Biblia y gobierno. Política pública desde una perspectiva cristiana [2° ed.]
 0972541853

Table of contents :
Reconocimientos
Prólogo
Introducción
Interrogantes que se formulan los cristianos sobre política pública
Terminología: “estado” y “gobierno”
Filosofías cristianas destacadas sobre política
I Samuel 8:4-20
El gobierno civil es una institución letal
Dificultades para realizar un análisis político cristiano
Hacia una nueva perspectiva cristiana
Cap. I: Política pública
Cuatro categorías de política pública
Derechos positivos negativos
Política reactiva
Políticas de provisión pública ineficiente
Política proactiva orientada al cambio del comportamiento
Política proactiva orientada a la redistribución
Aclaración de las comúnmente malentendidas políticas de
bienestar
Seguridad social y beneficios de desempleo
Préstamo estudiantil
Listos para usar las herramientas para un análisis político
Cap. II: Política pública moderna en la perspectiva bíblica
El gobierno no es inherentemente bueno
El pecadillo del nacionalismo
Política que puede ser justificada bíblicamente
Principios bíblicos relacionados al estatismo de bienestar
El problema perpetuo de la naturaleza pecadora del hombre
Las particulares formas como Dios utiliza al gobierno
El adecuado rol del gobierno
01
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instituto de libre empresa
Cap. III: Políticas públicas en la Biblia e historia
La legitimidad de la política gubernamental
La política pública en la historia
Anarquía, caos y libertad
La finalidad del enfoque romántico del estado
Tipos legítimos de gobierno y anarquía
El gobierno es un ministro de justicia
¿De dónde viene el poder gubernamental?
Apocalipsis 13: 1-8
La naturaleza satánica del gobierno
Una nueva perspectiva sobre el gobierno civil
Participación cristiana en el proceso político
Crear un gobierno civil es un proceso ponzoñoso
Las acciones gubernamentales en la Biblia
Implicancias de la evidencia bíblica
Intentos para revitalizar un estado divinamente establecido
¿Cuánta virtud se requiere para justificar el estado?
Las buenas instituciones guardan cierta semejanza a Dios
¿Cuándo una política o institución es atroz?
Apéndice: las políticas registradas en las Escrituras
Buenas políticas
Políticas ambiguas
Malas políticas
Cap. IV: Política pública en en enfoque de Romanos 13:1-7
y Pedro 2:13-17
Romanos 13:1-7
I Pedro 2:13-17
Tito 3:1-2
Entendiendo esos pasajes claves
El derecho divino: un enfoque popular pero errado
Definición de ‘lo bueno’ y ‘lo malo’ en los pasajes bíblicos
La doctrina pragmática de los apóstoles
El contexto histórico de Romanos 13:1-7 y 1a
de Pedro 2:13-17
Fechas de pasajes y su contexto histórico
¿Habrian ignorado los apóstoles el estado de bienestar?
No existió estado de bienestar romano
¿Un complot satánico para promover el bienestar estatal?
69
43
instituto de libre empresa
No hay derecho divino de los reyes
Su imposibilidad práctica
¿Es legal gozar de la bienaventuranza de la ignorancia?
No toda autoridad debe ser obedecida sin cuestionar
La Fragilidad de la enseñanza evangélica del gobierno
Crítica a la visión estándar del Bautista Reformado
La necia perspectiva del “santo grial” de la autoridad
¿Es posible conseguir un buen gobierno?
Cap. V: La respuesta cristiana a la política pública
Sumario de criterios sobre deberes cristianos
El deber de los cristianos con el estado de bienestar
Problemas engañosos causados por el bienestarismo
Es preferible la provisión ineficiente al estado de bienestar
La relación del cristiano con el gobierno civil
La política que debe ser deseada y pedida en las oraciones
No hay derecho a hacer demandas o a propinar insultos
Los impuestos y el cristiano
Mateo 17 : 24-27
Los pasajes que señalan “Dar” lo que es del César
Mateo 22 : 15-22
Marcos 12: 13-17
Lucas 20 : 20-26
Discusión acerca del tributo en dinero
Determinar qué impuestos son justos y deben ser pagados
¿Obligaba Pablo a apoyar al estado de bienestar?
Inmigración de los cristianos
La lealtad cristiana y la aflicción
Evaluación política y el cristiano
Las rebeliones y el cristiano
La responsabilidad de los pastores
Cap. VI: Análisis de política: El cristiano y la escuela estatal
americana
Propósito y ámbito de la discusión
El fundamento de la escuela estatal
Principios bíblicos de la educación
Analogías de otras instituciones del mal
91
115
instituto de libre empresa
Compromiso e hipocresía en la Iglesia
Una lección de Jueces
Dificultades para ver al maestro como misionero eclesiástico
¿Qué deberían hacer los cristianos?
Cap. VII: Conclusiones finales
APÉNDICE ACADÉMICO: Cuatro perspectivas cristianas de
política pública
PARTE I: La naturaleza del estado en el contexto bíblico
PARTE II: Cuatro principales enfoques evangélicos de política
pública y gobierno civil
PARTE III: El principio bíblico de lo conveniente, sometimiento
calificado al gobierno civil
PARTE IV: Un comentario breve de la libertad de conciencia de
Romanos 12-14 y I Pedro 2
Acerca del autor

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Biblia y Gobierno Política pública desde una perspectiva cristiana JOHN M. COBIN, Ph.D.

Edición revisada

instituto de libre empresa

Derechos reservados en español © Instituto de Libre Empresa, 2005 2da. edición revisada © Instituto de Libre Empresa, 2006 Lima, Perú E-mail: [email protected] Website: www.ileperu.org

Derechos reservados © John M. Cobin 2003 Prohibida la reproducción parcial o total de las características gráficas de este libro. Ningún párrafo de esta edición puede ser reproducido, copiado o transmitido bajo ningún medio sin autorización expresa del instituto. Cualquier acto ílicito contra los derechos de propiedad intelectual que corresponden a esta publicación será denunciado de acuerdo al D.L. 822, Ley sobre el derecho de autor y a las leyes internacionales que protegen la propiedad intelectual. Este libro es vendido bajo la condición de que ningún motivo, sin mediar expresa autorización del instituto, será objeto de utilización económica alguna, como ser alquilado o revendido. Primera edición en inglés (sin subtítulo), 1999 Segunda edición en inglés, 2003 Primera edición en español, 2005 Segunda edición en español, 2006

Número ISBN 0-9725418-5-3

Traducción hecha por Smart Traducciones. Julio, 2006 Corrección: Werner Bartra Padilla. Agosto 2006 Diagramación y carátula: Wilson Carpio Tejada.

Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú No 2005-5128 Tiraje: 1,000 ejemplares

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Contenido

Reconocimientos Prólogo 01

Introducción Interrogantes que se formulan los cristianos sobre política pública Terminología: “estado” y “gobierno” Filosofías cristianas destacadas sobre política I Samuel 8:4-20 El gobierno civil es una institución letal Dificultades para realizar un análisis político cristiano Hacia una nueva perspectiva cristiana

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Cap. I: Política pública Cuatro categorías de política pública Derechos positivos negativos Política reactiva Políticas de provisión pública ineficiente Política proactiva orientada al cambio del comportamiento Política proactiva orientada a la redistribución Aclaración de las comúnmente malentendidas políticas de bienestar Seguridad social y beneficios de desempleo Préstamo estudiantil Listos para usar las herramientas para un análisis político

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Cap. II: Política pública moderna en la perspectiva bíblica El gobierno no es inherentemente bueno El pecadillo del nacionalismo Política que puede ser justificada bíblicamente Principios bíblicos relacionados al estatismo de bienestar El problema perpetuo de la naturaleza pecadora del hombre Las particulares formas como Dios utiliza al gobierno El adecuado rol del gobierno

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Cap. III: Políticas públicas en la Biblia e historia La legitimidad de la política gubernamental La política pública en la historia Anarquía, caos y libertad La finalidad del enfoque romántico del estado Tipos legítimos de gobierno y anarquía El gobierno es un ministro de justicia ¿De dónde viene el poder gubernamental? Apocalipsis 13: 1-8 La naturaleza satánica del gobierno Una nueva perspectiva sobre el gobierno civil Participación cristiana en el proceso político Crear un gobierno civil es un proceso ponzoñoso Las acciones gubernamentales en la Biblia Implicancias de la evidencia bíblica Intentos para revitalizar un estado divinamente establecido ¿Cuánta virtud se requiere para justificar el estado? Las buenas instituciones guardan cierta semejanza a Dios ¿Cuándo una política o institución es atroz? Apéndice: las políticas registradas en las Escrituras Buenas políticas Políticas ambiguas Malas políticas

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Cap. IV: Política pública en en enfoque de Romanos 13:1-7 y Pedro 2:13-17 Romanos 13:1-7 I Pedro 2:13-17 Tito 3:1-2 Entendiendo esos pasajes claves El derecho divino: un enfoque popular pero errado Definición de ‘lo bueno’ y ‘lo malo’ en los pasajes bíblicos La doctrina pragmática de los apóstoles El contexto histórico de Romanos 13:1-7 y 1a de Pedro 2:13-17 Fechas de pasajes y su contexto histórico ¿Habrian ignorado los apóstoles el estado de bienestar? No existió estado de bienestar romano ¿Un complot satánico para promover el bienestar estatal?

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No hay derecho divino de los reyes Su imposibilidad práctica ¿Es legal gozar de la bienaventuranza de la ignorancia? No toda autoridad debe ser obedecida sin cuestionar La Fragilidad de la enseñanza evangélica del gobierno Crítica a la visión estándar del Bautista Reformado La necia perspectiva del “santo grial” de la autoridad ¿Es posible conseguir un buen gobierno? 91

Cap. V: La respuesta cristiana a la política pública Sumario de criterios sobre deberes cristianos El deber de los cristianos con el estado de bienestar Problemas engañosos causados por el bienestarismo Es preferible la provisión ineficiente al estado de bienestar La relación del cristiano con el gobierno civil La política que debe ser deseada y pedida en las oraciones No hay derecho a hacer demandas o a propinar insultos Los impuestos y el cristiano Mateo 17 : 24-27 Los pasajes que señalan “Dar” lo que es del César Mateo 22 : 15-22 Marcos 12: 13-17 Lucas 20 : 20-26 Discusión acerca del tributo en dinero Determinar qué impuestos son justos y deben ser pagados ¿Obligaba Pablo a apoyar al estado de bienestar? Inmigración de los cristianos La lealtad cristiana y la aflicción Evaluación política y el cristiano Las rebeliones y el cristiano La responsabilidad de los pastores

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Cap. VI: Análisis de política: El cristiano y la escuela estatal americana Propósito y ámbito de la discusión El fundamento de la escuela estatal Principios bíblicos de la educación Analogías de otras instituciones del mal

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Compromiso e hipocresía en la Iglesia Una lección de Jueces Dificultades para ver al maestro como misionero eclesiástico ¿Qué deberían hacer los cristianos? 131

Cap. VII: Conclusiones finales

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APÉNDICE ACADÉMICO: Cuatro perspectivas cristianas de política pública PARTE I: La naturaleza del estado en el contexto bíblico PARTE II: Cuatro principales enfoques evangélicos de política pública y gobierno civil PARTE III: El principio bíblico de lo conveniente, sometimiento calificado al gobierno civil PARTE IV: Un comentario breve de la libertad de conciencia de Romanos 12-14 y I Pedro 2 Acerca del autor

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Reconocimientos Deseo agradecer a Lesle Long Cobin, M.D. por sus excelentes observaciones sobre la organización, inteligibilidad y lógica del texto, así como por sus sugerencias de ciertos contenidos. También deseo agradecer a su madre Sylvia Dean Long y J. Laurn Smith por mejorar el texto y comentar sobre la facilidad de lectura de sus contenidos. Para la primera edición, lo fundamental de gran parte de lo que se incluye en esta edición se lo debo enormemente a las conversaciones sostenidas con muchos alumnos y colegas en la Universidad George Mason, Fairfax, en Virginia. Si bien en algunos casos nuestros puntos de vista acerca de una perspectiva cristiana sobre política pública discreparon considerablemente, sus contribuciones a mi reflexión sobre las muchas conversaciones y mensajes electrónicos fueron sustanciales. De este modo, parte de estas ideas presentadas en el libro son similares a algunas de sus ideas no publicadas.

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Prólogo Es apropiado comenzar un libro como éste estableciendo ciertas aclaraciones relacionadas a mi lector objetivo. En gran medida, es un libro que trata acerca de la política económica. Sin embargo, también es un libro acerca de lo que la Biblia dice sobre política pública. Por consiguiente, el lector encontrará muchos pasajes bíblicos citados en este libro. a Claro está, que he asumido que mi lector posee cierto conocimiento significativo de las Escrituras. De este modo, para mucha gente culminar estas páginas requerirá un tiempo considerable para la reflexión y el análisis, no solamente en cuanto a la teoría económica y política pública se refiere sino también por el nivel de conocimiento bíblico que el presente libro demanda. En conformidad con ello, deseo que mis lectores sean estudiosos y teólogos. Sin embargo, también espero que el libro sea útil para un mayor público lector, entre estudiantes dedicados a la Biblia y a la política pública, y aun en ámbitos más generales de estudiantes universitarios cristianos o de autodidactas de cursos de economía, teología, historia o filosofía. Creo que los seminaristas, pastores y profesores de escuelas dominicales que deseen abordar temas actuales de la vida cristiana en sus clases, también lo encontrarán desafiante. Este libro podría ser un texto temático fascinante y provocativo para una clase de estudiantes o adultos. (Nota: el precio del libro es relativamente módico para promover su uso en clases). No obstante, mi meta por lograr un mayor público lector académico es deliberada, y espero también prudente, ya que los eruditos de “la pirámide intelectual de la sociedad” (u otros productores de ideas) son justamente reconocidos como los que ejercen mayor influencia en el “clima de opinión” en el transcurso del tiempo. Por lo tanto, confío que este libro juegue al menos un pequeño rol en revertir lo que Mark Noll lamenta como la escandalosa y moderna “desatención evangélica a la vida intelectual” o “la actitud anti-intelectual”. Él advierte a los cristianos sobre los peligros de esta predisposición: “si la historia del cristianismo muestra cuán provechoso puede ser cultivar la mente para Cristo, también demuestra cuán peligroso puede ser rechazar tal actividad” b A menos que se diga lo contrario, todas las citas bíblicas contenidas en este libro son tomadas de la versión New King James de la Biblia. b Mark A. Noll (1995), El escándalo de la mente evangélica, W.B. Eerdmans & Co.: Grand Rapids, a

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Debo también decir algo acerca del uso de la Biblia, ya que es seguro que hay algunos lectores de este libro fuera del ámbito del cristianismo. Mientras este libro contiene un importante número de propuestas científicas e investigativas, la Biblia es tomada como una autoridad. En otras palabras, la evidencia bíblica es tomada como verdad divinamente inspirada, infalible e inequívoca. (De este modo, no está sujeto a ser desacreditado por el presunto escrutinio lógico o empírico de los estudiosos y científicos.) No intento “probar” que lo que dice la Biblia es lo cierto y real. Simplemente lo asumo como tal en mi análisis. Por lo tanto, mientras este libro pueda ser de gran provecho para los que respetan el evangelio, otros lectores que rechazan la Biblia como autoridad, pueden tener un traspié en muchos puntos a lo largo del contenido. Ellos pueden suponer que mi tesis es meramente una “débil conjetura” o un claro respaldo basado en una supuesta revelación divina. En tales asuntos tendremos, obviamente, desacuerdos. A pesar de tales críticas, no pretendo defender o justificar aquí la naturaleza de autoridad de la Biblia ni hay necesidad de hacerlo; ese trabajo queda para los teólogos quienes son los más adecuados a esta tarea. No me disculpo por el hecho que mi público objetivo incluya a cristianos racionales, creyentes de la Biblia. Me quedo firmemente con la afirmación del apóstol Pablo; “Porque no me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16a). Debo también decir algo del uso de la Biblia, desde que hay límites para algunos lectores de este libro fuera del ámbito de la cristiandad. Mientras este libro contiene considerable proposiciones científicas e investigativas, la Biblia es tomada como autoritativa. En otras palabras, la evidencia bíblica es tomada como tal por ser divinamente inspirada en la verdad, infalible y sin errores. (De este modo, no está sujeto a ser desacreditado por el argumento lógico o el escrutinio empírico de los académicos y cientístas.) No intento “probar” la verdad de lo que dice la Biblia. Simplemente lo asumo como tal en mi análisis. Consecuentemente, mientras este libro sea tal vez de considerable aprovechamiento para los Evangélicos, otros lectores quienes rechazan la Biblia como autoridad estarán tropezándose en muchos puntos a lo largo del camino. Ellos supondrán que mi tesis es meramente “débil conjetura” o defensa de lo

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que es simplemente basada en una declarada revelación divina. En tales asuntos tendremos obviamente desacuerdos. No obstante tales críticas, no intento defender o justificar aquí la naturaleza autoritativa de la Biblia ni hay necesidad de hacerlo; ese trabajo es dejado a los teólogos aptos a esta tarea. No me disculpo por el hecho que mi público incluya a Cristianos pensantes o creyentes bíblicos. Me quedo firmemente con la afirmación del Apóstol Pablo; “A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen” (Romanos 1:16ª).

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“Para aquellos los que conforme a su propósito han sido llamados”. (Rom. 8:28b)

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Introducción La acción del gobierno, o la política pública, continúa creciendo en importancia para los evangélicos. Casi a diario, las políticas públicas afectan a los cristianos de todo el mundo. Los principales aspectos de la política pública que preocupan a los cristianos incluyen impuestos, decretos, regulaciones (o legislación en general), práctica cultural, y acciones militares no defensivas. Primero, los cristianos, como cualquier otra gente, están obligados a pagar impuestos federales, regionales y locales. Los impuestos son establecidos sobre la propiedad, ingresos, compras al por menor, importaciones, viajes, construcciones y otras actividades. Aun más, se les da eufemísticamente a los impuestos otros nombres menos desagradables. A menudo, son llamados “contribuciones”, “permisos”, “derechos”, “tarifas”, ”aranceles”, ”multas”, “peajes”, o “citaciones”, que tienden a disfrazar su verdadera naturaleza. Mientras tales títulos pueden engañar a algunos cristianos, la realidad es que todas esas denominaciones equivalen a decir impuestos. Todos ellos financian la política pública y, en consecuencia, tienen implicaciones morales. Significativamente, los impuestos normalmente suponen la única gran categoría de nuestros gastos cotidianos. No obstante, a diferencia de otros gastos, no es probablemente muy equivocado indicar que la gran mayoría de cristianos (a igual como los demás) tienen dificultad en ver cómo los beneficios recibidos por el pago de impuestos superan a los costos impuestos en sus respectivos presupuestos familiares. Segundo, los decretos de los presidentes, gobernadores, primeros ministros y otros dirigentes del estado imponen privilegios y responsabilidades (de manera rápida) a grupos de interés especiales e individuos. La dinámica (y quizá, flácida naturaleza) de estas políticas es evidente. Mientras éstas pueden ser rápidamente implementadas pueden ser, a su vez, rápidamente rechazadas, causando una suerte de malestar político para muchos cristianos. Algunos de los decretos más resaltantes incluyen proyectos de leyes de indulto y leyes militares. Sin embargo, quizás, ningún mandato es más inquietante para los cristianos como aquella que promueve actividades atroces tales como abortos parciales, o aquellas que promueven el orden moral en asuntos pertinentes al estilo de vida (por ejemplo: permitir a homosexuales en las fuerzas armadas), aquellas que sirven a las demandas de los grupos ambientalistas, aquellas que refuerzan los límites al derecho ciudadano de portar armas o de autodefensa, o aquellas Biblia y Gobierno

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políticas familiares que restringen la escolarización en casa o la disciplina de los niños. Por supuesto, la implementación de tales políticas no está limitada al poder ejecutivo. Ellos pueden también entrar en efecto mediante la legislación, aunque el poder legislativo está normalmente ocupado en temas políticos tales como la tributación, presupuesto, y otra regulación. Tercero, los cristianos están obligados a cumplir con las regulaciones locales, regionales y nacionales que han sido promulgadas por congresos legislativos u ordenados por los burócratas. Dichas regulaciones son a menudos costosas para los cristianos y, a menudo, implican restricciones a la libertad personal, especialmente en lo relacionado a la propiedad, familia, y el trabajo. Por ejemplo, las políticas de zonificación, de prohibición del castigo corporal, la política de inmigración y aquellas que ordenan la contratación de cuotas para grupos minoritarios y homosexuales son frecuentemente engorrosas. Tales políticas usualmente imponen costos en exceso sobre aquellos afectados por ellas en términos de tiempo, dinero y oportunidades perdidas, u obligan a la gente a incurrir en costos (como por ejemplo: el dolor de “la conciencia”, Cf. Romanos 13:5) cuando se vuelven “transgresores de leyes” al no cumplir con estas desagradables políticas. Además, no es de particular agrado de los cristianos, el hecho que tales restricciones a menudo sean resultados de las acciones de otros quienes no necesariamente ejercen una vida cristiana - ya sean éstas consecuencia de los daños ocasionados por terroristas o por conductores ebrios -. Cuarto, desde una perspectiva cristiana, hay una plétora de actividades culturales engorrosas que resultan de la censura política. Estas actividades influyen en la manera cómo la gente piensa en cuanto al trabajo, la caridad, la libertad, el nacionalismo, políticas médicas y otros tipos de políticas de seguro, pensiones, transporte, energía, currícula escolar, prácticas contractuales y muchas otras áreas significativas de su vida. Como los israelitas en Egipto, los cristianos se sienten por momentos sancionados por el cúmulo de restricciones u obligaciones impuestas sobre ellos por causa de los daños o fechorías de gente carente de valores cristianos. Quinto, a veces los gobiernos se ven relacionados a las acciones militares no defensivas que son onerosos o penosos para los cristianos. En general, los cristianos no se oponen a la autodefensa, incluso a nivel nacional, sin embargo, surge gran preocupación cuando los dólares recaudados de los impuestos son utilizados para financiar asaltos en tierras extranjeras —especialmente bajo el auspicio de las Naciones Unidas—. Por otra parte, aun las acciones locales militares y policiales pueden causar gran preocupación en los cristianos cuando éstas implican maltrato, tal como fue, evidentemente, el caso en los Estados La política pública desde una perspectiva cristiana

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Unidos durante los noventa en la casa de montaña de Randy Weaver en Ruby Ridge, Idaho y en el “recinto” religioso de David Koresh en Waco, Texas. Interrogantes que los cristianos se formulan sobre la política pública Toda política pública no tiene que ser problemática para los cristianos. Ciertamente, la acción gubernamental para la defensa nacional o interna no es normalmente problemática. Tal acción sería utilizada para afianzar la seguridad y para protección de la gente contra los depredadores. Sin embargo, la mayoría de la política pública es de naturaleza problemática, precisamente, porque tiene un carácter diferente, no defensivo en lo que se refiere a su implementación y formación. Además, a menudo dicha política se vincula a molestos decretos proactivos e implica el reemplazo de bienes y servicios de mercado con una burocrática “empresa estatal”. La política pública moderna es expansiva y cara. La proliferación de ellas impone mayores costos en la gente, lo que a menudo ofende a los cristianos bíblicos creyentes. Este fenómeno social, naturalmente, conduce a los cristianos a preguntarse sobre algunas cruciales interrogantes. ¿Qué tipo de gobierno civil deberían apoyar los cristianos? ¿Qué política pública debe ser obedecida? ¿Cuándo, si en caso alguna vez, deberían rebelarse los cristianos? ¿Hasta qué punto está limitada la sumisión del cristiano ante el estado? Esas interrogantes son, evidentemente, de gran preocupación para los cristianos, quienes a menudo están polarizados en cuanto a las reacciones ante las políticas públicas. Por ejemplo, a finales del siglo veinte, la Operación Rescate se esforzó por abolir el aborto, aun mediante maneras “ilegales”, que incluían la intromisión en propiedad privada a fin de impedir los servicios abortivos y otras violaciones más graves. Asimismo, la misión y acciones de otros grupos de activistas políticos como la Coalición Cristiana y el Consejo de Investigación Familiar sin duda provocaron preocupación dentro de los grupos cristianos que prefieren una mayor separación del sistema político mundial. Incluso, las organizaciones de defensa legal cristiana tales como la Asociación de Defensa Legal de la Educación en el Hogar y el Instituto Rutherford, no son inmunes a la evaluación de los cristianos que no comparten las prescripciones políticas que ellos defienden.

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Terminología: “estado” y “gobierno” En este libro, la distinción que hacen algunos liberales clásicos entre “estado” y “gobierno” (por ejemplo: Albert Jay Nock en su famoso libro “Nuestro enemigo, el estado”) no es pasada por alto. Según estima Nock, el estado es un aparato maligno mientras el gobierno puede ser una institución benigna e incluso útil. En una de sus observaciones, Nock dice: “tomando el estado por donde se mire, entrando en cualquier punto de su historia, uno no logra diferenciar las actividades de sus fundadores, administradores y beneficiarios de aquellas perpetradas por una clase profesional criminal” 1 . Concordantemente, el concepto bíblico de gobierno de la familia o tribu, puede en efecto existir sin estado. Por tanto, gobierno y estado pueden ser diferenciados. No obstante, los términos son usados intercambiablemente en este libro para aplicar la doctrina bíblica de gobierno civil tal como está comprendida en las Sagradas Escrituras. Las políticas públicas pueden ser acciones realizadas por actores del gobierno o del estado. Por consiguiente, la definición de Ludwig Von Mises preferida en este libro es: “Estado o gobierno es el aparato social de compulsión y coerción. Tiene el monopolio de la acción violenta...El estado es esencialmente una institución para la preservación de las relaciones interhumanas pacíficas”. En su apreciación, el estado existe para proteger las operaciones del libre mercado (por ejemplo: propiedad privada e instituciones de mercado), para anular o impedir comportamientos criminales y sus reincidencias2 , y para preservar la paz pública. 3 Filosofías cristianas destacadas sobre política Entre los evangélicos, parece haber surgido tres filosofías destacadas de política pública bíblica. Por un lado, los teonomistas (o reconstruccionistas cristianos) que tenderán a permitir acciones de gobierno civil que apoyen el establecimiento de una era de oro postmilenio. Más que a la confusión política y cultural actualmente causada por órdenes religiosas en competencia, probablemente se encomendarán a la promoción gubernamental de las leyes bíblicas para regular la sociedad, incluyendo políticas de ley civil de la nación de Israel guiada por Moisés4 . Albert Jay Nock (1989 [1935]), Our Enemy the State, Libertarian Review Foundation: New York), el texto puede ser leído en línea en http://www.demagogue.net/nockian/thestate.htm. I.e., reincidencia dentro de un comportamiento criminal o antisocial. 3 Ludwig von Mises (1996 [1966]), Human Action: A Treatise on Economics, cuarta edición revisada, The Foundation for Economic Education: Irvington-on-Hudson, New York, pps. 149,39, 419, 431. 4 Para mayor discusión sobre este punto de vista, ver Jay Rogers (2000), “Two Views of Government: Puritanism vs. Pietism”, Words, Reel 2, Real Ministries: Cantonment, Florida, http:// www.r2rministries.com/civilgov/X0064 Two View of Governm.html. Él dice que la teonomía es, 1

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Por el otro lado, los anabaptistas (Amish y Menonitas), y quizá algunos fundamentalistas, mantienen un enfoque separatista o al margen del gobierno civil. Mientras la mayoría de anabaptistas ven al gobierno civil como una institución establecida por Dios para lograr un orden social (lo que es irónico dada la gran persecución que sufrieron los anabaptistas en Europa por varias décadas), ellos también defienden la no participación en la mayoría de las dependencias del gobierno civil. Una minoría de anabaptistas ven al gobierno civil como algo esencialmente malvado y como parte del reino de satanás. 5

“la creencia de que las leyes morales del Antiguo Testamento son todavía obligatorios en la era del Nuevo Testamento. La ley de Dios es un estándar para la rectitud personal, familiar, eclesiástica y civil. Los gobiernos civiles están obligados a seguir las leyes morales señaladas en la Biblia. La teonomía asegura que solamente las leyes que son específicamente cumplidas o cambiadas en el Nuevo Testamento —tales como leyes dietéticas, de agricultura, sabáticas [sic] y ceremoniales— no son obligatorias en la era del Nuevo Pacto. Las leyes morales, tales como los Diez Mandamientos y otros, son todavía estándares éticos para gobernar a las personas y la sociedad”. En otro artículo de Rogers (titulado “¿Qué es teonomía?” (htt://www.forerunner.com/theofaq1.html) dice “Teonomía significa literalmente ‘Ley de Dios’, o la creencia que las leyes morales del Antiguo Testamento son todavía obligaciones hoy en día. Esta idea señala que sólo las leyes del Antiguo Testamento específicamente cumplidas en el Nuevo Testamento no son obligatorias (tales como las leyes de sacrificio, ceremoniales y dietéticos). La Ley moral de Dios es todavía el estándar ético para gobernar a las personas y a la sociedad”. Jay Rogers es el editor de The Forerunner International, un diario teonomista que trata la visión mundial cristiana. B.A. Robisnon (2002), “Christian Reconstructionism, Dominion Theology, and Theonomy”, Ontario Consultants on Religious Tolerance: Wellesley Island, New York, brinda una crítica teonómica en http:// www.religioustolerance.org/reconstr.htm . Aquí observa: “todas las otras religiones menos el cristianismo serían suprimidas. Las instituciones evangélicas inconformes, las principales y las cristianas liberales no serían permitidas operar más. La sociedad debería regresar a las leyes y castigos de las Escrituras Hebreas. Cualquier persona que defienda o practique otras creencias religiosas deberá ser tratada como idólatra y ser exterminado. La blasfemia, el adulterio y el comportamiento homosexual serían criminalizados, y quienes fueran encontrados culpables serían ejecutados. Según es de nuestro conocimiento, este el único movimiento religioso en Norteamérica en que muchos de sus miembros defienden el genocidio para los seguidores de religiones minoritarias. Ralph Reed, director ejecutivo del grupo conservador de política pública Coalición Cristiana ha criticado al reconstruccionismo como ‘una ideología autoritaria que amenaza las más básicas libertades civiles de una sociedad libre y democrática’. Samuel Waldron, importante bautista reformado, pastor e intelectual, también ha criticado a la teonomía en su artículo del 2002, “Una evaluación de un bautismo reformado”, en The Reformed Reader, http:www.reformedreader.org/tc/tarba.htm. Él señala, “es realmente cierto que la autoridad civil está sujeta a la palabra de Dios, mas esto no significa que sea derecho de la autoridad civil hacer cumplir cada parte de la palabra de Dios con su propia autoridad”. 5 Ver los artículos de The Canadian Mennonite Encyclopedia Online, de John H. Redekop (1989), “De gobierno, teoría y teología”, y Harold S. Bender (1958) con “Relaciones estado-iglesia“, disponible en htp://www.mhsc.ca/index.asp?content=http://www.mhsc.ca/encyclopedia/ contents/P6545.html [revisado en 1989 por Ted Koontz], adaptado de la Menmonite Encyclopedia, vol. 5, pgs. 349-351; vol.4, pgs. 611-617; y vol. 5. pg. 159-162. La posición es también delineada en Confesiones anabautistas de fe (http://www.bibleviews.com/Confessions.html), que incluye La confesión de fe de Schleitheim (1527) y Breve declaración de Fe de 1963. El teonomista Jay Rogers considera este enfoque como “pietístico”. Él dice, “La visión de gobierno histórica pietista es conspiracional. El gobierno es parte del sistema mundial controlado por satanás y sus cohortes. La conspiración terminará en un único gobierno mundial regido por una figura del anticristo que controlará los corazones y las mentes del hombre por un período dispensacional. El único trabajo para la Iglesia es predicar el evangelio con el fin de que algunos puedan ser salvados. La tarea de los cristianos en el gobierno civil es limitado ya que la política es perversa. Los cristianos tendrán que esperar hasta que Cristo regrese a la tierra con el juicio final cataclísmico antes de que ellos puedan gobernar como el Elegido”. Rogers, loc. cit.

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Aún existe una tercera perspectiva, popular entre muchos bautistas reformados, que parece ofrecer una visión revitalizada del derecho divino de los reyes. Esta doctrina, aunque todavía es más una tradición oral que una expresa parte de la teología, parece sugerir que si Dios establece el estado, entonces casi todo lo que el estado decrete deberá ser obedecido como si Dios mismo hubiera emitido la orden. Aunque son algo arbitrarias (no morales), la legislación y normas relacionadas a señales de carreteras, códigos de construcción, zonificación, escupido en la calle, el cruzar intempestivamente la calle, la quema abierta, el patinaje en las veredas y una plétora de asuntos relativamente triviales deben ser cumplidas como si Dios mismo las hubiese decretado. Cabe añadir, que muchos cristianos en Norteamérica comparan que cualquier incumplimiento de las normas es pecado, desde exceder los límites de velocidad hasta contratar a inmigrantes ilegales y otros. En años recientes, los teonomistas han sido propuesto hacer una gran reflexión acerca de las relaciones entre los cristianos y el gobierno (particularmente en la tradición calvinista o reformada). Alternativamente, este libro ofrece otra perspectiva reformada. Los cristianos reformados quieren “transformar” la cultura y las instituciones terrenales para hacer de ellas útiles instrumentos para el Reino de Dios. Claro está que este es un objetivo deseable y encomiable. Sin embargo, incluso los cristianos reconocen que ciertas instituciones y cosas en la tierra son tan corruptas o inherentemente perversas que están muy lejos de la redención. En tal sentido, dichas malignas instituciones deberán ser rechazadas y evitadas. Por ejemplo, no pueden existir cosas como la pornografía cristiana, aborto cristiano, eutanasia cristiana, mafia cristiana o prostitución cristiana. ¿Está el gobierno civil, o al menos una parte de ésta, fuera del cúmulo de cosas mundanas que pueden ser transforrmadas? Tal vez el gobierno civil puede ser transformado, al menos en parte, pero aquellos que defienden su transformación deben ofrecer alguna evidencia creíble de por qué y hasta qué punto sería apropiada dicha transformación. La suposición de muchos —si no es acaso la mayoría— de cristianos reformados parece ser que el gobierno civil es una institución redimible y, por tanto, potencialmente útil que, quizás, sea puesta al servicio del Reino de Dios como una fuerza de coacción contra lo que Dios ve como malo en el mundo. Esta reflexión es lograda al comprender que el gobierno puede ser un sirviente útil aunque también puede ser un amo temido. No obstante, la idea de gobierno beneficioso parece tener algunos claros defectos a la luz de la historia, economía y de la Biblia misma. La política pública desde una perspectiva cristiana

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I Samuel 8:4- 20 4 Por eso se reunieron los ancianos de Israel y fueron a Ramá para hablar con Samuel. 5 Le dijeron: “Tú has envejecido ya, y tus hijos no siguen tu ejemplo. Mejor danos un rey que nos gobierne, como lo tienen todas las naciones”. 6 Cuando le dijeron que querían tener un rey, Samuel se disgustó. Entonces se puso a orar al Señor, 7 Pero el Señor le dijo: “Considera seriamente todo lo que el pueblo te diga. En realidad, no te han rechazado a ti, sino a mí, pues no quieren que yo reine sobre ellos. 8 Te están tratando del mismo modo que me han tratado a mí desde el día en que los saqué de Egipto hasta hoy. Me han abandonado para servir a otros dioses. 9 Así que hazles caso, pero advierteles claramente del poder que el rey va a ejercer sobre ellos”. 10 Samuel comunicó entonces las palabras del Señor a la gente que le estaba pidiendo un rey. 11 Les explicó: Esto es lo que hará el rey que va a ejercer el poder sobre ustedes: Les quitará a sus hijos para que se hagan cargo de los carros militares y de la caballería, y para que le corran abriendo paso al carro real. 12 Los hará comandantes de mil y capitanes de cincuenta, y los pondrá a labrar y a cosechar, a fabricar armamentos y arneses de sus carros. 13 También les quitará a sus hijas para que sean sus perfumistas, cocineras y panaderas. 14 Se apoderará de sus mejores campos, viñedos y olivares, y se los dará a sus ministros y servidores. 15 Les cobrará el diezmo de sus cosechas y vendimias para entregársela a sus funcionarios y ministros. 16 Además, les quitará sus criados y criadas, de sus jóvenes, sus mejores bueyes y asnos, de manera que trabajen para él. 17 Les exigirá una decima parte de sus rebaños, y ustedes mismos le servirán como esclavos. 18 Cuando llegue aquel día, lamentarán por causa del rey que hayan escogido, pero el Señor no les responderá. 19 El pueblo, sin embargo, no le hizo caso a Samuel y le dijeron: “¡De ninguna manera! Queremos un rey. 20 Así seremos como las otras naciones, con un rey que nos gobierne y que marche frente de nosotros cuando vayamos a la guerra”. Obviamente, el profeta Samuel sintió cierta consternación por el deseo israelita de tener un gobierno civil. Siendo así, él vivía bajo una teocracia, un lujo que los modernos creyentes no tienen. Para nosotros, no tener un gobierno civil significaría vivir bajo la anarquía —lo que es algo menos confortable que vivir bajo lo que sería una verdadera teocracia—. Sin embargo, nosotros podemos recoger algunas cosas del pasaje que tendrían cierta relevancia para nuestra investigación sobre la política pública. Primero, el corazón del hombre estaba entonces, tal como parece haber sido siempre, proclive a la idolatría, especialmente el estatismo. Segundo, podemos ver que ciertas predicciones acerca del rey Israelita serían generalmente características de gobiernos civiles. Por un momento, la ofensiva Biblia y Gobierno

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del poder gubernamental de ese entonces, trajo junto con la corrupción, servidumbre involuntaria, confiscación de la propiedad e impuestos; tal como Samuel lo había vaticinado. ¿Cuándo comparamos aquellas políticas públicas con nuestras experiencias actuales, es el gobierno civil moderno realmente algo diferente? ¿Ha cambiado esencialmente? El gobierno civil es una institución letal El gobierno ha sido la institución más letal en la historia humana. El profesor Rudolph Rummel ha demostrado en su libro Muerte del gobierno que sólo en el siglo veinte, los gobiernos civiles del mundo fueron responsables del asesinato de, al menos, ciento setenta millones de sus ciudadanos, poblaciones no combatientes.6 La cifra más precisa puede ser alrededor de trescientos cincuenta millones de asesinados, aunque esta cifra no cuenta los millones de asesinados por aborto o por acciones militares. Claramente, el gobierno civil ha sido más letal que cualquier enfermedad infecciosa, plaga o inquisición religiosa en la historia de la humanidad. En una entrevista en 1997 publicada en Ideas de libertad, Rummel hizo las siguientes observaciones destacables. Sus comentarios acerca del gobierno civil son tan impactantes que vale la pena incluirlos por completo. “El poder político concentrado es la cosa más peligrosa sobre la tierra. Durante las guerras de este siglo hubo alrededor de treinta ocho millones de soldados muertos, sin embargo, casi cuatro veces más —al menos ciento setenta millones— fueron asesinados por los gobiernos por razones étnicas, raciales, tribales, religiosas o políticas....Lord Acton insistía que los funcionarios gubernamentales son juzgados por los mismos estándares morales que se le atribuyen a la gente común, y yo también lo sostengo, a pesar de la disconformidad de mis colegas de las ciencias políticas. Por ejemplo, en una conferencia donde hice entrega de un documento, vi gente haciendo muecas cuando me referí al difunto dictador Norcoreano Kim Il-Sung como un asesino. Él [probablemente] fue responsable de la muerte de aproximadamente 1.7 millones de norcoreanos. La mayoría de nosotros podemos hablar acerca de un hombre asesino como homicida —alguien como “Jack el destripador”, quien mató a cerca de media docena de personas— pero dentro de una sociedad gentil, no se escucha normalmente describir a un famoso “estadista” como asesino....los comunistas soviéticos encabezan la lista [de genocidas del siglo veinte], al haber exterminado a casi sesenta y dos

La información sobre las muertes por los gobiernos civiles y una plétora de información sobre lo que él llama “democidio” puede ser encontrado en la página web de Rummel: http://www.hawaii.edu/ powerkills/. Rudolph J. Rummel (1997), Death By Government, Transaction Publishers: Somerset, NJ. 6

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millones entre su propia gente y ciudadanos extranjeros. Cito a Stalin como el responsable de cerca de 43 millones de muertes. La mayoría de ellos, cerca de 33 millones, murieron a consecuencia del letal trabajo forzado en el Gulag. Luego, siguen los chinos comunistas que asesinaron cerca de 35 millones de su propia gente. Más de un millón murieron solamente durante solamente la revolución “cultural” de su presidente Mao. Además de todas estas víctimas, 27 millones murieron de hambruna, resultado de las descabelladas políticas económicas de Mao. En cuanto a los porcentajes, Camboya comunista fue la peor. El régimen de Khmer Rouge de Pol Pot mató cerca de 2 millones de personas, casi un tercio de la población, entre los años 1975 y 1979. Ellos asesinaron a cadena de familias musulmanas, camboyanos, vietnamitas, monjes budistas, funcionarios militares, y cualquiera que hablara fluido un idioma extranjero, quien tuviera una educación superior o capacitación profesional, y ciertamente cualquiera que violara sus reglamentos. El promedio de probabilidades en cuanto a sobrevivientes camboyanos durante el régimen de Pol Pot era aproximadamente de 2 a 1. Millones de personas más fueron asesinadas por los regímenes comunistas en Afganistán, Albania, Bulgaria, Cuba, Checoslovaquia, Etiopía, Alemania Oriental, Hungría, Laos, Mongolia, Mozambique, Nicaragua, Polonia, Rumania, Vietnam y Yugoslavia. Por todo lo dicho, estimo que los regímenes comunistas asesinaron a más de 110 millones de personas. Otros 30 millones de gente murieron durante guerras y rebeliones provocadas por los regímenes comunistas. Hubo también muchos otros regímenes asesinos del siglo veinte. Entre 1900 y 1920, en México mataron cerca de 1 millón de campesinos e indios pobres. Después de la segunda guerra mundial, el gobierno polaco expulsó a la etnia alemana asesinando cerca de un millón. Pakistán asesinó cerca de un millón de bengalíes e hindúes en 1971, los militares japoneses aniquilaron cerca de 6 millones de chinos, indonesios, coreanos, filipinos, y otros durante la Segunda Guerra Mundial. El chino nacionalista Chiang Kaishek asesinó casi 10 millones de personas entre 1928 y 1949. Aunque la mayoría de la gente conoce que Hitler asesinó a casi 6 millones de judíos, poca gente, al parecer, está enterada que Hitler exterminó a un total de 20 millones de personas —incluyendo gitanos, homosexuales, holandeses, italianos, franceses, bálticos, eslovenos, checos, polacos, ucranianos y otros—. Durante el siglo XX, 14 regímenes asesinaron a más de un millón de personas [cada uno], y sería difícil encontrar a algún ilustrado que pudiera identificar la mitad de estos regímenes. Me sentí impresionado al descubrir que los gobiernos mataron gente para satisfacer una cuota. Por ejemplo, en la Unión Soviética bajo Stalin, y China bajo Mao, el gobierno estableció cuotas de ejecución. Habían determinado que el 5% de la gente eran contrarrevolucionarios, por lo que ejecutaban ese 5% —escritores, empresarios, entre otros—. En retrospectiva, puedo observar que el asesinato por cuota era algo muy natural para esos

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regímenes, pues ellos tenían planificadores con producción directa de acero, hierro, trigo, chanchos, y casi todo lo demás por cuota. Estuve impactado al saber cómo los funcionarios de altos niveles gubernamentales planeaban asesinatos masivos. Ellos delegaban la matanza al más humilde directivo. Esto es demasiado para la noción de benevolencia gubernamental. Los gobiernos poderosos pueden actuar como bandas al robar, violar, torturar y asesinar porque se les antoja. Otra cosa asombrosa es para mí, como científico político, es ver cómo los científicos políticos en casi todo lugar han promovido la expansión del poder de gobierno. Ellos han operado como el clero de la opresión.7 ” La doctrina bíblica no depende de los límites políticos. Su verdad es la misma en Roma del año 57 D.C., de Ucrania de 1945 D.C., o como lo es en los Estados Unidos. Sin embargo, la experiencia americana con el gobierno civil no ha sido nada parecido a una anomalía (léase, raro) en la historia del mundo. De este modo, los cristianos norteamericanos deben ser cuidadosos de no subsumir o incluir, en cualquier doctrina general de gobierno civil, solamente un enfoque americanizado y nacionalista de la política pública y gobierno civil, sin tener en cuenta a otras culturas, naciones o eras pasadas. Para la mayoría de los cristianos durante los últimos 2 000 años, el gobierno civil y la política pública han sido extremadamente letales. Asimismo, también ha sido probado ser destructor de la propiedad y una gran incomodidad para la Iglesia y la predicación del Evangelio. Uno solamente necesita ver a la ex Unión Soviética para poder observar los últimos hechos ejemplificados.8 Dificultades en realizar un análisis político cristiano El extraño y odioso historial del gobierno civil no es el único obstáculo espinoso que enfrentan aquellos que quieren formular un paradigma cristiano de política pública fidedigno y útil. La naturaleza dinámica de la política pública ya por sí misma presenta algunas dificultades.

Extracto de la entrevista con Rudolph J. Rummel (1997), Ideas on Liberty, no. 47, Julio, pgs. 396403, El artículo está disponible en internet en http://www.hawaii.edu/powerkills/FREEMAN/ INTERVIEW.HTM. Rummel también coloca en la versión web de la entrevista: “mucha gente sabe que algunos de los 60 millones de gente murieron durante la Segunda Guerra Mundial. Lo que es poco conocido es que solamente cerca de 16 millones de los muertos de la segunda guerra mundial eran combatientes. [La mayoría de los restantes fueron asesinados a sangre fría por un gobierno u otro. Solamente la Unión Soviética asesinó cerca de diez millones de sus ciudadanos durante la guerra]. Cuando se tiene una muy poderosa dictadura, esto no significa automáticamente que un país será violento. Sin embargo, me doy cuenta que la mayoría de los países violentos son autoritarios o totalitarios”. 8 Con respecto a la catástrofe en la ex U.R.S.S., ver R.J. Rummel (1996), Política Letal: Genocidio soviético y asesinatos masivos desde 1917, Transaction Publishers; Somerset, NJ, y ver los impactantes artículos (con fotografías incluidas) en National Geographic (Agosto 1994) sobre la destrucción ambiental que allí se produjo. 7

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Toda política no es de la misma esencia. Cada política es única, y necesita ser clasificada y evaluada sobre una base individual. En este libro, se sugiere clasificar a las políticas como reactivas, de ineficiente provisión, o proactivas, a fin de contar con una base útil para el análisis. Sin embargo, tal esquema de clasificación no descarta todo reto analítico. Lo que sería tal vez una mala política en un momento dado puede convertirse más adelante en benigna. Por ejemplo, algunos programas (pero no todos) de préstamo estudiantil podrían empezar como una mala política, sin embargo, podrían transformarse tras varias décadas en políticas benignas por la evolución de criterios esenciales de los programas. Además, ciertas sutilezas específicas políticas podrían hacer complicado el análisis. De cualquier modo, basta con decir en esta coyuntura que ciertos aspectos de una política no pueden ser generalizados en una fórmula para poder decidir si son o no, buenas o malas, todas las políticas con similares características. Las sutilezas entre políticas también interesan, y es lógico que las políticas carcelarias puedan ser consideradas aceptables mientras que las de las escuelas estatales son vistas como inaceptables. O ambos, serían considerados aceptables o inaceptables según el conjunto de atributos que cada política comprende en cierto momento en el tiempo. Una cosa es clara aquí y es que los cristianos (a excepción quizá de los teonomistas) no tienen aún un bien desarrollado paradigma para abordar preguntas políticas difíciles o hacer recomendaciones consistentes sobre políticas. Hacia una nueva perspectiva cristiana Este libro desafía las nociones populares sobre gobierno, al evaluar los relatos bíblicos de política pública, tal como los pasajes bíblicos referentes al rol del gobierno, con el objetivo de establecer una teología práctica para la vida de los cristianos en la era moderna. Ya que muchas de las políticas evaluadas en estas páginas se refieren a los Estados Unidos, deberá ser relativamente fácil referirse a sus contrapartes políticas en otros países. Este libro, no es solamente una reiteración o ampliación de otras teorías contemporáneas de gobiernos populares en el evangelismo. En cambio, es una fresca mirada a la evidencia económica, histórica y bíblica que ofrece una comprensión esencialmenta novedosa sobre el rol del gobierno civil y sobre la vida cristiana bajo las modernas políticas públicas. En esta nueva perspectiva, se rechazan muchas suposiciones sobre diversas alternativas importantes. De esta manera, de ser aceptada, esta nueva perspectiva podría probablemente cambiar el entendimiento evangélico común en cuanto a política, y quizá, cambiar Biblia y Gobierno

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considerablemente ciertas actitudes ante la desobediencia civil y la autoridad civil gubernamental. Los cristianos pueden encontrar un nuevo criterio para conducir las formas de su reacción frente a la política pública, lo que implica cuándo obedecer, cuándo rebelarse y hasta qué punto depender su sustento diario de los trabajos estatales que realizan. Felizmente, el lector mostrará una generosa disposición a considerar las nuevas ideas de este libro con una mente abierta. Proponer un entendimiento de política sustancialmente diferente de lo que es ya popular, es una tarea desalentadora y difícil. Sin embargo, nos permite tener en cuenta que no sólo por el hecho de ser algo nuevo o difícil implica necesariamente que sea heterodoxo o peligroso. Puede brindar algún beneficio, pues proporciona el ímpetu para un lograr cambio trascendental. La teología práctica referente a la política pública presentada en este libro es congruente con la ortodoxia bíblica y, con suerte, útil también para la vida y el pensamiento cristiano cotidiano. Habiendo dicho esto, se debe observar que no es objetivo de este libro “solucionar” los problemas del gobierno y de la política pública recomendando medios pragmáticos para lograr un “mejor” gobierno. Asimismo, tampoco es un intento por proporcionar una clasificación absoluta y sistemática de posibles sistemas de gobiernos (aunque se deducirán ciertas inferencias generales). El principal objetivo de este libro es proporcionar un análisis novedoso de la propia institución de gobierno civil, sin importar cómo esté organizado. En resumen, este libro desafía las tres presuposiciones y conjeturas populares en cuanto a gobierno civil y la política pública. Con el uso de la evidencia bíblica, histórica y económica, surge una nueva y diferente perspectiva. Es, también, un intento por proporcionar respuestas a ciertas, difíciles pero importantes, inquietudes que de seguro aparecerán como resultado del desarrollo de cualquier teoría.

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Capítulo I Política Pública Ciertamente en la nueva Tierra (o “la era por venir”), ni habrá ni pecado ni deseo. Dios será Rey incomparable, y la iglesia disfrutará, colectivamente, la abundancia sin límites (véase Apoc. 21:6-7; 22:1-2). Uno podría decir que habrá un gobierno civil perfecto, o una perfecta teocracia. Pero en esta época, las instituciones gubernamentales humanas no son perfectas y deben ser juzgadas de acuerdo a cuanto daño (malo) o mejora (bueno) producen en el hombre, en relación a otros sistemas de gobierno.

Cuatro categorías de política pública Para facilitar una investigación dentro de la política pública, necesitaremos utilizar ciertas herramientas analíticas procedentes de la teoría económica y de política pública. La política pública generalmente significa acción del gobierno, aunque es mejor distinguir las políticas en cuatro categorías: 1) Política reactiva, 2) Provisión ineficiente de genuinos bienes y servicios de mercado, 3) Política proactiva orientada a un cambio de conducta, y 4) Política proactiva dedicada mayoritaria o íntegramente a la redistribución. La mayor parte de este capítulo tratará cada una de estas cuatro categorías. Sin embargo, antes de poder entender estas categorías, debemos saber algo acerca de las teorías correctas que respaldan la mayor parte de ellas. Derechos positivos y negativos Muchas políticas tienen que ver con la implementación de algún derecho positivo, derecho otorgado a la gente por el gobierno y que ésta no posee naturalmente, y por el cual otra gente tiene que pagar para conservarlo. Algunas veces, estas políticas son expresadas en términos de “justicia social” o de sublimes objetivos de planeamiento de “interés público”. Los ejemplos de derechos positivos incluyen derechos a estándares mínimos de asistencia sanitaria, alimentación o nutrición, ingresos y a una educación “decente”. Esos derechos pueden ser encontrados en declaraciones como la Declaración de Derechos Universales de las Naciones Unidas de 1945, asi como también en los escritos marxistas y en otros.

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Esos derechos pueden, también, incluir asuntos como un salario “vital” (ya sea el mínimo o mayor), un ambiente libre de delincuencia y contaminación, e incluso un “aire acondicionado razonable” para una unidad en alquiler9 . De nuevo aquí, los derechos positivos obligan a un tipo de gente a proporcionar beneficios para otros. Por lo tanto, éstos son artificiales. Contrariamente, los derechos negativos son derechos fundamentalmente naturales que la gente tiene en cuanto a la vida, la libertad, y la propiedad. Este tipo de posesión de derechos ha sido elogiado por filósofos políticos como John Locke y Thomas Jefferson, y uno podría realizar una gran discusión sobre los derechos negativos basándonos en las Sagradas Escrituras. Por ejemplo, encontramos prohibiciones contra el asesinato y respaldo a la pena capital, en varias partes del Antiguo Testamento, aún antes de que la ley fuera dada (Gen. 9:6). Los Diez Mandamientos (por supuesto) prohibió el asesinato, robo y engaño, estableciendo penalidades correspondientes a cada transgresión y delitos afines en otras partes del decálogo. Además, a lo largo de la Biblia, encontramos referencias a la autodefensa, la guerra, especialmente bajo el regimen de teocracia, pero también encontramos referencias en cuanto la autopreservación contra predadores e intrusos. Jesús elogió la gran fe de un centurión romano en Capernaun (Mateo 8:513; Lucas 7:2-10) y no le reprochó por ejercer la profesión de la guerra. (Así como tampoco le reprochó Juan el Bautista al soldado por tener ese oficio en Lucas 3:14). En Lucas 14:31, Jesús dice: “O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a calcular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él, con veinte mil?“. Uno probablemente puede plantear la teoría de que Jesús mismo no era completamente opuesto a la guerra —aun cuando aconsejara a las personas que ante quien les lastime en una mejilla pongan también la otra (Mateo 5:29; Lucas 6:29), y aun cuando advirtió que “los que a hierro matan, a hierro mueren” (Mateo 26:52) —. Jesús también dijo a los apóstoles en Lucas 22:36, “Ahora, en cambio, el que tenga un bolsa de monedas, tómela; y también la alforja. Y el que no tenga espada, que venda su capa y compre una”. Esta frase parece indicar que la autodefensa sería una necesidad que luego de su ciclo sobre la tierra, acabará. De cualquier modo, uno estaría fuertemente obligado a concluir que la Biblia

Por ejemplo, el acta de propietarios e inquilinos de las residencias en Virginia fue enmendado en 1987 para proporcionar un “aire acondicionado razonable” en caso de proveer aire acondicionado a la unidad residencial. Va.Code 55-248. l3(a)(6).

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opone derechos negativos, o de autodefensa, y, probablemente sólo con considerable dificultad, uno definiría el pacifismo como política bíblica. La teoría de los derechos negativos obliga a la gente a restringirse a actuar contra los derechos naturales de los demás en la sociedad. Sin embargo, a diferencia de los derechos positivos, éstos no tienen un costo; nadie tiene que pagar para conservar los derechos negativos de otras personas. Es por esta razón que a menudo se considera que dichos derechos existen naturalmente. Política reactiva La política reactiva es una acción del gobierno destinada a proporcionar un servicio social que el mercado no puede ofrecer adecuadamente. Hay realmente sólo tres categorías políticas reactivas “auténticas”: defensa nacional, establecimiento y reforzamiento de normas legales para facilitar la tranquilidad social y el comercio (basados en la ley de propiedad, contratos y agravios), y la justicia criminal. La defensa interna contra cualquier predador, —aun contra los microorganismos infecciosos—también serían válidos. Esas políticas son reactivas en el sentido que reaccionan ante, o se vuelven eficaces frente a una violación a los derechos negativos de algún individuo mediante un acto claramente no consensual. En conformidad, Federic Bastiat en su famoso libro La ley denomina a estos tipos de acciones políticas defensivas, pues están diseñadas para proteger a la gente de quienes pudieran dañar la vida, libertad, o propiedad.10 Tales políticas están desprovistas de esquemas u objetivos de modificación del comportamiento, sin embargo, proporcionan tanto salvaguardas, que son consideradas como colectivas, así como bienes públicos. Por supuesto, hay un subproducto “proactivo” en esas políticas, específicamente cuando los predadores son disuadidos de su mal comportamiento. Pero sólo es a través de una conceptualización (donde, por ejemplo, la política termina inadvertidamente por cambiar el mal comportamiento) que, quizá, puedan ser consideradas como proactivas. Por lo tanto, en vista que las ejecuciones de tales políticas sólo llegan a ser efectivas después de producirse una violación de derechos, éstas pueden razonablemente ser preservadas como esencialmente reactivas. El gobierno está llamado a proporcionar estos bienes colectivos, ya sea porque el mercado no puede proveerlos adecuadamente, o quizá, porque tal acción colectiva es por sí misma el resultado del abastecimiento del mercado. Consecuentemente, los mínimos libertarios del estado o “minianarquistas” y Frederic Bastiat (1990 [1850]), La ley, fundamento para una educación económica; Irvingtonon-Hudson, New York, pág. 28.

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los conservadores políticos generalmente argumentan que las políticas reactivas son las únicas formas de acción de gobierno necesarias y justas. Muchos de ellos restringirían tanto las políticas de defensa ante los predadores y letales microorganismos nocivos quizá, como la justicia penal. Los mercados pueden proporcionar servicios de proceso civil y de corte, así como normas o leyes locales para facilitar el comercio. Políticas de provisión pública ineficiente Es posible para el gobierno proporcionar servicios y bienes genuinos que normalmente son abastecidos por el mercado. Sin embargo, siguiendo la teoría económica, tal suministro probablemente será ineficiente ya que: (1) los burócratas enfrentan incentivos diferentes a los de los gerentes o empresarios en compañías en competencia y (2) los burócratas están protegidos de la disciplina del mercado. En ese sentido, las empresas públicas tienden a poner menos énfasis en la mejora de calidad y en el recorte de costos, y a menudo son saturados con empleados sobrerremunerados (especialmente en los altos niveles gubernamentales). Esta situación termina por incrementar los precios que los consumidores deberán pagar por estos bienes y servicios y que, a su vez, disminuirán el nivel de bienestar social. Normalmente, dichas políticas no son ni proactivas ni reactivas, pero podrían ser proactivas o reactivas en ciertas circunstancias. La mayoría de los aranceles, cuotas, y leyes “dumping” probablemente entrarán bajo esta categoría de política, puesto que el proteccionismo que fomentan promueve suministros ineficientes en un sector privado de una nación.11 Sin embargo, tales “impuestos ocultos” sobre el consumo son complicados, y deberán ser juzgados en base a cada caso según la categoría a la que corresponden. Ejemplos de profesiones que pertenecen a estas políticas incluyen registradores de condados, trabajadores del servicio postal, mecánicos que reparan los vehículos de la ciudad, inspectores de seguridad de construcción, trabajadores de empresas de servicios públicos y represas, personal de construcción de carreteras, defensores públicos, y el personal del banco central de la nación. (Nótese que cuando son generalmente realizadas, las acciones de un banco central conjuntamente con leyes de curso legal de la moneda, seguros de depósito, y monopolización de la moneda pueden comprender políticas proactivas durante el proceso de facilitación de una tributación indirecta mediante la inflación). 11 Vea James Bovard (1991), El fraude del comercio justo: cómo el congreso saquea al consumidor y diezma la competitividad de Norteamerica, St. Martin’s Press; Nueva York. Él demuestra cómo los consumidores son afectados por los aranceles, cuotas y leyes dumping. Los beneficiarios de tales políticas son figuras políticas y grupos de interés industrial.

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Política proactiva orientada al cambio de comportamiento La primera segmentación de una política proactiva es la acción efectuada por el gobierno para alterar el comportamiento de la gente. Estas políticas no son usualmente implementadas debido a que el comportamiento meta es perjudicial para otra gente tanto como es antiético para ciertos nobles objetivos meta filosóficos. La política proactiva busca alterar el comportamiento que, de otro modo, sería normal, típico e inofensivo para otros. El comportamiento objetivo es simplemente catalogado como algo incorrecto por parte de una asamblea legislativa o por ciertos departamentos estatales, usualmente bajo el consejo experto de académicos, eruditos de política, o grupos de presión (lobbystas). Contrariamente, reprimir al reincidente o el comportamiento delincuencial (como por ejemplo asalto, asesinato, etc.) sería probablemente una función de política reactiva más que un tipo de política proactiva. Algunas veces tales políticas proactivas son ridiculizadas como acciones “de los hermanos mayores”. Son llamadas así porque la gente es obligada a comportarse en una manera que no es de su propia elección (como si una persona mayor y con más sabiduría estuviese dando indicaciones a un niño). En este sentido, alguien en el gobierno y/o academia ha determinado que cierto comportamiento es dañino al individuo, sociedad, o ambos. Por consiguiente, las políticas proactivas pueden ser acciones que orienten el cambio de instituciones sociales ya sea en base a la sugerencia de cierta teoría académica (por ejemplo, el marxismo) o a la revuelta de algunos activistas (ejemplo, agitadores de la Sierra Club, La Sociedad Audubon, Greenpeace, la Organización Nacional de la Mujer, etc., o Ralph Nader.) Entre los ejemplos de políticas proactivas podemos incluir las leyes acerca del uso de cinturones de seguridad, de las penas por el consumo de drogas y alcohol, de los impuestos “al pecado” sobre el consumo de cigarrillos y alcohol, de las regulaciones que demandan viviendas decentes y a precios “justos”, de los reglamentos ambientales, de la protección de ciertas especies o de la capa de ozono, de la prohibición del consumo de alcohol o droga, de la educación primaria obligatoria, y de las operaciones ofensivas militares o del constabulary (guardia civil). Observe que una política proactiva puede también incluir pequeños elementos reactivos. Por ejemplo, el preservar a los demás del “humo de segunda mano”, el proteger a la sociedad de la perforación del ozono, y la defensa de víctimas potencialmente inocentes de choferes alcoholizados, tienen cualidades reactivas (discutibles). Sin embargo, los principios fundamentales de tales políticas se mantienen como estrictamente proactivas, buscando forzar el cambio de un comportamiento específico. Biblia y Gobierno

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Esta categoría proactiva también incluye los proyectos de normas e instituciones destinadas a servir a los mayores objetivos sociales o de “interés público”. Los productos que son considerados como “bienes públicos” o que resultan al producirse “externalidades negativas”, son utilizados para racionalizar políticas de interés público. “Bien público” es un bien o servicio considerado como no excluyente y no rival dentro del consumo. Esto quiere decir que, si un bien público es proporcionado a una persona, puede ser proporcionado a todos sin un costo adicional; y todo aquel que no pague por dicho bien no puede ser impedido de consumirlo (ejemplo, una externalidad positiva). Entre los ejemplos de bienes públicos a menudo destacan la defensa nacional, ley y orden, disminución de la polución, control de inundaciones, y quizá la seguridad y calidad de las edificaciones. Es común para el gobierno proveer (o al menos regular) dichos bienes según la base lógica de que los mercados no realizan una adecuada provisión de éstos, y que no es justo o adecuado dejar que la gente deba ser “aprovechada” (ocasionando así una desprotección del bien público). De esta manera, algunos intelectuales sostienen que tal “falla” del mercado obliga a la intervención del gobierno.1 2 Una externalidad negativa ocurre cuando una persona que no está comprendida en el beneficioso intercambio de mercado termina por asumir algunos costos de tal transacción sin recibir ninguno de los beneficios. Un típico ejemplo es aquel de una mujer que paga el precio de tener su lavandería sucia por el humo de una fábrica cercana, y sin embargo, no obtiene ningún beneficio de la producción de la fábrica. Otro ejemplo, aunque usualmente no es reconocido como tal, es la de una persona que paga impuestos por educación de los hijos cuando él no tiene niños en edad escolar. El paga por los costos de “producción” sin recibir directamente ningún beneficio. Probablemente, recibe beneficios indirectos de la producción, como el hecho de vivir dentro de población instruida, mas esto no inhabilita a esta norma de ser una externalidad negativa en teoría. La mujer de la lavandería podría también gozar de beneficios indirectos del humo pues esto crearía trabajo para otros. Sin embargo, el humo es aún considerado una externalidad negativa en teoría. Si este humo contaminante detuviera la producción, habría más desempleados (y pobres), lo cual incrementaría la delincuencia. En cambio, los hombres que trabajan en la fábrica mejoran su comunidad pues el consumo de éstos propulsa la calidad del comercio local. De esta manera, ciertas políticas públicas pueden ser consideradas también, al menos de manera abstracta, como externalidades negativas. 12 John M. Cobin (1997), Building Regulation, Market Alternatives, and Allodial Policy, Avebury Press: London, pp. 81-82.

