Conceptos Fundamentales De Filosofia

598 90 11MB

Spanish Pages [667]

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Polecaj historie

Conceptos Fundamentales De Filosofia

Citation preview

HERMANN KRINGS HANS MICHAEL BAUMGARTNER CHRISTOPH WILD y

otros

autores

CONCEPTOS FUNDAMENTALES DE FILOSOFÍA T O M O PRIMERO

ABSOLUTO - ESPACIO

BARCELONA

EDITORIAL HERDER 1977

Versión castellana de R a ú l G a b á s , del Handbuch philosophischer Grundbegriffe publicado bajo la dirección de H e r m a n n K r i n g s , H a n s M i c h a e j . B a u m g a r t n e r y C h r i s t o p h W i l d , KOsel-Verlag, Munich

© @

1973 K osel Verlag GmbH & Co., München

1977, Editorial Herder S.A ., Provenza 388, Barcelona (España}

ISBN 84-254-0667-6 rústica ISBN 84-254-0668-4 tela

Es

p r o p ie d a d

D e p ó s ito l e g a l : G r a tc s a

B. 20.307-1977

- Nápoles, 249 - Barcelona

P r i m e o in S p a i n

ÍN D IC E D E L

TOM O

PR IM ER O

P r ó l o g o ......................................................................................... Absoluto: W olfgang C r a m e r ..................................................... Abstracto: Rudolf M a l t e r .............................................................. Acción: Béla van Brandenstein Acto: Johannes B. Latz ....................................................................... Alienación: Reinhart M a u rer..................................................... Amor: Bernhard C a s p e r .............................................................. Análisis: Hans-Jürgen Engfer/W ilhelm K . Essler . Analogía: Harald Halz Angustia: Peter Haerlin Aporía: Karl-Heinz Ilting . . A priori - a posteriori: Kurt H ü b n e r ............................................ 129 Arte: Alais Halder . . . ............................................ 137 Autonomía: G ünter R a h rm a s e r.....................................................150 Autoridad: A rna B a r u z z i .............................................................. 167 Bello: W olfgang Janke Bien: H elm ut Kuhn .

. .

9 13 35 43 51 55 70 79 93 109 120

177 195

Cantidad: Lathar Schafer . . . 217 Categoría: Hans Michael Baumgartner . 227 Causalidad: Béla van Brandenstein/A lfred Schopf . . . 247 Certeza: A lfred Schopf . 269 Ciencia: Hans Michael B a u m ga rtn er............................................ 282 Comprender: Richard Schaeffler . . . . 309 Concepto: Hans W a g n e r ............................................ 324 Conciencia: Wilhelm G. J a c a b s ................................... 344 Conciencia de sí mismo: Hans Radermacher . . . 359 Condición: Klaus Hammacher . . 382 Conducta: Klaus Hammacher ............................................ 394 Conocer: A ren d K u l e n k a m p f f ..................................................... 403 Construcción: W alter H a e r i n g ............................................ 416 Contradicción: G ünther Patzig 425 Crítica: Claus van Barmann . ............................................ 434 Culpa: Jorg Splett . .............................................453 Cultura: Reinhart M aurer . 465 Decisión: Heinrich Rambach ............................................ 476 Definición: A lbert M enne .............................................490 Demostración: Kuna L a r e n z .............................................................. 497 Derecho: Ulrich Ham m es . ................................... 5 1 0 Derecho natural: G ünther Ellscheid . 527 Devenir: Kanrad Zillaber .................................... 539 7

Dialéctica: Hans R a d e r m a c h e r ............................................ 549 Diferencia: ]o sef Simon . . . 572 Dios: Hermann K rings/Eberhard S im o n s ....................................5 8 4 Dominio: Peter Krause . ..................................................... 615 Entendimiento: Otto M u c k .............................................................. 623 Escepticismo: Malte Hossenfelder . . Esencia: K urt F l a s c h ............................................ Espacio: Peter Janich/Jürgen Mittelstrass . .

8

639 649 657

PR O LO G O Los diccionarios científicos y los léxicos en general están enfo­ cados bajo una idea enciclopédica. Quieren ofrecer un resumen del estado de conocimiento y del problema en las ciencias particulares. También los diccionarios especializados de filosofía, si no son una obra de consulta para términos técnicos y extraños, se proponen el fin de exponer el estado alcanzado del saber filosófico. Tanto los resultados de la historia de la filosofía como los progresos del pen­ samiento filosófico sistemático, son sacados de su contexto inmedia­ to en la investigación, se fijan como resultados y se ofrecen por temas en orden alfabético. En comparación con estos léxicos filosóficos compuestos según el modelo enciclopédico, nuestros Conceptos fundamentales de filo­ sofía persiguen otra intención. No pertenece a su fines inmediatos informar sobre filosofemas existentes o sobre el estado de la cien­ cia filosófica. Más bien, quieren preferentemente ofrecer filosofía en acto y, en forma de tratados analíticos de los conceptos, actua­ lizar la conciencia filosófica del problema. Por «filosofía» no se en­ tiende aquí una dirección filosófica o el esbozo de un sistema filo­ sófico,. sino un pensamiento crítico que rompe la seguridad arraigada por tradición y costumbre en el uso de los conceptos o términos y procura establecer las condiciones que determinan o deberían de­ terminar este uso. Por tanto, los conceptos acogidos en la obra son sometidos a un examen filosófico cada uno por separado. Y se parte aquí del presupuesto de que los conceptos no son datos previos para el pensamiento, sino primariamente productos suyos. En el pensar no sólo se unen, sino que también se forman conceptos. Por eso sólo puede decidirse sobre la significación y validez de un concep­ to a través de un esclarecimiento reflexivo del proceso de pensa­ miento que lo origina. E l concepto, que aparece como una confi­ guración terminada, ha de representarse según su génesis en el acto de pensar, ha de ser entendido desde el proceso de pensamiento que lo fundamenta. Si se halla entre las peculiaridades de la filosofía el no asumir sin comprobación los conceptos que usa, el someterlos a una crítica cualificada, en consecuencia ella no puede quedarse en una mera regulación definitoria de la terminología; sólo retrocediendo al origen de los conceptos en el pensamiento, se logra un criterio que permite decidir sobre su legitimidad. E n cuanto nuestra obra hace transparentes los conceptos filo­ sóficos en su génesis cogitativa, y con eso trae a presencia de la mente el pensar filosófico vivo, pone a éste en marcha también para el lector. E l valor científico del libro prologado no está, pues, 9

Prólogo en la oferta de lo ya pensado, para tenerlo a mano en forma rápi­ damente utilizable, sino en la pretensión de recuperar críticamente en el pensamiento eso que ya fue pensado. Desde el trasfondo de esta idea han brotado tanto los puntos de vista para la elección de la nomenclatura, como también los principios para la elaboración de los tratados particulares. La expre­ sión «conceptos fundamentales de filosofía» insinúa ambas cosas, tanto la cualificación de los conceptos asumidos, como la forma de tratarlos. Bajo la perspectiva esbozada han de entenderse como «conceptos fundamentales de filosofía» principalmente aquellos que en el ejercicio de la reflexión filosófica, se han mostrado como deter­ minantes para el saber concreto. E l criterio decisivo para que un concepto fundamental sea tratado de propio es, pues, que en él pueda realizarse y representarse el pensamiento reflexivo como tal. Con ello hemos mencionado una conditio sine qua non para la introducción de un concepto en la nomenclatura. A esta condi­ ción objetiva se añade otra subjetiva: el juicio de los editores y su interés científico. Cabría hablar aquí de una cierta arbitrariedad, si los editores no hubieran comprobado esmeradamente su deci­ sión en el estado público de la discusión y en la discusión practica­ da de hecho con filósofos interesados por otras direcciones. En todo caso se tuvieron en cuenta los conceptos que han alcanzado una importancia indiscutible dentro de la historia de la filosofía o en la filosofía actual. Sin embargo, no hemos incluido en nuestras metas una nomenclatura completa, en la que se registraran todos los conceptos importantes del pasado y del presente. En muchos casos parecía preceptivo incorporar una serie de conceptos al tra­ tado de un concepto fundamental más amplio, así, por ej., los conceptos «particular», «todo», «parte», «universales» en el ar­ tículo «general». No hemos dedicado un artículo propio a concep­ tos que tienen carácter de designación: todos los nombres de filó­ sofos, todas las designaciones de disciplinas filosóficas (lógica, filo­ sofía del lenguaje), las escuelas (estoicismo, hegelianismo) o las direcciones (idealismo, utilitarismo), así como todos los conceptos que se esclarecen por una breve definición (el concepto de implica­ ción en lógica formal). Los Conceptos fundamentales de filosofía no pretenden rela­ tar sobre el filosofar actual, sino presentarlo en el acto vivo de su desarrollo. E l pensar filosófico actual es un filosofar histórico e his­ tóricamente determinado; pero de ahí no se sigue que los tratados deban tomar su propia determinación histórica como principio rec­ tor de la exposición. Este principio ha de ser, más bien, hacer explí­ citos los momentos necesarios del pensamiento que van inherentes a un concepto, y mostrar así dónde halla su fundamentación y legitima­ ción un concepto que existe de hecho. Ni los artículos particulares 10

Prólogo ni la obra en conjunto fijan los conceptos en un sistema presupues­ to. Más bien, desde diversos puntos de partida, en el contexto de direcciones filosóficas diferentes y por obra de temperamentos filo­ sóficos distintos, se problematizan los conceptos particulares; y se confía a la responsabilidad del autor respectivo el que él entienda la comprensión de un concepto como un proceso aporético, o abier­ to, o crítico en sentido estricto, así como la circunstancia de que la exposición transcurra analítica o fenomenológicamente, bajo la figura del círculo, o de acuerdo con otros métodos. Los multiformes puntos de apoyo y modos de proceder en los artículos particulares no contradicen a la intención de la obra; más bien, posibilitan en forma especial el desarrollo exigido de los conceptos. P or eso, Conceptos fundamentales de filosofía es una obra que ha de llegar a manos de quien sienta interés por la actividad filosófica. É l puede estar seguro de que en los artículos tratados no encontrará una mera reproducción del anterior estado de infor­ mación y de conciencia del problema. Algún artículo contendrá in­ formación nueva para él, otros le darán pie para una confrontación crítica o le abrirán nuevas perspectivas. En todo caso, nuestra obra ofrece un caudal de reflexión filosófica, que no se transmite al lector como a un mero consumidor, sino que lo estimula como un com­ pañero autónomo de discusión. HERMANN K rings H ans M ic h a e l B aumgartner C h r isto ph W ild

11

ABSOLUTO 1. 2. 3. 4. 5. 6.

Finito — infinito Ser — ente Trascendencia — inmanencia Necesario — contingente Demostración cosmológica de la existencia de Dios Filosofía especulativa

1.1. En la estructura semántica de la palabra «lo absoluto» hay algo pensado que debe estar desligado, y que está desligado o es desligable de algo que no es lo absoluto mismo. Si A es lo absoluto y B aquello de lo que A está desligado o puede desligarse, entonces decimos lo siguiente: B no es constitutivo de A en ningún sentido; si B existe o no, A no queda afectado por ello. Si B no es constitu­ tivo de A — lo que quizá puede mostrarse en que A todavía existe aunque B ya no exista— , entonces se puede decir: A exis­ te independientemente de B . «A y B son independientes», quiere decir: A existe fuera de B y B existe fuera de A. Si A fuera llamado lo absoluto precisamente porque existe fuera de algo que no es ello mismo, porque existe fuera de B , entonces B podría ser Ma­ mado igualmente absoluto, si existe fuera de A. ¿Q ué es, pues, lo absoluto? Sólo bajo una condición no es la palabra «absoluto» un absurdo a priori: debe exigirse que no exista nada fuera de A. E n el caso de que sea imposible la existencia de un ser indepen­ diente de A, entonces y sólo entonces puede ser llamado A lo absoluto. En efecto no puede existir un segundo absoluto, porque tendría que existir fuera de A . Literalmente entendemos por «abso­ luto» lo siguiente: lo absoluto — que simbolizamos por — es aquello fuera de lo cual no existe nada; es decir, aquello que es constitutivo de cada ser que existe además de 91. La expresión «fuera de lo cual no existe nada» no dice que no exista nada dis­ tinto del absoluto. Dice sólo: si hay algo distinto del absoluto 2 , eso no existe fuera o independientemente de 2l. Ahora bien, sólo puede existir algo distinto de lo absoluto, si de A, lo distinto de lo absoluto 91, no puede decirse: «Fuera de A no existe nada». De A, lo distinto de lo absoluto 2l, debe poderse decir: W existe fuera de A. Fuera de lll no existe nada, existe fuera de A. A no existe independientemente de 2l. W debe ser, pues, en sí mismo como un espacio que posibilite cosas respecto de las cuales se com­ porte como lo que está fuera. 1.2. No existe nada independiente de lo absoluto de esto no se deduce que M no pudiera estar en relación con o tro , A , en la relación de «fuera». En cambio, nada está con IJt en la relación de «fuera», pero puede estar perfectamente en la relación de «fue-

Absoluto ra» respecto de otra cosa A. La relación «9l existe fuera de A» dice, pues, que A no es constitutivo de 111:, que IJl es desligable, separable de A. Pero, siendo esto así, significaría que hay una ver­ dadera relación entre y A; entre lo que es desligable y aquello de lo cual es desligable. No hay nada desligable de lo absoluto, pero esto es desligable de otra cosa. ¿Cómo se puede comprender esto? Dado que lo absoluto es constitutivo de todas las cosas, nada puede ser separado de él. Lo absoluto, sin embargo, puede ser desligado de otra cosa; entonces esto otro con que lo absoluto se comporta en modo deseparabilidad deja ya de existir. De lo con­ trario, se llegaría a una relación de recíproca separación que es in­ compatible con el concepto de absoluto. Aquello, de lo cual lo absoluto es separable, está determinado, consiguientemente, por la posibilidad de «dejar de ser». De esto deducimos: si 111: existe fuera o independientemente de A, entonces A es finito. 1.3. En 1,2 se ha tomado exactamente la significación de «absolu­ to». Una relación de separación se da sólo cuando lo absoluto es en sí mismo un espacio para lo finito (no nos referimos a «espacio» en el sentido de la geometría, o al espacio en el que están las cosas experimentables. «Espacio» significa aquí que lo absoluto tiene que tener en sí mismo la razón que posibilite el ser de aquello cuyo no ser es posible a su vez). Si lo absoluto tiene que ser un posible fuera para algo — no para algo fuera de lo absoluto, sino el espacio exterior posible p a ra ... — , para la otra parte de lo absoluto, para el ser finito, entonces se deduce que, como es fácil de ver, lo abso­ luto está determinado temporalmente. Si esta relación de la separa­ bilidad no está determinado temporalmente. Si esta relación de la separabilidad no está alojada en la cosa, entonces se reduce lo absoluto a lo uno, al ser de Parménides, que no sólo excluye de sí mismo lo que es distinto de él, sino que lo excluye por completo. A partir de él no hay camino hacia lo finito, hacia el devenir, hacia lo múltiple. Si la palabra absoluto se usa como algo referido a lo uno, se abusa de ella, porque en ese caso no es posible una relación de desligación. Sea lo absoluto y A lo finito. E l ser y el dejar de ser de A se dan necesariamente en momentos diferentes. Entonces deben ser también diferentes en cuanto al tiempo los casos «\!l (A )» y « W ( 1 ) » . E l símbolo «\!l (A)» indica la no desligación de lo absoluto respecto de A; el símbolo « ( $ ) » significa la desligación, que presupone el dejar de ser de A. Con ello lo absoluto tiene que estar determinado por el tiempo, dándose a la manera de un venir y de un haber sido viniendo. 1.4. Hasta el momento no hemos decidido nada sobre la cosa en sí. Hemos partido de la estructura semántica que la misma pa­ labra ofrece según su etimología.- Si tiene sentido hablar. de lo absoluto, es una cuestión totalmente abierta todavía. Tampoco po­ 14

Absoluto demos partir — al menos así parece a primera vista — de lo ab­ soluto, puesto que posiblemente esto es una quimera, un contrasen­ tido. Tenemos que estudiar si lo que queremos decir con «lo absolu­ to» tiene un fundamento objetivo; solamente puede partirse de lo fi­ nito. Lo finito nos es familiar, nosotros mismos somos finitos. Hay que reflexionar sobre si lo finito tiene como condición una esfera llamada justamente «lo absoluto». Pues, que lo absoluto es la condición de lo finito, está ya expresado en su concepto, según 1,2 y 1,3. Primeramente debemos decir con exactitud qué es definido como «finito». Definición 1: Denominamos finito aquello que tiene en sí el mo­ mento no determinante del ser, y cuyo no ser es posible. H ay que hacer comprensible el significado de «momento no determinante del ser». Un pensamiento puede concebir algo que tenga ciertas de­ terminaciones e incluso imaginárselo. Un pintor puede pintar un centauro. El pensar y la imaginación no pueden lograr que llegue a existir un ser semejante. Pueden atribuirse a una cosa diversas determinaciones, pero con ello todavía no existe algo a lo que correspondan esos determinantes. Ser (existir) no es un determi­ nante (predicado) que pudiera añadirse a otros para hacer que em­ piece a existir algo a partir de cualquier cosa pensada o sólo ima­ ginada. Del mero concepto de una cosa no es posible la conclusión de que existe tal cosa en correspondencia con el concepto. Esto significa la famosa formulación de K a n t : «el ser no es un predicado real.» Si existe un león y «A » es su nombre, entonces en principio A no puede disolverse en determinaciones o en un conjunto de determinaciones. A no es una determinación, sino algo que se determina. Aquello de lo que puede decirse que es un león, debe tener en sí el momento no determinante del ser (que en prin­ cipio no puede añadirse o ponerse). Si éste se suprime, entonces queda anulada también en última instancia toda función determi­ nante de los predicados, porque ya no existe aquello a lo que éstos se refieren. Lo que existe no depende en manera alguna de una esfera del pensar y del imaginar, si ésta se concibe como una esfera singular. Más tarde aclararemos por qué no ha sido usada en la definición 1 la palabra «existencia». 1,5. La pregunta es ahora: ¿Lo finito no supone lo no finito como condición? La tradición ha desarrollado algunos pensamientos que sirven a la demostración de esto. P or lo pronto serán omitidos. Más tarde llegaremos al argumento cosmológico de la existencia de Dios, donde se sigue un proceso de pensamiento muy seme­ jante. No es necesario un gran esfuerzo intelectual para comprender que lo no finito es condición de lo finito. Vamos a fundamentar la proposición l : lo finito tiene como condición lo no finito. Sea A finito. Vamos a examinar bajo qué condición es posible 15

Absoluto el no ser de A . Si A es finito, debe, por consiguiente, poder acabar. Ahora bien, A sólo puede llegar a su fin si el acabamiento tiene una extensión temporal. No existe tal extensión, entonces no se da tampoco un acabamiento de A. O curre con el fin de algo lo mismo que con el principio de algo. Al principio de la lluvia — entendiendo con ello el instante que separa el momento en que todavía no llueve de aquel en que ya llueve — no llueve. Llueve, por lo tanto, ya ha llovido. Deja de llover, por lo tanto ya ha llegado la lluvia a su término. E n un determinado momento no es posible en ab­ soluto ningún estado, es decir, ni un estado que empieza ni un estado que acaba. Sino que el principio es frontera y separa exten­ siones, así como el final separa el tiempo que es del que ya no es. Por tanto, la condición de la finitud de A es un orden crono­ lógico que no acaba con A, en el que el final de A se extiende. Este orden cronológico O es condición de cada ente finito. Para pensar, pues, órdenes cronológicos distintos en cada caso e inci­ pientes cada vez, sería necesario presuponer un orden cronológico que los abarque. Pero este orden cronológico O no puede ser sólo decurso temporal. E l orden cronológico O tiene que originar una extensión temporal, porque cada estado está necesariamente exten­ dido en el tiempo. (E l reposo es el permanecer en distintos mo­ mentos, es decir, en una extensión, en el mismo lugar; movimiento es cambio de lugar, por tanto, también sólo se da con extensión. Sólo en extensiones son reales y se distinguen el reposo y el mo­ vimiento). E l orden cronológico O debe, pues, volver a poner en relación lo que está viniendo con lo que ya ha venido; para el orden cronológico debe todavía estar lo que ya no está, a fin de poder conectar el venir con el haber sido del venir. E l orden cronoló­ gico O debe ser al mismo tiempo decurso y posesión del tiempo, integración del tiempo. Por tanto no puede acabar. Debería incluso haber integrado su fin; su fin todavía debería ser para él. Con lo cual el orden cronológico O es no finito. Su fin no es posible. Esto es válido bajo la premisa de que lo finito existe. Esta premisa per­ mite pensar el fin. E l orden cronológico O no tiene ni principio ni fin. Es la condición de aquello que empieza y acaba. Es el venir y la integración de aquello que ha venido, y es lo que siempre ha sido. Si esto se llama infinito, entonces es infinito en acto con res­ pecto a lo sido, puesto que ha traído siempre consigo una exten­ sión que no es agotable por ninguna acumulación de duración finita. Con respecto al venir no es evidentemente infinito en acto, puesto que el orden cronológico es el venir que no tiene fin. Con respecto a lo que ha de venir puede ser llamado potencial. Pero esto no puede sobrevenir en forma puramente adicional, pues entonces ten­ dría que ser posible un dejar de ser. Sólo lo finito puede dejar de ser. 16

Absoluto En este proceso mental hay algo desconcertante. Se partió de lo finito. Lo infinito se mostraba como su condición. Se pregun­ tará cómo puede un pensamiento pasar desde lo más pequeño se­ gún su contenido hasta lo más alto según su contenido. Provisio­ nalmente, esta aclaración: lo finito no es condición de lo ^ ^ Ñ to , pero lo infinito sí es condición de lo finito, por tanto, el partir de lo finito es un punto de partida extraordinariamente sólido, más sólido incluso que el partir de lo infinito. De ahí que el proceso intelectual, donde se parte de la premisa de que existe lo finito, sea más fácil que aquel que se fija en la dimensión absoluta, pero quiere hacer caso omiso de dicha premisa. E l pensamiento de lo infinito puede no hallarse en el horizonte del pensar y también puede no estar presente allí el que lo ^^M to sea condición de lo finito, siendo así el pensamiento podrá descubrir eso en la reflexión sobre lo finito. Ahora bien, ¿reúne el orden cronológico O los requisitos que aparecen en aquello que llamaríamos lo absoluto según 1,1 1,2 y 1,3? Fuera de este orden no puede ser posible nada. (La palabra «fuera» tiene que ser tomada según la aclaración en 1,1.) Expondre­ mos después que, si A existe fuera de B y los dos tienen en sí el momento no determinante del ser, B es por consiguiente finito. Si presuponemos esta realidad, el orden cronológico O es lo abso­ luto (que será designado a partir de ahora con 21 ). O tro absoluto no puede existir, porque debería existir fuera de 21 y, por tanto, ser finito. La segunda condición se cumple también: si existe algo distinto de 2 , es por consiguiente finito. Con lo cual es válida también la tercera: si A es finito: 21 es separable de A, 21 es incluso la condición del dejar de ser de A. 21 es también tras­ cendente respecto de A, no depende de A. Pero 21 es también in­ manente respecto de A. (Se dirá « X es inmanente a Y » , si X es constitutivo de Y . La relación « X es inmanente a Y » no es contra­ dictoria con « X es trascendente a Y » . Si es válido « X es trascenden­ te a Y » puede también ser válido: « X es inmanente a Y » ). Si designamos desde ahora lo finito con letras mayúsculas latinas como A ,B ,C ,..., entonces será válido « 21 es trascendente respecto de A» y « 21 es inmanente respecto de A »; por lo cual también puede afirmarse: « 21 existe fuera de A » y « 21 existe en A ». (Debe evitarse la significación espacial de las palabras «fuera» y «en».) E l «fuera» o el «en» no deben ser referidos a aquello que no es, ya no es, o debe todavía empezar a ser. T al cosa tampoco es finita según la definición primera, pues no tiene en sí el momento no determinante del ser. « 21 existe fuera de A » y « 21 está en A », estas dos relaciones tienen validez conjuntamente si A es finito. Pues 21 no puede terminar juntamente con A. Si A ya no existe, puede existir entonces otro ente finito, B. Puede también no darse 17 Krings, Conceptos 1 2

