos testigos ante un tribunal del mundo. O. Betz qxovrj [phóné] voz; (pcovéco [phónéo] hablar, llamar 1 1. El nombre phone, voz, de la raíz , Jahrb d Theol Schule Bethel, 1952, 86 ss (Pregunta de las parábolas) — FHauck, Art irapa)3oAij, ThWb V, 1954, 741 ss - id, Art irapoi/ira, ThWb V 1954, 852 ss - ARJohnson, masal, VT Suppl 3, 1955 162 ss - CEMacartney, The Parables of the OT, 19552 - AJolles, Emfache Formen, 19562 - WMichaehs, Die Gleichnisse Jesu, 19563 - LGoppelt, Art Allegone II, RGG I, 19573 239 s - EHoskyns/NDavey, Das Ratsel des NT, ThB 7, 1957 GFohrer/ELDietnch/NADahl, Art Gleichnis und Parabel II, RGG II, 19583, 1615 ss - ELohse, Die Gottesherrschaft m den Gleichnissen Jesu, EvTh 18, 1958, 145 ss - CHDodd, The Parables of the Kmgdom, 19615 - FMussner, Die Botschafl der Gleichnisse Jesu, 1961 — HZimmermann, Die Botschaft der Gleichmsse Jesu, Bild u Leben 2, 1961, 92 ss - JJeremias, Die Gleichnisse Jesu, 19626 - GSchHle, Art Gleichms, BHHW I, 1962, 577 ss - USkladny, Die altesten Spruchsammlungen, 1962 DElchholz, Einfuhrung m die Gleichmsse, BSt 37,1963 — RBultmann, Das Evangehum des Johannes, 196418 espec 285 452 ss — id, Die Geschichte der synoptischen Tradition, FRLANT NF 12, 19646, s v — CHCave, The Parables and the Scnptures, NTSt 11, 1964/65, 374 ss - GElchholz, Das Gleichms ais Spiel, en Tradition und Interpretation, ThB 29,1965, 57 ss - CHPeisker, Das AT Gabe und Aufgabe, en Kl Predigttypologie II, 1965 - CWestermann, Art Ratsel, BHHW III 1966, 1552 s - CAKeller/BReicke, Art Spnchwort, Spruch, BHHW III, 1966, 1837 s — ELinnemann, Gleichmsse Jesu, 19664 — JDupont, Le chapitre des paraboles, Nouvelle Revue Theologique 99,1967, 800 ss — CHPeisker, Das Gleichms vom verlorenen Schaf und vom verlorenen Groschen, en EvEr 1967, 58 ss - id, Konsekutives ¡va ín Mark 4, 12, ZNW 59, 1968, fase 1 Trad o c JJeremias, Las parábolas de Jesús, 1976 - CHDodd, Las parábolas del remo, 1974

Paráclito

—> Intercesor

Paraíso napáSEiGog [parádeisos] jardín, parque, paraíso 1 1 Paradeisos (palabra tomada del iranio medio pardez, avestico pamdaeze cercado, vallado redondo, jardm), jardín parque, paraíso Jenofonte utiliza la palabra para designar las instalaciones de parques o jardines de los reyes y magnates persas 2 Los mitos de muchos pueblos hablan de un país o de un lugar de felicidad en la época de los orígenes o (para el presente) en los límites del mundo conocido allí viven los dioses y alia señan trasladados los héroes o algunos mortales especialmente destacados después de la muerte En el entorno del AT hay que referirse espec a los mitos sobre el paraíso de los circuios culturales mesopotamicos o uránicos, o también (cf Ez 28, 13 ss) a concepciones fenicias En Grecia cundió la idea de los «campos elíseos» y de las «islas de la dicha» II En los LXX la palabra se encuentra alrededor de 47 veces, preferentemente como traducción del hebreo gan(gannáh), jardín. De esos pasajes corresponden 13 a Gn 2-3,4 a Ez y 3 a Is, en estos textos se tiene siempre ante los ojos el jardín de Dios, como lo describe el relato yahvista y como luego se espera de nuevo En Neh 2, 8, Eclo 2, 5, Cant 4, 13, paradeisos traduce el extranjerismo pardos, proveniente del iranio, con el significado de jardín arbolado, bosque, en Is sirve para traducir 'edén 1 Un mito coherente sobre el paraíso no puede afirmarse en el AT Y en la medida en que en Israel era conocido, fue en todo caso arrumbado bajo la influencia de la fe en Yahve, excepto unos pocos motivos temáticos particulares, que aparecen aquí y alia, disperdigados, tales como el árbol de la vida, el árbol de la ciencia, el agua de la vida (Gn 2 y 3, 13, 10, Ez 28, 13 ss, Job 15, 7 s) No deja de ser significativo que la locahzacion del mismo no hubiera recibido una respuesta unitaria Según Gn 2, 8 al principio de la creación el paraíso se hallaba situado al este, según Gn 2, 10-14, probablemente en el norte Asimismo se representa como un hermoso jardín arbolado, en el que se hallaban el árbol de la vida y el árbol de la ciencia, en el que Dios se paseaba, y que fue entregado al hombre para que lo trabajara A consecuencia del primer -» pecado, los primeros hombres fueron arrojados de el Un retorno al mismo es imposible, ya que un querubín hace guardia delante del mismo

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Paraíso (nocpáósiooc;)

2 En el judaismo posterior surgieron múltiples especulaciones acerca del paraíso que se describe en Gn 2 y 3 Se admitía que fue creado antes del tiempo o después, al tercer día de la creación, que quedó oculto a consecuencia del pecado de Adán y que se hallaba en los confines de la tierra, sobre una alta montaña o en el cielo ApMo 37, 5 y Hen (eslav) lo sitúan en el tercer -• cielo Al introducirse la doctrina griega de la inmortalidad del alma, el paraíso se convierte en el lugar de dicha de los buenos durante el tiempo intermedio La piadosa fantasía fue adornando cada vez más la idea del paraíso a medida que pasaba el tiempo posee murallas y grandes puertas, se halla vigilado por ángeles, sobre los bienaventurados alumbra una luz, el árbol de la vida se encuentra allí y por doquier fluyen corrientes balsámicas En la nueva creación, el paraíso es sacado nuevamente del lugar donde estaba oculto Dios o el mesías lo traen como lugar de felicidad de los justos y de los bienaventurados a la nueva tierra hacia Palestina y a las proximidades de Jerusalen. Dios mismo es el que en el paraíso enseña a los justos la Tora, y Dios les prepara el banquete mesiánico, pero, ante todo, eilos pueden gustar allí de los frutos del árbol de la vida

III 1. En el NT aparece la palabra sólo en tres pasajes: en Le 23,43, empalmando con concepciones contemporáneas judías, se trata probablemente de la morada, actualmente oculta, de los justos durante el tiempo intermedio: Jesús promete al buen ladrón la comunión con él en el paraíso ya para «hoy» y con ello le hace partícipe del perdón y de la bienaventuranza. Así pues, el «estado intermedio» se convierte esencialmente en comunión con Cristo (cf. Hech 7, 58; 2 Cor 5, 8; Flp 1,23). En 2 Cor 12,4 habla Pablo de una vivencia pneumática, mediante la cual fue arrebatado al paraíso —actualmente oculto— y allí oyó palabras arcanas que el hombre no es capaz de repetir. En analogía con ciertas concepciones del judaismo posterior (cf. II, 2), Pablo pensaba que el paraíso se hallaba en el tercer cielo. En Ap 2,7, se promete al «vencedor» que Cristo le dará a comer del árbol de la vida, que se halla en el paraíso de Dios. El cumplimiento de esta promesa se contempla en Ap 22, 2: el paraíso actualmente oculto vuelve otra vez en la nueva -> creación y se convierte en la morada de los bienaventurados. 2. En el decurso ulterior de la historia de la iglesia, en la concepción del paraíso se integraron muchas imágenes y motivos temáticos extrabíblicos, con elfinde describir con colores llamativos el estado de los bienaventurados después de la muerte. El punto de arranque fueron las palabras de Jesús al buen ladrón (Le 23,43), que se generalizaron y se aplicaron a todos los creyentes, si bien, fuera de la comunión con Cristo ahí prometida (cf. supra 1), no existe nada que esté, por así decir, bíblicamente motivado, y mucho menos la descripción detallada del paraíso. La especulación eclesiástica sobre el paraíso o las ideas de la piedad popular dependen también de que, en lugar de la escatología neotestamentaria con su esperanza en la -> resurrección de los muertos y de la nueva creación (Ap 21 s), entró la doctrina de la antigüedad tardía sobre la inmortalidad del alma: después de la muerte el alma es sometida al juicio y consigue el paraíso —ahora ya considerado como de ultratumba— mientras que, por el contrario, los pecadores van al -»• infierno. Asimismo se utilizaron juntamente las afirmaciones de Ap 21 s para describir el -+ cielo y el paraíso. H. Bietenhard Bibl KGalhng, Art Paradeisos, en Pauly-Wissowa, RE 18,2 1949,1131 ss - JJeremias, Zwischen Karíreitag und Ostern, ZNW 42, 1949,194 ss (= Abba, 1966, 323 ss) - HBietenhard, Die himmhsche Welt ím Urchnstentum und Spatjudentum, 1951,161 3ss JJeremias, Art Tlapxónaot;, ThWb V, 1954,763-771 - FMThdeLiagre Bohl/AJepsen/FHesse, Art Paradles, RGG V, 1961 ,95ss WFuss, Die sogenannte Paradieserzahlung, 1968

295

Parte

iwépix) Parusía

—• Herencia, suerte

Participar

—• Solidaridad

Particular

—> Profano (en la materia)

Parusía Objetivamente, los vocablos tratados aquí guardan una estrecha relación con los conceptos estudiados en -» meta, fin, así como en -> venida. En efecto, en toda esta serie de conceptos aparece siempre la tensión inmanente a la escatología cristiana, es decir, la tensión entre la realidad presente y la futura. La investigación detallada de su contenido muestra que esta tensión no se presenta sólo, por ejemplo, entre diferentes palabras, sino que penetra en cada uno de los vocablos. Si aquí seleccionamos tres vocablos es porque, por regla general, la parusía, así como el (último) día y la invocación «Maranatha», suelen emplearse para expresar lo que es objeto de espera dentro de la perspectiva de futuro. Hapooaía. [parousía], venida, presencia, que en el ámbito helenístico es un termino político y religioso, es referido por lo general en el NT a la segunda venida de Jesús al final de este eón (-» mundo, art. aiáv [aión]) y, por consiguiente, está en estrecha relación (cf. 2 Pe 3, 12) con el vocablo t]pépa [heméra], que adquiere un contenido más pleno a partir del AT y que, prescindiendo de su significado meramente técnico como medida de tiempo, se refiere asimismo al último día, es decir, al día de la venida de Cristo. La invocación aramea pot.pa.va.9a [maranatha], que puede traducirse por «nuestro Señor ha venido», o también por «ven, Señor», es una locución que expresa certidumbre o esperanza confiada. rjpépa [heméra] día I El día puede entenderse, o bien como un intervalo de 24 horas que incluye, por consiguiente, la noche (Jenofonte, An IV 7, 18- permanecieron tres días, cf Me 6, 21), o bien como un lapso de tiempo que excluye la noche (Jenofonte, An II 2, 13. pero cuando se hizo de día, cf Mt 4, 2) Pero heméra puede referirse también a un intervalo de tiempo mayor que rebasa los límites del día natural (Sófocles, Ai. 623 s- dónde está ahora la madre, nacida en días lejanos = en época remota), p ej. al tiempo de la vida (Sófocles, Oed Col 1216 s pues nosotros hemos dejado atrás los días=el tiempo de la vida, la vida), o, de un modo genérico, al tiempo (Sófocles, Electr 266 s; piensa en los días desgraciados que vivo desde que veo a Egisto sentado en el trono, cf 6, 13, 1 Pe 3, 10) II 1. Al igual que los años (2 Re 17,1), y los meses (Ex 2,2), los días (cuyo equivalente hebreo es casi siempre yóm, que aparece muchas veces en conexión con modismos ya establecidos) sirven para dividir y medir el tiempo (Gn 1,5-2,2, Jos 6,3). El día puede abarcar la noche y comenzar entonces por la tarde (Gn 1,5) o puede distinguirse de la noche (Is 60,11) Puede designar un día determinado (Gn 4,14 hoy, Job 3,1 el natalicio, el aniversario) o (en plural) un espacio de tiempo (Gn 6, 3. el tiempo de la vida, Gn 8,22 mientras dure la tierra, Sal 90,4 mil años son a tus ojos como el día de ayer que pasó, Is 60, 20- los días de luto o de sufrimiento, Jue 17,10 el año) Cada día tiene

Parusía (r\nép Los textos de Qumram saben que el día escatologico esta ya prefijado (1QM 13,14) Este día traerá consigo la destrucción de aquellos que no guardaron los mandamientos (CD 8,1), en este día de la visitación de Dios (ibid j , al fin de los tiempos (lQpHab 2, 6,9, 6), en el día de la venganza (1QS 10,19), en el día de la matanza (1QH 15,17), los impíos (ibid ) y los que han fabricado ídolos de madera para los pueblos (lQpHab 12, 13 s, 13, 1 ss) serán aniquilados En este día tendrá lugar una batalla y una espantosa matanza (1QM 1,9) Los hijos de la luz lucharan contra los hijos de las tinieblas (1QM 1,11) En el día del desastre, todos los hombres capaces de luchar deben estar preparados para la venganza (1QM 7 5,15,2 s) Entonces se alabara a Dios (1QM 18, 5) y serán salvos en el día del juicio aquellos que estén prestos para agregarse a los elegidos (IQ 14, 7 ss) No obstante, en los textos de Qumran parece desconocerse cuando vendrá el día de Yahve

III 1 Es sorprendente que en las breves tradiciones referentes a la resurrección se dé una indicación temporal al tercer día (1 Cor 15, 4, Mt 16, 21, Le 9, 22) o después de tres días (Me 8, 31; 9, 31, 10, 34), de tal manera que se ha planteado la cuestión sobre si esta indicación tenía una importancia especial para la fe y sobre si (dejando aparte otras posibilidades, cf Delhng, ThWb II, 951 s) esa cifra ternaria se podía probar con ayuda de la Esentura (cf Os 6, 2) Algo semejante ocurre con el intervalo de 40 días. Ya en el AT este plazo de tiempo tiene gran importancia en Ex 34,28 se dice de -> Moisés, y en 1 Re 19, 8 de -> Elias, que ayunaron 40 días y 40 noches ¿Es el ayuno de Jesús (Me 1,13) un paralelo casual, o éste y otros pasajes veterotestamentanos (cf Dt 8, 2 s 15 s) han influido en la redacción de los relatos neotestamentarios de las tentaciones de Jesús (Me 1, 13 par)? 2 a) Casi todos los estratos de la literatura neotestamentana se refieren a la expectativa del último día: en Rom 13, 12 se alude a ella desde un punto de vista prepauhno, Pablo en Rom 2, 5, Q (Mt 10, 15, Le 10, 12), Marcos y su tradición (Me 13,

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(rjfiépa) Parusía

32); Mateo y su tradición (Mt 12, 36); Lucas (Hech 17, 31); uno de los estratos (según la opinión más común, probablemente el más tardío, formado cuando la redacción final) del evangelio de Juan (Jn 6, 39; cf. también 1 Jn 4, 17); Jds 6; 2 Pe 3,12; Ef 4, 30; 2 Tim 1, 12; Ap 9, 6 y otros muchos. Otros fragmentos de Jn (según parece, los más antiguos) encierran la idea de que el último día no hay que concebirlo ante todo como algo futuro, sino que está ya presente en la venida de Jesús y en la fe (Jn 3, 18 s; cf. también Jn 7, 37). Las formulaciones-son muy diversas: se habla de aquel día (2 Tim 4, 8), del último día (Jn 6, 30), del día de la ira (Ap 6,17), del día del juicio (2 Pe 2,9), del día del Señor (1 Tes 5, 2), del día del hijo del hombre (Le 17,24), del día de Cristo (Flp 2,16), del gran día de Dios (Ap 16,14), o del día por antonomasia (1 Tes 5,4). El plural aparece con frecuencia (2 Pe 3,3). b) También resultan muy distintas las opiniones sobre cuándo vendrá el último día. Pablo, si bien recoge la expectativa apocalíptica del día futuro (Rom 2, 5) y la desarrolla a su vez (2 Cor. 1, 14), se sabe incluido desde ahora en el acontecer escatológico, de tal manera que no se limita a aceptar las tradiciones anteriores sobre la inminencia del último día (Rom 13, 12), sino que hace un llamamiento a andar «como en pleno día» (v. 13), pues «éste» es el día de la salvación (2 Cor 6,2): el nuevo éon ya está presente. Ante la tardanza de la parusía, la proximidad del día esperado (Rom 13, 12) se transforma en lejanía (2 Pe 3, 8). El hecho de que el último día venga de un modo repentino es independiente de que se le considere como inminente o aún lejano y es atestiguado por diversos estratos del NT: 1 Tes 5,2.4; Le 21,34 s; 2 Pe 3,10 entre otros. No se sabe cuándo vendrá el último día (Me 13, 32; Mt 24, 42; 25, 13). Al igual que en la apocalíptica, el último día va precedido de un tiempo de tribulación y de catástrofes (cf. Me 13; 2 Tim 3, l;'Ap 2, 10), o ambas cosas van juntas (como parece deducirse de 2 Cor 6, 2 ss). c) El desarrollo concreto de todo esto lleva consigo lo siguiente: Dios (Hech 17,31) y Cristo (1 Cor 1, 8; Flp 1, 6.10; 2 Cor 5,10) juzgarán (-» juicio) al mundo, y cada uno será remunerado según sus obras (Rom 2, 5); la separación entre aquéllos que entrarán en el reino de Dios y los que serán rechazados tendrá lugar —según Mateo— en este día, pues, en el momento actual, la iglesia es aún un corpus mixtum (Mt 25, 34.41) que reúne a ambos indiscriminadamente. La resurrección de los muertos está en conexión con el juicio final (1 Cor 15, 52; Jn 11,24). Así pues, el último día reúne en sí las características de un día terrible (->• temor) (Mt 10,15) y de un día de -* alegría (Le 6,23; 21,28; 2 Tim 4,8). Pero la predicación sobre el último día no se refiere únicamente al futuro, sino que se dirige al mismo tiempo al presente: para Pablo, la iglesia actual será motivo de gloria en el último día (Flp 2,16; 2 Cor 1,14), en este día hay que comportarse «como en pleno día» (Rom 13, 13); en este día cada uno ha de aceptar su responsabilidad (Mt 25, 31 ss). Hay que permanecer vigilante, pues no se sabe cuándo vendrá el último día (Mt 24, 42) o porque el último día viene de un modo inesperado (1 Tes 5, 6). La celebración de la eucaristía tiene un aspecto escatológico (-> cena del Señor). 3. El hecho de que el último día pertenezca aún al futuro (Mt 25, 13) no excluye el que el Señor glorificado esté presente siempre («todos los días») en su comunidad (Mt 28, 20; 18, 20); cf. en cambio Jn 16, 16 ss. Las expresiones KOL9' f\p.épav [kath' heméran], diariamente, a diario, f\p¿pa Kai r¡p,épa [heméra kaí héméra], de día en día, día tras día, y otras, designan un cierto intervalo de tiempo. Este -»tiempo, si bien ha entrado ya en el nuevo eón (1 Cor 15, 20 ss; 2 Cor 4, 16), está sujeto aún a la tribulación (1 Cor 15, 31 s: cada día estoy en trance de muerte; Rom 8, 38; 2 Cor 11, 28). Este tiempo adquiere su peculiar importancia justamente porque el último día está aún lejano: hay que llevar la propia cruz cada día (Le 9,23), se pide a Dios el pan de cada día (Le 11,3); los apóstoles se reúnen diariamente en el templo (Hech 2, 46) y la comunidad crece día a día (v. 47).

Parusía (uapavaM)

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4. La visita de los misioneros a las iglesias duraba por lo general poco tiempo, algunos días: Pablo permanece en Jerusalén 15 días (Gal 1, 18); según Hech 10, 48, se le ruega a Pedro que se quede algunos días; según Hech 16,12, Pablo permanece en Filipos algunos días (una excepción a este respecto es la larga permanencia de Pablo en Corinto de que habla Hech 18, 11.18). v

G. Braumann

/xapava&x [maranathá] I/II Maranathá es un vocablo arameo que, en el NT, aparece únicamente en 1 Cor 16, 22. Su significado es objeto de discusión De todos modos, lo que es seguro es que el arameo máran o maranS, Señor nuestro, ha de ir unido al verbo 'ata', venir Así, dicha expresión puede entenderse, o bien en un sentido de pasado, moran 'ata', y entonces significa nuestro Señor ha venido, o bien en un sentido imperativo, marañó' ta' 'etff, ¡ven, Señor nuestro* Otras versiones diferentes no parecen probables

III Aparte de 1 Cor 16,22, la palabra se encuentra en las plegarias eucarísticas de la «doctrina de los apóstoles» (Did 10, 6; ca. 100 d.C). Toda mención posterior de este vocablo en el lenguaje eclesial hay que remitirla a 1 Cor 16, 22. El lugar de origen de la palabra es objeto de discusión. WHeitmüller (ZHW 1912, 333 s) y WBousset, (Kyrios Christos 19212, 84) opinan que el vocablo ha surgido en las comunidades de Antioquía y Damasco, que hablaban griego y arameo. La denominación de «señores» (Kvpioi [kyrioi], cf. 1 Cor 8, 5) aplicada a los dioses estaba muy extendida en el sincretismo helenístico; de acuerdo con la opinión de Heitmüller y Bousset, maranathá atestigua la aplicación a Jesús de la denominación pagana de kyrios, reservada a los dioses. Sabemos muy poco de las comunidades antes citadas para refutar esta tesis de un modo convincente, pero tampoco se puede hacer valer ninguna objeción contundente contra la hipótesis de que ya la comunidad primitiva de Jerusalén ha confesado a Cristo resucitado como su Señor. Por eso aun hoy la mayoría de los autores sostiene como probable que la fórmula ha surgido en la comunidad de Jerusalén. 1. En cuanto al significado de la fórmula son defendibles tanto la interpretación con sentido de pasado como la imperativa. Los padres de la iglesia la han entendido casi siempre en sentido de pasado; pero la interpretación de pasado puede incluir el presente: «Nuestro Señor ha venido y está aquí». Si se acepta esta interpretación, el texto de Flp 4, 5 («El Señor está cerca») es quizá una alusión a la fórmula maranathá. La afirmación de 1 Cor 16, 22 sería entonces una advertencia: las palabras precedentes «el que no quiera al Señor, fuera con él», tendrían aún más fuerza por la alusión a la proximidad del Señor. Lo mismo podría decirse de la invitación a la penitencia en Did 10, 6. 2. De todos modos, es más probable la interpretación imperativa «¡Ven, Señor!» A favor de ella puede invocarse Ap 22, 20. Las palabras «Amén. Ven, Señor Jesús» podrían ser una traducción (libre) de la invocación primitiva aramea. A esto se añade el que la palabra 'abbñ, padre (Me 14, 36; Rom 8, 15; Gal 4, 6), procedente también de la lengua materna de Jesús, es asimismo una invocación. Es, pues, fácilmente comprensible que se hayan conservado estas breves invocaciones en su forma primitiva. No es preciso, por tanto, que tengan una conexión directa con el contexto. El hecho de que, en Did 10, 6, la palabra maranathá aparezca en las plegarias eucarísticas, nos hace suponer que se empleaba en la liturgia de la eucaristía y que quizá estuvo ligada a ellas desde un principio (tal es la opinión de Hahn, 104), aunque esto no

299

(•jiapouaia) Parusía

puede demostrarse con claridad. En 1 Cor 11, 26 vemos que el banquete eucarístico más antiguo se celebraba esperando la venida del Señor; las palabras con las que Cristo instituye la Eucaristía en Mt 26, 29 par aluden asimismo a esta consumación definitiva. Las plegarias eucarísticas de la doctrina de los apóstoles (caps. 9 y 10) muestran cuan viva ha permanecido esta esperanza. Así, el maranathá que aparece en Ap 22, 20 podría entenderse como una plegaria por la venida del Señor en el sentido del último advenimiento. Esto no quiere decir que la invocación se refiera exclusivamente a este advenimiento del Señor. Al igual que Jn 14, 18 habla de la venida del resucitado a los suyos, maranathá podría ser también aquí una plegaria por esta venida. En el banquete eucarístico, la comunidad ha experimentado en parte esta venida del Señor. Si la invocación procede de la comunidad primitiva, es claro que ésta ha tenido ya conocimiento de la plegaria dirigida a Jesús. W. Mundle napouaía. [parousia] presente, presencia; nápeipi [páreimi] estar presente, haber venido I Páreimi designa tanto el estar-ahi (en presente) como el haber-venido (en perfecto). Parousia significa, por una parte, la presencia actual y operante, y, en un sentido neutral, la propiedad, la fortuna, las rentas, la potencia militar, además el hacerse presente, la venida El sustantivo se emplea en un sentido técnico para expresar la llegada de un soberano (p. ej., «cuando ellos anunciaron la llegada del rey»; «para esperar la llegada de Antioco», cf Deissman, Licht vom Osten, 314 ss). Por eso es lógico hablar de la llegada benéfica de los dioses (cf Corp. Herm I, 22: «Mi parusía se les convierte en ayuda»; de acuerdo con la representación del mundo propia de las religiones helenísticas de los misterios), cuya parusía no se entiende únicamente como futura, sino que se experimenta como realizada en el presente (cf. p. ej.: «En el año 69 de la primera parusía del dios Adriano en la Hélade», ca. 193 d. G, cf. Deissmann, ibid., 319) II Las versiones griegas del AT emplean páreimi como sinónimo de diversos vocablos hebreos, p ej. bo , que tienen todos el significado de venir, llegar El sustantivo parousia «aparece únicamente en escritos originales griegos» (Oepke, art. napouaía, ThWb V, 862). Ciertamente, desde los tiempos más antiguos se habla de un modo análogo en el ámbito veterotestamentano sobre la venida de Dios: Dios se manifiesta en la victoria (Jue 5, 4 s), viene como rey del mundo (Ex 15,18, Sal 24, 7 ss, 95, 3 s), en sueños (Gn 20, 3), a través de su espíritu (Nm 24,2), de su mano (1 Re 18,46), de su palabra (2 Sam 7,4) y al fin de los tiempos (Is 2,2 y passim, cf art. -* quepa, [heméra]). Se habla de la venida del ungido (Gn 49,10, Zac 9, 9 s) En los textos de Qumrán se espera a varios mesías (1QS 9, 10 s) Para la comprensión neotestamentaria tiene una gran importancia la expectativa de Dios en los textos judíos apocalípticos (que a veces han sido sin duda reelaborados desde un punto de vista cristiano, TestLev 8, 14 s: «De Judá se levantará un rey y establecerá un nuevo sacerdocio para todos los gentiles y a la manera de los gentiles. Y su venida será anhelada como la de un hombre de Dios del linaje de nuestro padre Abrahán», TestJud 22, 2: «Mi reino será destruido por pueblos extranjeros hasta que aparezca la salvación de Israel y Jacob descanse en paz»; según Riessler). Se habla además de la venida del mesías (Hen[est] 38, 2: «Cuando el Justo aparezca ante los ojos de los justos», 49, 4: «El juzgará hasta las cosas ocultas», Riessler) Con el término parousia designa Josefo la presencia benéfica de Dios; en Filón aparece el verbo páreimi, pero no el sustantivo parousia.

III 1. a) Pablo emplea el verbo páreimi en el sentido de estar-ahi, estar presente, y, en 1 y 2 Cor únicamente en la forma participial napmv [paren]. El apóstol distingue entre su ausencia personal, corpórea (ánmv xco aápaxi [apon tó sómati]) y su presencia en espíritu (napcbv Sé xco nvevpaxi [paron dé tó pneúmati]; 1 Cor 5, 3) y designa con este vocablo su presencia en Corinto (2 Cor 10, 2.11; 11, 9; 13, 2.10) y su presencia entre los gálatas (Gal 4, 18.20). Idéntico significado aparece en Jn 11, 28; Ap 17, 8. Este puede ser reemplazado por el sentido de haber venido (en perfecto), que expresa el movimiento y la dirección de la llegada. En este sentido usa Lucas el término (Le 13,1; Hech 10,21; 12,20; 17, 6), de tal manera que hay que considerar si este sentido no encaja también con Hech 10, 33; 24, 19. En Col 1, 6 nápecrxiv [párestin] es utilizado sin un sujeto personal: el evangelio que llegó hasta vosotros. En Jn 7, 6 el kairós (-» tiempo, art. Kctipóq [kairós])

Parusía (mxpoom'cc)

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no ha llegado aún. Upóc, xb napóv [pros tó paran] quiere decir por ahora, por el momento (cf. Bauer, Griech.-Dt Wórterbuch; Heb 12, 11). Finalmente, se da también (sobre todo con un dativo de persona) el significado de estar a disposición, poseer, tener (Heb 13, 5; 2 Pe 1, 9.12). b) El sustantivo parousía designa sólo en Pablo y en él de una manera general, la presencia y la venida (en cuanto comienzo de esta presencia): Pablo se alegra de la llegada de Estéfana (1 Cor 16, 17), se siente consolado por Dios por la llegada de Tito (2 Cor 7, 6 s) y habla de su llegada a Filipos (Flp 1, 26; 2, 12); a Pablo se le reprocha que sus cartas son duras y severas, pero que tiene poca presencia y un hablar detestable (2 Cor 10, 10). 2. Las afirmaciones neotestamentarias sobre la parusía guardan una conexión muy estrecha con el desarrollo de la escatología. El mismo Jesús contaba con la inminencia del reino de Dios y veía el presente hasta tal punto determinado por la parusía que el comportamiento actual del hombre había de orientarse hacia este acontecimiento futuro (cf. p. ej., Me 3, 27; Le 17, 23 s). Si bien el presente y el futuro son entendidos como dos épocas sucesivas, el futuro ejerce su influencia sobre el presente; ciertamente, esto no tiene lugar como si el futuro fuese realizado y anticipado por el presente, sino de tal modo que el hombre tome sus decisiones responsabilizándose ante la inminencia de la venida del reino de Dios. Con la -+ muerte y la -> resurrección (o exaltación) de Jesús se transforma la expectativa escatologica. Es decir, mientras que el mismo Jesús esperaba la proximidad del reino de Dios, pero no con la misma seguridad que su propia venida, la idea de la parusía queda ligada ahora a la venida de Jesús esperada por la comunidad (-> Hijo de Dios, art. vióq xov av&pánoo [hyiós toü anthrópou]). Al principio se consideran inminentes los acontecimientos que han de venir (cf. Pablo). Pero más tarde la parusía pasa a segundo término en la conciencia de la comunidad, pues tarda en llegar y se la considera cada vez más alejada en el tiempo (cf. p. ej. el tercer evangelista), de tal manera que amenaza con desaparecer (cf. los adversarios que combate 2 Pe) o con perder su significado (cf. Col; Ef). Allí donde se subraya la actualidad de la salvación y la presencia de Cristo (cf. p. ej. Gal 2, 20), la espera de la parusía puede quedar relativizada en cierto modo por el «desde ahora» (cf. p. ej. Jn 6, 39 ss; 11,24-26). En este sentido, la tardanza de la parusía lleva consigo crisis; pero, dado que por encima de la parusía pone uno la orientación hacia Jesús mismo, esas crisis no pueden hacer estallar las comunidades. A la postre se llega a la conclusión de que la parusía llegará repentinamente (cf. 1 Tes 5,1 ss; Le 17, 23 s). En el NT el término parousía no es frecuente (24 veces, de las cuales 14 en Pablo; cf. también héméra; -> revelación, art. emq>iveia [epipháneia], en conexión con afirmaciones referentes al futuro). «El término es helenístico. Pero su contenido esencial procede del AT, del judaismo y de la mentalidad cristiana primitiva» (Oepke, art. noipovma, ThWb V, 863) y, por consiguiente, presupone el paso del judeo-cristianismo al helenismo. No obstante, desde el punto de vista de la historia de las religiones, las afirmaciones sobre la parusía no pueden separarse de las representaciones apocalípticas, aunque, en el NT no están presentes las imágenes que aparecen corrientemente en otros textos, justamente porque el centro de gravedad es aquí la esperada venida de Jesús. El pasaje más antiguo del NT que habla de la parousía es el texto de 1 Tes 4, 15, en donde Pablo aduce la palabra del Señor (que quizá no procede de Jesús, sino de la tradición cristiana primitiva; NB: «eso que voy a deciros se apoya en una palabra del Señor»). En concreto, se trata de la conexión estrecha que existe entre -> resurrección y parusía; pues, cuando llegue la parusía, ni los que han fallecido estarán en desventaja, ni los vivos tendrán preferencia. 1 Cor 15,23 recoge la misma idea y pone de relieve que, en este instante decisivo, Cristo es

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{napovofa) Parusía

el Señor de todos. O sea que, cuando venga el Señor, en la parusía (en Pablo el término parousia va unido a év [en], en cuando, siempre que la palabra es empleada en un sentido estrictamente teológico, con la sola excepción de 1 Tes 4,15 donde aparece efe [eis] NB«los que quedamos vivos para cuando venga el Señor»), habrá diferentes clases, pero sin que, tal como lo concibe el apóstol, haya que presuponer un interregno, es decir, una doble resurrección o una sucesión sistemática de los acontecimientos de la parusía (Kummel). Pablo difiere de las representaciones apocalípticas en la medida en que, para él, los acontecimientos escatológicos ejercen su influencia desde ahora; esto equivale a decir que se puede vivir en la esperanza y no en la pena (1 Tes 4, 13, 5, 23). Y el apóstol puede designar a la comunidad, de la que ahora está él separado por los manejos de Satanás, como su esperanza, cuando venga el Señor, en la parusía (1 Tes 2,19). En 2 Tes se tiene claramente ante la vista una situación muy distinta. La tensión entre la presencia de Cristo vivida (según la mentalidad helenística en «sacramento» y en «espíritu», -> misterio, -> espíritu) y la parusía aun por llegar (según la mentalidad judío-apocalíptica), aflora con toda claridad (2, 2); en efecto, la carta se opone con tanta energía a algunos círculos que anticipaban la parusía considerándola como ya presente, que trata de Satán y de su venida, que ha de tener lugar antes de la parusía de Cristo (2, 8). 3 La tardanza de la parusía conduce así a la pregunta de si absolutamente todavía hay que contar con el día que ha de venir. En esta situación, Sant 5, 7 s hace una llamada a la paciencia y se afianza en que la -> venida será un hecho, aunque lo que se esperaba como inminente (rjyyiKev [éngiken]) se haya convertido en algo lejano (pxKpoQvpnaone [makrothymésate], -* paciencia, art poticpoSüpíct [makrothymía]) En 2 Pe 1,16, y 3, 4 ss se inculca la espera de la parusía, a pesar de que todo ha permanecido igual a lo largo del tiempo Por último, el primer evangelista, recogiendo diversas tradiciones, ofrece aquella imagen, no exenta de contradicción según la cual Jesús está presente ya desde ahora en la comunidad reunida (Mt 18, 20) y lanzada a la misión (Mt 28, 20), hasta la consumación de los tiempos, pero, por otra parte, el hijo del hombre vendrá sólo más tarde (Mt 24, 39) repentinamente (v 27), un día que nadie conoce (vv 36-42) y en un momento en que todo el mundo vivirá despreocupadamente (v 37 s), en una palabra, «cuando menos lo penséis». En 1 Jn 2, 28 el desnivel entre ambos planos se hace tan patente que, desde el punto de vista de la crítica literaria, se intentó salvar la dificultad, atribuyendo las afirmaciones referidas al presente y las pertenecientes a la escatología orientada hacia el futuro a dos estratos diferentes. En vista de la diversidad de concepciones de la parusía que aparecen en el NT se nos plantea hoy la pregunta de si hemos de prestar fe a estos testimonios y, en caso afirmativo, a cuáles. ¿Se puede separar el mensaje (el kengma), entrañado en estas afirmaciones, de su (reiterada) representación apocalíptica del mundo (mito), por lo demás ya superada, interpretando la parusía aún por venir como el no-poder-disponer de la salvación, la cual no es objeto de posesión, sino que nos va poseyendo cada vez más y sólo puede sernos otorgada gratuitamente? ¿En esta línea puede superarse el presente a partir de la esperanza'? ¿O, enlazando con la teología del tercer evangelista, ha de considerarse uno incorporado a la historia de la salvación que desemboca en una parusía perdida en la lejanía? ¿O más bien habría que renunciar radicalmente a cualquier espera de la parusía, dado que nos parece imposible actualizarla? Los intentos de armonización entre ambos planos fracasan sobre todo porque la expectativa de la parusía como algo inminente y como algo aún lejano no se pueden reducir a un denominador común, sino que se contradicen. A ello se añade el desnivel entre la salvación actual y la futura La pregunta que se plantea hoy a la teología es si con ayuda de las afirmaciones escatológicas puede ser revalonzado el anuncio de Cristo. Por consiguiente, se trata, no tanto del

Parusia (nocpooaíot)

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locus dogmático de los novísimos cuanto de la cuestión de cómo pueden actualizarse para nuestro tiempo las afirmaciones sobre la parusia en el marco de la proclamación de Cristo. G. Braumann PARA LA PRAXIS PASTORAL

Si es cierto que los asertos neotestamentarios sobre la parusia no se pueden reducir a una doctrina uniforme, no exenta de contradicciones, apenas parece ya posible una predicación puramente biblicista. Es decir, la tesis defendida corrientemente, según la cual después de la vida en esta tierra y tras un intervalo (o sin intervalo alguno, según las opiniones) vendrá el juicio final y el último día, y con ellos el ansiado reino de los cielos, no es sin más toda la verdad bíblica, sino sólo uno de sus aspectos, en cuanto que de esta forma no entran en consideración ni la espera de una parusia considerada como inminente ni la presencia ya actual del futuro. Una simple ojeada a la historia de la iglesia y de los dogmas nos muestra ya que nunca hasta ahora se ha logrado aceptar todas las afirmaciones del NT juntas y a un mismo tiempo. A menudo, violentas controversias llevaban a reprobar ciertas opiniones y a excluir de la iglesia a los grupos de personas que las representaban. La problemática puede clarificarse en la medida en que se es consciente de las posiciones extremas y de que, en el espacio comprendido entre ellas cabe un gran número de posiciones diferentes. A la espera de la parusia, que iba haciéndose cada vez más débil, el montañismo opuso en el s. II el anuncio de la inminencia del fin del mundo. Este milenarismo entendido apocalípticamente (cf. a este respecto Ap 20, 1-6) fue durante siglos un factor determinante para las iglesias cristianas y hubo de ser superado paulatinamente (sobre todo por Agustín). Pero este punto de vista apocalíptico reaparecía continuamente dentro de las comunidades cristianas. Citemos únicamente a Joaquín de Fiore, Bengel, los adventistas y los testigos de Jehová, los cuales, tras el reinado de Lucifer en este mundo esperan la gran renovación, el comienzo del reino milenario, que tendrá lugar después de la batalla de Harmagedón. Continuamente, las grandes guerras, la amenaza nuclear o el hecho de que los misioneros cristianos han llegado hasta los más apartados confines de la tierra, han llevado a especulaciones sobre la inminente aparición del -> reino de Dios. Otra tentativa de revalorizar las afirmaciones apocalípticas sobre la parusia fue la que consideraba que no había que esperar el reino milenario en un futuro más o menos lejano, puesto que se había realizado ya: en Münster (Westfalia) existió el reino de Sión, que, como era de esperar, duró poco tiempo, y acabó en 1535. Además de las diferentes categorías temporales existen también diversas representaciones espaciales. Una posibilidadad es esperar la realización del reino de Dios sobre la tierra; otros sitúan el reino de Dios venidero en el cielo y otros, a su vez, sostienen una posición intermedia. La falta de uniformidad entre las distintas concepciones aparece también en el hecho de que unos hablan de una eternidad intemporal y otros, en cambio, consideran el reino de Dios ligado al tiempo: los seguidores de A. Ritschl veían el reino de Dios ya realizado en este mundo; R. Rothe fue tan lejos que llegó a sostener que, en un estado totalmente cristianizado, la iglesia sería superflua y debería desaparecer. Ninguna de las elaboraciones antes citadas puede renunciar a apelar a la Biblia: desde algún punto de vista pueden invocarse siempre nexos con el NT. Sin embargo, el reproche de que en cada caso se ha comprendido unilateralmente el contenido de la Biblia no es acertado, porque siempre puede uno limitarse a recoger aspectos parciales de la Biblia: ¿puede realmente afirmarse la espera de una parusia inminente y juntamente la espera de la parusia como algo aún lejano, la eternidad intemporal y a la vez la

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Parusía

vinculación al tiempo? ¿se puede esperar que el reino de Dios se realizará en la tierra y al mismo tiempo en el cielo? ¿podemos contar con el «ya» y a la vez con el «todavía no»? ¿vendrá la parusía en el último día o inmediatamente después de la muerte? La problemática es tanto más compleja cuanto que nosotros no podemos aceptar ya pura y simplemente la comprensión bíblica del tiempo que aparece en los conceptos de presencia y de parusía, sobre todo porque en el NT no existe una comprensión uniforme del tiempo, sino al menos dos modos diferentes de entenderlo: por un lado, el tiempo es considerado como un devenir histórico, como una sucesión de acontecimientos y épocas que terminan de un modo apocalíptico; por otro lado (cf. Juan, y también Pablo), se piensa que con la exaltación de Cristo ha llegado el fin de los tiempos y ya no cuenta la historia subsiguiente, ya que para el creyente el futuro ha comenzado ya en el presente. A esto se añade la pregunta sobre cómo hay que valorar los cambios en la imagen del mundo: ¿debe mantenerse la imagen bíblica del mundo con la concepción de los diferentes «pisos» (el de arriba, el de aquí, el de abajo)? ¿puede, al edificio del tiempo presente, añadírsele, como último piso, la era apocalíptica? Ante esta problemática, las respuestas categóricas resultan sospechosas, ya que tienden a poner bajo un mismo rasero la enorme riqueza y variedad de los enunciados neotestamentarios. No hay una respuesta fácil para esta problemática. Por consiguiente, es preciso interrogarse sobre el contenido de los asertos bíblicos. En este sentido, la variedad de las concepciones neotestamentarias debiera permitirnos expresar el mensaje bíblico en el interior de la vida eclesial. El desarrollo de numerosas sectas (cf. los testigos de Jehová y los adventistas) nos advierte a dónde se puede llegar cuando lo que se afirma en el NT sobre el presente y sobre la parusía se concibe aisladamente, cuando a estas afirmaciones se las desliga de la proclamación de Cristo, quedando así convertidas en un conocimiento anticipado de sucesos futuros. El presente y la parusía sólo tienen sentido cuando lo que se anuncia es a Jesucristo, y están subordinados al testimonio de Cristo. De aquí que, si se aceptan la espera de la parusía como algo aún lejano y los elementos apocalípticos (tal como están en el texto), cabe mostrar de un modo plástico cuan distinto es este mundo del mundo de Dios. Desde el punto de vista de la espera de la parusía como algo lejano en el tiempo, aparece en primer plano la perspectiva cosmológica y universal. Es cierto que existe el peligro de que disminuya la importancia del tiempo presente, de que se dé una cierta huida del mundo y de que únicamente se hable del más allá. Pero justamente esto no es posible, si se anuncia a Cristo como el que está cerca. La espera en una parusía inminente y el «ya ahora» del futuro actualizan el acontecimiento salvífico en este mundo. Ellos contribuyen a una profunda toma de conciencia de la propia responsabilidad personal. Con esto libran al tiempo presente de su mera provisionalidad y lo muestran como un tiempo en el que tienen lugar decisiones de un carácter definitivo. Pero, a la inversa, entrañan (aunque no necesariamente) el peligro de que la realidad aún por venir desaparezca de su propio horizonte. Los diferentes testimonios sobre la espera de la parusía nos llevan a anunciar a nuestro Señor como el Señor que ha de venir, que nos concierne y cuyo reino aguardamos como el reino venidero (cf. la segunda petición del padrenuestro), pero al que no «tenemos» ni poseemos, sino que quiere poseernos, al que no podemos comprender, sino que más bien ya está ahí para penetrarnos. Uno ha de acentuar, sin miedo, y sin reservas, el aspecto que en cada caso se le ofrece; eso sí: sin absolutizarlo. Pero, en todo caso, el anuncio de la parusía no se refiere únicamente a los «novísimos», sino que la espera de la parusía dice relación al tiempo presente en la medida en que concierne a nuestra acción y a nuestra vida. La parusía actúa ya desde ahora. Ella determina nuestra esperanza. -> Venida, -> reino; -> tiempo; -> meta, fin. G. Braumann

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Pastor {noi¡ir¡v)

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Pascua

—• Fiesta

Pasión

—> Sufrimiento

Pastor noip.rjv [poimen] pastor; noíp.vr¡ [poimne], noífivwv [poímnion] rebaño; noip.a.ív(o [poimaínó] apacentar, cuidar, ipxmoip.riv [archipoímen] el supremo pastor I Poimen, pastor, zagal es termino indogermánico, fácilmente empleado también en sentido figurado con el sentido de guia, dirigente, caudillo (Homero, Platón), es asimismo intercambiable con voumq [nomeus], legislador Poimamo significa ser pastor, apacentar (en voz activa y media) y, en sentido figurado, alimentar, cuidar Poimne o poímnion es el rebaño, espec el de ovejas

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(7toi/ij;v) Pastor

1 En Platón se perciben ecos religiosos cuando compara a los que gobiernan la ciudad-estado con los pastores, que cuidan de su rebaño (tuansp noiuevwv nolswq [hosper poimenon poleos], Resp IV, 440d) Porque el pastor de hombres es imagen del pastor y legislador divino (a%f[\ia. zov ¡}aou vopxcoq [schéma toú theiou theion nomeos], Poht 27le) 2 En el antiguo oriente se aplico muy pronto el titulo de pastor, como predicado honorífico, tanto a las divinidades como a los gobernantes De forma estereotipada se emplea la expresión en las inscripciones regias de los súmenos, en el estilo palaciego de los babilonios, en los textos de las pirámides (textos de los muertos) Toda la antigüedad se acomodo a e'sta costumbre Llama la obtención que en el Canaan gentil no se hayan encontrado hasta ahora los correspondientes paralelos Otro aspecto del empleo de la imagen del pastor se muestra en la poesía, tan típica en los idilios de Teocrito (s III a C), resumiendo la terminología pastoril fue muy estimada en el helenismo II El correspondiente hebreo de poimen y poimaino es ra ah, y el de poimnion (poimne solo aparece 2 veces) es casi siempre so n (y también 'eder) 1 Antes de instalarse Israel en Canaan, cada una de las familias tenían que andar continuamente de un lado para otro con sus rebaños Los patriarcas eran nómadas que, sobre todo, teman ovejas y cabras, ademas de ganado vacuno (cf también Job) Cuando en el AT se dice que los patriarcas, entre otras cosas, tuvieron también camellos, lo que se hace es retrotraer ingenuamente situaciones posteriores (del tiempo del narrador) a los días de los patriarcas (cf MNoth, El mundo del antiguo testamento, s v) El oficio de pastor se encomendaba preponderantemente a miembros de la familia, a las hijas solo muy cerca de casa (cf Ex 2,16) De los pastores, lo mismo que de los esclavos que ayudaban en este menester, se esperaba cautela, paciencia en el trabajo y honradez No era fácil encontrar a tiempo nuevos pastos durante la época de estiaje, en terrenos pobres, conduciendo el ganado por terrenos solitarios, ni era fácil tampoco saber compaginar el apacentar, el abrevar, el dejar descansar al ganado y el trashumar El pastor tema que cuidar incansablemente a los animales mas débiles (cf Ez 34, 1 ss) La fidelidad profesional se echaba de ver en la guarda nocturna del ganado, en la que habría que dar la cara a fieras y ladrones Con frecuencia se hacían tristes experiencias en este sentido con los pastores asalariados Con poimnion designan los LXX el rebaño de ganado menor, ante todo, el de ovejas (Gn 29, 2 s, 30, 40) En la época del NT un rebaño de esa clase tiene entre 20 y 500 animales (Le 15, 4 habla de 100 ovejas) Se guardan conjuntamente ovejas y cabras, pero por la noche se las separa, puesto que las cabras duermen en un sitio mas caliente del aprisco o del recinto amurallado (a¿An [aule], a esto alude Mt 25, 32) InduSO después de la conquista del país continuo siendo la cria de ganado uno de lob principales oficios, junio

con la agricultura Había que conservar siempre fresco el recuerdo de la época clasica del nomadismo del antiguo Israel antes de la conquista del país, cuando el pueblo vivía en tiendas, llevando una existencia trashumante, porque a esa época estaba asociada la actuación histonco-salvifica de Dios Por eso —según una explicación posterior—, al conquistarse el país, los levitas no recibieron tierra alguna, sino que continuaron siendo pastores (Jos 21), los recabitas (una secta radical) siguieron ejemplarmente fieles al modo de vivir nomadico en la época profetica (Jer 35) y ecos del recuerdo de esa época de Israel se perciben aun en el NT (Heb 11, 9 13) 2 Únicamente Dios (Yahve) es el pastor de su pueblo, Israel Con la mayor naturalidad se emplea esta designación honorífica solo en Gn 48,15 y 49, 24 Por el contrario, en los libros historíeos del AT apreciamos una gran reserva, sin duda que por repugnancia hacia la predicación divina entre los orientales, que había llegado a ser mera formula (cf JJeremias, ThWb VI, 486 s) De todas maneras los ejemplos están desigualmente distribuidos por el AT Aunque en el salterio y en la profecía exihca, en la que predomina el mensaje de esperanza, la imagen pastoril penetra con mas fuerza (Sal 23,28,9,68,8,74,1,77,21,78,52 s, 79,13,80 2,95, 7,100, 3,121,4, Jer 23,2, 31,10,50, 19, Ez 34,11 s, Is 40,10 s, 49,9 s Mi 4, 6 s, 7,14) La profesión de fe en que Yahve es el pastor de Israel surge de la experiencia viviente de la piedad popular y la distingue del frío estilo palaciego del antiguo oriente Llamando a Dios, alabándolo y pidiéndole perdón, incluso en medio de la tentación, sumergido en la dureza de la prueba de no experimentar la ayuda de Dios (Sal 73), en medio de todo eso uno se sabe amparado por la fidelidad de ese pastor que es el (el ejemplo mas bello lo tenemos en Sal 23) No se esfuma la idea del derecho incondicional de Dios como señor, que dispone de su rebaño, sino que aquí se asocia en una unidad tensa con la fuerte conciencia del amor espontaneo de Dios El pueblo es el rebaño de Dios (cf Jer 13, 17, Is 40, 11, Ez 34, 31, Mi 7, 14, Zac 10, 3, Sal 79, 13, 95, 7, 100, 3 y passim) Únicamente a si mismo se aplica Israel como pueblo escogido de Dios, la imagen del rebaño La única excepción es Eclo 18, 13, donde la idea se aplica a la totalidad de los hombres, que al final de los tiempos se reunirán en el único rebaño A partir de ese estado de cosas es imposible aplicar a los reyes de Israel el titulo oficial de pastor, por mas que ejerzan funciones de pastor Pero si que se nota mas su fracaso por contraste con la fidelidad de Dios como pastor Es cierto que David «pastorea» al pueblo y que este es su «rebaño», pero se evita utilizar el titulo real de «pastor» (cf 2 Sam 5, 2 par, 1 Cr 11, 2, Sal 78, 71 s, 2 Sam 24, 17 par, 1 Cr 21, 17) En los discursos profeticos en los que se anuncian castigos se habla de los pastores políticos y militares con sentido expresamente negativo todos ellos han

Pastor (noifir¡v)

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fallado por despotismo y desobediencia respecto de Dios (Jer 2, 8; 3, 15, 10, 21; 22, 22; 23, 1-4; 25, 34; 50, 6; Ez 34, 2-10, Is 56, 11, Zac 10, 3; 11, 5 s.16 s). En Is 44, 28 es Dios mismo el que hablando del rey persa, Ciro, lo llama «mi pastor» Es, por voluntad de Dios, como un buen pastor que vela por el bienestar de los que vuelven del destierro y se cuida de la reconstrucción de Jerusalén y del templo En Jer 25, 34 ss, por el contrario, se amenaza a los «pastores» de los pueblos extranjeros, es decir, a sus gobernantes, se les amenaza con el juicio destructor (cf. Neh 3, 18). 3. El pastor mesiánico enviado por Dios. En la época de la catástrofe que comienza a cernerse sobre el pueblo aparece de repente el nombre de pastor para designar al futuro mesías davídico; «pastores», más que al comienzo se habla en plural de «pastores», la profecía se fija en lafigurade un único pastor (Jer 3,15,23,4, Ez 34,23; 37,22.24). Espec. en Ez se rechaza una esperanza de salvación de carácter exclusivamente político. La figura del futuro dominador mesiánico permanece misteriosa. Este pastor, descrito como «mesías davídico», recibe su especial carácter en Zac 13, 7 (DeuteroZacarías), o sea, en la época postexílica. La mayor parte de los comentarios relacionan este pasaje, que anuncia la muerte sustitutiva como presupuesto de una época salvífica que irrumpe, con Zac 12,10. «De modo que al final de las palabras veterotestamentanas referentes al pastor se encuentra el anuncio de un pastor que sufre la muerte por voluntad de Dios e introduce con ello el cambio definitivo» (JJeremias, ThWb VI, 487). 4. Discriminación contra los pastores en el judaismo tardío En el judaismo palestinense de la época postexílica se operó un notable desprestigio de la profesión de pastor debida a la influyente actividad de los rabinos. Como los pastores ganaban poco no se les consideraba honrados, a menudo quizás con razón. A los piadosos les está prohibido comprar a los pastores lana, leche o carne. Lo mismo que los publícanos, también los pastores estaban privados de los derechos de todo ciudadano en la vida civil y política (actuar de jueces y testigos). «No hay profesión más despreciada en el mundo que la de pastora (Midrás sobre Sal 23). En el judaismo de la ley se alaba ahora a Moisés y David como verdaderos pastores (como gobernantes y maestros de la ley). Nada nuevo aportan a este cuadro general Filón y el judaismo helenístico (de la diáspora) En la secta de Qumrán se exigía al mebaqqér, al inspector, que se preocupe de los miembros de la comunidad, como hace un pastor con su rebaño (CD 13,9) Por SalSl 17,45 se ve que el judaismo tardío pudo muy bien aplicar al mesías la imagen del pastor, pero, en contraposición con el cristianismo, no hizo ningún uso de ello

III Poimén aparece en los sinópticos 9 veces, en Jn 6 veces, en Heb 1 Pe y Ef una vez en cada uno; poimne o potmnion se utiliza 3 veces en los sinópticos, una vez en Jn y 2 veces cada uno en Hech, 1 Cor, 1 Pe; poimaíno aparece 2 veces en los sinópticos, una vez cada uno en Jn, Hech, 1 Cor, 1 Pe y Jds, y 4 veces en Ap. 1. Es llamativo el hecho de que el juicio negativo contemporáneo sobre los pastores no haya tenido cabida en el NT. Muy al contrario, la fidelidad profesional del pastor se describe con vivos colores (cf. Jn 10, 3 s; Le 15,4 s par; Mt 18,12 s y passim). Valiéndose de la imagen del pastor, despreciada por los contemporáneos, Jesús ensalza el amor de Dios por los pecadores, y pone en evidencia su oposición a la condena farisaica repecto del pecador (cf. Le 15,4-6). En todo el NT únicamente en Le 2, 8 s aparecen en acción los pastores reales, mientras que en el resto sólo se habla de ellos en parábolas y comparaciones. (Sobre la cuestión de por qué fueron precisamente los pastores los primeros en recibir el mensaje de la navidad, cf. ThWb VI, 489 s). 2. Jesús es el pastor mesiánico prometido en el AT, ante todo según el testimonio de los sinópticos. Mientras que de Dios como pastor se habla sólo una vez en una parábola (Le 15,4-7 par; Mt 18,12-14; la alegría del pastor que encuentra la oveja perdida, después de haberla buscado angustiosamente, se compara con la de Dios, de la que se dice que es mayor la que experimenta por un pecador penitente que la sentida por noventa y nueve justos), los sinópticos aplican a Jesús la promesa del pastor mesiánico que había de venir de las tres formas siguientes: a) Su ministerio mesiánico como pastor empieza reuniendo las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mt 15, 24; 10, 6; 9, 36; cf. Le 19,10 con Ez 34,15). Así alborea la época de salvación que anunciaron los profetas. El es el dominador de Israel, prometido en Mi 5,3, que reúne el rebaño sin pastor (Mt 2, 6; 9, 36; Me 6, 34; cf. Ez 34, 5). Eso no quiere decir

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(noifitjv) Pastor

que se renuncie a juntar al rebaño de los pueblos, puesto que su ministerio como pastor es universal (cf. infra 3b). b) Pero Jesús tiene que morir y resucitar primeramente por su rebaño (cf. Mt 26, 31 s; Me 14, 27 s). Aquí Jesús, enlazando con lo que dijo Zac 13, 7, pretende ser el pastor prometido en el AT, cuya muerte sustitutiva introduce la época salvífica (cf. también Is 53). c) Esta época, en la que el rebaño, el pueblo de Dios, se reúne bajo el buen pastor, se cumple en el último día. Cuando todos los pueblos estén juntos ante su trono de gloria, separará Jesús a las ovejas de los cabritos (o a las ovejas blancas de las cabras negras; cf. II, 1); entonces juzgará. Con eso finalizará la gran misión mundial, que va reuniendo el rebaño universal (návxa xa. édvrj [pánta tá éthné], Mt 25, 32) desde que Jesús murió y resucitó. 3. a) El buen pastor en Jn 10,1-30. En el capítulo que Juan dedica al pastor, éste se enfrenta, por una parte, al ladrón y, por otra, al extraño: el pastor entra por la puerta, los suyos lo conocen y lo siguen libremente. Las ovejas oyen la voz del pastor, es decir, obedecen y confían únicamente en él. Con una idea desarrollada de modo típicamente joaneo se aclara la incomparable relación de vida entre este pastor y su rebaño, idea que descubrimos igualmente en otras imágenes (p. ej. la vid y los sarmientos: Jn 15; -• Yo soy). Esta vinculación incomparable se hace posible gracias a que el pastor entrega libremente la vida por su rebaño, de lo cual el asalariado, que huye ante el peligro, es incapaz. Este asalariado (¡ao&coxóq [misthótós]) representa sólo el concepto contrastante, lo mismo que ladrón y extraño. Apenas se piensa aquí en personas determinadas. Lo específico de Jn 10 respecto de los sinópticos consiste en el gran realce que se da a la libertad de la entrega (cf. Jn 10,18). La relación con el AT es clara (véase sólo Ez 34 y los datos sacados de los sinópticos; cf. supra III, 2). Lo que Jesús dice de sí mismo y una «interpretación carismática del AT» (GvRad) coinciden (cf. en contra, Bultmann 279: para el que la imagen del pastor «procede del tesoro de la tradición gnóstica». Pero los ejemplos que aduce son más recientes que Jn 10). b) De acuerdo con la imagen del pastor, para su -» señor (rcúpioc, [kyrios]) la comunidad es su rebaño (poímne: Jn 10, 16) o la multitud de sus npófiaxa [próbata], sus ovejas). Esta imagen reemplaza el concepto de ÍKK).y]aív. [ekklésía] (-> iglesia), que falta en el evangelio de Juan. Desarrollando lo que inicialmente se halla en los sinópticos, el resucitado junta a su rebaño como buen pastor. El rebaño conoce a su pastor, como éste lo conoce a él, y nadie puede arrebatárselo de las manos (Jn 10, 27 s). Jesús lo saca de la aulé del pueblo judío, haciéndolo un gran rebaño con todos los que vienen de los gentiles (Jn 10, 4). 4. En Hech 20,28 poímne y ekklésía se encuentran yuxtapuestos, mientras que Pablo sólo emplea este último término (en 1 Cor 9, 7 el apóstol compara su derecho a que la comunidad lo mantenga con el que el pastor tiene de vivir de su rebaño). Por el contrario, 1 Pe 2, 25 vuelve a utilizar retrospectivamente la imagen del pastor y su rebaño: Jesús es el pastor y -> obispo de las almas. A los presbíteros de la comunidad se les exhorta a no ser déspotas sobre ella, sino a que le sirvan de ejemplo en el servicio, para que puedan pasar bien la prueba, cuando aparezca el pastor supremo (ápxntoíp.nv [archipoímen]), Jesús (1 Pe 5, 3 s). Para Heb 13, 20 el gran pastor (noxpix\v péyac; [poimén megas]) es Cristo, que, muy de acuerdo con el tema de la carta, supera a todos los modelos anteriores, incluso a Moisés, de modo incomparable y único. Ap 7, 17, por el contrario, refiriéndose al -• cordero (art. áp.vÓQ [amnós]) dice que será él mismo quien apaciente a los suyos, los cuales lo seguirán libremente (cf. Ap 14, 4).

