Aspectos epistemológicos de la traducción
 9788480217675, 8480217677

Table of contents :
ASPECTOS EPISTEMOLÓGICOS DE LA TRADUCCIÓN
PÁGINA LEGAL
ÍNDICE
LA TRADUCCIÓN, DISCIPLINA RECONOCIDA Y (...)
1. INTRODUCCIÓN
2. FORMAS DE CONOCIMIENTO: ESPONTÁNEO FRENTE (...)
3. TIPOS DE DISCIPLINAS
4. ESTUDIOS DE TRADUCCIÓN Y CONOCIMIENTO (...)
5. CIENTIFICIDAD DE LOS ESTUDIOS DE TRADUCCIÓN
5.1 EL OBJETO DE ESTUDIO
5 .1.1 DEFINICIÓN
5.1.2 POLISEMIA
5.1.3 DIFERENTES OBJETOS DE ESTUDIO
5 .1.4 PROCESO Y PRODUCTO
5.1.5 SUBCAMPOS PARTICULARES
5.1.6 CALIDAD
5.1.7 TRADUCCIÓN PROFESIONAL
5.1.8 OBSERVABILIDAD
5.1.9 UBICACIÓN
5.1.10 ORGANIZACIÓN INTERNA DE LA DISCIPLINA
5.1.11 CLASIFICACIONES
5.1.12 INTERDISCIPLINARIEDAD
5.2 LENGUAJE PROPIO
5.3 FORMALIZACIÓN O MATEMATIZACIÓN
5.4 CUANTIFICACIÓN O MEDIDA
5.5 OBSERVACIÓN Y DESCRIPCIÓN DEL OBJETO (...)
OBSERVACIÓN NATURAL CONTROLADA
EXPERIMENTACIÓN
INTUICIÓN O INTROSPECCIÓN
INDUCCIÓN
PROCEDIMIENTO HIPOTÉTICO-DEDUCTIVO
CAJA NEGRA
5.6 CAPACIDAD DE EXPLICACIÓN Y PREDICCIÓN
CONSTRUCTO EXPLICATIVO
TEORÍA
MODELO
HIPÓTESIS
LEY
PARADIGMA
5.7 ESTATUS DE LOS ESTUDIOS DE TRADUCCIÓN
5.7.1 MADUREZ
5.7.2 ESTUDIOS DE TRADUCCIÓN Y MODELOS (...)
6. DIDÁCTICA DE LA TRADUCCIÓN/FORMACIÓN (...)
6.1 DIDÁCTICA/EDUCACIÓN FRENTE A FORMACIÓN
6.2 LA COMPETENCIA TRADUCTORA
6.3 JERARQUÍA TEORÍA/PRÁCTICA Y CURRÍCULUM
6.4 CONTENIDOS
6.5 EVALUACIÓN
6.6 EL ÁREA DE CONOCIMIENTO
6. 7 ALGUNAS CUESTIONES PEDAGÓGICAS
7. CONCLUSIONES
8. REFERENCIAS

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ASPECTOS EPISTEMOLÓGICOS " DE LA TRADUCCION

CoHecció «Estudis sobre la traducció» Núm. S

,

ASPECTOS EPISTEMOLOGICOS , DE LA TRADUCCION ROBERTO MAYORAL ÁSENSIO

JAUME·i

Qualsevol forma de reproducció, distribució, comunicació pública o transformació d’aquesta obra només pot ser realitzada amb l’autorització dels seus titulars, llevat d’excepció prevista per la llei. Dirigiu-vos a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necessiteu còpies digitals d’algun fragment d’aquesta obra. © Del text: Roberto Mayoral Asensio, 2010. © De la present edició: Publicacions de la Universitat Jaume I, 2010. Edita: Publicacions de la Universitat Jaume I. Servei de Comunicació i Publicacions Campus del Riu Sec. Edifici Rectorat i Serveis Centrals. 12071 Castelló de la Plana Fax 964 72 88 32 http://www.tenda.uji.es e-mail: [email protected] ISBN: 978-84-8021-767-5

ÍNDICE La traducción, disciplina reconocida y campo de conocimiento científico en proceso de construcción, per Teresa Cabré................................ 9 l. Introducción

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2. Formas de conocimiento: espontáneo frente a científico ... .......... ..... .. ... .. 19 3. Tipos de disciplinas .................................................................................. 23 4. Estudios de Traducción y conocimiento científico ................................... 35 5. Cientificidad de los estudios de traducción .............................................. 5.1 El objeto de estudio ........................................................................... 5 .1.1 Definición ... .......... ..... .......... ........ .... ..................... ..... ........ . 5.1.2 Polisemia ............................................................................ 5.1.3 Diferentes objetos de estudio .............................................. 5 .1.4 Proceso y producto ........................................................ .. ... 5.1.5 Subcampos particulares ...................................................... 5.1.6 Calidad ................................................................................ 5 .l. 7 Traducción profesional .... ... ..... ... .. .... .. .. ..... ..... ............. .. ..... 5.1.8 Observabilidad .................................................................... 5.1.9 Ubicación ............................................................................ 5.1.10 Organización interna de la disciplina ............................... 5.1.11 Clasificaciones .................................................................. 5.1.12 Interdisciplinariedad ......................................................... 5.2 Lenguaje propio ................................................................................ 5.3 Formalización o matematización ...................................................... 5.4 Cuantificación o medida ................................................................... 5.5 Observación y descripción del objeto de estudio. Métodos de estudio ..... .. .... ... .. ... ....... ...... ................. ... ..... ..... ..... .. .. .. ..

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Observación natural controlada........................................ Experimentación .... ... ..... ..... ..... .. ... ... .. .. ...... .. .. ... ... .. ... ... ... . Intuición o introspección .................................................. Inducción .......................................................................... Procedimiento hipotético-deductivo ................................ Caja negra ......................................................................... 5.6 Capacidad de explicación y predicción ............................................. Constructo explicativo ................................................................. Teoría .......................................................................................... Modelo ......................................................................................... Hipótesis ...... .. ... .. .. ... .. .. ........ .. ... ..... .. ... .. ... .. ... .. .. .. .. .. .. ..... ... .. .... .. ... Ley ............................................................................................... Paradigma .... .. ... .. .. ..... .. ...... ... ... ....... ..... ... ... .. .. .. .. .. .. .. ..... ... .. ...... ... . 5.7 Estatus de los Estudios de Traducción .............................................. 5.7.1 Madurez .............................................................................. 5.7.2 Estudios de traducción y modelos lingüísticos: estructuralismo, generativismo, Escuela del Sentido, funcionalismo y cognitivismo ............................................ 6. Didáctica de la traducción/formación de traductores .. .... .. .. ... .. ... ..... ... ... 6.1 Didáctica/educación frente a formación ......................................... 6.2 La competencia traductora .......................................................... ~ ... 6.3 Jerarquía teoría/práctica y currículum ............................................ 6.4 Contenidos ...... ... .. .. ... .. ....... .. ..... ... ..... .. ... ..... ... .. ... ............ ........ ... ... .. 6.5 Evaluación ...................................................................................... 6.6 El área de conocimiento .................................................................. 6. 7 Algunas cuestiones pedagógicas .... ............ ... ..... .. .. ........ ........ ........ .

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7. Conclusiones........................................................................................... 129 8. Referencias ............................................................................................. 137

LA TRADUCCIÓN, DISCIPLINA RECONOCIDA Y CAMPO DE CONOCIMIENTO CIENTÍFICO EN PROCESO DE CONSTRUCCIÓN. Permítanme partir de la idea de que la traducción es una vieja actividad, una muy antigua actividad, pero una muy reciente disciplina si consideramos que el estatus de disciplina se adquiere cuando una materia se institucionaliza académica, científica o socialmente. Déjenme que parta del supuesto de que ser ciencia y ser campo de conocimiento son categorizaciones diferentes que pueden o no coincidir en una misma materia. Un campo de conocimiento sería, en nuestra opinión, el resultado de construir intelectualmente un espacio de reflexión en torno a un foco u objeto de conocimiento, mientras que devenir científica una materia (y no un objeto de conocimiento) supone acercarse a su objeto focal con los elementos y principios exigidos por el método científico, que puede traducirse en un proceso inductivo o deductivo. La cientificidad de una materia, pues, radica en el proceso de abordaje del objeto en esta materia, mientras que el carácter de campo de conocimiento radica en una construcción intelectual mediante la que se delimita un espacio de estudio de reflexión o de aplicación. Es a partir de estas ideas previas que consideramos que ser una disciplina es un reconocimiento social de su estatus en tanto que campo reconocido académicamente o actividad necesaria socialmente, mientras que ser una materia científica supone haber delimitado un campo de conocimiento, centrado su objeto, establecido sus condiciones y propiedades y explicado sus características y su funcionamiento en referencia a un modelo internamente coherente y plausible psicológicamente que dé cuenta de los datos empíricos de manera adecuada y permita explicarlos dentro de este modelo. Muy en la línea de lo que les sucede a muchas otras materias de reciente institucionalización académica, la traducción se mueve en una reflexión epistemológica más o menos sistemática y es objeto de discusión y controversia. Cierto es que haber pasado a formar parte de los estudios universitarios homologados le ha hecho adquirir un estatus de disciplina reconocida social y

académicamente. Ello no comporta sin embargo que haya adquirido ya una consolidación reconocida como disciplina científica, si aceptamos, a partir de los supuestos que inicialmente hemos explicitado, que adquirir estatus de ciencia es una cuestión epistemológica y metodológica. Pero si algunas disciplinas se han consolidado a partir de la teorización de los resultados de una actividad descriptiva de un objeto, otras materias como la traducción, o también la terminología, surgen como disciplinas de la reflexión a partir de la actividad aplicada. Ambos procesos, generalizar a partir de la observación inicial de un constructo o de una actividad práctica son perfectamente legítimos, pero esta legitimidad no conduce de por sí a dar cientificidad a una materia. No parece objetable afirmar que cualquier segmento de realidad puede constituir un objeto de análisis, estudio y reflexión y constituir el foco de un campo de conocimiento. De hecho, delimitar un campo de conocimiento es llevar a cabo una construcción intelectual focalizando la atención sobre un determinado objeto también intelectualmente construido. Tampoco nadie parece objetar que sea posible establecer y delimitar un objeto de estudio y acercarse a él descriptivamente, y de la descripción inferir generalizaciones que puedan integrar una teoría explicativa sobre el objeto en cuestión. Todas las denominadas interdisciplinas, muchas de ellas ya reconocidas académicamente por nuestras instituciones, son de hecho espacios de confluencia de elementos procedentes de materias disciplinares diversas. Cierto es que para constituir efectivamente una interdisciplina, y por tanto un nuevo campo de conocimiento, es preciso que esta nueva parcela de trabajo tenga una especificidad bien establecida y unos principios propios que surgen de esta intersección de elementos. En suma, que no sea una simple conjunción de elementos de orígenes diversos. Las interdisciplinas son -usando una metáfora clara- terrenos de aluvión en los que convergen materiales de muy distintas procedencias, pero que una vez reunidos constituyen un espacio distinto a la suma de sus elementos de la misma forma que un delta no es la suma de los materiales que por separado de los ríos que convergen en él sino que ha adquirido ya una personalidad propia. Ser por tanto una disciplina de aluvión -y por tanto con una personalidad propia más o menos precisada- supone reconocer su conformación sobre una diversidad de elementos de origen distinto. En esto radica su interdisciplinariedad. La traducción, como todas las materias que algunos autores sitúan en el marco de la lingüística aplicada y otros consideran materias independientes, es un campo interdisciplinar en el que confluyen las ciencias cognitivas, las ciencias del lenguaje y las ciencias de la comunicación.

La coincidencia de estos campos parece fácil de justificar: el lenguaje es un sistema expresivo que refleja un conocimiento de la realidad y que permite a los individuos relacionarse y expresar sus ideas y pensamientos. Los términos especializados y los textos de traducción, que tienen carácter lingüístico (pero no únicamente carácter lingüístico), participan lógicamente de estas tres vertientes. Hablar de lingüística aplicada como marco es una idea que puede llegar a enfurecer a los defensores de la autonomía de la traducción. Pero no es nuestra intención poner en duda la legitimidad ni la autonomía de un campo de un campo de conocimiento reconocido institucionalmente, sino simplemente aclarar cuestiones de nombres que muchas veces enmascaran estérilmente las discusiones. Este mismo razonamiento lo hemos realizado para la terminología, un campo teóricamente más unificado que la traducción, pero sólo aparentemente. La terminología como disciplina (también reconocida institucionalmente por cuanto forma parte de los créditos troncales de los estudios de traducción y constituye el objeto central de asociaciones y redes) se encuentra con los mismos problemas de reconocimiento polémico con los que se encuentra la traducción. En mi modesta opinión, una defensa a ultranza de su independencia -aunque reconociendo su interdisciplinariedad de origen- no es razonablemente ni pragmáticamente eficiente. La defensa acérrima de una identidad cerrada empobrece la posibilidad de riqueza que ofrecen la diversidad integrada y el mestizaje. Decir que la traducción no es lingüística me parece completamente razonable si se interpreta como que «no es únicamente lingüística». Por ello, expresada en positivo, devendría «también es lingüística» si partimos del principio de que el lenguaje y las lenguas naturales son uno de los componentes que conforman la traducción, que constituyen uno de sus componentes inherentes y respetamos la tradición que la lingüística tiene como objeto el estudio del lenguaje y de las lenguas particulares. Una cuestión adicional, pero clave que nos llevaría mucho más allá de lo que requiere esta presentación, sería plantear qué lingüística para explicar la traducción, qué modelo lingüístico para explicar un proceso cognitivamente tan complejo como es la traducción, o qué idea previa sobre qué es el lenguaje y qué son las lenguas para poder explicar la traducción. La terminología y la traducción surgieron las dos de la práctica, de la necesidad de expresar un pensamiento especializado o de resolver un problema de comprensión. La traducción nació ante la necesidad de facilitar la comprensión entre lenguas distintas, una necesidad comunicativa evidente. Pero de la práctica traductora (como también de la práctica terminográfica) y de la observación de la traducción como resultado y como proceso se están infiriendo

generalizaciones centradas y focalizadas sobre un objeto específico que antes de que traducción fuera el núcleo de una titulación académica reconocida, ninguna de la materias que han nutrido sus fundamentos había tratado como foco de descripción y explicación, aunque hubiera estado presente en su campo de reflexión. Esta situación explica que materias de reciente reconocimiento disciplinar como la traducción se propongan avanzar en la reafirmación de su carácter de disciplina, poniendo énfasis en los rasgos que las distinguen de otras materias y buscando teorías que puedan sustentar su independencia científica. Pero más importante que esta reafirmación sería, a mi parecer, el progreso de su descripción y la búsqueda de modelos que pudieran dar cuenta de sus objetos, pero que al mismo tiempo no dejaran de ser integrables en teorías más amplias en las que este objeto también cumple un determinado papel. Es por ello que a menudo he reflexionado sobre el porqué y la conveniencia de que materias como la traducción y la terminología insistan tanto en separarse de otras disciplinas para afirmar su identidad específica, ya que creo que esta insistencia les ha impedido explorar en propuestas más amplias que sin lugar a dudas podrían dar cuenta más satisfactoriamente de su objeto de análisis y de sus aplicaciones. Afirmar la identidad no supone necesariamente renunciar al reconocimiento del mestizaje y por tanto a la presencia esencial de los componentes de origen y los elementos que los explican en otros entornos. El libro de Roberto Mayoral trata de estas tan controvertidas cuestiones. Es un libro personal arriesgado (así se lo explicité al autor tras haber leído el manuscrito) que será sin duda objeto de polémica, pero sumamente necesario para hacer progresar la disciplina de la traducción. Sin confrontación científica no hay ciencia, sino sólo doctrina. Y creo que esta obra de Roberto Mayoral, en la que reconocemos su larga experiencia como profesor universitario de traducción, es muy atractiva para los especialistas en traducción, sobre todo para los que se interesan por su vertiente teórica y quieren contribuir a la consolidación rigurosa de un espacio propio, aunque no independiente. Sin esa inquietud personal que poseen personas que se sienten insatisfechas ante afirmaciones disciplinares poco argumentadas y legitimaciones sustentadas en el deseo y la verbalización, libros como el que el lector tiene en las manos no verían nunca la luz. Y hay que felicitarse de que Roberto Mayoral, colega y viejo amigo, se haya pronunciado sobre un tema de tanta proyección como es la fundamentación epistemológica de la traducción. M. TERESA CABRÉ lnstitut Universitari de la Lingüística Aplicada Universitat Pompeu Fabra (Barcelona)

A mis amigos del Departamento de Traducción de la Universitat Jaume I (RosaAgost, Ma Jesus Blasco, Vicente Benet, Anabel Borja, Justine Brehm, María Calzada, Frederic Chaume, Pilar Civera, Silvia Gamero, Cristina García, Isabel García, Amparo Jiménez, Josep Marco, Ma Luisa Masiá, Vicent Montalt, Ulrike Oster, loan Verdegal etc., y Amparo Hurtado, por siempre) A Eugene A. Nida

l. INTRODUCCIÓN

Naturalmente, el ser humano necesita saber o conocer para sobrevivir y, cuando el conocimiento alcanza un grado de madurez, descubrimos que sabemos que sabemos. Pero este nuevo conocimiento despierta una curiosidad admirativa, que nos lleva a preguntarnos cómo sabemos. Esta pregunta puede ser enfocada o desdoblada de muchísimas maneras, y ha tenido múltiples respuestas a lo largo de la historia. Magos, sabios, filósofos, científicos, epistemólogos han buscado caminos muy diferentes, y es casi imposible suponer que un solo pensador dedicado a este tema no haya tenido un atisbo de éxito en su respuesta. Nuestra instintiva tendencia egoísta hace que a lo largo de la historia multitud de gentes crean haber encontrado la respuesta definitiva. Un dogmatismo ingenuo sólo es posible en quien carezca de un mínimo de apertura para mirar a su alrededor, y se considere el ombligo del universo tanto espacial como temporalmente. Trevijano (1994: 13)

