Aquel 19 será. Una historia del M-19, de sus hombres y sus gestas. Un relato entre la guerra, la negociación y la paz

Table of contents :
Darío Villamizar
I. Los orígenes
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VI. Amnistía general o guerra total
VII. La paz, esa esquiva paz
VIII. ¡Hasta siempre, Comandante!
IX. La primera paz
FARCyM-19,
X. «Esta tregua es pa’ dialogar»
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XII. Un batallón llamado América
XIII. La guerra a la oligarquía
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Bibliografía

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Darío Villamizar

Una historia del M-19, de sus hombres y sus gestas Un relato entre la guerra, la negociación y la paz. Epílogo de Antonio Caballero

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Darío Villamizar Herrera, analista e investigador de temas sociales, políticos e históricos, nació en Bogotá en julio de 1953. Ha publicado los siguientes libros: Insurgencia, democracia y dictadura (Ecuador, 1990). Colombia: Narcotráfico, parte de un todo (Ecuador, 1991), Por unas horas hoy. por siempre mañana (1994) y Jaime Bateman: profeta de la paz. (1995) En preparación tiene el libro Así se negoció, investigación sobre los ocho procesos de entendimiento que han culminado en acuerdos de paz entre grupos guerrilleros y el gobierno colombiano.

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En la fotografía de la cubierta, tomada en San Pedro, Cauca, en septiembre de 1984, aparecen, de izquierda a derecha: Carlos Pizarro Leongómez. Germán Rojas Niño (en cunclillas), Otty Patino Hormaza Alvaro Fayad Delgado. Antonio Navarro ■Wolf. Vera Grabe L., Luis Otero Cifuentes, Gustavo Anas Londoño, Marcos Chalita e iván Marino Ospina. En los recuadros, Jaime Bateman Cayón y Carlos Toledo Plata. La fotografía es de Magdalena Aqüero.

Darío Villamizar Aquel 19 será

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Darío Villamizar

Aquel 19 será

Planeta

COLECCION DOCUMENTO © Darío Villamizar, 1995 © Planeta Colombiana Editorial, S.A., 1995 Carrera 68A No. 22-55, Santafé de Bogotá Armada de cubierta: Ideas Industriales. Armada de texto: Servigraphic Ltda. Impresión y encuadernación: Editorial Presencia Ltda. ISBN: 958-614-497-6 Primera edición: noviembre de 1995. Segunda edición: diciembre de 1995.

La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido. MILÁN KUNDERA

El libro de la risa y el olvido Yo vivo con mi historia y una organización como el M-19 tiene que vivir con su historia. Y su historia es múltiple, multifacética, llena de altos y bajos, de grandes triunfos y de derrotas, de momentos confusos... CARLOS PIZARRO LEONGÓMEZ Santo

Domingo, Cauca, 1989.

Dedicado a los que creyeron en esta utopía. A los que creyendo en ella murieron. A quienes por creer en ella vivimos. Dedicado a «Toño», «Nelson», «Pacho», a quienes muy temprano mató el odio. Dedicado a los miles de etc., etc., sin bando, depositarios de la gloria y de nuestro amor, recuerdo y llanto. Dedicado a los cientos de anónimos que día a día construyeron esta historia. Que vivan todos para que sólo podamos morir de amor, de ilusión, de paz o quizá de tiempo.

Agradecimiento a los amigos y compañeros de la Compañía Nacional para la Paz, Compaz, a las fundaciones Sol y Tierra, Progresar y Corpadec. A la Red de Solidaridad Social y al Programa para la Reinserción, a sus directivos Eduardo Díaz Uribe, Tomás Concha Sánz y Andrés Restrepo Restrepo. A Dionisio Enriquez, Amparo Díaz y Mauricio Camargo por su permanente apoyo y oportunas observaciones. A todos los que impulsaron este esfuerzo.

índice

Consideraciones iniciales ............................................................................. 15 I.

Los ORÍGENES ............................................................................... 23 Antecedentes .................................................................................... 25 El 19 de abril .................................................................................... 37 Los primeros pasos ........................................................................... 40

II.

LA ESPADA: NO ME SAQUES SIN RAZÓN, NO ME ENVAINES SIN HONOR .................................................. 49 Primeras acciones ............................................................................. 51 Los contenidos de una nueva propuesta .......................................... 56 El M-19 y la Anapo ......................................................................... 61 Conspirando internacionalmente ...................................................... 68 Nace la Anapo Socialista ................................................................ 73

III.

M-19, UNA NUEVA MANERA DE HACER LA POLÍTICA ................................................................................. 79 Mercado: ¡Que el pueblo lo juzgue! ................................................. 81 Hacia la V Conferencia .................................................................... 90 El operativo de Indupalma y el movimiento popular . . 99 VI Conferencia, reafirmación de la OPM . . . . 107 Las guerrillas móviles .................................................................... 112 Turbay: «El peor gobierno que ha tenido mi país en toda su historia» ............................................................ 117

IV.

«HASTA AHÍ ÉRAMOS LA PUREZA EN CHANCLAS» . 121

.

El Cantón Norte o la Operación Ballena Azul . . . 123 La toma de El Caleño: ¡ Resistir es vencer! . . . . 136 Cómo se hizo la fuerza militar del Frente Sur . . . 140 VII. Conferencia, «Por la democracia y la independencia nacional».......................................................... 143 La cárcel: un nuevo frente de lucha ................................................ 152

¡LA LUCHA ES POR LA DEMOCRACIA Y LA LIBERTAD, A SECAS! ..............................

161

Los presos políticos, prioridad No. 1 «Nuestra decisión: vencer o morir» El diálogo tiene la palabra..................................

163 170 183

AMNISTÍA GENERAL O GUERRA TOTAL

189

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La lucha por la amnistía, la Coordinadora Nacional de Base y el balneario Potosí Bateman, ¿presidente ? ...................................... Secuestro y muerte de Chester Alien Bitterman Nariño y Chocó: una respuesta al proyecto gubernamental de amnistía . . . . El entierro de la amnistía ................................... Un barco cargado de .......................................... Muerte a Secuestradores ....................................

191 201

208 212 221

229 236

LA PAZ, ESA ESQUIVA PAZ ............................................

241

Elecciones 82, la paz en la recta final ¿Fracasa la paz? ................................................ Adiós a la «tolerancia e intransigencia» La VIII Conferencia Nacional del M-19 El comando político legal .................................. La amnistía, un primer paso. ¿El único? .

243 252 258 262 271 276

¡HASTA SIEMPRE, COMANDANTE!

285

La otra cara de Betancur .................................... En Panamá, reunión de la Dirección Nacional Jaime Bateman: «Un profeta de la paz» . La búsqueda .......................................................

287 292 298 305

LA PRIMERA PAZ ...................................................

311

Ofensiva guerrillera en el sur . . . . Un encuentro con Belisario ................................ PARC y M-19, se estrechan los lazos de unidad La toma de Florencia, ¿confirmación de la guerra o de la paz? .................................... El Frente Occidental y las nuevas propuestas de paz ................................................................ La solución política al problema de la violencia El movimiento guerrillero ante el proceso de paz

313 320 326 333 337 346 350

La muerte del comandante amable y la respuesta guerrillera ................................................................. 356 La búsqueda infatigable de la paz .......................................... 360 X.

«ESTA TREGUA ES PA’DIALOGAR» .......................................... 365 «Silencio a los fusiles, paso al diálogo nacional» . . . 367 ...Y arranca el diálogo ..................................................................... 375 Yarumales, guerra a la paz ..................................................... 380 La IX Conferencia: congreso de la democracia en Los Robles ............................................ 387 Se reanuda la confrontación ........................................................... 393 «El combate, camino de la dignidad» .................................... 399

XI.

LAS ARMAS TIENEN LA PALABRA ..................................................... 409 Se rompió la tregua ........................................................................ 411 Iván Marino Ospina: una vida de combate . . . . 416 La campaña «De pie Colombia» ............................................ 420 Una demanda a mano armada ......................................................... 427 El sino trágico de un noviembre negro .................................. 436 El Frente Ricardo Franco y el crimen de Tacueyó . . 442 .

XII.

UN BATAULÓN LLAMADO AMÉRICA ................................................. 453 La campaña «Paso de vencedores» ................................................. 455 Alvaro Fayad: «El pequeño y grande hermano» . . . 461 «Una revolución abierta al mundo» ................................................ 466 472 La muerte de Boris y la unidad guerrillera . . . . Barco: «Mano tendida y pulso firme».................................... 478 Una etapa de reflexión .................................................................... 483

XIII.

LA GUERRA A LA OLIGARQUÍA ......................................................... 493 Nuevos ritmos en la unidad guerrillera ........................................... 495 Camila Michelsen ........................................................................... 501 Diario 5pm, «Pacto nacional por un gobierno de paz».................................................................. 509 La Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar . . . . 513 Campo Reencuentro ........................................................................ 516 Alvaro Gómez, prisionero de guerra ............................................... 523 La Cumbre de Usaquén................................................................... 534

XIV.

AHORA SÍ, LA RECTA EINAI .............................................................. 539 La iniciativa de Barco ..................................................................... 541 La distensión, un camino hacia la desmovilización . . 549

La transición y las mesas de trabajo .............................................. 555 El asesinato de Afranio Parra y las agresiones al proceso de paz............................................................................ 560 La incorporación y el adiós alas armas ....................................... 564 ANEXOS ....................................................................................................... 579

EPÍLOGO ..................................................................................................... 603 El sancocho de la paz, por Antonio Caballero .

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BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................... 609

Consideraciones iniciales

La historia de las luchas guerrilleras en América Latina está llena de páginas hermosas, cargadas de heroicidad, entrega y sacrificio, de esperanza, poesía y vida; todo ello, a pesar de vacíos, incoherencias y derrotas, generalmente expresadas en pérdidas de vidas, de muchas y valiosas vidas. Uno de los episodios que más me han impresionado en todos estos años, y que es muestra de la decisión y voluntarismo de una generación, me lo contó Jaime Paz Zamora siendo presidente de Bolivia. Se trata de la historia de Néstor, su hermano menor. En 1970, pasados tres años de la muerte del Che Guevara, se presentó un nuevo levantamiento armado en Bolivia, conocido como «La guerrilla del Teoponte», que se estableció en el norte del país. Hacia allá marchó Néstor—llamado Francisco dentro del grupo—junto con otros 45 compañeros en julio de 1970. Durante tres meses llevó un diario en el que relató los duros y difíciles momentos que vivieron asediados por un enemigo superior a cualquiera: el hambre. El 8 de octubre de 1970 (la misma fecha en que muriera el Che), Néstor Paz Zamora, agobiado por el hambre, en grado extremo de inanición, se recostó contra un árbol, rezó su última oración y allí murió. Quedó sembrado al pie del río Mariapo. De su guerrilla sólo sobrevivieron cuatro combatientes1. Esta página de la historia de la guerrilla en América Latina no es única. Valga recordar al poeta-guerrillero peruano Javier Heraud Pérez, quien a los 21 años, en Puerto Maldonado, capital del departamento de Madre de Dios, al sur del Perú, fue emboscado el 15 de mayo de 1963, un día antes de iniciar la marcha guerrillera. Murió y dejó sus poemas flotando en el río donde fue baleado. Muchas historias llenas de sentimiento y magia: las tumbas de Jairo Capera y Gloria Amanda Rincón, combatientes y dirigentes 1

1. Entrevista con el autor, octubre de 1989.

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del M-19 muertos en el Caquetá, a donde las gentes llegan los lunes, se persignan, dan tres golpecitos, rezan y se van. O el muro donde José Carrasco murió fusilado con trece balazos en la cabeza, en la primavera de 1986 en Santiago de Chile; allí permanentemente hay flores y velas encendidas como muestra de gratitud por sus milagros. Pepe, periodista y dirigente del MIR, murió al día siguiente del atentado al general Augusto Pinochet. O la historia cantada.de Gerardo Rebolledo y Liliana Hernández, Ojalando y Cristina dentro del M-19, quienes, rodeados, agotaron su munición y cumpliendo un pacto de dignidad, en un abrazo usaron sus dos últimas balas para ellos. Murieron, pero nunca los capturaron. O la historia de los comandantes Rodrigo y Támara. Ella era Cecilia Magni Camino. El, Raúl Pellegrini Friedman, jefe máximo del Frente Patriótico Manuel Rodríguez —FPMR— de Chile. Cuando fueron copados el 18 de octubre de 1988 en una zona rural, corrieron cogidos de la mano hacia el río Tinguiririca. Nunca se supo si murieron ahogados o si primero fueron capturados. Sólo se supo que murieron abrazados. O la muerte en 1976 de los montoneros Alberto (Tito) Molina y María Victoria Walsh, rodeados en una calle del Gran Buenos Aires; cuando ya sus compañeros habían logrado huir, cuando ya la batalla de dos horas estaba llegando a su final, entonces María Victoria se levantó de su parapeto y antes de poner fin a su joven vida con un disparo en la sien, gritó a los soldados: «¡Ustedes no nos matan! Nosotros elegimos morir». Cómo no recordar al Capitán Cerezo, José Luis Flórez y a su compañera Sayonara Sierra, ecuatorianos, dirigentes del grupo Alfaro Vive, ¡Carajo!, partícipes del Batallón América, muertos en Quito, en octubre de 1986, tras largas horas de enfrentamiento. Miles de historias para contar, pero ese no es el propósito central de este escrito. O sí lo es, pero específicamente para el caso del Movimiento 19 de Abril, M-19. La historia de América Latina a partir de la segunda mitad del presente siglo ha estado atravesada por el fenómeno de la guerra de guerrillas. La primera concreción del objetivo central que se pretende mediante la lucha armada revolucionaria, la toma del poder, se presenta en Cuba el Io de enero de 1959. Para algunos

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autores éste es el inicio de la Primera Ola2, caracterizada por el surgimiento de grupos guerrilleros rurales, y más tarde urbanos, en todos los países del continente, y por el posterior —casi inmediato— fracaso de la gran mayoría de esos intentos. Las derrotas fueron más numerosas que los triunfos y esto se explica por la solidez y capacidad del enemigo que se pretendía derrotar (el Estado) y por los mismos errores y carencias de los revolucionarios. Con el triunfo de la revolución cubana hubo un auge de grupos guerrilleros de características foquistas, vanguardistas y militaristas que buscaban implantar una revolución socialista de carácter continental; la mayoría de estas experiencias fueron derrotadas militarmente al poco tiempo. Pero no fue del todo una derrota política. La prueba es que muchas de ellas se reactivaron y en muchos países volvieron a levantarse en armas grupos de jóvenes que, asimilando las experiencias anteriores, reiniciaron la lucha con nuevos planteamientos y mayores perspectivas. La semilla había quedado plantada; las malas condiciones sociales y económicas de las mayorías estaban intactas, incluso se habían agudizado con la presencia de regímenes militares durante la'década de los años setenta: tres cuartas partes de los habitantes de América Latina vivían bajo regímenes dictatoriales. La primera gran lección que se asimiló tenía que ver con la teoría del foco que había arraigado profundamente en la conciencia de los revolucionarios latinoamericanos; esta guía para la acción de las organizaciones se convirtió en una desviación foquista sustentada por el francés Regis Debray en su trabajo ¿Revolución en la revolución?, editado por primera vez en Cuba en 1967. Allí se planteaba que para conformar la vanguardia histórica había que empezar desde «lo más pequeño que es el foco guerrillero, núcleo del ejército popular»3, pero descartaba el papel de las masas en la revolución. Esta teoría, que también hizo sus estragos en los primeros años de

2. Jorge Castañeda, La utopía desarmada, Editorial Joaquín Mortiz, S. A. de C. V., México, 1993, p. 107. La misma periodización ha sido utilizada por otros analistas e investigadores del tema. Eduardo Pizarro, director del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Bogotá, la ha considerado en varios de sus escritos. Martha Harnecker habla de «generaciones» y considera que estamos en la tercera. 3. Regis Debray, ¿Revolución en la revolución?, Fondo de ( dtura Popular, Lima, 1968.

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existencia de las organizaciones armadas urbanas, entró en crisis cuando se presentó la Segunda Ola. La guerrilla urbana adquirió dimensiones poderosas entre 1968 y 1973. Surgió de diversas vertientes ideológicas y políticas que mezclaban el socialismo, el cristianismo, el guevarismo, el nacionalismo y, obviamente, el marxismo. Para las organizaciones guerrilleras que libraban su lucha en el campo, las ciudades eran apenas un apéndice, una zona de retaguardia, de logística y de abastecimiento. En las grandes ciudades la guerrilla se fue nutriendo de vastos sectores de pobladores y de la pequeña burguesía radicalizada por la represión que ejercían los militares desde el poder en casi todo el centro y sur del continente, y por la creciente pauperización que registraban nuestras grandes urbes. Mucho se ha especulado en todos estos años sobre el papel que desempeñaron los cubanos frente a las organizaciones guerrilleras en otros países latinoamericanos. Las posiciones van desde los tradicionales enemigos de Cuba, a la que endilgan la «exportación de su revolución», hasta los leales a la Isla, que descartan cualquier injerencia de ella en el proceso de la lucha armada durante el período que va después de enero de 1959. El velo se ha corrido —parcialmente— con el libro de Jorge Castañeda, donde al analizar el papel de Manuel Piñeiro, exdirector del departamento de América del comité central del Partido Comunista Cubano, señala: En sus inicios, Piñeiro y los intentos que hizo la revolución de atizar el fuego de la revuelta en todo el continente fueron el capítulo más heroico de la epopeya cubana. La utopía de Fidel, de exportar la revolución (desde los primeros desembarcos de la guerrilla en Venezuela y la República Dominicana hasta el sacrificio del Che en Bolivia, incluyendo a los incontables cubanos que lucharon o contribuyeron a que otros se lanzaran a una guerra de guerrillas que duró más de tres décadas), dio lugar a algunas de las mejores horas de la experiencia cubana: generosas, idealistas, sin egoísmo alguno. En los breves momentos de victoria o de éxito, y durante los largos años de derrotas y penas, los cubanos estuvieron junto a sus amigos, se preocuparon de las viudas, los huérfanos y los mutilados que sobrevivieron a la Guerra de los Treinta Años del hemisferio; abrieron sus puertas a muchos que no tenían a dónde ir y dieron lo mejor de sí mismos para contribuir al cambio en América Latina4.

4. Jorge Castañeda, op. cit., p. 67.

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Pero es el chileno José Rodríguez Helizondo quien ha tocado más a fondo el tema de la influencia e injerencia cubana sobre la izquierda latinoamericana. Y lo hace desde las «seis tesis» (aplicables a la Primera Ola) a que hace referencia Castañeda en el trabajo mencionado, pero que Rodríguez Helizondo las profundiza en La crisis de las izquierdas en América Latina. Considera que ellas son el punto de encuentro en la elaboración teórica, un acuerdo mínimo entre quienes han estudiado o asesorado lo que él llama «la ultraizquierda latinoamericana», y «...conforman la base de una ideología mínima o específica de la ultraizquierda continental». Señala: La primera tesis es, obviamente, la del carácter continental de la revolución latinoamericana... La segunda tesis es la del carácter socialista de la revolución continental... La tercera tesis postula que la revolución socialista continental sólo puede desencadenarse a través de las formas y métodos de la lucha armada... La cuarta tesis afirma el rol dirigente de la pequeña burguesía radicalizada... La quinta tesis afirma que la revolución, en el plano político, sólo tolera alianzas revolucionarias... La sexta y última tesis es la que declara la caducidad de los partidos comunistas latinoamericanos como instrumentos revolucionarios válidos5.

Una Segunda Ola6 se presentó al triunfo de la revolución popular sandinista en Nicaragua y con los avances del proceso insurgente en El Salvador, nuevos paradigmas para la mayor parte de la izquierda latinoamericana. Con estos hechos se combinaron otros factores: el cáracter amplio de las alianzas; la fusión de lucha de masas y lucha político-militar; un discurso ajeno a dogmatismos; el carácter de la guerra y, por ende, la conformación ya no de pequeñas unidades de guerrilla sino de estructuras militares con amplia capacidad de enfrentamiento y maniobra; la búsqueda de apoyo y reconocimiento en la comunidad internacional; la comprensión e

5. José Rodríguez Helizondo, La crisis de las izquierdas en América Latina, Ed. Nueva Sociedad, Caracas, 1990. 6. El cubano Alberto Prieto considera cuatro olas o etapas: 1) 1926-1953, las guerrillas de Farabundo Martí y Sandino caracterizados como demócrata-revolucionarios. 2) Entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y la Revolución Cubana, período en el que se presentan guerrillas liberales en Colombia y las de Castro en Cuba. 3) Al triunfo de éste, en 1959, se forman guerrillas en casi todo el continente, que buscaban reproducir la victoria cubana. 4) Etapa iniciada en 1978 con el desarrollo de la guerra en Nicaragua. Alberto Prieto, Guerrillas contemporáneas en América Latina, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 1991.

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inclusión de elementos políticos e ideológicos generalmente despreciados por la izquierda, como el carácter nacionalista de la revolución y la lucha por la democracia, que pasa a ser el eje central de todo el debate ideológico; y la posibilidad de llegar a soluciones políticas negociadas para así cortar el enfrentamiento armado, es decir, la posibilidad de alcanzar la paz. El caso del M-19 que nos ocupa lo inscribimos dentro de esta Segunda Ola, aunque su surgimiento ocurre varios años antes del triunfo sandinista en Nicaragua o del desarrollo de las organizaciones político-militares de El Salvador. Por supuesto que todo esto no fue una conducta ni un comportamiento generalizado, pero sí se puede decir que ha sido una tendencia marcadamente dominante. De allí podría señalar que una Tercera Ola se inauguró desde finales de la década de los años ochenta y se afianzó en estos primeros años de los noventa. Ahí se ubican los procesos de negociación o inserción que están en desarrollo o que ya han adelantado organizaciones como Alfaro Vive, Carajo del Ecuador; el Movimiento 19 de Abril, M-19, el Ejército Popular de Liberación, EPL, el Quintín Lame, el Partido Revolucionario de los Trabajadores, PRT, la Corriente de Renovación Socialista, y algunos frentes de organizaciones pertenecientes a la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar en el caso colombiano; el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, de El Salvador; la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG, de Guatemala; el Frente Patriótico «Manuel Rodríguez» de Chile; las Fuerzas Populares Revolucionarias «Lorenzo Zela- ya» y el Frente Morazanista, de Honduras, y los Tupamaros en Uruguay. Casi sin excepciones, durante décadas, nuestras sociedades han estado marcadas por una permanente crisis política reflejada en la exclusión, la antidemocracia, el fraccionamiento, la carencia de legitimidades, la marginación, la ausencia de integración; una sumatoria de desigualdades manifestadas en partidos únicos, regímenes militares, guerrillerismos autoritarios, modelos impuestos e intolerancias políticas; todo ello para entregarle a nuestras naciones altas dosis de violencia. Y si a esto agregamos nuestra ancestral crisis económica y social, tenemos el caldo de cultivo y el escenario propicio para una constante rebeldía. México es un crudo ejemplo de ello. Cuando el 1° de enero de 1994 los diarios desplegaban en grandes titulares las noticias rela-

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donadas con la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio, TLC, entre Canadá, Estados Unidos y México, cuando muchos celebraban con ello su ingreso al Primer Mundo, se presenta un típico alzamiento del Tercer Mundo: la rebelión de los indígenas del estado de Chiapas comandada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, EZLN. Esta organización, que retoma los conceptos villistas y zapatistas de 1910, acoge elementos militares del proceso centroamericano al desatar la que ha sido considerada en el continente como la acción rebelde de mayor envergadura en el medio rural desde la revolución de 1910. Pista visión de la historia del M-19 que presentamos a continuación pretende ofrecer, en forma integral, una serie de elementos hechos y documentos, en algunos casos inéditos, que tienen gran importancia por encontrarse incorporados a la historia política colombiana.

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I. Los orígenes



Antecedentes

Los acontecimientos que se presentaron al medio día del viernes 9 de abril de 1948, cuando cayó asesinado Jorge Eliécer Gaitán, marcaron la historia de Colombia y a sus protagonistas durante muchos años. La violenta reacción popular por la desaparición del caudillo quedó grabada en la memoria de las generaciones que vendrían. Dos años antes, en las elecciones de 1946, Gaitán obtuvo 358.957 votos frente a 441.199 de Gabriel Turbay, candidato oficial del liberalismo, demostrando así el arraigo que sus tesis tenían en los sectores más empobrecidos: A Gaitán lo asesinó la oligarquía. Y lo mató porque él quería instaurar la democracia. Gaitán había logrado revivir el movimiento popular, el cual estaba adquiriendo dimensiones impredecibles. Y esto amenazaba los intereses de la oligarquía conservadora que detentaba entonces el poder. Gaitán despertó en el pueblo expectativas de triunfo. Le enseñó que, un día, el poder de los pobres triunfará sobre el poder de los ricos... Y así iba a ocurrir... Por eso lo mataron...1.

En los años siguientes se vivió el desarrollo de una contienda civil no declarada a la que se llamó la Violencia y que según cálculos diversos dejó cerca de 300 mil muertos. Liberales y conservadores pobres se mataron durante un lustro en una guerra fratricida; al calor de los enfrentamientos se gestó en los Llanos Orientales un poderoso movimiento armado con características de ejército que sólo pudo ser controlado en 1953, cuando el teniente general Gustavo Rojas Pinilla, en un incruento golpe de Estado apoyado por liberales y conservadores, asumió la Presidencia de la República, el sábado 13 de junio de 1953. En menos de un año se logró la pacificación de las guerrillas de los Llanos Orientales que, bajo 1 1. Entrevista a Jaime Bateman. Patricia Lara, Siembra vientos y recogerás tempestades, Planeta Colombiana Editorial. S. A.,

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el liderazgo de Guadalupe Salcedo, Eduardo Franco Isaza, los Bautistas, los Fonsecas y el Tuerto Giraldo, conformaron un ejército heterodoxo de 20 mil hombres. Después de la pacificación, los guerrilleros fueron traicionados y algunos de sus dirigentes, entre ellos Guadalupe Salcedo, asesinados. Durante el gobierno de Rojas se presentaron hechos que condujeron a su rápido deterioro: los sucesos violentos de la Plaza de Toros de Bogotá el 5 de febrero de 1956; la muerte del estudiante Uriel Gutiérrez el 8 de junio de 1954 en la Universidad Nacional y la masacre de estudiantes al día siguiente en la carrera séptima; la explosión del 6 de agosto de 1956 en Cali; el bombardeo a Villarrica y Cunday, Tolima; además de permanentes denuncias de corrupción entre sus allegados. Antes de cumplir cuatro años como dictador, Rojas Pinilla fue reemplazado —el 10 de mayo de 1957— por un pentavirato, junta militar nombrada por él y apoyada por liberales y conservadores, integrada por los generales Gabriel París, Deogracias Fonseca, Rubén Piedrahíta, Rafael Navas Pardo y Luis E. Ordóñez. En el ocaso del gobierno de Rojas, y una vez se produjo su salida de la Presidencia, Alberto Lleras y Laureano Gómez, representantes de los partidos liberal y conservador, firmaron los principales acuerdos del Frente Nacional en Benidorm y Sitges, España. Los pactos políticos del Frente Nacional institucionalizaron la alternación de los dos partidos en la Presidencia durante un período de 16 años a partir de 1958, así como la paridad entre ellos para el ejercicio del poder y su responsabilidad conjunta en la actividad del Gobierno. En esta expresión política de los partidos liberal y conservador se encuentra una de las principales causas para el posterior surgimiento del M-19. El manejo bipartidista produjo también disidencias tácticas que rápidamente fueron superadas. Con la consigna «Pasajeros de la revolución, favor pasar a bordo», Alfonso López Michelsen conformó en 1960 el Movimiento Revolucionario Liberal, MRL, (inicialmente denominado Movimiento de Recuperación Liberal). El hijo del Ejecutivo, como fue llamado López, encabezó la «Revolución en marcha» que lo postuló a la Presidencia de la República para las elecciones de 1962. ElMRL adoptó una «línea dura» que se caracterizó por su virulenta defensa de la Revolución Cubana y por una cierta simpatía con los procesos de lucha armada que ya empezaban a presentarse en Colombia y en el continente.

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De las filas de la Juventud del MRL salieron dirigentes políticos que pasaron a hacer parte de los nacientes grupos guerrilleros. Ese fue el caso de Manuel Vásquez Castaño, uno de los fundadores del ELN con sus hermanos Fabio y Antonio. Una anécdota, vivida por Luis Otero Cifuentes, Lucho, quien años más tarde fuera uno de los fundadores y dirigentes del M-19, sirve para ilustrar los candentes momentos que se vivían: en octubre de 1962 llegó al país Teodoro Moscoso, representante para América Latina de la Alianza para el Progreso; en nombre de su institución vino a inaugurar el barrio Ciudad Techo (hoy Ciudad Kennedy). A su arribo a la urbanización fue atacado con huevos y tomates por un grupo de seis menores de edad, miembros de la Juventud Comunista; ellos eran: Lucho Otero, Armando Orozco Tovar, Hernando González Acosta, Guillermo Pulido, Julio César Pachón y Hernando García. Los «revoltosos» fueron apresados y se desató la solidaridad con esta acción calificada por Otero como el «primer operativo urbano antiimperialista». A las pocas semanas, luego de ser liberados, fueron condecorados por el mismo López quien les impuso el escudo de las Juventudes del MRL2. Y mientras esto acontecía en Colombia, ya en Cuba se estaba consolidando la revolución que el 8 de enero de 1959 había llevado a La Habana al Movimiento 26 de Julio, M-26, comandado por Fidel Castro. Este hecho repercutió en toda América Latina y radicalizó a la juventud que al grito de «aquí y ahora» se dio a la tarea de convertir la cordillera de los Andes en la Sierra Maestra de América, como lo propusiera el Che. Cuba representaba una amenaza para los intereses norteamericanos no sólo en la Isla, sino por su efecto de demostración en toda la región. Por último, y sobre todo desde esta perspectiva, la Revolución Cubana nació con una ambición latinoamericana. Proclamó desenfrenadamente su intención de atizar el fuego de la revolución en todo el continente, contemplando la repetición de la experiencia cubana en otras partes de la región como uno de sus deberes principales y como su esperanza de sobrevivencia3.

2. Luis Otero Cifuentes, entrevista inédita, Bogotá, noviembre Io 3. Jorge Castañeda, op. cit., p. 82. Este texto de Castañeda, en general, contempla un análisis, balance y comentarios del proceso revolucionario en América Latina a la luz de la

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Efectivamente, en la década de los años sesenta fueron apareciendo—y también desapareciendo— distintos movimientos guerrilleros a lo largo y ancho del continente: En Guatemala, luego de los años que se sucedieron a la caída del demócrata Jacobo Arbenz, se presentaron varios levantamientos militares como el del 13 de noviembre de 1960, en el que actuaron los oficiales Luis Augusto Turcios Lima y Marco Antonio Yon Sosa quienes, a la cabeza del Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre, MR-13, iniciaron la acción guerrillera en 1962. Un año después se conformaron las Fuerzas Armadas Rebeldes, FAR, en las que participaron el Partido Guatemalteco del Trabajo y el MR-134. En Nicaragua, el 23 de junio de 1961, los jóvenes Tomás Borge Martínez y Carlos Fonseca Amador iniciaron la lucha armada a través del Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN. La confrontación en Venezuela, durante los primeros años de la década del sesenta, fue extremadamente violenta. Surgieron en esa época las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, FALN, como brazo armado del Partido Comunista de Venezuela; desde esa trinchera, oficiales rebeldes de las Fuerzas Armadas lucharon contra el gobierno de Rómulo Betancourt. La dirección de las FALN estuvo durante mucho tiempo a cargo del teniente coronel Juan de Dios Moneada, preso durante varios años. Los estados de Falcon y Yaracuí fueron los centros donde se establecieron los frentes del PCV, del MIR, de las FALN y del Frente de Liberación Nacional, FLN. En el caso del Perú, el movimiento armado tuvo sus orígenes en las luchas campesinas lideradas por Hugo Blanco en 1960. Estos, organizados en torno a la lucha por la tierra, generaron en el Valle de Concepción y Lares un amplio movimiento que contó con adeptos especialmente entre la intelectualidad y el estudiantado. En el Partido Comunista Peruano, al igual que en muchos otros, se produjo la separación de jóvenes que fueron a nutrir el Ejército de Liberación Nacional, ELN, y el Movimiento de Izquierda

4. Cabe anotar que tanto los partidos comunistas de Venezuela y Colombia, como el Partido Guatemalteco del Trabajo (Comunista) fueron las únicas agrupaciones de ese tipo que se lanzaron a la lucha armada. En el resto del continente se negaron a adoptar esta forma de lucha y radicalizaron su posición frente a las nacientes

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r Revolucionaria, MIR, organizaciones que en 1962 se lanzaron a la lucha en los departamentos de Cuzco, Junín y Ayacucho5. En Brasil apareció en 1961 la Acción Libertadora Nacional, ALN, dirigida por el exdiputado comunista Carlos Marighella, a quien muchos consideraron como «el padre de la guerrilla urbana en América Latina». Marighella teorizó sobre esta forma de lucha y la desató en Rio de Janeiro, Sao Paulo y Belo Horizonte. Emboscado el 5 de noviembre de 1969 en las calles Lorena y Casabranca de Sao Paulo, fue baleado por dos mujeres de los cuerpos de seguridad del Estado. De esta pérdida nunca se pudo reponer la ALN. El asalto al Club de Tiro Suizo, con sede en la ciudad de Colonia, en la República Oriental del Uruguay, «la Suiza de América», realizado en la noche del 31 de julio de 1963 por un grupo armado que se llevó un viejo arsenal, fue el origen del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, MLN-T, organización guerrillera urbana que se dio a conocer al sustraer la bandera del procer José Gervacio Artigas. Fueron sus fundadores: Raúl Séndic, Eleuterio Fernández, Julio Marenales y Jorge Manera. La experiencia tupamara inauguró la guerra de guerrillas en la ciudad; cabe anotar que el ejemplo y- experiencia de los Tupamaros, así como la presencia de algunos de sus miembros, va a ser de gran utilidad para el M-19 en Colombia. La muerte de Ernesto Che Guevara, el 8 de octubre de 1967 en Bolivia, dio al traste con su proyecto inicial de incorporar en un solo frente a todos los revolucionarios latinoamericanos y a todas las organizaciones que creían en el carácter continental de la lucha. El Ejército de Liberación Nacional de Bolivia libró bajo la conducción de Guevara sus últimos combates. Años más tarde, en 1974, se presentó un intento de revivir las ideas intemacionalistas del Che: el Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros) de Uruguay, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile, el Ejército de Liberación Nacional de Bolivia y el Ejército Revolucionario del Pueblo de Argentina firmaron una declaración conjunta en la que anunciaron su decisión de unidad en la llamada Junta Coordinadora Revolucionaria. En México, desde comienzos de la década de los años sesenta se había tratado de organizar un movimiento guerrillero con varias expresiones: la Liga 23 de Septiembre, las Fuerzas Arma5. Héctor Bejar, Perú 1965: una experiencia guerrillera, Campodonico-Moncloa Editores Asociados, Lima, 1969. Este libro, escrito desde la cárcel, fue Premio Casa de las Américas

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das Revolucionarias del Pueblo, FARP, el Frente Urbano Zapa- tista, FUZ, el Movimiento de Acción Revolucionaria, MAR, los Comandos Armados del Pueblo, las Fuerzas Armadas de Liberación, FALN, la Liga Armada Comunista y las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo, FRAP.Pero los dos proyectos más serios fueron la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria, ACNR,dirigida por Genaro Vásquez Rojas, y el Partido de los Pobres, dirigido por Lucio Cabañas Barrientos. Los intensos debates que se produjeron en el Partido Comunista de El Salvador dieron origen, en 1969, a las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí, FPL, organización que asumió la lucha armada. En años posteriores, nuevos distanciamientos dentro del PC llevaron a la conformación del Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP, en el que militó el poeta Roque Dalton, asesinado por sus propios compañeros. La experiencia de la década del sesenta, referente a la estructuración de organizaciones guerrilleras en la Argentina, fue muy rica. La provincia norteña de Tucumán fue el escenario de varios levantamientos armados, entre los que se destaca el protagonizado por Jorge Ricardo Masseti, quien conformó el Ejército Guerrillero del Pueblo, EGP, en 1963. Posteriormente, desde las filas del peronismo, se constituyeron las Fuerzas Armadas Rebeldes y las Fuerzas Armadas Peronistas. Estos y otros intentos fueron desarticulados pronto, con la lógica consecuencia del apresamiento, tortura, desaparición o muerte de sus integrantes. El 29 de mayo de 1970, con el «ajusticiamiento» del general Pedro Eugenio Aramburu, se dio a conocer el Movimiento Peronista Montoneros, organización de carácter nacionalista. Extrañamente, Montoneros tuvo sus orígenes en jóvenes provenientes de la Juventud Estudiantil Católica y sobre ellos ejerció una gran influencia el mensaje del cura guerrillero colombiano Camilo Torres Restrepo, difundido en Argentina por el sacerdote jesuita Carlos Mugica. Entre los fundadores de Montoneros se encuentran Mario Eduardo Firmenich, Fernando Adal Medina, Carlos Gustavo Ramus y Emilio Angel Maza6.

6. Una historia más extensa sobre los montoneros y su relación con la izquierda latinoamericana está en Jorge Castañeda, op. cit., pp. 15-24. Aunque el texto clásico que relata antecedentes, desarrollo y fin de los montoneros, es el

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' En Chile, una pieza clave dentro del proceso revolucionario fue la conformación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, el 15 de agosto de 1965. Fundado entre otros por Miguel Enríquez, Dagoberto Pérez, Andrés Pascal Allende, Bautista van Schowen y Edgardo Enríquez, se estructuró en los años de la dictadura como un grupo guerrillero que impulsó la resistencia. El Movimiento Obrero Estudiantil Campesino, MOEQ fue el primer grupo guerrillero que apareció en Colombia al calor del ejemplo generado por la Revolución Cubana. El 7 de enero de 1960 se dio a conocer y el 20 de julio del mismo año realizó su primer congreso en el que una mayoría, dirigida por Antonio Larrota, aprobó la puesta en marcha de la lucha armada. El primer frente guerrillero se instaló en Urabá, en donde cayeron los hermanos Gleidys e Idolfo Pineda. Otro frente que se intentó abrir en el departamento del Cauca, en cercanías de Tacueyó, fue liquidado con el asesinato de Larrota por parte de un bandolero apodado Aguililla. A partir del III Congreso esta organización se dividió; algunos de sus miembros fueron a nutrir el proyecto del ELN. En otros intentos por desarrollar la lucha armada se encontraba ' Federico Arango Fonnegra, quien inició la actividad guerrillera en 1963 y murió el 15 de septiembre de ese año, cuando intentaba conformar un foco en el Territorio Vásquez, en cercanías del municipio cundinamarqués de Yacopí. El 31 de marzo de 1962 se conoció la existencia del Frente Unido de Acción Revolucionaria, FUAR, grupo que contaba con la dirección de Luis Emiro Valencia y su esposa Gloria Gaitán, hija del caudillo asesinado. El 20 de julio de 1964, con un programa eminentemente agrario, surge el Bloque Guerrillero del Sur, organización identificada con las propuestas y postulados del Partido Comunista Colombiano. En su declaración y programa, se lee: La realización de este programa agrario revolucionario dependerá de la alianza obrero-campesina y del Frente Unido de todos los colombianos en la lucha por el cambio de régimen, única garantía para la destrucción de la vieja estructura latifundista de Colombia7.

La II Conferencia del Bloque Guerrillero del Sur, realizada en abril de 1966, decidió su transformación en Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. Entre 1966 y 1970 se presentó 7. FARC, Declaración y Programa, Marquetalia, julio 20 de 1964.

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un período de crecimiento en las FARC. Con toda la euforia y efervescencia que vivía el movimiento revolucionario, la guerrilla se volvió un objetivo para muchos jóvenes de la ciudad. Hay particularmente un grupo de militantes de la Juventud Comunista que, disintiendo de muchas prácticas de su organización, buscaron vincularse con el frente armado. Este hecho se constituye en el principal antecedente de la posterior formación del M-19. Cuando a mediados de la década del sesenta, Jaime Bateman Cayón, Iván Marino Ospina y Luis Otero Cifuentes se encontraban militando en la Juventud Comunista, Juco, desarrollaron una lucha contra algunas políticas del Partido Comunista y de su grupo juvenil; se constituyeron al interior como una especie de corriente de opinión marcadamente favorable a la lucha armada. Lucho Otero, por ejemplo, había estado en 1964 en Cuba recibiendo instrucción militar y combatiendo en las montañas del Escambray a los contrarrevolucionarios. Antes, en 1963, junto con Bateman y Ospina, fueron enviados a la Unión Soviética; a su regreso, en parte por los problemas que con ellos se generaron en la Juco, se dio su ingreso a las FARC Cuando se produjo el cerco en Marquetalia en mayo de 1964, el Partido Comunista envió a uno de sus dirigentes, Luis Morantes, conocido posteriormente como Jacobo Arenas; como su secretario fue designado Hernando González Acosta, dirigente juvenil y muy amigo de Otero y Bateman. González fue el encargado de sacar de la zona de Marquetalia a los camarógrafos franceses que habían realizado una película sobre los combates con el Ejército, y en cumplimiento de esa misión fue emboscado y muerto cerca a Riochiquito en septiembre de 1966. González tuvo una gran amistad con Bateman y ejerció una fuerte influencia sobre él; casi que a sucederlo en sus actividades en las FARC se va Jaime Bateman en ese año. Allí desempeñó las labores de logística y de formación junto a Jacobo Arenas: ...mi misión era más de comisario político que de combatiente. O sea que me dedicaba a la labor ideológica, labor de preparación política, de organización8.

Bateman se trasladó posteriormente con Ciro Trujillo (comandante de las FARC) al Quindío, donde ya se encontraba Iván

8. Entrevista a Jaime Bateman. Germán Castro Caycedo, Editora Nuevo Día í.tda., Bogotá, 1980.

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Marino Ospina, su gran amigo. Al poco tiempo, Otero tomó el camino de la guerrilla donde se desempeñó inicialmente como instructor en explosivos y después como profesor de mandos y combatientes en la región de El Pato. Alvaro Fayad, que para ese entonces era segundo secretario del Regional Bogotá del Partido Comunista, se fue a la guerrilla en 1970 bajo las órdenes de Bateman; meses más tarde lo seguiría Carlos Pizarro en las mismas condiciones; este último había sido expulsado de la Universidad Javeriana, y en la Universidad Nacional era un dirigente juvenil cuando Otero lo conoció y envió al frente guerrillero. Por encargo de Manuel Marulanda Vélez y de Jacobo Arenas, jefes de las FARQ Bateman y Otero fueron comisionados para organizar desde las ciudades grupos que podían desarrollar actividades militares; se trataba de afianzar la red urbana de apoyo y de realizar ciertas tareas de guerrilla urbana. Para ese momento (1968), ya las FARC habían expulsado a Iván Marino Ospina, acusándolo de ser agente de la CIA. En la ciudad, Bateman y Otero, junto con Yamel Riaño, se encargaban de editar Resistencia, periódico de las FARC, y Estrella Dorada, publicación dirigida a los militares. A éstas y a muchas tareas de logística y de propaganda vinculan a otros jóvenes críticos e inconformes dentro del Partido, entre ellos Jorge Eduardo Carvajalino y Alvaro Fayad. En cumplimiento de su trabajo comenzaron los líos serios con el Partido Comunista que los acusó de querer dividirlos por lo que Bateman, Otero y Riaño se distanciaron de las FARC y del PC, y echaron a andar su propio proyecto. Sin embargo, mantuvieron sus relaciones con,el Estado Mayor de la organización guerrillera, hasta que Jaime Bateman fue expulsado definitivamente a mediados de 1972. Cuando estábamos en las FARC vimos que si no producíamos cambios en la forma de lucha el triunfo jamás se produciría, comenzamos a preguntarnos: entonces, ¿para qué soportamos tantos sufrimientos? Entonces, ¿para qué padecemos tantas penalidades? Y cuando quisimos resolver estas preguntas, entramos de inmediato en contradicción con el Partido Comunista (...) Yo decía que la guerra debía llevarse a la ciudad, que se combinara la guerrilla rural con la guerrilla urbana (...) Comencé a vincular gente a las FARC... En 1970 ese proyecto de un aparato militar urbano y rural principió a tomar fuerza. (...) Un día, estando aquí, me llamó un dirigente comunista para decirme que debía devolver las cosas del Partido que tuviera en mi poder...

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El Partido Comunista había resuelto expulsarme públicamente de sus filas. Se me acusaba de desarrollar una labor divisionista y de enviar a la guerrilla gente por mi cuenta... Le devolví al partido todo lo suyo: papeles y una pistola quizás9.

El 7 de enero de 1965, con la toma del municipio de Simacota en el departamento de Santander, se dio a conocer el Ejército de Liberación Nacional, ELN, conformado el 4 de julio de 1964, en un rancho campesino (la casa del capitán Parmenio) por la Brigada Proliberación Nacional José Antonio Galán formada en Cuba en 1962; fueron sus primeros impulsores Fabio Vásquez Castaño, Ricardo Lara Parada, Víctor Medina Morón y Eriberto Espitia. En su programa plantea: ...la formación de un ejército popular permanente, técnicamente equipado, disciplinado, que garantice las conquistas populares y defienda la soberanía nacional y constituya el apoyo más firme del pueblo. Este ejército estará formado, inicialmente, por los destacamentos del ELN y mantendrá sólidos y constantes lazos con las masas populares, de las cuales han surgido sus cuadros y sus combatientes. El ejército popular defenderá los más auténticos intereses patrióticos y nunca será un instrumento de represión contra ningún pueblo del mundo10.

A sus filas llegó, en septiembre de ese mismo año, el sacerdote Camilo Torres Restrepo, dirigente del Frente Unido. Antes de su ingreso a la guerrilla, Camilo se destacó como un preclaro líder político; su muerte, el 15 de febrero de 1966, estremeció a los colombianos y marcó a toda una generación de revolucionarios. Así relató Jaime Bateman esos momentos: Camilo hablaba sin tapujos, con sinceridad, sin pendejadas, con sencillez... Su discurso era muy elemental. La gente lo entendía. Además era de una gran amplitud. Para nosotros, esa fue la más importante de sus enseñanzas: esa, la de que en este país la revolución tiene que ser popular; esa, la de que hay que hacerla con todo el mundo, sin discriminaciones. El planteamiento de Camilo no era socialista. Tampoco era comunista. Era popular, democrático, antiimperialista... Y el Ejército de Liberación Nacional, en esa época, representaba mucho esa corriente... Su muerte me produjo ira y tristeza. Sí, mucha tristeza... Quizá en mi vida nunca he estado tan triste como cuando murió Camilo. No acostum9. Entrevista a Jaime Bateman. Patricia Lara, op. cit., p. 116. 10. ELN, Manifiesto de Simacota, enero 7 de 1965.

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bro llorar. No me gusta... Jamás lloro. Pero sí, cuando mataron a Camilo, tal vez lloré... Con su muerte, como con la de Gaitán, el país sufrió otra enorme frustración...al pueblo se le cerró otra puerta... a los pobres se les esfumó otra esperanza11.

Mientras tanto, en el noroeste antioqueño se presentaron una serie de levantamientos campesinos apoyados por el Ejército Popular de Liberación, EPL, que conformó su primera unidad guerrillera el 17 de diciembre de 1967, como «brazo armado del Partido Comunista de Colombia (Marxista-Leninista)», organización constituida en marzo de 1964. En el X Congreso realizado en julio de 1965, este grupo había anunciado su separación del tradicional Partido Comunista Colombiano, adhiriendo a las corrientes maoístas que tomaban fuerza en todo el mundo. Entre sus principales fundadores se encontraban Pedro Vásquez Rendón, Pedro León Arboleda, Libardo Mora Toro, Francisco Caraballo (proveniente del FUAR), Francisco Garnica, Ricardo Torres, Carlos Alberto Morales y Alfonso Romero, entre otros. En su programa inicial, el PCC (M-L) se propuso crear las «tres varitas mágicas» de la revolución: partido, ejército y frente patriótico: Este programa es el contenido estratégico-social y popular de la revolución colombiana en la presente etapa histórica. Ponerlo en manos de las masas populares que, además de ser la fuerza motriz de la revolución, son la fuente de todo conocimiento. Confiar en ellas y conquistar su confianza combatiendo hombro a hombro por el desarrollo, perfeccionamiento y la ejecución de sus enunciados, es construir, consolidar y desarrollar el EPL, es destruir las fuerzas del enemigo en combate armado y construir la República Popular de Colombia11 12.

Existen otros hechos de carácter nacional e internacional, que pueden ser tenidos en cuenta como parte de los antecedentes que marcaron a una generación de colombianos que buscaba espacios para desarrollar su acción revolucionaria: el debate generado desde 1963 en los partidos comunistas del mundo entero, producto de la ruptura chino-soviética que, en el caso de los de América Latina, condujo a profundas divisiones que concluyeron en la radicalización, especialmente de las juventudes; la conformación

11. Patricia Lara, op. cit., pp. 87, 88. 12. EPL. Programa del Frente Patriótico de Liberación, FPL, diciembre 17 de 1967.

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del grupo Golconda que reunía en su seno a religiosos y seglares que encontraron en la vinculación con el pueblo la mejor manera de realizar el verdadero cristianismo; la masacre de la Plaza de las Tres Culturas del barrio Tlatelolco en Ciudad de México en 1968, donde murieron cerca de 300 jóvenes que luchaban por la autonomía universitaria; la invasión de 42 mil marinos norteamericanos a la República Dominicana el 29 de abril de 1965 y el levantamiento del coronel Francisco Caamaño Deñó en defensa de la democracia y de la Constitución; Ja «revolución» protagonizada en mayo de 1968 en Francia por miles de estudiantes que pretendían hacer estallar en pedazos un sistema que, decían, no les pertenecía; la invasión a Checoslovaquia, el 21 de agosto de 1968, cuando decenas de aviones AN-12 soviéticos interrumpieron «la primavera de Praga», el más hermoso experimento del socialismo con rostro humano que impulsara el mandatario Alex Dubcek; el fracaso de la «vía chilena al socialismo», que agudizó la polémica entre los partidarios de la lucha armada, la vía pacífica y su consecuencia de profunda crítica a la práctica de los partidos comunistas.

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El 19 de abril

En 1970, Colombia vivía un modelo de democracia excluyente con profundas desigualdades en lo social. En lo económico el presidente Lleras mostró resultados positivos: una deuda externa manejable de 1.685 millones de dólares; una balanza de pagos favorable y, a pesar de la actividad del movimiento campesino que protagonizó tomas de tierras en casi todo el país, la reforma agraria afectó solamente la tierra de colonización sin modificar la estructura agraria. Así, las elites gobernantes y los dos partidos tradicionales se sentían respaldados con un presidente que fue capaz de renunciar, de levantar el estado de sitio en 1968, de volverlo a implantar un día antes de elecciones y de promover una reforma constitucional. La abstención en las elecciones de mitaca (1968) fue de un 68.4%. A comienzos de 1970 estalló una fuerte agitación estudiantil en todo el territorio nacional. La FUN, Federación Universitaria Nacional, fue disuelta y la Universidad Nacional cerrada. La magnitud de la protesta universitaria fue tal, que hasta los claustros de carácter privado (Javeriana, Andes y Gran Colombia, entre otras) desarrollaron su lucha a favor de la universidad pública. En marzo se produjeron las marchas de los estudiantes hacia las grandes ciudades en busca de apoyo popular. Por los mismos meses se intensificó el accionar del movimiento guerrillero: las FARQ el ELN y el EPL venían desarrollando sus frentes de lucha en Antioquia, Santander, Huila, Magdalena Medio y los Llanos Orientales. Este es, a grandes rasgos, el panorama nacional cuando llega el 19 de abril, día de elecciones: El general Rojas Pinilla presenta un programa de diez puntos para las elecciones presidenciales de 1970, es un programa populista, no libre de ambigüedades. Planteaba que los gobernadores fueran de elección popular y no nombrados por el presidente, la nacionalización del

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comercio de importación, la enseñanza y medicina gratuita, una reforma agraria sobre la base de asignación de tierras no cultivadas, la nacionalización del Banco de la República, entre otros. Pero más allá del contenido del programa, lo importante fue la habilidad de su discurso para atraer a las masas descontentas y tocar sus sentimientos tradicionales, entre ellos, los sentimientos religiosos del pueblo. Su éxito popular en la campaña atraerá multitudes, conviertiéndose en el eje de la oposición, mientras el candidato del Frente Nacional verá disminuir su poder de convocatoria13.

El domingo 19 de abril, día de elecciones, por primera vez los colombianos votaron por un candidato diferente. El ganador indiscutible de los escrutinios iniciales fue Rojas Pinilla. El gobierno del liberal Carlos Lleras Restrepo, al suspender a las 18:00 horas las informaciones sobre resultados, bendecía un fraude que llevaría a la Presidencia al conservador Misael Pastrana Borrero. La diferencia Final fue de tan sólo 63.557 votos a favor del candidato oficialista. Carlos Toledo Plata, dirigente nacional de la Anapo, posteriormente fundador del M-19, relató así esos momentos: El 19 de abril, por la noche, la gente se concentró en las casas de Anapo. Estaba convencida de que tenía el poder... el pueblo bailó en las calles... Después informaron por la radio que el gobierno había suspendido en todo el territorio nacional la transmisión de los escrutinios, los cuales estaban dándole la mayoría a la Anapo. Me comuniqué por teléfono inmediatamente con Samuel Moreno, el yerno del general, quien había viajado a Bogotá. El me dijo que se estaba preparando un fraude y que debíamos movilizar a la gente a fin de tenerla alerta. (...) El pueblo se volvió agresivo... Me comuniqué entonces con María Eugenia Rojas que estaba en Bogotá en la casa del general. Me dijo que el Ejército los tenía bloqueados, que no permitiéramos que la gente hiciera acciones violentas14.

En esas elecciones la Anapo representó el 35.2% del total de los votos emitidos; para las elecciones seccionales de 1972, su votación fue del 18.8%, y en las presidenciales de 1974 se redujo a un 9.1%. La abstención en 1970 registró una baja al 54%: La derrota de 1970 tuvo un profundo efecto a nivel popular porque las masas estaban realmente dispuestas a defender el triunfo de su candidato, el general Rojas Pinilla. El 19 de abril, y también el 20, la gente 13.Antonio Navarro Wolf, entrevista inédita, sin fecha. 14.Carlos Toledo Plata, entrevista, Patricia Lara, op. cit., pp. 35-40.

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se lanzó a la calle pidiendo armas pero Rojas vaciló frente al clamor popular; la frustración que produjo ese hecho creó una base política que permitió el desarrollo de una organización como la nuestra y que, al tiempo, marcó el declinar histórico de la Anapo15.

Años más tarde, en carta abierta dirigida a María Eugenia Rojas (hija del general), el M-19 hizo un duro enjuiciamiento de la actitud asumida por su padre el 19 de abril de 1970: En 1970 el general Rojas le falló al pueblo. Ese día, abril 19, el pueblo de Colombia se sació votando contra esa casta infame y desvergonzada de políticos oligarcas. (...) Hasta ahora no sabemos qué causó más desconcierto y estupor en las masas, si el robo de las elecciones o la mansa actitud del resignado general Gustavo Rojas Pinilla. Las masas enardecidas permanecieron en pie de lucha durante varios días, esperando «órdenes» que jamás llegaron (...) Nadie mejor que el general Rojas pudo constatar ese amargo día, que no bastaba con el simple respaldo de las mayorías, si su voluntad podía ser, como en efecto fue, desconocida y pisoteada por los mandarines del sistema. Pero con el atropello las masas quedaron notificadas de que su opinión no sería tenida en cuenta, ni respetada por las oligarquías, mientras no esté' respaldada por una férrea organización político militar16.

15. Jaime Bateman Cayón, entrevista inédita, junio de 1979. 16. José Fajardo, Miguel Angel Roldán, «Carta abierta a María Eugenia Rojas», en Soy el Comanda7ite 1, Editorial j

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Los primeros pasos

Cuando ya el fraude estaba consumado, cuando ya las gentes que salieron a las calles vieron que por parte de las dirigencias de la Anapo no había ninguna reacción que significara defender el triunfo del general, entonces vino «la noche del reloj». El martes 21 de abril Lleras Restrepo decretó el estado de sitio y el toque de queda: «Son las 8 de la noche, a las 9 de la noche no debe haber gente en las calles», fue su tajante advertencia. Rojas Pinilla fue colocado en condición de vigilancia en su residencia y decenas de sus dirigentes arrestados. En los comicios de ese 19 de abril, los colombianos votaron para presidente, congresistas, concejales municipales y diputados a las asambleas departamentales. De los 118 senadores electos, Anapo obtuvo 38 cumies, el 32.2% de los escaños. En el caso de la Cámara de Representantes, la proporción se mantuvo: de 210 representantes, 71 correspondieron a la bancada de la Anapo, el 33.8% de los elegidos. Es de anotar que la mayoría de los congresistas electos por la Anapo se habían inscrito como anapo-conservadores (43 en el caso de Cámara y 26 en el de Senado). Entre los representantes electos estaban Israel Santamaría Rendón, por el departamento de Antio- quia, y Carlos Toledo Plata, por la circunscripción de Santander. En laAnapo hubo convicción del robo en las elecciones; y si bien es cierto que el resultado electoral le permitió alcanzar una importante cantidad de curules en cargos de representación a nivel nacional, departamental y municipal, las directivas anapistas comenzaron una serie de gestiones, legales o no, para impedir el fraude, o para evitar que se repitiera. Hay incluso un llamamiento a las Fuerzas Armadas por parte de Rojas Pinilla, para que ellas hicieran respetar el resultado del 19 de abril. El 20 de julio se instaló el Congreso y ya el día anterior el presidente de la República había decretado el estado de sitio en

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todo el territorio nacional. En constancia ante el Senado, los parlamentarios de la Anapo expresaron entonces: Se pretende que haya paz en un país que tiene la certeza moral de que a partir del 7 de agosto se le quiere imponer un presidente cuyo único título es una credencial espuria, expedida por personeros del sistema que creyeron ingenuamente que podían hacer esto sin peligro y ahora ven espantados que, hasta para la simple instalación del Congreso, necesitan concentrar sobre el Capitolio Nacional las fuerzas de tierra, mar y aire, dejando desguarnecido el resto del país, en manos hoy de los delincuentes que se han precipitado por la brecha moral, abierta el 19 de abril por los encargados de tutelar el derecho y la justicia. No. Así no habrá paz. Es inútil sindicarnos a nosotros como perturbadores. Porque preferíamos la paz buscamos el poder a través de unas elecciones, comportamiento que indicaba un acto de fe en la legalidad y la libre expresión ciudadana. Si tuviésemos que llegar a la verdadera subversión, la misma que predicó Carlos Lleras al desconocer la elección de Laureano Gómez y hacer la apología de las guerrillas, es porque el gobierno y el sistema nos ha empujado por ese camino17.

El contenido de ese documento deja en claro que en la Anapo existía un grupo de dirigentes decididos a crear un aparato militar en su movimiento para, así, canalizar la indignación y respaldar la voluntad popular: A partir del 19 de abril de 1970, Rojas comienza a pensar seriamente y a lamentarse de no haber tenido una fuerza capaz de responder a ese instante, si no de tomarse el poder, por lo menos de haber hecho algo. El comenzó a impulsar la creación, al interior de Anapo, de una fuerza capaz de hacerse respetar con las armas en la mano. No es que el General quisiera o concibiera una guerrilla. El no tenía ni idea de las alturas a que podía conducir el deseo de crear, al interior de un movimiento de masas como la Anapo, una organización armada. Yo creo que él no midió toda la dimensión de este proyecto. (...) Yo recuerdo que el general Rojas pensó mucho en Toledo para esta nueva etapa. Toledo era un hombre muy consecuente en todas las actividades de su vida, y siempre dejaba claro ante la Anapo que era un hombre vertical y muy leal al pueblo18.

17. Anales del Congreso, Bogotá, 22 de julio de 1970. 18.Entrevista a Israel Santamaría. Olga Behar, Las guerras de la paz, Editorial Planeta, Bogotá, 1990.

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Efectivamente, Carlos Toledo como Secretario de Agitación de la Anapo, recibió el encargo por parte del general Rojas, y paralela a su actividad como parlamentario, intentó conformar ese aparato militar interno. Toledo, médico de profesión, congresista desde 1968, había estado un tiempo en Argentina donde había vivido de cerca el proceso del peronismo, pero carecía de experiencia en lo militar; ese fue el gran obstáculo que encontró para poder cumplir con su propósito: Mi función era crear grupos de choque en cada departamento, en cada municipio, a fin de estar listos para actuar con las armas en caso de que nos quisieran robar el triunfo otra vez. Alcanzamos a comprar armas cortas, subametralladoras... Se crearon varios grupos armados... Pero la idea no funcionó en la práctica. No supimos organizar los grupos clandestinamente: ellos se financiaban legalmente, con el dinero que aportaban los anapistas. Entonces se sabía, así, que esa plata se iba a invertir en conseguir armas19.

Para dirigentes como Toledo, Santamaría, Almarales, José Cortés y muchos otros, el problema no era solamente de armas, o de construcción militar al interior. Sus preocupaciones iban mucho más allá. ¿Cómo darle a ese partido de masas una estructura diferente, una conducción revolucionaria? ¿Cómo impedir que el general Rojas fuera manejado por un amplio sector de derecha que tenía asiento en la dirección de Anapo? ¿Cómo independizar su propuesta política de los partidos tradicionales, si al interior existían corrientes o «alas» liberal y conservadora? La respuesta estaba en María Eugenia. Ella representaba y conducía un proyecto popular; la Capitana, que había propuesto el «socialismo a la colombiana», debía tomar plenamente las riendas de la Anapo. Y así fue. Ante la enfermedad del general Rojas Pinilla, su hija María Eugenia asumió la dirección del partido el 20 de junio de 1970. En términos orgánicos, se comenzó a preparar un congreso popular que tuvo lugar el 13 de junio de 1971 en Villa de Leyva, cuna del general. Esta fue una importante movilización política a la que asistieron cerca de 100 mil personas. Allí se propuso dar forma al partido y surgió la «Plataforma de Villa de Leyva», documento que intentó hacer una definición ideológica y organizativa, pero que en su desarrollo se encontró con serios tropiezos. Señala el documento en uno de sus apartes más importantes:

19.Relato de Carlos Toledo Plata. Patricia Lara, op. cit., pp. 37, 38.

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Alianza Nacional Popular es un partido nacionalista, revolucionario y popular que fundamenta su lucha sobre tres puntos esenciales: defensa de la soberanía patria, aplicación del socialismo dentro de las condiciones y características del país, y afirmación de que el hombre, como persona humana, debe construir la primordial preocupación del Estado. En Colombia no hay sino dos clases: explotadores y explotados20.

Sin embargo, el camino de la Anapo fue zigzagueante. En 1972, aparte de su cuasi derrota electoral, se producen una serie de desprendimientos que minan su accionan un grupo de parlamentarios dirigidos por Manuel Bayona Carrascal y Hernando Echeverri Mejía conformaron el MAC, Movimiento Amplio Colombiano, organización marcadamente de izquierda con afinidades al Partido Comunista. Pero si por el lado de la Anapo, que contaba con un indudable apoyo popular, la necesidad era de organización revolucionaria y de estructuras clandestinas, por el lado de quienes contaban con algo de experiencia y de elementos políticos y militares, existía una afanosa búsqueda de masas, de vincularse a un proyecto popular. Desde 1971 un grupo de jóvenes que habían estado vinculados inicialmente con la Juventud Comunista, Juco, y posteriormente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARQ confluyeron en la idea de conformar una organización distinta a las que transitaban la geografía revolucionaria en Colombia. Sus planteamientos iniciales eran muy elementales y eso los fue identificando: la necesidad de salir de las luchas «estériles» de la izquierda, de llevar la guerra a las ciudades, de armar a las masas para impedir que nuevamente se presentara un gran fraude electoral, la necesidad de pensar más en Colombia antes que continuar debatiendo los problemas de otros países. En esa búsqueda se encontraban: Jaime Bateman, conocido como Alonso, Rosendo o El Flaco, Luis Otero Cifuentes e Iván Marino Ospina, quien luego de su expulsión de las FARC había estado en Venezuela unido a las guerrillas de ese país hasta 1970. A ellos se fueron sumando otros más: en 1972 Alvaro Fayad, quien se había desempeñado como director de la escuela de comandantes de las FARC y había salido de la organización guerrillera por problemas de salud; Carlos Pizarro, quien desertó a los pocos meses; Augusto Lara Sánchez también salido del partido; Rosem-

20. «Plataforma de Villa de Leyva», edición mimeografíada, junio d 1971

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berg Pabón y Guillermo Elvecio Ruiz, expulsados del Regional del Valle; Gustavo Arias Londoño, quien había conformado un grupo llamado «Pijao Rebelde», en donde participaban estudiantes de la Universidad Nacional con trabajo en Girardot y El Espinal; Germán Rojas que hacía parte de una organización caracterizada como «marxista-leninista» llamada el FAL- FUL, Fuerzas Armadas de Liberación, Frente Unido de Liberación, que pretendía desarrollar la guerra popular en la región de Urabá, Antioquia. También estaban María Eugenia Vásquez, La Negra, Yamel Riaño, Miguel Angel Proaño (primer dirigente del M-19, muerto en el departamento del Cauca en un enfrentamiento con la Policía), Armando Orozco Tovar, Jorge Eduardo y Rubén Car- vajalino, Slendy Puentes, Humberto Ruiz, Afranio Parra, Esmeralda Vargas, Arjaíd Artunduaga, Otty Patiño, Gabriel Gómez, Peggy Kielland y otro al que llamaban El Mono Chocón. Algunos mantuvieron por un tiempo su militancia en el Partido Comunista o en las FARG Ese fue el caso de Afranio Parra: Yo seguí en las FARC, pero trabajando en conjunto con el grupo del Flaco. Eso duró por espacio como de dos años, y era algo secreto. Hacíamos trabajos en conjunto, en lo que podíamos ayudarnos... Estábamos el grupo en que yo estaba, que éramos de las FARC, y el grupo del Flaco, que en esa época se llamaba creo que Comuneros21.

Este es el grupo que a mediados de 1971, en una reunión en El Salitre, se constituye como Comuneros y que comienza la edición de una revista con el mismo nombre. Inmediatamente se vinculan Helmer Marín Marín y Gladys López, La Chola, quienes venían de participar en la Juventud Obrera Católica y luego en el ELN. En la primera dirección estaban Bateman, Iván Marino Ospina, Lucho Otero, Gustavo Arias y Germán Rojas. De la revista Comuneros salieron cuatro números, dedicados en su totalidad a proponer la unidad guerrillera entre las organizaciones que existían: FARC, ELN y EPL. A través de la revista se impartía instrucción militar, especialmente en lo relacionado con armas y se publicaban artículos sobre las organizaciones armadas. El primer número publicó una carta del comandante de las FARC, Manuel Marulanda Vélez, en la que planteaba que las guerrillas deberían extenderse a las

21. Entrevista a Afranio Parra. Ángel Beccassino, M-19 El Heavy Metal Latinoamericano, Fundación Editorial S t d i B tá 1992

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ciudades, que los tiros debían escucharse en todas partes; así mismo, un artículo de Fabio Vásquez Castaño, jefe del ELN. Comuneros elaboró un programa ideológico mínimo de seis puntos: 1) Lucha por la liberación nacional, hacia el socialismo. En esto es fundamental el rescate de los valores nacionales. 2) Apoyo al campo socialista, sin apelativos. 3) Unidad de las organizaciones guerrilleras. 4) Lucha contra el terrorismo y el sectarismo. 5) Lucha contra el dogmatismo. 6) Combinación de todas las formas de lucha22. Comuneros en lo orgánico comenzó a desarrollar acciones que le permitieran dotarse de un mínimo de recursos: Nuestro concepto era que nosotros teníamos que hacer una organización que resolviera los problemas que la izquierda no había podido resolver a nivel militar. Pensábamos que la política en Colombia había que hacerla no sólo con movilización de masas, con concientización de masas, sino armando a las masas, como un derecho elemental frente a lo que había sido un gran fraude electoral... Nosotros nos financiamos quitándole el dinero a los grandes oligarcas de este país. Inicialmente necesitábamos poco dinero. Ese período del 73 lo resolvimos con dos, - tres bancos23.

Uno de los primeros objetivos fue la colección de armas de Ponce de León, el dueño de la panificadora Levapán. Fueron 43 armas. La información salió a través de La Negra Vásquez, quien estudiaba con el hijo de Ponce; en ésta, como en todas las operaciones iniciales, participaba directamente Jaime Bateman. Y vendría la vinculación de más gente, como Vera Grabe; las charlas iniciales con sacerdotes como René García, del Movimiento Cristiano Golconda. Cuando ya el problema fundamental dejaron de ser los recursos económicos y logísticos, entonces Comuneros se acercó al sector de la Anapo liderado por Toledo, Santamaría y Almarales: Un día, en 1973, Mario, un compañero anapista, me contó que por ahí había unas personas que querían organizar grupos armados en la Anapo. Yo le contesté que les dijera que los organizaran y que si después deseaban hablar conmigo que hablaran. Mario les transmitió mi opinión. Por esos días esas personas contactaron también a Andrés

22. Luis Otero Cifuentes, op. át. 23. Entrevista a Jaime Bateman, en Germán Castro Caycedo, op. i

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Almarales quien, como yo, pertenecía a la Anapo. Andrés me explicó en qué consistía el proyecto. Se trataba de crear un movimiento armado que trabajara dentro de la Anapo, que fuera cobrando fuerza y que, sin desconocer la Dirección oficial, mantuviera su independencia como grupo interno. Yo estuve enseguida de acuerdo con el proyecto: coincidía con lo que yo venía haciendo sin obtener resultados significativos. A los pocos días Carlos Pizarra (el hijo del vicealmirante, quien acababa de abandonar las FARC) fue a Bucaramanga para hablar conmigo. Le dije que yo colaboraría con el proyecto dándoles información sobre los anapistas a quienes podrían vincular... Después, fue a verme a Bucaramanga Jaime Bateman...24 25. Bateman conocía mi participación en la Alianza Nacional Popular, por ser yo un activo dirigente de los sectores populares y por mi participación en las corporaciones públicas como crítico opositor al sistema. Esta fue la razón para interesarse en conversar conmigo. Una tarde llegó a mi consultorio y después de atender los pocos pacientes que esperaban, nos dedicamos a conversar sobre diferentes temas hasta altas horas de la noche en el restaurante Mateo '. Me contó los planes que tenía. Me explicó cómo debía hacerse el trabajo organizativo dentro de la Anapo. Me dijo que convenía contactar a los dirigentes más progresistas y hablar con María Eugenia para pulsar un poco su opinión sobre la organización que queríamos crear. Yo le contesté que creía que María Eugenia estaría de acuerdo con el proyecto porque ella era muy radical y hablaba siempre de la necesidad de formar grupos que pudieran defender el resultado de elecciones futuras, pero que yo no pensaba que debía hablarse con ella porque Anapo era muy heterogénea —ahí había de todo— y los militares nos podían infiltrar. Quedamos entonces, en que, en adelante, mi contacto sería otro compañero, Helmer Marín26.

Las siguientes reuniones de Toledo y Bateman se realizaron en Bogotá, aprovechando que el primero de ellos pasaba gran parte de su tiempo en la capital, en desempeño de sus actividades como parlamentario. Uno de los lugares escogidos por los dos dirigentes para sus encuentros era Le Pettit Café, un pequeño y discreto sitio en la carrera 15 con calle 77.

24. Relato de Carlos Toledo Plata. Patricia Lara, op. cit., pp. 38, 39. 25. Carlos T oledo Plata, El camino del triunfo: Jame Bateman. Toledo prologó este folleto (octubre de 1983) que básicamente es una síntesis y corresponde al informe final 26. Ibíd., p. 38.

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A mediados de 1973 se realizó en Cali una reunión en la que se sentaron las bases de un nuevo movimiento. Allí ya se encontraban las diferentes personas que meses más tarde serían convocadas a lo que podríamos llamar la I Conferencia. Después de mucho conversar, de muchos debates y muchos acuerdos, tras muchas discusiones, se decidió hacer una primera reunión amplia que se realizó hacia finales de 1973 en la finca Jalisco—cercana a Mesitas del Colegio—, propiedad de Milton Puentes (padre de Slendy Puentes), quien en ese momento era senador anapista por el departamento de Boyacá. Asistieron 22 personas y se discutió, entre otras cosas, cuál debería ser el nombre de esta naciente organización y cuál la forma adecuada para darse a conocer. Sobre el primer punto algunos, como Bateman y Otero, planteaban que se debería continuar con el nombre de Comuneros; otros tenían diversas propuestas: Ejército de los Pobres, Juventud Revolucionaria y más. Pero fue Alvaro Fayad quien, argumentando que hasta en el nombre se tenían que diferenciar de las organizaciones tradicionales, propuso el nombre que finalmente se aceptó: Movimiento 19 de Abril, M-19.

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II. La espada: No me saques sin razón, no me envaines sin honor

Primeras acciones

El año de 1974 estuvo marcado por la coyuntura electoral de abril. El cuatrienio del gobierno de Pastrana vio crecer la protesta popular expresada en huelgas, paros, tomas de tierra y en el avance del movimiento guerrillero, a pesar de los serios reveses sufridos por el ELNy de las divisiones dentro del EPL. En este año llegó a su fin la alternación presidencial del bipartidismo, y todo el sistema de distribución paritaria entre liberales y conservadores. Sin embargo, el desmonte del Frente Nacional no fue posible, en su totalidad, sino hasta 1978, cuando ya se eliminó el llamado «mili- metrismo» en ministerios y otros cargos en el gobierno. La Anapo se mantuvo a pesar de las disputas internas y del «bajón» electoral sufrido en las elecciones municipales y departamentales de 1972 (del 35.18% en 1970, en 1972 registró el 18.79% de la votación). Para muchos, las causas de esa decadencia estaban en la actitud vacilante de Rojas Pinilla el 19 de abril de 1970. Sin embargo, su conformación como «tercer partido», y las crisis propias del liberalismo y del conservatismo, expresadas en serias divisiones, le otorgaban una alta posibilidad de llegar, esta vez sí, a la Presidencia. Entre liberales y conservadores seguía existiendo la amenaza de un triunfo de la Anapo, pero sendas convenciones de los partidos tradicionales lanzaron como candidatos a Alfonso López Michel- sen y a Alvaro Gómez Hurtado, respectivamente, quienes terciarían con María Eugenia Rojas de Moreno Díaz, hija del general, escogida como candidata de la Anapo en el congreso realizado el 11 de octubre de 1973. Los tres candidatos citados eran «delfines», hijos de expresidentes de la República. De otro lado se conformó la UNO, Unión Nacional de Oposición, en la que participaron el Partido Comunista, el MAC y el MOIR, agrupaciones que presen

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taron como candidato a Hernando Echeverri Mejía, parlamentario que había sido electo por la Anapo en 1970. Ese es el panorama político nacional cuando ya se ha realizado la reunión en la que se conformó el M-19. Hasta esos momentos y posteriormente, aún sin profundizar en aspectos orgánicos, se notaba a las claras el liderazgo, la conducción e influencia que sobre el colectivo ejercía Jaime Bateman Cayón, El Flaco. No era solamente su imagen de guerrillero, del hombre que hacia las cosas, o del dirigente político que con argumentos convencía, era también su condición de ser humano, de amigo que estaba al lado de los suyos. Por eso, de hecho, el mando en el M-19 estaba en manos de Bateman. En la práctica, como segundo, se encontraba Ornar Vesga, quien había sido secretario general de la Regional del Valle del Partido Comunista. En la reunión constitutiva del M-19 se aprobó un plan para dar a conocer la nueva agrupación. El plan tenía dos ejes: el propagandístico, que buscaba causar un efecto ante el país y para ello se ideó una campaña de expectativa en varios diarios de circulación nacional. El segundo eje, de carácter político-ideológico aunque también propagandístico, llevaba implícito un mensaje nacionalista y latinoamericanista que se convirtió en el hilo conductor del accionar político y militar del M-19 durante los siguientes dieciséis años: la recuperación de la espada del Libertador Simón Bolívar. En ese momento recordaron que años antes habían hecho toda la «inteligencia» a la Quinta del Libertador, así que no era más que actualizarla, aunque en este caso lo hicieron con toda la preparación posible. La campaña propagandística consistió en publicar, en periódicos de circulación nacional, avisos que anunciaron la inminente salida al mercado de un nuevo producto. Por las características del mensaje contenido en los anuncios que aparecieron durante cuatro días, podía pensarse que se trataba de algún remedio contra parásitos. El diseño de los artes finales fue elaborado por Germán Rojas; el encargado de ir al diario El Tiempo para contratar su publicación fue Luis Otero Cifuentes. Los primeros avisos, que se publicaron en páginas interiores de cines, clasificados y sociales, tenían un fondo negro y en letras blancas se leía: «Ya llega M-19», «¿Parásitos... gusanos? espere M-19», «¿Decaimiento... falta de memoria? espere M-19», «¿Falta de energía... inactividad? espere M-19». Y al lado de las siglas M-19 dos triangulitos

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que más parecían un corbatín. El día 17 de enero de 1974 apareció elúltimoaviso: «HoyllegaM-19»1. Esta campaña que pudo costar cerca de medio millón de pesos, se canceló con el dinero obtenido en un primer secuestro que se hizo en conjunto con las FARC y del cual al M-19 le tocó una tercera parte. A las 5 de la tarde de ese frío miércoles, el M-19 sustrajo de la Quinta de Bolívar la espada y los espolines del Libertador; en el sitio y en habitaciones contiguas dejó su primera proclama titulada Bolívar., tu espada vuelve a la lucha. En el lado izquierdo de la proclama estaba impreso el mismo logotipo que había salido en varios periódicos los últimos días: los dos triangulitos en forma de corbatín y la sigla ✓

M-19. En la acción, comandada por Bateman, fue Alvaro Fayad quien rompió la urna de cristal y tomó en sus manos la espada guardándola bajo su ruana. Afuera estaba Bateman esperándolos, para de allí enrumbar hacia la sede del Concejo Distrital, escenario del segundo espectacular hecho. La acción de la espada debió ser dirigida por Ornar Vesga, pero por una descoordinación suya en ese fin de año, no llegó a tiempo y fue relevado de su cargo. La toma del Concejo Distrital era el operativo central por ser el que más alto riesgo implicaba y porque en ese momento se daba un álgido debate sobre la Avenida de los Cerros, construcción que llevaría al desalojo de muchas viviendas ubicadas en el área. En el operativo estuvieron Iván Ospina, Helmer Marín, Luis Otero y Jaime Bateman, entre otros. Gustavo Arias fue el encargado de comandar esta toma, llegó vestido de mayor del Ejército (su paso por el servicio militar le ayudaba); con el cuento de que se había presentado un golpe de estado dominaron a los policías de guardia, dejaron una proclama y pintaron con aerosoles en las paredes su consigna: /Con el pueblo, con las armas, con María Eugenia al poder! En estas operaciones, como en otras de trascendencia nacional, era Lucho Otero quien tenía la iniciativa. Así narraría años después los detalles del robo de la espada: Yo había leído unos relatos de los Tupamaros donde cuentan cómo se sacaron la bandera de Artigas que es su símbolo... El día del incendio del edificio de Avianca fui a visitar a Pablo (Jaime Bateman) y le comenté mi lectura... Para esa época él todavía estaba en la Comisión de Logística de las FARC, entonces me plantea proponérsela a Augusto Lara para que él le aconsejara a la Comisión Militar. Así lo hice, pero

1. Véase El Tiempo, enero 17 de 1974, pp. 1A, 2C, 5C y última C.

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los jefes al escucharla dijeron: «No, eso es un aparato de museo, eso no sirve para nada, a eso nadie le pone cuidado». Afortunadamente fue así. Después seguimos con la idea de apropiarnos de la espada de Bolívar, pero ya más seriamente. El Flaco me dice que planifique la acción, la idea era sacarla y llevársela a Manuel Marulanda Vélez. Nos fuimos con Raúl (Germán Rojas) y duramos tres noches con sus días alrededor de la Quinta de Bolívar, estábamos acompañados por dos tipos que habían sido rateros en una época y que nos manifestaron que se querían reformar, eran muy buenos para escalar muros. Llegó el día en que dije «no más , ya es el momento de realizar el operativo, pa’ dentro, no aguantamos más frío aquí». Raúl montó su pistola, una 45, se va corriendo hacia los muros, se enreda en una rama y pum, se le escapa un tiro. Entonces los ladrones (que no era cierto que se quisieran regenerar) salieron corriendo, los tranquilicé asegurándoles que los sacaba de allí2.

La espada del Libertador mide aproximadamente 85 centímetros de largo y tiene en su empuñadura grabados de oro y plata y el escudo real de la Corona Francesa. Le fue entregada a Bolívar a los quince años cuando recibió el grado de subteniente. Lo acompañó en las batallas de Boyacá y del Pantano de Vargas, en su travesía por el páramo de Pisba, y con ella entró a Santafé de Bogotá cuando la derrota de las tropas realistas. En la historia de la guerrilla urbana en América Latina se presentaron casos similares, en donde las organizaciones retomaron símbolos vinculados a la historia y a la nación. El primer hecho que se recuerde lo protagonizaron los Tupamaros, cuando en 1969 sustrajeron la bandera del procer José Gervacio Artigas con la que desembarcaron los 33 orientales que le dieron la independencia al Uruguay; de esa acción, narrada en Las Actas Tupamaras, surgió en el M-19 la idea de la espada del Libertador Simón Bolívar. En Argentina en 1971, la unidad de combate Evita de los montoneros ocupó la histórica Casa de Tucumán, donde en 1816 se declaró la independencia y en donde Juan Domingo Perón declaró la independencia económica en 1946. En el mismo año de 1970, los montoneros habían intentado apoderarse de la espada del general San Martín que se encontraba en el cuartel de Los Olivos, sede del gobierno argentino. Continuando con la analogía de las acciones vinculadas a hechos históricos, el 30 de mayo de 1980 el

2. Luis Otero, entrevista inédita, noviembre Io de 1985.

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comando Javiera Carrera de las Milicias de la Resistencia Popular del MIRchileno, rescató la bandera nacionalsobre la cual los padres de la patria juraron la independencia de Chile. En Ecuador, el 8 de julio de 1983 el grupo Alfaro Vive, Carajo, AVC, se llevó del local del Partido Liberal el busto de Eloy Alfaro, paladín del liberalismo radical, quien a comienzos del siglo encabezó la revolución; un mes más tarde, el 12 de agosto, sustrajeron del Museo de Guayaquil la espada del general Alfaro.

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Los contenidos de una nueva propuesta

Mucho se especuló durante los días siguientes sobre el contenido de estas acciones, sobre los propósitos del M-19, sus miembros, su procedencia y sus recursos. Para la izquierda no era más que una jugada de la CIA, era inconcebible que una organización «revolucionaria» estuviera al lado de la Anapo y menos rescatando a Bolívar; para sectores de la derecha se trataba de un grupito de «niños bien» que querían divertirse y tomarle el pelo al país; para María Eugenia Rojas y algunos sectores de la Anapo se trataba de «infamias alvaristas», refiriéndose al candidato conservador Alvaro Gómez, para restarle votos. El mismo Hernando Santos, director de El Tiempo, en su editorial del 20 de enero se preguntaba: «¿Qué es el M-19?» y decía: Por deducción, y teniendo en cuenta la muy apreciable suma de dinero que se ha gastado —más de medio millón de pesos— en promover y ambientar el golpe, nos atrevemos a creer que todo forma parte de una campaña destinada a lanzar un nuevo producto al mundo del mercado. Bien podría ser otra gaseosa, o tal vez la presentación de una píldora estimulante testicular...3.

El documento que el M-19 dejó en la Quinta, «Bolívar, tu espada vuelve a la lucha», se centró en dar a conocer las condiciones de «opresión» y de «miseria» en que se encontraban los colombianos; así mismo, resaltó el valor histórico del rescate de la espada de Bolívar. Dice así en algunos de sus apartes: Y la libertad no está asegurada. No existe. De México a la Tierra del Fuego, el obrero, el campesino, el trabajador, el estudiante, la mujer del pueblo, el indio... nosotros los latinoamericanos vivimos el hambre. Nos debatimos en la miseria. Nos desangramos en la injusticia. Senti

3. El Tiempo, domingo 20 de enero de 1974, p. 5-A.

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mos nuestra cultura castrada, deformada, vendida. (...) Es que las cadenas españolas rotas por Bolívar, hoy son reemplazadas por el dólar gringo. (...) Y es que en el solio de Bolívar, cada cuatro años se han turnado los representantes de las oligarquías asesinas del pueblo colombiano. (...) Por eso la lucha de Bolívar continúa, Bolívar no ha muerto. Su espada rompe las telarañas del museo y se lanza a los combates del presente. Pasa a nuestras manos. Y apunta ahora contra los explotadores del pueblo. Contra los amos nacionales y extranjeros. Contra ellos, los que la encerraron en museos, enmoheciéndola. Los que deformaron las ideas del Libertador. Los que nos llamarán subversivos, apatridas, aventureros, bandoleros.

En los días siguientes, cientos de paredes en muchas ciudades del país aparecieron con la consigna: «M-19, prepárate». Igualmente se dio a conocer el N° 1 del «Organo del Movimiento Anapista M-19» del mes de enero. Este era una hoja bien presentada, impresa a tres columnas por lado y lado. En la parte superior, en el llamado «cabezote», la sigla M-19, la consigna en la parte central, y en el lado izquierdo una mano que empuñaba lo que parecía ser un arma. Nuevamente fue Germán Rojas quien diseñó la propaganda. Este documento, que se hizo llegar a los principales medios de comunicación, llevó por título A los patriotas y presentó la explicación, «¿Qué es el M-19?»: M-19 es el Movimiento 19 de Abril. Ese día, abril 19 de 1970, el país entero presenció horrorizado el fraude más escandaloso y descarado de que se tenga noticia en todo el continente. Los personajes centrales del monstruoso hecho político fueron tres: Carlos Lleras Restrepo, Carlos Augusto Noriega y Misael Pastrana Borrero. El primero como ideólogo del fraude infame, el segundo como su vulgar ejecutor y el tercero como beneficiario directo de una presidencia espuria que colma de indignidad a la clase que Pastrana representa. (...) Pero tan dolorosa experiencia nos dejó una gran lección, la de que las conquistas populares sólo serán duraderas y definitivamente respetadas por las oligarquías en la medida en que esas conquistas estén respaldadas por el poder de las armas en manos del pueblo mismo4.

A continuación el documento hace un parangón entre el fraude electoral en Colombia y la caída de Salvador Allende en Chile:

4. Documentos M-19. Boletín N° 1, enero de 1974.

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El 19 de abril de 1970 nos demuestra dramáticamente que no basta con ganar si es que el pueblo no está en condiciones de hacer respetar su triunfo; y el 11 de septiembre de 1973, fecha sangrienta y luctuosa para la causa popular latinoamericana, vino a complementar nuestra experiencia. A los anapistas de Colombia simple y llanamente nos robaron las elecciones; a los compañeros chilenos de la Unidad Popular les entregaron el poder político para luego, cuando empezaron a construir una nueva sociedad, ¡arrebatárselo a sangre y fuego! Esos dos hechos que no son creaciones imaginarias de nadie, sino que han ocurrido a la luz de todo un continente, tienen necesariamente que hacer reflexionar a la militancia revolucionaria de América Latina5.

Concluye la primera parte del documento haciendo un llamado a los integrantes de la Anapo para que participen en las elecciones de ese año y se preparen para el triunfo: Por todo lo anterior, nosotros anapistas del Movimiento 19 de Abril, convocamos a toda la militancia del partido a que nos preparemos política y militarmente para que con nuestra insustituible candidata compañera María Eugenia de Colombia, ganar las elecciones de 1974 por una mayoría abrumadora o más que las de 1970, para hacer respetar esa nueva victoria del pueblo contra las oligarquías liberales y conservadoras, para defender eficazmente el gobierno popular de la segunda amenaza de otro baño de sangre al estilo chileno y no nos cojan desprevenidos e indefensos6.

El documento incluyó un análisis de «¿quiénes son nuestros enemigos?», caracterizando como tales al imperialismo norteamericano, a las oligarquías, a los altos mandos militares y al alto clero. Al hablar de «¿quiénes son nuestros amigos?», el M-19 hizo un llamado a los sectores populares para que: «...aunemos fuerzas contra el enemigo común». Finalmente, esbozó un recuento histórico para definir «¿en quiénes se inspira nuestra lucha?»: Sin desconocer la importancia histórica y el sentido profundo de las luchas, reveses y victorias libradas por revolucionarios de otros continentes, nosotros anapistas del Movimiento 19 de Abril, tomamos y adaptamos a las exigencias de la hora actual, las banderas incorruptibles de los grandes de América, José Antonio Galán, Simón Bolívar, José de San Martín, Ernesto Che Guevara, Camilo Torres Restrepo y Salvador Allende. Ellos y tantos otros que han inmolado sus preciosas

5. Ibíd. 6. Ibíd. 58

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vidas por la causa de la liberación de los oprimidos de América Latina, constituyen las raíces profundas y presentes que nos impulsan a luchar sin tregua contra los enemigos de la felicidad y la libertad de nuestros pueblos7.

El 28 de enero, en una ratificación de sus principios bolivarianos, el M-19 entró a la Quinta de San Pedro Alejandrino en Santa Marta, dejó sobre la cama del Libertador la nota «La espada de Bolívar vengará a sus hermanos muertos en las bananeras» y, nuevamente, en un comunicado titulado La espada libertadora está ya en manos del pueblo, se reafirmó en su concepción nacionalista y bolivariana, antiimperialista y antioligárquica; además, en éste como en el anterior boletín se ratificó en la búsqueda de un «socialismo a la colombiana.» Bolívar guerrillero y patriota. Bolívar pueblo. Bolívar nuestro, vuelve a quitar el sueño al opresor. A despertar al oprimido. Su espada empezó ya los nuevos combates. Ahora se enfrenta al yanqui. Al explotador. A quienes entregan nuestra patria al dólar. A quienes ahogan a nuestro pueblo en la miseria... La espada está ya en manos del pueblo y echó a andar por el camino de la lucha. (...) Por eso la espada guerrillera y patriota se tomó el Concejo de Bogotá...8.

El mismo documento fue distribuido entre los medios de comunicación con una foto en la que aparecían la espada y los espolines de Bolívar sobre un mapa de América, custodiada por un guerrillero que porta una metralleta, al fondo las siglas del M-19. El 15 de febrero, en el octavo aniversario de la muerte del sacerdote Camilo Torres Restrepo, el M-19 incursionó, en horas de la noche, en la sede principal de la Universidad Santiago de Cali ubicada en la carrera 5a con calle 8a. Al igual que en sus acciones anteriores, pintó en las paredes sus consignas y dejó un comunicado en los salones de clase del primero y segundo piso. La «toma» de la Usaca causó revuelo en el medio estudiantil. Fue una operación en la que participaron varios comandos y mientras unos pintaban las paredes, otros hacían vigilancia en la puerta principal del establecimiento educativo. Cabe señalar que ese mismo 15 de febrero circuló el N° 1 de la revista Alternativa, como un esfuerzo periodístico de distintos

7. Ibid. 8. Documentos M-19. «La espada libertadora está ya en manos del pueblo», enero de 1974.

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sectores, entre los que estaba el grupo de investigación-acción La Rosca de Orlando Fals Borda, otros de izquierda como José Vicente Kataraín, y los llamados «guerrilleros del Chicó» Enrique Santos Calderón y Antonio Caballero. Alternativa, cuyo lema era «atreverse a pensar es empezar a luchar», se convirtió en el eje de las publicaciones de la izquierda colombiana al recoger en sus páginas las posiciones de todos los grupos legales e ilegales; en sus 256 ediciones (hasta el 27 de marzo de 1980), a lo largo de seis años, se conocieron las propuestas de los sectores sociales que se encontraban en lucha; así mismo, se difundieron profusamente los hechos que se presentaban en otros países. El M-19 estuvo presente en Alternativa y financió en un período su salida; Gerardo Quevedo Cobo, el comandante Pedro Pacho, tercero al mando en el M-19 (uno de sus dirigentes más preclaros, muerto en junio de 1987), gerenció la revista entre 1977 y 1979. Los primeros documentos del M-19 (Véase Anexo 1) eran de carácter interno. En ellos se resaltaban fundamentalmente los siguientes aspectos: 1. La ligazón con Anapo tendría un carácter táctico por cuanto las directivas de derecha podían rechazarlos; mientras tanto había que profundizar en las bases y acercar a los dirigentes proclives a una posición de izquierda. 2. Se reconocía la existencia de otras tres organizaciones guerrilleras y se reafirmaba la necesidad de la unidad, aunque se preveía una incomprensión por parte de la izquierda en general. 3. La lucha del M-19, con base fundamental en las ciudades, iba a contribuir a desarrollar la lucha en el campo y a ligar a otros sectores con la lucha popular. 4. El M-19 reafirmaba su lucha por: «Sacar a la oligarquía del poder para acabar con la miseria, recuperar nuestras riquezas patrias en manos del imperialismo e implantar el socialismo a la colombiana». 5. En el Documento N° 2 el M-19 se definió como una «organización marxista-leninista». Esta caracterización fue uno de los temas de discusión al interior y difícilmente se va a encontrar en otro de sus escritos9.

9. Documentos M-19. Véase Documento N° 2 en el que se hace un análisis de la situación nacional y una serie de consideraciones del carácter táctico de la ligazón con la Anapo. 60

El M-19 y la Anapo

A raíz de las primeras acciones del M-19, la dirigencia anapista se pronunció públicamente desconociendo la existencia de ese grupo en su partido. El 18 de enero se conoció un comunicado que en sus principales apartes señalaba: El jefe del partido Anapo, su directora nacional y el Comité Ejecutivo del Comando Nacional, declaran: 1. Que por las publicaciones de la prensa de hoy las directivas de Anapo han tenido conocimiento de la existencia de una agrupación extremista que se denomina Movimiento Anapista 19 de Abril. 2. Que las directivas de Anapo no han autorizado la creación de estos movimientos que contradicen las bases históricas y programáticas sobre las cuales se asienta la estrategia de Alianza Nacional Popular... 3. La situación actual de Colombia sólo hace sensatamente posible la toma del poder por Anapo dentro de los cauces constitucionales... 4. Alianza Nacional Popular comprende la desesperación y la resistencia del pueblo, condenado al hambre por el escandaloso costo de la vida... Anapo acepta que el pueblo se defienda, pero rechaza su innecesario sacrificio...

Para el 5 de abril, dentro de las actividades de la campaña presidencial, la Anapo preparó una concentración en la Plaza de Bolívar de la capital. El «Cinco a las Cinco» fue el llamamiento para acompañar ese día a la candidata María Eugenia. En la manifestación, el M-19 se hizo presente con comunicados y pequeños impresos con la bandera azul, blanco y rojo; también, entre la gran cantidad de pancartas y banderas estaban las del M-19 con la consigna ¡Con elpueblo, con las armas, con María Eugenia, alpoder\ Ese día, un grupo de manifestantes fue detenido, sindicados de esos hechos y de pertenecer al M-19, entre ellos, Alvaro Ramos Murillo, del sector de derecha de la Anapo, y representante a la Cámara por Cundinamarca.

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El 21 de abril se celebraron las elecciones. Alfonso López Michelsen ganó por una amplia mayoría y la abstención se redujo a casi un 40% del potencial electoral. La gran derrotada fue la Anapo que obtuvo menos de la tercera parte de los votos de 1970 y menos que en 1972. Con 492.166 votantes, Anapo vio reducir su participación en el Congreso a 7 senadores y 15 representantes a la Cámara. Tamaño descalabro electoral profundizó la crisis que se venía presentando desde hacía cuatro años. Un mes más tarde, el M-19 difundió ampliamente una carta abierta dirigida a María Eugenia Rojas. El boletín N° 3 de mayo de 1974 es un pequeño folleto de 68 páginas que contiene la carta aludida; en ella se hizo un extenso examen del partido, su dirección y los nuevos rumbos que debía tomar para ser de verdad un partido revolucionario. En la carta, por primera vez, el M-19 terció en el debate interno de la Anapo señalando sus debilidades y errores, y dio a conocer públicamente sus principales presupuestos políticos e ideológicos. Hizo un balance del proceso electoral del 21 de abril pasado, señalando las perspectivas revolucionarias del partido y la cualifi- cación del mismo frente a quienes afirmaban que «la Anapo se acabó». El documento expresó un duro juicio en contra de Rojas Pinilla por su actuación frente al fraude del 19 de abril de 1970. Como aspectos positivos, el M-19 resaltó en su carta a María Eugenia la «superación ideológica» que se vivía en el partido, pero cuestionaba a fondo el «socialismo a la colombiana», al plantear que el dilema era entre capitalismo o socialismo, a secas. Igualmente sus tesis económicas y de reformas sociales fueron motivo de análisis y crítica por parte del M-19. En lo orgánico propuso un tipo de estructura política que superara «la espantosa precariedad organizativa de la Anapo actual»y que permitiera llegar con un criterio de participación y con un sentido clasista al campo, a barrios, a fábricas y a universidades. Hizo también un duro cuestionamiento a la dirección burocratiza- da, ausente de los procesos formativos y educativos, ausente de la conducción política y de las luchas sociales. Concluía la carta abierta a María Eugenia: 1

1) Que si Anapo se plantea por fuera del sistema y dentro de una alternativa revolucionaria, debe abordar el más objetivo e implacable análisis de su línea ideológica, de su dirección, de su estructura organizativa, y de su inmediata acción política. (...)

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2) Que con la actual estructura ideológica y organizativa, Anapo no sólo no podrá enfrentar al gobierno populista y seudo-reformista de Míster Handel, sino que corre el grave riesgo de su licuación definitiva. (...) Entonces, Anapo que no se puede equivocar en cuanto a lo que será un gobierno presidido por un hombre que antes de haber cumplido los 30 años ya había conmovido al país entero con una de las estafas más grandes de su historia, la estafa millonada de la Handel, que luego estafó a miles de colombianos ingenuos con el embeleco político del MRL, Anapo no puede equivocarse decimos, ¡debe prepararse para hacerle frente al gran simulador desde todas las barricadas de la lucha popular y revolucionaria! 3) Que el proceso electoral que culminó el 21 de abril, tuvo entre otros, dos efectos fundamentales, el primero, el haber consolidado a la Anapo como un partido autónomo y distinto al de las oligarquías, y el segundo, el haber acelerado una limpieza dentro del partido, con el «descabezamiento» de oportunistas y reaccionarios (...) 4) Que el hecho de que Anapo haya disminuido su representación parlamentaria, sólo significa un desplazamiento de la gravitación fundamental del partido, de la actividad simplemente legislativa a la lucha abiertamente clasista y revolucionaria. 5) Que constituiría un gravísismo error por parte de Anapo, el seguir' insistiendo en la vía electoral, como la única alternativa del pueblo hacia una nueva sociedad10 11.

El extenso documento culminaba con un abierto llamado a asumir un mayor liderazgo en la lucha: Para terminar, sólo nos resta decirle, compañera, que tomamos el revés del 21 de abril como la más elocuente y aleccionadora confirmación de que la vía electoral sigue siendo el mejor mecanismo de que dispone la burguesía colombiana para prolongar su régimen de privilegios y que mientras ese sistema impere, nada podrá hacernos desistir de emplear todas las formas de lucha que su aniquilamiento definitivo requiera. En esa tarea liberadora, es usted, compañera María Eugenia, por su honestidad invulnerable, por su lucidez mental y por su fe inquebrantable en el pueblo, el símbolo más puro y el exponente más prometedor de la Colombia ofendida, ultrajada y humillada que encarnan sus clases trabajadoras. Por eso, en nombre de ellas y como su brazo armado, le repetimos a usted, compañera, nuestra consigna de combate para que se grabe en la mente y en el corazón del pueblo colombiano: ¡Con el pueblo con las armas, con María Eugenia, al poder! Fraternalmente, M-1911.

10. Documentos M-19. Boletín N° 3, mayo de 1974, pp. 57-61.

11. Ibíd., pp. 67-68.

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La carta a María Eugenia fue el inicio de un profundo debate en las filas anapistas. Desde ese momento, el sector del M-19 que se desempeñaba legalmente en la Anapo (Toledo, Almarales, Santamaría, Bustamante y otros), desarrollaron con más fuerza su propuesta para enrumbar al partido hacia una posición abiertamente revolucionaria, enfrentada a fondo con el gobierno de Alfonso López Michel- sen que se inauguraba el 7 de agosto de 1974. A la semana siguiente de la instalación del gobierno de López, apareció el periódico Mayorías, definido en un inicio como «Organo del Frente de Clases Trabajadoras de Anapo», dirigido por Andrés Almarales, gerenciado por Hidela de Zuluaga, y que contaba en su Comité Asesor con Antonio García, Jaime Piedrahíta Cardona, José Jaramillo Giraldo, Julio César Pernía, Jaime Jaramillo Panesso, Carlos Toledo Plata, Israel Santamaría, Everth Bustamante, José Roberto Vélez y un amplio número de dirigentes identificados con una propuesta renovadora dentro de la Anapo. Hasta ese momento la Anapo se expresaba en dos órganos informativos controlados por las directivas de derecha, eran Alerta y Alianza. En el editorial del N° 2 de Mayorías se hizo claridad sobre la propuesta de constituir en la Anapo un Frente de Clases Trabajadoras: El Frente de Clases Trabajadoras de Alianza Nacional Popular NO es una nueva organización sindical ni gremialista, lo que NO significa que sea ajeno a las luchas reivindicativas de todos los trabajadores colombianos. Por el contrario, entendemos que las luchas económicas de los trabajadores deben servirles para entender la naturaleza del sistema que los oprime y sobre esa base elevar el nivel de sus acciones12.

Con la propuesta de ese Frente, el sector de la Anapo agrupado en Mayorías, pretendía atenuar la dispersión sindical y emprender la lucha política de los trabajadores. Desde una posición «clasista», se buscaba elevar el nivel de lucha de los trabajadores, incidiendo a la vez en su organización y en la lucha contra la burocracia sindical. El párrafo final del editorial es significativo para los sucesos que se van a presentar posteriormente: De ahí que nos parezca suicida la actual división del movimiento sindical colombiano y que condenemos con todas nuestras fuerzas a los criminales responsables de esa división, a los patronos y a los

12. Mayorías, año 1 N° 2, Bogotá, 31 de agosto de 1974.

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r burócratas sindicales que por razones de interés personal traicionan a su propia clase1-5.

Mayorías trazó una línea divisoria con los llamados «sectores de derecha» del partido. Pretendió ligar desde sus primeras letras la actividad política de la Anapo, con «todas las organizaciones populares y revolucionarias, cualquiera que sean sus formas de lucha...» CMayorías N° 1, 15 de agosto de 1974), lo que evidenciaba su identificación con las propuestas que ya había lanzado el M-19. Este elemento fue considerado posteriormente por los organismos de seguridad del Estado cuando se adelantaban investigaciones tendientes a establecer la identidad de los integrantes de la agrupación clandestina. A partir del N° 5 (Io de diciembre de 1974), Mayorías se definió como «Organo del Pueblo Anapista». Hasta este numero los temas permanentes eran la denuncia contra atropellos de las autoridades, contra el gobierno de López Michelsen, el realce de las luchas populares, así como un permanente recuento de las actividades de María Eugenia y del general Rojas. El cambio que se presentó en su forma, y una mayor radicalidad en su contenido, se debieron al proceso interno de definiciones políticas e ideológicas. Para ello fue de mucha importancia la realización en Villa de Leyva, durante los días 9, 10 y 11 de noviembre, del Encuentro Nacional de Dirigentes. Esta reunión afirmó los principios del nacionalismo popular y revolucionario de Anapo como vía colombiana y latinoamericana al socialismo. Las conclusiones, contenidas en 11 puntos, fueron un programa realmente de avanzada que trazó un rumbo claro y definido en lo ideológico, en lo político y en lo organizativo; en su elaboración desempeñaron un papel fundamental los dirigentes agrupados en Mayorías, vinculados al M-19, que ya eran un problema para los sectores de derecha del partido. En la parte organizativa, Anapo se dotó de una estructura piramidal que contaba con un Consejo Político y un Comité Ejecutivo Nacional, y como elemento central los «grupos de base», que deberían cumplir tareas de dirección, capacitación y finanzas. Los grupos de base podían funcionar con más de tres, pero nunca con más de diez integrantes; éstos a su vez se convertían en grupos generadores (GG) y adoptaban un nombre de la geografía o de la historia de Colombia13 14. En la práctica, el Encuentro de Villa de

13.

Ibtd., p. 3.

14. IbídN°. 10, febrero 11 de 1975.

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Leyva se transformó en el testamento político del general Gustavo Rojas Pinilla. El 17 de enero de 1975, exactamente un año después del surgimiento del M-19, murió Rojas a la edad de 75 años. Dos días más tarde, el domingo 19, con una multitudinaria marcha, fue enterrado el caudillo. El viernes 7 de febrero de 1975 María Eugenia Rojas asumió la jefatura única de su partido. A las 11 de la mañana, en la sede de la avenida 34 con carrera 19, se instaló la Junta de Dirigentes integrada por miembros del Comando Nacional, senadores, representantes a la Cámara y coordinadores departamentales. A los quince minutos de iniciada la sesión, cuando La Capitana leía su mensaje, un grupo de cinco miembros del M-19, con los rostros cubiertos por medias de mujer, la interrumpieron para entregar las condolencias del Movimiento por la reciente «pérdida de nuestro general». Las emisoras Nuevo Mundo y Todelar transmitían en directo el acto y la televisión filmaba en el lugar. Gustavo Arias Londoño, Boris, quien dirigió el comando Simón Bolívar, narró así la acción: Yo estaba detrás de Carlos Toledo Plata, me cubrí con una media de mujer parte de la cara y la interrumpí. En la mano derecha llevaba una .45. Les expliqué que veníamos a entregar oficialmente las condolencias del M-19 por la muerte del general, les entregué una carta en la que analizábamos la situación del partido y llamábamos a radicalizar la lucha contra el régimen de López11.

El hecho, calificado por la gran prensa como golpe teatral, arrancó algunas sonrisas burlonas entre los asistentes al acto mientras que dejó perplejos y asustados a otros. En esta acción los servicios de seguridad identificaron a Gustavo Arias por las fotos que al día siguiente publicáronlos diarios. El documento entregado en ese momento por el M-19 era una carta a María Eugenia y a los dirigentes del partido; en ella nuevamente recalcaba en la necesidad de oponerse al sistema y de echar a andar la organización nacionalista y popular diseñada, con una acción política revolucionaria; llamaba la atención sobre la eficacia de los grupos de base: si no están insertados en la lucha social, en las batallas diarias contra las oligarquías por mejores salarios, por seguridad en el trabajo, por la 15

15. Darío Villamizar H., ...Por uvas horas hoy, por siempre mañana, Ediciones Pa’lante, Bogotá, 1994. 66

tierra, por el pan, por la escuela, por mejores condiciones de vida, etc., y en fin, por lo que real y definitivamente resolverá sus problemas: la toma del poder por el pueblo, seguirán siendo, con una forma diferente, los antiguos y tradicionales comandos de utilidad política para las próximas elecciones16.

16. Mayorías, N° 10, febrero 11 de 1975.

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Conspirando internacionalmente

Los fundadores del M-19 llegaron con una buena experiencia en el campo de las relaciones internacionales del movimiento revolucionario. Esta fue una preocupación constante, especialmente por parte de Jaime Bateman, quien como ya quedó consignado, había estado en algunos países de Europa, al igual que varios de sus compañeros. Los principios latinoamericanistas y bolivarianos, junto a la concepción continental del Che Guevara, eran las bases ideológicas para adelantar un proceso de búsqueda e intercambio con organizaciones de otros países. Paralelas a la actividad política que el M-19 realizaba en Anapo, su «frente legal», se adelantaban tareas propias de una estructura político-militar: formación de sus militantes, recopilación de información, planes de operaciones futuras y relaciones tanto nacionales como internacionales. En 1975 el M-19 realizó sus primeros contactos con organizaciones, en especial con los Montoneros de Argentina, con los Tupamaros de Uruguay y con el MIRde Chile. Sus concepciones, práctica y experiencia, influyeron durante un período el accionar del M-19. Con Montoneros se profundizaron las relaciones y fue de quien más se aprendió. En una entrevista posterior, Jaime Bateman analizaría así la influencia de esas organizaciones: Yo creo que nosotros a través de los Montoneros aprendimos a aplicar un principio que era de los Tupamaros. A mayor amplitud política —decían los Tupas—, mayor enfrentamiento militar. Lo aprendimos de los Tupas a través de los Montoneros porque éstos lo aplicaron correctamente. En cambio los Tupas fueron puestos presos y fue liquidada la organización. Los Montoneros no fueron liquidados, aplicaron el principio de la amplitud política en un accionar militar. Independientemente de convertirse o no en la organización más importante de la Argentina, como alternativa, ¿cierto?

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De los Tupas tomamos la audacia en la propaganda armada. De los Montoneros la capacidad de ligar las acciones militares con un criterio político17.

Estos criterios fueron reafirmados por Alvaro Fayad en entrevista con el escritor y periodista Arturo Alape: De la experiencia tupamara y montonera, que fue una experiencia novedosa de la guerrilla urbana en América Latina, yo creo que tuvimos más en cuenta a los Montoneros. Eso de que aprendimos de los Tupamaros creo que no se ajusta a la verdad, no es mucho lo que aprendimos, porque aquí en Colombia había una experiencia de guerrilla rural. La urbana era nueva, pero de todas maneras la concepción militar y la concepción política es lo que rige la técnica militar. A los Montoneros sí les aprendimos fundamentalmente la necesidad de una proyección política, les aprendimos la concepción de un movimiento guerrillero ligado a inmensas capas de la sociedad. De ellos tomamos ese criterio político, fundamentalmente, el resto es la experiencia colombiana...18.

Para 1974 la organización Montoneros reemprendió la lucha en su país, luego de un período de dieciséis meses de «tregua» durante los sucesivos gobiernos de Héctor J. Cámpora y Juan Domingo Perón. A la muerte de éste, el Io de julio, su viuda Isabel Martínez profundizó el rompimiento que se venía dando entre el peronismo y los Montoneros, quienes para el 4 de septiembre de ese mismo año reanudaron la guerra contra el gobierno calificado como «ni popular, ni peronista». Si bienes cierto que tanto el M-19 como los Montoneros tuvieron desarrollos desiguales por las características y condiciones de cada uno de los escenarios en donde actuaban, sobre varios aspectos de la historia, el accionar y el desarrollo del M-19 y de los Montoneros, hubo coincidencias: 1. En sus orígenes, ambas organizaciones guerrilleras surgieron de movimientos populistas que tenían como caudillo a un general que en los años cincuenta había gobernado en su respectivo país. Y surgieron precisamente, cuando sus caudillos regresaron a la escena política a comienzos de los años setenta.

17. Entrevista a Jaime Bateman. Ramón Jimeno, ¡Tenga...! Ésta es Colombia, Producciones H. L, Lima 1984. 18. Véase entrevista a Alvaro Fayad Delgado. Arturo Alape, La Paz y la violencia: testigos de excepción, Planeta Colombiana Editorial S. A., Bogotá, 1985, pp. 314-332.

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2. A pesar de la enorme distancia geográfica, Montoneros tuvo al principio una influencia cristiana de sacerdotes ligados al pensamiento del cura-guerrillero Camilo Torres Restrepo. Recordemos que Jaime Bateman, dirigente del M-19, estuvo junto a Camilo Torres en su proceso del Frente Unido. 3. Tanto en el M-19 como en Montoneros, el grupo fundador pertenecía a la clase media con formación universitaria en su mayoría y con alguna experiencia anterior de militancia en organizaciones políticas. 4. Se aprecia tanto en el M-19 como en Montoneros, un recurrente uso de las acciones simbólicas, en especial de aquellas que tenían estrecha relación con la historia. En este sentido, el primer gran aporte de Montoneros al M-19 fue la superación de los ideologismos que circulaban entre las organizaciones marxistas de izquierda, y la adopción de una ideología nacionalista. 5. En sus años iniciales se exaltó al caudillo, presentándose luego un proceso de desencanto. Tanto Rojas en Colombia, como Perón en Argentina, fueron objeto de fuertes cuestionamientos por parte de las organizaciones señaladas, debido a su acercamiento a los sectores de derecha en el poder. En el caso del M-19, el caudillo sería reemplazado por su hija María Eugenia. Para los Montoneros fue la imagen de Evita Perón la que continuaría como guía espiritual. 6. Una de las preocupaciones centrales de las dos organizaciones fue la búsqueda de la unidad entre los distintos grupos que adelantaban la lucha armada. 7. La concepción orgánica de OPM (Organización Político-Militar) fue retomada por el M-19 de los Montoneros, así como los grados de la estructura (oficiales, oficiales superiores, etc.). La V Conferencia del M-19, realizada en febrero de 1977, sirvió para delinear los principales elementos para construir jana OPM. 8. Una práctica permanente en estas dos organizaciones fue su excesivo celo al escoger sus objetivos militares, tratando siempre de hacer un mínimo uso de la violencia ofensiva, aunque en la práctica, en el caso de los Montoneros fueron muchísimos los muertos —propios y ajenos— que generaron sus operaciones. 9. Como ejecutores de la «justicia popular», Montoneros y M-19 atacaron a la burocracia sindical de cada uno de sus países. 10. En un determinado momento de su desarrollo, las dos organizaciones dieron pasos hacia la creación de un frente armado rural. En el caso del M-19 fue la Fuerza Militar del Frente 70

Sur y su posterior concentración en el Frente Occidental. Por su parte, los Montoneros desplazaron efectivos hacia la provincia de Tucumán, con la finalidad de dar paso a la guerrilla en el campo. 11. Se observan acciones coincidentes: asalto a arsenales, toma de legaciones diplomáticas, secuestros que produjeron jugosos rescates, toma de emisoras, captura de camiones y distribución de alimentos. 12. El M-19 retomó de los Montoneros la experiencia para interferir los canales de televisión, a través de mensajes previamente grabados. Para desarrollar esta forma de comunicación, creó RVT(Radio Venceremos, Televisión), que ocasionalmente emitía en Bogotá y Cali. No sobra aclarar que entre el M-19 y Montoneros hubo diferencias muy notorias, entre otras, las actuaciones poco claras de dirigentes del grupo Montoneros, que se reflejaron en su derrota política y militar hacia 1978. Como un dato adicional, se señala que en el periódico Mayorías, dirigido por destacados anapistas que ya se encontraban en el Movimiento, existía una columna denominada Pueblos en Armas, en la que se recogían y analizaban las actuaciones de organizaciones insurgentes de otros países. En el marco de las operaciones financieras iniciales del M-19 se encuentra el plagio a un conocido extranjero: en las horas de la noche del 4 agosto de 1975 en Bogotá, fue secuestrado Donald Cooper, gerente general en Colombia de la cadena estadounidense de almacenes Sears Roebuck and Co.: Nosotros recibimos la información sobre Cooper, cómo era la manera de capturarlo. Cooper tenía guardaespaldas pero como en todo, hay sus partes y momentos débiles. Nos enteramos que apenas llegaba a su casa, los guardaespaldas se iban. Por lo tanto dijimos: «esperémoslo en la casa». Unas compañeras se disfrazaron de empleadas del servicio, reemplazaron a las originales; no necesitaba abrir el garaje porque éste se abría electrónicamente. Entró y lo agarramos19.

