Crónica del pasado perpetuo

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Crónica del pasado perpetuo

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Crónica del pasado perpetuo José Mañoso Flores

2010. José Mañoso Flores Portada diseño: Celeste Ortega (www.cedeceleste.com)

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Prologo Este sencillo trabajo, no por ello menos meritorio, tiene el arte de que empleando el pretexto de la poesía presenta un trocito de nuestra historia rindiendo un homenaje a esos esforzados que vistieron el uniforme precisamente alumbrado con la luz de la musa de la poesía, Polimnia la de “los muchos himnos”, tú querido amigo Pepe que siempre tuviste de tu lado a Melpómene, la del canto y la música. Recuerdo que cuando fallecieron nuestros amigos y compañeros de promoción, Alberto Romera y José Luis Morejón, ya ha llovido un poco y nuestras sienes ya destilan plata, les hiciste un sentido poema. Sé que desde entonces y a lo largo de tu carrera tuviste presente la idea de acompañarlo de otros poemas y militares ya fallecidos. Como desgraciadamente hemos visto a lo largo de nuestra carrera, muchas veces cuando tratamos con un grupo ajeno a la profesión siempre suele aparecer el comentario “¡si sois gente normal! (¿?)”, quizá pensando que la imagen que se tiene del militar español es la de un “rambo” sólo interesado en el olor de la "pólvora" o del “napalm”. Para desmontarlo has hecho muy bien aportando de forma sentida y sencilla otra imagen más real, más cercana, la del militar estudioso y ansioso de aprender a lo largo de toda su vida. Son tantos los militares que se iniciaron como pioneros en campos científicos que hoy son carreras o ingenierías, como la naval, la aeronáutica, la matemática, la astronomía, la ingeniería, la química, etc. y también en la literatura. Me viene a la mente citar ahora recordando un frase del presidente del gobierno en su visita al desayuno de oración en los EEUU de América, donde recordó que las primeras oraciones en los EEUU se dijeron en español, precisamente dichas por soldados y sus familias, y en el campo de la literatura la primera obra de teatro representada en los Estados Unidos la escribió, para la tarde del día de Acción de Gracias fundacional de Nuevo México, en el mes de abril de 1598, un capitán de la expedición de Juan de Oñate, el capitán Marcos Farfán de los Godos. Sil olvidar que otro capitán de la expedición, Gaspar Pérez de Villagrá, escribió en verso el relato de la expedición dando noticias del territorio, de los nativos, el clima y de los pobladores europeos, de una manera exacta, realista y notarial a la vez que poética. He aquí otro poeta al que reconocer como quien escribió el primer poema dedicado a las tierras y los hombres de los actuales EEUU, y lo hizo en español. Hace más de 400 años cruzaban los españoles el mar para convertirse en soldados, hoy otros jóvenes americanos recorren el camino inverso y traen la riqueza de la cultura que allí fue plantada por soldados españoles, de los que como dijo Richard Fletcher Lummis: " ... sorprende a cualquier observador la gran proporción de hombres educados en colegios que había entre los soldados exploradores españoles, yendo parejas la inteligencia y el heroísmo ...".

Nuestra historia militar nos muestra soldados ornados te virtudes y valores militares, como la valentía, pero también iluminados por la preparación y la cultura tal como nos muestras con autores desde 1225 hasta 1844. Con distintos reinos, con distintos sucesos políticos e históricos, siempre existió el militar culto y valiente. Vemos en este trabajo que cada poema va acompañado por el retrato del autor o, en su ausencia, de alguna imagen alegórica. Junto al poema se desarrolla, de forma muy resumida, pero profunda, su faceta militar y literaria, para en una sola hoja ofrecer una visión de conjunto del personaje. Para terminar decir que se trata de un trabajo hecho con cariño, que procura ser objetivo y riguroso, como juzgarán los que se complazcan de tenerlo en sus manos. Y

como

no

podía

ser

de

otra

forma

permíteme

que

lo

haga

con

un

poema:

¡Oh, Patria!, ¡cuántos hechos, cuántos nombres, cuántos sucesos y victorias grandes, cuántos ilustres y temidos hombres, de mar y tierra, en Indias, Francia y Flandes! No sabes cómo digas, cómo nombres, sus altas obras, ni sus vidas mandes a los archivos inmortales fuertes, después de sus hazañas y sus muertes. No es falta de escritores, Patria mía; que el Tajo, el Betis, claro en sus arenas, el Pisuerga, el Genil, y el Turia cría cisnes que mueren por falta de mecenas. Con estos se adormecen cada día en la contemplación de las Sirenas pues que tienes quien te haga y quien te obliga ¿por qué te falta, España, quien lo diga?. Félix Lope de Vega (Canto IV de la Dragontea)

José A. Crespo-Francés

ALBERTO Y JOSÉ Cuando recibas mi carta en tu destino de gloria, siempre fija en mi memoria quedará tu triste suerte, tu destino unido al mío, tu amistad, tu desafío a la vida y a la muerte; tu verdad hecha de honor, tu fe inspirada de amor y esa sonrisa temprana siempre dispuesta a nacer, a alegrar, a convencer, a prometer un mañana. La esperanza del reencuentro, el poder volver a verte, se truncó en un requiebro de la vida y de la muerte. El cielo te reclamaba, la tierra quería tenerte y librando esta batalla tu cuerpo descansó inerte. El mar, junto al que naciste, hizo un canje paralelo y a tus hombres redimiste de la muerte y el silencio. En mi epístola os confundo porque sois un solo ejemplo, del deber hicisteis culto, del compañerismo templo.

Quiero dedicar esta obra a los tenientes de Infantería D. Alberto Romera Aibar y D. José Morejón Verdú, fallecidos en acto de servicio cuando comenzaban su vida profesional. En un corto espacio de tiempo nos abandonaron para ocupar su lugar entre los valientes y los héroes. El destino no permitió que el Ejército se viera enriquecido con sus aportaciones, que de seguro hubieran sido importantes, no sólo en el aspecto castrense más puro sino también en el intelectual, para el que estaban especialmente dotados, y dignas de esta tradición militar, que se plasma en las siguientes páginas a través de otros soldados ilustres. Al cabo de las décadas transcurridas sigo renovando esta epístola poética, como resistencia personal a perder la presencia y el ejemplo de Alberto y José.

Sepulcro de Charino en San Francisco (Pontevedra)

GÓMEZ CHARINO (1225- 1295) Entre las costas amigas de las galaicas alturas surgió cubierto de alburas cual fantasma sin fadigas hombre y soldado esforzado por Castilla respetado y por ser rey de cantigas

Paio Gómez Charino de Sotomayor nació en el seno de una familia noble y desde muy joven dio muestras de sus dotes militares en el mar. Brillante marino y señor de Rianxo, fue un valiente soldado. Remontando el Guadalquivir, en 1248, tuvo una actuación destacada al frente de la flota que conquistó Sevilla para la corona de Castilla. En 1284 fue nombrado almirante. En 1292 desempeñó el cargo de Adelantado Mayor del Reino de Galicia al servicio del rey Sancho IV. El infante don Enrique emprendió un viaje a Portugal para entrevistarse con don Denis, pero antes se dirigió a Ciudad Rodrigo, donde tenía el cuartel general su sobrino, el infante don Juan. El objeto de la visita era convencer a su sobrino para que desistiera de su pretensión de coronarse rey de Castilla a cambio de algunas compensaciones. Conseguido su propósito, el encuentro se vio turbado por un desgraciado suceso, el asesinato, en su presencia, del adelantado mayor de Galicia, Paio Gómez, el famoso trovador pontevedrés y señor de Rianxo. El motivo que desencadenó la tragedia parece que se remonta a cuando el infante don Juan se proclamó en Granada rey de Castilla y entró por Extremadura ayudado por mesnadas árabes y portuguesas. Durante este lance, Gómez Charino se puso de su parte y gracias a su eficaz ayuda, don Juan, obtuvo la lealtad de las dos ciudades más importantes del reino de León, Salamanca y Zamora. Se supone que este antecedente fue el que motivó a un pariente lejano, también pontevedrés, Rui Pérez Tenorio, que formaba parte del séquito de don Enrique, a clavarle un puñal en el corazón, huyendo hacia Portugal. Tanto le afectó este hecho al infante don Juan, que interrumpió la visita con don Enrique y emprendió, personalmente, la persecución del asesino hasta que le dio alcance y le mató. Su producción literaria conservada consta de 28 cantigas, incluidas en el Cancionero de Ajuda y en diversos cancioneros italianos. En sus poemas amorosos introduce la temática marinera y constituye un claro exponente de la perfección técnica y estética que alcanzó el cancionero en gallego durante el siglo XIII.

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PEDRO LÓPEZ DE AYALA (13321407) Pedro, como el cruel, tu nombre, capitán tu oficio de hombre, la memoria de la vida y la poesía, retratada con maestría, es tu historia Portando el pendón de Banda en Aljubarrota manda, mas certero es herido, quebrantado, y en una jaula encerrado prisionero Tras liberarlo de Oviedes alcanzó grandes mercedes, muy despacio, y el verso que nos ha dado quedó escrito en el Rimado de Palacio

Pedro López de Ayala sirvió en cargos preeminentes a 4 monarcas: Pedro I, Enrique II, Juan II y Enrique III, haciendo crónicas muy elegantes de sus reinados respectivos. Llamado El Canciller, fue nombrado, por Enrique de Trastamara, Alférez Mayor de la Orden de Banda, cuyo pendón llevaba en la Batalla de Nájera, en donde fue hecho prisionero por la caballería inglesa del Príncipe Negro. A los seis meses de cautiverio consiguió la libertad, previo pago de un crecido rescate, desembolsado por su familia. Obtuvo importantes mercedes enriqueñas, fue embajador ante Carlos VI de Francia, consejero de Regencia, merino mayor de Guipúzcoa, alcalde mayor de Toledo y canciller de Castilla. Su valor rayó en la temeridad, pero con reflexión. Fue diestro en la caballería y en las armas, y amigo de la caza. En 1385, portando el antedicho pendón, participó en la batalla de Aljubarrota donde, tras porfiada y sangrienta resistencia – “cubierto de heridas y quebrados dientes y muelas”-, fue hecho prisionero por los portugueses, que le tuvieron encerrado en una jaula de hierro durante más de un año, en el castillo de Oviedes, hasta que un elevadísimo rescate le puso en libertad, del que pagaron 30.000 doblones de oro a escote entre su esposa, doña Leonor de Guzmán, el maestre de Calatrava y los reyes de Castilla y Francia. A esa cautividad debemos su principal obra poética, El Rimado de Palacio, de la que compuso hasta la estrofa 903 durante su encierro en la jaula, aunque parece que el autor no le dio este título exactamente, pues en un códice se le llama El libro de Palacio y el Marqués de Santillana lo cita dándole el nombre de Las Maneras de Palacio. Considerado el primer humanista castellano, es un gran poeta didáctico político, pero su poema, escrito en su mayor parte en cuaderna via, anuncia los funerales del mester de clerecía. Su lírica es abundante en estrofas graciosas y ligeras, al estilo galaico-portugués. Demostró ser mejor prosista que poeta en su obra Crónica de los Reyes de Castilla, transformándose en modelo de los que quisieron escribir crónicas, obra en la que contribuiría sobremanera la influencia clásica de Tito Livio, pues El Canciller había traducido sus Décadas, también tradujo a Boecio, a San Isidoro, a Gregorio el Magno y a Bocaccio, lo que le destaca como uno de los primeros hombres que en plena Edad Media vuelve los ojos al mundo antiguo.

Del libro “Retratos de Españoles ilustres”

PEDRO GONZÁLEZ DE MENDOZA (1340 – 1385) El idealismo absoluto no se mantiene sin tiempo, sin enfrentar contratiempo o sin exigir tributo, pero cuando es traicionado o injustamente tratado muere por anacoluto.

La península se había convertido en un escenario más de la guerra europea de los Cien Años y las guerras entre Castilla y Aragón (1356-1365) y la contienda civil castellana (1365-1369) afianzaron la preponderancia nobiliaria en ambos reinos. Militar y poeta español, abuelo del marqués de Santillana, Pedro González, probablemente nació en la ciudad de Guadalajara en el seno de una familia emparentada, por parte paterna, con la estirpe de los señores de Álava. En 1355, Pedro I el Cruel le concedió los portazgos de Guadalajara, donde su familia disponía de propiedades y gran ascendiente político. Cuando Pedro I huyó a Burdeos, en 1366, para buscar la ayuda de los ejércitos del Príncipe Negro y reforzar así su papel en la guerra civil que sostenía con su hermano Enrique II de Trastamara, Pedro González se pasó al bando de este último. Al ser derrotado Enrique, González de Mendoza cayó prisionero junto a su tío Iñigo López de Orozco, en la batalla de Nájera, y allí presenció como Pedro I degolló a su indefenso pariente. Este acto brutal hizo que el Príncipe Negro se pusiera en contra de Pedro I y liberase a los prisioneros. A partir de entonces su vida siguió ligada al combate, se enfrentó al reino de Aragón apoderándose de Requena, combatió contra el Duque de Lancaster y en 1375 negoció la paz con Aragón. Al subir al trono Juan I de Castilla le nombró Capitán General de sus ejércitos y le autorizó a fundar varios mayorazgos, entre ellos el de Buitrago y el de Hita. Al fallecer Fernando I de Portugal, Juan I optó a dicha corona. En el verano de 1385 Pedro acompañó al rey Juan I en la desastrosa derrota de Aljubarrota y como quiera que el rey castellano se encontró sin montura, Pedro le cedió su caballo para que no cayese prisionero, gesto heroico que le costó su propia vida, por lo que fue conocido como el mártir de Aljubarrota. Su influencia literaria consiste en ser uno de los pioneros de la poesía cortesana en la corte castellana. Se conservan cuatro obras suyas en el Cancionero de Baena.

FERNÁN PÉREZ DE GUZMÁN (13701460) He recitado tormentas Sobre engaños y malicias Sobre vuestras inmundicias Vaniloquios más afrentas Y atacando la estulticia Que en vuestro seso se enquista La pastoral amatista Me enseñó a hacer justicia Sin espíritu arribista Con objetiva templanza Hice de mi pluma lanza Y de la moral conquista.