A lo largo de nuestro aprendizaje como traductores y como formadores de traductores, y al acudir a los tratados de traducción para iluminarnos, nos hemos encontrado con mucha frecuencia con que los estudiosos de la traducción reclamaban para su disciplina (Estudios de Traducción o como escogieran llamarla) el estatus de ciencia; en realidad, esta pretensión se ha llegado a asumir como un axioma en nuestro campo. Esta idea la hemos contrastado en primer lugar con nuestro sentido común, en segundo lugar con nuestra experiencia traductora y docente y en tercer lugar con nuestros conocimientos científicos,

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y lo cierto es que de esta confrontación han resultado serias dudas sobre el axioma: 1) nuestro sentido común nos dice que una disciplina del tamaño de la traducción y que además tiene como objeto de estudio una tecnología (un proceso de realización de tareas para obtener un producto) no puede llegar a recibir la consideración de ciencia, 2) nuestra experiencia traductora y docente nos dice que los Estudios de Traducción no nos proporcionan hoy por hoy medios suficientes para encontrar mejores soluciones de traducción ni para orientar la formación de nuevos traductores y 3) nuestros conocimientos sobre las ciencias naturales y formales nos confirman que la organización y la sistematización del conocimiento en las ciencias son muy diferentes a las de los Estudios de Traducción. La discusión se podría orientar sobre si los Estudios de Traducción son una ciencia o sobre si cuentan con una o varias teorías, pero este enfoque es baldío, ya que las categorías de ciencia y teoría no son más que segmentos arbitrarios trazados sobre continuums o continuos en puntos diferentes por los diferentes autores. Vamos a hablar pues del grado de cientificidad que presentan los Estudios de Traducción y que puede ser alto o bajo. Si es alto, podrán reivindicar la condición de ciencia; pero, si es bajo, habrá que ir pensando en otras valoraciones. ¿Cómo valoramos el grado de cientificidad de los Estudios de Traducción? Las opiniones surgidas desde dentro de esta disciplina suelen presentarse sesgadas por la inevitable tendencia, presente invariablemente en todas las disciplinas que estudian las actividades humanas, a sobrevalorarse, a sobredimensionarse y a considerarse como ciencias y, además, resultan tremendamente variadas y contradictorias. Las razones para esto son el prestigio social y académico. Parece inevitable por tanto acudir a opiniones y criterios externos a la disciplina para intentar resolver nuestro problema. Parece también inevitable para ello acudir a la disciplina que precisamente se encarga de estudiar la organización del conocimiento en las distintas disciplinas y campos del saber, la epistemología. La base epistemológica de nuestro trabajo ha sido extraída de varios autores (Brown, Bunge, Kuhn, Lakatos, Moles, Popper, Quintanilla, Sáenz, Toulmin, Trevijano y otros), pero Monserrat es la columna vertebral del trabajo, dada la amplitud y el rigor de su obra. Esto no significa que compartamos todos los puntos de vista de Monserrat, especialmente su caracterización de las ciencias humanas, así que nuestras referencias han sido irremediablemente eclécticas en cuanto a los autores en un intento de apoyar y justificar nuestras propias opiniones personales. Nuestras conclusiones, de ser válidas, implicarían una reorientación importante en nuestros objetivos y metodología en el estudio de la traducción y

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en la formación de traductores; a largo plazo podrían contribuir a que los aprendices de la traducción y los traductores dejaran de considerar inútil la teoría de la traducción. Nos conformaríamos si sirviera para relanzar un debate en el que se oyeran voces más autorizadas que la nuestra; al fin y al cabo, el maestro Nida ya avanzó nuestra principal conclusión en el año 1986. La crítica -palabra de origen griego que no significa protesta y ataque, sino juicio y análisis ponderado; por eso puede haber tanto críticas positivas como negativas- es modernamente la característica más propia delconocimiento científico. De alguna manera significa reflexionar y pensar sobre hechos que a otros les parecen triviales y evidentes, pero que se convierten en un problema para una mentalidad científica. [... ] Hoy la palabra ideología significa en muchos casos el conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad, época, movimiento cultural, religioso o político, etc., y suele ser una ideología la que se coloca en lugar de una reflexión crítica personal. Trevijano (1994: 17-8)

Mi agradecimiento a José Ángel Gallardo, Natividad Gallardo, Ricardo Muñoz y Óscar Sáenz

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2. FORMAS DE CONOCIMIENTO: ESPONTÁNEO FRENTE A CIENTÍFICO Hay diferentes maneras de conocer la realidad. Tradicionalmente (Monserrat, 1983), se viene estableciendo una distinción entre lo que es un conocimiento espontáneo y lo que es un conocimiento científico. En otras ocasiones, al conocimiento espontáneo se le ha llamado también conocimiento popular o conocimiento folclórico (Mayoral: 1999 a). A lo largo de este trabajo nos vamos a encontrar con clasificaciones y tipologías en las que las categorías se establecen de forma arbitraria o subjetiva, pues lo que en un principio se nos presenta como categorías integrantes estancas, tras una ligera reflexión, se nos revela como continuos en los que las fronteras se establecen de forma diferente por cada autor según sus evaluaciones subjetivas. Esto ocurre con mucha frecuencia en el estudio de la lengua, en el estudio de la traducción y tampoco se escapa a ello la ciencia de la ciencia, la epistemología, aquella disciplina sobre la que se supone se deben fundamentar las demás. Así, Monserrat (1983: 1-3), define las categorías que acabamos de introducir sobre el conocimiento de la siguiente manera: Pero el hecho es que también los hombres, en determinados momentos de la historia de la cultura, han intentado llevar adelante un modo de conocer la realidad distinto en parte a ese conocimiento espontáneo presente desde siempre en las culturas humanas. Lo que caracteriza ese nuevo modo de conocimiento de lo real que llamamos (frente al conocimiento espontáneo) es el «pretender máximamente la plena reflexión serena y lúcida, sobre el mismo proceso cognitivo>>, la ciencia quiere ser conocimiento plenamente reflexivo. Lo especificativo de la ciencia como modo de conocimiento es la plena reflexión. El conocimiento espontáneo busca conocer lo real y por ello trata de fundamentarse en el modo en que lo real se presenta ante la experiencia humana. El conocimiento científico busca también conocer lo real; busca además la misma fundamentación del conocimiento en la experiencia. Pero específicamente intenta con toda seriedad: a) someter a plena reflexión consciente y sistemática los datos de experiencia que van a fundamentar el conocimiento, y b) someter a

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plena reflexión consciente el hecho de que lo afirmado en el conocimiento sobre lo real no contiene más que lo que estrictamente se puede decir a partir de los datos de la experiencia de que se ha partido. Así, el conocimiento espontáneo procede intuitivamente, sin atender excesivamente~ la reflexión sistemáticamente organizada, y es alegre y arriesgado en sus afirmaciones; la ciencia, en cambio, trata de someter toda afirmación al riguroso control de una reflexión crítica referida a los datos de la experiencia. [... ] En el interior de la cultura se desarrollan continuamente el conocimiento ordinario y el conocimiento científico. El individuo concreto ejerce inicialmente el conocimiento ordinario y va aprendiendo poco a poco lo que constituye la idea ordinaria de la realidad en su cultura. Pero llega a un momento en que ese individuo, por razones meramente profesionales o existenciales, se interesa también por desarrollar en sí mismo un modo nuevo de conocer la realidad: la ciencia. [... ] La idea espontánea de conocimiento es el presupuesto necesario que da sentido al planteamiento de la intención de alcanzar un conocimiento científico: la ciencia surge, pues, de la idea espontánea del conocimiento.

«Pretender máximamente», «plena reflexión, serena y lúcida», «plenamente», «busca», «con toda seriedad», «plena reflexión constante y sistemática», «sin atender excesivamente a», «es alegre y arriesgado» ... El autor, pese a su gran solvencia, nos ofrece una clasificación, en la que se basa el desarrollo posterior de toda su obra, en la que las categorías son cuestión de intenciones, de grados o pura poesía. Por otra parte, el mismo autor incluso establece más vías de penetración entre ambos conceptos cuando afirma que «la ciencia puede empezar a construirse partiendo provisoriamente de la idea ordinaria de la ciencia». Parece por tanto sensato partir de la idea de que no existe una división tajante entre conocimiento científico y conocimiento espontáneo u ordinario, que todo es cuestión de grados y opiniones y que lo que existe en cualquier conocimiento es un grado mayor o menor de lo que podemos denominar cientificidad, o logro en el conocimiento de cualidades relacionadas con el rigor, la reflexión, la sistematización y el rechazo de datos no corroborados por la experiencia. Este enfoque nos permitirá salvar otro escollo en el estudio de la traducción y de otras muchas disciplinas: con demasiada frecuencia se centra el debate sobre la cualidad o estatus de una forma de conocimiento o disciplina concreta (disciplina es una rama del conocimiento que se ocupa de un objeto de estudio determinado) en si constituye una ciencia o no. Dado que el concepto de ciencia resulta tan subjetivo como acabamos de ver, resulta más útil juzgar si dicha disciplina responde a una forma de conocimiento que se acerca mucho o poco al ideal del conocimiento científico. Si pensamos que toda disciplina se propone alcanzar ese grado ideal o máximo de cientificidad, podremos evaluar su grado de cientificidad como grado de madurez (o incipiencia).

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El mundo moderno siente una gran consideración y aprecio por la ciencia. El término científico se utiliza como sinónimo de fiabilidad, de garantía de lo que se ofrece; y la expresión método científico, como aquella forma de proceder que conduce a resultados fiables. Este criterio no es ajeno al mundo universitario. En nuestras universidades se imparten enseñanzas con categoría de ciencias y se exponen sus respectivos métodos como científicos, comparables -como modelo ideal- con el de la física o la biología. Hablar de ciencias de la salud, ciencias políticas, ciencias jurídicas, ciencias empresariales y de la administración, ciencias del habla, ciencias de la documentación, etc., y aun de ciencias ocultas, ciencias del consumo, ciencias de las actividades físicas y del deporte, etc. demuestra hasta qué punto la ciencia concede respetabilidad y hasta qué punto, también, algunos autodenominados científicos tienen una visión tan mítica como simplista y deformada de lo que es el método científico, sobre el que se construye el pensamiento científico. Es cierto que la mitificación de la ciencia tiene su origen en la concepción positivista de que ciencia = saber, pero no lo es menos el daño que los pseudocientíficos han hecho a la propia ciencia con su actitud dogmática, identificándola con saber absoluto: ciencia = verdad. La ciencia es la forma más completa, desarrollada y apreciable del saber. Pero viene a complicar el panorama anterior el hecho, hoy ya comúnmente aceptado, de que incluso las ciencias consideradas modélicas (como la física) no son perfectas desde el punto de vista de las exigencias de la cientificidad, de que en ellas cabe el error y la subjetividad, de que no tienen capacidad de explicación para todos los hechos bajo su ámbito de estudio. Popper (1972, 1968, 1959) contribuyó mucho a deshacer el mito de la infalibilidad de la ciencia. La verdad científica no es la verdad, total, absoluta, definitiva, sino parcial, relativa, provisional. La base de la objetividad científica es el consenso o acuerdo de los científicos, lo que equivale a decir que el único criterio de objetividad es de tipo sociológico, histórico. En otras palabras, es el consenso de la comunidad científica el factor determinante de la validez actual del paradigma y del conocimiento científicos. Mantener, entonces, la objetividad de la ciencia como un valor absoluto es una pretensión excesiva y de malas consecuencias para la ciencia.

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3. TIPOS DE DISCIPLINAS Existen múltiples tipologías o clasificaciones de las diferentes disciplinas y los filósofos de la ciencia no se ponen de acuerdo sobre dónde se encuentran unas tipologías u otras. En general, existe consenso sobre la existencia de unas ciencias formales (matemáticas y lógica), que sirven de armadura a las demás (las ciencias fácticas). Tras las ciencias formales, se suelen situar las ciencias naturales, con dos grados: en el primer grado estarían la física y la química y en el segundo grado se encontrarían las ciencias biológicas y las veterinarias. Tras estas ciencias naturales, encontraríamos las ciencias sociológicas (economía, historia, política, derecho). Por ejemplo, de acuerdo con Trevijano (1994: 50-2, 204): Nombre C.C. Formales

Ejemplo Método Lógica

Axiomático-deductivo

C.C. Naturales

Física

Hipotético-deductivo

C.C. Humanas

Economía

C.C. Fácticas ¿?

Las ciencias formales son las que analizan la estructura interna de sus sistemas. Sólo piden que sus componentes no presenten contradicciones entre sí, pero no que haya que confrontarlos con la realidad del mundo. Tratan de formas o formalidades internas, no de sus correspondencias externas. [... ] En cambio, las ciencias fácticas [... ] intentan conocer cómo es la realidad de los hechos de este mundo. [... ] Se suele dividir a las ciencias fácticas en naturales y humanas. Las primeras estudian los fenómenos naturales en los que no interviene la libertad humana, ni la de otros posibles seres como Dios, los ángeles, los demonios o los marcianos. [... ] En cambio, la física, la astronomía, la geología, la química, la biología y la veterinaria son ciencias naturales, tratan de hechos y realidades de este mundo. La física ha sido considerada siempre como el prototipo de estas ciencias. [... ] Las ciencias humanas tratan de fenómenos en los que actuación y libertad humana pueden cambiar las reglas inicialmente promulgadas. La historia, la sociología, la economía, la política y el derecho son disciplinas donde

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puede darse una retroalimentación. [... ]Una primera consecuencia de la diferencia entre las ciencias naturales y las humanas es que en las primeras no se admite la presencia de excepciones a sus leyes o reglas, mientras que en las humanas puede decirse que toda excepción confirma las reglas [... ] exactas (palabra con la que hoy se designa técnicamente a las ciencias formales)[ ... ] aunque las ciencias formales puedan subsistir independientemente de las fácticas, sin embargo su misión más común e importante es la de ser auxiliares de estas últimas. Todas las ciencias naturales van a tener como ciencias auxiliares a la lógica y a las matemáticas y además las humanas contarán entre sus auxiliares a la historia. [... ] En las ciencias humanas pueden coexistir varios paradigmas, porque en última instancia éstos dependen y están condicionados a las ideologías y los supuestos básicos subyacentes de las escuelas de la comunidad científica que los desarrolla. [... ) Equivale a sostener que las ciencias, por lo menos las humanas, no son neutras, sino que ya nacen condicionadas por la mentalidad e ideología del grupo de científicos que la cultivan (204 ). En vez de cualificar un fenómeno el científico en sus protocolos procurará describirlo mediante una serie de cantidades lo más precisas y exactas posibles.

Otra posible prolongación de la escala se encontraría en las denominadas ciencias aplicadas, que no serían más que las ciencias ya definidas en sus aplicaciones a determinados fines. Algunos (Bunge, 1981 [1969]) niegan la viabilidad de este concepto de ciencia aplicada. Todas estas categorías anteriores parecen mostrar una progresión clara desde aquellas que se consideran con un grado ideal o muy alto de cientificidad -las naturales y las formales- hasta aquellas en las que la intervención del factor humano hace descender de forma cada vez más importante su grado de cientificidad. Llamamos «factor humano» a lo que Trevijano ha denominado en su descripción anterior «actuación y libertad humanas». Las personas, a diferencia de los demás objetos y realidades naturales, pueden escoger actuar de una manera o de otra: comprar o no comprar, expresarse en forma diferente, guiarse en sus elecciones por sus sentimientos o ideas, etc. Las ciencias humanas serían por tanto las disciplinas con un grado de cientificidad menor (tendente a 0% ), las más incipientes e inmaduras desde el punto de vista de las exigencias del conocimiento científico en tanto que las ciencias formales y naturales serían las de grado más alto de cientificidad (tendente a 100 %). Como dice Trevijano (1994: 204): ¿En qué se distinguen los objetos de las ciencias humanas de los de las ciencias naturales? Hemos dicho que en que la libertad humana puede influir sobre ellos y modificarlos. Resulta por lo tanto que no se trabaja con ni se manipula sobre realidades determinadas e inmutables, sino sobre entidades que dependen de nosotros los hombres. [... ] Cuando intentamos estructurar y relacionar los obje-

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tos de las ciencias humanas y buscar fórmulas matemáticas que los expliciten, entonces parecen escurrirse como una anguila. Y hay que volverlos a considerar en otro aspecto, es preciso descubrir facetas nuevas antes desconocidas, remirar! os desde otras perspectivas ... Son algo indominable, como Jo es la libertad y la persona humana. Demasiado ricos para nuestra capacidad de comprensión, intentamos dominarlos enriqueciendo y aumentando las relaciones de nuestros conceptos. No podemos hacer lo que ocurre con las ciencias naturales, reducir sus objetos a términos abstractos, como la gravedad, que de alguna manera abarca la totalidad del objeto, o del espacio del objeto, el objeto formal al que nos referimos [... ] En las ciencias humanas Jos términos que utilizamos en muchas ocasiones suelen ser parciales y fragmentarios. [ ... ] Todos estos imponderables pueden influir, pero es imposible que ninguna teoría económica Jos considere. De lo contrario, habría que tener en cuenta casi infinitos parámetros. El número de variables se multiplicaría de una forma incontrolable. Lo mejor es prescindir de casi todas ellas, simplificar las cosas al máximo. Pero entonces ¿hasta qué punto estudiamos la realidad?

