Derecho Romano

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Derecho Romano José Ignacio Morales

EDITORIAL

TRILLAS México. Argantina. España. C olom bia. Puerto Rico. Van*

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Catalogación en la fuente Morales, José Ignacio Derecho romano. - 5a ed. - México : Trillas, 1989 (reimp. 1995). 551 p. ; 25 cm. Bibliografía: p. 551 I5BH 968-24-5255-2 1. Derecho romano. I. t. LC-H455'M6.5

D -540.54'M449d

Derechos reservados © 1987, Editorial Trillas, 5. A. de C. V., Av. Río Churubusco 585, Col. Pedro María Anaya, C. P. 05540, México, D. F.

División Comercial, Cate, de la Wiga 1152, C. P. 09459 México, D. F. Tel. 6550995, FAX 6550870 Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial. Reg. núm. 158 Primera edición, 1972 5egunda edición, 1987 (l5Bh 968-24-2162-4) (Primera publicada por Editorial Trillas, 5. A. de C. V.) Tercera edición, 1989 (758/1 968-24-5255-2) Reimpresión, 1992

Segunda reimpresión, marzo 1995 Impreso en México Printed in México

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Lex debet esse justa, honesta, posibilis, secundum naturam. Patriae consuetudinem, loco temporique conveniens, utilis, manifiesta, nullo privato commodo, sed pro communi civium utilitate conscripta. (La ley debe ser justa, honesta, posible, no contraria a la naturaleza, conforme a las costumbres, conveniente al lugar y tiempo, útil, clara y dirigida no al bien privado, sino a la utilidad común de los ciudadanos.)

Prólogo

Lo que me impulsó a escribir esta obra fue la certidumbre de que era indispensable que existiera un estudio sintetizado, una sinopsis com­ pleta del derecho romano, en el cual el m étodo pedagógico coadyuvara a conocer mejor la legislación romana, su evolución y el orden cronoló­ gico en que fueron apareciendo las leyes y se constituyeron en la base de los derechos organizados en casi la totalidad del mundo, así como el propósito de que les sea útil a los estudiantes. Un libro de esta naturaleza es particularmente necesario para los que se inician en el estudio o en la práctica del derecho. El material que lo integra se presenta de manera sencilla y abarca los elementos básicos del derecho romano, los cuales se describen con explicaciones claras y precisas que facilitan el conocimiento de algunas instituciones jurídicas con las que aquéllos frecuentemente habrán de encontrarse. Porque cuando se quiere penetrar en la ciencia jurídica sin ninguna preparación acerca de los fundamentos del derecho romano, es muy di­ fícil entenderla: sin las nociones, conceptos y fundamentos que aquél provee es imposible lograr la comprensión del universo jurídico. Es co­ mún que se reciba, como instrucción relativa al derecho que nos ocupa, un cúmulo de conocimientos inconexos, los cuales muchas veces son memorizados y que, por ello, de ninguna manera ayudan a comprender el derecho como ciencia. De ahí que el propósito de esta recopilación sea la de llevar en for­ ma sencilla, comprensible y fácil, a los jóvenes que comienzan la carrera de derecho, el conocimiento de las instituciones romanas, con la fina­ lidad de que comprendan su lenguaje jurídico, el origen de las materias de que se trata y las relaciones existentes entre ellas. El estudio histórico de cualquier legislación permite apreciar objeti­ vamente los esfuerzos que llevaron a su formación, así como revivir las 7

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PRÓLOGO

instituciones y valorar las costumbres. Y como, por otra parte, conside­ ramos indispensable recurrir a las fuentes romanas para obtener de ellas —sobre todo por lo que se refiere al derecho civil— los antecedentes de la legislación actual, es que hemos procurado reunir y sistematizar en este trabajo lo más im portante de cada uno de los renglones menciona­ dos, a efectos de que todo aquel que se dedique al estudio de tan im por­ tante rama tenga las armas, las máximas, las prescripciones, las raíces, el magnífico pensamiento de los jurisconsultos romanos, cuyo conocimien­ to y manejo son imprescindibles en el hacer cotidiano del abogado, par­ ticularmente, como se dijo, del civilista.

Indice de contenido

Prólogo Cap. 1. Generalidades históricas

13

Leyenda sobre la fundación de Roma, 14. Cap. 2. Primeros órganos de gobierno en tiempo de la Monarquía: las tri­ bus, las curias por comicios, las gens, el rey y el senado

15

Rómulo, primer rey de Roma, 15. Cap. 3. Los sucesores de Rómulo

18

Numa Pompilio, 18. Tulio Hostilio, 22. Anco Marcio, 24. Tarquino Prisco, 24. Servio Tulio, 24. Tarquino el Soberbio, 27. Los comicios centuriados y los comicios por tribus, 27. Cap. 4. La República

29

Cap. 5. La Dictadura Tribunos de la plebe, 33. Asimilación patricioplebeya, 34.

33

Cap. 6.

36

Ley de las XII tablas Contenido de las XII tablas, 36.

Cap. 7. Continúa la lucha entre patricios y plebeyos.

LaLey Canuleya

46

Los ediles curules, los pretores, los censores y loscuestores, 46. La Ley Licinia, 47. La plebe alcanza algunos logros, 47. Cap. 8.

Roma continúa su expansión Los triunviros, 52. Los procónsules, los comicios y los demago­ gos, 52. Lex provinciae, 53. La lucha por la tierra, 54. Mario y

49

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ÍNDICE DE CONTENIDO

Sila. Las leyes Cornelias, 55. Julio César, 58. Primer triunvirato, 59. Leyes julias, 60. Segundo triunvirato, 63. Cap. 9. Nace el Imperio

64

Augusto, 64. Los Césares posteriores a Augusto, 66. Cap. 10. Breve panorama de la literatura, el arte, las ciencias y la filosofía durante el Imperio romano

71

El siglo de Augusto, 71. El periodo comprendido entre la muerte de Augusto y la de Marco Aurelio, 72. Otros hombres de ciencia, escritores, historiadores y poetas de la época, 73. Nueva etapa, 76. Cap. 11. Comienza la anarquía militar

80

Constantinopla, 83. Cap. 12. La codificación de Justiniano

92

Instituía, 93. Decisiones de la ley, 94. Código revisado o repetitae praelectionis, 94. El cuerpo del derecho civil y algunas leyes dic­ tadas por los jurisconsultos, 95. Cap. 13. Gobernantes romanos de Rómulo a Justiniano

103

Cap. 14. Algunas reglas del derecho romano

107

Cap. 15. Locuciones latinas de uso frecuente

125

Cap. 16. Algunos principios del derecho romano

130

Fuentes del derecho, 132. La ley, 133. El plebiscito, 133. El senadoconsulto, 133. Las constituciones imperiales, 133. Los edic­ tos de los magistrados, 134. Las respuestas de los prudentes, 135. Los jurisconsultos, 136. Escuela de sabinianos y proculeyanos, 137. Cap. 17.

