Contra la guerra imperialista

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Contra la guerra imperialista

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Contra la guerra imperialista

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Traducción al español. Editarla! Progreso. 1978 .

lmpreao en la URSS

DE LA EDITORIAL

La mayoría de los artículos y discursos que forman parte de la presente recopilación fueron escritos por Lenin en los años que precedieron a la primera guerra mundial y durante la misma. Lenin examina en ellos el carácter, las causas y las consecuencias de la guerra imperialista mundial y un conjunto de problemas que guardan relación con las guerras imperialistas. Pero Lenin aparece no sólo como un científico que analiza la realidad contemporánea valiéndose de la suma de conocimientos que acaudaló la ciencia, sino también como un político, organizador y dirigente del partido revolucionario de la clase obrera, como un luchador intransigente contra el imperialismo y las guerras imperialistas. En sus escritos y discursos aparecidos mucho antes del comienzo de la contienda, Lenin, a la par que revela la naturaleza anexionista e imperialista de la guerra en gestación, define las tareas, la táctica y las consignas del movimiento obrero internacional frente a la guerra. Junto con los dirigentes del ala izquierda de partidos socialistas de otros países, Lenin bregó con tesón para que los congresos socialistas internacionales de 1907, 1910 y 1912 aprobasen resoluciones que condenaran la guerra e impusieran a los socialistas del mundo entero la obligación, al producirse la ruptura de hostilidades, de aprovechar la crisis económica y política que provocaría para luchar por el derrocamiento del capitalismo y por la revolución socialista.

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DE LA EDITORIAL

La guerra comenzó el primero ele agosto ele 191li. Dos poderosas coaliciones -Francia, Inglaterra y Rusia, de un lado, y Alemania, Austria-Hungría y Turquía, de otroprecipitaron a sus pueblos en el abismo ele una masacre cruel y sangrienta, que duró muchos años y se llevó millones y millones de vidas humanas. La cúspide de los partidos socialisLas de la mayoría de los países europeos, tras de violar las reiteradas resoluciones de los congresos socialistas internacionales y traicionar la causa del socialismo, se pasó al bando ele sus gobiernos y abrazó la causa de la guerra imperialista. Los socialistas franceses y belgas, al igual que los socialdemócratas alemanes, votaron dentro de sus respectivos parlamentos a favor de los créditos militares. Los líderes de los socialistas franceses y belgas, Jules Guesde y Emilio Vandervelde, y otros entraron como ministros en los gobiernos burgueses de sus países. Desde el comienzo mismo del conflicto bélico, Lenin actuó como enemigo inconciliable, resuelto y consecuente de la guerra imperialista. Sobre los socialistas del mundo entero, declaró, recae el deber de revelar el carácter expoliador e imperialista de la guerra, denunciar sin piedad el embuste, el sofisma y la fraseología patriótica de las clase~ dominantes -los terratenientes y la burguesía- en defensa de la guerra. Esta guerra se hace no en aras de la "defensa de la patria", como afirman falazmente los partidarios del imperialismo, sino por un nuevo reparto de colonias, "esferas de influencia" y "territorios bajo mandato" por la obtención de colosales superganancias mediante la bestial explotación de los pueblos dependientes de las colonias y semicolonias. Es una guerra de los tiburones por el nuevo reparto del botín saqueado. Así, de este modo conciso y expresivo, caracterizó Lenin la guerra. Apoyado por el reducido grupo de .sus compañeros bolcheviques, Lenin sostuvo un combate increíblémente arduo y tenaz por unir a los socialistas de los países capitalistas que se mantenían fieles al socialismo y luchaban contra la guerra. En la Conferencia Internacional ele socialistas, celebrada en septiembre de '1915 en la ciudad suiza de Zimmerwald, Lenin agrupó a los socialistas revolucionarios en la "izquierda zimmerwaldiana". En sus artículos, libros e

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intervenciones, Lenin sometió a demoledora crítica la corriente denominada "kautskismo", que tomó el nombre del socialdemócrata alemán Kautsky, su principal ideólogo. El kautskismo, señalaba Lenin, o el centrismo -que es lo mismo-, en el movimiento socialista internacional es especialmente peligroso por cuanto se trata de oportunismo Y chovinismo camuflados. Aunque se pronuncian de palabra en contra de la guerra, Kautsky y sus adeptos respaldan de hecho a sus gobiernos imperialistas y la guerra imperialista. La revolución democrática burguesa del 27 de febrero ( 12 de marzo) de 1917 derrocó el zarismo en Rusia. Pero el Gobierno Provisional que asumió el poder se proponía continuar la guerra imperialista "hasta el fin victorioso", pues la burguesía imperialista de Rusia, ávida de nuevas superganancias, estaba a la caza de nuevos mercados para comercializar sus mercancías e invertir capitales. Lenin denunció sin cansancio la política antipopular del Gobierno Provisional y movilizó a las masas para la lucha por el cese de la guerra. El 25 de octubre (7 de noviembre) de '1917, en Rusia se produjo la revolución socialista. El Gobierno Provisional fue derribado. El II Congreso de los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos de toda Rusia proclamó el paso del poder estatal a los Soviets. Se formó el Gobierno Obrero y Campesino, presidido por Lenin. El 26 de octubre (8 de noviembre) de 1917, el II Congreso de los Soviets aprobó el Decreto de la paz, que proponía a los pueblos y gobiernos de todos los países beligerantes firmar sin demora el armisticio y entablar negociaciones sobre la paz. Como es sabido, los Estados de la Entente declinaron esta propuesta y prosiguieron la guerra. El País de los Soviets salió de ella, concertando en marzo de 1918 una paz con Alemania y sus aliados. Y a en el Decreto de la paz, redactado por Lenin, se formulaba el principio de la coexistencia pacífica de los Estados con distinto régimen social, que a partir de aquel momento se aplicó invariablemente en la política exterior del Estado soviético. Son conocidos los esfuerzos que, en distintas etapas de desarrollo del primer país socialista del mundo, venía aplicando el Gobierno soviético para garan-

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tizar la paz ent.re los pueblos, conjurar nuevas guerras Y estructurar las relaciones entre los países sobre los principios de la coexistencia pacífica. La etapa final de la Conferencia sobre la Segmidad y la Cooperación en Europa, que se celebró en julio-agoslo de 1975 en Helsinki con la participación de los jefes de 33 países europeos, así como de los EE.UU. y el Canadá, ha ofrecido nuevas posibilidades para cumplir la Larca clave de nuestra época: consolidar la paz y la seguridad de los pueblos. "Hoy lo principal estriba -declaró en su in-· forme ante el XXV Congreso del PCUS el camarada Brézhnev, Secretario General del CC del PCUS-, en traducir a hechos prácticos todos los principios y acuerdos alcanzados en Helsinki. La Unión Soviética actúa y actuará en adelante precisamente en este sentido. Hace poco hemos formulado varias propuestas para impulsar la colaboración europea en importantes esferas. Seguiremos empeñando esfuerzos en este sentido. Y esperamos un enfoque análogo de los otros participantes de la conferencia europea" .

Fragmento del artículo

EL CONGRESO SOCIALISTA INTERNACIONAL DE STUTTGART •:-

... Pasemos a la última resolución del congreso, tal vez la más importante: la relativa al antimilitarismo. El tristemente célebre Hervé, que tanto ruido ha levantado en Francia y en Europa, defendió un punto de vista semianarquista, proponiendo ingenuamente "responder" a toda guerra con la huelga y la insurrección. No comprendía, por una parte, que la guerra es un producto necesario del capitalismo y que el proletariado no puede decir que no participará en una guerra revolucionaria, pues tales guerras son posibles y las ha habido en las sociedades capitalistas. No comprendía, por otra parte, que la posibilidad de "responder" a la guerra depende del carácter de la crisis que la guerra suscite. En dependencia de estas condiciones está la elección de los medios de lucha, siendo de notar que esta lucha no debe consistir (tal es el tercer punto de las incomprensiones o de las torpezas del herveísmo) en la simple sustitución de la guerra con la paz, sino en remplazar el capitalismo con el socialismo. El quid no está simplemente en evitar que surja la guerra, sino en uti-

* El Congreso Socialista Internacional de Stuttgart (VII Congreso de la II Internacional) se celebró del 18 al 24 de agosto de 1D07. Asistieron a él 886 delegados en representación de los partidos socialistas y de las organizaciones sindicales de Inglaterra, Francia, Alemania, Rusia, EE.UU. y otros países. El congreso discutió las siguientes cuestiones: 1) El militari:3rno y los conflictos internacionales; 2) Las relaciones entre los part1?-os políticos y las organizaciones sindicales; 3) El problema colomal; 4) La inmigración y la emigración de los obreros, y 5) Los derechos electorales de las mujeres. - N. de la Edit.

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lizar la crisis engendrada por ella para acelerar el derrocamiento de la burguesía. Pero tras todos los absurdos semianarquistas del herveísmo se ocultaba un fondo certero desde el punto de vista de la práctica: impulsar el socialismo en el sentido de no limitarse a los medios parlamentarios de lucha, en el sentido de desarrollar en las masas la conciencia de que los métodos revolucionarios de acción son necesarios con motivo de las crisis que la guerra acarrea inevitablemente y, por último, en el sentido de extender entre las masas una conciencia más viva de la solidaridad internacional de los obreros y de la falsedad del patriotismo burgués. La resolución de Bebel, que propusieron los alemanes y que coincidía en todo lo esencial con la de Guesde, adolecía precisamente del defecto de no contener ninguna indicación sobre las tareas activas del proletariado. Esto permitió leer las tesis ortodoxas de Bebel con unas antiparras oportunistas. Vollmar convirtió inmediatamente esta posibilidad en realidad. Por eso, Rosa Luxemburgo y los delegados socialdemócratas rusos presentaron sus enmiendas a la resolución de Bebel. En estas enmiendas 1) se decía que el militarismo es el principal instrumento de la opresión de clase; 2) se señalaba la tarea de desarrollar la agitación entre la juventud; 3) se subrayaba, como tarea de la socialdemocracia, la nec_esidad no sólo de luchar contra el desencadenamiento de las guerras o a favor del cese inmediato de las ya iniciadas, sino también de utilizar la crisis creada por la guerra para apresurar la caída de la burguesía. La subcomisión ( elegida por la comisión para estudiar el problema del antimilitarismo) incluyó todas estas enmiendas en la resolución de Bebel. Además, Jaures propuso un plan afortunado: en vez de indicar los medios de lucha (la huelga y la insurrección), señalar ejemplos históricos de lucha del proletariado contra la guerra, comenzando por las manifestaciones en Europa y terminando por la revolución en nusia. Esta reelaboración dio como fruto una resolución demasiado extensa, es cierto, pero verdaderamente rica en ideas y que señala con exactitud las tareas del proletariado. En esta resolución la rigidez del análisis marxista ortodoxo, es decir, del único análisis cien-

EL CONGRESO SOCIALIS TA INTERNACIONAL DE STUTTGART

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tífico, se conjuga con la recomendación hecha a los partidos obreros de emplear los medios más decididos y revolucionarios de luc ha. Esta resolución no encaja en el criterio sustentado por Vollmar, como tampoco en el estrecho marco del ingenuo herveísmo.

Escrito a fines de agosto y comienzos de septiembre de 1907.

T. 16, págs. 72-71.

OBSERVACIONES A LA RESOLUCION DEL CONGRESO DE STUTTGART SOBRE EL

MILITARJSJffO Y LOS CONFLICTOS INT ERN .ACION .A.LES

Por eso, el congreso considera un deber de la clase obrera, y, en particular, de sus representantes de los parlamentos, teniendo en cuenta el carácter de clase de la sociedad burguesa, luchar con todas sus fuerzas contra la política anexionista de los Estados, negando también recursos para ella, y actuar de modo que la juventud de la clase obrera se eduque en el espíritu del socialismo y en el sentimiento de la fraternidad de los pueblos''·).

,:-) La enmienda rusa contenía, además, la tesis siguiente: "de modo que las clases dominantes no se atrevan a utilizarla ( a la juventud) como instrumento para afianzar su dominación de clase contra el proletariado en lucha". Estas palabras han sido suprimidas por la comisión no porque hubiera alguien que discrepara de ellas por principio, sino porque los alemanes consideraron que eran ilegales y podían servir de pretexto para la disolución de las organizaciones socialdemócratas alemanas. Esta reducción no ha cambiado la idea fundamental del correspondiente pasaje de la resolución.

En caso de peligro de guerra, la clase obrera y sus representantes parlamentarios de los países interesados están obligados a hacer todo lo posible, aprovechando el apoyo del Buró Internacional, para impedir la declaración de guerrn por todos los medios quo consideren racionales, cuyo carácter depende del grado de exacerbación de la lucha de clases y de la situación política general '').

O13SERVACIONES A LA RESOLUCION DEL CONGRESO DE...

