Dialéctica negativa
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THEOOOR W. ADORNO

DIALECT.ICA NEGATIVA Versión castellana de JOSÉ MARfA RIPALDA

Revisada por .JESÚS AGUIRRE

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Titulo original: Negative Dialektik

© 1966, SuHRKAMP VERLAG. Frankfurt am Main

Primera edición: 1975 Reimpresión: 1984

© 1984, TAURUS EDICIONES, S. A. Príncipe de Vergara, 81, 1.0 - 28006 MADRID ISBN: 84-306-1133-9 Depósito Legal: M. 39.159-1984 PRINTED IN SPAIN

PROLOGO

La formulación Dialéctica Negativa es un atentado contra la tradición. Ya en la dialécticá platónica, el mstiWntllló .. IOgico está al servicio de un resultado positivo; la figura de una negación de la negación fue siglos después un nombre pregnante para lo mismo. Este libro intenta liberar la dialéctica. de una tal naturaleza af¡ñfiaij,Vi;~siñperétéF lom"'D iñTññño-eñ-prec~vanar'"süparadójico título es una de sus intenciones. El autor no comienza desarrollando lo que, según la opinión dominante en filosofía, sería el fundamento, sino que primero desarrolla ampliamente muchos aspectos que esa opinión supone fundamentados. Esto i!1nlica tanto crítica a la idea de una fundamentación, com~a pnofldad del pbi&ani1Rt8 coiíCféfó. Solo en la IéliizaCion akanza et elinami:••• 11• 1111 tal pensamiento la conciencia de sí. Ese dinamismo necesita de lo que, según las reglas del espíritu aún vigentes, sería secundario. Este libro no es sólo una metodología de los trabajos de su autor que se ocupan de la realidad concreta; según la teoría de la dialéctica negativa, no existe ninguna cónti· nuidad entre ella y éstos. Pero habla de esta discontinuidad y extrae de ella indicaciones para el pensamiento. No demuestra su procedimiento, sino que lo justifica. En cuanto le es posible, el autor pone sus cartas sobre la mesa; lo que de ningún modo es lo mismo que jugar a las cartas. Cuando Benjamin leyó ya en 1937 la parte de la Critica de la teoria del conocimiento, que el autor había terminado por entonces -el último capítulo-, opinó de ella que es preciso atravesar la helada inmensidad de la abstracción antes de alcanzar convincentemente la plenitud de una filo-

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sofía concreta. Y la dialéctica negativa traza retrospectivamente ese camino. Concreción significa en la filosofía contemporánea casi siempre un simulacro. Por el contrario este texto decididamente abstracto pretende servir tant~ a su propia autenticidad como a la explicación de la metodología concreta de su autor. En las discusiones estéticas más recientes se habla de antidrama y de antihéroes. De un modo semejante, y a pesar de la distancia que guarda con respecto a todos los temas estéticos, se podría llamar a la Dialéctica Negativa un antisistema. Con los medios de u~~ lógica ~eductiva, la D~aléctic~ Negativa rechaza el prinCipio de umdad y la ommpotenc1a y superioridad del con'---Septo. Su intención es, por el contrario, substituidos por la 1dea de lo que existiría fuera del embrujo de una tal unidad. Desde que el autor se atrevió a confiar en sus propios impulsos mentales, sintió como propia la tarea de quebrar con la Íl,lerza del sujeto el engaño de una subjetividad constitutiva; ya 110 ha querido seguir aplazando por más tiempo esta tarea. Uno de los temas determinantes en ella ha sido la superación contundente de la división oficial entre filosofía pura de una parte y lo concreto y lo formalmente científico por otra. ' • ~ ·introducción expone el concepto de experiencia filosófica. La primera parte toma pie de la situación de la ontología dominante en Alemania. No se trata de "uz aria desde · · · · rla · ente

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a segun parte pasa a la idea de una dialéctica negatiVa posición con respecto a algunas categorías que con: serva, a la vez que las altera cualitativamente. La tercera parte expone a continuación modelos de dialéctica negativa. No. son ejemplos ni simplemente explican consideraciones abstractas. Introducen en lo concreto y así intentan satisfacer la intención concreta de lo que provisionalmente por necesidad, .ha sido tratado en general; de este modo s~ Qponen también al uso de ejemplos como algo en sí indiferente, que Platón introdujo y la filosofía viene repitiendo desde entonces. Por una parte, los modelos tienen que aclarar lo que significa dialéctica negativa y según su mismo concepto pertenecen a lo real; por otra discuten -no sin semejanza con el llamado método ejemplificador- conceptos fundamentales de las disciplinas filosóficas e intervienen en el mismo centro de éstas. Lo cual realiza la tarea de una dialéctica de

