Como leer la carta a los Gálatas : el evangelio es libertad 9789586078085, 9586078086

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Como leer la carta a los Gálatas : el evangelio es libertad
 9789586078085, 9586078086

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JOSÉ BORTOLINI

COMO LEER LA CARTA A LOS

GALATAS EL EVANGELIO ES LIBERTAD

José Bortolini Colección

Cómo leer

LABDffl COMO LEER EL CANTAR DE LOS CANTARES ho Stoimolo Eucltdes M Balancín, la rennpr COMO LEER EL EVANGELIO DE LUCAS 1\ o Stonnolo, la reimpr COMO LEER EL EVANGELIO DE MATEO 1\ O Stonnolo, la ed COMO LEER EL EVANGELIO DE MARCOS Euclides M Balamm, ¡a rennpr COMO LEER EL LIBRO DE AGEO Mure Girard, la ed COMO LEER EL LIBRO DE AMOS EUÍ lides M Balancín lvo Stonnolo, 2a ed. COMO LEER EL LIBRO DE HABACUC Lutlidis M Balancín h o Stonnolo la ed COMO LEER EL LIBRO DE JOB lvo Stonnolo, la Paulus Editora Rúa Francisco Cruz, 229, Vila Mariana 04117-091 Sao Paulo, SP - Brasil

Título traducido Cómo leer la caria a los Galatas El Evangelio e\ Libertad Traducción José Gitillenno Ramírez Impresor Sociedad de San Pablo Calle 170 No. 23-31 Bogóla, D. C. - Colombia ISBN 958-607-808-6

la. reimpresión, 2002 Queda hecho e\ depósito \ega\ según Ley 44 de 1993 y Decreto 460 de 1995 © SAN PABLO Carrera 46 No. 22A-90 Tel: 3682099 - Fax: 2444383 Barrio Quintaparedes E-mail: [email protected]

Distribución: Departamento de Ventas Calle 18 No. 69-67 PBX.- 4114011 fíuv 4 1 1 4 0 0 0 - A . A . 080152 E-mail: spdircom@col 1 .telecom.com.co

BOGOTÁ, D.C. - COLOMBIA

"...Y he aquí que un etíope eunuco, alto funcionario de Candace, reina de los etíopes, que estaba a cargo de todos sus tesoros, y había venido a adorar a Jerusalén, regresaba sentado en su carro, leyendo al profeta Isaías. El Espíritu le dijo a Felipe: 'Acércate y ponte junto a ese carro'. Felipe corrió hasta él y le oyó leer al profeta Isaías; y le dijo: '¿Entiendes lo que vas leyendo?'. El le contestó: '¿Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía?'. Y rogó a Felipe que subiese y se sentase con él. ...Entonces el eunuco preguntó a Felipe: 'Te ruego que me digas de quién dice esto el profeta: ¿De sí mismo o de otro?'. Felipe, entonces, partiendo de ese texto de la Escritura, se puso a anunciarle la Buena Nueva de Jesús" (Hch 8, 27-31.34-35). La serie "Cómo leer la Biblia" es simple y osada al mismo tiempo. Simple, porque no pretende ser un comentario a cada uno de los libros de la Biblia, sino una clave de lectura, una especie de lectura que nos ayude a enfocar bien, en su conjunto, uno o más libros de la Biblia. Pero es también osada, porque estimula a leer los textos con los pies en el suelo de la existencia, sin perder nunca de vista los anhelos de vida y libertad de nuestro pueblo. No tenemos la pretensión de ser como Felipe, pues la Biblia no pertenece a los estudiosos sino al pueblo. 5

Nuestra tarea es la de aproximarnos al pueblo, sentarnos junto a él, escucharlo, preguntarle e indicar posibles caminos de comprensión. Por eso nos atrevimos a sintetizar, en un subtítulo, el posible eje sobre el cual gira el libro en cuestión. Estos folletos los preparamos para las personas que se reúnen en torno a la Biblia, hecho que nos indica la presencia del Espíritu en nuestra marcha. Como el etíope que regresa a la casa, el pueblo busca hoy el modo adecuado de encarnar la Biblia en la vida y en la sociedad. Justamente nuestro esfuerzo es el de ayudarle a entender lo que está leyendo, mientras prosigue su viaje en la esperanza y la alegría (Hb 8, 39). Por eso estos folletos parten siempre de la situación que los vio nacer y abren pistas para su comprensión en el hoy de nuestra marcha. Esperamos que esta serie traiga nuevas luces para las personas de las comunidades y haga resonar una vez más la alabanza de Jesús: "Yo te bendigo. Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito" (Mt 11, 2526).

INTRODUCCIÓN

BUSCANDO LOS ORÍGENES

Durante su segundo viaje misionero (Hch 15, 39-18, 22) Pablo pasó por Galacia (Cf. Hch 16, 6), pero los Hechos de los apóstoles no dicen nada respecto a la fundación de comunidades en la región. El motivo es muy sencillo. A Lucas —autor de los Hechos— le interesa sobre todo mostrar que el Evangelio entra a Europa mediante el segundo viaje de Pablo. Por eso no se preocupa por describir lo que sucedió con Pablo y Silas antes de que llegaran a Filipos (Hch 16, 11-40), primera ciudad europea que recibió el anuncio de la Buena Nueva. Sin embargo esto no impide que sepamos, por la Carta a los gálatas, cómo surgieron estas comunidades. En ella afirma Pablo: "Ustedes saben que fue por una enfermedad física por lo que yo los evangelicé por primera vez. Y ustedes no me despreciaron ni me rechazaron a pesar de que físicamente yo era para ustedes una provocación. Por el contrario, me acogieron como a un ángel de Dios o inclusive como a Jesucristo mismo... Doy testimonio de que, si hubiera sido posible, ustedes hasta se habrían sacado los ojos para dármelos" (Ga 4, 13-14.15b). Esto sucedió hacia el año 50 después de Cristo. No es fácil localizar geográficamente estas comunidades, pues en esa época la palabra Galacia podía significar tanto la

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región comprendida por las ciudades de Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe (^provincia romana de Galacia), como la región en torno a las ciudades de Ancira y Pesinonte (Galacia propiamente dicha; Cf. mapa). La mayoría de los estudiosos hoy está a favor de la segunda hipótesis. Las comunidades gálatas, entonces, estarían situadas en la región que comprende hoy la ciudad de Aneara, capital de Turquía. Un encuentro que supera las barreras de raza Las comunidades gálatas estaban compuestas en su totalidad por personas que no pertenecían al pueblo judío. Desde ya podemos suponer que, con la llegada de Pablo y con el anuncio del Evangelio, fue derribado el muro que separaba los pueblos (Cf. Ef 2, 14-15). Pablo era judío, había pertenecido al grupo de los fariseos y, con buena dosis de probabilidad podemos suponer que también fuera miembro del Sanedrín, el Supremo Tribunal que algunos años antes había condenado a Jesús a muerte. Judíos y paganos no se relacionaban, existían entre ellos prejuicios y rechazos que los apartaban mutuamente. Los fariseos se destacaban por la distinción puro/impuro. Para ellos, los paganos eran considerados personas inmundas, de las cuales era necesario apartarse a fin de evitar contaminaciones. En otras palabras, el contacto con los paganos apartaba de Dios a las personas. Si tenían que tener contacto con lo paganos su ley era ésta: "No coja, no pruebe, no toque" (Cf. Col 2, 21). Los paganos, a su vez, también discriminaban a los judíos, sobre todo cuando uno de ellos, como sucedió con Pablo, se presentaba enfermo. Como signo de rechazo, escupían al suelo para "cerrar el cuerpo" y "aislar" la enfermedad. 9

Ahora bien, nada de esto sucedió cuando Pablo, a causa de una enfermedad (quizás un problema en los ojos), tuvo que pasar un tiempo en medio de estas gentes. El, en el texto citado antes, atestigua que los gálatas, si hubiera sido posible, se habrían arrancado sus propios ojos para dárselos a Pablo. Este cambio radical se debe al anuncio de Jesucristo hecho por Pablo: "El quiso, a partir del judío y del pagano, crear en sí mismo un hombre nuevo, estableciendo la paz. Quiso reconciliarlos con Dios en un solo cuerpo, por medio de la Cruz; fue en ella donde Cristo dio muerte al odio" (Ef 2, 15b-16).