Hasta tal punto es así, que muchos dudarían a la hora de calificar como ciencias a la historia o a parte de la psicología (Trevijano, 1994: 253-5). Resulta prácticamente imposible encontrar los Estudios de Traducción entre las ciencias humanas (o bajo ningún otro tipo de ciencia) en los trabajos originados en el campo de la epistemología. La economía y la sociología parecen ser las únicas ciencias humanas universalmente aceptadas como tales. La disciplina más cercana que hemos visto incluida en la discusión de las ciencias ha sido la lingüística y tan sólo en dos ocasiones en Chomsky (1982 [1970]: 256-326) y Toulmin (1977 [ 1972]), en relación con la idea de la gramática universal y los universales lingüísticos innatos del generativismo. Es característico que prácticamente todas las disciplinas cuyo objeto de estudio está relacionado con actividades humanas (independientemente de su objeto de estudio, de su madurez, de su estatus, de su tamaño) reclamen para sí la condición de ciencias. Incluso existen ramas particulares de los Estudios de Traducción que reclaman para sí el estatus de ciencia. Volveremos más adelante sobre este tema que no hace más que relativizar todavía más el valor de las clasificaciones e introducir confusión en el campo. Lo que sí parece claro es que, desde la neutralidad que pueda proporcionar la filosofía de la ciencia, no cualquier disciplina puede alcanzar el estatus de ciencia sin una envergadura o dimensión de su objeto de estudio suficientemente grande, aunque todas las diferentes disciplinas puedan incrementar su grado de cientificidad y su madurez. Pretender o ambicionar que el estudio de la traducción para subtitulado o de la traducción de textos jurídicos constituya o pueda constituir una ciencia es un auténtico dislate que no lleva a hacer avanzar estas subdisciplinas.

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Existen otras disciplinas cuyo objetivo principal no es observar, describir y predecir la realidad, como es el caso de las ciencias, sino contribuir a la ejecución eficaz de tareas racionales: se trata de las técnicas o tecnologías (aunque algunos autores (Bunge, 1980: 205-14) insistan en que existe una diferencia clara entre el significado de estos dos términos de técnica y tecnología, la realidad es que se vienen utilizando de forma prácticamente indistinta). En tanto que una ciencia tiene como objeto de estudio un fenómeno natural, para las disciplinas técnicas o tecnologías su objeto de estudio es el desarrollo de una tarea humana; la descripción de su tarea correspondiente es un paso necesario pero no su objetivo final; esa descripción tiene que ponerse al servicio de los objetivos propuestos, y la descripción de cómo se ejecuta esa tarea no nos lleva a cómo debemos o podemos ejecutarla, pues nuestro objetivo es ejecutar la tarea de forma cada vez más eficaz. De lo contrario, las tecnologías no mejorarían nunca y serían siempre idénticas, cuando sabemos perfectamente que se encuentran en constante -y rapidísima- renovación. Por cuestiones de prestigio, las tecnologías han reivindicado tradicionalmente un supuesto estatus de ciencias que, tomado en serio, no hace más que entorpecer la maduración de estas disciplinas en lo que se refiere a su soporte científico, pues cuanto más fuerte sea el enraizamiento de las tecnologías en el conocimiento científico aportado por las ciencias, más maduras y avanzadas van a ser como tecnologías. Tecnologías son la medicina, la comunicación humana en sus diferentes formas (monolingüe, multilingüe, literaria, etc.), el deporte o la ingeniería. La lengua en un contexto comunicativo (si es que existe otra posibilidad de estudiarla) es una tecnología. Ciencia es el estudio del rozamiento entre superficies; una ciencia más aplicada sería el estudio del rozamiento de las ruedas del ferrocarril sobre los raíles, y tecnologías son el diseño y fabricación de las locomotoras, el manejo de las mismas o la organización del tráfico ferroviario. Las tecnologías precisan del conocimiento científico pero son entidades diferentes, con fines y metodología diferentes. Lo anterior guarda relación con la crítica de la demasiado frecuente asociación entre tecnología y artesanía, cuando artesanía se vincula a conocimiento espontáneo y nulamente científico, y con la asociación también demasiado frecuente con arte, cuando a arte se le atribuyen cualidades absolutamente opuestas a conocimiento científico. En muchas ocasiones, para señalar un supuesto carácter poco científico de la traducción se ha afirmado que la traducción es una artesanía o un arte y por otro lado ningún traductor que se precie ha adjurado jamás de sus facetas artesanales y artísticas en cualquier tipo de traducción y no sólo en la literaria. Tanto artesanía como arte serían los polos opuestos a ciencias exactas o factuales en el continuo que venimos trazando.

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En el continuo que venimos observando entre diferentes disciplinas según su grado de cientificidad, se pueden trazar otros ejes. Uno de ellos es el del -determinismo de las predicciones. Los estudios de algunos fenómenos naturales son deterministas en sentido propio en cuanto que los resultados observados, dadas las mismas constantes, no presentan variación (la velocidad de caída de un objeto no varía dadas las mismas circunstancias), sus datos corresponden al concepto popular de estadística en tanto que recuento. Otros fenómenos naturales (biológicos, por ejemplo, como el crecimiento o el peso) están sometidos a variación y su observación corresponde a datos que obedecen a leyes de estadística aleatoria, en los que la predicción de los resultados está sometida a un margen de error, o probabilidad. Finalmente, existen otros fenómenos más relacionados con las tareas humanas en los que la distribución de los datos es arbitraria, de muy difícil observación estadística o con un margen de probabilidad (error) tan alto, que no les ofrece ningún poder de predicción (dada una información, no sabemos en qué forma será expresada por una persona; dado un texto original, no sabemos cómo será formulada su traducción bajo unas circunstancias concretas por diferentes traductores ni siquiera por el mismo traductor en diferentes momentos). Como decía el miembro de la Unión Matemática Internacional Phillip Griffiths (El País, 15-7-00: 46): «El comportamiento humano no es reducible a matemáticas». El resultado de una operación quirúrgica o un diagnóstico médico dependen en buena medida de la formación del médico, de los medios de que dispone, de su habilidad manual, de su intuición, de las condiciones en que trabaja y de su estado físico y psíquico y no sólo del estado del arte de la cirugía o de la medicina (si no, la gente no buscaría segundas y terceras opiniones sobre sus enfermedades). Bajo un ruido estadístico tan importante que, para la traducción, la aparición de resultados similares sugiere plagio y no una distribución probabilística, las capacidades de explicación y predicción de las correspondientes disciplinas son mínimas y su cientificidad muy baja, pues se da una asociación entre el grado de determinismo de las observaciones de una disciplina y el grado de cientificidad que se le adjudica. Existe otra concepción diferente de la nuestra, según la cual ciencia y tecnología no son dos conceptos tan claramente demarcados. En esta concepción, los ideales de la ciencia pura son teóricos pero la tecnología se caracteriza por sus ideales prácticos. «Sin embargo», (Sáenz, 1994: 23) «en su proceso constitutivo ciencia y tecnología siguen caminos no sólo paralelos sino interdependientes». Ni aun desde el punto de vista epistemológico estarían claramente deslindadas las fronteras desde este punto de vista; por ejemplo, Bunge (1981 [1969]: 43) dice que «la ciencia aplicada (tecnología) utiliza el mismo método general que la ciencia pura y varios métodos especiales de ella, pero los aplica a fines que

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son en última instancia prácticos». De la misma opinión es Toulmin (1977 [ 1972]), para quien la diferencia entre ciencia y tecnología no está en la racionalidad de los procesos sino en los productos finales. Nosotros ni siquiera esta~ mos de acuerdo en que a los Estudios de Traducción se les pueda considerar como ciencia aplicada. Ciencias aplicadas son para Monserrat (383) «las que, científicamente, se proponen la utilización de los conocimientos prácticos sobre la realidad natural y humana en función de determinados objetivos prácticos presupuestos». Según esas premisas, a la luz de la teoría de la ciencia y de la propia metodología de la investigación, ciencia pura y tecnología no parecen dos esquemas lógicos distintos, sino más bien tramos de un continuo definido, en cada caso, por el grado de abstracción con que definen sus teorías, por el nivel de sus normas actuacionales, por la limitación del campo que se imponen sus investigadores, por las condiciones o imperativos de orden industrial, económico, profesional, etc. Precisemos los puntos de vista de Toulmin citando sus propias palabras en una cita larga, pero que nos va a permitir facilitar una descripción del concepto de tecnología mucho más precisa que la que nosotros podríamos dar con nuestras palabras (Toulmin, 1977: 363, 369-73): Cuando este objetivo común es de carácter explicativo, la disciplina es científica. Pero los esfuerzos comunes de los hombres pueden igualmente orientarse hacia ideales técnicos o judiciales, y por ende los conceptos del derecho o la tecnología están sujetos a un desarrollo social semejante. Luego podemos primero mostrar cómo nuestro modelo disciplinario podría aplicarse con mayor detalle a empresas racionales ajenas a la esfera de la ciencia natural. El ámbito al que este análisis puede extenderse de modo más directo y con menos tensiones es el de las artesanías y las técnicas. Éstas se han desarrollado para atender a las necesidades humanas de artículos, materiales, equipos o servicios más eficaces y útiles; se ocupan de los problemas que surgen en el diseño, fabricación y distribución de tales artículos o servicios; y su desarrollo histórico puede describirse en términos muy similares a los que se aplican a las disciplinas científicas. Nuevamente, cada artesanía o técnica particular tiene su propia constelación característica de ideales y ambiciones, a los que se adhiere todo el que la adopta como carrera profesional. A este respecto, la herrería es tanto una actividad profesional disciplinada como la cristalografía, la medicina tanto como la fisiología, la ingeniería electrónica tanto como la física atómica. Por naturaleza, los ideales colectivos que gobiernan el desarrollo tecnológico no son explicativos ni en las intenciones ni en los efectos. En cambio, son prácticos, por estar dirigidos a mejorar las técnicas para producir y distribuir materiales, vehículos, medios de comunicación, información, etcétera. [... ] El repertorio establecido de conocimientos prácticos -comúnmente llamado el estado del arte- abarca el más avanzado conjunto de técnicas cuya probada fiabilidad es aceptada por los profesionales de la disciplina.[ ... ) El estado del arte en una técnica se desarrolla,

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igualmente, por la perpetuación selectiva de innovaciones en los procedimientos. El repertorio corriente de diseños y procedimientos nunca satisface totalmente las ambiciones colectivas de la disciplina. La grieta entre los ideales disciplinarios y el repertorio más avanzado de técnicas disponibles define un conjunto de problemas técnicos. Junto al estado del arte, existe un conjunto de variantes o posibilidades tecnológicas tentativas en consideración; estas variantes son juzgadas en su momento, teniendo presentes los criterios de selección de la disciplina. Como resultado de ello, algunas de las variantes de ese conjunto son incorporadas al arte.

Otro punto de vista importante sobre las diferencias entre ciencia, tecnología y técnica es el de Bunge (1980: 205-214). Para Bunge no existe consenso sobre el significado de la palabra tecnología: El hombre de la calle confunde a menudo el receptor de televisión con la tecnología que ha guiado su producción. Y más de un estudioso, particularmente de los países de habla inglesa, incluye la artesanía en la tecnología. Por ejemplo, el prehistoriador habla a veces de la tecnología de la piedra pulida. Pero en castellano y en otros idiomas, disponemos de las palabras "técnica" y "tecnología", y solemos distinguir entre los conceptos que designan respectivamente. Habitualmente se entiende por tecnología la técnica que emplea conocimiento científico. Por ejemplo, se distingue la técnica de la modista de la tecnología de la industria de la confección.

Bunge ( 1980: 206-7) ofrece la siguiente definición de tecnología: un cuerpo de conocimientos es una tecnología si y sólo si: 1) es compatible con la ciencia coetánea y controlable por el método científico, 2) se emplea para controlar, transformar o crear cosas o procesos, naturales o sociales. Esta definición da cabida a todas las disciplinas orientadas a la práctica, siempre que sigan el método científico. Bunge (1980: 207) presenta una clasificación/enumeración incompleta de las ramas de la tecnología en 1) Materiales: físicas (ingeniería civil, eléctrica, electrónica, nuclear, espacial), químicas (inorgánica y orgánica), bioquímicas (farmacología, bromatología), biológicas (agronomía, medicina, bioingeniería), 2) Sociales: psicológicas (psiquiatría, pedagogía), psicosociológicas (psicologías industrial, comercial y bélica), sociológicas (sociología y politología aplicadas, urbanismo, jurisprudencia), económicas (ciencias de la administración, investigaciones operativas), bélicas (ciencias militares), 3) Conceptuales: informática, 4) Generales: teorías de sistemas (teoría de autómatas, teoría de la información, teoría de los sistemas lineales, teoría del control, teoría de la optimización, etc.). Bunge ( 1980: 21 0) desarrolla un cuadro de disciplinas vecinas a la tecnología en el que no

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aparecen ni la lingüística ni la traducción, aunque cita la inclusión de las matemáticas, las humanidades, las artes y las artesanías. Para este autor (1980: 208): Toda rama de la tecnología presupone no sólo el conocimiento ordinario y algunas pericias artesanales sino a veces también conocimiento científico y siempre conocimiento matemático. La tecnología está pues enraizada en otros modos de conocer. Y no es un producto final sino que metamorfosea en la práctica técnica y el peritaje del médico, maestro, administrador, experto financiero o especialista militar.

Bunge (1980: 212-4) establece lo que para él son los principios generales compartidos entre la ciencia y la tecnología, un conjunto rico de intereses tocantes a la naturaleza y al alcance del conocimiento: • La realidad es cognoscible aunque sólo sea parcialmente. • Todo conocimiento de la realidad puede incrementarse mediante la investigación científica. • Hay diversas fuentes o modalidades de conocimiento: la experiencia sensible, la intuición, la acción, la razón, y acaso alguna otra. • Las teorías científicas son representaciones (globales o detalladas, más o menos verdaderas y siempre simbólicas) de objetos que se suponen reales. • El grado de verdad de las teorías científicas se establece (provisoriamente) sólo con ayuda de observaciones y experimentos.

Y también se ocupa de señalar las que para él son diferencias entre ambos conceptos (1980: 213-4): Sin embargo, el realismo crítico inherente a la tecnología suele estar matizado y a veces aun deformado por una actitud marcadamente instrumentalista o pragmatista, que por lo demás es normal en individuos empeñados en obtener resultados prácticos antes que verdades profundas pero sin utilidad inmediata. Esta actitud trasunta del modo en que el tecnólogo trata tanto a la realidad como al conocimiento de ésta. En efecto, para él: a) La realidad -que es el objeto o referente de la ciencia básica- es la totalidad de los recursos (naturales y humanos) y productos de desecho, y b) El conocimiento fáctico -que es el objetivo de la investigación básica- es primordialmente un medio para controlar el fragmento de realidad que le interesa. En otras palabras, mientras que para el científico un objeto de estudio es una cosa en sí, existente por sí misma, el tecnólogo sólo se interesa por la cosa para nosotros, aquella que está en nuestro poder crear, controlar o destruir. Y en tanto que para el científico el conocimiento es una meta última que no requiere justificación, para el tecnólogo es una finalidad intermedia, algo a obtener: sólo para ser usado como medio para alcanzar una meta práctica.