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Paz {dprjvrj)

5. En la lista de ministerios de Ef 4, 11 se mencionan también noipéveQ KOLÍ óióáoiaxla. [poiménes kaí didáskala], pastores y maestros. Pero no se trata todavía de un título ministerial firme y reconocido. Porque en 1 Pe 5,1 y Hech 20,17 a los dirigentes de las distintas comunidades se les llama, por el contrario, npeapüxepoi [presbyteroi], y en Hech 20, 28 se les presenta como éníoKonoi [epískopoi] (-» obispo). Su cometido se deduce de 1 Pe 5,2-4; Hech 20, 28; Jn 21,15-17 (preocuparse del bienestar espiritual de la comunidad); indicios de lo mismo se perciben en Mt 18, 12-14; 12, 30 par; Le 11, 23 («buscar lo perdido»). En esto tienen que ser verdaderos modelos. De lo dicho se diferencia la institución de Pedro como pastor por parte del resucitado: noípaivE tá npofíáxiá ¡100 [poímaine tá probátiá mou] (apacienta mis corderos: Jn 21,16), con lo que la posición particular del apóstol Pedro, atestiguada en los evangelios (por supuesto que no es ni absoluta ni tampoco transmisible), se reafirma y confirma de nuevo como tarea de cara a todo el rebaño, a toda la iglesia. 6. La predicación de Cristo, el buen pastor que entregó su vida y, como resucitado, apacienta a su rebaño, el nuevo pueblo de Dios, se ha introducido en la realidad de la comunidad neotestamentaria y se aplica en el trabajo pastoral. Es verdad que en la predicación misional dentro del horizonte de la cultura antigua de carácter netamente ciudadano, sin vinculación con el trasfondo veterotestamentario, no se habla del pastor mesiánico, sino que la atención se centra en el título de soberanía que es kyrios. Mas en la oración y piedad personal sigue actuando la imagen del pastor. De ese modo en el testimonio cristológico del NT se logra mantener la imagen que los evangelios nos dibujan del Jesús histórico, incluido el testimonio de Jesús sobre sí mismo, en el trasfondo del mensaje veterotestamentario. Lo que ocurre con la imagen del pastor, que pierde terreno en la predicación misional fuera de Palestina, le pasa también a la idea de rebaño; son el kyrios y su comunidad (su ekklesíü) los que pasan a ocupar el primer plano (->• señor, - • iglesia).

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Paz sípfjvr] [eiréné] paz; eipr¡veó(o [eireneúó] vivir en paz, tener paz; eíptjvircdg [eirenikós] pacífico; eiprjvonoióq [eirénopoiós] pacificador, el que trabaja por la paz; eiprivortoiéco [eirenopoiéd] pacificar, trabajar por la paz I 1 Eiréné, paz (desde Homero, incluso en inscripciones y papiros, de oscura etimología), es un vocablo cuyo contenido en el griego profano expresa lo contrario de la guerra o la suspensión de la misma. La paz es la situación basada en el orden y el derecho y lleva consigo prosperidad y bendiciones.

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(eiprjvt]) Paz

2 En Platón y Epicteto eirene puede designar también el comportamiento pacifico sm embargo los sentimientos pacíficos se expresan casi siempre por ipuia [phiha] (-» amor, amistad) o por ó^ovoia [homonoia] Iconcordia, unión) el humor, el estado de animo pacifico se expresa con el vocablo ytxAnvn [galene], calma Solo en la Stoa (Epicteto y Marco Antonio) la paz es entendida como paz del alma El verbo eireneuo (utilizado desde Platón, también en voz media), vivir en paz, tener paz, designa el estar en una situación de paz y también —aunque solo excepcionalmente y en época tardía— la realización o instauración activa de la paz (1 Mac 6, 60, Josefo Bell 2 367, Dion Casio 77, 12, 1, Did 4 3, Bern 19, 2 no se encuentra en el NT) Eirenikos, pacifico (adjetivo), en contraposición a nolEpiKoi; [polemikos], bélico, belicoso, abarca todo aquello que se refiere a la paz Los compuestos eirenopoieo, pacificar, instaurar la paz (solo a partir de los LXX), y eirenopows, pacificador artífice de la paz, se encuentran en el griego profano, aunque muy raras veces, en el sentido de pacificación política (por el emperador romano) mediante la fuerza (cf el latín pacare) II 1 Antiguo Testamento a) En la versión de los LXX eirene es el termino que sustituye casi siempre al hebreo salom (excepciones prevalentemente en las construcciones empleadas como formulas de saludo y de despedida, p ej Gn 26,31,43,23, también Jer 20,10, Is 48, 22, 57, 21, en estos casos sale crcoTijpia [sotena], xaipeiv [chairan] y otros) Solo es constante el uso de eirene para designar el bienestar o la prosperidad que viene de Dios (ThWb II, 407) En ca 15 pasajes de los LXX, eirene reemplaza a 4 vocablos hebreos que están dentro de la esfera significativa de -> descanso, seguridad, despreocupación, confianza (1 Cr 4,40, Job 11,18, Prov 3, 23, Is 14, 30, Ez 34, 27, 38, 8, etc) Para el concepto hebreo de salom (cf infra Ilb) lo constitutivo no es tanto el contraste con la guerra (como es el caso del griego eirene), sino la oposición a la perturbación del bienestar colectivo del pueblo, que a veces llega a exigir la guerra (cf 2 Sam 11,7) Asi, en los LXX expresa eirene sobre todo la prosperidad general, que se orienta totalmente hacia su_ autor, Yahve, y depende de el Por eso, en Jue 6, 24 (texto hebreo), puede decirse lo siguiente «Yahve es la paz» Salom abarca todo lo que es don de Dios en todos los ámbitos de la vida (ThWb II, 406) Asi pues, eirene, en cuanto procedente de Dios, se aproxima al concepto de salvación (sotena -> redención, art Dios) Cuando Yahve retira su paz sobreviene la aflicción (Jer 16, 5) b) En todo el AT hebreo, la paz (salom) fundamentalmente el bienestar en el mas amplio sentido de la palabra (Jue 19, 20), la dicha (Sal 73, 3), incluso en relación con los impíos, la salud corporal (Is 57,18, Sal 38, 4), la tranquilidad (Gn 26, 29, al irse, Sal 4, 9, al acostarse, Gn 15,15, y otros muchos, al morir), el entendimiento pacifico entre los pueblos y los hombres (1 Re 5, 26, Jue 4, 17, 1 Cr 12, 17 18), la salvación (Is 45, 7, Jer 29, 11), entendida también como una realidad estable (Jer 14, 13) La participación en esta paz incluye la participación en los dones salvificos que lleva consigo Aquel a quien se le arranca la paz, no se acuerda mas de la dicha (Lam 3, 17) Salom (paz) tiene una orientación social y esta ligada a las expectativas políticas de Israel La estrecha tonemn de %aiñm con el concepto de s'daqah (-> justicia, Is 48, 18 y Sal 85, 11), con los conceptos concretos de derecho y de juicio (mispat Zac 8, 16) e incluso con el de autoridad (en hebreo p'kudddh LXX ap^ovrag [archontas] y ímoKonouq [episkopous], cf -» origen, -» obispo, Is 60,17) muestra su dimensión publica, que rebasa la esfera de lo meramente personal Después de los años 597 y 587 el mensaje de la paz se convierte en el núcleo de la predicación profetica, espec en el Deutero-Isaias Tras la destrucción de Jerusalen, los falsos profetas que anuncian la salvación (Jer 6,14, 8,11, Ez 13, 10 16) quedan desenmascarados La comprensión de la alianza de paz con Dios (Is 54, 10) se hace escatologica en Dtls la justicia, el esplendor, la salvación, la gloria (Is 62,1 2) aparecen como signos distintivos de la era mesianica El mundo y la creación, que han caído en el pecado, han sido castigados y están en contradicción consigo mismos, serán salvados de nuevo (Is 11, 6-9, 29,17-24,62,1-9) a través de una nueva creación, que abarca los cielos y la tierra (Is 65, 17-19, cf también Ap 21, 1-4) El mensaje de la renovación de la alianza de paz desemboca en la espera de la paz eterna anunciada por los profetas, que abarca a todos los pueblos La venida de la época mesianica va ligada muchas veces a la espera del rey de paz (-> mesias) (Is 9, 5 6), que, como ungido de Dios (Is 61, 1 2), instaura e inaugura el remo de la paz 2 El judaismo tardío a) En la literatura rabinica el concepto de paz se basa fundamentalmente en la salom de Yahve (cf II, Ib), pero experimenta una ampliación, tanto en lo que se refiere a la relación Dios-hombre como en el plano de las relaciones mterhumanas La expresión sá'al l'salom, en cuanto que significa preguntar por la paz, es decir, deseársela a alguien, hace que la formula de saludo se aproxime a una bendición salom y Vrakah (bendición) comienzan a corresponderse (ThWb II, 408) Salom se convierte en meta y cumplimiento de la esperanza mesianica Hay que tener presente esta imagen ejemplar de la paz (Rabbi Hillel, Ab 1 12) para instaurar la paz entre los hombres En los escritos rabimcos el papel del pacificador se aproxima al que aparece en el NT En este punto el judaismo tardío se acerca al mandamiento neotestamentano del amor, no tanto en el sentido positivo que lleva consigo el amor al prójimo, cuanto en el de remover todo aquello que constituye un obstáculo y un impedimento para la salom Lo que se afirma a proposito de las relaciones mterhumanas también es valido con respecto a las relaciones entre el nombre y Dios Asi, la paz adquiere una nueva dimensión, en la que la acción u omisión del hombre cobran una importancia fundamental b) También en los apócrifos eirene es la prosperidad, que se muestra, entre otras cosas, en la supresión de la guerra, pero que abarca mucho mas En Test XII, la paz significa el no-ser-juzgado en el sentido de ser perdonado o

Paz (eiprjvr])

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de ser tratado con misericordia, o al menos un aplazamiento del juicio. Mientras que Josefo sigue totalmente la línea rabonea, en Filón la concepción de la paz también adquiere una dimensión interior y este punto de vista se subordina a un estado de cosas constatable de un modo externo y objetivo Bajo el influjo de la filosofía griega, Filón entiende la paz del alma como la victoria sobre la tentación y los apetitos. c) Qumrán separada del Israel apostata (1QS 8, 4-9; CD 1, 4 y passim), la comunidad de Qumrán se considera a sí misma como la comunidad escatológica, para la cual la paz, que lleva consigo la salvación escatológica, está ya presente Ella habla de la paz eterna (1QS 2,4), de la sobreabundancia de la paz (1QS 4, 7), de la paz inacabable (1QH 7,15), de la paz perpetua (1QH 15,16) y de la paz sin fronteras (1QH 18, 30). Ciertamente, la comunidad está aún en lucha (Belial contra Israel/Miguel, CD 4, 13 y passim; los hijos de la luz, IQM 1, 11, contra los hijos de las tinieblas, IQM 1,9.10). La llegada de la paz va ligada a la visitación de Dios (1QH 1,17), los elegidos serán probados por el fuego (IQM 17, 1); la alianza de paz (salvación) ha sido grabada por Dios con el buril de la vida para toda la eternidad (IQM 12, 3). Esta paz ya no puede «perderse» (1QH 9, 11) y es un don salvíñco ya actual (1QH 9, 33); la paz es idéntica a la salvación (-> redención, art. ocbCo) [sózo]), a la felicidad La paz (IQM 3, 5; 4, 14) y el júbilo de Dios (-> alegría, art. aycclfotíoiioa [agalháomai]) en el retorno dichoso al hogar (IQM 3, 11) son el santo y seña de la esperada victoria final (-> lucha).

III El término eiréné —que en el NT aparece en total 91 veces— se encuentra en los evangelios en 24 ocasiones, de las cuales 4 en Mt (todas en el discurso que pronuncia Jesús al enviar a los apóstoles a anunciar el evangelio, en el cap. 10); una vez en Me, como fórmula de saludo (en 5, 34); 13 en Le; 6 en Jn, en el llamado discurso de despedida y en el cap. 20, y entendido siempre como un don de Jesús a sus discípulos; 7 en Hech; 43 en la literatura paulina, sobre todo en Rom (10 veces) y Ef (8), 11 en las cartas pastorales, 4 en Heb y 2 en Ap. En 12 ocasiones la paz, en cuanto don procedente del Padre (ornó &eo6 Ttocxpóq [apó theoü patrós], va unida a la -• gracia (% redención), es signo de la nueva creación de Dios que ya ha comenzado (plano escatológico), y en cuya consumación se manifestará su omnipotencia (plano teleológico). Así pues, en cuanto concepto subordinado, la paz define tanto las relaciones interhumanas como las que existen entre el hombre y Dios: en cuanto categoría comprensible psicológicamente es una consecuencia de la participación en la paz de Dios que lo abarca todo. 2. a) En contraposición a la áKocTacrrocería [akatastasía], desorden, confusión, la paz determina el orden, cuyo autor es Dios en cuanto que es el Dios de la paz (1 Cor 14, 33; cf. también Rom 15, 33; 16, 20; Flp 4, 9; 1 Tes 5, 23; Heb 13, 20). La subordinación de los

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(sipr/vn) Paz

enunciados que hablan de la paz a aquéllos que se refieren al -> amor (áyánr¡ [agápe]), en 2 Cor 13, 11, y a la -» gracia (cháris), espec. en los exordios de las cartas (1 Cor 1,3; Gal 1,3; Flp 1,2; 2 Tes 1,2 y passitn), a la -> vida (£cor¡ [zoé]), en Rom 8,6, en contraposición a la -* muerte (MVOLXOQ [thánatos]), y a la tribulación (9A.Í\¡/IQ [thlipsis]), en Jn 16, 33, muestra ya toda la amplitud de la espera de la salvación. La paz procede del que es, del que era (cf. Heb 7,2: alusión a Melquisedec como prototipo del rey de paz —fíaoúsuQ eipqvnq [basileús eirénés]) y del que ha de venir (Ap 1, 4). Como se pone de relieve en el evangelio de Juan, esta paz se distingue, no sólo cuantitativamente, sino también cualitativamente de la paz que da el mundo (Jn 16, 33), pues es dada por el mismo Cristo. La paz en el cielo y la gloria (dó^a [dóxa]), en las alturas (Le 19, 38) acompañan igualmente a la salvación esperada; la paz ha de ser universal. b) Cristo es el mediador de la paz con cuya venida irrumpe el reino de Dios, que lleva consigo la reconciliación (Rom 5,1; Col 1, 20; también Le 2,14 y 1, 79, en donde la paz se refiere al nacimiento de Jesús y de Juan respectivamente); él es la paz, como Yahvé en el AT (Ef 2, 14-18). Mientras que en Jn se subraya el hecho de que Cristo da su paz a sus discípulos (Jn 14,27), los discursos mediante los cuales Jesús instruye a sus discípulos, antes de enviarlos a predicar, insisten sobre todo en que los discípulos enviados por él transmiten la paz; si es rechazada por aquéllos a quienes es ofrecida, volverá a los discípulos (Le 10, 5 s; Mt 10,13). Las fórmulas de saludo corrientes en el griego profano (en los exordios de las cartas se emplea jaipzw KCÍÍ eipr/vn [chaírein kaí eiréne], favor y paz) son dotadas de un contenido más profundo (cf. supra) en las cartas paulinas (-• libro, art. i%wxokr\ [epistolé] III). Así, eiréne designa en el NT la paz de Cristo (Col 3,15), que es un don del Padre y del Hijo (Rom 1,7; 1 Cor 1, 3 y passim) y es adquirida y garantizada a través de la unión con Cristo (Jn 16, 33; Flp 4, 7; 1 Pe 5, 14). Toda santificación, perseverancia (1 Tes 5, 23) y perfección (Heb 13, 20) sirven para participar de un modo más profundo en la paz de Dios, y Dios aplastará a -> Satán, que se opone a ello (Rom 16,20); pero la paz puede ser también desconocida (Le 19, 42), menospreciada y ensombrecida (Rom 3, 12.17) o rechazada (Le 10, 5 s; Mt 10,13). En Heb 13,21: sv navxi áya#c5 [en pantíagathó], en toda buena obra (NB: con dotes de toda clase), puede entenderse en un sentido ético-moral o también como bienestar, al igual que la expresión diá TUXVTÓC; év navxi xpónio [diá pantos en pantí tropo] (2 Tes 3,16), siempre y en todo, puede incluir en sí misma tocios los bienes que lleva consigo la paz (bienestar, salud, dicha, concordia). Pero incluso debe renunciarse a éstos cuando se oponen a la paz de Dios, de tal manera que en lugar de la eiréne surgirá la división (Le 12, 51 ss); no hay lugar para la falsa paz. De acuerdo con su naturaleza, la paz se funda en la rehabilitación y la salvación que Dios otorga al hombre por los méritos de Cristo (LThK 4, 367). 3. La paz, en cuanto salvación del hombre y del mundo (2 Cor 5, 17; Gal 6, 15) encierra en sí una nueva ordenación de las relaciones interhumanas. Por eso se dice: vivid en paz unos con otros (Me 9, 50; empalmando con el xó amó (ppovsixe [tó auto phroneite], andad de acuerdo, probablemente también en 2 Cor 13, 11), pero también con todos los hombres (Rom 12, 18), en la medida en que sea posible (cf. supra III, 2b) y en cuanto dependa de vosotros (ibid.). Puesto que la /JacnAaí'a xoñ 9EOÜ [basileía toü theoü], el reino de Dios, es diKoaooúvn [dikaiosyné], justicia, y eiréne, paz (Rom 14, 17), incluye en sí mismo la paz, entendida como concordia entre los hombres. Y en la paz se consuma la oiKo5op.r¡ [oikodomé], la edificación de la iglesia (Rom 14, 19) en la alegría del espíritu (v. 17). La paz a la que la comunidad ha sido llamada (1 Cor 7,15) es obsequio y don de Dios (cf. supra), que colma al hombre con él (Rom 15,13), se lo da (1 Pe 1, 2; Jds 2), hace que reine en su corazón (Col 3, 15) y así la hace aparecer como un -> fruto del espíritu

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Paz (siprjvt])

(Gal 5,22). Después que Dios ha hecho anunciar la paz por medio de Cristo (eñccyysÁi^o¡X£VOQ ápr\vr\v [euangelizómenos eirénénj, Hech 10, 36, cita de Is 52, 7; -> evangelio; cf. también Ef 2,17), los hombres llegan a ser también eirenopoioí, pacificadores, constructores de la paz (Mt 5,9). 2 Tim 2, 22 y Heb 12,14 subrayan el hecho de que la paz ha de ser buscada y alcanzada por el hombre «en unión con» (ThWb II, 415) los demás (cf. asimismo, 1 Pe 3, 11 y Sant 3, 18). 4. Al menos en un pasaje del NT la paz hay que entenderla también en el sentido de una fuerza que penetra totalmente al hombre (-> plenitud, art. KÁr¡pócú [pléróo], Rom 15, 13, en donde aparece juntamente con -» alegría), si bien aquí no puede pasarse por alto el marco objetivo (Rom 5, 1) en el que aparece este pasaje. Pero esta paz no es ni un distanciamiento de lo que acontece en el mundo en el sentido de la Stoa ni una espiritualización o «interiorización», sino la cetidumbre jubilosa de participar en la paz de Diqs que está ya presente. H. Beck PARA LA PRAXIS PASTORAL

Pocas palabras existen de las que se haya abusado tanto y hayan sido tan tergiversadas como «paz»; a este propósito se podría hablar sin más de una auténtica «inflación ideológica» (Schlette, 51 s). Incluso cuando se nos antoja que la cristiandad desaparece del mundo, ciertas ideas y estructuras mentales de origen cristiano continúan extendiéndose por todos los países y religiones. El vocabulario continúa siendo el mismo, pero su significado ha cambiado totalmente. Esta discrepancia entre su sentido bíblico y su uso y abuso (condicionado por el secularismo) hasta en las confrontaciones políticas, ha heciio de la palabra «paz» un término cambiante, ambiguo y problemático. Cuanto más modernos y refinados son los métodos de lucha por la existencia, tanto más difíciles se hacen las conferencias sobre la paz y tanto más sospechosos resultan los mensajes de paz. El redescubrimiento del contenido salvífico y de la relación con la expectativa de la salvación que comporta el concepto bíblico de «paz» podría robustecer la credibilidad de los discursos sobre la paz y otorgarles una renovada esperanza. Dejando atrás una paz sospechosa, que por lo demás anunciaban también los falsos profetas anteriores al exilio («Paz!, paz!. Y no hay paz», Jer 8,11) y que sólo es una tregua provechosa, resignada o concluida a la ligera entre dos catástrofes sucesivas (ThWilder: «Hemos escapado una vez más»), hemos de volver a la dimensión de la salvación (-> redención). Esto significa algo más que una mera ampliación de una zona desmilitarizada a través de la cual quedan aseguradas, hasta cierto punto y de un modo puramente externo, las condiciones vitales mínimas para el mundo entero. La instauración de una situación global de paz (en cuanto interrupción y control de cualquier confrontación bélica) por las Naciones Unidas tampoco equivaldría al cumplimiento de las promesas y de las expectativas bíblicas sobre la paz. La paz que anuncia el evangelio y que es la participación en la paz de Dios a lo largo de la historia de la salvación, significa y promete mucho más. El concepto y la expectativa de la paz que aparece en el AT trasciende todo lo que se piensa a este respecto en la antigüedad griega. La idea, que encontramos ya en Hesiodo, de una edad de oro, después de la cual viene la decadencia, halla también en Ovidio su expresión poética: «Primeramente existió la edad de oro, que sin autoridad y sin leyes custodio el derecho y lafidelidad.No se conocía ni el temor ni el castigo..». En su cuarta égloga Virgilio proclamó de nuevo la proximidad de la edad de oro, que es anunciada por el nacimiento de un niño divino. Bajo el

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Paz

reinado de Augusto, la pax romana aportó al ámbito meditarráneo una paz de unas dimensiones desconocidas hasta entonces. Sin embargo, el mensaje de paz que llevaba consigo la predicación del evangelio y que se extendió en este ámbito, en sus rasgos esenciales, no puede entenderse sino a partir del AT y está determinado por él.

Esta paz de Dios (salóm) es también algo más que la restauración de un orden jurídico humano inquebrantable en el sentido de la antigua concepción germánica, para la cual (y de acuerdo con la afinidad lingüística de los vocablos) las ideas de pacificación Befriedigung) alegría (Freude),y amistad (Freundschaft) están estrechamente relacionadas. El anhelo de paz que tiene el hombre no sólo tiende al restablecimiento de un orden dentro de las relaciones interhumanas. No está condicionado de un modo oportunista en el sentido en que, a través de esta situación de paz ansiada, la vida sería más fácil y menos problemática y transcurriría dentro del mayor progreso y bienestar posibles. Tiene más bien una raíz religiosa. En ella se refleja la conciencia de la totalidad perdida, destruida por el -+ pecado. Pero la paz es además la restauración y la realización de la salvación (-> redención; -> salud). Según Ef 2, 14, Jesús, en cuanto que es el mesías, nos trajo esta paz salvífica. Es característico del campo de tensión en que esto acontece en la época del emperador Augusto la realización por parte del imperio romano de una paz militarizada y la renuncia a toda paz concreta por parte de los zelotas, que, a través de su lucha fanática, querían establecer el esperado reino definitivo de paz. Sin embargo, en ambos casos la esperanza en la paz se sitúa dentro de unas dimensiones más amplias que estamos en trance de recuperar para el concepto de paz, tras la interiorización y espiritualización unilaterales del mismo. La idea de la paz de Dios (salóm) sobre toda la humanidad, que procede del AT y que fue recogida por Jesús, es una expresión fundamental de la nueva situación del mundo creada por el acontecimiento de Cristo y debería ser el leitmotiv de toda la vida cristiana (Hoekendijk, 6). Ella encierra en sí la voluntad salvífica de Dios que abarca toda la creación, de tal manera que desde ahora se puede decir: «la paz está entre nosotros», Y, sin embargo, continúa al mismo tiempo siendo objeto de una espera llena de esperanza y de un futuro hecho presente, que rebasa el simple modus vivendi limitado al presente. En esta línea la paz exige un replanteamiento de la vida individual y del orden global del mundo. No se trata sólo de una paz celestial, sino también de una pazde este mundo, que hunde sus raíces en nuestra tierra (Le 2, 14). Por eso la iglesia no se extralimita en su predicación cuando, desde su propia perspectiva y proponiéndose unos objetivos que estén de acuerdo con ella, se ocupa de cuestiones concretas (economía, sociedad, cultura, política, etc.) relacionadas con el mundo. La Constitución «Gaudium et spes» sobre la iglesia en el mundo actual del concilio Vaticano II y la temática «iglesia y sociedad», así como el esfuerzo de la comisión para los asuntos internacionales, en el marco del Consejo ecuménico de las iglesias, forma parte con todo derecho del testimonio de paz que ha de dar la iglesia. A este testimonio pertenece también el esfuerzo por establecer un equilibrio entre los países ricos e industrializados y los subdesarrollados, por superar el esquema mental amigoenemigo, por eliminar la discriminación racial y suavizar los contrastes, por superar el confesionalismo intransigente y fanático, por resolver los conflictos pacíficamente y no por la fuerza de las armas, en una palabra, por promover el establecimiento y el desarrollo de las relaciones adecuadas entre los hombres. A través de su participación en los esfuerzos de la humanidad orientados a- este fin, los cristianos y la iglesia dan testimonio del mensaje de paz que viven y de la paz hacia la que caminan. Pues el hombre sólo puede trabajar por la paz cuando él primero se abre de par en par a la paz de Dios. Puesto que esta paz abarca todas las esferas de la vida humana, el mundo ha de ser tomado en serio en todos sus aspectos externos. Pues esta paz se refiere a los hombres que

Para la praxis pastoral

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viven en este mundo y que están destinados al otro. Después que Dios ha hecho la paz con el mundo, ha reconciliado consigo el universo por medio de Cristo (Col 1, 20), puede y debe existir la paz entre los hombres y debe ser buscada y promovida más allá de los límites de la iglesia y de la propia comunidad (Rom 12, 18). Finalmente, la paz lleva también consigo el que el hombre la tenga en sí y esté en paz consigo mismo. Aquí aparece bien patente la insatisfacción y la falta de paz del hombre moderno. El que comprende y espera la paz participa de ella, aun cuando todos los condicionamientos y circunstancias externas de la existencia parezcan oponerse a ello (Jn 16, 33). La serenidad que se encuentra en cada hombre y que se apoya en la fe, nace del conocimiento de la paz y la participación en ella, y no es una compensación de la falta de paz que hay en el mundo; tampoco es una evasión al campo de la autonomía filosófica, inaccesible para el mundo, ni sentirse personalmente consciente del perdón de los pecados y de la reconciliación con Dios, sino una confianza inconmovible en las promesas de Dios sobre el mundo y la humanidad. Ante la aparente inutilidad de sus esfuerzos por la instauración y el mantenimiento de la paz, el cristiano no se refugia resignadamente en una vida interior mística, en espera de una paz interior perfecta y separada del mundo, sino que continúa trabajando por la paz de este mundo a pesar de los desengaños, fracasos e incomprensiones. Allí donde la paz total está aún por venir, hay que establecer al menos los signos de la paz. El fruto de todo esto no es únicamente una solución precipitada hecha con la mejor voluntad y en el sentido de defender unas islas de paz en medio del caos, ni un optimismo evolucionista que lo considera todo como «ya resuelto», ni un razonamiento que especula con la tesis de que la guerra ha dejado de ser racional, ni tampoco un orden basado en el pragmatismo que, en última instancia, «reclama su parte», ni, mucho menos, un ropaje piadoso bajo el que se disfraza una política egoísta y materialista, sino el testimonio y la experiencia del sálóm que se espera y que hace irrupción, cuyos signos ya se hacen visibles en el presente y cuya futura consumación es creída y proclamada. H. Beck Bibl WFoerster/GvRad, Art sip>]vr], ThWb II, 1935, 398 ss - EStaufíer, Die Theologie des NT, 1947 - WFreytag, Kirchhche Wirkhchkeit heute, EMZ 15, 1958, 161 s - JJStamm/HBietenhard, Der Weltfnede ím Alten und Neuen Testament, 1959 ESchick/EBiser, Art Fnede I, LThK IV, 19602, 366 ss - EBiser, Wege des Fnedens, 1961 - HWWolfT, Fnede ohne Ende Eme Auslegung von Jes 7, 1-7 u 9, 1-6 Bibl Stud 35, 1962 - Der Grosse Duden, Art Fnede, vol 7 Etymologie, 1963, 186 JCHoekendyk, The Cali to Evangelista, World Council of Churches, Occasional Papers II/7,1963 - HBraun, Qumran und das NT, 1966 - Concept, Special Issue Nr 11, 1966, Okumen Rat d Kirchen, The Church for Others, l i s - Fneden, Einfuhrung ín das Thema des 13 Deutschen Ev Kirchentages, 1967 - HRSchlette, Wird die Welt chnsthcher' Kontexte 4, 1967 En cast Arts gens EBisser, Art Paz, CFT III, 1967, 380-387 - JTeran Dutan, Art Paz, SM 5,1974, col 319-328 - WEtchrodt, Teología del AT I, 1975, 438-441 - HKSchelkle, Teología del NT III, 1975, 214-221

Pecado El concepto de pecado designa el múltiple fenómeno de los yerros humanos, que llegan desde la más insignificante transgresión de un mandato hasta la ruina de toda la existencia. Esta situación la expresa de la manera más profunda y amplia el grupo de palabras á^apxía [hamartía] que designa el obrar contra costumbres, leyes, hombres o dioses. Un campo especial abarca el grupo de palabras abiKÍa [adikía], que entronca con

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(XÓIKKI)

Pecad»

la vida judicial y que, como concepto contrario a oían [díke] (castigo) o óiKaioavvr\ [dikaiosyne] (justicia), carga el acento en lo que va contra el derecho y en las acciones que se oponen al mismo. Un aspecto más amplio refleja el grupo de palabras napáfiaoiQ [parábasis], que se refiere ante todo a la transgresión de la ley. El término nccpánzcofia [paráptdma], napanímco [parapíptó], caer, equivocarse, faltar, indica, en cambio, por lo general el desliz o la transgresión culpable. Al contexto más amplio del vasto fenómeno de «pecado» pertenecen animismo los conceptos de ávoptía [anomía], ilegalidad (-»ley, art. vófioc; [nomos]); aaéfieía [asébeia], impiedad (-» piedad, art. aífiopm [sébomai]); moa'co [ptaío], tropezar o caer; f¡xxnua [héttema], descalabro o fracaso; üoxrjp.a [hystéréma], falta, defecto; nhtváop.ax [planáomai], errar, equivocarse; áyvoéco [agnoéó], desconocer, no saber (-• conocimiento, art. ayvoéco [agnoéó]); ócpeüco [opheño], deber, estar obligado (-> necesidad); napa>cor¡ [parakoé], desobediencia (-» oír, art. ÁKODCO [akoúo]) y los términos comprendidos bajo la entrada -> culpa: ahía [aitía], causa, acusación; éXéyico [elénchó], convencer, argüir, así como SVOXOQ [énochos], culpable, reo. adiKÉco [adikéó] cometer una injusticia, portarse injustamente; ádÍKr¡p.a [adikema] acción injusta, cosa injusta; áóncia [adikía] sinrazón, injusticia; OLÓIKOQ [ádikos] injusto, no bien hecho 1 1. Adikéó y sus derivados son términos que aparecen frecuentemente en la literatura griega y que, formados con una á- privativa, se oponen a los términos positivos de díke, dikaiosyne, díkaws (-> justicia) y significan lo contrario A lo justo se opone lo injusto El verbo adikéó significa cometer una injusticia (Aristóteles, Rhet. 1, 10); con objeto: tratar a alguien injustamente, hacerle daño (Demóstenes, 21, 129), en pasiva, sufrir una injusticia (Platón, Gorg. 509c) El sustantivo adikema se refiere espec a cada hecho injusto, y también al resultado obtenido por la acción injusta (Aristóteles, Eth. Nic, 5, 7.10; Jenofonte, Mem. II, 2, 3). Las acciones injustas pueden denominarse asimismo adikia, pero espec. se utiliza el sustantivo para designar la injusticia (Platón, Resp. 10,609c; Phaed 82a) Ádikos es el adjetivo que corresponde a ambos sustantivos, pero tiene un significado más general. Puede significar, injusto, inservible, no bien hecho (Herodoto VI, 137, Jenofonte, Mem. iv, 4, 13). 2 a) La concreción del contenido de los términos depende por lo regular de la norma de derecho a la que en cada caso se refieren. Así es ádikos todo lo que choca contra las costumbres, los usos, el decoro (díke), todo lo que es inconveniente, lo que es fruto de la mala fe, o de la mentira. Según eso, lo «injusto» no se mide sin más por leyes determinadas fijadas por escrito, como ocurre con ívofiog [ánomos], ilegal, ilegitimo, sino que designa aquello que va contra el orden del -» mundo (KÓOJIOQ [kósmos]) y de la polis (-> pueblo, art. nóhc, [polis]) (cf las vóuoi áypa verdad,fidelidad(Rom 1,18; 2,8; Jn 7, 18, entre otros). Con un semitismo, el genitivo del sustantivo adikía sustituye al adjetivo (Le 13, 27; 16, 8 s; 18, 6, entre otros). El adverbio adikos aparece solamente en 1 Pe 2, 19. c) El uso de este grupo de palabras en el NT muestra que se trata de categorías de injusticia comúnmente conocidas y usadas, que sólo adquieren su matiz peculiar y su calidad a través de una interpretación más ceñida. Así en cada pasaje hay que llegar al significado a partir del contexto, de los términos complementarios o de los opuestos. 2. En la doctrina neotestamentaria del pecado, adikía es el término más importante junto con -» ápapxía [hamartía]. Como ocurre ya en los LXX, aquí adikía es la palabra menos cualificada y la más amplia en sus matices significativos. En la definición de 1 Jn 5, 17 ambos términos se yuxtaponen. Hamartía es el término más general. Adikía designa a

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(áóiKi'a) Pecado

todas luces aquí las acciones injustas y la injusticia entre los hombres, que no hay que considerar como pecados de muerte sino que hay que perdonar Junto con hamartía, adikía designa con mayor intensidad la marca o característica exterior visible del que se halla bajo el poder del pecado en la parábola del administrador infiel se habla del injusto dinero (Le 16, 1 s); Sant 3, 6 habla de la injusticia cometida por la lengua, Le 18, 1 ss del juez injusto 3 a) En Rom 1, 18 ss, al hablar de los gentiles, no emplea Pablo el termino hamartía, sino adikía y asébeía La ira de Dios se revela sobre aquellos que le conocen, como criaturas que son, y que le debían adorar (Rom 1, 18 21 25, 2, 8) En Rom 1, 29 la palabra adikia es un concepto amplio al principio de un catalogo de vicios A este uso corresponde 1 Cor 6, 1, donde los injustos se contraponen a los santos Se denominan gentiles los que todavía no conocen la justicia por la fe y, por consiguiente, se hallan sometidos a su adikia y a la ira de Dios Ellos no heredarán el reino de Dios (1 Cor 6, 9). b) La medida de la injusticia es Dios en cuanto que es justo (Rom 3, 5 26, 9,14) Su justicia descubre la injusticia humana (Rom 3, 5) El foso abierto por la oposición entre la justicia de Dios y la injusticia del hombre es salvado por Cristo, el cual se pone en lugar nuestro como el justo (Rom 3,24,2 Cor 5,21), cf a este propósito todo el pasaje de 1 Pe 3, 18, que parece totalmente paulino, en el cual se echa mano de este grupo de palabras Una nueva división entre justo e injusto aparece cuando los hombres aprisionan la verdad (Rom 1, 18, 2, 8) Como en el AT la palabra adikia es frecuentemente la traducción de seqer, mentira, falta de veracidad, también en Pablo y en Jn adikia se utiliza en contraposición con aletheia (Jn 7,18) La consecuencia de la fe en Cristo no es solamente la eliminación del pecado como poder, sino también el retorno a una vida en justicia (2 Tes 2, 9-12) En la comunidad no tienen ya lugar los litigios, y por ello en 1 Cor 6,1-11 amonesta Pablo a los corintios a prescindir de ellos y a preferir sufrir la injusticia que practicarla La causa de ello esta en que los cristianos se rigen por el -» amor (1 Cor 13, 6). El pensamiento jurídico humano que lleva a reclamaciones mutuas, a la enemistad y a la guerra, es sustituido por el amor al prójimo y al enemigo Este pensamiento, que amplia el mandamiento del AT sobre el amor al prójimo (Lv 19, 13 ss), se remonta a Jesús (Mt 5, 43,48) En esa línea se sitúa asimismo la disposición a sufrir la injusticia, como se expresa en 1 Pe 2, 19 4 a) También en los escritos tardíos aparece esta visión fundamental de la vida cristiana Asi 2 Tim 2, 19 amonesta así a la comunidad «Quien invoca el nombre del Señor aléjese de la maldad» Heb 8,12 asume neotestamentanamente de Jer 31 el mensaje del amor de Dios que perdona Cristo hace posible el -> perdón de la injusticia (1 Jn 1, 9), pero la posibilidad fundamental de perdón parece, sin embargo, haberse reducido más tarde a los pecados que no son de muerte (1 Jn 5, 17) b) En la visión apocalíptica de la segunda carta de Pedro se destaca enfáticamente el juicio final con la aplicación definitiva de la sentencia a los adikoi (2 Pe 2, 9 13 15), pensamiento éste que en Pablo retrocede ante el mensaje de la justificación, aunque tampoco falta del todo En el juicio final del Apocalipsis es juzgado el mundo impío Ap utiliza aquí frecuentemente adikeo para actos judiciales contra hombres y cosas (Ap 7, 2 s; 9, 4 10, entre otros, NB traduce dañar, hacer daño, Lohmeyen lastimar) W Gunther

Pecado (áfictp'cía.)

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á/xapTávco [hamartáno] fallar, pecar; á¿¿a/m'¡x [hamartía] fallo, pecado; A^ápzrjfix /"/¡amártéma] falta, delito; átíapicüioc [hamartólós] el que falla, pecador I Hamartanó (desde Homero) significa originariamente /a/Zar, errar, faltar, no conseguir una cosa, engañarse La idea griega del fallo se determina intelectualmente Hamartanó es la consecuencia de una á/voia [agnoia], ignorancia o desconocimiento El sustantivo correspondiente a hamartanó es hamartía (a partir de Esquilo),/aZ/o, no consecución de un objetivo, la mayor parte de las veces espiritual El resultado de la acción es hamartema, falta, equivocación, delito contra los amigos, el propio cuerpo, etc De ahí surge en el s V a C el sustantivo y adjetivo amortólos, lo que o el que falla en Aristófanes se usa como barbansmo con un matiz irónico de mala reputación énoipxnxiKOQ [hamartetikos] (la forma mejor) es en todo caso raro y tardío La raíz verbal i/iapr- [hamart-] con el significado de fallar derivo en formas compuestas de uso corriente, p ej á^aprívooc [hamartinoos], demente, entre otros muchos 1 En el uso lingüístico griego, junto al verbo hamartanó domina el sustantivo hamartema Aristóteles sitúa esta palabra entre áóiKnpa [adíkema], injusticia, y xmxnp» [atychema] infortunio, como una falta contra el orden imperante, pero sin mala intención, es decir, sin KOÍKIOÍ [kakia], maldad, perversidad (Eth Nic 5, lOp, 1135b, 18) En el lenguaje jurídico se utiliza también después para designar una transgresión consciente Hamartía se convierte en un concepto colectivo con un significado relativamente atenuado lo que choca con el recto sentir Puede significar, desde una falta mental hasta un crimen todo lo que choca contra lo ópDov [orthon], lo recto, lo que no responde a la costumbre imperante, al honor de la comunidad y a la polis 2 La concepción griega de la culpa encuentra su sentido mas profundo si se la relaciona con la ceguera fatal del hombre, como lo expresa la tragedia clasica (p ej Sófocles, Ant 1261) La culpa no se reduce aquí a una acción, sino que es la disposición que radica en el interior del hombre El hombre conoce que se halla bajo la amenaza y que esta condicionado por los poderes perturbadores de la ceguera y del destino La culpa ocasiona sufrimiento (p ej en Edipo) Culpa y destino se implican mutuamente Evitamos aquí el termino «pecado», ya que no se puede encontrar entre los griegos la referencia a Dios, al tratar de la culpa y el destino 3 El helenismo elimina la vinculación entre culpa y destino, mientras que, en las religiones mistéricas, trata de liberarse del destino fatal por medio de los ritos y de la gnosis Por otra parte, en la Stoa el concepto de culpa se ve mtelectuahzado y racionalizado (p ej Epicteto, Diss I, 26, 6) La culpa debe superarse mediante una intención mejor y una conducta adecuada y justa En ambos casos se parte de la tesis de que, en el fondo, el hombre es bueno II El contenido total de los términos hebreos referentes a culpa y pecado lo vierten los LXX casi por entero en las dos palabras hamartía y adikia Corresponden al grupo de hamartía espec las palabras hebreas hattñt, fallo, pecado, asimismo 'avión, culpa, como alejamiento consciente del camino recto, pesa', insurrección, rebelión, entre otros Adikia traduce ante todo a 'áwón y asimismo a otras 35 palabras hebreas El sustantivo hamartema debe distinguirse de hamartía El uso del verbo corresponde al de los sustantivos Hamartólós es por lo general la traducción de rasa', impío (cf áas/inQ [asebes] -> piedad, art aefSopai [sebomaifj 1 El AT no tiene un concepto central general para el pecado como ocurre en el NT La reflexión teológica sobre el pecado no se halla tan elaborada como, por ejemplo, en Pablo, sin embargo, tanto a la culpa como al pecado se los considera como una realidad del hombre y del pueblo que aparta de Dios Dios es la medida para lo justo y lo injusto Su alianza con el pueblo, sus mandamientos y su ley, las palabras pronunciadas por los hombres elegidos por el para que hablen en su nombre, son la norma El destino tanto del individuo como del pueblo depende de que Dios ocupe el lugar que le corresponde La culpa y el castigo frecuentemente no se consideran como algo separado, ya que el pecado es un alejamiento de Dios y por ello lleva consigo la perdición y el castigo Dios es la medida para lo justo y lo injusto Su alianza con el pueblo, sus mandamientos y su ley, las palabras pronunciadas por los hombres elegidos por el para que hablen en su nombre, son la norma El destino tanto del individuo como del pueblo depende de que Dios ocupe el lugar que le corresponde La culpa y el castigo frecuentemente no se consideran como algo separado, ya que el pecado es un alejamiento de Dios y por ello lleva consigo la perdición y el castigo 2 La concepción del pecado representa en el AT el negativo del tema de ¡a -> alianza y de ahí que comporte una impronta jurídica La historia del pueblo frecuentemente se presenta como la historia de la caída, del castigo, de la intervención favorable de Dios y del retorno a) De una manera típica y ejemplar se expiesa esto bien claro en el relato de historia primitiva de Gn 3-11 Especialmente el yahvista muestra de un modo magistral la conducta del hombre en su arbitrariedad frente a Dios El pecado va incrementándose en nuevas rupturas después de la primera caída (Gn 3) desde el fratricidio (Gn 4) y el cántico de Lamec (Gn 4,23 s) hasta la torre de Babel (Gn 11) Esto no es tanto una reflexión sobre el pecado cuanto un reconocimiento del mismo (GvRad, Teología del AT 1, 204 ss) La sede de esta tendencia a enfrentarse con la

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(áfitxpría) Pecado

orden de Dios, a situarse a sí mismo en su lugar y a seguir el propio camino, es el -» corazón (Gn 6, 5, 8, 21) El documento sacerdotal subraya más el aspecto teológico y las ordenaciones cultuales, pero llega al mismo resultado que Gn 6,5 s: «la tierra estaba perdida y llena de corrupción» (L) (NB «en la tierra vacía la maldad del hombre, y toda su actitud era siempre perversa») b) El pecado es tanto un apartamiento de la relación de fidelidad respecto a Dios como una desobediencia frente al mandato y la -> ley En un caso es presentado como una infidelidad frente a la alianza de Dios (Os 2, Jer 3, 10) y en otro es una violación de la palabra y del mandato divino (1 Sam 15, 23 ss, Sal 78) En ambos casos el hombre se separa de la comunión con el, se convierte en un sin-dios (Jer 2, 29, entre otros). c) El pecado del individuo no debe separarse del pueblo En los escritos más tempranos se halla en primer plano la historia del pueblo entre la caída y la salvación (Jue 2,6-3, 6), en los escritos tardíos se acentúa con mayor intensidad el destino del individuo (Sal, Job). 3 a) El pecado es general Ante la santidad de Dios no puede presentarse ningún hombre (Is 1, 4 ss) El pueblo como un todo es acusado (Os 12) Espec se destaca la generalidad del pecado en Gn 6, 5, 8,21, Is 64,6 s (ahí se advierte un punto de partida para la idea del pecado original, pero en ninguna parte se encuentra una concepción del mismo elaborada doctnnalmente) Consecuencia del pecado es la muerte (Gn 2, 17) Cuando esta no entra de por medio, la cosa queda en manos de la soberana voluntad de Dios abierta al hombre, mediante ella retarda Dios la consecuencia de la amquilaqión y no permite que el juicio de castigo tenga vigor como última palabra, sino que pone en él el fundamento para una nueva existencia (Noé, Jer 31, Ez 37) El pecador lo mismo que el pueblo caído pueden esperar en la misericordia de Dios hasta la llegada del siervo de Dios que, estando él libre de pecado, cargue con los pecados de los demás (Is 53) b) Al socaire de ese gran tema se sitúa la concepción de la posibilidad de la reparación ritual de los pecados (cf. espec Lv 16 los machos cabríos para el sacrificio expiatorio, entre otros, cf -> ofrenda) y la concepción del -» perdón de los pecados a base de un reconocimiento de la culpa (Sal, Gn 50, 17, 2 Sam 12, 13, entre otros) 4 En el judaismo tardío la concepción del pecado se orienta más intensamente a la ley y se explica especulativa y casuísticamente. Los gentiles no conocen los mandamientos de Dios y por ello son todos pecadores Pero para el judío piadoso, la transgresión de los mandamientos y de las leyes es la síntesis del pecado La idolatría, la impureza y el derramamiento de sangre son considerados como pecados imperdonables Para los pecados cometidos sin darse cuenta se establecen posibilidades de expiación por medio del sacrificio, los ritos de purificación, las buenas obras, el sufrimiento y el martirio A la cuestión acerca del origen del pecado responde el judaismo mencionando a Adán y Eva o también a los ángeles caídos (Gn 6,1 ss) Consecuencias del pecado son la enfermedad, la muerte y la condenación eterna (St -B 1,495) El pecado es general y se localiza en la mala inclinación (Cf St -B III, 155 ss) Pero el tono carga sobre la ley, la responsabilidad individual y el empeño de verse libre de las infracciones (St -B. III, 38 ss) El hombre piadoso tiene presente la posibilidad de estar sin pecado Ejemplos son Abrahán, Moisés, Elias y Henoc, este ultimo espec porque no sufrió la consecuencia de la muerte El alejamiento total del pecado se espera del remo mesiánico

III Empalmando con el uso tan relevante de los LXX, el grupo de palabras de hamartánó sirve en el NT para expresar de una manera particular todo lo que va contra Dios. La concepción cristiana del pecado la desarrollaron de la manera más amplia y en el aspecto teológico más profundo Pablo y Juan. Como muestra la estadística frente a ellos, los restantes escritos del NT van muy por detrás en el uso de esas palabras. Todos los demás términos afines y los sinónimos utilizados se colocan a la sombra de hamartánó y hay que entenderlos a partir de ahí. Hamartía se utiliza siempre en el NT para designar el pecado del hombre que en última instancia se dirige contra Dios; ápápxrjpa [hamártéma] es más raro, designa la acción aislada (p. ej 1 Cor 6,18), se utiliza en conexión con el perdón (Me 3,28; Rom 3,25) y aparece en Me 3, 29 para designar el pecado eterno e imperdonable. El adjetivo áveep-áprntoe; [anamártétos] aparece únicamente en Jn 8,7 y significa: sin pecado concreto. Hamartólós es el adjetivo corriente, en ocasiones sinónimo de novnpóq [poneros], malvado, perdido (cf. Mt 8, 38 con Mt 12, 39.45). Como sustantivo, tiene los matices significativos de hamartía, desde al sentido que poseía entre los judíos hasta la concepción plenamente cristiana. 1. a) Jesús utiliza el concepto de pecado del antiguo judaismo tal como era conocido en el ambiente que le rodeaba. Se ve claro que en los sinópticos los sustantivos hamartía y hamártéma aparecen casi exclusivamente en conexión con el perdón de los

Pecado (áfnxptíoi)

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pecados (-> perdón) El verbo se usa por lo general absolutamente, es decir, en el sentido habitual ya conocido (Mt 18, 15, Le 17, 3 s, entre otros) El uso de los sustantivos, la mayor parte de las veces en plural, muestra que preferentemente se piensa en faltas particulares que se han cometido contra la ley o contra los hermanos Asimismo, según la concepción tradicional judía, el pecador, humanólos, es aquel que no se atiene a la ley y a la interpretación que de ella dan los fariseos. Por eso se le coloca junto al odiado recaudador de impuestos (Me 2, 15 s par, entre otros) y al gentil, SBVIKÓQ [ethnikos] o impío, asebes (Mt 26,45, Me 14,4 s, Le 6,32 ss, cf Mt 5,46 s) La expresión «gente idólatra y pecadora» de Me 8, 38 viene a decir que el pecado aparta de Dios Por eso se necesitan la penitencia y el perdón b) La predicación de Jesús salta por encima del concepto judío de pecado, cuando el, por ejemplo en el sermón de la montaña, radicaliza la ley, establece su persona y su venida como medida nueva y con ello introduce una nueva realidad (Mt 7, 11 par, 12, 31 ss). EstoT:iene vigencia aunque en esos pasajes rara vez se hable expresamente del pecado La nueva realidad se muestra en la conducta de Jesús respecto a los pecadores. Jesús viene precisamente para los pecadores y no para los justos (Me 2, 17 par), dice que los pobres son dichosos (Mt 5, 2 ss), llama a sí a los que están cargados (Mt 11, 28) En conexión con esa misión suya, es denominado Jesús «amigo de los pecadores» (Mt 9,10 s, 11,19) La solidaridad con los pecadores la expresan principalmente los relatos de Le (Le 7, 36 ss, 15, 1 ss, 18, 9 ss, 19, 1 ss). El relato del hijo pródigo (Le 15, 11-32) muestra que ambos hijos —tanto el «malo» como el «bueno»— necesitan de la bondad del padre Muy espec en las palabras sobre los fariseos de Mt 23 par se ve a las claras que con la venida de Jesús se ha alterado por completo el criterio para saber lo que es justo o lo que no lo es Los que, según los usos judíos o según la ley, eran considerados como justos y piadosos son desenmascarados y señalados de una manera especial como pecadores ante Dios c) En la historia de la pasión, espec en el relato de la cena, se ilumina a partir de la cruz (Mt 26, 28) la visión de toda la vida y de la predicación de Jesús En lugar de la expiación ritual, ofrece Jesús el sacrificio de su vida Tanto el justo como el injusto son aquí pecadores Este reconocimiento se anticipa en la confesión de Pedro de Le 5, 8 y se compendia en la interpretación de conjunto que de la misión de Jesús dan los evangelistas (Mt 1, 21, Le 1, 77) De ahí reciben un nuevo sentido, tanto el bautismo como el perdón de los pecados, que Juan bautista interpreta como penitencia (Me 1, 4 par) Ambos los fundamentan los apóstoles en la muerte y en la resurrección de Jesús (Hech 2, 38, 5, 31, 10, 43, Jn 20, 23). 2 a) Las afirmaciones más importantes de Pablo acerca del pecado las encontramos en Rom 1-8 Es extraño que en Rom 1, 18-3, 20 apenas se utilicen los términos de hamartía, etc Pablo habla aquí de los gentiles y de los judíos, todos los cuales fracasan por igual en la justicia de Dios Ellos incurren en la -» ira de Dios, ópyfj BEOV [orge theoü], debido a su incredulidad y a las acciones injustas que de ella derivan Pablo a la asébeía, la llama impiedad y a la adikia, injusticia (Rom 1,18) Solo para la fe el pecado se convierte en hamartía. La -> ley, nomos, hace que el hombre tome conciencia del pecado (Rom 3,20,5,20; 7,7 ss, Gal 3,22) Con ello no queda invalidada (Rom 3,31, entre otros), sino que, como un «rayo», está más bien al servicio de la fe en Cristo (Gal 3, 23 ss) Esto es, la ley señala el objetivo y apunta hacia el, pero ella misma no es el camino de salvación ni nos conduce a ella La justicia de Dios no se ha de conseguir por el camino de la ley Ley-pecado-muerte, tal es el derrotero fatal en el que se halla embarcado el hombre sin Cristo, sin la fe En el texto de Rom 5, 12-21 esto se muestra de una manera ejemplar en

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(ápccpiícc) Pecado

Adán Adán por el pecado ha puesto en marcha la muerte; a partir de entonces esa línea alcanza a todos los hombres (cf. Rom 1, 32; 6, 16, 7, 5-22, 8, 13; 1 Cor 15, 56). El poder total del pecado se hace patente sólo en el conocimiento de Cristo. El hombre que se opone al espíritu de Dios es aprisionado en la -> carne (o&pE, [sárx]) que, como enemiga de Dios, produce el pecado y cuyo fin es la muerte Espíritu y carne luchan en el hombre que está bajo la ley uno contra otro (Rom 7, 13-25; cf. Gal 5, 16-26) El termino de hamarti'a en Pablo se encuentra casi siempre en singular El pecado es casi una potencia personal, que actúa en y a través de los hombres (Rom 5,12.21; 6, 6 17; 7, 9 ss). Lo mismo se puede decir de la sárx, carne (Gal 5,19 24), y de thánatos, muerte (Rom 6,9b). Este modo enérgico de expresarse, juntamente con las afirmaciones acerca de la universalidad del pecado a partir de Adán (Rom 5) condujo a la doctrina eclesiástica acerca del «pecado original», expresión ésta no del todo conforme a la realidad b) Como polo opuesto de Adán, con su venida rompió Jesucristo ese círculo, tomó sobre sí, en lugar de todos, la maldición de la ley (Gal 3,10-14), sufrió la muerte (Rom 5,8, 6, 3 ss; 1 Cor 15, 3) y borró el pecado, cargado con él (Rom 8, 1 ss). El mismo fue hecho pecado (2 Cor 5,21), para implantar la justicia (K(naXXayr] [katallagé], -> reconciliación Rom 5,10 s; 2 Cor 5,18 s) Con todo, Pablo no ofrece ninguna doctrina sistemática sobre el pecado, sino que establece la victoria de Jesucristo sobre el imperio de la ley, del pecado y de la muerte, en cuyo lugar se levantan la injusticia y la vida. El camino de la ley, que el mismo Pablo recorrió antaño, no lleva a la vida, sino a la muerte Pablo ve en su persecución contra Cristo y los cristianos el pecado de su vida (1 Cor 15, 9, cf. 1 Tim 1, 15) La -» gracia de Dios (xipiQ [cháns]) es la que abre el nuevo camino (Rom 5, 15; 1 Cor 15,10 s) Es el camino de la -> fe (niaxiq [pístis] Rom 3,21 ss). Como prototipo del creyente se yergue Abrahan, el cual fue justificado por la fe (Rom 4) La muerte reconciliadora de Cristo por nosotros ocurrió una vez para siempre (Rom 5,1 ss) En el bautismo el creyente es introducido en la vida de Cristo. Por su con-monr y COü-resucitar con él es arrebatado del imperio de la muerte y se hace partícipe de la nueva vida de Cristo (Rom 6, 1-11). A ese indicativo sigue inmediatamente un imperativo, el cristiano debe liberarse de la esclavitud del pecado para ponerse al servicio de la justicia (Rom 6,12 ss). La libertad, de ponerse al servicio del espíritu, se opera en el amor (Gal 5, 13 ss). Toda justicia propia e incluso toda autosuficiencia queda con ello excluida (Rom 10,3; 1 Cor 1,19-31, -> gloriarse) En adelante, todo lo que no se realiza a partir de la fe, y por tanto de la vinculación con el Cristo viviente, es pecado (Rom 14, 23). c) Así pues, en las afirmaciones paulinas acerca del pecado nos encontramos con dos líneas a) El hecho de que todos los hombres están bajo el poder del pecado, del cual sólo cabe la liberación por la acción reparadora única de Dios en Jesucristo fí) La llamada a los cristianos a consagrarse a esa nueva justificación en la fe, a ser siervos de Cristo en vez de serlo del pecado y luego a caminar en el espíritu, en Cristo. De la confluencia de estas dos líneas surgen la profundidad y la importancia del pecado como poder dominante, la grandeza de la actuación de la gracia de Dios y al mismo tiempo la responsabilidad del hombre ante su fe y su modo de obrar 3 a) En los escritos joaneos, el concepto de hamartía entra en el marco de la existencia de Cristo que une cielo y tierra. Jesús viene al -> mundo (kósmos, Jn 1,1-14) y lleva sus pecados como el -> cordero de Dios (Jn 1,29,1 Jn 3,5) Pero él carece de pecado; sin embargo, derrama su sangre por los pecados del mundo, esto es, por los hombres que se han alejado de Dios (1 Jn 1, 7; 2,2; 4,10, Ap 1, 5) Pecado es la voluntad y el poder que están contra Jesús. Esto se ve claro en Judas Iscariote (Jn 6, 70 s, 19,11), pero también en la conducta de los judíos respecto a Jesús (Jn 8, 44 ss). Ellos consideran a Jesús como un

Pecado {wxpáfítxoic)

