CEREBRO DE MUJER Y CEREBRO DE VARÓN 9788432136634

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CEREBRO DE MUJER Y CEREBRO DE VARÓN
 9788432136634

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CEREBRO DE MUJER Y CEREBRO DE VARON Natalia López Moratalla

TITUTO DE CIENCIAS PARA LA FAMILIA

Natalia López Moratalla

EDICIONES RIALP

© Copyright 2007, Natalia López Moratalla Instituto de Ciencias para la Familia. Universidad de Navarra. Ediciones Rialp, S. A. ISBN: 978-84-321-3663-4 Depósito legal: M. 46.763-2007 Fotocomposición: Gráficas Anzos, S. L. Impreso en Gráficas Anzos, S. L. - Fuenlabrada (Madrid) Printed in Spain - Impreso en Esparia

«No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.”

ÍNDICE

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PRESENTACIÓN

CAPÍTULO I GENES Y SEXO

I. LO QUE HACE SER MUJER O SER VARÓN 1. ¿Qué hace a un hombre ser varón o ser mujer? 2. ¿Qué hace humanos a las mujeres y a los varones? II. PRESUPUESTOS GENÉTICOS DE LA IDENTIDAD BIOLÓGICA

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XUADA

1. Identidad biológica femenina y masculina 1.1. Un genotipo simétrico o asimétrico respecto al par de cromosomas sexuales 1.2. La desigual contribución de los gametos de los dos progenitores a la construcción del organismo del hijo se basa en la asimetría de la impronta genética parental 1.3. Asimetría funcional de los gametos paterno y materno en la concepción 2. Los genes de la sexualidad, presentes en los cromosonas X e Y, permiten el desarrollo diferenciado de las gónadas específicas de la mujer y del varón 2.1. Efecto de algunas alteraciones genéticas y cromosómicas en la determinación sexual 3. El cromosoma X humano tiene una densidad excepcional de genes que son esenciales para el desarrollo normal del cerebro

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INDICE

3.1. Un gen del cromosoma X, específico para la construcción del cerebro humano, ha pasado al cromosoma Y en la evolución del hombre 4. La identidad biológica sexuada tiene fudamentalmente base genética 4.1. Genes y orientación sexual III. SIGNIFICADO NATURAL DE LA DIFERENCIACIÓN SEXUAL 1. La especificidad personal del varón y la mujer y la raíz de la igualdad 2. Aventurando una hipótesis, desde la biología, acerca de la aparición simultánea del primer «Él» y la primera «Ella» ... 3. Significado humano de la simultaneidad de origen

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CAPÍTULO II CEREBRO DE VARÓN Y CEREBRO DE MUJER. DOS HEMISFERIOS I. Dos FORMAS HUMANAS DE PENSAR Y DOS HEMISFERIOS EN TODO CEREBRO HUMANO 1. Dos mentalidades en cada hombre 2. Los dos hemisferios de todo hombre difieren en las tareas que tienen asignadas 3. Una inteligencia global y varios «tipos» de inteligencias en todo hombre 3.1. Cerebro ejecutivo y lóbulo frontal del hemisferio izquierdo 3.2. Cerebro contemplativo y activación del lóbulo temporal derecho 3.3. Cerebro emocional y estructuras del sistema límbico II. LAS DIFERENCIAS GENÉTICAS (XY O XX) GENERAN DIFERENCIAS EN EL CEREBRO DE VARÓN Y DE MUJER 1. Tres momentos de modulación de la expresión diferencial de genes durante la construcción del cerebro según el sexo 1.1. En la etapa prenatal se genera la estructura dimórfica general 1.2. En los primeros arios de vida se produce un «bario» del cerebro en hormonas sexuales 1.3. En la pubertad se producen grandes cambios hormonales que reafirman un cableado cerebral lineal en el varón y cíclico en la mujer 2. Existen diferencias anatómicas en el cerebro de varones y mujeres

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ÍNDICE

3. El cerebro femenino tiene más simetría funcional, mientras que el masculino es más asimétrico III. DIFERENCIAS ESPECÍFICAS DEL CEREBRO DE VARÓN Y DE MUJER.. 1. Metodología para el análisis de los estados mentales 2. Diferente habilidad de varones y mujeres para diversas tareas 2.1. Para las tareas visuoespaciales los varones tienen mayor habilidad 2.2. Las mujeres tienen mayor fluidez verbal que los varones 2.3. Otras habilidades con diferencia según sexo 3. Diferencias específicas en el procesamiento de las emociones 3.1. Las mujeres son más vulnerables a situaciones de conflicto interpersonal 3.2. Las mujeres tienen más capacidad de percibir los componentes emotivos 3.3. La memoria emocional es más intensa en las mujeres 3.4. El sentido del humor de las mujeres es más emotivo . IV. INTELIGENCIA SOCIAL Y ALGUNAS ALTERACIONES DE LAS ESTRUCTURAS CEREBRALES 1. El autismo, un cerebro masculino extremo 2. Desórdenes del lenguaje ligados al desarrollo (DLD) 3. Síndrome de Turner V. SIGNIFICADO HUMANO DE LA DIFERENCIA DE LAS ESTRATEGIAS ESPECÍFICAS

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CAPÍTULO III EL CEREBRO Y LOS AFECTOS LIGADOS A LA TRANSMISIÓN DE LA VIDA I. NEUROLOGÍA DE LOS AFECTOS VINCULADOS A LA PROCREACIÓN 1. Áreas cerebrales implicadas en los vínculos afectivos 1.1. Corteza cingulada II. CEREBRO MATERNAL 1. Al compás de la oxitocina 2. Áreas cerebrales activadas y áreas desactivadas III. CEREBRO ENAMORADO DEL VARÓN Y DE LA MUJER 1. Áreas cerebrales activadas y áreas desactivadas 2. Diferencias en el varón y la mujer

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INDICE

IV. DIMORFISMO DEL CEREBRO SEXUAL 1. Las áreas cerebrales del hipotálamo que procesan la conducta sexual son diferentes en el varón y la mujer 1.1. Regulación hormonal del dimorfismo sexual 2. Los hombres carecen del tipo de desencadenantes sexuales de los animales 2.1. En los roedores existe un dimorfismo del órgano vomeronasal y del sistema olfativo 2.2. Dimorfismo sexual en el sistema olfativo 3. Diferencias, según sexo, en la evaluación emocional de los estímulos sensoriales: la amígdala V. CEREBRO EMPAREJADO 1. Diferencias según el sexo de la predisposición a elegir el tipo de «pareja ideal»

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EPÍLOGO

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PRESENTACIÓN

La ciencia actual parece haber encontrado una explicación racional a casi todo lo que sucede. Y, sin embargo, se siguen buscando respuestas convincentes a cuestiones como ésta: si el dimorfismo sexual varón-mujer alcanza a las estructuras neuronales. Esto es, si existe o no un cerebro de varón y un cerebro de mujer, y por ende, si existen dos modos de percibir la realidad y habitar el mundo, más allá de las diferencias obvias de la paternidad y la maternidad en la transmisión de la vida. Más reiteradamente debatido aún es si el dimorfismo cerebral es genético, o, por el contrario, es ambiental, o cultural, o, incluso, opcional. Ciertamente, nadie discute que haya diferencias, pero no existen muchas explicaciones acerca de cómo se relacionan y armonizan los diversos niveles (genes, hormonas, ambiente, cultura) en que se manifiestan. La llamada ideología del género propugna una profunda brecha antropológica entre la naturaleza biológica del hombre y su conducta. Desde esta perspectiva la palabra sexo describiría sólo las diferencias biológicas entre varones y mujeres; mientras que el término gramatical género se debería aplicar a la descripción del distinto comportamiento de los seres humanos en la sociedad, según las condiciones de educación, cultura, familia, etc. El discurso sexo-genero parece querer cambiar definitivamente, y desde luego está haciendo que se tambalee, la forma de pensar acerca de nosotros mismos. La raíz de no encontrar explicación convincente a la dimensión sexuada de todo hombre, es la misma raíz que, una vez arrancada, deja sin respuesta a la razón y al sentido humano del deseo de felicidad, del ansia de conocer, al porqué de la necesidad de la belleza, a la capacidad de amar y hasta a la experiencia misma personal y universal de

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la propia realización y de la propia frustración en el actuar de cada día. Ser mujer, o ser varón, remite ineludiblemente al misterio del hombre. Misterio en su sentido nato, es decir, que lo que se manifiesta y aparece, el cuerpo y especialmente el cerebro, esconden una realidad profunda de la que son signo. El dimorfismo sexual del cerebro es un hecho. Es evidente que hay tareas que resuelven por término medio mejor las mujeres y otras los varones. Y esto universalmente y desde que el hombre es hombre. De igual forma, nadie parece poner en duda que hay trabajos que los hombres realizan con más facilidad que las mujeres. En este mismo sentido, puede afirmarse que difieren en sus preferencias y en la manera de conducirse, incluso a edades en las que los estereotipos, o factores educativos, tienen aún escasa relevancia. Por ello, tratamos aquí de entender, con los datos de las neurociencias actuales, cuáles son las diferencias funcionales de los cerebros del varón y de la mujer, las estrategias específicas, y qué sentido tienen esos caminos cognitivos que emplean el cerebro femenino y el masculino; por qué son diferentes y para qué lo son. Es obvio que existe una base biológica, un presupuesto genético, que subyace a la existencia de dos tipos de cerebros humanos. Ahora bien, ¿son dos tipos diferentes de la misma o parecida forma a como se dan dos tipos de caracteres corporales secundarios masculinos, o femeninos? No cabe duda de que las diferencias, según el sexo, en la construcción del cuerpo de la mujer y del cuerpo del varón, durante el desarrollo embrionario y la vida postnatal, surgen de la acción diferencial de los genes codificados en los cromosomas sexuales, XX o XY. Pero tampoco cabe duda, apoyándonos con certeza en los datos de la Nueva Biología acerca de la construcción del organismo, de que el determinismo con que aparecen las gónadas y los caracteres sexuales secundarios, según el sexo genético, no rige de igual forma en la construcción del cerebro. No de igual forma, ¿pero cómo rige? La Biología actual conoce bien que genes y medio, no sólo genes ni sólo medio, trazan la trayectoria temporal de la constitución de un viviente y de la construcción de su organismo. La información genética heredada por cada uno se enriquece y amplía de una forma regulada y armonizada por las señales moleculares que surgen con el proceso mismo. Es una información nueva, que emerge con el proceso de la vida y su desarrollo, a la que se denomina información epigenética. Con la constitución de cada organismo se genera una trayectoria vital y unitaria en la que ese individuo mantiene su identidad biológica, su genotipo —material genético heredado de los progenitores—, y cambia de fenotipo —características estructurales y funcionales—, de forma continua, con el paso del tiempo de vida.

PRESENTACIÓN

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La vida es un cambio permanente, una continua actualización de potencialidades. En cada momento de la trayectoria vital aparecen, se ponen en acto, las capacidades propias y definitorias de esa etapa de la vida. La unidad vital de la trayectoria de cada hombre exige que cada órgano, dependiendo de la función que realiza en la vida del todo, aparezca y madure en un momento concreto. El corazón tiene su ventana de tiempo para hacerse, otra ventana para hacerse el hígado, los riñones, o los ojos. Y la lógica vital de esa trayectoria unitaria, que es la vida de cada uno, ha diseñado para el cerebro varias ventanas amplias de tiempo; al menos tres. Y por si fuera poco, el cerebro humano goza de una enorme plasticidad a lo largo de la vida. En efecto, el cerebro es, de suyo, un órgano maleable e inacabado al nacer, y a lo largo de la vida continúa teniendo esa plasticidad, a diferencia de los demás órganos, o tejidos, que integran el cuerpo'. Durante el desarrollo fetal, la primera ventana de tiempo, se establece un esbozo inmaduro en el que está incoado el diseño del adulto. Los genes están representados en las células del cerebro de forma diferente, porque no es igual el contenido informativo genético de dos cromosomas X que de un par XY. Desde estas primeras etapas de la vida las hormonas sexuales, propias y específicas de cada sexo, al enviar sus seriales a los genes dejan en el cerebro del embrión impronta de varón o de mujer. Es decir, la llegada de las hormonas a las neuronas induce la feminización o masculinización correspondiente del cerebro. En efecto, las hormonas sexuales, diferentes en su concentración en el cerebro de hombres y mujeres, desde temprana edad realizan una impregnación sexual del cerebro. Pueden modificar la anatomía cerebral promoviendo la supervivencia de las neuronas en unas áreas y facilitando la desaparición de las células en otras áreas. De esta forma predisponen estilos específicos propios de conducirse, pero no del modo a como se determina la identidad biológica sexuada. La diferencia en la concentración de las hormonas parece ser la base molecular de las pequeñas, pero significativas, diferencias anatómicas del cerebro de los varones y las mujeres, sobre el cableado inicial, innato. Sin embargo, para que llegue a alcanzarse la madurez cerebral, tanto si se trata del cerebro de un varón como del de una mujer, han de establecerse entre las neuronas miles de millones de conexiones. Y para llevar a término este proceso lo decisivo es la actividad neuronal personal. Es decir, sobre una predisposición natural, diferente en ambos sexos, es la vida ' Cfr., por ejemplo, MEANEY, M. J., y SZYF, M. (2005), «Maternal cate as a model for experience-dependent chromatin plasticity?», Trends in Neurosciences, 28, pp. 456-463.

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personal lo que configura un cerebro armónico, o no; y con una impronta femenina o masculina que se manifiesta en la manera de configurar las relaciones personales, de reaccionar, y en definitiva de mirar al mundo. Cada persona, varón o mujer, es titular de un cuerpo que tiene un cerebro nunca acabado, siempre en activo. Y porque el cerebro humano es como es, puede de hecho ser el substrato biológico para las manifestaciones propiamente humanas de la persona, varón o mujer, que es el titular del cuerpo, regido y armonizado por ese cerebro «suyo». Como todo presupuesto es algo necesario, pero no causa suficiente del vivir humano. La configuración nativa del cerebro de cada uno está dada. Sin embargo, los estilos de vida están gobernados por ese cerebro elaborado con la vida propia, a golpe de decisiones libres. Más aún, de todo el conjunto del cerebro, configurado por la dotación genética propia y conformado por la vida, emerge la mente de cada uno. No obstante, y esto es crucial, nada de lo que emerge en ella es determinante para ninguna persona, ya que por serlo, puede libremente aceptar o rechazar, inhibir o potenciar los estados mentales, los impulsos y tendencias. Y más aún, los actos libres los ejercerá cada uno, con mayor o menor agilidad y autodominio, según sus hábitos y virtudes personales, que dejan huella en el funcionamiento de los circuitos neuronales. Así es como cada ser humano, por ser humano, se libera de las ligaduras que atan fuertemente al animal a los dictados de la biología. Porque el cerebro del animal es como es, queda atado durante toda su vida a los códigos de comportamiento, iguales para todos sus congéneres, que permiten la supervivencia del individuo y el mantenimiento de la especie. Necesariamente atado a los dictados de las emociones que alertan de la necesidad biológica, porque así se procesan sus emociones en el cerebro. Nuestros códigos neuronales hunden sus raíces en esos patrones naturales de procesar información de los animales. Pero cada hombre está liberado del encierro en el espacio vital del nicho ecológico, del presente sin pasado ni futuro, y de poder percibir solamente aquello que tiene al alcance de los sentidos. Todo hombre, por el hecho de serlo, es necesariamente libre. La vida humana es tarea, porque la conducta personal no le viene a ninguna persona determinada por los automatismos que rigen el comportamiento animal. Si esto le ocurre al hombre es porque el cerebro humano es como es, y es, además, del modo como se lo ha labrado cada uno con la propia vida, con sus relaciones personales y con sus decisiones. Es cada persona, por ser libre, quién afloja las ataduras del determinismo biológico. Porque el cerebro humano es como es, es el presupuesto necesario para que el hombre, la persona humana, sea capaz de pasar de los dictados de la biología a sus propios dictados personales.

PRESENTACIÓN

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Aflojar las ataduras no es una metáfora ni un término poético: el flujo de información que procesan los circuitos neuronales se regula mediante un proceso fisiológico de frenado de la excitación neuronal. Es ese «párate y piensa» que tantas veces nos decimos a nosotros mismos y nos repiten los demás. El presupuesto biológico de la inteligencia humana no es una mera organización cerebral mucho más rica y compleja que la del cerebro animal. La inteligencia humana, tiene como base biológica la indeterminación de los circuitos neuronales; una indeterminación que es intrínseca a la dinámica funcional del cerebro y que consiste en una regulación de su funcionamiento mediante frenado de los procesos neuronales2. En cuanto que el intelecto humano detiene, frena, o inhibe lo psíquico o mental, no queda determinado por lo fisiológico. Podemos pensar en un martillo y conocer su función sin tenerlo delante, sin verlo. Podemos recordar el martillo que había en la caja de herramientas del abuelo, o el que nos compraron en la feria, de caramelo de fresa. Es decir porque no estamos atados a tenerlo delante, podemos abstraer el concepto «martillo» y así tenemos para él un espacio lingüístico en nuestro cerebro. El hombre afloja las ataduras que encierran al animal al fin de vivir y transmitir la vida. Abre espacios a un vivir que es empresa moral, arte y cultura. Cada persona, por serlo, puede elevar los procesos propios de los animales de supervivencia individual y de reproducción en función de la perpetuación de la especie, y convertirlos en capacidad de conocer y amar, y en capacidad de relación interpersonal. Si esto ocurre, es porque el cerebro humano es así. Y si es posible por la peculiar estructura del cerebro humano, nos invita a pensar qué profundo sentido humano puede tener el hecho de que la organización estructural y funcional del cerebro del varón y del cerebro de la mujer sean diferentes. Este escrito quiere dar respuesta a esas preguntas. Para ello, tiene como punto de partida la perspectiva de la construcción del cerebro desde la dotación genética propia del varón y de la mujer, hundiendo las raíces en los presupuestos biológicos de las funciones básicas del cerebro que permiten la forma de vida de las de las especies animales. Sin embargo, el punto de mira no queda confinado en una biologización del hombre. Esa es la perspectiva de la corriente de pensamiento de la «neuroética», que, como definiera en el ario 2005 Michel Gazzaniga3, es el «examen de cómo queremos manejar los temas sociales de la enfermedad, la normalidad, la Las neuciencias dan buena cuenta de la regulación del flujo de los circuitos neuronales, mediante la acción de los neurotransmisores inhibidores. 3 GAZZANIGA, M. S. (2005), The Ethical Brain, Dana Press, New York. Citado por MORA, E (2007), Neuro-cultura, Alianza Editorial, S. A., Madrid.

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mortalidad, los estilos de vida y la filosofía de la vida acorde a nuestro conocimiento de cómo funciona el cerebro y con ello poder ayudar a mejor definir propiamente lo que significa ser humano y cómo podemos y debemos interaccionar socialmente. Es un esfuerzo de cómo alcanzar una filosofía de la vida basada en el cerebro». Puede resultar presuntuoso que una filosofía de la vida y para conducir la vida, se alcance desde el conocimiento del cerebro. Basta que haya existido Platón para vernos obligados a afirmaciones más matizadas. Sin embargo, sí se puede afirmar que el examen de los datos que aportan las ciencias son pistas clave, y actualmente imprescindibles, para una más profunda comprensión de cómo las facultades específicamente humanas —inteligencia, memoria temporal, libre voluntad, sentido de la trascendencia, etc.— tienen como presupuesto natural un cerebro humano. El intelecto y la voluntad no emergen del cerebro, sino que son las ventanas por las que se manifiesta la libertad, la liberación del encierro, que hace a todo hombre y a toda mujer capaz de ser dueño de sí mismo, construyendo o frustrando, con su buen o mal hacer, el propio destino. La biología humana, y la neurociencia, ponen de manifiesto la presencia de una potencia real, distinta de la fuerza de la vida, involucrada en el origen de cada ser humano. Ponen de manifiesto la existencia de un plus, que es de cada hombre; un plus que le hace a cada uno capaz de decidir y decidirse. Por eso, los conocimientos que se adquieren desde estas perspectivas pueden alimentar una antropología que integre todos los conocimientos que aporta la interdisciplinariedad. ¿Cómo se compone ese plus humano con una herencia genética femenina o masculina, para hacer un cuerpo humano, con su cerebro, de mujer o de varón? La respuesta exige tratar conjuntamente aquello del cerebro que manifiesta la igualdad esencial propia de ser hombre, con lo que manifiesta la diferencia específica de la condición sexuada. Ese es el intento de este breve libro.

CAPÍTULO 1

GENES Y SEXO

I. LO QUE HACE SER MUJER O SER VARÓN 1. ¿QuÉ HACE A UN

HOMBRE SER VARÓN O SER MUJER?

Este es uno de esos interrogantes que no se apagan, sin más, con la constatación del hecho innegable de que existe un dimorfismo sexual corporal, que hunde sus raíces en el proceso evolutivo casi desde los comienzos mismos de la vida, hace varios miles de millones de arios. Tampoco es suficiente decir que en la vida biológica el dimorfismo sexual, ser macho o ser hembra, está en función de la transmisión de la vida y de conseguir una variabilidad biológica, que es riqueza. Ciertamente, la reproducción animal está en función de la supervivencia de la especie a través de un mecanismo bien conocido: la fuerza de la selección natural. Los individuos mejor adaptados al entorno en que vive una población, porque poseen unos rasgos concretos entre la variedad de los que constituyen esa población, son seleccionados en tanto que viven más tiempo y dejan una mayor descendencia. De esta forma se asegura la transmisión de los caracteres óptimos y por tanto la perpetuación de la especie. Pero, todo esto no dice mucho acerca de si la sexualidad humana es una mera consecuencia de ser mamífero o, por el contrario, es una manifestación de la estructura profunda de cada persona, del carácter personal de todo cuerpo humano. Es decir si ser varón o ser mujer tiene un significado personal específico y propio. Más aún, las ciencias de la vida adolecen de un sesgo llamativo, aunque pacíficamente aceptado. Cuando se quiere investigar un proceso funcional —de cualquier sistema, metabólico, endocrino, inmunológico, vascu-

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lar, etc.— común para todos los individuos de una especie, se utiliza siempre el animal de laboratorio macho. Me sorprendió, cuando inicié el trabajo de experimentación que me conduciría a la obtención del doctorado, que en los experimentos era preciso usar solamente ratas machos. Se trataba de obtener datos de las regularidades y las hembras dan muchos problemas en el laboratorio con sus ciclos vitales. Las hembras sólo se utilizaban para estudios de reproducción y para que los estudiantes en prácticas se familiarizaran con el aislamiento de sus órganos, células, mitocondrias o moléculas. Podía dar la impresión de que las hembras eran más o menos un macho muy irregular. ¿No significan algo esas irregularidades? La eterna alternativa acerca de cuánto, o en qué medida, nos hacen humanos los genes heredados, el ambiente físico de la gestación y, más adelante, el ambiente cultural, la educación, las relaciones interpersonales, las decisiones propias, y en definitiva la forma de vida, ha ido recibiendo en los últimos decenios valiosos datos de la biología del desarrollo humano, de la psicología evolutiva, etc. En cierta medida han aportado conocimientos acerca de aspectos de esencial interés: la constitución y desarrollo del cuerpo del varón y del cuerpo de la mujer son procesos temporales específicos, dirigidos por los genes de la masculinidad y la feminidad, que marcan tiempos y especialmente ritmos tan diferentes como el lineal y el cíclico. Pero los datos, abundantes y válidos, reclaman una síntesis que facilite su entendimiento. Un tratamiento diferencial de la corporalidad sexuada humana, como todo lo corporal humano, no consiste solamente en el estudio de la masculinidad o la feminidad en sus determinaciones materiales morfológicas, hormonales, genéticas, o cromosómicas, sino que necesariamente ha de incluir el aspecto propiamente humano, puesto que el cuerpo de cada hombre es siempre un cuerpo humano con un titular personal al que manifiesta. Y, por tanto, por tratarse de personas, un estudio biológico es difícilmente separable de un análisis antropológico. En el cuerpo de cada individuo, el cerebro, órgano ciertamente complejo, funciona básicamente para mantener al individuo vivo y en constante contacto con el medio que le rodea. El cerebro no es independiente del cuerpo, sino que cada viviente humano interactúa con el mundo a través del cuerpo que está «representado» en el cerebro, constantemente en activo. Cuerpo humano y mente humana no están separados; y cuerpo y cerebro tienen algo que decir acerca del hombre. El cerebro no sólo tiene receptores a través de los cuales puede recibir información del mundo exterior, sino que también los tiene para recibir información del pro-

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pio cuerpo, del mundo interior. Son antenas que captan y transmiten a los operadores que procesan y evalúan los datos. Los sueños y ensueños representan una realidad interna a la que no se tiene acceso conscientemente, pero que no por ello dejan de influir sobre uno mismo y hasta nos permiten la creatividad. Si un hombre puede desarrollar la mente analítica en equilibrio con la mente contemplativa, y otro hombre tal vez desarrolla la mente analítica y se cierra el acceso a las estructuras en las que se asientan la experiencia de la trascendencia, de lo unitario, etc., es porque el cuerpo humano, el cerebro, está hecho de tal forma que esto pueda suceder. En los últimos arios las neurociencias han venido a rellenar una importante laguna acerca de qué es lo que hace a un ser humano ser varón o ser mujer. Desde hace un par de decenios sabemos que la estructura general del cerebro, las dimensiones relativas de sus diversas áreas permiten saber si pertenece a un varón o a una mujer. Y sólo recientemente hemos empezado a conocer que hay dos modos, uno masculino y otro femenino, de procesar la información. Un diferente cableado asegura los circuitos neuronales propios de un cerebro de varón y los de un cerebro de mujer. El cerebro humano no es unisexo, ni anatómica, ni funcionalmente. Tampoco el cerebro humano es igual para todos los varones y todas las mujeres. Se nace con unos códigos universales y comunes a todos los seres humanos. Grandes autopistas con entradas y salidas, y cruces de carreteras, que juntan y sueldan módulos con funciones dispares. No tiene un punto de partida y un final como tendría cualquier madeja por compleja que fuese. Ahora bien, por ese cableado corre un flujo de información fluido que transcurre a ritmos diferentes por unos circuitos u otros, en un momento o en otro. Un flujo nunca estático, con excitaciones que aceleran y frenados voluntarios, y capaz de conectar en el tiempo la actividad de diversos módulos con una descarga sincronizada, de tal forma que permite captar el sentido de nuestra propia unidad individual. Esto nos hace ser conscientes de que existimos. Las autopistas, con entradas y salidas y cruces, que juntan y sueldan los módulos humanos con sus funciones propias, se trazan con la información genética heredada, que es necesariamente, diversa para el varón y la mujer. Las funciones humanas —capacidad de abstraer, de anticiparse, capacidad de memoria y de lenguaje, de emociones y sentimientos, etc.— son de todos y cada uno de los seres humanos. Distintos cada uno, e iguales en cuanto seres humanos, y por tanto con derecho a ser iguales ante la ley. Pero el trazado del cableado, el trazado de las autopistas, es de un modo o de otro. Es masculino, o es femenino. Las grandes autopistas que funcionan en dos direcciones —de abajo/arriba, o de dentro/hacia

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fuera, y de arriba/abajo, o de fuera/a dentro— tienen trazados específicos, según el sexo biológico. Después de nacer, la vida personal de cada uno hace caminos al andar. Se ensanchan veredas o se dejan cubrir de maleza, a base de usar poco lo que iba camino de convertirse en gran autovía. Se encuentran atajos en los circuitos de ida o en los de vuelta, o se enredan laberintos y se generan callejones sin salida. Cada uno, varón o mujer, traza al detalle, el complejo mapa de redes de comunicación secundarias propias por las que fluye la información y la respuesta, la ida y la vuelta, de las grandes autopistas. Con cerebro de varón o con cerebro de mujer, como con todo lo humano, se nace. Y ocurre, como con todo lo humano, que se hace. En definitiva, el desarrollo del cerebro tiene que ver con la información genética, con la información que se va produciendo con el desarrollo corporal, con las seriales que recibe del entorno familiar y cultural una vez nacido, y en definitiva, con la biografía personal. Por ello, los procesos psíquicos inmateriales, lo que podemos denominar como mente, emergen de la estructura funcional del cerebro labrado por la vida de cada uno sobre el diverso cableado innato que es específico de los varones y las mujeres. El sentido biológico del dimorfismo sexual, que obviamente está en función de la transmisión de la vida, no agota el profundo significado de la condición sexuada de la persona.

2. ¿QuÉ HACE HUMANOS A LAS MUJERES Y A LOS VARONES? Toda persona dispone en propiedad de la naturaleza humana común a todos los hombres. Cada uno posee un plus que potencia la vida biológica convirtiéndola en tarea personal, precisamente porque el cuerpo humano está, de suyo, liberado del encierro en el mero fin biológico. Todo cuerpo humano de mujer o de varón es personal, no meramente animal, y manifiesta a la persona. La dimensión corporal, abierta y relacional, que es precisamente el elemento constitutivo de la personalidad humana, es signo de la presencia de la persona, pero de ninguna forma es su causa. O dicho de otra forma, la libertad que capacita a cada uno para marcarse sus propios fines y decidirse, procede de la persona y no del cerebro. Un ser personal que tiene la vida como tarea; una tarea propia, que se manifiesta, en cierto sentido, en sus tendencia naturales. La antropología da buena cuenta de que lo específico del cuerpo humano, que le diferencia del resto de los organismos, es la capacidad de es-

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tar abierto y la capacidad de relación con lo demás y los demás. Apertura en dos direcciones: hacia su interior —a la intimidad—, en primer lugar, de tal forma que el cuerpo de cada persona es un organismo, que expresa en gestos humanos al personaje titular. Y, precisamente porque está abierto hacia dentro, puede relacionarse libremente —desde lo más hondo del ser— hacia fuera: hacia el mundo natural, hacia los demás hombres y hacia Dios. En efecto, cada hombre posee un plus de realidad, que le hace capaz de aflojar las ataduras que ligan al animal a los genes y le encierran en los ciclos biológicos de la especialización biológica. No está el ser humano encerrado en un nicho ecológico. Por el contrario, tiene «mundo», en tanto que se relaciona con los demás y se hace cargo de la realidad en sí misma, objetivamente, y no sólo de modo subjetivo en función de su situación biológica. Con el cuerpo, la persona habita el mundo. El cuerpo es el punto de engarce entre la libertad personal y el mundo, porque el cuerpo es el ámbito que permite manifestar la libertad en el encuentro singular de la persona con el mundo que le rodea. La apertura y la capacidad de relación de la persona tienen en el varón y la mujer su dirección propia. Y puesto que el cuerpo del varón y de la mujer difieren, también difiere el modo de apertura de cada uno de ellos. Hay un modo de funcionar del cerebro de la mujer que aporta una mente femenina y un modo de funcionar el cerebro del varón que proporciona una mente masculina. La tarea de habitar el mundo y dominarlo, de procrear, y en definitiva de humanizar las relaciones interpersonales es una «co-tarea». En ella varón y mujer tienen sus tramos propios de acción, en la medida en que por poseer diferente corporalidad pueda estar mejor dotado cada uno de los sexos. La determinación sexual es una dimensión humana, porque la transmisión de la vida humana no es mera reproducción. En efecto, a diferencia de los demás seres, los humanos no reproducen íntegramente su propia naturaleza en nuevos ejemplares de su especie. Existe una coincidencia natural y universal entre el gesto humano específico que expresa corporalmente el amor pleno entre un varón y una mujer, y el gesto de engendrar, que los hace potencialmente fecundos. La unión corporal es, a la vez, unión de personas y lugar de procreación. No es cuestión de educación ni de cultura. Lo que ofrece la naturaleza como propio es que sean los cuerpos personales los que engendran el hijo. Para conocer el sentido estrictamente humano de la capacidad sexual de las personas, es necesario aprovechar al máximo la fuerza significativa que está inscrita en los procesos específicos de la transmisión de la vida. La vida no se transmite ni en solitario, ni con «lo igual»: sólo la comple-

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mentariedad surgida de la diferencia sexual comporta fecundidad. El dimorfismo sexual entre los mamíferos no significa más que aportar las condiciones de posibilidad de unos procesos —encuentro y fecundación de los gametos— por los que se transmite la vida; reproducción que en los animales está en función exclusivamente del mantenimiento de la especie y, de suyo y siempre, pautados por el automatismo del instinto sexual. Ahora bien, si un varón y una mujer, en tanto que varón y mujer, pueden concebir un hijo al expresar la plenitud de su amor —al donarse mutuamente y mutuamente recibirse—, es porque el cuerpo del varón y el cuerpo de la mujer están hechos de tal manera que esto pueda suceder. Más aún, si un varón puede ser padre sin saberlo, ni llegar nunca a saberlo; y si una mujer puede ser madre, y, por serlo, le da al hijo dentro de su seno un acabado humanizado con su propia impronta, es porque el cuerpo del varón y el cuerpo de la mujer están hechos de tal manera que esto pueda suceder. Es decir, la capacidad de transmitir vida humana supone diversidad de las aportaciones que dan origen al hijo al engendrarle, y posteriormente en su vida. Porque la persona es sexuada tiene necesariamente una relación filial, originante y originaria, con un padre y una madre; y puede tener hermanos y tíos y abuelos. Porque la persona es sexuada puede ser padre o madre. Y cada persona, desde la relación pluripersonal familiar, porque está naturalmente abierta a relaciones personales, se puede abrir al mundo humano. Esto es, la determinación sexual es, además, una característica de la persona singular. En resumen, si el cuerpo humano es signo de la persona, y el cuerpo de cada varón y de cada mujer son igualmente humanos, pero al mismo tiempo difieren en su propio significado biológico —en cuanto a la relación de cada uno con la transmisión de la vida—, se puede analizar desde esta perspectiva qué significa la corporalidad especifica acerca de la persona varón y de la persona mujer. Desde este ángulo se estudian las dos determinaciones sexuales, la masculinidad y la feminidad, en su relación mutua en cuanto complementarios en la transmisión de la vida humana; es decir, en la que los dos polos, en cuanto complementarios, son, en cierto sentido, simétricos. Pero no basta, ya que desde el ángulo de la procreación no se atiende directamente a lo singular del carácter específico del varón y la mujer, a lo propiamente asimétrico. Se trata, por tanto, de atender además a la perspectiva del origen, del significado de la forma en que aparece en la Tierra el cuerpo de la primera mujer y cuerpo del primer varón. ¿Pueden las ciencias experimentales aportar algo acerca del origen de la humanidad? La respuesta es afirmativa, en tanto que la biología puede actualmente

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aportar datos acerca del origen del material genético humano. Obviamente, corresponde a otras formas de conocimiento esclarecer el significado profundo de lo que la ciencia aporta ahora, y pueda seguir aportando, sobre el modo en que aparecen varón y mujer. Desde la confluencia de disciplinas, se tratará aquí de alcanzar algo más acerca del sentido humano de la corporalidad femenina y de la masculina, en sí mismas, en su origen, iguales y diferentes.

