De la Puna a las Sierras: Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina 9781407311852, 9781407341569

A collection of recent papers on aspects of Andean zooarchaeology.

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De la Puna a las Sierras: Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina
 9781407311852, 9781407341569

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INDICE
Evaluadores de este volumen
INTRODUCCION A “DE LA PUNA A LAS SIERRAS: AVANCES Y PERSPECTIVAS EN ZOOARQUEOLOGÍA ANDINA”
1. ARQUEOLOGIA DE LOS ANIMALES EN CONTEXTOS DEL PERIODO FORMATIVO DEL VALLE DEL CAJON (CATAMARCA, ARGENTINA)
2. PRIMERA APROXIMACIÓN A LA TAFONOMÍA DE LA REGIÓN CHACO-SANTIAGUEÑA. SITIO MAQUIJATA, SANTIAGO DEL ESTERO
3. LESIONES EN EXTREMIDADES INFERIORES DE CAMÉLIDOS: UNA COMPARACIÓN ENTRE LOS CONJUNTOS DEL ARCAICO TARDÍO Y FORMATIVO TEMPRANO(VERTIENTE OCCIDENTAL DE LA PUNA DE ATACAMA)
4. EL VELLÓN DORADO. APROPIACIÓN SOCIAL DE VICUÑAS EN UN OASIS DE LA PUNA DE ATACAMA (CATAMARCA, ARGENTINA)
5. REGISTRO FAUNÍSTICO Y DIFERENCIACIÓN SOCIAL: EL CASO DE PIEDRAS BLANCAS, VALLE DE AMBATO, CATAMARCA (SIGLOS VI- XI d.C.)
6. ANFISBENAS PARA LOS DIOSES: ZOOARQUEOLOGÍA DE UNA OFRENDA ANIMAL
7. HISTORIA OCUPACIONAL Y PRÁCTICAS SOCIALES: UN ANÁLISIS ARQUEOFAUNÍSTICO CONTEXTUAL. SITIO PIEDRA HORADADA 2, ANTOFAGASTA DELA SIERRA, CATAMARCA, ARGENTINA
8. PASTORALISMO Y DIVERSIDAD ECONÓMICA DURANTE EL PERÍODO FORMATIVO EN EL ALTIPLANO CENTRAL DE BOLIVIA: EVIDENCIA ZOOARQUEOLÓGICA DE IRUCIRCA

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BAR S2564 2013

South American Archaeology Series No 19 Edited by Andrés D. Izeta

IZETA &. MENGONI GOÑALONS (Eds)

De la Puna a las Sierras Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina Editado por

Andrés D. Izeta Guillermo L. Mengoni Goñalons

DE LA PUNA A LAS SIERRAS

B A R

BAR International Series 2564 2013

South American Archaeology Series No 19 Edited by Andrés D. Izeta

De la Puna a las Sierras Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina Editado por

Andrés D. Izeta Guillermo L. Mengoni Goñalons

BAR International Series 2564 2013

ISBN 9781407311852 paperback ISBN 9781407341569 e-format DOI https://doi.org/10.30861/9781407311852 A catalogue record for this book is available from the British Library

BAR

PUBLISHING

INDICE

INDICE…………………………………………………………………………………….................1

EVALUADORES DEL VOLUMEN……………………………………………………….................3

INTRODUCCIÓN...…………………………………………………………………………………..5

1- ARQUEOLOGIA DE LOS ANIMALES EN CONTEXTOS DEL PERIODO Formativo deL valle del cajon (catamarca, Argentina) Izeta, Andrés D…………………………………………………………………………….................9 2- TAFONOMÍA DE SITIOS ARQUEOLÓGICOS, UN CASO DE ESTUDIO: MAQUIJATA, DEPARTAMENTO CHOYA, SANTIAGO DEL ESTERO Luis M. del Papa, José Togo y Luciano J. M. De Santis…………………………………….............17 3- LESIONES EN EXTREMIDADES INFERIORES DE CAMÉLIDOS: UNA COMPARACIÓN ENTRE LOS CONJUNTOS DEL ARCAICO TARDÍO Y FORMATIVO TEMPRANO (VERTIENTE OCCIDENTAL DE LA PUNA DE ATACAMA) Isabel Cartajena, Oscar López, Lautaro Núñez y Cristián Linares………………………….............39 4- EL VELLÓN DORADO. APROPIACIÓN SOCIAL DE VICUÑAS EN UN OASIS DE LA PUNA DE ATACAMA (CATAMARCA, ARGENTINA) Claudio M. Revuelta…………………………………………………………………………............53 5- REGISTRO FAUNÍSTICO Y DIFERENCIACIÓN SOCIAL: EL CASO DE PIEDRAS BLANCAS, VALLE DE AMBATO, CATAMARCA (SIGLOS VI- XI d.C.) Mariana Dantas………………………………………………………………………………............67 6- ¿ANFISBENAS PARA LOS DIOSES?: ZOOARQUEOLOGÍA DE UNA OFRENDA ANIMAL Débora M. Kligmann, Adriana M. Albino y Elena Díaz País ………………………………............89 1

7 -HISTORIA OCUPACIONAL Y PRÁCTICAS SOCIALES: UN ANÁLISIS ARQUEOFAUNÍSTICO CONTEXTUAL. SITIO PIEDRA HORADADA 2, ANTOFAGASTA DE LA SIERRA, CATAMARCA, ARGENTINA Silvana V. Urquiza, Andrés S. Romano y Sara M. L. López Campeny……………………............121 8- PASTORALISMO Y SUBISTENCIA DURANTE EL PERÍODO FORMATIVO EN EL ALTIPLANO CENTRAL DE BOLIVIA: EVIDENCIA ZOOARQUEOLÓGICA DE IRUCICA, BOLIVIA José M. Capriles Flores y Juan Albarracin-Jordan …………………………………………...........145

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Evaluadores de este volumen: Alejandro Acosta

CONICET, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Argentina

María Paz Cata

CONICET, Instituto de Arqueología, Universidad de Buenos Aires, Argentina

Susan De France

Department of Anthropology, University of Florida, Estados Unidos.

Mariana De Nigris

CONICET, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Argentina

Gabriel López

CONICET, Instituto de Arqueología, Universidad de Buenos Aires, Argentina

Adolfo Gil

CONICET, Museo de Historia Natural, San Rafael, Mendoza, Argentina

María Gutierrez

CONICET, INCUAPA, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina

Cristian Kaufmann

CONICET, INCUAPA, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina

Rafael Labarca

Programa de Doctorado, Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina

Pablo Fernandez

CONICET, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Argentina

María del Carmen Reigadas

Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Argentina

Hugo Yacobaccio

CONICET, Instituto de Arqueología, Universidad de Buenos Aires, Argentina

Francisco Zangrando

CONICET, CADIC, Ushuaia, Argentina.

Jennifer Zovar

Department of Anthropology, Vanderbilt University, Estados Unidos.

y evaluadores anónimos.

3

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INTRODUCCION A “DE LA PUNA A LAS SIERRAS: AVANCES Y PERSPECTIVAS EN ZOOARQUEOLOGÍA ANDINA”

Andrés D. Izeta* y Guillermo L. Mengoni Goñalons** * Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas / Museo de Antropología – Facultad de Filosofía y Humanidades – Universidad Nacional de Córdoba, Av. Hipólito Yrigoyen 174 (5000) Córdoba, Argentina. andresizeta@ gmail.com **Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas / Instituto de Arqueología - Universidad de Buenos Aires, 25 de Mayo 217 piso 3, 1002, Buenos Aires, Argentina.

El estudio de las faunas procedentes de contextos arqueológicos tiene una larga tradición en la arqueología. Sin embargo, no todas las áreas de la región andina han recibido la misma atención, por lo que cuentan comparativamente con un volumen menor de trabajos. Este es el caso del Noroeste argentino (NOA), Centro-oeste argentino (COA) norte de Chile, centro sur de Bolivia y Sierras Pampeanas, regiones que comparten una serie de problemáticas, tales como la extinción de diferentes especies, la intensificación progresiva en la explotación de ciertos animales, la aparición de formas domesticadas de camélidos, entre otros temas que son de interés e importancia general para toda el área andina. Por ello el propósito de este volumen es brindar un espacio para la presentación y discusión de los resultados novedosos obtenidos en las investigaciones que se están desarrollando en la actualidad en esas áreas. Los trabajos reunidos en este volumen son algunos de aquellas once ponencias que se presentaron originalmente durante un Simposio organizado en el marco del XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina en la ciudad de San Salvador de Jujuy (Argentina). De las once ponencias presentadas en el Simposio nueve correspondieron a diversas áreas del noroeste argentino, incluyendo partes de las Sierras Pampeanas de las Provincias de Catamarca, Córdoba, Salta y Santiago del Estero. Asimismo se presentaron trabajos asignables a porciones de Puna del NOA.

Junto con las anteriores se presentaron dos resúmenes de trabajos correspondientes a áreas relacionadas de países limítrofes como el norte de Chile y el sur de Bolivia. Por lo tanto, la meta general de este simposio no sólo fue lograda sino que también ampliada a temáticas relacionadas accediendo con ello a información de primera mano, la cual a veces no es fácil de obtener. La agenda para este simposio fué la presentación de síntesis regionales o temáticas, el estudio de casos, el planteo de acercamientos metodológicos y los enfoques teóricos de los cuales parten todos estos análisis. Con ello se intentó que el evento sirviera tanto para cohesionar a los investigadores que desarrollan sus análisis arqueofaunísticos en las áreas mencionadas o vecinas. EL SIMPOSIO Como se adelantó previamente, en el Simposio de presentaron 11 trabajos de investigadores de Argentina, Bolivia y Chile y las exposiciones se extendieron por espacio de una tarde durante el nueve de Octubre de 2007. En este volumen se presentan ocho de los trabajos que fueron seleccionados mediante un proceso de evaluación que incluyó al menos a dos espcialistas por cada trabajo y que representan parte de lo que se presento y discutió en el Simposio.

De la Puna a las Sierras: Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina. Andres D. Izeta y Guillermo L. Mengoni Goñalons (Ed.) British Archaeological Reports International Series. SAMAR 19. 2012: 5-8

A. D. Izeta y G. L. Mengoni Goñalons 10. CONTEXTOS DE USO Y FORMAS DE MANEJO DE LA FAUNA EN EL NOA EN TIEMPOS TARDIOS. Mengoni Goñalons, Guillermo Luis (CONICET – IA – UBA)

El listado de ponencias presentadas es el siguiente: 1. PASTORALISMO TEMPRANO Y SUBSISTENCIA DIVERSIFICADA EN EL ALTIPLANO CENTRAL: EVIDENCIA ZOOARQUEOLÓGICA DE IRUCICA, BOLIVIA. Albarracín- Jordan, Juan (Fundación Bartolomé de las Casas) y Capriles Flores, José M. (Departament of Anthropology, Washington University, St. Louis

11. EL VELLÓN DORADO. APROXIMACIÓN SOCIAL Y VICUÑAS EN TEBENQUICHE CHICO, PRIMER MILENIO d.C. (PUNA DE ATACAMA, CATAMARCA) Revuelta, Claudio M. (Museo de Ciencias Naturales – UNLR)

2. TAFONOMÍA DE SITIOS ARQUEOLÓGICOS, UN CASO DE ESTUDIO: MAQUIJATA, DEPARTAMENTO DE CHOYA, SANTIAGO DEL ESTERO. del Papa, Luis M. (FCNyM-UNLP); Togo, José (FHCSYS-UNSE) y De Santis, Luciano J. M. (FCNyM-UNLP)

EL PRESENTE VOLUMEN Creemos que este volumen permitirá acceder a una variada gama de información sobre la zooarqueología de un área clave para entender procesos de gran complejidad que partiendo de sociedades con economías extractivas culminaron con economías productivas.

3. ALCANCES Y LIMITACIONES DE LA OSTEOMETRÍA DE CAMELIDOS EN CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS DE LAS SIERRAS CENTRALES DE ARGENTINA. Medina, Matías; Pastor, Sebastián y Rivero, Diego (CONICET – UNC) 4. LESIONES EN EXTREMIDADES INFERIORES DE CAMÉLIDOS: UNA COMPARACIÓN ENTRE LOS CONJUNTOS DEL ARCAICO TARDÍO Y FORMATIVO TEMPRANO (VERTIENTE OCCIDENTAL DE LA PUNA DE ATACAMA). Cartajena, Isabel (Universidad de Chile); López, Oscar (Universidad de Santo Tomé, Santiago) y Nuñez, Lautaro (Universidad Católica del Norte)

Parte de esto se ve reflejado en el análisis de Izeta del uso de los animales en contextos formativos de un valle mesotermal particular del NOA como lo es el valle del Cajón. A continuación se encuentra el trabajo de Del Papa et al. quienes nos presentan información zooarqueológica de un sitio de Santiago del Estero. Esto es relevante debido a la escasa información que poseemos de este tipo de sitios y contextos y que sin duda son de interés para los investigadores de las áreas vecinas.

5. ZOOARQUEOLOGÍA DEL FORMATIVO DEL VALLE DEL CAJON (CATAMARCA, ARGENTINA) D.Izeta, Andrés (CONICET – Museo de Antropologia – UNC) 6. CAZADORES- RECOLECTORES DEL NOA: CONTEXTO Y TRAYECTORIAS. UNA VISIÓN INTEGRAL DEL REGISTRO ZOOARQUEOLÓGICO DE ICc4 (PCIA. DE JUJUY) Y QS3 (PCIA. DE CATAMARCA). Mondini, Mariana (CONICET – UBA) y Reigadas, María del Carmen (UNJu - INAPL)

El tercer trabajo presenta una aproximación a un tema de actualidad como lo es el estudio de las paleopatologías animales. Mediante una descripción detallada Cartajena et al. nos muestran la gran variedad de patologías asociadas a restos de camélidos del norte chileno.

7. EL REGISTRO FAUNISTICO COMO INDICADOR DE DIFERENCIACIÓN SOCIAL. EL CASO DE PIEDRAS BLANCAS, VALLE DE AMBATO, CATAMARCA (SIGLOS VI- XI d.C). Dantas, Mariana (Museo de Antropología – UNC) 8. ANALISIS DE LOS RESTOS ÓSEOS DE REPTILES H A L L A D O S E N U N A VA S I J A C E R Á M I C A , TOLOMBÓN, SALTA. Kligmann, Débora M. y Albino, Adriana M. (CONICET – IA – UBA)

Posteriormente Revuelta nos presenta el sistema de apropiación de animales silvestres utilizados por los antiguos pobladores de un oasis de la Puna de Catamarca y cuestiones metodológicas ligadas al reconocimiento de esta problemática.

9. ESPACIOS RECURRENTES… HISTORIAS DIFERENTES: UNA MIRADA DESDE LA ARQUEOFAUNA. SITIO PIEDRA HORADADA 2 ANTOFAGASTA DE LA SIERRA, CATAMARCA. Urquiza, Silvana V. (CONICET – IAM – ISES – FCN e IML-UNT); Romano, Andrés S. (IAM – FCN e IML – UNT) y López Campeny, Sara M. L. (CONICET – IAM – ISES – FCN e IML-UNT)

Continúa el trabajo de Dantas que trata sobre el uso de animales en sociedades con diferenciación social como es el caso de Ambato de Aguada. Kligmann et al. nos introducen en una micro 6

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

escala de análisis que les permite asociar restos arqueológicos de anfisbenas con actividades rituales y aspectos simbólicos de sociedades tardías del NOA.

Por último deseamos agradecer a los organizadores del XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina por ofrecernos el espacio y el tiempo para poder discutir estos temas, que sin duda han enriquecido nuestra comprensión de la zooarqueología de esta extensa región. A todos ellos nuestro agradecimiento.

Urquiza et al. presentan un caso del Tardío de la Puna de Antofagasta de la Sierra en donde utilizan distintas líneas de evidencia zooarqueológica (huesos, fibras, etc) con el fin de observar distintos aspectos de la vida social de las comunidades agropastoriles del área.

Listado de trabajos presentados en el Simposio y no publicados en el presente volumen. ALCANCES Y LIMITACIONES DE LA OSTEOMETRÍA DE CAMELIDOS EN CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS DE LAS SIERRAS CENTRALES DE ARGENTINA. Medina, Matías; Pastor, Sebastián y Rivero, Diego (CONICET – UNC)

Por último Capriles y Albarracín-Jordán presentan un análisis de la subsistencia y del pastoralismo en un sitio de Oruro, Bolivia. Agradecimientos

C A Z A D O R E S - R E C O L E C TO R E S D E L N O A : CONTEXTO Y TRAYECTORIAS. UNA VISIÓN INTEGRAL DEL REGISTRO ZOOARQUEOLÓGICO DE ICc4 (PCIA. DE JUJUY) Y QS3 (PCIA. DE CATAMARCA). Mondini, Mariana (CONICET – UBA) y Reigadas, María del Carmen (UNJu - INAPL)

Ante todo deseamos agradecer a todos los participantes del Simposio y a aquellos que decidieron aportar sus trabajos a la conformación del presente volumen. En segundo término queremos expresar nuestra gratitud a todos los evaluadores que participaron del proceso editorial, ya que sin ellos sin duda se nos hubieran escapado muchos detalles que hicieron notar en cada uno de los trabajos.

CONTEXTOS DE USO Y FORMAS DE MANEJO DE LA FAUNA EN EL NOA EN TIEMPOS TARDIOS. Mengoni Goñalons, Guillermo Luis (CONICET – IA – UBA)

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A. D. Izeta y G. L. Mengoni Goñalons

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De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

1 ARQUEOLOGIA DE LOS ANIMALES EN CONTEXTOS DEL PERIODO FORMATIVO DEL VALLE DEL CAJON (CATAMARCA, ARGENTINA) Andrés D. Izeta CONICET, Museo de Antropología, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, Av. H. Yrigoyen 174, 5000, Córdoba, Argentina. E-mail: [email protected]

RESUMEN El presente trabajo trata sobre el uso de los recursos faunísticos, con especial énfasis en la familia Camelidae, recuperadas en las excavaciones sistemáticas de los sitios Yutopián y Cardonal ubicados en el Valle del Cajón. Los conjuntos faunísticos fueron recuperados en ambos casos de contextos domésticos ubicados dentro de sitios con arquitectura remanente y corresponden al lapso temporal comprendido entre los 1940-1600 años radiocarbónicos a.p. (Período Formativo). Se discute la identificación de animales domésticos y silvestres en dichos contextos formativos, la composición de los conjuntos arqueofaunísticos y su variación a lo largo del tiempo dentro del período bajo estudio.

ABSTRACT This paper discusses the use of animal resources, with special emphasis on the family Camelidae, recovered in systematic excavations in Cardonal and Yutopián sites, located in the Cajon Valley. The faunal assemblages were recovered in both cases of domestic contexts sites located within the remaining archaeological architecture and correspond to the time lapse between the 1940-1600 radiocarbon years BP (Formative Period) We discuss the identification of domestic and wild animals in these contexts, the composition of the archaeofaunal assemblages and its variation over time within the period under study.

The faunal assemblages were recovered in both cases of domestic contexts sites located within the remaining archaeological architecture and correspond to the time lapse between the 19401600 radiocarbon years BP (Formative Period) We discuss the identification of domestic and wild animals in these contexts, the composition of the archaeofaunal assemblages and its variation over time within the period under study.

con arquitectura remanente y corresponden al lapso temporal comprendido entre los 1940-1580 años radiocarbónicos a.p. (Período Formativo) (Tabla 1). Se discute la identificación de animales domésticos y silvestres en dichos contextos, la composición de los conjuntos arqueofaunísticos y su variación a lo largo del tiempo dentro del período bajo estudio. En trabajos anteriores se estudiaron los restos faunísticos de las Estructuras 1, 3, 4 Ocupación superior, 4 Ocupación inferior, 5 y 11 Ocupación inferior del sitio Yutopián, con el objetivo principal de conocer la composición taxonómica del conjunto, si fueron afectados o no por procesos o agentes tafonómicos y los patrones esqueletarios en relaciones a distintas prácticas de consumo y de descarte (Izeta 2004, 2005, 2007). Aquí se intentará resumir la información generada con el fin de evaluar e interpretar estas prácticas dentro del contexto general del área y a lo largo de toda su ocupación.

Los estudios faunísticos de sitios arqueológicos del Valle del Cajón no han sido difundidos ampliamente, aunque existen publicaciones parciales acerca de algunas de sus muestras (Izeta 2005, 2007). Por ello el presente trabajo trata sobre el uso de los recursos faunísticos, con especial énfasis en la familia Camelidae, recuperadas en las excavaciones sistemáticas de los sitios Yutopián y Cardonal ubicados en el Valle del Cajón, Provincia de Catamarca. Los conjuntos fueron recobrados en ambos casos de contextos domésticos ubicados dentro de sitios

De la Puna a las Sierras: Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina. Andres D. Izeta y Guillermo L. Mengoni Goñalons (Ed.) British Archaeological Reports International Series. SAMAR 19. 2012: 9-16

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Andrés D. Izeta

Laboratorio y código

Fechado A. P.

Procedencia (nivel)

Beta95610 *

1940+/-90

Yu-E11/13-14

Beta95609 *

1830+/-60

Yu-E3/p1

Beta95611 *

1630+/-60

Yu-E4/331-2/5

AA **

1878+-57

Car-E2

Tabla 1. Fechados radiocarbónicos de Yutopián y Cardonal. * tomado de Scattolin y Gero 1999; ** Tomado de Scattolin et al. 2007. Con respecto a la composición de los conjuntos se puede observar que no existe una gran variabilidad con respecto a los taxones representados. Todo el conjunto está mayormente compuesto por elementos y especímenes asignados a Camelidae y en menor cantidad a Rodentia, Cervidae y otros (Tabla 2). Esto es algo esperable para el lapso de ocupación tratado y no difiere mayormente de otros conjuntos arqueofaunísticos de época comparable (Izeta y Scattolin 2001, Scattolin et al. 2001, Izeta 2004, 2007). Asimismo es congruente con la baja biodiversidad del ambiente ecológico en el cual se encuentran los asentamientos.

2005, 2007; Izeta y Scattolin 2001, 2006,). Estos incluyen una aproximación tafonómica al estudio de los restos óseos, en los que se tiene en cuenta la acción de distintos agentes y procesos. En general se registraron variables tales como estadio de meteorización, acción de carnívoros y roedores y la destrucción del conjunto mediada por la densidad ósea. En la Figura 1 Se puede observar el primer control tafonómico aplicado. En general la tendencia de los conjuntos es la de presentar especimenes y elementos con meteorización relativamente baja. Dentro del estadio 1 se ubica ~78.16% de la muestra, siendo la mayor frecuencia, en tanto que el estadio 2 presenta ~20.25. La suma de ambos da cuenta de ~98.40% del total de

El análisis de la fauna se guió por criterios establecidos en trabajos anteriores (Izeta 2004,

Figura 1. Estadios de meteorización para los conjuntos arqueofaunísticos de Yutopián y Cardonal. 10

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

Taxón

Tamaño corporal

YUE11

CAR- YU- YU- YU- YU- YUYUE2 E3 E4OI E5 E4OS E1 PATION1

AVES AVES AVES Chaetophractus Rodentia Rodentia Rodentia Microcavia sp. Chinchillidae Lagidium viscacia Ctenomys sp Carnivora Canidae Artiodactyla Artiodactyla Hippocamelus antisensis Camelidae Lama guanicoe Lama glama Vicugna vicugna Subtotal Identificados No identificable No identificable No identificable No identificable No identificable No identificable No identificable Subtotal No identificable

1 1-2 2 2 1 1-2 2 1 1 2 1 2 2 3-4 4 4 4 4 4 4

1 1 150 3 1 1 2163 1 142 4 6 1 2474 13 6 3 3 67 7 99 2573

1 74 72 6 19 1 1 42 1 1 1 13 1705 2783 1 1 186 138 1 2 1 2 1979 3073 3 17 24 3 3 5 52 2 230 6 32 14 363 1993 3436

1 1-2 2 2-3 3-4 4 9 TOTAL

3 1 4 9 17 2 2 19

10 4 6 99 82 1 3 205 3 1 41 52 97 302

1 2 1 9 13 26 22 53 27 1 2 1 8 3 1 1 2 367 1952 3 2 126 119 1 588 2155 2 29 14 14 6 1 2 606 12 686 23 1309 86 1897 2241

9 1 64 11 85 3 16 39 58 143

Tabla 2. Composición de las muestras. la muestra. Estas proporciones demostrarían una baja meteorización para los conjuntos y probablemente una incorporación relativamente rápida y penecontemporánea de los especimenes al registro.

Por último y con el fin de interpretar la integridad del conjunto se procedió al análisis de la destrucción de los conjuntos mediada por la densidad ósea. Para ello se aplicó sobre el conjunto de los camélidos la metodología planteada por Morlan (1994) e Izeta (2004, 2005, 2007). Esta metodología toma en cuenta todos los valores de densidad ósea disponibles para cada elemento y con ello se procede a realizar un análisis de correlación de Spearman a nivel intra

En cuanto a la acción de carnívoros y roedores se puede apreciar en la Figura 2 que esta es en general baja y alcanza para todo la muestra un valor ~2.33%. 11

Andrés D. Izeta

Figura 2. Acción de carnívoros y roedores expresada en %NISP. elemento e inter elemento para cada conjunto, habiendo previamente separado las muestras según el criterio de edad (adulto y subadulto). Para la estimación de las clases de edad se ha basado en el estado de fusión epifisiaria para cada uno de los conjuntos (Kauffman 2004 para guanaco, Kent 1982 para alpaca y camélidos en general). Se siguió el criterio de separar a las muestras en Adultos y Subadultos a los 36 meses de edad (e.g. Mengoni Goñalons 1999). Los resultados de este análisis para adultos y subadultos son disímiles. Para las estructuras E1, E4OS y E11OI se observó que los adultos muestran una tendencia de los valores hacia la preservación de las partes más densas y por lo tanto más resistentes. Por otro lado para los subadultos los valores calculados nos muestran la situación inversa: las partes preservadas serían las menos densas. Para el conjunto de la E3 los resultados coinciden mostrando una tendencia a preservar en general las partes menos densas (Izeta 2004, 2007).

roedores sumamente escasa y la preservación diferencial de partes menos densas para la categoría subadultos en la mayoría de los casos. Esto nos lleva a plantear una alta integridad para los conjuntos aquí tratados. Habiendo evaluado la escasa alteración postdepositacional de los conjuntos se procedió a la evaluación los conjuntos de camélidos (ya que son los mayormente representados) en términos de su importancia económica para los antiguos habitantes de Yutopián y Cardonal. Para ello se tomaron como indicadores las clases de edades representadas y las especies de camélidos identificadas tanto por criterios morfológicos como morfométricos. En cuanto al primer indicador se puede observar en la Figura 3 que la proporción de adultos y subadultos es similar para los conjuntos ubicados entre el 1830 y el 1630 AP (E1, PatioN1, E3, E4OS, E4OI, E5). Para la ocupación mas antigua (E11) la relación de adultos sobre subadultos es mayor. Misma situación se presenta para Cardonal (E2). Es interesante notar que la ocupación inferior de la E4 presenta un individuo juvenil, en tanto que la E5 presenta más juveniles que

Tomando los indicadores mencionados hasta ahora podemos ver que los conjuntos en general presentan una muy baja meteorización, una modificación producida por carnívoros y 12

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

Figura 3. Proporción de adultos y subadultos. adultos. Asimismo esos dos conjuntos comparten la presencia de dientes molariformes humanos, lo que nos podría estar indicando algún tipo de relación entre los restos faunísticos de las dos estructuras. Vale remarcar que estas estructuras se encuentran contiguas.

cada especie tal como se puede ver en la Figura 4. Allí se puede observar que las ocupaciones más antiguas poseen una diversidad mayor en cuanto a la presencia de las especies. En el segundo bloque lo que se nota es la mayor predominancia de elementos y especimenes que no pudieron asignarse a ninguna especie. Aunque en los casos que si fue posible también se observó la presencia de llamas, guanacos y vicuñas. Con el fin de verificar el porque de esta relación se procedió a calcular la cantidad (NISP) de especimenes fragmentados teniendo en cuanta su largo máximo. Esto nos permitió observar que cuanto mayor es el porcentaje de especimenes fragmentados con largos máximos

El segundo indicador que se toma en este trabajo es la presencia de especies de camélidos. Para ello se utilizaron distintos elementos que permitieron la discriminación por medio de técnicas multivariadas a partir de datos obtenidos por osteometría (Izeta 2004, 2005, 2006, 2007). Sobre el resultado obtenido para cada conjunto se procedió a calcular el MNI de

Figura 4. Representación de especies. 13

Andrés D. Izeta

menores a 60 mm menor la posibilidad de identificación interespecifica. Así es el caso de YU-E11OI donde los especimenes menores a 60mm comprenden el 98,5% de la muestra y que el único elemento identificado procedió de un elemento completo, evidentemente minoritario dentro de esta muestra. Asimismo cuando los tamaños de la muestra fueron pequeños (YU -E4OI y YU -PatioN1) el porcentaje de identificabilidad fue en todos los casos nulo. Es así que pude plantearse una relación entre la intensidad de la fragmentación y el tamaño de la muestra.

distinta a lo que se ha identificado como el modelo de manejo del sur de los valles Calchaquíes (Izeta 2004, 2007). Asimismo repite un patrón observado en la Puna y en el fondo del valle de Santa Maria para sitios con fechados alrededor de los 2000 a.p. (Casa Chávez Montículos y Soria; Olivera 1998, Belotti López de Medina 2007) en donde la abundancia de subadultos se interpretó como resultado de la explotación selectiva de rebaños debido a la probable escasez de pasturas (Olivera 1997). Sin embargo hay que tener en cuanta que también puede ser producto del tamaño de la muestra ya que la estructura 5 no fue excavada en su totalidad y la ocupación inferior fue afectada por la limpieza producto de la ocupación posterior.

Entonces tomando en cuenta el resultado obtenido para el indicador uno (clases de edad) podemos observar que para el periodo y área estudiada los camélidos adultos se encuentra mas representados que los subadultos salvo en las Estructuras 4OI y 5 de Yutopián. Esto permitiría junto a otros rasgos asociar la ocupación inferior de la Estructura 4 con la de la Estructura 5 (Bugliani 2006, Izeta 2004, 2007). Asimismo estaría presentando una estrategia de manejo

Por otro lado el indicador dos (especies representadas) nos permite ver que durante el periodo los sitios contienen restos de todas las especies de camélidos. Si bien puede notarse que los sitios con fechados mas tardíos tienden a presentar menos especies identificadas en muchos casos pude correlacionarse con la mayor

Figura 5. Índice de artiodáctilos demostrando la tendencia de utilización de camélidos versus la fauna menor. 14

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

Bugliani, M. F. 2006. Consumo y representación en el Formativo del sur de los valles Calchaquíes. Tesis Doctoral inédita. Facultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP, Argentina.

intensidad de fragmentación de los conjuntos. Por último y con el fin de observar tendencias temporales en el uso de camélidos se procedió a analizar la muestra utilizando el índice de artiodáctilos (IA) (Izeta 2004, 2007). Esto permite ver como varían las proporciones de camélidos en relación a la incorporación de fauna menor dentro de las estrategias de consumo de las antiguas poblaciones. En la Figura 5 se puede observar que para el periodo el IA arroja valores cercanos a 1 lo que implica una mayoritaria representación de camélidos. No obstante ello YU-E4OI vuelve a diferenciarse del resto. Si bien la muestra es pequeña la presencia de una mayor cantidad de animales pequeños es otro indicador de algún tipo de cambio en la ocupación de esta estructura. Esto a su vez puede relacionarse con el registro cerámico el cual según Bugliani (2006) “se destaca por presentar un equipo de vasijas muy diferente a los de las demás estructuras.” A partir de ello pude reafirmarse la idea de que el contexto de formación del componente inferior sería distinto a lo que se pudo observar en el resto de los conjuntos del Valle del Cajón.

Izeta, A. D. 2004. Zooarqueología del sur de los valles Calchaquíes. Estudio de conjuntos faunísticos del Período Formativo. Tesis Doctoral inédita. Facultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP, Argentina. Izeta, A. D. 2005. Southamerican Camelid bone density: what are we measuring? Comments on datasets, values their interpretation and application. Journal of Archaeological Science 32(8): 1159-1168. Izeta, A. D. 2006. Osteometría de camélidos Sudamericanos. Ejemplos de su implementación en contextos Formativos del sur de los valles Calchaquíes. Resúmenes y Trabajos del IV Congreso Mundial sobre Camélidos. 6 - Eje Socioeconomía pp32-38. D. Olivera, M. Miragaya y S. Puig (Eds.) Santa María, Catamarca, Argentina Izeta, A. D. 2007. Zooarqueología del sur de los valles Calchaquíes (Provincias de Catamarca y Tucumán, República Argentina): Análisis de conjuntos faunísticos del primer milenio A.D. B.A.R. International Series S1612. BAR Publishing, Oxford, UK.

Con esto podemos ver una tendencia desde el 1940 al 1630 a.p. que coincide en líneas generales con la observada para el Sur de los Valles Calchaquíes para el primer milenio de la era (Izeta 2004, 2007) incluyendo aquellos casos particulares del Valle de Santa María como Soria 2.

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Agradecimientos. Parte de esta investigación fue financiada por los subsidios dirigidos por M. C. Scattolin CONICET PIP 6553 y ANPCYT PICT 2005-20194. A Cristina Scattolin y Joan Gero por permitirme analizar las colecciones de Yutopián.

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De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

2 PRIMERA APROXIMACIÓN A LA TAFONOMÍA DE LA REGIÓN CHACO-SANTIAGUEÑA. SITIO MAQUIJATA, SANTIAGO DEL ESTERO Luis M. del Papa*; José Togo** y Luciano J. M. De Santis*** * CONICET, Facultad de Ciencias Naturales y Museo (UNLP), calle 64 y 120 s/n, La Plata, Argentina. E-mail: loesdelpapa@ hotmail.com ** Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud (UNSE), Avenida Belgrano (s) Nº 2180, Santiago del Estero, Argentina. E-mail: [email protected] *** Facultad de Ciencias Naturales y Museo (UNLP), calle 64 y 120 s/n, La Plata, Argentina. E-mail: desantis@fcnym. unlp.edu.ar

RESUMEN El objetivo de este trabajo consiste en proporcionar vías de análisis referentes a la tafonomía, las cuales no fueron desarrolladas previamente en el área de estudio. En este caso se analiza el sitio arqueológico Maquijata, Departamento Choya, ubicado en la falda oriental de la sierra de Guasayán y en la boca de la quebrada homónima. En el lugar encontramos una serie de montículos, muchos de ellos degradados o reutilizados por las poblaciones sucesivas que se asentaron en este paraje. Se identificaron los agentes acumuladores del conjunto faunístico (conformado por 18 taxa) y los procesos post-depositacionales que terminaron de configurar la matriz del sitio. De los resultados obtenidos se evidencia la acumulación de restos por diferentes agentes y procesos, con buena preservación de los materiales y relativamente poca distorsión del registro. Estos resultados podrán ser tenidos en cuenta para futuro análisis de los sitios arqueológicos del área, en un marco regional. ABSTRACT The aim of this study is to provide some taphonomy analytic approaches that were not developed before at the study area. We analyzed the Maquijata archaeological site, Choya Department, located on the eastern slope of the Guasayán mountain range at the entrance of the ravine of the same name. At the site, we found several mounds; many of them were degraded or reutilized by the successive populations that inhabited this area. We identified the agents acting upon the accumulation of the faunistic assemblages found (composed by 18 taxa), and the post-depositational processes that shaped the final configuration of the matrix of the site. The results showed that the accumulation of remains took place due to the action of different agents and processes. We also observed a good preservation of the materials and relatively little record distortion. These results would be taken into consideration in future analysis of other archaeological sites belonging to this area, at a regional scale. En este trabajo se llevó a cabo un análisis tafonómico para el sitio arqueológico Maquijata, Departamento Choya, ubicado en la falda oriental de la sierra de Guasayán y en la boca de la quebrada homónima. El sitio se encuentra en la región arqueológica Chaco-Santiagueña (González 1979) y corresponde a la actual provincia de Santiago del Estero (Argentina), para la cual no existen antecedentes referentes a esta temática.

Con este análisis pretendemos identificar los procesos de incorporación de los restos, los agentes acumuladores y los posibles agentes postdepositacionales que terminaron de configurar la matriz del sitio. El estudio apunta a reducir la ambigüedad generada por las acciones naturales con el fin de explicar aquellos procesos producto del comportamiento humano y establecer tendencias respecto a la integridad que presenta la

De la Puna a las Sierras: Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina. Andres D. Izeta y Guillermo L. Mengoni Goñalons (Ed.) British Archaeological Reports International Series. SAMAR 19. 2012: 17-38

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Luis M. del Papa et al.

estructura arqueológica de una región, las cuales se podrán tener en cuenta para futuros análisis de sitios arqueológicos del área.

tuvieron los pobladores a la hora de la obtención de los recursos, por su variedad y actividades de producción asociadas. El trabajo de Cione et al. (1979) constituye uno de los primeros trabajos arqueofaunísticos que desarrollan la temática de la economía que tuvieron los pueblos que se asentaron en la región. Se observa una diferencia en los métodos de recuperación de los materiales, realizados por excavaciones sistemáticas con control estratigráfico, donde se evidencia un aumento significativo de restos de peces y roedores pequeños.

La localidad de Maquijata fue vinculada por algunos estudiosos con la entrada de la expedición de Diego de Rojas en el año 1543 a suelo santiagueño (Ledesma 1961). En dicho lugar existen una serie de montículos, muchos de ellos degradados o reutilizados por las poblaciones sucesivas que se asentaron en dicho paraje, estos montículos tienen dimensiones y altura variables, conformando un conglomerado relativamente extenso. De acuerdo a lo señalado se infiere la presencia de una población numerosa y estable, con patrones culturales estabilizados (Togo 2004). A lo largo del desarrollo de las investigaciones arqueológicas en la región se observa que el análisis de los materiales arqueofaunísticos ha tenido menor interés por parte de los investigadores en relación a otros (e.g. alfarería). La mayoría de los estudios estuvieron orientados hacia la dilucidación de la problemática de la etapa agroalfarera comprendida por los grupos portadores, principalmente, de la cerámica “Las Mercedes”, “Sunchituyoj” y “Averías”, ubicadas cronológicamente entre el 350/400 DC y la conquista española (Togo 2004, 2007).

En la última década el interés en el estudio de los restos arqueofaunísticos de la región ha tomado mayor relevancia (del Papa 2006; Fernández Varela et al. 2001; Togo 2004), donde la recuperación de los materiales se realizó mediante excavaciones sistemáticas y el uso de mallas para el cribado de los sedimentos obteniendo así los especímenes de pequeño tamaño, además se observa el análisis de aquellos materiales no identificables o identificables a un nivel taxonómico más amplio (e.g Mammalia, Artiodactyla). La perspectiva llevada a cabo en la presente contribución no fue desarrollada de manera sistemática en los trabajos previos para la zona de estudio, y de allí su relevancia.

En las décadas de 1930 y 1940, los restos arqueofaunísticos fueron estudiados con el objetivo de discutir la antigüedad de la llamada “Civilización Chaco-Santiagueña” propuesta por los hermanos Wagner, a partir de sus trabajos y de especialistas paleontólogos (Bordas 1940; Kraglievich y Rusconi 1931; Parodi Bustos 1947; Rusconi 1930, 1934; Wagner y Wagner 1936). El análisis de los materiales faunísticos estaba sujeto al método de recuperación de los mismos, ya que solo se recuperaban los que estuviesen enteros o aquellos que pudieran ser determinados por lo menos a nivel de género.

Ambiente Maquijata se encuentra ubicada a 80 km de la ciudad de Santiago del Estero, hacia el oeste, en la Sierra de Guasayán (Figura1), siendo aproximadamente la misma distancia hacia el río más cercano (río Dulce). Esta serranía se orienta N-S frente al “codo del río Dulce”, hasta Villa La Punta, con una extensión de 76 km de largo y un ancho que no sobrepasa los 4 km. La vertiente oriental se levanta en un frontón abrupto de barrera, con vegetación espesa; en cambio, por el poniente su declive no es tan pronunciado. La Sierra de Guasayán raramente excede los 300 m de altura sobre el nivel del mar.

El análisis con fines de interpretación del uso humano comienza en la década de 1970 con los trabajos de Lorandi y colaboradores (Cione et al. 1979; Lorandi y Carrió 1970-1975; Lorandi y Lovera 1972), a partir del advenimiento de la “Nueva Arqueología” como corriente teórica en la Argentina. En dichos trabajos, que se desarrollan principalmente en la zona de la cuenca del río Salado se enfatiza en la gran flexibilidad que

En esta serranía y sobre todo en la parte oriental, hay una sucesión de “ojos” de agua que afloran de trecho en trecho, así como las vertientes (una de las más importantes sería la de Maquijata). Esta condición posibilitó la presencia de asentamientos humanos en la zona (Ledesma 1961). 18

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MATERIALES Y METODOS Se analizaron los restos arqueofaunísticos obtenidos mediante excavaciones sistemáticas por niveles artificiales de 10 cm, en cuatro cuadrículas de una superficie de cuatro m² cada una, ubicadas en los sectores identificados como I, II y III. En el sector I del sitio se ha realizado previamente la prospección con calicata eléctrica¹ denotando probables concentraciones de materiales, confirmados luego por la posterior excavación (Togo 2004). En el sitio se recuperaron materiales cerámicos, donde se observa la presencia de elementos principalmente identificados como Famabalasto y Sunchitúyoj, en sus niveles más bajos acompañados con algunos fragmentos asimilables a Las Mercedes. En los niveles superiores también se identificaron materiales Sunchitúyoj, Famabalasto y Averías (Páez et al. 2009). Entre los restos se recuperaron carbones, material lítico (puntas y desechos) y huesos de aves, peces, mamíferos, etc. El fechado radiocarbónico más antiguo del sitio es de 840 ± 70 años AP y el más reciente de 210 ± 60 años AP. (Togo 2007:231).

Figura 1. Ubicación del sitio. En cuanto a la fauna, su distribución estaría encuadrada en la Subregión Andino-Patagónica, Dominio Central o Subandino, Distrito Subandino (Ringuelet 1961). La fauna es fundamentalmente brasílica, de filiación subtropical y chaqueña, seleccionada en relación con condiciones ecológicas rigurosas y con marcada influencia patagónica al oeste-sur (e.g. Lama guanicoe, Dolichotis salinicola, Dolichotis patagonum, Microcavia australis, Rhea americana).

En los primeros 20 cm la tierra presenta una coloración más clara y restos de material orgánico. Por debajo de los 20 cm el sedimento posee una coloración más rojiza. Estas diferencias se deben a que la primera capa contiene la mayor concentración de material orgánico y se considera a todo el paquete sedimentario que contiene los restos arqueológicos como una misma unidad de depositación.

Fitogeográficamente pertenece al Dominio Chaqueño, Distrito Occidental. Éste es un bioma en mosaico caracterizado por la presencia dominante de una cobertura arbórea, salpicado o acompañado de pastizales y otras hierbas no graminoideas (Cabrera 1971). Según Morello (1958) se pueden agrupar las unidades de vegetación y ambiente en subregiones, así podemos incluir al sitio estudiado dentro de la subregión del Chaco Serrano caracterizada por bosques secos salpicados de pastizales serranos que se desarrollan en suelos esqueléticos medianamente desarrollados in situ y con menor humedad local.

En el sector I, los materiales arqueológicos se encuentran hasta los 50 cm y la mayoría de los restos cerámicos están concentrados en los primeros 20 cm (85,02 % de los materiales de la cuadrícula); a partir de allí decrece la cantidad en forma pronunciada hasta el nivel de base (9,02 % para el nivel 3 y 5,94% de los materiales de la cuadrícula para el nivel 4) (Páez et al. 2009). Se identificó un posible fogón en el nivel tres (2030 cm). En este sector se obtuvieron fechados radiocarbónicos del nivel 2 (10-20 cm) de 410 ± 60 años A.P. (LP-1714; carbón vegetal) y del nivel 4 (30-40 cm) de 540 ± 60 años A.P. (LP-1707; carbón vegetal) (Togo 2007:231).

Son característicos de esta subregión los suelos Entisoles, estos son azonales muy jóvenes, de origen poligénico y débil o escaso desarrollo de perfil de formación incipiente local o extralocal, con materiales acarreados por gravedad. Son suelos livianos, de granulometría media a pequeña, casi sin estructura y textura franco arenosa y areno limosa. Son suelos potencialmente productivos (Dirección General de Minería y Geología 1981). 19

Luis M. del Papa et al.

El sector III se ha excavado hasta una profundidad de 70 a 80 cm, pero los últimos niveles fueron estériles. A los 15 cm se ha encontrado una capa compacta de posible material orgánico; por encima y por debajo de la misma se recolectó abundante carbón. En los dos primeros niveles se encuentran presentes el mayor número de fragmentos cerámicos (32 % en el nivel 1, 20 % en el nivel 2), luego comienza a descender hasta el cuarto nivel (15 % en el nivel 3 y 12 % en el nivel 4), aumenta nuevamente en el quinto (18%) y finalmente disminuye en el último nivel fértil (3 % en el nivel 6) (Páez et al. 2009). De este sector se obtuvo un fechado radiocarbónico de 210 ± 60 años A.P. (LP-1732; Carbón vegetal), el mismo se considera que pudo estar contaminado (Togo 2007:231).

Para la cuantificación se tuvieron en cuenta los cálculos referentes a la abundancia taxonómica de la muestra en forma de NISP y MNI, este último según criterios de lateralidad y edad (Mengoni Goñalons 1988, 1999). En cuanto a la representación de partes se realizaron los cálculos referentes al MNE siguiendo la metodología propuesta por Morlan (1994) y Mengoni Goñalons (1999) de identificación de zonas diagnósticas; para el caso de los huesos largos de camélidos y réidos, las unidades calculadas fueron las epífisis (proximal y distal) y la diáfisis para poder efectuar las correlaciones entre el MAU% (Binford 1984; Mengoni Goñalons 1999) con los valores tomados para la densidad mineral ósea (ver párrafo siguiente). Posteriormente se realizó el recuento como MNEt (MNE total) consignando así los elementos enteros como unidad final (Mengoni Goñalons 1999), utilizado para la razón NISP/MNEt.

A pesar de las diferencias en cuanto a la cantidad de materiales hallados entre los niveles artificiales, la proporción entre los grupos cerámicos se mantiene constante, materiales pertenecientes a las entidades culturales Sunchitúyoj y Famabalasto principalmente (Páez et al. 2009). El análisis se desarrollará teniendo en cuenta los sectores como unidad, dado la relación contextual de estas dos entidades.

Se analizó lo concerniente a la conservación de los materiales, teniendo en cuenta el grado de meteorización de los mismos para mamíferos mayores a los 5 kg siguiendo los estadios propuestos por Behrensmeyer (1978); se calculó el índice de fragmentación NISP/MNEt (Lyman 1994) para cada taxa, lo cual nos permitió identificar aquellos que pudieron estar sujetos a procesos de mayor fragmentación. La diferencia de la densidad mineral ósea en los diferentes elementos del esqueleto puede favorecer la destrucción de algunos de esos elementos o parte de ellos y la supervivencia de otros (Elkin 1995; Lyman 1984, 1994). Por ello se correlacionó a través del coeficiente de Spearman, la representación de partes de la muestra (expresada en MAU %) y la densidad mineral ósea (DO) propuestas para los taxa representados (camélidos, Elkin 1995) o de una estrecha relación taxonómica (para Rhea americana se usaron los valores de Pterocnemia pennata, Cruz y Elkin 2003). En la correlación realizada para R. americana, el valor de DO de las vértebras fueron consignadas por el promedio de elementos cervicales y torácicos.

Una vez recuperados los materiales arqueofaunísticos se llevó a cabo la preparación de la muestra y su análisis correspondiente siguiendo los lineamientos generales propuestos por Miotti (1998). Se han analizado 3356 restos (incluyendo fragmentos óseos, dientes, cáscaras de huevos y fragmentos de valvas de moluscos) provenientes de dos cuadrículas: la primera correspondiente al Sector I (Mj I), cuadrícula 1, de la que se obtuvo material faunístico en los niveles 1, 2 y 4; y la segunda al Sector III (Mj III), cuadrícula 2, con restos desde el primer nivel hasta el sexto, pero en menor cantidad en los tres últimos niveles. En cuanto a la determinación taxonómica se ha llegado a distintos niveles jerárquicos, debido al grado de fragmentación de los especímenes óseos, es decir, una representación diferencial de rasgos anatómicos utilizados como diagnósticos para su identificación; no así el caso de las aves y peces, ya que no se realizó la determinación sistemática exhaustiva para los mismos.

Posteriormente se analizaron las modificaciones de la superficie ósea, ya sea por factores naturales como culturales, con el fin de identificar el agente o actor que las produjo (Gifford-Gonzalez 1991) y medir el impacto que tuvieron sobre la 20

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

muestra. Las mismas fueron analizadas a nivel macroscópico y con lupa de mano de quince aumentos, sólo en escasos restos fue necesario el uso de lupa binocular por la ambigüedad de las marcas.

y Blumenschine 1994; Mengoni Goñalons 1999; Pickering y Egeland 2006). El estudio de las fracturas cobra importancia por las inferencias que podemos obtener sobre el consumo, principalmente de médula ósea o grasa ósea y las probables prácticas culinarias que intervinieron en su producción (De Nigris 2004; Gifford-Gonzalez 1993; Oliver 1993).

Entre las modificaciones de la superficie ósea se han tenido en cuenta aquellas producidas por carnívoros (e.g. Binford 1981; Blumenschine et al. 1996; Montalvo et al. 2007), aves Strigiformes (para vertebrados < a 1 kg, Andrews 1990; Fernández Jalvo y Andrews 1992), las producidas por roedores durante el roído de los huesos (Quintana 2007), y las ocasionadas por la acción de raíces (Lyman 1994). Por otra parte se analizaron aquellas marcas de origen antrópico como las de corte, machacado, raspado, marcas de percusión, etc. (Binford 1981; Blumenschine et al. 1996; Mengoni Goñalons 1988, 1999).

También ha sido importante distinguir en los conjuntos arqueofaunísticos aquellos huesos que estuvieron sometidos a la acción térmica (Cain 2005; Lanata 1988; Nicholson 1993; Shipman et al. 1984; Stiner et al. 1995). Es de destacar que este tipo de atributos no suele representar el producto total de la cocción de los alimentos sino también el descarte por cuestiones de higiene, para impedir la acción de carroñeros o como combustible (Cain 2005; Costamagno et al. 2005; De Nigris 2004; Gifford-Gonzalez 1989; Kent 1993). Incluso pueden ser el producto de fuegos naturales (Cain 2005).