El pueblo romano y sus leyes

139

Formación de la ley, 139. Importancia del senado, 141. Los edic­ tos, 141. Constituciones imperiales, 142. Respuesta de los pru­ dentes, 142. Decisiones de los pretores fundadas en la equidad, 142. Cap. 18. Instituciones del derecho romano

144

Personas, cosas y acciones, 144. De los derechos, 144. Actos ju ­ rídicos, 146. Cap. 19. Interpretación de la ley

151

Cap. 20.

153

De las personas

ÍNDICL DI-CONTENIDO

Cap. 21. La esclavitud

11 156

Fuentes jurídicas de la esclavitud, 156. La guerra, 157. Causas civiles de esclavitud, 159. Forma de salir de la esclavitud, 162. Medios para otorgar la libertad, 163. Condiciones del liberto, 166. Cap. 22. Status civitatis

167

Patria potestad, 170. Fuentes de la patria potestad, 170. Justas nupcias, 171. Parentesco, 176. Legitimación, 179. Adopción, 180. Formas de disolver la patria potestad, 182. Tutela, 184. Cú­ ratela, 188. Capitis deminutio (disminución de cabeza), 191. Cap. 23. Las cosas

193

Terminología, 193. Definición de cosa en el derecho, 194. Pri­ mera clasificación de las cosas, 195. Cómo se dividían las cosas patrimoniales, 199. Segunda clasificación, 200. Tercera clasifica­ ción, 202. Cuarta clasificación, 203. Quinta clasificación, 203. Sexta clasificación, 204. Séptima clasificación, 206. Cap. 24.

El poder jurídico de las personas (físicas o morales) sobre las cosas

208

Derechos que las personas (físicas o morales) pueden ejercer sobre las cosas, 208. Derechos reales, 208. Del dominium, 210. Carac­ terísticas del derecho de dominio, 212. Historia del derecho de dominio en Roma, 213. La propiedad quiritaria frente a la propie­ dad bonitaria, 213. De la posesión, 215. Cap. 25. Modos de adquirir el dominio según el derecho natural

220

Ocupación, 220. La accesión, 220. Tradición, 222. Cap. 26. Modos de adquirir la propiedad según el derecho civil romano

223

Mancipación, 223. Cesión en juicio (in jure cessio), 224. Tradi­ ción, 224. Usucapión, 224. Adjudicación, 227. Ley, 227. Cap. 27. Servidumbres

228

Servidumbres reales, 228. Servidumbres personales, 229. Cap. 28.

Derechos reales pretorianos

231

Jus in agro vectigali. 231. k'nfiteusis, 231. Superficie, 231. Hi­ poteca, 232. Cap. 29. Las obligaciones Clasificación de las obligaciones, 233. Efectos de las obligaciones, 234. Modalidades de las obligaciones, 234. Obligaciones sancio­ nadas y no sancionadas, 235.

233

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ÍNDICE DE CONTENIDO

Cap. 30.

Los contratos

236

Contratos consensúales, 239. Cap. 31.

Obligaciones que nacen como deun contrato(cuasicontrato)

243

Cap. 32.

Obligaciones que nacen de un delito

245

Cap. 33.

Obligaciones que nacen como deun delito (cuasidelito)

248

Garantías reales y personales

249

Cap. 34.

Garantías reales, 249. Garantías personales, 251. Cap. 35.

Extinción de las obligaciones

253

Cap. 36.

Sucesiones

256

Sucesión, 256. Herencia, 256. Testamento, 256. Cap. 37.

Donaciones

268

La dote, 269. Cap. 38.

Procedimiento judicial romano

270

Imperium (imperio), 270. Actio (acción), 270. Los sistemas pro­ cesales, 271. Proceso, 272. Semejanza entre los procesos, 273. El magistrado, 273. El pretor, 273. El juez, 274. Jueces pedáneos, 274. El árbitro, 275. Jurados, 275. Organización del régimen ju ­ dicial romano durante las acciones de la ley y el sistema formula­ rio, 276. Sistema de las acciones de la ley, 279. Legis actionis, 281. Procedimiento formulario, 284. Sentencia, 288. Procedi­ miento extraordinario (extraordinaria cognitio), 289. Apéndice. Cuadros sinópticos de derecho romano

296

Historia (2 partes), 296. Historia externa, 297. Bibliografía

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1 Generalidades históricas

Enclavada en la península itálica, Roma constituyó para los pueblos antiguos el centro del mundo. Algunos autores dividen dicha península en tres regiones: la continental o septentrional (Etruria, Lacio, Um­ bría, Sabinia, Samnia y pueblos propios); la meridional (Campania, Apulia, Calabria, Laconia y Bruttibun), y las islas de Sicilia, Cerdeña y Córcega, que están geográficamente próximas a la península, razón por la cual su historia está ligada a la territorial. El norte de la península estaba habitado, entre otros, por los vénetos y los ligures, pueblos cuyo origen no podría precisarse aunque se sabe que vivían en los litorales de los golfos de Venecia y de Génova. Los griegos colonizaron el sur de la península, que comprende las comarcas de Campania, Calabria y la isla de Sicilia. Estas regiones fue­ ron tan importantes que en conjunto recibieron el nombre de Magna Grecia. En la región central o propia se asentaban varias comunidades, den­ tro de las cuales destacó el pueblo etrusco, integrado por una raza carac­ terizada por su talento artístico y cuyo origen aún no ha sido determi­ nado con certeza, aunque su aparición se sitúa entre los siglos ix y vm antes de J. C. En esa misma región se hallaban los italiotas, que se componían de dos grupos; el primero lo constituían los venebrios, los volscos y los samnitas; el segundo lo formaban los latinos, que integraban a los ecuos, los rútulos y los oscos. En la región del centro se fundaron, en el valle del Lacio, dos impor­ tantes ciudades: Alba Longa y Roma a orillas del río Tíber. Lo que de su nacimiento se conoce está lleno de incertidumbre, de elementos legendarios y de la imprecisión de las tradiciones. Se dice que Alba Longa fue fundada por el héroe Eneas, sobrevi­ viente de la Guerra de Troya, y Roma por Rómulo, a quien se le supone 13