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La idea de deficiencias en el mercado, la cual surge de la amplia existencia de externalidades negativas o de la observancia de bienes públicos no defensivos, proporciona una base lógica para las políticas públicas. (Se debe observar que hay una polémica destacable, particularmente entre libertarios, sobre si hay o no bienes públicos no defensivos, sin embargo, este dilema está más allá del ámbito de este libro.) Tabla 1: Tipos de políticas y sus bases filosóficas Tipo de política pública

Base de Derecho

A. Reactiva (defensiva)

Negativa

B. Provisión pública ineficiente

Negativa, positiva, o Ninguna

C. Proactiva (1) para cambiar el comportamiento

Positiva (típicamente)

(2) para promover la redistribución

Positiva

Política proactiva orientada a la redistribución La otra mayor segmentación de la política proactiva es la política redistributiva. Esto comprende una acción proactiva del gobierno diseñado a transferir coactivamente la riqueza de una o ciertas personas a otras (o segmentos de la sociedad) de acuerdo a un objetivo mayor o meta social. En otras palabras, el gobierno usa su poder para extraer dinero contra su voluntad (comúnmente) “de aquéllos que tienen” y darlo a “aquél que no tiene” en una especie de rol de Robin Hood moderno. Adicionalmente, una recompensa socialmente perjudicial está también disponible para las agencias cuasi gubernamentales, políticos, burócratas, empresarios regresivos o proveedores privados, que participan en este proceso de transferencia, lo que los economistas llaman “buscador de rentas.”13 Tales políticas de extorsión legal comúnmente están basadas en una teoría de derechos positivos, si en caso no es una indiscutible teoría del socialismo. Son a menudo descritas como políticas “estatales de bienestar”. Tienen un “metaobjetivo” moral o social predominante más que sólo el objetivo de disminuir los riesgos de la vida cotidiana, asegurar los precios “justos” e información correcta, proporcionar los bienes públicos o aliviar las externalidades negativas.

La búsqueda de rentas desvía recursos útiles hacia actividades que redistribuyen el superavit del intercambio de servicios. Gordon Tullock define la búsqueda de renta como “la manipulación de los gobiernos democráticos [o de otro tipo] con el fin de obtener privilegios especiales bajo circunstancias donde el daño a la gente perjudicada es mayor que las ganancias de los beneficiarios”. Gordon Tullock (1993), Búsqueda de Rentas, The Shaftesbury Papers, 2, Edward Elgar Publishing Co.: Brookfield, Vermont, pág. 24, cf. pág. 51.

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Como en todas las políticas proactivas, este tipo de políticas es obtenida mediante la tributación directa, indirecta u oculta (por ejemplo, la inflación), o mediante la regulación (por ejemplo, la restricción del uso de la propiedad privada disminuyendo de este modo su valor, también conocido como “confiscación”). Entre los ejemplos de programas de política redistributiva se puede incluir los bonos alimenticios, ayuda a familias con hijos dependientes (bienestar), seguridad social, subsidios para agricultores u otros grupos de diferente actividad, mayormente “seguros” mayormente por desempleo, viviendas subsidiadas, educación pública, becas universitarias, y muchos programas de préstamos estudiantiles. Aclaración de las comúnmente malentendidas políticas de bienestar Quizá, se pone a disposición una mayor aclaración ya que algunas políticas proactivas de redistribución son frecuentemente incorrectas al ser empleadas simplemente como políticas ineficientes de provisión, incluyen particularmente los beneficios de la Seguridad Social (o de la edad adulta), seguro por desempleo y préstamos estudiantiles universitarios. Este hecho debería ser poco sorprendente ya que los actores gubernamentales siempre buscan promulgar normas que impliquen el menor costo político para ellos. Por esta razón, es común la utilización de tributación y de métodos redistributivos pocos transparentes. Por ejemplo, al aprobar la legislación para la recaudación de contribuciones o impuestos para el seguro social (y de desempleo), el gobierno puede obligar a los empleadores y empleados a pagar cada uno la mitad de dichas tributaciones. Sin embargo, la realidad es que el empleado paga el total de este impuesto.14 Cuando los empleadores contratan a sus empleados, evalúan los servicios laborales que esperan recibir en contraparte con el costo total que suponen pagarán por dichos servicios. Como consecuencia, los salarios del empleado probablemente serían mayores si la empresa no pagara las “contribuciones” de seguro social y de desempleo correspondientes al empleado. Una cosa es cierta: las empresas no calculan primero sus costos laborales y luego cooperan con la legislación al aceptar pagar los impuestos estatales de bienestar de sus ganancias. Por consiguiente, las empresas no pagan impuestos; solamente los cobran. Sin embargo, usualmente la percepción pública es que las empresas pagan la “cuota justa” de sus ingresos, haciendo que la legislación corporativa y de impuestos por nómina sea más popular entre los votantes.

14 Ver, por ejemplo a Eric Schansberg (1996), Política pobre: Cómo el Gobierno perjudica al pobre, Westview Press: Boulder,Colorado, pág. 74.

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Seguro social y beneficios de desempleo Existe una falacia similar, común entre los ciudadanos de los estados benefactores es que el seguro social y las contribuciones impositivas por desempleo son utilizados para crear un fondo de seguro y ahorros al que las personas puedan recurrir cuando sea necesario. De esta manera, ellos se sentirán justificados cuando acepten los beneficios del seguro social15 y del seguro de desempleo pues pensarán que han “pagado” por dichos programas por muchos años. Sin embargo, este malentendido usualmente se deriva de una ardid de la política pública. En general, esos programas son efectivamente redistributivos. Esto quiere decir que los beneficiarios reciben beneficios de los actuales contribuyentes en lugar que del fondo de contribuciones pasadas acumuladas. Es una transferencia redistributiva entre aquellos que están trabajando hacia quienes no lo están mediante la burocracia. Como observan los cientistas políticos William Mitchell y Randy Simmons: “Aunque la seguridad social fue originalmente planteada como un programa de seguro social en el cual los trabajadores pagarían a cambio de beneficios posteriores que variarían según el nivel de su contribución, ésta se desarrolló como un sistema de transferencia de la riqueza de los que trabajan hacia los jubilados y retirados, sin tomar en cuenta la riqueza o ingreso particular del la persona jubilada o del trabajador más joven”.16 El economista Walter Williams sostiene: “el sistema de seguridad social es un esquema Ponzi legalizado. Es un método de robo intergeneracional”. 17 Del mismo modo, en un divertido ensayo, P.J. O’Rourke da vida a esta franca apreciación, al desenmascarar erróneas percepciones que son comunes, destaca el mito de que hay un verdadero fondo fiduciario donde el dinero de jubilación está reservado para los aportantes. “El gobierno federal ha tomado este superavit, lo ha gastado y, a cambio, ha entregado pagarés del fondo fiduciario de seguro social”. Sin embargo “la gente menos afortunada”, que analiza el

Puede haber ciertas políticas de desempleo que realmente son planes de ahorro o verdaderos planes de seguros, tal como es el caso de Chile, donde el plan nacional de seguridad social está privatizado. Sin embargo, esas son excepciones, mas no la regla. 16 William C. Mitchell y Randy T. Simmons (1994), Más allá de la política: mercados, bienestar y deficiencias de la burocracia, Westview Press: San Francisco, California, pág.17. También cf. pps.56, 114. donde se señala que la Seguridad Social de los EE.UU. es “posiblemente el mayor esquema Ponzi en el mundo” (pág.139).También cf.Henry Hazlitt (1979) [1946], Economía en una Lección, Crown Publishing: New York, pág. 209. 17 Walter E. Williams (1993), El Legítimo Rol Del Gobierno en una Sociedad Libre, The American University: Bryn Mawr, Pennsylvania, pág.33. 15

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fondo fiduciario de seguridad social, descubre dos hechos: que no está allí y que no es de ellos.” 18 Sin embargo, mientras la mayoría de ciudadanos continúan “ignorando racionalmente” este esquema sucio, correspondería a los cristianos darle una mirada más exhaustiva, y debería ser importante para ellos hacerlo objetivamente. Una ligera investigación proporcionará al curioso investigador la prueba de que la mayoría de los fondos abonados al sistema de seguridad social termina en el presupuesto general, a menudo para ser incurridos en otros gastos gubernamentales comunes más que en la seguridad social. Mediante el uso de un refinanciamiento especial o una prestidigitación contable (como el canje de todos los fondos de una cuenta de seguridad social por un pagaré especial del gobierno), el gobierno civil logra esta conversión de fondos. El instrumento de deuda resultante (pagaré) no tiene otro aval más que la confianza y crédito que ofrece el gobierno, y no es comercializable como cualquier otra deuda gubernamental. De esta manera, mientras “sobre el papel” debe haber algo “invertido” en el fondo fiduciario de seguridad social, en realidad todos los pagos a los jubilados son hechos de los ingresos fiscales corrientes siendo el sistema inherentemente redistributivo. Es más, los cristianos deberán saber que: los gobiernos tienen un extenso historial de incumplimiento sobre estas ambiguas y extravagantes deudas. En efecto, mucha gente que recibe los beneficios del seguro social o de desempleo quedaría sorprendida al descubrir que lo que realmente está recibiendo es asistencia social. Lamentablemente, mucha gente bien intencionada que se entera sobre el verdadero proceso, se resiste aún a renunciar a sus beneficios. Terminan empleando tergiversaciones (quizá como una forma de negación) para justificar que están recibiendo beneficios. Ellos aluden como razones lo siguiente: “ésta es la manera cómo el sistema funciona aquí” y “a pesar de la forma cómo el gobierno ha abusado de los fondos, he pagado al sistema durante muchos años y me merezco que tener algo en compensación”.

18 P.J. O’ Rourke (1999), “La ley de 1999 de salvamento del gran sistema Ponzi: la última historia de seguridad social que alguna vez tendrá que leer”, artículo de CATO Institute, publicado en su proyecto de privatización de la seguridad social, 15 de abril. Vea http://www.socialsecurity.org/ pubs/articles/pio-04-15-99.html. Fue también impreso en el Rolling Stone, 15 de abril de 1999.

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Pero si este tipo de sentimiento fuera válido, esto también daría una justificación a los contribuyentes para recibir cualquier tipo de beneficios de asistencia social, o para robar cualquier cosa por este motivo. Una vez más, los destinatarios de esta compensación no están verdaderamente recibiendo algo de su propio dinero; están recibiendo el dinero de otra gente que está trabajando actualmente. Préstamo estudiantil Los préstamos educativos para estudios universitarios son frecuentemente entendidos erroneámente por los cristianos como justificables ya que el dinero es devuelto al estado con intereses. Sin embargo, haciendo un análisis más exhaustivo, queda claro que muchos préstamos estudiantiles son una forma de asistencia social por dos razones principales. Primero, el “gobierno” —vía contribuyentes— está obligado a pagar los intereses del préstamo mientras el estudiante estudia en la universidad. Por ejemplo, si un estudiante obtiene un préstamo estudiantil de US$ 10,000 al 8% de interés, entonces, el gobierno deberá extraer US$ 800 anualmente de los contribuyentes hasta el momento que el estudiante pueda empezar a devolver el préstamo. Segundo, los préstamos estudiantiles usualmente mantienen tasas de interés subsidiadas que se encuentran muy debajo de las tasas promedio del mercado. Así, dada una tasa de interés de 8%, el estudiante beneficiario obliga a los demás a pagar la diferencia. Un típico estudiante universitario (que tiene aún que encontrar empleo profesional) no es el mejor en cuanto a riesgo crediticio, especialmente de un préstamo firmado. En el mercado, si en caso puede conseguir crédito alguno, éste no será probablemente al 8%, y probablemente no conseguirá un largo límite de credito sin un consignatario. Es más, podría bien obtener una tarjeta de crédito al 16% de interés. Entonces, implícitamente podríamos decir por el ejemplo anterior que podría haber otro costo de 8% (16% - 8% = 8%) que supone un gran riesgo —u otros $800 al año— que el gobierno forzará a los contribuyentes a asumirlo. Desde un punto de vista económico, esta asistencia requiere que dichos costos de intereses implícitos (pero reales), sean sustraídos de los contribuyentes. Sin lugar a dudas, un costo implícito es tan igual como un costo explícito. Debería observarse que, sin embargo, que hay ciertos programas de préstamos estudiantiles en ciertos estados que aplazan la devolución del monto principal y de los intereses. Así, el estudiante deberá devolver finalmente ambas

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partes. Es más, algunos programas de préstamos estudiantiles requieren un garante merecedor de crédito para solicitar junto al estudiante el proceso del préstamo. Ciertamente, dependiendo de los detalles del caso, uno o ambos elementos cambiarían dramáticamente el análisis de los méritos y las características de la política. Incluso esto podría llevar a reclasificar un determinado programa de préstamos estudiantiles pasando de ser una perjudicial política proactiva a una política más benigna de provisión ineficiente. Un caso de este tipo ejemplifica la naturaleza cambiante de las políticas y de la importancia de un análisis constante y vigilante a fin de determinar si una política es buena o mala.

Listos para usar las herramientas del análisis político El lector debe estar ahora preparado para distinguir entre políticas reactivas, de provisión ineficiente y las proactivas de acuerdo a sus principales características. Algunas políticas serán más fáciles de distinguir que otras puesto que muchas tienen objetivos mixtos. No obstante, aún es posible realizar una clasificación útil. Por ejemplo, una política de salud pública podría tener un componente reactivo, como el prevenir las enfermedades infecciosas, mientras el resto de la política pública sigue siendo proactiva. De esta manera, cuando se clasifica la política, uno puede dividirlo en dos partes: (1) salud pública para el control de enfermedades infecciosas –reactiva (2) salud pública para la modificación del comportamiento – proactiva. En consecuencia, el poderoso análisis bíblico de la política pública se hará más fácil con este conjunto de herramientas teóricas a la mano. Un cristiano puede utilizar la teoría de la política pública como apoyo para determinar qué políticas son justas y qué políticas son injustas e inmorales. Asimismo, esta teoría lo ayudará a formular una respuesta bien razonada y apropiada para la mayor parte de políticas con las que encuentre.

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Capítulo II Política pública moderna en la perspectiva bíblica El gobierno no es inherentemente bueno Puede resultar sorprendente para muchos lectores que la Biblia nunca sugiera que la institución de gobierno sea en sí mismo y por sí mismo buena. Contrariamente, tanto en el registro bíblico como en otras historias, el gobierno siempre ha tendido a ser una institución del mal, resultado y consecuencia de una sociedad pecadora. Esto no significa que toda política pública sea por necesidad absolutamente malvada en todas las épocas —o malvada por definición— como algunos anarquistas libertarios sugieren. Aun, si las políticas son más probablemente malas que buenas, esta estadística no impide la aparición de buenas políticas ahora y después. No existe institución o plan de acción perfectamente bueno en un mundo pecador. Relativamente, pocas instituciones hacen más bien que mal de manera definitiva. El gobierno civil no es la excepción; como toda institución terrenal es corrompida por el pecado y el mal. Más aun, los cristianos occidentales (y especialmente los norteamericanos) deben evitar llegar a la conclusión de que la anomalía de su civilización es un patrón para la mayoría de las sociedades. De hecho, la mayor parte de la gente ha vivido bajo la tiranía y la opresión del gobierno. Los principios bíblicos sobre la política pública deben aplicarse igualmente a todas esas sociedades conjuntamente con sus estados tiranos. No existe un principio de interpretación especial que se aplique solamente a los gobiernos occidentales o al norteamericano. El gobierno civil ha sido el mayor mal que la humanidad ha enfrentado. Sin embargo, cuando consideramos la teoría del gobierno, será solamente útil considerar si el gobierno es o no más o menos malo en relación a un sistema alternativo de acción colectiva. El simple hecho de decir, “todo es imperfecto” no facilita los medios a los cristianos para decidir qué puede y qué no puede

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ser transformado. En vista que el gobierno civil actualmente ejerce una significativa influencia sobre muchas cosas (incluyendo la iglesia), será necesario llegar a un apropiado y crítico discernimiento mediante el análisis. Lamentablemente, incluso para los cristianos, tanta actividad cultural —como el nacionalismo— tiende a debilitar el exhaustivo análisis.

El pecadillo del nacionalismo El Diccionario Universitario Merriam-Webster define el nacionalismo como “la lealtad y devoción hacia una nación; específicamente: un sentimiento de conciencia nacional que engrandece a una nación entre las demás, y pone énfasis fundamental a la promoción de su cultura y de sus intereses, a diferencia de lo que hacen otras naciones o grupos supranacionales”. Poca duda cabe que muchos ciudadanos, especialmente en los EE.UU. y en otras naciones occidentales, sienten un fuerte sentimiento de orgullo nacional. A juzgar solamente por la evidencia anecdótica de los testimonios, reportes noticiosos, discursos políticos, etc, uno puede fácilmente tener la impresión de que los elementos fuertes del nacionalismo también persisten en aquellas naciones. Sin embargo, ahora que no hay ninguna teocracia, las Escrituras claramente se destacarán entre el nacionalismo. Los cristianos son”extranjeros y peregrinos” en este mundo y están conformados por hermanos que provienen “de toda raza, lengua, pueblo y nación” (Hebreos 11:13; Apocalipsis 5:9b). Nuestro Rey es Jesús y nuestro “país” es una nación celestial donde la raza no es importante y donde todos hablamos la misma lengua de “Beula” (Hebreos 11:16b; Isaías 62:4b). En resumen, nacionalismo es un pecado de orgullo, dañino para el pensamiento cristiano, para las empresas, misioneros y para la santificación personal. No hay nada de malo en sentir cierto “orgullo” nacional sobre ciertas virtudes y logros de la nación. Sin embargo, los cristianos deben tener cuidado de no permitir que este orgullo nacional crezca y se transforme en nacionalismo. Los cristianos también necesitan ser cautelosos al enorgullecerse de naciones con alto niveles de virtudes como la generosidad y el voluntarismo (como en los EE.UU.) así como la prosperidad económica, mientras pasan por las macabras atrocidades existentes en esa misma nación, siendo el aborto un ejemplo destacable. Es difícil ver cógmo los cristianos norteamericanos pueden sentirse orgullosos de su nación en su totalidad cuando tantos millones de no nacidos inocentes han sido cruelmente asesinados. Otro peligro afín es que los cristianos lleguen a ser estatistas o defensores del estatismo. El estatismo, que se refiere a “la concentración de controles La política pública desde una perspectiva cristiana

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económicos y al planeamiento en manos de un gobierno altamente centralizado” (de acuerdo al Diccionario Universitario Merriam-Webster), es un mal que debe ser rechazado por los cristianos. Ellos no tienen por qué apoyar la esclavitud de las masas al estado. No importa que rol finalmente se asigne al gobierno civil, es un hecho que no habrá justificación bíblica para adoptar equivocadamente los ideales socialistas o marxistas. La Biblia está colmada de mandamientos para lograr que los cristianos deban preservarse de la idolatría (Hechos 15:30, 29; 21:25, I Juan 5:21). Por consiguiente, cualquiera sea el rol que el gobierno civil tenga finalmente, nunca deberá reemplazar a Dios en los corazones de la gente ni sustituir a las instituciones de la familia y a la Iglesia en cuanto a las provisiones para satisfacer las necesidades de la gente. Adicionalmente, los cristianos no tienen lugar a promover la extorsión mediante la política pública. En Romanos 13:10a, el apóstol Pablo nos enseña que, “El amor no perjudica al prójimo”. ¿Cómo podemos amar a nuestro prójimo si apoyamos una política de gobierno proactiva que saquea a éste? Un tercer peligro afín es la noción repetida de “mi gobierno es correcto o equivocado”, los cristianos no solamente tienen el derecho a cuestionar las políticas estatales, ellos deben hacerlo. El gobierno civil está conformado por gente pecadora y, tal como el profesor Rummel nos recuerda, ha sido lo más letal a la civilización humana que el mundo alguna vez haya conocido. Por esta razón, uno nunca debe asumir que sus políticas son justas. De hecho, uno se sentiría más seguro si supone lo opuesto. Mientras es discutiblemente mejor para el ciudadano considerarse inocente hasta probar que es culpable, para nosotros sería mejor considerar una condición de culpabilidad hasta probar su inocencia. Al final, los cristianos tienen que estar con su Rey Jesús y mantener un desapego a todas sus lealtades terrenales. En efecto, la lealtad más ferviente que un cristiano debe tener en este mundo es hacia los demás creyentes, sin importar la jurisdicción política en la que se encuentren. Desde el momento en que un creyente se vuelve más norteamericano, británico, chileno, etc. que cristiano, será culpable de nacionalismo. Desde el momento en que un cristiano favorece más a su “propia gente” en su nación (por ejemplo, los compatriotas norteamericanos) que a los cristianos de otras naciones, será culpable entonces del pecado de nacionalismo. ¿Somos primero leales a Jesús y su iglesia y, en segundo lugar, a nuestros conciudadanos? ¿O hemos sucumbido al nacionalismo? La lealtad le interesa a Jesús (Mateo 6:24; Lucas 14:26; 16:13; Juan 13:35; I Corintios 6:2; Gálatas 6:10).

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En Lucas 6:45, Jesús dice; “El hombre bueno, que atesora bondad en el corazón saca lo bueno; el hombre malo que guarda maldad en su corazón saca lo malo, porque de lo que abunda en su corazón dice la boca”. Los reales deseos y tendencias del corazón de una persona en relación al nacionalismo son mejor evidenciados en tiempos de guerra y en debate que se genera en torno a la formulación de las políticas extranjeras. Por ejemplo, las actitudes frente a los ataques a las Torres Gemelas en Nueva York fueron muy elocuentes en este lamentable día del 11 de Setiembre del 2001. Surgió la rabia y el resentimiento —y se extendieron—. En algunos momentos de ímpetu durante los días subsiguientes, los cristianos aún se sentían atrapados por el frenesí de destruir al enemigo utilizando una política reactiva poderosa y decisiva. La idea de emplear bombas nucleares para eliminar los poblados árabes o musulmanes llegó a ser más que un simple pensamiento pasajero. Aunque la autodefensa es ciertamente justificada, pues lleva a los terroristas a comparecer ante la justicia, ¿cómo sería posible que los cristianos apoyen el exterminio de grandes centros poblados que nada tuvieron que ver con los ataques? ¿Cómo pueden los cristianos ser ciertamente mejores que los más bajos pecadores, si ellos mismos están dispuestos a matar a millones de personas inocentes durante la persecución (por ejemplo, intentando asesinar) de sólo unas cuantas decenas de culpables? ¿Qué hay del deber de los cristianos con los demás creyentes y con los pobres que serían asesinados a causa de esta respuesta ofensiva? Nosotros estamos encomendados a “hacer el bien” a los demás creyentes y a “recordar” al pobre (Gálatas 6:10; 2:10), ¿o deberíamos advertir a los misioneros americanos para que huyan antes de lanzar los misiles y así,” proteger a los nuestros”, mientras dejamos a los miembros de la Iglesia del país oriundo para que sean aniquilados? Es claro que no estaríamos “haciendo el bien” a una persona asesinándola. Sin embargo, lamentablemente, eso es precisamente lo que brota de los corazones y de los labios de los cristianos una vez que el nacionalismo o a algún pecado afín toma el control. Ellos fueron primeros norteamericanos y sólo después cristianos. Lamentablemente, la opinión cristiana acerca de la política exterior a menudo muestra una similar indiferencia por los principios bíblicos. Algunos han manifestado frases como “¿a quién le importa esa otra gente? Yo soy norteamericano. ¿Por qué debería importarme lo que ellos piensen sobre nuestra política exterior?” Pero nosotros sí debemos hacerlo. No debemos apoyar ninguna política que perjudique a la iglesia o a otros creyentes de cualquier lugar. No debemos respaldar ninguna política que engendre el estatismo, que asesine a gente inocente, o que promueva la extorsión “legal”. La política pública desde una perspectiva cristiana

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Con respecto a las actitudes norteamericanas, veamos lo que señaló perspicazmente el comentarista Lew Rockwell poco después de aquellos lamentables ataques terroristas. …Tanto The Wall Street Journal como The New York Times están pidiendo a gritos bombardear absolutamente todo, en base a la teoría que sostiene que aún otra demostración de imperialismo desenfrenado frenaría futuros ataques, y que realmente no tendría un efecto contrario. Siguiendo este camino, es un hecho que estaríamos menos seguros. ¿Qué es, entonces, lo que debería hacer el gobierno en tiempos de crisis? Menos, nada más. Fue la política exterior de imperio inflexible de los EEUU la que incitó esos ataques primero. No es fácil señalar cuando surgió el momento decisivo, pudo haber sido en 1990, cuando E.E.U.U. dio su aprobación implícita para que Irak invadiera Kuwait y luego bombardeara a Irak hasta reducirlo a escombros [sic] por haber perpetrado dicha invasión. Puede haber sido la guerra de Serbia, las bombas lanzadas en Sudán, o la destrucción de la embajada china, o cualquier cifra de otros sucesos extranjeros. Lo más probable es que ese momento decisivo fuera el 12 de mayo de 1996, cuando Madelein Albright, entonces embajadora de E.E.U.U. en la ONU, declarara a Lesley Stahl de la CBS que la muerte de 500,00 niños iraquíes, asesinados por medio de sanciones estadounidenses, era moralmente justificable por el fin de capturar a Sadam. “Nosotros creemos que el precio lo vale”, fueron sus exactas palabras, las mismas que no fueron difundidas en su mayoría aquí, pero que circularon en todo el mundo árabe. En ese entonces, fue nombrada Secretaria de Estado. Todo eso sucedió cinco años atrás. Nosotros continuamos bombardeando Irak, casi a diario, y las sanciones perduran. No debemos hacer a los demás lo que no queremos que hagan con nosotros.19 A modo de prueba tornasol del estatismo, podría resultar interesante hacernos algunas interrogantes reflexivas. ¿Sentiríamos algo diferente si un lugar de concentración de las autoridades civiles fuera atacado en vez de las dos torres gemelas de Nueva York?, ¿deberíamos sentir algo distinto? Podríamos decir que los asesinados en el Pentágono, ya que tenían una profesión militar, tenían que estar listos para la guerra en cualquier momento. Pero, ¿qué pasaría si se repusiera la vida de la gente “inocente” de las torres del World Trade Center y, en cambio, La Casa Blanca, el Capitolio y las diversas oficinas burocráticas (IRS, servicios de salud y humanitarios, de educación, etc.) fueran destruidas?

Ver Llewellyn H. Rockwell, Jr. (2001), “El show de terror del DC”, LewRockwell.com, septiembre 15 ta columna. El artículo puede ser leído en http://civilliberty.about.com/gi/dynamic/offsite.htm?once=true&site=http:// www.lewrockwell.com/orig/hill1.html 19

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¿Son los agentes gubernamentales que laboran en dichos lugares igualmente “inocentes” que aquellos que estuvieron en las torres gemelas? ¿O sentiríamos que en parte se está haciendo justicia? ¿Acaso no sentiríamos más indignación ya que el gobierno civil es tan importante para nosotros como lo es nuestro orgullo nacional, que un ataque al corazón del gobierno civil sería algo atroz para nosotros? Si fuera así, cómo conciliamos con el hecho de que muchos agentes gubernamentales no serían completamente inocentes pues apoyan políticas públicas extorsivas, el aborto, la eutanasia, etc. ¿Qué deberían pensar los cristianos sobre el ataque de Madeleine Allbrigth y sus compinches si, efectivamente, fueran responsables de la muerte de 500,000 personas inocentes de Irak? ¿Por qué no atacar a los doctores del aborto, a los líderes de la industria abortivas o a los lobbystas y los agentes gubernamentales que respaldan las políticas que permiten este crimen? ¿Los financistas de las actividades ilegales de operaciones de rescate también tendrían justificación al apoyar financieramente las operaciones “ilegales” de grupos terroristas internacionales que tienen como blanco a los viles partícipes del gobierno civil americano?

La política que puede ser justificada bíblicamente El punto exacto hasta donde una política pueda ser justificada por las Escrituras puede ser difícil de determinar. Sin embargo, las cuatro categorías señaladas en el capítulo uno, proporcionan al menos algún respaldo formativo para cualquier análisis de política. El resto de este libro está dedicado a abordar este asunto y a la apropiada respuesta cristiana a las políticas públicas. Dando una mirada a todo esto, debe ser muy difícil justificar cualquier política no reactiva dada en la enseñanza bíblica (políticas proactivas en particular). Sin embargo, aún si las políticas ineficientes de provisión pública fueran elaboradas correctamente, ambos tipos de políticas proactivas continuarían siendo maliciosas y la voluntaria participación que se da en ellas sería ciertamente pecaminosa. Estas políticas establecen cosas malas e injustas, así como tienden a promover el estatismo y el bienestarismo.2 0 La política redistributiva es particularmente malévola pues la palabra de Dios condena el robo, fraude y extorsión (Éxodo 20:15; Romanos 2:21; y Efesios 4:28). La Biblia también reprime enérgicamente a quienes quieran vivir sin trabajar o a quienes tengan una disposición a la ociosidad (II Tesalonicenses 3:10; I Timoteo 5:13; Proverbios 12:24, 27; 13:4; 19:24; 24:30). 20 Otros estudiosos evangélicos han observado los males de las políticas económicas proactivas. Por ejemplo, vea Herbert Schlossberg (1983), Idolos para la destrucción: la fe cristiana y su confrontación con la sociedad norteamericana, Thomas Nelson Publishers: Nashville, Tennessee, capítulo 3.

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Asimismo, las políticas proactivas son problemáticas pues en una sociedad pluralista no hay razón alguna para creer que el gobierno va a obligar a la gente a hacer las cosas correctas. De hecho, es más probable que el gobierno proactivamente fuerce a la gente a hacer muchas cosas que están contrarias a la palabra de Dios, justamente como Nabucodonosor ordenó a la gente violar el primer y segundo mandamiento al adorar la estatua dorada (Daniel 3:3-6). Como veremos, la Biblia nos dice que Dios normalmente establece los estados modernos para reforzar todo o gran parte de su ley. Como alternativa, la iglesia tiene la responsabilidad de mandar en el reino de Dios. Está llamado a mantener la justicia entre sus miembros por medio de la predicación, del consejo y de la disciplina. La Iglesia —más que el gobierno civil— tiene que ser la sal de la tierra y la luz del mundo. La política proactiva es categóricamente perversa. Sin embargo, ¿qué deberíamos pensar sobre las políticas de provisión ineficiente? Algunos podrían sostener que las políticas públicas ineficientes no son malas (o son, al menos, benignas). Éstas, incluso podrían ser justificadas como permisibles basándose en el silencio bíblico (por ej., la Biblia no dice directamente que el gobierno no deba proporcionar bienes y servicios). En consecuencia, las políticas de provisión pública ineficiente no son tan odiosas como las dos variedades de política proactiva. Sin embargo, éstas aún obligan a los contribuyentes a consumir recursos de manera ineficiente, dejándolos con menos recursos para adquirir otras cosas o para hacer donaciones a causas caritativas. En consecuencia, son justamente acusadas por los razonamientos económicos aún si no son condenadas por una directa premisa bíblica. Por supuesto, las Escrituras censurarían al menos indirectamente tales políticas, pues la buena administración de los recursos terrenales está claramente garantizada. (Proverbios 27:23-24; Mateo 25:14; Lucas 19:12-27). Esas políticas también tienden a reducir el número de oportunidades de negocio para los hombres que deseen trabajar en ciertas ocupaciones. Otros hombres que se han asegurado los privilegios monopólicos gubernamentales para sí mismos (por ejemplo: la oficina de correos) “excluyen” a todos los demás que les gustaría realizar ese trabajo. Adicionalmente, las ineficiencias que ocasionan deben ser pagadas finalmente por los consumidores, o ser extraídas de los contribuyentes quienes, a su vez, conllevan a otras distorsiones económicas a causa de los bajos niveles de ahorro, consumo y donaciones caritativas.

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Principios bíblicos relacionados al estatismo de bienestar La Biblia proporciona los principios pertinentes y generales que pertenecen a la política proactiva, especialmente a la política redistributiva del estado de bienestar. De acuerdo con el Diccionario Académico Merriam-Webster, el estado de bienestar es “un sistema social basado en la adoptación por parte de un estado político de responsabilidades básicas para el bienestar social e individual de sus ciudadanos”. Esta doctrina está relacionada al estatismo. Las funciones de Dios, La Iglesia, y la familia están suplantadas por el estado, convirtiéndolo, por consecuencia, en un ídolo. Por consiguiente, el bienestarismo es “el conjunto de políticas, actitudes y creencias asociadas con el estado de bienestar”. Ambos, el estado de bienestar y el bienestarismo, son igualmente ofensivos para el cristiano. Al formar una crítica del bienestarismo, se debe considerar los siguientes seis temas bíblicos. Observe su especial aplicación a las políticas públicas y su comprensión general sobre el gobierno civil. Lamentablemente, a menudo se pasan por alto esos temas al formular una perspectiva cristiana de la política pública. En primer lugar, los ídolos, por ejemplo, las cosas que desplazan a Dios del corazón del hombre, tienen que ser evitados por los Cristianos (I Juan 5:21). El estado de bienestar y el estatismo han llegado a ser ídolos para mucha gente en, por lo menos, tres aspectos y, por esa razón, deberían ser evitados por los cristianos. La gente tiende a temerle al gobierno civil y sus funcionarios más que a Dios (cf. Mateo 6:24; 10:28). La gente tiende a buscar al gobierno y sus funcionarios para que le provea y la proteja en lugar de buscar a Dios (Cf. Salmo 60:11; 118:9; 146:3; Isaías 30:1-10; 31:3; 36:6; Jeremías 17:5-8; Amós 6:1). El gobierno claramente se ha establecido a sí mismo para ofrecer funciones ilícitas e impropias (por ejemplo, las políticas proactivas del estatismo y bienestarismo). En segundo lugar, cualquier ídolo, u otra cosa que “se levanta contra el conocimiento de Dios”, no puede ser consentido por los cristianos (II Corintios 10:3-5). En efecto, los cristianos deben oponerse enérgicamente a las políticas públicas proactivas, desde los vales de alimentos hasta en el control de armas. Los cristianos deben llegar a ser instrumentos para derrumbarlos y destruirlos transformando así su cultura (cf. Génesis 1:28).

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En tercer lugar, los cristianos tienen solamente que “comprar la verdad” (Proverbios 23:23). El estado de bienestar es una avenida sinuosa dentro del Vanity Fair (feria de vanidades) , donde los comerciantes continuamente preguntan a los cristianos, “¿qué van a comprar?“21 . Tiene que ser evitado por los cristianos puesto que la redistribución de la riqueza es un acto de mafia o un acto recibir fondos robados. Los programas disponibles del estado de bienestar (tal como la búsqueda de rentas) son un medio injusto de apoyo a los fines de alguien en este mundo. El uso de una política proactiva para obtener algunas ventajas del mercado a costa de otros es incorrecto. En cuarto lugar, los cristianos tienen que ser esclavos de Dios y no esclavos de los hombres. Jesús dijo “los hijos son libres” (Mateo 17:26). Pablo dice que si un hombre tiene la opción de ser libre de la esclavitud del hombre, entonces deberá escoger la libertad (I Corintios 7:20-23). Él dice, “¿eras esclavo cuando fuiste llamado? No te preocupes, aunque si tienes la oportunidad de conseguir tu libertad, aprovéchala. ... Ustedes fueron comprados a un precio; no se vuelvan esclavos de nadie”. Las políticas proactivas y especialmente las redistributivas, pueden llegar a ser un maestro despiadado y malvado. En ese sentido, un cristiano no puede apoyar voluntariamente y beneficiarse del estado de bienestar (o está dentro de ella y servir), sin llegar a ser culpable de robo y quizá de idolatría (Cf. Proverbios 27:12). En quinto lugar, los cristianos tienen que ejercer la sabiduría y la diligencia para ser buenos administradores de los bienes temporales que le han sido confiados (Proverbios 27:23-24; Mateo 25:14-30), y no para confiar en el placebo gubernamental o en las garantías ficticias de la seguridad del capital (por ejemplo, el FDIC que supuestamente “garantiza” los depósitos bancarios hasta en US$ 100,000 en EE.UU.). El cristiano no debe fiarse del estado para asuntos en los que debería confiar en Dios u en otras instituciones como la familia o la iglesia local, o la sabiduría de que Dios le concede para efectuar una planificación financiera con los seguros privados e inversiones. En sexto lugar, Pablo hizo valer su ciudadanía romana cuando le fue prudente hacerlo (Hechos 16:37-38; 22:25-29; 23:27; 27:13). Existe cierta similitud entre sus derechos como ciudadano romano y los derechos que los ciudadanos tienen actualmente en muchas sociedades occidentales. En consecuencia, es honrar a Dios hacer valer y aplicar sabiamente los derechos políticos a la autopreservación y para gloria de Dios, en circunstancias apropiados. Por ejemplo, podría aprovechar sus poderes de votación cuando le sea práctico o útil hacerlo, podría ser miembro de un jurado cuando sus principios puedan ser manifestados en 21

En alusión a la ciudad de El progreso del peregrino de John Bunyan

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público, o reclamar a una alta autoridad (por ejemplo, por sus derechos constitucionales) cuando exista un beneficio temporal para hacerlo.

El problema perpetuo de la naturaleza pecadora del hombre El amileniarista sostiene correctamente que hay una dirección en la que la historia se repite, bajo la providencia de Dios, porque el corazón del hombre nunca cambia. Verdaderamente, la transformación de la sociedad mediante la iglesia conlleva a cierto progreso, sin embargo, esta mejora no llega a alcanzar un poderoso estándar de rectitud. Mientras la historia sea controlada por la providencia de Dios y se mueva en dirección a su declarada culminación, el hombre tenderá incansablemente a: Hacer lo que es “correcto ante sus propios ojos” (en un sentido moral, cf. Jueces 17:6; 21:25), Rechazar a sacrificar sus “altares” (Levítico 26:30; I Reyes 3:2-4, etc.), y Alejarse de la adoración a ídolos y otras cosas insatisfactorias y sin valor (Jueces 2:11, 3:7; 8:33; 10:6; Isaías 55:2; Jeremías 9:14; Oseas 2:13; Gálatas 3:1)22 Los funcionarios del gobierno civil no han probado ser mejores que otros hombres en estos aspectos. De hecho, han mostrado ser peores que los hombres promedio. La cultura occidental puede tener una anarquía moral, altares e ídolos más sofisticados (y sútiles) que aquellos que los israelitas tuvieron, sin embargo, el corazón profano es semejante en ambas civilizaciones. El demonio dirige su reino mediante sofisticadas y hábiles acciones contrarrestantes para frenar los avances del reino de Dios. Como veremos, el estado puede ser —y a menudo ha sido— un medio elemental de contrarresto satánico contra lo bueno. Alternativamente, el rol de mejora social no recae al estado inherentemente comprometido. El deber de trabajar contra la malignidad social y la misión de mejorar la sociedad, básicamente recae en la iglesia y en los creyentes de manera individual. La iglesia busca transformar la sociedad al hacer progresar el reino de Dios. La Biblia estimula a los cristianos trabajar continuamente contra la maldad social y el mal. La malevolencia es siempre el resultado de los defectos latentes e inherentes del hombre —el resultado de su naturaleza pecadora—. Sin embargo, lejos de ser una cura, el estado a menudo representa la personificación de los defectos latentes e inherentes del hombre. En las sociedades modernas, 22

Todo esto está continuado en el capítulo 6. La política pública desde una perspectiva cristiana

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por tanto, los cristianos: (1) deben prestar mayor atención al ambiente de la política pública, para que no sean víctimas de alguna política reprensible; (2) no deben sorprenderse cuando una mala política aparezca; y (3) no deben esperar mejoras sociales de las funciones realizada por una política pública. Los problemas pecaminosos siempre generan dudas acerca del éxito potencial del gobierno civil y de sus políticas públicas, aun las reactivas. Existen exigencias y limitaciones impuestas en el gobierno debido a la naturaleza pecadora del hombre. Ya que los hombres están proclives a dañar la vida, la libertad y la propiedad de su prójimo, hay una perpetua necesidad de una defensa colectiva. En otras palabras, la naturaleza pecadora necesita de funciones defensivas del gobierno mas puede haber poca certeza de éxito al aplicar tales políticas reactivas. Por lo menos un argumento alternativo restringe más cualquier confianza en la política pública. El hecho de que el hombre tenga una naturaleza pecadora supone que la última cosa en que ellos deberían confiar es en el poder del gobierno. Si los hombres pecadores son malos, ¿acaso los pecadores con poder político no serían aun peor? Como dijo el reconocido humorista P. J. O’Rourke en su libro Parlamento de putas (1991),”Dar dinero y poder al gobierno es como dar whisky y las llaves del auto a los adolescentes”. El también bromeaba, “Un pequeño gobierno con poca suerte son necesarios en la vida, pero solamente un tonto confía en ambos”. Seguramente, preocupaciones como éstas estuvieron en las mentes de los Fundadores Americanos cuando diseñaron el Sistema Americano de Gobierno. Pero, ¿acaso Nortemérica ha logrado mantener un buen gobierno? No es claro si las fallas producidas al ser gobernados por hombres pecadores serían peores que no tener gobierno en lo absoluto. De hecho, no queda claro si tener una sociedad donde cada uno hace lo que es “correcto según su parecer” (en el sentido político de no tener autoridad gubernamental, Jueces 17:6; 21:25) debe necesariamente ser perjudicial a la larga. No obstante, la clara tendencia de la civilización humana a través de los años ha sido establecer ciertas acciones colectivas. La formación de al menos un estado mínimo parece ser un punto de equilibrio. Sin embargo, la tendencia hacia la acción colectiva conlleva a la siguiente interrogante: ¿Esto refleja la nefasta capacidad pecadora del hombre de desear permanentemente hacer daño a los demás mediante una coerción del gobierno? ¿O acaso una manifestación de la gracia común, otorgada por mecanismos de defensa y de justicia criminal generados por el mercado, es mejor que lo que la anarquía podría proporcionar? Biblia y Gobierno

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Si nosotros aceptamos la idea de que un pequeño gobierno es el medio para la gracia común, una óptima alternativa de gobierno podría ser lógicamente lograda mediante restricciones constitucionales estrictas. A pesar de ser sustentada por el razonamiento económico, filosófico, e histórico, tambíen podría parecer congruente con los primordiales principios teológicos de la Biblia. Muchos anarquistas ven al gobierno como la razón esencial de por qué hay un predominio del mal en el mundo. Pero la Biblia indica que el mal tiene su principal pilar en el corazón del hombre. En ese sentido, desde un enfoque bíblico, no se alejaría la gran parte de la maldad al simplemente eliminar el estado. Por otro lado, hacer una especulación sobre cómo los hombres podrían lograr un gobierno óptimo, resultaría totalmente inútil (tema que será tratado en los siguientes capítulos). Lo que Dios ordena en términos de gobierno, el hombre no puede querer hacerlo de otro modo, pues Dios hará que sus propósitos logren su realización. Salmos 115:3 declara: “Nuestro Dios está en el cielo. Él hace todo lo que le agrade” (cf. Salmos 135:6)

Las particulares formas como Dios utiliza el gobierno El gobierno civil lleva a cabo ciertos especiales planes de Dios. Dichos planes a menudo implican un juicio determinado a una cierta legión o un grupo de hombres por sus pecados. Asimismo, comprendería otros propósitos que incluyen la santificación del elegido de Dios. Cuando el gobierno excede su “propia“ función (por ejemplo, promulgar y aplicar políticas reactivas), Dios está probablemente elevando al estado como un medio de juicio. La coerción del estado crece en proporción al grado de los pecados predominantes, persistentes, individuales, sociales y “nacionales” (Proverbios 14:34; Proverbios 31:3-5; Eclesiastés 10:16-17; Isaías 3:4-5; Cf. II Crónicas 7:14). Los cristianos que viven en una determinada nación pecadora o en un sector de la sociedad no han sido dotados de inmunidad ante cualquier juicio o “plaga” que pudiera venir mediante el ministro de Dios, el estado. Algunas veces Dios advierte a su pueblo huir (Mateo 24:15-16) o los rescata de un juicio inminente (Génesis 19:15-16), pero en otros ocasiones, Él permite que experimenten algunas de las dificultades que padecen sus malvados vecinos. (Éxodo 7:14; 831).

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El cristiano prospera y recibe buenas cosas de Dios ya sea por sus experiencias en las catacumbas o surgiendo en una nación que promueve el gran despertar. Por consiguiente, el gobierno generalmente existe “para bien” de los creyentes (como dice Romanos 13:4), en el sentido de una santificación general. Y si hay una norma para los cristianos, debería ser las catacumbas. Han sido relativamente pocas las veces en la historia en las que el gobierno civil ha hecho más bien que mal, beneficiando así a la Iglesia en forma cívica. En efecto, generalmente el gobierno no ha sido “para bien” (ya sea de modo temporal o material) del pueblo de Dios. Uno sólo necesita tomar en cuenta que el gobierno civil atacó a Jesús, a los apóstoles y a innumerables cristianos.23 Se puede argumentar que la política pública es buena en el sentido de que ayuda a cumplir los propósitos de Dios en el mundo. Este hecho es efectivamente cierto. Todas las acciones —pecadoras o buenas, humanas o angelicales— deben convenir con los designios de Dios soberano. Sin embargo, así como no quisiéramos llamar “buenos” a los pecados, al demonio, o a los hombres perversos por el hecho que, de algún modo, entran dentro del plan de Dios, debemos ser cautelosos de no asociar al estado con una benevolencia que no se merece. De hacerlo, degradaríamos inevitablemente la palabra bien (y en consecuencia la palabra mal se atenuaría o debilitaría). Por eso, el gobierno puede ser “bueno” para los cristianos solamente en el sentido de Romanos 8:28, cuando Pablo nos recuerda que “todas las cosas actúan conjuntamente para el bien de los elegidos de Dios”. En efecto, un hecho convincente puede resultar que el estado haya sido generalmente un mecanismo de satanás para atacar a la iglesia. Los creyentes de todas las eras han enfrentado una persecución de “nuestro enemigo, el estado” (tomando de la frase de Nock). La Biblia enseña que el estado es un instrumento que el diablo utiliza para hacerle “la guerra al resto de sus descendientes [de la Iglesia], quienes obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles al testimonio de Jesús” (Apocalipsis 12:17b).

El adecuado rol del gobierno Al observar el historial bíblico, el propósito principal del gobierno parece ser actuar como ministro de Dios en el juicio a los hombres. De esta manera, normalmente la política pública anticipa el juicio de Dios. Así también, si Dios ha diseñado el rol adecuado para gobierno civil, éste no debería ser un ente apropiado para ejercer el mandato de dominio (Génesis 1:28) o de transformación cristiana. ¿Cómo podemos transformar algo que no tiene buen 23

Ver El libro de mártires de Fox (1967), Zondervan (Clarion Classics): Grand Rapids, Michigan.

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propósito de modo tal que los seres humanos puedan controlarlo? Si el propósito principal del estado es llevar a cabo el juicio de Dios, entonces estará transformado, precisamente, en lo que Dios quiere que sea y le es útil. Normalmente, la política pública simplemente manifiesta la podredumbre de su fundamento esencial. En la medida en que la gente mala del gobierno pueda ser supervisada, podrá, al menos en teoría, tener un gobierno que se desempeñe correctamente para una sociedad mediante la promulgación de políticas públicas reactivas. Sin embargo, el aspecto más problemático de establecer límites constitucionales al gobierno es poder determinar la manera cómo impedir que el Leviatán (Cf. Job 3:8; 41:1; Proverbios 74:14; 104:26) crezca más de su dimensión de estado mínimo y, así, mantener su reino restringido a políticas reactivas. (El filósofo del siglo XVII, Thomas Hobbes, hizo uso del término Leviatán para describir al estado). Establecer dichas restricciones constitucionales es muy diferente que intentar formar un “gobierno cristiano”. Mientras aún pueda haber algunas ventajas de esperar, o al menos, de defender un estado relativamente benigno —si es que no hay otro motivo que “vivir tranquila y reposadamente en toda piedad y honestidad” (I Timoteo 2:2b) — no habrá razón alguna para creer que tendremos éxito en nuestra esfuerzo por conseguirlo. El hecho histórico establece que Dios ha permitido que la iglesia sufra numerosas persecuciones en manos del estado. No obstante, la bendición de la libertad, alcanzada al mantener un estado limitado que proteja a la gente de los predadores, podría deducirse de las Escrituras como un tema general para una sociedad buena. Sin duda, la congruente habilidad del libre mercado y de los intelectuales occidentales conservadores otorga más de una convincente razón para elogiar a un gobierno limitado24 . Coincidentemente, Ludwig von Mises observa que la libertad es más compatible con un estado mínimo:

24 Ver, por ejemplo, Milton and Rose Friedman (1979), Libre para elegir, Harcourt Brase Jovanovich: Nueva York; Bruno Leoni (1991), Libertad y ley, Tercera edición, Liberty Fund: Indianapolis; Russell Kirk (1993), La política de la prudencia, Bryn Mawr Penn.: Intercollegiate Studies Institute (también cf. Kirk’s La mentalidad conservadora); Friedrich A. von Hayek (1944), El camino a la Servidumbre, University of Chicago Press: Chicago; Holcombe, Randall G. (1995), Política pública y calidad de vida: incentivos de mercado versus planeamiento gubernamental, Greenwood Press: Westport, Conn.; Charles K. Rowley (1993), Libertad y Estado, The Shaftesbury Papers, 4, Edward Elgar Publishing Co.; Brookfield, Vermont.; James M. Buchanan and Gordon Tullock (1962), El cálculo del consentimiento: los fundamentos lógicos de la democracia constitucional, University of Michigan Press: Ann Arbor, Michigan; Jack C. High, ed. (1991), Regulación: teoría económica e historia, The University of Michigan Press: Ann Arbor, Michigan; además de muchos otras obras de autores liberales clásicos y conservadores, que incluyen muchas de las citas proporcionadas en otros pies de página de este libro.

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El gobierno es esencialmente la negación de la libertad. Es el recurso a la violencia o a la amenaza de violencia para hacer que toda la gente obedezca las órdenes del gobierno, les guste o no. De esta manera, mientras la jurisdicción del gobierno se expanda, habrá coerción y no libertad...el gobierno es represión, no libertad. La libertad tiene que ser hallada solamente en las esferas donde el gobierno no intervenga. La libertad es siempre la independencia que proviene del gobierno.25 La meta final al que el hombre apunta cuando establece un gobierno es hacer posible el funcionamiento de un sistema definitivo de cooperación social bajo el principio de la división del trabajo.26 El gobierno significa siempre coerción y compulsión y es, por necesidad, lo opuesto a la libertad. El gobierno es un garante de la libertad y es compatible con ella sólo si su ámbito está adecuadamente limitado a la preservación de lo que se denomina libertad económica. Donde no hay economía de mercado, las más bien intencionadas claúsulas contenidas en constituciones y leyes serán letra muerta.27 Sin embargo, el Estado no es usualmente tan benigno, como el economista Walter Williams advierte: El beneficio del sistema de libre empresa radica en que la propiedad privada y control de la propiedad minimiza la capacidad de coerción de una persona a otra. Adicionalmente, los poderes coercitivos del estado son minimizados... [Sin embargo], mediante numerosos y exitosos ataques, la propiedad privada y la libre empresa han quedado como sólo esqueletos del pasado. Jefferson pronosticó esto cuando dijo, “El natural progreso de las cosas consiste para el gobierno, en ganar terreno, y para la libertad, en producirla”.28 George Washington, quien no es nuestro fundador más radical, dijo “el gobierno no es la razón, no es la elocuencia. Es la fuerza. Como el fuego, es un peligroso sirviente y un amo temible.” 29 Si los cristianos aceptan todo provecho adecuado de la acción colectiva del gobierno civil, entonces la política pública debe estar (discutiblemente) limitada

Ludwig von Mises (1988), “Libertad y propiedad”, presentado en Dos ensayos de Ludwing von Mises, The Ludwig von Mises Institute: Auburn, Alabama, pág. 33. Ibid.,p.34 27 Mises, Acción humana: tratado de economía, op.cit., p.285 28 Ibid., p.19 29 Ibid.,p. 19. 25

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a las políticas reactivas de justicia y defensa. Esta idea no es ajena a los cristianos. Por ejemplo, C.S. Lewis coincide con esta noción en su famosa obra Simple cristianismo. El estado simplemente existe para promover y proteger la felicidad habitual del ser humano en esta vida. Un esposo y su esposa charlando cerca de la chimenea, una pareja de amigos jugando dardos en un pub, un hombre leyendo un libro en su habitación o cavando un hoyo en su jardín —para todo eso, sirve el estado—. Y a menos que estemos contribuyendo a incrementar, prolongar y proteger todos dichos momentos, todas las leyes, parlamentos, armas, cortes, cuerpos de policía, economía, etc., son simplemente una pérdida de tiempo.30 Sin embargo, teniendo en cuenta la práctica realizada durante muchos siglos, los gobiernos sólo han ejercido ocasionalmente tales funciones de manera apropiada. En cambio, se han convertido comúnmente en sus propios predadores y, como la Biblia enseña en Daniel 4:17, son, a menudo, guiados por la “bajeza de los hombres”. Son los funcionarios gubernamentales los que usualmente llegan a ser los más grandes beneficiarios del estado de bienestar o de una sociedad en búsqueda de renta —a costas de sus electores—. (Se debe observar, sin embargo, que muchos burócratas no son conscientes de los daños económicos que ocasionan). Con seguridad, las naciones occidentales, especialmente aquellas influidas por la Reforma, han tendido a producir más ideales (o mejores) gobiernos, al menos hasta donde le compete a la iglesia. El crecimiento de la iglesia y del Evangelio ha prosperado durante períodos de intensa persecución a cristianos, cuando la gente estaba deseosa de encontrar la libertad en Cristo. Sin embargo, parece que los avances en el trabajo teológico son usualmente entorpecidos cuando la vida, libertad, y propiedad no están suficientemente protegidas. La mayoría de escritos y pensamientos intelectuales con referencia al cristianismo han sido producidos durante estos períodos libres y de prosperidad más que en los períodos de gran persecución. Lo mismo sucede con las bien organizadas obras misioneras. De esta manera, desde una perspectiva cristiana anti postmilenio, podemos afirmar que el rol del gobierno civil más fructífero y adecuado dentro de una sociedad plural es proteger a sus integrantes de los predadores mediante una política pública reactiva. Incluso si dicha labor sea mejor realizada a través de un sistema plutocrático, aristocrático, autocrático, democrático, y cualquier otro 30 Clive Staples Lewis (1952), Simple cristianismo, Macmillan: NuevaYork, libro IV, capítulo 8, parrafo 10, p. 169.

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sistema, será discutible, y podrá variar de acuerdo a las circunstancias. Dios puede juzgar a la gente (o conceder una gracia común a la sociedad) por medio de una variedad de sistemas de gobierno. Ningún sistema de gobierno podría ser, completamente y en todo momento, superior a otro sistema, en cuanto a mayor fomento de la vida cristiana. A lo mejor, podríamos concluir por la historia que las formas gubernamentales como una república constitucional (o quizá, la plutocracia constitucional) a menudo hacen buen trabajo. Los reyes benévolos o dictadores podrían ocasionalmente asumir para reducir el caos que proviene de la anarquía. Sin embargo, generalmente son aquellos regímenes con restricciones constitucionales estrictas y políticas severamente limitadas los que parecen tener más probababilidades de poder disminuir el caos en la sociedad. A pesar de esta hacia los resultados Primero, debemos debemos responder y moralidad.

conjetura, en enfoque de nuestro análisis debe orientarse producidos por un sistema más que por el sistema mismo. intentar categorizar cada política a analizarse. Luego, algunas preguntas técnicas sobre su eficiencia, efectividad

En particular, debemos preguntar qué tipos de política pública son los que un sistema político determinado tiende a hacer proliferar. Luego, al hacer un cuidadoso análisis de los méritos de cada política, deberemos formular muchas preguntas científicas. ¿Qué conocimientos sociales son necesarios para implementar una política pública?, ¿cuáles son los incentivos que ofrecen los actores gubernamentales que crearía dicha política y quienes lo asumirían?, ¿qué consecuencias acarrearían? ¿qué tipos de instituciones se generarían por medio de esta política?, las respuestas a todas estas preguntas nos ayudarán a examinar toda política y determinar su base moral. Normalmente, las políticas proactivas y de provisión ineficiente no podrán ser útiles al interés público a causa de lo que los economistas llaman “el problema del conocimiento” y “de la elección pública”31 . Tal como en el socialismo, dichas Los problemas de la elección pública causan que plausibles políticas gubernamentales fracasen. Hay siete problemas principales de elección pública que conducen a este resultado: incentivos perversos, intensificación de actividad de grupos de interés, la búsqueda de voto, la búsqueda de renta, la captura regulatoria, la demosclerosis y la trampa de las ganancias transitorias. Los problemas de conocimiento hacen imposible el planeamiento económico y social ya que “... ningún hombre o grupo de hombres tienen el suficiente conocimiento para asignar los recursos o tomar otras decisiones económicas de manera eficaz. Incluso a nivel local, los consejos de planeamiento enfrentan los mismos problemas de conocimiento que los grandes regímenes centrales de planificación. De esta manera, el planeamiento central y, quizá, la mayoría de las regulaciones estatales son simplementes irrealizables a causa del problema del conocimiento”. Vea John M. Cobin (1999), Ensayos sobre temas modernos de la economía y política de mercado, Universal Publishers, Parkland, Florida, págs. 207, 130-146, 209).

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políticas no tienen ninguna posibilidad de hacer bien a la sociedad, en cambio, tienden a recompensar a aquellos partícipes del proceso político (por ejemplo: congresistas, burócratas, lobbystas y sus empresas, etc.) a costa de los contribuyentes. Estas políticas también incrementan muchas nuevas instituciones o expanden las actuales, las cuales desafían los principios bíblicos. En consecuencia, los cristianos casi no pueden respaldarlas en vista de la ineficiencia e inmoralidad que éstas implican. El solo hecho de que una política pública exista no lo hace justo o correcto. Los cristianos deben esforzarse en promover cosas buenas en base a los principios bíblicos. Por ejemplo, deberían luchar con gran seriedad por las actividades y políticas que promuevan la buena administración, la eficiencia económica, la justicia, el bienestar y la equidad. Sin embargo, existirán muchas políticas que deberán rechazar y desatender. Si las categorías de actividades humanas o políticas gubernamentales pueden ser identificadas de modo que no promuevan tales principios, entonces resultará más fácil lograr las respuestas o comportamientos sugeridos. No obstante, los cristianos a menudo están atrapados por su contexto cultural. Ellos no pueden imaginar una naturaleza del mundo que sea distinta a la que conocen de su experiencia. No pueden concebir cómo sería la vida sin ciertas instituciones o prácticas —políticas proactivas son el principal ejemplo—. Por consiguiente, a los cristianos les corresponde considerar parte de la historia de la política pública (y cómo Dios ha actuado en la historia) para así lograr una mejor perspectiva.

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Capítulo III Políticas públicas en la Biblia e Historia La legitimidad de la política gubernamental De acuerdo a la Biblia, el estado es el servidor de Dios. Pablo nos dice que el gobierno es d?a????s o siervo. La Biblia nos habla de ejemplos pasados donde Dios ha “promovido” el gobierno civil para su servicio (vea Esdras 1:1; Romanos 13:1-7; Deuteronomio 17:14-20). De este modo, concluimos que es una válida o legítima —e incluso quizá, valiosa— institución. Es evidente que esta conclusión sería plausible y auténtica, aun cuando el gobierno promueve y practica la maldad. Sin embargo, ¿hay una inconsistencia en este sentimiento? Ya hemos visto cuán letal ha sido el gobierno civil y que muchas de sus políticas tienden a ser extorsivas e idólatras. Pero, no puede haber una inconsistencia entre la palabra de Dios y la realidad, mientras el uso de la terminología de “legítimo”,”servidor”, “bueno”, “malo”, etc. (y la aplicación de esos términos) sea especificado correctamente. Antes de iniciar, deberíamos observar que el adjetivo legítimo es usado de diferentes formas con respecto al sustantivo “gobierno”. Por ejemplo, “es un gobierno legítimo” puede indicar que un gobierno ha sido establecido conforme a los vías apropiadas, coincidiendo con las normas culturales o políticas (más que por un acto de revolución o conquista). Sin embargo, intentando ser cuidadoso al aplicar este término para asuntos bíblicos de gobierno civil, el adjetivo legítimo será usado en este libro, (por ejemplo, “el gobierno legítimo de Roma”), simplemente para significar que todo gobierno, a pesar de sus orígenes, es finalmente y apropiadamente designado por Dios. ¿Cómo deberían ver los cristianos a un legítimo pero típicamente perverso servidor de Dios? Seguramente, es curioso el uso del término d?a????s para describir al estado pues vuelve nuestros pensamientos hacia el diaconato de la Iglesia, incluso tentándonos a igualar su funcionamiento en alguna manera. ¿Acaso Dios está estableciendo o, al menos, evidenciando otro oficio dentro de

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su reino por medio de dicha terminología?, ¿la legitimidad del gobierno normalmente se manifiesta a sí misma en la promoción del reino de Dios? A fin de responder estas preguntas,se requiere tomar en cuenta algunos puntos del estudio de políticas públicas. Como resultado, debe resultar evidente que la respuesta a las preguntas es un contundente “no”.

