Carlomagno y el Imperio carolingio 8476006780, 9788476006788

Completa guía paso a paso para crear 14 figuras, desde caballeros hasta dragones, pasando por extraterrestres o sirenas,

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Spanish Pages 452 [431] Year 1992

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Carlomagno y el Imperio carolingio
 8476006780, 9788476006788

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AK.AL UNIVERSITARIA Serie Historia antigua

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I nulo original ( ImrtriHugnr ct Icmpirc ainilbigu n

••No esta permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su traiamienio informatico, m l.i transmisión de ninguna furnia o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo \ por escrito de los titulares del ( opynght »

c Editions Albín Michcl. 1947 y 1968 c Traducción: Marta Elena Jorge Margado Para lodos los países de habla hispana. c Ediciones Akal. S. A.. 1992 Los Berrocales del Jarama Apdo. 4(MI - Torrejón de Ardo/ I cléís.: 656 56 11 - 656 49 11 Fax: 656 49 95 Madrid • I spaña ISBN: 84-7600-678-0 Deposito legal: M. 41-1992 Impreso en An/os. S. A. I ucnlabrada (Madrid)

LOUIS HALPHEN

CARLOMAGNO Y EL IMPERIO CAROLINGIO Traducido por

María Elena .Jorge Margado

AKAL

El mérito de Eouis Halphen. que fue miembro del Instituto y profesor de la SorhoHii. es doble: una primera redacción de ('arlomagno y el I mperio carolingio estaba acabada en /9?9. pero se perdió en el tumulto de la segunda guerra mundial Ea obra fue escrita nuevamente en condi­ ciones extremadamente penosas y con grandes dificultades í pesar de ello, el libro es una obra de arte. /a finalidad del autor no era «escribir una biografía mas de ('arlomagno ni una descripción del periodo carolingio sino la de destacar los conceptos político-religiosos de los que surgió el Imperio fundado en el aña 800 y en qué medida respondió a ellos durante cerca de un siglo» f Eouis Halphen) Es un problema de organización, de estructura, un pro­ blema capital para el Occidente europeo de aquella época, reflejado en este libra, lo que lo hace profundamente interesante. «Mientras el mundo bizantino se constituye en Oriente, f.qué ocurrirá con los diversos pueblos que Roma había sometido, las individualidades geográficas que ella había reunido, los grupos bárbaros cuya expansión se había podido con­ tenerá duras penas gracias al limes, que habían recorrido Italia, (ialia. España y ocupado el centro de Europa?,Triun fará la división o se esta­ blecerá la unidad en el mundo occidental?» {Henri Peer). Eue la unión Y hay que reconocer que lograrla, en medio de estos siglos tan sombríos, no deja de resultar sorprendente. Tras los exhaustos merovingios i nihese

ADVERTENCIA

Comenzado hace varios años.este volumen, cuya primera redac­ ción se hundió en la tormenta, así como casi todas las notas y libros que me ayudaron a prepararlo, tuvo que ser escrito totalmente de nuevo, lejos de las grandes bibliotecas y en condiciones materiales poco favorables para la puesta a punto de una obra de esta natura­ leza. De ahí cl carácter imperfecto de algunas de nuestras referen­ cias y quiza también para algunos detalles, el retraso de nuestra información. Quisiéramos haber alcanzado nuestro objetivo, al menos en lo esencial, que no fue el de escribir, después de tantas obras, una bio­ grafía de C arlomagno. ni trazar un panorama de conjunto del periodo carolingio. sino establecer las concepciones político-reli­ giosas de las que surgió el Imperio fundado en el año N00 y en qué medida respondió a ellas durante cerca de un siglo. L.H Gmiohie. septiembre ¡94 ¡-septiembre 1943.

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INTRODUCCIÓN

I I Imperio romano fue una organización política fundada en el poderío de Roma, que se extendió sucesivamente por toda la cuenca del Mediterráneo. Después de su hundimiento ya no se restaurara el orden ni solverá a florecer la civ ilización. hasta el día en que uno de los pueblos barbaros que se habían lanzado al asalto del mundo antiguo, el pueblo tranco, logre construir un nuevo imperio: este nuevo imperio es puramente interior, de tierra adentro, y no tiene ya por capital a Roma, sino i \quisgrán (Aixla-C hapelle): en el domina el elemento bárbaro, pero todos aquellos pueblos a los que el conquistador somete a su autoridad, vinculados por una misma creencia religiosa, se sienten miembros solidarios de una sola y vasta comunidad, y se consideran un único pueblo: el «pueblo cris­ tiano». Aquel día nació I uropa. una I uropa todavía muy limitada y frágil, pero que va a sobrevivir al imperio que le dio vida Por efí­ mero que haya sido el Imperio carolingio. se nos presenta como una etapa hacia la estructuración de un orden profundamente diferente al que había conocido el mundo antiguo. Convertido en mar interior, el Mediterráneo había asegurado la cohesión del Imperio romano, permitiendo que se establecieran pri­ mero. y que se sostuvieran luego entre todos los países que baña, constantes intercambios de productos comerciales, de ideas y de creencias: gracias al Mediterráneo todo el mundo romano en su conjunto se cubrió de grandes ciudades, ricas y activas, en donde se fundían las más diversas civilizaciones, que armonizaban hasta el punto de parecer, en verdad, que constituían un lodo. Pero de todo aquel inmenso esfuerzo, nada subsistió después del triunfo de los barbaros, por lo menos en Occidente. Al principio, en el interior de las antiguas fronteras romanas, se constituyeron innumerables rei­ nos distintos y. por lo general, enemigos: y otros países, particu­ 9