De la esclavitud de los ídolos a la libertad en Jesucristo... Algunos estudios recientes afirman que Galacia era famosa por sus mercados de esclavos. Dicen también, que la mayoría de las tierras pertenecían al Imperio Romano. Al frente del imperio estaba el emperador, que se hacía pasar por dios y había sembrado el imperio de santuarios donde era adorado e invocado como protector de la humanidad. Con estas pocas informaciones ya sabemos que los gálatas eran personas oprimidas al servicio de los intereses de aquellos que imaginaban que la vida de los demás era una simple mercadería. ¿Cómo se sentían los gálatas frente a esto? No lo sabemos. Con seguridad concordaban con Pablo cuando afirma que: "Cristo se entregó por nuestros pecados para arrancarnos de este mundo malo" (Ga 1, 4). "Mundo malo" —o "mundo perro", como se acostumbra decir hoy— es la expresión que emplea la carta para hablar de la esclavitud política, social, cultural y religiosa impuesta por el Imperio Romano a los habitantes de Galacia. En pocas palabras, una situación de opresión extrema. Es normal creer que en una situación donde la vida es 10

mutilada en todos los niveles, nazca la esperanza de emancipación política, social, cultural y religiosa, capaz de permitir que la vida se manifieste. Para Pablo, esta emancipación tuvo lugar ya en Jesucristo: El murió por nosotros, y con esto nos arrancó de este mundo perverso. Los gálatas acogieron con gran entusiasmo este nuevo modo de ser y de relacionarse, pues el Evangelio anunciado por Pablo era el sueño de vida y libertad tanto tiempo esperado. El propio Pablo les recuerda lo que eran antes de conocer a Jesucristo: "Antes, cuando ustedes todavía no conocían a Dios, eran esclavos de dioses que en realidad no son dioses " (Ga 4, 8). A pesar de que la carta no proporciona muchos detalles sobre el pasado de los gálatas, podemos, a partir de (3, 28), imaginar la extraordinaria transformación ocurrida con el anuncio de Jesucristo. Este versículo es una de las grandes convicciones de Pablo: "Ya no hay diferencia entre judío y griego, entre esclavo y libre, entre hombre y mujer". Esta frase —que quizás es una profesión de fe con ocasión del bautismo de los primeros cristianos— ayuda a entender el modo como los gálatas vivían antes de entrar en contacto con el anuncio de la Buena Nueva de Jesucristo. Según esta frase, el Evangelio es una extraordinaria fuerza de transformación social. El acaba con las barreras de raza (ya no hay diferencia entre judío y griego), elimina las discriminaciones sociales (no hay ya diferencia entre esclavo y hombre libre) e, inclusive, los papeles sociales preestablecidos, que afirman que algunas funciones son propias solamente de hombres y otras de mujeres (ya no existe diferencia entre hombre y mujer). La propuesta del Evangelio es un arado listo para acoger una semilla nueva y revolucionaria: la de una sociedad donde la vida fluye para todos, y donde todos disfrutan de los bienes de la vida en el compartir y en la fraternidad. En síntesis, un mundo nuevo, donde todos tienen vida y libertad. 11

Y de nuevo la esclavitud... Pablo compara la caminada de los gálatas a una prueba de atletismo: "Ustedes iban corriendo bien" (5. 7a). Un tiempo después, sin embargo, las cosas tomaron un rumbo opuesto y, según dice la carta, las comunidades "se desligaron de Cristo y se separaron de la gracia" (5, 4). En la ausencia de Pablo se infiltraron en estas comunidades algunos cristianos de origen judío (judaizantes). Estos afirmaban que los gálatas, para ser cristianos, debían en primer lugar circuncidarse, o sea, judaizarse. Y esto no es poco. De hecho, detrás de la práctica de la circuncisión está la cuestión fundamental que lleva a Pablo a escribir esta Carta a los gálatas —en un estilo nervioso y apasionado. Para los judaizantes, ser cristiano significa someterse a la práctica de todas las leyes del pueblo judío, que se acercaban al millar. La circuncisión era la puerta de entrada en este proceso que Pablo llama "yugo de la Ley". Una vez observadas todas las prescripciones, la persona se hacía "perfecta", "irreprensible", "justa", Dios quedaba obligado a salvarla y así premiarle su "justicia". En otras palabras, la persona se formaba a medida que iba contabilizando méritos ante Dios, y sólo después era cuando Dios podía intervenir aprobando y sancionando lo que había hecho la persona. La salvación, por tanto, era una especie de "libreta de ahorros": cada ley cumplida era como un depósito en esa libreta. Cuando una persona lograba cumplir todo lo que mandaba hacer la Ley, ella podía considerarse amiga de Dios y salvada; salvada, no por la gracia de Dios, sino por haber contabilizado la salvación mediante una serie de acciones llevadas a cabo. Las personas eran formadas en el sentido de "ganar la salvación", produciendo obras que forzaran a Dios a salvar a quien actuara de esa manera. Pero para esto era preciso asumir integralmen12

te la cultura de los judaizantes. Era preciso hacerse judío. Esta era la justicia que venía de la Ley. Por consiguiente, Cristo sería "otro profeta más", incapaz de romper ese círculo vicioso. Su Muerte no tendría sentido. Y el mismo Dios seguiría siendo un dios "a la moda de la casa". La Ley, con el enorme aparato de prescripciones referentes a lo puro y lo impuro, hacía que las personas se consideraran impuras e indignas, creando en ellas una verdadera obsesión. Además, hacía suponer que Dios podría irritarse por una nadería, y rechazar al ser humano por cualquier motivo. En esta perspectiva, Dios es mucho más el Dios de la ira que el Dios del amor para con sus criaturas. Ahora bien, sabemos que difícilmente habita el amor en la casa de la ira. Por tanto, la Ley no hace otra cosa sino deformar la imagen de Dios. Con el Antiguo Testamento en la mano, estos cristianos venidos del judaismo intentaron convencer a las comunidades a aceptar la Ley de Moisés haciendo de Jesús un remiendo nuevo en una tela vieja (Cf. Le 5, 35). Afirmaban que Abrahán, el padre de los que creen, agradó a Dios por haber sido fiel y obediente a la Ley, no dudando en sacrificar a su hijo Isaac (comparar Gn 22, 118 con Ga 3, 6-7). Afirmaban también que la Ley de Moisés venía directamente de Dios y que rehusarla sería un acto de rebeldía contra Dios (Cf. la respuesta a esta cuestión en Ga 3, 19-24). Según ellos, los verdaderos hijos de Abrahán y Sara son los que se conservan fieles y se hacen circuncidar (Cf. la respuesta a esta cuestión en Ga 4, 21-31). Finalmente, defendían un culto centralizado en el Templo de Jerusalén: quien se convirtiera a Jesús debía seguir ligado a las tradiciones religiosas y cultuales del Templo, con la obligación de ir allí anualmente, a fin de encontrarse con Dios. Pablo asegura que los cristianos son hijos de una mujer libre, la Jerusalén que viene de lo 13

alto (4, 26; Cf. Ap 21, 1-22, 5). En síntesis, podemos afirmar que los judaizantes no se soltaban de este principio: "Solamente practicando la Ley seremos justificados por Dios". La reacción de Pablo es violenta. Aceptar este principio es caer de nuevo en la esclavitud: "Yo, Pablo, declaro: si ustedes se hacen circuncidar. Cristo de nada les servirá a ustedes. Y a todo hombre que se haga circuncidar le declaro: ahora está obligado a observar toda la Ley. Ustedes que buscan la justicia en la Ley se han apartado de Cristo y se han separado de la gracia. Nosotros, en efecto, aguardamos en el Espíritu la esperanza de ser justificados por medio de la fe, porque en Jesucristo lo que cuenta no es la circuncisión o la no circuncisión, sino la fe que actúa por medio del amor" (5, 2-6). En los pliegues de la circuncisión se escondían, además de la discriminación racial, la marginación de la mujer y el estrangulamiento de las culturas como expresiones auténticas de la vida de un pueblo. El rito de la circuncisión aplicado solamente a las personas de sexo masculino, dejaba a las mujeres en la sombra y en la dependencia de los hombres. El Bautismo cristiano, como señal de adhesión al Evangelio de Jesucristo, coloca a mujeres y hombres en pie de igualdad (Cf. 3, 28: "Ya no hay diferencia... entre hombre y mujer").