Absoluto otro ente finito. Esto tiene que quedar abierto. ¿Es posible que se acabe todo ente finito? ¿Es posible el no ser de lo finito en general? ¿Puede decidirse esta pregunta? La podemos enunciar de la siguiente manera: ¿Son lo infinito y lo finito correlativos entre sí o no? Si A es finito, entonces ir y A ciertamente no son correlativos entre sí, pues de otro modo A no podría acabar. Pero podría desaparecer y nacer en el acto de venir. Lo absoluto po­ dría ser un constante venir de lo finito, una esfera de lo finito. Aunque lo absoluto sea trascendente al (ente) finito A, no por eso tiene que ser trascendente a lo finito en general. ir sólo sería trascendente a lo finito, si fuera posible que no existiera nada. La palabra «nada» designa el caso — de momento problemático — de que dejara de existir el ente finito en general. L o que significan las palabras, «nada es», de ningún modo constituye un sinsentido; puede ser, sin embargo, falso que nada pueda ser. La nada tiene evidentemente lo absoluto como condición. No hay que olvidar que el proceso mental tenía como premisa: sea A lo finito. P or eso la única nada de que puede hablarse de momento es el dejar de ser del ente finito en general. E n la metafísica no puede debatirse si lo no finito es la condición de lo finito. La pregunta realmente disputada está en si lo no finito es trascendente a lo finito o no. Esta pregunta sólo puede comprenderse si las relaciones «?l es trascendente respecto de A» y « ir es trascendente respecto de lo finito», no son formuladas conjuntamente. 2 ,1 . E l orden cronológico O no puede disolverse en una suce­ sión ilimitada de entes finitos. Lo absoluto tiene que ser conjunción de proceso e integración temporal. Lo finito no puede integrar su final. Pero lo finito es también integral en su extensión y tiene por ello la integración como condición, que no es producto suyo. Si no se da integración, tampoco se da extensión. Por ello, lo absoluto tiene en sí necesariamente el momento no determinante (no adicionable, no posible) del ser. Con ello este momento de ningún modo es solamente un momento en lo finito. Que lo significado con la palabra «el ser» no sea sino un producto artificial del pensamiento, que en lo finito toma por sí mismo el momento del ser y lo convierte en un fetich e..., es una manera de esclarecer el ser que constituye un sinsentido. El ser — la palabra «no determinante» será omitida en adelante — de nin­ gún modo es sólo un momento en lo finito. Si así fuera, lo finito quedaría destruido en su raíz. De todos modos, como momento — ya sea en lo finito, ya en lo absoluto — el ser no es un producto de la abstracción. E l ser como momento exige un contra momento. Llamemos determinación al contramomento. Lo finito no puede reducirse al ser, ni tampoco a un conjunto de determinaciones. Lo finito es unidad de ser y determinación, es un ser determinado, un 18

Absoluto ente. E l contramomento, la determinación no puede ser un producto de nuestro pensar. Es necesario ahora reflexionar de una forma ge­ neral sobre la relación «ser-determinación». Se pueden distinguir dos casos. Si el ser @5 es inseparable de una cierta determinación $ , entonces la unidad de @5 y $ no puede ser finita. Pues en otro caso el ser tendría que poder acabar. Esto no es posible, pues es momento del absoluto. Si el ser es separable de la propiedad B , entonces, la unidad de © y B es finita. Pero con la separación la propiedad B no puede caer en el no ser. Sólo aquello que tiene en sí el ser puede alguna vez no ser = no ser ya. Ahora bien, no es la propiedad B la que tiene en sí el ser, sino lo finito, que es unidad de © y B. Por tanto, la determinación B debe tener un ser en el modo de separación de ©. Designemos este ser como «©i». B no puede ser en modo de «Si» por primera vez cuando acaba lo finito, que es unidad de © y B, pues este modo, lo mismo que B no puede llegar a ser. La propiedad B en el modo de sepa­ ración de e , o sea, en el modo de «©i», es ya constitutiva de la determinación B unida con el ser ©. La propiedad en el modo «@íi» no queda afectada por el hecho de que algo determinado por B exista o no exista. (Decimos en efecto que algo existe cuando tiene en sí el ser no determinante y una determinación separable del ser). La propiedad B en el modo «@5¡» es una propiedad del ente posible. De ahí que lo finito deba tener una determinación que pueda corres­ ponder también a otro ente finito. Lo finito tiene una determinación general, es una a. Definición 2: Será llamado singular aquello que tiene en sí el mo­ mento no determinante del. ser y una determinación general. E l singular es uno entre iguales o iguales posibles. E l último hombre es todavía un a, un hombre. La prueba de que lo singular es finito, se deduce fácilmente de su determinación general, y puede omitirse aquí. Proposición 2: Lo finito es un singular y un singular es finito. Observación: Las cosas que aparecen a nuestros sentidos no tienen en sí el momento no determinante del ser y por eso no son entes finitos o singulares en el sentido de la definición 1 y 2. Por tanto, lo que es exigido en las definiciones no conviene a lo que K a n t llama fenómeno. Sin embargo, hay un sujeto que es el único al que puede aparecer algo, el único que puede tener percepciones, y que lleva en sí el momento no determinante del ser, con lo cual es finito y singular. La palabra «singular» no está usada, pues, como la usa K a n t cuando habla de que la intuición es una repraesentatio singularis. Lo singular dado en la intuición no es singular en el sentido de la definición. P or eso dejamos de lado las cosas de los sentidos y con ello el mundo en que vivimos. E l mundo en el 19

Absoluto que vivimos es mundo por la vivencia, y tiene como condición al mundo en el que existimos, que no es mundo por la vivencia. Así dejamos de lado todo el ámbito llamado hermenéutico, el cual tiene como condición lo finito y singular, que satisface a las defi­ niciones. Si hay, pues, singulares, muchos singulares, en consecuencia debe plantearse la pregunta de si existe algo singular que no tenga en sí una multiplicidad de singulares. L a comprensión de la metafísica de L eibn iz depende de esta pregunta. Si no hay verdaderas unidades, pensaba L e ib n iz , entonces no existe nada singular, ni el mundo. Esta temática, el problema de la verdadera unidad dentro de la esfera de lo finito, será llamada el problema de Leibniz. Con su tesis L eibn iz sin duda tiene razón, y también la formulación de la tesis que él propone es contundente. De la premisa de que lo finito simple tiene que tener como fundamento verdaderas unidades, L e ib niz había sacado la conclusión de que los entes simples no pueden ser cosas en el espacio y, por tanto, no pueden ser cosas sensibles. Si para lo individual, que es verdadera unidad, se usa la palabra «individuo», entonces esta palabra tiene el significado literal de lo no divisible, y no expresa lo que en la oposición individuo y predicado es llamado individuo. Ahora puede decirse con mayor exactitud lo que entendemos por «determinación». Un individuo, como verdadera unidad, es verdadera unidad por su determinación, que le es esencial. Las propiedades de un individuo pueden cambiar, pero siempre bajo la condición de que no pierda la determinación esencial, pues en caso contrario él dejaría de ser. La determinación esencial es a su vez la condición de que un individuo pueda estar en relación con otros individuos. Con la palabra «determinación» se quiere expresar la propiedad que constituye a un individuo. Final­ mente, vamos a resaltar la diferencia entre individuos que no tienen en absoluto partes, e individuos que sí tienen partes. Los individuos de la primera clase son verdaderas unidades según sus determina­ ciones esenciales, es decir, no constan de muchas- propiedades esen­ ciales; tienen, sin embargo, partes de una propiedad inferior, son una pluralidad respecto de una determinación inferior. E l hombre es un individuo de este orden superior. Con ello hay que retener: la palabra «determinación» debe designar solamente la propiedad que constituye la unidad de un individuo. 2 ,2 . Surgió la cuestión de si existe una determinación que sea inseparable del ser. Una propiedad general no puede ser tal deter­ minación. Si se usan las conclusiones que fueron conseguidas bajo la premisa de que lo finito existe, entonces puede indicarse la cuestionable determinación del ser. La cuestionable determinación del ser puede con razón llamarse la determinación absoluta, puesto que el ser es momento del absoluto, y con ello la determinación que 20

Absoluto es inseparable del ser es también momento del absoluto. E l orden temporal O tiene como base el ser no determinante. E l ser ha estado por tanto en un continuo venir, y seguirá viniendo continua­ mente. Puesto que el venir es a la vez integración, un ser en con­ junto, el ser tiene que integrarse a sí mismo en su propio venir. Es decir, el ser tiene que ser un verse a sí mismo, un ser para sí. Mejor dicho, el ser no es el ver, sino el punto de partida del ver, el vidente. Originariamente ser y ser-para se pertenecen entre sí, pero esto sólo en la dimensión absoluta. Por el contrario, sería un sinsentido afirmar que todo ser es ser para una conciencia, enten­ diendo por conciencia una conciencia singular. Cada singular es un singular entre iguales o posibles iguales. ¿Qué conciencia individual debería según esto poseer la característica de que cualquier cosa que sea, es para ella? Pero si en el absoluto ser y ser-para se per­ tenecen mutuamente, esto no quiere decir que el ser pueda disol­ verse en ser-para. Más bien el ser no determinante, que no es serpara, es la condición de que el ser sea para él. Hemos de renunciar aquí a explicaciones más amplias. Se anuncia una pregunta impor­ tante. ¿Qué ve el ser cuando se ve? É l está desnudo de todo contenido. Un contenido finito no puede añadírsele desde fuera. Al final de nuestra exposición aparecerá una anotación que es como una introducción a la solución de esta pregunta. 3. (En este apartado no se conservará la numeración de las defi­ niciones y proposiciones. Ésta no volverá a emprenderse hasta el apartado 4. La designación de las definiciones o proposiciones adu­ cidas se hace mediante los signos: a, b, c ... Así se escribirá: «definición a», o «proposición a», «proposición b», etc.). Partiremos de los conceptos «transcendencia» o «fuera», que ya han sido empleados varias veces. Definición a: Si A y B tienen en sí el ser no determinante, el hecho de que B no es constitutivo de A será expresado mediante: A es trascendente respecto a B.» En lugar de esto se dirá también: «A está fuera de B .» Si no es válido « A existe fuera de B », se dirá entonces: « B es inmanente respecto de A» o « B está en A.» Puede ser válido también al mismo tiempo: «A está fuera de B» y «A está en B.» Son, sin embargo, contradictorios: «A está fuera de B» y «B está en A .» Si es válido «A está fuera de B» y también «B está fuera de A», entonces esta relación será expresada me­ diante: «A y B existen el uno fuera del otro.» Si A, B, C, D ... existen el uno fuera del otro, podremos decir: «A , B , C , D ..., son muchos.» Unos ejemplos: Dos hombres — y más de dos — existen inde­ pendientemente. E l uno no es condición para la existencia del otro. También padre e hijo existen independientemente, aunque el padre 21

Absoluto sea el que engendra al hijo. E l hijo puede sobrevivir al padre; el padre, al hijo. Si el mundo tiene en sí el ser no determinante — quizás es lo individual lo único que tiene en sí en el mundo el ser no determinante — y si M es algo que es un hombre, enton­ ces el mundo existe fuera de M y en M. E l mundo es, pues, condición del hombre como un ser viviente, es decir, es inmanente al hombre M. Sin embargo, el mundo existe también fuera de M, ya que el mundo no tiene como condición el que existan en él hombres. La definición a es una definición nominal. Introduce y aclara el significado de una expresión. Pero lo que la expresión significa, la relación que existe entre A y B, no está fijado, natural­ mente, por la definición. Ni siquiera A es determinante. Pues A tiene en sí al ser no determinante, según se exige. Si entre A y B existe la relación..., entonces diremos: « ...» . Proposición a: A existe fuera de B, luego B es finito. Se presupone de B que tiene en sí el ser. Si la determinación por la que B es no puede separarse del ser, entonces esta determinación es la deter­ minación absoluta. Pero puesto que se presupone igualmente que el ser es momento de A, B tiene que ser momento de A, es decir, constitutivo de A. Pero A debe estar fuera de B. Por- tanto, la determinación por la que es B, debe ser separable del ser y, por tanto, ha de ser una determinación general. B es, pues, singular y, según la proposición 2 (2 ,1 ), finito. Es evidente según la proposición 1 (1,5) que si B es finito, existe algo fuera de B. Aquello fuera de lo cual existe algo, es finito, y ente finito es aquel fuera del cual existe algo, al menos lo absoluto ID'. Definición b: Llamaremos absoluto a aquello que tiene en sí mismo el ser no determinante, y fuera de lo cual nada puede existir. De la definición B se desprende que lo absoluto no puede darse en una pluralidad. Por tanto la definición puede ser también formu­ lada así: Definición b‘: Lo absoluto es aquello que tiene en sí el momento no determinante del ser y fuera de lo cual no puede existir nada. Las definiciones b y b ’ dejan totalmente abierta la cuestión de si existe algo que merezca con razón ser llamado lo absoluto. Pero cómo objetivamente el asunto no está abierto, se muestra por lo que sigue: Proposición b: existe además de B algo que está fuera de B, enton­ ces lo absoluto es su condición. Según la proposición a, B es finito; según la proposición 1 (1 ,5 ), el orden cronológico O es condición de B. Si hubiera algo fuera del orden O , entonces el orden O sería finito, lo que es un contrasentido. P or lo tanto el orden cronológico O es lo absoluto, de él puede decirse lo que en la definición b o en la definición b' se exige. No podría existir algo fuera de lo cual existe alguna cosa, si no 22

Absoluto existiera aquello fuera de lo cual nada puede existir. No merece la pena probar que lo absoluto es la condición de la posibilidad de lo finito. La pregunta es si lo absoluto es trascendente a lo finito, a lo finito en general (cf. 1,5). Intentemos decidir esta cuestión. 4,1. La definición 1 de lo finito, formulada en 1,4 no es satisfac­ toria. Si lo finito es un ser tal que puede acabar, debe haber en­ tonces en él algo mediante lo cual se pueda mostrar que el ente puede acabar. Si dicha característica no se diera, entonces la finitud se conseguiría sólo al llegar el ente a su fin. Pero lo que ha sido no es finito en el sentido de la definición, puesto que no tiene en sí el ser no determinante. La característica exigida sólo puede ser la forma de determinación de lo finito. Lo que es esta forma de determinación que acredita la finitud, está claro según 2 ,1 : la deter­ minación general, «un ser-a». Determinación y ser deben de estar entre sí en la relación de separabilidad, y esto es lo que implica el pensamiento «un ser-a». La metafísica tradicional había hecho ya responsable de la fi­ nitud a la forma de la determinación. Si los pensamientos de la tradición son expresados por medio de la diferencia entre determi­ nación y ser, entonces habría que distinguir como en 2 ,1 : (a) deter­ minación que no está unida necesariamente con el momento del ser, (b) determinación que es inseparable del ser. Está afectado por una determinación de la primera clase lo fáctico, que tiene una causa de su existencia diferente de sí mismo, puesto que algo de la deter­ minación no existe por causa de la determinación. En el segundo caso, no es posible la separación de determinación y ser, la unidad es por el contrario necesaria y por eso la existencia está sustraída en absoluto a la posibilidad del no ser. Hasta aquí la tradición. H ay que observar que estos pensamientos proponen la tarea de especificar la determinación que es inseparable del ser. E l antiguo argumento de A n se lm o , que K a n t llamó el argumento ontológico de la existencia de Dios, debía dar nueva vida a esta tarea, pero, con ella, también a su problemática. E l curso de pensamiento en 1, 2 , 3, ha eludido la temática de la metafísica tradicional. Ésta tendía al argumento cosmológico, par­ tiendo de la existencia finita y aplicando el principio de que todo ser finito tiene una causa, para concluir la existencia del ser necesario. En el argumento de Anselmo y sus variantes, debía mostrarse la unidad de una cierta determinación relevante con el momento del ser como condición de un sistema de determinaciones. Hemos sosla­ yado esta temática. La pesada pieza de artillería de que dispone la metafísica tradicional no es necesaria. Lo finito, precisamente en su propiedad más ínfima de poder acabar, tiene ya como condición la di­ mensión absoluta. Lo finito no es, no es l}t, E sto quizás aporte argu­ 23

Absoluto mentos para responder a la pregunta de si 2l, lo absoluto, es trascen­ dente o no a lo finito en general. ¿Cómo está la cosa N (x) = N (y) xRiy ^ N (x) > N (y)

D ebe exigirse asimismo la inversión de estas relaciones, es decir, la función de ordenación (función de medición) debe ser biunívoca (de todos modos, empíricamente esta exigencia no puede hacerse efectiva así). Debe definirse además una operación de enlace o o de modo que valga: 1) 2) 3)

A dos elementos x,y e M siempre corresponde unívocamente un (x o y) E M E l enlace es monótono y constante conmutativo y asociativo.

Un enlace de este tipo se llama «aditivo». Y magnitudes que satisfacen estas condiciones se llaman «magnitudes extensivas». Finalmente hay que exigir que los objetos de un ámbito de medición sean «conmensurables» con el estándar de unidad e. E n ­ tonces es posible ordenar a cada objeto del ámbito de medición un número racional

n

como número de medida, de modo que 225

t. 1inas, Conceptos i 1'

Cantidad valga N (x) = :

e. Con ello se ha definido a la vez una «escala», n en lo cual, según la manera de fijación del punto cero y de la uni­ dad, pueden distinguirse diversas clases *• Consideramos un ámbito empírico como metrificado cuando, una vez interpretado el sistema formal, quedan cumplidos todos los postulados. Es éste el caso, p. ej., cuando para una medición longitudinal se fija: o = «yuxtaponer», Ro = «congruencia», Ri = «más largo que», e = cm. Com o exigencia de adecuación se pide a un sistema empírico de medida que sea isomorfo con el sistema numérico de relaciones definido por los postulados indicados arriba; es decir, en cada caso para dos magnitudes del ámbito la suma de los números de medición, ordenados por la operación de medición, es igual a N cuando y sólo cuando la función de medición ordena el valor N también al «producto» engendrado desde las dos magnitudes me­ diante la operación de enlace («yuxtaposición»). No todas las magnitudes son directamente medibles. Por eso se distingue entre «medición fundamental» y «derivada». E l que una magnitud se comporte aditivamente no es una cues­ tión formal, sino empírica. Y asimismo sólo en el marco de una teoría física puede estipularse si las magnitudes de estado están definidas a través de los números reales (mecánica clásica) o de una multiplicidad discreta (mecánica de los quanta). NOTAS

l. A r i s t ó t e l e s , Metafisica 13, 1020a 8. — 2. A. M a i e r , Metaphysische Hintergründe der spiitscholastischen Naturphilosophie, Roma 1955. — 3. D e s ­ c a r t e s , Principia philosophiae i i 10, ed. dir. por A d am y T a n n e r y , t. v i i i , p. 45. — 4. KANT, Crítica de la razón pura (CRP), A 162 (editorial Losada, Buenos Aires 61970, t. 2. p. 303). — 5. KANT, Kritik der Urteilskraft, § 25, ed. de la Academia, t. v, p. 248. — 6. H e g e l , Wissenschaft der Logik, Werke (Glockner), t. IV, p. 409; trad. cast., Lógica, Aguilera, Madrid 1971. — 7. B. E l l i s , Basic Concepts of Measurement, Cambridge 1966, p. 74-126. B IB L IO G R A F ÍA

J.M. AUBERT, Filosofía de la naturaleza, Herder, Barcelona 1970. B. E l l i s , Basic Concepts of Measurement, Cambridge 1966. H. v o n H e l m h o l t z . Ziihlen und Messen. Erkenntnistheoretisch betrachtet (1887), m Schriften zur Erkenntnistheorie, ed. dir. por P. H e r t z y M. S c h l i c k , Berlín 1921. C.G. H e m p e l, Fundamental of Concept Formation in Empirical Science, m International Encyclopaedia of Unified Science, vol. i i , n.0 7, Chicago 1952. F. S e lv a g g i , La estructura de la materia, Herder, Barcelona 1970. LoTHAR

226

SCH.AFER

C A TEG O R ÍA 1. 2. 3. 4.

Categotía como tipos o esquemas de enunciados E l sentido crítico de la categoría Problemas de la identificación de las categorías Fundamentación de la categoría como estructura construida de una experiencia posible 5. Sistema, enumeración completa y deductibilidad 6 . La categoría en función: operacionalización del procedimiento 7. Doctrina de las categorías como propedéutica de una filosofía no hermética 1 . A r is t ó t e l e s tomó el término categoría del lenguaje judicial griego, donde tenía el sentido de acusación, y lo trasladó al len­ guaje técnico de la filosofía, para diferenciar diversos tipos de enunciados, con la significación de esquema de enunciado o tipo de predicación (Ta yévyj xan¡yopiwv). «Dicho de paso el singular “categoría” significa originariamente predicado; pero el plural “ca­ tegorías” pudo usarse en el sentido de “diversos tipos o formas de predicados”; la expresión aristotélica completa para lo que nos­ otros llamamos una “ categoría” es “ tipo de predicado” o “forma de categoría”» '• Como tipos de posible predicación las catego­ rías introducidas por A r is t ó t e l e s significan esquemas de enun­ ciados, que deben delimitarse y distinguirse entre sí para evitar ambigüedades en el lenguaje filosófico de la argumentación- y dis­ cusión, especialmente en el uso del «es», con sus múltiples sig­ nificados. A r i s t ó t e l e s enumera diez categorías: substancia ( -rt e -riv; oúcría), cantidad ( 1to cróv), cualidad ( 1to ió v ), relación ( 1tp ói; t i ), don­ de ( 1to ü ), cuando ( 1to -ré ), situación (xdcr8 aiI), posesión ( l/s iv ), acción (1to ie:ív), pasión (m áo/eiv)2 • Ellas designan «grupos sin enlace de palabras pronunciadas» respecto de su significación como posibles partes componentes de frases. Que A r is t ó t e l e s concede importancia al «sin enlace» (aveu cru^1tt -ox^i;), pone de manifiesto que en el análisis de las categorías no se trata de un análisis de juicios, sino de miembros de la frase para posibles juicios. Pues, en efecto, mientras que los enunciados (juicios) deben examinarse de cara a si son verdaderos o falsos, el análisis de tipos de predica­ ción nada tiene que ver con la verdad del juicio. E l horizonte de­ cisivo para ellos no es la disyunción de enunciados verdaderos o falsos, sino la diferencia de sentido y sin sentido. Hacia aquí apuntan ya las determinaciones de homonimia y sinonimia en el primer capítulo del escrito sobre las categorías, según el cual descripciones iguales para «cosas» que pertenecen a diversas categorías han de juzgarse como equivocaciones. Por otra 227

1

Categoría

parte, con la confusión de categorías, como, p. ej., cualidad y substancia, resultan sinsentidos como el de que aparece lo bello mismo como bello, y lo blanco mismo como una cosa blanca. En sus determinaciones esenciales, p. ej., en la distinción entre predicaciones esenciales y accidentales, o en la posición preemi­ nente de la oúcría 1pw-rr¡, : la doctrina aristotélica de las categorías se muestra como instrumento de crítica de un uso falaz de las pa­ labras, o de la diagnosis de enlaces sin sentido de palabras. En cuanto separa el concepto de género del de categoría — en cada categoría pueden enunciarse géneros de especies e individuos: pre­ dicación esencial— , y en cuanto refiere originariamente todas las categorías no substanciales a la primera substancia como aquello que ni está en un sujeto, ni se enuncia de un sujeto, desarrolla una multiplicidad de puntos de vista para el análisis de la apa­ riencia contenida en la representación de lo «general», así como medios auxiliares para evitarla. Con la distinción entre la función de nombres propios o descripciones definidas y la función de tér­ minos generales (predicadores), que desde entonces pertenece al núcleo fundamental de la lógica filosófica, todavía no se ha tomado una decisión ontológica, contra lo que se supone muchas veces. Pues la sospesa de que la primacía lógica de la substancia primera incluye ya distinciones de rango en el contenido de las substan­ cias mismas, es refutada implícitamente por A r i s t ó t e l e s indicando que el concepto de substancia primera como tal no admite un más o menos. «Un hombre determinado no es más substancia que un buey determinado» 3G ü n t h e r P a t z i g , bajo la perspectiva de la moderna lógica formal, ha esbozado la doctrina aristotélica de las categorías, afir­ mando que A r i s t ó t e l e s mostró la diferencia entre términos sin­ gulares y generales y diferenció los términos generales en univocos y equívocos 4, y al mismo tiempo ha puesto de manifiesto que la obra de A r i s t ó t e l e s no da una información suficiente sobre la intención perseguida por él. La intención auténtica de la doctrina de las categorías consistiría más bien en «mostrar que “es” puede tener una serie de funciones esencialmente diferentes en las frases, no sólo una, como suponen los platónicos. A r i s t ó t e l e s se inte­ resaba por la multiplicidad de las categorías, y le bastaba con mostrar que por lo menos podía enumerar diez. Frente a esto parece tener una importancia subordinada que después él tendiera a la opinión de que estas diez categorías pueden bastar para captar las diversas funciones del “es”» Aunque aquí el sentido crítico inmediato de la doctrina aristo­ télica de las categorías parece estar relativamente limitado, lo di­ cho no contradice a la función originaria del catálogo de las catego­ rías que E r n s t K ap p deduce de un análisis de los Tópicos aristoté­ 228