II. PRESUPUESTOS GENÉTICOS DE LA IDENTIDAD BIOLÓGICA SEXUADA 1. IDENTIDAD BIOLÓGICA FEMENINA Y MASCULINA 1.1. Un genotipo simétrico o asimétrico respecto al par de cromosomas sexuales Todo individuo se constituye desde un material de partida, que es un material informativo: el DNA que constituye los cromosomas que cada uno hereda de sus progenitores y que puede transmitir a sus posibles descendientes. Lo que se transmite por generación es una información, un mensaje genético, o secuencia de los cuatro elementos de las hebras del DNA. Los progenitores aportan el sustrato material de ese mensaje genético; cada uno de ellos una mitad de sus cromosomas, que juntas, constituyen una versión completa del patrimonio genético del nuevo individuo. Ese patrimonio, o genoma, es el sustrato material de su identidad biológica. El significado biológico del mensaje genético del genoma es informar la construcción del organismo, permitiendo la aparición de tejidos y órganos de los que emergen las funciones biológicas que le corresponden en cada etapa de su vida. Ese material heredado de los progenitores describe al individuo, puesto que le aporta la identidad biológica —propia de la especie, propia del sexo, y propia de ese individuo concreto—. Esa identidad la mantiene a lo largo de su existencia, a pesar de los cambios de sus caracteres y rasgos —es decir, el fenotipo—, que conlleva el paso de las diversas etapas de la vida. La identidad biológica, también para los hombres, es sexuada desde la concepción: cada uno recibe como herencia el cromosoma X de la madre y del padre otro X, y entonces es mujer, o un cromosoma Y, y es varón. Tiene necesariamente un genotipo masculino o femenino desde la concepción y, con tal dotación genética heredada, se inicia la expresión de los genes; es decir, se manifiesta sucesivamente la información genéti-‹ ,

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ca contenida en cada gen como secuencia de nucleótidos de su genoma. Con la activación del nuevo genoma, en el proceso de fecundación se genera una nueva vida, una trayectoria vital unitaria. La trayectoria vital no se hereda, sino que se genera en la concepción de cada individuo. La fecundación fusiona el material genético de los gametos de los progenitores en un proceso en que ambos gametos se reconocen y activan mutuamente. De esta forma, al terminar las sucesivas etapas de la fecundación y concebirse el nuevo individuo, el soporte material está en una situación diferente de la que tenía en los gametos de los progenitores. Además el contenido del citoplasma de la célula producida en la fecundación —tales como proteínas de la membrana, seriales moleculares del tipo iones, organización de los filamentos intracelulares, etc.— es diferente al que tenía el gameto femenino antes de ser fecundado. El nuevo estado del DNA supone la aparición de nueva información con una característica importante: le capacita al viviente para iniciar la expresión del mensaje contenido en los genes, de manera regulada por las seriales intracelulares creadas en la fecundación. El nuevo individuo, en este estado unicelular totipotente desde el que se puede construir el organismo pluricelular completo, se denomina cigoto. Es decir, la fecundación, al activar el inicio del programa, da lugar al comienzo de la vida de ese individuo concreto, macho o hembra. O dicho de otra forma, el cigoto es el cuerpo de un individuo macho o hembra en la etapa de «arranque» de su trayectoria vital. La construcción del organismo supone la sucesión ordenada de los mensajes de los diferentes genes; una regulación ordenada, unitaria, armónica y coordinada de la expresión de los genes, en el espacio corporal y en el tiempo de la existencia. Esta regulación armónica y unitaria de la expresión de los genes, va dando lugar a la sucesión de los diferentes fenotipos (caracteres funcionales) del individuo a lo largo del tiempo: embrionario, fetal, nacido, joven, maduro y anciano. El mismo individuo, macho o hembra, con su identidad biológica inamovible, va pasando por las diversas etapas de su trayectoria vital debido a dos cosas. En primer lugar, al estado de organización estructural de su genoma, que se produce sin modificación alguna de la secuencia de nucleótidos. Y, a su vez, a que las seriales, que regulan la expresión de los genes, cambian en cada etapa en el espacio corporal y en el tiempo. De esta forma se genera una trayectoria que va retroalimentando el contenido informativo etapa a etapa desde el estado de cigoto hasta la muerte. Un cuerpo de varón o de mujer es, pues, la traducción de un mensaje genético con la específica identidad biológica humana masculina o femenina. El cigoto humano es un cuerpo humano, cuya constitución se

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debe necesariamente a la eficiencia de los mecanismos bioquímicos de la fecundación de los gametos de los padres. Ahora bien ¿esa eficiencia es suficiente para la génesis de un ser humano? Obviamente es necesaria, pero no suficiente. En efecto, como ya se ha mencionado, la biología muestra el plus de complejidad de cada cuerpo humano, que permite a la persona estar abierta a más posibilidades que las que la mera biología ofrece, convirtiendo su vida en su biografía. La ciencia biológica, al dar razón de la construcción de un cuerpo humano que es inespecializado e indeterminado en su funcionamiento, aporta un conocimiento de gran riqueza: la trayectoria unitaria de cada hombre está intrínsecamente potenciada por la capacidad de relación personal que posee cada persona, sin diferencia alguna por el sexo. Una potenciación que para ninguna persona supone tener dos vidas, una biológica y otra personal, sino que el dinamismo de la apertura refuerza el dinamismo propio de lo biológico. Por esta razón, cada hombre tiene sólo una vida que es inseparablemente biológica y biográfica: puede liberarse del encierro que conlleva el dinamismo propio de la vida del animal. O dicho de otra forma, ese elemento nuevo de cada ser humano, la apertura, la capacidad de relación, no es simplemente más información genética, sino potenciación de la dinámica vital. El inequívoco mensaje de la ciencia es ese: un cuerpo humano con fenotipo femenino o masculino es signo de la presencia de una persona mujer o varón. La biología aporta que ser varón o mujer viene dado, en primer lugar, al nivel cromosómico. El varón tiene un genoma asimétrico en cuanto al par de cromosomas sexuales (XY), mientras que el genoma de mujer es simétrico (XX) respecto a ese par. El genoma masculino, por tener asimétrico el par de cromosomas sexuales XY, contiene la dotación genética completa del patrimonio humano. El femenino por tener simétrico el par XX, carece de la información genética específica del Y, que contiene la información para el programa específico de la masculinidad. Quiere decir, por tanto, que la identidad sexuada especifica del hijo engendrado depende del contenido cromosómico del gameto paterno que ha fecundado al óvulo materno: de que porte un cromosoma Y, o un cromosoma X. El gameto femenino, el óvulo, no contribuye a la identidad sexual de la prole puesto que siempre aporta un cromosoma X. El cuerpo del varón genera gametos desiguales; desigualdad que está en el origen de que, en la libertad de la naturaleza, se engendre un hijo o una hija. La diferencia en el par de cromosomas sexuales impone también un diferente ritmo temporal en lo que se refiere a la construcción y veloci-

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dad de crecimiento corporal en las primeras etapas de la vida. El cromosoma X, de un tamaño considerablemente mayor que el cromosoma Y, se replica más lentamente y con ello, en el desarrollo embrionario, el embrión femenino crece algo más tarde que el masculino. También alcanza la configuración anatómica sexuada más tarde; es decir, cada uno, tiene un ritmo de construcción del cuerpo diferente, dependiente de la dotación genética sexuada'. 1.2. La desigual contribución de los gametos de los dos progenitores a la construcción del organismo del hijo se basa en la asimetría de la impronta genética parental Los gametos, las células que aportan padre y madre para la generación del cigoto son siempre haploides; esto quiere decir que estas células sólo son portadoras de una mitad de la dotación genética característica del resto de las células del cuerpo, que son diploides. Cada ser humano es uno, o es una, por la presencia del par de cromosomas XV o XX, pero no sólo por eso; los gametos que produce cada uno de ellos tienen en los cromosomas que forman los otros 22, una impronta paternal o una impronta materna12. De esta forma, cada hijo hereda una dotación genética diferencial en cada uno de los miembros de cada par de cromosomas. Se distingue el estado de los cromosomas de herencia materna y de la paterna; lo que hace que cada uno de los progenitores contribuya, con las peculiaridades informativas específicas, al desarrollo del embrión. El fenómeno de la impronta parental tiene un claro significado biológico. En primer lugar, la impronta masculina y la impronta femenina de la dotación genética que llevan consigo los cromosomas de los gametos, óvulo y espermatozoide, reafirman la vinculación natural heterosexual en ' Este hecho fue interpretado en tiempos pasados (cuando se pensaba en términos de animación tardía, es decir, que el embrión alcanzaba forma humana al cabo del tiempo), como indicación de que la mujer adquiría el carácter personal más tardíamente que el varón, a partir del momento en que eran concebidos. 2 La naturaleza de la impronta consiste en lo siguiente: el mensaje genético está escrito en cada cromosoma en clave de la secuencia de las cuatro letras del DNA —las bases adenina (A), guanina (G), citosina (C) y timina (T)—; la secuencia es propia del genoma de cada especie y no se modifica. Ahora bien, se modifican algunas de las citosinas mediante un cambio químico, que consiste en la introducción de un grupo metilo en su molécula. El patrón de metilación, el número y la posición que ocupan estas citosinas metaladas (C*) es característico de cada cromosoma y diferente para cada uno de los del mismo par, según proceda del padre o de la madre. La distribución estratégica de estas citosinas etiquetadas condicionará que se expliciten, o no, instrucciones específicas para la síntesis de los componentes propios de cada tipo celular.

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el origen de todo hombre, varón o mujer. En los mamíferos la naturaleza está dispuesta de tal modo que uno o una tiene que venir necesariamente de «uno y una». Esto es, la identidad biológica masculina o femenina es natural. Existe en los mamíferos una barrera biológica infranqueable a la posibilidad de que nazca un hijo o una hija de un padre sin una madre, o de una madre sin un padre. Todo cigoto, resultado de una fecundación, requiere para desarrollarse que cada par de sus cromosomas posean la doble impronta, que sólo posee la suma de los cromosomas de los gametos de los progenitores. Por ello, los tipos de reproducción asexual —tales como donación o partenogénesis— no existen en los mamíferos. El embrión, desde el comienzo de su desarrollo, tiene que ir eliminando la impronta cromosómica heredada. Y al tiempo que se borra la impronta parental, se moldea su propia impronta en cada uno de los cromosomas de cada célula del organismo en construcción. De esta forma las células, según el lugar que ocupan, van desarrollándose hasta integrarse en tejidos y órganos con su morfología y sus funciones propias. En líneas generales se puede decir que este proceso lo realiza igual el organismo femenino que el masculino; pero no totalmente. Los mismos genes actúan de forma diferente según el sexo; para un grupo amplio de genes existe una correlación entre sexo y cantidad de gen expresado. La disparidad en la expresión genética explica por qué varones y mujeres divergen en términos de riesgo, prevalencia y gravedad de algunas enfermedades. Solamente en los gametos, durante su formación, se marca la totalidad de los pares de cromosomas con un etiquetado totalmente masculino o totalmente femenino. Este hecho tiene su significado biológico: los gametos son las células de la transmisión de la vida. No existen para que viva el individuo que los produce, sino para transmitir vida. Cada gameto, espermatozoide y óvulo, usa las instrucciones adecuadas durante su propia formación y maduración e irá marcando su DNA según el patrón femenino o masculino. Por tanto, no sólo son diferentes los cromosomas X e Y. El determinismo genético del sexo es más intenso. La impronta genética de los 23 pares de cromosomas, y no sólo de los cromosomas sexuales, da a los gametos la identidad como célula generativa masculina o femenina, y les confiere una función singular específica y complementaria en la transmisión de la vida. Existe además una herencia genética, la mitocondrial, que procede exclusivamente de la madre. Las mitocondrias contienen una única molécula de DNA con una serie de genes que, en su mayoría, codifican proteínas del metabolismo energético. Cada espermatozoide posee en su zona intermedia entre 50 y 75 mitocondrias con una copia de DNA mitocon-

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drial cada una, mientras que el óvulo contiene aproximadamente 100.000 mitocondrias. Las mitocondrias del espermatozoide se incorporan al óvulo con la fecundación. Serían capaces de expresar su información, pero se degradan selectivamente durante las primeras etapas del desarrollo embrionario. La conclusión es evidente: las mitocondrias de un individuo son siempre de origen materno. Con esto, para cada uno, el aporte genético materno es mayor que el paterno'.

1.3. Asimetría funcional de los gametos paterno y materno en la concepción Para que una fecundación tenga éxito, los gametos masculino y femenino deben poder establecer un diálogo molecular concreto, que les permita activarse mutuamente y constituir el nuevo individuo. La fecundación sólo tiene lugar cuando ambas células se encuentran en unas condiciones adecuadas de maduración4. Los gametos paternos, espermatozoides, maduran en las vías eferentes del tracto genital masculino y tienen que ser capacitados fuera del cuerpo del varón: justamente en el tracto genital femenino. Una vez eyaculados desde el varón, los espermatozoides son aún incapaces de fecundar un óvulo; deben residir cierto tiempo en el tracto genital femenino, para que se produzcan en ellos los cambios que reciben colectivamente el nombre de capacitación, puesto que dan al espermatozoide la capacidad de fecundar. Sólo una pequeña fracción de los espermatozoides iniciales está capacitada y continúa su migración hacia el óvulo, y el camino está orientado por moléculas del tracto femenino. Los gametos maternos maduros, óvulos, son células inmóviles y de mayor tamaño que los espermatozoides; almacenan elementos nutritivos y moléculas que van a ser usadas durante las primeras etapas del desarrollo embrionario. Durante el proceso de diferenciación del óvulo, se produce un aumento considerable del número de mitocondrias y de la acumulación de diversas sustancias, en previsión de una posible fecundación e inicio del desarrollo del embrión.

Este hecho hace que la pertenencia de unas personas a un grupo humano —por ejemplo, todos los hombres actuales al clan familiar que inicia el tipo humano Horno sapiens— pueda ser determinado por el tipo del DNA mitocondrial que se transmite sólo por vía femenina. En cierto sentido, ser hombre se puede definir como ser «nacido de mujer». 4 Cfr. LÓPEZ MORATALLA, N., e IRABURU, M. J. (2006): Los quince primeros días de una vida humana, 2.» ed., Eunsa, Pamplona.

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El proceso de activación mutua de los gametos no es simultáneo sino secuencial; comienza con la activación del espermatozoide, inducida por la interacción específica con una proteína de la cubierta del óvulo. La activación permite al espermatozoide penetrar las cubiertas del óvulo y ser capaz de fusionarse con la membrana plasmática del mismo. Entonces el óvulo es activado e inducido a iniciar una serie de cambios morfológicos y bioquímicos, que permiten la serie de eventos sincronizados requeridos para la concepción. La sincronización de los eventos se efectúa gracias al incremento en los niveles intracelulares del ión calcio, en el interior del óvulo en fecundación. Este incremento se produce cerca del sitio donde ha tenido lugar la interacción del espermatozoide, y se extiende como una onda a través del citoplasma en unos pocos segundos. Durante las horas que siguen a la fusión de óvulo y espermatozoide, el material genético de cada uno de los progenitores se reestructura y prepara para iniciar la expresión específica de sus genes, controlada por los iones calcio. El óvulo posee un polo —en el que se sitúa el material genético— y, durante el proceso de fecundación, se va haciendo una célula más y más asimétrica, gracias a que se establece un nuevo polo diferente, que es el sitio por el que penetró el espermatozoide. La formación de un plano entre ambos polos es esencial para la polaridad del cigoto concebido, ya que de esta forma se establecen sus ejes dorsoventral y cabeza-cola durante el desarrollo embrionario temprano. La construcción del organismo del hijo está orientada en el espacio por la asimetría creada en el óvulo por efecto de la entrada del espermatozoide. Cabe afirmar, mirando a la dinámica de la fecundación, que en este proceso la asimetría funcional de las células germinales masculinas y femeninas, permite una plena complementariedad en la transmisión de la vida: un «desde» el varón a un «en» la mujer; y un «desde» el espermatozoide a un «en» el ovulo.

2. LOS GENES DE LA SEXUALIDAD, PRESENTES EN LOS CROMOSOMAS X E Y, PERMITEN EL DESARROLLO DIFERENCIADO DE LAS GÓNADAS ESPECÍFICAS DE LA MUJER Y DEL VARÓN El cromosoma Y posee la información genética específica, de la que carece el cromosoma X (figura 1), que dicta que el embrión se desarrolle a cuerpo masculino. Es el gen llamado SRY localizado en la región 1 del brazo corto del cromosoma Y, que tiene información para un factor determinante del testículo, el TDF. Este factor hace que, en la séptima se-

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Figura 1: Diferencias genéticas entre células con dotación genética XX y XY

Los cromosomas sexuales tienen regiones pseudoautosómicas (PAR) especificas del X (NPX) y específicas del cromosoma Y (MSY), cuyos genes no se recombinan los de uno con los del otro. Las diferencias sexuales entre organismos XX y XY se deben a la diferencia de dosis de los genes en NPX y los genes presentes en MSY. Y también a que las mujeres, pero no los varones, heredan la impronta paterna en el cromosoma X (Xp), heredado del padre. Las diferencias sexuales se crean además debido a que el organismo femenino es un mosaico de células que expresan diferentes copias de los genes por un uso preferencial de uno de los cromosomas X, mientras que los varones no presentan mosaicismo celular, ya que sólo tienen un cromosoma X, necesariamente materno, Xm. En la parte inferior de la figura se muestra la posición del gen PCDHX presente en el cromosoma X y el gen PCDHY, presente en el cromosoma Y. Este gen codifica una proteína, la cadherina, que estable en el cerebro conexiones entre las neuronas. Cada uno de estos genes está regulado a través de una región promotora diferente que liga hormonas sexuales.

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mana de gestación, se inicie el proceso de masculinización del embrión humano, activando en cascada los genes que causan la transformación de las gónadas embrionarias indiferenciadas en testículos fetales. En la parte inferior de la figura 1 se muestra una peculiaridad de la composición genética de los cromosomas sexuales humanos: un mismo gen PCDH, está presente en el cromosoma X (PCDHX) y en el cromosoma Y (PCDHY). Este gen codifica una proteína, la cadherina, que establece en el cerebro conexiones entre las neuronas y la copia presente en cada uno de los cromosomas X o Y, está regulada a través de una región promotora diferente. Es decir, se expresa obedeciendo a seriales diferentes. Las seriales son hormonas sexuales y por esto, el gen se expresa en momentos diferentes de la construcción del cerebro de mujer o de varón, durante el desarrollo embrionario, en función de las concentraciones hormonales específicas. Es una de las bases genéticas más importantes del dimorfismo sexual del cerebro humano. El testículo fetal es una glándula muy activa que produce hormonas masculinas, la testosterona y la hormona antimülleriana, y forma los gametos masculinos (figura 2). La testosterona es un esteroide androgénico que penetra por difusión en las células y puede unirse a un receptor del citoplasma que le traslada al núcleo y en él regula la expresión de los genes. El receptor de la testosterona está codificado por el gen (Tfrn) situado en el cromosoma X. La hormona antimülleriana es una proteína codificada por un gen localizado en el extremo del brazo corto del cromosoma 19. Su acción consiste en detener los conductos de Müller impidiendo que se desarrollen gónadas femeninas, que derivan de ellos. Por tanto, para la diferenciación masculina hacen falta tanto el cromosoma Y como el X y la colaboración de otros cromosomas. Los genes del cromosoma Y ponen en marcha el programa de la masculinidad en el momento adecuado del desarrollo del embrión varón, haciendo posible que los conductos de Wolff se conviertan en el aparato genital masculino. Por otra parte la ausencia del cromosoma Y es necesaria, pero no suficiente, para el proceso de feminización gonadal del embrión. Durante un cierto tiempo, se supuso que la diferenciación de las glándulas femeninas no está determinada genéticamente, sino que la diferenciación hacia el fenotipo femenino del cigoto era la forma espontánea, mientras que el desarrollo masculino vendría a ser como una corrección de ésta, debida a las instrucciones escritas en los genes del cromosoma Y. Sin embargo, actualmente se conoce la existencia de una región del cromosoma X, DSS, que favorece el desarrollo de los ovarios, y con ello la síntesis de las hormonas sexuales femeninas, e inhibe el desarrollo de los testículos. Esta zona contiene aquellos genes que, dependiendo de la dosis (doble en

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el embrión mujer por tener dos cromosomas X), dirigen la síntesis de los factores de la feminización, y, por tanto, la formación de los gametos femeninos y del cuerpo femenino en sus determinaciones específicas. Así pues, la biología humana no apoya las interpretaciones acerca del significado de la feminidad como «ausencia pasiva de masculinidad». Ciertamente, los genes del cromosoma Y ponen en marcha el programa de la masculinidad, y su ejecución impide que el programa basal de las primeras etapas del desarrollo embrionario continúe con una diferenciación femenina. Ahora bien, la diferenciación específica femenina exige las dosis de expresión de genes propios de la feminidad. Aunque la gónada sea estructuralmente indiferenciada al inicio del desarrollo fetal (en ambos sexos tiene conductos de Wolff y de Müller), existe diferencia en las células que las constituyen, las llamadas células germinales, que tienen, según sean de un organismo masculino o femenino, un patrón de formación diferente. Desde estas células se formarán los gametos, cuya maduración se realiza a partir de la pubertad, dirigidos por las hormonas. Los gametos femeninos maduran siguiendo ciclos de cambios de concentraciones hormonales; y los masculinos de forma continua. Esta asimetría entre una fisiología cíclica en la hembra y la lineal del macho, tiene significado biológico con relación al diferente papel que juegan ambos en la transmisión de la vida. Y en el hombre constituye la base biológica de un modo de ser, de percibir la realidad, de habitar el mundo, etc., diverso y propio de la personalidad masculina o de la personalidad femenina, como se tratará después.

2.1. Efecto de algunas alteraciones genéticas y cromosómicas en la determinación sexual La mutación de algunos genes de los programas de la determinación sexual produce síndromes de malformación del fenotipo o anomalías intersexo 5. Los genes que alteran la normal construcción de las gónadas pueden estar localizados en los cromosomas sexuales, o en otros. Estos genes codifican proteínas que pueden ser reguladoras, hormonas, receptores hormonales, o proteínas que dirigen la síntesis y metabolismo de las hormonas sexuales. Por ejemplo (figura 2), la alteración del gen SRY —situado en la región 11 del brazo pequeño del cromosoma Y—, y que codifica un factor 5 MACLAUGHLIN, D. T., y DONAHOE, M. D. (2004): «Sex determination and differentiation», N Engl. J. Metí, 350, pp. 367-378.

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Figura 2: Los genes de la determinación sexual dirigen la formación de las gónadas masculinas o femeninas, a partir de una estructura fetal indiferenciada Deficiencia de 21-hidroxilasa 3p-HSD

Pseudohermafroditismo femenino (XX)

Adrenal

Exceso de androgenos (46,XX)

Fenotipo femenino normal Adrenal

SRY SOX9, SF-1

Fenotipo masculino normal

Sonada 17p-HSD o 17-ketosteroide reductasa DihidroxiTestosterona —k-testosterona

Deficiencia de 17-hidroxilasa, 3p-HS0

Deficiencia de AR

\

á No viril (46, XY)

Tejidos

Pseudohermafroditismo masculino (XY)

Los genes específicos de la inducción del programa de la masculinidad o la feminidad codifican proteínas reguladoras. Por la acción de estos factores reguladores se inicia, desde una gónada indiferenciada, la construcción de los testículos fetales o de los ovarios fetales, de acuerdo con el sexo cromosómico (XX o XY) del embrión. Cada gónada fetal es capaz de sintetizar las hormonas masculinas o femeninas correspondientes y con ello se construye el tracto genital diferenciado del varón o la mujer. Una mutación en los genes de la determinación sexual da lugar a la construcción anormal de gónadas con fenotipo intersexo (modificada de MacLaughlin M. D., 2004).

regulador de la expresión de otros genes, causa una falta de desarrollo gonadal. La alteración o ausencia de otro gen, AR, que codifica el receptor de las hormonas masculinas, produce un síndrome de insensibilidad a andrógenos, que se traduce en un pseudo-hermafroditismo, en que las gónadas son incompletas y de los dos sexos. La alteración del gen CYP17, situado en el cromosoma 10, genera un pseudo-hermafroditismo en varones por falta de funcionalidad de la enzima 17a-hidroxilasa del metabolismo hormonal. La alteración en el cromosoma 6 del gen CYP21, que codifica la 21-hidroxilasa, produce pseudo-hermafroditismo femenino. En otros casos las alteraciones son cromosómicas. Así, la ausencia de un cromosoma X origina mujeres (XO) con el síndrome de Turner6. Mien6 SINGH, R. F., y Carr, D. H. (1966): «The anatomy and histology of XO human embryos and fetuses», Anat Rec., 155, pp. 369-384.

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tras que la traslocación del SRY desde el cromosoma Y a un X, origina hermafroditas con genoma XX y formación de gónadas tanto femeninas como masculinas'. 3. EL CROMOSOMA X HUMANO TIENE UNA DENSIDAD EXCEPCIONAL DE GENES QUE SON ESENCIALES PARA EL DESARROLLO NORMAL DEL CEREBRO El hecho de que el cromosoma X contenga una gran, e inusual, densidad de genes implicados en la construcción del cerebro, plantea, una vez más, la idea de que la expresión de los genes del cromosoma X contribuye de forma determinante al dimorfismo cerebral. La mayor parte de los estudios han centrado la atención en el clásico «dogma» de la neurobiología acerca del papel esencial que desempeñan las hormonas en la organización diferencial del cerebro masculino y femenino. Ciertamente las hormonas sintetizadas en el cerebro a concentraciones diferentes en la vida postnatal del niño o de la niña, causan la diferenciación de las áreas que regulan la conducta sexual, localizadas en el hipocampo. Ahora bien la síntesis de las hormonas y de sus receptores en el cerebro femenino y masculino depende, en definitiva, de la presencia en las células cerebrales del par de cromosomas XX o XY, y su normal contenido genético'. Los cromosomas X e Y humanos son asimétricos respecto al contenido en los genes que dictan el desarrollo cerebral. Generalmente las células del cuerpo femenino, con dos cromosomas XX, inactivan uno de ellos; de esta forma los diversos órganos y tejidos que constituyen el organismo femenino y masculino se construyen a partir de la misma dosis de expresión de genes. Sin embargo, en el cerebro femenino diversos genes del cromosoma X escapan a la inactivación, y se expresan a partir de los dos cromosomas, del activo y del inactivado; es decir, en doble dosis respecto del cerebro masculino'. Por otra parte, el cerebro es un mosaico de células según se expresen unas u otras de las copias de genes ligados a la inactivación de uno de los dos cromosomas X, el paterno o el materno. 7 BERKOVITZ, G. D.; FECHNER, P. Y.; MARCANTONIO, S. M., et al. (1992): «The role of the sex-determining region of the Y chromosome (SRY) in the etiology of 46,XX true hermaphroditism», Hum Genet., 88, pp. 411-416. Cfr. las excelentes revisions: ARNOLD, A. P. (2004): «Sex chromosomes and brain gender», Nature Review Neuroscience 5, pp. 1-8; ARNOLD, A. P.; Xu, J.; GRISHAM, W.; CHEN, X.; YIUM, G-H., e ITou, Y. (2004); «Minireview: Sex Chromosomes and Brain Sexual Differentiation», Endocrinology, 145, pp. 1057-1062. 9 CARREL, L.; COTTTLE, A. A., et al. (1999): «A first-generation X-inactivation profile of the human X chromosome», Proc. Nat. Aca. Sci. USA,. 96, pp. 14.440-14.444.

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Esto origina una variabilidad mayor (mayor número de alelos, o copias distintas del mismo gen, para cada gen) en la constitución genética de la que se parte para construir el cerebro femenino. Es preciso insistir en el hecho de que la inteligencia no depende directamente de los genes. No existe el gen de la inteligencia, como no existe el gen de la agresividad, o de la ternura. La constitución del cerebro humano, y en mayor grado que la formación de cualquier otro órgano, es un proceso epigenético —es decir, los cambios se generan con el proceso mismo—, en que los genes existentes se expresan de forma regulada con enorme precisión, a lo largo del tiempo y del espacio cerebral, dirigidos por señales que aparecen en los tiempos y lugares adecuados. Los genes decisivos para las aptitudes mentales se acumulan en el cromosoma X que porta tanto el varón como la mujer. Se explica así el hecho de que el número de discapacitados mentales es mucho mayor entre los varones, como también es más elevado el número de los varones que tienen un valor del coeficiente intelectual (CI) más alto que el de la media 1°. Por el contrario, las mujeres tienen valores de CI más homogéneos, con un porcentaje menor en los extremos de mínimos o máximos. Esto es debido a que portan dos cromosomas X diferentes y, por tanto, se amortiguan los extremos; mientras que los varones son más vulnerables a un cambio en un gen cerebral del cromosoma X. Se considera que, en la evolución humana, la selección natural, en alianza con la selección cultural, dio lugar a que las bases genéticas para la inteligencia humana se hayan ido incrementando. Es posible que en los inicios de la humanidad, un varón bien dotado en su cromosoma X de genes del desarrollo cerebral, estuviera mejor predispuesto a un estilo de vida más cultural y técnico, que le permitiría vivir más tiempo. Ello unido a que pudiera resultar más atractivo para las mujeres, de forma que habría podido dejar más descendientes. De esta forma, el tipo de cromosoma X del varón, que predispone a un buen cerebro básico, pasaría al acervo genético de sus hijas y así, lejos de perderse, se habría ido presentando con más frecuencia en el genoma de la humanidad. 3.1. Un gen del cromosoma X, específico para la construcción del cerebro humano, ha pasado al cromosoma Y en la evolución del hombre En la línea evolutiva de los grandes simios, tuvo lugar una etapa en la que se mejoraron las condiciones generales para un modo de vida pau1°

HAMEISTER, H. (2004): «Genética de la inteligencia», Mente y cerebro, 8, pp. 46-47.