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En otras palabras, al tiempo que el científico busca conocer por conocer, el tecnólogo busca conocer para hacer. No debiera extrañar entonces que el instrumentalismo (pragmatismo, operacionalismo) atraiga tanto a los tecnólogos como a quienes confunden la ciencia pura con la tecnología. Debido a esta actitud pragmática el tecnólogo tenderá a despreocuparse de cualquier sector de la naturaleza o de la sociedad que no es o promete convertirse en recurso. Por la misma razón es proclive a desinteresarse de todo sector de la cultura que no prometa convertirse en instrumento para lograr sus fines. Lo que no es desastroso mientras sea suficientemente abierto de espíritu para tolerar lo que pone de lado. Existe en general un gran escepticismo sobre la posibilidad de establecer definiciones inequívocas sobre los conceptos que aquí manejamos. Como ejemplo, veamos algunas afirmaciones de la obra de Trevijano (1994), algunas de las cuales se podrían calificar incluso de contradictorias: • Es imposible por ello lograr una definición exacta sobre la ciencia ( 1994: 63 ). • Ciencia es aquello a lo que los científicos llaman ciencia (1994: 64). • Cada vez se hace más difícil determinar qué es ciencia, y más aún si se pretende distinguirla de la técnica (1994: 102). • Actualmente, aunque la ciencia siga siendo absolutamente diferente de la técnica, sin embargo para la mayoría de nuestros contemporáneos cada vez desaparece más la antigua diferencia entre ambos campos. La frontera entre ciencia y tecnología no está nada clara (1994: 153). • Es que la ciencia no es algo único y unívoco, hay diferentes ciencias y diferentes matices, como hay diferentes métodos científicos, y esto se complica si prescindimos de una visión sincrónica para hacer un juicio diacrónico ( 1994: 246). • La matemática es una ciencia en la cual no se sabe ni de qué cosas habla ni si Jo que de ella se afirma es verdadero o falso (Russell, citado por Trevijano: 1994: 247). • No hay una sola ciencia ni un solo tipo de ciencias. Y éstas difieren por la forma como tratan sus objetos ( 1994: 262). Sea cual sea el punto de vista adoptado, no parece descabellado aceptar tras la exposición anterior que los Estudios de Traducción puedan ser considerados como una tecnología. Ésta es en todo caso nuestra principal e inequívoca propuesta en este trabajo. La propuesta ya fue adelantada por de Waard y N ida en 1986 ( 185): Con frecuencia se plantea la cuestión de si la traducción es una ciencia, un arte o una habilidad. En realidad, por supuesto, es las tres cosas. Es una habilidad porque hasta cierto punto los procedimientos se pueden enseñar y la capacidad de una persona para hacer un trabajo de forma satisfactoria se puede incremen-

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tar de forma importante. Es un arte en el mismo sentido en que producción literaria lo es. Si la producción de un discurso literario artístico en una lengua exige cierta sensibilidad artística y habilidad artística, entonces la reproducción de dicho discurso literario en otra lengua supone una capacidad artística en cierta consonancia. La traducción también es una ciencia en el sentido amplio del término, porque es una actividad que se puede describir de forma sistemática y se puede poner en relación de forma significativa con diferentes disciplinas. En el sentido estricto de la palabra, sin embargo, la traducción [translating] no es una ciencia sino una tecnología, porque se erige sobre otras disciplinas científicas que incluyen la psicología, la lingüística, la teoría de la comunicación, la antropología y la semiótica.

Aquí nuestro interés no está en deslindar categorías dentro de clasificaciones preexistentes sino en fijar cuáles son nuestras expectativas y posibilidades; dentro de este contexto, la denominación que asignemos a los Estudios de Traducción (ciencia, tecnología, técnica, artesanía, arte) resulta indiferente siempre que logremos un consenso aceptable sobre los contenidos. Lo que no conviene aceptar, si se adopta el punto de vista que acabamos de describir, es que el estudio de la tecnología traductora (los Estudios de Traducción) no pueda tener su propia base heurística y quede relegado a ser una mera aplicación de otras ciencias (o disciplinas) más consolidadas (lingüística, estudios de comunicación, etc.). La situación se podría asemejar a la descrita por Trevijano (1994: 169-70): Han nacido las ciencias humanas, la historia, la sociología, la psicología, la economía ... Pero llegan al banquete de las ciencias con muchos siglos de retraso respecto a algunas de sus predecesoras naturales, y por eso al lado de algunas ciencias hechas y derechas, con sus métodos perfectamente estructurados, aparecen como proyectos en desarrollo, como un pollo adolescente desplumado ante el gallo señor del gallinero. En muchas ocasiones el gallo no lo considera como su par, y siguiendo la jerarquía del picotazo lo echa del gallinero, pero en otras descubre en él a quien quizás un día ocupe a su lado un lugar semejante al suyo. [... ] Pero por regla general todos consideran que las naturales son de alguna manera más ciencias que las humanas.

Es cierto que el traductor tendrá que encontrar soporte básico en las disciplinas lingüísticas y de la comunicación sobre todo, pero limitarse a ser un mero aplicador de la ciencia (o conocimiento) elaborada por otros conduciría a los Estudios de Traducción a producir mucho conocimiento empírico pero a carecer de una matriz heurística (que nos permita investigar y avanzar en el conocimiento por nosotros mismos) y un núcleo metodológico propios.

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La epistemología o teoría del conocimiento debería ofrecer un fundamento absolutamente estable para el estudio de las formas de conocimiento y de las disciplinas, pero sus propuestas ofrecen la misma variedad, indecisión y solapamiento de categorías que las disciplinas más humanísticas. Sus propuestas se muestran excesivamente ligadas a posiciones filosóficas e ideológicas (escuelas) y resulta difícil encontrar dos epistemólogos que muestren las mismas posiciones (epistemología clásica platónico-aristotélica, sensismo, fenomenalismo, empirismo, epistemología kantiana, postkantianos, hegelianos, marxistas, neotomismo trascendental, fenomenología, existencialismo, vitalismo y biologismo, son algunas de las escuelas epistemológicas en filosofía; Aristóteles, Galileo Galilei, Descartes, Isaac Newton, Locke, Leibniz, la Ilustración, Comte, Avenarius, Russell, Wittgenstein, el Círculo de Viena, Praga, Ayer, Popper, Kuhn, Lakatos, Toulmin, Bunge, son algunos nombres ligados con formas diferentes de ver la teoría de la ciencia) (Monserrat, 1983).

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4. ESTUDIOS DE TRADUCCIÓN Y CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Si los Estudios de Traducción (el nombre fue dado en 1972 por Holmes) son o no una ciencia deberían decirlo en realidad los expertos en teoría de la ciencia, pero dado el fundamento epistemológico que indudablemente requiere un trabajo de estas características, vamos a discutir diferentes aspectos de la disciplina, aventurando lo que nuestra intuición y nuestro sentido común nos llevan a concluir. Los Estudios de Traducción son la disciplina que aborda el estudio de la traducción y de la interpretación. Si examinamos la literatura de los Estudios de Traducción podemos observar la gran disparidad de opiniones que sobre el carácter de éstos se da. Después de un repaso a continuación por algunas de las diferentes opiniones o enfoques epistemológicos desde los Estudios de Traducción, pasaremos a discutir los conceptos más básicos. Albrecht Neubert y Gregory M. Shreve Sus puntos de vista sobre la disciplina están expuestos principalmente en su obra conjunta ( 1992). Consideran que no hay una forma unificada de abordar el estudio de la traducción, que el enfoque sistemático que requieren los Estudios de Traducción puede obtenerse de una ciencia de la traducción empírica. Consideran muy negativa la influencia de la tradición no empírica de la lingüística formal y piensan que los Estudios de Traducción debieran basarse en la observación de la práctica (1992: 10). La diversidad de enfoques sobre la traducción y la magnitud del tema ha dado lugar a una «deplorable situación» en la que, citando a Savory (1968: 9): «los traductores se han contradicho libremente entre ellos en casi todos los aspectos de su arte» (Neubert y Shreve, 1992: 9). Al mismo tiempo, señalan que lo que escriben los estudiosos y lo que enseñan los profesores de traducción resulta con frecuencia contradictorio (1992: 11). Por otro lado, la imagen que de la traducción obtendremos del estudioso y del

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profesional será siempre diferente dado el carácter dinámico inherente a un proceso en que «los traductores adoptan opciones estratégicas y materializan un solo texto de entre toda una serie de posibilidades textuales» (1992: 11 ). Para mejorar la situación, los autores proponen: 1) volver a unir la teoría y la práctica, basando la teoría empírica en la observación directa de la práctica, 2) suprimir las ambigüedades que surgen de las particularidades teóricas y poner en marcha un conjunto de métodos comunes a todas las diferentes perspectivas y 3) que cada estudioso que aporte ideas defina muy claramente su enfoque y perspectiva: «Cuando todos comencemos a hablar la misma lengua entre nosotros, puede que lo que ahora parece ser un número infinito de enfoques de la traducción termine por resultar realmente en unos pocos temas diferentes» ( 1992: 11-2). Los autores señalan también que los modelos no constituyen teorías.

George Steiner En su última obra publicada (1997 [1995]), este autor señala que ninguna lengua es formalmente cuantificable; que, al igual que lo orgánico, las lenguas se encuentran en un proceso de cambio constante (1997: 114). Steiner declara (1997: 127) que Por esta razón creo que la denominación «teorías de la traducción>> es arrogante e inexacta. El concepto de ) detrás de todo ejercicio práctico de la traducción, ya sea el mismo proceso, el análisis o la revisión de los resultados. La autora opina que la teoría de la traducción está mal definida («La razón fundamental de esta indefinición es que la investigación básica sobre la traducción ha sido -y sigue siendo- insuficiente>>, «no está muy claro cuál es esa realidad>>) y llega a parafrasear (sin identificarse con ella) la propuesta de de Waard y Nida (1986: 185) de que «la traducción no se considere como una ciencia con teoría propia, sino como una tecnología (algo así como una ingeniería). La razón para esta propuesta es [... ] el campo está construido sobre la investigación básica de otras disciplinas: la semiótica, la sociología, la lingüística, psicolingüística, sociolingüística, psicología, crítica textual, estudios culturales, etc. etc ... ». Rabadán distingue cuatro niveles de abstracción teórica, tres legítimos y un cuarto «espurio o bastardo>>. El primer nivel es «pseudoteórico, accesible y concreto, que consiste simplemente en identificar regularidades>>, al que representa mediante Peter Newmark, autor del que afirma que ~~sus consejos distan de cumplir los principios de descripción, explicación y predicción que consideramos básicos a la naturaleza de la teoría, así como tampoco presenta un método claro en el tratamiento de los datos>>. El segundo nivel es el que «se basa en las definiciones fijas de lo que ha de ser la traducción». La autora piensa que cumple con los requisitos básicos de descripción, explicación y predicción, «sólo que en sentido inverso>>. Lo ejemplifica con las obras de Reiss, Vermeer y Nord.

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El tercer nivel es el «descriptivo-explicativo» y «agmpa los modelos más productivos de última generación, que presenta modelos de corte pragmático, cultural y sociológico que permiten incorporar al mismo marco el necesario aspecto lingüístico y/o textual». El cuarto nivel «Se caracteriza básicamente por contribuir al desarrollo de disciplinas distintas a los Estudios de Traducción en sus versiones más honestas y al género ensayístico con desigual calidad y fortuna en sus versiones menos honestas». Formarían parte de este gmpo los modelos empíricos que trabajan con protocolos de pensamiento en voz alta, la teoría de la relevancia («para la que la teoría de la traducción sería redundante, ya que se trata de un caso específico de comunicación intercultural e ínterlingüística [... ]. Los que están en mejor posición para abordar este tipo de investigación son neurólogos, psicólogos y psicolingüistas, ya que no son procesos exclusivos de la traducción».) y enfoques asociados con ella posmodemidad, el feminismo y los estudios de género, el postcolonialismo, el exotismo, etc. «que quedan muy bien en las citas pero que aportan muy poco a quien tiene que traducir o investigar». Para Rabadán existen dos posibilidades metodológicas básicas, con grandes matices y no cerradas: la primera es la metodología taxonómica de tipologías y clasificaciones y la segunda es el método organizativo conocido como comportamiento traductor. Para la autora el traductor profesional necesita un cierto nivel de teorización y de sistematización de procedimientos que se manifiesta en «los parámetros de análisis que hoy llamamos herramientas del traductor[ ... ] todas ellas proceden de la investigación previa y para ser eficaces todas pueden englobarse bajo el epígrafe general de Análisis Contrastivo, del tipo que sea y siga el modelo lingüístico que siga». Rabadán ( 1999, en prensa) llega a la conclusión de que El análisis contrastivo es hoy, creo yo, la más vatiosa herramienta práctica de que dispone la traducción, porque es a la vez instrumento y fase descriptiva. En este sentido, cabe preguntarse si el análisis contrastivo entendido de este modo no es un nivel, posiblemente el más básico e inmediato, de la teoría de la traducción y el que proporciona la transición real entre teoría y práctica.

Visión desde fuera Los Estudios de Traducción no aparecen calificados en ningún momento en ningún trabajo sobre el conocimiento científico realizado desde fuera de este campo ni como ciencia ni como tecnología. La única valoración que han recibido es puramente administrativa al constituirse en España el área de conocimiento de Traducción e Interpretación. En otros muchos ámbitos geográficos, los Estudios de Traducción se incluyen entre los elementos de la lingüística aplicada, con un estatus inferior a la lingüística, o simplemente no existen o no son reco-

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nocidos. La formación de traductores en muchos casos se encuentra excluida de la Universidad y reducida al ámbito de la enseñanza profesional, en las Fachhochschules.

A aquellos especialistas procedentes de otros campos que se acercan al estudio interdisciplinar de la traducción les resulta difícil escoger un planteamiento teórico ante la gran confusión existente. Unas veces optan por planteamientos de gran eclecticismo; por ejemplo, Zoé ·de Linde (lingüística aplicada) y Neil Kay (lingüística computacional), al estudiar el subtitulado (1999), utilizan a Newmark, Toury, Halliday, Halliday y Rasan, teoría de la relevancia, Kovacic (Hachek), para terminar afirmando sobre la teoría de la relevancia (1999: 5) que: «El principio de la relevancia puede explicar muchas omisiones pero se presentan dificultades para utilizar este principio como una herramienta explicativa de peso. Los puntos más débiles de esta teoría han sido señalados antes (Levinson, 1989): no se formaliza con facilidad y tiene una capacidad predictiva escasa». En otros casos, como el de Kiraly (1995), al acercarse al campo de la didáctica de la traducción desde la enseñanza de lenguas extranjeras, se trae consigo todo el bagaje de su campo anterior, le añade las perspectivas de la psicología experimental y no aporta conceptos o enfoques propios de los Estudios de Traducción.

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5. LA CIENTIFICIDAD DE LOS ESTUDIOS DE TRADUCCIÓN Siguiendo a Monserrat (1983), vamos a observar en qué medida o forma se dan en los Estudios de Traducción ciertos parámetros que sirven para definir el grado de madurez o cientificidad de cualquier disciplina. Éstos serán: • La definición del objeto de estudio • La existencia de un lenguaje propio • La cuantificación • La formalización • La observación y descripción del objeto de estudio • La capacidad de explicación • La capacidad de predicción • El consenso entre los especialistas

5.1 EL OBJETO DE ESTUDIO 5.1.1 Definición Nos proponemos en próximos apartados dilucidar cuál es el grado de cientificidad de los Estudios de Traducción. La buena definición del objeto de estudio es uno de los principales parámetros para la calificación de una disciplina como científica: el objeto de estudio de una disciplina científica debe estar perfectamente definido. Para ello vamos a tratar en primer lugar del problema de la definición de traducción y de la definición de los objetivos de la disciplina que de ella se ocupa: los Estudios de Traducción. Habría que empezar diciendo que existen prácticamente tantas definiciones de traducción como autores han considerado necesario definirla. Una primera razón para esta situación es que la traducción se ha definido desde la perspectiva de muchas disciplinas anteriores (lingüística, crítica literaria, filosofía, etc.), cada una de las cuales ha proporcionado el filtro de sus propios intereses y matices. Otra razón puede haber sido que las primeras definiciones de traduc-

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ción surgían de la consideración de la traducción literaria (y de élite) como única actividad de traducción digna de ser estudiada; estas primeras definiciones se mostraron ineficaces conforme otros tipos de traducción no literaria alcanzaron un estatus suficiente y las primeras definiciones se mostraron incapaces de incluir a estos tipos. Hubo que volver a definir, produciendo una historia de continuas resistencias y aperturas hacia las nuevas realidades que eran admitidas como actividades de traducción y objeto de estudio. A nosotros nos parece que «no se le pueden poner vallas al campo» y que la realidad debe ser la que guíe el conocimiento científico, que el proceso inverso es un intento vano. La definición del objeto de estudio de la traducción no es la definición de un proceso natural al que se le presupone inalterabilidad sino la definición de un proceso tecnológico que se encuentra en continua evolución y cambio. Nuestra función no es cerrar el paso a las nuevas realidades sino favorecerlas e impulsarlas. Necesitamos por tanto definiciones abiertas, que sea posible modificar tanto para contener las nuevas realidades (interpretación de lengua de signos, multimedia, producción de textos) como para desechar las que han dejado demostrarse útiles y necesarias. Tanto para la traducción como para otras tecnologías, como el lenguaje o la literatura, nos mostramos partidarios de definiciones lo más inclusivas posibles que funcionen tanto por intensión (explicación) como por extensión (enumeración de los elementos que la componen), dejando esta enumeración abierta. Así, una propuesta de definición de este tipo podría tomar una forma como la siguiente (nuestra formulación): Traducción: a) proceso comunicativo entre dos o más sistemas Ay B (sistemas lingüísticos, culturales, semióticos, mediáticos, logográficos, etc.) diferentes en el que el mensaje B se deriva del mensaje A de alguna forma (mediante identidad, equivalencia, evocación, inspiración, alusión, referencia, comentario, resumen, paráfrasis, narración, fragmentación, adaptación, redacción, etc.), pudiendo el objetivo de la comunicación en ambos sistemas A y B ser diferente o idéntico; b) el resultado o producto del proceso anterior; e) el proceso mental seguido por la persona o el proceso seguido por la máquina que traducen.

