Breve historia del neoliberalismo
 9788446025177

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Breve historia del N eoliberalismo David

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Diseño de interior y cubierta: RAG Traducción de Ana Varela Mateas

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\\5�20f Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270

del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes reproduzcan sin la preceptiva autoriz>tción o plagien,

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Título original: 11

llrilf l li>- de las entrañas de la vieja. Volcker, Reagan, Thatcher y Deng Xiaoping optaron por utilizar, todos ellos, discursos minoritarios que estaban en circulación desde hacía largo tiempo y los tornaron mayoritarios (aunque en nin­ gún caso sin una dilatada lucha) . Reagan hizo revivir una tradición minoritaria en el seno del Partido Republicano, surgida a principios de la década de 1960 de la mano de Barry Goldwater. Deng era testigo del vertiginoso aumento de riqueza y de in­ fluencia experimentado por Japón, Taiwán, Hong Kong, Singapore y Corea del Sur, y para salvaguardar y promover los intereses del Estado chino resolvió movilizar un socialismo de mercado en lugar de la planificación central. A su vez, t_anto Volcker como Thatcher rescataron de las sombras de relativa oscuridad en que se encon­ traba una singular doctrina a la que llamaban «neoliberalismo» y la transformaron en el principio rector de la gestión y el pensamiento económicos. Esta doctrina -sus orígenes, su ascenso y sus implicaciones-, constituye mi principal objeto de interés en las páginas que siguen 1 • El neoliberalismo es, ante todo, una teoría d e prácticas político-económicas que afirma que la mejor manera de promover el bienestar del ser humano consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del individuo dentro de un marco institucional caracterizado por derechos de propie­ dad privada fuertes, mercados libres y libertad de comercio. El papel del Estado es crear y preservar el marco institucional apropiado para el desarrollo de éstas prác­ ticas. Por ejemplo, tiene que garantizar la calidad. y la integridad del dinero. Igual­ mente, debe disponer las funciones y estructuras militares, defensivas, policiales y legales que son necesarias para asegurar los derechos de propiedad privada y ga­ rantizar, en caso necesario media�t_e el uso de la fuerza, el correcto funcionamiento de los mercados. Por otro lado, en aquellas áreas en las que no existe mercado 1 S. George, «A Short History of Neoliberalism. Twenty years of Elite Economics and Emerging Opportunities for Structural Change», en W. Bello, N. Bullard, y K. Malhotra (eds.), Global Finance. New Thinking on Regulating Capital Markets, Londres, Zed Books, 2000, pp. 27-35; G. Duménil y D. Lévy, Capital Resurgen!. Roots o/ the Neoliberal Revolution, Cambridge (MA), Harvard University Press, 2004 ; ]. Peck, «Geography and Public Policy. Constructions of Ncolibcralism», Progress in Hu­ man Geography, n.º 28/3 , 2004, PP- 392-405 ; ]. Peck y A. «Ncolihcrnliiing Space», Antipode XXIV, 3 , 2002, pp. 380-404; P. Treanor, «Neoliberalism. Origins, Theory, Definition», http://web.inter.nl.net/ users/Paul.Treanor/neoliberalism.html.