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tada por un buen cerebro". Después, con la separación del linaje que originaría el chimpancé 12, se fueron dando una serie de eventos de cambio en el contenido informativo, que condujeron a los rasgos morfológicos, anatómicos y funcionales específicos del género Homo, del que sólo existimos los Horno sapiens. El cambio fenotípico más espectacular fue la modificación de la expresión de genes que regulan la construcción del cerebro, esencialmente de aquellos que actúan durante el desarrollo embrionario. Esto permite que se inicie la estructuración de áreas cerebrales capaces de procesar específicamente la información". Los cambios en la expresión de los genes están causados por cambios en la estructura de los cromosomas. La reordenación de cromosomas es un proceso que ha jugado un papel esencial en la evolución de los primates y, en particular, los cambios en la reordenación de los cromosomas sexuales constituyen un mecanismo universal en la evolución biológica. Pues bien, el acontecimiento crítico que condujo al establecimiento de las mayores diferencias entre el cerebro del hombre y el de los primates, y que constituyó el evento primario de la separación de Horno a partir de individuos Australopithecus, está asociado con los cambios en la reorganización de los cromosomas sexuales, X e Y. Nos hemos referido antes a que sólo en la especie humana existe una copia en cada cromosoma del gen PCDH. El análisis de la evolución de este gen ha permitido conocer que en la línea Horno se produjo un paso de información genética del X al Y. La región del X transferida al Y contiene genes candidatos a ser la base molecular de la aparición de la lateralización de los hemisferios cerebrales en que se apoyan los rasgos cognitivos". Uno de ellos es precisamente el PCDH que codifica una molécula de adhesión que está implicada en las interacciones específicas entre neuronas y que se expresa en el cerebro. Por tener las dos formas del gen, PCDHX y PCDHY", en su región reguladora una secuencia que es reconocida específicamente por " VARKI, A. (2004): «How to make an ape brain», Nature Genetic, 36, pp. 1.034 -1.036. «The Chimpanzee Sequencing and Analysis Consortium. Initial sequence of the chimpanzee genome and comparison with the human genome», Nature 437, pp. 69-87 (2005); «The International Hap Map Consortium. A haplotype map of the human genome», Nature, 437, pp. 1.299-1.320 (2005). Más con 13 Cfr. LÓPEZ MORATALLA, N. (2007): La dinámica de la evolución humana. menos, Eunsa, Pamplona. evolu14 STEELE, A. (1998): «Cerebral asymmetry, cognitive laterality, and human Horno Did (2000): T. J. CROW, 1202-1214; pp. 17, cognition, tion», Current Psychology of sapiens speciate on the Y chomosome?, Psyc.00. I 1.001.1anguage-sex-chromosomes. 1 .crow. of 15 BLANCO, P., et al. (2000): «Conservation of PCDHX in mammals; expression human X/Y genes predominantly in brain», Mammalian Genome, 11, pp. 906-914. 12

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factores hormonales sexuales (figura 1), al menos parcialmente, causan el dimorfismo sexual del cerebro humano, como se comentó anteriormente. En resumen, los genes localizados en los cromosomas sexuales influyen en el dimorfismo sexual durante el desarrollo del cerebro por dos vías: causando diferencias en la secreción gonadal y actuando directa y específicamente en las células XX o XY. Este periodo constituye la primera ventana de tiempo en la organización corporal y construcción del cerebro de forma diferencial. 4.

LA IDENTIDAD BIOLÓGICA SEXUADA TIENE FUNDAMENTALMENTE BASE GENÉTICA

El sexo de un ser humano es la expresión final de la acción de numerosos y diversos componentes que actúan coordinados en el tiempo. Tiene siempre un componente genético y cromosómico, que dirige el establecimiento de las gónadas. Estas determinan el componente genital, somático, y realiza la diferenciación sexual de la estructura y funciones cerebrales". Finalmente se integra el componente psicológico. La identidad sexual es una predisposición potenciada por las hormonas sexuales generadas en el organismo en formación, mediante la expresión de los genes específicos de la feminidad o masculinidad. Se ha sugerido que existe un hipotálamo de varón y otro de mujer, como se tratará más adelante. Ciertamente, en los animales algunos núcleos nerviosos presentan un tamaño diferente en función de su pertenencia a un macho o una hembra. La homeostasis del organismo está controlada fundamentalmente por este ganglio central del sistema nervioso autónomo. El hipotálamo forma parte del sistema límbico y coordina la expresión corporal de los estados emocionales; es un centro coordinador de respuestas tanto somáticas como autónomas o vegetativas. Por ello es el principal centro regulador de la conducta sexual. Las ratas macho o hembra no se interesan por igual por un entorno desconocido. En la hembra el comportamiento está dirigido por los niveles hormonales cíclicos de forma dependiente de la situación hormonal. Si las hembras están en la fase del ciclo de estrógenos bajos, predispuestas para la concepción, exploran con curiosidad pertinaz, a diferencia de los machos. Si no están en esa fase se comportan igual que los machos. Este tipo de «regulación hormonal del comportamiento» tiene sentido bioló16 SEGOVIA, S., y GUILLAMÓN, A. (1996): «Cerebro, hormonas y orientación sexual», en El cerebro íntimo. Ensayos sobre neurociencia, Ed. E Mora, Ariel, Barcelona, p. 132.

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gico: encontrar pareja. También el instinto explorador de las madres roedoras se da hormonalmente regulado, ya que los estrógenos son bajos después del parto. En el hombre, las conexiones recíprocas del hipotálamo y el sistema límbico con la corteza cerebral, provocan que los estados emocionales se hagan conscientes, generando los sentimientos, y permiten que el comportamiento instintivo sea transformado en conducta humana. Aunque la diferenciación conductual humana es poco conocida aún, es claro que el primer componente de sentirse varón o mujer se establece en los niños a los dos arios y medio. A esta edad, la identidad sexual está separada de la sexualidad, que se manifiesta más tarde. Aunque se pensaba que la identidad sexual se derivaba psicológicamente, a través de pistas sociales recibidas por el niño según la apariencia de sus órganos genitales externos, van apareciendo estudios que modifican esa hipótesis. Un estudio realizado en 200417, ha analizado a 16 jóvenes genéticamente varones y nacidos con un defecto complejo y poco frecuente, que se asocia a grave insuficiencia fálica. Las alteraciones genéticas hacen deficiente la actividad de algunas enzimas y conducen a malformaciones durante el desarrollo embrionario; estas alteraciones conllevan que los recién nacidos varones, parezcan niñas; y en la mayor parte de los casos, se les críe como niñas. Más adelante sufren una virilización severa durante la pubertad, que hace que muchos de ellos terminen por adoptar una identidad masculina. El objetivo de este estudio era comprobar la idoneidad, defendida durante 25 arios, de asignarles al nacer al sexo femenino para ayudarles así a superar el problema de la carencia de órganos masculinos. Al analizar retrospectivamente el tratamiento que han recibido los niños nacidos con estados intersexo, el trabajo ha supuesto una oportunidad de valorar la influencia prenatal de los andrógenos en el desarrollo sexual de los sujetos genéticamente varones. Del grupo de muchachos estudiados, de entre 5 y 16 arios, catorce habían sido asignados en el momento de su nacimiento al sexo femenino de forma social, legal y quirúrgica; los padres de los dos restantes se negaron a hacerlo y los educaron como varones. Para evaluar exhaustivamente el desarrollo de la función e identidad sexual de estos menores, los investigadores elaboraron un amplio cuestionario. El análisis de las respuestas demostró que ocho de los catorce sujetos, asignados al sexo femenino, se sentían varones durante el 17 REINER, W. G., y GEARHART, J. P. (2004): «Discordant sexual identity in some genetic males with cloaca! exstrophy assigned to female sex at birth», N Engl. J. Med., 350, pp. 333-341.

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tiempo de estudio, que osciló entre los 34 y los 98 meses; mientras que los dos educados como varones continuaban declarándose como tales. Cuando se les pidió que se clasificaran según su identidad sexual declarada, cinco sujetos explicaron que estaban viviendo como mujeres; tres afirmaron que vivían con una identidad sexual poco clara, aunque de ellos dos se habían declarado varones en el cuestionario; y los otros ocho vivían como varones, seis de los cuales se volvieron a asignar el sexo masculino. Los 16 sujetos tenían o bien moderados o bien marcados intereses y actitudes de las consideradas típicas del sexo masculino. Otros estudios" se han centrado en chicas con la malformación intersexo, conocida como síndrome de hiperplasia adrenal congénita (CAH); por esta causa en los comienzos del desarrollo fetal sufren exposición a un exceso de andrógenos. Esto permite analizar el posible efecto sobre la identidad sexual de las hormonas masculinas en la época prenatal, a la vez, que analizar la influencia de la apariencia física de los genitales, que no corresponde con el sexo genético. Las chicas con CAH fueron similares a las chicas control; su identidad sexual no se relaciona con la virilización de sus genitales, si son tratadas de pequeñas y educadas como niñas. No obstante, la controversia acerca del tratamiento de estos niños de condición intersexo, es decir con discordancia entre diferenciación sexuada y apariencia física, deja mucho de estar resuelta. Y, por otra parte, se confirma una vez más la complejidad del desarrollo personal de la identidad sexual. Los datos parecen indicar que, aún en el caso de malformaciones durante el desarrollo gonadal, el sexo viene determinado por los genes de la feminidad o masculinidad. Son estos los que ponen en marcha la producción diferencial de las hormonas sexuales en la vida prenatal, a las dosis que corresponden a cada sexo; y así la impregnación sexual del cerebro se produce a consecuencia de las señales hormonales.

4.1. Genes y orientación sexual Una cuestión más que debatida es la de qué subyace a la diferente tendencia sexual en varones y mujeres hacia las personas del sexo opuesto. 18 BERENBAUM, S. A., y BAILEY, J. M. (2003): «Effects on Gender Identity of Prenatal Androgens and Genital Appearance: Evidence from Girls with Congenital Adrenal Hyperplasia», f Clin. Endocrina. Metab., 88, pp. 1.102-110; BERENBAUM, S. A.; BRYT, K. K.; DUCKC, S. C., y RESNIK, S. M. (2004): «Psychological adjustment in children and adulta with congenital adrenal hyperplasia», / Pediatr, 144, pp. 741-746.

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Se siguen buscando datos que la contradigan, y que puedan, por el contrario, apoyar la idea de que la orientación sexual hacia personas del mismo sexo es opcional. La hipótesis más sólida, por ahora, propone que son los genes de los cromosomas sexuales los que controlan de forma directa la determinación sexual y que, al menos en parte, predisponen la tendencia sexual de cada sexo".

III. SIGNIFICADO NATURAL DE LA DIFERENCIACIÓN SEXUAL En los mamíferos, «ser macho —señala Choza2°— quiere decir tener millones de microgametos, poder reproducirse múltiplemente en múltiples hembras. Los que fecundan a más hembras son los que dejan más descendencia, y esa es la razón de la competencia entre los machos... Ser hembra quiere decir acumular energía en el óvulo para la constitución de un nuevo organismo (tanto macho como hembra), y la que más y mejor lo hace es la que deja más descendencia. Esa es la razón para la elección por parte de la hembra de un macho de entre los diversos posibles». La única forma de «afirmarse» los individuos es el éxito en la reproducción. La selección natural deja paso a los que lo consiguen y elimina a los que no. El comportamiento sexual mide, por tanto, el mantenimiento de la especie. El instinto sexual, como todo instinto, media el conocimiento de la función reproductora: acopla la respuesta al reclamo físico al tiempo de fertilidad de la hembra. Es la forma de saber cuándo, cómo, y en qué cuantía, la especie necesita de sus descendientes para mantenerse. La selección natural ha hecho posible una evolución diferente de los dos cromosomas sexuales. El cromosoma X se ha conservado con muy pocas variaciones mientras el cromosoma Y es el que más cambios ha sufrido a lo largo de la evolución de los mamíferos21. El cromosoma X se ha pertrechado de genes importantes para la vida, mientras el Y ha perdido información y mantiene solamente, en las diferentes especies, los genes del programa de la masculinidad. El comportamiento sexual del macho se caracteriza por lograr dejar sus gametos, fuera de sí, en múltiples hembras; la semilla ha de salir desde 19 El fenómeno de la orientación sexual es muy complejo y require un tratamiento específico de los factores que predisponen la orientación homosexual. Cfr. la extensa revisión: CRAIG, I. W.; HARPER, E., y LOAT, C. S. (2004): «The genetic basis for sex differences in human behaviour: Role of the sex chromosomes», Annals of Human Genetic, 68, pp. 269-284. 20 CHOZA, J. (1991): Antropología de la sexualidad. Instituto de Ciencias para la Familia, Ed. Rialp, pp. 47-48. 21 Un análisis de este proceso puede hallarse en LÓPEZ MORATALLA, N. (2007), o. c.

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su organismo y alcanzar la hembra en una competencia que es independiente de la cópula. Para la hembra el éxito está en ella: en el número y la calidad de los óvulos que produzca en ella y en la capacidad de acertar en la elección del macho. El ser humano, por su carácter personal, «afloja» las ataduras del instinto, que ata el comportamiento al dictado de los genes. La manifestación específica del amor personal sexuado no esta acoplada al ciclo biológico de fertilidad femenina, ni dictada por él. Es una elección mutua interpersonal, que no esta pautada por las leyes de la selección natural. Por ello, un primer modo de conocer la diferente apertura del varón y la mujer como personas, es centrar la atención en el modo de participar en la procreación. Esto es, en qué dice acerca de la persona la paternidad o la maternidad biológica. Las ciencias de la vida aportan un conocimiento valioso acerca de la diferencia de la aportación materna y paterna en la concepción y desarrollo del hijo, y en la implicación de los cuerpos de ambos. La dirección desde y en del donarse del uno y de la otra define lo específico de la masculinidad y feminidad en la transmisión personal de la vida humana. En palabras de Pedro Juan Viladrich, «El varón es en cierto sentido «don» de su semilla paterna y la mujer «aceptación reconocedora» en cuanto madre del ser que conjuntamente han concebido, no obstante dentro de su seno, que es rotundamente una colosal forma de ser "acogida"»22. Tan colosal forma de acogida, que su seno es habitación para humanizar los afectos del hijo mientras se va desarrollando en ella. La gestación, en el cuerpo personal de la madre del hijo engendrado en ella, es una unidad de sentido biológico y de sentido personal. La biología humana aporta un aspecto profundamente significativo del carácter personal de la maternidad. El cuerpo materno es la primera habitación que no suple un hipotético útero artificial. El encuentro inicial con la madre es humano; da el terminado afectivo, que le permitirle asimilar e incorporar las estructuras formales del ambiente a las estructuras organizadas por la herencia, y le dotan de una capacidad de adaptación a su mundo peculiar. Una «urdimbre» —en terminología de Roff Carballo—, que le permite la vida personal, biográfica, creativa y cultural. La ciencia muestra la influencia de la situación personal y los hábitos de la madre en la construcción o «cableado» del cerebro del hijo que gesta. La humanización primordial del hijo que la madre lleva en su seno, excede la biología de la gestación. Hace del seno materno un ámbito —el primero— de relacio-

22

VILADIUCH, P. J. (2000): La palabra de la mujer, Documentos ICF, 28, pp 37-38.

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nes personales. También en este sentido, todo hombre puede ser definido como nacido de mujer. El cuerpo materno no solo concibe y gesta el hijo, sino que guarda memoria de él después de su nacimiento. En ella ocurre que «cada hijo, cuyo cuerpo la madre acoge y vive de ella, deja huella en ella: algunas células jovencísimas del hijo... pasan al cuerpo de la madre a través de la circulación sanguínea que comparten ambos. Dejan memoria de la vida compartida con el hijo y, a través de él, también del padre»23. Desde una descripción fenomenológica, aparece la diferencia personal en la tarea de dar vida a un hombre. «El varón al darse sale de sí mismo. Saliendo de él se entrega a la mujer y se queda en ella. La mujer se da pero sin salir de ella. Es apertura para poder acoger en ella. Su modo de darse es distinto al del varón y a la vez complementario... La mujer acoge el fruto de la aportación de los dos y lo guarda hasta que germine y se desarrolle. Todo este proceso, aunque él es también protagonista, se realiza fuera del varón. Posteriormente la mujer es apertura para dar a luz un ser que tendrá vida propia24. Desde la intuición de los poetas, Karol Wojtyla ha descrito así la maternidad, poniendo en boca de la madre unas palabras dirigidas al hijo: «No te vayas. Y si te vas, recuerda que permaneces en mí. En mí permanecen todos los que se van. Y todos los que van de paso, hallan en mí un sitio suyo; no una fugaz parada, sino un lugar estable. En mí vive un amor más fuerte que la soledad (...) No soy la luz de aquellos a quienes ilumino; soy más bien la sombra en que reposan. Sombra debe ser una madre para sus hijos. El padre sabe que está en ellos: quiere estar en ellos y en ellos se realiza. Yo, en cambio, no sé si estoy en ellos; sólo les siento»25. La relación de la madre con el hijo se extiende a la relación con todas las demás personas. La condición sexuada del cuerpo humano, a diferencia del organismo animal, contiene una especial capacidad de manifestar el ser personal y de expresar su capacidad más excelente, que es amar. Varón y mujer sa23 LÓPEZ MORATALLA, N. (2007): El prirner viaje de la vida, Ed. Palabra, Colección de Bolsillo MC, Madrid. 24 CASTILLA CORTÁZAR, B. (1996): Persona femenina, persona masculina, Documentos del Instituto de Ciencias para la Familia, 22: «Descubrir la condición sexuada dentro de la persona sólo se puede hacer con preposiciones, que son los términos gramaticales que describen las relaciones. Al varón le correspondería la preposición desde, pues parte de sí para darse a los demás. A la mujer le correspondería la preposición en: pues se abre dando acogida en sí misma. La persona varón se podría describir, entonces con ser-con-desde, o coexistencia-desde, y a la mujer como ser-con-en, o coexistencia-en». " WOJTYLA, K. (1990): Esplendor de paternidad, Ed. BAC, pp. 171-172. Citado en CASTILLA, o. c.

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len de sí mismos y acogen al otro y a los otros de formas peculiares y propias, que manifiestan su diferente condición sexuada personal.

1.

LA ESPECIFICIDAD PERSONAL DEL VARÓN Y LA MUJER Y LA RAÍZ DE LA IGUALDAD

Ciertamente, como se viene mostrando, el significado humano del dimorfismo varón-mujer dice relación directa a la diferencia natural de la paternidad y la maternidad humanas. Pero ¿se agota ahí? Parece obvio que no: la feminidad y la masculinidad son dos modos de ser afectado, de proyectar, de tener posibilidades y de comprender el mundo y comprenderse a sí mismo. La búsqueda de respuesta al porqué de esos modos, nos remite a los orígenes mismos de la humanidad. Según aparece en los mitos clásicos, los varones y las mujeres se originan por partición asimétrica de un ente vivo. Esto es lo específico de la feminidad y masculinidad, la complementariedad asimétrica data del origen de los sexos y hace así de cada uno de ellos una mitad incompleta. Sin embargo, para la tradición judeocristiana, el origen de la humanidad tiene su inicio en la aparición de un varón y una mujer, cada uno con nombre propio, y que juntos reciben el encargo de constituir la familia humana, y de conocer y dominar la tierra y todo lo que contiene. Génesis 2 (versículos 21-24) narra la creación por parte de Dios de la primera mujer y del primer hombre, ambos personas titulares de un cuerpo de varón y de un cuerpo de mujer específico, dentro de la común naturaleza humana. Es obvio que un relato como el del Génesis 2 tiene una fuerza muy diferente según sean las creencias de quien lo lee. Sin embargo, no cabe duda de que para todos contiene una riqueza intelectual profunda26. Podemos admitir que lo que Dios dice ahí sobre cómo donó el ser a Adán y qué le confió, y como le donó el ser a Eva y qué le confió, lo dice respecto al origen y la especificidad de cada varón y cada mujer. O podemos no

26 El lenguaje simbólico que se usa en este texto es el único capaz de ilustrar las cuestiones difíciles que carecen, al menos en esa época, de unos conceptos ontológicos satisfactorios. La realidad, la existencia de los hombres como varones y como mujeres en este caso, debe tener necesariamente una congruencia y una correlación con las manifestaciones a las que se accede por el conocimiento biológico y por el ontológico, el cultural y el religioso. El acceso a cada uno de ellos presenta una cierta autonomía, y, a su vez una cierta dependencia de cada nivel con respecto a los demás. No se pretende aquí buscar coincidencias, sino iluminar el conocimiento de cada nivel con el conocimiento que se aporta desde los otros niveles.

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admitirlo. En cualquiera de los dos casos, ese texto abre una perspectiva importante para nuestra autocomprensión como personas sexuadas. En ese texto, Adán es un individuo humano solitario, cuyo nombre es el nombre hebreo de la especie —Adám equivale a hombre—. Y porque «no es bueno que el hombre esté solo», Dios hizo caer un sopor sobre él y de él mismo sacó otro ser humano igual y lo colocó frente a él. Al despertar, el que antes había estado solo, se encuentra acompañado y exulta con un grito de admiración y de gozo por encontrar ayuda semejante a él, «carne de mi carne y hueso de mis huesos». Y Eva le acoge sin mediar palabra. Varón y mujer tienen un modo distinto de abrirse y de darse: el varón se abre hacia fuera mientras que la mujer se abre hacia dentro, acogiendo. En este sentido, el modo de procrear, aunque indudablemente no es el único ni el más importante modo de amar, presenta de una manera plástica esta realidad. Hay, por tanto, en el hombre un dimorfismo esencial y por ello hay un modo, una forma femenina y otra masculina, de realizar la tarea de vivir y habitar el mundo. Son dos subjetividades idénticas cuya diferencia viene determinada tan solo por la relación de origen. Ahí radicaría la principal diferencia entre varón y mujer, en ser dos tipos de personas distintas, que se abren entre sí de un modo respectivo diferente y complementario. Persona no significa lo mismo aplicado al varón que aplicado a la mujer. Hay una diferencia entre ellos en el dar y en el recibir; en el modo de saber de sí y de disponer de sí, que es distinto. Esto es: el carácter propio de tal asimetría es de origen y no sólo función de la maternidad y paternidad biológicas.

2. AVENTURANDO UNA HIPÓTESIS, DESDE LA BIOLOGÍA, ACERCA DE LA APARICIÓN SIMULTÁNEA DEL PRIMER «ÉL» Y LA PRIMERA «ELLA» Todo ser humano está constituido por el cuerpo como «Él» o «Ella». Ellos en su igualdad y su diferencia son el origen de la humanidad, de la historia y de la cultura. Se entiende el interés, prácticamente universal, por conocer en qué consiste una diferencia que no rompe la igualdad; en cómo es un cerebro de varón y cómo un cerebro de mujer, en la igualdad de un órgano que es presupuesto para las manifestaciones de la inteligencia y la libre voluntad. Especialmente se entiende el interés por precisar qué hay de permanente y qué de cultural en la condición sexuada. Durante demasiado tiempo la herencia cultural ha transmitido el lenguaje simbólico de este texto del Génesis como una descripción tem-

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poral y no como lo que es: una descripción de la esencia de la feminidad y la masculinidad. En efecto, que Eva aparezca sacada de Adán («la costilla de Adán«) ha sido interpretado, no pocas veces, como serial de la superioridad del varón sobre la mujer. Ahora bien, que Eva proceda de Adán no significa que es hija de Adán, sino esposa. La ayuda adecuada. Adán denomina a Eva como otro «yo» en la humanidad común. Cada uno es persona y la diferencia entre ellos posee el mismo rango ontológico. La diferencia no rompe la igualdad. ¿Puede la biología actual ofrecer un escenario para la aparición simultánea de la igualdad y la diferencia? Podemos afirmar que la zoología no, pero sí la biología humana. El escenario en el que se pudo desarrollar este evento único lo componen tres escenas. Dos de ellas se esquematizan en la figura 3. La primera debe dar razón de que una especie pueda surgir de otra por procesos de reordenación cromosómica. La segunda debe dar razón de que se constituyan dos individuos con la misma dotación genética y ser sin embargo diferente la composición del par de cromosomas sexuales; uno XY y una XX. La tercera, debe explicar que la humanidad no se haya constituido como especie, sino familia humana, es decir desde una única pareja. También en esta tercera escena la biología humana tiene algo que decir. A) Una fecundación incluye un evento evolutivo. La fusión de los gametos de un macho y una hembra australopitecina es seguida de una reordenación cromosómica que cambia puntualmente la estructura del material genético y con ello del contenido informativo. Este acontecimiento se ha dado con frecuencia en la evolución biológica. De hecho las reordenaciones cromosómicas constituyen el cambio genético principal causante de la separación de especies en la línea evolutiva de los primates27. En efecto, un cambio evolutivo por reordenación del material genético, durante el proceso de la fecundación, genera un individuo «híbrido intermedio». Esto es, uno o varios de sus pares de cromosomas son asimétricos: uno de los del par «N» es N y el otro N*. Uno, N, es igual a los dos cromosomas del par de sus progenitores, y el reordenado, N*, es diferente. Estos híbridos intermedios NN* son muy poco fértiles y no se reproducen con facilidad entre sí. Sin embargo, sí

27 NAVARRO, A., y BARTON, N. H. (2003): «Chromosomal speciation and molecular divergence accelerated evolution in rearranged chromosomes», Science, 300, pp. 321-324; Wu, C. I., y TING, C. T (2004): «Genes and speciation», Nat. Rey. Gente 5, pp. 114-122; ZHANG, J.; WANG, X., y PODLAHA, 0. (2004): «Testing the chromosomal speciation hypothesis for humans and chimpanzees», Genome Res, 14, pp. 845-851.

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Figura 3: Un posible escenario de la aparición de los primeros hombres, varón y mujer Genoma en el inicio de la fecundación de antecesores (46, XY) Cambios evolutivos en el genoma durante la fecundación

Protohomo X Reorganiza y Duplica Horno X

4 4+

A. Reorganiza los cromosomas

B. Reorganiza los cromosomas sexuales

.

Proto Y Transferencia Horno X

Duplica/

4.44N

Fecundación CIGOTO

Fecundacion

Fecundación y Evolución

Horno Y t !

Bicelular

2 CIGOTOS

Morula

I Feto XY

2 Embriones

2 CIGOTOS XX, XY

2 Fetos XX, XY1

Una única fecundación desde los gametos de los antecesores humanos, acompañada de un evento evolutivo de reordenación cromosómica y transposición de material genético del cromosoma protohomo X al protohomo Y, genera el contenido genómico total de la especie humana. En la parte inferior, se muestran los primeros pasos del desarrollo de un embrión varón. Los primeros pasos de gemelos idénticos varones. Y cómo, si la fecundación va acompañada de un evento evolutivo, una división celular asimétrica en el reparto de los cromosomas sexuales humanos, aportaría el material de partida para la constitución simultánea de un cigoto humano XX y otro XY.

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pueden hacerlo con los NN. La separación ocurre cuando en el transcurso de una pocas generaciones se produce una barrera reproductora entre los individuos con los dos cromosomas del par iguales a los progenitores NN y aquellos otros en que los dos cromosomas del par son los reordenados, N*N*. En la evolución de los mamíferos, el cromosoma Y ha ido perdiendo genes, cuyas copia se guardaron en el X, de manera que se fue quedando reducido de tamaño y con escasez de genes. Ahora bien, en el caso humano, junto a la reordenación de algunos cromosomas, se pudo dar un proceso extraordinariamente preciso de reordenación de los cromosomas sexuales y del que no se conocen precedentes. Los datos obtenidos de la comparación de genomas, muestran un fenómeno peculiar en la evolución de los cromosomas humanos: un paso de material genético del X prehumano al Y prehumano. Además no se transfiere un material informativo cualquiera, sino precisamente una región que contiene genes para la construcción de un cerebro, que pueda ser humano y además cerebro de varón'''. Podemos suponer lo siguiente (figura 3): El cromosoma protohomo X (heredado de nuestro antecesores Australopitecus) se reorganiza y se duplica durante la fecundación. Uno de estos dos cromosomas Homo X se duplica de nuevo" y origina el nuevo par XX de Homo. El otro X se empareja con el proto Y, que había recibido una copia del fragmento del X, y constituye el par XY de Homo. El resultado de las reordenaciones y duplicaciones cromosómicas, durante ese peculiar proceso de fecundación, es el paso de un genoma de australopitecino, con los pares de cromosomas autosómicos y un par sexuales XY a un genoma humano doble: un conjunto formado por los 22 pares y un par XX (es decir, una dotación genética humana femenina) y otro conjunto con los 22 pares más un par XY (dotación genética humana masculina). Esta célula con un genoma humano doble y con doble par de cromosomas sexuales XX-XY, no es un individuo, no es un cigoto. No es cuerpo humano, sino genoma humano duplicado y preparado para una división celular. Encierra el patrimonio genético común de los hombres. Es el Adám genérico. Tal patrimonio genético ha de contener el cromosoma Y para ser genoma completo de la especie, porque sólo el cromosoma Y

28 Cfr. lo indicado anteriormente acerca del gen PCDH presente en el X y en el Y humanos (figura 1). 29 Nótese que la repetición, o la perdida, de uno de los cromosomas sexuales durante la concepción de un varón o de una mujer, no es un fenómeno inusual. Existen mujeres XO, con el síndrome de Turner, y varones XXY, con el síndrome de Klinefelter.

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tiene el programa de la masculinidad. Pero, insistimos, el patrimonio común no tiene carácter personal, no es un individuo, aunque esté contenido en la estructura celular que resulta de la fusión de los gametos de los antecesores. El genoma humano se ha constituido desde «el barro de la tierra» en una remodelación de la organización de varios pares de cromosomas. Se destaca aquí uno de los eventos que tuvieron lugar en la evolución hacia el hombre. Es el hecho de la reordenación de una región del cromosoma X que permite, siguiendo un mecanismo propio de la duplicación de regiones", transferir un fragmento al cromosoma Y. El cromosoma Y humano es el único cromosoma sexual de mamíferos que porta ese fragmento que precisamente contiene genes del cerebro. El fragmento del cromosoma X, cuya copia que se traspone al Y, tiene un contenido informativo tan peculiar, que, sin él, el cerebro del varón no podría ser un cerebro humano. B) Una fecundación puede concluir con la constitución de dos cigotos. El proceso de constitución de un individuo, con la fecundación de los gametos de sus progenitores, es dinámico y requiere un periodo de tiempo como proceso constituyente. Como se ha descrito antes, a lo largo del tiempo de la fecundación los dos gametos se activan mutuamente, cambia la estructura del material genético aportado por los progenitores y acaba apareciendo un cigoto con los ejes corporales configurados. Cada una de las etapas de este proceso es coordinada por los iones calcio. En algunas ocasiones, y debido a alteraciones de los niveles de calcio, el «óvulo en fecundación», antes de constituirse como cigoto, se divide en dos «óvulos en proceso de fecundación» (parte inferior de la figura 3). Cada uno de estos óvulos en fecundación acaba el proceso y el resultado es la constitución de dos cigotos, hermanos gemelos idénticos y del mismo sexo31. Es decir una sola fecundación —de un sólo óvulo y un sólo espermio—, ha dado lugar a dos cigotos que se desarrollan cada uno a embrión, feto, y nacido. Son los gemelos denominados homocigóticos. Supongamos, por último, que en un proceso de fecundación se inserta un evento evolutivo del tipo que acabamos de describir. El resultado de tal fecundación serían dos individuos gemelos de la misma nueva es3° El mecanismo por el que una región del DNA se duplica y la copia, o duplicado, se inserta en un cromosoma distinto se conoce como transposición. Suele consistir en transcribir el fragmento de DNA a RNA de hebra simple, y a continuación una trascripción inversa de este R_NA a DNA de doble hebra, que se inserta en otro lugar del genoma. Estos fragmentos se denominan elementos móviles o transposones. Es una de las causas más frecuentes de cambio de la información genética con consecuencias evolutivas. 31 Cfr. LÓPEZ MORATALLA, N., e IRABURU, M. J., o. c.

GENES Y SEXO

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pecie, pero de diferente sexo. Dos formas igualmente humanas, necesariamente sexuadas y asimétricas entre sí en cuanto una es XX y la otra XY. Dos personas. Ninguna de las dos personas procede de la otra por vía de generación. Adán no engendra a Eva32; tampoco Eva es un clon de Adán porque sería otro varón. El origen de ambos tampoco es, como se refleja en los mitos, una partición en dos de un viviente que les dejaría incompletos. Solamente el Génesis aporta, con su lenguaje simbólico, que la mujer es sacada del patrimonio genómico común. Una forma de que aparezcan «simultáneamente uno y una», del común patrimonio genético humano, es la que acabamos de describir: el óvulo en fecundación que porta el genoma sacado del común sin el cromosoma Y, es necesariamente un genoma XX, que constituye un cuerpo de persona mujer. Mientras la otra parte del genoma que mantiene el cromosoma Y se constituye en cuerpo de persona varón. C) Se reconocen como personas iguales y diferentes. El primer hombre y la primera mujer tienen la capacidad de reconocerse mutuamente como iguales. Y al reconocerse como personas realizan un «aislamiento procreador» del resto de sus antecesores, que hace de su prole la familia humana33. En el mundo animal se necesitan varias generaciones para que se establezca una barrera reproductiva entre los antecesores, que permanecen sin cambio genético, y los nuevos individuos que han evolucionado, por reordenaciones cromosómicas. Es un proceso evolutivo frecuente en que el aislamiento genético se realiza merced a la baja infertilidad de los híbridos. Sin embargo, el origen del género humano no exige de suyo la eficiencia natural de un mecanismo de aislamiento reproductor. Es la unión de sus cuerpos personales, como esposos, lo que les convierte en los primeros padres. Podemos afirmar que el proceso ha sido único porque una especie animal no se forma de una sola pareja. En resumen, la dinámica de los procesos de constitución de los individuos en la fecundación, y la dinámica evolutiva de especies complejas como los primates, nos permiten proponer un escenario posible a la aparición a simultánea del primer varón y la primera mujer desde unos antecesores no humanos. Un proceso evolutivo posiblemente único en la historia evolutiva, pero que revela una hipótesis coherente con todas las leyes de la fecundación, de la generación de dos gemelos, y de las primeras etapas del desarrollo embrionario.