La política pública en la historia Con pocas excepciones sobre el curso de la civilización humana, el gobierno civil ha sido relativamente malo en lo que respecta al bienestar transitorio de la humanidad. Además, en un sentido individualista, el gobierno civil siempre resulta malo para alguien. Asimismo, Urías no habría pensado que el trato del rey David había sido algo bueno o agradable (II Samuel 11:4,15). Al respecto, cualquier insinuación que indique que el gobierno deba ser siempre bueno únicamente por ser establecido por Dios, es simplemente necia -una negación de la realidad de la historia-. Anarquía, caos y libertad La ideología popular de que el gobierno es siempre un mal menor que un caso extremo de anarquía política es un error. Los propulsores de tal pensamiento no logran considerar el brutal historial del gobierno civil. Por ejemplo, aquellos que se han enfrentado al exterminio en manos comunistas no llegarían concordar con la idea de que el gobierno tiránico que los oprimió y los dominó fue mejor que la anarquía. La primera definición de anarquía proporcionada en el Merriam-Webster Collegiate Dictionary es simplemente “ausencia de gobierno”. Esta definición es la más técnica y adecuada de anarquía usada en economía y política pública. La segunda definición —un estado de falta de caos y desorden debido a ausencia del gobierno civil— es probablemente el significado más común atribuido al término hablado. En efecto, en la lengua vernácula común, anarquía ha llegado a ser un término inflamatorio y cargado que denota un escarnio temible o un desorden y una lucha caótica. Sin embargo, la primera definición, ausencia de gobierno, es la forma en la que se usará dicha palabra en este libro. Asimismo, la existencia de anarquía no implica que la sociedad no tenga normas ni orden. Por el contrario, todas las normas y leyes (en oposición a la legislación) surgen fuera de —y anterior a— el estado. Éstas pueden provenir directamente de Dios o de las tradiciones y costumbres (como en, al menos, parte del período de los jueces en Israel). En resumen, es concebible tener una

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sociedad anárquica que esté caracterizada por el estado de derecho y el orden social. Uno no necesita ser anarquista para darse cuenta que el paradigma anárquico tiene valor heurístico (o analítico) en la teoría de la política pública. Vale decir, que el arquetipo puede ser realmente una ayuda para aprender o solucionar el problema. En los modelos teóricos, la anarquía es un paradigma útil pues los impuestos y costos de las transacciones establecidos por las regulaciones son conocidos por ser nulas. Puede haber aumento (desconocido) en otros costos sociales pero éste no es completamente claro. Lo que sí queda claro es que no habría impuestos, ni licencias obligatorias, ni derechos por permisos. Lamentablemente, la mayoría de los cristianos probablemente rechacen de plano la idea de anarquía, descartando su valioso uso heurístico, por causa especialmente de la connotación hollywoodense de este término. Por supuesto, en el uso común vernacular la gente emplea la palabra anarquía torpemente, sin considerar su contexto. Lo que realmente quieren decir con frases como “algún tipo de gobierno será siempre mejor que la anarquía” es que el gobierno civil es siempre preferible al caos. Este sentimiento es más comprensible, aunque aún no queda claro si el caos causado por regímenes comunistas y totalitarios ha sido algo menor a lo que la anarquía podría presumiblemente causar. La anarquía es simplemente la ausencia de gobierno civil, donde el mercado proporciona un orden social. El caos podría reinar bajo una anarquía, pero no es condición obligatoria que esto pueda ocurrir. Por el contrario, es totalmente creíble que las condiciones anárquicas sean íntegramente más estables que las totalitarias. La actividad criminal centralizada, como asesinatos, puede crear revueltas en mayor escala, y por un período más largo, que lo que producirían montones bandas de malhechores. Este hecho se produce cuando el estado es responsable del crimen. Sus recursos son relativamente ilimitados, tiene el poder de aplicar impuestos, tiene la ventaja de recurrir a la propaganda, puede perdurar más tiempo que sus víctimas y, sobre todo, tiene el poder para hacer que sus crímenes sean lícitos. Han surgido ejemplos de períodos anárquicos regularmente exitosos a través de la historia. Se ha sostenido que en los períodos comprendidos entre los años 1,200 a 1,450 DC en la historia de Islandia32 así como en la ciudad de Europea

Vea David D.Friedman (1989) La maquinaria de la libertad; una guía de capitalismo radical, segunda edición, Open Court Publishing Company: Chicago.

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oriental, Novgorod3 3 ,(cerca de 100 millas al al sur de la zona sureste de la moderna ciudad de Petersburgo) y quizá en ciertas áreas en la Inglaterra prenormanda, 3 4 uno pueda encontrar ejemplos de periodos anárquicos y alodiales exitosos 35 . Dichos ejemplos de civilizaciones pacíficas y ordenadas han contado con una autoridad civil poco o nada organizada. Aparentemente, estas sociedades todavía mantuvieron los derechos a la propiedad segura (quizá absolutos). Hubo también períodos anárquicos significativos relatados en el libro de Jueces. La calidad de vida de los fieles fue justa bajo el regimen de los Jueces (Cf. Ruth) —pero de seguro no fue inmaculado— durante un período de 400 años. Siete versículos del libro de Jueces nos dicen que la gente “hacía el mal frente a la mirada del Señor” (Jueces 2:11, 3:7; 12; 4:1; 6:1; 10:6; 13:1). Durante el 40% de ese periodo, “la tierra tuvo un descanso” (Jueces 3:11,30; 5:31). Asimismo, durante el 25% del período un hombre fue elevado al poder y “juzgó a Israel” (Jueces 3:10; 10:2-3; 12:7-14; 15:20; 16:31). No queda totalmente claro cuanto tiempo de este 25% está incluido en el 40%, pero sí que no existió hombre alguno que gobernara como juez por, al menos, una tercera parte del período. Existía en ese entonces, resumiendo en una palabra, mucha anarquía. No obstante, esta frecuente ausencia de política (como ejemplo la anarquía) promovió un estándar de moralidad que superó a la mayoría (si no es todo) de los regímenes de los malvados reyes que continuaron en el transcurso de los 500 años siguientes. Hay más de dos docenas de versículos en Reyes I y Reyes II que nos recuerdan que la gente “hizo el mal a la vista del Señor” (I Reyes 11:6; 14:22; 15:26, 34; 16:7, 30; 22:52; II Reyes 3:2; 8:18; 27; 13:2, 11; 14:24; 15:9 18, 24, 28; 17:2; 21:2, 6, 20; 23:32, 37; 24:9,19). Uno necesita solamente considerar la maldad de Manasés, Ahab y Jezebel, Jeroboám el hijo de Nebat, Athalía, Jehoram, y Johoiakim para comprender exactamente como era la maldad durante el período de los reyes. La idolatría (y la construcción de “altares” para la adoración de ídolos), la brujería, la hechicería, la inmoralidad sexual, la soberbia y la persecución de

33 Vea Richard Pipes (1999), Propiedad y Libertad, Alfred A. Knopf: New York, págs. 168-169, 180, 183. 34 Ibid. pág.106. También vea Cobin, Building Regulation, Market alternatives, and Alodial Policy, op.cit., págs.121-132. 35 Alodialismo es una política de propiedad real donde las tierras y demás cosas son mantenidas en propiedad absoluta, por ejemplo, sin regulación o tributación de la propiedad real. Para más información acerca de la política alodial, vea Ibid, capítulo 4 y Cobin, A primer on moderm themes in Free Market Economics and Policy, op. cit., capítulo 15.

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los profetas eran los pecados comunes durante este período. Todos los reyes de Israel y cerca de la mitad de los reyes de Judá fueron descritos como artífices del mal. Asimismo, la Biblia dice que en numerosas partes de ella que los perversos reyes fueron responsables de haber “llevado a Israel al pecado”. Ellos no solamente cometieron esos pecados sino que cometieron muchos otros. De este modo, la historia parecer respaldar la tesis general que una menor dosis de gobierno civil cosecha un mal social menor —no solamente en Novgorod, Islandia y en la Inglaterra pre-normanda— sino en todo lugar donde el poder gubernamental haya sido estrictamente limitado (por ejemplo, en América). En muchas ocasiones, el gobierno ha ocasionado y soportado un caos mayor a lo que, de otro modo, se hubiera producido bajo la anarquía. Sin embargo, dada la naturaleza caída del hombre, debemos tener cuidado de no concluir que la anarquía es mejor que el gobierno. Puede ser que la política pública, al igual que la medicina, sea beneficiosa solamente en cantidades limitadas, más allá de las cuales la anarquía se vuelve acrecentadamente atractiva. En efecto, las dosis limitadas de gobierno podrían resultar beneficiosas. (En breve, se desarrollará una discusión acerca de la mejor manera de organizar el gobierno civil). Como hemos visto en los escritos del profesor Rummel y en cualquier otro lugar, se puede establecer un caso histórico contundente que señale que los gobiernos civiles han sido característicamente malignos y, por lo tanto, ser considerados malos, relativamente hablando. Todo buen gobierno que se pueda encontrar en la historia es ciertamente un caso anómalo y destacable. El amplio record de políticas públicas malévolas halladas en la Biblia reafirma este punto de vista. La historia del mundo es ampliamente la historia de los gobiernos que coercionan a la gente a la esclavitud, la idolatría, la inmoralidad y la guerra. Mientras pueda haber algunas luces en la historia de occidente durante los últimos 3,000 años, los ejemplos de Leviatanes “buenos” son empequeñecidos por el número de casos donde predominan Leviatanes malos. La finalidad del enfoque romántico del estado En las recientes décadas, los economistas y cientistas políticos han comenzado a analizar el gobierno descartando el tradicional enfoque romántico que considera que el estado es, en el mejor de los casos, una institución benevolente, y, en el peor, una institución benigna. En cambio, están adoptando la idea de

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que los participantes del proceso político sufren los mismos incentivos, intereses, venalidades y deseos egoístas (o no altruistas) como los demás hombres. La política económica....no puede ser [sic] formada teniendo como supuesto que el gobierno es maniobrado por un déspota benevolente. Se debe reconocer el hecho de que los políticos, como el resto de nosotros, son actores con determinados propósitos persiguiendo sus propios intereses [sic].36 Los líderes políticos tienen su propio éxito anticipado en sus mentes, y están ansiosos por encontrar las maneras para justificar su existencia. Como Platón señaló, “un tirano.....siempre está fomentando guerras contra otros, para que la gente requiera un líder” 37 . El gobierno civil es por naturaleza un organismo parasitario que requiere una víctima (huésped) para poder desarrollarse. Podríamos deducir ciertos principios sobre gobierno que demuestran tal fenómeno de la Biblia. Primero, en el historial bíblico, la aparición de más gobiernos civiles parece ser un medio para juzgar a los pecadores. Irónicamente, usualmente éstos personifican una gran perversidad en sí mismos, que impulsan a ejecutar penas de manera despiadada y severa. Asimismo, la Biblia indica que un gobierno civil tenderá exponencialmente a imbuirse de mayor extorsión, crímenes, ingeniería social y otros males durante el curso de su existencia parasitaria. Consideremos los siguientes textos de apoyo. Proverbios 28:15-16 “Un león rugiente, un oso hambriento, es el gobernante malvado que oprime a los pobres. El gobernante falto de juicio es terrible opresor; el que odia las riquezas prolonga su vida” Proverbios 29:2, 12 “Cuando los justos prosperan, el pueblo se alegra; cuando los impíos gobiernan, el pueblo gime. ... Cuando un gobernante se deja llevar por mentiras, todos sus oficiales se corrompen” Esa degeneración tiende a causar gran opresión, miseria, y caos social como fue el caso, por ejemplo, durante el Imperio Romano. Segundo, el hombre malo “cosechará” lo que siembre pues Dios no puede ser “burlado” (Gálatas 6:7). A pesar que el hecho de que Dios instituye el 36 Peter J. Boettke (1994),’Virginia Political Economy: A View from Vienna’, in Peter J. Boettke and David L. Prychitko, eds.,The Market Process: Essays in Contemporary Austrian Economics, Edgar Elgar: Brookfield, Vermont., p. 246. 37 Platón, libro VIII, 556e.

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gobierno para juzgar al mundo y santificar su iglesia, aún mantiene a éste responsable por su pecado. Él destruye al arrogante Herodes que se burla de Él. (Hechos 12:23; Proverbios 1:26) De esta manera, la historia (incluyendo, la bíblica) a menudo hace una crónica de la sangrienta, súbita, y decisiva destrucción de los gobiernos civiles, como lo fue el caso de Eglón y Belsasar) Jueces 3:21; Daniel 5:30. Sin embargo, ¿pueden los gobiernos, especialmente los más malévolos, ser un medio de santificación para el pueblo de Dios? Ciertamente, de la misma manera como Dios ha dispuesto y ha utilizado a satanás para “bien” en la vida de Job y en la de otros, Él es capaz de hacer uso, hoy en día, del gobierno civil para el bien de su gente. El hecho de que Dios pueda encender el mal en su mente confundiendo así sus propósitos, no es nada extraordinario. Después de todo si Dios es capaz de sacar agua de una roca o hace flotar un hacha entonces, de seguro entonces, podrá lograr cosas buenas de criaturas o instituciones malas si así lo decidiese. Pero aun en tales casos, la utilidad o la conveniencia de algo malo no debe hacerlo admirable -solamente por el hecho de que Dios lo utiliza para algún bien mayor o para su gloria-.

Tipos legítimos de gobierno y anarquía En toda sociedad existe en algún punto dentro de un continuo comprendido entre la libertad y la coerción absoluta, y cada punto es legítimo ya que Dios lo establece (o lo permite). Así, la anarquía, o ausencia de gobierno, no se debería descartar o dejarlo ir de nuestras manos. Como se observó anteriormente, hay una diferencia con la anarquía política, en el sentido en el que este término es usado aquí, y la anarquía moral (o caos social). Más aún, la anarquía moral descomunal no es necesariamente una condición para la anarquía política. Por ejemplo, es incierto que la moralidad fuese relativamente peor durante la época de los jueces, en la antigua Islandia, en la Inglaterra pre-normanda, o en Novgorod. Puede haber ley y orden sin la fuerzas de orden público, especialmente en las comunidades locales con poblaciones pequeñas. En esas situaciones, las familias a menudo funcionan como gobiernos locales en un sentido limitado — al menos si hacemos uso de una definición muy amplia de gobierno—. Pero la política pública se relaciona a la acción colectiva formada no solamente por unos cuantas, sino por muchas unidades familiares como una nación. De esta manera, la anarquía no sería descartada ni por el “gobierno” local de los padres, ni por el liderazgo informal en tribus pequeñas (como podría decirse del caso de Somalia en la actualidad).

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Como una hipotética digresión, uno podría preguntarse si, dado el caso de un mundo sin pecado, la anarquía sería realmente superior que cualquier gobierno. Si se diera el caso, entonces se podría concluir que las mejores formas de gobierno son las más pequeñas —especialmente para naciones o grupos de personas menos propensos a la violencia patente que otros— y corresponderían a un estado mínimo. Tales gobiernos serían, de seguro, más comparables con la anarquía que el socialismo. Contrariamente, pueden existir naciones con gobiernos civiles inmensos que se empequeñecerían ante una anarquía moral. Su gente sería o manifiestamente malvada y/ o el gobierno sería tan ruin que magnificaría expresamente el mal en la sociedad (por ejemplo, cuando Manasés fomentó la idolatría, el sacrificio de los niños, brujería, la prostitución y el asesinato – II Reyes 21:1-16—). Consideremos el caso del aborto, la aceptación de la perversión sexual y las políticas redistributivas en la cultura contemporánea occidental. A la luz de todos los males perdonados o consentidos por los gobiernos, antiguos y modernos, el supuesto miedo a la anarquía moral es falso —mucho más que una quimera—. Es un monstruo imaginario mantenido por poderosos gobernantes y burócratas para sembrar el miedo en sus electores. Es una trampa recurrentemente utilizada por los grupos de presión en busca de renta de las naciones democráticas a fin de preservar su éxito o poder. Aunque la anarquía puede no ser tan deseable como una república constitucional, una monarquía constitucional o una plutocracia constitucional (por ejemplo, gobernado por los ricos o propietarios), es ciertamente mejor que cualquier ejemplo de gobierno totalitario. Por ejemplo, la gente en Ucrania o China durante la década de terror de José Stalin o de Mao Tse-Tung, quienes juntos fueron responsables de la muerte de más de 60 millones de personas, habrían estado mejor viviendo bajo la anarquía. Los crímenes podrían no haber sido tan propagados sin dichos regímenes centralizados. El hecho indiscutible es que la anarquía habría sido un “sistema” preferible para mucha gente (sino es para la mayoría) durante los últimos 300 años. En resumen, un gobierno que promueve en el orden, la libertad y la seguridad como intercambio, es normalmente preferible a la anarquía. Otras formas de gobierno que destruyen las buenas costumbres sociales, que dañan la célula de la familia, y que provocan caos general por medio del terror y del crímen son inferiores a la anarquía. Consideremos a lo largo de la historia, por ejemplo, la espantosa norma producida por muchos reyes de Persia y Babilonia, el macabro Pisístrato (quien tiranizó Atenas con muchos asesinatos y asonadas), muchos brutales y crueles Césares de Roma, Atila El Huno, Gengis Khan, María La Sanguinaria, los tiranos de la revolución francesa, los despóticos americanos La política pública desde una perspectiva cristiana

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Lincoln y Stanton, y Stalin, Hitler, Mao Tse-Tung, Castro, Idi Amin, Pol Pot—para sólo nombrar algunos nombres—. A la luz de la historia, ¿quién podría dudar que la anarquía hubiera sido más o menos preferible que un gobierno civil en un más amplio esquema de las cosas? Figura 1: Injusticia social y caos bajo una política pública Conductas ilegales sociales y caos Max.

Comunismo Totalitarismo

Max.

Intervencionismo (Democracia de búsqueda de renta)

Arbitrario y norma antojadiza

Anarquía

República Constitucional

Estado de Derecho

Por tanto, los cristianos harían bien darse en cuenta que la anarquía podría ser un estado válido en el mundo destinado a una nación o comunidad, durante un período dado, en caso de que Dios no estuviese satisfecho al permitir al gobierno “existir” en ese momento (Romanos 13:1; Cf. Jueces 3:30b), los cristianos no deberían desestimar fingidamente la anarquía como la peor de las opciones posibles. En realidad, es irónico que ellos tiendan a hacer eso. En cambio, los sistemas gubernamentales deberían ser juzgados a la luz del continuo del gráfico 1. Los gobiernos más propensos a la práctica cristiana son comúnmente los estados mínimos con estrictas restricciones constitucionales, y que se encuentran más cerca al lado derecho del continuo. El estado debería, por tanto, servir como una especie de “guardián nocturno”, limitado a las políticas reactivas que restringirían las conductas ilegales, la maldad, la injusticia y caos social. Conforme nos movemos hacia la izquierda del continuo, los beneficios del estado se pierden y el sistema político sería mejorado por la anarquía. El caos se incrementa pero la anarquía permanece siendo preferible en los puntos más a la izquierda. Al seguir hacia la izquierda en el continuo, observamos que el gobierno conserva su rol reactivo pero también añade servicios públicos ineficientes y políticas de comportamiento y redistribución eventualmente proactivas (intervencionismo), creando diversos matices de una sociedad de bienestar en búsqueda de rentas. Siguiendo a la izquierda del continuo, uno llegará al totalitarismo o comunismo conjuntamente con las altas dosis del caos social. Biblia y Gobierno

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De izquierda a derecha, la escala podría leerse a partir de totalitarismo o comunismo, socialismo, fascismo, democracia social, aristocracia, aristocracia, anarquía, monarquía constitucional, plutocracia constitucional, y finalmente republicanismo constitucional. Por supuesto, este orden es debatible, y otros quizá podrían sufrir algunas modificaciones, como avanzar la posición de la aristocracia al lado derecho de la anarquía. No obstante, al menos es acertado decir que la mayoría de los gobiernos en los últimos 3,000 años tendrían que ser colocados en el lado izquierdo de la anarquía, habiendo sido relativamente más deletéreos que los más destacables ejemplos de la historia de los gobiernos humanos.

El gobierno es un ministro de justicia Cuando estudiamos el tema del gobierno civil en las escrituras, rápidamente uno se ve frente al hecho de que el gobierno es usualmente un ministro de justicia instituido por Dios (Cf. Isaías 3:4-5, 12-15). En diversos niveles encontrados en cada situación de juicio, el estado se convierte en “la vara” de la “ira” de Dios y, “el báculo” de su “indignación” (Isaías 10:5). El estado recibe un “cargo” de Dios para castigar a la gente blanco de su “furia” terrenal (Isaías 10:6). El gobierno civil es a menudo un juzgado que juzga a la gente a quien gobierna (particularmente fuera de la teocracia en Judá), aunque Dios también utilizó el poder civil del gobierno para juzgar a los extranjeros durante el reino teocrático del Antiguo Testamento. Ciertas veces, un gobierno es más perverso que la gente a la que sentencia (Isaías 10:10, Habacuc 1:4-11) sin embargo, Dios lo utiliza para juzgar. Uno solamente necesita reflexionar un poco sobre los roles de los reinos de Asiria, Babilonia, Persa, y Roma para darse cuenta que este es el caso. En esos ejemplos, como también en la función de Israel de aniquilamiento a los cananitas bajo el mando de Moisés y Josué, el gobierno es usado como un instrumento de juicio de Dios. ¿De dónde viene el poder gubernamental? La buena hermenéutica protestante indica que la doctrina debería derivarse principalmente de las partes didácticas de la Escritura como las leyes, las parábolas de Cristo, y las epístolas o decretos de los apóstoles. Otra revelación debería ser respaldatorio o secundario para la formación de doctrina, teniendo como mayor propósito aclarar, ampliar, o fomentar los principios. El libro de Apocalipsis es un inspirado fragmento de las Escrituras que tiene este tipo de rol respaldatorio. Contiene muchos pasajes que se relacionan al La política pública desde una perspectiva cristiana

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gobierno civil, por lo que será útil al formar un entendimiento bíblico de la política pública. Ya que no hay ninguna doctrina general del gobierno civil manifestada en algún lugar en la Biblia, los pasajes del Apocalipsis cobrarán, de algún modo, mayor importancia en el respaldo o interpretar de los pasajes de las epístolas y los evangelios. En otras partes, la Biblia sólo muestra pequeños pasajes de enseñanza sobre el gobierno civil y la mayoría de esos fragmentos son parentéticos a cualquier otra idea. En ese sentido, resultará valioso considerar la enseñanza del Apocalipsis acerca de la naturaleza del gobierno. Apocalipsis 13;1-8 1. Entonces vi que del mar subía una bestia, la cual tenía diez cuernos y siete cabezas. En cada cuerno tenía una diadema, y en cada cabeza un nombre blasfemo contra Dios. 2. La bestia parecía un leopardo, pero tenía pastas como de oso y fauces como de león. El dragón le confirió a la bestia su poder, su trono y gran autoridad. 3. Una de las cabezas de la bestia parecía haber sufrido una herida mortal, pero esa herida ya había sido sanada. El mundo entero, fascinado, iba tras la bestia 4. y adoraba al dragón porque había dado su autoridad a la bestia. También adoraban a la bestia y decían : “¿Quién como la bestia? ¿Quién puede combatirla? 5. A la bestia se le permitió hablar con arrogancia y proferir blasfemias contra Dios, y se le confirió autoridad para actuar durante cuarenta y dos meses. 6. Abrió la boca para blasfemar contra Dios, para maldecir su nombre y su morada y a los que viven en el cielo. 7. También se le permitió hacer la guerra a los santos y vencerlos, y se le dio autoridad sobre toda raza, pueblo, lengua y nación. 8. A la bestia la adorarán todos los habitantes de la tierra, aquellos cuyos nombres no han sido escritos en el libro de la vida, el libro del Cordero que fue sacrificado desde la creación del mundo.” Correspondientemente, podemos encontrar en el libro de Apocalipsis algunas interesantes evidencias sobre el poder del gobierno. En efecto, Apocalipsis 13:2 indica claramente que el “dragón”, satanás (sf. Apocalipsis 12:9, 20:2), confiere poderes al gobierno. “La bestia parecía un leopardo, pero tenía patas como de oso y fauces como de león. El dragón le confirió a la bestia su poder, su trono y gran autoridad”. En el contexto histórico, la “bestia” mencionada en los primeros diez versículos de Apocalipsis 13, con certeza, se refiere al gobierno romano, con su realeza, soberanía, gloria, con el poderoso uso de sus espadas, la provocación de guerras, y así sucesivamente. Probablemente, Domitiano era el emperador de Roma en el tiempo en el que fue escrito el libro de Apocalipsis. Él era semejante a la “bestia que emergía del océano” que tenían un “nombre blasfemo” sobre sus cabezas (Apocalipsis Biblia y Gobierno

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13:1), y quien claramente recibió poder de satanás. Al igual que esta bestia, Domitiano usaba una cinta de oro grabada con una inscripción que decía “dominus et deus”, cuyo significado era que el (César) tenía que ser visto como señor y dios.38 Adicionalmente, el cuarto versículo muestra el objetivo de satanás, que consiste en promover el estatismo como un ídolo que con “toda altivez se levanta contra el conocimiento de Dios” (II Corintios 10:5). “y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia?, ¿quién podrá luchar contra ella?” Satán, simbolizado como la bestia o el dragón, constantemente atacó a la Iglesia durante esta época. (Apocalipsis 11:7; 12:17; 13:7) La Biblia también dice que el demonio por sí mismo arroja a los cristianos a la prisión (Apocalipsis 2-10). Pero, ¿cómo satanás podría lograr esta proeza alejado de su camarada, el gobierno civil (o una autoridad civil eclesiástica)? Curiosamente, satanás se encuentra dirigiendo una función reactiva del gobierno —justicia penal—. En ese sentido, incluso la política reactiva puede ser mala en ciertos momentos, de la misma forma el sumo sacerdote era usado para condenar a los apóstoles, Pedro y Juan, por predicar los evangelios, como se relata en Hechos 5:17-29. El escrito dice que los pusieron en una “prisión pública” (versículo 18) que, sin duda, tenía un legítimo uso para la política reactiva al igual que un uso cruel contra los apóstoles. La naturaleza satánica del gobierno En su función judicial, el gobierno civil está vinculado con el régimen maligno de satanás. La información bíblica respalda la idea de que el gobierno es realmente parte del reino de satanás, el cual es designado por Dios en ciertos momentos para lograr sus especiales propósitos en juicios transitorios. Él permite a satanás designar a los gobernantes y luego les limita sus poderes. La evidente simbolización de bestia que se le atribuye al gobierno civil en Apocalipsis 13:1-4 manifiesta su nexo diabólico. La conexión está también manifiesta en Apocalipsis 16:14 donde los demonios son enviados van hacia los reyes de la tierra en todo el mundo para reunirlos a la batalla contra Dios Todopoderoso (Apocalipsis 19:9). En Apocalipsis 17:11-14, el vínculo entre los grandes gobiernos civiles y la bestia representativa se hace mucho más evidente, donde la bestia está 38 Herman Hoeksema (1969), Behold He Cometh; An Exposition of the Book of Revelation, Reformed Free Publishing Association: Grand Rapids, Michigan, pp.451ff.

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identificada como el octavo rey de la sucesión. Estas bestias se encuentran en contra del Reino de Dios y serán expulsados al infierno (Apocalipsis 19:20-21). En consecuencia, el gobierno civil puede ser visto generalmente como un agente del reino de satanás quien recibe poderes del demonio —aun si este gobierno está finalmente establecido por Dios según Romanos 13:1—. La más íntima relación que tiene dicho gobierno es con el demonio (Apocalipsis 18:9,), y ha servido generalmente para sus malos propósitos en la historia, aun cuando, en última instancia, es Dios quien lo guía y hace de éste lo que su voluntad disponga. El nexo satánico con el gobierno civil está también descrito en Daniel 10:13, Ezequiel 28:12-19, y Apocalipsis 17:1-7. En esos pasajes, satanás es llamado “el príncipe del reino Persa” y el “Rey de Tiro”. Por lo que una vez más, nosotros encontramos una relación directa entre satanás y, al menos, algunos gobernantes terrenales. El demonio ciertamente controló a dichos hombres, asumiendo que fueron personalidades históricas, y realmente podría haberlos poseído. “Los reyes de la tierra” son descritos como personajes con una relación ilícita e íntima con satanás por medio del relato de la “bestia escarlata” y la “mujer” sentada sobre él. En este sentido, tenemos más evidencias para sugerir que el gobierno civil puede ser aceptablemente considerada como parte del reino de satanás, y solamente y establecido por Dios en el sentido de que el diablo mismo es implantado por Dios —con el fin de cumplir su propósito y de glorificarlo—. Por supuesto, al final, Dios destruirá al demonio y a su “retorcido” gobierno, la bestia del océano, como Él expresa en Isaías 27:1 “En aquel día, Jehová castigará con su espada poderosa, grande y fuerte al leviatán serpiente veloz, y al leviatán serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar”. En efecto, la Biblia enseña que el infierno (Tofet) fue “destinado” para el rey (Isaías 30:33) y en Apocalipsis 19:20 da entender que el lago de fuego es el destino final de los reyes terrenales que desafían a Dios.

Una nueva perspectiva sobre el gobierno civil Sin duda, el enfoque precedente del gobierno civil es probablemente nuevo y sorprendente para la mayoría de los evangélicos. Sin embargo, la novedad en algún tema no debería ser causa para que los cristianos retrocedan en su entendimiento. Puede ser un cambio en el pensamiento sea el fin. Quizá, La Iglesia ha sucumbido a ciertos engaños y falacias de la historia, economía, y a la evidencia bíblica que han impedido a ésta poder ver al gobierno civil en su verdadero aspecto.

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Una pregunta desafíante surge del análisis anterior: “Si el gobierno civil es parte del reino de satanás, y tiene una naturaleza diabólica, entonces ¿cómo puede el gobierno hacer el bien?“ La respuesta simplemente es que si bien la gran mayoría de lo que el gobierno hace está mal, esto no significa que todo lo que hace deba ser malo. En otras palabras, a pesar de toda su naturaleza satánica, bien puede haber políticas públicas realmente útiles y buenas. (Ese punto es algo que tendrá que ser probado más que asumido.) Pero resulta que más creyentes tenderán a hacer gobiernos mejores. Asimismo, ¿por qué satanás no querría que algunas cosas buenas provengan del gobierno? Si nunca hubiera alguna buena política, entonces la naturaleza diabólica del gobierno se haría evidente. Otra pregunta relacionada es: “Si el gobierno civil es esencialmente satánico, entonces ¿cómo, alguna vez, los cristianos han tenido que ver con el gobierno?” Algunas de las cosas que el gobierno realiza son transformables. Por ejemplo, la mayoría de políticas reactivas serían demandadas en el mercado de todas maneras, especialmente para la defensa nacional y la justicia penal. En otras palabras, aun sin la presencia del gobierno civil, la gente espontáneamente conjuntamente formaría una frente de defensa común contra los predadores (como en el caso con los trenes en el viejo oeste de los EE.UU.). De esta manera, se permitiría a los creyentes asumir ciertas funciones reactivas dentro del gobierno civil. Los puestos en el área militar, sistema judicial, y salud pública son ejemplos notables, al igual que la recaudación y la administración de impuestos que están limitados a tales funciones. Por supuesto, uno debe tener cuidado incluso en estos roles. Puede haber aún viles operaciones militares y malas acciones efectuadas por el ministerio de justicia y por el sector de la salud pública. En estos casos, los cristianos que laboran en dichos puestos no tendrían otra opción que oponerse concientemente y no realizar tales deberes. Participación cristiana en el proceso político Si nosotros admitimos que el estado es parte del reino de satanás, y que siempre será dirigido por la Providencia para cumplir sus objetivos, entonces los cristianos deberán finalmente tener una actitud pasiva con respecto a la formación del gobierno. Este hecho será especialmente contra intuitivo para los cristianos, quienes se han crecido en repúblicas democráticas y han sido preparados desde su niñez, puesto para jugar un papel importante dentro del proceso político. Esta noción es reforzada por los cristianos que viven en países donde están obligados a votar.

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Sin embargo, es la Providencia la que siembra el deseo en los corazones de los hombres (Cf. Faraón, Darío, Et Al) para crear un gobierno (o una política). El motivo para permitir el establecimiento de un gobierno civil ha sido a menudo con el objetivo de aprobar algun juicio contra los pecadores. Los cristianos no tienen certeza alguna de una decisiva victoria terrenal en el proceso político (como si ellos pudieran, de algún modo, obligar a aquellos en la sociedad — salvados y no salvados— a cumplir la ley moral de Dios). No obstante, alguno de ellos recibirá un especial llamado de Dios para participar en el proceso político —o investigar la política pública—. El Señor determinará la naturaleza y los deberes que implican tal convocación, y los demás deberán cuidar de no juzgarlos inapropiadamente. Sin embargo, no está claro que los cristianos en general tengan obligación alguna de participar en el proceso político en lo absoluto, pero al menos, dos preocupaciones deberían ponerlos a meditar. Primero, los esperados beneficios de emitir un voto probablemente no excederán los costos de estar informado sobre los temas y de votar realmente (ya que la probabilidad de que un voto cambie los resultados de la elección será de hecho cero). Segundo, el origen satánico del gobierno y la utilización de ésta por Dios para sus especiales propósitos de juicio, podría imposibilitar la participación regular y optimista de la mayoría de los cristianos dentro de la política. No sólo por el hecho de que la mayoría de los gobiernos civiles hayan sido malos, no necesariamente quiere decir que los cristianos estén impedidos de participar en ellos. En realidad, la mayoría de los gobiernos maliciosos probablemente hicieron un pequeño número de cosas buenas a lo largo de su periodo, especialmente promoviendo, al menos, cierta política reactiva. Como se observó anterior, habría un lugar para la participación de los cristianos en tareas gubernamentales que brinden servicios de defensa nacional, protección policial, justicia penal y de salud pública —ya sea directamente o en una función de apoyo—. Los cristianos pueden asumir estas útiles labores y aun no contribuir en el fomento de política proactivas o políticas de servicios ineficientes. Podríamos decir que Daniel, Esther, y Nehemías asumieron, en gran dimensión, tales posiciones. Por supuesto, algunos podrían sostener que los nexos de estos personajes con la era teocrática hacen menos forzosa cualquier relación entre sus funciones y las de una sociedad moderna. José es un importante caso también pues él tomó un cargo que podría haber sido íntegramente beneficioso y bueno. Pero él escogió dedicarse a las malas políticas económicas proactivas donde la gente fue verdaderamente despojada de sus tierras por el estado (Génesis 41:33-44). El estado sacó provecho fabulosamente por la astucia de José. Biblia y Gobierno

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Mientras es interesante observar como Dios pudo traer el bien de esta mala política, también vale la pena señalar que José pudo haber hecho más por la sociedad y por la gente de Dios si no hubiese participado de tales actividades. ¿El ánimo de salvar la vida de alguien obedeciendo y agradando al Faraón justifica estafar a otros? José se hizo culpable por comportarse proactivamente. ¿Quién puede decir que no hubo otros medios no fraudulento para ayudar a sus hermanos en esos tiempos de necesidad?, ¿el hecho de que Dios pronosticara lo que sucedería significa que Dios aprobaba los métodos de José? Tal conjetura es dudosa. Crear un gobierno civil es un proceso ponzoñoso La historia muestra que el método preferido de satanás para crear un gobierno es mediante el esfuerzo humano. Esto quiere decir, que satanás lleva a los hombres a crear un gobierno civil más que a actuar independientemente. Por tanto, son normalmente los hombres incrédulos los que crean o apoyan los gobiernos civiles. A través de la historia, esos hombres han sido normalmente malvados y, a menudo, crueles. Algunos han sido hedonistas, mientras otros han sido sádicos. Algunos han sido ideólogicos o demagogos dominantes, mientras otros han sido conquistadores voraces. Estos son los rasgos abigarrados de poder y autoridad a través de la historia. En la era moderna, esta realidad resulta especialmente evidente cuando consideramos la carnicería producida de los regímenes totalitarios y comunistas del siglo XX. Es igualmente evidente en las políticas redistributivas ponzoñosas y nocivas del estado de bienestar, en la tributación confiscatoria utilizada para llevar a cabo las políticas proactivas, en las numerosas degradaciones morales (tales como la condena del aborto o los excesos del gobierno de Clinton de los EE.UU.). Efectivamente, Dios ha permitido mucho sufrimiento y aflicción ocasionados por la acción del estado durante el último siglo. Con toda certeza, la Biblia indica que el estado siempre será creado de acuerdo a los deseos permisivos de Dios. Consideremos algunos pasajes que respaldan esta tesis. Proverbios 21:1 “En las manos del Señor, el corazón del rey es como un río: sigue el curso que el Señor le ha trazado” Proverbios 8:15 “Por mí reinan los reyes y promulgan leyes justas los gobernantes”

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Daniel 4:34-37 “Pasado ese tiempo yo, Nabucodonosor, elevé los ojos al cielo, y recobré el juicio. Entonces alabé al Altísimo; honré y glorifiqué al que vive para siempre: Su dominio es eterno; su reino permanece para siempre. Ninguno de los pueblos de la tierra merece ser tomado en cuenta. Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a su poder ni quien le pida cuentas de sus actos. Recobré el juicio, y al momento me fueron devueltos la honra, el esplendor y la gloria de mi reino. Mis consejeros y cortesanos vinieron a buscarme, y me fue devuelto el trono. ¡Llegué a ser más poderoso que antes! Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia, y es capaz de humillar a los soberbios.” Sin embargo, desde un punto de vista eventual, la autoridad civil es a menudo dominada por las políticas y prácticas del mal. El deseo de grandeza y poder, así como el orgullo, da a los actores del gobierno un incentivo para promover un creciente de oportunidades número para la búsqueda de renta, por no mencionar el servicio militar obligatorio, la tributación y la opresión, tal como Samuel profetizó en 1a de Samuel 8:11-18 (citado en la introducción). Lamentablemente, tal búsqueda de renta e intervención del poder termina perjudicando a la sociedad mucho más que los beneficios que ofrece a relativamente pocos beneficiarios. De este modo, los gobiernos terminan convirtiéndose en la soga para los cuellos de los hombres debido a sus regulaciones, prohibiciones, impuestos confiscatorios, servicio militar obligatorio, pérdida de derechos de propiedad, etc. La historia económica proporciona mucha evidencia para describir esta tragedia.

Las acciones gubernamentales en la Biblia Los ejemplos de política claramente indican que las acciones gubernamentales en la Biblia fueron mayormente viles, coincidiendo con otras manifestaciones históricas en los últimos miles de años. Esto quiere decir, que las políticas públicas registradas en las Escrituras son usualmente perversas u opuestas a la rectitud y a las normas de Dios, o son regidas contra el pueblo de Dios. (Véase el apéndice del recuento de estos pasajes). En resumen, al minimizar la evidencia a una forma simple y manejable, encontraremos que hay 188 acciones evidenciadas o manifestaciones de política pública en la Biblia. (73 de estas acciones —aproximadamente 39%— ocurrieron

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bajo un regimen de teocracia,39 haciendo mas bien de ellas casos especiales). En conjunto, sólo 40 acciones (o políticas) fueron “buenas” y admirables, y de ellas sólo 11 ocurrieron fuera de la teocracia. Tres de las políticas fueron ambiguas, o difíciles de clasificar como buenas o malas. El resto de las 145 acciones del gobierno civil registradas en la Biblia —cerca del 77%— fueron “malas” (sino perjudiciales). 101 de estos incidentes ocurrieron fuera de un régimen teocrático mientras que 44 ocurrieron dentro de éste. Implicancias de la evidencia bíblica Es necesario cierto método simplificante para evaluar y contabilizar las tantas manifestaciones de política señaladas en la Biblia —especialmente por la naturaleza variada o incompleta de la evidencia—. De este manera, dentro del análisis, pudo suponerse que cada buen juez teocrático, rey, o gobernante ha realizado únicamente una buena acción, sin considerar el mal que habrían cometido, mientras se asumió que cada rey malo (ya sea teocrático, expulsado por los hijos de Israel o, de otro modo, malo) efectuó sólo una mala acción, sin tener en cuenta todo lo bueno que podrían haber realizado. (Aunque este método no es perfecto, es al menos justo). Adicionalmente, se estimó veinte nefastas acciones del gobierno contra el apóstol Pablo, lo que simplemente es una conjetura conservadora (véase 2a Corintios 6:5; 11:23-26). Bajo esta estructura de análisis, se hace clara la evidencia. Resumiendo la información bíblica, podemos concluir que las acciones de política gubernamental no teocrática fueron malas el 90.2% del total de veces mientras los teocráticos fueron malos en un 60.3%. En conjunto, las acciones gubernamentales sumaron el 78.4% durante todas las veces. Además, no sabemos si los gobiernos “buenos” fueron generalmente benéficos en la mayor parte del tiempo o si, más bien, la buena acción registrada era excepcional (ejemplo, el rey Nínive, Ciro, Artajerjes, Gedalia). Y existe poca evidencia para sustentar lo contrario: que las acciones nefastas del gobierno fueron excepcionales. Asimismo, no sabemos cuántas veces la gente correcta, antes de los tiempos de Abraham, los profetas, Jesús y los apóstoles (junto con sus partidarios), fue embestida por el estado; pero tenemos pocos motivos para creer que los gobiernos alguna vez ayudaron a dicha gente. Por lo tanto, puede ser que los gobiernos de los tiempos bíblicos hayan sido aun más malvados que de lo que los resultados de estas estadísticas indican. En relación a esto, contamos con cierto grado de certeza, al menos, de que estas estadísticas 39 El término “teocracia” aquí significa dominio que cubre el período de Moisés hasta el retorno en cautiverio babilónico pero excluyendo los años en Babilonia.

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no son exageradas. Mientras tales estadísticas no son concluyentes en y por sí mismas, ciertamente permitirán descartar la hipótesis que señala que la Biblia generalmente mantiene al gobierno civil como una buena institución. En el análisis final se concluye que la Biblia no apoya la noción popular de que el gobierno civil es generalmente un benigno, sino benevolente, defensor del orden social. El gobierno no es el cimiento de una elección arbitraria de ley moral. La Biblia apenas podría respaldar el concepto de que el hombre ha aprendido a gobernarse mejor a sí mismo con el tiempo, de modo que no sea posible que los males del pasado sean repetidos en el futuro. Por el contrario, la Biblia enseña que el corazón del hombre es el mismo en todas las épocas. Así efectivamente, la historia ilustra el hecho de que los gobiernos del siglo XX han sido los más perversos de todos los tiempos en términos de pérdida de vidas y propiedades así como en la persecución a la iglesia. El historial de abusos de los gobiernos civiles indica que el aprendizaje social ha mejorado difícilmente al gobierno, desde el Imperio Romano pasando por las Oscuras Épocas hasta el presente. Efectivamente, el estado permanece como el principal enemigo de la humanidad. Intentos para revitalizar un estado divinamente establecido No obstante, podría aún haber razón para fijar un rol al estado en caso de que la proliferación de la política pública pudiera contenerse. Por ejemplo, ciertas evidencias en el texto de las escrituras y las conjeturas de estudiosos podrían ser usadas para sostener que el gobierno civil es un medio de orden establecido por Dios. Algunos argumentan que el gobierno civil es un medio designado por Dios para fortalecer la segunda parte de los Diez Mandamientos —denominado violaciones horizontales—. Esta estrecha clasificación parece, sin embargo, ser un tanto caprichosa. En verdad, tal arbitraria elaboración crea muchas dudas. Los gobiernos históricos raramente han conformado un patrón de respaldo de la Ley de Dios, especialmente fuera de las etapas más importantes de la teocracia de Judá. Por el contrario, el estado ha sido más lógicamente percibido como un vil inconveniente. El salmista parece haber reconocido este hecho cuando escribió: “¿Se juntará contigo el trono de iniquidades que hace agravio bajo forma de ley?” (Salmos 94:20). El estado usualmente reina con iniquidad, incitando y fomentando los esquemas del mal. Como consecuencia, aquellos que quieran ver al estado como compañero de Dios en la ratificación de parte de su ley enfrentarán un doble dilema. Primero, Biblia y Gobierno

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la Biblia indica que el gobierno civil es generalmente perverso el cual tiene un origen satánico, y sirve a Dios al juzgar a la gente. Segundo, es raro encontrar ejemplos históricos de estados que se hayan aproximado más a ratificar la ley de Dios en el mundo. Los postmilenaristas pueden evitar tener esta segunda dificultad si se remonta lo de Romanos 13:1-7 a una Edad de Oro, alegando que Pablo no estuvo escribiendo sobre sucesos actuales de ese entonces. No obstante, esto no puede escapar de la evidencia bíblica que muestra la verdadera naturaleza del gobierno. Por consiguiente, con cierto grado de certeza, podríamos predecir sobre el fracaso de cualquier esquema que proponga que es fortalecido todo estado cuya función sea establecer la ley de Dios sobre la tierra.

¿Cuánta virtud se requiere para justificar el estado? Otro argumento a favor de un estado revitalizado propone que las sociedades con bastantes cristianos tendrán mejores gobiernos. De esta manera, tener un gobierno relativamente bueno sería posible durante los períodos de Renacimiento o, por supuesto, si hubiera habido alguna vez alguna Edad de Oro postmilenio. Esta secuencia de razonamiento es acertada casi por definición. Si casi todos se convertirían en parte del gobierno, entonces habría menos política pública malvadas. Sin embargo, debemos ser cautelosos de no suponer demasiado, pues el regenerado rey David también promulgó algunas políticas pérfidas, al menos contra Uría. En efecto, todos los reyes de Judá tuvieron debilidades y defectos. Por tanto, la regeneración no garantiza una buena política pública. Además, debemos tener cuidado de no concluir que el gobierno civil generalmente promueve la justicia de Dios aun mediante cierta inusitada buena política que éste pueda aprobar, especialmente debido a que la teocracia no es más una opción. Así, la mayoría de las políticas públicas han sido pérfidas. Sin embargo, la tendencia, al menos dada la evidencia anecdótica de las entrevistas con conservadores cristianos, es que los cristianos pasan por alto la maldad masiva del estado a causa de unas cuantas cosas “buenas” que el estado hace. Eso no significa que los cristianos no estén dispuestos a realizar protestas pacíficas o “votar conscientemente”. No obstante, esto significa que la mayoría de los cristianos tienden a ver al estado moderno como una bendición a la sociedad sobre todo sin realmente meditar sobre cuánto es el bien real que hace el gobierno. Por ejemplo algunos han dicho, “bueno, aprecio los caminos que el gobierno construye para que yo maneje en ellos”. Sin embargo, esa misma gente queda conmocionada por los preceptos morales del estado concernientes al aborto, a la homosexualidad, a los impuestos extorsivos, y la violación a las libertades personales tal como la posesión de armas. Si se le pregunta a una persona La política pública desde una perspectiva cristiana

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enumerar en dos columnas las cosas que le agrada y qué le disgusta de la política pública, no queda muchas dudas que la columna de políticas que le disgustan hará parecer pequeña a la columna opuesta. Ciertamente, no sería correcto asegurar que los mormones son parte del Reino de Dios por el hecho de que el 5% de su doctrina sea correcta, o que la Iglesia Ortodoxa Griega esté contribuyendo a expandir el Reino de Dios ya que quizá el 40% de su doctrina es ortodoxa. Por el contrario, esas instituciones son falsas religiones y son, por tanto, parte del reino de satanás. Las buenas instituciones guardan cierta semejanza a Dios Aun cuando los teólogos mormones y ortodoxos griegos aleguen tener cierta lealtad con el Dios de la Biblia, tenemos buenos motivos para dudar de sus fundamentos, pues su doctrina y práctica no corresponden al cristianismo bíblico. De la misma manera, aun si los gobiernos civiles alegan alguna fidelidad a las formas de Dios, podemos dudar de sus argumentos si la doctrina y práctica que profesan no corresponden a las maneras de Dios. Incluso las mejores instituciones terrenales están vinculadas con el pecado y el mal. Consideremos que unas pocas cosas buenas hechas por familias corrompidas no mejorarían las marcas de su impiedad. Consideremos que el relativamente “buen” gobierno americano ante-bellum continuara haciendo aún cosas malas. Es lamentable que las perennemente corrompidas familias y el gobierno no se disuelvan automáticamente. En cambio, algo opuesto ocurre a menudo en la realidad. En efecto, el solo hecho de que Dios haya establecido una institución, ya sea una familia o un gobierno civil, no la hace necesariamente piadosa. Asimismo, la divina disposición de una institución, de seguro, no indica que está contribuyendo a fomentar el Reino de Dios. El hecho que las instituciones terrenales de Dios, diseñadas para expandir su reino, deberán, al menos, ser semejantes a sus maneras y servir a su causa. El gobierno civil, que es eminentemente voluntarioso, no puede caer dentro de esta categoría. Más aún, no existe “territorio” alguno sin dueño en el mundo espiritual. Si un gobierno no está en los dominios de Dios entonces se encontrará en los de satanás por simple deducción lógica. Y, como ya hemos visto, esta conclusión ha sido derivada de la evidencia de la historia y de los relatos bíblicos sobre políticas públicas, así como de los pasajes de la Biblia que nos enseñan la naturaleza satánica del gobierno.

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¿Cuándo una política o institución es atroz? No sería inverosímil alegar que las políticas del gobierno civil son “buenas” en sólo un 1% del total del tiempo. El otro 99% del tiempo se encontraron promoviendo el mal y edificando el reino de satanás. Ahora, alguien podría rebatir tan bajo porcentaje (1%) por el hecho de que las políticas reactivas son cosas “buenas”. Más aún, el estado construye y mantiene una defensa nacional, pudiendo equivaler esta labor al 20% o más del presupuesto del gobierno civil. ¿Cómo entonces se puede decir gran parte de nuestra política reactiva es mala? La respuesta es que las cosas buenas no pueden considerarse ejemplares a cualquier precio. ¿Cuánto de esta política aparentemente reactiva está realmente siendo utilizada para una ofensiva militar (por ejemplo, una política proactiva)? ¿Cuánta ineficacia se produce? Mientras puede ser bueno para una compañía vender carne por $ 2.00 la libra y así satisfacer a sus clientes, no consideraríamos algo bueno si el estado produce carne y obligua a los consumidores a comprarla por $ 100.00 la libra. La carne producida puede ser de buena calidad pero los consumidores estarían insatisfechos por su precio excesivo. En otras palabras, el hecho de que los bienes públicos legítimos sean producidos y mantenidos por el gobierno no hace que tal acción gubernamental sea por sí mismo beneficiosa, eficaz, o aun deseable. Ciertamente, el análisis económico de la selección pública ha demostrado que la mayor parte de la producción gubernamental puede difícilmente ser considerada claramente como ”buena”. Quizá, los mercados no están en capacidad de producir de manera óptima los servicios públicos tales como la defensa nacional y la justicia penal, lo que haría de la política pública reactiva una necesidad. Muy probablemente, habrá una oportunidad en curso para mejorar la eficiencia y efectividad de cualquier política reactiva así, los contribuyentes deberían preguntarse frecuentemente cómo dicha política está siendo brindada. Por ejemplo, ¿por qué los contribuyentes norteamericanos deberían estar obligados a comprar equipos militares adquiridos del monopolio como Northrop-Grumman o Lockheed-Martin, cuando la misma cantidad podría conseguirse a menores precios en cualquier otro lado? En lugar de gastar 5,000 millones de dólares por un nuevo portaaviones, el mismo monto podría ser usado para adquirir (y hacer reajustes de ser necesario) quizá 200 jets de combate MIG rusos en el mercado mundial. ¿Cuál opción ofrecería mayor defensa por cada dólar invertido? Sólo por ser una política reactiva no significa que ésta sea ineficiente. Asimismo, el porcentaje de las cosas buenas realizadas por el gobierno es disminuido debido a la cantidad de violentos crímenes que el gobierno permite La política pública desde una perspectiva cristiana

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queden impunes. Si en un país matan a 1,5 millones de niños no nacidos al año mediante el aborto y el estado condona dichos actos considerándolos “legales”, o simplemente viendo el otro lado de este acto, mientras al mismo tiempo el estado ejecuta a 2,000 criminales anualmente por el delito de asesinar personas ya nacidas, entonces la cantidad de actos buenos realizados por el estado palidecen en comparación al número de maldades no castigadas que éste permite. En consecuencia, la mencionada cifra de 1% no es completamente razonable. El estado puede ser considerado factiblemente como el promotor del mal en un 99% del tiempo total, especialmente si se considera tragedias como el aborto. Si el gobierno fuera normalmente correcto y produjera cosas buenas mayormente, entonces sería apropiado clasificarlo como un elemento imperfecto del Reino de Dios a pesar de su ocasional rebeldía. Por ejemplo, los evangélicos generalmente reconocen que un cierto número de desacuerdos doctrinales “menores” son aceptables para otros evangélicos. Dichas diferencias no son suficientemente grandes para dividirse como hermanos. Pero esto no es verdad con todos los grupos religiosos. Los mormones y los ortodoxos griegos no van a ser admitidos dentro de la iglesia universal (como es concebida por los evangélicos) pues ellos son rebeldes. Nadie duda que ellos hacen cosas buenas, pero sus buenas acciones no los hacen admisibles en la iglesia en general. ¿Cómo es posible entonces que los cristianos puedan admitir que al estado dentro del Reino de Dios debido al mísero bien que ocasionalmente hacen? El pensamiento evangélico moderno es claramente inconsistente en este sentido.

Apéndice: las políticas registradas en las Escrituras La lista de pasajes que a continuación se consignan, harán de lo siguiente una lectura, posiblemente, incómoda. Por consiguiente, están incluidos especialmente: (1) para que ellos que deseen realizar un estudio más profundo sobre las políticas públicas en la Biblia y (2) para que el lector pueda hacer una rápida revisión (y coja) los cuantiosos relatos sobre las políticas públicas contenidos en las Escrituras. Buenas políticas Como previamente se indicó, al margen de los 188 hechos registrados o manifestaciones de política pública (73 de los cuales ocurrieron bajo la teocracia), sólo 40 fueron hechos “buenos” y admirables, y de éstos solamente 11 sucedieron fuera de un regimen teocrático. Los pasajes que registran de estas “buenas” Biblia y Gobierno

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políticas incluyen: Génesis 20:2, 26:10-11 (Abimélec); Génesis 42:6, 45:26, Hechos 7:10 (José —observar una acción buena cuestionable—); 1a de Reyes 10:1,4, 2da Crónicas 9:1-12; Mateo 12:42, Lucas 11:31, (Reina de Saba — suponiendo que sea bueno ir a escuchar las sabias enseñanzas de Salomón—); 2da Reyes 25:24; Esdrás 6:6, 7,12, 8:36 (Decreto de Darío); Esdrás 6:14 (Ciro/ Dorado); Esther 2;17, 4:4, 7:3-9, 8:7, 9:29-31 (Esther): Ester 8:9 - 9:3 (Asuero); Jeremías 40:5,7 (NabuzaRadán); Jonás 3:6 (rey de Nínive); y Hebreos 7:1-12 (Melquisedec). Los 29 casos restantes ocurrieron durante el regimen de la teocracia, y seguramente son anómalos debido a la especial y directa intervención de Dios. Los pasajes que registraron dichas políticas incluyen: Jueces 2:16-19, 3:7-11 (Otoniel), 3:12-30 (Aod), 3:31 (Samgar), 4:1-24 (Débora), 6:11-27ff (Gedeón), 10:1-2 (Tola), 10:3-18 (Yaír), 11:1-33 (Jefté), 12:8-10 (Ibsán), 12:11-12 (Elón), 12:13-15 (Abdón), 13-16 (Sansón), Cf. II Samuel 7:11, II Reyes 23:22, I Crónicas 17:6,10; II Samuel 12:13 (David); I Reyes 15:13 y II Crónicas 15:16 (Asá y la reina madre); I Reyes 15:11 (Asá), 22:43 (Josafat); II Crónicas 19:56 (Josafat/jueces); II Reyes 12:2 (Jehú/Joás), 14:3 (Amasías), 15:3 (Azarías), 15:34 (Jotán), 18:3 (Ezequías), 22:2 (Josías), II Crónicas 26:4 (Uzías), 36:2223 (Ciro —quien esta incluido como un caso teocrático pero pudo no haberlo sido— dependiendo desde la perspectiva de cada uno); II Reyes 23:8 (Josías/ Ídolos); Esdrás 2:63 (Gobernador); Nehemías 2:7-9, 3:7, 5:14, 7:65, 70, 8:9, 10:1, 12:26 (Nehemías); y Hageo 1:1,14-15, 2:2, 21 (Zorobabel). Políticas ambiguas Las tres manifestaciones son ambiguas (o quizá, unas cuantas más, dependiendo de las perspectivas de cada uno): Lucas 2:1-3 (promulgación de impuestos al mundo) I Reyes 1-11 (reino de Salomón y una vida mixta); y Mateo 5:25; Lucas 12:58 (la parábola donde Jesús advierte que la gente será llevada a juicio). Ninguno de estos relatos han sido incluidos en este análisis como bueno o malo. También observemos que el gobierno de Sodoma y Gomorra, los gobernantes durante el tiempo de Noé (y muchos relatos anteriores como en Caín y Canaán) probablemente cometieron actos malos, pero no son tomados en cuenta en este análisis, ya que no existen decretos de políticas públicas específicas registradas en la Biblia. Es más, las políticas de tierras de José en Egipto son consideradas como malas pues fueron confiscatorias, aunque la mitigación de la hambruna podría ser un caso en donde algunos pueden argumentar que el fin justificó los medios haciendo de ella una buena política en conjunto. Así, pongamos por caso, no será contado como bueno o malo. La política pública desde una perspectiva cristiana

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Malas políticas Los 145 hechos restantes del gobierno civil registrados en la Biblia varían desde malos a nefastos. Los primeros 101 ejemplos, correspondientes a incidentes sucedidos fuera de la teocracia, son utilizados en los siguientes pasajes: Génesis 14; 1-12 (los reyes capturan a Lot y sus propiedades), Génesis 39:20 (Potifar/José); Éxodo 1-6 (los hechos del Faraón); los 49 reinos malvados no teocráticos conquistados por Israel (cada caso es contado como sólo una manifestación malévola en un total de 145 incidentes, aun cuando seguramente cada reino promulgó muchas malas políticas) en Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, I Samuel, II Samuel, (Edóm, Arad, Amoritas/Hesbon, Moab, Bashán, Jeshurun, Jericó, Hai, Jerusalén, Jarmut, Laquis, Eglón, Guézer, Hebrón, Debir, Libná, Jazor, Madón, Simrón, Acsaf, Guéder, Jormá, Adulán, Maquedá, Betel, Tapúaj, Héfer, Afek, Sarón, Simrón Merón, Tanac, Megido, Cedes, Jocneán, Dor, Guilgal, Tirsá, Canaán, Siquem, Ammón, Amalec, Gath, Gesúr, Siria, Filistea, Soba, Hamat); II Reyes 25:25 (Jeremías 41:2, 18, II Reyes 25:24-26, los nobles mataron a Guedalías); Esdrás 5:3-6 (los gobernantes opuestos a la reconstrucción del muro); Nehemías 5:14-15 (los gobernantes robaron a la gente); Esther 3:12 (el decreto de Asuero); Ezequiel 21:25 (Babilonia, un príncipe malvado); Ezequiel 28:2 (príncipe de Tiro); Daniel 3:2-27 (caldera ardiente); Daniel 6:2-17 (la madriguera del león; Daniel 5:1-3 (Belsasar); Amós 2:3 (los malos jueces en Moab); Mateo 2:1-22 (Herodes/niños); Mateo 10:18 (anunciada persecución del gobierno); Mateo 27:2-27 (Juan 19:2, l5, Pilatos); Mateo 28:14 (gobernadores judíos); Marcos 3:6, 12:13 (fariseos conspiran contra Cristo); Marcos 6:17-26 (Mateo 14:1-6, Lucas 3:19, 9:7-9, Herodes); Marcos 8:15 (levadura de Herodes); Lucas 13:31 (Herodes, el “zorro” quiere matar a Jesús); Lucas 18:2-6 (el juez injusto); Lucas 20:20 (los gobernadores judíos); Lucas 23:11 (Herodes se burla de Jesús); Hechos 4:1-22, 5:20-28 (los gobernadores arrestan a Pedro/Juan); Hechos 12:1-4 (Herodes persigue a la iglesia); Hechos 6:15, 7:54-60 (Esteban); Hechos 23:24-24:7 (Claudio, Félix y Festo); Hechos 24:1 (Ananías y los ancianos); II Corintios 6:5, 11:23, 26 (los numerosos encuentros de Pablo con el gobierno, enumerados como 20 ejemplos); II Corintios 11:31 (el gobernador de Damasco arresta a Pablo); Apocalipsis 1:9 (Juan desterrado a Patmos); Apocalipsis 18:3 (Hechos 4:26, Los reyes de la tierra cometieron fornicación, véase, Proverbios 2:1-2; 107:40; 110:5-6). Los otros 44 casos malos se produjeron durante la teocracia. Éstos son registrados en los siguientes pasajes: I Samuel 8:1-3 (los hijos de Samuel fueron “jueces” civiles perversos); I Samuel 8:11 (la predicción de un mal rey); I Samuel 11 (David/Betsabe/Urías) I Samuel 15:10 ff (Absalón); I Reyes 18:4 (los profetas asesinados pero algunos estuvieron ocultos en una cueva); I Reyes 19:2 (Jezabel/Elías); I Reyes 22:26-28 (Acab encarcela a Micaías); los Biblia y Gobierno

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20 peores reinos de Israel: I Reyes 11:26-40 (Jeroboan), 15:26 (Nadab), 15:34 (Basá), 16:13 (Elá), 16:19 (Zimri), 16:25 (Omrí), 16:30 (Acab), 22:52 (Ocozías); II Reyes 3:2 (Jehoram/Jorán), 9:34 (Jezabel), 10:31 (Jehú), 13:2 (Joacaz), 13:11(Joás), 14:24 (Jeroboan II), 15:9 (Zacarías), 15:16 ff (Salún), 15:18 (Menajem), 15:24 (Pecajías), 15:28 (Pecaj), 17:2 (Oseas); los 12 peores reinos de Judá: I Reyes 12:8, 15 (¿Roboán?), 15:3 (Abías), II Reyes 8:18 (Jorán), 8:27 (Ocozías), 11:20 ff (Atalía), 16:2-4 (Acaz), 21:2 (Manasés), 21:20 (Amon), 23:32 (Joacaz), 23:37 (Joacim), 24:9 (Joaquín), 24:19 (Sedequías); Jeremías 18:18, 20:2-3 (Jeremías es perseguido —pero se debe permitir observar al lector que las inferencias sobre los otros profetas perseguidos no están incluidos en el total de las 145 malas acciones—); Miqueas 3:11, 7:3 (los gobernantes intentan cohechos, etc.); Miqueas 6:5 (la mala intención de Balac); Zefania. 3:3 (los jueces de Jerusalén son “lobos de la noche”). Tabla 2: Políticas públicas buenas y malas en la Biblia Teocrático

No-Teocrático

Total



%



%



%

Buena

29

39

11

10

40

21

Mala

44

60

101

89

145

77

Ambigua Total

1

1

2

1

3

2

74

100

114

100

188

100

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Capítulo IV Política pública en el enfoque de Romanos 13:1-7 y I Pedro 2:13-17 Romanos 13:1-7 “1Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él. 2 Por lo tanto, todo el que se opone a la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido. Los que así proceden recibirán castigo. 3 Porque los gobernantes no están para infundir terror a los que hacen lo bueno sino a los que hacen lo malo. ¿Quieres librarte del miedo a la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás su aprobación, 4 pues está al servicio de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, entonces debes tener miedo. No en vano lleva la espada, pues está al servicio de Dios para impartir justicia y castigar al malhechor. 5 Así que es necesario someterse a las autoridades, no sólo para evitar el castigo sino también por razones de conciencia. 6 Por eso mismo pagan ustedes impuestos, pues las autoridades están al servicio de Dios, dedicadas precisamente a gobernar. 7 Paguen a cada uno lo que le corresponda: si deben impuestos, paguen los impuestos; si deben contribuciones, paguen las contribuciones; al que deban respeto, muéstrenle respeto; al que deban honor, ríndale honor.” I Pedro 2:13-17 “13 Sométanse por causa del Señor a toda autoridad humana, ya sea el rey como suprema autoridad, 14 o a los gobernantes que él envía para castigar a los que hacen el mal y reconocer a los que hacen el bien. 15 Porque ésta es la voluntad de Dios: que, practicando el bien, hagan callar la ingnorancia de los insensatos. 16 Eso es actuar como personas libres que no se valen de su libertad para disimular la maldad, sino que viven como siervos de Dios. 17 Den a todos el debido respeto: amen a los hermanos, teman a Dios, respeten al rey”.