La acción, realizada por el M-19, sólo fue reivindicada por Jaime Bateman Cayón, Pablo, en abril de 1980 en una entrevista con Germán Castro Caycedo. Bateman le contó al periodista que con esa «detención» el M-19 se volvió rico al cobrar un rescate de más de un millón de dólares (el cambio por dólar estaba a 33 pesos). El dinero

19. Entrevista inédita a Luis Otero C., 1" de noviembre de 1985.

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se destinó a financiar su actividad política en la Anapo, invirtiéndolo en seminarios, viajes, manifestaciones y en el periódico Mayorías-, también alcanzó la plata para ampliar la infraestructura organizativa. Durante casi tres meses, el M-l 9 mantuvo en su poder a Cooper, mientras se realizaban las negociaciones directas con la firma Sears. Este secuestro tiene un trasfondo: el M-l9, cumpliendo con su propuesta de unidad de las organizaciones guerrilleras colombianas, venía entablando contactos con otras fuerzas en armas. Hasta este año de 1975 ya se habían realizado varias reuniones en las que participaron delegados del ELN, de las FARC y de la llamada «TendenciaM-L»; una de ellas se realizó en un convento cercano a la población de Villa de Leyva. En 1973 el EPL y su Partido Comunista de Colombia (M-L) se habían fraccionado una vez más; la «Tendencia» fue uno de los tres grupos que quedó de esta nueva división20. Este grupo (que luego de sus propias divisiones se transformó en el PRT, Partido Revolucionario de los Trabajadores) participó de alguna manera en el secuestro de Donald Cooper, colaboró en la labor de inteligencia y también en su cuidado. Hasta varios años después, la «Tendencia» continuaba cobrando al M-19 su parte del dinero pagado por el rescate de Donald Cooper. Sin ninguna relación con el secuestro de Donald Cooper, pero como un hecho sin precedentes en la historia de la guerrilla en Colombia, se presentó el llamado «atentado del siglo» que costó la vida del inspector general del Ejército, mayor general Ramón Arturo Rincón Quiñónez, ejecutado a las 7:45 de la mañana del 7 de septiembre en las calles de Bogotá por un comando del Ejército de Liberación Nacional, ELN. Por primera vez, un comando urbano realizaba una operación militar de ese tipo, presagiando el grado de importancia que adquirirían las acciones en las ciudades. El ELN preparó durante dos meses este operativo; culpaban a Rincón Ouiñonez de torturas y vejámenes en contra de sus combatientes capturados y en contra de campesinos de la región donde operaban, particularmente señalaron el caso de uno de sus fundadores, José Solano, conocido como Tirapavas. El «ajusticiamiento» fue reivindicado mediante un comunicado.

20. A la fecha re realización del IV Pleno del Comité Central del PCC (M-L) en

1974, se evidenciaba una ruptura dentro del Partido. La «1 endencia M-L», la «Linea Proletaria» y d «C mvré C entral», son los tres sectores en que se divide.

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Nace la Anapo Socialista

Para el 13 de junio de 1975 a las 5 p.m., la Anapo organizó una concentración en la Plaza de Bolívar en Bogotá. «¡No hay paz con hambre!» fue la consigna para convocar a esta multitudinaria Marcha del Hambre, en protesta por las políticas del «mandato caro» del presidente López; al fondo de la plaza, en las gradas de la catedral, había un inmenso letrero: ¡Anapo, partido nacionalista, popular'y revolucionario ! V zxo ese día Anapo no sólo se movilizó en Bogotá. En la mayor parte de las ciudades del país hubo actos de conmemoración y protesta. En Medellín se inauguró una plazuela con el nombre del general, allí hizo uso de la palabra el dirigente Jaime Piedrahíta Cardona, quien en tono fuerte se expresó en contra de jefes de su partido que «...tratan de impedir el camino que nos conduzca a una patria mejor». Piedrahíta Cardona venía sosteniendo contactos con sectores de la izquierda y su actitud era cuestionada por directivos de Anapo. Su discurso de ese día se convirtió en un elemento más para el agrietamiento interno. Señaló el dirigente: Afirmamos la necesidad de la unidad del pueblo. La unidad de gremios y sindicatos, la unidad de los trabajadores del campo y de la ciudad, la unidad de los partidos revolucionarios y de los grupos que combaten el sistema, la unidad con quienes luchan dentro de la legalidad para destruir la oligarquía y la unidad con quienes luchan por fuera de esa legalidad, con las armas en las manos, convirtiendo sus vidas en sacrificio por una patria libre y justa21.

El comité ejecutivo nacional y el consejo político de Anapo, en una clara alusión a Piedrahíta Cardona, respondieron con una declaración pública en la que rechazaron cualquier alianza hacia el debate electoral de 1976, particularmente con el Partido Comunista y con el

21. Mayorías, N" 26, Bogotá, 19 de junio de 1975.

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MOIR, con quienes Piedrahíta venía estableciendo relaciones, en especial desde el 1° de mayo anterior, cuando participó en la marcha de los trabajadores al lado de los dirigentes de la Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia, CSTG El documento del Comité Ejecutivo de Anapo decía en uno de sus puntos: Enfáticamente se desautoriza a quienes siguiendo instrucciones extrañas y oscuras, tratan de crear divisiones artificiales entre supuestos grupos de izquierda y de derecha. La línea que nos define entre quien es anapista o no, es la del nacionalismo popular y revolucionario. En tales condiciones, se afirma franca y categóricamente que quien no esté de acuerdo con la norma de conducta política consignada en esta Declaración y pretenda desconocerla y proclamar una distinta, automáticamente se coloca, por su propia voluntad, fuera del partido22.

La pugna en el partido Alianza Nacional Popular iba en aumento. A pesar de sus permanentes declaraciones a favor de los sectores marginados de la población y de las herramientas ideológicas y organizativas con que se dotó en el Encuentro Nacional de Dirigentes, realizado en noviembre del año anterior, Anapo no lograba salir de su crisis; el acercamiento a los partidos tradicionales, especialmente al conservatismo, iba en ascenso, y para muchos dirigentes anapistas ese era uno de los mayores peligros: la dere- chización total del partido auspiciada desde la llamada «Casa Rojas» por el mismo Samuel Moreno Díaz, esposo de María Eugenia. A partir de la edición N° 28 del 15 de julio de 1975, el periódico Mayorías suspendió sus publicaciones. En septiembre fue reemplazado por la revista mensual Mayorías que en el editorial del primer ejemplar presentó los propósitos de su lucha por una patria socialista, su defensa de una concepción revolucionaria y de la soberanía nacional, su defensa de la organización del partido en grupos de base, su lucha por la creciente unidad de las fuerzas populares y el rechazo al sectarismo. El nuevo lema de la prensa era «Por una patria socialista». Entre noviembre y diciembre se reanudó el periódico Mayorías como un suplemento del cual se publicaron cuatro números. A estas alturas, quedaba en claro que en la Anapo existían dos posiciones políticas e ideológicas, dos organizaciones distintas en el seno del mismo partido:

22. Ibíd., N° 28, Bogotá 15 de julio de 1975, p. 4.

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De un lado estamos quienes defendemos el testamento político del general Gustavo Rojas Pinilla, expresado en las conclusiones del Encuentro Nacional de Dirigentes de Villa de Leyva; de otro lado están quienes con los más variados argumentos persisten en sus viejas prácticas electoreras, reniegan de la ideología del partido, recortan el contenido revolucionario de los acuerdos de Villa de Leyva y traicionan la herencia política del general Rojas. Esta lucha entre dos posiciones contradictorias, no es más que una expresión de la lucha permanente entre el Socialismo y el Capitalismo» .

Las contradicciones políticas en la Anapo se presentaban de tiempo atrás: en el encuentro de noviembre de 1974 que presidió el general Rojas, se evidenció una fuerte discrepancia entre los defensores del socialismo, y los que planteaban un nacionalismo a secas, sin contenidos revolucionarios. Entre los primeros se encontraba Antonio García, connotado ideólogo, quien había sentado las bases socialistas. En esa ocasión, Rojas Pinilla definió el nacionalismo popular como una vía al socialismo y estableció el carácter obligatorio de los grupos de base. El 31 de octubre 1975 fueron expulsados de la Anapo los dirigentes Andrés Almarales e Israel Santamaría; el parlamentario y dirigente santandereano Carlos Toledo fue excluido del Consejo Político Nacional y destituido de la coordinación en su departamento. Igualmente, se desautorizó la publicación Mayorías, se prohibió su lectura y distribución. Numerosos anapistas protestaron por esta actitud y el 5 de noviembre fueron a la casa de María Eugenia a expresarle su inconformidad: ...suscribimos mensajes, recogimos firmas y movilizamos bases para demostrarle a María Eugenia los errores de la conducción política. En uno de tales actos, me tocó llevar la batuta en el rompimiento con María Eugenia. A mi vieja amiga le tocó escuchar la reprimenda de los líderes populares que en número superior a setenta me acompañaban ese día junto con mis propias afirmaciones estrictamente documentales. María Eugenia contestó, un poco descompuesta, parcialidades del cuestionamiento que se le formulaba. Fue aquella vez, la primera, en la que escuché de sus labios la grave afirmación según la cual Andrés y José Roberto Vélez y Carlos Vidales e Israel Santamaría, eran mentores v actores del M-19, cuya acción armada no compartía de ninguna manera . 23 24

23. IbídN° 29, Bogotá 12 de febrero de 1975, p. 5. 24. Pedro Manuel Rincón, Los muertos del EME, Pijao Editores, volumen 79, Ibagué, 1991.

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fPT

Desde muchas partes del país se dieron pronunciamientos en contra de las expulsiones y a favor de una renovación en la Anapo. El 28 de noviembre se conoció un manifiesto firmado por nueve de los veinte parlamentarios de Anapo, en el cual se señaló la claudicación de las directivas del partido y prácticamente desconocieron su existencia. Con el paso de los días, varios de estos parlamentarios firmantes, a la cabeza de ellos Jaime Piedrahíta Cardona, regresaron a las filas de María Eugenia. Andrés Almarales, en esos momentos director de Mayorías, definió así el momento político del debate: El carácter populista de Anapo ha impedido que las masas participen organizadamente en las luchas sociales. Pero ahora Anapo está dando el salto para pasar de la simple montonera a la lucha consciente y organizada de las masas. Y este paso depende, fundamentalmente, de crear las condiciones ideológicas y organizativas que lo permitan. Volver por el populismo es querer devolver el curso de la historia. El populismo implica tomar como bandera y principio el atraso político de las masas y no asumirlo como un punto de referencia negativo que es preciso superar21.

En su defensa de los grupos de base como garantía de una militancia activa, beligerante y disciplinada, la Anapo socialista realizó entre el 24 y el 25 de enero, en Bogotá, el Primer Encuentro Nacional de Grupos de Base, con la asistencia de 438 delegados de todo el país; en la práctica este encuentro se constituyó en el parto de Anapo socialista como movimiento independiente. En lo orgánico, la existencia de los grupos de base era otra de las serias divergencias en de la Anapo; las directivas de derecha reclamaban mantener los Comandos como unidades básicas del partido, mientras que el sector Socialista defendía y potenciaba los grupos de base como centros de capacitación ideológica y política, además de instrumentos en la lucha social en los que se practicaba la democracia interna para la selección de sus jefes y dirigentes. En Anapo socialista se conformó un comité ejecutivo nacional integrado por Andrés Almarales, Carlos Toledo Plata, José Cortés, Fabio Hincapié y Everth Bustamante. Este Comité hacía parte del Consejo Político Nacional, en el que también estaban: Elizahín Bustos, Isaías Tristancho, Víctor Buitrago, Jorge Montañez, César Guzmán, Iván Jaramillo, Francisco Zuluaga, Diego Suárez, Carlos

25. Véase entrevista a dirigentes de Anapo socialista. Alternativa N° 62, diciem bre 1" de 1975.

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Castelblanco, Dora Vélez, Gustavo Orjucla, Luis Enrique Becerra, Carlos Vidales, Sebastián Arias, Nclson Cardeño y Marco Velan- dia. Paralelo a ello, el M-19 contaba con un Buró de Dirección Política, en el que se encontraban Jaime Batcman, Iván Marino Ospina, Alvaro Fayad, Elmer Marín, Carlos Pizarro, Carlos Toledo, José Cortés, Everth Bustamante, Israel Santamaría y Andrés Al- marales. Los cinco primeros realizaban las tareas militares, mientras que los restantes cinco tenían como responsabilidad el frente político en Anapo socialista. El 12 de febrero de 1976 reapareció Mayorías como órgano de la Anapo socialista. En la edición N" 29 de esa fecha, se dio a conocer la Resolución Política emanada del Encuentro Nacional de Grupos de Base, documento que pasó a ser la línea general para la Anapo socialista. En ella se hizo un profundo examen de la realidad nacional, caracterizando al Estado como «intrumento de dominación a través del cual la oligarquía defiende y asegura sus intereses». Erente a ellos, «la clase obrera como única fuerza capaz de realizar la revolución, en alianza con los campesinos y todas las capas revolucionarias del pueblo». Planteaban como alternativa un sistema «socialista y popular», y la conformación de un gran Erente de Liberación Nacional para aglutinar al pueblo colombiano en la lucha nacional y antiimperialista. En la Resolución Política se hacía también un amplio análisis sobre la situación interna del Partido, las vías de la revolución, y aspectos organizativos. Sobra decir que el encuentro de grupos de base retiró todo tipo de respaldo a María Eugenia Rojas y dejó abierto el debate respecto a participar o abstenerse en las elecciones de mitaca del 18 de abril del año siguiente. Las reflexiones autocríticas del M-19 sobre el proceso de la Anapo y su paso por allí, fueron posteriores. Lo cierto es que el tema fue motivo de múltiples discusiones en el Movimiento: Nuestro error consistió en llegar a la Anapo, y en lugar de fundirnos con ese pueblo y clavarle en el alma la bandera del M-19, comenzar a luchar por quitarle la ideología anapista y meterle ideología izquierdista. En el periódico, los editoriales echaban tiros y sangre en ocasiones, y las posiciones eran superradicales, no manejábamos siquiera los matices que había al interior de la lucha interna de la Anapo, porque éramos demasiado radicales, y decíamos «todo el mundo al mismo costal», sin ver esos matices26.

26. Entrevista a Israel Santamaría. Olga Behar, op. cit., p. 84.

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III. M-19, una nueva manera de hacer la política

Mercado: ¡Que el pueblo lo juzgue!

Hacia 1976 el movimiento obrero colombiano estaba organizado alrededor de cuatro centrales sindicalesda Unión de Trabajado- res de Colombia —UTG—, central dirigida por Tulio Cuevas que surgió en 1946 con el apoyo de los jesuítas y del Partido Conservador; la Central de Trabajadores de Colombia —CTC—, conformada en 1936 durante el gobierno de Alfonso López Pumarejo, liderada por José Raquel Mercado; la Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia —CSTC—, de orientación comunista y creada en 1964; y la Confederación de Trabajadores de Colombia —CGT—, de inspiración demócrata cristiana, fundada a fines de los años sesenta. Por fuera de ellas, un sindicalismo independiente en ascenso, con fuerte influencia de la izquierda y del movimiento guerrillero. Pese a la existencia de estos cinco bloques, el grado de sindicalización era bastante bajo; se calcula que en 1976 existían en Colombia cerca de un millón doscientos mil trabajadores sindicalizados; la UTCcontaba con cerca del 45% de los sindicatos afiliados y la CTC con aproximadamente el 21%. Por sus orígenes y por la influencia que en ellas han ejercido los partidos tradicionales, las dos últimas centrales han sido consideradas como patronales y por lo tanto, de muy poco interés para la izquierda, que en esos momentos casi ninguna atención prestaba al real distanciamiento que se producía entre estas centrales y los partidos liberal y conservador y entre las confederaciones departamentales y sus dirigencias. El gobierno de López Michelsen trató de tender puentes con el sindicalismo a través de su ministra de trabajo, María Elena de Crovo, antigua izquierdista dirigente del MRL, pero una ola de huelgas ya se había desatado en todo el país. En 1975 hubo 109 huelgas de trabajadores y 58 en 1976, con un promedio de 45.6 días de duración

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en este último año; un solo ejemplo: la huelga de los 3.500 trabajadoresdelIngenioRiopaila por el reintegro de 800 de sus compañeros despedidos duró cerca de seis meses1. Paralelo a esta movilización sindical se presentó un auge de movimientos cívicos en varios puntos del país: Barrancabermeja, Barbosa, el oriente antioqueño y Bucaramanga, protagonizaron paros que enfrentaron al pueblo con las políticas del presidente López. Las luchas de los obreros, de los campesinos y de los pobladores, tenían un ingrediente político al incluir en ellas la lucha contra el estado de sitio vigente desde julio pasado. Por su parte, el movimiento guerrillero vivía un período de actividad; de los numerosos secuestros que se presentaron en 1975 varios le fueron adjudicados. Este era el agitado panorama social cuando el domingo 15 de febrero de 1976 fue secuestrado en la calle 63 con carrera 15 de Bogotá el dirigente de la CTC, José Raquel Mercado Martínez; para detener a Mercado, el M-19 le tendió una celada femenina, en la cual el dirigente cayó con facilidad... Pero, ¿qué llevó al M-19 a «detener» a Mercado? A través de sus comandos y del trabajo que se realizaba en la Anapo socialista, el M-19 venía penetrando en sectores obreros, convencido del papel que ellos deberían desempeñar como clase en la conducción revolucionaria. Los dirigentes socialistas dentro de Anapo, entre ellos Andrés Almarales e Israel Santamaría, dedicaban todos sus esfuerzos a apoyar las luchas de los trabajadores y a propiciar la unidad sindical. Así analizó Israel Santamaría los motivos del secuestro de Mercado: ...un conjunto de hechos de la política del M-19 nos va conduciendo al fenómeno de Mercado. Mercado no surge porque se le ocurriera a alguien en su cabeza. El M-19, producto de ese trabajo de izquierda, llega a un momento en que no apunta tanto hacia el pueblo como hacia las organizaciones sindicales. Comienza una serie de cursos de capacitación sindical, de trabajo en los sindicatos, de literatura sindical, de disputa de las masas sindicales a la CSTC, a la UTC y a la CTC. En ese accionar, el M-19 se encuentra con el problema de Mercado, con el problema de un líder corrompido a quien el pueblo no quería.

1. Un estudio a fondo se encuentra en el libro Notas sobre el movimiento popular en Colombia. Rafael Vergara (compilador), México, Universidad Autónoma de Guerrero, 1983

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Es entonces cuando el M-19 decide la acción para tomar fuerza a nivel de los sindicatos y al nivel del pueblo2.

Las dudas sobre los captores de Mercado se despejaron cuando, dos días más tarde, el M-19 dio a conocer el boletín N° 13 de esa fecha; como cosa curiosa, a partir de este número de su órgano informativo, el M-19 eliminó de su consigna el nombre de María Eugenia, ahora era simplemente: ¡Con el pueblo, con las armas, al poder!, pero siguió definiéndose como movimiento anapista. En este boletín informaba que Mercado había sido «capturado y puesto en prisión» por los comandos Simón Bolívar y Camilo Torres Restrepo. En el contenido de este primer documento, el M-19, a través de 11 preguntas, detallaba los cargos en contra de Mercado. Al final de cada una de ellas está el SÍ o NO. En las tres primeras, al acusarlo como «agente a sueldo del imperialismo yanqui y punta de lanza de las organizaciones gremiales norteamericanas en nuestro país», le señala su traición a la patria. A partir de la cuarta pregunta, y hasta la séptima, la actuación de Mercado era calificada como Traición a la clase obrera por burlar la confianza de los trabajadores, fomentar sus divisiones, entregar las huelgas y paros, y apoyar a los gobiernos de turno. En las restantes preguntas, el M-19 sustentaba su acusación de enemigo del pueblo por actuar como líder sindical gobiernista, líder político proimperialista y por perseguir y condenar toda protesta justa del pueblo o toda idea de liberación y socialismo. A través de este juicio, el M-19 buscaba juzgar todo el andamiaje político, social y económico que servía de soporte a las centrales sindicales; era así mismo un juicio contra el sistema y un campanazo de alerta contra aquellos dirigentes que actuaban a espaldas de sus bases. Las reacciones no se hicieron esperar. Mayorías, en su edición N° 30 del 26 de febrero, coincidiendo con el M-19, reconocía en Mercado a un fiel instrumento de los patronos, al servicio de los explotadores y en contra de los intereses de los trabajadores. Por su parte, la revista Alternativa en el N° 71 del 23 de febrero, poniendo aún en duda la autoría de la acción, la calificaba de «terrorista..., dada la situación actual y concreta del país». Voz Proletaria, órgano oficial del Partido Comunista, en su edición de esa semana, al parecer no tenía ninguna duda al señalar: «Detrás

2. Entrevista a Israel Santamaría. Olga Behar, op. cit., pp. 85 86

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de su desaparición no puede estar nadie más sino el aparato golpista que continúa poniendo bombas, que asesinó al inspector general de las Fuerzas Armadas y que busca desorientar la lucha de nuestro pueblo para poder propinarle golpes fulminantes»; el Comité Ejecutivo del mismo grupo político ya había calificado el acto como «aventurado y aislado de la acción de masas». Por su parte, el MOIRlo señaló como una táctica de la CIA Las centrales sindicales UTCy CTC exigieron la libertad del dirigente y amenazaron con un paro nacional de protesta y con realizar un boicot en las elecciones del 18 de abril siguiente. Pasados diez días, el M-19 hizo llegar al diario El Pueblo de la ciudad de Cali pruebas irrefutables de la situación de Mercado: su reloj y su chequera, acompañados de un parte médico elaborado por el comando de sanidad Jaime Vefásquez García, en el que detallaba el estado de salud del detenido. El nombre de Jaime Vclásquez García recordaba a un médico colombiano muerto en Quito, Ecuador, en diciembre de 1970, cuando coordinaba actividades con revolucionarios de ese país; Velásquez había sido amigo y compañero de Jaime Bateman en las FARC y participaba del proyecto político-militar que en esos años se gestaba en Colombia. El M-19 circuló igualmente en toda la prensa nacional, fotografías de Mercado en una «cárcel del pueblo» y un folleto de 27 páginas; en él se presentaron las razones y las pruebas en contra de Mercado por los delitos señalados en el boletín N° 13. La revista¿Q'Hubo?, el diario El Bogotano y el periódico Mayorías reprodujeron el extenso documento que podríamos dividir en tre« partes: En la primera, el M-19 señalaba el «orden» de los sectores poderosos que se expresaba en hambre, explotación, desempleo, salarios bajos, estado de sitio, campesinos sin tierra, peculados, sobornos, «el orden de los cien niños que mueren diariamente de hambre, el orden de la infancia y la juventud popular sin escuela... Es el orden burgués, la paz burguesa, la justicia burguesa». A todo ello enfrenta un «nuevo orden», el nuevo orden del pueblo en lucha, que se rebela. A continuación, el documento describía las acciones de la CIA y del imperialismo en América Latina, particularizando en las organizaciones gremiales a través de las cuales se ejercía el control de sectores del movimiento sindical en nuestros países. Ese es e caso del ICTFU, la ORITy la CIOSE, entidades que habían contribuido con la CTC y con Mercado. El folleto hacía un detallado recuento de las actividades sindicales de José Raquel

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Mercado entre 1960 y 1975, su vinculación con los partidos tradicionales y su apoyo a los patronos en las negociaciones de los conflictos laborales. Por último, diferenciaba entre la justicia burguesa y la justicia popular que debía usarse en contra de los explotadores y todos sus agentes: Y la justicia popular empieza con organización popular. La lucha popular crece con organización popular. El poder popular se construye con organización popular, con justicia popular, con lucha popular, con armamento popular . Durante su cautiverio Mercado relataba la forma como él actuaba, los chanchullos en que estaba comprometido, inclusive escribió eso. No se sabe en dónde este esa carta, en donde él relató cómo eran las cosas en la CTC, el manzanillismo, la utilización de los fondos. La actitud de Mercado fue la de contarle, espontáneamente, al M-19 todo lo que el había sido y había hecho, que era mucho más grave de lo que nosotros mismos habíamos pensado3 4.

Los días corrían y muchas paredes comenzaron a aparecer pintadas con grandes «Sí»; en asambleas universitarias y sindicales se votó por un «Sí culpable». Las centrales UTC y CTC también se pronunciaron y mandaron a imprimir grandes carteles con un «No». Así las cosas, la suerte de Mercado ya no estaba en sus manos. Quizás eso fue lo que dio a entender en sus primeras cartas dirigidas precisamente a sus compañeros de la CTC: Me imagino la tremenda preocupación que tendrán por mi ausencia, de seguro explotada publicitariamente. Bien, estoy detenido por una organización política que abraza con calor unos principios y los defiende con decisión y ha adoptado su manera de hacerlo. Es seguro que habrá diferencias en este sentido, con los principios nuestros, pero en el proceso espero analizar esas diferencias... Quiero decirles que no se trata de una organización cualquiera, buscadora de dinero, sino de una organización política y como tal me tratan, con la altura que se trata a un preso político. No he sido maltratado de palabra ni de hecho... Desde luego no puedo ocultar mi nostalgia y mi desesperación, pero espero reunirme pronto con ustedes. Les ruego atender a mi familia, lean esta carta a mi mamá. Cualquier deuda que se me presente páguenla, que ya nos arreglaremos.

3. Véase Mayorías, N" 31, N" 32, marzo de 1976. 4. Entrevista a Israel Santamaría. Olga Behar. ibíd., p. 86.

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Transcurridos cincuenta días desde la fecha del secuestro, el M-19 envió a distintos medios de comunicación su boletín N° 14 del 5 de abril donde anunciaba que José Raquel Mercado había sido condenado a muerte por veredicto popular y planteaba la posibilidad de conmutar su pena a cambio de: 1. El reintegro de los trabajadores y dirigentes sindicales despedidos de las empresas Riopaila, Eco- petrol, Vanitex, Sofasa y otras. 2. La derogatoria de los decretos contra la estabilidad laboral (decretos 1821,528 y 2351) y contra las libertades sindicales y políticas. Igualmente, la abolición de una serie de decretos destinados a minar el movimiento sindical de los educadores agrupados en Fecode, Acpes y en asociaciones de profesores universitarios. 3. Reproducción textual e íntegra de su boletín N° 14 en la prensa el siguiente domingo 11 de abril. El plazo que el M-19 concedió para que se cumplieran sus exigencias, fue hasta el amanecer del 19 de abril siguiente. En el M-19 existía una esperanza de negociación con el gobierno: Cuando secuestramos a Mercado estábamos realmente convencidos de que por lo menos una de nuestras peticiones —la de que se aumentaran los salarios de los trabajadores de Riopaila, que se encontraban en huelga— iba a conseguirse. Con esa petición que hubiéramos conseguido, habríamos liberado a Mercado, con esa no más. Y así se lo hicimos saber al presidente López".

El gobierno nacional, por intermedio de su ministro de Gobierno, Cornelio Reyes, negó de inmediato cualquier posibilidad de negociar o dialogar, y desató una persecución contra dirigentes y militantes de izquierda, particularmente de Anapo socialista en Bogotá, Bucaramanga, Aguachica, Barrancabermeja y Armenia. El camino para llegar a un acuerdo se estaba cerrando: El planteamiento de la posibilidad de un diálogo fue negado. La impresión que se tenía y que en parte se sigue teniendo hoy con los diálogos, es que existe una concepción muy autoritaria. En el Estado y en el gobierno primó el criterio de que conversar y dialogar con los subversivos era claudicar ante ellos. Alfonso López tenía esa misma concepción, por el tipo de gente que lo rodeaba; los ministros que lo rodeaban tenían una concepción muy cerrada, enfrascada al interior del Estado, y no medían las consecuencias que un mal manejo político de un problema de estos podía ocasionarle al país5 6.

5. Entrevista a Jaime Bateman. Patricia Lara, op. cit., pp. 178, 180. 6. Entrevista al general (r) José Joaquín Matallana. Patricia Ariza, Peggy Kielland y Clara Romero, Bateman, Bogotá, 86

Después de su exitoso Encuentro Nacional de Grupos de Base a comienzos del año, la Anapo socialista había asumido una mayor beligerancia, que incluso se expresaba en la posición abstencionista adoptada frente a los comicios seccionales (de mitaca) que se realizarían el 18 de abril de ese año. Esta decisión radical, calificada por ellos mismos como «táctica», los acercaba mucho más a un sector de la izquierda que, tradicionalmente, por definición o por principio, impulsaba la no participación en la llamada «farsa electoral». Frente a este tema, Anapo socialista se pronunció mediante un cartel distribuido nacionalmente. En un fondo rojo y con la fotografía de una marcha popular, resaltaba el «¡NOVOTE!», acompañado de un breve análisis: La tarea fundamental de hoy, no son las elecciones... La tarea más importante del momento es organizar un poderoso partido del pueblo, socialista y revolucionario, capaz de aplastar la corrupción, el desempleo, la explotación y la miseria de este sistema capitalista y proimperialista. ¡Por una patria socialista, organización y lucha! Anapo socialista.

A las seis de la tarde del lunes 5 de abril, la sede del periódico /l/ayorías, ubicada en el barrio de La Candelaria, fue allanada. Mayorías estaba dirigido en ese momento por Andrés Almarales y gerenciado por Carlos Vidales y Peggy Ann Kielland; su jefe de redacción era Sebastián Arias, su distribuidor Rogelio Sánchez, y al frente de su departamento de artes y producción se encontraba María Vásquez. En su lucha contra el reloj, el Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, retuvo el 7 de abril al parlamentario y presidente del comité ejecutivo de Anapo socialista, Carlos Toledo Plata, cuando se encontraba en Bucaramanga. El general Matallana, jefe del DAS y cabeza de la investigación por el secuestro de José Raquel Mercado, estaba sobre la pista. Ese mismo día fue aprehendido y trasladado a Bogotá Isaías Tristancho, secretario general de la Unión de Trabajadores de Santander, Utrasan. Dos días más tarde, cuando salían de las instalaciones de Mayorías, fueron arrestados los parlamentarios Andrés Almarales y José Cortés, mientras que en Armenia detenían a Israel Santamaría junto a 23 militantes de Anapo socialista, y en Bogotá a Carlos Vidales, secretario de su comité ejecutivo.

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Se calcula que en ese período fueron arrestados e interrogados, entre dirigentes y militantes, más de 200 miembros activos de Anapo socialista. Gracias a la «compartimentación» (técnica aprendida de los Tupamaros y de los Montoneros, que implicaba saber y conocer lo estrictamente necesario), el M-19 pudo mantener en secreto el sitio de reclusión de Mercado y preservar la integridad de su estructura. ...Pese al rigor de los interrogatorios, pese a las amenazas, pese a las preguntas capciosas, pese al incesante hostigamiento, pese a las detenciones arbitrarias e ilegales, los expertos investigadores del Estado no han conseguido de nuestros militantes y dirigentes ningún indicio que permita vincular a nuestro partido con el Movimiento 19 de Abril (M-19), ni con sus actividades, pero en cambio sí han podido escuchar, una y otra vez, los planteamientos ideológicos, políticos y organizativos esenciales de Anapo socialista7.

Y vino el desenlace. El lunes 19 de abril, a primera hora de la mañana, en la glorieta de la avenida 63 con transversal 48, en el costado noroccidental del parque El Salitre, apareció el cuerpo sin vida dejóse Raquel Mercado. Dos disparos en el pecho le causaron la muerte. La decisión sobre su vida fue discutida y aprobada en el Buró de la Dirección Política del M-19 durante un encuentro sostenido en una finca cercana a la localidad cundinamarquesa de Mesitas del Colegio. La última carta de Mercado habla por sí sola. En ella le expresa al presidente López su desconcierto por la situación en que se encuentra y por una aparente indiferencia gubernamental: ...Ya detenido, el Movimiento 19 de Abril puso unas condiciones mínimas para ponerme en libertad y el gobierno ni siquiera las considera, interesándole muy poco mi situación y mi vida. Pienso así mismo que mis servicios prestados al partido liberal, a la democracia burguesa y a la paz social han sido olvidados por el gobierno sin ninguna clase de consideración. Si mi caso hubiera ocurrido a uno de las oligarquías económicas, políticas y sociales, habrían movilizado cielo y tierra, hubieran hecho de todo para lograr su libertad. Esta es una buena lección para las clases trabajadoras que no pueden olvidar en el futuro: en casos a? peligro como el mío, no se cuenta con la cooperación y reciprocidad del gobierno. Por otra parte, es de lamentar que la CTC con raras excepciones no

7. Denuncia del comité ejecutivo de Anapo socialista, publicada en El Bogotano, 15 de abril de 1976. 88

haya hecho lo necesario para lograr mi libertad como un gesto de solidaridad conmigo, viendo ahora la posibilidad de arrebatarme el cargo que tengo y escalar elevadas posiciones. Parece que algunos pensaron que al ser eliminado, por el secuestro se haría la fiesta. No puedo terminar ésta, señor presidente, sin antes hacer una seria crítica a la UTC y especialmente a su presidente, quien dijo siempre ser mi amigo. No hubo un gesto de solidaridad y sé ahora que el compañero Cuevas conocía este plan de secuestro contra ambos y tomó las medidas de seguridad para él y no me comunicó nada a mí, a pesar que pocos días antes estuvimos juntos en el Ministerio de Salud, desde donde llamó al general Matallana, jefe del DAS, y le dijo que tenía que hablarle de un problema de orden público que él tenía. Da la impresión que quien dijo ser mi amigo y compañero, le interesó más que me secuestraran y así eliminaba a su émulo y debilitando en ese momento a la CTC tomando las posiciones que tengo internacionalmente. Señor presidente, hechas estas aclaraciones desde mi celda donde sigo detenido, sin esperanzas, no me queda otra cosa que hacer, más que recaer la culpa de mi suerte a la indiferencia del gobierno y de algunos ejecutivos de CTC, dejándome aquí a la deriva y abandonado con mi destino. A esto se agrega la falta de solidaridad de la UTC, que se puede entender como una pésima jugada en detrimento de mí futura suerte8. Sí, la oligarquía abandonó a Mercado... Vivo, no les servía para nada. Su muerte, en cambio, creyeron que les convenía: quizás pensaron que, con ella, íbamos a desacreditarnos. En realidad, sólo nos desacreditamos ante los intelectuales de izquierda que tienen tres esquemas en la cabeza. Ante las bases populares, ¡olvídese! El M-19 despegó con la muerte de Mercado. Despegó mil veces, mil veces, ¡mil veces! (...) En realidad, nosotros no deseábamos matar a Mercado. ..Queríamos negociar. Pero la oligarquía no nos dejó otra salida que la de su fusilamiento...Tal vez si lo hubiéramos detenido ahora, cuando somos mucho más maduros, no nos habríamos apresurado a ajusticiarlo el día en que cumplía un aniversario más la organización. Quizás lo habríamos retenido no dos meses, como lo retuvimos, sino muchos más. Tal vez entonces el gobierno habría negociado y Mercado viviría hoy. Se fusiló a Mercado como se fusila a todo el mundo... Su final fue un episodio oscuro, doloroso, lamentable... De él preferimos no hablar...9. 8. Carta de José Raquel Mercado al presidente Alfonso López Michelsen del 19 de abril de 1976, publicada en El 9. Entrevista a Jaime Bateman. Patricia Lara, op. cü., p. 180.

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Hacia la V Conferencia

Después de la muerte de Mercado, el M-19 consideró que su acción había proyectado al movimiento otorgándole un reconocimiento entre las masas y abriéndole las puertas de la clase obrera. El secuestro del dirigente sindical, así como su juicio y muerte, colocaban al M-19 ante el país ya no como un grupo de jóvenes audaces y simpáticos sino como un movimiento guerrillero de proyección. Para muchos, eso de disponer de la vida de un ser humano, con todos los cargos que se le hicieran, con todas las paredes gritando sus «Sí culpable», eso era una salida inhumana. El día de su entierro, a una sola voz, la derecha y sectores de la izquierda rechazaron el crimen. Y, a pesar de las críticas y de la represión, el M-19 continuó en un proceso de crecimiento que indudablemente le permitió madurar; su futuro, a partir de este hecho, lo colocaba en la mira de los organismos de seguridad del Estado. Y la reacción no se hizo esperar. Entre los muchos detenidos de esos días se encontraba Miguel Angel Proaño, El Chato, aprehendido el 21 de abril; al día siguiente Augusto Barreto (quien pronto se retiraría del M-19), René Ramos y Arturo Saldarriaga, todos ellos miembros del Movimiento. El 24 del mismo mes, a las 6:30 de la mañana, cayó en manos del ejército Gustavo Arias Londoño, uno de los máximos dirigentes. Hasta el día anterior la espada de Bolívar estuvo en su poder. Todos ellos y muchos más, durante semanas, fueron sometidos a brutales torturas. Para este tiempo ya circulaba en el M-19 un documento de estudio, mimeografiado, titulado «Táctica y estrategia», que contenía un breve instructivo sobre cómo comportarse en caso de ser capturado y cómo afrontar los interrogatorios; en una de sus partes se lee: Todos los regímenes opresores siempre han utilizado la tortura. Y con el correr de las épocas se han ideado y perfeccionado nuevas técnicas y métodos.

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Fundamentalmente la tortura es una forma de «arrancar» información, sin embargo no se utiliza con todos los individuos. Ésta se dirige contra elementos especiales, conscientes del trabajo que están realizando y los cuales, por su nivel ideológico, no están dispuestos a entregar de buenas a primeras sus conocimientos. Dadas las condiciones cada vez más acentuadas de la represión, ningún luchador revolucionario está exento de ella.. La respuesta y el comportamiento del revolucionario ante las torturas depende principalmente de dos factores: el nivel de conciencia política y la calidad humana en particular...10 11.

La Anapo socialista, por su parte, utilizaba todos los medios a su alcance para desvirtuar una «supuesta» vinculación con el M-19; por eso presentó ante el procurador general de la nación una carta en la que exigía su intervención para que cesaran los procedimientos de las autoridades en contra de sus dirigentes y militantes. Con la misma finalidad, en la edición N° 36 de Mayorías, publicó una extensa aclaración titulada «Anapo socialista no es el M-19». Esa férrea defensa de su espacio y la aparente tranquilidad con que trataba el tema del M-19, fueron unos de los elementos que, de alguna forma, despistaron las tareas investigativas del general Matallana. Aquí otra muestra de ello: Es lógico que el M-19 coincida en sus formulaciones teóricas no sólo con la Anapo socialista sino con todos los partidos y movimientos políticos que se inspiran en el socialismo científico. Todas las fuerzas de izquierda de Colombia y de América Latina coinciden en sus planteamientos antiimperialistas, antiburgueses y anticapitalistas. Todos los partidos y movimientos revolucionarios de este continente coinciden también en su lucha contra los partidos políticos burgueses y demás fuerzas reaccionarias. Todos coinciden igualmente en su apoyo irrestricto a las clases explotadas y oprimidas. Es decir, que en los planteamientos básicos y fundamentales no hay diferencias agudas entre las fuerzas revolucionarias. Otra cosa ocurre cuando se trata de los métodos, de las vías de la revolución. En este campo las discrepancias siguen siendo profundas y tajantes. Y es justamente aquí en donde existe una diferencia abismal entre la forma como adelantan sus luchas el M-19 y la Anapo socialista. Nosotros somos un partido político legal, abierto a las masas... El M-19, por lo que dicen sus acciones y sus publicaciones, es un movimiento clandestino, ilegal, armado".

10. Documentos M 19 11. Mayorías, N° 36 26 d

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Las elecciones que se realizaron ese 18 de abril presentaron una abstención nunca antes vista. En Bogotá alcanzó un récord del 88%, mientras que en todo el país fue del 71%. La Anapo, como proyecto político alterno al bipartidismo, mostró una quiebra definitiva al obtener aproximadamente 110 mil votos, equivalentes a menos del 4% de los sufragios emitidos (muchos menos de los alcanzados por la izquierda agrupada en la UNO y el MOIR). Por su parte, Anapo socialista, con su propuesta de abstención, salió fortalecida y empeñada en continuar su desarrollo como partido; para ello realizó tres conferencias nacionales ese año (Obrera, Campesina y de Juventudes), preparatorias de un congreso nacional convocado para enero de 1977: la Conferencia Nacional de Juventudes de Anapo socialista se efectuó en Medellín entre el 7 y el 8 de agosto de 1976; en ella se evaluó el estado orgánico, político e ideológico de los jóvenes agrupados y se elaboraron ponencias para ser presentadas en las otras conferencias citadas; la Primera Conferencia Nacional Obrera de Anapo socialista, se realizó en Bucaramanga entre el 10 y el 11 de octubre de 1976; contó con la asistencia de 130 delegados plenos y 50 delegados fraternales y observadores. En sus conclusiones optó por impulsar las luchas y la organización de todos los obreros, sin importar la central sindical a la que se encontraran afiliados; igualmente se acordó el estímulo de los movimientos cívicos y de toda forma de piotesta contra las políticas del gobierno de López. A mediados de 1976 el M-19 se encontraba en una posición ventajosa: crecido política y militarmente después del secuestro de Mercado, con su estructura intacta a pesar de las detenciones de algunos de sus miembros, con un acopio de experiencias a nivel de operatividad urbana en lo militar, en lo propagandístico y en lo financiero, y con una buena ascendencia entre sectores populares. Se podría afirmar que hasta allí el M-19 había sido un probado y eficiente aparato político-militar, en el que, si bien es cierto existía organicidad, predominaba una relación «horizontal» entre sus mandos y miembros en general. También había pasado por una etapa caracterizada por las acciones «robinhoodescas», o paternalistas y populistas como muchos las calificaron. Estas se mantuvieron como una constante en el accionar ante la población: las tomas de camiones con juguetes, pollos, leche y alimentos en general, y su posterior distribución en barrios populares; las tomas de buses con trabajadores, la presencia en asambleas obreras, las arengas en ellas

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o la repartición de documentos, en fin, una amplia actividad. Pero se llegaba la hora de superar esa primera etapa caracterizada por el «aparatismo», práctica detectada por ellos mismos: La concepción aparatista nos estaba deformando políticamente. Nuestro espacio político realmente se estaba debilitando. Estábamos autocercándonos políticamente. La acción de Mercado nos ayudó a vislumbrar esta realidad. Ante la represión, la organización no podía ver otra salida sino la de enconcharnos, escondernos en la técnica, en el aparato. Sabíamos que contábamos con una gran simpatía pero no habíamos recorrido el camino de las masas12.

Se llegaba el momento de construir una organización políticomilitar, con estructuras sólidas y claras definiciones en los aspectos ideológico y político, los cuales, por ser poco difundidos, generaban una gran incógnita entre ¿lis contradictores y también entre muchos de sus admiradores Con tal finalidad, el Movimiento 19 de Abril convocó a su V Conferencia Nacional. Pero ¿dónde estaban las anteriores conferencias? Desde su fundación, el M-19 había realizado varias reuniones generales, caracterizadas por ser totalmente clandestinas. Sus asistentes no conocían el sitio de encuentro y durante todo el tiempo permanecían con capuchas. A ellas se llegaba después de un largo procedimiento de chequeo y contrachequeo, siempre buscando preservar la seguridad; según Jaime Bateman esas fueron las primeras conferencias; por eso, al encuentro de febrero de 1977 se le llamó V Conferencia, en atención a las reuniones ya realizadas y como homenaje y reconocimiento a esa etapa inicial, silenciosa. De ahí en adelante se siguieron numerando. En noviembre de 1976, tres meses antes de la V Conferencia, en el proceso de conformar la infraestructura económica y técnica que necesitaba su aparato político-militar, el M-19 sustrajo de la firma Thomas de La Rué, ubicada en el barrio San Fernando de la ciudad de Cali, 39 escopetas y 28 revólveres calibre 38. La acción, realizada en horas de la madrugada del día 8, fue dirigida por Iván Marino Ospina, quien ya llevaba el seudónimo de Felipe. El operativo implicó reducir a los guardianes de la empresa dedicada a la vigilancia y al transporte de valores. Ahí participaron —entre otros— Jorge Marcos Zambrano, Toño, Guillermo Elvecio Ruiz, Oscar, Gus-

12. M-19. Carta i fi d

Nu

1,

julio

de

1977.

Documento

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tavo Arias, Boris, Carmenza Cardona y Gladys López. En las paredes del local de la empresa quedaron escritas las siglas del M-19 y la consigna: «Paz con hambre no sirve». La V Conferencia Nacional del M-19, trazó los elementos para construir una estrategia de poder, así como los elementos para formar una organización político-militar, resumidos en la necesidad de forjar el frente, el partido y el ejército como los instrumentos necesarios de la revolución: La formación del partido supone un sector de masas, constituido como frente o movimiento sobre el cual pueda ejercer su papel de vanguardia. Y, dialécticamente, un movimiento de masas supone una dirección que le permita coordinar su accionar. Y si este accionar es el de la guerra revolucionaria es necesaria la formación del ejército como condición indispensable para vertebrar la lucha armada, darle continuidad y posibilidad de victoria sobre el aparato armado del enemigo13.

El planteamiento de una estrategia de poder fue considerado como un paso de cualificación ideológica y política de gran trascendencia, que permitiría superar dificultades de índole teórica y práctica. En ese proceso de cambio y desarrollo, el M-19 consideraba necesario que sus objetivos político-militares tuvieran correspondencia con sus posibilidades reales de acción; intentaban no solamente contar con grandes precisiones teóricas, sino también con la estructura orgánica capaz de llevarlas a la práctica. En los documentos de la V Conferencia mantuvo el cuidado inicial de no asumirse como vanguardia y de reafirmarse en postulados iniciales como la lucha contra el sectarismo y el dogmatismo, contra el vanguardismo estéril y por la unidad revolucionaria. Se esbozaron unos elementos sobre la correlación de fuerzas en el contexto nacional e internacional y sobre los objetivos, vías e instrumentos de la revolución. En cuanto a los objetivos se señaló: Nuestra patria está madura y está exigiendo una revolución en lo económico, en lo político y en lo social. Nuestro pueblo necesita una revolución que expulse al imperialismo yanqui, que acabe con los monopolios, que acabe con las oligarquías, que nacionalice y reparta la

13. «Elementos para la construcción de una organización político-militar». Conclusiones de la V Conferencia, febrero d 1977

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tierra y que lleve al poder y al gobierno a los sectores populares, esto es, un Estado de obreros, de trabajadores y campesinos. Necesitamos, pues, una revolución popular, de liberación nacional y por el socialismo»14.

Al analizar las vías de la revolución, el M-19 precisó: Las vías violentas para destruir el estado oligárquico no necesitan ser defendidas. Eso es insistir demasiado en lo que no puede ser de otra manera... La historia muestra los grandes fracasos en aquellos países que pretendieron un parto no doloroso, un tránsito por vías pacíficas al socialismo... En un proceso como el nuestro, todos los métodos de lucha los sintetizamos en lo que denominamos guerra popular donde se entremezclan los conceptos de combinada, prolongada y de masas15.

En el desarrollo de su conferencia, el M-19 consideró que a pesar de los avances en lo político, en lo orgánico y en lo militar, no había podido rebasar su relativo aislamiento de las masas; debía ahora asumir las luchas del pueblo, para superar así la lucha de aparatos especializados; para ello se propuso: 1. Insertarnos en las masas, ligados a sus problemas concretos, desarrollando conciencia de la necesidad del socialismo y la guerra mediante el impulso y apoyo de sus luchas y la utilización de sus propias formas organizativas y de lucha. 2. Creación de núcleos capaces de asumir en su seno la combinación de las más variadas formas de lucha, en una óptica político-militar que desarrolle y reproduzca los futuros cuadros revolucionarios del partido en el ejército y en el frente. 3. Creación de una organización revolucionaria (político-militar) con apoyo e influencia de masas, capaz de combinar y centralizar las más diversas formas de lucha y las más distintas reivindicaciones del pueblo, batalladora pro unidad, consciente y combativa hacia las alianzas y la integración de diversas fuerzas revolucionarias: una organización con cuadros armados de una concepción y una práctica político-militar, impulsadora de la guerra del pueblo16.

En materia de organización se inició una estructura que partía del comando de base como núcleo compartimentado, compuesto 14. «Elementos para la construcción de una estrategia de poder», en revista Convergencia N° 1, septiembre de 1977. Esta revista era editada por el Partido Revolucionario de los 15. Ib id., p. 147. 16. «Elementos para la construcción de una organización

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por 3 a 5 miembros, dirigido por un responsable político, un responsable militar y uno de propaganda; por ahí tenían que pasar todos los militantes o aspirantes. Las tareas de agitación y propaganda, de reclutamiento de militantes y de aplicación de la línea política del movimiento, debían realizarlas en organizaciones de masas, en barrios, en fábricas, en escuelas y en universidades. A través de ellos se pretendía romper con ese relativo aislamiento del que ya hemos hablado. Los comandos técnicos eran un escalón más alto, con la misma estructura de los anteriores, pero con tareas especiales (falsificación, armamentos, inteligencia, etc.). Los comandos operativos guardaban idéntica estructura, con rígida disciplina, compartimentación absoluta y dedicación permanente. En otros asuntos analizados durante la V Conferencia, el M-19 coincidía con algunas fuerzas revolucionarias nacionales en definir la importancia estratégica de la clase obrera como vanguardia, el campesinado como su principal aliado, la pequeña burguesía como parte de un inmenso conglomerado social, aliado y partícipe en el proceso revolucionario. A partir de su V Conferencia, el M-19 borró de su nombre la palabra «anapista»; de ahora en adelante sería solamente Movimiento 19 de Abril. Esto se reflejó en sus boletines Nüs 23 y 24, de abril y junio, respectivamente, dedicados a exigir apoyo y unidad guerrillera, y donde propuso crear un frente amplio en el que estuvieran las PARC,el ELNy el EPL, a través del cual las organizaciones guerrilleras presentaran al país una política de ayuda mutua, de acción conjunta y de respeto a los acuerdos políticos mínimos a los que se llegara. El boletín N° 25 expresaba la posición del M-19 alrededor de las elecciones de 1978. Consideraba que la unidad electoral de oposición era una necesidad revolucionaria y daba su respaldo a un solo candidato de la izquierda: Frente al debate electoral, la izquierda ha tenido divergentes posiciones, diferentes experiencias. Sobre todo en la década de los sesenta se definía quién era revolucionario por su posición frente a las elecciones. Los que participaban eran reaccionarios, los que no, eran revolucionarios de raca mandaca. Lucha legal era igual a reformismo, lucha armada igual a revolución (...)

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El M-19, finalmente, apoyará un proceso unitario que conduzca a la escogencia de un solo candidato que represente los intereses populares y que demuestre su verdadero compromiso al servicio del pueblo17.

En el proceso de aplicación de las conclusiones de la V Conferencia Nacional se realizó en julio de 1977 la I Conferencia Obrera del M-19, convocada con el objetivo fundamental de unificar criterios sobre una política en relación con este sector, un estilo de trabajo y un estilo de organización; los temas centrales tratados fueron: la unidad del movimiento obrero y la ligazón del M-19 con las luchas gremiales. La Conferencia consideró que la unidad de la clase trabajadora sería producto de los acuerdos políticos que lograran las organizaciones revolucionarias agrupadas en un amplio Frente de Liberación Nacional en el que participaran las clases y sectores sociales. Fijó una actitud distinta frente al trabajo de las centrales sindicales UTCy CTC, considerando que en ellas había que desplegar toda una actividad de educación y politización de sus bases, orientándolas para que aislaran a las direcciones patronales. Con respecto a la CSTC, definió un tratamiento diferente por no ser una fuerza antagónica frente a los intereses de los trabajadores. Se delineaba" así una propuesta política: El problema no es la sigla, ni el grupo, ni la bandera. El problema es la práctica social no importa dónde estén ubicados los obreros. La unidad no se puede hacer con base en aparatos, sino con base en políticas. El trabajo hay que iniciarlo por las bases, en cualquier central obrera18.

En cuanto al tema de la presencia de la organización político- militar en el trabajo gremial, se consideró indispensable el funcionamiento de comandos político-militares en las fábricas, para así «incorporar a la clase obrera al proceso de guerra popular». En esta Conferencia Obrera, así como en otros períodos del M-19, desempeñó un importante papel Andrés Almarales: él era quien veía con mayor claridad las posibilidades de combinar el trabajo sindical con el trabajo militar, de pasar del aparato político-militar (grupo cerrado que mira y trabaja hacia adentro), a la organización político-militar, en función de las masas; él, junto con dirigentes sindi-

17. N° 18. N°

M-19, Boletín 25 j li Carta d M-19. 1 j li d

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ir cales de Utrasan, también observaba con claridad el problema laboral que se avecinaba en la empresa Indupalma. En el mismo mes de julio, el M-19 circuló entre sus comandos el primer número de Carta, documento destinado a ligar mucho más la dirección del movimiento con sus bases y a servir de medio para librar internamente los necesarios debates ideológicos. En ese primer ejemplar, hacía énfasis en la seguridad de la organización, dadas las investigaciones que venían adelantando los organismos secretos del Estado para desarticular su estructura. Basándose en una encuesta distribuida por esos días entre los comandos de base y contestada por ellos, concluía que existía internamente—luego de la V Conferencia— un cambio sustancial en cuanto al accionar en los sectores priorizados por la OPM (organización político-militar), obreros, campesinos, empleados, infraestructura militar, etc. Resaltaba la composición social del movimiento, que había variado en favor de la presencia de obreros y campesinos que se vinculaban como militantes, y llamaba la atención sobre una efectiva distribución de su boletín, del cual apenas se editaban 16 mil ejemplares. Hasta aquí podemos percibir un esfuerzo destinado a cubrir el bache con las bases; proponían hacerlo utilizando todas las herramientas a su alcance: políticas, militares, organizativas, técnicas, priorizando la actividad política sobre la actividad de aparato, la actividad de masas sobre la actividad armada, sin que ello significara abandonar la actividad tendiente a fortalecer el aparato (acciones de recuperación económica o logística, etc.).

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El operativo de Indupalma y el movimiento popular

En la celebración del Io de mayo de 1977 se planteó, por primera vez desde distintas organizaciones populares y de izquierda, la necesidad de realizar un paro cívico nacional. En ese propósito se comprometieron (no sin antes contar con vacilaciones y largas discusiones) las centrales obreras UTC, CTC, CSTC, CGT y algunos de los gremios ligados al sindicalismo independiente, conformando una instancia de coordinación llamada Consejo Nacional Sindical, CNS. El hecho de estar presentes en la convocatoria las centrales sindicales y de haber conformado un embrión unitario, le otorgaba al movimiento una legitimidad que nunca antes había tenido una expresión de protesta de este tipo. La izquierda, en su gran mayoría, hizo parte de la organización y de la convocatoria del paro; algunos sectores se marginaron aunque, en el desarrollo de los hechos y en la realización de la protesta, se fueron sumando. Esta primera experiencia unitaria del sindicalismo colombiano sirvió para levantar un programa común de ocho puntos, reivindicath o y político, que comprendía: aumentar los salarios por encima del 50%, congelar los precios de los artículos de primera necesidad, levantar el estado de sitio, derogar el Estatuto Docente, abolir las normas de la reforma administrativa que afectaban a los trabajadores al servicio del Estado, entregar a los campesinos las haciendas afectadas por el Incora, instaurar una jornada laboral de 8 horas y suprimir los decretos de reorganización del Seguro Social. Las centrales UTC y CTC intentaron negociar previamente con el gobierno aspectos contenidos en la plataforma, pero éste se negó y recurrió a medidas represivas y a varios intentos por dividir el movimiento nacional de protesta. Pese al carácter unitario de la protesta, el M-19, en un análisis preliminar contenido en su Carta N° 1, consideró inconveniente su apoyo al paro cívico:

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Al afrontar la discusión sobre la coyuntura actual, se discutió la participación o no en el Paro Cívico impulsado por el Partido Cumunista a través de la CSTC. Se consideró, que aunque está de acuerdo con una situación concreta de inconformidad popular y de desprestigio del régimen lopista, sin embargo está viciado por el objetivo electorero del PC, por su organización burocrática y por basarse e impulsar el espontaneísmo de las masas. Se considera que no se está en un momento de ascenso de la lucha de masas a nivel nacional, aunque sí a niveles local y regional. Se aprobó por ello no tomar la actitud de esquiroles enfrentándolo, pero no.hacerle el juego a la política del PC que, en forma oportunista, supedita esta lucha a sus necesidades electorales19.

A las 9:40 de la mañana del viernes 19 de agosto, cuando los sindicalistas en todo el país se encontraban en plenos preparativos del paro cívico, el M-19, a través de sus comandos Jorge Eliécer Gaitán y Simón Bolívar, secuestró en Bogotá a Hugo Ferreira Neira, exministro de Agricultura durante el gobierno de Alberto Lleras (1958-1962), y en ese momento gerente general de la empresa Industrial Agraria La Palma, Indupalma S. A.20, ubicada en el municipio de San Alberto, departamento del Cesar. Dos días antes, a las 0 horas del miércoles 17, los trabajadores de la empresa se habían declarado en huelga. Desde su fundación, la empresa Indupalma venía utilizando el sistema de «contratistas», intermediarios entre la empresa y los trabajadores, mediante los cuales se evitaba el pago de prestaciones sociales. El día de su retención, Ferreira Neira gerenciaba una gran empresa con 600 empleados de planta y 170 contratistas que tenían a su cargo 1.500 trabajadores permanentes y 600 esporádicos, a los que no se les llegaba siquiera a pagar el salario mínimo por jornadas de trabajo de 12 a 14 horas. Aparte de estas maniobras y argucias «legales», los trabajadores directos o indirectos de Indupalma eran víctimas de múltiples formas de explotación y de chantaje para impedir su organización sindical. Los directivos de la empresa, así como autoridades militares y del Ministerio de Trabajo, trataban de impedir a toda costa las posibilidades de una vida digna para los obreros que carecían 19. Documentos M-19. Carta NH1, julio de 1977. 20. Indupalma, propietaria de la plantación de palma africana más grande de Latinoamérica, hacía parte —en ese momento— del consorcio industrial Gutt, de propiedad de Morris Gutt, que entre las 58 empresas que poseía a su muerte, contaba con productoras de jabones y detergentes, grasas y aceites, levaduras y alimentos concentrados, oxígeno y il i d d b i i d

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de estabilidad laboral, pago de horas extras, dominicales y festivos, primas y vacaciones. Por eso, sus peticiones: 1. Eliminar el sistema de contratistas. 2. Reconocer la antigüedad de los trabajadores para poder acceder a cesantías y jubilaciones. 3. Pago de los salarios retenidos. 4. Reintegro de los trabajadores despedidos a raíz de la huelga. La huelga de Indupalma generó un impresionante movimiento de solidaridad en torno suyo. La carpa de los huelguistas en San Alberto se convirtió en un sitio de peregrinación; hasta allí llegaron personalidades, artistas, dirigentes políticos (entre ellos Carlos Toledo Plata y Andrés Almarales en su condición de parlamentarios) y ciudadanos que querían expresar su voz de aliento y llevar apoyo moral y material a los trabajadores. Sus peticiones eran tan elementales que hasta personajes de clara orientación conservadora así lo reconocieron; Juan Diego Jaramillo, columnista del diario conservador El Siglo, expresó en la edición del 28 de agosto: El M-19 escogió la empresa con indudable acierto... Indupalma no paga salarios mínimos a mil obreros; no respeta la jornada de ocho horas... ha permitido que florezca un indigno sistema de contratistas para eludir el pago de prestaciones... El M-19 no tiene pensado matar al doctor Ferreira... Quiere llegar a la razón por medio de la fuerza.

Para el M-19, el secuestro de Ferreira Neira fue la primera aplicación de sus criterios de estructura OPM, con una dirección centralizada y vertical, con base en planes, compartimentada y con una férrea disciplina: El operativo de Indupalma es un claro ejemplo de lo que somos y de lo que podemos ser; allí pusimos enjuego toda nuestra concepción de guerra combinada, de guerra de masas y adecuamos al momento la estructura organizativa como organización PM ya que la Dirección centralizó, bajo un único mando, todo el operativo; se elaboró un plan que comprendía lo político, lo propagandístico, lo militar, lo financiero y lo reivindicativo; y al centralizarse la organización para este operativo, se asignaron unas jerarquías responsables de la ejecución y control del plan, incluido un Estado Mayor en la región21.

El secuestro de Ferreira, al igual que otras muchas acciones del M-19, estuvo marcado por una alta técnica militar, pero también

21. M-19, Carta N" 2, p. 9, noviembre de 1977, documento mimeografiado.

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por una increíble cantidad de anécdotas. La más conocida es la relacionada con Carlos Duplat, Isidro, quien, disfrazado de mayor del Ejército, entró a la oficina del gerente de Indupalma para tratar con él asuntos de su «seguridad»; cuando ya lo trasladaban hacia la cárcel del pueblo, se encontraron con un desfile militar que los detuvo unos minutos, luego, saludando militarmente a su «mayor», los soldados del desfile le dieron paso al carro que conducía al secuestrado. Otras anécdotas fueron narradas por sus propios protagonistas: Durante su cautiverio, el mismo Ferreira Neira reconoció que el problema del país es de fondo. El vio con claridad que en esa oportunidad su empresa estaba negociando porque detrás de la lucha de sus obreros había una gran fuerza político-militar y los dirigentes no podían ya invadir con tractores las casas sindicales porque sus cabezas estaban en peligro. Yo interrogué personalmente a Ferreira. Desarrollé con él una relación muy buena. Conversamos mucho... A Ferreira le encantaban los langostinos. En varias ocasiones, dentro de la cárcel del pueblo, comió langostinos llevados de los mejores restaurantes22.

Sin hacer exigencia alguna, seis días después del secuestro, el M-19 dio a conocer fotografías del gerente detenido en su sitio de reclusión; así mismo su boletín N° 27 en el que vaticinaba: «Indu- palma: ¡Una huelga que se ganará!». A los pocos días, llegó a los medios de comunicación un breve manuscrito de Ferreira en el que informaba que se encontraba retenido por el M-19 y que en todo momento había recibido un trato correcto. La negociación de la huelga en Indupalma estuvo a cargo de Isaías Tristancho, secretario general de la Unión de Trabajadores de Santander, Utrasan, filial de la UTC, detenido días antes por los servicios de seguridad para ser investigado. Andrés Almarales, quien en ese momento era parlamentario, tuvo igualmente un importante papel en el arreglo. El M-19, con la retención de Ferreira Neira, buscaba garantizar que se hiciera la negociación y que ésta fuera favorable a los trabajadores, pero no pretendía reemplazarlos en su lucha ni en sus conquistas. El viernes 9 de septiembre, luego de casi un mes de negociaciones, se firmó un acuerdo laboral entre las partes; la empresa, cinco días más tarde, dio a conocer los resultados en un aviso pagado en la

22. Entrevista a Jaime Bateman. Patricia Lara, op. cit., pp. 180-183.

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prensa. A 1.022 trabajadores se les reconoció el pago de sus prestaciones pendientes y fueron vinculados directamente a la firma, eliminándose el sistema de contratistas independientes. Sin duda, el conflicto sirvió para elevar el nivel de lucha de los obreros y para probar el grado de apoyo de otros sectores de la sociedad: Lo de Ferreira Neira es una acción «pura», «bella», como les gusta a los intelectuales. Nosotros íbamos a solucionar un problema, a solucionarlo, no a ayudar a la clase obrera. Un problema concreto. Era el sector sindical más agredido, más humillado, más explotado de todo el sindicalismo. Porque no tenían ocho horas de trabajo. Porque no tenían dónde dormir. Porque no tenían reivindicaciones; ni salarios; ni futuro asegurado... Al coger a Ferreira Neira nosotros le estábamos incorporando un elemento nuevo a la acción política de las masas, a la que la izquierda colombiana le tiene pavor: es el factor militar, es la violencia, la violencia a que tiene derecho el pueblo cuando le son cerradas las posibilidades de acción pacífica. Y triunfamos, triunfamos en un 100%. Porque la oligarquía colombiana entendió en ese momento que un fracaso como el de Mercado era fatal para ellos21.

El desenlace del secuestro de Ferreira Neira era el esperado: su liberación una vez solucionado el conflicto de Indupalma. Así sucedió. El día 15, al Final de la tarde, minutos antes del toque de queda impuesto por el gobierno, cuando aún en la capital se producían esporádicas manifestaciones populares, cuando el ejército controlaba las calles de Bogotá, Hugo Ferreira Neira fue puesto en libertad por sus captores al interior de una iglesia. El M-19 había cumplido: La empresa ha firmado una convención colectiva de trabajo con sus trabajadores, con la mediación permanente del Ministerio de Trabajo y con la promesa pública de los presidentes de las cuatro federaciones sindicales nacionales de respaldar y hacer respetar este acuerdo. Por todo ello, nuestra organización fiel a su palabra ha puesto en libertad al señor Hugo Ferreira Neira23 24.

A las 0 horas del día anterior —14 de septiembre— se había iniciado la movilización popular contra el gobierno de López y por la plataforma de los ocho puntos. En varias ciudades la protesta alcanzó a paralizar completamente las actividades desbordando la

23. Entrevista a Jaime Bateman. Ramón Jimeno, op. cit., p. 70. 24. M-19 Comunicado mimeografiado, 15 de septiembre de 1977

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|T conducción política o gremial; en los barrios populares se organizaron manifestaciones hacia las grandes avenidas o hacia el centro, donde se presentaron enfrentamientos con el ejército que produjeron varias muertes entre los activistas populares. En ese momento Rafael Pardo Buelvas era el ministro de Gobierno y había calificado el paro como «subversivo y político». El balance fue un poco desalentador: los puntos contenidos en la plataforma fueron desconocidos por las autoridades y se generaron nuevas medidas represivas hacia los trabajadores (despidos y suspensión de personerías jurídicas a varios sindicatos). Si bien es cierto que el paro cívico de 1977 colocó en la cúspide al movimiento de masas, no se puede ocultar que los resultados finales llevaron a un rebujo durante los años siguientes: sólo en 1981, en medio de una alta represión, se vuelve a reactivar el movimiento cívico y popular. Posteriormente, en reunión ampliada de la Dirección Nacional efectuada en noviembre del mismo año, se aprobó el primer Plan vigente por tres meses (hasta la realización de la VI Conferencia), para poner a prueba la nueva estructura, su concepción y sus mandos. La cita tuvo como fin fundamental estudiar y señalar lo planteado en la V Conferencia, para profundizar los pasos que se venían dando en el proceso de construcción de la OPM. Así mismo, se hizo un detallado análisis del secuestro de Hugo Ferreira Neira y de sus resultados: El espacio político se amplió gracias a: 1. Que el sistema de contratista afecta no sólo a los obreros de Indupalma sino a la gran mayoría de los obreros del país, aparte de que el movimiento obrero y popular llevaba más de tres años de derrotas reivindicativas. 2. La lucha no se limitó a un conflicto regional, sino que por el contenido político, abarcaba a gran parte de la población; porque la propaganda a través de nuestras armas organizativas llegó a los sitios fundamentales y porque las armas militares golpearon no sólo en la región del conflicto sino en varias ciudades del país (acciones realizadas en Bogotá, Bucaramanga, Cali, etc.). Dentro de nuestra concepción de guerra prolongada utilizamos categoría de tiempo táctico, o sea, la práctica de la utilización de la movilidad (sorpresa y potencia). Partíamos de que debíamos ganar, sin dejarnos llevar a un combate prolongado, utilizar la sorpresa, concentrar esfuerzos para darle potencia al golpe. Son los elementos del período en que nos encontramos de preparación de la defensa activa y acumulación de poder. Por último, pusimos en movimiento todas nuestras armas (políticas, gremiales, organizativas y militares) en un intento que resultó fructí

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fero de cumplir lo que hemos dicho siempre: combinación de todas las armas y todos los métodos de lucha partiendo de las reivindicaciones de las masas. El gremio reivindicativo, el movimiento político y la OPM, confluyeron en un mismo objetivo: ganar en Indupalma y hacer de esa lucha y esa organización, un poder25.

La forma de accionar diseñada para retener a Hugo Ferreira Neira fue el modelo a aplicarse en futuros hechos ligados, desde ese momento, a la lucha de masas. Ahí donde había un conflicto laboral, un paro cívico o una protesta popular, los comandos del M-19 se hacían presentes para, con las armas en las manos, presionar una solución favorable a sectores populares. Dentro de esa operatividad se enmarcan las siguientes acciones efectuadas en los últimos meses de 1977 y el primer trimestre de 1978: — El 29 de octubre, cuando un bus transportaba a los obreros de la fábrica Croydon, un comando del M-19 se tomó el vehículo, arengó a sus ocupantes y les repartió propaganda. — A finales de enero, durante el paro cívico en Yumbo, Valle, fue ametrallada la casa del alcalde de esa población e incendiada la sede de la Defensa Civil. En la misma ciudad, el M-19 quemó los depósitos de la multinacional Cartón de Colombia S. A., donde los trabajadores sostuvieron una huelga por más de un mes, levantada tras obtener mejoras en salarios, indemnizaciones, primas, jubilaciones y estabilidad laboral. — En Pereira, el 28 de enero, un comando del M-19 dinamitó el canal de conducción del acueducto de Dosquebradas que ponía en peligro los barrios marginales ubicados a la orilla del río Otún, y que en octubre de 1976 había causado una tragedia que dejó 65 muertos. — El 21 de enero, en un nuevo aniversario de la muerte del general Rojas, celebrado en la sede de Anapo en Medellín, el M-19 arengó a los asistentes y distribuyó entre ellos un comunicado. — Días más tarde, en el piso 14 del Hotel Amarú, se negociaba el pliego de peticiones de los trabajadores de Peldar; allí estaban reunidos directivos de la empresa y del sindicato. Un grupo del M-19 irrumpió en la sala y conminó a los patronos a acordar una solución favorable a los trabajadores. El pliego fue aceptado dos días después y contemplaba un aumento salarial del 34%. La presión a Peldar fue intensa: mientras duró la negociación se colocaron

25. M-19. Carta N° 2, op. cit.

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bombas panfletarias en la sede de la empresa y sus directivos fueron amenazados en busca de una solución favorable para los trabajadores — El martes 21 de febrero, en el Parque Bolívar de la misma ciudad, un comando del M-19 se tomó un furgón de la Compañía Nacional de Chocolates y repartió su contenido entre los habitantes de los tugurios de La Iguaná, al occidente. La operación fue realizada en recuerdo de los 12 años de la muerte del sacerdote- guerrillero Camilo Torres Restrepo. — Igualmente, en el barrio El Carmen de Bogotá, el contenido de dos camiones repartidores de leche de las empresas La Alquería y Algarra fue distribuido entre los niños de las concentraciones escolares Ricaurte y El Carmen. En esta última se izó la bandera del M-19 y se distribuyó un comunicado que explicaba la medida y cuestionaba el manejo de la escuela. — El 8 de marzo, en Pereira, seis hombres del M-19 ocuparon simultáneamente tres buses que hacían la ruta de transporte de la fábrica de curtidos Consota. En esa ocasión distribuyeron el Boletín y dialogaron con los trabajadores. Otra vez fue raptado un camión de los almacenes Ley para repartir sus mercados en los barrios populares, luego fueron pollos en Cali. En fin, una amplia gama de operativos que para el M-19 permitían fortalecer su condición de OPM; muchas acciones calificadas por Jaime Bateman como «política pura».

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VI Conferencia, reafírmación de la OPM

El 25 de marzo de 1978, sábado de gloria, a las 9:30 de la mañana, un comando secuestró a Miguel de Germán Ribón en el centro- oriente de Bogotá. Ribón, exembajador colombiano en Francia, en ese momento estaba dedicado a exportar flores —a través de la empresa La Conchita— que cultivaba en su hacienda ubicada en el municipio de Bojacá, Cundinamarca, para lo cual tenía contratados a cerca de 600 trabajadores. Al igual que en el caso Mercado, la información para ejecutar el secuestro se obtuvo desde adentro, a través de una persona que se acercó bastante al empresario, esta vez, una celada masculina. A los pocos meses, en julio del mismo año, las autoridades detuvieron a Ernesto Sendoya Guzmán, acusado de ser uno de los plagiarios y encargado de negociar con la familia; al mismo tiempo buscaban con afán a su compañera Violaine Ann Coulandre (francesa) y a César Augusto Ríos Tovar, exempleado de la exportadora de flores, por su presunta participación en el secuestro. En el caso de la ciudadana francesa es importante reseñar que luego de permanecer clandestina durante varios meses en Bogotá, se presentó a su embajada y fue sacada del país en el mayor sigilo para evitar la detención. Durante el tiempo que duró raptado Ribón, las autoridades desarrollaron intensas investigaciones que llevaron a dar con el paradero de otros miembros del M-19, entre ellos, Arjaid Artunduaga y Clemencia Torres, capturados cuando trasladaban un arsenal. El secuestro de Ribón tiene una serie de hechos desconocidos: desde años antes el M-19 había iniciado relaciones con los exiliados uruguayos llegados a Colombia; de ellos, unos pocos con una real militancia y participación en el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. Fueron efectivamente los Tupamaros quienes, con el apoyo de dos miembros de la dirección nacional del M-19, secuestraron a Ribón; pero, ya en su desarrollo se les dificultó la

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negociación y tuvieron problemas en la cárcel del pueblo, sitio inicial de retención. En ese momento el M-19 asumió la custodia y negociación del secuestrado y, finalmente, dio un aporte económico a los Tupamaros. Miguel de Germán Ribón fue liberado el 2 de septiembre, tras 5 meses de cautiverio. El móvil de su secuestro fue proporcionar fondos para la actividad de sus captores. Por su liberación se pagaron 5 millones de pesos. Existe una línea de continuidad entre febrero de 1977 (V Conferencia) y marzo de 1978, cuando el M-19 reunió su VI Conferencia Nacional en un sitio campestre cercano a la población cundinamar- quesa de La Mesa. Como ya se ha visto a lo largo de este capítulo, en ese período se buscaba desarrollar el concepto de organización político-militar, tema sobie el cual se encuentra un importante y amplio trabajo en la publicación Carta N° 1 al N° 4. Como base para las discusiones en la VI Conferencia y con los aportes recibidos en la reunión estos postulados se transformaron en las conclusiones del evento. Durante la VI Conferencia, el M-19 se definió de nuevo como una organización político-militar, nacionalista, revolucionaria y por el socialismo. Aprobó un «organigrama» o «estructura jerárquica», vertical, compartimentada y centralizada, que de abajo hacia arriba se constituía de la siguiente manera: 1. Los militantes, miembros de un comando de base eran oficiales, en relación directa con las masas y con simpatizantes y premilitantes. 2. Oficial segundo era el responsable de un comando de base, que tenía entre tres y cinco miembros. 3. Un oficial primero era el encargado de tres o cinco comandos a través de sus oficiales segundos; junto a ellos formaba una dirección intermedia. 4. A cargo de un oficial mayor estaban tres o cinco oficiales primeros, es decir, tres o cinco direcciones intermedias; con ellos conformaban una dirección de columna. Hasta aquí podríamos calcular que una columna podía tener entre 27 y 125 oficiales. 5. El oficial superior tenía a su cargo tres o cinco oficiales mayores, con quienes formaban la dirección regional. 6. Los oficiales superiores mejor evaluados hacían parte del comando superior, máxima instancia de conducción del movimiento mientras no estuviera reunida la Conferencia Nacional, o mientras no se reuniera la dirección nacional, en la que se encontraban los oficiales mayores y superiores. Al mando de estos oficiales superiores y de toda la organización estaba el comandante o jefe político-militar.

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En esta conferencia se evaluó a cada uno de los miembros teniendo en cuenta aspectos políticos, militares, organizativos e ideológicos, con un criterio de integralidad. Los mejor evaluados fueron numerados y se les concedió grado. Jaime Bateman, por su experiencia y capacidad política y militar fue designado como oficial superior primero, comandante del M-19; le seguían, en su orden, Iván Marino Ospina, Helmer Marín, Alvaro Fayad y Carlos Pizarro; ellos hicieron parte del primer comando superior. Entre los oficiales mayores estaban Carlos Toledo Plata, Andrés Alma- rales, Yamel Riaño, Israel Santamaría, Vera Grabe, Elvecio Ruiz, Afranio Parra, Germán Rojas, Carlos Duplat Sanjuán y Everth Bustamante; entre los oficiales primeros estaba Nelly Vivas Rebolledo, la única mujer que asistió a la VI Conferencia, entre casi 40 delegados. De acuerdo con la estructura jerárquica descrita, la VI Conferencia aprobó un reglamento interno que reemplazó los estatutos que se encontraban vigentes desde la Conferencia anterior. Las nuevas normas se acogían a los planteamientos de la organización político-militar y constaban de 10 artículos —cada uno con sus respectivos numerales y literales—, que tenían que ver con aspectos organizativos y disciplinarios; estos últimos incluían sanciones a conductas como el sectarismo, el grupismo, el irrespeto a los compañeros, el abuso de autoridad, la violación del secreto y la deserción; las sanciones para éstos y otros casos podía ir desde un llamado al orden, hasta la expulsión, pasando por el desarme, el encarcelamiento o la degradación. El debate electoral de 1978 fue otro de los temas analizados en la VI Conferencia Nacional del M-19: se ratificó lo expresado en los boletines N° 25 y N° 29 de julio de 1977 y enero de 1978 respectivamente, en los cuales de nuevo invitaban a escoger un solo candidato por las fuerzas de izquierda y de oposición. Y aunque la propuesta unitaria fue recibida con entusiasmo por muchos sectores, aún era débil. La realidad era otra: cada día el tema de la unidad parecía alejarse más y más, a pesar de que existían ciertas condiciones (el evidente desgaste gubernamental, entre otras) que hubieran permitido dar ese importante paso; la izquierda colocaba por encima de ellas sus «ideologismos y estrategismos» en torno al carácter de la revolución, a su centro mundial, al carácter de la sociedad colombiana, en fin, en torno a una serie de factores que

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la gente común no entendía y tampoco estaba interesada en entender. La participación de la izquierda en las elecciones de junio estuvo dividida en tres candidatos: Julio César Pernía, por la Unión Nacional de Oposición, UNO, de la cual hacían parte el Partido Comunista, un sector de Anapo y dirigentes del Movimiento Independiente Liberal, MIL. Esta fue la lista más votada de la izquierda con 97.234 votos. Otro candidato era el anapista Jaime Piedrahíta Cardona, que representaba el Frente para la Unidad Popular, FUP, formado por el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario, MOIR, el Movimiento Nacional Democrático y Popular, MNDP, los Comités Democráticos Revolucionarios y Populares, CDRP, un sector del Movimiento Independiente Liberal, MIL y un sector de la Alianza Nacional Popular, Anapo, que alcanzó 27.059 votos. Por último, estaba Socorro Ramírez, en representanción de los grupos trostkistas agrupados en Unios, integrado por el Partido Socialista de los Trabajadores, PST, la Unión Revolucionaria Socialista, URS, la Liga Comunista Revolucionaria y la Organización Comunista Ruptura; su votación apenas llegó a 5.000. La Anapo tuvo una efímera unidad que, como se vio, quedó disuelta en las distintas propuestas de izquierda. El triunfo electoral en junio de 1978 fue para Julio César Turbay Ayala, liberal, con 2.502.681 votos frente a los 2.356.620 de Belisario Betancur, su opositor conservador. El 9 de abril, unas semanas antes de las elecciones, cuando se conmemoraban 30 años del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el M-19 se hizo presente en su casa-museo y colocó una inmensa ofrenda floral en su tumba con una bandera azul, blanca y roja, en la que estaba escrita su consigna «No hay paz con hambre»; en una de las paredes pintaron las siglas del movimiento; en el comunicado dejado en el sitio se mostraba la admiración y respeto al caudillo y la aceptación de sus tesis. Pasada la campaña electoral y ante la división por parte de las diferentes agrupaciones políticas demócratas y revolucionarias, nació una nueva propuesta: el movimiento Firmes, que se planteó para la izquierda y para la organización popular como una perspectiva antisectaria, nacionalista, democrática, antiimperialista y antioligárquica. Desde sus inicios, el M-19 apoyó la propuesta política de Firmes como un positivo avance de las fuerzas democráticas del

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país. Varios de los dirigentes del movimiento Firmes eran a su vez miembros activos del M-19, que optaron por esta nueva forma de organización legal; allí estaban Isaías Tristancho, Víctor Félix Pastrana, Gerardo Ardila, Rubén Carvajalino, Eddy Armando y muchos dirigentes regionales. La Anapo socialista, al igual que otras agrupaciones de izquierda, resolvieron disolverse en Firmes, aunque, ya en la VI Conferencia, el M-19 acabó su participación en el sector de Anapo que impulsó durante varios años. Las primeras apariciones de Firmes demostraron la inmensa simpatía que despertó en el seno de las fuerzas nuevas, cansadas del manejo dogmático y sectario de algunas agrupaciones que pretendieron transformar esta propuesta en el partido de la revolución. De igual forma, en amplias capas sociales, los planteamientos de Firmes comenzaron a tener eco; se fraguaba (¿finalmente?) la eterna propuesta de unidad levantada por todos los movimientos o partidos, legales e ilegales. El Encuentro Nacional de Firmes se realizó en Bogotá el 26 de agosto de 1978. En su plataforma política se podían encontrar los elementos de una propuesta amplia y popular, en la cual tenían puesto hasta los escépticos: Firmes es democrático en sus objetivos inmediatos, que servirán para abrirle camino a esa nueva sociedad: la ampliación de las libertades y los derechos individuales y colectivos, también su respeto real por parte del Estado; la creación y la salvaguardia de un espacio democrático en donde el pueblo pueda organizarse para librar sus luchas; el rechazo a la creciente militarización de la sociedad colombiana, en la administración de justicia, en el manejo de las universidades, en la solución de los conflictos laborales y las protestas campesinas. Firmes es también democrático en cuanto a sus concepciones estratégicas y objetivos a largo plazo26.

26. El Tiempo, agosto 27 de 1978, p. 7A.

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Las guerrillas móviles

Pasada la VI Conferencia Nacional, el M-19 se encaminó a concretar su actividad en el movimiento campesino. El trabajo se centraba, inicialmente, en cuatro regiones coordinadas por una comisión integrada por un representante de cada una de ellas. Se buscaba continuar y ampliar las tareas y relaciones que se estaban impulsando en la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, ANUC, pero también se intentaba llegar a sectores independientes a través de cooperativas y otras formas organizativas propias del campo. El 10 de septiembre de 1977, durante 2 meses y 8 días se efectuó en el departamento del Chocó la primera escuela rural de formación político-militar. En noviembre se suspendió para ser reanudada un mes más tarde en la intendencia del Caquetá. Es importante analizar esta primera experiencia que luego derivaría en la «móvil» del Caquetá, preludio de la organización de la fuerza militar del Frente Sur. Fue el primer paso para vincular su trabajo político- militar urbano, con la concepción y puesta en práctica de la guerra en el campo: la guerrilla rural que se expresaría en el surgimiento de guerrillas móviles. A la segunda parte de la escuela en el Caquetá, con un mes y 8 días de duración, asistieron dirigentes nacionales del M-19, líderes de masas de la ANUC de distintos departamentos y militantes locales, entre los que estaban Gerardo Perilla, Gerardo Lozada, los hermanos Monje y Conrado Marín, quien trabajaba con los campesinos de la zona; en el transcurso de la escuela murió en febrero Fabio Sánchez Malagón, dirigente del magisterio en la región. El M-19 llegó al Caquetá a través de la relación establecida meses antes con el grupo Organicémonos (proveniente de la Organización Revolucionaria del Pueblo, ORP), del cual hacían parte Víctor Félix Pastrana, dirigente de ANUC, Remberto Artunduaga

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y Rodrigo Pérez, dirigentes del magisterio en esa intendencia. Una vez culminó este período de preparación, los miembros de Organicémonos decidieron ingresar al M-19. La escuela se fundamentaba en las conclusiones de la V Conferencia y estaba dentro del plan trimestral que, entre otras cosas, quería también rebasar el localismo geográfico que circunscribía su actividad a Bogotá y a Cali (cumpliendo con el plan, el M-19 logró penetrar posteriormente en otras dos regiones). En la VI Conferencia se había ratificado la necesidad de crear espacios para formar dirigentes, militantes y sectores afines al M-19. Ya se tenía como experiencia concreta la escuela realizada en el Caquetá entre finales de 1977 y comienzos de 1978, y en otras pequeñas escuelas de formación que se hicieron en distintas partes del país. Atendiendo esta necesidad, se programó en junio una nueva escuela en el Caquetá, con una mejor preparación, con un mayor número de asistentes y con mejores recursos. Por allí pasaron Vera Grabe, Julia, Gloria Amanda Rincón, Renata, el flaco Elvecio Ruiz, Oscar o Ramiro, y otros muchos. A diferencia de la anterior, ésta se organizó en la cordillera y permitió conocer a fondo una zona que garantizaba las condiciones para echar a andar la móvil Simón Bolívar —que estuvo al mando de Gustavo Arias Londoño, Boris, de Marcos Chalita y de un ecuatoriano llamado Kleber Gia, Pepe, vinculado al M-19 a finales de 1977 cuando salió de su país sindicado de la muerte de un industrial secuestrado—; con ellos se encontraban Gerardo Perilla, Remberto Artunduaga, Yuri, Pedro González, Efraín, y Rodrigo Pérez, David, quien atendía desde Florencia la logística. Eran en total 14 los guerrilleros que componían la móvil27; contaban con apoyo de campesinos y colonos agrupados en Sindiagro a través de los cuales se impulsaban los comandos de lucha local, que servían para organizar y vincular las luchas populares con la acción armada. El 8 de diciembre de 1978 se dio la primera toma guerrillera de una población por parte del M-19: Sólita, ubicada a orillas del río Caquetá. Era la prueba de fuego del pequeño grupo de guerrilleros que desde el comienzo soportaron el acoso de las fuerzas armadas. En el transcurso de esos meses, el Movimiento «ajustició» a varios informantes o agentes del ejército, igualmente realizó «recuperaciones» de dinero en Florencia. 27. Se hace especial énfasis en esta «móvil», por ser la única que dio resultado como se verá más adelante. (N. del A.)

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En otras partes del país se cumplía la etapa de formación de las guerrillas móviles, compuestas en un inicio por pequeños grupos armados, que hacían trabajo político en diferentes zonas campesinas. Las móviles tuvieron un período de instalación entre julio y noviembre de 1978, su desarrollo fue desigual, en algunas de ellas se cometieron errores; uno de ellos, el más criticado tanto internamente como en los sectores campesinos donde se actuaba, fue la falta de combatividad en los momentos de represión por parte de las autoridades. Aparte de la del Caquetá, en total se organizaron siete guerrillas móviles: la del Cauca, que inicialmente intentó asentarse en Coconuco y luego en el páramo de Moras; al mando de Antonio Navarro Wolf, Adán, se encontraban Carmenza Cardona, La Chiqui, Carlos y Gerardo Revolledo, Dtego\ contaba con trabajo entre las comunidades indígenas y se podría decir que fue el origen del comando indígena Quintín Lame conformado varios años después; a pesar de la persecución por parte de la Tercera Brigada, nunca se liquidó sino que luego se vinculó a la del Caquetá; en sus filas murió Miguel Angel Proaño (oficial mayor vinculado al M-19 desde su fundación, segundo al mando de la móvil), en enfrentamiento con la policía en junio de 1978. La móvil del Tolima, que operaba cerca a Roncesvalles, fue arrasada; en ella se encontraban, inicialmente, Afranio Parra, Augusto Lara, EverthBustamanteyiVzW Pizarro; posteriormente fue reforzada con Germán Rojas y Jorge Eduardo Carvajalino. En Risaralda, la móvil, a cargo de Elmer Marín, no se desarrolló, se liquidó sola y por ese hecho él fue sancionado posteriormente. La móvil de Santander estuvo en un principio a cargo de Yamel Riaño, más tarde asumió su conducción Carlos Pizarro luego de que fracasara en la móvil de Antioquia. Por último, la del Magdalena Medio, que también fracasó. Cabe anotar que todos estos intentos fueron reprimidos por las fuerzas armadas del Estado; muchos militantes y campesinos que colaboraron con el M-19 fueron desaparecidos y otros asesinados. La experiencia de las distintas móviles duró cerca de seis meses: El ejército se encargó de demostrarnos que por ahí no era el camino, nos dijo: «tienen que concentrarse». Y lo hicimos en el sitio que mejor nos favorecía: el Caquetá. Era el mejor sitio porque nuestras fuerzas eran inexpertas. No teníamos un solo militar real. Teníamos teóricos militares y campesinos con criterios políticos más que militares...28.

28. Entrevista a Jaime Bateman. Ramón Jimeno, op. cit., p. 79.

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En 1978 recrudecía el enfrentamiento en Nicaragua en contra del dictador Anastasio Tachito Somoza Debayle, después de que éste mandó matar al periodista Pedro Joaquín Chamorro, director del diario La Prensa. La insurrección popular comenzó en el barrio indígena Monimbó de la ciudad de Masaya; en la conducción de la protesta armada estaba el FSLN, con las banderas rojinegras de Augusto César Sandino. En Colombia, el M-19 realizó varias acciones de solidaridad con el pueblo nicaragüense y su vanguardia: el 10 de mayo guerrilleros vestidos de religiosos ocuparon la embajada de Nicaragua en Bogotá, redujeron a sus ocupantes y retuvieron durante varias horas al embajador William Baquero Montiel. En el transcurso de la toma, se pintaron consignas en las paredes y se colocaron las banderas del FSLN y del M-19. En el comunicado que explicaba su acción, se incluyó una carta abierta a los religiosos y cristianos con motivo de la III Conferencia Episcopal Latinoamericana que se realizó en Puebla, México. Dos meses más tarde, en desarrollo de los Juegos Centroamericanos de Medellín, el M-19 interceptó un bus en el que se trasladaba el equipo de béisbol de Nicaragua. Durante media hora lós guerrilleros se dedicaron a pintar en el bus su sigla y la del Frente Sandinista de Liberación Nacional, a arengar a los deportistas y a distribuir entre ellos un nuevo documento en el que reiteraban su apoyo y su condena al somocismo. Para Jaime Bateman, la solidaridad con Nicaragua debía ir mucho más allá. Tenía la certeza de que tanto para el desarrollo de su organización, como para el triunfo de los sandinistas, era necesario aumentar el armamento, en calidad y en cantidad. En ese momento el M-19 se compenetró más con los conflictos que tenían lugar en Centroamérica, conoció directamente los procesos que se vivían en Guatemala, El Salvador, Nicaragua, y estableció contactos iniciales con distintas fuerzas y movimientos políticos de la región. Para lograr esto y profundizar en las relaciones con organizaciones político-militares del continente y con algunos de los gobiernos democráticos que se estaban reinstalando, Bateman comisionó a Everth Bustamantepara asistir en julio de 1978 al Festival Mundial de la Juventud que se realizó en La Habana. Allí el M-19 (con el obvio disgusto del Partido Comunista) distribuyó entre los participantes un comunicado clandestino. Los servicios de seguridad cubanos pudieron detectar la acción y retener a su autor durante 72 horas mientras todo se aclaraba. La presencia

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del M-19 en ese festival sirvió para establecer fuertes lazos de amistad y solidaridad con movimientos, en especial de Cen- troamérica; allí se efectuaron reuniones con Salvador Cayetano Carpió, en ese entonces comandante de las FPL de El Salvador, con Henry Ruiz, Modesto, dirigente del FSLN de Nicaragua y con Andrés Pascal Allende, jefe del MIR de Chile.

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Turbay: «El peor gobierno que ha tenido mi país en toda su historia»

La anterior sentencia de Gabriel García Márquez reflejó el sentimiento de muchos colombianos frente al gobierno del liberal Julio César Turbay Ayala, quien asumió la Presidencia de la República el 7 de agosto de 1978. Y aunque, aparentemente, el Frente Nacional había llegado a su término, Turbay —acogiéndosv’; al artículo 120 de la Constitución— conformó un gabinete con siete liberales, cinco conservadores y un ministro de Defensa, el general Luis Carlos Camacho Leyva, partidario de un mayor protagonismo político por parte de los militares. La milimetría fue aplicada también en el nombramiento de gobernadores y alcaldes, y alcanzó para cargos importantes en la administración. Convencido de que el gobierno de Turbay inauguraba una época de oscurantismo y represión, el M-19 hizo llegar al mandatario uno de sus boletines en la misma fecha de su posesión y así lo reconoció el presidente años después: El mismo día de mi posesión encontré sobre mi escritorio un boletín en el que dicho movimiento, antes de comenzar mi gobierno, se colocaba irrazonablemente en pie de batalla contra la nueva administración29.

Desde los inicios de su mandato, Turbay asumió un claro compromiso con la lucha en contra de los grupos alzados en armas, que fue interpretada por su gobierno como la lucha contra la inseguridad; una cosa era sinónimo de la otra. En ese sentido, se preocupó por dotarse de las «medidas suplementarias eficaces» que los militares habían reclamado al presidente López casi al final de su mandato. El 6 de septiembre, un mes después de posesionarse, al amparo del artículo 121 de la Constitución, expidió el

29. Discurso del presidente Julio César Turbay Ayala, publicado en el diario El Tiempo, edición del 23 de marzo de 1981

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decreto 1923, «por el cual se dictan normas para la protección de la vida, honra y bienes de las personas y se garantiza la seguridad de los asociados», llamado Estatuto de Seguridad, mediante el cual se aumentaban las penas para los delitos políticos (secuestro, extorsión, incendio voluntario, ataque armado), se crearon nuevas figuras delictivas (ej.: castigo con un año de prisión a quienes distribuyesen propaganda subversiva), y se otorgaban nuevas atribuciones a autoridades subalternas (militares, policiales o civiles). Las raíces de estas medidas las encontramos en los decretos 2193, 2194 y 2195, expedidos por el gobierno de López en octubre de 1976. En ellos se perfilaba el Estatuto de Seguridad como mecanismo jurídico ya perfeccionado; de ahí en adelante, se utilizaría contra las organizaciones en armas, serviría además para acallar las protestas populares que se sucedieron en el gobierno de Turbay y para tratar de controlar al movimiento democrático en pro de los derechos humanos, que adquirió fuerza desde entonces. De esta forma, la doctrina de la seguridad nacional30 que encontró un inmenso eco en las dictaduras militares del continente tomó cuerpo en nuestro país. Para complementar lo anterior, y como conjunción con el Estatuto de Seguridad, el gobierno de Turbay mantuvo el estado de sitio en todo su período. En un claro desafío al gobierno de Turbay y al Estatuto de Seguridad, a las pocas horas de ser promulgado, un comando del M-19 realizó una acción de solidaridad y apoyo a los trabajadores de la empresa Croydon, quienes adelantaban una huelga de varias semanas. En la avenida Primero de Mayo de la capital de la República interceptaron un furgón de propiedad de los supermercados Carulla, cargado de alimentos; el contenido fue entregado en las carpas de los huelguistas de Croydon. Una semana antes, los comandos Antonio Ricaurte, Policarpa Salavarrieta y José Antonio Galán penetraron en las oficinas de la misma empresa y sustrajeron importantes documentos, para con ellos presionar una pronta y justa negociación al conflicto laboral. Inaugurándose el gobierno de Turbay, cuando se cumplía un año del paro cívico del 14 de septiembre de 1977, un grupo hasta 30. La doctrina de la seguridad nacional tenía como fundamentos la bipolaridad, entendida como la división del mundo en dos grandes campos (capitalismo y comunismo); y \&guerra generalizada, producto del enfrentamiento entre occidente y oriente, actores de la bipolaridad. Ver Gustavo G lló L úbli d l Ci B á 1981

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entonces desconocido, denominado Movimiento de Autodefensa Obrera, ADO, «ajustició» al ministro de Gobierno saliente, Rafael Pardo Buelvas, acusándolo como responsable de la represión durante las jornadas de protesta del año anterior. Este grupo se había dado a conocer unas semanas antes, cuando uno de sus comandos ocupó las instalaciones de la revista Alternativa. La acción de ADO fue rechazada por todos los sectores de izquierda que la calificaron como un hecho terrorista y aislado, que le proporcionaba nuevos elementos al régimen de Turbay Ayala para aumentar la represión. Para complementar las medidas contenidas en el Estatuto de Seguridad, el gobierno echó mano del artículo 28 de la Constitución que le permitía retener durante diez días hábiles a toda persona sospechosa de alterar el orden público. Con ese mecanismo se procedió a arrestar a cientos de activistas sindicados de pertenecer o colaborar con grupos guerrilleros. Los allanamientos, las torturas, las desapariciones y los asesinatos, que ya se venían presentando con regularidad, se hicieron norma común en las investigaciones. Decenas de denuncias fueron llenando los archivos de la Procuraduría. Decenas de presos políticos comenzaban a llenar las cárceles. La protesta popular intentaba ser sofocada mediante las detenciones arbitrarias y los consejos verbales de guerra; militantes políticos y dirigentes populares, en un gran número, cayeron en manos de la justicia militar. Las acciones del M-19 se sucedieron una tras otra en esos meses: la toma de la subestación de la central hidroeléctrica de Anchicayá en Cali, donde inmovilizaron a los vigilantes, pintaron consignas en las paredes y arengaron a los trabajadores; el asalto, igualmente en Cali, a la casa del exgeneral Deogracias Fonseca (miembro de la Junta Militar, 1957-1958) de donde se sustrajo una importante colección de armas; en Bogotá, entre otras operaciones, el M-19 «recuperó» equipos de impresión de la firma Ofco. Cabe recordar que igualmente actuaba el PLA, comando Pedro León Arboleda, como grupo de guerrilla urbana conformada por miembros del Ejército Popular de Liberación. Así se inició el gobierno de Turbay Ayala.

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IV. «Hasta ahí éramos la pureza en chanclas»

El Cantón Norte o la Operación Ballena Azul

Como todo buen presidente, Julio César Turbay Ayala despidió 1978 con una alocución de Año Nuevo. Tal vez nunca pensó que sus palabras fueran a ser el prolegómeno de los hechos que marcarían su gobierno: una intensa actividad político-militar por parte de las organizaciones guerrilleras y la respuesta estatal con los instrumentos represivos que había adoptado al inicio de su mandato: Ningún gobierno democrático es partidario de gobernar con procedimientos de excepción. Yo preferiría no tener que hacer uso del estado de sitio, ni haber tenido que expedir el Estatuto de Seguridad. Ambas medidas se han tomado en contra del criterio del gobierno y por fuerza misma de las circunstancias. La verdad es que dentro del pleno estado de normalidad, ni este gobierno ni el de mis antecesores han logrado aclimatar la paz. Unos y otros tuvieron que hacer uso de las disposiciones del artículo 121 de la Carta. Más que la conducta del gobierno es la actitud de los propios grupos subversivos la que determina la prolongación del estado de sitio y del Estatuto de Seguridad. Hasta ahora no conozco ninguna determinación de los alzados en armas que indique una modificación de su conducta antisocial. De tal manera que el gobierno no puede bajar la guardia para que prosperen las aventuras contra la seguridad interior del Estado. (...) No quisiéramos ciertamente tener que registrar el absurdo enfrentamiento entre hermanos. Es por esto por lo que, animado de humanitario sentimiento, invito a los violentos a deponer las armas y a todos a trabajar de consuno por la grandeza de Colombia. El gobierno confía en que el año de 1979 será un año de gracia en el que florecerán los frutos de la paz, se fortalecerán las instituciones democráticas, se afianzará el orden y se lograrán altas metas de desarrollo y justicia social...1. 1

1. «Mensaje del presidente Turbay», El Tiempo, diciembre 31 de 1978, p. 6A.

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Y mientras el presidente Turbay invitaba «a los violentos a deponer las armas», el ministro de Defensa, general Luis Carlos Camacho Leyva, hacía su propia invitación pero al armamentismo: «Todo ciudadano debe armarse como pueda»; con estas declaraciones se pretendía hacerle frente a la ola de inseguridad que reinaba en el país. «...Y lo hicimos», respondió el Movimiento 19 de Abril, M-19, cuando al amanecer del Io de enero de 1979 terminaba de desocupar el depósito de armas del ejército, ubicado en el Cantón Norte de Usaquén en Bogotá. Narraba Alvaro Fayad, que el galpón donde se encontraban las armas, mirado a lo lejos en la noche, parecía una gran ballena azul, de ahí el nombre que los guerrilleros decidieron—internamente— colocarle a la acción más osada que hasta ese momento realizaran. El Comando Superior del M-19 decidió que el país conocería este hecho como la Operación Colombia, cuya finalidad era armar las guerrillas móviles y por su intermedio sectores campesinos, contar con una reserva de armamento y enviar otras para Nicaragua, donde la guerra contra Somoza lo requería. Para analizar la Operación Colombia, la vamos a dividir en dos partes: la acción en sí misma, que fue el hecho de penetrar hasta las instalaciones del ejército y apropiarse de una gran cantidad de armas, y la reacción que se generó por parte del Estado y de la institución militar en particular. A partir de estos dos aspectos indisolubles y complementarios, podemos medir los efectos que produjo la Operación Colombia, tanto en el M-19 —organizativa, política y militarmente—, como en el país. Hay una sumatoria de factores que contribuyeron a que la acción del M-19 contra el ejército se cumpliera en buena medida: la audacia, la sorpresa, el ingenio, la planificación, un sólido apoyo infraestructural y también algo de suerte. En los últimos meses de 1978 el M-19 se encontraba preparando una acción contra un vehículo del ejército que permanentemente transportaba armas decomisadas desde los juzgados hasta el depósito en el Cantón Norte. Se trataba de dar un golpe de mano en el que los guerrilleros estarían vestidos de policía militar, detendrían el camión y lo desocuparían. Era un acto difícil por ser en la calle y a plena luz del día, factores que lo complicaron hasta cancelarlo al recibir los datos sobre la existencia de un depósito del ejército, en el que se guardaban esas armas y muchas más. A esta información se accedió por relaciones de

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amistad que se tenía con militares, quienes suministraron datos precisos sobre cantidad y ubicación. La Operación Colombia fue un hecho complejo, con muchos preparativos de por medio. Si bien es cierto que Bateman asumió desde el inicio lo organizativo del plan, se nombró a Carlos Duplat Sanjuán, Isidro, como su responsable y a José Yamel Riaño como segundo al mando; Duplat era en ese momento el primer oficial mayor del Movimiento, a las puertas de pasar a ser parte del Comando Superior; era, en síntesis, el mejor evaluado, catalogado por sus compañeros como un hombre eficaz, disciplinado y excelente organizador. La primera parte del pian consistía en construir un túnel para llegar hasta el depósito. De ello se encargó a Rafael Arteaga y a Ester Morón, quienes deberían alquilar o comprar una casa próxima al objetivo. Amigos y compañeros de Bateman desde las épocas de la Juco y de las FARQ posterior al secuestro de Donald Cooper, el M-19 había comisionado a Arteaga para manejar parte de sus finanzas en empresas legales. Con esa finalidad se constituyó la firma Produmédicos Ltda., que además de producir buenos dividendos (cerca de 5 mil dólares mensuales al cambio de ese año), servía de fachada para diversas actividades del M-19: ...en 1977 y 1978, una de las empresas de la organización que mejor funcionaba era Produmédicos Limitada: importación y distribución de materiales, instrumental, aparatos para medicina. Produmédicos era una empresa que movía mucho dinero, y por lo tanto gozaba de un gran crédito bancario. Era muy puntual en sus obligaciones con tarjetas de crédito, cuentas corrientes en agencias de viajes (pasajes), clientes, etcétera. A diciembre 31 de 1978 las utilidades líquidas con que Produmédicos financiaba a nuestra organización eran del orden de 150 mil a 200 mil pesos mensuales2.

Desde la actividad comercial y social que tenían los esposos Arteaga Morón, se pudieron conocer de cerca las tareas de inteligencia que realizaba el DAS contra el M-19 a raíz del secuestro y muerte de Mercado. A los ojos de quienes los conocían, eran una pareja con una buena posición social. En la calle 103 con carrera 11B, a escasos 80 metros del depósito, estaba la casa que la familia Arteaga Morón alquiló para darle

2. Entrevista a Jaime Bateman. Germán Castro, op. cit.

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cobertura al trabajo; desde allí, en octubre de 1978, se construyó con muchas dificultades y con mucho ingenio un túnel que llegó directamente hasta el sitio donde se encontraban cerca de siete mil armas. Los detalles sobre esta parte del operativo fueron suficientemente difundidos; uno de los más autorizados para contarlos fue el mismo Arteaga: Al principio, todos trabajábamos sacando tierra y yendo a botarla. El primer viaje lo botamos en la carretera al norte de Bogotá, en un automóvil. Luego ya íbamos a los cerros, pero la dejamos de botar allá también, a raíz de la muerte del chofer, Israel Rodríguez. Era un muchacho muy noble, incansable, un militante extraordinario de la organización... Un día venía de botar tierra y se puso a arreglar el carro, que tuvo un desperfecto, y se ubicó de lado del tráfico. Pasó una volqueta y lo arrasó. Debíamos cavar un túnel de ochenta metros de largo en sesenta días, es decir, estábamos obligados a cavar un metro y treinta y tres centímetros lineales por día... Hasta ese momento trabajábamos los dos compañeros que cavaban, Ester y yo, otra compañera hacía de doméstica, pero poco a poco tuvieron que ir llegando otros compañeros. Al final ya éramos como cuarenta... Nos impusimos la obligación de salir el treinta y la gente trabajó con una disciplina única. No se presentó un solo roce a pesar del nerviosismo, de escuchar desde abajo la corneta del ejército, de sentirse pegado al enemigo, a cientos de soldados... La salida fue exacta. No cavamos ni un centímetro más de lo que debíamos haberlo hecho, un poco antes habríamos salido en la pared. Un compañero flaquito entró, se paseó por todo el depósito y nos pasó unos fierros. Eran unos diez. Yo le dije que no era conveniente sacar más armas esa noche porque la gente estaba eufórica y cansada. Desocuparíamos el depósito más tarde, en la mañana del 31 de diciembre de 19783.

Uno de los grandes inconvenientes era qué hacer con toda la tierra que salía del túnel. Se intentaron varias soluciones, pero ninguna dio resultado. Finalmente optaron por alquilar una casa en la calle 140 a la que se llamó lie de Franee. A su cargo estaban Jaime Bermeo y César Augusto Ríos. Con la cobertura de ser un depósito de una greda especial que se traía del Huila para trabajo en cerámica, se llevaba toda la tierra del túnel; desde allí se

3. Entrevista a Rafael Arteaga. Olga Behar, op. cit., pp. 156-164.

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atendían las necesidades técnicas para la construcción del túnel, era además el sitio adonde llegaban las armas una vez salían del Cantón. Allí eran untadas con vaselina (se consumieron 55 galones y no alcanzaron) para preservarlas del óxido y se distribuían para encajetarlas en Bogotá o enviarlas a Cali, Medellín, Bucaramanga o al Caquetá. En la labor de desocupar el depósito se demoraron entre el 31 de diciembre y el lü de enero. Cuando concluyeron, pintaron consignas en las paredes de la casa y del depósito, tomaron fotos a las armas y a Rafael Arteaga con el fusil del padre Camilo Torres; esas fotos fueron ampliamente difundidas por el boletín N° 37, en el que anunciaban la recuperación de 5 mil armas para el pueblo. Ya en la parte de transporte, distribución y almacenamiento del arsenal participaron cerca de 100 personas, con vehículos y sitios que se adecuaron para guardarlas. Allí estuvo el primer error, que luego fue evaluado y reconocido por la comandancia: Se ha especulado mucho sobre los errores que comedmos. Ahora sabemos que fueron errores de organización. No compartimentamos. Es decir, unos debían sacar armas, otros, diferentes (sin conexión con los anteriores), debían transportarlas, y un tercer equipo, que no conocía a los dos anteriores, debía guardarlas. Ese fue nuestro error y lo pagamos duro...4.

La orden posterior era el repliegue de todos los que habían participado en la Operación Colombia: Rafael Arteaga se trasladó de inmediato con toda su familia hacia Panamá en donde los esperaba Vera Grabe; Jaime Bateman se fue durante unos días a una finca, Alvaro Fayad se trasladó al Cauca a una escuela, Iván Marino Ospina regresó a Cali y Carlos Duplat, que tenía que salir para el exterior..., permaneció en Bogotá. Ese fue un segundo error. Se dijo posteriormente, por parte de los militares, que otro error fue el homenaje postumo que en el boletín N° 37 se hizo a José Israel Rodríguez, muerto en forma accidental el 30 de noviembre, en el transcurso de la Operación Colombia. En varias entrevistas posteriores Jaime Bateman negó esa versión aduciendo que era una disculpa del ejército para ocultar la delación hecha por uno de los capturados.

4. Entrevista a Jaime Bateman, en Germán Castro, op. cit.

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En una reflexión más de fondo, realizada por algilnos de los protagonistas de la Operación Colombia y compartida por Rafael Arteaga en su entrevista con Olga Behar, consideraban que este tipo de acción no era de masas, que el momento no correspondía para enmarcarla dentro del concepto de la organización político-militar; se trataba, más bien, de una acción del aparato, cerrada, totalmente compartimentada, en la que todo lo sustraído debía «encaletarse» y los participantes tenían que perderse de inmediato. Bateman señaló con posterioridad: Hasta ahí éramos la pureza en chanclas. Entonces viene el enfrentamiento inevitable con el ejército. Porque en ese momento, por nuestro desarrollo político y organizativo, necesitamos montones de armas para que ese proyecto fuera real. Nosotros no teníamos muy claro en ese momento cuál era la perspectiva, la alternativa. Esa es la realidad. Eso lo fuimos aprendiendo con los golpes que nos dieron, ¿me entiende?5.

Una particularidad de la Operación Colombia fue el comunicado mediante el cual se reivindicó la acción: apareció firmado por Carlos Toledo Plata, Pablo García y Felipe González, estos dos últimos eran Jaime Bateman e Iván Marino Ospina. Por primera vez el M-19 daba a conocer el nombre propio de uno de sus integrantes. Este hecho también fue señalado como uno de los errores, aunque Bateman dijo posteriormente que era necesario dar a conocer a Toledo como figura política destacada en el M-19. Cuando preparamos la acción del Cantón Norte, a finales de 1978, discutimos mucho con Jaime y otros miembros de dirección la importancia de hacer públicos algunos nombres de quienes hasta ese momento eran desconocidos por nuestro pueblo. Se quería mostrar personas de carne y hueso, que tuviesen alguna significación por su participación en las luchas populares, en los grupos políticos, en las organizaciones sindicales, en los movimientos cívicos o en las corporaciones representativas. No fue fácil encontrarlos; los grandes méritos revolucionarios de Jaime Bateman y de Iván Marino Ospina no eran conocidos por las masas, pues su actividad hasta ese momento había sido clandestina en su mayor parte. La determinación de firmar el comunicado del primero de enero de 1979 con mi nombre verdadero y los falsos de Pablo García (Jaime Bateman) y de Felipe González (Iván Marino Ospina) fue una solución de emergencia. 5. Entrevista Jaime Bateman. Ramón Jimeno, op. cit., p. 72.

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Lo importante fue iniciar el destape y me correspondió a mí el honor de ser el primer nombre reivindicado públicamente por el M-19, como integrante de su dirección6.

A partir de este comunicado, el M-19 hizo un cambio sustancial en su propuesta política al definir su lucha por «una patria soberana, libre y democrática», propuesta que difería de la expresada en la V y VI Conferencias, en las que se consideraba como una «organización político-militar, nacionalista, revolucionaria y por el socialismo». La diferencia, aunque aparentemente tenue, tiene importancia cuando se trata de definir aspectos ideológicos; este tema va a ser uno de los elementos del debate posterior. También llamaba la atención que por primera vez el M-19 consideraba la posibilidad de un cese de operaciones, a cambio de solucionar una serie de puntos señalados como aspiraciones de los colombianos; esto, como respuesta a la alocución de fm de año del presidente Turbay, en la que invitaba a deponer las armas. (Véase Anexo 2). En todo caso, la lucha por la democracia y la posibilidad de una negociación política van a ser, con mayor notoriedad, los ejes sobre los que gravitara el accionar político y militar del M-19 en los siguientes 11 años, hasta su desmovilización como organización política armada. Entre tanto, el robo de las armas fue considerado como un golpe al honor de los militares, la reacción del Estado y de sus Fuerzas Armadas no se hizo esperar. El martes 2 de enero de 1979 se descubrió lo sucedido y de inmediato los organismos de seguridad lanzaron una arremetida contra la organización. Para ello utilizaron las pocas pistas que tenían y el amedrantamiento mediante las indiscriminadas detenciones contra dirigentes políticos de izquierda, intelectuales, estudiantes, sindicalistas y dirigentes populares. Se calcula que en la primera semana se hicieron cerca de 500 allanamientos a las casas que se encontraban bajo vigilancia o a sitios donde se conocía que vivían militantes de izquierda. Las detenciones fueron acompañadas de las más diversas formas de interrogatorios y torturas, en busca del paradero de las armas, de la espada de Bolívar y de los principales dirigentes del M-19. Las investigaciones estaban a cargo de la Brigada de Institutos Militares, BIM, comandada por el general Miguel Vega Uribe.