Categoría licos, ^ ^ción que consiste en «proteger contra conclusiones engaño­ sas y errpres, que pueden surgir de formas lingüísticas semejantes de diversos enunciados» *• Además KAPP resalta también que A r is ­ t ó t e l e s mismo en el uso posterior de las categorías, en relación con discusiones metafísicas, fue la primera víctima de la ilusión de que «los diez grupos de categorías estaban destinados desde el prin­ cipio, y podían utilizarse sin reparos o reflexión ulterior, para cap­ tar todo el ámbito de la posible significación de palabras par­ ticulares» Tanto P a t z ig , como ya antes KAPP, aluden con ello a la vez a un desiderátum de la filosofía aristotélica, así como a un punto decisivo de una teoría de las categorías. Esto nada cambia en el hedio de que la doctrina aristotélica de las categorías ha de tenerse con razón por un intento decisivo de un análisis que desarrolla las estructuras fundamentales del lenguaje humano, indispensables para la discusión filosófica, y elabora significaciones fundamentales de palabras cuyo descuido hace imposible todo hablar con sentido, ya antes de toda discusión temática sobre el contenido en relación con los principios de lo real. Sin embargo, junto con la falta de una enumeración completa de las categorías, está en juego a la vez el problema de su justificación. Si se pretende que la enumeración es completa, se presupone un principio de análisis que permite des­ arrollar exactamente aquellos esquemas de enunciados que abarcan todas las significaciones posibles, de modo que con relación a cada expresión pueda indicarse exactamente a qué categoría pertenece. Con ello se exige a la vez que las categorías no puedan cruzar­ se. Si pensamos aquí en la imprecisión de la captación aristotélica de la cualidad y la substancia segunda, o en los cruces de cualidad y relación y cantidad o lugar y tiempo, etc., entonces el pretendido carácter completo de la enumeración aristotélica de las categorías, según se echa de ver implícitamente en las exposiciones metafísi­ cas, no sólo se presenta como problemático, sino que hace sospe­ char además que el análisis de las categorías en A r is t ó t e l e s es sola­ mente de naturaleza fáctica. De todos modos en este contexto no ha de excluirse la sospecha de una preocupación con significado ontológico: el esquema de pregunta de las categorías se refiere exclusivamente a una cosa particular, en especial a un individuo humano. ¿Pero con qué derecho estas preguntas constituyen el esbozo fundamental de todas las posibles significaciones? Como preguntas estándar a todo ente ( -róSe: t i ) que se presente, las categorías determinan un ámbito de posibles respuestas. ¿Y qué legitima para preguntar así y no de otro modo? ¿Son las preguntas mismas su­ ficientemente distintas, son racionales, son adecuadas a lo real a que hacen referencia? 229

Categoría Ni

en

el

m a rco

p a rte

de

su

d o c tr in a

de

o tra

da

P ero

in d ir e c ta m e n te , te n ie n d o

en

a r is to té lic a , p u e d e s a c a r s e u n a

c ió n

que ha

d e b u s c a rs e la

c a te g o r ía s

re s p u e s ta

c u e n ta

filo s o fía en

la s

A r is t ó t e l e s u n a

guna

d ir e c ta

la c o n c e p c ió n o r ie n ta c ió n

s o lu c ió n d e

en

n in ­

a

e sto .

t o t a l d e la

s o b r e la

d ir e c ­

e s t e p r o b l e m a *•

V o ll-

r a t h , e n u n a a m p lia in t e r p r e t a c ió n , d e te r m in a la s c a te g o r ía s « c o m o

el

ser

de

la s

m is m a s » ,

y

cosas

m is m a s

c o n c lu y e

su

que

a p arece

in v e s tig a c ió n

en

con

e l lo g o s

la

te s is

de

de

la s

que

cosas

«el ho­

r iz o n te d e l p e n s a m ie n to a r is to té lic o , n o s ó lo e n e l c a m p o d e la s c a ­ te g o r ía s , s in o e n g e n e r a l» e s « e l l o g o s c o m o p h y s i s , e s d e c ir , c o m o e l s e r d e lo s e n t e s q u e e n d E s ta s

c o n s id e r a c io n e s

o rig in a ria

e n tr e

A r is t ó t e l e s . E n de

la s

ta l

c a te g o r ía s ,

ta c ió n

del

ser

y

lo g o s

en

y

l e n g u a j e s e c o n f í a a l h o m b r e » *•

a lu d e n ser

con

que

razó n

pu ede

ju s t i f i c a c i ó n E l

ser

fu n d a m e n ta r

la s

e stru ctu ra s

de

la

p r e d ic a c ió n

c u a n to

am bos

son

s a le n

v e rse

r e v e la d o

e s tr u c tu r a s d e la r e a lid a d

en

p resu p o n e

su

e l lo g o s .

y

e n te ,

c o r r e s p o n d e n c ia se

p u e d e d e te r m in a r s e

m ano ló g ic o s

la

c o r r e s p o n d e n c ia

co m p ren d er com o

a

im p líc ita m e n te

en

com o

e l lo g o s

fá c tic a s

a

la

vez

de

la

u n id a d

m a n ife s ­ p o s ib ilita

d e l h a b la r

e x is te n te . P o r p r in c ip io s

eso

lo s

que

hu­

tip o s

o n to ló g ic o s

d el ser

en

e l lu g a r

del

s e re v e la .

P o r e s o p a r e c e le g it im a d o su s e n tid o c r í t i c o p a r a la o r d e n a c ió n d e l h a b la r

r a c io n a l.

E s ta b le

m ie n tra s

la

m á tic a .

¿C óm o

fe r e n c ia

e n tr e

c e s a rio Por caso s

¿P ero

s o lu c ió n

del te s is

va

una

r e a lm e n te

m is m a

de

de

a s í? la

la

le g itim a c ió n

r e v e la c ió n

a p o d e rse m a n te n e r

s e n tid o

d e l c o n c e p to o tr a

es

p ro b le m a

p a rte ,

y

s in s e n tid o , la

a

s ó lo

no

se

tr a v é s d e

cu al es

un

es

haga

p la u s i­ p r o b le ­

ta l te s is la

d i­

p re su p u e sto

ne­

d e c a te g o r ía ? la

r e v e la c ió n

del

c o n d ic ió n n e c e s a r ia , p e r o

ser

es

en

el

m e jo r

n o s u fic ie n te p a ra la

de

lo s

d e lim ita ­

c ió n d e d e te r m in a d a s c a te g o r ía s . A unque, por b arg o ,

p ara

el

ta n to , cu rso

im p o r ta n c ia d o s c o sa s:

no

pu ed a

u lte rio r

a c e p ta rse

de

e sta

n u e stra s

s o lu c ió n , s in

r e fle x io n e s

em ­

a d q u ie r e n

p r im e r a m e n t e s e p o n e d e m a n if ie s to q u e h a

d e p e r m a n e c e r e n p r im e r p la n o u n a lo c a liz a c ió n u n ila te r a l d e l p r o ­ b le m a

de

la s

c a te g o r ía s , b ie n

sea

en

e l á m b ito

d e la

ló g ic a

(p e n ­

s a m ie n to ), b ie n e n e l d e la o n to lo g ía (s e r ) , si s e p la n te a la p r e g u n ta por

su

le g itim a c ió n . A u n q u e la s

m a ria m e n te

com o

ta c ió n ,

em b a rg o ,

s in

e stru ctu ra s d e si

han de

c a te g o r ía s h a n d e te m a tiz a r s e p r i­ la s

fr a s e s

pod er

u sad as

fu n d a r

o

en

la

a rg u m en ­

re p re se n ta r

un

s e n t i d o , a l a v e z s o n t a m b i é n f o r m a s d e l o r e a l e n e l l e n g u a je . P o r eso

su

o rd e n a c ió n

a

uno

de

lo s

m an o com o

p r o b le m á tic a . P o r

so n

d e m e d ia c ió n e n tr e

fo rm a s

dos

cam p os

s e p re s e n ta

ta n t o , la s c a te g o r ía s , ser

y p e n s a m ie n to .

de

a n te ­

s e g ú n su lu g a r , P e ro e ste p e n ­

s a m i e n t o n a d a d i c e s o b r e la p o s i b i l i d a d d e s u l e g i t i m a c i ó n , d e s c r i b e s o la m e n te

230

el

« lu g a r

ló g ic o »

d e la s

c a te g o r ía s

m is m a s , lo

cual

s ig ­

Categoría

nifica que la distinción entre lógica y ontología se presenta como irrelevantp para el problema de la fundamentación. En segundo lugar, en la doctrina aristotélica de las catego­ rías y en su ulterior contexto filosófico se pone de manifiesto que su función como instrumentario crítico sin duda no puede funda­ mentarse suficientemente sin argumentación sistemática. Instru­ mentos críticos como tales sólo pueden justificarse o refutarse me­ diante reflexiones, que tienen carácter sistemático en un sentido que todavía hemos de determinar más de cerca. El problema del carácter completo de las categorías y de su legitimación como un esquema inequívoco y válido de enunciado exige más que un mero análisis fáctico del pensamiento o del lenguaje. Por el contexto de la teoría aristotélica de las categorías puede sospecharse que la dis­ tinción entre enunciados con sentido y sin sentido hace necesaria una aprehensión previa de estructuras de mediación entre ser y pensamiento en el saber, aprehensión que constituye la primerísima fundamentación de la diferencia entre sentido y sinsentido. 2. Pero una primera explicación de esta sospecha conduce a di­ ficultades especiales. Aunque la función crítica de las categorías, se­ gún parece, sólo puede justificarse en un contexto sistemático, sin embargo las categorías mismas nada tienen que ver con él. Pues en cuanto en el criterio de verdadero y falso laten reflexiones sis­ temáticas, éstas presuponen ya que sus tesis pueden pretender una significación de acuerdo con las categorías en general. Por tanto, parece que el concepto de las categorías posee una significación y función independientes de tales reflexiones. Se presenta la siguien­ te situación paradójica: enunciados sobre categorías, que deben fundamentar su posibilidad de utilización, han de estar ya bien for­ mados categorialmente. Pero si están categorialmente bien forma­ dos, a lo sumo pueden confirmar la función de la categoría, pero no fundamentarla. Ahora bien, si no están bien formados categorial­ mente como frases sin sentido no pueden fundamentar nada. De ahí parece deducirse que la función crítica y el valor de la categoría en cierto modo han de poderse fundamentar autónoma­ mente y con independencia de reflexiones sistemáticas. Un in­ tento en esta dirección debería asegurarse de aquel medio en que las categorías ejercen su función. Si de antemano no se quieren in­ troducir ya hipótesis metafísicas, de momento este medio no puede ser sino el lenguaje humano, en el que las categorías permiten diagnosticar un posible sinsentido. Ahora bien, a base de las formulaciones aristotélicas de las categorías puede mostrarse que en el lenguaje surge un sinsentido siempre que se responde a ciertas preguntas como si la pregunta formulada fuera otra. Si a la pregunta «¿quién era Sócrates?», al231

Categoría ■k

í

guicn responde: «É l pesaba unos 7 6 kilos» o «Sócrates está en el mercado», el que responde confunde la categoría de fe^stancia con las categorías de la cantidad o .ijl lugar y rnq ^wduce juicios falsos, sino una interrelación de es^c:tlema de pregunta y esquema de respuesta que no es ni verdadero* ni falso. Coófu^OTies de cate­ gorías no engendran enunciados contradictorios, sino un sinsentido. Por tanto, la teoría de las categorías se relaciona primariamente con la combinación posible de expresiones de un lenguaje. Según el punto de apoyo, diagnostica un Ílhlsentido lingüístico como con­ fusión de la significación (HussERfcte mezcla de esferas ( C a ^ a p ), defectos de tipos (R u s s e l l ) o deftetos de categorías (R y l e ). De todos modos - aquí debe ^ ^ ^ K -gjp Icu en la—que, en primer lugar, las doctrinas de las categorl^rorientadas al lenguaje dependen en cierto modo del sistema lingüístico que está co!l\o base en el análisis, y, en segundo lugar, las teorías de lás categorías, diver­ samente motivadas, no sólo conducen a distintos conceptos de ca­ tegorías (categorías de significación, tipos, esferas, clases de res­ puesta), sino que, según el punto de apoyo, llevan a veces a un número inconcluso de categorías particulares. Por otra parte, también el concepto de sinsentido ha de diferenciarse todavía: no todo enlace de palabras gramaticalmente correcto excluye el sinsentido. L a frase «mis ideas de color naranja se han ido a dormir» corresponde a todas las reglas de la sintaxis, sin que por ello pueda ya atribuírsele un sentido. P or eso, teniendo en cuenta la doble significación de «sinsentido», el problema de la categoría conduce necesariamente a la distinción entre categorías sintácticas y semánticas, sobre las cuales C h o m sk y intentó demos­ trar que en lenguajes naturales no pueden reducirse las unas a las otras; mientras que en lenguajes artificiales, es decir, construidos, en general se supone su identidad. Las categorías sintácticas pue­ den definirse como aquella clase de expresiones que pueden inter­ cambiarse en frases sin que se destruya la buena forma sintáctica. Por el contrario, las categorías semánticas designan clases de expre­ siones intercambiables que, al ponerse en el contexto correspon­ diente, no cambian la estructura de la significación. De esta defini­ ción de categoría se deducen, según parece, procedimientos mane­ jables para su identificación. 3. Pero ante todo hemos de esclarecer la pregunta de si las ca­ tegorías pueden definirse estrictamente como clases de expresiones intercambiables. Según esto, dos expresiones pertenecen a la mis­ ma categoría sintáctica o semántica si pueden intercambiarse en contextos diferentes sin cambio de la buena forma (well-formedness) o de la estructura de la significación. Y a la inversa hemos de decir que expresiones no intercambiables bajo las condiciones men232

Categoría donadas, han de incluirse en categorías diferentes. Por tanto, una confus¡pn de categorías, según la teoría especial sobre las mismas, conducé' a ^^secuencias abswdas, en un caso específico (R u s s e l l ) a paradojas lógicas. W Aunque 'lia intención de R u s s e l l de evitar el circulus vitiosus no es coextetlsivamente idéntica coñ la de R y l e , sin embargo, por lo que se refiere al procedimiento del hallazgo de las categorías, puede establecerse una relación entre ellos, lo mismo que entre ellos y A r i s t ó t e l e s . Tomemos un ejemplo de Analytica Posteriora (83a 30ss) de A r is t ó t e l e s para esclarecer la intención común: «el color blanco es blanco» c o ^ j tu y e segíin la doctrina aristotélica un defecto de categoría, qulSfcg d ¿ e a la confusión entre la ca­ tegoría de cualidad y de s u b s ta n c ia r e igual manera esta frase se presenta comp confusión de tipos lógicos, pues puede transformar­ se en la proposición equivalente: «la clase de los objetos blancos es ella misma un objeto blanco». Si en esto coinciden directamente A r is t ó t e l e s y R u s s e l l , por otra parte no es difícil aducir un ejemplo análogo de R y l e : «si dos expresiones pertenecen a la misma categoría, entonces es tícito formar frases enlazadas por conjunción que contienen estas expresiones. Un comprador puede decir, p. ej., que él ha comprado un guante derecho y otro izquierdo, pero no que él ha compra­ do un guante derecho, otro izquierdo y un par de guantes» 20 Es un principio idéntico de fijación de categorías el hecho de que, de una conjunción preposicional de expresiones de categorías diferen­ tes, resultan consecuencias absurdas. P or eso, categorías diferentes no son conjuntables en frases; y expresiones que pertenecen a cate­ gorías diferentes no son sustituibles. Pero el principio de la intercambiabilidad (interchangeability) en contextos, salva bene-formatione o salva significatione, aunque es apropiado para el hallazgo o identificación de diferencias de cate­ gorías en ejemplos relativamente sencillos del lenguaje humano, sin embargo no carece de problemas. E n efecto, permite una distinción exacta de expresiones y su clasificación bajo categorías bien dis­ tinguidas, solamente si se trata de una intercambiabilidad en todos los contextos posibles. Pero precisamente esta totalidad de con­ textos posibles no es accesible a un análisis exclusivamente lingüís­ tico. E l principio de la intercambiabilidad, si ha de poderse apli­ car con sentido, incluye una generalización totalizante sobre todos los contextos (H u s s e r l , L e s n ie w s k i ), según la cual es válido lo siguiente: si dos expresiones son intercambiables en un contexto, han de serlo en todos los contextos. C arn a p y B a r -H i l l e l (C h o m s k y ) objetaron con razón que la aplicación de este principio a lenguajes naturales no sólo es una limitación arbitraria de la libre formación de expresiones, sino que 233

Categoría provoca igualmente un aumento autodestructor de equivocaciones (an intolerable and self-defeating proliferation of homonymies) **. Esto tiene como consecuencia que el principio de la intercambiabilidad a lo sumo puede aplicarse a lenguajes con estructura especial­ mente simple. Si partimos de que el lenguaje de la reflexión filosó­ fica, aunque no sea coextensivo con los lenguajes naturales, sin em­ bargo no posee la estructura simple aquí exigida, se deduce como consecuencia que el principio de la intercambiabilidad no puede servir como base de una gramática lógica para la reflexión filosófica. Por tanto, el proceso de construcción para la identificación de categorías que sugiere el análisis lingüístico, se presenta como irrea­ lizable para una doctrina filosófica de las categorías. Bajo este pre­ supuesto una teoría lógico-lingüística de la invención y definición de las categorías tiene que presentarse como imposible. Por tanto, la consecuencia no puede sonar: recurso al lenguaje usual, sino, en todo caso, intento de una fijación de aquel contexto general (se­ gún su estructura) que determina el argumentar filosófico. Pero la ostensión de un contexto correspondiente a la filosofía no puede emprenderse ni con medios lógico-analíticos, ni con medios lin­ güísticos; eso, en tanto fuera posible, sería un problema de crítica o teoría del conocimiento. Parece que, en el mejor de los casos, las categorías sólo pueden descubrirse y fundamentarse en una teoría del conocimiento humano, que a la vez determina todos los contextos posibles del lenguaje filosóficamente relevante, es decir, dirigido al conocimiento de lo que es, y no en un análisis de todas las expresiones posibles e imposibles del hablar fáctico. Sólo en el marco de una teoría del conocimiento podría plantearse suficien­ temente el problema ya comentado del carácter completo de los esquemas categoriales, y fundamentarse la propiedad implícitamen­ te normativa de la categoría, la cual es la única capaz de justificar su función crítica. 4. La dominación del problema de la totalidad se ve confron­ tada con la situación de que una teoría de las categorías sólo puede llevarse a cabo de cara a un lenguaje limitado, es decir, construido bajo determinados puntos de vista. Generalizaciones sobre todas las expresiones y contextos sólo son posibles en lenguajes sucesiva­ mente engendrados, artificiales. Con ello no está dicho todavía de qué tipo tiene que ser este lenguaje, es decir, qué procedimiento hay que poner en marcha para construirlo. Como quiera que se determine el lenguaje de la filosofía, la cual debe contener pregun­ tas por la esencia, el todo, los principios, las condiciones y las relaciones de lo real, no puede perderse de vista la afinidad del lenguaje filosófico — como posible metalenguaje último para todos los tipos y estilos de lenguaje — con el normal (usual). P or eso 234

Categoría

surge la situación, paradójica a primera vista, de que para la solu­ ción del problema de las categorías tiene que ser posible un len’ guaje construido a la manera del lenguaje natural usual. Pero ¿cómo puede determinarse tal lenguaje, afín al natural y, sin embargo, limitado, con muchos, pero finitos modelos bien diferenciados? La única posibilidad parece estar en que se destaquen determi­ nados caracteres o grupos de palabras dentro del lenguaje usual. Así debería entenderse, p. ej., la caracterización aristotélica de la calegoría de substancia frente a los accidentes. Si tal perfiladura del hablar no ha de ser meramente fáctica, sino que debe basarse en algún principio demostrable o que se legitime a sí mismo, únicamente un punto de apoyo teorético-cognoscitivo está en condiciones de fundamentar un modelo reducido, frente al lenguaje natural de la experiencia humana del mundo como conjunto de cosas sobre las que no sólo hablamos y pensamos, sino que podemos conocerlas también. Precisamente por eso el problema de las categorías sólo puede resolverse por el camino de una teoría del conocimiento. E l principio por el que KANT construye la acción unitaria del entendimiento no sólo satisface a las condiciones mencionadas, sino que a la vez da la norma del mundo de la experiencia reconstruido como cognoscible. Su concepto de la categoría representa a la vez de esta manera la estructura del mundo de la experiencia posible, así como las estructuras fundamentales de la posible cognoscibilidad. Con la limitación de la lógica formal, fundada sobre el principio de contradicción, al pensamiento en general, y con la transición a una lógica trascendental, es decir, que determina el puro pensar ob­ jetos, se establece una teoría del conocimiento que toma en con­ sideración la insolubilidad logicoformal del problema de las cate­ gorías. Si las categorías son «conceptos de un objeto en general, con los que la intuición del mismo queda determinada por una de las funciones lógicas del juicio» 12, en consecuencia constituyen mo­ mentos estructurales del objeto de la experiencia, los cuales, por la esquematización de las doce formas diferentes de juicio, se apli­ can a la forma de intuición del tiempo. Por eso, la tabla de los juicios, que fija las diversas funciones del juzgar y que supuestamen­ te garantiza la interrelación sistemática y el carácter completo, cons­ tituye el esbozo fundamental de las categorías posibles. Se trata aquí de los cuatro grupos: cantidad, cualidad, relación y modalidad, a los que en cada caso se ordenan tres formas de juicio: universales, particulares y singulares según la cantidad; afir­ mativos, negativos e indefinidos según la cualidad; categóricos, hipotéticos y disyuntivos según la relación; y problemáticos, asertóricos y apodícticos según la modalidad. Las categorías que de ahí surgen son, por el orden correspondiente: unidad, pluralidad, 235

Categoría totalidad (cantidad); realidad, negación, limitación (cualidad); subs­ tancia, causalidad, comunidad (relación); posibilidad, existencia, necesidad (modalidad) 48 Las categorías de KANT se presentan, por tanto, como construcciones fundamentales del mundo de la e ^ » riencia, en lo cual, de cada uno de los cuatro grupos de categorías, en cada caso una categoría determina el objeto de la experiencia. Y precisamente por eso las categorías pueden pretender validez ilimitada para el mundo de la experiencia. Son conceptos válidos a priori de objetos. Ahora bien, en relación con tal reconstrucción de la experien­ cia cambia la función crítica del concepto de categoría. Como cada objeto está determinado por una de las categorías de los cuatro grupos, los errores de categorías ya no son primariamente confu­ siones de las mismas, excepto el caso en que, p. ej., los juicios singulares se confundieran con los particulares, o se confundiera la categoría de la realidad con la de la existencia. Es decisiva más bien la función crítica del concepto de categoría en conjunto. Pues, en efecto, si se usan formas de juicio sin limitación a los objetos dados en las formas de intuición del espacio y del tiempo, surge una apariencia dialéctica, que se traduce en manifestaciones contra­ dictorias a manera de los paralogismos o de las antinomias de la razón pura que KANT expone. P o r tanto, lo primariamente defec­ tuoso ya no está en las confusiones de categorías, sino en el uso ilegítimo de conceptos de categorías fuera del ámbito de una expe­ riencia posible. Fuera de este ámbito, es decir, sin esquematización, las catego­ rías son «solamente funciones del entendimiento para conceptos, pero no representan ningún objeto. Esta significación les viene de la sensibilidad, que realiza el entendimiento en cuanto a la vez lo restringe» 48 La doctrina de las categorías de KANT se presenta, pues, como una doctrina desarrollada, a la vez construida y normativa, mediante el concepto de una experiencia posible en unión con una teoría de la función de síntesis del juicio. E n virtud de las muchas, pero finitas, funciones sintéticas del pensamiento (como funciones de síntesis de representaciones), las categorías constituyen un sistema cerrado y completo de estructuras, que penetran la totalidad del posible juzgar fáctico y fundamentan primerísimamente el co­ nocimiento. L a capacidad de eficacia de esta teoría en lo concerniente a un diagnóstico con éxito de frases sin sentido, así como a una reduc­ ción legitimada de la totalidad, descansa en dos presupuestos: pri­ mero, el concepto restrictivo, de ningún modo sustraído a toda discusión racional, de una experiencia posible como el correlato de cognoscibilidad en general; y, segundo, el procedimiento unitario 236

Cat^pría de construcción, fundado en la unidad presupuesta de la acción del entendimiento, como el correlato de las funciones sintéticas del jui­ cio. Ambos presupuestos ostentan el carácter de decisiones cuasimetafísicas, o por lo menos de hipótesis no empíricas, que en el tiempo siguiente han sido una y otra vez motivo de discusión. Reconstrucciones de la doctrina kantiana en el neokantismo (CoHEN, N atorp , L ask) conectan con esto lo mismo que teorías ontológico-trascendentales, sea del concepto de ser (H eideg ger ), sea de la síntesis categorial del juicio (K rings). Frente a estas teorías que más o menos esporádicamente buscan nuevo apoyo en K ant , la filosofía del llamado idealismo alemán elevó directamente a tema central el concepto de categoría bajo el enfoque recibido de K ant , así como los problemas con ello planteados del carácter sistemá­ ticamente completo y de la deductibilidad de las categorías par­ ticulares, e intentó de diversos modos desarrollar el problema de una fundamentación especulativa de las mismas. 5. La concepción de las categorías del idealismo se movía ante todo en la inteligencia del concepto de categorías formuladas explí­ citamente por K a n t. «Este sistema de las categorías hace sistemá­ tico todo tratado de cualquier objeto de la razón pura, y da una orientación indudable o hilo conductor sobre cómo y a través de qué puntos de investigación ha de conducirse todo estudio metafísico, si éste ha de ser completo; pues agota todos los momentos del entendimiento, bajo los cuales debe ponerse cualquier otro con­ cepto» P or eso, según su significación, las categorías son, como ya en A r i s t ó t e l e s , momentos estructurales de la praxis de la ar­ gumentación y discusión metafísicas. Además, no sólo son criterios de sentido de las teorías metafísicas, sino a la vez garantes del ca­ rácter completo de todos los posibles puntos de vista. Con esta pretensión K a n t se distancia decididamente de A ris ­ t ó t e l e s ; pero a la vez surge con ello un problema sistemático con amplias consecuencias, que afecta esencialmente al concepto mismo de categoría. Si efectivamente las categorías agotan todos los momentos del entendimiento, han de poderse deducir de un principio de unidad de todo saber. E sta exigencia tiene sin duda alguna como presupuesto que la crítica idealista, iniciada con F i c h t e , contra la apercepción transcendental de K a n t como pun­ to supremo del saber humano, sea fundada. Pero entonces los cua­ tro grupos de categorías, que en K a n t todavía se hallan en mero estado de yuxtaposición, deberán referirse necesariamente entre sí, y surge por eso la pregunta de cómo y en qué orden las categorías pueden desarrollarse desde el principio supremo de todo saber. Incitado por F i c h t e , S c h e l li n g , en su escrito Ü ber die Moglichkeit einer Form der Philosophie überhaupt (1 7 9 4 ) 1S, ha237