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Tito 3:1-2 “1 Recuérdales a todos que deben mostrarse obedientes y sumisos ante los gobernantes y las autoridades. Siempre deben estar dispuestos a hacer lo bueno: 2 a no hablar mal de nadie, sino a buscar la paz y ser respetuosos, demostrando plena humildad en su trato con todo el mundo.”

Entendiendo esos pasajes claves Obviamente, el contenido de estos tres pasajes es tan similar que al comentar sobre un pasaje es comentar ya sobre los otros. Todos ofrecen el mismo tema. Ya que el tratamiento que se le da al pasaje de Pedro es más abreviado, tanto como lo son las declaraciones de Pablo para Tito, la explicación de Pablo en Romanos llega a convertirse en el arquetipo. Similarmente, Romanos 13:1-7 es por supuesto el más significativo y comprensivo pasaje de la Biblia que trata acerca del gobierno civil (o al menos el pasaje que es más citado en relación a éste). Sin embargo, cuando al hacer un enfoque reflexivo de Romanos 13:1-7, nos confrontamos inmediatamente a un dilema —o al menos los que creemos en la divina inspiración de las Escrituras—. Si Pablo dice que el gobierno civil es “bueno” en el sentido como Dios define lo bueno, o al menos es, considerablemente más bueno que malo, entonces su doctrina estará discrepando manifiestamente con la historia y la realidad económica —incluyendo la historia y realidad de sus propios tiempos—. Alternativamente, Pablo podría estar hablando a los romanos sobre algún gobierno terrenal en una edad de oro próxima (una noción que podría quizá parecer sensata a algunos postmilenearistas y teonomistas), ya que dicha noción cobra una ligera relevancia práctica a sus actuales condiciones. Lo único que parece evidente es que Pablo difícilmente podría decir que el gobierno civil en Roma ratificaba la ley de Dios, o que los gobiernos en general de todo el mundo, en aquel tiempo, promovían el Reino de Dios. Dichos estados que condonaron la inmoralidad sexual, la brutalidad, el infanticidio, el paganismo, la adoración al César y la persecución a los cristianos. Asimismo, es muy difícil creer que Pablo se refiera a los gobiernos civiles precedentes a Roma, los cuales fueron similarmente atroces. Siendo así, Pablo podría estar describiendo un modelo teórico (o ideal) de lo que el gobierno debería ser. De ser así, los que proponen tal enfoque tendrían que admitir que este modelo se ha producido muy raramente (si no es nunca) en la realidad. Más aún, esta conclusión resulta dudosa simplemente porque representaría un abrupto y desviado camino hacia una parte muy pragmática La política pública desde una perspectiva cristiana

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de la epístola de Pablo. Por consiguiente, por razones exegéticas e históricas, es improbable pensar que Pablo en Romanos 13:1-7 esté haciendo una construcción teórica, general y normativa de lo que el gobierno civil debería ser en todos los tiempos pero que raramente lo ha sido. (Lo mismo sucede con la afirmación de Pedro en 1ª de Pedro 2:14). Pablo no está pasando incoherentemente una lección de teología práctica de su tratado a los romanos con el fin de abordar el dilema sobre cómo el gobierno civil debería actuar en cierta edad de oro. De seguro, uno puede seriamente dudar que Pablo simplemente buscara proporcionar a los romanos creyentes una teoría general de lo que un gobierno civil debería intentar ser. Él trataba sobre las luchas cristianas que se produjeron en la realidad romana. En cambio, es posible realizar una mejor y diferente interpretación. Parece razonable que Pablo estaba dándoles a los creyentes de Roma algunas lecciones prácticas sobre el gobierno civil, los cuales eran de particular relevancia para los cristianos romanos de aquellos tiempos. Esas exhortaciones habrían sido seguramente de considerable valor práctico para sus contemporáneos, de igual manera como lo son hoy en día. En consecuencia, sería un error pensar que las enseñanzas de Pablo tuvieron la intención de servir como un paradigma de la manera cómo evaluar (o determinar si se debe obedecer) toda política pública moderna. No tenía la intención de ser una guía estática de como un cristiano deba comportarse mientras viva bajo la autoridad de cualquier tipo de gobierno civil de cualquier época. Como la tecnología, la política cambia con el tiempo, haciendo de la respuesta específica cristiana algo dinámico. ¿Es realmente aceptable creer que Pablo estuvo vaticinando sobre el estado moderno y todas sus políticas públicas? ¿Acaso Pablo hizo generalizaciones relacionadas a los creyentes de todas las épocas —sin importar qué problemas específicos tuvieron que enfrentar (por ejemplo, el ocultar judíos de Hitler, invadir la propiedad privada de una clínica de aborto, u otros actos de desobediencia civil?) —. Parece improbable que las anteriores preguntas puedan ser respondidas afirmativamente porque incluso en el los tiempos de él, el sometimiento al estado era limitado. Recordemos sino como Pedro y Pablo desobedecieron a la autoridad civil y continuaron predicando el Evangelio (Hechos 5:29). Y ellos estuvieron dispuestos a sufrir las consecuencias de sus acciones. El derecho divino: un enfoque popular pero errado La doctrina original del “derecho divino de los reyes” fue formulado durante el siglo XVII. Esta teoría esencialmente proponía que los reyes podían gobernar porque eran escogidos por Dios para hacerlo y estos reyes tenían que rendir Biblia y Gobierno

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cuentas únicamente a Él. En su discurso al parlamento, el 21 de marzo de 1609, el rey Jorge I de Inglaterra (quien fue también Jorge VI de Escocia) fomentó la siguiente teoría: “El estado de la monarquía es lo más supremo que existe sobre la tierra.....Los reyes son justamente llamados dioses, puesto que ejercen una modo o similitud de poder divino sobre la tierra. Si ustedes meditan sobre los atributos de Dios, verán como ellos coinciden en la persona del rey. Dios tiene el poder para crear, o para destruir, para hacer, o para deshacer según su voluntad, para dar vida, o enviar a la muerte, para juzgar todo, y para no rendir cuentas a nadie: para elevar las cosas pequeñas, y para hacer descender las cosas más altas a lo más bajo si eso le place, y el cuerpo y el alma se deben a Dios. Y parecido poder tienen los reyes; ellos hacen y deshacen a sus súbditos: tienen el poder de elevar y de destruir: la vida y la muerte: juzgar a todos sus súbditos y sobre cualquier caso, y sin embargo no rendir cuentas a nadie sino a Dios únicamente”40 . Por supuesto, fue éste el rey que “autorizó” la traducción de la Biblia, resultando ser “la versión” autorizada o la versión del Rey Jorge. Como es lógico, los escritos de Pablo y Pedro fueran utilizados para reforzar esta teoría. No obstante, mientras la gente puede diferir sobre si las particulares políticas del gobierno son apropiadas, es incierto decir que Romanos 13:1-7 y 1ª de Pedro 2:13-17 no deban ser textos que en su totalidad obliguen a seguir la obediencia irrestricta al estado. La óptica equívoca de dichos pasajes se ha disgregado también hacia algunos ateístas ilustrados y eruditos, incluyendo al clásico economista liberal Ludwig Von Mises. Para Mises, el apóstol Pablo veía al estado como una entidad colectivista que esclaviza a sus subordinados, donde los derechos del individuo concedidos por Dios son destruidos por “el supuesto derecho divino de los ungidos reyes”. De acuerdo con Mises, la visión de Pablo considera que: “los individuos son miserables y rebeldes; su obstinación puede ser doblegada por la autoridad

40 Los extractos del discurso tal vez puedan ser leídos en http://www.jesus-islord.com/ kjdivine.htm. El origen celta de esta teoría es discutida en http://www.bepl.net/-cbladey/guy/ html/kings.html. También vea Richard Hooker (1999), “el derecho divino de los reyes”, en The European Enlightenment Glossary, en http://www.wsu.edu/-dee/GLOSSARY7DIVRIGHT.HTM. ”No solamente hizo Dios otorgar poder a ciertos monarcas (y él argumentó que su rey, Luis XIV de Francia, fue uno de los tales monarcas), pero el otorgamiento de este poder legitimó la autocracia (paía gobernado por una persona). El rey gobernó en virtud de la autoridad de Dios; así debería ser obediente en todas las cosas. Ningún grupo, así sean nobles, o un parlamento, o gente de la calle, tiene derecho a participar en esta norma; cuestionar u oponerse al monarca estaría en rebeldía contra los propósitos de Dios. Esta doctrina del absolutismo seguiría un curso tortuoso en el siglo XVIII culminando en la Revolución Francesa de 1789-1792 y el decapitamiento de Luis XIV, rey de Francia”.

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a la cual Dios o la naturaleza le ha confiado los asuntos de la sociedad”.41 Pero la interpretación de Mises es desacertada. Y aquellos cristianos que quieran revivir la idea del derecho divino, ofreciendo así una indebida lealtad con el gobierno civil, cometerán el mismo error. Por supuesto, al abordar la fuente autorizada de la verdad —la Biblia—el análisis realizado tenderá a ser más normativo (por ejemplo, qué políticas deberían ser o deberían hacerse) 42 que positivo. Sin embargo, teniendo en cuenta el sentimentalismo de Mises y de muchos cristianos, parece ser que la normativa popular de la ideología sobre el gobierno civil (de ateístas y cristianos) debería ser modificada en su esencia. Por tanto, es objetivo central de este libro promover tal modificación. Los cristianos deberían cambiar su visión de la naturaleza del estado de igual manera como los lectores ateístas deberían cambiar lo que consideran ser la doctrina paulina referente al gobierno civil. Por consiguiente, los fragmentos que aseveran esto recomiendan que todo cristiano debe normalmente obedecer, pues es pragmático y expedito hacerlo, más que por ser un recurso moral del derecho divino de la autoridad. De seguro, los cristianos estarán equivocados si piensan que el reino de Dios o los altos niveles de moralidad social podrían ser exitosamente decretados por la política pública. Siendo así, es razonable decir que la única función justificada del gobierno es proteger a sus integrantes de los predadores mediante la política reactiva. No obstante, en vista de la percepción popular del estado como patrón de justicia benevolente o benigno (sino imperfecto) , se deduce que muchos evangélicos tienen grandes expectativas en el estado más de lo que deberían tener dada su interpretación errónea del fragmento de Romanos 13:1-7. Definición de “lo bueno” y “lo malo” en los pasajes bíblicos Este error parece derivarse del supuesto erróneo de que las palabras bueno y malo contenidas en Romanos 13:3-4 se refieren a las definición de bien y el mal establecido por Dios en toda o parte de su ley. Con tales inexactas definiciones, se podría justificar cualquier tipo de política pública desarrollada por el gobierno civil vigente.

Ludwig Von Mises (1985 [1957]), Teoría e historia: una interpretación de la evolución social y económica, Ludwig Von Mises Institute, Auburn, Alabama, págs. 373, 58 En las ciencias sociales, “normativo” se refiere a un conjunto de reglas, normas, o procedimientos que debería ser seguido o elaborado para ver el resultado de un modelo análitico y teorético.

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La fuente del código moral gubernamental. Contrariamente, el pasaje debería indicar que cada gobierno determina lo que cree es “bueno” y “malo” (Romanos 13:3,4; I Pedro 2:14) según su propio estándar cultural, político o de otro tipo. De acuerdo al mismo indicio se ha dicho, “apartarse del mal es una abominación a los necios” (Proverbios 13:19b). Este criterio puede ser (y típicamente es) antiético a los principios bíblicos. Ya hemos observado anteriormente que existe un estrecho nexo entre satanás y el gobierno civil. Es totalmente posible que dichas palabras, bueno y malo, se refieren a valores retorcidos y a la interpretación de lo que es correcto e incorrecto hallada en el reino del demonio. Etimología de la palabra “malo” correspondiente a los pasajes. Etimológicamente, la premisa encuentra en el texto griego una base adicional de la palabra traducida “malo”. Cuando Cristo le dice a sus discípulos “no resistáis al hombre malo” (Mateo 5:39ª); o cuando ruega “nos libren del mal” (Mateo 6:13ª KJV); cuando dice que “el hombre malo, de mal tesoro en el corazón saca cosas malas” (Mateo 12:35b); o cuando curó a aquellos de “espíritu endemoniado” (Lucas 8:2), él utilizó el término ïovºñüò que significa perverso o malvado. Pablo también usa esta palabra cuando exhorta a los creyentes a “aborrecer todo lo que es malo” (Romanos 12:9), o alejar “a esa persona malvada” (I Corintios 5:13) y al mencionar al “hombre malo” y a “toda obra mala” (II Timoteo 3:13; 4:18); y lo mismo hace Santiago cuando escribe acerca de convertirse en “jueces de malos pensamientos” y cuando dice “toda jactancia es mala” (Santiago 2:4; 4:16); o cuando Juan enseña que “el mundo entero está bajo el maligno” (I Juan 5:19 KJV) y al señalar “el que dice bienvenido participa en sus malas obras” (II Juan 11). En todos esos casos la palabra “malo” es usada enfáticamente para expresar malo o malvado. La palabra griega aparece 76 veces en el Nuevo Testamento. Sin embargo, en Romanos 13:3-4 Pablo escogió la palabra griega más general y más leve ÊáÊüv (que significa malas acciones o “perjuicio” para denotar el función gubernamental de castigar el “mal”. Pablo también usa este vocablo raíz en el último versículo del capítulo previo, “no te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien” (Romanos 12:21). En 1ª Pedro 2:14, se usa la palabra ÊáÊoïoéüò que significa “malefactor” o criminal, cuando se describe el rol gubernamental de “castigo a los malhechores”. Estas palabras griegas son utilizadas 53 veces en el Nuevo Testamento. En resumen, “ïovåpüò” se refiere a una esencia destructiva o malvada, influencia, malignidad, o atributo, mientras que “ÊáÊüv” se refiere a la inutilidad o acciones, elecciones o actos. Por tanto, “ÊáÊüv” puede significar lo malo (como es a menudo traducido en el nuevo testamento) en un sentido más sutil

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que “ïovåpüò”, pero “fechorías” o “mal comportamiento” podría resultar ser una mejor traducción de esta palabra en el contexto de Romanos 13:1-7 Temas de elección pública en la traducción de la Biblia. Por otro lado, es destacable que “ÊáÊüv” fue traducido sin distinción igual a “ïovåpüò”. ¿Por qué? Bueno, fuera de cualquier razón lingüística implícita o sutil, podría haber habido algún problema económico oculto de elección pública. Después de todo, fue un rey quien ordenó la traducción de la versión del Rey Jorge después de todo. ¿Acaso no es lógico que éste estuviese motivado a contar con una traducción que apoyara más el concepto del derecho divino de los reyes (y en consecuencia su propio poderío)? El rey tenía algo que ganar al mostrarse a sí mismo como el agente de Dios para fortalecer su ley en el mundo. Por supuesto, podrían existir otras razones exegéticas por las cuales dichos expertos tradujeron las palabras “ÊáÊüv” y “ïovåpüò” con el mismo término en inglés. Podemos dejar la discusión sobre este tema a otros. No obstante, la selección que hicieron los apóstoles de la palabra en el griego original fue intencional y aún mantiene su relevancia. La elección apostólica de las palabras. La elecciones deliberadas de las palabras que hicieron Pablo y Pedro indican que ningún apóstol concebía que el gobierno civil era establecido para imponer castigos a aquellos que hacen el mal tal como es definido en la ley de Dios, pero sí para castigar aquellos que actuaran incorrectamente en la sociedad de acuerdo a la cultura, política, u otro patrón gubernamental. Consecuentemente, Pablo podría haber usado “ïovåpüò” como lo hiciera previamente en Romanos 12:9, pero no lo hizo pues esa palabra indicaría algo más que la doctrina pragmática que él aporta en Romanos 13:1-7. La doctrina pragmática de los apóstoles El tono de la petición que hiciera Pablo en Tito 3:1-2 es aun más pragmático que el de Romanos 13:1-7. Pablo quería que los creyentes sean ajenos al caos terrenal consecuencia de estar inmerso en el gobierno civil. El preferiría que un cristiano tenga una vida “quieta y reposada” (1ª Timoteo 2:2), distinguiéndose sólo por sus buenas acciones, por su amor y fe. El insulto tenía que remplazarse con “humildad” (Tito 3:1) y con gentileza para que el fruto del Espíritu pueda ser manifestado a los demás. En otro pasaje práctico, Pablo pide a los santos tesalonicenses vivir de tal manera que no llamen la atención por ser entrometidos sino más bien por su amor. “Procurar vivir en paz con todos, y ocuparse de sus propias asuntos y trabajar con sus propias manos. Así les he mandado” (I Tesalonicenses 4:11).

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Observemos que hay otros ejemplos de consejos pragmáticos en relación al gobierno civil y las autoridades políticas en la Biblia. Tomemos unos cuantos ejemplos. Proverbios 23:1-3 “Cuando te sientes a comer con un gobernante, fíjate bien en lo que tienes ante ti. Si eres dado a la glotonería, domina tu apetito. No codicies sus manjares, pues tal comida no es más que un engaño” Eclesiastés 5:8 “Si en alguna provincia ves que se oprime al pobre, y que a la gente se le niega un juicio justo, no te asombres de tales cosas; porque a un alto oficial lo vigila otro más alto, y por encima de ellos hay otros altos oficiales”. Eclesiastés 8:2-5 “Yo digo: Obedece al rey, porque lo has jurado ante Dios. No te apresures a salir de su presencia. No defiendas una mala causa, porque lo que él quiere hacer, lo hace. Puesto que la palabra del rey tiene autoridad, ¿quién puede pedirle cuentas? El que acata sus órdenes no sufrirá daño alguno. El corazón sabio sabe cuándo y cómo acatarlas” Mateo 17:27 “Pero, para no escandalizar a esta gente, vete al lago y echa el anzuelo. Saca el primer pez que pique; ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y dásela a ellos por mi impuesto y por el tuyo”. Aquí, no es extraño encontrar instrucción práctica civil en la Biblia sobre el gobierno civil. Por el contrario, es ciertamente apropiado esperar hallar más consejos pragmáticos en las partes bíblicas como en la segunda mitad de Romanos, especialmente dada las extremas circunstancias del período del imperio romano. En consecuencia, el mandato de “honrar” a toda gente y al rey expresado en 1ª Pedro 2:17 no tiene que ser equivalente a “honrar” a los padres establecido por el quinto mandamiento (Éxodo 20:12; Deuteronomio 5:16; Efesios 6:1-3) sino que solamente tiene significado pragmático. Es decir, a fin de evitar ser innecesariamente hostilizados por el gobierno civil (lo que podría ser una actitud suicida), el cristiano deberá conducirse sabiamente, mostrando al menos un respeto superficial hacia los líderes gubernamentales. De ese modo, la actitud cristiana deberá ser tan sumisa como Daniel. Él apareció en la corte del rey y tomó sus regalos (sin desearlos). Nunca maldijo al rey o castigó a la gente que podría haberlo dañado (Eclesiastés 10:20). Incluso cuando un cristiano escoge no respetar las políticas e ideas de un líder gubernamental, todavía puede manifestar un aparente respeto a éste, aunque

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interiormente no le dé ningún lugar importante o mayor respeto que a otros artífices de la iniquidad. 43 Pablo ofrece una enseñanza pragmática similar en Romanos 13:1-2,5, donde los cristianos que enfrentaron las amenazas del gobierno son ordenados a ser “súbditos” por razón de sabiduría práctica, y a entender que “las autoridades del gobierno” son de “Dios” y que están bajo su control. La rebelión acarrearía innecesariamente un “juicio” terrenal, o al menos la intranquilidad de “la conciencia” (sf. Mateo 6:27-34), complicando y debilitando así los más importantes elementos de la práctica cristiana. Pablo no estaba pidiendo llevar a cabo una irrestricta sumisión al estado. Ningún acto de obediencia se produce sin alguna restricción, incluso en matrimonio. Los cristianos en Roma que fueron conducidos a las catacumbas, ciertamente no pensaban que la sumisión sin límites. Ellos prefirieron someterse a Dios antes que a las políticas públicas proactivas de Roma, sufriendo así las consecuencias de su rebelión. Estos cristianos comprendieron que Pablo escribía como alguien conciente de las difíciles circunstancias que enfrentaban bajo su gobierno civil (tal como Pedro les escribiría luego a ellos). Ellos entendieron la naturaleza práctica de la enseñanza. Pablo y Pedro sabían que el gobierno romano reforzaba pocos —sino algunos— fragmentos de la ley bíblica. Más bien, establecieron estándares de lo que era bueno y malo, correcto e incorrecto, según los principios paganos sobre religión, cultura o política. Ciertamente, es relativamente raro en la historia encontrar un gobierno que haya contribuido a asegurar y afianzar los principios bíblicos y los patrones éticos de conducta. Sin duda, tanto Pablo y Pedro conocían este realidad.

El contexto histórico de Romanos 13:1-7 y 1ª Pedro 2:13-17 Algunas anotaciones deben ser señaladas acerca del contexto histórico en el cual Pablo y Pedro escribieron sus trascendentales pasajes sobre los cristianos y el gobierno. La doctrina del gobierno civil de Pablo y Pedro en Romanos 13:17 y en 1ª Pedro 2:13-17, probablemente habrían sido presentadas y estimadas de manera muy diferentes si hubiera habido un estado de bienestar sistemático (política pública proactiva) en Roma. Pero el estado de bienestar, tan bien conocido para nosotros en nuestros tiempos modernos, no existía en ese entonces. Esta tesis eleva un conjunto de interesantes interrogantes relacionadas. ¿Debería ser amenazado un cristiano por dar la mano a un hombre de estado simplemente porque él ocupa un alto cargo? ¿O dar la mano a un político o burócrata quien es notoriamente un malhechor?

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No obstante, si bien ambos pasajes trataban directamente sobre los cristianos romanos44 , éstos aún conservan su importancia hoy en día debido a la naturaleza dinámica y trascendente de la palabra de Dios. Y, como hemos visto, dichos pasajes comprenden el fundamento de gran parte de la doctrina del gobierno civil mantenida por los cristianos actualmente. Fechas de los pasajes y su contexto histórico Pablo escribió a los romanos en 57 D.C. 4 5 , año durante el cual “Roma experimentó hambruna y disturbios”.46 Este hecho parece ser muy significativo, especialmente porque Pablo indica a los cristianos en Roma a no participar de “la envidia”, “las revueltas”, y “las peleas” que los rodea (Romanos 13:13). En consecuencia, los cristianos romanos tenían la necesidad de un consejo pragmático que es el que este pasaje ofrece. Aparentemente, existe una leve controversia sobre el año 57 D.C., fecha difundida entre estudiosos, la que ha sido establecida conforme a las evidencias externas e internas. La fecha correspondiente al escrito de Pedro en 1ª Pedro es “incierta”, aunque parece haber sido posterior a su vida, quizá el año 63 D.C. (aunque podría haber sido antes)47 . El pragmático comentario de Pablo encontrado en Tito 3:1, el cual parece haberse realizado paralelamente al libro de Pedro, fue escrito aproximadamente en mismo período, quizá en el otoño de los años 60 o 64 D.C.48

Muchos académicos piensan que Roma es probablemente la llamada “Babilonia” en I Pedro 5:13. De acuerdo a F.F.Bruce (1980), Tyndale New Testament Comentaries: De Pistle of Pool To The Romans, Eerdmans: Grand Rapids Michigan. Pablo escribió muchas epístolas durante su viajes misioneros y fue por supuesto martirizado en Roma en algún momento entre 66-70 D.C. 46 Paul Veyne (1990), Bread and Circuses: Historical Sociology and Political Pluralism, Allen Lane (Penguin Pr.): London, pág. 238. Este hecho histórico emite nueva luz sobre el significado e intención de Pablo en el capítulo 13. También vea H.J. Haskell (12947), The New Deal in Old Rome: How Government in the Ancient World Tried to Deal with Modern Problem, New York: Alfred A. Knopf, págs. 68-71, 148-151, 237-241. Haskell discute la historia de Roma de trabajos públicos esporádicos, subsidios y programas de bienestar. Ninguno de esos programas limitados y de corta vida son paralelos a los estados de bienestar modernos. 47 Lo que podríamos juzgar de su estilo pacífico y actitud sosegada parece haber cambiado desde el tiempo de Cristo en el año 33 D.C. De acuerdo a la tradición, Pedro fue martirizado en el 68 D.C., supuestamente por invertir la cruxifición. Académicos de varias tradiciones han acertado con la fecha de su epístola del año 11 D.C., 90-100 D.C., 80 D.C. o 62-64 D.C. Pero el último rango (especialmente del 63 D.C. o cercanamente al 64 D.C.), justamente antes de la persecución de Nerón, es evidentemente muy probable. Vea Alan M. Stibbs (19979 {1959}), Tyndale New Testament Commentaries: The First Epistle General of Peter, Eerdmans: Grand Rapids, Michigan. La evidencia nos conduce a preferir una fecha más temprana que tarde. Nota: Los académicos piensan que II Pedro fue escrito alrededor del 64-70 D.C., particularmente 65-67 D.C. 48 Los académicos colocan la fecha de los escritos de Tito en algún momento entre los años 60 al 66 D.C. entre el encarcelamiento de los romanos de Pablo, y probablemente antes de la persecución de Nerón. Vea Geoffrey B. Wilson (1982), The Pastoral Epistles, Banner of Truth: Carlisle, Pennsylvania, pág.12; J.D. Douglas, et al, eds. (1984), The New Bible Dictionary,Tyndale House: Wheaton, Illinois, págs. 204, 1202, 1205-1206; y Merrill C. Tenney, New Testament Survey (1982 {1961}), Eerdmans: Grand Rapids, Michigan, págs. 331-337. 44 45

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¿Habrían ignorado los apóstoles el estado de bienestar? Dada la situación histórica de la época y de la necesidad de aplicar los pasajes bíblicos al presente diario, surge una pregunta importante: ¿Acaso Pedro o Pablo demandarían a los cristianos modernos obedecer a los edictos del estado de bienestar (políticas proactivas) que defiende contra viento y marea las demandas de Dios a la iglesia y la familia? ¿Ellos pedirían hacerlo sabiendo que el estado desplaza a Dios convirtiéndose en un ídolo en quien la gente confía más que en Él y dependen más de Él? De no ser así, entonces es probable que puedan surgir dramáticas implicancias que deberían cambiar la práctica cristiana y el curso político del evangelismo. No existió estado de bienestar romano El bienestarismo de Roma no comenzó con total fuerza sino hasta el año 123 D.C. mediante la ley del Tribuno Cayo Graco. Efectivamente, hubo distribuciones menores antes del año 46 D.C., designándose un comisionado de maíz en el año 57 D.C. e iniciando la libre distribución de maíz en el año 58 D.C. Pero no existía un estado de bienestar sistemático para la gente dependiente del estado en los tiempos durante las cuales Pedro y Pablo escribieron estos pasajes. Por el contrario, los historiadores cuentan que el foco de atención de Roma era el bienestar de los funcionarios gubernamentales (medio de control de los ciudadanos) más que en el bienestar general en un sentido moderno49 . De esta manera, ni Pablo ni Pedro tuvieron un conocimiento cultural sobre el estado de bienestar o sobre cualquier otra provisión social basada en la ideología del derecho positivo. Incluso los posteriores mejoras del bienestar en Roma fueron categóricamente diferentes que la práctica de los estados de bienestar que se iniciaron con el canciller Otto Von Bismark de Alemania. Él utilizó el estado de bienestar en 1870 para reprimir las discrepancias del naciente partido socialista. Las prácticas de bienestar de Roma evidenciaron “su deseo de reinar en las mentes de los hombres y no solamente a ser obedecidos”, y fueron dispuestos con un propósito político más que ideológico. Asimismo, los caminos de Roma, los acueductos, los sistemas de desagüe romanos y otros trabajos públicos estarían más apropiadamente clasificados como parte de la defensa nacional de Roma, o al menos como políticas de

Vea Veyne, Op. Cit., págs.236, 240, 242. (Nota: Nerón temporalmente detuvo las distribuciones después del incendio del año 64 D.C.). Realmente, Veyne dice que los “juegos” fueron una importante parte del “bienestar” romano y la fuente del control político.

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provisión ineficientes, más que como políticas estatales de bienestar o proactivas. Por lo tanto, las menores distribuciones de Roma no significaron una influencia importante en el pensamiento apostólico sobre el gobierno —definitivamente no en 57 D.C., año en el Pablo escribió estos pasajes—. ¿Un complot satánico para promover el bienestar estatal? ¿Podría ser que el demonio, tras leer a Pablo y Pedro, desarrollara una insidiosa trama con el fin de utilizar sus palabras y así llevar a los cristianos con engaños a un estado de bienestar? Quizá, el esquema comenzó en Roma en el año 123 D.C. y fue desarollado posteriormente a través de Marx, Bismark, Lenin y otros líderes mundiales, especialmente desde mediados del siglo XIX. Solamente podemos especular acerca de tales interrogantes. Ciertamente, podemos observar que los cristianos han sido cautivados por el estado de bienestar (o, al menos, acceden ampliamente a sus políticas). Por consiguiente, si ha habido una artimaña satánica, ha sido efectiva hasta ahora. Por tanto, debe emprenderse un análisis apropiado de la política pública proactiva y del estado de bienestar. Los cristianos modernos pueden hacer uso de alguna guía práctica. La Iglesia moderna enfrenta un complejo sistema de políticas públicas, y los cristianos requieren más que pautas simplistas (tal como las teorías del derecho divino) para poder lograr o guiar sus respuestas.

No hay derecho divino de los reyes La noción popular que los cristianos deben reverenciar a toda virtual política pública ha llegado a dominar el pensamiento evangélico. Por supuesto, existen excepciones a esta noción. Las enseñanzas que reciben los cristianos son las de revelarse contra cualquier política que límite la predicación de los Evangelios o contra los decretos que promuevan flagrante violaciones a los Diez Mandamientos. Sin embargo, debido a que dichas políticas son raras, la norma es obedecer y solamente evaluarla cuando haya una clara evidencia de violación. Esta noción revive, al menos en casi su mayoría, la antigua teoría del derecho divino de los reyes. El estado se convierte en el medio de Dios para impartir su justicia en el mundo por lo que los cristianos deben apoyar al estado. Uno sólo necesita escuchar las frecuentes peticiones que hacen los predicadores para obedecer la legislación de tránsito, tributaria, de licencias y un sin número de otras legislaciones proactivas, para darse cuenta que este concepto es popular entre los evangélicos modernos. Dicho concepto indica que estamos obligados a cumplir con casi toda antojadiza política que el estado nos imponga “especialmente cuando surge por dinero”. Sólo unas cuantas La política pública desde una perspectiva cristiana

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políticas pueden permitir una postura de “resistencia pasiva”, donde la falta de cooperación y la intencional ausencia de participación pueden llegar a usarse como recurso —por ejemplo negarse a aceptar las autoridades civiles—. El pacifismo, el rechazo a cumplir con los programas gubernamentales de vacunación y el rechazo a los permisos para contraer matrimonio, son solamente unos cuantos ejemplos. Sin embargo, los predicadores parecen exigir el cumplimiento de la mayoría de las políticas gubernamentales. Por supuesto, cualquier política pública moderna es raramente diseñada de un modo tal que prohíba la predicación del Evangelio o que viole flagrantemente uno o más de los Diez Mandamientos. Tanto satanás como los políticos son más listos como para hacer eso. Hay una razón económica por la que la política raramente violará los Diez Mandamientos. Las tendencias a buscar votos dominan la motivación de los políticos. Ellos quieren minimizar las consecuencias políticas (costos) de sus preceptos. Asimismo, de manera infrecuente, los políticos han podido sacar provecho del común pero errado entendimiento popular del pasaje de Romanos 13:1-7 y de otros pasajes en las escrituras. Notablemente, la idea de que la normal actitud cristiana sea reverenciar a toda política pública virtual se constituye en una auténtica victoria del estado. Ellos han ganado al revivir la doctrina del derecho divino. Como se dijo anteriormente, la doctrina está basada en la ignorancia y proviene de una razón oculta en su inicio. Su actual continuidad no ofrece un fundamento superior para lograr el orden social. Su imposibilidad práctica Adicionalmente a la evidencia bíblica contra tal doctrina, podríamos consider su imposibilidad práctica. Por ejemplo, si el deber de un cristiano es obedecer casi todo decreto del gobierno, entonces debe informarse sobre lo que la ley establece. Sin embargo, la “ley” (por ejemplo, legislación) en Norteamérica, y en cualquier parte, comprende una docena de volúmenes de condiciones legales, cuya comprensión es, en efecto, limitada a los expertos, estudiosos, eruditos e ilustrados legales. Díficilmente se podría esperar que un cristiano promedio conozca lo que la ley indica o, de otro modo se espera que invierta un tiempo desmesurado que implicaría para entender dicha ley. La legislación a menudo varía cuando se traspasan los límites políticos. Por ejemplo, manejar en una autopista que podría ser perfectamente legal en un estado norteamericano pero sería ilegal en otro. Aun si un cristiano cumple cabalmente los reglamentos de tránsito de su estado, bien podría estar violando el reglamento de otro estado cuando maneje dentro Biblia y Gobierno

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de su territorio. Mientras un conductor pueda deducir gran parte del reglamento de tránsito al leer las señales viales que van apareciendo en el camino, asumiendo que estas son comunicadas en un lenguaje entendible para el conductor, difícilmente éste podrá conocer todas las normas con sólo leer las señales viales del camino. La única solución para un cristiano que quiere evitar “pecar”, de no obedecer las normas, sería aprender los reglamentos de manejo de cada estado a donde vaya. ¿Pero cuánto tiempo deberán los cristianos tendrán que invertir para saber la legislación? ¿Cuándo llegará a ser pecaminosamente imprudente saberlo? Pablo nos dice que los cristianos deberían estar “aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:16) y que ellos deberían “andar sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo” (Colosenses 4:5). ¿Cómo podemos obedecer lo que Pablo dice y al mismo tiempo tratar de cumplir con todos las piezas legislativas que cambian en nuestro medio?. ¿Es legal gozar de la bienventuranza de la ignorancia? Algunos podrían responder la siguiente inquietud; “difícilmente, los cristianos pueden ser moralmente culpables de algo que ellos no conocen. Todo lo razonable que se puede esperar de ellos es que intenten conocer lo más posible sobre las diferentes legislaciones”. Pero, ¿acaso puede la ignorancia ser una excusa para justificar a aquellos cristianos que viven bajo la teoría del derecho divino? En efecto, la falacia de la doctrina del derecho divino es manifestada evidentemente en la vana proposición, “la ignorancia de la ley es una bienaventuranza”. Si un cristiano puede ser librado del deber de obedecer las leyes que ignora, entonces lógicamente, el cristiano podría hacerse completamente ignorante de los asuntos legales. De esta manera, podría obedecer o desobedecer la legislación sin intención y aun continuar siendo justo delante de Dios. Incluso aquellos que adopten la resurgida doctrina del derecho divino de los reyes tendrían que incluir una excepción general para los casos de individuos ignorantes pero bien intencionados. De otra manera, los cristianos frecuentemente cometerían pecados al quebrantar, sin querer, las normas gubernamentales. Consecuentemente, la fuerza y la exactitud de la doctrina serían arruinadas. Dicha práctica es ingente e imposible para la vida diaria. Si se encontrara una conclusión lógica para dicha doctrina, su implantación también conduciría a una disminución de la predicación del Evangelio. Los cristianos

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tendrían que emplear excesivo tiempo para aprender el dogma legal y posteriormente tendrían que considerar lo petición de Pablo a “aprovechar el tiempo” (Efesios 5:16; Colosenses 4:5). No toda autoridad debe ser obedecida sin cuestionar Dios efectivamente instituye al gobierno, al menos mediante su decreto permisivo. Pero este hecho no concede a los tiranos que gozan de autoridad la facultad de hacer cualquier cosa con lealtad incondicional de los cristianos, algo más que lealtad es lo que se debe dar a un ladrón que quiere imponer autoridad luego de haber entrado a robar a la casa de un cristiano. Por consiguiente, es desacertado que los cristianos expresen “mi gobierno es correcto o incorrecto”. Es posible lograr un enfoque alternativo. Debido a la naturaleza malvada del estado y la historia tiránica del gobierno civil, los cristianos deben siempre mirar con recelo a la política pública. Deben frecuentemente evaluar y criticar los decretos gubernamentales y las políticas. Más que las demás personas, ellos deberían saber que no hay pecadores realmente altruistas, aun después que ser elegidos para desempeñarse como gobernadores o de ser designados como burócratas. Todos los hombres son capaces de hacer el mal. Por consiguiente, los cristianos no deben valorar irrebatiblemente a los funcionarios gubernamentales —o incluso a los veteranos eclesiásticos en este asunto—,y a sus políticas. El hecho de que un hombre asuma un cargo público no necesariamente indica que lo ejercerá correctamente, o que deba ser obedecido y merecer la confianza del modo como un niño confiaría y obedecería a su padre. De modo similar, el que Dios haya ungido de manera teocrática a reyes teocráticos como Saúl y David no implica que esta consagración haya sido transferida a todos los líderes gubernamentales de todos los tiempos. The Westminster Larger Catechism 5 0 se equivoca cuando sugiere que el Quinto Mandamiento incluye el gobierno civil. Asimismo, los cristianos que respaldan las guerras justas como la guerra americana de independencia y la guerra entre estados no deberían ser condenados. Los cristianos pueden incluso considerar, con justa razón, ciertas rebeliones o protestas contra el gobierno o su política, como hechos de justicia

La pregunta # 124 del Larger Catechism, dentro del contexto de discusión y aplicación del Quinto Mandamiento, dice “....la orden de Dios, sobre nosotros en lugar de autoridad, sea en familia, iglesia o república (Isaias 49:23)”

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(como el buen Stonewall Jackson hiciera).51 No juzguen a los creyentes como malhechores por su deseo de resistirse al gobierno civil (Mateo 7:1; Romanos 14:4).

La fragilidad de la enseñanza evangélica del gobierno No es necesario decir que muchos de los trabajos de estudiosos sobre el gobierno ejercido por cristianos parecen ser desacertadamente críticos, simplistas, y analíticos. Con sólo el fundamento de las afirmaciones que sostienen que el gobierno civil ha sido dispuesto por Dios para preservar el orden y castigar un número selecto de cosas que Dios ve como malas, se exige a los cristianos deber plena obediencia a la mayoría de políticas públicas, y a menudo se les ordena desistir de las revueltas.52 Estos espinosos temas son encubiertos o evitados en nombre de la lealtad a tan respetable doctrina. Sin embargo, este renaciente enfoque del derecho divino está basado en la manifiesta ignorancia sobre la Biblia, la historia y economía. Dicho enfoque tiende a ignorar de hecho que las acciones gubernamentales a menudo han sido más malas que buenas según los preceptos bíblicos. Crítica a la visión estándar del Bautista Reformado Los Bautistas Reformados parecen encontrarse entre los principales propulsores del renaciente enfoque del derecho divino de los reyes. En ese sentido, sería apropiado escoger a algún estudioso perteneciente a su agrupación para formular una crítica. Observemos que las agudas críticas que se hicieron a los puntos de vista del pastor Sam Waldron, las que se mencionarán a continuación no son un intento de lanzar algún tipo de calumnia contra su persona. En efecto, él es un apreciado hermano en Cristo, y no habría lugar para dudar de su real motivo de exponer la palabra de Dios apropiadamente. Como profesor, Waldron debe fomentar la

51 Vea Robert L. Dabney (1983 {1866}), Life and Campaigns of Lieut, Gen. Thomas J. Jackson (Stonewall Jackson), Springkle Publications: Harrisonburg, Virginia. Observe que es una correspondencia lógica a la implicación. Un hombre cristiano durante 1860 en América podría personal y rectamente escoger pelear entre la unión o la confederación, a pesar de la convincente evidencia que sugiere que la causa general del Sur, para proteger los derechos negativos, (excepto la esclavitud), fue realmente correcto. En conformidad, hay evidencia que verdaderos cristianos combatieron en ambos lados. La política del Norte y los líderes militares, por el otro, a menudo tuvieron un estándar más que dudoso. 52 Vea por ejemplo, John Eidsome (1989 [1984]), God & Caesar, Crossway Books; Westchester, Illinois, págs 3-9, y Samuel E. Waldrom (1989), A Moderm Exposition of the 1689 Confession of Faith, Evangelical Press: Durham, England, págs. 284-297, especificamente páginas 286, 289290, 290-291, 295-297.

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interpretación acertada, pero su razonamiento y sus conclusiones sobre gobierno civil son simplemente erróneos. Irónicamente, como bautista, parece ser presa del error del presbiterismo expresado en el Catecismo aumentado de Westminster. Al igual que este Catecismo, Waldron atribuye una irrebatible autoridad a la “mancomunidad” o estado. En su Exposición de la confesión de 1689, Waldron afirma correctamente que Pablo no se refiere al gobierno ideal descrito en Romanos 13:1-7. Sin embargo, parece tener una remota idea de cómo era el gobierno romano en realidad. Increíblemente, asegura que Pablo pensaba que el estado romano reafianzaba la segunda Tabla de la Ley. Sorprendentemente, Waldron señala que el estado romano amenaza a los cristianos. “Pablo no está hablando de manera ideal 13, sino de la real conducta del gobierno romano de su época. dudas, los emperadores romanos no eran causa de temor comportamiento religioso”.53

no fue una en Romanos Sin lugar a de un mal

No está totalmente claro a lo que Waldron se refiere por “mal comportamiento religioso” pero ciertamente tenemos razón para “dudar” de su planteamiento. Tenemos la evidencia histórica de la intolerancia de Roma, no del todo implica el hecho de que el gobierno de Roma de los tiempos de Pablo aniquilaba y perseguía a un sin número de creyentes, incluyendo a Jesucristo y sus apóstoles. En efecto, la historia del imperio romano ofrece ejemplos de decretos de política pública, empezando por el incendio que Nerón provocará en Roma entre los años (64 al 67 D.C.). John Foxe, en su famoso Libro de mártires, brinda la siguiente información de cómo Pedro, Pablo y otros creyentes fueron asesinados durante las persecuciones de Nerón. 54 “La primera persecución, bajo el regimen de Nerón, 67 D.C. La primera persecución a la iglesia tuvo lugar en el año 67 D.C. bajo el regimen de Nerón, sexto emperador de Roma. La monarquía reinó cerca de cinco años, con tolerable prestigio, pero luego se produjo una enorme extravagancia en su conducta, y en la mayoría de sus bárbaras atrocidades. Entre otros diabólicos caprichos, ordenó que la ciudad de Roma fuera incendiada, lo

Waldron, Op.cit., págs.296-297 Extractos de los capítulos 1 y 2 de John Foxe (1583), Fox’s Book of Martyrs, editado por William Byron Forbush, Christian Classics Ethereal Library: Grand Rapids, Michigan. El libro puede ser leído en http://www.ccel.org/f/foxe i/martyrs/home.html. También puede ser encontrado en http://www.reformeed.org/books/fox/fox.martyrs.html. También hay de ediciones de 1967 y 1978 publicado por Zondervan, Grand Rapids, Michigan (vea nota de pie de página #25). 53 54

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que fue ejecutado por sus burócratas, guardias y sirvientes. Mientras ardía en llamas, Nerón se dirigió a las torre de Macaenas. Tocando su arpa y cantando la canción de incendio de Troya, abiertamente declaró: “Deseo la ruina de todas las cosas antes de su muerte”. A pesar de la consistencia de sus cimientos, especialmente el Circo, muchos palacios y casas fueron consumidos por las llamas; miles perecieron, muchos de ellos asfixiados por el humo o murieron sepultados en las ruinas. Esta lamentable conflagración continuó durante nueve días, cuando Nerón, viendo que era fuertemente culpado y severamente odiado, determinó imputar todo esto a los cristianos, primero para encontrar una excusa a sí mismo y también para tener la oportunidad de deleitar la vista con nuevas crueldades. Esta fue ocasión para que se produjera la primera persecución; las barbaridades cometidas con los cristianos fueron tales que provocaban la compasión de los mismos romanos. Nerón, aún se perfeccionó en su crueldad, ideando todas las modalidades de castigos para los cristianos que la más infernal imaginación jamás pudiera inventar. Uno en particular, consistía en zurcir las personas con pieles de bestias salvajes, y luego ser atacados por los perros hasta que fallecieran; hizo que otros usarán túnicas roceadas de cera, colocándolos en el fuego en sus jardines para incendiarlos. Esta persecución fue general en todo el imperio Romano; pero lo que hizo fue acrecentar en lugar de disminuir el espíritu de cristianismo. En el transcurso de esos años, San Pedro y San Pablo fueron martirizados.” “IX. Pedro. Entre muchos otros santos, el bendecido apóstol Pedro fue condenado a muerte y crucificado en Roma, tal como algunos escribieran; aunque algunos otros, no sin razón, dudaron sobre esto. Hegesipo dijo que Nerón buscó involucrar a Pedro en algún delito para matarlo; que, cuando la gente se enteró, ellos suplicaron a Pedro que escapara de la ciudad. Pedro, una vez persuadido, preparo su viaje. Pero, llegando a la salida de la ciudad, vio al señor Cristo venir hacia él; luego de adorarlo le dijo: “Señor, a dónde vas”. El respondió, “estoy viniendo otra vez a ser crucificado”. Con esto, Pedro, dándose cuenta de su sufrimiento, regresó a la ciudad. Jerome dijo que fue crucificado, pero con su cabeza agachada con los pies hacia arriba, tal como lo pidió, pues (dijo el mismo) ser indigno de ser crucificado de la misma forma y manera como el Señor)” “X. Pablo. Pablo, el apóstol, quien antes habia sido llamado Saúl, después de su gran labor de promover el Evangelio de Cristo, sufrió también la primera persecución de Nerón. Abdías explicó que para su ejecución, Nerón envió dos de sus escuderos, Ferega y Partemio, para que hiceran que su

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palabra lo llevara a la muerte. Ellos, yendo a donde Pablo predicaba a la gente, deseaban que él orará por ellos, que les dijera que podían creer y ser bautizados en su sepulcro. Una vez que sucediera eso, los soldados vinieron y se lo llevaron fuera de la ciudad para su ejecución donde él después de hacer sus oraciones, colocó su cuello a la espada”. Lo que está registrado arriba no es nada fuera de lo común. La mayoría de los estados han resistido la iglesia de Dios y su ley. La mayoría de las persecuciones, especialmente fuera de las democracias liberales, han sido respaldadas por los estados. Aun Waldron parece creer la increíble utopía de que el estado fue (y es) algo diferente de lo que la evidencia sostiene. Análogamente, quiere volver a examinar la historia para que cumpla con su teoría. No cabe duda, él tiene intenciones encomiables de intentar tocar un difícil pasaje que, al menos sin tener una reflexión cuidadosa, puede parecer indicar un rol ejemplar y magnánimo del estado. Sin embargo, a pesar de su deseo de ser fiel a la palabra de Dios, Waldron ha llegado a una interpretación superficial. A pesar de la gran evidencia histórica que demuestra lo contrario, él ha aceptado más bien un entendimiento ingenuo de la doctrina apostólica, plagado de discrepancias. Waldron concluye que el gobierno tiene un rol para castigar las violaciones horizontales a la ley de Dios (por ejemplo, los que corresponden a la segunda Tabla de la Ley). En tanto, también concluye que Pablo utilizó una única definición del mal en lo correspondiente a la política pública. Sustenta esta afirmación al señalar que reforzar la conducta horizontal apropiada debe ser el “trabajo” proactivo del estado y al mencionar el hecho de que Pablo hace alusión a la Segunda Tabla de la Ley (Romanos 13:9). ¿Pero, deberíamos aceptar dichas conjeturas, especialmente teniendo a la luz la masiva evidencia histórica y bíblica que demuestra lo contrario? Asimismo, ¿cómo Waldron podría proponer la idea de que el gobierno civil fortalece el décimo mandamiento que ordena a no codiciar (si Pablo lo menciona en Romanos 13:9)? La codicia es un acto del corazón que usualmente no es percibible, ¿Waldron perdonaría una política de una fuerza policial enérgica para asegurar que la gente no sienta codicia? Si no es así, entonces, su argumento que el gobierno civil está destinado a afianzar la segunda Tabla de la Ley pierde fuerza. Además, ¿cómo así el gobierno civil prácticamente controlaría, trataría y condenaría a los adúlteros y mentirosos, a no ser a la mayoría de insensibles y descarados delincuentes? Sino el gobierno no consiguiera condenar a la mayoría de ellos, ¿no estaría fallando?, ¿Waldron respaldaría una fuerza policial que Biblia y Gobierno

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controle lo que sucede en las alcobas y en toda situación social donde una mentira o falso testimonio pueda ocurrir, ¿o simplemente limitaría su teoría de que sólo los grandes delitos sean objeto de la política gubernamental? Ciertamente, Pablo nunca manifestó explícitamente o sugirió que el limitado entendimiento del caos. Asimismo, no existe necesariamente un nexo entre su declaración en Romanos 13:1-7 y la mención a la segunda Tabla de la Ley de Romanos 13:9, que parece utilizarse para respaldar el nuevo tema pragmático de Pablo sobre deuda (Romanos 13:8). Hay solamente dos maneras consistentes de entender la definición del mal en Romanos 13:3-4. La primera manera es presentada en el cuarto capítulo de est libro. La segunda manera (aunque incorrecta) es afirmar que Pablo hace una afirmación idealista de lo que el gobierno civil haría en una Edad de Oro. La interpretación de Waldron es inconsistente. No simplemente estaría estableciendo que los gobiernos históricos realmente han cumplido la “labor” de afianzar la segunda tabla de la ley. Sino también no ofrece ningún paradigma que señale cómo espera él que los estados no teocráticos cumplan con esta misión. No intenta insinuar la manera cómo el gobierno podría (y ha) castigado a un casual mentiroso, difamador, o a pecados relacionados a los sentimientos como la codicia, el adulterio, la fornicación y la homosexualidad. Además, Waldron evita indicar cuáles deberían ser las penas adecuadas a tales violaciones. Quizá, ¿debería aplicarse las penalidades del antiguo testamento?, ¿o deberíamos reconocer cada gobierno civil en la actualidad como prerrogativas divinas para idear sus propias penalidades para cada violación? Al tratar de justificar su intento de fundamentar el rol del estado como ministro de Dios para castigar lo que es malo o como defensor de su ley (por ejemplo, violaciones públicas y flagrantes de algunas versiones de lo que Dios repudia), el concepto de Waldron se convierte en inconsistente y falso. Por tanto, los bautistas reformados y otros que mantienen una opinión sobre el derecho divino, deben rechazar dicho concepto a favor del enfoque consistente y alternativo que se ofrece en este libro. La necia perspectiva del “santo grial” de la autoridad Algunas veces, mientras escuchamos de los cristianos modernos de occidente acerca de las opiniones sobre política pública, uno queda impresionado al saber que ellos piensan que hay un parte amorfa de autoridad a la cual los cristianos deben lealtad. Aparentemente, la noción —aunque debilitada— es que los pequeños integrantes de estas partes son caprichosamente distribuidos entre La política pública desde una perspectiva cristiana

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los hombres en una suerte de santos griales, por ejemplo, invisible pero poderosos vestigios que obligan a los cristianos a obedecer incuestionablemente. Es seguro que Dios permite y algunas veces dirige a las figuras de la autoridad hacia su éxito o caída, pero el hecho es que alguien gane autoridad no implica que tenga derecho divino. Normalmente, los cristianos deberán ser respetuosos (al menos superficialmente) ante la autoridad para que éste no se convierta en “el terror” para ellos (Romanos 13:3). Tal doctrina pragmática es lo que Pablo y Pedro enseñan. Como nos recuerda Proverbios 20:2, “como rugido de cachorro del león es el terror del rey; el que lo enfurece peca contra sí mismo”. Pero los apóstoles no nos inculcaron la idea de que todas las autoridades tienen el derecho divino de reinar sobre los hombres implantando cualquier tipo de política que ellos eligieran, simplemente por el hecho de que Dios les haya permitido ganar poder. Igualmente, no tiene sentido concebir que los padres puedan delegar su autoridad (por ejemplo, pasar el santo grial) a otra persona. La responsabilidad de autoridad de los padres siempre recae en ellos, a pesar del hecho de que los funcionarios de gobierno son contratados para cumplir con ciertas tareas. El niño tiene que obedecer a las niñeras y a los profesores porque sus padres les han dicho que lo hagan, no porque dichos funcionarios tengan algún santo grial. Asimismo, un esposo no puede delegar la autoridad y la responsabilidad de mantener a su familia a alguna persona o al gobierno civil. Aquellos que poseen autoridad no pueden místicamente duplicarla (o transferirlo) a otra persona. Es la Providencia quien mantiene toda la autoridad más que los agentes humanos que lo ejercen. Seguramente, eso es una de las principales lecciones otorgada en Romanos 13:1-2. Semejantamente, los ancianos de la Iglesia tienen autoridad proveniente de Dios (mediante la aprobación congregacional) para llevar su palabra, ser pastor de su rebaño, instruir, desaprobar, reprochar y exhortar. Sin embargo, deben ser cautelosos de caer en la trampa, similar a la noción de Romish, de creer que poseen un santo grial de autoridad que puede ser transmitido a otros a su antojo.55 Pueden fácilmente ser víctima de la idea de que su autoridad es transferible y que, por tanto, tienen algún extraordinario poder sobre la vida de los hombres.

De otro modo, ellos no poseen tal autoridad que imposibilita la crítica amorosa y civilizada del laicado —miembros de la iglesia—.

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Muchas iglesias reformadas, especialmente los bautistas están divididas por asuntos de autoridad. Gran parte de las discrepancias provienen de este error sustancial del concepto del santo grial, y ha conducido a muchos a llegar a conclusiones falsas y erradas sobre lo qué significa autoridad. El concepto de gobierno civil de Waldron es uno de estos ejemplos.

¿Es posible lograr un buen gobierno? La teonomía es una política proactiva que buscaría obligar a los individuos a acatar (al menos superficialmente) los Diez Mandamientos y las leyes civiles (o judiciales), aplicando penas similares a las impartidas en Israel del Antiguo Testamento. Posiblemente, sería una política pública válida, como lo fue una vez para la nación de Israel (Deutoronomio 17:14-20). Pero no es claro que las Escrituras señalen que un paradigma como la teocracia se produciría sino hasta el retorno de Cristo, anunciando así el estado eterno. Por supuesto, es más aceptable afirmar que ocasionalmente es posible para la política pública ser un medio de gracia común. Se reduciría los “actos” o “labores” pecaminosos de los hombres y así disminuirán las “listas” en el infierno que están “atesorando” (Lucas 12:20-21, 47-48; Romanos 2:5-9; II Crónicas 20:20), e incluso ser un medio para difundir el Evangelio. (Mateo 10:18, Lucas 21:12; Hechos 26:28, etc.). O, por supuesto, la coerción del gobierno podría ser un medio de justicia temporal (pre-infierno) impuesto a los pecadores colmando así “los barcos de ira” con más angustia, miseria y aflicción (Jeremías 25:12; sf. Romanos 9:2122; Éxodo 6:13, 7:3 Génesis 19:24; Hechos 12-23; Apocalipsis 6:16; Jueces 2:20-23, 3:14; II Samuel 22:48). No obstante, como la historia ha demostrado, cualquier ocasión de buen gobierno es más una excepción que una regla. En efecto, toda gracia común o bien incidental que provenga de los Cromwells o de los Jeffersons de la historia, probablemente será anómala y coyuntural, si la historia y la evidencia bíblica son visionarios confiables.

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Capítulo V La respuesta cristiana a la política pública Sumario de criterios sobre deberes cristianos En este capítulo se han establecido cinco nuevas premisas sobre el gobierno civil. Primero, todos los gobiernos son legítimos —desde el totalitarismo pasando por la anarquía hasta los regímenes constitucionales— en la perspectiva de Romanos 13.1. Por lo tanto, los cristianos deben considerar toda forma de organización de gobierno y considerar los méritos relativos y las desventajas de cada uno, sin rechazar ni uno ni otro a modo de reacción refleja. (Por ejemplo “la anarquía es la situación más temible”). En segundo lugar, los cristianos deben tener conocimiento de las diversas formas existentes de políticas públicas: Reactiva, de provisión, de servicios ineficientes y de servicios genuinos, y proactivas a la transformación de la conducta o a la redistribución (estado de bienestar). También deberían aprender cómo categorizar las políticas y evaluar si son buenas o malas. En general, solamente las políticas reactivas pueden ser consideradas buenas, y las de provisión ineficiente tienden a ser objeto de sumisión pragmática. Mientras los sistemas de gobierno son típicamente malvados, ha habido (y puede incluso haber) raras excepciones donde ciertas políticas han realmente beneficiado a la Iglesia o la sociedad. Tercero, el gobierno determina que es “bueno” y “malo” (más que cumplir o preservar la ley de Dios). Esta noción adquiere un significado especial cuando se interpreta Romanos 13.1-7 y 1ª de Pedro 2.13-17. Sin embargo, el Estado está finalmente controlado por Dios y para sus propósitos, y comúnmente utilizado como juez de los pecadores. Hasta el regreso de Jesucristo, el gobierno permanecerá siendo uno de los agentes principales del gobierno de satanás, es importante que los cristianos, de toda época, sean concientes de sus armas ingeniosas, sutiles y cambiantes. El nacionalismo y el estado de bienestar son dos de aquellos instrumentos, los cuales no deben ser aceptados por los cristianos.

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Cuarto, la sumisión de los cristianos al gobierno y la mayoría de las políticas son meramente pragmáticas y superficiales, siendo diferente a la subordinación a los padres o al esposo. Como fue el caso de los cristianos en Roma, debemos someternos de manera especial a las políticas reactivas y frecuentemente tolerar políticas de provisión gubernamental ineficiente. A veces, la subordinación a las autoridades implicará que los cristianos sientan incomodidad por las políticas proactivas, especialmente aquellas que apuntan al cambio de comportamiento. Para evitar el hostigamiento del gobierno, (véase Proverbios 20.2) los cristianos deberán conducirse sabiamente y mostrar respeto superficial a tales políticas. Roma no tenía un estado de bienestar en tiempos apostólicos, y es inconcebible que Pablo y Pedro pudieran justificar tal sumisión al Estado mediante una participación voluntaria en el moderno estado de bienestar. Por tanto, los cristianos nunca deben participar ni pagando voluntariamente ni recibiendo beneficios redistributivos del mencionado estado. Todo impuesto del estado de bienestar es robo, su redistribución es inmoral, y el recibirlo es recibir fondos robados. Los beneficiarios son culpables de percibir fondos robados, y comúnmente de indolencia. Aquellos que tienen verdaderas necesidades estarían obligados a recurrir, además del estado, a la caridad del sector privado y a la iglesia. Ahora bien, las instituciones del estado de bienestar han copado dichas organizaciones. Esta realidad es desastrosa. El estado de bienestar cumple una función impropia de gobierno que desplaza a Dios, a la Iglesia y a la familia de sus funciones respectivas. Por tanto, los cristianos no deben solicitar intencionada o voluntariamente, el beneficio de la redistribución del estado de bienestar, que incluyen subsidios, bonos de alimentos, beneficios de seguro social ni becas educativas. Más aun, los cristianos no deben trabajar para el estado de bienestar ni apoyarlo. Quinto, no es inmoral resistirse a las prácticas malévolas del gobierno, ya sean los pérfidos males de Roma o aquellas del estado moderno de bienestar. (Aunque enfrentar al registrador del condado, al comisario o a otros funcionarios que simplemente proporcionan servicios de manera ineficiente podría ocasionar un problema moral). Por consiguiente, algunas acciones de protesta contra los impuestos pueden ser legítimas, especialmente aquellas contra los impuestos del estado de bienestar. Pero protestar no es obligatorio, ya que no es un pecado ser robado, siempre que los cristianos hayan sido sabios administradores de sus recursos y traten constantemente de evitar ser desvalijados por el gobierno civil.