6. Documentos M-19. CarlosToledo Plata, prólogo en El camino del triunfo: Jaime B a teman, octubre de 1983.

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El primer golpe fue contra la casa ocupada por Heliodoro Argüello en el barrio Lucena; allí funcionaba una cárcel del pueblo y se encontraba secuestrado Nicolás Escobar Soto, gerente de la Texas Petroleum Company, miembro de la junta directiva del Banco de Colombia, retenido por el M-19 desde el 29 de mayo anterior7. Las negociaciones para la libertad de Escobar Soto se habían desarrollado durante 8 meses con innumerables inconvenientes; hasta su sitio de retención fue a visitarlo Marcos, miembro de la Dirección Nacional, para conversar sobre la problemática petrolera en Colombia y para tratar de agilizar la negociación ya que la empresa dilataba un acuerdo y el mismo Escobar, en carta enviada el 5 de octubre a la multinacional, había reprochado la actitud de no facilitar su rescate y les pedía encarecidamente que reconsideraran la decisión. En el momento en que se descubre el sitio de detención de Nicolás Escobar, las negociaciones para su libertad estaban estancadas, la multinacional ofrecía 20 millones de pesos por el rescate de su ejecutivo (US$500 mil al cambio de la época), cifra aceptada por el M-19; pero el negociador—por parte de la Texas— se fue de vacaciones desde mediados de diciembre. El señor Escobar Soto era el representante de una gran empresa multinacional y la que lo mató a él fue la multinacional, la Texas Petroleum Company. Nosotros estábamos negociando con ella y nunca quiso llegar a un acuerdo económico. Y eso se lo dijimos nosotros a los representantes de la multinacional: «ustedes van a matar a Escobar Soto»... Multinacionales que sacan millones y millones de dólares de este país y no son capaces de responder por sus ejecutivos. A Escobar Soto realmente la multinacional lo abandonó... Ahora, a Escobar Soto quién lo mata: lo mata el ejército, porque el ejército sabía que esa cárcel no tenía salida y aún así quiso crear el hecho político de su muerte para achacárnosla a nosotros. Nosotros éramos los más interesados en que no le sucediera nada8.

Guando el ejército llegó a la casa identificada con el número 71-03, se produjo un desmesurado despliegue de fuerza y un prolongado enfrentamiento. La versión de las autoridades, recogida ampliamente por los medios de comunicación, indicaba que los dos secuestradores mataron inicialmente a su compañero Argüello

7. Se trataba del mismo sitio en que tuvieron retenido a Hugo Ferreira Neira entre agosto y septiembre de 1977. 8. Entrevista a Jaime Bateman. Germán Castro Caycedo, op. cit.

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y luego se suicidaron, no sin antes acabar con la vida de Escobar Soto. Otras versiones, provenientes del mismo M-19, señalan que Argiiello fue torturado durante varias horas en su misma casa hasta que indicó la forma de entrar a la cárcel y posteriormente lo mataron; en el enfrentamiento cayeron secuestrado y secuestradores, entre ellos Nicolás, de nacionalidad uruguaya. En acciones posteriores fue capturado Carlos Duplat quien, de acuerdo con el diseño de la Operación Colombia, había sido la persona encargada de adecuar el sitio donde se escondería gran parte del armamento; producto de las torturas a que fue sometido durante varias semanas, informó sobre el paradero de la principal caleta9. El 15 de enero allanaron la casa donde se encontraba una gran parte de las armas, era una vivienda del barrio Prado Norte de la capital, ubicada en la calle 142 No. 40-42 que figuraba a nombre de la licenciada María Cristina Salazar, esposa del sociólogo Orlando Fals Borda, ex decano de la Universidad Nacional, ambos detenidos a los pocos días. El mismo 15 de enero fue detenido en Cali Iván Marino Ospina —segundo al mando en el M-19—, cuando se encontraba en su casa en el barrio Camino Real: Allanaron la casa. Reventaron la puerta a patadas. Despertaron a golpes a los niños. Los obligaron a levantarse. Encapucharon a Fanny. La amarraron. La tiraron al suelo. El niño menor, de tres años, comenzó a llorar. Los otros, de doce y trece, miraron en silencio. Me dieron golpes de culata, patadas... Me dejaron en calzoncillos, me encapucharon. Se pusieron mis botas. Insultaron a Fanny. Se llevaron mi equipo de sonido. Se robaron todo lo que pudieron. Prácticamente destruyeron la casa. Todo lo hicieron delante de los niños... A ellos los tuvieron veinticinco días en el batallón Pichincha. Los interrogaron. Los niños no hablaron. A todo contestaron «no sé». No dijeron dónde vivía Pablo... La impresión le produjo amnesia a Mauricio, el menor. Ni siquiera a Fanny y a mí nos reconocía al principio. Un mes permaneció el ejército en mi casa. Querían capturar a todo el que llegara. Pero Fanny alcanzó a poner en la ventana la toalla roja que le indicaba a los compañeros que no podían entrar... No cogieron a nadie10. 9. «...fui llevado a una especie de catacumba o socavón húmedo enterrado en algún cerro, con paredes de piedra y piso de tierra. Allí me quitaron la venda y me pusieron esparadrapos en los ojos y continuaron amenazándome y comenzaron a golpearme. Luego me hicieron desnudar y me dijeron: H.P. le vamos a hacer vomitar todas las armas, una 10. Entrevista a Iván Marino Ospina. Patricia Lara, op. cit., pp.

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En el barrio Nuevo Tequendama de Cali encontraron una cárcel del pueblo y se dijo que en el lugar permaneció secuestrado Rafael Ezquenasi, hijo del dueño de los almacenes Malea. Jaime Bateman había salido pocas horas antes de la casa de Ospina. En Cali se reunió con Alvaro Fayad para hacer un balance de la situación, y regresó a Bogotá donde tenía varios «automáticos» con Duplat que no se cumplieron. En un rápido encuentro con Yamel Riaño y Luis Otero, Rafael, evaluaron los hechos, se enteraron de la detención de Carlos Duplat y, suponiendo la inminente caída del principal escondite de las armas, adoptaron medidas para proteger lo poco que había quedado. El balance era aterrador: en Bogotá, donde funcionaban tres columnas comándalas por Duplat, Otero y Afranio Parra, Tito, sólo se salvó parte de estas dos últimas. Así se fueron sucediendo nuevas capturas de miembros del M-19 y nuevas recuperaciones de armas. Entre los cientos de detenidos estaban Augusto Lara Sánchez, Margoth Pizarro (con ocho meses de embarazo y quien dio a luz encontrándose arrestada), Jaime Bermeo, Eduardo Pizarro, Alfonso Cabrera, Ariel Car- vajalino (detenido con una imprenta de su propiedad, en la que supuestamente se editaban los boletines del M-19), Sergio Betarte (uruguayo), la reconocida pianista Teresa Gómez, el exmagistrado del Tribunal Superior Militar Tony López Oyuela, el poeta Luis Vidales, Fabio Hincapié (exdirigente de Anapo Socialista), los médicos Emiro Mora y Olga López de Roldán, el ajedrecista Boris de Greiff. En Cali, Fernando Orozco, Fanny de Ospina y muchos más. La lista era muy larga y se alimentaba con los familiares cuando los sindicados no eran capturados. Poco a poco se fueron conociendo las denuncias sobre los maltratos y las torturas aplicadas como regla para investigar. Múltiples voces se alzaron, tanto en el país como en el exterior; los abogados defensores de los presos políticos (también amenazados) se reunieron con el presidente Turbay para tratar el tema de los derechos humanos; su respuesta mostraba que no estaba dispuesto a cambiar las cosas: ...la defensa de los derechos humanos no es una cuestión opcional de los gobiernos democráticos, sino una obligación. Yo no aspiro a que el país me reconozca como una persona de especial sensibilidad porque ofrezca, como lo he venido ofreciendo en el plano de lo nacional y lo internacional,

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que Colombia no sólo defiende teóricamente sino que practica los derechos humanos y se constituye en abanderada de ellos*1.

Y cuando más extremas eran las medidas del gobierno, cuando los patrullajes, las requisas y la militarización eran más fuertes, el M-19 reaparece en Medellín con una acción destinada a mostrar que no todo estaba perdido. A la sede del Celam llegaron el 5 de febrero los comandos Luis Carlos Cárdenas y Domingo Laín y en cumplimiento de la Operación Gaspar García Laviana (en memoria de un sacerdote español muerto en Nicaragua), pintaron consignas en las paredes y dejaron un documento en el que analizaban el papel de los cristianos en los procesos de cambio en América Latina. En los primeros días de febrero, el M-19 circuló su boletín N° 38 en el que Carlos Toledo analizaba con amplitud el momento político: Mucha gente piensa que estamos destruidos. Eso depende de quién y por qué lo dicen. Unos, porque ese es su oficio. El gobierno, la oligarquía y los militares, con su prensa, su radio, su televisión, llevan un mes diciendo que estamos destruidos, así como llevan diez años diciendo que Manuel Marulanda, Tirofijo, jefe de las FARC, está muerto. Pero si creen que nos destruyeron, ¿por qué entonces seguir con los allanamientos, las torturas y los juicios? Algunos, porque quisieran que no existiéramos, porque para ellos, aquí la política es por las buenas, con guantes blancos y todo muy respetuoso. Ya no se acuerdan ni de Gaitán, ni del 19 de abril cuando nos robaron las elecciones, ni se acuerdan del paro cívico del 77. Ellos, aunque bien intencionados, creen que nosotros somos un obstáculo para sus buenos deseos. Otros, porque se habían acostumbrado, o mejor, nosotros mismos los habíamos acostumbrado a que en cinco años de accionar que llevábamos, nunca nos pasara nada. Entonces, ahora que recibimos un golpe y bastante duro además, se sorprenden, se desaniman y piensan lo peor. El golpe fue duro pero como dice el dicho «ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre»11 12.

El boletín en mención incluía un último comunicado que daba cuenta del estado en que quedó el Movimiento luego de la Operación Colombia:

11. Discurso del presidente Turbay Ayala en audiencia a abogados de presos políticos, El Tiempo, 8 de febrero de 1979, 12. M-19. Boletín N° 38, febrero 5 de 1979.

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El Movimiento 19 de Abril, M-19, saluda con emoción y redobla su lucha ante las muestras de simpatía y apoyo que nos ha brindado el pueblo colombiano; redobla su lucha además frente a las torturas y vejámenes que miles de colombianos han sufrido por el único motivo de ser opositores al régimen o por ser familiar, amigo o conocido de alguno de nuestros miembros. Y redobla con mayor esfuerzo su lucha contra el coraje de nuestros compañeros muertos en combate, o torturados, o encarcelados o simplemente perseguidos. El M-19 informa a nuestro pueblo con optimismo y satisfacción, que el grueso de nuestra organización está en pie, así como su Comando Superior y la Dirección Nacional. Al mismo tiempo, tenemos que destacar que mantenemos en nuestro poder una cantidad suficiente de armas, las cuales llenan los objetivos que nos propusimos13.

A pesar del tono triunfalista que se dejaba ver en el anterior comunicado, las detenciones continuaban. La acción sicológica de las Fuerzas Armadas, destinada a desmoralizar a los miembros del M-19 que se encontraban en libertad, comprendía una intencionada desinformación en algunos medios que «fabricaban» noticias. Eso sucedió con la captura de Afranio Parra Guzmán, Tito, oficial mayor del M-19, quien fue presentado como desertor y delator; igualmente con el descubrimiento de la cárcel del pueblo ubicada en el barrio Santander, en el sur de la capital, casa en la que se retuvo a Mercado y a Germán Ribón. En este período hay un aspecto para resaltar: Jaime Bateman, junto a un grupo de sus más inmediatos colaboradores, se colocó al frente de la tarea de recomponer las estructuras del M-19; las prioridades eran evitar nuevas caídas y proteger el armamento que había quedado. De pronto comenzaron a aparecer estructuras que no habían caído, que contaban con recursos, que se colocaban a disposición de su Comandante. En esa coyuntura tan especial para el desarrollo futuro del M-19, nuevamente Jaime Bateman mostraba su talla de conductor y de incansable amigo. Y después de la tempestad vendría una aparente calma llena de reflexiones, discrepancias y evaluaciones críticas. Para algunos los errores no eran producto de fallas organizativas, eran más bien resultado de un criterio político e ideológico, de una mala comprensión del momento, de haber sobrevalorado las propias fuerzas, de una errónea interpretación de la estructura OPM. Para otros, la Operación Colombia había permitido sacar a flote distintas apre13. Ibíd.

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ciaciones y concepciones que se encontraban sumergidas en un permanente practicismo que impedía observarlas. Se iniciaba así un debate en el M-19, que en algunos momentos tuvo sus ribetes de división. Antes de adentrarnos en sucesos posteriores, es importante observar el análisis que hizo la VII Conferencia Nacional del M-19, reunida en junio de 1979 y a la cual nos referiremos más adelante. Aquí un aparte de sus conclusiones: Después de un balance general, se puede afirmar que las caídas recientes no se debieron a aciertos de la inteligencia militar del enemigo. El 95% de las caídas fueron causadas por incumplimiento de órdenes, por liberalismo, por ausencia de compartimentación y por delaciones. En resumen, si se hubieran cumplido las órdenes emanadas de los mandos superiores y se hubieran cumplido las mínimas normas de compartimentación y clandestinidad, hubiéramos podido evitar la caída de tantos compañeros e infraestructura. La falla fue organizativa. En el sentido de que violaron todas las normas de la compartimentación y de que la debilidad política de muchos compañeros facilitó y ayudó a la tarea del enemigo. Ni hubo infiltración, ni, faltó análisis de la futura respuesta enemiga, ni la acción fue demasiado grande para nosotros, ni las caletas estuvieron mal hechas, ni la aparición pública de compañeros, fueron las causas de la facilidad con que el enemigo iba encontrando nuestros comandos. Nunca antes una acción político-militar compleja, tan difícil y tan importante, se debilitó tan fácilmente, debido a fallas obvias en las estructuras organizativas. ¡La indisciplina logró lo que no había logrado el enemigo en más de cinco años! El triunfalismo logró lo que la represión no había podido. Una delación causó lo que no habían logrado todos los servicios de inteligencia unidos14.

14. Documentos M-19. Conclusiones VII Conferencia Nacional, p. 41, junio de 1979.

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La toma de El Caleño: ¡Resistir es vencer!

Las investigaciones para capturar a los miembros del M-19 se intensificaron a partir de marzo en otras ciudades, especialmente en Cali, en donde se habían alcanzado importantes desarrollos y, con excepción de la captura de Iván Marino Ospina, no se presentaron mayores sucesos, salvo el protagonizado por Elvecio Ruiz, Óscar, y su compañera Carmenza Cardona Londoño (conocida posteriormente como La Chiqui), quienes, a mediados del mes, fueron abordados por una patrulla de agentes del F-2 cuando retiraban un vehículo de un parqueadero; se produjo el enfrentamiento y murió uno de los agentes; en la fuga Oscar perdió toda su documentación y, junto a La Chiqui, fueron plenamente identificados por las autoridades. Entre el 30 y 31 de marzo se realizó en el Capitolio en Bogotá el Foro Nacional por los Derechos Humanos, como respuesta de la sociedad civil a las continuas arbitrariedades y atropellos que se estaban presentando en el país. Allí participaron las centrales sindicales, los abogados defensores de los presos políticos, los familiares, los dirigentes políticos de los partidos tradicionales como el ex canciller Alfredo Vázquez Carrizosa o como el dirigente liberal Apolinar Díaz Callejas, y otras personalidades demócratas que condenaron toda forma de violación a las libertades y decidieron luchar por el imperio de los derechos humanos y la creación de un comité permanente para su defensa. El Io de abril se conoció un nuevo pronunciamiento del M-19 a través de su boletín N° 38 presentado como un cartel mortuorio que decía: «Los derechos humanos han muerto». «El presidente Turbay Ayala, el general Camacho Leyva y Alvaro Gómez, invitan a las ceremonias fúnebres». Para ese momento, frente a varios casos de asilo presentados en las últimas semanas, la organización desplegó una consigna de combate: «El M-19 ni se calla, ni se asila,

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ni se rinde». Efectivamente, en esos días se dieron casos como el del dirigente y fundador del M-19, Gilberto Herrera Stella, que solicitó asilo en la Embajada de México. Otros casos fueron el del dirigente de Anapo Socialista, Marco Antonio Velandia, y el del cineasta Carlos Sánchez, asilado en la Embajada de Ecuador. En abril parecía sentirse una leve disminución en el accionar del ejército para detectar las actividades del M-19 y detener a sus miembros. Al país venía mostrándosele la imagen de un Movimiento destruido y derrotado; por eso se propuso realizar una operación de propaganda armada, con resonancia nacional, que permitiera mostrar una organización en pie de lucha y denunciar las constantes violaciones a los derechos humanos. En la madrugada del 17 de abril, un grupo de miembros del M-19 se tomó las instalaciones del vespertino El Caleño, ubicadas en la carrera 4 con calle 25 de la ciudad de Cali. Este diario, al igual que El Bogotano, eran propiedad de la periodista liberal Consuelo de Montejo. Entre los 16 participantes en la acción estaban María Etty Marín (disfrazada de monja), Gerardo Rebolledo .Diego, Fernando Marmolejo, el mono Edison Patiño, Jorge Marcos Zambrano, Toñoy Liliana Guevara, Cristina, y Gladys López Jiménez, quien comandó la acción y así la narró: ...Para poder entrar al local del periódico necesitábamos la coartada de una monja y un cura que llegan con una «chiva». Entraban con el primer comando y como desde afuera se veía cuando subían las gradas, en ese momento entraba el segundo grupo. Los primeros reducían al personal del segundo piso y los demás a los de la parte baja. Bueno, entramos, impartí las órdenes, «todo el mundo manos arriba, somos del M-19». Nosotros llevábamos todo lo necesario para poder hacer nuestra publicación, todo listo para empezar a imprimir. El operativo incluía un plan de emergencia por si las cosas salían mal, estaban estudiadas las posibles salidas, llevábamos buen armamento, granadas, armas largas y la consigna de «Vencer o Morir». En la primera página del periódico, que era a colores, aparecía en letras rojas: «El M-19 se toma El Caleño». El gerente con su cámara tomó tres rollos de fotos y le concedí una entrevista al periodista Araque. Para garantizar la distribución le dije al gerente: «¿Sabe qué?, me lo voy a llevar de rehén». Salimos en la misma camioneta del periódico y di la orden de retirada, nos llevamos 200 ejemplares15. 15. Entrevista inédita a Gladys López.

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A la mañana siguiente los organismos de seguridad intentaron recoger la edición de los puestos de venta. El Bogotano reprodujo el contenido del periódico publicado en Cali, en él aparecían los documentos y varias fotografías de encapuchados diagramando el periódico o pintando sus consignas en las paredes de las instalaciones del diario asaltado; así, la acción del M-19 fue ampliamente difundida. En los contenidos de la publicación se trazaban como tareas del momento la lucha por los derechos humanos y las libertades democráticas, reafirmando la propuesta política hecha a raíz de la Operación Colombia. Como ya quedó señalado, en esta propuesta había cambios significativos que incidirían en las decisiones políticas de la VII Conferencia y en el debate que se estaba fermentando en sectores del M-19. Ese 19 de abril, como nunca, las principales ciudades del país fueron militarizadas en espera de alguna actividad por parte del Movimiento. En Cali, un comando intentó ocupar y dinamitar la Quinta Estación de Policía ubicada en el barrio Siloé. En desarrollo de los hechos, cayó abatido uno de los guerrilleros y otro fue capturado. Como Manuel Salvador Montoya, vicepresidente del sindicato de trabajadores de la central hidroeléctrica de Anchicayá, fue identificado el fallecido; se trataba de un dirigente sindical de larga trayectoria en el Valle, muy querido y respetado por sus compañeros, un obrero que aprendió a leer y a escribir en su organización gremial. De esta experiencia, un nuevo elemento para el debate: la eterna dicotomía entre el trabajo legal e ilegal, entre el trabajo abierto y el trabajo clandestino, que intentaba explicarse y aplicarse dentro de la concepción de OPM sobre la integralidad de los cuadros, sobre su capacidad y disposición para actuar en el barrio, en la fábrica o en los hechos político-militares; pero que en la práctica no se podía comprender cuando la caída de un dirigente sindical (como Manuel Montoya) significaba un retroceso en las luchas de un importante sector. Da acción contra el diario El Caleño inauguró una segunda oleada de capturas por parte de las autoridades. No habían pasado ocho días, cuando comenzaron las detenciones: Aldemar Vanegas, Edison Patiño, Fernando Marmolejo, María Etty Marín y otros, hasta dar con el paradero de Gladys López, quien en ese momento se encontraba con su compañero Elmer Marín Marín:

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...a las cinco de la mañana llegaron, cuando nosotros estábamos durmiendo. Tocaron y tocaron, la zona estaba totalmente rodeada por militares. De malas también porque la estructura de la casa tiene un patio, hay un río cerca y pasando el río hay un colegio. Entonces resulta que ese día habían roto el vidrio de la puerta de la casa, por lo cual se veía casi hasta la cocina. Entonces tocaron, yo salí y por el hueco de la puerta un tipo me dijo: «abra ya»; yo le respondí, «un momento que voy a ir por las llaves». Entonces le dije a Elmer, «Nos llegaron, yo frenteo aquí como pueda y usted piérdase». Pero el tipo de la puerta lo ve cuando trata de salir, entonces pone en acción a todos los milicos que habían rodeado la zona. Elmer alcanza a salir, cruza el río, le disparan; se oyen los tiros, pero alcanza a llegar al colegio donde lo rodean y lo cogen, después de lo cual lo traen a rastras16.

16. Entrevista inédita a Gladys López.

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Cómo se hizo la fuerza militar del Frente Sur

Estamos en febrero del año 79, camellando por conseguir que la guerrilla crezca, ese es uno de nuestros objetivos. Hay muchos deseos de la gente por incorporarse a la guerrilla, pero tenemos muchas limitaciones, fundamentalmente de logística. Un problema serio es cómo conseguir finanzas; de todas formas, en ese tiempo, a finales de marzo o principios de abril, logramos movilizar a los campesinos en tomo a Sindiagro y llega mucha gente a ese sindicato; era una asamblea grande, como de 300 campesinos. Ya en ese momento hay una base militar grande en Belén como con quinientos hombres, hay mucho control en los caminos y mucha represión; esto va mostrando cómo el Frente Sur, desde su nacimiento y aun antes de nacer, ha tenido el asedio militar permanente17.

Después de la Operación Colombia, la móvil del Caquetá quedó temporalmente aislada de la comandancia en Bogotá. Desde diciembre habían dividido sus escasas fuerzas en dos comisiones, una al mando de Gerardo Perilla, con seis hombres, que fue hacia la zona del río Yurayaco y, la otra, que permaneció en cercanías de Belén de los Andaquíes con Boris al mando de cinco hombres. Para la Semana Santa de ese año se llevó a cabo una nueva escuela político-militar, definiéndose la necesidad de no seguir siendo una guerrilla escondida en el monte, sino con actividad entre las masas a través del movimiento político Firmes. En esta escuela participó Gloria Amanda Rincón, Renata, quien fue ascendida a oficial 2a y encargada de la dirección intermedia en Florencia. Se decidió igualmente juntar las fuerzas que se tenían, para comenzar una operatividad de mayor envergadura. El 11 de mayo de 1979, con cuatro acciones simultáneas en el Caquetá, se abrió el Frente Sur y con él las operaciones oficiales

17. Entrevista inédita a Rodrigo Pérez Hoyos, David, dirigente del magisterio, quien murió en 1985 en la toma de Génova, Quindío.

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del M-19 como guerrilla rural; como ya se narró, antes se habían hecho algunas escuelas y actividades pequeñas en la región, que no fueron reivindicadas. La Dirección Regional Sur consideró táctico guardar determinada prudencia y silencio con el fin de ganar tiempo y lograr la colaboración y participación eficaz de las más amplias masas populares, consolidar el espacio político, conocimiento a profundidad del enemigo, reconocimiento palmo a palmo del terreno y un mínimo de destreza a nivel militar y de preparación político-ideológica de los combatientes de la Regional18.

La toma de Belén de los Andaquíes en el Caquetá era la acción central. Hacia las 16:00 horas del día 11, un grupo de 18 guerrilleros, al mando de Gerardo Perilla y Kleber Gia, Pepe, entraron al poblado y se distribuyeron de acuerdo con sus objetivos: 5 de ellos atacaron la Caja Agraria, 6 más el puesto de policía, otros 5 retenían vehículos y apoyaban la retirada junto a los tres restantes. En el mismo momento otro grupo de 12 guerrilleros, comandados por Remberto Artunduaga, ocuparon durante más de una hora el^ caserío vecino de Yurayaco. Simultáneamente, a un kilómetro al sur de Belén de los Andaquíes, en la vía a San José, dos guerrilleros con granadas y fusiles Garand hostigaban el puesto militar para llamar su atención y evitar el desplazamiento hacia el pueblo ocupado. En la toma de Belén de los Andaquíes el M-19 perdió a dos de sus combatientes: Pedro González, Efraín, quien había adoptado ese seudónimo en homenaje a su primo Efraín González, el célebre bandolero de Puente Nacional; Pedro González era un dirigente de masas, muy querido en la región, oficial N° 3 en la móvil Camilo Torres Restrepo; herido inicialmente en el brazo, murió destrozado por una granada que rebotó cuando la lanzó. El otro muerto fue Luis Carlos Vera, Ricardo, quien había sido guerrillero de las FARC y se había integrado al M-19 cuatro meses atrás. Murieron igualmente el cabo de la policía Hernando Castañeda y el juez Guillermo Suaza. En el hostigamiento al puesto militar fue muerto un teniente, y en el cuartel de policía de Florencia un agente, cuando a las 23:00 horas del mismo día, cumpliendo la cuarta parte del plan, dos guerrilleros atacaron con granadas.

18. M-19, Parte de Guerra N" 0002, mayo de 1979.

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El M-19 recuperó 600 mil pesos y un revólver en regular estado. Luego de la toma del 11 de mayo, cada una de las móviles que componían el Frente Sur regresó a su base y continuó ampliando el espacio político mediante visitas a las casas de líderes campesinos, tomas de reuniones de juntas de acción comunal y de padres de familia, y apoyo a las reivindicaciones campesinas. Se iniciaba igualmente un acercamiento al 3er. frente de las FARC que operaba en el área. Gustavo Arias Londoño, Boris, comandante del Frente Sur, regresó al Caquetá ¿n julio luego de participar en la VII Conferencia. Se encontró con una guerrilla crecida política y militarmente, con un amplio radio de operaciones y con 3 móviles: una al mando de Rodrigo Pérez (conocido como Ramón en ese momento), otra comandada por Remberto Artunduaga y una tercera al mando de Marco Antonio Chalita, Roberto.

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VII Conferencia, «Por la democracia y la independencia nacional»

Unos días antes de instalarse la VII Conferencia Nacional, el M-19 realizó una espectacular acción en Santa Marta, tierra de su comandante general, iniciando así sus actividades en la Costa Atlántica. A las 22:00 horas del domingo 17 de junio, el comando José Antonio Galán ejecutó la Operación Alfonso Vergara Ramos, como homenaje a un militante samario muerto el 23 de febrero de 1978 en enfrentamiento con agentes del F-2 en Bucaramanga. En su asalto a la Quinta de San Pedro Alejandrino, el M-19 sustrajo el bastón de mando que perteneciera al Libertador Simón Bolívar cuando fue presidente de la Gran Colombia; así mismo, se llevó la espada empleada en la batalla de Boyacá por el patriota samario, coronel Mariano Barreneche. En las paredes pintaron consignas alusivas a la lucha sandinista y de rechazo a las torturas en Colombia; como en otras ocasiones, dejaron un comunicado que explicaba las razones de su incursión. La VII Conferencia Nacional del Movimiento 19 de Abril, M-19, «Por la democracia y la independencia nacional», se realizó a finales de junio de 1979. Al observar el listado de los casi cuarenta asistentes se ve que el comunicado de febrero (boletín N° 38), en el que se daba cuenta del estado de la organización, tenía razón: tanto el Comando Superior, elegido en la anterior Conferencia, como la Dirección Nacional, se conservaban con la gran mayoría de sus integrantes libres, con excepción de Iván Ospina, Carlos Duplaty Afranio Parra. Sin lugar a dudas, el M-19 mantenía un importante margen de movilidad política y de capacidad operativa; el amplio accionar desarrollado en estos seis meses (65 acciones realizadas entre enero y junio), tanto en la ciudad como en el campo, había llevado a las autoridades a reconocer que el M-19, a pesar de los golpes, no estaba acabado. La misma realización de la Conferencia, en plena represión, era una muestra más de la capacidad que incluso se ampliaba.

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La Conferencia estuvo destinada a evaluar los resultados de la Operación Colombia y a adecuar las estructuras del Movimiento a partir de las nuevas realidades generadas por la reacción del gobierno de Turbay Ayala. Elaboró un plan nacional para todo el M-19, que cubría los aspectos político, militar, organizativo, propagandístico y financiero, dentro del cual se contemplaba ejecutar una acción nacional «simultánea» para el mes de septiembre. En el debate político, la VII Conferencia tuvo como eje la lucha por la democracia, propuesta que fue definida y defendida con muchísima solvencia por Alvaro Fayad; en lo militar, el eje estaba en ampliar el espacio geográfico a través de las guerrillas móviles, aunque ya en su discurso Bateman esbozaba el planteamiento de concentrar fuerzas y conformar un ejército, propuestas que se madurarían después. Se hizo un amplio análisis sobre el gobierno de Julio César Turbay y la situación política, económica y militar del país. En este último aspecto se consideró la inexistencia de homogeneidad en el Ejército Nacional en el cual —consideraban— se estaban clarificando tres tendencias no organizadas: una de indudable orientación golpista, otra de carácter constitucionalista y una tercera nacionalista, popular y revolucionaria. En lo orgánico, la VII Conferencia eligió un nuevo Comando Superior, compuesto en su orden por: Jaime Bateman, Iván Marino Ospina (preso), Alvaro Fayad (quien desplazó de esta posición a Elmer Marín, sancionado por los resultados del trabajo en la móvil a su cargo), Carlos Pizarro, Carlos Toledo Plata19, Luis Otero Cifuentes y Gustavo Arias Londoño, todos ellos oficiales superiores. En la Dirección Nacional, luego de una evaluación que significó ascensos y descensos, quedaron los siguientes oficiales mayores: Andrés Almarales, Yamel Riaño, Nelly Vivas, Israel Santamaría, Vera Grabe, Rosemberg Pabón, Elvecio Ruiz, Everth Bustamante, Antonio Navarro, Otty Patiño, Germán Rojas, Jorge Carvajalino y Carlos Vidales. Se reafirmó en el mecanismo interno de mando jerarquizado verticalmente de la OPM, se consideró necesario acentuar la disciplina para toda la oficialidad y la disponibilidad absoluta de

19. Por voluntad del Comando Superior y de la Dirección Nacional, Toledo Plata fue nombrado representante del M-19 y vocero público

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oficiales primeros para arriba, los cuales tenían que estar preparados física, política y militarmente en cualquier momento que el Movimiento los necesitara. Se autorizó formar comandos políticos a nivel local, regional y nacional para sentar las bases de lo que sería una rama política del M-19. Con esto se proponía una especialización que permitiera contar con cuadros políticos o cuadros militares, superando la que se consideró una errónea aplicación del concepto de integralidad. Al considerar que en ese momento existía un espacio geográfico en ampliación, con gran respaldo político de las masas y con capacidad organizativa para combatir, la VII Conferencia aprobó expulsar a los miembros que apelaron al asilo y dejó en manos del Comando Superior cualquier decisión futura sobre este tipo de casos. Se aprobó el ascenso postumo a mayor de la organización para Wilder Sousa, Nicolás, el uruguayo muerto en la cárcel del pueblo del barrio Lucena, donde también murió el gerente de la Texas. Finalmente, se enviaron sendos saludos a Jaime Roídos Aguilera, presidente electo de Ecuador; a Aristides Royo y al general' Ornar Torrijos, presidente y jefe de la Guardia Nacional de la República de Panamá; al Movimiento Peronista Montonero de Argentina, al Frente Sandinista de Liberación Nacional y al pueblo de Nicaragua. La clausura de la VII Conferencia estuvo a cargo de Carlos Toledo Plata; su intervención fue un mensaje a los colombianos publicado en el boletín N° 42: ...Hoy hemos clausurado las deliberaciones de nuestra VII Conferencia Nacional con participación de delegados de todas las regiones del país, de comandos urbanos y rurales, de organizaciones gremiales y políticas, de los luchadores legales e ilegales, de los campesinos, obreros, estudiantes, sacerdotes y militares patriotas. En fin, esta Conferencia es la opinión de toda la organización y expresa los más caros intereses del pueblo colombiano... Nuestra organización hasta hoy mantuvo como posición no enfrentar al ejército sino en legítima defensa. Pero las condiciones han cambiado. Ningún pueblo, ninguna organización de hombres dignos puede aceptar en silencio que se torture, se viole o se asesine a sus integrantes. Asumimos con valor nuestra defensa que es la defensa del pueblo. Golpearemos sin temores a los torturadores y asesinos. Nuestras acciones militares no serán solamente de propaganda o de ataques a los oligarcas, sino también abarcarán a las Fuerzas

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Armadas, sostén fundamental del actual régimen de opresión y de miseria. Desde luego, y esto es una orden para todos los integrantes del M-19, nuestra conducta en el combate y en el enfrentamiento contra las Fuerzas Armadas y en general contra nuestros enemigos, es diferente a la de ellos: nadie puede ser torturado, ni el peor y más peligroso enemigo. Ni siquiera el capitán Jiménez, el mayor Beltrán o el general Vega Uribe, jefes de los torturadores del B2 y criminales de guerra. Los oficiales, suboficiales y soldados que se rindan o que en cualquier circunstancia sean detenidos por nuestras fuerzas, serán respetados y tratados como prisioneros de guerra, con el cumplimiento de todas las normas establecidas en estos casos20.

En la Conferencia empezaron a sentirse las voces discordantes de un sector minoritario del M-19 que desde entonces tomó cuerpo y terminó por generar un debate interno en relación con diferencias de tipo ideológico, político y organizativo. Algunas de ellas ya las hemos señalado y tenían que ver con la forma como se concibió la Operación Colombia y sus efectos posteriores; otras se relacionaban con las decisiones de la VII Conferencia y su propuesta de democracia. Ya desde marzo habían aparecido los primeros materiales críticos cuando, personalmente, Jaime Bateman, Alvaro Fa- yad y Carlos Toledo Plata (luego de su permanencia de varios meses en la móvil del Magdalena Medio), se dieron a la tarea de recibir las críticas y aportes para preparar los documentos que fueron discutidos dentro de la Conferencia. El debate se acentuó a los pocos meses de concluida la Conferencia, al aparecer en septiembre el extenso documento titulado «Aportes para una discusión», elaborado por Everth Bustamante y respondido vehementemente por Jaime Bateman en enero de 1980. En «Aportes para una discusión» se parte de que el M-19 se encontraba muy golpeado y que era el momento de hacer uso de la crítica y la autocrítica en un ambiente de disciplina y discusión interna. Consideraba la existencia de debilidades en la VII Conferencia, por su carácter esencialmente coyuntural; cuestionaba la imprecisión en algunos conceptos de la Conferencia sobre «posiciones de carácter estratégico», como son las banderas del socialismo, del antiimperialismo y de la revolución de liberación nacional, y su remplazo por un «proyecto democrático, nacional y popular». En su análisis sobre el nacionalismo, consideraba que de una 20. Documentos M-19. Boletín Nu 42, julio de 1979.

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concepción «nacionalista y revolucionaria», aprobada en la V Conferencia, se estaba pasando a un «nacionalismo democrático burgués». En su examen riguroso de los contenidos de la Conferencia se consideró que las fallas detectadas a raíz de la Operación Colombia no eran sólo de orden organizativo y cuestionó el momento en que fue realizada, por ser de carácter ofensivo, contrario al definido en la V y VI Conferencia como de acumulación de poder, de defensa estratégica. Ubicaba como fallas políticas de la Operación Colombia: Como la organización en su conjunto entendía que nos encontrábamos en la fase defensiva estratégica, dedicados al trabajo de acumulación de fuerzas en todos los órdenes de la actividad político-militar, no se preparó un verdadero plan que permitiese un repliegue ordenado de nuestras fuerzas y la preservación de los cuadros que serían más duramente perseguidos por el enemigo. Y no se preparó dicho plan, en gran medida porque no nos percatamos suficientemente que una acción de la envergadura de la Operación Colombia corresponde a una etapa muy diferente y más avanzada que la que actualmente atravesamos. Creemos que en esto hubo también grandes fallas políticas: exceso de confianza, subestimación del enemigo, creencia inconsciente en qué la infraestructura del aparato era suficiente para protegernos de un ataque masivo, débil desarrollo de una verdadera retaguardia estratégica en nuestro espacio político de masas y una grave incomprensión del famoso principio «muerde y huye»21.

Llamaba la atención sobre el peligro de una «guerra de aparatos» en la que de seguro el M-19 llevaría la peor parte. Finalmente cuestionaba los saludos enviados por la VII Conferencia a gobernantes como el ecuatoriano Jaime Roídos Aguilera, quien «expresa más que todo los anhelos de la burguesía industrial y financiera». Dentro de estos criterios presentamos estos «Aportes para una discusión» solicitando a nuestra Dirección Nacional que abra la discusión al interior de todos los comandos y en todos los niveles de la organización, con el fin de corregir, perfeccionar y fortalecer nuestro accionar político y militar. Si bien es cierto que la organización siempre ha estado atenta a evitar las discusiones «teoricistas» y «académicas», que en buena medida espantan a un sector de la izquierda y el esquematismo, el sectarismo y el dogmatismo, nos parece que ha llegado la hora de

21. «Aportes para una discusión», en Las fórmulas dePeter, edición mimeografia- da, mayo de 1980.

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precisar criterios sobre el manejo de algunos conceptos fundamentales que hacen parte de nuestro proyecto político...22 23.

La respuesta beligerante de Jaime Bateman, fechada a su regreso al país en enero de 1980, era una obvia defensa a las discusiones y conclusiones de la VII Conferencia: Hemos recibido su material «Aportes para una discusión», al cual hemos querido darle respuesta, fundamentalmente, por dos razones: en primer lugar porque usted es un cuadro de la organización, no importan las circunstancias disciplinarias en que se encuentre; en segundo lugar, porque teniendo en cuenta la circunstancia anterior, creemos que dicho material tiene un objetivo mucho más allá de la sana discusión. (...) Usted debe recordar que el M-19 no ha sido obra de ilustrados, más bien ha sido la mezcla de varios factores donde los hechos han jugado una función fundamental, aunque no la única. Nuestra política ha sido elaborada poco a poco, según el transcurso de la práctica, ubicándola lo más correctamente en el plano de los principios generales de la teoría revolucionaria, pero con el criterio de que sea comprensible no sólo para nosotros, sino también y, fundamentalmente, para el pueblo. (...) Y le escribo, y le discuto y hago todo lo posible por hacerle entender, porque creo que cualquier persona está en su derecho de hacerlo. O sea, no piense que voy a utilizar mi autoridad para perseguirlo, denigrarlo, o echarlo de la organización. Lo que pasa es que yo le reconozco ese derecho, pero yo también tengo el derecho de defender lo que ha costado construir esta organización. Entonces olvídese de que por esta discusión resultará una rencilla personal22.

Bateman cuestionaba el poco valor que en el documento se daba a la VII Conferencia, reunida en condiciones supremamente difíciles, y defendía la democracia como «una bandera popular y revolucionaria» y su logro, sólo posible «en una guerra prolongada, combinada y de masas». Por primera vez hizo un análisis de la socialdemocraciay expresó simpatías por ella: Por eso nos asustan quienes nos acusan de socialdemócratas. La socialde- mocracia se caracteriza por dos rasgos esenciales: primero, la aceptación de la vía parlamentaria como único canal de lucha democrática y, en segundo lugar, porque limita la lucha de la clase obrera a los exclusivos niveles de la lucha por sus intereses económicos. Pero es la social democracia, o por lo menos un sector latinoamericano y europeo, 22. Ibtd. 23. «Carta de respuesta», ibíd.

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el que comienza a aceptar la utilización de la lucha armada para el logro de la democracia24 25.

Señaló no compartir los criterios sobre un «movimiento de masas golpeado, disperso, en reflujo y a la defensiva». Consideraba, por el contrario, que «...nunca antes, tantas fuerzas se habían puesto de acuerdo sobre temas tan candentes». Rechazó las afirmaciones de una organización duramente golpeada y manifestó: Usted ve la organización golpeada, sin cabeza, sin dirección, aventurera, militarista... Nosotros, por el contrario, la vemos fuerte. Porque su auditorio es ahora inmensamente mayor. Porque su audiencia es mayor. ¿Que nuestra infraestructura fue casi aniquilada? Peor estábamos en febrero. ¡Y la reconstruimos! ¿Que nos quedamos sin dinero? ¡Habrá que conseguirlo! Tenemos, compañero, un potencial político. Y eso se ha conseguido gracias a la actividad de cientos de compañeros, gracias a una concepción frente a las masas, frente a los amigos, y lógicamente, frente a nuestros enemigos23.

Existía también un pequeño sector radicalizado, calificado de extremo-izquierdista, a quienes se les conocía como «los pastu- sos»; en realidad eran los ecuatorianos Gonzalo Salomón Molina Vélez y Leonardo López Monsalve, quienes, después de protagonizar un macabro secuestro en 1977 en su país, habían llegado a Colombia y establecido contacto con el M-19; participaron en la móvil del Magdalena Medio y para enero de 1980, cuando fueron capturados en Bogotá, se preparaban para participar en «una acción grande», la toma de la Embajada de la República Dominicana. A pesar de sus fuertes contradicciones con Jaime Bateman (más de carácter personal que político), fueron incluidos en la lista de los 311 presos para quienes se exigía la libertad con la toma de la embajada. Las piezas centrales del debate estaban sobre la mesa. Los hechos posteriores irían profundizándolo. Culminada la VII Conferencia Nacional del M-19, Jaime Bateman y Carlos Toledo Plata salieron del país hacia Centroamérica, por el Ecuador, dirigiéndose posteriormente a Panamá, Costa Rica, y México. El objetivo principal de su gira era establecer relaciones políticas con otras organizaciones, especialmente centroamericanas. En México, Bateman dio una serie de entrevistas para medios

24. Ib id. 25. Ibíd.

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de comunicación, una de ellas para la televisión mexicana, en la que aún no dejaba ver su rostro. En Panamá, a través de viejos amigos que ahora se encontraban en la dirección del Partido Democrático Revolucionario, PRD, tuvo los primeros contactos con la Guardia Nacional y con el general Ornar Torrijos, por quien ya sentía una profunda admiración. En una de sus entrevistas caracterizó la revolución sandinista que acaba de triunfar: En Nicaragua no triunfa sólo la lucha armada. Triunfa todo un proyecto muy inteligente que supo ganar una base social muy amplia y supo, además, negociar y ganar amigos entre los gobiernos vecinos y los gobernantes socialdemócratas. Yo no creo que las guerrillas en América Latina han fracasado. Han fracasado determinada concepción y determinados proyectos. Nicaragua ha demostrado su eficacia, cuando se inserta en proyectos políticos amplios. Los revolucionarios hemos ido modificando el criterio con el cual actuábamos antes, de todo o nada. Creo que vamos aprendiendo que al imperialismo no hay que tenerle miedo en la mesa de negociaciones. Antes, ni siquiera se aceptaba la discusión26.

En septiembre se presentó un hecho que no podemos pasar por alto: el M-19 había logrado infiltrar en el Binci (Batallón de Inteligencia y Contrainteligencia) del ejército a uno de sus hombres: Fabio Monje Benavides. A su turno—según la versión del M-19— el ejército reclutó al líder de la ANUQ Víctor Félix Pastrana, quien tenía por misión entregar a los máximos dirigentes del Movimiento en el que participaba desde hacía tres años. Descubierta la traición, el M-19 ordenó la muerte de Pastrana, la que se produjo el 10 de septiembre en inmediaciones de Currillo, en el Caquetá. Igualmente autorizó el asilo de Fabio Monje y de sus hermanos en la Embajada de Costa Rica. Este difícil episodio en la vida política del M-19 fue analizado posteriormente por Jaime Bateman: A Pastrana no lo reclutó el ejército, él se reclutó. Se asustó mucho con lo del Cantón. Ante la represión directa del ejército se asustó mucho y llamó al general Vega Uribe y le dijo: «A mí no me jodan, yo no tengo nada que ver...». Y Vega Uribe le dijo: «Bueno, venga a mi oficina...», y le mandó un capitán. En la charla Vega le dijo: «Bueno, usted no tiene nada que ver con el M-19, pero sí sabe de ellos...», y el tipo soltó todo lo que sabía... Entonces cuando el tipo delata todo lo que sabe 26. Entrevista a Jaime Bateman. Julio de 1979.

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—sin que el ejército le hubiera tocado un pelo—, Vega Uribe le plantea que trabaje para ellos... ¿Cuál era el objetivo? Decirle al ejército dónde se encuentra la dirección del M. O sea, él se iba a reincorporar a la organización, el ejército le iba a dar armas, carros, él iba a hacer determinadas operaciones militares, aparente, propaganda armada..., iba a coger prestigio y suponían que nosotros lo íbamos a llamar —por su eficacia militar— y lo incorporaríamos a la dirección. Entonces nos delataría a todos. Ese era su objetivo. El acepta. Se pone a trabajar en función de esto. Para conseguir el contacto —en ese momento ya toda la dirección había caído— él sabe que la única dirección funciona en el Caquetá, y se viene para acá. Comienza a trabajar con otros compañeros, entre otros el tipo que lo jode a él, que se arrepiente y viene y nos cuenta la historia. Y nosotros sabemos que Pastrana está colaborando con el ejército. Claro que él ya había cometido errores, sobre todo en el manejo de dineros y cosas de esas. A lo mejor nos hubiera jodido, quién sabe... Entonces cuando el compañero nos cuenta, se da la orden: «A este tipo no hay que cogerlo, hay que darle». El va a una cita con los compañeros, ya ahí hay una emboscada, sino que ellos se equivocan de sitio. Donde ellos están emboscados no es donde llega Pastrana. Era a la orilla de un río, y Pastrana llega más arriba... le caen los compañeros y ¡pum pum! Ya estuvo27.

27. Entrevista a Jaime Bateman. Ramón Jimeno, op. cit., p. 78.

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La cárcel: un nuevo frente de lucha

La VII Conferencia orientó el accionar político-militar en dos sentidos: realizar una gran cantidad de operaciones pequeñas en todo el país y preparar una «simultánea» nacional, inicialmente concebida para el 14 de septiembre; por distintas circunstancias ésta fue postergada por unos días y el 20 de ese mes el M-19 desencadenó acciones en varios puntos de la geografía nacional: — En la carretera que de Florencia conduce a Neiva, una de las móviles que operaba en el Caquetá detuvo dos buses en el sitio El Caraño; sus ocupantes fueron arengados y uno de los automotores quemado; los guerrilleros se emboscaron durante varios días a la espera de la llegada del ejército, pero éste no apareció. — En Cali, un comando del M-19 asaltó, frente al colegio de Santa Librada, un camión distribuidor de leche de la empresa Cremex; más de 6 mil botellas fueron distribuidas entre los moradores del barrio El Nacional. — En Bogotá, se tomaron el puesto de policía del barrio Santa María del Lago, amarraron a los agentes y se llevaron sus armas de dotación, municiones y uniformes. En otras partes de la ciudad hubo quema de buses en protesta por la reciente alza en el precio del transporte. Igualmente, el comando Arcadio Ramírez (en memoria de un niño muerto por militares en febrero de ese año en el Tolima) ocupó las instalaciones de Unicef y rindió un homenaje a los niños que a diario perecían de hambre. — En Medellín, con la consigna «No hay paz con hambre», llegaron a dos escuelas y entre los niños repartieron juguetes y alimentos. Con estas acciones buscaban mostrar que, a pesar de los golpes recibidos, se tenía un amplio margen de maniobra; sin embargo,

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las cárceles La Modelo y La Picota en Bogotá, El Barne en Tunja, Villanueva en Cali y La Ladera en Medellín, seguían recibiendo detenidos de todas las organizaciones guerrilleras. Desde el momento en que cayó a la cárcel el primer preso del M-19, su organización se preocupó por prestarle la debida ayuda económica, jurídica y política, tanto a él como a su familia, a través de la cual se le enviaban las principales orientaciones. En el documento interno, llamado Carta, de julio de 1979, se encuentran una serie de directivas precisas para el tratamiento adecuado a los presos políticos: Otro aspecto es la necesaria atención, organización y relación política y orgánica con los presos políticos, especialmente los nuestros. Sobra subrayar lo importante y especial de este punto. Es necesario prestar nuestro apoyo económico, jurídico, impulsar allá también la construcción y funcionamiento de la OPM, diferenciar de acuerdo a antecedentes y actitud frente a la tortura, e impulsar a que se conviertan en verdaderos focos de irradiación de nuestra política con A) visitantes, B) otros presos, C) opinión pública, cartas, D) contactos, etc. Mantenerlos en constante alimentación política, dirección política. De ninguna manera permitir un aislamiento entre ellos y nosotros: somos todos del M-19, bien sea «libres» o presos28.

Pero el número de detenidos aumentaba día a día. En una entrevista del 18 de agosto, el general Miguel Vega Uribe, comandante de la Brigada de Institutos Militares, reconoció: Hemos realizado contra esa organización subversiva, un total de 977 allanamientos entre el 2 de enero y el 13 de agosto. Esta acción reportó un número de 646 detenidos, 497 hombres y 149 mujeres. Hay que decir que la Brigada captura para investigar y por este motivo soltó antes de los diez días fijados por el artículo 28 de la Constitución, o en ese plazo, a 416 personas. A pesar de que se dice que los jueces obedecen nuestras órdenes, han dado la libertad a 125 personas y cobijado con un auto de detención a 9629.

Y la represión continuó, una tercera oleada de detenciones estaba en marcha: pasada la Conferencia, un grupo de dirigentes salió hacia la móvil que funcionaba en el sur de Santander, en el Alto Nogales, en inmediaciones del municipio de Bolívar. Al mando

28. Documentos M-19. Carta, julio 31 de 1979. 29. Entrevista al general Vega Uribe. El Siglo, p. 3, 19 de agosto d 1979

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de ellos estaba Carlos Pizarro Leongómez, Mauricio. Le acompañaban Andrés Almarales, Gerardo Ardila, Valentín, Israel Santamaría, Sergio, Ramiro Lucio, Myriam Barrios, Myriam Rodríguez, Adriana, Carlota Guío y tres más; en la madrugada del 14 de septiembre la contraguerrilla rodeó la casa campesina donde descansaban los combatientes; un zapador del ejército avanzó sigilosamente y degolló al guardia, Efraín Alberto Santodomingo, Carlos; de inmediato se produjo un enfrentamiento y los 10 guerrilleros fueron capturados y trasladados a la base militar de Cimitarra; un mes más tarde a Bogotá unos y otros a Bucaramanga. Estábamos en el Alto Nogales, aún era oscuro y yo entregué mi guardia al compañero Efraín Alberto Santodomingo a las 04:00 horas. Una media hora después se escucharon dos disparos y entra Ramiro Lucio con una pequeña herida en la frente. Estábamos totalmente rodeados ya que el operativo abarcaba los municipios de Puente Nacional, Jesús María, La Belleza y Bolívar. Se produce un enfrentamiento por cerca de tres horas, hasta casi las 08:00 de la mañana. Nosotros solamente teníamos armas cortas, fue una balacera terrible. Decidimos hablar con los soldados para entregarnos y soy yo la encargada de entablar el diálogo. Les grito: «Alto, no disparen que voy a salir para hablar con ustedes». Sin saber qué iba a pasar, me despido de todos; salgo y me ordenan quitarme la chaqueta y las botas, luego me acerco y me ordenan tirarme al suelo y exigen que salga uno por uno de la casa. Los van obligando a tenderse en el piso y así permanecemos todo el resto del día y toda la noche. A la mañana siguiente, antes de que lleguen los helicópteros que nos llevarían a Cimitarra, sacan el cuerpo del compañero Santodomingo a quien yo entregué la guardia, lo habían degollado30.

Éste fue uno de los golpes más fuertes propinados por los organismos de seguridad al M-19, ya que entre los detenidos estaban dos oficiales superiores (Pizarro y Almarales). No serían los únicos. A mediados de octubre capturaron a Gustavo Arias Londoño, Boris, comandante del Frente Sur en el Caquetá, y en los primeros días de noviembre a su segundo, el ecuatoriano Kleber Gia, Pepe, quedando el Frente Sur al mando de Gerardo Perilla, Rodrigo Pérez, Marcos Chalita y Remberto Artunduaga: El 17 de octubre de 1979, en una salida a Florencia para hacer algunos contactos, me tendieron una emboscada en el barrio 7 de Agosto. Iba

30. Testimonio de Myriam Rodríguez, entrevista con el autor en d 1990

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a una misión peligrosa pero, luego de mi captura en el 76, había jurado no dejarme coger vivo. Me descubrieron cuatro militares y al iniciarse la balacera le dieron a una señora que estaba tratando de proteger a un niño; yo gritaba fuertemente arengando a los curiosos, les explicaba la razón de nuestra lucha y seguía disparando; me hirieron en el brazo y ya sin defensa, me detienen. Fui conducido, primero al batallón Juanambú, luego a la base de Venecia y finalmente a la Novena Brigada de Neiva. Ahí viví nuevamente lo que es la tortura, la ofensa, el odio y la humillación .

Días más tarde, el 26 de octubre, una hora después de haber cambiado de lugar la espada de Bolívar y cuando se disponía a cumplir una cita con Luis Otero y Yamel Riaño, fue detenido Alvaro Fayad Delgado, David o Rodrigo, tercero en el mando del M-19, al frente de la organización en ese momento; ...en la calle 75, entre 7 y 8, en Bogotá, me rodean siete hijueputas, los recuerdo con tres metras, dos revólveres, vestidos de civil. Yo hago un escándalo en la calle, rompo el cerco, la meto hacia atrás, y al frente rodeado, rodeado a cincuenta centímetros. Alcanzo, con el brazo, a levantarle la metralleta al tipo hacia atrás. Por ese hueco me les voy. Los tipos empiezan a disparar y yo me les voy yendo, me les voy yendo. Voy por la séptima y digo, «bueno, pasa un hijueputa carro y yo, o lo hago parar, me le tiro, o el carro me mata y listo, se acabó el problema; o el tipo frena y me le monto al carro y me les voy». Los otros vienen a pie, echándome plomo. Son las diez de la mañana. A punta de plomo me inmovilizan. Se me tiran encima sobre el sardinel. Me rompen los dos ojos, me cogen de la cabeza y me rompen los ojos, todavía tengo el hundido. Ahí quedo enceguecido. Me suben a una camioneta y me llevan al F-2. Allí me reseñan y después me llevan a la brigada31 32.

Unas horas después fue capturada Vera Grabe, en ese momento oficial mayor y miembro de la Dirección Nacional: La fachada de legalidad me duró hasta el 26 de octubre de 1979. Nunca supe cómo nos detectaron, pero ese día, por la mañana, detuvieron a Alvaro Fayad; a mí, por la tarde, a las cinco, frente al Concejo de Bogotá, cuando regresaba del trabajo. Ya tenían ubicado el apartamento que, después, allanaron. Era un microbús amarillo con unos tipos de civil. Yo escuché que gritaban «Esa es, esa es». Me metieron al carro y empezaron a preguntarme «¿usted quién es?, ¿usted quién es?», y yo,

31. Darío Villamizar, ...Por unas horas hoy, por siempre mañana (La vida del comandante Boris) Ediciones Pa’lante. 32. Entrevista a Alvaro Fayad. Patricia Lara, op. cit., p. 171.

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muda, no les decía una palabra. Creo que primero me llevaron al DAS de Paloquemao y luego, a las caballerizas de Usaqúén. Ahí empezó la horrible noche”.

Éstos, al igual que cientos de testimonios y relatos sobre detenciones y torturas, son iguales. Cambian solamente los sitios y los personajes; cambian los hechos, pero lo que no cambió en todo este tiempo fue el objetivo: derrotar y aniquilar, física y moralmente, a un enemigo que se había atrevido a penetrar en las entrañas de las instituciones; por eso las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos fueron miles, por eso las cárceles se llenaron de presos. Allí se fueron encontrando y organizando, juntando muchos de ellos los pedazos de cuerpo que les habían dejado; allí fueron llenando los días con las lecturas políticas y las reuniones, con el ejercicio y las cotidianidades de la prisión: en las mañanas, antes del baño, había instrucción física que la dirigía cualquiera de los mandos, luego del desayuno se organizaban conferencias o mesas redondas. Allí la solidaridad se agigantó, con los propios y con los de otras organizaciones, con los presos comunes, con los que no recibían visitas. Hasta allí, cuando caía la noche, llegaban las nostalgias por los hijos, por la madre, por los ausentes. Hasta allí el M-19 trasladó su estructura y sus mandos, sus actividades legales e ilegales. Las cárceles donde estaban los presos políticos se convirtieron en nuevas trincheras de lucha. Y afuera los familiares también se organizaban, empezaban a entender el sentido de la lucha que alguno de los suyos había emprendido, también aprendían a conspirar llevando y trayendo mensajes, callando y protegiendo, aguantando igualmente humillaciones y también detenciones. Al Io de noviembre había en todo el país 312 presos políticos del M-19, cerca de 60 de las FARO, 30 del EPL un número igual del ELN y unos pocos de ADO, organización que el 12 de septiembre anterior había protagonizado una de las fugas más espectaculares de la cárcel Modelo de Bogotá, cuando dinamitó una de las paredes de la prisión; por allí escaparon diez guerrilleros del ELNy de ADO, entre ellos el comandante de este último grupo, Juan Manuel González Puentes. Para las 10 de la mañana del 21 de noviembre, en la capilla de la penitenciaría La Picota en Bogotá, fue convocado el Consejo 33

33. Entrevista a Vera Grabe. Silvia Galvis, Vida mía, Planeta Colombiana Editorial S. A., Bogotá, 1993.

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de Guerra contra los detenidos sindicados de pertenecer al M-19. Para ello, los militares tuvieron que concentrar los presos en la capital; desde Buga, Cali, Bucaramanga, Tunja, Medellín y otras ciudades, fueron trasladados en medio de especiales medidas de seguridad y en medio de una actitud ofensiva iniciada por ellos, quienes siguiendo orientaciones de su organización, transformaron la corte marcial en un hecho político: Frente al próximo Consejo de Guerra, entender que es un juicio contra el pueblo, y nuestra política es que deberá convertirse en un juicio contra los antipatria, los antidemocráticos, los antipueblo. Tenemos la razón, tenemos las propuestas, tenemos la moral y la fuerza: entonces que retumbe adentro en las cárceles y los consejos de guerra y que retumbe en la calle también. Hemos decidido que debe ser una defensa de rompimiento. Esto es que no esperamos la libertad de las argucias jurídicas, sino de nuestra fuerza. Que no aceptamos unas leyes y una Constitución violada por ellos en beneficio de ellos. Esto es un régimen de hecho y no de derecho. Que la defensa de la patria, de la nación y del pueblo seamos nosotros y nuestros presos, y jamás ellos. Los casos donde la juridicidad, burguesa permita mediante asistencia jurídica la libertad de tanto amigo, colaborador, simpatizante (y militante), aprovecharla. Pero cuando no, que asuman su papel de patriotas y combatientes34.

Contrario a lo que las autoridades imaginaban, el inicio del Consejo de Guerra fue una fiesta de magnitud. Era el reencuentro entre los compañeros, con sus esposas, novios, compañeras, con el amigo, con el paisano o con el pariente, con los dirigentes a muchos de los cuales no se conocía. Las mujeres lucían —en medio de la sencillez— sus mejores pintas. Los abrazos iban y venían. Los saludos, las lágrimas y los gritos de combate inundaron el salón, el orden establecido por los militares se rompió. Entre los 166 sindicados presentes se destacaba la frágil figura de María Etty Marín (19 años), quien no paraba de gritar con sus muletas en alto; en la tortura había sufrido delicadas lesiones en sus piernas. Durante los tres años siguientes muchos sucesos políticos del país pasarían por las celdas de los detenidos del M-19; miles de hombres y mujeres visitarían a estos presos y a otros que fueron capturados después. El recinto carcelario se convirtió en una oficina pública del M-19, permanentemente visitada por delega34. Documentos M-19. Carta, julio 31 de 1979.

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ciones sindicales, representantes de medios de comunicación nacionales e internacionales, de partidos políticos, así como personalidades y una que otra vez por emisarios gubernamentales. Desde la cárcel, el M-19 mantuvo informada a la opinión pública sobre el desarrollo del Consejo Verbal de Guerra y sobre sus diferentes posiciones frente a hechos de trascendencia nacional. Para ello, enviaba cartas y comunicados, publicaba sus documentos en las carteleras de la misma cárcel y difundía boletines. En enero de 1982 circuló el N°1 de La cana alaire, como órgano de expresión de los presos políticos del M-19; más tarde, en 1983, Picotazo fue el medio de difusión del colectivo de presos políticos del M-19 y de ADO. En ambos boletines se analizaba la situación nacional, se explicaban las propuestas de las organizaciones y la situación de sus presos. Su efectividad se vio demostrada en varias oportunidades; una de ellas se presentó el 6 de julio de 1982, en la ciudad de Medellín, cuando 1.500 prisioneros de la cárcel de Bellavista se amotinaron durante 17 horas ante la orden de trasladar a Guillermo Elvecio Ruiz, dirigente del M-19, del pabellón de los presos políticos, a otro patio del reclusorio. Las autoridades carcelarias se vieron obligadas a negociar con los presos. Al frente de ellos estaba el mismo Elvecio Ruiz. Gracias a la divulgación de los hechos a través de La cana al aire, los periodistas pudieron conocer la verdad de lo sucedido. En la cárcel se vivieron momentos de alegría y compañerismo: Luz Aída Triviño y Rodrigo Restrepo Valencia, una pareja de jóvenes sindicados de pertenecer al M-19, contrajeron matrimonio en El Barne, en junio de 1982; la ceremonia, cargada de fe y futuro, fue oficiada por el obispo de Tunja. En la cárcel hubo momentos de dolor y rabia: los continuos allanamientos y requisas provocaron en La Modelo, en julio de 1981, un frustrado motín que dejó varios presos comunes brutalmente masacrados. En otra ocasión, el 6 de marzo de 1982, a las mujeres detenidas en La Picota se les practicó una requisa que terminó en la agresión física a las presas. Hasta la cárcel llegaron las amenazas de grupos paramilitares a los presos políticos; ejemplo de ello fueron las misivas recibidas por Alvaro Fayad Delgado y por Luis Otero —entre otros— en diciembre de 1981. La carta, con papel impreso del Ministerio de Defensa Nacional, era una advertencia en la que se leía:

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Ustedes desde la cárcel planean el desarrollo de distintos hechos violentos, atentando contra la vida y bienes de las personas. En días pasados después de cometido un robo, intentaron as'esinar a un coronel del ejército. Si el atentado hubiera tenido éxito, los principales cabecillas del M-19 recluidos en La Picota hubieran tenido que afrontar idénticas consecuencias. Mediten sobre esta advertencia antes de disponer en lo sucesivo acciones similares contra el personal militar35.

La presencia de un importante grupo de dirigentes del M-19 en la cárcel permitió una organización sui géneris de sus actividades. Desde tempranas horas del día, los presos políticos realizaban ejercicios para mantener un buen estado físico; la mayor parte de su tiempo era ocupado en las tareas de las comisiones de cultura, estudiantil, deportes, política y otras. De la cárcel salieron importantes documentos de aporte a la discusión en la VII y VIII Conferencias; igualmente, cartas como la enviada por Andrés Al- marales Manga, miembro de la Dirección Nacional, a su amigo Jorge Mario Eastman, en ese momento ministro de Gobierno: No sé si esta nota tenga la suerte de llegar a tu despacho, porque aquí en La Picota las restricciones, en su mayoría indebidas, son crecientes y apabullantes. El más elemental y sagrado derecho de los prisioneros del mundo, aun en las peores dictaduras —el de las visitas— es todo un calvario para nosotros36.

35. Documentos M-19. Carta anónima a Alvaro Fayad d inédita de Andrés Almarales (M-19) a Jorge Mario 36.l Carta Eastman, Editorial Oveja Negra, Bogotá, 1986.

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V. ¡La lucha es por la democracia y la libertad, a secas!

Los presos políticos, prioridad N° 1

Las luchas por el levantamiento del estado de sitio, la derogatoria del Estatuto de Seguridad, la plena vigencia de los derechos humanos, la libertad de los presos políticos y el respeto a los derechos de reunión y de sindicalización fueron el eje de la política en el año de 1979. El diario El Espectador —por ejemplo—, considerado como «oficialista», denunciaba permanentemente las arbitrariedades que se cometían contra los detenidos. Diversos organismos de la comunidad internacional comenzaron a preocuparse por los continuos abusos cometidos contra ciudadanos colombianos. Amnistía Internacional, la Comisión Interamericanade Derechos Humanos de la OEA, WOLA de los Estados Unidos y otras instituciones enviaron misiones a nuestro país y sus informes reflejaban claramente una realidad: en Colombia se estaba torturando, de manera sistemática, a los detenidos políticos. Desde la cárcel, los dirigentes del M-19 daban a conocer permanentes denuncias sobre malos tratos y mostraban ante el país los excesos que se cometían desde el mismo gobierno. El 19 de enero de 1980 Carlos Pizarro Leongómez envió una carta a su padre enfermo, el excomandante de las Fuerzas Armadas, vicealmirante Juan Antonio Pizarro. Aparte de ser una hermosa recapitulación de recuerdos, en la misiva denunció ante su padre las arbitrariedades: ...Durante una época excesivamente larga, acatamos ingenuamente los poderes públicos y creimos sus palabras. Más aún, colaboramos activamente en sus propuestas políticas, sociales y económicas. Pero ese país que reconocíamos como nuestro se fue desdibujando. Ante nuestros ojos sorprendidos apareció una nación adolorida. Esa patria que tú y nuestros antepasados quisieron para nosotros no fue el país que recibimos. Durante los últimos años, la rectitud, la honorabilidad y la justicia se han visto, como nunca antes, desterradas.

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Hoy es hecho repetido y condenable la invocación al golpe de estado, el desprecio al débil y al humilde. Nuestra patria ha ido cambiando y con ella todos hemos sido transformados. Hoy, tu hijo se rebela contra la injusticia social, porque nos enseñaste el culto a la igualdad y a combatir la miseria. Hoy, tu hijo se rebela contra la lacerante realidad de una libertad asesinada, porque no nos enseñaste el idioma de la cobardía. Porque como demócrata y patriota, nos inculcaste el odio a muerte a los tiranos. Hoy, tu hijo se rebela contra la actual dependencia y servidumbre nacional, contra la acumulación de los poderes del Estado en el Ejecutivo y contra toda forma de monopolio en la actividad social, porque no tengo la contextura ideológica para soportar ninguna dictadura, ninguna oligarquía, ningún privilegio de casta o de fortuna1.

A su regreso del exterior, en enero de 1980, Jaime Bateman convocó a una reunión urgente de lo que quedaba de la Dirección Nacional del M-19. Se trataba de hacer un balance de los últimos golpes recibidos, ya que de los siete miembros del Comando Superior elegidos en la VII Conferencia, sólo quedaban él y Lucho Otero, pues Toledo estaba en el exterior y los demás presos. Ese era precisamente el tema central del encuentro de los dirigentes del M-19: cómo conseguir la libertad de los presos políticos. Existía un doble motivo para lograr este objetivo: en primer lugar, el M-19 estaba experimentando un importante proceso de crecimiento que requería de la conducción de dirigentes con experiencia. Así lo demostraba el desarrollo que iba adquiriendo la guerrilla rural, especialmente en el Caquetá; igualmente, el movimiento popular y la lucha por los derechos humanos y las libertades políticas se habían transformado en la lucha de miles de colombianos. Estos fenómenos políticos exigían al M-19 un mayor esfuerzo de dirección. En segundo lugar, y con base en lo anterior, el M-19 consideraba necesario desenmascarar nacional e internacionalmente al gobierno de Turbay Ayala que pretendía mostrarse como respetuoso de los derechos humanos; así había sucedido en julio del año anterior, cuando Turbay, en viaje por Europa, había llegado a manifestar que en Colombia el único preso político era él. En aquel momento hay quienes recuerdan con disgusto e ironía cómo, durante su gira por Francia, en una comida oficial en el palacio del Elíseo, Turbay comentó que su régimen estaba más estable que nunca y era reconocido como democrático. 1

1. Carta de Carlos Pizarro a su padre. Archivo familiar.

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...la idea de una operación surgió cuando la organización fue duramente golpeada. Cuando la toma de las armas del Cantón, mucha gente creyó que había llegado el final de este paseo. Al poco tiempo nos dimos cuenta de que el país reaccionaba. Se realizó el Foro de los Derechos Humanos. Entonces nos dimos cuenta de que el país tenía fuerzas potenciales muy grandes y que había que moverlas, que había que organizarías. (...) Desde ese momento empezamos a pensar no sólo en nuestros presos, sino en que había que hacer una denuncia mundial para que la gente supiera que aquí, en un país con una democracia formal, con una gran democracia, se estaba cocinando la dictadura más feroz de América Latina. En ese momento estábamos luchando contra el poder de la mentira. Cuando decíamos, «hay torturas» la gran prensa decía «no hay torturas». Contra esa mentira, la lucha es muy desigual. Entonces dijimos «hay que poner sobre el tapete quién es el mentiroso»2.

Ya desde la Conferencia celebrada en junio de 1979, se había comisionado a Lucho Otero para que adelantara la prioritaria tarea de liberar a sus compañeros. No era fácil. En cumplimiento de lo encomendado se intentó sacar a los presos que se encontraban en la cárcel de El Barne, entre ellos Iván Marino Ospina y otros: íbamos a participar 17 personas. El día anterior a la toma de la cárcel, que era fácil, muy fácil, mandé a un compañero para que viera cómo estaba la situación. Regresó y me dijo: «están cavando trincheras». Ellos creían que nos íbamos a tomar la cárcel a sangre y fuego. Lo íbamos a hacer, en cambio, con astucia, con estratagemas. Entraríamos como detenidos, con guardianes, en un operativo hecho con base en investigaciones sobre la estructura física y administrativa del penal. El operativo era en conjunto con el ELN y el EPL, que también tenían presos allí. Cancelada la toma de El Barne, comencé a cranear una nueva acción3.

A raíz de este fallido intento, y de la proximidad del consejo de guerra, los presos fueron concentrados en la cárcel La Picota de Bogotá. Pero el trabajo no se detuvo; de inmediato Lucho Otero y su gente comenzaron a estudiar las instalaciones del establecimiento carcelario y nuevas fórmulas para el rescate de los detenidos. Descartadas algunas variantes, se optó por la toma de un grupo de rehenes, preferiblemente en una embajada, por las repercusio

2. Entrevista a Jaime Bateman, en Germán Castro Caycedo, op. 3. Entrevista a Luis Otero Cifuentes, en Las guerras de la paz. Olga Behar, op. cit.., p. 189.

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nes que internacionalmente tendría el hecho. Al estudiar el calendario de fiestas nacionales de países con representación diplomática en Colombia, se encontraron con el 27 de febrero como día nacional de la República Dominicana y con el 3 de mayo como fecha conmemorativa de la Constitución del Japón. Después de una investigación inicial sobre la planta física de estas dos embajadas, se resolvió centrar los esfuerzos en la primera. Personalmente, Jaime Bateman asumió, junto con Lucho Otero y un selecto grupo de sus más inmediatos colaboradores —entre ellos Yamel Riaño, Elvecio Ruiz, Nelly Vivas, Otty Patiño y Jorge Carvajalino—, las tareas preparatorias de la Operación Democracia y Libertad: la toma de la Embajada de la República Dominicana. Bateman estaba en todo, confrontaba los informes sobre el objetivo, aprobaba a los hombres y mujeres seleccionados, estaba en el diseño del plan, en la consecución de los recursos, estaba pendiente de todos los detalles. Lucho Otero, junto a Jorge y María, quienes también participaron en la toma, se encargaron de investigar con detalle la Embajada; por aparte se seleccionó a quienes intervendrían en la acción. Se constituyeron tres escuadras con un total de dieciséis miembros; al mando estaban Miguel Angel Mojica, Alfredo, Jorge Iván Rojas, El Negro Genaro y el uruguayo Wilder Silva, Omar. El 22 de febrero los organismos de seguridad mataron en Bogotá a Juan Manuel González Puentes, El Brasilero, combatiente internacionalista y dirigente del Movimiento de Autodefensa Obrera, ADO. González hizo parte del núcleo inicial que constituyera ese movimiento y fue quien aportó a sus compañeros los primeros conocimientos sobre lucha urbana. En su boletín N° 49 de febrero, el M-19 honró la memoria del dirigente revolucionario muerto y expresó a ADO su «solidaridad combatiente» por «...el dolor que embarga hoy a los que conocieron la integridad, honestidad y entrega de Juan Manuel...». Bateman tenía un especial aprecio por González Puentes y juntos impulsaron un proceso de acercamiento entre sus dos organizaciones. En Cali, ese mismo día, fue capturado un comando del M-19 que iba a secuestrar a la señora Raquel de Pinski, esposa del constructor Ezequiel Pinski. Los detenidos pasaron a los patios del F-2 donde fueron presentados a los medios de prensa. Allí estaban Jorge Marcos Zambrano Torres, Toño, Camilo Restrepo, Luz Mery Bedoya y Fernando Orozco. El primero de ellos, con

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mirada altiva habló a los periodistas, reivindicó su condición de combatiente y dirigente del M-19 y explicó los motivos de su detención; al día siguiente, diarios como El Caleño y El Pueblo publicaron sus declaraciones y sus fotos. Ahí estaba Jorge Marcos Zambrano con un Cristo al cuello y con una barba que apenas se asomaba. Toño venía de los sectores populares de Cali, combinaba sus estudios en el Colegio Santa Librada con el trabajo de zapatero junto a su padre; militante destacado desde 1974, fue uno de los artífices en la consolidación del Regional de Occidente del M-19. Participó en muchos operativos y estaba siendo juzgado como reo ausente en el consejo de guerra de La Picota. El día 23, luego de que la noche anterior fuera trasladado desde el cuartel del F-2 a las instalaciones de la Tercera Brigada, apareció muerto junto a la carretera que de Cali conduce al vecino municipio de Jamundí. Su cuerpo presentaba innumerables muestras de tortura. Como es de público conocimiento, los detenidos entraron a los calabozos del B-2 en Cali al cumplimiento de los diez días de torturas que permite el artículo 28. A sabiendas del alto cargo que ocupaba el compañero Jorge Marcos Zambrano del M-19 y su firme actitud ante la tortura, fue brutalmente asesinado por un capitán del B-2, después de ser sometido a los consabidos tratos de dicho organismo represivo: vendaje, plantón, golpes, electricidad, submarino, etc.4.

Hasta ese 22 de febrero sólo Bateman y Otero conocían el objetivo y citaron a una reunión clandestina en el hotel Las Hamacas de Melgar. Allí se encontraban Rosemberg Pabón, Pacho, (mando en Antioquia hasta ese momento), quien comandaría el operativo desde el ingreso a la Embajada; los tres jefes de las escuadras ya„ mencionados y varios miembros de la Dirección Nacional, entre ellos María Vásquez (participante de la acción), Elvecio Ruiz, Yamel Riaño y Otty Patiño. El plan elaborado por Otero fue revisado punto por punto, se discutió cada detalle, se decidió que por lo menos dos parejas entrarían disfrazadas como «embajadores», se hicieron ajustes y finalmente fue aprobado. Allí se bautizó la operación con el nombre de «Democracia y Libertad» y a la columna se la denominó «Jorge Marcos Zambrano». Culminada la reunión, Yamel Riaño salió a recoger un jeep que le serviría para trasladar al Comandante Pablo hacia las selvas del Caquetá donde se estaban

4. Documentos M-19, boletín No. 49, febrero de 1980.

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concentrando los grupos móviles para conformar el Frente Sur. A partir de ese momento los preparativos se aceleraron hasta concentrar a todos los participantes en la noche del 26 de febrero: El compañero Lucho nos reúne a los dieciséis del comando en un cuarto. Estamos sentados en círculo y nos dice, compañeros, esta es una acción muy grande de la Organización. Va a partir la historia del M-19 en dos y probablemente la historia de este país también. Es posible que puedan morir todos ustedes y por ello la Dirección permite, por primera vez, que hoy, cada uno piense otra vez si quiere participar. Nadie fuera de nosotros va a saber quién se negó: el compañero puede seguir peleando y hacer su vida normal de comando. No perderá su grado; sabemos lo difícil que va a ser esta acción y lo que se está jugando. Así que cada compañero hable y aclare su posición; no vamos a dar nada por sobreentendido... Ninguno dice no; la cosa sigue. Para Lucho también debió ser un momento muy bello porque todavía era el responsable del operativo. Yo no tomé el mando sino hasta que él me dejó en la Embajada. Lucho les dice a los compañeros que va a dirigir esta operación Rosemberg Pabón: a él lo hemos asignado5.

El grupo de los guerrilleros que al día siguiente se tomarían la embajada estaba conformado por: Rosemberg Pabón, Pacho (Comandante Uno), Wilder Silva, Omar (segundo en el mando, jefe de escuadra), Jorge Iván Rojas Sánchez, Genaro (tercero en el mando, jefe de escuadra), Miguel Angel Mojica, Alfredo (cuarto en el mando, jefe de escuadra), Carmenza Cardona, Norma {La Chi- qui), Gloria Amanda Rincón, Renata, Carlos Arturo Sandoval, Ca- tnilo, Jorge, María, René, Roberto, Ñapo, María Eugenia Vásquez, La Negra Emilia, Stella, Vicky (la médica) y Pedro. ...proveníamos de todos los rincones de Colombia. Unos éramos de occidente, otros de la Costa, otros del interior. Había campesinos, obreros, estudiantes; una era sicóloga, una médica y otra economista. También teníamos un historiador y un comunicador social. Las edades oscilaban entre los 18 y los 34 años. Éramos hombres y mujeres de nuestro pueblo, y estábamos orgullosos de representar a todos los sectores, zonas y razas de nuestra nacionalidad6.

5. Rosemberg Pabón, Así NOS tomamos la Embajada, Planeta Colombiana Editorial, S. A., Bogotá, 1985, pp. 27, 28 6. Ibt'd., p. 83.

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El armamento que llevarían consistía en quince granadas de fragmentación, doce pistolas de 9 mm, una pistola Walter P38, tres carabinas MI calibre 30, cuatro escopetas recortadas calibre 12 y un fusil punto 30 de precisión. Y llegó el día escogido: La mañana del 27 de febrero. Nada denotaba la ansiedad de los 16 ni el peso de la responsabilidad de los encargados, allí en el patio de una casa pequeña. (...) Entrenamos la rapidez en desenfundar las pistolas y en sacar escopetas, rifles, M-l, escopetas recortadas de las tulas... Qué largas las horas hasta las doce, cuando se dio la señal de salida. Por comandos tomamos taxis, formamos grupitos de jóvenes que comentaban el último partido, ya al frente de la Embajada, la alegría era exagerada7.

Y llegó la hora señalada: Un compañero estaba en la tienda que queda en toda la esquina de la Embajada. Él llamaba a la casa y decía: «entraron dos embajadores, salió uno» y así. Entonces, cuando se fue completando una cifra importante me llamaron «hay dieciocho», yo dije «vámonos». Llevé a los «embajadores» hasta una distancia de 40 metros de la Embajada8.

Y el momento preciso: Cerca de la cigarrería Belalcázar nos bajamos y Lucho se va en el carro. Bueno, ahora sí, los «invitados» cada cual con su compañera. Nos arreglamos y vamos caminando lento. Al pasar por la esquina, siento temor de que de pronto haya algún tipo del DAS o del F2, y me vaya a reconocer. Le digo a la otra pareja que pase adelante, tapándome; veo a los compañeros de las escuadras acercándose a su punto de arranque lentamente, lentamente, pues cada paso mío es una referencia para ellos y cuando yo esté a cuatro pasos de los escalones de la entrada, el primer grupo debe haber llegado al extremo izquierdo de la herradura, el segundo grupo debe estar en el centro y el tercero en el extremo derecho. Eso tiene que ser exacto, cosa que cuando yo llegue a la puerta, todos estén en sus puestos y el compañero jefe de la escuadra del centro, el segundo hombre al mando, Ómar, dé la orden, y todos todos, a correr y a disparar... Vamos entrando y vemos —pero en cuestión de milésimas de segundo— a la gente: todos encopetados, en sus grupitos, hablando, con la copita. Está la cosa bien aneglada, como si nos estuvieran esperando. Va a haber fiesta aquí... ¡Cruzando el umbral escuchamos Fuego!9. 7. Entrevista a María Eugenia Vásquez, en Olga Behar, op. 8. Entrevista a Luis Otero, en Olga Behar, op. cit., p. 192. 9. Rosemberg Pabón, op. cit., p. 30.

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«Nuestra decisión, vencer o morir»

A las 12:07 horas del miércoles 27 de febrero de 1980, la columna Jorge Marcos Zambrano, compuesta por dieciséis miembros del M-19, irrumpió violentamente en las instalaciones de la Embajada de la República Dominicana que ese día conmemoraba el 136 aniversario de la independencia. Como es costumbre en este tipo de celebraciones, el embajador respectivo cursa invitaciones a otros miembros del cuerpo diplomático, a funcionarios del gobierno y a amigos de su legación, para que lo acompañen en un breve coctel. Así lo hizo el embajador Diógenes Mallol, en su nombre y en el de su esposa. El enfrentamiento inicial fue con los guardaespaldas de los diplomáticos y con soldados que se encontraban apostados en inmediaciones de la Ciudad Universitaria, sobre la carrera 30, distante escasos 60 metros. Como resultado de este primer cruce de disparos murió Carlos Arturo Sandoval Valero, Camilo, el más joven de los miembros de la columna del M-19, con apenas 17 años y 3 meses. La guerrillera Renata cayó herida con un balazo en la cabeza y posteriormente recibió otro en la pierna; igualmente resultaron heridos los cónsules de Paraguay y Perú. Cuando avanzábamos sentí un golpe en la cabeza que me frenó un poco. Pensé, me hirieron pero estoy viva. Tengo que llegar a la puerta. Sentí calor en el rostro y en el cráneo. Entré. Me encontré con La Chiqui, tenía la pistola encasquillada. Cambiamos de arma. Me parapeté y la desencasquillé. Miré en el corredor caer a Camilo entre la puerta y yo. Cayó boca abajo. Antes de morir hizo la V de la victoria. Sentí ira y moral. Camilo se había parapetado tras un muro al otro lado de la puerta para cubrir nuestra entrada, al diponerse a entrar lo encontró la bala enemiga en el oído izquierdo. Yo estaba sentada sufriendo por no desmayarme; a las dos horas de combate sentí un golpe en la rodilla izquierda, al rato me comenzó a doler y vi la hinchazón. Estuve entre la pérdida del conocimiento y

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la recuperación; hora y media más tarde, cuando cesó el combate, Vicky me pudo atender10.

Casi cuatro horas duró este cruce inicial de disparos, que había, sido calculado por los ocupantes como un combate de por lo menos seis horas. En la Embajada se vivía un clima de terror e incertidumbre por parte de los rehenes. Estos, en un numero total de 57, eran los embajadores de Estados Unidos, el Vaticano, México, Uruguay, Venezuela, Brasil, Israel, Suiza, Egipto, República Dominicana, Haití, Guatemala, Costa Rica, Austria y las esposas de cuatro de ellos. Del cuerpo diplomático también estaban los encargados de negocios de Venezuela, Jamaica, Paraguay, Costa Rica, Perú, Bolivia, Guatemala y República Dominicana; el vicecónsul de Venezuela y su esposa; tres funcionarios de la Cancillería colombiana; las esposas de los cónsules de Jamaica y República Dominicana; el exembajador de Nicaragua, William Barquero Montiel, secuestrado por el M-19 durante unas horas un año atrás. Los restantes rehenes eran algunos invitados a la recepción, personal diplomático y empleados de la Embajada. Una vez controlada la situación, se organizó un grupo entre los embajadores rehenes para ayudar a las negociaciones que se iniciarían en cualquier momento. Al finalizar la tarde de ese primer día, cuando aún se producían esporádicos disparos, el gobierno nacional, por conducto del canciller Diego Uribe Vargas, se comunicó con la Embajada para hablar con Ricardo Galán, el representante mexicano; esto quedó registrado en la historia de Colombia y de los movimientos guerrilleros como la primera vez que el Estado mostró su disposición de sentarse a negociar con un grupo insurgente. En este caso la fuerza de las armas y la decisión de la columna del M-19, abría las puertas para iniciar un proceso de negociaciones que no culminó cuando los guerrilleros abandonaron la Embajada, sesenta y un días después. El comandante Jaime Bateman comprendió a cabalidad la importancia de ese momento. En horas de la noche se dieron a conocer las exigencias del grupo a través del excanciller Alfredo Vázquez Carrizosa quien presidía el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos:

10. Documentos M-19. Testimonio de Gloria Amanda Rincón, Renata, entrevista inédita del 16 de febrero de 1981.

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Estamos pidiendo lo siguiente: garantizar el retiro de la tropa y que no haya intentos de asalto a la Embajada; porque si el ejército entra, nos morimos todos; el gobierno no debe obligarnos a tomar medidas drásticas. Que mañana salga eso en la prensa, que el gobierno se compromete a no tomarse la Embajada por la fuerza. Segundo: aquí en Colombia se están violando los derechos humanos y se sigue torturando a los presos políticos. Hace tres días asesinaron a Jorge Marcos Zambrano en Cali, en el batallón Pichincha, y por eso este comando lleva su nombre. Queremos que se detengan los atropellos y pedimos la libertad.de los presos políticos de todas las organizaciones. Tenemos una lista aquí y la vamos a presentar a quien corresponda. Tercero, exigimos 50 millones de dólares... En cuarto lugar, debe salir un comunicado del M-19 en la prensa nacional y en los países de donde son originarios los rehenes. Vázquez Carrizosa no venía como delegado del presidente y así nos lo hizo saber. Lo motivaban razones humanitarias y nos instó a dar muestras de buena voluntad liberando a las mujeres. Muy bien, doctor. No estamos interesados en tener mujeres, niños, ni heridos, pero queremos diálogo con el gobierno; no queremos una masacre; si el gobierno está dispuesto, que nos llame mañana11.

Efectivamente, el domingo 2 de marzo, en una camioneta amarilla sin puertas, se reunieron los negociadores por parte del gobierno (Ramiro Zambrano y Camilo Jiménez, funcionarios de la Cancillería) con La Chiqui, delegada por sus compañeros del M-19 y el Embajador de México, Ricardo Galán, como testigo. Antes de iniciarse esta primera ronda de un extenso y agotador proceso de conversaciones, los restantes guerrilleros, desde la Embajada, entonaron el Himno Nacional y rindieron honores a la bandera del M-19 que el día anterior habían colocado en la terraza del edificio ocupado. Ellos sabían que había hombres y mujeres en nuestro comando y esperaban negociar con un hombre. Decíamos, mandémosle una persona dura que les grite, que pelee con ellos, pero también sensitiva, capaz de desarmarlos. Alguien firme, pero flexible. Mandemos a la mujer para que vean con qué se van a encontrar. Escogimos a Carmenza Cardona Londoño, La Chiqui, una compañera bien probada en la lucha, disciplinada, clara en nuestra concepción política, con gran experiencia en el trabajo de masas en las barriadas de Cali y con comunidades indígenas, tierna, alegre, vital, ¡y una fiera en la pelea! (...) Lo que más les dolía a los representantes del gobierno era hablar con una mujer encapuchada, gordita, bajita. (...) 11. Rosemberg Pabón Pabón, op. cit., pp. 48-49.

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Aunque la capucha servía para evitar que la reconocieran y no fueran a tomar medidas contra su familia, con ella queríamos mostrar fundamentalmente al M-19 y no a la persona12.

Desde días antes estaba circulando en los medios de comunicación una proclama del M-19 en la que se adjudicaba la toma de la Embajada y se manifestaba la decisión de «vencer o morir». Era un comunicado preparado de antemano con las firmas de Toledo y Bateman en el que se definían los objetivos de la Operación Democracia y Libertad, se comprometían a respetar la vida de los rehenes y se reafirmaban en su decisión de «vencer o morir». (Véase Anexo 3) Entre el 2 y el 13 de marzo se realizaron cinco encuentros de los negociadores. Eran reuniones al interior de la camioneta parqueada frente a la Embajada, que duraban de una y media a dos horas. Cada una de las partes defendía su posición; La Chiqui se reafirmaba en las exigencias de mediación internacional y de libertad para los presos políticos; por su parte, los representantes gubernamentales, con argumentos jurídicos, establecían las trabas para decretar un indulto o una amnistía. Luego de los habituales diálogos con los enviados gubernamentales, La Chiqui regresaba al interior de la Embajada y discutía con el Comandante Uno los detalles de sus conversaciones. En alguna oportunidad, luego de terminada la reunión al interior de la camioneta, La Chiqui, casi a gritos, se dirigió a los periodistas: Nos sentimos muy orgullosos de estar aquí y le agradecemos al pueblo colombiano, a los trabajadores, a los obreros, a los estudiantes y a los campesinos el apoyo que nos han dado. Estamos dispuestos a permanecer todo el tiempo que sea necesario. Esperamos que el gobierno resuelva pronto esta situación, que sólo depende de él. Respetaremos la vida de los rehenes, siempre y cuando el gobierno no nos obligue a tomar decisiones extremas. No saldremos de aquí sin nuestros compañeros detenidos en las cárceles del país. El gobierno no ha querido ceder a nuestras peticiones. Exigimos la liberación de nuestros compañeros13.

En medio de la crisis suscitada, el 9 de marzo el país celebró sus elecciones de mitaca en las que se renovaron concejales munici-

12. Rosemberg Pabón P bóDiario El Tiempo, 60 61 71 13. p. 3A, b il 19 d 1980

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pales y diputados departamentales. El gobierno de Turbay mostraba así, ante los cientos de periodistas internacionales desplazados para cubrir los hechos de la legación diplomática, que las instituciones colombianas se encontraban incólumes. La izquierda aglutinada mayoritariamente en Firmes participó, logrando algunos cargos de representación. Pero nuevamente fue el abstencionismo (70.2% en todo el país) el que llevó la mayor tajada: de los 13.772.836 potenciales votantes, sólo sufragaron 4.105.183. Cuando ya habían, transcurrido 17 días desde el inicio de la ocupación, y cuando las negociaciones parecían estancarse, el M-19 difundió un comunicado de cuatro puntos, en varios medios de prensa, en el que reiteraba la necesidad de llegar a un rápido acuerdo y denunciaba las posibilidades de una toma militar de la Embajada por parte de grupos especializados de los organismos de seguridad del Estado, con apoyo externo. Por informar sobre este tipo de hechos, la agencia de noticias AFP fue sancionada, no fue la única; la radio y la televisión colombianas tenían prohibido pasar información diferente a los comunicados de Palacio. Los noticieros de las cadenas radiales Caracol y Super fueron sancionados durante tres días por transmitir noticias relacionadas con la toma de la Embajada o por reproducir entrevistas. Mientras tanto, desde los medios escritos se asumían distintas posiciones: el diario El Siglo, dirigido por Alvaro Gómez Hurtado, afirmaba que no se debía negociar; por su parte El Tiempo reprobaba los hechos y señalaba la no presencia de embajadores de países socialistas en la sede ocupada, como un hecho más que casual; La República, diario conservador, indicaba como una de las causas del hecho, las relaciones de Colombia con países socialistas; la revista Alternativa condenaba la toma y precisaba sus discrepancias con este método de lucha; la revista Nueva Frontera, orientada y dirigida por el expresidente Carlos Lleras Restrepo, pedía una buena solución al conflicto y anotaba que el «descuadernamiento» del país era una de sus causas. El también expresidente Alfonso López Michelsen había definido al M-19 como una «razón social» y propuesto como una tercera alternativa la mediación internacional. Hubo muchos pronunciamientos —individuales y colectivos— que con valor señalaban la responsabilidad del Estado y exigían un manejo prudente que ante todo respetara las vidas de captores y rehenes. Esto fue una preocupación constante, de muchos. Durante los sesenta y un días que duró la ocupación de la Emba-

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jada, la posibilidad de un asalto por parte del ejército pendía sobre las cabezas de captores y rehenes cual espada de Damocles; como preparándose para ello, las Fuerzas Armadas hicieron desocupar toda la zona, trataron de desalojar a más de 150 periodistas nacionales y extranjeros, apostados en lo que denominaron Villa Chiva y convirtieron el sector en un verdadero campo de batalla; en varias oportunidades se presentaron actos provocadores como el vuelo rasante de aviones y helicópteros, y circularon permanentemente versiones sobre la presencia en Colombia de grupos de norteamericanos e israelíes, expertos en lucha antiterrorista, quienes estarían coordinando las acciones para un asalto a la sede. El 18 de marzo, el canciller colombiano Diego Uribe Vargas, en alocución televisada, informó sobre la posición del gobierno y calificó a los guerrilleros presos como delincuentes comunes: Es bueno que la opinión pública esté informada de que los asaltantes de la Embajada Dominicana no demandan la libertad de un grupo de malogrados e inofensivos idealistas, sino la de delincuentes comunes que a lo largo de su recorrido criminal no se han detenido ante ninguna barrera moral. Su característica ha sido la crueldad y el cinismo. (...) ' Han entregado una lista de 28 nombres que son «indiscutibles» y que corresponden en su gran mayoría a sindicados de asesinato, secuestro, extorsión, asaltos a mano armada, robos de armas de uso privativo de las Fuerzas Armadas y asociación para delinquir14.

Las palabras del canciller causaron fuerte impacto entre los diplomáticos retenidos que observaban nuevas dificultades en el proceso de negociaciones; sin embargo éstas, que se encontraban suspendidas desde el 13 de marzo, se reanudaron el 24 del mismo mes cuando se hizo la sexta reunión: «Y se reanuda el diálogo. El sexto. Dura casi dos horas, con introducción de ablandamiento, diciendo que hay que mantenerlo, que sólo esto llevará a entendernos; que hay que buscar puntos de convergencia, que ya hemos logrado grandes victorias; que si no las hemos captado, ellos las van a señalar: gran publicidad a nivel mundial para la Organización... Las denuncias logradas por las «posibles violaciones» a los derechos humanos... Que el gobierno acepta que se negocie el rescate en dinero... Que nos dan la posibilidad, a la columna, de salir... A todo lo que dicen agregan que es la primera vez que el gobierno acepta el 14. Diego Uribe Vargas, texto de su intervención por televisión, en El Espectador, marzo 19 de 1980.

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diálogo con un grupo armado, que han cumplido con lo de no hacer una masacre, que para esto han tenido que frenar a los militares, que el presidente no puede liberar presos, pues violaría la ley. (...)Dicen también que han llegado a la conclusión de que esa consigna de «vencer o morir» es muy mala, y aconsejan cambiarla por «vencer y vivir» y dejar las armas y luchar por las vías legales; que el gobierno necesita quién lo critique, pero sin pistolas, para no verse forzado a cambiar su saqueo. De este diálogo y los siguientes no se concluye nada15.

El mismo día 24 se conoció un nuevo comunicado del M-19 donde denunciaba la línea dilatoria e intransigente del gobierno en el proceso de negociaciones, dejó constancia de su voluntad de negociar un arreglo pacífico y reiteró la exigencia de liberación de 311 presos políticos de distintas organizaciones. La negociación parecía no tener fin. El gobierno se empeñaba en lograr dilaciones, pretendiendo desgastar los ánimos de los guerrilleros y de los diplomáticos rehenes. El 1° de abril ello se evidenció: la solicitud hecha por el M-19 para que se hicieran presentes delegados de la OEA y del CICR, no tenía ninguna respuesta por parte del gobierno; esto exasperó al embajador Galán, quien se retiró de las conversaciones. La medida sirvió porque, finalmente, el gobierno accedió a invitar a los delegados internacionales para que estuvieran atentos al desarrollo de los juicios a los presos políticos. Hacia mediados de abril surgió la idea de entablar un diálogo entre el Comandante Uno e Iván Marino Ospina, uno de sus más; inmediatos jefes, el dirigente de mayor rango dentro de los presos. El diálogo pretendía mostrar los logros hasta ahora alcanzados, conocer sus opiniones y obtener la aprobación para culminar las negociaciones y finalizar la Operación Democracia y Libertad. El 15 de abril, por intermedio de Eric Armin Kobel, delegado del Comité Internacional de la Cruz Roja, se envió una cinta grabada a la cárcel La Picota; en ella Rosemberg Pabón hacía un detallado informe de los avances luego de 14 encuentros con los delegados gubernamentales: Por medio de estas conversaciones creemos haber alcanzado lo siguiente: 1) Iniciación y continuación del diálogo. 2) Retiro de las tropas y promesa del gobierno de no tratar de tomar por fuerza la Embajada, a menos que nosotros tratemos de tomar medidas contra la vida de los

15. Diario de Carmenza Cardona Londoño, La Chiqui, en Rosemberg Pabón Pabón, op. cit., pp. 105-106.

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rehenes. 3) Publicación de nuestro comunicado y publicidad nacional e internacional tendiente a demostrar que en Colombia sí hay tortura y presos políticos. 4) El gobierno accedió a permitir a los amigos de los rehenes iniciar negociaciones sobre el asunto económico16.

Pero la preocupación central estaba en los presos políticos, cuyo futuro era aún incierto: (...) Nuestra posición ha sido invariablemente que tenemos rehenes y exigimos la libertad de 311 camaradas a cambio de ellos, pero lo que nosotros no consideramos negociable es la lista «no discutible» en que aparecen los nombres del Alto Mando. (...) La posición del gobierno en todo tiempo ha sido no soltar a ningún preso político, pero parece que tal vez puedan aceptar, para salir del punto muerto en que nos encontramos, una propuesta formulada por los embajadores rehenes en el sentido de que tres abogados eminentes, de entera confianza del M-19, en calidad de «amigos de la curia» tengan acceso a los expedientes de los procesados y puedan darnos su opinión de quiénes pueden ser susceptibles de exonerarse de que se les formulen cargos, o quiénes podrían acabar por ser absueltos al final del proceso, de manera que de acuerdo con la oferta del gobierno estas personas pudieran salir del país bajo la protección de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos, la Cruz Roja Internacional y la Asociación Colombiana de Derechos Humanos17.

El mensaje para los dirigentes presos culminaba con la ratificación de su consigna de «vencer o morir» y con tres preguntas destinadas a confirmar la veracidad de la respuesta. No sin antes pasar por las manos de los organismos de seguridad y de los ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa, Iván Marino Ospina, en nombre de sus compañeros presos, hizo llegar un casete de respuesta en el cual le comunicaba al Comandante Uno que contaba con todo su apoyo por lo cual no tenía que hacer consultas ya que poseía la autoridad necesaria para tomar las decisiones que creyera convenientes. Pero la confirmación oficial del cumplimiento de su misión llegó con las declaraciones dadas por Jaime Bateman, el Comandante Pablo, entre el 18 y 19 de abril, al periodista Germán Castro Caycedo. Desde las selvas del Caquetá, donde se encontraba

16. Diego y Nancy Asencio, Terror en la Embajada, Editorial Norma, Bogotá, 1983. pp. 198-200. 17. Ibíd.

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agrupando las distintas móviles, Bateman seguía con mucha atención todo el desarrollo de los sucesos de la Embajada; junto a él se encontraba Antonio Navarro quien había llegado desde el Cauca con cuatro de sus compañeros de la móvil que funcionó en ese departamento. En ese momento se tenía un grupo guerrillero de aproximadamente 40 hombres y se resolvió crear la Fuerza Militar del Frente Sur, como una expresión de masas, dirigida por cuadros de la organización político-militar, cuya tarea fundamental, y casi que única, era la de consolidarse como el germen de un ejército popular para combatir al ejército gubernamental. Se estableció un área geográfica determinada, y se estructuró la Fuerza Militar en escuadras, compuestas por seis combatientes al mando de un teniente; pelotones, compuestos por dos escuadras, al mando de un capitán; compañías, compuestas por dos o tres pelotones al mando de un mayor. Como comandante del Frente Sur quedó Antonio Navarro, Sebastián, con un Estado Mayor compuesto por Gerardo Perilla, Rodrigo Pérez, Germán Rojas, Marcos Chaíita y Remberto Artunduaga. Desde el Caquetá, Bateman envió varios mensajes para enrutar las negociaciones de la Embajada, e incluso comisionó la toma de otra ante la eventualidad de un total fracaso de las conversaciones. Regresó a Bogotá y cuando vio que ya la libertad de los presos políticos era casi imposible, decidió la entrevista con el periodista Castro Caycedo, para enviar con él un mensaje al presidente Turbay Ayala. De contactarlo y llevarlo hasta una casa en las afueras de Bogotá, donde lo esperaba Bateman, se encargó Yamel Riaño: Se acordó luego la entrevista con Germán Castro Caycedo. ¿Flaco, qué vamos a decir? Le tengo una bomba a Turbay. Creo que hay que cogerle la caña. Lo que vamos a decir, al país le va a gustar, contestó. ¿Lo tienes todo resuelto? Sí. Tengo claro lo que voy a decir. Se hizo la entrevista y la hicimos coincidir con el 19 de abril. Jaime dijo: Vamos a resolver los problemas de este país por la vía de la paz, todavía es posible salvarnos de una guerra civil. La paz es posible, pero negociada. Es posible solamente si nos ponemos de acuerdo entre colombianos. A nosotros nos disgusta la guerra. Estamos en la guerra para buscar la paz. La paz es nuestra bandera fundamental. En ese momento descubrí al Flaco como un gran estadista18.

18. Entrevista a Yamel Riaño en Patricia Ariza y otros, op. cit., pp. 136-137.

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Por primera vez Jaime Bateman, el Comandante Pyblo, se presentaba ante el país como jefe del M-19, junto a él dos guerrilleros: Yamel Riaño y Guillermo Elvecio Ruiz, a quien el periodista Castro Caycedo apodó «el hombre de la nariz de corta-latas». Por primera vez un dirigente guerrillero le hablaba a los colombianos, con un lenguaje y unas propuestas sencillas y descomplicadas, lo que siempre fue su característica: Lo de la embajada ha llegado mucho más allá. Mucho más. Por eso en este mismo momento ya no nos interesan'los presos políticos —y parece un poco duro decirlo— porque ellos ya saben qué suerte van a correr. El asunto, en este momento, son sesenta y ocho mil presos que según el ministro de Justicia están en las cárceles del país. Vaya allá y averigüe por qué está encerrada toda esa gente. (...) Que los compañeros salgan en libertad, eso sería lo ideal para nosotros. Pero si no salen —como no van a salir— ese es un grupo de cuadros muy cualificados que saben manejar muy bien esa situación19.

En su mensaje, Bateman daba total respaldo y apoyo a las negociaciones y acuerdos a que llegara el Comandante Uno, proponía la amnistía para los presos, el levantamiento del estado de sitio, la derogatoria del Estatuto de Seguridad y el diálogo nacional mediante una reunión cumbre de colombianos de las más diversas esferas en Ciudad de Panamá «para dialogar y buscar caminos hacia la verdadera democracia en Colombia»: ...con la misma pasión con que hemos cogido las armas, con esa misma pasión saldremos a la calle a hacer uso de los derechos que da la democracia verdadera. Nosotros por ser un grupo clandestino nos limitamos enormemente en la actividad popular, aunque aceptamos el reto de la clandestinidad con todas sus consecuencias... Pero hay que explicar que, pese a la clandestinidad, a las persecuciones, a las torturas, a la presión sicológica que eso significa, el pueblo nos apoya, el pueblo nos acompaña y cada vez son mayores las perspectivas. Las negociaciones que realiza el Comandante Uno tienen nuestro total respaldo y apoyo. Si él llega a un acuerdo, estamos seguros que será lo mejor para el país, para los rehenes y para el comando que está en la Embajada. Es que se trata de dos actitudes de un mismo proyecto y no hay que confundirlas20.

19. Entrevista a Jaime Bateman, en Germán Castro Caycedo, op. 20. «Jefe del M-19 hace nuevas propuestas en reportaje a Castro», El Tiempo, 20 de abril de 1980, pp. 1-6.

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A partir de las propuestas de Jaime Bateman, las negociaciones en torno al tema de la Embajada se agilizaron. Quedaba sí, como un problema, la decisión de salir sin cumplir con el objetivo de liberar a sus compañeros presos: El proceso de decisión fue duro y largo. Una semana antes de la solución del conflicto, hicimos una reunión de los guerrilleros con Rosemberg. Nuestro comandante presenta la propuesta y empezamos a debatirla. Antes habíamos hecho otras reuniones, y las discusiones habían sido encarnizadas. Nosotros siempre llegábamos al rotundo «no», pues aspirábamos, por lo menos, a sacar al Comando Superior. La única solución posible era amarrar nuestros corazones, que nos decían, «no salgan sin ellos», y respaldar a Rosemberg. Pedro, un hombre que no echaba pie atrás, dijo: «a mí me perdonan, yo me acojo a la decisión de la mayoría, yo entiendo todos los argumentos de los compañeros, sé que están haciendo lo correcto, pero yo no sería sincero si les dijera que salgo contento de aquí». Era la disciplina por encima de los sentimientos21.

Uno de los factores que coadyuvó al feliz término de la Operación Democracia y Libertad fue el informe que Amnistía Internacional, AI, dio a conocer el 17 de abril. El documento, que contiene una serie de recomendaciones al gobierno colombiano, venía siendo preparado desde enero por una de sus delegaciones y confirmaba lo que en Colombia ya era vox populr. existía una sistemática violación a los derechos humanos, expresada en arrestos y detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos, desapariciones, ausencia de los derechos políticos, de expresión, reunión y movilización. El M-19 vio en el informe de AI coincidencias con las denuncias que venía haciendo desde un año atrás y que motivaron la toma de la Embajada. El gobierno, por su parte, consideraba a AI como una organización de izquierda, con un informe poco verídico y parcializado. El 19 de abril el presidente Turbay Ayala se dirigió a los colombianos. Se quejó del informe de Amnistía Internacional, por cuanto los delegados de ese organismo se centraron más en investigar con los presos y familiares que con los funcionarios gubernamentales, acusó a AI de violar nuestra soberanía y de hacerle el juego a la subversión. Con respecto a la toma de la Embajada, insistió en soluciones «incruentas, humanitarias, jurídicas y decorosas»22.

21. Entrevista a María Eugenia Vásquez, en Olga Behar, i 210 El Tiempo, 20 de abril de 1980, p. 1A. 22. Véase diario

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El 24 de abril se hicieron presentes delegados de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, quienes comenzaron a mediar en el conflicto y se comprometieron a vigilar los procesos jurídicos de los detenidos políticos. Las negociaciones entraron en la recta final. Los últimos días en la Embajada se fueron en «pulir» el contenido del acuerdo entre el M-19 y el gobierno nacional, en concretar el rescate económico (un millón de dólares) y en organizar la salida de la casa, la ruta hacia el aeropuerto y el viaje que los llevaría a Cuba. En las primeras horas del domingo 27 de abril, cuando se cumplían sesenta y un días, terminó la ocupación de la Embajada de la República Dominicana con la salida del país de la Columna Jorge Marcos Zambrano y algunos de los embajadores rehenes. Esa misma noche, el presidente Julio César Turbay se dirigió a los colombianos para expresar su satisfacción por el desenlace: En un mundo convulso y agitado como el actual resulta satisfactorio para un mandatario poder dar buenas noticias a la opinión pública nacional e internacional. Bastaría con informar que el más grave secuestro diplomático ocurrido en el mundo fue resuelto, como lo había prometido el gobierno colombiano, en forma incruenta, decorosa y jurídica. Dichas palabras representan a su turno el mayor triunfo de las normas del derecho en este país de leyes que desde los días iniciales de la Independencia hasta los tiempos actuales ha proclamado con orgullosa sencillez su respeto al orden jurídico. (...) No salieron ellos (los guerrilleros) de la Embajada humillados, sino con la satisfacción de haberse preocupado hasta el límite de sus posibilidades por los miembros del movimiento subversivo a que pertenecen y esperanzados en la honesta conducta de la justicia colombiana. No sé cómo se reciba su actitud en el confuso universo de la subversión, pero puedo afirmar que dieron una tenaz batalla por sus compañeros de hazañas delictivas. Otra cosa es que no hayan podido alcanzar 07 el triunfo de pretensiones imposibles .

La percepción entre los miembros del M-19 presos no era la misma: Con la toma de la Embajada se logró la aceptación de las denuncias sobre torturas y se movilizaron fuerzas contra el Estatuto de Seguridad y la anticonstitucional justicia penal militar. Nosotros seguimos aquí, 23. Discurso de Julio César Turbay, 27 de abril de 1980, El Tiempo, p. 1A.

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aunque hubo momentos de gran confianza en que se aceptaría nuestra salida. Estamos aquí por defender la democracia y sabemos que sólo somos un accidente del proceso revolucionario. Pero tal como lo dijo el Comandante Uno, la Operación Democracia y Libertad no ha terminado, y aunque va a haber condenas en este consejo de guerra, nosotros vamos a salir de esta cárcel, y no cuando se cumpla la condena, porque a las fuerzas que ha conmovido y levantado la toma de la Embajada y que buscarán nuestra liberación no los detiene el Estatuto de Seguridad24.

Durante el período que duró la ocupación de la Embajada Dominicana, el M-19 no abandonó su operatividad. Desde «algún lugar de Colombia», Carlos Toledo Plata, dirigente del M-19, concedió el 28 de marzo una entrevista al periodista Manuel Rodríguez del Canal 13 de la televisión mexicana. Toledo manifestó el deseo de llegar a una pronta solución pacífica en el caso de la embajada dominicana, pero también reafirmó la decisión de la columna Jorge Marcos Zambrano de combatir si el ejército los atacaba. Semanas más tarde, el jefe guerrillero envió sendas cartas a los diarios El Espectador de Bogotá y El Nacional de Caracas; en ellas señalaba el carácter político y democrático de su movimiento, así como las motivaciones socioeconómicas y políticas, causales de la insurgencia en el país. El Io de abril, mediante la toma del Cementerio del Sur en Bogotá, se anunció la creación del comando Carlos Arturo Sandoval en homenaje al guerrillero muerto el 27 de febrero en el momento de la toma de la Embajada. A las 07:15 horas, un grupo de aproximadamente 15 jóvenes se presentaron en el camposanto, izaron la bandera de su organización y rindieron homenaje al compañero muerto. En típicas acciones del concepto de estructura político- militar, el M-19 realizó en este período asaltos a camiones con leche y alimentos y los distribuyó en sectores marginales; protagonizó tomas de escuelas en las que distribuyó sus documentos e izó su bandera azul, blanca y roja; otras organizaciones como Autodefensa Obrera también efectuaron operativos en apoyo al M-19 y a la toma de la embajada dominicana.

24. Alvaro Fayad Delgado, entrevista en la cárcel, El Siglo, 8 de mayo de 1980, p 8

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El diálogo tiene la palabra

La llegada de la columna Jorge Marcos Zambrano al Aeropuerto José Martí de La Habana fue una verdadera fiesta. Cientos de periodistas de diversos países del mundo se encontraban esperándolos. Los guerrilleros, recibidos con honores, fueron alojados en una de las llamadas «Casas de Protocolo», residencia que antes del triunfo de la revolución perteneció a un rico hombre de la industria de cosméticos. Hasta allí llegó una tarde Fidel Castro, les dio la bienvenida y habló con cada uno de ellos. A partir de ese momento, el grupo del M-19 comenzaría otras actividades... La propuesta del Comandante Pablo para reunir el Io de mayo- en Panamá a un amplio y representativo grupo de colombianos se frustró cuando el 24 de abril, el gobierno colombiano, por intermedio del ministro de Gobierno Germán Zea Hernández, rechazó cualquier posibilidad de encuentro. Dirigentes políticos como Roberto Arenas Bonilla de la Unión Liberal Popular, Gilberto Vieira del Partido Comunista, Gerardo Molina del movimiento Firmes; dirigentes sindicales como Manuel Felipe Hurtado de la CTQ exmilitares como Alvaro Valencia Tovar; y defensores de los derechos humanos como Alfredo Vázquez se habían mostrado de acuerdo con la convocatoria y dispuestos a asistir a la cita en Panamá. El M-19 «congeló» temporalmente la convocatoria a ese encuentro, mientras se dedicaba a cumplir la promesa de sacar a algunos de sus presos de la cárcel. Para el M-19 la búsqueda de la libertad de sus dirigentes presos no concluyó con la Operación Democracia y Libertad. Así quedó demostrado cuando el 24 de junio, a las 10:30 horas, al finalizar una de las sesiones del consejo de guerra en la cárcel La Picota de Bogotá, y frente a un permanente dispositivo de vigilancia por parte del Ejército, se realizó la fuga de Iván Marino Ospina y José Elmer Marín. Para concretar este hecho, se

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había organizado en el penal un espectáculo de distracción que consistía en un partido de fútbol femenino, en el que los hombres hacían el papel de bastoneras. Mientras todos los guardianes presenciaban la función, disfrazados de mayor (Ospina) y sargento (Marín), salieron entre los oficiales que ese día terminaban sus labores en la cárcel; afuera les esperaba un vehículo Mercedes Benz «oficial», con el color y los distintivos de los carros asignados a los oficiales del ejército. Nuestra fuga la preparó la organización. A Pablo se le convirtió en una especie de obsesión sacarme de la cárcel. Al principio se pensó en que el Turco saliera conmigo. Pero él es muy bajito y era difícil que pasara por sargento. Lo mismo ocurría con Pizarra y con Almarales. La cara de Pizarra es muy difícil de olvidar, no pasa inadvertida, a las mujeres les fascina. Almarales parece muy viejo. Y los sargentos, por lo general, no son viejos ni buenos mozos. Por eso se decide que Elmer se escapara conmigo. El sí tenía cara de sargento. El salió primero. Se mezcló con la gente del consejo de guerra. Atravesó el patio y las puertas. Saludó a todos sus supuestos superiores... Yo lo miraba... Luego salí. Vi al Turco. Estaba pálido. Por la cara que tenía creí que se le iba a reventar la úlcera observando la fuga25.