Categoría bfa acometido el primer intento de referir las categorías de la rela­ ción al principio supremo que se desarrolla en tres enunciados, de tal manera que la forma categórica, la hipotética y la disyuntiva se presentaban como idénticas con los tres principios supremos, y por el mismo orden aparecían como base en las categorías de los otros tres grupos. La forma categórica se identifica allí con la del estar puesto incondicionalmente (primer principio) y está como base en las categorías de unidad, realidad y posibilidad. De manera corres­ pondiente la forma hipotética se identifica con la del estar puesto condicionadamente (segundo principio) y fundamenta las catego­ rías de pluralidad, negación y realidad ( = existencia). Finalmente la forma disyuntiva se identifica con la del condicionado estar puesto a través de un todo de condiciones, y con ello es base de las categorías de totalidad, limitación y necesidad. Que los juicios ana­ líticos y los sintéticos, diferenciados por K a n t , y su unión se de­ muestran como idénticos con los tres principios supremos, sea dicho solamente de paso. La teoría de F i c h t e sobre la deducción de las categorías, tal como queda expuesta un poco más tarde en Grundlage d er gesamten W issenschaftslehre (1 7 9 4 ) u , discrepa del teorema de S c h e l l in g solamente por lo que se refiere a la primacía de la categoría de relación. Es común a los dos intentos sistemáticos la intención de una deducción progresiva de las categorías particulares a partir de un principio supremo, que formula la identidad de ser y sa­ ber de acuerdo con la acción práctica que está como base de esta identidad. Según esto, todo lo que en general se conoce en el saber, está de tal manera determinado por las categorías, que cualquier tema a tratar — completamente en el sentido de la intención kan­ tiana — puede desarrollarse exhaustivamente según los puntos de vista categoriales dados. Lo que no cae en el ámbito del saber, no puede pensarse ni conocerse. Así las categorías se presentan como los conceptos fun­ damentales del saber en general. Como momentos estructurales de las acciones prácticas reconstruidas de la conciencia, las catego­ rías conservan su peculiar carácter constructivo, pero pierden su específica función crítica; a no ser que se desconozca el lugar de deducción de un determinado concepto de categoría y se establez­ can falsas referencias dentro del sistema. Por eso las categorías son exclusivamente elementos del edificio articulado del saber mis­ mo, determinaciones sistemáticamente deducidas y distintamente lo­ calizadas de la unidad de ser y saber, sin función hacia fuera. P or ello su valor crítico ya no se refiere, como todavía en K ant, a la relación de lo cognoscible con lo pensable, sino a la relación de la razón con el lenguaje. Como momentos de construcción de una realidad racional, las categorías están incluidas en un sistema del 238

Categoría saber que ya sólo como un todo se presta para la crítica de un hablar, posiblemente sin pensamiento. Con el intento de sistematización, a partir de K ant se muest ra progresivamente el cambio de las categorías de instrumentos críticos a principios racionales diversamente localizados de una ra­ zón que se reconstruye o comprende a sí misma. Con ello se pre­ senta de nuevo un hecho paradójico: el intento de fundamentar principios críticos del saber desde el saber mismo, conduce como consecuencia a la supresión de su función crítica. Si en K an t el ámbito de lo carente de sentido y contradictorio estaba referido todavía a un pensamiento sin intuición, ahora se convierte en el ámbito del lenguaje como mera manifestación (flatus vocis). Con todo, de esa manera le ha quedado aún a] concepto de categoría un resto de significación crítica. Esta función queda suprimida por completo en el sistema fi­ losófico de H e g e l . Pues aunque el lenguaje esté incluido todavía en el proceso de la llegada a sí misma de la razón, sin embargo, se pierden las diferencias y disyunciones fundamentales del saber, vá­ lidas aún para F i c h t e y S c h e l l in g : forma y contenido, sujeto y predicado; y, más allá de eso, se pierde todo sentido de la indis­ pensable diferencia entre teoría y realidad, entre pensamiento y lenguaje, entre saber y opinión. Pero si ya no hay ningún fuera respecto de la teoría filosófica — el envés de la idea absoluta, en la que la identidad de saber y objeto se comprende procesualmente — , se cambia el concepto de categoría, en cuanto éste designa a la vez el todo del saber y sus condiciones, sus momentos y su fin como estadios del llegar a sí mismo, se cambia según el estado de reflexión en determinados principios del objeto tematizado. Con la tesis de que la absoluta idea misma es la suprema categoría, no sólo se suprime la diferencia entre categoría y principio de ser, sino también entre las múltiples categorías y el concepto de categoría. Da la impresión de que una filosofía así concebida, en cuanto in­ tenta comprenderlo todo, ya no comprende nada. En la filosofía sistemática del idealismo, dentro de la pers­ pectiva esbozada, las restricciones de la totalidad tenidas en cuenta todavía por K ant quedan suprimidas progresivamente, con lo cual se abandona la base sobre la que podría delinearse un concepto racional, es decir distinto, de categoría. Pero una teoría de las categorías no sólo se muestra como inepta cuando ya no puede definir el concepto de categoría, sino que además cae en una con­ tradicción fundamental consigo misma cuando intenta establecerse como categoría ilimitada. Por eso el carácter normativo del con­ cepto de categoría para la ordenación y la crítica de un hablar ob­ jetivo y racional se pierde en la perspectiva de la filosofía sistemá­ tica, lo mismo que en el recurso a la totalidad del lenguaje usual; 239

Categoría pues de hecho la totalidad del saber y la totalidad del lenguaje usual se distinguen solamente por el carácter de una diferenciación reflexiva. Con la supresión de la diferencia entre categoría y principio del ser en H e g e l , se introduce a la vez una tradición en la inte­ ligencia y el uso del término «categoría» que, ciertamente también junto con otros signos, entiende las categorías como conceptos de principios para cualquier cosa concreta. E sta tradición se extiende desde la filosofía académica del siglo x i x hasta la doctrina de las categorías de N ic o l a i H artm ann 18. Después de la destrucción de la filosofía sistemática idealista, el concepto de categoría pierde su valor sistemático como concepto estructural del saber absolu­ to que se comprende, con la consecuencia ineludible de que una doctrina filosófica de las categorías queda relegada a una mera colección de determinaciones todavía generales de las diversas re­ giones de lo real, cuando no es arrojada del fondo de saber de las ciencias y de la tradición filosófica. Visto a la luz de la historia de la filosofía, el problema de la categoría termina así en una aporía, si dejamos de tom ar en con­ sideración su final fáctico en la colección de principios de N . H a r t ­ mann , por una parte, y en la historiografía de la doctrina de las categorías (T r e n d e l e n b u r g , R a g n isc o , H e i m s o e t h ), por otra par­ te. E l análisis del principio de la intercambiabilidad de cara a len­ guajes dados de hecho ha mostrado que una teoría racional de las categorías sólo es posible por la eliminación de la totalidad de los lenguajes naturales. Una reconstrucción en el sentido de K ant tiene presupuestos hipotéticos a la vez no empíricos y no evidentes. P or otra parte, la solución idealista de los problemas que, bajo la perspectiva de la filosofía sistemática, quedaron abiertos en K a n t , por el recurso a la totalidad del saber conduce a una nueva supre­ sión del concepto de categoría. Las doctrinas de las categorías de K ant y A r is t ó t e l e s ciertamente desarrollan un concepto racional y manejable de categoría, pero se muestran como no reflexionadas en lo referente a la pretensión de fundamentación última. Aceptar sus hipótesis en forma decisionista resulta tan poco satisfactorio como la reflexión metafísica de sus presupuestos. ¿No queda, pues, sino la vuelta al concepto de absurdidad de R y l e ? Pero tampoco R y l e está en condiciones de ofrecer criterios generalizables, aquí de lo absurdo, criterios en sentido estricto, con lo cual habría que renunciar a una teoría desarrollada de las categorías. 6. Por eso, según parece, una solución satisfactoria del proble­ ma de las categorías tiene como presupuesto las siguientes pre­ guntas: ¿Puede mantenerse la intención crítica de la doctrina de las categorías fundamentada por A r i s t ó t e l e s y K a n t , aunque 240

Categoría en form a d iferen te, sin poseer u n concepto bien diferenciado de categoría y sin poder re m itir a un núm ero sistem áticam ente com ­ pleto y d em ostrable a priori de todas las categorías, de todos los esquemas categoriales? ¿P u ed e establecerse algo racionalm ente so­ bre d efectos de categorías para e l enju iciam iento d el hablar y juzgar concretos sin recu rrir a un lengu aje artificial en e l que están fijadas ya las categorías com o principio de con stru cción? Y final­ m ente: ¿P u ed e fijarse algo sobre la carencia de sentido del hablar humano sin reflexionar en un co n tex to sistem ático sobre e l pro­ blema de una interrelación posiblem ente apriorística en tre razón y lengu aje, en tre pensam iento y sentido com ún? B a jo e l títu lo W hat is a T heory of Categories? w, M a n l e y T h o m pso n d iscu te e l in te n to de P .F . S tr a w so n de llegar por el cam ino de una m etafísica d escrip tiva a un conceptual schem e of ordinary language 20• Su respuesta al in ten to de S tr a w so n m uestra cóm o retorna e l p roblem a ya con o cid o: S tr a w so n oscilab a en tre la necesidad de in trod u cir hipótesis m etafísicas propias, y la salida de R y l e de recu rrir a un concepto no específico de absurdidad tomado del sentid o com ún. Según la propia con cep ción de T h o m p ­ son , e l in ten to de una m etafísica d escrip tiva perm anece am bi guo , en tanto pretend e u n ám bito o b je tiv o propio fren te a una teoría filosófico-analítica. S i no significa sim plem ente una continuación ulterior del originario punto de apoyo analítico, a la postre no pue­ de con serv ar e l carácter de pura descriptividad. E n tod o caso, una d octrina descriptiva de las categorías n o podría p reten d er suficien­ te universalidad, sin pasar en principio a concepciones no des­ crip tivas al e stilo de los teorem as de A r is t ó t e l e s y KANT. A sí para el problem a de las categorías se plantea la pregunta de si querem os decidirnos por la teoría constructiva de KANT, con sus presupuestos dignos de d iscu tirse, y así p o r una teoría de las categorías en general, o querem os red ucirnos a un análisis filosófico incom pleto y n o definitivo d el estado de discusión dado ad hoc en cada caso, para averi guar en concreto d efecto s de categorías de situación en situación. P a ra la se gunda posibilidad, m enos problem á­ tica, que podría llam arse una teo ría de las «categorías e n función»- 21, cabría in d icar de todos m odos un proced im iento e x a c to de construc­ ción para la o p erad on alizad ó n d el concepto de categoría, y se po­ dría fijar en qué m anera las categorías son determ inadas según la fo rm a, aunque sin p o sibilid ad de fundam entar esquem as últim os y una d em ostración com pleta. Adem ás, un in te n to en esta d irección contendría p o r lo m enos una asonancia aproxim ada con aquella intención originaria de una lógica de la discusión, para la ejercitación en diálogos de disputa filosóficam ente relevantes, que A r is ­ t ó t e l e s quiso elaborar con su prim era o b ra lógica de los Tópicos. E n p articu lar habría que enlazar en este co n tex to con las múl241

Kril!BS, Co^nceptos i 16

Categoría tiples discusiones de base en la lógica actual: con las distinciones esenciales de elementos fundamentales (enunciados atómicos, tér­ minos, conceptos, partículas lógicas) 22; con las conocidas divisiones de términos (cf. la diferencia que aparece ya en A r is t ó t e l e s entre términos singulares y generales, unívocos y equívocos); e igual­ mente con la clasificación de los predicados según que sean «esen­ ciales, opuestos o relativos», cuyo entrelazamiento pudo mostrar W a l t e r B r o c k e r con ocasión de una interpretación de P l a t ó n , demostrando que se trata de una clasificación inteligible y comple­ ta de los predicados 23 De todos modos, estas categorías lógicas fundamentales son primeramente sólo medios auxiliares para la diferenciación de categorías sintáctico-lógicas, y constituyen sola­ mente un ámbito parcial de la buscada determinación más con­ creta del no sentido. E n lo tocante a la diferenciación semántica del contenido, hay que tener en cuenta qué presupuestos adicionales pretenden va­ lidez como condiciones necesarias para discusiones racionales: las discusiones se refieren a problemas, y los problemas se formulan en enunciados, que en la disputa sirven de conclusiones anticipadas para silogismos que han de hallarse. Respecto de estos enunciados del problema ha de exigirse en primer lugar que ellos se refieran a un objeto (reference) y, en segundo lugar, en su parte de predi­ cación contengan determinaciones de los objetos con los que se relaciona la frase. Si, por tanto, en una discusión se formulan fra­ ses que se refieren al mismo objeto, entonces en primer lugar hay que constatar y comprobar la identidad de la referencia, y luego hay que ver cómo las expresiones usadas del predicado contienen posibles respuestas a las preguntas planteadas en la discusión con relación al objeto al que se refieren los enunciados. Para constatar lo último, es decir, para hallar categorías en sen­ tido estricto, puede utilizarse el procedimiento que expone J .R. S e a r l e en su teoría de los actos lingüísticos: si la expresión del predicado P se usa con éxito sobre el objeto X en un acto lingüístico, entonces una de las condiciones es que X ha de pertenecer a una categoría tal «que la expresión del predicado o su negación puede corresponderle o no corresponderle» 23 P or esta condición de uha predicación con sentido se esclarece que el concepto de categoría, como correlato de predicados dados, designa un tipo de objetos «a los que un predicado puede atribuirse verdadera o falsamente» 23 Este concepto de categoría da una definición operacional y po­ sibilita un procedimiento suficientemente preciso de la correspon­ diente averiguación: se constata si aquello que «presupone» la expresión del predicado corresponde al objeto X , al que se hace referencia. «Presuponer» queda definido por S e a r l e , en el sentido de 242

Categoría S tr a w so n , de la siguiente manera: «Una expresión a presupone

una expresión b cuando y sólo cuando, si para que a corresponda o no corresponda a un objeto X , b ha de corresponder a X » 26 De ahí se deduce para S e a r l e como una condición necesaria de una predicación con éxito la siguiente regla: «P sólo puede afir­ marse si X pertenece a tal tipo o tal categoría, que es lógicamente posible que P corresponda o no corresponda a X » n , Según este uso lingüístico aquí esbozado, surgen defectos de categorías si hay un presupuesto de la expresión predicativa P que, con relación al objeto X , fija una clase de enunciados que no pueden corresponderle. Un segundo procedimiento manejable para la determinación de defectos de categorías puede describirse, en el sentido de R y l e , como constatación de la inconveniencia de pregunta y respuesta: enunciados de problema formulan en su contexto respuestas a pre­ guntas planteadas. Se trata de que, antes de intentar aportar algo a la cosa, se analicen el sentido de la pregunta y las posibi­ lidades de respuesta contenidas en ella. E n este sentido R y l e dice: «Expresiones con las que se puede responder a la misma pregunta, pertenecen a igual categoría; mientras que, expresiones en las que se trata de posibles respuestas a diversas preguntas, pertenecen a categorías diferentes» 21• Respecto de las preguntas estándar de A r is t ó t e l e s , pueden descubrirse muy fácilmente defectos de categorías como respuestas incongruentes, pues es evidente que una posible respuesta a la pregunta «¿qué altura?», no puede dar respuesta a las preguntas «¿dónde?» y «¿quién es éste?» Mas aunque pudieran ampliarse preguntas de este tipo mucho más allá de la lista aristotélica, cosa que es de sospechar, permanece abierto un problema decisivo: el problema de decidir cuándo y bajo qué condiciones una pregunta tiene sentido. Si se intentara definir las preguntas con sentido como preguntas para las que hay respuestas posibles, esta definición bastaría ciertamente para el uso cotidiano del lenguaje ordinario, pero sería circular por lo que se refiere al problema de las cate­ gorías. Además quedarían excluidas las innovaciones de tipo cien­ tífico, y no habría ninguna posibilidad de decisión para el caso en que a una pregunta incongruente se le da una respuesta asimismo incongruente; para el caso, pues, que KANT, refiriéndose a la pre­ gunta por un criterio general positivo de verdad, describe mediante la imagen: «uno ordeña el chivo, otro sostiene el colador» (CR B 82s). Aquí se muestra que este procedimiento de la comparación pregunta-respuesta sólo permite diagnosticar un posible sinsentido bajo el presupuesto de preguntas reconocidas ya como dotadas de sentido y, respecto de la formulación misma de la pregunta o del problema, permanece abocado al primer camino del análisis de pre­ 243

Categoría dicados. De todos modos, también la determinación de la materia a la que nos referíamos puede servir, bajo los presupuestos men­ cionados, como hilo conductor para distinguir posibles respuestas con sentido de otras carentes de sentido. Por la operacionalización del concepto de categoría en las dos formas esbozadas puede verse que, a causa de la multiplicidad de posibles predicaciones y preguntas no determinables a priori, no puede haber esquemas últimos de categorías y, con ello, una tabla completa de categorías, pero que, no obstante, la función crítica del concepto de categoría puede tener eficacia en la discu­ sión reflexiva de temas. La intención aristotélica de una «tópica» como esquema de discusión está conservada de esta manera, y a la vez se cambia bajo el presupuesto del fracaso de una doctrina sistemática de las categorías. Sin suposiciones ontológicas y sin anticipaciones de tesis metafísicas, una doctrina de las categorías en el sentido del análisis de «categorías en función» es una orienta­ ción de la argumentación filosófica y tiene su lugar en el ámbito general de la lógica, especialmente en el ámbito de fijaciones ad hoc de absurdidad y sinsentido, pero no en la dimensión del recto raciocinio. 7. La significación general de una concepción de la categoría así entendida está en la valoración de la filosofía en general que ella representa. Y esto se presenta como lo positivo en el fracaso de una doctrina de las categorías fundamentada sistemáticamente desde principios últimos. Pues si la categoría es, en el sentido de H e g e l , idéntica con e l tema de la filosofía misma, entonces su aplicación concreta como instrumento crítico no sólo aparece como imposible desde el punto de vista de la totalidad, sino que, además, las discusiones filosóficas quedan fijadas de antemano en problemas conformes con el sistema. Esto significa que con el tema categoría ya no se discute un instrumento independiente de crítica, previo a toda discusión sobre tesis metafísicas válidas; sino que la meta­ física produce su propia regulación del lenguaje, aunque distinta­ mente en cada caso. La paradoja ya indicada ocasionalmente podría formularse así en este contexto: si la categoría se entiende y deduce metafísicamente, ella misma se hace carente de sentido. Así una inteligencia crí­ tica de la doctrina de las categorías representa el punto de vista de que la filosofía en conjunto no está herméticamente cerrada en sí, es decir, que no puede fijar por sí misma su propio lenguaje con los modelos admisibles de argumentación. La doctrina de las cate­ gorías permanece en el campo previo propedéutico de la teoría filosófica. Ella determina el campo en el que una filosofía por primerísima vez puede alzar su pretensión de validez respecto 244

Categoría

de sus soluciones de problemas: un campo en el que la filosofía se plantea y debe plantearse la comprobación de sus suposiciones. Con el tema del •posible sinsentido, una doctrina crítica de las categorías es índice de que la razón humana no se sustrae a sí misma a la exigencia de verificabilidad. Precisamente la teoría kantiana mantiene un punto medio, aun­ que disputable, entre fijaciones arbitrarias de sinsentido y fundamentación metafísicamente absoluta de categorías. P or lo menos su intención de una reconstrucción trascendental de las categorías desde las funciones del juicio, es un camino apto para fundamentar el concepto form al de una «categoría en función», como concepto válido de esquema de una síntesis que funda un posible sentido. Por eso parece de todo punto consecuente que en la discusión de la dimensión del sentido del lenguaje, tanto en la hermenéutica como en las teorías de una fundamentación normativa de la lógica, en analogía con K ant se ponga el centro de gravedad sobre accio­ nes que deben cimentar un fundamento cuasi-trascendental del hablar humano con sentido. Los correspondientes intentos de K .O . A p e l , H . H a b e r m a s , J.R . S e a r l e , P. LoRENZEN y K. L o ren z 19, que aquí sólo mencionamos paradigmáticamente de entre una multitud de investigaciones existentes, se presentan como aportaciones ulterio­ res a una teoría apropiada de las categorías, cuyo punto de apoyo se debe por igual a la intención kantiana de una fundamentación trascendental y al estado de discusión de la actual filosofía del lenguaje, cuya orientación lingüística no es mera desventaja. Si, de todos modos, el recurso a veces intentado a la historia puede ser la instancia adecuada para una teoría trascendental, se presenta más que problemático: el hecho de que una distinción válida a priori entre frases con sentido y frases sin sentido en principio está fracasada, sin duda fundamenta consecuentemente la transición a un «entender ad hoc» 30, pero no la extrapolación, del sentido en un continuo e inconcluso «juego lingüístico de la historia humana en conjunto» 32 Una extrapolación de este tipo sólo sería filosóficamente inofensiva si no hipostasiara de nuevo la tota­ lidad de sentido (bajo un signo hegeliano, aunque modificado); y en este caso sería a la vez irrelevante. NOTAS

l. E. KAPP, Der Ursprung der Logik bei den Griechen, Gotinga 1965, p. 28. — 2. Cf. Tópicos 103b 20ss y Categorías Ib 25ss. — 3. Aristóteles, Categorías, 2b 27. — 4. C f G. Patzig, Bemerkungen zu den Kategorien des Aristoteles, en Einheit und Vielheit, espito de homenaje a C.F. von WEzsii.cKERi en su 60 ^cumpleaños, ed. ^ . por E. Scheibe y G. S ü ss^ ^ , Go^ting 1973, p. 60-76, p. 66. — 5. G. Patzig, o. c., 76. — 6. E. KAPP, o. c., p. 46. — 7. E. Kapp, o. c., 51. — 8. Cf. E. V o llrath , Studien zur 245

Categoría

Kategpri'llilehre des Aristóteles, Ratingen 1969. — 9. E. V o l l r a t h , o. c., p. 104. — 10. G. R y l e , Der Begriff des Geistes (traducción del inglés por K. Bnicr; traducción reelaborada por G. Patzig y U. Steinworth), Stuttgart 1969, p. 22. — 11. Y. B a r - H i l l e l , Syntactical and semantical categories, en Tfc lincyclopedia of Philosophy, ed. dir. por P. E d w a r d s , Londres 1967, t. 8, p. 57-61. — 12. I. K an t , CR (Crítica de la raz6n pura) B 128. — 13. Cf. lu ordenación de la «tabla lógica de los juicios» y de la «tabla trascendental de los conceptos del entradimiento» en l K a n t , Prolegomena, ed. dir. por K. V o r l a n d e r , en Pbilosopbische Bibliotbek, tomo 40, Hamburgo 21953, p. 59s; asimismo CR B 95 y B 106. — 14. CR B 187. — 15. I. K a n t , Prolegomena, § 39, o. c, p. 85. — 16. En Werke, de S c h e l l i n g , ed. dir. por M. S c h r o t e r , t. i , Munich 1927, p. 45-72. — 17. En J.C. F i c h t e , Gesamtausgabe, ed. dir. por R. L a u t h y H. J ac o b , tomo 2, Stuttgart-Bad Cannstatt 1965, p. 249-451. — 18. C f. N. H a r t m a n n , Der Aufbau der reaten Welt. Grundriss der allgemeinen Kategorienlebre, Berlín 31964. — 19. Cf. M. T h o m p s o n , Categories, en The Enclyclopedia of Philosophy, ed. dir. por P. E d w a r d s , Londres 1967, t. i , p. 46-55. — 20. O. c, p. 42, columna izquierda. — 21. Cf. en un contexto análogo, la rcferehcia de H. K r i n g s , Traszendentale Logik, Munich 1964, p. 274s. — 22. Cf. P. L o r e n ^ n , Methodisches Denken, Francfort 1968, p. 70ss. — 23. C f. C. P a tz ig , o. c.; y W. B r o c k e r , Materialien zur Geschichte der Philosopbie, Francfort 1972, p. 13s. — 24. J.R. S e a r l e , Sprechakte. Ein sprachphilosophiscber Essay, Francfort 1971, p. 193. — 25. O. c. — 26. O c., p. 193s. — 27. O c., p. 195. — 28. G. R y l e , Begriffskonflikte, trad. alemana por E. B u b s e r , Gotinga 1970, p. 16. — 29. C f. las obras mencionadas en las notas 22 y 24, y además: K.O. A p e l , Die Entfaltung der «sprachanalytischen» Philosophie und das Problem der «Geisteswissenschaften», en «Philosophisches Jahrbuch» 72 (1964-1965), p. 239 hasta 289; W. K a m la h - P. L o r e n z e n , Logische Propadeutik. Vorschule des vernünftingen Redens, Mannheim 1967; K. L o r e n z , Elemente der Sprachkritik. Eine Alternative zum Dogmatismus in der Analytischen Pbilosopbie, Francfort 1970; J. H m e r m a s , Vorbereitende Bemerkungen zu einer Theorie der kommunikativen Kompetenz, en J. H a b e r m a s -N. L u h m n n , Theorie der Gesellschaft oder Sozialtechnologie. Was leistet die Systemforschung?, Francfort 1971, p. 101-141. — 30. K.O. A p e l , Die Frage nach dem Sinnkriterium der Sprache und die Hermeneutik, en «Weltgesprach» 4, Basilea 1968, p. 28. — 31. K.-0. A p e l , ibid., p. 27. BIBLIOGRAFÍA

J.L.