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la libertad para la filosofía de la moral; la de «Espíritu universal e historia natural• en el terreno de la historia· el últiiJ?.o capítulo gira y tantea alrededor de las pregunt~ metafísicas, en el sentido de que la autorreflexión crítica hace a su vez revoluciones a la revolución copernicana. Ulrich Sonnemann trabaja en un libro que se titulará Antropologia negativa. Ni él ni el autor sabían nada de esta coincidencia, que indica una necesidad en la cosa misma. El autor está preparado a la resistencia que va a encontrar la Dialéctica negativa. Sin rencor permite alegrarse a todos los que, de este lado y del otro, anunciarán que ya lo decían ellos y que es ahora cuando lo confiesa el mismo autor.

Frankfurt, verano de 1966.

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INTRODUCCION

¿Es AÚN POSIBLE LA FILOSOFfA?

La filosofía, que antaño pareció superada, sigue viva porque se dejó pasar el momento de su realiZación. Bl juicio sumário de que no ha hecho más que interpretar el mundo y mutilarse a sí misma de pura resignación ante la realidad se convierte en derrotismo de la razón, después que ha fracasado la transformación del mundo. La filosofía no ofrece lugar alguno desde el que la teoría como tal pueda ser convicta concretamente de anacronismo, a pesar de ser crónicamente sospechosa de él. Tal vez la interpretación que pro-· metió una transición a la praxis fue insuficiente. Bl momento del que dependió .la crítica de la teoría no puede prolongarse teóricamente. Cuando la praxis se aplaza indefinidamente deja de ser instancia crítica contra una fatua especulación para convertirse casi siempre en el pretexto bajo el que los ejecutivos estrangulan el pensamiento crítico como si fuera una pedantería; pero una praxis dinamizadora necesita de él. Desde que la filosofía faltó a su promesa de ser idéntica con la realidad o estar inmediatamente en vísperas de su producción, se encuentra obligada a criticarse sin consideraciones. Lo que en otro tiempo se consideró a sí mismo como antípoda de la ingenuidad, es decir, de la apariencia de los sentidos y de toda experiencia vertida al exterior, se ha convertido a su vez objetivamente en algo ingenuo; ya hace ciento cincuenta años que Goethe caló en este sentido a los mezquinos diletantes que se lanzaban por las buenas a una especulación subjetivizante. El introvertido arquitecto mental está en la luna, que ya han conquistado los técnicos extrovertidos. Los recipientes concep11

tuales, que 5eJÚD costumbre de la filosofía ~e?í!ln poder aco. ger .. la totalidad. semejan restos de la prumuva c;conomía primlonetaria ~ medio del neocapitalismo industn~, así-~ muestra ya su comparación tanto con esta socieda en 1 mitac:la expansión como con los progresos empíricos de las cieilcias naturales. La desavenencia entre el poder Y cua1quier forma de espíritu ha llegado a convertirse en ~ug:-: común; y esa tensión es tan desmesurada que cubre 7 mu Ilidad todos los esfuerzos que se inspiren en el prop1o ~on­ i:epto de espíritu para tratar de comprender ese poder Irresistible. La voluntad de abordar esta tarea denota bun; pretensión de poder, que es refutada por lo que de e~ a ~er comprendido. La filosofía ha sido obligada por las ciencias partic~ares a conv~rtirse en cien.cia p~c~lar, y és~ 1~ expresión más plástica de su destmo histónco. Kant ec ~J haber superado la filosofía de escuela con una conce:pci n universal de la filosofía 1• Ahora la filosofía.ha sido o~~ga~a a retroceder a su concepción de escuela, y hace e1 n cu 0 siempre que pretende confundir a ésta con aquella ~oncep­ ción universal. Hegel incluía la filosofía en la doctrma del Espíritu absoluto; pero sabía que simplemente era j /a~ tor de la realidad, una actividad especializada, y a~í f1 ~~­ taba. A partir de aquí se desarrollaría después su lumt¡c~~~ y desproporción con la realidad, tanto más cuanto_ o V1 más a fondo aquel límite y rechazó como algo extrano tt..L~l!!.ca.. t ue. s 1 nsa, • e a IaT&!t!ca~-~CTtíso1o menor a ·erPero el ~~n~maatm,Jsta ·~anO@€~ :~o-fsJitélili&, ro.o ~scaUiña"''elá coaccion espmtualiiiai, selíalañi"'iXí n• me~a vez üñr~li!i,ijl!dia~l§: re a ue · , teCbca ya no t.Ien.e .P.Q.C:lerirsñiño. econd iac1Qíi se a tener presente la misma -pfi.iñill'da'dque hoy es anatema para la razón subjetiva, pero ya no como enemiga~ La dialéctica está al servicio de la reconciliación. Ella. misma demole el carácter de astringencia lógica a que obedece: le acusa de panlogismo. En~~ , ....__.u-.~encont~ba ~acpada C:2!i:m:"~~~ · ..·., · . rur~ etre"' era Ta que opera a ·nega vamente tanto