¡Más de ocho horas transcurrieron hasta que las autoridades carcelarias se dieron cuenta del hecho! De inmediato se inició una «cacería», que incluyó la distribución masiva de hojas volantes con sus fotografías en que se los catalogaba como asesinos y se ofrecía una recompensa de dos millones de pesos a quien informara datos que facilitaran su captura. En la edición N° 53 de su boletín del mes de julio, el M-19 reivindicó la fuga como un triunfo popular y desmintió una supuesta complicidad de los guardianes de la cárcel. Los prófugos permanecieron varios días en Bogotá (a pesar de los cerca de mil allanamientos efectuados por la autoridades), hasta que se decidió su traslado a Panamá para asistir a la cita convocada por Bateman. Para el 4 y 5 de julio, el M-19 había propuesto nuevamente a distintos sectores del país adelantar un encuentro cumbre en Panamá con la finalidad de discutir sobre los problemas de la nación y, de común acuerdo, buscar soluciones de manera pacífica, sin la fuerza de las armas de por medio. En el boletín N° 52 de junio de 1980 formalizó la invitación para concurrir a la cita de

25. Entrevista a Iván Marino Ospina, en Patricia Lara, op. cit., pp. 173 175

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Panamá, teniendo en cuenta los riesgos que un acto de esta naturaleza conllevaba. Llegó incluso a enviar cartas personales de invitación a destacados dirigentes de la política, la industria y el periodismo; éstas, firmadas por Jaime Bateman, fueron profusamente repartidas a personalidades colombianas buscando su asistencia a Ciudad de Panamá. El día señalado ya se encontraban en territorio panameño los dirigentes Jaime Bateman, Carlos Toledo, Iván Marino Ospina y Elmer Marín. El primero de ellos había logrado una importante relación con el gobierno de Panamá y particularmente con el general Ornar Torrijos, con quien se identificaba por su condición de caribeños y por sus posiciones nacionalistas y antiimperialistas. Torrijos llegó a tenerle un aprecio muy especial a Bateman, y uno de sus más inmediatos colaboradores, el nicaragüense-panameño José de Jesús Chuchú Martínez, fue pieza clave en estas relaciones26. El gobierno colombiano se encargó de que a la cumbre en Panamá nadie asistiera; envió agentes de inteligencia y llegó a plantear a su similar panameño la extradición de los dirigentes del M-19. Obviamente no nos habíamos hecho ilusiones con esa reunión... Siempre hemos estado convencidos de que la oligarquía colombiana no entiende sino a la fuerza: entiende a punta de golpes y de golpes duros... Pero queríamos dejar constancia, una constancia para la historia, de que había sido la oligarquía, y no nosotros, la que había rechazado el diálogo para buscar la paz y la justicia en Colombia27.

Sin embargo, en el más absoluto secreto y sin la presencia tanto de personalidades que a última hora confirmaron su asistencia, como de periodistas que esperaban poder informar objetivamente sobre el evento28, el M-19 se reunió y centró su interés en los problemas de actualidad en Colombia, decidiéndose a impulsar tres aspectos fundamentales: 1) frente a la propuesta gubernamental de promover en el Congreso de la República una Ley de Amnistía, decidió apoyar un proyecto que tuviera en cuenta la

26. Chuchú Martínez se hizo miembro de la Guardia Nacional y obtuvo el grado de sargento. Fue el hombre más cercano al General, era escritor y tenía un doctorado en filosofía. A los pocos meses de la invasión norteamericana a 27. Entrevista a Iván Marino Ospina, en Patricia Lara, op. cit., 28. A Panamá llegaron los periodistas Yamid Amat y Antonio Pardo de Caracol, Juan Guillermo Montoya de El Colombiano y Amparo Pérez de televisión. Por un error de li h l l

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realidad del país ya que el movimiento guerrillero no se encontraba derrotado; 2) apoyar la realización del Segundo Paro Cívico Nacional que ya se estaba promoviendo por parte de las centrales obreras y de movimientos cívicos; 3) dar su apoyo al Segundo Foro Nacional por la Defensa de los Derechos Humanos que ya se estaba preparando. Los tres puntos habían sido discutidos durante los días 13, 14 y 15 de junio, cuando se reunió la Conferencia del Regional de Bogotá; su realización se inscribía en los preparativos de la VIII Conferencia Nacional, que ya se había convocado. A partir de estos hechos, el M-19 continuó proponiendo el diálogo como una salida privilegiada para resolver los agudos conflictos en Colombia; fue ésta una constante en su accionar y, de alguna forma, logró arrastrar a esa posición a otras organizaciones guerrilleras. Culminada la reunión en Panamá, y frente a la solicitud formal de extradición presentada por el gobierno colombiano ante su homólogo panameño, los dirigentes del M-19 se trasladaron, precipitadamente, a Costa Rica y en el céntrico hotel del mismo nombre, concedieron una rueda de prensa a la que asistieron periodistas de la mayoría de los medios costarricenses y de las agencias internacionales con corresponsales en esa nación. La representación del M-19 estuvo compuesta por Jaime Bateman, Carlos Toledo, Iván Marino Ospina y Elmer Marín. Yamel Riaño fue el encargado de concertar la cita y para ello se había reunido días antes con distintas fuerzas políticas costarricenses que le brindaron apoyo. En la entrevista, los líderes del M-19 se refirieron a la situación colombiana y a la cumbre de Panamá: Estamos en esta reunión fundamentalmente para informarles de las conclusiones que sacamos de dicha conferencia realizada en Panamá. Hay que informar que esta reunión tuvo como antecedente la toma de la Embajada de la República Dominicana por parte de nuestra organización. (...) De la reunión que realizamos en Panamá, donde no pudo participar la mayoría de los invitados por razones de represión, por los obstáculos que puso el gobierno colombiano para que no asistiera la mayoría, tocó realizarla en condiciones de absoluta ilegalidad, ustedes los periodistas saben que el gobierno colombiano movilizó una brigada del servicio de inteligencia a Panamá para impedir la realización de esta reunión (...). La visita acá es por un problema geográfico. Nosotros salimos de Panamá y necesitamos hacer conocer estos hechos a la opinión pública; creemos que el gobierno de Costa Rica es un gobierno democrático.

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Nuestro paso es un paso rápido, nosotros pensamos abandonar el país lo más rápido posible, no queremos crearle problemas al gobierno costarricense, así como no se lo quisimos formar al gobierno panameño29.

Los dirigentes del M-19 regresaron a Panamá y de allí se dirigieron a Nicaragua para asistir a las conmemoraciones del primer aniversario del triunfo de la revolución. Allí se dio un interesante encuentro con colombianos que habían participado en la lucha antisomocista y que colaboraban con el gobierno sandinista. Para Jaime Bateman, la relación que estableció con Roberto Montoya, Mateo, Ventura Díaz, Jonny, y Fabio Mariño, Hipólito, fue muy importante. Roberto Montoya había llegado en 1979 a Nicaragua procedente de México; entró a territorio nicaragüense por el sur pero fue capturado por los sandinistas quienes lo iban a fusilar creyéndolo un infiltrado. Se salvó gracias a Ventura Díaz quien lo investigó y se convenció de que era un hombre honesto; Ventura se encontraba desde hacía un año en el frente de guerra, participaba en la brigada Victoriano Lorenzo compuesta en su mayoría por intemacionalistas. Después de largas charlas con los dirigentes del M-19 presentes en Nicaragua, tanto Jonny como Hipólito y Mateo, asumieron el compromiso de regresar a Colombia a combatir en las filas del Movimiento. Para el 24 de julio, Bateman y sus compañeros ya estaban en territorio cubano, invitados a conmemorar los 24 años del asalto al Cuartel Moneada que se realizaría el 26 de ese mes. En esos días, Fidel Castro se entrevistó, por vez primera, con Bateman; de ese encuentro nació una gran amistad y a través del encargado del Departamento de América del Comité Central del Partido Comunista, Manuel Piñeiro, se llegó a acuerdos políticos y militares, en especial en lo relacionado con adiestramiento guerrillero y tratamiento médico. En Cuba se encontraron con los miembros de la columna que ocupara la Embajada de la República Dominicana para evaluar la Operación Democracia y Libertad.

29. Documentos M-19. Declaraciones de Jaime Bateman en la entrevista del Comando Superior en Costa Rica, 8 de j li d 1980

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VI. Amnistía general o guerra total

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La lucha por la amnistía, la Coordinadora Nacional de Base y el balneario Potosí

El 20 de julio de 1980, con la firma de todos sus ministros, el gobierno presentó a consideración del Congreso el proyecto de ley N° 1 de 1980 «por la cual se declara una amnistía condicional». Ya el presidente había señalado que el beneficio que se otorgaba no era negociable y no cobijaría a los procesados o sentenciados por la justicia penal militar. En cuanto al levantamiento del estado de sitio, el gobierno era reiterativo al señalar que ese sería un paso posterior a la aceptación de la amnistía por parte de los rebeldes. El texto del proyecto enviado al Congreso constaba de 14 artículos. Amnistiaba los delitos de rebelión, sedición o asonada; excluía los conexos con secuestro, extorsión, homicidio fuera de combate, incendio y envenenamiento de fuentes o depósitos de agua. Para acogerse a sus beneficios, los guerrilleros tenían un plazo de tres meses a partir de la vigencia de la ley y debían hacer entrega —ante autoridad política, judicial o militar— de las armas, municiones y explosivos que tuvieren; pasados 15 días, los tribunales resolverían lo concerniente a la amnistía. En su trámite normal, el proyecto de ley gubernamental pasó a la Comisión Primera Constitucional de la Cámara de Representantes y la mesa directiva nombró como ponentes a los honorables Darío Ortiz Vidales y Simón Bossa López. Se iniciaba de esta forma uno de los debates más candentes, que se saldría del recinto del Congreso y pondría a discutir a cientos de colombianos. El tema de la aministía se convirtió en el eje de la política nacional durante ese período. Su trámite en el Congreso duró ocho meses hasta su aprobación y sanción presidencial. Para el 14 de agosto de 1980, los presos políticos del M-19 recluidos en la cárcel nacional La Picota, publicaron en una página del diario El Espectador, el documento titulado «Carta desde la cárcel a todos los colombianos»:

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Como nuestro horizonte no termina, como quisieran los verdugos del pueblo, en las rejas y muros de esta penitenciaría por más que los refuercen en su afán aislacionista, sino que es del tamaño de la Patria misma, desde aquí, pero con el corazón en los cuatro puntos cardinales, nos dirigimos a todos los patriotas; al país nacional de que hablara el mártir del 9 de abril; tan diferente y contrapuesto al país político y tan utilizado y ultrajado por éste1.

La carta de los guerrilleros presos continuaba con un análisis de sus condiciones de reclusión y del carácter eminentemente político de su juicio. Consideraban el proyecto de ley de amnistía como «estrecho, parcial y mezquino» y llamaban a los colombianos a transformarlo de «simple señuelo de reencauche electoral, en una bandera grande de contenido económico, político y social». Cuando se conoció el proyecto de ley presentado por el gobierno, tanto los movimientos en armas, como prestantes personalidades y organizaciones sociales se pronunciaron en contra de una amnistía condicionada y recortada. En el marco de ese debate se reunió el 16 de agosto de 1980 el Segundo Foro Nacional por los Derechos Humanos y la Amnistía General. Convocado por el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, contó con la asistencia de representantes de todas las vertientes políticas e ideológicas, observadores extranjeros y delegaciones de los departamentos, asociaciones gremiales y sindicales, obreras y campesinas. El foro analizó las condiciones de los derechos humanos y las libertades políticas en el país y aprobó un proyecto de amnistía amplia para ser presentando ante el Congreso Nacional. Para el M-19 la lucha por la amnistía contemplaba el levantamiento del estado de sitio, la derogatoria del Estatuto de Seguridad y la libertad de todos los presos políticos. Así se lo hicieron conocer a los ponentes del proyecto de ley cuando los visitaron en la cárcel La Picota y cuando uno de ellos, Darío Ortiz, sostuvo un cordial almuerzo con Jaime Bateman en el Restaurante Oriental al norte de la capital; Ortiz asistió a la cita con Alfonso Cabrera y Bateman lo hizo en compañía de Lucho Otero. Otras fuerzas guerrilleras como las FARCy el ELN se habían pronunciado en forma similar al M-19, rechazando un proyecto calificado como inconsulto:

1. Diario El Espectador, Bogotá, 14 de agosto de 1980, p. 13 A.

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El movimiento armado no está de rodillas. Está decidido a dialogar. Pero que el régimen no se equivoque hablando en tono de ultimátum, porque eso no corresponde a la situación que hoy reina en Colombia... Los guerrilleros estamos aquí en las selvas colombianas. Habría que hablar, discutir y llegar a acuerdos con nosotros y no con Míster Cárter y sus pupilos de la CIA. Y habría que hacerlo con calma, con sensatez, con inteligencia, con patriotismo y no ignorando qué fenómeno social y político es el movimiento guerrillero colombiano de los últimos tiempos2.

Desde la gran prensa se buscaba incidir en la definición de una Ley de Amnistía acorde con la propuesta gubernamental: ...darle a esta gracia excepcional alcances mayores, no cabe en lo posible porque no se trata de negociar con los revoltosos, tanto urbanos como rurales, una entrega de los fueros que el gobierno tiene la obligación constitucional de defender. Lo que se ha establecido es un medio estrictamente legalista para que a su amparo se acojan quienes sin fundamento alguno en la realidad nacional, se han alzado en armas3.

También el debate interno que se estaba presentando en el M-19 se encontraba cruzado por el tema de la amnistía: como ya quedó consignado en el capítulo anterior, desde mediados de 1979 un sector minoritario del movimiento venía generando una discusión interna que se mantuvo así hasta pasada la Operación Democracia y Libertad. A partir de mayo de 1980, luego de asumir un prudente silencio y una actitud de apoyo crítico a ese hecho, reanudaron sus peticiones sobre un debate amplio de los problemas planteados con anterioridad en varios documentos. Las discrepancias se centraban en que el desenlace de la toma de la Embajada de la República Dominicana y las declaraciones de Jaime Bateman al periodista Castro Caycedo, se habían convertido en la «tabla de salvación» de muchos políticos tradicionales; igualmente cuestionaban las propuestas de un «acuerdo nacional» y la reducción del programa a la simple «democracia y libertad», todo ello catalogado como desconocimiento y violación de la línea política aprobada en la V Conferencia Nacional de febrero de 1976. A finales de ese mes de mayo hicieron conocer sus inquietudes en el extenso folleto denominado Las fórmulas de Peter, donde se

2. «Carta abierta de las FARC», junio de 1980 3. Diario El Tiempo, editorial del 17 de d 1980

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dio cabida a cinco materiales críticos, y en una extensa misiva enviada al Comando Superior y circulada entre algunos miembros de la Dirección Nacional. En esta carta expresaban sus divergencias sobre el tema de la amnistía y sobre la reunión de Panamá. Desde ese momento asumieron un nivel de coordinación por fuera de las estructuras orgánicas y conformaron lo que dio en llamarse como Coordinadora Nacional de Base. A lo largo de los meses de junio y julio esperamos una respuesta pero ésta nunca llegó. El día 27 de julio de 1980, dado que habían arreciado las amenazas y la tendencia, por lo menos de palabra, a tratar de resolver por la vía militar lo que era una discrepancia política, decidimos quienes habíamos establecido esos niveles mínimos de coordinación enviar al Comando Superior y a la Dirección Nacional una carta en la cual hacíamos una propuesta para buscar fórmulas de entendimiento, consistente básicamente en la necesidad de convocar la VIII Conferencia, con la apertura previa de un período de discusión democrática de por lo menos tres meses que garantizara la libre confrontación de tesis y una plena participación del conjunto de la militancia a nivel nacional. En esa misma carta notificamos al Comando Superior que nos constituíamos en lo que se conoció como la Coordinadora Nacional de Base4.

El 13 de agosto de 1980 este sector dio curso a la Operación Derechos del Pueblo, mediante la cual «retuvieron» al parlamentario y ponente del proyecto de la ley de amnistía, doctor Simón Bossa López. Igualmente, fueron secuestrados los periodistas Germán Santamaría y Jorge Parga de El Tiempo, Jaime Ortiz Alvear y Jorge Rincón de la cadena radial Caracol. Ese día, siendo las 3:45 de la tarde, el comando Carlos Arturo Sandoval Valero condujo a Simón Bossa a una reunión dirigida por Everth Bustamante, Marcos, en la que entregó personalmente el documento titulado «Para un interlocutor que sepa escuchar, propuesta del M-19 para un momento que requiere diálogo», folleto de 33 páginas lujosamente editado; en el documento se planteaba la urgencia de derogar el Estatuto de Seguridad, levantar el estado de sitio y dar la libertad a los presos políticos; a ello agregaban la necesidad de exigir la aplicación de un plan de reformas con el fin de hacer de la amnistía

4. Informe a la VIII Conferencia Nacional, elaborado por ex miembros de la C. N. de B., diciembre de 1981.

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un hecho político que en lo económico y en lo social tuviera una amplia repercusión en grandes sectores de los colombianos. El extenso folleto analizaba las implicaciones de la toma de la embajada dominicana, la política económica del gobierno y su derechización expresada en «el estrecho maridaje con los sectores más reaccionarios de la sociedad, una de cuyas más claras expresiones es el acentuado poder de la jerarquía militar». En cuanto al candente tema de la amnistía, proponían que se ampliara con un indulto general para todos los procesados o condenados por actividades subversivas. En sus consideraciones finales se esbozaban elementos socioeconómicos conducentes a una política de paz destinada a obreros y empleados, campesinos e indígenas, estudiantes, jubilados y ancianos, policía y Fuerzas Armadas. La propuesta terminaba con una clara exhortación a la lucha por el socialismo, elemento éste que consideraban «estratégico» y, según ellos, abandonado por dirigentes del Movimiento: Somos conscientes de que las profundas desigualdades que afectan a la gran mayoría de la población, sólo podrán resolverse definitivamente mediante el desarrollo de una prolongada lucha de clases, que nos ha de conducir finalmente al establecimiento de un sistema económico y social dirigido en su totalidad por los trabajadores. El imperialismo y la oligarquía antinacionales lucharán por mantener el actual estado de cosas, por mantener el viejo orden y los revolucionarios y las masas combatiremos por acabar las desigualdades y por la justicia social5.

Tanto el documento como el operativo cogieron por sorpresa a las máximas instancias directivas del M-19. De inmediato fueron desautorizados por el Comando Superior que catalogó el documento entregado a Bossa López como «inoportuno y desconocedor de la realidad política»; acto seguido, los dirigentes de la Coordinadora Nacional de Base fueron llamados a dialogar internamente con miras a encontrar fórmulas unitarias. Personalmente el Comandante Pablo adelantó las primeras conversaciones en donde se acordó no volver a utilizar públicamente el nombre de Coordinadora Nacional de Base, iniciar un período de incorporación paulatina de los miembros de la Coordinadora en condiciones de igualdad a los distintos niveles orgánicos en lo político y lo

5. «Propuesta para un momento que requiere diálogo», p. 32, Bogotá, agosto de 1980.

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militar, atender compromisos económicos y de infraestructura, y finalmente, adelantar una discusión democrática que debería culminar en la VIII Conferencia Nacional del M-19. Everth Busta- mante, en esos momentos cabeza visible del debate, recuerda así la actitud de su Comandante: Jaime Bateman se reunía clandestinamente conmigo en medio de la discrepancia, para aconsejarme que era necesario hacerlo. El era presa de sectarismos que se originaban y se expresaban en integrantes del Movimiento que no admitían que pudiera haber discrepancias ni cuestionamientos. Lo maravilloso es que él era consciente de eso. Nos reuníamos clandestinamente y no debido a los cuerpos de inteligencia, sino al mismo M. Hicimos un pacto para que se estimulara y se generara la discusión. El era consciente de que las estructuras internas generaban efectos negativos en la vida democrática de las organizaciones. Son procesos que hay que generar para que la gente aprenda la tolerancia. Era un enamorado de la práctica de la tolerancia y por eso era partidario de que se desataran esos procesos. Yo diría, incluso, que el más crítico de todos sus actos era él mismo. Sus discursos son un examen riguroso de su propia práctica6.

Para consolidar ese acuerdo inicial, profundizar en el tema de la amnistía y analizar otros asuntos, se convocó para el 19 de septiembre a una

reunión de carácter nacional en el balneario Potosí, ubicado sobre la vía a Viotá, a un kilómetro y medio de Tocaima, municipio de Cundinamarca. Hubo tres hechos previos que no se pueden pasar por alto: Desde mediados de agosto, el Ejército Nacional desató una campaña militar contra las FARCen la extensa zona campesina del municipio de El Pato en el departamento del Huila. La operación involucró a 10 mil efectivos oficiales y estaba acompañada de intensos bombardeos que afectaron principalmente a la población civil. A partir del 30 de agosto cerca de 2 mil colonos se vieron obligados a abandonar sus parcelas, cultivos y animales para emprender una marcha de diez días hacia la capital del departamento. El éxodo campesino que contó con el apoyo de distintos sectores políticos y sociales, se presentó en momentos en que la atención se centraba en el debate nacional por la amnistía amplia y sirvió para mostrar las dos caras de la misma moneda. El propio comandante del ejército, general Fernando Landazábal Reyes, reconocía

6. Entrevista a Everth Bustamante G., en Patricia Ariza y otros, op. cit., p. 336.

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T el estado de guerra que se vivía en la región. Otros, como el procurador general de la Nación, justificaban la labor de las Fuerzas Armadas: Mientras se mantenga el estado de beligerancia de los alzados en armas en la región de El Pato, no se puede exigir al ejército que se mantenga en los cuarteles y el bombardeo en esa región es un enfrentamiento entre dos fuerzas7.

El 11 de septiembre de 1980, siendo las 10:30 de la mañana, los comandos Miguel Angel Proaño, Carlos Arturo Sandoval Valero y Harlod D. Gómez, del M-19, con un número total de diecisiete combatientes, ocuparon las instalaciones de la escuela El Remanso y del Idema del barrio Bello Horizonte, al suroriente de Bogotá, en una acción definida por ellos como de «denuncia a la política oficial de engaño, hambre y represión contra el pueblo». Con ella se buscaba dar a conocer el inicio de la fuerza militar en el regional de Bogotá, expresar la solidaridad con las FARC, manifestar la solidaridad con el proceso insurgente que se vivía en la república de El Salvador y señalar que si bien el Comando Superior había desautorizado la Operación Derechos del Pueblo, no existía división en el Movimiento. El día señalado, los comandos del M-19 ocuparon simultáneamente el Idema y la escuela. En el primer objetivo redujeron y desarmaron al celador y a la administradora, sustrajeron el dinero y pintaron las paredes con consignas alusivas al Movimiento. En la escuela arengaron a los maestros, organizaron a los niños, les repartieron un comunicado con poemas y canciones y les entregaron cometas y globos con las banderas de los distintos grupos guerrilleros. Los pobladores salieron de sus casas, recogieron los víveres del Idema, vivaron la acción de los guerrilleros y los protegieron cuando llegaron las fuerzas del orden que detuvieron a Hernando Pizarro Leongómez y a José Guillermo Zornosa. En la retirada hacia el barrio 20 de Julio, se produjo un primer enfrentamiento del que alcanzaron a huir Gerardo Rebolledo, Orlando, y Liliana Hernández, Cristina, cuando se refugiaron en los hornos de una ladrillera cercana; entre las 10:30 de la mañana y las 13:15 de la tarde resistieron el cerco de más de mil efectivos

7. Discurso pronunciado por Guillermo González Charry, procurador general de la nación, en el Parque Santander de la ciudad de Neiva, el 9 de septiembre de 1980 frente a los colonos desplazados. Fuente: El Tiempo, di ió d l f h

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policiales y militares hasta agotar su munición. En ese momento cumplieron su pacto de no dejarse capturar vivos: con un «Viva el M-19», como los que en ese momento escuchaban en las casas cercanas, Orlando y Cristina se dieron un último beso y en un abrazo dispararon sus dos balas finales. A asesinar a nuestros compañeros y proteger la seguridad oligarca fueron lanzados el DAS, F-2, Escuadrón Motorizado, B-2, Policía Militar, Policía Nacional, Ejército, etc., quienes en número superior a los mil efectivos se dedicaron a castigar la acogida que los bogotanos dan al M-19, y a ahogar en sangre la rebeldía incontenible del pueblo, acción en la que fue dado de baja el agente de la Policía Obdulio Vargas Peña. Combatiendo al enemigo hasta último momento cayeron valerosamente nuestros compañeros Gerardo Rebolledo Chavarro y Liliana Hernández de Latorre8.

El otro importante hecho, previo a la frustrada reunión en Tocaima, fue el inicio de las emisiones de Radio Venceremos Televisión, RVT-M-19, que el 13 de septiembre interceptó los canales 7 y 9 de la televisión nacional. A las 8:05 de la noche, en medio de la programación normal, fue interrumpido el sonido y se dejó escuchar, por parte de voces masculina y femenina, el contenido de la carta que Jaime Bateman, como comandante del M-19, le enviaba al presidente Turbay; en ella exponía sus criterios sobre el proyecto de Ley de Amnistía presentado ante el Congreso Nacional el 20 de julio anterior. La reunión nacional convocada para el 19 de septiembre iba a ser la VIII Conferencia del M-19. Dos días antes, en una céntrica calle de Asunción, Paraguay, un comando del Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP, de Argentina, ajustició al exdictador nicaragüense Anastasio Somoza Debayle. Un detalle importante de este operativo, desconocido hasta ahora, es que durante seis meses, el comando del ERP se entrenó y tuvo su base de operaciones en Colombia, en una finca cercana a Melgar. En el sitio permanecieron los guerrilleros argentinos desde mediados de enero hasta pasado el mes de julio; durante ese tiempo realizaron prácticas militares y de clandestinidad, y desde allí salieron las primeras parejas hacia el Paraguay, para investigar todo sobre la vida de Somoza en Asunción.

8. M-19, boletín No. 59, septiembre de 1980.

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El 18 de septiembre viajó Jaime Bateman hacia Tocaima. Iba con Elvecio Ruiz, Ramiro, en un Renault 12. El equipo de seguridad del Comandante Pablo estaba a cargo de Luis Otero, Rafael, quien ya era seguido por agentes de seguridad del Estado. En el balneario Potosí permanecieron ese primer día 24 personas con la cobertura de estar en un seminario universitario. La reunión aún no empezaba, estaban a la espera de los delegados del Valle y del Caquetá. Pero sin saberlo, ya se encontraban rodeados; en el mismo balneario había parejas de agentes infiltradas como turistas. Sin embargo, al día siguiente, a eso de las 11:00 de la mañana, Ramiro y Nelson descubrieron en los alrededores un puesto de observación del ejército desde donde un agente del B-2 transmitía por radio; ahí se produjo un primer enfrentamiento. El operativo militar involucraba los batallones Rifles, Lanceros y Aerotransportadas de la X Brigada y cubría los municipios de Nilo, Tocaima, Agua de Dios, Girardot, Viotá, San Gabriel, Nariñoy Guataquí, al occidente del departamento de Cundinamarca. De inmediato se organizó la retirada de los guerrilleros; la única salida posible era hacia el río Bogotá que corría a pocos metros.' Un reducido grupo permaneció en el sitio conteniendo la acción de las autoridades, mientras Bateman se colocaba al frente de las 14 personas que atravesaron el río. Durante más de seis horas condujo la marcha, siempre seguido por las fuerzas contraguerrilleras que, desplazando cientos de efectivos, utilizaron helicópteros, vehículos y perros amaestrados. Ya entrada la noche, Bateman decidió que quienes tuvieran documentación o pudieran pasar sin problemas los retenes se fueran hacia el municipio de Agua de Dios y él, con los restantes, se dirigió hacia Girardot: Cuando llegó el ejército corrí, salí nadando por el río Bogotá, me escondí varios días entre unos matorrales, me quedé quieto, sediento, mientras a mi lado pasaba el ejército, mientras sus botas casi me tocaban. Cuando los compañeros que estaban conmigo calcularon que ya podíamos movernos, fuimos a parar donde unos campesinos a quienes jamás habíamos visto. Ustedes son los que regalan juguetes a los niños —dijeron. Entonces nos escondieron, nos mantuvieron informados sobre los movimientos del ejército, nos avisaron cuándo podíamos salir, nos dieron agua y comida y nos prestaron su ropa...9.

9. Entrevista a Jaime Bateman, en Patricia Lara, op. cií., p. 207.

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Mientras tanto, los que venían del sur (Valle y Caquetá), a quienes Lucho Otero había salido a esperar en la Fuente del León en Girardot, fueron detectados y perseguidos en medio de una fuerte balacera. Al día siguiente, en cercanía al municipio de Ricaurte sobre el río Magdalena, fueron capturados Antonio Navarro Wolf y Rodrigo Pérez: ...como a las seis de la tarde logramos escondernos con Antonio en un montecito, luego en la noche, bordeando la falda, nos les salimos. Rompimos el cerco que los militares habían tendido y nos fuimos. Llegamos un poco lejos, caminamos toda la noche y al otro día descansamos escondidos, llegamos en la noche a Ricaurte, cerca a Girardot. Ahí compramos algo de comer y de beber. Salimos y nos quedamos a la orilla del río Magdalena esa noche; al otro día nos pasamos el río. Pasando por una finca nos salieron tres tipos armados con escopetas y revólveres y nos detuvieron, nos llevaron a Flandes...10.

El resultado final fue otro duro golpe para la dirección del M-19: capturados Luis Otero Cifuentes, Yamel Riaño, Antonio Navarro, Isidro Merchán, Ricardo Vargas, Diego Cañarte, Rodrigo Restrepo, Diana Morales, William Ramírez, Jaime Navarro, Laureano Ramírez, Adiela Osorio, Luis Emilio Roa y Rodrigo Pérez. Así, la posibilidad de reunir a la dirigencia del M-19 se frustró.

10. Entrevista inédita con Rodrigo Pérez, David.

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T Bateman, ¿presidente?

f

Desde todas las esferas de la vida nacional se dejaron escuchar las voces en torno al tema de la amnistía. Intelectuales, guerrilleros, expresidentes, sindicalistas, parlamentarios, todos opinaban sobre la necesidad de ampliar la propuesta del gobierno. Múltiples pronunciamientos que impugnaban el proyecto oficial como inoperante e inconstitucional, se registraron desde distintos sectores sociales y políticos. El 21 de septiembre el Comité de Defensa de los Presos Políticos, junto a abogados y organizaciones sindicales, en compañía de varios parlamentarios, desarrollaron una jornada «Proamnistía general, total e incondicional», en medio de la celebración del día del preso en la cárcel La Picota que albergaba a la gran mayoría de ellos. Los 150 sindicados de pertenecer al M-19 que se encontraban en ese recinto carcelario se declararon en mitin permanente por las medidas restrictivas que impedían el ingreso de familiares procedentes de todo el país. En esa ocasión se dio a conocer un mensaje grabado, enviado por el comandante Jaime Bateman a los presos, con reflexiones sobre el proyecto en debate: Si se produce la aprobación de una ley de amnistía unida al levantamiento del estado de sitio, por lo tanto al levantamiento del Estatuto de Seguridad y de otras medidas represivas, el M-19 está dispuesto a legalizar sus funciones y a levantar nuevas banderas populares en las plazas públicas, en las veredas campesinas, en las fábricas, utilizando cualquier forma de actividad que logre concientizar, organizar y levantar el ánimo de las masas populares. Pero también el M-19, en caso de que suceda lo contrario, debe estar preparado política y militarmente para enfrentar la política nefasta que quiere desarrollar el proyecto del señor Turbay...11.

Otros escenarios también sirvieron para ampliar la discusión sobre el tema: el 22 de octubre se efectuó en el Concejo de Bogotá 11. Documentos M-19. Mensaje de Jaime Bateman, 21 de septiembre de 1980.

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un foro sobre la amnistía, al que asistieron numerosas personalidades democráticas, exmilitares, parlamentarios, dirigentes políticos, sacerdotes y representantes de organizaciones populares. E\ consenso en este foro fue la necesidad de que el Congreso aprobara una amnistía amplia, como un aporte a la búsqueda de soluciones políticas a la situación nacional y evitar el desarrollo de una guerra civil en Colombia. El Io de noviembre, organizado por los dirigentes políticos Alfonso Cabrera Toscano y Pedro Manuel Rincón, se realizó en Bogotá el Encuentro Nacional Proamnistía al que asistieron 246 delegados de 8 departamentos, 32 organizaciones sindicales y 17 universidades. Mientras tanto, los ponentes Darío Ortiz Vidales y Simón Bossa López acogieron los resultados de estos y otros eventos y rindieron ante la Comisión Primera de la Cámara el informe favorable al proyecto de ley gubernamental y a un proyecto de «Amnistía por delitos políticos» que había sido suscrito por quince parlamentarios. En la ponencia se contemplaban aspectos jurídico-políticos relacionados con la amnistía y el indulto, y un pliego de modificaciones a artículos del proyecto original. La principal consideración estaba en otorgar una amnistía general y amplia12. Una vez conocida la posición de los congresistas Bossa y Ortiz, el M-19, en carta del 30 de octubre enviada a los restantes senadores y representantes, expresó su respaldo al Congreso de la República, «no sólo en las acciones tendientes a lograr la amnistía general, sino en el control y fiscalización que está ejerciendo contra los gobernantes inmorales y deshonestos». En la misma misiva, el Comando Superior del Movimiento rechazó las declaraciones del ministro de Defensa, general Luis Carlos Camacho Leyva, quien descartaba la posibilidad de una amnistía general para solucionar los problemas de orden público advertiendo que, «sólo el respaldo al gobierno, por parte de todos los sectores representativos de la opinión, puede garantizar un clima pacífico para el próximo debate electoral» (intervención del ministro de Defensa en el Senado de la República, 12 de agosto de 1980). Frente a la posibilidad de que el debate parlamentario concluyera en la aprobación de una ley amplia como lo plantearan sus ponentes, el gobierno dio un «golpe de timón» al introducirle cambios en los que consideraba la am-

12. Véase Anales del Congreso, año XXIII N° 85, pp. 751-755. Bogotá 23 de septiembre de 1980.

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nistía extensiva a los presos políticos, condicionada ésta a la entrega de los alzados en armas. En esas condiciones, el rechazo fue generalizado. En la tarde del jueves 13 de noviembre, los periodistas Germán Santamaría de El Tiempo, Amparo Pérez y Pilar Lozano de Caracol, fueron invitados a dialogar con Jaime Bateman en algún lugar de Bogotá. El Comandante Pablo, con unos kilos de más, rechazó la posibilidad de acogerse a la amnistía propuesta desde una subcomisión de la Cámara y expresó su acuerdo con la ponencia de los representantes Ortiz y Bossa: El M-19 sólo se acoge aúna amnistía general, amplia y sin condiciones, tal como la propusieron los representantes Darío Ortiz Vidales y Simón Bossa López. Pero a esa otra amnistía, la de la subcomisión, que dice preséntese y dentro de cuatro meses hablamos a ver qué pasa, a esa nosotros no le jalamos. Es humillante y ni siquiera moralmente la podemos nosotros aceptar ...el 18 es el día en que van a votar el proyecto de amnistía. Si ellos votan la amnistía amplia y sin condiciones, yo me presento ante un juez que represente la justicia civil de mi país. Yo voy de corbata y toda esa joda y me inscribo en la alcaldía como candidato a la Presidencia de la República13.

Igualmente, a la periodista Consuelo Araujonoguera, conocida como La Cacica, Jaime Bateman le concedió un reportaje exclusivo de amplia difusión en el diario El Espectador. Durante los días 15, 16, 17 y 18 de noviembre de 1980 se publicaron las declaraciones del comandante general del M-19, quien se reafirmó en la decisión de lanzar su candidatura a la Presidencia. En ese momento Bateman definió a su movimiento como representante de una época de la vida política del país, de una generación frustrada, como un movimiento de rebeldía y de inconformidad que ejemplificaba lo que la gran mayoría de los colombianos querían. El tema de la amnistía fue abordado varias veces a lo largo de la entrevista: Mira, lo más importante es el espíritu del proyecto ese. Eso está concebido y dirigido a la rendición incondicional de la guerrilla. Ese es el principal de los reparos. Pero... ¡que se olviden!... Nosotros no tenemos almas de cobardes. Somos representantes de un pueblo muy valiente, de un pueblo que ha entregado siempre lo mejor de su población y a estas alturas no vamos a aceptar humillaciones. Si el

13. Habla Bateman: «No a la Amnistía». Diario El Tiempo, domingo 16 de noviembre de 1980, pp. 1A-6A.

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gobierno pretende que nosotros vamos a entregar las armas así como así..., se equivoca y nadie está dispuesto a eso. Lo que el gobierno no quiere entender es que hay que dialogar con los guerrilleros porque si la amnistía es para la guerrilla, hay que hablar y establecer sus condiciones es con la guerrilla, no con las reinas de belleza ni con los deportistas. Para que haya garantías mutuas, hay necesariamente que sentarse en una mesa como colombianos, como gente civilizada a discutir los problemas del país. Porque lo que está en juego es el país y su futuro14.

Hasta el 18 de ese mes, fecha en la cual se votaría el proyecto de amnistía, el M-19 había establecido un plazo para entrar de nuevo en acción; Bateman advirtió sobre las consecuencias que traería al país aprobar una amnistía en los términos en que la concibió el gobierno: No sólo no la aceptamos sino que vamos a generar condiciones nuevas de tipo político y militar en el país, que si no abren los ojos se van a sorprender (eso lo dijo el propio doctor Alvaro Gómez Hurtado y lo han dicho la mayoría de los políticos de este país: es el momento de revisar, es el momento de los cambios, es el momento de abrir un espacio diferente en la actividad política del país...) Pero ya se les olvidó. Pareciera que fuera indispensable estar haciendo acciones militares para que estos tipos del gobierno abran los ojos. Pero yo le digo que esta es la última oportunidad, Consuelo...15.

El día de la votación del proyecto (18 de noviembre), la amnistía sufrió un grave tropiezo al ser negado el inciso primero del artículo 1, que contemplaba la esencia del beneficio. Gracias a hábiles maniobras gubernamentales, el 25 de noviembre fue aprobado en la Comisión Primera el proyecto oficial. A mediados de diciembre obtuvo la aprobación definitiva de la Cámara en pleno y fue remitido al Senado; por los términos en que quedó redactado, una vez más se frustraron las aspiraciones de los sectores democráticos. En el boletín N° 58 de noviembre de 1980, el M-19 fue categórico al rechazar de plano la amnistía tal y como estaba concebida hasta ese momento:

14. «Confesiones de Bateman a «La Cacica»», El Espectador, noviembre 15-18 de 1980. 15. Ibid.

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No queremos amnistía al precio de la deshonra. No queremos amnistía al precio de la humillación. Llevamos muchos años al frente de la lucha armada. Y creemos expresar el sentir de todos los guerrilleros colombianos. No estamos cansados. Firmes y con más ganas que antes. Si se necesitan cien años más de lucha los soportaremos y triunfaremos porque nuestros ideales son justos, porque nuestros ideales son los ideales de la inmensa mayoría de la población: el logro de una verdadera revolución democrática, patriótica y antiimperialista16.

En el mismo documento, el Movimiento decidió presentar formalmente la candidatura a la Presidencia de la República de su comandante general para las elecciones de 1982. Su programa de gobierno resumía las aspiraciones del Consejo Nacional Sindical, del Foro por los Derechos Humanos y de diferentes reuniones campesinas e indígenas, expresadas en cinco puntos: 1) lucha por el levantamiento del estado de sitio y derogatoria del Estatuto de Seguridad; consecuente aplicación de las libertades democráticas y sindicales; 2) alza general de salarios hasta del 50%; 3) congelar los precios de artículos de consumo popular; 4) nacionalizar el transporte; 5) reintegrar las tierras arrebatadas a los indígenas y' respetar su forma de organización y cultura. Y proponía: ...nuestra organización ha decidido presentar ante el pueblo la candidatura a la Presidencia de la República del comandante Jaime Bateman Cayón, para las elecciones de 1982. De esta forma, así sea desde la ilegalidad, y conscientes de las operaciones permanentes que el ejército mantiene para detener a nuestro comandante, lucharemos en esta nueva trinchera democrática por conseguir lo que se nos quiere negar a través del diálogo. Que la candidatura sea un frente de batalla, un frente de protesta, un frente de unidad, un frente por la democracia y las libertades, un frente de denuncia17.

La consigna escogida por el M-19 para llevar a la Presidencia de la República a su comandante general fue: «Hay elecciones para todos o no hay para ninguno». Esta frase se observaba en los carteles de campaña que fueron pegados en paredes de distintos municipios durante las primeras semanas de 1982; en ellos aparecía la consigna aludida y una foto del Comandante Pablo. En medio de la candidatura de Jaime Bateman se presentaron hechos aneció. Documentos M-19 boletín N° 58. «O nos dan la libertad o nos la tomamos», noviembre de 1980. 17. Ibíd.

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dóricos que reflejaban un sentimiento de irreverencia y audacia: el 3 de noviembre de 1980 se instalaron en todo el país las sesiones de los concejos municiples; Ricardo Villa Salcedo, concejal de Santa Marta por el Movimiento Frente Democrático, presentó en la sesión inaugural una constancia en homenaje al sesquicentena- rio de la muerte del Libertador, proponiendo igualmente un nuevo rumbo a la política municipal de su ciudad, escogida como sede de los actos centrales para conmemorar esa importante fecha. Pero la constancia tenía, en el numeral 2 de su parte resolutiva, lo que vulgarmente se conoce como un «mico»: 2) Homenajear al joven preclaro y más importante de la ciudad, gestor como tantos otros de esta nueva independencia colombiana y seguidor insigne de las ideas libertarias de Simón Bolívar, oriundo de esta municipalidad, Jaime Bateman Cayón, como el escogido para ser el presidente honorario del Concejo sesquicentenarista, agradeciendo, no al Bolívar mantuano que nos quieren presentar, sino al Bolívar combativo y revolucionario18.

El mismo concejal, cuando se votó para presidente del Concejo, dio su voto por Bateman. Parece ser que solamente hasta el día siguiente los restantes concejales se dieron cuenta de lo que habían aprobado y pidieron su anulación. Villa Salcedo presentó una nueva constancia en la que incluía una carta a los dirigentes del M-19 solicitándoles que, como un homenaje a la efeméride de los 150 años de la desaparición del Libertador, reintegraran la espada del coronel Mariano Barreneche, sustraída de la Quinta de San Pedro Alejandrino el 17 de junio de 1979 por el comando Alfonso Vergara Ramos. El M-19, por su parte, respondió afirmativamente siempre y cuando se cumplieran algunas condiciones de carácter político, económico y social; incluso se manifestó dispuesto a entregar la espada de Bolívar si se cumplían sus estipulaciones. Para conmemorar el sesquicentenario de la muerte del Libertador, el gobierno colombiano organizó un acto central en la ciudad de Santa Marta, con la presencia de los presidentes de nueve naciones latinoamericanas y del jefe del gobierno de España, Adolfo Suárez. Entre tanto, el M-19 organizaba su propia celebración: los comandos Gerardo Rebolledo Chavarro y Liliana Hernández de Latorre, compuestos por siete guerrilleros dirigidos por Mario, adelantaron la Operación Simón Bolívar al secuestrar el 18. El Espectador, p. 12 A, 4 de noviembre de 1980.

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avión HK-1337 con 130 pasajeros, que realizaba un vuelo regular entre Bogotá y Pereira. La aeronave fue desviada hacia Santa Marta, parqueada en la pista del aeropuerto donde permaneció hasta las 18:00 horas del día 16 de diciembre cuando, a oscuras, tomó rumbo a Barranquilla para reabastecerse de combustible. Allí liberaron a 30 pasajeros. Hacia la media noche llegaron a Panamá donde dejaron libres a otros 50. A la madrugada salieron para México con lo que quedaba de pasajeros; a la llegada a ese país había periodistas pendientes de entrevistar a los guerrilleros del M-19, quienes les permitieron ingresar a la nave a hacer todas las preguntas que quisieran. En horas de la tarde se dirigieron a La Habana, donde a las 18:00 horas culminó su acción. En el boletín N° 59, el M-19 publicó el comunicado de la Operación Simón Bolívar: A los gritos de paz, se respondió con el grito de guerra; a las ansias de una amnistía general, se respondió con el grito artero de la rendición; a los gritos de diálogo y participación, se respondió con la humillación; quisimos la paz y la participación dentro del sistema de derecho. Se nos respondió, si, pero cuando se rindan. Y cuando se rindan «veremos» si soltamos a los presos políticos. Chantaje tal no se conocía en la historia política de América Latina. Está claro que al sistema y a la oligarquía les conviene la guerra... viven de la represión... del terrorismo contra el pueblo. No nos dejan otro camino que el de la protesta, el de la indignación y el de la rebelión. Ahora empuñaremos las armas con más mística, mejor organización y más unidad. Definitivamente la paz la conquistaremos con la guerra. Definitivamente la democracia la lograremos con las armas. Definitivamente el camino de la dignidad está lleno de dificultades. Pero ese es el legado más hermoso que nos dejó el Libertador: enfrentar las dificultades19.

Los hechos terminaron cuando las autoridades cubanas detuvieron a los aeropiratas miembros del M-19 y, en cumplimiento de acuerdos binacionales, los sometieron a un juicio del que salieron absueltos varios meses después.

19. Documentos M-19. Boletín N° 59, diciembre de 1980.

Secuestro y muerte de Chester Alien Bitterman

El 19 de enero de 1981 fue secuestrado el señor Chester Alien Bitterman, asesor del Instituto Lingüístico de Verano -ILV-(Wycliffe Bible Translators Inc.), por un grupo que utilizó el nombre de la Coordinadora Nacional de Base del M-19. Como rescate se exigía, en carta autografiada por Bitterman y enviada al entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, el retiro de Colombia del ILV antes de las 18:00 horas del día 19 de febrero siguiente, y la publicación de un manifiesto en los diarios norteamericanos Washington Post y New York Times, en diarios europeos y latinoamericanos. El secuestro, denominado Operación Soberanía Nacional, fue reivindicado por la columna Carlos Arturo Sandoval Valero, compuesta por varios comandos. Es importante anotar que el plagio de Bitterman se presentó en uno de los momentos más cruciales en el debate del proyecto de ley de amnistía y en los días en que se iniciaba la etapa pública del consejo verbal de guerra, a los presos políticos del M-19 recluidos en la cárcel de La Picota. Como ya se dijo en el capítulo anterior, desde el mes de septiembre de 1980, el M-19 adelantaba un proceso para reintegrar a su seno a quienes venían promoviendo un debate interno y se habían constituido como Coordinadora Nacional de Base. Para la fecha del secuestro del funcionario estadounidense, ese sector del M-19 ya no utilizaba el nombre de Coordinadora. El primer sorprendido con la acción en contra del funcionario del ILV fue el propio M-19 y particularmente los exmiembros de la Coordinadora, quienes habían advertido al Comando Superior sobre la existencia de un sector minoritario enemigo de cualquier acuerdo unitario: Esta posición extremadamente sectaria nos llevó a adelantar una investigación por medio de la cual pudimos determinar que uno de los principales enemigos de la unidad y promotor central del caso Bitterman era un avezado militante de la contrarrevolución, infiltrado desde

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hace varios años en diversas organizaciones populares y revolucionarias del país. Este señor llamado Luis Fabián Peláez logró incrustrarse hace años en un sector de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos y desde allí ha desarrollado una constante política de atomización y confusión del movimiento campesino, hasta verse involucrado en turbios manejos financieros con dineros procedentes de Suiza y Holanda, que incluso lo han llevado a afrontar varios pleitos judiciales que lo colocan prácticamente en calidad de un delincuente común. Este señor logró infiltrarse en un sector del ELN y desde allí contribuyó a su atomización; algunos de sus amigos están comprometidos en la delación que condujo a la muerte de Pedro León Arboleda; es el mismo individuo que en el primer semestre del año de 1979 y antes de la visita de Turbay, desplegó por los comités de solidaridad en Europa una campaña afirmando que en Colombia no existían presos políticos sino delincuentes comunes; es el mismo personaje que andaba difundiendo documentos tratando de desprestigiar la revolución nicaragüense y a su vanguardia el FSLN; es el mismo elemento que inspiró y participó en la redacción de varias cartas públicas dirigidas a Camacho Leyva, en nombre de una pequeña burocracia amarilla campesina, pidiendo protección contra supuestos «crímenes» cometidos por las FARC y el M-19; y es finalmente el mismo infiltrado que promueve el caso Bitterman...20.

La confusión se hizo más evidente cuando el 31 de enero circularon simultáneamente dos boletines del M-19: el uno, original, que desautorizaba el secuestro de Bitterman y, el otro, apócrifo, que desconocía y expulsaba a Jaime Bateman de la comandancia general del Movimiento. Con fecha 6 de febrero, la Dirección Nacional del M-19 envió una drástica carta a la llamada Coordinadora Nacional de Base, en la que intentaba agotar las posibilidades de diálogo con lo que quedó de ese grupo, y analizar e investigar las causas y motivos de su actividad. Manifestaba allí su deseo de no caer en una guerra de comunicados y contracomunicados y exigían claridad sobre las reales intenciones que les acompañaban. En búsqueda de aclarar lo sucedido y desmentir la responsabilidad del Movimiento en el hecho, la Dirección autorizó a Everth Bustamante, Marcos, para aparecer públicamente, lo que se hizo el 14 de febrero cuando los periodistas Gustavo Castro Caycedo, del diario El Tiempo, José María Romero, director de la agencia de noticias Colombia Press,

20. Carta de Everth Bustamante García al comandante Jaime Bateman Cayón. Bogotá, diciembre 11 de 1981.

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y Jorge Matiz, de Caracol, fueron «invitados» a una rueda de prensa con el dirigente del M-19 quien afirmó no tener en su poder a Bitterman e hizo un llamado a quienes lo tuvieran para que explicaran al país sus propósitos, mostrasen sus dirigentes y su legitimidad. Los captores de Bitterman fijaron un primer plazo hasta el 19 de febrero para el retiro del ILV de Colombia, de lo contrario, amenazaban con ejecutar al secuestrado. Ese día establecieron un nuevo plazo—el 5 de marzo—y recordaron sus exigencias. En vista de esos acontecimientos y de la aparición de documentos que utilizaban el nombre del Movimiento, éste emitió una enfática declaración publicada en el boletín N° 61. En el escrito, el M-19 señalaba al ILV como un instrumento de penetración del imperialismo, rechazaba el plagio del lingüista e implicaba a la CIAy a los organismos secretos del ejército como sus directos responsables. El comunicado, firmado por el Comando Superior, el Estado Mayor de la Fuerza Militar, la Dirección Nacionaly las Direcciones regionales, se difundió el 15 de febrero, a través de una interferencia de 5 minutos a los canales de televisión mediante el sistema RVTM-19, y concluía: El Movimiento 19 de Abril, M-19, no es responsable del secuestro ni de lo que le pueda suceder al señor Bitterman. En el M-19 no hay ninguna división. Los organismos secretos del ejército y la CIA están utilizando nuestro nombre en un acto que a todas luces busca desprestigiar la organización y hacer perder la credibilidad que hemos ganado entre nuestro pueblo21.

En la madrugada del 7 de marzo Chester Alien Bitterman fue asesinado en un vehículo de transporte urbano. No hubo una explicación por parte de sus plagiarios, tampoco sobre los contenidos del hecho, ni sobre las razones de la muerte del funcionario del Instituto Lingüístico de Verano. En miles de colombianos flotaba la duda sobre la autoría de este macabro episodio. Tres días más tarde se conoció otro supuesto comunicado del M-19 en el que se sindicaba a Everth Bustamante, Carlos Vidales Rivera, Luis, y Jorge Rojas Sánchez, Genaro, como autores intelectuales y materiales del secuestro y asesinato de Bitterman; el documento apócrifo hacía parte del interés de sus autores por debilitar la imagen

21. Documentos M-19. Boletín Nü 61, pp. 4-6. Febrero de 1981.

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pública y el proceso unitario del Movimiento. En carta enviada el 11 de marzo al director de El Tiempo, el propio Bustamante desmintió una vez más su participación en el plagio de Bitterman y señaló como falso el documento «técnicamente editado por la «estación» de la CIA en Bogotá». Para el M-19 era claro que se trataba de un hecho terrorista, de una manipulación destinada a desacreditarlos ante el país: Nosotros no tuvimos ninguna vinculación con el caso Bitterman. Absolutamente ninguna. Esa fue una labor de... lo que pasa es que no podemos asegurar que fue la CIA, sería estúpido también de nuestra parte. Nosotros lo que decimos es que sirvió a los intereses de la CIA. Definitivamente no fue el M-19. Incluso se utilizó otro nombre, la tal Coordinadora de Base, que además intenta dividir, crea una confusión en el público, ese era el argumento. Yo creo que Bitterman fue una víctima de la misma política norteamericana... Yo creo que fue una operación montada por la CIA para desprestigiarnos...22.

22. Entrevista a Jaime Bateman, en Ramón Jimeno, op. cit., p. 94.

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Nariño y Chocó: una respuesta al proyecto gubernamental de amnistía

Para el M-19 era fundamental mostrar también otros métodos en la lucha por una amnistía amplia y generosa. Dentro de su interés por golpear el proyecto que hacía tránsito en el Congreso, trazó un plan político-militar que arrancaría el 19 de enero de 1981, cuando el Comandante Pablo se encontraba nuevamente al frente de la guerrilla, en el departamento del Caquetá. La prioridad era fortalecer el Frente Sur. Esto se iba a lograr con el refuerzo de un grupo bien preparado y óptimamente armado, que desembarcaría por la parte sur de la costa pacífica de Nariño. Lo segundo era abrir un frente entre Risaralda, el sur de Antioquia y el centro-oriente del departamento del Chocó, que también contaría con una fuerza que llegaría por la Ensenada de Utría en el Chocó. En los últimos meses de 1980 ya se encontraban concentrados en Cuba cerca de 150 miembros del M-19, entre dirigentes nacionales, regionales y combatientes, que allí se sometieron a intensos preparativos para cumplir con esta parte del plan; los guerrilleros fueron adiestrados en infantería, comunicaciones y explosivos. El 19 de enero de 1981, a las 04:30 horas, la fuerza militar del Frente Sur del M-19 ocupó el poblado de Curillo, localizado en una zona neurálgica de la intendencia, a orillas del río Caquetá. La toma de Curillo incorporó el asalto al cuartel y las emboscadas posteriores para contener la reacción del ejército. Todo ello fue dirigido personalmente por el Comandante Pablo: El operativo de Curillo englobó a unos doscientos guerrilleros. Setenta u ochenta participaron en la toma propiamente dicha. Cinco compañeros asaltaron el cuartel. Había unos quince o veinte soldados. Estaban despiertos. Ellos sabían que la guerrilla estaba cerca y sospechaban que se tomaría Curillo... Yo me situé en una loma. Desde ahí dirigí el operativo que constaba de tres partes: la toma del pueblo, el asalto al cuartel para recuperar armamento y emboscadas posteriores para frenar

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al ejército cuando llegara a reforzar el cuartel. Desafortunadamente se les trabaron las armas a la mayoría de los compañeros que lo asaltaron y sólo pudieron apoderarse de unos pocos fusiles. El combate fue muy largo23.

Al decir del M-19, con la toma de Curillo se perdió el miedo a los enfrentamientos con el ejército; hasta ese entonces circulaba en las filas del Movimiento el criterio jocoso de que se trataba de una guerrilla «atlética», pues siempre se la pasaba corriendo; por la misma razón se decía que era la época de «embombar camisa». El 23 del mismo mes, las Fuerzas Armadas iniciaron un impresionante operativo militar por tierra, aire y vías fluviales de la zona; la movilización del batallón Colombia y la puesta en marcha del comando operativo N° 12, dependiente de la IX Brigada con sede en Florencia, involucró a cerca de 6 mil efectivos que establecieron retenes y controles a la población civil. El general Fernando Landazábal Reyes era en ese momento el comandante del ejército. Durante la ofensiva del ejército nos mantuvimos en la zona. Lo hostigamos. Nos tomamos San Antonio de Getuchá. También nos tomamos Remolino, un pueblo cercano a Florencia, la capital intendencial. Ahí dejamos una bandera del M-19, el ejército nunca fue capaz de retirarla. Creyó que se trataba de una trampa. Entonces, la guerrilla ganó mucha autoridad ante la población porque ella vio que al ejército sí le daba miedo24.

A las 20:00 horas del lunes 6 de febrero de 1980, luego de una travesía por mar de más de 27 horas, desembarcó en la Ensenada de Utría un grupo de 48 guerrilleros comandados por José Elmer Marín y Ventura Díaz. Dos días antes, los guerrilleros habían zarpado de Punta Ardita en dos lanchas a motor, después de viajar en un avión privado desde Ciudad de Panamá a donde habían llegado procedentes de Cuba. Llegamos 48 personas aproximadamente, más los seis que estaban allí como comité de recepción. Toda era gente muy seleccionada, compañeros profesionales, maestros del Distrito, gente de la región cafetera y del Valle. Veníamos armados, con muy buen armamento, fusiles, rockets, ametralladoras, etc. La recepción fue incorrecta, yo lo discutí varias veces con Jaime Bateman. Hubo dos niveles de irresponsabili

23. Entrevista a Jaime Bateman, en Patricia Lara, op. cit., p. 196. 24. Ibtd., p. 197.

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dad: primero de la gente que tenía que recibirnos en la Ensenada de Utría, que no guardó ni siquiera un sitio de campamento; la segunda, de los compañeros que venían del Tolima. Recién llegados nosotros, nos enteramos que se tomaron Mistrató y el ejército se fue persiguiéndolos y lo llevaron hacia donde nos encontrábamos. La tarea de ellos no era la toma de pueblos, era conducirnos hacia el centro de operaciones. No alcanzaron a hacerlo por el acoso del ejército que los obligó a dispersarse. Cuando nosotros vemos que nadie nos recibe, nos toca valernos por nuestros propios medios25.

En efecto, en la madrugada del 11 de febrero, un grupo del M-19, que desde el Tolima marchaba a encontrarse con los guerrilleros que habían desembarcado en el Chocó, se tomó el municipio risaraldense de Mistrató. En la primera semana de marzo se iniciaron los combates. Los enfrentamientos en el Chocó fueron de gran magnitud. La columna guerrillera buscaba llegar a la zona de los indios chamíes donde se tenía el apoyo de sus habitantes. El 11 de marzo, en cercanías del municipio chocoano de Tadó, en la carretera que del mismo conduce al sitio Las Animas, murió el comandante José Elmer Marín cuando se dirigía hacia Antioquia al mando de su columna. Dirigente del M-19 desde su fundación, estuvo destacado en trabajos importantes en Bogotá, Cali y Buca- ramanga y compartió con otros dirigentes los múltiples retos que fueron apareciendo en la construcción del M-19: Arteramente el enemigo le ha arrebatado a nuestro pueblo no sólo un combatiente más sino un hombre de dirección, un eficiente jefe. La Organización ha perdido un fundador, sus militantes hemos perdido un hermano, la Patria ha perdido a uno de sus mejores defensores. Pero su sangre aún joven derramada generosamente, germinará con creces en nuevas generaciones de revolucionarios. Los patriotas de hoy y de siempre continuarán su ejemplo26.

La entrada de los guerrilleros por el Chocó y el tiempo que permanecieron en la zona asediados por el ejército y por el hambre, se convirtió en una de las grandes hazañas que protagonizaron hombres y mujeres del M-19. Tras casi dos meses de constantes enfrentamientos, el grupo fue prácticamente diezmado, muriendo

25. Testimonio de Ventura Díaz, Jotmy. Entrevista con el autor, Bogotá julio 22 de 1993. 26. Documentos M-19. Artículo del Comandante Iván Marino Ospina, en Boletín N° 68, septiembre de 1981.

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dirigentes como Carmenza Cardona Londoño, La Chiqui, quien cayó el 28 de abril cerca al municipio de Bagado, Ómar Montaña Zanabria, Mauricio, Javier Óscar Scarpetta, Pacho, y muchos más. La gente nunca se entregó, el ejército aprovechó e indispuso a los indígenas contra los guerrilleros. Ahí la catástrofe de la columna no es en la zona de los negros, ese también es otro estereotipo, que la gente dice «fueron los negros que los traicionaron». Los negros nos apoyaron. Se querían venir con nosotros en la columna. Hubo más de cuarenta chocoanos alistados para unirse a la guerrilla. La debacle es cuando se llega a la zona indígena, porque el ejército indispone a los indígenas, les dice que vamos a arrasarlos, a quitarles las minas, los arma y ellos comienzan a combatir contra nosotros, a terminar la columna. Algunos compañeros nuestros, como Ornar Montaña, fueron degollados por los mismos indígenas. El Chocó no era un sitio de combate, era un sitio de tránsito. La zona de combate era la del Eje Cafetero que ya te he indicado; allí había trabajo político nuestro, por eso la gente que venía en la columna eran líderes sindicales, maestros, abogados y estudiantes de la región; allí estaba el trabajo que había hecho José Elmer27.

La muerte de Carmenza Cardona Londoño, La Chiqui, se convirtió en un hecho luctuoso para muchos colombianos. Múltiples muestras de cariño y aprecio se observaron: el diario El Heraldo de Barranquilla la consideró como el personaje de la semana; pero uno de los más hermosos testimonios sobre la pequeña guerrillera salió de la pluma del maestro Lucas Caballero, el popularísimo Klim, un mes antes de la muerte del incansable periodista: En los tensos días que se vivieron cuando la toma de la embajada dominicana, el nombre de La Chiqui, una joven y hermosa guerrillera comprometida en ese espectacular golpe que tuvo tanta resonancia mundial, el nombre de La Chiqui, digo, se robó la atención general. Hoy, muchos meses después, ha llegado la noticia de que La Chiqui cayó en combate, con su arma caliente entre las manos, en las selvas del Chocó. Triste y valiente final. Bien pronto la maleza cubrirá el sitio donde fue sepultada y nunca se podrá saber dónde reposan sus restos de muchacha idealista que escogió infortunadamente, para luchar por su quimera, un derrotero equivocado. Yo quiero que estas líneas lleguen, con profundo respeto, hasta su tumba sin lápida y sin flores. Y creo, como el general Fernando Landázabal Reyes, que seguirá habiendo insatisfacción y gentes que le den a su protesta rumbos

27. Testimonio de Ventura Díaz, Jonny, ibtd.

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errados, como se los dio La Chiqui, mientras el gobierno no solucione los problemas que se derivan de la miseria, la injusticia social y el desempleo28.

Antes de la muerte de Klim, el M-19 le envió una carta de reconocimiento que le fue entregada en sus manos por una guerrillera. Nelly Vivas Rebolledo visitó al periodista en su casa. El 11 de marzo se produjo la toma de Mocoa, capital de la entonces intendencia del Putumayo. A las 08:40 horas llegaron los guerrilleros a bordo de un camión, un bus y un jeep del hospital en el que iba el Comandante Pablo quien dirigió toda la acción desde la parte alta del poblado. Con él estaba Roberto Montoya, Alejo o Mateo, quien dirigía la unidad de artillería provista de morteros y bazucas. En Mocoa el M-19 explicó a los pobladores sus propuestas, permaneció durante dos horas en la población, asaltó el Banco Popular y la Caja Agraria y se retiró luego de izar las banderas de Colombia y del M-19; hubo una baja entre sus hombres y ocho en filas del ejército. Como rehén se llevaron al secretario de Gobierno del Putumayo, señor Armando Flórez Silva. Simultáneamente, otra columna ocupaba la localidad huilen- se de Palestina, en donde arengaron a los pobladores y se enfrentaron a los policías que custodiaban el cuartel. Dos días más tarde atacaron con fuego de morteros el cuartel del municipo de Puerto Limón situado a 30 kilómetros de Mocoa, a orillas del río Caquetá. En cumplimiento del mismo plan político-militar, a comienzos de marzo de ese año, el M-19 desembarcó en la zona de Tumaco (departamento de Nariño) con un grupo de 86 hombres y mujeres fuertemente armados, que regresaban a reforzar el Frente Sur en el Caquetá luego de recibir entrenamiento en el exterior. Al frente de ellos estaba Carlos Toledo Plata; le acompañaban en el mando Rosemberg Pabón y Rafael Arteaga. El desembarco se produjo en la zona del Cabo Manglares en medio de dificultades: desconocimiento del terreno, falta de apoyo de moradores de la región, detección casi inmediata por parte de las autoridades militares, dificultades en el mando y el cerco impuesto por cientos de efectivos de las Fuerzas Armadas, todo ello hizo abortar el traslado de la columna hacia el Caquetá. Una gran cantidad de material bélico recogido por otros guerrilleros que les esperaban y enviado por vía terrestre al interior en un camión cargado de cocos, fue 28. Revista Cromos. Edición N° 3304, p. 134, mayo 12 de 1981.

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detenido en cercanías de Pasto; allí las autoridades decomisaron munición, fusiles, lanza-cohetes, subametralladoras y granadas; la compra de este material se hizo en Panamá, con recursos provenientes del «rescate» pagado al finalizar la toma de la Embajada de la República Dominicana; el armamento y demás implementos se entregó a los guerrilleros al inicio de la travesía. Los combates en Nariño duraron casi dos semanas, intervinieron unidades de los batallones Pichincha, Boyacá y Grupo Mecanizado Cabal, dirigidos por el brigadier general Manuel Jaime Guerrero Paz, comandante de la III Brigada con sede en Cali. Asediados por las tropas gubernamentales, el grueso de la columna rompió el cerco y se internó en territorio ecuatoriano; Carlos Toledo Plata, en informe posterior presentado al Comandante Pablo explicaba así lo ocurrido en Nariño: ...decidimos desplegarnos sobre la margen derecha suroccidental del río Mira en busca de un sido más adecuado para comenzar a acercarnos al río San Juan; iniciamos el desplazamiento con los pelotones en guardia y centro, y dejamos el de retaguardia comandado por Hugo Perilla; (...) tomé la decisión de enviar a Pacho (Rosemberg Pabón). hacia el sur con el grupo más débil; yo me quedé con 40 compañeros. A la madrugada hubo un nuevo combate con la exploración, donde murió el compañero Luis C. Valencia V. Iniciamos el desplazamiento hacia el sur llevando a Hugo en camilla, tomamos al anochecer un caserío (Pital), conseguimos comida y tratamos de que la gente colaborara para sacar a Hugo; al final aceptaron ayudar y lo dejamos en compañía del enfermero Manuel; continuamos el desplazamiento al día siguiente y desayunamos cerca del río Mataje; enviamos a un campesino hacia el oriente ya que teníamos el propósito de desplegarnos por esa zona; el informe que trajo fue que había mucha tropa por diferentes lados. Tomé la determinación de cruzar la frontera por el río Mataje, lo que hicimos a las 2 pm.: aquí hubo un combate de varias horas hasta que logramos controlar y dar de baja a varios de la tropa atacante, que se retiraron, y logramos cruzar el río; aquí tuvimos una baja, Juan, tres heridos; el grupo de contención logró aniquilar otra patrulla y se dispersaron, pero nos alcanzaron al día siguiente, ya en el Ecuador; alcanzamos a 8 km de la frontera, hicimos contacto con los campesinos: éstos nos informaron que otro grupo, el de Pacho, había sido detenido cerca a la frontera con el Ecuador por tropas colombianas, además, que toda la zona estaba patrullada por tropas ecuatorianas y helicópteros, permanecimos armados en varias zonas con ayuda de los campesinos por tres días.

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Después de recoger algunos compañeros perdidos, nos presentamos en grupo a la policía rural, nos trasladamos a San Lorenzo en donde nos identificamos, hablamos a la radio y pedimos, por intermedio del prefecto-alcalde, la protección territorial. El día 16 de marzo fuimos vendados y esposados, y trasladados en helicóptero a territorio colombiano29 30.

El 14 de marzo de 1981 los miembros de la escuadra Antonio José de Sucre del M-19, que se encontraba ya en territorio ecuatoriano, dirigieron una carta a la opinión pública de ese país: ...acogiéndonos a la Carta de las Naciones Unidas, a los acuerdos internacionales de La Haya, a la Convención de Ginebra, a los tratados internacionales y a la Constitución de la hermana República del Ecuador, solicitamos asilo político en el Ministerio de Relaciones Exteriores de este país, ante la Embajada de la República de México o demás países que humanitariamente nos lo brinden. Denunciamos la violación de la soberanía nacional del Ecuador por parte del ejército colombiano quienes, a sabiendas, penetraron en territorio de este país sembrando el pánico en la población nativa y a la vez, capturando vivos a 30 compañeros nuestros, utilizando el nombre del ejército ecuatoriano20.

Sin atender la anterior solicitud, el ejército ecuatoriano colaboró en la captura y entrega de 47 guerrilleros a los militares colombianos, todo ello sin consultar con las autoridades civiles del vecino país. Ante esta situación violatoria de diversos tratados internacionales —de obligatorio cumplimiento para las partes—, numerosas organizaciones políticas y humanitarias de Colombia y Ecuador protestaron contra el trato inhumano dado a los prisioneros. El resultado trágico del desembarco por Nariño fue de 12 guerrilleros muertos (entre ellos Gerardo Perilla y Luis C. Valencia) y 66 capturados, quienes, a disposición de las autoridades, fueron juzgados y condenados en consejo de guerra celebrado en la ciudad de Ipiales. Entre los detenidos se encontraban varios de los participantes de la toma de la Embajada de la República Dominicana, además de seis panameños y un costarricense. Sobre la base de testimonios logrados a uno de los guerrilleros que ingresaron por Nariño, el gobierno colombiano decidió romper las relaciones diplomáticas con Cuba. Era embajador en nuestro

29. Relato de Carlos Toledo Plata, en Darío Villamizar H., Insurgencia, democracia y dictadura, Editorial El Conejo, Quito, 1990, pp. 98-99. 30. Carta de Rosemberg Pabón, Comandante Uno, ibíd.

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país el doctor Fernando Ravelo. El presidente Turbay, en discurso transmitido por radio y televisión a todo el país en la noche del 23 de marzo, hizo el anuncio oficial: Colombia, que sostiene relaciones con todos los países socialistas, con muchos de los cuales tiene tratados de gran significación, se ve obligada, por razones que no tienen nada que ver con la ideología del gobierno cubano sino con su proceder hostil, a suspender desde la fecha sus relaciones con el gobierno del presidente Castro por razones sólo imputables a dicho país. Los diplomáticos colombianos han sido llamados a Bogotá y a los cubanos se les ha dado un prudente plazo para regresar a su país31.

Días más tarde, el M-19 hizo llegar una carta a Fidel Castro, mandatario cubano, en la que exteriorizaba su solidaridad e identidad con el pueblo cubano y su revolución: Una vez más es a Cuba y es al gobierno de Cuba a quien se le pasa la cuenta de cobro porque un pueblo de nuestra América haya iniciado el camino de la libertad, se proclama en rebelión contra 160 años de soledad y de injusticias y se decide a combatir con las armas en la mano, por un porvenir donde la vergüenza del hambre y la miseria no asome a los ojos de nuestros compatriotas... Ustedes deben saber que lamentamos las dificultades que el pueblo cubano puede atravesar a causa del bloqueo que el imperialismo alienta y nuestro gobierno acolita, pero por encima de esto sentimos orgullo de saberlos nuestros amigos...32.

En el mismo mensaje en que notificó sobre la ruptura de las relaciones con Cuba, Turbay Ayala informó que ese día había sancionado la ley de amnistía; el proyecto que se tramitaba en el Senado había sido aprobado en sesión del 4 de marzo por 94 votos a favor y 10 en contra. De acuerdo con ello, la amnistía estaba vigente por un plazo de cuatro meses, es decir, hasta el siguiente 22 de julio: Hombres y mujeres de la guerrilla: Les reitero la invitación a acogerse a la amnistía. El gobierno y las Fuerzas Armadas quieren propiciar la concordia, y evitar el derramamiento de sangre de colombianos. Ha sido nuestro deseo levantar el estado de sitio, pero si la actitud de rechazo a la amnistía continuare siendo la línea de conducta de la subversión, obviamente el gobierno 31. Discurso del presidente Julio César Turbay Ayala. Publicado en el diario El País de Cali, edición del 24 de marzo de 1991, pp. 6-7. 32. Documentos M-19. Carta a Fidel Castro R. Bogotá, 27 de marzo de 1981.

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deberá hacerle frente a ésta, utilizando los más severos medios que la 33 * Constitución Nacional pone a su alcance .

A partir de los acontecimientos en Nariño y en San Lorenzo (Ecuador), el M-19 comenzó a ser señalado en ese país como el autor de una serie de hechos. Cuando el 24 de mayo murió el presidente Jaime Roídos, un supuesto miembro del M-19 en Bogotá reivindicó la muerte del presidente como una respuesta del Movimiento por la entrega de sus compañeros al ejército colombiano. Mediante carta enviada a las autoridades del vecino país, el M-19 expresó: Pretenden involucrarnos en el acto terrorista contra la vida de vuestro presidente. Se busca desprestigiarnos por el inevitable e inmenso apoyo de nuestro pueblo y por la simpatía y solidaridad que recibimos del pueblo ecuatoriano. Lamentamos el deceso del presidente Roldós, cuyas actitudes nacionalistas y antiimperialistas le merecieron el favor de su pueblo y siempre contó con nuestra simpatía33 34.

33. Discurso del presidente Julio César Turbay Ayala, op. cit. 34. Diario Hoy, Quito, mayo 28 de 1981.

El entierro de la amnistía

En su alocución del 20 de enero de 1981, cuando instaló las sesiones extraordinarias del Congreso, el presidente Turbay había advertido sobre la imposibilidad de levantar el estado de sitio si «los alzados en armas» no se acogían a la amnistía. Su discurso del 23 de marzo ratificaba lo planteado dos meses antes. Con ello, desde los más amplios sectores democráticos comenzó a manifestarse el rechazo a una ley considerada restrictiva y alejada de la realidad nacional. La negativa del movimiento guerrillero para acogerse a la Ley 37 del 23 de marzo de 1981 estuvo acompañada del recrudecimiento de la confrontación armada. A partir de mayo el M-19 desató una ofensiva político-militar de dos meses, destinada a enterrar la medida gubernamental: toma de poblaciones en las intendencias del Caquetá y Putumayo, retenes en sus vías, combates con tropas enviadas en su persecución, ataque con morteros y fuego de fusiles a la sede del batallón Juanambú de Florencia, toma de la sala de conferencias de la Universidad Libre de Barranquilla, asaltos ban- carios en Quindío y Caldas, incursión a las residencias femeninas de la Universidad Nacional recordando el cumpleaños de La Chiqui, escaramuzas en el Chocó, asalto a los juzgados de instrucción criminal en Bogotá, interferencias en los canales de TV; decenas de acciones que imponían la voz del poder y de la fuerza. No sobra resaltar que algunos de estos operativos fueron realizados conjuntamente con otros grupos guerrilleros, en especial con las FARC. En esas condiciones llegó el M-19 al 20 de julio de 1981, cuando estaba por cumplirse el plazo de cuatro meses señalado en el artículo 3 de la ley, dentro del cual los guerrilleros debían rendirse ante las autoridades. La noche anterior un grupo de veinte de sus combatientes protagonizó un ataque a la Subestación de Policía

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del barrio Olaya de Bogotá. Durante 30 minutos se enfrentó con los ocupantes del puesto policial, dando de baja a uno e hiriendo a tres más. Pero para el M-19 el entierro definitivo de la amnistía fue el 20 de julio, cuando atacó con fuego de morteros el palacio presidencial. La acción fue ejecutada por la brigada Ornar Montaña Zanabria (en homenaje a Mauricio, dirigente del M-19 muerto en los combates en el departamento del Chocó), compuesta por Carlos, Fernanda y Mauricio; las 07:45 horas fueron lanzadas sobre el Palacio de Nariño tres granadas de mortero de 60 mm, una de las cuales penetró en la edificación, las otras estallaron en los jardines y en la carrera 8a. entre calles 7a. y 9a. Es de anotar que los miembros del comando nunca habían disparado un mortero, éste les fue entregado horas antes por Roberto Montoya, Mateo, y su uso fue posible gracias a conocimientos y cálculos matemáticos que les permitió medir con precisión un tiro parabólico. Como resultado quedaron heridos un soldado y un suboficial del batallón Guardia Presidencial. «Era para estrenar la división de artillería», le dijo Jaime Bateman dos días después a un grupo de periodistas con los cuales conversó. Ese mismo día, el Congreso de la República iniciaba sus sesiones legislativas ordinarias y el presidente Turbay presentaba su balance, anunciando el fracaso de una amnistía a la que solamente se acogieron cinco presuntos guerrilleros: El gobierno deplora que la amnistía haya fracasado y que la respuesta a dicha actitud del Estado fuera la que se conoció en la frustrada invasión del Chocó, de Nariño y del Putumayo. A la política de mano tendida se le dio respuesta por boca de los fusiles y de los morteros de la subversión. Desde el punto de vista del interés nacional es preferible haber perdido la batalla de la amnistía que haber destruido las bases morales del Estado35.

Contraviniendo la postura gubernamental, y demostrando que sus estructuras fundamentales se mantenían intactas, el miércoles 22 de julio, el M-19 dio a conocer al país una propuesta de paz basada en tres puntos: 1

1) Levantamiento del estado de sitio y derogación del Estatuto de Seguridad; 2) Aprobación por parte del Congreso colombiano, de una 35. Discurso del presidente Turbay Ayala, en El Espectador, 21 de julio de 1981, p. 1-A.

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ley de amnistía general que cobije, como dice la Constitución, a los perseguidos y condenados políticos; y 3) Encuentro entre representantes del Congreso de la República, del Gobierno Nacional, de los partidos políticos, de las agremiaciones sociales, religiosas, sindicales y económicas y representantes del movimiento guerrillero, para discutir el cese del fuego y las condiciones para una paz justa y democrática36.

Esta propuesta de paz fue enviada al presidente Turbay por intermedio del conocido animador de televisión Fernando González Pacheco, quien ese día fue «invitado» a una entrevista con Jaime Bateman Cayón. Con ellos estuvo Alexandra Pineda, reportera del diario El Espectador. Bateman habló largamente con los periodistas; la conversación estuvo salpicada de anécdotas, la más conocida fue la apuesta de 12 botellas de whisky que Bateman le ganó a Pacheco y que sólo se pagó 14 años después. Desde hacía casi ocho meses no se encontraba con representantes de la prensa; acababa de llegar del Caquetá, donde permaneció durante más de seis meses: Hoy, día en que se vence el plazo de la amnistía absurda que impuso el gobierno, a pesar de que todo el mundo le advirtió que esa ley recortada e inconstitucional sería inoperante, el M-19 tiene una nueva propuesta de paz y queremos pedirle a usted, Pacheco, que sea el portador de ese mensaje ante el presidente Turbay37.

El comandante del M-19 insistió en la posibilidad de transformar su organización en un partido político en las condiciones de cualquier otro: ...lo que pretendemos es que ese movimiento se legalice. Le estamos diciendo al país que queremos participar en las elecciones y que tenemos candidatos al Senado y a la Cámara (por ejemplo Carlos Toledo Plata encabezaría las listas de Santander y Alvaro Fayad Delgado las de Cundinamarca) y que tenemos un candidato presidencial que es Jaime Bateman. Tenemos todo lo que se necesita para ir a unos comicios y si nos permiten participar nos ceñiremos estrictamente a la Constitución, siempre y cuando se nos den ciertas garantías porque no podemos salir a las plazas públicas con estado de sitio.

36. Documentos M-19. Propuesta de paz del 22 de julio de 1981, firmada por el Comando Superior, el Estado Mayor de la fuerza militar y la Dirección Nacional del M-19. 37. «Amnistía general o guerra total: Bateman», El Espectador, julio 29 de 1981, p. 12-A.

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Pero eso no significa que al legalizarnos vayamos a abandonar las banderas de la lucha contra los monopolios, la inseguridad, las injusticias sociales, la falta de salud. Eso nunca»38.

Con la retención de los periodistas, el M-19 consideró enterrada la amnistía de Turbay e iniciaba una etapa donde se pretendía confrontar a sectores organizados de la sociedad con el gobierno. Jaime Bateman dijo por esos días a otro periodista, que «lo fundamental en esta etapa es el movimiento político, el cual tiene que estar apoyado por una fuerza militar». Bateman salió del país a comienzos de agosto y desde Panamá coordinaba y dirigía una de las operaciones de abastecimiento logístico (armas) más osadas de que se tenga historia en Colombia. En México concedió una extensa entrevista al periodista chileno José Carrasco, quien la publicó como una separata de la edición N° 197 de la revista Punto Final con el seudónimo de Javier Donoso. «Queremos la paz en Colombia, pero estamos preparados para la guerra», fue la sentencia del Comandante Pablo ante la tozudez que demostraba la administración Turbay frente al diálogo y la amnistía. Para ese momento el M-19 ya tenía estructurada una política internacional producto, fundamentalmente, de ese contacto continuo de sus dirigentes con organizaciones o gobiernos de otros países: Es cierto que en muchos puntos coincidimos con la socialdemocracia, pero esto no significa que estemos afiliados a esta corriente, ni que el M-19 la represente en Colombia. Tú sabes que ahora la socialdemocracia es mucha gente y son muchas tendencias. Si caben comparaciones, podríamos decir que nos acercamos más al proyecto del FSLN en Nicaragua y del FDR en El Salvador. En el campo internacional no nos vamos a inscribir en ninguna internacional mundial; concordamos y apoyamos todo movimiento que signifique independencia, liberación y lucha antiimperialista. En este sentido coincidimos con la política antiimperialista de algunos partidos de gobierno como el PRI de México y el PRD panameño y acogemos proyectos como el de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina, Copppal39.

38. Ibíd. 39. Entrevista de José Carrasco a Jaime Bateman. En revista Punto Fina 1^1° 197, México, septiembre de 1981.

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El 23 de julio, después de un Consejo de Ministros, el gobierno reiteró su decisión de no negociar con los subversivos y reanudó la ofensiva contra la oposición. Se realizaron allanamientos y detenciones masivas contra abogados defensores de los presos políticos, contra sus familiares y allegados, contra sindicalistas, intelectuales y artistas. Se amenazó con ilegalizar al Partido Comunista y se hostigó a reconocidos intelectuales que, como en el caso de Gabriel García Márquez, se vieron obligados a abandonar el país. Sin embargo, la propuesta de paz del M-19 fue bien recibida por amplios sectores democráticos, quienes intensificaron los pronunciamientos sobre la necesidad de poner fin a la escalada militarista, adoptar medidas que dieran piso a la apertura democrática y evitaran el desangre nacional. Dirigentes políticos y sindicales, miembros de las corporaciones públicas, artistas, profesionales, intelectuales, madres de familia, representantes del clero, etc., respondieron afirmativamente al llamado formulado por el M-19. Una de ellas, quizá la más importante, fechada el 29 de julio de 1981, fue dirigida al presidente de la República con la firma de más de cien ilustres colombianos, encabezados por el expresidente Darío Echandía y el dirigente liberal Luis Carlos Galán Sarmiento: Señor Presidente: Queremos los colombianos ¿pazo guerra? Es lo que se está definiendo hoy en nuestro país. Queremos paz. Consideramos que es el ambiente indispensable para emprender las grandes tareas que la nación exige. Obtener la paz es la primera exigencia del país. Es requisito indispensable para lograr la unidad nacional y para garantizar la integridad y soberanía de Colombia. No queremos soluciones de fuerza, de ningún lado, sino de inteligencia. Para alcanzar la concordia es indispensable el diálogo nacional. Ahí se inserta nuestra respuesta de paz. La oposición armada ha propuesto de nuevo el diálogo. Si el diálogo multilateral contribuye a que se pacifique la nación, a que no mueran más colombianos hoy enfrentados, estamos dispuestos a trabajar para que se inicien conversaciones que juzgamos oportunas, necesarias y trascendentales. Con esa convicción democrática y pacifista, propiciamos el diálogo necesario entre todos los colombianos identificados en el mismo propósito de paz, empezando por los sectores gubernamentales y políticos, e incluyendo a la oposición en todos sus matices y circunstancias. Estamos convencidos de que tocamos los límites de una frontera. Ante nosotros se abre una disyuntiva: desarrollo y progreso o destrucción y

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muerte. La alternativa, hoy, es dictadura o democracia, guerra o paz. Queremos paz, apoyamos el diálogo, invitamos a la nación a participar en el diálogo de donde habrán de resultar los elementos que definan nuestro futuro. Hagamos alto a la violencia, emprendamos, unidos, la búsqueda del país perdido. Todos sabemos cuándo se perdió; pongámonos de acuerdo en encontrarlo y rescatarlo.

Un mes más tarde, el 30 de agosto, con la presencia de 1.417 delegados obreros y 206 delegados de organizaciones no sindicales, se reunió en Bogotá el Primer Foro Nacional Sindical que agrupó en su seno a las centrales sindicales UTC, GTC, GSTG, UGT, CSNU y a varias federaciones y confederaciones independientes. Después de un amplio análisis de la situación nacional y de la actitud del gobierno, se acordó realizar el segundo paro cívico nacional y presentarle al gobierno un pliego unificado de diez puntos de carácter político, económico y social, siendo el primero de ellos el levantamiento del estado de sitio, la derogatoria del Estatuto de Seguridad, la desmilitarización de las zonas campesinas, el cese de los allanamientos y detenciones y la amnistía general, amplia y sin condiciones para todos los presos y perseguidos políticos. Con fecha 14 de agosto, el M-19 hizo circular entre su militancia el documento «Carta Nacional...», en el que se fijaban los ejes fundamentales y las tareas de ese momento: 1) Intensificar las acciones de propaganda armada, difundiendo nuestra propuesta de paz y la agitación de nuestra candidatura en todos los sectores de la población. 2) Promover con todas las fuerzas políticas y gremiales foros, mítines, manifestaciones por la paz, e impulsar pronunciamientos públicos en este sentido. 3) Apoyar todas las luchas populares. 4) Centrar esfuerzos en la conformación de la fuerza militar de masas a nivel popular, sindical, estudiantil y rural. 5) Consolidar la fuerza militar regular, tanto rural como urbana40.

Para el M-19 se estaba iniciando una nueva etapa en el camino de la lucha por una verdadera democracia. En el mismo momento en que llamaba a sus miembros a redoblar esfuerzos por la apertura democrática, cuando era trasladado al hospital de la Hortúa en Bogotá para un tratamiento médico, el Movimiento liberó a su

40. Documentos M-19. «Carta Nacional de la Dirección Nacional a toda la militancia». Agosto 14 de 1981.

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dirigente Gustavo Arias Londoño, Boris, quien se encontraba recluido en La Picota desde hacía casi dos años. El comando Juan Guillermo Mesa Restrepo (llamado así en homenaje a uno de sus integrantes muerto días antes), fue el encargado del rescate de Boris. A las 09:00 horas del 13 de agosto, los miembros del comando llegaron al hospital vistiendo uniformes médicos; a los pocos minutos, cuando se hizo presente el detenido con sus guardianes, procedieron a amordazarlos y huyeron por uno de los muros laterales de la edificación. Los múltiples pronunciamientos respecto a la necesidad de la paz, superaron la inflexible postura inicial del gobierno que intentaba desconocer cualquier posibilidad de diálogo con las organizaciones armadas. El 8 de octubre, mediante el decreto 2761, el gobierno creó la Comisión Nacional de Paz, fijó sus funciones y señaló los nombres de las personas encargadas de integrarla. Con este paso, el presidente Turbay aceptaba la propuesta del expresidente Carlos Lleras Restrepo expresada en una de sus notas editoriales del semanario Nueva Frontera, en la que planteaba la necesidad de conformar una comisión de alto nivel «para que estudie la situación, establezca contactos que para el gobierno es difícil tener directamente y formule recomendaciones reservadas al presidente de la República». En el decreto mencionado, se designó al mismo Carlos Lleras Restrepo como presidente de la Comisión. El M-19, en carta enviada por su Dirección Nacional a los directores de los medios de comunicación en todo el país, saludó el inicio de ese organismo y expresó, una vez más, su disposición a conversar: Saludamos con el mejor ánimo la conformación de una comisión de paz que abra definitivamente las puertas al progreso en Colombia y a la concordia entre hermanos. Dejamos claro ante el país que no somos nosotros quienes obstaculizamos la paz... Este gobierno no quiere la paz, y lo que siente diariamente el pueblo es una guerra no declarada... El pueblo colombiano desconoce los propósitos inmediatos de la Comisión. Sólo él puede juzgar. Por nuestra parte, los miembros del M-19 hablaremos con quien sea; haremos lo que sea para obtener lo que durante siglos se le ha negado a nuestro pueblo: el progreso, la libertad y la paz41.

41. El Espectador, pp. 1A-12A. Bogotá, 7 de noviembre de 1981.

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El segundo paro cívico, convocado para el 21 de octubre, fue ilegalizado por el Ejecutivo. Aplicando el decreto 2004 de 1977, se procedió a arrestar a aquellos que a su juicio estimulaban o fomentaban la actividad de protesta. El presidente Turbay calificó el paro de «subversivo» y atribuyó la dirección del mismo a los presos políticos del M-19 recluidos en La Picota. A diferencia de lo acontecido el 14 de septiembre de 1977, cuando se realizó el primer paro cívico nacional, el movimiento sindical contaba en 1981 con la fuerza de los movimientos cívicos que se venían adelantando en varios municipios del país; éstos, a pesar de su localismo y carencia de organicidad, eran expresiones de la protesta popular frente a la aguda problemática producida por la deficiencia en la prestación de los servicios públicos. Y a pesar de una convocatoria unitaria, las fuerzas políticas al interior de las organizaciones clasistas se encontraban polarizadas: tanto la CGTcomo la UTCy la CTC, presentaron en su seno posiciones encontradas frente al paro. También, a diferencia de los sucesos de 1977, las gentes que apoyaban la medida no salieron a las calles, no se vieron las grandes movilizaciones callejeras que habían sido el factor dinamizador cuatro años atrás. La jornada de protesta no fue un triunfo de los sectores democráticos, quienes limitaron sus posibilidades de protesta; imperó el amedrantamiento mediante detenciones masivas y despidos de cientos de trabajadores. En el boletín N° 69 de octubre de 1981, el M-19 hizo su propio balance de los resultados del paro cívico: La respuesta de paz turbayista ante el paro cívico fue el terror, la paz de los fusiles, la metralleta y los tanques. El ejército invadió desafiante las calles de las principales ciudades del país, amenazando y enfrentando a ciudadanos inermes. Reinó la paz de las detenciones masivas de dirigentes populares y sindicales, la paz de la amenaza de destitución y cancelación de personerías jurídicas si el pueblo osaba movilizarse.

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Un barco cargado de ...

...Todo demuestra que en Colombia las condiciones para que se dé la revolución están dadas. Pero necesitamos armas... El pueblo sin armas es lo mismo que las armas sin pueblo... Todo demuestra, también, que a la gente le gusta nuestro proyecto político: nuestros cuadros se reproducen cuando el ejército nos los quita, cuando surge el vacío. Entonces lo llena otra gente que tiene menos experiencia, pero que llega con nuevas ideas. Todo demuestra, en cambio, que nosotros no seamos la vanguardia42.

El desarrollo de la fuerza militar del M-l9 comenzó a depender de la calidad de su armamento y de la formación política y militar de sus combatientes. En la búsqueda por llenar esa necesidad se inscribieron los desembarcos por Nariño y Chocó; igualmente, toda la campaña militar en el Caquetá y Putumayo que permitió al M-19 recuperar algún armamento. Pero no era suficiente. Para Jaime Bateman y los máximos dirigentes del Movimiento, la conformación de un ejército revolucionario estaba íntimamente ligada con la capacidad de combate que adquirieran las masas. Había conciencia de lo urgente que era armar a los campesinos de las zonas donde desempeñaban sus actividades. Desde mayo se había puesto en marcha un plan para adquirir mil fusiles FAL (calibre 7.62 NATO) de fabricación belga, cinco mil proveedores (cargadores), un millón de tiros del mismo calibre y un barco para trasladar el cargamento hasta alguna costa colombiana. Esta compra la haría el M-19 con recursos propios (aproximadamente el 80%), y con aportes de otros grupos guerrilleros del país que estaban interesados en pequeñas cantidades de esas armas. La operación estuvo en manos del Comandante Pablo, quien designó a Gerardo Quevedo, Pedro Pacho, y a Roberto Montoya, Mateo, para coordinar lo referido a la adquisición y traslado del armamento.

42. Entrevista a Jaime Bateman, en Patricia Lara, op. cit., p. 205.

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El barco para transportar el arsenal fue adquirido en Hamburgo a un costo de 195 mil dólares; eran los últimos días de junio de 1981 y se le llamó «Karina». El 4 de julio zarpó del puerto alemán, siguió por el Mar del Norte, atravesó el Estrecho de Calais, dio la vuelta a España y Portugal, y por el Estrecho de Gibraltar penetró al Mar Mediterráneo, donde, en un puerto de la costa norte del Africa recogió el cargamento. Regresó por la misma ruta para tomar el Océano Atlántico y seguir rumbo hacia Panamá, vía Islas Canarias y Aruba. El 15 de agosto fondeó el «Karina» en el puerto de Colón en Panamá. Para ese momento ya se encontraba allí Jaime Bate- man, quien había llegado el miércoles 5 de ese mes al aeropuerto de Tocumen. Bateman arribó al día siguiente del entierro de su amigo el general Ornar Torrijos Herrera, muerto el 31 de julio en un extraño accidente de aviación, cuando en un Twin Otter se dirigía de Peno- nomé a Coclesito en el centro del país. (Véase Anexo 4). Las muertes de los mandatarios Roídos y Torrijos, con escasos dos meses de diferencia y con tantas similitudes, nos hacen recordar los contenidos del Documento Santa Fe I (informe presentado en mayo de 1980 al Consejo de Seguridad Interamerica- na), que se constituyó en la base de la política del presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, para América Latina. Allí se proponía la agresión a Cuba y la derrota de la revolución sandinista. Allí se avizoraba la invasión a Granada y el ataque a los regímenes que se atrevieran a levantar alguna posición independiente. Ese informe señalaba que la «doctrina Roídos» era peligrosa y debía ser condenada. Meses después Roídos moriría por fallas mecánicas del avión en que viajaba. Afirmaba el informe que los tratados Torri- jos-Carter, sobre la recuperación del Canal para los panameños, no eran convenientes para los intereses de los Estados Unidos. Ornar Torrijos murió al año siguiente de conocerse dicho documento. Con el «Karina» ya en Panamá, comenzó a formarse una nueva tripulación que estaría dirigida por Fernando Erazo, Salvador, uno de los pocos sobrevivientes de la columna del M-19 que entró por el Chocó. El 20 de agosto se reunió el comando conformado por ocho guerrilleros del M-19, al frente de ellos Roberto Monto- ya, Salvador, como segundo al mando y Jairo Rubio, Henry, como tercero en la línea de conducción del equipo; con ellos Julio, Héctor González, Javier, Isaías, Roque y Alvaro de tan sólo dieciséis años. Esa misma noche zarpó el barco hacia la frontera marítima entre Panamá y Colombia, en cercanías del Golfo de Urabá;

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1 allí, en la noche del 21, se le entregarían a las FARC 200 fusiles y mil proveedores. Por la imposibilidad de hacer contacto con quienes recibirían esa primera parte de la carga, y por un desperfecto en la estructura del «Karina» se regresó a Colón. Era ya el 26 de agosto. Durante las dos semanas siguientes el buque permaneció en la entrada al Canal de Panamá, hasta que por seguridad decidieron trasladarlo al norte, hacia la frontera con Costa Rica. Allí permaneció hasta cuando se terminó de reparar el daño en el casco, se pintó en su totalidad y se sortearon algunos problemas económicos. Ante las dificultades que se estaban presentando y para evitar una caída que podría representar la pérdida de todo el armamento, el Comandante Pablo decidió conseguir otro barco para trasbordar parte del cargamento, llevarlo por el Mar Caribe a un punto en el departamento de La Guajira, encaletarlo y posteriormente trasladarlo al interior del país. El 5 de octubre se apoderaron de un barco, «El Monarca», por seguridad bautizado posteriormente como «El Zar», que estaba decomisado en la isla de San Andrés; el día 9 se encontraron con el «Karina» para llevar la mitad de la carga. La orden, para los guerrilleros que viajaban tanto en «El Zar» como en el «Karina», era que esas armas no podían caer en manos de nadie y que si llegaba a suceder algo, tenían que hundir la nave. Casi a la media noche del 10 de octubre, «El Zar» llegó a la población de Dibulla, en La Guajira. Allí, con la ayuda de Jaime Guillot Lara, compañero de estudios del Comandante Pablo, se trasladaron las armas hasta unas caletas cercanas. En ese momento la prioridad era sacar las armas para el Caquetá. Roberto Montoya dirigió el comando José Elmer Marín de cinco guerrilleros (además de él como responsable estaban Carmen, Patricia, Lindberg y Andrés) que el día miércoles 21 de octubre, cuando se realizaba el segundo paro cívico nacional, secuestró un avión Curtiss C-46 contratado previamente con la empresa Aeropesca en Medellín; la aeronave fue llevada hasta una pista cercana a Dibulla, donde cargó las armas rumbo al río Orteguaza en la intendencia del Caquetá. La acción en su totalidad fue filmada y fotografiada por los mismos guerrilleros pero, en el acuatizaje se perdió el material. Aquí apartes del relato de su principal protagonista, Roberto Montoya:

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Ordenamos al piloto describir un rumbo paralelo a la costa, casi en semicírculo, cuyo punto final era el pueblo donde habíamos desembarcado las armas. Yo conocía muy bien esa región desde tierra, y desde aire, pues la había explorado varias veces volando. (...) A la una y media de la tarde el avión estaba cargado y tanqueado. (...) Le ordenamos que despegara con full potencia. Despegamos a sesenta y cinco nudos por hora. Fue la capacidad del piloto lo que hizo que la operación se moviera. Salimos con mucho miedo de no alcanzar a llegar a la zona. Teníamos cuatro y media horas de vuelo por delante, y el sol se escondería a las seis de la tarde. Entonces le ordenamos al piloto, «línea recta, hermano». Línea recta significaba volar sobre Bogotá, volar sobre Palanquero, la base de los Mirage, volar sobre Melgar, la base de los helicópteros del Ejército. A las cinco y quince de la tarde estábamos pasando sobre Neiva, en la falda de la cordillera, y al lado opuesto de Florencia. Afortunadamente la zona del Caquetá la conocíamos perfectamente desde el aire. Ya no había luz. Eran las seis y quince, y volábamos ya sobre Granario. Entonces vi un potrero y le dije al piloto, «¡oye, tírate ahí!». Y él me dijo, «no joda, yo me tiro ahí y me mato. Mejor me tiro al río» «Bueno, tírate al río». El río Orteguaza tiene trescientos metros de ancho. Y nosotros nos tiramos así. El avión rebotó sobre la superficie del agua como cuando uno tira una piedra haciendo velitas. Ya era totalmente de noche, la oscuridad más verraca. Los compañeros se asustaron. Con fusil en mano, me subí al techo del avión. Hice una ráfaga de veinte tiros para avisar que estábamos ahí. Río arriba, la guerrilla me contestó con otra ráfaga de metralleta. A los cuarenta minutos más o menos, vino llegando la guerrilla. Eso era una vaina emocionante. La alegría de la gente, y todo, era realmente conmovedor. Ahí estaban los fusiles que habían esperado un año. Y empezó pues la tarea de conseguir balsas, canoas, porque era la única forma de evacuar la región. A las tres de la mañana aproximadamente, el avión estaba completamente vacío.(...) En una lancha muy grande montamos a los ciento cincuenta hombres armados, más la carga, y nos fuimos río arriba hacia un sitio llamado Remolinos. Ahí desembarcamos. Penetramos como un kilómetro monte adentro, y armamos un campamentico. Ahí nos sorprendió el amanecer. Lo primero esa mañana fue acabar de armar los fusiles y cargar a cada hombre con tres fusiles y quinientos tiros. Después mandamos a cincuenta compañeros hacia donde había otro grupo, para que repar-

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tieran rápidamente la fusilería. Para las diez de la mañana ya habíamos repartido trescientos fusiles y cuarenta y cinco mil tiros. Por otro lado, los doscientos fusiles que habíamos dejado tapados, se empezaron a evacuar. Utilizamos los comandos de lucha local de la organización, los comandos de poblado que había en la zona, para que ayudaran de inmediato a cargar armas y municiones, para meterlas en la profundidad del territorio y abastecer otras columnas que se hallaban más distantes43.

Cuando los noticieros de la noche estaban anunciando la desaparición de un avión que salió de Medellín, los guerrilleros que lo condujeron hasta el río Orteguaza se encontraban comiendo en una choza campesina y preparando viajar a primera hora a Bogotá. Y mientras todo esto ocurría en Colombia, en Panamá el buque «Karina» continuaba fondeado en aguas del norte. Desde su arribo a costas americanas, habían transcurrido dos meses y aún su situación era incierta. Y pasaron quince días más en esas mismas condiciones, hasta que el Io de noviembre cruzó el Canal de Panamá rumbo a Bahía Málaga en la Costa Pacífica colombiana, donde meses antes el M-19 había instalado un grupo de guerrillearos para construir un campamento camuflado y varias caletas y así tener las condiciones para recibir el arsenal. La cita era el lunes 2 de noviembre a las 19:30 horas en la Isla Palma, a la entrada de la Bahía. No se cumplió. Ante la imposibilidad de encontrarse con el equipo de recepción, el «Karina» se regresó a Panamá. A esas alturas, luego de estar durante seis ocasiones en puertos panameños (Colón o Balboa), es de suponer que la operación ya estaba caída. Sin embargo, se acordó una nueva cita en Bahía Málaga para el 14 de noviembre. Desde el día anterior, la Armada Nacional de Colombia ya estaba en alerta sobre la presencia del «Karina» y preparaba a su buque ARC Sebastián de Belalcázar para proceder a la captura. A las 19:39 horas del sábado 14 el «Karina» fue detectado por radar; una hora más tarde se dio el primer contacto armado entre los ocupantes de las dos motonaves. Durante cerca de cinco horas se produjo un fuerte y desigual combate, hasta que pasada la media noche el «Karina» fue hundido con toda su carga y rescatados tres de sus ocupantes: Fernando Erazo, Salvador, Jairo Rubio, Henry, y Héctor González, Javier. Como un hecho posterior que nunca se

43. Relato de Roberto Montoya.yJ/tf/to, en revista Zona. Bogotá, 14 d 1986

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ejecutó, estaba una orden de Jaime Bateman para hundir el buque ARC Sebastián de Belalcázar; para ello se iban a utilizar comandos altamente especializados en manejo de explosivos y conocimientos marinos; se estudiaron sus puntos vulnerables y se llegaron a colocar cargas que nunca funcionaron. Iba a ser una retaliación por el hundimiento del Karina. Una reflexión final: ...esta operación es un reconocimiento a la tenacidad, a la audacia, a ese sentido de nuestra organización de echar pa’lante, así sea con los cojones al hombro. A veces pensábamos: no joda, ¿será que esto nos va a quedar grande? Pablo lo resume: fue una hormiga que parió un elefante. La operación es un reconocimiento a la tenacidad de una organización que realmente está interesada en asumir el poder político del país por medio de las armas, pero no para dentro de un siglo. Para cuanto antes, mejor; no pensamos envejecernos en esto. Otra de las cosas que agregar: independientemente de la audacia, demuestra que cuando se quiere se puede. Si nosotros hubiéramos tenido recursos económicos, tal vez se hubiera hecho una operación más grande, tal vez sin tanto riesgo; esta operación se hizo con las uñas, sin recursos, prestando, vendiendo tres veces algo, empeñando. Es una operación que refleja la capacidad, la disposición de combate de nuestra militancia, la disponibilidad de nuestra gente, e! sentido de sacrificio, de entrega, el trabajo de tantos44.

Durante los meses de octubre y noviembre los periodistas de los más importantes medios informativos se volcaron sobre la intendencia del Caquetá. Su objetivo, cubrir la noticia relativa al secuestro del avión de Aeropesca y todo lo relacionado con el ingreso del importante armamento para el M-19. Al incursionar en esta zona guerrillera, cuatro periodistas fueron retenidos por una de las columnas del Movimiento y convivieron por varios días con ella. Con los periodistas en calidad de rehenes, la columna dirigida por Jairo Capera Díaz, Orlando, ocupó las poblaciones de Peñas Blancas y Puerto Solano situadas a orillas del río Caquetá. En la incursión a Peñas Blancas los comunicadores fueron testigos del fusilamiento de los militares cabo segundo Silogonio Ichamon Cuejajema y el dragoneante Silvio Augusto Ramírez González, «infiltrados» en filas de la guerrilla. Irónicamente, la imagen del fusilamiento, captada por el fotógrafo John Jairo Alzate

44. «Roberto Montoya, artillero del pueblo», en Revista Colombia, N" 7 abril de 1983.

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de El Tiempo, le dio la vuelta al mundo y lo hizo merecedor del primer premio de periodismo del Círculo de Periodistas de Bogotá, CPB. Este hecho, calificado en alguna oportunidad por Jaime Bateman como «vergonzoso» para el M-19, fue profusamente discutido al año siguiente en el transcurso de la VIII Conferencia donde se conformó una comisión de alto rango para redactar un Código de Etica Militar, que entre otros puntos fijaría reglas fundamentales sobre el derecho a la vida de los miembros del ejército o de la policía detenidos por la guerrilla.

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Muerte a Secuestradores

En la noche del 3 de diciembre, pocos minutos antes de comenzar en Cali el clásico futbolero entre los equipos América y Nacional, una avioneta recorrió la ciudad lanzando miles de volantes firmados por el MAS, cuya sigla significaba «Muerte a Secuestradores», identificada como grupo de acción de la mafia. El panfleto llevaba, como símbolo del grupo, un + en el costado superior derecho. Su contenido era un aviso de la mafia a los «secuestradores comunes y a los secuestradores subversivos», a quienes informaba sobre la reciente reunión de 223 jefes mafíosos con el fin de tratar el tema del secuestro. Los asistentes a la citada asamblea habían decidido aportar cada uno de ellos dos millones de pesos y diez de sus mejores hombres, para ejecutar en forma directa a todas las personas involucradas en secuestros; igualmente, establecieron recompensas de 20 millones para los informantes sobre ese tipo de delitos. Culminaba el documento pidiendo su más amplia difusión: Por favor no rompa este comunicado. Péguelo en parte visible; en su oficina, negocio, fábrica o sitios especiales de reunión, o páselo a un amigo. Colabore45.

Desde el 12 de noviembre de 1981, el M-19 había secuestrado en Medellín a Martha Nieves Ochoa Vásquez, hija del conocido caballista Fabio Ochoa, a quien exigían 80 millones de pesos por su rescate. A raíz de esa acción, el MAS comenzó a actuar reteniendo a cerca de 25 personas, entre ellas 15 con relaciones de parentesco con miembros del M-19; tal era el caso de Horacio Bernal, hermano de Luis Gabriel Bernal, sindicado este último

45. «223 mañosos aportan $446 millones para combatir secuestro», diario El Tiempo, 4 de diciembre de 1981.

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de ser uno de los autores del plagio de Martha Nieves Ochoa. En iguales condiciones estaba Martha Elena Correa, amiga personal de la plagiada y esposa de Luis Gabriel Bernal, a quien el 30 de diciembre el MAS encadenó a las rejas del diario El Colombiano con letreros que la señalaban como secuestradora. El 5 de enero de 1982, la familia Ochoa Vásquez informaba, mediante avisos publicados durante una semana en los principales diarios del país, su negativa a negociar con los secuestradores y ofrecía la suma de 25 millones de pesos a quien suministrase datos sobre el paradero de Martha Nieves Ochoa de Yepes. Ese mismo día se conoció un comunicado del MAS en el que anunciaba que tomaría represalias contra sus 25 «retenidos», en caso de no ser puesta en libertad la secuestrada. Pocos días después, encostalado y amordazado, fue entregado al ejército en Bogotá, Guillermo Elvecio Ruiz, Ramiro, o El Flaco Oscar, dirigente del M-19, acusado de ser el autor intelectual del rapto en Medellín; de acuerdo a lo que muchos años después le contara Pablo Escobar Gaviria al periodista Germán Castro Gay- cedo, a Elvecio Ruiz lo habían soltado por su comportamiento frente a la tortura, por ser «un varón». El secuestro de Martha Nieves Ochoa culminó con su liberación el 16 de febrero de 1982 en la ciudad de Armenia, luego de permanecer parte del cautiverio en una casa ubicada en la ciudad de Calarcá. El M-19 buscó una negociación directa con la familia Ochoa Vásquez para evitar que se ahondaran las contradicciones por el plagio. De los sindicados por el MAS como plagiarios, varios fueron muertos en distintas circunstancias y otros abandonaron el país. Desde su surgimiento, el MAS fue calificado como un grupo paramilitar cuyo objetivo central era «ejecutar públicamente» a miembros de organizaciones guerrilleras o a sus familiares cercanos. El M-19 consideró que era una táctica del ejército y que no caería en una supuesta guerra de aparatos armados: Nosotros estamos absolutamente convencidos y tenemos informaciones precisas de que el MAS es un organismo paramilitar, dirigido por un coronel del ejército, adiestrado en Israel. Es una persona especializada en la lucha sicológica y contrainsurreccional. El MAS es un aparato más del ejército colombiano. Por eso nosotros no hacemos ninguna diferenciación. Por eso no hemos hecho declaraciones contra el MAS. No hemos caído en la trampa. Porque lo que

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quiere la inteligencia militar del ejército es que nosotros declaremos una g'térra falsa contra un aparato que no existe, porque es el mismo ejército46.

A las 13:00 horas del 27 de enero de 1982, mientras realizaba un vuelo regular entre Bogotá y Pereira, fue secuestrado el avión HK 2637 de la empresa Aerotal con 128 pasajeros a bordo. El operativo fue realizado por los comandos Héroes del Karina y Luis Javier Cifucntcs, en homenaje al dirigente sindical y militante del M-19 muerto por el MAS a comienzos del año en la ciudad de Medellín. Precisamente, los ocho hombres y una mujer que conformaban esos comandos, buscaban denunciar el surgimiento y actividades del grupc paramilitar. Así mismo, pretendían poner a salvo a varios de los guerrilleros que habían participado en el plagio de Martha Nieves Ochoa y que estaban siendo afanosamente buscados por el MAS para darles muerte47. A las 13:09 horas, pocos minutos antes de llegar a Pereira, los aeropiratas tomaron el control del avión y regresaron a Bogotá, pero ante la imposibilidad de adelantar allí las negociaciones, se dirigieron a Cali en donde pusieron en libertad a 46 de los pasajeros. En esa ciudad la aeronave sufrió una avería y tras 26 horas de permanecer en la pista, se acordó suministrar a los guerrilleros el pequeño avión ejecutivo HK-2150 de propiedad del industrial Carlos Ardila Lülle. Una vez a bordo tomaron rumbo a San Andrés, de donde partieron hacia La Habana. Pasados 30 minutos del secuestro, circuló en los medios informativos una proclama del grupo guerrillero en la que atacaban al ejército nacional, acusándolo de haber creado el MAS: «La creación por parte del ejército del MAS, es la prueba de que ni el gobierno ni los militares quieren la paz en el país. Utilizando como careta a los narcotraficantes Ochoa Vásquez, el ejército dirige y asesora logísticamente a matones a sueldo organizados tras la sigla MAS. Este es un recurso utilizado por los militares en muchos otros países de la América Latina que les permite actuar con libertad, sin que la imagen de las Fuerzas Armadas se deteriore.

46. Entrevista a Jaime Bateman, por María Jimena Duzán. Diario El Espectador, marzo 9 de 1982, p. 9A. 47. En ia entrevista que en marzo le hiciera la periodista María Jimena Duzán, el Comandante Pablo manifestó que el secuestro del avión ...«fue por esta represión que hay en este país. La gente se ve obligada a recurrir a cualquier forma de defensa». Fuente: Diario El E d 10 d 1982 7A

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Numerosos dirigentes sindicales y populares han recibido amenazas y hasta en las cárceles custodiadas por el ejército, nuestros compañeros han recibido la visita personal de la familia Ochoa y de sus matones a sueldo, amenazando sus vidas4*. 48

48. «Las elecciones son un chantaje». Diario Vanguardia Liberal, p. 5, 28 de enero 1982.

II.