A c k r i l l , Aristotle’s Categories and De Interpretatione, traducido con notas. Orford 1963. K.O. A p e l , Transformation der Philosopbie, t. i, Sprachanalytik, Semiotik, Hermeneutik; tomo i i , Das Apriori der Kommunikationsgemeinschaft, Franc­ fort 1973. W. B r o c k e r , Kant über Metapbysik und Erfahrung, Francfort 1970. R. B u b n e r (dir.), Sprache und Analyse, Gotinga 1968. H. H e i m s o e t h , Zur Geschichte der Kategorienlehre, en Nicolai Hartmann. Der Denker und sein Werk, ed. dir. por H. H e i m s o e t h y R. H e i s s , Gotinga 1952, p. 144-172. E. K a p p , Die Kategorienlehre in der aristotelischen Topik (escrito de habilita­ ción 1920), en Ausgewahlte Scbriften, Berlín 1968, p. 215-253. H.J. KtóMER, Das Verhaltnis von Platon und Aristoteles in neuer Sicht, en «Zeitschrift für philosophische Forschung» 26 (1972), p. 329-353. A. M a r c , Dialéctica de la afirmación, 2 vols., Gredos, Madrid 1964. W. van O r m a n Q u i n e , Filosofía de la lógica, Alianza, Madrid 1970.

246

Causalidad R a g n i s c o , Storia critica delle categorie dei primordi della filosofía greca fino al Hegel, 2 tomos, Horencia 1871. K . von S a v ig n y , Die Philosophie der norma/en Sprache. Eine kritische Einführung in die «ordinary languaje philosophy», Franrfort 1969. I. s im o n , Sprachphilosophische Aspekte der Kategorienlehre, Francfort 1971. P.F. S t r a w so n , Individuals, Londra 1959. M. T h o m pso n , On Category Differences, en «Philosophical Review», t. 66 (1957), p. 468-508 A. T r e n d e l e n b u r g , Geschichte der Kategorienlehre (Historische Beitriige zur Philosophie, t. i), Berlín 1846 (nueva impresión, Hildesheim 1963).

IV

H aNS Mi CHAEL BAUMGARTNER

CAUSALIDAD T 1. 2. 3. 3 .1 . 3.2. 3.3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11.

E l campo del concepto L os diversos tipos de fundamento Las formas concebibles de causalidad Causalidad inmanente Causalidad trascendente Causalidad transitiva La pregunta de la posibilidad ontológica de los diversos tipos de causalidad Sobre la crítica positivista a esta pregunta Sobre la crítica kantiana de la metafísica Prueba metafísica de una primera causa trascendente La libertad de la causa trascendente La imposibilidad de la causalidad transitiva Causas infinitas como un potencial activo Resumen

1. P or causalidad, causación, producción entendemos la relación de un causante, operante, de una causa con su causado, operado, con su efecto. Esto ha de explicarse más de cerca. Y a una fugaz mirada histórica muestra que han de verse en estrecha relación el concepto de la causa con el del fundamento (razón), el de causación con el de fundamentar o determinar, pues con frecuencia tales conceptos de ningún modo se han distinguido suficientemente. La significación de las palabras griegas y «Ttiov (o a h ía ) y del término latino causa abarca mayormente ambas cosas. Por fundamento (razón) entendemos algo que fundamenta, determina, debiendo advertirse que fundamentar y determinar, to­ mando las palabras en un sentido muy amplio, significan lo mismo. Por eso se pone de manifiesto que la significación de la palabra 247

Causalidad «fundamento» ya no puede definirse más de cerca, pues toda defi­ nición como un determinar . o fundamentar presupone y¡i-' el fundamcnto en el sentido de una «term inación e r t' general. Tal determinación última o fundamental'"slo puede mostraPSe con ejem­ plos y distinguirse según eventuales- clases; y la distinción aporta a su vez ejemplos. ' ' ‘ 2 Entre los fundamentos halla.Ínv (E N v i, cap. 6 ), como habitus demonstrandi d e universalibus ac necessariis. E sta idea de ciencia se mantiene hasta el tiempo del idealismo alemán, para el que todavía el conocimiento científico es conocimiento por principios. De todos modos, p. ej., para F i c h t e , tanto el conoci­ miento d e los principios como el conocimiento a partir de principios era un mismo conocimiento científico y a la vez filosófico. Permanece más clara la relación jerárquica entre filosofía y ciencia en la tradi­ ción medieval (p. ej., en T omás d e A q u in o , E n r iq u e d e G a n t e , DuNS E s c o t o ), que distingue más estrictamente la scientia como cognitio ex principiis o como ratio discursiva y el intellectus o sapientia, entendidos como cognitio principiorum *• P or eso, en oposición a la filosofía en sentido estricto, la ciencia tiene siempre carácter mediato, no de evidencia inmediata. Con razón caracte­ riza D:rEMER ese carácter como «exstructura» 7, y observa . que este carácter representa una invariante de todas las ideas históri­ cas de la ciencia, por lo demás tan diferentes. P ero el concepto clásico de ciencia no sólo se distingue de la filosofía en sentido estricto, a la que sin embargo permanece subordi­ nado, sino que se diferencia también de las actitudes, habitus, del comportamiento práctico ( cpp¿V'Y)aic;, prudentia) y creador (-réxvr¡, ars). E l que la idea de sistema, enlazada con la idea d e técnica, entre en el concepto de ciencia a comienzos de la edad mo­ derna — un hecho que alcanza su consumación teorética en K a n t y F i c h t e 8 — ciertamente modifica la concepción aristotélica, pero no cambia el esbozo fundamental clásico de la idea de ciencia. Se comporta en cambio de modo distinto la diferencia de scientia respecto de sensus ( a?a0y¡mc), respecto de experientia ( !^ 1te tpía) e historia ( toTopía), diferencia concebida según la distinción entre «que» ( 15-ri) y «porque» ( Stó-ri ). La ciencia de tipo clásico, orien­ tada hacia lo general y necesario, no tiene como objeto lo particular y perecedero dado en la percepción, experiencia e historia: Singularium non est scientia9 Cuando en la tradición nominalista y empírica de la doctrina de la ciencia, en virtud del status cambiado de lo universal, la per­ cepción, la experiencia y después también la historia se convierten en un momento constitutivo del saber científico, con ello también cambia decisivamente la idea de la ciencia misma. L a diferencia 284

1

Ciencia e n tr e por

c ie n c ia , o tr a ,

por

una

d e te r m in a

p a rte ,

pues

y

p e r c e p c ió n ,

e s e n c ia lm e n te

la

e x p e r ie n c ia , c o n c e p c ió n

h is to r ia ,

c lá s ic a

del

s a b e r . F r e n t e a e s to , la p r o p ia d is t in c ió n d e

fr e n te a 8 6 £ a

(opinio, coniectura, belief)

c a r a c te r iz a

d ife re n c ia p o s ib le s

c o n c e p c io n e s

r e la c ió n ,

la

en

(fides, faith),

y

y

e n t r e c ie n c ia , o p in ió n id e a

de

c lá s ic a

la

c ie n c ia .

de

la

la

f e , u n a in v a r ia n te d e to d a s la s P ero ,

c ie n c ia

se

en

lo

re fe re n te

d is tin g u e

de

la

a

e sta

m o d ern a

q u e a q u é lla p r e te n d e p a r a la c ie n c ia a lg o a b s o lu ta m e n te s e g u ro

(certitudo),

fr e n te

a l m ás o

y

p a r t e d e la o p in ió n Si

la

nada en

c ie n c ia

y

m en o s d e ce rte z a

p ro b a b ilid a d e n la

d e la fe .

c lá s ic a ,

c o n s titu tiv a m e n te

p a r tie n d o por

la s

A r is t ó t e l e s , e s t á d e te r m i­

de

d ife r e n c ia c io n e s

esb ozad as,

pu eden

A lw in D ie -

c o n s e c u e n c ia r e te n e r s e v a r ia s n o ta s e s e n c ia le s , q u e

m e r d e s ig n a c o m o lo s « c r it e r io s c lá s ic o s d e l a c ie n c ia » y q u e é l fo r m u la c o m o lo s c u a tr o p o s tu la d o s q u e d e te r m in a n e l id e a l c lá s ic o d e l s a b e r : « L a te s is o f e d e l c a r á c t e r a b s o lu t o , e l p r e s u p u e s t o d e la

y

v e r d a d , e l p o s tu la d o d e la u n iv e r s a lid a d d e n c ia

d e d u c t i v a » 23

Según

c lá s ic o

se

p r in c ip io

re fie re

en

esto s

e l c a r á c t e r ló g ic o d e e v i­

p o s tu la d o s ,

a

e stru ctu ra s

la

c ie n c ia

en

s e n tid o

y

e te rn a s,

in m u ta b le s

a a x io m a s y p r in c ip io s in m e d ia ta m e n te e v id e n te s , a u n a e s e n c ia u n i­ v e rs a l, q u e

y

s e e x p lic a c la r a m e n te p o r la in t u ic ió n d e la ra z ó n

c o m p re n s ió n

y

r a c io n a l,

en

que

se

basa

la

v e rd a d

de

to d o s

la lo s

e n u n c ia d o s d e d u c id o s . La

c ie n c ia

se p re s e n ta a s í c o m o

un

c o n ju n to

d e v e rd a d es fu n ­

d a m e n t a le s p o r p r in c ip io s ú lt im o s , c o m o u n s is te m a c a te g ó r ic o -d e d u c tiv o c u y a v e rd a d y v a lid e z se fu n d a n lo s

p r in c ip io s

de

y

en

la

e v id e n c ia

e s o s p r in c ip io s . E s t a

e n la

ló g ic a

e stru ctu ra

e v id e n c ia in m e d ia ta d e

de

la

d e d u c c ió n

a

p a r tir

d e la id e a c lá s ic a d e la c ie n c ia

s e m u e s tr a c o m o in v a r ia b le , in d e p e n d ie n te m e n te d e q u e se e n tie n d a m ás o

s u b je tiv a m e n t e ,

m ás

com o

o b je t i v a m e n t e ,

fu n d a d a s

la s

o rd en a d a s» En

su

unas

un

com o

en

la s

fo r m u la c ió n

a r q u it e c tó n ic a m e n te ,

se

b ase

to d o

p r in c ip io s

conocen de

la

de

co n su m ad a,

tic a no

un

de

E s ta

c u a le s

p r in c ip io s

m is m o s

v e rd a d

e x p lic a d a

por

n o c ió n

e s p ir itu a l y

a

edad

la

lo s

in m e d ia ta m e n te

lo s

c ió n

d e la Se

la

a priori,

c ie n c ia

s o c ia l q u e

m o d ern a.

p.

c o n o c im ie n to s

d a d o c o m o q u ie r a q u e se a 3.

com o

de

c o n o c im ie n to ,

v e rd ad es

«un

to d o

g e n e r a le s

de

v erd ad es

23

es

y

in te le c tu a l d e

c o n ju n to

o t r a s » 11 o

c lá s ic a d e n c ia

h á b ito «un

de

en

KA N T,

pu eden

d e d u c irs e

e v id e n te s . com o c ie n c ia

A unque

ta le s , es

el

s in

un

e l p ro ceso

e l tr á n s it o p ro ceso

con

e v i­

en

e lla

e m b a rg o , la p u ro ,

a posteriori.

d e tra n s fo rm a ­

d e la

cuya

c ie n c ia s is te m á ­

p r in c ip io

y n o l a e x p e r ie n c ia

en

la

a rtic u la d o

c a m b ia e n

se d e

tr a ta

e j.,

con exos,

e d a d m e d ia

c o m p l e ji d a d

ha

s i d o p u e s t a c l a r a m e n t e d e m a n i f i e s t o p o r e l t r a b a jo d e i n v e s t i g a c i ó n

285

Ciencia dede

H an s B lu m e n b e r g , q u e i n v a l i d a l a i n g e n u a i n t e r p r e t a c i ó n d e l a

edad

m o d ern a

h a s ta h o y v ig e n te u .

C r ític a n o m in a lis ta d e l c o n o c im ie n to , a u to a fu m a c ió n a n te

el

a b s o lu tis m o

d o m in io co n

p r á c tic o

te o ló g ic o ,

c u rio s id a d

te ó r ic a ,

d e la n a tu r a le z a , así co m o

la

del h o m b re

in te r é s

por

el

d is p u ta c o s m o ló g ic a

la im a g e n d e l m u n d o a r is t o té lic o - m e d ie v a l, c a r a c te r iz a n e n to d a

s u c o m p l e ji d a d e l i n g r e s o e n l a e d a d m o d e r n a . I n i c i a d a y m o t i v a d a por

la

a p a r ic ió n

m e n ta l

y

de

la s

c ie n c ia s

m a te m á tic a m e n te ,

se

e x p e r im e n ta le s , p ro d u ce

una

o r ie n ta d a s

in s tru ­

« m e c a n iz a c ió n

de

la

i m a g e n d e l m u n d o » 14, q u e p e r s i g u e e l i n t e r é s d e l a a u t o n o m í a d e l h o m b r e y p o r su p a r te d e s a rro lla y g a r a n tiz a p ro g re s iv a m e n te e s ta a u to n o m ía .

En

la

p e r s p e c tiv a

c ie n c ia , e s te p r o c e s o p u e d e

de

una

h is to r ia

d e s c r ib ir s e

com o

de

una

la

id e a

de

la

s in g u la r r e o r ie n ­

lo q u e s e r e f i e r e t a n t o a l a b a s e d e l s a b e r c i e n t í f i c o c o m o

ta c ió n e n

a su á m b ito d e v a lid e z . P r e lu d io s d e e s t a r e o r ie n ta c ió n s e h a lla n s o b r e t o d o e n e l te r r e n o de la

práctica

la

p e d a g ó g ic a

in s titu c io n a liz a c ió n

y

del

u n iv e r s id a d e s , c o n d u c e n

de

su s

sab er

a una

e stru ctu ra s,

c ie n tífic o

en

que, en

e s c u e la s

e x te r io r iz a c ió n

v ir tu d

de

s u p e r io r e s

p r o g r e s iv a

y

del saber

c ie n t íf ic o , a la d o c tr in a liz a c ió n y o p e r a c io n a liz a c ió n . L a id e n t if ic a c ió n de

scientia, ars, doctrina, disciplina

de

e sto ,

fo rm a s

facultas operandi 15

y

de

e x is te n c ia

de

la

c ie n c ia , b ie n

in lib r is 6 N o s ó l o l a u n i d a d d e l c o m o doctrina c o m i e n z a a d e l i m i t a r s e

o

tífic a s ,

e s in d ic io

lo m i s m o q u e l a r e f e r e n c i a d e Z a b a r e l l a a l a s d i v e r s a s

d e te r m in a d a s

ta m b ié n ,

la

c ie n c ia

d is tin ta m e n te que

se

in animo ,

sea

c a rá c te r fr e n te

seg ú n

p re s e n ta

al

a la s

el

la

c ie n c ia

d is c ip lin a s c ie n ­

c o n te n id o ;

a lu m n o

in voce,

o

fo rm a l d e

com o

s in o

que

m a te r ia

de

a p r e n d i z a je , p a s a c a d a v e z m á s d e l a e r u d i c i ó n d e l m a e s t r o a l f o n d o q b je t i v o

de

lib r o s

o b je t i v a c i ó n

y

b ib lio te c a s .

in m a n e n te

del

Con

sab er

to d o ,

e sta s

c ie n tífic o ,

que

te n d e n c ia s a

veces

a

la

ponen

p e r s is te n t e m e n te e n o b r a la tr a n s ic ió n d e la s v e r d a d e s s a b id a s a c o ­ n o c im ie n to s

y

en

d e fin itiv a

a

m e r a s p r o p o s ic io n e s

(c o n

p r e te n s ió n

d e v e r d a d q u e h a d e d e m o s t r a r s e ) , s o n s o l a m e n t e ju e g o s p r e v i o s d e la

e m a n c ip a c ió n . S ó lo

a u to in te lig e n c ia

d e la

lo g r a n

fu e rz a

e m a n c ip a to r ia , q u e

c ie n c ia , c u a n d o

s e e n c u e n tr a n

c a m b ia

con

la

e l in te r é s ,

p o r e l d o m in io d e la n a tu r a le z a , q u e f ija la b a s e d e l s a b e r c ie n t íf ic o en

e l c o n ta cto U na

vez

e x p e r im e n ta d o r c o n la s c o s a s d e la n a tu r a le z a .

que

la

c r ític a

n o m in a lis ta

a

lo s

c o n c e p to s

g e n e ra le s

y a l c o n c e p to d e p r in c ip io h a b ía d e s tr u id o e n te o r ía d e l c o n o c im ie n to e l c o n c e p t o c lá s ic o d e c ie n c ia , c o n e x c e p c ió n d e lo s p r in c ip io s ló g ic o s fo r m a lm e n te c o n te n id o

v á lid o s , la

e x p e r ie n c ia p a s ó

d e l s a b e r c ie n tífic o .

A

e ste

a

se r la b a s e

re s p e c to

c a m b ió

que

d io

el

e l c a rá c te r-

d e v a l i d e z d e l o s e n u n c i a d o s g e n e r a l e s c i e n t í f i c o s , c u y a v e r d a d y a nop u d o d e m o s tr a r s e y g a r a n tiz a r s e p o r d e d u c c ió n ló g ic a p io s ,

286

s in o

que,

com o

e n u n c ia d o s

con

m era

d esd e p r in c i­

p r e te n s ió n

de

v e rd a d ,

Ciencia quedaron sometidos a la verificación en la experiencia. Con la reorientación de la base cambia también la idea de la deducción lógica desde conceptos generales, convirtiéndose en la idea de la explicación científica de lo especial a partir de generalizaciones hipotéticas logradas por la experiencia. Esta reorientación de la idea de ciencia fundamenta también el cambio de la república de eruditos, cerrada en sí hasta ahora, para dejar paso a la publicidad científica de la investigación; trueca el status de erudito en el de investigador. A la vez surge con ello un ámbito cultural autónomo de la ciencia junto al arte, la religión y el Estado, así como una diferenciación de las ciencias entre sí, ante la posible multiplicidad de intereses de investigación y ante el enorme horizonte de temas investigables que abre la experiencia. Curiosidad teorética e interés de autoafirmación del hombre funda­ mentan y consuman de esta manera una nueva idea de saber cien­ tífico, el cual, en su autointeligencia como ciencia experimental autónoma, manifiesta la autonomía del hombre, que se impone con éxito en la teoría del conocimiento, en la cosmología y en la sociedad y cultura. Por eso la moderna idea de la ciencia puede caracterizarse desde tres puntos de vista: 1) en la perspectiva antropológica la ciencia moderna se presenta como una actitud fundamental humana, que está fijada por los postulados de la distancia neutral, de la carencia de prejuicios, de la libertad valorativa, de la seriedad científica, de la apertura para la crítica y de la intersubjetividad 22 2) Bajo la perspectiva formal-teorética se establece como un «condicional sis­ tema hipotético-deductivo de enunciados» 18, cuya estructura de orden satisface al principio lógico de la deducción y cuya base está refe­ rida a la experiencia intersubjetivamente comprobable (datos de los sentidos, enunciados protocolares, etc.). La posible verdad de es­ tos enunciados del sistema descansa en la verificación empírica y en la justificación lógica; su carácter de validez ya no es absoluto, sino hipotético. 3) E n la perspectiva sociocultural y material la ciencia moderna se realiza como un ámbito autónomo de cultura multi­ formemente desplegado, como denominador común de múltiples procesos de investigación, como red de interacción de las institucio­ nes sociales, como conjunto de un tráfico de la ciencia entrelazado de múltiples maneras y con una multitud de disciplinas autónomas, cuyo aspecto común en el mejor de los casos se debe a la identidad de la estructura formal, ya no a la unidad de un principio material. Esos rasgos se prepararon por las circunstancias descritas, pero sólo se pusieron en obra de manera universal como consecuencia de la revolución industrial, guiada por la idea del dominio de la naturaleza; y, a través de esa revolución, las ciencias y el saber técnicamente aprovechable producido por ellas se han convertido 287

■Ciencia

tcndcncialmcnte en fuerzas de producción del crecmuento y pro­ greso sociales. Los rasgos fundamentales mencionados desde el si­ glo x i x determinan casi en exclusiva la autointeligencia del saber científico. Con la esbozada relevancia de la base experimental, la pregunta por lo que es ciencia está remitida a hallazgos y hechos empíricamente comprobables. P or eso, también en este contexto, ya no están en el punto central puros principios aprióricos, sino genera­ lizaciones hipotéticas, que deben lograrse mediante el análisis y la descripción en los procesos dados de la investigación. Como consecuencia de su propia estructura, la ciencia moderna reclama para sí la pregunta por lo que ella es, por su esencia, como un problema que debe resolverse exclusivamente con sus propios medios científicos. La ciencia de la ciencia misma, que todavía en F 1c h t e bajo el título de «Doctrina de la ciencia» sólo podía enten­ derse como filosofía trascendental del saber, es ahora exclusivamente tema de un proceso autónomo y complejo de investigación, es objeto de una disciplina propia, de la ciencia de la investigación o de la ciencia de la ciencia. 4. E n consecuencia, la pregunta por la relación entre filosofía y ciencia debe plantearse y abordarse como pregunta por las posibi­ lidades y los límites de una ciencia de la ciencia. ¿Cómo puede ■describirse el complejo proceso de investigación de la ciencia de la ciencia o de la ciencia de la investigación? ¿Cómo se concibe más de cerca la ciencia como el objeto de este proceso de investigación? ¿Qué lugar corresponde a la reflexión filosófica tanto en la ciencia misma como en el ámbito de investigación de la ciencia de la ciencia? H ilo conductor de una respuesta a esta pregunta es la discu­ sión actual sobre el tema de la ciencia y sobre el posible cuestionamiento de una ciencia de la ciencia, cuyo contenido y explosividad están determinados por el hecho de que, desde la segunda guerra mundial, tanto la sobrevivencia política como la biológica de las sociedades industriales desarrolladas dependen en medida creciente del estado de la investigación científica, y ésta, como la fuerza decisiva de producción, se ha hecho tema central de la planifica­ ción orientada políticamente. P or eso, la ciencia de la ciencia, inicia­ da en los años treinta por M a r í a OssovsKA y ST A N ISL A V OssovsKi, es objeto de la discusión actual primariamente bajo el punto de vista de la política de la ciencia. A este respecto ocupan el centro del interés preguntas de la relación entre gran investigación (inves­ tigación de proyecto, big science) e investigación de las bases, pro­ blemas de prioridad, de planificación y justificación de gastos públicos para la investigación de las bases; y a la vez también problemas de dirección del progreso científico y tecnológico, así como cuestiones de organización racional de los diversos ámbitos de investigación 19• 288

Ciencia

Presupuesto más o menos explícito de todas estas reflexiones y preguntas es la tesis compartida por la mayoría de los teóricos de que «los sujetos de la historia fu tura... se constituirán en gran parte por su política en torno a la ciencia» 20 Bajo este presupuesto no es de admirar que, no sólo la relación de investigación de la ciencia y filosofía, sino también — y sobre todo — la función de la filo­ sofía en la sociedad, sean objetos de reflexión bajo la perspectiva de la política de la ciencia, independientemente de su función especial respecto de las ciencias 20 I . S p ie g e l-R o s in g , en su libro W issenschaftsentwicklung und