Las fracturas se producen por el resultado de la interacción de las propiedades biomecánicas del hueso y los aspectos tecnológicos y naturales asociados a su producción (Johnson 1985). Se realizó el cálculo del porcentaje de huesos fracturados por la relación especímenes fracturados / especímenes de huesos largos, descartando las categorías taxonómicas de tamaño muy pequeño y aquellos huesos largos de los que es imposible extraer médula ósea en estado fresco (e.g. aves pequeñas, Tupinambis rufescens, Caviinae; ulna de roedores, peroné de Rhea americana). Las variables que fueron consideradas en la identificación de las fracturas fueron el estado del material óseo (fresco, seco y estadios intermedios) y su morfología. A través del índice de fractura fresca (FFI) de Outram (2002) expresado de manera porcentual se identificaron fracturas en estado fresco (valores 0, 1 y 2 del FFI), fracturas en estado intermedio, donde se produjo una cierta deshidratación del hueso o perdida de elasticidad previa a la fractura (valores 3 y 4) y fracturas en estado seco, donde el hueso perdió la mayoría o toda su elasticidad debido principalmente a factores diagenéticos o por procesos extremos (valores 5 y 6). Las fracturas se clasificaron morfológicamente en espiral, transversal y longitudinal.

Para este análisis se desechó la posibilidad del uso de los huesos como combustible, debido a la gran cantidad de madera de excelente calidad que se encontraría en las inmediaciones (quebracho, algarrobo, etc.). Los huesos quemados por fuegos naturales son alterados sólo en una parte, produciendo un quemado superficial que no llega a generar huesos de color gris o blanco (Cain 2005). La cocción de los alimentos podría estar evidenciada por la existencia de restos que presentan atributos relacionados con la alteración térmica sólo en una de las epífisis, lo que sugiere que éstos pudieron ser asados con tejidos que protegen el resto del elemento (Gifford-Gonzalez 1989; Kent 1993). El descarte en lugares de combustión se podría inferir por una mayor proporción de restos, donde el quemado compromete a toda la superficie de los mismos y el grado de alteración es más alto por estar sometido de forma directa a grandes temperaturas. De esta actividad se espera una mayor proporción de fragmentos calcinados (De Nigris 2004; Kent 1993; Oliver 1993). Para poder distinguir entre estas acciones se tuvieron en cuenta una serie de atributos como el color, textura y uniformidad entre otros, así como la proporción de la superficie modificada (Cain 2005).

Se cuantificaron a través del NISP los atributos asociados a las fracturas (marcas de percusión, negativos de lascado, muescas) (Blumenschine y Selvaggio 1988; Bunn 1981, 1989; Capaldo 21

Luis M. del Papa et al.

RESULTADOS

Cervidae, Dasypodidae), suborden (Caviomorpha), orden (Anura, Artiodactyla) y clase (Gasteropoda, Osteichthyes, Aves, Mammalia). Con respecto a la categoría Mammalia se ha diferenciado en mamíferos pequeños (entre 1kg y 50 kg, e.g. roedores Caviomorpha, cérvidos pequeños como Mazama sp. y cánidos como Pseudalopex gymnocercus) y mamíferos grandes (más de 50 kg, e.g. Lama sp.). La categoría mamíferos pequeños a grandes corresponde a aquellos especímenes que no pudieron asignarse a las categorías de tamaño anteriores (cercanas al tamaño de los 50 kg, e.g. Puma concolor ).

Determinación taxonómica Se ha llegado a distintos niveles de inferencia taxonómica (Tabla 1), en la que se pudo determinar siete especies de mamíferos (Chaetophractus vellerosus, Puma concolor, Pseudalopex gymnocercus, Dolichotis patagonum, Dolichotis salinicola, Lagostomus maximus y Calomys callosus,), una especie de reptil (Tupinambis rufescens), una de aves (Rhea americana) y en los restantes casos se han llegado a la categoría de género (Spixia, Chelonoidis, Lama, Mazama, Ctenomys), Subfamilia (Caviinae, Sigmodontinae), familia (Characidae, Canidae,

En el sector I se observa una clara preponderancia de camélidos, no sólo por su abundancia taxonómica

Mj I Taxón caracoles terrestres Spixia sp. Osteichthyes Characidae Anuro Chelonoidis sp. Tupinambis rufescens Aves indet. Rhea americana Rhea americana* Mamíferos pequeños Mamíferos peq. a grandes Mamíferos grandes Dasypodidae Chaetophractus vellerosus Canidae Pseudalopex gymnocercus Puma concolor Ungulata Artiodactyla Lama sp. Cervidae pequeños Mazama sp. Caviomorpha Dolichotis patagonum Dolichotis salinicola Lagostomus maximus Caviinae Ctenomys sp.

Mj III

N° 2 85 1 1 17 23 18 242 11 28 261 2 29 2 27 6 129 1 4 15 7 5 4 3

MNI 85 1 1 1 6 1 1 1 3 1 1 1 2 1 4 1 1 2 1 1 1 2

MNEt 1 1 17 20 16 10 4 31 2 1 3 3 71 1 4 14 6 4 3 3

NISP/MNEt

N° 11 1 23 14 34 119 48 104 35 73 356 8 19 2 1 70 36 549 1 3 46 15 2 20 2 -

MNI 11 1 1 1 1 12 5 2 1 3 2 1 1 1 1 2 8 1 1 2 2 1 2 2 -

MNEt 23 14 28 111 36 16 11 33 7 2 1 12 20 345 1 2 46 14 2 16 2 -

NISP/MNEt

1 1 1 1,15 1,12 1,1 7 8,42 1 2 9 2 1 1 1,17 1,25 1,33 1

Sigmodontinae

5

1

5

1

2

1

2

1

Calomys callosus

8

2

8

1

2

2

2

1

indet

472

-

-

-

349

-

-

-

Totales

1408

-

-

-

1945

-

-

-

1 1 1,21 1,07 1,33 2,19 6,64 10,79 1,14 1 1 5,83 1,8 1,59 1 1,5 1 1,07 1 1,25 1 -

Tabla 1. Número de restos, abundancia taxonómica e índice de fragmentación. *cáscaras de huevos 22

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

Para R. americana fue calculado un MNI de uno y está representado por elementos del miembro posterior, la columna vertebral y una costilla (Tabla 3). Las aves indeterminadas corresponden a seis individuos con casi todas las partes del esqueleto (a excepción del cráneo, radio, costillas, escápula).

(NISP, MNI; Tabla 1) como de partes esqueletarias (MNE, MAU%, Tabla 2). Este taxón está representado por cuatro individuos (calculados por el cráneo). Se asignó un individuo adulto 2 (epífisis distal de metapodio fusionado), dos juvsubadultos (epífisis de elementos sin fusionar, como la tuberosidad del calcáneo, las epífisis distal y proximal de tibia) y posiblemente restos de un individuo neonato (pelvis que no presenta los centros de osificación desarrollados). El perfil de partes esqueletarias muestra la presencia de la mayoría de las partes del esqueleto de este taxón (Tabla 2).

Tanto Ctenomys sp. y C. callosus están representados por los elementos craneanos de dos individuos (mandíbulas). Por otra parte, un sólo individuo fue calculado para el resto de los taxa, entre ellos, C. vellerosus está representado

Mj I Parte esqueletaria Cráneo Mandíbula Vert. Atlas Vert. Axis Vert. Cervicales Vert. Torácicas Vert. Lumbares Vert. Sacra Costilla Esternebra Escápula Húmero, epífisis proximal Húmero, diáfisis Húmero, epífisis distal Radio-Ulna, ep. proximal Radio-Ulna, diáfisis Radio-Ulna, epífisis distal Metacarpo, epífisis proximal Metacarpo Carpales Pelvis Fémur, epífisis proximal Fémur, diáfisis Fémur, epífisis distal Rótula Tibia, epífisis proximal Tibia, diáfisis Tibia, epífisis distal Astrágalo Calcáneo Tarsales Metatarso epífisis proximal Metatarso diáfisis Falange 1ª Falange 2ª Falange 3ª

NISP 11 3 2 2 3 3 1 2 1 3 1 4 1 1 3 2 7 2 5 4 9 6 5 2 1 1 9 10 -

MNE 4 3 2 1 3 3 1 2 1 2 1 3 1 1 3 2 5 1 3 4 4 6 5 2 1 1 7 8 -

Mj III

MAU% 100 37,5 10 2 10,5 3,125 12,5 25 12,5 25 12,5 37,5 12,5 12,5 5,25 25 62,5 12,5 37,5 50 50 75 62,5 5 12,5 12,5 21,75 25 -

NISP 17 13 3 4 11 46 39 1 20 1 15 2 5 7 11 5 11 3 20 5 17 5 7 5 12 6 4 15 12 28 7 7 44 19 10

MNE 7 7 2 4 7 35 21 1 19 1 7 2 4 7 10 5 9 2 20 4 13 3 7 5 8 4 3 15 11 28 7 7 36 18 10

MAU% 93,33 46,66 26,67 53,33 18,67 38,80 40 13,33 10,53 2,13 46,67 13,33 26,67 46,67 66,67 33,33 60 13,33 18,93 26,66 86,67 20 46,67 33,33 53,33 26,67 20 100 73,33 37,33 46,67 46,67 60 30 16,66

Tabla 2. Representación de partes esqueletarias de camélidos. 23

Luis M. del Papa et al.

por las placas de su armadura ósea, Mazama sp. por un fémur, falanges y calcáneo; los restos de D. patagonum pertenecen a elementos del cráneo, vértebras, radio, fémur y tibia; y para L. maximus sólo se hallaron elementos del cráneo y miembro posterior.

del calcáneo, epífisis proximal de fémur y distal de radio-ulna sin fusionar) y dos posibles neonatos (elementos apenas desarrollados, como tibia, vértebras, radio, ulnas, falanges y pelvis). En este sector están representadas todas las partes del esqueleto de dicho taxón (Tabla 2).

La mayoría de los elementos de T. rufescens corresponden a las vértebras, también se hallaron un especimen de cráneo y uno de cintura pélvica. El especimen de Characidae pertenece a un elemento del cráneo.

Las aves indeterminadas con 12 individuos (representadas todas las partes del esqueleto). Para R. americana se calcularon cinco individuos (por fíbulas) y se hallaron elementos del miembro posterior, cráneo, columna vertebral, costillas y sinsacro (Tabla 3). Tanto D. patagonum, L. maximus y C. callosus están representados por dos individuos, el primero de ellos calculados por la tibia y el resto por elementos craneales (maxilares y mandíbulas). D. patagonum y L. maximus, tiene una buena representación de las

En el sector III (Tabla 1), también predominan los camélidos con ocho individuos (calculados por astrágalos y calcáneos), dos adultos (epífisis de metapodios y epífisis proximal de tibia fusionados), cuatro juv-subadultos (tuberosidad Parte esqueletaria Cráneo Mandíbula Vértebras costilla, porción vertebral costilla, porción esternal Escápula Coracoides Esternón Húmero, epífisis proximal Húmero, diáfisis Húmero, epífisis distal Radio Ulna Carpo-metacarpo Sinsacro Fémur, epífisis proximal Fémur, diáfisis Fémur, epífisis distal Tibia-tarso, epífisis proximal Tibia-tarso, diáfisis Tibia-tarso epífisis distal Tarso-metatarso Tarso-metatarso, ep. px. Tarso-metatarso, diáfisis Tarso-metatarso, ep. dst. Fíbula Fíbula epífisis proximal Fíbula diáfisis 1ª falange 2ª falange 3ª falange 4ª falange

NISP

Mj I MNE

MAU%

NISP

6 1 1 1 2 2 2 1 1 1

4 1 1 1 1 2 2 1 1 1

18 8 50 50 50 100 33 16 16 16

1 5 6 1 1 5 6 2 4 7 3 2 3

Mj III MNE MAU%

1 4 5 1 1 5 3 2 4 4 4 7 7 3 2 3

28,57 5,14 11,71 28,57 14,28 71,42 42,85 28,57 57,14 57,14 57,14 100 100 14,28 9,42 14,28

Tabla 3. Representación de partes esqueletarias de réidos. 24

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

general bueno. Del perfil de meteorización (Figura 2) se observa que la mayoría de los materiales presentan valores bajos (1 y 2), siendo escasos los estadios de mayor meteorización (valor 4) para ambos sectores. En el sector III se observa una mayor proporción de valores medios (3) en relación al sector I. También se calculó el índice de fragmentación NISP/MNEt (Lyman 1994) (Figura 3, Tabla 1), de esta relación se observa que ambos sectores presentan un perfil de fragmentación similar entre los taxa. Las categorías abarcativas (mamíferos grandes, pequeños a grandes y ungulados) presentan mayor fragmentación, siendo para el resto de los taxa de valores bajos. Una cuestión a tener en cuenta es que las categorías abarcativas incluyen a las otras categorías mas precisas en la sistemática. Tanto los especimenes de mamíferos grandes como los ungulados y algunos de mamíferos pequeños a grandes podrían corresponder a camélidos, que por el grado de fragmentación no pudieron ser asignados a este grupo, por lo que el índice de fragmentación para mamíferos de gran porte (suma de valores para las categorías que incluyen a Lama sp.) para el sector I sería de 3,75 y para el sector III de 2,57; observándose una mayor fragmentación.

Figura 2. Perfil de meteorización. distintas partes del esqueleto (cráneo, vértebras y miembro posterior). Para el resto de los taxa se calculó un MNI de uno. Tanto C. vellerosus como Chelonoidis sp. están representados mayormente por placas de la armadura ósea (del segundo también se hallaron vértebras). La mayoría de los elementos determinados a peces y T. rufescens corresponden a vértebras, seguidos por elementos del cráneo. D. salinicola, C. callosus y Caviinae fueron determinados por los elementos craneales. Sólo se recuperó un especimen de P. concolor correspondiente a la epífisis distal de fémur, un metapodio y un radio de Mazama sp, una mandíbula y un fémur de P. gymnocercus.

Del análisis de correlación entre DO y MAU% se desprende que la representación de partes no se debe a la dependencia con esta variable para el sitio de estudio. Se observan valores de correlación bajos tanto para los réidos r s= -0,194 (p > 0.05, N=30) para el sector I y r s= 0,191 (p > 0.05,

Conservación de la muestra El estado de conservación de la muestra es en

Figura 3. Índice de fragmentación NISP/MNEt. 25

Luis M. del Papa et al.

N=30) para el sector III, como para camélidos r s= 0,005 (p > 0.05, N=31) del primer sector y de r s= 0,072 (p > 0.05, N=31) del sector III. Dichos resultados indican que las correlaciones no son estadísticamente significativas, estando representados la mayoría de los elementos de camélidos (Tabla 2), tanto de baja y alta DO. Si bien para réidos se observa un perfil de partes esqueletarias diferente (Tabla 3), ya que no están representadas todos los elementos, en la muestra se encuentran aquellos de baja DO (e.g. cráneo, costillas, epífisis proximal del fémur, y las epífisis distales del fémur y del tibia-tarso) junto a los de alta densidad.

luego del procesamiento primario. Por la escasa evidencia de marcas de roedores sobre los especímenes (Tabla 4), representados con 0,07 % en el sector I y 0,05 % en el sector III es posible pensar en la baja incidencia de este agente como dispersor y modificador de los materiales. Esto se sustenta con la posible ausencia de cuevas en el registro, ya que no pudieron ser reconocidas dichas estructuras durante la excavación. Las marcas producidas por carnívoros tienen una mayor frecuencia, aunque de escasa proporción en relación a los sectores (Tabla 4). En el sector I, las marcas producidas por este agente corresponden a dos especímenes de epífisis proximal de fémur de Lama sp. (uno con pozos, y otro con ahuecamiento y hoyuelos) y un fragmento de hueso largo de mamífero grande que presenta hoyuelos. En el sector III están representados los camélidos por un fragmento proximal de costilla con pozos, fragmento de diáfisis proximal de fémur y diáfisis proximal de húmero con ahuecamiento y hoyuelos (éste último presenta marcas de corte), y una vértebra cervical con ranurado. Una diáfisis proximal de fémur de artiodáctilo presenta ahuecamiento y hoyuelos, además de marcas de corte, y dos fragmentos de hueso largo de mamíferos grandes presentan pozos y hoyuelos respectivamente.

Modificaciones de la superficie ósea Un bajo porcentaje de especímenes (1,06 %) del Sector III presentan marcas producto de raíces (Tabla 4), principalmente en los primeros dos niveles. A pesar de la baja proporción de estas marcas, debemos considerar la posible acción de este agente como dispersor de los materiales, tanto horizontal como verticalmente. Esto se observa por el remontaje de especímenes óseos correspondientes al nivel inmediato inferior (entre nivel 1 y el 2, y entre nivel 2 y 3) y de distintas zonas de la cuadrícula del sector III, siendo los restantes niveles del sector de poca distorsión espacial, inferido por la presencia de elementos en estado articulado -región lumbar y cráneo de camélido fragmentado probablemente por el peso de los sedimentos (Figura 4)-. Dicha sección de la columna presenta marcas de corte en un elemento (última vértebra lumbar con marcas de desarticulación), por lo que podría estar representando el descarte de dicha estructura

No fue posible distinguir la acción de ácidos gástricos en la muestra de microvertebrados. Marcas de corte En el sector I (Tabla 5), 84 % de las marcas de corte corresponden a especímenes de mamíferos de gran porte (Lama sp., mamíferos grandes, ungulados) y más de la mitad de las mismas está en el esqueleto apendicular. En su mayoría serían producto de la desarticulación del esqueleto (Binford 1981). Los elementos que presentan mayor incidencia de estas marcas en el esqueleto axial corresponden Modificaciones óseas Raíz Carnívoros Roedores Corrosión gástrica*

Figura 4. Elementos en estado articulado, niveles inferiores del Sector III.

Mj I 3 1 -

% 0,22 0,07 -

MjIII 17 7 1 -

% 0,87 0,36 0,05 -

Tabla 4. Modificaciones óseas. * analizado en microvertebrados (< 1 kg) 26

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina Taxón (Mj I) Mazama sp.

Parte esqueletaria Calcáneo

Nco Dsart Dscar Mcha 1 1 -

Dolichotis patagonum

Fémur ep. px.

1

1

-

-

-

-

-

-

Mamíferos de gran porte

Esqueleto axial Esqueleto apend.

8 13

7 9

1 1

1

-

1

1?

-

subtotales

21

16

2

1

-

1

1

-

2

-

-

-

Indet.

Fg. de hueso plano

Taxón (Mj III)

Parte esqueletaria

Aves indet.

Vert, fg. cuerpo

1

-

-

Rhea americana

Peroné

3

1, 1?

Dolichotis patagonum

Tibia, mitad px.

1

-

Lagostomus maximus

Vert. lumbar

1

Mam. peq. a gde.

Fg. hueso largo

1

Esqueleto axial Mamíferos de gran porte

Cue -

Rasp Format -

??? -

-

-

-

2

Cue

Rasp

format

???

-

-

-

-

1

-

-

-

1

-

-

-

-

-

-

1?

-

1

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1

33

21

10

1

-

-

-

1

Esqueleto apend.

61

44

2, 3?

3

2

1?

2

4

subtotales

94

65

15

4

2

1

2

5

Nco Dsart Dscar Mcha

Tabla 5. Marcas de corte. Nota: Nco = número de restos con marcas de corte; Dsart = desarticulación; Dscar = descarne; Mcha = machacado; Cue = cuereo; Rasp = raspado; Format = formatización; ??? = indeterminado a vértebras torácicas (tres), seguidas por las vértebras lumbares (dos), una mandíbula y una costilla. En el esqueleto apendicular la mayor proporción de marcas se observa en la epífisis distal del húmero (tres), seguido por el fémur (una en cada epífisis), el astrágalo (dos) y el calcáneo (uno). Ocho por ciento de las marcas de corte se presentan en mamíferos pequeños como Mazama sp. y D. patagonum, producto de la desarticulación.

apendicular están representados el húmero por ocho especímenes (siete epífisis distales); los metapodios, el calcáneo, el astrágalo y el radioulna con cinco; con cuatro se hallaron el fémur (epífisis distal y proximal), la pelvis y la epífisis proximal de la tibia. La epífisis distal de la tibia y los carpales están representados por tres elementos y con uno se observan la escápula, la patela, un tarsal y una falange proximal. Entre las aves (3,96% de las marcas de este sector), R. americana presenta marcas de desarticulación y raspado, y una marca de corte se produce en un fragmento de cuerpo de vértebra correspondiente a aves indeterminadas.

En el sector III (Tabla 5), 93,06% de las marcas de este tipo se producen en mamíferos de gran porte (Lama sp., Artiodactyla y mamíferos grandes). En dicha categoría más de dos tercios de las marcas son de desarticulación (69,14 %), mientras que, 15,95 % son de descarne y el resto se reparte entre las actividades de cuereado, machacado, formatización y raspado. Es de destacar que el 64,89 % de las marcas en los mamíferos de gran porte se da en el esqueleto apendicular y a pesar de la preponderancia de las actividades de desarticulación se presentan mayor variedad de actividades que en el esqueleto axial.

D. patagonum y L. maximus están representados por un especimen de cada taxón (0,99 % respectivamente) con marcas de corte. El especimen de D. patagonum podría presentar marcas de formatización y el restante de desarticulación. En este sector se observa la presencia de un especimen de hueso largo de mamíferos pequeños a grandes, como en el caso de D. patagonum podría representar la confección de instrumentos.

Los elementos del esqueleto axial que se encuentran representados en mamíferos de gran porte son principalmente las costillas (17), seguido en importancia por las vértebras (tres cervicales, cuatro torácicas y tres lumbares), el cráneo (dos cóndilos occipitales, dos mandíbulas y un hioides) y una esternebra. En el esqueleto

Fracturas Se observa en el sector I, un mayor porcentaje de especimenes fracturados (64,2 %) que en el sector III (41,52 %) (Tabla 6). 27

Luis M. del Papa et al.

Con respecto al estado en que se produjo la fractura (Tabla 6) existe una diferencia entre los sectores, siendo una proporción mayor de fracturas en estado fresco en el sector III y por el contrario una mayor proporción de fracturas secas en el sector I; las fracturas en estado intermedio es similar entre ambos. Los taxa analizados corresponden a R. americana, P. gymnocercus, P. concolor, Lama sp., Mazama sp., D. patagonum, D. salinicola y L. maximus y las categorías que incluyen a las anteriores (e.g. mamíferos grandes, ungulados, cérvidos pequeños).

muescas y aserrado perimetral), lo que nos permitió asignar las mismas como producto de la actividad antrópica. Los taxa que presentan estos atributos son principalmente Lama sp. y escasos especímenes de R. americana y P. concolor (Tabla 8). En la muestra no se pudieron distinguir estrías ni hoyos de percusión. En el sector III se observa un especimen de fémur, porción distal de P. concolor con aserrado perimetral para el control de la fractura (Figura 5) y un especimen de radio-ulna, fragmento distal y lateral de Lama sp. con la misma característica. Este tipo de técnica nos estaría indicando la posible producción de instrumentos (Acosta 2000).

Las fracturas que se produjeron en un estadio intermedio podrían corresponder a procesos culinarios, como el asado y hervido prolongado, según la experimentación de Outram (2002) y a la gran cantidad de fragmentos con fractura de tipo longitudinal y longitudinal-espiral (64,69 % para el sector I y 59 % para el sector III), cuyo patrón se asemeja a las experimentaciones referentes al asado de los alimentos (De Nigris 1999, 2004; Gifford-Gonzalez 1993; Oliver 1993).

En cuanto a la frecuencia de elementos (consignada para mamíferos de gran porte) que se presentan fracturados en el sector I (Tabla 9), no se puede observar un patrón muy claro, ya que las fracturas se encuentran en distintas porciones de los mismos, ya sea en la parte proximal, distal o media. Los elementos mayormente representados son el fémur con tres especímenes, y el húmero y la tibia con dos. La mayoría de los fragmentos corresponden a huesos largos indeterminados.

Entre los taxa representados con fracturas en estado fresco e intermedio se observa una amplia mayoría de especímenes de mamíferos de gran porte, posiblemente correspondientes a camélidos (Lama sp., Artiodactyla y mamíferos grandes), y escasos especímenes de Rheidae y mamíferos pequeños (Tabla 7).

Los elementos mayormente representados con presencia de fracturas para mamíferos de gran porte en el sector III (Tabla 9), son el metapodio (diez especímenes), el húmero y el fémur (cuatro). Se encuentra un solo especimen de tibia y la mayor proporción corresponde a huesos largos indeterminados.

Sólo en los especímenes fracturados en estado fresco e intermedio se pudo observar los atributos asociados a la fractura (negativos de lascado,

Mj I Mj III

HL 257 460

FK 165 191

% FK 64,2 41,52

Fresca 15,95 % 34,19 %

Intermedia 22,69 % 20,2 %

Seca 61,34 % 45,59 %

Tabla 6. Porcentaje de especímenes fracturados. Nota: HL=especímenes de huesos largos; FK= especímenes fracturados

Taxón Rhea americana Mamífero pequeño Mamífero peq a gde Mamífero grande Artiodactyla Lama sp.

Mj I 1 18 8

Fractura % 3,70 66,67 29,63

fresca Mj III 5 2 3 36 3 17

% 7,58 3,03 4,55 54,55 4,55 25,76

Mj I 33 2 1

Fractura % 91,67 5,56 2,78

intermedia Mj III 5 25 9

% 12,82 64,10 23,08

Tabla 7. Porcentaje de taxones con fractura fresca e intermedia por sector. 28

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina Mj I Taxón Rhea americana Mamífero grande Lama sp. Puma concolor

MJ III

Muesca

NL

AP

Muesca

NL

AP

-

-

-

1

1

-

-

1 1 -

-

4 2 -

3 4 -

1 1

Tabla 8. Atributos asociados a la fractura. Nota. NL= negativo de lascado; AP= aserrado perimetral Se calculó el porcentaje de marcas antrópicas (marcas de corte y atributos asociados a la fractura) por taxón (Tabla 10). En el sector I se observa que Lama sp, Mazama sp. y D. patagonum presentan un porcentaje de 10,85 %, 25 % y 14,28 % respectivamente, aunque en este caso hay que tener en cuenta la baja proporción de especímenes de los dos últimos taxa que podría sobredimensionar el cálculo. Sólo en Lama sp. se observaron negativos de lascado.

grandes y pequeños a grandes), esto se debería a la acción del quemado de los huesos que generaron la fragmentación de los mismos, haciendo que muchos no puedan ser determinados a un nivel más específico (Lanata 1988; Whyte 2001). Una buena proporción de los restos de ambos sectores corresponden a Lama sp. En el Sector I (Figura 6) se encuentran mejor representados los restos de R. americana y se observa la presencia de un especimen de Mazama sp., uno de C. vellerosus, uno de aves indeterminadas y con una pequeña proporción de roedores caviomorfos con esta característica. Por otra parte, en el sector III (Figura 6) se hallaron un especimen de peces, uno de L. maximus, escasos restos de caviomorfos y una mejor representación de especímenes de T. rufescens con alteración térmica Tanto los restos de C. vellerosus, peces y aves indeterminadas, por la escasa representación de estos taxa, es posible que el quemado se podría haber dado de forma casual o por una asociación secundaria por alteración del registro. A pesar de esto, no se descarta el consumo humano de los mismos y debido a la acción del fuego los restos se hayan destruido o fragmentado, de manera que no fue posible su reconocimiento. A pesar de los escasos restos de L. maximus con evidencias de la acción térmica, ésta especie habría sido utilizada tal como lo evidencia un especimen con marcas de corte.

En el Sector III, R. americana y Lama sp. presentan un porcentaje de 10 % y 16 % respectivamente, con marcas de corte y atributos asociados a la fractura. Un sólo especimen de P. concolor (100 %) presenta aserrado perimetral, y D. patagonum y L. maximus con un porcentaje de 6,66 para el primero y de 5 para el segundo, con marcas de corte. Obviamente, la escasa cantidad de especímenes de éste félido y de éstos roedores podría sobredimensionar el porcentaje. Alteración térmica Tanto en el sector I como en el III se identificaron estructuras de combustión, aunque sólo se hallaron materiales asociados a las mismas en mayor cantidad en el primer sector (identificado durante el trabajo de campo).

Se infiere que la mayoría de los restos quemados corresponden al producto del descarte en lugares

El porcentaje de especímenes quemados en el sector I es mayor al del sector III (siendo en éste último caso, de baja frecuencia) (Tabla 11). Esta elevada proporción de especímenes quemados del sector I podría estar explicada por la mayor frecuencia de materiales asociados a la estructura de combustión de este sector. En referencia a los taxa que se encuentran representados con esta característica (Figura 6), como es de esperar a lo largo de la secuencia, predominan los fragmentos indeterminados y aquellas categorías abarcativas (mamíferos

Figura 5. Especimen con aserrado perimetral para el control de la fractura. Nota : Fémur, epífisis distal de Puma concolor 29

Luis M. del Papa et al. Parte esqueletaria Húmero, fragmento proximal Húmero, fragmento diáfisis Húmero, fragmento distal Radio-ulna, fragmento proximal Fémur, fragmento proximal Fémur, fragmento diáfisis Fémur, fragmento distal Tibia, fragmento proximal Tibia, fragmento distal Metapodio, fragmento proximal Metapodio, fragmento diáfisis Metapodio, fragmento distal Fragmento de hueso largo

DISCUSIÓN

Mj I

Mj III

NISP FK

NISP FK

1 1 1 1 1 1 1 1

El eje de este trabajo fue presentar un análisis que nos permita diferenciar patrones sobre el ingreso de los materiales al registro, su depositación, posible alteración, enterramiento y modificaciones postdepositacionales. Se pudo establecer que la acción de carnívoros en el sitio es muy baja, como es de esperar en sitios a cielo abierto, en donde habitan depredadores que en general son pequeños, de hábitos solitarios y mayormente carroñeros como los cánidos, aunque no se descarta la intervención de félidos de gran tamaño. Basándonos en estudios previos para otras regiones del país (Borrero y Martín 1996; Martín 1998; Mondini 1995, 2004; Nasti 2000) esperábamos que la acción de carnívoros para el sitio de estudio se diera de una manera menos intensiva que en otras regiones del mundo. Además, el acceso secundario a los restos por parte de los carnívoros (luego de haber sido procesados por los humanos) era otro factor por el cual esperábamos una baja frecuencia de marcas (Blumenschine 1988; Lupo 1995; Marean y Spencer 1991; Yellen 1991). En el caso que aquí tratamos, el acceso secundario se encuentra evidenciado en algunos especímenes que contienen marcas de corte y de carnívoros.

-

2 2

-

2 1 1 1

-

4 5 1 27

-

17

Tabla 9. Partes esqueletarias de mamíferos de gran porte con fractura fresca. NISP FK: especímenes fracturados de combustión (Tabla 12), por la gran cantidad de fragmentos donde el quemado compromete a la mayor parte de los mismos y donde fueron sometidos a grandes temperaturas, evidenciado por la gran mayoría de elementos carbonizados (41 % de los restos quemados del sector I y 42 % del sector III) y calcinados (20 % en el sector I y 30 % para el sector III) (Tabla 11). La cocción de los alimentos podría estar evidenciada en una muy baja proporción (Tabla 12), tanto en el sector I (4 especímenes) como en el sector III (2 especímenes), donde se observa la presencia de restos de camélidos con esta característica (quemados sólo en sus epífisis, con una alteración de menor grado).

La escasa evidencia de la acción de roedores por roído y que la construcción de cuevas no fueron identificadas en las cuadrículas, consideramos que no fue de gran importancia en la alteración espacial del registro. Con respecto a esto último (dispersión) se considera que los materiales de

MJ I Taxón

Aves indet. R. americana P. concolor Lama sp. Mazama sp. D. patagonum L. maximus

MJIII

NISP

Mco

%

Fk*

%

Total

%

NISP

Mco

%

Fk*

%

Total

23

-

-

-

-

-

-

119

1

0,84

-

-

-

% -

18

-

-

-

-

-

-

48

3

6,25

2

4,16

5

10,41

0

-

-

-

-

-

-

1

-

-

1

100

1

100

129

13

10,07

1

0,77

14

10,85

549

81

14,75

7

1,27

88

16,02

4

1

25

-

-

1

25

3

-

-

-

-

-

-

7

1

14,28

-

-

1

14,28

15

1

6,66

-

-

1

6,66

5

-

-

-

-

-

-

20

1

5

-

-

1

5

Tabla 10. Porcentaje de atributos de acción antrópica por taxón, por sector. Nota: Mco= marca de corte; Fk*= atributos asociados a la fractura (negativos de lascado, muescas, aserrado perimetral); Total= marcas de corte junto a los atributos asociados a la fractura. Mj I Mj III

N 1079 1829

Q 268 90

Q % Carbonizados Calcinados 24,83 41% 20% 4,92 42% 30%

Tabla 11. Porcentaje de restos quemados. N= restos, sin caracoles ni cáscaras de huevos Q= quemados 30

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

Con respecto al estado de conservación de la muestra podemos afirmar que en general es buena ya que la acción de la meteorización es baja, lo que indicaría un enterramiento relativamente rápido de los materiales. Si bien el índice de fragmentación es bajo para aquellas categorías taxonómicas de nivel específico o genérico, hay que tener en cuenta que las categorías que abarcan a éstas, presentan un valor más alto de fragmentación. Dado que la fragmentación dificulta la determinación taxonómica de algunos especímenes, para los camélidos (en un paso posterior) se recalculó dicho índice sumando aquellas categorías que incluyen este taxón, por el cual se observa que pudo estar mayormente afectado por distintos procesos que afectaron la integridad de los elementos.

Figura 6. Porcentaje de restos quemados por taxón. los primeros tres niveles han sufrido algún grado de alteración contextual, ya sea vertical como horizontal, corroborado por el remontaje de especímenes óseos. Esta alteración espacial pudo deberse principalmente a la acción de raíces que dejaron su huella característica, evidente en los primeros niveles del sector III. Se pudo inferir a partir de la relación contextual en los niveles siguientes de éste sector, que la alteración es escasa, encontrándose incluso elementos en estado articulado, como el caso de la sección lumbar y un cráneo de camélido fragmentado (Figura 4). Dicha asociación (región lumbar y cráneo) podrían estar indicando una zona de descarte de aquellos elementos que luego de procesados no tuvieron mayor utilidad para los habitantes del sitio (marcas de corte de desarticulación en un elemento). Taxón Osteichthyes Tupinambis rufescens Aves Rhea americana Mamíferos pequeños Mamif peq. a gd. Mamíferos grandes. Chaetophractus vellerosus Lama sp. Mazama sp. Caviomorpha Lagostomus maximus Indet. Totales

La presencia de restos de baja densidad ósea, tanto para camélidos con presencia de neonatos, juveniles y adultos, como para R. americana no se correspondería con una destrucción diferencial para estos materiales. La escasa presencia de peces podría deberse a una preservación diferencial de estos vertebrados, no obstante, teniendo en cuenta la poca alteración del registro por agentes naturales (e.g. roedores, carnívoros), el relativamente rápido enterramiento de los materiales y hallarse elementos de baja DO (e.g. vértebras de peces, elementos de las distintas partes del esqueleto de las aves), consideramos que este proceso de destrucción diferencial con respecto a otros taxa, no fue significativo. Hay que tener en cuenta que es un recurso que no

descarte Mj I Mj III

6 11 33 12 1 4 100 167

1 3 3 3 20 0 10 0 1 1 26 68

cocción Mj I Mj III

1 3 4

2 2

?? Mj I

Mj III

0 0 1 2 0 8 12 1 13 0 2 0 58 97

2 3 4 4 7 20

Tabla 12. Restos quemados, actividades inferidas. Nota: ??= difícil interpretación 31

Luis M. del Papa et al.

se encuentra al alcance de las poblaciones que habitaron la zona (el río más cercano se encuentra a ca. 80 km), un ejemplo sería el caso del sitio arqueológico Villa la Punta (VP) muy cercano a Maquijata (Figura 1) en donde no esta representado este tipo de recurso, tal vez por la antigüedad del sitio (VP, 1.550 ± 60 años A.P. y 1.580 ± 60 años A.P., Togo 2007) o por corresponder a una etapa cultural anterior (contexto Las Mercedes). De esto se infiere que la presencia de peces se debe a la acción antrópica y su obtención pudo ser por distintas estrategias. Una de ellas, tal vez por medio de una planificación para recorrer grandes extensiones en busca de éste u otros recursos, es decir, salidas logísticas; y la otra opción sería por intercambio con poblaciones que habitaban las zonas ribereñas.

camélidos en relación al resto de los recursos utilizados (Tabla 1), dejando relegados en segundo lugar a R. americana y en tercer lugar a los roedores caviomorfos con evidencias de uso (D. patagonum y L. maximus). A pesar de la variedad de recursos, los pobladores desarrollaron una estrategia de obtención de presas de mayor retorno energético, en relación al tamaño de las mismas. Otras especies pudieron ser potencialmente explotadas, si bien no presentan evidencias de ello. Con respecto al taxón aves es posible que sea uno de los recursos que los habitantes pudieron conseguir no sólo por su aporte proteínico sino también por sus plumas y huevos, como en el caso de R. americana. Se destaca la información brindada por los cronistas para esta región que dan cuenta de su uso (Diego Fernández, González de Prado y Pedro Sotelo de Narváez, en Palavecino 1940).

Del análisis se desprende que los diferentes taxa representados en la muestra entraron al registro de diferentes maneras. Fue posible discriminar de los 18 taxa presentes en el conjunto, aquellos que fueron utilizadas, ya sea como alimento, producción de instrumentos o ambos; resultando en un NTAXA = 7 para el Sector I y de un NTAXA = 8 en el Sector III, siendo un NTAXA general (ambos sectores) de 8, con claras evidencias de haber sido utilizadas.

No se descarta el posible uso como recurso de D. salinicola, Dasipodidae (C. vellerosus) y Caviinae. Aunque estos taxa están pobremente representados, su tamaño, la evidencia presentada por investigadores para otras regiones (Acosta y Pafundi 2005; Quintana 2005; Quintana et al. 2002; Salemme 1988; Santiago 2004) y los estudios desarrollados en poblaciones actuales (Altrichter 2006) dejan abierta la posibilidad de su uso antrópico. Es probable que su utilización haya sido como recurso ocasional o circunstancial. Esto también pudo ser el caso de Chelonoidis sp., quelonio que se encuentra representada en los tres primeros niveles del sector III con escasos restos, aunque para este taxón se debe tener en cuenta la probable distorsión del registro por raíces y su posible depositación natural.

Con respecto a la utilización antrópica, podemos decir que tanto R. americana, Lama sp., Mazama sp., D. patagonum, L. maximus y P. concolor presentan algún tipo de evidencia al respecto, ya sea por marcas de cortes, formatización, o fractura intencional, no sólo debido al consumo sino también como materia prima para la confección de instrumentos (e.g. el especimen de P. concolor con fractura de tipo transversal y aserrado perimetral, Figura 5)3. Otros taxa muestran evidencias de alteración térmica como es el caso de T. rufescens y Osteichthyes4 con escasos restos, lo cual trae problemas a la hora de interpretar la utilización antrópica, principalmente del primero, ya que el quemado de los huesos se puede producir por una asociación secundaria con estructuras de combustión.

La presencia de cánidos (e.g. P. gymnocercus) no se debería a una actividad esencial para la subsistencia, dado los escasos restos hallados. Hay que tener en cuenta que sus actividades serían principalmente nocturnas y de hábitos solitarios (Redford y Eisenberg 1992), lo que representaría un gran costo de obtención como recurso; aunque no se descarta el uso de trampas (lo que facilitaría su obtención y reduciría los costos de búsqueda), de este modo se esperaría una mejor representación de este taxón. Sin embargo, al hallarse restos óseos con marcas de corte y de carnívoros, nos lleva a pensar que P.

A partir de este análisis pudimos establecer que en el sitio se practicaron una gran variedad de actividades y la utilización de diversos taxa. Se observa fácilmente la preponderancia de los 32

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

gymnocercus podría haber ingresado a la muestra, tal vez, por su aproximación al sitio en busca de comida por carroña y de esta manera los grupos humanos tuvieron un fácil acceso para la caza de este animal.

cuya obtención pudo depender de otros factores o necesidades, entre ellos P. concolor con evidencias de su posible uso como materia prima para la confección de instrumentos y la obtención de peces, tal vez por intercambio con pobladores ribereños o salidas logísticas en su busca.

Se considera que tanto los anuros como los roedores Ctenomyidae y Sigmodontinae (e.g. C. callosus) habrían sido introducidos por la acción de Strigiformes, especialmente aquellas que no modifican sustancialmente la superficie ósea, ya que no se hallaron evidencias de la acción de corrosión gástrica (e.g. Tyto alba y Asio flammeus) (Andrews 1990; Gómez 2007) y que el rango de tamaño de las presas coincide con la selección que producen éstos depredadores (Pardiñas 1999; Quintana et al. 2002).

Si bien en la muestra nos fue posible reconocer en algunos casos la acción humana en la utilización de ciertos recursos, es de destacar que se han reconocido otros agentes que pudieron actuar como formadores del registro, como es el caso de los carnívoros u otros depredadores (Strigiformes) y la posible muerte natural de los organismos; así como el reconocimiento de los agentes modificadores del registro (principalmente en los primeros niveles del sector III, por raíces). A pesar de que la representación de la acción de estos agentes o procesos es relativamente baja para la muestra, el reconocimiento de los mismos nos proporciona información que se tendrá en cuenta en el futuro análisis de sitios arqueológicos del área.

Por último, en lo referente a la presencia de los diferentes taxa en el registro, los moluscos terrestres (Spixia sp.), son característicos de los sedimentos de la zona centro-norte de la Argentina, y no presentan evidencias de haber sido utilizados por el hombre, sobre todo como objetos decorativos o suntuarios en forma de collar.

Agradecimientos. A Reinaldo Moralejo por su ayuda con el software de estadística y la confección de la Figura 1. A César García Esponda por la traducción del resumen al inglés y a M. Amelia Martínez por la lectura de las versiones preliminares del trabajo. A Andrés Izeta y Guillermo Mengoni Goñalons por invitarnos a participar de este volumen y a dos evaluadores anónimos cuyos comentarios ayudaron a mejorar la producción del trabajo. Lo aquí expresado es responsabilidad de los autores. Este trabajo forma parte del proyecto de beca doctoral del CONICET otorgada al primer autor.

CONCLUSIONES Se considera imprescindible el estudio de los sitios arqueológicos desde una perspectiva tafonómica, para luego poder hacer inferencias respecto a la utilización de los recursos y el empleo de los diversos índices que servirán para interpretar la economía de los grupos que habitaron Santiago del Estero. Se pudo inferir en el sitio bajo estudio, que fue habitado por pobladores que portaban tecnología cerámica asimilables a Sunchitúyoj y Famabalasto principalmente (Páez et al. 2009), que desarrollaron una estrategia especializada en la obtención de productos de camélidos, complementado en primer lugar con los de R. americana y en segundo lugar los de roedores caviomorfos (D. patagonum y L. maximus). También se establece el posible uso de manera circunstancial (en algunos casos por su presencia durante ciertas estaciones del año) de T. rufescens, huevos de R. americana (en primavera-verano) y de Mazama sp.

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Para algunos taxa se infiere un uso específico o

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NOTAS ¹ Las calicatas eléctricas permiten realizar sondeos eléctricos, que de acuerdo a los valores de resistividad aparente del subsuelo (1/conductividad eléctrica de los materiales) denotan anomalidades del terreno. A partir de la detección de dichas anomalidades (probables concentraciones de materiales arqueológicos) se escogió la zona a excavar (para más detalle de la metodología, ver Togo 2004: 499-503). 2 Edades estimadas según criterios de Kent (1982), las categorías utilizadas aquí corresponden a neonatos (elementos que apenas esbozan sus estructuras, menores a un año de edad), juvsubaldulto (categoría amplia, entre uno y tres años

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escasa proporción se infiere su entrada al registro por un factor antrópico, dado la distancia hacia el río más próximo (80 km) y las estrategias referidas a su incorporación (ver discusión).

de edad) y adultos (más de tres años). 3 El aserrado perimetral permite adelgazar la capa ósea, y así poder fracturar el hueso de manera controlada (Acosta 2000). 4 Los peces a pesar de encontrarse quemados en

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De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

3 LESIONES EN EXTREMIDADES INFERIORES DE CAMÉLIDOS: UNA COMPARACIÓN ENTRE LOS CONJUNTOS DEL ARCAICO TARDÍO Y FORMATIVO TEMPRANO (VERTIENTE OCCIDENTAL DE LA PUNA DE ATACAMA) Isabel Cartajena*, Oscar López**, Lautaro Núñez***, Cristián Linares** * Departamento de Antropología, Universidad de Chile, Ignacio Carrera Pinto 1045, Ñuñoa, Santiago-Chile. E-mail: [email protected] ** Escuela de Medicina Veterinaria, Universidad Santo Tomás, Av. Ejército Libertador 146, Santiago-Chile. E-mail: [email protected] *** Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo R. P. Gustavo Le Paige, Universidad Católica del Norte, Casilla 17 San Pedro de Atacama, Chile. E-mail: [email protected]

RESUMEN Se presentan los resultados de un estudio anatomo-morfológico de dos conjuntos arqueofaunísticos pertenecientes al Arcaico Tardío (ca. 5.000-3.800 A.P.) y uno al Formativo Temprano (ca. 3.2002.400 A. P.), provenientes de yacimientos ubicados en quebradas intermedias (Puripica y Tulán), localizadas en la vertiente occidental de la Puna de Atacama. En este trabajo se consideraron sólo aquellas lesiones presentes en las extremidades inferiores de restos de camélidos, las que fueron separadas en dos grandes categorías con el fin de diferenciar aquellas de origen patológico (biológica, neoplásicas o metabólicas) de aquellas producidas directa e indirectamente por la acción antrópica. La comparación de este tipo de lesiones entre ambos conjuntos reviste especial importancia puesto que se relaciona con el comienzo de la domesticación de camélidos durante el Arcaico Tardío y el desarrollo de prácticas pastoriles durante el Formativo Temprano y por tanto, nos permite identificar el impacto de la conducta humana en la explotación de los camélidos a través del tiempo. Los resultados señalan la presencia de especímenes con lesiones en zonas articulares, las que pueden ser atribuidas a causas indeterminadas y otras relacionadas con prácticas culturales como el amarre y la carga de los animales. ABSTRACT In this paper results from an anatomical-morphological analysis are presented. Remains are from two Late Archaic (ca. 5.000-3.800 A.P.), and one Early Formative (ca. 3.200-2.400 A.P.) sites located in intermediate streams (Puripica and Tulan) in the western slope of the Puna de Atacama. In this study only camelid extremities that show pathologies were considered. They were separated between those resulting from pathologic origin (biological, neoplasm and metabolic disease) from those produced directly or indirectly by possible anthropogenic action. This comparative exercise is relevant since it is related to the first camelid domestication stages during the Late Archaic and the development of pastoral practices during the Early Formative. This information may help us to identify the impact of human conduct on camelid exploitation through time. The results show injuries located in articulation zones, related to indeterminate causes and also to cultural practices as tying up and the use of burden animals.

De la Puna a las Sierras: Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina. Andres D. Izeta y Guillermo L. Mengoni Goñalons (Ed.) British Archaeological Reports International Series. SAMAR 19. 2012: 39-52

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Isabel Cartajena et al.

En este trabajo se aborda el estudio de cinco especímenes óseos que presentan lesiones, provenientes de dos sitios arcaicos tardíos, ubicados en Quebrada Puripica (Puripica-1) y Tulán (Tulán-52) y uno formativo temprano (Tulán-54) (Cartajena et al. 2007). Estas aparecen clara y más frecuentemente en el registro arqueofaunístico durante el Arcaico Tardío (ca. 5.000-3.800 A.P.), llamando la atención en relación a los sitios más tempranos, donde hasta ahora no se observan (Cartajena 2003).

La expresión de diversos tipos estresores puede producir alteraciones similares o bien simplemente, en algunos casos, no es observable en los restos óseos, lo que implica que el diagnóstico paleopatológico depende en gran medida de la evidencia morfológica externa (Roberts y Manchester 1995). En general, las patologías articulares (artropatías) se encuentran frecuentemente en restos arquefaunísticos, especialmente en extremidades de individuos domesticados. Estas se relacionan con animales domésticos ya sea por una dieta pobre, prolongados períodos de ejercicio, edad, restricción de movimientos en aquellos animales mantenidos en cautiverio entre otras, a pesar que también han sido reportadas en animales silvestres (Wobeser y Rung 1975).

Las patologías se ubican en las extremidades inferiores, especialmente en metapodios distales y falanges. Puesto que existen diversos factores que contribuyen al desarrollo de estas lesiones (Baker y Brothwell 1980; Fabiš 2004; Levine et al. 2000), es interesante notar su presencia durante este período puesto que coincide con el desarrollo de la domesticación de camélidos y el comienzo de las primeras prácticas pastoriles en la vertiente occidental de los Andes (Cartajena et al. 2007; Hesse 1982a, 1982b). En este contexto se busca, a través del estudio de las lesiones óseas, delimitar aquellos factores ambientales naturales y sociales pudieron afectar la salud de los individuos silvestres y domésticos (Baker y Brothwell 1980; Dincauze 2000, Siegel 1976, Thomas y Mainland 2005).

Muchas de estas lesiones se deben a la irritación continua del periostio (periostitis), resultante en una proliferación de tejido óseo (periostitis osificante), inflamación del hueso mismo (osteítis) (Chaix y Méniel 2005; Fabiš 2004; Levine et al. 2000). En el caso de animales sometidos a función de carga y transporte existen numerosos factores que pueden causar la periostitis en falanges como un trabajo prolongado en terrenos irregulares, desarrollando este tipo de patologías debido a una sobrecarga del sistema muscular y esqueletal, especialmente en los lugares de inserción de ligamentos y tendones que llevarán a una inflamación con un crecimiento proliferativo del tejido óseo (Fabiš 2004).

Una alta frecuencia de patologías ha sido vinculada generalmente con factores de estrés ambiental, nutricional y social, evidenciando estos últimos directa e indirectamente la interacción con grupos humanos o la intervención y manipulación por parte de estos (Chaix y Méniel 2005; Davis 1987).