...perdiendo las propias raíces y la propia cultura Al aceptar la circuncisión, los gálatas debían asumir también la cultura de los judíos y con esto perdían las 14

raíces, identidad e historia propias. Defendiendo la no circuncisión de los gálatas, Pablo lucha no solamente por la preservación de los valores culturales propios de estas comunidades; su lucha contempla también la inculturación del Evangelio en la realidad propia de cada pueblo. Un Evangelio que no tiene en cuenta las culturas propias de un pueblo es pura esclavización. Pablo afirma: "Hermanos, les pido que sean como yo, porque yo también me hice como ustedes" (4, 12). No debe haber sido fácil para él "hacerse como los gálatas". Tuvo que soltarse de privilegios, abandonando los prejuicios que separaban a judíos y paganos. Para volverse como Pablo, es decir, seguidores de Jesucristo, las comunidades gálatas tendrán que romper con los judaizantes que pretenden imponer la Ley de Moisés como condición primera para hacer parte del Pueblo de Dios y obtener la salvación. Así fue como nació la Carta a los gálatas. Pablo la escribió durante el tercer viaje, cuando se encontraba en la ciudad de Efeso (finales del año 56 y comienzos del año 57). Es una carta llena de pasión, ira y ternura al mismo tiempo. El tenía un modo propio de comunicarse con las comunidades. De hecho iniciaba siempre sus cartas con una acción de gracias a Dios por los logros de las comunidades. En esta no encontró motivos de agradecimiento. De una vez después del destinatario y el saludo desahoga su pasión y su ira maldiciendo a quienes están perturbando a las comunidades (Cf. 1, 8.9) y llamando insensatos a los gálatas (Cf. 3, 1.3), como si hubieran sido hechizados por los judaizantes. Sin embargo, no faltaban expresiones de ternura como esta: "Esos tales muestran gran interés por ustedes, pero... lo que quieren es separarlos de mí... Hijos míos, sufro de nuevo dolores como de parto hasta que Cristo esté formado en ustedes" (4, 17.19). 15

1 EL EVANGELIO ES LIBERTAD Para seguir pensando... 1. ¿Cuál era la situación de los gálatas antes del anuncio del Evangelio? Y hoy, ¿cuál es la situación de la mayor parte del pueblo? 2. Recordar la fundación de las comunidades gálatas y comparar con los comienzos de nuestras comunidades. ¿Hubo dificultades y conflictos? ¿Cómo logramos superarlos? 3. ¿Quiénes son los judaizantes de hoy? 4. ¿La religión libera o esclaviza a las personas? 5. Para quienes creen en Jesucristo "ya no hay diferencia entre judío y griego, entre esclavo y hombre libre, entre hombre y mujer". ¿La catcquesis bautismal tiene en cuenta esta convicción de Pablo? 6. ¿Es posible evangelizar sin tener en cuenta las culturas? 7. ¿Ya hemos vivido momentos de pasión, ira y ternura semejantes a las de Pablo?

La Carta a los gálatas puede resumirse en una sola frase: "Cristo nos liberó para que seamos verdaderamente libres" (5, la). Esta frase es una de las grandes convicciones de Pablo. Y escribe precisamente porque esta convicción había sido duramente cuestionada teniendo como base la Biblia misma. Pablo quiere que los gálatas "permanezcan firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud' (5, Ib). El nuevo yugo de la esclavitud Los gálatas están corriendo el peligro de someterse a una nueva esclavitud. Ahora se trata de la servidumbre de la Ley, a la cual estarán obligados a partir del momento en que se hagan circuncidar. Los capítulos 3 y 4 de la carta revelan la polémica surgida en torno a esta cuestión fundamental. Lo que está en juego es el Evangelio de Cristo. Estos capítulos pueden parecer fatigosos, y para nosotros es difícil acompañar el razonamiento de Pablo. El argumenta de acuerdo con los métodos rabínicos de su tiempo, ya que él se había formado en Biblia y había pertenecido al partido de los fariseos. La forma como explica y actualiza el Antiguo Testamento ilustra muy bien la forma como las primeras comunidades cristianas leían la Biblia. Para ellas, 17 3. Cómo leer la carta a los Gálatas

todo apunta hacia Cristo y conduce a El. El es la plenitud de los tiempos esperados (Cf. Ga 4, 4), la imagen visible del Dios invisible (Cf. Col 1, 15). El vino al mundo para rescatar a los que estaban sometidos a la Ley, a fin de que fueran adoptados como hijos de Dios (Cf. Ga 4, 5). Los que pretenden imponer a los gálatas la circuncisión y la observancia de la Ley de Moisés anulan todo lo que hizo Jesús con su vida, Muerte y Resurrección. Para ellos, lo importante es el cumplimiento de la Ley. Cumpliéndola es como las personas alcanzan la justicia. La cuestión es grave. Están en juego dos tipos de justicia: la que viene del cumplimiento de la Ley y la que viene de la fe en Jesucristo. Tratemos de entender esta cuestión. La justicia que viene de la fe parte de la constatación de que nadie puede, por su cuenta y méritos, alcanzar la justicia. Los judaizantes afirman justamente lo contrario: para ser Pueblo de Dios y para conseguir la salvación, hay que someterse a la circuncisión y a la práctica de todo lo que la Ley de Moisés determina. Pablo apela a la experiencia de los gálatas: el anuncio de la salvación ya realizada en Cristo, llegó a ellos sin que hubieran contabilizado méritos, a saber, cuando todavía eran paganos, inclusive desconocedores de la Ley de Moisés. Si fueran medidos con la medida de la justicia que viene de la Ley, estarían excluidos de toda salvación. Sólo serían justificados, es decir, perdonados, después de que hubieran cumplido todo lo que prevé la Ley de Moisés. Sólo entonces Dios se manifestaría, salvando a los que se hubieran mantenido fieles. La práctica de la Ley sería la llave que abriría la puerta para que el Salvador entrara en nuestra historia. De hecho los fariseos afirmaban que cuando la Ley fuera plenamente cumplida por todos, entonces se manifestaría el Mesías. Por lo tanto era necesario hacer que todos se sometieran fielmente a las normas de la Ley y así abreviar el tiempo de la espera. 18

Para Pablo, nadie puede por cuenta y méritos propios alcanzar la justicia. Por lo tanto debe haber otra alternativa. Y la alternativa está en aquello que hizo Jesús. Vino al mundo en la "plenitud de los tiempos" (Cf. 4, 4). La plenitud del tiempo no es el momento en que la Ley se está cumpliendo por todos, sino el momento de la mayor manifestación del amor gratuito de Dios para con las personas. Por tanto, la justicia que viene de la fe no tiene en cuenta los méritos, sino la gracia: Dios nos salvó en Cristo por la sola gratuidad de su amor. Y sólo de esta manera es como podemos recibir el Espíritu "en la plenitud del tiempo", o sea en el tiempo de la historia en que Dios manifestó todo su amor gratuito en la persona del Hijo (Cf. 4, 1-11). Los capítulos 3 y 4 son una comprobación de lo que estamos afirmando. A su modo, Pablo va mostrando que la salvación viene, no por causa de las obras, sino mediante la fe. En este sentido, todos los que adhieren a Cristo muerto y resucitado, expresión máxima del amor gratuito de Dios, se hacen, en la fe, hijos de Abrahán (3, 6-14). Así se desenvuelven los argumentos bíblicos presentados por Pablo a lo largo de estos dos capítulos: 1. La experiencia que tuvieron los gálatas (3, 1-5); 2. La experiencia de Abrahán, quien fue beneficiado por la fe (3, 6-14); 3. La Ley, dada después de la promesa hecha a Abrahán, no invalida la promesa hecha (3, 15-18); 4. La Ley sometió todo al pecado. Ella no es capaz de salvar, sino que solamente apunta a las transgresiones (3, 19-25); 5. Al ser uno en Cristo, somos descendencia de Abrahán, para el cual valen las promesas (3, 26-29);