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VII. La paz, esa esquiva paz

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Elecciones 82, la paz en la recta final

La campaña para las elecciones de 1982 tomó inusitada fuerza desde el último trimestre de 1981. Entre los electores, la expectativa se centraba en el domingo 14 de marzo cuando renovarían los cuerpos legislativos, y en las elecciones presidenciales del 30 de mayo para escoger al sucesor de Julio Cés ir Turbay Ayala. Para el «país político», la contienda tenía en esta ocasión un ingrediente adicional: Luis Carlos Galán Sarmiento se había convertido en el tercero en discordia, al actuar por fuera de las filas del oficialismo liberal, en lo que denominó Nuevo Liberalismo, movimiento que proponía una renovación política y orgánica dentro de la colectivi-' dad roja. En cuanto a la gran mayoría de los colombianos, el «país nacional», el factor más importante de este debate electoral se centraba en la búsqueda de la paz para solucionar la confrontación entre el Estado y los grupos alzados en armas. La paz, tema crucial en las campañas tanto del bipartidismo como de la oposición, tuvo diversas interpretaciones. Para López, la propuesta de paz estaba dirigida a dotar a los colombianos de mayor seguridad, a la vez que expresaba su acuerdo con las propuestas surgidas de la Comisión de Paz: ...el problema de la seguridad y de la paz social sigue siendo, para la mayoría de los colombianos que vivimos en las grandes urbes, la mayor de las preocupaciones... una sociedad en donde se van consdtuyendo en esta forma fuerzas paramilitares sin control ninguno, con un bando de los buenos y otro de los malos, pero ambos armados e irritados, cuando lo normal es que la protección venga del Estado y que quien infunda e! temor a los violadores de la ley sean las fuerzas regulares de seguridad, está al borde de la guerra civil. No quisiera asistir en Colombia a una larga noche como la de El Salvador, en donde la vida humana carece de precio... La paz es el gran anhelo colombiano y en mi sentir, no son buenos hijos de la patria quienes quieren presentar a las Fuerzas Armadas como la encarnación misma de la

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represión, en un supuesto contraste con los civiles, cerrando filas como amigos de la paz y defensores de los derechos humanos1.

Por su parte, Belisario Betancur, candidato unificado del Partido Conservador con el apoyo de otras colectividades, entre ellas la Anapo, se presentaba como el abanderado de un «movimiento nacional de unidad y reconciliación de la familia colombiana»; levantaba una propuesta de paz basada en las causas sociales de la «subversión» y en la solución de problemas como el desempleo «para que no sigan apareciendo sistemáticamente alzados en armas». Su programa, aunque confuso, contemplaba la urgencia de la paz para todos los colombianos: La lucha contra la subversión implica numerosas consecuencias: — Que no puede dirigirse tan sólo contra los individuos que la promueven sino, que previa o simultáneamente, debe atacar a los agentes impersonales que representan la raíz del mal. — Que para erradicar la subversión es necesario erradicar otras alternativas de cambio, menos azarosas que las que le ofrecen los insurrectos pero no menos ambiciosas en sus objetivos. —Que el subdesarrollo, como tal, nada tiene que hacer frente a la subversión (está indefenso ante ella) puesto que la segrega con su propia realidad. — Que los partidos políticos deben encarar la solución a partir del compromiso de que el esquema de desarrollo acelere contractualmente el proceso, impulsando todas la energías de los empresarios y de los trabajadores, al alcance de aquellas metas sociales que sirven de caldo de cultivo a la subversión1 2.

La posición de Luis Carlos Gálan con respecto a la paz, tenía amplia acogida en los sectores democráticos y en los grupos guerrilleros, particularmente en el M-19, organización que en varias oportunidades, en sus documentos o por boca de su dirigente Jaime Bateman, manifestó sus acuerdos y desacuerdos con el disidente liberal: ...nosotros apoyamos algunas de las propuestas de Galán. Vemos en él un personaje interesante a quien hay que mantener cerca y oír lo que dice. Sin embargo, no estamos de acuerdo cuando él dijo que el problema de la guerrilla en el Caquetá era un problema de coloniza-

1. Alfonso López Michelsen, «La cita con el futuro». Propuesta liberal. 1982- 1986. Programa, septiembre de 1981. 2. Belisario Betancur Cuartas, declaraciones a Colprema, febrero 13 de 1982, El Heraldo, marzo 7 de 1982, p. 10A.

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ción. Sería interesante dialogar con él sobre esto para demostrarle que está equivocado3.

Galán había manifestado en el desarrollo de la campaña su apoyo a un diálogo con los alzados en armas, propuesta de paz que se presentaba como la más realista de los candidatos: Colombia no puede volver a la tragedia de mediados del siglo ni evolucionar hacia conflictos similares a los que hoy padece Centroamérica. El sacrificio de decenas de jóvenes guerrilleros y soldados, en los últimos meses, nos demanda una actitud nueva a todos los colombianos para salvar a la nación de una tragedia indescriptible. Todas estas reflexiones sobre los problemas reales del país, el diagnóstico que hacemos, las soluciones que planteamos y los ideales que proponemos, se dirigen a lograr esa paz sin la cual estará en peligro la soberanía nacional y sería imposible construir la futura Colombia4.

La izquierda intentó agruparse en el Frente Democrático con la candidatura del maestro Gerardo Molina, exmiembro de la Comisión de Paz presidida por Carlos Lleras. Y si bien es cierto que el socio mayoritario de esa unión política era el Partido Comunista, el M-19 criticó abiertamente la forma como utilizaban al candidato y el manejo dado por él al tema de la paz: Tampoco estamos de acuerdo con que Gerardo Molina sea candidato presidencial de un partido como el Partido Comunista. Nos parece vergonzoso lo que está haciendo la autodenominada izquierda colombiana. Hablando clarito, creemos que a Gerardo Molina lo quemaron. A una persona tan recta y tan limpia la han puesto a decir cosas que no pueden ser ciertas. Él ha escrito muchos libros sobre esto. ¡Por eso es inconcebible —así lo creemos— que él esté diciendo que la guerrilla debe rendirse!5.

El candidato Molina manifestó permanentemente su acuerdo con una amnistía general y con el diálogo entre el gobierno y los grupos guerrilleros: Yo no soy el candidato de los grupos alzados en armas. Puede que ellos simpaticen con mi candidatura pero eso es otra cosa. No la respaldo pero la comprendo. No le aconsejo a nadie que se vaya a la guerrilla. Ella trabaja, por otros medios, por las mismas ideas de cambio social 3. «9 días en poder de la guerrilla», entrevista de María Jimena Duzán con Jaime Bateman, El Espectador, marzo 8 de 4. «Galán, Un nuevo estilo político». Revista Arco, Nü 251, p. 78. 5. María JimenaDuzán, op. cit., marzo 9 de 1982, p. 9A.

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de quienes profesamos la civilidad del sistema democrático. Pienso que es necesario el diálogo con los insurrectos. El ejército debería estar contribuyendo a los arreglos políticos para la paz y no estar tan pendiente del peligro comunista y de la tarea de exterminar a los grupos subversivos6.

El M-19 cuestionaba a fondo que los distintos candidatos no asumieran otros problemas relacionados con la paz, como eran el levantamiento del estado de sitio, la militarización de extensas zonas del territorio nacional y la guerra que se libraba en el Caquetá, que para entonces había sido erigido, mediante la Ley 78 de 1981 como el vigésimo tercer departamento de Colombia. Frente a esta situación preelectoral, el Movimiento decidió un saboteo al proceso por todas las formas posibles. Así lo anunció en un comunicado del 27 de enero, enviado a los distintos medios de comunicación en momentos en que se realizaba el secuestro del avión de Aerotal. En el documento sostenía el fracaso de sus esfuerzos por concretar un acuerdo con el gobierno para deponer las armas a cambio de libertades democráticas y por concertar negociaciones para buscar conjuntamente salidas a los problemas de Colombia. Sin lugar a dudas, estaba anunciando una nueva ofensiva de sus fuerzas; para corroborarlo informaba también que el comandante Jaime Bateman Cayón ya no se presentaría en los comicios electorales del siguiente 30 de mayo: De mil maneras hemos expresado al país nuestra voluntad de paz, hemos formulado propuestas, hemos llamado al diálogo, hemos tendido puentes y hasta con morterazos al Palacio hemos tratado de disuadir al presidente de su peligroso camino de la guerra. No obstante, todos estos esfuerzos han resultado estériles. Lo que ahora se abre es la guerra impuesta por la oligarquía. Las elecciones son un chantaje y a ellas nos opondremos con todas nuestras fuerzas. Las armas tienen la palabra. Hay elecciones para todos o no habrá elecciones para nadie7.

Pareciera que algunos hechos que se generaban en el Ejecutivo estaban encaminados a profundizar los enfrentamientos con los grupos alzados en armas. El viernes 19 de febrero, el gobierno, ante el rotundo fracaso que había tenido con la ley de amnistía, promul-

6. «Gerardo Molina, candidato presidencial», revista Arco, N° 253, pp. 7. «Saboteo armado a elecciones», El Siglo, 28 de enero de 1982, p. 3.

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gó el decreto legislativo No. 474 de 1982, «por el cual se dictan medidas tendientes al pronto restablecimiento del orden público interno». El decreto, que fijaba un nuevo plazo de dos meses a los guerrilleros para que se presentaran ante las autoridades, consideraba la voluntad gubernamental de dar una nueva oportunidad a las agrupaciones armadas para «reincorporarse a actividades ciudadanas dentro del marco de la ley». Preveía la suspensión, durante treinta días, de las acciones militares si los grupos guerrilleros se declaraban dispuestos a entregar las armas, pero bajo la condición de dar la identidad de sus miembros. El artículo 6 del mencionado decreto consideraba la posibilidad de beneficiar a los presos políticos, si la mayoría de los militantes de su respectiva organización deponían las armas ante las fuerzas del orden. El decreto fue rechazado por los grupos guerrilleros. Mediante carta enviada al presidente Turbay, el M-19 rechazó la medida por considerarla una copia de la anterior ley de amnistía. El pronunciamiento tenía la firma de 62 de sus miembros presos en la cárcel La Picota: La nación ha sido notificada que usted y su régimen no desean la paz. Se niegan a la paz. Le temen a la paz. A quién se engaña esta vez, señor presidente, con el nuevo decreto de Amnistía, copia exacta del anterior que hecho ley del Congreso tuvo su tiempo y su hora. Fracasó. Fue enterrado. Revivir el viejo proyecto de amnistía, hacer depender de él la paz es asaltar la buena fe de los colombianos. Se equivocó otra vez de pueblo, señor presidente. Luchamos sí por una paz colombiana, franca y justa. Libere a la nación del estado de sitio. Dé cauce al diálogo nacional. Por esa paz lo haremos todo, contra ella ni un paso. Los presos políticos del M-19 decimos a Colombia que nadie debe rendir un hombre, un arma, un ideal por nuestra libertad. Hoy se impone la lucha, la dignidad. Señor presidente, usted dio dos meses de plazo para rendir a Colombia al chantaje. ¡Le regalamos los dos meses, señor presidente!8.

Lo expresado por los dirigentes de1 M-19 en sus documentos se reafirmó a través de la periodista del diario El Espectador, María Jimena Duzán, «invitada» por el Movimiento a las selvas del Caquetá, donde se encontraban sus máximos jefes, Jaime Bate- man, Iván Marino Ospina y Otty Patiño, quienes la hicieron portadora de una propuesta para el doctor Carlos Lleras Restrepo, 8. Documentos M-19. Carta-telegrama al presidente Julio César T b A l

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presidente de la Comisión de Paz, y de un comunicado sobre la actitud que asumirían frente al decreto de amnistía y frente a las elecciones. La comunicadora permaneció durante nueve días en poder de la guerrilla y su experiencia y conversaciones con el M-19 fueron recogidas en cinco extensas crónicas publicadas entre el 6 y el 10 de marzo en El Espectador. Bateman le manifestó su desacuerdo con el decreto de amnistía gubernamental y lo calificó como una «farsa de la oligarquía y un reto de guerra»: ...en vista de que este nuevo decreto no ofrece las garantías para deponer las armas, ni se incluyeron los tres puntos sobre los cuales nosotros hemos venido insistiendo: levantamiento del estado de sitio, amnistía general y el derogamiento del Estatuto de Seguridad; y como representantes del pueblo que somos, nos proponemos iniciar una escalada militar, en los días que anteceden al día electoral, propinando golpes contundentes en puntos neurálgicos, que conmuevan profundamente a quienes quieren seguir engañando al pueblo colombiano. Como movimiento eminentemente nacionalista y patriótico estamos en el deber de salir en defensa del pueblo colombiano, aunque sabemos que en esta ofensiva, que irá hasta sus últimas consecuencias, nos vamos a aislar de sectores democráticos que pudieran simpatizar hasta el momento con el M-19. Proclamamos desde ya que este nuevo Decreto está condenado al fracaso9.

No sobra anotar que pasados los dos meses de vigencia del decreto de amnistía, y ante la negativa de los grupos armados para acogerse a sus beneficios, el gobierno decidió, mediante el decreto 1008 del 11 de abril, ampliar el plazo por otros sesenta días. En la entrevista con María Jimena Duzán, Bateman criticó duramente la posición de las FARC, grupo que había declarado una tregua unilateral de seis meses: ...estamos en desacuerdo con la última actitud que han asumido las FARC, de declarar la tregua. ¡Si es la primera tregua del mundo, de la historia de la humanidad! Nunca nadie había decretado una tregua como ésta: una tregua unilateral, donde no se consigue absolutamente nada y por siete meses. Nosotros con eso no estamos de acuerdo, porque se le está dando la razón a los militares. Eso es lo que están buscando los militares: que nos rindamos. Las FARC no han entregado

9. «Las armas las compramos en Portugal». Entrevista con el M-19 por María Jimena Duzán, El Espectador, marzo 8 de 1982 7A

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aún sus armas, pero han suspendido sus acciones militares, que moralmente es lo mismo. Y todo por razones electorales10.

La consigna de saboteo electoral y de rechazo al decreto 474 comenzó a cumplirse desde los primeros días de febrero cuando intensificaron sus acciones en todo el país. Tanto el Frente Sur, que operaba en el Caquetá y Putumayo, como los Regionales de la Costa, de Occidente y el llamado Regional del Café, desarrollaron actividades tendientes a afectar el proceso electoral: — El 8 de febrero en Pereira, el comando Iván Duque (llamado así en homenaje a uno de sus dirigentes muerto en agosto del año anterior en Armenia), asaltó la central lechera en donde arengaron a los trabajadores, les repartieron propaganda y sustrajeron un millón de pesos; ese mismo comando protagonizó 15 días más tarde la toma de un tren a la altura del municipio quindiano de La Tebaida, pocos kilómetros antes de la ciudad de Armenia; los guerrilleros pintaron consignas, hablaron con los pasajeros, les entregaron alimentos y propaganda de la organización. — El 12 de marzo, en Bucaramanga, la escuadra Orlando Díaz Otero (nombre de uno de los guerrilleros muertos en el Chocó), colocó una bomba de alto poder en la Casa de Gobierno. A escasos 50 metros del despacho del gobernador explotó el artefacto que afectó seriamente la edificación. — En Cali, entre el 10 de febrero y el 12 de marzo fueron quemados veinte buses de transporte municipal. Cerca de allí, el 8 de marzo, en Yumbo, los guerrilleros del comando Doris Grajales se llevaron mil kilos de dinamita de la empresa Cementos del Valle. — En Bogotá el accionar del M-19 fue intenso. Realizaron tomas de iglesias, de asambleas de trabajadores y colocaron bombas. En la noche del 28 de febrero hubo presencia múltiple de sus comandos que pintaron paredes, quemaron tres buses y colocaron «panfletarias» que lanzaban volantes en los que se rechazaba el decreto 474 de amnistía. — El 10 de marzo, pocos días antes de las elecciones, en inmediaciones del Palacio de Nariño, el M-19 colocó un carro- bomba que a las 20:05 horas hizo explosión ocasionando la muerte de un transeúnte. El vehículo fue colocado en la carrera 8a. con

10. «Crisis política entre M-19 y FARC». Entrevista con el M-19 por María Jimena Duzán, El Espectador, marzo 9 de

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calle 8a. y fue una respuesta del M-19 al asesinato del abogado defensor de presos políticos, Jorge Enrique Cipagauta Galvis, muerto el día anterior por el MAS. En el entierro del abogado, el M-19 se hizo presente con una corona de flores. Una semana antes el MAS había colocado una bomba en la casa de la periodista María Jimena Duzán, como represalia por sus crónicas sobre el M-19. Así mismo, el grupo paramilitar venía amenazando a los presos de esa organización recluidos en La Picota. El Frente Sur se encargó de ejecutar operaciones rurales en las que denunció la farsa electoral y exigió del gobierno la amnistía para los alzados en armas: el 21 de febrero emboscaron un convoy del Ejército entre Santa Helena y La Ruidosa, a 50 kilómetros de Florencia; en el enfrentamiento murieron cuatro soldados. Al tiempo, ocuparon la población de Santa Ana de las Hermosas en donde secuestraron a la secretaria de la Intendencia de Policía. El 4 de marzo, 80 de sus combatientes se tomaron el municipio de Almaguer al sur del Cauca; en el asalto arengaron a la población, izaron la bandera del M-19, mataron al jefe del GOES de la policía y se llevaron un millón de pesos de la Caja Agraria. La jornada electoral para cuerpos legislativos se cumplió en medio de la tensión desatada por el accionar del M-19. En la noche del domingo 14 de marzo, una vez concluidos los comicios, el presidente Turbay se dirigió al país en mensaje transmitido por radio y televisión. El mandatario manifestó que Colombia había derrotado a la subversión, pero reconoció la gravedad de los hechos de orden público: La democracia colombiana tuvo que afrontar hoy el más peligroso reto a que se haya visto abocada en los últimos tiempos. Las fuerzas del orden se impusieron en unos tranquilos comicios electorales a los grupos subversivos que con insistencia venían anunciando que no permitirían la realización normal del proceso electoral11.

Pasada la contienda electoral, el M-19 reanudó su actividad destinada a sabotear el proceso del 30 de mayo: asaltos a poblaciones en Caquetá y Putumayo; bombas en ciudades como Cali, Bogotá y Bucaramanga; retención de periodistas en Barranquilla por parte del comando Omaira Montoya; toma de la Universidad

11. Texto del discurso del presidente Julio César Turbay Ayala, El Heraldo, 15 de marzo de 1982, p. 10 A.

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del Tolima en Ibagué, del Externado y la Tadeo Lozano en Bogotá; intento por destruir la estación rastreadora de Telecom ubicada en el municipio cundinamarqués de Chocontá, con el objeto de impedir la transmisión de datos el día de las elecciones, acción en la que perecieron tres de sus combatientes cuando estalló el vehículo en que se movilizaban. Más de cien acciones se llevaron a cabo en casi dos meses y medio. El accionar se dio en muchas ciudades del país pero no tuvo la trascendencia, ni la fuerza, ni el apoyo popular que se requería para un propósito de tal magnitud como era «escamotear» el proceso electoral. Es más, para sorpresa de todos, ganó un candidato que no se esperaba y la abstención disminuyó en forma notoria. La división liberal había hecho efecto. En medio de la vigilancia de 150 mil efectivos del ejército y la policía, y del accionar de los comandos del M-19, 6.731.532 electores (de un total de 14 millones) acudieron a las urnas el 30 de mayo. Los resultados fueron desconcertantes gracias al aumento significativo en el caudal de votantes (sólo se registró un 51.92% de abstención). Del total de votantes, 3.152.817 apoyaron a Beli- sario Betancur; 2.735.265 lo hicieron por el oficialismo liberal representado en Alfonso López; 757.815 respaldaron a Luis Carlos Galán, disidente del liberalismo y 85.635 a Gerardo Molina, candidato del Frente Democrático de la izquierda. Los resultados electorales mostraron fenómenos como el relativo quiebre de las maquinarias de los partidos tradicionales, frente a las propuestas populistas del candidato triunfante, arrancaron más de un millón de votos de la franja que se abstenía y del liberalismo. Para el M-19 los resultados electorales buscaban detener el desastre que en los últimos cuatro años parecía conducir al país hacia el despeñadero.

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¿Fracasa la paz?

Como se señaló en el capítulo anterior, mediante el decreto 2761 del 8 de octubre de 1981, el presidente Turbay había creado la Comisión de Paz entre cuyas funciones estaba la de formular recomendaciones reservadas sobre el tema al gobierno. En efecto, en los últimos días de diciembre de 1981 propuso al Ejecutivo reglamentar la aplicación del artículo 28 de la Constitución Nacional que trataba sobre la retención, durante diez días hábiles, de toda persona sospechosa de alterar el orden público. Era una de las exigencias que se venía haciendo desde la oposición y que finalmente se dio mediante el decreto 3642. Sin embargo, para el M-19 no era suficiente: La reglamentación del artículo 28 de la Constitución Nacional en nada ha contribuido a que cesen los atropellos y torturas del Ejército contra cientos de ciudadanos, demócratas y revolucionarios. Los asesinatos y vejámenes han continuado, se crean grupos paramilitares dirigidos por el ejército como el MAS, que realizan las tareas sucias que el ejército quiere ocultar para limpiar su imagen ya bastante deteriorada12.

Los integrantes de la Comisión habían manifestado su interés por contactar a los distintos grupos alzados en armas para examinar sus puntos de vista acerca de la pacificación del país. En un informe público dado a conocer el 23 de marzo de 1982, el presidente de la Comisión comunicaba su solicitud al gobierno para conceder «salvoconducto a quienes quieran conferenciar con ella». A pesar de haber manifestado estar atento a sus propuestas y dispuesto a dialogar en el momento en que se le convocara, el M-19 mantenía sus reservas frente al trabajo de la Comisión de Paz; consideraba que sus determinaciones no con-

12. Documentos M-19. «Carta del M-19 a la Comisión de Paz y a la opinión nacional», abril de 1982.

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templaban las exigencias del movimiento armado y de amplios sectores de la población. Sin embargo, en el tema de los salvoconductos expresó su conformidad: ...aún no están agotadas las posibilidades de diálogo pues siempre hemos creído que no se trata de imposiciones al movimiento armado, como el gobierno ha pretendido hacerlo. En consecuencia, acogemos la propuesta de la Comisión de Paz de expedir salvoconductos y asegurar garantías a dirigentes guerrilleros para posibilitar el diálogo. Solicitamos la mediación de la Comisión de Paz para que, ante el gobierno, gestione la expedición de salvoconductos a los siguientes dirigentes de nuestro Movimiento: Jaime Bateman Cayón, Ivan Marino Ospina, Alvaro Fayad Delgado, Carlos Pizarro Leongómez, Carlos Toledo Plata y Germán Rojas. Reafirmamos nuestra voluntad de encontrar soluciones bajo la expresión de dignidad y no de la imposición arbitraria que el gobierno y el ejército colombiano pretenden13.

El gobierno negó tal posibilidad. Sin embargo, la Comisión se propuso elaborar una propuesta de paz concreta, basada en el diálogo y en las aspiraciones de las partes; se trataba de extender la amnistía del decreto 474, expidiendo medidas de libertad provisional y de suspensión de las penas de los alzados en armas por delitos conexos con los de índole político, rebelión, sedición y asonada. Para ello, desde finales de marzo inició conversaciones secretas con el M-19 a través del abogado Ramiro Lucio Escobar, militante del Movimiento, excarcelado el 22 de marzo después de pagar 30 meses de prisión por el delito de rebelión. Lucio, quien permanentemente se reunió con Carlos Lleras Restrepo, se convirtió en un intermediario entre éste, Alvaro Fayad y Carlos Pizarro, dirigentes del M-19 presos en La Picota. ...nosotros no aceptábamos la tesis del gobierno y de los sectores reaccionarios que dividen la acción revolucionaria en rebelión —los delitos políticos propiamente— y en lo que ellos han denominado «delitos atroces». No la aceptábamos porque para nosotros todo el accionar revolucionario se engloba dentro del concepto de actividad político-militar de una organización como la nuestra. No la aceptábamos, porque, por otra parte, es una diferenciación que no tiene sustento en la teoría jurídica ni en la propia filosofía del delito político. (...)

13 .Ibíd.

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No aceptábamos tampoco la condicionalidad de la amnistía. Es decir, no aceptábamos que se condicionara la libertad de los presos políticos con la entrega previa de los compañeros alzados en armas. El tercer punto que planteábamos era la necesidad de someter todo lo que se hiciera con la Comisión a la discusión del Comando Superior de nuestra organización, a través de un diálogo entre el presidente de la Comisión y nuesto comandante general, el compañero Jaime Bateman Cayón14.

Como fruto de estas conversaciones, el ex presidente Lleras dirigió el 21 de abril una carta al presidente Turbay en la que se insinuaban los pasos a seguir en un eventual entendimiento con el M-19. En su memorando, Lleras pidió al gobierno que se posibilitara la reincorporación a la vida legal de los militantes del M-19 y demás organizaciones guerrilleras que estaban dispuestas a hacerlo; de igual forma solicitó autorización para discutir sus propuestas aprobadas por la Comisión —excepto por los representantes del Ejecutivo y de la policía— con el comandante del M-19. Tanto los altos mandos militares, como el directorio del partido conservador, se opusieron a estas sugerencias de la Comisión, argumentando que la paz no dependía de la voluntad de uno solo de los grupos guerrilleros; además pusieron reparos a «una eventual entrevista que pudieran sostener el expresidente Carlos Lleras Restrepo y el señor Bateman». Frente al rechazo de lo que a su parecer era el camino más viable para el logro de la paz, los integrantes civiles de la Comisión, no vinculados al gobierno —incluido su presidente Carlos Lleras Restrepo—, el 13 de mayo presentaron formal renuncia en carta enviada al presidente Turbay: Teniendo en cuenta que el proceso propuesto por nosotros (...) no ha sido considerado practicable por el gobierno, hemos llegado a la conclusión de que nada nuevo podemos hacer para llevar a feliz término la delicada misión que usted nos confió15.

Para el M-19 los causantes de la renuncia de la Comisión de Paz y del fracaso de sus gestiones eran el ministro de Defensa, general Luis Carlos Camacho Leyva, el presidente Julio César Turbay y los altos dirigentes conservadores. Así lo manifestó en carta dirigida a los integrantes que habían presentado su dimisión:

14. Entrevista a Ramiro Lucio, en Colombia, órgano informativo del M-19. No. 4, junio de 1982. 15. El Tiempo, 14 de mayo de 1982, pp. 1A, 6A.

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r El memorando y el proyecto de decreto presentado por ustedes al gobierno, los cuales serían base y mecanismo de negociaciones y sometidos a discusión posterior con las propuestas que presentaría Jaime Bateman, hubieran conducido a un acuerdo justo y digno para las partes (...) todos los esfuerzos por lograr la paz se vieron obstaculizados por la arrogancia oligárquica, por el militarismo antipopular del sector Camacho Leyva dentro de las FF.AA. y por la conducta antidemocrática del presidente Turbay y las altas jerarquías conservadoras16.

En los primeros días de junio, luego de dos años y medio de sesiones, el consejo verbal de guerra que juzgaba a los presos sindicados de pertenecer al M-19, llegaba a su fin. Los reos políticos fueron sentenciados a penas que iban desde los dos hasta los treinta años de prisión. El posterior levantamiento del estado de sitio permitió apelar las sentencias proferidas por la justicia militar y con ello la libertad de varios de los detenidos. El 20 de junio, cuarenta y ocho días antes de terminar su mandato, Turbay ordenó, mediante el decreto 1674, el levantamiento del estado de sitio vigente durante seis años seguidos17. La decisión gubernamental se sucedió al anuncio de Belisario Betancur Cuartas al proclamarse vencedor de las elecciones, en el sentido de que como presidente tomaría las medidas necesarias para suprimirlo y reincorporar a los alzados en armas a la vida civil. Entre el momento en que el presidente hizo el anuncio del levantamiento del estado de excepción (4 de junio) y su puesta en vigencia el 20 del mismo mes, el M-19 ordenó un cese de la actividad militar «para posibilitar que el levantamiento del estado de sitio sea una realidad» y añadía: Con el levantamiento del estado de sitio, nuestro país, gracias al empuje de su pueblo, tendrá que dar nuevos pasos hacia la consolidación de la paz, posibilitando el diálogo con la guerrilla y haciendo realidad una amnistía amplia y sin condiciones para los presos políticos. De seguro, esa es una meta nacional, y el próximo gobernante deberá definir su comportamiento al respecto. Nadie, pues, podrá

16. Documentos M-19. Carta enviada desde La Picota por Carlos Toledo, Alvaro Fayad y Carlos Pizarro, a los integrantes de la disuelta Comisión de Paz. Bogotá, 25 de 17. De los 1.461 días que duró el gobierno de Turbay, 1.413 se vivieron en estado de sitio. Éste se encontraba vigente, mediante el decreto 2131, desde el 7 de octubre de

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afirmar que el M-19 ha dificultado cualquier paso, por pequeño que sea, que conduzca a la nación hacia una apertura democrática18.

En medio de este período tan dinámico e intenso, el Movimiento 19 de Abril, y particularmente su comandante Jaime Bateman, tuvo como una de sus preocupaciones el tema internacional. Ya quedó señalado cómo en Panamá y Ecuador había logrado consolidar equipos que estaban más en función de las necesidades logísticas. Uno de los artífices de las relaciones, contactos y otras actividades era Gerardo Quevedo y un grupo de militantes que con facilidad se movían por varias capitales latinoamericanas. A través de la Secretaría de Relaciones Internacionales, el M-19 realizaba sus contactos políticos y diplomáticos con partidos, personalidades y gobiernos, particularmente de América Latina. Al frente de las tareas internacionales se encontraban Vera Grabe, Everth Bustamante y otros dirigentes con sede en México, país que era en estos años el centro de las organizaciones revolucionarias y democráticas del centro y sur del continente. Para 1982 las relaciones del M-19 iban más allá de las fuerzas y movimientos guerrilleros del continente; ahora se desarrollaban con partidos miembros de la Internacional Socialista y con organizaciones políticas que participaban en la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (Copppal) impulsada por el PRI mexicano; frente a estas dos instancias supranacionales, Bateman mostró en sus distintas entrevistas una actitud de respeto e identidad con sus principios de democracia, libertad, justicia, solidaridad y lucha por la paz. A la reunión del Consejo de la Internacional Socialista que se realizó en Albufeira, Portugal, en 1982, el M-19 se hizo presente a través de un documento en el cual fijó esas identidades programáticas y solicitó, por primera vez, su ingreso a la IS. A partir de entonces, se preocupó por enviar delegados a los consejos y congresos tanto de Copppal como de la IS, que si bien no participaban en sus deliberaciones, realizaban labores de lobby explicando a los asistentes las razones de su lucha y la situación política reinante en Colombia. Desde México, la Secretaría de Relaciones Internacionales inició en marzo de 1982 la publicación de la revista Colombia como órgano informativo del M-19 para el exterior. Impulsó igualmente

18. Documentos M-19. Comunicado del 11 de junio de 1982.

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el trabajo de organización de los colombianos en el exterior conformando en algunos casos comités de solidaridad y, en otros, centros de estudios sobre la problemática del país. Como se verá más adelante, las labores adelantadas por el frente internacional del M-19 le permitieron acumular una rica experiencia. La gran mayoría de los dirigentes del M-19, por no decir todos, estuvieron ligados en algún momento de su militancia a la actividad que se desarrollaba en el exterior.

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Adiós a la «tolerancia e intransigencia»

A lo largo del mandato de Turbay, el accionar del M-19 tuvo un propósito fundamental: respaldarla lucha por la restauración de los derechos políticos y civiles como única posibilidad para el desarrollo de una alternativa democrática en Colombia. Protagonizando hechos político-militares de importancia denunció ante el mundo entero las arbitrariedades, la militarización y la miseria de millones de sus compatriotas. Ello contribuyó, significativamente, a colocar la apertura democrática como centro del debate nacional y eje de las reivindicaciones populares. Ahora, en vísperas de concluir el cuatrienio de Turbay, el M-19 reafirmaba su decisión de hacer la guerra si éste era el costo de la paz. El 23 de junio fue secuestrada la periodista Gloria Lara de Echeverri, directora de la oficina nacional de Acción Comunal, Integración y Desarrollo de la Comunidad. El hecho fue, en sus inicios, en forma persistente, atribuido al M-19, pero el 6 de julio, en documento enviado a los medios masivos de comunicación, la Dirección Nacional del Movimiento negó rotundamente ser la autora de dicho acto; reconoció a la señora Lara como una demócrata, aliada de las causas populares. Pero en forma extraña, mientras se aprobaba la amnistía, en noviembre de 1982, Gloria Lara fue vilmente asesinada por un grupo que se autodenominó como Organización Revolucionaria del Pueblo, ORP. Las acciones guerrilleras del M-19 durante los meses de junio y julio y los primeros días de agosto, apuntaron al objetivo de reiterar ante la opinión pública su interés por entablar un diálogo nacional que abriera las posibilidades por una paz duradera ea Colombia. Además de los continuos enfrentamientos entre el ejército y la fuerza militar del M-19, en Putumayo y Caquetá, se produjeron hechos de magnitud como los ataques con mortero de 60 milímetros al Palacio de Nariño, sede del gobierno, a las instalaciones del

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Ministerio de Defensa y a la Escuela Militar de Cadetes José María Córdoba en Bogotá, todos ellos realizados por la escuadra William de Jesús Parra (grupo conformado en homenaje a un dirigente regional del M-19 que perteneció a Autodefensa Obrera, ADO y como miembro de esa agrupación se había fugado de la cárcel Modelo y posteriormente vinculado al Movimiento), muerto en combate con el ejército en la capital. En el primero de ellos, efectuado a las 06:15 horas del martes 13 de julio, casi al cumplirse un año de una incursión similar, el proyectil disparado cayó a 130 metros de la edificación escogida como objetivo. El hecho, calificado por el M-19 como de despedida a Turbay Ayala, fue reivindicado de inmediato en carta dirigida al presidente y ampliamente divulgada en diferentes medios de comunicación: Hoy lo despertamos nuevamente con el fuego de nuestros morteros, porque con el pueblo colombiano recordamos su gobierno como el desastre de la tolerancia y de la intransigencia. De la tolerancia para con los poderosos, con los grupos financieros que abusando de la confianza de miles de ahorradores cometieron la extorsión más vergonzosa. Para sus autores sí no hubo Estatuto de Seguri-' dad. (...) De la intransigencia frente a las justas aspiraciones populares, por mejorar sus bien difíciles condiciones de vida. De la intransigencia frente al movimiento armado negando cualquier posibilidad de diálogo o negociación. (...) Hoy ante la perspectiva de un nuevo gobierno, reafirmamos ante el pueblo y ante el presidente electo, señor Belisario Betancur, nuestra voluntad de paz, nuestra disposición al diálogo, nuestra infinita voluntad por que se abran para el país nuevos horizontes de justicia y bienestar19.

Otros operativos urbanos del mismo período consistieron en actividades de propaganda armada destinadas a repudiar la gestión del presidente Turbay. Entre ellos: — Operación «Diálogo por la paz», explosión de un carro-bomba contra el cuartel general de la policía en Cali el Io de agosto. En ella actuaron las escuadras Luz Miriam Castañeda y Luz Marina Giraldo. En la misma ciudad se produjo el ataque a una buseta que transportaba personal militar. — El mismo día, atentado al procurador general de la nación, Guillermo González Charry, acusado por el M-19 como cómplice

19. El Espectador, 15 de julio de 1982, p. 10A.

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de las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el gobierno de Turbay. — Intento de atentado con explosivos contra el presidente Turbay en el Palacio de Justicia de Neiva, el 3 de agosto. —Toma de la Casa de Bolívar en Bucaramanga, el 7 de agosto. El comando Carlos Aguirre, izó la bandera del Movimiento, pintó las paredes y dialogó con los visitantes al museo ubicado a 100 metros del cuartel de policía y a 150 de la Gobernación. — El 6 de agosto, atentado dinamitero contra la estación de policía del municipio de Yumbo en el departamento del Valle. El 20 de julio de 1982 se instaló el Congreso de la República con mayoría liberal. El presidente Turbay presentó ante el Poder Legislativo un extenso informe final de gestión, donde destacaba el combate frontal y tenaz contra la ofensiva de los grupos guerrilleros y calificaba a las Fuerzas Armadas como el más firme soporte de su gobierno. Ese día, el M-19 dirigió un comunicado a los congresistas. En él manifestaba su propósito de paz, exponía las violaciones a los derechos humanos durante el gobierno de Turbay y señalaba con nombre propio a un buen número de oficiales del ejército y de la policía como directos responsables de la tortura. En la misiva, consideraba la elección de Belisario Betancur como una esperanza al ansia de paz de los colombianos y reafirmaba su voluntad de diálogo con el nuevo gobernante. Llamaba a senadores y representantes a encabezar un movimiento nacional que agrupase «a todos los nacionalistas y demócratas, a los trabajadores de la ciudad y el campo, a la Iglesia del pueblo, a los intelectuales y artistas, a las capas medias, a los pequeños y medianos industriales, con el fin de consolidar la paz y sentar las bases de una verdadera democracia». Finalmente, proponía al Congreso reglamentar el artículo 121 de la Constitución, una amnistía general, un diálogo con todos los sectores, desmilitarizar la vida nacional, garantías y respeto a las luchas de los colombianos. El extenso documento fue entregado por el M-19 en las casillas de los congresistas y, personalmente, por algunos de sus miembros en la Comisión Tercera cuando se encontraban reunidos legisladores liberales y conservadores. Al inaugurarse las sesiones ordinarias del Congreso, un grupo de 19 senadores liberales presentó un nuevo proyecto de amnistía que en su esencia recogía las recomendaciones de la desintegrada

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Comisión de Paz. La propuesta fue tácitamente rechazada por el M-19 en el documento mencionado: Señores congresistas, nos permitimos repetir lo que ya hemos dicho reiteradamente: la paz no es sólo un problema de la subversión, del movimiento armado. La paz no se logra sólo con la amnistía. Paz y democracia son posibles si el nuevo gobierno pacta con el pueblo y se establece un compromiso histórico que dirija al país por las vías de la justicia económica, social y política20.

Otro proyecto, presentado por el senador de Firmes, Gerardo Molina, tuvo amplia acogida entre los grupos guerrilleros. Al mismo tiempo, el Partido Comunista, por intermedio de su secretario general y representante a la Cámara, Gilberto Vieira, presentó un tercer proyecto de amnistía para los alzados en armas. La propuesta contemplaba en cinco artículos la amnistía general e incondicional «a todos los ciudadanos que en cualquier forma o circunstancia hubieren sido autores o partícipes de hechos que constituyan rebelión, sedición o asonada y cualquier delito conexo con los anteriores». Como ponentes de estos proyectos, las Comisiones Primera de^ Senado y Cámara, encargadas de asuntos constitucionales, nombraron a los parlamentarios Germán Bula Hoyos y Horacio Serpa Uribe. Al iniciarse el debate, el presidente Betancur pidió al Congreso unificar en una sola ponencia las distintas propuestas presentadas, agilizar los trámites y aprobar una amnistía de carácter amplio, reiterando, sin embargo, que los términos y alcances de la medida sólo podrían ser decididos y fijados por el Congreso. Finalmente fue el senador Germán Bula Hoyos quien presentó una ponencia donde recogía elementos propuestos por el gobierno, por los partidos y por el mismo M-19 después de entrevistas realizadas con su comandante general y con los dirigentes presos en la cárcel La Picota.

20. Documentos M-19. Carta a los congresistas, 20 de julio de 1982.

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La VIII Conferencia Nacional del M-19

Bajo el juramento de ejercer un mand.-¡ o de paz, justicia social y democracia para todos los colombianos, d 7 de agosto de 1982 tomó posesión de su cargo el nuevo presidente de Colombia, Belisario Betancur. Frente a una multitud de liberales, conservadores, anapistas y gentes sin partido —integrantes de las fuerzas políticas y sociales que lo eligieron el 30 de mayo anterior—, el nuevo mandatario reiteró en la Plaza de Bolívar el juramento que acababa de prestar ante el Congreso Nacional: ...la paz que todos anhelamos, centro de mi campaña nacional y meta de nuestro desvelo; una paz sin retaliaciones ni vindictas; una paz que incorpore a todos los colombianos en la actividad ciudadana y les dé la posibilidad de realizarse económica y socialmente, y de participar en la vida democrática; una paz que garantice el pleno ejercicio de los derechos y al mismo tiempo demande el cumplimiento de las obligaciones; una paz que sea fundamento de la seguridad colectiva, que rescate la convivencia y la justicia, que permita establecer una demarcación entre la confrontación política desviada de sus cauces normales y cualquiera de las modalidades del delito. Levanto ante el pueblo entero de Colombia una alta y blanca bandera de paz: la levanto ante los oprimidos, la levanto ante los perseguidos, la levanto ante los alzados en armas, levanto la blanca bandera de la paz ante mis compatriotas de todos los partidos y de los sin partido, de todas las regiones, de todas las procedencias. No quiero que se derrame una sola gota más de sangre colombiana de nuestros soldados abnegados ni de nuestros campesinos inocentes, ni de los obcecados, ni una gota más de sangre hermana. ¡Ni una sola gota más! .

El nuevo gobernante recibió un país agobiado por cuatro años de violencia institucional, corrupción administrativa, clientelismo, 21

21. Belisario Betancur, Discurso de posesión (apartes), El Tiempo, agosto 8 de 1982, p. 1A.

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amenazas golpistas, recesión económica, inflación y desempleo. El Estado, por su parte, se encontraba en bancarrota, con un déficit fiscal superior a los mil millones de dólares. Desde el inicio de su gobierno, Belisario Betancur rompió con las solemnidades del protocolo: el día de su posesión, en vez del tradicional frac, vistió un sencillo traje de calle; se trataba de hacer a un lado los esquemas que, durante ciento cincuenta años, había impuesto el protocolo para estas ceremonias. Así las cosas, las expectativas eran muchas. En otros apartes de su discurso de posesión anunció que Colombia dejaría de ser un satélite de los Estados Unidos, consolidaría su integración con las demás naciones latinoamericanas e ingresaría al grupo de países No Alineados (Noal). Al fijar la paz como tarea prioritaria de su gobierno, planteó el regreso del ejército a los cuarteles y a tareas exclusivas de defensa de la soberanía nacional. En lo económico propuso reactivar la economía en todos sus renglones, principalmente la industria y la agricultura. Prometió frenar la especulación y la concentración desorbitada del capital financiero. En materia social ofreció empleo, educación, salud, vivienda, créditos y alimentos baratos/ Formó un gabinete ministerial con participación equitativa entre representantes de los dos partidos tradicionales; como ministro de Defensa nombró al general Fernando Landazábal Reyes, comandante del ejército durante la administración de Turbay Ayala, y responsable directo de las acciones contrainsurgentes en el sur del país en ese período; como ministro de Gobierno escogió a Rodrigo Escobar Navia, liberal lopista. El mismo día en que el presidente ofreciera «una bandera blanca de paz para todos los colombianos», el joven Floresmiro Chaguendo, obrero de la construcción señalado de pertenecer al M-19, fue muerto en la Escuela de Suboficiales Inocencio Chinea en Popayán. En la misma fecha, acusados de participar en un operativo guerrillero, murieron a manos de la policía de Pereira José María Caballero y los hermanos Eduardo y Jorge Enrique Sarria. No fueron los únicos: el 10 de agosto, cuatro días después de la posesión de Betancur, fue asesinado en Cali Camilo Restrepo Valencia, dirigente vallecaucano del M-19, expreso político, cuando abandonaba las instalaciones del F-2 luego de ser detenido para un interrogatorio. Mortalmente herido, cayó a los pies de su madre:

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El 10 de agosto fui a esperarlo y tres horas después, con la certeza de que aún había justicia y de que era posible comenzar una nueva vida, regresábamos felices a casa. Conversábamos acerca del interrogatorio y cuando me contaba que uno de los oficiales lo había sindicado de ser el autor de los atentados de ese cuartel, apareció un hombre que armado de una pistola con silenciador lo acribilló a balazos. Recogí a mi hijo con la ayuda de los bomberos y lo trasladamos al hospital donde murió22.

El 11 de agosto apareció ahogado en Buenaventura José Alde- mar Morales, militante del M-19, acusado de dar muerte a dos integrantes del Escuadrón de Policía Motorizada. El 12 de agosto en Cali, colgado de un árbol «para escarmiento de los subversivos», apareció el cuerpo de José del Carmen Barreto, dirigente sindical de los trabajadores de la central hidroeléctrica de Anchicayá y miembro del M-19, secuestrado y asesinado por el MAS. Los asesinatos de militantes de organizaciones armadas o de dirigentes populares se sucedieron uno tras otro. Los tenebrosos grupos paramilitares, que serían denunciados por la Procuraduría General de la Nación a comienzos del año siguiente, se convirtieron en el blanco de investigación por parte del Ejecutivo. Pasados 20 días del inicio del gobierno de Betancur, éste anunció que se reintegraría la Comisión de Paz Asesora del gobierno nacional, auto-disuelta a finales del mandato anterior. La nueva Comisión contó de nuevo con la presidencia del expresidente Carlos Lleras Restrepo y la presencia de representantes de todos los partidos políticos, la Iglesia, militares retirados, del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, periodistas y sindicalistas. Como era de esperarse, el M-19 por intermedio de su «vocero público» Ramiro Lucio Escobar, pidió representación, considerando que la presencia en ella de los grupos guerrilleros aportaría muchos elementos que harían viable cualquier propuesta de paz. La intermediación y vocería de Lucio Escobar frente a instancias gubernamentales y partidos políticos sentaba las bases para conformar un «ala legal» del M-19, aspecto que sería discutido en la VIII Conferencia Nacional que se estaba preparando. A la misma hora en que Belisario Betancur se posesionaba como mandatario de los colombianos, 700 kilómetros más al sur, en la

22. Carta de Nelly Valencia de Restrepo al presidente Betancur. Revista Colombia N" 5, julio-agosto de 1982.

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plaza de armas del campamento levantado por el M-19 en las selvas de la intendencia del Putumayo y en medio de una nueva ofensiva contrainsurgente de 10 mil efectivos del ejército, Jaime Bateman Cayón, el Comandante Pablo, instalaba la VIII Conferencia Nacional del Movimiento: Esta es la VIII Conferencia, compañeros. Estas reuniones son para evaluar, para trazar nuevos rumbos, para ver dónde nos equivocamos, dónde acertamos. Vamos a cuidar esta reunión, compañeros, aquí está lo mejor del M-19. Vamos a mantener un espíritu de disciplina altísimo, vamos a mantener una vigilancia estricta. Este campamento no puede ser violado por el enemigo, tenemos una responsabilidad muy grande con mucha gente que está aquí en este campamento; la responsabilidad número uno la tienen los guerrilleros del Frente Sur. Los compañeros que han venido de afuera son nuestros hermanos, seguramente gente que no está acostumbrada al monte, pero tenemos que ayudarlos, tenemos que colaborarles, tenemos que enseñarles, porque tarde o temprano su camino será éste. Mañana comenzaremos las deliberaciones. Hoy está reunido el congreso del pueblo igual que está reunido allá el congreso de la oligarquía. El 7 de agosto de 1982 será recordado como el día en que una organización decretó una vez más la lucha, revolucionaria en este país23.

Para asistir a la Conferencia, dirigentes de los ocho regionales del M-19 habían comenzado a movilizarse por avión, lancha y trochas con dos meses de anticipación. Hasta el 5 de agosto se podía entrar a la zona ubicada en la intendencia del Putumayo. Después se perdía todo contacto. Este evento democrático, realizado luego de tres años de intensa lucha tras la anterior Conferencia, reunió a más de 220 de sus miembros, 90 de ellos delegados provenientes de todos los rincones del país: de las ciudades, de los frentes guerrilleros, expresos, del frente internacional, militantes de otras organizaciones y un grupo de miembros del Ejército de Liberación Nacional, ELN, entre quienes se encontraba Ricardo Lara Parada. Los delegados del exterior entraron al país por el Ecuador, en un viaje por Quito, Lago Agrio y San Miguel, puerto fronterizo a orillas del río San Miguel en el Putumayo. Los restantes guerrilleros presentes en el área escogida para el encuentro eran combatientes del Frente Sur, casi todos campesinos de la zona, que garantizaban la seguridad, el abastecimiento y las comunicaciones.

23. M-19, VIII Conferencia Nacional. Discurso inaugural, Jaime Bateman Cayón. Versión magnetofónica.

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La Conferencia se constituyó en un hecho político nacional y sus deliberaciones fueron dadas a conocer por el grupo de periodistas asistentes. Uno de los comunicadores invitados fue Juan Gossaín, a quien el M-19 condujo a comienzos de agosto hasta el Caquetá; la salud de Gossaín impidió que pudiera continuar y estar presente en las deliberaciones. Jesús María Cataño Espinosa, de RCN y corresponsal de El Tiempo, y Ligia Riveros de la revista Cromos, participaron en la reunión; con ellos algunos corresponsales extranjeros. Bajo el criterio de que el M-19 era una «organización popular», se decidió hacer públicas sus deliberaciones. En la Conferencia fueron acogidas las propuestas y recomendaciones que hicieron llegar los presos políticos. Planteaban la necesidad de llamar a un gran diálogo nacional hacia una apertura democrática. Así le fue comunicado al primer mandatario de los colombianos, Belisario Betancur, en carta que elaboró la comandancia del M-19 y que envió con los periodistas invitados al evento. Durante casi quince días, los delegados del Movimiento analizaron los cuatro años del gobierno anterior, evaluaron sus propias actuaciones y a cada uno de los mandos; eligieron una nueva Dirección Nacional que se reunió casi de inmediato. En cuanto al tema de la legalización o no del M-19, se enfatizó en que ello debería ser consecuencia de la apertura política. Se adoptó la propuesta de crear un «ala» legal conformada por un grupo de expresos y simpatizantes, que se constituirían en un organismo amplio para actuar en las ciudades. La VIII Conferencia discutió ampliamente acerca de la democracia y el nacionalismo revolucionario, sobre la concepción político-militar de masas y aspectos organizativos. En lo militar se evaluó la experiencia de los últimos dos años, expresada en la concentración de fuerzas en el Caquetá y Putumayo. Un aspecto muy importante en este tema fue la elaboración de un Código de Etica militar que prohibió los fusilamientos e insistió hasta la saciedad en el trato político y humanitario a los prisioneros de guerra. Sobre el papel de las mujeres en la guerra y su presencia en las filas del M-19, la discusión fue muy rica. En el calor del debate, Jaime Bateman planteó que deberían establecerse condiciones para su ingreso a la guerrilla; con lo cual se ganó un citatorio para reunirse a las 06:00 horas del día siguiente con todas las mujeres del campamento y aclarar ante ellas su posición. Tras el encuentro con ellas quedó en claro la

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necesidad de incluir en los estatutos de la fuerza militar los derechos de las mujeres combatientes. También se limitó el ingreso de niños: edad mínima, 15 años. En materia de política internacional, se aprobó saludar a los combatientes y fuerzas del mundo entero que propugnaban por la paz, la democracia y el antiintervencionismo; se reafirmaron los principios de respeto y apoyo a los movimientos de liberación y a t

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las revoluciones triunfantes en América, Asia y Africa; igualmente, respaldaron los principios de la autodeterminación y la coexistencia pacífica délos pueblos. La unidad, las masas y las armas fueron definidas como las tres grandes líneas de acción estratégica del M-19. La primera de ellas, la unidad, proponía convertir al movimiento revolucionario en una sola fuerza, que no fuera tan sólo una fuerza de izquierda, sino del movimiento popular, con expresiones legales y de lucha clandestina. Definido el movimiento guerrillero como «la fuerza estratégica más importante con que cuenta el movimiento democrático y revolucionario colombiano», propuso su aglutinamiento en la Coordinadora Simón Bolívar. La segunda gran línea de acción, las masas, consideradas por el M-19 como partícipes y destinatarias del cambio, deberían ser objeto de especial atención y de una reelaboración de la línea de masas que el Movimiento había adoptado desde la anterior Conferencia; se consideraba en este aspecto la «importancia de entender la multiplicidad de formas que asume el accionar de las masas», ya que de allí se irían elevando la inconformidad y la rebeldía popular. Para el Movimiento, las armas estaban concebidas como la posibilidad de dotar a las masas de organización y formación de unas fuerzas militares del pueblo con capacidad de liquidar las fuerzas del Ejército Nacional. El M-19 reestudió y adecuó al momento político y militar el reglamento para la OPM y elaboró el reglamento de la fuerza militar, compuesto por 7 capítulos y 28 artículos, en los que se definía su estructura, organización, funciones de los oficiales, deberes y derechos de los combatientes y normas disciplinarias. Culminada la VIII Conferencia del M-19, Jaime Bateman dejó las selvas del Putumayo y salió del país por el Ecuador. El 13 y 14 de septiembre se llevó a cabo, en Panamá, un encuentro con el senador Germán Bula Hoyos, ponente en el Congreso del proyecto de amnistía. El hecho causó revuelo en el país por ser la primera reunión oficial entre un miembro del Congreso y un líder guerri-

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llero. Con Bateman estaban Vera Grabe, Julia Marí?i, secretaria de relaciones internacionales, Ramiro Lucio, quien realizaba gestiones políticas con personalidades y con el gobierno colombiano y Alberto encargado de la organización de esta cita. Al «Encuentro por la paz», como lo denominó el Comandante Pablo, fue invitado el periodista Orlando Gamboa del diario El Pueblo de Cali; por su intermedio se pidió al presidente destituir al ministro de Defensa, general Fernando Landazábal, por considerar que violaba la Constitución Nacional al intervenir en política y apoyar grupos paramilitares: ...Creo que es bueno que se vaya definiendo quién es el que manda en este país. El comandante general de las Fuerzas Militares en Colombia es el presidente de la República. ¿A nombre de quién está hablando el señor Landazábal? ¿A nombre del señor presidente o a nombre propio? Si es a nombre propio está participando en política y está violando la Constitución Nacional y por lo tanto debe ser destituido. Yo creo que el señor Belisario Betancur tiene los cojones suficientes para destituir a este tipo. Y si no lo hace... volvemos a la encrucijada de la guerra o la paz, de la dictadura o de la democracia24.

En el encuentro, Bateman conoció la ponencia que preparaba el senador Bula; le manifestó haber prácticamente suspendido las acciones militares y anunció operaciones sólo en casos de defensa, a pesar de la actitud del ejército de mantener su ofensiva en las zonas de guerra. Fue enfático al manifestar que no habría entrega de armas porque su organización no estaba derrotada. Enumeró los problemas sociales sobre los cuales el Estado debería centrar su preocupación para solucionarlos en forma definitiva: educación, salud, trabajo, vivienda, libertades políticas y respeto a los derechos humanos. Bula manifestó sus coincidencias con el jefe del M-19 y le garantizó que hablaría ante el Congreso «apoyando la vehemente solicitud de paz del M-19 y de otras organizaciones guerrilleras». Bateman y Bula coincidieron en que la amnistía era el primer paso hacia la apertura democrática como vía única hacia la tranquilidad y la paz; aclararon que la paz estaría ausente mientras en Colombia subsistieran las circunstancias objetivas que conducían al descontento y a la protesta. Al finalizar el encuentro,

24. «Juro trabajar por la paz: Bateman». El Pueblo, 17 de septiembre de 1982, pp. 1, 10. En las ediciones del 18, 19 y 20 del mismo mes se publicaron extensas crónicas que recogieron los momentos más sobresalientes del encuentro entre Jaime B t l d B l H

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que se realizó en Ciudad de Panamá y no en Cali como se dijo, Bateman y Bula refrendaron su compromiso en una pequeña servilleta de papel: Colombia, 17 sept./82 Encuentro por la paz Nosotros, aquí reunidos en Cali, juramos luchar por la paz, la democracia y el cambio. ¡Viva Colombia! Jaime Bateman Cayón. Germán Bula Hoyos25.

Y mientras en Panamá se realizaba la cumbre entre el senador y el dirigente guerrillero, en Bogotá se efectuaba una cumbre de las fuerzas políticas colombianas organizada por el ministro de Gobierno, Rodrigo Escobar Navia. Desde el 7 de septiembre se había convocado a los dirigentes de seis fuerzas políticas colombianas a reunirse con el Ejecutivo para «trabajar conjuntamente en la búsqueda de una democracia ampliada». En la convocatoria gubernamental al encuentro, el ministro reconoció la necesidad de modificar el sistema político de acuerdo con las aspiraciones democráticas de los colombianos. Como temas prioritarios para discutir, el gobierno propuso diez puntos: legalizar las distintas fuerzas que aspiraban a participar en la vida política nacional; definir y establecer un estatuto de la oposición; adoptar una carrera administrativa; descentralizar la administración; fortalecer la Registraduría y modernizar el sistema electoral; financiar las campañas electorales por parte del Estado; desarrollar la Constitución; establecer el derecho a la información; vigilar los deberes y responsabilidades del Estado y la adecuada administración de justicia. Todos estos aspectos fueron señalados por los participantes como conducentes a sentar las bases para una apertura democrática y política. El M-19 estuvo representado por Ramiro Lucio Escobar quien, en nombre del Comandante Pablo, manifestó el apoyo de su grupo a los esfuerzos del presidente Betancur para buscar un acuerdo en torno a los puntos señalados y pidió que se investigara la muerte de siete dirigentes del Movimiento a manos del MAS. A la tarea de negociación con el gobierno, se sumó, a fines de septiembre, Augusto Lara Sánchez, autorizado por el Comando Superior del M-19.

25. Revista Colombia N° 6, septiembre-octubre de 1982.

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El 23 de septiembre, tras la masacre de palestinos en los campos de refugiados de Sabra y Shatila en Beirut, el M-19 realizó un atentado contra la Embajada de Israel utilizando una bazuca RPG 7 (tipo bastón chino), que fue accionada por Germán Sarmiento, Federico, uno de los miembros de la fuerza militar urbana, quien moriría en 1985 en Ecuador.

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El comando político legal

A partir de la tercera semana de septiembre comenzaron a quedar en libertad, por pena cumplida, algunos de los presos políticos del M-l 9 recluidos en la cárcel La Picota. Los excarcelados, en número de veinte, a pesar de las múltiples amenazas recibidas, se vincularon de inmediato a actividades relacionadas con la apertura democrática, la amnistía amplia y la convocatoria al diálogo nacional propuesto. El «Encuentro por la paz» entre el parlamentario Bula Hoyos, el comandante del M-19 y otros dirigentes de ese grupo político, así como la participación en la cumbre política citada por el Ministerio de Gobierno, se constituyeron en los primeros pasos del tránsito legal que el M-19 había aprobado en su VIII Conferencia: ...nuestro Comando Superior, en el marco de la VIII Conferencia Nacional, decide, como otra inequívoca manifestación de la voluntad de paz que nos asiste, constituir el Comando Político del Movimiento 19 de Abril, M-19; con el objeto de contribuir, en la legalidad, a alcanzar los logros de la paz nacional, entendida como resultado de un proceso que se inicia con una amnistía amplia e incondicional que abra los caminos para avanzar hacia un diálogo nacional sin exclusiones, en donde se pacte un acuerdo patriótico por la apertura democrática y la justicia social26.

El 6 de octubre siete militantes del M-19 se hicieron presentes en el recinto de la Comisión Primera del Senado de la República donde se discutía el proyecto de amnistía. Su objetivo, iniciar actividades públicas a nombre de la organización. Luciendo elegantes trajes estaban Andrés Almarales, Augusto Lara, Rodrigo Pérez, Carlos Emiro Mora, Alfonso Jacquin y Jaime Navarro; con ellos, como relacionista, se encontraba Margoth Pizarro Leongó-

26. M-19, Boletín N° 81, octubre de 1982.

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mez. Casi todos habían recobrado recientemente la libertad luego de cumplir condenas por rebelión en la penitenciaría La Picota. El senador Germán Bula Hoyos y el conocido animador Fernando González Pacheco, fueron los encargados de presentarlos ante los congresistas y el medio centenar de reporteros y camarógrafos allí reunidos. A nombre del grupo, Andrés Almarales, en su condición de miembro de la Dirección Nacional del M-19, leyó la «Carta a la Patria», documento profusamente difundido durante esos días: El Comando Político del Movimiento 19 de Abril surge para satisfacer la necesidad de participar hora por hora y hombro a hombro con todos los hermanos colombianos en el propósito de la salvación y unidad patrias, aun con el riesgo y el peligro inminente que se cierne sobre nuestras vidas, porque la nación con urgencia lo exige y necesita, y el verbo se hizo carne, entonces...«Patria, de tus entrañas soy pedazo»27.

Es bueno señalar que para ese momento el M-19, al igual que millones de colombianos, había sembrado sus esperanzas en el nuevo mandatario. Esta actitud se hizo evidente entre los miembros del Comando Político, quienes no perdían oportunidad para expresarlo; en la misma «Carta a la Patria» se lee: Hemos reconocido la buena fe del presidente Betancur al intentar la búsqueda del mejor ambiente para la paz. La convocatoria a un diálogo en las cumbres ministeriales, la creación de la Comisión de Paz y la exigencia al Congreso de hacer de la amnistía prioridad legislativa, son signos de la afirmación inicial28.

La actividad del Comando Político Legal del M-19 iba en aumento. El 13 de octubre celebró un diálogo directo de casi dos horas con el ministro de Gobierno, Rodrigo Escobar Navia. Andrés Almarales leyó un documento dirigido al gobierno y al Congreso en el cual hacía una serie de propuestas modificatorias al proyecto de amnistía. La luna de miel con el gobierno estaba en marcha. Pero como en toda relación, ésta también tenía sus altibajos. El accionar político-militar del M-19 no se detenía. Era la ratificación a su consigna de continuar con las armas en la mano para presionar más pasos concretos hacia la paz, para presionar la amnistía amplia y el Zl.Ibíd.

ZS.Ibtd.

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diálogo nacional. El 10 de septiembre se realizó en el municipio de Yumbo, departamento del Valle, el sepelio de Emilio Poveda, militante del M-19 caído en un enfrentamiento con la policía; durante el entierro del guerrillero se hicieron presentes combatientes encapuchados que, con descargas de armas de fuego, rindieron honores militares a su compañero muerto. El día 18 de octubre, las escuadras Luz María Sarmiento y Myriam Castaño del pelotón Camilo Restrepo Valencia, sustrajeron de la agencia de seguridad Ranger de la ciudad de Cali 11 revólveres; en el operativo murió un supervisor de la empresa al oponer resistencia. Y mientras el M-19 combinaba su actividad legal con sus acciones militares, los otros grupos guerrilleros fijaban su posición frente al gobierno de Betancur, el proyecto de amnistía en curso y las políticas para lograr la paz: las FARC habían enviado tres cartas al presidente; en ellas establecían su voluntad de diálogo, condicionando su inicio a la desmilitarización de las zonas campesinas y al desmantelamiento del grupo paramilitar MAS. El Estado Mayor de esa agrupación propuso una agenda para el diálogo con el gobierno sintetizada en: libertades políticas y sindicales; castigo a los escuadrones de la muerte; devolución de fincas, parcelas y ganado; alza de salarios; congelamiento de tarifas de servicios públicos y medidas de reforma agraria. Una de las comunicaciones al gobierno, publicada en Resistencia, órgano de las FARC-EP,invitaba al presidente a conversar con ellos. Señalaban: Lo invitamos a que la Comisión de Paz que usted nombró como se lo sugerimos en el boletín N° 74 tenga amplias facultades para conversar con nosotros. Si lo prefiere, hágalo personalmente usted en calidad de Jefe de Estado. Usted es dueño de una formidable personalidad y es un estadista y es un indiscutible jefe político nacional quien debe decir ahora mismo: hablar y llegar a acuerdos con las guerrillas es cosa que sí se puede. Aquí en las áreas de las guerrillas de las FARC quedamos a la espera de su cita. Diga, señor presidente, cuándo, cómo y en qué área antes que se reanuden los fatídicos operativos, se generalice la guerra y no podamos hacer uso del lenguaje civilizado de los hombres sino de los tiros que usted como nosotros sabemos que no son el remedio para los males que aquejan a Colombia29.

29. Resistencia N° 75, septiembre de 1982.

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Entre tanto, el Ejército Popular de Liberación, EPL, en entrevista concedida por su máximo comandante, Jairo de Jesús Calvo, Ernesto Rojas, a los periodistas Olga Behar de Caracol, Alejandra Pineda de El Espectador y Efraín Viveros del periódico Unión, manifestó su interés de dialogar con la Comisión de Paz para buscar soluciones a los problemas sociales, económicos y políticos del país. La entrevista tuvo lugar en Bogotá el 23 de septiembre de 1982, era la primera vez que este grupo guerrillero hablaba a los medios de comunicación. A pesar de las coincidencias con otras fuerzas guerrilleras, el comandante del EPLse mostró crítico frente a la posición de las FARCy del M-19, y ratificó su negativa frente a la entrega de armas: El gobierno y los militares reducen el problema de la paz al diálogo restringido o a la entrega de las armas por parte de los guerrilleros, pero al mismo tiempo mantienen inconmovible la estructura de las Fuerzas Armadas, sus privilegios y sus dispositivos contra el pueblo y contra las fuerzas revolucionarias. Quiero dejar muy claro que no estamos interesados ni en entregar ni en deponer las armas30.

Para el Ejército de Liberación Nacional, ELN,la única salida a los problemas de Colombia era la toma del poder por la vía de las armas. Así se lo hicieron saber al senador Germán Bula Hoyos, en reunión sostenida con el parlamentario liberal en inmediaciones de Bogotá. A la cita fueron invitados los periodistas Ligia Riveros de Cromos, Jairo García de TV Mundo, Carlos Alberto Saldarriaga de Colprensa y Ligia Bojacá de la cadena Caracol. Bajo estrictas medidas de seguridad, Joaquín, Antonio y Diego, miembros de la Dirección Nacional del ELN, expresaron a nombre del grupo su decisión de no acogerse a la amnistía, plantearon la necesidad de continuar desarrollando «la guerra revolucionaria del pueblo hasta tomar el poder», y se reafirmaron en la frase de Camilo Torres, cuando dijo: «No depondré las armas mientras el poder no esté totalmente en manos del pueblo». Con vehemencia los dirigentes del ELN fijaron su punto de vista: ...la amnistía propuesta por el jefe del Estado es una maniobra y un recurso político nuevo para someter al movimiento armado. Se ha quemado la etapa de tratamiento militar contra la insurgencia y ahora

30. «Sí al diálogo, no a la amnistía dice EPL», El Espectador, P- 12A, 24 de septiembre de 1982.

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se trata de contener el movimiento armado políticamente. La táctica de Betancur es una combinación sofisticada de demagogia y de represión que ya se ve que no podrá derrotar al movimiento armado51.

La organización Autodefensa Obrera, ADO, en comunicado público expuso su planteamiento de interés por la amnistía y el diálogo nacional: ...apoyamos la iniciativa de los compañeros del M-19 en sus exigencias de diálogo nacional y nos sumamos a las organizaciones armadas y a los movimientos populares que la respaldan. Un diálogo abierto con la participación de todos los sectores representativos de la vida nacional interesados en la paz. Autodefensa Obrera está dispuesta a concurrir a este diálogo donde y cuando sea, con las suficientes garantías de seguridad para nuestros delegados y con los mecanismos necesarios para la participación de nuestros dirigentes actualmente presos31 32.

31. «ELN rechaza la amnistía», VanguardiaLiberal, pp. 1-8,19 d Revista t b dColombia 1982 N° 6, septiembre-octubre de 1982. 32.

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La amnistía, un primer paso. ¿El único?

El clamor nacional por una amnistía amplia y generosa rebasaba las solicitudes y exigencias del movimiento armado. Durante la última semana de septiembre y la primera de octubre de 1982 la empresa Consumer de Bogotá, firma especializada en sondeos de opinión pública que logró anticipar el triunfo de Belisario Betancur y los cambios de votación que se produjeron en la Costa Atlántica y en la capital, realizó una encuesta nacional sobre la opinión de los colombianos en distintos temas de actualidad, entre ellos el de la amnistía. Sobre el problema de la guerrilla, la consideración del 54% de los encuestados era que se trataba de un problema demasiado grave; el 79% manifestaba que frente a la guerrilla el gobierno debería decretar la amnistía; y el 47% creía que ésta tendría que ser total, sin limitaciones. La coyuntura política del país era supremamente particular, organizaciones como el M-19 se encontraban frente a una disyuntiva que para muchos podría significar la concreción de sus propuestas o el estancamiento político. Para discutir sobre la situación nacional y definir el papel que debería desempeñarse en esta etapa, Jaime Bateman citó a una reunión de la Dirección Nacional de su movimiento, que se realizó en los primeros días de noviembre, en Quito, Ecuador. Sobresalieron en esa reunión las figuras y los planteamientos esbozados por Antonio Navarro y Alfonso Jac- quin, quien ya se perfilaba como un dirigente importante. ¿Por qué en Ecuador? Desde mediados de 1980, un grupo de jóvenes ecuatorianos provenientes de la izquierda socialista había logrado una relación directa con el Frente Sur del M-19. En 1981 Jaime Bateman adelantó unos primeros acercamientos con organizaciones políticas de ese país, en búsqueda de apoyo y espacio para su Movimiento, sin lograr mayores resultados; esto hizo que se intensificaran los vínculos con los jóvenes, denominados por él

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r como «reserva estratégica». Una de las primeras misiones de este grupo fue la de trasladar armas por la frontera norte del Ecuador, para ser entregadas en el Putumayo a la columna del Frente Sur que dirigía Libardo Parra Oscar. A partir de este operativo, Jaime Bateman entregó a los ecuatorianos la responsabilidad de construir una retaguardia y red logística que sirviera de abastecimiento hacia el Frente Sur; para ello adquirieron dos fincas en el oriente ecuatoriano limítrofe con la intendencia del Putumayo. Por esa vía ingresaban armas y alimentos y era paso obligado para salir o entrar a Colombia, tal como ocurrió cuando se realizó la VIII Conferencia Nacional. En Ecuador se establecieron varios familiares de dirigentes del M-19 que eran perseguidos; allí también fueron tratados médicamente heridos o enfermos; se logró montar una radio para interceptar las comunicaciones del ejército colombiano y se facilitaba documentación falsa para aquellos dirigentes del M-19 que la necesitaban. A partir de 1983, el M-19 comenzó a desarrollar un intenso trabajo de relaciones con personalidades políticas y del gobierno ecuatoriano en la perspectiva de abrir una representación legal. Para ese entonces, los miembros de la «reserva estratégica» se propusieron levantar un proyecto político-militar en su país y junto a otros ecuatorianos conformaron la organización Alfaro Vive, ¡Carajo/; muchos de sus miembros participaron en los frentes guerrilleros del M-19 en Colombia, llegando algunos de ellos a alcanzarposiciones destacadas dentro de la conducción guerrillera. En la madrugada del 29 de octubre de 1982, casi en vísperas de ser aprobada la ley de amnistía, Roberto Augusto Montoya Ortiz, conocido en las filas del M-19 como Mateo, Justo o Alejandro fue detenido por el ejército en cercanías de El Remanso, Caquetá, cuando se movilizaba en un vehículo en compañía de María Mercedes Molina Gladys. Todo indica que el guerrillero de 23 años, oficial mayor y miembro de la Dirección, iba herido. En esas condiciones fueron conducidos a una instalación militar cercana y, de acuerdo con la denuncia del Movimiento, torturados y asesinados por orden del comandante de la III Brigada con sede en Cali. Mateo, calificado en alguna oportunidad por Jaime Bateman como «el mejor guerrillero que ha tenido el M-19», había dirigido numerosas operaciones especiales relacionadas con la construcción de la fuerza militar. Para el M-19 esta muerte fue una expresión más de las ataduras del presidente Betancur frente a las acciones

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del Ejército; una razón más para continuar en su negativa al desarme y la desmovilización. De los tres proyectos que habían sido presentados en el Congreso a comienzos de la legislatura, el gobierno nacional, con algunas modificaciones, tomó como suyo el del senador Gerardo Molina. El 19 de octubre fue aprobado el proyecto de ley de amnistía por las Comisiones Primera de Senado y Cámara, pasando a consideración de las plenarias de ambas corporaciones. En medio de un intenso accionar guerrillero fue aprobado definitivamente el 16 de noviembre. El 29 de octubre, el M-19 protagonizó la sangrienta toma del municipio de Chía, vecino a la capital de la República. En la osada toma, denominada «Operación Paz para Colombia», murieron un agente de la policía y tres guerrilleros: Alberto Díaz Cortés, Jaime Acosta Rodríguez y Edison Poveda; ocho más fueron detenidos. El M-19 desmintió que se tratara de un hecho aislado o de un grupo disidente, ya que el ataque fue ordenado por Jaime Bateman Gayón y realizado por miembros de la Fuerza Militar Urbana, entre ellos Salvador, Henry y Carlos; recalcó, en el comunicado entregado siete días después al periodista de Caracol Carlos Ruiz durante la toma del Cementerio Central para rendir homenaje a los caídos en Chía, que continuaba luchando por la paz y su acuerdo con el proyecto de amnistía: Los operativos militares realizados por nuestra organización en todo el país han sido autorizados por el Comando Superior y el estado mayor de la fuerza militar de nuestra organización. Con ellos demostramos que seguimos con las armas en la mano porque si bien la amnistía es un paso para la paz, la amnistía no es la paz. Subsisten condiciones y fuerzas empeñadas en entorpecer el camino hacia esa paz tan deseada por todos los colombianos. Nuestros compañeros capturados en Chía fueron conducidos a la Brigada de Institutos Militares, BIM, para ser salvajemente torturados33.

El mismo día de la toma de Chía, el Comando Político Legal realizaba en Florencia, Caquetá, una manifestación en la plaza pública con la cual, se suponía, el Movimiento iniciaba su proceso de ingreso a la vida legal. Pero otros hechos militares cuestionarían la posibilidad de legalizar el Movimiento: el 11 de noviembre

33. «Apoyo del M-19 a la amnistía», El Siglo, 8 de noviembre de 1982, p. 1.

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ocupó la emisora La Voz de la Víctor y transmitió una proclama; al día siguiente atacó con cohetes el edificio de las oficinas administrativas del ejército en el CAN en Bogotá. A pesar del alto accionar protagonizado en las últimas semanas por los grupos alzados en armas, el presidente de la República sancionó, el 19 de noviembre de 1982, la ley 35/82, «por la cual se decreta una amnistía y se dictan otras normas tendientes al restablecimiento y preservación de la paz». El acto contó con cerca de 500 invitados entre congresistas, funcionarios de la rama jurisdiccional, ministros y representantes de la Iglesia, de las Fuerzas Armadas, del cuerpo diplomático, de los medios de comunicación, de los partidos políticos y de las centrales obreras; fue transmitido en directo por radio y televisión a todo el país. El texto de la ley contemplaba, en diez artículos, la concesión de la amnistía general a los autores, cómplices o encubridores de hechos constitutivos de delitos políticos cometidos antes de su vigencia. Calificando ese momento como histórico, el presidente clamó por la paz: Necesitamos la paz para encontrar la identidad cultural que buscamos desde cuando señalábamos con el dedo las cosas para nombrarlas, como dice el gran García Márquez: para avanzar en nuestra afirmación nacional, para enriquecer nuestra cultura, para difundir y desarrollar las ciencias y las tecnologías y adecuarlas en mejor forma a nuestro medio físico y social; para no ser satélites de ningún poder ni potencia, para hacernos valer por nosotros mismos en los foros internacionales, para devolverle al salario real su poder de compra. Para que todo niño nuestro tenga derecho a la felicidad. Para que todo estudiante ame a su patria. Para que todo profesional sienta que tiene Patria para amar34.

El 25 de noviembre se conoció la postura oficial del M-19 a través de una carta pública dirigida al presidente y firmada por Jaime Bateman en nombre del Comando Superior de su organización. Dos días antes aparecieron en Quito los periodistas Juan Guillermo Ríos y Julio Sánchez Cristo; el primero de ellos, conocido presentador de ncccias y reportero de la revista Semana', Sánchez Cristo, camarógrafo, salsómano y rockero, hijo de un conocido productor de televisión. La capital ecuatoriana era la etapa final de un periplo de cinco días que incluyó Medellín, Panamá y, de acuerdo con la versión de los periodistas, las selvas 34. Discurso presidencial en la sanción de la amnistía. El Espectador, 20 de noviembre de 1982, p. 7A.

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del Putumayo, donde se habrían entrevistado con el comandante general del M-19. La verdad es que la cita se cumplió en Panamá donde el Comandante Pablo se encontraba esperando a los dirigentes de su movimiento recientemente excarcelados; la entrevista la realizaron en un pequeño monte en la vía que de Ciudad de Panamá conduce a David. La misiva para el presidente, fechada el 20 de noviembre de 1982, fue entregada al periodista Ríos a quien Bateman concedió un amplio reportaje para.radio y televisión sobre la recién aprobada ley de amnistía. El jefe guerrillero aclaró que el M-19 la aceptaba como un primer paso hacia la paz, pero que no se acogía a ella; proponía un alto a las operaciones ofensivas, un armisticio que se sintetizaba en un cese al fuego durante un período de seis meses, las garantías de su cumplimiento mediante la creación de una Comisión de Garantías del cese al fuego y la iniciación de conversaciones de paz mediante el diálogo nacional: Paremos el fuego, que el ejército colombiano deje de disparar contra el pueblo, que cesen los allanamientos, que cesen las torturas, que cesen los salvoconductos a los campesinos, que cesen las medidas de propaganda negra que tiene el ejército en las zonas campesinas del país. Comencemos por ahí y hablemos. Dialoguemos. Pero que hable la CTC, que hable la UTC, que hable la CSTC que representan miles de obreros en este país, que hable Fanal, que hable la ANUC, que los indígenas, el CRIC que tiene mucho que decir en este país, que hablen los intelectuales, ustedes los periodistas. ¿O es que ustedes no tienen nada que decir? Y que sea la Cruz Roja Internacional, que sea la Procuraduría de la Nación las entidades que supervisen35.

Las declaraciones de Jaime Bateman y los contenidos de su carta al presidente fueron interpretadas por editorialistas de la gran prensa como una «jugada y una treta del M-19». Para aclarar el asunto, el Comandante Pablo envió en la primera semana de diciembre una carta ai director de El Espectador, donde precisaba los alcances de sus declaraciones y propuestas: En aras de facilitar el entendimiento entre colombianos para avanzar en el camino hacia la paz y porque consideramos que El Espectador ha sido un abanderado de esta lucha por la democracia, nos parece

35. «Bateman habla». Entrevista con Juan Guillermo Ríos. Semana N° 30, 30 noviembre-6 diciembre de 1982.

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r necesario responder a afirmaciones hechas en los últimos días en su diario. En editorial del 25 de noviembre ustedes califican la posición del M-19, de no entregar las armas, como una treta y nuestra propuesta de tregua como una exigencia desmesurada. En el mismo sentido, la señora María Teresa Herrán nos acusa de no haber planteado nuestra posición frente a la amnistía antes de su aprobación. Todo el país sabe que hemos mantenido una sola actitud desde que comenzó el debate sobre la paz que nosotros mismos impulsamos, caracterizada no sólo por una inclaudicable voluntad de diálogo, sino por la permanente propuesta de salidas viables a la crisis de la democracia en nuestro país36.

La carta al director del periódico recordaba cómo desde la época del gobierno de Turbay se insistía en la apertura democrática y cómo esta posición fue ratificada en la VIII Conferencia Nacional del Movimiento y en la entrevista con el senador Germán Bula Hoyos. También hacía referencia al memorando enviado días atrás al presidente Belisario Betancur y a los ministros de Justicia y Defensa «como prueba de su innegable sinceridad y de lo diáfano de su pensamiento»: Memorando por la paz 1) Apoyamos la amnistía. 2) La amnistía no es solamente la ley, ni ella es la paz. 3) Para que la amnistía pase de ser una simple ley para hacer la paz, se necesita entenderla como un proceso. 4) Ese proceso debe incluir necesariamente un conjunto de medidas complementarías a la ley. 5) Esas medidas serían: a) Cese de acciones ofensivas de parte y parte. Este es el alcance que le damos a la petición nuestra de tregua y cese al fuego, b) Plenitud de efectos de la cédula de ciudadanía como documento de identificación en las zonas sometidas a enfrentamiento armado, c) Cese de requisas, seguimientos e interrogatorios de ciudadanos en dichas zonas. 6) Insistimos en nuestras peticiones iniciales de un diálogo nacional37.

La amnistía significó la libertad de la mayoría de los presos condenados o en proceso de serlo, por los delitos de rebelión, sedición y asonada; a juicio del M-19, el beneficio no se acompañó de medidas políticas que ofrecieran garantías para su actividad legal. No obstante lo anterior, y con el objeto de demostrar la

36. M-19, boletín N°83, di b d 1982 37.i Ibíd.

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voluntad de paz que les acompañaba, los ex presos políticos permanecieron en la legalidad apoyando las tareas del Comando Político. Pese a las amenazas y la represión, los ex presos retomaron la lucha en las calles y varios de ellos fueron asesinados por los grupos paramilitares; así sucedió con el ingeniero sanitario Fernando Zapata, dirigente del M-19 en el Valle, muerto en Cali por el MAS el Io de diciembre, a los pocos días de salir de prisión. El sábado 4 de diciembre se produjo la excarcelación de un importante grupo de dirigentes del M-19. Allí estaban Carlos Toledo, Alvaro Fayad, Carlos Pizarro, Israel Santamaría, Afranio Parra, Rosemberg Pabón y Luis Otero, entre otros. En medio de consignas y vivas a su organización los líderes guerrilleros, en compañía de familiares y cientos de seguidores, se dirigieron en caravana hacia la Plaza de Bolívar en el centro de Bogotá en donde realizaron su primera y única concentración pública. Carlos Toledo tomó la palabra y reiteró ante los asistentes la voluntad de paz que acompañaba a su movimiento y reafirmó el cese de los enfrentamientos, por lo cual el M-19 anunciaba una actitud estrictamente defensiva tras ser aprobada la amnistía; igualmente, insistió en la necesidad de una tregua para facilitar el diálogo nacional. Al finalizar el acto, ante la estatua del Libertador, todos juraron que mantendrían su espada en pie de lucha. La amnistía no sólo generó la libertad de los presos. Produjo otros efectos, como cuando en el Caquetá, un grupo de 25 guerrilleros comandados por José Conrado Marín Efrén, miembro del estado mayor de la fuerza militar del Frente Sur, se presentó a mediados de diciembre ante monseñor José Luis Serna en el sitio El Remolino a orillas del río Orteguaza; Conrado Marín, se encontraba desde hacía año y medio sin contactos con su organización; estaba enfermo, huía de la persecución oficial y le habían matado a casi la mitad de su gente; un mes antes, el 18 de noviembre había protagonizado la toma del corregimiento de Valparaíso. El resultado de esta incursión fue la muerte de 12 de sus guerrilleros y de un oficial del batallón Juanambú. La decisión de presentarse que tomó este grupo de combatientes del M-19 fue del todo propia. Ello mostraba a las claras la poca comprensión de muchos guerrilleros que, como Efrén, consideraban que la presentación ante una autoridad, en este caso eclesiástica, propiciaba el otorgamiento de la amnistía. La ley 35 tenía algunas ambigüedades: como no se exigía la entrega de las armas, la posibilidad de «legalizar» a alguno

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de los grupos no se podía dar; de igual forma los militares creían estar autorizados para atacarlos en cualquier lugar y circunstancia en que fueran encontrados. Dentro del estamento militar, las voces contrarias al proceso de paz iban en aumento; consideraban que éste era un instrumento de intromisión del poder civil en la tradicional autonomía de las Fuerzas Armadas en los asuntos de orden público. El ministro de Defensa, general Fernando Landazábal Reyes, lo señaló con claridad en declaraciones publicadas por El Tiempo el 31 de octubre: Guando se ha estado a punto de obtener la victoria militar definitiva sobre los alzados en armas, la acción de la autoridad política interviene transformando sus derrotas en victorias de gran resonancia... Espéranos que ésta sea la última amnistía38.

Así las cosas, las propuestas de tregua y diálogo nacional se convirtieron en una exigencia que, paradójicamente, iba cerrando el camino de la negociación.

38. Citado por Miguel Ángel Afanador, en Amnistías e indultos, ESAP, noviembre de i 993, p. 96.

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VIII. ¡Hasta siempre, Comandante!

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La otra cara de Betancur

En el Banquete de la Paz, que con motivo de la sanción a la ley de amnistía se realizó a finales de noviembre de 1982, el presidente Betancur trazó una raya expresando que ya había dado todo lo que podía ofrecerse. A pesar de sus palabras de paz, la actuación de los grupos paramilitares en el país era cada día más evidente. La desaparición y muerte de activistas populares y de amnistiados se convirtió en un método empleado para acallar a los contradictores políticos. Por eso, neutralizar al MAS y a todas las agrupaciones paramilitares fueron dos de las condiciones para un regreso a la normalidad de los alzados en armas. Las buenas intenciones del presidente Betancur no le alcanzaban para apoyarse en el amplio respaldo que le brindaron millones de colombianos y poder así cumplir con sus promesas de paz, apertura democrática y medidas conducentes a la solución de los grandes problemas sociales. Es más, parecía ceder ante las posiciones belicistas de altos mandos castrenses. Cuando a finales de enero de 1983 el procurador general de la nación, Carlos Jiménez Gómez, dio a conocer el resultado de sus investigaciones sobre el MAS, no hubo mayor sorpresa; la sorpresa fue la reacción que generó en la cúpula militar. Las investigaciones, iniciadas a solicitud del primer mandatario en un gesto y tendiente a demostrar su voluntad de diálogo y respuesta a las demandas populares, vinculaba a 163 civiles y militares, en servicio o en retiro. De los implicados, 59 eran miembros activos de las Fuerzas Armadas, entre ellos dos coroneles, cuatro tenientes, tres capitanes, un mayor, seis sargentos, siete cabos, un dragoneante del Ejército Nacional, dos sargentos y tres agentes de la Policía Nacional. El informe del Ministerio Público confirmaba el criterio generalizado en la opinión pública: el MAS encubría la actividad ilegal de miembros de las Fuerzas Armadas, de terratenientes y de sectores de la extrema derecha.

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El 25 de enero, cuando aún el informe de la Procuraduría no había sido publicado, el ministro de Defensa, general Fernando Landázabal Reyes, en un editorial publicado en la revista Ejército —órgano oficial de las Fuerzas Armadas—, con el título «El tráfico de la violencia», reaccionaba ante las «sindicaciones malintencionadas» y advertía sobre el peligro de un «nuevo conflicto interno» en Colombia. ¿Injerencia en política? ¿Llamados al golpe militar? ¿Incitaciones a la guerra civil? La polémica estaba abierta: Colombia tendrá que tomar conciencia del momento que está viviendo y de la importancia de éste, para la gestación de su propio futuro. Las gentes no podrán dejarse llevar por la ambición sectaria, mediante la explotación de acusaciones propagandísticas, que puedan llegar a constituirse en factores discordantes y divisorios de las instituciones y su pueblo; en tales condiciones vislumbramos que podrían estarse originando los argumentos para un nuevo conflicto interno de la nación, pues indudablemente aquella parte honesta de la sociedad, que se considera dignamente representada y defendida por las Fuerzas Armadas, tendría que ponerse en pie al lado de las instituciones, y éstas, ante las perspectivas del desdoro de su dignidad, podrían disponer su ánimo para una contienda de proporciones incalculables e imprevisibles que llevaría a nuestro país a una nueva fase de la violencia, en la que todo se perdería para la paz y nada se ganaría para la patria, para la que en tales condiciones se abrirán las puertas del conflicto civil generalizado. Que nadie se equivoque, los militares de Colombia no lucimos las insignias de nuestra jerarquía para la rendición, sino para la victoria1.

Una vez que los diarios publicaron las denuncias del procurador, el ministro de Defensa y los comandantes de los distintos cuerpos castrenses se lanzaron contra el Ministerio Público, solidarizándose en bloque con los sindicados. En primer lugar, condenaron la labor del doctor Jiménez Gómez como un hecho de gran irresponsabilidad, un desafuero, una violación descarada de la reserva del sumario y, por tanto, del legítimo derecho a la defensa que tiene todo ciudadano. Posteriormente, ordenaron a los oficiales, suboficiales, soldados y agentes en servicio activo, donar un día de su salario para atender los gastos de la defensa de los acusados la cual, anunciaron, sería ejercida por los generales del Ejército, la Fuerza Aérea, la Policía y los almirantes de la Armada. A las voces de

1. «Advertencias de Landazábal», en El Espectador, 25 de enero de 1983, pp. 1A-10A.

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protesta se sumaron los oficiales y suboficiales en retiro, los miembros del Directorio Nacional del Partido Conservador y de los gremios de agricultores, ganaderos e industriales, cerrando todos ellos filas en torno a las Fuerzas Armadas para salvaguardar su honor y apoyarlas en el cumplimiento de sus deberes. Por su parte, el presidente y los ministros del gabinete manifestaron su respaldo incondicional a las Fuerzas Armadas; en mensaje dirigido al ex ministro Otto Morales Benítez, ya en esos momentos presidente de la Comisión de Paz, el mandatario colombiano señalaba: Puedo afirmar, como lo hice hace varios meses, que nuestras Fuerzas Armadas no utilizan fuerzas paramilitares, ni las necesitan. Su disciplina castrense está lejos de apelar a medios que no se ajusten a la Constitución, de la cual son los mejores guardianes. Y por ello tengo la convicción de que si llegare a resultar comprometido alguno de sus miembros en las investigaciones que se adelantan, ellas, sin necesidad de órdenes ni de presiones, retirarían a quienes, personalmente, se hubieren llegado a equivocar, desfigurando así la conducta ejemplar de nuestra institución armada2.

Precisamente, el 30 de enero, se reunieron en el municipio de Colombia, departamento del Huila, el presidente de la Comisión de Paz, Otto Morales Benítez; su coordinador, John Agudelo Ríos, y sus miembros, Rafael Rivas Posada y Alberto Rojas Puyo, con el estado mayor de las FARC, Manuel Marulanda Vélez, Jaime Guaraca y Jacobo Arenas. Este primer encuentro produjo una declaración conjunta en la que se destacaba el espíritu del presidente por crear las condiciones para la amnistía vigente y «el marco de la nueva convivencia y de la paz política nacionales». Se convino en realizar nuevas reuniones en las que se aspiraba contar con la presencia de altos mandos militares. A raíz de este importante hecho, el presidente nombró a tres altos comisionados de paz, encargados de servir de enlace entre los miembros de la Comisión de Paz, el gobierno y quienes se acogieran a la amnistía; ellos fueron el obispo de Florencia, monseñor José Luis Serna, el mayor general (r) Gerardo Ayerbe Chaux, y Alfredo Carvajal Sinisterra, empresario vallecaucano.

2. «El país quiere paz y no arrasamiento. Carta de Belisario Betancur a presidente de la Comisión de Paz». El Tiempo, 5 de febrero de 1983.pp. 1A-7B.

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En los días siguientes, el M-19 hizo entrega al procurador Carlos Jiménez Gómez de un mensaje en el cual pedía investiga!' al ministro de Defensa por su presunta intervención en política. El M-19 no se equivocó cuando hace un año denunció que el MAS era el mismo ejército. La reacción de los altos mandos demuestra que los comprometidos con el MAS no son casos aislados, ni personal de bajo rango sino por el contrario, ellos mismos, que asumen su patrocinio, su apoyo orgánico y los costos de su defensa. Han dado la cara los altos mandos del MAS. Han mostrado a quién beneficia una política de guerra interna, que realizan en colaboración con los grupos monopóli- cos y los gremios de ganaderos, terratenientes y financieros. El presidente de la República y los altos mandos pretenden negar una verdad que todo el mundo conoce: la oligarquía se prepara a lanzar una guerra total contra el pueblo. Pero los colombianos también nos preparamos a enfrentarla política y militarmente3.

A pesar de las investigaciones y de las reacciones que generaban, los asesinatos continuaban. En Cali, el 3 de febrero fue muerto Harold Almonacid, actor del grupo de teatro Grutela y dos semanas más tarde, el 17 de febrero, cayó asesinado por dos disparos en la cabeza José Ismael Tavera, miembro del Comando Político Legal del M-19 en Bucaramanga. Otros amnistiados, como Angel Alberto Motta y Alba Luz Hernández, de las FARC,y Julio César Pórtela, del ELN, también fueron víctimas de los grupos paramilitares. En el marco de un agudo debate sobre los derechos humanos, el papel de las Fuerzas Militares y el proceso de amnistía y reconciliación entre los colombianos, se realizó entre el 4 y el 6 de marzo en el Capitolio Nacional, el III Foro Nacional por el Derecho a la Vida, la Paz y la Apertura Democrática, promovido por el Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos, organizaciones no gubernamentales y grupos de oposición; las múltiples denuncias recibidas durante los tres días que sesionó evidenciaban que, a pesar del anuncio de una política en favor de la paz y la apertura por parte del gobierno de Betancur, el estado de los derechos ciudadanos y de las libertades públicas en Colombia no manifestaba síntomas de mejoría. En el foro se destacaron el levantamiento del estado de sitio, la derogatoria del Estatuto de Seguridad, el anuncio de una política en favor de la paz y de una apertura democrática en el interior, así como la renovación de la

3. Documentos M-19. Boletín N° 84, febrero de 1983.

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política internacional proclamada por el presidente Betancur; se apoyaron las investigaciones contra el MAS y grupos similares, y se rechazó el que las Fuerzas Armadas se politizaran; ademas, se condenó de manera expresa la desaparición de personas, el secuestro, el terrorismo y los asesinatos extrajudiciales; en cuanto a la paz, se señaló en sus conclusiones: La paz no es solamente un proceso jurídico sino también político, económico y social. Además de las condiciones señaladas para la libre expresión de las ideas como de los programas de los partidos o grupos de oposición, para llegar a una democracia real en nuestro país, es urgente la reforma de las instituciones para que se hagan compatibles con la realidad de la sociedad pluralista colombiana en que vivimos4.

El domingo 13 de marzo, el presidente Belisario Betancur desmintió el creciente rumor sobre los preparativos de un golpe militar en Colombia, y en un breve y enérgico mensaje transmitido por radio y televisión, informó sobre las medidas —policivas y judiciales— que preparaba para combatir la delincuencia y la subversión. Sin lugar a dudas, este discurso distaba mucho de los anteriores: ya no evocaba sus ancestros campesinos, ni adornaba sus frases con hermosas y poéticas palabras; tampoco trató lo relativo a la amnistía, a la reforma política prometida por su gobierno, ni al esperado estatuto de la oposición; mucho menos hacía alusiones a las investigaciones sobre el MAS, al diálogo con los grupos armados, o al cese al fuego que éstos proponían. Ahora Belisario sorprendía con otra cara, «la ley tendrá los dientes y los puños que le faltaban»: Como jefe de Estado y de las Fuerzas Armadas, óigase bien, ordeno, a la totalidad de los responsables de la paz, la seguridad y el orden, a todas las autoridades, a las Fuerzas Armadas, a la Policía, a las fuerzas de seguridad, les ordeno aplicar su empeño, dedicación, capacidad y esfuerzo, a impedir todo acto que tienda a perturbar el orden público; a reprimir cualquier hecho de violencia que ponga en peligro la vida, la integridad personal, la libertad o cualquier otro derecho de los asociados. Tengan la plena convicción que el gobierno estará con ellos5.

4. III Foro Nacional de los Derechos Humanos. Conclusiones en Revista • Colotnbia N° 8. Mayo de 1983. 5. Discurso del presidente Betancur, El Tiempo, 14 de marzo de 1983. p. 1A.

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En Panamá, reunión de la Dirección Nacional

La salida de la cárcel de los principales dirigentes del M-19 no facilitó su interés por constituir un movimiento político legal; la intransigencia y la exclusión se mantenían, las amenazas y las persecuciones aumentaban día tras día. Pasada la primera semana de diciembre se dirigieron a Panamá en donde les esperaba Jaime Bateman, de allí se trasladaron a Cuba. En La Habana fueron hospedados en El Hotelito, situado en el reparto Miramar y en donde tradicionalmente el Partido Comunista de Cuba alojaba a sus amigos visitantes. Jaime Bateman, Alvaro Fayad, Carlos Pizarro, Carlos Toledo, Rafael Arteaga, Arjaíd Artunduaga, Israel Santamaría, Andrés Almarales, Gladys López, Antonio Navarro, Otty Patiño, Luis Otero, Afranio Parra y las familias de varios de ellos pasaron juntos las fiestas de Navidad y fin del año 1982. Fue poco más de un mes que se aprovechó para descansar, compartir las experiencias de los últimos tres años, definir el rumbo que había que seguir y realizar contactos y reuniones con cubanos y latinoamericanos que allí se encontraban. Por esos días se entrevistaron, entre otros, con Gabriel García Márquez, con la conocida periodista colombiana Patricia Lara, con el escritor uruguayo Eduardo Gaicano, con el investigador Arturo Alape y con el ex presidente Alfonso López Michelsen y su señora Cecilia, cita a la cual asistieron Bateman, Fayad y Pizarro. En la segunda semana de enero, Jaime Bateman viajó a la República Arabe Libia, a la cabeza de una delegación guerrillera de varios países. Junto a Vera Grabe, iba en representación del M-19; por los ecuatorianos estaban Juan Carlos Acosta, Emilio, y Alberto; por los peruanos, Víctor Polay Campos, El Chino o Rolando; con ellos viajaron también dos panameños. En Trípoli se entrevistaron con Muammar Kadaffí y realizaron acuerdos para enviar combatientes a recibir formación militar en el país africano. El regreso se hizo hacia Panamá, pasando por varias naciones europeas. 292

r Entre la última semana de enero de 1983 y la primera de febrero, la Dirección Nacional del M-19 se reunió en Panamá con el propósito de analizar la coyuntura política, confrontar los resultados de ese análisis con la propuesta de paz y su proyecto general, desarrollar las conclusiones de la VIII Conferencia Nacional y orientar a toda la militancia sobre las líneas generales del accionar político-militar por seguir. Era el primer encuentro de la Dirección que se efectuaba posterior a la salida de los presos de la cárcel y allí estaban los principales dirigentes miembros de las máximas instancias de conducción; se trataba también de cohesionar más a los ex presos con aquellos dirigentes que nunca fueron detenidos y que habían asumido la jefatura del Movimiento; la última vez que se habían reunido todos ellos había sido en la VII Conferencia, en junio de 1979. En la cita de Panamá solamente faltaron quienes se encontraban dirigiendo el Frente Sur en el Caquetá. El momento político que se vivía en Colombia, y el hecho de encontrarse reunida la casi totalidad de la dirigencia del M-19, obligaba a una reflexión serena. Por ello el encuentro duró cerca de dos semanas. La reunión de Panamá —como se la conoció desde entonces— hizo un profundo análisis sobre los primeros seis meses del gobierno de Belisario Betancur en los temas de amnistía, paz, diálogo nacional, política económica y social, y política exterior. Consideró que tanto para el país como para el M-19, se iniciaba una nueva etapa; para el primero, caracterizada por el reacomodo de la oligarquía con un nuevo estilo; para el Movimiento se trataba de una etapa de reestructuración, en la que debería prepararse para dirigir a las masas en la guerra. Las discusiones en el encuentro no fueron fáciles; hubo puntos de vista que defendían la posibilidad de mantener al Movimiento en un estado de semilegalidad, con un frente amplio > la estructura político-militar por otro lado. Otros proponían su legalización total; este último criterio, sustentado por quienes habían participado en el Comando Político Legal, sostenía unánimemente que era el momento de las masas, de las plazas públicas. Bateman reconoció esto último, pero consideró que aún faltaba por ganar la tregua y el diálogo nacional; con sólidos argumentos convenció a sus compañeros, con excepción de Ramiro Lucio Escobar, cuya postura fue derrotada. El debate condujo a radicalizar las posiciones frente al gobierno y a declarar rota la tregua que se había adoptado a raíz de la promulgación del decreto

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de amnistía en noviembre de 1982. Lo anterior implicaba disolver el Comando Político Legal: El Comando Político del M-19 cumplió una tarea muy importante al agitar nuestras propuestas y promover el diálogo nacional; participó en actos públicos y tuvo la oportunidad de discutir con distintos sectores organizados, con personalidades, con dirigentes gremiales y políticos; mostró la intención sincera del M-19 de encontrar los caminos que conduzcan al diálogo y la paz; pero el gobierno ya les cerró el espacio de actuación política legal. Todos los militantes integrantes del Comando Político deben pasar a la clandestinidad y reintegrarse a las estructuras de la OPM; desde allí deben proseguir sus responsabilidades y cumplir con los compromisos adquiridos con las masas6.

Las contradicciones con Ramiro Lucio merecieron un comentario del comandante Pablo en su entrevista del 19 de abril siguiente; en aquella ocasión, cuando el periodista le preguntó sobre las reuniones multipartidistas que había organizado el Ministerio de Gobierno y a las cuales asistió Lucio, el jefe guerrillero manifestó: En primer lugar esas reuniones no terminaron en nada. Nunca se volvió a hablar de ellas. Pero además el ministro de Gobierno creyó que dándole una beca a Ramiro Lucio resolvía los problemas del país. Hubo un momento en que Lucio llegó a tener serias diferencias con nosotros, se las planteó al ministro y él le concedió una beca especial con 10 mil dólares para vivir. Así se compra la conciencia de la gente. Para nosotros es doloroso decir esto porque Lucio era un hombre nuestro. Ahora, aparte de su deshonestidad, nos parece terrible que el gobierno haga estas cosas que verdaderamente están acabando con el diálogo7.

Las expresiones de Bateman fueron contestadas por Lucio varias semanas después, cuando ya el dirigente del M-19 había desaparecido. En carta enviada desde París al director d c El Espectador, Lucio aclaraba que tanto su viaje como su beca fueron producto de un préstamo del Icetex y no de favores especiales del gobierno. Se refirió igualmente a la posición adoptada por el M-19 en el encuentro de Panamá: ... querer responsabilizarme del conocimiento que las autoridades colombianas tuvieron del «triunfo de la línea dura» en la última 6. Documentos M-19. Reunión de la Dirección Nacional, conclusiones. Febrero de 1983. 7. «Una entrevista muy bien preparada», entrevista con Jaime Bateman. El Colombiano, 21 de abril de 1983, p. 12A.

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reunión de Panamá, es ignorar de mala fe que dicha decisión se regó por todo el país como mancha de aceite. En los círculos intelectuales y políticos de Colombia, se comentó este «triunfo» como el error más grave del M-19 en toda su historia. (...) En nada valoró Bateman el voluntario silencio que por lealtad con la organización adopté gustosamente. Varios periodistas intentaron en vano, en los últimos meses, una entrevista conmigo. No acepté, no quería que la reacción utilizara nuestras contradicciones políticas, en contra del M-19. Si ahora respondo públicamente los injustos agravios de mi ex comandante y ex amigo, es porque éste se encargó de recordarle al país, la existencia de Ramiro Lucio8.

Como resultado del encuentro en Panamá, la Dirección Nacional ratificó sus propuestas políticas de cese al fuego y diálogo nacional; insistió en el deseo de realizar conversaciones con la Comisión de Paz y en su convocatoria a todas las fuerzas democráticas, a las personalidades y sectores interesados en la paz, para apoyar con hechos la propuesta de apertura democrática y desmilitarización de la vida nacional. Para materializar las propuestas políticas, el M-19, dentro de su nueva táctica de lucha por la paz desde los combates político-militares y la movilización popular, consideraba: La lucha por la paz ha de abocarse con una concepción político-militar. No se trata de agitación propagandística e inmovilismo. Se necesitan la movilización y el combate permanente de nuestras fuerzas, desarrollar el proceso de enfrentamiento con los enemigos del pueblo; insistimos en la necesidad de las acciones, desde las pequeñas hasta las más grandes, desde lo reivindicativo hasta lo militar, de lo simple a lo complejo. Nuestros combates tienen dos objetivos básicos: 1) Vincular a las masas en el enfrentamiento contra sus enemigos fundamentales. 2) Continuar la construcción del ejército del pueblo que habrá de aniquilar al ejército de la oligarquía, enfrentando militarmente sus unidades9.

Uno de los aspectos que hay que destacar de esta reunión, fue el criterio definido con respecto a la unidad democrática y revolucionaria. El M-19 se reafirmó en sus tesis de identidad y unidad

8. «Ramiro Lucio explica por qué se retiró del M-19». El Espectador, 2 de junio de 1983, p. 5A. 9. Documentos M-19, reunión de la Dirección Nacional, op. cit.

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guerrillera definidas en la VIII Conferencia Nacional, y en la movilización de sectores amplios en la lucha por la paz y la apertura: Existen otras organizaciones interesadas en estos objetivos, con las que debemos buscar acuerdos; organizaciones políticas, gremiales, económicas y sociales con las que nos identificamos en la lucha contra los monopolios y contra el militarismo. Las organizaciones revolucionarias y fuerzas guerrilleras con las que debemos buscar las coincidencias, siempre más importantes que las diferencias conceptuales que nos separan. Debemos resaltar la coincidencia actual entre el M-19 y las FARC; esta organización continúa impulsando el diálogo, sin que ello signifique la suspensión de su actividad militar. Debemos continuar las conversaciones, establecer acuerdos y coordinar acciones. Por la importancia estratégica de esta alianza, el Comando Superior asumirá la responsabilidad de estas tareas10.

En la reunión de Panamá, el M-19 radficó la estructura organizativa adoptada por las anteriores conferencias sobre organización político-militar (OPM) y el desarrollo y consolidación de la fuerza militar (FM) con base en el Frente Sur. Posteriormente, Jaime Bateman hizo un recorrido por varias naciones centroamericanas. Visitó México, y a mediados de marzo se reunió en el hotel Las Mercedes de Managua, Nicaragua, con el periodista colombiano Ramón Jimeno, a quien concedió una de sus más amplias entrevistas para la revista Nacía de Nueva York. Esta fue publicada con posterioridad como el libro Oigaheimano, con un tiraje nacional de 30 mil ejemplares; para el exterior se publicó con el título ¡Tenga...! Esta es Colombia! En la primera semana de abril el comandante Pablo regresó a La Habana; allí se encontraban aún Israel Santamaría, Lucho Otero, Carlos Pizarro, Afranio Parra, Arjaíd Artunduaga, Rafael Arteaga y Ester Morón quienes, a partir de la propuesta estratégica de conformar un ejército popular, se aprestaban a participar en un curso de formación político-militar. En la segunda semana de abril, Bateman viajó nuevamente a Panamá cuando las organizaciones revolucionarias de Centroamérica se estremecían con la muerte de la comandante salvadoreña Ana María. Muchas de las agrupaciones guerrilleras de América Latina no estuvieron exentas de hechos de intolerancia, canibalismo, hegemonismo, autoritarismos y vio

lo. ibtá.

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laciones a los derechos humanos; la indignidad quiso vestirse de revolución con hechos bárbaros y denigrantes, individuales unos, colectivos otros, todos lesionaron profundamente las banderas de vida que levantaban sus organizaciones: la muerte del poeta salvadoreño Roque Dalton a manos de sus compañeros del Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP, de El Salvador; los «ajusticiamientos» en los primeros años del ELN colombiano; las decenas de asesinados dentro de las filas del Frente Ricardo Franeo en Tacue- yó, Cauca, en 1985; el fusilamiento de dos infiltrados en la columna guerrillera del M-19 comandada por Jairo Capera; el constante acoso de las FARC a campesinos acusados de colaborar con la contraguerrilla en las zonas de conflicto en Colombia; a éstos y a otros casos más, se sumó, el 8 de abril de 1983, el asesinato de Mélida Anaya Montes, Ana María, en las filas del Frente Farabun- do Martí para la Liberación Nacional, FMLN, de El Salvador. En lo que inicialmente se pensó que era un «crimen de la CIA», la comandante salvadoreña fue muerta en Managua por miembros de su misma organización. Cuatro días más tarde, Salvador Cayetano Carpió, Marcial, su compañero y jefe en la guerrilla, se suicidó al conocer los hechos. A los pocos días fue revelada la verdad: el mismo Marcial había ordenado la muerte de Ana María, en un típico caso de rivalidad política y celos de poder. El 13 de abril, la escuadra Mélida Anaya Montes del M-19, en cumplimiento de la Operación Nuestra Patria es América, dinamitó la sede de la Embajada de Honduras en Bogotá. La acción provocó heridas al cónsul y serios daños en la sede diplomática. En el boletín NM 85 de marzo-abril de 1983, el M-19 reivindicó el hecho, culpando al país centroamericano de complicidad con los Estados Unidos para atacar desde su territorio a Nicaragua.

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Jaime Bateman: «Un profeta de la paz»

Antes de salir de Panamá, Jaime Bateman le dirigió una carta al presidente Betancur en la que, aparte de criticar al primer mandatario por no cumplir con sus promesas, se reafirmaba en su disposición de mantener un diálogo con el gobierno sobre las fórmulas de la paz. La misiva fue entregada por Vera Grabe a Manuel Antonio Noriega, jefe de la Guardia Nacional panameña para que, por su intermedio, llegara a manos del presidente Ricardo de la Espriella, mandatario de esa nación, quien la leyó telefónicamente a Betancur el 21 de abril. El envío de la carta del M-19 obedeció al interés mostrado por el presidente colombiano cuando, el 3 de abril, durante una corta estadía en Panamá, tras asistir a una reunión de los presidentes del grupo Contadora, le manifestó al general Noriega su deseo de concretar una cita con el M-19. Pasada la primera quincena de abril, Jaime Bateman regresó al país. Había permanecido casi ocho meses por fuera y era el momento de hacer una declaración pública relacionada con la posición adoptada por el M-19 en el encuentro de la Dirección Nacional en Panamá. El día propicio era el 19 de abril, cuando su Movimiento celebraba un nuevo aniversario, no del surgimiento, pero sí de la fecha que le daba el nombre. El viaje desde Panamá lo realizó junto con Alvaro Fayad, Yamel Riaño y Carlos Toledo Plata, en la avioneta monomotor Piper PA28 con matrícula colombiana HK 2139P, piloteada por su propietario, el político conservador Antonio Escobar Bravo, amigo personal de Jaime Bateman y del M-19. A Santa Marta llegaron el 17 de abril, aterrizando la aeronave en una pista cercana a La Y de Ciénaga, de donde partió el 28 del mismo mes. Inicialmente se alojaron en casa de uno de sus amigos en Plenomar, al pie del Santa Marta Hotel. En la madrugada del 19 de abril los dirigentes del M-19, Jaime Bateman, Alvaro Fayad y Carlos Toledo, en conferencia de prensa

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organizada por el director de teatro Eddy Armando, se reunieron con un grupo de periodistas. A la entrevista fueron «invitados» los comunicadores Ménica Rodríguez, de Caracol; Germán Manga, de El Tiempo, y Cecilia Orozco, jefe de redacción del Noticiero de la Noche. En el encuentro Bateman anunció la reanudación de las actividades guerrilleras por parte del M-19, dando fin así a la tregua de cinco meses que se había iniciado a raíz de la aprobación de la amnistía en el mes de noviembre anterior: La amnistía no la utilizamos porque se nos quiso engañar y se quiso engañar a la opinión pública, se le está diciendo que la amnistía es la paz. Hoy hace tres años en el reportaje con Germán Castro ya estábamos diciendo lo que decimos ahora: no se hagan ilusiones, la sola amnistía no es la paz, nosotros no nos vamos a dejar humillar, no nos vamos a rendir, no aceptaremos nada que signifique una política liquidacionista del M-19. Seguiremos insistiendo en el diálogo pero seguiremos combatiendo y seguiremos respondiéndole a las operaciones militares del Ejército, nosotros no nos vamos a dejar matar".

Las respuestas del líder del M-19 a los periodistas fueron enfáticas. Bateman mostraba su decisión de llegar a un arreglo a través del diálogo directo y la tregua, pero ahora pedía que la iniciativa saliera del presidente de la República y que cesaran las actividades de los paramilitares; también exponía con vehemencia su disposición a reemprender la lucha: El plan del M-19 en este momento: prioridad uno, seguir buscando la paz. Seguir buscando la tregua. Seguir buscando el diálogo. Seguir haciendo los esfuerzos posibles para que cese esta guerra. El segundo paso es reorganizar las fuerzas del M-19. Durante el período de Turbay nos dieron muy duro. Tuvimos muchas pérdidas. Ahora tenemos que hacer lo que cualquier movimiento guerrillero. Acumular fuerzas, acumular armamento, acumular gente y actuar. Porque tenemos que actuar porque nos van a matar. Sencillamente ha habido más muertos en el período de la paz que en el período de la guerra. ¿Por qué? Porque los que han estado a la defensiva son los guerrilleros esperando a que el Ejército mate a la gente impunemente. Esta actitud la vamos a suspender. Antes que el Ejército nos busque a nosotros, nosotros tendremos que buscar al Ejército11 12.

11. «Guerrillas siguen dispuestas al diálogo». Entrevista de Germán Manga con dirigentes del M-19. El Colombiano, 21 de abril de 1983, p. 12A. 12. «Una entrevista muy bien preparada». Segunda parte del relato de Germán Manga con los líderes del M-19. El Colombiano, 22 de abril de 1983, p. 12A.