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En ese sentido, mientras un cristiano involuntariamente paga algunos impuestos por razones pragmáticas, oponerse al estado no siempre es inmoral. La razón pragmática es no ser fastidiado. Por lo general, hay cosas más importantes en la vida que luchar contra el estado. Pero tal postura pragmática debe ser simplemente un medio práctico de evitar el hostigamiento y no un apoyo voluntario al estado de bienestar. Asimismo, el hecho de que no sea normalmente factible dividir el recibo de impuestos según las categorías de políticas reactivas, de provisión ineficiente, reactivas y de redistribución, para pagar así sólo por todas o algunas de las políticas reactivas disponibles —y quizá por ciertas políticas de provisión ineficiente— no obliga a pagar por cada gasto de la agenda del gobierno civil. Seamos cuidadosos al juzgar a otros en este aspecto. El sentido de acción que cada creyente debe buscar debe ser un asunto de libertad de conciencia, de acuerdo a las circunstancias de la vida de cada persona. Dos son los principios generales: (1) que los cristianos nunca deben apoyar las políticas proactivas orientadas a la transformación de la conducta y, (2) que los cristianos no deben juzgar inapropiadamente la conducta de sus hermanos sobre aquello que pueda ser justificado —incluyendo las tentativas de revolución o las manifestaciones contra los impuestos respaldadas por los principios—. El deber de los cristianos con el estado de bienestar El bienestarismo ha ganado un gran terreno en la mente de los cristianos y vale la pena volver a enfatizar la naturaleza del problema que se presenta ante los cristianos y cómo deben responder a ella. Ciertamente, no existía un estado de bienestar en Roma, Pablo y Pedro no obligaban a los cristianos a formar parte en éste, y su enseñanza no demandaba a los cristianos contemporáneos una obligación similar. Debido al mismo razonamiento, no es, en principio, errado o inmoral tratar de impedir, o evadir los injustos, impropios y extorsivos impuestos del estado de bienestar. Son impuestos utilizados para causas perversas y los cristianos no tienen obligación alguna de participar en tal perversidad. Pero aun, más allá de todo esto, esos impuestos implican extorsión. ¿Cómo puede ser pecado elegir no participar de un esquema malvado? ¿Cómo puede ser pecaminoso proteger la propiedad privada de las manos del ladrón? ¿Deberíamos reprochar a aquellos que escogen dar reportes, adulteran (o “mienten”) en su declaración de ingresos, o a aquellos que elijen no declarar algunos artículos al agente de aduanas? Si un ladrón entra en nuestra casa con Biblia y Gobierno

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un arma en mano y nos ordena que le digamos donde escondimos nuestro dinero, ¿no deberíamos mentirle y engañarlo para que no logre tomarlo? Si estamos dispuestos a mentirle al ladrón, ¿por qué entonces no podemos mentirle al gobierno? Ambos nos están quitando dinero. En los círculos de los reformados, ha surgido un debate considerable sobre esta mentira, participando defensores de la fe como los teólogos John Murray y Charles Hodge representando el lado opuesto del tema. Profundizar en este asunto es algo que más allá del alcance de este libro. Pero basta decir que muchos asuntos sobre política nos llevan a preguntarnos si es legítima la mentira, especialmente cuando se trata de políticas proactivas. Por ejemplo, cuando Hitler decretó una política contra los judíos, ¿acaso los cristianos debieron mentir a los soldados que vigilaban en sus puertas si en realidad estaban escondiendo a un judío (Hodge)? ¿O debieron callar (Murray) —confiando en la Providencia— causando la sospecha de los guardias y arriesgando así las vidas de los judíos si llegaban a ser encontrados? El apóstol Pablo dice, “el amor no perjudica al prójimo” (Romanos 13:10). Así que ¿de qué manera debemos amar a nuestro prójimo (judío) y no mentir? ¿No es acaso la peor hipótesis poner la vida de otro hombre en peligro (o para decirlo eufemísticamente “ponerlo en las manos de la providencia”) al permanecer callados, o aun peor, al decir a los atacantes la verdad? Los Hombres buenos disentirán en este asunto, pero recordemos dos regaños que hiciera el apóstol Pablo: “¿Quién eres tú para juzgar al siervo de otro? Que se mantenga en pie, o que caiga es asunto de su propio señor” (Romanos 14.14ª), y “Cada uno debe estar firme en sus propias opiniones” (Romanos 14.5b) Estos dilemas sobre la mentira y el engaño son ciertamente difíciles. Por cierto, no debemos concluir que Dios obliga a su pueblo a participar en el estado de bienestar, que tiene una clara naturaleza pecaminosa. Si un cristiano paga sus impuestos por una política de bienestar debe hacerlo pasivamente, bajo protesta y por coacción. No debemos participar voluntariamente en algo perverso como lo es el bienestarismo. En todo caso, resistirse al bienestarismo de manera activa puede bien no ser una acción sabia. Tal activa oposición no es una exigencia, ya que no es pecado ser objeto de robo (por la vía tributaria), siempre y cuando esta persona busque administrar sus posesiones adecuadamente. Pero si un hombre cree que está llamado a oponer resistencia, y actúa prudentemente oponiéndose de tal manera que no requiera demasiado tiempo para las actividades necesarias, entonces nadie debe prohibirle que lo haga. Más aun, la resistencia activa es difícil de lograr ya que el estado cuenta con recursos ilimitados en contraparte La política pública desde una perspectiva cristiana

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al oponente a su política. Aquellos que eligen resistirse, lo hacen asumiendo su propia responsabilidad. (Ver Hechos 5.37) En resumen, los cristianos no deben pagar ni recibir beneficios del estado de bienestar de manera voluntaria, ya que el estado de bienestar es antitético a la enseñanza bíblica sobre las responsabilidades de la Iglesia, la familia y los individuos, así como a los mandamientos que prohíben el hurto y la extorsión. Lamentablemente, mientras los cristianos desacreditan de manera justa el paganismo, la adoración a César, el infanticidio, el aborto, la confiscación y el matrimonio homosexual, no tendrán mucha dificultad en participar de los programas estatales antibíblicos del estado de bienestar, como son la seguridad social, educación estatal, y otros programas similares. A veces también, los cristianos están (tristemente) infectados de nacionalismo. Quizás, el manera como el diablo utiliza el gobierno es más sutil que aquella de los tiempos de Roma. Pero ese hecho lo haría solamente más engañoso y espiritualmente más lesivo pues es más difícil de combatir. Problemas engañosos causados por el bienestarismo Toda política proactiva —especialmente las redistributivas— son engañosas por sus sutilezas y por su efecto enajenante sobre los fieles. Las actitudes que asumen los cristianos en cuanto a la caridad, el trabajo y la administración están envenenadas del bienestarismo. Uno de los más tristes testimonios que un cristiano moderno pueda expresar a la edad de su jubilación es decir “me doy cuenta de los males del estado de bienestar, pero ahora me encuentro obligado a recibir una pensión del gobierno a no ser que termine optando sufrir pobreza extrema. En lugar de ahorrar disciplinadamente, confié en las promesas que el gobierno hiciera sobre mi jubilación cuando trabajaba, y ahora no tendría nada si no contara con el cheque del seguro”. Un testimonio igualmente triste sería, “aun contra mis principios, estoy obligada a aceptar cheques que me aporta el estado y los bonos de alimentos porque ahora mi esposo murió antes de lo previsto. Estábamos muy ocupados y nunca tuvimos tiempo para comprar un seguro de vida y de accidentes, aun cuando nos ofrecieron estos seguros en múltiples ocasiones”. He aquí dos casos comunes que muestran cómo los cristianos modernos reciben beneficios de asistencia social del estado, los cuales se obtienen al extorsionar a otros trabajadores. Estos son casos desconcertantes donde los cristianos que terminan siendo responsables de perjudicar a su prójimo. Una vez más, el dinero de la asistencia social no está depositado en alguna bóveda de Washington, en espera y disponible para los que son lo suficientemente Biblia y Gobierno

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astutos para obtenerlo. En cambio, es arrebatado de la gente trabajadora, la mayoría de los cuales no quieren pagar tales cantidades (por ejemplo el 15%) de sus ingresos direccionados al “programa”. El monto confiscado está estrechamente relacionado, por supuesto, al número de gente que se beneficia de estas transferencias de asistencia social. Solicitar estos “beneficios” es un duro golpe a las víctimas que pagan impuestos, constituyéndose así estas transferencias del estado de bienestar en una extorsión legalizada. En consecuencia, el bienestarismo puede llegar a ser tan perverso y perjudicial como otras severas políticas, muy perjudiciales para la vida justa — como por ejemplo la adoración al César, aprobación del aborto, confiscación de dinero y la expansión del homosexualismo—. ¿Pero cómo pueden los cristianos enmendar estos caminos si ellos mismos, quizá como resultado de la ignorancia, han tratado inapropiadamente con el estado de bienestar? ¿Cuál es la adecuada respuesta que debería dar un cristiano que bordea los 55 años de edad y quien se encuentra “obligado” a subsistir de los beneficios del seguro social (a causa de llevar una vida sin ahorrar)? ¿Si él pudiera argumentar que no pudo ahorrar debido a la opresión ejercida por el gobierno o por la recesión económica, podría eso justificar que forme parte de la extorsión a los demás? Intentando dar respuestas a estas preguntas en cuestión (las que son lamentablemente comunes) haremos bien en considerar estos pasajes de las Escrituras: Proverbios 6:30-31: No se desprecia al ladrón que roba para mitigar su hambre; pero si lo atrapan, deberá devolver siete tantos lo robado, aun cuando eso le cueste todas sus posesiones. Efesios 4:28: El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos, para que tenga qué compartir con los necesitados I Timoteo 5:3-5, 8-9,16: Reconoce debidamente a las viudas que de veras están desamparadas. Pero si una viuda tiene hijos o nietos, que éstos aprendan primero a cumplir sus obligaciones con su propia familia y correspondan así a sus padres y abuelos, porque eso agrada a Dios. La viuda desamparada, como ha quedado sola, pone su esperanza en Dios y persevera noche y día en sus oraciones y súplicas. …El que no provee para los suyos, y sobre todo, para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo. En la lista de las viudas debe figurar únicamente la que tenga más de setenta años, que haya sido fiel a su esposo;…Si alguna creyente tiene viudas en su familia, debe ayudarlas para que no sean una carga a la iglesia; así la iglesia podrá atender a las viudas desamparadas. Santiago 1:27: La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es ésta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones…. Gálatas 6:10: Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe. La política pública desde una perspectiva cristiana

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Podemos deducir varios principios de estos pasajes. En primer lugar, la gente común (incluyendo los cristianos) no van a “menospreciar” a la persona que “roba” a otros aceptando los beneficios del seguro social o cualquier otro beneficio, cuando es evidente que la propia supervivencia de los beneficiados está en juego. (Debemos notar, sin embargo, que utilizar los beneficios del seguro social para gastar en un bote de paseo, manejar o para manejar un auto más bonito o para comer fuera con más frecuencia no se justificaría). En segundo lugar, aun así, surgen las consecuencias de cualquier acto de robo. Aquellos que reciben estos beneficios del estado de bienestar deberían ajustar cuentas de algún modo, aunque sea solamente a causa de la tristeza, producto de su pecado. Lo que se concluye a fin de cuentas es que se debe evitar la extorsión. Aun si ello causa ciertas dificultades financieras, los cristianos deben terminar con el robo legal. Tercero, en lugar de tomar los beneficios del seguro social o de otros sistemas, los cristianos deben ser trabajadores y laboriosos. No existe precepto bíblico que garantice a una persona el derecho (positivo) de jubilación. Si no tiene suficientes ahorros, debería continuar trabajando hasta que muera. Asimismo, los cristianos deberían buscar siempre maneras de dar a los que padecen necesidades del excedente de lo que ganan, aun durante los llamados años de “jubilación”. Cuarto, las viudas deberán ser el objetivo importante de la caridad cristiana. De esta manera, por implicancia, una viuda tendrá menos justificación de recibir los beneficios del seguro social o de otro beneficio que cualquier pareja u hombre soltero. Sus hijos o nietos creyentes están en la obligación de cuidar de ellas. No obstante, la iglesia deberá proveer a una viuda cuando no cuente con los medios de sustento, o no tenga hijos o nietos. En consecuencia, cuando los hijos, nietos y la iglesia permitan a la viuda hacer uso de estos beneficios, estarán siendo partícipes del pecado cometido por la viuda. Quinto, los cristianos tienen un deber similar, aunque en menor grado, con los niños que no cuentan con los medios propios o cuyos padres los han abandonado, especialmente niños ligados a la comunidad de la fe. De hecho, dicha obligación parece extenderse a todos los creyentes pertenecientes a la iglesia, sean discapacitados o porque no pueden encontrar trabajo. La primera obligación pareciera recaer sobre los parientes (especialmente si son miembros de la misma iglesia), y luego sobre la propia iglesia local. Si bien los diáconos deberían motivar a encontrar trabajo a los beneficiarios de la caridad de la iglesia, no tienen justificación, sin embargo, para aprobar la utilización de los beneficios del desempleo o de la asistencia social para ayudar a los necesitados.

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El pecado trae consecuencias que, en algunas ocasiones, están destinadas a ser serias por la naturaleza del pecado. Un ejemplo claro de un caso difícil es la poligamia cultural. La iglesia primitiva la confrontó, como lo hacen los misioneros de hoy. ¿Qué debemos hacer con una familia polígama que (en su totalidad o en parte) se convierte al cristianismo? De seguro, sería injusto y hasta cruel obligar a ese hombre a divorciarse de todas sus esposas, menos de una. Si bien puede constituir un pecado para este hombre tener más de una esposa, sería probablemente más pecaminoso para él deshacerse de las otras esposas. Por lo que, vivirá esa vida en un estado viciado y sucio, (pero aun así, será salvo). El apóstol Pablo resuelve este dilema simplemente con prohibir al polígamo ser anciano o diácono de la iglesia (1 Timoteo 3:2, 12; Tito 1:6). Así, aunque no es excluido de la salvación por su anterior estilo de vida de pecado, sí deberá excluírsele del liderazgo de la iglesia —al menos mientras sus demás esposas estén vivas—. Del mismo modo, llevando este razonamiento a sus conclusiones lógicas, los cristianos que eligen recibir beneficios del seguro social o de cualquier otro sistema de asistencia social (especialmente si esto es consecuencia del pecado anterior de su mala administración de sus propios bienes) deberán ser excluidos de cualquier cargo eclesiástico. Esta posición podría ser particularmente difícil para cristianos que viven bajo los regímenes comunistas. Deben tener sumo cuidado de recibir únicamente los beneficios resultantes de su propio trabajo (por ejemplo, ya sea en políticas de provisión ineficiente o en políticas reactivas) más que de la política de bienestar. Por supuesto, aun si se debe buscar medios pragmáticos para acoger la conversión de los polígamos —o para que el hecho de ser miembro de la iglesia ocupe un lugar importante en las mentes de los beneficiarios del estado de bienestar— no puede haber justificación para continuar en pecado. Muchos de los cristianos que reciben este tipo de beneficios encontrarán difícil renunciar a ellos. Pero hacerlo será más fácil para creyentes que están determinados a regirse por principios bíblicos. Al menos, los pastores americanos que están empezando su labor de ministros de la Iglesia tienen cierta facilidad para evitar el bienestarismo. De acuerdo a la ley de impuestos de los Estados Unidos, ellos pueden, y deberían, decidir no participar del sistema de seguro social. Sin embargo, existe una excepción posible y bien fundamentada del principio general mencionado previamente. Se basa en el hecho de que los cristianos están llamados a ser sabios administradores de aquello que Dios les confía. De hecho, parte de la administración supone evitar poseer algo robado. En ese sentido, una persona podría justificar recibir el cheque del seguro social si el dinero es utilizado íntegramente para pagar los impuestos o los impuestos de La política pública desde una perspectiva cristiana

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los hijos o los nietos (pues a ellos también se les cobra por cuidar de él). En este caso, esta persona puede sostener que está siendo un buen administrador al minimizar el robo (por ejemplo, en impuestos). Ciertamente, si alguno adopta esta perspectiva, debe asegurarse que los impuestos corrientes debidos sean realmente pagados con ese dinero, y así sólo será una cuestión de intercambio de papeles. Sin embargo, no puede justificar ahorrar ese dinero para pagar sus egresos futuros debido al robo fiscal del gobierno. Sólo se puede exigir la restitución hasta cuando haya un daño real. Además, esta persona no puede ni imaginar que estaría recuperando el dinero que le fue retenido en el pasado a través de los impuestos. No es equitativo recuperar lo que que se perdió en robos pasados expoliando a otras víctimas en la actualidad. No obstante, se puede justificar la posición de una persona que utilizan los fondos automáticamente para pagar (o pre-pagar) impuestos propios o de los hijos. Un caso así se puede dar cuando un jubilado paga los impuestos de sus hijos, a pesar del hecho de que ellos lo mantienen. En todo caso, dicha mantención compensaría el dinero recibido del seguro social. No obstante, esta persona, quien mantiene aún una opinión al respecto, podría atravesar un dilema moral, puesto que se le ha establecido “no tocar nada impuro” (II Corintios 6:17), pero sería un asunto determinado por su conciencia. En conclusión, resulta incorrecto para todo cristiano acogerse al seguro social o servirse de los beneficios sólo para mejorar su estándar de vida. Como regla general, no hay precepto bíblico que exija la obediencia a las políticas proactivas o alguna norma cultural que la respalde. Normalmente, los cristianos no deben voluntariamente apoyar o ser partícipes del estado de bienestar o de cualquier otra política proactiva, pues permitirlo es permitir una práctica del mal. Asimismo, los cristianos no deben aceptar puestos relacionados con el bienestarismo, sin importar cuán lucrativo puedan ser. Aceptarlo sería contribuir al progreso del reino del mal. Es preferible la provisión ineficiente al estado de bienestar Incluso, las políticas de provisión ineficiente de bienes y servicios son mucho menos engañosas. Ciertamente, estas políticas son malas pues el mercado proveería mucho mejor dichos bienes y servicios y a un menor costo. Sin embargo, se deslinda a estas políticas de las malas y severas políticas públicas proactivas por su grado de magnitud. Consecuentemente, las políticas reactivas y las de provisión ineficiente son especialmente dominios en donde se aplican las enseñanzas de Pedro y Pablo en relación a la superficial y pragmática sumisión. Biblia y Gobierno

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Es casi imposible escapar de la influencia de la política pública en cuanto a comercio y defensa. Después de todo, la provisión ineficiente gubernamental producen bienes y servicios genuinos y la Biblia aun parece cosentir las actuales ocupaciones militares del gobierno. En Lucas 3:14, Juan el Bautista no le dice al soldado que cambie su ocupación. “Asimismo los soldados le preguntaron, diciendo, y ¿qué debemos hacer? Por lo que él les dijo, “no extorsionen a nadie ni hagan denuncias falsas; más bien confórmense con lo que les pagan“. Por consiguiente, podemos concluir que es ético para los cristianos trabajar en los puestos militares del gobierno y recaudar impuestos para apoyarlos. Quizá sea igualmente lícito producir bienes y servicios genuinos (por ejemplo, un mecánico de taller, un oficinista municipal, un empleado de la oficina de correos, un trabajador de construcción, un bombero, un salvavidas o un profesor universitario.). Asimismo, no es necesariamente incorrecto trabajar en una industria gubernamental. Este principio debe ser generalmente cierto. De otra manera, los cristianos que vivían bajo regímenes comunistas, no habrían podido evitar pecar al haber trabajado, virtualmente, en cualquier ocupación.

La relación del cristiano con el gobierno civil Los cristianos sólo pueden obedecer al gobierno mientras éste no los obligue a quebrantar la ley de Dios o a sus principios (Hechos 5:29; Lucas 12:4-5). Se puede obedecer los decretos inapropiados y contrarios a las Escrituras, (Romanos 13:5; Tito 3:1, I Pedro 2:13-17) en nombre del Señor, siempre que los cristianos estén concientes de la trampa sutil que los altares de veneración y las instituciones idólatras pueden traer consigo (I Juan 5:21). Cada cristiano debe ser persuadido en su interior cuando la acción gubernamental viole la palabra de Dios. Se debe emprender un minucioso examen de las Escrituras y confiar en la influencia del Espíritu Santo para determinar que acción adecuada tendrán que tomar frente a una política pública (por ejemplo, salvar al no nacido, etc.). Aquí otra vez, los demás cristianos deben ser cuidar de no criticar los motivos o las acciones de sus hermanos (Romanos 14:4). La política que debe ser deseada y pedida en las oraciones Los cristianos deben pedir a Dios que les conceda un estado mínimo que sea menos antagónico a los principios bíblicos y la existencia pacífica (I Timoteo 2:1-2; Daniel 6:28; Jueces 8:28). No sería incorrecto que los cristianos que viven bajo regímenes más opresivos rueguen en sus oraciones por mejoras mínimas también —incluso la anarquía—. La política pública desde una perspectiva cristiana

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Incluso pueden rogar para que las nociones gubernamentales sobre el bien y mal se vuelvan más concordantes con los preceptos bíblicos, aunque deben darse cuenta que estas no han sido producto de la voluntad de Dios tal como lo revela la historia. Asimismo, los cristianos pueden pedir y respaldar acciones apropiadas, coercitivas y reactivas del gobierno, acciones contra los predadores nacionales e internacionales, y también acciones que garanticen la propiedad privada y la libertad. Pero ellos también deben rogar contra la total injusta y proactiva coacción (I Reyes 10:8-9; II Samuel 23:2-4), especialmente las políticas que promuevan el bienestarismo, el estatismo y el nacionalismo. Como se discutió anteriormente, los cristianos no deben tener ninguna participación voluntaria en (o apoyar) las políticas proactivas, las cuales incluyen impuestos y la administración que están a su servicio. No hay derecho a hacer demandas o a propinar insultos Los cristianos no tienen derecho bajo el mandato de dominio (Génesis 1:28) de demandar que el gobierno actúe de acuerdo a un manera bíblica, si Dios no lo ha creado para eso (Proverbios 21:1). En efecto, el posmileniarismo ha originado muchos pensamientos y acciones erróneos por parte de los cristianos. Sin embargo, cada persona cristiana (no la iglesia como un todo) que vive bajo las condiciones más democráticas pueden apoyar a líderes y leyes justas, siempre que tengan cautela de los peligros que acarrean las sectas ideológicas (Proverbios 24:21-22; Hechos 5:37). Los cristianos deben también rehusarse a propinar insultos personales a los funcionarios gubernamentales, considerando también que ellos estuvieron, alguna vez, en las tinieblas (Tito 3:1-3; Colosenses 4:5-6), aunque son reprochadas, la crítica académica y la irrisión de las malas políticas e instituciones nunca deben ser olvidadas. (Efesios 5:11; Proverbios 26:5; 27:5). Los impuestos y el cristiano La Biblia no concede una política general en relación a los impuestos según la afirmación de Pablo en Romanos 13:6-7, la historia de impuestos del templo en Mateo 17:24-27, o las enseñanzas que señalaban dar al César lo que es del César, en Mateo 22:15-22, Marcos 12:13-17, y Lucas 20:20-26. Como todas políticas públicas, cada situación tributaria debe ser evaluada según sus propias características. La deducción obtenida en Lucas 3:12-13 es que podría haber un impuesto justo determinado por el gobierno, Juan el Bautista contaba: “los recaudadores de impuestos fueron también para ser bautizados y le preguntaron: Maestro, ¿qué hemos de hacer?”. Y les contestó: ‘No cobren más de lo exigido”. Biblia y Gobierno

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Sin embargo, vemos también que Cristo pagó el impuesto al templo por razones pragmáticas más que por un sentido de deber moral. A Jesús no pareció preocuparle cumplir con su impuesto cuidadosa y puntualmente. Mateo 17:24-27 24 Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Capernaúm, los que cobraban impuesto del templo se acercaron a Pedro y le preguntaron, ¿su maestro no paga el impuesto del templo? 25 —Sí, lo paga— respondió Pedro. Al entrar Pedro en la casa, se adelantó Jesús a preguntarle: ¿Tú qué opinas, Simón? Los reyes de la tierra, ¿a quiénes cobran tributos e impuestos: a los suyos o a los demás? 26 —A los demás— contestó Pedro. Entonces los suyos están exentos —le dijo Jesús—. 27 Pero, para no escandalizar a esta gente, vete al lago y echa el anzuelo. Saca el primer pez que pique; ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y dásela a ellos por mi impuesto y por el tuyo. Observemos que Jesús no dice que debe pagarse el impuesto eclesiástico, cuasi civil para no ofender a Dios. El pago es para evitar ofender a los hombres. Jesús no tuvo miedo en ofender a los hombres cuando esta ofenda era útil a sus propósitos. Sin embargo, en aquella época, ellos tenían otra misión además de enfrentarse al gobierno civil. También observamos en este pasaje que Jesús no consideraba incorrecto pagar este tipo de impuestos, pero este hecho no significa por deducción que haya promovido pagar cualquier tipo de impuesto. Jesús habría reaccionado diferente si hubiera sido un impuesto del estado de bienestar, aunque no podemos afirmarlo con exactitud. En lugar de generar una polémica general sobre los cristianos y los impuestos, Él vio la oportunidad (aunque precipitada por asegurar que Pedro pague el impuesto) para predicar sus enseñanzas a Pedro sobre el tributo y la libertad individual del creyente. Los pasajes que señalan “dar” lo que es del César Los pasajes mencionados (Mateo 22:15-22, Marcos 12:13-17 y Lucas 20:2026) no proporcionan una doctrina general de la finanzas públicas o sobre el cumplimiento de la políticas fiscales. En cambio, se focaliza en el dilema de que sí es admisible para los creyentes vivir bajo una autoridad pagana (por ejemplo, la sumisión aceptada mediante el pago de un tributo, impuesto recolectado de los “extranjeros” conquistados más que los “hijos”, Mateo 17:25). No hay un principal precepto que indique que todos los impuestos en general deban ser pagados irrefutablemente o que las manifestaciones o disturbios contra los impuestos (por ejemplo, el partido del té de Boston, sf. Lucas 23:2) no deban asociarse con el cristianismo. Los pasajes sobre política fiscal son tan

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frecuentemente citados por los evangélicos que merecen citarlos a continuación y hacer luego un comentario de ellos. Mateo 22:15-22 15 Entonces salieron los fariseos y tramaron cómo tenderle a Jesús una trampa con sus mismas palabras. 16 Enviaron algunos de sus discípulos junto con los herodianos, los cuales le dijeron: Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro y que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad. No te dejas influenciar por nadie porque no te fijas en las apariencias. 17 Dános tu opinión: ¿Está permitido pagar impuestos al César o no? 18 Conociendo sus malas intenciones, Jesús replicó: ¡Hipócritas! ¿Por qué me tienden trampas? 19 Muéstrenme la moneda para el impuesto. Y se la enseñaron. 20 ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? –les preguntó. 21 Del César —respondieron—. Entonces denle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. 22 Al oír esto, se quedaron asombrados. Así que lo dejaron y se fueron. Marcos 12:13-17 13 Luego enviaron a Jesús algunos de los fariseos y de los herodianos para tenderle una trampa con sus mismas palabras.14 Al llegar le dijeron: Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro. No te dejas influir por nadie porque no te fijas en las apariencias, sino que de verdad enseñas el camino de Dios. ¿Está permitido pagar impuestos al César o no? 15 ¿Debemos pagar o no? Pero Jesús, sabiendo que fingían, les replicó: ¿Por qué me tienden trampas? Tráiganme una moneda romana para verla. 16 Le llevaron la moneda, y él les preguntó: ¿De quién son esta imagen y esta inscripción? Del César, contestaron. 17 Denle, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Y se quedaron admirados por él. Lucas 20:20-26 20 Entonces, para acecharlo, enviaron espías que fingían ser gente honorable. Pensaban atrapar a Jesús en algo que él dijera, y así poder entregarlo a la jurisdicción del gobernador. 21 Maestro, dijeron los espías, sabemos que lo que dices y enseñas es correcto. No juzgas por las apariencias, sino que de verdad enseñas el camino de Dios. 22 ¿Nos está permitido pagar impuestos al César o no? 23 Pero Jesús, dándose cuenta de sus malas intenciones, replicó: 24 Muéstrenme una moneda romana. ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Del César, constestaron. 25 Entonces dénle al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. 26 No pudieron atraparlo en lo que decía en público. Así que, admirados de su respuesta, se callaron.

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La palabra “espías” (versículo 20) aparece en el relato de Lucas. En su complot para atrapar a Jesús en sus palabras y así destruirlo, los judíos habían evidentemente acordado una trampa formidable —versículo 22. La idea fue provocar una ideología y la ira de dos sectores poderosos, pero opuestos dentro de la comunidad judía para así ponerlos contra Cristo. Un sector preguntaría “deberíamos pagar impuestos a César” y ambos escucharían públicamente su respuesta. El grupo, conocido como los herodianos, estaba compuesto por judíos nominalmente religiosos quienes mantenían una gran lealtad a Roma. Ellos eran, en efecto, primero romanos y después judíos —los grandes nacionalistas de hoy—. El otro grupo, los fariseos, estaba compuesto por personas exactamente opuestas. Ellos eran fervientes defensores de la nación de Israel pero no de Roma. Ellos eran judíos ortodoxos que mantuvieron superficialmente su ortodoxia con gran estima. Nunca llegaron a someterse —fuera de todo principio y convicción— a la Roma pagana. El verdadero motivo de ambos grupos estaba oculto con el objetivo de ejecutar a Jesús por medio del gobierno civil. Sus preguntas estaban muy bien pensadas y creyeron que Jesús no podría contestar sin evitar perjudicarse a sí mismo. Por un lado, si él decía “no” públicamente, los herodianos lo acusarían de sedición y traición, lo que les hubiera permitido levantar cargos contra él ante las autoridades civiles. Por otro lado, si él decía “sí” públicamente, los ortodoxos fariseos habrían tenido razones para levantar cargos contra él mediante su poderoso sistema judicial. (Ese mismo sistema eventualmente habría acusado a Jesús cuando Judas Iscariote alegara esto como testimonio principal contra Él). Ellos podrían argumentar que Jesús estaba sometido voluntariamente a Roma cuando su verdadera lealtad debería ser únicamente hacia Dios (Éxodo 20:3). Como transgresor del pacto, debía ser sentenciado a muerte bajo la ley de Moisés (Éxodo 22:20; Deuteronomio 13:1-10; 18:20). De seguro, los herodianos y fariseos fueron poco sinceros. Estaban muy interesados en obtener una opinión de Jesús sobre la política tributaria, y Jesús estuvo también muy interesado en expresárselos. Solamente utilizaron el tributo como tema central pues les permitiría profundizar en lo que ellos estaban realmente interesados. Querían poner a Jesús en una situación de la que no podría escapar por medio de un tema político que causara severas consecuencias para Él. Si simplemente le hubieran preguntado su opinión sobre la resurrección, no habrían conseguido nada útil para acusarlo —al menos, ninguno que pudiera ser castigado con la muerte—. Así que necesitaron una política que sea de interés para los fanáticos de Israel y, a la vez, para los judíos estatistas. Así La política pública desde una perspectiva cristiana

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que encontraron el tema del tributo. Observemos que este tema no era acerca de impuestos en general sino acerca de un impuesto en especial: el tributo monetario. El tema de pagar tributos trajo a la luz más que una cuestión de administración justa y de extorsión; tocó el tema sobre la lealtad hacia Dios. Por su supuesto, Jesús sabía sobre la pérfida intriga, así que les dio la perfecta respuesta para desbaratar su trampa. Los herodianos y los fariseos se quedaron sin habla y Jesús continuó con su ministerio hasta el tiempo señalado. Por esa razón, Jesús no proporcionó una completa doctrina sobre los impuestos, ni trató de hacerlo. Por el contrario, Jesús nos dijo que aun viviendo bajo la autoridad de un régimen pagano podemos continuar siendo correctos con Dios. El segundo mandamiento no será violado si deben obediencia terrenal a una autoridad impía, ni tampoco estará comprometido si el impuesto monetario (tributo) es pagado a esta autoridad. Este era su argumento. Los fariseos veían, equívocamente, que la subordinación a Roma era algo sacrílega. Jesús rechazó esa idea. Por esa razón, los cristianos se equivocan si ellos utilizan esos pasajes para plantear una doctrina general sobre pago de impuestos. Discusión acerca del tributo en dinero Será útil hacer en este punto una breve meditación acerca del tributo. Un teólogo o un sabio en política argumenta que el tributo (por ejemplo, el tipo de impuestos considerado en la frase “dar al César lo que es del César “) es el peor impuesto concebible, pues involucra extorsión y sumisión a un régimen injusto. Así, concluiríamos que no hay impuesto aplicado a los hombres por el gobierno peor que el tributo. Por consiguiente, aunque el impuesto no es la principal opinión que Cristo propone aquí, su evidente implicación es que el tributo puede ser entregado al César sin que implique cometer un pecado y, por consiguiente, se puede pagar todos los demás impuestos para cualquier propósito en toda sociedad. Adicionalmente, se sostiene que los cristianos no necesitan distinguir entre los tipos de impuestos que pagan (clasificándolos como justos e ilícitos). Si Cristo pagó el tributo, lógicamente entonces el deber de los cristianos es simplemente pagar lo que exige el impuesto con impecable honestidad. Sin embargo, este argumento es tan ilegítimo como el hecho de exigir a los cristianos (cuando estaban confrontados a las autoridades) que entreguen a los judíos escondidos a manos nazis, o entregar al ladrón todo lo que éste quiera. Un gobierno debe encontrarse en su respectivo rol reactivo (por ejemplo, oponerse a la ursupación inapropiada de funciones de otras instituciones

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bíblicas como la Iglesia o la familia mediante una política proactiva) para hacer que sus impuestos sean justos. Determinar qué impuestos son justos y deben ser pagados Cuando un gobierno es establecido como una herramienta de juicio contra el pecado, aplica impuestos confiscatorios contra toda persona, incluyendo a los cristianos, por los insignificantes programas de ingeniería social. En todos estos ejemplos, los cristianos optan por pagar sus impuestos por un asunto de prudencia pragmática mas no por un deber cristiano, y ciertamente no es voluntario. En consecuencia, el tema no es de la severidad del impuesto sino la pertinencia del impuesto. Asimismo, El César no tenía posesión legítima de la gente, propiedad o dinero; Dios sí (Proverbios 24:1; 50:10; Ezequiel 18:4; Hageo 2:8; Romanos 14:8). Así también el gobierno no tiene un derecho final a poseer la riqueza dentro de su territorio mediante algún tipo de decreto o legislación. Positivamente, un impuesto justo solamente puede ser apoyar una función justa del gobierno. El gobierno no puede unilateral, arbitraria y caprichosamente determinar cúal es su deber “(Romanos 13:7) o si un impuesto es verdaderamente justo. De igual forma, si el gobierno utiliza la pena de la guillotina para ejecutar a un asesino, es justo; pero si la misma pena es usada para ejecutar un hombre por predicar el evangelio, el gobierno estará cometiendo asesinato. Lo mismo sucede con los impuestos. El gobierno legítimamente recauda lo que es genuinamente necesario para cumplir sus políticas reactivas y, por supuesto, las políticas de provisión ineficiente. Otros impuestos deberán ser obtenidos mediante extorsión. Finalmente, aun si el gobierno está siendo cosas “buenas” con cierta suma obtenida de los impuestos (por ejemplo, la política pública reactiva) —aun en un 20% del total de casos— no implica que toda la actividad tributaria sea transparente. Los impuestos destinados a los malos propósitos no son limpios al introducir algunos impuestos legítimos para hacer un grupo combinado. Asimismo, el hecho de que ningún contribuyente pueda determinar cómo desea que sus impuestos sean gastados, no lo obliga de ninguna manera a pagar el 100% de los gastos incurridos en los programas de política, sólo cuando esté seguro de estar pagando por los programas justos. El Ejército de Salvación estaría de acuerdo en recoger una carga de artículos domésticos, sabiendo que tendrá que deshacerse de muchos de ellos. Esperan La política pública desde una perspectiva cristiana

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reunir buenos productos. Sin embargo, el contribuyente no está en posición de pagar por toda la cantidad de políticas y luego desechar la política incorrecta. El contribuyente no puede pagar sus impuestos, financiar solamente las buenas políticas, y desechar el 80% restante destinado a promover el mal y construir el reino del maligno. En conformidad, el hecho que los gobiernos combinen o, de otro modo, agreguen a los impuestos de funciones reactivas impuestos para otras políticas no requiere que los cristianos paguen por las políticas proactivas. En otras palabras, no por el simple hecho de que es imposible distinguir hacia dónde se destina el impuesto (por ejemplo, optar por pagar solamente las funciones reactivas) no significa que los cristianos deban pagar las políticas proactivas. En efecto, puede ser igualmente justo no pagar impuestos para ningún tipo de política cuando exista tal combinación. ¿Obligaba Pablo a apoyar el estado de bienestar? Pablo nos dice que hay que pagar impuestos por cuestiones pragmáticas. Pero es incierto que el hubiese indicado esto si la recaudación de impuestos en Roma destinados a la política reactiva eran mínimas fracciones mezcladas con las grandes provisiones destinadas a la política proactiva. Ese hecho no cambia el precepto establecido por Pablo. Simplemente indica que la Biblia debe ser reaplicada para tomar en cuenta los pecados más frecuentes y los problemas de cada época. Si bien puede ser sabio y pragmático pagar impuestos del estado de bienestar, las implicancias morales son ampliamente distintas a los impuestos previstos por Pablo. Nuestra interpretación debe ser dinámica en el sentido que debe haber lugar para el cambio social. Cualquier argumento que indique que los cristianos están obligados a pagar impuestos de política proactiva por el deber de pagar los impuestos de la política reactiva entremezclados con los anteriores, es errado y engañoso. En tales casos, la sabiduría personal y la conciencia debe dirigir el curso apropiado de la acción, y Dios se complacerá de conceder a los cristianos la sabiduría necesaria (Jeremías 1:5-6). Los cristianos deben procurar pagar solamente los impuestos apropiados, por ejemplo, para las funciones reactivas, pero lograr esto es bastante difícil. Inmigración de los Cristianos Debe haber épocas en las que es conveniente emigrar para los cristianos. Así, pueden traer bendición a las vidas de los naturales de las nuevas tierras mientras ellos “ocupan” su mundo. (Lucas 19:13 KJV), siempre que se vean Biblia y Gobierno

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firmes (sf. Romanos 14:4); o quizá “libres” de las condiciones serviles (I Corintios 7:20-24) impuestas por el gobierno como el estado de bienestar, el totalitarismo, o el comunismo. A pesar de los mitos culturales y políticos existentes que indican lo contrario, el estado de bienestar en Norteamérica (y otras naciones occidentales) hoy en día se ha transformado en estricto constitucionalismo dentro de la social democracia. Si esta tendencia izquierdista tiende a continuar, estas naciones llegarán a orientar cada vez menos a la práctica cristiana y así muchos cristianos pueden optar por la emigración a sociedades más libres. Como en muchas ocasiones, las Escrituras justifican huir de la persecución (Mateo 10:23; 24:16). Las fronteras políticas son arbitrarias. Son, a menudo, determinadas como resultado de las guerras o de las políticas públicas proactivas. Sin embargo, el pueblo de Dios está fuera “de toda raza, lengua, pueblo y nación” (Apocalipsis 5:9b) y su gracia concedida no está sujeta a los caprichos de la política pública ni puede ser modificada por los engaños del nacionalismo. Un cristiano puede seguir siendo justo incluso si se muda a otra nación distinta a su país de origen. Finalmente, la única ciudadanía de un cristiano debe ser la del reino de Dios. En este sentido, la inmigración por cualquier buen motivo es aceptable, incluso por el motivo de querer mejorar económicamente. El hecho de que una política proactiva de un país determinado establezca la inmigración como algo ilegal complica la situación, mas no hace que ésta inmigración sea inmoral. La única razón para que los cristianos repudien las leyes de inmigración es el estado de bienestar mediante el cual los inmigrantes son capaces de asegurar los subsidios de las políticas redistributivas a costas de los ciudadanos de hoy. Pero esto no es un asunto de inmigración por su propia naturaleza sino un problema relacionado al estado de bienestar. Para muchos cristianos, huir de la opresión económica o política son importantes argumentos. Ciertamente, la dedicación a su inmigración no debería reemplazar la devoción a su religiosidad, que es de importancia suprema, pero estos asuntos pueden requerir considerable tiempo y energía para un cristiano. La lealtad cristiana y la aflicción Los cristianos deben mantener sus fundamentos contra toda política proactiva, incluyendo las políticas que prohíben el castigo doméstico, la inmigración56 , la educación en casa, y así sucesivamente, así como reafianzar las protestas justas contra la tributación y regulación maliciosas. Importa poco cuánto pueda 56 Por supuesto, los inmigrantes cristianos deben ser desalentados por las iglesias de robar a otros a través de la participación voluntaria en sus estados de bienestar del nuevo país.

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amenazar el estado a los creyentes si ellos apoyan lo que es correcto, pues ellos “deben más bien temer a él, quien puede destruir cuerpo y alma en el infierno” (Mateo 10:28). Los cristianos no buscan dañar a sus hermanos o la mayoría de otra gente. Como Pablo dice, “hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10). Los cristianos no tienen derecho a dañar a su prójimo, especialmente no a causa de algunos indoctrinados o de una lealtad ideada para intereses de un gobierno nacional o local que rige en sus tierras. Si en los comienzos de la Iglesia, ésta quiso minimizar los problemas con el estado, podría haberlo logrado haciendo a un lado la predicación y los sacramentos pues constituyen prohibiciones proactivas contra el estado. Sin embargo, no lo hicieron sino que mantuvieron distancia con el estado. Además, cualquier especulación que indique que Pedro, Juan, Pablo y otros respaldaron al gobierno que los atacó, castigando a los creyentes y a otra gente por infracciones contra políticas proactivas que pudieran haber existido, es ciertamente absurdo. En cambio, la iglesia eligió no obedecer al gobierno civil. Los cristianos modernos deben también escoger cumplir los mandamientos de Dios —a pesar de que hay acciones “malas” como esconder algunos inmigrantes “ilegales” o políticos “radicales” en la congregación que podrían originar enemistad con el resto de la iglesia—. A menudo, si el cristiano procura tener una vida humilde, pacífica, sosegada, su alejamiento personal y colectivo (por ejemplo, la iglesia) de la estructura política publica pueden pasar bien por desapercibidos ante el gobierno civil. Adicionalmente, los cristianos deben cuidar de no ser totalmente complacientes con los decretos de la política pública en general. Una Iglesia que está en paz con su cultura al cumplir irrefutablemente con toda política, debe ser una iglesia sospechosa. Jesús dijo: ”En este mundo afrontarán aflicciones” (Juan 16:33b) y Pablo dijo, “Asimismo, serán perseguidos todos los que quieran llevar una vida piadosa en Cristo Jesús” (II Timoteo 3:12).El cumplimiento general con la política pública puede traer seguridad y paz temporal, pero también producirá tragedia espiritual. Evaluación política y el cristiano Un cristiano puede determinar algún aspecto del gobierno, aborrecible a los propósitos de Dios, y así poder evitarlo —aun cuando otros estén en desacuerdo con él—. Las consideraciones en cuanto a políticas y a los juicios a los cristianos son asuntos de libertad individual de conciencia. Además de la doctrina pragmática de los apóstoles, no existe ningún estándar absoluto establecido de Biblia y Gobierno

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manera apropiada para reaccionar adversamente ante las políticas proactivas en toda situación cultural o política. De esta manera, los individuos pueden convencer a los demás a actuar como ellos, pues no hay proscripción universal para la realización de una acción grupal (iglesia) contra una política particular mostrada en la Biblia. Juan Calvino discretamente observó que existe una diferencia entre el decreto de Dios en un sentido conclusivo y en un sentido próximo. Vale decir, mientras Dios establezca toda institución que pasará, las prácticas e instituciones del gobierno pueden ser juzgadas por la palabra de Dios.5 7 Asimismo, a cada cristiano se le da la responsabilidad de evaluar las políticas públicas de acuerdo a las evidencias bíblicas. Un adicional tratamiento sobre el trabajo profesional dentro la política pública es adecuada en esta coyuntura. Considerando los crecientes beneficios especialmente destinados a la Iglesia, no es siniestro ni engañoso que el cristiano quiera ganarse la vida como experto en políticas o como erudito cuando se dan estas oportunidades (Véase Filipenses 2:15). —siempre que se desempeñen fuera de la burocracia proactiva—. Al igual que el célebre economista Walter Williams declarara una vez que el mejor trabajo gubernamental que alguna vez haya tenido fue uno por el cual recibió ningún salario. Por lo que, continuó, “no tuve que recibir fondos robados”. En las profesiones relacionadas a la política pública, los cristianos sirven con una capacidad pedagógica informativa que ofrece un amplio abanico de beneficios para la iglesia. No obstante, ellos deben emprender esta profesión sin tomar un salario proveniente de los impuestos. No es fácil hacer una evaluación de la política y hay momentos en los cuales los cristianos formulan juicios equivocados. Estos errores pueden ser caros para ellos, pero los beneficios de gozar de una conciencia limpia o de integridad transparente cuando se obedece a Dios más que a los hombres, son reales y duraderos. Congruentemente, los cristianos no tienen una obligación bíblica de “acusar” ante el gobierno a sus hermanos, que concientemente violan una norma. Por el contrario, una posición crítica, así como la actitud perjudicial y distante para con el prójimo, será muestra de un comportamiento perverso.

57 De otro modo Dios sería acusado de ser autor del mal. Vea John T. McNeill, Ed. y Ford Lewis Battles, Tr.(1960), Juan Calvino, Institutos de la religión cristiana, Westminster Press: Philadelphia. La base para esta idea podría ser encontrada en el libro I, 18:2, tambien 14.17, 16,4-9, 17.6,9 y 18.4; más el III, 14.17, 21 y 23.8-9.

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Las rebeliones y el cristiano ¿Cuándo es conveniente para los cristianos formar parte de las rebeliones contra sus gobiernos? Existe una amplia variedad de respuestas dependiendo del enfoque que cada uno tenga sobre su gobierno. Una frase célebre de Thomas Jefferson decía “la resistencia a los tiranos es obediencia a Dios”. Jefferson no fue probablemente un verdadero cristiano, pero muchos de sus conceptos son todavía concordantes con los principios cristianos. Los teonomistas podrían decir que es correcta cualquier rebelión que desafíe a un estado impío y que tenga el compromiso de orientar sus avances hacia una teocracia. Los anarquistas radicales podrían justificar una rebelión en toda circunstancia. Aquellos que presentan una tendencia favorable al derecho divino de los reyes tratarán de evitar cualquier rebelión, aun si es la guerra por la Independencia americana y la guerra entre estados. Pero, ¿acaso, los cristianos deben menospreciar la filosofía de los fundadores americanos? Consideremos un fragmento de los comentarios del fundador: Thomas Jefferson: “sostengo que una pequeña rebelión, ahora y entonces, es algo bueno, y se vuelve necesaria en el mundo político como las tormentas en la física.” 58 “El espíritu de la resistencia al gobierno es tan valioso en ciertas ocasiones que desearía que se mantenga siempre vivo. A menudo, será llevado a cabo teniendo una causa errada, pero es mejor eso a que no sea realizada en lo absoluto”.59 Thomas Jefferson: “Dios prohíbe que nosotros debamos participar alguna vez de tal rebelión [la rebelión de Shay]...el árbol de la libertad debe ser regado cada cierto tiempo con la sangre de patriotas y tambíen de los tiranos. Es esto su natural fertilizante....Dios prohíbe que estemos veinte años sin realizar rebelión alguna. 60 Patrick Henry: “¿Es la vida tan apreciada, o es la paz tan dulce, para que sea comprada con el precio de las cadenas y la esclavitud? ¡Prohibidlo, Dios todopoderoso! No conozco qué opciones adoptarán los demás; pero a mí, ¡dame la libertad o dame la muerte!” 61 Jorge Mason: “el gobierno es, o debería ser, instituido para beneficio común, (protección) y seguridad de la gente, nación o comunidad;.... de modo que

Thomas Jefferson (1787), carta de James Madison, enero 30. Thomas Jefferson (1787), carta a Abigail Adams. Thomas Jefferson (1787), Carta al coronel William S. Smith, refiriéndose a la rebelión de Shay, un agricultor conducido por Daniel Shay, junto con 1,100 hombres para detener el arsenal en Spring Field, Massachusetts en 1787. 61 Patrick Henry (1775), Discurso en la convención de Virginia, marzo. 58 59 60

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cuando cualquier gobierno sea considerado inadecuado o contrario a dichos propósitos, la mayor parte de la comunidad aplique su indudable, inalieneable e indenfendible derecho a reformar, modicar, o abolirlo, en un modo tal como deberá ser juzgado todo el que ocasione un daño público”. 62 ¿Cómo deberían opinar los cristianos sobre estos comentarios? La respuesta depende del paradigma del gobierno civil adoptado. Si el gobierno civil es parte del reino de satanás y Dios permite su derrocamiento, entonces los cristianos pueden estar satisfechos de que la rebelión sea permitida. En ese caso, los comentarios de los propulsores tendrán un tono conciliador. De seguro, cualquier enfoque de revolución debe ser consistente y sustentado por premisas no arbitrarias. Si nosotros aceptamos las opiniones vertidas por los Fundadores Americanos, entonces deberá fijarse una cierta línea límite objetiva, la cual indique lo que el gobierno civil no debe hacer para que no ponga en peligro su existencia. Se traspasará esta línea cuando sus políticas públicas se vuelvan manifiesta y predominantemente proactivas. Sin embargo, aun si se permite la rebelión, no sería sabio. Como prescripción general, habrá justificación para una rebelión, cada vez que un gobierno normalmente haga más que una política reactiva. Y si, efectivamente, los gobiernos modernos han cruzado la línea en demasía, de políticas proactivas. No queda claro si la existencia de las políticas de provisión ineficiente es causa suficiente para propiciar la rebelión, especialmente tomando las enseñanzas pragmáticas de Pedro y Pablo sobre la sumisión ante el estado. Pero, incluso si se halla alguna justificación para rebelarse contra tales políticas, debemos asegurarnos de hacer uso de la sabiduría durante el proceso. Lo que está más claro en la evidencia bíblica es que la política proactiva, especialmente la política redistributiva y las políticas externas proactivas de genocidio y confiscación, son contrarias a la palabra de Dios y justifican una rebelión. Es más, la existencia de cualquier régimen que propicie el caos y que viole los derechos negativos dispensa cualquier revolución. Pero se debe tener cuidado, especialmente en las alianzas, uno debe lograr realizar dichas proezas; se tiene entonces que cuidadosamente “considerar si se es capaz” de conseguir un resultado exitoso (Lucas 14:31) y si este movimiento hace uso prudente de tiempo y recursos.

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George Mason (1776) La declaración de derechos de Virginia, artículo 3, 12 de junio.

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No queda claro, por ejemplo, si el Sur actúo con una apropiada prudencia por la manera como decidió desafiar al Norte durante la guerra civil americana. El Sur tenía relativamente pocos recursos y virtualmente ninguna habilidad naval. Contaban con excelente generales y, por supuesto, mejores soldados pero carecieron de lo que era necesario para ganar la guerra. Una especial anotación para los cristianos en Norteamérica Estados Unidos mantiene un especial lugar en la historia de los gobiernos, y los cristianos norteamericanos tienen una inusual responsabilidad como ciudadanos. El gobierno civil americano era único en sus inicios. La máxima lealtad terrenal de los cristianos norteamericanos es supuestamente hacia la constitución, (que es teóricamente el gobierno) más que los servidores civiles como el presidente. De esta manera, los cristianos americanos, quienes creen que el gobierno civil actúa violando la constitución, pueden justificablemente “honrar” a su constitución como su rey sustituto (I Pedro 2:17) por encima de todos los servidores civiles que supuestamente respalda y tutela dicha constitución. Sin embargo, será justificable actual de este modo sólo hasta que la constitución sea formalmente repudiada. Por supuesto, deberá cautelosamente considerarse la prudencia en cualquier acción tomada. Como Jesús nos recuerda en Lucas 14:31, “O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra con otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a calcular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil?” Un desacierto en la revuelta, causará un desastre personal, tal como le sucedió al Sur en 1860. Aun cuando son “exitosas” y bien pensadas, las rebeliones resultan, a veces, letales para sus propulsores. Uno solamente necesita considerar el terrible infortunio que aconteció a la mayoría de los firmantes de la declaración de la independencia americana para ver que ensombrece la realidad. La responsabilidad de los pastores Dados los principios señalados en este capítulo, se debe seguir con unas cuantas palabras en relación al liderazgo de la Iglesia. Los pastores no deben consentir el robo del gobierno o incentivar a sus miembros a participar en los nefastos programas de ayuda social. Ellos deberían exhibir las fachadas y placebos gubernamentales vilmente concebidos, que conducen a los hombres a perderse (espiritualmente o temporalmente), en lugar de exhortar a los cristianos a participar en estos programas, mediante diversas equivocaciones y eufemismos. La misma exhortación se aplica a cualquier política proactiva. Biblia y Gobierno

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Los cristianos nunca deben confiar en el estado, ni sentir más temor de éste que de Dios (Mateo 10:28). Contrariamente, deberían odiarlo y evidenciar todos las malas acciones de los hombres, no compartir “los pecados de otras gentes” (I Timoteo 5:22). Los pastores deben estimular a los cristianos a ser esclavos de Dios pero no esclavos de los hombres. Ellos deben, quizá, motivar a los cristianos a únicamente apoyar a un gobierno adecuado (limitado). Aun más allá de este limitado enfoque de un poder gubernamental justo, se debe incitar a los hombres el deseo de temer únicamente a Dios y buscarlo para que Él sea solamente su protector y proveedor (sin dejar de lado las virtudes de la diligencia, sabiduría y entendimiento, y ciertas instituciones de Dios como la iglesia y la familia). En el siguiente capítulo, se proporciona un análisis de la escuela estatal americana. Esta institución es una de las políticas públicas proactivas nocivas nunca antes inventada —una tesis que es sustentada por los principios bíblicos y por las herramientas teóricas presentadas en los capítulos anteriores—. Como sucede con todas las políticas proactivas, la participación cristiana en cualquier agenda de ingeniería social, debe ser involuntaria. La escuela estatal no es la excepción, y los pastores deben estar a la vanguardia para condenarla.

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Capítulo VI Análisis de política: El cristianismo y la escuela estatal americana Propósito y ámbito de la discusión Puede ser esfuerzo muy útil separar temporalmente a los individuos que utilizan o trabajan para la escuela pública (gobierno) de su carácter como institución. Al realizar tal división, se puede facilitar una fructífera evaluación bíblica de la escuela pública sin preocuparse de ocasionar un posible daño a cualquier persona. Por consiguiente, este capítulo analiza la escuela pública americana como una política proactiva y, en cierto sentido, como una institución del estado de bienestar. Sin embargo, el análisis presentado aquí pretende ser relativamente aplicable a la educación pública primaria y secundaria a nivel mundial. Resultaría bastante difícil, quizá imposible, para un estudiante asistir a las escuelas primarias y secundarias en los EE.UU. y aún sobrevivir a las radicales agendas que se llevan a cabo allí. Si tenemos que aceptar las críticas de una gran cantidad de estudiosos conservadores y liberales clásicos; de William Bennett a Jorge Roche pasando por Thomas Sowell, debemos concluir que las escuelas estatales han sido, al menos, en ambos casos, las más perniciosas amenazas a la libertad y al cristianismo americano. Ha sido también una despreciable herramienta de opresión, inmortalidad, educación estropeada y negación de los derechos de propiedad privada (no solamente por lo que enseña, sino también por los confiscatorios impuestos sobre la propiedad y por las amenazas de ejecución hipotecaria necesarias para respaldar esta política).63 La institución es perpetuada por la política proactiva basada en la ideología de los derechos positivos. Los niños son obligados asistir y aprender lo que el estado ha prescrito (el aspecto de política del cambio de comportamiento), y

A pesar de la débil solución del profesor Schansbergs de usar los vouchers, desde un análisis de un economista evangélico sobre la insuficiencia socioeconómica de la escuela estatal, vea Schansberg’s, op.cit., págs.84-94.

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los contribuyentes deben pagar por ello, para que estén allí y incluso para proveer la alimentación de los niños en algunos casos (aspecto de la política redistributiva). Más aun, una amplia burocracia de profesores ha sido delegada de la política. La Asociación Nacional Educativa manifiestamente representa a estos profesores, siendo quizá, la mayor organización individual buscadora de rentas en el mundo. Obsérvese que la institución de universidades públicas no está incluida en este capítulo. Aquellas instituciones no son insidiosas porque ellos merecidamente representan las políticas de provisión ineficiente. Dichas instituciones tienen un propósito diferente al de las escuelas primarias y secundarias. Si bien adolecen de muchos defectos similares, mantienen instituciones de investigación voluntaria. No hay asistencia obligatoria, y a menudo no requiere ningún impuesto sobre la propiedad para financiarlos. Sus curriculums no indican ningún manifiesto objetivo nacional de propapagación de ideas multiculturales y políticamente correctas —aunque estos temas podrían ser encontrados en los mencionados currículos— y es posible, asimismo, evitar cursos que contengan tal ideología. Claro está que un estudiante adulto universitario podría escoger entre varios cursos electivos y principales (por ejemplo, enfermería, educación, economía, contabilidad, ingeniería, etc.) para constituir su educación. En consecuencia, es posible evitar mayormente cursos ofensivos. Aun si encontrara algún curso cuyos conceptos no compartiera, esperamos tenga un fundamento lo suficientemente sólido en sus propios principios (siendo un adulto) para vencer la barrera de malevolencia social e intelectual del que es objeto. Asimismo, en el nivel universitario, algunas veces es deseable tomar cursos dictados por gente con distintos puntos de vista para establecer convicciones y discrepancias personales más consistentes al refutar sus enseñanzas con los axiomas bíblicos. En consecuencia, la educación universitaria es categóricamente distinta a la educación primaria y secundaria. Como una política (menos maligna) de provisión ineficiente principalmente, esta institución está exenta aquí, de toda evaluación.

El fundamento de la escuela estatal Ningún ser humano tiene un derecho positivo inherente o inalienable a ser educado. Mas allá de la responsabilidad de los padres y maestros eclesiásticos, las escrituras no hace mención alguna sobre la educación de los hijos. La Biblia afirma el derecho del hombre a la vida (Génesis 9; 6, etc.) pero no afirma que la gente tenga derecho a ser educado.

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Sin embargo, es común en la sociedad contemporánea hablar como si la gente tuviera efectivamente tal derecho positivo vinculado a la obligación moral y financiera de proporcionar dicho derecho a los demás. Tal impresión parece derivarse de un razonamiento marxista. Además, la política proactiva está diseñada para contrarrestar el errado pensamiento de que una persona no necesita una educación formal. Así, el estado recibe la función de obligar a la gente a educarse, para no padecer luego de la superstición, la ignorancia o la carencia de recursos financieros. Obviamente, los regímenes políticos americanos se benefician al asegurarse que sus ciudadanos son de algún modo adoctrinados en cuanto a (1) propaganda sobre el americanismo, (2) nociones de dependencia social y conducta, y (3) nacionalismo o incluso estatismo (lo que algunos llamarían religión civil americana). Y es mucho mejor si el ciudadano puede aprender algunas habilidades básicas también (ejemplo, leer, escribir y aritmética) para minimizar las externalidades negativas que podrían imponer a otros miembros de la sociedad. De acuerdo a Robert L. Dabney, un pastor presbiteriano reformado y escritor en el siglo XIX en Virginia, 64 el propósito de la escuela estatal fue opresivo desde su fundación. Fue una institución encubierta con una misión y propósito seudo morales. Los protestantes, en algunas áreas al menos, obligaron a la educación estatal para adoctrinar a la minoría papista. Los romanos católicos respondieron formando una red de escuelas parroquiales. 65 De manera profética, Dabney reconoció hace más de un siglo atrás la superficialidad filosófica de un sistema de educación desprovisto de religión bíblica. Dabney agudamente señaló que la educación pública es de seguro una educación anticristiana en vista del impacto del pluralismo, la objetividad forzosa y el relativismo. La educación no puede estar divorciada del principio y virtud sin terminar siendo el desastre espantoso que la educación estatal ha llegado a ser hoy en día. De cierto modo, el fundamento de la escuela estatal fue similar a la inquisición. Sus propulsores buscaban coaccionar proactivamente a los demás hacia una conformidad aparente, que era según ellos lo mejor. Sin embargo, la condición resultante terminó siendo peor que el problema inicial. Hoy en día, los intelectuales conservadores describen la escuela estatal como un régimen

Robert L. Dabney fue piadosamente biográfo y capellán personal de Stonewall Jackson. Douglas Wilson, Ed. (1993), R.L. Dabney, On Secular Education, Canon press: Moscú, Idaho, 34 págs.