Sobrino del canciller Ayala y tío del marqués de Santillana, nació en una familia que gozaba de una posición elevada y de ella recibió los bienes del señorío de Batres. Muy joven comenzó a interesarse por la poesía, sobre todo por las disputaciones que sostenían los más reputados trovadores. Comenzó su carrera política desempeñando las funciones de embajador en Aragón, en tiempos de Enrique III el Doliente, rey de Castilla, pero pronto su enemistad con Alvaro de Luna y su parentesco con el arzobispo de Toledo, Gutierre Gómez, importante partidario de los infantes de Aragón, le granjearon una difícil situación en la corte, que día a día se hacía más peligrosa para él. En la batalla de Higuera destacó por su valor al defender y salvar la vida al capitán de mesnada del señor de Hita, Pero Meléndez de Valdés, pero lejos de serle reconocida tal hazaña, el ambiente hizo propicio que un intrigante quisiera usurparle tal honor, desencadenándose un altercado que le costó la prisión. Desengañado, herido en su honor y disgustado tomó la determinación, a los 56 años de edad, de retirarse a su señorío de Batres, de donde no volvió a salir. En su retiro se dedicó al estudio, a la meditación filosófica de las cosas mundanas y al desprecio de las vanidades de la vida, siendo su maestro y consultor, durante esta etapa, el obispo de Burgos. Alcanzó gran fama de historiador por su obra Mar de historias, que le sitúa como prosista extraordinario (es el primer prosista del s. XV). Fue publicada en Valladolid en 1512, dividida en 3 parte, la última de las cuales Generaciones y semblanzas es considerada su obra maestra. Como poeta no alcanza altas cotas, pues su lirismo queda sepultado en un mar de erudiciones, de citas latinas, de giros conceptuales y de simbolismos inconcretos. Sus poesías más antiguas figuran en el Cancionero de Baena. Cuatro virtudes cardinales es una composición alegórica, bastante prosaica, escrita en redondillas. Los Loores de los claros varones de España es un compendio de historia, en octavas de arte menor, y el que puede ser su mejor poema titulado Que las virtudes son buenas de invocar e malas de platicar. Las numerosas poesías de Pérez de Guzmán no han sido todavía reunidas en colección, trabajo que dejó proyectado Amador de los Ríos.

Del libro “Retratos de españoles ilustres”

ÁLVARO DE LUNA (1388-1453)

Si fue nuestro Salvador quien trazó mi duro sino aceptaré mi camino con resignado valor cual siervo libre de amor. Y si Castilla no quiere reconocer mi lealtad hágase su voluntad y recuerde cómo muere quien su Condestable fuere.

Álvaro De Luna constituye la figura principal de la Castilla de su época. Hijo de un noble castellano fue introducido en la corte como paje por su tío Pedro de Luna, arzobispo de Toledo, en 1410. Su historia es una sucesión constante de expulsiones de la corte por parte de facciones victoriosas y su retorno cuando los vencedores se disgregaban. Culminó con éxito una larga guerra con Aragón, iniciada en el verano de 1429, expulsando de Castilla a los infantes aragoneses. En 1431 se empeñó en la conquista de Granada, pero no tuvo éxito, según algunos tratadistas por el terremoto de Atarfe, según otros porque fue sobornado por los moros y según otros por el carácter levantisco de los nobles y la indolencia del propio rey. En la primera batalla de Olmedo, en 1445, resultó herido el Infante Don Enrique de Aragón, que falleció al poco tiempo a consecuencia de la infección de la herida, por lo que Don Álvaro, que había sido nombrado Condestable de Castilla y Conde de Santiesteban en 1423, le sucedió en su título de Gran Maestre de la Orden de Santiago, alcanzando unas cotas de poder incontestables. Cuando el rey se casó en segundas nupcias con Isabel de Portugal, madre de Isabel la Católica, cambió la suerte de Don Álvaro, que en 1453, a la muerte del rey Juan II, fue arrestado en el Castillo de Portillo, y en una parodia de juicio fue condenado, siendo degollado en cadalso público en la Plaza Mayor de Valladolid. Este notable poeta, músico, historiador y prosista tuvo una gran cultura y protegió las artes y las letras hasta transformar la corte de don Juan II en un gran centro cultural. Su nombre consta en el Catálogo de autoridades del idioma, publicado por la Academia Española. Se conservan 16 composiciones poéticas en el Cancionero de Baena, no desmerece en nada al Jorge Manrique anterior a las “Coplas”. Además dejó una obra en prosa, titulada Libro de las claras e virtuosas mujeres, de estilo noble y construcción correcta. De esta obra, de tanta erudición como buen gusto, se hizo en 1891 una impresión por la “Sociedad de Bibliófilos Españoles”, con prólogo de Menéndez Pelayo. Actualmente su figura está en proceso de revisión.

Retrato pintado por Jorge Inglés

IÑIGO LÓPEZ DE MENDOZA (13981458) MARQUÉS DE SANTILLANA Tu sello familiar fue la poesía, tu elección personal el real combate, llegando a capitán mayor y vate del reino de Jaén, y en la porfía por Torija plasmaste tu maestría militar, siendo un genio en tu debate de poesía ligera y acicate de tus versos y coplas cada día. Bías contra Fortuna dialogaron de la injusta prisión del conde de Alba, y así, como la serranilla salva tu herencia, también ellos te salvaron, dando a la historia vástagos rimados, dentro del Doctrinal de Privados.

Huérfano desde los 7 años, se crió al calor de un hogar en el que todos habían sido poetas o protectores de poetas y su educación quedó a cargo de su madre y de su abuela, doña Mencía de Cisneros. Tomó parte en las luchas políticas de su tiempo, unas veces a favor de don Juan II de Castilla y otras veces en contra. Demostró su valor en enfrentamientos contra fuerzas muy numerosas, como fue el caso del aventurero Ruy Díaz de Mendoza, contra quien sostuvo un ribazo fortificado hasta perder casi toda su gente. Al romperse las treguas con los moros marchó, en 1436, a la frontera, como capitán mayor del reino de Jaén, ganando villas y fortalezas hasta obligar al enemigo a pedir treguas. Guerreó contra el rey de Navarra, que fue derrotado en Pampliega, y al año siguiente tomó parte en la batalla de Olmedo. Sus triunfos aumentaron en 1447 al rescatar la Plaza de Torija, de la que se había apoderado el rey de Aragón. Hombre muy sensible, ingenioso y culto, poseyó una de las bibliotecas particulares más famosa de la Edad Media. Es el primer poeta castellano del s. XV y ocupa un lugar preeminente entre los ingenios de su siglo, en la poesía ligera, y como autor de las serranillas ha recibido todo tipo de alabanzas. Aunque escribió mucho y de muchas cosas no nos queda ninguna obra genial, aunque si muchas muy apreciables. Lleva hasta la perfección la vieja vena de la poesía gallega y provenzal, acusa la temática y el nuevo estilo importados de Italia, y logra anticipaciones renacentistas. En los 42 sonetos que compuso al itálico modo encontramos diversidad de temas, amorosos, políticos, morales y religiosos. Las 180 coplas del diálogo filosófico de Bias contra Fortuna, inspirado en la prisión de su primo y mejor amigo, el Conde de Alba, es posiblemente su mejor poesía. También es autor de la primera recopilación de folklore español, en una curiosa obra titulada Refranes que dicen las viejas tras el fuego. Compuso una sátira durísima en el Doctrinal de privados; los Proverbios fueron escritos para la educación del príncipe don Enrique; el Infierno de los enamorados es la obra más influida por Dante; en La comedieta de Ponza encontramos su obra más importante en el género alegórico, etc. La Carta al condestable de Portugal, escrita en prosa, es reputada como el documento más antiguo y precioso de historia y crítica literaria, que existe en castellano.

Libro de horas y hora de libros

LOPE DE STÚÑIGA (1415?-1465) Tu literaria formación, paterna, tu ejercicio vital blandió la espada, a Suero y a los de Aragón prestada con ingenio y valor, de forma alterna, Redimido en tu vida más interna concediste verdad al sentimiento, y al erotismo diste su momento, para que fuese tu poesía eterna.

Durante el siglo XV Europa entera vive un período muy agitado y España, dividida en dos grandes reinos, Castilla y Aragón, se desangra en luchas civiles, especialmente en el primero reina un desorden total, los nobles luchan contra el poder real y los privados abusan de sus prerrogativas, situación que se prolongaría hasta el matrimonio de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla (1479). Lope de Stúñiga fue hijo de Iñigo Ortiz de Iñigo, mariscal del reino de Navarra, y de doña Juana, hija natural del rey Carlos II de Navarra. Se educó en un ambiente literario, ya que su padre y su tío Diego también fueron poetas. Su primo, Suero de Quiñones, le eligió en 1434, como compañero para tomar parte en el Paso Honroso, donde demostró tanto valor como ingenio. Intervino después en las contiendas que agitaban el reino de Castilla, figurando entre los partidarios de los infantes de Aragón, por lo cual no sólo sufrió persecución sino que también fue hecho prisionero. Sus composiciones, casi todas de carácter erótico, han sido suficientes para situarle en un lugar envidiable entre los poetas castellanos de su época. Se distingue por la verdad de los sentimientos que en ellas expresa, aunque se nota la influencia provenzal y también la italiana. Sus obras más importantes son: Dezir esforzando a sí mesmo, Dezir sobre la cerca de Atiença y las 17 composiciones contenidas en el Cancionero de Gallardo. Nueve de sus composiciones figuran en un Cancionero manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid, cerca de 20 más en otro Cancionero conservado en la misma Biblioteca, 17 en el Cancionero de Gallardo y 9 en el General de 1511. Lo que el Cancionero de Baena representa en la corte castellana de Juan II, representa en la aragonesa de Alfonso V el llamado Cancionero de Stúñiga, del que se conservan 3 códices: el de la Biblioteca Nacional de Madrid, el de la Biblioteca Casanatense de Roma y el de la Marciana de Venecia.

DIEGO DE VALERA (1412-1488) Te encomendaste a la prosa con crónicas y tratados y los versos olvidados, cual letanía gozosa, entre los salmos reposan.

Era hijo del famoso médico Alonso García Chirino y su madre era doña Violante López. Fue doncel de Juan II de Castilla en 1427 y ayo de los Stúñigas o Zúñigas, llevando una vida típicamente caballeresca. Fue armado caballero en 1435, durante el sitio de Huelma. Luchó contra los nazaríes en las batallas de Toro e Higueruela, en 1431, antes de iniciar su periplo por las embajadas españolas en Europa, sirviendo a los reyes Carlos VIII de Francia y Alberto de Bohemia; fue además embajador de Castilla en Dinamarca, Borgoña, Inglaterra y Francia. Enemigo acérrimo de don Álvaro de Luna, contribuyó a la caída y muerte de este famoso valido. Murió siendo alcaide del castillo del Duque de Medinaceli, en el Puerto de Santa María. Su orientación humanista ha quedado plasmada en sus obras político-morales, como Defensa de las virtuosas mujeres, Espejo de verdadera nobleza (1441), Tratado de las armas (1458-1467), Ceremonial de príncipes (1462) y Doctrinal de príncipes (1475). Escribió Epístolas a los reyes en estilo castizo. También escribió una historia del mundo titulada Crónica abreviada o Valeriana (1482) en la que, como conocedor directo, plasma con maestría una parte dedicada a Juan II. El Memorial de diversas fazañas es una crónica del rey de Castilla Enrique IV, cuya continuación tituló Crónica de los Reyes Católicos, en la que trata sobre la guerra contra Portugal y la guerra de Granada. Tradujo del francés el Árbol de batallas. En verso escribió Letanías y Salmos penitenciales. Algunas de sus composiciones se incluyen en el Cancionero de Stúñiga. Fue un auténtico polígrafo. Escribió poesías, historia, tratados de didáctica, tratados morales, genealogías, cartas, y en todos estos géneros dejó huellas de su erudición, sagacidad crítica, certeza de pensamiento y elegancia expresiva.

GÓMEZ MANRIQUE (1412-1491) Tras la derrota en Olmedo y ser en Maqueda herido, superaste con denuedo la adversidad, cual remedo de aquél marqués precedido. Sem Tob fue, por ti, imitado y la escuela italiana, luego el verso incinerado de la muerte, que ha exhumado al marqués de Santillana.

Fue el quinto hijo del adelantado mayor del reino de León, don Pedro Manrique, y de doña Leonor de Castilla, nieta de Enrique II. Con su hermano mayor, el conde de Paredes, penúltimo maestre de Santiago, tomó parte en 24 acciones bélicas victoriosas Quedó herido en Maqueda (1441), asistió al sitio de Cuenca (1449), compareció al juramento de los Toros de guisando (1468), fue elegido por don Fernando de Aragón para desafiar al rey de Portugal en 1475 y fue nombrado corregidor de Toledo y defensor del Alcázar, puertas y puentes contra el turbulento arzobispo Carrillo, reedificó el puente de Alcántara (1484) y defendió noblemente a los judíos toledanos. Fue derrotado en Olmedo. Se estimaba a sí mismo mucho más como soldado que como escritor, pues en lo primero tuvo como maestro a su famoso hermano, el Maestre don Rodrigo, mientras que para lo segundo nadie le enseñó. El máximo valor poético de Gómez Manrique se halla en sus poemas de cierta extensión, fundamentalmente elegíacos y políticos, compuestos en la misma serie de coplas que caracterizan la métrica galaica y provenzal. Entre estos poemas de lírica mayor encontramos los Consejos a Diego Arias Dávila, las Coplas del mal gobierno de Toledo, el Regimiento de príncipes o la Defunción del noble caballero Garci Laso de la Vega. Las dos obras que otorgan a Gómez Manrique un lugar destacado entre los poetas del siglo XV son dos piezas religiosas: la Representación del Nacimiento de Nuestro Señor y las Lamentaciones fechas para Semana Santa. En varias de sus composiciones alegóricas, como la Batalla de Amores, imita muy de cerca a los poetas gallegos. Luego sigue de cerca la naciente escuela italiana, donde su tío Santillana le había precedido. Para Menéndez Pelayo, “Gómez Manrique es el primer poeta de su siglo, a excepción del Marqués de Santillana y Mena. Su sobrino, que es de su escuela y que manifiestamente le imita, tuvo un momento de iluminación poética, en el que le venció a él y venció a todos...” (se refiere a las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique).

pertenece a la colección Lorenzana

JORGE MANRIQUE (1440-1479) Te enfrentaste con Villena en tierras de Calatrava, española proclamó la fe tu reina y tu espada fue su esclava. Vengadora se plantó la fortaleza, mas no venció la osadía, te impulsó con denuedo y con fiereza, fuiste solo a la porfía, te mató. Acróstico a Grisomar, juvenil canción de amores y dezires, coplas del padre, cantar a sus ausencias, dolores, y sentires.