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hombre pecador, pero lo son ellos mismos, ya que no le reconocen como salvador (Jn 9, 16-41). Pecado es aquí la incredulidad. Jesús pone a los hombres ante la decisión (Kpíaiq [krísis]) en favor de él o contra él (Jn 15, 22-24). En la fe o en la incredulidad se decide el hombre en favor de la vida o de la muerte (Jn 8, 24; 9, 41; 16, 8 s). Así, con su venida, desenmascaró Jesús al pecado como tal (Jn 15,22 s) y, como él trajo la vida, echó fuera al príncipe de este mundo (Jn 12, 31; 16, 11). b) En la primera carta de Juan, el pecado se entiende como lo contrario al amor (áyánn [agápéf: 3,1-10). Realmente la purificación del pecado se operó por Cristo (1, 7), y para el que nace de Dios el pecado es una imposibilidad (3, 8 s), pero ningún hombre debe considerarse libre de pecado y privado del perdón (1, 8, entre otros). Así en 1 Jn se conserva también la tensión entre la acción salvadora de Cristo y la ética, es decir, la acción del hombre. La piedra de toque es el amor a los hermanos (3, 10; 1,9; 2, 7 ss). Los pecados son perdonados (2, 12), pero el cristiano puede acudir a Cristo siempre nuevamente cuando comete un pecado (1, 9). También conoce 1 Jn el pecado que acarrea la muerte, con el cual indica él sin duda la apostasía y el servicio a los ídolos (5, 16-21). 4. a) La carta a los Hebreos pretende mostrar cómo Jesús se hizo totalmente hombre, cómo incluso puede ser sometido a prueba (5, 7 s) y cómo, no obstante, permaneció sin pecado (4,15). Heb trata del pecado en el contexto del -> sacrificio. En lugar del sacrificio que siempre se repetía por los pecados, Cristo viene como el auténtico sumo sacerdote (7, 25-27; ->• sacerdote, art. ispeó*; [hiereús] III, 2b y c), que se ofreció una vez por todas por nuestros pecados. El constituye el sacrificio único que hace superflua cualquier otra praxis de sacrificios (10, 4-10.18); ésta fue eliminada por la posibilidad del perdón mediante la fe (cap. 11). El sacrificio único de Jesús libera una vez por siempre del pecado. El modelo de Jesús ayuda en la lucha contra el peligro de nuevos pecados (12,1-4). Es cierto que para Heb a la apostasía de la fe sólo le Cabe aguardar el JUICÍO eterno. Este es el pecado que excluye una penitencia ulterior (6, 4

ss; 10, 26 s; 12, 16 s). b) La carta de Santiago pone en guardia contra la concupiscencia que engendra el pecado y la muerte (1,15) y contra el peligro de no sacar consecuencias del conocimiento que proporciona la fe (4, 17). Asimismo exhorta a reconocer el pecado y promete el perdón divino (5, 15 ss). c) La primera carta de Pedro entronca con Is 53. El seguimiento consiste en ir tras las huellas de aquél que padeció una vez por nosotros y con ello nos libró de nuestros pecados (1 Pe 2, 21-25; 4, 1; 3, 18). W. Günther napaP culpa y de miseria (Rom 5, 18 20), más aún, llevó consigo la -> muerte (5, 15 17 s), de tal manera que el hombre ya antes de la muerte corporal se halla bajo el poder de la muerte (Ef 2,1.5, Col 2, 13) Así, Cristo se entregó a la muerte (Rom 4, 25) para que nosotros obtuviéramos el -* perdón de nuestros malos pasos (2 Cor 5,19; Ef 1, 7, Col 2,13) Según Rom 11,11 s, la «caída» de Israel consiste en su repulsa del evangelio W Ea.ud.er

PARA LA PRAXIS PASTORAL

1 El concepto de pecado apenas puede ser utilizado hoy sin dar inmediatamente una explicación Su comprensión originaria, determinada religiosamente, parte siempre de la relación responsable (comunitaria o individual) del hombre con Dios El pecado es la ruptura de la relación con Dios Asi, todos los pecados particulares pueden entenderse como un síntoma del único pecado, que consiste en una vida sin Dios, en la incredulidad, en la falta de esperanza, y en la negación del amor De ahí que, tanto el sentimiento de la falta de sentido de la vida, de la fatalidad de la historia, de la duda de sí mismo, como la culpa concreta y la transgresión de la ley hayan de ser referidas a la única raíz del alejamiento de Dios Las narraciones bíblicas sobre la caída (Gn 3), el diluvio (Gn 6-9) y la torre de Babel (Gn 11) son las afirmaciones fundamentales sobre el pecado Ellas dejan

Para la praxis pastoral

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entrever al mismo tiempo la superación del pecado por la misericordia y el perdón Esto resulta mucho más claro todavía en las afirmaciones positivas del NT, según las cuales el «vivir en Cristo», o en su espíritu o en su reino quiere decir vivir, como Jesús, en el nombre de Dios unos para otros y para el mundo (-> seguimiento) Dondequiera que el hombre se coloca como norma por más que sepa que comete faltas, que está sometido a fallos y a impulsos fatales, que tropieza con la muerte, el lo explica todo naturalística, psicológica o sociológicamente. La conducta agresiva natural es considerada como una función necesaria de la existencia, para que, en la lucha de todos contra todos y en el engranaje de la sociedad, se pueda subsistir y sobrevivir Que sobreviene una especie de mal concentrado y criminal (como p ej un genocidio, un «crimen de lesa humanidad»), eso se entiende y se explica a menudo como una enfermedad, como una necesidad o una fatalidad histórica. De ahí surge un sentimiento de impotencia, que hace que uno se experimente como supeditado al engranaje del mundo > de la historia (cf p. ej las obras de Sartre, Camus, Kafka, Becket, entre otros) El ámbito personal se ve determinado por la enfermedad, el sufrimiento, la frustración, la angustia, el fracaso y la muerte En el campo sociopolítico corresponde a eso la incapacidad para dominar los conflictos sociales y para realizar la libertad y la paz, la imposición rigurosa del poder, la mayor parte de las veces motivada por ideologías, y el miedo ante la autoamquilación de la humanidad En todas las ideologías y religiones se buscan caminos para vivir con el mal y superarlo con una actitud y unos esfuerzos adecuados 2. Un conocimiento acerca de la culpa y el «pecado» subsiste todavía en una edad postcnstiana El hombre o la sociedad en su conjunto se ha hecho responsable de si misma, en orden a la convivencia y la solución de los problemas mundiales Los derechos fundamentales, las leyes y los tabúes morales, por una parte, y la conducta que en cada caso se exige en un grupo o en un sistema, por otra, reivindican una validez universal Y en este punto se puede echar mano, como guía orientadora, de los mandatos de la Biblia, entendiéndolos como una ley, pero sin referirlos a Dios legislador. Sobre esa base subsiste todavía el decoro, la moral pública y también la legislación penal Es culpable aquél que quebrante públicamente la norma dada en cada caso El concepto de pecado, allí donde todavía está en uso, ha experimentado un nuevo remodelamiento designa una conducta que choca contra las reglas y las exigencias del grupo social Como antaño la proscripción o el destierro excomulgaban al «pecador», puede él también, en una sociedad secularizada, ser desposeído de todas las funciones y posibilidades, sentirse como liquidado en vida La autocrítica en los estados totalitarios, como una especie de confesión pública, es un ejemplo de esta comprensión del pecado. 3. Tanto en la sociedad como en la comunidad cristiana pervive todavía una fatal tergiversación moral del pecado, como la que se desenmascara en el NT en la figura del fariseo La vida exteriormente intachable del ciudadano que se justifica a sí mismo, que no tiene que acusarse, camufla la impiedad que se expresa en el enjuiciamiento soberbio de los demás Los deslices sexuales y criminales son los que se anatematizan sin más como pecados, mientras que la propia falta de amor sobrepasa todos los límites Jesús se sienta a la mesa con los pecadores Y muestra cómo el fariseo lo mismo que el pubhcano, el hijo que se quedo en casa lo mismo que el pródigo, necesitan de perdón y tienen que comenzar de nuevo Otra tergiversación en esta misma línea consiste en aquella concepción religiosa que deja de lado la necesaria conversión y la sustituye por una pía elevación del corazón a Dios. Este tipo de autosuficiencia y de autosalvación no sólo se encuentra en las religiones orientales sino también entre los cristianos (todo tipo de mística)

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Pecado

También la doctrina del pecado original, que desde muy pronto se fue formando en la iglesia, ocasionó falsas interpretaciones. En la Biblia se habla ciertamente de la universalidad del pecado, se habla del hombre que «desde su juventud» se siente inclinado a afirmarse frente a Dios y a elegirse sus propios ídolos. El círculo vicioso del mal conduce irresistiblemente a todos los hombres a la guerra, a la autodestrucción y a la muerte. Por eso en medio de la maraña de culpa de este mundo, tanto la humanidad como el individuo dependen totalmente de la gracia de Dios. También a esto se refiere Pablo, cuando habla del pecado que entró en el mundo por Adán (Rom 5, 12 ss). Pero entender esto biológicamente, como si el pecado se propagara por el trato sexual y el nacimiento (Agustín), no es bíblico. 4. Junto al pecado del individuo existe también en la Biblia el pecado de grupos, familias, pueblos. Son ejemplos de eso la fracción de Coré, Babilonia, Sodoma, y también el pueblo de Israel en su alejamiento de Dios. Así puede y debe reconocerse hoy la responsabilidad de los grupos. La historia del pueblo alemán, de la raza blanca, de determinadas clases dirigentes lo muestra con toda claridad. Tampoco la iglesia cristiana y cada comunidad en particular escapan a la ley del pecado. Sin embargo el pecado, como la fe, es en última instancia algo de lo que somos responsables personalmente. Todos los subterfugios para tratar de encontrar el pecado primero en los demás, en las circunstancias, en la sociedad, no eliminan esa responsabilidad. Precisamente en la sociedad de masas es especialmente grave el peligro de hacernos culpables seduciendo a los demás o cooperando con ellos. Y por eso es tanto más necesario para los cristianos examinar, partiendo de su fe, las tendencias sociológicas o las que surgen de grupos y, dado el caso, oponerse a ellas (Está todavía para resolver la cuestión de hasta qué punto puede el cristiano oponerse al poder público y de si existe o no un derecho a la revolución). 5. Cuando en la Biblia se habla repetidamente de que Dios ve en el corazón, con esto se expresa claramente que el comienzo de la comprensión de los pecados del hombre se realiza en él mismo. Así en Pablo la piedad propia, que no conoce la fe en Jesús, constituye precisamente el punto de arranque para una existencia pecadora. Tanto la pretensión de ser algo que no soy como el negarme a ser aquello para lo que Dios me ha creado, quedan aquí comprendidas. El hombre piadoso reclama fácilmente a Dios en su favor, en lugar de dejarse liberar en favor de los demás. La falta de fe consiste en no echar mano de la libertad que se nos ha dado, en dejarnos arrastrar por la holgazanería y en no querer darnos cuenta de lo que debe hacerse, cuando lo reclaman la falta de humanidad o la necesidad. La ingratitud y la mentira del hombre se hace patente en que vive como si la resurrección no fuera una realidad. Así se manifiestan el pecado y la incredulidad de muy variadas formas y sólo se superan aceptando el mandamiento de convertirnos en hombres nuevos. A la luz de este mandato puede conocer y saber el hombre lo que es el pecado. La composición de los pecados no puede, por consiguiente, presuponerse a partir del propio conocimiento humano, sin un consciente cara a cara con Dios. 6. El servicio (diakonía) del cristiano no puede consistir en forzar a los hombres a las normas de la propia moral y a los objetivos egoístas de grupo, sino solamente en señalarles la libertad que, tanto para el individuo como para la sociedad, hace posible una vida en la fe, en el amor y en la esperanza para alabanza de Dios. W. Günther

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Pensar, reflexionar (¿laloyi'Cojuaí)

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Penitencia

—•

Conversión

Pensar, reflexionar Todo lo que está comprendido bajo el concepto de pensar presenta variedad de matices, cuando se lo examina más de cerca. Es común a los vocablos estudiados aquí el designar procesos de índole intelectual cuya función es conferir una unidad a los fenómenos del entorno; esto es lo que los distingue de las sensaciones y sentimientos. Si koyí{o\iox [logízomai] pone el acento sobre la valoración y el cálculo comparativo, ÓOKÉW [dokéó] designa, en un sentido más amplio, el proceso a través del cual se forma el juicio y la opinión, así como el resultado del mismo; es cierto que en él pueden introducirse subrepticiamente la ilusión y el sofisma. En cambio, dialogízomai pone más bien el acento sobre la duración de la reflexión o del coloquio; pero en el NT designa esencialmente el pensar reflexivo sometido a múltiples influencias y deseos, que aún no ha llegado a tomar partido o a hacer un juicio. SiixXoyiZofioa [dialogízomai] pensar, considerar; SiaÁojiafiót; [dialogismós] pensamiento, consideración, reflexión; SiaXéyo^ai [dialégomai] conversar, hablar I El sentido de dialégomai en el ámbito griego y en el helenismo se expresa muy bien con el termino «dialogo» conversar, hablar, platicar Si en un principio tiene un sentido neutral (entre los poetas), a continuación pasa a designar (entre los filósofos) el diálogo doctrinal, se establece un debate y al termino del dialogo se adquieren nuevos conocimientos Por eso esta estrechamente ligado a este concepto el verbo dialogízomai, contar, considerar, discurrir, asi como el sustantivo dialogamos, reflexión, consideración, pensamiento, discusión.

329

(doKÉco) Pensar, reflexionar

II La versión de los LXX emplea el vocablo dialegomai para traducir la raíz hebrea dabar (generalmente en pi), hablar, sobre todo en el sentido de decir, tanto referido a Dios como a los hombres, también en el sentido de tratar con alguien, pronunciar un discurso, y a veces también disputar El verbo dialogizomai, que le es afín, se usa en el sentido neutral de considerar, meditar, reflexionar (p ej Sal 77, 6), aunque también se utiliza con frecuencia en sentido negativo tramar, maquinar (Sal 10, 2, 35, 20, 36, 5) También el sustantivo dialogismós designa a menudo el pensamiento falso, vano (Sal 94,11), inicuo, que va dirigido contra Dios (Jer 4,14, Is 59,7) y contra el hombre justo (Sal 56, 5) Esto aparece con especial claridad en la imagen de Eclo 33, 5, que considera el dialogismos del necio como el eje de la rueda, que gira continuamente alrededor de si mismo Pero el mismo vocablo también se emplea para referirse al pensamiento de Dios, que es insondable (Sal 92, 6) e incomparable (Sal 40, 6)

III 1. En el NT dialogízomai, pensar, considerar, y dialogismós, pensamiento, reflexión, consideración, tienen siempre un matiz ligeramente negativo. Los pensamientos del corazón humano no conducen al conocimiento de la verdad (cf. 1 Cor 1, 21 ss), como piensa el griego, sino que son perversos (Me 7, 21; Mt 15, 19), llenos de duda y de recelo (Me 2, 6.8; Le 5, 22; 6, 8), dependientes del momento (Le 3,15), llenos de avaricia (Le 12, 17; 20, 14), superficiales (Me 8, 16 s; Mt 16, 7 s) y llenos de recovecos (Mt 21, 25; Me 11, 31). A través de la opción que toman ante Jesús se hace patente lo que los hombres son y piensan en realidad (Le 2, 35; cf. v. 34). E incluso el hombre que ha optado por Jesús no puede estar seguro de no volver a caer en su antiguo modo de pensar. Pero Jesús desenmascara los pensamientos ambiciosos de los discípulos (Le 9, 46 s; Me 9, 33) y clarifica lo que debe ser la mentalidad del creyente mediante el ejemplo del niño (cf. Le 9, 48). En Rom 1,21 habla Pablo del entontecimiento de los razonamientos de los hombres; en 14,1, de la duda que va creciendo en ellos; en 1 Cor 3,20, de los vanos pensamientos de los sabios; en Flp 2,14, de la duda, que lleva en sí misma el germen de la murmuración o de la falta de disposición. En 1 Tim 2,8 la palabra es utilizada sin adjetivo en el sentido de discusiones (NB: rencores). 2. Dialégomai, en Me 9,34 y Jds 9, tiene el significado de discunr, tener una discusión. En Heb 12, 5 designa, en cambio, el hablar de Dios bajo la forma de una exhortación paternal. Esta acepción del vocablo proviene de los LXX (cf. supra II; cf. Is 63,1). El resto de los pasajes neotestamentaríos en que aparece dialégomai se limita a Hech 17-24: 17, 2.17; 18, 4.19; 19, 8 s; 20, 7.9; 24, 12.25. Aquí, la palabra se ha convertido en un término técnico que designa la alocución doctrinal de Pablo en la sinagoga y se aproxima grandemente al significado de pronunciar un discurso, predicar. En concreto, se trata de la lectura e interpretación del AT, que en la sinagoga estaban permitidas a todo hombre adulto (cf. Le 4, 16 ss; -»• enseñanza, art. dióácjiccú [disdáskó]). D. Fürst óoKÉtí) [dokéo] opinar, parecer I Dokeó (empleado desde Homero) tiene los siguientes significados 1 en sentido transitivo, a) creer, opinar, entender, suponer, b) resolver, decidir, 2 En sentido intransitivo, propiamente adoptar una apariencia, parecer, y de aquí, a) tener trazas, valer, b) aparentar, fingir, 3 En sentido impersonal, ÓOK¿¡ \ioi [dokei mol], me parece, me gusta II En los LXX (en donde aparece ca 50 veces) dokeo no ha sido afectado por el cambio de matiz significativo que ha experimentado en la Biblia griega el termino oo^x [doxa] (-> gloria) y sus derivados Los significados corrientes en el griego profano son ampliados en algunos pasajes en el sentido de querer, desear (Job 1,21, Jdt 3, 8 y passim) Dokeó tiene con preferencia el sentido de parecer (cf supra I, 2) La versión de los LXX se sirve de este termino para expresar el aspecto subjetivo de la forma hebrea de narrar, asi p ej, en Gn 38, 15 subraya con mas fuerza la experiencia personal de Juda, mientras que en ciertos pasajes, tales como Job 15, 21, puede ir mas alia del significado del texto hebreo Dokeo aparece con mas frecuencia en los escritos redactados en griego, tales como 2 y 3 Mac

Pensar, reflexionar (koyí(o[ia.)

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III En el NT dokéo se encuentra 62 veces (de las cuales 30 en los evangelios y 18 en Pablo) y siempre en el mismo sentido que en el griego profano; citemos a este respecto algunos ejemplos (cf. supra I): Para i. en el sentido de a) Le 8,18, en dionde a través de la expresión o óoiceí é'xEiv [ho dokei échein] (cf. Me 4, 25) se insinúa la decepción que experimenta aquél que «creía tener» una seguridad definitiva e indestructible. En Jn 5,45 encontramos una invitación a abandonar una opinión establecida, mientras que en 2 Cor 11,16 se habla, en cambio, de lo que no hay que aceptar. La interpretación del ¡ir) óó^zs [mé dóxete] de Mt 3, 9, que casi siempre se traduce por no creáis (en el sentido de «no imaginéis que podéis escapar a la ira de Dios», así p. ej. Schniewind; NB: «no os hagáis ilusiones pensando que...»), es objeto de discusión. Probablemente, este pasaje da a entender que Juan conoce los pensamientos íntimos de sus oyentes y los desenmascara: «pensáis tal vez...», «no penséis que...». Me dóxete, al igual que la expresión lucana oép^fjaíJe [árxésthe] (no empecéis a deciros...; Le 3, 8) serían en este caso dos versiones diferentes del arameo 'ana (así Lohmeyer, ad locum). Con el significado de resolver, decidir, dokéo aparece sobre todo en Hech: 15,22.25.28 y otros (cf. -» mandamiento art. doy fia [dogma]). Para 2. a) Gal 2, 2.6.9: Pablo llama a los apóstoles a Jerusalén oí ÓOKOSVZEQ [hoi dokoüntes], es decir, «ios respetados» (NB), las autoridades reconocidas, entre los cuales se destacan a su vez en el v. 9 los ÓOKOVVZEQ azñXoi elvoa [dokoüntes styloi einai], los respetados como pilares (NB), los dirigentes (Santiago, Pedro, Juan). Por otra parte, en esta acepción del vocablo no aparece el menor matiz irónico al hablar de los demás apóstoles, pues, incluso en la literatura extrabíblica, se alude a menudo a una autoridad reconocida en estos términos. b) En cambio, p. ej. en 1 Cor 8, 2 («Quien se figura haber terminado de conocer algo»), dokéo designa la opinión que se basa en un autoengaño. Para 3. Llama la atención la pregunta zi ÓOKEÍ ófiiv [ti dokei hymín], ¿que os parece! con el dokei impersonal, que, a excepción de Jn 11, 56, sólo aparece en la tradición mateana (Mt 18, 12; 21, 28; 22, 42 y passim) y exige una respuesta seria y no una mera opinión sin compromiso. Es la misma pregunta que hace el sumo sacerdote al sanedrín sobre la sentencia que merece Jesús (Mt 26, 66). D. Müller loy%ofi(xi [logízomai] contar, pensar, valer; koyio\ióc, [logismós] el pensamiento I Logízomai, utilizado desde Aristófanes y Tucídides, se deriva de Uym [legó] (-> palabra), numerar, juntar, contar. (Su raíz log- juntar, reunir, recoger, designa siempre el acto de percibir y poner ordenadamente una sene de cosas dadas). Así que logízomai significa a) contar, poner en la cuenta, contar con algo, calcular, y b) reflexionar, considerar, comprender, sacar una conclusión, resolver, concluir De un modo análogo, logismós significa a) cálculo, b) cuenta, reflexión, consideración, argumento, pensamiento, plan, y c) la capacidad de sacar conclusiones lógicas. El término designa, por consiguiente, el ejercicio de la inteligencia, que extrae conclusiones partiendo de hechos o premisas constatables, sobre todo en la aritmética y en el comercio, en donde se hace uso del cálculo. En Platón, el vocablo designa el pensar libre de afectos, que es capaz de comprender y valorar con objetividad un estado de cosas II En la versión de los LXX el verbo logízomai adquiere un matiz nuevo, personal, al reemplazar principalmente al hebreo hásab en nifal, ser considerado como, pasar por, contar como, valer de (en qal- pensar, preocuparse por, planear, proponerse, atribuir, achacar), el término hebreo también se traduce en ocasiones por los verbos griegos e¿Átxf¡éop,x¡ [eulabéomai], (ppovtífa [phrontizó], baaxpéípoi [epistréphó] etc. La acción objetiva de contar por parte del intelecto propia de esta palabra queda en segundo término ante un sentimiento personal que procede del corazón (p. ej Is 10,7, Sal 140, 3; Zac 8,17, Mi 2,3, Neh 1,9 ss). La referencia personal se nos muestra asimismo

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(ÁoyiXofioa) Pensar, reflexionar

en la acción de achacar la culpa o imputar la justicia (Gn 15,6 [NB: «se le apuntó en su haber»]; 2 Sam 19,20 y a menudo en los Salmos, p ej. 32, 2), así como en la computación cultual de la transgresión o purificación (Lv 7,18; 17,4 y passim), pero aparece con la máxima claridad cuando el pensamiento va dirigido contra otra persona (p. ej. 2 Sam 14, 13 s; Os 7, 15; Jer 11, 19). Mientras que logízomal designa originariamente una actividad humana profana, en los LXX, de acuerdo con el significado del hebreo hásab, es utilizado también en ocasiones para expresar el comportamiento del hombre para con Dios y muy a menudo los designios de Dios con respecto al hombre, ya se trate de designios de paz (Jer 29,11 = 36,11 LXX, 2 Sam 14, 14) o de castigo (Jer 49, 20 = 30, 14 LXX, 50[27], 45), o también cuando se habla de que Dios se arrepentirá de sus designios, si el pueblo se convierte (Jer 26[33], 3; 36[43], 3) Así, esta palabra, que en hebreo está transida de lo emotivo-personal y en griego traduce la comprensión objetiva de la reflexión y el cálculo, puede expresar las dos vertientes del mensaje bíblico: la acción personal de Dios para con su pueblo y la objetividad de su acción que se ajusta al derecho, de donde resulta que solo la fe puede creer y puede contar con Dios Pues Dios no obra de un modo arbitrario e incontrolable, sino que ha revelado su designio salvifico y su propósito a través de su palabra profética (-> alianza).

III 1. Logizomai en Pablo. En el NT este verbo es usado casi exclusivamente por Pablo (35 de las 41 veces; además de los dos únicos pasajes neotestamentarios en que aparece logismós), ya que él se esfuerza por fundamentar la fe en la -> justicia de Dios. Dado que esa justicia de Dios la conoce a través de los hechos de la cruz y de la resurrección de Jesús, él nunca separa el sentido de logizomai de la acción personal de Dios en Jesucristo. Pues para él, la fe no es simplemente un observar objetivo hecho desde un punto de vista neutral, sino un ser superado por el acontecimiento del Señor muerto y resucitado. a) Cuando en Rom 2,15 alude Pablo a los pensamientos (Xoyionoi [logismoí]) que se acusan recíprocamente, no se refiere al pensamiento puramente intelectual, sino a aquella actividad de reflexión y de deducción que distingue en la conciencia entre el bien y el mal y, por consiguiente, se sitúa delante de Dios. A propósito de la -* conciencia de que habla la filosofía popular, el apóstol dice lo siguiente: el Dios del que da testimonio el corazón del hombre es el Dios vivo. Pues detrás de todos los esfuerzos de los gentiles hay también una norma, que ha sido establecida en última instancia por Dios, el «contenido de la ley» que llevan escrito en sus corazones. El faltar a ella es considerado como culpa por la conciencia, y los pensamientos del corazón cuentan de hecho con el juicio de Dios en la medida en que, con sus argumentos, se acusan o se defienden mutuamente. Ahora bien, el hombre utiliza sus pensamientos para atrincherarse contra el conocimiento y contra la obediencia al Dios verdadero (2 Cor 10,4 s). Por eso la finalidad de la actividad misionera del apóstol es poner de manifiesto el pensar y el obrar de Dios en Cristo y, con el poder de Dios (2 Cor 3, 5), apresar los astutos pensamientos de los hombres, de tal manera que su arrogancia fó'^cottoc [hypsóma]) se incline ante Cristo en una actitud de obediencia libre y rendida (cf. 2 Cor 11, 3). Es cierto que este logizomai obediente es siempre imperfecto y está abierto a su consumación en la eternidad (1 Cor 13, 11). b) En la medida en que la -> razón (vórjfia [nóéma]) queda superada, es capaz de comprender el pensamiento y la acción de Dios en la cruz y, en la medida en que comprende esto, acepta con gusto esta superación. Pablo nos muestra este modo de pensar de Dios en 2 Cor 5, 19: Dios ha reconciliado consigo al mundo en Cristo y ha cancelado la deuda de sus pecados. Esto no quiere decir que Dios no tome el pecado en serio, al contrario; pero él obra en Cristo de un modo totalmente diferente al que cabría esperar según los cálculos humanos. En la medida en que descarga del pecado, éste queda borrado realmente (cf. Col 2, 13); pues Dios se lo ha imputado totalmente a Cristo, más aún, «por nosotros lo cargó con el pecado» (cf. 2 Cor 5,21). Así pues, la reconciliación y la no imputación del pecado (^ir¡ loyi&o&ai [me logízesthai]) por parte de Dios no se funda en una indulgencia excesiva, sino en el hecho de que, en la cruz, Jesús ha dado satisfacción por nuestros pecados.

Pensar, reflexionar (Áoy%ofj.a.i)

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Esta actitud fiel de Dios, por la cual él, en vitud de su -+ justicia, obra así y no de otro modo, tiene su trasfondo en las palabras profeticas de Is 53, 12: «(el siervo de Dios) fue contado entre los pecadores» Detrás de esta forma pasiva está en última instancia la voluntad de Dios, él lo quebrantó con padecimientos no por sus pecados, sino por los nuestros, y le castigó para que nosotros tuviéramos la paz Así entiende Le 22, 37 este pasaje, y a este canje, a este modo diferente que tiene Dios de calcular, se refiere también Pablo cuandQ habla de la no imputación del pecado El otro aspecto de esta afirmación es la ascnpcion de la fe en la cuenta de la justicia, que en Pablo —por analogía con Gn 15, 6— va ligada a ella ya en Rom 4 (vv 3 4 5 6 8 10 22 23 24) y Gal 3,6 (cf otra interpretación en Sant 2,23) Los rabinos calculan según la mentalidad humana: para ellos, la fe es algo que se merece y, como merecido, es algo debido En cambio Pablo quiere calcular a la manera de Dios, el cual, porque Abrahán ha creído en él y en su palabra, le imputa la salvación y la justicia, que no es, pues, una deuda, sino una gratificación Dios calcula de acuerdo con su promesa (Rom 9, 8) y la lleva a su cumplimiento Este imputar o contar como justicia está orientado también hacia el sacrificio de Jesús y su resurrección y, por tanto, es valido asimismo para nosotros (Rom 4, 23 ss). c) Dado que Dios ha calculado tal como se nos muestra en Gn 15 e Is 53 o tal como proclama Pablo en Rom 4 y 2 Cor 5, el hombre creyente, reconciliado en Cristo, puede y debe calcular y pensar de la misma manera Por eso Pablo extrae de aquí consecuencias muy claras para él mismo y para los destinatarios de sus cartas, tanto en el plano teológico (Rom 3,28) como en el practico (2 Cor 10,7, cf Rom 2, 3). Por consiguiente, en virtud del hecho de la cruz, nuestro logízesthai «no es un principio, sino un hecho, de acuerdo con el cual han de orientarse todos nuestros pensamientos» (HWHeidland) Por eso, p. ej en Rom 8,18 ya desde ahora cuenta Pablo con la gloria que un día será revelada y que compensará ampliamente todos los actuales padecimientos con Cristo; pues, si Cristo ha padecido y ha resucitado y sus padecimientos le llevaron a la gloria, üc igual modo el compadecimiento de la comunidad es el principio de la con-glonficación; por tanto, se puede contar ya desde ahora con la gloria venidera Así pues, la actuación del logízesthai en la fe no es simplemente la de tener-porverdadero, sino la de un tender-a y la de un obrar como los del vocablo veterotestamentano hasab (Flp 4, 8 y 1 Cor 13, 5, interpretados de acuerdo con Zac 8, 17 y no según 2 Tim 4,16) Según eso, este pensar no es únicamente una construcción intelectual, sino que puede descubrir un estado de cosas comprometedor, que exige un obrar en consecuencia (Rom 14,14), de la misma manera que en Dios hay un perfecto acuerdo entre la palabra y la acción Por eso no debemos juzgar a los otros ni a nosotros mismos de falsamente, sino de un modo recto, o sea, tal como aparecen ellos y nosotros a los ojos de Dios (1 Cor 4,1; Flp 3, 13, 2 Cor 10, 2, 11, 5, 12, 6). 2. En Juan y en el resto del NT También Juan sabe de la acción de Dios en la que se funda la fe (1 Jn 1,1) y del amor que se manifiesta a través de esta acción (Jn 3,16) Pero, dado que para él la cuestión central no es, como para Pablo en su confrontación con el judaismo, la unidad del obrar salvifico divino en el juicio y en la gracia, sino el testimonio de que la verdad y la vida— de las que hablan también los gnósticos— hay que encontrarlas en Jesucristo, que se ha encarnado, ha resucitado y está presente en el espíritu, el concepto de logizomam no puede serle de ayuda El emplea la palabra únicamente en 11, 50, en donde el sumo sacerdote Caifas, sin saberlo, proféticamente cuenta con los planes de Dios Aparte de Le 22, 37 (cf supra), encontramos también el vocablo en Hech 19,27 y 1 Pe 5, 12 (en contextos poco importantes), mientras que en Heb 11, 19 es usado en su pleno

(amólXopii) Perder, perderse

333

sentido teológico, al igual que ocurría en Rom 4. Sant 2,23 interpreta a su modo la cita de Gn 15, 6 sobre la ascripción de la fe en la cuenta de la justicia, remitiéndose a la obediencia activa. J. Eichler PARA LA PRAXIS PASTORAL

-> razón.

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Pequeño -•

Grande

Perder, perderse Los términos que vamos a tratar aquí giran todos entorno a la temática de la perdición, la aniquilación, la desgracia o la destrucción. Existe una diferencia: ánóXXv>pa [apóllymi], con los dos sustantivos de la misma raíz ánáleía [apóleia], perdición, ruina y OÁEQPOC [ólethros] ruina, decadencia, ocaso, desgracia, está más orientado a hechos concretos que el verbo (p&eipco [phtheíró], el cual incluye de antemano también la ruina religiosa y moral. Además, phtheíró tiene un significado más activo; en cambio apóllymi posee más bien una significación media. Para el contexto teológico, véase -> tinieblas, art. OKÓW^ [skótos]; -» infierno y -> juicio. ¿bicóAeioc [apóleia] perdición, ruina; AnóXXvni [apóllymi] echar a perder, perderse, perecer; ánoXXvcov [apollyón] exterminador 1 1 El verbo apóllymi (compuesto de O/AD/II [ollymi], echar a perder, aniquilar, perder), perteneciente al sustantivo apóleia, se encuentra, tanto en forma transitiva como en media intransitiva, desde muy pronto en el griego profano En Homero, por ejemplo, se encuentra la forma transitiva con los dos significados: a) perder (p ej. el padre, el esposo, el ánimo, la vida) y b) aniquilar (p ej un pueblo en la guerra) destruir, matar (II 5, 758). La voz media se puede traducir según los casos por a) desaparecer, perderse, estar perdido (Perf II, «Jio/.co/.a [apóldla], estoy perdido, cf. Jenofonte, Conv 1, 5) o b) perecer, hundirse, pudiendo entenderse igual como ruina económica que como perdida de la vida a consecuencia de la violencia ejercida sobre uno (cf Herodoto V, 126, Epicteto, 2,19,16) Apóleia que se encuentra a partir del s IV (Aristóteles, Eth Nic. IV, 1,112 Da 2 s), quiere decir aniquilación, ruina, perdición Apollyón es una personificación que traduce el hebreo 'abaddon, ruina, significa el exterminador y contiene al mismo tiempo una alusión al nombre del dios de la peste 'AnóXÁwv [Apóllón] (Esquilo, Ag 1018) 2 El contenido expresivo de este grupo de palabras apunta por lo general al daño (producido violentamente), a la destrucción o incluso al fin de la existencia terrena Conforme a ello, se encuentra una vez en Platón, en una conversación sobre la inmortalidad del -» alma, la siguiente constatación «todo lo que deteriora (apollyón) y resulta destructivo (Siaq>9sTpov [diaphtheíron) es malo, todo lo que conserva (a&^cuv [sazón]) y resulta constructivo (dxpzÁovv [ópheloün]) es bueno» (Polit 608E) A continuación se enumeran los poderes perniciosos: para el cuerpo, la enfermedad, para la madera, la putrefacción; para el hierro, el orín

Perder, perderse (ánóXXüp.1)

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II 1. En los LXX apóüymi traduce 38 equivalentes hebreos distintos. El más frecuente es 'abad, perderse, perecer, aniquilar. En contexto profano designa a menudo la aniquilación de una ciudad, de un grupo o de una tribu (cf. Nm 16, 33; 32,39; 33, 52). Del mismo modo que en áitOKieívco [apokteíno], matar (-» muerte), también en apóllymi (frecuentemente empleado con significación activa) está en juego la existencia de individuos o grupos (p. ej. enemigos). Son importantes las determinaciones de la ley de santidad, que amenazan al trasgresor (p. ej. el que sacrifica niños a Moloc; el que pregunta a adivinos o a los espíritus de los muertos) con ser extirpado del pueblo de la alianza, es decir: con ser lapidado (Lv 20,3.5.6). Las exhortacionesfinalesdel Dt colocan a todo el pueblo ante la alternativa siguiente; o recibir la bendición de una larga vida en premio a su obediencia, o recibir la maldición de la aniquilación por su desobediencia (Dt 28,20.22.24; 30,18 y passim). Con frecuencia se llama a Yahvé autor, o bien, ejecutor de la perdición (Nm 14,12; Dt 8,20 y passim). Así pues apóleia, con la exclusión de la pertenencia a Yahvé, comprende al mismo tiempo la destrucción o pérdida de la vida, con lo que en los LXX se expresa con más fuerza que en la literatura griega el aspecto de la perdición. Mientras que en la mayoría de los escritos del AT se entiende la perdición como un perecer o ser aniquilado en sentido terrenal, textos posteriores vinculan en ocasiones este grupo de palabras con los conceptos de x¿r¡Q [hades], infierno y Bávocrog [thánatos], muerte (Prov 15, 11; 27, 20; cf. Job 26,6; 28,22 y passim), dando así a la perdición un significado trascendente, más amplio, referido a la situación de después de la muerte. 2. Enel judaismo tardío surge, en la literatura apocalíptica, la idea de la aniquilación escatológica del mundo, que es imaginada, por ejemplo, como la destrucción del mundo por el fuego. Junto con el mundo perecen también los sin Dios, a los que por eso se llama a menudo en los textos de Qumrán «hombres de la perdición» (1QS) o «hijos de la perdición» (CD).

III Mientras que la forma simple óllymi no está atestiguada en el NT, se encuentran 90 formas verbales de apóllymi, o apollyó. Apóleia se encuentra 18 veces. 1. El grupo de palabras que estamos estudiando aparece en primer lugar con los significados literales ya mencionados. Así p. ej. se habla en Le 15,4.8 de perder una oveja o bien una moneda. De modo semejante la voz media designa la pérdida de la oveja o bien del hijo (Le 15, 4.6.24.32). Apóllymi tiene el significado de aniquilar, quitar de en medio, en Mt 2, 13; 27, 20; Me 3, 6 par; 9, 22; 11, 18 par; Le 6, 9, y se refiere en todos los casos a una persona. Por el contrario en la cita de Isaías que hace l Cor l, 19: «Aniquilaré la sabiduría de los sabios», el verbo tiene un complemento directo no personal. De un modo parecido se encuentra la voz media con el significado de perecer, echarse a perder, tanto referida a cosas (Jn 6,12.27: pedazos, comidas; 1 Pe 1,7: oro; Heb 1,11: el cielo; 2 Pe 3,6: el cosmos) como también, caso más frecuente, a personas (Me 4,38 par: el grito de los discípulos «¡sálvanos, que perecemos!»; Mt 26, 52: por la espada; Le 11,51; 13, 3.5.33; 15, 17; 1 Cor 10, 9 s; 2 Cor 4, 9). Finalmente el sustantivo apóleia tiene en la mayoría de los casos la significación intransitiva de ruina, pérdida (p. ej. Mt 7,13; Rom 9, 22: Flp 1,28; 2 Pe 2,1; Ap 17, 8), aunque también se presenta con la significación transitiva de derroche, dilapidación (Me 14, 4 par). 2. El uso figurado teológico de este grupo de palabras en el NT enlaza, en parte, con el de los LXX. En las tres parábolas de Le 15 se describe el estado del hombre cuando está perdido. Los hombres sin Dios son como ovejas perdidas (cf. Sal 119, 176), que sucumbían si no les saliese al encuentro ningún -» pastor, nadie que las ayudase y las librase de su situación de caída. Jesús es descrito como ese pasttor (cf. Jn 10,11 ss). El «ha venido a buscar lo que estaba perdido y a salvarlo» (Le 19,10). No dejará que se pierdan los hombres que el Padre le ha confiado (Jn 6, 39; 18, 9). En su persona se decide si un hombre se va a perder o a salvar (-» redención). El que quiera asegurar su vida sobre la base de sus propias fuerzas, la perderá; mas el que la pierda por Cristo y el evangelio, es decir, quien se pierde a sí mismo en Jesucristo y le sigue (cf. Mt 8, 19 ss; 16, 24), la conservará (Me 8, 35 par; Mt 10, 39; Le 17, 33; Jn 12, 25), pues en él está la vida. En él revela Dios su amor con la intención de «que tenga vida eterna y no perezca ninguno de los que creen en él» (Jn 3, 16).

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(oAeSpog) Perder, perderse

3. El sentido específicamente neotestamentario de este grupo de palabras se ve con especial claridad en la forma exacta, breve y certera, que puede encontrarse sobre todo en Juan y Pablo. Así como owcnpíu. [satería], salvación y Cor) odcovioq [zoé aiónios], -* vida eterna significan una salvación permanentemente válida, también apóllymi o bien apóleia significan «un fracaso definitivo; no simplemente la disolución de la existencia física, sino el hundirse eterno en el hades, un destino mortal carente de esperanza» (Oepke, ThWb I, 395). Junto a los que reciben la vida eterna (Jn 10, 28), habrá también hombres «que se pierden» (1 Cor 1,18; cf. 2 Cor 2,15; 4, 3). Así como desde la aparición de Jesús «sólo hay creyentes e incrédulos también ahora no hay más que salvados y perdidos» (RBultmann, KEKII, 112). Como posibilidad terrible se presenta la pérdida eterna de la vida con Dios. Esta calificación de perdición sub specie aeternitatis caracteriza también el empleo que hace el NT del grupo parónimo de palabras -> oXe&pot; [ólethros]. Perdición quiere decir, entre otras cosas, el destino que aguarda al que no hace penitencia (2 Pe 3,9 cf. Mt 13, 3.5), al que no acoge en sí el amor a la verdad (2 Tes 2, 10), al que sigue el ancho camino «que lleva a la perdición» (Mt 7,13), al que pertenece a los enemigos de la cruz de Cristo (Flp 3,19). Judas (Jn 17,12) y el anticristo (2 Tes 2, 3) son llamados expresamente «hijos de la perdición» (cf. supra II, 2). A la perdición pueden llevar o los que echan a perder las almas (Rom 14, 15; Jn 10, 10) o bien hombres encargados para ello por Dios (Me 1, 24; Le 9, 56; cf. también la fórmula de maldición en Hech 8, 20) o finalmente Dios mismo como juez (Sant 4,12; Mt 10,28; 22,7; Me 12,9 par). Que Dios es juez se muestra, entre otras cosas, en la manifestación de su cólera. A propósito de Rom 9, 22 s escribe OMichel: «Orgé- y apóleia son interdependientes: en la cólera de Dios se manifiesta la perdición venidera, del mismo modo que en su misericordia se manifiesta la gloria futura» (KEK IV, 214). 4. También pertenece a este grupo de palabras el participio sustantivado apollvon, que en el NT sólo se encuentra en Ap 9, 11, donde caracteriza al rey, al ángel del abismo (infierno) y príncipe de los escorpiones (v. 10) como exterminador; con ello recibe nueva luz el contraste entre la salvación de Dios (sdtéría) y la condenación (apóleia) escatológica. H.-Chr. Hahn SÁeSpoQ [ólethros] perdición, ruina; óXoSpeúco [olothreúo] exterminar; EL~OA.EQPEVCO [exolethreúo] arruinar, echar a perder completamente; óXo&p£VTf¡Q [olothreutes] exterminador I Ólethros, desde Homero (p ej II 22, 325), de la misma raíz que óllymi significa perdición, calamidad, ruina, muerte, puede significar también aquello que trae la perdición Olothreúo significa echar a perder, destruir (p ej. Filón, Leg. All 2, 34) El intensivo exolethreúo significa echar a perder totalmente, extirpar Olothreutes (sólo en la literatura cristiana) designa al exterminador, al destructor En el griego profano se une a la palabra frecuentemente el aspecto de una perdición que sobreviene por sorpresa (dfóSpog xinóg [ólethros aipys]) Esa pérdida se refiere espec a la vida (dleSpoQ il/vxVQ [ólethros psychés]), pero puede significar también la perdida de cosas (p ei. oÁsSpoQ xpipaizcov [ólethros chrématon], pérdida de dinero, Tucídides, 7, 27, 3). Las otras tres palabras de este grupo están raramente atestiguadas en el griego profano II Por el contrario, en los LXX se encuentran más frecuentemente los vocablos mencionados (excepto olothreutes) Ólethros tiene a menudo, sobre todo en los profetas, el significado de una perdición escatologica, determinada por Dios (p ej Jer 5, 6, 22, 7, 25, 36, Ez 6, 14, 14, 16, Ag 2, 22) También el verbo exolethreúo (muy frecuente en Dt, Jos y Sal) sirve para describir el castigo de Dios, como expresión de su -> ira por los pecados de los hombres y por la desobediencia de su pueblo Israel Este empleo lingüístico perdura sobre todo en la literatura apocalíptica del judaismo tardío y en los textos de Qumrán, que hablan frecuentemente de la aniquilación de los pecadores al fin de los tiempos

Perder, perderse ((pSeípoj)

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III En el NT se presenta ólethros solamente 4 veces, exclusivamente dentro del corpus paulinum. Olothreúñ y olothreutés aparecen sólo en Heb 11, 28 y 1 Cor 10, 10 respectivamente; exolethreúd se encuentra una vez en Hech 3, 23. En comparación con -» áncóÁeiot [apóleia], el empleo que se hace del grupo ólethros es mucho más limitado. Apoleia abarca diversas matizaciones de un concepto mucho más amplio de perdición; así p. ej. incluye también el perderse, y perecer de cosas. Ólethros, en cambio (como sus tres derivados), en los pocos pasajes en que se encuentra en el NT se refiere exclusivamente a personas. 1. E^oXeSpeüOfioíi [exolethreúomai] aparece en Hech 3, 23 en conexión con una cita de Dt 18, 15.18 s, que, por su parte y debido al empleo de exolethreúomai, experimenta una agudización. Si en Dt 18,19 sólo se hablaba de que Dios iba a «pedir cuentas» por la desobediencia contra los profetas, ahora se menciona el castigo concreto: «ser excluido de su pueblo» (cf. Lv 23, 29). Este agudizamiento se produce ciertamente para que los oyentes de la predicación tomasen conciencia de la seriedad de su situación y de la posibilidad de hacer penitencia. Tal vez responda a las mismas intenciones el empleo de olothreutés en 1 Cor 10, 10, donde Pablo, refiriéndose a la plaga de serpientes (Nm 21, 4-9), advierte: «Tampoco protestéis, como protestaron algunos de ellos y perecieron a manos del extermmador». Olothreutés quiere decir, por tanto, algo así como ejecutor de la muerte (cf. 1 Cr 21,12-15). La misma significación tiene también olothreúón, el extermmador, que se menciona en Heb 11,28 asimismo en conexión con una especie de predicación sobre la historia veterotestamentaria (cf. Ex 12, 12 s.23; Sab 18, 5 ss). 2. En 1 Tes 5, 3 ólethros designa la ruina escatológica inesperada, que irrumpirá en medio de una aparente seguridad, que sorprenderá a los hombres como los dolores del parto a una embarazada. Para esa ruina definitiva hacen méritos espec. los ricos, cuyo fin será ólethros y apóleia (1 Tim 6,9). Se trata únicamente de un grupo de los sin Dios, que sufrirán todos el mismo castigo «lejos de la presencia del Señor», a saber: «la ruina definitiva» (2 Tes 1, 9; cf. Sal 37, 17). 3. El contexto de 1 Cor 5, 5 muestra que, a pesar de pertenecer a la comunidad cristiana, puede uno perderse. Sin embargo, se hace ahí una corrección que no es accidental: el pecador debe ser entregado a la maldición de Satán para perdición de la -> carne, es decir: para muerte del cuerpo, «pero la persona se salvará el día del Señor». Aquí no se entiende la perdición (al igual que en Rom 9-11 la obstinación) como la actuación total y definitiva de la -> ira divina (art. ópyr¡ [orgé]); esto es justamente lo que se entiende por perdición en 2 Tes 1, 9 y 1 Tim 6, 9), sino que queda abierta una posibilidad de salvación. H.-Chr. Hahn

(pS&poj [phtheíro] corromper, destruir, arruinar; &9opá [phthorá] perdición, aniquilación, ruina I Phtheíro en la literatura griega desde Homero, pero también en Filón y en TestXII, significa en la voz activa echar a perder, aniquilar, destruir, matar El término posee distintos matices echar a perder moralmente (Aristóteles, Eth. Nic. X, 5), destruir el estado o las leyes (Platón, Leg XII, 9); sobornar (Demóstenes, Or. 18, 247), seducir a una

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((pSsipa) Perder, perderse

mujer (Demóstenes, Or. 45, 79); deshonrar a una doncella (Luciano, Cataplus sive Tyrannus 26) y passim, en pasiva: hundirse, perecer, morir, fracasar, en media, perderse a sí mismo (Tucídides I, 24). Los derivados son phthorá, aniquilación, perdición (Platón, Tim 23 c) y diaphthorá, aniquilación (Polibio, 1,48, 3 8), asesinato (Eurípides, Ion 617), que más tarde se empleó también con el significado de descomposición Hasta más tarde no aparece atestiguada aphtharsía, inmortalidad, incorruptibilidad (desde Epicteto, según Diógenes Laercio, 10,123) y áphthartos, incorruptible (Aristóteles, De longitudine et brevitate vitae 4p 466a 1, cf también Sab 12, 1; Filón, Sacr. AC 95). Diaphtheíró en conexión con otras palabras puede significar: impedir la prestación de ayuda (Tucídides III, 113, 5), cambiar la opinión (Esquilo, Ag 932). II Este grupo de palabras se emplea en los LXX para traducir espec las raíces hebreas sáhat (91 veces, de ellas 51 diaphtheíró) y (mucho más rara) hábal Tiene los siguientes significados: matar hombres (2 Sam 24,16), desvastar una zona del país (1 Cr 20, 1) o una ciudad (1 Sam 23, 10); destruir armas (Is 54, 16) En Gn 6, 11 y Os 9, 9 se usa phtheiro para describir el mundo caído y pecador Dios es el que puede salvar de la perdición (phthorá, Sal 103,4). En la esfera del culto se designa al animal para el sacrificio, que no está libre de mancha, como deteriorado (phthartós) (Lv 22, 25). En los escritos de Filón adquiere un significado especial la contraposición de phthartós, perecedero y aphthartós, imperecedero el hombre pasará del todo, porque es perecedero (Aet. 143), mientras que Dios es imperecedero (Leg. All III, 36) El sabio piadoso puede conseguir parte en el mundo divino imperecedero, si vive conforme al dogos verdadero» (-• palabra), que está equiparado con la -* ley (Ebr 142).

III En el NT este grupo de palabras no se presenta —prescindiendo de Le 12, 33: «un tesoro que no echa a perder (diaphtheíró) la polilla»— en los evangelios, cosa muy digna de notarse. Así, de los 8 pasajes en que aparece phtheiro, 4 se encuentran en Pablo (1 Cor 3,17; 15, 33; 2 Cor 7,2; 11, 3); los restantes son: Ef 4,22; 2 Pe 2,12; Jds 10 y Ap 19, 2. Un panorama semejante presentan los demás términos pertenecientes a este grupo: diaphthorá, por ejemplo, se presenta sólo en Hech (2, 27.31; 13, 34 ss). De este estado de cosas se puede sacar la conclusión de que este grupo de palabras fue empleado sobre todo en los ambientes helenísticos. Del mismo modo que en el griego profano, también en el NT aparecen muchos matices distintos de traducción. Así, por ejemplo, en Ap 11, 18, al emplear diaphtheíró, se quiere significar la aniquilación real de los hombres como creció del juicio divino. 1. a) En las disputas con los falsos maestros de Corinto, acentúa Pablo (1 Cor 3, 17) con el estilo del derecho sacro: «si uno destruye (q>MpEi [phtheírei]) el templo de Dios, Dios lo destruirá (phtheírei) a él». El castigo divino se anuncia conforme a derecho, quedando todavía la posibilidad de evitarlo (Kásemann, 70 s). De este modo Dios mismo protege a su comunidad del poder de las falsas doctrinas. Por el contrario, Pablo puede remitirse a que él mismo «a nadie ha ofendido, a nadie ha arruinado, a nadie ha explotado». Por eso puede pedir a la comunidad que le acoja a él y a su mensaje en Corinto (2 Cor 7, 2). Advierte a esa comunidad que no se deje seducir: así como en otro tiempo la serpiente «sedujo» a Eva, de una manera semejante teme el apóstol que la comunidad sea colocada en situación de apostasía, porque los contrarios le «perviertan el modo de pensar» y así «abandonen la entrega y fidelidad a Cristo» (2 Cor 11, 3). Para demostrar que las falsas doctrinas y la apostasía no dejan de tener consecuencia en la convivencia humana, se remite Pablo en 1 Cor 15, 33 a una sentencia, transformada en proverbio, procedente de la comedia Tais del poeta ático Menandro (342-291 a. C): malas compañías echan a perder buenas costumbres. En la disputa concreta, Pablo conmina a los corintos a no tener nada en común con los que niegan la resurrección de los muertos. b) El reproche de inmoralidad contra los falsos maestros es un elemento típico de la polémica contra los herejes. Los herejes son «como animales», nacidos y destinados a ser cazados y aniquilados. «En su perdición, perecerán ellos también» (2 Pe 2,12; cf. Jds 10), es decir, igual que animales sucumbirán. Mas quien sirve a Cristo, respecto a la vida

Perder, perderse ((p&eipco)

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anterior, se despoja del hombre que era antes y que se iba desintegrando seducido por sus propios deseos (Ef 4, 22). Esto le permite escapar de la ruina que el egoísmo causa en el mundo y vivir una nueva vida en el poder de Cristo (2 Pe 1, 4). Por eso se advierte a la comunidad que no cultive «los bajos instintos» pues: lo que uno cultive, eso cosechará (Gal 6, 7 s). c) En Ap, Babilonia, la prostituta, es el arquetipo de la apostasía de Dios. De ella se dice en el canto de victoria que el vidente oye en el cielo que corrompía a la tierra con su «prostitución», pero que ahora es condenada. Es decir: se ha revelado la victoria de Dios sobre el pecado del mundo (Ap 19, 2). 2. a) La incorruptibilidad (aphtharsía) pertenece aquí, como en la doxología regia del griego tardío a la descripción de la esencia de Dios. La comunidad le alaba en la confesión doxológica de 1 Tim 1, 17: El es el «rey de los siglos, el inmortal, invisible y único Dios» (Véase también a este propósito Filón, Vit. Mos. III, 171; Epicuro, según Diógenes Laercio 10, 123). Precisamente los paganos son unos necios que cambiaron la gloria de Dios inmortal «imágenes de hombres mortales» (Rom 1, 23). b) Pero no sólo se hace esta afirmación de incorruptibilidad referida a Dios, sino también a Cristo como el Kyrios (-» Señor). En el saludo final de Ef (6,24) se desea la paz a todos aquellos que «aman a Jesucristo en su incorruptibilidad» (así probablemente con MDibelius, HNT 12, ad locum). En cuanto glorificado, tiene plena participación en la incorruptibilidad del Padre. La comunidad profesa su fe en ese Cristo y proclama que él «ha aniquilado la muerte y ha irradiado vida e inmortalidad» (2 Tim 1,10). Aun después de que la parusía se quedó lejana, la comunidad vive del conocimiento de que le ha sido dada la salvación y la tiene presente. Sabe que también ella ha sido incorporada mediante la epifanía de Cristo en su incorruptibilidad. Los creyentes son ya ahora poseedores de la parte de la herencia que «no decae, ni se mancha, ni se marchita» (1 Pe 1. 4). La exhortación apostólica les reclama amarse entre sí, pues han vuelto a nacer; y lo han hecho, no de un germen natural y por ello perecedero, sino de uno incorruptible, por la palabra de Dios viva y permanente (1 Pe 1,23). Esto se debe reconocer aun en lo exterior: los «adornos inalterables» del cristiano, auténticos hechos por Dios (1 Pe 3, 3s) son un carácter suave y sereno y no otros tipos de adornos externos. c) En 1 Cor 9, 24 ss compara Pablo la vida del cristiano con la lucha de los atletas (cf. también Rom 9,16; Gal 2, 2; 5, 7 y passim). Ambos luchan por la victoria; ambos se emplean a fondo y tienen que renunciar a muchas cosas. Pero se trata de una meta elevada: al vencedor le espera el premio de la victoria (-• lucha, art. fípafieíov [brábeion]), si bien el del atleta es corruptible. La fama y el honor deportivos se marchitan como el laurel, pero al cristiano le espera un premio incorruptible: el estar para siempre con Dios (cf. Rom 2, 7). 3. a) La contraposición entre corruptibilidad (phthorá) e incorruptibilidad (aphtharsía) le sirve a Pablo para describir la -» resurrección de los muertos (1 Cor 15, 42 ss). Mediante la imagen del grano de simiente deja de manifiesto que no puede haber una vida eterna sin que haya antes una muerte; más bien, por el hecho de morir, la semilla es transformada en una nueva forma (1 Cor 15, 35-42a). Lo mismo ocurre con la resurrección de los muertos, si bien de un modo totalmente distinto. Todas las comparaciones existentes se quedan cortas: «se siembra lo corruptible, resucita lo incorruptible» (1 Cor 15, 42b). Es decir: se siembra un cuerpo apresado en la «carne», resucitará un cuerpo de -» espíritu (nvBDfia. [pneüma]) celestial. La resurrección es una nueva creación de vida mediante una transformación completa. Pablo rechaza así la opinión de que pudiera haber algo incorruptible en el hombre. Todo pasa, porque el hombre todo entero

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{(pSeípco) Perder, perderse

sucumbió al -> pecado y con él, a la -» muerte (Rom 6, 23). «Nuestro exterior va decayendo» ( 5vxq>Mpsxa.i [diaphtheíretai]: 2 Cor 4,16). La resurrección es una existencia nueva mediante el resurgimiento en incorruptibilidad. Por tanto, no es simplemente la vuelta a la vida de los cuerpos que descansan en las tumbas: «esta carne y hueso no pueden heredar el reino de Dios», así como tampoco «lo corrompido heredar la incorrupción» (1 Cor 15, 50). b) Este conjunto de ideas todavía lo clarifica más Pablo con el caso de los que no hayan muerto cuando llegue la parusía. Esos tales no proseguirán sin más su vida en la inmortalidad, sino que serán transformados (v. 52). También para ellos vale el que la corruptibilidad no puede alcanzar la incorruptibilidad. «Una vez más ha de intervenir un milagro de Dios entre la phthorá y la aphtharsía, la corruptibilidad y la incorruptibilidad, para que aquella herede a esta última» (KBarth, Die Auferstehung der Toten, 1953*, 125). Cuando llegue el fin, se producirá la gran transformación en todos. Este suceso se describe como un vestirse con ropa nueva (-»• vestir, art. Soco [dyó]), tema que hay que entender en el trasfondo de los ritos de iniciación de los cultos helenísticos de los misterios. El cambio de naturaleza de los iniciados era sensibilizado por el acto de quitarse los vestidos viejos. Y a continuación se ponían los nuevos. O sea: uno dejaba lo perecedero y se revestía de lo incorruptible, de lo divino. De este modo el iniciado era transformado en la esencia de la divinidad, se hacía semejante a ella (cf. EDinkler, Taufterminologie, 183 ss). Algo parecido ocurre aquí: lo corruptible se reviste de lo incorruptible; de lo mortal, resulta ahora lo inmortal (v. 54). Así, «se aniquiló la muerte para siempre», victoria que nos da Dios mediante Jesucristo, el Señor (vv. 55 y 57). c) Jesús es el primero que fue resucitado por Dios, «él no conoció la corrupción (diaphthorá)» (Hech 2,27.31; 13, 35 ss; cf. Haenchen, KEK, ad locum, sobre la cita, no del todo bien entendida por los LXX, del Sal 16, 10). La superación de la -> muerte por la victoria de Cristo tiene sus efectos en todo el cosmos. A causa del -> pecado del hombre estaba éste sometido a la corruptibilidad, pero la -»• redención de la humanidad significa también la redención de la -»• creación. Ella se verá liberada «de la esclavitud a la decadencia, para alcanzar la libertad y la gloria de los hijos de Dios» (Rom 8, 19 ss). F. Merkel

Bibl AOepke, Art Anoten ThWb I, 1933, 393 ss - JSchneider, Art dteSpoq, ThWb V, 1954, 168 ss (Bibl) - EDinkler, Die Taufterminologie ín 2 Kor 1,21, en Neotestamentica et Patrística, Festschr OCullmann, 1962,173 ss, espec. 183 ss( = Signum Crucis. 1967, 99 ss, espec 109 ss) - HKoster, Art Verdammms, RGG VI, 19623, 1260 - GHarder, Art ípSeiprn, ThWb IX, 1970, 94 ss

340

Perdón (áq)ír]pi)