Existen escasos trabajos referidos al estudio de patologías en camélidos sudamericanos, entre los cuales cabe destacar los estudios de Webster (1993) e Izeta y Cortés (2006). Estos últimos autores estudian modificaciones patológicas en dos falanges provenientes de contextos arqueológicos formativos (500 A.C.-600 D. C.) de los valles Calchaquíes en el noroeste argentino. Las modificaciones descritas corresponderían a una osteoartritis y exostosis, las que se relacionarían con el proceso de envejecimiento y la actividad carguera a la que habrían sido sometidos los animales. No obstante, señalan que no se podría descartar que estas patologías también pudieran haberse producido como resultado de una artritis séptica (Izeta y Cortés 2006: 274).

A través de la paleopatología se busca la identificación, descripción y eventual diagnóstico de las enfermedades en el pasado (Cárdenas y Huertas 1990). Dentro de ésta la zoopaleopatología puede ser definida como aquella parte de la paleopatología que tiene por objetivo el hallar, describir y diagnosticar aquellas anomalías y enfermedades que presenta la fauna fósil, así como también aquellos animales con una determinada antigüedad (Isidro 2003), centrándose especialmente en aquellas patologías que afectan el esqueleto y los dientes ya que la conservación de tejidos blandos es escasa. 40

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En general, las lesiones estudiadas se caracterizan principalmente por un crecimiento proliferativo de tejido óseo, el que puede estar relacionado con diversos factores que pueden contribuir al desarrollo de este tipo de alteraciones (Lavine et al.2000, Fabis 2004). En este contexto, las manifestaciones de este tipo, pueden ser similares a pesar de tener una etiología diferente. En este escenario complejo y poco conocido para el mundo andino, se busca a través de este trabajo ahondar en el conocimiento de las paleopatologías para lo cual se han considerado lesiones presentes en extremidades inferiores, las que se describen y analizan con el fin de diferenciar aquellas que puedan ser atribuidas a agentes patológicos y las que pudiesen relacionarse directa o indirectamente con la acción antrópica.

Quebrada de Puripica fue siempre una zona de particular abastecimiento de agua, aún durante el régimen árido, permitiendo patrones residenciales semipermanentes (Núñez et al. 2005). El caso de quebrada Tulán, esta se encuentra a unos 100 km hacia el sur de Puripica, donde también se identificó un ecorefugio. Esta quebrada tiene una extensión de 30 km, conectando las tierras altas con el borde del Salar de Atacama, en ella se concentran recursos hídricos subterráneos y superficiales, forraje estable, canteras, pisos ecológicos complementarios, condiciones favorables para el desarrollo de asentamientos. Durante el intervalo árido registrado en los perfiles limnológicos de laguna Miscanti, ubicada en la cabecera de esta quebrada, los recursos se mantuvieron estables debido a que las vertientes mantienen su disponibilidad, especialmente en el caso de Tulán-52 ubicado en las cercanías de la vertiente donde nace el arroyo Tulán (Grosjean 2001, Valero Garces et al. 1996).

Contexto Ambiental Durante el Holoceno Medio (8.000 A.P.), los niveles lacustres de los lagos altoandinos sufrieron un rápido decrecimiento lo que marcó el comienzo de una fase árida que se extendería en la región hasta los 3.600 A.P. (Núñez et al. 2002, 2005). Durante este periodo las agrupaciones tienden a localizarse en enclaves con recursos excepcionales tales como vertientes, arroyos estables y estancamientos accidentales, los que no dependen de las sequías ni de cambios climáticos más globales como el caso de quebrada Puripica y Tulán (Grosjean et al. 1995; Núñez et al. 1999, 2005).

Los ecorefugios de Puripica y Tulán se sustentaron en enclaves abrigados de quebradas con arroyos y vertientes separados por extensos interfluvios desérticos. El proceso de domesticación y los inicios del pastopralismo se dieron durante un régimen de aridez, culminando con la expansión de grandes asentamientos formativos tempranos, aparejados de una reactivación de una fase de mayor humedad. Los Sitios Los tres sitios se encuentran localizados en la vertiente occidental de la Puna de Atacama (22°24°S), en el piso de quebradas intermedias entre la alta puna y los oasis piemontanos (ca. 2.500 a 3.600 m de altura) en las quebradas de Puripica a 30 km al noreste de San Pedro de Atacama y Quebrada Tulán, en el borde sureste del Salar de Atacama (Figura 1).

El ecorefugio de Puripica comenzó a constituirse gradualmente a raíz del represamiento accidental provocado por los rellenos de una quebrada lateral (ca. 6.000 A.P.). Las lluvias locales se infiltran moderadamente, transformándose en flujos aluvionales con rápida capacidad de arrastre a través de quebradas laterales, depositando barreras en el contacto con el arroyo Puripica. El perfil da cuenta de una estabilidad relativa, evidenciada por depósitos de diatomitas y turbas, debido al desarrollo de lagunetas y vegas y el campamento contemporáneo a Puripica-1. Sin embargo, durante este período se suceden algunos eventos torrenciales de corta duración, con lluvias altamente variables y tormentas de bajas frecuencias pero de gran intensidad. El análisis sedimentológico sugiere que la

El sitio Puripica-1 se emplaza en el borde alto de la quebrada homónima y se encuentra caracterizado por un conjunto de recintos semicirculares aglomerados, datado entre los 4.851±70 A.P. (SI-3113, carbón) y 4.050±95 A.P. (Beta-2360, carbón). El yacimiento presenta una alta concentración de talla, artefactos líticos y restos óseos. Domina una industria lítica de 41

Isabel Cartajena et al.

cuchillos, perforadores y microlítos por sobre puntas foliáceas y una abundante industria pulimentada asociada a morteros de hueco cónico y manos de moler. Entre sus rasgos más notables se encuentran bloques muebles con diseños de pequeños camélidos naturalistas. La evidencia arqueofaunística sugiere que durante este período se habría desarrollado el proceso de domesticación de camélidos de acuerdo a la evidencia osteométrica y otros indicadores como la estructura etaria, aparejado a la caza de camélidos silvestres (Cartajena et al. 2007; Hesse 1982a, 1982b). Durante toda la ocupación se registran conchas del Pacífico, lo que sugiere movimientos o interacciones con la costa (Núñez et al. 1999, 2005).

durante este período constituirán el sustento de los logros formativos tempranos. El Formativo Temprano (ca. 3.200-2.400 A.P.) se caracteriza en el área de estudio por el surgimiento de la vida aldeana, asociada a la implementación de nuevas estrategias productivas junto a la aparición de nuevas tecnologías como la alfarería. En el caso de Quebrada Tulán se aprecia además, un énfasis en las expresiones rituales referidas a la arquitectura monumental y al arte rupestre (Núñez et al. 2006). El yacimiento Tulán-54 (Tu-54) se emplaza en el borde sur de la quebrada de Tulán (2952 m), datado entre los 3,080±70 (OXA-1840, hilos) y 2,380±70 (Beta-198843, carbón). Se caracteriza por un gran templete central y estructuras de probable carácter habitacional a su alrededor. En el centro del sitio se localizó una gran estructura ovalada de carácter ritual compuesta por un muro perimetral construido con grandes bloques verticales, con nichos rectangulares construidos con jambas y dinteles. Las divisiones internas constan de muros más simples, delimitando estructuras subcirculares interiores. Se registraron 24 neonatos dispuestos en fosas a comienzos de ocupación, acompañados de ofrendas. El sitio se encuentra completamente cubierto por depósitos estratificados.

Tulán-52 (Tu-52) se ubica en quebrada Tulán y se caracteriza por la presencia de estructuras circulares aglomeradas, construidas con grandes bloques verticales, algunas de las cuales presentan nichos compuestos por dintel y jambas. Las dataciones obtenidas cubren un rango temporal desde los 4.580±90 A.P. (Beta-210511, carbón) hasta los 3.860±60 A.P (Beta-198837, carbón). Las estructuras se encuentran completamente cubiertas por depósitos estratificados, compuestos por fogones, restos óseos y líticos principalmente. El conjunto lítico se caracteriza por morteros de hueco cónico y una industria lítica tallada compuesta principalmente por puntas de proyectil foliáceas, cuchillos y raederas. Se encuentran además, en menor frecuencia, perforadores, microperforadores y raspadores. La presencia de obsidiana indica cierta movilidad hacia las tierras altas, al igual que el registro de moluscos del Pacífico posibles interacciones o movimientos hacia la costa. La economía se basa fundamentalmente en la caza de camélidos silvestres, vicuña (Vicugna vicugna) y guanaco (Lama guanicoe) junto a la presencia de animales domésticos (Lama glama) (Benavente 2005-2006, Cartajena et al. 2007, Núñez et al. 2006)

El conjunto lítico se encuentra compuesto por microperforadores, cuchillos de uso expeditivo, además de raspadores, raederas, puntas pedunculadas, preformas y núcleos pequeños, relacionados con la extracción de matrices para microperforadores, asociados a la confección de cuentas e implementos de molienda. La cerámica es abundante, caracterizada por tipos monócromos. Los restos vegetales corresponden especialmente a especies silvestres (Sirpus, Opuntia, Artiplex), no obstante, se registra escasa evidencia de plantas cultivadas como Lagenaria, Chenopudium, Zea maíz además, de la presencia de Oxalis tuberosa (McRostie 2006).

Los sitios arcaicos estudiados pertenecen a una misma tradición cultural denominada PuripicaTulán (Núñez 1992), en la cual la antigua tradición de caza y recolección, transitó hacia grandes campamentos semiestables sustentados en la caza de camélidos silvestres y domesticación de camélidos. Muchos de los rasgos observados

Los análisis osteométricos señalan la presencia de individuos pertenecientes a ambos grupos de tamaño (guanaco/llama) y pequeños (vicuñas). Se observa una amplia representación de camélidos silvestres, lo que denota la importancia de la caza en contextos formativos. Estos datos también son acordes con evidencia de fanéreos, donde 42

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1, un número importante de las unidades anatómicas recuperadas corresponde a extremidades. No obstante, gran parte del conjunto se encuentra altamente fragmentado por lo que se trabajo con una muestra correspondiente a los restos medibles de primeras falanges, segundas falanges y metapodios, los que en el caso de Tulán-52 corresponden a 414 especímenes, en Puripica-1 a 111 y en Tulán-54 a 73. Los especímenes se eligieron al interior de este conjunto debido a su buen estado de conservación, lo que facilitó el diagnóstico puesto que la erosión de los restos arqueofaunísticos puede dar lugar a lo que se conoce como “seudo-patologías” o procesos erosivos que se confunden con la manifestación patológica originando diagnósticos falsos (Cárdenas y Huertas 1990). A cada pieza ósea se le practicó un estudio morfométrico y anatomopatológico, siendo éste complementado con estudios radiológicos y densitométricos.

Figura 1: Área de estudio

METODOLOGIA

Los huesos fueron descritos en relación a la anatomía normal del animal y anatomopatológicamente en relación a la presencia de lesiones exostósicas o de modelamiento o adecuación a una situación externa que ejerce su acción directa o indirectamente sobre el hueso tales como, presiones ejercidas por las masas musculares sobre las superficies de inserción, fruto de un ejercicio de esfuerzo intenso y prolongado. Se utilizó para ello un conjunto de indicadores propios de animales cargueros (Gecele y Concha 1998, Cartajena et al. 1999).

Los restos de camélidos corresponden al taxón mayormente representado en los tres sitios arqueológicos. Como se puede apreciar en la tabla

Como técnica de apoyo diagnóstico, a cada pieza se le practicó rayos X con la finalidad de estudiar la estructura de la matriz ósea, lesiones no

predominan las especies silvestres, vicuña y guanaco, con una baja representación de llama (Benavente 2005-2006; Cartajena et al. 2008). En el caso de los camélidos domésticos, la llama aún no posee una función zootécnica tan clara, sino más bien podría ser considerado un animal menos especializado tanto como recurso cárneo, carga y en menor medida para la obtención de fibras (Cartajena et al. 2007).

Sitio

Primera Falange

Segunda Falange

Metapodios

Otras unidades

Camélidos

NISP

NISP

NISP

anatómicas

NISP Total**

Puripica-1*

772

392

389

1873

3426

Tulán-52

2737

878

549

3710

7874

Tulán-54

314

89

56

3462

3921

TOTAL

3823

1359

994

9045

15221

Tabla 1: Restos de camélidos provenientes de los sitios arcaicos tardíos (Puripica-1 y Tulán-52) y formativo temprano (Tulán-54) (NISP). *Tomado de Hesse 1982a: Tabla 2 **En el total no se consideran los fragmentos de diáfisis, astillas, fragmentos de huesos planos y fragmentos mínimos. 43

Isabel Cartajena et al.

identificables a simple vista u ocultas a la lupa de aumento, realizándose 2 placas radiográficas por hueso en vistas dorso- palmar (plantar) o medio – lateral (latero- medial) según correspondiera, técnica utilizada exitosamente en otros estudios (Izeta y Cortés 2006).

probable función zootécnica que pudieron tener estos animales siguiendo los criterios de Gecele y Concha (1998). Los especímenes también fueron medidos, favoreciendo aquellos puntos que no presentaban alteraciones (von den Driesch 1976). Las medidas fueron llevadas a gráficos de dispersión con el fin de discutir la posible asignación taxonómica de los camélidos que presentaban lesiones. Como esqueletos de referencia actuales se incluyeron en los gráficos una vicuña1, alpaca2 guanaco3 y una llama4 con el fin de delimitar en términos generales, el conjunto asignable al grupo de tamaño grande (guanaco/llama) y pequeño (vicuña/alpaca) (Mengoni y Yacobaccio 2006).

Para su análisis todas las radiografías fueron convertidas a imágenes digitales en formato TIFF (40X, 150 pixel/pulgada) utilizando el programa Motic Image v2.0. En cada imagen se dibujó una máscara siguiendo los bordes del hueso compacto midiendo en ella la densidad óptica de manera directa al igual que en áreas contiguas de hueso esponjoso de manera de compararlas con las áreas de interés patológica. Este proceso se realizó como apoyo cualitativo al diagnóstico estableciéndose categorías de: más denso, menos denso o sin cambios de densidad.

RESULTADOS Los restos arqueofaunísticos descritos en este trabajo corresponden a (Tabla 2):

A través del análisis se buscó separar las lesiones presentes en dos grandes categorías, por una parte aquellas cuyas características se corresponderían a lesiones provocadas por acción patógena (biológica, neoplásica o alteraciones metabólicas) y por otra, aquellas que por sus características pudiesen ser atribuibles directa e indirectamente a una posible acción antrópica, tal como la utilización de animales cargueros, amarre u otras relacionadas con la domesticación de ellos. Gran parte de las lesiones corresponden a crecimientos óseos los que pueden ser atribuidos en su origen a múltiples factores lo que dificulta determinar su etiología. Sin embargo, a pesar de las dificultades antes mencionadas, se busca asociar algunas de las lesiones descritas en este trabajo con la Unidad Anatómica

A través del análisis anatomopatológico se pudieron establecer las siguientes lesiones: Metapodio distal (Puripica-1) Se observa en la cara palmar del hueso hacia distal un surco o impresión profunda de aproximadamente 0,7 cm de ancho que recorre y circunscribe por dorsal a la eminencia condilar. Este surco no está descrito anatómicamente en estos animales y por su estructura, profundidad y 1 Vicuña 1969/17 Zoologische Staatsammlung München 2 Alpaca 1951/168 Zoologische Staatsammlung München 3 Guanaco 1956/89 Zoologische Staatsammlung München 4 Llama1959/247 Zoologische Staatsammlung München

Puripica-1

Tulán-52

Tulán-54

Total

Metapodio

1

-

-

1

Metacarpo

-

1

-

1

Primera falange anterior

1

-

-

1

Segunda falange anterior

-

1

-

1

Segunda falange posterior

-

-

1

1

Total

2

2

1

5

Tabla 2: Especimenes con lesiones analizados provenientes de los sitios arcaicos tardíos (Puripica-1 y Tulán-52) y formativo temprano (Tulán-54). 44

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uniformidad en el recorrido podría ser indicativo de un trauma crónico o permanente en el área (Figura 2).

En la cara dorsal se observan alteraciones del tipo exostósico (1) y degenerativo (3) a nivel del surco transversal de la epífisis distal. En esta zona se inserta proximalmente el ligamento capsular de la articulación metacarpo-falángica, la que por su naturaleza, tiende a ser más pronunciada o sufre de procesos degenerativos en animales de carga o sometidos a trabajo (Gecele y Concha 1998), situación que podría relacionarse, en la actualidad, con cambios morfológicos funcionales que implican la readaptación de una parte del hueso, citación descrita en restos óseos humanos y que abre una interesante arista de investigación (Galtés et al. 2007). Junto a esto, el rasamiento de la cresta intercondílea (2) indicaría que la etiología de la lesión afectó también componentes articulares degenerando el componente cartilaginoso de ésta.

La lesión descrita presenta áreas de adecuación o de compromiso de la matriz ósea, claramente evidenciable radiográficamente. Este resultado indica que en esta zona, se observa una menor densidad ósea en áreas correspondientes al tejido esponjoso. Llama la atención que el moldeamiento óseo llegue a este nivel de profundidad, lo que permite inferir que el espécimen era un individuo joven o en desarrollo cuando fue amarrado y descartar como causa una trampa de lazo o estrangulamiento pues no se evidencian zonas que pudieran relacionarse con necrosis o pérdida de continuidad ósea. Este tipo de lesiones se habría producido por la fricción de amarras en metapodios, al igual que lo observado en otros restos de animales mantenidos en cautiverio (Benecke 1994:33).

Segunda falange anterior (Tulán-52) El espécimen en estudio permite diferenciar el tramado óseo y sus características de densidad ósea y etapa de desarrollo, propio de un animal adulto. Algunas impresiones y modelaciones óseas pueden ser atribuidas no sólo a la edad, si no que también a la acción antrópica como la sobrecarga del animal. Entre las lesiones se evidencia la profundización del labio concéntrico de la tróclea (1) presente en la pieza ósea y el pronunciamiento del surco de inserción ligamentosa (2) que demostraría la acción de los ligamentos interdigitales para evitar la separación

Metacarpo distal (Tulán-52) Se observa en la cara palmar del hueso hacia distal remanentes profundos del surco longitudinal palmar lo que sugeriría algún grado de carga del animal por corresponder al área de la corredera del ligamento suspensor (Figura 3). Junto a lo anterior, sobre la eminencia condilar se observa un crecimiento óseo degenerativo con evidencia de exostosis o sobrecrecimiento óseo la que podría relacionarse con un proceso degenerativo asociado a sobrepeso o peso mal distribuido (Gecele y Concha, 1998).

Figura 3: A la izquierda vista anterior de metacarpo distal proveniente del sitio Tulán-52. A la derecha, vista radiográfica dorso- palmar del mismo hueso.

Figura 2: A la izquierda vista dorsal-lateral de metapodio distal proveniente del sitio Puripica-1. A la derecha, vista radiográfica dorso- palma/ plantar del mismo hueso. 45

Isabel Cartajena et al.

descritos fueron llevadas a gráficos de dispersión. En el caso de los metapodios es posible observar que ambos se encuentran en el rango correspondiente a los camélidos de tamaño grande (Figura 7). En el caso de Puripica-1, el tamaño podría estar afectado por el amarre, sin embargo, refuerza el supuesto que algunos de los animales que están siendo manipulados pertenecen a la parte inferior establecida para los camélidos grandes (Cartajena et al. 2007). En el caso del metacarpo, si bien este se encuentra en el extremo superior del rango de tamaño grande, sus medidas no alcanzan la de las llamas actuales y se mantienen en el rango del guanaco tanto utilizado como comparación como con las medidas presentadas para el guanaco andino (Mengoni y Yacobaccio 2006:238, Figura 16.6). En el caso de las segundas falanges anteriores y posteriores (Figuras 8 y 9), estas también pertenecen al grupo de tamaño correspondiente a los camélidos grandes, no obstante, se encuentran en la parte media del rango, con medidas similares a las presentadas por Izeta y Cortés (2006:271, Figura 3) para guanacos.

Figura 4: A la izquierda vista dorsal de segunda falange posterior proveniente del sitio Tulán-52. A la derecha, vista radiográfica dorso- palmar de la misma falange. anormal de los dedos por el peso soportado por el animal (Figura 4). Segunda Falange posterior (Tulán-54) Se observan alteraciones del tipo exostósico, con un crecimiento óseo prominente el que podría corresponder a una patología inflamatoria crónica o a una neoplasia benigna o maligna del hueso.

En el caso de la primera falange anterior, esta corresponde al único espécimen registrado para el grupo de camélidos pequeños que presenta una lesión (Figura 10), lo que permite señalar que estas se concentran mayoritariamente en el grupo de camélidos grandes.

Primera falange anterior (Puripica-1) Pequeño aumento de tamaño en el área de las carillas de inserción de los ligamentos sesamoideos dístales, no observándose crecimientos óseos de tipo exostósico u otras lesiones como en los casos anteriormente descritos. Las medidas de los especimenes anteriormente

Figura 6: A la izquierda vista posterior de una primera falange anterior proveniente del sitio Puripica-1. A la derecha vista radiográfica dorsopalmar de la falange.

Figura 5: A la izquierda vista posterior de una segunda falange posterior proveniente del sitio Tulán-54. A la derecha vista radiográfica dorsoplantar de la misma falange. 46

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Figura 7: Metapodios distales. Medidas correspondientes al ancho distal (Bd) y a la profundidad distal (Dd) de los sitios Tulán-52 y Puripica-1. DISCUSION Y CONCLUSIONES

había sido demostrada en trabajos de Izeta y Cortés (2006), donde se destaca la posibilidad de estudiar la estructura de la matriz ósea. Junto a lo anterior, al digitalizar las placas radiográficas, y procesar estas imágenes computacionalmente, se pueden contrastar aquellas áreas que presentan alteraciones evidenciables a la radiografía y hacerlas más visibles, o resaltar estas variaciones mediante la determinación de diferencias, por ejemplo, de densidad.

La selección de técnicas diagnósticas de apoyo en el estudio paleopatológico, es crítica, más aún, cuando lo que se pretende es diferenciar si las lesiones estaban presentes al momento de morir el animal. Por esta razón todas las lesiones descritas fueron respaldadas con estudios radiográficos, los que permitieron confirmar las lesiones evidentes y ver los cambios óseos que no se observaban a simple vista. La utilidad del estudio radiográfico como apoyo a la observación morfológica ya

Los resultados permitieron clasificar los 47

Isabel Cartajena et al.

Figura 8: Segunda falange anterior. Medidas correspondientes al ancho de la faceta articular proximal (BFp) y la profundidad proximal (Dp) de los sitios Tulán-52 y Puripica-1. especímenes óseos según causa probable de lesión en inespecífica y antrópica. En la primera categoría se encontraría la segunda falange posterior proveniente de Tulán-54, la segunda falange anterior y metacarpo provenientes del sitio Tulán-52. Estos últimos, a pesar de presentar crecimientos óseos de difícil asignación causal, dada la morfología de las lesiones y ubicación anatómica de éstas, podrían corresponder a lesiones producto de sobrecarga del animal. En la segunda categoría se encuentra un metapodio del sitio Puripica-1 el que presenta claras huellas de fricción por amarras.

Es importante señalar, que las lesiones se concentran en el grupo de camélidos de tamaño grande (guanaco/llama), donde es sugerente las evidencias de modelamiento sobre el hueso por presiones ejercidas por las masas musculares sobre las superficies de inserción, que podrían ser fruto de un ejercicio de esfuerzo intenso y prolongado. Esta situación contrasta con las lesiones registradas sólo en un espécimen del grupo de camélidos pequeños (vicuña) donde las lesiones presentes en la falange anterior corresponden solo a un ligero aumento en el área de las carillas de inserción de los ligamentos 48

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Figura 9: Segunda falange posterior. Medidas correspondientes al ancho de la faceta articular proximal (BFp) y la profundidad proximal (Dp) de los sitios Tulán-52 y Puripica-1. sesamoideos dístales.

De igual forma, si las modificaciones presentes en falanges y metapodios se relacionaran con un esfuerzo intenso y prolongado, estas operarían sobre individuos que aún no alcanzan el tamaño y contextura de las llamas actuales, sino que corresponderían a animales más rudimentarios. Sin embargo, es necesario señalar que los animales silvestres presentan diversas patologías exostósicas (Wobeser y Rung 1975; Hugo Yacobaccio comunicación personal 2007) por lo que es necesario contrastar estos estudios con muestras mayores.

El grupo que presenta las lesiones, se encuentra en general en la parte media e inferior del rango establecido para los camélidos de tamaños grande, el que durante el Arcaico Tardío presenta una amplia varianza, debido a la variación observada en los especimenes durante el proceso de domesticación (Cartajena et al. 2007). Es en este segmento donde se ha postulado una incidencia de la manipulación humana, como lo denota el metapodio perteneciente a un animal en cautiverio. 49

Isabel Cartajena et al.

Figura 10: Primera falange anterior. Medidas correspondientes al ancho de la faceta articular proximal (BFp) y la profundidad proximal (Dp) de los sitios Tulán-52 y Puripica-1. Si bien las condiciones ambientales se caracterizan por una aridez regional generalizada, en ambas quebradas es posible observar un escenario favorable en términos de disposición de forraje y agua. Desde esta perspectiva los factores ambientales no estarían incidiendo mayormente en el estado de salud de los animales, puesto que por una parte, el número de lesiones óseas en relación al conjunto total estudiado es bajo y por otra, éstas no se encuentran generalizadas en ambos grupos de tamaño, sino en su mayoría en el conjunto de camélidos grandes.

Esta línea de investigación, sin duda, nos permite acercarnos tanto al conocimiento de la salud de los animales como también comprender el tipo de camélidos seleccionados en el pasado y su relación con diversas funciones zootécnicas como la carga. Este último aspecto es de especial relevancia para comprender la interacción y tráfico de bienes tempranos en el ámbito circumpuneño. Hasta el momento la evidencia osteométrica y proveniente de fanéreos sugiere que incluso durante el Formativo Temprano la llama, aún sería un animal poco especializado, puesto que se 50

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

observa un importante aporte cárneo de especies silvestres como también una baja utilización de sus fibras (Cartajena et al. 2009), denotando un uso que apuntaría hacia la utilización como animal de carga.

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Agradecimientos: Agradecemos el acceso a los esqueletos de referencia pertenecientes a la Zoologische Staatssammlung, Muenchen, Alemania y a los evaluadores por sus comentarios y sugerencias.

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De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

4 EL VELLÓN DORADO. APROPIACIÓN SOCIAL DE VICUÑAS EN UN OASIS DE LA PUNA DE ATACAMA (CATAMARCA, ARGENTINA) Claudio M. Revuelta* *CONICET, Museo de Ciencias Naturales – Universidad Nacional de La Rioja, y Unidad de Antropología, INCIHUSA – CCT Mendoza. Av. R. Favaloro y Laprida s/n, La Rioja, Argentina. E-mail: [email protected], crevuelta@ unlar.edu.ar

RESUMEN Se aborda en este trabajo la hipótesis de una apropiación social de cueros de vicuñas. Para ello, tomamos como caso de estudio el análisis zooarqueológico de una unidad doméstica conocida como TC1 en el oasis agrícola de Tebenquiche Chico, situado en el norte de la Provincia de Catamarca (Argentina). Una serie de datos surgidos del análisis zooarqueológico, principalmente de la taxonomía, los perfiles etarios, la tafonomía, las huellas de procesamiento y la presencia de fanéreos, son utilizados a fines de fundamentar nuestra interpretación. A su vez, los análisis osteométricos realizados sobre un número importante de primeras falanges del mismo conjunto, las cuales se hayan altamente representadas, resultaron una excelente vía de contrastación de la taxonomía obtenida por otras vías, mostrando que la mayoría de sus tamaños corresponderían a estándares actuales de vicuñas. En este contexto, tomando en cuenta el conjunto de información generada, se propone una apropiación social de cueros de vicuñas tendientes a la obtención de fibras de altísima calidad por parte de los pobladores de un oasis campesino, situado en la Puna de Atacama, por lo menos para el primer milenio de la era. ABSTRACT This paper discusses the presence of Andean camelid remains, especially those identified as vicuñas, recovered from a household named TC1 located at Tebenquiche Chico oasis (Departament Antofagasta de la Sierra, Catamarca). Data from taxonomic identification, taphonomic agents and processes and suggestive cutmarks placed in first and second phalanxes allows building the hypothesis of a social appropriation of vicuñas hide´s and leathers during part of the first millennium A.D. INTRODUCCIÓN

Los trabajos se enmarcan principalmente en torno a identificar los inicios del proceso de domesticación en los Andes Centro-Sur (Browman 1989; Yacobaccio 2001; Yacobaccio, Elkin y Olivera 1994), la etnoarqueología de pastores atendiendo a patrones de asentamiento

Las narrativas arqueológicas vinculadas al uso de animales en el pasado, en este caso camélidos andinos, ocupan un lugar importante en la historia de la arqueología de la Puna Argentina.

De la Puna a las Sierras: Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina. Andres D. Izeta y Guillermo L. Mengoni Goñalons (Ed.) British Archaeological Reports International Series. SAMAR 19. 2012: 53-66

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Claudio Revuelta

al. 1997; Núñez, L. y M. Grosjean 1999; Núñez, L. et. al. 1995-96; Valero Garcés et al. 2000) que coinciden en general que hacia el 2000 AP se habrían establecido las condiciones ambientales semejantes a las actuales, luego de alternadas fases de humedad y sequedad desde el inicio del Holoceno.

y su registro faunístico (Caracotche 2001; García 1991; Haber 1990, 1991; Haber et. al. 1991; Madero y Yacobaccio 1994; Nielsen 2001; Yacobaccio et. al. 1998), análisis de pasturas con intenciones forrajeras (Haber 1991, 1992), análisis de fibras (Reigadas 1994), estudios de anatomía económica (Mengoni Goñalons 1991, 2001; Olivera 2001) o desde un punto de vista más teórico y reflexivo (Haber 1995-1996; 2001; Rabey 1989) e incluso etnográfico (Göbel 1994, 2001), entre otros.

El paisaje social del oasis está definido por la construcción de trece compuestos domésticos que se sucedieron a través del tiempo, ocupando y reocupando la quebrada, funcionando en algún momento de forma simultánea. Cada uno de éstos compuestos está integrado por un núcleo residencial formado por habitaciones, patios, y estructuras agrícolas con sus respectivos canales de riego, lo que hace aparecer a cada compuesto como una unidad autosuficiente de producción (Haber 1999). El patrón doméstico es sin duda la característica más notable del oasis, pero lejos de ser una imagen aparente y actual, lo doméstico tuvo una significación real en el pasado, jerarquizado a través de la arquitectura. Lo doméstico fue parte central en la historia y en la producción y reproducción del paisaje social del oasis en el largo término.

Mayoritariamente, los estudios en la Puna de Atacama han centrado su atención en lo concerniente a camélidos domésticos, esencialmente Lama glama, produciendo importante información. Sin embargo, por otro lado, los camélidos silvestres como la vicuña (Vicugna vicugna), han sido objeto de pocas investigaciones específicas en el área (Haber 2007; Moreno y Revuelta 2008; Revuelta 2005, 2007, 2008). En referencia a ello, Haber (1999, 2002) ha otorgado a la apropiación de fibra de vicuña un lugar primordial dentro de su teoría de los oasis puneños, donde la producción de bienes textiles desempeñaría uno de los ejes sobre el cual giró la articulación y configuración del espacio regional más amplio de la Puna de Atacama con otras regiones.

El compuesto doméstico TC1 (Figura 1), localizado a 3650 msnm, está integrado por dos recintos habitacionales contiguos delimitados por muros elevados, y comunicados por un vano de circulación de orientación este-oeste, a los cuales se accede desde un patio. Otros dos espacios están delimitados por líneas bajas de piedra ubicados hacia el oeste, a manera de terrazas sobre la barranca del curso de agua. Para el oasis de Tebenquiche Chico se ha elaborado una cronología de su ocupación en base a una serie de fechados radiocarbónicos realizados sobre materiales recuperados de TC1, contando con una primera ocupación entre los Siglos IV y VI prolongándose hasta los Siglos XI y XIII, y un segundo momento en los Siglos XVI y XVII.

A partir del análisis zooarqueológico de la unidad doméstica TC1 del oasis agrícola de Tebenquiche Chico (Dpto. Antofagasta de la Sierra, Catamarca), nos proponemos aproximarnos al rol de estos animales en un sector de la Puna Argentina. TEBENQUICHE CHICO Y SU HISTORIA SOCIAL La quebrada homónima se enmarca geográficamente en la Puna Meridional o Puna Salada (Olivera 1991; Nuñez y Santoro 1988), se ubica en el Dpto. de Antofagasta de la Sierra de la provincia de Catamarca en el margen occidental del Salar de Antofalla. El área limita hacia el Este con la Sierra de Calalaste, y la Sierra de Antofalla hacia el Oeste, junto a la imponente presencia del volcán homónimo (de 6409 msnm) y el Cerro Tebenquiche (con 5837 msnm). En cuanto a las condiciones paleoclimáticas de la región, existen una serie de trabajos (Binford et

ZOOARQUEOLOGÍA DE TC1 El material faunístico de TC1 utilizado para este trabajo corresponde a Camelidae y fueron analizados teniendo en cuenta variables que nos permitieran identificar especies, clases de edad, huellas de procesamiento, alteraciones tafonómicas y procesos de formación. Para 54

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

Figura 1: Planimetría de la unidad doméstica TC1 (Tebenquiche Chico). la identificación taxonómica de especies de camélidos, consideramos en primer lugar las características macroscópicas definidas por Benavente et.al. (1993), por otro lado, apelamos a la osteometría cuyos valores fueron comparados con parámetros actuales de camélidos (Miller 1979; Madero 1991; Belloti López de Medina 2007; Izeta 2004; Srur e Izeta 2008). Este criterio se basa en la posibilidad de diferenciar las distintas especies de camélidos andinos en función de las variaciones de tamaño existente entre las mismas (de menor a mayor, vicuñas, alpacas, guanacos y llamas).

tamaño entre ambos taxones, siempre y cuando se encuentren fusionadas, tomándose en cuenta la relación entre tamaño y fusión (Haber 1999; Izeta 2007; Kent 1982; Madero 1993; Miller 1979; Revuelta 2005). A su vez, se consideraron las clases etarias (Herrera 1988; Kent 1982; Mengoni 1999), la tafonomía a través de la meteorización (Behrensmeyer 1978), la acción de roedores y de carnívoros (Binford 1981; Mondini 1996, 1999, 2000), las huellas de procesamiento (Lyman 1987, 1994), y finalmente, hacemos mención de la existencia de fibras animales dentro del conjunto de materiales recuperados en TC1.

Esta vía metodológica permite discriminar principalmente dos grupos de tamaños, uno grande que incluye a llamas y guanacos, y otro pequeño, con vicuñas y alpacas. El problema radica en discriminar al interior de cada grupo. En nuestro caso, ello podría simplificarse por las siguientes consideraciones. El grupo pequeño estaría representado solamente por vicuñas dado que, como se dijo en acápites anteriores, la alpaca no habitó el NOA, lo cual facilitaría su identificación taxonómica. En lo que concierne al grupo correspondiente a tamaños grandes, tanto llamas como guanacos podrían estar presentes en el conjunto faunístico de TC1 por lo cual tendríamos en rigor un grupo indiferenciado de llamas/guanacos. Los especimenes que seleccionamos para la aplicación del criterio osteométricos fueron las primeras falanges dada su excelente representación en ambos conjuntos y por ser buenas indicadoras de las diferencias de

De los restos faunísticos recuperados de TC1, unos 4022 especímenes fueron asignados a Artiodactyla, de los cuales 2785 especímenes (69 por ciento) han podido ser identificados como Camelidae. De una primera lectura general del NISP porcentual para camélidos (Figura 2), observamos que los valores muestran un alto porcentaje de falanges proximales (314 especímenes, 11 por ciento), mesiales (226 especímenes, 8 por ciento) y distales (156 especímenes, 6 por ciento), junto a sesamoides (164 especímenes, 6 por ciento) y costillas (282 especímenes, 10 por ciento)1. 1 En el caso de las costillas, su alto valor debe tomarse con cuidado, ya que tienen una alta fragmentación, por lo que el valor del NISP tiende a sobrerepresentarse, como en este caso.

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Claudio Revuelta

El conjunto óseo presenta una buena conservación, donde el 74 por ciento (2976 especímenes) se encuentra entre los grados 0 y 2 con respecto a la meteorización. La acción de roedores y carnívoros puede verse en el conjunto donde un 10% de los fragmentos presentan marcas con respecto al total (4022 especímenes), o un 13,8 por ciento en función solamente de los valores del NISP (2785 especímenes). Entre los huesos más afectados por carnívoros2, observamos que las mayores frecuencias se encuentran en costillas con 28 especímenes, falanges proximales con 13 especímenes y vértebras lumbares con 11 especímenes. En términos porcentuales, entre estos fragmentos y el total de fragmentos para cada elemento óseo, los más afectados son la esternebra con el 100 por ciento3, seguido por vértebras lumbares con el 17 por ciento, pelvis y costillas con el 10 por ciento, y metacarpo con el 8 por ciento. En relación a los huesos afectados por roedores4 figuran, en orden de importancia, falanges proximales con 44 fragmentos, mesiales con 39 fragmentos, costillas con 33 fragmentos, sesamoides con 31 fragmentos, falanges distales con 24 fragmentos, y metapodios con 22 fragmentos. Al observar los datos, en términos porcentuales, los huesos más afectados con porcentajes superiores al 15 por ciento son sesamoides (19 por ciento), metacarpos (19 por 2 Entre los carnívoros más comunes de la Puna se encuentran dos especies de zorros, el colorado (Pseudalopex culpaeus) y el gris (P. griseus), siendo el primero el más grande (Olrog y Lucero 1981; Mondini 1996, 2000). En ambos casos su dieta es omnívora, pero presentan algunas diferencias ya que el zorro colorado se basa principalmente en pequeños mamíferos, e incluye la carroña de vertebrados más grandes, y el zorro gris es más carroñero que el anterior (Mondini 1996:3) y finalmente el puma (Puma concolor), que es por sobre todo cazador. En TC1 se han encontrado restos de puma (Puma concolor), Felidae cf. Lynchailurus y zorro gris (Lycalopex grisaeus), no habiendo evidencias de perros salvajes ni domésticos (Canis familiares) ni salvajes (Haber 1999:376). 3 Se identificó solamente un fragmento correspondiente a esternebra, el cual tenía marcas de carnívoros. 4 Entre los roedores de la fauna local de la quebrada y del conjunto zooarqueológico de TC1 se encuentran sigmodontinos (Phyllotis sp. cf. xanthoygus, Akodon sp. o Abrotex sp., Neotomys ebriosus y Eligmodontia sp.) y caviomorfos (Ctenomys sp., Lagidium viscacia, Abracoma sp. y Chinchilla sp.) (Haber 1999:373). Las marcas podrían ser asignadas por sus características, principalmente por su tamaño, a roedores pequeños.

ciento), pisiformes (18 por ciento), naviculares (17 por ciento), 2º falanges (17 por ciento), patelas (16 por ciento), 3º falanges (15 por ciento), cuboides (15 por ciento) y metapodios (15 por ciento). Entre los huesos con porcentajes menores al 15 por ciento y superiores al 10 por ciento están, cuneiformes (14 por ciento), 1º falanges (14 por ciento), pelvis (13 por ciento), costillas (12 por ciento), escafoides (11 por ciento), 5º tarsiano (11 por ciento), fémures (11 por ciento) y astrágalos (10 por ciento). A fines de agrupar la información hemos reunido los especímenes con marcas de roedor y carnívoro por regiones del esqueleto, cabeza (cráneo y mandíbula), cuello (atlas, axis y vértebras cervicales), esqueleto axial (vértebras dorsales y lumbares, pelvis, sacro, costillas y esternebras), pata delantera superior (escápula, Hiode Sesamoide Metapodio Metatarso Calcáneo Astrágalo 5º tarsiano Fibular Cuboide Entocuneiforme Navicular T ibia Patela Fémur Pelvis 3º falange 2º falange 1º falange Metacarpo Unciforme T rapezoide Mágnum Lunar Cuneiforme Escafoide Pisiforme Radio-cúbito Húmero Escápula Esternebra Cartílago costal Costilla Caudal Sacro Lumbar Dorsal Cervicales Axis Atlas Molar Premolar Canino Incisivo Premolar decíduo Mandíbula Cráneo 0

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Figura 2: Representación porcentual del NISP respecto del total de la muestra. 56

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húmero, y radio-cúbito) e inferior (carpos), pata trasera superior (fémur y tibia) e inferior (tarsos), y autopodios (metacarpos, metatarsos, metapodios, falanges y sesamoides). Resultando que las regiones más afectadas por carnívoros son el esqueleto axial con el 59,5 por ciento de los huesos afectados, a lo que le siguen los autopodios con el 29,7 por ciento. Con respecto a los huesos afectados por roedores los autopodios reúnen el 51,9 por ciento de las marcas.

Vicuñas y Llamas La distribución general del NISP respecto de la identificación de llamas y vicuñas en el conjunto arqueofaunístico de TC1 puede observarse en la Figura 3, donde las distintas vías metodológicas han sido agrupadas5. Los picos más altos de llamas respecto de vicuñas están representados en el cráneo, las vértebras lumbares y la pelvis. Mientras, que los picos a favor de las vicuñas, corresponden a vértebras cervicales, el húmero, el radio-cúbito, las falanges proximales y mesiales, el fémur, la tibia, el calcáneo y los metapodios.

Con respecto a los perfiles etarios del conjunto, tenemos una presencia de 531 especimenes que están fusionados y 368 no fusionados, en otras palabras, podríamos decir que tenemos un 59 % de animales maduros y un 41 % de animales inmaduros. La presencia de animales correspondientes a crías (menores a 1 año) estaría avalada por la representación de especímenes no fusionados de escápulas (coracoides), húmeros (distales y proximales) y fémures (trocánteres), cuya fusión ocurre a edad temprana mucho antes del año de edad (Mengoni 1999). Mientras que otros especímenes como falanges (primeras y segundas), calcáneos y tibias (distales) no fusionadas, muestran posiblemente la presencia de animales juveniles (entre 1 a 2 años). Por último, los animales adultos por su parte estarían representados mediante algunos especímenes correspondientes a tibias cuyas epífisis proximales se encuentran fusionadas, lo que ocurre en animales a partir de los 2 años de edad. Igualmente, hay especímenes pertenecientes a fémures cuyas epífisis proximales (cabeza) están fusionadas.

Con respecto a los perfiles etarios, según aquellos especímenes donde se ha podido constatar dicha información, encontramos que para vicuñas hay un total de 244 especímenes fusionados (99 %) y sólo 3 especímenes no fusionados (1 %); mientras que para llamas registramos 50 especímenes fusionados (72 %) y unos 19 especímenes no fusionados (28 %). De lo que resulta interesante, es la mayoría de individuos osteológicamente maduros correspondientes a vicuñas, y un incremento importante de animales inmaduros para llamas, aunque también se observan individuos maduros. Falanges proximales Para el caso de las falanges (proximales y mesiales) no existen claves taxonómicas como 5 Se ha calculado en base a ello un MNI igual a 16 vicuñas y 6 para llamas, siguiendo principalmente los criterios de lateralidad, fusión y tamaño.

Figura 3: Frecuencia de NISP identificados como Llamas y Vicuñas. 57

Claudio Revuelta

en el cráneo o los húmeros por ejemplo, por lo que la identificación de especies se llevó a cabo a través de la osteometría. Además hemos tenido en cuenta la relación entre tamaño y estado de fusión ósea usando para ello dos muestras actuales de llamas, una de cría y otra de adulto, y los datos osteométricos de camélidos actuales (Belloti López de Medina 2007; Izeta 2004; Srur e Izeta 2008 ). Los elementos medidos corresponden a primeras falanges, las cuales estaban fusionadas y no tenían fracturas. Las medidas utilizadas son: largo máximo, ancho de la superficie articular proximal, alto de la superficie articular proximal, ancho de la superficie articular distal, alto de la superficie articular distal (Kent 1982)

medidas de llamas y guanacos comparativos, a los que no pudieron ser asignados valores de muestras arqueológicas. La otra población, podría ser dividida en otras dos poblaciones, unas con medidas de camélidos grandes al que se le asocia un espécimen recuperado en TC1 y algunos de vicuñas y valores correspondientes a elementos arqueológicos. Estas falanges no podrían ser asignadas a ninguna de las especies, sino simplemente a camélidos, ya que existe una correlación con las diferentes poblaciones de camélidos. Finalmente, la otra población presenta la mayoría de los valores arqueológicos que se asociarían con medidas correspondientes a vicuñas.

En la Figura 4 mostramos un dendograma (siguiendo el sistema UPGMA, distancia Manhattan) con los datos métricos de las falanges de TC1 y de las muestras comparativas. En la misma podemos observar dos poblaciones principales, una caracterizada por los camélidos de tamaños grandes que se correlacionan con las

Para observar esta distribución de otra mantera, realizamos un análisis bivariado en el cual comparamos las medidas de largo total y el ancho latero-medial de la epífisis proximal de falanges proximales completas con valores conocidos de referencia (Figura 5). Mediante este análisis, de la totalidad de falanges identificadas (n=314),

Figura 4: Dendograma correspondiente a las mediciones de cinco variables para 1º falanges. Los valores que se indican como TC1 corresponden a los ejemplares medidos procedentes de la excavación de dicha unidad doméstica, mientras que aquellos cuya primera letra es L corresponde a llamas, V corresponde a vicuñas y G a guanacos. Las medidas de referencia fueron tomadas de Belloti López de Medina (2007), Izeta (2004) y Srur e Izeta (2008). 58

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Figura 5: Osteometría de falanges proximales (ancho latero-medial de la epífisis proximal y largo total) de TC1. Las medidas de referencia fueron tomadas de Belloti López de Medina (2007), Izeta (2004) y Srur e Izeta (2008). 75 fueron asignados a vicuñas (84,3%) y 14 a llamas/guanacos (15,7%), no distinguiéndose en este caso falanges delanteras y traseras.

localizan en la diáfisis proximal (con tendencia a concentrarse en la cara posterior) y sus orientaciones son, por un lado, oblicuas al eje longitudinal del hueso, y por otro, transversales, presentando una morfología de tipo fricción filosa.

Huellas de procesamiento Hemos identificado 27 especímenes de huesos de vicuñas con huellas de procesamiento, los cuales en términos porcentuales se distribuyen de la siguiente manera: el 33, 3 por ciento a falanges proximales, el 29,6 por ciento para radio-cúbitos, seguido por falanges mesiales con el 11,1 por ciento, húmeros y metapodios con el 7,4 por ciento y, finalmente, cráneos, cervicales y lumbares con el 3,7 por ciento. En el caso de huesos de llamas registramos 14 especímenes, las vértebras lumbares tienen el 28,6 por ciento y los húmeros el 21,4 por ciento, seguido por mandíbulas, cervicales, escápulas, radio-cúbitos, falanges proximales, fémur y metapodios con el 3,1 por ciento.

Marcas de roedores y carnívoros La actividad de roedores en falanges proximales y mesiales a nivel familia Camelidae, muestran que un 14 por ciento (44 especímenes) de las primeras y un 17 por ciento (39 especímenes) de las segundas, están alteradas. Según la taxonomía tenemos que para las falanges proximales con marcas de roedor el 92,3 por ciento son de vicuñas, y el 7,7 por ciento de llamas, mientras que para las falanges mesiales el 100 por ciento son de vicuñas. Fanéreos Existe, otro aspecto importante que avalaría una apropiación de cueros de vicuñas en TC1, como es la presencia de fanéreos asignados a esta especie en el interiore del espacio doméstico. Los mismos constan de restos de fibra con sustancias

Los porcentajes (Figura 6) muestran diferencias respecto de las unidades anatómicas de vicuñas (falanges proximales y radio-cúbitos) y llamas (húmeros y vértebras lumbares) con huellas de cortes, la mayoría de los cortes registrados se 59

Claudio Revuelta

Figura 6: Representación porcentual del NISP con huellas de cortes correspondiente a Vicuñas y Llamas. adheridas (suciedades), recortes de cuero con pelo producidos durante las actividades de esquila de los mismo y fibras sin hilar e hiladas, lo que estaría vinculado con procesos de hilado y preparado de textiles con fibras de alta calidad (Haber 1999).

una predominancia marcada hacia animales que ya alcanzaron la edad adulta, esto es, a partir de los dos años de edad (Herrera 1988). Lo que decididamente no se trataría de una estrategia de cacería selectiva con miras a la obtención de carne (Haber 1999), de lo que se esperaría la matanza de animales de corta edad, sino más bien pareciera sugerir otra racionalidad, como lo es la apropiación social de la lana de vicuña. Los perfiles etarios de vicuñas de TC1 coinciden con los parámetros actuales sobre manejo de la vicuña silvestre, donde los estándares de calidad de fibra se encuentran a los dos años de crecido el vellón (Hoffman et. al. 1983:560), e incluso estarían de acuerdo con los períodos establecidos para llevar a cabo los encierros con miras a un uso sustentable del vellón de la vicuña, los cuales se practican también cada dos años (Hoffman 1999).

DISCUSIÓN Y CONCLUSIÓN Hemos visto que el conjunto faunístico de TC1 se compone principalmente de camélidos, situación que comparte con otros sitios de la Puna y el NOA (Olivera 1999). Dentro del cual se han podido identificar taxonómicamente dos especies, una silvestre como la vicuña (Vicugna vicugna) y otra doméstica como la llama (Lama glama). Los perfiles etarios para llamas muestran que se tratan tanto de animales muy jóvenes (crías), como de animales juveniles – adultos. Lo cual es entendido, en muchos casos, como una estrategia vinculada, por un lado, a la utilización de la llama como animal productor de carne (ya que preferentemente se codician animales jóvenes) y por otro, al sacrificio de animales de mayor edad, tal vez al cumplir parte de su ciclo útil como animal doméstico, haciendo uso de su carne y de su lana (explotación mixta) (Yacobaccio et. al. 1997-98.)