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Simultánea a la difusión de las declaraciones de Jaime Bateman, se conoció en el país la noticia de un supuesto envío de cuatro aviones libios cargados de armas para el M-19. La descabellada información se fue cayendo por sí sola cuando se llegó a decir que uno de los aviones —que realmente iban con destino a Nicaragua y se encontraban detenidos en Brasil— habría aterrizado en una pista clandestina en el Putumayo. Algunos medios informativos hicieron eco de las versiones, especulando sobre una «conspiración internacional» y la existencia de un supuesto «eje» Bateman-Kadaffi-Ortega (con referencia a los mandatarios de Libia y Nicaragua). Las actividades de Jaime Bateman y sus compañeros fueron múltiples en los días que siguieron; durante su permanencia en Santa Marta, Bateman estuvo alojado en trece sitios diferentes, generalmente en casas de amigos. El 24 de abril se reunió con varios allegados en una playa cercana a Taganga, en Santa Marta, donde celebró su cumpleaños número 43; con él estuvieron su madre Clementina Cayón, sus dos pequeñas hijas, la esposa de su hermano Carlos, sus sobrinas, Yamel Riaño y Cristina Campoa- legre, estos dos últimos miembros del M-19, quienes durante esos doce días le acompañaron permanentemente brindándole la seguridad que requería. En distintas playas sostuvo entrevistas con algunos de sus amigos y con compañeros del M-19 que fueron a visitarlo, entre otros Augusto Lara y Jorge E. Carvajalino. Uno de los últimos actos políticos de Jaime Bateman, antes de su desaparición, fue la firma del comunicado conjunto entre el M-19 y las FARC-EP. Este hecho, antecedente directo de la unidad de acción de la guerrilla colombiana, se produjo el 25 de abril de 1983 y hacía parte de los esfuerzos señalados por la VIII Conferencia del M-19 para estimular el proceso de confluencia de todas las fuerzas democráticas y revolucionarias. El documento denominado «Por la apertura y la paz democrática», exigía al presidente Betancur cumplir sus promesas y reconocía como pasos positivos la amnistía y el ingreso de Colombia a los No Alineados, Noal. Las organizaciones firmantes reafirmaban su propósito de llegar a conversaciones y en cuatro puntos concretaban su propuesta: Nuevamente nuestros movimientos le piden al gobierno de Belisario Betancur: 1. Concretar una tregua entre el movimiento guerrillero y las Fuerzas Armadas, que implique el cese de las hostilidades, de las operaciones

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de exterminio contra las zonas agrarias, el cese de los controles a la población civil, de las torturas y los asesinatos, el desmonte y juicio a los agentes, promotores y principales responsables del aparato militar denominado MAS.

2. La amnistía, como paso inicial hacia la paz, debe complementarse en primer lugar con el diálogo directo entre los delegados del gobierno y las fuerzas guerrilleras, liberando a todos los presos políticos y respetando las libertades sindicales, así como rodeando de efectivas garantías a la oposición. 3. Buscarle solución a la crisis económica, no descargándola sobre los hombros de los trabajadores sino haciendo que la paguen los grandes capitalistas y promulgando medidas tendientes a aliviar el alto costo de la vida, el desempleo, la falta de vivienda, educación, salud, y rehabilitando las zonas golpeadas por la violencia oficial. 4. Entrar realmente a estudiar los diversos pronunciamientos que han hecho las fuerzas democráticas en torno a una reforma política avanzada, que modernice las caducas estructuras del Estado colombiano y termine con las desuetas fórmulas que lo único que consagran es el dominio oligárquico13.

En la mañana del 26 de abril, junto a Conrado Marín, Efrén* Bateman concedió la que sería su última entrevista; esta vez fue al periodista Óscar Domínguez, de El Heraldo de Barranquilla. El encuentro tenía como propósito comunicar el regreso de Efrén a la clandestinidad, luego de ver caer muertos a varios de sus compañeros, y negar posibles vinculaciones de su movimiento con el caso de los aviones procedentes de Libia: ... lo inmoral, por parte del gobierno, es eso de echar a rodar la bola y que el país asimile que estamos dependiendo del régimen libio. Así es como se construye la paz en Colombia. Así es como se nos quiere colocar en un rincón para que no podamos hacer política en este país. Pero se equivocan porque la realidad muestra que no había tal cargamento para nosotros. (...) No es imaginación lo del general Landazábal. También hay mala fe, que es diferente. Ojalá hubiera tenido un poquito de respeto por lo que está pasando en Colombia. Porque toda esa algarabía, toda esa histeria de los aviones lo que aleja es el proceso de paz14.

13. Documentos M-19. Comunicado Conjunto de las FARC-EP y el M-19, 25 de abril de 1983. Este comunicado solamente fue dado a conocer en la primera semana de junio del mismo año. 14. «Encuentro con Bateman», por Oscar Domínguez. El Heraldo, 28 de abril de 1983, p. 10A.

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El jueves 28 de abril, desde la pequeña pista cercana a Santa Marta, Jaime Bateman salió con destino a Panamá en donde le esperaban Vera Grabe, Gerardo Quevedo, Pedro Pacho, y otro de sus compañeros conocido como Mario Panamá. Pasadas las diez de la mañana el pequeño avión desapareció en el aire. Viajaba en compañía de Nelly Vivas Rebolledo, conocida en el M-19 como Janet, Feliza o La Negra y José Conrado Marín, Efrén; piloteando la aeronave iba el ex parlamentario conservador Antonio Escobar Bravo. Nelly Vivas era caleña, comenzó su militancia en el M-19 a mediados de 1975, recién llegada de Europa donde se había especializado en microbiología. Trabajó junto a Iván Marino Ospina, Rosemberg Pabón y Elvecio Ruiz en las tareas y desarrollo del regional del Valle. Fue la única mujer que asistió a la VI Conferencia que se realizó en marzo de 1978; en la VII Conferencia de junio de 1979 fue designada como oficial mayor y miembro de la Dirección Nacional; desde ese momento pasó a la clandestinidad y asumió la dirección del trabajo urbano junto a Otty Patiño; en esa actividad dirigió las tareas político-militares en Cali, Barranquilla y Bogotá. En la VIII Conferencia lució siempre un sombrero grande para cuidarse de las fotos, contrariando el criterio de Bateman quien le insistía en que debía «destaparse» para mostrar al país una imagen más completa del M-19; el argumento de Nelly Vivas para no hacerlo, era su responsabilidad en la actividad urbana, donde aún mantenía la clandestinidad; en esa conferencia fue ascendida—junto con Vera Grabe— a oficial superior, miembro del Comando Superior del M-19. En el momento de su muerte tenía 36 años. José Conrado Marín era un campesino proveniente de Anserrnanuevo, Caldas, de donde emigró al sur del país. En la vereda La Estrella se convirtió en líder agrario y fue perseguido por cuatreros y terratenientes que lo acusaron de ser miembro del M-19. En la guerrilla pasó varios meses junto a Jaime Bateman, destacándose como conductor político y militar. Antes de acogerse a la amnistía en 1982 estuvo perdido en la selva durante más de un año; esta situación se presentó al concluir el desembarco de las armas transportadas por el M-19 al Caquetá en un avión de la compañía Aeropesca. En la madrugada del 26 de abril, días antes de abordar la avioneta que lo conduciría a la

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muerte, habló con un periodista de Colprensa; a él le contó su participación en el episodio de las armas. También le habló de cómo y por qué se había acogido a los beneficios de la amnistía y su retorno, en esos momentos, a la clandestinidad, por la persecución y asesinato de varios amnistiados. En el momento de su muerte tenía 36 años. De Jaime Bateman, el Comandante Pablo, hablaron siempre sus propios compañeros, sus amigos: Pablo, Jaime Bateman, mi hermano de 25 años de lucha, ha dejado un vacío, pero como un solo hombre, jóvenes y viejos, hombres y mujeres del M-19 no dejaremos —no importa lo que venga— esas banderas de lucha que como comandante del M-19 izó tan altas. Esa talla de gigante, ese hombre que con todos nosotros encumbró la organización, seguirá presente. Con dolor de pueblo pero con ganas de triunfar, continuaremos su obra15. Bateman es un hombre que se proyecta frente a la realidad continental de la época, que cuestiona la organización, cuestiona la militancia y la forma de hacer política, cuestiona al continente y la mediocridad de su. clase dirigente, la división continental, el apego a clichés y esquemas ideológicos foráneos, por eso es recibido de esa manera, porque es un hombre que está introduciendo un nuevo lenguaje y comportamiento político frente al continente, además llega con toda su magia personal y la de sus ideas a decirle a este continente, a toda la izquierda y a toda la gente... bueno, desabróchense, sean como ustedes son. Bateman es como si fuera el brujo mayor marcando el nivel de este proceso, porque introduce la magia del cambio y una búsqueda propia. Es por eso que arrasa con una izquierda acantonada y de capilla, no solamente a nivel nacional sino a nivel internacional16. Jaime Bateman es, seguramente, el principal artífice de la rápida formación y organización del M-19... Muchos fueron los dirigentes populares que disfrutaron del diálogo con Pablo. Hubo muchos colaboradores, simpatizantes, amigos del M-19 o amigos de Jaime, que aportaron poco o mucho a nuestra causa; pero fuimos pocos los que teniendo responsabilidades de dirección política legal o representación partidista en algún cuerpo colegiado aceptamos la militancia en el M-19 y el compromiso total con la revolución colombiana.

15. Entrevista a Iván Marino Ospina, en Colombia, N° 11 noviembre y diciembre de 1983. 16. Entrevista a Carlos Pizarro Leongómez, en Guerra a la Guerra, por Sebastián Alzate Castillo, Bogotá, Editorial Tiempo Presente, julio dé 1988, p. 44.

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Me cuento entre los privilegiados que pudimos compartir a su lado una época de extraordinaria significación en la política colombiana y latinoamericana. Me cuento también entre los pocos que compartimos sus preocupaciones y discutimos sobre los problemas de Colombia y América, hasta dos horas antes del accidente, cuando lo despedimos en un aeropuerto clandestino del departamento del Magdalena, en la Costa Atlántica colombiana17.

17. Carlos Toledo Plata, en «El camino del triunfo: Jaime Bateman, octubre de 1983.

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La búsqueda

El viaje de Bateman a Panamá no estaba en su agenda. Días antes había recibido la información del interés de un emisario presidencial para entrevistarse con él. También estaba pendiente una entrevista con Pablo Escobar Gaviria, en ese momento representante suplente a la Cámara. Con base en ello se resolvió su desplazamiento que fue comunicado por Yamel Riaño a Gerardo Quevedo, quien, junto a Vera Grabe, debían esperarlo en el aeropuerto Paitilla, alterno al aeródromo General Torrijos en Ciudad de Panamá. Alvaro Fayad había regresado por tierra a Bogotá en la. noche del 27 de abril. En la tarde del día 28, cuando ya las autoridades de la aviación panameña habían iniciado la búsqueda de la avioneta, se transmitió la voz de alarma entre un reducido grupo de dirigentes del M-19 que se encontraban en Medellín, Panamá y Bogotá; de inmediato se concentraron en la tarea de encontrar a sus compañeros. A las pocas semanas la noticia se filtró a los medios de comunicación. Desde entonces, y durante varios meses, una lluvia de «versiones perversas» —como las denominó Gabo— sobre el paradero del dirigente circularon en todo el país: que se encontraba en el Caquetá al frente de sus hombres, que había huido con millones de dólares, que la avioneta en que viajaba fue derribada por aviones militares; en fin, una gran cantidad de especulaciones que por desconocimiento o mala fe sólo aumentaban la confusión. Durante más de dos meses se hizo una búsqueda por aire y tierra, en la que participaron directamente Alvaro Fayad y otros dirigentes del M-19 al mando de comisiones que palmo a palmo recorrieron casi todo el territorio conocido como el Tapón del Darién en la frontera colombo-panameña. Con helicópteros y aviones sobrevolaron durante 25 días las selvas de la Serranía de San Blas y toda la zona de la Costa Caribe panameña. Como en

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cualquier operación militar de importancia, la búsqueda se hizo con todas las medidas de seguridad; se trataba ante todo de encontrar a sus compañeros desaparecidos, lo que sólo era posible dentro del mayor sigilo. El Movimiento destinó todos los esfuerzos morales, humanos, técnicos, organizativos, militares y económicos para realizar un intenso rastreo por aire, tierra y mar. El objetivo era hallarlos vivos o, en el peor de los casos, al menos obtener alguna certeza respecto a su suerte. Pese a todos los esfuerzos, no hubo resultados. El sábado 16 de julio, luego de 80 días de ocurrido el accidente, el M-19, por intermedio de su dirigente Alvaro Fayad Delgado, dio a conocer la dolorosa noticia (véase Anexo 5). En rueda de prensa con Rita Ganem, presidenta de la Asociación de Periodistas Extranjeros en Colombia, y Javier Darío Restrepo, director del Noticiero de la Noche, Fayad confirmó la muerte de su jefe y amigo; igualmente, comunicó que Iván Marino Ospina, Felipe, quien se encontraba en las selvas del Putumayo desde hacía varios meses, asumía el puesto de mando dejado por Jaime Bateman Cayón. Fayad, ahora segundo comandante del M-19, dijo además que su Movimiento continuaba «como cuando estaba Bateman» y se reafirmó en los esfuerzos por lograr un diálogo con el gobierno: Teníamos toda la responsabilidad moral, humana, política con nuestra organización, con nuestro pueblo, con nuestros amigos de América Latina de no dejar pedazo de selva, de no dejar posibilidad alguna, de no dejar rastro ninguno por investigar, por buscar. Queríamos agotar todas las probabilidades de encontrar con vida a nuestros compañeros, o por lo menos una señal inequívoca de cómo sucedió el accidente. (...) Agotamos racionalmente todos los cálculos de sobrevivencia y de posibilidades de vida. Todo parece indicar que fue un accidente con base en la debilidad del aparato; era un pequeño monomotor y había un impresionante mal tiempo en la zona; es decir, nosotros hasta el momento nos inclinamos por la hipótesis del accidente. Sin embargo, seguimos investigando, la búsqueda permanece hasta poder decirles una certeza de cuál fue la causa, y cuál fue el sitio exacto del accidente18.

Públicamente Iván Marino Ospina asumió la jefatura del M-19 el 16 de diciembre—vísperas de un nuevo aniversario de la muerte del Libertador Simón Bolívar—, cuando en rueda de prensa con

18. «Bateman está muerto; Ospina máximo jefe», entrevista con Alvaro Fayad. El Tiempo, 19 de julio de 1983, p. 1A.

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Alvaro Fayad informaron sobre la reunión con el presidente Be- tancur. Ese día, Ospina recordó a su comandante muerto y aceptó el reto de dirigir el Movimiento: He asumido la responsabilidad legada con la esperanza de que continuaré hasta el final la obra emprendida; pero si cualquier día de éstos me llega la hora, habrá otros Fayad, otros Pizarro, otros Navarro Wolf, otros Gustavo Arias, otros Toledo, otros Otero y muchos más, quienes no dejarán arriar las banderas por las que ya se ha derramado demasiada sangre generosa19.

Solamente nueve meses después de ocurrido el siniestro, se pudo establecer el sitio exacto del accidente. A fines de enero de 1984 la avioneta fue hallada destrozada cerca de Ticantiqui, en la serranía de San Blas, unos 120 kilómetros al norte de la ciudad de Panamá. En la cabina de la nave se encontraron los restos mortales de sus cuatro ocupantes que, tras las investigaciones de rigor, fueron identificados y entregados a sus familiares el 20 de febrero siguiente. La madre de Bateman, Clementina Cayón, llevó la mayor carga en el proceso de recuperar los restos mortales; durante dos largas semanas doña Clementina debió afrontar a diario la batalla contra las autoridades por el respeto a la muerte de su hijo y a sus derechos como madre: Después del accidente aéreo, Jaime duró nueve meses perdido. Un día me llamó Yamid Amat para contarme que habían encontrado la avioneta. Yo no le creí. Luego se volvió a comunicar y me puso las noticias de Panamá en las que informaban que habían encontrado el aparato. Entonces emprendí viaje a Panamá. Los del M-19 me recibieron allá. Desde que llegué, iba todos los días a la Procuraduría. Tuve que pelear con mucha gente. Los del Ejército colombiano querían llevarse los restos. Un militar me dijo en una ocasión que por qué querían enterrar a un guerrillero como si fuera gente, y entonces yo me le abalancé y le pegué un garnatón. El procurador me dio la razón a mí y le reclamó diciéndole: «¿No ve que es una madre adolorida por la muerte de su hijo?» En Panamá estuve como tres meses. El momento más duro fue cuando tuve que reconocer los restos. Me llevaron a una azotea. Los huesos estaban en una enorme bolsa. Los esparcieron y me pusieron a escoger los que pertenecían a Jaime.

19. «En la búsqueda de la paz cualquier paso, por pequeño que sea, es positivo». Entrevista a Iván Marino Ospina, en revista Colombia», N° 11 de noviembre-diciembre de 1983.

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Yo creo que en ese momento cambió mi carácter para toda la vida. Seleccioné los huesos más grandes y armé su esqueleto20.

En Panamá, junto a la madre de Bateman, estuvo permanentemente Ester Morón, Norma, quien había salido del país a raíz del robo de armas en el Cantón Norte de Bogotá: Fueron unos días terribles, porque el reguero de huesos... eran cuatro personas. No había pelo. Como había mucha lluvia, el pelo se había ido. Había alguna ropa pegada a los huesos. El único que tenía un hueso pegado al otro era Bateman. Tenía la cadera pegada al fémur. Ninguno tenía cráneo. Había algunos huesos diferentísimos. Empezamos a construir los del Flaco. Le abrí la boca; ¡cómo se reía y era él! Con tanto dolor me lo imaginaba riéndose. Separamos los restos de cada uno en bolsas de polietileno. Cuando estaba en esas, pensaba que a lo mejor no eran sus restos, sino los de otros parecidos a los de ellos. «Debe ser que están presos, pero no muertos», aun cuando le vi la sonrisa, aun cuando le vi la canilla con el huequito por donde le había supurado toda la vida. Entre los objetos personales había un libro, pedazos de Cien años de soledad. Parece que una piedra lo había protegido y quedaba esa buena parte del libro. Había restos de la máquina de escribir. De pronto vi sus zapatos; los torcidos que toda la vida usó. Veo las medias; medias de nylon como medio transparentes... las medias estaban llenas con todos los huesitos de los pies. ¿Por qué se les habían roto los cráneos y partido los pies? Me acordé que él usaba plantilla. Metí la mano al zapato y ahí estaba. En ese momento maté al Flaco. Fue el momento más terrible de todos21.

Desde los más diversos puntos del país el pueblo expresó su solidaridad con las familias Bateman, Vivas, Marín y Bravo. Representantes de las organizaciones de izquierda, políticos liberales y conservadores, periodistas de los distintos medios informativos, personalidades democráticas, defensores de los derechos humanos, sindicatos y demás organizaciones populares, colegios y universidades, se unieron todos en torno a los preparativos de un homenaje postumo en Bogotá. El gobierno, que se había comprometido a no obstaculizar la realización de las honras fúnebres en la Casa Gaitanista de la capital, prohibió el homenaje por temor a la magnitud que iba tomando el hecho.

20. Entrevista a Clementina Cayón, en Bateman, op. cit. pp. 21 21. 22 Entrevista a Ester Morón. Bateman, op. cit. pp. 41-42.

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Las tres familias de los dirigentes muertos acordaron entonces enterrar juntos a sus hijos en Santa Marta. Un avión militar de la Fuerza Aérea Panameña los llevó a su destino final; el coronel Lorenzo Purcello, de la misma rama, fue comisionado por el general Manuel Antonio Noriega, comandante de las Fuerzas de Defensa, para ir en el vuelo y garantizar la entrega final de los restos en territorio colombiano; viajaron también un periodista panameño, la colombiana Ligia Riveros y los abogados Ricardo Villa Salcedo y Edie Hernández. Tras una jornada agotadora y triste, Clementina y sus acompañantes llegaron en la noche del 20 de febrero a Santa Marta. A pesar de las prohibiciones, cientos de personas aguardaban en los alrededores del aeropuerto. La prensa minimizó la noticia, pero el día siguiente fue de duelo y solidaridad en la ciudad natal del comandante Pablo. Gran parte de la población samaria y representantes de los trabajadores y sectores democráticos del país desfilaron por las principales calles de la ciudad hasta el cementerio de San Miguel, rindiendo homenaje a los miembros del M-19 muertos. En el Liceo Celedón, donde Bateman había realizado sus estudios de bachillerato, se ofreció una misa en su memoria. En los funerales habló Virginia de Duplat, madre de Carlos Duplat, en representación del Comité de Madres y Familiares de los Presos Políticos. Miles de personas marcharon bajo las notas del himno nacional, coreando las consignas, levantando las banderas del M-19 y posteriormente cantando «La ley del embudo», ritmo vallenato propuesto en alguna oportunidad por el comandante Pablo para que fuera el himno de su organización. Desde entonces, las tumbas donde reposan los restos mortales de Bateman, Marín y Vivas, son permanentemente visitadas por gentes que los conocieron, o por quienes por simple curiosidad llegan para rendir un testimonio de admiración y respeto. Nunca falta una flor. Sobre las causas del desastre, humanas, técnicas o climáticas, sin excluir la posibilidad de un sabotaje, nunca se pudo conocer la verdad. El enigma de la muerte de Jaime Bateman y sus acompañantes nunca se ha despejado totalmente. ¿Mal tiempo? Sí. ¿Impericia del piloto? Tal vez. ¿Atentado? Mmmmm. Basta recordar cómo entre 1980 y 1983 fueron víctimas del llamado «mal de avión» prestantes personalidades de la política latinoamericana: en junio de 1980, el avión en que volaba el vicepresidente de Bolivia, Jaime Paz Zamora, se precipitó a tierra envuelto en llamas; a finales

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de septiembre de 1980, Ernesto Jovel, comandante de las Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional, FARN salvadoreñas, cayó al mar en una pequeña avioneta, cuando volaba sobre la Costa Atlántica panameña; más tarde el jefe de estado mayor del Perú, Luis Hoyos Rubio, general nacionalista, pereció en su avión militar; el 24 de mayo de 1981 murió el presidente ecuatoriano Jaime Roídos cerca de Cuenca en el sur de su país; el 31 de julio de 1981 se accidentó el avión que conducía al general Ornar Torrijos, presidente de Panamá, en la misma área donde desaparecieron las aeronaves que conducían a Jovel y a Bateman; antes que todos ellos, en circunstancias similares, había muerto el general demócrata Juan José Torres, presidente de Bolivia. Para Gabriel García Márquez, quien ha seguido muy de cerca la política y la realidad latinoamericanas, no puede ser sólo el azar: No es fácil creer que tantos desastres sucesivos sean casuales, porque no es tan selectivo el índice de la muerte que hasta las mismas fatalidades tienen sus leyes inexorables22.

En abril de 1983 el turno era para Jaime Bateman Cayón: Hoy el vacío que queda lo tenemos que llenar todos en el lugar que estemos, duplicar, triplicar fuerzas, juntar voluntades y no dejar que nada atente contra la unidad de la organización. Esto es tarea de todos y cada uno, se lo debemos al compañero, a nuestro pueblo. Le haremos frente a quienes especulan y dudan y se olvidan que somos un proyecto y una organización del pueblo. Con los dientes apretados y los puños cerrados golpearemos más duro. El combate y la lucha donde estemos, en el campo, en la ciudad, adentro o fuera del país, será nuestro mejor homenaje. Y lo haremos con alegría. Pablo es inseparable de la risa, de la fiesta de revolución, de las ganas de vivir y de pelear, de no mirar para atrás con lamentaciones, sino pa’lante y venciendo las dificultades y viendo la película en grande y color. Ese será nuestro patrimonio23.

22. Gabriel García Márquez. «Torrijos», en Torrijos figura- tiempo-faena. Publicación de la Lotería Nacional de Beneficencia. Panamá, noviembre de 1981, pp. 325-328. 23. Carta de Vera Grabe, Julia. Revista Colombia, N° 9, agosto de 1983.

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IX. La primera paz



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Ofensiva guerrillera en el sur

El 9 de mayo de 1983, en una clara demostración de la nueva etapa que el M-19 había anunciado a partir de la reunión de la Dirección Nacional efectuada días antes en la ciudad de Panamá, la Compañía Arnulfo Muñoz Cardozo, de la Fuerza Militar del M-19, al mando de Gustavo Arias Londoño, Boris, se tomó la población de Paujil y estableció dos retenes, uno en la salida hacia el poblado del Doncello y otro en la vía que conduce a Florencia. Con esta acción comenzaba la campaña político-militar Roberto Augusto Montoya Ortiz. En el parte de guerra N° 1, que daba cuenta del operativo, el M-19 informaba que se había recuperado armamento y material de intendencia; igualmente reportaba sus bajas y las del Ejército. Es importante destacar que al día siguiente de la toma de Paujil, ElTiejnpo informó sobre la muerte de nueve guerrilleros y dos militares en el asalto del M-19; mientras tanto, el parte de guerra N° 1 hablaba de once soldados muertos y siete heridos, y reconocía la muerte de su compañero Arnulfo Muñoz Cardozo, Benjamín. La reacción del Ejército fue inmediata: un masivo desplazamiento militar que incluyó tropas aerotransportadas y el uso de helicópteros artillados, transformó esa región del país en una zona de guerra hasta donde se trasladó el comandante del Ejército, mayor general Bernardo Lema Henao, para ponerse al frente de la situación. En los días siguientes continuaron los combates en las veredas Las Iglesias, Las Doradas, El Danubio y La Sonora, lo que produjo un numeroso éxodo de campesinos que temían ser víctimas de los enfrentamientos. Con la toma de Paujil, el M-19 mostró una táctica militar hasta ese momento desconocida por la guerrilla en Colombia: el enfrentamiento posterior a una operación de envergadura y mantenerse en el área de operaciones implicaba un «salto cualitativo», que sería asimilado por los grupos alzados en armas:

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En el Frente Sur, la fuerza militar del M-19 muestra el significado de la última declaración del comandante Bateman anunciando el rompimiento de la tregua ante el estancamiento del proceso de paz y diálogo. Con hechos contundentes se ha inaugurado una nueva etapa de la lucha guerrillera en Colombia: hoy ya es realidad esa concepción aprobada por la VIII Conferencia Nacional de nuestro Movimiento. La guerrilla espera, no huye ante los embates del Ejército y recupera masivamente armamento1.

Al día siguiente de-la incursión en Paujil, se efectuó una emboscada en el sitio El Mirador contra la patrulla N° 1 del Batallón Colombia; murieron nueve soldados y un cabo, fueron heridos dos suboficiales y dos soldados. En este enfrentamiento, la compañía Arnulfo Muñoz Cardozo del M-19 recuperó 17 fusiles, dos rockets, doce granadas y una gran cantidad de municiones y equipos de comunicación. La emboscada de El Mirador se convirtió en el prototipo de operaciones que el M-19 estaba dispuesto a impulsar; en ella se conjugaban varios elementos de la táctica militar: (...) la acción de Paujil y la de El Mirador marcan la típica acción que queremos: atraer al enemigo, ponerlo en movimiento, golpearlo, aniquilarlo, recuperar fierros, rendir y tratar bien a los heridos. Están los elementos casi básicos, casi completos1 2.

Cuando más tronaban las armas del M-19, se produjo la súbita renuncia de Otto Morales Benítez a su cargo de presidente de la Comisión de Paz. El 30 de mayo dirigió una carta al presidente de la República donde dimitía irrevocablemente del cargo: Sé que aún le falta a su gobierno una tarea muy exigente. La más apremiante es rechazar el escepticismo y a veces, el pesimismo beligerante, que se apodera de todos. Y combatir contra los enemigos de la paz y de la rehabilitación, que están agazapados por fuera y por dentro del gobierno. Esas fuerzas reaccionarias en otras épocas lucharon, como hoy, con sutilezas frente a la paz, y lograron torpedearla. Por ello nunca hemos salido de ese ambiente de zozobra colectiva3.

1. Editorial, revista Colombia N° 9, agosto de 1983, p. 1. 2. Documentos M-19. «La política de lo militar», intervención de Alvaro Fayad en la reunión de Dirección Nacional realizada en San Pedro, Cauca, en septiembre de 1984. 3. «Otto Morales se retira de la Comisión de Paz». El Tiempo, 31 de mayo de 1983, pp. 1A -11 A.

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Las palabras del presidente de la Comisión de Paz, y en particular aquello de «los enemigos de la paz y la rehabilitación, que están agazapados por fuera y por dentro del gobierno», generaron una serie de reacciones e interpretaciones: para muchos se trataba de los militares; para otros se aludía a los guerrilleros; para el presidente Betancur eran los burócratas que obstaculizaban el proceso y así lo expresó en la carta de respuesta a Morales Benítez: Continuaremos en nuestra tarea, a sabiendas de que a las soluciones concretas de los problemas de los colombianos menos favorecidos, se supone, o mejor, se opone el deseo de algunos de entronizar otra filosofía política en el Estado; y esto no viene al caso. Lo digo sin ánimo de reclamo o de controversia ideologista: simplemente quiero colocar el tema en donde debe estar, y no dejarlo salir de ahí; que mis compatriotas lo sepan. El gobierno, todo el gobierno, como le consta a la opinión pública, está cumpliendo rigurosamente sus promesas. Reconozco que los planes específicos de rehabilitación no han marchado con la velocidad deseable, pero ello se debe a la pésima situación económica que padecemos y, por qué no decirlo, a la pereza burocrática que en ocasiones desespera al más optimista4.

Tras aceptar la renuncia del presidente de la Comisión de Paz, Betancur procedió a designar a John Agudelo Ríos para remplazar- lo. Entre las actividades desarrolladas por Otto Morales como cabeza de la Comisión, estuvo el intento de realizar una reunión con Jaime Bateman y los máximos dirigentes del M-19. Así lo reconoció Morales luego de 50 días de silencio, precisamente cuando se anunció la muerte del líder del Movimiento. En una declaración del 19 de julio de 1983 entregada a la prensa, confirmaba lo dicho por Alvaro Fayad, segundo comandante del Movimiento, en el sentido de que el M-19 venía haciendo esfuerzos para lograr un diálogo directo con el gobierno5. Convencidos de la imposibilidad de lograr la paz y la democracia sin el combate, el M-19 desplegó también una amplia operatividad en las ciudades. Entre mayo y agosto de 1983 se realizaron acciones en los principales centros urbanos del país, protagonizadas por los regionales de Bogotá, Occidente, Santander y Norte: Junio 7, Bogotá. En interferencia a la programación ordinaria de televisión, el M-19 difundió un mensaje grabado junto con las FARC.

4. Ibt'd. 5. Véase Documentos M-19, boletín N° 87. Julio de 1983, p. 7

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Junio 20, Yumbo. Comandos del M-19 se tomaron la asamblea que realizaban doce sindicatos en la sede de Union Carbide de Colombia; los guerrilleros arengaron a los presentes y repartieron propaganda. En la misma ciudad quemaron un bus de la empresa Cementos del Valle e hicieron estallar un pe tardo en las instalaciones de Manufacturas Titán. Junio 21, Bogotá. Los comandos Ernesto Chacón y Fernando Zapata, de la columna Jorge Patiño, bloquearon una calle de Ciudad Kennedy, izaron la bandera de su organización y, en medio de un mitin, repartieron un comunicado conjunto firmado por las FARCyel M-19. Junio 24, Barranquilla. La columna Alfonso Narváez se tomó las calles principales de los barrios La Manga y Nueva Colombia, exigiendo solución a sus problemas de servicios públicos y salud. Junio 24, Bogotá. Miembros de la columna Roberto Montoya ocuparon nueve buses y quemaron uno de ellos, en solidaridad con las centrales obreras y los trabajadores en conflicto. Junio 29, Cali. Ataque y toma de la casa del parlamentario suplente Luis Alberto Marroquín, urbanizador pirata que había estafado a cientos de familias pobres de esa ciudad. En la retirada los guerrilleros detonaron un artefacto explosivo en la puerta de la casa de ese político del sector liberal holmista. Julio 3, Bogotá. Toma de la iglesia del barrio Britalia en donde miembros de los comandos Ernesto Chacón y Fernando Zapata, de la columna Jorge Patiño, hablaron con los feligreses y distribuyeron propaganda de su organización. Julio 8, Bogotá. La escuadra Edison Poveda distribuyó el contenido de un carro transportador de leche entre los habitantes del barrio Britalia, al sur de la capital. Julio 13, Bucaramanga. Un comando del M-19 se tomó la sede de la División Departamental del Trabajo y Seguridad Social, en solidaridad con los trabajadores portuarios y hospitalarios. Dejó escrita en las paredes la consigna: «Por la paz, no a la privatización de los puertos». Julio 14, Cali. El comando Cacique Jamundí de la columna Wílmer Herrera Molina minó la carretera Cali-Popayán, en solidaridad con los trabajadores de Colpuertos y contra el monopolio del transporte en la vía Cali-Jamundí. Horas después, en plena plaza de la población, se tomaron la escuela Manuela Beltrán y dieron a conocer un comunicado conjunto de las distintas organizaciones

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armadas. El mismo día guerrilleros pertenecientes al comando Fernando Villamarín, se apoderaron de un camión de la empresa Lácteos Puracé y repartieron tres mil bolsas de leche entre los moradores del barrio San Judas. Julio 18, Barranquilla. El comando 20 de Julio de la columna Conrado Marín colocó una bomba en las oficinas del Consejo Superior de la Universidad del Atlántico, en apoyo a las reivindicaciones estudiantiles. Julio 19, Barranquilla. El comando Alfonso Vergara de la columna Nelly Vivas colocó una bomba en la sede del Ministerio de Trabajo de Barranquilla, en protesta por la política laboral del gobierno y en apoyo a los trabajadores de Colpuertos. Julio 24, Barranquilla. El comando Roberto Montoya retuvo un bus de la ruta Manga-Pueblito para explicar la lucha de los trabajadores de Colpuertos. Julio 25, Bogotá. En acción realizada para conmemorar el natalicio del Libertador, comandos de la columna Jorge Patiño se tomaron el barrio Britalia y luego de apoderarse de los víveres que había en los supermercados del sector, procedieron a repartirlos entre las personas reunidas en el parque. El mismo día comandos del M-19 asaltaron un camión distribuidor de leche y repartieron su contenido entre los habitantes del barrio La Floresta, al norte de la capital. Julio 25, Bogotá. Combatientes de la Fuerza Militar Urbana, Zona 1, pertenecientes al comando William de Jesús Parra Carrillo, secuestraron durante 24 horas a Paolo Lugari Castrillón, consejero presidencial para asuntos relacionados con el departamento del Cauca, con el fin de recabar del funcionario la información relacionada con las tareas del gobierno en la ayuda a los damnificados por el terremoto en Popayán. A la reunión con el consejero invitaron a la periodista María Elena Escalante. Fue la Operación «Por el Cauca, justicia para el pueblo», en la que se rechazó el asesinato de Luis Calderón y Luis Solarte, profesionales caucanos que ayudaban a los afectados por el terremoto ocurrido en la Semana Santa pasada. Agosto 20, Cali. Comandos del M-19 se apoderaron de un vehículo distribuidor de leche y repartieron su contenido en barrios pobres. Agosto 23, Bogotá. Luz Marina Velandia, de 20 años de edad, oficial primero del M-19, murió en un frustrado asalto a una distribuidora de vehículos.

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Entre tanto, la ofensiva político-militar desatada por el M-19 en el sur de país continuaba. Después de la toma de Paujil sus filas se encontraban crecidas anímica y militarmente. La campaña Roberto Augusto Montoya Ortiz continuó con incursiones guerrilleras en otros poblados y choques contra el Ejército. Por todo el sur del país las fuerzas dirigidas por Boris se hacían sentir; los departamentos del Caquetá y Huila y la intendencia del Putumayo eran escenario de continuos enfrentamientos; los habitantes de la región eran espectadores y en muchos casos víctimas del accionar de las fuerzas opuestas. Santa Ana de las Hermosas, San Antonio de Atenas, La Esperanza, Saladoblanco, Oporapa, La Laguna, Nor- casia, San Miguel, fueron poblados en los que se hicieron presentes los guerrilleros agitando consignas por el diálogo y en contra de los incumplimientos del presidente Betancur. La campaña iba en ascenso. En medio de la grave confrontación en el sur del país, murió en combate el 6 de agosto de ese año, Jairo Capera Díaz, Orlando, mando en la fuerza militar del M-19, uno de los hombres más temidos y perseguidos por el Ejército. Capera era un indígena oriundo de Ortega, Tolima, que aprendió a leer y a escribir en las filas de la guerrilla; fue soldado adscrito al batallón Juanambú de Florencia, de donde se fugó con su arma de dotación incitando a sus compañeros a seguirlo. Como dirigente del M-19 protagonizó innumerables episodios y su figura se fue tornando mítica entre los pobladores del Caquetá. Con el gigantesco despliegue del Ejército después del operativo de Aeropesca, en octubre de 1981, perdió contacto con las demás columnas del Frente Sur, para restablecerlo a comienzos de 1983. La historia de Jairo Capera es la historia del campesino que carga con largos años de grave confrontación, y en ella la herencia de vengar la muerte del hermano, del padre o del amigo asesinado; en su paso por el Ejército había sido formado en el criterio de combatir para aniquilar al enemigo. Esta puede ser una de las explicaciones a su comportamiento cuando dio muerte a dos infantes de marina infiltrados en su columna guerrillera. A los 25 años de edad murió en cercanías de la quebrada Maticurosita, en jurisdicción de San Antonio de Getuchá, en el Caquetá. Su cuerpo fue sepultado en el cementerio de Florencia y hasta el día de hoy su tumba sigue siendo sitio de peregrinación, donde los visitantes rezan y piden favores.

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En el momento de su muerte, Jairo Capera participaba en los preparativos del operativo Nelly Vivas Rebolledo: la toma de Garzón, segunda ciudad del departamento del Huila, con más de 65 mil habitantes en ese entonces. El 12 de agosto, hacia la una y media de la tarde, cerca de 200 guerrilleros integrantes de la compañía Arnulfo Muñoz Cardozo, al mando de Boris, llegaron a la población en cuatro autobuses del servicio intermunicipal. De inmediato, se dispersaron por la ciudad y en pocos minutos controlaron varios barrios. Las escuadras asaltaron simultáneamente el cuartel de la policía, los bancos Bogotá y Cafetero y las cajas Social de Ahorros y de Crédito Agrario. Mientras tanto, otros guerrilleros se tomaban la emisora La Voz de Garzón y transmitían una proclama en la cual explicaban que el asalto tenía por objeto denunciar el incumplimiento del gobierno de Betancur a sus promesas; en la arenga a la población, el M-19 ratificó sus exigencias de diálogo nacional, paz con justicia social y lucha incansable por la democracia; así mismo, invitaron al presidente a celebrar un encuentro con el M-19 en el sur del país para dialogar sobre las verdaderas bases de la paz. En el parque Simón Bolívar los guerrilleros dialogaron con los habitantes, entregaron propaganda e izaron la bandera de su Movimiento. La toma duró aproximadamente una hora, los refuerzos del Ejército llegaron al poco tiempo por vía aérea y terrestre, iniciándose así la persecución de los insurgentes en la zona montañosa del Caquetá. El accionar político-militar del M-19 en este período contribuyó a aumentar la reticencia de los militares hacia el trato que el gobierno daba a los guerrilleros; desde la expedición de la ley de amnistía, consideraban que esta y otras medidas eran oportunidades que los alzados aprovechaban para consolidarse. El ministro de Defensa, general Landazábal Reyes, lanzó el 8 de septiembre una propuesta política en el marco de un homenaje ofrecido por la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado; se trataba de establecer una fuerte alianza de los partidos liberal y conservador con las Fuerzas Armadas para, juntos, enfrentar «la ofensiva del comunismo internacional en Colombia». Poco a poco el tono de muchos generales se fue endureciendo, mientras que el gobierno cedía terreno.

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Un encuentro con Belisario

Al cumplirse el primer año de gobierno del presidente Betancur, las expectativas creadas durante la campaña electoral parecían esfumarse. La contradicción existente entre guerra y paz, militarismo y civilidad, promesas y realizaciones, se inclinaba en forma alarmante hacia hechos que no concordaban con la imagen afable, bonachona y renovadora que caracterizaba el nuevo estilo, «el fenómeno Betancur», tan bien promocionado por su gran amigo y magnífico publicista, el ministro de Comunicaciones Bernardo Ramírez. Parte de las contradicciones que se le endilgaban al mandatario tenían que ver con sus iniciativas de paz en Centroamérica, como elemento novedoso de una política exterior no alineada. Muchos criticaban de Betancur que mientras en septiembre auspiciaba en Bogotá una reunión entre el FMLN-FDRde El Salvador y la Comisión de Paz de ese país, en el nuestro se incrementaban los asesinatos políticos y se rechazaban en la práctica las propuestas de tregua y diálogo nacional. Para el M-19 ese no era todo el problema; así lo hicieron conocer en una carta abierta dirigida al presidente pidiéndole que aplicara en Colombia las mismas propuestas que sugería para el centro del continente; la carta en inglés, firmada por Julia Marín (Vera Grabe), fue difundida el 3 de octubre entre las delegaciones asistentes a la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas, ONU, en Nueva York, cuando Belisario pronunció un discurso latinoamerica- nista que fue ovacionado por los presentes: Mientras usted continúa promoviendo la paz para la solución del conflicto centroamericano —alentando el diálogo entre las partes y permitiendo a los países en confrontación llegar a un acercamiento entre sí—, Colombia está viviendo una guerra interna en la que ha caído ya un centenar de vidas durante el primer año de su gobierno6. 6. «M-19 envía mensaje a B.B. desde la ONU». El Tiempo, 4 de octubre de 1983, p. 11B.

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El 8 de octubre de 1983, en el tibio otoño de Madrid (España), Belisario Betancur se reunió con Iván Marino Ospina y Alvaro P'ayad, máximos dirigentes del M-19, abriéndose así una nueva posibilidad de llegar a un acuerdo entre las partes en contienda. Por primera vez en la historia de Colombia un presidente en ejercicio se encontraba con jefes rebeldes en armas. El hecho significó un reconocimiento público, nacional e internacional, al M-19 como interlocutor válido del gobierno. La historia de esta primera reunión se remonta varios meses atrás y había sido protagonizada casi en su totalidad por Alvaro Fayad, segundo comandante del M-19; recordemos cómo, en la práctica, luego de la desaparición de Jaime Bateman, Fayad asumió temporalmente la vocería de su organización ante la ausencia de Iván Marino Ospina, quien se encontraba en las selvas de la intendencia del Putumayo. En esas condiciones fue Fayad quien anunció públicamente, el 16 de julio de 1983, la muerte de su comandante y amigo; en esa ocasión insistió en que se desmilitarizara la vida nacional y en la necesidad de un diálogo directo con el presidente Betancur. Sus palabras no cayeron en el vacío. A los pocos días recibió un mensaje para encontrarse en La Habana con delegados presidenciales. Este primer encuentro se efectuó en la Casa de Protocolo que ocupaba Gabriel García Márquez quien, junto al ex presidente Alfonso López Michelsen, cumplía la misión de conocer con exactitud la posición del M-19 frente a un posible acuerdo. El momento fue aprovechado por Alvaro Fayad para contarle a Gabo los pormenores de la desaparición y búsqueda de Jaime Bateman; resultado de ello fue la extensa crónica que el premio Nobel publicaría en la edición N° 70 (6-12 de septiembre de 1983) de la revista Semana, donde informaba ampliamente sobre ese hecho. La respuesta oficial a la propuesta del M-19 de efectuar una entrevista con el mandatario colombiano tardó varios meses, hasta que en el Hotel Camino Real de Ciudad de México se realizó, el dos de octubre, una reunión entre El Turco Fayad y Bernardo Ramírez, representante personal del presidente en el manejo de las relaciones con el M-19. El entendimiento entre los dos delegados fue inmediato; ello permitió concretar el encuentro entre los dirigentes del M-19 y el presidente Belisario Betancur en su próximo viaje a Madrid, donde recibiría el premio Príncipe de Asturias por sus esfuerzos de paz. Esta primera conversación

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tendría como objetivo ver los mecanismos para una siguiente reunión pública en Colombia, que llevaría a suscribir un acuerdo de tregua y diálogo nacional. Alvaro Fayad viajó de inmediato a España junto con Vera Grabe; dos días más tarde, en un vuelo comercial, llegó Iván Marino Ospina. El día anterior al encuentro en Madrid, el M-19 desarrolló la Operación «En Colombia la paz es tregua y diálogo nacional», en la que intervinieron los comandos Juan Carlos Fajardo y Ernesto Chacón de la columna Jorge Patiño, que se tomaron las sedes de las agencias internacionales Franee Press y EFE, respectivamente, para enviar un mensaje a la nación y al mundo reclamando la paz en Colombia en momentos en que el presidente se encontraba en Europa. En el comunicado enviado por los teletipos de las agencias asaltadas, el M-19 dijo: Hoy el presidente de Colombia se halla predicando la paz, el diálogo y la solución política a los conflictos armados que se desarrollan en otras latitudes. Y eso está bien. Lo que no concuerda es que no practique lo mismo en su propio país. Colombia también reclama la paz. Y la paz en Colombia es tregua y diálogo nacional. Conminamos por ello a Belisario Betancur a que le diga a la Comunidad Internacional si está dispuesto o no a la paz y al diálogo con el movimiento armado, en su propia nación. El M-19 quiere la paz y está dispuesto a la paz. El M-19 quiere el diálogo y está dispuesto al diálogo. Una y mil veces lo hemos dicho. A lo que no estamos dispuestos es a hacer un alto en la lucha por la libertad, la democracia y la felicidad de nuestro pueblo. A lo que no estamos dispuestos es a rendirnos7.

La reunión entre Belisario Betancur e Iván Marino Ospina y Alvaro Fayad se celebró en la madrugada del 8 de octubre en la casa de Julio Feo, secretario privado del presidente del gobierno español, Felipe González, quien apoyó en todo momento este importante encuentro. Esa noche, el presidente Betancur había asistido a un banquete que le ofreciera el rey Juan Carlos de Borbón en el Palacio de Oriente; hacia la una de la mañana se retiró para cumplir la cita con los jefes del M-19 que duró dos horas y 45 minutos. En ella trataron el tema de la guerra en Colombia y sus causas, el plan económico del gobierno, la lucha contra el narcotrá

7. Documentos M-19. «En Colombia la paz es tregua y diálogo nacional». Octubre 6 de 1983.

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fico, y el proceso centroamericano; fue una charla cordial en la que no faltaron las anécdotas, las añoranzas y las bromas. Allí se admitió que la guerrilla no estaba derrotada y que en adelante serían inútiles los llamados a la rendición. Allí el gobierno reconoció al movimiento guerrillero como una fuerza imposible de ignorar y con la que había que negociar en aras de la paz. Allí se hizo presente también, el realismo político del presidente Betancur. El Partido Socialista Obrero Español, PSOE, al que pertenece el mandatario Felipe González, desempeñó un papel importante a través de su Secretaría de Relaciones Internacionales, para el feliz término de este encuentro. A pesar de acordarse una segunda reunión, este diálogo en Madrid no tuvo continuidad inmediata. De conformidad con lo manifestado dos meses más tarde por Ospina y Fayad, en Madrid se había logrado un consenso en torno a una próxima conversación pública en Colombia; un mecanismo personal, permanente y ágil para llegar a ese nuevo encuentro8; la posibilidad de que a él asistieran otros movimientos guerrilleros y lograr un cese al fuego entre el Ejército y la guerrilla para una desmilitarización de la vida civil colombiana y frenar a los grupos paramilitares. De esta forma se cumplía una de las exigencias del M-19: una primera conversación como paso previo del diálogo nacional. Quedaba por delante aún, un largo camino por recorrer: Cuando salimos de la entrevista, Belisario tenía montado el show propagandístico. Entonces le dijimos: «No, señor, si quiere una entrevista pública, vámonos juntos para Colombia». Y nos negamos a hacer declaraciones porque el presidente quiso hacer de lo de Madrid un gran gesto de paz y ahí sólo habíamos llegado aun acuerdo de reunirnos públicamente las cuatro organizaciones guerrilleras con el gobierno, además de haber establecido un contacto en Bogotá. (...) Lo de Madrid es un hecho en verdad verraco. Pienso que facilitó el desarrollo de las conversaciones posteriores porque ahí se vencen varios obstáculos claves. Primero, Belisario fue capaz —y eso hay que abonárselo— de plantear el reto de negociar a esta oligarquía y al Ejército; segundo, por primera vez medimos si de verdad había honestidad de lado y lado; fue romper el clima de nunca hablar, de no saber cómo es el otro y hasta dónde quiere llegar; había sentido de la lealtad,

8. El contacto se mantendría con Bernardo Ramírez o con Gabriel García Márquez, identificándose Fayad como Carlos Julio Ramírez, su nombre en clave para este caso.

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había sentido del realismo. Y el tercer elemento es que cada uno fue con su fuerza y su dignidad, y nosotros mostramos —tanto ahí en Madrid, como frente a la opinión pública— que nadie se iba a entregar9.

Un mes más tarde, respetando el compromiso establecido con el presidente de mantener el sigilo y el secreto de la charla, el M-19 informó a la opinión pública sobre el encuentro en Madrid. Solamente hasta mediados de diciembre de 1983, en forma oficial, los máximos dirigentes del M-19, Iván Marino Ospina y Alvaro Fayad, presentaron ante los colombianos un amplio informe sobre el encuentro en Madrid; lo hicieron en Bogotá, el 16 de diciembre, en declaraciones a los periodistas Darío Restrepo Vélez del Noticiero de la Noche y Enrique Santos Calderón de El Tiempo. En la charla con los periodistas, los jefes guerrilleros reafirmaron lo expresado en los comunicados anteriores: A un proceso tan complejo no se le pueden fijar fechas ni plazos previstos. Pero mientras no se comience con el cese del fuego, no hay nada que hacer. Creemos en la sinceridad del presidente para ponerlo en práctica, pero llevamos meses y en el campo la cosa está cada día peor. Sabemos que los sectores militaristas están empeñados en impedir que se concreten y nos preocupa que el doctor Betancur no haya sido capaz de enfrentarlos. Cada día que pasa va a ser más difícil y también nos preocupa que a Belisario se le está acabando el oxígeno. Su apreciable capital político no es eterno y no le queda mucho tiempo para actuar10.

En sus declaraciones, el M-19 se reafirmaba en que, a pesar de las conversaciones con las más altas esferas del gobierno, la paz era un proceso y había que seguir combatiendo. Así quedó demostrado con el accionar político-militar desplegado entre octubre y diciembre de 1983, destinado a continuar presionando por la tregua y el diálogo nacional: En Cali, el 18 de octubre, un comando del M-19 se hizo presente en el barrio El Rodeo donde los guerrilleros realizaron un acto callejero celebrando la reunión que sus dirigentes sostuvieron con el presidente Betancur; varios periodistas fueron invitados y se realizó formación militar, se entonó el himno nacional y se distri

9. Entrevista a Alvaro Fayad en Corinto, Bogotá, Ediciones Macondo. febrero de 1985, p. 119. 10. Documentos M-19, Boletín Nu 90. Diciembre de 1983, p. 11.

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buyo un comunicado. Es de anotar que durante estos meses, en los departamentos del Valle y Cauca, donde operaba el Regional de Occidente del M-19, se efectuaba en promedio un operativo político militar diario: entre ellos, la toma del semanario El Tabloide en Tuina, la ocupación de la fábrica Soexco; la quema de buses; la bomba a una patrulla de la policía; la incursión a la casa de tres concejales acusados de corrupción en el municipio de Yumbo, el atentado a las oficinas de la Regional del Trabajo, la toma de Radio Melodía y la emisión de proclamas alusivas a su movimiento. En Bogotá, el 2 de noviembre, en cumplimiento de la operación «Los militares enemigos de la paz», el comando Nelly Vivas dinamitó un bus del Ejército perteneciente a la Escuela Militar de Cadetes. Posteriormente, miembros del comando Pedro José González, se tomaron las instalaciones del Grupo Radial Colombiano y a través de la red nacional de 35 emisoras dieron lectura al comunicado en que se daba cuenta de los resultados del diálogo sostenido con el mandatario colombiano. El día 16 de diciembre, para conmemorar el aniversario 153 de la muerte del Libertador, el comando Luis Gabriel Bernal11 del M-19 «visitó» la casa del presidente de la Sociedad Bolivariana, teniente coronel (r) Alberto Lozano Cleves, a quien mantuvo en su poder durante dos horas junto al resto de los ocupantes de la residencia; durante su permanencia allí rindieron honores al Libertador. Al finalizar el año, el orden público se encontraba alterado en forma notable. El hecho más prominente fue el secuestro de Jaime Betancur Cuartas, hermano del presidente de la República, por parte de un comando del Ejército de Liberación Nacional, ELN. La acción del grupo guerrillero generó rechazo nacional e internacional, e igualmente una amplia solidaridad con el primer mandatario. Culminó el 7 de diciembre, cuando en todo el país se realizó una gran jornada por la paz que incluyó dos minutos de silencio y el batir de pañuelos blancos. El M-19 se sumó a este plebiscito por la paz manifestando que debía ser dirigido contra las causas y los causantes de la violencia, contra el bipar- tidismo excluyeme.

11.Este comando se conformó en homenaje a Luis Gabriel Bernal, asesinado el 29 de noviembre de 1983 en el sector de Chapinero de Bogotá. Bernal había sido sentenciado por el MAS a raíz del secuestro de Martha Nieves Ochoa y luego había salido del país en el avión de Aerotal secuestrado en enero de 1982.

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FARCyM-19, se estrechan los lazos de unidad

La historia de las relaciones entre los grupos guerrilleros colombianos es zigzagueante. Los primeros años (entre 1965 y 1975) se caracterizaron por el enfrentamiento, en una permanente disputa de zonas, control de organizaciones de masas y «defensa» de sus principios. A partir de 1975 se presentó una etapa de distensión que facilitó el acercamiento entre las distintas organizaciones; a mediados de los años setenta se realizaron, por parte del M-19, contactos iniciales con otros movimientos, en especial con la llamada Tendencia (M-L), con un sector del ELN y con las FARC. Otras organizaciones propiciaron encuentros bilaterales: el EPLy el ELN, en noviembre de 1979 en Córdoba; el M-19 y las FARCen el Caquetá en el mismo año. Paradójicamente la cárcel, que guardó entre 1979 y 1982 a muchos de los dirigentes y militantes de los distintos grupos guerrilleros, sirvió para un mejor conocimiento entre ellos y una mayor cercanía que se consolidaría a partir de este último año. Otros encuentros facilitaron las relaciones políticas entre organizaciones de la izquierda revolucionaria y el movimiento democrático y grupos armados; el M-19 y el Partido Comunista realizaron en enero de 1983 una de sus primeras reuniones en La Habana a la que asistieron Jaime Bateman, Alvaro Fayad y Carlos Toledo en representación del M-19, y Manuel Cepeda y Gilberto Vieira por el PC. Todas estas aproximaciones servirían para ir sentando las bases de la unidad de los revolucionarios. En diciembre de 1983 se llevó a cabo un importante encuentro entre los dos máximos dirigentes del M-19 y los miembros del estado mayor de las FARG Para Iván Marino Ospina habían pasado casi quince años desde su expulsión de ese grupo, en donde llegó a ser responsable político del grupo de Ciro Trujillo, entonces subcomandante de las FARC, que operaba en el Quindío; para

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Alvaro Fayad (Rodrigo Díaz Leal durante su militancia en las FARC), habían transcurrido once años desde su retiro voluntario. Estas circunstancias hacían de la reunión un hecho de trascendencia para los participantes; era el reencuentro entre viejos conocidos, maestros y alumnos, que habían compartido los primeros años de vida de una organización armada en la que aprendieron, no sólo el manejo de la política y las tácticas guerrilleras, sino también, como algún día comentara Fayad, «las cosas que no se debían hacer». Pero, por el carácter unitario que el M-19 mantuvo desde su surgimiento, siempre se enseñó en la militancia un respeto por las FARCy por todos los revolucionarios. Hace años nos separamos de las FARC, desarrollamos una concepción nacionalista, una concepción organizativa diferente, una concepción política diferente; pero así como aprendimos en nuestras luchas anteriores que la principal característica de la revolución tiene que ser la unidad, no sólo de las fuerzas revolucionarias sino del pueblo en su conjunto, hoy venimos cargados de experiencias mutuas en un nuevo nivel de desarrollo político, militar e ideológico, a sumar posiciones; por eso yo pienso que aquí está no solamente el espíritu revolucionario de todos los militantes y el estado mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia —FARC— y el espíritu unitario de todos los militantes del Movimiento 19 de Abril —M19— y de su Comando Superior, sino que también está el espíritu de Jaime Bateman, un hombre que militó en las FARC, que creó una organización unitaria, nacionalista y que sus últimos actos fueron de unidad como el comunicado conjunto entre nuestros dos estados mayores12.

Éste era otro paso de una política que en ese momento parecía necesaria para, conjuntamente, enfrentar un eventual proceso de negociación con el gobierno del presidente Belisario Betancur. Esta fraternización, este encuentro, esta consolidación de la unidad como decía el comandante Manuel Marulanda, nos acerca en los aspectos ideológicos y políticos, programativos y organizativos, es el mejor regalo de año nuevo para nuestro pueblo y el mejor campanazo para la oligarquía y el militarismo de que el pueblo no está dispuesto ni a entregarse ni a dejarse humillar más. Este encuentro es para cerrar filas, para unificar esfuerzos en la búsqueda de la paz en Colombia, pero también es un encuentro de fuerza

12. Documentos M-19. Fayad, crónicas y reportajes, Bogotá, Ediciones Macondo, 1986, pp. 70-71. El texto que se reproduce es tomado de la intervención hecha con motivo de los acuerdos entre las FARC y el M-19, en diciembre de 1983.

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y de combate porque se cierran las puertas de la paz. El pueblo logrará la paz, logrará su bienestar y hará de Colombia una sociedad más justa, más humana, más libre y más democrática13.

Resultado de la reunión entre las FARCy el M-19 fue un nuevo comunicado conjunto en el que reconocieron como positivos los pasos dados por el presidente Betancur, pero donde insistían en la necesidad de avanzar con hechos de paz, con hechos de justicia y con hechos de cambio. Nuevamente propusieron un cese al fuego como paso necesario para el desarrollo de condiciones para el diálogo de paz. Declararon en el comunicado firmado por las direcciones: Seguiremos insistiendo en el diálogo con el gobierno, en el cese al fuego entre las fuerzas guerrilleras y el Ejército oficial, en la necesidad de que existan garantes nacionales e internacionales que vigilen el cumplimiento de los acuerdos, en la necesidad de analizar el problema del país, en que la paz democrática sólo la alcanzaremos con profundos cambios en la vida colombiana, y que ello sólo será posible con un esfuerzo integral fruto de un gran diálogo nacional, donde participen sin excepción las diversas fuerzas políticas, militares, sociales e intelectuales de la nación entera, por una real apertura democrática y la reforma de las costumbres políticas14.

Simultáneamente, se alcanzó un acuerdo entre el Ejército Popular de Liberación, EPL, y el M-19 para, en forma unitaria y conjunta, desarrollar con el gobierno negociaciones que condujeran al cese al fuego y abrieran los caminos del diálogo nacional. Este acuerdo se plasmó en la «declaración conjunta» del 17 de marzo de 1984, firmada por Francisco Caraballo y Ernesto Rojas por el Comité Central del Partido Comunista de Colombia (Marxista-Le- ninista)ysu brazo armado, el EPL y por los miembros del Comando Superior del M-19. El documento fue dado a conocer en esa fecha, cuando se aproximaba la firma de los acuerdos entre el gobierno nacional y las FARC, y cuando las negociaciones con el M-19 parecían haberse estancado. Nos hemos puesto de acuerdo para avanzar hacia la construcción y el fortalecimiento de la unidad de todas las organizaciones guerrilleras en la búsqueda de una paz sin miseria para el pueblo y para nuestra nación. Por lo tanto, es el momento para elaborar en conjunto y frente

13. Ibídi, pp. 71-72. 14. Documentos M-19. «Contra el militarismo... ¡unidad!», comunicado conjunto de las FARC-EP y el M-19, Montañas de Colombia, diciembre de 1983.

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al gobierno una propuesta única, y hacia ese objetivo nuestro encuentro aúna esfuerzos y ánimos de unidad. (...) Reafirmamos que el movimiento guerrillero colombiano es hoy una importante fuerza militar organizada que ocupa un amplio espacio político y cuenta con una sólida base popular. Y que es obligatorio fortalecer con el mayor esmero, de tal manera que, ligados a toda protesta popular y a los anhelos de vida y de futuro de las amplias mayorías, seamos no sólo una esperanza para nuestro pueblo, sino una posibilidad cierta de victoria15.

El 4 de enero de 1984 el país conoció los alcances del malestar prevaleciente en las filas castrenses, cuando la periodista Margarita Vidal difundió una entrevista con el general Fernando Landazábal Reyes, ministro de Defensa, en su programa televisado «Al Banquillo con Margarita». Sostuvo allí el general que el conflicto interno que vivía Colombia se asemejaba al de El Salvador, pero sin haber llegado el nuestro al «punto de no retorno». Según explicó, a ese punto se podía llegar por el accionar bélico de la guerrilla, por el espacio político que se le daba a la subversión, por una combinación de estas dos vías, o por la debilidad o falta dé decisión. Declaró igualmente que «el cese al fuego es una cosa que las Fuerzas Militares y el gobierno no van a dar», señalando que «hay cosas de principios que no se pueden aceptar». Según dijo, la Comisión de Paz podía dialogar con la guerrilla, pero no hacer pactos con ella. Añadió que la única forma de llegar a la paz sería que el gobierno otorgara el perdón a los alzados en armas y éstos depusieran los fusiles. Cuando la periodista le preguntó si había capacidad para destruir a la guerrilla, afirmó: Mi tesis es que el Ejército está en capacidad de destruir a la guerrilla y en el momento en que nuestras gentes de bien apoyen al Ejército, la guerrilla desaparece. El problema del Ejército es que se ha venido enfrentando a la subversión con los elementos que ella tiene. Nosotros estamos teniendo problemas de comunicación y transporte. Otra idea falsa que existe en el país es que la guerrilla es invencible. No, la guerrilla ha sido vencida en mil partes del mundo. Lo que pasa es que nosotros tenemos una subversión grande, considerable; tenemos un pueblo que hasta cierto punto tiene un sentimiento de violencia y hay una gran cantidad de gente que es indiferente al problema de la subversión y que coloca el conflicto entre las instituciones militares y la guerrilla, y que no se suma a ninguna de las dos partes, y a veces le

15. Documentos M-19. «Declaración conjunta» EPL-M-19, marzo 17 de 1984.

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da a uno la sensación de que están esperando a ver quién va a ganar para sumarse al que va a ganar16.

En sus declaraciones, Landazábal fue mucho más allá al manifestar que «el país se tiene que acostumbrar a oír a sus generales». Las palabras del ministro dejaron traslucir la incoherencia de las posiciones en el seno del gobierno en materia de paz. Frente a esta clara muestra de deliberancia por parte de los militares, la opinión pública reaccionó enérgicamente al sentir que no obstante lo mucho que de este tema se hablaba, poco era el avance logrado. El presidente Betancur también reaccionó. El 18 de enero, en la reunión del Consejo Nacional de Seguridad, expuso en un discurso civilista las funciones de las Fuerzas Armadas y del mando civil en una democracia; criticó los «esquemas simplistas» de la seguridad nacional que caían en el autoritarismo y pasaban por encima de la seguridad ciudadana e indicó que el entendimiento entre el pueblo y las Fuerzas Armadas se basaba en que éstas ni eran deliberantes, ni participaban en política. Con esta expresa desautorización, ocho horas más tarde, el general Landazábal presentó su renuncia al Ministerio de Defensa y pidió su retiro de las Fuerzas Armadas, argumentando el término reglamentario de su actividad en la institución militar. Betancur aceptó la renuncia mediante una elogiosa carta sobre la labor cumplida por el general y dio a conocer el nombramiento de Gustavo Matamoros D’Acosta en la cartera de Defensa. Para muchos, el cambio de Landazábal no entrañaba ninguna transformación en el papel deliberante que habían asumido miembros prestantes de las Fuerzas Armadas; el mismo general Matamoros fue señalado de incursionar en los terrenos de la diplomacia cuando el 6 de enero de ese año, en reportaje televisado concedido al Noticiero de las Siete, había afirmado que restablecer las relaciones con Cuba era un «imposible moral». De esta forma, Betancur unificó el bloque gubernamental, con la finalidad de darle continuidad a la política de pacificación, sin las polémicas ocasionadas por altos mandos castrenses. En los grupos guerrilleros tampoco existía unidad de criterios sobre cómo negociar. Así mismo, los acuerdos bilaterales logrados entre el M-19 y las FARC, y el M-19 y el EPL, eran débiles.

16. Declaraciones del ministro de Defensa, citadas en Colombia, N° 12, marzo de 1684, p. 7.

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r Posterior a la firma del «Comunicado conjunto» entre las dos primeras organizaciones citadas, las conversaciones de las FARC con la Comisión de Paz se aceleraron desde mediados de febrero. El 19 de ese mes, los ministros de Gobierno y Defensa, Alfonso Gómez y Gustavo Matamoros, suscribieron una declaración según la cual no sólo autorizaban a proseguir la negociación con ésta y otras organizaciones guerrilleras, sino que ofrecían seguridades para los participantes y garantizaban el cumplimiento de los resultados concretos que se acordaren. A través de John Agudelo Ríos, presidente de la Comisión de Paz, y de Alberto Rojas Puyo, miembro de la misma y del comité central del Partido Comunista, el gobierno nacional y el estado mayor de las FARC trabajaron las bases de un acuerdo que le sirviera al primero para desempantanar las negociaciones y poner a negociar a cada una de las organizaciones guerrilleras por su lado; de hecho, con esta actitud, el M-19 quedaba momentáneamente por fuera de cualquier negociación. El 28 de marzo, cuando en Colombia se presentaba una gravísima alteración del orden público luego de los sucesos de Florencia que analizaremos a continuación, en la Uribe, Meta, se firmaba un acuerdo de once puntos entre la Comisión de Paz y las FARC-EP: ...la Comisión de Paz y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) acuerdan los siguientes puntos: 1. Las FARC-EP ordenarán el cese al fuego y demás operativos militares a todos los frentes en el país, a partir del día 28 de mayo de 1984 a las 00.00 horas, fecha que podrá posponerse como máximo, hasta por dos meses si fuere necesario. La orden de que antes se habla se mantendrá indefinidamente si el señor presidente de la República, Dr. Belisario Betancur, corresponde a este gesto efectivo de paz con una orden semejante suya, dada a todas las autoridades civiles y militares bajo su jurisdicción en la oportunidad debida. 2. Las FARC-EP condenarán y desautorizarán nuevamente el secuestro, la extorsión y el terrorismo en todas sus formas y contribuirán a que termine su práctica como atentados que son contra la libertad y dignidad humana. (...)

4. Una Comisión Nacional amplia y representativa de las fuerzas implicadas en los enfrentamientos, designada por el señor presidente de la República, será encargada de la verificación de todas las disposiciones contenidas en este acuerdo, con la finalidad de consolidar el proceso de pacificación. (...)

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6. Cuando a juicio de la Comisión Nacional de Verificación hayan cesado los enfrentamientos armados, se abrirá un período de prueba o espera de 1 año para que los integrantes de la agrupación hasta ahora denominada Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC- EP) (sic) puedan organizarse política, económica y socialmente, según su libre decisión17.

El acuerdo fue aprobado por el presidente de la República cuatro días más tarde, el 1° de abril, en un largo discurso transmitido por radio y televisión que fue interrumpido por el M-19. En su alocución de hora y media, Betancur enfocó los difíciles problemas de índole económico y social que vivía la nación y las medidas que su gobierno estaba adoptando para controlarlas. En cuanto al acuerdo de La Uribe manifestó: Examinados los acuerdos que los delegados de la Comisión de Paz realizaron con el mando de las FARC, el gobierno considera que ellos son una contribución real al sosiego de vastas comarcas colombianas, y crear factores objetivos que devuelvan confianza para el trabajo de nuestros compatriotas y que si se cumplen con lealtad, sinceridad y patriotismo, suscitarán una amplia y creadora reconciliación nacional. Por eso el gobierno les impone su aprobación. Y por estimar que es una hermosa y esperada noticia, así lo comunica a la nación18.

Con dicho acuerdo, el M-19 consideró que las FARC se habían salido del pacto existente entre las dos organizaciones: Para nosotros este hecho debilita las posibilidades y las condiciones del diálogo con el gobierno de Belisario Betancur. No es lo mismo negociar con las fuerzas guerrilleras en bloque que con una sola. Segundo, este hecho frena ese proceso de unidad del movimiento guerrillero que iba tomando, día por día, mayor rapidez y mayor amplitud. Tercero, debilita la posición del movimiento guerrillero, de que el diálogo tenía que ser con Betancur. Al fin y al cabo las FARC negocian con una comisión intermedia, la Comisión de Paz. Cuarto, que es lo fundamental para nosotros, saca al pueblo de paso, no mete al pueblo y a la nación en este proceso de paz19.

17. Texto completo del «Acuerdo suscrito entre la Comisión de Paz y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP)», en Jacobo Arenas, Paz, amigos y enemigos. Colombia, Editorial La Abeja Negra, septiembre de 1990, pp. 114-118. 18. «Betancur aprobó acuerdo de paz con las FARC». El Tiempo, 2 de abril de 1984, p. 1A. 19. Entrevista a Alvaro Fayad Delgado en ArturoÁlape, op. cit., pp. 510-515.

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La toma de Florencia, ¿confirmación de la guerra o de la paz?

El 11 de marzo de 1984 se realizaron elecciones de «mitaca» para renovar concejos municipales y asambleas departamentales en todo el territorio colombiano. Este proceso electoral mostró, entre otros fenómenos, el ocaso que comenzaba a vivir la propuesta del Nuevo Liberalismo liderada por Luis Carlos Galán como alternativa a los partidos tradicionales; éstos, a su vez, registraron una lánguida votación, reflejada en el nivel de abstención más alto en la historia del país. Para esa fecha, el Frente Sur del M-19 completaba un año de operatividad continua en los departamentos del Huila y Caquetá y en la intendencia del Putumayo. Tres días después de las elecciones, el 14 de marzo, 71 combatientes de la compañía Arnul- fo Muñoz Cardozo de la fuerza militar del Frente Sur del M-19, en cumplimiento del operativo Edgar Sánchez Polanco20, penetraron en Florencia, iniciando así la campaña político-militar «Jaime Bateman Cayón, por tregua y diálogo nacional». La toma de Florencia marcó un hito en la historia de las guerrillas en Colombia; por primera vez una fuerza guerrillera llegaba a una capital departamental, considerada además como un bastión en la lucha antisubversiva; para el M-19 la acción respondía a una manera de hacer la guerra: El ataque combinado al batallón Juanambú, al Cuartel Policial, la cárcel, al DAS, la Gobernación, Telecom, el centro bancario; la presencia política y militar en el corazón de una capital departamental super custodiada; el reto a las fortificaciones contraguerrilleras y las emboscadas permanentes que todavía producen bajas militares, hablan de la firmeza y la seriedad con que seguimos nuestro compromiso con el pueblo y la nación: o se llega por la vía del diálogo a la justicia y la democracia, ¡o las conquistaremos! (...)

20. Combatiente del M-19 dirigente de masas en el Caquetá, muerto el 16 de enero de 1984 en enfrentamientos con el Ejército.

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La apabullante abstención, a pesar de las llamadas del presidente Betancur, a pesar de que esta mitaca se quiso convertir en un plebiscito de apoyo a la gestión gubernamental, a pesar de todo el despliegue publicitario invitando a votar, es la mejor demostración de que el pueblo tomó por una vía diferente y encuentra sus mejores canales de expresión en los paros, las protestas y las fuerzas político-militares. (...) Para regocijo y certeza del triunfo de nuestro pueblo y para intranquilidad de nuestros enemigos, el virus de la división no carcome al M-19. Por el contrario, esta fraternidad de combates y victorias demuestra que la unidad es más sólida que nunca y el avance más cierto que nunca21.

El ataque a Florencia tomó por sorpresa a todos los habitantes. El gobierno nacional decretó esa misma noche el estado de sitio en Caquetá, Cauca, Huila y Meta; igualmente, el gobernador encargado del Caquetá decretó toque de queda y ley seca en la capital. En los días posteriores el presidente dictó varios decretos para mantener el orden público en estos departamentos. Cuatro batallones fueron destinados para perseguir por tierra y aire a los guerrilleros que simultáneamente hostigaban las instalaciones del cuartel de la Policía en el municipio de Doncello. En el parte de guerra N° 2 de la compañía Arnulfo Muñoz Cardozo, firmado por Gustavo Arias Londoño y su estado mayor, se dio cuenta de los detalles de la toma de Florencia: 08:17 hs. Hicimos retén en la vía Neiva-Florencia. Tomamos varios buses y vehículos pequeños para salir al operativo Édgar Sánchez Polanco. 09:25 hs. La vanguardia de la compañía se tomó el retén Aduana Intra, ubicado a la entrada de la ciudad; allí se recuperaron 4 revólveres de los agentes en servicio. 09:40 hs. El grueso de la compañía se aproximó al parque Santander, donde el enemigo ya estaba tomando posiciones de combate. 09:41 hs. Abrieron fuego sobre el batallón Juanambú los grupos de contención de nuestra compañía. Sobre el puente de La Perdiz, sector de la Alcaldía, le hicimos varias bajas al enemigo. Allí cayeron valerosamente dos compañeros nuestros, al chocar grupos de contención nuestros con efectivos de la policía. 09:41 hs. Un comando operativo se tomó las instalaciones de la Cárcel Judicial del Distrito de Florencia; allí se dio de baja a los guardianes

21. Documentos M-19. «En Florencia la democracia en armas». Boletín N° 93, marzo de 1984.

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que opusieron resistencia, se liberaron 130 presos y se recuperó el siguiente material de guerra: 35 fusiles Famage cal. 30.06mm, 15 revólveres 38 largo, 3 carabinas M-l, 3 escopetas automáticas, 10 bombas lacrimógenas y abundante munición. Se izó el pabellón de la organización en la Cárcel Judicial. 09:43 hs. Un comando operativo se tomó el Permanente Norte de la Policía y destruyó los archivos. 09:48 hs. En la carretera de la Circunvalación, sobre el puente de La Sardina, un comando nuestro emboscó dos patrullas motorizadas del enemigo, causándoles varias bajas. 10:49 hs. Un helicóptero bombardeó, sobre el mismo casco urbano, a la retaguardia de nuestra compañía y destruyó el retén del Intra; fue rechazado por el fuego de nuestros fales y se le causaron dos bajas, lo cual obligó a replegarse. Varias horas después de la retirada de la compañía, algunos compañeros nuestros continuaron combatiendo en la ciudad apoyados por presos y civiles que se unieron al combate22.

En sus documentos, el M-l9 reconoció la muerte de siete de sus combatientes, los informes oficiales hablaron de cerca de 20, la prensa registró cerca de 30. En los días posteriores se libraron intensoscombates en la zona montañosa cercana a Florencia. El sábado 17 de marzo, en cercanías del caserío Sucre, la compañía al mando de Boris emboscó una patrulla del Ejército, causándole varias bajas y recuperando material de guerra; la respuesta permanente de las Fuerzas Armadas fue el desplazamiento de tropas de infantería agrupadas en el comando operativo N° 12, apoyadas por helicópteros artillados. En la toma de Florencia, el M-19 había reafirmado su decisión de llegar a un acuerdo amplio, diferenciado del que firmaron las FARG Con el nuevo nivel de enfrentamientos, el Movimiento se encontraba en condiciones de exigir un tratamiento diferente. Casi de inmediato se reanudaron los contactos con el gobierno, que llevaban ya cuatro meses suspendidos. Alvaro Fayad, Luis Otero Cifuentes, Otty Patiño y Andrés Almarales asumieron los acercamientos y relaciones con los intermediarios del presidente y con los miembros de la Comisión de Paz. Ahora el M-19 llegaba con un nuevo aliado: el EPL, con quien había firmado la «Declaración conjunta».

22. «Cómo fue la toma de Florencia». El Bogotano, lunes 23 de abril de 1984, pp. 4-5.

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Es increíble; se da Florencia (que es un triunfo político y militar nuestro, aunque los partes del Ejército y del gobierno digan que fueron no sé cuántos muertos. Allá fue derrotado el Ejército, y no sólo la contraguerrilla —la concentración en una capital departamental más grande del país, humillada, derrotada allí— sino toda la tropa), y al otro día me llama Bernardo Ramírez a través de una serie de hilos y me dice que quiere hablar. No era entonces un tal teléfono equivocado. Se probó que si el pueblo le mete fuerza, le pone decisión como lo hizo en Florencia, y que si la propuesta política está - acompañada de fierros, ahí sí oyen. Si no tomamos la Embajada no hay diálogo, si no hacemos Florencia, no hay diálogo. Reanudamos las conversaciones esa misma noche; nos va muy bien, el diálogo entre los dos es muy fluido, de frente para madrearnos, para decirnos que estamos de acuerdo y que estamos en desacuerdo. (...)

En la primera reunión después de Florencia, me preguntan «¿qué es lo que quieren?», y yo le contesto: «lo de siempre, tregua y diálogo nacional», llevábamos cuatro años jodiendo con eso23.

23. Documentos M-19. «El M-19 y la paz». «De México a Corinto (Vía Madrid)», declaraciones de Alvaro Fayad tomadas del libro Las guerras de la paz, de Olga Behar.

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i El Frente Occidental y las nuevas propuestas de paz

El Ejército Popular de Liberación, EPL, también anunció su disposición para negociar con el gobierno; lo hizo el 29 de marzo a través de una rueda de prensa que ofreció Oscar William Calvo en representación del Comando Nacional del EPL y del Comité Central del Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista). En el documento entregado a los periodistas «invitados», fijaron sus condiciones para llegar a una tregua multilateral entre las organizaciones guerrilleras y el gobierno; contemplaban el cese del fuego, la realización de un amplio debate político nacional, plenas garantías para ejercer las libertades políticas, amnistía general, investigación y castigo a los grupos paramilitares, y cese de la militarización de la vida civil. Calvo expuso así las propuestas de su organización:

Nosotros hemos dicho que Colombia vive una realidad en la cual el desarrollo de la lucha guerrillera como fenómeno social, tiene un profundo arraigo popular. Los mismos analistas del gobierno y de las fuerzas militares gubernamentales han reconocido que se vive un momento en el que desde el punto de vista militar, las fuerzas beligerantes enfrentadas en el país no están en condiciones del aniquilamiento de uno a otro, eso hace necesario para el mismo gobierno la búsqueda de unas nuevas condiciones políticas para que el país demande una disposición a llegar a un acuerdo de cese al fuego. La palabra la tiene el gobierno, las distintas organizaciones guerrilleras han planteado sus propuestas, nuestro partido y su brazo armado el EPL, han entregado al presidente de la Comisión de Paz, John Agudelo Río?, y para conocimiento del presidente Belisario Betancur, una propuesta de seis puntos para discutir el problema de la tregua24.

24. «Cómo fue la entrevista de periodistas con el EPL». El País, 30 de marzo de 1984, p. 3A.

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Entre tanto, el M-19 no cesaba su presión hacia las autoridades civiles para profundizar las negociaciones. La Fuerza Militar de Occidente inició su accionar público a las 15:00 horas del día 4 de abril de 1984 cuando sus guerrilleros se tomaron la población de Corinto, en el norte del departamento del Cauca. Muchos de quienes participaron en los inicios de ese frente asistieron al curso de formación político-militar que se realizó en Cuba desde los primeros meses de 1983; al mando de ellos se encontraba Carlos Pizarro Leongómez. El curso se hizo en la montañosa provincia de Pinar del Río, al occidente de la isla, y fue impartido por oficiales de las Tropas Especiales del Ministerio del Interior. Algunos de los integrantes del Frente Occidental habían estado en Libia en un entrenamiento similar, entre septiembre de 1983 y enero de 1984, en el que participaron varios grupos latinoamericanos. Otros venían del Caquetá, entre ellos Libardo Parra, Oscar, y Remberto Artunduaga, Yuri. Allí se congregaron también los integrantes de las Fuerzas Especiales del M-19, estructura que se encontraba a las órdenes directas de Alvaro Fayad; su condición de «especiales» estaba dada por el entrenamiento recibido destinado a infiltrar «las tropas enemigas» y, de adentro hacia afuera, destruir las fuerzas vivas y sus medios técnicos. Su capacidad sería confrontada en los meses siguientes en operativos realizados en distintas ciudades del país. La terminación de la escuela, la creación del Frente Occidental, por la calidad de hombres, por la homogeneidad que tienen en la formación, por la capacidad de los cuadros al mando, más la concentración que se hace con los compañeros que vienen del Putumayo y los que están trabajando allí en la región, conforman la mayor concentración de mandos y de fuerzas que teníamos en el momento. Y se empieza a desarrollar una concepción, una práctica. Yo pienso que el período nos arroja elementos nuevos, y el primero, el fundamental, es que la práctica ha demostrado que el enemigo se queda corto inicialmente frente al nuevo estilo de operar, frente a la nueva manera de combatir, con base en que el desarrollo de la nueva concepción tiene nuevos factores25.

En la tarde del miércoles 4 de abril, columnas del M-19 al mando de Rosemberg Pabón ingresaron a Corinto, municipio

25. Documentos M-19. «La política de lo militar». Intervención de Alvaro Fayad en la reunión de la Dirección Nacional realizada en San Pedro (Cauca), en septiembre de 1984.

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del norte del Cauca, y atacaron el puesto de policía en donde hirierona cuatro uniformados y dieron muerte a su comandante; en el parque central reunieron y arengaron a los pobladores y distribuyeron propaganda. La operación fue en homenaje a Gustavo Mejía González, abanderado de la luchas indígenas, y hacía parte de la «campaña Jaime Bateman por la tregua y el diálogo nacional»: El plan de la toma de Corinto fue diseñado así: un primer grupo de hombres entraría a controlar el pueblo. El segundo y el tercer grupo, respectivamente, bloquearían las entradas para hacer dos emboscadas, una de aniquilamiento y otra de contención. Del grupo que entraba al pueblo, una parte, tenía la misión de atacar el cuartel de policía para rendirlo. La otra parte, se tomaría las calles principales, el parque central, la alcaldía, los juzgados y la cárcel. Controlada la situación militar haríamos en la plaza una fiesta popular. Los planes se convirtieron en una fiel realidad: en 15 minutos se rindió el cuartel de policía. En 10 minutos teníamos el control militar de las principales vías y el parque central, la alcaldía, los juzgados y la cárcel. A las 3 y 15 comenzaba en la plaza una concentración que se prolongaría por espacio de una hora. Aquello fue de una emoción indescriptible, la perfecta y total identidad entre la democracia en armas y el pueblo, un profundo hermanamiento de corazones y esperanzas hacían un solo hombre y una sola voluntad, la voluntad de la patria que quiere ser rescatada, que anhela su redención26.

En el parte de guerra N° 1, el Frente Occidental presentó un balance de los hechos posteriores a la toma de Corinto: (...) 2) A las 15:45 nuestras fuerzas emboscan una patrulla refuerzo de la Policía que se desplaza por la carretera entre El Palo y Corinto, causándole 3 heridos. 3) A las 17:30 se sostiene un combate de encuentro con el Ejército en la vía entre Caloto y Tacueyó. De este encuentro resultan 5 bajas del Ejército (3 muertos y dos heridos), y de nuestro lado mueren dos compañeros: Arbiol Polanía (Roberto) y Luis Eduardo Bueno {Julio). Son ellos las bajas que sufrimos durante todo el operativo. (...) 5) El viernes 6, en El Alto de El Credo, nuestras fuerzas enfrentan el dispositivo enemigo en una emboscada donde se le causan bajas; uno de los tres helicópteros que rastrean y ametrallan la zona es averiado por el fuego de nuestros fusiles27.

26. Entrevista a Alfonso Jacquin, en Olga Behar, op. át., pp. 234-240. 27. Documentos M-19. Boletín N° 94, abril-mayo de 1984. «Toma de Corinto, parte de guerra N° 1», p. 5.

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La amplia operatividad del M-19 estaba destinada a continuar la presión hacia un diálogo directo con el presidente de la República. El domingo 8 de abril el M-19, por intermedio de Andrés Almara- les, miembro del Comando Superior, dio a conocer la posición del Movimiento sobre el momento político que vivía el país, sobre su unidad con el EPL, y nuevamente le solicitó a Betancur continuar las conversaciones iniciadas en Madrid; en una rueda de prensa realizada en el Hotel Belvedere, al norte de Bogotá, el dirigente guerrillero habló con los periodistas en medio de los comisionados de paz, monseñor José Luis Serna, José Gutiérrez, Antonio Duque y el dirigente sindical Hernando Rodríguez: Nos parece una inconsecuencia, por decir lo menos, el que no se desarrolle el diálogo con el M-19 en este momento. Desde luego, creemos que el cese del fuego debiera decretarlo, en primer término, el señor presidente de la República. No ha querido hacerlo... No lo han dejado... Entonces, dialoguemos. Pactemos el cese del fuego, no para dentro de dos meses, ¡sino para ya! Nuestra organización está en condiciones de decretar el cese del fuego pactado, tiene que ser el preámbulo para el Diálogo Nacional28.

Por distintas vías el M-19 buscaba dar a conocer sus criterios sobre la paz y sus llamados al cese del fuego y al diálogo nacional como mecanismo de participación para definir los cambios socioeconómicos que debían realizarse. Abril de 1984 fue un mes en el que con particular insistencia el Movimiento se empleó a fondo en su accionar político-militar: Con la consigna «En el campo y en la ciudad el M-19 es uno solo», el comando de zapadores Héroes de Florencia, el 26 de marzo dinamitó un bus de la Fuerza Aérea Colombiana y en horas de la noche colocó una bomba en la fachada de la Caja de Pagos de las Fuerzas Militares en el centro de Bogotá. El 3 de abril, el comando Jorge Eliécer Martínez dinamitó un automóvil marca Mercedes Benz, perteneciente al jefe de la división de operaciones de la Armada Nacional, capitán Augusto Vidales. Ese mismo día en Cali, comandos del Regional de Occidente accionaron un carrobomba muy cerca del batallón Pichincha y dispararon armas de fuego contra el batallón de Ingenieros Codazzi de Palmira.

28. Documentos M-19. Andrés Almarales, rueda de prensa convocada por el M-19. Abril 8 de 1984.

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r

«Como en Colombia aún no se ha definido la paz, entonces nuestro deber es seguir combatiendo», manifestó Alvaro Fayad durante una charla con varios periodistas en algún lugar de la Sabana de Bogotá el 13 de abril. En la reunión con los comuni- cadores, Fayad sentenció: «El que no pelea en Colombia no consigue nada». Y como las ruedas de prensa eran uno de los medios más eficaces para dar a conocer las opiniones de un grupo guerrillero o de uno de sus dirigentes, Carlos Toledo Plata, quien se encontraba haciendo una vida semiclandestina en Bu- caramanga tras su regreso al país, habló el 23 de abril con los periodistas locales de las cadenas RCN y Todelar a quienes manifestó la disposición de su grupo para firmar un acuerdo con el gobierno en los siguientes 30 días. Frente a las continuas actividades armadas realizadas por el Movimiento, Toledo añadió que «si estamos buscando la paz es porque estamos en guerra y las operaciones de guerra probablemente seguirán hasta que logremos la paz con el gobierno». Una semana más tarde, Toledo Plata se hizo presente en la Universidad Cooperativa de Colombia, con sede en Bucaramanga, donde dictó una conferencia ante un auditorio de más de dos mil personas. El 23 de abril, los comandos Ornar Montaña Sanabria, José Ornar Suárez y Oscar Albán, ocuparon las instalaciones del diario El Bogotano para remplazar el contenido del periódico que circularía e imprimir 80 mil ejemplares de una edición diferente que salió a la calle ese mismo día. La operación, denominada «Héroes de Florencia y Corinto», estuvo comandada por Santiago y hacía parte de la campaña político-militar «Jaime Bateman, por la tregua y el diálogo nacional». En las páginas centrales se incluyó la propuesta del M-19 para el diálogo nacional, sintetizada en una apertura democrática en lo político, en lo económico y en lo social: A) La oligarquía y el pueblo deben pagar la actual crisis económica. Tradicionalmente la oligarquía colombiana ha empleado la política de individualizar las ganancias para socializar las pérdidas; hoy intenta de nuevo que el pueblo pague los errores oligárquicos, subvencione los atracos de financistas sin escrúpulos y cargue sobre sus hombros el peso de la crisis generalizada. Creemos que la única posición honesta, democrática y nacionalista es la de obligar a la oligarquía a pagar la actual crisis por ellos generada. B) Democracia en la política interior es lograr la participación de las mayorías en las grandes decisiones nacionales.

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La apertura democrática es sentar las bases para que tal participación sea posible y sea efectiva; se propone desatar los lazos de la represión para que el pueblo pueda expresarse libremente, romper la camisa de fuerza del bipartidismo para dinamizar la política colombiana y poner en pie de igualdad jurídica a todas las fuerzas políticas que pugnan por el poder en Colombia. C) Democracia en la política exterior es la autodeterminación y la independencia nacional. Poner al país al lado de los gobiernos y los pueblos que luchan por un mundo más justo escimentar el nacionalismo pragmático y realista que coloque a Colombia en una posición soberana ante los grandes centros mundiales de poder29.

El 28 de abril, día en que se conmemoraba el primer aniversario de la muerte del comandante Pablo, los comandos Nelly Vivas Rebolledo, Conrado Marín, Antonio Escobar, Oscar Albán y Luis Eduardo Bueno Soto, se tomaron en marcha el tren turístico de La Sabana, obligándolo a detenerse a la altura de La Caro cuando transportaba cerca de 500 pasajeros; los guerrilleros redujeron al personal de ferrocarriles y a los agentes de la policía ferroviaria a quienes despojaron de tres revólveres calibre 38. A la acción guerrillera fueron invitados periodistas y reporteros gráficos que cubrieron ampliamente los hechos. Dándole continuidad a la campaña «Jaime Bateman Cayón, por tregua y diálogo nacional», el 9 de mayo, una columna del Frente Occidental del M-19 se tomó por más de una hora el municipio nortecaucano de Miranda, situado en proximidades de la ciudad de Cali. La intención era tomarse simultáneamente Corinto y Miranda, pero en el primero se encontraba un fuerte destacamento del Ejército desde la toma que protagonizara el mismo M-19 un mes antes. Durante la ocupación de Miranda fue destruido el cuartel de policía; los guerrilleros hablaron con la población y dejaron sentado que estas operaciones hacían parte de una campaña nacional que sólo se detendría cuando se diera paso al diálogo nacional; como resultado de la toma murió un soldado y quedaron varios heridos. Al caer el sol llegamos a Miranda. Se dejó una contención hacia el lado de la base militar mientras el otro grupo seguía hacia el pueblo. Se inició la operación de hostigamiento, con tiroteo al cuartel del pueblo y postura de bombas —ellos dirían después que eran

29. El Bogotano, op. cit., pp. 8-9.

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cañones— y una emboscada de 14 hombres fue colocada en la salida a Corinto. El tiroteo fue intenso. Pero la gente no sintió miedo y, por el contrario, se concentró en la plaza, en medio de la oscuridad, a vitorearnos. Después de estar un rato allí, compartiendo con la gente de Miranda la alegría del combate, se dio la voz de retirada hacia el cerro30.

Terminada la toma, el Ejército inició una persecución contra la columna del Frente Occidental, que contaba con un terreno favorable y el apoyo de los campesinos que permanentemente informaban sobre los movimientos del Ejército. En combates posteriores, ocurridos el sábado 12 de mayo en las montañas de la cordillera Central, al norte del Cauca, el M-19 dio de baja a cuatro soldados y a un guía civil al servicio del Ejército; sus filas registraron la sensible baja de Miguel Angel Mojica, Alfredo, quien había participado en la toma de la Embajada de la República Dominicana como jefe de escuadra. Entre tanto, el Frente Sur combatía en Caquetá y Huila. Después de la toma de Florencia se presentaron día y noche intensos enfrentamientos entre la compañía Arnulfo Muñoz Cardozo y tropas tanto del comando operativo N° 12 como de la novena brigada, en la zona montañosa comprendida entre las localidades de Sucre, Guadalupe y San Antonio del Pescado, al sur del Huila. El Ejército utilizó cerca de cinco mil hombres y siete helicópteros artillados para enfrentar a las fuerzas irregulares del M-19. En el parte de guerra N° 4, publicado en el boletín de junio de 1984, la fuerza militar informó sobre el constante accionar que estaba desarrollando. El 24 de abril, a las 09:00 horas, un pelotón del M-19 se tomó la población de Acevedo (Huila), y ocupó las instalaciones de la Alcaldía, Telecom y la Caja Agraria, de donde se sustrajeron varios miles de pesos. Igualmente, se tomaron la cárcel y dejaron en libertad a los presos; en el hostigamiento al puesto de policía resultó herido uno de los miembros de la institución. El 28 de abril, a las 16:45 horas, en la vereda Los Pinos (Huila) una comisión de la compañía Arnulfo Muñoz Cardozo, compuesta por Gloria Amanda Rincón, Alejandra, y Carlos Herrera, Franklin, cayó en una emboscada del Ejército, resultando heridos de inmediato. El enfrentamiento duró cerca de quince minutos y cuando

30. Entrevista a Gerardo Ardila. Olga Behar, op. cit., pp, 241-244.

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todo parecía haber terminado, Gloria Amanda le quitó el seguro a su granada de fragmentación en el momento en que un cabo y tres soldados se aproximaron para capturarla viva. Voló con ellos. Pocos minutos después, se presentó un combate entre el grueso de la compañía y una patrulla del Ejército; durante hora y media se luchó, resultando muertos dos oficiales del M-19 y cuatro soldados de las Fuerzas Armadas. En circunstancias parecidas a la muerte de Gloria Amanda, cayó el 6 de mayo Reinaldo Capera, Hubert, capitán de la fuerza militar. Informamos al pueblo colombiano la dolorosa pérdida en combate de la compañera Gloria Amanda Rincón, oficial del M-19, que fue integrante de la columna Jorge Marcos Zambrano durante la toma de la Embajada de la República Dominicana. Fue detenida en 1981, junto con los demás compañeros de la columna Antonio Nariño. Salió de la cárcel con el triunfo de la amnistía, participó en la actividad legal llevada a cabo por el frente amplio del M-19, para después reincorporarse al Frente Sur. Fue, pues, toda una vida entregada a la lucha popular, de ahí que nos duele su muerte. Y ese dolor lo convertimos en un mayor compromiso, para hacer de nuestra patria una democracia abierta al bienestar político y social de las mayorías. Ese será nuestro homenaje31.

El primero de una larga cadena de crímenes de hombres públicos —por parte de los carteles dedicados al tráfico de narcóticos— se presentó el 30 de abril cuando fue asesinado el ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, en el norte de Bogotá. En respuesta a ese atroz reto, el gobierno declaró turbado el orden público y decretó el estado de sitio en todo el territorio nacional, restableció la extradición para colombianos solicitados por delitos en otros países y desató una fuerte búsqueda de personas vinculadas con el narcotráfico, allanó cientos de propiedades y decomisó bienes por varios millones de dólares. La noche anterior a su asesinato, Rodrigo Lara conversó conmigo. Nos gustaba la forma de pensar de Lara y ya Bateman se había reunido con él en el 82. Nos identificábamos al pensar que Colombia merece un clima de democracia y que hay que crearlo, construirlo. Con él queríamos impulsar ese proyecto. Le explicamos lo de Madrid, nuestra posición contraria al Código de Procedimiento Penal y a la extradición. Nos contó que se iba del país y estuvimos de acuerdo en que el diálogo

31. Documentos M-19. Boletín N° 94, abril-mayo de 1984, p. 4.

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nacional debía promover reformas profundas para que en Colombia hubiera un real desarrollo de paz. El quedó, al día siguiente, de discutir el problema jurídico de los guerrilleros en tregua y la posibilidad de expedir salvoconductos para los que salieran a la vida pública. Murió al anochecer32.

En su discurso en Neiva, al día siguiente del magnicidio, el presidente Betancur diferenció este tipo de violencia y la originada por la rebelión armada; sin embargo, la declaratoria del estado de sitio y las medidas de orden público expedidas al amparo del artículo 121 de la Constitución Nacional, servían a las pretensiones de sectores civiles y militares que desde antes propugnaban medidas que controlaran la actividad guerrillera y la movilización popular. Para muchos, desde ese día Belisario Betancur ya no volvió a ser el mismo. El M-19, en comunicado firmado por Alvaro Fayad, condenó el asesinato de Lara Bonilla señalando que el ministro inmolado era un sincero comprometido con el proceso de paz y que al momento de su muerte se encontraba luchando por moralizar y purificar las costumbres políticas en el país.

32. Entrevista a Alvaro Fayad, en Olga Behar, op. cit., pp. 342-343.

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La solución política al problema de la violencia

Tal como lo contemplaba el acuerdo de la Uribe suscrito el 28 de marzo de 1984 entre las FARCy la Comisión de Paz, y posteriormente ratificado por el presidente de la República, el 28 de mayo debía entrar en vigencia el cese al fuego. Sin restarle la importancia que el hecho tenía dentro del proceso de pacificación, el M-19 consideraba que a ese acuerdo «le faltaba pueblo», por lo que no se acogió a él. Para ese 28 de mayo, se programó la «Jornada por la paz y la apertura democrática», convocada por las directivas de los partidos liberal, conservador, comunista, demócrata cristiano y otros, así como de asociaciones cívicas, gremiales y sindicales. La intención de los organizadores era realizar una jornada cívica dentro de un espíritu de reconciliación y esperanza en el destino de la democracia colombiana, además de un rechazo al asesinato de Rodrigo Lara. El gobierno pretendía que para ese día otras agrupaciones guerrilleras, en este caso el M-19 y el EPL,adhirieran al pacto firmado con las FARCy acataran la tregua que comenzaría de inmediato. Para desvirtuar cualquier posibilidad de acatar la tregua de las FARC que comenzaría el 28 de mayo, losdirigentes del M-19, Iván Marino Ospina, Antonio Navarro e Israel Santamaría, quienes se encontraban al mando de una de las columnas del Frente Occidental, convocaron a los periodistas Germán Mendoza de El Liberal de Popayán, y María Alejandra González, de Radio Popayán. Durante la entrevista les anunciaron a los comunicadores su intención de mantener el diálogo con el gobierno mas no con la Comisión de Paz. Mientras tanto, en Bogotá, el 27 de mayo, en la casa del periodista Juan Guillermo Ríos, los dirigentes Alvaro Fayad, Luis Otero y Andrés Almarales por el M-19, y Oscar William Calvo por el EPL, se reunían con el presidente de la Comisión de Paz, John Agudelo, y con el representante del presidente de la Repú

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blica, Bernardo Ramírez; con ellos estaban Jaime Castro Castro en calidad de presidente de la Comisión Política Central del Liberalismo, el ex ministro de Educación Rafael Rivas Posada, y Alvaro Leyva Durán, como senador conservador. En el encuentro quedó claro que se firmarían acuerdos sobre la base del gran diálogo nacional propuesto. El interés de las dos organizaciones armadas era demostrar también, que el pacto con las FARC era apenas el comienzo de un proceso, pero no era la paz como se pretendía hacer creer. «La paz es muy seria para jugar con ella. Todavía no hay acuerdo de paz, todavía no hay cese al fuego, todavía no hay tregua, ni por parte del M-19 ni del EPL», manifestaron los dirigentes guerrilleros al término de la cita. El día señalado, tanto el presidente de la República como la totalidad de los comandantes de los 27 frentes de las FARC, impartieron la orden de cese al fuego. El presidente Betancur lo hizo a través de la televisión; por su parte, el estado mayor de las FARC declaró: El estado mayor central y los jefes de los 27 frentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -Ejército del Pueblo (FARC- EP), refrendamos con nuestras firmas la política de cese al fuego, tregua y paz adelantada por el secretariado, y ordenamos a todo el Movimiento cesar el fuego con el adversario el día 28 de mayo de 1984 a las 00:00 horas, para dar comienzo a un período de prueba o tregua de 1 año. Con esta orden de cese al fuego cumple nuestro Movimiento lo fundamental de la declaración de KARC-EP, Comisión de Paz y gobierno firmada el 28 de marzo de 1984 en La Uribe, Meta. Según el acuerdo, el señor presidente de la República, correspondiendo a este patriótico gesto, expedirá una orden semejante al Ejército oficial, a la Policía, a la Fuerza Aérea, a la Armada y a los mecanismos de inteligencia y seguridad oficiales33.

Dos días más tarde, el gobierno nacional designó la Comisión de Verificación pactada en los acuerdos con las FARC; su tarea principal consistía en «verificar, estimular y constatar su desarrollo y satisfactorio resultado»; a su vez, previo la conformación de subcomisiones locales para operar con eficiencia en distintas áreas del territorio nacional.

33. Facsímil de la orden de cese al fuego en La República, 28 de mayo de 1984, p. 7A.

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Nuevos encuentros entre los delegados del M-19 y el EPL con la Comisión de Paz y los emisarios de los partidos liberal y conservador se presentaron en las semanas siguientes, con el fin de perfeccionar el documento que suscribirían las partes para una tregua. Para garantizar que no hubiera inconvenientes en el proceso de negociación, el gobierno dotó de salvoconductos a los emisarios de los grupos armados. En medio de las conversaciones la actividad político-militar del M-19 arreciaba y ya habían señalado que continuarían en su accionar hasta la firma del cese al fuego. Toda su actividad seguía enmarcada en la campaña «Jaime Bate- man Cayón, por tregua y diálogo nacional»: la fuerza militar en el sur del país mantenía permanentes enfrentamientos con tropas de la contraguerrilla, pero tomaba la iniciativa para ejecutar hechos de envergadura como la ocupación del municipio huilense de Algeci- ras el 8 de julio; al occidente, la fuerza militar de esa sección se tomaba la carretera Panamericana que va de Cali a Popayán y realizaba propaganda allí y en varios municipios aledaños. En las principales ciudades se protagonizaron acciones de propaganda armada y de distribución de alimentos en calles y barrios populares. Afínales de julio la columna Miguel Angel Mujica, perteneciente al Regional Bogotá, ocupó el poblado de Zipacón (Cundinamar- ca), 48 kilómetros al occidente de la capital de la República y rodeado de instalaciones militares como son el batallón de Comunicaciones de Facatativá, la base aérea de Madrid y el cerro de comunicaciones de Monguí. La operación se inició a las 17:40 horas y durante 20 minutos, en medio de un torrencial aguacero, los comandos del M-19 ocuparon la alcaldía, el cuartel de policía, Telecom, la plaza principal y las salidas del pueblo. En el cuartel policial redujeron a dos agentes que hacían la vigilancia, se llevaron una carabina MI y un revólver 38 largo; en la plaza principal izaron la bandera del Movimiento y congregaron a los habitantes para arengarlos sobre las propuestas de paz: Esta operación se realiza en momentos en que las conversaciones de paz con el gobierno han avanzado un buen trecho. Pero también, en momentos en que aún no se ha firmado la tregua para el diálogo nacional. Y nuestro accionar continuará hasta un minuto antes de la firma. Porque el hostigamiento militar continúa. Porque las medidas contra la libre movilización popular están vigentes54. 34

34. Documentos M-19. «La toma de Zipacón», Boletín N° 95, junio-julio de 1984.

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Tres días más tarde, el 29 de julio a las 11:30 horas, los comandos Gloria Amanda Rincón, 28 de Abril y 24 de Julio de la columna Alberto Díaz Cortés de la Regional de Bogotá, se hicieron presentes en la casa del comerciante Nicolás Libos Saad y se llevaron un importante arsenal compuesto por tres subametralladoras, cinco escopetas y tres fusiles; ello sirvió para reafirmar lo dicho en la toma de Zipacón: En momentos en que se realizan trascendentales negociaciones de paz entre el movimiento guerrillero y el gobierno, se ejecutan grandes operativos militares en extensas zonas del Cauca, Huila, Caquetá, Córdoba y Antioquia. Nuestra organización, el Movimiento 19 de Abril, seguirá en combate hasta tanto no se firme el acuerdo de cese al fuego que dé paso al diálogo nacional, a la participación popular35

35.

Documentos M-19. «Operación armas para la paz», boletín del 30 de julio de 1984.

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El movimiento guerrillero ante el proceso de paz

El mapa de los movimientos guerrilleros en Colombia mostraba a mediados de 1984 varias posiciones en tomo a lo que sería en ese año el eje de la política nacional: la firma de acuerdos con el gobierno. De un lado, las FARC-EPdesarrollaban con normalidad el cese al fuego que se había pactado desde el 28 de mayo; el M-19 y el EPL continuaban sus propias negociaciones en medio de un intenso accionar militar, con una crítica frente a lo pactado por las FARCy aclarando a cada paso que el suyo sería un acuerdo distinto, con pueblo y con un requisito fundamental que era el diálogo nacional. Coincidía con ellos un sector mayoritario de Autodefensa Obrera, ADO, que por su propia cuenta se había reunido con la Comisión de Paz y había manifestado, en carta enviada al presidente, su deseo de llegar a un acuerdo que incluyera el diálogo nacional: Apoyamos el diálogo y estamos dispuestos a participar en él, teniendo en cuenta que ni nosotros, ni ninguna organización guerrillera podemos decidir nada: ni la paz ni la guerra. Esto lo decide la oligarquía, porque las organizaciones guerrilleras no somos la causa de la violencia. O sea: si no existieran las condiciones sociales de que ya hablamos, ¿contra quién combatiríamos? No habría guerrillas. Esas condiciones las creó la oligarquía. La causa de la violencia es la oligarquía. El efecto de la violencia son las guerrillas36.

Entre tanto, otros miembros de ADO anunciaron en mayo su disposición a romper las conversaciones con la Comisión de Paz y a expulsar del grupo a quienes continuaban negociando: Nosotros no vamos a firmar ninguna tregua. Eso lo dejamos claro en la segunda conversación con la Comisión de Paz. El diálogo nacional, en

36. Autodefensa Obrera, «Carta al presidente de la República», publicada en La Barraquera, suplemento 5, Ecuador, julio de 1984.

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esas condiciones de que hemos hablado y otras que están planteadas en los documentos, es el punto central para la situación. Las respuestas de la Comisión de Paz con respecto a nuestra propuesta fueron evasivas, nada concreto37.

El ELNse mantuvo siempre al margen de cualquier acercamiento con el gobierno o con los comisionados de paz; manifestó en varios números de su órgano oficial, la disposición al «diálogo entre los revolucionarios, que nos permita abrir el camino hacia la unidad del movimiento guerrillero, para profundizar la confrontación y el cuestionamiento de las políticas de la oligarquía y para mejorar el nivel de organización y de lucha de todos los sectores del pueblo» (Insurrección, N°51, mayo 1 de 1984). Consideraba cualquier acuerdo de tregua como un respiro temporal, pero no lo aceptaba en este momento en que «el proceso revolucionario se ha venido desarrollando con mayor energía». En el boletín de.julio de 1984, cuando celebraron los 20 años de lucha de su organización, señalaron: Frente a la tregua y el diálogo que propone el gobierno de Belisario a la guerrilla tenemos la siguiente posición: El problema no es entre el gobierno y el ELN. El problema es entre el gobierno de los explotadores y el pueblo, que tiene un enemigo en Belisario pues gobierna para asegurar la explotación; en esa medida afecta también al ELN, que forma parte de los explotados. Cuando el pueblo y sus organizaciones de vanguardia tengamos la fuerza para hacer respetar las condiciones de un diálogo y de los acuerdos a que se llegue será el momento en que el pueblo y nosotros dialoguemos con gobiernos burgueses como el de Belisario, que no entienden de honor y respeto sino de la fuerza que acompaña el diáh >go y los acuerdos38.

En este período se presentó el fenómeno del surgimiento de nuevos grupos armados contrarios al proceso de negociaciones que se venía efectuando. En la Costa Atlántica apareció una nueva agrupación que en la noche del sábado 9 de junio asaltó el puesto de policía del corregimiento de El Salado, en jurisdicción del Carmen de Bolívar, y anunció el inicio de su actividad guerrillera y su rechazo al proceso de paz que se realizaba. Se trataba del Movimiento de Izquierda Revolucionaria y su estructura militar Patria Libre más conocido como MIR-Patria Libre, resultado de la 37. Entrevista con dirigentes de ADO. Véase Arturo Alape, op. cit., pp. 551-553. 38. Insurrección, N° 52, julio de 1984.

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fusión de antiguos grupos maoístas que se habían desprendido del PCC (M-L); contaba con núcleos guerrilleros en Sucre y Córdoba, y con un frente de acción política denominado Pan y Libertad. Patria Libre surgió con fuerte apoyo campesino en los departamentos citados y operó con éxito en las zonas de sabana, en el piede- monte de la serranía de San Lucas y en los Montes de María; contó desde un principio con el apoyo militar del ELN. Su primer frente de guerra, denominado Astolfo González, estaba situado en el Alto Sinú; sus destacamentos comenzaron a operar en Urabá, Bogotá, Medellín y en el suroeste antioqueño. El Partido Revolucionario de los Trabajadores, PRT, organización de corte marxista-leninista que anteriormente se denominaba Tendencia M-L, se dio a conocer el 12 de julio de 1984 en Santa Marta en una entrevista con el corresponsal de El Heraldo y el subdirector de noticias de Radio Galeón; en la charla con los periodistas afirmaron que su movimiento no aceptaba la tregua ni un convenio de paz con el gobierno del presidente Betancur. Los orígenes del PRT se encuentran en la división que en los inicios de la década del setenta sufriera el PCC (M-L). Una de las primeras experiencias unitarias (de carácter múltiple) se dio entre fuerzas que coincidieron al no participar en el proceso de tregua y diálogo nacional: la llamada «Trilateral Guerrillera», conformada por el PRT, el ELN y el MIR-Patria Libre, se concretó a la sombra de la firma de los acuerdos entre el gobierno y otras organizaciones guerrilleras. En el Cauca, más concretamente en la región de Tierradentro, al suroriente del departamento, se encontraba ya operando un grupo armado compuesto en su gran mayoría por indígenas que tomaron el nombre de Comando Quintín Lame, dirigido por Luis Ángel Monroy, el comandante Bernardo. El antecedente inmediato de este movimiento fueron los grupos de autodefensa que organizaron las comunidades indígenas hacia 1977, con el apoyo inicial del M-19 que les suministró entrenamiento y un mínimo de recursos. Dirigentes del CRIC fueron detenidos en 1979 vinculados al M-19 a raíz del robo de las armas del Cantón Norte. A comienzos de los años ochenta se reanudaron las autodefensas indígenas que ya para 1984 contaban con un claro perfil de movimiento guerrillero, con capacidad ofensiva. Sus primeras acciones las realizaron para rechazar el asesinato del sacerdote indígena Alvaro Ulcué Chocué —párroco de Toribío, defensor de su

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pueblo y luchador incansable por los derechos indígenas—, así como en respuesta a la masacre y desalojos violentos contra 150 familias ocupantes de la hacienda San Luis en López Adentro, un latifundio de 1.300 hectáreas, situado entre los municipios de Corinto y Caloto, de propiedad del ingenio Castilla. Estos dos hechos se sucedieron en la segunda semana de noviembre de 1984. Más adelante, circularon un comunicado en el que explicaban sus raíces: Comunicado N° 1 del Comando Quintín Lame. Cauca, diciembre de 1984. ¿Qué es el Comando Quintín Lame? Es una fuerza organizada al servicio de las comunidades indígenas del Cauca, para apoyarlas en sus luchas, defender sus derechos y combatir sus enemigos. ¿Por qué surge? El pueblo indígena, a pesar de la heroica resistencia que por los siglos ha ofrecido contra el invasor, sigue siendo perseguido y humillado. Cuando los indígenas hemos decidido organizamos para recuperar nuestras tierras, defender nuestra cultura y exigir nuestros derechos, el enemigo ha respondido con una brutal represión. Entre el Ejército, la Policía y los pájaros han matado a decenas dé dirigentes indígenas, centenares han sido encarcelados, nuestras viviendas han sido quemadas, nuestros cultivos arrasados, nuestros animales muertos o robados. Cuando las comunidades decidieron no aguantar más, fueron formando sus propios grupos de autodefensa y de estos grupos se organizó el Comando Quintín Lame. (...) El Comando Quintín Lame compromete su honor en poner todas sus fuerzas al servicio de la resistencia de las comunidades indígenas y en hacer lo posible por derrotar al enemigo que nos está persiguiendo39.

Otro grupo armado que se manifestó por esos días fue el Frente Ricardo Franco, que se reivindicaba como grupo urbano de las FARC. Ricardo Franco era el nombre de guerra de Gilberto Alva- rez, un dirigente de las FARC que se encontraba al mando de su IV Frente en el Magdalena Medio en 1978; de acuerdo con la versión oficial de las FARC, Franeo habría muerto un año más tarde cuando le estalló una granada. A raíz de las negociaciones entre las FARCy el gobierno nacional, un grupo pequeño, dirigido por José

39. Comando Quintín Lame. «Por la defensa de los derechos indígenas», comunicado N° 1. Cauca, diciembre de 1984. Publicado en Colombia Viva, revista de la Coordinadora Nacional Guerrillera. Colombia, abril de 1986.

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Fedor Rey Javier' Delgado, quien había desempeñado tareas para el Secretariado de las FARC, profundizó sus discrepancias con el estado mayor de esa organización, constituyendo un grupo aparte que comenzó a realizar trabajo militar urbano. De acuerdo con distintas declaraciones tanto del Partido Comunista como de las FARC, Delgado fue una especie de comisario de finanzas que se alzó con una suma de dinero calculada en 700 millones de pesos; para las FARC, Delgado era un agente de la CIA desde mayo de 1979. Durante el período que analizamos, se dio a conocer el Frente Ricardo Franco que reivindicaba el nombre del dirigente de las FARC, según ellos asesinado por orden de los mismos comandantes de su organización. El 27 de mayo de 1984, horas antes de entrar en vigencia el cese al fuego acordado entre las FARC y el gobierno, el Frente Ricardo Franco, por medio de un comunicado entregado en la prensa, divulgó su intensa actividad desarrollada desde semanas antes; se atribuyeron la destrucción simultánea de 50 buses en Bogotá, Cali, Bucaramanga, Medellín e Ibagué; las cargas explosivas en la Administración de Impuestos Nacionales de Bogotá y Bucaramanga; la toma del municipio caucano de Miranda y el ataque a doce guarniciones militares en Bogotá, Cali y Bucaramanga, así como atentados a la Embajada de los Estados Unidos, a la residencia de su embajador, a la Embajada de Honduras, a la línea aérea hondureña Sahsa, a las instalaciones de la ITT, la IBM y el Centro Colombo Americano. La otra guerra que el grupo de Delgado venía librando era con sus ex camaradas de las FARC. El 5 de junio distribuyeron un comunicado señalando algunas de las divergencias que mantenían con esa organización y con el Partido Comunista: 1

1. No es cierto que el PCC, ni el comité central, ni el estado mayor de las FARC-KP ignoren nuestra existencia, como consta en el documento que le hacemos llegar y las publicaciones del mes de abril de Voz. 2. Censuramos la forma como se quiere seguir engañando al pueblo colombiano sindicando a nuestra organización de cuanto de aquí en adelante ocurra en contra de la paz. 3. No es cierto que nuestra organización tenga secuestrado al hermano del doctor Mosquera, pues como lo expresa la familia del secuestrado fue a las FARC-EP a quienes pagaron el rescate. 4. No nos acogemos a la tregua porque en ella no se ha tenido en cuenta al pueblo colombiano. 354

5. Seguiremos como abanderados de la lucha revolucionaria y no la entregaremos al populismo de Betancur. 6. Seguiremos reivindicando el nombre de Ricardo Franco con los militantes que quieran para el partido una fisonomía de combate y otra fisonomía para la patria que sea nueva, que sea libre, que sea democrática40.