Pérdida

—> Recompensa

Perdón á(pir¡fii [aphíemí] soltar, remitir, perdonar; ácpeaig [áphesis] perdón, na.pe.aic, [paresis] remisión o perdón provisional I Aphíemí (compuesto de amo [upo], de, fuera, y muí [hiemí], poner en movimiento, enviar), usado desde Homero, expresa el acto de dejar en libertad voluntariamente a una persona o cosa, sobre la que se podría disponer de hecho o de derecho Desde Platón se usa, ademas del verbo, el sustantivo aphesis, acción de enviar alguien a algún sitió (mensajero, representante ), permitir a uno que se vaya, despedir a alguien (del trabajo ) Con el sentido figurado de aphiémi se alinea napitipu [pariemí], usado desde Homero, propiamente dejar pasar en sentido figurado hacer la vista gorda, ceder, permitir (sustantivo nocpsaig [paresis], desde Hipócrates) 1 Aphíemí se halla en el griego profano, tanto en sentido literal como figurado a) Con complemento de persona dejar marchar, enviar (echar a la mujer, disolver, cerrar una asamblea), dejar libre, dejar, enviar con complemento de cosa soltar amarras (p ej el barco en el mar), lanzar (p ejflechas),entregar b) En sentido figurado se encuentra el verbo como dejar hacer, permitir, hacer la vista gorda, cesar (p ej en el esfuerzo, en Josefo, Ant 1, 12, 3 también dejar la vida, morir) el uso jurídico es importante destituir o exonerar de una relación jurídica (de un cargo, de una culpa, etc, también la mujer del matrimonio, p ej Herodoto V, 39), declarar libre (p ej suspensión de un procedimiento penal, Platón, Leg 9, 869d), librar de (una culpa, obligación, castigo, etc, p ej Herodoto VI, 30) Paralelamente el sustantivo aphesis significa (p ej Demostenes, 24, 25) acción de soltar, indulto o también remisión, etc Todos los significados mencionados afectan, desde Homero, solo a las relaciones interhumanas No se encuentra ninguna referencia religiosa 2 Con el mismo sentido figurado aparece muchas veces panemí dejar pasar aflojar amainar (p ej vela* recogidas, Platón, Leg 11, 931d), pero también dejai impune, sin castigo, permitir, en el sentido de la tolerancia y moderación personales (p ej Herodoto VII, 169, 2), y su sustantivo paresis, la acción de dejar ir II Los LXX emplean aphíemí en el sentido del griego profano, entre otros, con los siguientes significados dejar libre (Jue 3,1), dejar, renunciar (Jue 9,9 11 13), dejar en casa (2 Sam 15,16,20,3), permitir (2 Sam 16,10 s), dejar tras si (Sal 16[17], 14), condonar en el año de la remisión (Dt 15, 2) etc Con el significado de perdonar se emplea pocas veces relativamente En ese caso aphíemí esta en lugar del hebreo nasa , perdonar una culpa o condonar un castigo (Gn 18,26, Sal 24[25], 18, 31 [32], 1 5,84[85], 3, Is 33,34 y passim) y lalah, remitir perdonar (Lv 4,20 ss, 5,6 ss, Nm 14,19,15, 25 s, Is 55, 7 y passim) pero también esta en lugar de kipper, cubrir, expiar (Is 22,14) Dios es el que perdona (con todo, cf Gn 50,17) En el acto de la remisión se restablecen las relaciones entre Dios y el hombre, que habían quedado distorsionadas o deshechas por el pecado De los casi 50 pasajes, en los que se encuentra aphesis en los LXX, 22 corresponden a Lv 25 y 27 (en lugar del hebreo vobel, jubileo, año jubilar) y 5 a Dt 15, 1-9 (en lugar del hebreo sámat, remisión de la deuda en el año de remisión) Fuera de eso, se emplea a menudo hablando de la liberación de prisioneros y esclavos (Is 61, 6, Jer 41[34], 8 15 17) Solamente se presenta una vez aphesis en el sentido de expiación (Lv 16, 26), donde se halla sin equivalente, como interpretación teológica de «Azazel» Asi pues, los pasajes en que se emplea aphíemí y aphesis muestran que en los LXX con esas palabras no se traduce pnmordialmente la idea de remisión Dado que Israel experimentaba abundantemente en el culto la actitud perdonadora de Dios (cf II, 1), fueron empleados también los mas diversos términos tomados del lenguaje cultico para describir la remisión (lavar, purificar, cubrir etc) 1 El perdón en el AT Probablemente ya antes del exilio supo Israel que Dios puede perdonar los pecados (cf Is 6) Pero la idea del perdón de los pecados no desempeña un papel importante (o al menos no se puede demostrar) dentro de la fe y el culto de aquella época La umca notable excepción estaría constituida por una sene de salmos preexihcos (Sal 25, 11, 65, 4, 78, 38, 79, 9, etc), en los que la conciencia de culpa y el perdón de los pecados fueron sometidos a una reflexión no conocida en anteriores escritos del AT Mas la base de la culpa no son transgresiones morales particulares, sino «la contraposición de dos voluntades, la humana y la divina (van der Leeuw, Phanomenologie der Religión, 594) Según esto, el pecado es la oposición a Dios cimentada en la esencia mas intima del hombre, oposición que solo puede ser suprimida por una nueva y misericordiosa donación de Dios (cf Sal 65, 5 ss)

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{á(pit]jM) Perdón

KKoch (Suhne und Sundenvergebung um die Wende von der exilischen zur nachexilischen Zeit, las consideraciones que vamos a hacer a continuación se basan ampliamente en este magnifico estudio) demuestra convincentemente que los pasajes donde (con motivo de oraciones de intercesión de los profetas) se habla de la misericordia de Dios (Am 7, Ex 32, 12 14, Jer 26, 19, cf Mi 7, 18 y passim) dan a entender que Dios pasa de largo ('ábar) ante el pecador, es decir es paciente y evita «los circuios del hombre cargado con culpas» «Do quiera que se concede tal perdón, se suaviza ademas el castigo, pero en la época preexilica nunca se levanta del todo» (KKoch, loe cu 221) Precisamente la búsqueda definitiva de Israel, que Yahve realiza en los oráculos de juicio de los profetas, solamente puede entenderse presuponiendo necesariamente ese hecho fatal, que excluye un perdón de Dios, en el sentido de quitar la culpa Dios ya no puede pasar de largo ante los pecados del pueblo (-> reconciliación, espec art UacrKO(iai [hüaskomm]) El conocimiento de que Dios borra los pecados solo mas tarde fue incorporado en los primitivos libros de los profetas mediante retoques redaccionales (cf Ez 36, 29 33, Is 4, 3 4, Mi 7, 19 y passim) «La época exillcopostexilica es la primera en descubrir la disposición que Dios tiene para perdonar, viendo realizarse el perdón en acciones culticas y formulas sacerdotales y experimentando la liberación de sus pecados» (KKoch, loe cit 227, cf GvRad, Teología del AT I, 329) Dado que el israelita no piensa en el -> pecado (art x/ÁOcprix [hamartia]) de un modo abstracto, sino que lo ve como una esfera espacial, fatal, nacida del delito, la culpa no puede ser sencillamente quitada, sino que es solamente traspasable, en cuanto que Dios, por medio del rito de la expiación, rompe el circulo de la acción (que sigue produciendo sus efectos) y la pasa p ej a un animal, como en Lv 16, 20 ss El gran progreso en el conocimiento de Dios que realiza Israel en el exilio es el comprender que Dios hace posible un traspaso de la culpa realizado en el ritual (-> ofrenda) y con ello posibilita también el perdón, entendido como quitar la culpa (cf Lv 16, 20-22, 17, 11 y passim) Probablemente llego a ese conocimiento, cuando los sacerdotes, durante el exilio, volvieron a pensar la situación fundamentalmente de un modo nuevo y aprendieron a entender de modo distinto determinadas «alusiones profeticas» (cf Is 1,16 18, 6, 7 etc) y algunos pasajes de los salmos (Sal 25, 11 65,4 79,9 y passim cf KKoch, loe cit 232 s) Como cierto debe retenerse que en todas las acciones referentes al pecado solo Dios es el que libera y perdona Sm embargo, no cualquier transgresión puede ser condonada por los ritos de expiación, y por tanto, perdonada (p ej delitos contra la obligación de circuncidarse Gn 17,14, contra la celebración del sábado y de la pascua Ex 12, 15, Nm 9, 13 y passimj El Dtls va mas alia de estas ideas, sobre todo de las del documento sacerdotal (P) Reconoce que la expiación mediante la sangre de animales (-> sangre, art capa [haimajj es insuficiente y que asi y todo en la situación del exilio el culto de expiación ha quedado suprimido Al anunciar al futuro siervo de Dios, anuncia a aquel al que se pasara la culpa de Israel y aun de los pueblos, y mediante el cual Dios posibilitara una expiación y remisión a e loa pecados tan amplia (Is 53, cf 55, 6-13) En resumen, se puede decir que, desde el exilio, Israel comprende su historia como guiada por el obrar perdonador de Dios Cosa que queda una vez mas de manifiesto en el significado que tiene el segundo templo Es el lugar en que se celebra el día de la reconciliación y desde el cual todos los israelitas experimentan el perdón de los pecados (cf Eclo 50, 1 Bar 1, 10 ss, etc) 2 Judaismo Aphierm o aphesis aparecen como términos de perdón en Josefo (Ant 6,92), Filón (Vit Mos II, 147 Spec Leg I, 190 y passim), etc Sm embargo, la bondad perdonadora de Dios, unida en el AT con su justicia (Sal 143,11 y passim J entra en conflicto con esta ultima Aparece claramente en Josefo Por un lado el pensamiento sinergetico y por otro la bmri [díke] de Dios (concepto central de su teología) transforman en el el perdón de Dios en tolerancia En vista de la confesión de la culpa y del cambio de modo de sentir, Dios esta dispuesto a la reconciliación (Bell V, 415) y con esto a apartar el castigo (Ant IX,214,XI, 114y¡>assimJ sm embargo, mediante tal perdón no acontece la superación del mal, es decir, la supresión del pecado El judaismo rabimco desarrollo una casuística, en la que se catalogaba el perdón de Dios Se distinguía entre a) perdón de los pecados en este mundo con motivo de la penitencia y victimas expiatorias, p ej en el gran día de la reconciliación (cf TYoma 5, 6 ss, St -B I, 636), b) perdón de los pecados en el mundo futuro en virtud de la expiación realizada mediante el fuego del Gehmnom o gracias a la misericordia divina (cf St -B I, 637) y c) perdón de los pecados o bien conservación de los mismos en la época mesiamca Es cierto que se afirma del mesias, que merced a su intercesión y sus sufrimientos alcanzara el perdón para Israel (Tgls 53, 4 ss), sin embargo, en ninguna parte se encuentran testimonios de que el mesias perdone los pecados de los hombres en virtud de su propio poder Pero, al igual que en el AT, hay pecados imperdonables (p ej la blasfemia del nombre de Dios) 3 Qumran Especialmente la regla de la comunidad (1QS), el documento de Damasco (CD) y los himnos (1QH) remiten a una sene de pasajes, en los que se habla del perdón de Dios (1QSIII, 6-12, XI, 3, CD II, 3 s, III, 18, 1QH IV, 37, VII, 18 30 35 y passim) En cada miembro particular de la comunidad, junto al convencimiento de haber sido elegido y de ser enviado, existía una fuerte conciencia de pecado y de ser nada (cf 1QH I, 5-39) Ese conocimiento de la nada y del carácter de creatura, propios del hombre, y el convencimiento de haber sido elegido se acentuaban, por cuanto se destacaba fuertemente el pecado y el perdón, confesándose asi la plena dependencia con respecto a la misericordia de Dios (1QH X, 21, XI, 9 y passim) En Qumran el perdón no estaba vinculado a ritos de expiación sangrientos, sino que recibe el perdón aquel que reconoce sus falsos caminos y vuelve a Dios con

Perdón (á bautismo, art ÁOÜCO [louo]) En Pablo, al precisar teológicamente el mismo contenido, se encuentran biKaioco [dikawó], justificar (-> justicia, art diKaioavvn [dikaiosyné]), y naxaXkaaaco [katallasso], reconciliar (-> reconciliación) 2 a) De la misma manera que el ser pecador del hombre destruyo su relación con Dios (-» pecado, art ájiapna [hamartia] -»• hombre, art ávSpamoc. [anthropos] III), el perdón, en cuanto renovación de aquella relación, asume el puesto central en la predicación cristiana Se alza como la obra de Dios frente al obrar pecador del hombre y esta cimentado en el acontecimiento de Cristo (Col 1,14, Ef 1, 7), cuyo poder perdonador de los pecados se muestra en la predicación (Le 24, 47, Hech 10, 42 s, 13, 38 etc), en el -* bautismo (Hech 2, 38 y passim Me 1,4 s par, también Rom 6,1 ss etc) y en la -» cena del Señor (Mt 26, 28, cf Jn 6, 53 ss etc) Asi pues la predicación veterotestamentana del perdón ha sido asumida y predicada de un modo nuevo, como el cumplimiento, acaecido en Cristo en un presente escatologico (cf Le 1, 77, 4, 18 ss) de aquello que había sido prometido (Jer 31, 34, 33, 8 y passim) Los sinópticos y Hech emplean a menudo, paralelamente al verbo (cf supra 1) la frase hecha acpeaiQ áp.apxi redención (ánoXmptoaiQ [apolytrosis]), -> reconciliación (Kaxa.XXa.yn [katallage]), justificación (ÓIKCUCÜGIQ [dikaiósis] o bien el verbo óiKaioco [dikawó] -»justicia, art dwaioaovn [dikaiosyné] III, 1) apuntan con mas fuerza a la obra de Cristo (cf, sin embargo, también Col 1,14, de modo semejante Ef 1,7) b) Según Me 10, 45 par, la predicación de Jesús alcanza su punto culminante en el perdón que viene a traer (Le 4,18-21,15,11 ss, Mt 18, 21 ss) Aparece como la actuación

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(á(pír¡i¿i) Perdón

que más le cuadra (Me 2, 7.10 par; Le 7, 49 y passim). En Me 2, 1-12 par (curación del paralítico) el perdón, pese a todas las objeciones, asume en la actuación de Jesús el puesto correspondiente de lo único auténticamente necesario. La actitud de Jesús hacia los pecadores públicos subraya su predicación por medio de los hechos (Le 7,36-50; 19,1-10 y passim). c) En el perdón tiene lugar la aniquilación de los pecados cometidos (Me 2, 5 par y passim; cf. Jn 8,11) y al mismo tiempo la acogida del pecador (Le 15,20 ss; cf. también Col 1,13 s: liberación de la soberanía de las potencias y paso a la soberanía de Cristo), al que se le otorga una nueva vida y se le promete al mismo tiempo la vida eterna (Le 23,43; Mt 5, 43-48; Jn 14, 19b). Ahora bien, por cuanto que esa acogida, como muestra la predicación cristiana primitiva, significa al mismo tiempo acogida en la comunidad, es también participación en el perdón que se le concede constantemente a ésta, porque siempre lo está necesitando (Mt 18,18; cf. 16, 19; Jn 20, 23; cf. también Hech 10, 42 s; 13, 38). El perdón aparece en estrecha relación con la muerte de Jesús en la cruz (cf. junto a indicaciones generales como Me 10,45 par y Jn 3,16: Heb 9, 22, también Rom 8, 32). En cuanto «cordero de Dios» quita los pecados del mundo (Jn 1, 29; cf. 1 Pe 2, 21 ss). Por * eso, en la -* cena del Señor se hace referencia al poder reconciliador de la muerte de Jesús mediante la expresión «sangre de la alianza, que se derrama... para perdón de los pecados» (Mt 26, 28). 1 Cor 15, 17 representa una vinculación también con la -» resurrección de Jesús (cf. Rom 4, 25; 14, 19; 2 Cor 5, 15b; Le 24, 46 s; cf. también Hech 5, 31). d) La penitencia (fistávoia [metánoia], -» conversión) y el reconocimiento o confesión de los pecados (Me 1,15; Hech 2,38; 5,31; 1 Jn 1,9; Heb 6,1.6; Sant 5,16) no son una «prestación previa»; más bien van por delante como la aceptación, olvidada por Dios, de su juicio sobre el «hombre viejo» y con esto también como un estar abierto a la sentencia que absuelve y libera (cf. Hech 19,18). Tampoco la disposición a perdonar por parte del hombre, con la que está estrechamente vinculada la concesión del perdón por parte de Dios (Mt 6, 12 par, 14 s; cf. 5, 23 s; Me 11, 25; Le 6, 37), puede llamarse «prestación previa»; pertenece a la nueva vida donada y es (en tanto se acepte esa vida) la acción de gracias eficaz y lógica del pecador que recibe la gracia del perdón. Así lo muestra negativamente el ejemplo del siervo malo (Mt 18, 32 ss). También los pasajes mencionados del sermón de la montaña se dirigen a aquellos que ya habían recibido el perdón de Dios, y en los que cabe esperar como efecto un agradecimiento, que se demostrará en el «seguimiento» de Cristo y en la «imitación» de su perdón (cf. Col 3,13; Ef 4,32). Surge así el perdón humano como consecuencia del perdón de Dios en Cristo: perdón de los que nos ofenden (Mt 6,12 par) y perdón incluso de los enemigos (Mt 5,38-48; Rom 12,19 ss). e) El hecho de que en Pablo apenas aparezcan los términos aphíemi y áphesis (Rom 4, 7 tiene aphíemi, en una cita del AT, con el significado de perdonar; Rom 3, 25 tiene paresis con un sentido parecido) se debe a que en él aparece la predicación del perdón como una doctrina sistematizada y profundamente estudiada. La realidad de que el perdón no sólo es remisión de las culpas pasadas, sino liberación del poder del pecado y readmisión en la comunidad con Dios, fue expresada por Pablo en su doctrina de la -+ justificación (-> justicia; Rom 3,21 ss; 4,22.25; Gal 3,6 ss etc.) y de la -> reconciliación (del pecador: Rom 5,10 s; 2 Cor 5,18; del mundo: Rom 11,15; 2 Cor 5,19) con Dios, que ha tenido lugar en Cristo (Rom 5,10 s) y que, en cuanto acto libre del mismo Dios (2 Cor 5, 18 s), constituye el centro del evangelio. El perdón se produce por cuanto que Dios mismo, sin reservas, actúa dándonos a su hijo (2 Cor 5,21; Rom 8,32 y passim) y con él la participación en su justicia (Rom 3, 21-28 y passim), de tal manera que «in Christus» el hombre es el pecador indultado («sobre el que no pesa condena alguna»: Rom 8, 1), y «hay humanidad nueva» (2 Cor 5, 17); expresiones que condensan y sintetizan la predicación cristiana primitiva sobre el perdón.

Perdón (á(pít]fii)

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f) La predicación del perdón acaecido en Cristo ha sido confiada a la comunidad (-> iglesia). El ejercicio acontece en la predicación y en la asistencia pastoral, así como en las acciones que proclaman el perdón: el bautismo y la cena del Señor. No se trata en ellas solamente de una reiteración narrativa, sino de un acto de confortación del propio Cristo, que tiene lugar siempre de nuevo en la situación concreta y cuya validez se fundamenta en los plenos poderes dados por Cristo a la comunidad (Mt 18,18; cf. 16,19; Jn 20,23; cf. también 1 Jn 5,16 y Sant 5,15 s) la cual permanece constantemente referida a él en obediencia. Se trata realmente de una nueva realización en la situación concreta de una opción y no de un empleo atemporal del perdón. Así lo muestra el hecho de que, junto al perdón, existe también «la retención» de los pecados (Kpaxém [kratéó], contrapuesto a aphíemi. Jn 20,23; cf. Mt 18,18 y 16,19), sin la cual el perdón estaría constantemente en peligro de transformarse en un juego (cf. a este propósito 1 Cor 5,1-5; Mt 12, 30 ss par; Hech 5,1-11; 1 Jn 5,16 s; Heb 6, 4; 10, 26 s. Los últimos pasajes están dentro de la disputa surgida por la cuestión concreta de la caída y la penitencia renovada, que más tarde recogerá el Pastor de Hermas). H. Vorlander

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Perfecto, recto Los grupos de palabras de los que vamos a tratar aquí expresan, cada uno a su manera y con un matiz propio, una conducta correcta y adecuada o una situación correspondiente a ella (y en la negación, lo contrario: una conducta inadecuada, incorrecta, etc.). El término á£,ioq [áxios] implica una relación, que de tal manera compara entre sí dos magnitudes (cosas o personas), que la más pequeña se mide por la mayor: si la menor corresponde a la mayor, es digna; de lo contrario, indigna. El grupo de palabras apxioc, [ártios] se refiere a la gradación, disposición o preparación para un fin determinado, al cual corresponde en el sentido de adecuación, acomodación, idoneidad o propiedad. óp&óq [orthós] es el concepto más unívoco y claro: partiendo del significado fundamental de derecho, recto, designa la conducta correcta, es decir, sincera y recta.

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(ácsjiog) Perfecto, recto

atlioc, [áxios] equivalente, adecuado, digno, apreciado; iváilioq [anáxios] indigno; ácjídcu [axióo] considerar digno, pedir; Kaxatliów [kataxióó] considerar digno I Axios (atestiguado desde Homero) significa originariamente lo que hace subir el brazo de la balanza y lo pone en equilibrio equivalente, del mismo valor (ThWb I, 378). El concepto compara dos magnitudes entre sí, que tienen un peso igual o desigual (anáxios, p ej Prov 3, 15. todas las joyas no igualan en valor a la sabiduría). En una acepción más amplia designa áxios las situaciones de cosas o personas que se corresponden (o no corresponden) entre sí: adecuado, correspondiente (p. ej. que corresponde a la palabra- Herodoto, 4, 28). Y puesto que a una relación adecuada se asocia un valor correspondiente, viene por fin axios a significar digno. En este sentido se utiliza sobre todo el adverbio á(¡ojQ [axiós] (p. ej digno de la verdad: Diodoro de Sicilia, 1,51,7) Anáxios expresa la negación, no adecuado, indigno (desde Sófocles; asimismo Epicteto, 2, 8, 18) El verbo axióo (desde Herodoto) significa- 1) considerar digno, tener algo como adecuado (Eurípides, Med 962), 2) desear, pedir (Jenofonte, Mem. 3, 11, 12) Kataxióó (desde Esquilo) da fuerza al significado fundamental tener como digno, pasiva- ser considerado como digno (Diodoro de Sicilia, 2, 60, 3) II En los LXX este grupo de palabras no desempeña ningún papel digno de mención En lugar de él, el judaismo tardío emplea el hebreo zákah, ser moralmente irreprensible (p. ej Job 15, 14, LXX- ctuejraToc, [ámemptos]) para expresar sus ideas de mérito Áxios adquiere entonces el significado de merecedor- «Aquí hay un hombre que es digno del Espíritu santo» (St-B. I, 129) Para la relación con Dios, pierde áxios en el judaismo . tardío su carácter de determinación de una relación en el sentido de una correspondencia, se convierte en una cualidad y en un merecimiento del hombre cumplidor de la ley, que así fundamenta un derecho ante Dios (cf 2 Mac 7, 20, 4 Mac 17, 8 ss, St.-B. II, 254).

III En el NT el peso estadístico de este grupo de palabras recae en los sinópticos (Me y Le), en las cartas paulinas y en algunas otras cartas. 1. En oposición radical a las ideas del judaismo tardío acerca del mérito, la parábola del hijo pródigo indica con toda claridad que el hombre no puede tener ninguna pretensión ante Dios: «Ya no merezco llamarme hijo tuyo» (Le 15,19.21; cf. asimismo Jn 1, 27; Hech 13, 25). El oficial de Cafarnaún que, según la opinión judía, es digno de que Jesús le ayude por haber construido una sinagoga, tampoco se considera digno de molestar a Jesús y añade: «pero con una sola palabra tuya se curará mi criado» (Le 7, 7). En lugar de ese merecimiento propio, es el mismo evangelio de Cristo el que otorga a los hombres el ser dignos y el que hace digna a la comunidad. En Le 20, 35, Hech 5, 41 y 2 Tes 1,5 es kataxióó el que expresa precisamente la recepción inmerecida de la salvación. El mérito de los hombres ante Dios se decide por la aceptación del mensaje de Cristo y por su obediencia a él: «El que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí» (Mt 10, 38; cf. vv. 11.13.37; 22, 8). 2. En las cartas tiene frecuentemente áxios el significado de correspondiendo a, según. Esto ha de decirse espec. del uso del adverbio axios en los textos parenéticos, que invitan a un cambio adecuado según el evangelio (Flp 1, 27), según el Señor (Col 1, 10; 1 Tes 2, 11), o según la vocación (Ef 4, 1). De un modo semejante, amonesta Pablo a no comer del pan o beber de la copa del Señor sin darles su valor (anaxíós). Con ello no exige ninguna cualidad moral en los participantes, sino apunta a una conducta que corresponda al evangelio y que haga que la eucaristía tenga su auténtico valor: el amor mutuo (cf. el contexto en 1 Cor 11, 17-34). Asimismo áxios designa el valor o mérito de las acciones humanas. Un proverbio frecuentemente citado dice: «el obrero merece su jornal» (1 Tim 5,18; cf. Le 10, 7; Mt 10, 10). Los pecadores cometen acciones dignas de muerte (Rom 1, 32), mientras que Pablo no encuentra en su conducta nada que le haga merecedor de la muerte (Hech 25,11.26). En cambio en Ap (3, 4) se dice de los cristianos: «esos pasearán conmigo vestidos de blanco, pues se lo merecen».

Perfecto, recto (apxioq)

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En Rom 8, 18 utiliza Pablo áxios en el sentido originario de una comparación entre dos magnitudes. Los sufrimientos del tiempo presente son cosa de nada comparados con la gloria futura. En Ap 4,11 está referido áxios incluso al Dios excelso. La alabanza y el honor a nadie corresponden más que a Dios y al cordero (por la creación: Ap 4,11; por el sacrificio de su muerte: 5,12), y sólo el cordero es digno de que Dios le confie la realización de sus planes de salvación y de^ dominio (5, 2-4.9). E. Tiedtke ctpxiog [ártios] adecuado, proporcionado, recto; KtxxotpxiZco [katartízo] ordenar, preparar; Kaxapxiapóq [katartismós] preparación; KCtxápxiaiQ [katártisis] perfeccionamiento I Amos y sus derivados proceden de la raíz ip- [ar-], que significa adecuación, adaptación a unfin,idoneidad, propiedad (cf. ¿pzóco [artyó], disponer, preparar, sazonar, ápwvco [artynó], arreglar, adaptar, en latín* aptare, adaptare, congruere). Según eso, ártios significa adecuado, proporcionado alfin,que corresponde a las exigencias o a la situación, y quiere decir, según las circunstancias, normal, intachable, recto desde el punto de vista físico, intelectual, moral o religioso. En matemáticas sirve para designar la recta. En el griego clásico encontramos el derivado más antiguo (junto al ya homérico artyó), el verbo katartízo, con diversas significaciones fundamentales' ordenar, fundamentar, preparar, equipar, significados todos que remiten el significado fundamental de adoptar, ajustar Katartismós y katártisis designan la preparación para algo o el perfeccionamiento II Los LXX usan katartízo 19 veces y de hecho para traducir con este término no menos de 9 diversas palabras hebreas. En 7 pasajes este verbo traduce el arameo kflal, dejar listo. Con este significado aparece sólo en Esd en conexión con la edificación de las murallas y del templo por parte de la comunidad postexíhca (p ej. Esd 4, 11; 5, 3.9, 6, 14). Los diversos significados del verbo van desde la interpretación literal de colocar (Sal 74, 16), pasando por la idea de guiar los caminos del hombre (Sal 17, 5) hasta las afirmaciones por las que se expresa que Dios prepara (Sal 40,7) y proporciona alivio (Sal 68,10). Frecuentemente es Yahve el sujeto de tas frases que tienen el significado de fundamentar y afianzar. Adverbialmente se utiliza ártios en los LXX sólo en sentido temporal: hasta ahora (2 Sam 15, 34).

III De este grupo de palabras, sólo katartízo se utiliza con frecuencia en el NT (13 veces), mientras que ártios (2 Tim 3,17), katártisis (2 Cor 13,9) y katartismós (Ef 4,12) sólo aparecen una vez cada uno. 1. En Mt 4,21 y Me 1,9 se halla katartízo en el sentido profano de reparar las redes. En cambio, el NT conoce asimismo el uso de katartízo que entronca con los LXX; el verbo significa entonces preparar (Heb 10, 5 como cita del Sal 40, 7; Mt 21,16 como cita del Sal 8, 3; Rom 9, 22), formar (Heb 11, 3), equipar (Heb 13, 21), restablecer (1 Pe 5, 10). De una manera semejante a lo que ocurre en el AT, Dios es el sujeto de las frases que expresan su poder fortalecedor o afianzador. 2. De especial importancia son aquellos pasajes en los que ártios y sus derivados se usan en conexión con la preparación y equipamiento de los creyentes y de la comunidad para el servicio a Dios y a los hombres. El adjetivo ártios aparece sólo en 2 Tim 3,17 y ahí está asociado con el participio de perfecto pasivo e^pxiopévoc, [exertisménos]. Para la comunidad de la nueva alianza, la Escritura, o sea, el AT, es una manifestación divina imprescindible para la vida, por la cual el hombre de Dios se halla en disposición adecuada, se encuentra provisto para toda obra buena en el amor; «así el hombre de Dios será competente, perfectamente equipado para cualquier tarea buena (NB)». Ártios significa aquí, no la perfección, como en un comienzo se aceptó, probablemente debido a

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(ópSÓQ) Perfecto, recto

la vanante textual del codex D. tílzioc, [télaos], perfecto, sino el equipamiento para una tarea encomendada, como también en Ef 4,12 katartismós significa el equipamiento de la comunidad para su perfección, pero todavía no esta perfección misma, lo cual se concluye del uso de télaos, r¡XiKÍa [héhkía] y nXr¡p(úpa. [pleróma] en el v 13 (cf asimismo 1 Cor 1, 10) Según esto los términos ártws y katartismós, no tienen tanto un significado cualitativo como funcional Este uso normativo y parenético de ártws y de sus derivados recibe su función por el hecho de que todos los imperativos se fundan en el indicativo, es decir, en la firme promesa de la salvación La vida de los santos debe corresponder a la gracia otorgada y esta misma es la norma para realizarla En esta línea, en Gal 6,1 y 2 Cor 13,11 katartízo significa recuperar, recobrarse, en 1 Tes 3, 10, remediar (las deficiencias), completar (lo que falta), perfeccionar También en 2 Cor 13, 9 katártisis pertenece a este contexto El sustantivo debe entenderse aquí como el verbo del v 11 («recobraos»), o sea, como la recuperación o el perfeccionamiento de la comunidad Por esto NB traduce también aquí- «todo lo que pido es que os recobréis». 3. En 2 Cor 9, 5 se utiliza npoKatoip-aZ [prokatartízo] para la recaudación del dinero de la colecta, mientras que en Hech 21, 5 se emplea é£ocpx%eo [exartízo] para la expiración (Bauer) o la terminación según lo prescrito (Delhng) de un determinado plazo de tiempo (NB: «al cabo de la semana» cf v 4) R. Schppers óp9óg [órthós] derecho, recto, correcto; diópüoioiq [diórthósis] ordenación, rectificación; EnavópSíoaiQ [epanórthósis] restauración, corrección, enmienda, snavop&óco [epanorthóó] restaurar, enmendar, óp&onoóéa> [orthopodéó] caminar derecho I Orthos significa literalmente el que esta de pie, el que va derecho, y en sentido figurado recto y sincero En el griego profano el termino se usa figuradamente para designar una conducta éticamente correcta (Pindaro, Pyth 10,68 VOVQ ópSoQ [noús orthos] Platón, Phaedr 73a, Epicteto, Diss 1,11,19) Tanto en la literatura clasica como en la Stoa, el termino designa una cualidad o una virtud permanente Diórthósis significa poner orden en lo que esta desordenado, la recta ordenación y la organización de un error (Polibio, 3, 58, 4, no en los LXX) Epanórthósis (de epanorthoo, restaurar, enmendar) es literalmente la restauración (p ej de algo destruido) y, en sentido figurado, la mejora o enmienda (p ej de las leyes Demostenes, Or 24, 22) II También en los LXX aparece orthos con el significado de recto, erguido (Mi 2, 3 llevar la cabeza recta, caminar erguido) y derecho (LXX Jer 38, 9 en el recto camino) Pero su lugar espeafico lo ocupa orthos en la literatura sapiencial Allí traduce la palabra hebrea yasar y designa lo correcto, lo justo, lo sincero o verdadero (Prov 8, 6 9 conversación sincera, palabras rectas, 11, 6 hombre honrado, justo, 16, 25, camino derecho, etc) Ocasionalmente orthos traduce también nabon, inteligente (de bin, entender) (asi Prov 15,14 corazón [ = hombre] inteligente) Asi, en la literatura sapiencial, orthos se refiere a la conducta recta que corresponde a una relación correcta con Yahve, a las palabras y acciones que se ajustan a esa condición No resulta tanto una virtud como un concepto de relación

III 1 En el NT este grupo de palabras no desempeña ningún papel especialmente importante Todos los términos aparecen sólo una o dos veces en las cartas, y en los evangelios no se encuentra ninguna de ellas, salvo la forma adverbial ópQcoq [orthos], que designa una conservación o una respuesta como «correcta» (Le 10, 28, 20, 21) Sólo en Hech 14,10, donde Pablo cura a un cojo diciéndole «levántate, ponte en pie», aparece orthos en su significado literal Heb 9, 10 habla del momento de poner las cosas en su punto (diórthósis), que se ha iniciado con la venida de Cristo frente a la provisionahdad de las observancias exteriores impuestas en la alianza del AT

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Permanecer (nkvco)

2. Los demás testimonios pertenecen al ámbito de la ética y de la parénesis neotestamentaria. a) En Heb 12, 13 se exhorta a la comunidad cansada a que no pierda de vista al Señor exaltado ni el objetivo de su caminar. Con el «camino derecho» (cita de Prov 4,26) se apunta hacia la meta del pueblo de Dios que camina. Así orthós se interpreta como la dirección escatológica de la comunidad cristiana. b) En Gal 2,14 se habla de «andar a derechas» o «proceder con rectitud» (orthopodéó). Se trata de Pedro, el cual, llegado de Jerusalén, come con los cristianos procedentes del paganismo (V, 12), pero después se retrae y no «anda a derechas». Con esta expresión Pablo afirma que Pedro no procedió con rectitud según la verdad del evangelio libre de la ley. c) 2 Tim 3,16 determina la utilidad de la sagrada Escritura en las categorías éticopedagógicas. Según un orden ascendente, la Escritura sirve: a) para la instrucción; y) para la reprensión y la corrección (epanórthósis), y P) para la educación en la justicia. «Todo escrito inspirado por Dios sirve además para enseñar, reprender, corregir, educar en la rectitud (NB)». R. Klóber Bibl GDelling, Art. Sipnoq etc, ThWb I, 1933, 474 s - WFoerster, Art í£ioc etc, ThWb I, 1933, 378 s - HPreisker, Art ón&of etc, ThWb V, 1954, 450 ss

Permanecer fiévco [méno] permanecer I Meno, utilizado a partir de Homero, proviene de la misma raíz que el lat maneo y significa en sentido intransitivo permanecer, en un lugar, un tiempo determinado, en casa de alguien. En sentido figurado tiene el sentido de permanecer, mantenerse en lo que se ha convenido o ajustado, en una determinada esfera (con év [en]), mantenersefirmeante las circunstancias adversas (enfermedad, muerte) o, en general, en medio de los cambios (cf oí uévovxeQ [hoi ménontes], las estrellas fijas Aristóteles, Cael 290a 21). Así, méno puede referirse a una ley que conserva su vigencia (p. ej Siot&iJKn [diathéké]) En la esfera religiosa alude a lo divino o a lo que ha sido inspirado por Dios (VOVQ [noús], ióéai [idéai]), como lo perdurable. El significado transitivo de aguardar o esperar a alguien o algo es poco importante II En los LXX méno traduce vocablos hebreos muy diferentes, con relativa frecuencia a 'amad y qüm El uso del vocablo en el sentido concreto de permanecer en un lugar es raro (p. ej Ex 9,28; Lv 13,23), a veces se utiliza en el sentido de aguardar (Gn 45, 9, Job 36,2), pero en la mayoría de los casos se refiere al perdurar, permanecer vigente, de una cosa El voto continúa siendo valido (Nm 30, 5 10) o, por el contrario, no conserva su validez (13, 28), la opulencia del impío no se mantiene (Job 15,29), la justicia del hombre que teme a Yahvé permanecerá para siempre (Sal 112,3.9) Se aplica de un modo especial a Dios, que no romperá sus relaciones con el hombre (justicia) (Sal 112, 3 9 y passimj, de tal manera que su palabra (Is 40,8) y su verdad (Sal 117,2) permanecen siempre. Dios espera al hombre para tener misericordia de él (Is 30,17). Especialmente en el salterio y en el libro de Isaías, lafirmezao la constancia es uno de los rasgos esenciales de Dios en contraposición a la inconstancia de los dioses y a la fugacidad del mundo. Pero esto no se convierte nunca en una afirmación «dogmática» abstracta, sino que está siempre en una conexión vital con la adoración y la alabanza. Dios es el que vive y permanece siempre (Dn 6, 27, aquí reemplaza a

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(¡lévco) Permanecer

qüm, como ocurre con mucha frecuencia, en el Sal 102,13a yasab) Su juicio y su ira hacen perecer a la humanidad impía; pero los nuevos cielos, la nueva tierra y el pueblo de Dios permanecerán (Is 66, 22). Al igual que Dios, permanece también su nombre (Sal 72, 17), su designio (Sal 33, 11; Is 14, 24), su justicia (Sal 111, 3) y su alabanza (Sal 111, 10)

III 1. De los 118 pasajes neo testamentarios en que aparece méno, 40 se hallan en el evangelio de Juan y 24 en sus cartas. Aquí méno tiene un matiz cristológico especial (cf. infra A). Pero también, se encuentran en el NT las acepciones que este vocablo tiene corrientemente en el griego profano: a) En sentido intransitivo: permanecer, p. ej., en el sentido de detenerse en un determinado lugar (Le 19, 5) o en casa de alguien (Le 24, 29; Mt 26, 38), subsistir por un tiempo determinado (Mt 11, 23), habitar, morar (Jn 1, 38), o en sentido figurado: permanecer, mantenerse, p. ej., en la doctrina (2 Tim 3, 14; 2 Jn 9), en comunión con alguien (Jn 14,10), en el celibato (1 Cor 7, 40); mantenersefirme,resistir la prueba (referido a las obras en el juicio: 1 Cor 3, 14), seguir viviendo (1 Cor 15, 6). b) En sentido transitivo: esperar (Hech 20, 5.23). 2. Enlazando con el AT, el NT habla también de la inmutabilidad de Dios, que permanece fiel a su palabra (1 Pe 1, 23, cf. Dn 6, 26; 1 Pe 1, 25 = cita de Is 40, 8) y a su designio, es decir, que lleva adelante su plan de elección a lo largo de la historia humana, se mantiene firme en él (Rom 9, 11). En el NT este permanecer de Dios se ha hecho patente en la misión, y en la obra de Jesús, el mesías, que permanece para siempre (Heb 7, 24). Los que han sido regenerados por la palabra viva y permanente de Dios (1 Pe 1, 23) no sólo tienen de vez en cuando experiencias extáticas otorgadas por el Espíritu santo, sino que la virtud del Espíritu permanece constantemente en ellos (1 Jn 2, 27); y el que confiesa que Jesús es el hijo de Dios permanece en Dios, es decir, permanece unido a él por el amor de Dios (1 Jn 4, 15 s); no busca aquí la ciudad permanente (Heb 13,14), sino que su patrimonio permanente está en los cielos (Heb 10, 34). Así, Pablo sabe también que —en contraposición con el ministerio caduco de Moisés— el nuevo ministerio del espíritu y de la justicia permanecerá para siempre (2 Cor 3, 8-11), y con él la fe, el amor y la esperanza (1 Cor 13,13), pero sobre todo el amor (cf. 13, 8), la fuerza que apremia a Pablo sin dejarle escapatoria (Cf. 2 Cor 5, 14). 3. Puesto que se aproxima lo que permanece definitivamente, que será traído por Cristo, la aspiración humana al cambio y a la plenitud dentro del mundo caduco pierde su fuerza atractiva; el hombre queda liberado de ella. Y dado que el cristiano adopta ahora un punto de vista nuevo, puede y debe dejar de considerar la escalada social como la meta de su vida y el matrimonio como el cumplimiento de todas sus esperanzas, y seguir siendo tranquilamente lo que era hasta ahora. Por eso Pablo aconsejaba a los cristianos de Corinto: el que sea esclavo, que no le importe (1 Cor 7,20), los no casados y las viudas pueden seguir tranquilamente en su estado (7, 8). Todas las energías deben orientarse hacia el reino de Dios que hace irrupción, y toda aspiración, a permanecer en el amor y en la verdadera fe (1 Tim 2, 15; 2 Tim 3, 14). 4. En Juan la expresión méno en, corriente desde el griego profano, adquiere una importancia paralela a la de los giros empleados por Pablo para expresar el hecho de que Cristo vive en los creyentes (Rom 8, 8 ss) y el ser-en-Cristo; no obstante, la expresión joanea tiene un significado más amplio y posee mayor fuerza (Hauck, ThWb IV, 580). a) En primer lugar, se trata aquí de la representación de la unión íntima que existe entre el Padre y el Hijo: «el Padre, que está conmigo (év éfioi ¡xévmv [en emoi ménon]) realizando sus obras» (Jn 14, 10). La inquebrantable unión de Jesús con el Padre «hace

Permanecer (fiévco)

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que la palabra de Jesús se identifique con la palabra de Dios y su obra con la obra de Dios» (Schlatter, ad locum). A diferencia de lo que ocurre con los profetas, a Cristo no le ha sido encomendada una determinada misión por un tiempo limitado; toda su persona permanece en una cercanía permanente y especial al Padre (Jn 1,32), de la misma manera que el hijo, en contraposición al siervo, permanece siempre en la casa del padre (Jn 8,35). «Su comunión con los hombres no tendría eficacia ni valor alguno si él, en cuanto receptor del .Espíritu, no actuase en unión con el Padre» (Schlatter, sobre Jn 1, 32). b) En segundo término, ménó en expresa la íntima comunión existente entre Cristo y los creyentes; Jesús exhorta a permanecer en esta unión y promete a los creyentes que él también permanecerá en ella (Jn 15, 4 s). Juntamente se distingue entre el estar Jesús con ellos (¡lévco napa [ménó para]: Jn 14,25) y el permanecer en ellos después de su muerte y resurrección (ménd en: Jn 15,4 s). Este permanecer de Jesús en los creyentes es anunciado en la promesa de que el Espíritu santo permanecerá en ellos (Jn 14, 17; 1 Jn 2, 27 s). Que Cristo permanece en el hombre es de hecho una afirmación en la que aparece un matiz místico; en ella se constata una unidad interior (Pablo habla de ella empleando una imagen que no le es familiar a Juan, la del cuerpo), una unió mystica. Esto no significa, no obstante, que Dios se identifique con el hombre y haya que encontrarlo mediante una inmersión mística en él. Más bien el permanecer de Cristo en los suyos va indisolublemente ligado a la permanencia en ellos de su palabra (Jn 15,7; 1 Jn 2,24; cf. Jn 8,31) y a la continua recepción de la fuerza reconciliadora que dimana de la muerte de Jesús (Jn 6, 56), espec. de la eucaristía: «Quien come mi carne y bebe mi sangre, sigue conmigo y yo con él» (Jn 6,56). Esta unión íntima entre Cristo y los creyentes es la perseverancia fiel de la fe, por lo cual «la fidelidad que se exige no es primariamente un constante ser-para, sino un ser-de, no un mantenerse, sino un dejarse-mantener, como corresponde a la relación entre el sarmiento y la vid» (Bultmann, sobre Jn 15, 4). c) Semejante «ser en Cristo» hace que el hombre pertenezca a Cristo hasta en lo más profundo de su ser. No se limita a ser una relación o un acuerdo de orden intelectual, sino que designa la experiencia actual de la salvación y con ello la vida (Jn 6, 57); por consiguiente, «quien habla de estar con Dios tiene que proceder como procedió Jesús» (1 Jn 2,6). El Cristo que vive en el creyente —o, dicho, de otro modo, el vivir de acuerdo con la palabra de Cristo— exige y configura una vida conforme a su espíritu y a su ser, quiere y obra la santificación (-> santo). «En cambio el que cumple la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Jn 2, 17). Así pues, el ser-en-Cristo es sinónimo del «dar fruto» (Jn 15, 5). Cuando falta el fruto, es señal de que la comunión con Cristo ha sido interrumpida (Jn 15, 6; 1 Jn 3,6); ahora bien, cuando esto ocurre, sobre aquél que no cree permanece la ira de Dios (Jn 3, 36). «La relación que el hombre tiene con Dios viene determinada por su relación con la palabra de Jesús» (Schlatter, ad locum). Esto mismo queda patente una vez más en el texto de Jn 15, 9-17, que tiene un sentido paralelo a Jn 15, 1-8. «La permanencia en el amor que se exige al discípulo significa que él ha de permanecer en el amor recibido, en el ser-amado, y que, como decía ya el v. 4, su existencia toda ha de fundamentarse en el servicio al revelador...» (Bultmann, sobre 15,9). La permanencia en el amor se realiza a través de las obras (v. 10), dando un fruto que permanezca (v. 16), lo cual se hace patente, por ejemplo, en el amor ilimitado a los hermanos (1 Jn 2, 10; 3, 14 s). 5. El compuesto éfinévco [emméno], permanecer en algo, persistir en, que se encuentra frecuentemente en la terminología jurídica, tanto en el griego profano como en los LXX (en donde reemplaza casi siempre a qüm), es utilizado en Heb 8, 9 y Gal 3, 10 para expresar la permanencia en la alianza o la perseverancia en el cumplimiento de la ley. Aquí establece con toda claridad la conexión entre infidelidad, pecado y castigo.

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(ÓIÚKCÚ)

Persecución, tribulación

Tlapafiévo) [parameño], quedarse, permanecer en casa de alguien o en algo, es empleado en Flp 1, 25: Pablo desearía morir, pero es necesario que se quede para servir a los hermanos, para su provecho y gozo en la fe (sobre ménó para, cf. supra III, 4). Hpoa¡xév(o [prosméno], aguardar, resistir junto a o con alguien, se aplica en este último sentido a la muchedumbre que persiste junto a Jesús (Mt 15,32) o también a la viuda que insiste en su plegaria (1 Tim 5, 5). El sustantivo ¡iovtj [mone], la «morada», la vivienda, la habitación, sólo aparece en el NT en Juan y completa lo que se ha dicho más arriba (III, 4). En Jn 14, 2 expresa la seguridad de la salvación futura y la comunión con Jesús, en Jn 14, 23 la presencia de la salvación, que consiste en la inhabitación del Padre y del Hijo. K. Munzer Bibl FHauck, Art /usvto, ThWb IV, 1942, 578 ss - ASchlatter, Der Evangehst Johannes, 19603 - RBultmann, Das Evangehum des Johannes, KEK II, 196217

Persecución, tribulación Es común a los vocablos de este grupo el aspecto de apretar, apremiar o acosar, más aún, el de atentar a la existencia; entre ellos, diWKw [diókd], perseguir, designa más bien \a

acción directamente encaminada a ello, mientras que SXirj/iQ [thlípsis], tribulación, aprieto, y atevoicapía. [stenochoría], apremio, angustia, son experimentadas de un modo pasivo, sin que se sepa casi nunca con seguridad quién es el causante directo de ellas. El vocablo cpó[>oq [phóbos] (-> temor) también pertenece a este apartado, al menos en una de sus acepciones. [diokó] perseguir, pretender, aspirar a; E.K6IÓ>K(O [ekdioko] perseguir; KxrccSid)K(o [katadioko] retardar; 5i(oynó celo) c) Con el significado de ir detras, seguir, aparece en Le 17, 23 y Me 1, 36 (en este ultimo katadiókoj 1 Persecución a) Son especialmente objeto de persecución los enviados o mensajeros de Dios Esto ocurría ya con los profetas (Mt 5, 12, Hech 7, 52) y sigue ocurriendo con los discípulos de Jesús (Mt 5,11 s 44,10,23), sobre todo porque ellos siguen al Señor, que también ha de sufrir persecución (Jn 5,16) Esta conexión se expresa claramente en Jn 15,20 «Si a mi me han perseguido, lo mismo harán con vosotros» Pablo, que fue antaño perseguidor de la iglesia (1 Cor 15, 9, Gal 1, 13 23, Flp 3, 6,1 Tim 1, 13), sufre el mismo persecución después que el Señor glorificado le ha convertido en enviado suyo (Gal 5,11, 2 Tim 3,11) En 2 Tim 3,12 se encuentra la tesis de que el ser cristiano va siempre ligado a la persecución b) Al perseguir a los cristianos se persigue el mensaje (Hech 22, 4 el «camino», la doctrina) o a Cristo mismo (Hech 9,4 s, 22,7 s, 26,14 s) Según Juan (15,18 ss, cf también Mt 10,22 par, Ap 12,13), la persecución nace del odio del mundo a Dios y a su revelación en Cristo Pablo ve tras la oposición entre carne y espíritu la hostilidad del hombre natural contra Dios y, por consiguiente, también contra los hombres movidos por el espíritu de Dios (Gal 4, 29) c) Por eso la persecución puede ser una señal de que se esta de parte de Dios, de tal manera que Jesús elogia a «los que viven perseguidos por su fidelidad» (Mt s, i o n ¡>) d) Existe el peligro de falsear el mensaje para escapar a la persecución (Gal 6, 12) Por eso a los cristianos se les exige que pongan a prueba su fe espec en la persecución Ellos deben bendecir a quienes los persiguen (Rom 12, 14, a este respecto cf espec Mt 5, 44) e) Pero en la persecución se experimentara también de un modo especial la asistencia, el poder y la fuerza liberadora de Cristo (2 Cor 4,9,12,10, Rom 8,35 ss), de tal manera que Pablo sobrelleva la persecución con paciencia (1 Cor 4,12) Pero hay que dar gracias a Dios de un modo especial por auxiliarnos en la persecución y en la tribulación, a fin de que nuestra paciencia y nuestra fe no desfallezcan (2 Tes 1, 4) 2 Vida que se afana hacia una meta el sentido figurado del vocablo muestra (con mas fuerza que zeteo) que aquí se trata de metas o de tareas que el cristiano ha de proponerse siempre, p ej la hospitalidad (Rom 12,13), la paz con todos (Rom 14,19,1 Pe 3,11, Heb 12,14), la santificación, el amor (1 Cor 14,1), la bondad para con todos (1 Tes 5, 15), la justicia (1 Tim 6, 11, 2 Tim 2, 22) Todo esto no son cosas que puedan conseguirse fácilmente o que puedan darse sin mas por adquiridas Forman parte permanentemente de un proceso o de un movimiento mas amplio, el de la totalidad de la vida cristiana, que tiene por finalidad alcanzar la resurrección de los muertos A este fin ve orientada Pablo en ultimo extremo la vida cristiana El lo persigue como el corredor que quiere conquistar la corona de la victoria (Flp 3, 12-14), aunque sabe que esto «no esta en que uno quiera o se afane, sino en que Dios tenga misericordia» (Rom 9, 16, cf v 30 s) G Ebel

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(9Á.I\¡/IQ)

Persecución, tribulación

SkfyiQ [thlípsis] tribulación, dificultad, apretura; rjievo^copía [stenochóría] aprieto, apuro; oUz'/?co [thlíbó] acosar, apremiar; GTzxoywpéw [stenochóréó] cohibir, vejar, oprimir I En el mundo griego el verbo thlíbó (desde Aristófanes; radical 91áa> [thláo], triturar, machacar, magullar) tiene el significado de oprimir, estrechar, estrujar, abrumar En este sentido literal aparece también p ej en Me 3, 9: «no lo fuera a estrujar el gentío» De aquí se deriva el significado del part perf pas. estrecho, angosto, que también se encuentra en Mt 7,13 (aplicado al camino) Junto al sentido literal es muy frecuente el uso figurado, tanto en el sentido de acosar, estrechar (externamente) como en el de afligir, molestar, atribular (interiormente) En Epicteto se habla de las estrecheces o de los apuros de la vida (TÍ SAíJSovta [tá Míbonta]), que el verdadero estoico conoce y ha de superar Guarda una estrecha conexión con este verbo el sustantivo thlípsis en el sentido de tribulación, dificultad o aprieto En ocasiones, el concepto va unido a stenochóría (de arevóg [stenós] o oteivóq [atemos], estrecho, y xcupiot [chóría], espacio), que desde Tucídides designa un lugar estrecho, y de aquí el estar-acosado, el estar-en-apuros, las dificultades (internas o externas); el verbo respectivo es stenochóréó, empleado aún en sentido literal en 2 Cor 6,12. II En los LXX el término thlípsis tiene multitud de equivalentes hebreos, espec sarar, sar, lahas, lahas. Estos vocablos hebreos expresan la tribulación, el apuro, la miseria, asi como la aflicción que de ello se deriva en diversos contextos (guerra, destierro, persecución de una persona por sus enemigos) También aquí thlípsis aparece reiteradas veces junto a stenoc/iona (cf Dt 28, 53 55 57, Is 8, 22, 30, 6, Est 1, 1) y otros términos que expresan angustia y dolor y con frecuencia se utilizan como sinónimos. La thlípsis del AT (LXX) es a menudo la tribulación, que necesariamente forma parte de la historia de Israel y es experimentada por los creyentes como un acontecimiento de la historia de la salvación: existe una conexión entre tribulación (Ex 3, 9) y liberación (v 10) Incluso cuando la tribulación es un castigo de Dios, el final es siempre la liberación (Neh 9, 27, Os 5, 14-6, 2) Con frecuencia se subraya el carácter escatológico de la tribulación (cf Sof 1,15, Hab 3,16), en una ocasión, Dn 12,1, se habla incluso de un tiempo de tribulación como no ha habido otro desde el principio de los tiempos Pero a la vez se alude también aquí a la liberación de la tribulación, y esto responde a la fe y a la esperanza del pueblo «El Señor está cerca de los atribulados y salva a los abatidos» (Sal 34,19, cf. 37,39, etc) Esta es la convicción inquebrantable de los justos, que pueden orar. «Me hiciste pasar por peligros, muchos y graves, me harás revivir » (Sal 71, 20). También el judaismo tardío sabe de las tribulaciones del pueblo y de los individuos que se esperan espec. en los tiempos escatológicos y que son ampliamente descritos en los apocalipsis (Hen, 4 Esd ApBarOirj) Lw t e x t ^ de Qumrán también utilizan esta imagen; hablan de la gran tribulación final (1QM 1,12; 15, 1) y de las tribulaciones del salmista (1QH 5, 12; 9, 28; 15, 16).

III En el NT el sustantivo thlípsis se emplea 45 veces y 10 el verbo thlíbó y, a excepción de Me 3, 9 y Mt 7, 13 (cf. supra I), siempre en sentido figurado. En cambio, el sustantivo stenochóría y el verbo stenochóréó sólo se encuentran 4 y 2 veces respectivamente (sólo en Rom y 2 Cor). El uso neotestamentario del concepto enlaza claramente con el del AT. Los aspectos más importantes son los siguientes: 1. Para la comunidad neotestamentaria, la thlípsis tiene también un aspecto escatológico. Esto aparece evidente si partimos de la cita que Mt 24, 21 (par Me 13,19) hace del pasaje de Daniel (12,1) a que hemos aludido (cf. supra II); en este pasaje de Mateo, thlípsis va directamente ligado a la concepción del hijo del hombre de Daniel (v. 30, cf. Dn 7,13) y también a las lamentaciones del mesías (v. 8, cf. St.-B. 1,950). Esta tribulación forma parte de la época catastrófica anterior a la irrupción de la era mesiánica y viene caracterizada por la corrupción, el odio, las luchas políticas y las catástrofes de la naturaleza. Todo esto es necesario, «eso tiene que suceder» (v. 6; -> necesidad; el trasfondo de esta «necesidad» lo encontramos ya en Dn 2,28 s.45). El mismo motivo se repite también en Ap, no sólo en 2, 22 y 7, 14 (cf. 3, 10), en donde se habla de la gran tribulación, sino ya en el primer capítulo, en donde thlípsis (v. 9) es puesto nuevamente en conexión con los mismos pasajes de Daniel, es decir, 7,13 (Ap 1,7: «Mirad, viene entre las nubes...») y 2,28 (Ap 1,1: «...lo que tiene que suceder...»).