Los patrones de huellas de cortes sobre especímenes de vicuñas y llamas fueron otra de las vías de información utilizadas. Las huellas se encontraban en mayores porcentajes en llamas que en vicuñas, pero estas se diferenciaban notoriamente de las partes esqueletarias donde se concentraban las huellas de cortes, en el caso de la vicuñas principalmente en las falanges proximales. Con respecto a los instrumentos líticos empleados para tales actividades, en

Por su parte, el perfil etario para vicuñas muestra 60

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

un trabajo anterior (Revuelta y Moreno 2004), habíamos propuesto que los instrumentos que presentan los filos más adecuados para el cuereo y la desarticulación de los animales son principalmente las lascas de filos naturales de basalto y los raspadores o cepillos presentes en TC1 (Moreno 2005), lo que estaría relacionado posiblemente con los tipos de huellas de cortes de sección filosa presente en los huesos. Parte de dicha actividad de esquila, y procesamiento de cueros de vicuñas, encuentra sustento en una serie de hallazgos efectuados en TC1 que corresponden a restos de fanéreos en su mayoría de vicuñas, entre ellos, un recorte de cuero con pelo, fibras sin hilar e hiladas y un fragmento de uso con hilo (Haber 1999).

huellas de cortes. En este sentido, revisando la bibliografía en busca de algunos indicadores que permitieran interpretar estas huellas de cortes, observamos que coinciden con los cortes dejados al producirse la desarticulación y el descuerado de los animales entre la epífisis proximal del metacarpo y los carpianos, donde también podrían incluirse los metatarsos y tarsianos (Binford 1981: Figura 4.28; Miller 1979: Figura 2.2). Las huellas de cortes sobre los mágnum y los entocuneiformes de TC1 se localizan todas sobre la cara anterior del hueso y la mayoría es de tipo fricción filosa (Lyman 1987). Los casos etnográficos reportados para el procesamiento y desarticulación tanto de camélidos (llamas) como de otros ungulados (caribú), coinciden en gran medida con la información registrada para TC1, donde los cortes se realizan precisamente a la altura de la articulación del mágnum con el escafoide y del entocuneiforme con el astrágalo, quedando las patas separadas del resto del cuerpo, aunque no necesariamente del cuero. Una vez realizada la desarticulación, se pudo proceder a doblar hacia delante el metacarpo rompiendo la articulación de manera que este quede libre y colgando (Miller 1979:202).

Se ha planteado para casos de camélidos que las actividades de cuereo dejan huellas de cortes transversales u oblicuas a la altura de la primera falange, y que dichas huellas son “dejadas por instrumentos de filo cortante al querer cortar el cuero del pie o la mano a la altura de la primera falange con el objeto de extraer el cuero separado de la parte del acropodio que posee la pezuña” (Mengoni y Silveira 1979:263) quedando las terceras falanges y las pezuñas adheridas al cuero (Mengoni y Silveira op. cit.). Dicho patrón concuerda con lo observado para los casos de TC1. Basándonos en ello, es que interpretamos que las huellas en falanges proximales estarían mostrando actividades de cuereo de vicuñas al interior de la casa. Tal vez, y retomando las huellas presentes en carpos, tarsos y metapodios (metacarpos y metatarsos incluidos), las huellas muestren dos etapas en el proceso de cuereado. Una de ellas, realizada cuando muerto el animal se procedía a cortar las patas, pero no separándolas del cuero, a la altura del mágnum (para carpianos) y del entocuneiforme (para tarsianos) con el fin de extraer completo el cuero, quedando los metapodios y falanges (y sesamoides) colgados a los mismos. Luego, una vez ingresados a la casa, se seguía el proceso de sacar el cuero realizando esta vez una serie de cortes a la altura de la primera falange.

A esto debemos agregar otros casos etnográficos como lo observado por Haber (et. al. 1991) en Antofagasta de la Sierra (Pcia. de Catamarca) para llamas, donde las primeras unidades resultantes del trozamiento corresponden a metapodios, falanges y algunos carpianos o tarsianos como partes de una unidad, además se menciona que en los corrales –lugares de matanza- se encuentran gran cantidad de patas inferiores con cueros (Haber et. al.:221). Olivera y Nasti (2001) también para la misma región, muestran que uno de los primeros pasos al realizar el procesamiento de una llama sacrificada se separan los metapodios (Olivera y Nasti 2001:297) a la altura de los carpos y tarsos, quedando unidos metapodios y falanges. El conjunto de datos reunidos a lo largo de este trabajo creemos apoyan la interpretación de la apropiación social de vicuñas (Haber 1999; Revuelta 2005, 2007, 2008; Moreno y Revuelta 2008), lo que obviamente también incluía su consumo. Este producto, así como textiles

Si bien no contamos con información taxonómica para el mágnum y el entocuneiforme, es interesante destacar que el 26,6 por ciento (8 especímenes) de los primeros y el 17,2 por ciento (5 especímenes) de los segundos, presentan 61

Claudio Revuelta

manufacturados, durante el primer milenio, podría haber sido utilizado en el marco de diversas articulaciones regionales dado que era un bien posible de ser intercambiado a escala macro-regional (Haber 1999).

hermosas jornadas en el marco del XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina en San Salvador de Jujuy. Sin embargo, lo expresado acá, es de mi total responsabilidad. REFERENCIAS CITADAS

Una serie de elementos recuperados en Tebenquiche Chico proveen una idea aproximada de dicha articulación. Entre ellos damos cuenta de valvas de ositión (Chamys sp.) del Pacífico, cerámicas del área de San Pedro de Atacama (vasos y pipas San Pedro Negro Pulido, vasos San Pedro Rojo Pulido y pucos San Pedro Rojo Grabado), cerámicas de la Quebrada del Toro (Vaquerías Tricolor y Las Cuevas), cerámicas del valle de Hualfín y Abaucán (Ciénaga, Hualfín, Saujil) y valle de Ambato (Aguada Negro Grabado), donde los tejidos, hilos y/o fibras de vicuñas -como bien producido localmenteestarían formando parte del conjunto de bienes que el oasis insertaba en la articulación circumpuneña (Haber 1999).

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En síntesis, hemos narrado una serie de sucesos, antecedentes, datos y acontecimientos vinculados a un paisaje campesino, sus animales y la vida social en un oasis puneño en torno al aprovechamiento de la fibra de vicuña y el tratamiento de sus huesos en el interior de una pequeña casa. Hemos intentado seguir una trama, de las muchas posibles, donde la comida nos ha servido más allá de las calorías para pensar la cultura (Gosden 1999) y adentrarnos en el relato sobre la apropiación social del vellón dorado en un oasis de la Puna de Atacama.

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Agradecimientos. Diversas personas han contribuido de modos diferentes a este trabajo, entre ellos, me gustaría agradecer a Alejandro Haber, Guillermo Mengoni Goñalons, Mariana Mondini, Richard Burger y David Browman, quienes siempre han estado dispuestos a mis reiteradas consultas, y en varios casos, han tenido la gentileza de enviarme sus trabajos. A Enrique Moreno con quien compartí muchos de estos temas, y discutí distintos aspectos sobre el uso social de estos bellos animales en el pasado y la actualidad. Finalmente, a los coordinadores del Simposio “De la Puna a las Sierras: Avances y Perspectivas en Zooarqueología”, Guillermo Mengoni Goñalons y Andrés Izeta por propiciar este encuentro, con quienes compartimos

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RESUMEN El propósito de este trabajo consiste en indagar acerca de las formas de aprovisionamiento, distribución y consumo del registro arqueofaunístico presente en el sitio Piedras Blancas, al cual se le adjudicó la funcionalidad de unidad residencial de elite. Asimismo, se sostiene que las formas de alimentación y los patrones de uso de los animales constituyen una alternativa válida a la hora de analizar distinciones sociales y discutir acerca de la existencia de un acceso diferencial a los recursos dentro de un mismo grupo internamente diferenciado, como es el caso de Aguada de Ambato, entre los siglos VI y XI d.C. ABSTRACT The purpose of this paper is to investigate the patterns of acquisition, distribution and consumption of the archaeofaunal assemblage of the site Piedras Blancas, which was identified as a single elite residential unit. It is proposed that an analysis focused on patterns of consumption and use of faunal material can help to better understand social distinctions and add to a discussion about the presence of differential access to resources within a single internally differentiated group, such as the case of Aguada of Ambato, between the sixth and eleventh centuries AD. INTRODUCCIÓN

Ambato (González 1998), estuvo basado en una intensificación en la explotación de los recursos, asociado a un incremento demográfico, diversificación de los roles sociales y marcadas desigualdades económicas, sociales y políticas. A partir de su concreción, esta sociedad llegó a interactuar con poblaciones en zonas aledañas, que pasaron a integrarse en una misma esfera supra-regional, cada una con características propias (Laguens 2004; Pérez Gollán 1991).

Uno de los temas de interés en la Arqueología del Noroeste Argentino, es el origen e institucionalización de la desigualdad social. En esta línea se enmarca el Proyecto Arqueológico Ambato, cuyo objetivo principal es reconstruir los procesos sociales, políticos, económicos y simbólicos que condujeron a la formación de una sociedad compleja centrada en el mantenimiento de desigualdades sociales, como la que se desarrolló entre los siglos VI al XI d.C. en el Valle de Ambato, Provincia de Catamarca, Argentina (Laguens 2006).

Esta configuración social se fundó en una base excedentaria de productos naturales y cultivados (Laguens 2004), una infraestructura hidroagrícola de escala regional (Figueroa 2007, 2008), un sistema jerarquizado sobre los derechos y posibilidades de uso de la tierra de vivienda y

Este nuevo modo de vida, caracterizado arqueológicamente como Aguada de

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Mariana Dantas

comunitaria (Laguens y Bonnin 2005), junto con una organización de la producción cerámica con cierto grado de especialización y estandarización (Fabra 2007; Laguens y Juez 2001) y un acceso diferencial a los bienes materiales y recursos naturales (Marconetto 2008). Esta organización estuvo reforzada por una ideología y un despliegue inédito hasta entonces del ceremonialismo, manifestado materialmente en los complejos ceremoniales de plazas y pirámides, y en una iconografía centrada en la representación del jaguar o lo felínico, elementos que se integran en un ámbito geográfico extenso de los Andes del Sur (Gordillo 2003; González 1998; Laguens 2004, 2006; Pérez y Heredia 1987).

sentido N-S y 100 m E-O. Para su caracterización fue dividido en tres sectores: a) Sector I, denominado Montículo, ubicado en la porción Oeste del sitio, se distingue por una elevación monticular, con una superficie de 50 m por 40 m, orientada con su eje mayor en dirección NoroesteSudeste; b) Sector de transición, determinado por no registrar en superficie vestigios de estructuras; y c) Sector II emplazado en la porción Este del sitio, posee tres patios (A, D, G), siete recintos (B, C, E, F, H, I, J) y un muro de piedras canteadas de cuarzo blanco de 39 m de largo, con orientación Norte-Sur (Caro 2001) (Figura 2). Assandri (2007) definió a Piedras Blancas como un sitio complejo (“Muy Grande con Sectores”), en función de su tamaño y su división en sectores. Estas características implican la posibilidad de que este sitio haya poseído una multifuncionalidad, en donde se realizarían tareas comunales o se alojaría a más de una familia, posiblemente una residencia de elite. De esta forma, estos atributos sumados al hecho de no ser un sitio residencial común, ya que posee un montículo y uno de sus muros confeccionado con piedras de cuarzo blanco talladas, lo singularizan en el conjunto de los sitios del valle (Pérez Gollán et al. 1996/97). Sobre la base de los fechados radiocarbónicos realizados sobre madera carbonizada recuperada de diferentes contextos, se puede situar el período de ocupación del sitio entre el 600 y 1000 d.C. (1370 ± 70 A.P., 1340 ± 40, 1230 ± 80 A.P., 1040 ± 50 A.P., 1000 ± 70, 920 ± 70 A.P.) (Laguens 2000; Marconetto 2008).

Durante esta época, los sitios residenciales se encontraban agrupados en al menos tres conjuntos a la manera de aldeas, con una estructuración y jerarquización similar del espacio. En cada una de estas agrupaciones se destaca la presencia de un sitio principal muy grande, caracterizado por un montículo escalonado, una plaza central y recintos circundantes, rodeado, en las cercanías, por algunos sitios residenciales de múltiples recintos y patios. En la periferia de estos conjuntos, se distribuyen sitios más pequeños y mucho más abundantes que los anteriores (Assandri 2007; Laguens y Bonnin 2005). Dentro de este marco, una vía de análisis que permitirá profundizar la comprensión de estos procesos de diferenciación social, es el estudio de los materiales zooarquelógicos, ya que, como señalaron varios investigadores (Jackson y Scott 2003; Masson 1999; Zeder y Arter 1996; entre otros), las relaciones sociales en sociedades no igualitarias también se ven reflejadas a través de las formas de alimentación. Por consiguiente, en este trabajo se analizarán los conjuntos óseos procedentes del sitio Piedras Blancas, procurando, así, indagar acerca de las formas de aprovisionamiento, distribución y consumo de la fauna en un contexto social no igualitario.

Piedras Blancas ha sido excavado en sucesivas campañas entre los años 1996 y 2005, centrándose, principalmente, los trabajos en la estructura monticular y los recintos C, F y H. Las excavaciones en el Montículo permitieron recuperar gran cantidad de material cerámico, restos faunísticos, material lítico, cuentas, metales, carbón, pigmentos y adobes. A partir del remontaje del material cerámico y las características de la matriz sedimentaria, se definieron cuatro componentes o unidades de depositación, siendo el Componente I el superior y el IV el inferior (Christel Andersson, comunicación personal 2006). Los primeros dos componentes fueron depositados durante la

EL CASO DE ESTUDIO: PIEDRAS BLANCAS El sitio Piedras Blancas se ubica en el fondo del Valle de Ambato, Catamarca (Argentina), a una altura de 1.040 metros sobre el nivel del mar (Figura 1). Se extiende en un área de 70 m en 68

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

Figura 1: Ubicación de Piedras Blancas en el Valle de Ambato.

Figura 2: Planta del sitio Piedras Blancas. 69

Mariana Dantas

época Aguada, mientras que los componentes III y IV corresponden a ocupaciones anteriores. Sobre la base de la forma en que se presentaban los materiales en la matriz sedimentaria y por el hecho de que fragmentos cerámicos de las capas superiores remonten con aquellos de las capas más profundas de cada componente, se pensó que se trató de uno o varios eventos de depositación a corto plazo, cuyo propósito aun no está definido. Bien pudo tratarse de un lugar de desecho de residuos o del relleno de alguna estructura como es el caso de montículos asociados a otros sitios de la región como la Iglesia de los Indios, el Bordo de los Indios (Fabra 2007; Marconetto 2008).

El recinto F se ubica en el sector Sudeste del sitio. La construcción de los muros combina dos técnicas, muro de tapia con columnas de piedras y muro continuo de piedras. Algunos de los hallazgos más significativos realizados en este recinto constituyen: a) restos carbonizados de postes y de la enramada del techo, de varios tamaños y diámetros, y diferentes especies -Prosopis sp. “algarrobo”, Acacia aff. visco “viscote”, Geoffroea decorticans “chañar”, Aspidosperma quebracho blanco “quebracho blanco” y Cinnamomum aff. porphyrium “laurel de la falda”- (Marconetto 2008; Marconetto y Gordillo 2008); b) fragmentos de una vasija tosca de gran tamaño, con decoración antropomorfa en aplique de un rostro con nariz en gancho, de estilo Aguada-Ambato; c) restos de vasijas toscas, también de grandes dimensiones, y de fragmentos de la clase Negro Pulido, con decoración AguadaAmbato; y d) dos estructuras para sostener postes y dos fogones (Gastaldi 2005). Pazzarelli (2006), sobre la base del análisis de las vasijas, lo vincula a actividades de almacenamiento y procesamiento de alimentos.

El recinto C consiste en una estructura rectangular que se ubica junto a uno de los patios centrales del sitio. Las técnicas constructivas utilizadas en la ejecución de los muros son las de tapia y columnas combinadas. Se lo puede considerar un recinto habitacional destinado a la realización de actividades vinculadas al procesamiento, cocción y almacenamiento de alimentos, a la manufactura de artefactos líticos y al almacenaje de materiales junto a los muros y en vasijas (Zaburlín 2001). Se reconocieron tres estructuras, la primera utilizada para el sostén de una gran vasija de almacenaje, la segunda, una huella de fogón y, la tercera, un pozo de 0.25 m de diámetro interior, que habría sido base de un poste que actuaría como columna para el sostén del techo (Caro 2001).

El recinto H, ubicado en el sector Norte del sitio, consiste en una estructura rectangular construida sobre un terraplén sobreelevado. El perímetro está rodeado por dos muros construidos a modo de terrazas y presenta dimensiones de 4 m de ancho por 8 m de largo. Las paredes del recinto están construidas con técnica de tapiado con columnas a excepción de las paredes sur y oeste que se hallan revestidas con lajas del lado interno de la estructura. Se registraron restos de techo en el sector norte del recinto, lo que permite plantear que durante la última ocupación este recinto conformaba un patio con una pequeña galería (Zaburlin 2001). Las excavaciones posibilitaron rescatar abundante material y es notorio que no se hallaron restos de fogones, destacándose el hallazgo de tres enterratorios de infantes en el sector sur del recinto. Con respecto a la distribución de los materiales, se puede mencionar que se observó una tendencia que diferencia los sectores Norte y Sur del recinto: los restos cerámicos, óseos y de mica se distribuyen de manera similar, presentando una mayor densidad en el sector Sur y menor presencia en el Norte. De acuerdo a la distribución espacial de los materiales, Zaburlin (2001) señaló la posibilidad de la realización en

En cuanto a los materiales recuperados, los fragmentos de cerámica, en mayor proporción toscos, se ubican mayormente en las cercanías de las paredes Norte y Oeste, y formando agrupaciones en torno a las estructuras mencionadas. El material lítico se distribuye en dos sectores continuos: a) el espacio ubicado entre la estructura de contención de piedra y el muro Oeste; y b) alrededor de la huella de poste y junto al fogón (Zaburlín 2001). El material óseo recuperado se concentra junto al muro Oeste en la esquina norte, expandiéndose en el espacio que queda entre el soporte de piedra y el muro. Sobre la base de la distribución de estos elementos es posible que conformen algún tipo de desecho secundario transitorio, producido por el despeje del área de actividad y acumulación en un espacio cercano por un tiempo antes del descarte definitivo (Zaburlín 2001). 70

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

este espacio de actividades productivas vinculadas al procesamiento y preparación de pigmentos, placas de mica, manufactura de instrumentos de cuarzo y de piezas recicladas en cerámica. Asimismo, se plantea como hipótesis la utilización del sector Sur del recinto como un área destinada al depósito de bienes rituales. Sobre la base de la concentración de materiales y la presencia de un hiato en los mismos, se identificaron al menos dos niveles de ocupación. Al respecto, Cruz (2004) estipuló que estos niveles pueden ser el resultado de la articulación de factores asociados a un modo de ocupación y a agentes tafonómicos.

de unidades domésticas varíen en consecuencia. La dieta de las sociedades agroalfareas andinas estuvo compuesta primordialmente por alimentos de origen vegetal (v.g. maíz, quínoa, papa), siendo el consumo de carne escaso en proporción. A modo de ejemplo, se puede mencionar que entre los Incas el consumo de carne era reservado para el servicio militar y ocasiones ceremoniales (Stahl 1999). Asimismo, en la sociedad Moche este alimento tuvo carácter de lujo y fue usado en rituales para instituir las elites y el poder (Hastorf 2003). Sin embargo, no se puede afirmar que lo mismo haya ocurrido en sociedades más tempranas, como la que se estableció en el Valle de Ambato entre los siglos VI y XI d.C., donde la subsistencia estuvo centrada en la agricultura (Laguens 2004).

Sintetizando, se puede decir que Piedras Blancas fue una residencia de elite, que fue habitada entre el 600 y 1000 d.C. Dado que varios de los fechados radocarbónicos se superponen entre sí, Marconetto (2008) interpretó que las distintas estructuras pudieron ser contemporáneas, sin lograrse establecer diferencias temporales entre ellas o sus niveles de ocupación. El análisis de los espacios excavados permitió identificar la realización de actividades relacionadas con la cocción y almacenamiento en los recintos C y F, y con la manufactura de objetos en el recinto H. Además, en varios espacios del sitio, y particularmente en el recinto F, se registraron claros contextos de abandono, con el posterior incendio y caída de los techos (Pazzarelli 2009).

De este modo, los recursos faunísticos podrían estar en función de diferencias sociales, políticas y económicas, pudiéndose manifestar esta situación a través del estudio de las unidades domésticas. En este sentido, y de acuerdo con Jackson y Scott (2003), los grupos de elite posiblemente tuvieron acceso a carcasas completas o a las partes de mayor calidad de las mismas. Además, las distintas especies animales pudieron poseer un alto valor simbólico y social, el cual se podría haber reflejado en un acceso restringido o prioritario de las mismas a las unidades residenciales de elite. Esto tendría que observarse en el registro arqueológico a través de la existencia de una mayor proporción de partes anatómicas de alto rinde económico, una mayor diversidad de especies animales y la posible exclusividad de ciertos taxones en los sitios de elite. En contraste, en las unidades residenciales correspondientes al común de la gente, habría menor variedad de taxones o la ausencia de algunos de ellos, así como la presencia de partes esqueletarias de menor rinde.

LOS RESTOS FAUNÍSTICOS EN RELACIÓN A LAS DIFERENCIAS SOCIALES Los trabajos arqueofaunísticos recientemente desarrollados en sociedades internamente diferenciadas, tales como las jefaturas del Mississippi, los grupos Mayas o algunas sociedades Andinas, revelaron que las formas de alimentación pueden estar relacionadas con distinciones sociales y con formas de uso de los animales dentro de los distintos grupos sociales (Hastorf 2003; Jackson y Scott 2003; Masson 1999; Pauketat et al. 2002; Zeder y Arter 1996; entre otros). En este sentido, tal como señalan Jackson y Scott (2003), las formas de alimentación incorporan significados culturales relacionados con el poder político, las diferencias sociales, la identidad étnica y lo ritual, pudiéndose esperar que los conjuntos faunísticos resultantes de actividades particulares o de diferentes contextos

Por otro lado, las diversas técnicas de preparación de los alimentos también podrían diferenciar las unidades domésticas de elite, de las de la gente común. Entre los modos de elaboración de los alimentos, se puede distinguir entre las técnicas de preparación de las comidas y la intensidad en el procesamiento de los elementos óseos implicados. Como indican Jackson y Scott (2003), 71

Mariana Dantas

el consumo de carne asada implica una mayor disponibilidad de cortes con abundante carne y cierto desperdicio de la utilidad de los mismos, ya que no es una técnica que aproveche todos los alimentos disponibles. Por ejemplo, al no utilizar la grasa ósea y permitir que parte de la grasa muscular se pierda por goteo. En contrapartida, las técnicas que emplean el hervido de la carne, como la elaboración de guisos, utilizan de una forma más completa todos los nutrientes incluidos en las distintas partes anatómicas de un animal. Esto se debe a que se emplea la grasa ósea y se aprovecha la carne incluida en ciertos elementos óseos, como las vértebras, que resultan de difícil acceso.

proporciona un marco útil con el cuál contrastar los análisis zooarqueológicos realizados en el presente trabajo.

En cuanto a la intensidad de procesamiento, un alto grado de fragmentación de los huesos señala la intencionalidad de obtener la médula y la grasa ósea, evidenciando un aprovechamiento más intensivo de los recursos faunísticos. De este modo, sería esperable encontrar en los sitios de elite una menor fragmentación ósea y una mayor proporción de huesos asados. En tanto que, en los sitios que no pertenecieron a la elite, sería esperable la preponderancia de técnicas de cocción que utilicen el hervido de los alimentos, así como una gran fragmentación de los huesos. Sin embargo, las argumentaciones recientemente desarrolladas podrían verse atenuadas si la médula y la grasa tuvieron un alto valor cultural, como actualmente sucede en la región andina, donde la grasa animal es una ofrenda muy importante para los ancestros (Hastorf 2003).

ANÁLISIS DE LOS CONJUNTOS

De esta forma, en las secciones siguientes se buscará emplear este modelo para responder los objetivos perseguidos por este trabajo, considerando la distribución de las partes anatómicas de los camélidos identificados en el registro óseo de Piedras Blancas, así como las técnicas culinarias empeladas para su cocción. Posteriormente, se compararán los resultados alcanzados con la información proporcionada por otros investigadores sobre dos sitios del Valle de Ambato.

El material arqueofaunístico estudiado, que sirve como base para realizar esta investigación, procede de los pisos de ocupación de los recintos C, F, H y de los Componentes I y II del Montículo, contemporáneos con las ocupaciones de los recintos. La muestra total estuvo integrada por 4644 especimenes, de los cuales 2229 (48%) fueron identificados anatómicamente y taxonómicamente, y 2415 (52%) fueron clasificados como no-identificables (Tabla 1). Como se puede observar en la Tabla 2, los huesos de Camelidae son predominantes en relación a los otros taxones, dentro de los cuales unos pocos especímenes pudieron ser identificados como Lama cf. guanicoe cf. glama (llama o guanaco). En mucha menor proporción, se identificaron Chaetophractus vellerosus (quirquincho chico), Canidae, Felidae, Conepatus sp. (zorrino), Didelphidae (comadreja), Carnivora, Lagidium viscacia (vizcacha), Chinchillidae, Ctenomys sp. (tuco tuco), Caviidae, Cricetidae, Rodentia, Cervidae, Rheidae (ñandú), Aves y Anura. Asimismo, al considerar sólo las categorías taxonómicas que alcanzan al menos la resolución de Orden, excepto roedores, aves y anfibios, es notorio el predomino de Artiodactyla, ya que sumado con los elementos de camélidos y cérvidos alcanzan valores cercanos o superiores al 70% del conjunto identificado, señalando su gran importancia en la dieta de los habitantes del sitio Piedras Blancas.

En consecuencia, el modelo de distribución y consumo de los recursos faunísticos explicado en los párrafos anteriores es de gran utilidad para responder algunos interrogantes, como por ejemplo, si el registro arqueofaunístico permite indagar acerca de las diferencias sociales entre las distintas unidades domésticas, las formas de acceso y uso de los animales, así como las relaciones económicas entre los grupos de elite y el común de la gente. En este punto es necesario aclarar que no se considera que las sociedades Mississippi, sobre las que realizaron su estudio Jackson y Scott (2003), sean equiparables a la Cultura Aguada, ni que se espere que aquí se repita el mismo patrón de distribución y consumo, sino que la investigación realizada por estos autores 72

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

NSP

NISP

% NISP

Recinto C

216

145

67,1%

Recinto F

211

152

72%

Recinto H, ocupación I

641

413

64,4%

Recinto H, ocupación II

1094

564

51,6%

Montículo, Componente I

1012

410

40,5%

Montículo, Componente II 1470

545

37,1%

Total

2229

48%

4644

Tabla 1: Número de especímenes total y número y porcentaje de especimenes identificados por estructura.

TAXONES Mamíferos indet. Mamíferos pequeños indet. Mamíferos medianos indet. Mamíferos grandes indet. Rodentia Ctenomys sp. Caviidae Caviidae Chinchillidae Lagidium viscacia Edentata Chaetophractus vellerosus Didelphidae Carnivora Felidae Canidae Conepatus sp. Artiodactyla Cervidae Camelidae Lama cf. guanicoe cf. glama Aves Rheidae Rheidae (cáscara de huevo) Anura Total

Montículo Componente I

Montículo Recinto C Componente II

NISP

% NISP

NISP

% NISP

NISP

% NISP

NISP

% NISP

NISP

-

-

8

1,5%

-

-

-

-

2

H Recinto H nivel II % % NISP NISP NISP 0,5% 5 0,9%

13

3,2%

16

2,9%

2

1,4%

-

-

12

2,9%

16

2,8%

22

5,4%

15

2,8%

4

2,7%

2

1,3%

21

5%

18

3,2%

19

4,6%

73

13,4%

1

0,7%

6

3,9%

31

7,5%

48

8,5%

27 1 1 -

6,7% 0,2% 0,2% -

12 6 5 1 -

2,2% 1,1% 0,9% 0,2% -

30 4 2 -

20,7% 2,7% 1,4% -

21 3 1 -

13,8% 2% 0,7% -

25 7 2 2 5 -

6,1% 1,7% 0,5% 0,5% 1,2% -

4 19 1 1

0,7% 3,3% 0,2% 0,2%

771

18,9%

512

9,3%

13

0,7%

34

1,9%

255

6,1%

403

7,1%

1 1 2 39 1 192

0,2% 0,2% 0,5% 9,5% 0,2% 46,8%

1 5 64 273

0,2% 0,9% 11,7% 50%

24 3 60

16,6% 2,1% 41,4%

2 30 1 73

1,3% 19,8% 0,7% 48%

5 1 63 2 181

1,2% 0,2% 15,3% 0,5% 43,8%

3 6 50

0,5% 1,1% 8,9%

330

58,5%

1

0,2%

-

-

-

-

-

-

6

1,5%

6

1,1%

1 -

0,2% -

9 -

1,7% -

4 -

2,7% -

8 -

5,3% -

13 6

3,2% 1,5%

17 -

3% -

11

2,8%

7

1,2%

10

6,9%

2

1,3%

-

-

-

-

1 410

0,2% 100%

546

100%

145

100%

152

100%

4 413

0,9% 100%

564

100%

Recinto F

Recinto nivel I

Tabla 2: Número de especímenes identificados por taxón. Nota: 175 especímenes son placas; 242 son placas; 3todos los especímenes son placas; 42 son placas; 5 23 son placas. 73

Mariana Dantas

Con la finalidad de indagar acerca de posibles patrones en las frecuencias de las partes anatómicas, que puedan reflejar diferencias en las formas de acceso y uso de los recursos faunísticos, sólo se consideró Camelidae, ya que como se señaló anteriormente, predomina dentro del conjunto analizado. Además, los otros taxones identificados corresponden a animales que dado su pequeño tamaño probablemente hayan sido introducidos completos en el sitio. En cuanto a los cérvidos, no fueron empleados en este análisis, ya que su NISP es demasiado bajo como para poder hacer algún tipo de inferencias.

en estadios de meteorización 4 ó 5, siguiendo la escala establecida por Behrensmeyer (1978). Si se comparan los materiales a nivel intra-sitio se puede observar que el Componente I del Montículo y el Recinto C presentan los porcentajes más bajos de huesos meteorizados, los Recintos F y H muestran una meteorización levemente mayor y el Componente II del Montículo presenta los porcentajes más elevados, pero que igualmente son bajos. Estos datos sugerirían un enterramiento rápido de todo el conjunto, evitando una exposición prolongada de los materiales óseos en superficie1 (Tabla 3).

Control Tafonómico Con el propósito de identificar los procesos y agentes tafonómicos que intervinieron en la formación del registro arqueofaunístico y estimar su grado de integridad, se realizaron procedimientos de control tafonómico. Para ello se emplearon los siguientes criterios: estadios de meteorización de los especímenes óseos; modificaciones generadas por carnívoros y roedores; y supervivencia del material óseo mediada por la densidad ósea (Behrensmeyer 1978; Binford 1981; Elkin 1995; Mondini 2002, 2003; Lyman 1994a; Stahl 1999).

La acción de carnívoros es baja (Tabla 4), evidenciando su escasa participación en la formación de los conjuntos. En contrapartida, el accionar de los roedores es elevado (Tabla 4). No obstante, su influencia en los elementos óseos no representó una limitación en la identificación anatómica o taxonómica del conjunto, aunque si pudieron afectar la identificación de modificaciones antrópicas y no antrópicas en la superficie de los huesos. A fin de evaluar la posible incidencia de la densidad ósea en la conformación de la muestra arqueofaunística se realizaron correlaciones (rho de Spearman) entre las frecuencias de partes anatómicas de camélidos, por clases etarias, y los valores de densidad ósea conocidos para este taxón. En este trabajo se optó por utilizar los

El grado de preservación del material óseo, considerando todo el sitio, es en general bueno, ya que entre el 87,5% y el 95,7% se encuentran en estadio 0 y 1, además casi no se registraron huesos Estadios de Montículo Montículo meteorización/ Componente Componente preservación I II

Recinto C

Recinto F

Recinto H Recinto nivel I nivel II

Buena (0 -1) Regular (2 – 3) Mala (4 – 5)

94,8% 5,2% 0%

90% 10% 0%

89,3% 10,7% 0%

95,7% 4% 0,3%

87,5% 12,5% 0%

H

91% 8,5% 0,5%

Tabla 3: Estadios de meteorización en los conjuntos.

NISPRo NISPCar NISPHc

Montículo Montículo Componente I Componente II

Recinto C Recinto F

Recinto H Recinto H nivel I nivel II

13,2%

14,8%

25,5%

31,6%

20,1%

12,8%

1,5%

2,2%

1,4%

5,9%

1,2%

2,7%

9,8%

21,6%

29%

27,6%

21,8%

18,8%

Tabla 4: Porcentaje de especímenes con marcas de roedores, carnívoros y antrópicas. NISPRo= número de especímenes con marcas de roído; NISPCar= número de especímenes con marcas de carnívoro: NISPHc= número de especímenes con marcas de procesamiento. 74

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

valores obtenidos por Stahl (1999) debido a que posee datos para casi todos los elementos óseos. Los resultados obtenidos indican que solamente el grupo adulto del Componente II del Montículo posee una relación positiva con significación estadística, revelando una presencia mayor en este conjunto de zonas con valores de densidad ósea altos (Tabla 5). Sin embargo, los carnívoros, roedores o la meterorización, probablemente, no fueron causantes de esta frecuencia de partes esqueletares, ya que sus valores no distan de forma notable de los otros materiales analizados, que no presentan correlaciones significativas. Además, resulta notorio que ninguno de los grupos juveniles y crías hayan obtenido correlaciones significativas. En consecuencia, el grupo adulto del Componente II del Montículo se encontrarían en contradicción con el modelo planteado para la secuencia de destrucción de los elementos óseos, según el cual la destrucción sin intervención humana empezaría por las porciones menos densas de los especímenes subadultos, continuando por las menos densas de los adultos y luego las partes más densas de subadultos y adultos (Izeta 2005; Izeta y Scattolin 2006). Así, se puede plantear que la destrucción mediada por la densidad ósea no fue la causante de las particularidades de esta clase de camélidos adultos.

Distribución de las Partes Anatómicas de Camelidae Para evaluar la importancia de las distintas partes esqueletarias presentes, en primer lugar, sobre la base del NISP (número de especimenes identificados por taxón) se calculó el MNE 2 (número mínimo de elementos) y el MAU (unidades anatómicas mínimas), el cual fue posteriormente estandarizado (%MAU) (Grayson 1984; Klein y Cruz-Uribe 1984; Lyman 1994a, 1994b; Mengoni Goñalons 1988, 1999). Los resultados obtenidos se muestran en las Tablas 6, 7, 8, 9, 10 y 11. En segundo término, el %MAU fue comparado con los Índices de Utilidad de Carne (MUI), de Médula (IM) y de Secado (ISC) (Tabla 12), elaborados por Mengoni Goñalons (1991, 1996, 2001) y De Nigris y Mengoni Goñalons (2004a, 2004b). La aplicación de estos índices permitió evaluar la modalidad de aprovechamiento de los animales, ya que consideran la utilidad de cada una de las unidades anatómicas que componen una carcasa en base a los diferentes recursos consumibles proporcionados por ellas (i.e. carne, grasa, médula, grasa ósea), así como su potencialidad de secado (De Nigris 2004; De Nigris y Mengoni Goñalons 2004a).

Por último, la muestra presenta los atributos diagnósticos que caracterizan a los conjuntos formados por la actividad antrópica, ya que gran parte de los especímenes identificados presentan huellas de procesamiento y fractura intencional (Tabla 4). Estos datos, sumados a la información ya expuesta, permitirían determinar que uno de los principales agentes causantes de la generación y modificación de los conjuntos óseos estudiados

Los camélidos presentes fueron separados por clases de edad, determinada en base al estado de fusión epifisiaria de los huesos, tamaño de los especímenes, características del tejido óseo y secuencia de erupción y desgaste de los dientes (Herrera 1988; Kaufmann 2004; Kent 1982; Puig 1988; Wheeler 1982). En este análisis se establecieron, así, tres categorías de edad: crías, juveniles y adultos. El límite de edad entre la

MontículoComponente I MontículoComponente II Recinto C Recinto F Recinto H nivel I Recinto H nivel II

serían los habitantes del sitio Piedras Blancas.

ADULTO

JUVENIL

rs= -0,076 p0,602 rs= 0,105 p0,466

CRIA rs= -0,242 p0,091

rs= 0,292* p0,040 rs= -0,167 p0,247 rs= -0,126 p0,382 rs= 0,001 p0,994 rs= 0,174 p0,266 rs= 0,225 p0,117 rs= 0,172 p0,233

rs= -0,273 p0,063 rs= 0,055 p0,705 rs= 0,080 p0,581 rs= -0,065 p0,655

rs= -0,237 p0,109 rs= -0,140 p0,332 rs= -0,100 p0,489 rs= -0,145 p0,316

Tabla 5: Correlaciones entre %MAU (unidades anatómicas mínimas estandarizadas) y densidad ósea de camélidos. *p< ,05. 75

Mariana Dantas

primera y segunda categoría es de 12 meses (Puig 1988) y entre juveniles y adultos es de 36 meses, momento en que casi todos los huesos del esqueleto están fusionados (Yacobaccio et al. 1997/1998).

un total de siete y nueve, respectivamente. El Recinto F se compone de ocho individuos, correspondiendo tres a adultos, dos a juveniles y tres a crías. El MNI en el Recinto C es de cinco, pudiendo discriminarse en dos adultos, dos juveniles y una cría. Además, se estableció la presencia de cinco “guanacos” o “llamas” (Lama cf. guanicoe cf. glama), sobre la base de la morfología dentaria de los incisivos (Kent et al. 2001; Wheeler 1982), procedentes un adulto y una cría del piso I del Recinto H, otro adulto y un juvenil del piso II del mismo recinto y un adulto del Componente I.

El número mínimo de individuos identificados (MNI) (Mengoni Goñalons 1988, 1999) en el Componente I del Montículo es de nueve, dentro de los cuales tres son adultos, dos juveniles y cuatro crías. En el Componente II, la cantidad mínima de animales que integran la muestra es de ocho, cuatro adultos, dos juveniles y dos crías. En los dos pisos de ocupación del Recinto H se registraron dos individuos para cada categoría juvenil y cría, mientras que se identificaron tres adultos en el piso I y cinco en el II, sumando Unidades Anatómicas Cráneo Mandíbula Atlas Axis Vértebras Cervicales Vértebras Torácicas Vértebras Lumbares Sacro Vértebras Caudales Pelvis Costillas Esternebras Escápula Húmero Radio-ulna Fémur Rótula Tibia Metacarpo Metatarso Metapodio Falange 1 Falange 2 Falange 3 Sesamoideos Carpianos Tarcianos

ADULTO

En los tres recintos y el Montículo, la carcasa completa está mayormente representada. Sin embargo, resulta singular la escasa presencia

JUVENIL

CRIA

NISP MNE MAU %MAU NISP MNE MAU %MAU NISP MNE MAU %MAU

1 3 -

1 3 -

1,00 1,50 -

66,67 100,00 -

-

-

-

-

1 -

1 -

1,00 -

100,00 -

1

1

0,20

13,33

1

1

0,20

13,33

-

-

-

-

-

-

-

-

5

3

0,25

16,67

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1

1

1,00

66,67

-

-

-

-

1

1

0,09

6,00

1

1

0,09

6,00

-

-

-

-

1 6 2 4 2 3 1 1 3 1 1 2 1 6

1 5 2 3 1 3 1 1 2 1 1 2 1 6

0,50 0,21 1,00 1,50 0,50 1,50 0,50 0,50 0,25 0,13 0,13 0,13 0,07 0,42

33,33 14,00 66,67 100,00 33,33 100,00 33,33 33,33 16,67 8,67 8,67 8,67 4,67 28,00

2 3 1 2 -

3 2 -

1,50 0,25 -

100,00 16,67 -

1 -

1 -

0,50 -

50,00 -

Tabla 6: Abundancia relativa de partes anatómicas del Recinto C. 76

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

de las partes de mayor utilidad económica del esqueleto axial, como son el espinazo y los costillares. Además, se pudo observar que en los seis conjuntos la categoría adultos está conformada por más elementos óseos, especialmente si se la compara con las crías, que en algunos conjuntos, como el Recinto C, se compone por unos pocos especímenes.

negativa para el grupo etario restante. En forma opuesta, el ISC presentó valores significativos negativos para las crías y adultos, y los juveniles no generaron resultados significativos. Para la clase etaria adultos, esto podría explicarse en parte, por la baja frecuencia de elementos axiales y la mayor cantidad de huesos largos, que poseen un alto contenido de médula ósea. En el caso de las crías, están representadas solo por elementos con IM elevado. Los juveniles presentan un valor negativo para el IM debido a la casi total ausencia de partes del esqueleto apendicular y, en general, a la baja frecuencia de partes anatómicas. Estos datos estarían indicando una ausencia de selectividad de partes en base a su utilidad cárnica,

Al correlacionar los Índices de Utilidad de Carne, de Médula y de Secado con el %MAU, en el Recinto C, en ningún caso se obtuvieron covariaciones significativas con el MUI, mientras que la correlación con el IM fue significativa positiva para los adultos y crías, y no significativa Unidades Anatómicas

ADULTO

JUVENIL

CRIA

Cráneo Mandíbula Atlas Axis

2 -

1 -

0,50 -

33,33 -

2 -

2 -

2,00 -

100,00 -

1 -

1 -

0,50 -

33,33 -

Vértebras Cervicales

1

1

0,20

13,33

-

-

-

-

-

-

-

-

Vértebras Torácicas

-

-

-

-

1

1

0,08

4,00

-

-

-

-

Vértebras Lumbares

3

2

0,29

19,33

1

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

NISP MNE MAU %MAU NISP MNE MAU %MAU NISP MNE MAU %MAU

Sacro Vértebras Caudales Pelvis Costillas Esternebras Escápula

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1 11 -

1 5 -

0,50 0,21 -

33,33 14,00 -

2 -

2 -

1,00 -

50,00 -

-

-

-

-

Húmero

3

3

1,50

100,00 -

-

-

-

1

1

0,50

33,33

Radio-ulna

4

1

0,50

33,33

-

-

-

-

-

-

-

-

Fémur Rótula Tibia Metacarpo Metatarso

4 1 4 1

3 1 1 1

1,50 0,50 0,50 0,50

100,00 33,33 33,33 33,33

1 -

1 -

0,50 -

25,00 -

4 -

3 -

1,50 -

100,00 -

Metapodio

1

-

-

-

1

1

0,50

25,00

-

-

-

-

Falange 1

6

6

0,75

50,00

-

-

-

-

-

-

-

-

Falange 2

1

1

0,13

8,67

1

1

0,13

6,50

-

-

-

-

Falange 3

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

Sesamoideos 2

2

0,13

8,67

-

-

-

-

-

-

-

-

Carpianos

5

5

0,36

24,00

-

-

-

-

-

-

-

-

Tarcianos

3

3

0,21

14,00

-

-

-

-

-

-

-

-

Tabla 7: Abundancia relativa de partes anatómicas del Recinto F. 77

Mariana Dantas

una baja representación de elementos que podrían haber sido secados y una alta proporción de huesos con elevada proporción de médula (Tablas 6 y 12).

En el piso de ocupación I del Recinto H se registró una covariación positiva con significación estadística entre el Índice de Médula y los grupos de camélidos adultos y crías, mientras que con los camélidos juveniles no resultó significativa, pero fue levemente positiva. La relación con el ISC en todos los casos fue negativa, siendo significativa con los adultos. En cuanto al Índice de Utilidad de Carne la correlación no resultó significativa en ningún caso y además resultó moderadamente positiva en las crías y negativa en los grupos etarios juvenil y adulto (Tablas 8 y 12).

Al analizar el Recinto F se observó una correlación significativa positiva entre el Índice de Médula y la clase adultos. En las otras relaciones no se obtuvieron valores significativos, pero fueron positivos para el IM y negativos para el MUI e ISC. Estos valores podrían ser un reflejo de la muy baja frecuencia de partes anatómicas, en las categorías juvenil y cría, y que aproximadamente un 50% de las mismas corresponden a las partes inferiores de las patas (Tablas 7 y 12). ADULTO

Las correlaciones realizadas con los conjuntos

JUVENIL

CRIA

Unidades Anatómicas

NISP MNE MAU %MAU NISP MNE MAU %MAU NISP MNE MAU %MAU

Cráneo Mandíbula Atlas Axis

1 5 -

1 2 -

1,00 1,00 -

50,00 50,00 -

3 7 1 -

1 1 1 -

1,00 0,50 1,00 -

66,67 33,33 66,67 -

1 -

1 -

1,00 -

50,00 -

Vértebras Cervicales

3

2

0,40

20,00

4

1

0,20

13,33

-

-

-

-

Vértebras Torácicas

3

1

0,08

4,00

4

2

0,17

11,30

-

-

-

-

Vértebras Lumbares

5

3

0,43

21,50

7

2

0,17

11,33

-

-

-

-

1

1

1,00

50,00

1

1

1,00

66,67

2

2

2,00

100,00

7

7

0,64

32,00

1

1

0,09

6,00

-

-

-

-

1 22 -

1 9 -

0,50 0,38 -

25,00 19,00 -

1 5 -

1 4 -

0,50 0,17 -

33,33 11,33 -

1 3 -

1 3 -

0,50 0,13 -

25,00 6,50 -

Escápula

1

1

0,50

25,00

-

-

-

-

-

-

-

-

Húmero

4

1

0,50

25,00

-

-

-

-

4

3

1,50

75,00

Radio-ulna

2

1

0,50

25,00

4

2

1,00

66,67

-

-

-

-

Fémur Rótula Tibia Metacarpo Metatarso

5 5 2 4

2 2 2 4

1,00 1,00 1,00 2,00

50,00 50,00 50,00 100,00

1 3 1

1 1 1

0,50 0,50 0,50

33,33 33,33 33,00

3 1 -

1 1 -

0,50 0,50 -

25,00 25,00 -

Metapodio

3

2

1,00

50,00

3

2

1,00

66,67

1

1

0,50

25,00

Falange 1

10

9

1,13

56,50

3

2

0,25

16,67

1

1

0,13

6,50

Falange 2

3

3

0,38

19,00

1

1

0,13

8,67

-

-

-

-

Falange 3

2

2

0,25

12,50

-

-

-

-

-

-

-

-

Sesamoideos 2

2

0,13

6,50

-

-

-

-

-

-

-

-

Carpianos

10

10

0,71

35,50

1

1

0,07

4,67

-

-

-

-

Tarcianos

9

7

0,50

25,00

6

4

0,29

19,33

3

2

0,14

7,00

Sacro Vértebras Caudales Pelvis Costillas Esternebras

Tabla 8: Abundancia relativa de partes anatómicas del piso I Recinto H. 78

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

procedentes del piso II del recinto H no aportaron resultados significativos en ningún caso. Así, solo se puede señalar una relación levemente positiva con el IM y moderadamente negativa con los otros dos índices, a excepción de la categoría crías que también presenta valores positivos con el MUI (Tablas 9 y 12).

con el ISC y en los juveniles con el MUI, y moderadamente positivos entre los demás grupos y este último índice (Tablas 10 y 12). En cuanto las partes anatómicas identificadas en el Componente II, se registró una correlación positiva significativa con el Índice de Médula en los grupos crías y adultos, la clase etaria restante presentó una relación positiva no significativa. Concordantemente, la relación con el ISC también fue significativa para las mismas clases etarias, pero de signo negativo. Los resultados obtenidos de la relación con el MUI no fueron significativos y evidenciaron valores moderadamente negativos

El grupo adulto del Componente I del Montículo generó dos correlaciones significativas, una positiva con el Índice de Médula y otra negativa con el Índice de Secado. En el resto de los casos, los valores no resultaron significativos, siendo levemente negativos en todas las clases etarias ADULTO

JUVENIL

CRIA

Unidades Anatómicas

NISP MNE MAU %MAU NISP MNE MAU %MAU NISP MNE MAU %MAU

Cráneo Mandíbula Atlas Axis

4 6 3 -

1 2 3 -

1,00 1,00 3,00 -

28,57 28,57 85,71 -

1 5 -

1 3 -

1,00 1,50 -

40,00 60,00 -

3 2 1 -

2 2 1 -

2,00 1,00 1,00 -

100,00 50,00 50,00 -

Vértebras Cervicales

4

1

0,20

5,71

8

5

1,00

40,00

1

1

0,20

10,00

Vértebras Torácicas

5

4

0,33

9,40

21

10

0,83

33,20

1

1

0,08

4,00

Vértebras Lumbares

7

2

0,29

8,29

4

4

0,33

13,20

1

1

0,14

7,00

2

2

2,00

57,14

-

-

-

-

-

-

-

-

Sacro Vértebras Caudales Pelvis

3

3

0,27

7,71

-

-

-

-

1

1

0,09

4,50

1

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

Costillas

53

24

1,00

28,57

19

19

0,79

31,60

6

6

0,25

12,50

Esternebras

3

3

0,50

14,29

-

-

-

-

-

-

-

-

Escápula

3

3

1,50

42,86

-

-

-

-

-

-

-

-

Húmero

3

2

1,00

28,57

-

-

-

-

2

2

1,00

50,00

Radio-ulna Fémur Rótula Tibia

1 5 2 6

1 3 2 3

0,50 1,50 1,00 1,50

14,29 42,86 28,57 42,86

5 3 2

1 3 1

0,50 1,50 0,50

20,00 60,00 20,00

1 3 -

1 2 -

0,50 1,00 -

25,00 50,00 -

Metacarpo

6

6

3,00

85,71

2

1

0,50

20,00

-

-

-

-

Metatarso

6

6

3,00

85,71

1

1

0,50

20,00

-

-

-

-

Metapodio

9

7

3,50

100,00 7

5

2,50

100,00 2

1

0,50

25,00

Falange 1

5

5

2,50

71,43

8

8

1,00

40,00

2

1

0,13

6,50

Falange 2

5

5

2,50

71,43

6

6

0,75

30,00

-

-

-

-

Falange 3

7

7

0,88

25,14

-

-

-

-

-

-

-

-

Sesamoideos 8

8

0,50

14,29

-

-

-

-

-

-

-

-

Carpianos

12

12

0,86

24,57

-

-

-

-

-

-

-

-

Tarcianos

31

31

2,20

62,86

3

3

0,21

8,40

1

1

0,07

3,50

Tabla 9: Abundancia relativa de partes anatómicas del piso II Recinto H. 79

Mariana Dantas

en los adultos y crías, y positivos en los juveniles (Tablas 11 y 12).

