Bobby Fischer: se fue a la guerra: el duelo de ajedrez más famoso de la historia [Primera ed.]
 9707800763, 9789707800762

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Bobby Fischer se fue a la guerra El duelo de ajedrez más famoso de la historia

D A V ID E D M O N D S Y J O H N E ID IN O W

Traducción de

Eduardo G. Murillo

DEBATE

Titulo original: bobby Fischer Coes to IX'ar Publicado originariamente por Eaber & Eaber, Dmdres, 2004 Primera edición en España, 2006 Primera edición en México, 2006 © 2004, David Edmons y John Eidinow © 2006, de la presente edición en castellano para todo el mundo: Random House Mondadori, S. A Travessera de Gracia, 47-49. 08021 Barcelona © 2006, Eduardo García Murillo, por la traducción D. R. 2006, Random House Mondadon, S. A. de C V. Av. Homero No. 544, Col. Chapultepec Morales, Del. Miguel Hidalgo, C P. 11570, México, D E. www.randQmhousemondadon.com.mx Coméntanos sobre la edición y contenido de este libro a [email protected] Queda ngurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titu­ lares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o pro­ cedimiento, comprendidos la reprografía, el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares de la misma mediante alquiler o préstamo públicos. ISBN-10: 970-780-076-3 ISBN-13: 978-970-780-076-2 Eotocomposición: Víctor Igual, S. J„ Impreso en México / Prwíed¡ti México

fíohbv F ischer se fu e a la gu erra, Hdmonds David y E id m ow John Hsla obla se te m n n ó de im pnm ii en novtem hte del 2006 en los lalleies de l Mogialu a Inj’tnmex. S A de (* V

Para Elisabeth Eidinow y tres hermanos Edmonds: Philip, Richard yJulia

índice A gradecimientos .......................................................................... D ramatis personae ....................................................................... C ampeones del mundo de ajedrez hasta 1969 ....................

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22.

11 17 21

El match del siglo................................................................. 23 El chico de Brooklyn.......................................................... 26 M im ofante.......................................................................... 43 Hijo de la destrucción.......................................................... 57 El ruso de Leningrado........................................................ 74 Vivir el a jed rez................................................................... 95 Un bulldozer a Reikiavik........................................................ 107 Problemas en el paraíso...........................................................125 Gran competición, isla pequeña.............................................149 Bobby ha desaparecido.......................................................... 158 ¿Quién lo lamenta ahora?.....................................................183 Las reglas de la rabia............................................................... 193 Sangre en el cuarto de atrás................................................... 208 Cara a c a r a .............................................................................217 Una relación am or-odio........................................................222 Destrozado.............................................................................229 Medio ju e g o .......................................................................... 244 Fiebre ajedrecística................................................................. 259 Hacia el amargo fin al.............................................................268 Medios ajenos al ajedrez y manos ocultas............................284 Socios y adversarios..............................................................306 Intranquila yace la cabeza que porta la corona.....................318

ÍNDICE

A p é n d ic e ........................................................................................... 351 G l o sa r io ...........................................................................................363 B ibliografía selecta....................................................................... 367 Índice alfabético ............................................................................ 373 C réditos de las fotografías.........................................................383

Agradecimientos El match Fischer-Spasski fue un acontecimiento internacional. Por lo tanto, nuestra investigación tuvo que ser igual de amplia, del mis­ mo modo que nuestras expresiones de gratitud. Hay aquellos sin quienes nuestro libro no habría podido escri­ birse. Para ellos, nuestro más profundo agradecimiento. Aunque te­ nía una cita concertada desde hacía mucho tiempo con su autobio­ grafía, Borís Spasski respondió a todas nuestras preguntas. En París, su esposa Marina y él también nos ofrecieron un memorable ejem­ plo de la hospitalidad rusa. En Alemania, el árbitro Lothar Schmid reservó varios días para explicarnos con todo detalle el match, así como para enseñarnos las bellezas de su ciudad natal, Bamberg. Del mismo modo, Gudmundur Thorarinsson se mostró muy cordial y colaborador en el curso de tres dilatadas entrevistas. También en Reikiavik, Freysteinn Johannsson, quien fue el agente de prensa de la Federación Islandesa de Ajedrez en el match y escribió su propio libro hace tres décadas, localizó hechos, nombres y números de te­ léfono islandeses. Sin él habríamos tardado mucho más en escribir el libro. Saemundur Palsson nos obsequió con sus experiencias y nos agasajó en su casa junto al mar, como había hecho con el aspirante norteamericano tres décadas antes. Víktor Ivonin nos facilitó una visión sin parangón del papel que desempeñó Moscú en nuestra historia, gracias a su documentación personal, sus archivos y sus recuerdos (incompletos) del Comité de Deportes y otros camaradas implicados en el match. También que­ rríamos dar las gracias a Larisa Solovieva por dejar a un lado com­