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CAP. 1. GENERALIDADES HISTÓRICAS

príncipe procedente de aquélla y, lógicamente, descendiente de Eneas. Ambos orígenes míticos satisfacían las aspiraciones romanas de te­ ner una génesis heroica y una ascendencia divina, con lo cual emulaban al modelo griego, pueblo al que los romanos siempre admiraron cultu­ ralmente. Roma, pues, tuvo también su origen legendario, digno de su poderío y grandeza y acorde con la vanidad, la ambición y el ideal de un pueblo eminentemente conquistador. Se fija como año de su fundación —y es el comúnmente aceptado— el 753 antes de J. C. y se tiene por cierto que Rómulo, su fundador, fue quien instauró el primer régimen político establecido en ella.

LEYENDA SOBRE LA FUNDACIÓN DE ROMA Numitor, rey de Alba Longa, fue depuesto por su hermano Amulio. Este, para garantizarse que la descendencia de Numitor no le perturba­ ra el disfrute del trono usurpado, consagró a la hija única de aquél, de nombre Rhea Silvia, como sacerdotisa del culto de Venus,* la cual no obstante el voto de castidad que le im ponía su sacerdocio, fue poseída por el dios Marte y dio a luz un par de gemelos a quienes se llamó Rómu­ lo y Remo Amulio ordenó que se asesinara a los dos infantes, pero para salvar­ los de una muerte segura, Rhea Silvia los colocó en una cesta que de­ positó sobre la corriente del río Tíber, para que ésta los alejara del inminente peligro que corrían. La cesta se detuvo en un remanso y una loba que oyó el llanto, res­ cató y protegió a los niños e, incluso, según la leyenda, los amamantó. Después, un pastor los encontró y terminó de criarlos. Cuando ya adolescentes conocieron su origen real, los gemelos regre­ saron a Alba Longa y recuperaron, para su abuelo Numitor, el trono. La leyenda, como la historia, coinciden en atribuir a Rómulo la fun­ dación de Roma en el año 753 antes de J. C. y señalan como asiento inicial de ésta el Monte Palatino. Luego, por una disputa, Rómulo mató a su hermano Remo. Rómu­ lo fue el primer rey de Roma.

* Las sacerdotisas del culto de Venus recibían el nombre de Vestales

2 Primeros órganos de gobierno en tiempo de la Monarquía: las tribus, las curias por comicios, las gens, el rey y el senado

RÓMULO, PRIMER REY DE ROMA

Aun cuando hemos afirmado que los conocimientos obtenidos has­ ta hoy relativos al origen y la fundación de Roma pertenecen más a la leyenda que a la historia, se acepta que la base étnica de la Urbs fue aportada por tres pueblos: los ramneses, los titienses y los luceres. Los primeros eran de raza latina y estaban bajo el mando de Rómulo; los se­ gundos, de raza sabina, eran subordinados de Tatio y los terceros, de raza etrusca, tenían por jefe a Lucumio. Los vocablos mencionados reconocen también el significado de “ leñadores” , “nobles” e “ilustres” , respectivamente. Dichos pueblos se agrupaban en tres diferentes tribus, cada una de las cuales se dividía en diez curias, subdivididas a su vez en diez gens. La gens se constituía por el parentesco y agrupaba familias que proce­ dían de un tronco común. La jefatura de la gens residía en el paterfamilias (el señor, el más viejo), cuya autoridad patriarcal estaba impregnada de un carácter tanto judicial como religioso. Sus hijos se denominaban patricii y estaban supeditados, dentro de la gens, alpaterfamilias, pero fuera de ella gozaban de todos los derechos particulares. La gens se complementaba con los protegidos del paterfamilias, denominados clientes. Cada gens se identificaba por un elemen­ to común a sus componentes: el nombre (nomen gentititium ). Las tres tribus se hallaban bajo la autoridad de un rey, que no go­ bernaba de manera absoluta sino mediante el auxilio de un cuerpo colegiado: el senado. Debemos insistir en que la primitiva Monarquía romana no era una monarquía absoluta. El rey ejercía una autoridad que le era delegada por los patricios, porque la “soberanía” , el poder, residía en ellos. 15

16

CAP. 2. PRIMEROS ÓRGANOS DE GOBIERNO

Los patricios ejercían ese poder en unas asambleas llamadas com i­ cios por curia. Estos comicios eran los que elegían al rey y lo investían de autoridad; también promulgaban las leyes: leges curiatae. El voto se em itía por curia. Dentro de la respectiva curia, se votaba por cabeza para determ inar el sentido en que ésta votaría en los comicios. El rey subsumía tres grandes funciones: jefe del ejército, magistra­ do judicial y sumo sacerdote. Para tom ar decisiones, el rey consultaba con el senado, cuerpo integrado por los paires, personas mayores y con mucha experiencia, algunos de los cuales eran, incluso, magistrados. El senado era, pues, un órgano permanente de gobierno, al cual el rey estaba obligado a consultar todas las decisiones relativas a los nego­ cios públicos. Este órgano nace en tiempos de Rómulo y prolonga su existencia hasta el Bajo Imperio. Durante algunas etapas de la historia del pueblo romano el papel del senado fue en ocasiones brillante; en otras fue oscuro, debido a su acti­ tud de sumisión incondicional a la voluntad del rey o del emperador. El senado desempeñó sus funciones sin estar provisto de facultades ejecuti­ vas tan amplias como las de los magistrados o legislativas, como las de los comicios, o judiciales o religiosas. Sin embargo, aparece en toda la historia romana desempeñando un papel destacado en la actividad gu­ bernativa. Dentro de las facultades del senado destaca la del ejercicio de la auctoritas p atrum ; es decir, la ratificación de las leyes y elecciones. Tam­ bién em itía resoluciones de carácter legislativo que recibían el nombre de senatus consultus, las cuales eran obligatorias en el derecho público, pero no tenían fuerza de ley en el derecho privado. En lo que concierne a la religión, el senado ordenaba las ceremonias, los sacrificios y las oraciones públicas, e intervenía en la prohibición o en la admisión de los cultos extranjeros. En la función electoral podía habilitar la edad de los emancipados para que satisficieran el requisito exigido por la ley. En lo tocante a la guerra o la paz, el senado realizaba actividades previas a su declaración o a su concertación, respectivamente y, ade­ más, podía celebrar tratados por cuenta propia y sin ninguna otra inter­ vención. En caso de fallecimiento del rey, el senado tenía la potestad de nom­ brar un inter-rex, mientras se elegía al sucesor definitivo. Es sabido que el senado influía ante los cónsules para la designación de los dictadores y otorgaba a éstos sus facultades. Intervenía también en la demarcación de las provincias, en la determinación de la autoridad que debía ser establecida en ellas y en el nombram iento de sus magis­ trados. Como se advierte, estas funciones eran, más o menos, de reducida importancia. ¿En dónde radica, pues, la particular relevancia que el se-