Los «etcéteras» serían los extremos abiertos en esta definición, que no pretendemos presentar como perfecta o definitiva sino como un ejemplo del modelo que consideramos más eficaz. No hay que olvidar en todo caso que existe un núcleo central en la definición y concepto de la traducción constituido por la comunicación oral o escrita entre dos lenguas diferentes con el mismo objetivo en el sistema A y en el sistema B y con una relación de identidad en la información transmitida en ambos sistemas. Al hablar de conceptos mal definidos no queremos excluir la posibilidad de que existan definiciones precisas y adecuadas. Nos referimos al hecho de que

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no existen definiciones universalmente aceptadas dentro de nuestro campo que se puedan tomar como punto de partida para entendernos entre nosotros, para que nos entiendan otros especialistas y para que sobre ellas se pueda levantar un aparato académico. Para compensar, vamos a dar a continuación dos definiciones de traducción que nos parecen acertadas y útiles: La traducción es una forma específica de procesamiento de la información, que implica dos sistemas conceptuales y consiste en los elementos siguientes: J) construcción de un modelo de acto textual de la LO para enmarcar el TO; 2) construcción de un modelo textual de la LT; 3) descomposición del TO en unidades de procesamiento; 4) establecimiento de la correspondencia entre el TO y segmentos de la LT contra el fondo de ambos modelos de actos textuales y 5) la creación de un TT. Todas estas operaciones pueden solaparse, y lo hacen frecuentemente. Se proporcionan feedback entre sí y no representan una división en fases (Muñoz, 1993: 166-7). Más exactamente, describiremos la traducción como «oferta informativa>> (OI) sobre una oferta informativa (Reiss y Vermeer, 1996 [1984]: 54).

5.1.2 Polisemia

Una segunda razón para la dificultad de encontrar una buena definición parece ser el que el término traducción encierra o puede encerrar muchas realidades diferentes. Tricás (1995: 33), cita a Gutt (1991), quien a su vez cita a Krings (1986): En resumen, el término traducción puede efectivamente incluir operaciones bastante distantes [... ]: • traducción intralingüística versus interlingüística • traducción de palabras o frases aisladas versus traducción de textos auténticos • traducción versus interpretación (consecutiva o simultánea) • traducción como proceso versus traducción como producto • traducción de una lengua a otra versus traducción de un lenguaje natural a otro sistema de signos (código Morse, por ejemplo) • traducción versus transliteración (traducción a otro sistema de escritura, por ejemplo el paso de la escritura cirílica a la romana) • traducción humana versus traducción automática • traducción desde (una lengua extranjera) versus traducción hacia (una lengua extranjera) • traducción versus libre paráfrasis o imitación

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A esta lista anterior se le podrían añadir nuevos ítems (Daniel Gouadec, en su obra Le tradueteur, la traduetion et l 'entreprise (1989), ofrecía un rico repertorio de lo que en su momento, hace una década, constituían formas novedosas de comunicación aceptables como traducción): los textos cambiados de función (escopo) o adaptados, la traducción entre la lengua de signos y el lenguaje natural, el subtitulado para sordos, la interpretación de conversaciones telefónicas, etc. Ante esta situación caben dos actitudes: J) ir incorporando las nuevas realidades susceptibles de ser consideradas como traducción y 2) fijar una frontera a partir de la cual todo lo que se aparte no recibe el tratamiento de traducción (es el caso de Lvóvskaya (1997) para el cambio de escopo). La primera posición parece exigir una reformulación continua del concepto de traducción pues no parece haberse encontrado hasta el momento una definición capaz de incorporar todas las nuevas realidades; la segunda posición deja inamovible una definición primigenia y segmenta y juzga la realidad de acuerdo con esta definición.

5.1.3 Diferentes objetos de estudio

Nuestra anterior definición de traducción define en realidad varios objetos de estudio de forma separada aunque interrelacionada, a los que se pueden añadir otros objetos de estudio derivados como la didáctica de la traducción, la evaluación de la calidad de la traducción, etc. Parece hoy por hoy imposible desgajarlos en disciplinas diferentes (pero lo podemos concebir así en un futuro), aunque cada uno de ellos va a mostrar querencia por otras disciplinas diferentes. Refiriéndonos nada más a los puntos a) y e) (el proceso de la traducción) y limitándonos al caso de la traducción humana, hemos definido anteriormente estos procesos de la siguiente forma (Mayoral, 1999 a: 17-8; 1997 e: 4):

Proceso cognitivo de la traducción: es el proceso mental o cognitivo común a cualquier operación de traducción. En él se dan dos estadios: un procesamiento superficial (se resuelven las operaciones de traducción por defecto, aquellas para las que son válidas las soluciones más habituales o soluciones por defecto) y otro más profundo, que en general consiste en las técnicas de resoluciones de problemas. Técnicas de resolución de problemas: carecemos de descripciones de los procesos mentales específicos de estas operaciones. Proceso comunicativo (social) de la traducción: cada acto cognitivo de traducción se realiza bajo condiciones comunicativas específicas (tiempo, lu-

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gar, participantes, función, características del traductor, contenido del mensaje, remuneración, riesgo para el traductor) que definen esta actividad. El carácter comunicativo de la actividad impone también condiciones de eficacia en la comunicación. Estos factores se integran en el proceso cognitivo de la traducción como condicionantes externos que van a servir para contribuir a determinar los resultados finales. Proceso de actuación: se puede situar dentro del proceso social de la traducción y es el desarrollo por el traductor de las tareas ordenadas que le permitan alcanzar la ejecución de un determinado encargo. Este proceso está estrechamente ligado a los aspectos empresariales/profesionales del proceso. Ninguno de estos niveles es idéntico: el nivel profesional relacionado con el proceso de actuación en realidad puede, y lo hace con frecuencia, romper los esquemas del estudio del proceso mental o los de los contenidos lingüísticos o los de las estrategias comunicativas. A diferencia de otros autores (como Muñoz) no creemos que la descripción fiel y completa del proceso mental o cognitivo de la traducción resuelva las incógnitas planteadas por los otros objetos de estudio, aunque por supuesto sería de extrema utilidad (el conocimiento de los procesos mentales de decisión en la adopción de decisiones puede colaborar enormemente al diseño de estrategias de traducción). El conocimiento de los procesos mentales o cognitivos nos puede dar una idea de cómo se procesa la información, cómo se adoptan decisiones o cómo se aprende en la traducción (¿realmente serán procesos específicos diferentes a los de otras formas de comunicación o de procesamiento de información?) pero, conocido este proceso o estos procesos, no va a ser suficiente para llegar a soluciones de traducción para casos específicos pues nos seguirá faltando resolver la influencia de los factores externos y los propios de cada traductor como experto y como persona. Las posibilidades de desarrollo teórico sin embargo se concentran especialmente en los primeros niveles (los mentales) y el grado de cientificidad alcanzable en su estudio es decreciente para los diferentes niveles por orden de aparición. El número de los condicionantes externos o parámetros que determinan las soluciones de traducción adoptadas, y por tanto sus resultados, es inmenso. Nosotros (Mayoral, 1999 a: 182-3; 1997: 175-6; Mayoral y Muñoz, 1997) señalábamos los siguientes:

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U

Situaciones de traducción

+ +

traducción de servicio: para que el cliente comprenda su contenido básico traducción para que el documento tenga aplicación en un país diferente a aquél en el que fue producido o firmado (traducción instrumental -Nord, 1997: 47-52- frente a traducción documental) + traducción para que el documento sirva de modelo en otro país + traducción de un documento para su utilización en una causa judicial + traducción como ejercicio de formación profesional + traducción como prueba para un puesto de trabajo o un contrato + traducción para un examen O

Condicionantes necesarios

+ +++O

TO

+ + + O

comunicación mayor grado de eficacia comunicativa posible uso de recursos convencionales coherencia en el uso de recursos (Nord, 1991)

la referencia (perceptible o asumida) el estilo del autor (en textos de autor) la fluidez de la lectura

TT

++-

el género el escopo (determinado teniendo en cuenta la función, el lugar, el tiempo, el motivo y el destinatario) (Nord, 1991) + la coherencia (concepto de Halliday y Hasan, 1976) O

la traducción

+-

+ +

O

el destinatario (jurada o no) la modalidad (subordinada o no) el estilo del traductor

las exigencias de

+ + +

el profesor, el revisor el traductor (deontología) los clientes (en diferentes grados de lejanía, los representantes legales de los clientes, el que hace la subcontrata, el que contrata, el fabricante, las «normas de la casa») (iniciador en Nord) + el destinatario + el evaluador (examinador, profesor, revisor)

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La enumeración queda abierta y cada uno de nosotros podría añadir más ítems (el riesgo que una solución de traducción implica para la seguridad del traductor, por ejemplo). Queda claro que un número tan elevado de variables dificulta enormemente la capacidad de predicción de cualquier modelo teórico que elaboremos (una situación semejante se da en el estudio de la variación lingüística, en el que apostamos no por establecer variedades de lengua sino por dar una enumeración abierta de parámetros sociolingüísticos de la variación; Mayoral, (1999 a y 1997)).

5.1.4 Proceso y producto

Una de las distinciones dentro del concepto de traducción que se ha asentado universalmente es la de la traducción como proceso y como producto (translating frente a translation). Por supuesto, la distinción es muy clarificadora y las dos ramas de estudios correspondientes han divergido ya tanto que podrían constituir disciplinas separadas, con una fuerte relación entre el estudio de la traducción como producto y una constelación de disciplinas como los estudios literarios, la sociología, la filosofía, la ideología, los estudios culturales, etc., en tanto que la constelación de disciplinas sobre las que se apoya el estudio de la traducción como proceso está más relacionada con la lingüística o la psicología. La cuestión es que los estudios del producto parecen necesitar poco de los estudios sobre el proceso y que, cuando aquéllos intentan ejercer alguna proyección sobre éstos, el resultado se acerca al desastre (traducción políticamente correcta, feminista, manipulación, etc.), Mayoral, 1999 a, 1997. Pero, de forma muy diferente, el estudio de la traducción como producto es reivindicado por algunos (Mason, 1994; Muñoz, en prensa; Mayoral, 1999 a, 1997) como útil en el estudio de la traducción como proceso; es decir, el estudio del producto traducido puede arrojar luz sobre el proceso que se ha seguido o se debería seguir para traducirlo (por ejemplo, el estudio del efecto de un subtitulado sobre los espectadores puede informar sobre la calidad del proceso seguido para elaborarlo). En todo caso, este estudio del producto es básicamente diferente en su carácter del estudio de la traducción como producto cultural que se basa en estudios literarios, culturales, políticos, sociológicos, etc. Algunos piensan que el estudio de la traducción como producto cultural también puede arrojar luz sobre las motivaciones del traductor en la adopción de unas u otras estrategias. También el estudio del producto se apoya a veces sobre conceptos básicos relacionados con el proceso; recientemente se ha leído una tesis doctoral en la que se plantea una correlación entre los resultados de diferentes pruebas para medir la aptitud y el rendimiento académico de los estudiantes de

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traducción e interpretación. Este estudio se apoyaba en conceptos como «traducción». «traducción profesional», «competencia traductora» y «calidad de la traducción», para nosotros mal definidos (no por culpa del doctorando, por supuesto), por lo que la objetividad de los datos luego aportados se asentaba sobre arenas movedizas y la validez de los resultados quedaba muy mediatizada.

5.1.5 Subcampos particulares El objeto de estudio de los Estudios de Traducción ofrece varias subdivisiones naturales: • traducción humana frente a traducción automática • traducción escrita frente a interpretación oral • proceso frente a producto • procesos mentales frente a procesos comunicativos o sociales • traducción profesional frente a didáctica y traducción académica • tipos de traducciones (jurídica-económica, científica, técnica, audiovisual, localización, literaria... ) De esta situación puede derivarse una tendencia centrífuga con una progresiva disgregación de la disciplina en otras disciplinas particulares. Aunque pueda existir una matriz común compuesta por aquellos conceptos compartidos por todas las subdisciplinas, también se puede dar el caso de una independencia absoluta o casi absoluta de una nueva disciplina. En primer lugar, la separación entre los estudios de la traducción humana y de la traducción automática se consagró hace ya muchos años. Cuando se abandonó la idea de que el proceso de traducción era semejante en ambos casos y que por lo tanto había que intentar que las máquinas imitaran la forma de traducir de las personas (sin saber tampoco muy bien cómo traducen las personas). Desaparecido el soporte del generativismo, la investigación en traducción automática tomó otros derroteros y cuando hablamos de traducción sin más todo el mundo entiende que hablamos de traducción humana. Se ha producido una independencia. La división en curso que más ha avanzado parece ser la del estudio de la traducción y el estudio de la interpretación; aunque la matriz común es importante, las diferencias entre ambos procesos son notables, como es notable la mayor posibilidad que parece ofrecer la interpretación para su estudio mediante procedimientos experimentales (tanto como proceso mental como en su calidad de proceso comunicativo) y las competencias personales necesarias también pueden llegar a ser muy diferentes (a veces, parecen contrapuestas). También

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es cierto que se puede llegar a ser un traductor competente de textos escritos sin saber mucho sobre la interpretación. De hecho, en algunos lugares ya se reivindica la implantación de una asignatura de teoría de la interpretación. Tenemos que reconocer que el trabajo que están ustedes leyendo está concebido pensando casi exclusivamente en la traducción escrita, y estamos seguros de que este hecho sería evidente tras un mínimo análisis. A pesar de que en la práctica están desapareciendo algunas de las barreras entre la traducción oral y la escrita. el asociacionismo profesional y los estudiosos de la interpretación continúan insistiendo en las diferencias. La separación entre el estudio de los procesos mentales de la traducción y el estudio de los procesos comunicativos no es nada nuevo; el primer tipo de estudio lo realizan psicólogos o neurólogos y el segundo lo realizan estudiosos de la traducción. Salvo casos excepcionales, no cabe entrar en el terreno de los otros. A los estudiosos de la traducción les corresponde ofrecer un marco conceptual claro sobre la traducción a los experimentadores. La división entre la traducción como proceso y la traducción como producto nos parece la que más justifica una segregación, por mucho que siga siendo necesario referirse a la otra cuando trabajemos en cualquiera de ellas. pero el hecho de que en cada disciplina haya que referirse constantemente a otras sobre las que se fundamenta o con las que comparte aspectos no impide la continua expansión del número de disciplinas. Pensamos que incluso esta separación sería saludable para ambas ramas. cuyos intereses, metodologías y otras disciplinas en las que se apoyan son tan radicalmente diferentes y cuya mezcla en muchas ocasiones produce efectos muy negativos. La didáctica de la traducción constituye en realidad . 1998: . 1998: . 1999: . 1999: .

Ante esta situación incongruente, se habla de que las categorías que se establecen son prototípicas, lo cual al parecer justificaría la falta de exactitud de las mismas. A nosotros nos parece una mala excusa, pues el establecimiento de categorías prototípicas ha desembocado en el caso anterior en lo que a nosotros

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nos parece un error científico: la propuesta de que se redacten textos prototípicos de forma que se correspondan exactamente con las categorías establecidas y que con ellos se haga un corpus, corpus que suplanta a los textos recogidos de la vida real. Dentro de esta misma escuela de pensamiento se siguen las clasificaciones hallidayanas de la variación, posteriormente ofrecidas por Hatim y Masan ( 1990). Así, a cada texto se le asigna campo, modo, tenor, dialecto, etc. Estas categorías pertenecen, como hemos demostrado en nuestro trabajo (Mayoral, 1999 a y 1997) a clasificaciones inoperantes pero lo peor es que el establecimiento de estas categorías y la definición del perfil de un texto de acuerdo con las mismas no lleva a ninguna parte en la que se traduzca mejor o se aprenda mejor a traducir, porque esas categorías están vacías de soluciones de traducción asociadas. Un trabajo en esta línea suele comenzar por el señalamiento de las categorías, continúa con la caracterización del texto según las mismas y termina, de forma circular, corroborando las categorías iniciales. Creemos que los intentos clasificatorios en la lengua, la traducción y la comunicación son herencia del periodo equivalencista y lingüístico, del cual se han tomado sus clasificaciones y categorías, en muchos casos sin haberlas modificado desde entonces. Creemos que, aJ igual que en el caso de las definiciones, los elementos de un conjunto hay que definirlos en el campo de la traducción de forma amplia y abierta y no dentro de categorías estancas, pues la comunicación y la traducción, como tecnologías que son, están en continua evolución, ganando y perdiendo elementos que se pueden incorporar a sus conceptos, y que estos elementos se ordenan en continuos que, cuando son segmentados, lo son de forma arbitraria y subjetiva. Por otra parte, observamos un rechazo, en nuestra opinión no justificado, a las tipologías textuales tradicionales que se han originado en largos años de práctica legal, comercial, audiovisual, etc., y que son las que usan los especialistas de estos campos. Una nueva clasificación tiene que mejorar a las anteriores para imponerse, sobre todo si existen tipologías muy asentadas en el uso. Somos partidarios de no reemplazar estas tipologías tradicionales a no ser que se muestren impropias o inadecuadas para el análisis de la traducción. Otro sistema de clasificación que consideramos nocivo para el estudio de la traducción es el de la clasificación por los temas de los que tratan los textos. Está heredado de un concepto de la terminología como un campo al que sólo afectaba la variación temática, cuando hoy la terminología reconoce que existen muchos otros parámetros de variación (género, publicación, destinatario,

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registro, etc.) y nuestra organización didáctica y curricular todavía se resiente de este tipo de clasificación. Hasta ahora ya hemos constatado la existencia de varios continuos que otros representan mediante clasificaciones: conocimiento científico conocimiento espontáneo ciencias formales ciencias naturales ciencias humanas ciencia pura ciencia aplicada y más adelante vamos a recoger otros como paradigma ----teoría---- modelo---- constructo teórico