I 89,3%, Componente II 97%). Además, se puede inferir que este grado de fragmentación se debe principalmente a causas antrópicas, ya que los huesos con índice de médula elevado presentan fractura fresca en un 85,7% en el Recinto C, 78,3% en el Recinto F, 71,1% en el piso I Recinto H, 74,6% en el piso II Recinto H, 75% en el Componente I, 74,3% en el Componente II. De igual modo, entre un 16,7% y un 42,1% presentan negativos de impacto, hoyos y/o estrías de percusión (Recinto C 35,7%, Recinto F 30,4%, piso I Recinto H 42,1%, piso II Recinto H 22,2%, Componente I 16,7%, Componente II 32,4%).

Fragmentación de los conjuntos de Camelidae Con respecto a la fragmentación, se pudo observar que un porcentaje elevado de los especímenes de camélido se incluyen dentro de esta categoría, comprendiendo entre un 55,2% y un 71,2% del conjunto (Recinto C 55,2%, Recinto F 71,6%, piso I Recinto H 61,7%, piso II Recinto H 57,6%, Componente I 60,4%, Componente II 67,8%). Dentro de los mismos, aproximadamente el 89% posee un tamaño que varía entre 0.5 y 10 cm (Recinto C 70%, Recinto F 91,9%, piso I Recinto H 93,7%, piso II Recinto H 90,4%, Componente ADULTO

JUVENIL

CRIA

Unidades Anatómicas

NISP MNE MAU %MAU NISP MNE MAU %MAU NISP MNE MAU %MAU

Cráneo Mandíbula Atlas Axis

7 4 -

3 -

3,00 -

100,00 -

1 2 1 -

1 1 1 -

1,00 0,50 1,00 -

66,67 33,33 66,67 -

1

1

1,00

50,00

Vértebras Cervicales

-

-

-

-

3

3

0,60

40,00

1

1

0,20

10,00

Vértebras Torácicas

4

1

0,08

2,67

4

4

0,33

22,00

1

1

0,08

4,00

Vértebras Lumbares

1

1

0,14

4,67

5

3

0,43

14,33

1

1

0,14

7,00

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

2

2

0,18

6,00

3

3

0,27

9,00

-

-

-

-

5 21

4 18

2,00 0,75

66,67 25,00

1 2

1 2

0,50 0,08

33,33 2,67

4 1

4 1

2,00 0,04

100,00 2,00

Esternebras

3

3

0,50

16,67

-

-

-

-

-

-

-

-

Escápula

2

2

1,00

33,33

-

-

-

-

4

4

2,00

100,00

Húmero Radio-ulna Fémur Rótula Tibia Metacarpo Metatarso

7 3 6 2 10 4 2

4 1 2 2 6 4 2

2,00 0,50 1,00 1,00 3,00 2,00 1,00

66,67 16,67 33,33 33,33 100,00 66,67 33,33

1 3

1 2

0,50 1,00

33,33 66,67

2 4 2

2 3 1

1,00 1,50 0,50

50,00 75,00 25,00

3 -

3 -

1,50 -

100,00 5 -

3 -

1,50 -

75,00 -

Metapodio

6

3

1,50

50,00

1

1

0,50

33,33

-

-

-

-

Falange 1

5

2

0,25

8,33

3

2

0,25

8,33

2

1

0,13

6,50

Falange 2

6

6

0,75

25,00

-

-

-

-

-

-

-

-

Falange 3

3

3

0,38

12,67

1

1

0,13

4,33

-

-

-

-

Sesamoideos 2

2

0,13

4,33

2

2

0,13

4,33

-

-

-

-

Carpianos

3

3

0,21

7,00

3

3

0,21

7,00

2

2

0,14

7,00

Tarcianos

2

5

0,36

12,00

3

3

0,21

14,00

-

-

-

-

Sacro Vértebras Caudales Pelvis Costillas

Tabla 10: Abundancia relativa de partes anatómicas del Componente I, Montículo. 80

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

DISCUSIÓN

selectividad en su distribución. Sin embargo, si se consideran las partes anatómicas presentes y su abundancia, la categoría adultos refleja una presencia mucho más elevada. Asimismo, se pudo establecer que la carcasa completa está mayormente representada, resultando singular la baja representación de las partes de mayor utilidad económica del esqueleto axial (i.e. vértebras, costillas y esternón). De igual forma, tampoco se lograron identificar diferencias entre los recintos y el Montículo, que permitieran caracterizar de forma específica a cada uno de los mismos, en cuanto al tipo y frecuencia de partes anatómicas presentes. El único indicador que se pudo observar es el número de especímenes recuperados en cada uno de ellos, ya que en los Recintos C y F el NSP

Mediante el análisis del NISP obtenido, se pudo observar un claro predominio del consumo de artiodáctilos (especialmente camélidos) entre los habitantes del sitio Piedras Blancas, el cual fue complementado con la caza y recolección de mamíferos pequeños y aves (Chaetophractus vellerosus, Chinchillidae, Rheidae, entre otrosTabla 2). En cuanto a la presencia de camélidos, según las clases etarias, en los seis conjuntos analizados se encontraron representados de forma semejante individuos correspondientes a los grupos adultos, juveniles y crías, sin evidenciar una clara Unidades Anatómicas

ADULTO

Cráneo Mandíbula

3 2 1 3

4 2 1 1

4,00 1,00 1,00 1,00

100,00 25,00 25,00 25,00

1 1 -

1 1 -

1,00 0,50 -

50,00 25,00 -

6 -

1 -

1,00 -

50,00 -

5

2

0,40

10,00

1

1

0,20

10,00

-

-

-

-

6

2

0,17

4,25

4

4

0,33

16,50

7

4

0,33

16,50

10

2

0,29

7,25

5

3

0,43

21,50

-

-

-

-

Sacro Vértebras Caudales Pelvis

1

1

1,00

25,00

3

2

2,00

100,00 -

-

-

-

4

4

0,36

9,00

1

1

0,09

4,50

1

1

0,09

4,50

1

1

0,50

12,50

3

1

0,50

25,00

Costillas

34

17

0,71

17,75

9

8

0,33

16,50

1

1

0,04

2,00

Esternebras Escápula Húmero

7 5

3 2

1,50 1,00

37,50 25,00

2 2

2 1

1,00 0,50

50,00 25,00

1 5

1 4

0,50 2,00

25,00 100,00

Radio-ulna

6

2

1,00

25,00

-

-

-

-

6

2

1,00

50,00

Fémur Tibia

9 10

3 2

1,50 1,00

37,50 25,00

5 2

2 1

1,00 0,50

50,00 25,00

1 2

1 1

0,50 0,50

25,00 25,00

Metacarpo

2

4

2,00

50,00

1

1

0,50

25,00

2

1

0,50

25,00

Metatarso

2

2

1,00

25,00

-

-

-

-

-

-

-

-

Metapodio

15

3

1,50

37,50

3

1

0,50

25,00

1

1

0,50

25,00

Falange 1

15 3 2 4

13 2 2 4

1,63 0,25 0,25 0,25

40,75 6,25 6,25 6,25

4 1 -

3 1 -

0,38 0,13 -

19,00 6,50 -

1 2 1

1 2 1

0,13 0,25 0,13

6,50 12,50 6,50

13 4

13 4

0,93 0,29

23,25 7,25

2

2

0,14

7,00

1 -

1 -

0,07 -

3,50 -

Atlas Axis Vértebras Cervicales Vértebras Torácicas Vértebras Lumbares

Rótula

Falange 2 Falange 3 Sesamoideos Carpianos Tarcianos

JUVENIL

CRIA

NISP MNE MAU %MAU NISP MNE MAU %MAU NISP MNE MAU %MAU

Tabla 11: Abundancia relativa de partes anatómicas del Componente II, Montículo. 81

Mariana Dantas

es mucho menor, lo cual es coherente con espacios donde se habrían realizado distintos tipos de actividades y que fueron limpiados regularmente.

las correlaciones con el Índice de Secado, en casi todos los grupos etarios presentaron valores negativos y en siete casos tuvieron significación estadística, lo que indica que aquellos elementos que tienen mejores cualidades para ser secados se encuentran en muy bajas proporciones (v.g. costillares). Esto podría estar señalando que aquellas partes que están ausentes quizás fueron secadas, trasladadas y descartadas en otros puntos del paisaje.

No obstante, a través de los análisis realizados se pudo determinar un patrón entre la frecuencias de partes esqueletarias de los distintos grupos etarios presentes en la muestra arqueofaunística y la utilidad anatómica de las mismas. Los resultados de las correlaciones realizadas con los Índices de Médula permitieron identificar una covariación positiva con significación estadística entre el IM y las frecuencias de partes esqueletarias de la mayoría de la categoría adultos y algunas crías, indicando una selección de partes anatómicas que contenían proporciones elevadas de médula. En el resto de los casos, tanto para las relaciones con el IM como con el MUI, si bien no presentaron resultados significativos, la mayoría de los mismos tuvieron valores positivos, indicando una tendencia a la selección de partes, en primer lugar, con mayor cantidad de médula y, en menor proporción, de carne. Por otro lado,

MUI Montículo IM Componente I ISC MUI Montículo Componente IM II ISC MUI Recinto C

IM

En cuanto a las estrategias de elaboración de los alimentos, se esperaría que si hubiera primado el consumo de carne asada, los huesos se encuentren completos o escasamente fragmentados, restringiéndose las fracturas a las diáfisis de los huesos largos para extraer la médula (Jackson y Scott 2003; Outram 2001). Por otra parte, las técnicas que emplean el hervido de la carne, como la elaboración de guisos o sopas, implican que los elementos óseos adopten un “pot-sizing”, es decir, que sean fragmentados en tamaños más pequeños para que puedan incorporarse en los recipientes

ADULTO

JUVENIL

CRIA

rs=0,013 p0,954

rs=-0,037 p0,864

rs=0,165 p0,440

rs=0,533** p0,007

rs=0,353 p0,091

rs=0,026 p0,904

rs=-0,631** p0,005

rs=-0,382 p0,118

rs=-0,203 p0,420

rs=-0,196 p0,360

rs=0,247 p0,245

rs=-0,178 p0,405

rs=0,488* p0,016

rs=0,342 p0,102

rs=0,647** p0,001

rs=-0,678** p0,002

rs=-0,318 p0,199

rs=-0,754** p0,000

rs=-0,071 p0,741

rs=0,254 p0,231

rs=0,043 p0,843

rs=0,554** p0,005

rs=-0,085 p0,693

rs=0,463* p0,023

rs=0,179 p0,478

rs=-0,499* p0,035

rs=-0,038 p0,870

rs=-0,004 p0,986

rs=-0,010 p0,964

rs=0,429* p0,037

rs=0,258 p0,223

rs=0,372 p0,073

rs=-0,410 p0,091

rs=-0,316 p0,202

rs=-0,361 p0,141

rs=-0,235 p0,268

rs=-0,004 p0,987

rs=0,146 p0,495

rs=0,630** p0,001

rs=0,270 p0,201

rs=0,429* p0,037

rs=-0,631** p0,005

rs=-0,240 p0,338

rs=-0,369 p0,132

rs=-0,366 p0,078

rs=-0,051 p0,813

rs=0,103 p0,632

rs=0,347 p0,097

rs=0,384 p0,064

rs=0,358 p0,085

rs=-0,379 p0,121

rs=-0,114 p0,569

rs=-0,300 p0,227

ISC rs=-0,562* p0,015 Recinto F Recinto nivel I Recinto nivel II

MUI IM ISC MUI H IM ISC MUI H IM ISC

Tabla 12: Correlaciones entre frecuencia de partes anatómicas e Índices de Utilidad de Carne (MUI), de Médula (IM) y de Secado (ISC). *p< ,05; **p< ,01. 82

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

(Lupo y Schmitt 1997).

realizadas se compararon los resultados obtenidos con la información provista por otros investigadores sobre dos sitios ubicados en el Valle de Ambato, cronológicamente contemporáneos con Piedras Blancas. Los sitios son Martínez 1 (Bonnin 1994) y La Rinconada (Fernández Varela et al. 2002; Gordillo 2003; Gordillo y Ares 2005; Gordillo y de Hoyos 2006).

En la muestra analizada, se observó que la fragmentación de los especímenes fue alta y que sus dimensiones son adecuadas para su inclusión en las vasijas de cocción identificadas en Piedras Blancas (Laguens et al. 2007). Estos resultados, por el momento, indican que prevaleció un modo de cocción que implicó el hervido de los alimentos, lo cual habría posibilitado un aprovechamiento integral de los huesos, al emplear la médula y, en menor medida, la grasa ósea, y producir un mejoramiento de la carne, que habría absorbido la grasa contenida en la cocción (Lupo y Schmitt 1997; Outram 2001). De este modo, la fragmentación ósea conjuntamente con la alta proporción de partes esqueletarias con gran cantidad de médula resaltan la importancia que tuvo la grasa dentro de la dieta de los grupos que habitaron el sitio.

En cuanto al sitio Martínez 1, posiblemente una residencia del común de la gente (Bonnin 1994; Laguens 2004), se pudo observar que los camélidos son la especie dominante dentro del conjunto faunístico (85%), presentándose en un número considerablemente menor Artiodactyla, Cervidae, Chaetophractus vellerosus, Rodentia y Aves. Aquí, los elementos de camélido más representados son las partes inferiores de las patas (metapodios y falanges) y la cabeza. En este caso, Bonnin (1994) planteó un patrón de distribución de partes esqueletarias para camélidos de sitio productor/ consumidor, en el cual los elementos con utilidad cárnica y de médula más alta saldrían del sitio y en el mismo se consumirían los de menor rendimiento.

Este tipo de observaciones se han realizado para los cazadores recolectores, ya que diversos estudios señalaron la preferencia de estos grupos por la carne grasosa, especialmente en climas fríos o con amplias variaciones estacionales (De Nigris 2004; Speth y Spielmann 1983; Stiner 1994). Esta situación se debe a que la materia grasa constituye una fuente concentrada de energía, contiene nutrientes esenciales (i.e. vitaminas y minerales), es de suma importancia en el desarrollo neurológico de los niños, permite la asimilación de las proteínas y mejora el sabor de la comida (Church y Lyman 2003; Speth y Spielmann 1983; Stiner 1994).

En tanto, La Rinconada es un sito ceremonial, ubicado en las proximidades de Piedras Blancas (Gordillo 2003). Entre de los materiales faunísticos allí recuperados predominan los restos de camélidos (87,4%) y, en mucha menor proporción, se registraron Rodentia, Canidae, Cervidae, Dasipodidae, Aves y Tupinambis sp. Dentro del conjunto identificado como camélidos se encuentra representada toda la carcasa, con una preeminencia de las partes de alto rinde alimenticio (i.e. tronco y cuarto trasero), especialmente de las patas traseras (Fernández Varela et al. 2002; Gordillo 2003; Gordillo y Ares 2005; Gordillo y de Hoyos 2006).

Los datos obtenidos hasta el momento para Piedras Blancas contradicen el modelo planteado al principio del trabajo en cuanto a las técnicas de cocción, el cual postulaba que en los sitios de elite se esperaría la presencia de una menor fragmentación ósea y una mayor proporción de huesos asados. Entonces, se puede decir que el grado de fragmentación y los modos de elaboración de los alimentos no serían claros marcadores de diferencias sociales en los grupos bajo estudio, entre los cuales predominó el hervido.

En los conjuntos procedentes de Martínez 1 y La Rinconada se puede observar que, de modo similar a lo registrado en Piedras Blancas, el porcentaje de especímenes de camélidos es muy alto, mientras que las otras especies registradas se encuentran en muy bajas proporciones. Estas relaciones estarían evidenciando que en los tres sitios predominó el consumo de camélidos, el cual fue complementado con la caza de mamíferos pequeños y aves. Estos últimos, podrían haber sido obtenidos en las inmediaciones de los sitios, ya que son especies características de la región.

Comparación con otros sitios del Valle de Ambato A fin de contrastar y contextualizar las observaciones 83

Mariana Dantas

A través de las diversas partes anatómicas representadas en cada uno de los sitios, se pueden comenzar a elucidar las pautas de consumo implementadas en el Valle de Ambato. Por un lado, se pudo observar una distribución diferencial en función del contenido de médula y de carne, por lo que se puede plantear que el volumen y la calidad de recursos alimenticios animales se distribuyen de manera diferencial de acuerdo a la jerarquía de sitios. Así, en Martínez 1 los restos corresponden primariamente a los extremos de las patas o a huesos con bajo índice de carne y médula, mientras que en Piedras Blancas se encontró representado casi todo el esqueleto, con una marcada tendencia al predominio de partes con un índice de médula ósea elevado y, en menor proporción, de carne. En La Rinconada, el sitio ceremonial, esta tendencia se ve aún más incrementada, al identificarse una mayor presencia de elementos de alto rinde alimenticio tanto del esqueleto axial como apendicular, con una leve preponderancia de la pata trasera, que posee elevadas proporciones de carne y médula.

puede observar un predominio del consumo de camélidos en los tres sitios, siendo incorporados otros animales sólo en bajas proporciones. En cuanto a la frecuencia de partes anatómicas de los camélidos, se registró un patrón diferencial en cuanto al aprovisionamiento de estos recursos, lo cual podría estar obedeciendo a la existencia de distinciones sociales entre las distintas unidades domésticas del Valle de Ambato. Este patrón estaría respondiendo a un interés de cumplimentar requerimientos específicos de carne y grasa animal. Asimismo, el esqueleto axial y apendicular recibieron un uso disímil, sobre el cual resta indagar más exhaustivamente. De un modo aproximativo, se puede plantear que los elementos axiales pudieron haber sido distribuidos entre distintas unidades domésticas o haber sido secados y consumidos diferidamente. Considerando las técnicas culinarias, se observó una preponderancia del hervido de los elementos óseos, que permitiría un aprovechamiento integral de los nutrientes incluidos en los mismos. Esta manera de preparar los alimentos es similar a la registrada en la zona andina, donde el hervido es la forma habitual de cocción (Hastorf 2003).

Por el otro lado, y de modo no contradictorio con lo anteriormente planteado, se puede señalar que en Piedras Blancas, la escasa presencia de partes anatómicas del esqueleto axial se pudo deber a que fueron distribuidas entre otras unidades domésticas del valle, o a que fueron objeto de un consumo diferido, es decir, que fueron secadas y, posiblemente, trasladadas y descartadas en otros lugares. Sin embargo, este es un aspecto sobre el que se debe continuar investigando, ya que hasta el momento no se identificó el lugar donde se desecharon estos restos óseos, el cual no necesariamente tiene que ser fuera de Piedras Blancas, debido a que este sitio no se encuentra excavado en su totalidad a causa de su gran tamaño. Asimismo, tampoco se registró una mayor proporción de elementos axiales en La Rinconada, lugar donde se esperaría que hubieran sido llevadas las partes faltantes en Piedras Blancas, en base a su mayor jerarquía.

Si bien, estos resultados no coinciden con el modelo planteado para las sociedades Mississippi, sí se condicen con otras líneas de investigación que se vienen desarrollando dentro del Valle de Ambato. En este sentido, los resultados e interpretaciones del análisis del uso del espacio, la arquitectura, los bienes cerámicos y los recursos naturales, consideran que la cultura material ha participado de una manera dual en los procesos de diferenciación social. Es decir, la presencia de estos recursos en diferentes tipos de sitios, no genera distinciones aparentes y da una idea de igualdad. Sin embargo, existen profundas diferencias en la cantidad y posibilidad de acumulación de esta variedad de recursos. Así, siguiendo lo planteado por Laguens (2007) y Laguens y Bonnin (2005), se puede plantear que no es sólo el acceso a las distintas clases de recursos lo que marcaba diferencias entre las personas en Ambato, sino también el volumen disponible de cada recurso.

CONSIDERACIONES FINALES En conclusión, si se toman en cuenta los resultados obtenidos de los estudios realizados hasta el momento sobre los conjuntos faunísticos recuperados en Piedras Blancas, comparándolos con los de Martínez 1 y La Rinconada, se

En definitiva, se puede decir que este estudio 84

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

permitió realizar una primera aproximación a los modos de adquisición y consumo de los animales en el Valle de Ambato, resaltando la potencialidad de los análisis faunísticos dentro de los estudios arqueológicos enfocados en reconstruir los procesos que condujeron a la formación de sociedades internamente diferenciadas.

de Atacama.

Agradecimientos: Agradezco al Dr. Andrés Laguens, Dra. Mariana Mondini, Dr. Andrés Izeta y Lic. Germán Figueroa por la lectura y los valiosos comentarios que ayudaron a enriquecer este trabajo. Las tareas de campo y de laboratorio en el que se basa este estudio fueron financiado por subsidios de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Técnica, FONCyT, PICT 19-34552, la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Córdoba y el CONICET, de Argentina.

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1 En el caso de los mamíferos menores a 5 kilos, aves y anfibios, a los que no son aplicables los estadios de meteorización establecidos por Behrensmeyer (1978), se siguió la escala relativa propuesta por Mondini (2003) quien, sobre la base de criterios similares de meteorización ósea, distingue entre conservación buena, regular y mala, la primera es asimilable a los estadios 0 y 1, la segunda a los estadios 2 y 3 y la última a los estadios 4 y 5.

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2 El MNE fue estimado utilizando el método de zonas diagnósticas. La versión del método aquí usada está tomada de Mondini (2003), quien consideró a todo el elemento completo al momento de asignar las zonas, teniendo la precaución de que todas las partes del hueso queden representadas.

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De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

6 ANFISBENAS PARA LOS DIOSES: ZOOARQUEOLOGÍA DE UNA OFRENDA ANIMAL Débora M. Kligmann *, Adriana M. Albino ** y Elena Díaz País * * CONICET - Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. 25 de Mayo 217, 3° piso, C1002ABE Ciudad Autónoma de Buenos Aires. E-mail: [email protected] ** CONICET - Departamento de Biología, Universidad Nacional de Mar del Plata. Funes 3250, 7600 Mar del Plata.

RESUMEN Durante el análisis geoarqueológico de los sedimentos hallados dentro de una vasija de cerámica antropomorfa procedente del sitio Tolombón (departamento de Cafayate, sur de la provincia de Salta), se observaron miles de restos faunísticos de muy pequeño tamaño (menores a 0,5 cm). La vasija, de estilo Santamariano, estaba cubierta por un puco de estilo Famabalasto negro grabado. Luego de tamizar y triar dichos sedimentos, se recuperaron 6884 especímenes de anfisbenas (Squamata, Amphisbaenidae), correspondientes a un número mínimo de 21 individuos. Las anfisbenas, llamadas vulgarmente “lagartos gusano”, “víboras ciegas” o “víboras de dos cabezas”, son reptiles sin extremidades, alargados y más bien pequeños, que viven enterrados. Son animales solitarios que se alimentan de hormigas y termites. Resulta llamativa la presencia de casi todas las partes esqueletarias de las anfisbenas así como el excelente estado de preservación del material, teniendo en cuenta su extrema fragilidad. Los resultados de los análisis efectuados (taxonómicos, eco-etológicos, tafonómicos y contextuales), sumados a un estudio detallado de los posibles agentes y/o procesos de acumulación, indican que este conjunto de microvertebrados es resultado de la acción antrópica intencional, probablemente con fines ritualesceremoniales (e.g. una ofrenda). ABSTRACT An accumulation of thousands of small reptile bones (less than 0,5 cm) corresponding to amphisbaenians (Squamata, Amphisbaenidae) was found during the geoarchaeological analysis of the sediment contents of a ceramic vessel coming from the archaeological site of Tolombón (department of Cafayate, south of Salta Province, Northwest Argentina). The Santamariano style vessel was covered by a Famabalasto style bowl. A total of 6884 specimens was recovered, corresponding to a minimum number of 21 individuals. These lonely animals, also named “worm lizards”, are limbless reptiles adapted to a burrowing lifestyle and they feed on ants and termites. The presence of almost all the skeletal parts of the reptiles as well as their excellent state of preservation is surprising, given the extreme fragility of these bones. The results of the analysis carried out (taxonomic, ecologic, ethologic, taphonomic and contextual), together with a detailed study of the possible processes and/or agents of accumulation, show that this assemblage of small vertebrates is the result of an intentional human action, probably related to ritual activities such as an offering.

De la Puna a las Sierras: Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina. Andres D. Izeta y Guillermo L. Mengoni Goñalons (Ed.) British Archaeological Reports International Series. SAMAR 19. 2012: 89-120

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Débora M. Kligmann et al.

INTRODUCCIÓN

motivos, a un problema de muestreo, resultado de las técnicas utilizadas para la recuperación de los restos materiales (Figura 2).

Durante la excavación de un recinto circular localizado en el sitio arqueológico Tolombón (sur de la provincia de Salta, noroeste argentino) (Figura 1) se halló una vasija de cerámica llena de sedimentos, tapada con un puco. El análisis geoarqueológico de dichos sedimentos permitió recuperar un conjunto de miles de restos óseos de anfisbenas (reptiles serpentiformes de muy pequeño tamaño).

El objetivo de este trabajo es presentar este inusual hallazgo (tanto por la cantidad como por el tamaño de los restos) y discutir su significado en el marco de los sitios del NOA correspondientes al Período de Desarrollos Regionales. Las tareas realizadas se enmarcaron en el Proyecto Arqueológico Tolombón, dirigido por la Dra. Verónica Williams, cuyos objetivos generales eran conocer las transformaciones económicas, políticas y sociales generadas por la intervención incaica en el sur del valle Calchaquí y proponer un posible manejo del sitio (Williams 2002).

Su importancia radica en que si bien los animales serpentiformes(1) son ubicuos en la iconografía del NOA, especialmente en el Período Tardío o de Desarrollos Regionales, el hallazgo de restos óseos de estos reptiles en el registro arqueológico es escaso (Kligmann y Díaz País 2007). Esto puede deberse a que dichos animales no eran utilizados de manera cotidiana en el pasado -aunque seguramente formaban parte del mundo simbólico tal como lo demuestran el folklore y la iconografía- o puede obedecer, entre otros

1) El Sitio Arqueológico Tolombón Tolombón se encuentra en el norte del valle de Yocavil, Departamento de Cafayate (26º 11’ 50” S y 65º 57’ 41” O), a 12 km al sur de la ciudad del mismo nombre. Está situado en la margen izquierda del río Santa María, a la vera de la Ruta

Figura 1. Ubicación del sitio arqueológico Tolombón. 90

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

Figura 2. Diagrama de flujo que da cuenta de la ausencia de determinado taxón en el registro arqueológico. Nacional N° 40 y aproximadamente a 1750 msnm (Williams 2002, 2002-2005, 2003). El sitio tiene una superficie construida de 35 ha, incluyendo más de 200 recintos distribuidos en un cerro y un fuerte localizado en su cumbre. Tolombón constituye un conglomerado arquitectónico donde se alternan áreas residenciales con lugares destinados a la producción agrícola, la recolección de frutos, la molienda y la funebria, entre otros (Williams 2002-2005, 2003).

comunicación personal). Entre los años 2000 y 2005 la Dra. Williams retomó las tareas en Tolombón, realizando sondeos y excavaciones. Durante los trabajos de campo se recuperó una gran cantidad de restos materiales que incluyen artefactos de cerámica y de metal, instrumentos líticos, cuentas de moluscos y de malaquita, restos faunísticos y trozos de escoria (Williams 2003). A partir del análisis del trazado general del sitio se discriminaron cinco sectores denominados Fuerte, Atalaya, Talud, Base y Conoide, los cuales se encuentran distribuidos sobre la cumbre, las laderas y el pie del cerro. Hasta la fecha sólo se muestrearon los últimos dos sectores.

A lo largo del siglo XX este sitio fue prospectado y/o excavado por Francisco de Aparicio en tres ocasiones (entre los años 1943 y 1946) y por Pedro Krapovickas y Ciro Lafón en 1956. Lamentablemente, de Aparicio sólo publicó una nota breve (de Aparicio 1948) mientras que Krapovickas y Lafón no publicaron los resultados de sus investigaciones (Verónica Williams,

Durante los años 2001 y 2002 se excavó en el Sector Base, de tipo residencial, una estructura 91

Débora M. Kligmann et al.

rectangular de 8,4 m por 4,7 m (Recinto 6, División Arquitectónica A) (Figura 3) de la cual se obtuvo una gran cantidad de materiales, especialmente cerámicos. De todos los restos faunísticos recuperados, hasta el momento sólo se han publicado los resultados del conjunto correspondiente a cuatro niveles del mencionado recinto (Mengoni Goñalons 2010).

norte (Williams 2002, 2003). En la primera de las campañas mencionadas se identificaron nueve niveles llegando hasta los 95 cm de profundidad. En este trabajo sólo se consideran dichos niveles dado que de allí provienen los microvertebrados aquí analizados. Este recinto está asociado a otro, denominado J, de características similares. Ambos se encuentran sobre un terreno plano, aislados espacialmente del resto de las estructuras. Es importante destacar que los recintos recién mencionados son los únicos dos de forma circular en todo el sitio.

El Sector Conoide, también residencial, está conformado por viviendas y campos de cultivo. Como parte de las tareas realizadas durante los años 2000 y 2001 se excavó una estructura circular (Recinto I, División Arquitectónica D) (Figura 4), de 2,5 m de diámetro con una pared doble con relleno de 0,80 m de ancho. Presentaba una puerta de 0,66 m de ancho localizada en el sector

En el centro del Recinto I se encontró, entre los 54 cm y 92 cm de profundidad, una vasija de cerámica antropomorfa entera de estilo Santamariano(2) orientada hacia la puerta. Esta pieza (de 36,5 cm

Figura 3. Ubicación del Recinto 6 de Tolombón (Sector Base) (modificada de Williams 2002-2005). 92

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

de alto y 29,5 cm de diámetro máximo) posee una cara modelada con lágrimas y dos tipos de asas: unas acintadas y otras trenzadas (Figura 5). Las primeras son funcionales y su ubicación estaría indicando que pudieron haber sido utilizadas para un transporte a corta distancia mientras que las segundas son de carácter decorativo y apoyarían el aspecto antropomorfo y hasta femenino de la vasija. Ésta estaba cubierta con un puco de estilo Famabalasto negro grabado (Williams 2002, 2003) y contenía abundantes sedimentos en su interior que fueron recolectados para la realización de análisis geoarqueológicos y de flotación en laboratorio.

Hasta el momento se cuenta con ocho dataciones radiocarbónicas, procedentes del recinto 6 y de una tumba, que oscilan entre 800 y 350 años A.P. (Williams 2003; Verónica Williams, comunicación personal). Este rango indicaría que el sitio fue ocupado durante los Períodos de Desarrollos Regionales, Inca e Hispano-Indígena. Tolombón posee un significativo valor histórico por haber sido uno de los principales centros de resistencia indígena durante las guerras calchaquíes y en 1944 fue declarado monumento histórico por la Comisión Nacional de Monumentos y Lugares Históricos (Williams 2003).

Figura 4. Ubicación del Recinto I de Tolombón (Sector Conoide) (modificada de Williams 20022005). 93

Débora M. Kligmann et al.

recuperados en un sitio del NOA. Este conjunto fue interpretado como el resultado de un episodio de muerte catastrófica durante una hibernación grupal en una madriguera de roedor (Albino y Kligmann 2007; Kligmann 2003, 2009; Kligmann et al. 1999). En la mayoría de las publicaciones restantes, y debido a la escasez del material óseo hallado, sólo se presenta la determinación taxonómica pero no se discute su origen (Kligmann 2003, 2009). Gran parte de estos restos fueron identificados como lagartos o serpientes mientras que los otros casos corresponden a anfisbenas, cocodrilos y tortugas. Los reptiles mencionados se han hallado en distintos tipos de sitios: cuevas, aleros y emplazamientos a cielo abierto. De la información relevada se desprende que la mayoría de los sitios arqueológicos con restos de reptiles están localizados en la Región Pampeana (56%) y el NOA (28%). Mientras que en la primera de las regiones señaladas los restos provienen de unidades de excavación de cronología diversa (desde el Pleistoceno tardío en adelante), en el NOA todos los casos reportados se pueden adscribir al Holoceno tardío, específicamente a los Períodos de Integración Regional (650 a 850 d.C.)(3), Desarrollos Regionales (850 a 1480 d.C.) (3) e Inca (1480 a 1536 d.C.)(3).

Figura 5. Vasija cerámica que contenía los restos de las anfisbenas. ANTECEDENTES DEL HALLAZGO DE REPTILES EN SITIOS ARQUEOLÓGICOS DE LA ARGENTINA La recuperación y posterior análisis de restos de microvertebrados de sitios arqueológicos argentinos no es muy frecuente y gran parte de los trabajos publicados se dedican al análisis de roedores. En lo que respecta a los reptiles en particular, se pueden mencionar los trabajos de Albino 1999, 2001; Albino y Albino 2004; Albino y Kligmann 2007; Albino et al. 2002; Aldazabal et al. 2007; Ameghino 1880; Brunazzo 1999; Campos y Gasco 2007; Capparelli y Raffino 1997; Cione et al. 1979; de la Fuente 1999; del Papa et al. 2007; Donadío 1983; González 2005; Gordillo 1988, 1990; Kligmann 2003, 2009; Kligmann et al. 1999; Lezcano y Fernández 1999; Madrid y Politis 1991; Mengoni y Silveira 1976; Miotti y Tonni 1991; Onaha et al. 2001; Paleo et al. 2002; Quintana et al. 2003; Recalde y Srur 2007; Rodríguez Loredo 1997-98; Salemme 1987, 1990; Salemme y Berón 2003; Salemme y Tonni 1983; Salemme et al. 1985; Tobisch et al. 2005; Tonni et al. 1985 y Van Devender 1977.

En la mayoría de los trabajos consultados los restos óseos hallados son macroscópicos, es decir que para su recuperación y análisis no fue necesario recurrir a técnicas específicas (por ejemplo flotación o tamizado con mallas menores a 2 mm y utilización de instrumentos de altos aumentos). 1) Hallazgos de Reptiles Serpentiformes en el NOA De los 25 sitios arqueológicos de la Argentina que cuentan con restos de reptiles, en la Tabla 1 sólo se presentan los hallazgos de aquellos serpentiformes ya que son directamente relevantes para el presente trabajo. En este acápite comentaremos únicamente los tres casos localizados en el NOA. Resulta interesante mencionar que todos ellos provienen de la provincia de Catamarca.

De los 25 casos recopilados sólo uno constituye una gran acumulación (más de 1500 especímenes) y corresponde a pequeños reptiles (lagartijas)

En el sitio incaico Potrero Chaquiago (Departamento de Andalgalá) se recuperaron restos de reptiles (culebras, víboras y lagartos) los 94

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

Tabla 1. Antecedentes de reptiles serpentiformes hallados en sitios arqueológicos de Argentina. que, junto con otros microvertebrados (anfibios y roedores), fueron interpretados como los desechos alimenticios de un predador, posiblemente un ave rapaz o un pequeño carnívoro (Rodríguez Loredo 1997-98).

huesos se identificaron patologías osteológicas (enfermedades artríticas) y dentarias (e.g. caries, abscesos, hipoplasia, periodontitis y desgaste) poco frecuentes para su rango etario. Uno de los párvulos, probablemente de sexo masculino, tiene una edad de muerte estimada entre 9 y 18 meses. El sexo y la edad del otro niño no pudieron determinarse con exactitud debido a su mal estado de preservación, pero es posible que se trate de un neonato. Las urnas donde se hallaron los dos infantes fueron asignadas al estilo Belén (Período de Desarrollos Regionales), estaban decoradas con motivos serpentiformes bicéfalos y contenían sedimentos. En ninguno de los entierros se recuperaron otros restos materiales (Onaha et al. 2001; Tobisch et al. 2005).

El segundo hallazgo corresponde a un fragmento de complejo occipital de Amphisbaenidae (Amphisbaena sp.)(4) procedente del Shincal de Quimivil (Departamento de Belén) (Capparelli y Raffino 1997; de la Fuente 1999), cuya presencia en el sitio probablemente sea circunstancial. El tercer hallazgo proviene de La Mesada de Carrizal (Departamento de Belén) (Onaha et al. 2001; Tobisch et al. 2005). Consiste en un entierro múltiple: uno directo (adulto en posición genuflexa decúbito lateral izquierdo) y dos en urna (infantes), todos asociados espacialmente. Los individuos fueron sepultados aprovechando la oquedad de una roca que estaba cerrada con un semicírculo de piedras. El esqueleto adulto, de alrededor de 25 años, corresponde a un individuo de sexo femenino y se encontraba en excelente estado de preservación. En sus

Dentro de la urna entera que contenía al infante de mayor edad se recuperaron restos óseos de anfisbénidos (Amphisbaena bolivica) (5), correspondientes a un número mínimo de 18 individuos. La pieza, con una altura máxima de 36,8 cm y un diámetro máximo de 37 cm, se encontraba tapada y presentaba signos de reparación. La tapa estaba sellada con barro 95

Débora M. Kligmann et al.

(Tobisch et al. 2005). Si bien los autores sugieren que el conjunto faunístico podría ser un acompañamiento mortuorio intencional, a modo de ajuar u ofrenda, lamentablemente los restos recuperados no se describen en detalle (e.g. no se brinda información sobre el NISP, la representación de partes esqueletarias o el estado de preservación del material) ni se discuten las características del hallazgo dado que el objetivo del trabajo es el análisis de los restos óseos humanos. Resulta interesante mencionar que los autores resaltan la “coincidencia” entre el nombre vulgar de las anfisbenas recuperadas (“víboras de dos cabezas”) dentro de la vasija y los motivos iconográficos representados en ella. Este tema será retomado en la Discusión.

• El material se clasificó y cuantificó por partes esqueletarias (NISP). • Se calculó el MNI. • Se fotografió material representativo de las distintas partes esqueletarias con el Microscopio Electrónico de Barrido (marca Philips, modelo XL 30 MP) del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (CONICET), tarea realizada por el Lic. Fabián Tricárico. Para ello se metalizaron las muestras con un metalizador de Polaron VG Scientific con pastilla de paladio-oro (60-40). • Se llevó a cabo un estudio tafonómico del material evaluándose, entre otras cosas, la densidad de restos óseos por kg de sedimento procesado, la diversidad taxonómica, el porcentaje de supervivencia -o abundancia relativa-, el grado de articulación del material y su estado de preservación (e.g. registro de fracturas y de marcas o huellas). • Se buscó información sobre la especie de reptil identificada (e.g. distribución geográfica, hábitos alimenticios, etología, hábitat, reproducción y desarrollo y predadores). • Se analizaron los posibles agentes y/o procesos de acumulación del material.

METODOLOGÍA Durante el análisis geoarqueológico de los sedimentos contenidos en el interior de la vasija cerámica se observaron varios restos óseos de muy pequeño tamaño por lo que se decidió implementar una serie de medidas tendientes a la recuperación de la totalidad de este material: • Se tamizó en seco la totalidad de los sedimentos (aproximadamente 9,4 kg) utilizando 3 tamices superpuestos de distinta luz de malla (-1 Ø, 0 Ø y 1 Ø, equivalentes a 2, 1 y 0,5 mm respectivamente). La malla de menor tamaño (0,5 mm) asegura la recuperación de las partes esqueletarias más pequeñas identificables taxonómicamente (Guérin y Rage 1987). El tamaño de los tamices restantes depende de la granulometría de los sedimentos. En muestras con sedimentos predominantemente arenosos no consolidados como los aquí analizados, la obtención de fracciones de diferente tamaño de grano facilita enormemente la tarea posterior de triado(6) (Guérin y Rage 1987). • Para cada una de las tres fracciones se separó el material óseo de las partículas minerales. La selección del material más grande (2 mm) se realizó a ojo desnudo y con la ayuda de una lupa de mano mientras que los restos comprendidos en los tamices de mallas más pequeñas (1 y 0,5 mm) fueron separados utilizando una lupa binocular (aumentos: 10x a 30x). • Los restos craneales y post-craneales se identificaron al nivel taxonómico de especie.

RESULTADOS 1) Acerca de las Verdaderas “Víboras de Dos Cabezas” Las anfisbenas, llamadas vulgarmente “lagartos gusano”, “víboras ciegas” o “víboras de dos cabezas”, constituyen un grupo particular de reptiles escamosos de afinidades filogenéticas inciertas (Kearney 2003). Junto con las serpientes y los lagartos conforman el orden Squamata. Estos animales se caracterizan por la reducción o ausencia de patas y por sus adaptaciones a un modo de vida cavador y subterráneo. Sus cuerpos son alargados, con colas cortas y cabezas pequeñas, no diferenciadas del cuerpo. Sus ojos, aunque funcionales, están escasamente desarrollados por lo que apenas pueden distinguirse. Las modificaciones del oído medio les permiten detectar sonidos de baja frecuencia. Viven en suelos o sedimentos arenosos o limo-arcillosos, que excavan con sus cabezas compactas (Kearney 2003). 96

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

Las anfisbenas habitan en regiones tropicales y templadas del Nuevo y Viejo Mundo (por ejemplo Baja California, Florida, el Caribe, América Central y del Sur, África sub-Sahariana, partes del Mediterráneo y Medio Oriente), con una mayor diversidad de géneros en África y América del Sur (Kearney 2003). Su ecología e historia de vida son poco conocidas debido a que viven bajo tierra y a la escasez de investigadores dedicados al estudio de este grupo.

con los dientes. Si entre los elementos hubiera heterogeneidad en la morfología se podría suponer la presencia de más de una especie, pero como esto no sucede se sigue un criterio de parsimonia y se asume que todos los elementos corresponden al mismo taxón(7). Esta es la manera en la que se trabaja en paleontología de reptiles. Es importante realizar esta aclaración ya que los arqueólogos estamos más acostumbrados a trabajar con restos de mamíferos que de reptiles y los criterios que se utilizan para su identificación taxonómica no son los mismos. Por ejemplo, en el grupo de las serpientes toda la paleontología se basa casi con exclusividad en la morfología vertebral dado que es posible realizar determinaciones taxonómicas sobre la base de una única vértebra. En este caso, los elementos postcraneales son más significativos que los craneales.

2) Características del Conjunto de Microvertebrados de Tolombón Es importante mencionar que más de 18 géneros y más de 160 especies conforman la familia Amphisbaenidae (Gans 2005). Debido a que Tolombón fue ocupado durante el Holoceno tardío, para el análisis taxonómico de los restos recuperados sólo se tuvieron en cuenta los géneros de Amphisbaenia actualmente presentes en la Argentina (Amphisbaena, Anops y Leposternon) (Montero 1996). Se determinó que dichos restos correspondían al primero de los géneros mencionados (Amphisbaena), que incluye unas 70 especies (Gans 2005). Aunque para el Departamento de Cafayate no hay registros de este género, para otras localidades de la provincia de Salta hay datos de cuatro especies (A. angustifrons, A. bolivica, A. heterozonata y A. plumbea) (Montero 1996). Sobre la base de la distribución actual recién mencionada y de las características particulares observadas en el material analizado, se puede afirmar que todos los restos óseos de reptil hallados en el sitio corresponden a una única especie: A. heterozonata (Squamata, Amphisbaenia, Amphisbaenidae).

Habiendo hecho esta aclaración, pasamos entonces a mencionar las características de la especie hallada en Tolombón. A. heterozonata es un anfisbénido de 30 cm de longitud máxima que está ampliamente distribuido en Argentina, abarcando provincias del NOA (Catamarca, Jujuy, Salta, Santiago del Estero y Tucumán), Cuyo (Mendoza), Sierras Centrales (Córdoba y San Luis), Noreste/Litoral (Chaco, Corrientes y Santa Fe) y Pampa (Buenos Aires y La Pampa) (Ávila et al. 2000; Montero 1996). Las anfisbenas correspondientes a esta especie viven en suelos arcillosos y ricos en materia orgánica (ya sea en áreas cultivadas o en campos de pastoreo), entre los 7 cm y 2 m de profundidad. También pueden habitar en hormigueros o termiteros, debajo de troncos podridos o de rocas o entre la tierra removida por los tucutucos durante la construcción de sus cuevas (Gallardo 1977). Los hallazgos de ejemplares de esta especie son casuales y esporádicos dado que sólo ocasionalmente aparecen en la superficie, en especial luego de fuertes lluvias (Gallardo 1977). Cuando se les inundan las galerías, pueden ser vistas ahogadas en la superficie debido a que tienen poca resistencia al agua. Tampoco poseen gran resistencia al sol, motivo por el cual se desecan con facilidad cuando se hallan en la superficie. Estos animales se caracterizan por un modo de vida solitario y un comportamiento agresivo, incluso entre especímenes de la misma

Cabe mencionar que los únicos elementos del conjunto analizado que permiten la asignación específica son los maxilares -con los dos primeros dientes agrandados- y el tamaño de las vértebras, compatible con las de A. heterozonata. La identificación del conjunto, por lo tanto, se realizó sobre la base de una combinación de caracteres de distintos huesos a pesar de que se encontraban desarticulados (Albino y Kligmann 2009). Con estos animales en particular (y con todos los reptiles en general) no hay otra alternativa ya que las identificaciones se realizan a partir de un conjunto de estados y no por un elemento diagnóstico craneal, como ocurre en los mamíferos 97

Débora M. Kligmann et al.

especie. Se alimentan de larvas de derméstidos y de tenebriónidos, hormigas, termites, lombrices, etc. Ponen sólo entre 2 y 3 huevos por vez -a menudo dentro de los hormigueros o termiteros

donde suelen vivir- de los que nacen crías autosuficientes de unos 8 cm de largo. Entre sus predadores se incluyen las aves rapaces, las culebras, los escuerzos y los sapos.

Figura 6. Fotografías con MEB de los elementos óseos más representativos de las anfisbenas. 98

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La cantidad de especímenes identificados por taxón en el conjunto analizado es de 6884, lo que representa una densidad de 732 especímenes/kg de sedimento analizado. El MNI es de 21, de acuerdo

al número de complejos occipitales preservados. Se recuperaron, además, 561 fragmentos que no pudieron ser determinados a nivel específico.

Tabla 2. Cuantificación de los restos óseos y dentarios de las anfisbenas por partes esqueletarias. 99

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No es posible establecer el sexo de las anfisbenas recuperadas en Tolombón a partir del material óseo. Por otro lado, y siguiendo un criterio de parsimonia, se asumió la presencia de individuos de diversas edades dentro de una especie en función de las variaciones de tamaño observadas en una misma parte esqueletaria (por ejemplo en las últimas vértebras caudales fusionadas). Esto es así porque, a diferencia de los mamíferos, los reptiles continúan su crecimiento luego de alcanzar la madurez sexual. Como se puede observar en la Figura 6 y en la Tabla 2, se recuperaron elementos correspondientes a diversas partes del esqueleto, incluyendo complejos occipitales, parietales, maxilares, dentarios, vértebras y costillas. Los últimos dos son los elementos más abundantes en el conjunto, representando el 93,5% del total. Esto es esperable dado que, como ya mencionamos, las anfisbenas tienen cuerpos alargados sin extremidades con un gran número de vértebras y dos costillas por cada una de ellas, a excepción de las últimas caudales fusionadas.