Persecución, tribulación (Bkí\¡/ioj}sia&xi [phobeisthai], en cuyo caso los significados de ambos no se distinguen entre sí, p ej, Jer 5, 22, Mal 3, 16 Sin embargo eulabéomai puede sustituir también al hebreo hásah, en ese caso se traduce normalmente por confiar, honrar, respetar (Neh 1, 7, Sof 3, 12 y passim) Así eulabéomai se aproxima al concepto de piedad, para el adjetivo eulabés, piadoso, se encuentra en Mi 7, 2 y Eclo 11, 17, así como en Hech 22, 12, la vanante textual eusebes El sustantivo eulabeía se encuentra en Jos 22, 24 y Sab 17,18 con el significado de temor, en Prov 28, 14 quiere decir temor respetuoso

III 1. En el NT el vocablo eulabés aparece en 4 ocasiones y significa, al igual que en los LXX, piadoso, temeroso de Dios. Así, en Le 2,25, Simeón es descrito como BiUajSijs Ktxi óÍKaaoq [eulabés kaí díkaios], justo y temeroso de Dios. En Hech 2, 5 los testigos del acontecimiento de pentecostés, que son judíos de la diáspora, son llamado» «devotos» ai igual que en Hech 8, 2 a los hombres que dan sepultura a Esteban se les llama «hombres piadosos». En Hech 22,12, Ananías, el hombre enviado por el Señor a Saulo, es un ivr¡p zhka.$r\q, [anér eulabés], hombre devoto al modo de la ley, lo cual equivale a decir que la piedad judía se manifiesta en el cumplimiento de la ley. 2. Eulábeia sólo se encuentra en dos pasajes neotestamentarios: Heb 5,7 y 12,28. En Heb 5, 7 las antiguas versiones difieren en cuanto al significado de las palabras ziaaiKOüo&ác; ánó tfjt; súÁce/teía? [eisakoustheís apó tés eulabeías]; la versión ítala traduce a metu, es decir, escuchado (salvado) por su angustia. No obstante, parece más probable la versión de la Vulg.: pro sua reverenda: Jesús fue escuchado por su piedad, es decir, por su obediencia (v. 8). La resurrección de Jesús es la respuesta de Dios a la piedad de Jesús durante su vida mortal (cf. Flp 2, 8 ss). En Heb 12, 28 la versión de eulábeia por temor, angustia, es insinuada por el v. 29 (cf. Flp 2, 12: «temor y temblor»); pero la versión «piedad» es igualmente posible. El verbo süXáfStio&ai [eulabeísthai] se encuentra únicamente en Hech 23, 10 (eókoífín&eíi; [eulabetheís] junto a su sinónimo (pofin&eÍQ [phobetheís], que aparece con más frecuencia que aquél en los mss; -> temor); en Heb 11, 7 eulabetheís designa la actitud del creyente Noé al construir el arca; la versión «en el temor de Dios» es la más acertada. W. Mundle

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(oéfionoa) Piedad, religión

aé^onai [sébomai] venerar, tener respeto; oefiáConai [sebázomai] mostrar veneración; oéfiíxonai [sébasma] objeto de veneración religiosa, cosa sagrada, Evaefíéa) [eusebéo] venerar, ser piadoso, súoépsia [eusébeía] piedad, temor de Dios, religión; EUÍTEPJQ [eusebes] temeroso de Dios, piadoso; 9eoaéPeict [theosébeía] temor de Dios, veneración de Dios, piedad, ¿teocre/tyc [theosebes] piadoso, temeroso de Dios, árá/teía [asébeía] ultraje, impiedad, acrece [asebes] impío, sacrilego; G&UVÓC, [serrinos] honorable, digno de respeto o veneración, sagrado, azycvoTnc, [semnótés] honorabilidad, santidad, dignidad 1 1 La raíz oefí- [seb-] significa originariamente retroceder ante alguien o algo, poner distancia en un sentido espacial De este sentido espacial y en la medida en que este grupo de vocablos indica cada vez mas los motivos de este distanciamiento, se deriva el sentido figurado, en el que se trata de una actitud recelosa que va desde el avergonzarse hasta casi un sentimiento de temor, pasando por el asombro Esta actitud es ocasionada por algo excelso, sublime o por el nesgo de un comportamiento indebido en su presencia La voz activa a&pm [sebo] (después de Homero) aparece con poca frecuencia, la mayoría de las veces encontramos la voz media sebomai o sebazomai (de oe/lcug [sebos]) Al verbo raramente se le añade el prefijo rf [eü] (eusebeó), en cambio, esta construcción aparece con frecuencia en el caso del sustantivo eusébeía y del adjetivo eusebes La forma theosébeía, reservada a la relación con las divinidades, no se distingue esencialmente del sustantivo, ni en cuanto a su uso ni en cuanto a su significado Sebasma es el objeto de la veneración religiosa, el dios, el ídolo en plural significa a menudo el culto Los vocablos que expresan la idea negativa son asebes y asebeía, se emplean para designar el ultraje, el desafuero contra un hombre, por el que se violan sus derechos Semnos, semnotes, designan lo excelso, lo sublime, lo sagrado, lo que es objeto de veneración Pero, a diferencia de sebo, estos vocablos llevan consigo un fuerte matiz estético, de tal manera que pueden aplicarse al trono de un rey, a un adorno o también a una música sublime El sustantivo y el adjetivo se emplean a menudo para describir la majestad de la divinidad, pero también puede designar la gravedad solemne y la grandeza de un hombre 2 Los vocablos derivados de la raíz as/i- [seb-] son muy frecuentes en griego, ya que en ellos se expresa de un modo característico la piedad y la religiosidad del griego A diferencia de lo que ocurre en el ámbito bíblico, aquellas no consisten en la obediencia a un Dios único y personal, mas bien se basan en el hecho de que la majestad existente en ciertos dioses, hombres y cosas suscita en general temor sagrado, admiración asombro Según eso la veneración religiosa puede dirigirse a objetos muy diferentes la patria, un país, un sueño, los padres, los difuntos, los héroes Mas tarde estos vocablos pierden contenido y sebomai puede significar simplemente celebrar, ensalzar Para los griegos son dignos de veneración, ante todo, los miembros de la propia familia, incluidos los antepasados, los dioses y el orden que estos garantizan En el léxico religioso, la linea que separa el respeto y la estimación de la veneración cultual es evanescente La eusébeía es una de las virtudes que distinguen al hombre honrado y acepto a los dioses La forma negativa asebeía tiene igualmente un contenido etico y religioso Dada la estrecha conexión existente entre las leyes de la polis griega (-> ciudad, art nolic; [polis] I) y la veneración de los dioses, el asebes es llamado también a menudo ádacog [adikos] (-» pecado, art ÍSIKIX [adikia]), la falta de respeto a los dioses y la negligencia del obligado culto a ellos constituyen una conducta asocial Por otra parte, en el comportamiento de un hombre que no se adapta debidamente a la colectividad, adikia designa esta conducta en cuanto que va contra el orden social, mientras que asebeía alude al hecho de que es contraria a los dioses La asebeía se refiere espec al culto al estado en los procesos por impiedad que tienen lugar en Atenas (sobre todo en el proceso contra Sócrates) La veneración de los dioses fue cediendo progresivamente en Grecia al avance de un pensamiento filosófico y al arraigo de una actitud etico-moral El filosofo puede ser ateo (xSeojtig [atheotés]) Asi fueron designados también los cristianos, porque no veneraban a los antiguos dioses Pero los cristianos, a pesar de rechazar a las antiguas divinidades, no teman por que ser acusados de asebeía, ya que el termino asebes solo se aplica al hombre que no tiene religiosidad alguna ni se rige por ninguna moral II En los LXX estos términos se presentan raramente ya que, en el AT, la piedad tiene un fundamento muy distinto del que posee en Grecia El Dios que, en cuanto creador, toma al hombre a su servicio, tanto en su voluntad como en su obrar, no espera de el un religioso temor que se expresa suficientemente a través de una serie de disposiciones cultuales o en la esfera puramente intelectual, sino que, ademas de una actitud de adoración, el signo distinto del temor de Dios ((pofíoi; Bwv [phobos theoü] -> temor) es la obediencia activa, por otra parte, lo que distingue propiamente la piedad veterotestamentana de la religiosidad griega es este temor de Dios De aquí que los vocablos eusébeía, etc, cuando aparecen en el texto de los LXX, traduzcan casi siempre a palabras derivadas de la raíz hebrea yare', temer Con mayor frecuencia aparecen estos términos solo en la literatura sapiencial, en Job y en los libros propios de los LXX (espec en 4 Mac), aquí se manifiesta claramente, pues, el influjo helenístico Esto puede afirmarse también de los 12 pasajes en que aparece el grupo semnos (el sustantivo y el adverbio una vez cada uno, el verbo no aparece)

Piedad, religión (aépofioa)

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salvo 3 veces en Prov y una v 1, todos los demás se encuentran en dos libros de los Macabeos Con este adjetivo se describe lo que es sublime y sagrado y, por tanto, digno de Dios, en contraposición a xyioc. [hágios] (-> santo) aquí domina el componente estético La forma negativa asebés es en los LXX sinónimo de ádikos, injusto y puede designar tanto la acción individual como la postura global del hombre que esta alejado de Dios. En Israel (cf. I), la injusticia en la esfera interhumana es al mismo tiempo una falta contra Dios y sus mandamientos Por eso el significado de asébeía y de adikía se aproximan mucho al de á¿ia/moc [hamartía], -> pecado, el orden social y la justicia social son inseparables de la religión

III 1. En el NT este grupo de vocablos aparece muy raramente. Sébomai, aparte de la cita de Me 7, 7 par, sólo se encuentra en Hech y aun aquí la mayoría de las veces en su forma adjetivada, como término que designa a los griegos que están próximos al judaismo (-> prosélito). En Hech 17,23 y 2 Tes 2,4 sébasma es el objeto del culto pagano. Sebázomai sólo aparece en Rom 1, 25, en donde designa la veneración religiosa; eusebéo (que sólo se encuentra 2 veces), el adjetivo eusebés y el adverbio svae^édg [eusebós] (3 y 2 veces, respectivamente) y espec. el sustantivo eusébeia, salvo 4 veces en que aparecen en Hech, sólo se utilizan en las cartas pastorales y en 2 Pe. "LejioLCxóc, [Sebastos], en Hech 25, 21.25 es simplemente la versión griega de Augustus, el Augusto (el César); en Hech 27,1 se utiliza como adjetivo y designa a una cohorte como «augusta», una denominación que se aplicaba corrientemente a ciertas tropas auxiliares. De un modo similar a baioc, [hósios] (-> santo), que aparece con frecuencia, sobre todo junto a bÍKcaoQ [díkaios] (-> justicia), eusebés y eusébeia designan en el ámbito griego una actitud moral. Ambos términos son frecuentes en el judaismo helenístico, están casi totalmente ausentes de la literatura neotestamentaria más antigua y destacan notablemente en las cartas pastorales. En cuanto a la historia del vocablo podemos decir que el cristianismo primitivo empleó al principio la palabra únicamente para designar la piedad extracristiana y fueron las cartas pastorales y 2 Pe las que le dieron más tarde un contenido cristiano. Una excepción de esto la constituyen el vocablo aiébeia, hmpieAaA (como modo de pensar y como actitud) y el adjetivo asebés, que se encuentran ya en Pablo (Rom). 2. Mientras que /.txtpeúco [latreúo] (-• servicio) es un término neutro que expresa el culto a Dios, el vocablo sébomai lleva inherente siempre la característica antropológica propia de la religiosidad griega, la reverencia respetuosa ante lo excelso y divino, actitud que difícilmente puede aplicarse a Dios y a Cristo, ya que aquí lo decisivo es la obediencia de la fe basada en una unión personal. Pero en la medida en que, en Rom 1, 18, hace constar Pablo que el hombre precristiano estaba prisionero de la asébeia y la adikía (-» pecado), de tal manera que la ira de Dios se manifestaba sobre él, ya que veneró y dio culto a la criatura en vez de al Creador (Rom 1,25), ha condenado toda la religiosidad de su tiempo diciendo que ella, al seguir su propio talante, ha pecado contra el Dios único y contra su voluntad, tanto en la esfera cultual como en el ámbito interhumano. Por eso aquí, al igual que en los LXX, ya no se establece una distinción estricta entre asébeia y adikía (cf. con todo I), ya que, ante la revelación de Cristo, ambos son hamartía, -» pecado. Este concepto fundamental expresa mejor que ningún otro incluido el de asébeia la acción de las potencias enemigas de Dios. Al igual que en el AT, también en Pablo aparecen conjuntamente áp-apicoÁóg [hamartdlós] y asebés para designar al pecador que Cristo justifica (compárese Rom 5, 6 con 5, 8; Rom 4, 5). Esto lo han recogido también las cartas pastorales: 1 Tim 1,9; cf. 1 Pe 4,18. Pero aquí es asébeia la antítesis del término más usado, eusébeia: según Tit 2,12, la -> gracia enseña a apartarse de la impiedad y a vivir ouxppóvcoQ KM ÓIKXÍCOQ KXÍ evae/lcac; [sóphrónós kaí dikaíós kaí eusebós]. En 2 Tim 2, 16 el término asébeia se aplica a la postura de alejamiento de Dios que tienen los falsos doctores.

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(aéfíofioa) Piedad, religión

3. En Jn (9, 31) sale el término theosebés, que nos trae reminiscencias de la religiosidad griega. Sin embargo, la indicación complementaria de que la piedad consiste en hacer la voluntad de Dios muestra que esta afirmación está firmemente enraizada en la tradición veterotestamentaria y judía. En Hech el temor de Dios es descrito mediante el enlace de los vocablos ensebes y (pofSovuEvoQ [phoboúmenos] (10,2): se venera a Dios en la medida en que se le teme, es decir, en cuanto que se le profesa respeto y se le rinde culto. Por otra parte, la distancia entre Dios y el hombre queda garantizada, ya que el hombre es pecador. Es a partir de aquí como hay que entender también el término asfiófisvog [sebómenos] utilizado corrientemente en Hech y que designa a aquellos paganos que adoran al Dios de los judíos sin pertenecer, no obstante, al pueblo judío, es decir, sin haber sido circuncidados y sin ser fieles a la ley (Hech 13, 43.50; 16, 14; 18, 7, etc.; -» prosélito). Naturalmente, este grupo de vocablos es utilizado además para designar el culto pagano (cf. Hech 17, 23; 19, 27). 4. El motivo de que las cartas pastorales utilicen aquí el vocabulario griego con menos reparo que los restantes escritos neotestamentarios hay que buscarlo en el hecho de que la -> fe, la nícxic, [pístis], se ha convertido (de un modo más claro que en Pablo) en una virtud y designa sobre todo una actitud vital cristiana. Fue por esta razón por la que el concepto veterotestamentario escándalo, art. npóoKOfifitx [próskomma] ) y la piedra angular o piedra clave, KecpoíXr) ymvíuQ [kephale gonías], que, debido a su significado cristológico, se trata en un artículo especial. Al contexto teológico de este grupo de palabras pertenecen asimismo -> roca, art. néxpa [pétra] o nczpóq [petrós], y -> firme, art. SEpéfaoq [themélios]. ycovía [gónía] ángulo; KecpaXrj ycovíaq [kephalé gonías] piedra angular; ÍKpoycovia.ToQ [akrogoniaíos] angular I/II Gónía se utiliza en el griego profano desde Herodoto y también en los LXX con el significado de ángulo, rincón La expresión kephale gonías procede del Sal 118, 22, es la traducción del hebreo ros pmnáh y designa la piedra angular, en la que se encuentran las paredes o muros, literalmente el vértice del ángulo, kephalé es el vértice o la punta (del ángulo) El adjetivo akrogoniaíos tiene el mismo significado, se encuentra por primera vez en Is 28,16

Piedra, piedra angular (ycovrá)

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como traducción del hebreo pinnáh; la doble mención de 9S/ÍÉAIOV [themélion], del fundamento, muestra que la palabra sólo puede traducirse por (piedra) angular. Probablemente se trata en akrogoniaios de una forma bíblica; hasta la fecha no se ha encontrado atestiguada la palabra en el uso lingüístico profano.

III 1. Gonía se utiliza en Mt 6, 5 para designar una esquina. En Hech 26, 26 significa un rincón («pues no ha sucedido en un rincón», es decir, ocultamente). En Ap 7,1 el vidente contempla cuatro ángeles en los cuatro ángulos de la tierra; para la concepción del mundo del antiguo oriente, la tierra es cuadrangular (así en Jer 49, 36 los cuatro vientos proceden de los cuatro puntos cardinales). Ap 20,7 ss describe, en dependencia de Ez 38 y 39, cómo Satán saldrá para engañar a las naciones de los cuatro lados de la tierra, a Gog y a Magog, y reclutados para la guerra contra la «ciudad amada». Esta lucha acaba con la aniquilación de los poderes enemigos de Dios. 2. Todos los cinco pasajes del NT, en los que se habla de kephale gemías dependen del Sal 118, 22. La piedra angular, como piedra más importante para la estabilidad del edificio, se menciona allí por primera vez; pero también se habla de una «piedra para tropezar y una roca para estrellarse», como en 1 Pe 2, 8 (traducción literal), en dependencia de Is 8,14. La kephalé gónías del v. 7 se entiende aquí sin duda como piedra angular. La misma interpretación ha de suponerse en Mt 21, 42 par y Hech 4,11, puesto que también se refieren al Sal 118, 22. Es verdad que JJeremias ha propuesto otra interpretación; kephalé gónías debe significar, lo mismo que akrogoniaios, no ya la piedra angular, sino el remate, que se hallaba colocado sobre el portal (del templo). Pero los ejemplos en los que Jeremías apoya su tesis, no se remontan más allá del siglo II d. C. Esto vale para la traducción del AT hecha por Símaco, el cual en 2 Re 25,17 traduce el hebreo koteret (capitel que remata la columna) por akrogóniaíon, así como también vale para el «Testamento de Salomón», que Jeremías coloca en primera línea a la hora de justificar su tesis y que no es más que un escrito cristiano apócrifo de los siglos III/IV d. C. La «piedra para tropezar y la roca para estrellarse» de 1 Pe 2, 8 no puede designar el remate que se coloca en lo alto del edificio; por eso hay que dejar a un lado la interpretación de JJeremias, para la cual faltan testimonios seguros de la época del NT. Esta interpretación de la piedra del Sal 118,22 (Is 28, 16) surgió más tarde; tal vez procede de Ef 1, 22. En este texto se designa a Cristo como -» cabeza de la comunidad; ahora bien, como entonces ya no se sabía exactamente en qué consistía el «vértice del ángulo» (Sal 118, 22), se refirieron esas afirmaciones no ya a la piedra angular, sino falsamente al remate, el cual representa la «cabeza» del edificio espiritual que es la iglesia. El sentido de las afirmaciones sobre la piedra angular en el NT es en lo esencial análogo. Los constructores que han desechado la piedra son el pueblo judío y sus autoridades; ellos han rechazado a Cristo, pero Dios, actuando salvíficamente en su muerte y resurrección, le ha hecho piedra angular de un nuevo edificio, la -* iglesia. La comparación de la comunidad con un edificio aparece también en otras partes del NT (Mt 16, 18; 1 Cor 3, 9 ss; 14, 12, etc., ->• casa). Según Mt 21, 42 par, el mismo Jesús se refirió a sus opositores judíos al citar el texto del Sal 118,22. Lo que vale para éstos, vale asimismo, según 1 Pe 2, 8 para todos los que no reciben el mensaje de Cristo. Si para los incrédulos es Jesús la causa del juicio, la piedra para tropezar y la roca para estrellarse, para los cristianos es la «piedra viva», elegida y digna de honor (1 Pe 2, 4. 6). La designación de Cristo como piedra angular expresa pues con gran concisión que en él se decide el destino eterno del hombre. 3. El adjetivo akrogoniaios, piedra (h'Qoq [líthos]) angular se encuentra en el NT únicamente en Ef 2, 20 y 1 Pe 2, 6. En ambos pasajes se interpreta la afirmación de Is 28,

(M9OQ) Piedra, piedra angular

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16 de una manera cristológica. La interpretación mesiánica del pasaje se encuentra ya en Rom 9, 33; y se ve que en el cristianismo primitivo se hallaba muy difundida. Ef 2, 20, mediante la juxtaposición de «fundamento» y «piedra angular» (cf. supra I), muestra que el apóstol tenía ante la vista el pasaje de Is. En Cristo se cumple la predicción profética. El fundamento, sobre el cual se halla construida la comunidad son los apóstoles y los profetas, y la piedra angular es Jesucristo. Sobre ese fundamento crece la comunidad hasta hacerse un templp santo en el Señor, en el cual también los cristianos —a través del -> Espíritu santo— son asimismo contruidos. La afirmación de 1 Cor 3,11, según la cual se considera a Cristo como el fundamento de la iglesia (-> firme art. 9efj.éXio art. ycuvi'a [gónia]) El salmista da gracias a Dios por la salvación que le ha proporcionado Yahvé. Y él compara su existencia amenazada de muerte con una piedra que los alhamíes desecharon como inútil, y su salvación por parte de Yahve con una piedra angular o piedra clave de un edificio (cf HJKraus, Psalmen II, BK, ad locumj. á) Zacarías 4,7 10 profetiza la conclusión de la construcción del templo postexílico por Zorobabel El llevará a cabo la solemne consagración del templo, a la cual —algo semejante a lo que es entre nosotros la colocación de la primera piedra— pertenece evidentemente la ceremonia de la colocación de la piedra de remate (v 7), o de la piedra emplomada (v 10) en medio del júbilo de la multitud

Piedra, piedra angular (kiSoc,)

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e) Daniel 2, 34 s nos hablará de una visión onírica de Nabucodonosor, según la cual una piedra se desprende de un monte sin intervención humana, choca con los pies de la estatua y la hace pedazos. En 2, 44 s esa piedra es interpretada como «un remo que nunca sera destruido ni su dominio pasará a otro, sino que destruirá y acabara con todos los demás reinos», o sea, con la estatua. 3 Diversas afirmaciones del AT acerca de la piedra fueron aplicados por el judaismo tardío al mesias. Ya los LXX añaden a ó matsówv [ho pisteúdn] (quien se apoya) de Is 28, 16 un en'mxw [ep'autó] (en él) De la misma manera la piedra a la que se alude en Is 8,14 (bSanh 38a), Zac 4,7 (targum ad locum), Zac 4,10 (Tanch, tol'dot 20) y Dn 2, 34 ss (NmR 13, 14z 7, 13) se citan en sentido mesiámco (Véanse cada uno de los testimonios en JJeremias, ThWb IV, 276 s) La comunidad de Qumran se consideraba a sí misma como el Israel escatológico, como el verdadero templo de Dios y para ello se remitía a Is 28, 16 (1QS VIII, 7 s).

III En el NT encontramos líthos la mayoría de las veces en los sinópticos, espec. en Mt; sólo en casos aislados en Pablo, en 1 Pe y en Ap. En su significado literal se habla de líthos como piedra de molino (Le 17,2), losa (que se hace rodar para cerrar el sepulcro: Me 15, 46; 16, 3 s par) piedra preciosa o pedrería (Ap 18, 12.16; 21, 11.19). El significado figurado se refiere frecuentemente a citas veterotestamentarias entendidas mesiánicamente. 1. a) La expresión «gritarán las piedras» (Le 19, 40) hay que entenderla en un contexto veterotestamentario y judío, donde ocasionalmente se habla del grito de queja o de acusación de objetos inanimados (Gn 4, 10; Hab 2, 11; 4 Esd 5, 5; cf. St.-B. II, 253). JJeremias interpreta las palabras de Jesús así: «Si se prohibe a mis discípulos aclamarme, las piedras del camino gritarían y se quejarían» (ThWb IV, 274). b) Es discutible si las palabras del Bautista «de las piedras éstas es capaz Dios de sacarle hijos a Abrahán» (Mt 3,9; Le 3, 8) entroncan con Is 51,1 s (Abrahán = piedra; así JJeremias, ThWb IV, 274), ya que las palabras pronunciadas por el Bautista no pueden referirse ciertamente a la idea allí subrayada de que todo el pueblo procede de un hombre: ¡Dios puede hacer de las piedras hijos de Abrahán! Lo que la expresión

escandalosa afirma es: Dios, de hombres que no ponen condiciones previas (raza, etc.), puede crear un nuevo Israel (cf. Rom 4, 9-25). 2. a) Ocasionalmente se compara a Jesús con una piedra. Me 12, 10 par, empalmando con la parábola de los viñadores, cita el Sal 118, 22: la piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. «El que ha sido desechado por los hombres es el que ha sido exaltado por Dios» (Schniewind, ad locum). Según Hech 4, 10 s, esa exaltación se ha realizado ya con la resurrección de Jesús. También en Ef 2, 20-22 Jesús es el akrogdniaios, la piedra angular o piedra de remate, que sostiene todo el edificio (-> art. ycüvía, [gónía] III, 3), mientras que los apóstoles y los profetas son el fundamento. b) Por otra parte, en Le 20,18 y en conexión con Dn 2,34 s, Jesús es comparado con una piedra que destruye, que aniquila a sus enemigos. En Rom 9, 32 Pablo se refiere a Is 8, 14 y aplica la piedra para tropezar a Cristo, que ha sido ocasión de caída para los judíos. c) La interpretación positiva de Jesús como piedra angular o piedra de remate se une en Rom 9, 33 y 1 Pe 2, 4-8 (cf. asimismo Le 2, 34), por medio de la combinación de diversas citas del AT, con la interpretación negativa de Jesús como piedra de tropiezo que aniquila, para expresar de esta manera el significado dialéctico de Jesús como evangelio y ley, como salvación y condenación. El que Cristo actúe como piedra vivificadora (1 Pe 2, 4) o aniquiladora (Le 20,18), se decide en la fe de cada hombre (cf. la cita que se toma de Is 28, 16 en Rom 9, 33 y 1 Pe 2, 6 s).

Placer

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3. Finalmente en 1 Pe 2, 5 los cristianos son comparados a «piedras vivas»: «como piedras vivas vais entrando en la construcción de un templo espiritual» (cf. Ef 2, 20). La imagen de la construcción se combina aquí con la realidad: puesto que Cristo vive, puede ser designado como «piedra viva»; y como los cristianos viven con él y por él, pueden también ser designados como «piedras vivas». s

H.-G. link I E. Tiedtke

Bibl RHirzel, Die Strafe der Steimgung, 1909 (Nachdruck 1967) - HGressmann, Der Eckstein, Palastma-Jb VI, 1910, 38 ss JJeremias, Der Eckstein, Angelos 1,1925, 65 ss - id, Ki.q>¡úi\ -/(ovias - 'AtcpoywvmTtx;, ZNW 29,1930, 264 ss - HSchhet, Chnstus und die Kirche ím Epheserbnef, BHTh 6,1930,47 ss - JJeremias, Art yaiva etc, ThWb 1,792 s - id, Art AiSoc etc, ThWb IV, 1942, 272 ss - EPercy, Die Probleme der Kolosser- und Epheserbnefe, 1946, 328 ss - HJKraus, Psalmen, BKAT XV/2, 1960 (19663) OKaiser, Der Prophet Jesaja, ATD 17, 1960 - KThShafer, Zur Deutung von iKpcrpajmtaos Eph 2, 20, en. Neutestamenthche Aufsatze, Festschr. JSchmid, 1963, 218 ss

Placer

—• Deseo

Plenitud, sobreabundancia Es común a las palabras de este grupo designar todos los procesos originarios que exigen, llenan o colman un espacio previamente dado. Con una significación muy próxima a la objetivo-espacial, nípnknpi [pímplemi], llenar un recipiente, se emplea también con referencia al hombre: llenar de alimento, saciar. Mucho más frecuente es nXnpóco [pleróo], con sus numerosos derivados, que puede significar asimismo literalmente llenar, colmar, pero, ante todo, es empleado en un sentido espiritual, para expresar que un hombre o una época son llenados con algo, es decir, que son determinados o «llevados a su plenitud» por algo y, por consiguiente, consumados; por otra parte, la medida de esta plenitud se basa a menudo en supuestos y representaciones existentes de antemano. En el NT el sustantivo nXr¡pcopa [pléróma], en cuanto término escatológico, se refiere tanto a la plenitud de los tiempos como a la consumación sin más de la voluntad de Dios. Lo específico del significado de nspiaasócú [perisseúó] y sus derivados consiste en que lo ahora existente o conveniente no se deja encerrar en el espacio dado o representado hasta ahora, y, por consiguiente, lo inunda o lo rebasa; sirve, pues, también para expresar, en sentido escatológico, la superabundancia del tiempo salvífico. YlXf¡Soq [pléthos], en cambio, denota más bien —dentro de un ámbito limitado— una pluralidad, una multitud, espec. una muchedumbre, y, referido a la comunidad, su universalidad, su totalidad. Xojpéca [choreo], de x&poc, [choros], espacio vacío, intersticio, significa, finalmente, hacer lugar, hacer sitio, y, en sentido espiritual, dar cabida, abarcar.

Plenitud, sobreabundancia (nepitro£.úco)

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mpicro&vm [perisseúo] rebosar, multiplicar; ne.piaaóc, [perissós] ubérrimo; itEpiaada. [perisseía] sobreabundancia; nspiaosapa [perisseuma] exceso; ñmpnepiooix>(o [hyperperisseúo] vivir en la abundancia; vnsp(eK)nspi(T(TCOQ [hyper (ek) perissós] más allá de toda medida, sobremanera I Perisseúo (de Ttepi[perí] y vwooóg [neossós]) es intransitivo y significa (desde Hesíodo) rebasar, exceder, en ocasiones es transitivo, suministrar en abundancia, multiplicar. Perissós (de nepi-yÓQ [pen-tjós]) significa: a) más allá de lo acostumbrado, b) más allá de lo justo, c) que supera una medida determinada, y de ahí. a) ubérrimo; b) rebosante; c) sobrante, el adverbio perissós significa sobremanera. Perisseía, sobreabundancia, perisseuma, sobreabundancia, residuo, hyperperisseuo, ser abundante, en voz media tener abundancia (con TIVI [Uní], de algo), son formas pertenecientes al griego tardío y raramente atestiguadas, hyperekpenssós, -oü y hyperperissós, sobremanera, pertenecen totalmente al ámbito del helenismo bíblico y neotestamentano. II En los LXX el verbo perisseúo (poco frecuente) y sus derivados traducen casi exclusivamente palabras hebreas de la raíz yatar 1. a) Perisseía se encuentra únicamente en Ecl 1,3, significa generalmente ganancia, beneficios El hombre no saca ningún beneficio de todas las fatigas que lo fatigan bajo el sol El sabio y el necio (2,14b, 6, 8), el hombre y la bestia (3, 19) deben morir y ser olvidados Dios, en cuanto señor absoluto, obsequia con bienes terrestres (6, 2), y por tanto, el hombre debe disfrutarlos en actitud agradecida y no discutir a Dios el lugar que le ha sido asignado (6, 9 s). Esta sabiduría que reconoce la libertad del creador es la auténtica ganancia (7, 12 19, cf 2, 13 s, 12, 13) b) Perisseúo en 1 Mac 3, 30 significa una primacía, en 1 Sam 2, 33-36, tener descendencia, y además también significa tener abundancia (Eclo 11, 12) Según Eclo 19, 24, el que está demasiado seguro de su sabiduría está en grave nesgo de transgredir la ley c) Perissós, designa lo sobrante, el resto (Ex 10, 5,2 Sam 25,11), lo superfluo, lo inútil (Prov 2,15), pero también 10 extraordinario, lo sobresaliente (Dn 5, 12.14), la ventaja (Prov 14, 23). 1 El judaismo tardío espera para la época de la salvación la abundancia y la nqueza en todos los bienes apetecibles que hacen feliz al hombre descendencia numerosa, riqueza, rendimiento superabundante de las cosechas (cf Hen [et] 10, 17-19; ApBar 29, 5-8; St-B IV, 866 s), y también en otros bienes tales como la alegría (Hen[et] 51, 5 s), la justicia y la sabiduría (Hen[et] 48, 1), el espíritu y la vida divina (bib IV, 40 189, entre otros)

III En el NT este grupo de vocablos se emplea de un modo relativamente frecuente: perisseúo aparece 39 veces; perissós, con sus formas comparativa y adverbial, 37 veces; perisseuma, 5 veces; perisseía, 4 veces; las formas con el prefijo hyper, 6 veces en total; todos estos vocablos aparecen predominantenente en los escritos paulinos, también los encontramos sobre todo en los evangelios. A todas esas palabras les es inherente el aspecto de exceso que sobrepasa toda medida y de abundancia que rebasa todos los límites. Esa exhuberancia desbordante hace que todas las normas y reglas se queden cortas: lo comparable resulta incomparable. En cuanto al contenido, el uso neotestamentario de estos términos viene determinado por la idea de que la superabundancia del tiempo de la salvación fue reconocible y experimentable para un determinado círculo de hombres a través de la conducta de Jesús, mientras que, mediante su resurrección, lo fue para toda la humanidad. Es cierto que, al lado de ésta, se encuentra también una acepción no escatológica de estos vocablos. 1. a) En los evangelios hallamos el término perisseúo en su significación propia de tener en abundancia, sobrar: en Me 12, 44, se habla de la viuda, que entrega todo lo que tenía, mientras que otros dan algo de lo que les sobra, y en Le 12,15 se advierte contra la falsa confianza puesta en una gran fortuna; en Mt 12, 34 par se cita a este propósito el proverbio «lo que rebosa del corazón lo habla la boca». Cuánto más silencio prescribía Jesús sobre sus milagros, tanto más trascendían éstos (Me 7, 36). El misterio de su persona, al manifestarse a través de los milagros, impulsa a los hombres a dar testimonio

369

(nepiaasvco) Plenitud, sobreabundancia

público de él. La muchedumbre se maravilla sobremanera (Me 7, 37, hyperekperissós), así como los discípulos (Me 6, 51, hyperekperissoü). b) Evidentemente, Juan, el precursor de Jesús (Mt 11, 9), es más que un profeta; pero, comedido ante la victoriosa irrupción del reino de los cielos con la aparición de Jesús, se sitúa en el umbral de este acontecimiento. Con un poder único, Jesús llama hacia sí a los que están fatigados, para reconfortarlos (-»• descanso, art. ávanaüco [anapaúo]). Esto aparece con claridad en los relatos sobre la multiplicación de los panes y de los peces ante muchedumbres de 4.000 y 5.000 personas respectivamente, en el desierto (Mt 14,20; 15,37 par; Jn 6,12). En todas las redacciones del relato se pone de relieve la enorme cantidad de pan sobrante (Me 8,8: siete espuertas de sobras: mpioaEÓnaxa [perisseúmata], Jn 6,13: doce cestos con las sobras). Jesús puede obtener de su Padre más que Moisés en el desierto: él da algo más que el sustento cotidiano (cf. Ex 16, 18); en Jesús, los suyos hallan vida y satisfacción plena (Jn 10, 10: perissón). Aquí se hace patente que Dios es ubérrimo en gracia, y la pone a disposición de los que están extraviados (Le 15,17 emplea la imagen de la abundancia de pan). c) Este ofrecimiento sobreabundante es un exceso que sólo es proporcional al comportamiento recto, que ha de sobrepasar la -»justicia de los escribas (Mt 5, 20, esta 'superación se expresa con TZÁEIOV [pleíon]; cf. Mt 5, 47 s): a la perfección del Padre debe corresponder la perfección de los discípulos. Ante la radicalidad de esta exigencia, se hace apremiante la tremenda pregunta de quién puede satisfacerla verdaderamente (Mt 19, 25 par). A esta cuestión el NT responde diciendo que toda autoseguridad, toda riqueza en sentido amplio (Mt 19, 24), toda casuística farisaica (Mt 5, 37: lo que va más allá del sí y del no procede del mal; Mt 15, 4 s: relajamiento del mandamiento relativo a los padres) están excluidas; sin embargo, la fe debe confiar, pues para Dios todo es posible (Mt 19, 26), y, por consiguiente, él puede hacer posible la obediencia de la fe. En relación con la acción amorosa de Dios en Cristo, que rebasa todos los límites, el amor a Dios y al prójimo es más importante que la observancia del culto (Me 12, 33; ct. Le 20,47). Por pequeña que sea, la fe es ampliamente recompensada. Pero el que pudiese conocer el amor de predilección de Dios de un modo tan incomparable como el judaismo farisaico y no obstante lo rechazase ahora en Cristo sería digno de un juicio mucho más severo (Le 12, 48; Mt 13, 12). 2. a) En Rom Pablo echa mano con gusto de perisseúó y de sus derivados cuando habla de la -> gracia de Dios que justifica, para la cual no hay nada ni nadie inalcanzable: Dios es rico para todos los que le invocan (Rom 10,12). La gracia ha sido superior (5, 20: hyperperísseusen) a la -* ley, que tuvo validez durante un intervalo de tiempo para que proliferase el delito y así hacer patente nuestro -> pecado; ahora resplandece ella con más magnificencia (2 Cor 3, 10). Si en Adán dominó el pecado, en Cristo sobreabundó la gracia (Rom 5,15; cf. 10,4). Dado que este superávit o sobra (5,17: perisseía) de gracia no es sobrepasable, ya no puede haber lugar junto a él para ningún llamamiento a la plenitud de la ley (3,20). La superioridad (3,1, perissón) de los judíos consiste únicamente en que a ellos les fueron confiadas las promesas. No obstante, su negativa no podía ni puede impedir el curso triunfal de la gracia; esta negativa da lugar más bien a que ella —la gracia— se desborde ahora hacia los paganos (eperísseusen 3, 7; cf. 11, 11). De la misma manera que, tanto judíos como gentiles, quedan encomendados únicamente a la misericordia de Dios (11, 32), Pablo pide para los romanos que desborden de esperanza en el Dios gratuito (Rom 15, 13; eis tó perisseúein). Cf. Ef. 3, 20: Dios puede hacer mucho más sin comparación (hyperekperissoü) de lo que pedimos o concebimos. Según Ef 1, 7 s, esa inagotable generosidad es experimentada precisamente en el conocimiento de la obra salvífica de Dios en Cristo, que en todos opera y es válida para

Plenitud, sobreabundancia (nlfjSoc;)

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todo el mundo. La conciencia de participar en ella, de estar arraigados en ella, hace que los cristianos rebosen de agradecimiento (Col 2, 7). b) Al igual que el apóstol se ensañó en la persecución de las comunidades (Hech 26, 11) y fue asimismo un fanático de la religiosidad de la ley (Gal 1,14), ahora se dedica con la misma aplicación y entrega el progreso de la obra salvífica de Cristo y se esfuerza por el crecimiento y la santificación de las comunidades (cf. 1 Cor 15, 58; Flp 1,9.26; 1 Tes 3,12; 4,1.10; siempre jerisseúein). En 1 Tes 3,10 pide con toda el alma (hyperekperissoü) que le sea posible remediar las deficiencias de la -> comunidad a través de su presencia personal (cf. 2, 17). Los corintios son exhortados por el apóstol a utilizar sus dones para construir (-> casa) la comunidad y a abundar en ellos al servicio de la misma (1 Cor 14, 12: perisseúó). Se erige en protector de los débiles que se escandalizan ante la consumición de las carnes sacrificadas a los ídolos, y amonesta a los fuertes a no hacer uso de su libertad allí donde no signifique ninguna ventaja (8, 8). El apóstol mismo puede, según las circunstancias, pasar hambre o vivir en la abundancia (Flp 4,12.18). Se ha esforzado y ha sufrido mucho (nepiffao-iépax; [perissotérós]; 1 Cor 15,20; 2 Cor 11,23; 12,15), tendría más motivos de ensalzarse a sí mismo que sus adversarios (2 Cor 1, 12; 10, 8). Sin embargo, a él debe bastarle la fuerza que se manifiesta en la debilidad (2 Cor 12,9). Por eso, la prisión y los sufrimientos del apóstol dan ánimo para anunciar la palabra (Flp 1, 14; cf. Le 12, 4). c) Especial importancia adquiere perisseúó en conexión con la colecta para Jerusalén en la segunda carta a los corintios. Para Pablo, se trata de algo entre las comunidades, que prueba si este amor responde al autosacrificio de Jesús (8, 8 s). Es por eso por lo que alaba a las comunidades de Macedonia, porque, en medio de su extrema pobreza, su don ha hecho patente un derroche de generosidad para el sacrificio (énepíoaeuoev [eperísseusen]). Por eso les cae también en suerte una alegría desbordante (perisseía: 8, 2). El apóstol está convencido de que Dios da de un modo sobreabundante posibilidades de hacer el bien pues ello responde a su gracia desbordante (9, 8). En 9, 12 se hace patente que la colecta representa un vínculo decisivo entre la comunidad de Jerusalén y las iglesias de la gentilidad, pues origina una sobreabundante acción de gracias a Dios y, con ello, el reconocimiento de su obrar gratuito entre los gentiles. 3. La carta a los hebreos exhorta a la comunidad a permanecer consciente de su fin en medio de las dificultades y a prestar más atención (perissotéros) a la palabra de la promesa (2,1), pues Dios se ha mostrado sobre manera fiel a Abrahán en su juramento (6, 17); el salmo 110, 4 lo dice aún más claramente (7, 15); ambos pasajes utilizan nepiaaózepov [perissóteron], cuando sitúa a Cristo por encima de Melquisedec. En Sant 1,21 con la expresión nepiaasía. Koncíaq [perisseía kakías] no se alude al resto de maldad que aún hay que soportar, sino, en sentido literal, a una maldad descomunal, desmesurada. Th. Brandt •riXii&oc, [pléthos] abundancia, multitud; nXn&üvcú [pléthynó] llenar, colmar, crecer I El sustantivo pléthos (desde Homero) contiene la raíz pie-, llenar y significa la abundancia, la multitud, la multiplicidad, en contraposición a lo menudo o a lo singular; equivale, pues, a lo que ya no se puede contar un sinfín El verbo pléthynó (la terminación -DVOJ [-ynó] indica acción) significa llenar, colmar, y en sentido intransitivo estar lleno o llenarse El sustantivo, a) es usado como un concepto de medida general, tratándose de cosas —un gran numero— o de tiempo —una duración, un tiempo largo, b) referido a personas significa, una muchedumbre, un gentío, en el ámbito militar, las tropas, en el plano sociológico (en sentido peyorativo) la masa, que carece de criterio intelectual y ético, en una democracia, la totalidad de los que tienen derecho a voto, o bien la mayoría, que prevalece en las decisiones

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(izXfjSoq) Plenitud, sobreabundada

políticas, pueblo, población, una asamblea determinada (p ej la formada por los ciudadanos de Atenas), en la acepción que se le da en las colectividades religiosas, se utiliza como expresión de la totalidad de los miembros, la totalidad del grupo, de la comunidad Al sustantivo se le puede dar mayor énfasis mediante el plural (multitudes, hordas) o añadiéndole un adjetivo (p. ej muy grande). Pléthos se encuentra también como adjetivo en su triple grado, positivo, mucho, comparativo, la (gran) mayoría, superlativo, los más. De acuerdo con el uso del sustantivo, el verbo como transitivo significa acrecentar, engrosar, hacer algo con creces, como pasivo e intransitivo, multiplicarse, crecer, acrecentarse, henchirse. II Los LXX emplean pléthos casi 300 veces, plethyno unas 200 veces, la mayoría de los casos para traducir derivados de rabah, ser mucho, llegar a ser mucho (sust. rób, pluralidad, multitud) Sirven esencialmente para describir la plétora, la enorme abundancia del don divino, al bendecir la creación (Gn 1, 22.28), al prometer una gran descendencia a los patriarcas y al pueblo de Dios (Gn 17, 2 4,22,17; Ex 1,7.20; 32,13), al otorgar una copiosa prosperidad (Dt 28,11) y la salvación (Sal 5, 8; 31,20; 51,3, por parte del rey mesías: Sal 72, 7; prosperidad deseada: en la salutación de Dn 3, 31 y 6, 26). La plenitud de Dios en gloria (Só^a [dóxa]) y grandeza (¡isyulmaóvn [megalósyne] Sal 150, 2), ha de ser alabada, en cambio el hombre no tiene ningún motivo para confiar en sus propias fuerzas (Sal 33,16), ni el pueblo en el valor de sus guerreros (Os 10,13) o en la abundancia de sus sacrificios (Is 1,11; cf Dellmg, 276). Frente a la grandeza y sublimidad de Dios, por parte del hombre sólo encontramos una abundancia de culpa (Gn 6, 5; Am 4, 4; Eclo 5, 6, 23, 3.16). También es frecuente el uso del sustantivo rób, correspondiente al griego pléthos, en los textos de Qumrán. Así, se utiliza para designar la multitud de los miembros de la comunidad (1QS 5, 2.9, 6, 19) A menudo actúa de •refuerzo en un concepto salvífico: abundancia de la gracia, abundancia de la misericordia, abundancia de la salvación, etc.

III En el NT pléthos aparece 31 veces, 24 de las cuales (y una v. 1.) en los escritos de Lucas; plethyno, 11 veces, de las cuales 5 en Hech. En el NT las palabras de este grupo pueden servir, en primer lugar, para demostrar la abundancia del don de Dios: así se citan las afirmaciones veterotestamentarias sobre el crecimiento del pueblo de Dios (-»• pueblo, art. Áocóg [laós]; -> crecimiento, art. av^ávco [auxánó]); Hech 7,17 = Ex 1,7; Heb 6,14 = Gn 22,17; Heb 11,12 = Gn 15, 5): el «gran número» muestra, por otra parte, la abundancia de la promesa divina. Luego se encuentra en las fórmulas de salutación de 1 Pe 1, 2; 2 Pe 1, 2; Jds 2, la bendición neotestamentaria, que desea que los dones salvíficos divinos lleguen a ser operantes de un modo creciente en la vida de la comunidad. En Sant 5,20 y 1 Pe 4,8 (= Prov 10,12) se anuncia que el amor cristiano al salvador y al prójimo cubre un sinfín de pecados. Además, la expresión nXfjSoq á^iapri&v [pléthos hamartión] (el TM sobre Prov 10, 12 dice: «el amor disimula las ofensas») no intenta tanto poner de relieve cuántos pecados han sido cometidos (hechos constar numéricamente en la contabilidad celestial), sino más bien que el efecto purifícador de la acción a que se alude en los respectivos pasajes es particularmente grande. Según 2 Cor 9,10, Dios se cuida de que la caridad no empobrezca a nadie, sino que reporte copiosas bendiciones. En Lucas estos vocablos describen con frecuencia la gran eficacia de la acción de Jesús y del evangelio, que conmueve y pone en movimiento a las «masas» (Le 8, 37; Hech 14,4; 21,36) (Le 6,17 s par; 23,27; Hech 5,14.16; 14,1; 17,4). Ya en la pesca milagrosa de Pedro (Le 5, 6; Jn 21, 6) son prefigurados el fruto del evangelio entre los pueblos y la actividad misionera del apóstol. El verbo es utilizado ante todo cuando se anticipa cómo aumentarán los cristianos mediante la difusión de la palabra de Dios (Hech 6,1.7; 9, 31; 12, 24, en armonía con las palabras del AT, a la nueva creación y al nuevo pueblo escogido neotestamentario pertenece el «multiplicarse», como un signo de bendición). Lucas se sirve literariamente del sustantivo pléthos para poner claramente de relieve, junto a la muchedumbre anónima, a un círculo más pequeño de personas (Le 1, 10: el sacerdote y la muchedumbre; 2, 13: el ángel del Señor y los ejércitos celestes; 6, 17: los discípulos y el pueblo; Hech 6,2.5: los doce y los cristianos), para subrayar el conjunto de una muchedumbre («la totalidad»: Hech 4, 32; 14, 4; 23, 7), o bien la unanimidad de comportamiento de la misma (Le 19, 37; 23, 1; Hech 4, 32; 25, 24).

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Plenitud, sobreabundancia (nXrjpóm)

Junto a esto, pléthos tiene también en Lucas el significado de comunidad religiosa (los que participan en el culto a Dios: Le 1,10; Hech 19, 9; el grupo de los creyentes: Hech 4, 32; el pleno de los discípulos: 6, 2.5, 15, 12.30, 21, 22 v. 1.). Mt 24, 12 habla del fin de los tiempos, en el que los discípulos no deben desfallecer bajo la presión de las calamidades, sobre todo cuando el alejamiento de la ley divina, lo anticristiano (incluso dentro de la cristiandad) tomará unas dimensiones apenas soportables W. Bauder nXrjpow [pléroo] llenar, llevar a término, cumplir, consumar; izXrjprji; [plerésj lleno, completo, n/irjpcofioc [pleroma] plenitud, totalidad, avankr¡póco [anapleród] llenar, reemplazar, n?it]po(popecú [pleroforeo] llevar a cabo, convencer, nkr¡poepopía [pleroforia] abundancia, convicción plena, nip%Xr\p.i [pímplemí] llenar, colmar, ipnipnXnpi [empímplemi] llenar, henchir, saciar 1 1 Pieres y sus derivados se encuentran en el griego literario desde Esquilo, pímplemí desde Homero, pleroforeo, en cambio, se halla una vez, como forma tardía, en Ctesias (s II a C) La pluralidad de significados de todas estas palabras dimana de su raíz común nAtj- [pie-], lleno, plenitud Asi, pléroo, o también empimplenu, significa literalmente llenar un recipiente, el resultado de cuya acción se designa con pieres o pleroma, espec p ej cuando se habla de equipar una nave En sentido figurado satisfacer un deseo, escuchar una oración, aplacar la furia, la ira, satisfacer las apetencias Luego también, cumplir un deber, realizar un trabajo También reintegrar, pagar totalmente (remuneración, tributo), llenar un vacio completar (también reemplazando anapleród) Con sentido temporal, en pasiva transcurrir, cumplirse p ej un año completo (pieres), un numero completo de años (pleroma) 2 Al igual que el hombre puede estar lleno de dolores, alegrías, eros, virtudes también puede deciros He el q u « esta lleno de Dios (%/npnz SSOD [pieres theou], Polüx, Onom I, 15), es decir, que esta poseído entusiásticamente por Dios o inspirado por el (Polux, ibid 16) Asi, p ej se afirma de la pitonisa que pronuncia el oráculo estando ¡lena del espíritu de Dios (Orígenes, Contr Cels VII, 3) Ese estar lleno de Dios para vaticinar hay que distinguirlo de la idea de que Dios penetra el universo y lo llena (asi, Zeus Serapis en Aelius Anstides, Or 45, 21) No es preciso entender esto de un modo panteista, como parece probarse a partir de la existencia de tales expresiones en Filón Su «Dios que llena el universo» es, no obstante las influencias estoicas, un Dios trascendente (dualismo platónico), que llena el universo con su omnipresencia y omnipotencia (como en el AT) II 1 En los LXX con los verbos pléroo y pímplemí, que aparecen aproximadamente con igual frecuencia, asi como sus derivados, se traducen predominantemente formas derivadas de male', y, mas raramente, de saba', tamam y salém entre otras Se presenta la misma gama de significados que indicábamos en I en cuanto a su significado literal cf 2 Re 4,4, Gn 21,19,42,25, entre otros, Sal 96,11 y 98,7 en el giro el mar y lo que lo llena, Gn 1,28,9,1 el mandato dado al hombre, de llenar la tierra, cf Sal 24, 1 la tierra y lo que la llena En sentido figurado se encuentran pléroo y sus derivados para las siguientes acepciones escuchar las oraciones (Sal 20, 6), terminar un trabajo (1 Re 7, 51), pagar un tributo (2 Mac 8, 10 FKn)r\po(a [ekpleroo]), completar las palabras de otro (1 Re 1, 14), rematar el castigo pendiente (Sab 19, 4 npocxvanXnpoco [prosanapleroo]) 2 Con frecuencia pléroo (mas raramente pímplemí) esta en conexión con nociones temporales cumplir un tiempo, la mayoría de las veces en pasiva con sentido intransitivo transcurrir, terminar Por otra parte, se presupone que existe una cierta cantidad de -> tiempo, que debe acabarse necesariamente, ya que asi lo exige o lo determina la naturaleza (p ej Gn 25,24), un voto (Nm 6, 5), la ley (Lv 8, 33), o la palabra de Dios (cf los 70 años Jer 25,12,2 Cr 36,21) Es interesante en este concepto Tob 14,5 (7) Tobías ha dicho, v 4 (6), que Israel sena devastado hasta cierto tiempo (p¿xpi xpovov [mechri chronou]), pero Dios se compadecerá de el La casa de Dios también sera edificada de nuevo, aunque no sera como la primera Pero esta inferioridad solo sera temporal, existirá «hasta que los tiempos del mundo (asi BA, Smaiticus el tiempo de los tiempos) se cumplan» Entonces tendrá lugar el retorno definitivo y la casa de Dios sera edificada de nuevo en todo su esplendor «hasta todas las generaciones del eon (¿.nuevo')» En el fondo esta la idea de que Dios ha establecido un plazo para los hombres (cf a este proposito, Dn 12, 13 LXX) En un sentido similar, se habla en el AT del colmo del pecado, pues también aquí (si bien no se nombra expressis verbis la palabra misma) se piensa en una medida que ha de ser colmada, p ej Gn 15,16 pues (la medida) de los pecados de los amorreos aun no ha llegado a su colmo El Uegar-al-colmo de sus pecados significa

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(nAnpócS) Plenitud, sobreabundancia

para los cuatro reyes impíos el fin de su dominación (Dn 8, 23). A este respecto, es muy aclaratoria la visión teológica de 2 Mac 6, 12-16: la desolación del pueblo de Israel es solamente un castigo de Dios, que sirve de advertencia (v. 12), pues, de este modo, Dios quiere preservar a los pecadores de un castigo definitivo (v 13). Ellos son conscientes de que el Señor no obra con ellos del mismo modo que con los otros pueblos, a los que perdona hasta que hayan llenado la medida de sus iniquidades, para entonces castigarlos, a ellos, en cambio, les impide que vayan demasiado lejos, para así no tener que ejercer, en último extremo, su venganza (v 14) 3. Aparece un uso específicamente veterotestamentano del concepto cuando se dice que la palabra de Dios anunciada por los profetas llega a'su cumplimiento, cf Esd 1, 57 (anaplerosis), 1 Re 2, 27; 2 Cr 36, 21-22 (pleróó). Es Yahve mismo el que lleva a efecto lo que ha vaticinado (1 Re 8, 15.24) 4. Sobre el estar lleno (empímplemí) del espíritu de Dios, se habla de muchas maneras. Es la característica de los profetas (Eclo 48,12) y puede ser transmitido mediante la imposición de manos (Dt 34,9). Los hombres diestros han sido llenados por Dios con un espíritu, con el espíritu de sabiduría y de habilidad (p ej. Ex 28, 3, 31, 3) La plenitud del espíritu cae también en suerte a aquéllos que buscan al Señor y estudian la ley (Eclo 39, 8), de tal manera que instruyen a los otros en la sagrada Escritura (v 9 s) También el que refrena su lengua es llenado por el espíritu (Prov 15, 4 LXX). Cuando Sab 1, 7 dice «el espíritu del Señor llena la tierra», esto no hay que entenderlo de un modo panteísta (como tampoco en Filón, cf I), sino que es, más bien, una confesión de que Dios lo escucha y lo conoce todo y castiga el pecado (cf. el contexto) De un modo análogo el texto de Jer 23, 24 «no lleno yo el cielo y la tierra''», alude *a que Dios lo ve todo Que Dios se revelará plenamente se expresa en la frase de que su gloria (kabód = Sóíx [dóxa]) ha de llenar o ha llenado la tierra (cf Sal 72, 19, Is 6, 3, Nm 14, 21). Al principio, esta gloria de Yahvé estaba circunscrita al santuario (Ex 40,34-35), al primer templo (1 Re 8,10-11,2 Cr 5,14,7,1) y al segundo (Ap 2, 9), o no era cognoscible en su plenitud, pero, al final de los tiempos sí lo será, «cuando toda la tierra se llene del conocimiento de la gloria del Señor» (Hab 2, 14- pímplemi) 5. Los escritos de Qumrán utilizan la mayoría de las veces malé" para caracterizar la terminación de un período de tiempo (p. ej. 1QS VII, 20.22), pero también en un sentido claramente escatológico. todo ser y acontecer se cumple de acuerdo con un plan establecido, dispuesto ya por Dios (1QSIII, 16, cf 1QM XVII, 9) Para la época mesiánica se espera que Dios llenará su tierra con toda clase de bendiciones y se acumulará en Jerusalen la riqueza de los pueblos (1QM XII, 12 ss; cf. XIV, 4)

III En su pluriforme uso de estos vocablos, el NT tiene mucho en común con lo que se ha aducido ya en I y espec. en II. Un significado próximo al literal tienen generalmente el verbo pímplemi y su compuesto empímplémi, ambos utilizados predominantemente por Lucas: el primero, para caracterizar, de un modo plástico-objetivo, la donación del espíritu ya expuesta; el otro, para describir de un modo también muy plástico el acto de saciar o estar saciado (sobre la última, cf. Le 1, 53; 6, 25). Pléróó no sólo se encuentra frecuentemente y con variedad de sentidos (86 veces) a causa de su significación más amplia, sino también porque es casi un terminus technicus en conexión con el cumplimiento de la Escritura y tiene una importancia teológica fundamental, en cuanto que designa el cumplimiento escatológico del -> tiempo. Plérés, fuera de los testimonios literalmente sinópticos, sólo se emplea en los escritos de Lucas y en los de Juan y con referencia al hombre: al igual que puede afirmarse de él que está lleno de -» fe, lleno de buenas -> obras, etc. (cf. solamente Hech 6, 3.5; 9, 36). Tienen una significación muy próxima a -> mpiaasüco [perisseúo] el verbo pléroforéó y el sustantivo pleroforía (en total aparecen 10 veces), aunque, para ambos vocablos, hay muchas traducciones posibles. 2 Tim 4, 5.17 emplea el verbo para designar la relación del ministerio de la predicación. Con respecto a pleroforía, se duda sobre si debe traducirse literalmente como abundancia, plétora, o con un sentido figurado, como certidumbre, convicciónfirme.Lo mismo ocurre con plérdma, en donde no siempre es fácil decidir si este vocablo ha de entenderse de un modo verbal, como acontecimiento, o de un modo más bien objetivo-sustantivado. El término aparece sobre todo en Pablo. Dado que hay pocos pasajes en que se emplee en un sentido literal (pleróo: Jn 12, 3; Hech 2,2; pímplemi: Le 5,7; incluso compuestos como avuiiknpóco [sympleróó]: Le 8, 23, etc.), fundamentalmente podemos fijar nuestra atención sobre el uso más teológico del concepto cumplir.

Plenitud, sobreabundancia {nXnpóaí[grafaí] Me 14,19; -> escritura), de todo lo que está escrito (Le 21, 22); con estas expresiones se hacía referencia quizá a la totalidad del AT (Le 24, 44: Moisés, profeta, salmos), pero, en especial, se tenían presentes los escritos de los profetas (Mt 26, 56) La mayoría de las veces se cita un pasaje del AT dentro del texto y se introduce con la expresión «como se dice (xó pn&év [tó rhethén]) en» (Mt 10 veces) o con «la palabra» (ó Xóyoc, [ho lógos] Jn 12, 38; 15, 25), «la Escritura» (es decir, el pasaje de la Escritura, r¡ ypoupt] [he graphe] Me 15, 28; Jn 13,18,17,12; 19,24 28.36, Hech 1,16, Sant 2, 23, cf. Le 4, 21). Como hemos dicho, lo que se cita se encuentra a menudo en los profetas, de tal manera que puede hablarse también del cumplimiento de la profecía (Mt 13, 14: f\ npo profeta). Los profetas cuyas palabras se citan como «la Escritura», son nombrados, en ocasiones, de un modo explícito (Isaías es citado 4 veces en Mt; cf también Jn 12, 38-41; Jeremías en Mt 2, 17, 27, 9; cf. II, sobre 2 Cr 36, 21), otras veces se alude a ellos con la expresión «el profeta» (Mt: 5 veces), pero en Mt se caracteriza explícitamente su actividad como subordinada (día. [día] = por medio de, por boca de, 10 veces). Detrás de la Esentura o del pasaje esta Dios mismo como verdadero autor (únó [hypó], por, cf 1, 22, 2, 15). Es Dios el que lo ha anunciado previamente (Hech 3, 18). c) De la misma manera que Dios es el autor, puede decirse igualmente que Dios es el que cumple la palabra anunciada por él, esto halla su expresión en la paráfrasis que a menudo aparece en la forma pasiva semitizante cumplirse. Que Dios es realmente el que lleva a cabo este cumplimiento se hace patente en Hech 13,33, e igualmente en 3,18 Que, a pesar de ello, no se excluye la participación del hombre, se dice en Hech 13, 27 los habitantes de Jerusalén. «al condenarlo, cumplieron las profecías que se leen los sábados». Junto a esto, se habla también en el NT del cumplimiento de las palabras de un ángel (Le 1,20) y de las palabras de Jesús (ambos casos en Jn 18. vv 9 y 32). En la valoración del testimonio de la Escritura hay que tener en cuenta que, desde el presente entendido escatologicamente, nos remontamos al pasaje veterotestamentano y no a la inversa (cf el KQ yéypanxai [kathós gégraptai], que aparece con frecuencia, p ej. en Me 1,2; Le 2,23 y passim) Generalmente se toma como base la versión de los LXX, no el texto hebreo Algunos pasajes de la Escritura son entendidos como anuncios misteriosos de los acontecimientos definitivos que ahora hacen su irrupción (-> misterio; -* revelación, art. ánoKáXü\¡jiá.c, [ereunáte tas graphás], escudriñad las escrituras: Jn 5, 39), se desarrolla entonces la forma que consiste en aportar el testimonio de la Escritura, tal como se presenta en Mt. Pero incluso aquí, en contraste con el judaismo, nos encontramos con una sorprendente libertad ante el texto del AT y hay que reconocer que la posición de Jesús frente a este texto era crítica (cf. Mt 5,17; Me 10, 2 ss). Pablo distingue asimismo entre el espíritu y la letra (2 Cor 3, 7 ss). A veces él explica las palabras del AT de un modo alegórico (1 Cor 9, 9), como ocurre en la interpretación secundaria de la parábola (cf. Me 4, 13-20). La carta a los hebreos es una homilía en toda regla, es decir, una explicación punto por punto de fragmentos de la Escritura relacionados entre sí. 2. El cumplimiento del -> tiempo a) En un sentido general, cumplirse (en el NT empleado únicamente en forma pasiva) el tiempo es un mero acabarse, llegar a su vencimiento. Esto se expresa con los verbos pimplémi (Le —infancia de Jesús— 1, 23.57; 2, 6.21.22; 2, 43: xe.Xéco [teléó]) y pleróó (Hech 7,23.30; 9,23; 24,27; cf. 19,21). Son días (5 veces) o años (3 veces), que pasan, * o es el momento (Le 1, 57), que ha llegado. Probablemente se atribuye al verbo pleroforéó (Le 1, 1) una significación temporal («los hechos que se han cumplido [NB: verificado] entre nosotros»). En Hech 21, 26, el sustantivo cumplimiento (plereforía) pertenece también a esta categoría. b) Más preñado de sentido es el concepto de cumplimiento en Le 21, 24, en donde el cumplimiento del juicio sobre Jerusalén se circunscribe «hasta que la época de los paganos llegue a su término» (cf. Tob 14 en II, 2). Más todavía que en lo dicho en a), permanece viva aquí la idea de que Dios (sobreentendido en la pasiva) determina el período de tiempo y la coyuntura. El -> tiempo tiene una función en el plan divino. En Le 9, 51 y Hech 2, 1 se sirve Lucas del compuesto sympleróo (en pasiva): los días de su acogida (aváXnp.\¡JK [análempsis] estaban para cumplirse (NB: «iba llegando el tiempo de que se lo llevaran»); análogamente en Hech: la venida del espíritu (v. 2) se cumple el día de Pentecostés (v. 1), es decir, Dios es el que determina este tiempo. c) «Se ha cumplido el plazo» (mnlrjpcúxai ó KoupÓQ [peplérótai ho kairós]), así expresa Me 1, 15, la trascendental recapitulación de la primera predicación de Jesús: el término establecido por Dios y esperado por Israel se ha cumplido ahora. De ese modo Me 1, 15 se aproxima a Le 4, 21. En Jn Jesús dice en cambio: «no ha llegado aún el momento» (Jn 7, 8: ó épóg Kaipóg [ho emós kairós]). Si bien el tiempo ha comenzado a transcurrir, o sea que está ya en marcha el tiempo de la acción de Dios en Cristo, el acontecer de la vida terrestre de Jesús está totalmente en las manos de Dios; de este acontecer no puede disponer el hombre, ni siquiera el mismo Jesús (cf. Jn 2,4; 7,30; 8,20); más tarde se hace esto patente para Jesús (Jn 12, 33; 13, 1; 17, 1). d) Pablo usa en este contexto (Gal 4, 4) el sustantivo pleroma: «al llegar la plenitud de los tiempos (NB: cuando se cumplió el plazo), envió Dios a su hijo», y esto comprende su nacimiento (v. 4) y su muerte (v. 5). Esto no sólo significa que se ha cumplido un plazo o que se ha llegado a un instante fijado, sino más bien que, en la economía salvífica divina, el tiempo humano ha llegado a su término. Por eso, en Ef 1, 10, pone Pablo en relación la oiKOvop.íct [oikonomía], la economía (-> casa), con el pleroma de los tiempos (kairós), es decir, el proyecto que Dios tenía, con la plena realización de la historia humana (NB: «conforme al... proyecto que él tenía para llevar la historia a su plenitud»). Con ello quiere poner de relieve lo siguiente: el acontecimiento de Cristo no se halla en la esfera de las condiciones y posibilidades humanas, sino únicamente en el designio de Dios (v. 9).