RÓMULO, PRIMER REY DE ROMA

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nado tuvo en la vida de Roma? La razón descansa en el hecho de que la economía romana quedó en sus manos y las finanzas siempre fueron di­ rigidas por él. Era el senado el que determinaba la derrama de los gastos públicos, vigilaba las inversiones, fijaba los tributos a que Roma tenía derecho y señalaba las contribuciones para la guerra. Y aunque muchas autoridades en la materia opinan que estas facultades correspondieron a los comicios curiados, del estudio de la evolución de Roma se despren­ de que era el senado quien las ejercía. El primer senador que figuraba en el Album Senatorium recibía el nombre de princeps senatus y era considerado el jefe y representante del senado. Sin embargo, no presidía las sesiones o asambleas, sino que lo hacía el magistrado que las convocaba; es decir, que las asambleas se celebraban por iniciativa de un magistrado con facultades para convo­ car, el cual podía ser un cónsul o un pretor. Los tribunos de la plebe, en un principio, no entraban a ocupar las curules, sino que escuchaban desde la puerta los debates senatoriales . Posteriormente fueron autori­ zados para convocar y presidir. Las sesiones o asambleas senatoriales se iniciaban después de haber invocado los auspicios divinos, como era costumbre. El presidente del senado rendía un informe acerca de los motivos de la convocatoria, se discutían las rogationes propuestas y a continuación votaban los sena­ dores en el orden en que aparecían en el Album Senatorium . En el periodo republicano, los cónsules, a cuyo cuidado estaba el mandato, formularon el Album Senatorium. El Album Senatorium se integraba siguiendo la jerarquía de los car­ gos que hubieren desempeñado los magistrados como censores, cónsules, pretores, ediles curules, ediles de la plebe, tribunos, cuestores; luego, se colocaba a todas aquellas personas que no habían sido magistrados. Posteriormente, dicha formulación quedó a cargo, cuidado y res­ ponsabilidad del plebiscitum ovinium , el cual era dirigido por los censo­ res y, por lo tanto, su elaboración se hizo quinquenal. Esta composición social y estas formas d e gobierno fueron las que existieron durante el reinado de Rómulo, que fue, como se ha dicho, el primer monarca romano. A su muerte, en el ejercicio de una de sus mencionadas facultades, el senado nombró un inter-rex, que gobernó hasta que se eligió a un sucesor. Rómulo fue elevado a la categoría de dios y adorado con el nombre de Quirinus.

3 Los sucesores de Rómulo

NUMA POMPILIO Numa introdujo en Roma la afición por las letras, consagró la propie­ dad y la puso bajo la protección del dios Término. La justicia se fundó en los dioses y el hogar se colocó bajo el amparo de los dioses lares; los sepulcros gozaban del cuidado de los dioses manes. Por su parte, los cri­ minales eran encomendados a una divinidad vengadora; incluso las gue­ rras tuvieron su culto sagrado. En la esfera político-social, Numa distribuyó al pueblo en gremios de oficios por medio de los Collegias, los cuales eran corporaciones de artesanos pertenecientes a la plebe, creados con el propósito de fortale­ cer el poder del monarca sobre los paterfamilias. Además, Numa estableció la Lex regia de imperio, que con el nom­ bre de imperium confería autoridad a los magistrados para ejecutar las resoluciones, y de potestas a la autoridad administrativa. Numa le restó facultades al senado, las que absorbió como monarca. Asumió la res­ ponsabilidad y el mando de las fuerzas armadas, la administración del tesoro y el manejo de las relaciones con los pueblos vecinos. Las curias y el senado sólo se reunían si él las convocaba. Si por causa de guerra, invasión o negociaciones Numa abandonaba Roma, investía como su depositario, en calidad de rey, a uno de sus pre­ dilectos a quien llamaba praefectus-urbi, el cual reunía en su persona el poder del Estado y la autoridad municipal. El absolutismo, lo aparatoso de su administración y el fanatismo rei­ nante en el pueblo, elevaban al rey a un rango divino y, como tal, era considerado propietario absoluto de los intereses de la ciudad. Lo esplendoroso de la majestad real llevó a Numa a recorrer las ca­ lles en un carro provisto de una silla llamada curul. Se cubría con una 18