A G R A D E C IM IE N T O S

prensibles escrúpulos y aportar sus recuerdos de la vida con Spasski. Desde Nueva York, Nikolái Kroguiyus nos proporcionó detalladas respuestas escritas a nuestras numerosas preguntas. En Tallin, Ivo Nei se tomó un descanso de sus responsabilidades como responsable del ajedrez estonio en Keres House para recordar su papel en el match. Antiguos jugadores de ajedrez, funcionarios y observadores del match también aportaron con generosidad tiempo y recuerdos: en­ tre ellos, Lev Abramov, Yuri Averbaj, Yun Balashov, el fallecido Víktor Baturinski, Yevgueni Bebchuk, Mijaíl Beilin, Valeri Chamanin, Naum Dimarski, Víktor Korchnoi, Alexandr Nikitin, Alexandr Roshal, Mark Taimanov, Vera Tijomirova, Alexandr Yermakov y Nikolái Zharikov. También fueron extremadamente pertinentes las reflexiones de Anatoli Dobrinin sobre la ausencia del encuentro Fi­ scher-Spasski en su agenda de la Casa Blanca, de Dmitri Vasíliev sobre los retos de su destino diplomático en Reikiavik, y de Vitali Yeremenko sobre el fortalecimiento del alma de Spasski. Olga Batunnskaya colaboró con su padre durante nuestra entrevista y apor­ tó documentos y fotografías. Este es el momento adecuado para mencionar a nuestros inves­ tigadores y traductores rusos. Cari Schreck investigó la prensa sovié­ tica y las revistas de ajedrez. Hannah Whitley y Andrew Yorke tra­ dujeron con esmero la lengua muerta de la burocracia soviética y actuaron de intérpretes en las entrevistas. También aportaron sus co­ nocimientos del alma rusa y de Rusia para explicarnos el significado de lo que habían leído y escuchado. Estamos agradecidos a Tess Stobie por ser nuestro Centro Moscovita y administrar las necesidades de nuestra investigación. John también querría dar las gracias a Tess y Alastair por su maravillosa hospitalidad. Hemos de reservar un lugar especial para Victoria Ivleva-Yorke. Victoria hizo las veces de chica para todo, investigadora e intérpre­ te. Ningún contacto pudo resistirse a su combinación de encanto e insistencia. Su interés en el reportaje y la investigación de las pistas fueron de valor incalculable. Tenemos numerosas deudas con el otro lado del tablero de aje­ drez de la Guerra Fría, Estados Unidos. Damos las gracias a Bob Axelrod. Pal Benko, Sid Bernstein, Arthur Bisguier, Robcrt Byrne, Bill Id