ñierza

Cic1i uno de los .movimientos del concepto éomo su proceSó de conjunto. La historia ha condenado un tal predominio del sujeto, incluida la concepción hegeliana, que sobrepasa no sólo la conciencia individual, sino también: la trascenden~l de Kant y Fichte. ·Por de pronto, ese predominio no consigue superar la impotencia de un pensamiento que pierde fuerzas y desespera de poder determinar una marcha del mundo más poderosa que él. ,Pero sobre todo ninguna de las reconciliaciones que afirmó el idealismo absoluto -y todo otro idealismo fue una inconsecuencia- fue sólida; esto vale para toda su gama de soluciones, desde las lógicas hasta las históricas y políticas. El hecho de que el ideálismo consecuente se •haya visto obligado a constituirse como la encarnación de lo contradictorio no es sólo la verdad de su posición llevada hasta el fin, sino también el castigo merecido por su forma caracteristica de lógica, pues ésta, en cuanto tal, es a la vez aparente y necesaria, y si tratamo~ ahora de reanudar el proceso sobre la dialéctica -cuy&tvariante antiidealista ha degenerado entretanto en dogma, igual que la idealista en un objeto de cultura'=: el veredicto no va a recaer sólo sobre la actualidad de una forma tradicional de la filosofía o de la estructura filosófica del objeto del conocimiento. Hegel había devuelto a la filosofía el derecho y la capacidad de pensar concretamente, en vez de conformarse con el análisis de formas de conocimiento vacías y nulas en el sentido más fuerte de la palabra. La filosofía contemporánea recae o en la arbitrariedad de una Weltanschauung -si es que se decide por excepción a ser concreta- o en el mismo formalismo de lo «indiferente» 15

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contra el qu~ .atizó Hegel. La evolución de la fenomenología, que..en 'otro tiempo recibió su impulso de la aspira· ción a lo ~to, lo demuestra históricamente: actualmente. sedÚJ; convertido en una invocación del Ser, que rechaza como impureza todo contenido. El filosofar de Hegel estaba: D.eno de contenido y su fundamento y .resultado era ..el primado del sujeto o, según la famosa expresión al ~omienzo de la Lógica, la identidad de identidad y diferencia 4• ·Lo particular determinado era en su opinión detenninable por el espíritu, porque toda determinación inmanente no podía ser otra cosa que espíritu. Según Hegel, la filosofía sería sin esta suposición incacb:Í de conocer concreta y esencialmente. Si la idea de · éctica a que llegó el idealismo fuese incapaz -como insiste Hegel- de contener ex~riencias independientes del andamiaje idealista, a la filosofía no le quedaría otro recurso que una renuncia en forma de negarse toda idea concreta, de limitarse a la· metodología de las ciencias, declaran que ésta es la única filosofía y eliminarse virtulamente a sí misma. E~ INTERÉS DB LA .FilDSOF1A