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,:-) En la enmienda rusa se decía que estos medios (para impedir la guerra) cambian y se refuerzan (sich andero uncl steigern) en consonancia con la exacerbación de la lucha de clases, etc. La comisión ha suprimido "se refuerzan", dejando únicamente "cambian".

Escrito en la segunda quincena de agosto de 1907.

T. 16, págs. 75-76.

Fragmento del artículo

EL CONGRESO SOCIALISTA INTERNACIONAL DE STUTTGART

... El último día del congreso ha estado dedicado a la cuestión del militarismo, la que más interesaba a todos. El tristemente famoso Hervé ha defendido un punto de vista inconsistente en grado sumo al no haber sabido ligar las guerras con el sistema capitalista en general y la agitación antimilitarista con toda la labor del socialismo. El proyecto de Hervé de "responder" a cualquier guerra con la huelga y la insurrección ha revelado una incomprensión completa de que el empleo de uno u otro medio de lucha no depende de la decisión previa de los revolucionarios, sino de las condiciones objetivas de la crisis, tanto económica como política, que provoque la guerra. Pero si Hervé ha mostrado, indudablemente, ligereza, superficialidad y apego a las frases rimbombantes, habría sido una miopía suprema contraponerle nada más una exposición dogmática de verdades generales del socialismo. En este error ( del que no han estado totalmente exentos Bebel y Guesde) ha incurrido Vollmar, sobre todo. Le ha hecho a Hervé una crítica arrolladora con la inusitada autosuficiencia de quien está seducido por el parlamentarismo esteriotipado, sin advertir que su propia estrechez y rigidez oportunistas obilgan a reconocer un hilo de vida en el herveísmo, a pesar de lo absurdo y disparatado, desde el punto de vista teórico, del planteamiento de la cuestión por el propio Hervé. Suela acontecer, por cierto, que disparates teóricos encubran cierta verdad práctica cuando en el movimiento se opera un nuevo viraje. Y este aspecto de la cuestión, consistente en exhorlar a que se aprecien no

EL CONGRESO SOCIALISTA INTERNACIONAL DE STUTTGART

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sólo los métodos parlamentarios de lucha, en exhortar a que se obre según sean las condiciones que se den en la guerra futura y en las crisis futuras, lo han subrayado los socialdemócratas revolucionarios, especialmente Rosa Luxemburgo en su discurso. Rosa Luxemburgo ha propuesto con los delegados socialdemócratas rusos (Lenin y MárLov; los dos se han solidarizado con esto) varias enmiendas a la resolución de Bebel, enmiendas en las que se ha recalcado la necesidad de desplegar agitación entre la juventud, la necesidad de aprovechar la crisis provocada por la guerra para acelerar la caída de la burguesía, la necesidad de tener presente que variarían ineludiblemente los métodos y medios de combate a medida que se acentuase la lucha de clases y cambiase la situación política. De la resolución de Bebel, dogmática y unilateral, muerta, que admitía la interpretación dada por Vollmar, ha resultado, pues, en fin de cuentas, otra completamente distinta. En ella se repiten todas las verdades teóricas para instrucción de los herveístas, capaces de olvidarse del socialismo en aras del antimilitarismo. Mas estas verdades no son un preámbulo para justificar el cretinismo parlamentario, ni para bendecir los medios de lucha pacíficos nada más, ni para que se adore la situación dada, relativamente pacífica y tranquila, sino para que se reconozcan todos los medios de lucha, para que se tenga en cuenta la experiencia de la revolución de Rusia, para que se despliegue el aspecto eficaz y creador del movimiento. El órgano de Zetkin, que ya hemos mencionado varias veces, recoge con perfecta exactitud este rasgo precisamente, el más destacado e importante de la resolución del congreso sobre el antimilitarismo. "En esta resolución -dice Zetkin de la relativa al antimilitarismo- ha triunfado también a fin de cuentas la energía revolucionaria (Tatkraft) y la valiente fe de la clase obrera en su capacidad de lucha; ha vencido al evangelio pesimista de la impotencia y al afán rutinario de limitarse a los viejos procedimientos de lucha exclusivamente parlamentarios, por un lado, y al simplón deporte antimilitarista, de los semianarquistas franceses del tipo de Hervé, por otro. La resolución, aprobada on última instancia por unanimidad, tanto en la comisión como por los casi novecientos delegados de todos

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los países, expresa con enérgicas palabras el ascenso gigantesco experimentado por el movimiento obrero revolucionario desde el último Congreso Internacional; destaca como principio de la táctica proletaria su flexibilidad, su capacidad para desarrollarse, su acentuación (Zuspitzung) en la medida que maduran las condiciones para ello". El herveísmo ha sido rebatido, mas no a favor del oportunismo ni desde el punto de vista del dogmatismo y de la pasividad. El proletariado internacional ha reconocido plenamente la aspiración viva a métodos de lucha más resueltos y nuevos cada vez y la ba vinculado a todo el exacerbamiento de las contradicciones económicas, a todas las condiciones de las crisis que origina el capitalismo. El alcance de la resolución del Congreso Socialista Internacional de Stuttgart sobre el militarismo estriba en que expresa no una vacua amenaza herveísta, sino una clara conciencia de que la revolución social es inevitable, una decisión firme de luchar hasta el fin, una disposición a recurrir a los medios de lucha más revolucionarios. El ejército proletario se robustece en todos los países. Su conciencia, su cohesión y su decisión aumentan rápidamente. Y el capitalismo se encarga, con buenos resultados, de hacer más frecuentes las crisis que este ejército aprovechará para dar al traste con él.

Escrito en septiembre de 1907.

T . 16, págs. 86-89.

LA PROPAGANDA ANTIMILITARISTA Y LAS ORGANIZACIONES DE LA JUVENTUD SOCIALISTA OBRERA

Como se sabe, en el Congreso Socialista Internacional de Stuttgart se ha discutido el problema del militarismo y, en relación con él, la cuestión de la propaganda antimilitarista. En la resolución aprobada con este motivo se dice, entre otras cosas, que el congreso considera una obligación de las clases trabajadoras "contribuir a que la juventud obrera se eduque en el espíritu de la fraternidad de los pueblos y del socialismo y tenga conciencia de clase". El congreso ve en ello una garantía de que el ejército deje de ser un instrumento ciego en manos de las clases gobernantes, las cuales disponen de él a su antojo y pueden lanzarlo contra el pueblo en cualquier momento. Hacer propaganda entre los soldados en servicio activo es dificilísimo y, a veces, casi imposible. La vida cuartelera, la estrecha vigilancia y los escasos permisos dificultan en extremo la comunicación con el mundo exterior; la disciplina militar y el absurdo amaestramiento a cumplir como autómatas las voces de mando atemorizan a los soldados; los jefes militares no escatiman esfuerzos para extirpar do los "brutos ignorantes" todo pensamiento vivo, todo sentimiento humano e inculcarles obediencia ciega, odio absurdo y atroz a los enemigos "exteriores" e "interiores" ... Ganarse la confianza del soldado arrancado del medio habitual, que está solo y atemorizado, que no sabe nada y tiene metidas en la cabeza las ideas más monstruosas de todo lo que 10 rodea es mucho más difícil que ganarse la de los jóvenes en edad de remplazo, que viven en familia, tienen amigos y están estt'echamente ligados con 2-0520

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ellos por una comunidad de interés. La · propaganda antimilitarista entre la juventud obrera da en todas partes resultados magníficos. Y eso es de una importancia inmensa. El obrero que se incorpora a filas convertido en un socialdemócrata consciente es mal puntal para los poderosos . En todos los países europeos existen organizaciones de la juventud socialista obrera. En algunos, como Bélgica, Austria y Suecia, son grandes agrupaciones que realizan una importante labor de partido. Naturalmente, el fin principal de las organizaciones juveniles es la autodidaxia, la adquisición de una concepción socialista del mundo clara y sin deformar. Mas, a la vez, realizan también una labor práctica. Luchan por mejorar la situación de los aprendices y procuran defenderlos de la desmedida explotación por los patronos. Las organizaciones de la juventud socialista obrera aún dedican más tiempo y atención a la propaganda antimilitarista. Tratan, para ello, de entablar estrechos vínculos con los jóvenes soldados. Y lo consiguen del modo siguiente. Mientras el joven obrero no ha sido llamado a filas, es miembro de la organización y paga sus cuotas. Cuando sienta plaza, la organización sigue manteniendo con él contacto permanente, le envía periódicamente una pequeña ayuda en metálico ("el sou del soldado", como la denominan en Francia), que, por pequeña que sea, tiene para él una importancia sustancial. Por su parte, él se compromete a informar con regularidad a la organización de cuanto se hace en el cuartel, a comunicarle por escrito sus impresiones. De este modo, aun haciendo el servicio, el soldado no pierde el contacto con la organización a que pertenecía. Las autoridades procuran siempre enviar al soldado a sentar plaza lo más lejos posible del lugar en que vive, a fin de que no esté ligado con la población local por ningún interés, a fin de que se sienta ajeno a ella. Entonces es más fácil obligarle a que obedezca la orden de disparar contra la multitud. Las organizaciones de la juventud obrera se esfuerzan por impedir este aislamiento del soldado respecto de la población local. Las organizaciones j nvcniles están relacionadas entre ollas. Al aparecer en una nueva ciudad, el soldado que pertenecía a la agrupación juvenil do su lugar de residencia es recibido como un hués-

LA PROPAGANDA ANTIMILITARISTA Y LAS OBSERVACIONES...

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ped grato por la organización correspondiente, la cual lo pone en el acto al corriente de los intereses locales y le ayuda en la medida de sus posibilidades. El soldado deja de ser un extraño, un forastero. Sabe también que si le ocurre algo, tendrá ayuda y apoyo. El saberlo le infunde valentía, y él se mueve con más atrevimiento en el cuarLel y defiende con más audacia sus derechos y su dignidad humana. Los estrechos vínculos de las organizaciones juveniles con los jóvenes soldados permiten a aquéllas desplegar entre éstos una vasta propaganda antimilitarista. Esto se logra en lo fundamental mediante las publicaciones antimilitaristas que dichas organizaciones editan y difunden en gran cantidad, sobre todo en Francia y Bélgica, y también en Suiza, Suecia, etc. El contenido de estas publicaciones es de lo más diverso: postales con dibujos antimilitaristas, coplas soldadescas de carácter antimilitarista (muchas de las cuales son muy populares entre los soldados), el "catecismo del soldado" (en Francia se han distribuido más de 100.000 ejemplares), folletos, proclamas y hojas de todo género; periódicos y revistas semanales, quincenales y mensuales para los soldados, algunos de ellos ilustrados. Han alcanzado gran difusión publicaciones como El Cuartel, El Recluta, El Joven Soldado, Pioupiou (apodo cariñoso del bisoño) y Adelante. En Bélgica, por ejemplo, los periódicos El Cuartel y El Recluta tienen una tirada de 60.000 ejemplares cada uno. Aparecen muchas revistas, sobre todo, durante las levas. Se envían a domicilio a todos los reclutas números especiales de los periódicos del soldado. Las publicaciones antimilitaristas les llegan a los soldados en los cuarteles, ellos las reciben en la calle, las encuentran en los cafés, en las tabernas, en todos los lugares que frecuentan. Se dedica una atención especial a los reclutas, a los que se organizan despedidas solemnes. Durante los apellidamientos hay cabalgadas en las ciudades. En Austria, por ejemplo, los reclutas, vestidos de luto, cruzan de punta a punta las ciudades al compás de marchas fúnebres. Delante va una carroza guarnecida de rojo. En las paredes se fijan por doquier carteles colorados con el siguiente lema de grandes trazos: "¡Vosotros no dispararéis contra el pue-

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blo!" En honor de los reclutas se celebran festines, en los que se pronuncian fogosos discursos antimilitaristas. En pocas palabras, se hace todo lo posible para despertar la conciencia del recluta, para preservarlo de la malsana influencia de las ideas y sentimientos que le imbuirán en el cuartel por todos los medios lícitos e ilícitos. Y la laLor de la juventud socialista da sus frutos. En Bélgica existen ya en el ejército cerca de quince organizaciones de soldados, adheridas en su mayoría al Partido Obrero Socialdemócrata y estrechamente vinculadas entre sí. Hay regimientos en los que están organizadas dos terceras partes de los soldados. En Francia , el espíritu antimilitarista se ha hecho general. Durante las huelgas de Dunkerque, Creusot, Longwy y Monceau-les-Mines, los soldados enviados contra los huelguistas se solidarizaron con éstos ... En las filas del ejército crece sin cesar el número de socialdemócratas, las tropas son más inseguras cada día ¿Al lado de quién se pondrán cuando la burguesía haya de verse las caras con la clase obrera organizada? La juventud socialista obrera pone toda la energía y todo ardor juveniles para que las tropas se pongan al lado del pueblo.