A G R A D E C IM IE N T O S

Chase (de la Biblioteca Pública de Cleveland), Larry Evans, Ralph Ginzburg, Philip Hall, Eliot Hearst, Burt Hochberg, Shelby Lyman, Paul Marshall, el fallecido Edmar Mednis, Hanon Russell, Phil Schewe, Don Schultz, Jim Sherwin, Frank SkofF, Elaine Smith, Barb Vandermark y Josh Waitzkin. En el papel de la Casa Blanca, el De­ partamento de Estado norteamericano y la embajada en Reikiavik por hacer frente al match y al fastidioso aspirante, damos las gracias a Gerard Lord, Len Garment, Víktor Jackovich, Henry Kissinger, Helmut Sonnenfeldt y Theodore Tremblay. Franklin Noli rastreó los ar­ chivos del gobierno norteamericano y sacó a la luz algunas perlas. Aprovechándonos de la justamente famosa Ley de Libertad de Información, preguntamos al FBI si guardaba alguna ficha de Regi­ na Fischer. Un año y medio después, dos expedientes del tamaño de una guía telefónica llegaron por correo. En el intervalo, los censores de la Agencia habían examinado el texto, y los numerosos espacios en blanco hablaban de su meticulosidad. Sin embargo, agradecemos la franqueza del sistema norteamericano y los esfuerzos en particular de Donna Shackleforth, quien recibía cortésmente nuestra pregunta mensual acerca del paradero del expediente. A juzgar por nuestra experiencia, el pueblo de Islandia tiene de­ recho a ser considerado el más amable y colaborador del mundo. Tenemos que dar las gracias a muchas personas, todas las cuales se desvivieron por ayudarnos. Para demostrar nuestra estima por su país, los citamos en orden alfabético de nombre, al igual que en la guía telefónica islandesa: Colín Porter, Dadi Agustsson, Fridrik Olafsson, Fridthor Eydal, Gisli Gestsson, Gunnar Magnusson, Gunnlaugur Josefsson, Gylfi Baldursson, Hilmar Viggoson, Hjalmar Bardarson, Hrannar Amarson, Karen Thorsteindottir, Paul Theodorsson, Ragnar Haraldsson, Saemundur Palsson, Sigfus Sigfusson, Sigmundur Gudbjarnason, Sigurdur Helgason, Steinn Bjornsson, Sverrir Kristinsson, Thrainn Gudmundsson, Tinna Gunnarsdottir y el falle­ cido Ulfar Thordarson. Valur Ingimundarson situó el match en el con­ texto político islandés. Ingolfur Gislason y Valur Steinarsson llevaron a cabo las investigaciones que solicitamos en Islandia. También queremos dar las gracias a los que sacrificaron algo de su tiempo para ofrecernos sus recuerdos o información y con-

A G R ADECIM IENTOS

sejo profesional: Tony Attwood, Michael Bezold, Dimitri Bjelica, Archie Brown, Henk Chervet, Simón Baro Cohén, Jim Dumighan, Esther Eidinow, Hannah Eidinow, Leonid Finkelstein, Michael Fitzgerald, Svetozar Gligoric, Bill Hartston, Ray Keene, Bent Larsen, David Levy, Lennox Lewis, Michael McDonald Ross, Helmut Pfleger, Stewart Reuben, sir Tim Rice, Jim Slater, Olexi Solohubenko, Bob Toner, Wolfgang Unzicker y Lawrence Warner. Simona Celotti-Still nos cedió su tiempo libre para traducir mu­ chos artículos de periódicos italianos. Hannah Edmonds colaboró con los documentos alemanes, y Arlene Gregorius yjoanne Episcopo con los españoles. Nos sentimos en deuda especial con el Gran Maestro Daniel King, quien nos ofreció tanto su aliento como sus consejos desde el primer momento. Bob Wade nos brindó su extensa biblioteca y los recuerdos de su investigación para Fischer. David querría dar las gracias a Charles Eisendrath por otorgarle el extraordinario privilegio de una beca de investigación de la pren­ sa de Michigan, y a todos los colegas que contribuyeron a que su año sabático fuera tan agradable y gratificante. Merecen una men­ ción especial Marzio Mían y Carlos Prieto, que colaboraron más tar­ de en el libro. Bill y Betty Ingram lo hicieron todo posible al acep­ tar un intercambio de casas. Por suerte, su hermosa residencia de Ann Arbor tenía un tejado a prueba de tormentas de hielo. Varios capítulos del borrador del manuscrito se enviaron a los si­ guientes amigos, todos los cuales identificaron fallos y sugirieron mejoras. Nos gustaría dar las gracias a Archie Brown, Hannah Ed­ monds, Esther Eidinow, Sam Eidinow, el omnisciente David Franklin, Freysteinn Johannsson, Daniel King, Peter Mangold, David Price, Zina Rohan, Neville Shack, Christopher Tugendhat, Maurice Walsh, Hannah Whitley y Andrew Yorke. Finalmente, nos gustaría rendir tributo (por su apoyo y talento profesional) a Julián Loose y Angus Cargill, de Faber; Jane Beirn y Julia Serebrinsky, de Ecco; a nuestro corrector de pruebas Ian Bahrami, y ajacqueline Korn, de David Higham.