Era el cuarto hijo del conde de Paredes de Nava, don Rodrigo, y de su primera mujer, doña Mencía de Figueroa. Al lado de su padre y de su tío Gómez Manrique abrazó el partido del infante don Alfonso contra Enrique IV el Impotente, y después de la muerte del infante el de doña Isabel. Jorge Manrique, como entusiasta seguidor de la Reina Católica, defendió el Campo de Calatrava, en 1475, contra el marqués de Villena y sostuvo en 1476, junto con su padre, el asedio del castillo de Uclés. En 1478 participó con don Pedro Ruiz de Alarcón en el asedio de las fortalezas de Chinchilla, Belmonte, Alarcón y GarciMuñoz, a las puertas de esta última, y según la crónica de Fernando del Pulgar, “el capitán Jorge Manrique se metió con tanta osadía entre los enemigos, que por no ser visto de los suyos, para que fuera socorrido, le firieron de muchos golpes, e murió peleando cerca de las puertas del castillo de Garci-Muñoz ...” Fue enterrado en la iglesia del convento de Uclés, aunque hoy se ignora el paradero de sus restos. Por su doble dedicación a las armas y a las letras y por su trágica muerte en plena juventud, su vida ha sido comparada con la de Garcilaso. Enamorado vivamente de doña Grisomar (Guiomar)de Castañeda, su esposa, le dedicó en su juventud canciones y dezires a la manera provenzal. Muchos son los críticos que señalan el tono militar que alienta la lírica amorosa de Manrique, pues se transparenta en el vocabulario y en la índole de las metáforas e imágenes, llenas de motivos castrenses. La muerte de su padre, el Maestre don Rodrigo, le inspiró las llamadas Coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre, que, aún a los ojos de Quintana, uno de los críticos más severos con las producciones de la Edad Media, constituyen “el trozo de poesía más regular y más puramente escrito de aquél tiempo”. Las Coplas han merecido, desde su publicación, los elogios de los más esclarecidos ingenios. Lope de Vega declaró que merecían estar escritas en letras de oro. Probablemente son el documento más representativo, por su contenido, en señalar la transición entre lo medieval y lo renacentista. Las demás poesías de Manrique se encuentran: 42 en el Cancionero de Hernando del Castillo (1511), 2 en el Cancionero de obras de burla provocantes a risa (1519), en el Cancionero de Constantina (1535) y en el Cancionero de Toledo (1527).

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GARCILASO DE LA VEGA (15031536) La espada le dio vida y la Lira nació de Gracilaso, su verso fue la herida que le franqueó el paso, allanando el camino hacia el Parnaso. Boscán, fuente fecunda, hizo de la amistad el digno templo, que a la poesía inunda de heroísmo y de ejemplo, biografía que admiro y que contemplo

Garcilaso, de familia noble, educado para las armas y las letras en la corte del Emperador, llegó a ser “contino” de los ejércitos de Carlos I, en los que dio pruebas de su valor luchando contra los comuneros en Olías, donde fue herido, poco después tomó parte en la expedición en defensa de la isla de Rodas (1522) contra los turcos. Al año siguiente combatió contra los franceses en Fuenterrabía y estuvo en Italia para asistir, en Bolonia, a la coronación del Emperador. Desplazado a Nápoles para servir a las órdenes del marqués de Villafranca, se trasladó dos veces a España para asuntos del servicio (1533 y 1534), en ambas ocasiones visitó a su fraternal amigo Boscán, con quien mantuvo una correspondencia constante y a quien indujo a traducir El Cortesano. Declarada la guerra a Francia, Garcilaso fue nombrado maestre de campo de un Tercio o Regimiento de Infantería, compuesto por tres mil españoles, y con ellos fue enviado a la expedición de Provenza. El 27 de Septiembre de 1536, cuando se dirigía a Niza, se vio sorprendido por el fuego que, desde la fortaleza de Muy, a cuatro millas de Fréjus, en Provenza, les hacían unos 50 arcabuceros franceses. Como no se les podía reducir, Garcilaso hizo una demostración de valor y se lanzó por una escalera, sin coraza ni casco, contra la guarnición enemiga, pero los defensores dejaron caer, desde lo alto, una enorme piedra que le hirió en la cabeza y le hizo caer de espaldas al foso. Trasladado a Niza no se pudo hacer nada por su vida, murió allí al cabo de 18 días en brazos de San Francisco de Borja, entonces marqués de Lombay. La cultura clásica grecolatina, sobre todo Homero y Virgilio, no tenían secretos para él. Como poeta adaptó maravillosamente el endecasílabo a nuestra lengua; nadie le superó en el soneto, al que dio carta de naturaleza; supo hallar mayor amplitud para la canción; no tuvo rival en el terceto, pocos en la oda. A su creatividad debemos la estrofa de 5 versos, de 7 y 11 sílabas, utilizada en la canción A la flor de Guido, llamada estrofa lira, por encontrarse esta palabra en el primer verso. Si genios como Cervantes o Lope de Vega le proclamaron como el dios mayor de nuestro Parnaso, la crítica moderna ha confirmado este concepto, a pesar de que su obra es escasa (unas cincuenta composiciones) y apenas aparecen en ella los versos militares, salvo para hablar de hechos de armas sucedidos en Nápoles o la Goleta

GUTIERRE DE CETINA (1520-1557) Italia y Alemania fue su guerra, la alternancia fue el verso de Petrarca, por lo que esa poesía le remarca como fiel traductor de aquella tierra, la patria de poetas, que se aferra a figuras mortales, sin la parca en la estrofa amorosa, que abarca canciones, madrigales y se emperra en unos ojos, cual faros hermosos que marcaron sus pasos a la gloria, compartida con duques más famosos, escribiendo una página en la historia de los vates con versos poderosos, que perduraron sobre la memoria.

Nacido en una familia noble y bien acomodada desarrolló una gran afición por el estudio de los poetas italianos, de lo que dan testimonio algunas traducciones del Petrarca, sin embargo siguió la carrera militar que le llevó a alternar sus acciones bélicas en Italia y Alemania con el ejercicio de la poesía. Se inspiró en los modelos de Garcilaso, tendencia que combinó con el apego a la tradición poética castellana y valenciana (al igual que Garcilaso, se vio influido por Ausias March). Escribió algunas cartas en verso a Diego Hurtado de Mendoza, con quien le unía una estrecha amistad, y algunos sonetos al príncipe de Ascoli, al conde de Feria y al Duque de Alba, también era amigo de Jorge de Montemayor. En 1547 se embarcó para Méjico, llamado por uno de sus hermanos, compañero dilecto de Hernán Cortés. En Puebla de los Ángeles, y en 1554, fue gravemente herido por Hernando de Nava, al pie de las ventanas de doña Leonor de Osma. En 1557 ya había muerto. Durante esta estancia compuso gran número de sonetos, canciones, elegías y madrigales. Todas las poesías de Cetina han sido recogidas e impresas por don Joaquín Hazañas y son: 5 madrigales, 244 sonetos, 11 canciones, 9 estancias, 17 epístolas, 1 sextina y 1 oda. Herrera lamentó la falta de espíritu, brío y vigor de sus sonetos, aun cuando reconoce en ellos la precisión y elegancia del lenguaje. Pero donde se refleja un Cetina con mayor soltura, mayor dominio de la versificación y plasma su gracia personal es en las epístolas, escritas en tercetos, de carácter autobiográfico y dirigidas a sus amigos. Si bien su mérito como poeta amoroso es indiscutible, no menor es su mérito como traductor de los poetas italianos. Su nombre sonará siempre con gloria entre los restauradores del endecasílabo, introducido por los poetas sevillanos del s. XV y posteriormente olvidado, hasta que Boscán volvió a darle vida. Su composición más celebrada es el celebérrimo madrigal A unos ojos.

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HERNANDO DE ACUÑA (1520-1580) Luchando en el Piamonte fue valiente y reclamó el lugar de su hermano, durante el cautiverio fue espartano, volvió a luchar, en San Quintín, ardiente, luego su vida, como un diluyente, se esfuma entre los dedos de su mano, que sólo dejó huella de escribano entre poesía y prosa muy influyente, por traducir las obras de autores latinos e italianos consagrados, destacados por ser de los mejores, fue la muerte quien dio a luz rimados sus versos petrarquistas, sus amores y aquellos sentimientos encontrados

Hernando de Acuña y Zúñiga era de origen noble. Se dedicó a la milicia y combatió como soldado en Italia bajo las órdenes del marqués del Vasto, con quien participó en la guerra del Piamonte (donde posiblemente trabara amistad con Gracilaso). Combatió en Alemania y en Túnez bajo las banderas de Carlos I. Detenido por los franceses fue rescatado por el Emperador, quien le nombró gobernador de Querasco. Luchó para Felipe II en la batalla de San Quintín (1557). Sobre 1560 dejó la vida militar, a partir de aquí el seguimiento de su vida es más difícil, se sabe que contrajo matrimonio con Juana de Zúñiga en Valladolid y que se instaló en Granada, donde junto a Diego Hurtado de Mendoza ejerció su influencia sobre los poetas jóvenes. En su variada producción literaria, destaca la traducción, por encargo, de una de las obras preferidas de Carlos I, Le chevalier délibéré, de Olivier de la Marche, versión en verso, con notables variaciones respecto del original para adaptarlo al público español. Tradujo los poemas de la Heroidas de Ovidio, algunos libros de caballerías y los cuatro primeros libros del Orlando enamorado de Boyardo. Es autor de la Fábula de Narciso, de algunas églogas y elegías, más sentidas que perfectas; de muchos sonetos de gran valor y del poema Contienda de Ajax Telamonio y de Ulises (Granada 1591 y Madrid 1804) a imitación de algunos episodios homéricos. A su muerte, su viuda publicó en Madrid sus Varias poesías (1591), un cancionero petrarquista afín a los publicados por poetas de su generación como Gracilazo de la Vega o Juan Boscán.

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JUAN DE CASTELLANOS (15221607) Permutaste la espada por rosario, de la oración creaste nueva vida y de la historia hiciste un calendario de sucesos exactos con cabida de caribeños hechos en tu diario, Colombia y Venezuela fue incluida. La milicia te abrió con su experiencia y cual historiador hiciste ciencia

Muy joven guerreó bravamente en muchos países de América. Intervino con Jiménez de Quesada en la conquista del Nuevo Reino de Granada. Pero pronto abandonó la vida militar y se ordenó sacerdote y beneficiado en Tunja (Nueva Granada) desde 1556. No fue un poeta épico de primer orden, incluso imitó a Ercilla, pero no se le puede negar ni la propiedad de su lenguaje, ni su facilidad versificadora, ni la verdad con que narra los acontecimientos, ni el color ingenuo del relato, ni el tono discreto de la inspiración, ni muchas bellísimas descripciones con las que ameniza su epopeya. La obra que le ha dado notoriedad es el largo poema histórico Elegías de varones ilustres de Indias, escrito a finales del siglo XVI, está dividido en tres partes, la primera se publicó en Madrid en 1589 y la segunda y tercera permanecieron inéditas hasta 1847, año en que se imprimió la obra completa, formando parte del tomo IV de la “Biblioteca de Autores Españoles”. El investigador Paz y Meliá la volvió a publicar en 1887 en la “colección de Autores Castellanos” con el título de Historia del Nuevo Reino de Granada. La obra está compuesta por aproximadamente 113.600 versos endecasílabos agrupados en octavas reales con rima. Esta obra constituye una detallada crónica de la colonización del Caribe y de los territorios hoy ocupados por Colombia y Venezuela. En su estructura la elegía, la épica, la peregrinación, la novela pastoril, los romances y otras formas literarias conforman un texto que puede considerarse como una verdadera enciclopedia de los géneros de la literatura renacentista. A pesar de todo, en la actualidad se valora a Castellanos más que por su condición de poeta, por su calidad como historiador ya que en sus descripciones siempre es veraz y su criterio científico es bastante exacto.

XIMÉNEZ DE AYLLÓN (1530-1590) Cómo ibas a olvidarte de cantar al Cid, Ruy Díaz, sin tristeza de elegía, sin la loa que comparte la comparación con Marte, cómo no elevar tu canto al sacrificio y quebranto del guerrero gaditano, a su talante espartano, a lo egregio de su manto. Cómo no alcanzar la fama de ser bravo capitán luchando como un titán, que todo guerrero ama el buen nombre de su dama, de su pueblo y su nación, Diego Ximénez de Ayllón hombre de raza escogida, de memoria merecida, entre su gente eslabón que en Arcos encadenado dio vida a la historia hispana, que entre los siglos desgrana con fulgor de heliograbado ese genio destacado en la concepción del arte, que el cancionero comparte con literaria poesía, que es del pueblo la alegría y la tristeza al dejarte. Sirviendo al duque de Alba se paseó por Sicilia y durante la vigilia escribió versos en salva, restos impresos en malva,

entre los que había sonetos medidos, ritmos concretos, cuya esencia descubría aunque el destino querría que entre libros y panfletos publicase Gracilaso antes que lo hiciera Diego, triste desplante a su ego, pues en aquél metro escaso fuiste primo en el Parnaso, premonición de agonía que ilustró a Andalucía con tu esfuerzo sobrehumano, transformando el castellano en fronteriza poesía. Nació en noble cuna y después de los estudios elementales se puede estimar, a raíz de las informaciones que transmite en sus obras, que estudió en la universidad de Salamanca y pudo conocer la de Coimbra, de donde era natural su amigo Jorge de Montemayor. Con 18 años comenzó su carrera militar, combatió en Italia encuadrado en el Tercio de infantería que mandaba Álvaro de Sande. Se distinguió en las campañas del Adriático y ascendió a alférez en la guerra de Alemania. En Flandes sirvió como capitán en el Tercio del Duque de Alba al mando de Sancho Londoño. Cuando volvió a Arcos de la Frontera participó en el gobierno de la ciudad como regidor, contando con compañeros civiles y militares, como el capitán Alonso de Virués Maldonado. Tras su muerte en 1590, la obra del que se considera primer poeta en lengua castellana de la provincia de Cádiz se sumió en el olvido. En época reciente y de forma casual, a través de la lista de libros raros y curiosos de Gallardo, se ha vuelto a rescatar su obra. Entre sus títulos Sonetos a ilustres varones (Amberes 1569) y Los famosos y heroicos hechos del invencible y esforzado caballero, honra y flor de las Españas, el Cid Ruy Díaz de Vivar (Amberes 1568, Alcalá 1579). Esta última se compone de unas mil quinientas octavas reales, divididas en treinta y dos cantos, en los que se aprecia una gran maestría y dominio de la métrica. Quizás lo más sorprendente de Ximénez de Ayllón es que se le pueda considerar, junto a Boscán y Gracilaso, como uno de los primeros sonetistas españoles.

BALTASAR DEL ALCÁZAR (15301606) Por tu tendencia hedonista no te hicieron gran aprecio, rescatado como un pecio por ser un gran latinista, por ser culto e ingenioso hoy tu obra es valorada y tu figura encumbrada cual poeta prestigioso.