Plenitud, sobreabundancia (nXnpóoj)

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3. El cumplimiento de la voluntad de Dios a) Cuando en el NT se habla del cumplimiento de la -* ley, se trata siempre de una idea fundamental amar es cumplir plenamente la ley (Rom 13,10: pléróma, -> amor, art áyánn [agápé]), «pues el que ama al otro tiene cumplida la ley» (nenAr¡p(omv [pepleróken], v 8). También en Gal 5,14 dice Pablo que la ley entera queda cumplida con un solo mandamiento, el de «amarás a tu prójimo como a ti mismo», que esta escrito en Lv 19,18 (cf Mt 22, 39; Jn 13, 34) Esto puede significar en concreto: «arrimad todos el hombro a las cargas de los otros, que con eso cumpliréis la ley de Cristo» (ávtxnAnpáoete [anaplérósete]). b) En Mt 5, 17 dice Jesús expresamente que él no ha venido a derogar la ley o los profetas, es decir, las Escrituras, a través de las cuales Dios ha dado a conocer su voluntad, sino a dar cumplimiento Tal como se intenta resolver la tensión entre las palabras de 5, 18-20 y 21 ss, es claro que el cumplimiento no debe ser entendido de un modo meramente formal, sino que, también aquí, el motivo fundamental es el amor. Jesús ha mostrado este amor en que, desde el principio (Mt 3,15), cumplió «toda justicia» (NB «todo lo que Dios quiere») c) La exigencia del derecho propia de la ley perdura, pero su aspecto mortífero ha sido suprimido, por la justicia de Cristo (diKtx.í(op.a [dikaíoma]) nos ha llegado la justificación (Rom 5, 18; NB: «el acto de fidelidad de uno solo resultó en el indulto y la vida para todos los hombres»). La misión del Hijo de Dios y la sentencia contra el pecado en su carne mortal (8, 3), tiene, sin embargo, la finalidad de que «la existencia (dikaíoma) contenida en la ley pueda realizarse en nosotros», y la posibilidad de ello radica en que los cristianos no procedan dirigidos por los bajos instintos, sino por el espíritu (v 4) 4. Estar lleno del espíritu De esto se habla en conexión con pímplemí y pleróo solamente en pasiva (Dios es el dispensador); junto a éstos, aparece el adjetivo pleres. El concepto es específicamente lucano. Pablo ha desarrollado una pneumatología distinta de la de Lucas (sobre este tema cf -> espíritu, -> solidaridad, art. '¿ico [echo]). a) Le 1 utiliza el verbo pímplemí (v. 15). Juan «se llenará de Espíritu santo» desde el seno de su madre, asimismo sus padres, Isabel (v. 41) y Zacarías (v 67), están llenos del Espíritu santo en sus profecías. b) Le 4,1 a narra que Jesús, después del bautismo, volvió «lleno del Espíritu santo» Por el pasaje paralelo de Me 1, 12 consta que, en la tradición más antigua, existía una representación dinámica y diferente (la veterotestamentana) el espíritu, como una fuerza personal, empuja (EK^ÍAXEI [ekbálleí]) a Jesús hacia el desierto (cf. la donación temporal del espíritu al jefe cansmático en Jue) En Le, en cambio, esta presente la idea de que, con el bautismo, es conferido el espíritu en un acto particular, como un poder milagroso que permanece constantemente en el que lo ha recibido c) Lo que hasta pentecostés, fecha decisiva para la iglesia universal, sólo había caído en suerte a unos pocos privilegiados, se convierte desde este día en el signo distintivo más importante de la -> iglesia de judíos y gentiles Según Hech 2,4, todos estaban «llenos del Espíritu santo», lo cual se manifiesta en el don de lenguas. La conexión de estar lleno (mp.nkávai [pimplánai]) con hablar aparece también en 4, 8 y 4, 31 (así como en 13, 9); este vínculo quiere decir que la plenitud no es en sí misma un tiempo, sino la condición para hablar con libertad en la situación de misión (cf espec. Hech 4, 31). Si bien el estar llenos del espíritu parece ser, sobre todo, una característica de los cristianos, es puesto espec. de relieve en algunas personas, tales como Esteban (Hech 6, 5 10, 7, 55), Pablo (9, 17), Bernabé (11, 24)

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{nXnpów) Plenitud, sobreabundancia

d) Hech 6 muestra que, en conexión con el don del espíritu, se confiere claramente una multitud de dotes que los cristianos poseen de modo diferente: sabiduría (v 3 10), fe (v 5), gracia y poder (v 8). «Lleno de gracia» (itM¡pr\q, xoipnoq [pleres chantos]) es un giro específicamente lucano (8 veces en el evangelio, 17 veces en Hech, -» gracia, art. XV-PK [chans]) Sobre Hech 13, 52 cf -» alegría, art. ^aíptu [chairó] Sin el espíritu, el hombre puede estar lleno de cualidades perversas, de ira (Hech 19, 28, Le 4,28), furor (Le 6,11), envidia (Hech 5,17,13,45), esto, por regla general, se expresa en conexión con el verbo púnplémi Pedro, lleno del espíritu, desenmascara a -» Satán como autor en última instancia de estos pecados (Hech 5, 3,13, 9) Es claro que no existe ninguna posición neutral del hombre entre Cristo y Satán (cf. Le 11, 23 ss) e) En esta alternativa considera también Pablo al hombre, o aporta «el fruto del espíritu» o «acciones que proceden de los bajos instintos» (Gal 5, 19 22) Esto resulta evidente también en Flp 1, 11, en donde Pablo exhorta a la santificación y llega hasta a decir que los fihpenses deben llenarse del «fruto de la justicia» que Cristo ha obtenido para ellos. Pero aquí aflora, al mismo tiempo, toda la pneumatologia paulina estar llenos de la fuerza del espíritu significa que «el espíritu nos da vida» (Gal 5, 25), que «existimos * en Cristo» y tenemos el modo de pensar del Señor (1 Cor 2, 16), y en cuanto miembros del cuerpo de Cristo, somos inundados por la abundancia de los dones de la gracia (-> nepiGOEDCú [pensseúo] ) 5. La plenitud de Cristo Hay en el NT algunos pasajes en los que se habla de la plenitud de Cristo; surge también entonces la palabra plérdma, cuyo significado no es fácil de determinar de un modo inequívoco, en Rom 11,12 25, es p ej, el todo, la totalidad (reintegración total, NB: «afluencia en masa» en 15, 29 designa la plenitud (NB «la plena bendición»), en Rom 13, 10, se refiere a la plenitud de un modo activo (pleno cumplimiento, cf supra) a) En Jn 1,16 se dice de la -> palabra (cf. art Aoyoc. [logos]) hecha carne que posee la plenitud, sobre eso había hablado ya el v 14, en donde se designa al lógos como «lleno de amor y lealtad» Esta plenitud no constituye un misterio gnóstico del mundo celeste, sino que, como la gloria (doxa) en el v 14, es -> revelación los hombres pueden contemplarla y pueden recibir esta gloria, participar de ella b) Según Col 2, 9, en Cristo habita la plenitud total de la divinidad (cf 1, 19) Esta plenitud, que fue descrita en 1, 15-18, está referida totalmente a la cruz (v. 20), la muerte (v 22) y la resurrección (v 18), por eso los creyentes están llenos de él (2, 10), ya que, mediante la fe (2,12 ss), su cruz, su muerte y su resurrección reconcilian también su vida, la remuevan y la hacen participar del triunfo c) Los creyentes participan de esta plenitud (Col 2, 10), pero Ef 3, 19 nos muestra que este hecho de la historia de la salvación no excluye su propia colaboración a la plenitud el conocimiento del amor de Cristo ayudara a penetrar cada vez mas en la riqueza de esta plenitud Este conocimiento no es aquí inmediatamente evidente, tiene un supuesto- la construcción de la comunidad en cuanto cuerpo de Cristo, a través del servicio, debe llevar a realizar la unidad de la fe y, con ello, el conocimiento del Hijo de Dios. Esto debe proseguir hasta la totalidad del conocimiento de la fe, que ya no se deja zarandear por cualquier ventolera de doctrina (4, 14) Semejante conocimiento de la fe tiene su garantía en Cristo, que llena totalmente el universo y tiene su complemento en la iglesia, que es su plenitud (1, 23) 6 Colmar la medida de la iniquidad Decíamos antes (cf II) que el colmar la medida de la iniquidad se refiere en el AT a los paganos, Tob 14, 5 la limita a ellos y argumenta que Dios, en cambio, protege al pueblo

Plenitud, sobreabundancia (xcopéco)

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de Israel. En Mt 23, 32 Jesús dice expresamente a los judíos que ellos colman la medida (xó fdrpov [tó métron]) de sus padres, es decir, que son tan pecadores como sus padres, o que completan lo que aún les falta de iniquidad. En 1 Tes 2,16 dirige también Pablo esta expresión contra los judíos: «esos que estorban que hablemos a los paganos para que se salven, colmando (la medida) de sus pecados (anapleróo)». 7. Llenar una ausencia En las cartas paulinas los verbos anapleróo (1 Cor 16, 17; Flp 2, 30), ávcavanXnpóa) [antanapleróo] (Col 1,24) y npooa.vanXnpó [prosanapleróó] (2 Cor 9,12; 11,9), están en conexión con úc¡xépnpa. [hystérema], ausencia, falta (sing. y pl.), con lo que la expresión significa en conjunto suplir lo que falta (a uno). Así, en el primero de los pasajes, para Pablo, los tres hermanos suplen la ausencia de la comunidad; algo semejante ocurre en el segundo pasaje: Epafrodito sirve a Pablo en ausencia de la comunidad y como sustituto de ella, o quizá: él completa lo que le faltaba a Pablo en su servicio. En Col 1, 24 se trata probablemente de que ahora existen todavía «penalidades» de Cristo (-> persecución, art. B2.I\¡/IQ [thlípsis] III, 2), pues las angustias de la iglesia no han de ser eliminadas por las de Cristo. No todas las tribulaciones han sido padecidas por el Jesús histórico, queda todavía una porción restante para los miembros del cuerpo de Cristo, es decir, para la iglesia. Pablo experimenta en su servicio (vv. 23.25) el gran sufrimiento que le corresponde, supliendo en cierto modo las tribulaciones que faltan: hay una cierta medida de -» sufrimiento para el cuerpo de Cristo, y por eso puede alegrarse así de su propio sufrimiento, ya que, de ese modo, anticipa en parte el sufrimiento de la comunidad. 8. La alegría perfecta En el evangelio de Juan y en sus cartas aparece con frecuencia la conexión entre -* alegría (chara), como sustantivo, y el verbo llenarse (pleróó, en pas.). Esta alegría es la alegría de JeSÚS (Jn 15, l i a ; 17, 13), que surte efecto en sus discípulos (15, 11, 17, 13), a

través de su venida (3, 29), sus palabras (15, 11; 17, 13) y su nueva venida (16, 22), de tal manera que la tristeza (que llena los corazones de los discípulos: 16, 16) se convertirá en gozo (16,20). Así la alegría de Cristo se convertirá en su alegría (15,11; 16,24; cf. 1 Jn 1,4). Con la marcha de Jesús esta alegría logrará su vida propia en los discípulos: será completa, perfecta (3, 29; 15,11; 16,24; 17,13; 1 Jn 1,4; 2 Jn 12). La forma pasiva subraya el hecho de que el verdadero autor de esta alegría (-> alegría, art. xaípco [chairó]) es Dios. R. Schippers Xcopéco [choreó] dar cabida, acoger, lograr 1 Choreo es una derivación verbal de x nxmxóc, [ptóchós] para designar, no solamente la situación del hombre en su entorno, sino, de un modo especial, su situación ante Dios, ante el cual ha de presentarse desprovisto de todo. Pénés sólo se encuentra en 2 Cor 9, 9 y es una cita del Sal 112, 9; cuando aquí se dice que el que teme a Dios «da a los pobres», esto, si tenemos en cuenta el significado del hebreo 'ebyón, alude claramente a los necesitados. Penichrós sólo aparece en Le 21, 2, en donde se dice de la viuda que echa su ofrenda que es «muy pobre» (en cambio, el paralelo Me 12, 42 utiliza el término %x(ojr\ [ptóche]). L. Coenen

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(névtiQ) Pobre

ntcoxó? [ptochos] pobre, nxmx&óco [ptocheuo] ser pobre, mendigar; nxtoxeía. [ptocheia] pobreza 1 1 Ptochos pertenece a la familia de nxn- [pte], acurrucado nxi}aaco [ptésso], asustarse, nxwcoco [ptosso], acurrucarse, rncímarse, humiííarse con temor, nxmi [ptox], tímido, encogido Literariamente se utiliza a partir de Homero (s VIII a C) y designa la situación de dependencia social absoluta mendicante, mendigo, necesitado, pordiosero, pobre Sustantivado, el vocablo se usa aun con mas frecuencia que como adjetivo, puede ir unido a ivtjp [aner] y tiene el significado de mendigo El termino contrario, que a menudo aparece en conexión con el es plousios, «rico», «hacendado» En el griego profano el sentido figurado mas próximo es miserable, necesitado, mezquino, tacaño incapaz de dar nada (solo a partir de Dionisio de Halicarnaso, s I a C) Los derivados mas importantes son ptocheuo mendigar, llevar vida de mendigo, ser mendigo, ser pobre ptocheia la actividad del mendigo, el mendigar, la mendicidad, la pobreza 2 En el ámbito griego primitivo la pobreza no es considerada como algo deseable desde el punto de vista religioso, ni otorga una cuahficacion especial delante de la divinidad, ni sitúa a aquellos que la sufren bajo la especial protección de los dioses La beneficencia, sobre todo para con los que han quedado empobrecidos por reveses de fortuna, es»-practicada como una virtud por aquellos que poseen bienes de fortuna, ya que esto es provechoso para la sociedad, pero en cambio no tiene valor desde el punto de vista etico-religioso Tampoco existe ninguna asistencia publica especial en favor de los pobres En la filosofía griega postenor la pobreza es . considerada, en parte, como una condición favorable para la practica de la virtud El ideal mas elevado de la vida es obrar virtuosamente en medio de la pobreza, superando todos los condicionamientos materiales de la vida II 1 En la versión de los LXX ptochos (ca 100 veces) reemplaza a los 5 equivalentes hebreos siguientes (de a] hasta d] casi sinónimo de -• 7i£vr;g [penes]) a) 37 veces a 'ani, en cuyo significado etimológico (raíz 'andh responder) resuena todavía la comprensión dinámica del concepto Designa al hombre que, en cada situación y con respecto d una persona concreta con la que se esta en relación (el «partner»), esta obligado a dar una respuesta el subordinado, el vasallo Cuando se trata de una relación de dependencia económica se añade expresamente b) o c) (cf mfra) Cuando se prescinde de esta relación tiene el significado genérico de humilde, misero, debü, que casi siempre es sinónimo de pobre, desposeído (sobre todo en el pentateuco) Que la causa de esta pobreza esta en la carencia de bienes patrimoniales o en el atropello y no en las propias faltas, lo muestra el hecho de que su contrario no es la riqueza, sino la violencia A partir de aquí resulta también comprensible el que Yahve el juez de Israel proteja a estos pobres (cf infi-a 2 y 3) y al que ellos confien y pongan su esperanza únicamente en el Cf también -> humildad (izpwg [pravs] IIJ b) 22 veces a dal, sobre todo en las profecías de Amos, en Sal y en Prov Dal significa débil en sentido material, y luego designa la situación social de la clase inferior sobre todo, del pueblo, que es pobre, desdichado, insignificante c) 11 veces a ebyón, que se aproxima mucho al significado usual de ptochos y designa al que pide limosna, al mendigo También tiene el significado genérico de (muy) pobre, vagabundo La expresión 'am vf ebyon expresa —espec en Sal— la actitud del que ora ante Dios (7 veces, p ej Sal 35,10, 86,1 LXX nxwxoq KOÜ rtevtjc, [ptochos kai penes] L desdichado y pobre) «El orante es vasallo ('ani) de Dios y por eso adopta ante el una actitud suplicante ('ebyon)» (Bammel, 889) Cf la conocida frase de Lutero «la verdad es que somos mendigos» d) 11 veces a ral, que se utiliza exclusivamente en un sentido económico-social pobre, necesitado, indigente (a veces se traduce también por penes d 2 Sam 12,3), es uno de los vocablos predilectos de la literatura sapiencial, en Prov aparece con mucha frecuencia en contraposición a «rico» (p ej Prov 13, 8, 14, 20) e) En los escritos tardíos del AT el vocablo misken y sus derivados el subordinado, el inferior (cf también Ex 1, 11, literalmente las ciudades de los trabajos forzados = ciudades granero), que incluso hoy son utilizados por los mendigos orientales para denominarse a si mismos, han reemplazado a am, al atenuarse su significado Pero solo en Eclo 30, 14 se traduce misken por ptochos y en Dt 8, 9 (redaccional) el sustantivo derivado miskemut, indigencia por ptocheia Partiendo del contenido de los equivalentes hebreos, ptochos ha ampliado su significado en los LXX, sobre todo en el sentido económico-social y religioso 2 Puesto que Israel es y continua siendo la tierra de Yahve, no debe existir en su pueblo una pobreza duradera Por eso el libro de la alianza (Ex 20,22-23,19) nos presenta el siguiente programa que, si bien raras veces ha sido puesto en practica, ha conservado siempre su vigencia en Israel a) El israelita que, como consecuencia de sus apuros económicos, se ha visto obligado a venderse como esclavo, deberá recobrar su libertad en el año sabático (Ex 21, 2) b) En el año sabático, el año en que se deja la tierra baldía, el producto de la misma pertenece a los pobres (Ex 23, 10 s) c) La explotación y la opresión de los pobres esta prohibida (Ex 22, 22-26) d) Tampoco deben pisotearse los derechos del pobre (Ex 23, 6 ss) El mismo Yahve se proclama a si mismo protector de los pobres (Ex 22, 27 b) y recuerda a Israel su acción liberadora en favor de el, que puso fin a su situación de dependencia en Egipto (Ex 22, 21 23, 9)

Pobre (mwxóq)

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3 Con motivo del transito de una economía primitiva, basada en el canje de mercancías, a una economía mas avanzada, basada en el patrón pecuniario, transito que tuvo lugar en la época de los reyes, muchos agricultores pasaron a depender, en el aspecto financiero, de la población urbana El empobrecimiento de amplias capas del pueblo se convirtió en un seno problema social, pero también religioso (violación de la ley de Dios) De aquí que los profetas, sobre todo los mas antiguos, Amos (2, 7, 4, 1, 5,11, 8, 4), Isaías (3,14 s, 5, 8 s, 10, 2) y Miqueas (2, 2, 3, 2 ss), luchen en nombre de Dios contra la injusticia social, contra la explotación de los campesinos y en favor de los pobres, y amenacen con el juicio de Dios a los responsables de ello, a los ricos Solo a partir de esta situación histórica se explica el uso del concepto de pobre, desdichado, en los salmos pobre es el que padece injusticia, y es pobre porque otros han menospreciado la ley de Dios, poíeso, en cuanto humilde y desamparado, se vuelve en oración hacia Dios, pero no solo como si se tratase de cuestión personal, sino plenamente consciente de que, en ultimo extremo, se trata de un asunto de Dios Asi, de la autoidentificacion del que ora con el pobre a lo largo de generaciones, tanto en las lamentaciones como en los cantos de acción de gracias (Sal 25,16,40,18,69,30,86,1,109,22), se ha derivado paulatinamente el uso especifico déla palabra «pobre» como autodenommacion de todos aquellos que, en un caso de extrema necesidad, se vuelven a Dios en busca de ayuda Dios es alabado como protector de los pobres (Sal 72 2 4 12 ss, 132,15 y passim), que hace justicia a los oprimidos contra sus enemigos (Sal 9, 10, 35, 37, 74, 140) Finalmente, Dt esboza un programa de reformas sociales, que se inspira en el fuero vigente en la época del desierto y según parece solo pudo ser aplicado durante un decenio Contiene disposiciones que se orientan propiamente a la protección de los pobres (Dt 15, 1-18, 24,14 ss y passim, aquí no aparece ciertamente ptochos y, por lo general, se usa la palabra «hermano» como termino técnico para designar a los miembros pobres del pueblo) Desde el exilio, Ezequiel ve el derrumbamiento del remo que aun resta como un castigo de Yahve por las injusticias cometidas con los pobres y los desvalidos (Ez 22, 29) La calamidad del exilio hizo que durante algún tiempo los conceptos de «pobre» y «desvalido» se convirtiesen en una autodenommacion colectiva del pueblo Asi, hay una serie de promesas escatologicas llenas de esperanza que emplean estos términos al hablar del futuro del pueblo (Is 29, 19, 41 17, 49, 13 51 21 s, 54, 22 ss, 61 1 ss) De una densidad religiosa mucho menor son los testimonios de la literatura sapiencial sobre los pobres, que poseen muchos matices y son muy diferentes entre si, van desde la interpretación de la pobreza como una falta personal (Prov 6,6-11,23,21) y el temor ante ella (Eclo 40,28) hasta un elogio del pobre y una exhortación a aliviar su situación (Eclo 10, 30, Prov 14, 31) 4 Todas las características de las afirmaciones veterotestamentanas sobre los pobres vuelven a encontrarse en el judaismo tardío, tanto en relación con la pobreza material y su alivio como en lo que se reliere a su espiritualización y a su orientación religiosa Son dignos de mención los siguientes puntos a) La beneficencia espontanea, que se practica con un carácter ritual en todo el judaismo de la diaspora palestinense Se da una importancia especial a la practica de las obras de candad (dar de comer al hambriento, vestir al desnudo) entre los fariseos, los esemos y los grupos judeo-helenisticos de Jerusalen (cf también St -B IV, 536-558 sobre «la beneficencia privada en el judaismo antiguo») b) La perfecta organización de la asistencia oficial a los pobres en las comunidades de la sinagoga, que llega hasta la instalación de hospicios, tanto mas cuanto que no se puede constatar en ella la menor tendencia a desarrollar un programa de nivelación social Esta organización tiene su raíz en los preceptos éticos del AT y se hizo posible por la recaudación de fondos procedentes del tributo al templo y —después de la destrucción de Jerusalen— de la limosna publica semanal (-+ servicio, SKXKOVEW [diakoneo] II, 2, cf Taanith 24a) También el pobre estaba obligado a participar en ella (Scheq 1, 7, 2, 5) en virtud de su equiparación con los demás en el plano religioso (cf St -B II, 46), aunque el mismo era el principal beneficiario de la asistencia privada y de la que procedía de la sinagoga Los sacerdotes pobres, asi como los levitas, extranjeros, viudas y huérfanos eran ademas los beneficiarios de los diezmos que se entregaban cada 3 años (cf Dt 14, 29, 26, 12), que fueron establecidos posteriormente y que después del año 70 incluso adquirieron una mayor importancia 5 En cuanto a la valoración religiosa de la pobreza, existen grandes diferencias a) Asi, en los apócrifos, espec en SalSl, se reserva el predicado «pobre» a aquellos hombres a quienes alcanza la salvación divina, y que, por tanto, se identifican con los justos Por otra parte, esta denominación alude casi siempre a una miseria material opresiva y al martirio b) La comunidad «de los pobres» de Qumran (según lQpHab 12, 3 6 10, 1 QpPs 37 II, 10, cf 1QM 14, 7, se trata de un autodenommacion, como mas tarde lo fue de la comunidad primitiva, el salmista de Qumran a menudo dice de si, que es «pobre y desvalido»), hace de la renuncia a los propios bienes una regla de vida y, en espera de la salvación escatologica, establece una bien organizada comunidad de bienes En sus escritos, la comunidad polemiza contra el sacerdocio que explota a los pobres c) Finalmente, la teología rabmica dominante niega a la pobreza todo valor teológico y llega a veces a considerar la pobreza material como una consecuencia de que se es pobre en el conocimiento y cumplimiento de la Tora (cf bNed 41a, cf en contraposición con esto la 1 a bienaventuranza en Mt, cf infra III, 2b) Esto llevo a una actitud de arrogancia ante los pobres En total oposición con esta linea se sitúa la escatologia popular, que es plenamente consciente «de que es a los pobres a quienes primero alcanzara la misericordia divina» (Bammel, 902), de todos modos, sigue existiendo el peligro de idealizar la pobreza en si misma

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(mcoxóg) Pobre

III 1. En el NT el término ptochós, pobre, se encuentra 34 veces; la mayor frecuencia se halla en los evangelios (24), espec. en Le (10 veces, de las cuales 6 en los pasajes específicamente lucanos); ptocheía, pobreza, aparece en 3 ocasiones y ptocheúó, ser pobre, sólo en 2 Cor 8, 9. 2. a) Los pasajes de Me y sus paralelos emplean ptochós en sentido propio. Al rico que quería heredar la vida eterna, Jesús le da la siguiente respuesta: «Vete a vender lo que tienes y dáselo a los pobres» (Me 10,17 ss; Le 18,18 ss). Mt 19, 21 atenúa esta exigencia (cf. Bornháuser, loe. cit.); no obstante, considera su cumplimiento como una condición necesaria para la perfección. En Me 12,41 ss par Jesús dice que la ofrenda (aparentemente insignificante) de la viuda pobre, que tiene derecho a ser socorrida, supera con mucho los donativos de los ricos. Sólo en el contexto del relato de la pasión indica Jesús, en las palabras de Me 14,7 par, que la limosna ha de pasar a segundo plano en un momento en el que, a los que están con Jesús, se les ofrece la última oportunidad de darle una prueba de amor, incluso con derroche, antes de ser entregado a la muerte. b) Mt y Le reproducen en común las afirmaciones de Jesús sobre los pobres en su - respuesta a la pregunta del Bautista (Mt 11, 5) y en la 1.a bienaventuranza (Mt 5, 3; Le 6, 20), en donde la cuestión de si la forma original es la de Le o la de Mt es tan problemática como la de si estas palabras han sido tomadas de la tradición judía. Hay muchos elementos que inclinan a pensar que el texto más breve, el de Le, es el original, pero que la forma directa en que éste está redactado es secundaria. En ambos pasajes, «pobre» no tiene un sentido social genérico. La redacción ampliada de Mt (mcoxoi xa> nveó^iaxi [ptóchoí tó pneúmati] = pobres que lo son de corazón = los que eligen ser pobres [NB]) designa a aquél que acepta voluntariamente su pobreza como conforme a la voluntad de Dios, y anhela la plenitud del Espíritu santo como auxilio decisivo prometido por Jesús (-» humildad). En Le las bienaventuranzas fundamentalmente se reducen más a la pobreza (los pobres, los que lloran, los que padecen hambre, los que son aborrecidos por los hombres; las bienaventuranzas van seguidas de los ayes o amenazas contra los ricos (Le 6, 24-26). Mediante el empleo de la 2.a persona («vosotros, los pobres») nos muestra Le con claridad que la 1.a bienaventuranza apunta a la pobreza que está implicada en el seguimiento de Jesús: pues el que cree en el Hijo ve cumplidas todas las promesas que Dios ha hecho a los pobres y a los que sufren, a los desdichados y a los humillados (p. ej. Is 57,15; 61,1), a los que lloran (Sal 126, 5 s) y a los que padecen hambre (Is 49, 10; Ez 34, 29). En idéntico sentido, Jesús es proclamado también en Mt 11, 5 par (cita de Is 61, 1) como el que viene a cumplir los anhelos de salvación de la antigua alianza. Su acción culmina en la liberación de los pobres. c) Le ha situado programáticamente esta cita de Is al principio de la predicación de Jesús (4,18). En él, el desarrollo de este leitmotiv va unido a una acérrima polémica contra los ricos (Le 6,24 ss; -> riqueza). Así, según el testimonio de este evangelio (14,7 ss), Jesús exhorta a un anfitrión a invitar al banquete a los pobres y a aquéllos que no pueden invitarle a su vez y promete a quien esto haga la recompensa escatologica (14,13 s); en la parábola de la gran cena los pobres son también los primeros invitados que sustituyen a los que no han acudido (14, 21). Lázaro, cuyo nombre significa literalmente «Dios ayuda», es el prototipo del pobre acogido por Dios (16, 20.22), mientras que el rico (cuyo nombre no se cita) que no tuvo piedad de él lo es del condenado por Dios (cf. 12,13-21). Y cuando Zaqueo, después de su conversión, da la mitad de su hacienda a los pobres (19, 8), expresa con ello su acción de gracias por la solidaridad salvífica de Jesús con los extraviados.

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Pobre (nxwxóc)

3 El término pobre lo emplea Pablo raras veces y de la siguiente manera: a) En el contexto de la colecta en favor de la comunidad primitiva de Jerusalén, recoge lo que probablemente es la autodenominación de ellos en la frase «los pobres de Jerusalén» (en Rom 15, 26 se añade x&v iyicov [ton hagion], Gal 2, 10) b) A los poderes cósmicos reverenciados por los gentiles les resta todo valor al aplicarles el epíteto de «pobres» c) En 2 Cor 6, 10 el término, unido a la antítesis «que enriquecen a muchos», caracteriza la paradójica situación del ministerio apostólico (queda roto el esquema estoico que ha sido asumido, cf Bammel, 909, 227) d) El verbo (que sólo aparece en 2 Cor 8, 9; en sentido dinámico hacerse pobre, aoristo ingresivo) y el adjetivo se utilizan para traer a la memoria el autoanonadamiento de Jesucristo en favor de los hombres (cf. 2 Cor 5,19 ss, Flp 2, 7 ss, pero también 2 Cor 6. 10; 8, 2, en donde se afirma algo semejante de los apóstoles o de la comunidad) Los conceptos opuestos, ser rico y hacerse rico, designan aquí la comunión con el Padre abandonada por Jesús y vuelta a recuperar para sí mismo y para los hombres Esta rememoración dogmática lleva consigo consecuencias éticas: 8, 7 s 14 s 4. Santiago ataca duramente la actitud arrogante de los ricos en público y en la asamblea de la comunidad (2, 2 s, 6 s), y lucha para que se preste a los pobres la misma consideración que a los ricos. Argumenta esto diciendo que Dios ha escogido a los pobres según el mundo (v 5) y afirma que el que no tenga misericordia en este mundo tampoco encontrará misericordia en el juicio final (v 13, cf Mt 25, 31-46) 5. En las epístolas del Ap los términos antitéticos pobre-rico expresa en 2, 9 (Esmirna) y 3, 17 (Laodicea) la contraposición entre los criterios del Señor glorificado (1,9 ss) y los criterios humanos, basados en la autovaloración El pasaje de l"? 6 describe cómo todas las clases sociales y económicas, ricos y pobres, sucumben a la atracción de la bestia del abismo H-H

Esser

PARA LA PRAXIS PASTORAL

Dios está del lado de los pobres y de los necesitados El que no se comporta con ellos como es debido o los atrepella tiene al mismo Dios en contra suya. Desde que Dios ha asumido voluntariamente en Cristo la pobreza de los hombres, el hombre necesitado es la medida de todas las cosas. En el prójimo que padece hambre, el Señor glorificado nos ofrece la oportunidad inconmensurable de encontrarle a el mismo en su humildad. Por eso la cuestión decisiva es si nosotros salimos airosos de este encuentro. Pero aun en caso afirmativo, nuestra entrega a los pobres, de cualquier índole que sea, no hemos de considerarla en modo alguno como un mérito que Cristo habría de estimar en cuanto tal Pues, a través de esta autovaloración nos encumbraríamos nosotros mismos a una riqueza espiritual condenable Todo lo que hacemos acontece mas bien como una respuesta agradecida a la entrega previa y fundamental de Jesús a nosotros, que permanece siempre nueva y gratuita. En el mejor de los casos, no hacemos sino saldar una deuda. No obstante, delante de Dios la pobreza no es tampoco una cualidad positiva en sí misma, sólo lo es en la medida en que esta situada bajo la promesa de la cercanía y solidaridad de Dios en Cristo Por eso el mensaje de la sagrada Escritura no lleva consigo

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Pobre

ningún programa social perfecto para la remoción definitiva de la miseria humana en la tierra; pero mantiene siempre despierto el impulso para percatarse de los pobres, tanto de los que están próximos a nosotros como de los que están lejos, y para acercarnos a ellos con ánimo de auxiliarles. En el dar limosna (-• misericordia; -> servicio, SiaKOvéco [diakonéo] II) existe el peligro de atender al que lo necesita sólo en el plano material, en lugar de prestarle ayuda a todos los niveles. La colecta de la comunidad cristiana, en cuanto que forma parte de todo culto a Dios, sitúa en su verdadera dimensión el servicio colectivo de la cristiandad a los pobres. El servicio caritativo público de la iglesia debe ser pensado y orientado de un modo adecuado y en nuestra era tecnificada no puede funcionar sin una buena dosis de organización; por otra parte, esta organización ha de ser al mismo tiempo lo suficientemente flexible; si no puede renunciar a una planificación concreta, tampoco puede dejar de ser consciente de la provisionalidad de los respectivos programas. El que quiera llevar a cabo este servicio debe, por tanto, estar dispuesto a sacrificar viejas formas de organización (que quizá han sido válidas en el pasado), cuando así lo exijan las nuevas tareas que plantea la asistencia a los pobres. La disposición a asumir la propia pobreza y a aliviar y mitigar la pobreza de los otros, en una palabra, a estar del lado de los pobres, continúa siendo el punto en que se pone a prueba la credibilidad de la iglesia de Cristo ante el mundo. Cf. también -» humildad; -> riqueza; -> servicio. H.-H. Esser Bibl Dmitrewski, Die chnsthche freiwühge Armut, 1913 — Bruppacher, Die Beurteilung der Armut ím AT, 1924 — Birkeland, Allí Und AlláW lll den Psdlmen, 1933 — Bomhauser, Der Christ und sane HaHe nach dem N T

1936 10 SÍ — Bolkestein

Wohltatigkeit und Armenpflege ím vorchnsthchen Altertum, 1939 - Kuschke, Arm und reich ím AT, ZAW NF 16, 1939, 31 ss Campenhdusen, Die Askese ím Urchnstentum, 1949 - Preisker, Das Ethos des Urchnstentums, 19492,102 ss - Alt, Kleme Schnften zur Geschichte Israels I, 1953, 327 s - Dibelius, Das sozíale Motiv ím NT, Botschaft und Geschichte I, 1953, 178 ss - Percy, Die Botschaft Jesu, 1953, 45 ss — Koch, Die Wertung des Reichtums ím Lik, Bíblica 38, 1957,151 ss — Jeremías, Jerusalem zur Zeit Jesu, 19582 - Kraus, BKAT 15, 2, 1958, 82 s - Hauck/Bammel, Art Tirados, ThWb VI, 1959, 885 ss - Grundmann, Das Evangelium nach Lukas, 1963 - Hammann, Arm und reich m der Urkirche, 1964 Trad o c JJeremias, Jerusalen en tiempos de Jesús, 1977 En cast Arts gens WTrilhng-LHardick, Art Pobreza, CFT III, 1966, 470-482 - SVerhey, Art Pobreza, SM 5, 1974, 479-484 - WEichrodt, Teología del AT II, 1975, 348-364 - JJeremias, Teología del NT I, 1974, 133-148 - KHSchelkle, Teología del NT III, 1975, 426-445

Poder Mientras que en el grupo -> fuerza, se reunían aquellos vocablos que tienen ante la vista más bien las posibilidades que residen en un ser, es característico de las palabras de las que vamos a tratar aquí que designen actividades o efectos que se ejercitan de un ser a otro y que, por consiguiente, pueden caracterizar una relación de dependencia. Mientras que óiívafiig [dynamis] designa más bien el poder o la capacidad para una realización física, espiritual o política que reside en el que la ejerce, así como la manifestación por lo

Poder (dúvanig)

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general espontánea de la misma realización, la palabra é^oDoia [exousía], que se usa solamente en relación con personas, significa el poder de actuación que se ejercita o puede ejercitarse bajo unas circunstancias dadas debido a la posición dentro de una ordenación determinada. Y en cuanto que con exousía se puede designar asimismo un cargo u oficio o los portadores del mismo, pertenece también aquí SpóvoQ [thrónos], palabra que originariamente designa la sede del dominio, y por ello se utiliza también para designar al. que detenta el mando o el poder. [dynamis] capacidad, fuerza, poder, bovunoa [dynamai] ser capaz de, poder, óvváenrjQ [dynástés] el soberano, el dominador, dova^ióo) [dynamóo] robustecer, évóuva.¡xóu) [endynamóo] robustecer, bmaxoc, [dynatos] fuerte, poderoso, óvvonéco [dynateó] ser fuerte ÓDVUIIIQ

1 1 Dynamis, de la raíz duvcc- [dyna-], significa capacidad, fuerza, poder cf asimismo el verbo dynamai, poder, ser capaz de, y el sust dynastes, soberano (desde Sófocles), asimismo los verbos tardíos dynamoó y endynamoó, robustecer, y finalmente el adjetivo dynatos, fuerte, poderoso y el verbo derivado de ahí dynateo, atestiguado únicamente en el NT, que significa ser fuerte, ser capaz 2 Dynamis se encuentra frecuentemente desde Homero, con el significado de capacidad de realizar algo, de fuerza corporal, y luego, de fuerzas armadas y poder político Cuando en la filosofía y en la medicina clasicas se reflexiona acerca del ser del hombre, aparece el concepto en su sentido originario como capacidad para existir o para actuar, la cual consiste en fuerzas corporales o en capacidades intelectuales Dynamis se extiende asimismo al campo de la naturaleza Asi se habla de la fuerza del fno y del calor, y del poder curativo de las plantas y de los elementos En el helenismo, el termino adquiere rango metafisico Posidomo ve en una fuerza originaria el principio de todo ser En la Stoa se equipara la fuerza universal que conforma la materia con Dios (Alejandro Afrodiense II, 308, 35 ss, von Arnim) En la gnosis, Dios es celebrado como el todopoderoso y se espera la salvación o liberación del hombre por medio de la integración o incorporación a las fuerzas celestiales (C H Poimandres, 1,26) El hombre trata, ante todo por medio de la masía de tener parto e„ i», fuerzas sobrenaturales (Yamblico, Myst II, 1), el enfermo logra la curación por una manifestación de poder del dios Esculapio (POxy XI, 1381, 206 ss) II 1 En los LXX dynamis traduce de ordinario al hebreo hayil (138 veces) o sabá' (113 veces) y significa generalmente el ejercito puede encontrarse asimismo en vez de g'bürah, potencia (militar) (Jue 5, 31, 8, 21) o bien 'óz (1 Cr 13, 8) y koah (1 Cr 29, 2), fortaleza, entre otros El plural s'baot se refiere frecuentemente a los ejércitos celestiales (Sal 102[103], 21), Dios es «Yahve Sebaot», el Señor de los ejércitos (celestiales) (Sal 45[46], 8 12,47[48], 8) El Dios personal se convierte en el sujeto del poder que descuella por encima de los hombres, las fuerzas naturales independientes y la magia quedan relegadas a segundo termino El poder de Dios se revela en primer lugar en el plano de la historia y a un pueblo totalmente determinado La prueba fundamental del poder de Dios para la fe de Israel es la salvación maravillosa de las tribus en el mar Rojo (Ex 15, 6 13, Dt 3,24,9,26 29) La lucha teológica contra la religión cananea indujo a que también se incluyera la naturaleza en el campo de intervención del poder divino, asi aparece como la muestra mas amplia del poder de Dios la creación del mundo (1er 34[27], 5, 39[32], 17) Debido a la experiencia del pueblo, el Dios único puede ser asimismo alabado como su refugio y fortaleza (Sal 45[46], 2 Sam 22, 32 s) La fuerza de Dios, que se hace operativa en los creyentes, es el -» espíritu (Mi 3, 8), Dios es espíritu y no carne e incluso por ello esta muy por encima de todas las creaturas (Le 31, 3 s) Sin embargo, en la mayoría de los pasajes aparece en los LXX no dynamis sino ÍGXVQ [ischys] (-> fuerza) en vez del hebreo koah y 'oz, Israel ciertamente no solo experimento la capacidad o el poder de Dios, sino también la manifestación real de su fuerza 2 En la apocalíptica judia se espera en un próximo futuro la manifestación del poder de Dios para juzgar al mundo, del mal Israel, como pueblo, experimenta bien poco en el presente Ahí encontramos en primer plano el hebreo g'buráh frente a koah y oz, se halla ante todo para expresar la fuerza de Dios que actúa en el final de los tiempos En los escritos de Qumran, sobre todo en el rollo sobre la guerra, se prevé como el poder de Dios saldrá triunfador en la guerra entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas, el final de los tiempos aporta asimismo la demostración decisiva y mas amplia de las poderosas actuaciones fgeburót) de Dios, como solo antes habían sido experimentadas por Israel (1QM 11,1-12, 5) Allí el poder de Dios se transforma en acción a través de combatientes humanos y asimismo a través de los «poderosos» («gibbonm»), es decir, de los angeles Sin embargo, puede concebirse al mismo Dios como un héroe poderoso (gibbór) y marcar a la lucha cósmica su rumbo decisivo (1QM 12, 9, 1QH 6, 30), asi, pues, la guerra universal se convierte en juicio universal, el cual sobre todo pone un fin al

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(düvafiig) Poder

imperio del demonio (cf AsMo 10, 1, TestDan 5, 13-6, 4) También el mesías sera, según la esperanza popular, como luchador victorioso, el instrumento de la demostración final del poder de Dios (SalSl 17, 2442 s51) El maestro de la comunidad de Qumran experimenta ya ahora el poder de Dios (IQH 4, 23) y ciertamente como Espíritu santo, al cual lleva en si como don de Dios y como arras de la realización escatologica (IQH 7,6 cf 1QS 4, 20-22) El advierte que su misión es la de comunicar o anunciar a todos los vivientes las hazañas de Dios (1QS 4 28 s) Hasta que punto precisamente se concibió el poder de Dios como una cualidad esencial suya, se pone de manifiesto por el hecho de que en los escritos rabinicos el termino gebürah sirve para designar de otra manera el nombre de Dios, y, sin embargo, no se asocia dicho nombre con los poderes de los falsos dioses, del diablo o de sus satélites Por el contrario, en los escritos apocalípticos, los fenómenos naturales que operan entre el cielo y la tierra son denominados «poderes» o «poderes celestiales» (Hen[et] 40,9,61,10,82, 8,91,16), ellos fueron colocados por Dios bajo el mando de los angeles (Jub 2, 2 s) La sabiduría puede designarse como espejo del poder de Dios (Sab 7, 25 s), también la Tora es denominada por Dios «mi poder» (Mekh Ex 3,1 a proposito de 15,2), sin duda porque es el instrumento de la creación y del poder ordenador del cosmos (cf Aboth 3, 14)

III En el NT el término dynamis se halla atestiguado 118 veces, con relativa frecuencia en los escritos paulinos, el vocablo falta totalmente en Jn, en 1-2 Jn, así como en 1 Tim, Tit, Flm Sant y Jds Mientras que dynamóó y dynatéó se encuentran sólo aisladamente en Pablo, el verbo dynamai, poder, aparece como expresión de la posibilidad, de la capacidad, con excepción de Tit y Flm, también en los escritos en los que falta el sustantivo 1. En los evangelios sinópticos y en Hech dynamis designa el poder de Dios, los poderes celestiales (plural), el poder de hacer milagros (en plural hechos poderosos = milagros) y el poder de realizar curaciones. a) Dios es el poderoso (Le 1,49), según Me 14, 62, también Jesús expresó respetuosamente el nombre de Dios por medio de la palabra «el poder» Toda su actuación está penetrada por la conciencia del poder soberano y total de Dios, todo es posible para Dios (Me 10, 27 par, 14, 35). Al final de los tiempos, manifiesta él su poder en la resurrección universal de los muertos (Me 12, 24) b) También en el NT se habla de «poderes», es decir, de fuerzas cósmicas entre el cielo y la tierra, las cuales pueden aparecer personificadas como -> ángeles (Me 13,25; cf. Rom 8, 38, Ef 1, 21; 1 Pe 3, 32) También es curioso que pueden designarse como portadores de poder los representantes del demonio que están por encima del hombre, pero asimismo se anuncia acerca de ellos que su poder o ya ha sido quebrantado o quedará muy pronto de lado (Me 3,27 par, Le 10,19, cf. 1 Cor 15,24,2 Tes 2,9, Ap 13,2; 17, 13 s) Pues es característico para el NT y fundamental para su predicación, como buena noticia que es, el hecho de que se han operado por Cristo y en él las hazañas que se habían esperado en el NT y en el judaismo como muestras del poder de Dios en el final de los tiempos y como victorias sobre el mal c) Cristo era poderoso en obras y palabras (Le 24, 19) Sus -> milagros son designados como düváfizig [dynámeis] (hebr. gebürót), esto es, como obras poderosas, ya que con ellas empieza a hacerse operante en la tierra la fuerza del reino de Dios y se emprende la lucha contra el demonio en el campo de la vida humana (Mt 12,22-30; Me 6, 2 5, Le 19, 37, Hech 10, 38) Jesús es «el más fuerte», que, en representación de Dios, vence al fuerte, es decir, al demonio (compárese Me 1, 7 con 7, 22-30, espec v. 27). Los milagros de Jesús son operados por una fuerza que se halla en él (Me 5,30 par, 6,14). Lucas pone la fuerza otorgada por Dios en relación con el -» Espíritu santo (Le 1, 35, 4, 14, Hech 1, 8; 10, 38), según eso, los milagros de Jesús sirven como prueba dada por Dios para mostrar que Jesús es el mesías, el ungido con el espíritu de Dios (Hech 2, 22, 10, 38) Asimismo, con su elevación, el mesías se convierte en el mediador del poder salvífico de Dios Pues por el poder del espíritu, suministrado por él, realizan los mansajeros de Jesús esas acciones poderosas (Hech 4, 7, 6, 8; 8,13,19,11), de la misma manera, la predicación con

Poder (dúva.(iiq)

388

plena autoridad y poder del apóstol (Hech 4, 33; cf. 6, 8-10) es una manifestación externa de un poder sobrehumano. d) Pero mientras que todas esas pruebas del espíritu y del poder y sólo pueden conocerse como tales en la -+ fe (Mt 9,28) y encuentran sus límites en la incredulidad (Me 6,5), la prueba definitiva del poder de Cristo será pública e irresistible. Esta se opera en su segunda venida (Me 13, 26 par), donde también se realizará el reino de Dios «en poder» (Me 9, 1 par). El creyente tiene ya parte en ese poder de Dios de los últimos tiempos, porque no existen límites a su actuación y para él todas las cosas son posibles (Me 9, 23). 2. Evangelio de Juan y Apocalipsis a) En Jn no aparece el término dynamis, ya que la acción mesiánica de Jesús se fundamenta en su misión y en la unidad de voluntad con el Padre. El Hijo no puede (5, 19. 30: ¿SÓVOÍTOÜ [dynatai]) hacer nada sin el Padre; pero sus milagros son signos que revelan el poder divino de Jesús (3, 2; 9, 16; 10, 21: siempre dynatai). A la inversa, la impotencia de los hombres para creer en Jesús y para conseguir eficacia en el campo de lo divino, se basa en su aferramiento al mundo de las tinieblas (3, 3; 8,43; 14, 17 ov dóvazoa [ou dynatai]), y se elimina por medio de la elección (6, 44) y del nuevo nacimiento (3, 5). b) El vidente de Ap advierte en una visión cómo la acción salvadora del Cristo terreno es coronada por su entronización en el cielo y cómo es alabada por los santos. Es cierto que a quien en los himnos se reconoce la alabanza, el honor, el poder (dynamis) y la fortaleza (Ap 4,11; 7, 12; 19, 1) es a Dios, pero también el Cristo exaltado es digno de recibir tal soberanía y precisamente a causa de su muerte sacrificial (5, 12; 12, 10). Pues por medio de él ha quebrantado Dios el poder contrario del maligno y de los jefes del mundo inspirados por él (13, 2) y hace posible que se establezca victoriosamente su reinado (11, 17; 12,10; -» reino). En la visión de Juan la aparición nocturna del hijo del hombre es interpretada cristológicamente (compárese Ap 13, 1-14, 5 con Dn 7) y se enfrenta polémicamente contra el dominio romano del mundo y con el culto al ccsai. 3. Pablo destaca con más fuerza todavía la revelación experimentada actualmente del poder de Dios, el cual se entiende ante todo como la fuerza escatológica ordenada a la resurrección de los muertos, y como Espíritu santo que obra una nueva creación. Este poder de Dios, que opera en los últimos tiempos, se ha dado a conocer en Cristo como resucitado, y ahora él, como el elevado a los cielos, es el portador y el mediador de ese mismo poder. Es cierto que el poder invisible de Dios puede deducirse de las obras de la -> creación (Rom 1,20), pero la demostración propia escatológica del poder nos la ofrece la resurrección de Jesús de entre los muertos (Rom 1,4; 1 Cor 6,14; 2 Cor 13,4; Flp 3,10; cf. Heb 11,19). Con ella está asociada la exaltación (Ef 1,20 s), a través de la cual Cristo se convierte en «poder de Dios» (1 Cor 1, 24), esto es, en una fuente duradera de poder divino que se halla disponible para su iglesia; Pablo utiliza el verbo endynamóó, robustecer, para expresar esta acción del exaltado en cada uno de los creyentes (Flp 4,13; también Ef 6, 10; 1 Tim 1, 12; 2 Tim 4, 17; cf. 2, 1). En la acción mediadora de Cristo se manifiesta el poder escatológico de Dios de dos maneras: en la -> palabra salvadora y en el -> Espíritu santo que crea de nuevo. a) El evangelio opera como fuerza salvadora de Dios, en primer lugar porque el predicador habla por el poder o la fuerza de Cristo (2 Tim 1, 8 s; 4, 17) y sobre todo porque, como fuerza de Dios, aplica la salvación a todos los hombres (Rom 1,16; 1 Cor 1, 18): él anuncia el -» amor que Dios, temido como juez universal que condena, ha mostrado en la cruz, en la cual Cristo murió por nosotros, cuando todavía éramos pecadores (Rom 5, 8). Como buena nueva de la reconciliación es, por tanto, el mismo evangelio el poder liberador y salvador, siempre que es reconocido como tal en la -» fe, y

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(dúvaiuQ) Poder

es aceptado (Rom 1,16). A través del evangelio ve el creyente que las promesas otorgadas en el AT han entrado ahora en vigor y asimismo descubre el evangelio preanunciado por Dios en la profecía del AT (Rom 1, 2). b) Mientras que el hombre natural no es capaz de agradar a Dios y de cumplir la -• ley (Rom 8, 7 s; cf. Gal 3, 21) y llega a experimentar en su impotencia la ley como un poder que le impulsa al pecado (1 Cor 15, 56), el creyente vive como su Señor resucitado de la fuerza de Dios o de Cristo (2 Cor 6, 7; 13, 3 s; cf. Ef 1,19). No ya la obediencia frente a la ley (cf. CD 16, 4 s), sino el amor de Cristo se muestra como fuerza que le protege contra todos los poderes cósmicos (Rom 8, 38 s); el reino de Dios que se realiza es experimentado como poder que está en ruda oposición con la simple palabra (1 Cor 4,19 s) y con la apariencia externa de piedad (2 Tim 3, 5). Y puesto que él coopera en la glorificación del cristiano, el poder de Dios se asocia a la gloria (dó\a. [dóxa]; -» gloria, compárese Rom 1,4 con 6, 4). También puede asociarla Pablo al Espíritu santo, el cual, como fuerza de la resurrección y de la vida nueva de los últimos tiempos, produce obras milagrosas (Rom 15,19; 1 Cor 12,10.28; Gal 3,5); éstas legitiman al apóstol (2 Cor 12,12). Dynamis es, por tanto, el -» espíritu, en cuanto que se revela en la actividad llena de fuerza del pneumático. c) El espíritu, como fuerza de Cristo, establece el dominio del Señor celestial en la comunidad terrena, es el «Christus praesens» (Kásemann). El puede limpiarla y juzgarla (1 Cor 5,4), fortalecerla y educarla en la paciencia y así mantener en la fe a sus miembros hasta el día del juicio (1 Pe 1, 5; cf. Col 1, 11; Ef 3, 16 s; 2 Tes 1, 11 s). Y puesto que representa al Señor que está en los cielos, el Espíritu santo no es manejable como el poder de la magia en manos del hechicero o del mago (cf. Hech 8, 18-20). Tampoco debe añadirse simplemente a la fuerza física e intelectual del hombre, sino que muestra su origen sobrenatural y su particularidad como fuerza de Dios precisamente en que rinde al máximo en un hombre débil (2 Cor 12, 9 s: cf. 4, 7; 6, 4-10: 13, 4: 1 Cor 1. 26-29). Para Pablo, la divinidad de Dios se revela allí donde para el hombre no hay nada que esperar: da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe (Rom 4, 17). Por eso Dios elige lo que, según el juicio humano, es débil e indigno, y lo hace objeto de la demostración de su poder, por eso elige al pequeño Israel, a Pablo perseguidor de los cristianos y a los socialmente débiles de Corinto. Pero ante todo es la -» cruz la prueba de esa ley de la actuación de Dios y una justificación de la menospreciada existencia cristiana: Cristo murió en la cruz por debilidad como uno que hubiera renunciado a todo poder propio; por eso él vive ahora gracias al poder de Dios (2 Cor 13, 4). Lo mismo exactamente vale de la existencia del cristiano: él es ahora débil en Cristo, pero precisamente por eso puede esperar que la fuerza de Dios le capacitará para la vida con Cristo (loe. cit.). Por eso, dentro de una perspedtiva puramente humana, diríase que Dios actúa en los cristianos también «bajo circunstancias adversas e incluso contrarias». Como prisionero, dice Pablo que para todo se siente con fuerzas, gracias al que le robustece (Flp 4,13); pero los fuertes o maduros en Cristo deben experimentar la exigencia de estar al servicio de sus hermanos débiles o inmaduros. Por eso corren el peligro de entender mal la fuerza que se les ha otorgado como una capacidad propia y de utilizarla para su propio provecho (Rom 15, 1). Es cuestionable la tesis de si los enemigos de Pablo de que se habla en 2 Cor entendieron a Jesús y a sí mismos a la manera del tipo helenístico del «hombre divino» y así habrían operado toda clase de acciones poderosas (milagros) por la dynamis de Cristo que permanecía en ellos (D. Georgi, entre otros). d) A través de la fuerza de Dios, se le asegura al cristiano la plena realización futura; a la transformación interior comenzada ahora, le acompaña luego la transformación visible del cuerpo para la vida eterna. Esto ocurrirá cuando el cristiano, por la fuerza de

Poder (é^ODoia)

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Dios que resucitó a su Señor, sea asimismo resucitado de entre los muertos (1 Cor 6,14, cf 2 Cor 13,4). Entonces Cristo «transformará la bajeza de nuestro ser reproduciendo en nosotros el esplendor del suyo, con esa energía que le permite incluso someterse el universo (Flp 3,21). Por eso la esperanza cristiana se basa en el acontecimiento pascual y se empeña en conocer la fuerza que se ha hecho visible en la resurrección de Jesús (Flp 3, 10; cf 1 Cor 4, 19 s) O. Betz í^ovaia [exousía] poder, autondad, libertad, é£oü [exousiazó] tener derecho sobre algo, poder disponer de ello; KCCT£ origen, principio (principe) a vocablos hebreos de la familia de rol (con ríson y otros 125 veces) También sustituye con frecuencia a ehad (17 veces) primero, uno o qedem (9 veces), delante Los significados coinciden en lo esencial con los del griego profano y ciertamente se reducen a los cuatro significados fundamentales antes citados Incluso cuando la idea de orden o sucesión no se menciona directamente, aparece en el trasfondo a) en sentido espacial delante, hacia el este (en el punto cardinal mas importante, «hacia oriente», Nm 2, 3 en vez del hebreo qedem), la (ciudad) situada delante (fronteriza) Jos 15, 21, a la cabecera, en la presidencia 1 Sam 9 22, en el primer puesto, en el primer rango Est 1, 14 b) en sentido temporales el significado mas corriente) primero, el primero Dt 13,9[10] (aquí esta muy clara la idea de sucesión), la primera (obra de caridad) Rut 3, 10, en los días primeros, en aquella época 2 Sam 16, 23[24], como primero Tob 5, 10 (Simaco), en cuanto sustantivo neutro, en plural, los comienzos Job 8, 7, lo antiguo (en contraposición a lo que viene después) Ecl 1, 11, c) como numero ordinal, para designar el orden, la sucesión primero Gn 32, 18, Ex 12,18,1 Sam 14, 14 1 Cr 24, 7, Dn 7, 4, 2 Mac 7, 7, d) designado el rango y la dignidad a) de personas el primero, el principal de los sacerdotes, el sumo sacerdote 1 Re 2, 35, los consejeros del rey 1 Cr 18,17, npvjxoc, tpiloc, [protos phílos], el amigo intimo 1 Cr 27, 33, el primer cantante, jefe de cantores 2 Esd 22,46 = Neh 12, 46, según eso, proteuo quiere decir ser el primero o el principal Est 5,11, ¡i) de cosas, lo mejor 1 Sam 15, 21, lo mas costoso Am 6, 6, y) Dios es el primero (protos), este es el signo característico de la teología y de la predicación del Dtls (cf 41,4,44,6,48,12) Protos, en cuanto que es el creador, hacia el que se orienta en ultimo termino toda la creación, el hombre y el mundo Aquí esta presente también el momento temporal, ya que el creador, antes (y después) de la creación, es el eterno, pero, ante todo, protos expresa aquí la dignidad de Dios como Señor del mundo 2 El judaismo helenístico y el rabinismo En su interpretación de Gn 2, 7, Filón distingue dos hombres el «primero» es del cielo, espiritual, el «segundo» es Adán el padre de los hombres (LiíBmmn n a t o BS, „obr« rabinismo cf St -B III, 478) En Pablo aparece la sucesión inversa «El primer hombre, Adán, fue un ser animado, el ultimo Adán es un espíritu de vida» (1 Cor 15,45) En ocasiones, Dios es llamado itpwxoc, KXI povoc, [protos km monos] Esta expresión designa la unicidad de Dios (-• uno, art iiovoc, [monos] cf Michaehs, loe cit 886) Entre los rabinos, «primero» es una denominación que se aplica al mesias (interpretación de Is 41,27, St -B 1,65) Aparte de Adán, también la Tora es llamada «primera» o «primeriza» (-• itponorotcoc. [prototokos], cf Lohmeyer, sobre Col 1, 15, p 55, nota 1)

III 1 En el NT prótos se encuentra en 153 pasajes (92 veces el adjetivo y el sustantivo, 61 el adverbio), es relativamente frecuente y se distribuye con regularidad en los sinópticos (Mt 23 veces, Me 17, Le 20), así como en Hech (17 veces), Ap (18) y Heb (10), en Pablo la palabra sólo juega un cierto papel en Rom (7 veces) y Cor (8), en Jn sólo aparece en 13 ocasiones, y, en los restantes escritos neotestamentarios, únicamente de un modo esporádico En lo esencial, el uso de este vocablo en el NT coincide con el de los LXX a) En sentido espacial Hech 12, 10, Heb 9, 2 6 8, b) en sentido temporal primero, ante todo, en primer lugar, antes Mt 5, 24 (seguido de Koa TOTE [kaitote]), Le 9, 59 61, en lugar de próteron, antes Mt 12, 29, Jn 1,15, en la contraposición xa npcoxa-xá baxtxxa [ta próta-tá eschata], el principio-el final Le 11, 26, un cierto juicio de valor aparece en la oposición (típica en el hebreo) r¡ Ttpojxn-f¡ Kcuvt] óiaQnicn [he proté-hé kaine diatheke], la primera-la nueva alianza Heb 8, 7 13, cf 8, 8 y 8,6, Kpeíxxcov Sia&tJKn [kreítton diatheké], la mejor alianza la primera, la primitiva, la antigua alianza ha sido superada por la nueva y ya no tiene vigencia (2 Cor 5,17, en 2 Pe 2, 5, aparece ápxoaoc, [ar•chatos], en 2 Cor 3,14 nakaioc, [palaiós]), c) en un orden o sucesión, prótos designa el primero de la sene (seguido de ómxzpoc, [deuteros], xpixoq [trítos], segundo, tercero o de kxzpoq, 'éxzpoq, [hateros, héteros], el segundo, el tercero) Mt 22,25, Le 14,18, algunas veces en oposición

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(npánoQ) Primero, primogénito

al último: Mt 20, 8 ss; o, cuando se trata de dos, ó npanoQ-ó O.XXOQ [ho prótos-ho állos], el uno-el otro: Jn 19, 32; usado adverbialmente, primero, antes: Jn 20,4; sin que se piense en continuar la serie: Le 2, 2; el primero, el mejor (pez): Mt 17, 27; d) cuando se trata de designar el rango y la dignidad, prótos aparece junto a p.eyiaza.vEQ [megistánes], xiXíapxoi [chilíarchoi], como título: Me 6,21; para poner de relieve el valor de un vestido especial: Le 15, 22. En la expresión np&xoi-'éax^xoi [prótoi-éschatoi] de Mt 19, 30 nos encontramos con un juicio de valor: prótoi equivale a admitidos y éschatoi a rechazados (muchos «admitidos» en realidad son rechazados y muchos «rechazados» admitidos; NB da otra interpretación «y todos, aunque sean primeros, serán últimos, y aunque sean últimos, serán primeros»: esta sentencia introduce la parábola de los jornaleros de la viña. Usado adverbialmente prótos adquiere el significado de con preferencia (que casi viene a ser exclusivamente): Me 7, 27; en primer lugar, primero: Rom 1,16; 2, 9.10; también en 1 Tim 1,16, en donde se dice que la misericordia se muestra primeramente en Pablo, que por eso adquiere un «carácter típico» (Conzelmann, ad locum, Hdb 13, 1955, 25); dentro de este contexto significante se mueve también probablemente Ap 2, 4: el amor primero, el más importante, o sea, el amor al prójimo (cf. Lohse, 22). También indican rango y dignidad los vocablos protoklisia, el sitio de honor en el banquete (junto al amo de la casa): Me 12, 39 par; Le 14,7.8 y protokathedría, la presidencia en la sinagoga o el asiento de honor: Mt 23, 6. Por eso al dirigente de la comunidad se le llama posteriormente protokathedrítes (Herm[v] III, 9, 7, junto a nponyoüpevoQ [proegoúmenos]; -> obispo). También proteúo indica primacía: tener la primacía, ocupar el primer lugar (Col 1, 18; para este pasaje, cf. -» art. npcotóxoKOQ [protótokos] y Kásemann, Taufliturgie, 42. 2. La aparición frecuente de prótos / protón en el NT para expresar el orden y la sucesión (69 veces) muestra lo importante que es —supuesta la del espíritu, libre e incontrolable— el aspecto del orden dentro de la revelación de Dios. Esto se explica en parte por el influjo que el AT y el judaismo, en los cuales el orden que dominaba la vida del creyente jugaba un gran papel, han ejercido sobre el NT (Le 11, 38; Jn 7,51: el orden a seguir en el procedimiento judicial; cf. St.-B. III, 469 s). Jesús implanta su orden mesiánico: antes de presentar la ofrenda ante el altar reconcíliate con tu hermano (Mt 5, 24); lo primero es el reino de Dios (Mt 6, 33); sácate primero la viga de tu ojo y entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano (Mt 7, 5; cf. Le 14, 28.31; cf. en cambio Le 9,59.61; Michaelis, loe. cit., 870). Dios ha ordenado también la sucesión de los acontecimientos que tendrán lugar antes del juicio final: Me 9,11 par; Le 17,25; 2 Tes 2, 3; cf. Le 21, 9; 1 Tes 4, 16; 1 Pe 4, 17 (cf. Michaelis, loe. cit.). La comunidad saca las consecuencias de este orden que Dios ha querido; p. ej. en el orden a seguir en el culto (1 Cor 14, 30; cf. vv. 33, y 40), en el orden de tareas o funciones dentro de la comunidad (1 Cor 12, 28): la libertad espiritual no equivale a la anarquía (cf. -> amor, art. dcydótrj [agápé]). Por otra parte, el orden dentro de la comunidad cristiana no debe convertirse en jerarquía. Ser el primero no puede tener nunca un carácter institucional; se trata únicamente de una función: el que quiera ser el primero en la comunidad sea vuestro esclavo y siga a Jesús, que es el único servidor (ÓI&KOVOQ [diákonos] en sentido pleno y, por consiguiente, el único que puede ser llamado «primero» (Mt 20, 27 s). Dios ha otorgado a Jesús esta primacía al hacerlo prótos kaíéschatos (predicado de Dios; cf. Dtls): Ap 1,17; 22,13 y passim; cf. Hech 26, 23. En cuanto que es el primero y el postrero es al mismo tiempo el único (-> uno, art. póvoq [monos]); su misión es única e irrepetible (-» uno, art. áÍ7ta¿; [hápax]). De aquí que sólo Jesús tenga el poder de hacer de los últimos los primeros (y a la inversa: Mt 20, 16). Así, él corrobora la primacía de Israel (Me 7, 27; cf. Rom 1,16; 2, 9 s; 11, 2; pero cf. también Mt 8,11 y Le 12, 28-30), y, sin embargo, da una primacía momentánea a los gentiles sobre su pueblo (esto literalmente hay que entender-

Primero, primogénito (npcoxóxoKOQ)

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lo en un sentido temporal) cf. Rom 11, 25 ss; para darle celos e incitarlo a convertirse (cf. Rom 11, 14). De este modo conserva su significado el aspecto histórico-salvinco del mensaje neotestamentario. K. H. Bartels npmxóxoKoc, [protótokos] primogénito I Protótokos es una forma tardia derivada de prótos y de la raíz del aoristo rere- [tek-]. La forma activa protótokos significa primípara, la forma pasiva protótokos, primogénito se encuentra por primera vez en los LXX, en unos 130 pasajes aproximadamente, reemplazando casi siempre al hebreo b'kor El aspecto del TSKS.IV [tekein], dar a luz, puede perder importancia o incluso desaparecer en el uso metafórico del concepto, ya que bakar no guarda conexión ni con rísón ni con dar a luz (cf. infra II, 2, Michaelis, loe cit 872 ss). II 1. En los LXX, protótokos aparece, a) en sentido propio, en cuyo caso puede aplicarse tanto a hombres como a animales, como sustantivo, aparece a menudo en neutro singular juntamente con las palabras «que abre el seno materno» (óitxvoíyov TÍ/V /ifjrpav [dianoígon ten mitran], NB: «el primer parto»), p. ej Ex 13, 2. La construcción npanóroKOt; oióg [protótokos hyiós], hijo primogénito (que se encuentra, p. ej en Gn 25, 25 [Esaú] o en Ex 4, 22 [Israel]) se refiere únicamente a seres humanos; también aparece el sustantivo protótokos unido a nombres propios, p ej. en Nm 3, 2. A partir de la concepción vigente en el antiguo oriente y según la cual el primogénito hereda el vigor paterno (cf. Gn 49, 3), éste adquiere un privilegio especial (cf Dt 21, 15 s). Por este motivo es en general el preferido del padre (cf. Michaelis, loe cit. 875, nota 16); b) En sentidofigurado,protótokos se utiliza para expresar la relación especial con el padre, sobre todo con Dios, en cuyo caso los dos vocablos fundamentales de que se compone la palabra, es decir, prótos, primero entre varios, y tekein que designa el origen corporal, el nacimiento, ya no juegan ningún papel Cf. a este respecto Ex 4, 22 En Sal 89, 27 s se habla de una «adopción», es decir, de la concesión de un privilegio especial. Es de notar que protótokos se encuentra en el AT como nombre honorífico del elegido, pero no en un sentido escatológico o sotenológico 2. En el rabimsmo, al interpretar Prov 8, 22 s, la Tora es denominada primicia de Yahvé, la primera de sus obras. La misma denominación se aplica, según Jer 17,12, al santuario. En ambos pasajes el concepto se utiliza en sentido metafórico para expresar que la Tora y el santuario gozan de la preferencia de Dios (St.-B. III, 256; por lo demás, cf. -• np&rog [prótos]).