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AG RADECIM IENTOS

Las letras de Chess, de Tim Rice y Bjorn Ulvaeus, se reproducen con el permiso de 3 Knights Ltd. La letra de Prefab Sprout se repro­ duce con el amable permiso de Kitchenware Management. Los ver­ sos de Selected Poems of Evgeny Rein se reproducen con el amable permiso de Bloodaxe Books.

Dramatis personae

LOS NORTEAMERICANOS

B obby Fischer: aspirante al cam peonato del m undo. Pal Benko: G ran M aestro, perm itió a Fischer entrar en el cam­ peonato del m undo. R o b e rt Byme: Gran M aestro y coautor, ju n to con Ivo N ei, de un libro sobre el match. Fred Cramer: principal colaborador de Fischer en Reikiavik. Brad Darrach: reportero de Life y m iem bro del equipo de Fis­ cher en Reikiavik. A ndrew Davis: abogado de Fischer. Ed Edm ondson: director ejecutivo de la Federación de Ajedrez de Estados U nidos y m entor de Fischer. Larry Evans: G ran M aestro norteam ericano y ex segundo de Fischer. R egina Fischer: m adre de Fischer. Chester Fox: productor de televisión. V íktor Jackovich: diplom ático de la embajada norteam ericana en Reikiavik. H enry Kissinger: consejero de Seguridad N acional norteam eri­ cano. W illiam Lombardy: sacerdote católico, G ran M aestro y segundo de Fischer. Paul Marshall: abogado de Fischer. Paul N em enyi: presunto padre biológico de Fischer. 17

D R A M A T IS PERSONAE

Richard Nixon: presidente de Estados Unidos. Anthony Saidy: jugador de ajedrez, acogió a Fischer. Don Schultz: ayudante de Fischer y futuro presidente de la Fe­ deración de Ajedrez de Estados Unidos. Frank Skoff: ayudante de Fischer y presidente de la Federación de Ajedrez de Estados Unidos desde agosto de 1972. Ken «Top Fiat» Smith: jugador de ajedrez y póquer norteameri­ cano, ayudó a preparar a Fischer. Theodore Tremblay: encargado de negocios estadounidense en Islandia. Diversos abogados, periodistas, jugadores de ajedrez, comenta­ ristas y conocidos de Fischer.

Eos

S O V IÉ T IC O S

Borís Spasski: campeón del mundo. Lev Abramov: ex jefe del Departamento de Ajedrez, del Comi­ té de Educación Física y Deportes del Consejo de Ministros de la Unión Soviética. Serguéi Astavin: embajador soviético en Islandia. Yun Averbaj: presidente de la Federación de Ajedrez de la Unión Soviética y del Consejo de Entrenadores; Gran Maestro. Víktor Baturinski: director del Club Central de Ajedrez, jefe del Departamento de Ajedrez, entrenador jefe e inspector del Comité de Educación Física y Deportes del Consejo de Ministros de la Unión Soviética, ex coronel y fiscal militar. Yevgueni Bebchuk: periodista y ex presidente de la Federación de Ajedrez de la Federación Rusa (una república de la Unión Soviética). Mijaíl Beilin: ex jefe del Departamento de Ajedrez, del Comité de Educación Física y Deportes del Consejo de Ministros de la Unión Soviética. Isaac Boleslavski: Gran Maestro. Igor Bondarevski: Gran Maestro y entrenador de Spasski. Mijaíl Botvinnik: ex campeón del mundo de ajedrez. Valen Chamamn: intérprete de la embajada soviética. 18