Publicado el 8 de octubre de 1907 en el núm. 16 de "Vperiod" .

T. 16, págs. lU-117 .

Fragmento del artículo

EL MILITARISMO BELICOSO Y LA TACTICA ANTIMILITARISTA DE LA SOCIALDEMOCRACIA

I Los diplomáticos esLán agitados. Llueven las "notas", los "despachos" y las "declaraciones"; los ministros cuchichean a espaldas de los maniquíes coronados que "consolirlan la paz" con una copa ele champaña en la mano. Mas los "súbditos" saben perfectamente que cuando acuden los cuervos, huele a carroña. El lord conservador Cromer ha declarado en la Cámara inglesa: "Vivimos una época en la que se juega a una carta los intereses nacionales (?), en la que se enardecen las pasiones y surgen el peligro y la posibilidad de colisión, por pacíficas ( !) que sean las inLenciones de los gobernantes". En los últimos tiempos se ha acumulado bastante material inflamable y sigue aumentando sin cesar. La revolución en Persia ,:- amenaza con remover todas las barreras - "zonas de influencia"- colocadas allí por las potencias europeas. El movimiento constitucionalista en Turquía,:-,:• '' A fines ele '1905 estalló la revolución en Persia. El pueblo revolucionario obligó al sha a implautar la Constitución y a convocar el medjlís (Parlamrnto). En 1907, en varias regiones del país, se desplegó el movimiento campesino. Los campesinos se apoderaban do los graneles latifundios, renunciaban a cumplir las obligaciones y reclamaba_n la tierra. En julio de Hl09 fue destronado el sha Muharnmed Alí. En 191'1, la contrarrevolución, con ayuda de las tropas ele Gran Bretaña y la Rusia zarista, se impuso sobre el pueblo revolucionario y restableció el poder del sha y los feudales. N. de la Edit.

,:-,f En 1()08-1909 se desplegó en Turquía el movimiento revolucionario encabezado por los Jóvenes Turcos (partido de los revolucionarios burgueses), que exigieron implantar en el país la C?nstitución. En abril de 1909 fuo dcstronndo el sultán Abdul Hnrn1d II, Turquía fue proclamada la monarquía constitucional, formándose el gobierno ele los Jóvenes Turcos. - N. de la Edit.

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amenaza con arrancar este patrimonio de las garras de los buitres capitalistas europeos. Además, se alzan amenazadores los viejos "problemas", hoy agravados, de Macedonia, Asia Central, Extremo Oriente, etc., etc. Entretanto, con la actual red de tratados, convenios, etc., públicos y secretos, basta el menor papirotazo de cualquier "potencia" para que "de la chispa nazca la llama". Y cuanto más esgrimen las armas los gobiernos amenazándose los unos a los otros, con mayor crueldad aplastan el movimiento antimilitarista en sus países respectivos. Las persecuciones a los antimilitaristas crecen en extensión e intensidad . El ministerio "radical socialista" de Clemenceau-Briand practica la violencia no peor que el ministerio terrateniente conservador de Bülow. La disolución de las "organizaciones juveniles" en toda Alemania en virtud de la nueva ley de asociación y reunión, que prohíbe a los menores de veinte años la asistencia a reuniones políticas, ha dificultado extraordinariamente la agitación antimilitarista en dicho país. Como consecuencia, vuelve a reanimarse en la prensa socialdemócrata la disputa en torno a la táctica antimilitarista de los socialistas, que se había aplacado después del Congreso de Stuttgart. Se produce un fenómeno extraño a primera vista: a pesar de la importancia evidente de este problema y del claro y manifiesto perjuicio que el militarismo causa al proletariado, es difícil encontrar otro que motive tantas vacilaciones y tantas discrepancias entre los socialistas occidentales como las controversias de en torno a la táctica antimilitarista. Las premisas de principio para resolver con tino este problema fueron establecidas hace mucho con toda firmeza y no suscitan discrepancias. El militarismo moderno es resultado del capitalismo. Es, en sus dos formas, una "manifestación vital" del capitalismo: como fuerza militar utilizada por los Estados capitalistas en sus choques externos ("Militarismus nach aussen", según dicen los alemanes) y como instrumento en manos de las clases dominantes para aplastar todo género de movimientos ( económicos y políticos) del proletariado ("Militarismus nach innen"). Di-

EL MILITARISMO BELICOSO Y LA TACTJCA .. .

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versos congresos internacionales ( el de París de 1889, el de Bruselas de 1891 , el de Zurich de 1893 y, por último, el de Stuttgart de 1907 ,:-) dieron en sus resolucion es una expresión acabada de este punto de vista. A pesar de que el Congreso de Stuttgart, en consonancia con su orden del día (Los conflictos internacionales), dedicó más atención al aspecto del militarismo que los alemanes denominan "Militarismus nach aussen" ("externo"), s u resolución es la que muestra de modo más detallado esta conexión del militarismo y el capitalismo. He aquí el pasaje correspondiente de dicha resolución: "Las guerras entre los Estados capitalistas son por lo común consecuencia de su competencia en el mercado mundial, ya que cada Estado trata no sólo de asegurarse una zona de venta, sino de conquistar nuevas zonas, desempeñando en ello el papel principal el sojuzgamiento de pueblos y países ajenos. Estas guerras son originadas, además, por los constantes armamentos bélicos a que da lugar el militarismo, instrumento principal de la dominación de clase de la burguesía y del sometimiento político de la clase obrera. "Las guerras son propiciadas por los prejuicios nacionalistas, cultivados sistemáticamente en los países civilizados en provecho de las clases dominantes con objeto de distraer a las masas proletarias de sus propios objetivos de clase y obligarlas a olvidar el deber de la solidaridad internacional de clase. "Por lo tanto, las guerras tienen sus raíces en la propia naturaleza del capitalismo; sólo cesarán cuando deje de existir el régimen capitalista o cuando la inmensidad de sacrificios humanos y monetarios, ocasionados por el desarrollo técnico-militar, y la indignación popular provocada por los armamentos conduzcan a la eliminación de este sistema. "La clase obrera, principal proveedora de soldados, sobre la cual recae también el peso fundamental de los sacrificios materiales, es, en particular, enemigo natural de las guerras, ya que éstas se hallan en pugna con sus objeti-

* Se trata de los congresos de la II Internacional. Edit.

N . de la

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vos: la instauración de un reg1men económico basado en el principio socialista que haga realidad In solidarida d de los pueblos" ... II

Así pues, la conex10n de principio entre el militarismo y el capitalismo ha sido establecida con firmeza enLre los socialistas, y en este punto no hay discrepancias. Mas el reconocimiento de esta conexión no determina por sí solo de manera concreta la táctica antimilitarista de los socialistas ni resuelve el problema práctico de cómo luchar contra la carga que supone el militarismo y cómo impedir las guerras. Y es precisamente en las respuestas a estas interrogantes en las que se observa una considerable disparidad de opiniones entre los socialistas. En el Congreso de Stuttgart pudieron comprobarse de manera muy palpable estas discrepancias. En un polo se hallan los socialdemócratas alemanes del · tipo de Vollmar. Puesto que el militarismo es hijo del capitalismo y las guerras son un satélite inexcusable del desarrollo capitalista, razonan, no es necesaria ninguna actividad antimilitarista especial. Así mismo lo ha declarado Vollmar en el congreso del partido celebrado en Essen. En cuanto al problema de· la conducta que se debe seguir en caso de declaración de guerra, la mayoría de los socialdemócratas alemanes, con Bebel y Vollmar a la cabeza, mantienen a porfía la posición de que los socialdemócratas deben defender a su patria frente a la agresión, de que están obligados a tomar parte en una guerra "defensiva". Esta tesis condujo a Vollmar a declarar en Stuttgart que "todo el amor a la humanidad no puede impedirnos ser buenos alemanes" y al diputado socialdemócrata Noske a proclamar en el Reichstag que, en caso de guerra contra Alemania, "los socialdemócratas no se quedarán atrás de los partidos burgueses y se echarán el fusil al hombro". A Noske no le ha faltado más que dar otro paso para decir: "Deseamos que Alemania esté armada todo lo posible". En el otro polo se encuentra un reducido grupo de partidarios de Hervé. El proletariado no tiene patria, razonan

EL l\IILITARISJ\IO BELICOSO Y LA TACTICA...

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los hcrveístas. Por tanto, todas las guerras se hacen en provecho de los capitalistas; por tanto, el proletariado debe luchnr contra cada guerra. El proletariado debe responder a toda declaración de guerra con la huelga militar y la insurrección. A esto debe reducirse principalmente la propaganda antimilitarista. Por eso presentó Hervé en _S tuttgart el siguiente proyecto de resolución: " ... El congreso invita a responder a toda declaración de guerra , venga de donde venga, con la huelga militar y la insurrección". Tales son las dos posiciones "extremas" que adoptan en este problema los socialistas occidentales. En ellas se reflejan, "como el sol en una gota de agua", las dos enfermedades que siguen dañando la actividad del proletariado socialista en Occidente: las tendencias oportunistas, de un lado, y la verborrea anarquista, de otro. Ante todo, hagamos algunas observaciones sobre el patriotismo. Es cierto que en el Manifiesto Comunista se dice que "los proletarios no tienen patria"; también es cierto que la posición de Vollmar, Noske y Cía. es "un guantazo" a esta tesis fundamental del socialismo internacional. Mas de esto aún no se desprende que sea justa la afirmación de Hervé y de sus partidarios de que al proletariado le es indiferente vivir en una patria o en otra: en la Alemania monárquica, en la Francia republicana o en la Turquía despótica. La patria, es decir, el medio político, culLural y social dado es el factor más poderoso en la lucha rle clase del proletariado. Y si Vollmar no tiene razón, al fijar cierta actitud "auténticamente alemana" del proletariado ante la "patria", tampoco tiene más Hervé con su imperdonable posición no crítica ante un factor tan importante de la lucha emancipadora del proletariado. El proletariado no puede permanecer indiferente e impasible ante las condiciones políticas, sociales y culturales ele su lucha; por tanto, tampoco pueden serle indiferentes los destinos de su país. Pero los destinos del país le interesan únicamente en lo qne atañen a su lucha ele clase, y no en virtud de un "patriotismo" burgués, indecoroso por completo en boca de un socialdemócrata. Más complejo es el otro problema: el de 1n actitud ante el militarismo y la guerra. A primera vista es evidente que Hervé mezcla de modo intolerable estas dos cuestiones, ol-

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vida la relación causal entre la guerra y el capitalismo; si el proletariado adoptase la táctica de Hervé, se condenaría a una labor estéril: utilizaría toda su disposición para el combate (puesto que se habla de insurrección) en luchar contra el efecto (la guerra), dejando que siguiese existiendo la causa ( el capitalismo). El método anarquista de reflexionar se revela aquí en plena medida. Son evidentes la fe ciega en la fuerza milagrosa de toda action directe, la desvinculación de esa "acción directa" de la coyuntura sociopolítica general sin el menor análisis de ésta; en suma, "la arbitraria comprensión mecanicista de los fenómenos sociales", según la expresión de C. Liebknecht. El plan de Hervé es "muy sencillo": el día en que se declare la guerra, los soldados socialistas desertarán y los reservistas declararán la huelga, quedándose en sus casas. Sin embargo, "la huelga de reservistas no es una resistencia pasiva: la clase obrera no tardaría en pasar rápidamente a la resistencia abierta, a la insurrección, y esta última tendría mayores posibilidades aún de acabar en una victoria porque el ejército de operaciones se encontraría en las fronteras del país" (G. Hervé. Leur patrie,¡.). En eso consiste este "plan real, directo y práctico"; y, seguro de su éxito, Hervé propone que se responda con la huelga militar y la insurrección a toda declaración de guerra. Como se desprende claramente, no se trata aquí de si puede el proletariado, cuando lo estime conveniente, responder con la huelga y la insurrección a la declaración de guerra. Lo que se discute es si debe imponerse al proletariado la obligación de responder con la insurrección a cada guerra. Resolver la cuestión en este último sentido significaría privar al proletariado de la iniciativa de elegir el momento del combate decisivo y cedérsela a sus enemigos; no sería el proletariado el que eligiese el momento de la lucha en consonancia con sus intereses, cuando es elevada su conciencia socialista general, fuerte su organización, favorable el pretexto, etc.; no, los gobiernos burgueses podrían provocarle a la insurrección incluso cuando las confü-

* G. Hervé.

La patria de ellos. -

N. de la Edtt.

EL MILITARISMO BELICOSO Y LA TACTICA. ..