" El Adám «dormido», al que Dios hace caer en el sopor, puede simbolizar que Adán no causa a Eva, ni siquiera es concausa de la creación de Eva. " LÓPEZ MORATALLA, N. (2000): «Origen monogenista y unidad del género humano: reconocimiento mutuo y aislamiento procreador», Scripta Theologica, XXXII, p. 205.

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3. SIGNIFICADO HUMANO DE LA SIMULTANEIDAD DE ORIGEN El escenario posible es coherente con la biología; es un escenario posible. De ninguna forma se pretende ni afirmar que fue así y mucho menos que es la única explicación. Ahora bien, lo que nos interesa aquí es el significado humano, el sentido humano de la con-creación de los dos cuerpos, narrado con el lenguaje del Génesis. ¿De qué es signo el cuerpo de varón heterocromosómico (XY) a diferencia del cuerpo de la mujer (XX)? La biología aporta ese dato que hemos considerado importante acerca del diverso contenido informativo de los dos cromosomas del par sexual: el X es lo común a ambos sexos, la igualdad respecto de si mismo; el Y porta la información para la diferencia respecto de sí mismo. Ser varón es poseer en sí mismo la identidad y la diferencia de la naturaleza humana respecto de sí mismo. El signo del cuerpo de mujer, «sacada de» consiste en contener en sí el momento de la identidad de la naturaleza respecto de sí misma, pero no el de la diferencia. El Adám genérico, el hombre, no es real. La persona humana es relación y apertura hacia sí mismo y hacia fuera. Por ello, la mujer constituida en don puede ser puesta ante el varón para que éste se auto-conozca como persona al reconocerla como «la otra persona». Sólo entonces Adán es persona humana, puesto que para un sujeto la autoconciencia de ser una persona sólo es posible en relación con otra subjetividad. Solo se puede ser una persona si hay al menos dos personas. Sólo a partir de entonces es cuando se puede decir que la naturaleza humana tiene una existencia «verdaderamente real». Y como personas humanas que han de transmitir la vida personalmente por generación, el inicio de la humanidad no podía haber tenido lugar, ni con dos varones, ni dos mujeres, sino desde uno y una. Es lo que aporta con nitidez la biología y el lenguaje de la Biblia. Situar la diferenciación sexual en la aparición simultánea de los primeros seres humanos a nivel ontológico, significa caracterizar a la humanidad como realidad relacional, es decir personal. La capacidad humana de amar es una afirmación de naturaleza ontológica. La ayuda adecuada del interlocutor natural, no es ayuda en el obrar, sino en el ser, en el existir y conlleva mutua reciprocidad que es asimétrica. Iguales y con complementariedad asimétrica. Dos modos personales de habitar el mundo porque son dos formas personales de percibir el mundo. Cada uno un modo especifico y singular de darse. Ambos, al ser realidad relacional personal, son iguales como términos de una relación. La diferencia está en el sentido de la relación misma. La relación de origen define al varón como el que «da para recibir» o «ama y es amado». Y a la mujer, como la que «recibe para dar» y «es amada y ama».

CAPÍTULO

II

CEREBRO DE VARÓN Y CEREBRO DE MUJER. DOS HEMISFERIOS

I. DOS FORMAS HUMANAS DE PENSAR Y DOS HEMISFERIOS EN TODO CEREBRO 1. Dos MENTALIDADES EN CADA HOMBRE En todo hombre coexisten dos mentalidades, dos estilos de pensar, dos miradas a la realidad que pueden estar equilibradas o puede haber un predominio marcado de una de ellas con inhibición de la otra. Uno de los presupuestos cerebrales de que existan dos formas de mirar la realidad, es el hecho de que todo cerebro humano consta de dos partes o estructuras: los dos hemisferios derecho e izquierdo, que funcionan de manera diferente aunque íntimamente coordinados. Para realizar las tareas de procesamiento de la información, tanto interna como externa, ambos hemisferios usan caminos distintos, e incluso participan en grado distinto de las tareas comunes del cerebro. La arquitectura funcional lateralizada existe en el cerebro de cada una de las personas. Pero la mente de cada ser humano es una, y la unidad vital de cada persona conlleva un equilibrio en el funcionamiento de los dos hemisferios. El centro de gravedad de este equilibrio se desplaza a lo largo de la vida de cada hombre hacia uno u otro hemisferio, según su biografía. Ahora bien, cada uno, según sea por naturaleza genética varón o mujer, tiene de forma innata el centro de gravedad localizado específicamente según su sexo. La madurez personal y el equilibrio psíquico, que cada uno alcanza mejor o peor con su propia vida, se manifiestan en un cerebro que fun-

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ciona armónicamente. Un cerebro humanizado (madurado por una vida personal plena) puede pasar a primer plano la mirada analítica o la mirada contemplativa, e inhibir la otra, en diversos momentos y según la actividad que se realice, el estado interior en que se encuentre, etc. Y todo esto es posible por la capacidad de dar paso y de frenar los procesos neuronales, que es una capacidad innata al hombre. Ahora bien, teniendo todos los hombres esa predisposición innata, sólo con la repetición de actos libres, sólo con hábitos intelectuales y virtudes, cada uno alcanza —mejor o peor— la habilidad humana propia de liberarse del encierro de los procesos cerebrales, precisamente frenando o estimulando la excitación neuronal. Cada hombre puede aflojar las ataduras del funcionamiento automático de los circuitos neuronales y puede dar paso o cambiar la dirección al «estado mental» que emerge de ese funcionamiento cerebral. Una de las mentalidades, se caracteriza por una fuerte valoración de los sentimientos y afectos, que si se acompaña de un cierto rechazo hacia el razonamiento abstracto, puede llegar a dominar la vida. La mentalidad con esta forma predominante de mirar la realidad se considera, e incluso se ha denominado, primitiva. Recibe este nombre porque esta forma de pensar con una fuerte carga emocional es típica de sociedades primitivas, en el sentido de poco tecnificadas. Efectivamente, cuando la supervivencia no está garantizada por el dominio científico-tecnológico del mundo, se hace fácilmente predominante el sistema emocional del cerebro, que llega a asignar a los estímulos una significación especial. Así, por ejemplo, la actitud frente a la duda acerca de si el Sol seguiría saliendo cada día, llevó antiguamente a las personas a dotar al astro con poderes sobrenaturales y convertirle en sujeto de su adoración. Esos poderes extra-cósmicos son para una mentalidad polarizada en ese extremo, tan reales o más que la propia realidad. La mentalidad primitiva parece responder a un predominio del cerebro derecho, que procesa la información de forma global, y está mejor conectado al sistema neuronal que procesa los afectos, el sistema límbico, que el hemisferio izquierdo. Desde esta mirada, se trata no tanto de conocer el mundo mediante análisis y deducciones, sino de aprehenderlo emotivamente, unirse afectivamente con él. El hemisferio derecho fragua antes que el izquierdo; madura en la vida de cada ser humano durante los dos primeros arios después del nacimiento. También en la historia de la Humanidad comenzó a tener el predominio antes, y solo más tarde tomó fuerza el otro modo de razonamiento que procesa el hemisferio izquierdo. Esta es una forma de razonar secuencial y lineal, que abstrae las cualidades de la realidad y las generaliza, y que está normalmente asociado a las áreas de la corteza asociativa cerebral.

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A medida que se desarrollan las capacidades de abstracción y generalización de propiedades, las otras capacidades más emotivas y concretas, procesadas en las estructuras del sistema límbico, pueden pasar a segundo término. Pasar a segundo plano en el lenguaje neurofisiológico significa inhibirlas, tarea que llevan a cabo moléculas específicas: los neurotransmisores inhibidores. Es decir, para que la capacidad moderna de abstracción pase a ocupar el primer plano, es necesario que los intereses prácticos inmediatos y las conexiones emotivas de la experiencia, pasen al segundo plano. Y, a su vez, el yo consciente puede hacer que desaparezcan las inhibiciones a las que, con frecuencia, la corteza cerebral somete las estructuras límbicas. De esta forma, cada persona es capaz de entrar, con libertad interior, al mundo de experiencias tan profundamente humanas como son las religiosas, las artísticas, o las creativas. Tanto la capacidad de acercarse a la realidad con un pensar analítico y lineal, o con un pensar contemplativo, global y unitivo con la realidad, son capacidades humanas inherentes a la persona. Hasta tal punto son humanas que cada uno de los hombres, sea varón o sea mujer, sólo alcanza la plenitud personal cuando las armoniza; cuando, como se suele decir, «cabeza y corazón unidos». La mentalidad moderna, occidental, tiene la peculiaridad de ser a la vez lógica y pre-lógica, racional e irracional. Es muy frecuente que, en este caso, se presente una tendencia a confiar mucho más en el conocimiento que le aporta la ciencia y a vivir apoyado en la técnica, al mismo tiempo que se recurre a las prácticas de yoga o las drogas para gustar las sensaciones de comunión con el universo. Conviven ambos extremos en muchas personas; además, varía de una persona a otra, la proporción entre el mundo emocional y participativo y el mundo lógico-experimental. Hasta el punto de que el hombre actual no se identifica generalmente con ninguno de los dos, sino con una hibridación de ambos carente de armonía. El resultado es, con frecuencia, una doble vida en lo cotidiano. La tarea de armonizar, de alcanzar la unidad de los diversos componentes de la vida, es tarea de cada uno. De hecho, la asimetría funcional de los hemisferios derecho e izquierdo de todo cerebro humano, está determinada genéticamente por procesos tempranos de la vida fetal. Es ésta una primera ventana de tiempo en el establecimiento de los códigos cerebrales. Más tarde, con el desarrollo fetal y durante los primeros meses de la vida, se crean y maduran los módulos, los operadores, que harán posibles los efectos subjetivos e interpersonales en la experiencia humana. Esto es, harán de sustrato a esos dos mundos de cada ser humano. Y más tarde aún, con la pubertad, el cerebro tiene una modulación intensa de las áreas en que se sitúan los centros de gravedad de la actividad. En esta

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etapa marcarán el compás los niveles de hormonas masculinas y femeninas, que a su vez se sintetizan de acuerdo con la específica dotación genética que recibieron. Pero ya en este periodo, la educación, la cultura y sobre todo las resoluciones personales, toman las riendas de la conducta y de la maduración o humanización de un cerebro que permanece plástico toda la vida. 2. Los

DOS HEMISFERIOS DE TODO HOMBRE DIFIEREN

EN LAS TAREAS QUE TIENEN ASIGNADAS

La figura 4 muestra un esquema general del cerebro humano. Los dos hemisferios cerebrales no son idénticos en lo que se refiere a su estructura. El surco de Silvio tiene diferente dirección en ambos hemisferios por lo que la organización espacial de los lóbulos es ligeramente distinta. Pero lo que más les distingue es la función. Por ejemplo, el hemisferio izquierdo es dominante para la organización del lenguaje ya que ocupa más regiones de ese hemisferio para llevar a cabo esa función. Por el contrario el derecho es dominante para la capacidad de orientación del espacio exterior guiada por la visión. Por otra parte, el hemisferio izquierdo tiende intrínsecamente a un estado de motivación afirmativo, gobernando las situaciones activas de acercamiento del sujeto respecto del mundo y de los demás; y también respecto del comportamiento motor, debido a que su actividad está mediada por el neurotransmisor dopamina. Por el contrario, el hemisferio derecho está predispuesto a ser más receptivo y más comprometido en estados de atención y reflexión mediados por la actividad del neurotransmisor noradrenalina. En la base de las diferencias funcionales de las diversas áreas del cerebro está la existencia de una diversidad de estructuras cerebrales. Son diferentes operadores cognitivos que conectan con las diversas áreas asociativas de la corteza cerebral, y sirven para realizar diferentes funciones mentales de análisis de la realidad. Así, los dos hemisferios en el cerebro de todo ser humano se distinguen, en primer lugar, en cuanto a los modos de procesar. El derecho procesa el lenguaje constituido por sensaciones no verbales e imágenes; realiza las representaciones de los significados múltiples no verbales de las palabras, como son la percepción visual y espacial. El izquierdo realiza los procesamientos lógicos y lingüísticos, el significado verbal de las palabras. En la realización del trabajo el derecho es como un centro de reconocimiento de los patrones, mientras que el izquierdo construye las representaciones de la realidad. El derecho reconoce las caras; y el mundo

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que él construye contiene la información derivada de los estados emocionales de los demás. Envía mensajes a través de expresiones faciales, y el tono de voz. Por el contrario, el izquierdo es incapaz de registrar o interpretar ideas emocionales no verbales. El hemisferio derecho tiene como factor de motivación el mundo interior de la mente, mientras que el izquierdo tiene la memoria semántica Figura 4: Vista lateral, dorsal y ventral del cerebro humano

La corteza cerebral de los dos hemisferios está dividida en cuatro lóbulos: frontal, parietal, temporal y occipital. La parte anterior de los lóbulos frontales es el sustrato de numerosas funciones cognoscitivas que organizan y controlan la conducta. En los lóbulos parietal, frontal y temporal, se localiza la corteza asociativa que media las funciones cognitivas del cerebro —la capacidad de actuar, ordenar, y decidir— en respuesta a estímulos externos o a motivaciones internas. Las áreas de Broca y Wernicke procesan el lenguaje. Los dos hemisferios difieren funcionalmente. El hemisferio izquierdo está motivado para la atención y la acción enfocada hacia fuera, externamente, mientras el derecho está motivado para la acción y la atención enfocadas desde el interior.

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Operadores cognitivos El operador abstracto se requiere para formar conceptos generales, a partir de percepciones concretas. Está configurado en toda la corteza, especialmente en la asociativa. El operador holístico permite ver el mundo como un todo, y conecta con la corteza parietal del hemisferio derecho. El operador existencial da el sentido de lo que el cerebro muestra como real, se sitúa en el sistema límbico. Un operador de valores emocionales asigna un valor emotivo a lo que se percibe desde el sistema línnbico. El operador reduccionista permite a la mente ver «el todo» dividido en sus partes; se sitúa en el hemisferio izquierdo. Un operador cuantitativo, que permite abstraer la cantidad de la percepción de varios elementos, aporta una capacidad innata del hemisferio izquierdo. El operador causal, que interpreta la realidad como una secuencia de causas y efectos, procesa en el hemisferio izquierdo. El operador binario reduce todo a pares de conceptos opuestos, opera en la región inferior del lóbulo parietal izquierdo.

de objetos del mundo exterior. Por la mayor densidad de interconexiones el hemisferio derecho posee mayor sensibilidad al estado del cuerpo, alcanza significados conscientes más directos, y traduce a gestos las reacciones emocionales más primarias. El hemisferio izquierdo, al tener más facilidad de traducir a palabras las sensaciones experimentadas de forma visceral, permite una adaptación de los estados emocionales para encontrar los recursos necesarios en las diversas situaciones que se presentan en las relaciones sociales. Por último, el hemisferio derecho, a través de la corteza orbitofrontal, es más capaz que el izquierdo de regular los estados de excitación del cuerpo. El hemisferio derecho puede considerarse el lado pesimista, en cuanto que la activación del lóbulo frontal procesa emociones negativas, miedo, o ansiedad. Por el contrario, el izquierdo es considerado el lado optimista debido a que la activación frontal izquierda produce sentimiento de felicidad. Esto significa sólo que el hemisferio izquierdo reviste mayor importancia para las emociones positivas y el derecho en las negativas; significa simplemente que ambos hemisferios contribuyen de manera diferente a emociones más o menos agradables. Además, ambos realizan un cierto reparto de tareas, pero es una simplificación afirmar que el hemisferio izquierdo es el consciente y el derecho el inconsciente. El izquierdo se ocupa preferentemente de la elabora-

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ción consciente del lenguaje y el derecho guardaría una mayor relación con la atención espacial inconsciente. Así por ejemplo, la solución escalonada de problemas, a través del uso consciente de reglas lógicas, implicaría el izquierdo; mientras que el derecho cumpliría una misión crítica en la resolución de problemas mediante la percepción intuitiva. En algunos experimentos se ha podido seguir el rastro de la percepción intuitiva dentro del cerebro, ya que encontrar solución a una cuestión requiere tiempo e intervienen multitud de procesos cognitivos. Se ha intentado averiguar qué regiones cerebrales se encargan de la reestructuración y la percepción intuitiva; esto es, el momento del «eureka». Los datos sugieren que ese estado, que expresa la conciencia de haber resuelto un problema lógico, procede de la transmisión al hemisferio izquierdo del resultado de los procesos inconscientes, que trabaja el hemisferio derecho, y que llevan a la percepción intuitiva'. En síntesis, podemos decir que el hemisferio izquierdo está motivado para la atención y la acción enfocada «hacia fuera», externamente, mientras que el derecho esta motivado para la acción y la atención enfocadas «desde el interior».

3. UNA INTELIGENCIA GLOBAL Y VARIOS «TIPOS» DE INTELIGENCIAS EN TODO HOMBRE La inteligencia es una capacidad multidimensional difícil de medir cuantitativamente. La primera prueba de habilidades cognitivas para medir la de inteligencia se debió a Binet2 y fue el origen de los actuales coeficientes intelectuales (CI). Se trata de unas escalas métricas que permiten medir si la inteligencia analítica de un individuo es normal, según su edad. La mente humana posee una estructura permanente que aporta, a cada hombre, una determinada capacidad intelectual analítica, emocional y social. La primera, conocida como sistemática, es por termino medio más fuerte en los varones; mientras la segunda, la capacidad de empatía, (capacidad de percibir el propio estado interno, y el de los demás) suele ser más alta, por término medio, en las mujeres. La inteligencia social abarca condiciones más amplias que la empatía. Nos centraremos en es1 G. KNOBLICH y MOLLINGER (2006): «Percepción intuitiva», Mente y cerebro, 20, pp. 50-57. 2 SERGE, N. (2007): «Alfred Binel o los orígenes del cociente intelectual», Mente y cerebro, 23, pp. 74-79.

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tos tipos debido a que el dimorfismo del cerebro da cuenta de las diferencias según el sexo. La maduración de las diferentes estructuras tiene ritmos naturales y unas son más dinámicas que otras; pero, son estructuras que sólo con el ejercicio de las funciones propias llegan a madurar. Por otra parte, es preciso señalar que la capacidad intelectual contemplativa no es predominio de ninguno de los sexos. Es una actitud de la mente que se da espontáneamente, o se busca, y de la que todo cerebro es capaz.

3.1.

Cerebro ejecutivo y lóbulo frontal del hemisferio izquierdo

La capacidad humana de abstraer, anticiparse y decidir, que son atributos de la inteligencia, exige un buen funcionamiento de los circuitos neuronales de la corteza de los lóbulos frontales: la región que se denomina cerebro ejecutivo. El ejercicio cognitivo no solo procesa, configura y reconfigura los procesos mentales específicos, sino que reconfigura el cerebro mismo. La maduración de esta estructura es especialmente dinámica. Hasta la edad de los 18 arios la conformación de esta estructura cerebral no está acabada plenamente. Es significativo que esta región no se desarrolla y madura condicionada por las hormonas, como ocurre con otras estructuras cerebrales. Por el contrario, está parcialmente controlada por factores ambientales y culturales, tales como una presión temprana para asumir papeles adultos y comprometerse en la toma de decisiones complejas; esto es, con la actividad. Es decir, madura al ritmo de la propia biografía. Lo más destacable de los lóbulos frontales, especialmente el izquierdo, es que tienen una base innata. Cada hombre nace, con independencia de su sexo, con una determinada capacidad intelectual basal —baja, media o alta— que mantendrá a lo largo de su vida, y en la que se apoyarán ulteriores desarrollos. La capacidad intelectual basal —medida con los tres índices de lectura, escritura y aritmética—, se correlaciona directamente con la trayectoria del proceso dinámico de maduración de los lóbulos frontales', entre los 7 y los 20 arios de edad aproximadamente. El espesor de la corteza cerebral de la región frontal izquierda aumenta de forma especialmente acelerada hasta la adolescencia en los niños y en las niñas más inteligentes. Cuanto mayor es el incremento del espesor corti3 SHAW, P.; GREENSTEIN, D.; LERCH, J.; CLASEN, L.; LENROOT, R.; GOGTAY, N.; EVANS, A.; RAPOPORT, J., y GIEDD, J. (2006): «Intellectual ability and cortical development in children and adolescents», Nature, 440, pp. 676-679.

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Figura 5: La capacidad intelectual no está relacionada con el dimorfismo sexual

La trayectoria de maduración de la corteza frontal del hemisferio izquierdo es especialmente plástica en los niños y en las niñas con alto coeficiente intelectual. El espesor de esa área cortical aumenta a gran velocidad entre los 7 y los 13 años y se detiene el incremento del espesor. Sin embargo, el aumento de espesor, con la edad, de esas mismas zonas en el hemisferio derecho no guarda correlación con el nivel de inteligencia. Modificada de Shaw, P., 2006.

cal en esa área en el hemisferio izquierdo, hasta los 13 arios, mayor es el coeficiente intelectual (CI). Sin embargo, no hay correlación entre el CI y el crecimiento en espesor de la corteza frontal del hemisferio derecho. La figura 5 muestra la trayectoria del cambio del espesor de la corteza cerebral del lóbulo frontal izquierdo de chicos y chicas con un alto coeficiente de inteligencia (CI). Esto no significa que la capacidad de abstracción se adquiera durante el desarrollo tardío. Por el contrario, en los bebés pequeños el pensamiento tiene ya un cierto nivel de abstracción. Los niños manifiestan una inteligencia precoz, puesto que a los tres meses parecen poseer ya un concepto muy coherente de su entorno. Significa que la inteligencia basal viene dada y tiene como apoyo material el dinamismo de crecimiento del espesor de la corteza que ocurre en esas edades para todos. Lo que cambia es la velocidad a que crece hasta los 13 arios. Muy rápido en los niños y niñas muy inteligentes. Velocidad intermedia o baja en el caso de niños y niñas con inteligencia media o baja, respectivamente.

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3.2. Cerebro contemplativo y activación del lóbulo temporal derecho La mirada contemplativa permite una forma de ser en el mundo espontánea, que es una forma más próxima a lo real que a la consciencia intelectual. Cuando la mente humana capta de forma connatural, espontánea y contemplativa el mundo, el pensamiento se encuentra en contacto directo con la realidad. Es capaz entonces de conocer los arquetipos, es decir aquellas estructuras mentales que dan origen siempre, en todas las culturas y épocas históricas, a las mismas imágenes. Para contemplar es preciso frenar el pensamiento discursivo. No pensar discursivamente no es una vuelta a la niñez, sino un reemplazar el estilo intelectual activo por otro modo de percepción, que es la percepción intuitiva. El pensar contemplativo es activar las estructuras cognitivas y de percepción automáticas, el sistema límbico, que permite una ganancia en intensidad y riqueza sensorial, a expensas, quitando del primer plano, la categorización abstracta y la diferenciación analítica, lo propio del pensar discursivo. La actividad contemplativa aprovecha las memorias almacenadas en el cerebro, que pueden estar más o menos sometidas a la consciencia analítica. En resumen, el proceso neuronal que subyace a la experiencia contemplativa consiste en des-automatizar —aflojar o frenar la excitación de los circuitos sensoriales, por la acción de neurotransmisores inhibidores de las sinapsis— y, con ello, inhibir aquellas estructuras psicológicas de la mente que organizan, delimitan, seleccionan, e interpretan los estímulos que llegan del exterior. Es un modo de deshacer la automatización de los sistemas dirigidos hacia fuera, hacia el mundo exterior. Se origina así la supresión temporal de las funciones de organización del mundo de las percepciones y de lo cognitivo y, con ello, queda permitido el acceso a esos aspectos de la realidad que normalmente filtra la mente analítica. No se piensa entonces con palabras, sino que se contempla la realidad, y esa contemplación puede llegar a ser inefable. En efecto, en la experiencia extrema de contemplación, unida a la suspensión temporal del pensamiento lógico-analítico, el cerebro ejecuta una desconexión funcional transitoria de la comunicación entre hemisferios cerebrales, de forma que las vivencias de totalidad y fusión «con lo otro», propias del hemisferio derecho, no pueden expresarse verbalmente; esto es, no hay acceso a los centros del lenguaje del hemisferio izquierdo. Hemisferio en el que también se encuentran las funciones analíticas del pensamiento. A este estado mental, como a todos los estados mentales, puede llegarse personalmente —éxtasis religioso, creativo, amoroso— por el alma, o por la acción farmacológica de una droga que active la zona correspondiente del cerebro, el sistema límbico en este caso.

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Incluso, este tipo de estado mental se puede alcanzar, o favorecer, por prácticas de relajación corporal y abandono del pensamiento concreto, que tratan de conseguir un estado en que no se piensa en nada. De hecho la experiencia mística, de intensa unión con Dios, se acompaña de los síntomas de la activación del sistema límbico4. La existencia de estas estructuras responsables de la experiencia mística obviamente no demuestra, ni niega la existencia de lo sobrenatural. Lo que muestra es que existen en el cerebro estructuras que hacen posible estas experiencias humanas de comunicación con Dios, de comunicación con lo absoluto. Lo que sí explica es que el fenómeno religioso sea universal, presente en todas las culturas. El sentido religioso es innato al ser humano. Tanto la capacidad de contemplación como la capacidad de abstraer, y proceder a un modo de pensar analítico, son ambas, capacidades propias de la naturaleza humana. Son posibles porque el cerebro humano es así. Cada ser humano hereda unos genes que dictan la formación de un cerebro, el de cada uno, que es presupuesto para el funcionamiento de la mente. Y cada uno, a partir de lo que le viene dado por naturaleza, se trabaja, con la vida, la armonía personal. Un hombre puede mutilar una u otra forma de mirar la realidad, ambas humanas y ambas requeridas para la plenitud personal. Puede mutilar, o puede «exagerar», una u otra. Puede provocar desmedidamente el predominio de una u otra, produciéndose de esta forma disociaciones personales, doble vida, que muchas veces acaba afectando, o incluso dañando, a la organización funcional misma del cerebro.

3.3. Cerebro emocional y estructuras del sistema límbico La experiencia subjetiva conlleva la emoción de forma inherente, e incluye la evaluación del significado de los estímulos, y la interacción con

4 Cfr. RUBIA, F. J. (2004): La conexión divina, Drakontos, Critica, 2.. ed., Barcelona. «Dificultad de expresar lo que se ha vivido común a la inmensa mayoría de emociones y afectos ya que surgen de regiones cerebrales con conexiones pobres con las regiones del habla; la disolución del yo que se refiere a síntomas del lóbulo temporal; la distorsión o pérdida del sentido del tiempo y del espacio característica de los ensueños; la sensación de objetividad y realidad profundas que se da cuando la amígdala se activa y da sentido biológico a los estímulos externos... La superación del dualismo y las contradicciones... La visión de luces brillantes y cegadoras que suele ocurrir en afectación o activación patológica de estructuras límbicas. Y la sensación de felicidad, bienestar, paz, alegría típica de cuando el cerebro produce endorfinas».

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Figura 6: Corteza prefrontal y estructuras del sistema límbico

El sistema límbico consta de una serie de estructuras laminares, núcleos y vías nerviosas, cuyos circuitos neuronales codifican la emoción y la motivación. La ínsula procesa los sentimientos viscerales, el hipotálamo organiza las hormonas producidas en las gónadas, el hipocampo guarda memoria de las emociones y se relaciona con el aprendizaje y memoria. La amígdala es el núcleo de los instintos y está gobernada por la corteza prefrontal. La glándula pituitaria participa en la regulación de la acción hormonal. La corteza prefrontal controla las emociones y evita que se vuelvan desmedidas, frenando la actividad de la amígdala. La corteza cingulada anterior procesa el sopesar las opciones y la toma de decisiones.

el entorno. Los procesos emocionales son parte fundamental de los dos hemisferios y, de hecho, los circuitos de valoración y excitación, están presentes en ambos. No obstante, las emociones primarias pueden ser experimentadas de forma más intensa e inmediata en el hemisferio derecho que en el izquierdo. De hecho, los afectos pueden de suyo ser expresados a través de las expresiones faciales o con modificaciones en el tono de voz, y transfieren información sobre los estados internos al mundo exterior, al igual que lo hacen las palabras. La figura 6 muestra las estructuras del sistema límbico que, como se tratará más adelante, presentan dimorfismo sexual. En psicología se viene utilizando el término «inteligencia emocional», que trata de explicar y de medir de qué modo la atención a las emo-

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ciones ayuda a desenvolverse en la vida diaria. Se ha definido' como el conjunto de talentos, o capacidades, en cuatro dominios: a) capacidad para percibir las emociones de forma precisa, que se suele expresar como «leer las caras»; b) capacidad de aplicar las emociones para facilitar el pensamiento y el razonamiento; esto es, utilizar los sentimientos positivos; c) capacidad para comprender las emociones, y d) capacidad para controlar las emociones. La «inteligencia emocional» tiene relación aunque no es exactamente igual que la capacidad de empatía, que a su vez se engloba dentro de la noción más amplia de «inteligencia social». La capacidad de «sistematizar» y de «empatizar» van ligadas de forma coherente en cada persona, aunque el centro de gravedad de tal equilibrio se desplaza generalmente, y de forma innata, en los varones hacia la primera y en las mujeres hacia la segunda. Aunque hay que señalar que realmente, emoción y pensamiento son inseparables para todas las personas. De hecho la patología conocida como autismo, como se tratará más adelante, se considera el extremo del típico cerebro masculino: ausencia total de empatía con pobre, o a veces normal o incluso rica, capacidad de sistematización.

II. LAS DIFERENCIAS GENÉTICAS (XY O XX) GENERAN DIFERENCIAS EN EL CEREBRO DE VARÓN Y DE MUJER Cada individuo se constituye, como varón o mujer, con la concepción desde los gametos de sus progenitores. Con el final del proceso de fecundación se genera la trayectoria vital de cada uno, que es un proceso de desarrollo y construcción del organismo, y de cada una de sus partes, que sigue la dinámica que se denomina epigenética; esto es, dinamismo que se regula y amplifica con el proceso mismo. Con esta misma dinámica se construye cada órgano. La trayectoria temporal en la que se crea el espacio orgánico, diferenciando órganos, tejidos y sistemas —según los ejes corporales cabezacola, dorsoventral y derecha e izquierda—, aparece con el proceso vital mismo. Genes y medio son imprescindibles para la autoconstrucción del organismo y de sus partes; y, de modo especial y más dinámico aún, del cerebro. El estado de los genes cambia con el proceso; y el medio —intra y extracelular, e incluso exterior al organismo—, es también, al mismo tiempo que el genoma, cambiante. 5 GREWAL, D., y SALOVEY, P. (2006): «Inteligencia emocional», Mente y cerebro, 16, pp. 10-20.

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1. TRES MOMENTOS DE MODULACIÓN DE LA EXPRESIÓN DIFERENCIAL DE GENES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN DEL CEREBRO, SEGÚN EL SEXO La construcción del cerebro de cada ser humano tiene peculiaridades asombrosas. Alcanza un grado de complejidad anatómica y funcional muy elevado respecto a los primates más cercanos, los chimpancés, sin que los miembros de la especie humana posean más genes para ello. Ocurre que para construir el cerebro se cuenta con una regulación de la expresión de los genes precisa, armónica, sensible a las interacciones y flexible. En efecto, los mecanismos de regulación de la expresión de estos genes, permiten realizar múltiples combinaciones' en cada momento, y en cada lugar del espacio cerebral, durante la diferenciación a neuronas de las células precursoras. La principal base molecular, de esta capacidad inusual de abrir y cerrar conmutadores de la expresión de los genes, es el hecho de que las regiones promotoras de los genes del cerebro, especialmente los localizados en el cromosoma X, son capaces de reconocer una gran variedad de factores de regulación, y son enormemente sensibles a sus concentraciones. Más aún, la actividad de las neuronas depende de la síntesis de moléculas neurotransmisores que realizan las tareas de conectarlas en circuitos, y que son el resultado de la expresión selectiva y regulada de genes en las diversas neuronas. Las moléculas reguladoras de la expresión diferencial en varones y mujeres son fundamentalmente las hormonas sexuales. Éstas, a su vez, dependen para ejercer su acción de la presencia en las células cerebrales de receptores hormonales específicos, cuya síntesis está también dirigida de manera diferencial en determinadas áreas cerebrales. Por otra parte, en el interior de las neuronas se realizan transformaciones de unas hormonas en otras, dirigidas por enzimas específicos; los genes que codifican estas enzimas son propios del sexo, y su expresión está también regulada en el espacio cerebral y en el tiempo. En la elaboración de cada cerebro, masculino o femenino, confluyen diversos factores que informan, amplifican la información genética y la retroalimentan de manera epigenética, especialmente en tres momentos de la vida.