D R A M A T IS PE RSONAE

Piotr Deniichev: secretario del Comité Central del Partido Co­ munista, responsable de ideología. Anatoli Dobrinin: embajador en Washington. Efim Geller: Gran Maestro, segundo y entrenador de Spasski. Víktor Ivonin: vicepresidente del Comité de Educación Física y Deportes del Consejo de Ministros de la Unión Soviética, a cargo, ititer alia, del ajedrez (viceministro de Deportes). Anatoli Karpov: futuro campeón del mundo de ajedrez. Nikolái Kroguiyus: psicólogo, Gran Maestro, segundo y entre­ nador de Spasski; futuro director de la organización de ajedrez esta­ tal de la Unión Soviética. Ivo Nei: segundo y compañero de tenis de Spasski. Serguéi Pavlov: presidente del Comité de Educación Física y Deportes del Consejo de Ministros de la Unión Soviética (ministro de Deportes). Tigran Petrosian: ex campeón del mundo de ajedrez, derrotado por Fischer en los Candidatos. Lansa Spásskaya: segunda esposa de Spasski. Mark Taimanov: Gran Maestro, derrotado por Fischer en los Candidatos; concertista de piano. Dmitn Vasíliev: segundo secretario de la embajada soviética en Reikiavik. Alexandr Yakovlev: jefe interino del Departamento de Agita­ ción y Propaganda del Comité Central del Partido Comunista. Diversos apparatchiks (burócratas), psiquiatras, periodistas y figu­ ras misteriosas del KGB.

Los

ISLA N D ESES

Gissli Gestsson: operador de cámara. Olafur Johannesson: primer ministro. Freysteinn Johannsson: agente de prensa de la Federación Islan­ desa de Ajedrez. Fndrik Olafsson: Gran Maestro, más tarde sería funcionario del Parlamento islandés.

D R A M A T IS PE RSONAE

Saemundur «Saemi-rock» Palsson: guardaespaldas de Fischer. Gudmundur Thorarinsson: presidente de la Federación Islande­ sa de Ajedrez, principal organizador del match y responsable de que este se celebrara en Islandia. Diversos vendedores de coches, pescadores de salmón, técnicos, científicos, médicos, albañiles y bailarinas rubias.

A utoridades

del match

Gudmundur Arnlaugsson: árbitro auxiliar. Max Euwe: holandés, presidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), ex campeón del mundo. Fíarry Golombek: Maestro de ajedrez británico y vicepresiden­ te de la FIDE, corresponsal del Times. Lothar Schmid: Gran Maestro alemán y jefe arbitral.

O tros

Leonard Barden: jugador de ajedrez inglés y periodista, amigo de Ja­ mes Slater. Dimitri Bjelica: periodista yugoslavo. Svetozar Gligoric: Gran Maestro yugoslavo y comentarista del match. Bent Larsen: Gran Maestro danés, derrotado por Fischer en los Candidatos. James Slater: financiero inglés multimillonario. Bob Wade: Maestro Internacional neozelandés, colaboró en la preparación de Fischer.

Campeones del mundo de ajedrez hasta 1969 1886 Steinitz 1894 Lasker 1921 Capablanca 1927 Alejin 1935 Euwe 1937 Alejin 1948 Botvinnik 1957 Smislov 1958 Botvinnik

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C A M P E O N E S DEL M U N D O D E AJED KEZ HA STA

1960 Tal 1961 Botvinnik 1963 Petrosian 1969 Spasski

1969

1

El match del siglo «Es curioso volver a ser corresponsal de guerra después de tantos años.» A

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K

o k stler

«Cuando juegas con Bobby, no es cuestión de ga­ nar o perder. Es cuestión de sobrevivir.» B o r ís S p a s s k i

Son las cinco de la tarde del martes 11 de julio de 1972. Las entra­ das del recinto del palacio de los deportes, el Laugardalsholl, en el anodino complejo de ocio de Reikiavik, están agotadas. Sobre el es­ trado, el campeón del mundo de ajedrez, Borís Vasilievich Spasski, de veinticinco años, está sentado solo ante el tablero. Juega con las blancas. A la hora en punto, el árbitro alemán Lothar Schmid pone en marcha el reloj. Spasski levanta el peón de la reina y lo avanza dos casillas. El rey del ajedrez de la Unión Soviética ha iniciado la de­ fensa del título que ha sido suyo desde 1969, y de su país sin inte­ rrupciones desde la Segunda Guerra Mundial. Echa un vistazo al otro lado del tablero. La silla giratoria de piel negra, cara y de escasa altura, hecha a medida para su contrincante, está vacía. Seis minutos después llega el aspirante norteamericano, Bobby bischer. Un suspiro de alivio recorre la sala. Debido a su negativa a marchar de Nueva York a tiempo para llegar a la inauguración del match, la primera partida ha sido aplazada, y muchos temían que no .D

BOBBY FISCHER SE FUE A LA GUERRA

apareciera. C o n Fischer nunca se sabe. A hora, una m ano grande se alarga hacia el tablero, levanta el caballo del rey negro y lo coloca en f6. E n la provinciana y, p o r lo general, tranquila capital islandesa, lo que ya se califica com o «Match del siglo» acaba de em pezar p o r fin.