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ciones para ella fuesen desfavorables, por ejemplo, declarando una guerra muy capaz de despertar en vastos sectores de la población sentimientos patrióticos y patrioteros, una guerra que, de este modo, aislaría al proletariado insurrecto. Además, no debe perderse de vista que la burguesía -la cual persigue con tanta saña la labor antimilitarista en tiempos de paz desde la Alemania monárquica hasta la Francia republicana y la Suiza democráticaarremetería con terrible furia contra todo intento de huelga militar en caso de guerra, en el momento de vigencia de las leyes marciales, de los estados de sitio, de los consejos de guerra sumarísimos, etc. Tiene razón Kautsky, al decir de la idea de Hervé: "La idea de la huelga militar ha nacido bajo el influjo de "buenos" motivos, es noble y está henchida de heroísmo, pero es una tontería heroica". El proletariado, si lo considera oportuno y conveniente, puede responder con la huelga militar a la declaración de guerra; puede recurrir también a la huelga militar entre otros medios para conseguir la revolución social. Mas no le conviene atarse las manos con esta "receta táctica". Así mismo respondió a esta cuestión litigiosa el Congreso Internacional de Stuttgart. 111

Mas si las opm10nes de los herveístas son "una tontería heroica", la posición de Vollmar, Noske y sus correligionarios del "ala derecha" es una cobardía oportunista. Puesto que el militarismo es hijo del capital y caerá con él -razonaban en Stuttgart y, sobre todo, en Essen-, no hace falta una agitación antimilitarista especial: no debe haberla. Pero, les objetaron en Stuttgart, la solución radical de los problemas obrero y femenino, por ejemplo, tampoco es posible mientras exista el régimen capitalista, y, sin embargo, luchamos por la legislación obrera, por la ampliación de los derechos civiles de la mujer, etc. La propaganda antimilitarista especial debe hacerse con tanta mayor energía por cuanto cada día son más frecuentes los casos de ingerencia de la fuerza militar en la lucha del tra-

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bajo contra el capital y es cada vez más evidente la importancia del militarismo no sólo en la lucha actual del proletariado, sino también en el futuro, en el momento de la revolución social. La propaganda antimilitarista especial se ve respaldada no sólo por pruebas acordes con los principios , sino por una importante experiencia histórica. Bélgica marcha a la cabeza de los demás países en este terreno. El Partido Obrero Belga, además de la propaganda general de las ideas antimilitaristas, ha organizado grupos de jóvenes socialistas con la denominación de Joven Guardia ("Jeunes Gardes"). Los grupos de un mismo distrito forman parte de la Federación distrital; a su vez, todas las federaciones distritales están unidas en la Federación nacional, dirigida por un "Consejo Central". Los órganos periodísticos de los "jóvenes guardias" (La jeunesse -c'est l'avenir; De Caserne, Le Loteling ,:-, etc.) se difunden ¡en decenas de miles de ejemplares! La federación más fuerte es la de Valonia, que comprende 62 grupos locales con 10.000 militantes; en total, la Joven Guardia tiene en la actualidad 121 grupos locales. Además de la propaganda escrita, se hace una intensa propaganda oral: en enero y septiembre (meses de reclutamiento), en las principales ciudades de Bélgica se celebran asambleas y manifestaciones populares; ante los ayuntamientos, al aire libre, oradores socialistas explican a los reclutas el significado del militarismo. En el "Consejo Central" de los "jóvenes guardias" se ha organizado un "Comité de reclamaciones", encargado de reunir datos sobre las injusticias cometidas en los cuarteles. Estos datos son publicados cada día en el órgano central del partido, Le Peuple, en una sección titulada Vida del ejército. La propaganda antimilitarista no se detiene en el umbral del cuartel, sino que los soldados socialistas forman grupos para hacer propaganda en el seno del ejército. En la actualidad existen unos quince grupos de este tipo ("uniones de soldados").

* Edit.

La juventud es el futuro; El Cuartel, el Recluta. -

N. de la

EL MiLITARlSÍ\-10 BELICOSO Y LA 'rACTICA...

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Siguiendo el ejemplo belga, aunque variando en inlensidad y formas de organización, se hace propaganda antimilitarista en Francia,:-, Suiza, Austria y otros países. Así pues, la actividad antimilitarista especial no es sólo necesaria en especial, sino también conveniente y fructífera en la práctica. Por eso, puesto que Vollmar se rebelaba contra ella, señalando que el régimen policíaco existente en Alemania la hacía imposible y que había peligro de que por su culpa fueran desbaratadas las organizaciones del partido, el problema se reducía a analizar en concreto las condiciones de un país determinado; se trata de un hecho, y no de un principio. Aunque también en este caso es justa la observación de J aures de que la socialdemocracia alemana, que soportó en su juventud, en los duros años de las leyes de excepción contra los socialistas, la mano de hierro del conde de Bismarck, ahora, incomparablemente acrecida y fortalecida, podría no temer las persecuciones de los actuales gobernantes. Mas Vollmar no tiene ninguna razón cuando trata de apoyarse en el argumento de que la propaganda antimilitarista especial es inconveniente por principio. No menos oportunista es la convicción de Vollmar y sus correligionarios de que los socialdemócratas tienen el deber de participar en una guerra defensiva. La brillante crítica de Kautsky no ha dejado piedra sobre piedra de estos puntos de vista. Kautsky ha señalado que, a veces, sobre todo en los momentos de embriaguez patriótica, es completamente imposible comprender si una guerra determinada responde a objetivos defensivos u ofensivos (Kautsky cita este ejemplo: ¿atacó o se defendió el Japón al comienzo de la guerra ruso-japonesa?). Los socialdemócratas se enredarían en la maraña de las negociaciones diplomáticas si se les ocurriese fijar su actitud ante la guerra en dependencia de este síntoma. Los socialdemócratas pueden verse incluso en una situación que les mueva a exigir gue•• Una peculiaridad intel'esanle de los franceses es el llamado "sou del soldado": cada semana, el obrero entl'ega un sou al secretario de su sindicato; las sumas así reunidas son enviadas a los soldados "para recordarles que, incluso vestidos de uniforme, pertenecen a la claso explotada y no deben olvidarlo en ninguna cil'cunstancia".

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rras ofensivas. En 1848 (no estará de más que lo recuerden también los herveístas) , Marx y Engels consideraban necesaria la guerra de Alemania contra Rusia. Más tarde trataron de influir en la opinión pública de Inglaterra para inclinarla a la guerra contra Rusia. Por cierto, Kautsky cita el siguiente ejemplo hipotético: "Supongamos -diceque el movimiento revolucionario triunfa en Rusia y que la influencia de este triunfo hace que el poder pase en Francia a manos del proletariado; supongamos, por otro lado, que contra la nueva Rusia se forma una coalición de los monarcas europeos. ¿Protestará la socialdemocracia internacional si la República Francesa acude en ayuda de Rusia?" (C. Kautsky. Nuestro punto de vista sobre el patriotismo y la guerra) . Es evidente que, en esta cuestión (lo mismo que en el criterio acerca del "patriotismo"), no es el carácter defensivo u ofensivo de la guerra, sino los intereses de la lucha de clase del proletariado, o, mejor dicho, los intereses del movimiento internacional del proletariado, lo que constituye el único punto de vista desde el que se puede abordar Y resolver el problema de la actitud de los socialdemócratas ante uno u otro fenómeno de las relaciones internacionales.

Publicado el 23 de julio (5 de agosto )de 1908 en el núm. 33 de "Proletart".

T. 17, págs. 186-195.

LA MANIFESTACION PACIFICA DE LOS OBREROS INGLESES Y ALEMANES

Como se sabe, la prensa burguesa de Inglaterra y Alemania, sobre todo los periodicuchos de escándalo, sostienen desde hace tiempo una campaña chovinista, azuzando a un país contra oLro. La competencia de los capitalistas ingleses y alemanes en el mercado mundial se hace cada vez más encarnizada. La antigua supremacía de Inglaterra y su dominio absoluto en el mercado mundial han pasado a la historia. Alemania figura entre los países capitalistas que se desarrollan con particular rapidez, y los productos de su industria buscan cada vez más salida en el extranjero. La lucha por las colonias y los choques de los intereses comerciales se han convertido en la sociedad capitalista en una de las causas principales de las guerras. Y no es sorprendente que los capitalistas de ambos países consideren inevitable la guerra entre Inglaterra y Alemania y que sus respectivas camarillas militares la estimen francamente deseable. Los chovinistas ingleses quieren minar la fuerza del peligroso competidor quebrantando el poderío naval de Alemania, por ahora muchísimo más débil en este terreno que Inglaterra. Los junkers y generales alemanes, con el espadón Guillermo II a la cabeza, arden en deseos de entrar en combate con Inglaterra, esperando que podrán aprovechar la superioridad de fuerzas terrestres y soñando con que el estruendo de las victorias militares les permitirá ahogar el creciente descontento de las masas obreras y la exacerbación de la lucha de clases en Alemania. Los obreros ingleses y alemanes han resuelto actnar públicamente contra el creciente peligro de guerra. Los periódicos obreros de ambos países luchan sin desmayo desde hace mucho contra el chovinismo y el militarismo. Pero

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ahora ha sido necesaria una declaración más impresionante de la voluntad de la clase obrera que la que se hace a través de los órganos periodísticos. Y los obreros ingleses han acordado enviar una delegación a Berlín para declarar, por medio de una grandiosa manifestación, la decisión solidaria del proletariado de ambos países de hacer la guerra a la guerra. La rnanifesLación se ha celebrado en Berlín el domingo 20 (7) de septiembre. Esta vez, los diputados de los obreros ingleses han podido hablar sin obstáculos al proletariado berlinés. Hace dos años, cuando J. J aures decidió tomar la palabra en nombre de la clase obrera francesa en una reunión de las masas socialdemócratas en Berlín para protestar contra los chovinistas de la burguesía, el gobierno alemán le prohibió hablar a los obreros alemanes. Esta vez, el gobierno alemán no se ha decidido a expulsar a los delegados del proletariado inglés. En una de las mayores salas de Berlín se convocó una grandiosa asamblea obrera. Cerca de 5.000 personas llenaron en el acto el local, quedando en el jardín y en la calle muchos miles. Guardaban el orden delegados obreros con brazaletes rojos. El camarada Legien, conocido jefe de los sindicatos obreros de Alemania (los llamados sindicatos "libres", es decir, de hecho socialdemócratas), saludó a la delegación inglesa en nombre de toda la clase obrera de Alemania organizada política y sindicalmente. Hace cincuenta años -dijo- los obreros franceses e ingleses se manifestaron ya a favor de la paz. Entonces, los socialistas, la vanguardia, no eran respaldados todavía por masas organizadas. Ahora, los sindicatos obreros de Inglaterra y de Alemania cuentan juntos con 4 1/ 3 de millones de miembros. En nombre de este ejército intervienen hoy los delegados ingleses y la asamblea berlinesa, declarando que la resolución del problema de guerra o paz se halla en manos ele la clase obrera. Madclison, delegado de los obreros ingleses, condenó en su discurso de respuesta la campaña chovinista de la burg11esía e hizo entrega de un Mensaje de los obreros de Gran Bretaña a los obreros de Alemania, suscrito por 3.000 personas. Entre los firmantes, indicó el orador, hay representantes de las dos tendencias del movimiento obrero in-

LA MANIFESTAGION PACIFICA DE LOS OBREROS

INGLESES . ..

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glés (es decir, socialdemócratas y adeptos del Partido Laborista Independiente, que no sustentan todavía opiniones socialistas más o menos consecuentes). En el mensaje se señala que las guerras sirven a los intereses de las clases poseedoras. Las masas obreras soportan todo el peso de las guerras; las clases poseedoras extraen provecho de las calamidades populares. ¡Que se unan los obreros para luchar contra la camarilla militar, para garantizar la paz! Después de los discursos de otros diputados ingleses y de Richard Fischer, representante de la socialdemocracia alemana, la asamblea aprobó por unanimidad una resolución en la que se condena "la política egoísta y miope de las clases dominantes y explotadoras" y se expresa la disposición a actuar en consonancia con el acuerdo del Congreso Internacional de Stuttgart, es decir, a luchar contra las guerras con todas las fuerzas y por todos los medios. La asamblea se disolvió en orden, cantándose La 111arsellesa Obrera. No hubo manifestaciones callejeras. La policía y las autoridades militares de Berlín vieron frustradas sus esperanzas. Un rasgo característico del régimen alemán consiste en que la más pacífica manifestación de los obreros no pudo pasarse sin una demostración policíaca y militar. Fue movilizada la guarnición berlinesa. De acuerdo con un riguroso plan, se apostó destacamentos militares en los puntos más diversos de la ciudad, con preferencia de modo que resultara difícil observar dónde estaban ocultos los soldados y en qué cantidad. Patrullas de policía recorrieron las calles y plazas próximas a la sala donde se celebraba la asamblea y, sobre todo, el camino que conduce desde allí hasta palacio. Este último fue rodeado de un verdadero cerco de policías de paisano y de destacamentos del ejército ocultos en los patios. Se organizó un complicado sistema de piquetes policíacos: se apostó grupos de policías en las esquinas de las calles, se destacó oficiales de policía a todos los puntos "importantes", policías en bicicleta cumplían funciones de exploración y daban cuenta a las autoridades militares de cada paso del "enemigo", los puentes y los pasos por el canal estaban protegidos por triple guardia. "Guardaban a la monarquía amenazada", dice sarcásticamente el periódico Vorwarts con mitivo de todas estas medidas del Gobierno de Guillermo I I. 3-0629

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Era un ensayo, agregamos nosotros. Guillermo II y la burguesía alemana hacían un ensayo de lucha militar contra el proletariado insurreccionado. Estos ensayos son, indudablemente y en todo caso, provechosos tanto para las masas obreras como para los soldados. {)a ira ( ¡la cosa marchará!), como dice una canción obrera francesa. Nuevos ensayos llevarán, es posible que hoy todavía muy despacio, pero de modo muy seguro, al gran desenlace histórico.