En el conjunto analizado hay algunos elementos articulados, tanto craneanos como postcraneanos. Entre los primeros se pueden mencionar, a modo de ejemplo, complejos occipitales con estribos, complejos occipitales con parabasiesfenoides, frontales con parietales y dentarios con huesos compuestos. Entre los elementos postcraneanos se observaron complejos atlas-axis. Resulta llamativa la presencia de casi todas las partes esqueletarias así como el excelente estado de preservación del material, teniendo en cuenta su extrema fragilidad y su muy pequeño tamaño. De hecho, algunos huesos todavía conservan restos de piel adherida o improntas de la misma (Figura 7). Un dato interesante observado es la coloración diferencial del material, que se presenta en todas las partes esqueletarias identificadas. Mientras que algunos huesos son de colores claros, otros son más oscuros. Respecto a los indicadores de acción humana en los huesos, no se registraron marcas de procesamiento, termoalteraciones o selección de

Figura 7. Restos óseos de las anfisbenas con fragmentos o improntas de piel. 100

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partes anatómicas específicas. Cabe mencionar que el porcentaje de material fracturado es bajo y que la cantidad de elementos indeterminados es inferior al 8%. 3) Otros Microvestigios Como consecuencia de las tareas de tamizado y triado también se recuperaron unos pocos caracoles pequeños, escasas partes de artrópodos (hormigas, escorpiones y escarabajos) y algunos restos vegetales. Estos microvestigios fueron determinado por los siguientes especialistas: Dr. Diego G. Zelaya (caracoles), Dres. Andrés Ojanguren y Osvaldo Di Iorio (artrópodos) y Dra. María Fernanda Rodríguez (vegetales). En cuanto a los restos de invertebrados, se identificaron tres especies de caracoles terrestres: Succinea aurita, Gastrocopta pulvinata y Scolodonta semperi (Diego Zelaya, comunicación personal). Por otro lado, los restos de escorpiones están bastante fragmentados y sólo se recuperaron unas pocas estructuras de valor diagnóstico, por lo que no fue posible realizar una identificación taxonómica a nivel de especie. Aparentemente el material corresponde a dos géneros distintos: Timogenes y Bothriurus (ambos incluidos dentro de la familia Bothriuridae). Teniendo en cuenta las especies que habitan actualmente en la zona de estudio los restos podrían asignarse tentativamente a Timogenes elegans y Bothriurus olaen (Andrés Ojanguren, comunicación personal). Finalmente los restos vegetales hallados corresponden a cortezas, frutos y semillas de compuestas, gramíneas y leguminosas (Fernanda Rodríguez, comunicación personal). Todos estos microvestigios son habituales en la zona de estudio. DISCUSIÓN En esta sección presentamos cuatro líneas de evidencia complementarias e independientes que contribuyeron a la interpretación de los restos óseos de los reptiles recuperados en Tolombón: 1) el análisis de los agentes y/o procesos de acumulación de las anfisbenas, 2) el contexto del conjunto de los microvertebrados (la vasija, el recinto y el sitio), 3) los trabajos de los arqueólogos argentinos de principios del siglo XX y 4) las representaciones iconográficas de

animales serpentiformes en vasijas cerámicas del Período de Desarrollos Regionales del NOA. 1) Análisis de los Posibles Agentes y/o Procesos de Acumulación del Conjunto de Anfisbenas Como dice Lee Lyman (1994), la tafonomía presenta un desafío a los zooarqueólogos que puede ser expresado como: ¿qué están haciendo estos huesos en este sitio? El conjunto de pequeños reptiles de Tolombón podría ser tanto una acumulación natural como resultado de la acción humana. Nuestro principal objetivo era discutir cómo ingresaron los animales a la vasija cerámica dado que esto resultaba crucial para comprender la relación entre los habitantes del sitio y la fauna de su entorno. A continuación se mencionan los argumentos que nos permitieron discernir el origen (natural o antrópico) de este conjunto: 1) Hay un sólo taxón de vertebrados identificado. Si la urna hubiera estado destapada en algún momento del pasado, las anfisbenas podrían haber ingresado por sus propios medios. Sin embargo, esto también hubiera posibilitado el ingreso de animales de cualquier otra especie. El hecho de encontrar un conjunto taxonómicamente tan homogéneo en una zona en la que naturalmente viven varias especies diferentes indica una selección intencional de las anfisbenas. 2) El número mínimo es de 21 individuos y las anfisbenas no son animales gregarios. Para encontrar un MNI tan elevado, estos animales deberían haber ingresado de a uno por vez a lo largo del tiempo, probablemente atraídos por algún elemento contenido en el interior de la vasija. Sin embargo, se sabe que ni aún en hormigueros o termiteros se agrupan más de dos o tres individuos. Por otro lado, cada individuo pone pocos huevos por lo que tampoco podrían acumularse 21 individuos como resultado de un posible nacimiento. 2a) Si las anfisbenas entraron a la vasija de a una por vez en varios eventos y murieron allí, se trataría de un caso de muerte atricional(8) (Figura 8(9)). En consecuencia, se esperaría encontrar unos pocos individuos aislados y no un conjunto significativo en un espacio acotado. Resulta poco 101

Débora M. Kligmann et al.

probable que tantos animales ingresen a la vasija y que, una vez allí, todos mueran por enfermedad y/o vejez. Ahora bien, la pregunta que surge de este razonamiento es: si las anfisbenas entraron por sus propios medios, ¿por qué no salieron del mismo modo? 2b) Para que se produjera un evento de muerte catastrófica(10) (Figura 8), la especie en cuestión debería ser gregaria de modo tal que, una vez agrupados los individuos, algún fenómeno natural pudiera producir la muerte en masa de dicho grupo. En consecuencia, la opción de muerte natural in situ (con sus dos variantes) queda descartada para explicar el conjunto aquí analizado. 3) Los restos óseos están en perfecto estado de preservación. Se podría pensar que las carcasas halladas son el resultado de la muerte natural de los animales fuera del sitio y de su posterior transporte

hacia el mismo. Sin embargo, los resultados del análisis tafónomico permiten descartar el transporte de las carcasas de las anfisbenas por medio de agentes físicos o biológicos no humanos (Figura 8). Además, ambos tipos de agentes no actúan diferencialmente sobre la fauna: si bien pueden seleccionar por tamaño, no discriminan entre especies. Sobre la base de todo lo mencionado hasta el momento, y de acuerdo a las opciones planteadas en la Figura 8, este conjunto podría explicarse como una acumulación antrópica. A continuación se mencionan los indicadores considerados para interpretar el motivo (alimenticio, tecnológico, medicinal o ritual-ceremonial) por el cual los seres humanos pudieron haber acumulado tantos ejemplares de anfisbenas: 1) Las anfisbenas fueron introducidas en la vasija intencionalmente. Una vez descartados el ingreso de los animales por sus propios medios

Figura 8. Diagrama de flujo que da cuenta de los agentes y/o procesos de acumulación de restos faunísticos en un sitio arqueológico. 102

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y el transporte post mortem no antrópico, se pensó que los individuos pudieron haber sido recolectados y depositados enteros dentro del recipiente, ya sea en un solo evento o en varios eventos sucesivos, con la consiguiente desarticulación de los esqueletos in situ. Se podrían haber organizado salidas específicas con el fin de recolectar anfisbenas o podría tratarse de hallazgos casuales. En el primer caso podrían haberlas buscado directamente en hormigueros o termiteros -donde suelen vivir- o las podrían haber obtenido en la superficie luego de fuertes lluvias. Si bien ambas opciones (recolecciones planificadas o casuales) son posibles, la primera de ellas es más probable para dar cuenta del conjunto aquí analizado dado que permitiría recuperar una mayor cantidad de individuos en menos tiempo. Por otro lado, en la primera opción los animales estarían vivos mientras que en la segunda podrían estar tanto vivos como muertos. De haberlos recolectado muertos, deberían haberlo hecho inmediatamente luego de su muerte natural (peri mortem), antes de su desarticulación. Si bien esta opción es posible, es poco probable dado que se trata de una acumulación de muchos individuos que naturalmente viven enterrados, por lo que es esperable que también mueran bajo tierra. De morir en la superficie por causas naturales, cabría la posibilidad de que las anfisbenas hubieran sido posteriormente consumidas por algún depredador, con el consecuente efecto sobre sus carcasas, y/o que hubiera comenzado el proceso natural de descomposición de sus cuerpos. Estos hechos son incompatibles con las características del conjunto de microvertebrados hallados dentro de la vasija cerámica, consistente en restos de varios individuos en excelente estado de preservación, con presencia de casi todas las partes esqueletarias, algunas de ellas articuladas y/o con improntas de piel. Otra evidencia a favor de la intencionalidad de esta acumulación es la gran cantidad de anfisbenas en relación a las pequeñas dimensiones de la vasija. 2) Estos reptiles viven enterrados y sólo son vistos ocasionalmente y de manera individual. Teniendo esto en cuenta, se puede afirmar que el hecho de recolectar tantos ejemplares implica una importante inversión de trabajo, ya sea que se trate de un único evento de depositación o de varios eventos a lo largo del tiempo. Así, el esfuerzo y el

tiempo invertidos en planificar esta acumulación reflejarían el valor asignado a las anfisbenas. 3) Se trata de animales de muy bajo rendimiento económico. Por lo tanto, se podría esperar que no formaran parte habitual de la dieta humana (Figura 2), habiendo otros animales en el entorno que efectivamente fueron consumidos (Tabla 3). Esta idea es concordante con la falta de indicadores de acción humana en los huesos así como con su excelente estado de preservación. 4) Los restos óseos de las anfisbenas son microscópicos y delicados. Dado el pequeño tamaño y la fragilidad de sus restos se puede afirmar que no son útiles para realizar artefactos (e.g. espátulas, punzones, torteros o puntas de proyectil) ni tampoco para confeccionar adornos ya que estos se caracterizan por ser llamativos o por lo menos visibles a ojo desnudo. Por otro lado, los huesos no estaban asociados a ningún instrumento que pudiera ser usado para la manufactura de artefactos ni se encontraron en un contexto que pudiera ser interpretado como un “taller”. Esto nos permite descartar la utilización de estos animales con fines tecnológicos (Figura 8). 5) El conjunto recuperado es taxonómicamente homogéneo y se encuentra dentro de una vasija ubicada en el centro de un recinto circular sin asociación con otros restos materiales. El análisis tafonómico por sí solo no permite refutar la idea de la acumulación de estos reptiles para su posterior uso con fines medicinales (Figura 8), muchas veces íntimamente relacionados con el ámbito de lo ritual. Ambas tareas (curativas y religiosas) generalmente recaen en manos de una misma persona: el shamán. Las “farmacias shamánicas” suelen contener una diversidad de objetos exóticos al área (e.g. valvas marinas en sitios del interior, plumas de aves selváticas en zonas áridas, artefactos cerámicos de estilos foráneos) así como artefactos y ecofactos especiales por su rareza, por el valor que se les asigna o por la función que cumplen (e.g. piedras semi-preciosas, pipas, tabletas de rapé, tubos de inhalar, vegetales con propiedades alucinógenas) (VanPool 2003). Por lo tanto, es la información contextual la que nos permite refutar esta hipótesis. En consecuencia, la última opción que nos queda por discutir aquí 103

Débora M. Kligmann et al.

Tabla 3. Comparación de los conjuntos faunísticos de macro y microvertebrados recuperados en Tolombón. es la del ritual-ceremonial. 6) La vasija estaba llena de sedimentos. Los sedimentos (incluyendo los otros microvestigios recuperados) también pudieron haber sido acumulados dentro de la vasija de manera intencional, ya que ésta estaba tapada y no poseía

fracturas por donde hubieran podido ingresar. Esto puede estar reflejando la intención de reproducir dentro de la vasija el ambiente natural de las anfisbenas (que viven bajo tierra). Así se lograría juntar en un espacio reducido y limitado a un grupo de individuos que naturalmente viven solos y que poseerían connotaciones simbólicas (ver 104

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acápite 3 de esta sección). 7) Las anfisbenas no están representadas en el registro del resto del sitio. A su vez, las especies halladas en el otro conjunto faunístico recuperado en el mismo sitio no se encuentran en el recinto circular. Esto puede estar relacionado con un uso diferencial de la fauna y del espacio en Tolombón (ver acápite 2 de esta sección). 8) En otro sitio del NOA del mismo período se recuperó un hallazgo similar, aunque en ese caso las anfisbenas acompañaban los restos de un párvulo. La vasija del sitio La Mesada de Carrizal, si bien es algo más ancha, tiene una altura prácticamente idéntica a la vasija de Tolombón. En ambos casos las piezas estaban enteras, tapadas y con sedimentos. 9) Es llamativa la concordancia de la vasija de Tolombón y su contexto con algunas de las urnas descriptas por los primeros arqueólogos argentinos: a) muchas de las vasijas que por sus características podrían definirse como urnas no contenían restos óseos humanos, b) la gran mayoría de las piezas enteras recuperadas estaban tapadas con pucos o lajas, c) gran parte de estas urnas poseían sedimentos, aun cuando no presentaran restos macroscópicos y d) varias de ellas provenían de estructuras circulares. 10) En el Período de Desarrollos Regionales los motivos serpentiformes con y sin cabezas son muy comunes en la iconografía. En lo que respecta a los reptiles en particular, estas representaciones podrían asimilarse a víboras y anfisbenas respectivamente (ver acápite 4 de esta sección). Sin embargo, hasta el momento sólo se han hallado restos óseos de estas últimas dentro de vasijas cerámicas. Se podría pensar que la ausencia de víboras dentro de este tipo de recipientes se debe a un problema de muestreo. No obstante, desde el punto de vista del hallazgo de los huesos, las víboras serían más recuperables que las anfisbenas porque tienen un esqueleto de mayor tamaño y, por lo tanto, sería fácil visualizar sus restos en la matriz sedimentaria. Es importante mencionar que tampoco se han recuperado restos de otros vertebrados serpentiformes (culebras, serpientes escolecofidias y lagartos ápodos) en contextos similares. Su ausencia podría deberse

a que estos reptiles no fueron utilizados como contenido de las vasijas o, en algunos casos, a un problema de muestreo debido al pequeño tamaño de sus huesos. Si bien existen otros animales serpentiformes que no son reptiles (e.g. ciempiés, gusanos y orugas), no se recuperan en el registro dado que no poseen esqueletos ni partes duras que puedan preservarse. Por este motivo, no puede descartarse su uso en el pasado. 11) Hallazgo de reptiles ápodos en vasijas cerámicas de otras partes del mundo. En sitios de la Edad de Hierro ubicados en Medio Oriente se excavaron recintos relacionados con el sacrificio de animales. En varios casos se han hallado vasijas cerámicas tapadas que contenían restos óseos de distintas especies de serpientes. Varios de los esqueletos estaban articulados sugiriéndose que los animales fueron enterrados sin sufrir mutilación alguna. Sin embargo, no se pudo determinar si los mismos fueron depositados vivos o muertos (Potts 2007). En resumen, los resultados de los análisis realizados (taxonómicos y contextuales) y los argumentos utilizados (eco-etológicos y tafonómicos), sumados a un estudio detallado de los posibles agentes y/o procesos de acumulación, indican que este conjunto de microrreptiles es consecuencia de la acción antrópica intencional. Dada la evidencia, es sugerente pensar en algún tratamiento simbólico de la fauna (por ejemplo a modo de ofrenda). En este caso, podría tratarse de una actividad ritual o ceremonial en sí misma (indicando un “consumo inmediato”) o del almacenamiento de animales para rituales o ceremonias futuras (“consumo diferido”). 2) Análisis Contextual del Conjunto de Anfisbenas Como ya mencionamos, en función de los resultados obtenidos de la comparación de los conjuntos de macro y microvertebrados hallados en Tolombón (Tabla 3) se podría inferir un uso diferencial tanto de la fauna como del espacio. En lo que respecta a la fauna, se observa que determinados animales formaban parte habitual de la dieta (por ejemplo los camélidos) mientras que otros serían utilizados exclusivamente con fines rituales-ceremoniales (las anfisbenas). Casi el 53% del conjunto faunístico recuperado 105

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durante la excavación del Recinto 6 no pudo ser identificado a nivel taxonómico. Del porcentaje restante se identificaron 11 taxones de vertebrados, predominando los camélidos. Dentro de este grupo se registraron carcasas incompletas con abundancia diferencial de las partes esqueletarias con mayor aporte de médula. La mayoría de los huesos presentaba indicadores de acción humana. A partir de estos datos se interpretó que el consumo estaba orientado hacia las unidades anatómicas que sólo poseen médula y aquéllas que ofrecen carne además de médula (Mengoni Goñalons 2010). Por otro lado, la homogeneidad taxonómica del conjunto de anfisbenas, las características del material óseo y el hecho de que hasta el momento esta especie de reptil no se haya encontrado en ningún otro lugar del sitio(11), apoyan la idea de su utilización con fines ritualesceremoniales. Considerando todo lo mencionado, se podría afirmar que en Tolombón los distintos taxones eran utilizados con fines diferentes. En lo que respecta al uso del espacio, se observa que ambos conjuntos faunísticos provienen de estructuras de forma diferente localizadas en distintos sectores del sitio. Los macrovertebrados fueron recuperados en un recinto rectangular asociado con otros recintos semejantes. En este caso, las características taxonómicas y tafonómicas de los restos óseos y su asociación con artefactos varios permiten interpretar que esta estructura fue utilizada como un basurero doméstico (Mengoni Goñalons 2010). Por el contrario, las anfisbenas se encontraron dentro de un recipiente antropomorfo que podría considerarse como un artefacto ritual en sí mismo. Dadas las características de dicha pieza (tamaño, forma, tipo de asas, pasta y decoración) se puede plantear que no fue manufacturada para cocinar sino probablemente para almacenar. Debido a su fragilidad, es muy raro hallar piezas de este tipo enteras. La vasija tiene como única decoración un rostro antropomorfo con lágrimas que manifiestan pena y representarían la “lluvia humana” (Milena Calderari, comunicación personal). Por otro lado, el puco que la acompañaba también estaría relacionado con el pedido de lluvia y las sequías dado que piezas como éstas generalmente eran utilizadas para libaciones y para recoger el agua de las precipitaciones. Como ya mencionamos, la vasija y el puco se encontraban en el centro de un

recinto sin asociación con otros restos materiales. Este recinto es uno de los únicos dos recintos circulares en todo el sitio de Tolombón. Teniendo en cuenta estos indicadores, dicha estructura podría considerarse como un área de culto. Por lo tanto, los distintos recintos del sitio habrían sido utilizados para la realización de actividades diferentes. Ahora bien, esta propuesta del uso diferencial de la fauna y del espacio sería válida solamente para los niveles analizados, no descartando que el recinto circular de donde provienen los restos de microvertebrados pudo haber cumplido funciones diferentes en momentos anteriores o posteriores. 3) Las “Serpientes” en el NOA Una vez analizado el conjunto per se así como su contexto, se procedió a realizar una búsqueda bibliográfica sobre las creencias existentes en torno a los reptiles ápodos en comunidades indígenas del NOA. Varios de los trabajos publicados por los pioneros de la Arqueología argentina nos permitieron rescatar algunas características de los animales serpentiformes en cuanto al lugar que ocupaban en el folklore de las sociedades tardías del noroeste (Ambrosetti 1896, 1897, 1906, 1907; Lafone Quevedo 1908; Quiroga 1929, 1942). La mayoría de estos trabajos versan sobre dos ejes centrales: 1) las creencias relativas a las “serpientes” y 2) las características y posibles significados de las urnas funerarias, diferenciando entre su decoración y su contenido (Figura 9). Es importante aclarar aquí por qué utilizamos el término “serpientes” en sentido amplio. Una cosa es la clasificación taxonómica que empleamos los científicos y otra muy diferente la manera de clasificar el mundo que tenían los habitantes prehispánicos del NOA (Marconetto 2008). En la primera, culebras y víboras son dos familias del mismo suborden (Serpentes) mientras que anfisbenas y serpientes son dos subórdenes de un mismo orden (Squamata) (ver Tabla 1). El segundo tipo de clasificación, por otra parte, se basa en la relación que los grupos humanos en cuestión tenían con su entorno. En otras palabras, animales con características semejantes (e.g. con cuerpos alargados y sin extremidades) o que cumplían las mismas funciones (e.g. asociados con determinados fenómenos climáticos) seguramente 106

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Figura 9. Diagrama de flujo que da cuenta del posible significado de animales serpentiformes en vasijas cerámicas del NOA. formaban parte de un mismo grupo. En resumen, una misma especie científica puede ser nombrada -desde un punto de vista etnográfico- de diferentes maneras según sus propiedades (por ejemplo curativas o mágicas) y distintas especies pueden tener un mismo nombre si cumplen una misma función (Marconetto 2008). 3.1) Creencias sobre las “Serpientes” En dichos textos se suele hacer mención a las “serpientes” de manera general, incluyendo así a animales diversos con características serpentiformes. En consecuencia, son contados los casos en donde se alude a un animal específico mediante el empleo de otro término (e.g. víbora). Esta situación no sólo tiene lugar cuando se mencionan las creencias de los pobladores, sino que también se repite en las descripciones iconográficas de los motivos ofídicos. Es decir que, cuando se habla de “serpientes” en la iconografía tardía del NOA, todos los arqueólogos pioneros que hacen dichas descripciones incluyen bajo

este término distintas imágenes serpentiformes atribuyendo los cambios en los motivos a variantes estilísticas más simplificadas o complejas según sea el caso. En general, la “serpiente” tiene dos grandes connotaciones simbólicas en el folklore del NOA cuyos significados muchas veces se relacionan y entrecruzan: 1) Se cree que tienen el poder de “llevarle el nombre” o “robarle el alma” a una persona, situación que genera un importante temor al encontrarse con estos animales (Ambrosetti 1896; Quiroga 1929; Rosenberg 1946). Además se cree que las “serpientes” hipnotizan a sus presas con la mirada y las atraen con su aliento (Rosenberg 1946). Si bien casi no se menciona la peligrosidad de ciertas especies de serpientes en cuanto a la posibilidad de envenenar y matar a una persona, podría pensarse que esta característica sería uno de los fundamentos más concretos de estas 107

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creencias. Incluso Ambrosetti (1896) menciona que el aspecto repulsivo y el poder de su veneno pudieron ser características que inspiraron todo el simbolismo agresivo existente en torno a los animales serpentiformes. 2) Las “serpientes” están asociadas con fenómenos meteorológicos relacionados con las lluvias (especialmente con los rayos y los truenos) (Lafone Quevedo 1908). Algunos autores asocian los zig-zags de la iconografía del Período Tardío (terminen o no en cabeza de víbora) con los rayos que se ven en el cielo antes o durante las tormentas (Ambrosetti 1896; Quiroga 1929, 1942). En este sentido, los rayos se asemejan al movimiento serpenteante típico de estos animales, existiendo incluso la creencia de que allí donde cae un rayo aparece una “serpiente” o viceversa (Ambrosetti 1896; Lafone Quevedo 1908; Quiroga 1929). Además, muchas veces los rayos, al igual que ciertas “serpientes”, son visualizados antes de las lluvias, por lo cual podrían funcionar como un anuncio de la tormenta venidera. Teniendo todo esto en cuenta, Quiroga (1929, 1942) afirma que en estas sociedades es imposible separar la figura ofídica de las ideas de agua y luz, asociándola con los pedidos de lluvia a los dioses. Si bien estos textos son generales y no hay una asignación a animales específicos, se podría afirmar que el primer punto mencionado se refiere a la familia de las víboras (Viperidae) dadas las características de peligrosidad y agresividad mencionadas. Las anfisbenas son animales agresivos que tienden a morder cuando se los agarra. Por este motivo, es posible que los indígenas las creyeran venenosas (como pasa con muchos lagartos), pudiendo ser consideradas como animales diferentes de las víboras reales pero emparentados de algún modo con ellas. En algunos pueblos de América Central y del Sur se define a las anfisbenas como “víboras de dos cabezas”, considerándolas peligrosas y con virtudes curativas (Rosenberg 1946). Sin embargo, son totalmente inofensivas porque no son venenosas ni pueden abrir tanto la boca como para morder un dedo humano. Por otro lado, estos animales son definidos como “la madre de las hormigas”, asegurando que son cuidadas y alimentadas por las mismas. Incluso se cree que cuando una anfisbena abandona un nido de

hormigas, éstas también emigran en distintas direcciones (Rosenberg 1946). La relación entre las anfisbenas y las hormigas puede tener su fundamento en el hecho de que las primeras se alimentan de las segundas y muchas veces viven directamente en hormigueros o termiteros. Respecto al segundo punto, y conociendo las características etológicas de las anfisbenas, se puede afirmar que estos reptiles pudieron estar relacionados con las lluvias ya que son vistos en la superficie principalmente luego de grandes tormentas. 3.2) Posibles Significados de las Urnas Funerarias Teniendo en cuenta la decoración de las vasijas funerarias, por un lado se debe destacar lo que Quiroga (1942) denomina “simbolismo acuático o atmosférico de las urnas” en el cual se integra la iconografía ofídica relacionada con las lluvias junto con el sacrificio de seres humanos para satisfacer a los dioses y, a su vez, pedir agua (Lafone Quevedo 1908; Quiroga 1929). Es de esperarse que todo este simbolismo acuático haya tenido una gran importancia en las sociedades agrícolas del Período Tardío, sobre todo porque el agua es un componente fundamental para la obtención de una buena cosecha. Por este motivo no resulta llamativa la representación exacerbada de motivos serpentiformes en las urnas funerarias. Por otra parte, algunas imágenes serpentiformes (las de aspecto más agresivo) tenían la función de asustar y ahuyentar a los huaqueros y ladrones que tuvieran la intención de profanar estas urnas. Es decir que, en cierto sentido, parte de los animales serpentiformes representados en la iconografía actuarían como protectores de los muertos contenidos en dichas vasijas (Ambrosetti 1897). Esta función estaría sumamente relacionada con la creencia mencionada anteriormente de que las “serpientes” tienen el poder de quitarle el espíritu a las personas. Por dicho motivo, cuando los peones encargados de realizar las excavaciones dirigidas por estos primeros arqueólogos encontraban alguna urna con imágenes serpentiformes, se negaban a desenterrar dichas piezas temiendo que algún mal cayera sobre ellos (Ambrosetti 1896; Quiroga 1929). En cuanto al contenido de las urnas funerarias, 108

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no sólo se ha registrado la presencia de cuerpos humanos sino también de otros tipos de restos (Figura 9). Como menciona Ambrosetti (1897), es común que algunas vasijas contuvieran párvulos y que estuvieran decoradas con animales serpentiformes, siendo interpretadas por este autor como sacrificios para implorar a los dioses el regalo de la lluvia (Ambrosetti 1897, 1906, 1907). Otras veces, en lugar de colocar un cuerpo entero se ponían sólo cráneos de niños o adultos (Lafone Quevedo 1908; Quiroga 1929). Sin embargo, no todas las urnas que son denominadas funerarias tuvieron un muerto adentro, otras veces el párvulo era reemplazado por animales generalmente chicos (conejos o roedores) (Lafone Quevedo 1908; Quiroga 1942). En estos casos era el animal el que se convertía en ofrenda. Además se menciona la presencia de carbones dentro de las urnas (Ambrosetti 1906, 1907; Quiroga 1942) y la posibilidad de que éstas contuvieran alimentos y/o bebidas (Quiroga 1942): “El hecho de que estas cántaras en la generalidad de los casos nada guardan o encierran, y de encontrarse en su fondo semillas de algarroba o fragmentos de maíz, es prueba de que se les enterraba conteniendo aloja o chicha, los licores sagrados del culto, empleados en todas las ceremonias” (Quiroga 1942, pp. 126). Se debe mencionar que la mayoría de las veces estos materiales son invisibles a los ojos del arqueólogo (sobre todo en el caso de los líquidos). En este tipo de contexto, una vía fundamental de análisis puede ser el estudio químico y/o de microfósiles (e.g. diatomeas) en los sedimentos contenidos en estos recipientes. Por último, se debe aclarar que todos los datos folklóricos mencionados hasta el momento constituyen una fuente de datos alternativa que se complementa con la interpretación tafonómica del conjunto aquí presentado. Es importante destacar que el simbolismo desarrollado en torno a los animales serpentiformes debe ser considerado de manera amplia ya que muchas veces la cosmovisión de las sociedades prehispánicas poco tiene que ver con la actual clasificación

taxonómica de las diversas especies de animales (Marconetto 2008). 4) Análisis Iconográficos de Motivos Serpentiformes en Vasijas Cerámicas del Período Tardío del NOA El hallazgo de la acumulación aquí presentada generó la necesidad de evaluar la existencia de relaciones entre la representación iconográfica de los reptiles serpentiformes en piezas de cerámica y la presencia de sus restos en el sitio Tolombón. Para ello, en un trabajo anterior (Kligmann y Díaz País 2007) se propuso como objetivo intentar clasificar los animales serpentiformes representados (e.g. víboras, culebras, anfisbenas) para, en la medida de lo posible, discriminar grupos de animales diferentes. Esto permitiría discutir si la diferenciación de los distintos reptiles, que seguramente se observaba en la realidad, era lo suficientemente importante como para trasladarla al campo del diseño. Los reptiles serpentiformes, tanto acéfalos como bicéfalos, son muy frecuentes en la iconografía prehispánica del NOA. Las representaciones de estos animales surgen durante el Período Agroalfarero temprano, continúan en el Período de Integración Regional, alcanzan su máxima popularidad durante el Período de Desarrollos Regionales y comienzan a disminuir en el Período Inca (Kligmann y Díaz País 2007; Kligmann et al. 2006). Estos reptiles están plasmados en una gran variedad de soportes (e.g. calabazas, cerámica, cestería, hueso, madera, metal, paredes rocosas, piedra y textiles) y fueron representados empleando diversas técnicas decorativas (e.g. bordado, grabado, modelado y pintura) (Kligmann y Díaz País 2007; Kligmann et al. 2006). En la iconografía tardía se pueden identificar motivos serpentiformes con una, dos o más cabezas bien definidas y otros que carecen de este rasgo. El primer grupo puede distinguirse por sus extremos triangulares correspondientes a cabezas claramente separadas del cuerpo que incluyen un par de ojos grandes y la boca abierta, a veces con lengua o colmillos. Los cuerpos suelen presentar dibujos geométricos. Por otro lado, los motivos serpentiformes caracterizados por la ausencia de cabeza y la consiguiente igualdad de ambos extremos del cuerpo (redondeados), no pueden ser 109

Débora M. Kligmann et al.

Figura 10. Imágenes de víboras reales y su posible representación iconográfica en piezas cerámicas del Período de Desarrollos Regionales. 110

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segmentados en partes diferentes (es decir, cabeza y cuerpo). Además, la gran mayoría presenta una decoración interna semejante a marcas de segmentación. Los primeros motivos mencionados podrían asignarse a serpientes, especialmente víboras venenosas (Figura 10). En los atributos de la/s cabeza/s se hallan sintetizadas las características más visibles de estos reptiles que muchas veces están asociadas con su peligrosidad. A su vez, los dibujos geométricos de los cuerpos pueden estar simulando los patrones de la piel de las víboras. Aquellos diseños donde ambos extremos del cuerpo terminan con cabezas triangulares fueron tradicionalmente definidos en la Arqueología del NOA como “anfisbenas”, es decir, “serpientes de dos cabezas” (Kligmann y Díaz País 2007). Sin embargo, las anfisbenas y las serpientes son dos animales diferentes. Las víboras con una cabeza en cada extremo del cuerpo (tal como se ilustran en el arte indígena) no existen en la naturaleza. Excepcionalmente, algunas víboras nacen con dos cabezas (ubicadas una al lado de la otra en un mismo extremo del cuerpo) pero esto es una malformación y los animales no sobreviven por mucho tiempo (Figura 11). Entonces, en ese caso, el uso de la palabra anfisbena está relacionado con la mitología griega (es decir, “animal que tiene la propiedad de movilizarse en dos direcciones opuestas”), apartándose de la familia biológica que recibe el mismo nombre (Amphisbaenidae) (Kligmann y Díaz País 2007). Por lo tanto, siempre que se habla de anfisbena se debería aclarar cuál es el referente.

Figura 11. Serpiente (Yarará) bicéfala (tomada de http://lanacion.com.ar/nota.asp?nota_ id=982246).

Las representaciones serpentiformes que no poseen cabezas claramente definidas podrían remitir a las verdaderas anfisbenas cuya cabeza no se encuentra diferenciada del cuerpo (Figura 12). Incluso, la segmentación del cuerpo representada en estos motivos es aparente en las anfisbenas reales (dados el tamaño y la particular disposición de las escamas). Es decir que, si bien las anfisbenas poseen escamas dorsales semejantes a las víboras, son tan pequeñas que a ojo desnudo no se pueden diferenciar y sólo se ven bandas a modo de segmentos. Retomando los datos folklóricos ya mencionados se puede proponer como hipótesis que la representación iconográfica de estos dos grupos de reptiles (víboras y posibles anfisbenas) estaría relacionada con funciones simbólicas diferentes (protección de las urnas funerarias y pedido de lluvia, entre otras). CONCLUSIONES A partir de todas las líneas de evidencia consideradas para interpretar el hallazgo aquí presentado, se desprenden diversos comentarios que se detallan a continuación. El presente trabajo demuestra la importancia de recolectar y analizar los sedimentos provenientes de las excavaciones. Si bien en algunos casos los microvestigios contenidos en la matriz sedimentaria pueden resultar un reflejo de los macrovestigios, en otros brindan información complementaria de distinta índole que no puede obtenerse por otras vías. En consecuencia, es imprescindible trabajar con las técnicas adecuadas para recuperar este registro que generalmente no es tenido en cuenta, permitiendo el análisis de todos los elementos que constituyen la matriz sedimentaria de un sitio y no sólo de los artefactos y ecofactos visibles a ojo desnudo (Kligmann 1998). En este caso, si no se hubieran recolectado ni analizado los sedimentos contenidos en la vasija, la presencia de las anfisbenas habría pasado desapercibida. De esta manera, fue posible obtener una imagen más acabada de la relación del grupo humano que habitó en Tolombón con la fauna de su entorno. Además este hallazgo nos permitió asignar una posible funcionalidad al Recinto I de Tolombón. 111

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Figura 12. Imágenes de anfisbenas reales y su posible representación iconográfica en piezas cerámicas del Período de Desarrollos Regionales. 112

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En segundo lugar, dada la vinculación en la literatura disponible de los serpentiformes con los fenómenos climáticos en general y de las características etológicas de las anfisbenas en particular, se podría pensar que el objetivo de la acumulación de las anfisbenas dentro de la vasija cerámica pudo estar relacionado con el pedido de lluvia a los dioses. Obviamente no se descartan otros posibles significados de la acumulación. Sin embargo, los datos provenientes del sistema de creencias del NOA sólo se refieren a la temática recién mencionada. En tercer lugar, el hecho de haber encontrado en otro sitio tardío del NOA (La Mesada de Carrizal) restos óseos de varias anfisbenas dentro de una vasija cerámica acompañando un párvulo refuerza la idea del carácter simbólico de estos hallazgos. Si bien en nuestro caso particular los restos faunísticos no estaban asociados con un párvulo, esto no significa que el mismo no hubiera existido. En el NOA hay varios registros de entierros secundarios por lo que, al comenzar el análisis, se pensó que la vasija de Tolombón podría haber contenido un párvulo en algún momento del pasado y que luego el mismo hubiera sido trasladado a otro sitio. De ser así, se deberían registrar valores más altos de fósforo dentro de la urna que fuera de ella, como producto de la descomposición parcial o total de las partes blandas del individuo en cuestión. Si bien los resultados obtenidos del análisis sedimentológico realizado por dos de nosotras podrían apoyar dicha hipótesis, ésta no es la única explicación posible dado que otros restos orgánicos depositados dentro de la vasija (e.g. vegetales con propiedades alucinógenas) podrían haber incrementado el contenido de fósforo en este sector. En otro sitio del NOA se recuperó un conjunto de microvertebrados -lagartijas, de tamaño superior al de las anfisbenas aquí analizadassiendo bajos los valores de fósforo registrados en los sedimentos de la unidad que lo contenía (Kligmann 2003, 2009). Por lo tanto, en el caso de los sedimentos de la vasija cerámica de Tolombón podemos proponer que los altos niveles de fósforo registrados no son el resultado de la descomposición de las anfisbenas per se. Esto se

debe que la cantidad de materia orgánica aportada por dichos animales no es suficiente para dar cuenta de los valores obtenidos. Para dilucidar qué restos materiales depositados dentro de la vasija pueden dar cuenta de las grandes cantidades de fósforo registradas será necesario complementar los estudios ya realizados con la medición de otras variables químicas (e.g. materia orgánica, ácidos grasos). En cuarto lugar, resulta llamativa la recurrente mención de “urnas vacías” en los textos pioneros de Arqueología argentina. Hasta el momento, como contenido evidente de estas piezas sólo se habían registrado: párvulos, cráneos humanos y algunos huesos macroscópicos de animales pequeños. Sin embargo, también se recuperaron muchas vasijas de similares características pero que no contenían restos macroscópicos por lo cual se consideraba que estaban vacías. La pregunta entonces es ¿cuán vacías estaban realmente dichas urnas? Dado que estos primeros arqueólogos sólo estaban interesados en las piezas enteras, el contenido de las mismas era registrado a modo descriptivo, no siendo considerado como una fuente de información de las actividades antrópicas pasadas. En conclusión, como probamos aquí, estos recipientes pueden no estar vacíos sino contener materiales de muy pequeño tamaño entre sus sedimentos. Por último, es importante mencionar que la mayoría de los casos de animales utilizados como ofrendas en sitios de la Argentina provienen de contextos funerarios y que, además, se trata de partes de animales o de animales completos pero aislados, no de conjuntos de una única especie. Más allá de esto, cualquier animal es factible de convertirse en ofrenda, sin importar el tamaño, el taxón, la dificultad de la captura, si está domesticado o es silvestre. No es el animal per se lo que hace ritual a un conjunto sino el tratamiento que el ser humano hace de ese animal. Este tratamiento de la fauna se refleja en el conjunto óseo resultante y en el contexto. En conclusión, a partir del registro arqueológico es posible identificar un comportamiento simbólico siempre y cuando éste tenga un correlato material no ambiguo. 113

Débora M. Kligmann et al.

En nuestro caso, varios indicadores apuntaban en la misma dirección: acumulación antrópica intencional de varios animales enteros de una misma especie con fines simbólicos. Más allá de que la tafonomía nos indicaba que el grupo humano que generó el conjunto no realizó ninguna actividad que dañara las carcasas y que las mismas se desarticularon in situ, el contexto espacial y la información folklórica nos ayudaron a definir un escenario con evidentes connotaciones simbólicas. Por lo tanto, cuando se analiza un conjunto faunístico no sólo es importante la tafonomía sino también el contexto arqueológico y las características de la sociedad que se estudia. A pesar de haber definido el agente de acumulación y su posible objetivo, hay ciertos puntos que no se pueden conocer con certeza, aunque en algunos de ellos se puedan estimar distintos grados de probabilidad. Por un lado, no es posible precisar si el conjunto faunístico aquí presentado es el resultado de un hecho aislado, de un ritual (actividad individual y cotidiana en pequeña escala) o de una ceremonia (una actividad más bien grupal y de mayor envergadura, llevada a cabo en ocasiones especiales fuera del ámbito doméstico) (Dánae Fiore, comunicación personal; Messineo y Politis 2007). Por otra parte, no se puede definir si la acumulación fue el resultado de un solo evento de depositación o de varios eventos (varios episodios ritualesceremoniales sucesivos o varias acumulaciones de animales para un ritual o ceremonia a realizarse en el futuro). Hay dos opciones que no pueden ser descartadas: la utilización de muchos individuos en un único episodio ritual o la realización de varios episodios rituales sucesivos con la utilización de menor cantidad de individuos por vez. Contrariamente, el almacenamiento a modo de preparación para un ritual o ceremonia es poco probable dado que si los hubieran guardado dentro de la vasija tapada, los individuos habrían muerto antes de concretarse el ritual. Tampoco se puede diferenciar si las anfisbenas fueron depositadas vivas o muertas. Si bien ambas opciones son posibles, la segunda es poco probable considerando que diversos trabajos plantean que

los animales silvestres eran mantenidos vivos hasta el momento de ofrendarlos (e.g. Emery 2004). En estos casos no se trata de reutilizar un animal ya muerto y hallado de manera casual sino de la preocupación por encontrar uno o varios animales específicos que se correspondan con el motivo de la ofrenda. Aunque sabemos que no se dañaron las carcasas de las anfisbenas, no se puede determinar cómo murieron, ya que caben varias posibilidades (e.g. que hayan sido ahogadas o colocadas en la vasija sin alimento y sin la posibilidad de escapar). Es posible que se trate de un patrón de comportamiento habitual durante el Período de Desarrollos Regionales del NOA relacionado con la llamativa proliferación de urnas con iconografía serpentiforme. Sin embargo, hasta tanto no haya más estudios del contenido sedimentológico de vasijas cerámicas similares(12), no se podrá corroborar o refutar esta hipótesis dado que la repetición es una de las características clave para definir a los rituales y las ceremonias. Agradecimientos A Verónica Williams, que confió en dos de nosotras (DMK y EDP) para el análisis de los sedimentos de donde provienen los restos de reptiles. Por su apoyo para la realización de este trabajo y por estar siempre dispuesta a responder todas nuestras inquietudes. A Nora Maidana, que nos facilitó el libre acceso a su laboratorio para utilizar la lupa binocular durante el triado de los sedimentos. Por su paciencia y buen humor. A Verónica Puente por haber trasladado los restos óseos de Buenos Aires a Mar del Plata. A María Paula Villegas por su colaboración para la realización de la Figura 1. A Valeria Palamarczuk, por haber compartido sus fotografías y mediciones de la vasija cerámica. A Dánae Fiore por discutir con nosotras el tema de las ceremonias y los rituales. A Miguel Ángel Palermo por habernos asesorado sobre antecedentes del uso folklórico de reptiles ápodos. A Norma Ratto, porque sus incisivas acotaciones nos hicieron reafirmar nuestra interpretación del hallazgo. A Milena Calderari por la lectura minuciosa del 114

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

manuscrito y por sus interesantes y sumamente útiles comentarios y sugerencias. Por su contagioso entusiasmo por este hallazgo y su significado, por compartir tan generosamente sus conocimientos y por ser un disparador de nuevos interrogantes, ayudándonos a ejercitar nuestra capacidad de razonamiento crítico. A los evaluadores, quienes con sus comentarios y consejos contribuyeron a mejorar el trabajo. El Proyecto Arqueológico Tolombón contó con financiación de la Fundación Antorchas (A13740/1-13), la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (PICT 14425) y el CONICET (PIP 5361). REFERENCIAS CITADAS Albino, A.M. 1999 Serpientes del sitio arqueológico Cueva Tixi (Pleistoceno tardíoHoloceno), provincia de Buenos Aires, Argentina. Ameghiniana 36(3): 269-273. Albino, A.M. 2001. 5. Reptiles. En Cueva Tixi: Cazadores y Recolectores de las Sierras de Tandilia Oriental. 1: Geología, Paleontología y Zooarqueología, editado por D.L. Mazzanti y C.A. Quintana, pp. 65-74. Publicación Especial 1, Laboratorio de Arqueología, Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata. Albino, A.M. y R.H. Albino 2004 Los reptiles de los sitios arqueológicos de la Argentina. Bibliografía comentada. Comunicaciones del Museo Provincial de Ciencias Naturales “Florentino Ameghino” 9: 1-16. Albino, A.M. y D.M. Kligmann 2007 An accumulation of bone remains of two Liolaemus species (Iguanidae) in an Holocene archaeological site of the Argentine Puna. Amphibia-Reptilia 28(1): 154-158. Albino, A.M. y D.M. Kligmann 2009 Inusual hallazgo de anfisbenas (Squamata, Amphisbaenidae) en un sitio arqueológico del Noroeste argentino. Revista Española de Herpetología 23. En prensa. Albino, A.M., C.A. Quintana y F. Valverde 2002 La fauna herpetológica de los sitios arqueológicos de Argentina, con énfasis en la Región Pampeana.

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De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

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tardíos que los tradicionalmente establecidos. (4) Capparelli y Raffino (1997) clasifican este hallazgo como correspondiente a un “anfibio (Amphisbaena sp. o víbora de cristal)”. Es necesario aclarar que no se trata de un anfibio (Clase Amphibia) sino de un reptil (Clase Reptilia) y que, además, a los anfisbénidos (Familia Amphisbaenidae) se los conoce con el nombre vulgar de “lagartos gusano”, “víboras ciegas” o “víboras de dos cabezas”, reservándose la denominación de “víboras de cristal” para los lagartos ápodos de la familia Anguidae. (5) Los materiales fueron asignados por los autores a Amphisbaena camura. Sin embargo, las poblaciones argentinas de esta especie son actualmente consideradas como Amphisbaena bolivica. (6) Selección y recolección de los restos óseos, separándolos de las partículas sedimentarias. (7) En nuestro caso, por ejemplo, las vértebras de Anops y Amphisbaena (dos géneros distintos) son idénticas, pero observando algunos elementos craneales (premaxilares, maxilares, frontales y nasales) no hay posibilidades de interpretar que en el conjunto haya algún individuo con el hocico comprimido como el de Anops. Por lo tanto, se considera que hay una correspondencia entre los elementos craneales y postcraneales y entonces todas las vértebras se asignan al mismo género, en este caso Amphisbaena. De otra manera, sólo los maxilares podrían ser asignados a nivel de especie mientras que los premaxilares, frontales y nasales se podrían asignar a nivel de género. Los elementos restantes no podrían asignarse a ningún género en particular y muchos de ellos ni siquiera podrían determinarse a nivel de familia. (8) Muerte diacrónica de animales durante un período prolongado que ocurre como parte del ciclo natural de vida de los individuos de una población (Lyman 1994). (9) En la Figura 8, las celdas pintadas de color gris indican la opción que mejor explica el conjunto óseo aquí analizado. (10) Muerte sincrónica de distintos individuos, evidenciada por la presencia de varias clases de edad diferentes que son el reflejo de la estructura de una población viva (Lyman 1994). (11) Mientras que los restos recuperados en el Recinto 6 provienen tanto de la excavación como del tamizado de los sedimentos en el campo (con una malla de 1/4’’ o 6,35 mm), aquéllos provenientes del Recinto I fueron recuperados por medio del tamizado en laboratorio (con tres tamices superpuestos) de todos los sedimentos contenidos en la vasija. Debido a que dos de nosotras hemos analizado otras 35 muestras de sedimentos procedentes de distintos sectores del sitio comprobando la ausencia de microvertebrados en todas ellas, el hallazgo de reptiles solamente en el Recinto I no puede atribuirse a un problema de muestreo. (12) En un primer momento intentamos analizar el contenido sedimentológico de urnas depositadas en museos de nuestro país. Esto no fue posible dado que, lamentablemente, es una práctica habitual vaciarlas (descartando sus sedimentos) e incluso lavarlas antes de exhibirlas o guardarlas en los depósitos (Alejandra Reynoso, comunicación personal).

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Débora M. Kligmann et al.

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De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

7 HISTORIA OCUPACIONAL Y PRÁCTICAS SOCIALES: UN ANÁLISIS ARQUEOFAUNÍSTICO CONTEXTUAL. SITIO PIEDRA HORADADA 2, ANTOFAGASTA DE LA SIERRA, CATAMARCA, ARGENTINA Silvana V. Urquiza*, Andrés S. Romano** y Sara M. L. López Campeny* * Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES) - CONICET - Instituto de Arqueología y Museo (IAM), Facultad de Ciencias Naturales e IML, Universidad Nacional de Tucumán (UNT), Argentina. ** Instituto de Arqueología y Museo (IAM), Facultad de Ciencias Naturales e IML, Universidad Nacional de Tucumán (UNT), Argentina.

RESUMEN Presentamos el análisis de un conjunto arqueofaunístico, integrando sus aspectos taxonómicos, tafonómicos y económicos, así como la consideración de su distribución espacial, estratigráfica y contextos asociados. Los materiales estudiados proceden de la estructura 1 (ca. 600 años AP), emplazada en el sitio Piedra Horadada 2 (PH2), Antofagasta de la Sierra, provincia de Catamarca, Argentina. Las óptimas condiciones ambientales de conservación del material nos permitieron abordar un registro variado, conformado por restos óseos, fibras, insectos, plumas, egagrópilas y coprolitos. El análisis zooarqueológico aportó datos vinculados a: a) la historia ocupacional del sitio; b) la identificación de algunas de las actividades desarrolladas; c) la temporalidad y estacionalidad de la ocupación; d) la existencia de períodos de abandono y e) aspectos económicos de consumo, entre otros. Su integración a las características generales del asentamiento -en términos de emplazamiento, estructura de sitio y contexto- nos permitieron proponer la existencia de un conjunto de prácticas sociales vinculadas a una secuencia particular de uso del espacio; aunque sin perder de vista el marco general de la dinámica ocupacional de grupos pastoriles en el paisaje puneño. ABSTRACT In this paper, we are submitting a joint archaeological fauna analysis, considering the taxonomic, tafonomic and economic aspects combined with characteristics related to its stratigraphy relations; spatial distribution and contextual record. The materials studied relate to the structure 1 (ca. 600 years B.P.) of the Site Piedra Horadada 2 (PH2), Antofagasta de la Sierra, province of Catamarca, Argentine. The optimum environmental conservation conditions of the material there provided us with a varied record composed of bone remains, fibres, insects, feathers, pellets and coprolites. The archaeozoological information contributes to: a) the construction of the occupational history of the site; b) the activities developed; c) time and seasonality of occupation, d) periods of abandonment and e) economics aspects of consumption, among others. The integration of this with the general characteristics of the settlement –in terms of location, structure of the site and context- allow us to propose the existence of collection of linked social practices and a particular sequence of spatial use, but without losing sight of the general framework of the occupational dynamics of pastoral groups in this puna landscape.

De la Puna a las Sierras: Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina. Andres D. Izeta y Guillermo L. Mengoni Goñalons (Ed.) British Archaeological Reports International Series. SAMAR 19. 2012: 121-144.

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Silvana Urquiza et al.

A MODO INTRODUCTORIO…EL PROPÓSITO DE NUESTRA INVESTIGACIÓN En este trabajo llevamos a cabo un análisis integral de un conjunto arqueofaunístico, recuperado en una unidad arquitectónica arqueológica. Dicho análisis considera sus aspectos taxonómicos, tafonómicos y económicos; integrados además al examen de su distribución espacial, posicionamiento estratigráfico y contextos asociados. En este sentido, las óptimas condiciones ambientales de conservación presentadas por el material orgánico nos permitieron abordar un registro arqueológico variado y amplio, integrado por un conjunto de restos óseos, fibras (vellones y cordeles), restos de insectos, plumas, egagrópilas y coprolitos. Los materiales arqueofaunísticos estudiados han sido recuperados -a través de excavaciones arqueológicas sistemáticas 1 - en el espacio comprendido entre los límites arquitectónicos que constituyen la denominada estructura 1 (en adelante E1), emplazada en el sitio Piedra Horadada 2 (en adelante PH2), localizado en la microregión de Antofagasta de la Sierra, provincia de Catamarca, NO de Argentina.

de los denominados Sectores de Quebradas Intermedias (ca. 3500 a 3800 msnm), se trata de un lugar que cuenta con disponibilidad hídrica anual, sumada a una oferta forrajera de carácter estacional, provisión de leña y protección natural entre los derrumbes rocosos en los faldeos del farallón. Puede describirse como un asentamiento a cielo abierto, integrado por un conjunto de estructuras arquitectónicas, de variadas dimensiones y planta predominantemente circular y sub-circular, con una forma de organización dispersa entre bloques de derrumbes ignimbríticos de grandes dimensiones. Dichas estructuras se disponen de manera discontinua en el espacio, aprovechando la pendiente natural del terreno, desde la base del talud próximo a la terraza aluvial, hasta los sectores de derrumbes más elevados de la ladera del farallón de ignimbritas que se erige al SE del sitio (López Campeny 2009). Sobre la base del análisis de la evidencia recuperada en el transcurso de las excavaciones2 realizadas hasta el presente, e integrando algunas características presentadas por los materiales registrados en superficie, diferentes sectores del sitio PH2 han sido interpretados como espacios

La finalidad última de nuestro análisis es aportar datos que puedan ser empleados en la construcción de la historia ocupacional de este locus residencial. En esta línea de investigación, nuestro propósito consiste en interpretar el conjunto de prácticas sociales vinculadas a una secuencia particular de uso del espacio en la mencionada estructura arquitectónica -con énfasis en los datos arqueofaunísticos- pero sin perder de vista el marco general y más amplio de la dinámica ocupacional propia de grupos pastoriles andinos. EL CONTEXTO DE RECUPERACIÓN DE LOS MATERIALES: Un Panorama General del Sitio Piedra Horadada 2 (PH2): El sitio PH2 se encuentra emplazado sobre la margen sur del Río Las Pitas, a una altitud de ca. 3640 msnm, siendo sus coordenadas geográficas (Google Earth) 26° 01’ 25.21” Lat. S y 67° 20’ 18.41” Long. O (Figura 1). En términos de su localización en el paisaje ambiental, y coincidiendo con las características generales

Figura 1: Mapa de ubicación geográfica y vista general del sitio PH2. 122

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

destinados a uso productivo (corrales); unidades con actividades de residencia-procesamientoconsumo; áreas vinculadas a actividades de talla lítica y espacios de actividad ritual de diferente naturaleza (López Campeny 2009; López Campeny et al. 2005a). En el sitio se han registrado manifestaciones de arte rupestre correspondientes a grabados ejecutados en diferentes tipos de emplazamientos, como soportes verticales en los farallones y superficie horizontal de un bloque asociado a una estructura arquitectónica (Aschero et al. 2006 y 2009).

de los elementos asociados al ajuar funerario. Finalmente, el rango ocupacional más próximo en el tiempo está vinculado al lapso comprendido entre 690 ± 60 años AP (1220 a 1410 años cal D.C.; calibrado ± 2 sigmas con el programa Oxcal 3.10) y 580 ± 60 años AP (1290 a 1440 años cal D.C.; calibrado ± 2 sigmas con el programa Oxcal 3.10), y está asociado a la estructura de donde proceden los materiales aquí analizados (E1), por lo que mencionaremos a continuación los contextos relacionados con las dataciones (López Campeny 2009).