El cam peonato m undial de ajedrez ha existido desde 1886, pero con esta final se ha logrado conquistar p o r prim era vez las portadas de los periódicos. Su prem io de doscientos cincuenta m il dólares es casi veinte veces superior al de la últim a com petición, cuando Borís Spasski derrotó al cam peón rem ante, su com patriota Tigran Petrosian. ¿Por qué las partidas son noticia en la televisión y convierten en estrellas a los comentaristas? El ajedrez, deporte del pueblo en el blo­ que comunista, ¿por qué hace furor ahora en O ccidente, el pasa­ tiem po del m om ento, com o el charlestón, la canasta o el hula-hoop, el tem a del que se habla en el bar con desconocidos y durante la cena con amigos? El cam peonato de 1972 será inmortalizado en el cine, en el es­ cenario y en la canción. Perdurará de m anera incontrovertible com o el duelo de ajedrez más famoso de la historia. N unca habrá otro igual. T iene poco que ver con la com petición en sí. Si ese fuera el caso, el relato de R eikiavik quedaría relegado a los fibras existentes y a las miríadas de informes que analizan el ajedrez partida a partida, con todo lujo de detalles. H ay m ontones, y en su m ayor parte son trabajos instantáneos. Lo que convirtió este cam peonato en una confrontación única e irresistible era ajeno al tablero, empezando p o r la convicción de que se estaba haciendo historia. Para los comentaristas occidentales, el significado de la confron­ tación parecía claro. U n a solitaria estrella norteam ericana desafiaba al prolongado m onopolio soviético del título m undial. Su éxito da­ ría al traste con la afirmación soviética de que su hegem onía en el ajedrez reflejaba la superioridad de su sistema político. El tablero era un cam po de batalla de la G uerra Fría, en que el cam peón del m un­ do libre lucharía p o r la dem ocracia contra los apparatehiks (burócra­

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EL M A T C H DEL SIGLO

tas) de la máquina socialista soviética. Aquí estaba el Solo ante el peli­ gro del ajedrez, retransmitido desde un auditorio de cemento de Islandia. Teniendo en cuenta la hostilidad mutua de los dos grandes blo­ ques de poder de la Guerra Fría, tal lectura del envite era inevitable. Pero ahora, la historia puede volver a contarse desde otra perspecti­ va, despojada de las distorsiones de la Guerra Fría, una historia más matizada y sorprendente de lo que podía suponerse en 1972. El fi­ nal de la Guerra Fría ha permitido el acceso a gente y documentos que revelan los individualismos dentro del monolito soviético. Fuentes de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el FBI do­ cumentan las actitudes oficiales ante el encuentro y ante Fischer. Le­ jos de ser una simple confrontación ideológica, el campeonato se jugó en muchos niveles, de los cuales el ajedrez solo era uno más. Reikiavik fue el escenario de una colisión de personalidades, de compromisos legales y morales, de credos sociales y políticos. Sin embargo, en gran medida, la fama del evento se debió a la presencia de Bobby Fischer, un genio volátil, fascinante y sorpren­ dente, atractivo y repelente al mismo tiempo. En 1972, solo tenía veintinueve años, pero ya llevaba más de una década en la cumbre del ajedrez internacional, y era objeto de una creciente admiración pública desde su adolescencia.