6 Cfr. KRUGLYAK, L., y STERN, D. L. (2007): «An Embarrassment of Switches», Science, 317, pp. 758-759.

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1.1. En la etapa prenatal se genera la estructura general dimórfica En el periodo prenatal la expresión de los genes propios de cada sexo, da paso a la construcción de las gónadas. Las gónadas fetales realizan una primera producción de hormonas sexuales masculinas y femeninas, lo que permite la construcción del plan general específico del cerebro de varón y del cerebro de mujer. El mecanismo principal es permitir la expresión selectiva de aquellos genes que tienen en su región promotora una secuencia capaz de ser reconocida por una hormona específica del sexo. Es preciso recordar que la formación de los ovarios y testículos fetales se realiza a tiempos distintos dependientes del sexo, por lo que el cerebro de mujer y el del varón reciben las seriales hormonales en diferente momento de su desarrollo embrionario. Por esto, las hormonas se encuentran las células precursoras de las neuronas en diferente grado de maduración y orquestan el desarrollo cerebral según el patrón femenino o masculino. Un ejemplo, lo constituye el gen PCDH del que, como se comentó en el capítulo anterior, existe una copia en el cromosoma X y otra en el Y, con un promotor diferente. En otros casos no intervienen las hormonas sexuales. Por ejemplo, los genes del cromosoma X que escapan a la inactivación de uno de los dos cromosomas X7. Algunos datos permiten proponer que en las primeras etapas del desarrollo embrionario el dimorfismo general del cerebro de varones y mujeres, se debe también a este proceso: los genes que escapan a la inactivación del cromosoma X están expresados en doble dosis en el cerebro femenino'. La expresión de los genes de este tipo es dependiente de la impronta parental. Es decir, dado que la estructura del cromosoma X que procede del padre (Xp) es diferente de la del cromosoma X que se hereda de la madre (Xm), las copias de un gen presentes en uno u otro cromosoma se regulan diferencialmente; esto es, según su impronta. De tal manera que sólo una de las copias del gen se expresa en las mujeres, la del Xp, y no se expresa en varones que sólo contienen un Xm. El proceso de inactivación de uno de los dos cromosomas X tiene lugar en cada célula del cuerpo de la mujer, y está en función de igualar la dosis de expresión de genes en el desarrollo y funcionamiento del organismo femenino o masculino. Se dice de los genes que escapan a la inactivación de un X, de aquellos que se expresan las dos copias, o del gen que está precisamente en el cromosoma inactivado; esto es, genes cuya expresión se activa específicamente en las mujeres. 8 GOOD, C. D.; LAWRENCE, K.; THOMAS, N. S.; PRICE, C. J.; ASHBURNER, j.; ÑUSTON, K. J.; FRACKOWIAK, R. S. J.; ORELAND, L., y SKUSE, D. H. (2003): «Dosage-sensitive X-linked locus influences the development of amigdala and orboitofrontal cortex, ans fear recognition in humans», Brain, 126, pp. 2.431-2.446.

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Concretamente en la región 11.3 del brazo pequeño del cromosoma X (Xp11.3) hay un grupo de genes con «impronta» que se requieren para el normal desarrollo de las mujeres. Estos genes se expresan selectivamente en momentos concretos del desarrollo cerebral. Las mujeres con el síndrome de Turner, (45,X0) que carecen de uno de los cromosomas X, tienen alteraciones en la organización cerebral y déficit mental, especialmente en el procesamiento de la inteligencia social, en la que participa la amígdala. El hecho, tan llamativo, de que el déficit neural dependa de que el cromosoma X que porta una mujer con síndrome de Turner sea de herencia materna o paterna, se ha podido poner de manifiesto al analizar las características de dos gemelas idénticas con carencia ambas de uno de los cromosomas X'. Una de las gemelas había heredado necesariamente la copia paterna del X (45,Xp0) y la otra hermana la materna (45,Xm0). Ambas poseían el mismo CI. Sin embargo, la que heredó el X materno, estaba mucho más afectada que la otra, tanto en las estructuras cerebrales como respecto a las capacidades de sistematización y empatía. En general las mujeres Turner (45,Xp) tienen mejor equilibrada la conducta social que las que son (45,Xm). De hecho, éstas padecen más frecuentemente trastornos de autismo. Diversos datos apuntan" a que entre los genes de la región 11.3 del brazo corto del cromosoma X, existe el gen que codifica la enzima monoamina oxidasa, del metabolismo del neurotransmisor dopamina. El patrón de expresión de este gen es diferente según el sexo. Los niveles de esta enzima son significativamente más altos en los varones que en las mujeres. Por último, la llegada de testosterona al cerebro del feto varón de ocho semanas de gestación trae consigo el diseño de las diferentes estructuras cerebrales dimórficas. Esta hormona cambia el tamaño de las estructuras por doble efecto: a) destruye células de las áreas relacionadas con la comunicación; b) induce proliferación de otras, concretamente las que procesan los impulsos y respuestas sexuales y las implicadas en los centros de agresión. Mientras el cerebro femenino sigue su curso sin masculinizació n. En resumen, el dimorfismo sexual se inicia, en el sentido masculino o femenino, según la dotación genética. En las primeras dieciocho semanas 9 REISS, A. L.; FREUND, L.; PLOTNICK, L.; BAUMGARDNER, T; GREEN, K.; SOZER, A. C.; READER, M.; BOEHM, C., y DENCICLA, M. B. (1993): «The effects of X monosomy on brain development: monozygotic twins discordant for Turner's syndrome», Ann. Neurol, 34, pp. 95-107. 1° GOOD, C. D. (2003), citado.

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del desarrollo embrionario ocurre la mayor parte de la construcción de los circuitos neuronales específicos de cada sexo, dirigido por la regulación de los genes y los efectos de las hormonas sobre las áreas cerebrales.

1.2. En los primeros arios de vida se produce un «bario» del cerebro en hormonas sexuales En la llamada pubertad infantil, a la temprana edad de un par de años, las gónadas fabrican una gran concentración de hormonas; en los chicos este periodo dura unos nueve meses y hasta dos arios en las chicas. Cuando los estrógenos, producidos por los ovarios, inundan su cerebro, las chicas empiezan a concentrarse en sus emociones y en la comunicación, especialmente en la hablada. Es debido a que activan los circuitos cerebrales que se están formando, remarcándose más los de aquellas áreas dedicadas a la observación, comunicación, e incluso, las estructuras del cerebro maternal. Los chicos se vuelven menos comunicativos y tienden a dar órdenes, competir, a apoyarse en la fuerza física, y a concentrarse, por ejemplo en un juguete, en un ordenador, etc. Su cerebro, inundado por la testosterona, se hace menos sensible a las emociones y a la relación social. Tras la pubertad infantil, durante la infancia bajan los estrógenos y la testosterona en ambos, pero los niveles de estrógenos siguen siendo más altos en las niñas que en los niños. Parece, por tanto, que no es del todo cierto que las diferencias sexuales provengan principalmente de que los padres, y el entorno, les eduquen como chicos o como chicas. El cerebro con que nacen las chicas es ya diferente del cerebro con el que nacen los chicos. Es el cerebro el que dicta las diferencias de conducta entre ellos. Por esto, los impulsos de los niños son tan innatos que rebrotan, una y otra vez, aunque se intente una educación unisexo. Existen inclinaciones innatas. No existe el cerebro «unisexo«; los cableados del cerebro femenino y masculino son diferentes. Relata al respecto, la neuropsiquiatra de la Universidad de California, Louann Brizendine en su libro «El cerebro femenino»" lo siguiente: Una de mis pacientes regaló a su hija de tres arios y medio, muchos juguetes unisexo, entre ellos un vistoso coche rojo de bomberos en vez de una muñeca. La madre irrumpió en la habitación de su hija una tarde y la encontró acunando al vehículo en una manta de niño, meciéndolo y diciéndole: «No te preocupes camioncito, todo irá bien». " BIUZENDINE, L. (2007) El cerebro femenino, 5.a ed., RBA Libros, pág. 33.

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Esto no es producto de la socialización, sino de que el cerebro no es unisexo. Durante algún tiempo se discutió si las preferencias por juguetes y juegos seguían los dictados del cerebro, o de la cultura. Se conoce actualmente que hay inclinaciones innatas. Incluso, se han visto en primates preferencias por juguetes de diverso tipo. Los primates macho se interesaron por juguetes «masculinos», que puedan ser lanzados al espacio y sean duros de romper, y las hembras mostraron preferencia por los «femeninos», aquellos que les permitan mejorar habilidades; igual que en los niños. Además, estos animales no mostraron ningún tipo de preferencias según su sexo, por juguetes de tipo «neutro». Puesto que los animales no tienen la presión social que marca la cultura humana, este experimento, reafirma que las preferencias se deben a las diferencias innatas de la condición biológica sexuada. Por otra parte, se ha visto que bebés con sólo un día de vida, emplean más tiempo en mirar a los rostros si son niñas, o si son niños en mirar objetos que se mueven. El examen más intenso de las caras no supone una necesidad, sino una aptitud natural e innata para la observación: el cerebro femenino aporta una predisposición a esa facultad. Es decir, las preferencias y aptitudes no son mera consecuencia de estereotipos culturales, sino de una predisposición innata a un modo de relacionarse según el sexo. Cuando se refuta la existencia de esos presupuestos cerebrales de la personalidad y de las tendencias de comportamiento, que muestra la biología humana, se está combatiendo la propia naturaleza de la persona varón o de la persona mujer. Ahora bien solamente son presupuestos; la biología no aherroja la realidad humana. Y además, tanto los cerebros masculinos y femeninos están programados por una combinación única y personal de genes y educación, de naturaleza y cultura.

1.3. En la pubertad se producen grandes cambios hormonales que reafirman el cableado cerebral lineal en el varón y cíclico en la mujer Durante la adolescencia el cerebro crece rápidamente, al compás de las hormonas, reorganizando y podando los circuitos que marcan el modo de pensar, sentir y comportarse. Hay regiones del cerebro que requieren los estrógenos para su actividad, tanto en las mujeres como en los varones; en estas regiones están presentes enzimas específicas que convierten la testosterona en estrógenos. Y a su vez, los estrógenos tienen sus receptores específicos en cantidad diferente en las diversas regiones cerebrales.

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En las regiones corticales y subcorticales del cerebro humano existe dimorfismo, generado por la presencia de receptores de esteroides hormonales Figura 7:

Las áreas del cerebro humano que tienen una gran concentración de receptores hormonales son las más dimódicas, gracias a ello las hormonas ejercen su función diferencial en el cerebro del varón y de la mujer. En las mujeres es mayor la cantidad de receptores en la corteza frontal y media del sistema límbico. En los varones es mayor en la corteza frontal medial, la amígdala y el hipotálamo. Se marcan en gris oscuro o negro las áreas de concentración mayor en el cerebro femenino, en gris claro las áreas no dimórficas, y están rayadas las áreas de mayor cantidad en cerebros masculinos. Modificado de Goldstein, J., 2001.

De esta forma, los estrógenos modulan la actividad funcional de las diferentes áreas12. La figura 7 muestra la distribución dimórfica de los receptores de estrógenos en diversas áreas del cerebro femenino y masculino. A lo largo de la vida adulta, tanto en varones como en mujeres, existe muy poca relación entre las funciones cognitivas y las hormonas endógenas" 12 GOLDSTEIN, J. M.; SEIDMAN, L. J.; HORTON, N. J.; MAKRIS, N.; KENNEDY, D. N.; CAVINESS, V. S.; JR, FARAONE, S. V, y TSUANG, M. T (2001): «Normal sexual dimorphism of the adul human brain assessed by in vivo magnetic resonance imaging», Cereb Cortex, 11, pp. 490-497. 13 HALARI, R.; HINES, M.; KUMARI, V.; MEHROTRA, R.; WHEELER, M., y SHARMA, Ng. T. (2005): «Sex Differences and Individual Differences in Cognitive Performance and Their Relationship to Endogenous Gonadal Hormones and Gonadotropins», Behavioral Neuroscienc, 119, pp. 104-117.

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Figura 8: Cambios hormonales en el ciclo menstrual de la mujer

circulantes. La hormona masculina testosterona asienta el pensamiento espacial, y lo hace con mayor firmeza en los primeros estadios del desarrollo que en la juventud y en la madurez. Por ello, las tareas que implican representación espacial son patrimonio del varón; es decir, por término medio los varones tienen mayor rendimiento en esas tareas. Los niveles de testosterona son más altos por la mañana que por la noche y más altos también en otoño que en primavera. En los varones esas habilidades tienen relación lineal inversa con la concentración de hormona: los mejores resultados los consiguen en los momentos en que la concentración es menor. Por el contrario, ciertas capacidades cognitivas, más fáciles para las mujeres, y en las que por término medio sacan mejor puntuación, varían en función directa a la concentración de estrógenos". En las mujeres las habilidades de cualquier tipo se potencian, o inhiben, en función de las concentraciones de hormonas sexuales, que varían durante el ciclo menstrual (figura 8). Este ciclo tiene un pico de subida y caída de estrógenos antes de la ovulación, y tras la ovulación se produce un aumento tanto de estrógenos como de progesterona, hasta la siguiente menstruación. La progesterona, desempeña el papel principal: cuanto mayor es su concentración tanto más simétrico funciona el cerebro. En la mujer, a diferencia del varón, los niveles hormonales cambian cíclicamente, lo que facilita o dificulta determinadas actividades de modo oscilante. 14

KRAFT, U. (2005): «Estrógenos y cerebro», Mente y cerebro, 10, p. 19.

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2. EXISTEN DIFERENCIAS ANATÓMICAS EN EL CEREBRO DE VARONES Y MUJERES

La existencia de áreas con diferente volumen en los lóbulos cerebrales no implica diferencias de la inteligencia global en varones y mujeres. Sin embargo, el dimorfismo sexual en las áreas relativas a la inteligencia sí supone que ambos tienen diferentes sustratos neurales de la inteligencia. Diferencias anatómicas de zonas de la corteza cerebral en varones y mujeres En los varones, la parte de la corteza parietal implicada en la percepción del espacio es mayor que en las mujeres. Por el contrario, ellas poseen una mayor densidad de neuronas en las zonas de la corteza del lóbulo temporal, asociado con el procesamiento y la comprensión del lenguaje. La corteza prefrontal controla las emociones y pone freno a la amígdala; es mayor en las mujeres y además madura un año o dos antes que en los hombres. También es mayor en las mujeres la corteza cingulada anterior, que sopesa las opciones y toma decisiones y es el área de las preocupaciones menores. Diferencias anatómicas de zonas del sistema límbico en varones y mujeres De las estructuras del sistema límbico son mayores en las mujeres: a) la ínsula, que procesa los sentimientos viscerales; b) el hipotálamo, que organiza las hormonas; c) el hipocampo, que guarda memoria de las emociones; d) la glándula pituitaria, que produce las hormonas de la fertilidad y pone en marcha el programa del cerebro maternal mediante la producción de hormonas. Por el contrario en los varones es mayor la amígdala, que procesa los instintos gobernada por la corteza prefrontal. La amígdala contribuye a las respuestas emocionales rápidas y automáticas e independientes de cualquier contexto. En el cerebro del varón los centros del hipotálamo relacionados con la sexualidad tienen doble tamaño que las estructuras correspondientes del cerebro femenino. Véase figura 6 para la localización de las diversas áreas cerebrales.

Comparativamente, las mujeres con igual CI que los varones, muestran más áreas implicadas en la inteligencia'5 (figura 9). En los varones la 15 HATEA, R. J.; JuNG, R E.; YEO, R. A.; HEAD, K., y ALKIRED, M. T. (2005): «The neuroanatomy of general intelligence: sex matters», NeuroImage, 25, pp. 320-327.

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Figura 9: Las mujeres implican para la inteligencia global diferentes áreas que los hombres

Las mujeres utilizan más áreas, incluso de materia blanca, para la inteligencia que los varones. Los varones emplean áreas de materia gris de los lóbulos parietales y las mujeres de los temporales.

relación entre el CI y materia gris es más intensa en los lóbulos frontal y parietal, asociados a la inteligencia sistemática, mientras que en las mujeres es más intensa la actividad del lóbulo frontal que limita con el área de Broca, implicada en el lenguaje. Es decir, alcanzan igual CI pero activando diferentes regiones cerebrales. Esto significa que no hay un patrón único neuroanatómico para la inteligencia general y, por eso, los tipos de cerebros masculinos y femeninos son equivalentes intelectualmente.

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3. EL CEREBRO

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FEMENINO TIENE MÁS SIMETRÍA FUNCIONAL,

MIENTRAS QUE EL MASCULINO ES MÁS ASIMÉTRICO

El estudio de las disfunciones cerebrales de pacientes con lesiones en uno u otro hemisferio, ha permitido conocer que existe una asimetría funcional, una lateralización, más pronunciada en el cerebro del varón respecto a la del cerebro de la mujer. En el cerebro del varón, los dos hemisferios se distinguen con nitidez en lo que se refiere a determinadas estructuras y en la forma y recorrido de varias circunvoluciones en las que se asientan, de forma preferente, diversas funciones. Por el contrario, en el cerebro femenino los dos hemisferios son más parecidos entre sí. Recientemente se ha empezado a conocer que también difieren en cuanto a la organización de cada uno de los hemisferios, razón por la que no procesan de igual forma una misma información. También difieren en la disposición de los haces de fibras nerviosas que unen los dos hemisferios cerebrales, y que constituyen el cuerpo calloso. Esta estructura es más robusta en mujeres especialmente en su sección posterior, el rodete, así como en las uniones menores entre hemisferios. Es decir, en las mujeres los dos hemisferios interactúan con mayor intensidad que en los varones, aportando un refuerzo a la simetría de sus hemisferios. La especialización de los dos hemisferios del cerebro humano se realiza sobre la base de la igualdad de lo humano. Solamente es el modo diferente de procesar lo que hace distintas las habilidades propiamente femeninas, mayores en la mayor parte de las mujeres, de otras masculinas, más altas por término medio en los varones. Tanto la asimetría hemisférica del varón como la simetría de la mujer tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Un cerebro asimétrico puede procesar de forma rauda informaciones de áreas próximas, antes de que se transmitan al otro hemisferio; es lógico que es una ventaja de la asimetría, ya que cuanto menor sea la distancia entre áreas conectadas tanto más rápido es el procesamiento de la información. Por otra parte, la simetría tiene la ventaja de permitir una menor propensión a los trastornos funcionales ante daños de un hemisferio, ya que puede usar el otro. III. DIFERENCIAS ESPECÍFICAS DEL CEREBRO DE VARÓN Y DE MUJER 1.

METODOLOGÍA PARA EL ANÁLISIS DE LOS ESTADOS MENTALES

Las técnicas actuales de las neurociencias (la tomografía de emisión de positrones, PET, y las imágenes funcionales de resonancia magnética,

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Figura 10: El cerebro se puede parcelar a fin de situar una neuroimagen funcional

La parte superior de la figura muestra secciones de cortes horizontales del cerebro desde la región ventral hacia la dorsal. En la parte inferior se muestran secciones coronales del cerebro desde la región frontal (rostral) hacia la occipital (caudal).

fMRI) permiten analizar qué zona del cerebro está funcionalmente activa, y en qué medida, mientras se realizan diferentes actividades. Las imágenes funcionales han dado lugar en los últimos arios a la posibilidad de «ver» el cerebro en acción (figura 10) y por tanto poder conocer cómo procesa los estímulos y como responde. Gracias a esta tecnología, y al conocimiento de las áreas cerebrales con mayor o menor número de receptores para las hormonas femeninas y masculinas, actualmente la idea establecida acerca de que las diferencias en las habilidades de mujeres y varones no responden sólo a los diferentes

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niveles hormonales, ha dado paso a un paradigma más amplio. En efecto, el cerebro del varón y de la mujer trabajan de manera diferente en áreas tanto cognitivas como de conducta; e incluyen lenguaje, memoria, emoción, visión, procesamiento de caras, orientación espacial e incluso audición. Es importante recordar que hablamos exclusivamente de activación o desactivación de áreas cerebrales como manifestación empírica —y en ese sentido, como medida—, del estado mental de las personas que desarrollan en ese momento una determinada tarea o procesan una emoción. En este estudio cuando hablamos de afectos o de estados de felicidad, nos estamos refiriendo no al sentimiento vivido subjetivamente, sino solamente a las emociones que subyacen. Las emociones son estados más complejos que las meras sensaciones. Las reconocemos experimentalmente por los procesos cerebrales que elaboran y los gestos no verbales, o las alteraciones de los ritmos cardiacos, etc., que las acompañan. Por eso se trata de provocar en el laboratorio un determinado sentimiento evocándolo con la visión de una fotografía, una secuencia de una película; o incitando a recordar un determinado momento emotivo, etc. De esta forma se puede relacionar posteriormente el estado mental generado con las imágenes de activación o desactivación de áreas cerebrales tomadas en esos momentos con las técnicas de neuro imagen.

2. DIFERENTE HABILIDAD DE VARONES Y MUJERES PARA DIVERSAS TAREAS

Mujer y varón no usan las mismas áreas del encéfalo para resolver muchas de las tareas, incluso cuando lo hacen con idéntico rendimiento. El uso de diferentes vías es innato y viene determinado en última instancia por las diferencias de los genomas. Ahora bien, aunque las hormonas dirigen algunos aspectos de la neurofisiología masculina y femenina, las influencias hormonales sobre el cerebro no son nunca tan radicales como las que se dan, por ejemplo, en el control de la aparición de las gónadas o de los caracteres sexuales secundarios. Recogemos a continuación algunos procesos analizados en la literatura científica. Excede aquí explicar las bases neuroanatómicas o neurofisiológicas que subyacen a esos procesos. Destacaremos exclusivamente la diferencia en cuanto a la activación de áreas cerebrales, cuando una determinada actividad la realizan varones o mujeres. Y en algunos casos nos fijaremos en la activación de las áreas cerebrales cuando una determinada tarea la realizan mujeres en diversas etapas del ciclo menstrual, a fin de ver la influencia de los niveles circulantes de hormonas.

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2.1. Para las tareas visuoespaciales los varones tienen mayor habilidad Las tareas de orientación espacial, guiadas por la vista, son más fáciles, por término medio, para los varones que para el común de las mujeres, como se ha puesto de manifiesto en numerosos análisis. Ellos sacan mejor puntuación en pruebas de memorización y detección de formas, en geometría, en la lectura de mapas, en la puntería en el tiro, etc. Se ha estudiado qué ocurre en el cerebro mientras se realiza la actividad de rotación mental de objetos en las tres dimensiones. Esta actividad requiere imaginar la figura mirada desde distinta orientación. Cuando se ha realizado un análisis comparativo entre hombres y mujeres, que presentaban igual habilidad y similar puntuación, se ha podido conocer que, aún entonces, usan diferentes estrategias para resolver mentalmente este tipo de tarea16. La figura 11 muestra la diferencia existente en el patrón de activación de la corteza cerebral cuando varones y mujeres hacen girar mentalmente una figura geométrica en las tres dimensiones. Las mujeres para resolver estos problemas realizan una activación bilateral en la zona superior e inferior del lóbulo parietal, del giro temporal inferior y de las áreas premotoras. Los varones muestran áreas de activación asimétricas: lateralizadas a la derecha del área parietal-occipital, a la izquierda del lóbulo parietal superior y de la corteza motora. Hay, por tanto, diferencias tanto en las áreas que se activan como en la lateralización. La realización de esta actividad requiere el uso de áreas del lóbulo temporal y parietal del hemisferio derecho; estas áreas en el hemisferio izquierdo están ocupadas por la organización del lenguaje. La asimetría de los hemisferios explica que los varones tengan más habilidad visuoespacial, dado que tienen libre de las tareas de lenguaje esta zona en el hemisferio de la derecha y emplean plenamente ese lóbulo parietal. Por el contrario las mujeres, con menos lateralización de las funciones, tienen el lenguaje repartido en los dos hemisferios y, con ello, ocupan para esta función zonas del hemisferio derecho que se encargan de la capacidad visuoespacial. Las diferencias están, pues, en las estrategias cognitivas que requieren la intervención de diversas áreas cerebrales (parte inferior de la figura 11). La estrategia femenina es predominantemente de «recuerdo y reconocimiento» (lóbulo temporal-occipital del hemisferio derecho) mientras 16 JORDÁN, K.; WeSTENBERG, T.; HEINZE, H. J.; MICHAEL, P, y Jáncke, L. (2002): «Women and men exhibit different cortical activation patternsduring mental rotation tasks», Neuropsychologia, 40, pp. 2.397-2.408.

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la masculina es de «construir» manipulando mentalmente el objeto a fin de reorientarlo en el espacio. Figura 11: Estrategias diferenciales para resolver problemas mentales de rotación espacial de objetos geométricos

Las mujeres muestran una activación (marcada en blanco) bilateral en el surco intraparietal y en el lóbulo parietal superior e inferior, en el giro temporal inferior y en el área premotora. Los varones muestran activación del surco derecho parietal-occipital, del surco intraparietal izquierdo y del lóbulo superior parietal izquierdo. La parte inferior de la figura muestra un esquema de la estrategia femenina, a diferencia de la masculina, para resolver una tarea de rotación espacial, en la que alcanzan igual puntuación. Consiste en el mayor uso de ambos hemisferios y en incluir un tercer paso entre las conexiones del área visual primaria (1) y la corteza del estriado (2); establece conexiones con la zona inferior temporal y occipital (3) y la corteza del estriado. La zona parietal (4) solapa también el surco intraparietal en las mujeres, y en ambos se alcanza finalmente la corteza premotora (5). Modificada de Jordan, K., 2002.

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La habilidad de las mujeres para esta tarea «masculina» difiere en distintas fases del ciclo menstrual. Tras la menstruación cuando el nivel de los estrógenos es mínimo y aumenta la testosterona, realizan esta actividad con una habilidad similar a la de los varones (figura 12), pero manteniendo su propia estrategia. Sin embargo, el rendimiento empeora con la elevación de estrógenos. Las diferencias cíclicamente temporales de las habilidades de las mujeres en función de los estrógenos se debe a que estás hormonas potencian la activación preferente de áreas, situadas en uno u otro de los hemisferio, que difieren en la cantidad de receptores cerebrales para la hormona que poseen las distintas áreas. Figura 12: Áreas cerebrales con mayor intensidad de activación selectiva en varones o en mujeres en tareas visuoespaciales

Aunque la puntuación de esta tarea mejora en las mujeres en situación de bajo nivel de estrógenos, sin embargo siguen activando las áreas con mayor concentración de receptores de estrógenos, diferentes de las áreas empleadas por los varones. Modificada de Gizewski, E.R., 2006.

En ambos sexos la repetición de la tarea mejora el rendimiento. Es decir, estas áreas del cerebro son plásticas en todos los hombres.

2.2. Las mujeres tienen mayor fluidez verbal que los varones Las mujeres aventajan a los hombres en fluidez verbal. Esta actividad requiere el flujo de información de uno a otro hemisferio y mejora en las mujeres en la situación en que la concentración de estrógenos es alta, fase en que las mujeres tienen una respuesta cerebral dinámica más alta que en el resto de las fases.

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El área del lenguaje está lateralizada al hemisferio izquierdo en los hombres y, en cambio, en ambos hemisferios, en las mujeres'''. La activación cerebral durante las tareas de fluidez verbal ocurre en la corteza prefrontal, incluyendo el giro frontal inferior. Las imágenes de actividad cerebral durante los ejercicios de reconocimiento de letras, rima o significados, se encuentra lateralizada en las regiones del giro frontal inferior izquierdo en los varones, mientras que se activan las de ambos lados, izquierdo y derecho, en las mujeres. Las mujeres además activan selectivamente en el lado izquierdo el área del tálamo. Sin embargo, las diferencias en cuanto a lateralización son menos marcadas que en las tareas de rotación mental. En resumen, tanto las mujeres como los varones activan el lóbulo parietal superior del hemisferio derecho en las tareas de rotación mental; los varones activan el giro frontal inferior izquierdo y las mujeres el giro frontal inferior de los dos hemisferios al realizar tareas de fluidez verbal. Y las mujeres activan un mayor número de espacios que los varones para realizar ambos tipos de actividades". 2.3. Otras habilidades con diferencias según sexo En otras habilidades, como las motoras, hay también diferencias. Las mujeres superan a los varones en los movimientos finos y secuenciales de los dedos. Por el contrario los varones son más hábiles en tareas de arrojar objetos con precisión; controlan mejor la musculatura axial, más cercana al tronco. Tales diferencias se distinguen ya desde la temprana edad de unos tres arios. También se ha descrito'9 que los varones activan el área del giro superior parietal y del inferior occipital del hemisferio derecho, al realizar tareas que requieren memoria a corto plazo; las mujeres, con más capacidad en este tipo de memoria, muestran un aumento de la lateralización hacia el hemisferio izquierdo en este área. 17

pp.

HAUSMANN, M. (2004): «Varón o mujer: cuestión de simetría», Mente y cerebro, 7,

18 GizEwsiu, E. R.; KRAUSE, E.; WANKE, I.; FORSTING, M., y SENF, W. (2006): «Gen58-61 der-specific cerebral activation during cognitive tasks using functional MRI: comparison of women in mid-luteal phase and men», Neuroradiology, 48, pp. 14-20; ROZMIN, H.; SHARMA, T.; HINES, M.; ANDREW, C.; SIMMONS, A., y KUMARI, V. (2006): Comparable fMRI activity with differential behavioural performance on mental rotation and overt verbal fluency tasks in healthy men and women», Exp Brain Res, 169, pp. 1-14. 19 BELL, E. C.; WILLSON, M. C.; WILMAN, A. H.; DAVE, S., y SILVERSTONE, P. H. (2006): «Males and females differ in brain activation during cognitive tasks», Neurohnage, 30, pp. 529-538.

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En la tarea de memorizar una lista de palabras que están escuchando, las mujeres exhiben una mayor intensidad en la activación en áreas de la corteza prefrontal que los hombres2°.

3. DIFERENCIAS ESPECIFICAS EN EL PROCESAMIENTO DE LAS EMOCIONES Las emociones básicas despiertan los sentimientos elementales de miedo, furia, alegría, tristeza, acercamiento, repugnancia, curiosidad, sorpresa, etc. Son universales y, a la vez, íntimos a cada persona, ya que se elaboran en función del interior y alejadas de los estímulos inmediatos. En las emociones se distinguen tres elementos: a) la experiencia subjetiva, o sentimiento, que puede ser analizado interiormente por cada uno y comunicado hacia fuera; b) los afectos, que nunca son neutros sino agradables o desagradables, y c) el componente cognitivo del sentimiento, dependiente de los procesamientos de la corteza. Es decir la emoción se siente, se expresa y aporta conocimiento. El presupuesto neural incluye el sistema límbico y el lóbulo temporal con el que conecta, además de algunas regiones de la corteza prefrontal. Y son presupuesto neural esencial las zonas que informan acerca del cuerpo: los sistemas de castigo y recompensa y sus conexiones con la memoria. Por ello, una vez que la información sensorial es evaluada, al integrarla en la amígdala con la información procedente de los sistemas de refuerzo, tanto de recompensa como de castigo, las disposiciones innatas de la amígdala son activadas automáticamente y se ponen en marcha las diversas respuestas a partir del hipotálamo y tronco encefálico. Por último, se incluyen los sistemas que procesan las respuestas corporales. La respuesta se compone de varios elementos: a) la activación del sistema motor para generar posturas y gestos; b) la activación del sistema nervioso autónomo, cuyas seriales van a generar en las vísceras el estado asociado habitualmente con la situación desencadenante; c) la activación del sistema endocrino, y d) la activación de núcleos generadores de neurotransmisores como la noradrenalina, serotonina, dopamina y acetilcolina. Los tres primeros inciden en el cuerpo causando el estado emocional y el cuarto genera cambios en el procesamiento cognitivo.

20 GOLDSTEIN, J. M.; JERRAM, M.; POLDRACK, R.; ANAGNOSON, R.; BREITER, H. C.; MAKRIS, N.; GOODMANM J. M.; TSUANG, M. T, y SEIDMAN, L. J. (2005): «Sex Differences in Prefrontal Cortical Brain Activity During fMRI of Auditory Verbal Working Memory», Neuropsychology, 19, pp. 509-519.