NUMA POMPILIO

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toga de color púrpura y adornaba su cabeza una corona hecha de hojas de roble. A su cortejo precedía siempre un grupo de lictores o portado­ res de un haz de varas y un hacha, conjunto este que se conocía con el nombre de fasces y que simbolizaba la autoridad y el poder sobre la vida. Numa Pompilio fue el primero que implantó el año de 12 meses regi­ do por el ciclo lunar, ciclo que, como se sabe, se cumple en 30 días, por lo que mandó agregar ciertos meses —que se llamaron intercalares— de modo tal que cada 24 años los días se regularizaran y el periodo concor­ dara con el del ciclo solar. Se atribuye también a Numa Pompilio la creación de los feriales, personajes a quienes se reconocía un carácter sagrado y que en nombre del pueblo iban a intimar la paz a los pueblos vecinos, ya que estaban autorizados para establecer alianzas o romperlas. Los feciales y las guerras justas El ferial, investido de una especial y privilegiada representación, se trasladaba a los límites del pueblo con el cual Roma tenía reclamacio­ nes que alegar, e invocando a los dioses por testigos de la justicia de su causa, pedía satisfacción. Hacía la reclamación en público, luego entra­ ba en territorio del pueblo vecino, repetía en todas partes el reclamo en nombre de Roma y señalaba un plazo de 33 días para satisfacerla y aten­ derla buenamente. Para este caso no existía distinción entre días hábi­ les o inhábiles, fastos o nefastos: todos eran hábiles hasta completar el plazo señalado. No deja de sorprender que ya en aquella época, cuando aún no se había ganado el respeto que llegaría a tener, con el correr del tiempo, el derecho de gentes, pudiese un ferial recorrer el territorio del que ha­ bía de ser su enemigo y éste le tuviese la consideración y le guardase la deferencia que en la actualidad, y con base en los altos principios de de­ recho internacional, se concede a los parlamentarios. Vencido al fin el plazo señalado y no obtenida la reparación solicita­ da, el rey daba cuenta al senado romano y al pueblo y si por mayoría de votos se acordaba la guerra, iba entonces otra vez el ferial a los límites de la tierra enemiga y declaraba en nombre del senado y del pueblo ro­ mano, en testimonio de lo cual arrojaba en tierra enemiga una saeta cuya punta estaba mojada de sangre. La guerra así declarada se conside­ raba justa. La religión en Roma Numa Pompilio creó el cargo de los flámines, que eran dial, marcial y quirinal, a los que se encomendó el culto a Júpiter, Marte y Rómulo;

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CAP. 3. LOS SUCESORES DE RÓMULO

estos funcionarios debían ser elegidos entre los patriarcas. Instituyó los sacerdocios de los Salios y de las Vestales y se cree que también el de los Arvales. Los Salios eran sacerdotes destinados al culto de Marte y cuidaban la guarda del broquel o escudo del dios, escudo que se tenía por sím­ bolo de la grandeza de Roma. Lo guardaban con tanto celo que cons­ truyeron otros once iguales para que el original no fuera conocido. El nombre de Salios lo recibieron por los saltos que daban cuando, en el mes de marzo, llevaban los broqueles en procesión por las calles de Roma. Estos sacerdotes vestían túnica de púrpura y portaban tahalíes de cobre y casco; durante la procesión golpeaban los escudos con unas espadas cortas. Las Vestales constituyen una institución que Numa Pompilio tom ó de los etruscos. En principio fueron dos y posteriorm ente su número se fijó en seis; las Vestales eran electas por el pontífice máximo entre niñas cuyas edades fluctuaban de los 6 a 10 años, cuya obligación principal era conservar la virginidad por espacio de 30 años. Los 10 primeros de­ bían dedicarlos a la iniciación de los misterios y sacrificios de la diosa Vesta; los 10 siguientes se destinaban solamente a cuidar de los sacrifi­ cios y los últimos 10 años eran dedicados a la enseñanza. Pasados esos 30 años, las Vestales podían casarse. Estas sacerdotisas cuidaban permanentem ente el fuego sagrado en el área de la diosa Vesta, porque se creía que si se apagaba, sobreven­ dría una calamidad pública. De ahí que el descuido de las Vestales era penado severamente. Además de la conservación de este fuego, cuida­ ban de los objetos misteriosos, de los cuales suponían los romanos que dependía la salvación de la urbe. Tales objetos eran el escudo de Marte, el paladión, el cetro de Príamo, el carro de Júpiter, las cenizas de Orestes, la piedra cónica, el velo de Helena o de Ilione. Las Vestales vivían en el templo de Vesta y económicamente eran sostenidas por el Estado. Aquella que dejaba apagar el fuego sagrado era condenada a muerte por azotes; la que faltaba al deber de conser­ var la virginidad era condenada a ser enterrada viva y sus cómplices, a muerte. En la jerarquía sacerdotal de los romanos se encuentran otras va­ riantes que no fueron conocidas con precisión como, por ejemplo, la clase integrada por los adivinos y los arúspices. Entre los romanos, la religión y el derecho estuvieron íntimamente relacionados, de ahí que nos veamos precisados a referirnos a otras creen­ cias que fueron de particular importancia en la época antigua y que incluso todavía perviven en algunos adagios, que revelan resabios supers­ ticiosos cuyo origen no es otro que el pagano. Por ejemplo, los romanos habían dedicado el día martes al dios Marte, que era la deidad de la gue­ rra, y el viernes a la diosa Venus, que lo era del amor; y como las guerras

NUMA POMPILIO

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y el amor producen calamidades para los pueblos y para los hombres, consideraron de mal agüero todo aquello que comenzara bajo la influen­ cia de ambos dioses. De allí surgió el conocido adagio: “el viernes y el martes no te cases ni te embarques” . Festividades religiosas romanas Entre las fiestas se distinguen las agonales, en honor del dios Jano, que fue honrado con la construcción de un templo en el valle ubicado entre los montes Palatino y Quirinal. Jano estaba representado con dos caras: una que miraba hacia Roma y otra dirigida a Quiris, una ciudad de los sabinos. Si reinaba la paz, las puertas del templo permanecían cerradas para evitar comunicaciones indiscretas; en caso de guerra, las puertas se abrían para que romanos y sabinos se socorrieran m utua­ mente. Como las fiestas de Jano se celebraban en enero, del nombre de esta deidad surgió la palabra Januarius, que en latín designa a ese mes. En las fiestas agonales se ofrecía un carnero a Jano, como sacrificio. La diosa Luperca personificaba a la loba (lupa) con cuya leche, se­ gún la leyenda, se mantuvieron Rómulo y Remo cuando fueron arroja­ dos al Tíber. Las fiestas dedicadas al dios Pan se celebraban en febrero y en ellas se daban por terminadas las diferencias entre parientes y amigos; se sa­ crificaba una cabra en honor de la deidad y el pueblo abría paso para que los sacerdotes oficiantes, llamados lupercos, recorrieran desnudos de medio cuerpo hacia arriba, las calles en todas direcciones, golpeando con una correa a los concurrentes, especialmente a las mujeres. Estas no se resistían; por el contrario, les presentaban las palmas de las manos para recibir los golpes, pues existía la creencia de que mediante este ri­ tual dejaban de ser estériles. Existían también fiestas matronales, en recuerdo de la paz celebrada entre romanos y sabinos; las saturnales en honor de Saturno y las fiestas florales para invocar la bendición del cielo sobre los frutos de la tierra. Los romanos adoraron a un sinnúmero de dioses, propios y extra­ ños, los cuales representaban los vicios y las virtudes; personificaban a la juventud, a la fecundidad, las tempestades, el miedo, la gloria, etc. En muchos casos, bajo distinta advocación se adoraba a un mismo dios. Los dioses romanos Las clasificaciones de los dioses son múltiples. Una de ellas los dis­ tingue en dioses conocidos —aquellos cuya naturaleza y funciones eran