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6. Acabada la tutela de la Ley, somos hijos en el Hijo, gracias al Espíritu, fruto de la promesa. En Cristo, nuestra relación con Dios alcanza la madurez (4, 1-7); 7. Comprobación por la Biblia, de que somos libres en Cristo (4, 21-31). La argumentación de Pablo puede parecemos difícil y lo es de hecho. Esto se debe también al hecho de que la carta es un texto de urgencia, apasionado y nervioso (la Carta a los romanos desenvuelve el mismo tema en una forma más tranquila y serena). Sin embargo es posible captar detrás de esta argumentación los esfuerzos de quien está preocupado por colocar como objetivo central y único en el caminar del cristiano, a la persona de Cristo. La cuestión que domina estos capítulos es la de la pérdida de la libertad. Ser cristiano no es basar la propia vida y la de la comunidad en reglas u observancias (contabilizar la salvación), como si con ellas pudiéramos alcanzar la gracia de Dios y la salvación. Esto sería caminar hacia la esclavitud de la Ley (o leyes, sean ellas cuales fueren). El proceso es justamente el contrario. Hay un dato fundamental: ''Cristo me amó y se entregó por mF (2, 20b), sin que lo forzáramos a ello, sin que lo mereciéramos a causa de lo que hemos realizado. La justicia que viene de la fe, por tanto, es respuesta de amor al amor gratuito de Jesús que lo llevó a dar su vida por nosotros. Ser cristiano es responder, libre y responsablemente, al amor primero e insuperable: "Cristo se entregó por nuestros pecados para rescatarnos de las garras de este mundo malo, según la voluntad de nuestro Dios y Padre. A Dios sea dada la gloria para siempre. Amén" (1, 4-5).

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Para seguir pensando... 1. Después de 500 años de evangelización de América Latina, ¿por qué todavía nuestro pueblo no vive esta gran convicción de Pablo: "Cristo nos liberó para que seamos verdaderamente libres " ? 2. ¿Qué decir de una catequesis que enseña a las personas a hacer las cosas para ganar el cielo? 3. Con base en lo que hemos visto hasta aquí, ¿cómo deberían ser la catequesis y la evangelización?

2 LOS QUE PRETENDEN IMPONER EL YUGO DE LA ESCLAVITUD

Tanto en el pasado como en el presente, hay quienes, consciente o inconscientemente pretenden imponer al pueblo el yugo de la esclavitud. Y, lo que es peor aún, hacen esto en nombre de la religión o del Evangelio de Jesucristo. Por eso es por lo que Pablo no se contiene. En vez de iniciar la carta con elogios y agradecimientos a Dios por el avance del Evangelio, parte de una vez al ataque, echando maldiciones: "Estoy admirado de que ustedes estén abandonando tan pronto a aquel que los llamó por medio de la gracia de Cristo, para aceptar otro evangelio. Pero en realidad no existe otro evangelio. Solamente hay personas que están sembrando confusión entre ustedes y quieren mancillar el Evangelio de Cristo. Maldito quien les anuncie a ustedes un evangelio diferente al que les anunciamos, aunque fuéramos nosotros mismos o algún ángel del cielo. Ya lo hemos dicho y lo repetimos ahora: Maldito quien anuncie un evangelio diferente a aquel que ustedes recibieron" (1, 6-9). El anuncio básico de Pablo para todas las comunidades por él fundadas es la persona de Cristo, muerto y resucitado, es decir, el Evangelio de la cruz. La Carta a los Gálatas, desde un principio, refuerza esta idea. Pablo afirma que, entregándose a la muerte por nuestros pecados, 22

Cristo nos arrancó de este mundo malo (Cf. 1, 4). La Muerte de Jesús, por tanto, es el punto de partida de nuestra liberación de todo lo que esclaviza y disminuye nuestra vida y la vida de la humanidad. Este es, según todo lo indica, el resumen de la predicación de los primeros evangelizadores. Los gálatas habían acogido bien este anuncio (Cf. 5, 7a). Pero en cierto momento la influencia de los judaizantes terminó trastornando el camino de formación en Cristo (Cf. 5, 7b; 3, 1-4). Al final de la carta, Pablo desenmascara las pretensiones de los judaizantes: "Los que quieren imponerles la circuncisión son aquellos que están preocupados por aparecer. Hacen esto para no ser perseguidos por causa de la Cruz de Cristo. De hecho ni siquiera los propios circuncisos observan la Ley. Ellos quieren que ustedes se circunciden solamente para gloriarse ellos de haber marcado el cuerpo de ustedes" (6, 12-13). La acusación de Pablo es un retrato negativo de los evangelizadores. En primer lugar, el exhibicionismo: hacen esto para aparecer. En seguida, no pretenden llevar a las personas al encuentro con Jesús que libera, sino al encuentro con ellos mismos, de modo que puedan gloriarse de haber marcado el cuerpo de las personas: ellas se vuelven propiedad de ellos. Finalmente, la acusación de falsedad: quieren imponer a los demás lo que ni ellos mismos cumplen. La falsedad de ellos tiene un motivo: no quieren enfrentar las persecuciones que pueden culminar en la entrega total de la vida, a semejanza de Jesús crucificado. Por lo contrario de estas acusaciones podemos descubrir el rostro de Pablo y de todo evangelizador auténtico. En lugar del exhibicionismo, el servicio humilde y desin23

teresado: "Si yo estuviera queriendo agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo" (1, 10b). En vez de proponerse como fin ser imitado, ayudar a las personas en el proceso de gestación de Cristo: "Hijos míos, sufro de nuevo dolores como de parto hasta que Cristo esté formado en ustedes" (4, 19). En vez de gloriarse de haber marcado el cuerpo de las personas, gloriarse de la solidaridad con la Cruz de Cristo: "En cuanto a mí, que yo no me gloríe, a no ser en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo, por medio del cual el mundo fue crucificado para mí y yo para el mundo" (6, 14). Finalmente, en vez de rehuir las persecuciones, enfrentarlas con valor: "En cuanto a mí, hermanos, si es verdad que todavía predico la circuncisión, ¿por qué soy perseguido? Fui muerto en la Cruz con Cristo" (5, 11; 2, 19b).

Acusaciones contra Pablo y el Evangelio de la libertad Los defensores de la circuncisión y de la observancia de la Ley tenían sus argumentos. En primer lugar, podían afirmar que el propio Jesús fue circuncidado. Los primeros convertidos al cristianismo también. La circuncisión y la práctica de la Ley, por tanto, harían parte de la tradición cristiana. Además, Pedro, Santiago y Juan, que estuvieron con Jesús de Nazaret y lo vieron resucitado —juntamente con los otros del grupo de los Doce— eran los que podían ser llamados "verdaderos apóstoles". Pablo no anduvo con Jesús por los caminos de Palestina. Por lo tanto no debe ser considerado apóstol. Consecuentemente, el Evangelio por él anunciado es falso, o, por lo menos, ilegítimo. Es pura invención humana. Para ser legítimo, debería haberlo recibido de los que estuvieron con Jesús de Nazaret. 24