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Se trata ahora de conocer cómo procesan las emociones los varones y las mujeres, y cuál es el dimorfismo cerebral que permite las diferencias. Los estudios de Eileen Luders21 han puesto de manifiesto que la corteza temporal femenina presenta un patrón de surcos más intenso, especialmente en el hemisferio derecho. Los surcos aumentan la corteza sin aumentar la masa y permiten mayor conexión entre las neuronas. Existe también un cierto dimorfismo en la corteza orbitofrontal, implicada en la representación de los estímulos emocionales, y en el silenciamiento o en el refuerzo de los estímulos asociados al aprendizaje y al control socio-emocional. Desde el punto de vista anatómico, esta corteza se divide en dos regiones según las conexiones neuroanatómicas al hipotálamo y la relación con el sistema neuroendocrino. El funcionamiento de la corteza orbitofrontal anterior-media y posterior-lateral se diferencia durante el procesamiento de las emociones negativas y positivas, respectivamente. En mujeres, la actividad de la corteza a estímulos emocionales lingüísticos varía dependiendo de la fase del ciclo22. Concretamente, la actividad anterior-media para estímulos negativos, frente a neutros o positivos, incrementa en la fase premenstrual y decrece en la postmenstrual. Mientras que existe un patrón inverso en la corteza lateral. Es decir, el ciclo menstrual modula la específica actividad de las regiones de la corteza orbitofrontal ante los estímulos emocionales. Los estudios de neuroimagen23 muestran que la amígdala es una estructura crítica que participa en las diferencias de ambos sexos en cuanto a la respuesta de las memorias emocional y sexual. La amígdala está delante del hipocampo, en la profundidad del lóbulo temporal. Es de gran importancia para la experiencia emocional, ya que es esencial para interpretar las emociones de otras personas. Esto se hace continuamente de modo inconsciente, y tiene valor para la supervivencia, puesto que etiqueta los estímulos externos de acuerdo con los intereses del organismo, es decir con su significación biológica. Las mujeres poseen una mayor conexión corteza orbitofrontal/amígdala que los hombres, lo que significa una mayor capacidad para controlar las reacciones emocionales.

LUDERS, E. (2004): «Los pliegues», Mente y cerebro, 9, p. 5. PROTOPOPESCU, X.; PAN, H.; ALTEMUS, M.; TUESCHER, O.; POLANECSKY, M.; McEwEN, B.; SILBERSWEIG, D., y STERN, E. (2005): «Orbitofrontal cortex activity related to emotional processing changes across the menstrual cycle», PNAS, 102, pp. 16.060-16.065. 23 HAMANN, S. (2005): «Sex Differences in the Responses of the Human Amygdala», Neuroscientist, 11, pp. 288-293. 21

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3.1. Las mujeres son más vulnerables a situaciones de conflicto interpersonal Las mujeres son más vulnerables que los varones a la presión psicológica en relación con los demás que suponen los conflictos interpersonales. También son más susceptibles a algunas alteraciones psiquiátricas, tales como depresión, desordenes de ansiedad y trastornos de la alimentación. Por ejemplo, existe diferencia de actividad cerebral, respecto a los varones, cuando ambos perciben estímulos lingüísticos desagradables24, y sobre todo si conciernen a las relaciones interpersonales. En las mujeres, las palabras desagradables activan significativamente más el núcleo caudado bilateral y el núcleo putamen izquierdo que las palabras neutras (figura 13). Sin embargo, en la mayoría de los hombres no hay diferencias en el nivel de activación entre palabras desagradables y neutras. Los núcleos caudado y putamen constituyen el cuerpo estriado, que recibe información de grandes áreas de la corteza y del sistema límbico y planifica la respuesta motora. Las diferencias entre los dos sexos en la actividad cerebral mientras procesan estímulos no placenteros está en relación con los conflictos interpersonales. Estas áreas, que forman el cuerpo estriado, en la base del cráneo, y reciben información de grandes áreas de la corteza cerebral y del sistema límbico, desempeñan un papel esencial en las mujeres al regular la sensibilidad femenina a la información desagradable acerca de dificultades interpersonales. Esto es, el cerebro femenino, en las relaciones personales, reacciona con una alarma mucho más negativa que el masculino ante la idea de cualquier conflicto, y al estrés. Se ha observado en ratas que la estructura del hipocampo, área implicada en el aprendizaje y la memoria, cambia en respuesta al estrés agudo o crónico de manera diferente en machos y hembras25. El estrés a corto plazo causa un cambio diferencial en las neuronas: aumenta la densidad de espinas dendríticas en los machos mientras decrece en las hembras. Las espinas son estructuras donde las dendritas reciben las señales excitadoras de otras neuronas. En cambio, en los machos, la complejidad del ambiente no afecta a las arborizaciones de las dendritas. Este tipo de cambios en las neuronas del hipocampo, si se extrapolan a los humanos, supondrían 24 SHIRAO, N., OKAMOTO, Y., OKADA, G., UEDA, K., y YAMAWAKI, S. (2005) «Gender differences in brain activity toward unpleasant linguistic stimuli concerning interpersonal relationships: an fMRI study», Eur Arch Psychiatry Clin Neurosci, 255, pp. 327-333. 25 Cfr. CAHILL, L. (2005): «His brain, her brain», Scientific American, 292, pp. 40-47.

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Figura 13: En las mujeres las palabras desagradables activan, significativamente más, que las palabras neutras, el núcleo bilateral y el núcleo putamen izquierdo

En los varones no hay diferencias de activación entre las palabras neutras y desagradables. Modificada de Shirao, N., 2005.

diferencias en la influencia del ambiente en el aprendizaje: el estrés agudo facilitaría el aprendizaje y memoria en los chicos y lo reduciría en las chicas. Sin embargo, sentirse cohibidos a largo plazo haría más vulnerable el hipocampo de los chicos, mientras que no afectaría a las chicas. Es decir, el cerebro de las mujeres está mejor equipado para tolerar el estrés crónico que el cerebro de los varones. Se debe considerar desde esta perspectiva en qué medida y cómo, puede diferir en ambos sexos el ambiente óptimo para el aprendizaje.

3.2. Las mujeres tienen más capacidad de percibir los componentes emotivos Tanto los varones como las mujeres detectan cambios en el tono de las voces. Sin embargo, sólo las mujeres reclutan nuevos recursos adicio-

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Figura 14: Varones y mujeres usan diferentes estrategias para comprender la expresión facial de las emociones de alegría y tristeza Expresión feliz

Expresión triste

o Varones

GO§ Mujeres

Cuando se ven y procesan caras con expresión feliz, varones y mujeres usan áreas de los dos hemisferios. Para las emociones negativas las mujeres usan el hemisferio izquierdo y los varones el derecho. Modificado de Lee, T. M., 2002.

nales para procesar las voces cuando el cambio del tono tiene valor emocional26. Se ha realizado el estudio de la activación cerebral cuando se presentan a examen una serie de caras felices, otra serie de caras tristes y otra de expresión neutra, a un grupo de mujeres y otro similar de varones27. El reconocimiento y procesamiento de emociones positivas y negativas está lateralizado en ambos hemisferios, pero su procesamiento está interconectado. En ambos sexos hay más activación con las caras felices del hemisferio izquierdo, en área frontal bilateral y parietal izquierda. Sin embargo, para las caras tristes las mujeres activan más el izquierdo y los varones más el derecho (figura 14). Esto sugiere que la lateralidad del procesamiento de la emoción facial es emocional y sexualmente específica: varones y mujeres usan corre26 SCHIRMER, A.; STIUANO, T., y FRIEDEFUCI, A. D (2005): «Sex differences in the preattentive processing of vocal emotional expressions», Neuroreport, 16, pp. 635-639. 27 LEE, T. M. C.; Lluc, H.-L.; HOOSAINE, R.; LIAO, W.-T; Wun, Ch.-T; YUENA, K. S. L.; CHANF, Ch. C. H.; Fox, P. T, y Gao J.-H. (2002): «Gender differences in neural correlates of recognition of happy and sad faces in humans assessed by functional magnetic resonance imaging», Neuroscience Letters, 333, pp. 13-16.

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latos neuronales bastante diferentes cuando procesan caras con expresión feliz o triste. 3.3. La memoria emocional es más intensa en las mujeres La amígdala, que desempeña un papel crítico en el aprendizaje emocional y la inteligencia social, es estructural y funcionalmente dimórfica". Las conexiones neuronales de la amígdala con el resto del cerebro la sitúan en un lugar privilegiado, tanto para la respuesta rápida a los estímulos, como a las influencias fisiológicas y a las respuestas conductuales. Su localización adyacente al hipocampo influye en la creación y almacenamiento de memorias. La amígdala responde primariamente a la fuerza e intensidad de los estímulos emocionales placenteros, o desagradables, y está implicada en la formación de la memoria emocional. En general, las personas generan y guardan mejor en la memoria los acontecimientos emocionantes que los neutros. Las mujeres retienen más fuertemente la memoria de las emociones que los hombres y recuerdan con más viveza los acontecimientos. Varios estudios de neuroimagen han analizado el efecto de la emoción sobre la memoria". Y se ha podido conocer que, aunque la intensidad del recuerdo es proporcional al carácter emotivo tanto en varones y mujeres, sin embargo, la actividad neural tiene lugar en la amígdala izquierda para las mujeres y en la derecha en los hombres. En las mujeres, coincide en el mismo hemisferio la región implicada en las reacciones emocionales y la región que procesa la memoria de las experiencias emocionales, mientras que en los varones estos procesos ocurren en diferente hemisferio. Se explica así el hecho de que las mujeres posean mayor memoria emocional que los varones. Además de las diferencias funcionales entre la amígdala izquierda y derecha entre varones y mujeres, existen también diferencias anatómicas. En primer lugar, esta estructura cerebral es mayor en los varones". Otra HAMANN, S. (2005), citado en 23. CAHILL, L.; HAIER, R. J.; WHITE, N. S.; FALLON, J.; KILPATRICK, L.; LAWRENCE, C., y cols. (2001): «Sex-related difference in amygdala activity during emotionally influenced memory storage», Neurobiol Learn Mem, 75, pp. 1-9; CAHILL, L.; DESMOND, J. E.; ZHAO, Z., y GABRIELI, J. D. E. (2002): «Sex differences in the neural basis of emotional memories», Proc Natl Acad Sci USA, 99, pp. 10.789-10.794; CAHILL, L.; UNCAPHER, M.; KILPATRICK, L.; ALKIRE, M. T., y TURNER, J. (2004): «Sex related hemispheric lateralization of amygdala function in emotionally influenced memory: an FMRI investigation», Learn Mem, 11, pp. 261-266. " Como se comentó anteriormente, el hecho de que unas estructuras cerebrales difieren en el tamaño según el sexo, se debe a que contienen gran cantidad de los receptores de 28 29

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diferencia estructural es respecto a las áreas neuronales con las que conectan. En los varones la amígdala tiene más conexión con el hipotálamo interviniendo en la conducta sexual, como se tratará más adelante. Estos datos son coherentes con el papel que desempeña la izquierda y la derecha en los adultos, y con las diferencias en el estilo cognitivo que usan los varones y las mujeres para codificar las experiencias emocionales. La mayor memoria emocional no siempre es beneficiosa para las mujeres, ya que puede llevar a desórdenes de la ansiedad. Por ejemplo, se ha podido observar" el efecto que tiene la memorización de palabras de una lista, si se insertan palabras con contenido emotivo entre otras neutras. Se afecta la memorización de aquellas palabras neutras presentes justamente antes de las que tienen contenido emotivo. Este deterioro, relacionado con la función de la amígdala, es mucho mayor en la mujer que en el varón. 3.4. El sentido del humor de las mujeres es más emotivo También varón y mujer usan de forma diferente el cerebro para percibir y apreciar el humor 32. La apreciación del humor supone básicamente la percepción de las incongruencias, para lo que son necesarias varias estructuras cerebrales. La compresión e integración del estimulo tiene un correlato neuroanatómico cortical; mientras que el sentimiento de diversión o de rechazo requiere estructuras subcorticales. Tanto varones como mujeres procesan los estímulos divertidos, o no divertidos, con activación de las zonas implicadas en el procesamiento del lenguaje; ambos sexos muestran activación de las mismas áreas que participan en la comprensión semántica de lo coherente, y del humor, cuando se presenta un estímulo divertido. Incluso no hay diferencias en lo que encuentran divertido los hombres y las mujeres. La respuesta al humor presenta características universales. Ahora bien, las mujeres reclutan regiones específicas del cerebro en mayor extensión que los varones cuando se les presenta un estímulo humorístico. En primer lugar, activan la corteza prefrontal del hemisferio izquierdo las hormonas sexuales. Las diferencias en tamaño se crean fundamentalmente durante el desarrollo temprano y dirigido por las hormonas sexuales. 31 STRANGE, B. A.; HURLEMANN, R., y DOLAN, R. J. (2003): «An emotion-induced retrograde amnesia in humans is amygdala- and beta-adrenergic dependent», Proc Natl Acad Sci USA, 100, pp. 13.626-13.631. 32 Azim, E.; MOBBS, D.; Jo, B.; MENON, V., y REISS, L. (2005): «Sex differences in brain activation elicited by humor», PNAS, 102, pp. 16.496-16.501.

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Figura 15: Varones y mujeres perciben igual el sentido del humor usando diferentes estrategias

Los varones y las mujeres para procesar el humor activan la corteza de la zona de unión del lóbulo temporal con occipital (1), giro frontal inferior (2) y la zona extrema del lóbulo temporal (3). Las mujeres activan más que los varones la corteza prefrontal dorso-lateral del hemisferio izquierdo (4). Exhiben además una activación de la zona subcortical, generadora de dopamina que incluye el núcleo accumbens (Nacc), de forma proporcional con la intensidad humorística, a diferencia de los varones. Modificado de Azim, E., 2005.

más que los varones, lo que sugiere un mayor grado de procesamiento ejecutivo y de codificación basada en lenguaje. Y exhiben además una mayor activación de la región límbica, lo que muestra una mayor integración del conocimiento y la emoción (figura 15). Además en las mujeres la actividad del núcleo accumbens (Nacc), que forma parte de la región subcortical generadora de dopamina, se corresponde con la intensidad humorística; sin embargo en los varones no hay correlación. Es decir, hay en las mujeres un mayor componente emocional ante el estímulo humorístico. Sin embargo, y sobre la base de reclutar estrategias divergentes, cada uno alcanza un sentido de lo divertido semejante y un comportamiento equivalente ante esos estímulos. Esto indica que las conductas no dependen de las diversas estrategias que se usan para procesar.

IV. INTELIGENCIA SOCIAL Y ALGUNAS ALTERACIONES EN LAS ESTRUCTURAS CEREBRALES Los cerebros femeninos predisponen más a la empatía y los masculinos a la sistematización. Son dos dimensiones del perfil cognitivo, que se equilibran en cada persona. Sin embargo, en algunas personas se dan cerebros «extremos»: una hiper-sistematización con hipo-empatía y a la inversa. Desde este punto de vista, el autismo puede considerarse como el

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extremo masculino". Mientras que en el extremo femenino, las características de la empatía están exageradas y aparece blindada la capacidad de sistematizar. Algunos consideran como cerebro femenino extremo el de los niños con síndrome de Williams: prestan una exagerada atención a las caras y hablan con enorme facilidad. Se conocen varios trastornos que involucran la inteligencia social34. La base neurológica de la empatía coincide con la base de la inteligencia social que tiene como correlato la función coordinada de tres regiones: la amígdala, la corteza orbito-frontal y frontal media, y el surco y el giro superior temporal.

1. EL AUTISMO, UN CEREBRO MASCULINO EXTREMO

El autismo es un trastorno hereditario, más frecuente en los varones, y que se caracteriza por un desequilibrio de la sistematización y la empatía (S>E). Los autistas muestran déficit en las características que definen la inteligencia social, en términos de comunicación y capacidad de imaginarse la mente de los demás. Los que padecen este trastorno no son capaces de entender qué piensa la gente o qué les ocurre; tienen falta de emotividad e interés; presentan retraso o ausencia del lenguaje, y carencias para la relación social, como por ejemplo, no miran a los ojos. Al mismo tiempo, presentan exceso de comportamientos propios de una fuerte sistematización, como es la repetición obsesiva por ejercicios que suponen pensar exclusivamente en términos: entrada-operación-salida". Además, estas habilidades de sistematización se centran en unas pocas tareas en las que se especializan y en las que llegan a ser especialmente diestros, como matemáticas, música, memorización de horarios de trenes, por ejemplo, etc. Una variante del autismo es el síndrome de Asperger (AS) en el que los niños poseen una CI normal, o alto, y que llegan a desarrollar el lenguaje. Sin embargo, sigue siendo en ellos muy baja la capacidad de discriminar emociones por la expresión de la cara y particularmente de los ojos. El autismo conlleva anormalidades en la estructura y función de la amígdala, en la corteza orbito-frontal y en la corteza frontal media (figu33 BARON-COHEN, S. (2002): «The extreme male brain theory of autism», TRENDS in Cognitive Sciences, 6, pp. 248-254. 34 BARON-COHEN, S., y BELMONTE, M. K. (2005): «Autism: A Window Onto the Development of the Social and the Analytic Brain», Annu. Rey. Neurosc., 28, pp. 109-126. " La disfunción neural del autismo se ha visto también como una débil coherencia general; esto es, carencia de la función de conexión de las percepciones locales y detalladas en la percepción global. Una parcelación de los estímulos y una atención centrada en los detalles.

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Figura 16: Perfil de compartimentación asimétrica en trastornos de la capacidad de empatía

Las regiones de los lóbulos frontales del hemisferio derecho son las más aumentadas respecto a los controles en los pacientes de autismo y en niños con «Desordenes del lenguaje ligados al desarrollo» (DLD), y las occipitales las que menos. En negro se indican las unidades que tienen asimetría en el hemisferio izquierdo, en gris las asimetrías regionales del derecho. Modificada de Herbert, M. R., 2005.

ra 16). Las conexiones deferentes y aferentes entre la amígdala y la región cortical del cerebro, predisponen a este tipo de trastornos: a) la baja actividad de la amígdala supone déficit en las tareas de inferir emociones de las expresiones faciales; b) la reducida actividad de la corteza frontal media del hemisferio izquierdo genera escasa capacidad de empatía; c) la baja actividad de la corteza orbito-frontal da lugar a la escasa capacidad de reconocer los estados mentales de otros; y la baja conexión del surco superior temporal genera la incapacidad de hablar con sonidos. Las disfunciones en este circuito parecen debidas a desórdenes durante el desarrollo, asociados con la baja dosis de expresión de genes del cromosoma X, que carecen de homólogo en el Y, y que participan en el dimorfismo sexual". El autismo se asocia en concreto con los genes 36 SKUSE, D.: «X-lynked genes and the neural basis of social cognition», Novartis Found Symp, 251, pp. 84-98. Se han descrito dos regiones del cromosoma X implicadas en

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NLGN3 y NLGN4 que codifican proteínas implicadas en las conexiones neuronales". Existe, por tanto, falta de conexión de áreas concretas", debido a alteraciones en el volumen durante el desarrollo embrionario y postnatal. Se produce una macrocefalia postnatal, entre los 2 y los 4 arios. Los cambios de volumen se generan en áreas específicamente lateralizadas de ambos hemisferios. Unas funciones son más vulnerables a los cambios anatómicos que otras y éstas pueden funcionar con normalidad. La figura 16 recoge las asimetrías de volumen de regiones alteradas en cerebros de autistas, comparadas con el cerebro de sanos. Existe una asimetría mayor en los autistas en zonas corticales de la izquierda que de la derecha. La relación derecha-izquierda de volumen de cada área es inversa en los autistas respecto a los controles. Las áreas corticales más afectadas son precisamente aquellas que son esenciales para las funciones cognitivas más complejas, como el comportamiento social y el lenguaje.

2. DESÓRDENES DEL LENGUAJE LIGADOS AL DESARROLLO (DLD) El síndrome DLD (desorden del lenguaje asociado a alteraciones del desarrollo) tiene en común con el autismo la alteración de las asimetrías regionales. Se ha comparado el cerebro de niños normales entre 6 y 12 arios, con niños autistas y niños con desorden del desarrollo del lenguaje (DLD)", buscando la asimetría en los volúmenes. En el DLD, a diferencia del autismo, muestra una pequeña, pero significativa, pérdida de asimetría a la izquierda comparada con los controles (figura 16).

3. SÍNDROME DE TURNER Algunas características del fenotipo cerebral de las mujeres con síndrome Turner se asocian también con las características de los autistas, el autismo: la región 15q11-13 (próxima al gen que codifica el receptor GABA) y la 17q11.2 (cercana al gen que codifica la proteína transportadora de la serotonina). 37 JAMAISM S.; Q_UACH, H.; BETANCUR, C.; RÁSTAM, M.; COLINEAUX, C., y cols. (2003): «Mutations of the Xlinked genes encoding neuroligins NLGN3 and NLGN4 are associated with autism», Nat. Genet., 34, pp. 27-29. 38 BARON-COHEN, S. (2004): «The cognitive neuroscience of autism», 1 Neurol. Neurosurg. Psychiatry, 75, pp. 945-48. 39 HERBERT, M. R.; ZIEGLER, D. A.; DEUTSCH, C. K.; O'BRIEN, L. M.; KENNEDY, D. N.; FILIPEK, P. A.; BAICARDJIEV, A. I.; HODGSON, J.; TAKEOICA, M.; MAKRIS, N., y CAVINESS, V. S. Jr. (2005): «Brain asymmetries in autism and developmental language disorder: a nested whole-brain analysis», Brain, 128, pp. 213-226.

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como es la falta de reconocimiento de expresiones faciales de miedo. Las mujeres (45,X0) tienen un aumento significativo del tamaño de la amígdala, mayor incluso que los varones, mientras que es sin embargo menor en las mujeres 47,XXX. Como se comentó antes, tienen alterada la monoamina oxidasa A(MAOA) y B(MAOB), que está implicada en la desaminación oxidativa de varios neurotransmisores incluyendo la dopamina y serotonina. La actividad anormal de estos neurotransmisores conlleva desórdenes del desarrollo neuronal, predominantemente los déficit de cognitiva social.

V. SIGNIFICADO HUMANO DE LA DIFERENCIA DE LAS ESTRATEGIAS ESPECÍFICAS Se pueden sacar algunas conclusiones del dimorfismo que se ha analizado. En primer lugar, las tareas que requieren actividad preferencial de áreas de uno u otro de los hemisferios las realizan mejor, en general, los varones cuyo cerebro es funcionalmente más asimétrico que el cerebro de las mujeres. Mientras que las tareas que requieren el paso de la información de un hemisferio a otro, las realizan mejor las mujeres, por término medio, debido a su mayor simetría funcional. Las diferencias anatómicas, químicas y funcionales de los cerebros de mujer y de varón aportan la raíz biológica del distinto recurso a los hemisferios cerebrales para acometer diversas tareas por parte de unos y otras. Este diferente trazado de los circuitos neuronales es innato y causado por la diferente dotación genética que recibe cada uno en la concepción. La construcción del cerebro durante el desarrollo embrionario y la vida postnatal, amplifica estas diferencias genéticas a través de las concentraciones de las hormonas específicas de cada sexo. En efecto, como se ha referido, la mayor o menor asimetría funcional de los dos hemisferios se establece fundamentalmente en la etapa fetal y, posteriormente, los niveles hormonales potencian la funcionalidad de las áreas de mayor concentración de los receptores con los que interactúan específicamente. Las diferencias en las estrategias cognitivas y emocionales propias de cada sexo supone que ambos poseen memorias, habilidades, preferencias, etc., propias del sexo femenino o masculino. El cerebro de la mujer está cableado de un modo tal que resulta más predispuesto para la empatía, mientras que el del varón está mejor predispuesto para orientarse en el espacio exterior. Ese modo, diferente y específico de interesarse y relacionarse con la realidad, es posible por la diferencia de la asimetría en la lateralización de los hemisferios del varón y la mujer. El centro de grave-

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dad intelectual del varón está hacia el polo de las actividades propias del hemisferio izquierdo. La mujer armoniza mejor lo racional y emotivo por poseer mayor simetría funcional de los hemisferios. Ahora bien, aunque las diferencias entre varones y mujeres tengan un sustrato biológico, las semejanzas son mucho mayores que las diferencias". Todas ellas son habilidades humanas. Por eso, lo que en unos son predisposiciones innatas, puede ser modelado en los otros, mediante decisiones libres que generan actuaciones y modulan la configuración cerebral. Todo ello es congruente con la relación natural de ambos en la transmisión de la vida. Hunde las raíces en los circuitos propios del cerebro animal que dicta los comportamientos que permiten la supervivencia de la especie. Los cerebros animales macho y hembra empiezan desarrollándose de modo diferente en el útero materno, de forma que los impulsos específicos están plasmados en los circuitos neuronales. Se entiende que en las sociedades humanas culturalmente menos tecnificadas, la mejor visión espacial del varón le capacitaría para la caza de recursos fuera del ámbito reducido de la vida familiar. La mujer, con un cerebro con las funciones más bilaterales, tiene un uso de lenguaje que permite la comunicación de estados internos y facilidad con los modos de comunicación no verbal, esencial para el cuidado de los hijos pequeños. Intuir lo que les ocurre a otros, reconocerlo en la expresión facial, es una habilidad natural que es fundamental en una madre, para entender a los bebés y saber lo que necesitan. Tales diferencias marcan el sentido natural humano del diferente papel de la madre y el padre en la educación temprana del niño. La configuración armónica del cerebro del niño requiere recibir los modos propios de manifestación de los afectos de la masculinidad y feminidad. Se ha descrito41 que la comunicación temprana afectiva entre los padres, o allegados, y el niño origina una alineación de los estados mentales, que puede entenderse como una coordinación mutuamente regulada entre los hemisferios derechos e izquierdos de padres e hijos; por el contrario, la falta de cariño implica una grave pérdida de este modo de comunicación. En las primeras fases del desarrollo del niño, el hemisferio derecho es más activo y crece más rápidamente. La comunicación entre los hemisferios derechos permite las comunicaciones afectivas que sitúan y asientan los estados emocionales primarios a partir de señales no verbales. La na" KimuRA, D. (1992): «Cerebro de varón y cerebro de mujer», Investigación y Ciencia, noviembre, pp. 77-84. 41 SIEGUEL, D. J. (1999): The developing mind. Toward a Neurobiology of Interpersonal Experience, The Guilford Press, New York, London.

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turaleza, a través de la lactancia, ha previsto que la madre tenga la cercanía natural en los primeros momentos de la vida, con una mayor capacidad de activar su hemisferio derecho. Pasada esta primera fase, hacia los dos arios desarrolla dominantemente el izquierdo, que es el interpretador de las funciones lógicas para deducir causa efecto. La alineación entre hemisferios izquierdos potencia la atención a los objetos en el mundo, y fomenta los diálogos reflexivos en los que el lenguaje es utilizado como foco de atención sobre los estados mentales de otros. Esta doble alineación puede fomentar la integración bilateral entre los dos hemisferios. De hecho, hasta final del tercer ario de vida no se produce en el niño la comunicación entre ambos hemisferios, y con ello inicia la armonización personal del hijo educado por ambos. La paternidad y maternidad, incluso en el nivel biológico, no es asimétrica solamente en lo que respecta a la concepción y gestación y dar a luz. La configuración básica del cerebro del hijo requiere de relación personal con mujer y varón, madre y padre, o de quienes hagan sus veces. Como todo lo humano el sentido personal no se agota en el sentido biológico, porque la vida humana no es mera biología. Como todo lo humano, la personalización de la intrínseca condición sexuada no está dictada por la biología y, sin embargo, no se produce a espaldas de la condición biológica natural. Por el contrario, lo específico de la condición sexuada se deriva de la finalidad de las inclinaciones naturales del hombre. Como con todo lo humano, los procesos de supervivencia animal quedan elevados a capacidad cognitiva y relacional, libre, precisamente al personalizar lo corporal. Si un varón nace interesado en construir, analizar y explorar y una mujer nace interesada en la expresión emocional, en la relación y en mantener la armonía, significa que su cerebro se ha hecho para ese diseño. Las indicaciones, que les proporcionan aquello para lo que nacen hechos, dicen a cada uno qué es el centro de gravedad de su ser y con ello la razón de su obrar en todas las dimensiones personales de una vida humana familiar, profesional y social. Lo que nos viene dado, y no es elegido, centra la orientación de la mirada a la realidad. Más aún, lo que define un cuerpo de varón o de mujer, es signo de la persona que se es.

CAPÍTULO

III

EL CEREBRO Y LOS AFECTOS LIGADOS A LA TRANSMISIÓN DE LA VIDA

I. NEUROLOGÍA DE LOS AFECTOS VINCULADOS A LA PROCREACIÓN La capacidad de amar es la facultad más específicamente humana. Hay dos tipos de amores ligados a la transmisión de la vida muy asentados, por eso, a la corporalidad sexuada personal. La inclinación íntima y profunda de la madre a amar a los hijos ocupa una posición única y privilegiada en la conducta y los sentimientos humanos. Esta tendencia natural es una de las más poderosas motivaciones de la acción humana. En cierta medida, junto al amor romántico, o enamoramiento, se ha celebrado en todas las épocas, y en las diferentes manifestaciones del arte, como unas de las más bellas e inspiradas manifestaciones de la conducta de los hombres. Todo hombre tiene la potencialidad de querer a alguien como hijo, y además hacerlo con corazón de padre y de madre. Pero el corazón de madre no es igual al de padre, y a la inversa, porque los circuitos del cerebro de varón y del cerebro de mujer son como son, y diversos en cada uno. La maternidad cambia a la mujer transformando su cerebro estructural y funcionalmente; y, en cierta medida, de forma irreversible: deja huella. El cerebro innato de la mujer responde, poniendo en acto los circuitos más fuertes de la naturaleza, a las consignas básicas que se inician con el crecimiento del feto y avanzan y se refuerzan hasta el nacimiento. Más tarde, durante la lactancia, el tacto, el olor, y la intimidad piel contra piel, mantiene en la madre un estado mental muy peculiar. También los varones padres biológicos, y las madres y los padres adoptivos, y en general las personas tras un contacto íntimo y diario con

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un bebé, desarrollan esa inclinación natural que se personaliza en el modo de amar maternal. Las claves físicas (olor, tacto, etc.) generan nuevas pistas neuroquímicas en el cerebro, que crean y refuerzan los circuitos correspondientes y generan un vínculo fuerte y arraigado. Es el cerebro maternal. El amor romántico genera también un intenso vínculo específico en la relación entre un varón y una mujer. En el cerebro enamorado se genera un estado en buena medida similar al cerebro maternal, y usando estrategias similares, pero también distintas, en el varón y la mujer. La forma de apego del enamoramiento añade al amor maternal —y paternal— un componente erótico. Componente que genera el vínculo específico del cerebro emparejado, que también tiene algunos componentes diversos en el varón y en la mujer. Como corresponde a este tipo de estudio, no se tratará la neurofisiología de la afectividad en general, ni de la procreación y el placer sexual, en general. Se analizan los datos de la literatura científica acerca del dimorfismo cerebral que es el presupuesto, y aporta la predisposición particular, al amor sexuado y a la maternidad/paternidad específicas del ser humano mujer, y del ser humano varón. Los datos de las neurociencias se han obtenido, con las técnicas que se señalaron en el capítulo anterior, analizando las emociones placenteras que producen la vista de una fotografía del hijo o de la persona amada, o fotografías con contenido erótico, o incluso la sensación placentera que puedan producir el olor de determinadas sustancias. La neurología de estos afectos está especialmente ligada a la corporalidad sexuada. Tienen en primer lugar un sistema emocional especializado que recibe entradas sensoriales, las interpreta, y genera respuestas de conducta autónoma y endocrina. En segundo lugar, participan un conjunto de sistemas especializados de memoria a corto plazo, que mantienen la información sobre los estímulos presentes; y a este sistema se unen unas funciones ejecutivas que recuperan información de lo guardado en la memoria. Lógicamente se requiere una activación de la corteza. Y en ultimo término, se realiza la elaboración de la respuesta emocional, que conlleva cambios de conducta, cambios del sistema nervioso autónomo —presión arterial, ritmo cardiaco, sudación, etc.—, y cambios de las respuestas hormonales que son señalados continuamente al cerebro tanto por al ruta neural como por la ruta química. A medida que se producen esos cambios, la persona los percibe y sigue su despliegue temporal. Sentir una emoción incluye la experiencia de esos cambios yuxtapuesta a las imágenes mentales que iniciaron el ciclo. Cuando los componentes que acabamos de describir funcionan juntos, es inevitable la experiencia emocional consciente. Esto es, para ser conscien-

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Efectos mentales mediados por neurohormonas y neurotransmisores Oxitocina: Mimosa, encuentra placer en ayudar y servir. Cortisol: Crispado, abrumado, estresado, sensible física y emocionalmente. Vasopresina: Sigilosa, en segundo plano, energías masculinas sutiles y agresivas. Dopamina: Neurotransmisor que participa en la regulación los movimientos y en los circuitos de compensación, cuya actividad genera una sensación agradable.

tes de una experiencia el contenido informativo debe estar en la memoria activa o funcional y, a su vez, hacer referencia a uno mismo. Es bien conocido que el hecho consciente universal no es «los sentimientos existen», sino «yo siento».