III

Protótokos aparece en el NT en 8 ocasiones:

1. En sentido literal, p. ej., en Le 2,7. «Es el único pasaje del NT en el que protótokos, por el uso paronomástico de XÍKXEIV [tíktein], se refiere claramente al proceso de un nacimiento en sentido natural» (Michaelis, 877). «Primogénito» alude quizá a que Jesús era el primer hijo entre otros varios o subraya, en atención a la virginidad de María mencionada en Le 1, 27.34, que ésta no había dado a luz anteriormente a ningún hijo. Pero protótokos no excluye en ningún caso el que María haya tenido otros hijos (cf. Michaelis, 877); -» ^lovoyevfjg [monogenés]. 2. En sentido figurado y como predicado honorífico de Jesús, protótokos sólo es comprensible a partir de la traducción griega de los LXX en el trasfondo de bákar (cf. supra III, 2). Esto ha de tenerse presente al hablar de ciertos matices neotestamentarios de protótokos que rebasan el uso que de este concepto se hace en los LXX. El término se usa en sentido figurado: a) Para designar al mediador de la creación: Col 1, 15, en donde este significado queda claro a través de las afirmaciones paralelas del v. 16 («por su medio se creó el universo... él es modelo y fin del universo creado») y v. 17 («El es antes que todo y el universo tiene en él su consistencia») (cf. Kásemann, Taufliturgie, 41; Michaelis, loe. cit., 879). Tanto los defensores como los impugnadores de la hipótesis de que el protótokos de

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(nparicnoKOQ) Primero, primogénito

Col 1 se remonta a representaciones mitológicas del helenismo, están de acuerdo en que aquí se trata de un reconocimiento del rango culminante del Cristo preexistente en cuanto mediador de la creación (Michaelis, loe. cit., 880,4; Kásemann, Taufliturgie, 39 ss, espec. 41, en la parte inferior de la pág.) b) En sentido escatológico: en Heb 1, 6, para completar el vióg [hyiós], hijo del v. 5, dignidad que le ha sido otorgada a Jesús en su ascensión (= entronización celeste del resucitado) (Kásemann, Gottesvolk, 58 s). Protótokos podría referirse también a lo siguiente: de acuerdo con el Sal 2, 7, citado en Heb 1, 5, resultaría que «la exaltación de Cristo, en cuanto TeXeícoffig [teleíósis] de Jesús, representa el primer testimonio de Dios, que será completado por la consumación de los redimidos» (Kásemann, loe. cit., 73; de distinto modo opina Michaelis, que refiere el v. 6a a la encarnación del Cristo preexistente, pero también tiene en cuenta la referencia a la entronización del glorificado en la parusía, loe. cit., 881). Puesto que Cristo glorificado ha precedido a los suyos (que, de acuerdo con el cap. 2, son asimismo vioí [hyioí]) en el camino hacia la consumación, él es desde ahora protótokos, «Señor y ápxrjyÓQ [archegós], pionero de la comunidad de los redimidos» (Kásemann, loe. cit.). En Rom 8, 29 se piensa en una «transfiguración escatológica»; si «Dios los eligió primero, destinándolos desde entonces a que reprodujeran los rasgos de su Hijo» (a través de la resurrección de entre los muertos), él será en cuanto protótokos «igual a ellos, si bien continuará siendo superior a ellos en rango y dignidad, ya que él es el Señor» (Michaelis, loe. cit., 878). Col 1,18 y Ap 1,5 ponen el título de protótokos en conexión con la resurrección: Jesús es el primero de los resucitados por Dios (--> np&xoq [prótos]: Hech 26,23) con el fin de «ser el primero en todo» (parusía, cf. Hech 3, 15; 5, 31; Heb 2, 10: el pionero [el fundador] de la vida [de la salvación]). En cuanto que es un título de Jesús, protótokos expresa como pocos la unidad entre la voluntad salvífica de Dios y su acción: «nacido antes que toda criatura», «el primero en nacer de la muerte» (Col 1,15.18), «el mayor de una multitud de hermanos» (Rom 8, 29; cf. Heb 12, 23). El creador y el redentor son uno y el mismo, el Dios todopoderoso en Jesucristo «el primero y el último», «principio y fin», que así vincula consigo a los suyos desde toda la eternidad y es la garantía de su salvación, si ellos permanecen en él. Aquí quedan rebasados los límites de la lógica humana: el hombre Jesús de Nazaret (Le 2,1-2) es el mediador de la creación; el que ha sido conducido a la cruz como un malhechor es el primero en resucitar y el que abre la marcha hacia la vida. Esto habría dado a los testigos neotestamentarios motivos suficientes para remitirse aquí a las representaciones míticas, a fin de poder —más allá de las posibilidades de expresión del AT y del judaismo ortodoxo— expresar lo inefable (en forma de confesión, cf. el estilo hímnico de Col 1; Kásemann, Taufliturgie, 34 ss; ANorden, Agnostos Theos, 241, 253). Pues en Jesús ha realizado Dios lo imposible, ha llevado a su punto culminante el principio y el fin de su poder y de su gloria en el hombre Jesucristo en cuanto protótokos por la plenitud inagotable de su gracia (Col 1, 19 s) y ha hecho partícipe de ello a la comunidad. 3. El plural npaxózoKox [protótokoi] se emplea referido a la comunidad. El texto de Heb 12, 23 («la asamblea de los primogénitos, inscritos en el cielo») ¿hay que entenderlo literalmente? En caso afirmativo, los cristianos serían colocados al lado de Cristo de un modo singular y casi arriesgado. Sin duda, Heb ve una relación muy estrecha entre el Hijo y los hijos (caps. 1 y 2), entre el áyiáC,a>v [hagiázón], el que santifica, y los &yia(óp.evoi [haiazómenoi], los santificados; «son todos del mismo linaje» (2, 11). Kásemann alude además al mito gnóstico (doctrina de la aüyyévsia. [syngéneia]; Gottesvolk, 92 s), pero subraya expresamente que se ha superado el naturalismo propiamente gnóstico: «La unión entre Cristo y los suyos, al igual que el proceso total de la redención, no puede entenderse aquí más que a partir de la voluntad salvífica de Dios» (Gottesvolk, 94). Es

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Profano {ióiánnt;)

por eso por lo que en Heb 2, 10 se pone de relieve el snpsnsv pueblo, que originalmente acentúa su pertenencia aj pueblo; cf. RGG, loe. cit.). O. Flender

Profeta npoqyrjtriQ [prophétés] profeta, pregonero; TtpocpfjxiQ [prophétis] profetisa; npocpr¡xEÚco [propheteuo] profetizar, vaticinar; npoq)r¡xeía. [prophéteía] profecía, actuación profética; don de profecía, sentencia profética; npocprjxiKÓQ [prophétikós] profético; i¡ievSonpo0tírr¡c [pseudoprohétés] falso profeta; noi.vxEvop.ai [manteúomai] adivinar, proferir oráculos 1 1 a) Prophétés (desde Píndaro, Nemaeae 1, 60, 9, 50 y Herodoto VIII, 36 s.135, IX, 34) es un nomen agentis, compuesto de la raíz (pt¡- [phé-], decir, en la cual se presupone siempre una referencia religiosa, y el prefijo npo- [pro-], que, como adverbio de tiempo, tiene el significado de previamente, de antemano Con esto se insinúa ya el significado de el que predice, el que anuncia de antemano, que se confirma por el uso de npó palabra, art -¡hbaaa [glóssa]). Dichos sonidos se referían al futuro, como insinúa el titulo de promantis, y se hallaban en relación directa con el

Profeta (npocptírri¡;)

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que iba a consultar a los oráculos, el cual, perplejo, esperaba ayuda del oráculo en forma de instrucciones precisas El proponía por escrito una pregunta o una cuestión que había surgido en su vida En esas preguntas, que podían tener un contenido relativo a negocios, cultual, político, etico y pedagógico, queda reflejada en toda su amplitud la vida de la antigüedad Pero como la respuesta de la pitonisa al consultante era, por lo regular, ininteligible, tenia que haber otros empleados del oráculo que la traducían y la ponían en un lenguaje claro y suficientemente inteligible Esta tarea la realizaban unos ancianos sabios y venerables que habían sido llamados por el oráculo para esta misión y que recibían también el titulo de «profetas» Pero no actuaban por inspiración directa (luego tuvieron también el titulo de ¡j.avii éxtasis actuaba de una manera contagiosa, de forma que se podía hablar a «Saúl entre los profetas» (1 Sam 10, 5 ss (cf asimismo 1 Sam 19,18 ss) También los profetas de Baal eran extáticos (1 Re 18, 19-40) El extático, que era en esa época el que se «convertía en otro hombre» (1 Sam 10, 6), suscitaba reacciones encontradas los israelitas se sentían atraídos por el (1 Sam 10, 5 ss), pero al mismo tiempo decían de el «es un loco» (Os 9, 7) En Nm 11,10 ss se nos dice que los setenta ancianos de los que se había apoderado el espíritu de Dios cayeron en éxtasis, y Josué se enfado y quiso impedirles profetizar Pero Moisés replico «|Ojala todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor'» Aquí el elohista, al insertar ese relato en la tradición mosaica, se esfuerza por introducir en la fe yahvista este fenómeno no-israelita, extraño y chocante, de la profecía extática, y trata por todos los medios de «legitimar ese nuevo fenómeno religioso, que debió de causar a los antiguos creyentes muchos quebraderos de cabeza» (GvRad, Teología del AT II, 23) b) Otra forma precursora son los grupos profeticos de tipo monástico Ellos se agrupaban en torno a una figura relevante (p ej Elíseo, 2 Re 2, 3 ss, 4, 38, 6, 1), al cual ellos llamaban «señor» o «padre», a cuyos pies se sentaban para ser instruidos y con el cual vivían en viviendas comunes Elias y Elíseo eran cabezas de vanas agrupaciones de profetas de este tipo (2 Re 2,1 ss) Siempre se encuentran tales grupos dependiendo de algún santuario (1 Re 13,11 Betel, 2 Re 2,1 5 Guilgal, Jenco) El éxtasis desempeña un papel muy de segundo rango (una reliquia del mismo se encuentra todavía en 2 Re 3 15), en cambio, parece quedar legitimada la donación del espíritu mediante la actividad taumatúrgica (2 Re 2,19-22,2,23-25,4,1-7 18-37) Sin embargo, estos relatos populares que destacan los sucesos maravillosos indican que Elias era también hombre de la palabra, cuya actuación se movía a nivel pastoral (2 Re 4, 1-7 8-37, 5, 1-14) e incluso político (2 Re 13, 14 ss «carro y auriga de Israel», 6 12, 8, 7-15) c) Finalmente hay que mencionar como formas precursoras la de los profetas culticos, puestos como funcionarios en el santuario nacional Se diferencian grandemente de los profetas-escritores (en contra opina SMowinkel, Psalmenstudien III, 1923), ya que estos criticaban duramente el culto (el templo Os 8,14, Mi 3, 9-12, Jer 7,1-15, la ofrenda Am 1,8, Os 5,6 s,Is 1,10-17 y passim los sacerdotes Os4,4-11,Mi 3,11, Jer 2,8y passimj y teman una actividad y un lenguaje extra-cultual (GvRad, Teología del AT II, 72 s) El profeta cultual tenia su puesto en el culto, junto al sacerdote Su ocupación debió de consistir en proferir oráculos, cuando el pueblo se quejaba, y especialmente exponer dichos oráculos ante el rey Por eso tenia un gran influjo en la corte real (1 Re 1, 8), hablaba como hombre de Dios (1 Re 22, 24 ss) con extraordinaria dureza (2 Sam 12, 1 ss) Los profetas culticos eran temidos, porque su poderosa palabra podía acarrear la suerte o el infortunio (1 Sam 16, 4, 1 Re 17, 18) Sus oráculos deben haber sido formulados a la manera de los dichos populares En Is 33, 1-24 ha llegado hasta nosotros una liturgia profetica (HGunkel), que da una idea del lenguaje de estos profetas Entre los profetas culticos pueden enumerarse Semei (1 Re 1, 8), Sedecias (1 Re 22 24), tal vez también Natán (2 Sam 12, 1 ss, 1 Re 1, 11 ss), el cual actuaba en estrecha relación con la corte, pero a la vez con una independencia realmente sorprendente Estos profetas no nos han legado escritos, a no ser que se cuenten entre ellos a Nahun y Habacuc (al menos si están relacionados con ellos) Encontramos también rasgos inequívocos de los profetas culticos en Zacarías y espec en Ageo

Profeta (npo(pr¡Tr¡q)

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3. Con la realeza empieza en Israel el profetismo en sentido propio, sin que por ello se puedan trazar unos límites precisos. De todos modos los éxtasis, la mántica y la acción taumatúrgica retroceden, y la -» palabra ocupa cada vez más el primer plano. Asimismo se van aflojando cada vez más los lazos con lo cultual, con lo institucional y con la monarquía. Desde Amos hasta Malaquías domina únicamente la palabra como medio de proclamación. Las actuaciones de los profetas se reducen a acciones simbólicas, las cuales no son una ilustración, sino una prefiguración de la palabra (Os 1,4.6.9; Is 7, 3; 8,3; 20,2; Jer 16,2 5.8) Los profetas clásicos actúan en tres períodos: en la época de la caída del reino del norte (hacia el 721 a. C), en la del remo del sur (hacia los años 597/87 a. C.) y en la época del destierro (hasta el 539 a. G, fecha aproximada de la caída de Babilonia). Con respecto a la historia, la predicación se movía" en una dirección horizontal (pueblo, pueblos) y vertical (pasado, presente y futuro). La dimensión futura era la del anuncio (el futuro se enlaza con la situación presente de aquél a quien se dirige la palabra), no la de la predicción (mántica: desde el presente se coge como punto de mira el futuro y se predice lo que allí ocurrirá) Los temas son: a) El oráculo de juicio Antes del destierro la misión a la que se dedicaban los profetas era la de advertir (palabra de amenaza) al pueblo, a los representantes del mismo o a un grupo determinado, del próximo -> juicio, que iba a realizarse, entre otros acontecimientos, en las sequías, los terremotos, las guerras. Y como los profetas eran también consejeros y pastores de almas y sus arengas apuntaban a la conversión, sus discursos de amenza incluían la exposición de la causa del juicio (avisos y reprimendas): el juicio viene por el -• pecado del pueblo, del rey o de un grupo del pueblo Y para los profetas, pecado es la conducta del hombre que no corresponde a la manera de actuar de Dios. En particular, en Isaías significa: el pueblo no pone su confianza sólo en Yahvé En Amos y en Miqueas: el pueblo desprecia la ley brindada por Yahvé. En Oseas, Jeremías y Ezequías pasa a primer plano la infidelidad del pueblo (idolatría). b) La profecía de salvación La profecía de salvación no responde a la pregunta curiosa acerca de lo que va realmente a ocurrir después del juicio de Dios Se funda únicamente en la voluntad benevolente de Yahvé (al contrario del oráculo de juicio, que es el resultado de la conducta deficiente del hombre). A eso apuntan también las formas de la palabra de salvación (promesa) la respuesta de salvación apunta a una queja previa y por ello se parece mucho al oráculo de una súplica atendida (Is 43, 1 ss). El anuncio de la salvación promete la ayuda futura de Dios (Is 41, 17 ss; Jer 28, 2 ss). La presentación de ¡a salvación describe la acción salvadora que va a operar Dios en el futuro (Is 11,1 ss, Zac 8,4 s). La profecía de salvación predomina durante el destierro y después del mismo. La salvación se concretiza en la reanudación de la relación de Israel con Dios, en el rey escatológico (mesías), en la nueva ordenación del culto, en la restauración del estado y en la liberación político-nacional. A la descripción en bloque de la salvación, sigue frecuentemente la causa de la misma, la cual radica, no en la fidelidad o en la santidad del pu«Ww, «*» =>w cei^> para. con Dios o respecto a la alianza, sino exclusivamente en lafidelidad,la santidad, el celo y la trascendencia absolyta de Dios. Resumiendo, el profeta veterotestamentano es el anunciador de la palabra, llamado por Dios como consejero que avisa y amenaza, como consolador, maestro y pastor de almas, que se halla ligado únicamente a Dios y por ello se siente especialmente libre. 4. Aunque la tradición posterior puso el libro de Daniel entre los escritos proféticos, sin embargo, Dn pertenece a la apocalíptica judía. Esta se diferencia de la profecía por «la pseudommia, la impaciencia escatológica, el cómputo exacto del final de los tiempos, lo abigarrado y fantástico de las visiones, el horizonte históncouniversal y cósmico, la simbolología numérica y el lenguaje cifrado, la doctrina acerca de los ángeles y la esperanza en el más allá» (WBaumgartner, Ein Vierteljahrhundert Danielforschung, ThR 11,1039,136 s). La apocalíptica no es, por tanto, la continuación en línea recta de la profecía, aunque tiene con ella en común la esperanza en el futuro. Su época de florecimiento tiene lugar después de los profetas (del s. II a. C. hasta el s II d. C.) La transición puede observarse claramente en Zacarías. En las siete visiones nocturnas (1, 7-6, 8) el profeta se convierte en vidente, al cual se le descubre el futuro escatológico de los pueblos y de Israel (cf Is 24-27; Ez 38 s; Jl) 5 Los rabinos veían ciertamente en la apocalíptica la legítima continuadora de la profecía. «Hasta aquí (concretamente hasta Alejandro Magno) los profetas profetizaron en el Espíritu santo. A partir de ahora, inclina tu oído y escucha las palabras de los sabios (es decir, de los apocalípticos)» (Seder Olam rabba 30). La profecía, en cuanto tal, ha desaparecido; entre los rabinos, en lugar de ella, empieza a cobrar importancia, junto a la apocalíptica, la «voz del cielo» (-> palabra, art. vr¡ [phóné]) Por otra parte, sabemos por Josefo (Ant. 13, 311 s) que los esenios contaban con un gran número de profetas, los cuales gozaban de prestigio. 6 La comunidad de Qumrán valora extraordinariamente los textos proféticos del AT (incluidos los salmos). Ella relaciona las profecías con los acontecimientos de su presente, que considera como el «fin del día» (final de los tiempos). El «maestro de la justicia» descubre los secretos de las palabras proféticas (lQpHab 7,1-5) y se sitúa así en el lugar de un profeta propiamente dicho. La comunidad de Qumrán espera, como acontecimiento escatológico, la «venida de un profeta y de los ungidos (dos mesías) procedentes de Aarón y de Israel» (1QS 9, 11), por consiguiente, un triunvirato, y no un soberano con un triple cargo (TestLev 18, 9 ss)

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{npo(pr\xr\ gracia; p. ej. Rom 12, 6: «hablar inspirado», NB; Ap 19, 10 designa probablemente la palabra profética). En Ap 11, 6, se refiere probablemente a la actividad profética (de los dos testigos). La recurrencia del verbo es semejante. Aparece 28 veces en el NT, de ellas nada menos que 11 veces en Pablo y esto sólo en 1 Cor. El significado fundamental (cf. II) es: profetizar o anunciar la revelación de Dios (Mt 7,22 y passim). En la comunidad cristiana de Corinto profetizar o «hablar inspirado» incluía una serie de aspectos éticos, tales como exhortar, animar, enseñar, en una palabra: construir la comunidad (1 Cor 1,14; espec. vv. 3 y 31). En cambio, en otros contextos el contenido iría más bien en la línea de la adivinación (referida al pasado, p. ej. en Mt 26,48) o del vaticinio (apuntando ai futuro, p. «j. en Mt is, 7 y passim). Y como a la mujer no se le da el título de profetisa, se le aplica equivalentemente el título por una circunlocución verbal (Hech 21, 9: «que hablaban inspirados»). La palabra pseudoprophétés, que no se halla atestiguada fuera de la Biblia, se encuentra en el NT 11 veces, de ellas cada 3 veces en Mt y en Ap, pero no en Pablo. Por lo regular, designa a una persona que se presenta falsamente como profeta (Mt 7, 15 y passim). Y puesto que tal individuo anuncia también cosas falsas, todo el que hace como él es designado asimismo como pseudo-profeta (1 Jn 4, 1) y por ello se manifiesta como un falso profeta. Bajo el concepto neotestamentario de profeta se subsumen: 1. El profeta veterotestamentario Igual que en el AT («así habla el Señor», el profeta es designado como «mi boca» (Jer 15, 19; Hech 3, 18.21; tras la construcción pasiva «lo dicho» en Mt 2, 17.23 y passim se halla Dios). Cuando en 1 Pe 1,11, se dice de Jesucristo que es el que actúa en los profetas, en realidad se le afirma como el Señor preexistente, que en 1 Pe es una misma cosa con Dios. También en Heb 1, 1 (el ev [en], igual que el hebreo be debe traducirse como instrumental: «por los profetas») el profeta es considerado como instrumento de Dios, que anuncia a los cuatro vientos. Sin embargo, él prefijo pro- se va concibiendo cada vez más temporalmente, de suerte que, en contra de lo que ocurre en el AT, el profeta se va entendiendo como alguien que predice o vaticina. El predice todo lo que después se ha cumplido en Jesucirsto (Mt 1, 23; 2, 5 s.15.17 s.23 y passim). Pero estos pasajes no son pruebas escriturísticas en la línea del siguiente razonamiento: los profetas predicen y Jesucristo lo cumple; por consiguiente por -+ Jesucristo los profetas resultan confirma-

Profeta (npo(pr\xr\Q)

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dos como tales, o bien por Jesucristo queda demostrada la Escritura. Para Mt, la autoridad del AT es tan indiscutible que no necesita ser probada ni demostrada. Por el contrario, estos pasajes son citas de reflexión en este sentido: Jesucristo realiza algo, o con él acontece algo. Mt reflexiona según una cita adecuada del AT. Y puesto que los profetas (y la -> Escritura) son para Mt una autoridad absoluta, Jesucristo es confirmado por la cita como mesías. Así pues, la dirección inversa de la argumentación se presenta como en la prueba de Escritura (cf. WMarxen, Einleitung in das NT, 19643, 131). Llama la atención la frecuente alusión del NT al fin violento de los profetas (Mt 23, 31; o la frase proverbial de Mt 23, 37 par; en Hech 7, 52 la línea de muerte violenta de los profetas es referida a la muerte de Jesús). En el judaismo y en el cristianismo primitivo, el martirio debió de pertenecer a la imagen corriente del profeta (Mt 23, 25 par). 2. Juan bautista Juan lleva siempre el título de profeta. Esto se halla justificado por el hecho de que él hace suya la predicación del juicio y de la penitencia e incluso la radicaliza (Am 9,7 ss; Mi 3, 12; Jer 7, 3 ss; 26,1 ss). Su predicación tiende a la mejora moral y a la inseguridad del judío que se siente consciente de su religión. Su -» bautismo, que no es el de los prosélitos o el de Qumrán, debe entenderse como sacramento de penitencia escatológico, que atestigua la conversión y sella la salvación. Se insinúa que Juan era considerado como el profeta escatológico esperado, que trae la salvación (cf. II, 3; Mt 11, 8 ss). El NT, sin embargo, elimina esta falsa concepción y le describe como el precursor escatológico (sinópticos) o el «testigo» de Jesús (Jn), el cual en su predicación se remite a Jesús y en su bautismo apunta al bautismo cristiano (OCullmann, Die Christologie des NT, 19664, 22-28). 3. Jesucristo SÓlO ocasionalmente a Jesucristo se le d e n o m i n a en el N T profeta, y esto lo h a c e p o r

lo general el pueblo (Me 6, 15 par; 8, 27 s par). Este piensa con ello en los profetas contemporáneos y sólo la tradición (Le 9, 8.19; Mt 16,14) hace remontar estas afirmaciones hasta los profetas del AT. El mismo Jesús, por su parte, nunca se designa a sí mismo como profeta (Le 13, 33 no hace al caso, en cuanto autodesignación, ya que se trata de la cita de un proverbio; en Q falta totalmente el título cristológico de «profeta»; en Le es donde se encuentra con más frecuencia; cf. FHahn, Hoheitstitel, 351 ss; OCullmann, loe. cit., 29 s). Según el NT, Jesús es más que los profetas (Mt 12,41), ya que él no sólo anuncia la salvación sino que también la trae (1 Pe 1, 10 s; Le 10, 24). Legítimamente, Jesús sólo puede ser designado como profeta en el sentido de Dt 18, 15 (cf. Mt 2, 1-12.13-15.1618.19-23; 4, 1-11; 5, 1 ss). 4. Los que tienen la misión de anunciar algo determinado Únicamente en la prehistoria de Le se encuentran hombres comisionados y dotados espec. por Dios, los cuales anuncian profecías que el Espíritu santo les ha inspirado. De esos únicamente Ana lleva el título de profetisa (Le 2, 36). El Benedictus de Zacarías es calificado como una profecía inspirada por el Espíritu santo (Le 1,67). Isabel (Le 1,41 s) y Simeón (Le 2, 25) hablan gracias al Espíritu santo, mediante lo cual suele designarse el don profético. 5. Los cristianos La cristiandad primitiva conocía a cristianos dotados del don de profecía. Ellos eran signo de que la comunidad poseía el espíritu (-• espíritu; -> gracia). Es de suponer que ya muy pronto se institucionalizó la vertiente carismática de la profecía y que luego se

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(npo apóstol) y que los doctores (1 Cor 12,28 s; Ef 4,11), junto a los apóstoles (Le 11,49; Ef 2,20; sin embargo, en este último texto podía aludirse eventualmente también a profetas del AT; Ef 3, 5; Did 11, 3), junto a los doctores (Hech 13,1; Did 15,1 s), junto a los santos y a los apóstoles (Ap 18, 20). a) En las comunidades paulinas esos profetas tenían en el servicio divino (1 Cor 14, 23 s) la misión de aconsejar a la comunidad (1 Cor 14, 3. 24 s.31), de consolarla (1 Cor 14, 3), de construirla (1 Cor 14, 3), de comunicarle conocimientos y secretos (1 Cor 13, 2). Todo esto debía hacerse en palabras inteligibles (1 Cor 12,1; 14,15 s.23 s), sin -* éxtasis. Pero debió de existir el peligro de que el espíritu de profecía se convirtiera en una fuerza incontrolada y extática que irrumpiera en el servicio divino de la comunidad de manera que no fuera uno (1 Cor 14, 30) sino muchos los profetas (v. 31) que hablaran al mismo tiempo. Este peligro lo salva Pablo al aclarar que el espíritu de los profetas está sometido a los profetas (v. 32); con ello se expresa la subordinación bajo el orden y bajo la paz de Dios (v. 33a): también el profeta debe saber callar. Es discutible si podemos o no sacar de las cartas «sentencias de derecho sagrado» (EKásemann, Sátze heiligen Rechtes im NT, en: Ex. Vers. u. Bes. II, 19683, 69 ss, enumera p. ej. 1 Cor 3, 17; 14, 38; 16, 22 y otros) o, sentencias escatológicas (Rom 11,25 s; 1 Cor 15, 51 s; Gal 5,21; 1 Tes 3,4) como palabras de los profetas del cristianismo primitivo. b) En Ef (2, 20) pertenecen los profetas al «fundamento» de la comunidad. Esta imagen hace sospechar que la época de la fundamentación de la comunidad ha pasado ya, esto es, que el oficio de profeta pertenece al pasado. c) Los avisos contra los falsos profetas que encontramos en los sinópticos (Mt 7, 15.22 s; Me 13,22 par) permiten deducir que, en el ámbito sirio-palestino, debió de haber un gran número de profetas cristianos. Aplicando el método de la historia de las formas, trata EKásemann (Die Anfánge christlicher Theologie, en: Ex. Vers. u. Des. II, 1968% 82 ss) de identificar en la tradición sinóptica diversas formas proféticas de predicación (sentencias de derecho sagrado, maldiciones, macarismos, y otras) y de comprobarlas como sentencias de profetas del primitivo cristianismo. En la fuente de los logia o sentencias se darían, por tanto, ciertas palabras «no auténticas» del Señor, que en los tiempos del cristianismo primitivo habían sido consideradas como palabras del Señor exaltado expresadas por boca de los profetas cristianos. d) En los Hechos de los apóstoles los datos acerca de los profetas son realmente numerosos; sin embargo, como fuentes históricas son irrelevantes (en la profecía la mántica va en aumento; cf. 11, 28; 21,10). En la raíz de ambos hechos está la teología de Lucas y la división de la historia en tres épocas (el tiempo de Israel, el centro del tiempo y el tiempo de la iglesia). Este último comienza en pentecostés (Hech 2, 1 ss) y por ello ocupa el espacio más amplio en Hech. Entre otras cosas, se caracteriza como la época del espíritu para todos los cristianos (mientras que en la segunda época Jesús era el único portador del espíritu). Un signo de la exuberante efusión del espíritu es el gran número de profetas notables en el cristianismo primitivo (Hech 11, 27 s; 13, 1; 15, 32; 21, 9 ss) y el espíritu profético que se distribuye en principio a todos los cristianos (Hech 2,17 s; 19,6). Así pues, los numerosos datos acerca del profetismo se hallan ante todo condicionados teológicamente y no pueden utilizarse en la historia sin haberlos hecho pasar antes por un examen crítico. e) El Apocalipsis parece haber sustituido a los apóstoles por los profetas. Y puesto que el autor del Ap se considera a sí mismo como profeta (22,9), de la idea que tiene de sí mismo se puede deducir lo que él considera como un profeta: es gracias a Jesús como el profeta es capaz de descubrir los planes secretos de Dios (1,1). Tiene visiones (6,1-19,10).

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Profundidad

Es consolador y consejero (cap. 2-3). Su palabra tiene autoridad (22, 18 s). El profetismo continuó existiendo durante cierto tiempo en la primitiva iglesia (Did 10, 7; 11, 7-12; 13, 1-7; Justino, Dial. 82,1) hasta que, debido a los abusos montañistas, llegó a tal descrédito en el s. II que fue desapareciendo paulatinamente. C. H. Peisker

Bibl EFascher, npo Altura Hermano

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(inayyeXia) Promesa

Promesa enayyéXXopou [epangéllpmai] anunciar, dar a conocer, prometer, comprometerse a; npoenayyéXXo^iai [proepangéllomai] anunciar de antemano, prometer de antemano, inu.yyc.kiv. [epangelía], ináyyzknv. [epángelma] anuncio, noticia, promesa

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1 1 Epangellomm y epangeha están formados de la raíz áj/E) [ángel], al igual que wa.yyzXi%op.ca [euangelizomai] y evayyehov [euangehon] (-> evangelio) En el griego profano (hay testimonios de la forma activa desde los tiempos de Homero) estas palabras son originalmente sinónimas de otras de la misma raíz (p ej otros compuestos de áyyeJíXw [angello] áv- [an-], intxyjeÁAa) [apangello]) y significa anunciar, dar a conocer (Herodoto III, 36) y anuncio, noticia respectivamente Cuando se trata de una notificación oficial, tienen el sentido de exigir, exigencia (p ej Polibio IX, 38, 2) En lenguaje jurídico, el sustantivo significa presentar una querella (Esquines 1, 64) En voz media, el verbo significa anunciar un trabajo, presentar algo como su especialidad (objetivamente, Jenofonte, Mem I, 2, 7) o adherirse a algo (éticamente) 2 El significado que mas se acerca al del NT es el de anunciar que se va a hacer algo, declararse dispuesto a algo, prometer, comprometerse a (p ej Polibio I, 72 6) En los significados mencionados llama la atención que no son los dioses los que prometen algo a los hombres, sino estos a aquellos Mas los griegos advierten claramente la distancia que hay entre las promesas humanas y su cumplimiento En este contexto, la palabra significa a menudo promesa de dinero o comprometerse a dar dinero Es característico el hecho de que en todo el oriente helenístico la palabra viniera a ser una expresión técnica para designar el pago voluntario, el regalo, la fundación (Inschr Pnene 123, 5 ss) Asi pues, ó énayyeiXmíiEVOi; [ho epangeilamenos] designa la persona que hace una fundación, el fundador En el helenismo primitivo r¡ émtyyeXia [he epangeha] puede significar también el anuncio de una fiesta II El hebreo no tiene ningún equivalente de epangeha, a diferencia de lo que ocurre en el caso de w a ^ w M buena noticia (-• evangelio) Los LXX en Est 4, 7 traducen con epangelía la palabra párásah, que significa notificación detallada o indicación exacta 1 a) A pesar de que la palabra falta, el AT conoce naturalmente esa idea GvRad ha intentado mostrar «como Israel, desde Abrahan hasta Malaquias, a través del actuar y hablar de Dios fue arrastrado a un movimiento continuo, y que se encontró siempre, de un modo o de otro, en el campo de tensión existente entre la promesa y su cumplimiento» (Teología del AT II, 479) Bien es verdad que se da cuenta cuidadosamente del cumplimiento de determinadas promesas (p ej Jos 21,43-45,23,14 «no ha dejado de cumplirse una sola de todas las promesas que os hizo el Señor Todas se han cumplido»), pero la mayoría de las veces ese cumplimiento se presenta como parcial o provisorio, que no descubre todo el plan divino Por eso, Israel se ve obligado en cada nueva situación de su historia a interpretar de nuevo las antiguas promesas y es emplazado a una nueva espera mediante nuevos anuncios salvificos (para mas detalles cf -• palabra, art Xoyoc, [logos] II) b) Ciertamente el AT conoce muchos tipos de votos de los hombres piadosos, pero las promesas humanas se pierden de vista ante los ofrecimientos divinos Solo Dios puede prometer y cumplir, ya que solo el conoce el futuro y lo convierte en realidad 2 a) Los judíos que escribieron en griego (Mac en los LXX, Filón, y otros) siguen el uso lingüístico del helenismo Usan, pues, epangellomai con el significado de prometer (p ej dinero 1 Mac 11,28) Ya antes de Pablo se fue abriendo camino el empleo de epangelía aplicado al modo de comportarse propio de Dios En 3 Mac 2,10 Dios promete escuchar las plegarias b) En los escritos de los rabinos, para designar las promesas divinas se emplea b'tahah, que ciertamente falta en el AT, pero que esta formada de la raíz bátah, confiar, frecuente en el TM, asi se pone, pues, de relieve que las promesas salvificas son dignas de toda confianza (cf St -B III, 207 ss) Por lo que se refiere al contenido de las mismas, se piensa con frecuencia en las hechas a los patriarcas («haré de ti un gran pueblo» Gn 12,2, posesión de la tierra Gn 12, 1, Ex 3, 8, Dt 34, 4 y passim) (que se transformaran en un pueblo, que conquistaran una tierra) c) Con la aparición de la literatura apocalíptica, el ínteres se centra en el 'ólám habba, el mundo futuro (p ej 4 Esd 7,119), siendo frecuente el giro «Estar seguro de que uno sera hijo (o hija) del mundo futuro» (p ej bBerakh 4b) Sin embargo, la certeza de la salvación se vio muy frenada por la doctrina de que la participación en la salvación futura dependía del estricto cumplimiento de la -• ley

Promesa (énayysXh) III

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Visión de conjunto

1. Epangéllomai, prometer, asegurar que se va a hacer algo, está atestiguado 15 veces en el NT, donde sólo 4 veces se usa referido a promesas humanas (Me 14, 11: oferta de dinero a Judas; 2 Pe 2, 19: promesa de falsa libertad hecha por los maestros del error; 1 Tim 6,21: «algunos que prometían mucho respecto a [NB: se especializaban en] la fe se han desviado de ella»; 1 Tim 2, 10: hacer profesión de QeooéPeía [theosébeia], temor de Dios, piedad). Con significado teológico no se presenta ni en los evangelios ni en 1 Pe/Jds ni en Ap. En Hech y 1 Jn se encuentra la palabra una vez en cada uno. Los testimonios principales se hallan en el corpus paulinum (5), Heb (4), Sant (2). 2. Proepangéllomai significa anunciar de antemano, prometer ya antes. En el NT se encuentra sólo 2 veces en Pablo: en 2 Cor 9, 5 r¡ npo&nnyyeXp,évn eóXoyía ófi&v '[he proepéngelméné eulogía hymón] (el verbo está aquí en pasiva) significa: el generoso donativo ("= la colecta) que habíais prometido (lit.: prometido ya antes); y en Rom 1, 2 habla Pablo del evangelio de Dios, prometido (TipoennyyeíXoízco [proepengeflató]) ya por sus profetas en las Escrituras santas. 3. Epangelía, atestiguado 52 veces, se encuentra sólo una vez en sentido profano; 33 veces se emplea el sustantivo solo (sin un genitivo), la mayoría de ellas en Pablo; predomina el singular, pero el plural se encuentra también 11 veces. Epangelía falta en Mt, Me, Jn, Sant, Jds, Ap. Se halla una vez en Jn; 2 veces en 2 Pe, y 9 veces en los escritos lucanos (una vez en el ev. y 8 veces en Hech); 26 veces en el corpus paulinum y 14 veces en Heb. Al igual que en el griego profano, también en el NT la palabra epangélia tiene el doble significado formal y de contenido, o sea: palabra de promesa y objeto de la promesa, aunque no en todos los pasajes se puede reconocer con seguridad la diferencia. El Significado de objeto de la promesa es seguro en pasajes como Le 24, 40; Hech 1, 4 ;

asimismo Heb 11, 33 y 39. 4. Epángelma en griego profano significa anuncio, orden, promesa. En el NT la palabra no se distingue de epangelía, por lo que hace a su significado. Sólo se usa 2 veces (2 Pe). Dado que la carta quiere ayudar a superar el debilitamiento de la esperanza en la parusía de Cristo, el concepto de promesa queda limitado a ella y a la nueva creación de cielos y tierra, que de ella se derivan: «Ateniéndonos a su promesa (/corra TÓ z%á.yy&Xpr\ avxn [sémeron peplerotai he graphe haúte], hoy se ha cumplido este pasaje (de la Escritura: Le 4, 21; cf. la fórmula introductoria de las citas del AT en Mt iva. TzXnpa)9f¡ [hína plérothé], para que se cimpliera). Así pues, a pesar de la falta del término epangelía, también en los evangelios se trabaja con la categoría de promesa-cumplimiento (espec. Mt).

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(énayyeXía) Promesa

Desarrollo teológico El significado teológico de este concepto ha sido elaborado con especial cuidado en tres grupos de escritos neotestamentanos: en Lucas (Hech), en las cartas de Pablo y en Heb. 1. Lucas (Hech): a) El dador de la promesa es, al igual que en todo el NT, sólo Dios, «el Dios de la gloria» (7, 5 cf. con 7, 2 suj.), «el Padre» (Le 24, 49 = Hech 1, 4). La promesa constituye la clave para comprender su plan salvífico y de tal suerte lleva en sí el futuro, que se realiza creativamente (13, 32 s: ¿KTieTiAfjpcoKev [ekpepléróken], se ha cumplido en la misión de Jesús). b) Receptores de esa promesa son «nuestros padres» (13, 32), sobre todo Abrahán (7,17), Israel como pueblo de la alianza (13,23), los discípulos de Jesús (Le 24,49 = Hech 1,4), los oyentes de Pedro en el sermón de pentecostés con sus hijos, y los que habitaban lejos de Jerusalén (2, 38 s). Los paganos tienen noticia de la promesa sólo a través de Israel. c) El contenido de la promesa es el envío histórico de Jesús como aanrip [sotér], salvador (13, 23.32 s; 26, 6). Dado que él, como crucificado y resucitado, ha obrado el perdón de los pecados, todos los que se convierten a la fe en él y se hacen bautizar en su nombre pueden recibir el Espíritu santo como el don divino prometido para los tiempos finales (2, 38-40 cf. con 2, 17 ss y 2, 32-36). d) En el cumplimiento (-> sobreabundancia, art. nlnpóco [pléróo]) la promesa (epangelía) se transforma en buena noticia (euangélion). En Hech 13, 32 se denomina eüocyyE/uCecrSai [euangelízesthai], dar la buena noticia, a ese dar testimonio de que se ha producido el cumplimiento. 2. Pablo: es el que acentúa con más fuerza que la epangelía es un puro don de Dio? Sólo él tiene el poder absoluto para realizar sus promesas (Rom 4, 21) pues él es el Dios «que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe» (Rom 4,17). El es ó ánj/eüdfjQ Q&óq [ho apseudés theós], el Dios que no miente (Tit 1, 2). a) En lucha contra la amalgama de evangelio y legalismo judío, Pablo examinó a fondo esta cuestión: ¿qué relación hay entre la ley de Dios y sus promesas; entre sus exigencias y su misericordia gratuita? A la teoría judía de que el hombre sólo podría llegar a gozar de la promesa prometida mediante el cumplimiento previo de todos los deberes ordenados en la ley, contrapone el apóstol tres ideas fundamentales del evangelio, dispuestas antitéticamente. a.) La que nos hace receptores de las palabras y del objeto de la promesa no es la ley, sino la gracia rehabilitadora (Rom 4, 13: ov Siá vóuov f¡ énayyEkía reo 'Afipoiáp. f\ reo anépp.an auroo..., ikXa. Siá SiKaxoavvnQ izíazecog [OU diá nómou he epangelía tó Abraám é tó spérmati autoü... allá diá dikaiosynes písteos], porque la promesa hecha a Abrahán y a su descendencia no suponía la observancia de la ley... sino la justicia obtenida por la fe). Dado que la ley no puede «dar vida» a ningún hombre para Dios (t,coonoif¡aai [zoopoiésai]), es decir, no puede ponerlo en situación de realizar la voluntad divina, ley y promesa se oponen esencialmente (Gal 3, 21 y 18: «en caso de que la herencia viniera en virtud de la ley, ya no dependería de la promesa. Tá> Sé 'AfSpoiáp. Si'énxyysh'on; Kexápiarai ó SEÓQ [tó dé Abraám di epangelías kecháristai to theós], mientras que a Abrahán Dios le dejó hecha la donación con la promesa). [i) Ley y promesas no pueden condicionarse o completarse mutuamente, ya que la ley exige obras, y la fe no es obra humana, no es un resultado de la ley. Si los que elevan la ley a camino de salvación pudieran ser «herederos», entonces la fe ya no tendría ningún sentido, como dice Pablo en Rom 4, 14, y la promesa carecería de eficacia.

Promesa (sTiocyysXiix)

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y) Ya sólo por eso la ley no puede ser condición para recibir la promesa y los bienes salvífícos, puesto que la promesa hecha a Abrahán precedió temporalmente en varios siglos a la revelación de la ley (promesa que es arquetipo de todas las demás promesas) y la ley no puede ser interpretada en ningún caso como cláusula, mediante la cual Dios derogase sus promesas valederas, por así decir, testamentariamente. Por eso, en Gal 3, 15-18 Pablo, echando mano de la imagen de la 5iot3rJKn [diathéké], declaración testamentaría de las voluntades (-> alianza), la firmeza inquebrantable de las promesas divinas. Esa certeza no fue debilitada por el imperativo ético del NT. No es nuestra santificación (2 Cor 7,1) la que realiza el cumplimiento de las promesas, sino que éstas actúan en nuestra conducta vital santificándola. b) Para Pablo es fundamental que todas las promesas hayan recibido su sí en Cristo (2 Cor 1,20). El hecho de enviar a Jesús y todo el obrar de éste son la confirmación fáctica por parte de Dios de todas sus promesas salvíficas. El servicio de Cristo a Israel puso de manifieste la áÁtj&sia [aletheia],fidelidad(-» verdad) de Dios y tuvo lugar para confirmar las promesas hechas a los padres (Rom 15, 8). Sufriendo en nuestro lugar la muerte maldita, con la que amenazaba la ley a todo trasgresor, abrió el camino para que fuera enviado el -> Espíritu santo. Murió «para que por la fe recibiéramos el espíritu prometido y así la bendición de Abrahán alcanzase a los paganos» (Gal 3, 14). Aun cuando en un contexto amplio pudieran mencionarse diKoaoovvn [dikaiosyné], -»justicia, vioSeaia [hyiothesía],filiación,KÁnpovopía. [kleronomía], herencia como dones salvífícos prometidos, en sentido estricto el don principal es el Espíritu santo (así Gal 3, 14; cf. también Ef 1, 13). Se destaca la certeza de la salvación mediante tres imágenes: &na.pxrj [aparche], primicias, áppafiáv [arroben], aras, y extranjero, art. na.penidnp.OQ [parepidémos]). H. Bietenhard e&vot; [éthnos] multitud, tropel, pueblo, nación, S&VIKOQ [ethnikós] pagano, el pagano, éSviK&c. [ethnikós] según la costumbre pagana Ethnos, derivado de cSog [ethos], costumbre, uso, significa lo que esta unido por la costumbre, la parentela luego la multitud, el tropel, el pueblo En Platón la palabra aparece con un sentido peyorativo «ladrones y el restante populacho» Sobre todo ethnos puede designar al extranjero a diferencia del griego en cuanto heleno (desde Aristóteles, Pol 132b, 10) Ademas ethnos recibe un nuevo significado secundario, también peyorativo, que se acerca al de jSocp/Sapog [barbaros] no griego, bárbaro Mas tarde se daría el nombre de ethnos a los pueblos sometidos

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(B&VOQ) Pueblo

II 1 De los 1000 pasajes aproximadamente, en los que aparece en los LXX (la mayoría en plural), ethnos es casi siempre traducción del hebreo goy o goyim pero en mas de 130 pasajes traduce el termino 'am (-» loa; [laós]) Otras palabras hebreas aisladas, que pudieran traducirse por ethnos, no tienen peso frente a las dos mencionadas Cuando se habla de muchos pueblos, sobre todo no israelitas, se traduce también el plural 'ammim por ethne y no por Xttoi [laoi] (Ex 19, 5 s) Asi pues, se contraponen 'am / -• laos, Israel como pueblo escogido, y goy / ethne, los gentiles Ethnos aparece relativamente pocas veces en Ex, Lv, Nm, Jos y Cr, con mas frecuencia en Gn, Dt, Sal y en los profetas 2 El pueblo de Israel es ^propiedad personal» de Yahve (Ex 19, 5), la humanidad que no es -> Israel lleva el nombre de ta ethne, los pueblos (Dt 4,27,18, 9) Es típico el texto de Ex 33,13 ethnos es esa gente, que por gracia de Yahve se transforma en tu pueblo (-> Actos [laos]) Asimismo es cruda la diferencia en Dt 7, 6 Dios ha distribuido los ethne sobre la tierra y ha fijado sus fronteras según el numero de los angeles de Dios, pero Jacob, como parte de Yahve, se transformo en laos de Dios (Dt 32, 8 s LXX) Pero ademas Yahve es rey absoluto sobre los pueblos (Jer 10, 7) A eso se refiere Gn 10 aquí no se piensa en una humanidad que proceda unitariamente de unos únicos progenitores, sino en «pueblos que se diferencian entre si por su linaje, lengua, costumbres y territorio» (Bertram, ThWb II, 364) Son denominados con el nombre de «naciones» (= pueblos paganos) en primer lugar los vecinos de Israel, que en parte viven también en Palestina (Jue 3,1) Seducen a Israel para que adore los ídolos y por tanto le inducen a la apostasia (-» caída) de Yahve Conforme a ello se habla a menudo de las «costumbres abominables de las naciones» (1 Re 14, 24, 2 Re 16, 3) Frente a Israel, pecador, las naciones pueden transformarse en portadores e instrumentos de la colera y el juicio de Dios (Os 8, 10, Am 9, 9) Pero cuando se envanecen y van mas alia de la misión que les ha sido encomendada por Yahve, caen ellos mismos bajo su juicio (Is 8, 9, 10, 5) La división del reino es el castigo por la caída del pueblo en el paganismo (1 Re 11,1 ss, 2 Re 17, 7-23) Por otra parte, un pagano como Ciro, ungido por Dios, se transforma en salvador de Israel (Is 45, 1 ss) En Dn 9, 6 (LXX) se muestra una tendencia universalista los profetas han predicado a todas las naciones de la tierra Frente a los imperios del mundo se halla el reino de Dios (Dn 4, 34) Al final de los tiempos las naciones acudirán a la montaña de Sion y participaran alli de la salvación (Is 2, 2-4, 25, 6-8, Mi 4, 1-3, Zac 8, 20-29 y passim) Los pueblos esperan al mesias (Gn 49,10 LXX) Por consiguiente, el destino negativo de la gentilidad no es, según el AT, m duradero ni definitivo, ya en el presente el nombre de Yahve debe ser honrado entre todos los paganos (Sal 18, 50,46,11) Dn, Est, Mac, hablan de la opresión de los piadosos bajo el dominio de los paganos 3 a) Judaismo Jub 10,22 atribuye el origen de la multitud de los pueblos a los pecados de los hombres (Gn 11), por e! contrario, 4 Esd 3,7 12 opina que los pueblos se han originado de modo natural, porque Dios deposito la bendición de la fertilidad sobre los hombres b) Según la concepción del judaismo rabinico, el no israelita, el goy, es para Dios un extraño, esta alejado de él y no es tenido en cuenta para nada La culpa esta en los mismos paganos, también a ellos les fue ofrecida la Tora, pero rechazaron la sabiduría de Dios Por eso caerán sin remedio bajo la condenación del infierno y no tendrán parte en el mundo futuro Solo a modo de excepción se prometió a los paganos piadosos participación en el mundo venidero de la plena realización Fundamentalmente este contenido se formulo asi en una ocasión «El Rabbi Simón ben Jocaj ha dicho Dios hablo a los israelitas yo soy Dios sobre todos los que vienen al mundo pero solo he unido mi nombre a vosotros, yo no me llamo el Dios de los pueblos del mundo, sino el Dios de Israel» (ExR 29, 88d, St -B III, 185) Dios es el creador de todos, pero solo ama a Israel Cada pagano ha sido entregado a todos los vicios posibles (idolatría, impureza) Básicamente se puede decir que los paganos son impuros ellos mismos, sus mujeres e hijos, sus casas y sus tierras (St -B I, 540 571, II, 838, IV, 374 s) Si> por excepción los paganos hacen algo bueno, Dios los recompensa inmediatamente, para no tener que darles recompensa en el mundo futuro En cambio, el castigo por sus pecados lo dilata Dios, hasta que la medida este completa, entonces caerá la condenación sobre ellos A diferencia de Israel, el paganismo no tiene carácter eterno La época del mesias traerá el gran cambio Las naciones que esclavizaron a Israel (,sobre todo Roma') serán aniquiladas por el mesias y terminaran en el infierno Otros pueblos, que no habían tenido ningún contacto con Israel, le serán sometidos, a fin de que el mesias sea señor del mundo En el aspecto religioso (asi lo ve una orientación mas universalista), los paganos tendrán acceso a los bienes salvificos de Israel el mesias es la luz de los pueblos, que se agruparan a su alrededor, el salvara a todos los paganos, que invocan a Dios, y muchos de ellos se incorporaran a Israel como prosélitos Las catástrofes históricas de los años 66-70 y 132-135 d C originaron un gran odio entre los judíos surgió la opinión de que en la época del mesias ya no iba a haber mas prosélitos Prosélito es solo aquel que se une a Israel durante su época de sufrimientos Con todo el mesias impondrá a los pueblos 30 mandamientos, a fin de que puedan equipararse según sus posibilidades a Israel, pero seguirán siendo paganos y en la ultima oleada de avance de las naciones (Gog y Magog) se unirán a ellos contra Israel (St B III, 120 s 139-142 144-155) c) Las misiones judias y el prosehtismo En tiempos anteriores al cristianismo y hasta el año 70 d C el judaismo (sobre todo el helenístico) realizo una fuerte propaganda y desarrollo una gran actividad misionera (mejor dicho una «fabricación» de prosélitos, cf Filón, Vit Mos 2, 4 7) Mt 23, 15 atestigua esto mismo del judaismo palestinense Josefo (cf Ap 2, 10 36), Séneca, Dion Casio y otros, dan testimonio del gran éxito de esa

Pueblo (é'Svoc)

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propaganda (recuérdense también los muchos medio-prosélitos o prosélitos del todo que, según Hech, Pablo encontró en la diáspora). Fue espectacular el paso al judaismo de la casa real de Adiabene (en el norte de Irak), ganada por un palestinense de nombre Eleazar alrededor del año 44 d. C. (Josefo, Ant. 20, 2, 4). El número de judíos dentro del imperio romano era desproporcionadamente alto, a consecuencia de esa propaganda: ¡alcanzaba un porcentaje del 6 al 8% del total de habitantes1 La situación cambió hacia el 70/135 d. G, período durante el cual descendió mucho la «fabricación» de prosélitos. Se esperaba la iniciativa por parte de los que deseaban incorporarse y a los que se recibía amistosamente Para empeorar todavía más la situación a eso se añadió el hecho de que el emperador Adriano el año 135 d. C prohibió el paso al judaismo. En ese momento las misiones cristianas tuvieron su gran oportunidad, cosa que faltó a sus rivales judías d) Qumrán Los escritos de Qumrán no se expresan de modo unitario. Casi siempre los pueblos son llamados goy o goylm, en algunas ocasiones 'am o 'ammim. Hay que atender en cada caso al contexto en que aparece la palabra. La valoración es totalmente negativa: los pueblos paganos son servidores de los ídolos, carecen de Dios (lQpHab 12,13, 3 s) y son enemigos de Dios (1 QM 12,11). Dios pone el juicio contra todos los pueblos en manos de sus elegidos (lQpHab 5, 4). En el Libro de la Guerra se describe una gran guerra al final de los tiempos (que durará 40 años), dirigida contra todos los pueblos (paganos) y en la que éstos serán aniquilados (1QM 1,1-7; 2,1015 y passim. Así se pagará a los pueblos su maldad (1QM 6, 6). Serán sobre todo los de Qumrán, los «hijos de la luz», los que llevarán a cabo esa acción de castigo y aniquilamiento (1QM 11, 8 s, 14, 7). Ningún extraño o extranjero se acercará al templo escatológico (4Qflor 1,4). En cambio, las riquezas de las naciones habrán de pasar por las puertas de Jerusalén (1QM 12, 14; 19, 6; cf. Is 60, 3.5; en el NT: Ap 21, 26). Lo único consolador en el presente es que Dios no aniquilara a su pueblo ('am) por mano de los pueblos (goylm) (lQpHab 5,3). Un tono un poco distinto resuena en 1QH 6,12 s: «Y todos los pueblos (goylm) reconocerán tu fidelidad y todas las naciones (l'ummlm) tu gloria, pues tú haces llegar tu fidelidad y tu gloria a todos los hombres de tu consejo, incluyéndolos en la misma suerte que a los ángeles que están en tu presencia».