. La situación histórica hace que la filosofía tenga su ver. dadero interés allí precisamente donde Hegel, de acuerdo con la tradición, proclamó su indiferencia en lo carente de concepto, en lo particular y especial, eso que desde Platón fue despachado como perecedero y sin importancia, para ~erle colgada al fin por Hegel la etiqueta de existencia corrompida. El tema de la filosofía serían .las cualidades que . ella misma degradó como contingentes a una quantité nég_ligea/Jle. Lo urgente para el concepto es aquello a lo que no IJegf.,]o que el mecanismo de su abstracción elimina, lo que no .~ 'de antemano un caso de concepto. Nombres capitales de la modernidad filosófica, como Bergson y Husserl, ·han llamando la atención sobre ello, lo que no impide que de todos modos se hayan retirado a la metafísica tradicional. Por amor a lo irracional ha creado Bergson, con un golpe de mano, otro tipo de conocimiento. La sal dialéctica es arrastrada por el flujo uniforme de lá vida; lo que ha cuajado como una cosa es considerado sin más como secundario, en vez de comprendido junto con esa accesoriedad. El 4 Vid. HEGEL, Ciencia de la Lógica (Buenos Aires, 1956), 1, 95 s. (WW IV, 78).

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odio contra el universal petrificado funda un culto de la inmediatez irracional y de la libertad soberana en medio de lo oprimido, a la vez que planea sus dos formas de conocimiento en un dualismo tan titante ·como no pudieron serlo más las doctrinas de sus adversarios, Descartes y Kant. Al conocimiento del mecanismo eausal en cuanto sa. ber pragmático le molesta tan poco la intuición como a la estructura burguesa, la elegante liberalidad de quienes le agradecen su situación privilegiada. Las· tan celebradas intuiciones llevan en la filosofía del tnisínO Bergson una vida bien abstracta; apenas se extienden más állá ae la conciencia fenoménica del tiempo, que subyace fncb.tso en Kant al tiempo físico-cronológico y, según Bergscm, altiempo espacial. En realidad es cierto que sigue existiendo la form:a intuitiva de comportamiento espiritual, arcaico rudimento de reacción mimética difícil de desarrollar.. Lo que precedió a esa intuición promete la superadón del presente petrificado. Sin embargo, una. intuición no puede lograrse sino inestablemente. Precisamente si un conocimiento, incluido el de Bergson, quiere concretarse, tiene que echar mano de la racionalidad que. desprecia. De otro modo, duración elevada a Absoluto, el puro devenir, el acto puro se convertirían en la misma intemporalidad que critica Bergson a la metafísica desde Platón y Aristóteles. A Bergson no le pre• ocupó que aquello en cuya dirección tantea se queda en fatamorgana si no es enfocado con el instrumental del conocimiento y la reflexión sobre medios propios; un procedimi~nto que desde un principio carece de mediación con el del conocimiento está abocado a la arbitrariedad. Husserl fue un lógico, y como tal expuesto a la arbitrariedad . Es innegable la fuerza con que opuso a la abstracción generalizadora el modo de percibir la ~senda. Lo que buscaba era una específica experiencia espiritual, capaz de destilar la esencia a partir de lo particular. Ahora bien, la esencia de que ·se ocupaba esa experiencia no se distin· guía en nada de los universales de siempre. Entre las operaciones de la contemplación esencial y -su terminus ad quem hay una discordancia absoluta. Ninguno de ambos intentos consiguió escapar al cerco del Idealismo. Bergson se orientó por los données immédiates de la conciencia, al igual que su enemigo capital, el Positivismo. Algo parecido ocurrió con Husserl y sus fenómenos del flujo de la conciencia. Ambos permanecen dentro de la inmanencia sub17

jetiva 5 • ContJ;'a aJD;bos habría que insistir en lo que en vano presi~nten: de~ir -a pesar de Wittgenstein- lo que no se puede decir. La sencilla contradicción de este intento es la misma. de la filosofía; ella convierte a ·ésta en dialéctica antes de que comience a enredarse en el detalle de sus contradicciones.. El trabajo de la reflexión ~losófica sobre sí misma consiste en desmenuzar esa paradoja. Todo lo demás es comentario, construcción a posteriori, y hoy, igual· que en tiempos. de Hegel, no alcanza el nivel de la filosofía. A la ~9sofía le es imprescindible -por discutible que ello sea- confiaren que el concepto puede superar al concepto, al instrumento que es su límite; esta confianza en poder alcanzar lo supraconceptual es así una parte necesaria de la ingenuidad ~ que adolece. De otro modo tendría que capitular, y con ella todo lo que fuera espíritu. Sería imposible pensar hasta la operación más sencilla, no existiría la .verdad, en rigor todo sería nada. Sin embargo, lo que el concepto alcanza de verdad por encima de su abstracto recinto no dispone de otro escenario que lo que él mismo oprime, desprecia y rechaza. La utopía del conocimiento s~ría penetrar con conceptos lo que no es conceptual sin acomodar est.o a aquéllos. LA TOTALIDAD ANTAGONISTA

