Ciencia Cultural y Ciencia Natural

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RICKERT

PROFESOR DE LA UNIVER. IDAD DE HEIDELBERG

CIÊNCIA CULTURAL Y

CIÊNCIA NATURAL TRAÍ UCClóN DEL ALEMÁN

MA'NUEL G. MORENTE ES PROpIEDAD Copyright by Calpe. Madrid, 1922

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En los últimas aros se oye por dondequiera un monótono

tremosabrela cultura fracasaday concluída. Filisteos de todas las línguas y todas tas obseruancias se inclinam ticticiamente compungidos sobre et cadãuer de esa cultura, que elmosno han en'

gendradoni ttutrido. La guerra mundial, que no ha sido tan mundial Gamosedize, pareceser et sintoma y, al par. la causade la defunción. La uerdad es que tto se cotnprettde como una guerra puede des-

truir la cultura. Lo más a que-puedeaspirar el bélico sucesoes a suprimir las personasque la crean o transmitem. Pera ta cultura missa quedasiempreintacta de la espada y el plomo. Ni sesospecha de qué otro modo puída sucumbir tina cultura que no sea por propia detettción , dejando délproducir

nueuos pénsamientos

y nueuasnormas. Mietltras ta idemde ater seacorrigida-Éor la idemde hoy, no podre hablarse de tracaso cultural. y, en afecto, telas de existir êste,acattteceque, al menos la ciência, experimentaen HluestTos díag' un incomparable crecitniento de uitalidad. Desde:l \9QQ, coincidiendo peregrinamente

con ta fecha inicial del nueuo sigla, comienzan a eteuarsesobre et horizonte intetectuat pettsamientos de nueua trd)reitoria. Esporadicamente, sin percibir su radical parentesco, aparecer en

umas y otras ciências teorias que se caracterizar por disentir de [as dominantes en e] sigla X]X y Lograr su superaci6n.:Nadie

hasta arara sehabía filado en que todas elas ideasquesebaIlaR ên su hora de oriente. a pesar de referisse a los asuntos más dis-

parejos, poseenuna tisonomÍa común, una rara y sugestiva unidas de estilo.

Desde face tiempo sostengoen mis escritos que existe ya un organismo de ideal peculiares a este sigla XX que Chora rasa Talheres "GRIpe'', barra, 6.--MADRID

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por el qeo, pretilo de juuentud. Una meditación uerdaderatnente

por nosotros. La ideologia del sigla XIX,

Dista desde ese orga-

nismo, parece una pobre cosa tosca. mattiática, imprecisa, inelegante y sin remedio periclitada.

isto, que era en mis escritospoçomásque una privada afirmación,podre recibir chora una prueba brilhantecon la Blb\\oteca de Ideas del sigla xx. En Citareúno las obras más característicasdel tiempo nueuo, dottde principiam su vida pensamientos atttes no pensados. Desce la matemática a la estética y la historia, procurará esta calec-

ción mostrar el nueuoespírita tabrandó su miel futura sobretoda

la flora intelectual. Claro es que tratãndosede una ideologiaen plena mocedadno podre pedisseque existamya tratadosctásicos donde aparezca con una pertección sistemática. Es mãs, atgunas

ie estaslibras contienen,luttto a las ideasde nueuoperfil, resicluosde ta antigua maneta,y comolas navesal ganir ta libera, }l,tientrashincan ya la proaetl la arerlaaun seinundesu timón en !a marina

\ Jno de estas tibros bitrotltes, media sírio X]X,

media signo XX,

es el presente det filósofo alemán Ettrique Rickert, hoy uno de los máÉ respetados mclestros de Germania. Pertenece a la generación

]ue se tormóbacia \8BQ.Agitada la filosofia por et materialismo ]r el positivismo, que más bien que dos filosofias son dos ma-

netas de ignorância filosófica. perdia e7t aquel tiempo la mente zuropea la tradición escolar de esta ciência. Fué, pães, nece-

sario para recobrartaooluera la escuela,qui.erodevir, sumirse en los sistemas del más reciente çlasicismo. Este tué el origem y .el sentido det mouimiento neokantiatto, donde Rickert se en-

rotó. Nada major podiahacerseen \88Q que adoptar a Kart. Pera, a ta uez, esta quiere devir que .na.se podia haver macho.