larmente en Germania. que nunca habían estado incorporados al Imperio \ que se habían mantenido extraños al mundo mediterrá­ neo. adquirieron en el curso de los siglos, creciente importancia en la vida política de Occidente, en vía de reagruparse. Pero, alejados del Mediterráneo sin costas propias, la mayoría de los reinos barba ros fueron obligados a vivir replegados en sí mismos, con lo cual no existía en ellos comercio. \ Lis ciudades, allí donde todasia las había, arrastraban un \ i\ ir triste \ marchito. Por doquier se vols ía asi a una economía esencialmente rural que. carente de medios de comunicación, reducía al mínimo el intercambio de productos: se impusieron cl particularismo s cl aislamiento, s la civilización luc arrastrada a una regresión espantosa De repente se habían hundido las fundamentales nociones que apoyaban cl I stado romano. I a clara conciencia que habían adqui­ rido los romanos de que existía un interés colectivo, aquella «cosa publica» (res publica) de la que lodos, comenzando por cl empera­ dor. debían considerarse sei s idores, se había borrado por completo: la misma idea de seis icio público había desaparecido, y con ella toda distinción entre bienes públicos y bienes plisados(rc.\puhlicac. rc\ pmaiac). Cualquiera que lucre la ambigüedad del socabula rio que entonces se usaba, ya no existían tesoro publico, ni funciona­ rios públicos, ni I stado. sino arcas de las que extraían los príncipes, sin distinción, tanto para sus necesidades plisadas como para las colectivas, s seis idores empleados indiferentemente en las tarcas domesticas s en aquellas que interesaban a la sida del reino s terri­ torios que eran considerados propiedades del res. s como tales, transmisibles por herencia y reparto entre todos sus descendientes directos con cl conjunto de sus bienes. lal era la situación a la llegada de los carolingios. Su papel no consistió en hacer resucitar un estado de cosas ya abolido; intenta­ ron construir, sobre las ruinas del mundo antiguo, un mundo nuevo, alentados por principios nuevos, y devolver, si asi puede decirse, un espíritu al Occidente que agonizaba. Desde este punto de vista vamos a emprender la historia de su Imperio.

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LIBRO PRIMERO

FUNDACIÓN DEL IMPERIO

CAPÍTULO 1

ESTABLECIMIENTO DE LA MONARQUÍA CAROLINGIA

Desde los primeros siglos de la I dad Media, los francos de Cíodoveo y de sus sucesores habían logrado establecer su dominación sobre vastos territorios cuya configuración geográfica y composi­ ción cínica presentaban ya. en gran parle, una anticipad.i forma del Imperio carolingio. I ncl momento de su mayor extensión, en losdiasdel reinado de Dagoberto (629-639). su reino englobaba poco maso menos toda la (ialia. una parte de los países renanos. Alemania y Turingia. y hasta comenzaba a hacer sentir su acción en 1 l isia. Sajonia y Baviera y a inspirar respeto a algunos de sus vecinos eslavos. Sin embargo, la monarquía merovingia no era otra cosa que un reino fa/rZw/v. como sus semejantes I mulada en la conquista, no se proponía otro obje­ tivo que aumentar incesantemente el conjunto de su territorio, que formaba su riqueza.y cusas parles integrantes no poseían en común mas que el pertenecer a los mismos dueños: los francos. Por eso. todas ellas se llamaban «reino de los francos» frc^nuni fruncorumí ( on respecto a estos últimos, los descendientes de ( lodos eo solo tenían la calidad necesaria para reinaren virtud de una tradición que enraizaría en lo sucesivo sólidamente y que. entre todos los bar­ baros. reservaba el trono a la familia del caudillo que los había con­ ducido a la victoria Las tierras conquistadas por sus armas se consideraban como de propiedad personal, y parecía obligado que su herencia quedase asegurada en favor de sus hijos legítimos y luego de los herederos directos de estos, que se las repartían entre ellos por lotes onw.\ de valor parecido y que únicamente los natu­ rales fallecimientos lograban.a veces, reagruparen un reino único. Pero, en la segunda mitad del siglo vil. la estirpe merovingia parece agotada y su decadencia conduce el «reino de los francos »a su ruina l ’no a uno se van separando de el los territorios germani13

eos que antes estaban bajo su dominio; la misma (íalia se desmem­ bra y triunfa la anarquía en el interiordecada uno de los reinos par­ ciales. que ya regularmente se oponen a otros sobre su suelo —Auslrasia. Neuslria. Borgoña—. sin que ninguno de ellos consiga conservar a la disidente Aquitania. I n torno a los reyezuelos fantas­ mas que la prematura muerte de sus padres lleva al trono, aún en su primera infancia y que. comúnmente, no alcanzan la pubertad, hasta tal punto está degenerada su raza, se agita una multitud de ambiciosos, sedientos de poder; los más hábiles, que se apoyan en una mayor clientela o facción de leudes, logran, en cada uno de los tres reinos, ocupar el cargo de «alcaide o mayordomo de palacio» (niujardomus). que le vale disfrutar en realidad el poder l a unidad teórica de la dominación franca pudo, pese a todo, sobrevivir al fraccionamiento. \ no hubo mayordomo de palacio que no Insiera cl deseo de reconstruirla en provecho personal, apoderándose de las niayordomúis que no les estaban sometidas. Por haberlo logrado cuando sus rivales fracasaban, y por haber maniobrado, ademas, con gran laclo para reservar a su familia el monopolio de su cargo, los antepasados de los carolingios pudieron fundar cl destino de su casa.

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I OS AN TI PASADOS DI LOS C AROLING1OS V I A OBRA DI VARIOS MARTI I

Desde los días del lolario II y de su hijo Dagoberlo. uno de ellos. Pipino