El Evangelio de la libertad viene de Dios Pablo afirma que es apóstol y que el Evangelio de la libertad viene de Dios. La carta comienza así: "Pablo, apóstol, no de parte de los hombres, ni por medio de un hombre, sino de parte de Jesucristo y de Dios Padre que lo resucitó de entre los muertos..." (1, 1). Pablo es apóstol por voluntad de Dios, que lo escogió antes de nacer y lo llamó por su gracia (Cf. I, 15). La expresión "Dios me escogió antes de yo nacer" recuerda la vocación de Jeremías (Cf. Jr 1, 5). Con esto descubrimos que Pablo posee la vocación profética que viene directamente de Dios, y, como Jeremías, él también recibe esta misión: "Mira: pongo mis palabras en tu boca. Hoy te establezco sobre naciones y reinos, para arrancar y derribar, para demoler y destruir, para construir y plantar" (Jr 1, 9-10). Desde el principio Pablo tomó en serio su misión: "Ciertamente ustedes oyeron hablar de lo que yo hacía cuando estaba en el judaismo. Saben cómo yo perseguía con violencia a la Iglesia de Dios y hacía de todo para acabarla. Yo superaba en el judaismo a la mayor parte de los compatriotas de mi edad, y procuraba seguir con todo celo las tradiciones de mis antepasados" (1, 13-14). Pero no fue para eso para lo que Dios lo llamó. Al contrario, fue para construir y plantar lo que estaba arrasando. ¿Qué destruir, entonces, sino aquello que estaba dentro de él mismo, o sea, la convicción de que las personas alcanzan la salvación solamente por medio de la observancia de la Ley? Y, ¿qué plantar sino la certeza de que es por la fe en Jesucristo como somos salvados? Este es el Evangelio de Pablo. El lo recibió del propio Dios: "Hermanos, yo les declaro: el Evangelio por mí anunciado no es invención humana. Y además, no lo recibí ni aprendí a través de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo" (1, 11-12). 25

¿Aprobación de las personas o de Dios? Después de haber mostrado que el Evangelio por él anunciado es legítimo y viene de Dios mismo, Pablo se ocupa de otra cuestión: cómo se relaciona con el centro del poder, es decir, con el grupo de los Doce. La carta da a entender que tres de ellos —Pedro, Santiago y Juan— moraban en Jerusalén. Todo lleva a creer que, en esta comunidad, los que se hacían cristianos todavía se sometían a la circuncisión, con todas las consecuencias que de allí se siguen. ¿Cómo actuar? Consciente de que su Evangelio viene de Dios y por lo mismo no necesita de la aprobación del poder central, Pablo se mantiene coherente con el principio de que "Cristo nos liberó para que seamos verdaderamente libres" (5, 1). Por esta razón es por lo que no toma la dirección de Jerusalén: "... no consulté a nadie, ni subí a Jerusalén para encontrarme con los que eran apóstoles antes de mí. Por el contrario, me dirigí a Arabia y después volví a Damasco" (1, 16b-17). De ordinario se piensa que estos tres años en Arabia habían sido un período de "retiro" para él. Sin embargo puede pensarse que haya sido un tiempo de intenso anuncio del Evangelio de la libertad. De hecho, las noticias de lo que Pablo hacía en estas regiones llegó a los oídos de las comunidades de Judea: "Ellas apenas oían decir: 'Aquel que nos perseguía, ahora está anunciando la fe que antes trataba de destruir"\\, 23). Tres años después, Pablo fue a Jerusalén a fin de conocer a Pedro, y se quedó con él apenas quince días (Cf. 1, 18). Después volvió a las regiones de Siria y de Cilicia (Cf. 1, 21), de donde luego iniciará con Bernabé el primer viaje misionero (Cf. Hch 13, 1-14, 28).

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El centro reconoce el Evangelio de la libertad Después del primer viaje y antes de iniciar el segundo, durante el cual fundaría las comunidades gálatas, Pablo fue a Jerusalén con Bernabé y Tito, a fin de participar en el que se llamó el Concilio de Jerusalén (Cf. 2, 1; Hch 15). Ellos son los representantes de la comunidad de Antioquía de Siria, que desde un principio se caracterizó por la apertura al mundo pagano, distanciándose considerablemente de la comunidad de Jerusalén. Pablo no fue a Jerusalén por miedo ni forzado. La Carta a los gálatas deja bien claro que él está convencido de que "Cristo nos liberó para que seamos verdaderamente libres" (5, 1). No somete el Evangelio de la libertad a la aprobación de los líderes de la comunidad de Jerusalén, pues su aprobación, como ya vimos, viene directamente de Jesucristo (Cf. I, 12). Por lo demás, se puede ver una buena dosis de ironía cuando a los líderes de esa comunidad los llama "notables" y "columnas" sobre las cuales está construida la comunidad de los que creen en Jesucristo. El motivo es bien sencillo: el propio Pablo afirma que "Dios no hace distinción entre las personas" (Cf. 2, 6) y en otra parte, garantiza que el único fundamento en la construcción de la comunidad de los fieles es Jesucristo (Cf. 1 C O 3 , 11). Entonces, ¿por qué Pablo fue a Jerusalén en esa ocasión, sino para someterse al examen de los líderes de esa comunidad? El afirma que hizo esto "siguiendo una revelación" (2, 2a), es decir, una inspiración recibida de Dios mismo. Tito, compañero de Pablo, era griego y no fue obligado a circuncidarse (Cf. 2, 3). Con esto Pablo quiere mostrar a los gálatas la insensatez que están cometiendo al admitir, a través de la circuncisión, la práctica de la Ley de Moisés como condición para pertenecer al Pueblo de Dios. 27

Continuando el relato de lo que sucedió en Jerusalén, Pablo muestra que los notables, Santiago, Pedro y Juan le extendieron la mano derecha a él y a Bernabé en señal de comunión. Llegaron a un acuerdo: el contenido de la evangelización es el mismo para todos; el campo de acción es el que es diferente: "Estos notables no me impusieron nada... Nosotros trabajaríamos con los paganos, y ellos con los circuncisos. Ellos pidieron solamente que nos acordáramos de los pobres, y esto he procurado hacerlo con mucho cuidado" (2, 6b.9b-10). Esta conclusión ayuda a entender el sentido de la "revelación" que llevó a Pablo a encontrarse con los "notables". Yendo con Tito, un pagano convertido (un impuro desde el punto de vista de la Ley), introdujo en la comunidad de Jerusalén a una persona que poseía la misma fe. Esto debe haber trastornado la cabeza y provocado a Santiago y a sus compañeros, mostrando que, como dice la Carta a los gálatas, "en Jesucristo lo que cuenta no es la circuncisión o incircuncisión, sino la fe que actúa por medio del amor" (5, 5). ¿Cómo habrían reaccionado los "notables"? ¿Habrían discriminado a Tito? Este hecho debe haberlos colocado frente a una opción radical. Debe haber mostrado también que cualquier intento de volver atrás es, cuando menos, hipocresía.

Desenmascarar la hipocresía Hasta aquí hemos aprendido varias cosas importantes. En primer lugar, el Evangelio de Pablo no depende de la aprobación de Pedro, pues él lo recibió directamente de Dios. En segundo lugar, Pablo no es menos que Pedro: ambos tienen la misma misión (Cf. 2, 8). Nos queda por ver todavía otro aspecto importante: cuando se hace necesario, Pablo se opone a Pedro desenmascarándole su hipocresía (2, 11-14). 28

Esto sucedió con ocasión de la visita de Pedro a la comunidad de Antioquía. Allí se vivía la convicción de Pablo descrita en Ga 3, 28: "Ya no hay distinción entre judío y griego, entre esclavo y hombre libre, entre hombre y mujer, pues todos ustedes son uno solo en Jesucristo". Ya vimos que los judaizantes querían que los paganos convertidos se sometieran a la práctica de la Ley, que llevaba en todo y siempre a hacer distinción entre puro e impuro. En Antioquía todo esto había desaparecido. No había diferencia entre judío y griego, y la señal de la nueva realidad era sentarse en la misma mesa y juntos celebrar la Eucaristía. Al llegar a Antioquía, Pedro participó activamente en la vida de la comunidad. Las personas estaban contentas con su presencia sobre todo porque les recuerda la vida de Jesús, fue testigo ocular de todo lo que Jesús hizo y enseñó. Sucede, sin embargo, que al llegar a la ciudad algunas personas ligadas a Santiago, líder de la comunidad de Jerusalén. Con miedo de ser criticado por los judeo-cristianos, Pedro se aleja. Pablo considera esto una actitud hipócrita que reduce a nada el Evangelio de la libertad: "Cuando Pedro fue a Antioquía, yo le eché en cara públicamente porque él estaba claramente en el error. De hecho, antes de llegar algunos de los de Santiago, él comía con los paganos; pero después que llegaron, Pedro comenzó a evitar a los paganos y ya no se mezclaba con ellos, pues tenía miedo de los circuncisos. Los demás judíos también comenzaron a fingir con él, de modo que hasta Bernabé se dejó llevar por su hipocresía. Cuando vi que ellos no estaban actuando rectamente, conforme a la verdad del Evangelio, yo le dije a Pedro delante de todos: Tú eres judío, pero estás viviendo como los paganos y no como los judíos. ¿Cómo puedes entonces obligar a los paganos a vivir como judíos?" (2, 11-14). 29

3 ¿PARA QUE SIRVE LA LEY? Para seguir pensando... 1. ¿Por qué Pablo no necesitó someter su Evangelio a la aprobación de los líderes de la comunidad de Jerusalén? 2. Descubrir juntos los yugos que esclavizan al pueblo hoy. ¿Quién es el que pretende mantener esta situación? 3. ¿Por qué Pablo enfrentó a Pedro delante de todos? 4. ¿Es posible celebrar la Eucaristía y seguir discriminando?