Escrito entre el 8 (21) de septiembre y el 2 (15) de octubre de 1908.

T. 17, págs. 202-205.

LOS ACONTECIMIENTOS DE LOS BALCANES Y DE PERSIA

Los acontecimientos de los Balcanes han llenado últimamente la prensa política de Rusia y de toda Europa. Durante algún tiempo parecía inminente el peligro de una guerra europea, e incluso ahora está lejos de haber desaparecido, aunque es mucho más probable que las cosas se limiten a ruidos y gritos y no lleguen a la guerra. Echemos una mirada general al carácter de la crisis y a las tareas que impone al partido obrero ruso. La guerra ruso-japonesa,:- y la revolución rusa ,:-,:- han dado particular impulso al despertar de los pueblos asiáticos a la vida política. Mas este despertar se ha extendido con tanta lentitud de un país a otro, que la contrarrevolución rusa ha desempeñado y sigue desempeñando en Per,,. Se alude a la guerra imperialista de 1904--1905 entre la Rusia zarista y el Japón por establecer su dominio en el Pacífico y asegurar las conquistas coloniales en el Extremo Oriente. Terminó con la derrota de la Rusia zarista. - N. de la Edit. ''* Se alude a la primera revolución rusa de -1905-1907. El 9 de enero de 'l!:)05, el gobierno zarista dio orden de ametrallar la manifestación pacífica de los obreros de San Petersburgo 9:uienes con sus mujeres y niños se dirigían al palacio donde residrn el zar para entregarle una petición. !Jespu{-s del \:l de enero comenzaron en todo el país las acciones revolucionarias, huelgas y manifestaciones bajo la consigna ele "¡Abajo la autocracia!" La revolución alcanzó su punlo culminante el mes de octubre, cuando 0é'Lalló la huelga política que se extendió a toda Rusia, y el mes de diciembre de Hl05, cuando en Moscú y muchas otras ciudades del país se produjeron insurrecciones armadas. Con ayuda o e

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esclavizadores de la mayoría ele la población y de las naciones de todo el globo. De 1876 a 1914, seis "grandes" potencias han echado la zarpa a 25 millones de kilómetros cuadrados, es decir, a una extensión ¡dos veces y media mayor que toda Europa! Seis potencias oprimen a una población de más de quinientos millones ( 523 millones) d1:, habitantes en las colonias. A cada cuatro habitantes de las "grandes" potencias corresponden cinco habitantes de "sus" colonias. Y nadie ignora que las colonias han sido conquistadas a sangre y fuego, que los indígenas son tratados bestialmente y explotados de mil maneras (por medio de la exportación de capital, por medio de concesiones, etc., por medio de engaños en la venta de mercancías, sometiéndolos a las autoridades de la nación "dominante", etc., etc.). La burguesía anglo-francesa engaña a los pueblos, al decir que lleva a cabo la guerra en nombre de la liberación de Bélgica y de todos los pueblos; en realidad, hace esta guerra para conservar las inmensas colonias robadas por ella. Los imperialistas de Alemania dejarían inmediatamente en libertad a Bélgica y a otros países si los ingleses y los franceses repartiesen con ellos sus colonias "como Dios manda". La particularidad de la situación actual consiste en que en esta guerra la suerte de las colonias se ventila con una guerra en el continente. Desde el punto de vista de la justicia burguesa y de la libertad nacional ( es decir, del derecho de las naciones a la subsistencia), Alemania tendría indiscutiblemente razón contra Inglaterra y Francia, porque no se contó con ella en el reparto de las colonias, y sus enemigos sojuzgan a muchísimas más naciones que ella; en cuanto a su aliada, Austria, los eslavos por ella oprimidos gozan, sin duda alguna, de más libertad que en la Rusia zarista, verdadera "cárcel de pueblos". Pero la propia Alemania no lucha por liberar a los pueblos, sino por sojuzgarlos. Y no cuadra a los socialistas ayudar a un bandido más joven y más vigoroso (Alemania) a que despoje a otros bandidos más viejos y ahítos. Lo que deben hacer los socialistas es aprovecharse de la lucha de los bandidos para derrocarlos a todos. A este fin, los socialistas deben ante todo decir a los pueblos la verdad, o sea: que esta guerra es, desde tres puntos de vista, una guerra entre esclavistas para reforzar la esclavitud. Primero, porque tiene por objeto consolidar la

fil, SOCIALISMO Y LA GUERRA

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esclavitud en las colonias mediaule uu reparto más "justo" y una explotación m ás '·aunada" de las mismas. Segundo, porque tiene por objeto reforzar la opresión de los pueblos alógenLs ev el seno mismo de las " grandes" potencias, pues tanto Rusia ::orno Austria (Rusia en un grado mucho mayor y mucho peor que Austria) se mantienen únicamente gracias a esa opresión, que refuerzan con la guerra. Tercero, porque tiene por objeto fortal ecer y prolongar la esclavitud asalariada, pues el proletariado está dividido y aplastado, mientras que los capitalistas salen ganadores, enriqueciéndose con la guerra, fomentando los prejuicios nacionales e intensificando la reacción, que ha levantado cabeza en todos los países, aún en los más libres y más republicanos.

"LA GUERRA ES LA CONTINUACION DE LA POLITICA POR OTROS MEDIOS (PRECISAMENTE POR LA VIOLENCIA)"

Esta famosa expresión pertenece a uno de los autores militares más profundos, a Clausewitz ::-. Los marxistas han considerado siempre, y con razón, esta fórmula la base teórica de sus puntos de vista sobre la significación de toda guerra. Justamente desde este punto de vista examinaron siempre Marx y Engels las diferentes guerras. Apliquemos este punto de vista a la guerra actual y veremos que durante decenios, desde hace casi medio siglo, los gobiernos y las clases dominantes de Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Austria y Rusia han llevado una política de pillaje de las colonias, de opresión de otras naciones, de represión del movimiento obrero. La guerra actual es precisamente la conLinuación de esta política, y únicamente de esta política. En particular, la política de Austria, lo mismo que la de Rusia, ha consistido tanto en tiempos de paz como en tiempos de guerra en esclavizar a las naciones, y no en liberarlas. En cambio, en China, Persia, India y otros países dependientes vemos en el curso de estos últimos decenios la política del despertar de decenas y centena-

* Se alude a las palabras de Karl von ClausewiLz en su libro Acerca de la guerra. - N . de la Edit.

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res nios, se han revelado plenamente en 1912 y han pro-

'' No se trata de ]as personas de los partidarios de Kautsky en Alemania, sino rlel tipo internacional ele scndomarxistas qno vacilan entre el oportunismo y el radicalismo, y en realidad sólo sirven do hoja de parra al oportunismo.

BT. OPOTT'T'lJNISMO Y LA DANCAnnoTA DE LA

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INTERNACIONAL

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vocaclo la guerra de 1914. El manifiesto recuerda el conflicto rrn:n-austríaco por la "hegemonía en los Balcanes", el conflicto entre Inglaterra, Francia y Alemania {fentre todos estos pníses!) como consecuencia de su "política de conquista en Asia Menor", el conflicto austro-italiano por la "aspiración a dominar" en Albania. etc. El manifiesto define en una palabra todos estos conflictos como conflictos surgiclns sohre la hase del "imperialismo capitalista". Así pues. formula ele un modo absolutamente claro el carácter anexionista. imperialista , reaccionario, esclavizador, de la guerra actual, es decir, el carácter que hace que el admitir la defensa ele la patria sea una insensatez teórica y una incongruencia práctica. Estamos ante una lucha de grandes tiburones por tragarse "patrias" ajenas. El manifiesto deduce las consecuencias que resultan inevitablemente de hechos históri r,os indiscutibles: esta guerra no puede "justificarse en modo alguno y bajo ningún pretexto por intereses populares"; se prepara "en aras ele los beneficios de los capitalistas. en aras ele la ambición de las dinastías". Sería un "crimen" que los obreros "disparasen unos contra otros". Esto es lo que dice el manifiesto. La época del imperialismo capitalista es la época del capitalismo que ha alcanzado su madurez y que ha pasado de su momento de madurez, que está a las puertas de su ruina, maduro hasta el punto de ceder el puesto al socialismo. El período que va de '1789 a 1871 fue la época del capitalismo progresivo; en el orden del día de la historia figuraban el derrocamiento del feudalismo, del absolutismo, la liberación del yugo extranjero. Sobre esa base, y sólo sobre ella, era admisible la "defensa de la patria", es decir, la lucha contra la opresión. También ahora podría aplicarse este concepto a una guerra contra las grandes potencias imperialistas, pero sería un absurdo aplicarlo a la guerra entre grandes potencias imperialistas. a la guerra en la crne se trata ele ver quién podrá expoliar más a los países hakánicos, al Asia Menor, etc. Por ello, nada tiene de 0xtraño que los "socinlistns" qu0 reconocen la "defensa ele la patria" en la presente guerra dejen a un lado el 1\•lanifiesto ele Basilea, como hace el lnclrón con el lugar en que lia rohnclo. Porque el manifiesto prueba que son sociakhovinistas, es decir, socialistas de palabra y chovinistas de

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hecho, que ayudan a "su" burguesía a saquear países ajenos, a esclavizar a otras naciones. Esto es justamente lo esencial del concepto de "chovinismo": defender "su" patria incluso cuando sus actos van dirigidos a la esclavización de patrias ajenas. Si se reconoce que una guerra es guerra de liberación nacional, resulta una táctica; si se reconoce que es guerra imperialista, resulta otra. El manifiesto indica claramente esta otra táctica. La guerra "llevará a una crisis económica y política" que es preciso "aprovechar": no para atenuar la crisis ni para defender la patria, sino, al contrario, para "sacudir" a las masas, para "acelerar la liquidación de la dominación del capital". No se puede acelerar lo que no tiene aún maduras sus condiciones históricas . El manifiesto reconocía que la revolución social es posible, que están maduras sus premisas, que sobrevendrá precisamente en relación con la guerra: "las clases dominantes" temen "la revolución proletaria", declara, refiriéndose al ejemplo de la Comuna de París y de la revolución de 1905 en Rusia, es decir, a ejemplos de huelgas de masas, de guerra civil. Mienten los que, como Kautsky, afirman que no se ha puesto en claro la actitud del socialismo ante esta guerra. No sólo se ha tratado de esta cuestión, sino que se ha resuelto en Basilea, donde se aprobó la táctica de la lucha de masas revolucionario-proletaria. Es de una hipocresía indignante pasar por alto , completamente, o en sus partes más esenciales, el Manifiesto de Basilea, y citar en vez de él discursos de líderes o resoluciones de algunos partidos, que, primero, datan de antes de Basilea; segundo, no eran decisiones de los partidos de todo el mundo y, tercero, se referían a las diversas guerras posibles, pero no a la guerra actual. Lo esencial del problema es que a la época de guerras nacionales entre las grandes potencias europeas ha sucedido la época de guerras imperialistas entre ellas, y que el Manifiesto de Basilea hubo de reconocer por primera vez oficialmente este hecho. Sería un error suponer que no se puede considerar el Manifiesto de Basilea sino como declamación huera, fraseología formal o amenaza que no debe tomarse en serio. Así es como quisieran plantear el problema aquellos a quia-