Nació en Sevilla, en el seno de una familia acomodada de conversos. Estudió Humanidades en León, pero atraído por la carrera de las armas sirvió en las galeras del famoso don Álvaro de Bazán, primer marqués de Santa Cruz, durante mucho tiempo y en su compañía alcanzó varias victorias contra los franceses, que en una ocasión le cogieron prisionero y por su valor y presencia le dejaron en libertad. Se retiró del ejército para ejercer como alcalde de la villa de Molares, cerca de Utrera, al servicio de Fernando Enríquez de Ribera, duque de Alcalá. Enviudó y volvió a Sevilla para ejercer como administrador del duque de Gelves hasta 1589 en que falleció éste. Debido a su afición a los placeres de la buena mesa, algunos tratadistas le han calificado como “el poeta gastrónomo”. Padeció el mal de la gota y cuando en enero de 1606 otorgó testamento ya no pudo firmar “por impedimento que tiene la mano derecha” según recalcó el escribano. Por su temática hedonista numerosas historias de la literatura le han considerado un poeta menor, pero actualmente este hecho está en revisión ya que demuestra un excepcional talento para la métrica y un agudo ingenio para la composición, correcto y creativo tanto desde el punto de vista del fondo como de la forma, de tal modo que algunas de sus soluciones métricas y estilísticas se consideran innovadoras. Pero si su talento poético no bastase para su inmortalidad, le salvaría el hecho de haber sido el primer protector de Velázquez. Era un excepcional latinista que llevado por su admiración a Marcial imitó claramente sus Epigramas. También tradujo varias obras de Horacio al castellano y en algunas de sus obras se trasluce esta influencia. Entre su producción encontramos el Diálogo entre dos perrillos, que constituye un claro antecedente cervantino, Diálogo entre un galán y el eco, y Consejos a una viuda. Sus Epigramas anticipan la poesía satírica que recibirá su espaldarazo en el XVII de la mano de Quevedo, Alarcón y Góngora. Nadie mejor que él redondeó una redondilla, ni apuró una silva, ni concretó un epigrama. Preciso, acicalado y natural, siempre con buen gusto en su pluma. Sus poesías pueden leerse en los manuscritos de 1577 y 1666, de los que se sirvió Rodríguez Marín para su edición de 1910.

Del libro “Retratos de españoles ilustres”

ALONSO DE ERCILLA (1533-1594) Entre Ercilla y Pineda un altercado fue la causa y motivo de condena pero, lo permutó por guerra, Hurtado, Callao y Panamá fueron su pena, por su arrojo en batalla fue nombrado caballero, tornando en suerte buena, y el canto a su epopeya americana quedó plasmado en libro, “La Araucana”.

Era de uno de los más limpios linajes de España y nacido en Madrid adquirió una esmerada formación cultural. Paje de Felipe II, tuvo durante toda su vida la confianza del gran rey, al que acompañó en Flandes (1548) y en Inglaterra (1554). Cuando alcanzó la edad suficiente se trasladó a Chile, bajo las órdenes de García Hurtado de Mendoza, y participó en los combates contra los indios araucanos, en los que se distinguió en repetidas ocasiones; sin embargo Ercilla y Pineda, en una ocasión, se enfrascaron en un altercado en el que desenvainaron sus espadas y Hurtado de Mendoza, asesorado de mala fe por su secretario Ortigosa, les condenó a ser degollados, pena que conmutó en el último momento a cambio de que tomaran parte en todas las operaciones de guerra que ocurriesen. Después del Callao y Panamá regresó a España, desde donde se trasladó a Alemania para asistir a la boda de su hermana. De nuevo en España, en 1569 publicó la primera parte de La Araucana, y el día del aniversario de la batalla de Millarapue, decidida por su arrojo, fue armado caballero en la parroquia de San Justo. En años posteriores publicó la segunda (1578) y tercera (1589) parte de La Araucana. Esta obra fue el primer libro poético de tema americano y en él se inspirarían gran parte de los dramaturgos y poetas que trataron la conquista de Chile. Ercilla escribía lo que veía, con una objetividad absoluta, objetividad que es uno de los valores más permanentes del poema, en el que se combinan hábilmente los elementos históricos, los poéticos y los fantásticos (muy pocos). Además de su actividad como poeta desempeñó, por orden del Rey, una serie de misiones diplomáticas que coronó con el éxito y terminó sus días como censor literario. Murió sin dejar descendencia, ya que su hijo natural, don Juan de Ercilla, murió en el desastre de la Invencible. Voltaire en su Essai sur la poésie épique afirmó que en las arengas y discursos de los héroes ganaba Ercilla al mismo Homero.

FRANCISCO DE FIGUEROA (15361617) Encontraste en Italia vida nueva, la milicia te dio fama y firmeza, y en los reinos de Europa tu entereza superó el reto y la difícil prueba de aceptar tu poética longeva, gracias a que Tribaldos y su proeza salvaron de las llamas con limpieza los versos condenados a la ceba. Cantado y respetado por Cervantes, parte integrante de su Galatea, fuiste poeta cultivado y serio, petrarquista y garcilasiano antes que un horaciano clásico, que marea, ese fue tu tributo y tu misterio.

Famoso poeta español llamado El Divino, conocía el latín, el griego y el italiano. Muy joven marchó a Italia, viviendo varios años en Siena, ocupado en negocios propios, y otros tantos en Roma, ocupado en negocios de Carlos I y Felipe II Militó en Flandes con don Carlos de Aragón, duque de Terranova, en 1579, y recorrió Francia, Alemania y Valencia. Fue contino del rey Felipe II desde 1561 y desempeñó algunas misiones diplomáticas. Retirado en Alcalá de Henares llevó una vida modesta rodeada de paz y del respeto de sus vecinos Como llegó a dominar la lengua toscana escribió poesía en italiano igual que en español y a pesar de inspirarse en la tradición estilnovista y petrarquista, siendo su continuación garcilasiana, alcanzó una trayectoria muy personal. Poco antes de su muerte condenó a las llamas su obra poética, parte de la cual se salvó gracias a la intervención del señor de Pozuelo, don Antonio de Toledo, y luego la editó Luis Tribaldos de Toledo, en Lisboa en 1626. Apasionado de Gracilazo, le imitó. De su producción, sobria y jugosa, sobresalen sus Canciones, en modo alguno libres de la moda italianizante. El gran mérito de Figueroa es el haber connaturalizado el verso suelto en España, en cuya composición nadie le igualó. Se conservan de él más de 70 poesías, escritas la mayor parte de ellas antes de 1575. Cervantes, alcalaíno como él y gran lector suyo, nos cuenta en su Galatea que Figueroa aparece bajo el nombre de Tirsi y el de su amada bajo el de Filis, lo que refleja que era tenido en consideración por los poetas y escritores más importantes de su tiempo. Cultivó la canción, la elegía y la glosa, aunque los más recordados son sus sonetos. En sus epístolas se refleja la personalidad de un hombre culto y curioso, con un verdadero interés por los problemas de la lengua castellana.

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FRANCISCO DE ALDANA (15371578)

Por el bronce sonoro del lenguaje trazó su vínculo con la realeza, con la que compartió vivo equipaje, el de su valor, cultura y nobleza, y aunque su paso padeció desgaje por un tiro, mantuvo su grandeza y siguió siendo firme en su camino de soldado y poeta cervantino.

Militar de sólida formación intelectual era, entre otras cosas, un políglota, muy hábil con el latín y desenvuelto con el francés, italiano, portugués y árabe, por lo que fue reclamado por altos dignatarios, así sucedió cuando Felipe II le comisionó para acompañar al desdichado monarca don Sebastián de Portugal en su campaña africana y peleando a su lado encontró la muerte en el desastre de Alcazarquivir. Durante su vida militar participó en otras campañas, así contra Francia combatió en San Quintín, participó durante largos años en las luchas de Flandes a las órdenes del Duque de Alba o con don Juan de Austria en su empresa contra los turcos y siendo general de la artillería tomó parte en el sitio de Harlem (1572), donde fue herido de un mosquetazo en un pie. Residió bastante tiempo en la corte de los Médicis de Florencia, donde se formó para las letras y la política, alcanzando la madurez de su personalidad en Madrid. Escribió multitud de composiciones poéticas, que su hermano Cosme, militar como él y que alcanzó reputación de valeroso y entendido capitán en Italia, recogió y publicó parcialmente, una primera parte en Milán en 1589 y una segunda en Madrid en 1591, pero en forma muy descuidada. Quevedo sentía gran admiración por el poeta. Gil Polo le dedicó unos versos del “Canto de Turia” de su Diana enamorada. Cervantes, que le nombra en La Galatea junto a Boscán y Garcilaso, recuerda su sobrenombre de Divino en la “Adjunta” al Viaje al Parnaso. Lope de Vega lo ensalza en la Silva VI del Laurel de Apolo. Para Díaz Plaja: “Pudo ser, mejor aún que Gracilazo de la Vega, el símbolo humano del renacentismo español. No lo es por la tremenda desproporción que hay entre la brevedad de su obra y la magnitud de su ambición poética”. A pesar de todo Aldana cayó en el olvido durante siglos, y sólo hace cinco décadas ha comenzado a ser estudiado y valorado. Aldana, en opinión de Rivers, se nos presenta como uno de los personajes más universales del Renacimiento en España.

GINÉS PÉREZ DE HITA (15441619)

Son las Guerras Civiles de Granada enorme testimonio de valía, de tu denuncia firme y enconada cuando tu tropa hizo correría, canto a la caridad más deseada y al respeto debido a quién sufría, texto de contenido mercedario, obra que de tu honor es corolario.

Desde muy joven, Ginés, entró como escudero en la casa de Luis de Fajardo, marqués de los Vélez, y combatió bajo el estandarte del marqués al comenzar el levantamiento de los moriscos. Si hemos de creer al propio interesado, Hita, se batió heroicamente en las Alpujarras salvando, con peligro de su vida, del degüello por la soldadesca a 20 mujeres y recogiendo del seno de su madre degollada a un niño de pecho, en la horrible carnicería del pueblo de Félix. La fama literaria de Pérez de Hita radica en su célebre libro Las Guerras Civiles de Granada. En la segunda parte de dicho libro se encuentran numerosas pruebas de la nobleza de su corazón, de sus profundos sentimientos humanitarios con los vencidos y del horror y lástima que le causaban los desmanes de sus compañeros de armas. Parece que cuando publicó su obra, en 1588, lo hizo con el título de Historia de los bandos de los Zegries y Abencerrajes, pero luego, al continuarla, eligió el de Segunda parte de las guerras civiles de Granada, y este último es el que se adoptó para denominar las dos partes de la obra. Según Tomoko Mimura, la base de esta obra fue un poema épico que la ciudad de Lorca le encargó a Pérez de Hita para dar énfasis a la importancia de la ciudad como base militar para combatir a los musulmanes granadinos: Libro de la población y hazañas de la muy nobilísima y leal ciudad de Lorca. La primera parte de Las Guerras Civiles se refiere a la lucha de los bandos en la Granada anterior a 1492, la segunda se refiere a la guerra coetánea de las Alpujarras. Muy acertadamente se ha dicho que la primera parte es una novela histórica y la segunda una historia novelada con una hábil e ingeniosa mezcla de la poesía y la prosa. Se le puede considerar como fundador de la novela histórica y el que más contribuyó a la moda de los romances moriscos. El éxito de esta obra fue tan enorme que desde su publicación no se ha dejado de editar, por ejemplo 12 ediciones en el S. XVII, 6 en el XVIII, 12 en el XIX y más de 15 en el XX. Se tradujo al francés en 1606, 1608 y 1809, al alemán en 1821 y al inglés en 1891. Pérez de Hita fue un autor apreciado también en Francia, donde dio pie a que, figuras literarias de la altura de Chateaubriand, escribieran novelas de tema hispanomorisco.

MIGUEL DE CERVANTES (15471616) Nacido del ingenio y del coraje, tendiste a la milicia terso manto bordado de heroísmo y de encanto, pues de la guerra hiciste tu bagaje; gran orgullo de todo tu linaje evocaste poesía y también canto y tras sufrir heridas en Lepanto caíste prisionero en abordaje. Al combate trataste cual soneto, del cautiverio hiciste tu sudario, en el drama de tu última aventura depositaste herido tu esqueleto en común fosa, rojo y trinitario, y como puerto de tu singladura por la literatura, fuiste el más distinguido entre los genios por ser el Príncipe de los Ingenios.

Comunmente apellidado “El Príncipe de los Ingenios”, Cervantes nació en Alcalá de Henares en día ignorado hasta hoy, aunque si conocemos que fue bautizado el 9 de octubre de 1547. En 1569 ingresó en el tercio del maestre de campo don Miguel de Moncada. Bajo las órdenes del capitán don Diego de Urbina quedó Cervantes como soldado. El 15 de Septiembre de 1571 se hizo a la mar, desde el puerto de Mesina, formando parte de la escuadra formada por la Liga Pontificia española, genovesa y veneciana, a las órdenes de don Juan de Austria. El 7 de octubre, dicha escuadra compuesta por 300 galeras y 30.000 soldados atacó, en el golfo de Lepanto, a la escuadra turca. El día del combate, Cervantes, estaba enfermo de calentura y ante las recomendaciones de que bajase a los sollaos manifestó que, no sólo quería tomar parte en el combate, sino también ser colocado en el lugar más peligroso para morir peleando, petición que fue aceptada por lo que se le destinó junto al esquife de la galera Marquesa, al mando de 12 soldados. En dicha acción recibió dos arcabuzazos, uno en el pecho y otro en la mano izquierda, que le quedó inútil. Después del combate, Cervantes, malherido fue trasladado al hospital de Mesina y no volvió al servicio activo hasta el 29 de abril de 1572, entrando en la compañía del capitán Manuel Ponce de León, con quien tomó parte en el indeciso combate de Navarino y en Túnez y la Goleta. En 1575, con el deseo de obtener el grado de capitán, salió para España con cartas de recomendación del propio don Juan de Austria y del duque de Sessa, virrey de Sicilia, pero en el viaje fue hecho prisionero, tras ruda pelea, por los corsarios del renegado albanés Dali Mami. Después de su liberación (1580), tomó parte en las campañas de Portugal e islas Terceras, y en el combate naval de la isla de San Miguel. En 1616 falleció tras larga enfermedad, siendo enterrado por los frailes trinitarios en una fosa cubierta de ladrillos rojos, sin lápida ni inscripción alguna, por lo que se ignora donde descansan sus restos. Su obra como prosista está coronada con los máximos laureles, es universalmente conocido el Quijote, también son hitos importantes entre la narrativa del XVII las Novelas ejemplares (1613), la Galatea (1585) o el Persiles (1617). Como poeta tiene composiciones que no son ni mejores ni peores que las más celebradas de Lope, Góngora y otros contemporáneos suyos, si bien son inferiores a las de Herrera, León o Garcilaso.