La secuencia de ocupación documentada hasta el momento, está precisada por una serie de seis fechados radiocarbónicos obtenidos para el sitio, la cual se inicia en torno a los 1900 años AP y se extiende hasta momentos prehispánicos tardíos, hace aproximadamente unos 600 años AP3. Sin embargo, aunque se trata de una secuencia extensa, no podemos aseverar una ocupación continua del asentamiento durante este período completo. En el estado actual de conocimiento sólo es posible discriminar, al menos, tres momentos concretos de ocupación del conjunto arquitectónico. El más temprano de ellos, comprendido entre 1870 ± 100 años AP (60 años cal A.C. a 410 años cal D.C.; calibrado ± 2 sigmas con el programa Oxcal 3.10) y 1630 ± 90 años AP (220 a 620 años cal D.C.; calibrado ± 2 sigmas con el programa Oxcal 3.10). El mismo se encuentra asociado a una estructura (E5) con evidencias de un uso recurrente, aunque discontinuo, como espacio productivo; materializado en la identificación de, al menos, siete capas de guano -de diferente potencia- que atestiguan sucesivos eventos de corral para camélidos, intercaladas por finas capas de arena, que se habrían conformado durante los momentos de desocupación o abandono de la E5 como espacio productivo ganadero. El segundo momento ocupacional está asociado a una fecha en torno a 1270 ± 50 años AP (660 a 880 años cal D.C.; calibrado ± 2 sigmas con el programa Oxcal 3.10), y procede de un pequeño alero o reparo natural bajo un gran bloque de derrumbe, que presenta un pircado perimetral (E2), cuyas evidencias han sido interpretadas en vinculación a un evento inicial de inhumación de -al menosun individuo humano neonato4; contexto que habría sido posteriormente perturbado por una ocupación transitoria o breve, efectuada con fines de resguardo, pernocte y/o de saqueo de algunos

Una Historia de Cambios: La Estructura 1 (E1): La decisión de llevar a cabo la intervención arqueológica de la E1 se basó en el hallazgo superficial de artefactos líticos y cerámicos cronológicamente diagnósticos, asignados a momentos agropastoriles vinculados a una cronología anterior a 1000 años AP. El desarrollo de las intervenciones permitió determinar un total de cinco niveles estratigráficos por diferencias de carácter antrópico y/o natural (López Campeny 2009). Al reparo de un gran bloque de derrumbe se emplaza la E1, en el sector de menor elevación topográfica del sitio. Su localización en la base del talud de derrumbes privilegia la cercanía a la planicie del río, aunque en desmedro de un mayor control visual del espacio y una perspectiva del entorno más amplia, que hubiera estado dada por una situación de mayor elevación topográfica. Por el contrario, podemos decir que, por su emplazamiento particular, desde el espacio de la E1 se cuenta con una perspectiva visual restringida; limitada hacia el oeste por la elevada pared vertical del gran bloque, y hacia el este por la cercanía del talud del farallón. Al mismo tiempo, la proximidad del bloque rocoso adyacente, oculta a la estructura para quien transita por la senda de la planicie. Esta característica de baja visibilización, le confiere un notable grado de privacidad a este espacio, con un muy bajo grado de exposición visual al entorno (López Campeny 2009). Desde un punto de vista formal, la E1 es el resultado de una historia de cambios, que pone de manifiesto una arquitectura viva y dinámica a través del tiempo. La configuración arquitectónica que observamos actualmente es el resultado de una serie de reorganizaciones espaciales y 123

124

Variable de 35 a 40 cm.

Matriz consistente en grava gruesa, con clastos de tamaño uniforme. En las cuadrículas A3 y B3 se registra un sedimento sumamente compacto, continuo pero de límites acotados, sobre el que apoyaban horizontalmente materiales arqueológicos. En el sector contiguo (A4 y B4) se releva una acumulación de gramíneas con elementos artefactuales y ecofactuales asociados. Estéril arqueológicamente los últimos 15 cm.

5

Variable de 12 a 15 cm.

Variable de 8 a 11 cm.

Continua en toda el área excavada Superficie: 12 m2

Variable de 8 a 12 cm.

A1d - A2c - A2d A3c - A3d - A4c A4d - A5c - A5d B1 - B2 - B3 - B4 B5a - B5b - B5c A3c - A3d - A4c A4d - A5c B3 - B4

Continua en toda el área excavada Superficie: 7 m2 Continua en toda el área excavada Superficie: 3,25 m2

A1d - A2c - A2d A3c - A3d - A4c A4d - A5d - B1 B2 - B3 - B4 B5 - C1 - C2 C3 -C4 - C5

A1d - A2c - A2d B1 - B2 - C1 C2 - C3 C4 - C5 - D3

Continua en toda el área excavada Superficie: 8,75 m2

Variable de 7 a 20 cm.

CUADRÍCULA MICRO/SECTOR A1d - A2c - A2d B1 - B2 - C1 C2 - C3 - C4 - C5 D1 - D3- E1

EXTENSIÓN

Continua en toda el área excavada Superficie: 10,75 m2

POTENCIA

4

Matriz arenosa muy friable y de textura fina que incluye pequeñas espículas de carbón y restos vegetales acumulados por el viento en el sector contra bloque. Los primeros cm. consisten en material de relleno, postocupacional. Próximo a la base del nivel, se registró un área de reducidas dimensiones donde el sedimento mostraba evidencias de termoalteración. Depositados entre las piedras que conforman el muro sur, varios fragmentos de mandíbula de Equus sp., cubiertos por un conjunto de elementos de cordelería y una importante acumulación de vellones de camélido de color marrón oscuro, conformaban un depósito intencional o “escondrijo” de materiales. Matriz arenosa de textura fina, aunque ligeramente más compactada que la anterior. En el sector contra el bloque se continúan recuperando pequeñas espículas de carbón y restos vegetales acumulados por el viento. En C3 se identifica la cima de un rasgo consistente en tres piedras, próximas entre sí, en cuyo espacio interno registramos una dispersión de ceniza y espículas de carbón, inmersas en la matriz arenosa. El mismo ha sido interpretado como un posible asiento de recipiente, para su exposición a una fuente de calor, El inicio del nivel 3 estuvo determinado por diferentes características en distintos sectores de la E1: 1) por la ocurrencia de una matriz arenosa con alta densidad de carbones, de gran tamaño, en el sector en torno al monolito; 2) por la definición de una potente cubeta de ceniza y carbones en el interior del rasgo triangular de piedras relevado en C3 y 3) por la identificación de una capa muy uniforme -aunque de extensión acotada- de un sedimento de textura muy fina (¿limo?) que formaba una película continua sobre la arena en parte de A2. Se retiró en las cuadrículas A1, A2, B1, B2, C1, y C2 en dos extracciones: nivel 3a) con una potencia de entre 4 y 5 cm, matriz arenosa con carbones y nivel 3b), con una potencia de ca. 10 cm, un sedimento ceniciento. Integrada al rasgo de piedras de C3, queda expuesta una estructura circular de piedras, con una pequeña abertura hacia el Oeste, la que ha sido interpretada como una estructura para reparo de fogón. Contigua a la ceniza, en C4 se identifican lentes dispersas, sin límites definidos, de áreas de sedimento que presentan evidencias de termoalteración.

DESCRIPCIÓN (Atributos de la matriz y otras características relevadas)

Matriz arenosa que incluye clastos medianos, sin ceniza. La densidad sin carbones y restos vegetales disminuye notablemente su frecuencia, en comparación con el nivel anterior. En este nivel se alcanza la profundidad de apoyo del monolito, en cuya base se registra un conjunto de rocas que apuntalan a la losa. Como único rasgo se registran algunas lentes de arcilla de reducidas dimensiones.

3

2

1

NIVEL

Silvana Urquiza et al.

Tabla 1. Síntesis de características de los niveles estratigráficos. Estructura 1, Sitio PH2

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

Figura 2: Planta y vistas de la Estructura 1 de PH2. Detalle del monolito. remodelaciones arquitectónicas, materializadas en el registro de diferentes eventos constructivos que fueron transformando y segmentando un espacio previo de menor complejidad arquitectónica. Por este motivo, mencionamos a continuación algunos aspectos formales presentados por la E1, conjuntamente con la secuencia de cambios inferida para su historia constructiva (López Campeny 2009): Primer momento: se registra un primer uso del espacio que aprovecha el reparo brindado por el gran bloque de derrumbes (Oeste) y un afloramiento ignimbrítico que representa el límite Norte. Este momento está asociado a la última unidad de recuperación estratigráfica (nivel 5). Segundo momento: corresponde a la construcción del muro perimetral de pirca más temprano, de forma semicircular (Sur). Simultáneo a este episodio, o en un momento inmediatamente anterior o posterior -no contamos con evidencias que permitan precisarlo- se instaló cercana a la base del muro Sur una roca de gran tamaño y elevado peso (monolito). Para su sostén se acondicionó previamente un basamento conformado por un conjunto de rocas menores, que conforman un sistema de apoyo para el apuntalamiento vertical de la gran losa. Una muestra de carbones asociada a la base de la roca monolito (nivel 4), arrojó la datación radiocarbónica de 690 ± 60 años AP, que hemos presentado previamente. Tercer momento: la estratigrafía muestra que

con posterioridad al emplazamiento de estos dos rasgos, se construyó un segundo muro (Este), de menor profundidad, que apoya sobre el muro Sur, construido con anterioridad. Con este evento se segmentó el espacio de uso anterior, reduciendo notablemente el área circundante al monolito. Asociado a este muro se destaca una estructura circular de piedras, para reparo de fogón, y un posible asiento de olla. Una muestra de carbones procedente de una cubeta con ceniza (nivel 3), asociado al rasgo, se fechó en 580 ± 60 años AP; mostrando una reocupación de este espacio en el corto plazo, o bien un uso inmediatamente continuo en el tiempo entre el 2º y 3º momento identificado. Cuarto momento: el espacio adquiere la configuración que observamos actualmente, con la incorporación de una superposición de rocas localizada contra el bloque de derrumbe Oeste, aunque ignoramos si como resultado de uno o de varios eventos acumulativos. Esta concentración de rocas reduce aún más el espacio en torno al monolito, pero sus atributos morfológicos no nos permiten asociarla con un muro, sino que su conformación recuerda más bien a las “apachetas” o “mojones” (ver discusión), o a las actuales “trampas para zorros” que son características de la región. Si bien no podemos vincular la pila rocosa con una determinada función constructiva, de lo que podemos estar seguros es que su conformación respondió a una intención antrópica. Por último, queda pendiente precisar -mediante excavaciones arqueológicas- la vinculación cronológica entre la alineación semicircular de piedras que pudimos exponer en superficie y los restantes rasgos constructivos. Luego de esta presentación general del sitio, exponemos a continuación la metodología empleada para el análisis del conjunto arqueofaunístico recuperado durante las excavaciones. METODOLOGÍA DE ANÁLISIS DE LA MUESTRA FAUNÍSTICA Como adelantamos, la muestra faunística presentaba una excelente conservación, estando integrada por restos de vertebrados e invertebrados que incluyen: huesos, fibras (vellones y cordeles), cueros, plumas, insectos, egragópilas y coprolitos de passeriformes y carnívoros. Debido a esta 125

Silvana Urquiza et al.

heterogeneidad, se han analizado por separado los diversos componentes. Metodología de Análisis de la Muestra Ósea: La muestra ósea analizada se compone de los restos obtenidos en las excavaciones y los recuperados (en el laboratorio) del interior de egagrópilas y coprolitos de cf. Dusicyon sp. Estas partes esqueletales fueron analizadas a nivel cuantitativo y cualitativo, con el objeto de realizar inferencias sobre la obtención, uso y manejo de los recursos animales por parte de los antiguos pobladores del sitio PH2. Para la identificación anatómica, taxonómica y por edad de los restos óseos, se realizaron comparaciones con colecciones osteológicas de referencia modernas 5 y consulta de atlas osteológicos de los principales taxones representados (Díaz y Bárquez 2003; Loponte 2004; Menegaz 2000; Olrog y Lucero 1981; Pacheco Torres et al. 1979; Sisson y Grossman 2005). En cuanto a la identificación de los especimenes y elementos óseos (Grayson 1984; Lyman 1994; Mengoni 1988, 1999; Salemme et al. 1988), se apeló a las zonas diagnósticas y rasgos de cada hueso (Izeta 2007). Posteriormente a su identificación, los restos óseos fueron examinados a nivel tafonómico.

El PAR corresponde al porcentaje de cada espécimen óseo que presenta algún tipo de marca de acción humana. Indica de forma concisa el grado de efectividad en el manejo del recurso faunístico, permitiéndonos conocer matemáticamente un porcentaje con alto nivel de certidumbre referido a la eficacia en el procesamiento, tanto primario como secundario, de las partes anatómicas (Urquiza 2009a). PAR: (Nº especimenes óseos con marcas antrópicas) x 100% NR

Por su parte, el IAR es la relación existente entre el número de fragmentos o partes esqueletales y el número de éstas que registran algún tipo de huella de acción humana. Es otra forma matemática de interpretar la eficacia del manejo faunístico, y por su expresión en forma de índice es recomendada especialmente cuando el NR es pequeño (Urquiza 2009a). IAR: ________________NR_____________________ (Nº de especimenes óseos con marcas antrópicas)

Para el caso específico de Camelidae, adoptamos la metodología de Wheeler (1982) para diferenciar distintas especies de camélidos: V. vicugna de Lama glama y L. guanicoe, fundamentada en diferencias morfológicas de ciertos elementos diagnósticos. Cuando la determinación taxonómica no fue posible para mamíferos, se utilizó el concepto de clases de tamaño corporal (Brain 1981) con una escala6 adecuada al noroeste argentino (Izeta 2007; Izeta et al. 2008).

Un alto nivel en el procesamiento estaría evidenciado por valores de IAR cercanos a 1, por el contrario, un resultado más alto que 1 indicaría menos presencia de marcas por restos recuperados, lo que se correspondería con una menor incidencia antrópica sobre las carcasas. Estas unidades constituyen parámetros que permiten realizar inferencias partiendo del concepto de que valores altos de PAR y bajos de IAR indican altos niveles en el procesamiento primario y/o secundario del recurso faunístico. De cualquier modo, toda inferencia desde el punto de vista social y cultural que involucre al PAR e IAR debe estar inexorablemente acompañada de estudios contextuales (Urquiza 2007).

Para la cuantificación, se tomaron en cuenta el número de restos (NR), identificados o no, el número de especimenes identificados por taxón (NISP) y el número mínimo de individuos (MNI). También se recurrió a parámetros estadísticos vinculados a la abundancia anatómica de las partes esqueletarías. Estos últimos corresponden al porcentaje de aprovechamiento de los recursos (PAR) y al índice de aprovechamiento de recursos (IAR) (Urquiza 2004, 2007; Urquiza y Aschero 2006).

Es discutible si estas unidades cuantitativas pueden ayudar a comprender aspectos culturales de los cuales pueden no quedar vestigios, como por ejemplo actividades rituales en las que se ven implicados animales o si, por el contrario, estos parámetros estadísticos vienen a dar cuenta solamente de actividades humanas vinculadas a la subsistencia. Podemos decir simplemente que nos dan una idea de una utilización no sólo cuantitativa del recurso faunístico, sino de la calidad de esa utilización, entendiendo calidad 126

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

como eficiencia en el manejo del mismo. Además, se presentan en este trabajo dos parámetros estadísticos nuevos: el Porcentaje de Marcas No Antrópicas (PNA) y el Índice de Marcas No Antrópicas (INA). El PNA es un estadístico complementario del PAR y del IAR, que ha sido diseñado justamente para contrastar con éstos. Nos brinda información confiable, expresada de forma porcentual, sobre el número de especimenes óseos que presentan marcas no antrópicas. Esta información posee gran utilidad para comprender la dinámica intra-sitio, especialmente en lo referido a concentraciones de elementos óseos sobre los que actuaron agentes no humanos (Urquiza 2009a). PNA %: (Nº de esp. óseos con marcas no antrópicas) x 100% NR

El INA es un índice comparativo que da una idea, de igual manera que el PNA, sobre el número de restos que presentan marcas no antrópicas, y al igual que éste ha sido creado para contrastar con el PAR y el IAR. Cuanto más cercano a 1 sea su cálculo, mayor será la injerencia de agentes no humanos. Por su forma matemática de índice estadístico se lo recomienda especialmente cuando el NR es pequeño (Urquiza 2009a). INA: ________________NR_____________________ (Nº de especimenes óseos con marcas no antrópicas)

Con el fin de determinar las clases etarias7 se registraron los estadios de fusión de epífisis (Kaufmann 2004 para guanaco, Kent 1982 para alpaca y camélidos en general), además de la erupción y desgaste dental. Los camélidos a los 36 meses de edad presentan la mayoría de los huesos fusionados y por lo tanto se los considera adultos (Kent 1982; Madero 1992; Mengoni Goñalons 1999; Yacobaccio et al. 1997-1998). Nos basamos en este criterio al diferenciar a animales adultos de sub-adultos (juveniles, neonatos y nonatos). Los huesos se separaron, según el grado de fusión en: a) epífisis totalmente separadas, b) fusionadas parcialmente con la línea de fusión marcada y c) la línea de fusión se aprecia pero tornándose poco clara (Izeta 2007). Se realizaron estudios osteométricos de las primeras falanges (Cartajena y Concha 1997;

Elkin 1996; Kent 1982; Izeta 2007; Yacobaccio et al. 1997-1998) y se discriminaron en delanteras y traseras (Kent 1982). Las medidas de los elementos óseos se basaron en Izeta (2007), Kent (1982) y Von den Driesch (1976). En una etapa posterior se realizaron observaciones macroscópicas para determinar la presencia de marcas, huellas y fracturas sobre el conjunto arqueofaunístico, en relación a la acción de origen humano y no antrópicas. Paralelamente, se registraron los estadios de meteorización (Behrensmeyer 1978) y el grado de fragmentación y alteración térmica (Nicholson 1993). Finalmente, la determinación taxonómica de las plumas se realizó por comparación con una colección de referencia particular (Urquiza), apoyada con guías de identificación de aves (Narosky e Izurieta 1989; Olrog 1984). Metodología de Análisis del Conjunto de Fibras Animales: Para la observación y el análisis microscópico de las fibras (vellones y cordeles) se utilizó un microscopio óptico equipado con ocular de 10x y objetivos de 10x; 20x y 40x, logrando así aumentos de 100x; 200x y 400x, respectivamente8. Las variables consideradas para el presente análisis siguen los planteos de Reigadas (1992, 1995, 2008) y son las que se detallan a continuación. Para una descripción más ordenada de las variables abordadas en el análisis, las mismas se discriminaron en las siguientes categorías: a) Intrínsecas: diámetro total y diámetro medular en micras (µ); b) Extrínsecas: tipos de fibra (primarias y secundarias) y color; y c) Estructurales: médula de la fibra, distribución medular, Indice de Medulación (IM) y Porcentaje de Medulación Total (PMT). Esta discriminación operativa de las variables también es tomada de los trabajos de los citados trabajos de Reigadas (op. cit.). La primera variable considerada es el grosor de las fibras que, como su nombre lo indica, corresponde al grosor o diámetro total de la fibra. Es una variable de gran importancia para la determinación taxonómica de las muestras por su alta variabilidad; por ser una característica fenotípica ligada a más pares de genes que hace 127

Silvana Urquiza et al.

que esté sujeta a cambios continuos que permiten ver procesos de selección y porque los factores ambientales sólo la modifican temporalmente sin alterar el factor genético (Reigadas 1995). Para el caso de las muestras arqueológicas, la mayoría de las fibras no conservan su longitud total, en tal caso, sólo se mide un sector de la fibra. En tanto, si la fibra conserva su longitud total se recomienda realizar tres mediciones (base-medio-punta) y calcular su promedio. La segunda variable tomada en consideración es la médula, la cual presenta características intrínsecas, como el diámetro, y de estructura interna, como su presencia/ausencia y distribución. En el caso de estar presente, su análisis se utiliza para determinar características extrínsecas del manto, como el tipo de fibras (primarias y/o secundarias). La presencia de médula y puntualmente el diámetro de la misma, puede ser correlacionado con el grosor de la fibra para la determinación de tipos de fibras específicos. Además, podemos mencionar que la medición del diámetro la médula, se relaciona con el grosor total de la fibra para obtener los índices TAXÓN Mamíferos tamaño 2 Mamíferos tamaño 3 Mamíferos tamaño 2/ 3 Mamíferos tamaño 3/4 Artiodáctyla Camelidae Lama glama V. vicugna Equus sp Lagidium viscacia Phyllotis xanthopygus Ctenomys sp. Cavia sp. Aves indeterminadas Passeriforme Aves grandes Liolaemus NISP identificables N no identificables TOTAL

de medulación. Otra característica de importancia que podemos observar en las fibras que presentan médula, es la forma en que esta última se presenta. En este sentido, podemos destacar que las fibras de mamíferos pueden presentar, en algunos casos, una forma de medulación que se diferencia radicalmente. Por ejemplo, los roedores presentan médula seriada; los cérvidos, médula en nido de abeja y los camélidos médula esponjosa, por citar algunos casos. Esto puede ser evaluado a partir de claves taxonómicas, como las publicadas por Chehébar y Martín (1989) para mamíferos de la Patagonia Argentina y Fernández y Rossi (1998), en relación a roedores. El índice de medulación (IM), que mencionamos anteriormente, es el grado o porción de la fibra que es afectada por la médula9. Por su parte, a partir de la presencia/ausencia de médula en el total de la muestra analizada se calcula el porcentaje de medulación total (PMT). Este último parámetro describe específicamente la proporción de fibras que presentan médula en cualquiera de sus tres formas -continuas; discontinuas y fragmentadas-

NIVEL 1

NIVEL 2

NIVEL 3

NIVEL 4

NIVEL 5

SONDEO

MUROS

TOTAL

-

2

1

-

-

-

-

3

3

5

-

-

-

-

-

8

-

-

4

-

-

-

-

4

-

-

21

-

16

-

-

37

19 15 -

61 81 12* -

32 253* 64* 1 -

127 5* -

52* 3 2 -

5* -

31 2*

93 537 125 8 2

1

-

-

-

-

1

8

3

5

-

2

-

-

18

-

1

6

-

5 -

2

1 -

13 2

-

2

8

-

2

-

-

10

1 -

-

3 -

2

3 -

-

-

3 6 2

46

167

399

134

85

-

34

865

12

51

230

47

12

2

2

356

58

218

629

181

97

9

36

1228

Tabla 2. NISP por niveles estratigráficos de recuperación. * Incluye especimenes no/neonatos y juveniles 128

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

sobre las ausentes de médula. Por último, podemos mencionar dentro de las características extrínsecas de las fibras, a las variables tipo de fibra y color. En el caso de las muestras arqueológicas, la discriminación morfológica entre los tipos de fibras se realizó de acuerdo con los planteamientos de Reigadas (1995). Esto es, desagregando los porcentajes de grosor en tres intervalos, correspondientes a: fibras delgadas, menores a 33 micras; fibras intermedias, entre 33-66 micras y pelos gruesos, con medidas mayores a 66 micras (Reigadas 1995: 157). La determinación del tipo de fibras es de gran utilidad a la hora de establecer la distribución de los grosores en los mantos que caracterizan los distintos pelajes de los camélidos. Por su parte, el color de las fibras es un rasgo de suma importancia en las muestras analizadas, el cual se desprende de la observación macroscópica de las mismas. Tenemos, en relación a esta variable, para la llama una gran variedad de tonos marrones; café; castaños y grises, junto con colores como el blanco y el negro. No obstante, en los camélidos silvestres el color blanco puede estar presente, pero en estos casos restringido a algunos sectores (como los flancos traseros y la pechera). Por lo que se desprende que la variable color debe ser correlacionada con el grosor de las fibras. Cabe mencionar que cada una de las variables descriptas fue medida; calculada y registrada en, al menos, 30 fibras (lanillas y pelos) por cada muestra analizada10. Terminada la presentación de las variables consideradas en el presente análisis tenemos que mencionar que, en relación a los patrones comparativos para poblaciones actuales de camélidos, como no contamos hasta el momento NIVEL 1 2 3 4 5 sondeo Muro

Artiodactyla N 61 32 -

% 37 8,3 -

Camélidos N 19 81 253* 127 52* 5* -

% 42,2 49 65,1 96,2 81,2 71,4 -

con muestras procedentes del área específica de estudio, se consideraron los datos registrados para Puna Norte publicados por Reigadas (1994,1995). Estos datos han sido sintetizados en la Tabla 2, a los fines de su comparación con la muestra analizada para PH2, en términos de evaluar los parámetros considerados más relevantes; pero en el caso de querer ampliar la información presentada, sugerimos a los lectores interesados remitirse a la bibliografía citada anteriormente (Tabla 2). Finalmente, para el conjunto arqueofaunístico en su totalidad, se analizó su distribución espacial y sus asociaciones, incluido el resto de los materiales artefactuales y ecofactuales, para una interpretación contextual de los restos recuperados. R E S U LTA D O S D E L A N A L I S I S ARQUEOFAUNISTICO: Vertebrados: Los restos óseos y plumas: Comenzando con el conjunto óseo podemos señalar que, dentro del total de vertebrados, más de la mitad de la muestra (54,6%) corresponde a Camelidae, de los cuales se identificaron como Lama glama el 18,6% de ellos (MNI: 3) y un 1,2% corresponde a V. vicugna (MNI: 1). Un porcentaje del 7,6% se identificó como artiodáctilo y un porcentaje del 29% corresponde a especimenes indeterminados. Desde el punto de vista taxonómico, el resto de la muestra comprende un 4,2% de mamíferos no identificados, un 1,5% de aves, el 0,2% está representado por Liolaemus sp, un 2,7% corresponde a Rodentia y dentro de Perisodactyla encontramos un 0,2% de Equus sp. (Tabla 3 y Tabla 4).

L. glama N 15 12* 64* 3 31

% 33,3 7,3 16,5 4,7 96,9

V. vicugna N 1 5* 2 -

% 0,3 3,8 3,1 -

Otros mamíferos # N % 11 24,5 11 6,7 38 9,8 7 11 2 28,6 1 3,1

NISP TOTAL 45 165 388 132 64 7 32

Tabla 3. NISP y porcentajes entre diferentes taxones identificados. * Incluye especimenes no/neonatos y juveniles. # Mamíferos tamaño 2, 3,2/3, 3/4 y roedores. 129

Silvana Urquiza et al. NIVEL

NR

PAR %

IAR

PNA %

INA

1 2 3 4 5

58 218 629 181 97

53,4 21,6 35,0 28,2 27,8

1,9 4,6 2,8 3,5 3,6

3,4 4,6 2,2 2,2 7,2

29 21,8 45 45,3 13,8

sondeo

9

0

0

22,0

4,5

LM

36

0

0

2,8

36

Dentro del grupo de roedores, se identificaron especimenes pertenecientes a Ctenomyidae: Ctenomys (MNI: 2), roedores hystricomorfos y con hábitos cavadores, que construyen túneles con pasadizos laterales que divergen pocos metros, con cámaras donde acumulan alimento (Díaz y Bárquez 2003). También se incluyen especimenes de Chinchillidae: Lagidium viscacia (MNI: 1), además de ejemplares de Cricetidae: Phyllotis xanthopygus (MNI: 3) y de Caviidae: Cavia sp. (MNI: 1), que suelen cavar sus madrigueras o utilizan cuevas abandonadas por otros animales (Díaz y Barquez op. cit.). Éste último presenta una marca de corte de origen antrópico sobre un fémur. Respecto a las aves, las plumas fueron identificadas como genéricas de contorno, correspondientes a Passeriforme: Furnariidae: Geositta sp. (Swainson 1837). Se encontraron restos óseos de passeriforme (MNI: 1), provenientes del sector en torno al monolito y restos de ave de tamaño aproximado 45 cm (MNI: 1), incluyendo un coracoide, el cual presenta un corte de instrumento filoso y dos fragmentos de huesos largos con alteración térmica. También en el sector asociado al monolito se hallaron dos hemimandíbulas, pertenecientes a un mismo individuo: Squamata: Sauria: Iguania: Liolaemus sp (MNI: 1) (Wiegmann 1883). Respecto a Equus sp., se recuperó un maxilar inferior derecho, que incluía el 3º molar y premolar. Además, se conservó un fragmento del maxilar inferior izquierdo del mismo individuo, conteniendo el 3° molar. A partir de las radiografías (RX) se realizaron las siguientes observaciones: el ápice de la raíz no está completo (apexogénesis incompleto), el foramen apical se encuentra sin cerrar, son dientes deciduos y exhiben radiolúcidos debidos a la ausencia de calcificación. También se observaron microfracturas en las piezas dentales, inclusive en las que estaban dentro del hueso, posiblemente relacionadas con la exposición prolongada a la intemperie, por su ubicación

Tabla 4. PAR, IAR, PNA e INA, discriminados por niveles estratigráficos de recuperación.

en el muro. De estos datos y por comparación, se desprende que es un individuo de hasta dos semanas de vida. En el extremo de la zona del foramen accesorio se localizan marcas y una perforación de carnívoro de gran tamaño. Volviendo a la muestra de camélidos, encontramos individuos neonatos (MNI: 2), juveniles y adultos, con una mayor proporción de los últimos. Los neonatos de camélidos se encuentran en mayor proporción asociados al nivel 3, donde presentan marcas de corte y alteración térmica; mientras que los recuperados en los niveles 2 y 4 muestran marcas de roedores. Las edades de estos individuos neonatos serían, uno de ellos menor a 6 meses y el segundo, menor a 12 meses de vida. En general, se encuentran representadas todas las partes del esqueleto axial y apendicular, no obstante, hay una alta proporción de huesos de miembros inferiores, seguidas por cráneo y costillas (Figura 3). El grado de fragmentación es alto, con un gran número de fragmentos menores a 1,5 cm., vinculados con alteraciones térmicas. El 27% de la muestra total presenta algún grado de exposición al fuego, y la mayor parte de ellos se ubican en el nivel 3, seguidos en frecuencia por el nivel 4 y nivel 2, respectivamente. Entre estos, hay una gran proporción de huesos largos y cráneo, encontrándose asociados en todos los casos con el área de combustión de la cubeta del nivel 3. Las únicas partes esqueletales que se encuentran completas son calcáneos, tarsianos y terceras falanges. Desde el punto de vista tafonómico, aproximadamente un 80% de la muestra se encuentra entre los estadios de meteorización 2 y 3 de la escala de Behrensmeyer (1978). En todos los niveles encontramos sectores con un relativo aumento en el grado de meteorización, lo que podría relacionarse con exposiciones más prolongadas a los agentes naturales, tal vez asociadas a eventos de abandono, sobre todo en 130

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

Figura 3: Gráfico de partes esqueletales de Camelidae. el nivel 2 y 5, donde el grado de meteorización aumenta a 4 de la escala citada. La superficie de los huesos en general presenta marcas producidas por roedores y carnívoros, fracturas intencionales y por pisoteo y marcas de alteración térmica. Particularmente en el nivel 5, la superficie ósea de los restos conserva incrustaciones minerales y sales precipitadas (CaCO3 y NaCl). En muy pocos casos se observan restos de tejidos, lo que puede explicarse a partir de los valores bajos de pH obtenidos en el sitio, los cuales son menores a 7. En cuanto a los aspectos del consumo, en todos los niveles estratigráficos encontramos restos de Lama sp. con marcas antrópicas (excepto en el sondeo y área de muro). Es posible que la alta fragmentación del conjunto pudiera haber influenciado en la baja representación de puntos de impacto realizados con un instrumento pesado, e incisiones finas de largo variable, producidas por un instrumento filoso. Ambos tipos de marcas antrópicas se presentan en su mayoría sobre las diáfisis de huesos largos, por lo que se podrían asociar a marcas de descarne y fracturas intencionales para la extracción de médula y grasa adherida a los huesos. Además, dos fragmentos óseos muestran evidencias de formatización por lascado. Con respecto al aprovechamiento de los recursos

faunísticos, considerando la muestra de camélidos, los resultados de los parámetros estadísticos de cuantificación, indican que, a lo largo de la secuencia, se observan altos valores de PAR, e índices cercanos a 1 para IAR. Específicamente para los niveles 1 y 3, las partes de alto valor nutritivo para el consumo (costillares, diáfisis y metatarso), muestran puntos de impacto y fracturas en metapodios y tibias, así como incisiones finas en las diáfisis de huesos largos y costillas. Como adelantamos, en toda la secuencia excavada se registran huesos con diferentes grados de exposición al calor, asociados la mayoría de ellos al fogón, correspondiendo a huesos largos (metacarpo, metatarso, tibia), cráneo y dientes, costillas, vértebras (cervical, axis, lumbar), central de tarso y 1° falange. En el caso de los niveles 2, 4 y 5 los valores de PAR son más bajos, y los de IAR se alejan de la unidad, en contraposición con los niveles 1 y 3, mientras que los resultados de IAR para aquellos niveles -2, 4 y 5- son superiores a los de los niveles 1 y 3, indicando un menor aprovechamiento de los recursos, entre los cuales se registran fragmentos de metapodio, costillas, 1° falange y restos de ave. A pesar de que los índices de aprovechamiento se mantienen constantes, el número de individuos faenados es menor en estos últimos niveles. En contraposición, para el sondeo y los niveles 5 y 2, los valores de PNA son mayores y los resultados del INA son 131

Silvana Urquiza et al.

menores, es decir más cercanos a 1 que el resto, lo que estaría indicando mayor actividad de agentes no antrópicos (roedores y carnívoros) (Tabla 4). En lo que respecta a otras especies, encontramos marcas de corte sobre un fémur de Cavia sp., mientras que las restantes partes esqueletales de roedores no presentan ninguna modificación cultural. La muestra se encuentra en general poco fragmentada, lo que sugiere en alguna medida el ingreso de algunos individuos, como Phillotys sp., dentro de egagrópilas, pudiendo suceder lo mismo con algunos passeriformes y Liolaemus sp., sobre todo en el sector asociado al monolito, donde la egagrópila encontrada contenía restos de Phillotys sp. La presencia de Ctenomys sp. lo sugiere como un elemento bioturbador, por tratarse de un roedor de hábitos fosoriales. En cuanto a las marcas de origen no antrópico, las de carnívoro se registran en su mayoría en los niveles 2 y 3 y el coprolito de zorro se ubica en el nivel 3, conteniendo un pequeño fragmento óseo no identificado y plumas tectrices de passeriforme. La acción de los roedores se observa con más intensidad en los niveles 2 y 3. Por su parte, las raíces muestran valores insignificantes dentro del conjunto con presencia de marcas no antrópicas. En general, las marcas no antrópicas prevalecen en el nivel 5 y 2; mientras que las marcas antrópicas y alteraciones térmicas predominan en el nivel 3. Las huellas de corte antrópicas y las alteraciones térmicas predominan sobre las marcas realizadas por carnívoros y roedores, sin embargo, la incidencia de éstos últimos es significativa dentro del conjunto. Los datos de PAR e IAR, sugieren una importante acción humana como agente modificador del registro (Tabla 4). La información proporcionada por las fibras Por su parte, la muestra de fibras recuperadas se compone de vellones (n= 35) y elementos de cordelería (n= 14). Los vellones presentan mayor variabilidad de taxones representados, registrándose una clara preponderancia de especimenes de camélidos, con un 71,4 % del total. Dentro de este último grupo, tenemos un 62,8% de ítems correspondientes a llama (Lama glama) y un 8,6% para vicuña (V. vicugna). Además, se registró un importante porcentaje de roedores, un espécimen de zorro y otros correspondientes a indeterminados (Figura 4).

Figura 4: Porcentaje por especies representadas en las fibras (vellones y cordeles). Respecto a las identificaciones taxonómicas, podemos señalar que las determinaciones de llama fueron realizadas por la observación de: a) predominancia de fibras intermedias entre 33 y 66m; b) la presencia de fibras con grosores entre 46 y 56µ, valores que no se registran en camélidos silvestres; c) índices de medulación con valores entre 0.3 y 0.6, característicos de esta especie y d) porcentajes de medulación total altos (en todos los casos superiores a un 65%). La presencia de fibras de colores blanco y negro, sobre todo de este último, son relacionados con llama. En cuanto a la determinación de vicuña, podemos decir que ésta se basó en: a) el registro de altos porcentajes cercanos a 85% de lanillas; b) la presencia de un 15% de pelos gruesos en torno a 70µ; y c) la total ausencia de valores de fibras intermedias. Esta distribución de los grosores refleja la presencia del patrón bimanto característico de esta especie silvestre. Además, los porcentajes de medulación total -por la alta representación de las lanillas- son bajos, cercanos a un 20%; en tanto que los IM de los pelos presentan valores elevados, de 0,8 - 0,9 (Figura 5). Para la muestra analizada no se registró la presencia 132

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

Figura 5: Imágenes de las fibras de camélidos, tomadas del microscopio con 400 aumentos. de fibras con patrones asignables a guanaco (Lama guanicoe). Esto último, se encuentra en concordancia con la tendencia general observada para la microregión de Antofagasta de la Sierra, donde las fibras de esta especie de camélido sólo fueron registradas ca. 5400 años AP, para el nivel 2b5 del sitio Quebrada Seca 3 y para los niveles tardíos de Cueva Cacao 1A (María del Carmen Reigadas, comunicación personal 2008). Siguiendo con la representación taxonómica de la muestra, los vellones presentan una alta frecuencia (22,8%) de fibras de roedores. Estas determinaciones se realizaron por la forma -uniseriada, biseriada; triseriada y multiseriadaque adquiere la médula para este taxón. Podemos sumar a esto último la presencia de un gran porcentaje de fibras delgadas; bajo porcentaje de intermedias y ausencia total de pelos. También se destaca que todas las fibras están meduladas, es decir, presenta un PMT del 100%, lo que es propio en fibras de estos mamíferos. En cuanto a los colores que se registraron para estos especimenes, en todos los casos se observaron distintas tonalidades de grises y amarillentos (Figura 6). De forma hipotética, podemos inferir la presencia de fibras de Ctenomys sp. dentro de la muestra de roedor. Esta interpretación se apoya en las características mencionadas para las fibras y su comparación con la colección de referencia de fibras que uno de los autores (A. Romano) ha confeccionado a partir de muestras tomadas de la colección de mamíferos de la Fundación Miguel Lillo. Además, debemos mencionar el registro de esta especie de roedor dentro del conjunto óseo asociado.

Figura 6: Imágenes de fibras tomadas al microscopio con 400 aumentos: superior: muestras de roedor; inferior: muestras de zorro. El restante 5,8% de la muestra de vellones se distribuye entre un posible espécimen de zorro, e indeterminados. La determinación tentativa de fibras de zorro se relaciona con la similitud estructural de las muestras arqueológicas analizadas y las depositadas en nuestra base de datos comparativa, pertenecientes a estos ejemplares. Estas fibras poseen médula uniseriada con grosores entre 17 y 20 micras e índices de medulación elevados (Figura 6). En tanto, para el caso de los elementos de cordelería registrados, podemos decir que se trata de una muestra pequeña (n= 14), la que presenta poca diversidad en cuanto a los taxones registrados. En este sentido, entre los elementos de cordelería se pudieron determinar un 85,7% de ejemplares de llama (Lama glama) y el 14,3% restante se determinaron como cabello humano (Figura 4). En el caso puntual de los elementos de cordelería, puede observarse que la estructura de los mantos correspondientes a los especimenes de llama no presentan la totalidad de sus fibras. Los mismos reflejan, a nuestro entender, claras evidencias de procedimientos de cina y desmote, a partir de los cuales se retiraron -parcial o totalmentelas fibras primarias o pelos gruesos y los pelos más deteriorados, respectivamente. No obstante, 133

Silvana Urquiza et al.

Figura 7: Distribución de las muestras de fibras (vellones y cordeles), por sectores y por niveles estratigráficos. podemos mencionar -apoyándonos en los planteos de Reigadas- que es factible realizar determinaciones taxonómicas de las fibras que conforman estás tecnofacturas, aunque las mismas hayan sido sometidas a selección y/o procesamiento (Reigadas 1996). En este sentido, las fibras más representadas en las muestras de cordelería analizadas, son las intermedias y las lanillas con grosores cercanos a su límite superior de 31µ, faltando los pelos más gruesos presentes en los mantos sin selección. Por su parte, los datos provenientes de los PMT y los IM nos permiten plantear, al menos en forma hipotética, una selección de ciertas regiones topográficas de las llamas -como cogote y patas- para la elaboración de cordelería resistente, reservando las fibras del lomo para la confección de hilados más finos, situación similar a la registrada por Reigadas (1996)11. Los porcentajes de medulación, para las fibras más gruesas muestran valores superiores a 80% y de hasta un 96% de sus fibras. En tanto, los IM presentan valores bajos entre 0.2 y 0.5; característicos de las fibras de llama. Los colores utilizados para la elaboración de los cordeles, presentan siempre sus tonalidades naturales marrones y café; blanco y negro, sin registrar la presencia de elementos teñidos. Respecto a los elementos confeccionados con cabello humano, éstos se presentan en color castaño oscuro, y fueron determinados por comparación con la colección de referencia. La utilización de cabello humano para la confección de hilados ya fue registrada en otros sitios de la

microregión (López Campeny 2000, 2006-2007). Ahora bien, volviendo a la muestra completa de fibras (vellones y cordeles), nos parece relevante abordar cómo estos elementos se distribuyen espacial y temporalmente en la E1 (Figura 7). En primer término, comenzaremos por puntualizar la distribución de las fibras por niveles, para posteriormente referirnos a su ubicación espacial. Al respecto, podemos destacar que la muestra de vellones y cordeles analizada se concentra, fundamentalmente, en los niveles 1, 2 y 3. Estos tres niveles contienen el 75% de los vellones y el 80% de los cordeles recuperados; siendo en ambos casos más numerosos los elementos asociados al nivel 3. En cuanto a los sectores, podemos observar que el 70% de los vellones se asocian al espacio cercano al monolito. El resto de los vellones se distribuyen en un 21% para el sector ubicado al norte del monolito y exterior al muro y, solo un 9% fueron recuperados al oeste del monolito. En el caso de los cordeles, los sectores en torno al monolito, son los que presentan un mayor porcentaje de elementos con un 85% del total, mientras que el 15% restante de ejemplares se recuperaron del sector al oeste del mismo. Invertebrados: Finalmente, los invertebrados pueden ser utilizados como excelentes indicadores de las condiciones paleoambientales de un área específica, ya que ocupan determinados nichos ecológicos en función de sus modos de vida. Algunos de ellos, como los coleópteros, por su 134

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

distribución geográfica restringida, se utilizan como marcadores de ambientes (Jerez 2000). La entomofauna resulta de suma importancia para los estudios arqueológicos ya que nos permite obtener datos ambientales muy específicos (condiciones de humedad, temperatura, química del substrato, etc.); forenses, e incluso sobre su relación con los humanos, ya que algunos son transmisores de ciertas enfermedades (Urquiza 2009b). Los restos de invertebrados encontrados en la E1 de PH2, son los siguientes: Coleóptera: Dermestidae; Adephaga: Carabidae (Latreille 1802); Lepidoptera: Danainae: Danaus: Danaus plexippus erippus (Cramer 1775); Odonata: Anisoptera (Selys 1800) y capullos de pupas indeterminados. Cabe destacar, que la estación de vuelo de Anisoptera corresponde al verano, y la de Danaus corresponde al otoño, para la región de hallazgo. Las interpretaciones que proponemos a continuación, están apoyadas principalmente en los resultados del análisis del conjunto arqueofaunístico, a los que hemos integrado también los atributos presentados por los rasgos arquitectónicos, el contenido artefactual y los restos ecofactuales asociados. Las hipótesis propuestas se sustentan en un cúmulo de datos históricos y actuales sobre ritualidad andina. DISCUSIÓN: DEL REGISTRO ARQUEOLOGICO A LAS PRÁCTICAS SOCIALES El análisis integral del conjunto arqueofaunístico permitió aportar evidencias que atestiguan eventos de ocupación acotados temporalmente -lo que lo diferencia a éste de otros contextos interpretados como bases residenciales de actividades múltiples, de ocupación prolongada- seguidos por períodos de abandono y/o desocupación (cfr. López Campeny 2009; López Campeny et al. 2005b). Las evidencias de abandono están vinculadas al registro de huesos con marcas no antrópicas, presencia de egragópilas, restos de passeriformes, coprolitos de zorro y una importante representación de roedores (óseo y vellones), así como al grado de meteorización presentado por algunos huesos, que evidencian una exposición prolongada a la intemperie. Además, los Carabidae, coleópteros

que se alimentan de semillas, vegetales o insectos, son considerados de interés forense ya que se encuentran asociados a restos de animales en descomposición registrándose sobre el cadáver expuesto (Scampini et al. 2002). En tanto, los derméstidos son coleópteros carroñeros, que consumen cadáveres de animales y su mayor actividad ocurre con temperaturas medias a altas. La presencia de ambos tipos de coleópteros en el registro faunístico de PH2, respondería a su acción carroñera sobre los restos de basura animal expuesta. A su vez, la presencia de esta entofauna en los niveles 2, 3 y 4 nos indica que los restos con carne se encontraban expuestos a la intemperie, lo que coincide con los estadios de meteorización de los restos óseos. La introducción de nuevos parámetros estadísticos como PAR e IAR permitieron confirmar que ha sido altamente eficaz la organización interna del sitio, en lo que respecta al procesamiento de los recursos faunísticos, con especial énfasis en los niveles 1 y 3. Paralelamente, mediante PNA e INA, vislumbramos las acciones de los agentes no antrópicos, en este caso de roedores y de carnívoros, destacados especialmente para los niveles 2, 4 y 5. Desde el punto de vista económico, evidencias de actividades de procesamiento secundario, consumo y descarte se han registrado en asociación al rasgo de fogón del nivel 3 que, debido a la presencia de determinados restos (camélidos neonatos y anisóptera), pueden asignarse tentativamente a una estacionalidad estival, con eventos de abandono (posiblemente vinculados a niveles 2 ,4 y 5). Asimismo, del conjunto recuperado se desprende la importancia del recurso Camelidae, con la presencia de Lama glama como taxa principal (tanto en registro óseo como fibras), a lo largo de toda la secuencia estratigráfica, siendo sus partes más representadas las extremidades y cráneo, todos elementos de fácil transporte. Esto último nos permite introducir la posibilidad -aunque sin descartar otras posibles explicacionesde que se trate de partes preparadas para su consumo y/o transporte como carne deshidratada (“charqui”12). Esta última inferencia se apoya en la alta representación de metapodios y falanges en la muestra. Respecto al denominado “efecto charqui”, Miller y Burger (1995:440) mencionan que éste puede ser observado -en el registro 135

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arqueológico- a través de la sobre representación de ciertos elementos óseos por sobre otros, primando el registro de elementos de baja importancia económica y de fácil transporte (por ejemplo falanges), lo que a su vez es consistente con la información etnoarqueológica procedente de sitios de tránsito (cfr. Nielsen 1997). Sin embargo, no podemos desconocer el alto número de restos con alteraciones térmicas que indicarían otro tipo de procesamiento para el consumo, pero sin descartar totalmente la opción del charqueo. De todos modos, tampoco desconocemos el hecho de que, como señalan Yacobaccio (et al. 1998: 90-91), la identificación del charqueo sigue siendo un problema de difícil resolución arqueológica. Por otra parte, es llamativa la baja representación de fémur en relación a otros cortes, vinculándose quizás con patrones de selección, trasporte o intercambio. La fragmentación es alta para cráneos y metapodios, partes con alto contenido graso, así como también para las partes que presentan alteraciones térmicas. En contraposición, existe una baja proporción de animales silvestres procesados, aunque la muestra es variada; estando representada por V. vicugna, Cavia y aves de mediano porte, con marcas de corte y alteraciones térmicas. Lo anterior sería coincidente con el registro de una única punta de proyectil, lo que contrasta con la configuración del registro arqueofaunístico señalado para bases residenciales y puestos pastoriles con énfasis en la caza, para el tardío en la puna (Olivera 1992, 1997; Urquiza y Aschero 2006). En cuanto al aprovechamiento de recursos animales, se observa una gran proporción de partes con alto valor nutritivo para el consumo, así como evidencias de descarne y extracción de médula y grasa ósea. Sin embargo, como se mencionó, elementos de menor importancia económica y fácil transporte también están muy bien representados. Por último, si bien, muchos de los restos esqueletales serían producto de las actividades humanas llevadas a cabo en el sitio, la presencia de animales disturbadores (roedores y carnívoros) podrían haber incorporado otras partes anatómicas al registro, o bien podría tratarse de especimenes muertos naturalmente en sus escondites y/o derivados de egagrópilas. Desde el punto de vista contextual destacamos

que, vinculado al primer nivel de excavación, recuperamos varios fragmentos de mandíbula de Equus sp.13, depositados entre las piedras que conforman el muro sur y cubiertos por un conjunto de elementos de cordelería y una importante acumulación de vellones de camélido (Lama glama). La forma particular en que fueron recuperados estos ítems, nos condujo a interpretar que este conjunto de elementos estaban “reservados” -a modo de “escondrijo” o depósito intencional- entre las piedras del muro sur. Además, destacamos que la mayoría de los elementos de cordelería conservados en la estructura, se recuperaron en el espacio en torno al monolito y en asociación a las piedras que conforman los muros, o en sectores próximos a ellos. En términos generales, es posible destacar que un buen número de estos ejemplares corresponden a elementos que, por sus atributos tecnológicos y constructivos -además del registro de nudos- podrían asociarse con elementos individuales que formaron parte de artefactos preparados para ofrecer resistencia a ciertas tensiones como, por ejemplo: sogas o elementos de atalaje, cordeles laterales de honda o prendas similares (López Campeny 2009). Respecto al contenido artefactual, podemos destacar que el conjunto cerámico recuperado puede describirse como de baja densidad (n= 67), coincidiendo la mayor densidad distribucional con el nivel 3 (n= 32; 47%). A su vez, este conjunto de tiestos está asociado con un reducido número de piezas, las que presentan un alto grado de restaurabilidad, ya que el 62% de los fragmentos (n= 42) corresponden a un número mínimo de tres piezas; dos de las cuales presentan claros patrones distribucionales que mencionamos a continuación. La primera de ellas (n= 22) corresponde a una pieza de silueta globuliforme, de pasta muy compacta y paredes delgadas. Se destaca por la aplicación, sobre una superficie pulida, de un engobe grueso que exhibe tonalidades variadas, aunque prima un color rojizo-anaranjado. Desde el punto de vista tecnológico y estilístico este ejemplar no ha podido ser relacionado con el conjunto cerámico recuperado localmente y, aunque algunos colegas trasandinos han sugerido una posible vinculación con tipos cerámicos de Copiapó, no tenemos hasta el momento certezas sobre su posible origen o vinculación cultural, aunque destacamos que no hemos podido 136