Desde el punto de vista de los judíos, los paganos no podían salvarse pues no pertenecían al Pueblo de Dios y no conocían la Ley, cuya práctica hacía a las personas amigas de Dios y así les abría las puertas de la salvación. Ser pagano, por tanto, era estar excluido, marginado. Ahora bien, antes de que los gálatas conocieran la Ley, Jesucristo murió por ellos, a fin de "arrancarlos de este mundo malo". Creyendo en Jesús, recibieron el Espíritu Santo e hicieron experiencias extraordinarias de vida nueva: "¡Gálatas insensatos! ¿Quién fue el que los hechizó? ¡Ustedes que tuvieron ante los ojos una descripción clara de Jesús crucificado! Respóndanme solamente una cosa: ¿Ustedes recibieron el Espíritu Santo por la observancia de la Ley, o fue porque ustedes escucharon el mensaje de la fe?... ¿Hicieron en vano tantas experiencias? ¡Si fue en vano! Aquel que da a ustedes el Espíritu y realiza milagros entre ustedes, ¿será que lo hace a causa de la observancia de la Ley, o es porque ustedes escucharon el mensaje de la fe?" (3, 1-2.4-5). Por la fe en Jesucristo los excluidos comenzaron a ser parte del Pueblo de Dios sin tener que pasar por la circuncisión y por la observancia de la Ley de Moisés. Los 31

excluidos se vuelven, por la fe, hijos de Abrahán y herederos de las promesas (3, 29). Esto quiere decir que la Ley ya no es necesaria. Más aún, si fuera impuesta como condición para alcanzar la vida nueva, en vez de salvar terminará por impedir la salvación. Para Pablo, negar la libertad es negar a Jesucristo, pues sólo El es capaz de hacer vivir en la justicia y en la libertad. Cuando la Ley o las leyes ocupan el primer lugar en la vida de las personas o de las comunidades, se abre el camino para la esclavitud y la injusticia. Por tanto, ¿cuál fue el papel de la Ley? Pablo es muy duro en este punto. Afirma que ella vino después de la promesa hecha a Abrahán (Cf. 3, 17), el cual creyó y fue considerado justo por su fe en Dios (Cf. 3, 11). La Ley de Moisés fue dada para mostrar las transgresiones del pueblo (3, 19), pero es incapaz de comunicar vida (3, 21). Ahora bien, la vida y la libertad vinieron por medio de Jesucristo (4, 5; 5, 1). Por tanto, la Ley ya no tiene validez. Pablo compara el tiempo de la Ley al tiempo de la minoría de edad. En aquella época, era común confiar la educación de los hijos a un pedagogo. Se trataba, normalmente, de un esclavo severo encargado de vigilar, corregir y castigar a los niños. Estos permanecían bajo sus cuidados hasta llegar a la mayoría de edad. El pedagogo era dueño de la vida del niño. Así era la Ley en el tiempo antes de que el Pueblo de Dios se volviera adulto: muchas normas, preceptos, prohibiciones, castigos, una verdadera esclavitud. Es el retrato negativo que hace Pablo de la Ley y del Antiguo Testamento. Jesús mismo, que se entregó a la muerte por nuestros pecados, para arrancarnos de este mundo malo (Cf. 1, 4), no escapó de la maldición de la Ley. En efecto, ella declaraba: "Maldito todo aquel que sea colgado del madero" (3, 13; Cf. Dt 21, 23). Con la llegada de Jesús, y por la adhesión a El en la fe, el Pueblo de Dios se hizo adulto: 32

"Llegada la fe, ya no estamos bajo los cuidados de un pedagogo. En efecto, todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Jesucristo, porque todos ustedes fueron bautizados en Cristo... Y si ustedes pertenecen a Cristo, entonces son de hecho la descendencia de Abrahán y herederos conforme a la promesa. Voy a darles otro ejemplo: durante todo el tiempo en que el heredero es niño, siendo dueño de todo, sin embargo es como si fuera un esclavo. Hasta llegar a la fecha fijada por su padre, permanece bajo tutores y personas que administran sus negocios. Lo mismo sucedió con nosotros: éramos como niños y andábamos como esclavos, sometidos a los elementos del mundo" (3, 25-27.29:4, 1-3). Esclavitud y minoría de edad. Es así como Pablo describe la vida que se funda en la Ley. Al contrario, la vida según el Espíritu es libertad y mayoría de edad. La esclavitud de la Ley no es mejor que la esclavitud del "mundo malo". En ambos casos las personas viven una vida de sometidos.

Para seguir pensando... 1. ¿Qué sucede con las leyes cuando una comunidad acoge a los excluidos (mendigos, prostitutas, etc)? 2. ¿Qué significa vivir una vida de "adultos en Cristo"? 3. Una catequesis basada en leyes conduce a los catequizandos a la esclavitud. Comente esto. 4. ¿Para qué sirven las leyes hoy?

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4 LA FE QUE ACTÚA POR MEDIO DEL AMOR

Después de haber mostrado que la Ley, el tiempo de la esclavitud y la minoría de edad del Pueblo de Dios ya han pasado porque la fe en Jesús nos hace libres y Pueblo de Dios adulto, Pablo presenta la vida en el Espíritu (capítulos 5 y 6). Allí muestra él cómo la fe en Jesucristo se traduce en la vida diaria de las personas. Y la primera cosa que descubrimos es que, aún habiendo sido liberados por Jesús, podemos volvernos nuevamente esclavos. La libertad es un don que Dios nos ha hecho en Jesús, pero también es conquista de cada uno y de cada comunidad. Aquí no se trata ya de caer en la esclavitud de la Ley sino en la esclavitud de los instintos egoístas: "Hermanos, ustedes fueron llamados para ser libres. Que esta libertad, sin embargo, no se vuelva pretexto para vivir satisfaciendo los instintos egoístas. Por el contrario, pónganse al servicio unos de otros por medio del amor. Pues toda la Ley encuentra su plenitud en un solo mandamiento: 'Ama a tu prójimo como a ti mismo'... Por eso les digo: vivan según el Espíritu, y así no harán ya lo que desean los instintos egoístas" (5, 13-14.16). Por tanto hay dos modos de vivir incompatibles entre sí: vivir según el Espíritu y vivir según los instintos egoístas (en algunas Biblias, en vez de "instintos egoístas" encontramos la palabra "carne"). 34