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ANDRÉS REY DE ARTIEDA (15491613) Con leña hecha de militar vida incendió su estudiada abogacía, fue su hoguera, ceniza desprendida, apagada con agua de poesía, y con nueva ilusión ya decidida elevaste el soneto y la elegía hasta los libros nuevos y mejores, verbo creativo entre escritores.

Se doctoró en la universidad de Tolosa “in utroque jure” (derecho civil y canónico) y ejerció la abogacía. Llevado de un alto espíritu militar se dedicó a la carrera de las armas, sirviendo a los reyes Felipe II y Felipe III. Durante más de cuarenta y siete años dio brillantes muestras de pericia e intrepidez tanto en Chipre, como en Lepanto, donde recibió tres heridas de saeta, igualmente tuvo una brillante actuación en Novarin y en la rota de Finden, incluso en pleno invierno, bajo el fuego enemigo, cruzó a nado el Albis (Ems) con la espada en la boca, por todo ello conquistó fama de gran soldado y en justa correspondencia alcanzó el grado de capitán de infantería y como tal sirvió más de 30 años. Tuvo cuatro hijos, dos hijos y dos hijas. De los hijos, Andrés, el mayor, como su heroico padre, peleó en su compañía y después en Milán, falleciendo en esta ciudad en 1605. El segundo, Marcos, fue religioso dominico, predicador y poeta. De las dos hijas, Teodora y Andrea, sólo sobrevivió la segunda, que heredó de su padre cuando murió éste en noviembre de 1613. Artieda, cuando contaba 14 años ya fue celebrado como poeta por Gaspar Gil Polo en el Canto del Turia. Perteneció a la famosa Academia poética valenciana de Los Nocturnos, con el nombre de Centinela. Aunque respeta casi estrictamente las unidades clásicas, adivina que sólo un motivo popular, desarrollado dentro de un mundo comprendido y amado por el espectador, puede excitar su curiosidad, de ahí que escribiera la tragedia Los amantes, sobre el mismo tema que tratarían posteriormente Tirso de Molina, Pérez de Montalbán y Hartzenbusch con el nombre de Los amantes de Teruel. Gozó de mucha fama y fue celebrado por Cervantes y Lope de Vega. En 1605 publicó en Zaragoza su obra principal Discursos, epístolas y epigramas de Artemidoro, sacados a luz por Micer Andrés Rey de Artieda, dedicada a Martín Abarca, que es una colección de poesías de tan alta factura que, por si sola, ocupa un buen lugar en el Parnaso castellano, sobresaliendo entre las elegías, epitalamios y glosas, la colección de sonetos, que no desmerecen en nada entre los mejores que se leen en las antologías. Otras poesías suyas se encuentran en Los sagrados misterios del rosario, de Francisco Segura (1602); El solitario poeta, de La Sierra (1605); o El prado de Valencia, de Gaspar Mercader (1606).

CRISTÓBAL DE VIRUÉS (15501614) Vocación militar la del guerrero, que es impulso sublime y ardoroso, es un canto sufrido y armonioso, que plasma en verso el dardo más certero, y permutando el casco por sombrero ceñiste el comentario elogioso, que te supo poeta prestigioso del heroísmo del soldado ligero. Supo honrar, de su padre la memoria, la herencia de la España más poética, el valor de milicia con su ética, y sin prisa pasó sobre la historia, aunque, cual capitán hizo notoria su valía y su vida más ascética.

Hijo de Alonso de Virués, médico eminente, escritor y humanista, pronto se sintió arrastrado por una fuerte vocación militar, ingresó en el servicio de las armas y fue herido en Lepanto. Después sirvió en Italia y fue ascendido por méritos hasta llegar a capitán. Parece ser que, en 1580, se retiró de la vida militar y publicó dos sonetos y una canción elogiando las Jornadas para el Cielo de fray Cristóbal Moreno. Años más tarde volvió a Italia y en 1604 publicó sus Obras trágicas y líricas. Compuso, además, poesías líricas (a la batalla de Lepanto), así como varias letrillas, sonetos y canciones. En 1609 hizo una segunda edición de su poema El Monserrate y en 1613-14 Cervantes le elogió en El viaje al Parnaso, entre los autores que aún vivían. A partir de entonces no se sabe nada más de él. Su obra más conocida es el poema El Monserrate (Madrid 1587), al que añadió El Monserrate segundo (Milán 1602), el que al tener menos episodios y atrocidades dramáticas sería un poema magnífico, ya que presentaba grandes valores de versificación, soltura, inspiración y belleza de imágenes, lo que le valió grandes elogios de Lope de Vega, Cervantes, Fray Pedro de Padilla y sobre todo de Baltasar Escobar, que le decía en una carta: “Vd. ha ilustrado su patria y enriquecido nuestra lengua, y confesaré con verdad desnuda de la pasión de amigo, porque la modestia de Vd. no la recuse, que de los poetas heroicos que hasta ahora han salido en España, que casi todos se han dado a la estampa de veinte años a esta parte, ninguno he visto que me haya dejado satisfecho, como el de usted ...” En sus Obras trágicas y líricas (Madrid 1609) dio a conocer sus cinco tragedias: La gran Semíramis, La cruel Casandra, Atila furioso, La infelice Marcela y Elisa Dido. Son cinco verdaderos melodramas, sin embargo en muchas de sus escenas y de sus versos encontramos poesía y grandeza dramática.

Del libro “Retratos de españoles ilustres”

VICENTE ESPINEL (1550-1624)

Por la muerte respetado, ni la peste ni el combate te quebraron con su embate en tu etapa de soldado, luego fuiste reclamado por tu música y maestría, que a la guitarra añadía cuerda y sonoridad nueva, siendo mucho más que leva al cultivar tu poesía.

La personalidad de Espinel es una de las más interesantes de nuestro Siglo de Oro. Su vida es un anecdotario de lo más variopinto, que abarca desde oficios diversos hasta cautivo, soldado y cura, pasando por pícaro. En 1574, Espinel, estuvo a punto de morir, pues se encontraba, como alférez, formando parte de la poderosa escuadra reunida en el puerto de Santander, al mando de Pero Menéndez Avilés, escuadra que no llegó a salir, pues la peste casi destruyó su tripulación. Posteriormente entró al servicio del conde de Lemos, a cuyo lado pasó cuatro años, y tras una vida llena de peripecias en la que se relacionó con el marqués de la Algaba, el marqués de Denia y el duque de Medina-Sidonia, llegó a Génova en 1578 y de allí pasó a Flandes, volviendo luego a Italia. Cansado de la vida militar regresó a España. En Ronda y en Málaga terminó sus estudios teológicos hasta recibir las órdenes sagradas. A principios de 1599 volvió a la corte, y en esta época la Universidad de Alcalá de Henares le concedió el título de maestro en artes, constituyendo este período el más brillante de su vida. Fue profesor de literatura de Lope de Vega y amigo personal de Cervantes. La mayor parte de sus poesías fueron reunidas y publicadas por primera vez con el título de Rimas. Fue gran poeta, gran músico y soberano prosista, pero su máxima gloria literaria la debe a su libro novelesco Vida del escudero Marcos de Obregón (Madrid 1618), que tiene bastante de autobiográfico. Escribió poesías muy hermosas para el Cancionero (1586) de López Maldonado; para el Guzmán de Alfarache (1599); para el Peregrino indiano (1599) de Saavedra de Guzmán; para la Historia de Nueva Méjico del capitán Gaspar de Villagrá y otras. Fue el inventor de la Décima o Espinela y si bien la posteridad le ha concedido más valor como poeta, no es menos cierto que en su vida más le dio la profesión de la música, siéndole atribuido el invento de la quinta cuerda en la guitarra (hoy se poseen datos sobre la existencia en el S. XVI de una literatura para la guitarra de cinco cuerdas, por lo que la atribución a Espinel puede explicarse por el enorme trabajo de difusión que él hizo). Lope de Vega no habla una vez de Espinel que no celebre por igual al poeta y al músico, de quien atestigua -”tiene fama, nombre y vida de docto músico”-.

Del libro “Retratos de españoles ilustres”

LOPE DE VEGA (1562-1635)

Sentimientos desbordados conformaron tus pesares, vena de sangre marina, de guerreros avatares, superviviente del trance que reclamó a los mortales junto a Marte, en el Olimpo, mas en la Tierra, Cervantes, te asignó el mote de “monstruo” por tus dotes naturales, maestro entre los poetas, para las damas, detalles.

Con Cervantes forma Lope de Vega la gran pareja que bastaría por sí sola para justificar el lugar excepcional de nuestra literatura, también representa, con él, el lazo que funde Renacimiento y Barroco. En 1583 se trasladó a Lisboa para embarcar en la escuadra española que preparaba Álvaro de Bazán para tomar parte en la expedición a las Azores, contra los portugueses, y cinco años después vuelve a embarcarse en la Armada Invencible, siendo tripulante del galeón San Juan. Deshecha la escuadra regresó, en uno de los navíos supervivientes, desembarcando en Cádiz a finales de 1588, desde donde se trasladó a Toledo. De un natural enamoradizo, tuvo una vida sentimental azarosa, enviudó varias veces, y en general nunca toleró que se hablara mal de las mujeres. Probablemente los fallecimientos de sus familiares, sus propias enfermedades y agobios de dinero provocaron en Lope una honda crisis espiritual que le llevó, en mayo de 1614, a ordenarse sacerdote y dijo su primera misa en el convento de Carmelitas Descalzas, donde poco antes se había enterrado a su esposa. Por entonces ya se le conocía como “Fénix de los ingenios”. Es Lope el único autor que no imita ni se imita. El solo es un teatro con tanta fuerza, diversidad y carácter como el mejor europeo, por lo que se le considera “Padre del teatro español”. Escribió más del triple que el autor que más haya escrito, seguramente más de mil comedias, miles de poesías líricas, novelas, poemas épicos, poemas burlescos, libros religiosos, acciones en prosa, libros históricos y libros ascéticos. Lope ha sido una fuente inagotable de inspiración no sólo para los dramaturgos españoles sino también para los extranjeros. Contribuyó junto con Góngora o Liñán a promover el empleo de la vieja forma métrica tradicional, pero de rima asonantada (romancero nuevo), también es un gran sonetista y un apreciable poeta épico. Algunas de sus obras poéticas son La Dragontea, La Jerusalén conquistada, La hermana de Angélica o La Gatomaquia. Murió de pena por la muerte de tantos hijos adorados, de tantas mujeres amadas fallecidas, de tantos remordimientos vivos y por el rapto y deshonra de su amada hija Antonia Clara.

LUIS VÉLEZ DE GUEVARA (15791644) Cervantino a pesar de los pesares, muy comunicativo, embaucador, fue dramaturgo, antes trovador, y poeta escogido entre millares, versado en elementos populares, no fue vástago rico de un mentor, ni heredó oro del progenitor, heredó servidumbres militares y una vida de mísero ostentoso. Estimado por su natural gracia, de vena muy creativa y armoniosa, hizo con Lope drama exitoso y combatiendo contra su desgracia hizo de su escasez derroche y glosa.

Cuando en 1600 murió el cardenal Rodrigo de Castro, arzobispo de Sevilla, Luis perdió su empleo, como paje al servicio de dicha autoridad, y embarcó para Italia, donde ingresó en el ejército del conde de Fuentes. Estuvo después en Argel y más tarde sirvió en las galeras de Nápoles, regresando a España en 1605. Aunque enviudó varias veces y llevó una vida de escasos recursos económicos fue generalmente estimado, y más en particular por las clases altas de la sociedad, por lo que es de extrañar que no encontrara en vida algún poderoso protector que le evitara la constante miseria en que transcurrió su existencia. Su obra más popular es, tal vez, la novela El diablo cojuelo, que desde su aparición en 1641, no ha hecho más que aumentar su éxito. Hay que admirar en este escritor la originalidad y fertilidad de la inventiva, la propiedad con que dibuja los caracteres, la habilidad en conducir la acción y despertar el interés, la gracia natural, el feliz empleo de los elementos populares y la versificación, casi siempre fluida y armoniosa, que le califican como magnífico poeta. Cervantes le prodigó los mayores elogios. Vélez de Guevara hizo suyo de tal manera el sistema dramático de Lope, que en algunos casos se han planteado difíciles problemas de atribución. Como su maestro, utiliza frecuentemente romances para cantar tradicionales, en La Serrana de la Vera deriva directamente la acción de los romances populares relativos a la “serrana”, como había hecho Lope anteriormente en su comedia del mismo título, pero extrayendo de ellos mayor intensidad poética que aquél. Si se exceptúa a Tirso, es posible que el dramaturgo de mayor riqueza teatral sea Vélez de Guevara, sin embargo, en nuestros días, no puede hacerse un juicio global de su dramática por el corto número de obras a que se tiene acceso. Todas las obras maestras de Vélez se desarrollan en un ambiente histórico y riguroso, y en torno a cantares del más ortodoxo folklore nacional. Según Pellicer escribió 400 comedias, de las que se conservan casi un centenar. Para Valbuena si en los mejores dramas hay un autor genial, en la novela resalta el escritor ingenioso, como en El diablo cojuelo, novela que tiene mucho de satírica y algo de picaresca.

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FRANCISCO LÓPEZ DE ZÁRATE (1580-1658) Conformista cortesano Tu entorno no se alborota Vana tentación tu prez A tu sencilla persona Agradable tu presencia La literatura elogia Tus prolíficas creaciones Y la poesía sonora Acompaña tu epitafio El pueblo no te hizo copla Mas te dio un sobrenombre Caballero de la Rosa.