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notorias— y dioses desconocidos que, aun pudiendo existir, eran igno­ rados por los hombres. Los conocidos se subdividían en mayores y menores. Los dioses mayores, dii mayorum gentium , eran los que formaban el Consejo de Júpiter y los había de dos clases: consentes y olímpicos y no consentes o auxiliares. Los consentes —llamados así por tener asiento en el Consejo— eran doce, seis masculinos y seis femeninos, a saber: Júpiter-Zeus, N eptunoPoseidón, Marte-Ares, Apolo-Helios, Mercurio-Hermes, Vulcano-Hefestos, Juno-H era, Minerva-Atenea, Venus-Afrodita, Ceres-Deméter, Diana-Artemisa, Vesta-Hestia. Los no consentes, auxiliares populares y selecti o patricios, eran consejeros de los olímpicos y de igual naturaleza que ellos, pero infe­ riores en poder y sin asiento en el Gran Consejo. Sus nombres eran: Plutón-Hades, Baco-Dionisio, Jano-Fanes, Saturno-Cronos, CibelesRhea-Ops, Otelus-Ge, Platona-Selene-Feba, Cupido y Genio. Seguían en categoría los dioses menores, dii minores gentium , y eran numerosos; se dividían en indigentes —que eran los dioses locales — y en semones, que cuidaban de la persona. Los dioses eran también divididos en celestes, infernales e implaca­ bles. Los romanos llamaban dioses naturales a los objetos de la natu­ raleza divinizados por la mitología y alegóricos a los que personificaban virtudes, vicios, pasiones, grandezas y miserias. En Roma se adoraba al genio público, divinidad protectora del Im­ perio. De Daimón o Genio proceden otros muchos, entre ellos los penates, númenes tutelares de los reinos, las provincias, las ciudades y hasta de pequeñas familias y los lares, que protegían los hogares. TULIO HOSTILIO Historia del combate entre Horacios y Curiados A Numa Pompilio lo sucedió un ciudadano romano de nombre Tulio Hostilio (673-641 antes de J. C.), quien atacó y destruyó los peque­ ños poblados circunvecinos, con lo que amplió la ciudad por medio de la conquista. La época de Tulio Hostilio abre un nuevo periodo bélico entre las ciudades de Roma y Alba, las que, para evitar grandes derramamientos de sangre, convinieron en encomendar a tres hombres de cada pueblo la decisión de la victoria. Es así como surge en la leyenda el combate entre los Horacios y los Curiados. La tradición cuenta que en cada ejér­ cito se encontraban tres hermanos iguales en edad y fortaleza: los del

TULIO HOSTILIO

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ejército de Alba eran los Curiacios y los del de Roma, los Horacios. Se dispuso un campo de batalla que tuvo como espectadores a ambos ejérci­ tos. En el primer encuentro, los Horacios llevaron la peor parte, ya que murieron dos de ellos y, aunque los tres Curiacios estaban heridos, todo parecía indicar que la batalla se decidiría a favor de Alba. Pero el Hora­ cio superviviente discurrió que si los tres Curiacios estaban heridos, no podrían alcanzarle si él corría por el campo de batalla. Entonces fingió huir y fue seguido por los tres Curiacios, quienes debido a sus heridas cayeron agotados durante la persecución. El Horacio aprovechó la si­ tuación y cuando advirtió que los Curiacio'S se encontraban muy sepa­ rados entre sí, regresó y les dio muerte a los tres. Al retornar a Roma, el ejército llevaba los despojos de los tres Cu­ riacios. Entre quienes salieron a las puertas de la ciudad a recibir al ejér­ cito vencedor había una doncella, hermana del Horacio, la cual era prometida de uno de los tres Curiacios. Esta, al ver los despojos que su hermano llevaba, soltó su cabellera en señal de luto y se echó a llorar y a clamar a gritos el nombre de su amado. El Horacio no justificó la ac­ titud de la hermana y, ciego de ira por el menosprecio que ésta hacía de su patriotismo, le dio muerte. Este crimen no agradó a la población ni a los padres de la patria y pudo más el amor a la justicia, por lo que se sometió al conocimiento del pueblo esa causa grave. Puesto que el rey se negó a conocer de ello, se nombraron dos ciudadanos para juzgar el hecho y se indicó que si el Horacio fuera condenado a muerte y apelase y el pueblo confirmara la sentencia, sufriría la pena de azotes y después se le cortaría la cabeza, que sería colocada en un palo a la vista de todos. Los dos ciudadanos nombrados no se atrevieron a salvar al Horacio por tem or al pueblo y así fue condenado a muerte. Apeló al rey y éste consultó a la población; entonces intervino el padre del reo, quien ex­ presó que había perdido una hija y otros dos hijos habían perecido en el campo de batalla, en defensa de la patria. Pedía así, que no le fuese quitado el único hijo que le quedaba. El pueblo se condolió y absolvió al Horacio. Desde la época de Tulio Hostilio, la caballería fue considerada como una fuerza puramente militar; no representaba categoría alguna social ni tampoco tenía influencia política. Estaba integrada por patricios y ple­ beyos. Pero los caballeros, que más tarde desempeñaron un im portante papel en los destinos de Roma, se denominaron quirites. El uso de dicha palabra comienza después de la transacción o conve­ nio celebrado entre romanos y sabinos que los llevó a reconocerse con el nombre común de Populus Romanus Quiritium. El nombre de quirites, que los sabinos se dieron, seguramente pro­ cedía de quiris, nombre de su ciudad construida en el m onte Quirinal. Esta palabra, quiris, en romano significaba lanza, por lo que quirites

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vino a expresar una clase social y también el nombre de una sección del ejército que utilizaba lanza. Con el tiempo prevaleció la primera de­ nominación y la de quirites o caballeros romanos quedó reservada a quienes se honraban con ser descendientes de los romanos y de los sa­ binos, que a la postre se unieron definitivamente en un solo pueblo.