2 El chico de Brooklyn «Fischer quiere entrar en la historia solo.» M

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a jd o r f

Robert J. Fischer nació a una vida de ajedrez el 9 de marzo de 1943, a las 14.39 de la tarde, en Chicago. Creció en una sociedad bulli­ ciosa y ajetreada, que en gran medida se consideraba la imagen de una portada de Norman Rockwell para el Saturday Evaiing Post, el autorretrato de la Norteamérica media, próspera, afectuosa, con tra­ bajo remunerado, centrada en la familia, integrada en la comunidad. La vida de la familia Fischer no habría merecido la portada del Saturday Fvetring Post. Fischer nunca conoció a la persona que cons­ taba como su padre en el certificado de nacimiento, Gerhardt, un biofísico alemán. Su madre, llamada Regina y de ascendencia pola­ co-judía, era una mujer notable, inteligente y dominante. Además de a Bobby, tuvo que mantener a su hija mayor de cinco años, Joan. Regina siempre anduvo escasa de dinero durante toda la infancia de Fischer, y tuvo que esforzarse por alimentar y vestir a sus hijos. Sin embargo, era una mujer emprendedora. Había trabajo en abundan­ cia; fue la época dorada del obrero norteamericano. Alimentada por los gastos federales en el campo militar, la combinación de tecnolo­ gía industrial y actitud positiva estaba transformando la nación en la más poderosa y productiva de la historia. Desde hacía tiempo, la economía estadounidense había superado a la europea. Los ingresos per cápita en Estados Unidos eran dos veces más elevados que en los 26

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países más desarrollados de Europa occidental, que se estaba recupe­ rando muy lentamente de la Segunda Guerra Mundial, pese a las enormes inyecciones de dinero norteamericano. Las tropas esta­ dounidenses desmovilizadas regresaban de Europa y el Pacífico y encontraban pleno empleo, salarios altos y el récord de crecimiento, restaurantes y puestos de perritos calientes, casas con máquinas que ahorraban trabajo y una calle mayor repleta de productos de consu­ mo. La televisión estaba iniciando su marcha a través de la nación. Era una época de optimismo cultural. Los soldados volvieron bajo el gobierno del presidente Truman, imbuido de un sentido mesiánico: la determinación de contener las tendencias expansionistas soviéticas y lograr un mundo más seguro para la democracia. Durante la guerra, Regina había ido de Chicago a Washington para visitar a un amigo íntimo húngaro, el doctor Paul Nemenyi, y después fue a estudiar unos meses a Idaho (en las especialidades de química e idiomas), antes de encontrar empleo de estenógrafa en Oregón, y después de soldadora en unos astilleros. Después se mar­ chó a Arizona, donde dio clases en escuelas elementales, antes de mudarse al este para seguir un máster en enfermería y trabajar poste­ riormente de enfermera. La familia se instaló por fin en Brooklyn, apartamento «Q», Lincoln Place, 560, pequeño, básico, pero habita­ ble, y fue en Brooklyn donde Fischer pasó sus años de formación. Fue una suerte; si Estados Unidos tenía una capital del ajedrez, era sin duda Nueva York. Fischer era un niño taciturno, fascinado por los juegos de mesa y los rompecabezas, y cuando cumplió seis años su hermana Joan le regaló un ajedrez. Juntos aprendieron los movimientos a partir de las instrucciones. Al cabo de poco tiempo, Fischer se absorbió tanto en el juego que su madre temió que pasara demasiado tiempo solo. En­ vió un anuncio al periódico local, el Brooklyn Eagle, solicitando compañeros de juego ajedrecistas para su hijo, pero nunca fue pu­ blicado porque el equipo editorial no se puso de acuerdo sobre en qué categoría colocarlo. Lo que hicieron, en cambio, les granjeó un lugar en la historia del ajedrez: se lo enviaron al veterano periodista de ajedrez y directivo Hermann Helms. Escribió a la madre de Fís— 27

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cher oí i enero de 1951, sugiriendo que llevara a su hijo al Club de Ajedrez de Brooklyn. Durante los años siguientes, Fischer pasó muchas horas en el club, entrenado por el presidente del mismo, Carmine Nigro. Frustrado por la tozuda resistencia de su hijo a los encantos del juego, Nigro es­ taba entusiasmado con el nuevo recluta. Por las noches, cuando ce­ rraban el club, Fischer daba la lata a su madre para que le acompañara al Washington Square Park de Manhattan, donde el juego salvaba la división de clases y reunía jugadores de todo el espectro social de Nueva York, desde los prósperos corredores de bolsa de Wall Street hasta los sin techo ahitos de cerveza. Para disgusto de su madre, la ob­ sesión de Fischer no mostraba signos de apaciguamiento, de manera que le llevó a la Unidad de Psiquiatría Infantil del Hospital Judío de Brooklyn. Allí le visitó el doctor Harold Kline, quien dijo a Regina que existían preocupaciones más graves. Cuando Fischer se hizo ma­ yor, empezó a desplazarse a Manhattan sin compañía, y su madre via­ jaba a la ciudad ya avanzada la noche para llevárselo a rastras.