Cadaépoca,si es de plenitud,necesitasu propia, original jilosotía. Como aquélta no lo tuê, tudo que conte7ttarse con un

relativoanacronismo, renunciandoa formular su sistemaespontâneo, ensayó la restauración de uiejas y exemplares titosotías. Edo tueron el neokantismo. et neotichteanismo, el neohege-

Lianismo. EI arcaísmo de talos tiombres no podia ser compensado

jooen edita ser la Sunnamita de ningún decrépito Dauid.

La filosofia de Rickert conservasu raiz antiquada, neokantiana y neotichteana; pêro es la interesante y más instructiuo en ella advertir como se orienta bacia nueuas curiosidades, problemas y métodos. En uez de reducirse a la retlexión sobre tas ciências

físicas, coma hizo Kart, busca et cotttactocon las ciências históricas, y del contlicto dramático entre ambas formas naco el tema de estelibra. Asimismo descubroen el conceptode valor un território cava exploraciótt y conquista será, tal uez, una de tas glórias epónimas del sigla XX. ROSÉ ORTEGA Y GASSET.

PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICIÓN Las ideas fundamentales del presente ensayo fueron expuestas por mí, en el aão de i898, en la primera sesión de la Socie. dad de CienciasCulturales, de esta ciudad. Aquella conferencia se publicó luegoen un folleto; pero durante mucho tiempo el opúsculo, agitado, no se encontrada en ]as ]ibrerías. Vacila sobre si debía o no volverlo

a imprimir,

pues su primera

fonaaa

no podiaya satisfacerme despuésde terminadomi libro sobre =.os limites de !a conceptuación en la ciência natural (.l8g6- l 9oz\. Un punto esencialísimo,la significación de los valores para las ciencias culturales, no había sido tratado en aquella conferencia

con entesaclaridad. Además,al preparar una nueva edición. no podia por menos de hacermecargo de las vivas discusiones cabidas sobre los problemas que aqui se tratan, y que fueron

suscitadasen parte por mis escritos de carácter metodológico. Publico adora de nuevo aquel ensayo,transformado y considerablemente aumentado, aun quando no contiene casi nada que yo no haya analizado más ampliamente y fundamentado con más detenimiento en otros lugares. En esta su nueva forma esperoque ]lenará mejor el fin que me propuseal publicaria por vez primera. Está destinado a ser útil principalmente a los investigadores dedicados a una disciplina particular que siente4, sin embargo,la necesidadde darsecuenta de la esenciade su pÇopiaactividad y a quienesfalta afición o tiempo para en.tregarseal estudio de voluminososlibras de lógica. Este Opúsculopuedequizáservir tambié;íde introduccióna mi obra CIÊNCIA CULTURAL Y CIÊNCIA NATURAL..

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Ciência

« ' l !i.:i.y.

PROLOGO DE LA CUARTA Y QUINTA EDICIÓN Este trabajo ha sido cuidadosamenterevisado para estas ediciones, como asimismo lo fué para la tercera; complétanlo algunos aãadidos. Sin embargo, el contenido y la extensión siguen, en ]o esencial, inalterados. Ello era indispensable, si había

de conservarel librito su carácter de introducción. Habiéndose agotado en pocos anos las sucesivas ediciones, es lícito pensar

que esta breve exposición compendiada de pensamientos que en otros lugares he desarrolladoampliamente, conservasu razón de ser. He tenido que abstenerme también esta vez de toda polémica con mis contradictores.' Espero que podré contrastar sus puntos de vista, según lo exija el asunto, en la tercera edi-

este !abro.

Friburgo en Brisgovia) marzo i9io'

c\õn de ml \isto Los limites de la conceptuación en la ciência na/z/ra/. Quien deseeconoceruna fundamentación más amplia y minuciosa de mis concepcionesdeterá referirse a esta última obra, sobre todo si prensaexaminadas criticamente. La exposición compendiadaque contieneel presentelibrito no encierra. ni mucho menos, como se ha dicho, lo esencial.

Ya que los argumentos de mis contradictores no han podido figurar aqui sino en pequenaparte, habré de citar ahora--así como en el prólogo de la tercera edición até con gratitud el estudio de Richard Hõnigswald -- los trabajos de Hermann Paul, Ernst Troeltsch y Vector von Weizsãcker,a los cuales

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Ciência cu/fzzra/ 7 cfepzcfa }zalizraz

me he referido en brevísimos pasajesde las notas. Estos escritores adoptam una actitud con referencia a mis asertos metodoló-

gicos.Aun cuandola mayor parte de los filósofos combatenmi punto de vista, me parece, sin embargo, que la posibilidad de una inteligencia se ha aproximado bastante en estos tiempos, y puedo manifestar la esperanza de que las opiniones que desde hace más de veinte anos vengo exponiendo irán peco a poco encontrando entre los filósofos la mesma aprobación que

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desde entonces encuentran entre los científicos especialistas.