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controlado por una horda de burócratas, izquierdistas sociales, e ideólogos utopistas. Adicionalmente, el mismo fundamento coercitivo recae las remembranzas de los días de Dabney que permanecen en la actualidad, pero con consecuencias más perniciosas como el hecho de que la sociedad llegue a ser más profana. Las escuelas gubernamentales de hoy, como todo proyecto colectivista, ofrecen un alto costo y baja calidad del servicio. De acuerdo a la investigación de mediados de los 90’s en Cascade News,66 la educación estatal en Oregon, por ejemplo, cuesta aproximadamente 6,500 dólares anuales por estudiante, versus 1,500 dólares anuales por estudiante en el ámbito privado. Sin embargo, las escuelas privadas típicamente producen un servicio superior (por ejemplo, estudiantes mejor educados) que sus contrapartes colectivistas institucionales.67 Si uno toma en consideración los costos relativos en el estado de Oregon para la educación en casa (quizá 200 dólares anuales por estudiante, más el tiempo de los padres), junto con el evidente incremento de logros estudiantiles, se observará un total contraste frente a la ineficiencia e ineficacia que resultará repulsivo. (Obsérvese que ambas escuelas estatales urbanas y rurales son similarmente abatidas por la ineficiencia y desmotivación). Algunos lectores tendrán conocimiento del hecho de que la educación estatal es el décimo pilar del Manifiesto comunista de 1848 de Carlos Marx y Federico Engels. Este simplemente exige, “una educación libre para todos los niños en escuelas estatales”. No obstante, puede parecer sorprendente que el socialismo (o “socialismo de mercado”) sea todavía popular en la academia actual. Por supuesto, el hecho explica parcialmente porque los intelectuales están dispuestos a pasar por alto los elevados costos y los pobres resultados de la educación estatal. Ellos tienen un enfoque altamente ideológico sobre progreso de una sociedad secular. Tienen lo que Thomas Sowell llama “la visión del ungido”.68 Muchos ideólogos se han dado cuenta de la importancia de recurrir a nuevas ideas —y su gradual usurpación en las tendencias sociales—para lograr el éxito en la transformación de la sociedad de acuerdo a sus ideologías. En un dibujo animado publicado en La crónica conservativa,69 Gorrell una vez señaló que las “tres erres” de la educación pública moderna son “radicalismo, relativismo y discriminación inversa. Los tiempos han cambiado, y así las viejas Publicado por el Instituto Cascade de Política en Porland, Oregon. También vea Mitchell y Simmons, op.cit., págs.141-142 en apoyo y discusión de la calidad mediocre de las escuelas estatales en educación. 68 Thomas Sowell (1995), The Vision of the Amointed: Self Congratulation as a Basis for Social Policy, Basic Books: New York. El capítulo 5 proporciona un buen resumen. 69 The Conservative Chronicle, 5 de enero 1994, exámen de los chistes de 1993. 66 67

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tres erres: lectura, escritura y aritmética, han pasado a ocupar un lugar posterior a estos temas más importantes o urgentes. Si la sátira de Gorell se acerca a la realidad, y concuerda con las críticas de escritores libertarios y conservadores contemporáneos acerca de la educación estatal, entonces no debería sorprendernos que los resultados empíricos de la educación gubernamental sean tan espantosos. Obsérvese que muchos estudiantes, especialmente en las escuelas estatales en ciudades de los pueblos menos allegados, se gradúan de la secundaria sin estar en capacidad funcional de leer y escribir. Programas como “educación basada en resultados” tiene el ostentoso propósito de mejorar la calidad de la educación, más una gran cantidad de padres e intelectuales creen que tales programas están realmente diseñados para reforzar el control que los demagogos institucionales ejercen ya sobre los niños de las escuelas estatales. ¿La calidad educativa está realmente mejorando? Algunas escuelas inclusive ya no dan calificaciones de F (reprobado), haciendo la educación sea así más factible para los culturalmente llamados desaventajados. Muchos otros críticos70 arremetieron a las escuelas estatales por sus pésimos resultados educacionales, y han sido conocedores de estas ineficacias tan expandidas, que resulta innecesario mencionar aquí. Sin embargo, los cristianos De Thomas Sowell, Bill Bennett, Phyllis Schlafley, et al. Por ejemplo, vea Thomas Sowell (1992), Inside American Education: The Decline, the Deception, the Dogmas,Free Press: New York and Murray N. Rothbard, Education: Free and Compulsory (1999), Ludwig von Mises Institute: Auburm, Alabama. Los teonomistas John W. Whitehead and Rousas J. Rushdooney han hecho buen trabajo en esta área. Por ejemplo, vea John W. Whitehead (1994), The Rights of Religious Persons in Public Education, Crossway Books: Wheaton, Illinois, John W. Whitehead (1982) The Second American Revolution, D.C. Cook Publishing: Elgin, Illinois, y Rousas John Rushdooney (1995), The Messianic Character of American Education, Ross House Books: Vallecito, California. Hay también muchos invitados y columnistas de talk show como James Dobson, Wendy McElroy, and Laura (“Dr. Laura”) Schlessinger, como también grupos de acción política, incluyendo la Alianza para la Separación de la Escuela del Estado de Marshall Fritz: http://www.sepschool.org/ que han estado investigando los problemas en la educación pública. Otros libros criticos incluyen Sheldon Richman (1994), Separating School and State: How to Liberate American Families, The Future of Freedom Foundation: Fairfax, Virginia, John Taylor Gatto (1992), Dumbing Us Down: The Hidden Curriculum of Public Schooling, New Society Publishers: Gabriola Island, British Columbia, Cathy Duffy (1995), Government Nannies: The Cradle to Grave Agenda of Goals 2000 and Outcome Based Education, Noble Publishing Associates: Vancouver, Washington; Stephen Arons (1997), Shorts Route to Chaos: Conscience, Community, and the Re-Constitution of American Schooling, University of Massachusetts Press: Amherst, Massachusetts; Myron Lieberman (2000), The Teacher Unions; How They Sabotage Educational Reform and Why: Encounter Books, San Francisco; Myron Lieberman (1995), Public Education: An Autopsy: Harvard University Press, Cambridge; William Kilpatrick (1992), Why Johnny Can’t Tell Right From Wrong, Simon and Schuster: New York; Greg Moo (1999), Power Grab; How the National Education Association is Betraying Our Children, Regnery Publishing, Washington, D.C.; Samuel Blumenfeld (1989), Is Public Education Necessary?, The Paradign Company: Idaho; and Beverly E. Eakman (1998), The Cloning of the American Mind: The Erradication of Morality Through Education, Huntington House Publishers: Lafayette, Lousiana.

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deben distanciarse por un momento de esos problemas empíricos, para considerar la naturaleza de la política e institución de la educación estatal en esencia. Yendo más allá de las anécdotas, los cristianos necesitan determinar si la institución de la educación estatal es buena o mala en base a axiomas bíblicos y a las herramientas de políticas públicas presentadas en el capítulo I. Phyllis Schlafley señala que, “...el objetivo trascendental del sistema de escuelas estatales es tener bajo su jurisdicción a todos los niños desde que nacen....” 71 Por consiguiente, los cristianos necesitan evaluar la conveniencia de este objetivo. Si está en lo correcto, entonces, la política quizá sea aún más insidiosa que la mayoría de las otras políticas proactivas.

Principios bíblicos de la educación Los teólogos han logrado un considerable y comprensivo trabajo al desarrollar los principios bíblicos en cuanto a la educación de los niños. Para el propósito de este libro, será suficiente y necesario tomar en cuenta un panorama rápido de alguna de las más resaltantes características de esta literatura. Hay claramente un rol asignado a los padres por la Biblia para educar a sus niños (Deuteronomio 6:2, Proverbios 1:8, Eclesiastés 12:12-14, Tito 2:3-5, etc.). La iglesia está asignada al rol de la enseñanza teológica y ética de los niños (Mateo 28:19-20, I Timoteo 5:20, II Timoteo 4:2, Tito 2:6-10, etc.). Sin embargo, Dios no ha instituido al gobierno civil para brindar educación. ¿Acaso Dios aprecia la labor del gobierno civil que trata de usurpar su propósito, o las funciones de la iglesia y familia? Consideremos, por ejemplo, los duras privaciones que sufrió Israel por haber preferido, de modo pecaminoso, un rey humano por encima de Dios (I Samuel 8:8-20) y la muerte horripilante de Herodes tomando en cuenta su vanidad glorificada y su pomposa ostentosidad (Hechos 12:20-24). Usurpar la gloria de Dios es algo peligroso. Asimismo, suplantar las instituciones de Dios es inseguro. El diablo es cualquier cosa contraria a Dios, quien es bueno en su esencia. Pero, ¿qué es una institución del mal?, ¿es una institución contraria a Dios? Una institución es simplemente una organización para la promoción de un objeto en particular reunido en una agrupación de personas con similares propósitos. Por supuesto, es probable que una institución lleve el carácter de los individuos que lo conforman y sostienen. 71 Phyllis Schlafley, “pro-family groups defeat public school lobby”, The Conservative Chronicle, diciembre 29, 1993, pág. 31.

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De un modo general “litmus test”, Jesús dice de los individuos que reúnen instituciones, “por sus frutos los conocerán” (Mateo 7:16ª). Correspondientemente, en discernir si una institución es inherentemente mala o buena, es útil responder dos conjuntos de preguntas. 1. ¿Es la institución transformable (redimible) para el reino de Dios por la obligación cultural o de dominio (Génesis 1:28)? Esto es, ¿hay un lugar para tal institución en el mundo de Dios junto con sus otras instituciones? 2. A pesar de algunos componentes subordinados bien significativos, ¿es el principal ímpetu para la existencia de instituciones del mal? ¿Es un resultado de una política proactiva? Un árbol malo trae sólo malos frutos, y está destinado a ser cortado y quemado (Mateo 7:17-19; Lucas 6:43-45). La política pública proactiva es una semilla mala ¿intentaron sus fundadores de suplantar los roles de la familia, la iglesia, o a Dios mismo? Más aún, si el fundamento original está mostrado a ser neutral o benigno, ¿otros hombres vinieron juntos posteriormente para hacer la misión de la institución mala (ejemplo, para usarlo para propósitos de opresión, extorsión, inmoralidad, o tiranía)?. Una institución del mal o inicua es uno por lo cual la respuesta a la primera pregunta es “no” y la respuesta a la segunda pregunta es “sí”. Otra relacionada, pero no necesariamente conclusiva, es la pregunta: 3. ¿Mucha gente hace un ídolo de esta institución? Esto es, la gente honra (¿o teme más que a Dios, o ellos confían en esto más que a Dios?). Si la respuesta a esta pregunta es “sí”, la institución es al menos un problema potencial (por supuesto, por que justamente una persona hace un ídolo de algo que no necesariamente haga el mal en general). Hay una razón sustancial para creer ampliamente que la escuela estatal satisface para la definición de una institución del mal, juzgando de esos tres criterios (ejemplo,# 1: no, # 2: sí, # 3: sí). La escuela estatal en la actualidad claramente existe con el propósito de ingeniería social. Su filosofía impía ha conducido a perdonar la promiscuidad sexual, la macroevolución biológica (darwinismo) y otros males. Las buenas alternativas a la escolaridad estatal ya existen —incluyendo las escuelas hogar y privadas—. La investigación indica que esas instituciones proporcionan a los estudiantes una educación de mayor calidad con muchos menos aspectos nocivos que las escuelas estatales proporcionan. Biblia y Gobierno

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En algunas discusiones esotéricas, la educación estatal es vista como un salvador de la sociedad (relacionado a la farfulla marxista). Más aún, ha conseguido exitosamente la apoteosis social con las masas. Esto es, la escuela estatal ha sido elevada a un estatus socialmente divino. Así, para mucha gente, la escuela estatal ha llegado ser un ídolo; el pináculo de la objetividad y virtud, y una de las más brillantes esperanzas para el ser humano. Pero, esta noción debe ser ciertamente rechazada por los cristianos, que ven la única esperanza para el hombre en Jesucristo y las instituciones ordenadas por Dios. Adicionalmente, la escuela estatal no es redimible bajo el mandato cultural desde que Dios ha asignado el rol monopólico a los padres para educar a sus niños, no obstante cualquier instrucción ética y teológica, diseminada vía la iglesia. Y los padres tal vez no abrogarían esta responsabilidad del gobierno tal que podrían llamar al gobierno de Babel para erigir una escalitana al cielo. La escuela estatal es un árbol malo que abundantemente y desvergonzadamente trae así sucesivamente mal fruto. Consecuentemente, es una institución destinada para el lago del fuego con el resto de la Babilonia espiritual (Cf. Apocalipsis 18. Sus progenitores institucionales intentan suplantar los roles de la familia, la iglesia y Dios mismo, a pesar de cualquier subterfugio de lo contrario). La escuela estatal es una política proactiva orientada al cambio del comportamiento popular y redistributivo. Su misión está ordenada para los propósitos de sostenimiento del reino de satanás. (Permítame al lector notificar, sin embargo, que esas críticas están orientadas al liderazgo erudito y no a todos los empleados, generalmente locales). Más aun, los cristianos no deben retroceder antes de reclamar que la escuela estatal haga bien las cosas. Algunos podrían objetar,”muchos niños aprenden a leer, escribir y sumar allí”. Claro, sin embargo, satán es un maestro de la síntesis. Desde que el jardín del edén, ha estado mezclando alguna verdad con todas otras mentiras. Ciertamente satanás encuentra útil que algunos de sus progenitores aprendan a leer, escribir y sumar juntos con el curso estándar de estatismo, desconfianza, desobediencia, inmoralidad, relativismo, uso del condón, degradación del lenguaje y ropa, abuso de drogas, crimen y opresión, más la expresión popular como el “multiculturalismo”, y las tonterías acerca de ser “políticamente correcto”. Adicionalmente, está hecha a través tus tierras y casas. o requisaremos tus redistribución de lo

la política de la escuela estatal, como aventura satánica, de la tiranía. En efecto, el estado dice, “nosotros poseemos Tú debes pagar por el funcionamiento de nuestras escuelas derechos de posesión”. Esta política proactiva representa la peor. La política pública desde una perspectiva cristiana

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En el análisis final, la escuela estatal es una institución inherentemente mala que fue engendrada y está apoyada por políticas proactivas. Así, los cristianos deben rechazarlos. Esto no es nunca más transformable y redimible para el reino de Dios que los vouchers de comida y donaciones educacionales.

Analogías de otras instituciones del mal En el Israel del Antiguo Testamento la gente creció tan acostumbrada a los lugares altos (sf. II Reyes 14:4, etc.) que habla de rebajarles por llegar a ser onerosos. ”¿Por qué fastidiarlos con bajarlos al llano?” Uno puede casi escucharlos decir, “en esos altos lugares han estado viviendo por mucho tiempo y no están fastidiando a nadie. Por lo que si se usa un poco para adoración; ¿por qué tomar un precioso tiempo para demolerlos? Después de todo, nuestras vidas están relativamente inafectados por ellos”. Esto es lo que pasa con la escuela estatal. La gente está tan comprometida con esta “bonita” institución que no faltará alguien que piense que es superficial y absurdo considerarlo malo. Por supuesto, que tal recomendación sería profundamente insensible o radical. Más aun, es repugnante para algunas personas, hablar de instituciones en términos incendiarios tal como malo o nocivo. Ellos consideran que usar tales palabras son beligerantes o rudos, sin mencionar como detestables. No obstante, el incesante deseo de ser bonito tiene tiempo y de nuevo significa la declinación de los estándares en la Iglesia. Los pastores temen que tal franco discurso podrían ofender a los miembros de sus congregaciones (Cf. II Timoteo 4:3-4) y al staff completo. En algunos lugares es aún elegante para un pastor tener a su esposa de empleada en una escuela estatal (desde que su trabajo programado calza bonitamente con el programa de la escuela de sus niños). Después de todo, la familia necesita el ingreso adicional. Sin embargo, es tiempo para los cristianos soltar las amarras para tales frívolos atractivos (Proverbios 27:5-6) y reconocer que la institución de la escuela estatal es simplemente nociva. Las escrituras enseñan que ”un poco de levadura hace fermentar toda la masa” (I Corintios 5:6; Gálatas 5:9). El hecho que algunas escuelas estatales tal vez hagan algunas buenas cosas, —como enseñar a la mayoría de los niños cómo leer y escribir— no hace de la institución un bien completo o aun tolerable. Para ilustración, un empleado de una organización partidaria de los derechos de los homosexuales gana su dinero, lo cual es una buena cosa. (Las escrituras elogian el trabajo, el ahorro, y proporcionar para los dependientes de uno —I Timoteo 5:8; II de Tesalonicenses 3:10; Eclesiastés 11:1; Mateo 25:14-30; Proverbios 19:15, etc. —.). Pero, ¿este hecho hace su ocupación tolerable? Biblia y Gobierno

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El diablo, cuyos engaños no son ignorados, casi siempre mezcla algo de verdad con todas sus mentiras o algún bien con el mal, para ser la mentira más razonable o tentativa. Sin embargo, los cristianos deben evaluar las políticas de las escuelas estatales entre la mayoría censurable. Aun, el pequeño bien que tal vez haga en cantidades pequeñas es más que un sombrero fino pintado sobre un pequeño trozo de cuero. Adicionalmente, este análisis tiene un paso lógico subsiguiente. Hay temas pragmáticos para hacerle frente, incluyendo el empleo en la escuela estatal, cuando, si ocurriera, ¿un cristiano está justificado a trabajar en la escuela estatal? Considere las siguientes ocupaciones: Secretaria de clínica de aborto Tipeadora de la sociedad Hemlock, que promueve el suicidio asistido y la política de eutanasia. Representante de la organización nacional de mujeres, la unión americana de libertades civiles, o el fondo nacional para las artes, que alaba el trabajo de artes sacrílegos y ofensivos. Gerente de envíos de una empresa de videos pornográficos. Tenedor de libros de un gángster. Guardián de un prostíbulo. Vicepresidente de las empresas Playboy. Gerente de un club nocturno de gays y lesbianas. Siguiente, añada al análisis la presunción que una política proactiva obliga a los contribuyentes a pagar por las instituciones que proporcionan empleos de arriba (justamente, como los impuestos que son recaudados para la escuela estatal). Por ejemplo, digamos, un impuesto que fue recaudado contra la propiedad de alguien y el hogar para subsidiar uno o más de las actividades de arriba, sobre la amenaza de ser confiscada a los no pagadores del impuesto. Cualquier persona temerosa de Dios debería estar intranquila acerca de tal propuesta. Los cristianos no deben apoyar lo que está sumamente mal, aun si ellos mismos no están participando en la creación del mal. Ellos también no deben apoyar la confiscación de la propiedad de otros. De acuerdo con ello, deberían ser cautelosos de las instituciones de las escuelas estatales por las mismas razones. Algunas instituciones no son claramente transformables y mayormente producen cosas pecaminosas o malas. Considere, por ejemplo, los negocios que crearon los empleos listados arriba. Indudablemente, ninguno de los trabajos listados necesitan necesariamente estar involucrado con la producción de cosas La política pública desde una perspectiva cristiana

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malas. Es concebible que una persona manteniendo tal empleo podría distanciarse del mal institucional en el punto donde su trabajo es transparente tratable y subordinado. Él aun podría mantener lo que hace aunque no esté de acuerdo con los objetivos de la institución que lo emplea. De hecho, podría adicionalmente mantener que, después de horas, trabaje contra algunos o todos de los ideales de la institución que lo emplea. Puede quejarse que su trabajo proporciona una oportunidad para testimoniar entre los otros trabajadores y consumidores quienes lo ven. Por supuesto, que ellos preguntarán, “¿qué es lo que te hace tan diferente?”. Todavía es buena razón que los cristianos deban ser molestados por tal sentimiento. El empleado está ayudando a apoyar una institución del mal, de la misma manera que una casa de repuestos de autos apoya a un mecánico. La institución en sí misma, sería menos productiva, sin el empleado. ¿Hay algunos paralelos con el empleo de las escuelas estatales? Por supuesto, manteniendo un empleo como un profesor de escuela estatal o trabajador es análogo para cualquiera de los empleos listados arriba. No hace la diferencia que el empleado de la escuela gubernamental sea un “buen chico”. En este sentido, no es una persona o un puesto laboral lo que hace un trabajo malo, si no la naturaleza de la institución que proporciona el empleo. Este examen vocacional crítico puede servir algo más que ensombrecer las ramificaciones de la iglesia. Si los evangélicos aceptan esta perspectiva, las circunstancias en la era moderna serían suficientemente serias para descalificar a los empleados de las escuelas estatales desde el ministerio. Esa oficina requiere que un hombre sea “intachable”, “esposo de una sola mujer”, “amigo del bien”, “sensato”, “respetable” y ”santo” (I Timoteo 3:2; Tito 1:7-8). La descalificación sería similarmente aplicada si la esposa del candidato ministerial es una empleada de la escuela estatal, o sus niños asisten a la escuela estatal, por el requisito adicional de ser uno que “debe gobernar bien su casa” (I Timoteo 3:4-5). Adicionalmente, el rigor comparable y el escrutinio aplica para la oficina del diácono (I Timoteo 3:10-11).

Compromiso e hipocresía en la iglesia Si el análisis crítico es aceptado, la institución de la escuela estatal debe ser enfocada como nada menos que como un león rugiente de la guarida de satán. De hoy en adelante, ¿por qué los cristianos deben ser tan rápidos para acariciar al león que busca devorarlos?. Biblia y Gobierno

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¿Por qué los cristianos deben tan rápidamente sacrificar a sus niños en el altar de Baal o permitirles aprobar a través de las modernas llamas de Molec que la escuela estatal ha llegado a ser?. No hay duda que muchos eufemismos y tópicos “espirituales” puedan ser dados en respuesta a esas interrogantes. Pero si la escuela estatal es una institución despreciable, entonces, los cristianos no deben tener ninguna asociación voluntaria con éste. Por el contrario, ellos deben oponerse activamente tal como debe hacerlo con cualquier otra política pública proactiva. Jesús dijo: “Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse” (Mateo 5:14b.). Sin embargo enviando niños, especialmente no creyentes, a una escuela estatal, es como seleccionarlos para un burdel. Los niños, quienes son en su mayoría probablemente brillantes como los faros sobre un monte, son escolarizados en el hogar o son productos de unas excelentes escuelas cristianas. Es difícilmente argumentable que muchos brillantes niños socialmente diestros son producidos por tales consensos, a menudo en combinación con una regular asistencia a la iglesia y limitada atención a la televisión. Las escrituras nos advierten: “No se dejen engañar, las malas compañías corrompen las buenas costumbres” (I Corintios 15:33). Más que por accidente, hay probablemente una influencia nada positiva o pequeña que pueda venir de la escuela estatal en la actualidad. Lo mejor que pueda hacer los padres de niños de escuelas estatales es enseñarles a sus niños lo que es correcto en casa y quitar probablemente (o al menos difundirlo) la corrupción que ha sido vertido hacia él por su institución educativa. Esa doble tarea es un uso poco aconsejable de tiempo y una manera poco efectiva de educar. Es análogo a hervir agua primero antes de usarlo como cubo de hielo, o intencionalmente, ponerse ropa antes de lavarlo. Una lección de Jueces Aun muchos cristianos mantienen un inconsistente enfoque relacionado a la escuela estatal. Similarmente, considere la inconsistencia (e hipocresía) de Israel en Jueces del 17 al 20. Este pasaje registra la idolatría de Micaia (y los Danitos), siguiendo con el abuso y la muerte de los concubinos de los Levitas, y la subsiguiente ofensiva bélica contra Benjamín. Si la cronología exacta no esta clara, muchos académicos creen que esos sucesos ocurrieron en el período temprano de los Jueces. Aun no fueran precisamente coetáneos, ello probablemente suceda alrededor del mismo período.

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Aparentemente, los israelitas consideraron insignificante para romper el primer y segundo mandamiento. Los líderes de las tribus llegaron a ser envidiosos de las ganancias monopólicos del operador privado Micaia derivados de su idolatría, y nacionalizaron su negocio (confiscando sus activos). Aun cuando la concubina de Levita es abusada, asesinada, y mutilada, en el próximo capítulo, los israelitas (por supuesto aun esos mismos idólatras) llegaron a estar indignados de este hecho incorrecto. Declararon la guerra a los benjamines, cercanamente aniquilaron la tribu en retribución por su pecado. En esta guerra brutal y ofensiva, aparece que muchos miles de benjamines culpables e inocentes de todas las edades (y de ambos géneros) fueron asesinados –todos– excepto 600 hombres (Judas 20:47). Consideremos una analogía de la historia en la Iglesia contemporánea. ¿Será posible que algunos cristianos modernos sean tan hipócritas, tan enamorados de sus ídolos gubernamentales, y aun tan curiosamente opuestos al aborto y a la homosexualidad? ¿Por qué los cristianos, y algunos predicadores, a menudo consienten a las instituciones del estado de bienestar que sustituyen a la Providencia? En América, como se observó anteriormente, estas instituciones incluyen bienestar, vouchers de comidas, viviendas y subsidios agrícolas, seguros de desempleo, ayuda estudiantil, y seguridad social, entre otros beneficios. Si un ídolo es definido como un ser que sustituye a Dios en el corazón del hombre, entonces, muchas políticas públicas se han transformado ya en ídolos americanos (Véase la tercera pregunta analítica en la parte de arriba). ¿Tal idolatría es tan predominante en la actualidad, como lo fuera en el tiempo de Micaia, que los cristianos contemporáneos (distinto de Dabney) no se dan cuenta de los males de esta institución? Esta pregunta parece ser particularmente relacionada a la institución proactiva de la escuela estatal.

Dificultades para ver al maestro como misionero eclesiástico Muchos cristianos reformados, notablemente bautistas y no-postmilenarios, se incomodan con los elementos obligatarios de ciertas políticas. Para ellos, y quizá generalmente para la mayoría de los cristianos, la idea de utilizar la acción gubernamental para obligar a la gente a llenar las Iglesias de fieles o a participar en las reuniones evangelísticas es completamente repugnante. Ellos están interesados en promover la participación voluntaria. Asimismo, exigir que los niños asistan a las escuelas estatales (u otras) por medio de amenazas de penas a los padres, puede ser similarmente repulsivo. Sin embargo, mientras algunos cristianos nunca consentirían el uso de la política pública para incrementar el número de asistentes en la misa dominical Biblia y Gobierno

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de la mañana, a la vez, no tienen mucho reparo en considerar al “ministro” para la enseñanza en una escuela estatal, pese a que los asistentes conseguidos “para que sean sus testigos de su labor”, han sido obligados a acudir. De seguro, los padres del pupilo tenían la alternativa de una escuela privada o de la educación doméstica, pero no eligieron esas opciones debido a los costos monetarios o al considerable tiempo que deberían invertir. Los perdurables hechos nos recuerdan que muchos niños van a las escuelas estatales sólo porque están obligados a hacerlo. Esta suerte de inconsistencia de ideas entre los evangélicos (especialmente los no teonomistas) ejemplifica una violenta esquizofrenia al mostrar como los cristianos tratan con la política pública. Quizá, las razones para este tipo de problemas son: (1) carencia de herramientas analíticas adecuadas para analizar bíblicamente la política pública, (2) el carácter subterráneo y la naturaleza variable de las políticas públicas, y (3) el falso aspecto del pecado y la astucia del diablo. Por supuesto, uno podría proponer un contraargumento que indica que las penitenciarías obligan también a asistir de manera obligatoria. ¿Acaso este hecho debería excluir a los ministros de la prisión? Un cierto análisis de estos dos casos mostrará al estudiante de política que la participación obligatoria no es el único elemento que hace repugnante a una política, si pensamos en la escuela estatal o en la penitenciaría como un campo de acción de la misión. Primero, los prisioneros no tienen que participar en los servicios evangélicos. Ellos voluntariamente eligen asistir a las reuniones religiosas, aun si ellos no tienen nada bueno que hacer con su tiempo. (Habrán otras críticas que estén dirigidas a la idea de poner la penitenciaría en primer lugar, pero ese es un asunto aparte). Segundo, los trabajadores del ministerio en la cárcel no son generalmente remunerados por su trabajo mientras los profesores de la escuela estatal sí lo son. No es totalmente claro que el motivo que incentiva a trabajar en las escuelas estatales sea el rescatar las almas perdidas que acuden a dichas clases, siendo presumiblemente el motivo en el caso de la presencia del ministerio en la prisión. Sería interesante ver cúantos hombres y mujeres conservarían su interés por evangelizar a los chicos de las escuelas mediante su desempeño como profesores, si tuvieran que recibir apoyo de sus iglesias locales en lugar de ser pagados por el estado. ¿Su preocupación por los chicos es tan fuerte que están dispuestos a olvidar sus salarios a fin de acercarse a ellos, al igual que los La política pública desde una perspectiva cristiana

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voluntarios de las iglesias generalmente lo hacen en las cárceles?, ¿estarán dispuestos a trabajar en otras ocupaciones a fin de poder trabajar como voluntarios a tiempo parcial en la escuela? ¿Qué opinarían los Consejos de Los Hermanos Mayores si desearan dedicar a tiempo completo en la misión de la escuela estatal? (¿Acaso Los Consejos de Los Hermanos Mayores aceptarían gratamente el financiamiento indirecto como ayuda del estado para la predicación del Evangelio?). ¿O tendrían que ser obligados? ¿Les gustaría al Consejo estar vinculado a lo dicho por profesor contratado en la escuela estatal? ¿Estarían las organizaciones pro-eclesiásticas dispuestas a auspiciar tales actividades de la misma manera como ellos financian a los ministerios de otros tipos y el programa de enseñanza de inglés como segunda lengua en países extranjeros como medio para llegar a las almas perdidas a través del Evangelio?

¿Qué deberían hacer los cristianos? Los cristianos deben ser esclavos de Dios y no esclavos de los hombres (I Corintios 7:21-24). Asimismo, si los cristianos se han permitido inevitablemente ser esclavos de los hombres, y aun así continuar siendo libres, entonces harán lo que deban hacer para ser libres (I Corintios 7:21b). Si bien este consejo es severo, los cristianos deben, al menos, reconocer la consistencia lógica del análisis. Si sus pilares son aceptados. Por consiguiente, los cristianos no deben voluntariamente participar en la escuela estatal como profesor, personal del plantel, o como alumno. Más aun, hay cuatro cosas esenciales que un cristiano debe llegar a hacer para deslindarse de todo ello. Los cristianos deben brindar una educación en casa a sus niños. Es el curso más efectivo y, tal vez, más bíblico de acción. Ahora están disponibles muchas opciones a las cuales pueden acoplarse incluso los asustadizos padres. Esto es lo menos costoso, en términos monetarios, en lo que se refiere a educación privada. La industria ha crecido, dando como resultado una amplia variedad y mejor calidad de servicios relativamente de bajo precio. (Sin embargo, como opción de segundo mejor, algunos padres pueden considerar usar una buena escuela cristiana). Los cristianos no deben trabajar para una escuela estatal. Por todas las razones expuestas en este capítulo, la tendencia apropiada de un cristiano es rechazar esta institución perjudicial. Sin embargo, algunos sugieren que una excepción es posible a esta proscripción. Una persona no debe ser

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juzgada como un corrompido si cree que está llamada por Dios para servirle como un “agente” o tal vez un “mercenario de Dios” y así entrar y socavar a la escuela estatal en un momento oportuno. Sin embargo, tal notorio personaje tendría que tener un puesto no profesional (al menos privadamente) sino un simple empleado. Este rol clandestino parece ser la única razón justificable para continuar trabajando en esta institución proactiva. Quizá, su llamado sea aún más vinculado si rechazó recibir fondos robados (ejemplo, su salario). Los cristianos deberían oponerse a los impuestos a la propiedad. Esta es la columna vertebral del poder y vitalidad de la escuela estatal. Dada las implicaciones del presente análisis, el recaudador de impuestos del distrito tiene una función similar a la de un proxeneta de prostitutas. Al igual que el financiamiento para las políticas proactivas, las finanzas públicas de la escolaridad estatal son obtenidas bajo extorsión. Al menos en teoría, las escuelas estatales son ideológicamente contrarias a los preceptos y doctrinas bíblicas, y aquellas personas que se opongan a esta institución perniciosa se enfrentarán a amenazas de confiscalización de sus propiedades por incumplimiento de los esquemas de tributación opresivas. Los cristianos no deben ofrecer eufemismos, obviedades u otra acepción sin sentido sobre la posibilidad de que los niños sean la “sal y luz” en la escuela estatal. No es cuestión de “estar en el mundo pero no ser del mundo” (sf. Jonás 17:11-16; I Corintios 5:10) para ser testigos ante el mundo. De otro modo, siguiendo la misma lógica, los padres podrían también enviar a sus hijos a los sórdidos Night Clubs para que ellos puedan presenciar lo que pasa allí. Los cristianos no tienen que reunirse o asistir a instituciones del mal para poder ser testigos (o ayudar a niños rechazados, abusados o necesitados para lograr tal propósito). Satanás tiene un plan para educar a su propia gente. El análisis en este capítulo sugiere que la pieza central de su plan es la institución de la escuela estatal. Si la Providencia lo permite, al abandonar la escuela estatal, los cristianos posiblemente lograrán su rápida caída, y por lo tanto, pronto veremos una mejora cultural. De esta manera, los cristianos pueden llegar a atestar un tremendo golpe a los propósitos de satanás en el mundo, y así poder verdaderamente transformar su cultura. Pero aun si la mejora no viene inmediatamente, los cristianos, podrán, por lo menos, escalar hacia su propia santificación, al no participar en la escuela estatal o en cualquier política pública proactiva.

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Capítulo VII Conclusiones finales Este libro recomienda que los evangélicos deban adoptar un nuevo paradigma para llegar a un entendimiento bíblico de la política pública. Este paradigma difiere de los enfoques competentes ofrecidos por teonomistas, anabaptistas y la gran variedad de partidarios evangélicos defensores de una renacida doctrina del derecho divino de los reyes. Cada una de esas teorías, sugieren: (a) Que el gobierno civil puede o debe ser utilizado por los cristianos para cultivar o entrar al inicio de una edad de oro o (b) Que los cristianos deben relacionarse, ya sea mínimamente o en lo absoluto, con el gobierno, o (c) Que los cristianos deberán virtualmente obedecer cada capricho del gobierno. Analíticamente, esas conclusiones resultan de la consistencia general de cada paradigma. La nueva teoría del gobierno civil presentada en este libro añade una cuarta perspectiva cristiana. Existe otra manera de enfocar las relaciones de los cristianos con el gobierno civil y evaluar las políticas públicas. Tomando en cuenta las razones de política económica, histórica y bíblica presentada en este libro, las otras tres teorías deben ser rechazadas por los cristianos. Ellos deben, en cambio, reconocer la divina institución del gobierno civil, el propósito de conducir juicios, y naturaleza maligna (satánica), y lo perjudicial de sus problemas asociados con el bienestarismo y el nacionalismo. No hay ningún pasaje de la Biblia que establezca la completa doctrina del gobierno civil, la política pública o cómo los cristianos deben comportarse ante el estado. En su lugar, la doctrina está fragmentada a lo largo de las Escrituras. Nueve de los más importantes pasajes considerados (y citados enteramente) en este libro son: I de Samuel 8:4-20 Mateo 17:24-27 Mateo 22:15-22 Marco 12:13-17 Lucas 20:20-26

Romanos 13:1-7 Tito 3:1-2 I Pedro 2:13-17 Apocalipsis 13:1-8

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Dieciocho de los más importantes pasajes de apoyo citados en este libro son: Génesis 41:33-44 Salmos 94:20 Proverbios 8:15 Proverbios 20:2 Proverbios 21:1 Proverbios 23:1-3 Proverbios 24:21-22 Eclesiastés 5:8 Eclesiastés 8:2-5

Isaías 27:1; 30:33 Ezequiel 28:12-19 Daniel 4:17,34-37 Daniel 10:13 Lucas 3:12-14 Hechos 5:17-29,37 I Corintios 7:20-24 Apocalipsis 17:1-7, 11-14 Apocalipsis 19:9, 20-21

Tomando la totalidad de estos pasajes, forman el volumen del “Consejo de Dios” (sf, Hechos 20:27) en cuanto a política pública, la naturaleza y el rol del gobierno civil. Los cristianos que estudian la política pública harían bien en meditar sobre los principios contenidos en los referidos pasajes. En consecuencia, se dilucidaron inferencias basadas en principios, sobre cómo los cristianos tienen que comportarse mientras vivan bajo la autoridad estatal. Esas recomendaciones y principios están resumidos en la tabla 3. Tabla 3: Paradigma de la política pública para los cristianos ¿Qué debería hacer un cristiano? Tipo de política

Reactivo Provisión ineficiente Proactivo

Ser empleado

Recibir o usar sus beneficios

Voluntariamente pagar impuestos para apoyar

Comprar o usar sus productos y servicios









tal vez



No



No

No

No

No

No obstante, cuando se refiera a la política pública, no debe haber una regla estricta y rápida o un límite brillante según los cuales puedan ser juzgadas las reacciones cristianas. La libertad de conciencia debe ser permitida en una variedad de respuestas a la acción gubernamental, especialmente porque no es fácil clasificar una política particular como reactiva, ineficiente o proactiva. Políticamente, los cristianos tienen que defender los principios del gobierno limitado y de libertad individual encarnados en la política pública reactiva. Al hacerlo, normalmente deberán también rechazar las políticas proactivas,

La política pública desde una perspectiva cristiana

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especialmente las políticas del estado de bienestar, y oponerse a las políticas de provisión ineficientes. Aun si se encuentra excepciones a estas reglas en ciertos casos, por ejemplo, el caso donde el puede ser justificable que un cristiano utilice los beneficios de la política, deben mantenerse como excepciones más que como regla. Es posible hacer cierta generalización, utilizando el marco teórico encontrado en este libro. No hay ningún problema moral causado por desobedecer una política. Por ejemplo, no es inmoral conducir excediendo el límite de velocidad o evadir impuestos, pero usualmente es imprudente hacerlo. Más aun, podría ser desobediente a Dios desafiar a una política determinada ya que se requerirá claramente una sumisión pragmática bajo estas circunstancias normales. La tabla 3 categoriza algunas políticas específicas a las que los cristianos normalmente se enfrentan, y propone algunas reacciones apropiadas. Por supuesto, puede haber excepciones a las recomendaciones mencionadas a continuación. No obstante, la tabla, sirve por lo menos como un buen punto de partida, de modo que los principios establecidos en este libro puedan ser aplicados. Algunas políticas son complejas, lo que hace dificultoso su categorización. Por ejemplo, las políticas tributarias entran dentro de estas categorías reactivas o proactivas. Lo mismo sucede con la política estatal de salud y la mayoría de licencias. Estas políticas tienen una provisión estatal ineficiente pero tienen también algunas reactivas o proactivas.

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Tabla 4: Reacciones cristianas a políticas específicas Política y tipos

Respuesta cristiana si es que salen afectados

Restricciones, permisos, regulación o administración

¿Sumisión pragmática?

¿Participación voluntaria?

Desobedecer si es que / ¿Cuándo saberlo?

¿Informar sobre los violadores?

Normas sobre el aborto

P



No



No

Control de natalidad

P

Quizá

No



No

Códigos de construcción

M



Quizá



No

Inspección vehicular

P



No



No

Derechos de autor

M



Quizá

Quizá

No

Control de enfermedades

R





Quizá

No





Quizá

No

Defensa/Guerra Medio ambiente

R



No



No

Subsidios agrícolas

P



No

Si

No

Alimentación y medicina

I



No



No

Alquiler de cuotas

P



No



No

Inmigración

P



No



No

Normas de importación

I



No



No

Inspección de bienes

I



No



No

Licencias para negocios

M



No



No



No



No

Licencia para portar armas Licencia de conducir

M



No



No

Licencia de pescar

M



No



No

Licencia de caza

M



No



No

Licencia de seguros

M



No

Quizá

No

Licencia de matrimonio

M



No



No

Licencia de polución

M



No

Quizá

No

Licencia de restaurante

M



No

Quizá

No

Armamento militar

M

Si

No

Si

No

Control monetario

P



No



No

Patentes

M



Quizá

Quizá

No

Servicio postal

I



No



No

Normas de predicación

P

No

No



No

Prohibición

P



No



No

Escuela estatal

I



No



No

Uso de cinturón de seguridad

P



No



No

Seguridad social

P



No



No

Límites de velocidad

R



Quizá



No

Impuestos a la vivienda

M



No



No

Impuestos a los ingresos

M



Quizá



No

Impuesto a la renta

P



No



No

Impuesto a la propiedad

M



No



No

Impuesto a la ventas

M



Quizá



No

Bienestar

P



No



No

Normas de zonificación

M

No



No

Leyenda: R = reactivo, I = ineficiente provisión, P = proactivo, M = múltiple / políticas tributarias

La política pública desde una perspectiva cristiana

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La complejidad o naturaleza mixta de algunas políticas requieren un análisis adicional para determinar si los trabajos burocráticos creados por ellos son apropiados a los cristianos. Por ejemplo, observando nuevamente la política estatal de salud, un cristiano puede trabajar en un empleo que facilite el aspecto reactivo de la política, tal como combatir una enfermedad infecciosa. Sin embargo, probablemente tenga que evitar ocupaciones que tengan un aspecto proactivo, incluyendo los servicios de expansión del control poblacional y de aborto. Similarmente, asumir un trabajo en el ministerio de justicia, no es algo automáticamente justificable para un cristiano. Si el trabajo involucra completamente llevar a cabo una política reactiva, será probablemente aceptable (por ejemplo, la investigación al terrorismo o la persecución a criminales). Pero si el trabajo implica un rol proactivo, como evangelizar o predicar a potenciales revolucionarios, entonces será probablemente inapropiado. Recaudar impuestos quizá exceda los límites, a no ser que un cristiano pueda encontrar un trabajo en el que solamente se recaude impuestos para apoyar las políticas reactivas o posiblemente las políticas de provisión ineficiente (por ejemplo, las garitas de control de las autopistas). Los derechos de propiedad intelectual (por ejemplo, patentes y derecho de autor) también ofrecen dificultades en la clasificación. Mientras algunos sostienen que el otorgamiento de esos privilegios monopólicos artificiales por el gobierno es de naturaleza reactiva pues protegen los derechos a la propiedad, hay mucha discrepancia sobre su validez o su necesidad en la literatura académica. Ellos pueden ser vistos también como provisión ineficiente o como política proactiva. De este modo, un cristiano tendría que reaccionar ante tales políticas apoyadas en su propia opinión informada, y ser cuidadoso en no juzgar las acciones de otros cristianos que no estén de acuerdo con él. Por tanto, hay una una ligera, amplia o ninguna justificación para informar a las autoridades que un hermano ha infrigido en cumplir alguna política. Finalmente, no puede enfatizarse contundentemente que el gran objetivo de la iglesia (y de cada cristiano) debe ser la expansión del Reino de Dios en este mundo. La transformación de la cultura y de las cosas redimibles puede y debe ocurrir a lo largo del camino, pero principalmente debe surgir como un sub-producto resultante del objetivo principal. Confío que este libro servirá como una herramienta para promover estos fines. Por último, nuestro objetivo en la vida no es atacar o defender políticas públicas o estar envuelto en política.

Biblia y Gobierno

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Tales actividades pueden convertirse ídolos y distracciones así como muchas cosas ya lo han hecho. En cambio, se espera que el lector sea capaz de obtener algun provecho de lo que se le haya enseñado a fin de promover su santificación personal y la total santidad de la Iglesia en el mundo moderno. Para lograr dicho fin, es crucial tener una perspectiva cristiana convincente sobre política pública. Esperemos que la iglesia no sea culpable de los pecados de nuestras épocas, ni que no seamos conscientes de los engaños de nuestro enemigo. Como el apóstol Pedro nos recuerda “manténgase alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quien devorar” (I Pedro 5:8).

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Apéndice Acedémico Cuatro perspectivas cristianas de política pública PARTE I: La naturaleza del estado en el contexto bíblico ¿Cómo deberían los cristianos tratar con el hecho que el malo César Nerón gobernó en los tiempos de los apóstoles Pablo y Pedro quienes escribieron para los cristianos romanos en relación a la sumisión al gobierno civil? ¿Cómo pueden los cristianos reconciliar el hecho que Nerón asesinó y castigó a gente buena (ejemplo, cristianos) cuando el texto superficialmente dice que el gobierno civil premia aquellos quienes hacen bien? Aun más, ¿cómo los mandatos desfasados de las escrituras podrán ser reconciliados con el hecho que el gobierno civil ha sido el gran diseminador del mal y la opresión? Lamentablemente, las políticas públicas bajo Hitler y Stalin en Europa, Lincoln y el gran programa de reconstrucción, la Camboya de Pol Pot, e Idi Amin de Uganda, Salvador Allende de Chile, Saddam Hussein de Irak, el Bloody Mary de Inglaterra, el Domiciano de Roma, y tantos más, no son muy raros. Así, cada década parece producir una nueva generación de dictadores y regímenes represivos. Los tiempos de paz son muy cortos para la mayoría de la gente. América ha sido ampliamente anómala y su mejor política pública es mucho mayor que otras naciones (al menos para los americanos), pero en lo alto, América no es inmune a las maldades políticas que contaminan otras partes del mundo. ¿Cómo puede reconciliar la Biblia con el juego de la política pública y la historia brutal? Después de todo, los lenguajes apostólicos relacionados al propósito de las normas y sus políticas públicos parecen superficiales: Romanos 13:3-4 3 Porque los gobernadores no están para infundir terror a los que hacen lo bueno sino a los que hacen lo mal. ¿Quieres librarte del miedo a la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás su aprobación. 4 Pues está al servicio de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, entonces debes tener miedo. No en vano lleva la espada, pues está al servicio de Dios para impartir justicia y castigar al malhechor. Biblia y Gobierno

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I Pedro 2:13-14 13 Sométanse por causa del Señor a toda autoridad humana, ya sea al rey como suprema autoridad. 14 O a los gobernadores que él envía para castigar a los que hacen el mal y reconocer a los que hacen el bien. Pablo estuvo escribiendo a los cristianos en la iglesia situada en la ciudad capital imperial de Roma. Pedro estuvo escribiendo a los cristianos romanos quienes estuvieron sufriendo, después de haber estado desterrado de Roma a las regiones en el sur al finalizar el Mar Negro (que es la moderna Turquía Norte Central). Después de una lectura de estos textos, y sin mucha reflexión, el significado superficial de los pasajes nos conduciría a concluir que el gobierno civil sirve para sostener la ley de Dios en el mundo, asesinando o castigando aquellos, quienes hacen el mal en la presencia del Señor. No obstante, veremos que este enfoque es insuficiente. Las admoniciones apostólicas relacionadas al gobierno civil no pueden ser fácilmente reconciliadas con la política pública moderna empleando textos de lectura superficiales del Nuevo Testamento. Sin un análisis cuidadoso, un lector objetivo tendería a pensar —junto con un invitado fuera de la fe— que los apóstoles estuvieron: (1) equivocados, (2) condicionados por un ahora en un contexto cultural irrelevante, (3) justamente hablando acerca del gobierno civil en abstracto (sin la relevancia directa a los cristianos del primer siglo), o (4) simplemente fuera de sus mentes. Algunos intelectuales bíblicos liberales han ido más lejos al sostener que ciertos textos relevantes de política pública, tal como los primeros versos de Romanos 13, son sin inspiración, defectuosos o añadidos posteriores a el canon de las escrituras. Los intelectuales cristianos conservadores parecerían evitar mantener uno de esas conclusiones radicales. No obstante, ellos encuentran un problema interpretativo o más que intratable. ¿Cómo puede tener sentido el significado superficial de las palabras de Pedro y Pablo dado la posición cultural y política en que ellos escriben? El hecho es que Nerón, renombrado por su crueldad y políticas represivas, fue César cuando los apóstoles escribieron. Entonces, un entendimiento profundo de los elementos históricos y culturales es necesario para una buena interpretación de esos pasajes, aun cuando tales elementos no son aparentemente para un lector casual. Más aún, un paradigma consistente y lógico para interpretar textos que traten con la política pública deben ser desarrollados y aplicados para crear una teología bíblica de la política La política pública desde una perspectiva cristiana

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pública. Mientras este documento elabora la hermenéutica, fija una cuarta perspectiva en el libro Biblia y gobierno: una política pública desde una perspectiva cristiana (Alertness Books 2003), es también desarrollado lo esencial del caso de los tres enfoques competentes. En el análisis final, un paradigma oportuno 72 llamado la libertad de conciencia es ofrecido para vincular a Romanos 13:1-7 (junto con su contraparte Tito 3:1) y I Pedro 2:13-17, desarrollando un marco apropiado para establecer una teología bíblica de política pública.

El contexto histórico y cultural de Romanos 12-14, I Pedro 2 y Tito 3 En el otro lado, uno debe ser cauteloso de emplear la historia y la cultura en su exégesis bíblica. La palabra de Dios es válida para toda la gente de todos los tiempos y es un error arbitrario ignorar o modificar parte de su palabra apoyada en un entendimiento de la historia y cultura. Por otro lado, es imposible entender o apreciar completamente las escrituras fuera de su contexto cultural e histórico en que ha sido escrito, así, un entendimiento cultural e histórico puede conducir a una interpretación equivocada. Una interpretación apropiada requiere un entendimiento de la historia y la cultura Algunas veces, el contexto cultural cobra una vital importancia para una interpretación apropiada. Consideremos los siguientes pasajes de la Biblia para ver la importancia de entender el contexto: La obligación de dar besos sagrados (Romanos 16:16, I Corintios 16:20, II Corintios 13:12, I Tesalonicenses 5:26, I Pedro 5:14) y la obligación de saludar (Filipenses 4:21, Tito 3:15, Hebreos 13:24); Las prácticas del Antiguo Testamento conduce al Nuevo Testamento (Hechos 15:28-29, Romanos 14:5, Colosenses 2:16); Temas de agradecimiento cristiano (Romanos 13:8); autodefensa (Romanos 12:19, sf. Lucas 22:36); Los requisitos para colocar cualquier comida en el mercado de alimentos (I Corintios 10:25); Prácticas de la mujer en la iglesia (I Corintios 14:34, Cf. I Timoteo 2:11) y con el cabello de las mujeres y velos (I Corintios 11:5-6, Cf. I Timoteo 2:9);

Observe que la primera definición de Merryam–Webster de oportuno está siendo “apropiado para conseguir un fin particular en una circunstancia”. En conformidad, la palabra oportuno es usado en el sentido de lo que es práctico, prudente, o ventajoso para el creyente viviente en su cultura.

72

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Obligación relacionada a la profecía y lengua materna (I Corintios 14:39, I Tesalonicenses 4:20-21); Principios de orden en la adoración (I Corintios 14:40); Obligación acerca de cuando traer ofrendas (I Corintios 16:2); Requisitos de contento temporal (I Timoteo 6:8); Las obligaciones personales de Pablo a Timoteo (II Timoteo 4:9, 13,21ª); Obligaciones para entretener a los extraños o ángeles (Hebreos 13:2); Obligaciones para suplicar a los prisioneros (Hebreos 13:3); Admoniciones para la clase rica actuando erradamente (Jeremías 5:1) Admoniciones para confesar nuestros pecados a otros creyentes (Jeremías 5:16); Prohibiciones acerca de permitir herejías en casa (II Juan 10:11); Requisitos para regalar a uno ropa (Mateo 5:40) o adquirir herramientas y provisiones (Lucas 22:36); Obligaciones a no intentar cambiar a uno de clase social o estatus (I Corintios 7:24); Y directivas para no despreciar a los líderes (Tito 2:15b, I Timoteo 4:12). Adicionalmente, hay aquellos mandatos curiosos que indican ser ignorantes (I Corintios 14:38), injusto, impío, incorrecto, inmundo y sagrado (Apocalipsis 22:11), así como la exhortación para lo que vendría ser la numerología de lo que es el significado 666 (Apocalipsis 13:18). Seguramente el contexto histórico y cultural interesa en interpretar tales pasajes, como también el resto del Antiguo Testamento. Muchos temas teológicos y problemas eclesiásticos fueron específicos a una iglesia en particular, cultura, o región geográfica. Así, muchas de las iglesias iniciales fueron afligidas por problemas particulares, usualmente fingiendo la cultura que rechazaban. Por ejemplo, Corintia fue una ciudad de descanso renombrado para la lascivia e impudicia, y es tal comportamiento que se infiltró en la iglesia Corintia: inmoralidad sexual, temas maritales, normas entre los creyentes, abuso de la cena del Señor, disensión y contenciosos, y tratos con hermanos débiles. Las iglesias en Galacia y Palestina estuvieron combatiendo legalismos introducidos por los infiltrados judíos. Cristo específicamente reprendió a la iglesia Esmirna por no actuar apropiadamente con la riqueza y Jeremías similarmente reprendió a sus lectores. Judas advirtió contra la intrusión de los heréticos dentro de los límites de la fe, como Cristo señala a las iglesias, en Pérgamo y Tiatira. Juan corrigió a las iglesias que habían sido separadas por el gnosticismo. Cristo censura a las iglesias Sardis y Efeso por su formalismo e inercia. Similarmente la iglesia en Roma, estando en el lugar del poder estatal, y un centro completo de comercio, fue influido por las actividades de la cultura

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circundante, y Pablo y Pedro aconsejaron a los cristianos en Roma en este sentido en Romanos 13:1-7 y I Pedro 2:13-17. Entender alguna de las facetas del contexto cultural de Roma es esencial para el entendimiento de temas particulares a los Cristianos romanos, como también interpretar apropiadamente la doctrina apostólica en relación a la sumisión al gobierno civil. Algunos importantes aspectos de la cultura, sociedad, y política en la mente de los apóstoles Nerón reinó en Roma del 54 D.C a 68 D.C., y los apóstoles Pedro y Pablo escribieron Romanos 13:1-7 y I Pedro 2:13-17 (a los romanos creyentes) durante ese período. Nerón fue un desadaptado y criminal pomposo, quien instigó el caos en la sociedad por sus políticas públicas. Incendió la ciudad, asesinó a su madre y otros parientes, y cruelmente persiguió a los cristianos. Sus actividades fueron tan infames que el senado romano lo proclamó para ser el enemigo principal del pueblo. No es sorprendente que revueltas sociales y otros desórdenes fueran lugares comunes en Roma bajo Nerón. El hecho que Pablo escribió a los cristianos romanos durante un tiempo cuando su ciudad fue asentándose las revueltas y el hambre deberían tener una importante relación con nuestra interpretación de Romanos 13:1-7. Por supuesto las circunstancias sociales condujeron a Pablo a exhortar a los cristianos romanos a no participar en las “revueltas”, en la “envidia” y en la “contienda”. (Romanos 13:13). Es interesante, que Pablo haya escrito I Corintios y II Corintios alrededor de la misma época (55 D.C. y 57 D.C.) como la epístola a los Romanos, pero el apóstol no da un tratamiento práctico sobre los cristianos y el gobierno en sus epístolas. Sin embargo, se dirige a ambas iglesias acerca del tema del hermano débil y de la alimentación de carne sacrificada a los ídolos. Los corintios tuvieron una letanía de problemas pecaminosos, pero evidentemente mantenerse sumiso a las autoridades locales no fue tema importante para el apóstol. Pablo no menciona obediencia a las autoridades de Tito, quien fue dejado en Creta mientras tanto, pero no menciona a Timoteo quien fue dejado en Efeso (en la costa oeste de la Turquía moderna); ambas epístolas, fueron escritas alrededor de la misma época. Mientras Creta no fue de gran importancia económica en el mundo romano, su ciudad del sur central de Gorkis (cerca de 30 millas del moderno Rethymno) sirvió como capital para la provincia de Creta y Cirenaica (la costa de la Libia moderna), que fue formada en 74 A.C. Dada la importancia política de Gorkis, su proximidad a las rutas comerciales de Roma, decreta darse el lujo en revelarse como: “mentirosos, bestias del mal, glotones perezosos” (Tito 1:12). Pablo exhortó a Tito contarle que los creyentes de Creta sean cuidadosos para “mostrarse obedientes y sumisos ante los

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gobernantes y las autoridades. Siempre deben estar dispuestos a hacer lo bueno” (Tito 3:1). Parece que Pablo quiso tirarse abajo cualquier posible excusa del estado romano para perseguir creyentes. Si es para ser perseguido, debe venir como un resultado del aborrecimiento a Jesucristo y su iglesia (Apocalipsis 12:17), y no por la causa del comportamiento pecador de los cristianos. Cuando la inestabilidad social y la carencia de alimento produjeron clemencia y revueltas en Roma, los cristianos se fueron para no tener parte de esto. El carácter de Nerón y las políticas públicas En el año 63 D.C., Nerón hizo su famosa aparición en la carrera pública, y según se afirma, defraudó impuestos mientras quemaba al menos dos tercios de Roma. Nerón falsamente acusó a los cristianos por la conflagración, y Pedro de este modo alude “a la fiera adversidad” (I Pedro 4:12) que atacaría a los creyentes tomando en cuenta las persecuciones consecuentes. El historiador romano Tácito relata algo de la política pública de Nerón hacia los cristianos: “cubrieron con la piel de las bestias, fueron arrancados por perros y perecieron, clavados en los caminos, y condenados a muerte en llamas. Sirvieron para iluminar la noche cuando el día cayó”. Tanto Pablo y Pedro fueron probablemente martirizados durante el reino de Nerón. Nerón se suicidó, después que el senado romano lo declaró enemigo público.(68 D.C.). Ya que la cultura e historia debe tener relación con la interpretación de Romanos 13:1-7 y I Pedro 2:13-17, una breve averiguación del carácter y las políticas públicas de Nerón nos ayudará entender el contexto en el cual los apóstoles escribieron para los romanos cristianos. Ciertamente, Nerón no mantuvo la Ley de Dios o castigó a la gente en nombre de Dios quién quebró sus leyes. Por el contrario, Nerón violó la ley de Dios, tanto en su vida personal y sus políticas públicas. Nerón no fue solamente un imperfecto gobernante quien trató de hacer lo mejor en las cosas correctas. El fue un endemoniado impenitente quien viciosa y abiertamente se opuso a los caminos de Dios. El historiador romano Josefus da la siguiente cuenta de Nerón: “Ahora, como las muchas cosas en que Nerón actuó como un hombre malvado, fuera de los grados extravagantes de felicidad y riquezas que disfrutó, y por esos medios usados utilizados para su buena fortuna de dañar a otros; y, después, a su manera asesinó a su hermano, esposa y madre, cuya barbaridad la esparció a otros quienes fueron cercanamente parientes de él; y como al menos, fue tan distraído que llegó a ser actor en las escenas, y hasta en el teatro -omito decir cualquier cosa acerca de ellos, porque hay

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muchos escritores suficientemente preparados para tocar esos temas-.”

73

Otros asuntos de la vida de Nerón son similares, tal como las descripciones en Quo Vadis: una narrativa de los tiempos de Nerón. Nerón fue observado como un monstruo corrompido: “’He reverenciado a los dioses por siempre‘ —dijo él; ‘pero en este momento pienso que no hay sobre este mundo, si no uno malicioso, malo y ese monstruo es llamado Nerón Aulus,’ dijo Pomponia. ‘Nerón es el único puñado de podredumbre antes de Dios’“74 Fue considerado un ser despiadado: “.... la vida es un centelleo a los ojos, y la resurrección es solamente de la tumba; más allá que no sea Nerón pero la misericordia lleva su regla, y hay deleite en vez de pena, y hay regocijo en vez de lágrimas”75 Fue considerado un hombre malicioso: “Fue un patricio, un tribuno militar, un hombre poderoso; pero todo poder de ese mundo para lo cual perteneció fue hombre malo cuyo deseo y maldad fue imposible preverlo. Solamente tal gente, como los cristianos, pudieron cesar de contar con Nerón o temerle, la gente quien pertenece a este mundo completo, con sus separaciones y sufrimientos, fue como nada; la gente de quien la muerte en sí misma fue como nada. Todos los otros tuvieron estremecimiento ante él. Los terrores del tiempo de que ellos vivieron mostraron asimismo para Vinicio en todo lo monstruoso de su extensión…. En tales tiempos sólo los cristianos podrían estar feliz” 76 Él fue pomposo, fantasioso acerca de su gloria después de haber reconstruido la gran ciudad de Roma cuando lo incendió: “’¿Cómo podría la tierra encontrar lugar para el apóstol Pedro, Pablo de Tarso y César? Cuénteme esto. Pregunto porque yo pasé la noche después de la enseñanza de Pablo con Nerón, y ¿no sabes lo que yo escuché allí? Bueno, para empezar con él, lee su poema sobre la destrucción de Troya, y

Flavius Josefus (1999), The Wars of the Jews, William Whiston, trans., libro II, 13:1, Grand Rapids, MI: Kregal Publications. Henryk Sienkiewicz (2002), Quo Vadis: A Narrative of the Time of Nero, Jeremiah Curtin trans., Capítulo IV, McClean, V.A. Indypublish.Com. 75 Ibid 76 Ibid., capítulo XXVI 73

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se quejó que nunca había visto una ciudad ardiendo. Él envidió a Príamo, y lo llamó feliz solamente por esto, que él vio la conflagración y ruina de su lugar de nacimiento. Con lo cual Tigelinus dijo, ‘hable una palabra, oh divinidad, le llevaré una antorcha y, antes que la noche pase, tú podrás ver ardiendo el altar’ pero César lo llamó a él tonto. ‘Dónde, ‘preguntó él, ‘¿Debería yo respirar el aire del mar, y preservar la voz con lo cual los dioses me lo han regalado, y que el hombre diga que yo debería preservar el beneficio del hombre bueno? ¿No es Roma que me daña; no son las exhalaciones de la Subura y la Esquilina que añade a mi ronquera? ¿Los palacios de Roma no presentarían un espectáculo, un céntuplo, más trágico y magnificente que el altar?’ Aquí todos comienzan hablar, y decir que una tragedia que condena a uno sin escuchar el panorama de una ciudad cómo sería, una ciudad que ha conquistado al mundo convertido ahora en un montón de cenizas grises. César declaró que entonces su poema sumaría las canciones de Homero, y empezó a describir como reconstruiría la ciudad, y como vendría las épocas que admirarían sus logros, en presencia del cual todos los otros humanos trabajan para ser insignificantes. ‘¿Hazlo? ¡Hazlo!‘, exclamó la compañía borracha. ‘Debo tener más fe y más amigos devotos, ‘respondió él” 77 Su política y normas fueron crueles para sus subordinados: “Mientras tanto la ira y la desesperación de la multitud cambiaron contra los pretorianos, quienes por otra razón no podrían hacer sus salidas de la multitud: el camino fue bloqueado por un pilotes de cosas, llevado del fuego previamente, cajas, barriles de provisiones, muebles; la mayoría costosas, vasijas, cunas de infantes, camas, cartas, paquetes de mano. Aquí y allí, ellos combatieron de grupo a mano; pero los pretorianos conquistaron a las multitudes desarmadas fácilmente” 78 Él persiguió a los cristianos e hizo difícil para ellos adorar: “’Esto, señor, esas sinagogas existen abiertamente en el Trans-Tiberio; pero esos cristianos, en su deseo de evitar persecución, son obligados a orar en secreto y reunirse en cobertizos ruinosos fuera de la ciudad o en los arenales. Aquellos quienes meditan en el Trans-Tiberio han escogido justamente el lugar que fueron excavados para la construcción del circo y varias casas alrededor del Tiberio. Ahora, cuando la ciudad está pereciendo, los adherentes de Cristo están orando. Más allá de toda duda nosotros encontraremos un

77 78

Ibid., capítulo XXXVIII Ibid., capítulo XLIII

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número infinito de ellos en la excavación; por lo que mi consejo es ir allí a lo largo del camino’”79 Tácito describe los vicios de Nerón, la crueldad, y la persecución sadística a los cristianos. “Por lo tanto, poner un fin al rumor [que Nerón fue responsable por el incendio de las tres cuartas partes de Roma]. Nerón creó una diversión y subordinó a la mayoría a las extraordinarias torturas para aquellos odiados por sus abominaciones por el común de la gente, llamados cristianos. El originado de este nombre (fue) Cristo, quien, durante el reino de Tiberio había sido ejecutado por la sentencia del procurador Poncio Pilato. Reprimió por esa época, la superstición mortal quebró no solamente en Judea, la fuente original del mal, sino también en la ciudad (Roma), donde todas las horribles cosas o vergonzosas en el mundo llegaron a ser populares. Entonces un arresto fue hecho para todos quienes confesaron; entonces sobre la base de su información, una inmensa multitud fue convicta, no tanto del crimen del delito de incendiar, sino por el odio a la raza humana.....la burla de cada sorteo fue añadido a sus muertes. Cubrieron con las pieles de bestias, ellos fueron cubiertos por perros y perecieron, o fueron crucificados en los caminos, o fueron condenados al fuego. Estos sirvieron para iluminar la noche cuando el día cayó. Nerón habría abierto los jardines para el espectáculo, y fue exhibiendo un show en el circo mientras se mezcló con la gente en la indumentaria de un auriga o manejó un carro de guerra. Desde aquí, aun para los criminales quienes merecieron castigos extremos y ejemplificadores, allí surgió un sentimiento de compasión; por si no lo fue, pareció, para el buen público, paro saciar la crueldad del hombre, ellos fueron siendo castigados”80 Seguramente, algo más que un entendimiento superficial de los textos en Romanos 13:1-7, I Pedro 2:13-17 y Tito 3:1 deben ser considerados cuando tomamos en cuenta la persecución de Nerón a los cristianos. Por tanto, qué haríamos con la doctrina apostólica que dice; “Porque los gobernantes no están para infundir terror a los que hacen lo bueno sino a los que hacen lo malo. ...Haz lo bueno, y tendrás su aprobación, pues está al servicio de Dios para tu aprobación” (Romanos 13:3-4ª), claro está “para reconcer a los que hacen el bien” (I Pedro 2:14b). Así, las acciones de Nerón, que deben haber sido manifiestamente claro para los apóstoles, hicieron una mofa de cualquier doctrina

Ibid., capítulo XLV Cornelius Historiae Tacitus (2003), The Annals and the History, 15.44.2-8, Alfred John Church and William Jackson Brodribb trans., New York: Modern Library Press.