La vida según el Espíritu ¿Qué es vivir según el Espíritu? Pablo afirma que los gálatas al creer en Jesucristo y hacerse bautizar, recibieron el Espíritu Santo (Cf. 3, 2-3). El Espíritu es la fuerza que anima a la comunidad a caminar en la esperanza, ayudándola a corresponder al amor con que Jesús nos ha amado, hasta el punto de entregarse a la Cruz por nosotros, a fin de que fuéramos libres (Cf. 2, 20). Sabemos también que el Espíritu es la memoria de todo lo que Jesús hizo y enseñó (Cf. Jn 14, 26). Por tanto, vida según el Espíritu es vivir del modo como vivió Jesús, creando relaciones de fraternidad, justicia y amor, a fin de que la vida de Dios se manifieste plenamente. Para emplear las palabras de la Carta a los gálatas, vivir según el Espíritu es "estar muerto en la Cruz con Cristo" (Cf. 2, 19). Pablo muestra que la vida según el Espíritu y la vida según los instintos egoístas son como dos árboles con frutos totalmente diferentes: el primero produce frutos buenos; el segundo, frutos malos: "Las obras de los instintos egoístas son bien conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odio, discordia, chismes, ira, rivalidad, división, sectarismo, envidia, embriaguez, orgías y otras cosas semejantes... El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, bondad, benevolencia, fe, mansedumbre, dominio de sí. Contra estas cosas no existe ley. Los que pertenecen a Cristo crucificaron los instintos egoístas junto con sus pasiones y deseos" (5, 19-24). En la lista de los frutos malos, Pablo quiso resumir las relaciones marcadas por el egoísmo. Allí todo está pervertido: las relaciones humanas no van guiadas por el amor, sino por la explotación de unos sobre los otros y por la división (fornicación, impureza, libertinaje, odio, discordia, chismes, rivalidad, etc.); por causa de esto, las 35

relaciones con el Dios de la vida desaparecen (idolatría, hechicería), y las propias personas terminan por destruir en sí mismas la imagen y semejanza de Dios (orgías, borracheras y otras cosas semejantes). En la lista de los frutos buenos, la carta presenta las relaciones marcadas por el amor. Es interesante notar que todas estas cosas buenas se refieren a las relaciones de las personas entre sí. En sentido estricto, sólo la fe se dirige a Dios. Esto nos ayuda a descubrir que Dios no pide nada para sí. Lo que El desea es un mundo donde las relaciones sean marcadas por el amor. Cuando esto sucede, Dios se da por satisfecho, pues El es amor. Cuando el amor es el condimento de la vida, podemos tener la certeza de que Dios está presente, pues aún antes de que descubriéramos que El existe, ya se dio a conocer a través del amor que engendra vida. Nosotros, por tanto, nos hacemos adultos en Cristo cuando nuestras relaciones son expresión de justicia, fraternidad y amor.

Gestos concretos La comunidad es el terreno donde el amor crece y produce frutos. Pablo señala algunos gestos concretos. El primero de ellos es el servicio: "Pónganse los unos al servicio de los otros en el amor" (5, 13b). Toda la vida de Jesús fue un servicio a la vida: "El se entregó por nuestros pecados para arrancarnos de este mundo malo" (1, 4a); "El me amó y se entregó por mf (2, 20b). Por lo tanto, amar es ponerse al servicio de la libertad traída por Cristo, a fin de que todos tengan vida. Amar es entregarse. Quien no se entrega no ama. El segundo gesto concreto es la solidaridad que provoca el compartir de todo, inclusive del poder: "Lleven los unos las cargas de los otros y así cumplirán la ley de 36

Cristo. Si alguien piensa que es importante y no lo es, se está engañando a sí mismo. Examine cada uno su conducta y entonces encontrará motivo de satisfacción en su propia persona, y no en comparación con los demás" (6, 2-4). A partir de estas recomendaciones podemos desconfiar de que en las comunidades gálatas había disputas por el poder y búsqueda de status social. En otro pasaje de la carta, Pablo afirma que esto es cosa de quien quiere aparecer (Cf. 6, 12). La búsqueda de poder y de status es un yugo que esclaviza a las comunidades. El tercer gesto concreto es el compartir del saber y del tener al mismo tiempo: "Aquel que recibe la enseñanza de la Palabra debe compartir todos los bienes con el catequista" (6, 6). Ya en aquella época la catequesis (=la enseñanza de la Palabra) era una tarea que ocupaba buena parte del tiempo y de la vida del catequista. Este compartía su saber y su fe con los catequizandos. En señal de solidaridad, los catequizandos compartían lo que poseían con los que les transmitían los elementos básicos de la fe. Servicio, coparticipacipación del poder, del saber y del tener: es así como las comunidades gálatas se distancian del modo de ver y de organizarse la sociedad, y se convierten en comunidades alternativas. De hecho, tanto la primera esclavitud (la del Imperio Romano) como la segunda (la de los judaizantes) tenían como base relaciones desiguales y de dominación de los unos sobre los otros.

¿Y cuando alguien yerra? En el antiguo régimen, en el tiempo de la minoría de edad del Pueblo de Dios, cuando la Ley era como un pedagogo que vigilaba y castigaba, al error de alguien se seguía el castigo correspondiente. En el tiempo de la mayoría de edad, cuando el Pueblo de Dios se hizo adulto 37

por la fe en Cristo, los errores de los hermanos merecen un tratamiento diferente. Veamos lo que Pablo dice: "Hermanos, si alguien es sorprendido en alguna falta, corresponde a ustedes, que son espirituales, corregirlo con mansedumbre. Y cada uno que se cuide para no ser también tentado" (6, 1). En lugar del castigo, la corrección con mansedumbre, pues los cristianos adultos son "espirituales", es decir, se dejan guiar por el Espíritu de Jesús (Cf. lo que dice Jesús en Mt 18, 15-35). Esto nos lleva a creer que ser adulto en Cristo no es ser incapaz de equivocarse, ni querer que las personas sean perfectas, sino ser capaz de ayudar a quien yerra, con humildad, pues nosotros también podemos estar en el mismo error o caer en la misma tentación. Quien ayuda a la persona que ha errado, lo hace creer en la victoria del bien sobre el mal y, sobre todo, en la fuerza del perdón que transforma las relaciones sociales.

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Para seguir pensando... 1. ¿De qué manera podemos, a pesar de ya haber sido liberados por Cristo, caer nuevamente en la esclavitud? 2. ¿Por qué el amor es la plenitud de la Ley? 3. ¿Qué es la vida en el Espíritu? 4. ¿Cuáles son los frutos de los instintos egoístas en la sociedad de hoy? 5. ¿Cuáles son los gestos concretos de hoy que manifiestan la vida en el Espíritu? 6. ¿Cómo vemos la cuestión del poder en la comunidad y en la Iglesia? 7. ¿Cómo actuar cuando alguien de la comunidad yerra?

5 UN RETRATO DEL AGENTE DE PASTORAL

Lo que no es un agente de pastoral La Carta a los gálatas revela un momento de crisis en la evangelización. En ella descubrimos elementos alienantes, oriundos de la comprensión del misterio de Cristo en la vida de los cristianos. En el tiempo de Pablo, estos elementos alienantes estaban condensados en la predicación de los judaizantes: afirmaban que, para ser cristiano, era necesario judaizarse, es decir, asumir como valores indispensables la cultura judía y sus consecuencias: circuncisión, distinción entre puro e impuro, discriminación entre judío y no judío, entre esclavo y hombre libre, entre hombre y mujer. El retrato negativo del agente de pastoral aparece, por tanto, en la acción de los judaizantes. Son un ejemplo de lo que el agente pastoral no debe ser. Pablo los ve como deformadores, pues el objetivo de ellos es no permitir que las personas sean adultas en Cristo, sino que sean iguales a ellos. Más aún, lo que promueven es un tipo de evangelización o catequesis castradora de los valores de la persona en cuanto tal, generando constante dependencia: "Ellos quieren separarlos a ustedes de mí, para que se interesen por ellos" (4, 17b). En síntesis, una evangelización para la dependencia, marcada por el cumplimiento de leyes, "días, meses, estaciones y años" (Cf. 4, 40

10). Al hacer esto los judaizantes se presentan como meta del camino de las personas y comunidades. Para ellos nada cuenta la persona de Cristo y su acción liberadora. No tienen en cuenta la primera e indispensable vocación de todo ser humano: "Hermanos, ustedes fueron llamados para ser libres" (5, 13). Además de esto, al querer imponer la circuncisión y la práctica de la Ley, mantienen al pueblo en un estado de continua minoría de edad, al mirar exclusivamente a las transgresiones y no al acontecimiento central de nuestra fe: "Cristo nos liberó para que seamos verdaderamente libres" (5, 1). No dan espacio para la gratuidad y para la alabanza de aquel que nos amó y se entregó por nosotros (Cf. 2, 20b). En vez de permitir que las personas se hagan adultas en Cristo, lo que hacen es mantenerlas en un estado de minoría de edad autosuficiente: basta cumplir la Ley, donde ya está todo predeterminado. No hay espacio para la responsabilidad personal y para una respuesta de amor consciente y gratuito para con Aquel que nos amó primero con amor insuperable.