5.1.12 lnterdisciplinariedad Según Monserrat (1983: 384), interdisciplinariedad es «la convergencia de dos o más disciplinas científicas para el conocimiento de un objeto desde un determinado punto de vista». La interdisciplinariedad es una característica del conocimiento científico. El caso de la traducción es típico de todas las tecnologías con respecto a lo que podemos denominar su interdisciplinariedad interna. Ésta sería la convergencia en el estudio de la traducción de lingüística, psicología, sociología, semiótica, estudios de la comunicación, etc., es decir las disciplinas de nivel superior de las que derivan los Estudios de Traducción. Queda por dilucidar si existen unos Estudios de Traducción que converjan con las anteriores o los Estudios de Traducción no son más que el resultado de la convergencia de las disciplinas anteriores cuando estudian la traducción. Este primer tipo de interdisciplinariedad está vinculado al estudio de la traducción. Creo que existe también otro tipo de interdisciplinariedad a la que podemos denominar externa y que es característica de todos los estudios de la comunicación (documentación, periodismo, biblioteconomía, traducción), pues continuamente convergen en la traducción el conjunto de disciplinas con las que se relaciona y a las que hemos hecho mención anteriormente con 1) las disciplinas a las que se refieren los diferentes textos o mensajes a traducir y traducidos y que incluyen cualquier campo imaginable del saber (bioquímica, derecho procesal, minería, música, etc.) y con 2) las disciplinas características de los diferentes modos de traducir (audiovisual, localización, hipertexto, traducción oficial, etc.). Este segundo tipo de interdisciplinariedad está vinculado a la ejecución de la traducción. El resultado de esta múltiple interdisciplinariedad del estudio y la ejecu-

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ción de la traducción resulta terriblemente exigente tanto para los estudiosos como para los profesionales de la traducción, pues el estudioso/traductor presenta un perfil múltiple, o acude a otros especialistas o es experto en documentación factual y terminológica o varios o todos de estos extremos a la vez. No se aprecia en el campo de los Estudios de Traducción una tendencia centrípeta fuerte a fundirse con otras disciplinas para crear disciplinas nuevas de ámbito más amplio. Cabría pensar que, de seguirse en algún momento esta tendencia, se podría alcanzar una unidad de conocimiento de nivel superior en las «Ciencias» de la Comunicación, o de la Información, dentro de las cuales cabría perfectamente el estudio de la traducción. 5. 2 LENGUAJE PROPIO

Para Monserrat ( 1983: 281) la ciencia es la expresión ordenada y sistemática del conocimiento científico y lo crítico racional para serlo verdaderamente, debe expresarse en un lenguaje apropiado para ser discutido en el seno de la cultura. Así, lenguaje científico será hablar «ciñéndose exclusivamente a los enunciados sobre la realidad justificables en el conjunto de la construcción científica. Los científicos que hablan sobre su ciencia, en el laboratorio o en un congreso internacional, tenderán a hablar en un "lenguaje científico" que sería difícilmente accesible a los profanos en dicha ciencia», en tanto que lenguaje ordinario sería «aquel que sirve al hombre como vehículo natural de expresión de su conocimiento ordinario. Es el lenguaje del que normalmente se vale en su vida corriente [... ] pero en el lenguaje ordinario pueden introducirse también otros métodos de expresión [... ]: símbolo, mito, poesía». Para poder construir una ciencia es necesario pues crear un lenguaje científico nuevo que permita pasar desde la simple constatación de los hechos (que se hace mediante el lenguaje ordinario al inicio del desarrollo de cualquier ciencia) a una expresión de los conocimientos adquiridos de forma reflexiva, con orden y sistematización cognitiva. Desde el campo de los Estudios de Traducción, ya hemos citado anteriormente la mención que Neubert y Shreve (1992) hacen al respecto. Dentro de los lenguajes del conocimiento se hace una distinción entre el metalenguaje (un sistema de lenguaje que sirva de apoyo para construir otro sistema de conocimiento y lenguaje científico) y que se utiliza para hablar y discutir sobre ella, de cómo construirla, de los hechos básicos de que se va a partir, de cómo definirlos, de las reglas deductivas a utilizar, etc. (Monserrat, 1983: 297) y el lenguaje objeto científico («un lenguaje artificial que sobre la base de un conjunto previo de metalenguajes se forma a partir de la descripción precisa de los hechos, progresivamente ampliados, y de las consecuencias de uno u otro tipo que de ellos

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se deriva, según determinadas reglas analíticas y deductiva previamente establecidas en el mismo lenguaje objeto científico» (Monserrat, 1983: 297)). ¿Cuál es la situación en los Estudios de Traducción? Creo que todo el mundo podría estar de acuerdo en que es una situación caótica. Hemos heredado docenas de diferentes lenguajes de las diferentes disciplinas y escuelas en las que se funda, especialmente de un número casi ilimitado de escuelas lingüísticas. Constantemente nos estamos refiriendo a las mismas cosas con diferentes términos o mezclando términos procedentes de diferentes sistemas en una misma discusión. Lo peor es que muchas veces descubrimos que los problemas terminológicos no sólo encierran diferentes denominaciones sino que en muchas ocasiones terminamos por descubrir que utilizamos términos afines para referirnos a conceptos diferentes. No existe un interfaz de los Estudios de Traducción que nos permita asimilar perfectamente sus aportaciones y la elaboración de un núcleo común de conocimientos propios. Los intentos de normalizar conceptos y términos, escasos, terminan por añadir nuevas variantes al sistema al no contar con una aceptación suficientemente amplia. En un trabajo nuestro (Mayoral, 2000) sobre la traducción de las referencias culturales se evidencia esta confusión. En este trabajo se pone de manifiesto que los términos referidos a los referentes culturales (objetos) son referencias culturales (escuela de Granada), culture mas (Nord), realias, re alias culturales (escuela eslava y de Leipzig), presuposiciones (Nida y Reyburn), referentes culturales específicos (Cartagena) y divergencias metalingüísticas (compara ti vis mo). Las denominaciones relacionadas con las referencias ( signos) son segmentos marcados culturalmente (Mayoral y Muñoz), referencias culturales (escuela de Granada), palabras-realias (escuelas eslava y de Leipzig), nombres de referentes culturales específicos (Cartagena), indicadores culturales (Nord), palabras culturales (Newmark), alusiones (Leppihalme) y léxico vinculado a una cultura (Katan). Y naturalmente no todas estas denominaciones se refieren exactamente al mismo concepto, no en vano proceden de la pragmática, del comparativismo, del funcionalismo, del eclecticismo, del postestructuralismo, los estudios literarios, etc. Sobre la diversidad e incongruencia de términos en torno a la variación lingüística (variedades de lengua, escalas estilísticas, registros, etc., Mayoral, 1999 a y 1997). Los escasos intentos habidos para mejorar la situación (Santoyo y Rabadán, 1991; Rabadán, 1991; Delisle y otros, 1999) todavía no han conseguido los efectos deseables. Hasta ahora, la terminología especializada, en muchos casos críptica, utilizada por los estudiosos de la traducción, aparte de su incoherencia y falta de sistematización, no ha añadido nada a lo que hubiera podido expresar el lenguaje ordinario, es más, le ha restado claridad. Prácticamente todo lo dicho

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por los Estudios de Traducción hasta el momento se hubiera podido expresar con palabras del lenguaje ordinario de forma por lo menos tan clara y esto no es de extrañar ya que prácticamente todo lo dicho hasta ahora por los Estudios de Traducción ha sido cuestiones a las que el simple sentido común hubiera podido llegar. El conocimiento científico no avanza de este modo, en todo caso muestra su impotencia. Todo lo que se diga desde el lenguaje y el conocimiento científico debiera hacer avanzar nuestro conocimiento de la realidad o mejorar las tecnologías aplicadas al desarrollo de tareas o convierte a este tipo de conocimiento en ciencia banal, es decir, sin utilidad alguna. En nuestra disciplina no existe un consenso para la elaboración ni siquiera del metalenguaje inicial que permita lanzar la disciplina desde una base científica. Esto es una muestra más de la escasa cientificidad de nuestra disciplina.

5.3 FORMALIZACIÓN O MATEMATIZACIÓN De acuerdo con Monserrat (1983: 310-17): El que fenómenos reales se relacionen entre sí de manera que pueda ser expresado en una relación matemática es también un hecho de observación: un modo fáctico de la realidad que se constata y describe; dijimos ya que los hechos no eran simplemente objetos, sino procesos o relaciones. De la misma manera, el que los fenómenos puedan ser cuantificados y den medidas precisas es un hecho de observación. De ahí que matematización y cuantificación se consideren modos específicos de constatar hechos de observación que, en cuanto tales, puedan formar parte de la base empírica de la ciencia o de cualquier otra investigación científica. [... ] Por lo tanto, podríamos decir que si matemática es la ciencia de las estructuras, matematización consistirá en expresar algo desde un punto de vista rigurosamente estructural. Dicho con otras palabras, si nos encontramos con un proceso o acontecimiento real sabemos, en principio, que tal suceso tiene un estructura; pues bien, matematizar ese suceso consiste en hacer encajar la estructura real de ese suceso con alguna estructura matemática posible que lo exprese suficientemente.

La matematización es posible sin necesidad de que tenga una forma métrica. En realidad ni siquiera todas las matemáticas muestran una forma métrica (estructuras de anillo y campo, lógica formal...) y matemáticas puramente estructurales y no métricas se aplican a la física de partículas elementales, en mecánica cuántica y en la física teórica actual. «Sin embargo, se trabaja siempre con matematizaciones del pensamiento» (Monserrat,

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1983: 312). En todos los sucesos que la ciencia trata se puede encontrar intensidad, cantidad o grado, todos los fenómenos naturales son, en principio, cuantificables. «El conocimiento científico alcanzará un grado mayor de cualificación o perfección si logra expresar los modos estructurales de interdependencia cuantitativa entre los fenómenos naturales» (Monserrat, 1983: 318). Los Estudios de Traducción tienen un grado de formalización mínimo y la descripción del proceso de la traducción parece reacia a la cuantificación. Respecto a la matematización de las relaciones del proceso de la traducción, tan sólo se ha intentado su formalización, como pseudofórmula matemática, por Landa y Viaggio ( 1997), de forma que nos parece totalmente insatisfactoria: El modelo general de la traducción. Sobre la base de este modelo de la comunicación, Mariano ofrece una definición sencillísima de la traducción: traducir es hablar, un juego hablístico cuyo objeto es aislar y reproducir en otro idioma el querer decir de los hablantes, lo que han dicho; es decir el sentido, el EPHI. El traductor hace las veces de interlocutor para comprender en lugar de éste y producir luego su propio EPHI aquilatando todos los nuevos factores pertinentes para la verbalización mediante una nueva cadena [Fi (XnL, S1l, v,l, JnºJ CnEn], lo cual puede entrañar numerosas modificaciones formales a todos los niveles. El modelo de la traducción resulta así una reproducción (pero nunca una simple réplica simétrica) del acto original: TT;z

w > Yy > EPH/Ko-> [Fa (Xm,L Sm H , Vm,R Jm Q) CmEm] GPM VHtm

w

U2 > EPHCRo -> > Yy > EPH!Ki -> [Fi (XnL, SnH, VHtm+n U2 > EPHCKi

v,l, JnºJ CnEn] GPM

Donde, recordemos, los subíndices m y n representan los rasgos característicos específicos de los componentes X, S, V, J, C, E y VHt y los subíndices o e i las respectivas lenguas. Para que la traducción prospere, el resultado ha de ser el mismo: dM (EPH/o = EPHCi) Sergio Viaggio. 1997 (versión actualizada). Modelo general de la traducción de García Landa y Viaggio.

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Respecto a la cuantificación, los métodos de estadística inferencia! parecen inabordables para la comunicación y el lenguaje humanos y cualquier intento de cuantificación en el estudio del proceso de la traducción se ve desbordado por la inmensidad del universo a estudiar, por la infinidad de factores de variación y por la necesidad de perseguir la representatividad a través del incremento del tamaño, con muestras que hoy por hoy desbordan la capacidad de las estructuras de estudio. Algo muy diferente ocurre con el estudio de la traducción como producto, más favorable a la cuantificación y otros aspectos periféricos al proceso de traducción (por ejemplo, para calificaciones, éxito y fracaso escolar, etc., (Bryan Robinson, 2000)). 5.4 CUANTIFICACIÓN O MEDIDA

De acuerdo con Trevijano ( 1994: 231 ): Medir y determinares conocer.[ ... ] Y que no hay verdadera ciencia sin un dominio absoluto de la cantidad y la medida. [... ] También lo que estudian las ciencias humanas, nadie negará su carácter temporal, pero incluso en psicología se busca lo física y especialmente medible y así parece más científica y precisa una descripción conductista que otra psicoanalítica. Las ciencias fácticas intentan lograr la mayor precisión en sus medidas y extenderlas a la totalidad de sus objetos.

Existe cierta confusión entre términos vinculados a la cuantificación o medida de los datos de la observación de objetos o procesos. Empirismo significa basar el estudio en los datos de la realidad. Empirismo no implica cuantificación; podemos basamos para la traducción en el estudio de los textos de origen y traducidos o en los textos traducidos y no hacer ninguna medición. Es decir, el empirismo puede ser un método con un nivel de cientificidad pequeño o muy elevado, su nivel de cientificidad va a depender, fundamentalmente, del grado de medición que sea capaz de desarrollar. La medición se puede hacer mediante descripciones numéricas, pero el grado de cientificidad de la medida depende del tipo de objetos o fenómenos estudiados y de los métodos utilizados. Hay fenómenos que son deterministas, es decir, para un determinado input siempre se da el mismo output. Ocurre así con determinados fenómenos naturales como la gravedad, los fenómenos mecánicos, los ópticos, etc. Para un problema de este tipo tan sólo hay una solución en la forma de un dato. Ocurre en algunas ciencias naturales. La medición de determinados objetos también es determinista y se puede efectuar en términos de cantidad, volumen, peso, etc. Otros fenómenos son aleatorios y los resultados de la observación presentan variación, son estudiados por la estadística (para parte de la siguiente descripción

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nos basamos en la introducción al tema de Canavos, 1995 [ 1984]). La característica fundamental de la estadística es que del estudio de los datos experimentales se pueden deducir conclusiones, y este proceso se conoce como inferencia estadística. Se aplica en disciplinas que van desde las ciencias naturales a la ingenieda, el derecho o la medicina. Para comprender la inferencia estadística es necesario comprender otros conceptos como población y muestra. La población es la colección de toda la posible información que caracteriza a un fenómeno, la población es cualquier colección ya sea de un número finito de mediciones o una colección grande, virtualmente infinita, de datos acerca de algo de interés. La muestra es un subconjunto representativo seleccionado de una población, siendo la palabra representativo la clave de esta idea. Una buena muestra es la que refleja las caracteiisticas esenciales de la población de la cual se ha obtenido. En estadística, el objetivo de las técnicas de muestreo es asegurar que cada observación de la población tiene una oportunidad igual e independiente de ser incluida en la muestra y estos procesos de muestreo conducen a una muestra aleatoria. Las observaciones de la muestra aleatoria se usan para calcular ciertas características de la muestra denominadas estadísticas y las estadísticas se usan para hacer inferencias acerca de ciertas características de la población, que reciben el nombre de parámetros. Así, muchas veces se analiza la información que contiene una muestra aleatoria con el propósito principal de hacer inferencias sobre la naturaleza de la población de la cual se obtuvo la muestra. En estadística la inferencia es inductiva porque se proyecta de lo específico (muestra) hacia lo general (población). En un procedimiento de esta naturaleza siempre existe una posibilidad de error y nunca podrá tenerse el 100% de seguridad sobre una proposición que se base en la inferencia estadística. Pero en ella, unida a cualquier proposición, existe una medida de la fiabilidad de ésta. En estadística la fiabilidad se mide en términos de probabilidad. En otras palabras, para cada inferencia estadística se identifica la probabilidad de que la inferencia sea correcta. En los procesos de muestreo se aplica el principio mínimax (máxima eficacia y mínimo esfuerzo), de forma que se buscan muestras lo más pequeñas posible mientras ofrezcan suficiente representatividad. Sin embargo, las muestras ofrecen mayor fiabilidad cuanto mayor sea su tamaño, dentro de un mismo rigor en el resto del diseño. En el caso de la traducción, la población es el conjunto de todos los textos o segmentos (originales y/o traducidos) que existen y cumplen con ciertas condiciones (tipo de texto, presencia de un problema de traducción, etc.). La muestra es el conjunto de los textos o segmentos que nosotros seleccionamos de entre todos los existentes para su estudio: se suele denominar corpus. El universo de los textos o segmentos de texto que reúnen una caracteiistica o caracteiisticas no sólo es gigantesco, es incalculable e imposible de conocer, con lo que las mues-