EL OPORTUNISMO Y LA DANCARROTA DE LA II INTERNACIONAL

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nes este manifiesto desenmascara. Pero no es verdad. El manifiesto no es más que el resultado de la gran labor de propaganda de toda la época de la II Internacional no es más que el resumen de todo lo que los socialistas 'han sembrado entre las masas en centenares de miles de discursos, artículos y llamamientos en todos los idiomas. No hace sino repetir lo que escribía, por ejemplo, Jules Guesde en 1899, cuando fustigaba el ministerialismo socialista en caso de guerra_: é~ ha~!aba ele una gue:ra provocada por los "piratas capitalistas (En garde!, pag. 175); lo que escribía Kautsky en 1909 en El camino del poder, donde reconocía que había terminado la época "pacífica" y había comenzado la época de guerras y revoluciones. Presentar el Manifiesto de Basilea como una frase o como un error equivale a considerar frase o error todo el trabajo socialista de los veinticinco años últimos. La contradicción entre el manifiesto y su no aplicación resulta precisamente tan insoportable para los oportunistas y kautskianos porque descubre una contradicción profundísima en el trabajo de la II Internacional. El carácter relativamente "pacífico" del período comprendido entre 1871 y 1914 ha alimentado el oportunismo, primero como estado de ánimo, luego como tendencia y, finalmente , como grupo o sector de burocracia obrera y compañeros de ruta pequeñoburgueses. Tales elementos pudieron subordinar el movimiento obrero únicamente reconociendo de palabra los objetivos revolucionarios y la táctica revolucionaria . Sólo pudieron conquistar la confianza de las masas jurando que todo el trabajo "pacífico" no era sino zina preparación para la revolución proletaria. Esa contradicción era un tumor que alguna vez había de reventar y ha reventado. Toda la cuestión consiste ahora en decidir si hay que intentar,. como hacen Kautsky y Cía., introducir nuevamente ese pus en el organismo, en aras de la "unificación" (con el pus), o si para contribuir a la completa curación • del organismo del movimiento obrero es menester eliminar esa podre del modo más rápido y cuidadoso, aunque este proceso produzca temporalmente agudo dolor. Es evidente que han traicionado el socialismo los que han votado los créditos de guerra, los que han entrado a formar parte de ministerios y han defendido la idea de la

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defensa de la patria en 191lt-1915. Sólo los hipócritas pueden negar este hecho. Es necesario explicarlo. 11

Sería absurdo considerar todo el problema como un problema de personas. ¿Qué tiene que ver con el oportunismo el que personas como Plejánov, Guesde, etc.? -preguntaba Kautsky (Neue Zeit, 28 de mayo de 1915). ¿Qué tiene que ver con el oportunismo el que Kautsky, etc.? -contestaba Axelrod en nombre de los oportunistas de la Cuádruple Entente (Die !frise der Sozialdemokratie, Zurich, 1915, pág. 21). Todo eso es una comedia. Para explicar la crisis de todo el movimiento es necesario examinar, en primer lugar, el significado e c o nómico de la política seguida; en segundo lugar, l as id e as que sirven de base a ésta, y, en tercer lugar, su relación con la h is to ria de las te n den c i as dentro del socialismo. ¿Cuál es la naturaleza económica del defensismo durante la guerra de 1914-1915? La burguesía de todas las grandes potencias hace la guerra para repartirse y explotar el mundo, para oprimir a los pueblos. A un reducido círculo de burocracia obrera, de aristocracia obrera y de compañeros de ruta pequeñoburgueses pueden caerles algunas migajas de las grandes ganancias de la burguesía. El fondo de clase del socialchovinismo y del oportunismo es el mismo: alianza de un pequeño sector de obreros privilegiados con "su" burguesía nacional contra las masas de la clase obrera, alianza de los lacayos de la burguesía con ésta contra la clase que ella explota. El contenido político del oportunismo y del socialchovinismo es el mismo: colaboración de clases, renuncia a la dictadura del proletariado, renuncia a la acción revolucionaria, reconocimiento sin reservas de la legalidad burguesa, desconfianza hacia el proletariado, confianza en la burguesía. El socialchovinismo es continnación directa y culminación de la política obrera liberal inglesa, del millerandismo y del bernsteinianismo. La lucha de las dos tenélencias fundamentales del movimiento obrero, socialismo revolucionario y socialismo opor-

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tunista, llena toda la época que va de 1881:J a 1914. Y ahora existen también en todos los países dos tendencias principales en lo que se refiere a la actitud ante la guerra. Dejemos el modo burgués y oportunista de referirse a personas. Veamos las tendencias en. una serie de países. Veamos 1.iiez Estados europeos: Alemania, Inglaterra, H.usia, Italia, Holanda, Suecia, Bulgaria, Suiza, Bélgica y Francia. En los ocho primeros países la división en tendencia oportunista y tendencia revolucionaria coincide con la división en socialcl10viuistas e internacionalistas. En Alemania, los puntos de apoyo del socialchovinismo son los Sozialistische Monatshefte y Legien y Cía.; en Inglaterra, los fabianos y el Partido Laborista ( el Partido Laborista Independiente ha forma,do siempre bloque con ellos,. ha apoyado a su órgano y ha sido siempre en este bloque más débil que los socialchovinistas, mientras que en el Partido Socialista Británico los internacionalistas constituyen las tres séptimas partes); en Husia representan esta corriente Nasha Zariá ( ahora N ashe Dielo), el Comité de Organización y la minoría de la Duma bajo la dirección de Chjeídze; en Italia, los reformistas con Bissolati al frente; en Holanda, el partido de Troelstra; en Suecia, la mayoría del partido, dirigida por Branting; en Bulgaria, el partido de los "amplios", y en Suiza, Greulich y Cía. En todos estos países se han dejado oír ya protestas más o menos tajantes contra el socialchovinismo precisamente entre los socialdemócratas revolucionarios. Sólo se exceptúan dos países, Francia y Bélgica, en los cuales, sin embargo, existe también el internacionalismo, pero es muy débil. El socialchovinismo es la culminación del oportunismo. Ha madurado para la alianza franca, y a menudo vulgar, con la burguesía y los Estados Mayores. Y precisamente esta alianza pone en sus manos una gran fuerza y el monopolio de las publicaciones legales y del engaño de las masas. Es absurdo seguir considerando el oportunismo como un fenómeno interno de partido. Es absurdo pensar que la resolución de Basilea pueda aplicarse juntamente con David, Legien, Hyndman, Plejánov y Webb. La unidad con los socialchovinistas es la unidad con la burguesía nacional "propia", que explota a otras naciones; es la escisión del proletariado internacional. Lo cual no quiere decir que sea

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posible romper en todas partes inmediatamente con los oportunistas; quiere decir tan sólo que esta ruptura ha madurado históricamente, que es imprescindible e inevitable para la lucha revolucionaria del proletariado, que la ha preparado la historia al pasar del capitalismo "pacífico" al imperialista. Volentem ducunt fata, nolcntem tralmnt ,:-_ 111

Los representantes inteligentes de la burguesía lo han comprendido perfectamente. Por eso dedican tantos elogios a los actuales partidos socialistas, a cuyo frente están los "defensores de la patria", es decir, defensores de la rapiña imperialista. Por eso retribuyen los gobiernos a los líderes socialchovinistas con cargos ministeriales (en Francia e Inglaterra) o con el monopolio de una vida legal sin impedimentos ( en Alemania y en Rusia). Por eso mismo, en Alemania, donde el partido socialdemócrata era el más fuerte y donde su transformación en partido obrero nacional-liberal contrarrevolucionario ha sido la más evidente, ¡la cosa ha llegado hasta el punto de que el ministerio fiscal haya visto una "excitación del odio de clases" en la lucha entre la "mayoría" y la "minoría"! Esta es la razón de que los oportunistas inteligentes se preocupen, ante todo, de mantener la anterior "unidad" de los viejos partidos, que han prestado tan importantes servicios a la burguesía en 1914-1915. Uno de los miembros de la socialdemocracia alemana ha publicado en abril de 1915 con el seudónimo de "Monitor", en la revista reaccionaria Preussische Jahrbücher, un artículo en el que, con franqueza digna de agradecer, expresa el punto de vista de esos oportunistas de todos los países. Monitor estima que sería muy peligroso para la burguesía que la socialdemocracia se inclinara aún más a la derecha: "Debe conservar su carácter de partido obrero con ideales socialistas, puesto que el mismo día en que lo perdiera surgiría un nuevo partido que recogería el

* Al que quiere, lo guía ol destino; al que no, lo arrastra. N. de la Edit.

1;1, Ol'O:it'i'UrHSMO Y tA BANCARRO'rA

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programa abandonado, formulándolo de un modo más radical" (Preussische lahrbücher, 1915, núm. 4, págs. 50-51). Monitor ha dado en el clavo. Eso es precisamente lo que han deseado siempre los liberales ingleses y los radicales franceses: sonoras frases revolucionarias para engaiíar a las masas, para que pongan su confianza en los Lloyd George, Sembat, Renaudel, Legien y Kautsky, gentes capaces de predicar la "defensa de la patria" en una guerra de rapiña. Pero í'vionitor sólo representa una variedad del oportunismo: la franca, grosera, cínica. Otros proceden en forma encubierta, sutil, "honrada". Engels ha dicho en cierta ocasión: los oportunistas "honrados" son los más peligrosos para la clase obrera ... ,:. Un ejemplo: Kautsky escribe en Neue Zeit (26 de noviembre de 1915): "Va creciendo la oposición contra la mayoría; el espíritu de las masas es oposicionista". "Despues de la guerra (¿sólo después de la guerra? - N. L.) las contradicciones de clase se agudizarán hasta tal grado que vencerá en las ro.asas el radicalismo". "Después de la guerra (¿sólo después de la guerra?-N. L.) corremos el peligro de que los elementos radicales abandonen el partido y se pasen a un partido de acción de masas antiparlamentaria (??entiéndase: extraparlamentaria) ". "De este modo, nuestro partido se divide en dos campos extremos, que nada tienen de común entre sí". En nombre de la salvación de la unidad, Kautsky trata de convencer a la mayoría del Reichstag para que permita a la minoría pronunciar unos cuantos discursos parlamentarios de tono radical. Lo cual quiere decir que Kautsky, con unos cuantos discursos parlamentarios radicales, quiere conciliar a las masas revolucionarias con los oportunistas, que "nada tienen de común" con la revolución, que hace ya tiempo dirigen los sindicatos y que ahora, apoyándose en la estrecha alianza con la burguesía y con el gobierno, se han adueñado también de la dirección del partido. ¿Qué diferencia hay, en el fondo, entre esto y el "programa" de Monitor? Ninguna. sino frases dulzonas que prostituyen el marxismo. •> Véase F. Engels. En torno a la crítica del proyecto de programa socialdemócrata de 1891. - N. de la Edit.

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En la sesión que celebró la minoría del Heichstag el 18 de marzo de 1H15, el kautskiano Wurm "puso en guardia" a la minoría para que "no se estire demasiado la cuerda; en las masas obreras crece la oposición contra la mayoría fracciona!; es necesario atenerse al "centro" marxista (?!probablemente una errata: entiéndase, "monitorista")" (Klassenkampf gegen den Krieg! Material zum "Fall Liebknecht". Als i11anuskript gedruckt ::-, pág. 67). Vemos, vor tanto, que ¡¡ya en marzo de 1915!! se reconocía en nombrn de todos los kautskianos ( del llamado "centro") el hecho del revolucionarismo de las mas a s. ¡ ¡Y ocho meses y medio después, Kautsky habla para volver a proponer que se "concilie" a las masas, que quieren luchar contra el partido oportunista,. contrarrevolucionario, y encima, con unas cuantas frases de tono revolucionario!! La guerra tiene muchas veces la ventaja de poner al descubierto lo podrido y dejar a un lado los convencionalismos. Comparemos a los fabianos ingleses con los kautskianos alemanes. He aquí lo que escribía sobre los primeros un verdadero marxista, Federico Engels, el 18 de enero de 1893: " ... una banda de arrivistas, lo suficientemente inteligentes para comprender que la revolución social es inevitable, pero que de ningún modo quieren confiar esta gigantesca obra tan sólo al proletariado no maduro ... Su principio fundamental es el miedo a la revolución ... " (Correspondencia con Sorge, pág. 390). Y el 11 de noviembre de 1893 escribe: "Estos altivos burgueses, que descienden misericordiosamente hacia el proletariado, para liberarlo desde arriba, con tal de que quiera comprender que una masa gris e ineducada no puede liberarse por sí misma y nada puede conseguir sin la bondad de esos inteligentes abogados, literatos y mujeres sentimentales ... " (lugar cit., pág. 401). Kautsky, en teoría, mira a los fabianos con desprecio, como los fariseos al pobre publicano. Porque él jura por el "marxismo". Pero ¿qué diferencia existe entre ellos en la práctica? Ambos han firmado el Manifiesto de Basilea y ambos han hecho con él lo que Guillermo 11 con la neu'' La lucha de clases contra la guerra. Materiales sobre el "asunto Liebknecht". Publicado como manuscrito. - N. de la Edit.