Un retrato positivo del agente de pastoral Diez certezas que animan La actitud de Pablo en la Carta a los gálatas es un retrato interesante del agente de pastoral. El es alguien que actúa a partir de unas convicciones. Vamos a ver diez de las certezas que animaron la vida de Pablo y podrán orientar la vida de todo agente de pastoral: 1. "Apóstol no de parte de los hombres, ni por medio de un hombre, sino de parte de Jesucristo y de Dios Padre" (1, 1). 41

2. "Dios me escogió antes que yo naciera y me llamó por su gracia" (1, 15); 3. "No estoy buscando la aprobación de los hombres, sino la aprobación de Dios" (1, 10); 4. "Jesús me amó y se entregó por mí" (2, 20b); 5. "Fui muerto en la Cruz con Cristo" (1, 19b); 6. "Yo vivo, pero ya no soy yo quien vive, pues es Cristo quien vive en mí" (2, 20a); 7. "Yo me glorío en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo fue crucificado para mí y yo para el mundo" (6, 1); 8. "Cristo nos liberó para que seamos verdaderamente libres" (5, 1); 9. "Ya no hay diferencia entre judío y griego, entre esclavo y nombre libre, entre hombre y mujer" (3, 28a); 10. "Toda la Ley encuentra su plenitud en un solo mandamiento: 'Ama a tu prójimo como a ti mismo'" (5, 14). Estas son algunas de las principales certezas de Pablo. Nosotros podemos encontrarlas esparcidas a lo largo de la Carta a los gálatas. Maduraron poco a poco a partir de la experiencia del propio llamado, a partir de la reflexión sobre el amor de Dios manifestado en la vida y acciones de Jesús, pero también a partir de la realidad del pueblo que sufre, de los esclavos, excluidos, abandonados, marginados. ¿Y hoy cuáles son nuestras convicciones? Evangelizar para la libertad y la madurez El versículo más importante en este sentido está en 4, 19: "Hijos míos, sufro nuevamente como dolores de par-

to, hasta que Cristo esté formado en ustedes". Pablo utiliza aquí la comparación del parto, pero la transforma de un modo interesante. Para los gálatas, él es como una madre que siente los dolores de parto. Se trata de un proceso que viene de lejos. El sufre de nuevo, esto porque el primer "parto" sucedió con ocasión del primer anuncio y la consiguiente fundación de las comunidades. El segundo tiene lugar ahora, con ocasión del conflicto con los judaizantes. Sin embargo notemos que no es Pablo quien da a luz a los gálatas. Por el contrario, son éstos los que, por su práctica, van a "engendrar" a Cristo en sus vidas: "Hasta que Cristo esté formado en ustedes", hasta que Cristo asuma forma humana en cada uno y en todos, es decir, hasta que nuestro cuerpo en su totalidad sea expresión del propio cuerpo de Cristo. Los judaizantes querían que los gálatas fueran como ellos. Pablo quiere que sean como Cristo. Los judaizantes, según la carta, defendían la circuncisión "para gloriarse de haber marcado los cuerpos de ustedes" (6, 13). Imponían la práctica de la Ley para sustraerse a la persecución (6, 12b). Pablo, en cuanto evangelizador, tiene otros motivos de gloria: "En cuanto a mí, que yo no me gloríe si no es en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo, por medio del cual el mundo fue crucificado para mí y yo para el mundo. En adelante, que nadie me moleste, porque traigo en mi cuerpo las marcas de Jesús"(6, 14.17). El no se pone como meta de la evangelización, aunque ya está crucificado con Cristo (Cf. 2, 19). Prefiere ser perseguido a esclavizar a las personas. Esto hace pensar en las marcas dejadas en las personas por un anuncio distorsionado del Evangelio. El punto final de la evangelización es la persona de Cristo: "Hasta que Cristo se haya formado en ustedes". Los gálatas sólo se harán cristianos cuando permitan que Cristo se realice en sus vidas. 43

Al

Evangelizar a partir de las culturas En Gálatas (4, 1-7) se encuentra el principio de toda íncultuíación el Hijo de Dios nace de una mujer, sometido a la Ley, paia rescatar a los que estaban bajo la Ley, a íin de que fuéramos adoptados como hijos (vv 4b 5) La Encarnación es el momento privilegiado mediante el cual Dios se hace uno de nosotros, asumiendo plenamente la condición humana La asume para eternizada en cuanto valor insupe rabie (Ct Flp 2, 5-11), asume los valoies de su pueblo y, cuando es necesano, les da loima perfecta (Cf Mt 5, 17 "No piensen que yo vine a aboln la Ley y los Piotetas No he venido a abolidos, sino a dalles pleno cumplimiento") Pablo también se incultuio en la íealidad de las comum dades galatas 'Hermanos les pido que sean como yo por que yo también me luce como ustedes" (4 12a) ¿Que signi ficopaiael haceise como los galatas" > Echa lejos elpnncí pío fundamental que caiactei izaba a un lanseo la distinción entie puio e imputo Paia el tanseo "peiíecto", todo con tacto con paganos debía evitarse 'No cojas, no piuebes, no toques" (Ct Col 2, 21) Podemos alnmai que Pablo evangelizo a los galatas a paita de la íeahdad que los iodeaba Les anuncio a Jesucnsto a paitu de sus anhelos de vida y hbeitad del "mundo malo" En efecto el lechaza el intento de los judaizantes por ímponei a las comunidades de Galacia la obseivancia de "días, meses, estaciones y años" (4, 10)

Para seguir p e n s a n d o . . . 1 Hacer una escenificación a paitu del retí ato negativo del agente de pastoial 2 Piepaiai un caí telón con las convicciones del agente de pastoial hoy 3 ¿Que significa evangehzai paia la hbeitad y la maduiez? 4 ¿Que hizo Pablo paia jsumu las cultuí as de los galatas7 5 ¿Cuales son las cultuí as que todavía hoy siguen opnmidas y lepumidas''

Pablo, al contiano de los judaizantes íespeto las culturas galatas Podemos inclusive suponei que en cieita medida, tue evangelizado" por ellos De hecho, ¿que de sea mas un pueblo dominado y esclavizado, sino la hbeitad y la igualdad' Esta era la situación de estos pueblos antes de que Pablo llegara con el anuncio del Evangelio La situación del pueblo y sus anhelos peimitieion que Pablo madurara sus convicciones sobie la acción de d i s t o en cuanto hbeíacion (Ct 5, 1) y sobie el fin de las discuminaciones por raza, condición social y sexo (Ct 3 28) 44

45

¿Aprobación de las personas o de Dios? El centro reconoce el Evangelio de la libertad Desenmascarar la hipocresía

ÍNDICE

Introducción

7

Un encuentro que supera las barreras de raza

9

De la esclavitud de los ídolos a la libertad en Jesucristo...

10

Y de nuevo la esclavitud...

12

...perdiendo las propias raíces y la propia cultura

14

1 El Evangelio es libertad

17

El nuevo yugo de la esclavitud

17

2

Los que pretenden imponer el yugo de la esclavitud

22

Acusaciones contra Pablo y el Evangelio de la libertad El Evangelio de la libertad viene de Dios

24 25

26 27 28

3 ¿Para qué sirve la Ley?

31

4 La fe que actúa por medio del amor

34

La vida según el Espíritu Gestos concretos ¿Y cuando alguien yerra?

35 36 37

5 Un retrato del agente de pastoral

40

Lo que no es un agente de pastoral 40 Un retrato positivo del agente de pastoral 41 Diez certezas que animan 41 Evangelizar para la libertad y la madurez 42 Evangelizar a partir de las culturas 44