79 80

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basada en un entendimiento superficial, exacto, absoluto o literalístico de aquellos textos, por lo que él fue uno de los mayores villanos déspotas en la historia. Por el otro lado, Nerón fue un terror para aquellos quienes hicieron el bien en la presencia del Señor. Pedro alude al castigo de Nerón para aquellos quienes hicieron el bien en I Pedro 2:20, donde algunos cristianos, aparentemente, hicieron el bien y sufrieron por ello. Por el otro, Nerón no castigó aquellos que hicieron el mal en la presencia de Dios. Él mismo fue un asesino, adúltero, orgulloso y codicioso, quien deshonró a sus padres y, quien fue enemigo público número uno. De este modo, el malvado Nerón fue enemigo de Dios quien “sirvió” a Dios en la misma manera en que el mal sirve a él, hasta el día final cuando él desaparezca para siempre. El dramaturgo inglés del siglo diecisiete Mateo Gwinn por supuesto que lo resumió así: “Nerón está completamente compuesto del crimen. Pero pagará el precio de sus crímenes, como es justo, y como sucederá pronto” 81

81 Matthew Gwinn (1997),Nero, Hecho V. escena 4 ´{Hecho II, Escena 1} Volosius Proculus, Epicharis, Dana F. Sutton, trans.

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PARTE II: Cuatro principales enfoques evangélicos de política pública y gobierno civil Hay cuatro enfoques bíblicos de política pública y gobierno civil que pueden ser trazados a través de la historia de la iglesia por medio de los escritos de los pastores y teólogos. Hablando ampliamente, hay dos escuelas de pensamiento evangélico relacionado a esos temas: (a) La escuela de la autoridad integrada y (b) La escuela del reino competente. Cada una de esas escuelas adicionalmente estaría dividida en dos subenfoques, además de crear cuatro perspectivas. Esas perspectivas podrían ser identificadas como: (1) Teonomía, (2) Derecho divino, (3) Anabaptista (pacifista), y (4) Libertad de conciencia. ¿Autoridad integrada por reino competente? Hay una cuestión clave que determinará a qué escuela un cristiano se alineará él mismo . Esta pregunta es la siguiente: “¿Es el estado una esfera especial de autoridad junto con la familia y la iglesia?” Las respuestas van a ser diversas, suficiente para ser algo más que extraño. Los cristianos que tengan fuertes desacuerdos sobre el milenio o predestinación se encontrarán ellos mismos de acuerdo con respecto a la teología de la política pública. Es improbable que otras teologías se preocupen qué división fácilmente se alínea con los principios reformados o dispensacionales, tal como la propensión de los presbiterianos a ser calvinistas, la propensión de los dispensacionalistas a ser bautistas o de los carismáticos a ser premilenios. Uno encontrará de hecho más diversidad en la teología de la política pública. Por ejemplo, siendo calvinista y amilenario no proporciona una tendencia para cualquier enfoque particular de la política pública. Un calvinista, cristiano amilenarista podrán sostener cualquiera de los cuatro enfoques de política pública y gobierno civil. Hay, sin embargo, al menos, una tendencia lógica de los psedo-bautista (presbiterianos, reformados, metodistas, y anglicanos) para estar dentro de la escuela de la autoridad integrada y para aquellos quienes mantienen un enfoque bautista y/o congregacional para estar en la escuela del reino competente. Pero hay también muchas excepciones a esta regla para ser de ésta de mucho valor. Así, aparece que la gran mayoría de los pastores modernos y teólogos de todas las denominaciones abrazan la escuela de la autoridad integrada. Pero, ese sesgo no ha sido siempre el caso, como demostró los enfoques públicamente afirmados durante la guerra americana de la independencia. Antes de continuar, es importante enfatizar que cada uno de los cuatro enfoques son evangélicos. Ellos se han mantenido por gente quienes Biblia y Gobierno

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vehementemente han defendido la autoridad de la Biblia y la doctrina fundamental de la fe cristiana. Al menos en los términos de la ortodoxia básica, teniendo un enfoque u otro de política pública no ha afectado el de la obligación evangélica. Tabla 1: Bases de los cuatro paradigmas evangélicos de política pública Autoridad Integrada

Escuela Histórica

Reino Competente

Paradigma/Perspectiva

Teonomía

Derecho Divino

Anabaptista

Libertad de conciencia

¿Enfoques del estado como una esfera especial de autoridad como la familia y la iglesia?

Si

Si

No

No

¿Enfoques del estado como una institución transformable bajo el “mandato de dominio”?

Si

Si

No

No

Características de los cuatro enfoques: Enfoque de la escuela de la autoridad integrada La escuela de la autoridad integrada enfoca al estado como una esfera especial de autoridad junto con la familia y la iglesia. El estado tiene un propósito útil en promover directamente el Reino de Dios en el mundo. Como vio Juan Calvino, en su famoso Instituciones de la religión cristiana (libro 4, capítulo 20), los cristianos encuentran así mismo bajo dos gobiernos: uno secular y otro eclesiástico. El gobierno civil o secular tiene la obligación de promover la religión cristiana. El gobierno eclesiástico proporciona disciplina espiritual y administradores del sacramento. Desde que el gobierno civil castiga a aquellos quienes están condenados como hacedores del mal por la palabra de Dios, ellos deben seguir las normas de Dios. Así, para que el estado sepa lo que debería promover y condenar, la iglesia tiene una responsabilidad en predicar la palabra de Dios a las autoridades civiles. Teonomía (o reconstruccionismo cristiano), forma la primera, y la más sofisticada rama dentro de la escuela de la autoridad integrada. Aunque su doctrina está de lejos de ser el más refinado que la teonomía calvinista (que es casi exclusivamente reformada) ha llevado consistentemente las ideas de Calvino. La teonomía embellece a Calvino por incluir todas las leyes del Antiguo Testamento que no están explícitamente repudiadas en el Nuevo Testamento

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(aunque hay algún desacuerdo entre los teonomistas acerca de lo que ha sido repudiado, por ejemplo, las normas dietéticas). La revolución es una función útil y adecuada como también, una estructura alternativa de autoridad es preservada, para mantener una calidad divina en el gobierno civil. Algunos de los mayores proponentes evangélicos de la teonomía incluyen a Greg Bansen, Gary North, Rousas John Rushdoony, Pastor John Weaver (un abierto “patriota” americano moderno), y John Calvino. La teonomía mantiene una teología transformacional, activa o involucrada de política pública, y es característicamente postmilenio. Teonomistas como Greg Bansen, en su trabajo Teonomía y ética cristiana (capítulo 19), sostiene que los pasajes como Romanos 13:1-7 se aplican a un estado idealizado. Por ejemplo, Pablo estuvo apretando el paso de una sección muy práctica de su tratado de los romanos para describir lo que un buen gobierno debería hacer ahora o en algún futuro de la época de oro. Pablo no estuvo diciéndoles a los cristianos en Roma lo que su experiencia actual fuera probablemente, o como Nerón estuvo sirviendo al señor para mantener su ley, sin embargo hizo referencia a cómo debería ser en el mundo, (y lo que debería suceder durante una época de oro postmilenio). Así, los teonomistas evitaron el problema de reconciliar el significado superficial del texto con los hechos de Nerón cuando estuvo en el poder. La segunda rama dentro de la escuela de la autoridad integrada es que podría ser terminada el enfoque del revitalizado derecho divino (o reorganizado) de los reyes. Los exponentes evangélicos de este enfoque incluyen, a Samuel E. Waldron (un líder reformado bautista moderno), John Eidsmoe (un teólogo moderno y autor de los motivos de la política pública), Pastor John Macarthur, el bautista inglés John Gill, Charles H. Spurgeon y, probablemente, Martin Luther (quien debe ser un teonomista). Este enfoque ve al estado como una esfera de autoridad junto con la familia y la iglesia. El estado tiene un propósito útil en promover directamente el Reino de Dios en el mundo, pero los parámetros bajo el cual el estado debe operar o promulgar la política pública no han sido muy bien delineados teológicamente a diferencia de la teonomía, donde el estado y la iglesia, son más cercanamente vinculados. El estado sirve a Dios directamente sin una necesaria intervención de la iglesia, restringiendo el caos y el pecado en la sociedad. Los creyentes deben obediencia al estado y la nación en una manera que es equivalente a ser obediente a la iglesia local. La bandera americana es orgullosamente mostrada en los santuarios de la iglesia, y los pastores conmemoran afectuosamente los feriados nacionales. El estado llega a ser una suerte de oráculo de Dios, aunque no en un sentido inspirado. Los cristianos deben obedecer virtualmente cualquier medida de la Biblia y Gobierno

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política pública como si el decreto hubiese venido del mismo Dios. Romper el espíritu de la ley es pecado. Por ejemplo, contratar inmigrantes rápidamente, o pasarse los límites de la velocidad sería moralmente equivocado (en naciones donde tales actividades son ilegales). Para este enfoque, el estado es benigno o aun inocuo. Como en la televisión, si las cosas buenas (hombres) son puestos dentro, entonces probará ser bueno, pero si las cosas malas (hombres) están encargados, entonces, será malo. Unas pocas normas bíblicas son declaradas para estar dentro del rango apropiado de la función del gobierno civil. Sin embargo esas normas son a menudo seleccionadas arbitrariamente (ejemplo, (1) reforzar los diez mandamientos, o (2) solamente del quinto al noveno mandamiento, o (3)reforzar cualquier norma en el Nuevo Testamento como también algunas pocas del Antiguo Testamento relacionadas a la sodomía, bestialidad, homosexualidad, etc.). La revolución y desobediencia civil son desaprobadas, incluyendo la revolución americana y la guerra civil. La instigación de guerra es ampliamente considerada para ser pecadora. Desde aquí, el derecho divino mantiene un enfoque pasivo o no confrontacional en términos de teología de política pública. Los partidarios del derecho divino parecen tener la mayor dificultad de cualquiera de los cuatro enfoques para evitar el problema de la reconciliación del significado superficial del texto con el hecho que Nerón estuvo en el poder. Aunque parezca increíble, algunos arguyen que Nerón estuvo (no obstante y perfectamente) castigando a aquellos quienes hicieron el mal en la presencia del Señor y premiando aquellos que hicieron el bien en la presencia de Dios. Otros parecen que nunca han pensado acerca de las implicaciones de cuáles eran buenas y malas palabras en el contexto cultural de la Roma de Nerón. Tabla 2: Paradigmas evangélicos de políticas públicas (categorías históricas y sus ramas principales) Categorías por disposición/Acción

Autoridad integrada

Reino competente

Transformacional/Involucrado

Teonomía

Libertad de conciencia

No confrontacional/Pasivo

Derecho divino

Anabaptista

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Características de los cuatro enfoques: Los enfoques de la escuela competente del reino La escuela del reino competente enfoca al estado como una entidad enteramente distinta de la iglesia y la familia en la medida en que ésta se encuentra vinculada, mayormente, a la promoción del reino de Dios. Algunos proponentes de esta escuela ven al estado como benigno, aunque a menudo se alza su lado feo para asaltar la iglesia de Dios. Otros lo enfocan como un aliado importante con el reino de satanás y sus esfuerzos en el mundo. El estado no es una esfera especial de autoridad junto con la familia y la iglesia local. La primera rama de esta escuela es el enfoque anabaptista (o pacifista). Los líderes teólogos evangélicos de esta perspectiva incluyen a Menno Simmons, Mark Roth, Harold Bender, y Heinrich Bullinger. La sumisión es pasiva para los anabaptistas, y aun la rebelión es inevitable en la mayoría de los tiempos cuando los cristianos toman contacto con la política pública, la revuelta armada no es nunca el rol de un cristiano. De aquí, el enfoque anabaptista mantiene una pasiva o no confrontacional teología de política pública. Sin embargo, como los partidarios del derecho divino, los anabaptistas no hacen un muy consistente caso del significado superficial de los textos con el hecho que Nerón estuvo en el poder. El enfoque anabaptista es al menos una rama sofisticada de la escuela y algunos puntos son (como el derecho divino) atenuados por algunas aparentes contradicciones lógicas en su estructura. Por ejemplo, el predicador anabaptista les dice a sus creyentes que es pecado estar involucrado con la seguridad social del estado, candidatear a algún cargo público, servicio militar, o a votar porque el estado es efectivamente malo. El estado está también expuesto a los frecuentes aflijidores de la iglesia, persiguiendo al pueblo de Dios. Aún muchos, de esta persuasión, mantienen, paradójicamente, que el estado malévolo está de alguna manera haciendo el deseo de Dios restringiendo el mal en el mundo, castigando criminales. Mientras los anabaptistas enfocan al estado como un reino separado, competente (algunos lo han visto como nexo satánico), también ven al estado (presumiblemente aún en la Roma de Nerón) como un instrumento de Dios para castigar criminales o aquellos que hacen el mal en la presencia del Señor. Este hecho es más que casual, dado que los anabaptistas, quienes son presumiblemente los chicos buenos en general, han sufrido más en las manos de la persecución estatal que cualquier grupo cristiano. La segunda rama de la escuela del reino competente tal vez sería llamada libertad de conciencia. Si este término no ha sido comúnmente usado para describir los enfoques teológicos de la política pública, muchos teólogos y pastores lo han mantenido. Los expositores incluyen bautistas en los tiempos en la guerra Biblia y Gobierno

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americana de la independencia tales como Isaac Backus, John Leland, John Wallers, como también Rogers Williams y probablemente John Bunyan (quien al menos han mantenido las raíces del enfoque de la libertad de conciencia). Cualquier cristiano, que mantiene una perspectiva calvinística, (del nuevo pacto) o dispensacional de la interpretación bíblica, tenderá abrazar este enfoque, junto con los bautistas en general. Tales cristianos premian el voluntarismo y la libertad de pensamiento entre los creyentes y en la sociedad, evitando la noción de usar las leyes del Antiguo Testamento o políticas públicas para coaccionar a la gente en un comportamiento apropiado. Por ejemplo, pocos de ellos quisieran obligar a la gente a abstenerse de trabajar el domingo y en lugar asistir a los servicios de la iglesia. Pocos de ellos quisieran alistar los mecanismos del estado para mejorar el evangelismo. Sin embargo, paradójicamente, la mayoría de esos cristianos hoy parecen mantener por defecto el enfoque del derecho divino. El enfoque de la libertad de conciencia está desarrollada y aplicada en una manera práctica en el libro Biblia y gobierno: política pública desde una perspectiva cristiana. En la misma forma que en la teonomía es el resultado lógico de la teología presbiteriana y postmilenaria, la libertad de conciencia es el resultado lógico de una teología bautista (entre premilenaria o amilenaria). Más claramente que su contraparte anabaptista, la libertad de conciencia enfoca al estado como malo, teniendo un fuerte vínculo con satanás y su reino. Aun los cristianos son dejados a su libertad con relación a dónde y cuándo resistir al estado, trabajar dentro del estado, o participar en la revolución. Como la teonomía, la libertad de conciencia mantiene un enfoque transformacional, activo o envuelto de la teología de la política pública. Es moralmente equivocado en algunos momentos para rebelarse contra el estado, si no siempre. Aun el estado nunca es visto como algo para ser transformado o que pueda siempre llegar a ser algo más que malo. No es el estado benigno de los partidarios del derecho divino. Más aún, aquellos quienes mantienen el enfoque de la libertad de conciencia tienen un buen enfoque convincente de las palabras bien y mal en Romanos 13:3-4 y I Pedro 2:13-14. A diferencia de los partidarios del derecho divino, ellos no tratan de hacer de Nerón un gobernante malo no obstante que implementó la ley y el orden imperfectamente a la sociedad. Y a diferencia de los anabaptistas, ellos no tratan de imponer un rol divino al estado como un castigador ocasional de criminales. No comparten la búsqueda teonómica de idealizar los pasajes y castigarlos fuera de un ejercicio teorético con poco significado práctico para los cristianos romanos. En lugar de eso, reconcilian el significado superficial del texto con el hecho que Nerón estuvo en el poder, interpretando las buenas y malas palabras para significar lo bueno o malo La política pública desde una perspectiva cristiana

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definido por el estado (o Nerón) más que lo definido por Dios. Entonces un estado consideraría a los cristianos ser malos y castigarlos con la espada (como Nerón lo hizo), mientras premia a los adúlteros y asesinos. El enfoque de la libertad de conciencia permite a los cristianos desobedecer las políticas públicas en cualquier momento. Aun si la regla general para ellos es someterse a las autoridades y políticas públicas, la sumisión cristiana al gobierno civil debe ser pasiva más que activa. El verbo griego traducido “ser sujeto” en Romanos 13:1, está en tiempo presente y en voz pasiva en el lenguaje original. Asimismo, Pablo usa la voz pasiva en Tito 3:1, como lo hace Pedro en I Pedro 2:13. En otras palabras, los cristianos están para obedecer cuando quiera directamente llamado al momento para hacerlo, siempre que Dios no sea defraudado o cualquier pecado cometido, pero no es su deber perseguir activamente un curso de acción donde a ellos limpian la “ley de la tierra”. No necesitan asegurar que están en condescendencia con todos los puntos de la política pública si el estado no ejerce directamente presión sobre ellos. En conformidad, los cristianos no pecan violando las reglas estatales per se . Ellos pecan si sus acciones se desvían de sus propósitos principales, causar daño a un vecino, o apartarse de la gloria del Señor. Siendo indebidamente hostigado por el estado, por cosas de importancia minúscula, (desde una perspectiva eterna), no debe ser la atención principal de un santo de un reino pensado. Muchos bautistas mantuvieron una perspectiva de libertad de conciencia. La primera confesión de Londres, publicada en 1644 (revisada en 1646) por siete iglesias bautistas particulares (calvinistas) en Londres, fija una versión más primitiva del enfoque de la libertad de conciencia, citando cerca del 90% de los pasajes del nuevo testamento como su autoridad. Los artículos XLIX y LI demuestran el punto capital de la posición bautista sobre el gobierno civil (aunque hubo otros grupos bautistas en Holanda, y en otro lugar, quienes mantuvieron un enfoque teonómico o de derecho divino). El supremo magistrado de este parlamento, creemos, es el rey, y el parlamento libremente escogido por el reinado, y eso es en todas las leyes civiles que han sido redactados por ellos, o el presente es o será ordenado, nosotros estamos firmemente sujetos y obedientes bajo el Señor, como también nos concebimos firmemente para defender a las personas y aquellos así escogidos, y todas las leyes civiles hechas por ellos con nuestras personas, libertades, y propiedades, con todo lo que es llamado nosotros, aunque nunca debiéramos sufrir tanto en sujetarse activamente a las leyes eclesiásticas, sería concebido por ellos para sus deberes de establecer que nosotros no podríamos ver en el presente, ni nuestras conciencias podrían someterse; aun apoyamos someternos a sus placeres. Biblia y Gobierno

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Pero si Dios, con mantener a los magistrados, permite por este medio, todavía debemos proceder juntos en comunión cristiana, no para dar lugar a suspender nuestra práctica, sino para caminar en obediencia en Cristo en la profesión y manteniendo la fe antes mencionada, aun en medio de los juicios y aflicciones, no tomando en cuenta nuestros bienes, tierras, esposas, niños, padres, madres, hermanas y nuestras propias vidas, donde finalizaríamos nuestro curso con alegría; recordando siempre nuestro deber de obedecer a Dios más que al hombre e instruyéndose de los mandamientos, y promesa de nuestro Señor y maestro Jesucristo, quien como Él tiene todo el poder en el cielo y la tierra, como lo ha prometido, y si nosotros prestamos atención a sus mandamientos que Él nos ha dado, para estar con nosotros en el fin del mundo; y cuando nosotros hemos finalizado nuestro curso, y mantenemos la fe, para darnos la rectitud, lo que es tener que guardar para todo que ama su apariencia y para quienes nosotros debemos tomar en cuenta todas nuestras acciones, ningún hombre estará en capacidad de despedirse de nosotros por lo mismo. Implicancias de una teología de la política pública Ningún cristiano creyente en la Biblia considera que los mandatos en Romanos 13:1-7, I Pedro 2:13-17, y Tito 3:1 sean absolutos. Claro está, considerando “el completo consejo de Dios”, es claro que la gente de Dios no tiene y no debe sujetarse a “toda orden del hombre” (I Pedro 2:13). Las comadronas egipcias desafiaron el decreto del faraón para asesinar a los niños (Éxodo 1:15-21). Ehud actuó contra la política pública engañando a los ministros del rey y entonces asesinó al rey (Jueces 3:15-26). Daniel, Shadrach, Meshach, y Abed-Nego rechazaron obedecer con las políticas públicas que mandaron cosas contrarias para adorar apropiadamente (Daniel 3:8-18; 6:6-10). El hombre sabio del este desobedeció las órdenes directas de Herodes para revelar el paradero de Jesús (Mateo 2:7-12). Pedro y Juan desobedecieron “la ordenanza del hombre” que obligaron a que ellos desistan de predicar (Hechos 5:28-29). Por lo que entonces, los primeros temas doctrinales se desarrollan alrededor cuando los cristianos podrían o deberían desobedecer, más que si los cristianos desobedecieran después de todo. No obstante, los evangélicos están en desacuerdo acerca de la amplitud que un cristiano debe desobedecer. Por ejemplo, no todo enfoque cristiano permite la desobediencia de las políticas públicas que proporcionan contratos preferenciales a los homosexuales, prohibición de castigar, asistencia obligatoria en las escuelas estatales, trabajo obligatorio los domingos, contratación de trabajadores ilegales (aunque fueran cristianos), correr (por ejemplo, 67 m.ph. en una zona de 65 m.p.h), tomar vino en edades tempranas en su propia casa, y la adquisición obligatoria de seguro automotor. No está claro cómo muchos La política pública desde una perspectiva cristiana

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cristianos tratarían con muchas de las actuales políticas, tales como la prohibición de tirarles piedras a los pájaros en Dublin, Georgia, la prohibición de jugar pinball para los menores de 18 años en Carolina del Sur y Nashville, Tennessee, o la prohibición de escupir sobre las veredas en Dunn, Carolina del Norte. De nuevo, la razón por que los cristianos deban obedecer, o tal vez desobedecer, es importante. Es en este punto de vista donde uno, ampliamente, detiene sus predisposiciones acerca de la naturaleza y el rol del estado y la política pública que ha sido delineada: teonomía, derecho divino, anabaptista, o libertad de conciencia. La teología de la política pública tiene aplicaciones de largo alcance e importante en la vida diaria. Una útil extrapolación es considerar las motivaciones teológicas y teoréticas de los cristianos para apoyar o rechazar la revolución americana. El trabajo del profesor Mark Noll Los cristianos y la revolución americana (1977) es especialmente útil en formar una perspectiva histórica sobre este punto. No es sorprendente, que los instigadores de la revolución, fueran ampliamente presbiterianos teonómicos y congregasionalistas, junto con los bautistas de libertad de conciencia. Esos grupos tomaron un rol activo en transformar su mundo, a pesar de muy distintas razones. Los teonomistas quisieron echar abajo el mal gobierno para reemplazarlo por uno bueno. Los bautistas quisieron libertad para estar en capacidad de servir mejor a Dios. A menudo citan Gálatas 5:1 en su grito de ser libres de la esclavitud del estado, siguiendo la libertad como la oportunidad surgida (Cf. I Corintios 7:21). A diferencia de los teonomistas, sus camaradas en armas, no quisieron básicamente instalar un mejor gobierno. Eso es por que ellos llegaron ser ardientes partidarios de una carta de derechos para asegurar que sus derechos civiles fueran protegidos contra la intrusión gubernamental, a pesar del hecho que la constitución fue basada en un marco presbiteriano. Debe también ser pequeña sorpresa que los anglicanos y la mayoría de metodistas se fueron a ser tories, criticada por otros cristianos quienes no se sometieron como ellos. Muchos partidarios del derecho divino no confrontacionales y pasivos regresaron a Inglaterra o se fueron a Canadá. Similarmente, los anabaptistas, siendo pacifistas, no participaron en la revolución americana, aunque ellos tendieron a protestar contra el pago de impuestos que fueran a financiar el conflicto. Obviamente, una teología de la política pública hace una diferencia sustancial, como evidenció la revolución americana. La sección siguiente resalta más la importancia de una teología de la política pública. En conclusión, los cristianos deben pensar sobre la política pública más seriamente y desarrollar su enfoque en una manera que coincida con sólido principios bíblicos que tomen el contexto cultural seriamente. Si lo común es que los enfoques populares sean encontrados deficientes, entonces, éstos, deben Biblia y Gobierno

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ser reemplazados por uno mejor. En este punto, al menos, como piensen los cristianos estando preocupados, solamente hay dos serios competidores para una apropiada teología de política pública: teonomía y libertad de conciencia. Los otros enfoques (derecho divino y anabaptista), como ellos están al menos hoy en día, carecen de coherencia lógica. Más aun, el enfoque de libertad de conciencia proporciona la más creíble interpretación de las doctrinas apostólicas señaladas en Romanos 13:1-7, Tito 3:1 y I Pedro 2:3-17, especialmente con relación a las palabras “bueno” y “malo”. También tiene un fuerte apoyo histórico y bíblico para definir la naturaleza y propósito del estado. Resumen de las cuatro mayores paradigmas evangélicos relacionados al gobierno civil Tabla 3: Perspectiva de los cuatro paradigmas evangélicos de política pública en una docena de temas Tema 1 Perspectiva

Enfoques de la fuente o fundamentos de las leyes del estado como:

Teonomía

La ley de Dios cuando el estado es un guardián del pacto; por otra parte hombres y satanás

Derecho divino

Providencia; el estado habla del deseo de Dios a la iglesia sus sometidos como sirvientes de Dios (u oráculo)

Anabaptista

Providencia; Él está haciendo su deseo en la esfera competente; unos pocos dirán satanás

Libertad de conciencia

Satanás (Apoc. 13:2b, 4ª; Cf.12:9ª), o al menos el estándar cultural o moral del estado. Tema 2

Perspectiva

La naturaleza del estado:

Teonomía

El mal si es quebrantador de reglas del pacto, bien si es dominado por los guardianes del pacto.

Derecho divino

Benigno: Bien cuando los hombres buenos lo siguen y malo cuando los hombres malos lo persiguen.

Anabaptista

Una esfera que compite con el Reino de Dios (en algún aspecto es malo)

Libertad de conciencia

Malo: La gran fuente de opresión y aflicción al lado de la falsa religión en la historia

La política pública desde una perspectiva cristiana

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Tema 3 Perspectiva

Servicio militar y su destacamento:

Teonomía

Moralmente permisible bajo ciertas circunstancias

Derecho divino

Moralmente permisible bajo la Providencia

Anabaptista

Pacifista (haciendo el destacamento un mal elemento también)

Libertad de conciencia

A menudo moralmente permisible, especialmente por una guerra justa (el destacamento es malo cuando es una política proactiva)

Perspectiva

El rol fundamental de el estado como juicio terrenal para los pecadores u hostigadores de la Iglesia bajo el decreto permisivo de Dios:

Teonomía

No

Derecho divino

No

Anabaptista

Sí, pero también ve un rol para el estado en castigar criminales, etc.

Libertad de conciencia



Tema 4

Tema 5 Perspectiva

El rol básico del estado es promover o mantener el Reino de Dios en la tierra:

Teonomía

Si

Derecho divino

Si

Anabaptista

No

Libertad de conciencia

No

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Tema 6 Perspectiva

El estado es “ordenado” por Dios tal como:

Teonomía

Familia e iglesia (Cf. El gran catecismo de Westminster)

Derecho divino

Familia e iglesia

Anabaptista

Cualquier cosa que Dios ordene fuera de su Reino

Libertad de conciencia

Satanás, el “dios de esta era” (I Corintios 4:4ª) Tema 7

Perspectiva

El rol de la iglesia en la vida política:

Teonomía

La iglesia predica a el estado y el estado refuerza la ley de Dios; transformando al estado (mandato de dominio).

Derecho divino

Activo y colaborador, procurando promover “mejor” legislación con más normas honrando a Dios.

Anabaptista

La Iglesia no debería tener nada que hacer con el estado y la política; los cristianos pecan por participar.

Libertad de conciencia

La iglesia no debería provocar al estado, y no debe esperanzarse que el estado la ayude en conseguir sus objetivos misericordiosos; el cristiano es dejado a manera de conciencia. Tema 8

Perspectiva

Rebelión, revolución o resistencia:

Teonomía

La revolución es loable y correcto cuando es contra un estado quebrador del pacto y conducido por una baja magistratura; la resistencia es moralmente correcta cuando resiste a un estado quebrador del pacto, de otro modo está errado.

Derecho divino

La revolución generalmente es pecaminosa; la resistencia está bien en pocos ítems como prohibir predicar el evangelio y forzar al aborto.

Anabaptista

Una revolución armada se equivoca pero la rebelión es inevitable cuando el estado se entromete en la vida del creyente; la resistencia es inevitable pero no para ser buscada.

Libertad de conciencia

La revolución moralmente permitida sin ningún pecado está obligada a hacerla; puede ser conducida por cualquiera; la resistencia moralmente correcta puede ser hecha cuando sea sin traer vergüenza pública a Cristo o la ira sobre la iglesia, y cuando ningún otro pecado está siendo cometido

La política pública desde una perspectiva cristiana

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Tema 9 Perspectiva

El objetivo misericordioso de la revolución sería:

Teonomía

Traerse abajo a la autoridad quebrantadora del pacto

Derecho divino

Poco probable (si fuese) a ser determinado

Anabaptista

Inalcanzable, desde ya, no permisible para los creyentes

Libertad de conciencia

Sí puede ser hecho prudentemente, para traer gloria a Dios, y para beneficiar a la iglesia

Tema 10 Perspectiva

Mintiendo al estado (ejemplo, ocultando judíos de Hitler, no informando todos los ingresos gravables, etc.)

Teonomía

Moralmente correcto cuando se resista a un estado quebrantador del pacto

Derecho divino

Generalmente pecaminoso

Anabaptista

Incierto, pero probablemente correcto / o bien cuando promueve la gloria de Dios; tendencia a esquivar impuestos para la guerra (probablemente mintiendo)

Libertad de conciencia

Moralmente correcto cuando se pueda verdaderamente ser usado para promover la vida, buena administración y la gloria de Dios

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Tema 11 Perspectiva

Utilizando la política pública para promover la vida en rectitud:

Teonomía



Derecho divino



Anabaptista

No, otro que sea control del crimen

Libertad de conciencia

No

Tema 12 Perspectiva

Considerar informar a los “protestantes de impuestos” u otro quebrador de las normas del estado:

Teonomía

No, a menos que un estado quebrantador del pacto estuviese en el poder

Derecho divino



Anabaptista

No

Libertad de conciencia

No

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PARTE III: El principio bíblico de lo conveniente, sometimiento calificado al gobierno civil El paradigma del derecho divino propone que toda desobediencia civil es, cercanamente, pecadora porque el gobierno civil es una autoridad especial en la vida (relacionado a la familia y la iglesia), y el creyente debe someterse a lo que él decreta como si estuviera hablando Dios mismo. Mientras ellos, no sostengan que la palabra del estado está a la par con Dios, ven a la política pública como dirigida por la Providencia, y así una manifestación de su deseo para los creyentes los afectarán. Consecuentemente, violar una política pública es generalmente pecaminoso dentro y fuera de sí mismo. Pero este enfoque es erróneo. El sistema teonomista es más analíticamente riguroso pero también equivocado. Como una casa de naipes, el paradigma caerá a menos que las suposiciones del postmilenarismo, incluyan, cien por ciento, la teología del pacto, y la idea de la autoridad integrada que el gobierno civil como una esfera de autoridad junto con la familia y la iglesia (cuyos elementos forman su base), pueda ser establecido. En Biblia y Gobierno: la política pública desde una perspectiva cristiana, el enfoque de la libertad de conciencia es aplicada y expuesta. El sometimiento cristiano al estado y las políticas públicas es fijado como pragmático o conveniente. En otras palabras, el cristiano obediente es provocado cuando el creyente encara una particular política (legislación, normas, decretos) que lo amenazan. El tema es que los cristianos obedecen para evitar la cólera del estado. Ellos no quieren incitar al Leviatán que lo castigue, tomando en cuenta su desobediencia pública a una política. Su objetivo es minimizar los marañas terrenales (II Timoteo 2:4) o cualquier acción que reste valor a la gloria de Dios. No obstante, los apóstoles hicieron mandatos a los cristianos para someterse al estado y tiene ramificaciones morales. Aun si la norma tiene que ser aplicada diferentemente dependiendo del contexto cultural e histórico, en principio, se mantiene para todos los creyentes de todos los tiempos. Desobedecer las enseñanzas apostólicas debe, por tanto, tener una implicación moral (ejemplo, involucra el pecado). Sin embargo, es dudoso que los apóstoles estuvieran diciendo a los cristianos que un creyente peca cuando no sigue “al pie de la letra” las políticas estatales. Por el contrario, hay casos claros cuando los cristianos deben violar la política pública, tal como las prohibiciones de predicar el evangelio, las obligaciones de asesinar niños, y otros más. Someterse al estado no es una obligación absoluta. Por tanto, uno puede decir que un cristiano no ha pecado necesariamente por que haya violado alguna política pública,

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especialmente cosas tales como la velocidad, o contratar a un inmigrante ilegal. ¿Qué hace la violación de esas políticas públicas inmundas? Aparte de dar un gran rol al espíritu sagrado (más que lo que la escuela de la autoridad integrada enfoca), en convencer al creyente del pecado, o conducirlo a obedecer o desobedecer, la escuela de la libertad de conciencia tiene dos métodos para determinar cuando la desobediencia civil es pecaminosa. Por un lado, hay la conveniencia (o consecuencialísimo) que enfoca que ninguna política pública (a menos que ésta imite la ley de Cristo) es fundamento moral en los creyentes. Este campo representa el normal enfoque de la libertad de conciencia, la más consistente analíticamente. El sometimiento a estar obligado por los apóstoles por razones prácticas y su alcance depende de la cultura y las circunstancias en que un cristiano vive. La desobediencia civil hecha de una actitud rebelde es siempre equivocada. Por lo demás, la desobediencia civil es siempre pecadora si es que recurre a ciertos criterios (recogidos de los principios bíblicos). Primero, la acción de uno de desobediencia civil debe ser público y flagrante por naturaleza (un ante requisito para el pecado). Segundo, la acción de uno debe involucrar una arrogante indiferencia del razonamiento apostólico para obedecer, en particular, cuando causa daño al prójimo. Tercero, la acción de uno debe restar valor a la gloria de Dios. Sólo cuando todos esos tres elementos están presentes hace un acto de desobediencia civil necesariamente desacertado. En resumen, los apóstoles están preocupados que los creyentes desobedientes no deberían pecar por: (1) deshonrar a Dios en la presencia de otros; (2) dañar el testimonio de Jesucristo en la sociedad; (3) trayendo cólera innecesariamente entre los creyentes y sus familias; (4) actuar tontamente — o al menos sin la apropiada prudencia y visión—; (5) siendo pobres administradores de las provisiones de Dios; (6) dando al estado una excusa o razón para escoger a los cristianos para la persecución; (7) preocupándose acerca de lo que el estado debería hacer para ellos y así violar las enseñanzas de Cristo en Mateo 6:25; y (8) comenzando a comprometerse en actividades ostensiblemente benignas que: (a) eventualmente conduce a la tentación de hacer cosas pecaminosas o (b) al menos tener la apariencia de actos malos para los espectadores. El campo de lo conveniente no busca el concurso de la política pública para determinar lo que es pecado o no. En su lugar, considera el refugio del comportamiento sobre las más importantes áreas de la vida y carácter personal. La desobediencia civil de los cristianos de no traer gloria a Dios, al dañar a sus prójimos o su familia, o actuar tontamente, es pecaminoso por sus consecuencias.

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Por otro lado, existe una opinión diferente que es calificada como el campo consciente del enfoque de la libertad de conciencia. La política pública (especialmente cuando imita la ley de Cristo) es moralmente obligatoria para los creyentes en la mayoría de casos, pero en un intento de guiar las conciencias de los creyentes, y tratar más íntegramente las obligaciones apostólicas para someterse al estado, se construye una fórmula para ayudar a determinar si un acto de desobediencia civil es pecaminoso o no.

Si una política es violada

+

Si un cristiano esta enterado de la violación

+

Si una política esta siendo robustecida

=

Rebeldía (comportamiento pecaminoso)

Pero, esta fórmula está sujeta a dos metas-principios que pueden malograr la ecuación. Primero, hay la principal guía del proceso formal versus el informal. Esto es, aun si una política pública es activa y está siendo reforzada, el “espíritu” de la política dominará en la práctica. Hay, a menudo, algún atraso en la obediencia civil cristiana. Por ejemplo, el límite de velocidad establecido es 65 m.p.h (el aspecto formal), pero en la práctica (el aspecto informal), sólo las violaciones por encima de 70 m.p.h. son castigadas. Aquí, un cristiano usa su libertad para manejar un poquito más por encima del límite de velocidad y no será pecaminoso. Como la probabilidad de castigar es cero (o muy cerca de esto), un cristiano no peca por romper “la ley” de una política pública. Donde sea, hay aún una pequeña posibilidad de castigo, los cristianos pecan por conocer el quebranto de la ley. Segundo, hay la guía principal de traer toda actividad bajo la jerarquía de las convenciones bíblicas. En otras palabras, si hay una política pública que prohíbe el cuidado médico para la gente pobre o que intenta obligar a la mujer a ser esterilizada después de su segundo niño, podrá ser desobedecido tomando en cuenta el alto principio de la palabra de Dios. Los cristianos tienen una obligación positiva de cuidar al pobre, y es Dios quien garantiza la vida y familia, no el estado. El mismo principio se aplicaría en situaciones de emergencia (ejemplo, la velocidad mientras se corre para llegar al hospital), desde que es más importante servir las necesidades de una esposa que lo consignado en una política pública. Los cristianos son también exonerados de obedecer cualquier política que dañe a su prójimo, si la política es la campaña de exterminación de los judíos de Hitler o uno que obliga a informar a compañeros vagos a las autoridades de la escuela estatal.

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La fórmula también implica que cualquiera de las políticas públicas primitivas no tienen que ser obedecidas. Un cristiano no es atado para valorar todas las políticas públicas en cada nueva jurisdicción política antes que entre. Un cristiano no peca si viola una política pública cuando es ignorante de ella. Es también absolvido de la culpa moral si desobedece cualquier política que no es inevitable. La debilidad del campo consciente puede ser visto especialmente en ese último criterio, desde que el sistema completo, y la fórmula, llega a ser no solamente subjetivo si no también arbitrario y caprichoso. Cada creyente es dejado a decidir por él mismo cuán rápido puede manejar sin pecar, o si debería evitar el servicio militar. También tiene una amplia libertad para decidir si una circunstancia urgente es también importante que el mandato de la política pública, entonces no se aplique. Más aun, el campo de la conciencia puede ser criticado como el enfoque del derecho divino, desde que uno puede evitar pecar por mantenerse como ignorante tanto sea posible de toda la política pública. Por otra parte, dado que no se ha revelado la verdad para determinar particulares circunstancias, cada creyente es dejado en libertad para desarrollar sus convicciones personales cuando haya pecado. Un pastor podría difícilmente tener recurso para reprobar o exhortar a un miembro de su iglesia por un acto de desobediencia civil con lo que está en desacuerdo tanto como el creyente estuvo actuando fuera de su convicción. A menos que el miembro estuviera haciendo algo atroz, como manejar a 120 millas m.p.h en una zona señalada de 65 millas m.p.h, sería difícil para un pastor hacer un cuestión contra el sujeto. Así, el campo de lo conveniente, que escapa de esos problemas y está ampliamente congruente con los principios bíblicos, proporciona el más robusto y lógico enfoque de la libertad de conciencia. El carácter y rol del gobierno civil El gobierno civil es malo por naturaleza. Este enfoque está confirmado por: (1) el record bíblico de políticas públicas que indican que cerca del 90% de las políticas públicas (fuera de la teocracia del Antiguo Testamento) fueron perversas, opuestas al Reino de Dios, y para el detrimento del seguidor de Dios; (2) el record histórico de las políticas públicas (resaltando el trabajo del profesor R.J. Rummel observado en la introducción de Biblia y Gobierno: política pública desde una perspectiva cristiana) que muestra de modo arrollador que la basta mayoría de los gobiernos civiles también han sido malos, tiránicos y opresivos por miles de años; (3) la doctrina del Apocalipsis 13:1-9, donde los reyes son representados como una grotesca “bestia” (dibujando a una bestia del océano, león, oso, leopardo de Daniel 7:1-28), probando una conexión entre satanás y el gobierno civil y la política pública y (4) el hecho que las autoridades civiles, quienes martirizaron a Jesucristo, y cercanamente a los apóstoles, son sin La política pública desde una perspectiva cristiana

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excepción los enemigos declarados de Cristo cuando él retorne en gloria (ver Apocalipsis 6:15; 16:14; 18:9; 19:16-21): “se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes tramarán unidos contra Jehová y contra su ungido [Cristo])” (Salmos 2:2; Hechos 4:26) y “ vi a la bestia , a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo. Y contra su ejército”. (Apocalipsis 19:19). Como se señaló en Biblia y Gobierno: política pública desde una perspectiva cristiana, el estado no es una esfera especial de autoridad para promover o fortalecer el Reino de Dios. Como parte de la competencia del reino, son agentes del reino de satán que Dios ordena y usa básicamente como su sirviente para traer juicios terrenales sobre sus pecadores. En conformidad, la desobediencia al estado malo no es nunca un pecado en casos cuando la política pública nos obliga a violar un claro mandamiento de Dios o desatender nuestras convicciones. En todos los otros casos, la desobediencia al estado sería pecaminoso, sino porque la desatención de una política pública per se (como si desobedecer al estado es equivalente a desobedecer a Dios mismo per se). Otra vez, la desobediencia civil es pecaminosa si fuera público y flagrante, especialmente durante tiempos calamitosos tales como los cristianos que encararon a Nerón, y si se desentendiera la gloria de Dios y las recomendaciones apostólicas. ¿Cuándo los cristianos se deben desinteresar de las normas del gobierno civil? La sumisión al estado y sus políticas públicas (Romanos 13:1-7, II Pedro 2:13-17, Tito 3:1) no es una postura evangélica. Claro está que violando moralmente las inicuas políticas públicas no sería pecaminoso si se hiciese discretamente, privadamente, clandestinamente, prudentemente y cuidadosamente (o por supuesto cuando sea hecho a través de la ignorancia de la política). Si la desobediencia cristiana al estado o la política pública es o no pecaminosa dependerá en gran parte al contexto cultural en que vive. Desobedecer el toque de queda mientras se viva bajo Nerón o Stalin es una cosa, pero pasarse una señal de pare a las dos de la mañana en Dakota Norte rural es otra cosa. Tratando de arrancar una revolución bajo el poderoso César o Zar puede ser suicida, y así no se glorifica a Dios. Pero protestar contra el Rey Jorge realmente trajo a los cristianos americanos gran libertad y ha dado más gloria a Dios en el más largo plazo, especialmente a la luz del favor de América para la misión mundial, la impresión de libros cristianos y la promoción del estudio teológico. En resumen, la elección de protestar, o aun extender una desobediencia cristiana, depende del contexto económico, tecnológico y político en el cual se encuentren. Sin embargo, un cristiano, quien desintencionadamente o inadvertidamente ofende a los hombres, funcionarios gubernamentales en Biblia y Gobierno

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particular, da ocasión par a reprochar a Cristo tomando en cuenta su desobediencia a tales políticas (aun si la policía es considerada estúpida, como prohibiendo el escupitajo a un lado de la vereda o requiriendo el uso de un cinturón de seguridad antes de manejar a medianoche), debe estar dispuesto a disculparse rápidamente haciendo rectificación cuando sea solicitado. A menos que los apóstoles estén fuera de sus cabales, o sus enseñanzas sean largamente irrelevantes para la vida práctica en la actualidad, la interpretación de Romanos 13:1-7, I Pedro 2:13-17 y Tito 3:1 debe ser rechazada. Algunas veces el nacionalismo y la teología americanizada pueden nublar la adecuada interpretación de los textos bíblicos. Los cristianos no están obligados por los apóstoles a ser ejemplos de cualquier y toda política pública, aguantar toda regla y gastar tiempo y recursos sujetándose cada aspecto formal del “buen ciudadano”. Solamente en lugares excepcionales como América tales entendimientos surgen. La basta mayoría de cristianos han encarado una experiencia política enteramente diferente. Desde que la Biblia fue escrita para todas las culturas y tiempos, uno debe ser cuidadoso de no confundir la interpretación adecuada con su contexto cultural. Lo que fue verdad en los días de Pablo en Roma, fue verdad en Islandia durante su período anárquico, en el siglo XX, en Camboya bajo Pol Pot o Chile bajo Salvador Allende, y es verdad en los días modernos en Irak y Sudáfrica. Respuesta a algunos representantes críticos del derecho divino No es sorprendente que los partidarios del derecho divino, encima de cualquier de los tres enfoques sin libertad de conciencia, expresan una fuerte reacción a la perspectiva de libertad de conciencia. Junto con los teonomistas la escuela de libertad de conciencia es crítica a la perspectiva del derecho divino tomando en cuenta sus resultados bíblicos, históricos y analíticos. Ciertamente, el derecho divino es el enfoque dominante entre los evangélicos (usualmente por defecto) haciendo éste una causa común para aquellos que mantienen una perspectiva consistente de política pública, tales como la teonomía o libertad de conciencia. En conformidad, esta sección proporciona algunas respuestas al pensamiento común del derecho divino que han surgido desde la publicación de Biblia y gobierno: política pública desde una perspectiva cristiana para pastores, académicos y hombre común. Observe que si la teonomía proporciona una teología errada de la política pública (desde el punto de vista de la libertad de conciencia), es al menos internamente consistente y tratable; lo cual es verdad por sus tres suposiciones. Desde aquí, el pensador cristiano consistente naturalmente tenderá entre teonomía y libertad de conciencia una vez que haya encuadrado su entendimiento La política pública desde una perspectiva cristiana

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acerca de la naturaleza del estado, la hermenéutica para interpretar Romanos 13:1-7, Tito 3:1 y I Pedro 2:13-17, y por supuesto su enfoque de la teología del pacto y del milenio. En la misma forma que la persona vendrá naturalmente a mantener una teología calvinista, una vez que esté convencido de la doctrina de la incapacidad total (depravación) del hombre, las suposiciones de uno acerca del gobierno civil y la doctrina apostólica relacionada a la sumisión de esta, lo conducirá a él, lógicamente, abrazar la teonomía o libertad de conciencia. Alternativamente el derecho divino y el enfoque anabaptista son rechazados como ampliamente ineficaz y poco profundos, inconsistentes e incompletos. Aun, porque el derecho divino es el mayor enfoque inefectivo, esta sección se concentrará en esta. Parte del problema de los partidarios del derecho divino han tenido que ver con el enfoque de la libertad de conciencia, al menos aquellos fuera de la academia, vienen de su indisposición de leer la idea completamente. Por ejemplo, algunos pastores leen secciones de libros o artículos a favor de una perspectiva de libertad de conciencia sin entender el argumento completo. Ellos hacen, aun, público sus conclusiones acerca de la idea incompleta, en el largo plazo demuestran su propia ignorancia, haciendo dificultoso su retractación de una posición inconsistente. Por supuesto, Proverbios 18:13 ofrece alguna advertencia para aquellos quienes responden un argumento que ellos escuchan: “El quen responde un asunto antes de oírlo, es una locura y vergüenza para él”. La crítica del derecho divino a la libertad de conciencia podría ser resumido en los siguientes diez puntos. El enfoque de la libertad de conciencia está seguido de los siguientes puntos: 1. Utiliza inapropiadamente una porción apocalíptica de la escritura (Apocalipsis 13:1-8) para desarrollar una doctrina clave acerca del gobierno civil, argumentando su superioridad en Romanos 13:1-7; 2. desnaturaliza al Apóstol Pablo por declarar que afirma algo acerca de la naturaleza o carácter del gobierno cuando de hecho no lo hace, y que aun si el apóstol Juan lo haga, de hecho recomienda que el gobierno romano fue empoderado por satanás (en Apocalipsis 13:1-8) y no implica que todo gobierno civil sea tan empoderado. 3. cuestiona erróneamente los juicios o motivos de los académicos quienes tradujeron la versión del rey Jorge de la Biblia; 4. practica eisegesis (proceso de leer en un pasaje algo que no está en el mismo) en lugar de exégesis cuando tratan con Romanos 13:1-7 (y otros pasajes) resultando conclusiones que son “conjeturas,” “sin prueba,” “sin fundamento”, y “errático”, u apoyado en una “lógica extremadamente pobre”;

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5. yerra enormemente en su entendimiento que las palabras bueno y malo en Romanos 13:1-7 y I Pedro 2:13-17, se refieren realmente a la definición de gobierno civil de lo que es bueno y malo más que la definición de Dios; 6. utiliza razonamientos falaces y sin fundamento; 7. no es objetivo, o por supuesto prejuiciado y sesgado por razonamientos económicos del libre mercado o filosóficos: 8. usa argumentos relacionados aquellos que mantienen una perspectiva del derecho divino, que sostiene que los cristianos deben obedecer cercanamente el capricho de la política pública; 9. extienden inapropiadamente la rectitud de rebelarse contra las políticas públicas que no son políticas que provengan de “una orden directa para desobedecer a Dios”, declara incorrectamente que no hubo ningún estado de bienestar en Roma y especula que Pablo califica su obligación a los creyentes para someter al estado si hubiese existido; 10.interpreta erróneamente el mensaje de Pablo a los Romanos, observando es injustificado que la sumisión sea pragmática o conveniente (especialmente como si fuera por la época, aunque no exclusivamente). Para esos cargos, las siguientes réplicas pueden ser hechas. Primero, si la libertad de conciencia utiliza una porción de las Escrituras (Apocalipsis 13:1-8) para desarrollar una doctrina clave acerca del gobierno civil, no lo hace inapropiadamente. Los partidarios del derecho divino van mas allá de una apropiada hermenéutica al realizar sus críticas del uso de una literatura apocalíptica. La doctrina cristiana es y debería estar basada en las claras enseñanzas de los pasajes didácticos de las epístolas y los evangelios particularmente. Pero, eso no nos excluye de usar otros pasajes de la Escritura para hacer doctrina. Después de todo, Pablo nos dice: “toda escritura está dada por inspiración de Dios y es provechoso para la doctrina” (II Timoteo 3:16ª). Este hecho es especialmente verdadero cuando no está clara la enseñanza sobre el tema en secciones didácticas de la Biblia; tal es el caso cuando consideramos la naturaleza del gobierno civil. Por supuesto, la cautela debería ser ejercitada cuando se toma el uso de los pasajes apocalípticos, y uno debería ser cuidadoso por supuesto para no concluir en demasía pasajes no didácticos o formular doctrinas fundamentales. En Biblia y Gobierno: política pública desde una perspectiva cristiana, se toma gran cuidado para señalar este aspecto de los principios hermenéuticos antes de exponer el enfoque de la libertad de conciencia de Apocalipsis 13:1-8. Romanos 13:1-7 no trata con la naturaleza del gobierno; ni lo hace I Pedro 2:13-17. Esos pasajes principalmente discuten lo que debería ser la respuesta de un creyente a la política pública. Todo eso es sabido acerca de la naturaleza La política pública desde una perspectiva cristiana

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del gobierno es inferido de otros pasajes, y eso es porque Apocalipsis 13:1-8 es utilizado para mostrar (en parte) que la naturaleza del gobierno es mala. Aquí, esta primera crítica es inválida. El argumento relacionado del derecho divino que la libertad de conciencia mantiene una superioridad en Romanos 13:1-7 en un punto pero Apocalipsis 13:1-8 en otro es simplemente no verdadero. Un pasaje no está elevado sobre el otro. Cada uno es simplemente utilizado de acuerdo a lo que puede legítimamente ser recogido de cada texto. En otras palabras, cuando se arguye por la naturaleza satánica del gobierno, en Apocalipsis 13:1-8 es utilizado porque es el pasaje que más claramente trata de este tema. Cuando la respuesta del creyente a la política pública es discutida, es confiado en Romanos 13:1-7, Tito 3:1-2 y I Pedro 2:13-17. Esos dos conjuntos de textos tratan con diferentes aspectos de la doctrina o perspectiva bíblica del gobierno civil. Algunos indican que Romanos 13:1-7 es el más significativo de todos los pasajes relacionados al gobierno, y ellos parecen frustrados que las otras visiones no den en general el mismo peso. Aun ellos no dan ninguna razón por que Romanos 13:1-7 debe ser dado más peso. Solamente afirman que el enfoque de la libertad de conciencia maneja un texto errado e inadecuado. Como una crítica es poco profunda. También el enfoque de la libertad de conciencia es a menudo no dogmático cuando recoge principios de donde sea en la Biblia con pasajes que no están claro como Apocalipsis 13:1-8. Por ejemplo, el enfoque de la libertad de conciencia no diseña ninguna fuerte conclusión de Lucas 23:2: “y comenzaron a acusarle, diciendo: a este hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributos al César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey”. Por supuesto alguno puede hacer un caso de condenación tributaria por este verso, pero el enfoque de libertad de conciencia no ve evidencia suficiente para hacerlo. Por el otro lado, aquellos con un sesgo del derecho divino ignoran este verso enteramente cuando crean su teología de la política pública, tomando en cuenta la subordinación de tales textos para la enseñanza “clara” en Romanos 13:1-8. Aun todos los cristianos harían bien en considerar más profundamente el consejo completo de Dios relacionado a la política pública. Segundo, el cargo que el enfoque de la libertad de conciencia ha desfigurado al apóstol Pablo afirmando que declara algo acerca de la naturaleza o carácter del gobierno, cuando de hecho no lo hace, es simplemente infundado. Por el contrario, Pablo no trata con la naturaleza del gobierno en Romanos 13:1-7. Más aún, si el apóstol Juan dice que el gobierno romano fue empoderado por satanás, sin implicar que todo gobierno está también empoderado, el punto de vista de la libertad de conciencia no está equivocado. La información bíblica señala que la política pública y los gobiernos civiles son malos u opuestos a Dios y su reino cerca del 90% del tiempo (fuera de la teocracia). Esa data, Biblia y Gobierno

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cuando unido con el pasaje de Apocalipsis 13:1-8, y cualquier pasaje en la Biblia (ejemplo, Salmos 2:1-3), son utilizados para presentar el caso de la naturaleza mala del gobierno civil. Si esa otra data no existe, el enfoque de la libertad de conciencia tendrá que acordar con los partidarios del derecho divino, y ser más reservados en sus juicios acerca de la naturaleza del estado. Sin embargo, esa data de apoyo y principios existen, Apocalipsis 13:1-8 realmente sirve para aclarar lo que está solamente insinuado o al menos implicado: que el gobierno civil está empoderado por satanás y comparte su naturaleza. Tercero, unos pocos que mantienen las ideas del derecho divino están preocupados que los adherentes a la libertad de conciencia hayan cuestionado el juicio o motivos de los intelectuales quienes tradujeron la versión del rey Jorge de la Biblia. De aquí que, el enfoque de la libertad de conciencia recomienda (no dogmáticamente) que hay alguna motivación en traducir los pasajes de Romanos 13:1-7 —donde hubo razón académica justificable para hacerlo— de tal manera que benefició al rey. Pero, ese escenario no llama la atención del “carácter moral” de los traductores. Ha sido ampliamente dicho por otros académicos que los puntos de vista teológicos pueden ir cautelosamente dentro de las traducciones donde haya palabra griega o hebrea o tema gramatical que puedan legítimamente ser traducida en más de un sentido. Por ejemplo, no es sorprendente que la versión de los traductores del rey Jorge, influidos por los psedo-bautistas, escogiera transcribir la palabra griega “bautizar” más que emplear el equivalente “sumergir”. Lo mismo puede ser dicho de la elección de traducir de la palabra griega “y” en lugar de aun en Gálatas 6:16: “y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios”. Los premilenaristas y dispensacionalistas están más contentos con “y”, pero los del pacto y amilenearistas, prefieren la traducción válida equivalente “aun” antes de la frase “Israel de Dios”. Asimismo, en Romanos 13:1-7 y I Pedro 2:13-17, la palabra griega “malo” podría haber sido traducido como mal comportamiento o “delito” tal que el lector esté menos inclinado a pensar que el mal que como Dios, lo define esté siendo discutido. Este punto más que facilitar, no debe resultar extraño, para que no olvidemos el argumento de la libertad de conciencia en relación a la traducción sesgada, sea mal entendida como un ataque al carácter moral de los traductores. Cuarto, algunos atacan a los adherentes de la libertad de conciencia con la práctica de eisegesis. El enfoque de la libertad de conciencia es acusado de haber construido una agenda radical de la economía del libre mercado o de liberalismo clásico que está siendo impulsado en los pasajes de Romanos 13:17. En otras palabras, algo está siendo obligado a (y fuera de) del texto que no esta allí para la consideración de servir una agenda de economía de libre mercado. Aun, esta crítica es más o menos profunda considerando el análisis La política pública desde una perspectiva cristiana

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de las escrituras y los marcos conceptuales de los académicos cristianos que han sido subestimados. Ningún cristiano debe tener algo de miedo de aplicar los principios de economía o la ciencia para ayudar a entender la doctrina cristiana, porque no ha llegado a ser dominante. Lejos de mover a la Biblia a un segundo plano, libros como Biblia y Gobierno: política pública desde una perspectiva cristiana y el libro del doctor Eric Schansberg ni cambiar a la derecha ni cambiar a la izquierda (Alertness books 2003) profundiza el entendimiento cristiano acerca de la política pública y promueve a los cristianos a usar mejor su Biblia, pensando profundamente sobre la doctrina bíblica de la política pública. Más aun, considerablemente muchos paradigmas dogmáticos como el derecho divino no están inmunes de algún nivel de eisegesis. El paradigma del derecho divino tiende a tener una aversión en averiguar las enseñanzas bíblicas sobre la política pública y al estado como fragmentario, o que algunos pasajes contienen piezas de información o doctrinas que otros no hacen. En lugar de eso, todo es interpretado a través de los lentes del pasaje favorecido de Romanos 13:1-7. Así, los principios recogidos de pasajes de otros que Romanos 13:1-7 es evitado. Mientras esto ocurra no es eisegesis per se, la práctica es similar porque subyuga el significado de un pasaje a un paradigma extrapolado del otro. No es nada frecuente para un adherente del derecho divino construir casi enteramente una doctrina del gobierno civil en Romanos 13:1-7 y entonces tomar ese contexto y meterlo en otros pasajes. No obstante, hacerlo no descalifica que la enseñanza bíblica sobre la política pública es fragmentaria. La noción que Romanos 13:1-7 es el texto magnífico es un supuesto de un hecho innegable. Así hay más que diecinueve importantes pasajes en la Biblia que constituye el cuerpo de doctrina relacionada al estado y la política pública. La mayoría de esos pasajes tratan un distinto tema, y hay a menudo ningún cruce con los principios doctrinales. ¿Por qué deberíamos creer que las disciplinas no teológicas no aplicarían su conocimiento para despojarse de claridad en los oscuros pasajes de las escrituras o conocimiento incompleto? Usamos la historia para fijar un contexto de por qué los judíos (y cristianos hebreos) estuvieron sufriendo en el año 50 D.C. al 70 D.C., por qué los corintios fueron dados por demasía, por qué el apóstol Juan escribió sobre el gnosticismo en sus epístolas, por qué Pablo tuvo que tratar con los judaizadotes en la iglesia de Gálatas, y por qué un evangelista dijo que Jesús murió en la hora sexta y otro al mediodía. Entendemos muy claramente por qué los saducenses y atenienses tuvieron dificultades o contiendas sobre la resurrección desde la muerte apoyada en su filosofía por consultar disciplinas no teológicas. Seguramente los adherentes del derecho divino no cuestionan el uso de otras disciplinas como la historia y filosofía para ayudar a clarificar la verdad bíblica. Entonces, ¿por qué ellos deberían tener problema Biblia y Gobierno

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con traer la claridad desde la economía, teoría de la ciencia política, demografía, y la teoría de la política pública para llevarlo a la Biblia? Roma tuvo raíces y sacudida social cuando Pablo y Pedro escribieron a los cristianos romanos. ¿Es una simple coincidencia que los pasajes claves sobre la respuesta cristiana a la política pública estén contenidos en Romanos y I Pedro y que fueron básicamente dirigidos a los cristianos romanos? Como los gálatas y los corintios, los cristianos romanos tuvieron un problema especial que los apóstoles trataron con esto. Quinto, al criticar el entendimiento de la libertad de conciencia de los términos bueno y malo en Romanos 13:1-7 y I Pedro 2:13-17, muchos críticos se equivocan al tratar con el argumento etimológico. Ellos simplemente niegan su validez sin apoyar su acusación. Pero, ¿cuál es la alternativa? ¿Ellos quieren argumentar que el gobierno romano fue realmente seguidor de las leyes de Dios o los medios de Dios? Algunos aparentemente lo hacen82 ¿Ellos quieren argumentar que el estado romano premió a los cristianos y otros quienes hicieron buenas cosas fueron bien condescendientes en la presencia del Señor? Si lo fuera, el paradigma del derecho divino tendría un montón de explicaciones que dar y permita probar las afirmaciones de sus adherentes. Sexto, algunos, quienes caen dentro de la perspectiva del derecho divino, dicen que la libertad de conciencia usa “afirmación completamente sin prueba”, sin “prueba real”. Si ellos se están refiriendo al análisis bíblico o científico, esta acusación está demás. Por el otro lado, lo que dice la Biblia es absolutamente verdad y autoritativo. Esto hace del análisis bíblico diferente al análisis científico. Uno no necesita “probar” cualquier cosa sobre la Biblia. Es aceptado por fe como revelación. Todos los académicos pueden esperar traer las ideas bíblicas a un panorama más claro a través del estudio y mejor aplicación. Por el otro lado, la ciencia realmente no “prueba” nada, y esto no descubre absolutamente la verdad. Los cientistas explican y si es posible predicen, basados en la observación, repetición, y teorización. Algunas teorías producidas tal vez sean útiles, pero ellos nunca son absolutamente verdad o completamente probado. Aun la ley de gravedad no es absoluta. Si los críticos están refiriéndose a la “prueba” lógica en tales críticas, significando que dentro de su sistema deductivo 82 Anecdóticamente, hay críticos y pastores del derecho divino que creen que Roma no tuvo una política de aborto (sin citar la evidencia para este reclamo). El antiguo Oat Hipocrático contuvo un mandato que un médico no debería realizar un aborto: “para agradar a ninguno yo prescribiré una medicina mortal sin dar consejo de lo que causaría su muerte. Ni yo daré a una mujer un pesario [un dispositivo puesto en la vagina] para procurar el aborto. Pero preservaré la punidad de mi vida y mi arte. ”Desde que Hipocratus de Cos vivió entre 460 A.C. a 357 A.C., el aborto ha sido visto como un tema peligroso hasta antes que Pablo y Pedro escribieran. ¿Por qué nosotros debemos creer que un gobierno romano, que no tuvo problema con la muerte, eventos de gladiadores y el infanticidio podría haber tenido alguna suerte de política restrictiva del aborto? Si uno estuviera asumiendo un supuesto, la evidencia de la otra política de la época nos conduciría a creer que el aborto habría sido perdonado en Roma. Si lo fuera, es dudoso que los apóstoles hayan castigado a los creyentes para someterlos a una política de aborto.