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tras que escojamos no van a resultar siempre muy representativas; van a ofrecer poca capacidad inferencia! y, además, las características de los textos no responden de forma clara a condiciones aleatorias. No todos los elementos de la muestra tienen las mismas posibilidades de ser elegidos; el ruido estadístico (conjunto de elementos que no son básicos, que no vuelcan la balanza) en la forma de factor humano (libertad y creatividad) es decisivo hasta el punto de dejar de constituir simplemente ruido y convertirse en un obstáculo básico para el carácter aleatorio del proyecto y la aparición de dos output idénticos o muy parecidos para un mismo input en el proceso de la traducción se interpreta más como un plagio o una influencia no permisible de un traductor sobre otro que como una coincidencia estadística. Las categorías, además, no suelen ser estancas, como hemos visto en la discusión de las clasificaciones de materia lingüística. Si la traducción fuera un proceso natural, las soluciones de traducción más extendidas probablemente serían las más válidas, pero en la traducción, como tecnología que es, no hay que describir cómo se hace sino cuáles son los medios para hacerlo mejor. Ocurre lo mismo para todos los procesos de comunicación humana. No olvidemos tampoco en el caso del estudio de la traducción que para que sea posible estudiar un fenómeno éste debe estar perfectamente definido y, como hemos visto anteriormente, el proceso de la traducción no lo está. La situación anterior no se ve enmendada ni por el hecho de que nuestro estudio de la traducción tenga un carácter empírico (basado en la realidad, en un corpus extraído de la realidad) ni por el hecho de que ofrezcamos cuantificación, incluso en forma de porcentajes (estadística descriptiva). En realidad, en traducción y en otros procesos de comunicación humana buscamos la representatividad de la muestra a base de darle a ésta un tamaño cuanto mayor mejor, tamaño que nunca va a alcanzar suficiente representatividad frente a la infinidad del universo y el carácter no aleatorio de los fenómenos estudiados, en un intento vano por acercar el tamaño de la muestra al del universo. En otras ocasiones se persigue la representatividad en el estudio de los fenómenos comunicativos no sólo mediante la ampliación del tamaño de la muestra o corpus sino también mediante la variedad de los elementos incluidos en la muestra (muestreo estratificado). Vamos a proporcionar tres ejemplos:

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Muestra seleccionada para la elaboración del español de un país determinado: Total de la muestra: 100% Lengua culta

Porcentajes por géneros

[66,80%

lOO% Literatura

22,45

Periodismo

26,34

Ciencia

26,94

Técnica

15,26

Discurso político

2,69

Religión

1,79

Habla de la Capital Lengua Sub-culta

[11,70%

1

4,49 100%

Literatura popular

53,00

Conversaciones grabadas

47,00 100%

Textos regionales

60,46

Documentos de antropólogos

15,34

Jergas Conversaciones

13,95 10,25

Lengua No-estándar 21 ,50% 1

Todo el trabajo está lleno de cálculos, de porcentajes, de fórmulas matemáticas y de terminología de la estadística pero esta muestra no es aleatoria, a pesar de los porcentajes y las categorías: la elección de las categorías es arbitraria, la clasificación base de estas categorías no cuenta con una aceptación general y la asignación de los porcentajes a las diferentes categorías también es arbitraria. Un estudio, tesis doctoral, sobre un problema de traducción seleccionaba su corpus de la siguiente forma: La metodología que hemos empleado en este trabajo tiene en cuenta los conceptos y principios propios de otras ciencias, y ha sido la siguiente. El corpus analizado ha sido extraído de los medios de comunicación escritos mediante la lectura de una media de dos periódicos diarios, durante los años que van de 1991 a 1996 (El País, El Mundo, Diario 16, ABC, La Vanguardia, 3 diarios locales. La muestra podía haber sido representativa con menos datos, ya que gracias a la estadística no hace falta consultar la totalidad de los miembros del universo (cada uno de los ejemplares de los periódicos arriba citados), durante todo el periodo señalado, conceptos estos claves elaborados por las ciencias. Si hemos preferido una muestra amplia ha sido porque fuera más representativa. Es obvio que no hace

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falta leer todos los números de todas las publicaciones mencionadas durante dicho periodo: cada ejemplar de El Mundo, por ejemplo, contiene los rasgos de siempre, aunque el contenido sea distinto.

En este trabajo la muestra sigue siendo arbitraria, además de confundir conceptos como muestra y universo y de otros despistes metodológicos. Constituye un caso ejemplar de desenfoque en el estudio empírico de la traducción. La tesis seleccionó un corpus de casos de traducción extraído de publicaciones periódicas sin ningún criterio en la selección de la muestra ni en su tamaño; la tesis doctoral no facilitaba tampoco el supuesto corpus, por lo que su verificación resultaba absolutamente imposible. La tesis doctoral cuantificó las ocurrencias de las diferentes soluciones de traducción en su muestra arbitraria; esta cuantificación no tenía el más mínimo valor por la forma en que se había alcanzado. La tesis doctoral proporcionaba aquella solución de traducción que se presentaba más veces (sin facilitar cifras de ocurrencias). Esta tesis doctoral empujaba a confundir la solución de traducción más frecuente con la norma de traducción y se basaba en el convencimiento de que existe una traducción óptima para cada unidad del texto original. Al mismo tiempo, reclamaba un fuerte rigor científico. Las muestras en estadística se deben hacer según procedimientos muy rigurosos si queremos que su fiabilidad inferencia! (su representatividad para el conjunto de la población) sea muy elevada. Una muestra diseñada de forma poco rigurosa tendrá una capacidad inferencia! muy pequeña y su representatividad será escasa. Si el bajo nivel de formalización y cuantificación de nuestra disciplina demuestra su bisoñez como disciplina científica, podemos dar algún paso más adelante. El hecho anterior puede ser un argumento de peso a favor de quienes pensamos que los Estudios de Traducción tienen como objeto no un proceso natural sino una tecnología y que es este hecho el que imposibilita la existencia de procesos de formalización y cuantificación similares a los de las ciencias. Tampoco las disciplinas de rango superior a los Estudios de Traducción son mucho más susceptibles de matematización y medida (véase la crítica y autocrítica de la socio lingüística en Mayoral, 1999 a y 1997). El estudio de fenómenos relacionados con el proceso de la traducción, como el producto de la traducción, la sociología del fenómeno social, etc., sí parecen más susceptibles de un tratamiento estadístico que el estudio del mismo proceso. Es importante llegar a delimitar qué partes del estudio de la traducción son susceptibles de los diferentes tratamientos de medición. Un procedimiento de medición que se suele asociar a la estadística es el de los sondeos de opinión. La fiabilidad de los resultados para hacer inferencia depende también de la naturaleza del fenómeno, del diseño de la muestra, etc.

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No cualquier sondeo tiene capacidad de inferencia o de predicción de los resultados. En otro campo, un ejemplo similar lo constituyen muchos de los sondeos ofrecidos por las cadenas de radio o televisión donde se presentan una serie de entrevistas en las que normalmente se ha seleccionado a los sujetos entrevistados de forma arbitraria, sin el diseño de una muestra aleatoria rigurosa (son una variedad del método «demuéstralo con un ejemplo» del que hablaremos más adelante). Las inferencias no suelen ser en estos casos más que clara manipulación y dependiendo de cómo seleccionemos a los sujetos entrevistados o cuáles de las entrevistas realizadas difundamos podemos ofrecer cualquier resultado que nos apetezca. Bajo condiciones estrictas, lo que se puede inferir en este tipo de sondeos son intenciones, opiniones, etc., y no hechos estrictos. La entrevista es, en todo caso, un medio de observación indirecta en el que el investigador no conoce los resultados por sí mismo sino a través del filtro de la interpretación o la opinión de otras personas, por lo cual la realidad inevitablemente se ve distorsionada por esta interpretación. Además, el entrevistador puede condicionar los resultados según diseñe el cuestionario y también se produce, como han señalado los sociolingüistas en la autocrítica de su disciplina, la paradoja del observador, por la cual las respuestas de los entrevistados también se ven distorsionadas por la presencia del entrevistador y el alejamiento de sus circunstancias naturales, incluso cuando el entrevistador observa de forma «directa» las características del entrevistado. Todas estas circunstancias alejan a la encuesta o sondeo de las condiciones que se señalan para el experimento científico (observación directa por parte del experimentador) y el conocimiento que nos proporcionan puede revestir un grado muy pequeño o nulo de cientificidad. En el caso de la traducción se están empezando a introducir las encuestas, sondeos o entrevistas con cuestionario como procedimiento empírico de investigación, por lo general con excesivas pretensiones de cientificidad, de capacidad inferencia! y con poco o ningún rigor en el diseño de las muestras de entrevistados. Son ejemplos de este tipo de trabajo el realizado por Gottlieb ( 1994) en entrevistas sobre la percepción de la calidad en espectadores de películas subtituladas o el de Leppihalme ( 1997) sobre la familiaridad con referencias culturales extranjeras. No es lo mismo estudiar cómo se ve una película subtitulada mediante una entrevista con los espectadores que monitorizando sus movimientos oculares durante el visionado de la película, aunque los resultados de ambas actividades puedan recibir un tratamiento estadístico. No es lo mismo la encuesta que el experimento. El diseño de muestras aleatorias y las características del fenómeno a estudiar siguen siendo los factores cruciales. El problema del diseño de la muestra incluye también el de su tamaño: diseñar una muestra de espectadores cinematográficos para un experimento o una encuesta

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exigiría tener un sistema preciso de estratificación o clasificación de los espectadores (probablemente la industria lo tenga, dado el desarrollo del márketing de audiencia en cine y televisión) pero el número de espectadores a encuestar sería demasiado elevado (sobre el millar, según algunas fuentes) para lo que los investigadores universitarios pueden normalmente abarcar. Un caso escandaloso por la dolorosa ausencia de rigor científico ha sido en nuestro campo de la traducción el de los protocolos de pensamiento en voz alta (TAP). Los TAP son un procedimiento de observación indirecta de la actividad mental generada por la traducción. Estos procedimientos, que adoptan la forma de experimentos, parecen proceder de los usability tests a los que se somete o sometía a los programas informáticos antes de su comercialización definitiva. Presentados por sus autores como experimentos científicos cognitivos rigurosos, han recibido fuertes críticas en razón a su metodología (principalmente, Toury, 1991 y Muñoz, 1998) debido a la elección arbitraria de los sujetos y las muestras, a su naturaleza de observación indirecta, a lo que en sociolingüística se denomina el método o paradoja del participante-observador (Fasold, 1990; Mayoral, 1999 a; 1997: 114) y, añadiríamos nosotros también, debido a la banalidad que ha demostrado este método de experimentación si consideramos la obviedad de las conclusiones a las que se ha llegado mediante ellos. Ante la imposibilidad de obtener datos directamente del cerebro sobre los procesos de traducción, sus autores han optado por entrevistar a los sujetos del experimento y pedirles sus opiniones sobre lo que estaban haciendo. La actividad objeto de estudio tampoco estaba bien definida y ha habido vacilación sobre el carácter profesional de los traductores entrevistados. Los resultados, como era de esperar, no han tenido ninguna trascendencia ni teórica ni práctica y se han limitado a una serie de generalizaciones extremas sobre la traducción que ya podían alcanzarse mediante el conocimiento espontáneo. Esta combinación de experimento y entrevista ha fracasado. La forma de elaborar los protocolos de pensamiento en voz alta (TAP) ha desprestigiado mucho los métodos experimentales dentro de los Estudios de Traducción y la única solución de futuro debe descansar en el incremento de rigor entre los estudiosos de la traducción y la interdisciplinariedad. El proceso mental de la traducción y los procesos de elaboración de tareas son difícilmente accesibles mediante experimentación. En general, son un sistema de caja negra donde lo único que podemos hacer es comparar el input del TO con el output correspondiente del TT para intentar establecer generalizaciones sobre la manera en que traduce. Bell (1991: 23-8) propone la adopción de métodos múltiples de inducción más deducción, dentro de una estructura cíclica.

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5.5 OBSERVACIÓN Y DESCRIPCIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO. MÉTODOS DE ESTUDIO De acuerdo con MonseJTat (1983: 365): La ciencia debe construirse de tal manera que sus afirmaciones sean formuladas con toda claridad, orden y sistematización, con un objetivo principal: que sean verificables ante la experiencia real. La actividad interpretadora del conocimiento científico va definiendo hechos de la observación, va sacando de ellos inferencias deductivas, plantea hipótesis que solucionen los problemas, formula en leyes las regularidades observadas, unifica todos los datos en teorías que se enuncien con·ectamente y construye modelos que le ayuden a entender cómo sus : en aquello por lo cual una ciencia es tal; se distinguen por las exigencias de su objeto. En efecto, la tarea de toda ciencia es la de . Por ello, la condición básica de la actividad científica es la : la adecuación al correspondiente objeto. Y justamente por la adecuación a su objeto las ciencias de la cultura son diferentes de las ciencias naturales: la distinción se hace dentro del género «ciencia>> no fuera de éste (entre «ciencia>> y ), ni -lo que es un contrasentido- entre ciencias de varios grados de cientificidad>>. Simplemente (opuestas a la historia, que es la ciencia de lo individual) se distinguen por la índole de su objeto en ciencias naturales, matemáticas y culturales. Y por la misma razón estos tres tipos de ciencias presentan también -y deben presentar- enfoques y métodos diferentes (lo cual no excluye la eventual interdisciplinariedad de la investigación, en casos concretos). Por tanto, una ciencia cultural no es si adopta enfoques y métodos naturalistas, sino que, al contrario, deja en tal caso de ser ciencia, o es sólo una falsa ciencia, pues contraviene a la exigencia básica de objetividad científica, diciendo las cosas como no son, exactamente del mismo modo como una ciencia natural, si adopta enfoques y métodos culturales, deja de ser ciencia y se convierte en mitología (siendo ésta, precisamente, interpretación de la naturaleza como cultural). Pero ¿cuál es la índole propia de la cultura y en qué se distingue de la de la naturaleza? Limitémonos, aquí, a lo esencial. Los objetos naturales pertenecen al mundo de la , gobernado por que producen determinados y donde, por tanto, la comprobación de lo que ocurre constantemente en determinadas condiciones, representa una o ley de necesidad empírica. Los objetos culturales, en cambio, pertenecen al mundo propiamente humano de la libertad -de las actividades y creaciones libres del hombre-, donde los creados no están determinados por causas, sino

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que se producen con vistas a una finalidad y, como realizaciones logradas -si no se trata de , que tienen también una finalidad exterior-, coinciden con su finalidad; así, la finalidad de la llíada es la llíada misma.

La aplicación del procedimiento hipotético-deductivo se ve muy dificultada por la escasez de fundamentos teóricos de la disciplina de los Estudios de Traducción y por su atomización. La multiplicidad de modelos teóricos existentes en nuestra disciplina y en las > (Trevijano, 1994: 181)). Otro argumento a favor del carácter científico de las ciencias humanas es que tampoco las ciencias naturales son fiables ni objetivas («Los defensores de las ciencias humanas nos dicen que éstas tienen el mismo rigor científico que las naturales, aunque carezcan de la certeza de la universalidad de sus proposiciones. En este aspecto son ciencias probabilísticas. Pero además añaden, o pueden añadir, que en realidad eso también ocurre en las ciencias naturales, de acuerdo con aquello ya dicho de que en ellas no se puede pretender la garantía absoluta de la coincidencia de las consecuencias observacionales derivadas de las hipótesis fundamentales con la realidad de los hechos externos>>, Trevijano, 1994: 203). Todos estaríamos de acuerdo en que, si se hacen experimentos, se hagan éstos con mayor rigor. La capacidad de formalización también parece muchísimo más reducida en las disciplinas humanas y lingüísticas que en las exactas, naturales y sociales. En nuestra opinión el problema principal reside en que una buena parte de las llamadas ciencias humanas tienen muy poco de ciencias y mucho de humanas y que en realidad no se trata de ciencias sino de tecnologías.

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Todos ellos son procedimientos legítimos en el conocimiento científico aunque su valor y su presencia es muy diferente dependiendo de los objetos de estudio.

5.6 CAPACIDAD DE EXPLICACIÓN Y PREDICCIÓN Según Monserrat (1983: 363): Suele decirse que la explicación y predicción científica son el objetivo al que tiende todo el proceso de conocimiento que acabamos de exponer. A través del establecimiento de una base empírica, de las deducciones, hipótesis, leyes, teorías, formalización, etc., se persigue un objetivo: estar en condiciones de «explicar>> y «predecir>> los fenómenos reales. Explicar científicamente un fenómeno real consiste en conocerlo en referencia al conjunto estructural de las realidades A y al, a2, a3, etc. que lo producen como tal. Es por tanto, conocerlo en referencia al conjunto de las causas reales que lo producen. La explicación científica podrá a~arcar el conocimiento de las causas necesarias, suficientes, concurrentes, favorecedoras, moduladoras, etc., del fenómeno que se trata. El haber logrado la explicación científica de un fenómeno real supone conocer las causas que lo producen. En otras palabras, la explicación científica produce el conocimiento de qué sucede a partir del conjunto estructural de una serie de factores concurrentes. Y esto precisamente permite deducir el rumbo que ciertos procesos reales van a seguir desde la convergencia de un conjunto estructural de factores. En conexión con esto aparece el concepto de predicción científica: el conocimiento riguroso de lo que se va a producir realmente a partir de ciertos estados reales caracterizados por la concurrencia estructural de un conjunto de factores reales.

Monserrat ( 1983: 364) cita a Nagel ( 1968) para proponer una tipología de la explicación científica: • predicción deductiva: cuando el enunciado se sitúa dentro de un sistema deductivo • predicción probabilística: cuando la referencia del fenómeno a los hechos que lo producen tiene la forma de probabilidad • predicción funcional: cuando la comprensión de la producción del fenómeno depende de su contribución al funcionamiento de un sistema • genética: cuando la explicación se construye describiendo el proceso que, a través de una serie de estados o momentos, ha contribuido a generar el fenómeno en cuestión.