Wissenschaftssteuerung. Einführung und Material zur Wissenschaftsforschung, ha analizado la situación actual de la ciencia de la cien­ cia bajo el punto de vista de preguntas de política de la ciencia, y, a tal respecto, no sólo ha reunido la bibliografía correspondiente, sino que la ha discutido también en su significación para el des­ arrollo y los enfoques de problemas de la investigación de la cien­ cia 22. E n el prólogo formula PETER W e i n g a r t el hilo conductor de esta investigación: «Pero el principio fundamental de la inves­ tigación del saber debe ser el de resumir las diversas “competencias” de las ciencias particulares, de la filosofía, sociología y economía, así' como de las ciencias políticas y organizatorias, y el de combinar en su análisis la ciencia como un sistema lógico de enunciados en des;arrollo, como un sistema social especial de la producción y reproducción del saber, y como un sistema parcial de la sociedad» 20 E n su enjuiciamiento de la ciencia de la ciencia, orientada disciplina­ riamente o desarrollada según disciplinas, S p ie g e l-R o s in g se adhiere a este concepto. Su discusión de la división de la ciencia de la ciencia según OssowsKA y OssowsKi (filosofía de la ciencia; psico­ logía de la ciencia; sociología del saber; problemas prácticos y de organización de la ciencia; problemas históricos) hace aparecer como necesario definir la investigación de la ciencia «no desde sus objetos, sino desde una perspectiva directora del conocimiento, y con ello especificar “ todo el proceso innovatorio” global» 2 0 E l resumen perspectivista de las múltiples disciplinas pertene­ cientes a la investigación de la ciencia, es justificado en disputa con otras sugerencias para la investigación de la ciencia de la ciencia. S p ie g e l-R o s in g menciona en este contexto el enfoque clasificatorio de A l w i n D ie m e r sobre posibles planteamientos del problema en torno al tema de la ciencia (con las cuatro disciplinas: filosofía del saber, teoría de la ciencia, ciencia de la ciencia y política de la ciencia; y coronando todo eso la doctrina introductoria de la cien­ cia), e igualmente la lista elaborada por la ^UNESCO en 1971 sobre planteamientos del problema de la ciencia de la ciencia (1 6 títulos principales); y se refiere finalmente al intento de definición de la International Commission for Science Policy Studies, en el que se 289 Krings, Conceptos I 1 ,

Ciencia fija como objeto de la investigación de la ciencia «la investigación sistemática de actividades científicas y tecnológicas y de su función en la sociedad», y se subraya que los estudios de investigación de la ciencia están unidos por el interés común de «ver los problemas especiales como parte de todo el proceso innovativo» 25• E l resultado de su estudio media los posibles momentos estruc­ turales del sistema de la ciencia con el fin específico del conoci­ miento de la investigación de la ciencia: «Como preguntas centrales de la investigación de la ciencia... se entienden las condiciones del desarrollo de la ciencia y las condiciones de su posibilidad de direc­ ción a diversos fines... La dirección de la ciencia es un complejo de factores condicionantes para el desarrollo de la ciencia, y las condiciones del desarrollo de la ciencia son parámetro de la direc­ ción de la misma. E sa manera de centrar la concepción de las investigaciones de la ciencia hace obvio que, para fines de la exposición, se ar­ ticule su campo de investigación según los complejos distinguibles de condiciones del desarrollo de la ciencia. Este desarrollo está determinado: 1) por la lógica inmanente de evolución de las teorías, los métodos y los resultados científicos; 2) por las características de aquellos que elaboran teorías, métodos y resultados científicos: los hombres de ciencia; 3) por la estructura y manera de funcionamiento de la scientific community, como grupo más estrecho de interacción y referencia social, constituido por los científicos; 4) por los diversos procesos de dirección de la ciencia, que tienen lugar en diversos niveles, desde la dirección de un laboratorio de investigación hasta la política nacional e internacional de la cien cia...; y 5 ) por condiciones sociales del "contorno” más amplio en el que se desarrolla la ciencia» 26 P or tanto, bajo la perspectiva de una pregunta orientada hacia la política de la ciencia, la cual, naturalmente, ha de estar interesada por problemas de desarrollo y dirección de la ciencia, resulta un concepto de ciencia que define a ésta simultáneamente como sistema de enunciados sometido a una evolución inmanente y como tejido de interacción de una multiplicidad de formas de actividad, y a la vez como un sistema en evolución de la sociedad dirigido lo mismo interna que externamente. P or eso, una pregunta orientada por la teoría del sistema comprueba la ramificación de la teoría de la cien­ cia enfocada hacia las disciplinas tradicionales (filosofía de la ciencia, psicología de la ciencia, sociología de la ciencia, historia de la cien­ cia, etc.), sin que en principio haya de descuidar los puntos de vista específicos mostrados por estas disciplinas. E l actual interés políticocientífico por la dirección de la ciencia y sus condiciones fundamen­ ta el marco teorético de la actual ciencia de la ciencia, y determina la ciencia como tema de análisis teóricos del sistema: la ciencia misma 290

Ciencia aparece aquí prim ariam ente com o un com plejo sistem a total de di­ versos sistem as parciales, que se influyen recíprocam ente. P o r ello, co n e l títu lo de una «m etacien cia», G e r a r d R ad NITZKY, apoyándose e n HA.KANI Tü^RNEBOHM ha esbozado u n m odelo estructural de procesos científicos de investigación en el que se unen e n tre sí los siguientes m om entos estructurales, a m anera de un cibernético sistem a circular de reglas: grupo de investigadores, estra­ tegia de investigación, investigación, ám bito de investigación, sistem a del saber elaborado, instancias de la m ediación del saber y grupos de la sociedad que se in teresan p o r este saber o lo utilizan . E l con­ cepto de ciencia que aquí late es e l de un sistema que produce saber, lo tran sm ite y m ejora, sistem a que está referido esencial­ m ente al d esarrollo d el saber. L a metaciencia se entiend e en este co n tex to com o aquella inves­ tigación científica que reflexiona sobre las estructuras fundam enta­ les del sistem a d e la ciencia, que refiere entre sí las m últiples y p olifacéticas perspectivas contenidas en é l d el many ways of looking at science (p. x ), y así contribuye al desarrollo y efectividad de los procesos científicos de investigación y d e los sistemas de saber. E l saber m etacientífico se desarrolla e n el m u tuo co n ta cto , acopla­ m iento y cruce de diversas p erspectivas: p. e j., la perspectiva orien­ tada al produ cto de la investigación, que conduce al estudio de los sistem as dados de sím bolos (teorías, fo rm alism o s, m arcos con ­ ceptuales, e tc.) en lo to cante a sus im plicaciones lógicas, sem ánticas, inform ativas y teorético-cognoscitivas; o la perspectiva genética, orien ­ tada al crecim iento d el saber, que explica la relación de producción y producto com o intercon exión de sistem a; o la perspectiva de la science-in-society y de los análisis sociológicos, psicológicos, h istó ­ ricos, culturológicos y p o líticos, fundados en ella, de la relación en tre produ ctor y consum idor; y tam bién las perspectivas envol­ ventes q ue, en un plano de teoría J e la sociedad, se orientan por el sistem a to tal de sociedad, ciencia y hom bre, y con ello incluyen posibilidades de una reflexió n crítica tanto sobre la significación de la ciencia para e l h om bre en general, com o sob re su influjo en el fu tu ro de la vida hum ano-social. C om o umbrella word (p. x i ) metaciencia es aquí un térm ino envolvente, que abarca las perspectivas m encionadas y las refiere entre sí según el esquem a estru ctu ral d el proceso científico de inves­ tigación. B a jo e l pu nto de vista d el crecim iento y de la am pliación del saber científico d e los sistem as particulares d el saber, la metaciencia no sólo reflexiona sob re las estructuras d el proceso filosó­ fico de investigación, sin o tam bién, p o r una parte, sobre las im á­ genes cosm ológicas y antropológicas del m undo engendradas por estos procesos de investigación, en cuanto ellas influyen en e l des­ arrollo de los sistem as cien tífico s d el saber, y, por otra parte, 291

Ciencia s o b r e la

s ig n ific a c ió n d e lo s r e s u lta d o s c ie n tífic o s p a ra e l d e s a r r o llo

d e im á g e n e s filo s ó fic a s d e l m u n d o . Con

r e la c ió n

e l i n f l u jo

del m undo. e s tr ic to en

Su

c o n e x ió n

la

en

g e n e r a l, la

con

u n a filo s o fía

te m a tiz a

m e ta c ie n c ia

r e s u lta d o s c ie n tífic o s y

e s b o z o s d e im á g e n e s

d e la

c ie n c ia

en

s e n tid o

la

la s

c ie n c ia s

c ie n c ia ,

y

que

la

m e ta c ie n c ia ,

re p re se n ta n

en

no

s ó lo

fo rm a

c o n stru y e

s im p lif ic a d a

el

s t a tu s f á c t ic o , s in o q u e p r o d u c e ta m b ié n e s b o z o s id e a le s

c ie n c ia o f

(ta l

m an era

á m b ito

de

com o

que

o b je t o s

filo s ó fic o s

debe

d e te r m in a n

s c ie n c e

m is m a genes

filo s o fía

r e la c ió n

con

de

r e s p e c tiv o id e a ls

la

e n tr e

s e d e te r m in a p o r e l h e c h o d e q u e la p h i l o s o p h y o f s c ie n c e ,

im á g e n e s de

a

m u tu o

to d a ese

P re c is a m e n te

in v e s tig a c ió n

in v e s tig a c ió n

v ie n e

de

s e r).

la

d e te r m in a d a á m b ito

e sta s

c ie n tífic a por

so b re

p re v io s

d e o b je t o s .

im a g e s

m e ta c ie n tífic a ,

P ero

un

esb ozos

si la

de

o la

c ie r to e

im á ­

m e ta c ie n c ia

m is m a e s u n a d is c ip lin a c ie n t íf ic a , q u e , g u ia d a p o r i m a g e s o i d e a l s , a c u m u la s a b e r s o b r e e m p r e s a s c ie n t íf ic a s , c o m p r u e b a s is te m á t ic a m e n t e e ste

s a b e r , lo

c ió n

de

la s

o rg a n iz a y lo u s a p a r a la c o m p le m e n ta c ió n o c o r r e c ­ c o n s e c u e n te m e n te e s tá

im a g e s ;

en

e s t r e c h a r e }.¡tc ió n d e

i n f l u jo m u t u o c o n l a f i l o s o f í a d e l a c i e n c i a , y s e p o n e d e m a n i f i e s t o q u e m e ta c ie n c ia y filo s o fía ta m p o c o e n e s t e c a s o c o n c u r r e n s in o

que

T hey

se

da

una

a r e in te r r e la te d

r e fe r e n c ia in

e n tre

e lla s

de

m ú ltip le s

e n tr e s í, m an e ras:

28•

m any w ays

s e n tid o a m p lio y, se g ú n R ao NITZKY, n o s e i d e n t i f i c a c o n e l c o n c e p t o d e m a s i a d o e s t r e c h o d e u n a M e ta c ie n c ia

s c ie n c e

of

p re s e n ta m enos la

s c ie n c e ,

m á s b ie n

n o c iv o .

c ie n c ia »

d u c ir

se

la

y

A

ni

ahí en

con

com o su

un

de

el de

de

la

s is te m a

un

una

d e m a s ia d o

ju ic io ,

« d o c tr in a

in t e n c ió n

m a ria m e n te

to m a

c ie n c ia

ta m p o c o la

lo s

c ie n c ia »

c ie n c ia , q u e

c o n c e p to s

son

m e ta c ie n c ia , p u e s cerra d o

d e la

a m p lio , a u n q u e

del

sab er

ta m b ié n de

« te o r ía

a p r o p ia d o s p a r a con o

e llo s

una

se

se

com o de

rep ro ­

a s o c ia p r i­

d o c tr in a

ya

e sta ­

b le c id a . Por

eso

em p resa

m e ta c ie n c ia

a u tó n o m a

de

se

p re s e n ta

en

e ste

in v e s tig a c ió n , q u e

no

co n te x to

s ó lo

a n a liz a

com o

una

to d o s lo s

s is te m a s p o s ib le s d e l s a b e r y lo s p r o c e s o s d e in v e s tig a c ió n s e g ú n su s e s t r u c t u r a d e s is te m a , s in o q u e a la de

to d o s

lo s

p o s ib le s

y

ra z o n a b le s

v e z fu n d a m e n ta u n a to p o lo g ía p la n te a m ie n to s

de

c u e s tio n e s

a la c ie n c ia b a jo la p e r s p e c tiv a d e u n c r e c im ie n t o d e é s t a . S u m a r c o e stru ctu ra l y

fu n c io n a l

o fre c e

un

p u e s to

b ie n

d e fin id o

p ara

una

in v e s tig a c ió n p u r a m e n te e m p ír ic a lo m is m o q u e p a r a a n á lis is ló g ic o s y

te o r é tic o -c ie n tífic o s d e e n u n c ia d o s c ie n tífic o s y

c ia d o s ;

p a ra

esb ozos

to ta le s

e s p e c u la tiv o s

de

s is te m a s d e e n u n ­

im á g e n e s

filo s ó fic a s

d e l h o m b r e o d e l m u n d o l o m is m o q u e p a r a c o n c e p to s filo s ó fic o s d e una

im a g e n

c ie n c ia v a n c ia

292

en

id e a l d e la e l s e n tid o

h u m a n a d e la

c ie n c ia

de una

m is m a ;

p ara

a n á lis is c r ít ic o s d e la

r e fle x ió n filo s ó fic o -é tic a s o b re la

c ie n c ia , lo

m is m o

r e le ­

q u e p a r a la s t e o r ía s filo s ó ­

Ciencia fico-sociales de la relación entre ciencia y sociedad, orientadas por la lógica de los procesos de investigación. Aunque en el concepto de RADNITZKY sobre una metaciencia basada como teoría del sistema se tiene suficientemente en cuenta la importancia de los teoremas filosóficos, en lo relativo a su función para el crecimiento de todo tipo de saber científico, sin embargo, la idea de una relación mutua entre filosofía, metaciencia y ciencia permanece más o menos externa de cara a la relación de fundamen­ tación entre ciencia y filosofía. La investigación científica puede depender en múltiples maneras de imágenes filosóficas del mundo y del hombre, y puede ella misma determinar en múltiples maneras filosofemas de este tipo; pero ¿cómo está la cosa con la fundamen­ tación del saber científico mismo?, ¿qué estructuras, p. ej., debe tener un sistema del saber para que sea justificable como saber frente a otras configuraciones de opinión? ¿Hay normas lógicas y (o) de contenido que explican la intención del concepto de ciencia? ¿Bajo qué condiciones puede distinguirse una ampliación del saber de una mera acumulación de cualesquiera representaciones? Estas preguntas esclarecen cómo la filosofía, si ha de tener una función esencial para los procesos de investigación en interés de un crecimiento del saber no meramente supuesto, debería hacer valer su pretensión ante la ciencia por la estructura inmanente de ésta misma y, con ello, por una reflexión interna sobre el saber científico y sobre sus propias pretensiones. Precisamente en el sentido — y para la justificación — del nexo supuesto por RADNITZKY, la filosofía debería someter a prueba su importancia por el análisis del carácter de validez del saber científico. En esa misma dirección apuntan los trabajos de D iem er, orien­ tados hacia los títulos tradicionales de disciplinas, y la distinción hecha por ^ a r i o Bunge entre external sciences e internal sciences, con lo cual el campo de trabajo de la teoría de la ciencia (science of science) comprende en conjunto seis disciplinas, tres ciencias de ciencias empíricas de hechos (psicología, sociología e historia de las ciencias) y tres metaciencias de ciencias (lógica, metodología y filosofía de las ciencias) 29• Mientras que las mencionadas ciencias de hechos presuponen como dados y no problemáticos el sentido, la validez y los mé­ todos de las ciencias y los procesos de investigación existentes, las metaciencias reflexionan sobre la estructura interna del saber científico mismo. La metaciencia en el sentido de RADNITZKY debe­ ría incluirse aquí en las external sciences, lo cual no impide que en ella las internal sciences estén reconocidas como propósito de investigación lleno de sentido y tengan un lugar lógico bien definido. Refiriéndose a la diferencia de Bunge entre hechos y metaciencias, R u p e r t L ay desarrolla una «compleja teoría de la ciencia» 30, en la 293

Ciencia

que él resume tres complejos metacientíficos de temas, esbozados por B u n g e , como ámbitos centrales de temas de una teoría general de la ciencia a diferencia de la teoría de la ciencia aplicada, especial. Lógica de la ciencia, metodología de la ciencia y filosofía de la ciencia son las tres disciplinas fundamentales — que se hallan en una relación recíproca de constitución— de una teoría general de la ciencia, la cual comprende a la vez el procedimiento analítico de investigación (lógico-metodológico, sintáctico-semántico) y el no ana­ lítico (hermenéutico y teorético-cognoscitivo). «La función de la teoría general de la ciencia consiste en desarrollar métodos para comprobar de cara a su “cientificidad” complejos de enunciados que se proponen con pretensión de ciencia» Según esto pertenece a sus tareas tanto el desarrollo de un concepto de ciencia univer­ salmente aceptado, como la comprobación de los métodos aplicados en todas las ciencias o en varias de ellas, mirando a su posibilidad de fundamentación, fiabilidad y no contradicción lógica, y asimismo la determinación de los límites de su utilización legítima. Por eso, es tema irrenunciable de una teoría compleja de la ciencia en el sentido de L a y tanto la determinación de la esencia del conoci­ miento, como la diferenciación entre el conocimiento no científico y el científico. Aunque L a y , frente a B u n g e , resalta que elementos de un conocimiento científico de hechos entran siempre en las inves­ tigaciones metacientíficas, sin embargo, en principio mantiene la di­ ferencia entre contextos inmanentes de fundamentación, contextos externos de nacimiento y contextos externos de aplicación. Por eso, en principio la relación entre ciencia y filosofía ha de tratarse en el marco de una compleja teoría general de la ciencia, como problema de una investigación metacientífica de la estructura de la ciencia misma. La breve mirada de conjunto a la discusión actual de la inteligencia de la ciencia en la ciencia de la ciencia políticamente interesada, en la metaciencia teorética del sistema y en la metateoría orientada filosóficamente (metaciencia de la ciencia), ha mostrado claramente que, contra lo esperado y sin duda en oposición al descrito proceso de disolución de las ciencias, por lo menos de hecho todavía se atribuye a la reflexión filosófica una importancia central para la definición del concepto de «ciencia», lo mismo que para el desarrollo de los procesos científicos de investigación. Pero, mientras permanecía abierto con qué derecho corresponde este status a la filosofía, se presentaba ya una referencia esencial al campo de problemas en el que puede plantearse con esperanza de éxito la pregunta por la justificación de la reflexión filosófica en el marco de la investigación científica. Bajo el título de una investigación metacientífica de la estructura inmanente de los sistemas' científicos de enunciados, se ha insinuado una interrelación no meramente 294

Ciencia

externa entre filosofía y ciencia, que ahora debemos perseguir aun­ que sólo sea en una forma no menos esquemática que hasta aquí. Puesto que sólo la teoría de la ciencia entendida como metateoría, la cual, con métodos obligados exclusivamente a la lógica, pretende una «reconstrucción racional del conocimiento científico» 23 está emparentada con la filosofía en virtud de su carácter no empírico y se halla a la vez en condiciones de estudiar suficientemente la estructura interna, los criterios y la validez de los enunciados cien­ tíficos; en consecuencia la exposición ulterior de la relación entre filosofía y ciencia se mueve ante todo en el nivel de una metateoría, y escoge su punto de apoyo en el análisis lógico de la significación de la ciencia como un sistema de enunciados que está sometido a determinados postulados. 5. Como análisis hasta ahora acabado de la significación del con­ cepto de ciencia puede considerarse el estudio de R u d o lf W o h l g e nannt 23 La representación de ciencia que él tiene como base es universal, por lo menos según la intención, en el sentido de que comprende tanto ciencias especializadas, ideales y reales, disciplinas filosóficas fundamentales y secundarias, como también la teoría mis­ ma de la ciencia. W o h lg en a n n t entiende su estudio co m o tra­ bajo parcial de la teoría general de la ciencia, la cual, con el método del análisis lógico, debe estudiar, explicando y criticando, aquellos conceptos, métodos y presupuestos que se usan en todas las cien­ cias o en algunos grupos de las mismas. Su definición del concepto de ciencia se propone como fin poner de manifiesto aquellas notas o criterios que, en un caso concreto, permiten designar con la palabra ciencia un sistema dado de enunciados. Por eso, bajo el criterio de cientificidad él entiende postulados o reglas de aplicación de la palabra ciencia. Que su investigación esté orientada de antemano no a la inteligencia de la ciencia como una actitud o actividad, no a la science-as-process, sino a los resultados, es decir, a la scienceas-product, lo fundamenta W o h lg en a n n t con que ni la actitud ni la actividad mismas son ya ciencia en sentido estricto. Pues si determinadas actitudes o actividades se llaman «científicas» sólo con relación a los resultados que se obtienen a través de ellas, se desprende en consecuencia que la «cientificidad de una actitud o actividad... debe medirse siempre en la cientificidad de sus resul­ tados» 23 En la conclusión a que llega establece como criterios o postulados de ]a ciencia: 1) corrección deductiva y no contradicción; 2) exacti­ tud e inteligibilidad intersubjetiva; 3) posibilidad de fijar el valor de verdad, es decir, la verificabilidad intersubjetiva. Los criterios mencionados fundamentan un concepto absoluto o estético de ciencia en oposición a un concepto comparativo o dinámico, que 295

Ciencia todavía está determinado ".dicionalmente por las condiciones del grado de verificabilidad, de Ta importancia, de la sencillez y de la riqueza de los enunciados científicos. Estos criterios, a diferencia de los mencionados antes, no fijan s í algo en general puede valer como ciencia; fundamentan solamente diferencias de grado en el sentido de un valor de denpia más alto o más bajo. E n particular los postulados que determinan suficiente y nece­ sariamente el uso de la palabra ciencia pueden formularse como sigue: a) W es un conjunto de formas de enunciados, definiciones y reglas (reglas de definición, de formación de enunciados, de trans­ formación de enunciados = reglas de deducción); b) las configu­ raciones correspondientes en W están sometidas a las reglas corres­ pondientes; c) los enlaces lógicos están determinados por las reglas de transformación de enunciados; d ) W está exento de contradic­ ción, de modo que no puede haber allí dos formas de enunciados que se contradigan manifiestamente; e) si en W se trata de una ciencia fáctica o real u objetiva, entre sus fórmulas de enunciados se encuentran también por lo menos un enunciado singular y por lo menos uno general fáctico de cualquier grado de generalidad, los cuales están enlazados entre sí lógicamente (deductivamente y por la teoría de la probabilidad) y (o) clasificatoriamente; f) finalmente todos los enunciados fácticos en W son comprobables intersubjetiva­ mente por lo menos de un modo indirecto, es decir, confirmables o refutables. Estos postulados, que W o h lg en a n n t entiende como «totalidad de condiciones de aplicación» para la expresión «ciencia», quedan resumidos en una «expresión definitoria cerrada»: «Entendemos por “ciencia” una conexión no contradictoria de funciones de enunciados (formas de enunciados) o de fórmulas cerradas de enunciados, que corresponde a una determinada serie de reglas de formación de enunciados y cumplen las reglas de transformación de los mismos (reglas lógicas de deducción); o bien, entendemos por tal un nexo libre de contradicción de descripción, o clasificación y (o) fundamentación, o deducción de enunciados fácticos en parte generales y en parte singulares, los cuales son comprobables intersubjetiva­ mente por lo menos de manera indirecta, corresponden a una determi­ nada serie de reglas de formación de enunciados y cumplen las reglas de transformación de los mismos (reglas lógicas de de­ ducción» 35 Los postulados resumidos en la definición dada tienen en cuenta la diferencia entre ciencias formales o ideales y reales, y encuentran aplicación en las investigaciones filosóficas o teorético-científicas. Han sido logrados en forma descriptiva abstracta de la historia del concepto de ciencia, de su desarrollo tanto en la tradición filosófica como en el ámbito de las ciencias particulares, y poseen el status 296

Ciencia de

norma de frecuencia,

una

en

e l s e » fid o

de

e x ig e n c ia s

que

son

r e c o n o c id a s d e m a n e r a g e n e r a l ta m b ié n d e n t r o d e la p r á c t ic a a c tu a l d e la c ie n c ia . A la v e z lo s c r it e r io s fo r m u la d o s e n e llo s — d ic c ió n

ló g ic a ,

s u b je tiv a —

ideal,

e x a c titu d

c o n tie n e n

que

por

e n c im a

o

c o m p r e n s ib ilid a d y

un

m o m e n to

de

id e a lid a d , d e

de

un

ser

r e c o n o c id o s

m ero

u n a v a lid e z g e n e r a l d e la s e x ig e n c ia s :

n o c o n tra ­

v e r ific a b ilid a d in t e r ­

normatividad a p u n ta n

h a c ia

W o h l-

u n a p e r s p e c tiv a q u e

g e n a n n t in tr o d u c e c ie r ta m e n te , p e r o s in d is c u tir la m á s d e c e rc a (c f. p. 7 ).