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no hay errores en un paradigma, entonces ellos necesitan proporcionar algunos ejemplos claros de cualquier error más que hacer afirmaciones escuetas. Anecdóticamente, al menos un crítico con un marco conceptual del derecho divino reclama haber encontrado tal error mostrando que no hubo regulación del manejo cuando Pablo escribió. Pablo no ha obligado a los cristianos romanos a cumplir con las regulaciones del tránsito, y así Pablo tampoco nos obligaría a nosotros. Esto es ciertamente verdad, como muchos adherentes de la libertad de conciencia, los anabaptistas, y la teonomía estarán de acuerdo. No obstante, el principio de Romanos 13:1-7 hará bien en alguna forma ser aplicado a las regulaciones modernas de tránsito. Los cristianos deberían someterse a las reglas de manejo fuera de la conveniencia pragmática, justamente como los romanos cristianos se sometieron a las leyes de Roma y sus impuestos. De otro modo, el estado los aporrearía y, porque ellos estarán preocupados por lo que el estado les haría por violar su decreto. Pero muchos críticos piensan que las normas del estado son más absolutas como las normas de la vida. Adicionalmente, muchos críticos del punto de vista de la libertad de conciencia están cómodos por encontrar muchos comentaristas quienes están de acuerdo con su definición de conciencia (como es utilizado en Romanos 13:5). Aun si ellos están en lo correcto, muchos cristianos, por muy buenas razones, mantendrán su incredulidad. El término conciencia es utilizado en el Nuevo Testamento para describir el discernimiento que nosotros tenemos en relación a lo que es bueno o malo. No es siempre malo o bueno como lo definido por Dios, como fue también el caso con el corintiano, y los hermanos romanos, quienes se preocuparon acerca de la moralidad de comer carne sacrificada para los ídolos (I Corintios 8:7-12; 10:25-29 y Romanos 14: 1-23). La conciencia tiene que hacer con lo correcto y errado pero no con lo bueno o lo malo en un sentido moral definido por Dios. Apilar un monto de comentarios no ayudará a los críticos si todos los consejos finalizan siendo erróneos. Séptimo, algunos críticos declaran que los adherentes al enfoque de la libertad de conciencia están sesgados por un prejuicio económico o filosófico, “deslumbrando una inclinación contra-gobierno” o “argumento sesgado”. Para comenzar, esta acusación característica del hombre común erige la pregunta: ¿Los adherentes del derecho divino son puramente objetivos cuando ellos analizan un evento o pasaje bíblico? ¿No hay nada —dice su contexto mental o cultural— que sea “filtro” sobre cómo lee algo o interpreta el mundo? Sin argumentar determinismo o construccionismo, ciertamente preguntamos si alguien puede ser verdaderamente objetivo en su análisis. Eso no niega que los académicos deban tratar de evitar sus sesgos subjetivos. Todos los investigadores honestos en teología y ciencias, intentan hacerlo. Biblia y Gobierno

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Alternativamente, si los críticos pueden rectamente acusar a los adherentes de la libertad de conciencia de ser deshonestos e intencionalmente sesgados en sus análisis, expresamente torciendo la enseñanza superficial de la bíblica, tienen que poseer un fuerte argumento. De otra manera, ¿cómo puede decir que es un buen académico y más objetivo que los otros? ¿Cuál sería su racionalidad de atacar y juzgar los motivos de un académico de la libertad de conciencia? Quizás, ¿no le gusten las conclusiones de las ciencias económicas? Quizás, ¿algunos críticos tienen inclinaciones del estado de bienestar que hacen tener un sabor medio raro en cualquiera de sus ideas? O, ¿es más esclavo a su propio marco disciplinario que estar dispuesto admitir? En el esfuerzo intelectual, cualquiera quien se desenvuelve bajo una pretendida objetividad tendrá su trabajo puesto en cuestión. Lo que todo académico puede hacer es utilizar la ventaja y habilidades que ha adquirido bajo la providencia, y ofrecer “la luz” que descubre en humildad, esperando la mejora de toda preocupación. Esto es lo que, mínimamenete, se espera a que haga. Octavo, algunos adherentes del derecho divino acusan al paradigma de la libertad de conciencia de utilizar un argumento del hombre de paja, a saber, que los adherentes del derecho divino (problemáticamente) enseñan que los cristianos deben reverenciar prácticamente todo objeto de la política pública. Esta abnegación es más que rara, desde que el paradigma del derecho divino dice claramente que los cristianos deben someterse a cualquier política pública. Solamente hay unas pocas políticas públicas limitadas que califican para la desobediencia (la mayoría de los cuales no ocurren hoy), como la prohibición de la predicación del evangelio u obligar a asesinar —seguramente menos del 1% de toda la política pública en efecto—. No está tan claro por qué un adherente al derecho divino llame a tal afirmación un hombre de paja, a menos que no haya pensado a través de su propio paradigma. La bastante mayoría de los adherentes al derecho divino resistirán muy pocas políticas públicas, quizás un puñado de los miles de libros. ¿Cuán a menudo los pastores del derecho divino incentivan a sus miembros a quebrar la ley? Noveno, los críticos quienes mantienen un marco del derecho divino acusan que el enfoque de la libertad de conciencia extiende inapropiadamente la rectitud de la rebelión contra las políticas públicas (como el pago de impuestos), visto que la desobediencia civil deberá estar restringido para solamente aquellas políticas que desafíen “una orden directa para desobedecer a Dios” (ejemplo, para dar la predicación del evangelio, asesinar, etc.). Presumiblemente, entonces, aquellos críticos dirán que nosotros debemos obedecer al gobierno cuando nos obliga a violar las premisas de la palabra de Dios, aunque no está claro, la obligación directa a violar. Por ejemplo, la Biblia solicita a los cristianos a ser buenos administradores (Lucas 19:15-25, Mateo 25:15-28, Proverbios 13:22) y La política pública desde una perspectiva cristiana

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que los hombres cristianos mantengan a su familia (I Timoteo 5:8). Nabot fue un gran administrador de su viñedo (I Reyes 21:1-19) y rechazó obedecer al Rey Acab para darle el viñedo. Ese hecho fue activo, de desobediencia civil. Aun, cuando tenga que tributarse ahora, muchos de esos críticos están completamente seguros que son pecados resistir el impuesto tomando en cuenta el principio de buena administración. Mientras los cristianos resistan a un ladrón común o la mafia, nunca resistirán el bien organizado gobierno civil sobre los asuntos monetarios. Pero, ¿cómo pueden ser consistentes en exaltar un principio bíblico e ignorar otros en su paradigma? La invasión de los israelitas (quienes operaron bajo orden directa, por supuesto) no se sometieron a ningún rey cerca de ellos cuando ellos atacaron. ¿Los cristianos, en el ejército americano, habrían sido capaces de desobedecer a Saddam Huseim durante la guerra Iraquí del 2002, quienes habrían tenido que obedecerle si es que ellos estuvieran viviendo en Irak antes de la guerra? ¿Por qué? No está claro que el principio de sumisión del derecho divino podría ser lógicamente aplicado a tal escenario. Adicionalmente, ¿es solamente para un gobierno rebelarse contra otro gobierno en la guerra? ¿El gobierno americano derrumbará al régimen iraquí, pero los iraquíes no lo harían por sí mismos? Los iraquíes cristianos no se rebelarían sin pecado, ¿pero mantener su rectitud solicitando la liberación por medio de la armada americana? Innecesario decirlo, los partidarios del derecho divino tienen un montón por convencer en tales temas. En resumen, por este razonamiento, el paradigma del derecho divino de hecho eleva más preguntas que da entender respuestas. La tesis de la libertad de conciencia dice que al estado puede desobedecerse en cualquier momento cuando los cristianos consideren que está haciendo algo contrario a lo que Dios quiere que hagan ellos. Lo que constituye una ofensa depende de las convicciones personales y es así un asunto de la libertad cristiana. El enfoque del derecho divino promueve de lejos una estricta regla, pero falla en traer una teología practica para las muchas circunstancias de la vida. Un área defectuosa del pensamiento del derecho divino es tratar con una política pública proactiva. Roma no tuvo estado de bienestar en el año 50 D.C., y aquellos quienes reclamaron de otra manera estuvieron simplemente errados. Muchos adherentes del derecho divino argumentan que los partidarios de la libertad de conciencia han afirmado incorrectamente que no hubo estado de bienestar en Roma. Adicionalmente, ellos dicen que es errónea especulación concluir que Pablo haya calificado su obligación a los creyentes para someterse al estado si el bienestar habría existido durante sus días. Pero, ¿por qué debemos creer en la tesis del derecho divino que Pablo y Pedro han ignorado al estado de bienestar, dado que sus pilares centrales van contrario a las claras enseñanzas Biblia y Gobierno

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en donde estén contra el robo, mentira, etc.? Parece más plausible que los apóstoles no se han dedicado a violar los principios bíblicos a través del cumplimiento voluntario de las políticas pública proactivas e inmorales. Si una política proactiva es perversa, entonces, no hace diferencia que sea el gobierno civil que lo lleve a cabo. La práctica debe ser rechazada por los cristianos. Recientemente, el doctor John Robbins de la Fundación Trinity 83 completó un excelente artículo de la civilización romana titulado “Cristo y civilización” (enero-marzo 2003), evidentemente será útil que los críticos consulten antes de acusar a los adherentes de la libertad de conciencia, de eisegesis. El hecho es que el enfoque de la libertad de conciencia arroja nuevas luces en el área de las Escrituras que no han sido tratados adecuadamente, especialmente desde un punto de vista no teonómico. Los académicos puritanos y bautistas en la herencia reformada han sido especialmente faltos en la formulación de una doctrina de gobierno y política pública que sea consistente con los principios bautísticos. Los libros como Biblia y Gobierno: política pública desde una perspectiva cristiana y Ni cambiar a la derecha ni a la izquierda han intentado hacerlo. En esos trabajos, son utilizados fuentes académicas y razonamientos, y muchos analistas eruditos han alabado estas tesis. Aun si un cristiano lamentablemente está en desacuerdo con la perspectiva de la libertad de conciencia, debe tomar cuidado para utilizar una razón sólida para justificar su posición. La idea que el gobierno es una esfera especial de autoridad, que mantiene una especial oscilación sobre el comportamiento cristiano de lo que hace, es algo para ser demostrado o “probado” más que asumido. La Westminster Confesión y Larger Catechism designa al estado como una esfera especial de autoridad, y los partidarios del derecho divino están de acuerdo con esto, pero no está claro que la Biblia otorga tal especial designación. Es extraño, por decir lo menos, que los bautistas hayan adoptado una noción quintaesencialmente presbiteriana y autoridad integrada. Alternativamente, más en línea con los principios bautistas, es más plausible que afirmar escabullirse con ”derechos” y subsumir autoridad bajo el decreto permisivo de Dios para llevar a cabo sus propósitos de discernimiento. Los cristianos se someten, puesto que posiblemente puedan estar fuera de los medios del estado. Este enfoque es bien diferente, que el derecho divino y la idea de la autoridad integrada, que dice que Dios creó una oficina especial llamada estado para promover su reino en el mundo, y así entregarle derechos especiales sobre sus subordinados, obligando a los creyentes a obedecer en casi todas las cosas.

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Décimo, el paradigma del derecho divino rechaza como injustificado la interpretación de la libertad de conciencia en la sección práctica del mensaje de Pablo a los Romanos. Es erróneo reclamar que el sometimiento es para ser pragmático o conveniente (especialmente como si fuera para esa era, sino exclusivamente). Esta tesis es un aspecto clave del enfoque de la libertad de conciencia. Como en muchas otras ocasiones, la Biblia demanda una respuesta pragmática o conveniente a las autoridades gubernamentales o política pública. Mientras el razonamiento superficial del texto en Romanos 13:1-7 puede ser tomado como conveniente o no, cuando esos otros pasajes convenientes son tomados en cuenta, como otros principios bíblicos, la interpretación de la libertad de conciencia es la mejor. Adicionalmente, la interpretación de la libertad de conciencia es congruente con la cultura, historia y principios científicos, todo lo cual refuerza la tesis de la conveniencia. Una compresión del derecho divino no calza muy bien con los otros textos en la Biblia ni con la realidad de la vida e historia. Un principio en Biblia y Gobierno: política pública desde una perspectiva cristiana que debe ser reiterada es la tolerancia. En Romanos 14:4 dice: “¿Quién eres tú para juzgar al siervo de otro? Que se mantenga en pie, o que caiga, es asunto de su propio señor. Y se mantendrá en pie, porque el Señor tiene poder para sostenerlo”. Los cristianos deben respetar la libertad de pensamiento de otros sinceros creyentes en las áreas de la teología de la política pública, y deben ser cuidadosos en no despreciar a otros académicos tomando en cuenta sus posiciones relativas. Aun si un hombre mantiene su enfoque y rechaza a otros, debe todavía estar en capacidad de asociarse con aquellos quienes difieren de él. Más aún, en América, hay también otras, posiciones menos académicas —tal como aquellos encontrados dentro del “movimiento patriótico”— que son añadidos a la lista de posiciones a tolerar. Tal vez un lado llame al estado moderno y sus licencias e impuestos “babilonia” y por el otro, no lo dice. Tal vez un lado sea pacifista, y el otro no. Más que vituperar uno de otro, sobre las convicciones de cada uno tienen de la Biblia (y ciencia), seguramente mejor es estar en desacuerdo sin ser desagradable, y continuar promoviendo el objetivo común de proclamar el evangelio y edificar los santos. En los comienzos, los reinos de este mundo están contra el Señor. El mal es su negocio, aun sabiendo que tienen corto tiempo. Seguramente los gobiernos civiles de las épocas hicieron sus actos (a menudo sucios) bajo el deseo permisivo de Dios. Pero hay un día en el cual tendrá: “.....en el cielo resonaron fuertes voces que decían: ‘El reino del mundo ha pasado a ser de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará por los siglos de los siglos’. Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios postraron el rostro en tierra y Biblia y Gobierno

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adoraron a Dios diciendo: ‘Señor, Dios Todopoderoso, que eres y que eras, te damos las gracias porque has asumido tu gran poder y has comenzado a reinar. Las naciones se han enfurecido; pero ha llegado tu castigo, el momento de juzgar a los muertos, y de recompensar a tus siervos los profetas, a tus santos y a los que temen tu nombre, sean grandes o pequeños, y de destruir a los que destruyen la tierra” (Apocalipsis 11:15b-18).

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PARTE IV: Un comentario breve de la libertad de conciencia de Romanos 12-14 y I Pedro 2 Los siguientes comentarios de los pasajes claves del Nuevo Testamento relacionan la sumisión al gobierno civil no están deseados para ser un comentario comprensivo. En su lugar, están dirigidos a aplicar el marco de la libertad de conciencia a los textos tal que los puntos cruciales y temas sean llevados en una forma consistente. La aplicación apropiada del contexto cultural e histórico son juntados con el paradigma interpretativo para proporcionar una teología de la política pública consistente, a través de la exégesis de los textos. Exégesis de Romanos 12-14 12:9

Aborrezcan el mal; aférrense al bien.

Los cristianos son por este medio exhortados para mantener los trabajos buenos como lo señalado en la palabra de Dios, a pesar del hecho que otros cerca de ellos se entregan a un mal comportamiento. Dado el contexto en Roma, Pablo está declarando que el daño social y la picardía son malos y los cristianos deben abstenerse de tales comportamientos. Haciendo a un lado, ¿el gobierno es malo? ¡Sí! Entonces, ¿estamos para aborrecerlo también? Sí, pero debemos todavía mantener sumisión en la mayoría de las políticas para que no seamos distraídos de la principal misión de la vida. Hay muchas políticas que deben ser sometidas para evitar ser dañados por el estado. Algunas políticas no deben ser sometidas, desde que ello viola una orden clara de Dios, a una convicción que se mantiene en las Escrituras. Y hay muchas otras políticas que pueden ser desobedecidas desde que no son obligatorias o son arcaicas ¿y no adecuadas? 12:14 Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan. En ese tiempo 57 D.C., Roma fue completamente saturada con desorden y disturbios. Pablo no quiso que los creyentes romanos tomen parte en el caos, como hubiera sido fácil de hacerlo. Adicionalmente, Nerón estuvo dañando a los cristianos o a quienes estuviera yéndole bien. Para aparecer en la sociedad y glorificar a Dios, como una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder (Mateo 5:14), Pablo exhorta a los creyentes a bendecir a sus enemigos. Pablo estuvo aplicando la enseñanza general de Cristo en el Sermón del Monte para las circunstancias específicas en la Roma de su tiempo. Por supuesto, como también es valioso un principio general, tal como la enseñanza de Cristo, es de valor general aun si específicamente se dirige a la cultura judía.

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12:16b No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben. 17 No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. 18 Si es posible, y en cuando dependa de ustedes, vivan en paz con todos. 19 No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: “Mía es la venganza; yo pagaré”, dice el Señor. 20 Antes bien, “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta”. Los cristianos han sido oportunistas como sus prójimos y tomado ventaja de la sacudida social, o haber sido tentados a resistir con la fuerza de aquellos quienes fueron capturados en la insurrección, quisieron perturbarlos. Pero Pablo quiso que los creyentes se comportaran diferentemente para glorificar a Dios y tener un buen testimonio. Él quiso también asegurarse que no perdieran sus vidas y dañaran a sus familias de cara a la ira de Nerón —que es un enfoque pragmático o conveniente—. Pablo no quiso que los creyentes sean un punto focal a los ojos del gobierno civil, especialmente desde que Nerón estuvo propenso a castigar a los cristianos. 12:21 No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence al mal con el bien. Haciendo buenas tareas y no actuando en la misma manera como los pícaros, traen gloria a Dios. Más, aún, no provoca a la autoridad civil para castigar con su ira a los creyentes. La palabra aquí es maldad, referida a los actos perversos de los revoltosos. Pablo conecta sus palabras en el capítulo 13:2-5 con delito, cuando hablamos acerca del castigo del estado para los malvados. Pablo también está dando un principio general que, donde sea que nosotros podamos avasallar al mal en el mundo y reemplacemos con lo que es bueno, debemos hacerlo si sólo no pequemos en el proceso. 13:1 Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él. Pablo está diciendo esencialmente: No confunda con el gobierno civil lo que otros están haciendo. Darse cuenta que Dios lo ha ordenado y toda autoridad tiene un propósito: juzgar a los pecadores en particular. ”Manténgase fuera del camino del ministro de Dios de la ira sobre los rebeldes”. Como se observó en Biblia y gobierno: política pública desde una perspectiva cristiana, someterse al estado es siempre restringido. Debemos obedecer en general, pero muchas veces debemos desobedecer las políticas tomando en cuenta la convicción personal, su obsolescencia, o su no cumplimiento. El verbo “ser sujeto” está en La política pública desde una perspectiva cristiana

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el sentido presente, voz pasiva en el griego, indicando que el sometimiento cristiano al gobierno civil es para ser pasivo más que activo. Los cristianos deben obedecer políticas inicuas cuando sea ello están directamente para obedecerlo, pero no están llamados para asegurar su cumplimiento activo para toda política pública. Todos los cristianos están de acuerdo que el sometimiento está restringido; la diferencia surge sobre lo “qué” y “cuándo”. ¿Cuáles políticas pueden ser desobedecidas y cuándo un creyente debe emplear una resistencia activa o pasiva a una política? Los teonomistas permiten la rebelión a cualquier política que no cumpla con la ley de Dios señalado en el Antiguo Testamento. El anabaptista pasivamente resistiría cualquier resolución del estado, si es considerada contraria a los propósitos del reino de Dios. El partidario del derecho divino revitalizado permite la rebelión sólo cuando una política funciona contrariamente a una enseñanza “clara” de las escrituras, tal como, las prohibiciones de predicar el Evangelio (Hechos 4:19), comer comidas prohibidas (Daniel 1:8), adorar falsos dioses (Daniel 3:12), prohibiciones a adorar a Dios (Daniel 6:7-10, vender la posesión de uno cuando es una herencia especial de Dios) (I Reyes 21:3), y ser obligado a asesinar (Éxodo 1:17). Otras rebeliones permisibles pueden ser añadidas también a la lista, incluyendo la prescripción de violaciones de cualquiera de los 10 mandamientos, obligar hablar bajo juramento, o dirigir a un niño a prácticas educacionales. Las respuestas variarán dependiendo del partidario del derecho divino que es consultado (ejemplo, la lista final tal vez varíe ampliamente entre ellos). Someterse al estado siempre tiene el objetivo de ser pragmático hacia el hombre y para glorificar a Dios. No hay nunca un problema moral al desobedecer una política o protestar per se. Cualquier problema de pecado por desobediencia surge solamente cuando la acción de uno es imprudente, involucra pobre administración, requiere, rechazar los deberes familiares, o desvirtuar el propósito principal de creyente en la vida (como se observa en Romanos 12:9 comentado al principio). Todo los cuatros enfoques permitirán una resistencia pasiva para cualquier política moralmente repugnante, incluyendo, huir tomando en cuenta las políticas diseñadas para perseguir creyentes (Mateo 2:13, 10:23, 24:16; Marcos 13:14; Lucas 21:21; Juan 10:5) si los partidarios del derecho divino probablemente permitirán una resistencia pasiva que los otros. Seguramente, es inimaginable que los creyentes romanos hayan obedecido las políticas solicitándoles entregar a sus hermanos a las autoridades. Los cristianos romanos obviamente desobedecieron una política diseñada para perseguirlos no rindiéndose a las autoridades, prefiriendo huir a las catacumbas. Los desacuerdos principales en la teología práctica surgen cuando la resistencia activa puede ser empleada. De cualquier modo, todos los cuatro enfoques de la respuesta del creyente a la Biblia y Gobierno

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política pública no toman la enseñanza de Pablo (o Pedro) para ser absoluto. Sin embargo, la perspectiva de libertad de conciencia desarrolla en Biblia y Gobierno: política pública desde una perspectiva cristiana encaja con lo mejor de la enseñanza de Pablo en Romanos 13:1-7 desde que no soporta las inconsistencias como los otros enfoques. Los teonomistas han apartado la enseñanza a una época de oro o a un enfoque idealista de lo que el gobierno “debería ser” (aun si ellos saben lo que solamente muy raramente ha sido). En la mayor parte del tiempo, estarán en capacidad de justificar protestas, haciendo del requisito de sometimiento de Pablo más que poco convincente o impotente. El enfoque anabaptista, aunque similar al enfoque de libertad de conciencia, en algunos aspectos, no parece dar mucho peso a los mandatos de Pablo en la práctica desde que casi cualquier política puede ser encontrada deficiente (y así llegar a ser no obligatorio) en términos de su deseo para el avance del Reino de Dios. Los partidarios del derecho divino son dejados con la posición nada fácil de demandar absoluta desobediencia para unas pocas políticas y absoluta obediencia para casi todo. El problema de ello surge en que no hay una lista ampliamente o universalmente aceptada de política que puedan ser desobedecidas (más allá de una utilidad de claridad de algunas). Uno dirá que contratar a un cristiano que ha entrado al país ilegalmente es pecado mientras otros, no. Lo mismo es verdad acerca de políticas del servicio militar, dando preferencial tratamiento para reclutar homosexuales, prohibiendo las prácticas sexuales en matrimonio, trabajar o comprar los domingos, y muchas otras políticas. Si los representantes de cada enfoque político estuvieran debatiendo sobre las preguntas claves de política, ellos se acusarían cada uno de pecar en varios puntos. (Algunos caerán en la crasa posición que casi cualquier cosa ilegal es pecado). Adicionalmente, los partidarios del derecho divino terminarán echando a los cristianos a la esclavitud. Para ellos, es pecado protestar o desobedecer cualquier política pública que no sea específicamente en su lista “OK, para desobedecer”. No hacen ninguna diferencia que un creyente sea ignorante de la legislación y políticas donde está. Peca, así desobedezca intencionalmente o no. En algunos lugares pecará si es que escupe en la calle (como en Dunn, Carolina del Norte), si prueba el uniforme de trabajador postal de su abuelo para una fiesta de disfraces (EE.UU.), si se prueba una condecoración militar que no está autorizado a ponerse (EE.UU.), si fracasa en ponerse su cinturón de seguridad por cualquier razón en la mayoría de los estados, si lanza una piedra a un pájaro en Dublin, Georgia, o si está por debajo de los 18 años y juega pinball en Carolina del Sur o Nashville, Tennessee. Hay incontables números de leyes federales y estatales que son obligatorias. Él no debe tener una actitud arrogante hacia el pecado (sf. Romanos 6:1) y así debe tomar seriamente su obligación de valorar las políticas públicas locales La política pública desde una perspectiva cristiana

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donde vaya. Si es tentado a pecar y a romper una “ley”, Dios proporcionará “vía de escape para él” (I Corintios 10:13), y debe esforzarse en encontrarlo. Desde aquí, si la doctrina del derecho divino es tomada seriamente, la esclavitud es severa. Los teonomistas tienen una ventaja de tener más o menos exacta la lista de buenas y malas políticas del Antiguo Testamento. Ellos no piensan que es pecado desobedecer una política a menos que esté en el código legal de la Biblia. Algunos de ellos dirán que bajo un enfoque conveniente de la sociedad, un gobierno que viola el pacto con Dios pierde su derecho a la obediencia. No obstante, mientras haya algunos esclavos en el sistema teonómico, no hay nada como la esclavitud bajo un derecho divino. El enfoque de la libertad de conciencia tiene la ventaja de liberar al creyente de la esclavitud de las reglas del hombre. Cualquier política es resistida si la necesidad (u obligación moral por convicción) surge, si no hay claridad pragmática o razón conveniente para obedecer (no como hubo en Roma), y el creyente no obliga a cualquier subordinado a pecar por desobedecer. Así, no es muy difícil reconciliar el mandato de Pablo dentro del enfoque de la libertad de conciencia. El contó que los romanos cristianos bajo Nerón eran particularmente cuidadosos en obedecer cada política pública que ellos podrían hacerlo, para minimizar el sufrimiento y la persecución. Algunos fueron castigados por Nerón, y por supuesto muchos otros huyeron de la ciudad, siguiendo la enseñanza de Cristo (Mateo 10:23). Aun los hechos recuerdan que la interpretación absolutista, de los partidarios del derecho divino no se sostiene bien cuando uno considera el consejo completo de Dios (Hechos 20:27). Aun dichos partidarios admiten que hay tiempos cuando la rebelión es necesaria contra el estado. El idioma de Pablo refleja el contexto en el cual los creyentes estuvieron viviendo. Una fuerte directiva no es universal para todos los tiempos y lugares. El principio se mantiene por supuesto, pero su específica aplicación dependerá de la repugnancia de la política en cuestión, el poderío del estado con que refuerza la política, y la habilidad del creyente a resistirse fuertemente a la política (entre activa o pasiva) dentro de su contexto cultural. El enfoque de la libertad de conciencia también permite la gran elección personal y la responsabilidad de decidir que políticas a resistir. 13:2 Por lo tanto, todo el que se opone a la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido. Los que así proceden recibirán castigo 3 Porque los gobernantes no están para infundir terror a los que hacen lo bueno sino a los que hacen lo malo, y tendrás su aprobación. Aquí Pablo está diciendo: “no te cruces con ellos y tú no tendrás que encarar su cólera que se está yendo sobre los revoltosos. En su lugar, compórtate como ellos quieren de ti y serán amables contigo. El estado tiene su propia definición Biblia y Gobierno

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de lo que es bueno y malo, y Pablo está señalando a los creyentes en Roma que sí ellos hacen algo que el gobierno enojado de su tiempo piensa que es malo, entonces ellos sufrirán su ira. Aquellos quienes desean separar estas enseñanzas de su contexto histórico, haciendo de las enseñanzas de Pablo un absoluto requisito en todas las culturas y eras, están fuertemente equivocados. Ellos logran colocar a los cristianos bajo una esclavitud de la política pública, justamente como lo hacen muchos adherentes de la doctrina del derecho divino de los reyes. 13:4 Pues está al servicio de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, entonces debes tener miedo. No en vano lleva la espada, pues está al servicio de Dios para impartir justicia y castigar al malhechor. Pablo afirma con hechos de la vida: “Si tú quieres mofarte del estado él te morderá fuerte”. Pablo sabía cómo el poderoso Nerón fue y el daño que podría infligir sobre la creciente iglesia en Roma. No obstante, Pablo recuerda a los creyentes que la inquietud alrededor de ellos, y las actividades tiránicas del estado, será al final producir mayor santificación general en el sentido de Romanos 8:28: “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito”. 13:5 Así que es necesario someterse a las autoridades, no sólo para evitar el castigo sino también por razones de conciencia. La razón que nos sometamos al gobierno es para evitar la ira o preocupación de ser dañados por la autoridad. La palabra “conciencia” es usada para denotar la preocupación de uno de hacer algo equivocado. Pero en este caso, como lo fue en Corintios donde algunos hermanos débiles se preocuparon sobre la alimentación de carne sacrificada para los ídolos (I Corintios 10:23-31), los creyentes estuvieron preocupados si hacer algo que el gobierno romano considerara estar equivocado. En términos de Dios, nuestra conciencia nos indica cuando pecamos y nos recuerda el día de juicio. En términos del estado, nos martiriza cuando no estamos en obediencia con la política y nos preocupamos que incurramos la ira del estado. Es importante recordar que la definición del gobierno de mal y la definición de Dios de mal, son diametralmente opuestas. Mientras el sometimiento es generalmente requerido, no es absoluto. Fue que en los tiempos de los creyentes romanos especialmente importante someterse y mostrarse a ellos mismos, ser diferentes, que sus prójimos quienes no mantuvieron ventaja contra la autoridad civil. ¿Hay otras épocas donde los creyentes están en capacidad de participar en conseguir lo más alto que tuvo sobre una autoridad del mal, tal como la revolución americana? El enfoque de La política pública desde una perspectiva cristiana

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la libertad de conciencia recomienda que las escrituras dejen lugar para tal posibilidad. La misión peculiar de Roma en los tiempos tuvo especial significación para los creyentes de esos días, como un principio para futuras situaciones, pero no necesariamente para todas. ¡Qué pesar es para un moderno creyente cuando sus líderes traen a ellos dentro de la esclavitud tener que obedecer, casi todo pedazo de legislación y decretos ejecutivos y judiciales que se presentan en sus vidas! ¡Qué pesar es para los creyentes ser reprendidos por alguien (apoyados en una interpretación absoluta de este pasaje) por protestar contra un estado diabólico cuando tienen una legítima oportunidad de vencerlo! Más que tal absolutismo, uno podría argumentar que Pablo generalmente permite a los cristianos vencer el mal (autoridad) y “ser libre”. “Vencer el mal con el bien” (Romanos 12:21) y “¿Eras esclavo cuando fuiste llamado? No te preocupes, aunque si tienes la oportunidad de conseguir tu libertad, aprovéchala ... ustedes fueron comprados por un precio; no se vuelvan esclavos de nadie” (I Corintios 7:20-23). Así, la principal razón que Dios nos dice para obedecer no es para evitar encarar una ira y preocupación, sino cuando los cristianos tienen la habilidad de resistir un estado diabólico y vencerlo, como los americanos hicieron en 1776, entonces ellos, lo hicieron por todos los medios. Por tanto, Pablo no está enseñando que toda resistencia debe ser inmoral. No está diciendo que violar una política pública sea pecado, con muy pocas excepciones (ejemplo, prohibiciones evangelizar y mandar asesinar). Está enseñando que cualquier resistencia de los romanos creyentes puede ser aplastada por el poder, y daría una excusa para comenzar una persecución general a los cristianos. Ellos tuvieron que ser cuidadosos para ir más allá del llamado y someterse a todas las políticas para no caer en pecado. Como Pedro diría posteriormente: “Sométanse por causa del Señor a toda autoridad humana, ya sea al rey como suprema autoridad.” (I Pedro 2:13). 13:6 Por eso mismo pagan ustedes impuestos, pues las autoridades están al servicio de Dios, dedicadas precisamente a gobernar. Es como si Pablo estuviera diciendo: “Consideren someterse a las políticas presentes en la misma manera como tú pagas tus impuestos. Tú odias pagar impuestos, pero tú lo haces, porque tú no quieres la ira del estado. Compórtate de acuerdo con ello, especialmente dado todo el tumulto (o por supuesto la ley marcial) que estuvo emergiendo. Observe que Pablo enseña que sufrir es parte de la vida cristiana (Filipenses 1:29, II Timoteo 3:12; sf. Lucas 6:22, Juan 16:33). Pero no enseña que los cristianos deberían buscar la persecución. Por el contrario, Cristo nos enseñó evitar la persecución cuando sea posible (Mateo 10:23, 24:16; Marco 13:14; Lucas 21:21), y en Romanos 13:1-7 y I Pedro 2:13-17 los apóstoles amonestaron a los creyentes a obedecer cualquier política para minimizar la persecución y el sufrimiento. Pablo demostró este objetivo Biblia y Gobierno

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cuando utilizó sus derechos como un ciudadano romano para mitigar la persecución y el sufrimiento que enfrentaría (Hechos 25:11, 22:25-29, 23:27, 28:19). ¿Los cristianos, quienes participaron en la fiesta del té en Boston, y otras rebeliones contra los impuestos en Inglaterra, estuvieron en violación de este mandato para pagar impuestos a un estado del mal? La regla de Nerón fue también simplemente mala, pero los creyentes no tuvieron ventaja de conseguir su derribamiento. ¿Isaac Backus (1724-1806 —un notable predicador, historiador y defensor de la libertad— y los otros bautistas americanos estuvieron en violación de sus activas resistencias para asegurar el tributo religioso? No lo estuvieron, porque la obligación de la enseñanza de Pablo ni es absoluta ni pulcramente trascendental a través de los contextos culturales. Y los americanos tuvieron una ventaja posible en conseguir la libertad. 13:7 Paguen a cada uno lo que le corresponda: si deben impuestos, paguen los impuestos; si deben contribuciones, paguen contribuciones; al que deban respeto, muéstrenle respeto; al que deban honor, ríndanle honor. La palabra impuestos aquí es tributo, o un impuesto de captación encargado en un censo de un municipio. Los agentes gubernamentales fueron de casa en casa y contaron los residentes (o los residentes matriculados en una oficina local, Cf. Lucas 2:1), y demandaron inmediatamente del pago del tributo. No se “resistan” dice Pablo, “solamente páguelo”. “La misma cosa manténgalo con cualquier suerte de impuestos indirectos que ellos te lo ponen cuando tú traes tus bienes al mercado para comerciar y ellos requieran un arancel en la puerta de la ciudad. Camine humildemente por delante de aquellos agentes estatales con el poder de dañarlo a usted, y esté hacia fuera temerosamente para no provocarlos a ellos. Dar honor a las autoridades humildemente tanto como para no enojarlos y darles motivo para asaltarlo a usted. Dele lo que sea de dinero o respeto que ellos soliciten de usted durante este tiempo tumultuoso”. Y, como principio general en otros tiempos en el futuro, los cristianos modernos deberían hacer lo mismo. Pero, no está claro que Pablo tenga en mente cualquier suerte de impuestos que debería ser extraído, pero mejor dicho, aquellos extraídos visiblemente cerca de sus casas o en el mercado. Ningún pago en público se clasificaría en ellos con las sublevaciones y travesuras del día. Pablo quiso evitar tales controversias tanto que ellos no llegarían ser objeto de la ira gubernamental o retractarse de la gloria del Señor. ¿Cómo esta enseñanza apostólica sobre los impuestos se relaciona para nuestra era moderna cuando la tributación no es siempre pública como lo fue en Roma? ¿Pablo requiere que los cristianos americanos sean escrupulosos en informar cada diezmo de ingresos e impuestos de ventas (ejemplo, que ellos ganen a través de ventas al contado)? La política pública desde una perspectiva cristiana

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Si los principios importantes en el pasaje que Pablo enseña son: (1) evitar la ira del estado, (2) ser libre de la intranquilidad que el estado dañe, (3) no hacer un espectáculo de resistencia a la política pública y así darle al estado una excusa para perseguir a la iglesia, y (4) encima de todo, glorificar a Dios manteniendo sus mandamientos, entonces parece que muchos impuestos modernos serán evitados o aun evadidos sin pecar o violar la enseñanza apostólica. Tributos y aranceles no son íconos de todos los tipos de impuestos en todos los contextos culturales para todos los tiempos. Fueron los impuestos públicos de la civilización romana. Este consejo del apóstol Pablo es muy práctico, pragmático, conveniente, y aconsejable. Como se observó en Biblia y gobierno: Política pública desde una perspectiva cristiana, Pablo no está fuera de línea con las directivas similares relacionadas al gobierno civil donde fueran en las escrituras. Pablo no quiso que los creyentes sean metidos en líos con el gobierno civil. “Ningún soldado que quiera agradar a su superior se enreda en cuestiones civiles”” (II Timoteo 2:4). En su lugar, un cristiano debe vivir una “vida pacífica y quieta” (I Timoteo 2:2), siendo advertido sólo tomando en cuenta de sus buenos trabajos, amor y fe. Discurso impertinente fue para ser intercambiado por “humildad” (Tito 3:1) y caballerosidad. Donde sea en las escrituras, hay un consejo práctico dado en relación a nuestro comportamiento en relación a la autoridad civil. Los cristianos están para utilizar la cautela cerca de los gobernantes (Proverbios 23:1-3), no “maravillarse” o no impacientarse sobre la corrupción política y opresión (Eclesiastés 5:8). No comenzar,de modo tonto, un desafío político a las autoridades que puedan dañarnos (Eclesiastés 8:2-5), y para cumplir con sus decretos insignificantes para que ellos no sean ofendidos (Mateo 17:27). Claro está, no es inusual encontrar instrucción práctica acerca del comportamiento cristiano alrededor del gobierno civil en la Biblia. Así, no debería sorprendernos que los apóstoles continúen embelleciendo esta enseñanza práctica en lugares como la segunda mitad de Romanos, especialmente dada la inestabilidad de ese tiempo. En conformidad, para evitar ser innecesariamente dañado por el gobierno civil (que podría ser suicida), un cristiano debe conducirse asimismo cuidadosamente, mostrando al menos un respeto superficial a los líderes gubernamentales y a las políticas públicas. Daniel apareció en la corte del rey y aun aceptó sus (no solicitados) regalos, sin burlarse a cualquier funcionario quien podría haberlo dañado (Véase Eclesiastés 10:20). Pablo dice que los cristianos, quienes encaran amenazas del imperio romano deben (pasivamente) “ser sometidos” como un asunto de sabiduría práctica, apoyándose en la providencia. Pablo no estuvo requiriendo sumisiones incalificadas para la política pública. Los primeros creyentes comprendieron la naturaleza práctica de la Biblia y Gobierno

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orden de Pablo (y Pedro). Seguramente, el gobierno romano mantuvo un pequeño precioso de lo que fue piadoso o devoto. Fija su propio estándar de lo bueno y malo, de lo correcto e incorrecto, de acuerdo a sus principios paganos, y los apóstoles fueron probablemente bien condencediente con este hecho. 13:8 No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley. Esto no solamente se aplica al tributo y aranceles que sea demandado, sino también para cualquier otra persona en tiempos inestables y difíciles. Pablo básicamente está diciendo, “no le des a ninguno alrededor tuyo, si es burócrata o revoltoso, una razón para asaltarte”. Este texto no significa que bajo tiempos de mayor tranquilidad los creyentes fueran de prestarse dinero. La mejor elección en esos tiempos en Roma fue bendecir a otros con las cosas que ellos tuvieron, los agentes gubernamentales y revoltosos incluidos, y para así demostrar el amor de Cristo. Como principio, haríamos lo mismo como los romanos creyentes fueron instruidos (al menos en algunos casos). 13:9 Porque los mandamientos que dicen: No cometas adulterio, no mates, no robes, no codicies y todos los demás mandamientos, se resumen en este precepto: Ama a tu prójimo como a tí mismo.10 El amor no perjudica al prójimo. Así que el amor es el cumplimiento de la ley. La ley de Cristo se resume en una frase la segunda Tabla de la Ley: acerca como debemos tratar a nuestros prójimos. Pablo dice: “Aplica esa ley de Cristo ahora con relación a tus prójimos romanos capturado en el delirio”. 13:12 La noche está muy avanzada y ya se acerca el día. Por eso, dejemos a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos la armadura de la luz. 13 Vivamos decentemente, como a la luz del día, no en orgías y borracheras, ni en inmoralidad sexual y libertinaje, ni en disensiones y envidias. Pablo los reprende: “No peques como la mayoría alrededor tuyo”. Compórtate diferente; como Cristo le gustaría que te comportes. No hagas mimos de sus borracheras, peleas, revueltas y jolgorios, pero en su lugar actúa como un cristiano debe actuar y utilizar la oportunidad para mostrar que tú eres diferente que el resto de la sociedad”. 13:14 Mas bien, revístanse ustedes del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la naturaleza pecamiosa.

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Pablo efectivamente dice: “Más que tomar ventaja de la situación para ganancia terrenal, utiliza las circunstancias para glorificar a Dios, promueve la causa del Evangelio, y conduce tu propia santificación”. 14:1 Reciban al que es débil en la fe, pero no para entrar en discusiones. 2 A algunos su fe les permite comer de todo, pero hay quienes son débiles en la fe, y sólo comen verduras. 3 El que come de todo no debe menospreciar al que no come ciertas cosas, y el que no come de todo no debe condenar al que lo hace, pues Dios lo ha aceptado. Continuando su conveniente enseñanza en el capítulo 14, Pablo dice: “Con toda la confusión yendo alrededor tuyo, no devores al otro sobre temas menores”. En términos de aplicar la teología de la política pública para temas modernos, uno también debe extender las enseñanzas de Pablo para disputar sobre si está errado un cristiano viaja tres mil millas por hora sobre el límite de velocidad señalado, o si o no un cristiano médico puede “quebrar la ley” proporcionando cuidado médico “gratuito” para misioneros indigentes o miembros de la familia de clase media (que está contra la política pública). 14:4 ¿Quién eres tú para juzgar al siervo de otro? Que se mantenga en pie, o que caiga, es asunto de su propio señor. Y se mantendrá en pie, porque el Señor tiene poder para sostenerlo. Pablo lo resume: “Respeta la libertad del cristiano sobre los temas que no están absolutamente claros en las Escrituras. Dios es su juez, pero Dios también ha prometido preservarlo como uno de sus elegidos”. 14:8 Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues sea que vivamos o muramos, del Señor somos. La vida cristiana está en la mano de Dios. El hará preservar al creyente tal que nunca esté fuera de la gracia de Dios. 14:12 Así que cada uno de nostros tendrá que dar cuentas de sí, a Dios.13 Por tanto, dejemos de juzgarnos unos a otros. Más bien, propónganse no poner tropiezos ni obstáculos al hermano. Pablo reprende a los cristianos a ser cuidadosos cómo viven y no usar sus libertades de tal manera que cause a un hermano tener un problema de conciencia —aun si la violación de conciencia que siente no tiene mérito, en realidad si no es solamente para tomar en cuenta su débil entendimiento—.

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14:14 Yo, de mi parte, estoy plenamente convencido en el Señor Jesús de que no hay nada impuro en sí mismo. Si algo es impuro, lo es solamente para quién así lo considera. 15 Ahora bien, si tu hermano se angustia por causa de lo que comes, ya no te comportas con amor. No destruyas, por causa de la comida, al hermano por quien Cristo murió. 16 En una palabra, no den lugar a que se hable mal del bien que ustedes practican, 17 porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo. 18 El que de esta manera sirve a Cristo, agrada a Dios y es aprobado por sus semejantes. Pablo está diciendo aquí: “especialmente durante la inquietud, tus hermanos son los más importantes apoyos en tu vida. No riñas con ellos en una suerte de rivalidad espiritual que rivaliza lo malo y censurable alrededor tuyo. En lugar de eso, muestre un amor adicional y paciencia y no lo aflijas a tu hermano”. 14:19 Por lo tanto, esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación. El asunto es: compórtate en una manera piadosa y pacífica para glorificar a Dios en este mundo inestable alrededor de nosotros, y permítenos comportarnos en una manera caritativa y promotora al hermano. Exégesis de I Pedro 2 2:1 Por lo tanto, abandonando toda maldad y todo engaño, hipocresía, envidias y toda calumnia, 2 desead con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así por medio de ella, crecerán en su salvación 3 ahora que han probado lo bueno que es el Señor. Como Pablo en Romanos 13:12, Pedro da una lista similar de comportamientos para esquivar. En lugar de vivir para la carne, Pedro exhorta a los creyentes romanos para usar la inestabilidad como una oportunidad para mejorar el carácter cristiano. 2:7 Para ustedes los creyentes, esta piedra es preciosa; pero para los incrédulos, “la piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular, 8 y también: una piedra de tropiezo y una roca que hace caer.” Tropiezan al desobedecer la palabra, para lo cual estaban destinados. 9 Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.10 Ustedes antes ni siquiera eran pueblo, pero

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ahora son pueblo de Dios; antes no habían recibido misericordia, pero ahora ya la han recibido. Los réprobos alrededor de los creyentes actúan para desafiar a Dios y rechazar a Cristo. Aparentemente, la ira del gobierno romano estuvo yendo en crecimiento como un juicio terrenal. Por su mal comportamiento, ellos estuvieron solicitado por listas. Por el otro lado, los elegidos en Roma estuvieron para darse cuenta quiénes fueron y actuaron en conformidad, asegurando que la gloria de Dios se mantuviera en sus fines. 2:11 Queridos hermanos, les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo, que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida. 12 Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación. Como Pablo en Romanos 13:1-7, Pedro no quiere que los romanos creyentes participen en la vida revoltosa de aquellos alrededor de ellos. En lugar de eso, él quiso que los creyentes sean vistos por el gobierno civil como un condescendiente y no como un problema, para finalizar que el Evangelio podría ser promovido aún más. 2:13 Sométanse por causa del Señor a toda autoridad humana, ya sea al rey como suprema autoridad, 14 o a los gobernadores que él envía para castigar a los que hacen el mal y reconocer a los que hacen el bien. La enseñanza de Pedro es similar a la de Pablo en Romanos 13:1-7: “Haz lo que el gobierno romano te demanda”. Los cristianos necesitaron darse cuenta que la pillería de Roma los puso en peligro de ser juzgados por el poderoso estado, que tenía información de sus fechorías. Los gobiernos, rara vez en la historia y ciertamente no bajo la Roma de Nerón (57 D.C. a 63 D.C.), castigaron a la gente quienes rompieron la ley de Dios o dañaron sus formas, o quienes premiaron a los creyentes o aquellos quienes promovieron el reino de Dios. El significado aquí, como en Romanos 13:1-7, es que los estados castigan el mal como ellos lo definen y premian el bien, también como lo definen. El mensaje para los creyentes es estar fuera de las maneras del Leviatán tanto como para no ser objeto de la ira terrenal impuesto sobre ellos. El verbo “someterse a ustedes mismos” es en el tiempo de ese entonces, vos pasiva en la Grecia, indicando que la sumisión cristiana al gobierno civil es para ser pasiva más que activa. Como se observó en los comentarios de arriba de Romanos 13:1, los cristianos deben obedecer las políticas inicuas donde sea que ellos estén

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directamente llamados a cumplirlas, sin embargo ellos no están llamados a cumplir activamente todas las políticas públicas. 2:15 Porque esta es la voluntad de Dios: que, practicando el bien, hagan callar la ignorancia de los insensatos. Pedro tiene en mente el mismo objetivo que Pablo. Comportarse de manera diferente en tu cultura durante la sublevación, y con glorificar más a Dios y promover el Evangelio por tus buenos actos. 2:16 Eso es actuar como personas libres que no se valen de su libertad para disimular la maldad, sino que viven como siervos de Dios. Pedro alude a su conversación con Cristo acerca del impuesto al templo en Mateo 17:24-27. “Libre” es utilizado en la misma manera en I Pedro 2:16 y Mateo 17:26. Compare el pasaje en Mateo: Mateo 17:24 Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Capernaúm, los que cobraban impuesto del templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: ¿Su maestro no paga el impuesto del templo? 25 —Sí, lo paga— respondió Pedro. Al entrar Pedro en la casa, se adelantó Jesús a preguntarle: ¿Tú qué opinas, Simón? Los reyes de la tierra, ¿a quiénes cobran tributos e impuestos: a los suyos o a los demás? 26 —A los demás— contestó Pedro. Entonces los suyos están exentos —le dijo Jesús—. 27 Pero, para no escandalizar a esta gente, vete al lago y echa el anzuelo. Saca el primer pez que pique; ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y dásela a ellos por mi impuesto y por el tuyo. Los Cristianos son “libres” por tener que obedecer los legalismos o cualquier autoridad, pero a Dios en un sentido absoluto. No obstante, las razones convenientes y de promover el Reino de Dios, los Cristianos también deberían obedecer a la autoridad civil. Los cristianos no deberían desobedecer la mayoría de políticas “para que no ofendamos” a las autoridades (Mateo 17:27). Eso sólo trae ira, preocupaciones, y desperdicios de nuestro tiempo y recursos. Lanza nuestras prioridades en la vida fuera de golpe. Lo mismo se habría dicho para acompañar a los pillos en sus fechorías. No es conveniente para los santos quienes están en realidad en un sacerdocio real (como Pedro lo describió) quienes deberían estar dedicados a glorificar a Dios, sobre todo. 2:17 Den a todos el debido respeto: amen a los hermanos, teman a Dios, respeten al rey.

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Similar a las enseñanzas de Pablo en Romanos 13:7-8, los creyentes deben salir de sus maneras de amar a sus hermanos, especialmente durante tiempos difíciles. Y Pedro llama a los creyentes para mostrar al menos una pleitesía superficial a los gobernantes o sus prójimos (aun en la mitad de revueltas corruptas y pillerías). El apóstol Pablo fue cuidadoso en mantener su respeto hacia los altos sacerdotes (Hechos 23:5). Sin embargo, vemos que esta obligación no es absoluta bajo ninguna circunstancia viendo las vidas de Cristo, Juan El Bautista y los apóstoles. Jesús habla en términos despreciativos referidos a Herodes como un “lobo” (Lucas 13:32), públicamente deshonrando a los escribas y fariseos llamándolo a ellos “una camada de víboras” (Mateo 23:23) e “hijos del infierno” (Mateo 23:15), y reprochó al sumo sacerdote (Juan 18:19-23). A diferencia de Pablo, Jesús no hizo gestos conciliatorios cuando fue acusado de reprochar al sumo sacerdote y cuando fue golpeado sobre la mejilla — parcialmente, porque siendo una cachetada sobre el rostro fue una satisfacción— , Isaías 50:6. (También vemos que la obligación a cambiar la otra mejilla en Mateo 5:39, no es en absoluto requisito desde que Cristo no lo hizo, ni Pablo cuando fue similarmente golpeado en Hechos 23:2). Juan El Bautista asimismo llamó a los escribanos y fariseos una “camada de víboras” (Mateo 3:7; Lucas 3:7), y no tuvo temor de deshonrar a Herodes públicamente diciendo que su hermano Felipe estuvo en pecado por tener a Herodes (Mateo 14:4). Sus acciones fueron congruentes con la doctrina del apóstol Pablo: “A los que pecan, repréndelos en público para que sirva de escarmiento”. (I Timoteo 5:20), y Juan El Bautista no estuvo fuera de línea como muchos de los otros profetas del Antiguo Testamento quienes se confrontaron con los líderes civiles. Pedro y Pablo públicamente se mofaron de las demandas de los funcionarios judíos, ancianos, escribanos, y el sumo sacerdote cuando ellos fueron solicitados para prepararlos para predicar sobre Jesús (Hechos 4:18-19). 2:18 Criados, sométanse con todo respeto a sus amos, no sólo a los buenos y comprensivos sino también a los insoportables. 19 Porque es digno de elogio que, por sentido de responsabilidad delante de Dios, se soporten penalidades, aun sufriendo injustamente. La más práctica exhortación: “creyendo que los esclavos no deben tomar ventaja de la circunstancias inestables actuales para procurar beneficios para la carne”. No hace diferencia si el amo de uno es un creyente, benigno, o cruel. Los creyentes estuvieron para utilizar la inestabilidad como una oportunidad para testificar a otros acerca de la gracia de Dios, más que crear un testimonio malo tomando ventaja de la situación. Deben estar reverentes y esperanzados; tal como Pablo y Silas, quienes escogieron no escapar de la prisión filipense (Hechos 16:25-34). Como los deseos del Señor deben tener una oportunidad para ganar su libertad y almas de sus maestros. Biblia y Gobierno

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2:20 Pero, ¿cómo pueden ustedes atribuirse mérito alguno si soportan que los maltraten por hacer el mal? En cambio, si sufren por hacer el bien, eso merece elogio delante de Dios. 21 Para esto fueron llamados, porque Cristo sufrió por ustedes, dándoles ejemplo para que sigan sus pasos. “El que no cometió ningún pecado, ni hubo engaño en su boca”. 23 Cuando proferían insultos contra él, no replicaba con insultos; cuando padecía, no amenazaba, sino que se entregaba a aquel que juzga con justicia. 24 El mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos para el pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados. 25 Antes era ustedes como ovejas descarriadas, pero ahora han vuelto al Pastor que cuida de sus vidas. Ciertamente, Nerón fue un terror para aquellos quienes hicieron el bien en presencia de Dios (lease, cristianos). En el versículo 20, Pedro alude al hecho que Nerón y su gobierno civil en sus tiempos castigaron aquellos quienes hicieron el bien. Los cristianos estuvieron aparentemente haciendo el bien y sufriendo por ello. La política pública fue opuesta a la manera de Dios, al menos en los términos de promover directamente su reino en el mundo. Por supuesto, todos los gobernantes promueven el deseo de Dios en el mundo trayendo juicio terrenal sobre los pecadores y juicios a los rectos por su bondad (ejemplo, santificación, sf. Romanos 8:28). En resumen, los cristianos son esperados, y regocijados en el sufrimiento para Cristo (Filipenses 1:29; II Timoteo 3:12; Lucas 6:22; Juan 16:33). Imitándole a Él glorificamos a Él y promovemos su reino. Una observación final de interés es que el enfoque de la libertad de conciencia sobre el gobierno civil y la política pública (presentada aquí y en Biblia y gobierno: política pública desde una perspectiva cristiana) es la herencia apropiada de los bautistas cristianos. Eso no dice que el enfoque es incompatible con otras denominaciones. Sí lo es. Pero los bautistas han tenido el gran infortunio de aliarse con incompatibles doctrinas sobre la política pública de otros grupos que han conducido a la aceptación de errores como la doctrina revitalizada del derecho divino de los reyes. Desde aquí, es conveniente concluir, citando un famoso predicador bautista inglés, Charles H. Spurgeon, quien observa que los bautistas han sufrido de manos del estado, católicos romanos, y protestantes. Más aun, otro que algunas ocurrencias entre los grupos radicales anabaptistas, los bautistas nunca han hecho ninguna alianza con el estado, un reino que compite con el reinado de su Señor. “Creemos que los bautistas son los cristianos originales. No comenzamos nuestra existencia en la Reforma, fuimos reformadores antes que Lutero o Calvino naciera; nunca vinimos de la iglesia de Roma, porque nunca estuvimos en ella, pero tenemos una línea inquebrantable señalado por los La política pública desde una perspectiva cristiana

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apóstoles. Hemos siempre existido desde los días de Cristo, y nuestros principios, alguna veces olvidados, como un río que recorre subterráneamente por una pequeña estación, han tenido siempre adherentes honestos y sagrados. Perseguidos probablemente como los romanos y protestantes de casi de todas las sectas, nunca existió un gobierno con los principios bautistas que haya perseguido a otros; creo yo, que ningún grupo de bautistas haya dicho que sea correcto poner sus conciencias bajo el control del hombre. Hemos estado listos para sufrir, como nuestros martirologios lo probarán, pero no estamos listos para aceptar cualquier ayuda del estado, prostituir la puridad de la novia de Cristo para cualquier alianza con el gobierno, y nosotros nunca haremos la iglesia, si reina el déspota sobre las conciencias de los hombres (The New Park Street Pulpit, volumen VII, página 225).

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Sobre el Autor John Cobin (EE.UU.), es asesor de inversionistas en Greenville, South Carolina, EEUU y pasa mucho tiempo escribiendo libros y artículos sobre temas de políticas públicas y en la emisora de la radio con su show “Christian Worldview with Dr. John Cobin” de lunes a viernes. Ver www.policyofliberty.net, www.politicapublica.cl y www.tyrannyresponse.com para conocer más al Dr. Cobin, sus obras académicas y para escuchar en vivo (inglés) su programa de la radio. También enseña cursos de pregrado y posgrado (a tiempo parcial) en economía y política pública en el LeTourneau University (Texas) y Limestone College (Carolina del Sur). En 2001-2002 enseñó en la Universidad de La Verne en Oxnard, CA, Universidad de California, Santa Barbara y en la Universidad Antioch en esa misma ciudad. Anteriormente, fue gerente de un departamento de investigación en Goleta, California. Fue consultor de política pública en Cambria, California, y Santiago de Chile. Tiene el estatus de profesor visitante de economía y política pública en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Enseñó en universidades chilenas como La Católica, Adolfo Ibáñez, y la Universidad del Desarrollo. Trabajo como profesor a tiempo completo en la Universidad Finis Terrae de Chile, cerca de 4 años. Es investigador de política pública y elaboró proyectos para el Centro de Estudios Públicos de ese país. El Dr. Cobin recibió su grado de Bachiller en Economía empresarial de la Universidad del Estado de California, Santa Bárbara (1987), un master de economía en la Universidad George Mason (1995) y su PhD en política pública también en esa misma universidad (1996). Tiene varios libros escritos entre ellos Biblia y Gobierno (2003 inglés, 2005 castellano -éste mismo libro-), Ensayos sobre temas modernos de la economía de mercado (1999), y Política pro vida: Una perspectiva de la libertad y derechos humanos (2003). Asiste una iglesia Bautista cerca de Greenville. Es casado y tiene seis niños.

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Acerca del

Instituto de Libre Empresa ¿Qué es el ILE? La asociación civil «Instituto de Libre Empresa» es un centro de pensamiento privado sin fines lucro fundado en 1998 que fomenta ideas de libre empresa en el Perú, con la finalidad de lograr el progreso real del país en su conjunto, una mejora en el clima de los negocios, y el incremento sustancial y rápido en los niveles de vida de todos los peruanos, como resultado de la aplicación y puesta en práctica de los valores y virtudes del estado limitado al cumplimiento de sus funciones naturales, la propiedad privada, el mercado libre y la competencia abierta, y las libertades individuales y empresariales. ¿Cuál es su objetivo y razón de ser? El ILE despliega esfuerzos para lograr el reconocimiento público del derecho moral de las personas y empresas a los ingresos y utilidades que logran (“lucro”); al mejoramiento del bienestar económico de los empresarios, emprendedores y trabajadores a través de las libertades individuales (“derecho al progreso”); y a esperar del Estado suficiente seguridad, justicia y obras públicas sin estorbar ni menguar las actividades sociales y económicas privadas no violentas ni fraudulentas, las cuales son capaces de producir y distribuir riqueza y bienestar, siempre y cuando sean llevadas a la práctica en un clima institucional y legal respetuoso de los mencionados valores y principios. ¿Cuáles son los medios e instrumentos de su accionar? En el ILE creemos en las verdades objetivas, y confiamos en su poder de convencimiento. Por eso trabajamos en escuelas de liderazgo, círculo de estudios, talleres, conferencias, foros y seminarios. Dialogamos e intercambiamos información con otras organizaciones, a fin de promover conjuntamente una sociedad abierta, y capitalista de libre empresa, donde todos podamos emprender y realizar proyectos personales, ganar dinero, y disfrutar libre y pacíficamente del íntegro fruto del esfuerzo honesto, diligencia en el servicio y creatividad. ¿Qué quiere el ILE para el Perú? Tres cosas: Estado limitado; mercados libres; e instituciones privadas separadas del Gobierno y la política. Y un cambio en los valores y paradigmas culturales, que comience por el reconocimiento público del rol moral del empresario y su derecho a las ganancias.

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¿Cómo hace el ILE para mantener su independencia? No acepta ningún fondo gubernamental. Las contribuciones son recibidas de fundaciones, empresas, e individuos y otros ingresos generados por la venta de publicaciones y servicios. Areas de Trabajo 1. RELOCALIZACIÓN DEL ESTADO

Concentración de la acción estatal en seguridad, justicia y obras públicas, con redimensión de los gastos públicos a estos fines, para erradicar la competencia desleal del estado que se manifiesta en sus diversas actividades empresariales, por lo que deben ser privatizadas.

2. DESTRIBUTACIÓN

Todas las actividades económicas de la sociedad se enriquecen por la reducción y eliminación de impuestos; individuos, trabajadores y empresarios se benefician por el aumento de su capacidad de consumo, ahorro, e inversión privada.

3. DESREGULACIONES

Con la eliminación de las excesivas regulaciones se da un incremento en el número, tamaño y competencia entre las empresas. Es decir: creación y distribución de riqueza mediante la competencia abierta, y encargando a los privados la producción de bienes y servicios económicos y financieros, la educación y la atención médica y previsional.

4. ETICA EMPRESARIAL

Las ganancias no pueden ser calificadas como éticas pero sí los medios para lograrlas. Por tanto, todo negocio es moral siempre que no implique el uso de violencia, coacción o fraude, ni atente contra las vidas de las personas, su integridad, propiedades y libertades. En cambio, si son inmorales los negocios que gestionan y aceptan privilegios, subsidios, monopolios y cualquier barrera de entrada al mercado que se imponga a los competidores desde el estado.

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