En ese momento, el M-19 ya iniciaba acuerdos con el Frente Ricardo Franco, especialmente la columna que en el Frente Occidental dirigía Carlos Pizarro.

40. «Que las FARC no nos culpen de cuanto ocurra», El Tiempo, 6 de junio de 1984, p. 13A.

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La muerte del comandante amable y la respuesta guerrillera

Las negociaciones entre las partes avanzaban rápidamente. En un inicio se fijó la fecha del 24 de julio para la firma de los acuerdos de cese al fuego, escogiéndose este día en homenaje al natalicio del Libertador; así lo hizo saber Iván Marino Ospina como comandante general del M-19 en entrevista con el Grupo Radial Colombiano en el Cauca. A partir del 18 de julio se aceleraron las negociaciones con el nombramiento oficial de la Comisión de Negociación y Diálogo integrada inicialmente por 40 personas de los diferentes sectores políticos y sociales del país, así como con representantes del M-19 y del EPL. Su tarea era concretar los mecanismos y procedimientos para negociar con estas organizaciones. Dos días más tarde, el 20 de julio, en la instalación de las sesiones ordinarias del Congreso de la República, el presidente Betancur destacó los logros en materia de paz «como expresión del espíritu y de la voluntad nacional en la que se reúnen el concurso de las ramas del poder público, los diversos partidos y matices y el consenso de la nación». El 23 de julio se instaló la Comisión y se fijó el domingo 12 de agosto como nueva fecha para firmar el documento de cese al fuego, tregua y diálogo nacional. Así, al parecer ya no existían obstáculos para llevar a feliz término los arreglos entre el gobierno y un importante sector de la guerrilla que se mantenía unida. Pero no todo era color de rosa. En el clímax de las conversaciones con el M-19 y el EPL, la Comisión de Negociación y Diálogo aceptó un primer encuentro con dirigentes guerrilleros en sus zonas de operaciones; se trataba de «reuniones de ambientación». La primera estuvo encabezada por el presidente de la Comisión de Paz, John Agudelo Ríos, y se efectuó el 5 de agosto sin ningún contratiempo en Nutibara (An- tioquia) con el EPL. El otro sitio escogido fue la población de San Francisco, situada entre los municipios caucanos de Toribío y

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Jambaló, uno de los escenarios de la actividad político-militar del Frente de Occidente del M-19, que en ese momento tenía tres columnas dirigidas por Iván Marino Ospina, Carlos Pizarro Leon- gómez y Antonio Navarro Wolf, respectivamente. El día señalado para la cita era el mismo domingo 5 de agosto. Los comisionados Bernardo Ramírez, Laura Restrepo, Horacio Serpa, Andrés Alma- rales y monseñor Darío Castrillón llegaron desde Cali en helicóptero para asistir al encuentro; el grueso de los guerrilleros se encontraba en las faldas de una montaña cercana, al mando de Iván Marino Ospina; la columna de Navarro marchaba hacia San Francisco, luego de realizar acciones sobre la carretera Panamericana. Una compañía del Ejército que estaba cerca disparó sobre los guerrilleros cuando éstos bajaban a reunirse con los comisionados. El combate se prolongó por cerca de una hora. Finalmente, al mediar los delegados del gobierno, se logró que la tropa despejara el camino para poder hacer el encuentro en la pequeña inspección de San Francisco. Un importante testimonio fílmico lograron ese día las periodistas Olga Behar del Noticiero 24 Horas y Ana Cristina Navarro de la Televisión Española, quienes grabaron el combate en vivo; esa noche, los colombianos apreciaron cómo la columna guerrillera era atacada cuando marchaba al encuentro con los comisionados. A las 07:39 horas del 10 de agosto de 1984, a plena luz del día y en una calle céntrica de Bucaramanga, cayó asesinado Carlos Toledo Plata, médico y dirigente nacional del M-19, con grado de oficial superior quien, convencido de la inevitabilidad de la tregua y el cese al fuego, había dejado atrás la clandestinidad y actuaba legalmente en su ciudad natal. En el momento de su asesinato, Toledo tenía 51 años y se encontraba trabajando como jefe de traumatología en el Hospital San Juan de Dios de Bucaramanga. La suerte del acuerdo de paz parecía haber quedado sellada con este asesinato; por lo pronto, se aplazaba su firma. Todos los estamentos de la sociedad colombiana rechazaron el asesinato. Periodistas, dirigentes políticos, intelectuales, obreros, guerrilleros y miles de colombianos se dieron cita en sus funerales para rendir tributo de respeto a un hombre que con decisión y coraje le había apostado todo a la paz. En la mañana de su asesinato, Toledo iba a cumplir junto con Andrés Almarales actividades relacionadas con la puesta en marcha del diálogo nacional en Bucaramanga; en sus

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últimas entrevistas, Toledo había manifestado confianza en el proceso que se estaba llevando a cabo: Nosotros no estamos de acuerdo con esas cumbres en el Ministerio de Gobierno, en las cuales para hablar de los problemas políticos, están solamente los partidos políticos. Nosotros hablamos de un diálogo nacional, en donde estén todas las fuerzas políticas y sociales para hablar del común de los problemas. Que estén la Iglesia, los campesinos, los estudiantes y, desde luego, las organizaciones políticas, entre ellas el M-19. La paz no es un problema de una candidatura electoral, tampoco es el resultado de una «revolución electoral», es más que eso. Es una lucha donde se encuentran fuerzas sociales, políticas y militares, donde se reúnen demócratas y nacionalistas, donde confluyen el pueblo y la patria enfrentando y derrotando todos ellos a quienes recortan la democracia, concentran el poder político y económico, y mantienen en estado de guerra a la nación41.

Para muchos, no era desconocido que Toledo encabezaba dentro del M-19 un punto de vista tendiente al diálogo y la negociación total, contrario a ciertas manifestaciones pesimistas y de desconfianza que veían sombras sobre el proceso; su muerte reafirmó las dudas, pero confirmó la decisión de su Movimiento por conseguir la paz. Al día siguiente, a pocas horas del entierro, la columna dirigida por Carlos Pizarro Leongómez se hacía presente en Yumbo con la operación Comandante Carlos Toledo Plata, la toma de este municipio, distante quince kilómetros de Cali: Para ir a Yumbo, rompimos tres veces el cerco militar, la primera para sacar a los compañeros con las armas, en la segunda salí yo con dos compañeros más, y la tercera el grupo grueso de combatientes. (...) Mandé a mi gente a veranear. Todos los días iban a bañarse en una catarata que queda cerca de Arroyohondo. Unidades completas recibían la orden de ir a disfrutar del sol y el agua y luego dormir, por parejas, en los moteles que quedan por allí. Otros veranearon en fincas que alquilamos un poco más arriba y un tercer grupo se quedó en Cali, en casas de seguridad, levantando informaciones y haciendo bombas. Un último conjunto tenía la misión de transportar armas, primero de una cordillera a la otra y después a cada grupo de los que participarían. (...) La salida hacia Yumbo fue a la colombiana, macondiana, era tal el desorden que pensábamos «aquí se pueden dar dos cosas, o la derrota más tenaz de la historia o la victoria más estruendosa». Poco a poco se coordinó

41. Declaraciones de Carlos Toledo Plata. Andrés Almarales, «La fuerza del cambio». Bogotá, 1986, pp. 187-191.

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la marcha, parábamos a cuanta gente pasaba, a cuanto carro aparecía, para ir montando a nuestra gente para llevarla hasta Yumbo42.

A la toma de Yumbo la Fuerza Militar de Occidente llegó con una posición bastante endurecida; nuevamente se establecía la dinámica militar para hacer escuchar su voz que pedía una tregua con dignidad. En la operación tomó parte el Frente Ricardo Franco y participaron en total cerca de 150 guerrilleros que se encontraban en la cordillera Occidental. Allí se tomaron la alcaldía, una escuela, un puesto de policía y la iglesia principal; en el cuartel general de la Policía se atrincheraron los uniformados, mientras en el parque principal se reunían cientos de ciudadanos que escucharon las arengas de Rosemberg Pabón, el Comandante Uno; durante dos horas permanecieron los guerrilleros en la ciudad protegidos por los grupos de contención que habían situado en las vías de acceso al municipio. De los 36 muertos reportados por las autoridades, el M-19 reconoció la pérdida de seis de sus guerrilleros y señaló a los demás como civiles caídos cuando entró el Ejército. Antonio Vulcano, uruguayo, militante de los Tupamaros, fue el único muerto en Yumbo; los cinco restantes cayeron en la retirada por el municipio de Dapa. «Desde Yumbo a los colombianos» fue la proclama: Si hasta ayer teníamos razones de sobra para hablarle a Colombia desde la tribuna de Yumbo en armas, a esta hora esas razones son más que suficientes porque el asesinato de nuestro oficial superior Carlos Toledo Plata no es otra cosa que el grito de desesperación de los militaristas y apátridas; y a ellos aquí, desde Yumbo, hoy les decimos: ¡No pasarán! Porque los amantes de paz y de diálogo en Colombia no están impotentes, porque la democracia está en armas y en pie de lucha y porque sabemos que finalmente se ha de imponer la razón, y los enemigos de Colombia se verán cada vez más aislados. (...) Aquí desde Yumbo, y así, en medio del dolor por la pérdida de nuestro dirigente, convocamos de nuevo a los colombianos, todos, a que aunemos esfuerzos, a que unidos, organizados y combatiendo realicemos el gran diálogo que la patria necesita para la paz. Hagamos oír la voz de los inconformes, la voz de los asfixiados, la voz de quienes han dicho ¡Basta! ¡Que lleguen al diálogo nacional las exigencias del pueblo, las conquistas del pueblo, las soluciones del pueblo y la participación como pueblo que ha obtenido muchas cosas peleando43.

42. Relato de Carlos Pizarro L. Olga Behar, op. cit., pp. 245-250. 43. Documentos M-19. Boletín, sin número, agosto de 1984.

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La búsqueda infatigable de la paz

Pasados ocho días del asesinato de Cados Toledo Plata, el M-19 ratificó su disposición a firmar en breve el acuerdo de paz. El único detalle pendiente era determinar los sitios para hacer el acto oficial de rúbrica del cese al fuego, tregua y diálogo nacional. La propuesta gubernamental, en la cual tenían fuerte incidencia los militares, era que se hiciera en lugares apartados, en zona de influencia guerrillera que no fueran cabeceras municipales. La propuesta de las organizaciones, que finalmente se acogió, era firmar en Corinto y Hobo, por parte del M-19, y en Medellín, por parte del EPL; así mismo se aceptó el cese de las operaciones ofensivas en La Cumbre (municipio cercano a Yumbo) y que quedaran despejadas todas las rutas de acceso a las poblaciones acordadas, para evitar así confrontaciones con el Ejército. Desde el 21 de agosto comenzó la movilización de los frentes guerrilleros hacia Corinto y Hobo. La orden impartida por Alvaro Fayad fue tajante: Hoy estamos culminando un proceso que se inició en la toma de la Embajada de la República Dominicana. Derrotamos amnistías, se irguió el Frente Sur, desde las cárceles y las torturas, con Mocoa y Currillo, desde Chía hasta todo el país, se levantó con fuerza la bandera del cese al fuego y diálogo nacional. Proseguimos la lucha, y Paujil, Garzón, Florencia, Corinto, Miranda, desde el trabajo internacional, pasando por el accionar continuo y sostenido de nuestras estructuras urbanas —la OPM— mostraron al país que la tregua por la tregua no era el camino del M-19: que nuestra ruta es la paz, pero nuestros objetivos son inaplazables. Y a punto de culminar, quieren cobrarnos esta bandera limpia y Carlos Toledo, demasiado rápido en el camino de la paz, cae asesinado a manos de la antipatria. Yumbo ha dicho que están firmes el honor, la dignidad, la fuerza y la eficacia.

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Hoy vamos a un cese del fuego, para que el diálogo nacional rompa el silencio de años de un pueblo alejado siempre de las decisiones sobre su destino. Hoy vamos a pactar con el gobierno, y el M-19 cumple su palabra en la guerra y en las treguas. Por lo tanto, todas nuestras fuerzas deben dirigirse desde ya, sin excusas ni rodeos, hacia Corinto y El Hobo. Allí, cara al pueblo, firmaremos compromisos y exigiremos respuestas. La única tarea es, pues, llegar a Corinto. Se suspende absolutamente todo otro tipo de acciones. En esto está en juego el país, la credibilidad, los objetivos y la unidad del M-1944.

Los primeros contingentes del M-19, dirigidos por Iván Marino Ospina y Antonio Navarro, llegaron a Corinto al mediodía del 22 de agosto; para el viernes 24 de agosto estaba pactada la firma de los acuerdos en este municipio caucanoy en Hobo, departamento del Huila. En las primeras horas del día señalado, la columna del Frente Sur, dirigida por Germán Rojas, Marcos Chalita, Otty Patiño, Pablo Beltrán, Jairo Peña y Elvecio Ruiz, salió de Tres Esquinas, a donde habían llegado la noche anterior, con dirección al Hobo, en donde se tenía prevista la firma para las 13:00 horas con los comisionados Laura Restrepo y el ex ministro de Gobierno Alfonso Gómez Gómez. Desde Bogotá, Alvaro Fayad y Gustavo Arias Londoño se trasladaron, el primero de ellos a Corinto, y Boris hacia Hobo, donde les esperaban para la firma. Sólo faltaba Carlos Pizarro, quien se trasladaría desde Cali en compañía de periodistas. Pero en la marcha hacia Corinto su caravana fue atacada por un grupo de la Policía que había montado un retén; como resultado del enfrentamiento resultaron heridos Pizarro, su compañera Laura y Spencer, uno de sus escoltas. A partir de ese momento todo fue confusión: avisados los miembros del Comando Superior en Corinto, se declararon en alerta y suspendieron temporalmente la firma hasta aclarar lo sucedido. De inmediato se reunieron Iván Marino Ospina, Vera Grabe, Andrés Almarales, Rosemberg Pabón, Antonio Navarro y Luis Otero, todos ellos miembros del Comando Superior del M-19: Concluimos que entre mayor sea el bloque de fuerzas que se le oponga a los guerreristas, que entre más aislados estén los militares, entre más

44. «Orden de Alvaro Fayad a todos los mandos, oficiales, columnas, regionales y fuerzas especiales del M-19». Corinto, Bogotá, Ediciones Macondo, 1985, pp. 8-9.

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profunda sea su derrota política, más posibilidades tenemos en la búsqueda de un camino de tregua y reformas hacia la paz, pero también más autoridad en caso de frustrarse esa vía. Claro, cuando sabemos que la herida no es tan grave y confirmamos que no hay ningún movimiento del Ejército, entramos a discutir si aplazamos la firma, por cuánto tiempo y en función de qué... o no firmar definitivamente. Decidimos firmar. Hubo absoluta unanimidad. Además, aprobamos que entre más rápido firmáramos, más contundencia tendríamos en afianzar nuestra vocación de paz. Y decidimos exigirle al gobierno una serie de condiciones: seguridad para la gente de Yumbo; seguridad para la población que nos estaba acompañando en la celebración de la firma; desmilitarización y respeto a los derechos humanos y sociales de toda la región; y por último, el compromiso de respetar la vida de la gente nuestra que saliera a las tareas del diálogo nacional. Con ese consenso fuimos a despertar a Pizarro, a quien tenían dormido a punta de drogas. Tocó levantarlo con dos tazas de tinto amargo, casi a la fuerza. Alvaro le plantea la decisión y él aprueba. Estando de acuerdo Pizarro, la unanimidad es completa y vamos a hablar con los de la comisión oficial; mientras, Iván ha conversado con el ministro de Gobierno, quien se apresura a brindarnos toda suerte de garantías y seguridades. Al informar a los delegados oficiales sobre nuestra decisión, la reciben con un aplauso masivo45.

Para llegar a ese consenso, se negoció con el gobierno una adición al texto del acuerdo que ya estaba redactado; una «posdata» que contemplaba investigar los hechos ocurridos el día de la firma, seguridad para los representantes del M-19 y del EPL, y garantías de no hostigar a las poblaciones que habían servido como escenario para consolidar la tregua y el diálogo nacional. En el texto firmado en Corinto se les daba al EPLy al M-19 la connotación de «movimientos populares alzados en armas», lo que les otorgaba una legitimidad y un reconocimiento social. Cuando ya atardecía sobre Corinto, luego de entonar el himno nacional, sobre una tarima instalada en la plaza José María Obando, Bernardo Ramírez dio lectura al texto del acuerdo y se procedió a la firma; Carlos Pizarro, aún adolorido, expresó: Me siento con la responsabilidad inmensa de que nuestro país no quede frustrado en esta jornada. Siento la responsabilidad de combatir a todo enemigo de la paz en Colombia. Siento la responsabilidad con mi organización y con mi pueblo, de ir a cualquier tipo de jornada, sea en guerra o en paz por la libertad46 45. Testimonio de Antonio Navarro Wolf, op. át., pp. 39-40. 46. Declaraciones de Carlos Pizarro a los medios de prensa en Corinto. Grabaciones del archivo del autor.

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Luego vendría el himno a la paz del M-19 . Mientras tanto, a las 17:15 horas, en el atrio de la iglesia del parque El Campesino del municipio de Hobo, sucedía algo similar. En Medellín, en medio de un brindis con champaña, los comisionados John Agudelo, Gloria Zea y Emilio Urrea firmaron los mismos acuerdos con los hermanos Jairo de Jesús y Oscar William Calvo, máximos dirigentes del EPL. El acuerdo contemplaba un cese al fuego que, por parte de las organizaciones guerrilleras firmantes, se ordenaba de inmediato. El M-19 y el EPL se comprometieron a no secuestrar y rechazaron el terrorismo. El gobierno se comprometió a ordenar el cese de las acciones realizadas contra el EPL y el M-19 y a prestar a la Procuraduría su concurso para efectuar las investigaciones sobre los desaparecidos, los grupos paramilitares y las denuncias de familiares y comités nacionales de derechos humanos. Como elemento esencial del acuerdo, las partes firmantes acordaron convocar a un gran diálogo nacional en el que participarían las distintas fuerzas del país, fijando los temas centrales por discutir. Para realizarlo se comprometieron a conformar una Comisión de Diálogo integrada por representantes gubernamentales, de la Comisión de Paz, de la Comisión de Negociación y Diálogo, de la de Verificación y voceros de los grupos firmantes de los acuerdos47. En Corinto, como representantes de la Comisión de Negociación y Diálogo firmaron Bernardo Ramírez, Horacio Serpa y Enrique Santos. En Hobo firmaron Alfonso Gómez Gómez, Gerardo Molina, Ariel Armel, José del Carmen Yepes, Abel Rodríguez y Laura Restrepo. Por el M-19 Iván Marino Ospina, Alvaro Fayad, Carlos Pizarro, Antonio Navarro, Gustavo Arias, Luis Otero, Germán Rojas, Otty Patiño, Marcos Chalita y Vera Grabe. El grupo ADO lo hizo en la sede de la Federación de Trabajadores de la Industria Metalúrgica en Bogotá, donde firmó Carlos Efrén Agudelo, y en la cárcel de La Picota, donde se encontraba detenido su dirigente Héctor Fabio Abadía. Llegar a Hobo y Corinto es expresión de una voluntad nacional, entendiendo por voluntad nacional el conjunto del movimiento popular y a esos sectores vinculados a la clase dirigente que no son exactamente pueblo pero que tampoco están entre los sectores más reaccionarios de la burguesía: porque tienen algunos valores morales, sentimientos

47. Texto completo de los acuerdos, en Enrique Santos Calderón, La guerra por la paz, Bogotá, Cerec, 1985.

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patrios, y de todas maneras buscan cierto consenso para gobernar; es decir, tienen algunos valores democráticos48.

Así, como fruto de múltiples negociaciones y combates, se firmó el acuerdo de cese al fuego, tregua y diálogo nacional. Con todo ello, la bandera de la paz había que mantenerla en alto; bajo ella se habían multiplicado los combates guerrilleros en los últimos años, se realizaron las últimas campañas electorales, se citaron los distintos foros de los derechos humanos, se realizaron los paros cívicos y las huelgas, se insistió una y mil veces en las propuestas de diálogo, se ofrendaron cientos de vidas de patriotas —soldados y guerrilleros—, de políticos, de intelectuales, de profesionales y luchadores populares.

48. Declaración de Otty Patiño, en Corinto, pp. 54-55.

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X. «Esta tregua es pa’ dialogar»



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«Silencio a los fusiles, paso al diálogo nacional»

Nueve días permanecieron los guerrilleros en Corinto ejerciendo un poder local nunca antes visto en nuestra historia; nueve días que transcurrieron bajo las banderas de la paz. El 26 de agosto el presidente Belisario Betancur se dirigió a los colombianos por radio y televisión y abordó, entre otros, el tema de los acuerdos firmados con los grupos alzados en armas; aclaró que no se habían hecho concesiones de soberanía y condenó a quienes manifestaban que la paz era mentira y pedían mano dura; como correspondía al texto de los acuerdos firmados, ordenó a las autoridades civiles y milita-, res bajo su mando suspender todas las acciones que realizaban contra el M-19 y el EPL: Como ustedes seguramente lo han visto y oído, el jueves y el viernes pasados se firmaron nuevos acuerdos entre las comisiones de paz y de negociación y diálogo, con los dirigentes del M-19, el Partido Comunista de Colombia (Marxista-Leninista), el EPL y un sector del ADO. Lo anterior, con la aprobación que en este momento imparte solemnemente el presidente de la República a los acuerdos; y con la ayuda de todos ustedes, y con la asistencia de Dios, significa que hemos cumplido otra etapa en este duro y largo pero hermoso y trascendental camino de la paz. Se estableció que la fecha de cese al fuego será el 30 de agosto a las 13:00 horas, es decir, el próximo jueves a la 1:00 de la tarde. ¡Bienvenida la paz!1.

Tres días después de la firma, a solicitud del gobierno, los guerrilleros del M-19 que se encontraban en el Hobo abandonaron la población. Allí el fenómeno había sido igual al de Corinto. Cientos de personas se congregaron para participar en los festejos por la paz. La columna dirigida por Gustavo Arias, Boris, se trasladó

1. «Hemos venido derribando los obstáculos a la reactivación». Texto completo del discurso del presidente Belisario Betancur, en La República, agosto 27 de 1984, pp. 1A, 6A y 7A.

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temporalmente a Tres Esquinas para esperar allí la hora cero fijada para el 30 de agosto. Ese día el M-19 pagó un aviso en la prensa nacional2; «Hoy silenciamos los fusiles para que hablemos», era el título y el compromiso que se establecía ante el país: Ni un disparo más para que suene el comienzo del gran diálogo nacional, que es una conquista de todos, un derecho ganado en calles, selvas, cárceles, universidades, hogares. Por eso el diálogo se abre para que su voz se oiga. Para que su exigencia retumbe. Para que sus anhelos se conviertan en realidad. No es un diálogo de sordos, es una batalla en la que ustedes todos han triunfado. No es una convocatoria de mudos; es la enorme conquista de los no escuchados, de los no tenidos en cuenta. No es otro acto más, es el camino hacia la paz. Y como la paz es de todos, el diálogo es con todos y las soluciones para todos. Empuñamos la espada de Bolívar convocando a toda Colombia para construir una patria del tamaño de nuestros sueños. ¡Y cumpliremos!3.

«Silencio a los fusiles, paso al diálogo nacional» fue la orden que Iván Marino Ospina, como comandante del M-19, impartió a las 13:25 horas del 30 de agosto, cuando entró en vigor el acuerdo de cese al fuego, tregua y diálogo nacional: Es la hora de los pueblos, del paso erguido de todos. Es la hora de dialogar, de buscar todos el camino de la paz y encarar con dignidad, realismo y audacia, la crisis de Colombia. El M-19 cumplirá4.

En Corinto y Hobo, al igual que en distintas partes de país, se realizaron actos y demostraciones populares. La jornada, calificada como «histórica» por muchos asistentes, se convirtió en una gran fiesta popular. En medio de las últimas descargas de los fusiles, estaba la esperanza de una nueva fase de la vida nacional. Ese mismo día, el M-19 transmitió por una pequeña emisora desde Corinto a algunos municipios cercanos; se trataba de impulsar Radio Macondo como su medio de comunicación oral. Por supuesto que tanto la presencia de los contingentes guerrilleros en las cabeceras municipales así como la labor de reclutamiento que realizaban, y la emisión de consignas 2. Avisos similares se publicaron los días 24 de agosto, bajo el título «En camino hacia la paz», y el 26 de agosto «Nuestra firma lo confirma»; en ellos, el M-19 lucía su nuevo logotipo: dos fusiles con sus trompetillas hacia abajo y una paloma con una rama de olivo en medio 3. Documentos M-19. «En camino hacia la paz». Texto del aviso de prensa publicado el 30 de agosto en El Tiempo. 4. El País, 31 de agosto de 1984.

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y música a través de Radio Macondo, tenía hondamente preocupados a los enemigos de los acuerdos, quienes no cesaban de criticar al gobierno por los «excesos» que habían acompañado la firma de los acuerdos en Corinto y Hobo. Rumores de golpe de Estado comenzaron a escucharse y una evidente crisis se vivió en las esferas del poder, donde el presidente era asediado constantemente por sus propios partidarios, por el Congreso, por la oposición o por el malestar existente en las Fuerzas Armadas, descontentas con el desarrollo de la política de paz. Dentro de ese marco se inscribe el cruce de cartas entre el presidente de la República y su ministro de Defensa, episodio con el cual comenzó un fuerte debate sobre el destino de las armas de los guerrilleros: el 4 de septiembre Betancur le dirigió una misiva al general Matamoros en la que agradecía a las Fuerzas Armadas por su papel en «la feliz culminación de la primera etapa del proceso pacificador»; luego de exponer cómo se había actuado sobre lo ya realizado por el gobierno anterior, reconoció que los acuerdos firmados no habían contemplado la entrega de armas por cuanto la ley 35 de 1982 (ley de amnistía), después de un proion-, gado estudio, no lo exigió. La respuesta del ministro de Defensa se basó en el artículo 48 de la Constitución vigente que establecía la prohibición expresa del porte de armas, así: «Sólo el gobierno puede introducir, fabricar y poseer armas y municiones de guerra. Nadie podrá, dentro de poblado, llevar armas consigo sin permiso de la autoridad. Este permiso no podrá extenderse a los casos de concurrencia a reuniones políticas, a elecciones o a sesiones de asambleas o corporaciones públicas, ya sea para actuar en ellas o para presenciarlas»5. En la carta que una semana más tarde le dirigiera el M-19 al ministro de Defensa, se cuestionó la cita que para este caso se hacía de la Constitución Nacional, «pero olvida lo que todo el mundo sabe: en nuestro país nunca se ha aplicado en su totalidad la Constitución Nacional y, lo que es más grave, la existencia del estado de sitio durante 35 años, suspende o invalida totalmente nuestra Carta Magna». Culminados los actos por el inicio del cese al fuego, las columnas guerrilleras se retiraron de las cabeceras municipales hacia las zonas montañosas aledañas para esperar la puesta en marcha y los resultados

5. Texto completo de las cartas en La guerra por la paz, Enrique Santos Calderón, Cerec, 1985, pp. 318-322.

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del diálogo nacional. Para el M-19, a través de este mecanismo, se buscaba la adopción de medidas y mecanismos que llevaran a solucionar la difícil crisis que afrontaba el país; concebía su ejecución en tres fases: una primera de cabildo abierto, con amplia presencia popular, durante la cual se deberían plantear los problemas nacionales y sus soluciones; la segunda fase, la elaboración de proyectos legales que recogieran las soluciones propuestas; la tercera y última fase era la aprobación y puesta en marcha de las leyes, decretos y demás normas que se debían expedir a través del gobierno o del Congreso. Para desarrollar estas propuestas de diálogo nacional, el M-19 destacó a un grupo de sus principales dirigentes, quienes salieron a las grandes ciudades y a todo el país. Se constituyó así el Comando de Diálogo Nacional del M-19, integrado por Antonio Navarro y Vera Grabe del Comando Superior, Israel Santamaría, Andrés Almarales, Yamel Riaño, Gerardo Ardila y Alfonso Jacquin. Este fue el grupo inicial, posteriormente ampliado ante la dimensión de las tareas que se asumieron. Mientras en Corinto y Hobo se hacían los últimos disparos y se impartía la orden de cese al fuego, los miembros del Comando de Diálogo convocaban a sus primeras concentraciones en las plazas públicas de Bogotá, Bucaramanga, Cali, Barranquilla y Santa Marta, con motivo de la celebración de la hora cero. Un análisis del tema fue publicado el domingo 16 de septiembre de 1984 en los principales diarios del país con el título «El gran diálogo nacional»; en el extenso documento, que llevaba las firmas de los miembros del Comando Nacional de Diálogo del M-19, se exponían sus principales características, quiénes, dónde y cuándo participaban: ¿Qué es? Es el paso siguiente y la razón de ser del cese del fuego. Es una nueva vía para construir la democracia ejerciéndola. Es una propuesta viva que ya ha generado y generará nuevos debates, inmensas inquietudes, justos reclamos, profundas expectativas, desbordante entusiasmo. Porque es, ni más ni menos, poner el dedo de todos los colombianos en la llaga del país, pues se cuestiona un orden injusto para abrirle paso, a través de soluciones para todos, a la democracia con justicia, con respeto, con dignidad. (...) ¿Quiénes participan? Las fuerzas vivas de Colombia, motores de la vida política, social y económica, tienen un papel decisivo en el diálogo nacional: los partidos políticos; los gremios del movimiento cívico; las organizaciones popu-

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lares, sindicales, campesinas, indígenas; los cristianos, estudiantes, maestros, periodistas, artistas, intelectuales; el movimiento guerrillero; los profesionales; los desempleados. Las instituciones y colectividades que han tenido responsabilidad en la conducción del país: el Parlamento, las Fuerzas Armadas, la Iglesia, las asambleas, los concejos, el Poder Judicial, los medios de comunicación, las instituciones educativas... son parte dinámica y constructiva del diálogo nacional, ya que se nutren de sus aportes al tiempo que lo enriquecen. ¿Dónde y cómo? Desde su comunidad local, su poblado, su municipio, su región, su ciudad, los colombianos participarán con sus organizaciones y asociaciones. Se tendrá entonces que sentir a todos los ciudadanos que, más allá de la queja, se movilicen decididamente y propongan soluciones reales a sus problemas de nutrición, tierra, cultura, trabajo, educación, recreación, servicios, salud6.

El documento explicaba brevemente el porqué de una tregua armada, anotando que los acuerdos no se habían realizado con una guerrilla derrotada, cansada o desgastada (esto para refutar las voces que pretendían impugnar los acuerdos). Llamaba así misma al expresidente Carlos Lleras Restrepo a entrevistarse con los voceros del M-19 con el propósito de despejar cualquier duda o inquietud en torno al diálogo. Propuesta similar hacían a los generales Gustavo Matamoros D’Costa y Miguel Vega Uribe, ministro de Defensa y comandante de las Fuerzas Armadas, respectivamente, para discutir «el papel de las Fuerzas Armadas frente a las luchas sociales». Esta «invitación» se relacionaba con la carta que el 12 de septiembre anterior le habían dirigido al ministro de Defensa Nacional y en la que se insistía en acordar una reunión para dialogar directamente: Cómo quisiéramos un reencuentro entre la patria toda para derrotar la guerra, la injusticia y el subdesarrollo. Cómo quisiéramos que pudiéramos aceptar el reto del mundo moderno con la imaginación y la voluntad nacional tantas veces silenciadas o desoídas por la ausencia de canales de expresión, y de la participación de la mayoría en su propio destino. El respeto que a los militares colombianos hemos mantenido como hombres y como contrarios en el campo de batalla, y la oportunidad excepcional de este tratado de cese al fuego, nos mueve a

6. «El gran diálogo nacional», aviso pagado en El Espectador, septiembre 16 de 1984, p. 8A.

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reafirmar nuestra disposición a un diálogo directo con las Fuerzas Armadas, sea donde sea, y a insistir en que el gran diálogo es el instrumento, la fórmula y la oportunidad para que todos, Congreso y pueblo, Iglesia y gremios, gobierno, Ejército y guerrillas, hagamos el esfuerzo grande de buscar caminos nuevos para un viejo problema: la patria que a todos nos duele7.

En la tercera semana de septiembre de 1984 el M-19 reunió en San Pedro, Cauca, a su Dirección Nacional. Desde 1978 no se encontraban todos los miembros del Comando Superior del Movimiento; el encuentro se realizó en la zona donde se había concentrado la fuerza militar, luego de su salida de Corinto el 31 de agosto8. Fue una cumbre a la que se llegó después de un largo accionar cargado de discrepancias internas y tensiones que serían abordadas, finalmente, en la IX Conferencia. Carlos Pizarro calificó esta cita como «de conciliación, donde una cantidad de cosas no se dijeron por conciliar»9. El encuentro de San Pedro hizo un balance de los avances políticos y militares del Movimiento, evaluó los acuerdos firmados y su desarrollo en la convocatoria al diálogo nacional; el M-19 reiteró la necesidad de profundizar la unidad del movimiento guerrillero, considerando positivos los avances con el EPL, las FARC y con el Frente Ricardo Franco sobre el cual mantenía una actitud crítica. En términos militares, se reafirmó en la formación de un Ejército del pueblo a partir de la fuerza militar que tenía en el occidente y en el sur; es importante señalar cómo, durante este período de tregua, se estaba dando un proceso de integración entre el Frente Occidental, que contaba con cuadros de mando y con técnica militar adquirida en la escuela del año anterior y durante la campaña militar en los departamentos del Cauca y Valle, y el Frente Sur que contaba con experiencia y una larga práctica de guerra. El encuentro de la Dirección Nacional valoró altamente las condiciones geopolíticas de la zona occidental donde tenía influencia el M-19; consideró la necesidad de concentrar mayores esfuerzos

7. Documentos M-19. Carta abierta del M-19 al señor ministro de Defensa. Cauca, septiembre 12 de 1984. 8. Por el cerco militar que ya se estaba presentando en el área, las fuerzas del M-19 se movieron hacia la cuchilla de San Pablo y luego se desplazaron al Alto de Yarumales, en la cordillera Central. Allí instalaron el «Campamento de la libertad», desde donde en las noches se divisaba la 9. Documentos M-19. «La Revolución es el solle del pueblo». Entrevista con Carlos Pizarro en Los Robles, enero 26 de 1985, p. 29.

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políticos, organizativos y militares en el lugar donde se encontraban, por estar cerca de ciudades grandes e intermedias. La intervención central en el encuentro estuvo a cargo de Alvaro Fayad: El eje fundamental de nuestra actividad es un proyecto político de poder. El objetivo: la democracia. Los protagonistas: las masas, los sectores democráticos. El objetivo global de toda nuestra actividad: el poder. Y el instrumento militar adecuado para poder derrumbar el instrumento fundamental del enemigo, es la construcción de nuestro propio Ejército. (...) Hemos dicho que vamos a poner este país a dialogar, y que si no dialoga el país, si con este diálogo no se arreglan las cosas, nos vamos a lanzar a una protesta con todos los sectores que pidieron el diálogo y que pidieron reformas en ese diálogo. Esa sería nuestra principal e inmediata exigencia militar y política: protestar ante el no cumplimiento del diálogo. O desarrollar el diálogo con todas sus consecuencias, si se abre; y si después de la protesta no se realizan las reformas del diálogo, tendremos en verdad que asumir en perspectiva el ser un gobierno para cumplir con esa exigencia10.

Culminada la reunión, algunos dirigentes se concentraron en las tareas del diálogo en las ciudades. Entre las múltiples actividades cumplidas en busca de una participación mayoritaria en el diálogo nacional y su puesta en marcha, miembros del Comando Nacional de Diálogo se reunieron el 13 de septiembre con el presidente del Senado de la República, José Ñame Terán, para hacerle entrega de un comunicado dirigido a todos los congresistas. En él manifestaban su intención de no desconocer o suplantar al Congreso; igualmente señalaron su plena conformidad en cuanto a someterse a las condiciones del gobierno para realizar el diálogo nacional referentes a circunscribir estas conversaciones a unos lugares determinados y con unas fechas definidas. De igual forma se mostraron de acuerdo en que a tales reuniones no podrían concurrir ni con uniformes militares ni con armas, tal como lo había planteado el ministro de Gobierno, Jaime Castro Castro. Reuniones similares se realizaron con el Directorio Nacional Conservador, con la Comisión Política Central del Partido Liberal, con el Nuevo Liberalismo, con el Partido Comunista y demás fuerzas de izquierda, con la secretaría de la Conferencia Episcopal, con movimientos cívicos y regionales y con autoridades regionales

10. Documentos M-19. «La política de lo militar», op. cit.

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y locales de todo el país; en ellas se buscó ampliar la participación institucional y política en el diálogo nacional. En los dos meses posteriores a la entrada en vigencia del cese al fuego, las organizaciones guerrilleras firmantes de los acuerdos contabilizaban más de 200 actos de diálogo en plazas públicas, recintos cerrados, asambleas sindicales, foros universitarios, barrios populares, pueblos y veredas campesinas. Sobre la firma de los acuerdos y el desarrollo del diálogo nacional, el M-19 había efectuado una intensa tarea de difusión y explicación en el campo internacional. El mismo 24 de agosto, día en que se suscribieron los acuerdos en Corinto y Hobo, se realizaron actos políticos en México, Costa Rica, Ecuador, España y Francia, en los cuales participaron dirigentes de esos países y se dieron a conocer los términos de los acuerdos celebrados. A partir de ese mes, la Secretaría de Relaciones Internacionales del M-19 comenzó a editar desde Ecuador el Boletín Internacional, publicación mensual en español e inglés.

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... Y arranca el diálogo

De acuerdo con lo contemplado en los pactos firmados, se decidió crear un ente coordinador del diálogo nacional compuesto por la Comisión de Negociación y Diálogo que actuó en el período previo a la firma de los acuerdos, la Comisión de Paz y la Comisión Verificadora, más representantes de los sectores no incluidos en estos organismos, pero que por su peso en la vida nacional debían estar presentes en la máxima instancia. El Io de noviembre se instaló en la Casa de la Moneda en Bogotá, sin la presencia del presidente Betancur. La Comisión era coordinada por el senador Germán Bula Hoyos; contaba con 40 miembros y diez subcomisiones de trabajo, de 30 miembros cada una, encargadas de realizar el diálogo en los temas estipulados en los acuerdos: educación, salud, servicios públicos, desarrollo económico, reforma constitucional y de la justicia, empleo y reformas laboral, agraria y urbana; las subcomisiones debían formular las propuestas para cada campo, con el concurso de los sectores relacionados, de las fuerzas políticas y expertos en la materia. A estas alturas, ya se notaba un cierto desgano por parte del gobierno para realizar el diálogo nacional. Las mismas organizaciones guerrilleras firmantes de los acuerdos del 24 de agosto se quejaron por la tardanza con que se instaló la Comisión y por las condiciones de su puesta en marcha; los medios de comunicación difundieron muy poco el acto. Todo ello fue interpretado, en comunicado de la fecha firmado por el M-19, EPLy ADO, como «una voluntad gubernamental de atenuar la importancia y la trascendencia de este gran evento democrático, indispensable para la consolidación del proceso de paz». Las organizaciones en tregua también habían denunciado la creciente militarización en zonas como el Cauca, especialmente en San Pedro, donde se encontraban las columnas del M-19, y en la

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zona fronteriza de los departamentos de Caldas y Risaralda, en la región de Riosucio donde estaba situado uno de los campamentos del EPL. En algunas ciudades se presentaron situaciones de hostigamiento por parte de la Policía; en Bogotá los guerrilleros distribuyeron miles de botellas de leche donadas por las empresas pausterizadoras entre los moradores de barrios del sur de la capital; ante este hecho fueron detenidos varios miembros del M-19. De igual forma fueron tratados cuando realizaron una campaña financiera consistente en emitir bonos para recoger una contribución monetaria. Lo anterior, interpretado como boleteo y extorsión, volvió a enardecer los ánimos de los enemigos del proceso, quienes criticaban la supuesta debilidad del presidente y le pedían un tratamiento distinto a los alzados en armas. En el marco de ese debate se produjo, el 10 de noviembre, la muerte del sacerdote indígena de la comunidad paez, Alvaro Ulcué, párroco de Toribío, asesinado por sicarios en el municipio caucano de Santander de Quilichao. El padre Ulcué venía realizando una incansable lucha por el respeto a los derechos inalienables de su gente. El asesinato del sacerdote generó un escándalo nacional, los indígenas de la región asistieron masivamente al entierro y muchas voces clamaban venganza; la Conferencia Episcopal Colombiana condenó el asesinato y miles de sus seguidores realizaron protestas en varios municipios del norte del Cauca. El 29 de noviembre el Comando Quintín Lame, recién creado, atacó un campamento del ingenio Castilla, incendió tres tractomulas e hirió a uno de los trabajadores; esta acción fue uno de los argumentos del presidente Belisario y de los altos mandos militares para iniciar pocos días después el asedio contra el campamento del M-19. El proceso del diálogo nacional no arrancaba y más bien se presentaban nuevos hechos que ponían en peligro su existencia. En la madrugada del 23 de noviembre fueron detenidos en Bogotá, por una patrulla de la Policía Nacional, los miembros del Comando Nacional de Diálogo, Antonio Navarro Wolf, Alfonso Jacquin Gutiérrez y Luis Hernando Chara. Luego de encontrárseles en el vehículo en que se movilizaban un revólver de dotación oficial aparentemente robado en el asalto al tren turístico de la Sabana realizado en abril de ese año, fueron trasladados a la XI Estación de Policía, donde permanecieron detenidos hasta las 08:00 horas y más tarde conducidos a los calabozos del F-2. Posteriormente los llevaron a la cárcel nacional Modelo, y quedaron a órdenes de la

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XIII Brigada. A nadie escapaba la gravedad de los acontecimientos, su incidencia negativa para el proceso de paz en marcha y para la realización del diálogo nacional, ya que se trataba de dos de sus protagonistas y voceros ofíciles del M-19. El Movimiento calificó el hecho como una actitud contraria al espíritu de reconciliación y paz: El M-19 no caerá en las emboscadas de la provocación: si ayer firmamos los acuerdos después del cobarde asesinato de nuestro compañero Carlos Toledo Plata y el atentado a Carlos Pizarro, hoy no permitiremos que se frustre un proceso que es de Colombia y su gente. Por encima de los obstáculos y los enemigos de la paz, reiteramos nuestro compromiso con el diálogo nacional y el cumplimiento de los acuerdos. Un atropello de esta magnitud lesiona y suspende de hecho el desarrollo de la organización del diálogo nacional. El retiro forzoso del vocero oficial del M-19 de la mesa directiva de la Comisión de Diálogo dejará ese lujar vacío, hasta tanto no se resuelva favorablemente la situación de los detenidos11.

Pasados siete días, los dirigentes del M-19 presos fueron absueltos del cargo de porte ilegal de armas y puestos en libertad. Para esos momentos el Movimiento había organizado grandes movili- - zaciones en las principales ciudades del país: el 30 de noviembre en el parque Berrío de la ciudad de Medellín; el Io de diciembre en la plaza de Caycedo en Cali; y en días posteriores, manifestaciones en Barranquilla, Bogotá, Tuluá, Ibagué, Bucaramanga, Nei- va y Valledupar. La capacidad de convocatoria que en corto tiempo adquirió el M-19 fue medida por el Instituto de Estudios Liberales en encuestas de opinión realizadas en cinco ciudades principales durante septiembre de 1984; la muestra otorgaba al M-19 un 36.7% de las expectativas de voto de los ciudadanos. Ahora la preocupación no era sólo de las Fuerzas Armadas o de los partidos políticos tradicionales, los gremios económicos comenzaron a expresar su desacuerdo con el desarrollo del proceso de paz: en octubre se reunieron en Bogotá la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), la Federación de Ganaderos de Colombia (Fedegan) y el Foro del Consejo Gremial, para denunciar el deterioro del orden público en cada una de las secciones del país. Transcurridos tres meses de firmados los acuerdos, era evidente un quiebre del proceso de paz. Por un lado, el presidente contaba con una crítica constante y una fuerte oposición por su aparente

11. Documentos M-19. Comunicado N° 2, «El Comando de Diálogo Nacional del M-19 a la opinión pública», noviembre 24 de 1984.

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debilidad frente a los guerrilleros en tregua; la existencia de un bloqueo oficial y la falta de interés por desarrollar el diálogo nacional eran actitudes notorias que el M-19 se proponía superar, convocando a un «diálogo no institucional» y a otras formas de organización, que le permitieran continuar recabando el apoyo de importantes sectores populares. Se hacía necesario darle un nuevo impulso al proceso. El 5 de diciembre de 1984, el presidente Belisario Betancur se desplazó a Ciudad de México, atendiendo una invitación oficial que le hiciera el mandatario de ese país, Miguel de La Madrid. Esa misma noche se produjo un nuevo encuentro entre el gobierno y el M-19, representado por Iván Marino Ospina. La cita, realizada en la residencia del canciller mexicano, Bernardo Sepúlveda Amor, contó con el consentimiento y las garantías del gobierno de México y a ella asistieron Guillermo Angulo, cónsul de Colombia en Nueva York, e Iván Duque Escobar, ministro de Desarrollo de Betancur. El encuentro se había programado dos semanas antes y su preparación estuvo a cargo de Gabriel García Márquez y Guillermo Angulo, ambos amigos cercanos del presidente Betancur; el embajador colombiano en México, Umaña de Brigard, tuvo conocimiento del hecho. Fue una breve entrevista —alrededor de una hora—, en la que el gobierno reclamó al M-19 por las «irregularidades» que según él se presentaban en el cumplimiento de la tregua; se refería en concreto a las denuncias de boleteo, al escándalo por distribuir la leche donada por las pausterizadoras, a denuncias de extorsión en su campaña financiera a través de bonos, y al reciente asalto al ingenio Castilla en el departamento del Valle, protagonizado por el Comando Quintín Lame. El M-19 dio explicaciones sobre esas acusaciones, reclamó del gobierno su falta de interés por el diálogo nacional y pidió pruebas sobre los señalamientos. Las partes coincidieron en la necesidad de profundizar el diálogo como mecanismo para una concordia estable. En el comunicado de la Secretaría de Prensa de la Presidencia de la República se expresó: Durante el diálogo franco y cordial se habló del desarrollo de la tregua pactada como tránsito hacia la paz, de sus dificultades, y del diálogo nacional, sobre el cual se estuvo de acuerdo en que no puede dejarse burocratizar, y más bien hacer que se concrete en propuestas específicas sobre los temas que señala el convenio firmado el 24 de agosto de 1984, para que luego las estudien y resuelvan sobre ellas las autoridades correspondientes.

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Se reiteró también que en el diálogo nacional participarán, con las debidas garantías, representantes del M-19 que no tengan problemas frente a las autoridades judiciales. El señor presidente Betancur enumeró irregularidades que se vienen presentando en el cumplimiento de la tregua, debidas a comportamientos de reales o supuestos miembros del M-19 que resultan inaceptables para el gobierno y para la comunidad en general. A su vez, el señor Iván Marino Ospina reiteró el propósito del M-19 de seguir adelante con el proceso de paz, pidió el estricto cumplimiento de lo acordado, y dijo que conductas como las indicadas por el señor presidente Betancur no puede autorizarlas la dirección del movimiento'2.

Al día siguiente, el M-19 dio a conocer un comunicado sobre la reunión con Betancur. Este documento fue entregado en rueda de prensa realizada en el Club de Corresponsales Extranjeros, a la cual asistieron cerca de 60 comunicadores. En representación del Movimiento participaron Iván Marino Ospina, Gustavo Arias, Everth Bustamante y Rafael Vergara. La voz cantante la llevó el comandante general del M-19, quien se encontraba bastante molesto por el tratamiento que los medios de comunicación colombianos le habían dado a la entrevista con el presidente. Uno de los temas tratados con los periodistas extranjeros fue el del narcotráfico y las amenazas de muerte que narcotraficantes habían lanzado contra funcionarios norteamericanos estacionados en Colombia; en esta materia, Iván Marino Ospina fue bastante explícito: Que esas amenazas se cumplan y que se cumplan en todo el mundo contra los representantes del rapaz imperialismo que vive a costa de la miseria de los pueblos explotados. (...) Si los narcotraficantes cumplen sus amenazas, al M-19 le parecerá bueno y sería materia de negociación si algún día esos narcotraficantes, que también son colombianos, se deciden a emplear su dinero para hacer patria12 13.

Las declaraciones de Iván Marino fueron mal recibidas en todos los sectores políticos; las consecuencias se verían más tarde. El dirigente del M-19 regresó al país a través del Ecuador. En esos momentos ya se iniciaba el cerco militar a los guerrilleros establecidos en el Alto de Yarumales. 12. «Enérgica advertencia de Betancur al M-19». El Tiempo, 7 de diciembre de 1984, pp. 1A -12A. 13. «M-19 pide se cumplan amenazas a funcionarios de E.U. en Colombia». El Tietnpo, 8 de diciembre de 1984, pp. 1A, 13A.

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Yarumales, guerra a la paz

Al mismo tiempo que el presidente Belisario Betancur realizaba su viaje al exterior, tropas de la Tercera División del Ejército, al mando del general Hernando Díaz Sanmiguel, terminaban de cerrar el cerco que desde hacía varias semanas tendían sobre el campamento en tregua del M-19, donde se encontraban cerca de 70 guerrilleros del Frente Occidental y un grupo de cien hombres reclutados en Corinto, que se estaban preparando política y militarmente. Ese día ya estaban dispuestas las fuerzas contraguerrilleras: al norte en la cuchilla del Cabildo, al oriente en Las Cruces, al suroccidente en la cuchilla de Los Alpes y en la parte superior del campamento, en la cuchilla Yarumales. Las razones del alto mando militar se relacionaban con el ataque a la Hacienda San Luis, realizado por el Comando Quintín Lame pero atribuido al M-19, y con la supuesta presencia en el campamento de dos ganaderos secuestrados. El mismo día en que el presidente salía para México, el ministro de Defensa, general Miguel Vega Uribe, declaraba que no permitiría más manifestaciones públicas del M-19. Así comenzó la «Operación Garfio», consistente en un cerco de aniquilamiento rápido contra el Campamento de la Libertad en Yarumales. El 10 de diciembre los comandantes Pizarro y Chalita denunciaron ante el país la cercanía de las fuerzas regulares y solicitaron la intervención del presidente para evitar un enfrentamiento que pusiera en riesgo la tregua pactada; informaron a la opinión pública que ya habían recibido el primer disparo de mortero dirigido contra el campamento. Dos días más tarde se dio el primer choque entre guerrilla y Ejército que pretendía desalojar de sus posiciones a los insurgentes; los combates se intensificaron con disparos de morteros de 60, 81 y 120 mm. Durante el 13 y 14 de diciembre se presentaron esporádicos combates y bombardeos continuos; a es-

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tas alturas ya había un mínimo conocimiento en la opinión pública sobre el nivel que alcanzaban los enfrentamientos en Yarumales; siete periodistas de Todelar, Super y El País llegaron hasta el campamento guerrillero y transmitieron informes y grabaciones de tiroteos y bombardeos. Mientras tanto en Bogotá, los miembros de la Comisión de Diálogo del M-19 intentaban movilizar a miembros de la Comisión de Verificación para que se hicieran presentes en la zona de conflicto. El 15 de diciembre partieron hacia el Cauca los comisionados Laura Restrepo, Carlos Morales, José Corredor, Vera Grabe y César Barrero, quienes se entrevistaron con los comandantes del M-19 y pudieron enterarse de la magnitud de los hechos. Ese mismo día, el Ejército hizo el primer intento grande por penetrar al perímetro interior del campamento. Durante los dos días siguientes en que permanecieron los delegados oficiales con la guerrilla, disminuyeron los ataques pero prosiguieron una vez que salieron de la zona militarizada. En el campamento del M-19 había un gran número de combatientes y reclutas que se turnaban las armas, mientras otros se encargaban de construir obras de ingeniería que garantizaran la protección de los combatientes: cavaban trincheras, túneles, abrigos, depósitos y pozos de tirador, para defenderse tanto de la infantería como de los ametrallamientos desde helicópteros; los refugios eran excavaciones a dos o tres metros de profundidad, el techo revestido de vigas y una entrada en forma de L que evitaba los efectos de la onda expansiva de una explosión; técnicamente aprovecharon al máximo la topografía utilizando una defensa circular de campamento, lo cual facilitaba enfrentar al Ejército por todos los flancos; la defensa de montaña controló el acercamiento de unidades y rechazó las oleadas de soldados que una y otra vez intentaban desalojar a los guerrilleros de sus posiciones; alrededor del campamento se colocaron explosivos que dificultaron el avance de las tropas. El 17 de diciembre Antonio Navarro, miembro del Comando Superior del M-19, dirigió una carta al presidente de la República en la que le solicitaba con carácter urgente, una entrevista personal para buscar soluciones prontas a los graves acontecimientos en curso en el Cauca. El mismo día se conoció una carta abierta a Betancur, firmada por Alvaro Fayad, segundo comandante del M-19:

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Con el coraje que da la justicia, con la serenidad nacida en la convicción de nuestros ideales, con la limpieza y la fuerza que da una bandera tan ancha y profunda como es la inmensa bandera de la paz, y con la tradición que ya es consustancial al M-19 de hablar claro y de frente, hemos alertado a todas nuestras fuerzas: comandos político-militares, fuerza militar, fuerzas especiales, núcleos de simpatizantes, grupos de inscritos, fuerzas de apoyo y a todos aquellos que sin tener contacto orgánico están unidos a nosotros en los ideales de paz, dignidad, justicia y democracia y por lo tanto son también miembros de nuestro movimiento, a que estemos listos a escribir una inmensa página de heroísmo en defensa de la paz o a participar, si usted se decide a dar ese paso, en la tarea de revitalizar un proceso hoy en peligro de truncarse por efecto de la acción concertada de los enemigos de la patria14.

En la noche del 17 de diciembre se iniciaron las conversaciones entre el ministro de Gobierno, Jaime Castro Castro, y los delegados del M-19; esta primera, de diez reuniones que se dieron a lo largo de la crisis, se realizó en la casa de Carlos Alonso Lucio y contó con la presencia de un intermediario, Gabriel García Márquez. El M-19 reafirmó allí lo expresado en las dos cartas enviadas ese día a Betancur: todo podría discutirse si se concretaba un alto al fuego efectivo, pues no estaban dispuestos a una solución política sobre la agresión en curso. Un segundo encuentro tuvo lugar el 19 de diciembre en el apartamento de Hernando Barjuch, dirigente político conservador; esa vez el ministro de Gobierno llegó acompañado de Alvaro Leyva, ministro de Minas; a pesar del compromiso de cese al fuego establecido en el primer encuentro, éste no se había producido y los enfrentamientos continuaban. El jueves 20 de diciembre se dio la batalla más grande. La fuerza militar del M-19 inició su contraofensiva al atacar la unidad militar situada en la parte alta del campamento; era la columna de Germán Rojas que venía desde el sur a reforzar las fuerzas comandadas por Carlos Pizarra; el combate duró todo el día y parte de la noche, y fue tal su intensidad que desde el municipio de Florida (Valle) se /

escuchaban las explosiones y la fusilería. Esa noche llegó Alvaro Fayad a Bogotá para encabezar las negociaciones con el gobierno; de inmediato asistió a un nuevo encuentro con el ministro Castro Castro, quien propuso como fórmula el desalojo del campamento, la retirada de los guerrilleros de la zona con dos variantes: por el 14. Documentos M-19. «Carta abierta al presidente de la República», firmada por Alvaro Fayad, 17 de diciembre de 1984.

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frente y desarmados, en fila frente al Ejército, o por detrás y armados, hacia el Nevado del Huila. Ninguna de las dos fue aceptada: Nunca aceptaremos salidas que signifiquen entrega y atenten contra el espíritu de los acuerdos. No saldremos ni desarmados ni desuniformados frente a las tropas del Ejército, porque no transigimos con la entrega de la democracia y hoy más que nunca se hace necesario combatir a los enemigos de la paz. No nos rendiremos porque no sólo está en juego el M-19 sino los intereses de la democracia en Colombia15.

Al día siguiente, 21 de diciembre, se produjo un nuevo encuentro entre los negociadores. Antonio Navarro y Alvaro Fayad asistieron a las dependencias del Ministerio de Gobierno, donde acordaron conformar una comisión que se trasladaría a la zona de conflicto, para tener cabal conocimiento del desarrollo de los enfrentamientos; igualmente, se aceptó la presencia de la Cruz Roja a fin de atender a los heridos, dos de los cuales fueron trasladados a Cali al día siguiente. Los enfrentamientos y el ataque artillero del Ejército continuaron hasta el 23 de diciembre, cuando se hizo presente en el campamento una comisión oficial integrada por Bernardo Ramírez y John Agudelo, de la Comisión de Paz, el general (r) Gerardo Ayerbe Chaux en representación del presidente, Hernán Villamarín como delegado del ministro de Gobierno, y Jaime Ossa, viceprocurador general de la Nación: 1) A raíz de la visita de la Comisión de Verificación el día 23 de diciembre a la zona de Corinto, se pactó un alto al fuego hasta el lo. de enero, con el fin de hallar salidas a la ruptura de la tregua que ha puesto en grave peligro el proceso de paz. 2) Sin embargo, el Ejército ha irrespetado abiertamente los acuerdos y la orden presidencial: inmediatamente después de salir tanto la Comisión de la Cruz Roja como la Comisión de Verificación de la zona de conflicto, la Tercera División reinició sus ataques de artillería contra las posiciones del M-19, los cuales ha mantenido durante día y noche hasta la fecha. 3) Desmentimos nuevas versiones en el sentido de que el M-19 ha sido desalojado de San Pablo. 4) Es clara y abierta la decisión de las Fuerzas Armadas de romper con los acuerdos y destruir de esta manera un proceso que es de todos los colombianos, y que, por tanto, nadie que se considere patriota tiene derecho a frustrar. (...) 15. Documentos M-19. Comunicado de cuatro puntos del 21 de diciembre de 1984, firmado por Antonio Navarro y Vera Grabe, oficiales i d l M 19

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Exige que el presidente Belisario Betancur, como jefe constitucional de las Fuerzas Armadas, haga respetar el alto al fuego y, en demostración de su real voluntad de paz, contribuya a salvar un proceso con el cual se comprometió16.

El desarrollo de los hechos precipitó un éxodo de campesinos de la zona, que buscaron cabeceras municipales como Miranda, Corinto o Florida, para protegerse del fuego cruzado. El 26 subió una nueva comisión de funcionarios de la Procuraduría General de la Nación que permaneció varios días en el campamento. En su discurso de fin de año, el presidente de la República presentó al país los hechos como ya controlados y solucionados; el M-19 interrumpió en Bogotá el sonido a través de su sistema RVT, negando cualquier arreglo y denunciando el incremento de los ataques. El estado de guerra constante se mantuvo hasta el 31 de diciembre cuando fuerzas del M-19, salidas del mismo campamento, atacaron sorpresivamente el puesto militar situado en la parte baja, causando numerosas bajas en las filas del Ejército. Era la ofensiva en medio del cerco. El año de 1984 culminó con una andanada de morteros sobre el sitio donde se encontraban las fuerzas guerrilleras. Ante la persistencia de los enfrentamientos, en los los primeros días de enero se organizó un nuevo desplazamiento de la comisión gubernamental para encontrar soluciones. El 4 de ese mes llegaron al campamento Emilio Urrea, Bernardo Ramírez, Horacio Serpa, Nicanor Restrepo, Hernán Villamarín, Antonio Duque y Guillermo Rojas, quienes fueron a negociar la restitución de la tregua con el M-19. La firma de un nuevo pacto de cese a las hostilidades se alcanzó ese día, contemplando la vigencia de la tregua en las condiciones impuestas por el acuerdo firmado el 24 de agosto y la reubicación de la fuerza guerrillera en un sitio cercano, donde regirían las garantías de respeto a la vida civil, el libre tránsito por las carreteras y el libre acceso al nuevo campamento. En medio de las negociaciones del 4 de enero, se produjo la toma del municipio nortecaucano de Santander de Quilichao por parte del Comando Quintín Lame y el Frente Ricardo Franco. Este municipio se encuentra situado sobre la carretera Panamericana que conduce de Cali a Popayán; la toma fue realizada con modernos recursos logísticos como bazucas y lanzacohetes.

16. Documentos M-19. Comunicado de prensa firmado por Antonio Navarro, Vera Grabe e Israel Santamaría, diciembre 28 de 1984.

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El lunes 7 de enero, el gobierno daba a conocer el comunicado que ponía fin a los encuentros armados en Yarumales; estaba suscrito por los negociadores oficiales Jaime Ossa Arbeláez, Horacio Serpa Uribe, Antonio Duque Alvarez y Bernardo Ramírez; y por los jefes del M-19 Alvaro Fayad, Carlos Pizarro, Antonio Navarro, Germán Rojas y Marcos Chalita: •

Hoy lunes 7 de enero de 1985 se ha llegado a un acuerdo que normalizará la situación de orden público en la zona de Corinto, Cauca, y en especial la de los campesinos en el área afectada por los recientes acontecimientos. Según tal acuerdo, los miembros del Movimiento 19 de Abril, M-19, que se encuentran en la zona de enfrentamiento con la decisión de las partes de respetar el pacto de tregua y diálogo nacional firmado en Corinto, en Hobo y Medellín el 24 de agosto de 1984, se movilizarán en un plazo razonable de días hacia una nueva área. (...) Para el cumplimiento efectivo del acuerdo, funcionarios de la Procuraduría General de la Nación y del Ministerio de Gobierno permanecerán en la zona de conflicto, a fin de garantizar el cese del fuego y la movilización de las unidades del M-19, lo mismo que representantes de las Comisiones de Paz y de Negociación y Diálogo17.

De acuerdo con lo pactado, el M-19 se retiraría —con sus armas y uniformes— de la zona de Yarumales por un «corredor de seguridad» rumbo a Los Robles, distante cuatro kilómetros. Veintiséis días duró el cerco al campamento del M-19; por primera vez en la historia de la guerrilla en Colombia se había presentado un ataque de tal intensidad y una resistencia tan prolongada de las fuerzas insurgentes. El resultado final en las filas de la guerrilla fue la muerte de seis de sus combatientes y quince heridos. Un balance de lo acontecido en Yarumales lo encontramos en la voz de uno de sus principales protagonistas, Carlos Pizarro Leongómez: Si algo se dio en el campamento de San Pablo fue un desquite histórico del movimiento guerrillero, acostumbrado a años y años de escaramuzas sin mayor trascendencia política y militar, a años de tragedias como cuando fue cercado en Marquetalia, El Pato, Guayabera, Río Chiquito, Anorí, Coloradas, etc. (...) Y llegaron con una decisión militar incuestionable, que era entregarle a Colombia el espectáculo triste y el espectáculo desesperanzador de

17. Documentos M-19. Acuerdo entre el gobierno nacional y el M-19, 7 de enero de 1985.

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una parte importantísima del M-19 aniquilada, humillada, detenida o destruida. Ese era el propósito inicial del operativo militar. Por eso se hizo en silencio, sobre la mordaza de la prensa, sobre la desinformación. El objetivo era enfrentar al país con hechos cumplidos. (...) Cuando esa decisión militar no se pudo realizar, porque encontraron una resistencia inesperada por parte de la guerrilla que se comportaba en una forma nueva, empezaron a buscar los argumentos de antaño para justificar las agresiones de hoy. Sólo entonces hablan de repúblicas independientes, se acuerdan de las trincheras, empiezan a pensar en los campos minados y empiezan a buscar una justificación para continuar la agresión que se inició con pretextos completamente diferentes. (...) En San Pablo hubo en últimas, un enfrentamiento de una belleza humana muy grande que puso en juego el heroísmo y la pobreza de medios de un grupo de hombres ante el poderío militar y la riqueza de medios, pero sin ideales, de su contrincante. Ahí sólo podía ganar el heroísmo limpio de los hombres con ideales revolucionarios18.

Pero los conflictos no fueron solamente con el M-19. El EPL denunció el cerco militar y el hostigamiento a sus fuerzas en Antioquia, occidente de Caldas y Risaralda. A comienzos de enero se presentaron combates entre una de sus columnas y destacamentos militares en cercanías al municipio de Jardín, al suroeste antioqueño. Durante los días de la crisis de Yarumales, el EPL manifestó su apoyo al M-19 y en distintas oportunidades señaló que una ruptura de los acuerdos con esta organización significaba su propia ruptura.

18. Documentos M-19. «En Corinto venció la dignidad». Entrevista a Carlos Pizarro, pp. 3-18.

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La IX Conferencia: congreso de la democracia en Los Robles

El jueves 17 de enero de 1985 se efectuó el traslado de las fuerzas del M-19 hacia el nuevo campamento situado en Los Robles, a escasos cuatro kilómetros de distancia del anterior y a 400 metros más de altura; de inmediato, el Ejército estableció el control sobre las vías de acceso al nuevo campamento y situó unidades militares en sus proximidades; de inmediato también, el ministro de Gobierno, Jaime Castro Castro, reanudó sus cuestionamientos sobre «la paz armada», «las repúblicas independientes» y los grupos que efectuaban «proselitismo armado». Los dirigentes del M-19 rechazaron las declaraciones del ministro y solicitaron la presencia de la Comisión de Verificación para observar el excesivo control que sobre los pobladores ejercía el Ejército. La crisis de Yarumales sirvió para darle un nuevo aliento al diálogo nacional. El miércoles 16 de enero se reunió su Comisión Coordinadora e instaló las diez subcomisiones de trabajo; ocho días más tarde, el 23 de enero, con la asistencia de más de 400 personas, se reunieron, por primera y única vez, las subcomisiones de trabajo del diálogo nacional que tenían bajo su responsabilidad desarrollarlo en los distintos asuntos sociales, políticos y económicos, definidos como áreas de trabajo, resultado de las cuales se elaborarían propuestas que el gobierno presentaría al Congreso —si así lo juzgare conveniente— para introducir modificaciones institucionales con el fin de ampliar los espacios de participación popular en las decisiones que afectaban a la comunidad. Ese era el espíritu del diálogo nacional. Los miembros del Comando de Diálogo Nacional del M-19 hicieron llegar un extenso análisis sobre el desarrollo del proceso y particularmente sobre lo que se estaba convirtiendo en el tema del momento: la existencia de una guerrilla armada en tregua.

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No entendemos las declaraciones reiteradas del ministro de Gobierno en el sentido de que «la tregua tiene que conducir a la extinción de las organizaciones guerrilleras»... No, señor ministro. El logro de la paz con justicia, es decir, la consolidación del proceso de paz, es la que debe llevar a esa incorporación plena a la vida civil y política de los combatientes populares en armas. La tregua, en el marco del acuerdo firmado, es para otra cosa; es para permitir e impulsar el diálogo nacional en el cual todos los presentes estamos empeñados, para que de él salgan soluciones apoyadas por la voluntad de las mayorías. Y mientras tal cosa sueeda, los guerrilleros mantendremos las armas y el derecho a existir, que lo firmado nos reconoce»'9.

Desde ese escenario que se intentaba reactivar, el M-l 9 convocó a todas las fuerzas democráticas a participar en un Congreso por la Paz y la Democracia, de cara al país, en el que se debatirían los desarrollos del proceso de paz y las propuestas políticas del M-l9. A partir del 24 de enero, comenzó a cursar cartas de invitación «a todos los sectores, fuerzas y colombianos interesados en abrirle y asegurarle caminos de paz y bienestar a la nación entera» para asistir al Congreso Nacional por la Paz y la Democracia que tendría lugar entre el 13 y el 17 de febrero en Los Robles, municipio de Miranda, Cauca. En el boletín del 28 de enero se hizo una formal invitación: Pues bien, nosotros, democracia en armas y fuerzas de paz y patria, convocamos a las mayorías democráticas a que sesionemos. Y desde este campamento, un Congreso de la Democracia, decida el futuro y quehacer de los colombianos. Por eso, nuestra IX Conferencia abrirá las puertas a la libre discusión y la libre confrontación de hombres e ideas y nuevos planes para que construyamos la fuerza político-militar que debemos ser, y no somos todavía19 20.

El 3 y el 8 de febrero los diarios capitalinos El Espectador y E\ Tiempo publicaron un aviso pagado por el M-19 para invitar al Congreso de la Paz y la Democracia: De cara al país es este congreso por la paz y la democracia, y convoca a los patriotas, a los que creen en el bienestar de las mayorías, a los que tienen fe en la democracia, a los hombres y mujeres que forjan un

19. Documentos M-19. «En Corinto venció la dignidad». Bogotá, febrero de 1985, p. 39. 20. Documentos M-19. Boletín sin número del 28 de enero de 1985.

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porvenir sano y colmado de justicia, a todos los que hacen posible la conquista de la dignidad. Del 13 al 17 de febrero, el campamento de Los Robles, en Corinto, Cauca, será sede de este debate nacional. Está abierto a todos los colombianos y es suelo de paz y democracia. Nuestras decisiones cuentan con la participación y las exigencias de la nación. Estamos construyendo un proyecto que es de todos y para todos. Su voluntad cuenta21.

En febrero, entre los días 7 y 21, el Movimiento 19 de Abril, M-19, realizó la IX Conferencia en el campamento de Los Robles; cuando faltaban dos días para su inicio, cuando desde distintos puntos del país se estaban movilizando miles de colombianos para asistir a la convocatoria del M-19, cuando algunos ex ministros y parlamentarios liberales y conservadores habían confirmado su asistencia, el gobierno nacional, a través de su ministro Castro, informó que se prohibiría su realización, reforzó los retenes militares que ya tenía en las principales vías de acceso y tendió un impresionante cerco en toda la zona, para impedir el paso de quienes estaban dispuestos a participar en este foro abierto. Los^ argumentos gubernamentales giraron en torno a la presencia de guerrilleros armados y uniformados; el gobierno sostenía no poder permitir otra manifestación de poder como la que ya se había presentado en Corinto y Hobo durante la firma de los acuerdos de agosto del año anterior. Comenzó entonces un proceso de negociación en torno a las condiciones que impuso el gobierno y las exigencias del M-19 para realizar el evento. Fueron y vinieron delegados y el M-19 insistió ante el ministro aduciendo su pleno derecho a reunirse e invitar personas de diferentes opiniones a sus encuentros, así como su carácter de «organización revolucionaria en tregua que ha cumplido estricta y cabalmente los acuerdos suscritos con el gobierno». La posición gubernamental se mantuvo inflexible, y el debate y los hechos que generaron la negativa convirtieron al Congreso en un hecho nacional que tensionó al país entero durante días. No obstante la negativa gubernamental y las medidas adoptadas, desde los primeros días de febrero las trochas abiertas por los campesinos de la región vieron desfilar a decenas de delegados nacionales e internacionales, invitados, periodistas e indígenas que

21. «Frente al país», El Espectador, 3 de febrero de 1985, p. 9A. El Tiempo, 8 de febrero de 1985, p. 10A.

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evadieron la estricta vigilancia y se movilizaron hacia el campamento del M-19, tras largas jornadas de camino. Los que querían asistir y no pudieron salir desde Cali, Candelaria, Armenia, Florida o desde Miranda, se tomaron iglesias y parques, lo que generalizó una tensión similar a la vivida semanas antes en Corinto. En la Conferencia del M-19 se hicieron presentes representantes de algunas fuerzas sociales, de los Cristianos por la Paz, de otras organizaciones políticas y guerrilleras, además de delegados de varios países; del Ecuador asistieron Fausto Basantes Borja, comandante del grupo Alfaro Vive, Carajo, /' V J, que ya tenía a varios de sus hombres en las filas del M-19; Francisco Huerta Montalvo, ex ministro de Salud, dirigente del Partido Liberal, y Fausto Dután, dirigente del Frente Unitario de los Trabajadores. Del Perú asistió Víctor Polay Campos, Rolando, comandante del Movimiento Revolucionario Túpac Amarú, MRTA. De Panamá se hizo presente en Los Robles una delegación del Partido Revolucionario Democrático, PRD. Ambientado por el sonido de las aspas de los helicópteros que sobrevolaban el área, con la presencia amenazante de soldados situados a una distancia de 80 metros entre los puestos de avanzada de una y otra fuerza, Andrés Almarales Manga pronunció el discurso inaugural de la IX Conferencia del M-19: ... Quiero simplemente compañeros, con el corazón en la mano, contribuir a un ambiente. Que pensemos todos en el M-19, que es pensar en el país. Busquémosle caminos al país. Démosle respuestas a esos millones de colombianos que violan los cercos que la Policía pone para que el pueblo no vaya a nuestras manifestaciones y no venga a nuestro campamento. El pueblo que está arrollando esos cercos está haciendo así su propio camino. Pensemos en el tipo de hombre que está exigiendo el proceso. Hay ambiciones personales que hay que articularlas con las ambiciones del pueblo. Así nuestras ambiciones personales se vuelven gigantescas, se vuelven inmensas, tienen la dimensión de un pueblo. Nuestras ambiciones materialicémoslas en esa convicción de poder para el pueblo. Anhelo de pueblo, anhelo de grandeza, anhelo de cambio. Tengamos esa mística. Ese es el sentido de mis breves palabras, que generosamente me pidieron que expresara en nombre de ellos, los compañeros de la Dirección22.

Los aspectos básicos de las discusiones realizadas en la IX Conferencia se centraron en tratar puntos como los desarrollos tácticos 22. Documentos M-19. Congreso de la Democracia, intervenciones en la IX Conferencia Nacional del M-19. «Hoy estamos reunidos con la historia», discurso inaugural de Andrés Almarales.

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estratégicos de la alternativa democrática en Colombia, la consolidación de un eje de gravedad político-militar que sustentara las luchas por la paz y la democracia, y las necesidades organizativas derivadas de la decisión de impulsar un movimiento nacional de mayorías que se planteaba la tarea de ser gobierno. En el transcurso de las deliberaciones de la IX Conferencia se hizo evidente el nivel de las contradicciones que se presentaban entre los máximos dirigentes del M-19; hubo momentos de mucha tensión que se agravaban con las posibilidades de un ataque al campamento por parte del Ejército y con dificultades propias del manejo del mismo por la gran cantidad de gente que allí se encontraba. Uno de os temas que más preocuparon a la opinión pública y a los asistentes al evento fue el sucesor en la Comandancia General del Movimiento. Al desaparecer y morir Jaime Bateman, le correspondió a Iván Marino Ospina conducir la organización; transcurridos 22 meses, muchos calificaban de desacertada la actuación del nuevo comandante, ausente en los momentos álgidos de las negociaciones con el gobierno y en los difíciles días de la crisis de Yarumales. La IX Conferencia del M-19, en forma unitaria y sin traumatismos, eligió como su nuevo comandante general a Alvaro Fayad Delgado, quien junto a Iván Marino Ospina, Carlos Pizarra, Gustavo Arias y Antonio Navarro, conformaron el Mando Central, instancia directiva general del Movimiento; amplió el número de los miembros del Comando Superior, en el que aparte de los ya mencionados, se encontraban Otty Patiño, Gerardo Quevedo, Pedro Pacho, Germán Rojas, Marcos Chalita, Luis Otero, Vera Grabe, Libardo Parra, Andrés Almaralcs Israel Santamaría y Rosemberg Pabón; nombró una Dirección de Honor compuesta por Clementina Cayón (madre de Jaime Bateman), Mariela Torres (madre de Jorge Marcos Zambrano) y Virginia de Duplat, distinguida por su labor al frente del Comité de Familiares de los Presos Políticos; evaluó el trabajo de cada uno de sus militantes y estructuras y conformó una amplia Dirección Nacional con cerca de 40 miembros. El recambio en la cúpula del M-19 fue interpretado por propios y extraños como una muestra de democracia: La grandeza del M-19 se mide en que no tiene hombres perpetuos en la Dirección Nacional. En la medida en que el proceso nos lo exige, en la medida en que el pueblo reclama hombres que representen a toda Colombia, a toda la patria, el M-19 en su evaluación interna ha

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aceptado que Iván Marino sea relevado de la comandancia, y otro hombre, con cualidades humanas, políticas, gran capacidad de análisis y de síntesis, como Alvaro Fayad, ocupe el primer puesto de mando del M-19. Iván Marino, como un combatiente, como un revolucionario, ocupará la posición que la Conferencia Nacional del M-19 le asigne23.

La clausura de la IX Conferencia estuvo a cargo de Alfonso Jacquin Gutiérrez: El reto de ser gobierno, es el reto de la imaginación para unir a un pueblo en lo moral, en lo cultural, en lo político y ser capaz de ser su vanguardia militar victoriosa. El reto de ser gobierno impone a nuestra fuerza militar un reto a sí misma: su propio desarrollo. Puesto que es el eje e impone también que el conjunto de sus hombres sean unidad y voluntad, consenso y decisión de un pueblo que quiere liberar al país. (...) Y quiero hablar de los que no están, mejor, de los que nunca se han 'ido, con quienes todos los días conversamos con sus corazones vivos y presentes. Los que han hecho posible esta gesta, los que han hecho posibles las victorias. Aquellos que se fueron, porque para ellos la muerte fue, eso que dijo una hermana, una flor que tuvo que ser aceptada como una sonrisa, porque era el reto de la vida. Y entre los que se fueron, entre todos los hermanos que hoy están aquí en el corazón, el hermano mayor, Pablo Pueblo, Pablo el Grande. Por todos los compañeros, lo que nos espera, los días hermosos de la esperanza, los días de combate, los días de porvenir, la confrontación extrema, aguda, incisiva, la confrontación de los nuevos tiempos. Los días que vienen son los días de lo que dijo aquél, los días de la fiesta, los días de la alegría, los días en los que con «Cali Pachanguero», el Valle del Río Cauca, se levantará con el M-19 a decirle al país: Hemos decidido ser gobierno24.

Una de las decisiones finales del encuentro fue realizar una gran manifestación en la plaza de Bolívar de Bogotá, como acto de desagravio a la paz y la democracia.

23. Documentos M-19. Tenemos que ser gobierno. Iván Marino Ospina, rueda de prensa en Los Robles, febrero 17 de 1985. 24. Documentos M-19. Congreso de In Democracia, intervenciones en la IX Conferencia Nacional del M-19. «Vamos a descojonar este gobierno», discurso de clausura por parte de Alfonso Jacquin.

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Se reanuda la confrontación

Culminada la IX Conferencia, los integrantes del Comando Nacional de Diálogo del M-19 regresaron a las ciudades para continuar impulsando las tareas de la paz. El 21 de febrero sesionó una vez más la Comisión de Diálogo y Verificación. Ahí el ministro de Gobierno, Jaime Castro Castro, volvió a referirse al tema de la entrega de las armas por parte de las organizaciones guerrilleras firmantes de acuerdos y fijó tentativamente el mes de marzo del año siguiente, coincidiendo con las elecciones, para su desarme e incorporación a la vida civil. Simultáneamente, el M-19 solicitó la presencia de la Comisión en Los Robles, para establecer los riesgos de un cerco tan prolongado al campamento. El ministro reafirmó su punto de vista al día siguiente cuando hizo llegar un memorando a John Agudelo Ríos, presidente de la Comisión. Señalaba en él: La guerrilla no puede adelantar campañas de proselitismo político con la presencia de gentes colocadas fuera de la ley, así sea únicamente por el hecho de portar armas y vestir uniformes de uso privativo de las Fuerzas Militares y de Policía. (...) Que la ley 35 no hubiera ordenado expresamente la entrega de las armas no implicaba, de modo alguno, que quienes se acogieron a ella pudieran portarlas libremente. Así lo recordó la propia ley al establecer en su artículo 7° sanciones más severas que las consignadas antes para esta clase de delitos25.

El pronunciamiento del ministro Castro revivió el debate en torno al problema del desarme de la guerrilla; el M-19 consideraba, como ya lo había manifestado, que el proceso de paz no podía reducirse al objetivo de desactivar a los grupos armados, eliminando por completo el contenido transformador del mismo. Su respuesta, así como la del

25. «No se puede hacer política con armas en la mano: Mingobierno». El Tiempo, 24 de febrero de 1985, pp. 1A y 9A.

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EPLy de las FARCfue unánime: sin transformaciones sociales, económicas y políticas no habría entrega de armas ni se disolvería el cuerpo político-militar. Las contradicciones entre el M-19 y el gobierno iban en aumento. El 2 de marzo Carlos Pizarro y Gustavo Arias, desde Los Robles, denunciaron nuevas agresiones contra la tregua; señalaron cómo en la noche del 28 de febrero fueron emboscados y muertos dos militantes del M-19 —Hernán Céspedes, Pablo, y Edwin Rivera, Gilberto—, quienes departían con dos jóvenes en la localidad de Rionegro, municipio de Corihto, Cauca. Denunciaron igualmente el hostigamiento y posterior combate en Las Cilias, cercano a Los Robles. Estos hechos ocurrieron en momentos en que el procurador Jiménez Gómez lanzaba un comunicado sobre el estado del orden público en el país, con el título «El procurador se dirige a la subversión». En él criticaba el comportamiento de los grupos armados frente a los acuerdos; el comunicado en mención fue calificado por muchos como «apocalíptico», al acusar al movimiento guerrillero de ser el responsable de la crisis del país y de actuar con mala fe. A lo anterior se sumó el retiro del EPL y de ADO de las subcomisiones de diálogo, por considerar que éste se había quedado en los recintos cerrados. En la reunión de la mesa directiva del diálogo del 6 de marzo, a la cual asistió el ministro Castro, el M-19 exigió al gobierno definirse frente al proceso de paz y ante el conjunto de sucesos que mostraban una agresión permanente a los acuerdos; en protesta por el asesinato de dos de sus compañeros y dos pobladores en Rionegro, se retiró de la sesión. En la primera semana de marzo, una vez conocido el contenido del comunicado elaborado por el jefe del Ministerio Público, se concretó una cita en Bogotá entre Alvaro Fayad y Carlos Jiménez Gómez, para abordar los contenidos de la polémica declaración. De este primer encuentro salió la propuesta de realizar otro en México, con la presencia de Gabriel García Márquez y del ex ministro Bernardo Ramírez quien se encontraba como embajador en Londres. Las citas se realizaron en la casa de García Márquez y en el Hotel Presidente Chapultepec entre el 24 y 25 de marzo; tres aspectos del proceso de paz se abordaron en esa reunión: la diferenciación entre la delincuencia política y la delincuencia común, la absoluta lealtad de las partes en los procesos, la vigencia de los recursos del Estado, de la acción de las autoridades y de la Constitución. Como corolario se acordó dar a conocer un pronunciamiento del M-19 por una parte y de la Procuraduría por otra, en el lapso que el Movi-

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miento considerara conveniente; pasados dos meses, por primera vez, el M-19 se refirió a este encuentro en México. El 12 de marzo se iniciaron las sesiones extraordinarias del Congreso de la República. El gobierno presentó a estudio de la Cámara de Representantes el proyecto de ley, «Por la cual se concede una autorización al gobierno nacional, se regula el ejercicio de la facultad de conceder indultos y se dictan otras disposiciones». Con anterioridad se habían presentado otros dos proyectos sobre el mismo tema por parte de los senadores Gerardo Molina y Gilberto Vieira. La propuesta gubernamental consideraba, en seis artículos, indultar a las personas condenadas mediante sentencia ejecutoriada, por los delitos de rebelión, sedición, asonada y delitos conexos, excepto el secuestro, la extorsión y el homicidio fuera de combate, si se hubiere perpetrado con sevicia o colocado a la víctima en estado de indefensión. Como ponente de este proyecto de ley fue nombrado el conservador Carlos Pineda Chillán. Dirigentes de los partidos liberal y conservador propusieron condicionar su aprobación a la entrega de armas por parte de los grupos guerrilleros. Su trámite fue lento y en el debate el ministro de' Gobierno lo consideró como la última oportunidad que tendrían los grupos alzados en armas para reincorporarse a la vida civil; igualmente, negó la posibilidad de un indulto amplio como lo habían solicitado el M-19 y el EPL. Pasados casi tres meses de intensos debates, el presidente Belisario Betancur sancionó la ley de indulto, calificada por las organizaciones guerrilleras como selectiva por cuanto quien quisiera acogerse a ella debería hacer una solicitud expresa al gobierno. Para el M-19 la aprobación de esta ley no solucionaba los problemas colombianos ni las demandas de paz: Afirmar que el indulto es el límite de la paz, en términos llanos, es un desafuero, una inmoralidad histórica. Una ley de indulto aislada de unas reformas en lo económico y lo social, no puede ser ni será jamás la solución a ciento cincuenta años de soledad, miseria y desamparo. Confundir la paz con el indulto para los guerrilleros es, ni más ni menos, pretender regresar al nefasto cuatrienio de Turbay Ayaia26.

La presencia de miembros del grupo Alfaro Vive, ¡Carajo! en las filas del M-19 facilitaba un proceso de unidad y hermandad entre

26. Documentos M-19, «Paz Aquí y Ahora», documento firmado por el Mando Central el 21 de mayo de 1985, p. 1.

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las dos organizaciones; el 11 de marzo de 1985 realizaron una acción conjunta en suelo ecuatoriano: el asalto a las dependencias de la Central de Radiopatrullas y al Comisariato de la Policía Nacional, donde se guardaban armas y municiones. Vestidos con uniformes de la institución, un grupo aproximado de 25 guerrilleros de las dos organizaciones sustrajeron cerca de 700 armas consistentes en carabinas Ruger, revólveres Smith & Wesson y Rubi y una gran cantidad de proyectiles, uniformes y equipos. El operativo, como lo reconocerían posteriormente dirigentes de AVC, obedeció más a las necesidades logísticas del M-19 que a su propia realidad, puesto que no tenían una gran cantidad de militantes. El viernes 15 de marzo de 1985 el M-19 celebró en la Plaza de Bolívar de Bogotá su manifestación de desagravio a la paz. Miles de personas provenientes de diversos puntos de la ciudad y del país se congregaron repitiendo una y otra vez la consigna central: ¡No a la entrega de armas! Entre la multitud se observaban varios cartelones que pedían ¡No a la extradición! Los oradores, Vera Grabe, Antonio Navarro y Andrés Almarales, se reafirmaron en su decisión de no desarmarse y, utilizando un lenguaje calificado por algunos periodistas como «soez y ramplón», criticaron duramente a los candidatos de los partidos liberal y conservador y a los ministros de Gobierno, Defensa y Trabajo. La cifra de los asistentes fue registrada por los medios de comunicación entre 10 y 20 mil; el M-19 señaló en varias oportunidades que había llenado la plaza de Bolívar con cerca de 60 mil personas. Ese mismo día Alvaro Fayad concedió una rueda de prensa a seis periodistas de la capital de la República, en la que solicitaba la renuncia del ministro de Gobierno y del coordinador del Diálogo Nacional, Germán Bula Hoyos; reclamó del gobierno no sólo gestos sino hechos de paz. Ese mismo día también, el M-19 informó que había abandonado el campamento de Los Robles; para su desplazamiento, el grupo guerrillero se dividió en tres columnas dirigidas por Carlos Pizarro, Gustavo Arias y Libardo Parra, que comenzaron a moverse por la cordillera Central en diferentes direcciones. ¿Por qué desalojamos Los Robles? 1) El acuerdo que justificaba nuestra permanencia en ese campamento había sido violado por el Ejército desde el mismo día en que fue suscrito, y no valieron las numerosas peticiones y denuncias que dirigimos al gobierno a través de la Comisión Verificadora, de la

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Comisión de Diálogo y del Ministerio de Gobierno. El cerco militar era un cerco de hambre sobre la fuerza guerrillera, pero la violación del acuerdo tocaba fundamentalmente los intereses de los habitantes de la región, sujetos a retenes, requisas, abusos y restricciones en su aprovisionamiento, por parte del Ejército. 2) Queríamos evitar la confrontación con el Ejército, inminente por las continuas provocaciones de la tropa. La situación llegó al extremo tras el asesinato de dos militantes y tres simpatizantes del M-19 en Rione- gro, el 28 de marzo. Este hecho provocó la reacción indignada de la población civil, que presenció el asesinato de cinco ciudadanos indefensos por parte de una patrulla militar en las puertas de la localidad. ¿Su delito? Ayudar a subir remesa para el campamento guerrillero. (...) La decisión de abandonar el campamento de Los Robles fue, pues, una decisión consciente de no permitir que abortara el proceso cuando la actitud castrense conducía al enfrentamiento inevitable27.

Como una orientación de la IX Conferencia, el 5 de marzo se instalaron públicamente los dos primeros campamentos urbanos de Paz y Democracia del M-19 en barrios populares de Cali; en los días posteriores se inauguraron dos más en Siloé y en el distrito de Aguablanca. Pero el 15 de abril se produjo el primero de una serie de allanamientos al campamento Democracia, situado en la parte alta de Siloé. Tres días antes fue baleado por una patrulla del Ejército, en el barrio El Vergel, el padre belga Daniel Hubert Gillard, quien resultó gravemente herido. El sacerdote, miembro de la comunidad de religiosos asuncionistas, murió días después. Había realizado su trabajo con las comunidades pobres del distrito de Aguablanca en Cali y se desempeñaba como párroco de la iglesia del Santo Evangelio en el barrio Antonio Nariño. A la muerte de Guillard, se sumó la de Irne García Díaz, perteneciente a la iglesia ortodoxa de El Palmar de Troya, asesinado por sicarios en el corregimiento de Guanabanal, jurisdicción de Palmira, el 10 de mayo de 1985. Concebidos como sedes políticas e instrumentos de participación popular, el objetivo de los campamentos era educar y realizar tareas en beneficio de la comunidad, con la comunidad, programa que de inmediato se fue extendiendo a otras ciudades: Un campamento es un conglomerado social que decide, ante el desgobierno, asumir las tareas que permitan su supervivencia y desarrollo:

27. Documentos M-19. «Historia de la cándida tregua y...», Boletín N° 97, junio de 1985, pp. 6-7.

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las obras cívicas, el alcantarillado, los desagües, la alfabetización, guarderías, instrucción física a niños, mujeres y adultos... Pero es fundamentalmente la nueva conducta de convivencia de una población que asume el ejercicio de sus derechos y desarrolla formas de autogestión y solidaridad comunitarias28.

El fenómeno de los campamentos se extendió rápidamente a otras regiones. El 11 de mayo se instaló en Bogotá el campamento de Villagloria, luego serían los de Malvinas, Juan Rey y El Rincón; en junio ya existían 22 en Cali, cinco en Bogotá, cuatro en Medellín, dos en Zipaquirá, Manizales, Barranquilla y Bucaramanga. Pronto comenzaron a ser vigilados y asediados por las autoridades con el pretexto de que allí se encontraban personas armadas al margen de la ley. El gobierno argumentó que en ellos se impartía instrucción militar; comenzaron las persecuciones y los allanamientos. En el proyecto de ley que presentó en mayo al Congreso de la República, para reglamentar el funcionamiento de los partidos, se prohibieron los campamentos en las ciudades y la organización de «brigadas y milicias». La presencia de las comunidades en los campamentos dio pie a la conformación de unidades milicianas, sin armas, que realizaban mínimas tareas de vigilancia en su comunidad y desarrollaban formas organizativas propias. Pero el gobierno se empeñó en combatirlas. El mismo ministro de Defensa, general Vega Uribe, anunció el 25 de mayo que las Fuerzas Armadas no permitirían su funcionamiento; de la misma forma se pronunció el presidente Betancur. El 6 de junio, dos días después de sancionar la ley de indulto, el gobierno expidió el decreto 1560 que autorizaba a los alcaldes de todo el país para ordenar el cierre de los campamentos: Artículo Io.- Los alcaldes municipales y del D.E. de Bogotá ordenarán el cierre temporal o definitivo de los comités, oficinas, sedes, directorios, comandos, campamentos u otras instalaciones similares en los que a nombre de partidos, movimientos u organizaciones políticas, o a cualquier otro título, se preparen o adiestren personas para la comisión de los delitos ríe rebelión, sedición, asonada, terrorismo o cualquier otro, o se imparta instrucción o entrenamiento militar o paramilitar, o se organicen milicias29

28. Documentos M-19. «A defender el futuro de los campamentos». Entrevista a Alvaro Fayad y Alfonso Jacquin, Boletín N° 97, junio de 29. «Campamentos podrán cerrarse cuando se incite a la rebelión». El Espectador, 8 de junio de 1985, pp. 1A y 11A.

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El combate, camino de la dignidad»

Después de abandonar el campamento situado en Los Robles, la compañía Héroes de Florencia, al mando de Gustavo Arias Lon- doño, Boris, se desplazó por la cordillera Central hacia el norte y entró al departamento del Valle del Cauca, localizándose en la zona montañosa entre Palmira y Pradera. El 31 de marzo a las 07:44 horas, cuando la columna se encontraba en la cuchilla de El Serrucho, vereda El Retiro, jurisdicción del municipio de Pradera, fue asaltado su campamento. Como resultado de un prolongado combate murieron dos soldados y un capitán del Ejército; el M-19 reportó la recuperación de importante material de guerra y denunció que el' ataque hacía parte de una agresión militar que incluía el hostigamiento contra la columna Héroes de Yarumales, que se encontraba en el Cauca, y contra un campamento de las FARC situado en la misma zona; desmintió las bajas que el Ejército manifestaba haberle causado y reconoció la muerte de uno de sus combatientes. De inmediato se pidió la presencia de la Comisión Verificadora para distensionar el área. Durante los tres días siguientes se presentaron nuevos choques en los que el Ejército utilizó fuego de morteros y ametrallamiento con infantería y helicópteros30. «Virtual ruptura de la tregua», fue el nombre del memorando que el M-19 envió el 11 de abril a la mesa directiva del diálogo nacional denunciando como violaciones a los acuerdos de tregua y diálogo nacional, los asesinatos en Rionegro, la «agresión» del Ejército en cercanías de Pradera, los allanamientos y detenciones realizados en Cali contra los campamentos, el atentado al padre Guillard, los allanamientos a sus sedes en Barranquilla y Bogotá, y la lentitud de la Comisión Verificadora, cuya presencia habían solicitado hacía más de diez días.

30. Documentos M-19. «Recuento de una agresión», informe firmado por Gus tavo Arias Londoño desde el Valle del Cauca, abril de 1985.

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El M-19 denunció la desaparición de su compañero Rafael Antonio Valencia Muñoz, antropólogo barranquillero miembro del Comando de Diálogo Nacional; el hecho ocurrió el 4 de abril, Jueves Santo, cuando se desplazaba hacia Florencia con el objeto de realizar conversaciones con campesinos de la región e invitarlos a una serie de actividades gremiales y políticas. En carta dirigida al presidente de la Comisión de Paz, detallaron el suceso: Familiares del compañero Valencia que emprendieron su búsqueda, llegaron hasta Neiva y Florencia, sin que hayan encontrado rastro alguno de su paradero. Sin embargo, existen indicios que señalan la presencia del compañero Rafael en Garzón los días 5 y 6 de abril, pero ha sido imposible para sus familiares ir hasta esa población, porque han recibido amenazas abiertas y encubiertas, aun de miembros de la Policía Judicial, si llegan hasta allí. Consideramos que la desaparición de Rafael es la más grave de las agresiones que se han realizado hasta este momento a los miembros del M-19 que, sin armas, estamos realizando tareas políticas para consolidar el proceso de paz31.

El 5 y 15 de abril se produjeron las tomas de los municipios caucanos de Caloto y Toribío, en las que participaron el Comando Quintín Lame y el Frente Ricardo Franco. Simultáneamente, se presentaban combates esporádicos entre las Fuerzas Armadas y frentes del EPL situados en Antioquia y Córdoba. Este era el panorama cuando el Movimiento 19 de Abril celebró los once años de la fecha que recordaba el fraude electoral de 1970; en este aniversario, además de fiestas populares en Barranquilla, Medellín y Cali, lanzó un disco de larga duración como homenaje a Jaime Bateman en el segundo aniversario de su muerte; la grabación, titulada «La certeza del amor», contenía temas con letras de la poesía musicalizada de Afranio Parra Guzmán. Desde el 6 de mayo el Ejército empezó a tener un cerco contra la compañía Mariscal Antonio José de Sucre que, comandada por Libardo Parra Vargas, Oscar, se movía en veredas vecinas a La Magdalena, en el municipio de Buga. El 8 de mayo se realizó en la zona una fiesta popular a la que asistieron personas de Florida que se encontraban de paseo. Al día siguiente, el comandante del batallón Palacé de Buga informó del envío de dos unidades por el norte del área y otras dos por el sur; además, ordenó a la Policía detener a las 16 31. Documentos M-19. Carta al doctor John Agudelo Ríos, firmada por Antonio Navarro Wolf, el 2 de mayo de 1985.

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personas que habían asistido a la fiesta, por lo que fueron sometidas a intensos interrogatorios. El 10 de mayo se cerró el cerco: El comandante de la III División, general Pedro Molano, tiene ya listo el batallón de 800 paracaidistas para, según sus palabras «darle garrote a los del M-19». Aconseja el uso de ametralladoras pesadas calibre punto 50. Ese día la inteligencia militar prevé que los del M-19 van a hacerle frente a la tropa en la posición en la cual están, por lo que aconseja calma y cuidado al mando que está en el terreno. Es tremendamente insistente en que se recuerden los errores cometidos por el Ejército en Yarumales, para no repetirlos. Da instrucciones al batallón Codazzi para que continúe escuchando las comunicaciones del M-19 con un equipo permanente. Finalmente reitera que todo el apoyo logístico de la División está a disposición de las tropas participantes en el operativo, pues es de vital importancia conseguir el éxito de la operación32.

El sábado 11 de mayo se presentó un primer choque entre una de las posiciones de avanzada de la compañía Mariscal Sucre y fuerzas del Ejército en la vereda Santa Helena; en la retirada, la escuadra del M-19 perdió once equipos y una escopeta calibre 16;- desde las 17:30 horas de esa tarde, hasta las 06:00 del día siguiente, hubo ataque con fuego de morteros. A las 08:45 del 12 de mayo fue derribado un helicóptero artillado que participaba en las operaciones y llevaba a bordo una patrulla de contraguerrillas; en el combate murieron seis militares y tres más fueron capturados heridos, entre ellos los dos pilotos de la nave, a quienes se dejó en casas de campesinos, con heridas graves. De parte del M-19 hubo un muerto y un herido. Los guerrilleros recuperaron abundante material de guerra que incluyó una ametralladora M-16 calibre 7.62, una ametralladora coaxial calibre punto 30, siete fusiles G3, 35 proveedores, cuatro mil cien cartuchos calibre 7.62, un lanzacohetes M-72, un radio de comunicaciones PRC-77, dos granadas y ocho equipos de campaña. Después de estos combates, rompieron el cerco y eludieron el contacto. En su retirada se llevaron a un soldado que hacía parte de la tripulación del helicóptero33. La respuesta airada de los altos mandos militares fue acusar al M-19 de haber torturado y luego asesinado a los soldados ocupan-

32. Documentos M-19. Boletín Nu 96, de mayo de 1985. 33. Documentos M-19. «Informe de combate en el Valle», documento firmado por Gustavo Arias Londoño, el 14 de mayo de 1985, en las d l V ll

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tes de la nave. El propio ministro de Defensa corroboró la versión y manifestó estar indignado al afirmar que eran unos «miserables asesinos». Tras dos meses de investigaciones, la Comisión Verificadora rectificó lo dicho por el Ejército, señalando que en ese suceso, «contrario a la información conocida en su momento sobre los hechos, el M-19 no ejerció sobre los heridos acción distinta de prestarles los primeros auxilios»; ya era tarde, el conflicto armado había tomado grandes proporciones. El 20 de mayo se efectuó un primer encuentro entre los principales comandantes de las organizaciones guerrilleras que operaban en el país, excepto las FARCy el Comando Quintín Lame. El objetivo central era discutir una posición conjunta frente al paro nacional que se había convocado para el 20 de junio. El otro objetivo de la cita de los comandantes era concretar la unidad guerrillera: la fundación de la Coordinadora Nacional Guerrillera, CNG. Al encuentro, realizado en Bogotá, asistieron Alvaro Fayad por el M-l 9, Jairo de Jesús Calvo, Ernesto Rojas, por el EPL, Mil ton Hernández de la Dirección Nacional delELN, José Matías Ortiz, Valentín González, del PRTjosé Fédor Rey, Javier Delgado y Hernando Pizarro del Frente Ricardo Franco, así como delegados del Comando Superior del grupo Patria Libre. Con posterioridad se adhirieron a la CNG el Comando Quintín Lame y un sector de Autodefensa Obrera, ADO. Los dirigentes del movimiento guerrillero eran conscientes de la necesidad de vincular a las FARC a este proceso, por tratarse de la organización con mayor prestigio y capacidad a nivel rural. La recién constituida Coordinadora Nacional Guerri- lllera, CNG, emitió un primer comunicado convocando «AI Paro Nacional», en el que señalaban: El movimiento guerrillero suma su fuerza y su vocación de combate a la decisión de un pueblo de lanzarse al Paro Nacional. Nuestras fuerzas políticas y militares: el Movimiento 19 de Abril, M-19, el Partido Comunista Marxista Leninista de Colombia y el Ejército Popular de Liberación, el Frente Ricardo Franco, el Ejército de Liberación Nacional, el Partido Revolucionario de los Trabajadores y Patria Libre, nos hemos reunido y anunciamos que respaldamos totalmente la decisión del Encuentro Nacional Obrero Popular de realizar un Paro Cívico Nacional en el primer semestre de este año. (...) En cada vereda, en cada municipio, en todo barrio, en las fábricas, se deben hacer preparativos para el paro, la población se debe lanzar resueltamente el día del paro a expresar su protesta y su indignación

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contra el gobierno y a luchar porque se conquisten las reivindicaciones y el pliego que aprobó el Encuentro. Parando la producción, el transporte, el comercio, bloqueando las vías, vinculándose a los mítines y manifestaciones34.

Mientras tanto, la tensa situación en todo el Valle continuaba. El 22 de mayo fue detenido Antonio Navarro Wolf cuando en compañía de sus compañeros Alberto Caicedo y Lucio Cifuentes, miembros de la Cruz Roja y periodistas, se dirigía al campamento del M-19 situado en La Magdalena, para la entrega del soldado retenido. A las 05:30 horas del 23 de mayo, Navarro y sus compañeros (con excepción de Lucio Cifuentes) fueron puestos en libertad en las instalaciones del batallón Codazzi de Palmira. Pasadas las 07:15 horas, un bus militar que se dirigía a las instalaciones del batallón Pichincha en Cali, con personal militar y civiles que trabajaban en las dependencias del Ejército, fue atacado con granadas y fuego de metralletas a la altura de la autopista suroriental con calle 39, resultando muerto el conductor y heridos un civil y ocho militares. La acción fue reivindicada por el hasta entonces desconocido Movimiento Democracia, Comando Orlando Piedrahíta. Tres horas más tarde, cuando en la cafetería Oeste, situada a corta distancia de la sede del M-19 en Cali, se encontraban desayunando Antonio Navarro, Eduardo Chávez, María Eugenia Vásquez, Alberto Caicedo, Carlos Alonso Lucio y Alvaro Alvarado fueron víctimas de un ataque con granada que ocasionó graves heridas a Navarro y Lucio. El atentado indignó a todo el país; se trataba de las vidas de dos de los hombres que a nombre del M-19 le habían puesto la cara al proceso de paz y diálogo nacional. Como una inmediata reacción, la columna Rafael Valencia del M-19, compuesta por 40 de sus militantes dirigidos por Jaime Bermeo, Simón, ocupó pacíficamente la sede de la Cruz Roja en Bogotá en reclamo de un pronunciamiento gubernamental acerca del atentado: Un puñado de hombres y mujeres del pueblo, armados únicamente de voluntad y firme decisión, entramos a la sede de la Cruz Roja Internacional para hacerle ver al país que los militaristas han llegado al colmo de tener que violar hasta las verdades más elementales para poder sostenerse. Hemos exigido, desde aquí, que el gobierno, si aún tiene dignidad, permita el acceso de los medios de comunicación y de la Cruz Roja a las zonas de combate. Porque Colombia merece saber lo

34. Documentos CNG. «Al Paro Nacional», Colombia, mayo 25 de 1985.

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que ocurre en el campo de batalla, donde la paloma de la paz está a punto de sucumbir ante la trampa artera de los privilegiados; y donde los hijos de la nueva Colombia disparan balas de dignidad y de patria, dispuestos a sacar adelante un proceso que ya es del pueblo35.

Días después, Eduardo Chávez López, Gregorio — comandante de los Campamentos de Paz en Cali—, denunciaba que el Ejército, a través de su organismo secreto, el B-2,. había participado en el atentado. La revelación la hizo en carta dirigida al procurador general de la nación, Carlos Jiménez Gómez, y al director nacional de Instrucción Criminal, Antonio Duque Alvarez. Chávez López señaló como autor del atentado a Antonio Espinosa, a quien reconoció momentos antes de que lanzara la granada contra la mesa en que se encontraba con sus compañeros. El autor material del atentado había sido militante del M-19 hasta 1983, llegando incluso a acompañar a Carlos Pizarro en un viaje a Cuba en marzo de ese año. A Espinosa lo habían expulsado por bajo rendimiento y acusado de ser un agente del B-2 infiltrado en las filas del M-19. Reapareció en abril de ese año en el Hotel Rayda, sede política del M-19 en Cali, en compañía de una mujer llamada Beatriz, conocida como «la Mona de la universidad», para pedir su reintegro al Movimiento, pero fue rechazado. El 23 de mayo, día del atentado, Antonio Espinosa llegó a la cafetería Oeste, donde fue increpado por Chávez segundos antes de lanzar la granada. Desde su lecho de enfermo en el Hospital Departamental del Valle, con nuevas amenazas pendiendo sobre su vida, Antonio Navarro escribió un artículo que fue publicado en la revista Al Día bajo el título «Esquirlas contra la paz»; Primero que todo, nosotros no somos palomas aunque nuestra convicción y decisión de paz nos haga blanco de los cazadores camuflados entre este enmarañado paisaje nacional. Pero cuando una granada se nos lanza a mansalva para aniquilarnos y aniquilar el proceso, Colombia y el mundo anhelantes de paz perciben a piel herida, que la tregua en nuestro país no existe, no ha existido a pesar de los acuerdos firmados entre el gobierno y parte del movimiento guerrillero. Ya no se puede desayunar en paz. Las treguas se firman entre Ejércitos en combate y no entre uno vencedor y otro vencido, y como tal, se acuerdan condiciones especia

35. Documentos M-19. Acta de Salida de la Columna Rafael Valencia de la sede de la Cruz Roja Internacional de Bogotá, 28 de mayo de 1985.

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les y específicas que se comprometen a cumplir los bandos en conflicto y que están, a su vez, regulados internacionalmente por el derecho de gentes. Vaya, la gente con la que nos tocó pactar la tregua. Mientras nosotros desde un principio, hemos cumplido con los pactos y con el pueblo, para que éstos por fin puedan respirar paz sin hambre, puedan gozar paz con techo, educación y vida, la contra-parte se empecina en el ejercicio de su única justificación: la guerra. Y la guerra es miseria, hambre, analfabetismo y muerte. Firmaron pero no han cumplido. No cumplieron. Esto de estar tumbado en una cama de hospital es doloroso, las heridas son dolorosas, pero eso de saber la ausencia de una verdadera voluntad política de cambio y de paz en el gobierno, que la desate y la haga volar como un sueño cistalizando realidades, es más doloroso. Y más doloroso aún, saber ijue existen nuevas granadas, nuevos cañones, nuevos morteros y nuevos helicópteros artillados apuntando contra los defensores de la paz, la democracia y el cambio social. Apuntando contra el pueblo36.

Contrario a lo que muchos pensaron, el M-19 reafirmó su voluntad de mantenerse en el espíritu de los acuerdos firmados, a pesan del anuncio de su retiro de las Comisiones del Diálogo Nacional: Nosotros pensamos que sí hay fuerzas en este país para construir la paz, la paz de la justicia social, lo que necesitamos es que desde ya, ahora y aquí mismo, haya un gobierno comprometido con la paz, un Parlamento comprometido con la paz, un gabinete comprometido con la paz, unas Fuerzas Armadas comprometidas con la paz. No podemos aceptar que el Ejército intente asesinar a los hombres del M-19 como Antonio Navarro y siga desmantelando campamentos de paz en Cali, Medellín y Bogotá, que siga desapareciendo gente37.

Los días de la tregua estaban contados. La confrontación en el Valle continuaba, el corazón del departamento se hallaba en llamas. Es preciso anotar que el área de operaciones escogida por el M-19 en esta región del país, estaba en la parte plana, a pocos kilómetros de la carretera Panamericana, en medio de extensos cultivos de caña de azúcar. El 30 de mayo se produjo un enfrentamiento en el sitio conocido como Novilleras donde el M-19 perdió 36. Documentos M-19. «Esquirlas contra la paz», Antonio Navarro Wolf, mayo de 1985. 37. «La paz no ha empezado», entrevista con Alvaro Payad, en Aquí... Colombia, una publicación del Centro de Investigación Popular e Investigación Alterna Alfa. Año 1 N° 1, mayo 26 -junio 9 de 1985.

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a tres de sus combatientes, Karina, Miller y Román. Las jornadas que siguieron fueron de permanentes combates: el Io de junio en Santa Rosa de Tapias, al otro día en Puente Rojo; el 9 de junio se presentó lo que el M-19 llamó «la batalla de Pichichí», en inmediaciones del ingenio azucarero del mismo nombre, en donde se combatió durante nueve horas seguidas. El Ejército contó con fuerzas especializadas y empleó medios técnicos como helicópteros (uno de los cuales fue averiado), cañones, tanquetas, morteros; en el enfrentamiento el M-19 reconoció la muerte de sus militantes Olmes Restrepo, Edison, María Cecilia Bubú, Nidia, Edison Valencia, Carlos, y Luis Isaza, Lucho. Un último episodio de este período fue la condena que públicamente expresó el M-19 por el atentado de que fuera víctima Hernando Hurtado Alvarez (dirigente del Partido Comunista y representante suplente en la Cámara por esa colectividad, miembro del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos y de las Comisiones de Paz y Diálogo Nacional), por parte del llamado Frente Ricardo Franco, uno de los firmantes de la «Declaración de Unidad» de la Coordinadora Nacional Guerrillera. Al respecto, Alvaro Fayad manifestó al periodista Rafael Baena de Cromos'. Nosotros habíamos hecho una alianza con el movimiento guerrillero, buscando su unidad, ocho días antes del atentado. Además de la unidad también planteamos una nueva moral, no solamente en la relación y actitud entre los diferentes grupos guerrilleros, sino con todas las fuerzas sociales, ideológicas y políticas que se mueven en el país. Apenas a cinco días de un acuerdo según el cual nadie emprendería acciones militares, el grupo Ricardo Franco, violando los acuerdos, violando la ética, la conducta moral y política, hace un atentado vergonzoso e inaceptable contra Hernando Hurtado, del PC. A raíz de ese atentado, nosotros no vamos ni a la esquina con el grupo Ricardo Franco38.

El epílogo de este frustrado proceso de paz, de una tregua nunca iniciada, fue la salida de Antonio Navarro, María Eugenia Vásquez y Carlos Alonso Lucio hacia México, donde el gobierno de Miguel de La Madrid les ofreció hospitalidad. Para este momento ya estaba funcionando la agencia de prensa «¡Oiga hermano!» que a

38. «No más tregüitas de 48 horas», entrevista a Alvaro Fayad, por Rafael Baena. Cromos, edición N° 3520, del 2 al 7 de julio de 1985.

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diario emitía boletines, dirigidos a los medios de comunicación, sobre los distintos hechos nacionales y sobre los comunicados o declaraciones que se producían desde el M-19. «¡Oiga hermano!» era una estructura independiente de la Secretaría de Propaganda Nacional que incluso manejaba un lenguaje propio; ofrecía una información oportuna y veraz, gracias al concurso de periodistas profesionales que se desempeñaban en medios de comunicación de Cali y Bogotá; ese fue el caso de Adolfo Pérez Arosemena, presentador en el canal regional de televisión del Valle, conocido en la estructura de «¡Oiga hermano!» como Belisario, quien muriera el 21 de mayo de 1986. Como toda agencia de prensa que se respete, contaba con un selecto grupo de corresponsales (Adriana, Tico, Isabel, Paco y otros) que se encontraban directamente en el frente guerrillero, junto a la comandancia del M-19, o en las actividades políticas en los barrios de las principales ciudades del país. Como se verá más adelante, a través de su agencia de prensa, «¡Oiga hermano», el M-19 difundió oportunamente importantes documentos y declaraciones. Por su objetividad llegó a ganar credibilidad en la prensa, la cual reproducía con fidelidad sus boletines. Pero no siempre fue así: en alguna oportunidad fue víctima de la propaganda negra cuando en un comunicado falso —publicado en El Tiempo—se quiso presentar a su director, Hernán Jaramillo, como «rebelado» ante la dirigencia del M-19.