_

L a ju s t i f i c a c i ó n d e e s t a p e r s p e c t i v a e s t á e n q u e , c o n l o s c r i t e r i o s d e c ie n c ia e s ta b le c id o s , s e u n e tá c it a m e n t e e l p o s tu la d o d e q u e s ó lo c o n la o b s e r v a n c ia d e lo s m is m o s s e p u e d e lo g r a r u n c o n o c im ie n t o r e a l.

Por

eso ,

un

a n á li s i s

te o r é tic o -c ie n tífic o

d e la

s ig n ific a c ió n

de

la p a la b r a « c ie n c ia » y lo s c r it e r io s q u e d e é l s e s ig u e n p a r a la a p li­ c a c ió n

del

c o n c e p to

gun t a s

de

te o r ía

de

del

« c ie n c ia » ,

cond u cen

c o n o c im ie n t o ,

que

n e c e s a ria m e n te

in c lu y e n

a

p re g u n ta s

p re­ ta n to

p o r l a ju s t i f i c a c i ó n d e l a l ó g i c a m i s m a , c o m o p o r u n a b a s e p o s i b l e y

ad ecu ad a

que

debe P ero

e n tr e

de

con

base

te o r ía s

e llo

ú ltim a

la

lo

e n u n c ia d o s

del

te o r ía , el

p o s tu la d o

la

e n tr e

una

e x p e r ie n c ia

de

c o g n o s c itiv o

id e a

de

d e la

e n u n c ia d o s

p ro b le m a

p ro g reso de

en

e x p líc ito s lo s p r o b le m a s

que

del

in t e r s u b je t i v a

d e cerca.

y

m is m o

p e r s p e c tiv a

de

r e la c ió n

m ás

se h acen

c ie n tífic a s ,

b a jo

d e la

v e r ific a b ilid a d

e x p e r im e n ta l

g e n e r a liz a d o s , —

la

d e te r m in a r s e

una

la

h is to r ic id a d

de

la s

p o s ib le

c ie n tífic o s —

la

fu n d a m e n t a c ió n

la

y de

c ie n c ia s

y

fu n d a m e n ta c ió n

c lá s ic o

de

r e la c ió n

s in g u la r e s

p re g u n ta

c e n tra l con

por la

la

id e a

c o m p r o b a c ió n c r ít ic a .

En d e la

eso s

p r o b le m a s

c ie n c ia

com o

y p re g u n ta s p u e d e m o s tr a rs e

m e ta te o ría

d e l s a b e r c ie n tífic o

q u e la

te o r ía

in c lu y e , a p a r tir

d e l m u n d o in m a n e n te d e la c ie n c ia , p re g u n ta s q u e h a c e n v is ib le la d e p e n d e n c ia d e l c o n c e p t o d e c ie n c ia d e l a r e f le x ió n filo s ó fic a , e n lo to c a n te

a

su

c o m p le to , y en

fo r m a

m ie n to

n o r m a tiv id a d que

son

c a m b ia d a ,

c ie n tífic o

su

p o s ib le c a r á c te r

Según

la

d is tin c ió n d e

c ie n c ia

y

te o r ía

del

re fle x iv a m e n te

a c re d ita r la filo s o fía , a u n q u e

cognitio principiorum cognitio ex principiis.

6.

de

a

com o

com o

la

gun a

y

a p r o p ia d a s p a r a

fre n te

a l c o n o c i­

W o lf a n g STEG M Ü LLER e n tr e te o r ía d e

c o n o c im ie n to ,

e sta

ú ltim a

no

in c lu y e

n in ­

s u p o s ic ió n d e e x is t e n c ia r e s p e c to d e u n s a b e r c ie n t ífic o v á lid o

h echo

que

se



en

a lg u n a

c ie n c ia

36• E l l o

tie n e

com o

con se­

c u e n c ia q u e la te o r ía d e l c o n o c im ie n to su s p e n d e e n p r in c ip io la v a li­ dez

de

«com o

la s

c ie n c ia s

p o s ib ilid a d

p r e v ia m e n te s e r ia

una

dadas

re s p u e s ta

y

to m a

n e g a t iv a

en a

la

c o n s id e ra c ió n p re g u n ta

l a v a l i d e z » ( r e s p e c t o d e a l gun a s o t o d a s l a s d i s c i p l i n a s )

'SI.

la

c ie n c ia s

te o r ía

d e la

c ie n c ia

no

pone en

te la d e

ju i c i o

la s

de

E n c a m b io e x is ­

297

Ciencia te n te s ;

m ás

p resu p u esto P a ra

b ie n de

in te n ta

que

es

lle v a r

p o s ib le

a

cabo

una

«su

r e c o n s tr u c c ió n

r e c o n s tr u c c ió n

b a jo

r a c io n a l.,.

el

38

la p r e g u n ta p o r e l lu g a r d e la filo s o fía e n e l m a rc o d e la

te o r ía d e la c ie n c ia , e s to m e ta te o r é tic a s

t ie n e c o m o c o n s e c u e n c ia q u e la s p r e g u n t a s

d esem b o can

en

o tra s

c u e s tio n e s

filo s ó fic a s

de

te o r ía

d e l c o n o c im ie n t o e x a c ta m e n te c u a n d o lo s c o n c e p to s fu n d a m e n ta le s d e te o r ía d e la c ie n c ia s e s o m e te n a r e fle x ió n e n g e n e r a l y n o s ó lo d e c a r a a

una

por

d e te r m in a d a

c ie n c ia

(o

a

un

d e te r m in a d o

tip o

d e c ie n c ia ):

t a n t o , e s p e c ia lm e n te c u a n d o , p . e j., s e d is c u te l a p r e g u n ta p o r

l a v a l i d e z d e l a l ó g i c a , l a p r e g u n t a p o r l a ju s t i f i c a c i ó n d e u n a t e o r í a de

la

c ie n c ia

q u e p ro ced e

ló g ic o -a n a lític a m e n t e ,

o

ta m b ié n

e l p ro ­

b le m a d e su p re s u p u e s to im p líc ito , e l d e q u e e n g e n e ra l e s p o s ib le u n a r e c o n s tr u c c ió n

r a c io n a l d e c ie n c ia s e n g e n e r a l. E n

p a r tic u la r la

tr a n s ic ió n d e u n a t e o r ía d e la c ie n c ia a u n a te o r ía filo s ó fic a d e l c o n o ­ c im ie n to

pu ede

esb o zarse

in m a n e n te m e n te e n tr e El

p r im e r

r ie n c ia ,

que

p r o b a c ió n

c ír c u lo

se

en

tre s

c ír c u lo s

d e p ro b le m a s

e x ig e

de

p r o b le m a s

r e fe r id o s

se re fie re a l c o n c e p to

de exp e­

s í. en

com o

a b stra cto

i n t e r s u b je t i v a

de

p o s ib le

e n u n c ia d o s

in s ta n c ia d e

c ie n tífic o s ,

p ero

com ­

no

e stá

fija d o e n c o n c r e t o . S i p r e s c in d im o s d e l p r o b le m a d e la v e r ific a b ilid a d de

nexos

c ie n c ia s

de

c o n o c im ie n to

e x p e r im e n ta le s

se

ló g ic o

o

p la n te a

m a te m á t ic o ,

el

p ro b le m a

p a ra de

to d a s

la s

tip o

de

qué

e x p e r ie n c ia p u e d e o d e b e p e n s a r s e c o m o b a s e p a ra la v a lid e z d e e n u n ­ c ia d o s .

¿E s

p re n d er? la

la p e r c e p c ió n

e x p e r ie n c ia

p u ra

h e r m e n é u tic a

in tu ic ió n , o

le c tu a l?

in te r n a

o

e x te r n a , la

in tu ic ió n , e l c o m ­

¿ H e m o s d e a c e p ta r c o m o b a s e d e l c o n o c im ie n to c ie n tífic o

39

En

e n u n c ia d o s

o

fe n o m e n o ló g ic a

e l p u ro p e n s a m ie n to , o

c u a n to

la

q u e e x is te n

te o r ía

de

la

de

in c lu s o

c ie n c ia

la la

p a rte

e s e n c ia ,

o

in tu ic ió n de

la

in te ­

s is te m a s

de

p r e v ia m e n te y p r e te n d e n c a r á c te r c ie n tífic o ,

a p e s a r d e su id e a d e la r e c o n s tr u c c ió n r a c io n a l, q u e e n g r a n p a r te s e id e n t if ic a c o n

a n á lis is y p r e c is ió n ló g ic o s d e c o n c e p t o s , n o t i e n e

n in g u n a p o s ib ilid a d o tro

co n ce p to

de

de

a d o p ta r o

e x p e r ie n c ia .

e x c lu ir d e a n te m a n o

C uando

com o

te o r ía

el uno o

de

la

el

c ie n c ia

s e f ija e n u n t ip o e s p e c ífic o d e e x p e r ie n c ia , d e fie n d e y a u n a p o s ic ió n filo s ó fic a , p o d r ía B a jo m é to d o p e c u lia r

que



ju s t i f i c a r s e

si

en

en

g en era l es

un

n iv e l

p o s ib le

de

te o r ía

e s ta p e r s p e c tiv a , e l p ro b le m a u n ita r io

de

to d a s

e s c la r e c im ie n to :

la s en

de

a lg ú n

del

s ó lo

ta n ta s v e c e s a b o rd a d o d e u n

c ie n c ia s { u n i f i e d una

m odo —

c o n o c im ie n t o .

p o s ic ió n

de

a lc a n z a

s c ie n c e ) te o r ía

de

la

un

c ie n c ia

y m e to d o lo g ía e l c o n c e p t o d e e x p e r ie n c ia d e la p e r c e p c ió n e x t e r n a , que de

es

d ir e c tiv o

tr a s la d a r s e

g e n c ia d e la

p ara la s

la s

c ie n c ia s

c ie n c ia s

n a t u r a le s , d e n in g ú n

h is tó r ic a s

o

s o c ia le s ,

s í m i s m a s l a t e u n a i d e a d e o b je t i v i d a d

o b je t i v i d a d

e x p e r ie n c ia .

298

a de

S ó lo

la una

n a tu r a le z a te o r ía

del

y,

con

e llo ,

c o n o c im ie n to

una

en

m odo cuya

pu e­

in te li­

d is tin ta d e la d e b ase

d is tin ta

p o d r ía d e c id ir

de

so b re

Ciencia la validez exclusiva de una inteligencia de la experiencia o sobre la posibilidad de diversos ámbitos de objetos. E l segundo círculo de problemas se refiere al análisis de la relación entre teoría y experiencia en todas las ciencias. E n este contexto séanos permitido remitir a las amplias y ramificadas exposi­ ciones de W o lfg a n g S t e g m ü l l e r 40 Se tratan en ella problemas de la formación científica de conceptos y teorías, y también el de la relación entre el lenguaje científico y teórico y el de la observa­ ción, o la problemática del criterio de C a rn a p de la significancia empírica para términos teóricos y enunciados. Esas investigaciones afectan a la pregunta de la validez de teorías, y en ellas se com­ prueba el fracaso de la idea de la significancia y se demuestra que el lenguaje teorético no puede reducirse a lenguaje de observación. Pero si las teorías científicas no salen de generalizaciones inductivas a partir de observaciones, y si por su parte las teorís en el mejor de los casos son interpretables parcial e indirectamente, entonces hay que contar en ellas con un momento de construcción. S t e g m ü l l e r esclarece la relación de teoría y experiencia mediante la imagen, que simboliza la teoría empírico-científica, de una malla tridimensional, que a través de las reglas de coordinación de la teoría, de las anclas de la interpretación, está enlazada en puntos particu­ lares con el plano del lenguaje de la observación. «Por medio de los lugares de contacto en el plano, la sangre de la realidad em­ pírica fluye a través de las líneas de unión hasta los nudos de la malla más alejados del plano, los cuales representan los conceptos funda­ mentales de la teoría» 40 Puesto que, de esta manera, tanto en la construcción de conceptos teóricos como en el lenguaje de la obser­ vación — o en la observación misma — , impregnado por ellos, entran momentos de estipulación y convención, se hace problemá­ tica la idea ingenua de una posible falsación o confirmación aislada de términos o enunciados teoréticos por la experiencia o la obser­ vación. Por tanto, la significancia empírica a lo sumo puede refe­ rirse a teorías en conjunto, mientras que, a la inversa, una posible confirmación de teorías en el mejor de los casos puede lograrse por la generalización de la totalidad de los datos empíricos obtenidos. Si en teoría de la ciencia el análisis lógico de la relación entre teoría y experiencia, entre lenguaje de la ciencia y lenguaje de la observación, conduce a la visión de que no pueden fundamentarse criterios estrictos de significancia, falsación y confirmación, entonces sólo parece prometer éxito el camino seguido por E l is a b e t h S t r o k e r de una reflexión teorético-cognoscitiva sobre la percepción sen­ sible, en gran parte neutral frente a la convención y la construcción, así como sobre el lenguaje natural, que de algún modo es resistente al cambio 40 Por otra parte, la inclusión de momentos convencionales en 299

Ciencia la te o r ía y e n la b a s e d e l s a b e r c ie n t ífic o r e m it e a l t e r c e r c ír c u lo d e p r o b le m a s , e l d e la h is to r ic id a d d e la c ie n c ia , d o n d e p u e d e m o s tt a r sc

ig u a lm e n te

la

c ie n c ia a u n a te o r ía filo s ó fic a d e l c o n o c im ie n t o . E n

d ife r e n c ia

la

tr a n s ic ió n

p u e s ta

de

in m a n e n te

m a n if ie s to

e n tr e

de un te o r ía

a n á lis is y

de

te o r ía

de

v ir tu d d e la

e x p e r ie n c ia ,

p u ede

p e n s a r s e la p o s ib ilid a d d e q u e s o b r e u n d e te r m in a d o á m b ito d e o b ­ je t o s s e f o r m u l e n v a r i a s t e o r í a s c o n c u r r e n t e s , c u y a v a l i d e z n o p u e d e depender que

de

una

e x p e r ie n c ia im p r e g n a d a a

d e sca n sa p r im a ria m e n te e n

tic o p o r p a r te d e la s c ie n t ific c o m m u n it y : c lu y e n

un

co n sen so

so b re

su

vez

e l r e c o n o c im ie n to

e s tip u la c io n e s

de

te o r ía , s in o

d el m a rco

te o ré ­

e n c o n v e n c io n e s q u e in ­

c a s i a p r io r ís tic a s . P o r

eso

e l e s tu d io d e la h is to r ia a d q u ie r e u n a im p o r ta n c ia fu n d a m e n ta l p a ra la

te o r ía m is m a d e la c ie n c ia . E n e s te s e n tid o

c ie n c ia

de

P ie r r e

K u r t H ü b n e r a s u m e la te o r ía h is t o r ic is t a d e l a D u h em y d e s ta c a c in c o g r u p o s p r in c ip a le s d e

e s tip u la c io n e s c o n tin g e n te s , p o r la s q u e e n to d o c a s o e s tá n d e te r m i­ n a d a s d e m a n e ra e s e n c ia l: m e tó d ic a m e n te la fís ic a m o d e r n a , q u e u s a i n s t r u m e n t o s d e m e d i c i ó n , y , o b je t i v a m e n t e , l a i m a g e n d e l a n a t u r a ­ le z a d e s a r r o lla d a p o r a q u é lla h is t ó r ic a m e n t e , q u e

p reced en

d e t e o r ía s , la s c u a le s n o

C o m o ta le s e s tip u la c io n e s , fu n d a d a s a la

c o n s tr u c c ió n

y

a l e n ju i c i a m i e n t o

so n v in c u la n te s n i ló g ic a n i tr a s c e n d e n ta l­

H ü b n e r m e n c io n a la s e s tip u la c io n e s in s tr u m e n ta le s , la s f u n ­

m e n te ,

c io n a le s ,

la s

e x io m á tic a s ,

la s

ju d i c i a l e s

y

la s

n o r m a tiv a s

44• E n t i e n ­

d e p o r ta le s p r e s u p u e s to s te o r é t ic o s e n v ir tu d d e lo s c u a le s se h a c e p o r p rim e r a

v e z p o s ib le

u n d e te r m in a d o

c o n o c im ie n t o

e m p ír ic o , y

g r a c ia s a lo s q u e c o n u n a a c titu d h is tó r ic a p u e d e e s c r ib ir s e e in t e r p r e ­ ta r s e la h is to r ia d e la fís ic a . A la v e z e s t a s e s tip u la c io n e s c o n tin g e n te s s o n c a te g o r ía s d e te o r ía de

la

c ie n c ia , q u e

f i ja n

e l m a rco

d e la

in v e s tig a c ió n

fís ic a . C o m o ,

p o r o t r a p a r t e , p u e d e n d e p e n d e r d e á m b ito s q u e s e h a lla n fu e r a d e la f ís ic a , a s í p . e j., d e la te o lo g ía , d e la m e ta fís ic a , d e to d a la s itu a ­ c ió n

e s p ir itu a l

y

ta m b ié n

de

la

p o lític a , d e

la

e c o n o m ía , e t c ., r e ­

s u lta r á d e p e n d ie n te d e la h is to r ia la c ie n c ia d e la n a tu r a le z a d e t e r ­ m in a d a p o r e lla s , c o m o ta m b ié n la c o r r e s p o n d ie n te te o r ía d e la c ie n ­ c ia r e fe r id a a la s m is m a s . P e r o

s i la « c r e a c ió n d e u n a n u e v a te o r ía

s i g n i f i c a t a m b i é n l a c r e a c i ó n d e u n a ( n u e v a ) t e o r í a d e l a c i e n c i a » 45, y a n o p u e d e m a n te n e r s e la d is tin c ió n co n tex t

o f ju s tific a tio n ,

d e fe n d id a

e n tr e c o n t e x t o f d is c o v e r y

c o n s ta n te m e n te

p o r la

te o r ía

y de

la c ie n c ia q u e p r o c e d e d e m a n e r a ló g ic o -a n a lític a . L o q u e p u e d e v a le r c o m o d a to d e e x p e r ie n c ia , c o m o e x p lic a c ió n o c o m o v e r ific a c ió n , d e ­ p e n d e a s u v e z d e e s t ip u la c io n e s in s tr u m e n t a le s , a x io m á tic a s o ju d i­ c ia le s . Por

ta n to ,

c o n d ic io n e s

de

lo

m is m o

que

la s

c ie n c ia s

p e n e tra r e n u n a id e a d e la

n a tu r a le s

no

e stá n

n a tu r a le z a c o m o

en

e s e n c ia

s u b s is t e n te e in m u t a b le ; p o r id é n t ic a s r a z o n e s , ta m p o c o e l p r o g r e s o

300

Ciencia del desarrollo de la ciencia es un proceso lineal y acumulativo de acercamiento a un conocimiento definitivamente verdadero. E l concepto de HÜBNER de una teoría de la ciencia que se orienta hacia DuHEM, pero a la vez se dirige contra su concepción de la evolución y se distancia de ella, ostenta rasgos parecidos con la concepción de la evolución de la ciencia que ha desarrollado THOMAS S. K u h n , en su libro D ie Struktur wissenschaftlicher Revolutionen (La estructura de las revoluciones científicas) 46• Aunque su concepto del «paradigma», que él introdujo para caracterizar apor­ taciones que fundan tradiciones de la ciencia o fijaciones de marcos que de ahí se siguen, sólo en forma modificada puede mantenerse en disputa con sus críticos 47, sin embargo K u h n no se ha visto incitado a desechar su idea fundamental de un crecimiento de la ciencia no cumulativo y no continuo. Su oposición a la concepción evolutiva del progreso cognoscitivo defendido en la escuela de P o p p e r , ha quedado ciertamente suavizada, pero no suprimida por la aceptación de criterios independientes del paradigma, como el de la lógica y el de la racionalidad; pues estos criterios sirven exclusi­ vamente como representaciones generales de valor, y no como reglas de transición de un estadio de ciencia normal a otro. D todos modos, también en esta perpectiva la historicidad del s a b r cien­ tífico y, con ello, del relativo a la teoría de la ciencia, parece poner en tela de juicio el modelo estático de un análisis teorético-cognoscitivo de sistemas de conceptos que proceda lógico-analíticamente. Con la correspondiente supresión de la diferencia cualitativa entre contexto de nacimiento (context of discovery) y contexto de justi­ ficación (context of justification), de nuevo la teoría de la ciencia se entremezcla con preguntas de historia de la ciencia. La ciencia no sólo tiene una validez hipotética en cuanto al contenido, en lo rela, tivo a los conocimientos particulares producidos por ella, sino que también en la validez de sus estructuras vuelve a estar relativizada históricamente. Con el problema de las estructuras invariantes de la ciencia presupuestas en la metateoría, y con la pregunta por el pre­ supuesto normativo de la racionalidad, que está como base en el análisis de la teoría de la ciencia, momentos ambos que se presentan como estipulaciones contingentes y con ello mutables, se plantean las preguntas decisivas por el valor de la lógica y del análisis lógico, así como el problema de la validez o fundamentación de la validez del saber científico, y no en último término la problemática de una justificación del postulado de la fundamentación. Esos problemas y preguntas promueven la crítica del criticismo racional o del racionalismo crítico al modelo clásico de la racionali­ dad 48, así como, en oposición a ello, los intentos constructivistas y pragmático-trascendentales de una fundamentación normativa del saber científico. E n todo caso se trata metódica y objetivamente de 301

Ciencia p la n te a m ie n to s

in m a n e n te s

al

c o n c e p to

de

c ie n c ia ,

que

se

dan

a

c o n o c e r c o m o p r e g u n ta s g e n u in a m e n te filo s ó fic a s y te o r é t ic o -c o g n o s s itiv a s , d ern a

y

no

com o

tr a d ic ió n

c u e s tio n e s

filo s ó fic a

p e r te n e c ie n te s

m e ra m e n te

a

la

m o­

D e s c a r t e s h a s t a F 1c h t e .

de

D e e s ta m a n e r a , p e r s ig u ie n d o te m a s d e te o r ía d e la c ie n c ia , e n la ló g ic a

m e ta te o r é tic a d e la c ie n c ia y la m e to d o lo g ía d e la c ie n c ia s e

h a c e a c tu a l u n á m b ito g e n u in o d e p r o b le m á t ic a filo s ó fic a , q u e c o n v ie r ­ t e d e n u e v o la c o n f ig u r a c ió n d e la c ie n c ia e n p r o b le m a d e a u to d e fin ic ió n d e la filo s o fía , e n u n c o n c e p to fu n d a m e n ta l d e l in te r é s y d e la r e fle x ió n

filo s ó fic o s :

donde

se

p re te n d e

com o

p o s ib le

el

a n á lis is

ló g ic o d e l s a b e r c ie n tífic o c o n u n a a c titu d te o r é tic o -c ie n tífic a , e l s a b e r c ie n tífic o

m is m o

e stá

v in c u la d o

im p líc ita m e n te

con

la

id e a

de

la

v a lid e z y la r a c io n a lid a d d e m o s tr a b le s . A h o r a b ie n , p u e s t o q u e e s t a id e a

se

te n s ió n

m u e s tra

com o

n o r m a tiv a ,

un

que

p re su p u e sto

ha

de

n o rm a tiv o , c o m o

m a n te n e rse

in v a r ia b le

una

fre n te

p re­ a

la s

p o s ib le s e s t ip u la c io n e s h is t ó r ic o - c o n t in g e n t e s , s e p la n t e a la p r e g u n ta fu n d a m e n ta l d e

si e sta

id e a —

la te n te e n

e l s a b e r c ie n tífic o —

de

u n a a r g u m e n ta c ió n y f u n d a m e n t a c ió n r a c io n a le s p u e d e o n o fu n d a r s e n o r m a tiv a m e n t e p o r o b r a d e la f ilo s o f ía m is m a . 7.