III En el NT aparece éthnos 162 veces. 43 pasajes corresponden a Hech y 54 a las cartas paulinas. Alrededor de 40 testimonios son citas del AT. Éthnos se refiere a todos los pueblos, cosa que se especifica a menudo añadiendo návia [pánta], todos (Mt 24, 9; 28, 19; Me 11, 7; Le 21, 24; Rom 15, 11 y passim). 1. a) También el pueblo judío puede ser llamado éthnos (en 14 pasajes; p. ej. Le 7,5; 23, 2; Hech 10, 22); por tanto, en el NT ya no tiene el calificativo, que era constante en el AT, de -> X Jerusalén vendrá así: los paganos la destruirán, hasta que los tiempos de los paganos se hayan cumplido (Le 21,24). Pertenece a los horrores de los últimos tiempos el que se levante éthnos contra éthnos (Mt 24,7 par). 3. La diferencia entre judíos y paganos se manifiesta sobre todo en Hech y en las cartas, es decir: en los «documentos misionales» del NT. Dios no lo es solamente de los judíos, sino también de los paganos (Rom 3,29; Ap 15, 3), pero los paganos no conocen a Dios (1 Tes 4,5) y son arrastrados a los ídolos (1 Cor 12,2). Tampoco conocen la -»ley de Dios, ni la guardan (Gal 2,15); caminan en la vaciedad (Hech 14,16; Ef 4,17) de su juicio. Sin expresarlo con el término éthnos, también se piensa en los paganos en Rom 1,18-32; de ellos se dice que no conocen a Dios, caen en idolatría, y por ello han sido entregados

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(eSvoq) Pueblo

por Dios a todos los vicios. Sin embargo, hay paganos (éthné) que cumplen las exigencias de la ley (Rom 2,14 s). Los pueblos (los paganos) se hallan por definición fuera de la -> llamada de Dios y de la salvación del pueblo de Dios (Ef 2, 11 s). Judíos y paganos coinciden en el rechazo de la cruz (1 Cor 1, 23). 4. En ocasiones, Pablo a los étnico-cristianos o cristianos provenientes del paganismo les llama simplemente, éthné (Rom 11, 23; Gal 2, 12; cf. también Ef 3, 1), aun cuando el término éthné la mayoría de las veces esté contrapuesto a los cristianos (1 Cor 5,1; 12, 2; 1 Pe 2, 12). 5. a) Entre judíos y paganos existe una diferencia y un contraste a nivel históricosalvífico. Israel es el pueblo llamado por Dios a ser su propiedad (-» riqueza) y a estar a su servicio. Los paganos están fuera de esa relación de carácter único. Pero esta diferencia será superada por la actuación de Dios. El mesías ha venido en la persona de Jesús, y ahora los paganos participarán en la alianza y salvación divinas, de acuerdo con las tendencias universalistas propias del judaismo de la época. Pedro experimenta que el pagano que teme a Dios también le es grato, de tal manera que puede venir a él el -> Espíritu santo y él puede recibir el evangelio (Hech 10, 35.45; 11,1.18; cf. Ef 2,11 s.1722). b) De un modo especial, Pablo es el apóstol de los paganos, y esto a pesar de la oposición de los judíos (1 Tes 2, 16). A él se le confió el secreto de la llamada, libre de legalismos, de los paganos a Jesucristo (Gal 1,16; 2,7-9; Rom 1, 5; cf. Ef 3,1-13). Mas con ello no niega Pablo en modo alguno la prioridad de los judíos; al contrario, la subraya con fuerza. Israel es y seguirá siendo pueblo de Dios; así que está en posesión de todos los dones y títulos honoríficos que lo distinguen (Rom 9, 4 s). La relación entre judíos y paganos la explica Pablo fundamentalmente en Rom 9-11 (cf. también Ef 2 s). Los paganos, que han abrazado la fe en Jesucristo, han sido injertados en el olivo, que es Israel (Rom 11,17) y que por tanto los sostiene. A partir de ese momento no puede haber separación entre cristianos y paganos. Por ello las comunidades paulinas constan, tanto de los que nacieron judíos como de los que nacieron paganos, y unos y otros pertenecen por la fe en Jesucristo al pueblo de Dios. En virtud de la fe son todos igualmente hijos de Abrahán (Rom 4, 17; cf. Gn 17, 5; Gal 3, 7 cf. Gn 12, 3; Gal 3, 13 s.26-29). Los paganos, que no habían ido tras de la justificación, llegaron a ser receptores de la justicia que viene de la fe (Rom 9, 30). La salvación llegó a ellos por la caída y la incredulidad de Israel (Rom 11, 11); la devaluación de los judíos se transformó en riqueza para los paganos (Rom 11, 12). Como «apóstol de los paganos», Pablo procuró salvar el mayor número posible de paganos, para poder así ganar finalmente a los judíos para el evangelio (Rom 11, 13; cf. 10, 19, según Dt 32, 21). Cuando el conjunto de los paganos haya entrado, también Israel se volverá a Cristo (Rom 11, 11 s.25). Ahora los paganos ya no son extranjeros (-> extranjero, art. ^évoc, [xénos]) ni advenedizos ( S9vn [éthne] (compárese la expresión de Ez 23, 24 -• óyloc, ÁXWV [ochlos laón], una muchedumbre de pueblos [NB multitud de tropas], con la de Ez 31,12 y 2 Esd 9,11. Xotoi xoiv éSvcov [laoi ton ethnón], los pueblos de la tierra, o sea, del mundo pagano) En esta expresión podría uno entender laós como un grupo de hombres ya formado, y éthnos, por el contrario, como un grupo de hombres que va creciendo y esta unido por su común origen y estirpe Laós designa a menudo el pueblo, para diferenciarlo del señor o de la clase dirigente (Gn 41,40; 47, 21, Ex 1, 22, Jer 23, 34 y passim), p ej los habitantes de una ciudad (Gn 19,4), los miembros de una tribu (Gn 49,16), las gentes que acompañan a Esaú y la servidumbre de Jacob (Gn 33,15, 32, 8; 35, 6); también los muertos se incluyen (Gn 25, 8, 49, 33) Pero estos pasajes no son característicos del uso lingüístico de los LXX 2 A los traductores de los LXX les pareció más apropiado para expresar la relación especial entre -> Israel y Yahvé el término laós, procedente del estilo elevado y solemne, que por lo demás se usaba poco en el griego de

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(IOIÓQ) Pueblo

aquella época En la mayoría de los pasajes laos sirve para traducir el hebreo 'am y califica a Israel como pueblo elegido de Dios, asi como en otras partes el hebreo goy se usa sobre todo para designar a los paganos (ethné) Alrededor de 10 veces Israel es llamado «pueblo de Yahve» En cerca de otros 300 pasajes se encuentran formas con sufijo, tales como «mi pueblo», en las que el sufijo se refiere a Yahve Alrededor de 200 veces Yahve es llamado «Dios de Israel» A eso se añaden todavía mas de 600 formas con sufijos, en las que este designa a Israel En los pasajes mas antiguos que se conocen del AT en los que aparece la expresión am JHWH, pueblo de Yahve, designa la leva, el pueblo alistado para la guerra (Jue 5, 11 13) Todavía en épocas postenores conserva la palabra ese significado (2 Sam 1,12) A ella corresponde (ya antes del canto de Debora) la expresión «Yahve, el Dios de Israel» (Gn 33,20, Jos 8, 30,24,23, cf Jue 5 3 5, a ella corresponde en boca del pueblo esta otra expresión «Yahve, nuestro Dios», o en boca de Yahve «Yo soy Yahve, tu Dios») 3 a) Las tribus que emigraron de Egipto a Palestina llevaron a Siquem (donde ya se hallaban asentadas las llamadas «tribus de Lia») no solamente la adoración del Dios Yahve sino también la expresión «pueblo de Yahve» Al unirse los dos grupos tribales surgió la «formula de la alianza» «Yahve el Dios de Israel-Israel su pueblo» Sin embargo, en Jos 24, 17 s en la afirmación «Yahve es nuestro Dios» (cf Ex 24, 9 s) falta (todavía) la declaración expresa de que Israel sea el pueblo de Yahve Es cierto que, en el pasaje de la vocación a Moisés, dice Yahve refiriéndose a Israel «mi pueblo» (Ex 3,7), «mi pueblo Israel» (Ex 3,10, cf las palabras al faraón de Ex 5,1,7,16), y de modo paraleloTvIoises habla a Yahve y dice refiriéndose a Israel «tu pueblo» (Ex 5, 33) Pero hasta la formación del estado no se realizara claramente esa equiparación de Israel con el pueblo de Yahve (1 Sam 9 16 s, 10, 1) el pueblo de Yahve ya no es la tropa de combate reunido por una leva, sino total y permanentemente Israel «Principe» o «rey» sobre el «pueblo de Yahve» es el titulo de honor de los reyes (1 Sam 13,14,15,1,2 Sam 5,2,1 Re 14, 7 y passim) La expresión «Yahve, Dios de Israel» desempeña un gran papel, sobre todo en el lenguaje solemne en los juramentos (Jos 9, 18 s), en la oración (Jue 21, 3, 1 Sam 23, 10 s, Sal 69, 7), en las alabanzas (1 Re 1, 48) y en la introducción a palabras divinas (Jos 2, 13, 1 Sam 2, 30, 1 Re 11, 31 y passim) b) Durante la crisis profetica, cuando las relaciones entre Yahve y el pueblo han sido destruidas (Is 1, 3, 5, 25), Yahve se dirige con palabras de amenaza y condenación «contra mi pueblo Israel» (Am 7, 8 15,8, 2) La apostasia (en favor de Baal) es tanto peor, si atendemos a Yahve, porque para el Israel es «mi pueblo» (Os 4, 8 12), de ahí surge la exhortación «conviértete a tu Dios» (Os 12, 7) El tercer hijo de Oseas se llama lo- 'ammi No-pueblo -mw, y Yahve lo fundamenta asi «vosotros no sois mi pueblo, y yo no estoy con vosotros» (Os 1, 9), pues Israel se ha comportado como si no fuera el pueblo de Yahve Frente a esto se hallan las promesas escatologicas «eres mi pueblo» (Os 2, 25), es decir cuando Yahve se vuelva otra vez a Israel, este volverá a ser «mi pueblo» C) La importante declaración mutua entre Yahve e Israel, en Dt 26, 16 19, pronunciada quizas en el momtmlu

del establecimiento de la alianza (-• alianza) en tiempos del rey Josias (cf 2 Re 23,1-3) y puesta mas tarde en boca de Moisés, se transformo, como formula de la alianza, en puerta de acceso a la historia de Israel ella adquirió asi una autoridad y una actualidad permanentes Echando mano del estilo de las formulas de adopción, en el texto expresa Yahve ambas cosas que Israel ha de ser su pueblo, y que el quiere ser Dios de Israel Asi surge la formula, que se hace remontar a los tiempos de Moisés «Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo» (Jer 7,23,11,4) Una formula semejante se encuentra en los escritos posteriores al exilio como promesa para el futuro «ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios» (Jer 24,7, 30 22 Ez 11,20,14,11, Zac 8,8 y passim J También la literatura sacerdotal conoce la afirmación de que Yahve sera el Dios de Israel (Gn 17, 7 s, Ex 29 45 Lv 11, 45 y passim) La «situación vital» de la «formula de la alianza» pudo haber sido la predicación profetica o la instrucción sacerdotal d) El pueblo da por hecho que Yahve es el Dios de Israel Por eso se halla a menudo, al lado del nombre de Dios, la añadidura «tu (vuestro) Dios» Paralelamente se determina con mas precisión la palabra am, pueblo «el pueblo de su heredad (o propiedad)» (Dt 4 20 7 6 y passim) «pueblo consagrado» (Dt 7, 6, 14, 2 y passim) El tema del Deuteronomio es el «pueblo de Dios» la formula de la alianza se incluye dentro de las instrucciones dadas para la observancia de la ley (cf Dt 26, 16-19) Con todo, la inclinación misericordiosa de Dios hacia el pueblo se halla al comienzo de todo (cf Jer 11, 3 ss) Aparece proyectada en el futuro, dentro de la promesa de la «nueva alianza» (Jer 31,31-33, cf 24, 7,32,38, 38-40, Ez 36, 26 ss) La promesa de los profetas puede también ir mas alia de las fronteras de Israel y alcanzar al mundo pagano (Zac 2 11 s 14 16) 4 Lo que transforma a Israel en laos es la -> elección y la gracia de Yahve, no el puro elemento étnico, natural e histórico Esa gracia ha de ser custodiada siempre en fidelidad y obediencia La infidelidad del pueblo hace que se pierda todo lo que (medido humanamente) lo hace pueblo, se convierte entonces en un pueblo como todos los demás, mas aun menos que eso (cf Dt 28, 58-64) Ahora bien, dado que Yahve mantiene la fidelidad a su pueblo por encima de toda apostasia e infidelidad, Israel es mantenido como pueblo de Dios Como tal vive no de su propia fidelidad, sino de la fidelidad de Yahve a si mismo Es decir que Israel no esta determinado en su esencia por si mismo, por su origen y su historia, sino solo porque Yahve le guarda fidelidad 5 Judaismo a) Filón, sobre todo en sus comentarios al pentateuco, emplea laos y leos, pero en sus especulaciones se ha perdido el significado especifico histórico de la palabra (cf Sacr AC 6 s) El «pueblo elegido» (Dt 7,7) lo interpreta,

Pueblo (Aocdc)

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de una manera singular, como cabeza de la humanidad (Praem. poen. 123.125). En Josefa, en sus Ant, se perciben huellas del influjo de los LXX; así emplea laós para designar a Israel, pero también en otras ocasiones para designar a otros pueblos, p. ej. los egipcios (Ant. 2, 301); en Bell, y Ap. usa indistintamente -• ZSVOQ [éthnos] y -* SfJiiOQ [demos] b) En la literatura rabmica y en la apócrifa aparece como fundamento de toda fe el que Israel es el pueblo elegido. Israel es propiedad de Dios, es la porción que le ha tocado en suerte. Se expresa la particular relación con su Dios mediante imágenes tomadas de la vida familiar. Israel es el primogénito de Yahvé (4 Esd 6, 58), los israelitas son hermanos y parientes de Dios (St.-B. III, 263 s.682), infantes reales (Schab 14,4); aun los más pobres entre ellos son hijos de Abrahán (St.-B. IV, 714). Como una prueba especial del amor de Yahvé les fue anunciado que son hijos de Dios (Pirqe Ab 3,14), y solamente ellos son llamados hijos de Dios (Genm 1, 5) Israel es también llamado novia, amada y prometida de Dios (St.-B. III, 822 s y passitn). En todos estos testimonios se manifiesta una mentalidad naturalista, y no ética. Junto a estos pensamientos se encuentra el de la amistad entre Yahvé e Israel (Tanch 20). Al igual que en el AT, Israel es el «pueblo santo», pues tiene la Tora y no sirve a los ídolos (SLv 20, 7). El mundo fue creado por causa de Israel y sin Israel nada puede existir (4Esd 6, 55 ss; St.-B. 1,833; III, 140.248). Israel es el «justo», al que el resto del mundo ha de agradecer la vida; si no fuera por él, Dios desde hace tiempo habría ya aniquilado el mundo. El tiempo presente, con todos sus dones, no significa nada en comparación con el tiempo mesiámco venidero. Entonces el pueblo recibirá en toda su plenitud los dones de Dios; tendrá la soberanía del mundo y los pueblos del mundo (si es que todavía existen) le servirán. Se acuñó la frase «Todo Israel tendrá parte en el mundo futuro» (Sanh 11,1). Solamente quedan exceptuados los pecadores muy graves o las generaciones malvadas, mencionadas en la Escritura (St.-B. III, 293 y passim). c) En los escritos de la comunidad de Qumrán, 'am designa a menudo a Israel. Es el pueblo elegido entre todos los pueblos (IQM 10, 9) con el que Dios ha sellado su alianza (IQM 13, 7) y que él ha adquirido como pueblo eterno (IQM 13, 9), es el pueblo de la salvación de Dios (IQM 14, 5), que no dejará que sea aniquilado por los demás pueblos (lQpHab 5, 3). Aniquilará a los malhechores del pueblo de Dios (lQpHab 5, 5). Pero en el pueblo hay un «resto» (1QH 6, 8) «los santos de su pueblo» (IQM 6, 6) La comunidad de Qumrán se califica a sí misma de 'am, pueblo de Dios (IQM 1,12), de «pueblo de los santos de la alianza» (IQM 10,10); considera a los miembros de la comunidad como los «elegidos del pueblo santo» (IQM 12, 1). Se denomina a si misma «asamblea del pueblo» (CD 19, 35) «Pueblo» es el ejército de la última batalla (IQM 9,1,10, 2) o un grupo especial de ese ejército (IQM 8,9; 16, 7) En la jerarquía de la comunidad de Qumrán el pueblo ocupa el tercer lugar, detrás de los sacerdotes y levitas (1QS 2, 21; 6, 9). En otros numerosos pasajes, 'am o bien 'ammim quiere decir los pueblos, los paganos. Se alaba a Dios como Creador q u e realizó la repartición d e l o s p u e b l o s ( I Q M 10, 14) U n a e s p a d a d e s c e n d e r á s o b r e t o d o s l o s p u e b l o s

(IQM 16, 1), de tal manera que los destrozará (1QH 4, 26), sus héroes serán aniquilados por Dios (IQM 11,13) y sus príncipes reducidos a la nada (lQSb 3, 28; 5, 27).

III 1. Laós aparece 141 veces en el NT, de ellas 84 en Lucas (evangelio y Hech); Mt: 14 veces; Pablo: 12 veces; Heb: 13 veces; Ap: 9 veces. Probablemente influyen el lenguaje y la mentalidad de los LXX. En efecto, laós va a menudo detrás de un óchlos y significa lo mismo que este término (Le 7, 24; 8, 42 y passim; cf. también Mt 27, 24 s; Me 14,2) o corresponde a un óchlos del texto que se supone sirve de modelo (Le 19,48/Mc 11, 18; Le 20,45/Mt 23,1 y passim). También estando solo puede laós significar el pueblo, la gente (Le 1, 10; 7, 1; 20, 1.9; Hech 2, 47 y passim). Ciertamente muchos de esos pasajes tratan de una actividad de Juan bautista, de Jesús o de los apóstoles, limitada prácticamente a Israel (cf. Mt 4, 23; 26, 5; 27, 64), e Israel es precisamente laós y no -* s&voc; [éthnos] (excepción hecha del texto de Jn 11, 50, donde se emplean ambos vocablos). En Le 2, 30 s (cf. Is 40, 5 s; 42, 6), Rom 15,11 (cf. Sal 117,1), Ap 10,11 (cf. Dn 3, 4) se encuentra laoi'en paralelismo con éthne. La gran multitud (-» óyXoQ [óchlos]) que está ante el cordero pertenece a todo -» BSVOC; [éthnos] y laós (Ap 7,9; 11,9; 17,15), con lo que se indica a toda la humanidad. De forma pleonástica se encuentra a menudo nac, [pus] todo, antes de laós (Le 3,21; 7, 29; Hech 3, 9; 5, 34 y passim) o se habla del KÁfj&oq xoñ Xctoñ [pléthos toü laoü], la muchedumbre del pueblo (Le 1,10; 6,17; Hech 21, 36). Al igual que en los LXX, laós puede referirse al pueblo para distinguirlo de las clases dirigentes (Le 22, 2; 23, 5; Hech 6, 12); puede expresar, desde el punto de vista cúltico, la diferencia entre la multitud y los sacerdotes (Heb 5, 3; 7, 27) o calificar a los pocos testigos del resucitado (Hech 10, 41; 13, 31).

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(dx^oq) Pueblo

2. Siguiendo la línea de los LXX, ->Israel es calificado de laós (kaóq 'lapar/Á. [laós Israel] expresamente p. ej. en Hech 4, 10; 13,17; OOTOQ XOLÓQ [hoütos laós], este pueblo, en citas del AT: Mt 13, 15; 15, 8; Hech 28, 26 s). Este pensamiento resuena cuando se habla de los sumos sacerdotes, letrados, ancianos o jefes del laós (p. ej. Mt 2,4; 21,23; Le 19,47; Hech 4,9 y passim), o cuando se quiere decir que Jesús salvará a su pueblo de los pecados (Mt 1,21; cf. Le 1, 68.77; 2,10.32) o que Dios ha aceptado a su laós, al haber enviado a su profeta Jesús (Le 7,16; 24,19), o que no repudiará a su laós (¡Israel!) (Rom 11,1 s; cf. Sal 94, 14). Cada una de las comunidades de las sinagogas puede ser llamada también laós (Hech 13, 15): es el pueblo de Dios en el lugar en cuestión. En la misma línea está la contraposición entre Israel como laós y los paganos como éthne (Hech 4, 25-27; cf. también 26,23; Rom 15,10; cf. LXX Dt 32,43; en la cita de Sal 2,1 Pilato es equiparado a éthne, mientras que Herodes e Israel lo son a laoi). A menudo el contexto o alguna añadidura muestran que se está hablando de Israel al hablar de laós; así sucede p. ej. en el paralelismo con los «judíos» en Hech 12, 4, en la enumeración de Hech 21, 28 junto a la «ley» y el «templo», en la expresión las «costumbres de los padres» de Hech 28,17, en la observación de que el pagano Cornelio, temeroso de Dios, había hecho mucho bien al laós (Hech 10, 12). 3. Finalmente, el título honorífico de Israel, de ser el laós de Dios, pasó a la -»iglesia cristiana. De los éthne Dios se preocupó de escogerse un laós para él (Hech 15, 14); ha llamado a formar una comunidad de judíos y paganos (Rom 9, 24; cf. Os 2, 1). Esa comunidad (también la comunidad de una localidad cualquiera, cf. Hech 18, 10) es templo y laós de Dios (2 Cor 6, 14 ss; las citas de Lv 26, 12 y Ez 37, 27 se refieren en el texto original a Israel, pero se aplican a la comunidad cristiana). También se reivindica para la comunidad cristiana (Tit 2, 14; cf. 1 Pe 2, 9) el calificativo de Israel como laóq nepiovaiog [laós perioúsios] pueblo adquirido [por Dios] (Ex 19, 5 s; 23, 22; Dt 7, 6; 14, 2; -> propiedad). En especial Heb traspone a la comunidad las afirmaciones del culto del AT (referido allí a Cristo): el Hijo de Dios se hizo hombre para expiar los pecados del laós (Heb 2,17), al que santifica con su sangre (Heb 13, 12). La iglesia es el laós, para el que existe un descanso sabático (Heb 4, 9) y se aplica a la comunidad la exhortación del Sal 135, 14 (Heb 10,30). Asimismo en Ap 18,4 (cf. Jer 51,45) y 21,3 (cf. Zac 2,14; Ez 37,27) se aplican a la iglesia, como nuevo pueblo de Dios, algunos pasajes del AT. Esto quiere decir que por la fe en Jesucristo como ¡cúpiog [kyrios], -> Señor, la iglesia se transforma en Aceo? &eov [laós theoü], pueblo de Dios, y que no son ya constitutivas del mismo las condiciones propias del origen natural (Gal 3,26 ss; 1 Cor 12,13; Col 3,11). Ahora bien, esto no quiere decir que en el NT la iglesia haya entrado simplemente en el lugar de Israel como pueblo de Dios, de tal manera que Israel haya perdido la preferencia que le fue otorgada por Dios. Israel es y seguirá siendo el pueblo de Dios, y no ha sido rechazado por Dios (cf. Rom 9-11; sobre todo Rom 9, 4 s; 11, 1 s). H. Bietenhard óxloQ [óchlos] (multitud del) pueblo, muchedumbre, gente I Óchlos (de etimología incierta, atestiguado desde Píndaro) significa la muchedumbre del pueblo, el gentío, los habitantes en cuanto intervienen en la vida publica, en contraposición a cada uno de los individuos en particular y espec a los nobles o a la clase superior «la masa carente de orientación y caudillaje, la plebe carente de significado político e intelectual» (Meyer, ThWb V, 582 s), el populacho En sentido militar significa escuadrón, tropa, ejército Luego significa también pueblo, gente, como término de medida gran cantidad

Pueblo (nóho)

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II En los LXX aparece óchlos alrededor de 60 veces, principalmente como traducción de hamón, multitud, hayil, ejército, 'am, pueblo, qahal, asamblea, rabblm, muchos Con el significado de multitud del pueblo aparece en Dn 3, 4; con el de multitud, tropel de gente, en Dn 10, 6 (TH); como asamblea del pueblo en Jer 31, 8. La asamblea del pueblo (qahal) que en Lv 24, 16 ha de lapidar a la adúltera es óchlos En otros pasajes significa el pelotón de los torpes, o bien el ejército, los mercenarios Como término de medida se empieza en Ez 23, 24: ó/Aoc ACCWV [óchlos laón], multitud {= gran cantidad) de tropas, cf. los oxÁoi éSvmv [óchloi ethnón], tropeles de pueblos en Sab 6, 2 En Bel ( = Dn 14) 30 óchlos designa la población del país, en contraposición a los judíos. El vocablo se introdujo como barbansmo en el hebreo medio del rabinismo. Entonces puede significar una multitud del pueblo, tanto de judíos como de paganos, así como distintas unidades militares (cuadrilla, escolta, pelotón)

III En el NT aparece óchlos 174 veces. De esos pasajes, 4 pertenecen al Ap, y todos los demás a los evangelios y Hech. La palabra designa la turba armada que prendió a Jesús, en Me 14, 43; pero la mayoría de las veces designa una multitud desorganizada de gentes, que no está caracterizada ni marcada por ningún origen ni costumbre común. Son las gentes que vienen para oír a Juan bautista (Le 3, 7.10) o a Jesús, o esperan de éste la curación (Mt 4,25; 5,1 y passim). Jesús dirige su palabra y su misericordia precisamente a esos seres humanos que no tienen ninguna cualidad especial (Mt 9, 33), y les da de comer (Mt 14, 19). La postura opuesta está representada por los círculos dirigentes, por los fariseos y los letrados, que desprecian al óchlos, como masa de los que carecen de educación y no guardan la ley. Las masas caen bajo la maldición (Jn 7, 31.48 ss; cf. -> SBVOQ [éthnos], 'am ha'ares). A Jesús, y más tarde a Pablo, se les echa en cara que seducían a la gente, óchlos (Jn 7,12; Hech 19,26). Por otra parte, entre la gente, óchlos, se originó división a propósito de Jesús (Jn 7, 43). Herodes Antipas no se atreve a matar a Juan bautista, porque tiene miedo de la gente (Mt 14, 5), es decir, tiene miedo de la opinión pública. Del mismo modo le tienen miedo los círculos dirigentes y no se atreven a poner su mano sobre Jesús (Mt 21, 26.46), pero soliviantan a la gente en contra de Jesús (Mt 27, 20) Pilato actúa bajo la presión de la gente (Me 15, 15). Jesús dirige sus parábolas a la gente (Mt 13, 34); tiene todo un buen grupo (óchlos) de discípulos (Le 6, 17; cf. Hech 1, 15). Un gran número de judíos va a Betania para ver a Lázaro y a Jesús (Jn 12,9). Ante el trono de Dios y del cordero se halla una muchedumbre innumerable (Ap 7, 9); y en Ap 17, 15 se habla de masas. H. Bietenhard

nóhq [polis] ciudad, estado; noXhnQ [polítes] ciudadano; noXneúouoa [politeúomai] ser ciudadano, participar en el gobierno; noXiteía [politeía] derecho de ciudadano, administración del estado; noXítenua [políteuma] administración pública (también los actos de gobierno); derecho del ciudadano I 1. La palabra polis, atestiguada probablemente desde el griego micémco, se remonta quizás a una raíz indogermánica, que significa llenar. Luego polis es el muro terraplenado que sirve de refugio. Pero ya desde Homero ntÓÁig [ptóhs], moAÍeSpov [ptolíethron], designa la ciudad, el estado, polítes, el ciudadano (miembro de una ciudad o de una nación); politeúomai significa ser ciudadano, vivir como ciudadano, administrar el estado, participar en el gobierno. El sustantivo abstracto politeía designa el derecho de los ciudadanos, la vida del ciudadano, su colaboración en la vida del estado, modo de vida del ciudadano, pero también la administración del estado, la constitución del estado, el estado. El sustantivo políteuma, estrechamente vinculado con el anterior, tuvo originalmente el mismo significado, luego se usó para actividades concretas, negociaciones o manejos de carácter político En Aristóteles se emplea también para designar el gobierno o la constitución del estado así como expedientes y sectores de la administración estatal Todavía más tarde se halla la palabra aplicada a la administración pública, al estado, y más raramente al derecho del ciudadano En la época helenística se designan también así las colomas extranjeras con derechos políticos determinados

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(TIÓXIQ)

Pueblo

2. La formación de la polis en Grecia es un fenómeno lógico, desde el punto de vista histórico y, sin embargo, típicamente griego. Dado que la constitución monárquica basada en el ejército, conservada desde la época de las inmigraciones, significaba solamente una vinculación muy débil (tanto más cuanto que sólo era eficaz en tiempos de guerra), fue creciendo la necesidad de una concentración de la voluntad política. Sin embargo, esto sucedió no en la totalidad de los griegos, sino siempre en regiones aisladas, en las comarcas Entre los siglos VIII al VII a. C surgió una gran abundancia de asentamientos, la mayoría de ellos en contacto con los ya preexistentes. Al intensificarse la vida política y aumentar las tareas dentro de los nuevos espacios, los nobles pudieron robustecer su poder como ayudantes del rey, hasta expulsar finalmente a la monarquía. En la época subsiguiente la polis fue la expresión más típica de la, cultura griega, considerándose el valor supremo de la vida. El ciudadano se dedicaba totalmente a la polis y participaba en su administración y gobierno. El ciudadano corponzaba al estado, ciudadanía se identificaba con estado El orden estatal, determinado por las leyes, se cimentaba en una consagración religiosa la religión pertenecía esencialmente a la polis La formación de la polis (en cuanto concrección de una voluntad política no sometida a nada, legisladora de sí misma) fue impedimento para la unificación de las grandes regiones de la patria griega, pero aun en la corrupción de la guerra del Peloponeso (cuando en Atenas se entregó la soberanía a las masas) se mostró todavía cuan fructífero había sido el pensamiento de la unificación para un apreciable número de ciudadanos libres. Con el encumbramiento de los macedonios y su gran estado de grandes superficies sin ciudades (lo que más tarde fue el imperio romano) la antigua polis tocó a su fin. » II 1. En los LXX se halla póhs alrededor de 1600 veces, la mayoría de ellas traducción de 'Ir, ciudad; en el Dt también de se'arím, puertas, ocasionalmente de qiryáh, ciudad En Israel la ciudad tiene una función distinta a la de la polis en Grecia Fundamentalmente Israel tiene una constitución tribal. Esto le diferencia también de las ciudades-estado cananeas con su monarquía Por eso en el AT puede llamarse «ciudad» a toda altura fortificada. En Nm 13, 29 queda todavía un recuerdo de la impresión que produjeron a los inmigrantes israelitas las ciudades cananeas fortificadas. También pudo ocurrir que requiriera mucho tiempo, después de la conquista del país, el conquistar y ocupar las ciudades fortificadas (cf Jue 1, 27 ss; 3,1-5; Jerusalén no fue conquistada hasta los tiempos de David 2 Sam 5, 6 ss) La ciudad otorga a los habitantes protección contra los enemigos, y los hace aptos para resistir a los atacantes. Muy a menudo se menciona a la ciudad, cuando se quiere realmente hablar de sus habitantes, es decir, la ciudad (al igual que en Grecia) es esencialmente una comunidad de personas (1 Sam 4, 13; 2 Sam 15, 14; Est 3, 15, Is 40, 9 y passim). 2 La ciudad de -• Jerusalén tiene una significación muy particular. Es la ciudad por antonomasia (Ez 7, 23); Yahvé la ha elegido (2 Cr 6, 38), para hacer habitar allí su -> nombre (Dt 12. 5 14 23 y pawm) aue allí será invocado y al que se harán ofrendas Jerusalén es la «ciudad de Dios» (Sal 45[46], 5; 47[48], 2 9, 96[87], 3 y passim), la «ciudad del gran rey» (Sal 47[48], 3, cf Mt 5, 35), la «ciudad santa» (Is 48,2; 52,1 y passim) Cuando SUS habitantes no responden a ese carácter que Dios le dio, el profeta la llama a penitencia (Ez 22, 2-4) Se espera para tiempos posteriores una Jerusalén nueva, que responda mejor a su destino originario (Is 1, 26; 32, 18, 60, 14; Jer 38[31], 38, Jl 3[4], 17) También en el judaismo se mantuvo esa esperanza en la renovación de Jerusalén (Eclo 36,12 s, petición 14 de la plegaria de las 18 peticiones). Se espera que la Jerusalén futura baje del cielo, donde está guardada desde un principio (4 Esd 7, 26; 8, 52 y passim) 3. Los sustantivos derivados aparecen casi exclusivamente en los libros de los Macabeos a) Poh'tes aparece 10 veces en 2 y 3 Mac, 7 veces en el resto del AT, como traducción de la palabra hebrea rea', el prójimo del propio pueblo (-+ hermano, prójimo). Con el significado de ciudadano se presenta la palabra sólo en 2 Mac 9, 19 y 3 Mac 1, 22 b) Poiiterá (9 veces en 2-4 Mac) designa casi siempre el género (piadoso) de vida (2 Mac 8, 17, 4 Mac 17, 19), 3 Me 3, 21.23: el derecho de los ciudadanos c) Pohteúomai significa siempre conducirse (2 Mac 6, 1; 3 Mac 3, 4 y passim,). Pohteuma se presenta sólo en 2 Mac 12, 7 con el sentido de población.

III En el NT se encuentra polis (161 veces) de una manera espec. frecuente en Lucas (evangelio: 39 veces; Hech: 42 veces), Mt (26 veces) y Ap (27 veces); en Pablo el término escasea (4 veces); también en Me y Jn (8 veces en cada uno). Nunca significa estado, sino siempre ciudad, en el sentido de una localidad cerrada, o bien de sus habitantes (Mt 8, 34; 21,10; Me 1, 33). A menudo se borra la diferencia con KÓ^it] [kémé], aldea (compárese Mt 11, 20 con Me 8, 23; y Le 2, 4 con Jn 7, 42). Responde al modo de hablar del AT y del judaismo el llamar a Jerusalén la «ciudad santa» (Mt 4,5; 27,53; Ap 11,2). Esa ciudad mata a los profetas (Mt 23,37); mata también a Jesús (Ap 11, 8; cf. Le 13, 33) y su decadencia es cierta (Me 13, 2 ss par).

Pueblo

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(TIÓXIQ)

1. Frente a la Jerusalén actual se alza la de arriba, la libre, la que es madre de los cristianos (Gal 4,25 s). Heb es el escrito neotestamentario que más subraya la contraposición entre la Jerusalén actual y la futura. Ya los patriarcas tuvieron noticia de esa nueva ciudad y la esperaron; frente a ella todas las ciudades terrenales son sólo campamentos provisionales. A causa de esa ciudad venidera los patriarcas se calificaban a sí mismos de extranjeros (-> extranjero, art. ^évog [xénos]) y advenedizos (-> extranjero, art. napETtíSnfiog) [parepídémos]); es la montaña de Sión y la «ciudad del Dios vivo» (Heb 11,10.16; 12, 22 ss). Los cristianos, que no tienen aquí morada permanente, están esperando esa ciudad futura (Heb 13, 14; cf. Ap 3, 12; 22, 4). La Jerusalén terrenal es sólo esbozo y sombra (Heb 8,5; 10,1), símbolo (Heb 9,9), de esa ciudad futura, pero que ya existe ahora en el cielo. Los que salen victoriosos de las persecuciones tienen en ella derecho de ciudadanía (Ap 3, 12). La nueva Jerusalén descenderá sobre la tierra renovada (Ap 21, 2.10 ss). 2. Polües se presenta 4 veces en el NT, pero sin acento «político», salvo en Hech 21, 39, donde Pablo dice que él es ciudadano de Tarso. 3. 2,onnolhr¡q [sympolües] aparece en Ef 2, 19 e indica que los étnico-cristianos gracias a Cristo tienen parte como conciudadanos en la llamada hecha a Israel, el pueblo de Dios. 4. Politeía se refiere en Hech 22, 28 al derecho de ciudadano romano, que poseía Pablo. En Ef 2, 12 significa la posición privilegiada de Israel, desde el punto de vista histórico-salvífico, a la que ahora tienen acceso también los étnico-cristianos por la fe en Jesucristo. 5. Polüeuma se presenta solamente en Flp 3, 20: los cristianos pertenecen a una mancomunidad en el cielo; son «ciudadanos de derecho público» del reino de Cristo y de la ciudad celestial. De ahí brota la exhortación a no dejarse seducir por la ciudad terrenal. 6. Politeúomai se halla sólo en Hech 23,1 y Flp 1,27, donde se habla (según el modo de hablar judeo-helenístico) de un vivir de acuerdo con la fe. H. Bietenhard

PARA LA PRAXIS PASTORAL

Originariamente y durante bastante tiempo en distintas culturas la palabra «pueblo» suena como algo, por así decir, muy amorfo y muy poco apreciado. En todo caso, cuando significaba «muchedumbre en pie de guerra» y luego más en general «multitud, gente», poseía un valor muy neutro. En el s. XVIII ese concepto ganó en valor con el descubrimiento del «pueblo sencillo», en el que se vio un terreno abonado de toda cultura. Al hablar del «alma del pueblo», del «carácter del pueblo», Herder no hacía sino personificar al pueblo. Finalmente la revolución francesa proclamó la soberanía del pueblo, concepto que se ha mantenido hasta hoy y en el que se halla involucrado un concepto de liberación social. En efecto, muchas constituciones políticas hablan de que todo poder radica en el pueblo y de él procede. De este modo, la palabra «pueblo» va adquiriendo un significado más sociológico (a) y más político (b).

449

Pueblo

a) La diferencia «pueblo-señores (gobierno)» procede de la época feudal Las preguntas siguientes pondrán de manifiesto hasta qué punto ha sido superada esa diferencia ¿Sigue perteneciendo al pueblo un trabajador que forma parte del gobierno' ¿Qué es lo que diferencia a los hombres cultos y a los ricos, del pueblo0 Unos y otros frecuentan cada vez más los centros públicos de enseñanza 6Qué significa «pueblo trabajador»'' El numero de los que no necesitan trabajar es ínfimo La mayoría de esas expresiones relativas al pueblo son hoy absurdas y sirven sólo de «clichés» para la agitación política y con mucha frecuencia hasta tal punto, que su sentido se cambia en el contrario, como cuando p ej. una minoría reivindica para sí la representación del pueblo y afirma que con su programa cumple la voluntad del pueblo De ahí puede resultar la dictadura de una minoría «en nombre del pueblo» El proletariado de la doctrina marxista parece ser de esta forma «el pueblo», y de hecho se considera a sí mismo el realizador de la voluntad de la historia Como forma secularizada del «linaje escogido» tiene funciones salvíficas y es el «salvador del mundo», un moderno ídolo. b) Asimismo es difícil de captar, por cuanto que lleva una carga afectiva, el concepto político de «pueblo» que tiene p ej el juramento de la gwvane ¡taha de Giuseppe Mazzini (1847). «Convencido de que, allí donde Dios ha querido una nación, se hallan también las fuerzas necesarias para crearla, y de que el pueblo es el depositario de esas fuerzas y de que en el encauzamiento de esas fuerzas en favor del pueblo se halla encerrado el secreto de la victoria, juro. ».

¿Qué es lo que transforma a un grupo de hombres y lo convierte en «pueblo»? ¿procedencia común y lazos de sangre? ¿lengua común? ¿costumbres y usos comunes? ¿territorio común para vivir? ¿cultura común? ¿leyes comunes en una constitución? ¿religión y culto comunes? ¿historia y tradiciones comunes? ¿la conciencia de estar vinculados unos a otros desde el punto de vista del destino común: la unidad de destino? En todo ello hay mucho de verdad. Pero también se pueden poner objeciones tan fuertes a esa enumeración, que de todo ello apenas quede nada en pie. Se podría entonces tratar de simplificar la definición diciendo: hay que entender como «pueblo» a los habitantes de un estado. Mas también surgen las objeciones, pues dentro de muchos estados se distinguen claramente «pueblos» y «grupos étnicos» distintos; p. ej. los catalanes y los vascos son pueblos distintos dentro del estado español, así como los escoceses y galeses lo son dentro de la Gran Bretaña. Existen estados que expresamente se definen como compuestos de muchos pueblos, p. ej. la India y la UR5S. Por otra parte ¿no es el pueblo alemán un solo pueblo aunque esté dividido en dos estados? Así pues, pueblo y estado no son lo mismo, aunque estén referidos uno al otro de muchas maneras. Lo mismo podría decirse del concepto «nación», «raza», etc. Renán describe asi el concepto de nación. «Una nación es un alma, un principio espiritual Dos cosas, que, por asi decir, son una sola, forma ese alma, ese principio espiritual Una se encuentra en el pasado, la otra en el presente La primera es la propiedad común de una rica herencia de recuerdos, la segunda es la coincidencia en el presente, el deseo de vivir en común, la voluntad de que siga siendo válida la herencia que se ha recibido como legado común» (citado en HvGreyerz, 9) Thiess coincide con Renán' «Solo cuando una voluntad nacional, vmculadora de pueblos, subrayando conscientemente sus fronteras contra un mundo extraño, se pone a la tarea de configurar politicamente su ámbito vital, comienza la historia de un pueblo» (loe at., 584) Así pues, Renán y Thiess hacen hincapié en que un pueblo se forma y existe sobre todo por la voluntad y la conciencia de unos hombres que se deciden a ello Lo natural-biológico es roto y superado Así, por ejemplo, el suizo se considera a si mismo (sin «pathos» y sin romanticismo) como un «juramentado» Es consciente de que, mas allá de todo lo que separa, está unido a los demás y ligado a ellos por un acto consciente y voluntario el «juramento».

De todo lo que precede, queda una cosa clara: no podemos dar una definición, racionalmente inapelable, del concepto «pueblo». Hemos de contentarnos con referirnos aquí a su problemática. Lo más tarde a partir del romanticismo, la palabra lleva claramente los rasgos de un concepto bíblico secularizado (cosa que explica también la carga afectiva que lleva). En efecto, en el AT Israel es «pueblo», y pueblo que se sabe elegido por Dios. A este pueblo se añade la iglesia en el NT, no en lugar de Israel, sino juntamente con él, como pueblo de Dios. Pero lo que en el AT vale sólo para Israel como signo del actuar de Dios para toda

Para la praxis pastoral

450

la humanidad, fue reivindicado también (a la zaga de un nacionalismo determinado también por la religión o revestido de ella) por otros pueblos, de modo que a cada pueblo hubo que reconocerle, como quien dice, una ultima y absoluta elección por parte de Dios cada pueblo es pueblo escogido por Dios y por esto tiene un valor absoluto histórico y una misión correspondiente a esa elección Por el hecho de existir el pueblo en el mundo, debe su existencia a un acto creador de Dios O bien el acto creador de Dios puede ser verificado y constatado en la existencia de cada pueblo, el pueblo esta en contacto directo con Dios y por ello tiene la autoridad suprema y ultima, mas alia de la cual y por encima de la cual ya no hay nada De ahí se derivan después las pretensiones imperialistas, y se abren camino el orgullo nacional, el egoísmo y la intransigencia, y como remate de esas absolutizaciones vienen las guerras y las catástrofes de todo tipo Ese concepto desleído de «pueblo» recibe de este modo un carácter nummoso, se carga de sentido religioso, o directamente divino el «pueblo» entra en lugar de Dios y se transforma en ídolo, es decir se demoniza Se aclara asi una de las causas del moderno antisemitismo el pueblo que se tiene a si mismo por elegido, que se basta a si mismo, lucha contra el antiguo pueblo de Dios, Israel, y contra su pretensión de ser el elegido Todo aquel que es o quisiera ser el único escogido no puede reconocer ninguna otra pretensión de ser el elegido Por todo ello, al considerar el concepto de pueblo, se ha de prescindir de todos aquellos puntos de vista puramente biológicos como raza, lazos de sangre, procedencia, etc y poner el acento mas bien sobre los componentes historíeos «El pueblo propio de un ser humano son todos aquellos que juntamente con el tienen tras si determinados hechos y condicionamientos historíeos, acontecimientos y realizaciones» (KBarth, KD III/4,331) Ciertamente, todo hombre esta vinculado a una totalidad en primer lugar por su procedencia de una determinada familia y por tanto por un parentesco de sangre en sentido amplio Pero esa totalidad solo se puede abarcar por la historia que tuvo y tiene en un espacio, que mas o menos la circunscribe Hemos de reconocer esos datos y, por la fe en Dios creador, estar agradecidos, aceptándolos como posibilidad de vida Mas la fe vera también la provisionahdad de esos condicionamientos terrenos, guardándose de absolutizarlos, es decir, de transformarlos en ídolos El pueblo es ciertamente una comunidad, en la que el hombre ha de cumplir el mandamiento de Dios, pero en todo caso no es un valor supremo y ultimo Por eso mismo la disponibilidad de los cristianos para el servicio no se limita a las fronteras del propio pueblo, sino que ha de estar abierta a todos los pueblos y a todos los hombres El hecho de que en la sagrada Escritura (cf Gn 10 y 11) se considere la multiplicidad de pueblos, su individualización y sus enfrentamientos, como consecuencia de un castigo y maldición divinas (es decir todo lo contrario de algo positivo, que hubiera que ensalzar) debe prevenir a los cristianos de absolutizar al pueblo Pero, aun marcados por esa determinación negativa, los pueblos no han sido abandonados ni dejados por Dios (Dt 32, 8) La tensión entre Gn 11 y "Dt 32, 8 apunta mas lejos, Hech 2 (pentecostes, -> iglesia) muestra que la unidad originaria de la humanidad puede y debe volver a recobrarse en la comunidad formada por Cristo y en Cristo La iglesia como «pueblo de Dios» tiene a este respecto una tarea urgente e inmediata Al renovar Dios su alianza en Jesucristo, el pueblo de Dios se dilatara en todos los pueblos La iglesia ha de contribuir a un nuevo entendimiento entre los pueblos, haciendo notar que en Cristo «todos son uno», con lo que sera asi superada la confusión babilónica De esta forma, de las fronteras que dividen, de la confusión y de la afirmación de si mismo, surgirá una nueva humanidad En Cristo todos los pueblos y todos los hombres pueden participar de la nobleza y las bendiciones de Israel Pero la iglesia solo podra hacer aquello que responda a su esencia, puesto que ella esta en el mundo, pero no es del mundo

451

Purificar

Además la iglesia, o las iglesias, ha de empezar ante todo por sí misma. La iglesia cristiana está desgarrada y dividida en distintas confesiones, grupos, comunidades y sectas, que se excluyen mutuamente, se enfrentan hostilmente y se absolutizan. En el transcurso de la historia (con el advenimiento del nacionalismo y de los estados nacionales, también las iglesias protestantes de cada país se convirtieron en «nacionales») surgieron las «iglesias nacionales», que se identificaron demasiado fácilmente con sus estados, sus aspiraciones e incluso sus guerras (!). La mentalidad de que la iglesia, en cuanto cuerpo de Cristo y pueblo de Dios, no está limitada a las fronteras de los pueblos particulares, ha de ser primero reconquistada en la misma iglesia, para que pueda imponerse. El pueblo de Dios es una dimensión ecuménica llamada a un servicio universal. H. Bietenhard

Bibl WGrundmann, Art Srjuog, ThWb II, 1935, 62 ss - GBertram/KLSchmidt, Art Bvog, ThWb II, 1935, 362 ss - KLSchmidt, Die Polis ín Kirche und Welt, 1940 - NADahl, Das Volk Gottes, Skrifter utgitt av Det Norske Videnskap-Akademí i Oslo II, Hist Filos Kl 1941, 2 - HStrathmann/RMeyer, Art Atxoc ThWb IV, 1942, 29 ss - MNoth, Gott, Konig, Volk ím Alten Testament, ZThK 47, 1950, 157 ss (= Ges Stud z AT, ThB 6, 19663, 188 ss) - AOepke, Das neue Gottesvolk ín Schnfttum, Schauspiel, bildender Kunst und Weltgestaltung, 1950 - KBarth, KD III, 4, 1951 - HvGreyerz, Natlon und Geschichte ím bernischen Denken Vom Beitrag Berns z schweizenschen Nationalbewusstsein, 1953 — RMeyer/PKatz, Art oxhoq, ThWb V, 1954, 582 ss — JJeremias, Jesu Verheissung Tur die Volker, 1956 — GEichholz, Der BegnfT «Volk» ím Neuen Testament, 1957 (— Tradition und lnterpretation, ThB 29, 1965, 78 ss) - HStrathmann, Art nohq, ThWb VI, 1959, 516 ss - HDWendland,IBlauw, Art Volk, EKL III, 1959 (19622), 1672 ss - FThiess, Das Reich der Damonen, 1960 - FMussner, «Volk Gottes» un NT, TThZ 72, 1963, 169 ss - ChrDietzfelbinger, Heilsgeschichte bel Paulusí, ThExh NF 126, 1965 - RKlobert, qhl (pal-aram) - Auog - ócicAi/ira, Bibl 46, 1965, 464 ss FMussner, Das Volk Gottes nach Eph 1. 3-14, Concihum 1, 1965, 842 ss — GRau, Das Volk m der lukanischen Passionsgeschichte Eme Konjektur zu Lk 23, 13, ZNW 56,1965, 41 ss - RWalker, Studie zu Rom 13,1-7, ThExh NF 132 - HHEsser, Volk und Nation m der evangelischen Ettuk, Das Gesprach fase 72, 1968 — WSchweitzer, Der entmythologisierte Staat Studie z Revisión der ev Ethik des Pohtischen, 1968 - ChrMuller, Gottes Gerechtigkeit und Gottes Volk Eme L'nters z Rom 9-11, FRLANT 86, 1969 En CaSt ArtS gens MystS IV t II, 1975, 31-34, 160-164, 204-207 - KRdhner, Alt Pueblo de oíos, SM 5 1974, tol 700-71W -

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Purificar PurO

—> Limpio

- > Limpio

ÍNDICE GENERAL

Llamada

-

9

KaAsco, llamar, tclijcii;, llamada, invitación, vocación, KAJ/TO?, llamado, invitado, sniKa/zopta, invocar, apelar, TipooKaAeopai, emplazar, convocar (L Coenen) Para la praxis pastoral (L Coenen) Llenar

15

Maldición

15

xvoíSt]pa, exvoto, ofrenda, ivaSepa, lo maldito, lo execrable, ávaSepaTiCco, maldecir, anatematizar, KoaaSepa, lo entregado a merced de la divinidad, KataDepariCm, maldecir, execrar (H Aust/D Muller) KaKoXoysco, murmurar, maldecir (W Mundle) Konapaopxi, maldecir, ícaiapa, maldición, imprecación, apa, maldición, éniKoaapoizoq, maldito, énapxTog, maldito (W Mundle) patea, mentecato, imbécil (Th Sorg) Para la praxis pastoral (D Muller) Malo

22

(caicos, malo, perverso, ¿tKaicog, ingenuo, sencillo, inocente, Kaicia, maldad, calidad inferior, KUKOW, causar mal, Kouconoiea, obrar mal, hacer el mal, KoaconowQ, malhechor, KtxKoüpyog, malhechor, criminal, syKXKeú), abandonarse, ser negligente, PxS> imponer las manos, enidcaiq TCUV x£¡p/yapiOfim, escuchar, napatKovw, hacerse el desentendido, ser desobediente, jtapaKOtj, desobediencia, evcuTiCco, prestar atención, oír (W Mundle) ónarcoDoi, escuchar a, obedecer, írnaKor], obediencia, újinicooc;, obediente (W Mundle)

Olor

.

209

óopr¡, olor, perfume, svoiSia, buen olor, fragancia (O Flender) Otro

210

szcpoQ, otro, de otro modo, a)/og, otro, de otro modo (Fr Selter) Oprobio

211

Oración

212

ai-reeo, suphcar, pedir, oüif/pa, suplica, plegaria, petición, ámme-co, reivindicar, reclamar, e^aitcopo», pedir, Tiapanwpai, excusarse, rechazar (H Schonweiss) yovvxsTeco, doblar las rodillas, adorar (H Schonweiss) Swpai, pedir, rogar, Ssr¡aiQ, petición, suplica, npoaSeopm, necesitar (H Schonweiss) npoo£D¿opai, orar, suplicar, mxoptxi, rogar, prometer, SÜ/Í;, oración, voto, promesa, npoawx», oración (H Schonweiss) npooKvveco, adorar, postrarse, npoaKnvnTnc,, adorador (H Schonweiss) Para la praxis pastoral (H Schonweiss) Orgullo

225

Origen, principio

226

ápxi), principio, origen, causa, ápxup.oc;, paciente, indulgente, /iocicpoSoueci), ser paciente, tener paciencia (U Falkenroth) rao/isvco, ser paciente, perseverar, unopovn, aguante, entereza, paciencia (L Falkenroth) Para la praxis pastoral (U Falkenroth) Padre

242

á/S/ia, padre (O Hofíus) nonnp, padre, itarpia, linaje, estirpe, Ttarpic, patria, patria chica, ájrarcop, apatrida (O Hofius) Paganos

249

Palabra 249 yX&aaa., lengua (órgano), lengua (idioma), éxepoyÁúxraoc;, el que habla una lengua extranjera (H Haarbeck) XoyoQ, palabra, dicho, sentido, h/oi, recolectar, contar, decir lo/wog, intelectual, razonable, AOyiov, sentencia, dicho, Aoyws, elocuente, culto, a/oyoc,, irracional, mudo, /aAeco, hablar, charlar (G Fríes'B Klappert) pt\\in, pelota, dicho, cosa, acontecimiento, caso (O Betz) tpaivn, voz «pcuveco, hablar, llamar (O Betz) Pan

282

apiog, pan (F Merkel) £71(00(7105, cotidiano, diario (W Mundle) /iavva, mana (F Merkel) Para la praxis pastoral (L Coenen) Parábola

286

napa/Í0Ar¡, contrafigura, tipo, semejanza, cdviypa, lenguaje oscuro, adivinanza, enigma, m.//rijopew, hablar alegóricamente (C H Peisker) napoipia, proverbio, dicho sapiencial, lenguaje velado, discurso enigmático (C H Peisker) Paráclito

293

Paraíso

293

napaóeiooQ, jardín, parque, paraíso (M Bietenhard) Parte

295

Participar

295

Particular

295

Parusia f\pEpa día (G Braumann) papavaSix (W Mundle) napovom, presente, presencia, Tiapsipi, estar presente haber venido (G Braumann) Para la praxis pastoral (G Braumann)

295

Pascua

304

Pasión

304

índice general

458

Pastor

304

7toi/it[v, pastor, Ttoipvfj, %oi¡ivwv, rebaño, noipaivoi, apacentar, cuidar, apxmoiptjv, e ' supremo pastor (E Beyreuther) Paz

308

tipt\vn, paz, eipevcva), vivir en paz, tener paz, eipnviKOQ, pacifico, eipnvonoiog, pacificador, el que trabaja por la paz, £ipr¡vonoi£.co, pacificar, trabajar por la paz (H Beck) Para la praxis pastoral (H Beck) Pecado

314

aoucexo, cometer una injusticia, portarse injustamente, xdiKtipa, acción injusta, cosa injusta, áSmia, sinrazón, injusticia, SL&IKOQ, injusto, no bien hecho (W Gunther) ipa.pxa.va>, fallar, pecar, dcpaptia, fallo, pecado, oip.ix.p-inpa, falta, delito, ápapxmlot;, el que falta, pecador (W Gunther) nxpafSaivw, ir junto a, pasar de largo, descarriarse, na.pa.fa.aiQ, transgresión, fallo, napaflaxnQ, el que va al lado, 0Tta.pafia.x0Q, invariable, ómpflanw, saltar por encima, transgredir (W Gunther) itapaia-nxia, caer al lado, extraviarse, pecar, mxpoarccopa, traspié, mal paso, pecado (W Bauder) Para la praxis pastoral (W Gunther) Penitencia

328

Pensar, reflexionar

328

Sadoyit^opa.1, pensar, considerar, dia.Xoyiop.OQ, pensamiento, consideración, reflexión, áiaAeyopou, conversar, hablar (D Furst) ÓOKSXO, opinar, pensar (D Muller) Xoyil,opai, contar, pensar, valer, XoyiapOQ, el pensamiento (J Eichler) Para la praxis pastoral Pequeño

333

Perder, perderse

•»'"

ancoXeia perdición, ruina, anoXXupi, echar a perder, perderse, perecer, ánoXXvwv, exterminado' ÍH -Chr Hahn) óXeSpog, perdición, ruma, óXo9pevm, exterminar, éíoXeSpcvw, arruinar, echar a perder completamente, oXoSpwxng, exterminador (H -Chr Hahn) , corromper, destruir, arrumar, oupStxpoiOí, incorruptibilidad, inmortalidad, aia3eipco, destruir, SixipSopa, aniquilación, descomposición,