EL PROALEMA

H. RicKEKT. Heidelberg,octubre de igzo.

Todos los investigadores, no solo los filósofos, sino también

los especialistas,parecenestar de acuerdo hoy en considerar que las ciencias particulares se dividen en dos grandes gruposl y que los teólogos y ]os juristas, los historiadores y los filólogos

se hallan unidos por interesescomunes, del mesmomodo que los físicos y los químicos, ]os anatómicos y ]os fisiólogos. Pera mientras los cultivadores de las ciencias de la naturaleza no vacilan sobre el nombre que han de dar al vazo que los une. en el otro grupos en câmbio--al

menos por lo que se refiere a la

opinión de los especialistas--, no se ofrece así, sin dificultad,

una

denominación adecuada a la actividad común. Esta falta de un

nombre reconocido y usual sugiere la pregunta de si no corresponderá acaso a la falta. de un concepto unívocamente deter-

minado. Por eso me he propuesto desenvolveren las consideraciones siguientes el concepto que pueda definir los intereses. problemas y métodos comunes a las disciplinas empíricas no pertenecientes a la ciencia natural, y que sirva asimismo para trazer

la divisoria que las separa de ésta. Creo que la expresión que mejor designa al tal concepto es la de C/e c/a cw//z/ra/. Vamos.

puesl a p]antearnos]a cuestión siguiente: d qué es ciencia cultu. ral y en quérelación se halla con la investigación de la naturaleza? Antes de contestar

a esta pregunta

hacer algumas observaciones

hay, sin embargo,

acerca del sentido

que /nrerés/arma/

que puede tener

un ensaio semejante.Se trata de una parte de la lógica; má$

de/a /ógfca.

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E!

CÍelzcfa czzllzira/ y ciência nafzíraZ

exactamente, de la teoria de la ciencia o de la teoria del método.

Por lo tanto, no tiene nada que ver con el con/enídopeculiar de las diferentes disciplinas que integram las ciencias naturales

y las cienciasculturales. Este compete solo a los especialistas. La filosofia no debe proponerseel problema de dar los pedazos de una

r'.Reuz's/a de /a Cz'encz'a

de/ Estado, i9i7, pág. 345.) Los pensamientos objetívos que el articulo--

QOdel todo objetivo--contiene contra mí carecende objeto. Si yo coloco

8 Velttajas de este e zsa7o.

Cíe nc ía czlZfzzraZ Cíepzc:fa cz /f zzraZ y cíepzcía naflrraZ

EI valor teórico de semejanteensayoesquemáticode orientación no necesito demostrarlo. No voy a inquirir detenidaínente cuán grande sea el provecho que las ciencias particulares puedan sacar de él. Pero el tal ensayo no me parece tampoco

enteíamente superfluo, en el interés de esas ciencias; y principalmente puede ser útil a las ciências cü//z/ra/es, porque en éstas no solo se cultivam hoy valiosas relacionei con las ciencias naturaleÉ, sine que muchas vedeslos limites entre ambas esferas

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son transgredidos por modo inadmisible. .. EI fundamento de ello se advierte facilmente. EI que Qeatca su actividad a las ciencias naturales encuentra hoy, al empe-

zar su labor, un nombre generalmente admitido y, en la mayo-

ría de los casos,un lugar firme para su trabajo especiallen un conjunto organizado, en un sfSfema coherente de problemasP más o menos rigurosamente distinguidos. En câmbio, las ciencias culturales empíricas necesitan ante todo buscar esesistema firme; es más, la incertidumbre llega en ellas a tal punto, que en muchoscasostienen hoy que revolvessecontra los que preclaman que el zí/züométodo lícito es el de la ciencia natural. dNo podría ser la lógica un arma utilizable en esaIncha, sobre todo si procura mantenersevibre de la influencia unilateral de. la ciência

natural?