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El conocimiento científico no consiste sólo en definir los hechos observados, obtener las deducciones que permiten plantear las hipótesis necesarias para solucionar los problemas y formular las leyes. El objetivo de todo conocimiento, y por tanto, de la ciencia es (Monserrat, 1983: 340): Hacerse una idea correcta de los sistemas estructuralmente coherentes que constituyen los eventos reales (objetos, procesos, relaciones, etc.). Parece pues que en el proceso constructivo de la ciencia se tiene que desembocar en un momento decisivo: el de sintetizar los hechos, consecuencias deductivas, hipótesis y leyes (que han sido estudiados hasta el momento en cierta independencia unos de otros) en orden a entender la imagen unitaria, estructural coherente, de la realidad que manifiestan. [... ] Pues bien a este proceso de síntesis relacional del conocimiento pertenecen principalmente cinco aspectos de la realidad científica: constructos explicativos, teorías, modelos. formalización y explicación científica.

Constructo explicativo: es un proceso de síntesis relacional del conocimiento que convencionalmente no alcanza todavía la complejidad o amplitud para que podamos denominarlo teoría. Es por tanto una pequeña teoría: una síntesis relacional del conocimiento de orden inferior situada en el proceso que conduce a la elaboración de teorías (Monserrat, 1983: 341 ). Sintetiza conocimientos científicos anteriores: hechos, deducciones, hipótesis y leyes, aunque no consta necesariamente de todos estos elementos. Teoría científica: es un constructo explicativo de orden superior. El mismo Monserrat ( 1983: 343) reconoce que «en el fondo no deja de ser un tanto convencional cuándo un constructo pasa a designarse como teoría». Su definición en Monserrat (1983: 343-4) es: Se llega pues a una situación en que el hombre -sobre un cierto ámbito regional de la realidad, como, por ejemplo, los fenómenos luminosos, o electromagnéticos, o el comportamiento animal, etc.- posee ya un conjunto de hechos de observación, deducciones, hipótesis convalidadas y leyes, que se presentan incuestionablemente relacionados por referirse a un mismo ámbito de lo real. Pues bien, la unificación relacional de un conjunto de conocimientos científicos ya elaborados -hechos, deducciones, hipótesis y leyes- en orden a entender cuál es la imagen estructuralmente coherente del ámbito de la realidad al que se refieren es lo que llamamos una teoría científica. [... ]Las teorías deben unificar el material disponible de la manera más sencilla; deben ser, además internamente coherentes, sin presentar enunciados contradictorios; esto es lo que se llama de la teoría.

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Mario Bunge (1972: 145ss) señala los que en su opinión constituyen los requisitos de una teoría científica: • Sintácticos: corrección sintáctica, sistematicidad o unidad conceptual • Semánticos: exactitud lingüística, interpretabilidad empírica, representatividad, simplicidad semántica • Epistemológicos: consistencia externa, capacidad explicativa, capacidad predictiva, profundidad, capacidad unificadora, fecundidad, originalidad • Metodológicos: escrutabilidad, refutabilidad, confirrnabilidad, simplicidad metodológica • Filosóficos: parsimonia de niveles, solidez metacientífica, consistencia desde el punto de vista de la concepción del mundo

Modelo cient(fico: es, para Monserrat ( 1983: 352), una realidad que sirve para realizar otras, una entidad que inspira el conocimiento propio de una teoría. La teoría tiene así su o sus modelos. Monserrat cree que existe gran confusión entre los conceptos de teoría y modelo, que algunos consideran que modelos y teorías son lo mismo, aunque para él las diferencias epistemológicas están claras. Que las teorías desembocan por su propia dinámica en la configuración de un modelo pero que no todas las teorías tienen su modelo y que «hay posibles modelos que no son modelo de nada y tampoco son propiamente teorías». Un autor en nuestro campo para el que está clara la distinción entre teoría y modelo es Bell (1991: 24-5). Para él: Una teoría es una explicación de un fenómeno, la percepción del sistema y el orden en algo observado. Existe (en caso de existir) [... ] en la mente. No tiene una manifestación tangible. Es una idea.[ ... ] Un modelo es, por el contrario una representación externa y no interna de la explicación; una ejecución de la teoría. Existe como objeto tangible (un diagrama, una fórmula, un texto) que la idea incorporada en la teoría. [... ]Un modelo por tanto, debe reunir un número de características para ser útil: 1) debe representar totalmente a la teoría a la que [... ] 2) esto lo debe hacer revelando las características significativas del fenómeno explicadas por la teoría[ ... ] 3) debe tener una función heurística [... ] esto se logra por medio de la analogía [... ]

Hipótesis científica: según Monserrat ( 1983: 329): Es una inferencia deductiva que describe un hecho real cuya existencia se supone en función de otros hechos reales de los que se parte. [... ]La hipótesis no es

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sino una inferencia deductiva estructural de características espeeíficasr:No inferencia estructural puede tomar la forma de hipótesis. En todo c~so, modalidad de probabilidad, tendrá siempre un carácter . [ ... ) La pótesis es, por tanto, aquel.enunciado que describe un supuesto hecho deductivo y que se establece como suposición resolutiva para un determinado problema planteado en la comprensión de los eventos reales, inspirándose para ellos en los datos de que se parte, pero poniendo también en juego la representación imaginativa y la invención. [... ]En otras palabras, la hipótesis es un enunciado que, si se cumpliera, permitiría entender el evento real problemático y la resolución del problema planteado. Pero, por no ser analítica sino una extensión del conocimiento por inferencia deductiva estructural, tiene siempre al menos un carácter de probabilidad. [Es necesario] comprobar si la hipótesis es aceptable o no. Considerar la hipótesis como . O En la traducción documental, «el texto meta, en este caso es un texto acerca de un texto, o acerca de uno o más aspectos particulares de un texto>>. Encontramos una descripción de ambos tipos de traducción en los esquemas de las páginas 48 y 51 (1997).

Según Muñoz (comunicación personal), el cognitivismo es funcionalista por definición, porque plantea que las operaciones mentales (en el caso de la psicología cognitiva, la misma estructura de la mente en su desarrollo) están orientadas a resolver problemas y/o ejercer funciones concretas. La situación en esta última parte de siglo es pues de convivencia y a veces de mezcla contra natura de modelos teóricos diferentes para el estudio de la traducción, fruto de la adopción de modelos lingüísticos diferentes y contradictorios. Neubert y Shreve ( 1992) describen esta situación como una situación de

«atomismo teórico». Muñoz (1996: 137) cita a Snell-Hornby (1988: 43-4) dando una visión más positiva de la situación actual, pues resume los puntos de consenso: Hoy, la mayor parte de las teorías de la traducción comparten [... ]la orientación a la transferencia cultural, más que lingüística; en segundo lugar, ven la traducción no como un acto de transcodificación sino como un acto de comunicación; en tercer lugar, todas se orientan hacia la función del TT, antes que hacia la prescripción sobre el TO; finalmente, contemplan el texto como una parte integral del mundo y no como una muestra aislada del lenguaje.

Muñoz afirma también (1996: 137-8) que en la actualidad el análisis textual se considera condición sine qua non de cualquier estudio de la traducción y que constantemente se introducen consideraciones sociolingüísticas en la clase (sobre la validez de los estudios sociolingüísticos, compárese Mayoral

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1999 a y 1997 e), y su juicio general sobre las aportaciones lingüísticas a los Estudios de Traducción (Muñoz, 1996: 139-40) es que: Hoy muchas perspectivas abordan la mediación desde sus paradigmas originales distintos, aglutinadas tan sólo por un objeto de estudio común. Esta multidisciplinariedad suele implicar la aceptación de presupuestos de otros modelos teóricos, diseñados para otros objetos de estudio, y también la limitación peculiar de las aproximaciones al fenómeno de la mediación entre las lenguas. Comoquiera que los aparatos conceptuales de las distintas aproximaciones no coinciden a menudo, es imposible evaluar estas aportaciones, qué decir ya de establecer puentes entre ellas. El resultado es que los esfuerzos de los unos no son aplicables para los otros y que, como se ha visto, hay bastante confusión. [... ]La primera relación obvia entre lingüística y los Estudios de Traducción sería pues la de usar la primera para ofrecer definiciones de significado, comunicación y mediación contrastables y verosímiles. La primera tarea, pues, es la de revisar y adaptar estos conceptos desde una perspectiva propia de la mediación e intentar extenderlos a todas perspectivas.

Se están consolidando hoy, tanto en el campo de la lingüística como en el de la traducción, los enfoques psicolingüísticos, cognitivos. Muñoz (inédito) dice: La aproximación cognitiva a la mediación no es un envoltorio brillante para otra aproximación ecléctica, la primera tesis de la teoría cognitiva de la traducción es que ésta no se puede desarrollar sin aclarar previamente los conceptos de significado y comunicación sobre los que se asienta, y aporta como fundamento las siguientes concepciones que aquí no se puede más que citar: • El significado tiene naturaleza enciclopédica (Bransford y McCarrell, 1977). • El significado se define como un conjunto de valores en diversos dominios conceptuales y sus interrelaciones. organizadas en una matriz que corresponde a una estructura simbólica de cualquier nivel lingüístico, que es su punto de acceso (Langacker, 1987: 57-63, 147-66). • Todo significado depende en mayor o menor medida del contexto (Givón, 1989: 323). • El contexto es un constructo mental de quien interpreta (De Mey, 1992: 3 passim). • Cualquier cosa que se puede pensar se puede expresar con la suficiente precisión como para comunicarse eficientemente (Keenan, 1978). • La comunicación es la capacidad de transmitir información de un lugar a otro. La información es la capacidad de hacer selecciones no fortuitas de entre un conjunto de opciones (Reddy. 1979).

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La ventaja principal de la aproximación cognitiva es que, tanto en lingüística (G. Lakoff, 1987: 582) como en teoría de la traducción, y a diferencia de otras escuelas previas, no rechaza las demás, sino que sirve de marco a todas ellas, integrándolas como diversos puntos de análisis en una teoría general de la traducción. La teoría cognitiva se concibe como marco integrador de avances como los siguientes: • El estudio del proceso de traducción como actividad mental (Krings, 1986). • El postulado de que una teoría de la traducción debe explicar cómo alcanzar estándares profesionales de calidad, como apuntaba Toury (1991). • La aproximación funcional a la mediación, ejemplificada en Reiss y Vermeer (1984). • La concepción del texto como la unidad de traducción tanto en el proceso (Neubert, 1985) como en el análisis textual pedagógico (Nord, 1991); [nosotros creemos, que el concepto del texto como unidad de traducción (la unidad de traducción desde la perspectiva textual) se ve mejor explicado con la aplicación simultánea de los procesamientos de abajo-arriba y de arriba-abajo (Mayoral, 1999 a y 1997 e)]. • La consideración del texto como acción, aspecto sobre el que llamó la atención Holz-Manttari (1984). • El concepto de prototipo aplicado a la tipología textual, una idea que se puede remontar a De Beaugrande (1980). • La independencia del texto traducido respecto del original en la cultura receptora (Even-Zohar, 1979).

También observamos nosotros que los conceptos deframes, escenas, esquemas, etc., resultan integrables bajo este marco, encontrándose presentes en muchos autores diferentes de muy diferente extracción como Neubert y Shreve ( 1992); Snell-Homby (1995 [1988]); Muñoz (1995); Mayoral (1999 a, 1997 e), etc. Los enfoques cognitivos hoy por hoy no han producido mucho material específico del proceso de la traducción y casi todo lo que estudiamos en el campo de la traducción originado en estos enfoques es aplicable en general a cualquier proceso de comunicación. Por otra parte, dentro de este nuevo paradigma se aprecian enfoques diferentes. Aunque todos ellos proponen el estudio de la traducción como proceso mental, algunos escogen centrarse en el proceso mental de la mediación lingüística (Muñoz, Kiraly), en tanto que otros prefieren estudiar el procesamiento de la información, el conocimiento y la memoria (Bell), o la traducción como un proceso de aprendizaje y memoria (Douglas Robinson) o como comprensión de significado, adquisición de conocimientos y memoria (Gile). Respecto al concepto del significado también se pueden encontrar diferencias importantes, principalmente entre los que mantienen la dis-

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tinción entre significado connotativo y denotativo (Kussmaul, Bell) y los que adoptan una concepción unitaria del significado (Muñoz) más coherente con las aportaciones generales del cognitivismo. El esfuerzo aportado por los cognitivistas a un estudio experimental de los procesos mentales implicados en la traducción e interpretación no deja de ser loable, pero, como se señala en otros lugares, ha pecado de amateurismo.

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6. DIDÁCTICA DE LA TRADUCCIÓN/FORMACIÓN DE TRADUCTORES La formación de traductores constituye una magnífica atalaya desde la que observar los Estudios de Traducción pues en ella confluyen los constructos teóricos y la práctica; la validez de todas las propuestas de traducción encuentra su prueba de fuego en la aplicación a la formación de traductores. En la descripción de los problemas de la formación de traductores también podemos encontrar el ref1ejo de los problemas que hemos encontrado en la discusión de los problemas de la teoría y la práctica de la traducción. 6.1 DIDÁCTICA/EDUCACIÓN FRENTE A FORMACIÓN

Es tradicional que en los estudios originados en la universidad nos refiramos a «didáctica de la traducción» cuando nos queremos referir a «formación de traductores». No es de extrañar dados los planteamientos «teóricos» predominantes. Según los cuales lo que habría que hacer con nuestros estudiantes desde la perspectiva originada en la universidad sería transmitirles un cuerpo de conocimientos (la traducción) que habría de permitirles ejercer la profesión. La traducción como cuerpo de conocimientos elevado a la categoría de disciplina capacitante para el ejercicio de una profesión se ha de confundir inevitablemente con la «teoría de la traducción» o con la «teoría y práctica de la traducción», es decir, los Estudios de Traducción. De esta forma se cae en el grave de error de confundir el nivel de los constructos explicativos con el nivel de los contenidos de la formación profesional. Como hemos visto, lo que el futuro traductor ha de adquirir no son conocimientos en general sino técnicas y procedimientos y modos de desarrollarlos. En todo caso y aunque por «traducción» entendiéramos todos los conocimientos específicos de la traducción (de cualquier tipo) a transmitir al futuro traductor profesional, el concepto de formación de traductores sería más amplio -y más útil- pues incluiría además todos los conocimientos no específicos de la

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traducción que también necesita adquirir el traductor. En la idea de que el estudiante de nuestros días debe y desea recibir una formación profesional en la universidad coincidimos con la opinión expresada a los medios de comunicación por el ex rector Bricall (El País, 3-4-00: 41). Recordando de nuevo a Toulmin (1977: 370): Por naturaleza. los ideales colectivos que gobiernan el desarrollo tecnológico no son explicativos ni en las intenciones ni en los efectos. En cambio son prácticos. por estar dirigidos a mejorar las técnicas para producir y distribuir materiales, vehículos, medios de comunicación. información etcétera. Correspondientemente, la de una técnica en desaJTollo histórico comprende no una población cambiante de teorías y conceptos, sino una población cambiante de recetas y diseños, técnicas. procesos de fabricación y otros procedimientos prácticos.

Y aquí volvemos a encontrarnos con lo que, a pesar de las modas teóricas, ha seguido siendo insistentemente la base real y útil de la formación de traductores: técnicas, recetas, normas, consejos y práctica tutelada por el profesor. Lo que el aprendiz de traductor necesita es rutinas de trabajo y de adopción de decisiones, conocimiento sobre los parámetros que afectan a la toma de decisiones y el conocimiento de los diferentes procedimientos de traducción posibles, es decir, estrategias de traducción y todos los elementos que las acompañan para ser eficaces; el aprendiz de traductor no precisa principalmente conocimiento nocional o en general (know-what en la terminología de Ricardo Muñoz) sino know-how y conocimiento experto (conocimiento útil para la adopción de decisiones). El proceso de la traducción guarda mucha relación con los sistemas expertos de la inteligencia artificial y una línea de trabajo que los pusiera en contacto habría de resultar muy provechosa para la formación de traductores. Esto no significa que el know-how (conocimientos más experiencia para la ejecución de tareas) excluya la necesidad o la conveniencia de incluir conocimientos no directamente aplicados, pero creemos que se trata de una cuestión de prioridades. Por otra parte, todas las tecnologías tienen tanto componentes mentales como artesanos; la tecnología de la traducción se basa principalmente en tareas mentales y mucho menos en tareas «manuales» si la comparamos con el dibujo, la cirugía o la fabricación de piezas mecánicas. El proceso de traducción como proceso de ejecución de tareas y resolución de problemas es básicamente un proceso mental. Las habilidades a adquirir por el profesional de traductor son -básica aunque no exclusivamente- mentales (también debe aprender a utilizar herramientas de documentación y edición propias del oficio).

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Este enfoque de adquisición de habilidades en una tecnología creemos que resulta muy compatible con el concepto de Douglas Robinson (1997) del traductor como persona que nunca deja de ser un estudiante o aprendiz. El conocimiento sobre las tecnologías no se completa nunca pues es característica intrínseca de las tecnologías su constante evolución. Para nosotros, por tanto, resulta más adecuado hablar de