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tralidad ele Bélgica. Y Marx ha fustigado toda su vida a las personas que tratan de extinguir el espíritu revolucionario de los obreros. Kautsky opone a los marxistas revolucionarios la nueva teoría del "ultraimperialismo", entendiendo por tal la eliminación de "la lucha de los capitales financieros nacionales entre sí" y su sustitución con "la explotación conjunta del mundo por el capital financiero internacional" (N. Z., 30 de abril de 1915). Pero añade: "No sabemos si será realizable esta nueva fase del capitalismo, pues para ello nos faltan aún las premisas necesarias". ¡De manera que, fundándose en meras suposiciones sobre la "nueva fase", y sin decidirse a afirmar claramente que es "realizable", el inventor de esa "fase" rechaza sus propias declaraciones revolucionarias, rechaza las tareas revolucionarias y táctica revolucionaria del proletariado en la actualidad, en la "fase'' de una crisis ya iniciada, de una guerra, de un recrudecimiento jamás visto de las contradicciones de clase! ¿No es esto el más vil de los fabianismos? Axelrod, el jefe de los kautskianos rusos, ve "el centro de gravedad del problema de la internacionalización del movimiento proletario de liberación en la internacionalización de la práctica cotidiana"; por ejemplo, "la legislación sobre la protección del trabajo y sobre los seguros debe ser objeto de la acción y de la organización internacionales de los obreros" (Axelrod. La crisis de la socialdemocracia, Zurich, 1915, págs. 39-40). Bien claro está que no sólo Legien, David y los esposos vVebb, sino el mismo Lloyd George, Naumann, Briand y Miliukov se adherirán plenamente a semejante "internacionalismo". Lo mismo que en 1912, Axelrod está dispuesto a ofrecer para un porvenir muy, muy remoto las frases más revolucionarias, si la futura Internacional "se declara ( contra los gobiernos, en caso de guerra) y levanta la tormenta revolucionaria". ¡Ved lo valientes que somos! Pero cuando se trata de apoyar y desarrollar ah o r a la fermentación revolucionaria, que se está iniciando entre las masas, entonces Axelrod replica que esa táctica de acción revolucionaria de masas "tendría aún cierta justificación si nos encontráramos directamente en vísperas de la revolución social, como sucedió, por ejemplo, en Rusia, donde las acciones estudiantiles de 1~JO l 113-05211

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anunciaron que se avecinaban combates decisivos con el absolutismo". Pero en el momento actual, todo eso son "utopías", "bakuninismo", etc., lo mismo que podrían decir Kolb, David, Südekum y Legien. El amabilísimo Axelrod olvida únicamente que en 1901 nadie sabía, ni podía saber, en Rusia que el primer "combate decisivo" sería cuatro años después -no lo olvidéis: cuatro años después- y quedaría "sin decidir". Y, sin embargo, sólo nosotros, los marxistas revolucionarios, tuvimos entonces razón: nos mofábamos de los Krichevski y los Martynov, que llamaban al asalto inmediato. Nosotros aconsejábamos sólo a los obreros que echaran de todas parte a pescozones a los oportunistas y que con todas sus fuerzas apoyaran, exacerbaran y ampliaran las manifestaciones y demás acciones revolucionarias de masas. Absolutamente análoga es la actual situación en Europa: sería una insensatez llamar a un asalto "inmediato". Pero sería una vergüenza llamarse socialdemócratas y no aconsejar a los obreros que rompan con los oportunistas y que, con todas sus fuerzas, afirmen, ahonden, amplíen y exacerben el movimiento revolucionario que se está iniciando y las manifestaciones. La revolución no cae nunca completamente lista del cielo, y al principio de la fermentación revolucionaria nadie ·sabe jamás si conducirá, y cuándo conducirá, a una revolución "verdadera" y "auténtica". Kautsky y Axelrod dan a los obreros consejos contrarrevolucionarios, viejos y gastados. Kautsky y Axelrod alimentan a las masas con la esperanza de que la futura Internacional será ya seguramente revolucionaria, con tal de que ahora se proteja, se encubra y se embellezca la dominación de los elementos cc;mtrarrevolucionarios: los Legien, los David, los Vandervelde, los Hyndmann. ¿No está claro, pues, que la "unidad" con Legien y Cía. es el mejor medio para preparar la "futura" Internacional revolucionaria? "La tendencia a convertir la guerra mundial en guerra civil sería una locura", declara David, líder de los oportunistas alemanes (Die Sozialdemokratie und der Weltkrieg - La socialdemocracia y la guerra mundial, '1915, pág. 172), contestando al Manifiesto del Comité Central de nuestro partido del 1 de noviembre de 1914. El manifiesto dice, entre otras cosas:

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"Por muy grandes que parezcan, en uno u otro momento, las dificultades de semejante transformación, los socialistas jamás renunciarán a efectuar un trabajo preparatorio sistemático, perseverante y continuo en esta dirección, ya que la guerra es un hecho". (Citado también por David, pág. 171.) Un mes antes de la aparición del libro de David, nuestro partido publicó unas resoluciones en las que se explicaba del modo siguiente la "preparación sistemática": 1) Negar los créditos. 2) Romper la paz nacional. 3) Crear organizaciones ilegales. 4) Apoyar las manifestaciones de solidaridad en las trincheras. 5) Apoyar toda acción revolucionaria de masas. David es casi tan valiente como Axelrod: en 1912 no consideraba que fuera "locura" acordarse, en caso de guerra, de la Comuna de París. Plejánov, representante típico de los socialchovinistas de la Entente, discurre sobre la táctica revolucionaria lo mismo que David. La llama "sueño-farsa". Pero oigamos a Kolb, oportunista franco, que ha dicho: "Resultado de la táctica de los hombres que rodean a Liebknecht sería el llevar al punto de ebullición la lucha en el seno de la nación alemana" (Die Sozialdemokratie am Scheidewege La socialdemocracia en la encrucijada, pág. 50). _ Pero ¿qué es la lucha llevada hasta el punto de ebullición sino la guerra civil? · Si la táctica de nuestro CC, que en sus rasgos fundamentales coincide con la táctica de la izquierda de ZimID3rwald, fuese "locura", "sueño", "aventura", "bakuninismo" -como afirman David, Plejánov, Axelrod, Kautsky y otros-, nunca podría conducir a una "lucha en el seno de la nación", y tanto menos a una lucha llevada al punto de ebullición. Las frases anarquistas no han llevado en ningún sitio del mundo a una lucha en el seno de una nación. En cambio, los hechos demuestran que precisamente en 1915, sobre la base de la crisis suscitada por la guerra, aumenta la fermentación revolucionaria entre las masas, aumentan las huelgas y las manifestaciones políticas en Rusia, las huelgas en Italia e Inglaterra, las manifestaciones políticas y de hambrientos en Alemania. ¿No es esto, acaso, el principio de las acciones revolucionarias de masas?

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Fortalecer, desarrollar, ampliar y exacerbar las acciones revolucionarias de masas, crear organizaciones clandestinas, al margen de las cuales, incluso en los países "libres", no hay manera de decirles la verdad a las masas populares: he ahí todo el programa práctico de la socialdemocracia en esta guerra. Todo lo demás son mentiras o frases, sean cuales fueren las teorías oportunistas o pacifistas con que se adornen,:-. Cuando se nos dice que esa "táctica rusa" (expresión de David) no es adecuada para Europa, contestamos general-mente invocando los hechos. El 30 de octubre, se presentó en Berlín, en el presídium del partido, una delegación de camaradas, de las mujeres berlinesas, y declaró "que ahora, como · se cuenta con un gran aparato de organización, es mucho más fácil que en los tiempos de las leyes contra los socialistas distribuir proclamas y folletos clandestinos y organizar "reuniones prohibidas" ". "No faltan recursos ni medios, pero, por lo visto, faltan ganas" (Berner Tagwacht, 1915, núm. 271). ¿Será que a esas malas camaradas las han apartado del camino recto los "sectarios" rusos, etc.? ¿Será que las verdaderas masas no están representadas por esas camaradas, sino por Legien y Kautsky? Legien, que en su informe del 27 de enero de 1915 fustigaba la idea "anarquista" de formar organizaciones clandestinas; ¡¡Kautsky, que se ha hecho contrarrevolucionario hasta el punto de que, el 26 de noviembre, cuatro días antes de una manifestación en la que tomaron parte en Berlín diez mil personas, calificó de "aventura" las manifestaciones callejeras!! ¡Basta de frases, basta de "marxismo" prostituido a la Kautskyl A los veinticinco años de existencia de la II In-

* En el Congreso Internacional de Mujeres celebrado en Berna en marzo de 1915, las representantes del CC de nuestro partido indicaron que era absolutamente necesario crear organizaciones clandestinas. Esto fue rechazado. Las inglesas se rieron de dicha proposición y ensalzaron las "libertades" británicas. Pero unos meses más tardo se recibieron periódicos ingleses, como por ejemplo, el Labour Leader con pasajes en blanco, luego noticias de registros de la policía, de recogidas de folletos, de detenciones y sentencias draconianas, pronunciadas contra camaradas que hablaban en Inglaterra de la paz, ¡tan sólo de la paz!

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ternacional, después del Manifiesto de Basilea, los obreros no volverán a creer más en frases. El oportunismo está más que maduro, se ha pasado definitivamente al campo de la burguesía y se ha convertido en socialchovinismo: espiritual y políticamente ha roto con la socialdemocracia. También romperá con ella en el terreno de la organización. Los obrcrns exigen ya folletos "clandestinos" y reuniones "prohibidas", es decir, una organización secreta para apoyar el movimiento revolucionario de las masas. Tan sólo semejante "guerra a la guerra" es labor socialdemócrata, y no frases. Y a pesar de todas las dificultades, de las derrotas temporales, de los errores, de las equivocaciones, de las interrupciones, esa labor conducirá a la humanidad a la revolución proletaria victoriosa.

Publicado en enero de 1916 en el núm. 1 de la revista "Vorbote".

T. 27, págs. 115-128.

DISCURSO PRONUNCIADO EN EL MITIN INTERNACIONAL CELEBRADO EN BERNA EL 8 DE FEBRERO DE 1916

Camaradas: La guerra europea viene haciendo estragos ya más de año y medio. Y cada mes que pasa, cada día que pasa, se hace más y más claro para las masas obreras que el Manifiesto de Zimmerwald decía la verdad al afirmar que las frases sobre la "defensa de la patria" y cosas semejantes no son otra cosa que un engaño por parte de los capitalistas. Cada día está más claro que e s un a g u e r r a d e l o s e a p i t a l i s t a s, d e l o s g r a n d e s b a nd o l e ros, que disputan entre sí para ver quién de ellos recibirá mayor botín, saqueará más países y aplastará y sojuzgará más naciones. Parecerá inverosímil, sobre todo a los camaradas suizos, pero es cierto que también en nuestro país, e n R u s i a, no sólo el zarismo sanguinario, no sólo los capitalistas, sino una parte de los llamados socialistas o ex socialistas dice que Rusia hace "una guerra defensiva", que Rusia lucha únicamente contra la invasión alemana. Y, sin embargo, todo el mundo sabe, en realidad, que el zarismo oprime en Rusia desde hace ya decenios a más de cien millones de personas de otras nacionalidades, que Rusia viene aplicando desde hace ya decenios una política bandidesca contra China, Persia, Armenia y Galitzia. N i R u s i a, n i Al e m an i a, n i n i ng u n a o t r a g r a n p o t e ne i a t t en e n d e r e e h o a h a b l a r d e "g u e r r a d e f e ns i va": todas las grandes potencias sostienen una guerra imperialista, una guerra capitalista, una guerra bandidesca, una guerra para oprimir a pueblos pequeños y ajenos, una guerra en aras de los intereses de los capitalistas, que sacan de los horribles sufrimientos de las masas, de la sangre

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proletaria, el oro puro de los miles de millones de sus ganancias. Hace cuatro años, en noviembre de 1912, cuando ya estaba claro que se avecinaba la guerra, los representantes de los socialistas del mundo entero se reunieron en el Congreso Socialista Internacional de Basilea. Ya en ton ces no cabía la menor duda de que la guerra inminente sería una guerra entre grandes potencias, entre grandes aves de rapiña, de que los culpables de la guerra serían los gobiernos y la clase capitalista de todas las grandes potencias . Y el Manifiesto de Basilea, aprobado unánimemente por los partidos socialistas del mundo entero, dijo públicamente esta verdad. El Manifiesto de B asile a no di e e ni un a pal abra de la "g zi erra de fe ns i va", de la "defensa de la patria". Fustiga a los gobiernos y a la burguesía de todas las grandes potencias sin excepción . Dice con claridad que la guerra será el mayor crimen, que los obreros consideran un crimen disparar unos contra otros, que los horrores de la guerra y la indignación de los obreros contra ellos deben conducir ineludiblemente a la revolución proletaria. Cuando se desencadenó, en efecto, la guerra, se vio que en Basilea se había definido con acierto el carácter de esta guerra. Pero las organizaciones socialistas y obreras no siguieron unánimemente los acuerdos de Basilea, sino que se dividieron. En todos los países vemos ahora que las organizaciones socialistas y obreras se han dividido en dos grandes campos. La parte menor, es decir, los jefes, los funcionarios y los burócratas, han traicionado el socialismo y se han colocado al lado de los gobiernos. La otra partei, a la que pertenecen las masas obreras conscientes, sigue agrupando sus fuerzas y luchando contra la guerra, por la revolución proletaria. Los puntos de vista de esta segunda parte se han visto expresados, entre otras cosas, en el Manifiesto de Zimmerwald. En nuestro país, en Rusia, desde el comienzo mismo de la guerra, los diputados obreros han sostenido en la Duma una enérgica lucha revolucionaria contra la guerra y contra la monarquía zarista . Cinco diputados obreros -Petrovski, Badáev, Muránov, Shágov y Samóilov- difundieron