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. Sin dada, nadie sostendráque todo el que cultiva "vi 'n cíencianatural poseeuna visión clara de la esencialógica de su actividad y que ello lo distingue ventajosamente del represen'

tanto de las cienciasculturales. Pero es cierto que, por la Sí/uaCÍÓn #Ís/ór;ca en que, sin saberão muchas veces, se des&rrollai

hállaseaquém en una posiciónmucho más propicia y feliz que êste. Antes de pesar al tema mesmo que me he propuestop voy

a indicar, en poçaspalabras,las causasde estehecho.

LA SITUACION HISTORICA /

si lanzamosuna mirada a la historia de la ciencia,en los .Cjncíonco de últimos

signos, veremos

cuán grande

ya en pro de una fundamentqcién

ha sido la labor

filosófica

realizada

;a"fura/eza.

de la ínues/fgacíó/z

na/üra/. Esta !abor la han elevadoa cabo en parte los mesmos

especialistas y, en parte también,la filosofia.En la obrade Keplero, de Galileo, de Newton, la investigación empírica se da la mano con el afán por adquirir clara conciencia de lo que será intimamente la actividad propia. Eseesfuerzofué coronadopor el êxito más lisonjero. La filosofia de la época en que florece la ciencia natural--es claro que me refiero al signoxvll--apenas si puede separarse de la ciencia natural mesma. 'l'rabaja con idéntico buen édito--recuérdesea Descarneso a LeibniÊ--por exponer claramente el método de la ciência natural. Por último, ya a fines del signoxvlll, el más grande pensadordel mundo moderno ha sentado definitivamente, hasta donde la vista puede

abarcar el tiempo futuro, el co cep/o de ncz/z/ra/é?za, que hace ley

en la me/odo/agia.'el de la existencia de las cosasde la realidad. No debe entendesse así la afirmación de que la ciencia tiene que s/mp////car la realidad. Sin duda, aspira

foda ciencia a penetrar mãs í //mame#/een la realidad y a tomar conciencia expresa de más cosas que ]as ya conocidas. No debiera ser necesario decido explicitamente. puedel

por

lo tanto,

ponerse

La generalización no

en contraposición

al y se funda laÊafirmación de que el arte nos da más realidad que la ciencia natural. meroel arte y la historia están en oposición, porque lo esencial para el uno es la //z/z//c/ÓH, mientras

que para la tetra es el comcep/o.

tõrica.

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a la verdad de las ciencias género/fzadoras.En efecto, la /mcompa/ÍÓ///dad mesmade las formas artísticas con los conceptos universales, dentro de los cuales aquéllas caen como ejemplares

de una especiq la toleramos solo hasta cierto puntoi cuando la obra de arte nos fuerza a pensar en realidades que conocemos

bien. Pero la prosecución de este pensamiento nos apartaría del desarrollo de nuestro tema. Lo que importa es ùnicamente

poder.enclaro quela creaciónartística estálebre de toda tuba mientrasque la historia está atada a los hechos. Pera la distancia

que separa el arte

de la historia

parece Las bio gr« fias y {a his

mayor aún, si consideramosque en toda ciencia en general, y teria. por tanto también en la historia, la intuición de la realidad empírica es algo secundário, o tan solo un medio para conseguir

el fin. Por esono deja de haber dificultades para admitir, con Windelband, que la diferencia entre ciencia natural e historia se determina diciendo que aquélla busca leyes y esta /ígz/ras.

Tal distinciónno acierta con la diferenciaesencial,desdee/ +

V la mezcla de lo artístico con lo histórico, como sé da en algu-

PZ/mfode p/s/a /óg/co. Si se tomase al pie de la letra, daria lugar a un concepto por lo menos horto es/ echo de la historia. Además,

nas exposicioneshistóricas, es igual a un retrato, del cual deben

desplazaría

considerasse entonces no solo las dualidades artísticas, sino también el parecido. La veTdadhis.

Nisto ria y arte

Va hemos dicho que está fuera de duda el fecho de que en muchas obras históricas se dan elas combinaciones del arte con la ciencia. La historia necesitaen algunas circunstancias, para exponer ]a individua[idad, excitar ]a fantasia, como medio de representar intuitivamente ]as ímágenes. Pera no menos fuera de toda duda está que no es lícito fundasseen ese fecho para llamar arte a la ciencia de la historia. Por muchasintuiciones índividuales que nos dé el historiador valiéndosede medias artísticos, siempre le separará del artista esta diferencia de principio;

que sus intuiciones

f/enen

gz/e ser siempre

/Hdíz.p/dz/d-

/es. Su exposición ha de ser, en todo caso, verdadera de /ac/o, y esta verdad histórica es precisamente la que la obra de arte

no toma en consideración.Major se dijera aún que el artista, dondequiera que expone realidades, está atado en cierto modo

el centro

de gravedad

de la historia,

como ç/ez2cía.