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(como la tierra, el agua, la educación, la atención sanitaria, la seguridad social o la contaminación medioambiental) , éste debe ser creado cuando sea necesario me­ diante la acción estatal. Pero el Estado no debe aventurarse más allá de lo que pres­ criban estas tareas. La intervención estatal en los mercados (una vez creados) debe ser mínima porque, de acuerdo con esta teoría, el Estado no puede en modo alguno obtener la información necesaria para anticiparse a las señales del mercado (los precios) y porque es inevitable qÜe poderosos grupos de interés distorsionen y con­ dicionen estas intervenciones estatales (en particular en los sistemas democráticos) atendiendo a su propio beneficio. Desde la década de 1 970, por todas partes hemos asistido a un drástico giro ha­ cia el neoliberalismo tanto en las prácticas como en el pensamiento político-econó­ mico. La desregulación, la privatización, y el abandono por el Estado de muchas áreas de la provisión social han sido generalizadas. Prácticamente todos los Estados, desde los recientemente creados tras el derrumbe de la Unión Soviética hasta las so­ cialdemocracias y los Estados del bienestar tradicionales, como Nueva Zelanda y Suecia, han abrazado en ocasiones de manera voluntaria y en otras obedeciendo a poderosas presiones alguna versión de la teoría neoliberal y al menos han ajustado algunas de sus políticas y de sus pnícticas a tales premisas. Sudáfrica se adscribió al neoliberalismo rápidamente después del fin del apartheid e incluso la China con­ temporánea, tal y como veremos más adelante, parece que se está encaminando en esta dirección. Por otro lado, actualmente, los defensores de la vía neoliberal ocu­ pan puestos de considerable influencia en el ámbito académico (en universidades Y. en muchos think-tanl..�s), en los medios de comunicación, en las entidades financie­ ras y juntas directivas de las corporaciones, en las instituciones cardinales del Esta­ do (como ministerios de Economía o bancos centrales) y, asimismo, en las institu­ ciones intern acionales que regulan el mercado y la finanzas a escala global, como el Pondo Monetario In ternacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial Je! Comercio (OMC). En definitiva, el neoliberalismo se ha tornado he­ gemónico como forma de discurso. Posee penetrantes efectos en los modos Je pen­ samiento, hasta el punto de que ha llegado a incorporarse a la forma natmal en que muchos Je nosotros interpretamos, vivimos y entendemos el mundo. Sin embargo, el proceso de neoliberalización ha acarreado un acusado proceso de «destrucción creativa», no sólo de los marcos y de los poderes institucionales previamente existentes ( desafiando incluso las formas tradicionales de soberanía es­ tatal} sino también de las divisiones del trabajo, de las relaciones sociales, de las áreas de protección social, de las combinaciones tecnológicas, de las formas de vida y de pensamiento, de las actividades de reproducción, de los vínculos con la tierra y de los hábitos del corazón. En tanto que el neoliberalismo valora el intercambio del mercado como «una ética en sí misma, capaz de actuar como un guía para toda la 7



ac.c:ió_n humana y sustituir todas las creenc:Ias ét.�cas anteriormente mantenidas», en­ fatiza el significado de las rel-ªciones contractuales que se establecen en el mercado2• Sostiene que el bien social se maximiza �i maximizar el alcance y la frecuencia de las transacciones comerciales y busca atraer toda la acción humana al dominio del mercado. Esto exige tecnologías de creación de información y capacidad de alma­ cenar, transferir, analizar y utilizar enormes bases de datos para guiar la toma de de­ cisiones en el mercado global. De ahí, la búsqueda y el intenso interés del neolibe­ ralismo en las tecnologías de la información (lo que. ha llevado a algunos a proclamar la emergencia de una nueva clase de «sociedad de la información»). Es­ tas tecnologías han comprimido tanto en el espacio como en el tiempo la creciente densidad de las transacciones comerciales. Han producido una explosión particu­ larmente intensa de lo que en otras ocasiones he denominado «compresión espa­ ciotemporal». Cuanto más amplia sea la escala geográfica (lo que explica el énfasis en la «globalización») y más cortos los plazos de los contratos mercantiles, mejor. Esta última preferencia concuerda con la famosa descripción de Lyotard de la con­ dición posmoderna como aquella en la que el «contrato temporal» sustituye a las «instituciones permanentes en la esfera profesional, emocional, sexual, cultural, in­ ternacional y familiar, así como también en los asuntos políticos». Las consecuen­ cias culturales del dominio de esta ética del mercado son innumerables, tal y como describí previamente en The Condition o/ Posmodernity3• Si bien en la actualidad contamos con muchos análisis generales ffin·,

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Figura 6. 1 : Tasas de crecimiento global. anuales y por décadas. 1 960-2003.

Fuente: \\'orld Comisión on the Social

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Crei1ti11g Opportunities /or Ali, cit.