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vincularlos con especimenes cerámicos relevados para el NOA. Los fragmentos de esta pieza se han recuperado dispersos desde superficie hasta el nivel 3, pero exhiben una marcada distribución espacial en torno al monolito. La segunda pieza que destacamos (n= 14), es tecnológicamente muy diferente a la primera ya que presenta una superficie tosca, paredes de gran espesor y restos de ceniza adheridos a la misma. La mayor densidad de los fragmentos que forman esta “olla” (n= 11; 78%) han sido recuperados en el nivel 3 y espacialmente proceden en su mayoría del interior del rasgo de piedras con ceniza (posible asiento de olla y reparo de fogón) y área inmediatamente circundante al mismo. Del conjunto total de artefactos líticos formatizados destacamos que el grupo de los perforadores, sumados a los artefactos burilantes y a las puntas entre muescas, representan el 22% de los filos (n= 8), porcentaje elevado si consideramos que ningún otro grupo tipológico supera el 11%. Entre el conjunto destacamos el registro de un grupo de microperforadores en calcedonia y sílice, asociados a un conjunto de nódulos minerales, desechos de reducción, matrices, cuentas en proceso de formatización y ejemplares terminados. Los análisis de difracción arrojaron resultados correspondientes tanto al empleo de minerales de procedencia local, como otros que inferimos no se corresponderían con el ambiente de la puna, de acuerdo con sus condiciones geológicas de origen (López Campeny 2008; López Campeny y Escola 2007). Se destaca, además, la recuperación de un conjunto de elementos ecofactuales constituido por especimenes silvestres, de procedencia no local: carozos de chañar (Geoffroea decorticans) y endocarpos de algarrobo (Prosopis) y restos de cultígenos, también foráneos, como fragmentos de cáscara de maní (Arachis hypogaea) y una posible semilla de cucurbitácea; además de un conjunto de marlos de maíz (Zea mais). Desde el punto de vista distribucional, el nivel 3 es el que presenta la mayor densidad de hallazgos, aunque la mayor variabilidad, con la representación de todas las especies enumeradas, corresponde al nivel 4. En términos espaciales, si bien los especimenes silvestres (chañar y algarrobo) han sido recuperados en casi toda el área excavada en la E1, una notable concentración de ellos procede de la esquina NO de la estructura. Los ejemplares de maíz, en cambio, muestran un patrón espacial

más definido y diferente al anterior, plasmado en el hecho de que todos los especimenes identificados proceden del área en torno al gran bloque erguido o monolito. Ahora bien, si nos centramos a continuación en los atributos arquitectónicos de la E1 y, específicamente, en el gran bloque o monolito, emplazado intencionalmente, y apuntalado en su base por un conjunto de rocas que conformaban un “cimiento” ad hoc, podemos esbozar una serie de consideraciones. Destacamos que no hemos podido identificar atributos arquitectónicos, espaciales y/o contextuales certeros que nos permitan explicar el posicionamiento de esta gran losa en términos de su aprovechamiento como reparo ante el viento (deflector), o bien asociar su función como un divisor de espacios y/o vincularla con un facilitador de la circulación en el espacio interno de la E1. Esto llevó a uno de nosotros (López Campeny 2009), a proponer el abordaje de otra posible esfera de prácticas asociadas al empleo, o relacionadas con la participación, de este rasgo arquitectónico en la vida cotidiana de las comunidades agropastoriles puneñas. En esta línea de análisis, se abordaron algunas características de performance, o variables arquitectónicas, propuestas para el examen de estructuras vinculadas con actividades de carácter ritual14. Complementariamente, para la interpretación de este rasgo, nos apoyamos en la información etnohistórica y actual disponible, vinculada con el simbolismo que -en el área andina meridionalrelaciona ciertas prácticas rituales de fertilidad o incremento de la productividad agrícola y/o ganadera con las “huancas-monolitos” (Arnold 1998; Duviols 1976). Varios autores (Carrizo 1934; Göbel 20002002; Merlino y Rabey 1983; Nardi 1964-1965) mencionan la presencia del mojón - una piedra o un montículo cónico de piedras- que representa a la reproducción del ganado de una familia, y se releva asociado a los sitios residenciales pastoriles. Por su parte Berenguer (2004), releva este tipo de rasgos en vinculación a sitios rituales de caravaneros (sitios de muros y cajas). En los primeros contextos, el mojón se suele ubicar frente al corral principal de la unidad doméstica y los rituales efectuados incluyen prácticas que involucran la depositación de elementos simbólicos asociados al mojón; entre los que 137

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destacamos el empleo frecuente de cordeles de diversos colores que representan al “corral” (Göbel op. cit.: 281). En el caso de los sitios de muros y cajas, Berenguer (op. cit.) registra que los hallazgos más recurrentes, asociados al mojón, consisten en trozos de minerales y cuentas de diversos compuestos de cobre. Es sugerente que ambos tipos de artefactos y ecofactos han sido recuperados en asociación al monolito emplazado en la E1 de PH2. En este mismo contexto interpretativo, cobra relevancia el registro de los fragmentos de mandíbula de Equus sp. “reservados” entre las piedras del muro, junto con los elementos de cordelería y vellones; si tomamos en cuenta que Berenguer (2004: 350) interpreta que: “…la ausencia absoluta de mandíbulas y huesos de cráneos [en los conjuntos arqueofaunísticos de los sitios pastoriles de Santa Bárbara] puede explicarse por razones rituales: actualmente los indígenas de la región suelen depositar la cabeza del animal o sus mandíbulas en escondrijos ceremoniales”. En contextos pastoriles contemporáneos, este autor (ibíd.: 243) registra que, durante las actividades de faenamiento realizadas en las estancias pastoriles: “Las cabezas de los animales son retiradas y almacenadas en lugares separados…”, para luego ser colocadas en los muros de los corrales, como parte de ceremonias rituales. PALABRAS FINALES: DE PASTORES, RITUALES Y CARAVANAS Recapitulando, podemos destacar el relevamiento de una estructura arqueológica que muestra signos de prolongada persistencia -vinculada con la intencionalidad de una trascendencia generacional- que ha sido elaborada con materiales imperecederos y de gran estabilidad temporal, que además posee una escala notable en su peso y dimensiones y que constituye un rasgo único a nivel microregional, para el que no hemos registrado referentes arqueológicos similares a esa escala espacial (López Campeny 2009; López Campeny et al. 2005). Ahora bien, en base al conjunto amplio de las evidencias recuperadas, consideramos que no estamos en condiciones aún de responder, de manera indudable, al interrogante sobre el marco general en el cual definir el contexto de las ocupaciones de la E1 de PH2. Sin embargo,

podemos dejar planteada la posibilidad de que las ocupaciones se encuentren asociadas a: a) Contextos de carácter ritual: inferidos principalmente a partir del emplazamiento intencional del monolito; el depósito o acumulación de restos óseos faunísticos, vellones y cordeles en el nicho del muro y la presencia de cuentas y restos de diferentes minerales de cobre de procedencia no local. No deja de ser llamativa la pauta de distribución espacial de los restos de maíz en el área próxima al monolito, y sin aparente vinculación a fogones o a contextos asociados al procesamiento de alimentos. A modo de sustento, se integran todas aquellas evidencias que hemos mencionado que nos permitieron inferir una ocupación de corto plazo o uso esporádico, así como períodos de desocupación y/o abandono de la estructura. Respecto a esta interpretación, es relevante destacar que estaríamos frente a evidencia que nos permitirían proponer la persistencia de ciertas prácticas rituales asociadas a huancas o monolitos, que involucraron a poblaciones pastoriles vinculadas a momentos posteriores al contacto hispano-indígena. b) Contextos de tránsito (jaras o sitios de pernocte de caravaneros), inferencia sustentada por evidencias vinculadas tanto con el contenido (artefactual y ecofactual), como con la estructura de sitio u organización espacial. Destacamos especialmente los resultados de los análisis polínicos de origen exótico (Alnus sp.) en fibra de llama (Baied y Romano 2007) ya que, si bien su vinculación al caravaneo no es de ningún modo excluyente como explicación de su presencia en el sitio, creemos que es una hipótesis que cobra sustento en el marco de los restantes elementos contextuales. A ello se suma un registro faunístico integrado por partes óseas de bajo rendimiento económico y fácil transporte, que puede ser asociado a un “efecto charqui” (cfr. Miller y Burger 1995). Se integran un cúmulo de evidencias que remiten a una ocupación del espacio transitoria o de corto plazo y períodos de desocupación; evidencias de preparación y consumo de alimentos asociados al fogón; el registro de una baja densidad artefactual, aunque con una marcada funcionalidad de los conjuntos líticos en relación a la manufactura de cuentas15; escaso número de piezas cerámicas, pero con una importante diversidad de tipos cerámicos 138

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y morfología, considerando el tamaño de la muestra (cfr. López Campeny 2009); hallazgo de elementos vinculados con el posible atalaje de carga (como sogas o cordelería gruesa con nudos); fragmentos de minerales de cobre y cuentas, junto a otros bienes y ecofactos de carácter foráneo y proximidad de un espacio con evidencias de uso recurrente como corral16. Si bien varios de estos rasgos y elementos son también frecuentes en otros tipos de sitios pastoriles, nos apoyamos en el contexto amplio de recuperación de los materiales y la suma de sus asociaciones, para esbozar nuestra propuesta. De todos modos, no podemos dejar de mencionar que -al presente- no contamos con el registro de otros sitios arqueológicos identificados como jaranas, que puedan vincularse con PH2 en términos de una hipotética ruta de intercambio. Finalmente, no podemos dejar de plantear que ambas funciones pueden haberse sucedido en el tiempo, en una trayectoria de uso, existiendo superposiciones entre los dos distintos tipos de ocupaciones, lo que pudo producir ambigüedades en el registro arqueológico. Por lo que no es posible determinar, con los datos hasta ahora disponibles, si estos hallazgos presentados se relacionan a prácticas rituales locales o revelan la presencia de caravanas en tránsito por el territorio, aunque sin olvidar que, como afirma Nielsen (1997), los caravaneros son siempre pastores, que se trasladan junto con toda su cosmología. Agradecimientos: Agradecemos la colaboración inestimable en este trabajo de los Drs. C. Molineri (Inst. de Entomología Abraham Willink-Tucumán); C. Kaufmann (FACSO-UNICEN); P. Ortiz, G. Scrocchi (Fundación Miguel Lillo, Tucumán); A. Urquiza y del Lic. R. Labarca Encina. Este trabajo no hubiera sido posible sin el aporte de los Proyectos FONCYT/PICT 9888 y PIP-CONICET 3041 y 6398, financiados por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Técnica y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, bajo la dirección del Lic. Carlos Aschero. Hacemos una mención especial referida a la colaboración desinteresada de los Drs. A. Izeta y G. Mengoni Goñalons, quienes tuvieron la excelente idea de promover un simposio sobre zooarqueología en el XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina y agradecemos la

confianza brindada en su invitación a participar de este volumen especial. Finalmente, pero no por ello menos importante, dos evaluadores/ as anónimos/as hicieron importantes aportes que permitieron enriquecer una versión anterior de este artículo, aunque todo lo expresado es exclusiva responsabilidad de los autores. REFERENCIAS CITADAS Arnold, D. Y. 1998 Hacia un Orden Andino de las Cosas. Editorial Hisbol, La Paz. Aschero, C. A., A. R. Martel y S. M. L. López Campeny 2006 Tramas en la piedra: rectángulos con diseños geométricos en Antofagasta de la Sierra (Puna Meridional Argentina). En: Tramas en la Piedra: Producción y Usos del Arte Rupestre, editado por D. Fiore y M. M. Podestá, pp. 141-156. World Archaeological Congress, Sociedad Argentina de Antropología y Asociación Amigos del INAPL. Aschero, C. A., A. R. Martel y S. M. L. López Campeny 2009 El sonido del agua… arte rupestre y actividades productivas. El caso de Antofagasta de la Sierra, Noroeste Argentino. En: Crónicas sobre la piedra. Arte Rupestre de Las Américas, editado por M. Sepúlveda, L. Briones y J. Chacama, pp. 257-270, Universidad de Tarapacá, Arica, Chile. Baied, C. A. y A. S. Romano 2007 Las flores los producen y las fibras los amontonan: análisis polínico de fibras de camélidos procedentes de contextos arqueológicos. Resúmenes de las VIII Jornadas de Comunicaciones, Serie Monográfica y Didáctica Nº 46: 23. Facultad de Ciencias Naturales e IML, Universidad Nacional de Tucumán. Behrensmeyer, A. K. 1978 Taphonomic and ecological information from bone weathering. Paleobiology 4 (2): 150-162. Berenguer, J. 2004 Caravanas, Interacción y Cambio en el Desierto de Atacama. Sirawi Ediciones. Museo Chileno de Arte Precolombino. Brain, C. K. 1981 The Hunters or the Hunted? An Introduction to African Cave Taphonomy. The University of Chicago Press. 139

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De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

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Zooarqueología de Camélidos, Buenos Aires. NOTAS 1 Las excavaciones se realizaron en el marco de los Proyectos FONCYT/PICT 9888 y PIP-CONICET 3041, financiados por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Técnica y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, respectivamente. Ambos proyectos bajo la dirección del Lic. Carlos Aschero. 2 Se han realizado excavaciones en área, cubriendo una gran parte de la superficie de ocupación, en dos de los recintos arquitectónicos del sitio (E1 y E2) y sondeos más acotados en otros cuatro de ellos (E3, E4, E5 y E6). Dichas intervenciones se han realizado bajo la dirección de uno de los autores (Sara López Campeny), y en el marco de los objetivos de su Tesis Doctoral, contando con el apoyo económico de una Beca de Postgrado otorgada por CONICET (2004-2009). 3 Recientemente, y con posterioridad a la escritura de este artículo, obtuvimos una nueva datación radiocarbónica, también asociada a la E1, correspondiente a una fecha de 220 ± 30 años AP (1640 a 1690 y 1730 a 1810 años cal D.C.; calibrado ± 2 sigmas con el programa Oxcal 3.10), lo que extiende la cronología de ocupación del sitio a momentos históricos. 4 Las escasas evidencias recuperadas corresponden a un fragmento de corona de esmalte dental y un fragmento de arco vertebral, correspondiente a una vértebra lumbar, cuya edad estimada del individuo seria de 3 meses ± 2 meses (Lucía González Baroni comunicación personal 2008). 5 Se utilizó la Colección de Mamíferos Lillo (CML), perteneciente a la Fundación Miguel Lillo, Tucumán y la Colección de Referencia particular de S. Urquiza, conformada por individuos de especies y edades variadas. 6 La escala toma como estándar el peso del macho adulto mamífero. Así se definen clases de tamaño: Clase 1: hasta 0,5 kg., Clase 2: hasta 5 kg., Clase 3: hasta 30 kg., Clase 4: mayor a 30 kg. 7 Se realizaron radiografías de la mandíbula y piezas dentales de Equus sp, con el fin de confirmar la asignación taxonómica y efectuar una determinación etaria. 8 Estos aumentos variaron según las características a registrar. Al respecto, para la observación de las configuraciones de los mantos (pelajes), se utilizaron

143

Silvana Urquiza et al. aumentos de entre 100 y 200x, en tanto que, para fotografiar las características medulares, se manejaron aumentos de 400x, con el objeto de lograr imágenes con un alto grado de detalle. 9 Se calcula a partir del cociente entre el diámetro de la médula y el grosor de la fibra, dando siempre valores entre 0.1 y 0.9. 10 Hay que destacar que algunos autores utilizan la medición de 10 pelos por muestra, mientras que otros elevan esta cifra a 100 observaciones, o más. Nosotros decidimos utilizar, al menos, 30 observaciones por muestra, por ser estadísticamente el limite para que una muestra no sea considerada pequeña (n= >30). 11 Este tipo de procedimiento ha sido registrado por Reigadas (1996) en tejedoras actuales de la Puna Norte y en muestras arqueológicas de fibras, provenientes de piezas de textiles del área de estudio. 12 La palabra charqui es de origen quechua (ch’arki) y se refiere a la carne deshidratada, que se cubre con sal y se expone al sol, para su conservación durante períodos prolongados. 13 La presencia de Equus sp supone también una continuidad en la utilización del sitio durante la etapa de contacto hispánico, confirmada recientemente también a partir de un fechado radiocarbónico asociado a la E1 (ver nota 3). 14 Estas variables incluyen el análisis de las características de persistencia, escala, centralidad, ubicuidad y visibilidad, vinculadas al/los rasgo/s arquitectónico/s considerado/s

(Moore 1996; cfr. también Nielsen 1995). 15 Se menciona en la bibliografía específica el hallazgo frecuente de fragmentos de minerales de cobre y cuentas de collar en sitios identificados como paraderos de caravanas (Nielsen 1997, 1997-1998, 2001, 2003; Nielsen et al. 2000). Su alta recurrencia ha llevado a Nielsen (2001: 279) a plantear que el hallazgo de minerales de cobre dispersos en los niveles ocupacionales de los sitios de tránsito corresponden a “…desechos de la fabricación de cuentas de collar”. 16 Corresponde a la ya mencionada E5, que atestigua sucesivas capas de guano de camélido, intercaladas por finas depositaciones de arena, estas últimas conformadas durante los momentos de desocupación o abandono de este espacio como corral. Si bien los fechados absolutos asociados a las capas más profundas de la E5 son mucho más tempranos (ca. un milenio) que los vinculados a la ocupación de la E1, no disponemos aún de dataciones de las capas de guano más superficiales. Aclaramos que, si bien los corrales son rasgos comunes en sitios pastoriles como asentamientos semipermanentes o puestos de pastoreo, Nielsen (19971998: 169) dice -en relación a los sitios de tránsito- que: “…podemos generalizar que los lugares de pernocte de caravanas adquieren forma de campamentos , asociados a lo sumo con rasgos arquitectónicos precarios (corrales, parapetos, refugios)”. A continuación, y refiriéndose a la variabilidad registrada en los indicadores de ocupación de las jaranas el autor menciona que: “Algunas solo cuentan con un efímero lente de ceniza testigo de una sola y fugaz ocupación, otras poseen varios parapetos y fogones, algún corral o estructura en U…” (ibíd.). Finalmente, en otros casos es frecuente que antiguos corrales pre-existentes se reutilicen para el encierro nocturno de los animales de carga.

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De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

8 PASTORALISMO Y DIVERSIDAD ECONÓMICA DURANTE EL PERÍODO FORMATIVO EN EL ALTIPLANO CENTRAL DE BOLIVIA: EVIDENCIA ZOOARQUEOLÓGICA DE IRUCIRCA José M. Capriles* y Juan Albarracin-Jordan** * Department of Anthropology, Washington University in St. Louis, One Brookings Dr., Campus Box 1114, St. Louis, MO 63130, USA. E-mail: [email protected] ** Fundación Bartolomé de las Casas, Av. Sánchez Lima No. 2520, Edificio Aníbal, Oficina 7, La Paz, Bolivia. E-mail: [email protected]

RESUMEN La economía del Período Formativo en el altiplano central boliviano ha sido tradicionalmente interpretada como un sistema agropastoralista sustentado en la producción y consumo de camélidos domésticos. Sin embargo, la ausencia de estudios específicamente zooarqueológicos, ha impedido la comprobación empírica de este supuesto. En el presente capítulo, se exponen resultados preliminares del análisis zooarqueológico aplicado a los restos arqueofaunísticos recuperados del asentamiento arqueológico Irucirca, ubicado en las orillas del Lago Uru-Uru, Bolivia. Excavaciones extensivas en el sitio permitieron la exposición de numerosas estructuras domésticas, así como de un posible corral, pertenecientes a dos niveles del Período Formativo. El análisis zooarqueológico estableció que los restos arqueofaúnisticos asociados incluyeron una gran proporción de camélidos. Aún así, la conspicua presencia de otros grupos taxonómicos, incluyendo peces, aves y roedores, sugiere una mayor complejidad en el aprovechamiento de recursos faunísticos. Asimismo, la economía de los habitantes de Irucirca no parece haber cambiado sustancialmente entre los dos niveles ocupacionales. Los resultados presentados tienen importantes implicancias para discutir las especificidades de los sistemas económicos de sociedades agropastoralistas tempranas. ABSTRACT The economy of the Formative Period in the central highlands of Bolivia has been traditionally interpreted as an agro-pastoralist economy based on the production and consumption of domesticated camelids. Unfortunately, the lack of specific zooarchaeological studies has prevented the empirical verification of this assumption. In this chapter, we present preliminary results of the zooarchaeological analysis applied to archaeofaunal remains recovered from the archaeological settlement Irucirca, located on the shores of Lake-Uru Uru, Bolivia. Extensive excavations carried out at the site allowed exposing numerous habitation structures as well as a possible corral, dated to two occupation levels of the Formative Period. The zooarchaeological analysis established that the associated archaeofaunal remains included a large proportion of camelids. Nevertheless, the conspicuous presence of other taxonomic groups, including fish, birds, and rodents, suggests a greater complexity of faunal resources use. Moreover, the economy of the inhabitants of Irucirca did not change substantially between the two occupational levels. The presented results have important implications for discussing the specificities of the economic systems of early agropastoralist societies.

De la Puna a las Sierras: Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina. Andres D. Izeta y Guillermo L. Mengoni Goñalons (Ed.) British Archaeological Reports International Series. SAMAR 19. 2012: 145-156.

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José Capriles y Juan Albarracín Jordán

La investigación arqueológica en los Andes sur centrales de Bolivia se ha centrado tradicionalmente en las orillas del Lago Titicaca y el problema de la estructuración y organización del estado de Tiwanaku ca. 500-1100 d.C. (e.g., AlbarracinJordan 2007; Bermann 1994; Browman 1981; Janusek 2008; Kolata 1993; Ponce Sanginés 1981; Stanish 2003). Debido a que la investigación reciente en áreas denominadas “periféricas” o “marginales” a este proceso se ha alejado de enfoques histórico-culturales, es notorio el mayor reconocimiento a la heterogeneidad sociocultural que caracterizó a épocas prehispánicas en el actual territorio boliviano (e.g., Pereira Herrera y Albarracin-Jordan 1996; Rivera Casanovas 2003). Sin embargo, se requieren estudios más profundos para mejorar nuestro conocimiento acerca de los mecanismos que generaron y permitieron la reproducción de esta variabilidad cultural. Un importante, pero poco explorado, problema de investigación en la región del altiplano boliviano se relaciona con el origen y desarrollo temprano de sociedades pastoriles especializadas en la cría y manejo de camélidos domesticados (i.e., llamas y alpacas). A pesar de que esta región actualmente está poblada por numerosas comunidades de pastores, se conoce poco acerca del origen de este modo de vida, así como de su trayectoria histórica. Investigaciones recientes en el sitio Irucirca, localizado en las orillas del Lago Uru-Uru, en el altiplano central de Bolivia, permiten ahondar en esta problemática, desde una perspectiva zooarqueológica (Albarracin-Jordan 2005; Capriles 2008). Las excavaciones arqueológicas realizadas en el sitio, así como los exhaustivos análisis de los artefactos y restos orgánicos, nos permiten interpretar el modo de vida de los grupos que se asentaron en el lugar y comparar sus atributos con otros conjuntos socioculturales contemporáneos en regiones vecinas (Bermann y Estévez 1995; Fernández-Distel 1998; Gabelmann 2001; Hastorf 1999; Hastorf et al. 2001; Lecoq 2001; Núñez 2005; Pereira Herrera et al. 2001). Así mismo, la extraordinaria semejanza que mantienen los patrones domésticos de Irucirca con determinadas poblaciones Chipaya actuales, en la región de Oruro, según lo evidenciado en las excavaciones realizadas en el sitio, genera nuevos desafíos e

interrogantes respecto de la evolución social en los Andes sur centrales y los respectivos patrones de continuidad y cambio. En este capítulo, utilizamos evidencia zooarqueológica para reconstruir el patrón de consumo de recursos faunísticos en Irucirca. La identificación de grupos taxonómicos consumidos en el sitio, permite determinar qué rol tuvieron los camélidos en relación a otros recursos durante el Período Formativo. Los resultados obtenidos permiten sugerir que la dinámica económica de las comunidades Wankarani fue sustancialmente más compleja de lo anticipado por investigaciones previas, y en correspondencia con expectativas ecológicas y económicas, estuvo caracterizada por una mayor variabilidad en la utilización de recursos faunísticos. El Período Formativo en los Andes sur centrales Los sitios del Período Formativo (1500 a.C. – 400 d.C.) en el altiplano central de Bolivia fueron inicialmente reconocidos por Métraux y Lehmann (1937, 1953). Estos sitios conforman montículos estratificados, que incluyen, frecuentemente, esculturas líticas con efigies de camélidos. Desde su descubrimiento, se reconoció que estos montículos eran más antiguos que sitios de épocas Tiwanaku (400-1100 d.C.), del Periodo Intermedio Tardío (1100-1450 d.C.), o de la época Inca (1450-1532 d.C.) en la región (Condarco 1959; Ibarra-Grasso 1965; López Rivas 1959; Walter 1966; Wasson 1967). Ponce Sanginés (1970) agrupó los rasgos culturales distintivos de este complejo cultural bajo la rúbrica de “Cultura Wankarani” a la cual asignó un rol trascendental en el posterior desarrollo del Estado Tiwanaku (Ponce Sanginés 1981). Durante la pasada década, Marc Bermann investigó la vida residencial temprana de las aldeas del Período Formativo en la región de La Joya (Bermann y Estévez 1993, 1995). Su trabajo y aquel de sus estudiantes han ampliado nuestra comprensión acerca de los patrones de asentamiento y la estructura y organización interna de algunos sitios tempranos (Beaule 2002; Fox 2007; McAndrews 1998; Rose 2001). Ahora sabemos, por ejemplo, que los sitios asociados con el complejo cultural Wankarani incluyen un patrón disperso de asentamientos en 146

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

montículos, formados a partir de la superposición de estructuras domésticas circulares (Bermann y Estévez 1995; McAndrews 2005). También conocemos que con el tiempo, las ocupaciones localizadas sobre los montículos parecen rotar en un patrón espiral, configurando eventualmente los depósitos estratigráficamente profundos que caracterizan a varios de estos sitios (Rose 2001). Las estructuras circulares presentes en los sitios están generalmente asociadas a fogones, hoyos de postes y estructuras de almacenaje anexas (Bermann y Estévez 1995; Condarco et al. 2002; Fox 2007; Pérez 2005; Rose 2001). La cerámica asociada tiene decoración en apliqué limitada, desgrasante de arena y formas de ollas y jarras sumamente recurrentes (Ayala Rocabado y Uribe Rodríguez 2003). El complejo cultural Wankarani es considerado como una de las economías pastoriles más tempranas de los Andes (Bermann y Estévez 1995; Janusek 2008; Kolata 1993; Ponce Sanginés 1970). La presencia de esculturas líticas de cabezas de camélidos en sitios Wankarani y el hecho de que éstos se localicen en una de las regiones de mayor población de camélidos en el altiplano, llevó a muchos de los investigadores a proponer que Wankarani dependió, fundamentalmente, de una economía pastoril. No obstante, a la fecha, no existe investigación alguna, específicamente zooarqueológica, que haya verificado este supuesto. Irucirca El sitio de Irucirca (KCH-21) se encuentra en la orilla noroeste del Lago Uru-Uru, en el altiplano central de Bolivia (Figura 1). El sitio constituye un montículo de aproximadamente 0.55 hectáreas de extensión, el cual fue descubierto en 2002 (Albarracin-Jordan 2005). Se realizaron excavaciones de rescate arqueológico en el sitio, en 2005. Las excavaciones revelaron la existencia de una complejidad arquitectónica en subsuelo que no fue identificada en el diagnóstico de superficie, lo cual motivó a que el sitio sea incluido en el Plan de Preservación del Estudio de Evaluación de Impacto Arqueológico. A raíz de estos resultados, se decidió desarrollar una segunda fase de investigación, en 2007, orientada a resolver preguntas relacionadas con la economía del sitio. Durante esa temporada, se implementaron técnicas de recuperación de materiales culturales

Figura 1. Localización de Irucirca y otros sitios ocupados durante el Período Formativo en el altiplano central de Bolivia. de grano fino (Capriles 2008). Irucirca se compone de dos niveles culturales, ligeramente superpuestos y asociados con el Período Formativo (Figura 2). Fechados radiocarbónicos ubican la ocupación sitio entre 200 a.C. y 100 d.C. Por una parte, el nivel superior se compone de estructuras semicirculares de tamaño mediano (2.5 m de diámetro), con cimientos de piedra asociados a espacios abiertos y una estructura circular grande, a manera de corral (ct. Beaule 2002; Rose 2001). Además, se localizó un sector de entierros ubicado en el sector sur del corral. Una característica excepcional de los restos humanos encontrados en asociación con esta ocupación es la aguda deformación craneal que presentan la mayoría de los individuos, incluyendo niños. Mientras que ninguno de los entierros incluyó ajuares mortuorios significativos, algunos de los cuerpos estaban acompañados de una azada lítica, u otro tipo de piedra cortante volcánica, insertada en la base del cráneo (Albarracin-Jordan 2005). El uso de cimientos de piedra para la construcción de las tumbas se asemeja al estilo constructivo empleado 147

José Capriles y Juan Albarracín Jordán

bastante sorprendente, con los patrones de uso del espacio doméstico en aldeas actuales chipaya (Uru-Chipaya) (Molina Rivero 2006; Wachtel 2001). Existe una extraordinaria semejanza entre los conjuntos de estructuras del nivel inferior de Irucirca y los conjuntos domésticos que se encuentran, por ejemplo, en la aldea chipaya de Ayparavi. Este patrón ha sido igualmente descrito en sitios similares del altiplano andino (e.g. Lecoq 2001). MATERIALES Y MÉTODOS

Figura 2. Planta compuesta general de Irucirca. Las líneas negras gruesas denotan a las estructuras del nivel superior elaboradas con bloques líticos, mientras que las aquellas con el interior gris, corresponden a las estructuras de adobe del nivel inferior en el nivel superior de estructuras domésticas y de otras estructuras similares identificadas en sitios asociados con el complejo cultural Wankarani (e.g., Bermann y Estévez 1995; Condarco et al. 2002; Ponce Sanginés 1970; Rose 2001; Wasson 1967). Evidencia de preparación y almacenaje de alimentos fueron recuperados en asociación con estas estructuras. El nivel inferior, por otra parte, incluye varias estructuras domésticas semicirculares (2-3.5 m de diámetro), construidas enteramente con adobes de barro, o tepe, así como con pisos y paredes revocadas. Estas estructuras contienen fogones centrales y están acompañadas, en el exterior, por estructuras circulares de almacenaje, o desecho, y patios cerrados. En resumen, el nivel inferior exhibe diversos componentes arquitectónicos y difiere notoriamente del típico patrón de construcción asociado con el nivel superior y otros sitios del complejo Wankarani. Asimismo, el nivel inferior presenta una afinidad,

La colección arqueofaunística de Irucirca se compone de la totalidad de los especímenes óseos recuperados durante las temporadas de excavación 2005 y 2007. Los restos óseos fueron recolectados utilizando zarandas con intervalos de 0.5 cm. Durante el análisis se siguieron los procedimientos estándares de identificación y análisis zooarqueológico en los Andes, incluyendo la identificación y cuantificación de los fragmentos óseos a nivel de taxón, elemento, poción, lado y estado de fusión más específico posible, empleando varias unidades de cuantificación (i.e., número de especimenes identificados [NISP], número mínimo de elementos identificados [MNE], peso). Se complementó esta información con mediciones osteométricas y el registro de modificaciones culturales (e.g., grado de termoalteración, marcas de corte, manufactura de instrumentos óseos) y no culturales (e.g., meteorización, daño de carnívoros, roído de roedores) (Capriles 2006; Capriles et al. 2007, 2008; Izeta 2007; Kent 1982; Mengoni-Goñalons y Yacobaccio 2006; Moore 1989; Moore et al. 1999; Reitz y Wing 2008; Wheeler 1999; Wing 1972). El análisis de datos consistió en la caracterización de los grupos taxonómicos identificados en el sitio utilizando NISP y peso así como la determinación de diferencias entre las dos fases de ocupación registradas. Índices de diversidad (riqueza, dominancia y heterogeneidad) fueron empleados para comparar los dos niveles de ocupación, en términos de énfasis en los recursos faunísticos utilizados (Reitz y Wing 2008). Para cada índice, se estimó un valor de probabilidad de diferencia utilizando procedimientos de re-muestreo (Hammer y Harper 2006). Para determinar el cambio en el énfasis de utilización de cada grupo taxonómico, se calculó y graficó

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De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

el rango-abundancia de los grupos taxonómicos identificados en cada nivel (Feinsinger 2001). Complementariamente, se presentan patrones generales de modificaciones registradas en cada grupo. RESULTADOS Durante el estudio zooarqueológico del conjunto arqueofaunístico de Irucirca, se analizaron aproximadamente 11,253 fragmentos óseos correspondientes a algo más de 34 kilogramos de peso (Tabla 1). De la muestra total, cerca de 47% por NISP y 53% por peso, corresponden a especímenes recolectado de contextos del nivel inferior mientras que el saldo corresponde a contextos del nivel superior. Tomando en cuenta que el tamaño de muestra analizado para cada nivel de ocupación es relativamente similar, se evaluaron las diferencias sin realizar mayor transformación a los datos. Se decidió partir de la hipótesis inicial que Irucirca (en cuanto a sitio relacionable con el complejo cultural Wankarani) fue asentamiento de pastores. Por lo tanto, se esperaba encontrar evidencia de preponderancia en el consumo y utilización de camélidos domesticados en el sitio. Los resultados del análisis permitió identificar una gran diversidad taxonómica en los conjuntos arqueofaunísticos de ambos niveles (S= 20, NISP= 3831 vs. NISP= 4265). El nivel inferior presenta una ligera pero insignificante mayor riqueza (S, 18 vs. 15, P= 0.13). Por su parte, el índice de dominancia Shannon-Weaver (H’, 1.06 vs. 1.13, P = 0.007) y los de equitatividad (evenness E, 0.16 vs. 0.21, P = 0.007, equitability V’ 0.37 vs. 0.42, P= 0.001) sugieren el nivel superior es ligeramente más diverso. Aún así, los resultados indican que la tendencia general del conjunto es que la dominancia es particularmente baja Taxa Aves Mamíferos Peces Moluscos Microfauna Total

pero que la equitatividad tampoco prevalece. Artiodactyla En contraste con nuestras expectativas, la mayor parte (~43%) de los especímenes identificados por NISP corresponden a restos de peces (especialmente Orestias sp.), a los cuales le siguen, en cantidad, los restos de camélidos (~28%) y bastante por debajo, los demás grupos taxonómicos (Tabla 2). Si se agrega al conteo de camélidos, los restos de mamíferos grandes (~20%), principalmente compuestos por fragmentos de diáfisis de huesos largos, éstos alcanzan a superar a los peces. Sin embargo, si se toma en cuenta el peso, los restos de camélidos predominan el conjunto con cerca de 82%, mientras que los peces, apenas alcanzan 0.12%. En Irucirca también se identificaron numerosos huesos de aves, principalmente acuáticas, tales como gallinetas (Rallidae), patos (Anatidae), flamencos (Phoenicopteridae), garzas (Ardeidae), zambullidores (Podicipedidae), gaviotas (Laridae), chorlos (Charadriidae) e ibis (Threskiornithidae) pero también terrestres como reas (Rheidae), búhos (Strigidae) y tinámidos (Tinamidae). Los fragmentos de cáscaras de huevos fueron igualmente ubicuos en el sitio, principalmente en el nivel inferior. Las aves al igual que sus productos derivados (i.e., plumas, huevos, huesos) probablemente constituyeron importantes fuentes de proteína y materia prima. Los roedores también son ubicuos en el sitio. Específicamente, se identificaron numerosos especímenes de cuyes (Cavia sp.), tucotucos (Ctenomys sp.) y en menor frecuencia, pequeños cricétidos. Si bien es posible que algunos roedores hayan ingresado al sitio como bioturbación, evidencias de termoalteración y

NISP Inferior

%

310 5,83 2678 50,34 2270 42,67 17 0,32 45 0,85 5320 100

Superior

Peso (g) %

Total

%

362 6,10 672 5,97 2978 50,19 5656 50,26 2532 42,68 4802 42,67 11 0,19 28 0,25 50 0,84 95 0,84 5933 100 11253 100

Inferior

%

183,96 1,01 17950,33 98,52 24,18 0,13 8,6 0,05 53,37 0,29 18220,44 100

Superior

%

250,92 1,58 15599,42 98,17 17,51 0,11 0,7 0,00 22,15 0,14 15890,7 100

Tabla 1. Composición taxonómica general del conjunto arqueofaunístico analizado de Irucirca. 149

José Capriles y Juan Albarracín Jordán

otras modificaciones, sugieren que éstos fueron parte de la dieta local (Figura 4). Más aún, la elevada frecuencia de fragmentos de cuyes sugiere que podrían haber sido criado localmente. Este hecho, sumado al registro de huesos de cánidos, muy probablemente correspondientes a perros, sugiere un espectro de recursos domésticos más amplio que el esperado. El cambio en la utilización de recursos en Irucirca incluye una serie de interesantes patrones. Un tratamiento de correlación (rS= 0.61, P= 0.005) Taxa

Nombre Común

sugiere que aunque la diversidad taxonómica persiste entre ambas fases, la importancia relativa de los taxa representados tiende a modificarse. Un gráfico de rango-abundancia entre ambas fases permite observar la localización específica de estos cambios (Figura 3). Mientras que los peces y camélidos predominan el conjunto durante ambas fases, la mayor parte de los otros grupos modifican su posición. Por ejemplo, con el incremento en especímenes de cánidos, flamencos y reas, se produce una equivalente disminución en gallinetas, patos y Trichomycterus. Aún así, tucoNISP

Inferior

Peso (g)

Superior

Inferior

Superior

AVES

Anatidae Ardeidae Charadriidae Laridae Phoenicopteridae Podicipedidae Rallidae Rheidae Strigidae Threskiornithidae Tinamidae Cáscaras de huevos Indeterminados

Patos Garzas Chorlos Gaviotas Flamencos Zambullidores Gallinetas Reas Búhos Ibis Tinámidos

61 3 1 3 5 0 76 3 1 1 0 38 118

48 9 3 0 58 3 52 38 0 0 4 1 146

46,12 3,73 1,2 0,5 12,42 0 61,05 1,87 0,2 0,87 0 1 55

28,21 3,62 1,63 0 60,88 1,47 34,17 46,68 0 0 2,34 0,1 71,82

Camélidos Ciervos Cánidos Cuyes Tuco-tucos

1487 13 2 44 33 1077 18 4

1630 30 84 0 30 1190 11 3

15422,3 246,8 11,11 23,2 23,42 2216,01 6,49 1

12574,61 177,81 183,43 0 30,49 2628,59 3,69 0,8

Carachis Mauris y suches

2051 30 189

2243 22 267

19,4 2,3 2,48

11,82 1,56 4,13

2 15

0 11

8,4 0,2

0 0,7

MAMÍFEROS

Camelidae Cervidae Canidae Caviidae Ctenomys Mamíferos grandes Roedores medianos Roedores pequeños PECES

Orestias Trichomycterus Indeterminados

MOLUSCOS

Bibalva Gasteropoda

Conchas Caracoles MICROFAUNA

Indeterminados TOTAL

45

50

53,37

22,15

5320

5933

18220,44

15890,7

Tabla 2. Grupos taxonómicos identificados en el conjunto arqueofaunístico de Irucirca. Los taxones en negrillas fueron utilizados para los análisis de diversidad y rango-abundancia. 150

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

tucos, cérvidos y grupos de baja representatividad taxonómica, tienden a mantener sus posiciones relativamente estables. Quizás el cambio más dramático es el súbito incremento de cánidos, sin embargo, éste se debe más bien a la presencia de un individuo relativamente completo en el conjunto. En relación a los camélidos, a partir de 9 incisivos articulados a fragmentos de mandíbulas y 15 incisivos recuperados individualmente de distintas procedencias, 21 correspondían al patrón llama/ guanaco y tres al de vicuña. Asimismo, una revisión osteométrica inicial sugiere que la mayoría de los especímenes recuperados corresponderían a llamas, aunque individuos en el rango de alpacas y vicuñas también estuvieron presentes en el sitio. Un análisis posterior de la información recolectada proporcionará mayor información acerca de la identificación intra-específica de los camélidos utilizados en Irucirca. Cabe aclarar que en el sitio también se identificaron especímenes de cérvidos, principal aunque no exclusivamente,

representados por fragmentos de astas de tarukas (Hippocamelus antisensis). Una revisión preliminar de elementos esqueletales de camélidos permitió verificar que, a pesar de la sutil diferencia en los tamaños de muestra, existe una fuerte correlación entre los especímenes identificados en el nivel inferior y aquellos del nivel superior (rS= 0.89, P< 0.001). Asimismo, a pesar de que todavía se requiere comparar los patrones de representaciones esqueletales con valores de densidad estructural e índices de utilidad económica, las modificaciones observadas en los restos de camélidos fueron abundantes. Se identificaron 357 huesos de camélidos trabajados y 244 con marcas de cortes. La mayor parte de los especímenes trabajados consistía de raspadores elaborados con huesos de escápulas, así como punzones, agujas y leznas manufacturados de varios huesos largos, mayormente metapodios. En adición a otros tipos de artefactos menos frecuentes, la industria ósea sugiere que en el sitio

Figura 3. Gráfico de rango-abundancia de la representación de grupos taxonómicos no superpuestos (marcados en negrillas en la Tabla 2). 151

José Capriles y Juan Albarracín Jordán

se realizaron actividades de curtido de pieles y elaboración de textiles. Considerando que cerca del 17% de los restos identificados como camélidos tenían evidencias de alteración térmica, es probable que el principal tipo de preparación de alimentos consistiera en su hervido (Figura 4). Las modificaciones de origen no cultural fueron comunes aunque no frecuentes: 88 marcas de daño por carnívoros (principalmente observadas en las bóvedas craneanas) y 55 marcas de roído de roedores, fueron registradas. Asimismo, la mayor parte de los restos óseos estuvieron enmarcados entre los estadios de meteorización 0 (50%) y 1 (34%), lo que sugiere que el conjunto arqueofaunístico no estuvo excesivamente expuesto a la intemperie. DISCUSIÓN Los resultados aquí presentados, consideran por primera vez el patrón de subsistencia Wankarani. Los restos arqueofaunísticos de Irucirca permiten una revisión preliminar de las particularidades del consumo animal durante el Período Formativo en el altiplano central de Bolivia. Como se esperaba inicialmente, los camélidos fueron muy

importantes en la subsistencia de los pobladores del sitio. Más aún, modificaciones observadas en estos restos óseos son consistentes con actividades complementarias al pastoreo de camélidos (e.g., curtido de pieles y manufactura de textiles). No obstante, la abundante presencia de otros grupos taxonómicos sugiere múltiples actividades de explotación y procuración de recursos faunísticos. En este sentido, si bien existen importantes evidencias de que el asentamiento tuvo una vocación pastoril, la evidencia económica insinúa una mayor complejidad. La alta frecuencia de restos de peces y aves sugiere que, para los habitantes de Irucirca, la pesca y cacería probablemente formaron parte de actividades complementarias dentro de su economía de subsistencia. En este sentido, la locación de Irucirca en las cercanías de la orilla del Lago Uru-Uru fue aprovechada directa e intensivamente. Los peces son un alimento característico de las poblaciones asentadas en las riberas de la cuenca del Lago Titicaca desde inicios del Período Formativo (Capriles et al. 2008). Específicamente, en la cuenca de los lagos Uru-Uru y Poopó, los carachis (Orestias sp.) y mauris (Trichomycterus sp.) son peces

Figura 4. Frecuencia relativa de especímenes con evidencias de termoalteración. 152

De la Puna a las Sierras. Avances y Perspectivas en Zooarqueología Andina

relativamente pequeños (6 a 15 cm de longitud estándar) que han sido tradicionalmente pescados por grupos uru (Horn 1984). Su abundante presencia en Irucirca por lo tanto, insinúa una gran profundidad temporal en relación a su explotación. Lo mismo puede decirse acerca de la cacería de aves acuáticas.

frecuencias sumamente bajas de fauna silvestre y que, por tanto, tuvieron un mayor grado de dependencia o especialización en el pastoralismo de camélidos (Browman et al. 2008).

Otro hallazgo interesante fue la abundante presencia de cuyes. Por el momento, no podemos evaluar concluyentemente si estos restos consisten de restos de cuyes domésticos. De hecho, llama la atención la desaparición de los cuyes ante la persistencia de tuco-tucos entre una fase y otra. Todavía no está claro qué causas produjeron éste y otros cambios en el conjunto, pero podrían estar relacionadas con las modificaciones en la disposición y organización registradas en el sitio, incluyendo la habilitación del corral en el sector noroeste.

El pastoreo de camélidos fue, muy probablemente, la actividad económica central del conjunto social que habitó en el sitio, pese a ello, Irucirca fue una locación donde se procesaban y consumían un amplio espectro de recursos. Es factible conjeturar que las estrategias de subsistencia complementaban dinámicamente el pastoralismo de camélidos con la extracción estacional y oportunista de fauna silvestre disponible en diferentes parches y ecosistemas altamente localizados, así como la agricultura y el intercambio interregional. El pastoreo, pesca y cacería (de aves acuáticas, roedores, vicuñas y otra fauna silvestre) son actividades que requieren de cronogramas, estrategias y herramientas específicas, asociadas, además, con diferentes tipos de ecosistemas, varios de ellos, relativamente accesibles desde Irucirca. El amplio espectro de recursos utilizados podría interpretarse como parte de un complejo sistema de manejo de riesgo que articulaba el pastoralismo de camélidos con un eficiente cronograma de aprovechamiento integral de diversos y dispersos recursos silvestres, particularmente ante las periódicas (y a menudo impredecibles) fluctuaciones climáticas que caracterizan la historia paleomedioambiental del altiplano central (Rigsby et al. 2005).

Los resultados del análisis arqueofaunístico en Irucirca sugieren que a pesar de las importantes diferencias observadas en los dos niveles de ocupación del sitio, el cambio tecnológico constructivo no estuvo acompañado por diferencias en el sistema económico de sus habitantes. La comprobación de la importancia que tuvo el aprovechamiento de recursos silvestres para la economía Wankarani es un hallazgo importante de este estudio. Aún así, debemos precaver que el patrón de subsistencia registrado en Irucirca posiblemente no corresponda a la totalidad de comunidades que durante el Período Formativo ocuparon el altiplano central. El análisis de conjuntos arqueofaunísticos recuperados en la excavación de otros sitios contemporáneos sugiere, preliminarmente, que existían asentamientos (o al menos sectores dentro de algunos sitios) con

Los datos sugieren que la diversidad económica de los supuestos agropastores del Formativo fue sustancialmente alta. Considerando la profundidad temporal que tiene Irucirca y otros sitios asociados con el Período Formativo del altiplano central, la dispersión del riesgo asociado con la economía pastoril habría sido una eficiente estrategia de manejo de riesgo en el fluctuante medioambiente altiplánico. Aún así, la variada y abundante presencia de recursos faunísticos silvestres en Irucirca también indica la importancia de la diversificación económica como estrategia de adaptación ecológica. Tomando en cuenta la variedad de similitudes, tanto en patrones de subsistencia como en patrones de organización espacial (e.g., tecnología de construcción, disposición y localización de asentamientos, etc.), es probable que varias de las respuestas adaptativas

La alta frecuencia de restos de peces podría explicarse, en parte, por la gran cantidad de huesos y escamas que tienen estos animales en comparación con otros grupos de vertebrados (Reitz y Wing 2008). Aún así, es importante destacar que la frecuencia de especímenes de peces y otra microfauna, recuperados con zaranda, podría ser mayor (Capriles et al. 2007). El estudio detallado de las muestras de flotación recolectadas en el sitio, actualmente en proceso, proporcionará mayores datos acerca del uso y deposición de estos restos.

153

José Capriles y Juan Albarracín Jordán

empleadas por grupos Aymaras y Uru-Chipaya durante el pasado etnohistórico y etnográfico (Horn 1984; Molina Rivero 2006; Wachtel 2001) hayan sido inicialmente experimentadas durante el Período Formativo. Los patrones evolutivos que se infieren de esta comparación tendrían una causa común, determinada por factores del entorno medioambiental y social que favorecieron la selección de respuestas similares. Agradecimientos La fase de investigación 2007, en Irucirca y el análisis zooarqueológico fue posible gracias a la beca BCS # 0737793 de la National Science Foundation de los Estados Unidos de Norte América. Deseamos agradecer el apoyo económico y logístico proporcionado por la Empresa Minera Inti Raymi, S.A. De la misma manera, agradecemos el constante apoyo otorgado al presente estudio por parte de Alejandro Barrientos, David Browman, Sergio Calla, Alejandra Domic, Fiona Marshall, Katherine Moore y Juan Carlos Segurola. Finalmente, agradecemos a los evaluadores anónimos, así como a Willie Mengoni-Goñalons y Andrés Izeta por sus útiles comentarios y apoyo en la elaboración del presente capítulo. REFERENCIAS CITADAS Albarracin-Jordan, J. 2005 Empresa Minera Inti Raymi, Proyecto Kori Chaca: Estudio de Evaluación de Impacto Arqueológico (EEIAR). Informe presentado a la Unidad Nacional de Arqueología de Bolivia. 2 vols. Fundación Bartolomé de las Casas, La Paz. Albarracin-Jordan, J. 2007 La formación del estado prehispánico en los Andes: origen y desarrollo de la sociedad segmentaria indígena. Fundación Bartolomé de las Casas, La Paz. Ayala Rocabado, P. y M. Uribe Rodríguez 2003 La cerámica Wankarani y una primera aproximación a su relación con el Período Formativo del norte grande de Chile. Textos Antropológicos 14(2):7-29. Beaule, C. D. 2002 Late Intermediate Period political economy and household organization at Jachakala, Bolivia. Tesis doctoral no publicada, Department of Anthropology, University of

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