1.

ÁREAS CEREBRALES IMPLICADAS EN LOS VÍNCULOS AFECTIVOS

Los componentes neurales que procesan los afectos ligados a la transmisión de la vida, son diversas estructuras perfectamente coordinadas. Algunas de ellas presentan dimorfismo estructural o funcional. El cuadro resume las diversas áreas implicadas. y algunas de ellas se presentan en la figura 17. Figura 17: Capas cerebrales y localización de áreas implicadas en las emociones

El núcleo central, de las tres capas concéntricas del cerebro, humano es el más antiguo en la escala filogenética y es el primero en formarse en el desarrollo embrionario. Se conoce como cerebro reptiliano por ser el ámbito del control de las funciones vegetativas, de los deseos, e instintos inconscientes. Está cubierto por el conjunto de estructuras que forman el sistema límbico, que procesa las emociones, y este, a su vez, puede ser controlado por la tercera capa, la corteza cerebral.

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Corteza cingulada. Es la parte nnedial de la corteza cerebral que pertenece al sistema límbico y participa, al igual que el giro cingulado, en los mecanismos de la emoción y motivación. Comisura anterior. Haz redondo de fibras nerviosas que cruza la línea media cerebral. La parte anterior son fibras de los bulbos olfatorios, y la posterior une los lóbulos temporales. Corteza entorrinal. Recibe aferencias de las áreas de asociación y dopamina y proyecta al hipocampo. Cuerpos mamilares. Núcleo del hipotálamo posterior implicado en los circuitos de memoria debido a que sus axones alcanzan el hipocampo a través del fórnix. Fórnix. Fibras del sistema límbico que recibe del hipocampo y las envía a los cuerpos mamilares del hipotálamo. Hipocampo. Consolida las informaciones recientes, transformando la memoria a corto plazo en memoria a largo plazo. Ganglios basales. Reciben información de grandes áreas de la corteza cerebral y del sistema límbico, y su función está relacionada con la planificación y la memoria motora. Giro dentado. Del hipocampo recibe aferencias de la corteza entorrinal. Ínsula. Lóbulo situado en el fondo del surco de Silvio, entre los lóbulos frontal, temporal y parietal. Núcleo paraventricular. Núcleo que proyecta la información del tálamo a la corteza cerebral de forma no específica. Núcleo supraquiasmático o supraóptico. Del hipotálamo anterior. Parte de sus células producen oxitocina que se segrega a la neurohipófisis. Tálamo. Estructura subcortical dividida en tres partes relacionadas con el sistema límbico y la corteza. Situada en el centro del cerebro constituye la vía de entrada para todos los estímulos sensoriales, a excepción del olfato. En la zona posterior lateral encuentra el núcleo geniculado, esencial para la visión consciente. Cfr. para las definiciones el Diccionario de las Neurociencias. F. Mora y A. M. Sanguitetti, Alianza Ed., 1994.

1.1. Corteza cingulada La corteza cingulada se divide en dos regiones funcionalmente diferentes. La región anterior es el área que tiene mayor contribución al modo de comportarse, debido a que modula todo el espacio que el cerebro emplea para la afectividad y para el ajuste de las respuestas en la relación con los demás. Las diferencias individuales en la respuesta a aquellos retos que se presentan en relación a los demás y lo demás, es parte de lo que describe la personalidad. La zona anterior suele ser asimétrica en general. Un lado derecho más prominente es más frecuente en las mujeres que en los varones. La

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Figura 18: La zona anterior de la corteza cingulada derecha tiene un tamaño variable

En las mujeres, la zona anterior de la corteza cingulada es mayor en el hemisferio derecho que en el izquierdo. Cuando la zona derecha ocupa gran extensión abarca la región del surco intralímbico, o del segundo surco de la corteza cingulada. Modificada de Pujol, J., 2002.

figura 18 muestra que el tamaño de la zona anterior derecha varía mucho de unos individuos a otros. En general, el mayor tamaño implica presencia de la corteza límbica y paralímbica, lo que conlleva que el área anterior y la posterior sean funcionalmente diferentes. Se ha estudiado la relación entre la personalidad, o estilo de comportamiento, y la variabilidad morfológica de la región anterior del giro de la corteza cingulada en mujeres y varones'. Los que poseen una gran extensión de la región anterior derecha de la corteza cingulada, se describen a sí mismos como personas con gran preocupación por los problemas que se les puedan presentar, tímidos con los extraños, se fatigan fácilmente, tienen miedo a lo incierto. Es decir, características de la introversión y de PUJOL, J.; LÓPEZ, A.; DEUS, J.; CARDONER, N.; VALLEJO, J.; CAPDEVILA, A., y PAUS, T. (2002): «Anatomical Variability of the Anterior Cingulate Gyrus and Basic Dimensions of Human Personality», NeuroImage, 15, pp. 847-855.

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una dependencia emocional de los demás. Cuando esta personalidad se da en mujeres suele haber una gran expansión de la zona anterior de la corteza cingulada del hemisferio derecho. Solamente en las mujeres esta región es más grande en el hemisferio derecho que en el izquierdo, lo cual es llamativo ya que, en general, el cerebro de las mujeres es más simétrico que el de los varones. Sin embargo, está en concordancia con el mayor recurso al sistema límbico y el papel que desempeña el hemisferio derecho en el control del comportamiento. Este hemisferio es más eficaz que el izquierdo en procesar las señales de alerta, e interviene en las reacciones que se disparan por los estímulos. También en el lóbulo frontal derecho se procesan las respuestas a las emociones de miedo y disgusto. Por el contrario, el izquierdo está más implicado en el control de la motivación y comportamientos de acercamiento. Las personas extrovertidas y con gran iniciativa, tienen mayor superficie del área izquierda de la corteza cingulada posterior.

II. CEREBRO MATERNAL El cerebro maternal inicia su construcción con el comienzo del embarazo, con el delicado diálogo molecular que permite la simbiosis perfecta madre-hijo, tras la anidación del embrión en el útero. A lo largo de la gestación sintetiza hormonas y su cerebro está inundado por ellas. Hay cambios en estructuras cerebrales que cambian sus estados mentales; es decir, cambia la forma como piensa, siente y mira la realidad. El cerebro es especialmente plástico con la atención a la vida incipiente y deja huellas en los circuitos neuronales, que son imborrables. El cerebro maternal es un cerebro motivado, siempre atento y decididamente protector, que predispone a la madre a cambiar sus reacciones y sus prioridades en la vida. Otras tareas pasan a segundo plano. El cerebro es así; cuanto más intensamente se hace algo, más neuronas se dedican a ello. Señala Louann Brizendine en «El cerebro femenino»2, que la primera frase que debería decir un niño es «mamá te encogí el cerebro». En efecto, el cerebro disminuye de volumen total en los últimos meses del embarazo, recuperándose cerca del tiempo del parto. La causa de esa contracción no es que se pierdan neuronas, sino que la actividad exige una conexión muy intensa entre las neuronas. Con tal actividad, se hace rea-

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0. c., p. 122.

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lidad que algunos caminos secundarios se transforman en auténticas autopistas, que son, en gran medida, para toda su vida. Los circuitos neuronales del amor maternal recogen los de los cerebros maternales de las hembras animales. El proceso de vinculación animal emplea un mecanismo que activa la vía específica de los sistemas de recompensa del cerebro. Cada alumbramiento en la naturaleza trae un valor a la Tierra; y la hembra que le da a luz siente recompensa por la nueva vida. En el alumbramiento humano, es proverbial la alegría maternal por el hijo que trae al mundo, por el valor inconmensurable de la novedad radical que es cada hombre'.

1. AL COMPÁS DE LA OXITOCINA La oxitocina es un nonapéptido liberado por el hipotálamo a través de la pituitaria posterior. Sintetizada por el cerebro materno, desempeña un papel central a través de su función de disparar los circuitos de la confianza de la madre. Durante el parto, el cerebro maternal está conectado con precisión al hijo través de la oxitocina. Cuando el bebé está a término, emite señales que bajan la progesterona materna, al tiempo que se produce una primera subida de oxitocina. Los pulsos de oxitocina se repiten a lo largo del parto y hacen al útero contraerse y al cerebro activar receptores y crear nuevas conexiones entre las neuronas. La lactancia también refuerza el cerebro maternal mediante la liberación de oxitocina por el contacto físico con el bebé que succiona. La neurohormona oxitocina está crucialmente implicada en el procesamiento del vínculo maternal' además de mediar la memoria de relaciones personales, social, y el aprendizaje'. Algo tan profundamente natural humano puede explicar los trastornos emocionales que sufre la madre ante un aborto espontáneo. Con más motivo se dan en el caso de un aborto provocado. Debería ser un motivo de reflexión los sistemas de anticoncepción, que intentan que la mujer no sepa si estuvo o no embarazada y acostumbrarla así a erradicar la serial de alerta de la emoción maternal. Las consecuencias deshumanizantes de cortar las raíces más profundas del ser del hombre engendran, necesariamente, una violencia desmedida e incontrolable. 4 INSEL, T. R., y YOUNG, L. J. (2001): «The neurobiology of attachment», Nat. Rey. Neurosci., 2, pp. 129-136; KENDRICK, K. M. (2000): «Oxytocin, motherhood and bonding», Exp. Physiol., 85, pp. 111S-124S; PEDERSEN, C. A. (1997): «Oxytocin control of maternal behavior. Regulation by sex steroids and offspring stimuli», Aun. N Y Acad. Sci., 807, pp. 126-145. 5 FERGUSON, J., YOUNG, L. J.; HEARN, E.; INSEL, T. R., y WINSLOW, J. T, (2000): «Social amnesia in mice lacking the oxytocin gene», Nat. Genet., 25, pp. 284-288.

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La madre siente euforia por la elevación de oxitocina y dopamina; la presencia en el cerebro de estas sustancias produce estados mentales de deseo de unión, o apego. El cerebro maternal está así predispuesto a asumir el vínculo consciente del amor al hijo, que, curiosamente, desconecta el pensamiento juicioso y las emociones negativas. Así mientras en el cerebro maternal se encienden los circuitos del placer que producen estados de alegría y apego, no «puede ver» en el hijo defecto alguno. Los sentidos, vista, oído, tacto y sobre todo olfato se hacen intensos. El olor y el tacto del bebé fijarán los circuitos del cerebro de tal manera que se induce de forma natural el afán de protección y defensa.

2. ÁREAS CEREBRALES ACTIVADAS Y ÁREAS DESACTIVADAS Las técnicas de neuroimagen han permitido observar las áreas cerebrales activadas cuando la madre contempla fotografías de los hijos, teniendo como control las de otros niños de similar edad, y de familiares o conocidos como controles adicionales. La figura 19 muestra la actividad cerebral específica del amor maternal. Como puede observase todas las regiones activadas son bilaterales. Las regiones de la corteza que aparecen activadas, están sólo indirectamente asociadas con procesamientos cognitivos o emocionales «elevados», en el sentido de teorizados. Se activa la corteza de la ínsula media, el giro de la corteza cingulada en la zona ventral, la corteza orbito-frontal y prefrontal lateral; una región de la corteza occipital, cercana al área visual y la corteza fusiforme lateral. Diversas áreas de la capa subcortical se activan también específica e intensamente: los ganglios basales, tanto el cuerpo estriado (putamen y núcleo caudado) como el globus pallidus; y la sustancia negra con la que conectan. Se encontró, además, activación de la parte ventral-posterior del tálamo que solapa con el cerebro medio, y en la región paracentral de materia gris. La activación de esta zona está relacionada específicamente con el amor maternal. Recibe conexiones directas con áreas del sistema límbico que contienen gran densidad de los receptores de las dos neurohormonas; y también está implicada en la supresión del dolor durante experiencias de intensa emoción como puede ser el nacimiento del hijo'. La re6 LUND, I.; Yu, L. C.; UVNAS-MOBERG, K.; WANG, J.; Yu, C.; KUROSAWA, M.; AGREN, G.; ROSEN, A.; LEKMAN, M., y LUNDEBERG, T. (2002): «Repeated massage-like stimulation induces long-term effects on nociception: contribution of oxytocinergic mechanisms», Eur. 1 Neurosci., 16, pp. 330-338.

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Figura 19: Regiones activadas en el cerebro maternal

En la corteza se activan la ínsula medial (I), la zona ventral el giro de la corteza cingulada anterior (Cca); la corteza orbito-frontal (O-F) y prefrontal lateral (pFL); una región de la corteza occipital (O) cercana al área visual y la corteza fusiforme lateral (FL). La actividad subcortical es también bilateral en el estriado, E. No se muestran en la figura la zona de sustancia negra y de la sustancia gris de la región paracentral y la parte ventral-posterior del tálamo, que también se activan. Modificada de Bartels, A., 2004.

gión paracentral de materia gris tiene también conexiones con la corteza orbito-fronta17. La corteza orbito-frontal lateral se activa con el placer visual, los estímulos visuales, táctiles y olfativos que son otros aspectos de las emociones positivas del amor maternal. Por otra parte, las madres humanas, a diferencia de las no-humanas, desarrollan emociones adicionales al instinto maternal, de ansiedad, tristeza e incluso sobresalto a los ruidos y que constituyen sistemas de protección de los bebés'. La activación del giro de la corteza cingulada anterior relacionada con la ansiedad y la tristeza', sugiere un potente vínculo de sentimiento de empatía de la madre y urgencia o preocupación por la atención del niño; con frecuencia, se expresa en la llamada depresión posparto. Las madres activan el giro fusiforme, implicado en el procesamiento de la expresión de las caras, tanto por el aumento de atención, como por

7 Cavada, C., Company, T., Tejedor, J., Cruz-Rizzolo, R.J., Reinoso-Suarez, E, (2000). The anatomical connections of the macaque monkey orbitofrontal cortex. A review. Cereb. Cortex 10, pp. 220-242. 8 LORBERBAUM, J. P.; NEWMAN, J. D.; HORWITZ, A. R.; DUBNO, J. R.; LYDIARD, R B.; HAMNER, M. B.; BOHNING, D. E., y GEORGE, M. S. (2002): «A potential role for thalamo cingulate circuitry in human maternal behavior», Biol. Psychiatry, 51, pp. 431- 445. 9 LIOTTI, M.; MAYBERG, H. S.; BRANNAN, S. K.; McGiNNis, S.; JERABEK, P., y Fox, T. (2000): «Differential limbic-cortical correlates of sadness and anxiety in healthy subjects: implications for affective disorders», Biol. Psychiatry, 48, pp. 30-42.

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Figura 20: Regiones desactivadas en el cerebro maternal y en el cerebro romántico

La corteza prefrontal media (pFm), la corteza cingulada posterior (cCp), la corteza temporal media (cTm), la zona de unión parieto-occipital (O-P) y los polos temporales (PT). Por último está también implicada la amígdala (A). Modificada de Bartels, A., 2004.

la emociónm que conlleva. Esta activación es específica de la vinculación maternal y tiene un enorme sentido: la habilidad que permite una rápida lectura de lo que les ocurre a los niños. Por último, hay regiones que se desactivan en el cerebro maternal (figura 20). El patrón de desactivación es bilateral, aunque afecta fundamentalmente al lado derecho. Las áreas en que se suprime la actividad están asociadas con las emociones negativas y con la elaboración de enjuiciamientos; forman parte del llamado cerebro social. Son las áreas del hemisferio derecho, prefrontal lateral, occipital-parietal, giro paracingulado frontal, la corteza cingulada posterior, la temporal media y el polo temporal. En el cerebro maternal se inactiva la amígdala en ambos lados (figura 20). La amígdala, que procesa las emociones negativas de agresión y miedoll y está implicada en los enjuiciamientos sociales y emocionales12, 1° PESSOA, L.; MCKENNA, M.; GUTIERREZ, E., y UNGERLEIDER, L. G. (2002): «Neural processing of emotional faces requires attention», Proc. Natl. Acad. Sci. USA, 99, pp. 11.458-11.463. 11 BREITER, H. C.; ETCOFF, N. L.; WHALEN, P J.; KENNEDY, W A.; RAUCH, S. L.; BUCKNER, R. L.; STRAUSS, M. M.; HYMAN, S. E., y ROSEN, B. R. (1996): «Response and habituation of the human amygdala during visual processing of facial expression», Neuron, 17, pp. 875-887; MORRIS, J. S.; PRITH, C. D.; PERRETT, D.I .; ROWLAND, D.; YOUNG, A. W.; CALDEA, A. J., y DOLAN, R. J. (1996): «A differential neural response in the human amygdala to fearful and happy facial expressions», Nature, 383, pp. 812-815. 12 ADOLPHS, R.; TRANEL, D., y DAMASIO, A. R. (1998): «The human amygdala in social judgment», Nature, 393, pp. 470-474.

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contiene receptores de oxitocina que modula el circuito neural que subyace al conocimiento social". La oxitocina regula la amígdala reduciendo el miedo y modulando la agresión. De este modo el cerebro maternal reactiva los circuitos de relación humana ejerciendo una función clave en el procesamiento de los afectos. El cerebro social alinea la corteza frontal medial e inferior con la amígdala, creando una ruta que potencia el procesamiento de los estímulos relevantes socialmente.

III. CEREBRO ENAMORADO DEL VARÓN Y DE LA MUJER 1. ÁREAS CEREBRALES ACTIVADAS Y ÁREAS DESACTIVADAS El llamado amor romántico, o enamoramiento, es una de las conductas humanas más «ilógicas«: es involuntario, intensifica o disminuye emociones, y se hace ciego a los defectos, o deficiencias del otro. En este sentido se dice de la madre que está enamorada de su bebé y se han podido analizar las coincidencias neuronales de ambos afectos". En ambos estados mentales se activan zonas comunes y se desactivan las mismas zonas subcorticales. En el cerebro enamorado, a diferencia del maternal, no se activan las regiones del cerebro medio. Por otra parte, en este tipo de vínculo se activan específicamente áreas del hipotálamo, hipocampo y giro dentado, que no se activan con el amor maternal y que están implicadas en la excitación sexual. Las regiones que se activan preferentemente en el amor romántico, están implicadas en el procesamiento de otro tipo de emociones, como la ex-

El circuito formado por el sistema línnbico, el núcleo dorsomedial del tálamo y la orbito-frontal y prefrontal, está implicado en la regulación de la conducta sexual. Estos circuitos están estrechamente relacionados entre sí a través del fascículo cerebral medio, que incluye los principales centros responsables de los sistemas cerebrales de recompensa y castigo.

13 KIRSCH, P.; ESSLINGER, CH.; CHEN, Q.; MIER, D.; LIS, S.; SIDDHANTI, S.; GRUPPE, H.; MATTAY V. S.; GALLHOFER, B., y MEYER-LINDENBERG, A. (2005): «Oxytocin Modulates Neural Circuitry for Social Cognition and Fear in Humans», The Journal of Neuroscience, 25, pp. 11.489-11.493. 14 BARTELS, A., y ZEKI ,S. (2004): «The neural correlates of maternal and romantic love», NeuroImage, 21, pp. 1.155-1.166.

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clusión social, o las experiencias placenteras tales como el contacto físico. Estas zonas cerebrales reflejan no tanto el placer sexual, como el interés por conocer la intención positiva de vinculación interpersonal". Son zonas de la corteza prefrontal, de la zona parietal-temporal, y de los polos temporales, que constituyen un perfil de áreas invariablemente activadas con la capacidad de detectar las emociones e intenciones propias y de otras personas. Las áreas comunes activadas, forman parte de los circuitos de recompensa que tienen una alta concentración de receptores para las neurohormonas oxitocina y vasopresina, que median la adquisición de vinculaciones personales"; la densidad de los receptores difiere en estas áreas según el tipo de sentimiento que procesan. La figura 20 muestra las áreas específicamente desactivadas del cerebro romántico, comparadas con las inactivadas también en el cerebro maternal. En ambos vínculos se suprime la actividad de áreas en que están asociadas con las emociones negativas y con la elaboración de enjuiciamientos, el llamado cerebro social. Las neurohormonas oxitocina y vasopresina están implicadas en el procesamiento del vínculo maternal y de apareamiento animan'. Los circuitos neuronales que se activan en el cerebro romántico, son un sistema de motivación diferente del área cerebral del impulso sexual, aunque tenga zonas que se superponen. Los efectos de ese amor «flechazo», el enamoramiento temprano, al igual que los efectos iniciales de los narcóticos, disparan los circuitos de recompensa. Se produce una cierta «adicción» en esos primeros estadios amorosos, de forma que hay anhelo por el sentimiento extasiado de estar juntos y hasta puede llegarse a una cierta dependencia mutua del otro. Las manifestaciones de afecto de la pareja sellan el 15 GALLAGHER, H. L., y FRITH, C. D. (2003): «Functional imaging of "theory of mind"», Trends Cogn. Sci., 7, pp. 77-83; EISENBERGER, N. I.; LIEBERMAN, M. D., y WILLIAMS, K. D. (2003): «Does rejection hurt? An fMRI study of social exclusion», Science, 302, p. 5.643; FIUTH, C. D., y FIUTH, U. (1999): «Interacting minds - A biological basis», Science, 286, pp. 1.692-1.695; ROLLS, E. T.; O'DOHERTY, J.; --_, T(P,NGELBACH, M. L.; FRANCIS, S.; BOWTELL, R., y MCGLONE, F. (2003): «Representations of pleasant and painful touch in the human orbitofrontal and cingulate cortices», Cereb. Cortex, 13, pp. 308-317; BRUNET, E.; SARFATI, Y.; HARDY-BAYLE, M. C., y DECETY, J. (2000): «A PET investigation of the attribution of intentions with a nonverbal task», Neuro-Image, 11, pp. 157-166. 16 LOUP, E; TRIBOLLET, E.; DUBOIS-DAUPHIN, M., y DREIFUSS, J. J. (1991): «Localization of high-affinity binding sites for oxytocin and vasopressin in the human brain. An autoradiographic study», Brain Res., 555, pp. 220-232. 17 INSEL, T. R., y YOUNG, L. J. (2001). «The neurobiology of attachment», Nat. Reo. Neurosci., 2, pp. 129-136; KENDRICK, K. M. (2000): «Oxytocin, motherhood and bonding», Exp. Physiol., 85, pp. 111S-124S; PEDERSEN, C. A. (1997): «Oxytocin control of maternal behavior. Regulation by sex steroids and offspring stimuli», Ann. N Y Acad. Sci., 807, pp. 126-145.

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vínculo y disparan los circuitos cerebrales de la confianza, asociada a la secreción de la oxitocina. El impulso de enamoramiento está siempre latente, pero permanecer enamorado requiere los circuitos cerebrales de vinculación personal y la memoria emocional. Cuando se desarrolla este proceso se necesita menor estímulo de oxitocina y dopamina para sostener el vínculo emocional. El impulso básico para la vinculación romántica está integrado de forma innata en los circuitos del cerebro que se perfilan durante el desarrollo cerebral uterino. Posteriormente, se labran variaciones individuales en los circuitos del afecto y la confianza, según los cuidados que se reciban en la infancia y las primeras experiencias emocionales. El enamoramiento genera una relación emocional entre las dos personas que parece tener «vida propia», necesidad de ser alimentada para permanecer y hacer permanente el vínculo afectivo. La disposición individual para enamorarse y crear ese vinculo, como para la creación de los diversos tipos de vínculos afectivos, puede afectarse por las variaciones en los circuitos cerebrales causadas por la experiencia, a través del estado hormonal del cerebro. Por ejemplo, el estrés del entorno puede alentar o frenar la creación de vínculos. En general, los vínculos emocionales y los lazos que se establecen con las primeras figuras protectoras duran toda la vida: se convierten en parte de los circuitos cerebrales por la vía del refuerzo dado en las experiencias reiteradas de cuidados físicos y emocionales, o por su ausencia". Son los circuitos de seguridad y confianza. Si estos son escasos, el impulso de enamoramiento se da, pero tiene el sello de a corto plazo; la vinculación emocional a largo plazo puede ser más difícil de lograr y mantener. El cerebro es así; y los vínculos naturales dejan huella en él y afectan a la propia biografía, aunque como es obvio no de la forma determinante de lo genético. El hecho de que para darnos a conocer a fondo, o llegar a conocer a fondo a una persona, sea necesario conocer la historia, la biografía personal, es de una profunda lógica natural.

2.

DIFERENCIAS EN EL VARÓN Y LA MUJER

La conducta de vinculación, cuyo presupuesto emocional incluye el control por las neurohormonas producidas por la pituitaria y el hipotála18 Algunas estadísticas sustentan que las personas se enamoran de otras que tienen algún parecido a los padres naturales o adoptivos. Cfr. DICKS, L. (2003): «Elección de pareja», Mente y cerebro, 4, pp. 84-89.

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mo, difieren en varones y mujeres. El cerebro masculino emplea la vasopresina para la vinculación social y familiar. Mientras que el cerebro femenino usa primordialmente la oxitocina y los estrógenos. Los varones tienen más receptores de la vasopresina y las mujeres más receptores para la oxitocina. Ambos neuropéptidos aumentan los niveles de dopamina. Y ambos, varones y mujeres, reaccionan a la inversa ante el estrés. Los varones experimentan impulso y las mujeres rechazan los impulsos. La razón parece ser que la hormona del estrés, el cortisol, bloquea la acción de la oxitocina en el cerebro femenino. Los datos de un análisis realizado separando en un grupo los varones y en otro las mujeres, revelaron que en ambos se activan las regiones específicas del vinculo romántico (giro dentado e hipotálamo) que no se activan en el cerebro maternal. No obstante, la región ventral de la corteza cingulada anterior, que se activa en el cerebro maternal, muestra también una activación en el cerebro enamorado femenino, pero no en el masculino. En resumen, el procesamiento de ambos sentimientos, maternal y enamoramiento, implica áreas comunes y otras diferentes, e implica activación de unas y desactivación de otras. Es decir, los procesos de establecimiento de vínculos afectivos siguen un mecanismo de activación de los sistemas de recompensa del cerebro que es simultáneo con la desactivación de los circuitos responsables del juicio crítico y de las emociones negativas. La activación específica de regiones del hipotálamo en el cerebro enamorado refleja el componente de impulso erótico, inherente a este sentimiento19.

IV. DIMORFISMO DEL CEREBRO SEXUAL Una cuestión central que se plantea actualmente, es hasta qué punto los mecanismos cerebrales establecidos durante el desarrollo fetal son fi-

19 ARNOW, B. A.; DESMOND, J. E.; BANNER, L. L.; GLOVER, G. H.; SOLOMON, A.; POLAN, M. L.; LUE, T. E, y ATLAS, S. W. (2002): «Brain activation and sexual arousal in healthy, heterosexual males», Brain, 125, pp. 1.014-1.023; FERRIS, C. F.; SNOWDON, C. T.; RING, J. A.; DUONG, T Q.; ZIEGLER, T. E.; UGURBIL, K.; LUDWIG, R.; SCHULTZ-DARKEN, N. J.; Wu, Z.; OLSON, D. P., et al. (2001): «Functional imaging of brain activity in conscious monkeys responding to sexually arousing cues», Neuro Report, 12, pp. 2.231-2.236; KAkAmA, S.; LECOURS, A. R.; LEROUX, J. M.; BOURGOUIN, P.; BEAUDOIN, G.; JOUBERT, S., y BEAUREGARD, M. (2002): «Areas of brain activation in males and females during viewing of erotic film excerpts», Hum. Brazo Mapp., 16, pp. 1-13.

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jos, y condicionantes «inflexibles» de una tendencia sexual, e incluso de un comportamiento sexual2°. El dimorfismo sexual del cerebro es un hecho. No hay datos que apoyen que el hombre pueda nacer con un cerebro sexualmente neutro, que después sea modelado socialmente, con independencia del sexo biológico. El cerebro se diferencia, como cerebro de varón o como cerebro de mujer, antes del nacimiento; y sobre esta base actuarán las hormonas principalmente en la infancia y pubertad, y a lo largo de la vida. La conducta sexual está en relación directa con la reproducción. En los animales la diferenciación sexual del sistema nervioso central es meramente biológica, y bastante simple tanto en los aspectos morfológicos como funcionales. En el ser humano, el proceso es mucho más complejo, puesto que se añaden factores psicológicos, sociales, culturales y de conducta personal, que se superponen a los biológicos y se influyen mutuamente. Como corresponde a los actos humanos la transmisión de la vida no se reduce a los procesos fisiológicos que la sustentan, sino que se abre a la capacidad personal de entrega y aceptación de la persona del otro sexo. Lo cual no significa que la conducta sexual sea arbitraria, ni indiferente. Existe, como se comentó anteriormente, una coincidencia radical, natural y no meramente cultural, entre el gesto humano que expresa la donación-aceptación mutua en la unión corporal de un varón y una mujer, y el gesto de engendrar: esa unión es justamente la que permite que se hagan mutuamente fecundos. Esa coincidencia radical, anatómica, fisiológica y existencial, hace que el significado de la unión corporal personal varón-mujer no esté sometido a las ideas de moda, o a las opciones. Ni tampoco reducida a la satisfacción del mero impulso natural que lleva a los actos propios de la transmisión de la vida. La transmisión de la vida humana tiene un carácter personal. De ahí que lo que conocemos de la neurología de la reproducción animal no sea extrapolable, sin más, a la neurología sexual humana. El instinto reproductivo animal es una tendencia poderosa, y en el hombre la fuerza del deseo amoroso tiene motivaciones subconscientes, pero que están controladas por estructuras cerebrales subcorticales. En efecto, en el

" Toda persona se experimenta habitualmente a sí misma como varón o como mujer coincidiendo con la condición genética y fenotipo masculino y femenino. En casos excepcionales la identidad sexual está en conflicto con la anatomía y sexo biológico (transexualidad) y en otros casos la orientación sexual heterosexual típica que implica la atracción o el deseo amoroso por las personas del sexo opuesto, se dirige hacia personas del mismo sexo (homosexualidad).

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hombre, el circuito implicado en la regulación de la conducta sexual está formado por el sistema límbico y el tálamo, que conecta con la corteza orbito-frontal y prefrontal. Estas áreas se relacionan entre sí a través del fascículo cerebral medio, que incluye los principales centros responsables de los sistemas cerebrales de recompensa y castigo; tales sistemas tienen el control por la corteza del lóbulo frontal, específicamente humano. Esto significa, por una parte, que su sentido natural no es arbitrario. al mismo tiempo, que no existe un condicionamiento determinista Y, que haga que «lo sentido» tenga necesariamente que ser «consentido». Afirmar que el hombre no tiene la determinación o automatismo de los instintos de los animales no es lo mismo que decir que el sexo se elige, o que la conducta sexual es indiferente humanamente.

1. LAS ÁREAS CEREBRALES DEL HIPOTÁLAMO QUE PROCESAN LA CONDUCTA SEXUAL SON DIFERENTES EN EL VARÓN Y LA MUJER El hipotálamo, que forma parte del sistema límbico, es un área crucial para la regulación de la reproducción y funciones autónomas. Las zonas cerebrales asociadas a la transmisión de la vida son dos regiones del hipotálamo reguladas por los esteroides sexuales: el área preóptica y centromedial del hipotálamo. La figura 21 muestra dos cortes de estas áreas que permiten visualizar las diversas estructuras. Figura 21: Esquema de dos cortes coronales del área dimórfica preóptica del hipótalamo

En un corte coronal de la zona anterior (rostral), se pueden ver dos de los núcleos intersticiales del hipotálamo anterior: NIHAl y NIHA2. Otro corte coronal hacia la región caudal, permite la observación de los otros dos núcleos intersticiales NIHA3 y NIHA4, la zona posteromedial del núcleo de la estría terminal (NETpmit) y el núcleo paraventricular (NPV). Ligeramente modificada de Guillamón, A., 2007.

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Desde los trabajos de Gorski se conocía que en la rata existía un núcleo sexualmente dimórfico del área preóptica (NSD-APO). En 1985, Swaab and Fliers21 descubrieron en el área preóptica del hipotálamo del cerebro humano un núcleo equivalente a este. Corresponde al NIHAl, tiene el doble de tamaño y doble número de células en el varón que en la mujer. Son tambien de mayor tamaño, en el varón, los núcleos intersticiales del hipotálamo anterior NIHA2 y NIHA3, y la zona posteromedial del núcleo de la estría terminal (NETpmit). El núcleo sexualmente dimórfico del área preóptica se desarrolla hacia la mitad de la gestación; de hecho, se distingue ya en el cerebro feta122. Tras el nacimiento, el volumen y el número de células no alcanzan aún el 18% y 22%, respectivamente. Sin embargo, alcanza un pico en el número de neuronas entre los dos y los cuatro arios. Posteriormente, se establece la diferencia según el sexo, debido a que en las mujeres se van perdiendo neuronas mientras en los varones permanecen hasta los 50 arios. La pubertad infantil en que se produce el bario del cerebro en hormonas sexuales, es importante para la consolidación del dimorfismo del hipotálamo. Las áreas cerebrales que procesan la conducta sexual son de mayor tamaño en el varón que en la mujer. Corresponden al hipotálamo y a zonas adyacentes del sistema límbico conectado al cerebro reptiliano y a la corteza cerebral frontal (figura 17).