Y en África no ha hecho nada en absoluto para generar rnmhios positivos. lJnica­ mente en el este y el sureste de Asia , y ahora hast11 cierto punto en 111 India, In nco­ libcralización ha estado ligndn n dert11 t rnycctoria posit iva de nccim icnto, y en es­ tos lugares los no muy 1wol ibcrulcs Est udos dcsurrollist us dcsempeiinrun un papel muy relevante. El c.:ont rustc cnt rl· el nedm icnt o de ( :hinu (n1si un 10 por 1 00 11n11111 l y el declive ruso ( con 111111 rns11 ncgnrivn del

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Amérirn L11t i n11 l'l't'l'Íc) dd 29 por 1 00 de In pohlnricín lll'I ÍVn l·n 111 t·sll·rn Cl'o1uímirn

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funt i l y ot ros as¡wl't os rd11don11dos l'on 111 rnl idnd d e vidn , nrrojnn pc.;rdidns c n vez dt• progrl·sos l'll d hil'1ws1 :1r dt"sdc.· In dfrndn de.· l 960. Sin l·mlu1 rg1 1, d po1n·111 11jt• de In pohlac.·iún m111Hli11I q11c.· vivl' l'l l la pohrl"Zn hn mido, pl·ro t•111 0 11t• c ldw rn11i cllll' · rnnwn t l' 11 lns nwjorns lrnhidus ú nit:111nc1 1 t l· t•n l 11di11 �· t•n ( :hi1111,, l .11 redurdnsist ido cn uhrir l l l ll'Vos rn111 pos :1 la ac11m11l11ciún dl· rnpit nl en dom inios hnsl n d momt·nto co11sidn11dos 1111is ull1i de: los límites cst u hleddos pnrn los l'iíln1los de.· rc:ntalii l idud. ¡\ lo lu q,:o de: todo el n 1111Hlo c11pit ulist11 y m1ís nllii de sus fon t t·rns ( por dc:mplo t·n < :hi1111 ) , se· han priv111 iz11do, t'l l

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d t ra nspor! l· ) , d sistl'ma dl• p rovisión social µc·st ionada por el Es

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tado del bienestar (viviendas sociales, educación, asistencia sanitaria, el sistema de pensiones) , instituciones públicas (universidades, laboratorios de investigación, pri­ siones) e, incluso, todas las competencias relativas a la guerra (como ilustra el «ejér­ cito» de contratistas privados que opera junto a las fuerzas armadas en Iraq) . Los de­ rechos sobre la propiedad intelectual establecidos mediante el denominado Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Co­ mercio (ADPIC) incluido en el convenio constitutivo de la OMC, definen el mate­ rial genético, el contenido celular de las semillas y diferentes tipos de bienes como propiedad privada. Las mismas poblaciones cuyas prácticas han desempeñado un pa­ pel decisivo en el desarrollo de estos materiales genéticos pueden ser objeto de ex­ tracción de las rentas derivadas de su utilización. La biopiratería es un fenómeno ga­ lopante y el saqueo de las reservas mundiales de recursos genéticos prosigue su acelerada marcha en beneficio de un reducido número de gnmdes compañ ías farma­ céuticas. De igual modo, el progresivo agotamiento de los bienes comunes que cons­ tituyen nuestro entorno global (tierra, agua y aire) y la degradación por doquier de los diversos hábitats, que excluyen toda forma de producción agrícola distinta a la del sistema intensivo capitalista, se derivan ress. ·1200 � . rnp. 1 � . '' l ·: l l'Sl)lll'llla J >onzi l'S 1 1 1 1 sisll'lll;I 1k i1 1 w rs i 1 11 1 l'll l'l l)l ll' Sl' pro1 1 a·11· 1 1 1 1 a ('l1·vada n·1 1 1 al iil id11d s111 la l'x is1c11ria dl· 1111 lll'gocio l'l'al l)l ll' la gl'lll'l':l, sino l)lll' prnvÍl'IK' dl' l a s aJH•l' l fü'Íc 111