La literatura del Siglo de Oro fascinó a Europa y paseó el prestigio del idioma español por medio mundo en un momento en que los Tercios empezaban a renquear en las tierras del Imperio. Siendo muy joven escribió varias composiciones de carácter lírico, que se reunieron y se publicaron con el título Varias poesías (1619), pero siguiendo las tendencias de aquella época abrazó la carrera de las armas. Pasados unos años, después de haber estudiado en la universidad de Salamanca, se puso al servicio de Rodrigo Calderón y por su caballerosidad y modestia, por su falta de humanas ambiciones, fue protegido por el más famoso valido de Felipe III, el duque de Lerma, quién le confió varias comisiones delicadas y le dio un empleo en la secretaría del Estado, y más tarde por don Pedro Mesía de Tovar, conde de Molina. Al no ser un hombre ambicioso y de un natural humilde llevó una vida sencilla, ajena a las intrigas y adulaciones tan frecuentes en aquella época. No se sabe con certeza si fue debido a su esmerado aseo y acicalamiento o a un soneto que escribió elogiando la rosa, lo cierto es que en la literatura se le conoce como El Caballero de la Rosa o El Poeta de la Rosa. En su producción poética trató con igual fortuna los temas líricos y los heroicos y sus obras fueron muy conocidas no sólo en España, sino también en Italia y en otras naciones europeas. Cervantes, en su Persiles, alude al poema de Zárate, La invención de la Cruz, poema de 2058 octavas, que en una reimpresión del siglo XIX, con distinta portada, fue malamente atribuido a Lope. En la Biblioteca Nacional existe el manuscrito de Varias poesías y el de su comedia La galeota reforzada. Personajes importantes, como Lope de Vega, hicieron grandes elogios de su labor literaria, y su nombre figura en el Catálogo de autoridades de la lengua, publicado por la Academia Española.

La rendición de Breda (fragmento), Velázquez

ANTONIO COELLO (1600-1653) Desgrana el cereal del teatral drama para dar alimento literario, para honrar la memoria de una dama con la verdad del verso centenario, contra el estigma de crueldad y cama esgrime su sincero comentario y su luz de creador nos acompaña alumbrando el parnaso de su España.

En su juventud abrazó la carrera militar, sirviendo como capitán de Infantería a las órdenes del duque de Alburquerque, a cuyo lado estuvo durante sus campañas contra Francia en la Guerra de los Treinta Años. Por los méritos alcanzados, Felipe IV, le otorgó el hábito de Santiago. El rey, que también cultivaba la literatura, le distinguió siempre con su favor, hasta el punto de colaborar juntos en algunas obras, como el famoso drama El Conde de Essex, atribuido a Felipe IV y que en realidad era de Coello, con cuyo nombre se publicó en 1638. Cotarelo destaca el hecho de que este drama, perfectamente desarrollado y escrito, fuera compuesto por su autor cuando sólo tenía veintidós años, destaca también el valor de Coello para presentar al público la imagen de la soberana inglesa, adornada de cualidades nobles y simpáticas, cuando la tendencia general en nuestro país, en aquella época, era considerar a dicha reina como un monstruo de lascivia y crueldad, perseguidora inicua de católicos y causante de nuestras más graves desgracias políticas. Fue el primero en llevar al teatro este asunto, que posteriormente han repetido muchos escritores de todos los países, sin que ninguno haya superado la creación de Coello. Ocupó un lugar distinguido entre los poetas de su época habiendo colaborado en varias comedias y dramas con otros autores reconocidos, con Calderón en Yerros de naturaleza y aciertos de la fortuna, con Calderón y Solís en El pastor Fido y El monstruo de la fortuna, con Rojas y Vélez en La Baltasara, etc.; Lope de Vega en el Laurel de Apolo le coloca en un lugar distinguido entre los ingenios de su tiempo. Coello sabía escenificar primorosamente y versificar con naturalidad. El notabilísimo poeta y autor dramático español poco antes de morir obtuvo el nombramiento de ministro de la Casa de Aposento.

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PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA (1600-1681)

Son tus versos recitados cual, de milicia, ideario, realzando el calendario de actos uniformados. Constituyen mi breviario, figuran en los cuarteles, cual poéticos laureles del sacrificio diario, y cuando cito tu nombre de sacerdote entregado, se realza el de soldado, el de poeta y de hombre.

En los primeros años de su biografía le encontramos estudiando (1615) en el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús de Madrid, donde se familiarizó con los poetas clásicos latinos. En la universidad de Salamanca cursó dos años de Cánones y Derecho (1617-1619). A la temprana edad de 13 años compuso el drama El carro del cielo y en 1620-22, en las fiestas de San Isidro, se dio a conocer como poeta, siendo alabado por Lope de Vega. En 1625 ingresó en el ejército y hasta 1628 sirvió en Flandes y en Lombardía, con fama de buen soldado. Regresó después a Madrid y empezó a acrecentarse su fama de poeta. En 1640 estuvo con las tropas del Condeduque en Cataluña, en la compañía de coraceros o caballería pesada, actuando en docenas de acciones y en los importantes combates y batallas de Perelló, Coll de Balaguer, Hospitalet, Cambrils, Vilaseca, Salou y Constantí, se portó en todas ellas “como de su persona y partes se podía esperar”, resultando herido en una mano. Parece probado que un año después, en 1641, regresó a Madrid por encargo del Marqués de la Hinojosa, que le encomendó una comisión relativa al canje de prisioneros y en 1642 pidió su retiro, después de haber asistido también al sitio de Lérida en el ejército mandado por el propio Felipe IV, campaña en la que murió su hermano José, a los 43 años, después de alcanzar el grado de Teniente Maeste de Campo. En 1651 abrazó el estado sacerdotal y desde entonces su vida fue modesta, retirada y ejemplar, ejerciendo como capellán de los Reyes Nuevos en Toledo primero y como capellán real después en Madrid, ciudad en la que murió. Cuando se busca un autor que cifre, compendie y resuma en sí todas las grandezas intelectuales y poéticas de nuestra edad de oro, se nombra indefectiblemente a don Pedro Calderón de la Barca. Se conservan 120 comedias, 80 autos y unos 20 entremeses, jácaras, loas y obras menores. De las poesías líricas del genial dramaturgo existen dos ediciones muy curiosas Poesías de Calderón con anotaciones (Cádiz 1845) y Poesías inéditas (Madrid 1881). Considerado en conjunto como poeta trágico y como cultivador de la alegoría cristiana, habría que remontarse hasta el Dante para hallar en las literaturas latinas algo semejante al vuelo colosal de su ingenio. Tiene rasgos y condiciones exclusivamente suyas, que hacen grandiosa su figura en el mundo del Arte. No se halla en nuestro teatro un pensamiento como el de La vida es sueño.

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GERARDO LOBO (1679-1750) Tu cuna allanó el camino, y desafiando a las balas volaste hacia tu destino que Pegaso cortó alas, ingenioso y gongorino desplegaste grandes galas, tan popular y jocoso que resultaste ostentoso.

Eugenio Gerardo Lobo nació en el seno de una familia noble. Afín a los Borbones se dedicó a la carrera militar y participó en la Guerra de Sucesión como capitán de coraceros. En 1705 participó en la defensa de Badajoz y posteriormente, al mando del Duque de Orleáns, asistió al sitio y toma de Lérida. Después de acabada la contienda, en 1718, se estableció en Madrid, como ayudante del cuerpo de Guardias Españolas, hasta que en 1732 tomó parte en la reconquista de Orán, bajo el mando del Conde de Montemar, hecho que plasmaría en su obra Rasgo épico de la conquista de Orán. En 1737 luchó contra Austria en Nápoles, como miembro de la Guardia Española de Infantería. En 1743 fue nombrado brigadier y resultó gravemente herido en la batalla de Campo Santo. Fue un militar valiente, veterano y ganador en duros combates, que le dejaron como recuerdo varias heridas mal cicatrizadas, que llegó a general de Brigada por méritos de guerra, aunque se le regateó el ascenso a Mariscal de Campo hasta edad muy avanzada. Por fin Felipe V le nombró Mariscal de Campo y Gobernador Militar y Político de Cataluña en 1746, reparando así las intrigas de palacio, urdidas por los envidiosos. El sucesor en el trono, Fernando VI, conocedor de sus merecimientos heroicos le ascendió a Teniente General. Murió en Barcelona como consecuencia de una mala caída de caballo. Cultivó una amplia variedad de géneros poéticos, pero quizás lo más destacado de su obra sea lo popular y jocoso. A la luz de la crítica actual sus obras no son valiosas, aunque por el número de ediciones que hay de su obra debió ser uno de los poetas que más influyó en su época, sobre todo con las que son ingeniosas y con interesantes juegos de palabras, Décimas improvisadas en una tertulia, sobre los títulos de comedias que elegían unas señoras. En sus sonetos la presencia de Góngora se mezcla con la de Gracilazo, No suspendas el paso caminante. Manifiesta una visión de la naturaleza de tipo barroco, con paralelismos, adjetivos sensoriales, plasticidad y una clara sintaxis. El último grupo de sus poemas son los histórico-testimoniales, en los que canta hechos guerreros en los que participó, de tendencia culteranista a imitación de Góngora aunque con deficiente musicalidad.

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JOSÉ CADALSO (1741-1782)

Cuan corta vida para tanto luto, sólo unas horas ante su Afrodita, yerta sobre una tierra, ya bendita, cuyo encanto y belleza le venció, educación y herencia exquisita, hicieron de su vida transitoria esencia de poética en la historia militar, el ejemplo transmitió.

De ilustre familia, se educó en el colegio de los jesuitas de Cádiz, ciudad donde había nacido, pasando después a París donde estudió humanidades, ciencias exactas y naturales, e idiomas (latín, francés, inglés, alemán y portugués) En 1761 regresó a España y fue armado caballero de la orden de Santiago. El 4 de agosto de 1762 recibió los cordones de cadete en el Regimiento de Caballería de Borbón, distinguiéndose en el sitio y rendición de Almeyda por su singular actuación ya que, según parece probado, estando de centinela vio a un oficial inglés y le habló con tal propiedad en su idioma, que le hizo creer que era compatriota suyo, de tal modo que le extrajo importantes informaciones que hizo llegar al conde de Aranda, que desde entonces le nombró edecán suyo y le distinguió con su aprecio. Por sus servicios, el rey le confirió el grado de capitán en 1764. Siguiendo los destinos de su Regimiento fue a Zaragoza, en donde, según él mismo refiere, empezó a dedicarse a la poesía. Posteriormente se trasladó a Alcalá de Henares, donde conoció a Jovellanos. En 1771 pasó a Salamanca, donde mereció la estimación de los sabios y literatos que residían en aquella universidad (parece ser que, en esta ciudad, llevado de una locura de amor, desenterró a cierta señorita fallecida prematuramente para contemplar por última vez su belleza). En 1777 ascendió a comandante, pasando a Gibraltar donde el general en jefe, Álvarez de Sotomayor, le nombró su ayudante, siendo ascendido poco después a Coronel. Murió el 27 de febrero de 1782 en el sitio de Gibraltar. Como poeta tiene, entre otras obras, Las noches lúgubres, en las que llora la muerte de una actriz muy conocida a la que amaba, tal y como Young lloró a su esposa, de tal modo que parece una imitación del poema de este autor inglés titulado Night Thoughts; esta puntualización de la crítica moderna se complementa con otra observación sobre su tragedia Sancho García, en la que se pone de manifiesto la monotonía que se deriva de su versificación, hecha en pareados endecasílabos y mantenida durante cinco actos, aunque Glendinning y Sebold tratan de justificar este reparo en base a la fluidez que consigue Cadalso utilizando el encabalgamiento de los versos y variando la longitud de las frases, así como por la existencia de versos muy armoniosos. A pesar de todo, Cadalso fue cultivador de la poesía anacreóntica.

CONDE DE NOROÑA (1760-1815) Duque de Rivas y Cadalso fueron elogiados por ti y respetados, cual amigos poetas, cual soldados, entre tiros y pólvora pusieron su salud al servicio que quisieron, al de España, la patria de amados hijos, que le ofrecieron, entregados, riquezas y las vidas que tuvieron, y aunque el tiempo te hubiera olvidado, incluso tus poemas y tu nombre, la revisión poética ha prestado brillo, al suelo que no se nos alfombre con la severidad del criticado, realzando tu figura como hombre

Gaspar María de Nava Álvarez, más conocido por su título nobiliario, Conde de Noroña, nació en Castellón de la Plana, donde su padre desempeñaba el cargo de gobernador militar y político. Siguiendo los pasos paternos se hizo militar y participó en el ataque a Gibraltar, en 1782, siendo testigo de la muerte de José Cadalso, a quien dedicó una emotiva elegía titulada A la muerte del Coronel don José Cadalso, Comandante de Escuadrón del Regimiento de Caballería de Borbón. En la guerra española contra Francia de 1793 intervino en las campañas del Rosellón, que dieron pie a una de sus composiciones más valoradas A la paz entre España y Francia. Año de 1795. Durante la Guerra de la Independencia participó en 1809 en la victoria de San Payo. También desempeñó funciones diplomáticas y en 1811 fue designado Gobernador Militar y Político de Cádiz, donde estrechó su relación con el Duque de Rivas. El Conde de Noroña figura en la nómina de autores olvidados, que a pesar de ser reconocido en su tiempo como destacado poeta, al que se le abrieron las puertas de la Academia Española, pronto quedó alejado del reconocimiento público, y ahora está en revisión gracias a la reivindicación historiográfica actual sobre el siglo XVIII. Fue un hábil versificador y un muy correcto traductor del inglés. Su obra poética es extensa y de temática muy distinta y variada. Entre su producción encontramos Poesías del Conde de Noroña (1799) con odas, canciones, silvas, etc; Poesías del Conde de Noroña (1800) con letrillas, endechas, romances, décimas, sonetos, elegías, etc.; Odas al Coronel del Regimiento de la Posma (1807), la Omníada donde mezcla la historia narrada con datos reales de una manera coherente, y una traducción Poesías asiáticas puestas en verso castellano por Gaspar María de Nava, Conde de Noroña (1833).

Óleo de la Real Academia de la Historia, Goya

VARGAS PONCE (1760-1821) Fue tu verbo transitivo cómico rumor fecundo, conocimiento profundo de la mujer, incisivo. Organizaste tu mundo como humanista y soldado y también fuiste aliado del matemático rumbo, Ya remoto y abdicado el bajel y la fragata, sin bombo ni perorata fuiste poeta olvidado.

Inició su carrera militar sentando plaza de guardia marina en 1782. Superó los estudios sin problemas pues su cultura era muy completa, no sólo estaba instruido en matemáticas superiores sino también en humanidades y hablaba latín, francés, inglés y la antigua lengua de Oc. Sus conocimientos náuticos fueron prodigiosos. Debido a su brillante currículum fue elegido para la guardia de honor del conde de Artois, con quien participó en las operaciones de Gibraltar, en donde salvó milagrosamente la vida al incendiarse el buque Talla-Piedra. Posteriormente se embarcó en el San Fernando, perteneciente a la escuadra combinada de Luis de Córdoba, que combatió con la escuadra inglesa en el Cabo Espartel. Firmada la paz en 1783, y ya ascendido a oficial, fue destinado al observatorio astronómico de Cádiz. Después de participar en el levantamiento de las cartas hidrográficas de nuestras costas del Mediterráneo y de las fronterizas de Africa, se embarcó en el navío San Fulgencio, que mandaba Antonio Escaño, con motivo de la guerra contra los franceses, participando en diversas campañas y en la ocupación de Tolón. Pronto comenzó a alternar sus deberes militares con su vocación literaria, así la Academia Española premiaba en 1807 su Elogio de don Alfonso “el Sabio”, cuya elegancia y vasta erudición le atrajeron el aprecio e interés de los literatos. A pesar de que escribió numerosas obras en prosa sobre geografía, historia, viajes, temas políticos, etc. podemos decir que una sola composición, no sin merecimiento, justifica el recuerdo de José Vargas Ponce, su sátira en octavas reales Proclama de un solterón a las que aspiren a su mano, que fue publicada varias veces y traducida al francés por su ingenio, acierto descriptivo y fuerza cómica. Perteneció a la Academia de la Lengua y su nombre figura en el Diccionario de Autoridades. Fue famoso por su facilidad para repentizar en verso. Su mérito mayor reside en el gracejo y picardía que solía llevar a sus composiciones. Entre sus obras: Poema criticando los mayorazgos (Madrid 1820) y Declamación contra los abusos introducidos en la lengua castellana (1791).