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llamamientos revolucionarios contra la guerra y realizaron · una enérgica agitación revolucionaria. El zarismo ordenó la detención de estos cinco diputados, los entregó a los tribunales y los condenó a deportación perpetua en Siberia. Hace ya meses que los guías de la clase obrera de Rusia sufren en Siberia; pero su causa no ha sido destruida, su obra es proseguida, en la misma dirección, por los obreros conscientes de toda Rusia. Camaradas: Habéis escuchado aquí a representantes de distintos países que os han hablado de la lucha revolucionaria de los obreros contra la guerra. Yo únicamente quiero daros otro ejemplo de un grandísimo y muy rico país, concretamente, de los Estados Unidos de América. Los capitalistas de allí obtienen hoy día beneficios colosales de la guerra europea. Y también hacen propaganda a favor de la guerra . Dicen que Norteamérica debe prepararse asimismo para participar en el conficto, y centenares de millones de dólares deben ser sacados al pueblo para nuevos armamentos, para una carrera de armamentos sin fin. También en Norteamérica, parte de los socialistas se hacen eco de este mendaz y criminal llamamiento. Pero voy a leeros lo que dice el camarada Eugenio Debs, popularísimo guía de los socialistas norteamericanos, candidato del Partido Socialista Norteamericano a la Presidencia de la república. En el periódico norteamericano Appeal to Reason del 11 de septiembre de 1915, Debs dice: "No so y un sold a d o e a p i t a l i s ta, s o y u n re v o l u e i ó n a r i o p ro l et ario,, n o p e r t e n e z e o a l e ; é re i to re g ul a r d e l a p l u t o e r a e i a, s i n o a l e ; é r e i t o i r r eg u l a r d e l p u e b l o. M e n i e g o a ir a la g u e r r a a d e f e n d e r l o s i n t e r e s e s d e l a e l a s e e a p i t al i s t a. E s t o y e o n t r a t o d a s l a s g u e r r a s m e n o s u n a, p o r l a q u e m e p r o n u, n e i o d e t o do e o r az ó n: p o r l a g u e r r a m u n d i a l e n n o m b r e d e l a r e v o l u e i ó n s o e i a l. E s t o y d i s p u e s t o a p a r ti e i p a r e n e s a g u e r r a s i l a s e l a s e s d o m i n a nt e s h a e e n e n g e n e r a l l a g u e r r a i m p r e s e i nd i ble". . Eso dice a los obreros 11ortcamericanos sn amado guía, el camarada Eugenio Debs, el Bebel norteamericano. Eso nos muestra una vez más, camaradas, que, e n

DISCUTISO PTIONUNCTADO ~N

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todos los países, la clase obrera se prepara e f e e t i va m e n te a r e u n ir s u s f u e r za s. Los horrores y los sufrimientos del pueblo en la guerra son increíbles, pero no debemos considerar con desesperación el futuro, no tenemos el menor fundamento para ello. No caen en vano millones de víctimas en la guerra y a causa do la guerra. Los millones de seres que pasan hambre, los millones de hombres que sacrifican sus vidas en las trincheras no sólo sufren, sino que acumulan fuerzas, reflexionan sobre las verdaderas causas de la guerra, templan su voluntad y llegan a una concepción revolucionaria cada día más clara. El creciente descontento de las masas, la creciente efervescencia, las huelgas, las manifestaciones y las protestas contra la guerra son hechos que se dan en todos los países. Y e s o e s p a r a n o s o t r o s u n a garantí a de que, después de la g u e r r a e ur O p e a, l l e g a r á l a r e v o l u e i ó n p r o l e t a r i a e o n t ra e l e a p ita lis m o.

Publicado el 9 de febrero de 1916 en el núm. 33 de "Berner Tagwacht".

T. 27, págs. 231-234.

Fragmento de

UNA CARTA A G. E. ZINOVIEV

: .. Es imposible comprender la guerra actual sin comprender la época. Cuando se habla así de la época no se trata de una frase. Es un criterio justo. Y los pasajes de viejos artículos mías citados por usted prueban solamente eso. Son justos. Pero cuando se empieza a deducir de ahí que "en la época del imperialismo no p u e de haber guerras nacionales", eso es un absurdo. Es un patente error histórico, político y lógico (pues una época es la suma de fenómenos diversos, en la que, aparte de lo típico, hay siempre algo más). Y usted r e p i t e e s t e e r r o r al escribir en las observaciones: "los países pequeños no pueden, en la época actual, defender la patria". ¡¡No es cierto !l ¡¡Ese es precisamente el error de [=vulgarizadores) Junius, Rádek, los "desarmistas" y los japoneses ,:-II Hay que decir: "Tampoco los países pequeños pueden defender la patria e n las g u erras i m p erial is tas, singularmente típicas de la presente época imperialista". Hay diferencia. En esta diferencia está t o d a la e s e n e i a contra los vulgarizadores. Y usted no ha advertido precisamente la esencia.

* Lenin llama los "japoneses" a G. Piatakov y E. Bosh quienes vivieron algún tiempo en el Japón. - N . de la Edil.

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NB

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Grimm repite el error de los vulgarizadores y usted se lo tolera, dando una fórmula incorrecta. Por el contrario, precisamente ahora (tanto en las conversaciones como en los artículos) hay que refutar a los vulgarizadores ante Grimm. Nosotros no estamos en absoluto en contra de la "defensa de la patria" en gen eral, ni en contra de las "guerras defensivas" en gen era l. No encontrará jamás este absurdo ni en una sola resolución (y ni en uno solo de mis artículos). Estamos en contra de la defensa de la patria y del defensismo en la guerra imperialista de 1914-1916 y en otras guerras imperialistas, típicas de la é p o e a imperialista . Pero en la época imperialista puede haber también guerras "justas", "defensivas", revolucionarias [(a saber: ·1) nacionales; 2) civiles; 3) socialistas, y etc.]].

Escrita en agosto de 1916.

T. 49, págs. 287-288.

RESPUESTA A P. KIEVSKI (G. PIATAKOV) ,:-

La guerra -como toda crisis en la vida del hombre o en la historia de los pueblos- aturde y quebranta a unos, templa y alecciona a otros. Esta verdad se hace sentir también en el pensamiento socialdemócrata acerca de la guerra y con motivo de la guerra. Una cosa es profundizar en las causas y la significación de la guerra imperialista sobre la base del capitalismo altamente desarrollado, en las tareas de la táctica de la socialdemocracia con motivo ·de la guerra, en las causas de la crisis de la socialdemocracia, etc., y otra muy distinta permitir que la guerra aplaste el pensamiento propio, dejar de razonar y analizar bajo el peso de las horribles impresiones y dolorosas consecuencias o propiedades de la guerra. Una de estas formas de aplastamiento u opresión del pensamiento humano por la guerra es el menosprecio de la democracia por el "economismo imperialista". P. Kíevski no advierte que en todas sus consideraciones destaca, como hilo de engarce, ese aplastamiento, la intimidación, la renuncia al análisis con motivo de la guerra. ¡Para qué hablar de defensa de la patria, cuando somos testigos de tan salvaje matanza! ¡Para qué hablar de los derechos de las naciones, cuando reina la estrangulación pura y simple! ¡De qué autodeterminación e "independencia" de las naciones puede hablarse, cuando tenemos ahí lo que se ha hecho con la "independiente" Grecia! ¡Para qué,en general, hablar de "derechos" y pensar en ellos, cuando todos los derechos son pisoteados por doquier en provecho del militarismo! ¡Para qué hablar de la república y pensar en ella, cuando durante esta guerra ha desaparecido hasta la más * Este artículo fue escrito en respuesta a uno titulado El proletariado y el "derecho de las naciones a la autodeterminación" en la época del capital financiero, que escribió G. Piatakov (P. Kíevski) en agosto de 1916. Ambos artículos debían haberse publicado en el número 3 de Sb6rntk Sotsial-Demolcrata ("Recopilación de Socialdemócrata"). que no vio la luz. - N. de la Edit.

RESPUESTA A P. KIEVSKI (G. PIATAKOV)

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pequeña diferencia entre las repúblicas más democráticas y las monarquías más reaccionarias y no vemos a nuestro alrededor ni rastro de esa diferencia! P. Kíevski se enfada mucho cuando se le indica que se ha dejado intimidar, que se ha dejado llevar hasta la negación do la democracia, en general. Se enfada y replica: yo no estoy en modo alguno en contra de la democracia, sino sólo en contra de una reivindicación democrática que considero "mala". Pero por mucho que se enfade P. Kíevski, por mucho que nos "asegure" (y, quiza, se asegure a sí mismo) que no está en modo alguno "en contra" de la democracia, sus consideraciones -o, más exactamente, sus constantes errores en las consideraciones- demuestran lo contrario. La defensa de la patria es una mentira en la guerra imperialista, pero no es de ninguna manera una mentira en una guerra democrática y revolucionaria. Las pláticas en torno a los "derechos" parecen ridículas durante la guerra, pues toda guerra remplaza el derecho con la violencia franca y directa; sin embargo, esto no debe hacernos olvidar que en el pasado ha habido (Y probablemente habrá, deberá haber en el futuro) guerras (guerras democráticas y revolucionarias) que, aun remplazando durante la contienda todo "derecho", toda democracia, con la violencia, por su contenido social y sy.s consecuencias han servido a la causa de la democracia y, por consiguiente, del socialismo. El ejemplo de Grecia parece "refutar" toda autodeterminación de las naciones; pero este ejemplo -si se quiere pensar, analizar y sopesar, y no ensordecerse con el estruendo de las palabras ni dejarse intimidar por el yugo de las horribles impresiones de la guerra - no es nada más serio y convincente que las burlas a costa de la república por el hecho de que las repúblicas "democráticas", las más democráticas, no sólo Francia, sino también los Estados Unidos, Portugal y Suiza, hayan implantado e implanten durante esta guerra un despotismo de la camarilla militar exactamente igual que en Rusia. Es un hecho que la guerra imperialista borra la diferencia entre la república y la monarquía; pero deducir de ahí la negación de la república o, cuando menos, el desdén por ella, significa dejarse intimidar por la guerra, significa permitir que el pensamiento propio sea aplastado

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V. l. LENIN

por los horrores de la guerra. Así razonan también muchos partidarios de la consigna del "desarme" (Holand Holst '\ los jóvenes suizos,~,:-, los "izquierdistas" escandinavos,:-,:-,:-, etc.): ¿para qué hablar, dicen, de utilización revolucionaria de las tropas o de la milicia, cuando, como puede verse, en esta guerra no existe diferencia entre la milicia de las repúblicas y el ejército permanente de las monarquías, cuando el militarismo realiza en todas partes una obra tan horrible? Es el mismo modo de pensar, el mismo error teórico y político-práctico que no percibe P. Kíevski, cometiéndolo literalmente a cada paso en su artículo. Piensa que discute únicamente contra la autodeterminación, quiere discutir únicamente contra ella, pero resulta -¡en contra de su voluntad y de su conciencia, y eso es lo curioso!- que no aporta ni un solo argumento que no pueda ser esgrimido con el mismo fundamento contra la democracia en general! El verdadero origen de todos sus curiosos errores lógicos, de todo su embrollo -no sólo en lo que se refiere a la autodeterminación, sino también en los problemas de la defensa de la patria, del divorcio y de los "derechos" en general- está en que su pensamiento se halla aplastado por la guerra y, como consecuencia de este aplastamiento, se adultera de raíz la actitud del marxismo ante la democracia en general. El imperialismo es el capitalismo altamente desarrollado; el imperialismo es progresivo; el imperialismo es la negación de la democracia; "por tanto", la democracia es "irrealizable" en el capitalismo. La guerra imperialista es 0

* Lenin se refiere al artículo Miliz oder Arbüstungl ("¿Milicia o desarme?") de Henriette Roland Holst, socialdemócrata de izquierda holandesa, que apareció pubicado en los números 10-11 y 12 de 1915 de la revista Neues Leben ("Vida Nueva"), órgano de la social~ democracia suiza. - N. de la Edit. ** Socialdemócratas de izquierda suizos, que se agrupaban en torno a la revista Jugend-lnternationale ("La Internacional de la Juventud"), órgano de la Unión Internacional de Organizaciones Juveniles Socialistas. - N. de la Edit. *** La postura de los socialdemócratas de izquierda. suecos y noruegos acerca