ANCO MARCIO Anco Marcio, latino, llega al trono a la muerte de Tulio Hostilio, funda el pueblo de Hostia y construye el primer puente para comunicar­ se con el dominio etrusco, 641-616 antes de J. C. TARQUINO PRISCO Cuando muere Anco Marcio, el etrusco Tarquino Prisco sube al tro ­ no y ejercita una acción sumamente progresista en lo que se refiere a la cultura y al urbanismo. Convierte la planicie en el lugar de reunión política de la ciudad y le llama Forum, espacio muy parecido al que en Grecia llamaban Agora. Edifica un templo en el monte Capitolino, dedicado a Júpiter y construye también un canal subterráneo que aún existe, llamado Cloaca Máxima, que permite la salida de las aguas del Forum, las cuales hasta la construcción de dicho drenaje formaban ex­ tensos pantanos. En lo que se refiere a la organización política romana, Tarquino con­ servó las tribus, pero introdujo en ellas un número de gens de calidad plebeya, a las que dio el nombre de minores gens. SERVIO TULIO A la muerte de Tarquino, su yerno Hastarno es proclamado rey y cambia su nombre por el de Servio Tulio. (578-534 antes de J. C.) Al tratar de controlar al pueblo en su totalidad, Servio Tulio hizo ingresar a la plebe a la vida política. Para conseguirlo, divide el territo­ rio de Roma en cuatro regiones y, atendiendo al domicilio, los colocó en clases según la fortuna de cada uno, cuyo m onto debían declarar bajo juram ento. Formó ciento noventa y tres centurias en atención a las obligaciones militares. Las cuatro tribus organizadas recibieron el nombre de urbanas y fueron la del Palatino, la de Sumaga, la del Esquilmo y la del Quirinal. También organizó tribus rústicas, que en un principio fueron diecisiete y aum entaron después hasta llegar a treinta y una.

SERVIO TULIO

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Se dice que este rey organizó las clases sociales, que comprendían en primer lugar a los caballeros o equites, a quienes repartió en diecio­ cho centurias y cuyo capital o fortuna debía ascender a cien mil ases. Monedas romanas El as es una moneda de cobre en cuya composición se incluyen 70 a 91% de cobre y 6 a 30% de estaño; algunas veces también contenía zinc. Los romanos fabricaban lingotes de cobre, cuyo peso no era tan regular como el de los legítimos. Estos pesaban 2 libras y 2 onzas, mien­ tras que los de bronce pesaban 9 1/2 a 2 1/2 libras (la libra romana pe­ saba 325.45 gramos y se dividía en 12 onzas). El primer aes signatun consistía en lingotes de bronce de forma cuadrangular de 5 libras de peso; para pesos menores era cortado en varias partes para utilizarlo como moneda fraccionaria. Al principio, los aes signatun llevaban en cada cara la figura de un toro, un carnero o un cerdo, que recordaba las primeras transacciones en las que el valor se refería a una cabeza de ganado.tomada como uni­ dad (pecos) de donde tom a su nombre el dinero (pecunia). Las Leyes Alternia Tarpeia en el año 454 antes de J. C., y las Leyes Julia, Papiria y Menella Cestia en el año 430 antes de J. C., fueron nece­ sarias para dotar a Roma de una moneda lenticular de bronce, fundida con la efigie de Jano en el anverso y con la proa de un buque en el re­ verso. Fue a esta moneda a la que se le dio el nombre de as, que tenía un peso de 12 onzas. En el año 269 antes de J. C., por la Ley Pabia-Ogulnia apareció la moneda de plata; luego, ya con Julio César, surge la moneda de oro. Organización social romana en tiempos de Servio Tulio A efectos de las clases, el resto de la población fue dividida de acuer­ do con su patrimonio. Si éste llegaba a la suma de 80 000, se pertene­ cía a la segunda clase; 75 000 eran suficientes para la tercera; 50 000 para la cuarta; 25 000 para la quinta; 11 000 para la sexta, y a la última clase, es decir, a la séptima, que sólo tenía hijos que dar al Estado, se la eximió de impuestos y de formar parte de las legiones, denominán­ dola proletarii. A la segunda clase correspondieron ochenta centurias, a la tercera veintidós, a la cuarta veinte, a la quinta veintidós y a la sexta treinta. Los proletarii formaban sólo una centuria y dentro de cada una de las clases existía además un número igual de centurias de los llamados jú ­ niores y seniores, integradas por los ciudadanos de diecisiete a cuarenta

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y seis años de edad y de cuarenta y siete a sesenta, respectivamente. Toda la población estaba representada por centurias en los comicios que se celebraban en el Campo de Marte y cuya función exclusiva era la deliberación acerca de los asuntos bélicos. La decisión de los comicios por centurias requería forzosamente de la sanción senatorial para su va­ lidez. Las resoluciones de los comicios se denominaban L ex Centuriata y las de los comicios por curias, Lex Curiata. La reforma establecida por Servio Tulio, cuyo origen fue eminente­ mente militar, hizo nacer a la vida los censos, los cuales se realizaban cada cinco años. A la vez que cerciorarse de las fortunas privadas, te­ nían la pretensión de organizar debidamente todos los aspectos de la vida social con base en la economía. A partir de entonces, todos los ha­ bitantes de Roma estuvieron sujetos a las cargas públicas. El traslado o trasmisión de la propiedad surgió a la vida política como base del im­ puesto. Como recuerdo de la obra imperecedera de Servio Tulio se conservó una muralla de quince metros de altura, que fue construida para la de­ fensa de la ciudad; además, permaneció la unidad, lograda para el domi­ nio de las siete colonias de Roma y la urbanización considerable que llevó a cabo en su beneficio. Servio Tulio llegó a rey sin ser previamente elegido. Desde niño fue educado en palacio, ya fuese hijo de una señora de alta clase, que en una de tantas guerras quedó viuda y cautiva, y fuera tom ada a su ser­ vicio por la reina Tanaquil, ya fuese fruto de amores de Tarquino con una esclava. Cuando Servio Tulio llegó a la mocedad, Tarquino lo casó con su hija y siguió teniéndole en palacio. La tradición indica que, con­ jurados los hijos de Anco Marcio contra Tarquino, buscaron y compra­ ron a dos hombres para que lo asesinaran. En tan crítico momento, se dice que Tanaquil mandó cerrar las puertas de palacio para que no fuera sabida la verdad y llamó a Servio Tulio, a quien le encargó que con el atuendo del monarca administrase justicia y simulara hacerlo por dele­ gación del propio Tarquino. Tanaquil anunció al pueblo que Tarquino estaba herido y que se restablecía; mientras tanto había encargado a su yerno, Servio Tulio, que lo representara. Cuando el pueblo se hubo habituado a ver en Servio Tulio personi­ ficado al rey, se anunció que Tarquino había muerto y así, según la tra­ dición, la reina Tanaquil vio coronado su deseo de conservar el trono en su familia. Servio Tulio consultó al pueblo si éste lo quería por rey, por tem or a las consecuencias provocadas por los rumores esparcidos en su contra: él sabía que estaba en posesión del trono sin el consentimiento popular. Otro aspecto de la tradición señala que Servio Tulio representa la invasión y dominación etrusca de Roma; se afirma que Selio Vivenna