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JUAN BAUTISTA ARRIAZA (17701837)

Conformando del libro la materia hizo un canto a la patria amenazada, anapesto, recuerdo, embateria, de Calímaco extensión ponderada, su reconocimiento a celtiberia, para el lector que es vida enamorada su poema y su canto declamado, con verso bien medido y bien rimado.

Hijo de un bizarro coronel retirado, estudió en el Seminario de Nobles y fue nombrado, a los 12 años, cadete de Artillería, pasando a Segovia. Como alférez de fragata luchó contra Francia en todos los mares entre 1793 y 1795, alcanzando el grado de alférez de navío y obteniendo el retiro en 1798 por su pérdida de visión. Entró después en la carrera diplomática, en la que sirvió como agregado en Londres y en París. Fue un defensor incondicional del absolutismo y de los Borbones y enemigo de Napoleón I, de los afrancesados y de los constitucionales a los que combatió con las armas y con la pluma. Fernando VII le nombró, en 1818, su mayordomo de semana. Perteneció a las Reales Academias Española y de San Fernando, y el pueblo le llamaba el poeta oficial por las numerosas poesías que escribió a cuantos acontecimientos palatinos se sucedían. Fue el auténtico restaurador de la lírica castiza, como don Ramón de la Cruz lo fue del sainete y Bretón de la comedia. Era un poeta repentista con una facilidad para rimar asombrosa, era espontáneo, natural, enemigo de toda influencia extranjera y de las llamadas escuela sevillana y salmantina. En su faceta literaria fue un escritor fecundísimo, cultivó en poesía todos los géneros, y de él dice Valmar que es un señalado ejemplo “de la distancia que media entre el ingenio y la poesía”. Sentó Arriaza el principio de que las prendas más esenciales de la poesía eran naturalidad, armonía, elegancia y claridad, y a ellas procuró ajustarse siempre. Su distintivo es quizá el no tener un carácter fijo y bien marcado, no obstante es muy digna de apreciarse en ciertas obras suyas una tendencia satírica felicísima, con la que mortificó a muchos de sus contemporáneos a base de poesías burlescas que contribuyeron a su celebridad. Pero posiblemente lo más peculiar, que puede situarle en la historia de la lírica, son sus numerosos himnos patrióticos, algunos de ellos compuestos para ser cantados, con música de banda municipal, como la Canción cívica a los defensores de la patria, A la batalla de Salamanca, Himno de la victoria, etc., otros son odas o elegías a diversos acontecimientos de la Guerra de la Independencia, como El dos de mayo de 1808, La tempestad y la guerra o el combate de Trafalgar. Como valor de época y representante de una mentalidad determinada, la lírica patriótica de Arriaza tiene un lugar de honor.

La carga de los mamelucos (fragmento),

Goya

DUQUE DE FRÍAS (1783-1851) Tu ilustre procedencia y tu destino te llevaron a cargos superiores romántico escaso en amores comenzó cual cadete vespertino y llegó a coronel paladino

Bernardino Fernández de Velasco, Duque de Frías, nació en el seno de una de las familias más ilustres de la nobleza española. Con 13 años ingresó como cadete en la guardia valona y sirviendo en dicho cuerpo ascendió a teniente con 19 años. Convencido por las ideas progresistas francesas luchó con Francia contra Portugal, pero en 1808 desertó del bando francés para integrarse en el ejército español. Durante la Guerra de la Independencia luchó en varios frentes hasta que en 1811, por motivos de salud, se retiró del ejército con el grado de coronel. Como miembro de la Junta de Daroca y Segovia aconsejó a Fernando VII que jurase la Constitución. Durante el Trienio Constitucional fue embajador en Londres, pero al restaurarse el absolutismo, debido a sus ideas liberales, se retiró de la política. A la muerte de Fernando VII, el gobierno de Martínez de la Rosa lo envió como embajador a París para obtener el apoyo francés en la Guerra Carlista. Regresó a España en 1835 y tras la revolución de 1836 se retiró nuevamente de la política. En 1838 volvió a la política por la puerta grande, ya que tras su elección como senador por León, fue nombrado presidente de gobierno y ministro de Estado, en el mes de septiembre, sin embargo una serie de hechos políticomilitares le llevaron a una situación tan insostenible que en el mes de diciembre del mismo año tuvo que dimitir, retirándose nuevamente de la política hasta 1845, año en el que fue designado senador vitalicio. Don Juan Nicasio Gallego comunicó al Oficial Mayor del Senado, el 30 de mayo de 1815, el fallecimiento del senador don Bernardino Fernández de Velasco. A los 20 años de edad ingresó en la Real Academia de la Lengua. Ganó en los campos de batalla la cruz laureada de San Fernando. Sus poesías fueron publicadas en 1857 por la Academia Española y costeadas por sus herederos, recuerdan modelos de Quintana y Gallego, a quienes admiraba. Sus odas A Pestalozzi y A las Bellas Artes confirman la anterior afirmación. Escribió Don Juan de Lanuza, leyenda en forma dramática, de limpio estilo y sonora versificación. La mayor parte de su obra lírica es de corte clasicista, aunque en ocasiones muestra también algún sentimiento romántico, como en su Romance morisco.

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DUQUE DE RIVAS (1791-1865) Sólo soy lo que me lleva, mas si la muerte no quiere, ¿por qué he de hacerle desaire?; esta vida, que sucede por algún alto designio, me quiso vivo, por ende de miles muté en poeta, mas la parca me revierte de nuevo a mi singladura y por mucho que me cueste he de ser fiel a mi sino, hasta que por fin, mi suerte apague la llama épica, sin humo, paz en mi mente.

Ángel de Saavedra y Rodríguez de Baquedano al cumplir 7 años, por gracia especial y como premio por los leales servicios que su padre prestó a la monarquía, recibió el Real Despacho de Capitán del Arma de Caballería. A los 16 años ingresó de Alférez sin despacho en el Cuerpo de Guardias de la Real Persona. En la Guerra de la Independencia recibió su bautismo de fuego, en las inmediaciones de Sepúlveda. Tomó parte en las batallas de Tudela, Uclés y Talavera, y quedó gravísimamente herido en el campo de batalla en vísperas de la acción de Ocaña, sobreviviendo gracias a un soldado que le recogió al notar que aún vivía, terminando de restablecerse en Córdoba de las 11 heridas que le dejaron tendido en el campo de batalla. Posteriormente vivió en Cádiz, destinado en el Estado Mayor General, dirigiendo el periódico del Cuerpo. Después de la victoria de San Marcial, y por el mal estado de salud a consecuencia de sus heridas se retiró del servicio con el grado de Teniente Coronel. Sus aficiones, como escritor y como dibujante, le granjearon la amistad de artistas notables. Corresponde a su juventud El paso honroso, poema en que narra las proezas de Suero de Quiñones en el puente de Orbigo. Una vez retirado se fue a Sevilla, donde publicó su primer tomo de Poesías, Gallego corrigió en 1821 la segunda edición de dicho libro. Dedicado a la política, como diputado, votó en 1823 la incapacidad de Fernando VII, y condenado a muerte tuvo que emigrar, por Gibraltar, a Inglaterra, comenzando así un periplo que le llevó por varios países hasta que, a la muerte del rey, una amnistía decretada por la reina gobernadora permitió al poeta regresar a España. A él se debe la obra El moro expósito, publicada en París en 1834, considerado el mayor poema épico de la Edad Moderna, y que entronca con la Farsalia del cordobés Lucano y con el Cantar del Mio Cid. Al año siguiente triunfaba en el teatro con su famoso y admirable drama Don Álvaro o la fuerza del sino(1835). También sus lienzos de correcto dibujo, composición clásica y colorido brillante figuraron en la Exposición de París. La fama de este altísimo poeta será eterna por sus romances y sus dramas. Fue el restaurador de la antigua épica en asunto y metro y descubrió la soterrada vena del romancero, tan sinceramente realista, tan sencillamente expresiva, tan castizamente nacional.

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ANTONIO GIL Y ZÁRATE (17961861) La crítica es enérgica y zozobra, las malas intenciones no dan frutos, y de algunos censores los esputos no pudieron manchar tu ejemplar obra, ni la crítica contra el fondo cobra, ante la forma, cómplices tributos, ni con sus comentarios más hirsutos demuestran lo que al clasicismo sobra, pues fue considerada lid genial y tu tragicomedia tan vital, que del foráneo tuvo un noble canto, de tus paisanos lánguido olvido, de la milicia obtuvo honor debido y de la muerte su contrito manto.

Después de haber estudiado en Francia, volvió a Madrid y pensaba prepararse para una cátedra universitaria de Física, cuando la primera etapa absolutista de Fernando VII cerró las universidades. Cuando entraron los Cien Mil Hijos de San Luis, actuó con las milicias y llegó a obtener la graduación de Subteniente, lo cual le acarreó persecuciones durante el nuevo absolutismo. Educado en el neoclasicismo español y francés, comenzó escribiendo comedias de costumbres de estilo moratiniano y a pesar de que durante mucho tiempo fue blanco predilecto del padre Carrillo, famoso censor que llegó a impedirle el estreno de varias obras, como el drama Rodrigo. Puso en el escenario alguna, como Un año después de la boda, que alcanzó fama incluso en la crítica extranjera de tal modo que, en “La Revue des Deux Mondes”, Xavier Durrieu la calificaba de “obra maestra”. En 1835, Gil y Zárate comenzó sus incursiones en el romanticismo, estrenó dos obras importantes Blanca de Borbón y Carlos II el Hechizado, que le reportaron intrigas para destruir su obra o condenas y escándalos, por su fondo que no por su forma pero, a pesar de todo, sus obras sobrevivieron debido a su excelencia y maestría incontestable. Fue también un notable teórico de la literatura y en 1842 publicó la 1ª parte de un manual de literatura que tituló Principios Generales de Poética y Retórica, cuya 2ª parte publicó en 1844 bajo el título Resumen Histórico de la Literatura Española. Para Gil una representación dramática debe ser poética, y el poeta puede, en consecuencia, inventar lo que nunca sucedió, pero en las obras históricas debe cuidar de no falsificar los hechos básicos. Desaprueba la prosa en la tragedia, la cree oportuna para la comedia de costumbres por estar más próxima a la realidad y en la comedia de carácter recomienda el verso octosílabo por ser más flexible en la conversación y más atractivo para oídos españoles. Si bien la posteridad ha hecho que Gil y Zarate quedase olvidado, la crítica extranjera le ha dedicado en el siglo XX los más detenidos comentarios al considerarle, en más de un concepto, como una figura representativa y de renombre. En política alcanzó puestos de notable importancia, pues fue Director de Enseñanza y de Obras Públicas, Subsecretario del Interior y Consejero de la Corona.

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MANUEL BRETÓN DE LOS HERREROS (1796-1873) De su mirada zurda ya abdicada se mostraba la cuenca tan hendida que el carácter adjetivó a la herida desde su fina sátira mentada. Defendiste a la patria amenazada, a la literatura diste vida, de Marcela, muchacha decidida, hiciste tu creación afortunada, Pusiste en la intrahistoria de comedia, un genial personaje, tan fecundo, que fue base y ejemplo antes que adorno de tu estilo y de tu íntima tragedia, la poesía satírica hizo mundo y el Siglo de Oro tuvo un gran retorno.

En los últimos tiempos de la Guerra de la Independencia, sobre 1814, llevado de su ardiente patriotismo, se hizo soldado y en el ejército permaneció hasta 1822, licenciándose de cabo primero. Un lance personal le costó la pérdida del ojo izquierdo, lo que dio a su rostro una expresión singular y agudizó su percepción crítica y humorística de la vida. Cuando entraron en España los Cien Mil Hijos de San Luis se incorporó al ejército constitucional, que combatía a los franceses, y a las órdenes del general Torrijos formó parte de la guarnición que resistió en Cartagena, pero al producirse su capitulación se fugó de la plaza y consiguió llegar a Madrid, donde vivió durante algún tiempo bajo nombre supuesto. Después de su etapa militar se lanzó a su carrera de dramaturgo con un impresionante balance, entre su primera y su última obra transcurrieron cincuenta años, durante los cuales escribió 103 obras originales y tradujo 62, demostrando una fecundidad y alcanzando una popularidad no conocidas desde el Siglo de Oro. En 1837 ingresó en la Academia Española, que le eligió más tarde secretario perpetuo, dando en este cargo nuevas pruebas de su saber y prodigiosa actividad. Entre 1843 y 1854 fue administrador de la Imprenta Nacional y director de la Biblioteca Nacional. Sus producciones líricas se encuentran coleccionadas desde 1831. Su amistad con Espronceda y con Juan Nicasio Gallego contribuyeron a depurar su gusto. Cultivó la poesía con una fecundidad similar a la que mantuvo con el teatro, escribiendo anacreónticas, letrillas, romances y sonetos en la más genuina tradición de la lírica del XVIII, sin embargo lo más genuino de su producción es la poesía satírica, en la cual no parece tener rival durante todo el siglo XIX. En 1850 dijo Hartzenbusch de Bretón que: “en el manejo de la lengua, en el uso del metro, en la chispa del diálogo, no hay escritor moderno ni antiguo que se mantenga a su altura”.

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SERAFÍN ESTÉBANEZ CALDERÓN (1799-1867)

Acompañan tu lirismo asonancias de romance, mutación del intelecto y trasbordo de equipaje. Geografía en elegía la poética renace, entre Góngora y Quevedo, en las letras nuevo lance, pasa la historia a prosodia y tu mar undoso hace al poeta solitario panteón sobre su cauce.