1.1. Regulación hormonal del dimorfismo sexual En la región pre-óptica del hipotálamo se produce un decapéptido, la hormona liberadora de gonadotropinas (GRH), que actúa sobre la hipófisis anterior controlando la secreción de hormona luteinizante (LH) y de hormona estimulante de los folículos (FSH). Estas hormonas, a su vez, controlan la secreción de hormonas gonadales (testosterona, estrógenos y progesterona).

21 SWAAB, D. E, y FLIERS, E. (1985): «A sexually dimorphic nucleus in the human brain», Science, 228, pp. 1.112-1.117. 22 SWAAB, D. E (1995): «Development of the human hypothalamus», Neurochern Res., 20, pp. 509-519; SWAAB, D. E, y HOFMAN, M. A. (1995): «Sexual differentiation of the human hypothalamus in relation to gender and sexual orientation», Trends Neurosci., 18, pp. 264-270; BYNE, W.; LASCO, L. B.; SHINWARI, A.; EDGAR, M. A.; MORGELLO, S.; JONES, L. B., y TOBET, S. (2000): «The interstitial nuclei of the human anterior hypothalamus: an investigation of sexual variation in volume and cell size, number and density», Brain Res., pp. 254-258.

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La presencia o ausencia de testosterona durante el periodo perinatal, dirige la aparición de una red neural masculina, o femenina. La impregnación en sentido masculino requiere la presencia de los testículos fetales, que fabrican testosterona. El cerebro transforma esta hormona en estradiol, mediante un proceso de aromatización. Los estrógenos, cuando están a alta concentración masculinizan las redes neurales. Y sin embargo, no masculinizan a las mujeres, a pesar de que éstas los fabriquen en mayor concentración en el ovario fetal. Se debe a que durante el periodo perinatal, la hormona se une a una proteína transportadora, la alfa-fetoproteina, y el complejo hormona-transportador se introduce en el interior de las neuronas. La concentración de estrógenos es, por esto, en el cerebro femenino menor que en los varones. Las hormonas sexuales actúan en el cerebro regulando la expresión de genes, mediante la unión a un receptor intracelular. La causa de que existan áreas dimórficas en el hipotálamo de varones y mujeres, es la desigual distribución de los receptores de estrógenos y andrógenos. Los receptores intracelulares de estrógenos23 están presentes a diferentes concentraciones, según el sexo, a lo largo de la zona rostral-caudal del hipotálamo (figura 22). Las mujeres tienen más receptores que los varones en la región rostral de la diagonal del área de Broca (DBB), en nucleo ventromedial y en la región caudal del cuerpo mamilar (MB). Los varones tienen más densidad de receptores de estrógenos que las mujeres, situados en el núcleo sexualmente dimórfico del área medial preóptica, el núcleo paraventricular y el área lateral hipotalámica. Los receptores de andrógenos en el hipotálamo humano también se hallan distribuidos de forma diferente en varones y mujeres24. Generalmente los varones expresan más número de receptores nucleares que las mujeres en el hipotálamo caudal y en el complejo cuerpo mamilar (MBC). En los varones, a diferencia de las mujeres, se observa gran intensidad en las neuronas de la diagonal al área de Broca, en las del núcleo lateromamilar (LMN), y en el medial mamilar (MMN). Las intensas diferencias, según el sexo, de la concentración de receptores en el área del cuerpo mamilar del hipotálamo posterior, son debidas a las diferencias de concentraciones de andrógenos circulantes. Esta es23 KRUIJVER, F. P. M.; BALESAR, R.; ESPILA; UNGA, A. M.; UNMEHOPA, A., y SWAAB, D. F. (2002): «Estrogen Receptor Distribution in the Human Hypothalamus in Relation to Sex and Endocrine Status», J. Comp. Neurol., 454, pp. 115-139. 24 FERNANDEZ-GUASTI, A.; KRUIJVER, F. P. M.; FODOR, M. D. F., y SWAAB, D. F. (2000): «The Sex Differences in the Distribution of Androgen Receptors in the Human Hypothalamus», J. Comp. Neurol., 425, pp. 422-435.

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Figura 22: Los receptores nucleares de estrógenos y andrógenos se distribuyen en varones y mujeres de forma desigual a lo largo del eje rostro-caudal del hipotálamo

En los tres cortes coronales, desde la región más rostral a la caudal del hipotálamo, se señalan en negro las zonas de mayor concentración de los receptores en las mujeres y en punteado las zonas de mayor concentración de receptores en los varones. Las diferentes áreas se designan con las abreviaturas: Fornix, Fx; Comisura anterior, AC; Núcleo paraventricular, PVN; Núcleo supraquiasmico, SCN; Núcleos sexualmente dimórficos, SON; Núcleo supraóptico, SON; Diagonal área Broca, DBB; Núcleo hipotálamo ventromedial, VMN; Cuerpo mamilar, BM; Núcleo medial mamilar, MMN, Núcleo lateromamilar, LMN. Modificada de Kruijver, F .P. M., 2002, y Fernandez-Guasti, A., 2000.

tructura está implicada en la regulación de alteraciones de la sexualidad humana, como la pubertad precoz, posiblemente porque inhibe la liberación de gonadotropinas. Sin embargo, estas diferencias de concentración de receptores de andrógenos en el MBC no parece que tengan relación con la orientación e identidad sexual. La progesterona es también un potente modulador de la actividad neuronal. Esta hormona actúa sobre muchas neuronas, incluidas las de la corteza cerebral. Su acción tiene influencia en la depresión posparto y en

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los cambios de humor y estado de ánimo asociados a la menstruación. La progesterona se sintetiza a partir del colesterol en las células de la glía, y realiza funciones de comunicación intercelular. Además, en el hipotálamo se han encontrado diferencias sexo-dependientes en los neurotransmisores. Las diferencias en las reacciones emocionales entre ambos sexos tienen una base biológica que, en parte, depende de cambios en los neurotransmisores inducidos por estas hormonas. La acción de las hormonas gonadales sobre el cerebro se produce de una forma totalmente inconsciente, pero afecta al modo de actuar, a la actividad intelectual y al estado de ánimo.

2. Los HOMBRES CARECEN

DEL TIPO DE DESENCADENANTES

SEXUALES DE LOS ANIMALES

En la mayoría de los mamíferos, el olor juega un papel fundamental en el instinto sexual. Las feromonas son sustancias químicas segregadas por el organismo y que al ser detectadas por otro individuo, afectan al cerebro neuroendocrino y al comportamiento reproductor. Las feromonas que segrega la hembra, orquestan los comportamientos específicos del sexo del macho. Según el punto de vista tradicional, la diferenciación sexual queda fijada durante el desarrollo del cerebro; las hormonas sexuales inducen la formación de los centros que controlan el comportamiento sexual del macho, e impiden la formación de esos centros cerebrales de la hembra. Sin embargo, recientemente25 se ha comprobado que, en ratones, el comportamiento reproductor como macho o como hembra, no queda totalmente determinado en el desarrollo. La percepción de feromonas ha permitido hacer cambiar el comportamiento sexual en la rata hembra adulta26. En estos experimentos se ha observado que la clave está en el órgano vomeronasal. En efecto, el cambio de comportamiento se produce en ratonas mutantes en el gen Trpc2, que codifica para una proteína —con función de canal iónico-- específica del órgano vomeronasal. Además, cuando se elimina dicho órgano en el animal adulto, aunque no se modifiquen las hormonas sexuales, se induce un comportamiento sexual masculino, que incluye agresión a las crías y falta de comportamiento de la lactancia. 25 Kimuli, T.; Xu, J., y DULAC, C. (2007): A functional circuit underlying male sexual behaviour in the female mouse brain. Nature doi:10.1038/nature06089. 26 SHAH, N. M., y BREEDLOVE, M. (2007): «Females can also be from Mars», Nature doi:10.1038/05892.

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Este experimento muestra que además de existir el perfil de circuitos cerebrales masculino y femenino —que induce hormonalmente durante el desarrollo el comportamiento correspondiente a cada sexo—, estos circuitos pueden ser conectados, o desconectados, por moduladores específicos de sexo, al menos en las ratas hembras.

2.1. En los roedores existe un dimorfismo del órgano vomeronasal y del sistema olfativo El órgano vomeronasal es la primera neurona de una red sensorial que procesa los olores relacionados con la reproducción. La información olfatoria captada en este órgano, llega a la región del área preóptica del hipotálamo, donde se encuentra el núcleo sexualmente dimóffico del área preo'ptica (NSD-AP), que dirige el comportamiento. El órgano vomeronasal es sexualmente dimórfico y su diferenciación está causada por la testosterona inmediatamente después del nacimiento. Es decir, las células que reciben el estímulo e inician el análisis de la información olfatoria concerniente a la conducta sexual, difieren de un sexo a otro. La red neuronal que procesa estos olores, consta de estructuras secundarias y terciarias que reciben y procesan la información captada por el órgano; ambas presentan dimorfismo27. El nivel secundario lo constituye el bulbo olfativo accesorio, que tiene un volumen mayor en el macho que en la hembra, y es dependiente de la testosterona en el periodo postnatal temprano. Esta dependencia se encuentra también en estructuras del nivel terciario: el tracto olfativo accesorio y el núcleo de la estría terminal. Los machos tienen mayor volumen y mayor número de neuronas en el núcleo de la estría terminal medial posterior. Por el contrario, las hembras tienen mayor volumen, y mayor número de células, en el núcleo de la estría terminal medial anterior y en el lateral anterior. El patrón de diferenciación según el sexo, parece ser general en mamíferos; y las características concretas dependen del papel que el olfato tenga en la inducción de la conducta reproductora. En primates, en los que la vista es predominante y el sistema vomeronasal es rudimentario, el sistema olfativo sigue teniendo un papel en la reproducción. La función de recoger los olores lo desempeña entonces la mucosa olfatoria, con gran concentración de receptores olfativos.

pp.

27 GUILLAMóN, A., y SEGOVIA, S. (2007): «El sexo del cerebro», Mente y Cerebro, 25, 68-77.

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2.2. Dimorfismo sexual en el sistema olfativo humano En el hombre, el sentido del olfato no tiene la potencia ni la capacidad de discriminar olores que tiene el de los demás mamíferos. Una buena parte de los genes que codifican para los receptores del olfato, se han perdido en el proceso evolutivo que separó a los individuos Horno de los chimpancés'''. El bulbo olfativo ocupa una extensión de la corteza cerebral mucho más pequeña que en el resto de primates; además, los hombres carecen de bulbo olfativo accesorio, y el órgano vomeronasal no es funcional. No obstante, parece que algunos olores participan en la activación de los centros asociados a la conducta sexual y que existe un pequeñísimo dimorfismo sexual funcional en el sistema olfativo". En las mujeres, cuando se les da a oler compuestos tipo andrógenos a altas concentraciones, se activa el hipotálamo, con el centro de gravedad en el núcleo preóptico y ventromedial. Por el contrario, en los varones se activan los núcleos ventricular y dorsomedial del hipotálamo, cuando huelen sustancias tipo estrógenos (figura 23). Figura 23: Dimorfismo en el sistema olfativo humano

La percepción olfativa por mujeres de sustancias tipo andrógenos, activa el núcleo preóptico y ventromedial. Y en los varones, la percepción olfativa de sustancias similares a los estrógenos, activa los núcleos ventricular y dorsomedial. Modificada de Savic, I., 2001.

Los olores en general están intensamente relacionados con las emociones y la memoria. En las mujeres el sistema olfativo para los diversos olores activa, más que en los varones, el hipocampo bilateral, la amígdala derecha, la corteza orbitofrontal, la corteza temporal media y la corteza 28 Cfr. LÓPEZ MORATALLA, N. (2007): «La dinámica de la evolución humana. Más con menos», Eunsa, Pamplona. 29 SAVIC, I.; BERGLUND, H.; GULYAS, B., y ROLAND, E (2001): «Smelling of Odorous Sex Hormone-like Compounds Causes Sex-Differentiated Hypothalamic Activations in Humans», Neuron, 31, pp. 661-668.

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insular basal derecha. Los circuitos neuronales de las mujeres son más sensibles en el periodo pre-ovulación; por ello, pueden detectar el casi imperceptible olor de los andrógenos en el sudor. El sentido biológico parece claro: la mayor sensibilidad a factores físico-químicos del varón en la fase fértil de la mujer, estimula el impulso que facilita la procreación". En los varones los olores activan, más que en las mujeres, la corteza entorrinal izquierda, la corteza insular dorsal izquierda y el globo pálido ventral derecho. No parece, por tanto, que existan feromonas en humanos; y, por tanto, no dirigen el comportamiento sexual. Al menos no existen con la potencia ni el determinismo del animal; a su vez, el olor de las feromonas no se procesa siguiendo la vía del órgano vomeronasal hacia los núcleos dimórficos del hipotálamo. Lo que parece, más bien, es que existen sustancias derivadas de las hormonas sexuales que actúan como sensores químicos.

3.

DIFERENCIAS, SEGÚN EL SEXO, EN LA EVALUACIÓN EMOCIONAL DE LOS ESTÍMULOS SENSORIALES: LA AMÍGDALA

Como se indicó anteriormente, la amígdala es un área clave en la evaluación emocional de los estímulos sensoriales. La amígdala izquierda y derecha son diferentes en el procesamiento de la memoria emocional en mujeres y varones31. Las mujeres activan la izquierda y los varones la derecha. Estudios de neuroimagen han puesto de manifiesto que la amígdala se activa más en hombres que en mujeres cuando ambos observan fotografías eróticas. También se activa más el hipotálamo, que forma parte del sistema emocional y sirve de salida para las respuestas neurovegetativas. La activación fue máxima durante la visión de fotografías con contenido sexual explicito, mientras que no hubo diferencias de activación cuando las fotografías eran neutras, o no explícitas sexualmente. Estos datos, que ponen de manifiesto que la amígdala y el hipotálamo exhiben más actividad en varones que en mujeres, cuando procesan los mismos estímulos visuales con carga sexual, apoyan la especulación acerca de que pudie" GRAHAM, C. A.; JANSEN, y cols. (2000): «Effects of fragance on femele sexual arousal and moods across the menstrual cycle», Psychophysiology, 37, pp. 76-84; GRAMMER, K. (1983): «Androstadienone a male pheromone?, Ethol Sociol, 14, pp. 201-207. 31 HAIVIANN, G. (2005): «Sex Differences in the Responses of the Human Amygdala», Neuroscientist, 11, pp. 288-293.

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ran representar una propensión de los varones a generar una mayor respuesta del apetito sexual a los estímulos visuales. Otra diferencia de la función de la amígdala entre varones y mujeres32 se ha observado en la conducta sexual consumatoria. En el varón, a diferencia de la mujer, decrece la actividad de la amígdala izquierda.

V. CEREBRO EMPAREJADO Parecen existir varias áreas que procesan el placer sexual"; y varones y mujeres elaboran las sensaciones de placer de forma parecida. En estudios de neuroimagen34, tomados mientras varones y mujeres contemplaban fotos de la persona amada y se les animaba a pensar en ella e imaginársela, se observó la activación de cuatro áreas del sistema límbico simétricamente situadas en los dos hemisferios. El hecho de que estas áreas se activen con la euforia de la cocaína, sugiere que el amor sexuado representa un ámbito parcial de estados de euforia, no sólo en el aspecto psicológico, sino también desde el punto de vista neurológico. El cerebro reparte la compleja tarea de la emoción placentera entre diferentes ámbitos. Una primera área implicada en la vinculación —examinada en este experimento en que la emoción sexuada se provoca por la visión de fotografías de la persona querida—, es la corteza visual. Cuando se compara la activación de esta zona con la activación ante la contemplación de fotos de amigos, no hubo diferencias. Esto confirma que el cerebro visual se limita a transferir la información objetiva al cerebro emocional. En segundo lugar, se encontraron activados los centros que procesan la excitación sexual y que son los que aportan el componente erótico al amor romántico. El amor y el deseo sexual conjuntamente parecen despertar actividad del estriado (núcleo caudado y putamen) y de algunas regiones del hipotálamo. El tercer módulo se encuentra en la corteza cingulada anterior, que reconoce los sentimientos, algo sin duda esencial para la vivencia amorosa. El cuarto es un dominio parcial del lóbulo insular. Este lóbulo muestra más actividad cuanto más atractivos les pare-

32 G.; GEORGIADIS, J. R.; PAANS, A. M. J.; MEINERS, L. C.; VAN DER GRAAF, H. C. E., y REINDERS, A. A. T. S. (2003): «Brain activation during human maje ejaculation», J. Neurosci., 23, pp. 9.185-93. " SCHWARTING, R. (2003): «Neurotransmisores y centros de placer», Mente y cerebro, 3, pp. 51-57. 34 BARTELS, A., y ZEICI, S. (2003): «Amor en imágenes», Mente y cerebro, 3, pp. 58-59.

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Figura 24: Activación de amígdala e hipotálamo en varones y mujeres cuando observan fotografías con contenido erótico

Modificado de Hammann, S., 2005.

rostros presentados. Integra la información visual sensorial en el mundo de los sentimientos. Como en toda experiencia de vinculación, se produce desactivación de la amígdala del lado derecho. Los sentimientos amorosos pueden sofocar la actividad de estas regiones, que justamente están activas en estados depresivos o de tristeza. Estas áreas guardan a su vez relaciones con todas las regiones cerebrales. En cada caso, estas conexiones se utilizan de manera muy distinta; por eso toda experiencia amorosa se nos muestra singular y exclusiva. El impulso sexual es naturalmente humano. En el mundo animal, es obvio que el instinto sexual no evolucionó para satisfacer el placer, sino para impulsar la reproducción; de ahí que la satisfacción del instinto conlleve a situaciones de apego, o vínculo, que orientan el comportamiento al objetivo preciso para la reproducción. De hecho, la concentración de las hormonas en sangre sube significativamente durante la cópula, y de forma sexo-dependiente: en los machos aumenta la vasopresina en la fase previa a la copulación, para después liberar oxitocina; y las hembras liberan sólo oxitocina. Este incremento hormonal durante el apareamiento, es un posible factor de fortalecimiento de la vinculación de la pareja. No se quiere decir con todo esto que las hormonas provoquen una conducta. Simplemente aumentan la probabilidad de que, en ciertas circunstancias, sobrevenga un comportamiento que es siempre integrado en la unidad del organismo. En todo comportamiento instintivo el agente que pone en marcha la respuesta específica es más la ocasión que la causa. cen los

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1. DIFERENCIAS, SEGÚN EL SEXO, EN LA PREDISPOSICIÓN A ELEGIR EL TIPO DE «PAREJA IDEAL»

La Etología muestra que en el mundo animal los machos parecen hechos para cortejar a las hembras y que es característico de éstas seleccionar a quienes las pretenden. La selección natural se asegura así que los mejor dotados para la vida transmitan sus caracteres a la descendencia. De ahí que algunas características externas del fenotipo (curiosamente incluso la simetría corporal) o habilidades (por ejemplo la preparación del hábitat) sirvan de pauta, lógicamente inconsciente, en la elección de pareja. La dinámica del amor sexual cuenta, en su primer impulso, con esta sabiduría ancestral de la naturaleza. Sobra decir que el compromiso posterior es un acto humano libre. Lo que se afirma es que las primeras aproximaciones tienen algo de inconscientes; algo así como si la mente enamorada estuviera de alguna forma diseñada por los tipos naturales que triunfaron reproductivamente en la evolución. Algo hay en la figura corporal, en las caras, y hasta en las edades de la pareja que se escoge, que están influenciadas por patrones establecidos y heredados. El texto de Louann Brizendine" que se ofrece a continuación refleja esa especie de herencia: «La verdad es que somos mucho más predecibles de lo que pensamos. En el curso de nuestra evolución como especie, los cerebros han aprendido a identificar a las parejas más sanas, las que probablemente nos darán hijos, y a aquellas cuyos recursos y actitud podrán ayudar a sobrevivir a nuestra descendencia. Las lecciones que aprendieron los hombres y mujeres primitivos, están hondamente codificadas en nuestros modernos cerebros como circuitos neurológicos del amor. Están presentes desde que nacemos, y en la pubertad se activan por obra de cócteles de sustancias neuroquímicas de acción rápida. El sistema es hábil. Nuestros cerebros identifican una pareja potencial y, si se ajusta a nuestra lista ancestral de deseos, conseguimos el aporte de sustancias químicas que nos inundan con un impulso de atracción... Llamémosle amor o encaprichamiento. Ese es el primer paso dentro del antiguo camino de emparejamiento. Se han abierto las puertas al programa cerebral de cortejo-emparejamiento-procreación». Un estudio de las preferencias en materia de varones de más de diez mil mujeres, pertenecientes a treinta y siete culturas de todas las partes del mundo, descubrió que las mujeres tienen menos interés en el atractivo visual de un posible marido que en su capacidad para prosperar" y su " «El cerebro femenino», o. c., pp. 81-82. 36 BUSS, D. (1990): «International preferences in selecting mates: A study of 37 cultures», Journal of Cross-Cultural Psychology, 21, pp. 5-47.

EL CEREBRO Y LOS AFECTOS LIGADOS A LA TRANSMISIÓN DE LA VIDA

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capacidad de fidelidad. Los varones, sin embargo, prefieren esposas atractivas que coinciden con los rasgos morfológicos que aportan señales visuales de fecundidad37, y por supuesto la capacidad de fidelidad. En resumen, como ocurre con todo lo humano, la atracción específica entre un hombre y una mujer hunde las raíces en el trasfondo biológico, que contribuye a establecer y mantener un vinculo interpersonal, capaz de crear el ámbito natural de la transmisión de la vida humana. Los códigos cerebrales, en los que participan unas estructuras neuronales concretas que generan neurotransmisores y neurohormonas, se activan en determinadas situaciones y con ello predisponen el comportamiento específico hacia su objetivo. Y, como en todo lo humano, concurren siempre dos constantes. Una, que la predisposición natural a la respuesta precisa al impulso no es determinante. Todo hombre por ser libre puede liberarse de quedar encerrado en el circuito cerrado del automatismo animal y por ello puede responder, o no, y responder de una forma u otra. Y dos, que la facultad humana de transmitir la vida no se reduce a los mecanismos de la reproducción animal, al mismo tiempo que no puede ser destruida la orientación natural de la facultad. La biología muestra que bajo el amor específico entre un varón y una mujer subyace esa «vinculación de pareja» que la naturaleza ha creado y recreado para asegurarse la transmisión de la vida. Pero no basta la neurobiología para comprender la profundidad humana de esa vinculación varón-mujer. El hombre excede la mera vinculación convirtiéndola en la riqueza del amor interpersonal comprometido, porque no está encerrado en el automatismo de los procesos de la reproducción animal. Por eso, sólo bajo la óptica de la capacidad de amar del hombre, y en concreto bajo la óptica de la dinámica natural del amor sexuado, puede entenderse el carácter personal del fenómeno de la transmisión de la vida humana.

37 SCHUTZWOHL, A. (2006): «Judging female figures: A new methodological approach to male attractiveness judgments of female waist-to ratio», Biol Psychol, 71, pp. 223-229.

EPÍLOGO

El análisis de los datos científicos de este estudio, tal vez pueda sugerir al lector algún punto de reflexión acerca de cuestiones muy debatidas en la cultura actual, y no siempre resueltas con rigor. He buscado las diferencias del cuerpo humano, femenino y masculino, en los presupuestos biológicos genéticos y neuronales. En los últimos arios, hemos podido conocer algo más del cerebro y de cómo se construye y elabora desde la herencia genética de cada uno, y con esto se ha progresado en el carácter dimórfíco que presenta el cerebro humano. El término presupuesto tiene aquí un significado muy preciso. Presupuesto es mucho más que un precedente temporal. Son las condiciones necesarias que permiten, en cada tiempo y en cada momento, vivir humanamente. Porque los códigos cerebrales no son las causas de la conducta. Ni los innatos, ni los que elaboramos con la vida, que es tarea personal de cada uno. Justamente la biología humana pone de manifiesto que todo viviente humano, por serlo, es un viviente liberado del encierro en el automatismo de los procesos biológicos. Cada persona es capaz de liberación del enclaustramiento en el fin del mero vivir animal y de la reproducción, propio de los individuos del resto de las especies. El cuerpo humano expresa y manifiesta siempre a la persona titular de ese cuerpo. De ahí que la atención se haya centrado precisamente en aquellos núcleos en los que el hombre afloja las ataduras del mero instinto animal. Con esto, se afirma que esos presupuestos biológicos son naturales en un doble sentido. Naturales en el sentido de que forman parte de los ciclos por los que el animal elabora sus respuestas instintivas, ante aquellos estímulos que para ellos significan algo en relación con su biología; y son, así, desencadenantes del comportamiento animal. Y naturales en cuanto que los gestos específicamente humanos tienen un significado

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básico propio, que excede con mucho las convecciones meramente culturales y lo que se pueda enseriar educacionalmente. Dicho de otra manera, los presupuestos naturales que aporta la ciencia no son opcionales; y las personas individuales, y la sociedad, no se pueden distanciar de ellos sin experimentar una perdida significativa de las referencias que necesitamos para vivir humanamente. Lo que nos aporta la genética, el desarrollo embrionario y las neurociencias, son los cimientos materiales sobre los que construir la plenitud de la vida humana. Si el cuerpo humano es así, y el cuerpo del varón y el de la mujer son diferentes, y son diferentes en las estrategias de sus cerebros, estas diferencias nos proporcionan pistas del carácter personal de unos y de otras. Varón y mujer, no son diferentes sólo en función de su distinta y obvia relación de cada uno con la transmisión de la vida, y con la atención a la vida humana naciente. Sólo para los animales la reproducción es la única razón por la que son sexualmente diferentes. El cuerpo de la mujer y el cuerpo del varón son distintos, y muestran la diferencia fundamental e incuestionable que hunde sus raíces en el mismo origen natural: son varón y mujer «ontológicamente», si se me permite esta expresión. En la Grecia clásica tenían muy clara la distinción radical entre naturaleza (physis) —con un significado real, y no manipulable— y costumbre (nomos). Eso les permitía el diálogo fecundo que pretendía descubrir lo más propio del ser humano. Así, podían afirmar que el nomos de la tiranía era contrario a la naturaleza del hombre, a la que correspondía originariamente vivir en libertad; la literatura griega está llena de ejemplos en todos los ámbitos de la vida: basta leer la «Antígona» de Sófocles para percibirlo. Hipócrates asumió este planteamiento para desarrollar su Medicina y definir la salud y la enfermedad al margen de cualquier planteamiento subjetivo. Esta herencia de los antiguos griegos ha llegado a nuestros días, marcando un camino que hunde sus raíces en la racionalidad. Sin embargo, parece haber sufrido algunos «accidentes» graves durante el recorrido que, al menos temporalmente, han difuminado en buena medida las referencias más básicas de lo que constituye el vivir humano. Estos planteamientos «accidentados» se pueden reducir a tres. De una parte, la herencia que Freud nos dejó, más allá de las geniales intuiciones que constituyen el fundamento del psicoanálisis. Pues sus generalizaciones indebidas de carácter psicológico y filosófico carecen del rigor científico, analítico y sintético, de sus aportaciones fundamentales. Y así introduce, en nuestra visión del hombre y del mundo, el convencimiento de que los males psíquicos tienen su origen en la represión de los impulsos sexuales.

EPILOGO

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En segundo lugar, la revolución sexual de los arios 60, que «reinventó» los componentes del sexo. Lo convirtió, a los ojos de una gran mayoría, en exaltación dionisiaca; propuso —y, en determinados ambientes, logró— la pansexualización de todas las actividades humanas; y alentó las formas de vida que producen el máximo placer sexual con el mínimo compromiso. En pocos arios, la mentalidad dominante en muchos ambientes, ha llevado a pretender —y lograr no pocas veces— la total separación entre sexualidad humana y procreación, rompiendo la correlación entre su significado natural y sus expresiones culturales; y reduciendo la procreación a mera reproducción, como en el resto de los mamíferos. Finalmente, la revolución sexual dio pie para entender y plantear la liberación de la mujer fundamentalmente —cuando no exclusivamente— como liberación de la «represión» del sexo, sobre todo en su dimensión maternal, afectiva y de compromiso de fidelidad matrimonial. Como se puede apreciar, en este largo itinerario parecen haberse perdido, para muchos, las referencias presentes en los cimientos de nuestra cultura. Como consecuencia, todo es relativo, todo es subjetivo y todo es opinable; curiosamente, todo menos esas tres afirmaciones, que se presentan con pretensiones de dogmas intocables. Parece que sea un camino sin retorno. Afortunadamente no es así, porque la realidad natural es terca en sus expresiones, como hemos podido apreciar a lo largo de estas páginas. Precisamente por eso, es posible recuperar el sentido humano de tantas realidades de la vida, del mundo, de la naturaleza...; entre ellas, la paternidad y la maternidad, y la naturaleza de los vínculos familiares. El deseo de felicidad de todo hombre puede realizarse en la medida en que busque con libertad —y lo encuentre, para luego adherirse a él— el sentido real y profundo de su propia corporalidad sexuada, inscrita en su propio ser. La ciencia experimental —biología molecular, genética, neurociencias y desarrollo embrionario— aporta el sustrato básico e innegable a tener presente en la educación, la cultura, la reflexión antropológica, etc., sin tergiversar lo que la naturaleza nos ofrece en cuanto seres humanos. Sin duda que esa tergiversación, de hecho, podemos realizarla, puesto que somos libres. Pero no resulta indiferente ni equivalente. Nadie en su sano juicio niega que la sexualidad sea fuente de placer, por ejemplo. Pero agotar ahí toda su realidad y su sentido, es empequeñecerla antropológicamente e ignorar los abundantes datos que la ciencia nos proporciona; entre ellos, la «terca» diversidad varón-mujer. Confío en que estas páginas, necesariamente breves, favorezcan el diálogo abierto y sereno, riguroso, sobre temas que apuntan a cuestiones

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fundamentales de la vida y de las relaciones personales. Podemos sugerir, a modo de ejemplo, algunas de estas cuestiones que precisan de muchas perspectivas para su conocimiento pleno porque son, de suyo, interdisciplinares. El estudio y la reflexión acerca de ellas, podrían enriquecerse desde los avances de las neurociencias y de la biología humana: A) La igualdad esencial entre el varón y la mujer. La noción de persona ha de dar razón de que la persona real se da en dos formas corporales «ontológicamente» distintas. Varón y mujer se distinguen en la relación mutua original; es decir: son iguales en cuanto personas, pero se diferencian en el modo en que cada uno se abre a la relación con los demás y con lo demás, precisamente por la diferencia corporal. Diferencia que no rompe la igualdad esencial. B) Para ambos, el cuerpo es signo y manifestación de la persona. Hay actividades y funciones que no implican intrínsecamente al cuerpo en su dimorfismo sexuado. Por tanto, son igualmente realizables, con pleno derecho, por varones y mujeres concretos que tengan la capacidad para ello, sea cual sea su sexo, sin discriminaciones negativas o positivas. C) En la misma línea, hay sentimientos y afectos que se expresan en la sonrisa, el apretón de manos, la reverencia... En definitiva, abundantes formas de expresión corporal que no implican intrínsecamente el carácter dimórfico de la corporalidad sexuada. Basta pensar, a modo de ejemplo, en los gestos en torno a la hospitalidad, que introducen a alguien en la intimidad del propio hogar. D) Por el contrario, las acciones en las que la corporalidad —en cuanto cuerpo sexuado— es signo de lo que se realiza, exigen la especificidad de la persona varón o de la persona mujer, sin que esta exigencia sea discriminatoria. A la vista de los datos científicos, parece que no significa lo mismo decir «este es mi cuerpo», si lo dice un varón o lo dice una mujer. E) La diferencia manifestada en el estudio de los datos acerca de la corporalidad sexuada, muestra cómo la sexualidad, tal como la ofrece la naturaleza biológica del ser humano, es el único ámbito en que una persona puede ser radicalmente de la otra, a la vez que esa relación se abre a la relación paterno-filial. El cuerpo del varón y el cuerpo de la mujer son de tal manera, que se da la coincidencia entre el gesto personal de entrega-donación plena y el gesto de engendrar. El significado de esa unión corporal no es equiparable a ninguna otra, ni anatómicamente, ni fisiológicamente, ni desde el sistema hormonal, ni desde la visión que aportan las neurociencias, ni desde las manifestaciones psicológicas y afectivas de ese dimorfismo corporal.

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Basta con estos botones de muestra, que no son los únicos; ni siquiera me atrevería a afirmar que sean los más importantes. Pero, al menos, parecen ser relevantes. Se requiere un diálogo sereno y distendido, en donde sea posible aportar luces nuevas desde el rigor científico y la racionalidad, sin presiones de ningún tipo. Estas páginas no pretenden ser más que una pequeña aportación a esa tarea.