La

d is c u s ió n

a c tu a l e n

d e u n fu n d a m e n to

to rn o

n o r m a tiv o

a la

p o s ib ilid a d y

d e te r m in a c ió n

d e la c ie n c ia , s e m u e v e a lre d e d o r d e

p u n t o s d e a p o y o c r it ic is ta s , c o n s t r u c t iv is ta s y tr a n s c e n d e n ta l-p r a g m á tic o s . P a r tie n d o

d e lo s in te n to s

( q u e s e in ic ia n c o n l a c r is is d e la s

c ie n c ia s n a tu r a le s y d e la m a te m á t ic a ) d e u n a ú lt im a fu n d a m e n ta c ió n de

p r a c tic a

la

ló g ic a

(D in g le r ), y

en

d is p u ta

con

el

p ro g ram a

d e LoR EN ZEN a c e rc a d e u n a in te r p r e ta c ió n o p e r a tiv a d e c o n s ta n te s ló ­ g ic a s

y

de

g u ie n d o

le y e s

el

ló g ic a s

c ritic is m o

por

re g la s

de

H ans A l b e r t , s i­ P o p p er, h a p o ­

d iá lo g o ,

r a c io n a l fu n d a m e n ta d o

por

d id o m o s tr a r q u e u n a fu n d a m e n t a c ió n ú lt im a a la m a n e r a d e l r a c io ­ n a lis m o c lá s ic o de

e s tá c o n d e n a d a a l fr a c a s o . S u r e fe r e n c ia a l « tr ile m a

M ü n c h h a u s e n » , se g ú n e l c u a l to d o

in te n to

d e u n a fu n d a m e n ta ­

c ió n ú ltim a d e b e c o n d u c ir o b ie n

a u n c ír c u lo ló g ic o , o b ie n a u n a

r e g r e s ió n

in te r r u p c ió n

in fin ita ,

e x c lu ir

to d a

m in a d o

p o r la

o

b ie n

p o s ib ilid a d

a

de

ló g ic a . T a n t o

una

ju s t if ic a c ió n la

id e a

del

d e la

a r b i t r a r i a "1,

sab er

p a re c ía

c ie n tífic o

« c o m p r o b a c ió n

d e te r­

c r ític a » ,

q u e a p a r e c e e n lu g a r d e l p o s tu la d o d e la fu n d a m e n t a c ió n , c o m o la s le y e s ló g ic a s se h a n h e c h o a s í d e p e n d ie n te s d e u n a d e c is ió n ir r a c io n a l. D e to d o s m o d o s , c o n r e la c ió n a la ló g ic a ,

H a n s L e n k h a p o d id o

d e m o s tr a r q u e la s le y e s fu n d a m e n t a le s d e u n a ló g ic a c o n s e c u e n te s o n un

c o n s titu tiv o

d e la c r ític a

« c o m p o n e n te ir r e n u n c ia b le

d e la

id e a

e in s titu c ió n

r a c i o n a l » 50, y p o r e s o e l c r i t i c i s m o n o p u e d e r e n u n c i a r

a e lla s n i r e c h a z a r la s . S i se tie n e e n c u e n ta la d is t in c ió n e n t r e p o s i­ b ilid a d d e fu n d a m e n t a c ió n e im p o s ib ilid a d d e r e c h a z a r , s e p o n e d e m a n if ie s to q u e la id e a d e la c o m p r o b a c ió n c r ít ic a c o n t ie n e e lla m is m a

302

Ciencia im p lic a c io n e s

n o rm a tiv a s

p ara

la s

que

ca rece

de

s e n tid o

una

a p li­

c a c ió n d e la r e g la d e la c o m p r o b a c ió n . P e r o , e n c o n s e c u e n c ia , n o s ó lo la s le y e s d e l a ló g ic a c o n s e c u e n t e s e m u e s tr a n c o m o u n fu n d a m e n t o n o r m a tiv o

no

re c h a z a b le ;

s in o

que

la

id e a

de

la

c o m p r o b a c ió n

c r ít ic a m is m a n o p u e d e s o m e t e r s e a su p r o p io p r o c e d im ie n to . A h o r a b ie n , s i e s t a id e a h a d e d e te r m in a r e n fo r m a e x h a u s tiv a e l s e n tid o de

r a c io n a lid a d ,

e n to n c e s

su rg e

la

p a r a d o ja

de

que

la

d e c is ió n

p o r la r a c io n a lid a d h a d e c o n s id e r a r s e e n s í m is m a c o m o ir r a c io n a l. En

e ste

c o n te x to

E lis a b e th

S tro k e r

d e s ta c a

con

razó n

la

« d o b l e p a r a d o ja » q u e s u r g e a n t e e l i n t e n t o d e u n p l i i d o y e r ju s t i f i c a n ­ te y

r a c i o n a l p o r e l c r i t i c i s m o 51: p o r u n a p a r t e , e l i n t e n t o

a u to fu n d a m e n ta c ió n



sea

por

el

p ro c e d im ie n to

c lá s ic o , s e a p o r e l p r o c e d im ie n to d e l c r itic is m o c ió n — o tr a

c o n d u c ir ía

a la

a u to s u p r e s ió n

p a rte , p erm an ece

c o n tra d ic to r io

del

e x e n to d e

d e l r a c io n a lis m o e l p liid o y e r

de una

r a c io n a lis m o ju s t i f i c a ­

c r ític o .

Por

ra c io n a l p o r

una

d e c is ió n ir r a c io n a l e n f a v o r d e la r a c io n a lid a d , e l c u a l s e h a c e n e c e ­ s a rio com o

co n tra

el

rep ro ch e

c o n s e c u e n c ia

que,

de un con

d e c is io n is m o

la

e x c lu s ió n

c ie g o . P e r o

e sto

d e l p o s tu la d o

tie n e

c lá s ic o

de

la fu n d a m e n t a c ió n , n o p u e d e r e c h a z a r s e a la v e z to d a c la s e d e ju s ­ tif ic a c ió n la

r a c io n a l. E l in t e n to

c o m p r o b a c ió n

d e ju s tif ic a c ió n

c r ít ic a , in c lu y e

una

d e la

d im e n s ió n

id e a m is m a d e

de

r a c io n a lid a d

y

n o r m a tiv id a d q u e c ie r t a m e n t e p u e d e d e s ig n a r s e p o r e l p r in c ip io

de

la c o m p r o b a c i ó n c r í t i c a , p e r o n o c o m p r e n d e r s e e x p l í c i t a m e n t e 52 E s ta s itu a c ió n se tie n e e n c u e n ta e n e l in te n to d e O SW A LD

ScH W E M M E R ,

JÜ R G E N

M lT T E L S T R A S S ,

P a u l L o ren z en ,

F R IE D R IC H

KAM-

b a r t e l , e t c ., q u e f u n d a m e n t a n la d e te r m in a c ió n d e l fin y p r o c e ­ d im ie n to d e la s c ie n c ia s e n fo r m a o p e r a tiv a o c o n s t r u c t iv is ta d e s d e la p r a x is d e l h a b la r o d e la p u n to

d e p a r tid a , la filo s o fía

a c c i ó n r a c i o n a l 53 • D e a c u e r d o c o n e s t e a p a re c e c o m o u n a c ie n c ia n o r m a tiv a ,

q u e s e d e s a rro lla e n la ló g ic a y la é tic a , y q u e e s tá e n c o n d ic io n e s d e f ija r lo s fu n d a m e n to s d e l p e n s a m ie n to

y d e la

a c c ió n

h u m anos,

in c lu id a s la s c ie n c ia s . « L a filo s o f ía p r o p o r c io n a u n fu n d a m e n t a l o r t o le n g u a je p a r a to d a s la s c ie n c ia s y lo fu n d a m e n t a e n e l c o n t e x t o d e n u e s t r a v id a » 54 P e r o n o r m a tiv id a d

e s la

si de

p r a x is

e sta

m a n e ra la

b a s e d e r a c io n a lid a d

y

re a l d e u n h a b la r y a c tu a r h u m a n o s p o r

lo m e n o s e n p a r t e y a r a c io n a le s , la c u a l s e p r o lo n g a c o n s tr u c tiv a m e n te en

una

fu n d a m e n t a c ió n

del

sab er

c ie n tífic o ,

e n to n c e s,

ta m b ié n

en

e s t e c o n t e x t o , e n e l m e jo r d e l o s c a s o s p u e d e h a b la r s e d e u n a in t e r ­ p r e ta c ió n

c o n s tr u c tiv a , s in c a e r e n u n c ír c u lo , d e la ló g ic a , la é tic a

y la te o r ía d e la c ie n c ia , p e r o n o d e u n a ú lt im a f u n d a m e n t a c ió n d e ­ d u c tiv a

en

s e n tid o

e s tr ic to ,

co sa

que

con

ra z ó n

pone

en

te la

de

ju i c i o e l r a c i o n a l i s m o c r í t i c o . Por

eso

p a rece

p la u s ib le

fo r m u la r

de

nuevo

y

s e g u ir d e s a r r o ­

lla n d o la p r e g u n ta (a p e s a r d e to d o n e c e s a r ia ) p o r e l c o n c e p to y e l p ro c e d im ie n to

d e u n a p o s ib le fu n d a m e n t a c ió n

ú ltim a

d e la s e s t r u c ­

303

Ciencia tu ra s n o r m a tiv a s d e l h a b la r h u m a n o , c o m o u n a p r e g u n ta tr a s c e n d e n ­ t a l p o r la s c o n d ic io n e s d e p o s ib ilid a d d e l a c o m u n ic a c ió n y d is c u s ió n r a c io n a le s . E n e s t a d ir e c c ió n v a n t a n t o la s r e fle x io n e s d e J ü r g e n H a b e rm a s 5’ , o r i e n t a d a s a l a n á l i s i s d e l a c o m p e t e n c i a c o m u n i c a t i v a de

s o c io s

id e a le s

de

d iá lo g o , c o m o

ta m b ié n

lo s

a n á lis is

de

un

«a

K a rl-O tto A p el * , qu e

p r i o r i d e la c o m u n id a d d e c o m u n ic a c ió n » d e

s ig u e n la in t e n c ió n d e u n a filo s o fía tr a s c e n d e n ta l c o n u n g ir o p ra g m á ­ t i c o . N i e s a q u í e l lu g a r d e p e r s e g u ir la s r a m ific a d a s d is c u s io n e s e n t r e c r itic is m o , pueden

c o n s tr u c tiv is m o y tr a s c e n d e n ta l p ra g m á tic a u n iv e r s a l, n i

e x p lic a r s e

s u fic ie n te m e n te

p u n to s d e a p o y o d e

la s

d iv e rs a s

p e r s p e c tiv a s

de

lo s

A r p e l y H a b e rm a s . S i n e m b a r g o , p a r e c e e s e n ­

c ia l e n e s t e c o n t e x t o d e s ta c a r q u e lo s a n á lis is p r a g m á tic o - tr a s c e n d e n ­ t a l e s , b i e n s e a b a j o e l c o n c e p t o d e l a « s i t u a c i ó n i d e a l d e d i á l o g o » 57, b i e n b a jo e l d e « u n ju e g o l in g ü ís t ic o t r a s c e n d e n t a l d e l a c o m u n id a d tr a s c e n d e n ta l d e c o m u n ic a c ió n »

q u ie r e n

e x p re s a r u n fu n d a m e n to

d e in te lig e n c ia lin g ü ís tic a q u e e s d e m o s tr a b le p o r r e fle x ió n tr a n s c e n ­ d e n ta l y une

no

pu ede

reh azarse,

al cu al cabe

r e a l fu n d a m e n ta c ió n ú lt im a —

p ero n o

v a — , e n e l s e n tid o d e u n a a n tic ip a c ió n

a tr ib u ir la

fu n c ió n

d e d u c t iv a , s in o

de

r e fle x i­

(d e la c o m u n id a d id e a l d e

c o m u n ic a c ió n ), q u e a la v e z e s o p e r a n te e n c o n c r e t ó . «El

fu n d a m e n to

am bas cosas: ra n te . L a con sen so

n o rm a tiv o

de

la

in te lig e n c ia

a n tic ip a d o , p e r o , c o m o b a s e

a n tic ip a c ió n

lin g ü ís t ic a ...

es

a n tic ip a d a , ta m b ié n o p e ­

fo r m a l d e l d iá lo g o

id e a liz a d o ...

g a r a n tiz a

el

“ ú lt im o ” fu n d a m e n ta d o r q u e d e n in g ú n m o d o d e b e e s ta ­

b le c e r s e to d a v ía c o n t r a f á c t ic a m e n t e ..., s o b r e e l c u a l y a n o p u e d e s e r n e c e s a r ia

una

a v e n e n c i a . . . » 59 • P u e s t o

que

e l c o n c e p to , c e n tra l

en

e s te c o n t e x t o , d e u n a fu n d a m e n ta c ió n ú lt im a r a c io n a l, q u e , s in e m ­ b a r g o , ló g ic a m e n t e n o e s n i d e d u c tiv a n i o p e r a tiv a , p r e s u p o n e e l e s ­ c la r e c im ie n to d e l c o n c e p to — m ero —

v in c u la d o in m e d ia ta m e n te c o n e l p r i­

d e u n a re fle x ió n tr a s c e n d e n ta l, la p o s ib ilid a d d e d e c id ir e l

p r o b le m a d e u n a a u to fu n d a m e n ta c ió n ú lt im a , o p ta n d o , p . e j . , e n tr e

L o re n z e n y la d e A p e l, d e p e n d e r á e s e n c ia lm e n te

la c o n c e p c ió n d e

d e q u e s e lo g r e e x p lic a r e n su s e n tid o la m in a c ió n

fu n d a m e n ta l

e s p e c ífic a m e n te

del

filo s ó fic o

sab er

y

r e fle x ió n c o m o u n a d e te r ­

hum ano,

m o s tr a rla

y

fu n d a r la

e x p lic a r la

com o

m é to d o

c o n s is te n te m e n te

c o m o p r e s u p u e s to d e s is te m a s lin g ü ís tic o s lo m is m o s in tá c tic o s q u e s e m á n t i c o s 60 • A u n q u e e n n u e stro e x te n s a m e n te

co n te x to

e s t e p r o b le m a n o p u e d e d is c u tir s e

n i d e c id ir s e , d e s ta q u e m o s , s in

e m b a rg o , q u e la

p ers­

p e c tiv a c o n te n id a e n la p r o b le m á t ic a filo s ó fic a e s b o z a d a d e la a u to ­ f u n d a m e n t a c ió n

o

del

im p o r ta n c ia p a ra la d e te r m in a r m o s tra d o saber

304

el que

c ie n tífic o

co n c e p to no

fu n d a m e n to

n o rm a tiv o

de

la

c ie n c ia

tie n e

r e la c ió n e n tr e filo s o fía y c ie n c ia . E l in t e n to

s ó lo

de la

cond u cen

« c ie n c ia »

c ie n c ia a

con

d e la

p re g u n ta s

e x a c titu d

c ie n c ia

y la

g e n u in a m e n te

de

p r o g r e s iv a ,

ha

m e ta te o ría

del

filo s ó fic a s

de

Ciencia fu n d a m e n ta c ió n

y ju s t i f i c a c i ó n

p a ra e l s a b e r c ie n tífic o

e n c o n ju n to ;

s in o a d e m á s q u e la filo s o f ía , c o n t r a l o e s p e r a d o , a tr a v é s d e la t e o ­ ría d e la

c ie n c ia

fu n d a m e n ta c ió n

to p a c o n p r o b le m a s q u e s e h a lla n , y a a n te s d e la e s p e c ia l d e la c ie n c ia , e n e l á m b ito

d e l p e n s a m ie n ­

t o y d e la a c c ió n r a c io n a le s e n g e n e r a l, e s d e c ir , e n e l c a m p o d e la p r a x is d e v id a d e l h o m b r e e n g e n e r a l. C o n eU o se h a c e v is ib le u n a so rp re n d e n te

in v e r s ió n

c o m p a r a c ió n

con

la

e x p lic a c ió n

la

de

la

tr a d ic ió n

de una

r e la c ió n c lá s ic a .

e n tre E l

filo s o fía

sab er

e s tr u c tu r a d e p r in c ip io s

y

c ie n c ia

c ie n tífic o a la

ya

en

no

es

v e z fo r m a le s y

m a te r ia le s , p r e v ia m e n te d a d o s p o r la f ilo s o f ía ; m á s b ie n , la filo s o fía se v e o b lig a d a a e x p lic a r y r e s o lv e r lo s p r o b le m a s e s tr u c tu r a le s d e la c ie n c ia En

m o d ern a. e ste

s e n tid o

la

filo s o fía

a p a re ce

com o

p o s tu la d o

n e c e s a rio

d e la c ie n c ia q u e s e h a c e c o n s c ie n te d e su d e fin ic ió n fo r m a l y d e su s lím ite s . P e r o p r e c is a m e n te e n e llo la filo s o fía e s to d a v ía , a u n q u e e n fo rm a

m o d ific a d a ,

c o g n itio

p r in c ip io r u m ,

re fle x ió n

y

c o n o c im ie n t o

d e l o s p r i n c i p i o s f o r m a l e s , q u e d e m a n e r a n o r e f l e ja s e p r e s u p o n e n e n la s

c ie n c ia s .

De

to d o s

m o d o s, co m o

d is c ip lin a

que

fu n d a

n o rm a ­

tiv a m e n te , a u n q u e s o b re p a s a n d o e n la ló g ic a y la é tic a e l á m b ito d e la s c ie n c ia s , n o c ie n c ia , s in o c ie n tífic o ,

s ó lo c o m p e te n p a r a la c o n s is te n c ia d e l c o n c e p to d e

a la v e z p a r a la p o s ib le d o n a c ió n

p ara

la

r e la c ió n

de

la

c ie n c ia

con

d e s e n tid o a l s a b e r la

v id a

hum ana

en

c o n ju n to . Por m e n te de

la s

su la

c o m e tid o

a c c ió n

c ie n c ia s

g e n e ra l d e

c ie n tífic a , la y

filo s o fía

v a lid e z y d e l s e n tid o

in te r p r e ta r

re fle x ió n

p r á c t ic a » 48

i n f l u jo

r e c o n s tr u ir

Se

h ace

«es

en

ra c io n a l­

uno

te o r ía

r e s p o n s a b le

de

la

d e l s a b e r c ie n tífic o , y a la v e z d e la lib e r t a d

d e l h o m b r e p a ra la c ie n c ia y fr e n te del

y

filo s ó fic a

in d is c u tib le ,

c o n c e d id o

a la en

c ie n c ia 48 P o r e s o , a p a r te

la

m e ta c ie n c ia

te o r é tic a

del

s is te m a , d e la s te o r ía s filo s ó fic a s s o b r e e l p r o c e s o d e l a in v e s t ig a c ió n c ie n tífic a , m a c ió n c ió n

y

m ás

c ie n tífic a

a llá de

de

una

im p o r ta n c ia

h ip ó te s is , h a y

que

h e u r ís tic a

a firm a r u n a

p a ra

la

n e c e s a r ia

fo r­ r e la ­

r e c íp r o c a , in m a n e n te a la e s tr u c tu r a d e l s a b e r c ie n tífic o , e n tr e

c ie n c ia y

r e fle x ió n

filo s ó fic o -p r á c tic a . P r e c is a m e n t e la

in te n c ió n

hu­

m a n a , q u e d e s d e e l p r in c ip io d e te r m in ó e l p r o c e s o e n q u e la c ie n c ia se

e m a n c ip a b a

s o s te n ib le —

de

la

filo s o fía ,

c o s a p a r a d ó ji c a —

e r ig ié n d o s e

en

a u tó n o m a ,

no

es

n i p o r la c ie n c ia m is m a .

NOTAS Cf. W . N e s t l e , V o m M y t h o s z u m L o g o s , S tu ttg at 21 9 4 0 . — 2 . Cf., E . T o p i t s c h , M y t h o s - P h ilo s o p h ie - P o li t ik . Z u r N a t u r g e s c h ic h t e d e r U lu s io n , Friburgo 1 9 6 9 ; igualmente: E . T o p i t s c h , V o m U r s p r u n g u n d E n d e d e r M e t a p h y s ik . B i n e S t u d ie z u r W e lt a n s c h a u u n g s k r it ik , Munich 1 9 7 2 . — 3 . Cf. A . D i e m e r , D e r W i s s e n s c h a ft s b e g r i ff in h is t o r is c h e m u n d s y s t e m a t is c h e m Z u s a m m e n h a n g , en D e r W is s e n s c h a ft s b e g r i ff. H is t o r i s c h e u n d s y s t e m a t is c h e U n t e r s u c h u n g e n , Conferencias y discusiones en abril de 1 9 6 8 , en Düsseldorf l.

p.

ej.,

305 Krings, Conceptos I 20

Ciencia y e n r c tu b r e de 1 9 6 8 e n F u ld a , ed . d ir. p o r A . D ie m e r ( = S t u d ie n z u r W is s e n s c h a ft s t h e o r ie , t o m o 4 ) , M e ise n h e im 1 9 7 0 , p . 3 -2 0 , p . 1 5 ; a co n tin u a­ ció n cita d o c o m o D i e ^ r i . S o b re to d a la sec c ió n r f . ta m b ié n : A . D i e ^ r , W a s h e is s t W is s e n s c h a ft ? , M e isen h eim 1 9 6 4 ; cita d o c o m o D ie m e r ii. A si­ m ism o: A . D ie m e r , D i e B e g r ü n d u n g d e s W is s e n s c h a ft s c h a r a k t e r s d e r W is ­ s e n s c h a ft im 1 9 . J a h r h u n d e r t . D ie W is s e n s c h a ft s t h e o r ie z w is c h e n k la s s is c h e r u n d m o d e r n e r W is s e n s c h a ft s k o n z e p t i o n , e n B e it r iig e z u r E n t w ic k lu n g d e r W is ­ s e n s c h a ft s t h e o r ie im 1 9 . J a h r h u n d e r t , C o n fe re n cia s y d iscu sio n es e n d iciem b re d e 1 9 6 5 y 1 9 6 6 en D ü sse ld o rf, ed . d ir. p o r A . D ie m e r ( S t u d ie n z u r W is s e n ­ s c h a ft s t h e o r i e , t o m o i i ) , M e ise n h e im 1 9 6 8 , p . 3 -6 2 ; so b re lo s lem as an tes m en cion ad o s r f . e sp e d a lm e n te p . 3 6 -6 1 ; cita d o c o m o D i e ^ r m . — 4 . C f. P l a ­ t ó n , R e p ú b lic a v i , 5 0 9 d - 5 U e . — 5 . A r i s t ó t e l e s , É t ic a a N ic ó m a c o v i , cap. 3 s s . — 6 . C f. D ie m e r m , p . 1 7 s . — 7 . C f. D ie m e r i , p . 5 s . — 7 . C f. I . K a n t , K r i t i k d e r r e in e n V e r n u n ft , B 8 6 0 s s . C f. J . G . F i c h t e , ü b e r d e n B e g r i f f d e r W i s s e n s c h a ft s le h r e o d e r d e r s o g e n n a n t e n P h i l o s o p h i e , W e im a r 1 7 9 4 § 1. C f. e sp e c ia lm e n te : A . v .d . S t e i n , D e r S y s t e m b e g r i f f in s e in e r g e s c h ic h t lic h e n E n t w ic k lu n g , e n S y s te m u n d K la s s i f i k a t i o n in W is s e n s c h a ft u n d D o k u m e n t a t io n . C o n fe re n cia s y d iscu sio n es e n a b ril d e 1 9 6 7 en D ü sse ld o rf, ed . d ir. p o r A . D ie m e r ( = S t u d ie n z u r W is s e n s c h a ft s t h e o r ie , t o m o 2 ) , M e i­ sen h eim 1 9 6 8 , p . 1 -1 4 ; r f . ta m b ién : A . v .d . S t e i n , S y s te m a ls W is s e n s c h a ft s k r ite r iu m , en D e r W is s e n s c h a ft s b e g r i ff. H is t o r i s c h e u n d S y s t e m a t is c h e U n ter s u c h u n g e n . C o n feren cia s y d iscu sio n es e n a b ril d e 1 9 6 8 en D ü sse ld o rf y o c tu ­ b r e d e 1 9 6 8 en F u ld a , ed . d ir. p o r A . D ie m e r ( = S t u d ie n z u r W is s e n s c h a ft s ­ t h e o r i e , t o m o 4 ) , M e isen h eim 1 9 7 0 , p . 9 9 -1 0 7 . — 9 . D u n s S c o t u s , L e x i k o n , p . 1 0 0 1 ; r f . ta m b ié n D ie m e r m , p . 1 8 . — 1 0 . C f. D ie m e r m , p . 2 4 s s . — I I . Q . J . C h . ^ e l u n g , G r a m m a t is c h - k r it is c h e s W o r t e r b u c h d e r H o c h d e u t s c h e n M u n d a r t, p a rte 4 , V ie n a 1 8 1 1 , co l. 1 5 8 2 . — 1 2 . C f. J . J . E s c h e n b u r g , L e h r b u c h d e r W is s e n s c h a ft s k u n d e , B e rlín -S te ttin g 31 8 0 9 , p . 4 . — 1 3 . C f. H . B l u m e n b e rg , D ie k o p e r n ik a n is c h e W e n d e , F r a n r fo r t 1 9 6 5 ; asim ism o : H . B l ^ e n b e r g , D i e L e g it im it iit d e r N e u z e it , F r a n r fo r t 1 9 6 6 ; c f . ta m b ién H . B lu m e n b e r g , D ie V o r b e r e it u n g d e r N e u z e it , en « P h ilo so p h isch e R u n d sch a u » 9 (1 9 6 1 ) , p . 8 1 -1 3 3 . — 1 4 . Q . E . J . D i j k s t e r h u i s , D ie M e c h a n is ie r u n g d e s W e l t b i l d e s , tra d . a l alem án p o r H . H a b ic h t, B e rlín -G o tin g a -H e id e lb e rg 1 9 5 6 . — 15 . C f. V i c e n t e d e B e a u v a is , S p e c u lu m d o c t r in a le ; r f . D ie m e r i , p . 1 2 y D i e ­ m e r m , p . 2 0 . — C f. J a c o b i Z a b a r e l l a e P a t a v i n i , D e d o c t r in a e o r d in e a p o l o g ia e 1 5 4 4 , co l 5 ; r f . D i e ^ r i , p . 1 4 . — 1 7 . D ie m e r i i , p . 3 1 -4 1 . — 18 . C f. D i e ^ r m , p . 6 2 . — 1 9 . C f. esp ecia lm en te A .M . W e i n b e r g , P r o b le m e d e r G r o s s / o r s c h u n g (tra d u cció n alem an a d e R e f l e c t i o n s o n b ig s c i e n c e ) , F r a n c fo r t 1 9 7 0 ;