Fischer no fue un prodigio instantáneo. Con un talento innegable y un profundo dominio intuitivo del juego, jugaba bien en clubes de ajedrez y torneos, aunque no de manera espectacular. No fue hasta 1954, a la edad de once años, cuando Fischer, utilizando sus propias palabras, «empezó a ser bueno». En 1955 se hizo socio del Club de Ajedrez de Manhattan y ascendió rápidamente de división en divi­ sión. Era el club de la clase dirigente. Según el jugador norteameri­ cano Jim Sherwin, la atmósfera «era bastante seria, llena de ancianos blancos». Un año después, Fischer se hizo socio del Club de Ajedrez Hawthorne, una reunión informal de maestros del ajedrez que se encontraban al menos dos veces a la semana en casa de Jack Collins. Confinado a una silla de ruedas, Collins vivía con su hermana Ethel, una enfermera, y era mentor de varios jugadores prometedores, in­ cluyendo a los futuros Grandes Maestros William Lombardy y Robert Byrne. Iba a ejercer una influencia fundamental en la vida de Fischer. Había ido reuniendo una enorme biblioteca privada de aje­ drez para su propio placer, y fue aquí donde el joven Fischer cató 28

1.1 ( H K . O 1) 1: B R O O K I Y N

por primera vez la literatura referente al ajedrez, y a partir de ese momento su apetito se hizo insaciable. Visitaba otros clubes de aje­ drez. Había varios donde elegir en Manhattan, como el Marshall Cdub, que estaba en Greenwich Village y atraía a un público más jo ­ ven, y el Flea House en la calle Cuarenta y Dos. A veces, en estos clubes se jugaban partidas por pequeñas cantidades de dinero. En el F;lea House, Sam el Rabino era el objetivo más fácil si uno deseaba tener ingresos extra. Rumores sobre la llegada de un nuevo chico prodigio se propa­ garon poco a poco entre la comunidad del ajedrez. Un chico con tantas posibilidades no se había visto desde 1920, cuando el niño de nueve años nacido en Polonia Samuel Reshevsky hizo su primera gira por Estados Unidos. A los trece, Fischer ya estaba recibiendo in­ vitaciones para jugar partidas simultáneas, en las cuales competiría con muchos jugadores a la vez. Hizo una de tales exhibiciones en Cuba, acompañado de su madre. En julio de 1956 ganó el campeo­ nato juvenil de Estados Unidos, el ganador más joven de la historia. Aquel mismo año le ofrecieron una plaza en la competición de éli­ te de Rosenwald. Consistía en una serie de partidas en que cada contendiente jugaba contra todos los demás, con la participación de los mejores jugadores de la nación, y era considerado el aconteci­ miento más prestigioso del calendario del ajedrez norteamericano. Su maestría táctica contra Donald Byrne (hermano de Robert) fue saludada instantánea, aunque exageradamente, como la mejor parti­ da individual del siglo. Una obra de arte deslumbrante, con múlti­ ples capas en su complejidad, que demostraba una visión audaz, y su fama recorrió el mundo. Según el Maestro Internacional Bob Wade, el decimoséptimo movimiento, en el cual Fischer (negras) hizo re­ troceder un alfil, Ae6, sin hacer caso del ataque contra su dama, ele­ vó la partida a «un nivel inmortal». De hecho, Fischer carecía de al­ ternativas racionales a Ae6, pues cualquier otro movimiento habría conducido a su derrota, pero la rapidez con que la posición de su oponente se desintegró a continuación constituyó una auténtica ma­ ravilla para los entusiastas del ajedrez. Al llegar el movimiento vein­ ticinco, ya era evidente que las piezas de Byrne se hallaban sumidas en una penosa desorientación. El Maestro soviético Yuri Averbaj 29

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