Hombre de gran cultura, apodado El Solitario, cuya erudición abarcaba los más opuestos aspectos de la cultura. Su enorme curiosidad y su facilidad para aprender le llevaron al conocimiento del latín, el griego y el árabe, siendo profesor de este último idioma en el Ateneo de Madrid. A los diecinueve años fue profesor de griego en Málaga, su ciudad natal, y luego de retórica y poética. Posteriormente se dedicó a estudiar Derecho, obteniendo el título de abogado a los veintitrés años y permaneció en Málaga hasta 1830, año en que se trasladó a Madrid. Establecido en la capital no tardó en abrirse camino en la literatura, tanto en prosa como en verso, cultivando en poesía los géneros lírico y festivo. Había compuesto en 1820 un romance patriótico con motivo de la sublevación de Riego y en 1825 su poema El mar gozó de bastante fama y Cánovas lo calificó como uno de los más bellos que sobre el tema se habían escrito en castellano. Entre sus composiciones líricas, además de las mencionadas, podemos citar el romance La golondrina y la elegía A la muerte de una gran señora de celebrada hermosura, que quedó sin terminar; entre las burlescas y festivas son de destacar el romance Al Manzanares y las letrillas La flor panadera y Las vacaciones del muchacho. En 1834, el general Zarco del Valle le nombró auditor general del Ejército del Norte, y aunque no tenía obligación de participar en combate, se dejó llevar por un impulso guerrero que le reportó el ser distinguido con la cruz de San Fernando por su valor en la lucha. A finales de 1835, sin dejar su cargo de auditor, fue nombrado jefe político de Logroño y posteriormente de Cádiz y de Sevilla, hasta que en 1847 obtuvo el cargo de ministro togado del Supremo de Guerra y Marina. En 1844, los incidentes ocurridos en Marruecos, que estuvieron a punto de encender la guerra, le movieron a componer su Manual del oficial en Marruecos, pero su gran proyecto fue escribir una Historia de la Infantería Española, de la que sólo pudo escribir algunos fragmentos sueltos. En 1849, como auditor general del ejército acompañó a las tropas que, el Gobierno español, envió a Roma para reponer al papa Pío IX en sus dominios temporales. Declarado cesante por Espartero en 1854, O´Donnell le repuso en el cargo en 1856, hasta que en 1864 pidió su jubilación. Fue además diputado en varias legislaturas y senador vitalicio desde 1853.

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PATRICIO DE LA ESCOSURA (18071878) Frente al cortejo fúnebre y su cetro, convertido el armiño en fiel sudario, escribiste un apunte calendario, pues dijiste a la muerte “va de retro”. Enfrentado al carlista tornó tetro el color de la guerra y su breviario, y en el destierro fuiste solitario mientras de la poesía hiciste metro, ¡Qué ataujía creativa y literaria!, En la lucha política, ¡dureza!, romántico fue el canto a la belleza en la senatorial vida, precaria, portentoso resumen de tu historia y para la Academia total gloria.

Cuando nació Patricio de la Escosura y Morrogh, su padre estaba a las órdenes del general Castaños y su familia se trasladó a Lisboa y posteriormente a Valladolid, de donde regresó a Madrid terminada la guerra de la Independencia. Debido a su participación en las conspiraciones políticas de la época y especialmente en la conocida por el nombre de los Numantinos se vio obligado a emigrar a Francia y en París estudió matemáticas con La Croix. En 1826 regresó a España y a finales de dicho año ingresó en la Academia de Artillería. Promovido a oficial en 1829 desempeñó los cometidos propios de su empleo a las órdenes de O´Donnell, pero pronto fue trasladado al escuadrón de la Guardia Real y a la muerte de Fernando VII acompañó su cadáver, entrando en el Escorial al mando de dos piezas de artillería. Tras ser desterrado a Olvera, el general Luis Fernández de Córdoba le nombró su ayudante y a sus órdenes peleó valientemente contra las fuerzas carlistas. Al cesar en el mando su general, a consecuencia del Motín de la Granja, Escosura dejó la carrera de las armas con el empleo de capitán de artillería (más tarde le fue concedido el grado de coronel honorario). Desempeñó algunos cargos periodísticos y funcionariales, lanzó un manifiesto progresista desde las páginas del Liceo Artístico y Literario en contra del carlismo. Siendo gobernador de Guadalajara mantuvo su defensa de la causa de la reina madre por lo que, después del triunfo de Espartero, tuvo que huir de nuevo a Francia. El levantamiento de 1843 le permitió regresar a España y entró en Madrid con los generales Prim y Serrano. A partir de este momento comenzaría una carrera política en la que desempeñó importantes cargos, ninguno fácil, con duros enfrentamientos contra O´Donnell. En 1876, siendo senador, declaró su aceptación de la Constitución de 1876 sin perjuicio de sus ideales políticos. Su aportación más importante no la hizo como político sino como literato, realizando múltiples trabajos para varias revistas y enciclopedias. Fueron muy aplaudidas sus obras dramáticas, fue notable en la novela y acrecentó su reputación con varias traducciones francesas, pero la primera obra que le dio fama fue el poema épico-lírico El bulto vestido de negro caput, poema genuinamente romántico, que hizo aflorar numerosos imitadores. Desde 1847 fue miembro de la Real Academia Española, en la que su portentosa actividad dejó huella profunda y a él se debe la fundación, en América, de academias correspondientes con la española.

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ROS DE OLANO (1808-1886) Diste tu nombre a un sombrero, diste a tu patria más gloria, pues aportaste a su historia heroísmo militar, que siempre a nuestro pueblo honra y junto a Espronceda unida, hicieron de aquella vida norte, y ejemplo a imitar.

Aunque nacido en Caracas, su padre era un militar catalán, que regresó a Gerona con su familia cuando Antonio tenía 5 años. Comenzó su carrera militar como Alférez de la Guardia Real, y desde 1834 sirvió en el ejército de Aragón y después en el del Norte, contra los carlistas, a las órdenes del general Mina, del que fue Ayudante. Por sus méritos durante aquella campaña ascendió a Coronel en 1837. General de División en 1844 y Teniente General en 1847, fue en este año ministro de Comercio, Instrucción y Obras Públicas. Su gestión en este cargo, aunque breve, fue beneficiosa, pues creó las Escuelas Normales e impulsó el progreso de la instrucción primaria. Poco después fue ministro de España en Portugal y más tarde Capitán General de las posesiones de África, donde reprimió una sublevación de los presidiarios de Ceuta. Su íntima amistad con O´Donnell le llevó a tomar parte en la revolución de 1854, asistiendo a la batalla de Vicálvaro. El nuevo Gobierno le nombró Director General de Infantería y en 1855, desempeñando este cargo, inventó e hizo adoptar el cubrecabezas, al que desde entonces se viene dando su nombre, también tomó parte en la contrarrevolución de 1856 e hizo desarmar a la Milicia Nacional. Al estallar la guerra de Marruecos, en 1859 se le dió el mando de un Cuerpo de Ejército, asistiendo a todas las acciones importantes de aquella campaña y distinguiéndose muy especialmente en las batallas de Monte Negrón y de Guad-elJelú. Cuando estalló la revolución de 1868, era Capitán General de Castilla la Nueva. Al ser proclamado rey Amadeo de Saboya fue nombrado Director de Artillería, renunciando al cargo en 1872. Si como militar y político es una personalidad interesante, no lo es menos como literato. Desde muy joven entabló estrecha amistad con Espronceda, surgiendo entre ambos una fértil colaboración. Algunas de sus composiciones poéticas, incluidas en un volumen de Poesías aparecido un año antes de su muerte, merecen señalarse por su delicada intimidad, En la soledad: cinco sonetos, Entre cielo y tierra, Melancolías; pero con cierta frecuencia tiende al patetismo y la truculencia, El penado, La abuela viuda y la nieta huérfana. Su prosa es, para Baquero, un caso de inadaptación a su época y si se tratara de establecer alguna relación habría que emparentarle con Quevedo, con Ramón Gómez de la Serna o con manifestaciones literarias casi surrealistas.

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JUAN DE LA PEZUELA Y CEVALLOS (1809-1906) Tu vida literaria conocemos, épico entre los poetas traducidos, aunque polémicos los contenidos de tu ingente trabajo traductor, el reconocimiento más seguro fue el de la patria, al hijo agradecida, pues arriesgaste en guerras larga vida, político y real, conservador.

Juan de la Pezuela y Cevallos, conde de Cheste, nació en Lima, cuando su padre era virrey del Perú. Pronto se trasladó a Madrid, donde realizó los primeros estudios y luego siguió la carrera militar ascendiendo a capitán del ejército español en 1833. Participó en la primera guerra carlista. Combatió la sublevación de 1848 y ese mismo año fue nombrado capitán general de Madrid. Fue jefe del ejército en Puerto Rico (1849) donde fundó la Real Academia de Buenas Letras y posteriormente fue gobernador de Cuba. En 1867, siendo capitán general de Cataluña, sofocó la rebelión del Priorato. Otros cargos que ostentó fueron diputado a Cortes (1843), ministro de Marina, Comercio y Ultramar (1846) y senador (1867). Fue gran amigo de Espronceda, Ventura de la Vega, Miguel de los Santos Álvarez, el marqués de Molíns y otros muchos famosos literatos del período romántico. Como literato es autor de una comedia Las gracias de la vejez, de un volumen de poesías y del poema épico titulado El cerco de Zamora. Como traductor tiene una labor destacada en cuanto al volumen aunque, incluso en su época, polémico en cuanto al resultado de sus versiones. Tradujo grandes obras del canon occidental como La Jerusalén libertada (Madrid 1855), Los Lusiadas (Madrid 1872), La Divina Comedia (Madrid 1879) y el Orlando furioso (Madrid 1883). Firmó sus primeros escritos con el seudónimo “Delmiro”. Académico en 1845 fue director de la Real Academia en 1875.

LEOPOLDO CANO Y MASAS (18441920) Los teatros de España, los mejores, fueron puertos de aquella singladura por un mar de prosódica aventura entre los deslumbrantes resplandores de clásicos y altísonos autores precursores de la literatura, que para mayor gloria, y dar altura a los clásicos e ínclitos valores, unieron con el patrio sacrificio de batirse en el campo de combate, tus dotes de analista y alto vate, que al ejército dieron beneficio y entre las letras único el aporte pues de espada fue pluma gran soporte.

Cursó la primera enseñanza en Valladolid, trasladándose posteriormente a Madrid donde cursó los dos años preparatorios para el ingreso en la Academia de Estado Mayor. En 1865 recibió el real despacho de teniente con el número uno de su promoción. Para hacer las prácticas de mando fue destinado a los Regimientos de Infantería Almansa, Príncipe y África, también al de Caballería de Talavera y después a la sección de estado mayor de Castilla la Vieja. En 1875 y a petición propia se le destinó a servicios de campaña, sirviendo en el ejército de Cataluña a las órdenes del general Martínez Campos hasta el fin de la guerra. Prestó valiosos servicios en la organización del ejército de la derecha, participó con el estado mayor del general en la expedición y marcha al Baztán y a las órdenes del brigadier Bonanza fue voluntario a la brigada de vanguardia participando en las acciones de Alzuza, Elcano, Peña Arguinzu, Arrayoz, Peñaplata y Vera, en la que el general en jefe le felicitó sobre el campo de batalla y le otorgó el grado de coronel. Terminada la guerra ocupó el puesto de profesor de la Academia de Estado Mayor hasta que en 1882 fue destinado a la Dirección General de Instrucción Militar, órgano de nueva creación en el que trabajó en la reorganización de la enseñanza militar y en los reglamentos de la Academia General de la que llegó a ser Jefe de Estudios y Segundo Jefe. Más tarde pasó a ocupar la secretaría del gobierno general de Puerto Rico. En 1892 regresó a la península y tras un destino en la Junta Superior Consultiva de Guerra pasó como Jefe de Estado Mayor a Galicia. En 1900 ascendió a general de brigada y posteriormente a general de división desempeñando los cargos de segundo jefe del Estado Mayor Central, fiscal del Consejo Supremo de Guerra y Marina, y consejero del mismo alto Cuerpo. Si fue brillante su carrera militar, también fue notable su labor literaria. Sus composiciones poéticas y sus obras cómicas y dramáticas, en las que plasma su perfecto conocimiento del corazón humano y su culto a la mujer, con un lenguaje armonioso y fluido, le colocan entre nuestros literatos distinguidos. En 1910 se celebró, en sesión pública presidida por Alejandro Pidal, la solemne recepción de Cano en la Real Academia Española, en la que el nuevo académico desarrolló el tema El preceptismo y la poesía en el teatro.

INDICE Payo Gómez Chariño Pedro López de Ayala Pedro González de Mendoza Fernán Pérez de Guzmán Álvaro de Luna Iñigo López de Mendoza Lope de Estúñiga Diego de Valera Gómez Manrique Jorge Manrique Gracilaso de la Vega Gutierre de Cetina Hernando de Acuña Juan de Castellanos Diego Ximénez de Ayllón Baltasar del Alcázar Alonso de Ercilla Francisco de Figueroa Francisco de Aldana Ginés Pérez de Hita Miguel de Cervantes Andrés Rey de Artieda Cristóbal de Virués Vicente Espinel Lope de Vega Luis Vélez de Guevara Francisco López de Zárate Antonio Coello Calderón de la Barca Gerardo Lobo José Cadalso Conde de Noroña Vargas Ponce Juan Bautista Arriaza Duque de Frias Duque de Rivas Antonio Gil y Zárate Bretón de los Herreros Serafín Estébanez Calderón Patricio de la Escosura Ros de Olano Juan de la Pezuela y Ceballos Leopoldo Cano y Masas

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA -

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Baltasar de Alcázar: el poeta gastronomo, por Manuel Ruiz de Luzuriaga Biblioteca de traductores españoles. Cervantesvirtual Diego de Valera, Diccionario de literatura española. Madrid, revista de Occidente 1964 Diccionario Enciclopedico Espasa Enciclopedia de Historia de España vol. IV (diccionario biografico) 1991. Madrid, Alianza Editorial Ensayo de un diccionario de la Literatura, tomo II. Federico Carlos Sainz de Robles. Ediciones Aguilar, Madrid 1964 Historia de la literatura española (tomos I, II, III y IV). Juan Luis Alborg, Editorial Gredos. Madrid 1980 Historia universal de la literatura.Ramon D. Peres, Editorial Sopena, 1975 La literatura española en tiempo de Don Alvaro de Luna. Islabahia Conde de Noroña, antología poetica. Santiago Fortuño, Catedra, 1997

* El autor de este libro ha intentado por todos los medios a su alcance establecer contacto con los autores de las fotografías reproducidas para obtener su autorización. Atenderemos cualquier reclamación que, sobre este aspecto, pueda efectuarse en el futuro.