Un concepto así de dialéctica hace dudar de su posibi-

~~~e~o.fifi.~aYe~{~~~sdea~~JiEfi~~21mfl~I!~%!~1if~: a~arms fiósffilesla -fotanaaa ·ael ·es' ·íz.nü·-·c; séa ta:· iesTS"cie 1a ~,:Y.a~S!i.[~faaa:-nresprrri~--¿iüt"rellexfona- sin-aéScanso sooreTa contraoicción real tiene que ser esa misma realidad, para que ésta pueda organizarse según la forma de la contradicción. La verdad, que en la dialéctica idealista impulsa por encima de todo lo particular como .falso en.su limitación, será la de la tot~lidad; siesa verdad IlQ estu!!.e~ pensada ae anté,maño;· el proceso 'díatecfico"carecerla de mofivo"-"d_íf_e.~~Q.n~:x esfas""iífinnaCionéS1Uíy' que contestar que eroD]eto de la experiencia espiritual es en sí un sistema antagónico y de la más alta realidad ya afites de ser mediado como el sujeto cognoscente que se reencuentra en esa mediación. La ineludible necesidad que el 5 Vi~. TlmoooR W. ADORNO, Sobre la metacrftica de la teorta del conocimiento (Caracas, 1970), passim.

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Idealismo proyectó en la región del sujeto y el espíritu tiene que ser retrotraída a la misma constitución de la rea. lidad. Lo que queda del Idealismo es que la determinante objetiva del espíritu -la sociedad- se compone tanto de la suma de los sujetos como de su negación. Los sujetos están en ella irreconocibles e inerm~; por eso es desesperadamente objetiva y concepto, a pesar de que el Idealismo tome esto por algo positivo. El sistema no es el del Espíritu absoluto, sino el del más limitado de los que disponen de él y ni siquiera es capaz de saber hasta qué punto es suyo. La reproducción subjetiva del proceso material y social de producción no tiene nada que ver con una ·auténtica cons:. titución teórica, sino que es lo insoluto en • proceso, lo irreconciliado en sus sujetos. Esta razón, que crea la identidad a base de· dar el cambiazo tan inconscientemente como el sujeto trascendental, permanece inconmensurable con los sujetos a la vez que les da un común denominador: el SU· jeto como enemigo del sujeto. Su universalidad es tan verdadera como falsa: verdadera, porque compone aquel «éter• que Hegel llama ,Espíritu; falsa, porque su razón: no es ra· zón, su universalidad es producto del interés particular. Y ésa es la causa de que la crítica filosófica de la identidad supere la filosofía. Pero lo inefable de la Utopía es que ner lo irracional sobrevive en él gracias a su s1gmficado, quten a su vez fundamenta el ·que sea co?~epto. Al fin y .a~ cabo también según la gnoseología tradicional toda defimCión de 20

EL INFINITO

La desmitologización del concepto es el antídoto d: la filosofía. Impide su proliferación malsana .!J.ast~ conveqt.qs en el Absoluto. El Idealismo nos legó una 1aea que pervirtiÓ como a'ñinguna otra: la del infinito. La filosofía no trata de agotar su tema a l,a . manera ~e ~a .cienci~, re~uc!endo los fenómenos a un mimmo de pnnc1p10s; as1 lo md1ca la polémica de Hegel contra Fichte1 qui:n pa~tía de una as~r­ ción. Por el contrario, la filosofia quiere literalmente abismarse en lo que le es heterogéneo, sin reducirlo a categorías prefabricadas. Trata de ajustarse a ello tan estrechamente como lo desearon, en vano, el program3: de l!l fen?· menología y el de Simmel; su meta es la e~aJena,·l)!·'"""''""'il