Es frecuentísimo que la historia no busque figuras, y si alguns

vezlo face, como sucedeen las biografias, no puede elmoservir de base para la inteligencia de su esencia /óg/ca. Es más: el peor

errar de interpretación que cabe cometer es creer que cuando se doce que la historia

procede por individualización

esta equi-

valea afirmar que la historia es una suma de biografias y tiene por fin el damos re/ra/os artisticamente concluídos. EI carácter c/enf///co de la historia hay que buscaria únicamente en el modo

como elabora sus comcep/os,que muchas veces son inintuiblés;

y solo desdeel punho de vista de la transformación de la intuición en concepto es como puede ser comprendida en su sentido lógico.

EIprincipio formal de la historia, el que la-face ciencia,no tie- E! pr ncipio dela ne, puas,nada que ver con los princípios de la forma artística, ni .ógicc historia. puedetampoco derivassejamás de la mera intuición. Por este motivo también, es necesariono usar sino con muchísima preÇIENCIA ÇVLTURAL Y ÇIENÇ{A NATURAL

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Ciência cultura!

y ciência natural

cauciónel término de «cienciade la realidad».EI antiguo dilema: o la historia presente /Hdzu/dela/idades,y entonces se Convierte en un ar/e, o es cíe cfa) pelo en tal caso ha de proceder geaera-

//zamdo,resulta completamentefalso. Antes de poder comentar aquella parte de su labor que guarda afinidad con el proceder del artista, en el modo ya indicado; antes de redes//rsus com. ceptos en general de intuiciones, para hacernos así revivible el pesado y acercarnoslo más posible a la realidad, tiene ]a historia que saber: primero, cz/á/es,de los innumerables Objetos de que consta ]a realidad, son !os que ha de presentarnos.v segundo, qué partesl de la innumerable multiplicidad de cada objeto singular, son para ella las esenc/a/es. Y para eito necesita [a historia,

como ]a ciencia natura], su al mesmotiempo algo acerca de la vigencia o validez del valor por el cual se made el progreso. Mas como la historia

no debe

inquirir la validez o vigencia de los valores, sino exclusivamente

tomar nota de que ciertos valores son de /ac/o válidos, resulta que lamas puede decidir si una serie de mutaciones es un progreso o un regreso. EI concepto de progreso pertenece, por lo tanto,

a la ///oso/ía

de la historia,

que inteí'preta

el «sentidos

del acontecer histórico, con respecto a los valores incorporados

en él y se propone e7Z/z/íc/ar el panadocomo valioso o coma enemigo de los valores. No estudiaremos aqui hasta qué punto sea posible, como ciência, una exposición filosófico-histórica de esta especie. La exposición histórica emPír/ca mantiénese pejos de tales juicios. Todo enjuiciamiento seria ,que hemos fundamentado sistematicamente, adquiere su derechohistórico, acomodado a la situación actual.

cia, etc-.; en suma: en cuanto que no se limitaba a ser un ente natural, sino que era también un #omórede cu/fura. Así, pues, estasignificación del término «ciencia del espíritu)>viene a parar,

en el fondo,a lo mesmoque entendemos nosotrospor ciencia cultural, y !a discusióntórnaseal fin terminológica.Y si en los círculos de los especialistas se conserva aún el término «ciencias de] espíritu)>, es porque en la palabra entre los que no colocanla psicologiacomo fundamentode las ciencias culturales, debe, pue$ su permanenciaexclusivamente a su am ó/güedad y, con esta, a una fundamental /a//a de c/arfdad.

determino

el concepto

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de . Esa fábula es como segue:«En un apartado íincón

orgulloso

y mendaz

de la no pudo ser sino el término de una

qpe todos nos esforzamos.por co.nservar y fomentar. Una descripción más detallada de la esencia de esta labor, que compete a la filosofia, excederíalos limites de este ensayo de una clasjficación de las ciencias empíricas. Solo el //m de esa labor tenha-

larga evolución de la ciencianatural y de la cienciacultural,

mos que hacer presente (i).

eito es, una parte de la historia

de ese