LOS COMICIOS CENTURIADOS Y POR TRIBUS

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salió de Etruria con mucha gente para atacar Roma; que muerto éste le sucedió Masterna, hijo de una esclava, quien llegó a vencer y a dominar a Roma bajo el nombre de Servio Tulio. TARQUINO EL SOBERBIO Tarquino asesinó a su yerno Servio Tulio, asumió el poder y se hizo llamar “el Soberbio” , con vanagloria de su origen etrusco. Tarquino hu­ milló a los romanos e hirió la dignidad popular. Se enriqueció exorbi­ tantem ente y sin ningún recato llevó al caos y al desquiciamiento a Roma. Por un acto delictuoso que se atribuye a su hijo, abandonó el trono ante la presión popular que dirigió Collatino, con lo que surge a la vida el nuevo régimen. El nombre de Tarquinius usado por los escritores latinos no tiene otra traducción que la de Tarquinio; además, muchos autores suprimen la “i” y proponen utilizar Tarquino, aunque el verdadero nombre sea Tarquinio. Tarquino el Soberbio (534-510 antes de J. C.) inició su mandato con la violación de las leyes fundamentales del pueblo. Removió la con­ juración, hizo cargos a Servio Tulio, se burló con menosprecio del pue­ blo. Sin embargo, en todo y para todo invocó el respeto a la ley. Una vez conseguido su objetivo de asumir el trono, fue el primero en piso­ tear la ley debido a su ambición desenfrenada. Con la actitud de Tarquino, Roma escarmentó y los pueblos de la tierra, desde entonces, comparan la actitud de muchos mandatarios que en la historia dejan huellas semejantes, con la del monarca romano. La tiranía de Tarquino desconoció todo lím ite; no sólo el pueblo, sino también los nobles y el senado constituían un estorbo; las prerro­ gativas de los primeros no se atendieron y el segundo dejó de conocer las leyes y de intervenir en las declaraciones de guerra y de paz: todo quedó a cargo del dictador. Su arrogancia, lo arbitrario de su actitud y la férrea sujeción a su capricho transformaron a la monarquía en una forma de gobierno insostenible. LOS COMICIOS CENTURIADOS Y LOS COMICIOS POR TRIBUS Durante un largo periodo, Roma ejerció el poder de forma directa, mediante los comicios populares. Las reuniones del pueblo se llamaban comicios (comitia) y en virtud de realizarse por curias, se denomina­ ban comicios curiados ( -5 • 2 .1 a

2. Cosas nec m ancipii

1. Fundos de Italia 2. Servidumbres rurales 3. Esclavos 4. Caballos 5. Bueyes 6. Muías 7. Asnos 8. Herencia por testam ento 9. Hijos de familia (para la mancipación y abandono noxal)

Derechos personales y obligaciones (6 fuentes)

Eran siem pre las otras cosas, hasta los elefantes, bestias de carga, pero extranjeros

6. Cuasidelitos

* La u sucapión n o se aplicaba a las servidum bres desde la Ley Seribonia; pero ex istía para los poseedores la Tuitio Prcetoris. Los pactos y las estipulaciones no eran m edios, sino solam ente causas de adquisición de las servidumbres. Podíase siem pre deducir un a servidum bre p o r el m ancipante (D. A.) o librando un fun­ do (D. J.): h a b ía en tonces co n stitu ció n p o r pacto. ** El derecho de prenda e h ip o te c a era el ú nico derecho real qu e p o d ía ser co n stitu id o p o r un simple pacto. *** Los p acto s nud o s no p ro d u c ía n sino u n a obligación natural que no d aba acción, autorizando solam ente un pago voluntario, u n a novación, u n a fianza, una com pensación. **** Los ro m an o s p arecen no h aber co nsiderado la ley com o una fuente de obligaciones, pero sí hab ían dad o gran im portancia a los cuasicontratos qu e lla­ m aban co m o de causas idénticas.

1. 2. 3. 4. 5.

1. Derecho de gentes (5 m odos)

Ocupación (psra las cosas nullius de derecho hum ano) Accesión (en los casos de aluvión, isla nacida, retiro de aguas, etc.) Tradición (entrega real con voluntad de enajenar) Posesión de buena fe de un fundo, en cuanto a los frutos separados del suelo Percepción de los fru to s por el usufructuario o el usuario

1, Mancipación. D. A. (5 testigos, el libripens y palabras solemnes). La simple tradición de una cosa m ancipii no daba, antes de la usucapión, sino una propiedad im perfecta, que puede llamarse dom inio bonitario (in bonis Habere) 2. Cesión in jure. D. A. (proceso ficticio)

M odos de adquirir a títu lo particular (2 fuentes)

Usucapión (7 requisitos)

1. Posesión de hecho 2. Intención 3. Buena fe ) 4. Causa justa J5. Cosa no viciosa (no sagrada, no robada, etc.) . Tiem po requerido (1, 7 años, D. A-, 3, 10, 20, 30, 40 aflos, D. J .) . Propietario apto para una reivindicación s divisorias (vease Acciones)

4. Adjudicación en las t

Legado per vindicationem . D. A. Legado per pr