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;l o'-b:»i *O1C*ÍJ v-wg. >3n ». Voz Proletaria, 27 de septiembre de 1985, p. 4.

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El Frente Ricardo Franco tuvo un rápido crecimiento. Reclutó jóvenes en los barrios populares de Cali, Medellín, Yumbo y Bogotá, muchos de ellos pagados para desarrollar sus actividades. Realizó acciones para financiarse y dotarse de una gran cantidad de material bélico (fusiles Galil y AUG, dinamita, pistolas 9 mm, granadas, rockets, radios de comunicación, etc.). Ayudó económicamente en varias ocasiones al M-19 y al Comando Quintín Lame y se lanzó a operaciones militares urbanas de magnitud, como el intento de asalto a la Escuela de Carabineros y el puesto policial de Suba al noroccidente de Bogotá el 9 de mayo de 1985, y la quema de numerosos buses de Transporte Sin Subsidio en diversas ciudades. En el proceso de conformación y surgimiento de la CNG, el Frente Ricardo Franco tuvo un papel destacado, pero sus actuaciones en contra de miembros del PC y de las FARC fueron cuestionadas por los otros grupos integrantes de la Coordinadora. El 5 de junio de 1985 atentaron contra la vida de Hernando Hurtado, dirigente destacado del Partido Comunista; el Frente Ricardo Franco se atribuyó el intento de asesinato aduciendo ser ellos a su vez víctimas de ejecuciones ordenadas por las FARC: El hecho ocasionó, por parte del M-19, una ruptura —temporal— de relaciones con los Francos. Meses más tarde, el 28 de agosto, atentaron contra Jaime Caycedo Turriago, miembro del Comité Central del Partido Comunista y su Secretario de Relaciones Internacionales, quien quedó herido de gravedad; una vez más el Ricardo Franco asumió la responsabilidad del hecho calificándolo como un intento de «fusilamiento». A raíz de estos atentados, las organizaciones partícipes de laCNG condenaron los procedimientos empleados por las dos organizaciones para dirimir sus contradicciones. En una carta abierta a las FARC, firmada por todos los grupos, excepto los Francos, se dijo: ... Compañeros, nos dirigimos a ustedes como una fuerza en este proceso, para solicitarles públicamente: 1) Que se pare de inmediato el enfrentamiento militar contra las organizaciones guerrilleras. ¡Ni un tiro ni un muerto más! 2) Buscar con ahínco en el diálogo y con imaginación la solución a estas contradicciones, agotando todos los medios y recursos que sean necesarios para avanzar. Por esto, hemos conformado una comisión delegada de las organizaciones firmantes de esta carta, para que en una entrevista con ustedes, se ventilen las soluciones posibles que con voluntad y disposición estamos seguros van a surgir.

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3) De nuevo los convocamos a que se vinculen a este esfuerzo unitario para que conjuntamente respondamos a las esperanzas del pueblo cifradas en el movimiento guerrillero y construyamos la alternativa de redención definitiva a sus clamores26.

Sorpresivamente, a mediados de septiembre, el M-19 y el Frente Ricardo Franco comunicaron la unión de «sus fuerzas y voluntades en la lucha por la democracia y la paz en Colombia». El anuncio, que causó asombro y confusión, fue difundido con una fotografía en la que aparecían Carlos Pizarro, Alvaro Fayad, Javier Delgado, Marcos Chalita y Hernando Pizarro. Al mismo tiempo, el M-19 envió una nueva carta pública al estado mayor de las FARC en la que se reafirmaba en los términos del anterior comunicado y manifestaba estar a la espera de la reunión propuesta entre los delegados de la CNGy las FARC;agregaba: El Movimiento 19 de Abril, M-19, siente en carne propia el fratricidio y el canibalismo entre las filas de la revolución, y hace suyo el llamado de Camilo de fortalecer todo lo que nos une. Que el sectarismo no encuentre tierra fértil en el campo revolucionario. Hoy es urgente que, como señal de buena voluntad y de justicia, sean devueltos los combatientes del Frente Ricardo Franco arrestados por las FARC, como es el caso de José Campos, Andrés, y de otros cinco compañeros retenidos recientemente en el Tolima27.

En esa oportunidad, los máximos dirigentes de las dos organizaciones oficializaron su unificación en una rueda de prensa publicada días después por la agencia de prensa ¡Oiga hermano! Cabe resaltar lo expresado en ese momento por Javier Delgado: Estas contradicciones internas que hemos tenido con la dirección nacional de las FARC, y en particular con la dirección del Partido, las estamos tratando de solucionar, por todos los medios, por la vía en que deben solucionarse las contradicciones entre los revolucionarios, que es la vía del diálogo, de la discusión ideológica, y del respeto mutuo. El desacuerdo de las contradicciones con el Partido nos llevó a enfrentarnos a otro nivel con la dirección del Partido, como una forma de defensa de nuestra organización. Van 18 compañeros muertos, asesinados vilmente por la dirección del Partido. Y ahí está, más de lo que nosotros podamos decir, lo que dicen las mismas masas ante el asesi-

26. Documentos M-19. Carta abierta a las FARC, firmada por el M-19, EPL, ELN, PRT y Patria Libre, 27. «Carta pública a las FARC», ¡Oiga Ziennanot, N° 092,

r nato contra los compañeros colaboradores, o amigos, o simpatizantes no sólo del Ricardo Franco, sino de todas las otras organizaciones guerrilleras colombianas en el Cauca... Este llamado que hace la Coordinadora es por los asesinatos cometidos por las PARC, bajo la dirección del Partido, contra el EPL en Urabá y otras zonas, contra el ELN, contra las masas que es lo más grave, contra militantes del M-19 y contra el Frente Ricardo Franco que nos hemos sostenido en la línea de las PARC, porque somos de ahí, porque somos PARC, porque toda nuestra juventud se la dedicamos a las FARC. Y son 18 hombres de nuestra organización los que han caído asesinados. No es el mejor camino, pero respondimos a estos asesinatos con dos intentos de fusilamiento contra sendos miembros de la dirección del Partido, que son conocidos por todo el país28.

La respuesta de las FARC, contenida en su declaración de septiembre de 1985, Firmada por Manuel Marulanda Vélez, Jacobo Arenas, Jaime Guaraca, Alfonso Cano y Raúl Reyes, miembros del estado mayor, calificaba a Javier Delgado como contrarrevolucionario, sicópata, miembro de las agencias de inteligencia del Estado y agente de laCIA, y a su organización como «un grupo paramilitar contra, al que la CIA le impuso la misión de asesinar dirigentes revolucionarios desarmados». El 19 de noviembre se reunieron las organizaciones integrantes de la CNG; nuevamente hicieron un llamado a las FARC para integrarse a la unidad que buscaban y para que «depongan la lucha fratricida contra los revolucionarios». En este preciso momento se estaban realizaban las primeras «investigaciones» y los primeros «juicios» en contra de un grupo de miembros del Franco, acusados de ser infiltrados de los organismos de seguridad, particularmente del B-2 del Ejército. A las tragedias del Palacio de Justicia y de Armero se sumó una nueva: desde mediados de diciembre de 1985 comenzaron a aparecer, enterrados en fosas comunes, los cadáveres de decenas de hombres y mujeres que habían pertenecido al Frente Ricardo Franco. Con visibles huellas de torturas y mutilaciones, fueron encontrados cerca de 160 guerrilleros, asesinados por sus propios comandantes. El crimen ocurrió en predios de la finca Miraflores, entre las veredas Chimicueto y Barrizal, del corregimiento de Tacueyó, en el departamento del Cauca. Hacía casi un mes se 28. «Entrevista del estado mayor conjunto», realizada en Las Brisas (Cauca), el 12 de septiembre de 1985. Publicada en ¡Oiga hermano!, N° 093, septiembre 28 de 1985.

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estaba presentando una purga interna en el Ricardo Franco por supuestas infiltraciones del Ejército. Gustavo Arias Londoño, Bo- ris, quien venía de su difícil campaña por el Valle, pasó por el campamento de los Francos cuando se realizaban los «juicios revolucionarios»; al darse cuenta de lo que sucedía, increpó a los dirigentes Javier Delgado y Hernando Pizarro quienes, personalmente, interrogaban, torturaban y mataban a los sindicados de infiltración. El M-19 intentó actuar para detener a los genocidas pero ya era tarde; Carlos Pizarro se colocó al mando de una comisión y asistió a un encuentro en el que se esperaba capturar a Delgado, pero éste no llegó. El mayor crimen en la historia de las guerrillas de América Latina se había consumado. La intolerancia, el autoritarismo, la arrogancia y la antidemocracia fueron las verdaderas raíces de un holocausto que no debemos olvidar... De acuerdo con la versión del Frente Ricardo Franco, capturaron a 164 infiltrados, uno de ellos —menor de edad— fue perdonado y los restantes 163 fueron fusilados. En mayo de 1986 circuló el libro al que se ha hecho referencia; en una edición de 156 páginas los Francos cuentan sus principales acciones y cómo éstas eran frecuentemente saboteadas por los supuestos infiltrados en sus filas; incluyen algunos de los interrogatorios y los nombres de los 163 asesinados (¡91 del B-2 y 72 suboficiales o soldados profesionales, de acuerdo con lo señalado en el texto!), entre quienes estarían cabos, sargentos, tenientes, capitanes, mayores, tenientes coroneles, coroneles y brigadieres. El M-19 fijó públicamente su posición el 17 de diciembre en un comunicado dado a conocer a través de los medios de prensa y reproducido posteriormente en su boletín de enero de 1986. De inmediato convocó para el 20 de diciembre a una Asamblea Guerrillera que se realizó en el sitio conocido como Campo América; el objetivo era analizar las causas, implicaciones y respuesta a la masacre de Tacueyó. Carlos Pizarro, segundo comandante del M-19, presentó los hechos ante los combatientes allí reunidos: Cuando nos enfrentamos a la gran verdad de la masacre de Tacueyó, ordenada y ejecutada por la dirección del Ricardo Franco, decidimos darla a conocer al país, pero también iniciar una gran discusión sobre el hecho mismo, sus causas y profundas implicaciones. Es doloroso para revolucionarios enjuiciar a otro grupo al que tratamos

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de entender y con el que tratamos de compartir el proyecto de democracia, dándole una perspectiva diferente a la de esa lucha intestina que tenían con las FARC, y por fuera de su lumpenismo —a veces terrorista— hacia el país. No es fácil enfrentar en estas circunstancias a hombres que fueron nuestros amigos y aun, como es mi caso, nuestros hermanos: enfrentar una situación que lo degrada a uno en su sangre, en su espíritu, en su concepción de la vida y de la revolución. Y no es fácil decirle a un país que los cien o más muertos, torturados y asesinados, desafortunadamente no son víctimas de los grupos terroristas de esta oligarquía, sino el fruto de las manos ensangrentadas de hombres que se reclaman revolucionarios y que, además, combatieron a nuestro lado. Muy rápidamente, y por encima de la indignación que a veces se lo traga a uno, entendimos que si bien el problema inmediato era la acción de los Franco, esto no era lo único. Lo que está en juego es nuestro porvenir como nación. El porvenir de esta revolución, de nuestros ideales y el sentido profundo de la democracia, que estos hechos nos llevan a ver con mayor claridad y en toda su dimensión. (...) No pensemos que esta discusión nos soluciona el problema. No nos sintamos nosotros los puros, y los otros, los culpables. Somos parte de un país que nos ha formado en su alegría, en su manera de ser, pero también nos ha arrojado el lastre del pasado, de la oligarquía. Por eso, en medio de nuestros errores, lo fundamental es hacia dónde avanzamos, cómo le vamos abriendo camino a la democracia en este país y entre nosotros mismos. (...) Lo más fácil, lo que hemos vivido por tantos años en Colombia, es que en nombre de la revolución se termine asesinando a los principios que la han inspirado. Al punto en que un grupo humano se convierte en un núcleo regido por una profunda cobardía. Cómo puede entenderse que ciento y pico de hombres armados se dejen asesinar, uno tras otro, se dejen torturar uno tras otro, sin que nadie se rebele, sin que nadie enfrente tamaña indignidad. (...) Hay que entrar a buscar cuál es el origen de esa cobardía, dónde está la piedra individual de esos combatientes, qué les impidió entender cuál debía ser su comportamiento en el momento más difícil. Me parece que el totalitarismo en que se ha formado la izquierda colombiana, la justificación de cualquier comportamiento amoral en el seno de la revolución, supuestamente en aras de la revolución misma, ha destruido fibras importantísimas y vitales de nuestra revolución. (...) Así fue como los que comenzaron torturando, terminaron torturados y asesinados, y los que hoy torturan y asesinan, tendrán ese mismo fin. Se hace cierto lo que dice la Biblia de que el que a hierro mata, a hierro muere29.

29. Documentos M-19. «Construir la democracia con alegría, justicia y dignidad. Notas de la Asamblea de Combatientes». Intervención de Carlos Pizarro Leongó-

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En la Asamblea de Combatientes, el M-19 rompió toda relación con el Frente Ricardo Franco; esta oportunidad sirvió para discutir internamente los contenidos de las proclamas de democracia y justicia y para confrontarlas con la misma práctica del Movimiento: Los hechos son dolorosos, compás, y están ahí: más de cien cadáveres, más de cien muchachos, niños y mujeres, torturados y ejecutados. Cuando el grupo RF nos presenta los primeros hechos —sus pruebas sobre la infiltración del Ejército—, nos damos cuenta que son confesiones obtenidas a través de la tortura, y nos negamos de plano a cualquier discusión sobre los hechos manchados de la injusticia y la tortura —que es el arma del enemigo— y les planteamos que no siguieran por ese camino de muerte y de injusticia. Ellos dicen que la investigación muestra que, efectivamente, tenían infiltrados y agentes de inteligencia militar en el seno de su grupo: que había tenientes, capitanes y coroneles de la inteligencia militar; que estaban los culpables de los asesinatos y desapariciones de algunos de nuestros compañeros y de compañeros del RF, y estaban también los autores de los asesinatos del padre Ulcué, del padre García, del atentado a Navarro y miembros de los grupos paramilitares que se mueven en el Cauca y el Valle. Y nos dicen que de 180 ó 190 hombres, han descubierto que tienen 150 infiltrados y que una minoría de 30 ó 40 están dando la«batalla heroica» contra los hombres del enemigo. (...) El M-19 ha tomado, definitivamente, la decisión de ser vocero contra cualquier injusticia que se cometa en este país, porque es en contra de eso que estamos luchando. Y además de la condena frente a la nación, le estamos pidiendo a la CNG la expulsión definitiva del RF. Pero esto no será suficiente, compás. Si en el movimiento revolucionario no logramos que cada voluntad y cada arma se indigne contra la injusticia en este país y se alce a la rebelión contra la injusticia cometida por quien sea; si no hacemos de la revolución, de verdad, la democracia, el respeto al hombre, a las opiniones, a los grupos sociales diferentes a nosotros, de verdad no vale la pena combatir. Si el mundo que vamos a construir no nos da una sociedad alegre, vital, con respeto a la persona y a la diversidad, hemos fracasado. (...)30.

A finales de diciembre comenzaron a conocerse las versiones de Javier Delgado sobre los hechos; siempre justificó su actitud diciendo que la mayoría de los muertos eran infiltrados del B-2 del Ejército y demostró su orgullo por haberlos matado. Ornar, segundo comandante de los Francos, anunció la destitución de Delgado de la dirección y el inicio de un juicio revolucionario en su contra:

30. Ibíd. Intervención de Alvaro Fayad Delgado.

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No estamos, como pudimos pensarlo antes, frente a una dirección inepta y equivocada. Estamos frente a una pandilla de criminales cuyos actos homicidas nos llevan a preguntarnos: quién es el infiltrado, ¿los muertos o sus victimarios? Hay que encarar el hecho de haber estado manipulados por el enemigo instalado en nuestra propia dirección3'.

La Coordinadora Nacional Guerrillera, CNG, se reunió nuevamente el 15 de enero para evaluar el proceso de unidad recorrido en ocho meses, definir el rumbo de sus actuaciones y para evaluar la masacre cometida por los Francos; sobre ella se pronunció por medio de un comunicado en el que condenaba, sin ningún atenuante, los hechos de Tacueyó; negaba en forma tajante las justificaciones dadas por Javier Delgado sobre la matanza y expulsaba «irrevocable y definitivamente de su seno al Frente Ricardo Franco»; así mismo, llamaba a los miembros de esa organización que discreparon y condenaron tales procedimientos, a distanciarse aún más de los mismos: Nunca y bajo ningún pretexto ni justificación la izquierda puede emplear la tortura. Tampoco los dirigentes o los comandantes pueden disponer de la vida de la gente, sin normatividad alguna y a su libre arbitrio. A los prisioneros de guerra corresponde darles un trato muy distinto al acostumbrado por los potentados de este país y su Ejército. Ganamos a las masas mediante su educación y nunca a través de la coacción, el terror o la imposición de las armas. La moral y la conducta revolucionaria se diferencian radicalmente de la de las clases dominantes. La verdad y no la mentira es nuestra arma. Por ello no ocultamos ni minimizamos los graves e imperdonables crímenes cometidos por el Ricardo Franco. (...) La revolución es futuro y alegría. Nunca la tristeza y el delirio representados por Javier Delgado31 32.

En el libro publicado en mayo de 1986, el Frente Ricardo Franeo "fue recurrente en sus justificaciones, calificaron como una «victoria» su actuación aunque reconocieron que se encontraban «en condiciones de suma debilidad política y militar». Intentaron debatir con la CNG sus argumentos y rechazaron las medidas tomadas en contra de ellos:

31. «Enterrar a los muertos», Semana, N° 205, abril 8 al 14 de 1986, 32.22Documentos M-19. «Por la vida y la libertad», Boletín sin número de enero de 1986.

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La Coordinadora Nacional Guerrillera al fijar su posición no tuvo en cuenta a los combatientes del Franco que enfrentamos la dimensión desconocida de la infiltración masiva, ni siquiera para elaborar juicios aún más radicales en contra nuestra como conclusiones de sus propios razonamientos; pero si era el caso, asumir posturas acordes con nuestro informe. (...) Suficientes errores cometimos al no haber detectado a los agentes y sus planes con antelación, pero jamás cometeríamos el error garrafal de permitirles alcanzar su cometido impunemente. De haber sido así, deberíamos estar en justicia frente a un pelotón de fusilamiento por cobardes o por traidores al pueblo o por incapaces33.

Muchos meses más tarde, en agosto de 1986, cuando por primera vez se reunieron los dirigentes de las organizaciones partícipes de la CNG en el I Seminario Alvaro Fayad, se ratificó la decisión de romper las relaciones con los Francos: El RF fue expulsado públicamente de la CNG. Esta decisión se mantiene, así como la de romper toda relación aún con sectores que se hayan desprendido del RF. Tampoco se apoyan sectores o iniciativa alguna que pretenda reagrupar gente del RF como tal. Consideramos que esta sigla quedó condenada por la democracia, y que un crimen de la dimensión del que cometieron, tiene aún cuentas pendientes con la historia. Sigue en pie el juicio a la masacre y al autoritarismo, que debe ser asumido por los revolucionarios y el pueblo34.

33. Frente Ricardo Franco. Op. cit., 34.85Documentos M-19. Carta N i l b d 1986

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XII. Un batallón llamado América



'



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La campaña «Paso de vencedores»

Campo Huyuco fue el nombre que el M-19 dio al sitio donde realizó su Primera Escuela de Oficiales en el departamento del Cauca. Allí se reunieron las distintas compañías que habían soportado el enfrentamiento constante con el Ejército, durante los casi nueve meses corridos desde que se había abandonado el campamento de Los Robles. El objetivo de esta Primera Escuela era integrar las experiencias y el desarrollo logrado por cada una de las tres compañías en que se encontraba organizado el M-19 en la región, además de compartir los logros de las milicias, de. los comandos urbanos y de las unidades operativas especiales. Se buscaba, igualmente, preparar a miembros de otras formaciones guerrilleras —nacionales e internacionales— interesadas en efectuar una lucha conjunta, así como evaluar las experiencias individuales y lograr homogeneizarlas, unificar criterios tácticos y de régimen de vida, ampliar los conocimientos sobre todo en lo que concierne a una fuerza guerrillera y realizar maniobras militares de prueba. El 20 de diciembre de 1985, en medio de las informaciones sobre la masacre.de Tacueyó protagonizada por el Frente Ricardo Franco, el M-19 realizó una asamblea con todos los guerrilleros que estaban en ese momento en la cordillera Central. Allí se encontraban combatientes del M-19, del Comando Quintín Lame, del Movimiento Revolucionario Túpac Amaró del Perú, del grupo armado ecuatoriano Alfaro Vive, ¡Carajo!, y de otras fuerzas; su objetivo, era dar nacimiento al batallón América, en el cual participarían fuerzas guerrilleras dispuestas a constituir el «germen de un Ejército bolivariano, como una de las herramientas para forjar una democracia continental más profunda y amplia»1.

1. Documentos M-19. Boletín Internacional, N° 9, febrero de 1986.

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El batallón América reunió a los máximos dirigentes del M-19 y a importantes mandos de los grupos internacionales presentes: los peruanos organizaron las escuadras de combate Juan Pablo Chang, Diego Cristóbal Túpac Amaru y Leoncio Prado, dirigidas por el capitán Francisco; los ecuatorianos de AVC lo hicieron participando en la unidad Luis Vargas Torres y posteriormente en la unidad Fausto Basantes, comandadas por Eloy, Rodrigo, Hamet Vásconez y Segundo. El 30 de diciembre, finalizando el año de 1985, el batallón América salió de su campamento hacia Jambaló, situado un poco más al sur; marchaban 420 combatientes divididos en las compañías Héroes de Yarumales, Héroes de Florencia, Comandante Pablo, Mariscal Antonio José de Sucre y otras compañías especiales y de servicios. El 1° de enero de 1986 el batallón América llegó al municipio caucano de Jambaló; desde allí arrancó la campaña «Paso de vencedores», cuyo propósito político final fue enunciado por Carlos Pizarra en la plaza del pueblo: la convocatoria a un Congreso Nacional que asumiera la conducción de las tareas políticas y militares para construir un nuevo gobierno, del cual, el batallón América sería garantía y respaldo. Comenzaba así una de las marchas más duras en la que se pondría a prueba el batallón como unidad y el temple de sus integrantes. A la medianoche, con una hora de diferencia entre sí, salieron de Jambaló la vanguardia, el grueso y la retaguardia. El 4 de enero se ubicaron en un sitio al que llamaron Campo Polígono, en donde tuvieron la oportunidad de realizar prácticas y ejercicios militares; de allí se inició el ascenso por el páramo de Moras hacia Mosoco, en los límites entre Cauca y Huila; el 6 de enero llegaron al cabildo de San José y, describiendo un semicírculo, llegaron el 13 de enero a la parte oriental de Silvia, primer objetivo militar de la campaña «Paso de vencedores». La toma de Silvia, en territorio de indígenas guambíanos, se frustró por cuanto el Ejército tenía ya ocupada esta población como parte de un cerco que estaba tendiendo con tropas, morteros y tanquetas contra las fuerzas del batallón América. En esas circunstancias se produjo la emboscada contra una patrulla del Ejército en el alto de Méndez; en el parte de guerra N° 01, Carlos Pizarra, en nombre del mando central de su organización, describió así los hechos:

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El batallón América del Movimiento 19 de Abril, en desarrollo de su campaña «Paso de vencedores», realizó el 19 de enero del presente año una emboscada de aniquilamiento contra una patrulla perteneciente al batallón Palacé de Buga. Estuvieron al mando de la operación: el teniente coronel Robert y el mayor Alirio, del Movimiento 19 de Abril; el capitán Plumín, del Comando Quintín Lame; el capitán Rodrigo, del Movimiento Alfaro Vive, ¡Carajo!, del Ecuador, y el capitán Francisco, del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, del Perú. La emboscada se realizó en el sitio conocido como alto de Méndez, en jurisdicción del municipio de Silvia, Cauca, con el siguiente resultado: 1) Bajas del enemigo: más de 20, entre ellas un civil. 2) Prisioneros de guerra: cabo Víctor Hugo Montealegre Medina, soldado Edgar Cristiano Flórez, soldado Mario Bastidas Arciniegas. 3) Material de guerra recuperado: 16 fusiles G-3, dos fusiles Galil, 90 proveedores, 24 granadas, dos rockets M-72, 20 equipos de campaña, un radio BRT 67, material de intendencia. En desarrollo de la operación, por parte de nuestras fuerzas no hubo ningún herido ni muerto. Montañas del Cauca, 20 de enero de 19862.

El día 21 se produjo el combate del cerro de Paramillo en el que murieron Gildardo y Antonio, combatientes del M-19. Los enfrentamientos continuaron durante los días 22 y 23 cuando la compañía Puma del batallón Colombia emboscó a los guerrilleros, quienes perdieron a los soldados que llevaban prisioneros. En desarrollo de los combates desapareció Rafael Arteaga (conocido por su papel en el robo de siete mil armas del Cantón Norte del Ejército en Usaquén); quienes iban con él cruzaron la carretera que de Silvia va a Totoró, la bordearon y volvieron a cruzarla para ganar un filo donde tenían que encontrarse con otras unidades; a pesar de la búsqueda que de inmediato iniciaron, nunca apareció. El domingo 2 de febrero a las 14:00 horas, la compañía Héroes de Yarumales, al mando de Marcos Chalita, emboscó un convoy del batallón Rifles en el sitio de Ovejas sobre la carretera Panamericana. Los militares reportaron catorce bajas entre muertos y heridos. El lunes 3 a las 04:30 horas, las unidades de asalto del batallón América, comandadas por Carlos Pizarro y Gustavo Arias Londoño, se tomaron la población de Morales, colocando emboscadas en las carreteras que de este poblado caucano conducen a Suárez y Piendamó, respectivamente. El asalto se prolongó por 2. Ibíd., p. 6.

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espacio de cuatro horas en medio del bombardeo de aviones A-37 y T-33 y el ametrallamiento por parte de helicópteros artillados. Durante los días siguientes se registraron permanentes choques con unidades militares desplazadas desde Cali y Popayán. El domingo 16 de febrero, a las 09:00 horas, se produjo un enfrentamiento en la vereda El Alba, departamento del Valle, entre un pelotón de la compañía Mariscal Sucre y una escuadra de vanguardia de una compañía del batallón Colombia; allí murieron militares y fue capturado el soldado Alvaro Amaya por parte de los guerrilleros. En el período que estamos narrando, se presentó un importante suceso para la unidad del movimiento guerrillero: a fines de enero se entrevistaron —por primera vez— Alvaro Fayad y Manuel Pérez, máximos dirigentes del M-19 y del ELN. Fayad se trasladó hasta la región del bajo Cauca, en el departamento de Antioquia, al campamento donde se encontraba el estado mayor del ELN; allí permaneció durante cinco días discutiendo y compartiendo con dirigentes y combatientes «Elenos», entre quienes dejó sembradas su amplitud e integridad. El 30 y 31 de enero se había efectuado un seminario de dirección de la Coordinadora Nacional Guerrillera al que Fayad asistió en representación de su Movimiento; resultado de este encuentro fue la propuesta política de la Coordinadora Nacional Guerrillera para convocar a una Asamblea Nacional Popular «que enfrente la ofensiva del capital y la represión, y cree un nuevo bloque político que se proyecte como una real alternativa de poder y permita el diálogo entre todos los colombianos que buscamos una nueva Colombia»3. Igualmente, se acordó realizar dos campañas nacionales como CNG, destinadas a divulgar la propuesta de la Asamblea Nacional Popular; estas dos campañas, a efectuarse entre marzo y julio, tenían por nombres «A 20 años Camilo vive» y «Colombia en lucha». Por otro lado, la reunión de enero de la CNG sirvió para «socializar» un nuevo concepto militar del cual era portador el M-19; a partir de su experiencia, se organizaron escuelas conjuntas de formación de combatientes en las que se incorporaron elementos de estrategia y táctica militar como la concentración de unidades permanentes de Ejército, el uso de obras de ingeniería, explosivos y armas modernas, el mejo

3. «Vida, Libertad y Bienestar: Unión y Victoria», propuesta política de la CNG. Revista Colombia Viva, publicación de la CNG, abril de 1986, pp. 12-13.

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ramiento de las comunicaciones, la formación de fuerzas especiales, y otros temas que servirían para elevar el nivel político y militar de la CNG. En el documento mencionado, se rechazaban las elecciones que se realizarían ese año, se llamaba al pueblo a no votar y se convocaba a quienes lo hicieran a sumarse para lograr las metas propuestas en su plataforma. De acuerdo con lo expresado por la CNG, la plataforma buscaba recoger las aspiraciones del sentir popular democrático. En 1986 continuó la tragedia para el M-19. El jueves 6 de febrero fue secuestrado, frente al edificio del teatro Embajador en Bogotá, el periodista y miembro de la Dirección Nacional del Movimiento, Augusto Lara Sánchez, a quien sus compañeros llamaban cariñosamente el Ciego Lara. Dos días más tarde, su cuerpo, con visibles huellas de tortura, apareció en cercanías de la glorieta del parque El Salitre. Augusto Lara, quien formó parte del Comando Político del M-19 en la etapa previa a la firma de los acuerdos de cese al fuego con el gobierno, había sido militante del Partido Comunista y redactor del periódico Voz Proletaria (hoy Voz), hasta cuando ingresó al M-19; preso en 1979, Lara realizó trabajos especiales y de relaciones internacionales. La Campaña «Paso de vencedores», llevada a cabo por el batallón América, continuaba con fuerza en el norte del departamento del Cauca, en una ardua marcha hacia el objetivo trazado que era «Anamilé» (nombre tomado de la canción que a ritmo de salsa cantaban los caleños por esos días): llegar a Cali, la capital del Valle. Desde el 3 de marzo se comenzaron a presentar combates en los montes aledaños al municipio de Jamundí, distante 20 kilómetros de Cali; el 10 de marzo la compañía Mariscal Antonio José de Sucre, dirigida por Libardo Parra, Oscar, avanzó de sur a norte por la carretera Panamericana, en la zona del río Pance, área metropolitana de Cali, bloqueando la vía con un bus urbano. Al día siguiente destruyó un retén del Ejército, situado en la autopista Alfonso Barberena, llegando a la Universidad del Valle y al barrio Ciudad Jardín; al mismo tiempo, las milicias se enfrentaron con tropas del Ejército en los barrios Olímpico, Siloé y Aguablanca. En Villacarmelo, la noche del 12 de marzo, el Ejército montó un cerco sobre las tropas del batallón América; empleando unidades de élite, el M-19 realizó maniobras de contraataque que le permitieron romper el cerco y enfrentarse a una compañía de la Escuela

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de Suboficiales Inocencio Chincá, lo que les facilitó ingresar sus primeras unidades a la ciudad de Cali. El combate registró la muerte de diez suboficiales del Ejército y cuatro miembros del M-19, Rafael, Arnulfo, Horacio y Augusto. Carlos Pizarro hizo un balance de los resultados de la campaña que, de acuerdo con su versión, dejó ocho muertos en las filas de su Movimiento. El grupo peruano MRTAreportó la muerte de sus militantes Alberto León Joya, Beto y Jefferson Salomón Amoroti, Javier, y la captura de Amílcar Trujillo, José, recluido en la cárcel de Vista Hermosa de Cali. Los ecuatorianos informaron sobre la muerte de tres de sus compañeros, dos heridos y la captura de Luz Estela Navas. El resumen de Pizarro fue el siguiente: Las acciones militares de la campaña «Paso de Vencedores» comienzan en Méndez, el 19 de enero. Tras los enfrentamientos de Totoró y Paniquitá atravesamos la Panamericana y marchamos hacia Morales. Y desde entonces, comienzan los combates más encarnizados: la emboscada que le tendimos al batallón Colombia en Timba, al lado del río; la confrontación en Jamundí, donde le rompimos el cerco al Ejército, causándole numerosas bajas; y finalmente, los combates de Pance y Villacarmelo, el 13 de marzo, donde después de estar cercados, atacamos a las patrullas que estaban emboscándonos, les recuperamos fusiles y equipos, los desalojamos de sus posiciones y entramos a Cali. Hasta el momento, hemos recuperado más de treinta fusiles y equipos, y hemos detenido a soldados de los batallones Palacé y Colombia, que han sido entregados a la población campesina en las zonas de combate4.

4. Entrevista a Carlos Pizarro, en ¡Oiga hermano!, N" 145, marzo 15 de 1986.

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Alvaro Fayad: «El pequeño y grande hermano»

El jueves 13 de marzo de 1986, Carlos Pizarro y Gustavo Arias, al frente del batallón América, culminaron una etapa de la campaña «Paso de vencedores», al llegar a las puertas de Cali. Allí se enteraron de la muerte de Alvaro Fayad Delgado, comandante general del Movimiento 19 de Abril. Pizarro, hasta ese momento segundo comandante, asumió desde entonces la jefatura máxima de su organización; con el cansancio acumulado en el desarrollo de la campaña y con el dolor por la ausencia del amigo y compañero, expresó en una carta sus sentimientos. Días más tarde lo hizo en una entrevista: La muerte de Alvaro es un duro golpe para Colombia. La nación pierde a uno de sus mejores hombres; a un dirigente íntegro que supo cogerle más de cerca el pulso al país; al revolucionario para quien la creencia en el hombre como hombre y como universo social estaba por encima de todo. Es de las pérdidas que dejan un vacío difícil de llenar; además, en un momento en que la madurez alcanzada por Alvaro tenía tanto que ofrecer a la construcción de la democracia en este país. Y es pérdida para esta organización que ve nacer y crecer y madura a hombres como Alvaro. Y es pérdida para nosotros, sus amigos, porque nada remplaza al hermano ausente5.

Fayad se encontraba en Bogotá realizando actividades relacionadas con la unidad guerrillera expresada en la CNG, con su propia organización y acercándose a sectores democráticos con los que sostenía permanentes encuentros, como fue el caso de Luis Carlos Galán, con quien se entrevistó el día anterior. Al atardecer del 13 fue cercado en un apartamento del barrio Quinta Paredes. Sin disparar un solo tiro de la mini Ingram que portaba, fue muerto junto a María Cristina Marta, amiga del Movimiento. Sobre su

5. Ibtd.

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localización se ha dicho que una persona cercana lo delató, pero también que los servicios de inteligencia lo detectaron al realizar varias llamadas telefónicas desde el apartamento donde se encontraba. La muerte de Alvaro Fayad fue para el M-19 una pérdida sensible que se sumó a la desaparición de otros dirigentes; se produjo en uno de los momentos más difíciles de la vida del Movimiento, cuando éste se encontraba resentido luego de los acontecimientos del noviembre negro: Colombianos: Hoy la patria es golpeada en uno de sus mejores hombres. El Movimiento 19 de Abril, M-19, confirma a la nación y a América entera la muerte en combate de nuestro comandante general Alvaro Fayad, en Bogotá. Con dolor de hermanos, amigos y patriotas, y con el orgullo inmenso de haber crecido juntos en la construcción de la patria nueva, levantamos el nombre de Alvaro Fayad como certeza del triunfo de Colombia, como ejemplo siempre vivo de dignidad y de lucha y como testimonio de una nación que se está forjando un destino de justicia, democracia y felicidad. (...) Alvaro Fayad es siembra en el alma de todos los que creemos en la paz como fruto de la justicia y de la dignidad. Es decisión de unidad y victoria. Es la rebeldía y el valor de una juventud que adquiere la mayoría de edad luchando por la libertad. Es la marcha del nuevo Ejército que, siguiendo la ruta de Bolívar, vuelve a hacer realidad el sueño de la patria grande, de una nación sin fronteras llamada a asombrar al mundo en el encuentro de su identidad6.

Fayad, con «su rostro de beduino», como le dijera un poeta, alentó el proceso de unificación de las fuerzas guerrilleras en Colombia; como artífice de laCNG fue recordado por las organizaciones que la integraron: Combatiente audaz, convencido demócrata y destacado dirigente revolucionario, Alvaro Fayad jugó un papel importante tanto en el proceso de cese al fuego y diálogo nacional, como en la creación y desarrollo de la Coordinadora Nacional Guerrillera (CNG). Consciente de la importancia de la unidad del movimiento guerrillero, trabajó sin descanso por ella, arriesgó su vida en procura de concretarla y murió defendiéndola como una realidad que se abre paso contra viento, marea y escepticismos. Su contribución y personalidad serán

6. Documentos M-19. «Alvaro Fayad, certeza de triunfo» (extractos). Comunicado del M-19, Boletín N° 105, marzo de 1986.

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recordados por todos los integrantes de la CNG y en su memoria consolidaremos este proceso, desterraremos prevenciones y sectarismos y presentaremos ante su pueblo, nuestro pueblo, la unidad como un gran parte de victoria7.

La muerte de Alvaro Fayad es un golpe muy duro y doloroso para el pueblo y el movimiento revolucionario colombiano. Alvaro Fayad, patriota, demócrata y revolucionario consecuente hasta lo último, se convirtió en los últimos años en un dirigente revolucionario que trascendió las fronteras del M-19. Su liderazgo, su capacidad política, su perspicacia para encontrar salidas y lanzar propuestas, y su visionario espíritu de unidad, han jugado un papel muy importante en la construcción y avances de la Coordinadora Nacional Guerrillera. Reconocemos en él a uno de sus fundadores y principales gestores. (...) El Ejército de Liberación Nacional, Patria Libre y el Partido Revolucionario de los Trabajadores, integrantes de la Coordinadora Nacional Guerrillera, inclinamos nuestras banderas de lucha ante el dirigente caído, expresamos nuestro profundo dolor y solidaridad ante los dirigentes y militantes del M-19 y convocamos a todo el movimiento revolucionario colombiano a redoblar la lucha a la cual Alvaro Fayad entregó todo su ser8.

Sus compañeros más cercanos, con quienes compartió una y mil utopías, con quienes pasó largas horas mirando las estrellas en el azul profundo de una noche muy clara, no olvidaron cada una de sus enseñanzas; por eso lo recordaron: No sé qué tipo de mala suerte te asechó esa tarde; me han dicho que era el impacto de la llegada del «nuevo siglo» y la «nueva era de Acuario» que anunciaba su alumbramiento. Como si una estrella estuviera pariendo, un parto doloroso y brutal, tan violento como los morterazos de Yarumales, pero parto, ¡al Fin! Te han roto la carne y han dejado escapar tu alma como pólvora, han dejado que la eternidad se apodere de tus células para volverlas cenizas iluminadas, brasas diseminadas por el favor del viento, la fuerza del mar y la razón histórica. En el diccionario no aparece ninguna palabra atribuible a tu vida y menos aún a tu muerte. (...) Este jueves, desmembrado hasta su último trozo, desmenuzado por nosotros, todos, tratamos de entender lo incomprensible, tratando de

7. «Seguirá proceso unitario», carta de Ernesto Rojas, comandante del Ejército Popular de Liberación, EPL, a Carlos Pizarro (extractos). ¡Oigahermano!, N° 167, abril 8 de 1986. 8. «Fayad trascendió fronteras del M-19» (extractos). Declaración conjunta del ELN, PRT y Patria Libre. ¡Oiga hermano!, N° 152, abril 25 de 1986.

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admitir lo inadmisible, de incorporar, de aprender a continuar después de esta noticia que nos dejó como borrachos, anonadados, encogidos de doloroso asombro, este jueves estremecedor y crudo encontró su mejor respuesta en este parte de victoria que tenía Pizarro en sus manos para informarte que estamos cumpliendo, que cumpliremos más que nunca con los sueños, con las pasiones, con los rostros asomados a la nación entera. (...) Esta noche, compa, me empeño en abrir el abanico de tu recuerdo por siempre jamás, para un día poder morir como tú, con los mismos signos de vitalidad y alegría, abiertos los ojos como lechuzo de una noche estrellada, hacia las puertas del universo, sin miedo, abiertos para mirar inmensamente la calidez del mañana9.

Para el M-19, la llegada del batallón América a Cali fue una victoria; la muerte de Fayad, una derrota; pero a marzo lo marcó otra derrota. La fuerza conjunta entre el M-19 y el EPL, que operaba en Antioquia, se había replegado hacia el Chocó después de la toma de Urrao el 18 de noviembre anterior; se trataba de realizar una escuela guerrillera en una zona que brindara la tranquilidad para hacerlo. En febrero regresaron a Antioquia y el 15 de marzo el Ejército localizó el campamento guerrillero cerca del municipio de Abraquí y lo atacó; en el enfrentamiento fue herida Tatiana Rincón, desapareció Nacho —un niño guerrillero— y mortalmente herido Israel Santamaría, miembro del Comando Superior del M-19 y dirigente político ampliamente conocido. Israel había sido representante a la Cámara por la Anapo entre 1970 y 1974; vivió todo el período de nacimiento del M-19, participó en la conformación de la Anapo Socialista y del periódico Mayorías; durante la tregua fue uno de los miembros del Comando Nacional de Diálogo, y al momento de su muerte hacía parte del estado mayor de la fuerza conjunta. El domingo 16 de marzo, los colombianos asistieron a las urnas para una renovación total de sus cuerpos colegiados (concejos municipales, asambleas departamentales, Senado y Cámara de Representantes). El Partido Liberal alcanzó mayoría absoluta en ellos; los conservadores vieron disminuida su participación; el Nuevo Liberalismo obtuvo una no despreciable suma cercana a los 450 mil votos, pero muy por debajo de los resultados de 1984, cuando Luis Carlos Galán había llegado a los 750 mil. La sorpresa

9. Documentos M-19. Carta de Amaranta al comandante Alvaro Fayad. Marzo de 1986.

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de la contienda de marzo estuvo en manos de la UP, agrupación surgida de los acuerdos de paz con las FARQ que logró 312.494 votos, equivalentes a un 4,5% del total; esto les permitió elegir tres senadores, nueve representantes a la Cámara, aparte de su presencia en 150 concejos municipales y 21 asambleas departamentales. Tanto el M-19 como la CNG se pronunciaron en contra del proceso electoral de 1986. Unos días antes de su muerte, Alvaro Fayad manifestó, en un mensaje grabado a sus compañeros, que su organización no iba a realizar un esfuerzo por sabotear las elecciones, por cuanto al país no le interesaba ese proceso. «Pensamos que el problema de la democracia no se resuelve en las elecciones. Al contrario, se resuelve cuando las mayorías nacionales asumamos, cada día, mayores escalones en la decisión, en la unidad y en la fuerza para decidir nuestro destino de gobierno», expresó el dirigente del M-19.

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«Una revolución abierta al mundo»

A mediados de marzo, las compañías principales del batallón América regresaron hacia el departamento del Cauca; el 19 de marzo la compañía Héroes de Yarumales, comandada por Marcos Chalita, se tomó el municipio de Toribío, al nororiente del Cauca, donde combatieron durante ocho horas con saldo de tres policías muertos. Al otro día, en el sitio La Chivera, jurisdicción del corregimiento de El Palo, un convoy militar que se movilizaba en dirección a Toribío, compuesto por nueve camiones del Ejército, escoltado por cinco tanques Cascabel, con el apoyo de aviones y helicópteros artillados, cayó en una emboscada tendida por los mismos guerrilleros. Más de 20 muertos en las filas de las Fuerzas Armadas fue el resultado. Estos hechos llevaron a un replanteamiento de la táctica militar que el Ejército estaba utilizando para combatir al batallón América; a partir de ese momento se puso en marcha la más grande ofensiva contraguerrillera de los últimos años en Colombia. En medio del contraataque del Ejército, el M-19 reunió a su Dirección Nacional, para estudiar, después de casi un año, las experiencias acumuladas y los derroteros a seguir: Hoy tenemos un nuevo parte de victoria para la nación bolivariana. Entre el 10 y el 28 de abril pasado, la Dirección Nacional del M-19, junto con las comandancias del Quintín Lame y de Alfaro Vive, ¡Carajo!, celebramos una reunión en las montañas del Cauca. Analizamos el momento y las perspectivas políticas del desarrollo de la democracia en Colombia, y los avances de la unidad bolivariana en este continente de futuro. Asimismo, evaluamos los esfuerzos realizados a lo largo del último año y afirmamos los planes e instrumentos político- militares en función de las propuestas y exigencias del momento. Se trata de una victoria más sobre las fuerzas de la oligarquía, empeñadas en impedir la realización de este encuentro. Y lo hicimos en plena zona de guerra, en un plazo de veinte días, con el enemigo

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cercándonos y hostigándonos; corriendo todos los riesgos, es cierto pero decididos a realizarla en Colombia y confiados en la capacidad de la fuerza militar de la democracia para actuar como defensora, como garante, de los trabajos de su dirección político-militar. En medio del cerco vivimos la tranquilidad y la alegría que caracterizan estos encuentros de compañeros y amigos. Fue emocionante estar reunidos otra vez, repasar anécdotas y experiencias vividas, constatar los desarrollos, y también sentir la presencia agigantada de los hermanos ausentes. La imagen viva del comandante Alvaro Fayad nos acompañó en todo momento, llenándonos de su vigor, su creatividad, su convicción de futuro y sus reflexiones. No tuvo la reunión el carácter de Conferencia Nacional del M-19, pero participaron gran número de miembros de nuestra Dirección y Comandancia10.

El documento final de la reunión del M-19 censuró el intento de solución a la crisis realizado por Belisario Betancur, y calificó su fracaso de tramposo por negar sistemáticamente la participación de las mayorías nacionales. En la síntesis del encuentro de la Dirección Nacional del M-19, Carlos Pizarro señaló una vez más la importancia de tener un Ejército como el batallón América, que calificaba como la concreción de la fuerza bolivarianay esperanza de una nación latinoamericana en la lucha por una sociedad distinta y por la derrota del terrorismo, el racismo, el armamentismo y los nuevos colonialismos que amenazan el destino de la humanidad. Pizarro reiteró, en sus palabras del 23 de abril, la necesidad de dirigir los mejores esfuerzos para garantizar que la unidad dentro de la revolución colombiana siguiera dando pasos ciertos para su desarrollo, como es el caso concreto de la CNG. Igualmente, ratificó la urgencia de pasar definitivamente de ser oposición a ser gobierno, el gobierno de una nueva nación: Actuar como gobierno implica también sintetizar y entregarle al país un sistema de valores que canalice la voluntad de la nación alrededor de ese gobierno. O, en otras palabras, recoger de una sociedad que tiene descuartizados sus valores, un sistema de valores que garantice que el gobierno expresa lo que la gente realmente quiere. Por eso, no es cualquier tipo de gobierno: es uno que actúe a la luz de una nueva concepción de la vida e integre los valores que hoy están desgarrados y dispersos. Y como es un gobierno que se basa y apoya fundamental

10. Documentos M-19. Carta Nacional, «Una revolución abierta al mundo». Reunión de Dirección Nacional M-19, Cauca, abril de 1986.

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mente en el alma colectiva, tiene que desencadenar el protagonismo histórico de nuestros pueblos".

Carlos Pizarro valoró la propuesta de la CNG de convocar a una Asamblea Nacional Popular, como «un esfuerzo mucho más democrático que legitime al nuevo gobierno, que le brinde nuevos protagonistas y legitime también al Ejército como puntal de existencia de ese nuevo gobierno, como su columna vertebral, como fuerza del cambio y como garantía de derrota del gobierno al que enfrentamos». Uno de los aspectos que se discutieron fue la formación de un estado mayor que permitiera una mejor conducción y que facilitara el ejercicio de las responsabilidades del comandante; por lo pronto, se reforzó el mando central —creado en la IX Conferencia— con la presencia de Otty Patiño y de Gerardo Quevedo, Pedro Pacho. Creemos que a nivel orgánico vivimos la mejor época del M-19. Pese a la pérdida de muchos cuadros —que hoy estarían llamados a jugar un papel fundamental—, encontramos como saldo de tantos esfuerzos a un conjunto de hombres que aprendieron a ganar, enriquecidos en su convicción de patria, y que hoy se piensan en una dimensión mucho más amplia de las que se pensaban hace un año o unos meses. Así de rica ha sido esta última etapa de desarrollo. Alvaro Fayad nos dejó una organización más madura y con esta posibilidad de construir el futuro entre todos, ha sido mayor la alegría de este encuentro. Durante este período que pasó, por el esfuerzo de todos y básicamente de Alvaro, tenemos al M que conocimos siempre: esa organización donde la amistad, la fraternidad y la alegría dan el clima que nos permite ser realmente creativos. Y eso es una ganancia para la revolución nacional y para la revolución bolivariana11 12.

El 28 de abril Carlos Pizarro, ratificado como comandante general del M-19, clausuró la reunión con varias reflexiones que reflejaban: El futuro del M-19 está en su capacidad de abrirse, en su capacidad de convocar, en su capacidad de ceder responsabilidades. Y tenemos que estar a la altura de ese reto. (...) Ese núcleo de hombres, ideales, armas que hoy es el M-19, sólo puede pensar en la victoria con las mayores audacias; y pensar en la victoria a corto plazo; y pensar en el privilegio que nos representa el poder

11. 12.

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Ibíd., pp. 8-9. Ibíd., pp.

participar como protagonistas en la conducción para reconstruirla; para cambiar el papel que tenemos hoy de hombres lanzados a la destrucción de un viejo régimen y emprender un trabajo que es mucho más gratificante y feliz: el de construir una patria en paz, una patria con justicia, con democracia y con libertad. Y llegará el día en que podamos sentarnos, con la victoria entre manos, a recordar a nuestros hombres, a recordar a los amigos, a los comandantes que perdimos, a los héroes que hemos ido sembrando a lo largo del país. Creo que hasta ese día no sentiremos que hemos cumplido con ellos, ni sentiremos que llegó el momento del descanso para nosotros13.

Cuando se estaba desarrollando el encuentro de la Dirección del M-19 se supo de la muerte de los miembros del M-19 Gerardo Jiménez Millán y Rafael, quienes aparecieron muertos en la carretera que de Cali conduce a Buenaventura, junto con tres colaboradores del Movimiento; sus cuerpos presentaban torturas y mutilaciones. Un mes más tarde, el 12 de mayo, se conoció la muerte de Yolanda Acevedo, Silvia, miembro de la Dirección Nacional, detenida en Cali junto a Fabio Monje y otras personas. De acuerdo con la versión de las autoridades, Silvia se suicidó cuando era interrogada. Al respecto Pizarro envió una carta al procurador general de la nación, Carlos Jiménez Gómez: Silvia, quien ejercía funciones de retaguardia en el regional del Valle del Cauca, recibió un tiro en la cabeza por parte de sus interrogadores, en las instalaciones del batallón Pichincha, en la madrugada del 12 de mayo. Murió ese mismo día en el Hospital Departamental de Cali, y su cuerpo presentaba evidencia de las brutales torturas y ultrajes a los que había sido sometida por sus asesinos. Le hablo de esto no para pedirle que inicie una exhaustiva investigación, señor procurador. Conocemos los hechos, la autoría del crimen y podemos predecir sus nulas consecuencias penales. Simplemente quiero dejar constancia de las crueles paradojas que vive y padece nuestra nación desde hace algún tiempo: porque tras las palabras del gobierno, está la realidad de un país que se desangra, víctima del crimen institucionalizado14.

La reunión de abril trazó la necesidad de reactivar el trabajo del M-19 en las ciudades. Para su puesta en práctica, el 14 de mayo se presentaron ataques simultáneos con fuego de mortero contra la

13. Ibíd., pp. 24-25. 14. «Voluntad de gobierno en favor del derecho a la vida: M-19», carta al procurador general de la nación. ¡Oiga hermano!, N° 155, junio 14 de 1986.

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Embajada de Estados Unidos, situada a pocas cuadras del centro de Bogotá, y contra las instalaciones de la multinacional Coca-Cola. La acción, denominada «Alborada por la dignidad de los pueblos», fue realizada en rechazo a la Declaración de Tokio suscrita entre los mandatarios de Estados Unidos, Alemania Federal, Francia, Italia, Gran Bretaña, Canadá y Japón: La fuerza miliciana Héroes de Palacio comunica a la opinión pública nacional e internacional, que ha realizado una Alborada por la dignidad de los pueblos. La escuadra de artillería Alfonso Jacquin atacó las instalaciones de la Embajada norteamericana, y la escuadra de operaciones Carlos Patiño Marín atacó las instalaciones de Coca-Cola Inc. en la autopista a Eldorado, en rechazo de la declaración de Tokio del 5 de los corrientes. No pueden, los pueblos de los países en desarrollo, quedarse impasibles ante la andanada terrorista que ha emprendido el gobierno de Ronald Reagan, avalada ahora por sus principales aliados en una reunión que abofetea los anhelos de paz y de justicia social de las naciones y de los pueblos. Ni en África (Libia), ni en Centroamérica (Nicaragua y El Salvador) se impondrá la política irracional y rabiosa del Pentágono15.

Las elecciones para presidente de la República, realizadas el domingo 25 de mayo de 1986, estuvieron precedidas de dos hechos generados desde las filas del Partido Liberal: Luis Carlos Galán Sarmiento, jefe del Nuevo Liberalismo, regresó a las toldas de su viejo partido al retirar su postulación como candidato. De esta forma, en la contienda quedaron el conservador Alvaro Gómez Hurtado con su propuesta de gobierno-programa; Jaime Pardo Leal, candidato de la Unión Patriótica; y Virgilio Barco Vargas, convertido en candidato único del liberalismo, con la propuesta de un movimiento de participación nacional; esa propuesta fue la ganadora y generó la conformación de un gobierno de partido —el primero en 35 años—, que de hecho pondría fin al Frente Nacional. Los resultados electorales sorprendieron. Virgilio Barco recibió la copiosa votación de 4.214.510 electores a su favor (58,29%), siendo el candidato que ha obtenido el mayor apoyo en las urnas en la historia de Colombia. Superó a Alvaro Gómez, quien contabilizó 2.588.050 votos (35,80%), por más de un millón seiscientos

15. «No al terrorismo de Reagan: milicias». ¡Oiga hermano!, N° 153, mayo 16 de 1986.

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mil votos. El candidato de la izquierda, Jaime Pardo Leal, alcanzó 328.752 votos (4,50%), convirtiendo a su movimiento, la Unión Patriótica, en la tercera fuerza política del país, aunque para ese entonces ya contabilizaba más de 300 muertos entre sus miembros a manos de grupos paramilitares. El martes 17 de junio, cuando a las 07:15 horas se dirigía a una sesión del gabinete ministerial, el M-19 intentó cobrarle al ministro de Gobierno, Jaime Castro Castro, lo que calificaba como su «inconsecuencia en el proceso de paz». En momentos cuando su vehículo avanzaba por la carrera 5a con calle 32 de Bogotá, un comando guerrillero lo embistió con una grúa y se enfrentó a sus escoltas; el ministro salió ileso y continuó la entrevista que en ese momento realizaba desde el carro atacado con el periodista Antonio José Caballero de RCN. en ocasiones anteriores, Alvaro Fayad y otros miembros del M-19 habían acusado al ministro Castro de instigar «la muerte de los principales catorce dirigentes del Movimiento o sus familiares inmediatos».

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La muerte de Boris y la unidad guerrillera

A principios de junio, los líderes del M-19 Carlos Pizarro y Gustavo Arias, Boris, se reunieron con el periodista Alvaro Vélez de la revista Cromos; con él dialogaron a fondo, tratando especialmente la posibilidad de nuevo diálogo con el presidente electo Virgilio Barco. En la entrevista, Pizarro mostró una actitud distinta, sobre todo más profunda frente a temas como la guerra, la paz, la legitimidad, el pacto y la participación de las mayorías: El M-19 tiene la misma decisión de dialogar. En este momento Colombia requiere ese instrumento porque está cuestionada la legitimidad del conjunto de fuerzas sociales y políticas que se mueven al interior de nuestra sociedad. (...) Barco no expresa la voluntad de la mayoría de los colombianos y por lo tanto no es portador de la legitimidad necesaria para que Colombia pueda salir de la crisis. Desde luego que su elección tiene márgenes de legitimidad expresados por el consenso de sectores minoritarios en la vida del país. (...) Creemos que hay que buscar para la paz protagonistas que verdaderamente la quieran, y esto se encuentra básicamente si se da la posibilidad de un pacto social y nacional; un acuerdo político de tal magnitud que permita a los diferentes sectores expresar inconteniblemente su verdad democrática y su proyecto histórico en una convocatoria nacional. (...) Todo se puede establecer a partir de un pacto entre las fuerzas que tienen el poder y quienes están por fuera de él. Sencillamente que se le entregue un momento de democracia a Colombia. Pensamos además que esto es lo que debe simbolizar la venida del Papa16.

Con motivo de la visita papal, que se realizó en la primera semana de julio de 1986, el M-19 decretó unilateralmente un alto al fuego y pidió la mediación del Pontífice en el conflicto armado 16. «Proponemos un pacto social y una convocatoria nacional», Entrevista con Carlos Pizarro (extractos). Cromos, edición Nu 3570, 17 de junio de 1986, pp. 20-25.

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colombiano; la petición estaba contenida en una carta que Everth Bustamante, secretario de relaciones internacionales, había entregado en el Vaticano, antes de iniciarse la gira del Papa. En Colombia, el Movimiento 19 de Abril, a través de su comandante general Carlos Pizarro Leongómez, envió una misiva a su santidad Juan Pablo II; en ella ampliaba los criterios ya expresados sobre la posibilidad de un reencuentro nacional y de democracia con diversidad: Hoy llega usted en el tiempo de nuestras heridas abiertas, exhibidas sin vergüenza ante la faz de los hombres. El recorrido, Padre, es por los laberintos de nuestra miseria. La muchedumbre que lo espera en las calles es un grito de esperanza que quiebra el silencio de nuestra realidad encadenada al ser como personas, que es la ausencia de dignidad y justicia. Llegaremos a su santidad como somos y como existimos. Nuestra casa está desquiciada. Nuestra nación bordea los abismos de la guerra, el llanto recorre todos los senderos y visita nuestros hogares. Sufrimos una paz que aquí los poderosos igualan a la humillación y renuncia. La tragedia de la violencia es una herencia fresca que se ha entregado de generación en generación. Ese es el escenario vital que acompañará su paso por esta tierra de ensueño que es nuestra América. (...) La paz en Colombia es hoy una vocación apasionada, más madura y decidida. El fraccionamiento de la legitimidad al interior de nuestra sociedad nos exige buscar un pacto de paz, de reordenamiento político, jurídico, económico y social que exprese la voluntad libre y soberana de la nación. Un pacto de paz que signifique abrir un instante de democracia plena en Colombia, en donde todos los poderes se coloquen al servicio de la nación y diriman el conflicto de legitimidad en la conducción política a partir del pueblo y la nación17.

Ante 600 mil personas, reunidas el miércoles 2 de julio en el parque Simón Bolívar de Bogotá, Juan Pablo II hizo un claro llamado a lós guerrilleros: Por desgracia, muchos hombres en el mundo contemporáneo se han dejado seducir por la tentación de la violencia armada, hasta llegar en muchas partes a los extremos insensatos del terrorismo que sólo deja tras de sí desolación y muerte. Desde esta ciudad de Bogotá hago un llamado vehemente a quienes continúan por el camino de la guerrilla, para que orienten sus energías —inspiradas acaso por ideales de

17. Documentos M-19. «Por la paz en Colombia, el M-19 os saluda». Carta a su Santidad Juan Pablo II (extractos). Julio de 1986.

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justicia— hacia acciones constructivas y reconciliadoras que contribuyan verdaderamente al progreso del país. Os exhorto a poner fin a la destrucción y la muerte de tantos inocentes en campos y ciudades18.

Durante la reunión papal con jóvenes en el estadio El Campín de Bogotá, el M-19 interceptó la transmisión televisiva que se realizaba simultáneamente, para enviar unas palabras de reflexión sobre la realidad de América Latina. Cuando aún el mensaje papal flotaba en los oídos y corazones de millones de colombianos, el M-19 reanudaba sus audaces operaciones llevándose 80 cajas de dinamita con 25 kilos cada una y gran cantidad de elementos para detonar explosivos de las instalaciones de la Industria de Cementos del Valle. El asalto fue realizado por el pelotón Elvecio Ruiz del batallón América y causó gran preocupación entre las autoridades por el uso que podrían dar a la dinamita. El 20 de julio se instaló el Congreso de la República. Hasta allí acudió el presidente Belisario Betancur para presentar su último informe de gestión, consistente en un amplio discurso de siete capítulos con introducción y epílogo, en los que hizo un balance sobre la paz, el desarrollo, la reactivación y la estabilidad, la autonomía regional, etc. El ambiente político se encontraba caldeado por el informe que dos meses atrás presentara el procurador general de la nación, Carlos Jiménez Gómez, con relación a «desbordamientos extralegales» por parte de las autoridades, relacionados con «allanamientos irregulares, seguimientos callejeros, arrestos injustos, procesos ilegales, condenas gratuitas o desproporcionadas, torturas físicas o morales, desapariciones misteriosas e ininvestigables», todo ello conducente a «un proceso de argentinización» como «antesala de nuestra centroamericanización». En esta como en otras ocasiones, las afirmaciones del procurador causaron revuelo. En su informe sobre los hechos del Palacio de Justicia, presentado ante el presidente de la República el 13 de junio, señalaba responsabilidades del mandatario y de su ministro de Defensa, general Miguel Vega Uribe, y anunciaba que presentaría una acusación formal ante la Cámara de Representantes; así lo hizo y los congresistas encargados de tramitarla (Carlos Mauro Hoyos, Horacio Serpa y Darío Ordóñez) conceptuaron que no había lugar para adelantar un juicio contra los acusados por el holocausto a la

18. «Es necesario restañar las heridas de la violencia», dice Juan Pablo II. El Tiempo, 3 de julio de 1986, p. 8A.

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justicia, que «el pueblo y la historia» se encargarían de hacerlo. En su discurso ante el Congreso, el presidente saliente rechazó los argumentos del procurador y, refiriéndose al tema del Palacio de Justicia, afirmó: Desde el mismo momento de la ocupación del Palacio de Justicia, el grupo terrorista entró a sangre y fuego, asesinando, con innecesaria sevicia, a los humildes vigilantes privados, y procediendo al secuestro violento de las personas que se encontraban en el edificio. (...) Las exigencias del comando terrorista, que ni siquiera podían ser oídas por el chantaje que involucraban, fueron delirantes y desorbitadas: un juicio al presidente de la República; forzar al supremo poder jurisdiccional a tomar decisiones, emitir conceptos y deliberar en circunstancias completamente extrañas al medio natural que exige la reflexiva tarea del jurisconsulto; obligar al Ejecutivo a deponer todas las condiciones del ejercicio de su mandato, para realizar en términos tan absurdos el examen de su política de paz, entre otras exigencias. (...) El examen de nuestra responsabilidad, que hemos asumido plena y personalmente, ha mostrado que no excluimos ninguna posibilidad de diálogo y persuasión, buscando la intervención de personas influyentes con audiencia entre los terroristas; recurrimos al consejo de personalidades, situadas en ese momento al margen del pavoroso drama, ofrecimos alternativas para una evacuación, garantizando la vida y el juicio civil a los miembros del comando terrorista. Intentamos dialogar19.

El 24 de julio de 1986 fue muerto Gustavo Arias Londoño, tercer comandante del M-19, en la población de Caldas, Antioquia, cuando se dirigía a cumplir una cita con las organizaciones integrantes de la CNG. Boris era una leyenda dentro del movimiento guerrillero colombiano. Hombre de acción y de palabra, protagonizó cientos de combates y de hechos espectaculares, la cárcel no lo detuvo y murió en el aniversario del natalicio del Libertador Simón Bolívar, en el aniversario del nacimiento de Alvaro Fayad. Esta larga cadena de muertes en las filas del M-19—desde un año atrás—, estaba logrando minar su estructura, su capacidad política y militar; la alta cantidad de pérdidas en vidas humanas mostraba a las claras una decisión de aniquilamiento por parte de las autoridades contra el M-19; también mostraba sus propias debilidades y errores.

19. «Colombia no hubiera sobrevivido si acepta peticiones del M-19, dice Betancur sobre la toma del Palacio». La República, 21 de julio de 1986, p. 3A. «Cumplimos nuestro deber: B.B.», El Espectador, 21 de julio de 1986, p. 8A.

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En el marco unitario llevado a cabo por la Coordinadora Nacional Guerrillera, se destacó el Seminario Alvaro Fayad, cumbre de las direcciones de las diferentes organizaciones político-militares, efectuada entre el Io y el 10 de agosto de 1986 en el «Campamento de la Unidad» del Ejército de Liberación Nacional. Los periodistas Gladys Mogollón, de Colprensa; José Domingo Bernal; de Caracol, y Edelmiro Franco, de Serviprensa, fueron invitados por los insurgentes a presenciar las deliberaciones de su seminario. Por el M-19 asistieron Otty Patiño, Rosemberg Pabón, Vera Grabe y Afranio Parra, en nombre del mando central y del Comando Superior; en total 18 dirigentes de las fuerzas integrantes de la CNG elaboraron una primera propuesta política para el país denominada «Alternativa popular para una Nueva Colombia». Al momento de su muerte, Gustavo Arias, Boris, tercero en el mando del M-19, iba como delegado al primer seminario de comandantes de la CNG; esta reunión elaboró una carta pública en homenaje a Boris, en la que plasmaba su reconocimiento a uno de los cuadros más destacados del movimiento guerrillero colombiano: «Hemos realizado una reunión de unidad y esperanza. Un asiento ha estado vacío, el del comandante Gustavo Arias Londoño, del Movimiento 19 de Abril, M-19. El pueblo ha de saber que el comandante Boris venía para la Asamblea de Direcciones de la Coordinadora Nacional Guerrillera. Ha de saber que todos esperábamos su presencia. La ausencia del comandante Boris ha pesado en la reunión, no como sino trágico sino como aliento, como llamado al compromiso, como exigencia de victoria. La nación conoció al comandante Boris. ¿Quién no tuvo noticias de sus combates y sus victorias? Su presencia se agrandó en Florencia. Allí tuvo el punto más alto de un período de su lucha militar rural iniciada con los primeros grupos del M-19. Después vendrían las campañas en Cauca, Huila y Valle. El comandante Boris dirigió con éxito muchos combates que llenaron de alegría a los trabajadores colombianos20.

Un aspecto que ocupó parte de las discusiones en el seminario de la CNG fue el relacionado con las FARQ organización acusada por las demás de protagonizar permanentes ataques y asesinatos contra miembros de los restantes grupos. Esta práctica, calificada de sectaria, hegemonista y criminal, tuvo una respuesta de laCNG:

20. Documentos M-19. Carta Nacional, octubre de 1986.

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1. Se determina que todo asunto que tenga que ver con las PARC, en la medida de lo posible, debe tener una respuesta unificada como CNG. No habrá relaciones con las PARC, sino que se mantendrán las relaciones con dicha fuerza, como Coordinadora. 2. Consideramos que la política que hoy adelantan las FARC-UP no responde a las exigencias del país y del proceso revolucionario, y que sirve para legitimar una imagen de apertura que quiere mantener el gobierno. 3. Empeñados como están en esa política, se establece de hecho una enorme distancia entre ellos y nosotros. Por la actitud que asume ante la CNG y por las agresiones contra sus miembros, hoy es difícil pensar en acuerdos unitarios con ellos. Es por esto que debemos hacer esfuerzos para que mínimamente se establezcan relaciones de mutuo respeto a todo nivel21.

21. Carta Nacional, op. dt.

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Barco: «Mano tendida y pulso firme»

El 7 de agosto de 1986 se produjo la toma del municipio cundinamarqués de Nemocón, distante 60 kilómetros de la capital de la República; igualmente, en el departamento del Cauca, las fuerzas del batallón América ocuparon Belalcázar durante 20 horas. En este último asalto, una de las contenciones de la fuerza insurgente, situada en las afueras del poblado, montó una emboscada contra una unidad de la compañía Caimán del batallón José Hilario López, en la que fue hecho prisionero el soldado José Ernesto Quintero, quien permaneció retenido por el batallón América hasta el 10 de noviembre siguiente, cuando fue liberado en el municipio de Florida. Así se inició la campaña «América, herencia y destino» para recibir a Virgilio Barco Vargas, quien ese día asumía como presidente de Colombia. Desde Belalcázar, localidad indígena situada en estribaciones de la cordillera Central, el M-19 lanzó una proclama a los colombianos, sintetizada en un Pacto por la Vida: «un acuerdo que abra las compuertas a la participación libre y soberana de todos los componentes de la nacionalidad y que entregue a cada ciudadano la potestad de forjar su propia vida, puede reconciliar en medio del antagonismo social vigente»22. La propuesta, firmada por Carlos Pizarro, desestimaba un acercamiento hacia el gobierno y resaltaba los pasos de unidad guerrillera; aquí sus principales apartes: Hoy, 7 de agosto, asume en Bogotá otro gobernante de los oligarcas, el señor Virgilio Barco. Nosotros, democracia en armas, desde esta población sembrada en el corazón de la rebeldía y la dignidad de la nación indígena, le decimos a Barco que no lo aceptamos como gobierno, y afirmamos ante los pueblos de América la voluntad de apropiarnos de

22. Documentos M-19. Boletín N° 110, octubre de 1986.

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nuestro futuro, de nuestra tierra, de nuestra cultura, del proyecto histórico que nos dé sentido como nación. Definitivamente no continuaremos regalando nuestra esperanza. (...) A la oligarquía se le agotó su tiempo. Hasta ayer esperamos que desde el Estado y el poder se intentara siquiera la reforma que hiciera menos agobiante la situación de la nación. Hoy el tiempo de la paciencia ha concluido. No estamos en disposición de rodear con nuestra pasividad las expectativas de Virgilio Barco, acunadas en la demagogia recurrente de la casta dirigente. No aguardaremos otro cuatrienio de desengaños y no entregaremos por más tiempo nuestro destino en manos de un gobierno que no nos expresa y no nos pertenece23.

El gobierno de Virgilio Barco se presentó como el gobierno de la rehabilitación (estrategia económica), la reconciliación y la normalización (estrategia política), destinado a erradicar la pobreza absoluta. Planteado como un gobierno de partido, llevó a los conservadores a asumir una «oposición reflexiva» que los dejó por fuera del gabinete ministerial y de todos los niveles de la administración; la decisión conservadora fue aprobada por mayoría entre los miembros de su Junta Parlamentaria. Entre los principales miembros del nuevo gabinete figuraron el general Rafael Samudio Molina como ministro de Defensa, el coronel (r) Julio Londoño Paredes como ministro de Relaciones Exteriores, Fernando Cepeda Ulloa como ministro de Gobierno y Carlos Ossa Escobar como consejero presidencial para la Rehabilitación, la Reconciliación y la Normalización. Esta Consejería, que remplazó a las anteriores Comisiones de Paz, Verificación y Diálogo, se convirtió en la piedra angular del nuevo esquema de la estrategia de paz; a la política anterior se añadían ahora aspectos económicos y sociales para las zonas agrarias de mayor arraigo guerrillero. Para ello, junto a la creación de la Consejería, estaba un redimensionamiento del Plan Nacional de Rehabilitación, PNR, a través del cual se buscaban nuevas oportunidades para el desarrollo de las regiones con mayores desequilibrios económicos y sociales, y donde la presencia del Estado había sido históricamente precaria. Con la frase de campaña del presidente Barco, «mano tendida y pulso firme», se pretendía atraer a los movimientos que quisieran dialogar o negociar con el gobierno y someter por la fuerza a aquellos que persistieran en su acción armada. Entre los objetivos gubernamentales

23. Documentos M-19. «Convocatoria a la nación a ejercer nuestro propio gobierno» (extractos). Agosto 7 de 1986.

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se encontraba profundizar el proceso de tregua parcial realizado con las FARC, pidiéndole y proponiéndole la entrega de armas, pero los asesinatos contra miembros de la UP, que a finales de agosto ya habían cobrado las vidas del senador Pedro Nel Jiménez y del representante a la Cámara Leonardo Posada, hacían cada día más difícil que esta organización se mantuviera en los términos de los acuerdos de La Uribe de 1984. A poco más de un mes de su posesión, la ausencia del mandatario colombiano ya era notoria. El prolongado silencio del presidente Barco, que contrastaba con la elocuencia de su antecesor, fue interpretado por muchos como un vacío de poder que se hacía más notorio con la violencia política reflejada en el ascendente accionar guerrillero y en las decenas de asesinatos perpetrados en contra de miembros de la Unión Patriótica. Tanto los conservadores en la oposición, así como algunos miembros de su partido, criticaban una falta de dirección y mando en un gobierno incapaz—de acuerdo con declaraciones del conservador Alvaro Gómez— de fijar políticas concretas frente a los temas económico, agrario y de paz. Paralelo al comportamiento del gobierno, se presentó un proceso de unidad en sectores populares; este fue el caso de la constitución del Comité Unitario Agrario Nacional, conformado el 20 de septiembre de 1986 en reunión de la ANUCy demás organizaciones relacionadas con el tema agrario. Por su parte, los trabajadores reunidos en un vasto movimiento sindical, resolvieron conformar la Central Unitaria de Trabajadores, en el congreso constitutivo realizado en Bogotá entre el 15 y el 17 de noviembre. Esta vieja aspiración de los trabajadores colombianos, que recogió en su seno todas las tendencias políticas: liberales, conservadores, progresistas, comunistas y sectores revolucionarios, fue saludada por la Coordinadora Nacional Guerrillera: Sólo nos hace falta hacer más sólidas nuestra unidad y nuestras fuerzas para barrer los obstáculos del camino y construir nuestro luminoso futuro. A ello contribuiremos todos; y la CUT, la futura gran Central Unitaria de los Trabajadores de Colombia, tiene desde ya un extraordinario papel que cumplir en el fortalecimiento y profundización de la lucha democrática y popular en que estamos empeñados enormes contingentes de las masas trabajadoras y de las capas medias, revolucionarias, democráticas y gentes progresistas24.

24. Separata especial Macondo Hoy, II época, Nu 8, enero de 1987.

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El accionar guerrillero continuó cuando el 8 de agosto las unidades Andrés Almarales, Omaira Montoya, Alfonso Jacquin y Alfredo Alvarez, de la Coordinadora Nacional Guerrillera, asaltaron la sede del Comando del Resguardo Nacional de Aduanas, situada en la ciudad de Barranquilla, de donde se llevaron un importante arsenal consistente en 30 revólveres calibre 38 y quince subametralladoras UZI. Dos semanas más tarde gran parte de las armas fueron recuperadas cuando eran transportadas como carga por tren desde el municipio de Ciénaga. El 10 de agosto miembros de la fuerza militar conjunta del Ejército Popular de Liberación y del Movimiento 19 de Abril, que operaban en el departamento de Antioquia, ocuparon el municipio de San Pedro de los Milagros, 44 kilómetros al norte de Medellín; los alzados en armas se enfrentaron a los agentes de policía, dos de los cuales rmirieron, y se llevaron al policía Carlos Uribe, posteriormente entregado a los pobladores de Entre Ríos; igual situación se presentó cuando el 30 de agosto la misma fuerza conjunta capturó a los soldados Jorge León Arango y Luis Alfredo Betancur, pertenecientes a la Compañía Girardot, puestos en libertad el 18 de septiembre de 1986. Similar comportamiento tuvieron los guerrilleros en Inzá, Cauca, cuando unidades del batallón América al mando de Carlos Pizarro se hicieron presentes el 6 de septiembre, atacando el cuartel de policía y capturando a los agentes José Franco Rivera y Marco Antonio Velásquez, entregados por Pizarro al director del hospital local para su protección. Durante el último trimestre de 1986, batallones de la IV y II Brigadas, pertenecientes a la I División del Ejército, desarrollaron un amplio cerco contra la fuerza conjunta del EPL - M-19 en la región que abarca los municipios antioqueños de Carolina, Gómez Plata, Don Matías, San Pedro, Yarumal y Santa Rosa. Los enfrentamientos empezaron el 20 de octubre; cinco días más tarde arreciaron en el área de Don Matías, donde murieron varios soldados. Los guerrilleros estaban peleando en terreno abierto, con vías de comunicación de fácil acceso a una serie de pueblos, en una zona donde carecían de apoyo, en condiciones de clara inferioridad frente a unidades militares que utilizaban helicópteros y artillería; sin embargo, rompieron el cerco y contraatacaron; uno de sus partes de guerra, firmado por Germán Rojas, Jairo Peña, Arnulfo Jiménez y Ernesto Gómez, así lo señalaba:

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Siendo las 14 horas del 31 de octubre, en la vereda La Herradura, a unos 5 minutos de Carolina del Príncipe, tropas nuestras emboscaron a la compañía Aguila Seis del batallón Mecanizado N° 6 «Cartagena», con los siguientes resultados: 15 bajas al enemigo; material recuperado: 6 fusiles Galil, 15 proveedores para los mismos, 650 tiros 7.62,5 equipos de campaña, 6 granadas de fragmentación, 1 lente infrarrojo para visión noctura, material de intendencia. De nuestra parte y con profundo dolor, informamos al pueblo que los vio nacer, que 5 compañeros que lo habían sacrificado todo para luchar contra la injusticia, el terror y el hambre, cayeron como héroes en los encarnizados combates. Son ellos Margarita, Jorge, Ernesto, Libardo y Mario; los cuales, seguirán presentes en el corazón y en las luchas del pueblo25.

25. Documentos M-19. Estado mayor conjunto EPL-M-19, Parte de guerra, sin fecha.

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Una etapa de reflexión

A principios de octubre de 1986 se produjo la salida de Carlos Pizarro del país; el objetivo de su desplazamiento por varias naciones era cumplir compromisos internacionales y acudir a la cumbre de la CNG pactada meses antes. Con muchas dificultades pudo trasladarse Pizarro, inicialmente a La Habana, donde esperaba concretar citas relacionadas con el batallón América, con su propia organización y con la marcha de la Coordinadora. Un nuevo golpe recibió la comandancia del M-19 y del batallón América y todos sus combatientes cuando a finales de octubre se enteraron de la «muerte, en combate» de Zoraida Téllez, Anita, miembro de la Dirección Nacional del Movimiento, quien junto a Alonso Pinillo se enfrentaron con la policía en la zona del Alto Anchicayá en el departamento del Valle; Anita era muy apreciada entre sus compañeros, había permanecido varios años en la cárcel y desempeñaba tareas de retaguardia para el batallón América. Simultáneamente se produjo la pérdida de Ricardo Arturo Jarrín Jarrín, comandante general de la organización ecuatoriana Alfaro Vive, ¡Carajo! Ricardo Jarrín había salido de su país para encontrarse con Carlos Pizarro en Cuba. A su paso por Panamá fue recibido por las estructuras locales del M-19 y una noche, en un descuido, fue secuestrado por un grupo de hombres al parecer vinculados a los servicios de seguridad norteamericanos. Esto sucedió el 24 de octubre en Ciudad de Panamá; al día siguiente, sábado, fue trasladado con el mayor sigilo a Quito, donde lo encerraron y torturaron hasta la noche del domingo cuando le dieron muerte. La información pública del lunes era que había muerto durante un enfrentamiento en un barrio de la capital del Ecuador. La información de sus compañeros fue otra:

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El Movimiento Alfaro Vive, la comandancia del batallón América y su estado mayor denuncian y condenan ante América Latina y el mundo el secuestro, tortura y asesinato de Arturo Jarrín Jarrín, comandante del Movimiento Alfaro Vive del Ecuador. El comandante Arturo fue secuestrado en un país latinoamericano por un grupo de la Central de Inteligencia Americana (CIA) que lo trasladó a una base militar norteamericana para someterlo a torturas y, finalmente, asesinarlo en complicidad con el gobierno de León Febres Cordero. La mentira oficial difundida de que nuestro comandante murió en combate contra el Ejército ecuatoriano pretende ocultar la intervención descarada del gobierno de Reagan que, violentando las normas del orden jurídico internacional, pisotea la soberanía de nuestros países. Poseemos todas las pruebas que demuestran que los autores intelectuales y ejecutores del asesinato del comandante Arturo son miembros de la Central de Inteligencia norteamericana y mostraremos al continente y al mundo dichas pruebas cuando lo consideremos conveniente. (...) La nación ecuatoriana guarda sembrada en sus enseñanzas la semilla de la unidad continental en un hombre como el comandante Arturo Jarrín, que siguiendo la senda de Eloy Alfaro avanza con decisión inquebrantable de victoria, construyendo la patria grande con que Bolívar soñó. Comandante Arturo... ¡Cumpliremos!

Batallón América Carlos Pizarro Leongómez

Movimiento Alfaro Vive Eloy

A un año de la toma del Palacio de Justicia y de su cruento desenlace, el M-19, en una interferencia a la señal de televisión, rindió homenaje a los magistrados, soldados, guerrilleros y civiles que murieron en el asalto. En una declaración firmada por el mando central, el Comando Superior y el estado mayor general, explicó nuevamente los motivos de la operación «Antonio Nariño por los Derechos del Hombre» y la respuesta de arrasamiento del «régimen oligárquico». La CNG envió un mensaje a la nación —discutido en la VII plenaria realizada a finales de octubre—, sumándose a las conmemoraciones de los días 6 y 7 de noviembre:

26. «Denuncian el asesinato de un alfarista por parte de la CIA». El Día (México), viernes 7 de noviembre de 1986, p. 10.

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Un país se hace eco de voces de libertad y de combate. Fuerzas y armas de pueblo crecidas en la unidad se suman a este concierto por la vida y el amor: la Coordinadora Nacional Guerrillera, CNG, se hace presente en el lugar donde hace un año la barbarie pretendió en vano apagar la esperanza representada en hombres y mujeres, colombianos valerosos, y donde hoy el pueblo le está demostrando al país y al mundo que la esperanza está viva, multiplicada y fortalecida porque su decisión es la de enrumbar su destino y abrir el camino para construir una alternativa de poder y de vida nueva27.

Para diciembre de 1986 se concretó una nueva cita entre los máximos dirigentes de las organizaciones armadas que participaban en la CNG. El encuentro se efectuó en La Habana (Cuba) y a él asistieron: por el M-19, Carlos Pizarro, Antonio Navarro, Vera Grabe y Gerardo Quevedo, Pedro Pacho', por el ELN participaron Manuel Pérez, Jacinto Ruiz y Milton Hernández; por el EPL, Ernesto Rojas y Carlos Franco; Gabriel Borja por el MIR-Patria Libre; José Matías Ortiz, Valentín González, y Enrique Flórez, Sergio Sierra, por el PRT. En el transcurso de la reunión se presentaron fricciones entre los dirigentes que llegaron a poner en peligro - la unidad de la CNG. La propuesta de Nuevo Gobierno que llevaba el M-19 fue rechazada por los demás grupos, hecho que demostró la existencia de distintos enfoques dentro de la Coordinadora. Un día antes de Finalizar la legislatura ordinaria de 1986, el 15 de diciembre, el presidente Virgilio Barco sancionó la ley que aprobaba el tratado de extradición suscrito con los Estados Unidos; días antes, la ley había sido declarada inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia, al alegar vicios de forma que podían ser corregidos con la sola firma del mandatario. Este episodio, que se resolvió fácilmente, afectaba a los grupos vinculados al narcotráfico, autonombrados «Los Extraditables», permanentemente amenazados con ese tratado. En la noche del 17 de diciembre, cuando abandonaba las instalaciones del diario El Espectador, su director, Guillermo Cano, fue víctima de varios disparos que le causaron la muerte. La reacción por su asesinato fue nacional; la escalada violenta por parte de los narcotraficantes aumentaba día tras día. Frente a ello el gobierno dictó una serie de decretos de estado de sitio, destinados a combatir por igual a narcotraficantes y a guerri

27. «Al Concierto de Flores por la Vida y el Amor», documento de la CNG, noviembre 6 de 1986.

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lleros. Guillermo Cano había escrito sobre los derechos humanos, sobre la vigencia de una democracia integral, sobre la necesidad de humanizar la guerra, sobre la desaparición forzada de personas, sobre la salida política al conflicto armado; en todos sus escritos dejó la huella de hombre tolerante, corajudo y honesto. Discrepó públicamente del trato a los detenidos políticos en el período de Turbay Ayala, denunció la extralimitación de las Fuerzas Armadas en sus funciones, investigó y señaló a los pulpos financieros, fue uno de los defensores del proceso de paz con los grupos alzados en armas, criticó y denunció al narcotráfico. Esos fueron sus pecados. El 21 de diciembre del mismo año fueron asesinados en Bogotá los hermanos Jorge Eduardo y Ariel Carvajalino, el primero de ellos miembro de la Dirección Nacional del M-19, donde se le conocía como Nelson Cifuentes. Había pertenecido al Movimiento desde su fundación, vinculado a actividades militares, de propaganda e internacionales; su hermano, Ariel, había recibido formación en el exterior y años antes fue capturado por el Ejército en Nariño, al ingresar a la columna dirigida por Carlos Toledo Plata. El discurso de añonuevo del presidente Barco, pronunciado ante el país por radio y televisión el 1° de enero, fue interferido en cuatro ocasiones por el sistema Radio Venceremos Televisión del M-19. El jefe de Estado centró su intervención en la recuperación de la paz y la seguridad, en la lucha contra el narcotráfico y la pobreza absoluta; esta última se trataría a través de un Plan Nacional, que dirigiría personalmente, y que contemplaba rehabilitar y construir asentamientos urbanos y rurales, educación y salud básicas para todos, aprovisionamiento de bienes básicos y mejoramiento del hogar. A pesar de que al terminar 1986 en el país se recuperaba la producción, disminuía la inflación —que alcanzó apenas el 20%—, y de que la balanza comercial registraba una significativa alza en las exportaciones, distintos editorialistas y columnistas —nacionales e internacionales— señala permanentemente que Colombia se encontraba a la deriva: violencia política y social, inmoralidad en diversos estamentos de la administración pública, crisis parlamentaria originada por el retiro de las bancadas de la UP y de los conservadores, y una mala imagen del presidente, que no gustaba de la publicidad. Uno de esos artículos, escrito en el diario El Tiempo por el periodista Daniel Samper Pizano, titulado «Se llamaba Colombia», instaba a las «reservas en los partidos tradicionales, en colectividades políticas inde

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pendientes, en el sector privado y en la prensa», a hacer «un último esfuerzo por salvar lo que queda de valores e instituciones»: Colombia necesita un golpe de Estado. Pero no el golpe de Estado clásico que algunos empiezan a proponer: el que remplaza la precaria democracia civil por una plena dictadura militar. El Cono Sur ya demostró hasta dónde este remedio constituye sólo una nueva enfermedad. Lo que se requiere es que una nueva democracia, ágil, fresca, imaginativa, participante, fuerte, le dé el golpe de Estado a la democracia exhausta, temerosa y de apariencias que hoy tenemos. (...) Que el parlamento —unicameral y reducido a una tercera parte de sus actuales miembros— se convierta en una institución operante y limpia. Que las regiones adquieran mayor autonomía. Que el Ejecutivo sea un verdadero planeador y coordinador de esfuerzos y no un carrusel de burocracias y papeleos. Que se emprendan las reformas sociales y económicas imprescindibles para mejorar la situación de la mayoría de los colombianos28.

Las apreciaciones del columnista de El Tiempo tuvieron una respuesta por parte de Antonio Navarro Wolf quien, en nombre propio y del M-19, le escribió una carta mostrando las coincidencias con sus propuestas: Coincido con que en este momento de confusión se puede acudir a las reservas democráticas que tenemos, sin duda muy grandes. Con todos aquellos a quienes mencionas (...) y con muchos otros que no podemos ignorar, las organizaciones sindicales, estudiantiles, campesinas e indígenas, los artistas e intelectuales, la Iglesia, los movimientos cívicos, el movimiento popular alzado en armas, convoquemos a un pacto nacional por la democracia y la paz. Dada la gravedad de la hora éste no puede ser otro que un pacto de gobierno. Reconozcámoslo: el doctor Barco no puede seguir gobernando solo, y si insiste en hacerlo, debe ser relevado por un gobierno nuevo, un gobierno pactado con el país real, un gobierno capaz de encontrar consensos para organizar un Estado democrático, que recurra a la consulta ciudadana para tomar decisiones, que transforme las instituciones obsoletas, que logre lo que tú llamas una «nueva democracia ágil, imaginativa, participante y fuerte»29.

Las propuestas de Pació Nacional y de Nuevo Gobierno, que el M-19 había esbozado durante el último trimestre de 1986, queda

28. «Se llamaba Colombia», por Daniel SamperP. El Tiempo, 31 de diciembre de 1986, p. 5A. 29. Documentos M-19. Carta de Antonio Navarro Wolf a Daniel Samper Pizano (extractos), enero 3 de 1987.

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ron sintetizadas en las discusiones y decisiones del encuentro de la Dirección Nacional que realizara el Movimiento en enero de 1987 en La Habana, Cuba: «Pacto nacional por un gobierno de transición»: Durante el mes de enero se reunió buena parte de la DN para discutir una propuesta política que dé luz a todo nuestro accionar. Algunos miembros de la Dirección o jefes de área no alcanzaron a llegar; otros no fueron convocados en razón de las responsabilidades a que estaban abocados. Pero todas las estructuras estaban representadas y en esa medida, se trabajó dando cabida al mayor consenso, a las inquietudes más apremiantes y a las exigencias fundamentales. El eje de la discusión de enero fue la propuesta política. En tanto ésta se da en un espacio y tiempo definidos, fue necesario abordar antes definiciones acerca de los siguientes temas: a) el proceso de la unidad guerrillera; b) la evaluación de nuestros desarrollos en el período que pasó con relación a la decisión de ser gobierno; c) la situación orgánica; d) nuestra política internacional30.

En cuanto al proceso de la unidad guerrillera, la Dirección Nacional conceptuó que existían dificultades en impulsar una propuesta conjunta; las diferencias en el terreno político evidentemente manifestaban diversas concepciones sobre la vida y la sociedad, la organización y el quehacer cotidiano de cada uno de los grupos que participaban en la CNG; ello se había reflejado en la cumbre de La Habana en diciembre anterior, en la que se definió que cada fuerza podía profundizar en su propia propuesta, sin que ello obstaculizara la búsqueda de una propuesta común; estas diferencias no fueron consideradas allí como antagónicas y, por tanto, eran superables. Sin desestimar el proceso que se efectuaba como Coordinadora, el M-19 vio necesario fortalecerse orgánicamente, profundizar su accionar político-militar y reasumir un perfil más claro como organización, para así volcarse con más fuerza al proceso de unidad. Atendiendo la voluntad existente entre las distintas fuerzas de la CNG, consideró necesario dar pasos de unidad con las FARQ previendo así una posible ruptura de los acuerdos de tregua que aún mantenía con el gobierno. En cuanto a los desarrollos alcanzados en el período anterior, se estableció que la decisión de ser gobierno había cuajado, pero no la propuesta política que impulsara los procesos sociales, políticos

30. Documentos M-19. Carta Nacional, abril de 1987.

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y militares acordes con ella, pues aún se limitaba a los Campamentos de Paz y a las milicias Bolivarianas, pero estaba ausente en los restantes sectores nacionales. En el terreno político-militar, destacó el surgimiento del batallón América, la fuerza conjunta y las estructuras de milicias, pero «se desdibujaron las formas de articulación entre la iniciativa de las masas y la iniciativa político-militar». La débil situación orgánica fue abordada en el encuentro como un período caracterizado por dispersiones que habían ocasionado la pérdida de eficacia y contundencia en el accionar; se señalaron como razones de ello: — Las limitaciones que nos imponía una decisión política que aún no cuajaba como propuesta para la nación, que unificara todos los esfuerzos y les diera un sentido único. — El debilitamiento de los mecanismos de conducción y el relajamiento de los procedimientos internos de decisión, evaluación y comunicación. — La pérdida de cuadros, que impuso reordenamientos necesarios en todas las estructuras y que significó ante todo una pérdida política para la democracia, que veía en ellos a cuadros imprescindibles para el desarrollo del proceso. — El debilitamiento de las estructuras urbanas en función del desarrollo y consolidación de las unidades de Ejército31.

En el tema de la política internacional, el M-19 se reafirmó en los principios de autodeterminación de los pueblos, el no alineamiento y la convivencia pacífica, basados en un nuevo orden económico internacional y en el freno a la carrera armamentista; el batallón América fue presentado como desarrollo de un proyecto bolivariano de unidad y hermandad, más allá de la fuerza militar, como un ideal de unidad latinoamericana. La propuesta de «Pacto nacional por un gobierno de transición» planteaba un reencuentro de la nación consigo misma, reelaborar —entre todos— nuevas normas de convivencia, reconstruir el consenso y un nuevo ejercicio del poder. Como instrumento necesario para sustentar tal propuesta, estaba la convocatoria a un grupo de colombianos para que se comprometieran a conformar una comisión nacional y política por el Pacto, a impulsarlo y promoverlo en eventos, asambleas, cabildos, movilizaciones, juntas de gobierno, etc.:

31. Ibíd.

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Hoy los protagonistas del Pacto no son, como antaño, dos facciones de la oligarquía, sino el conjunto de las fuerzas de la nación; mas la fórmula sigue siendo el Pacto Nacional: ya no como ejercicio de unos pocos, sino como ejercicio democrático de todos. (...) Así, el Pacto sólo tiene una perspectiva cierta para este gran anhelo nacional que es sembrar futuro: el gobierno, un gobierno compartido, un gobierno de salvación nacional. (...) El Pacto incluye la conformación de un gobierno de hecho, que sea representativo y pluralista, que se comprometa con el plan de emergencia producto del Pacto, que se aboque a la solución política del conflicto y, que sea transitorio, comprometiéndose a levantar las bases para que se estructure un gobierno plenamente legítimo32.

En febrero de 1987, mediante carta dirigida al Comité Regional Indígena del Cauca, CRIC, el batallón América lanzó una propuesta de paz para el Cauca fundamentada en tres puntos: 1) Convertir el plan de rehabilitación gubernamental, calificado como estrategia de guerra, en un pilar de paz para el departamento, haciendo que los indígenas asumieran la planificación y administración de los recursos del PNRcon el fin de que fueran palanca efectiva para el desarrollo de la región. 2) Desmilitarizar la zona de los resguardos indígenas por parte de las fuerzas armadas tanto del gobierno como del movimiento guerrillero, para que el plan de desarrollo se aplicara sin presiones de fuerza militar alguna. 3) Que todas las fuerzas sociales, estamentos e instituciones del Cauca y del país participaran en la reconstrucción del territorio por encima de consideraciones ideológicas, partidistas o raciales, mostrando con ello que sí era posible la paz por la vía de la concertación democrática. La propuesta de vida y paz convoca al más amplio protagonismo en la solución de los conflictos de un departamento del país. Pero es una propuesta válida para toda la nación. Porque sólo mediante un Gran Acuerdo Nacional que señale posibilidades reales para el cambio, dé pie al protagonismo de todos y se inspire en los altos anhelos de justicia, democracia y dignidad nacional, podremos enfrentar el reto de la hora. Porque ante la crisis del proyecto oligárquico y del gobierno de minorías, la salvación de Colombia está en que todos seamos gobierno33.

La propuesta, llamada posteriormente «Desde el Cauca y para Colombia: vida y paz», contó con el apoyo del Comando Quintín

32. Ibid. 33. Documentos M-19. Carta al CRIC, firmada por Otty Patiño y Carlos Erazo, miembros del mando central del batallón América, 10 de febrero de 1987.

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Lame; esta fuerza y el M-19 señalaron en mayo de 1987 que habían eludido durante varios meses las confrontaciones con las Fuerzas Armadas gubernamentales, pero que pese a esta actitud, se había incrementado la militarización en toda la zona, el- permanente hostigamiento contra sus fuerzas y contra las comunidades indígenas; «la agresión del Ejército contra la región ha llegado a tal grado que ya no es posible seguir eludiendo la confrontación, de modo que presentaremos batalla las veces que sea necesario».34. El Io de abril fue asesinado en Pereira Jorge Iván Rojas Sánchez, conocido en las filas del M-19 como el negro Genaro; había participado en la toma de la Embajada de la República Dominicana en febrero de 1980 y luego estuvo vinculado a la fuerza conjunta EPL-M-19 en Antioquia. A mediados de 1987 se presentó un hecho concreto en torno a las propuestas de unidad levantadas desde las filas del movimiento guerrillero: el 8 de junio, producto del proceso unitario iniciado en 1984, se da la fusión del MIR-Patria Libre y del Ejército de Liberación Nacional, conformándose la Unión Cambista Ejército de Liberación Nacional, UCELN.

34. Documentos M-19. Boletín N" 113, mayo de 1987.

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XIII. La guerra a la oligarquía

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Nuevos ritmos en la unidad guerrillera

Fd 15 de febrero de 1987 fue asesinado Ernesto Rojas, comandante del Ejército Popular de Liberación, artífice de la unidad reflejada en la Coordinadora Nacional Guerrillera. En una carta dirigida al EPL, Otty Patiño, en nombre del mando central del M-19, expresó el sentimiento de dolor por la pérdida de uno de los más destacados dirigentes guerrilleros del país: Cuando recién conquistaba un paso más en el proceso de unidad del movimiento guerrillero muere el comandante Ernesto Rojas. Hoy pensar en Ernesto es acordarse de Fayad, es sentir la vitalidad de la CNG, unidad formada contra todos los escepticismos, con la voluntad y el optimismo de hombres que saben que detrás de todas las diferencias ideológicas laten los mismos anhelos de justicia. La muerte de Ernesto Rojas nos duele a nosotros y le duele a todo el país, pero al mismo tiempo sabemos que Ernesto era de los hombres de misiones plenamente cumplidas, de los hombres que vencen a la muerte, porque su labor la prolonga más allá de los límites de su propia vida. Ernesto Rojas es unidad, es combate, es confianza de que lo sembrado ya no se marchitará jámas, porque otras manos amorosas y diligentes seguirán cultivando el sendero donde hemos ido convergiendo las armas y los hombres de la nueva nación. (...) El batallón América promete honrar su memoria asumiendo el reto que hoy nos deja. Así como le hemos dicho a Bateman, Iván, Boris y Fayad, hoy a Ernesto le decimos: Comandante, Sólo venciendo cumpliremos1.

La CNG, por medio de su Comité Ejecutivo anunció que Jairo de Jesús Calvo, Ernesto Rojas, comandante del EPL y de la Coordinadora, no murió en enfrentamiento con la Policía sino que, después de haber salido temprano de la casa donde se encontraba, fue dado por desaparecido horas después. Su cadáver fue hallado 1. Documentos M-19. Número especial del Boletín, febrero 20 de 1987.

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en la tarde, junto con el de otro militante del EPL; sus cuerpos presentaban señales de tortura. El duro golpe recibido por el Partido Comunista de Colombia (Marxista-Leninista) y el EPL lo es también para el movimiento revolucionario y el movimiento guerrillero colombiano, y particularmente para la CNG, de la cual fue fervoroso y decidido fundador y por cuya unidad trabajó con empeño propio de su condición de resuelto militante marxista-leninista. La obra y la personalidad del comandante Ernesto son patrimonio de la revolución colombiana y ejemplo de valentía y consecuencia revolucionarias2.

El primer semestre de 1987 se caracterizó por la permanente movilización de importantes sectores sociales que, desarrollando medidas de hecho como paros cívicos, marchas, huelgas, ocupaciones de tierras, buscaban resolver sus problemas más inmediatos. Los habitantes de San Alberto, municipio del departamento del Cesar, llevaron a cabo desde el Io de febrero una parálisis en todas sus actividades, a causa del mal servicio de acueducto, alcantarillado y luz. Una semana más tarde estalló una medida similar en los municipios santandereanos de Chara- lá, Valle de San José y Páramo, que pedían pavimentar la carretera Charalá-San Gil de 36 kilómetros y suspender el permiso para extraer el material de arrastre del río Fonce. El 12 de febrero la Central Unitaria de los Trabajadores decretó una marcha en 30 ciudades del país en contra de la carestía de la vida, en contra del FMI, por la paz, la democracia y el derecho a la vida; se calcula que en la jornada de Bogotá se movilizaron 30 mil personas que colmaron la plaza de Bolívar; en forma simultánea varios conflictos obreros se llevaban a cabo en Ecopetrol, Comestibles La Rosa, Insfopal y en las empresas productoras de banano de Urabá. Los campesinos, por su parte, realizaron protestas en todo el país, en algunos casos acompañadas de tomas de tierras: desde el 16 de febrero, más de cuatro mil trabajadores agrarios colmaron la plaza principal de Montería en procura de resolver los graves problemas de servicios públicos y vías de comunicación; el mismo día más de 200 campesinos se tomaron las instalaciones del Incora en Pereira; en Cundinamar-

2. «Comandante Ernesto Rojas... Cumpliremos».¡Oigahermano!, N° 173, febrero 25 de 1987

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ca, Córdoba, Antioquia, Meta, Cesar, Huila, Santander y Bolívar, miles de campesinos se trasladaron hasta las cabeceras municipales, en algunas oportunidades enfrentando a la fuerza pública. La protesta popular se agravó en los meses de abril y mayo, cuando se realizaron paros cívicos, «fruto de la descomposición política», como los calificó el ex presidente Carlos Lleras. En el municipio santandereano de Barrancabermeja, en los departamentos del Chocó y Nariño, y en el nororiente del país, miles de pobladores se levantaron reclamando mayor atención por parte del gobierno central; estas últimas acciones de los ciudadanos adquirieron características violentas, cuando la insubordinación estuvo acompañada de enfrentamientos entre los manifestantes y la fuerza pública. El balance parcial de los paros y movilizaciones populares de este primer semestre de 1987 arrojaba, en cifras, un resultado altamente preocupante para las autoridades gubernamentales: 227 municipios efectivamente en paro, 43 paros municipales, tres paros departamentales, dos paros regionales y 442 municipios convocados a paro e impactados por movilizaciones locales o regionales.3 Entre el ló de marzo y el 2 de abril de 1987 se realizó la II Asamblea de Comandantes de la Coordinadora Nacional Guerrillera, CNG, llamada Comandante Ernesto Rojas. Por el M-19 asisteron los dirigentes Gerardo Quevedo, Pedro Pacho, y Vera Grabe, quienes se trasladaron hasta uno de los frentes guerrilleros del ELN en el Magdalena Medio, donde se realizó el encuentro. En un sobrio acto político-militar, uno de los delegados del estado mayor del Comando Quintín Lame se encargó de dar inicio a los trabajos de la reunión; Bernardo Gutiérrez, miembro del estado mayor central del EPL, dirigió la parada militar en la que fueron izadas a media asta las banderas de cada una de las organizaciones, en señal de duelo por la muerte de Ernesto Rojas. La propuesta de «Convergencia por un Gran Acuerdo Nacional» fue el resultado de las deliberaciones de este II Seminario: Proponemos profundizar una Convergencia Nacional que se encamine hacia un Gran Acuerdo Nacional donde los colombianos asumamos el ejercicio de nuestras decisiones. Un Acuerdo Nacional que surja del diálogo y los compromisos entre todas las fuerzas dispuestas al cambio, para erigirse en instrumento de ejecución de las decisiones mayorita-

3. Fuente: revista Debate, N° 8, mayo-junio de 1987.

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rias; un Acuerdo Nacional que convoque y haga factor de definición a la comunidad, a las fuerzas sociales, políticas, económicas, cívicas, religiosas, culturales y guerrilleras, comprometidas con las transformaciones para sacar adelante una empresa de esta dimensión y dar así solución a la crisis; un acuerdo que consulte las tantas salidas y propuestas que todos estos estamentos hoy representan, debaten, lanzan en encuentros, marchas, foros, paros, huelgas, congresos4.

En cuanto a la unidad guerrillera, la CNGconvocó públicamente —por primera vez— a las FARC a engrosar sus filas «y fortalecer esta voluntad unitaria». Esto último por cuanto algunas fuerzas de la CNG estaban buscando acercamientos individuales con las FARC; así lo había manifestado el M-19 en su encuentro de Dirección, así lo estaba haciendo el EPL reunido en ese mismo momento con el estado mayor de las FARC en su campamento en el Meta. En cumplimiento de lo acordado en su última reunión, el M-19 se dirigió «a los comandantes Manuel y Jacobo, al estado mayor, a los oficiales y combatientes de las FARC» mediante carta fechada el 28 de mayo, cuando se cumplían tres años de la tregua firmada entre el gobierno y las FARC: Por muchos años ya nos hemos dirigido mutuamente formales misivas que expresan intentos de acercamiento de lado y lado. Esta es una nueva, cargada de esperanza porque no sea «otra más». (...) Hoy tenemos mucho de qué hablar y mucha experiencia que compartir. Por ello proponemos al estado mayor de las PARC y a las comandancias de las organizaciones político-militares del país, reunirnos en zona donde una fuerza conjunta de las diferentes organizaciones garantice la seguridad de dicho encuentro, a realizarse en un plazo no mayor de dos meses, en la fecha que acordemos5.

La comunicación, firmada por Carlos Pizarro, Antonio Navarro, Pedro Pacheco Leal (Gerardo Quevedo) y Otty Patiño, tuvo su respuesta exactamente dos meses más tarde, cuando el 28 de julio se encontraron en el páramo de Sumapaz, los comandantes de las FARCjacobo Arenas y Alfonso Cano, con Gerardo Ardila y Tatiana Rincón, dirigentes del M-19, delegados por la CNG para discutir

4. «Convergencia por un Gran Acuerdo Nacional», documento de la CNG, firmado por los dirigentes asistentes a la II Asamblea Ernesto 5. Documentos M-19. Carta del mando central del M-19 a las FARC. Colombia, mayo 29

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sobre una posible cumbre guerrillera que se efectuaría en septiembre. En ese momento, la tregua con las FARC estaba prácticamente rota después de que sus frentes XIV y XV, que operaban en el Caquetá, tendieron el 16 de junio una emboscada contra tropas del batallón Cazadores en la que perecieron 27 soldados y cinco civiles; de acuerdo con su propia versión, fue un hecho defensivo frente a un cerco del Ejército que buscaba liquidar sus frentes. Con la masacre, el gobierno suspendió las comunicaciones directas con la sede del Secretariado de las FARC y declaró rota la tregua en el departamento donde se produjo la acción guerrillera tal como lo precisó el presidente Barco en discurso radiotelevisado del 22 de junio. Al mediodía del domingo 21 de junio de 1987, un grupo del M-19 protagonizó un hecho insólito, bastante discutido y poco publicitado por la misma organización: el robo de los restos del héroe pastuso Juan Agustín Agualongo Cisneros, que se encontraban depositados en una cripta de la catedral de San Juan, en la ciudad de Pasto. Agualongo fue uno de los personajes más controvertidos de la Independencia por su Fidelidad a la corona española y su enfrentamiento a las tropas libertadoras dirigidas por José María Obando y Tomás Cipriano de Mosquera. Entre 1811 y 1824 —año de su muerte—, el jefe Agualongo perteneció a las milicias voluntarias al servicio del rey, desarrollando una permanente guerra de guerrillas como expresión de la inconformidad de su pueblo con medidas de algunos dirigentes independentistas. Los restos de Agualongo permanecieron en poder del M-19 durante más de dos años y medio, y fueron devueltos al alcalde de Pasto por Antonio Navarro el día en que el Movimiento dejó las armas en marzo de 1990. Para el 24 de julio de 1987, el M-19 había anunciado desde el exterior la creación de la «Orden de Guardianes de la Espada». Se trataba de «compartir ese honor con las personas y los pueblos del mundo que luchan, como hizo Bolívar, contra el imperialismo y por la democracia y la soberanía nacional»6. Inicialmente fueron doce latinoamericanos —personalidades o instituciones—, caracterizados como luchadores por la libertad de los pueblos y la defensa de su identidad cultural, política y económica, quienes se encargarían de custodiar simbólicamente la espada del Libertador Simón Bo-

6. Documentos M-19. Boletín Internacional N° 4 y 5, junio-julio de 1987

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lívar sustraída por el M-19 de la Quinta en Bogotá en enero de 1974. Cada uno de estos doce custodios recibió un pergamino que llevaba las firmas de Carlos Bizarro y Antonio Navarro, certificando su condición de Guardianes de la Espada y una pequeña réplica en oro de la misma. Entre los doce figuraban el FMLN-FDR, organización político-guerrillera de El Salvador; el escritor uruguayo Eduardo Galeano; el arzobispo de Cuernavaca, México, monseñor Sergio Méndez Arceo; Tomás Borje Martínez, dirigente de la revolución sandinista de .Nicaragua; las Madres de la Plaza de Mayo de Argentina; el comandante Fidel Castro, presidente del gobierno cubano; el ex presidente de Costa Rica, José Figueres; de manera postuma se le otorgó al general Ornar Torrijos Herrera, mandatario panameño, y a Jaime Roídos Aguilera, presidente ecuatoriano.

Camila Michelsen

Transcurridos 21 meses del secuestro de Camila Michelsen Niño, hija de Jaime Michesen Uribe, realizado el 24 de septiembre de 1985, se conoció un comunicado de prensa del M-19 en el que manifestaba, por primera vez, tener en su poder a la joven. El informe a la opinión pública, firmado por Pedro Pacheco y fechado el 2 de julio de 1987, señalaba en algunos de sus apartes: 2) Esta operación tiene y ha tenido desde sus inicios razones sociales y políticas. Jaime Michelsen, representante de la oligarquía que mal gobierna a Colombia, es responsable de acciones fraudulentas que permanecen impunes porque el proceso penal levantado con relación a los negociados del Grupo Grancolombiano, sólo encubre la complicidad de las autoridades colombianas con la fuga del señor Michelsen. Es lo que siempre ocurre en nuestro país, donde la ley ampara un estado de corrupción e inequidad y obliga al pueblo a recurrir a la fuerza legítima de sus armas, como instrumento de justicia y expresión de dignidad. 3) La retención de Camila Michelsen es, pues, una acción de fuerza que tiene el propósito de obligar a su padre a saldar deudas con sus múltiples acreedores y pagar al pueblo una indemnización en castigo a sus delitos7.

Las sigilosas negociaciones para lograr la libertad de Camila se estaban realizando en Panamá y Costa Rica; de acuerdo con el comunicado citado, a mediados de mayo se sostuvo una reunión en San José en presencia de Juan José Echeverría, ex ministro de Seguridad de ese país, quien había aceptado servir de mediador; a la misma asistió Ernesto Samper Pizano en calidad de testigo. Allí se acordó que la familia pagaría al M-19 un rescate de 500 mil dólares, «que no significaba el fin de la negociación, al no ser ese 7. Facsímil del comunicado de prensa del M-19 con fecha julio 2 de 1987. Publicado en Diario 5ptn, Bogotá, julio 3 de 1987, p. 12.

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el objetivo fundamental de la retención de Camila». El M-19 planteaba que las negociaciones concluirían cuando se comprobara que Jaime Michelsen Uribe había cancelado sus deudas con las víctimas de sus desfalcos; al respecto proponía: Convocar a todos los colombianos que fueron víctimas de los negociados del señor Michelsen Uribe, a declarar públicamente si él restituyó efectivamente el dinero que les robó. Para ello proponemos que recurran a los medios de prensa —escrita, radial, televisiva—, sobre todo a aquellos que contribuyeron a destapar el «Aguila», a los que solicitarnos ayuden a resolver esta situación difundiendo tales declaraciones en un plazo no mayor de treinta días. El M-19, por su parte, proseguirá la investigación que viene haciendo'

En su declaración, el M-19 se quejaba de que la familia Michelsen Niño había violado el acuerdo de mantener en secreto el estado de las negociaciones hasta que éstas concluyeran con la libertad de Camila para garantizar su seguridad y la de sus captores. En el momento en que se produjo este comunicado de prensa del M-19, su autor, Gerardo Quevedo Cobos, Pedro Pacho, tercero en el mando central, había desaparecido desde el 28 de mayo anterior, junto con su compañera María del Pilar Zuluaga Avila; con la firma del comunicado el Movimiento buscaba salvar la vida de Pedro Pacho y su compañera, si aún estaban con vida. En su declaración, el M-19 se quejaba de que la familia Michelsen Niño había violado el acuerdo de mantener en secreto el estado de las negociaciones hasta que éstas concluyeran con la libertad de Camila para garantizar su seguridad y la de sus captores. En el momento en que se produjo este comunicado de prensa del M-19, su autor, Gerardo Quevedo Cobos, Pedro Pacho, tercero en el mando central, había desaparecido desde el 28 de mayo anterior, junto con su compañera María del Pilar Zuluaga Avila; con la firma del comunicado el Movimiento buscaba salvar la vida de Pedro Pacho y su compañera, si aún estaban con vida. En un final no ajeno a la emotividad propia de los reencuentros, el jueves 30 de julio de 1987, a las 19:00 horas, en las gradas de la Biblioteca Nacional, fue dejada en libertad Camila Michelsen Niño, luego de permanecer durante 643 días en poder de sus captores. El llamado «síndrome de Estocolmo» operó en el secues-

8. Ibtd. 502

tro de Camila Michelsen, cuyas declaraciones dejaban ver una abierta simpatía por quienes la retuvieron. Carlos Pizarro, en nombre de su Movimiento, emitió por escrito una declaración pública en la que comunicaba la liberación de Camila y señalaba el estado en que había quedado la negociación con la familia Michelsen: Cumplimos con lo prometido. Camila Michelsen regresa. Como parte del conflicto, ha vivido la pugna de voluntades en un país en crisis, polarizado y en guerra. Por lo mismo, hoy le pedimos ser portadora de nuestro mensaje a la nación. Las deudas de Jaime Michelsen siguen pendientes. Las pruebas que hoy esgrime aluden al monto inicial que debía a la mayoría de sus acreedores, pero no incluyen los intereses relativos al mismo. La suma, inicialmente cercana a los 23 mil millones de pesos, hoy asciende a los cien mil millones. Michelsen Uribe entregó sus bienes en fideicomiso al Banco de Colombia, pero la Junta Directiva ha evadido sus ventas y con ello ha dejado de cancelar pasivos a los acreedores. Así pues, cientos de familias siguen en espera de que se les restituya su dinero. Sin embargo, queremos darle un desenlace a! caso Camila, y confiamos en que ella intente limpiar el nombre de su familia contribuyendo a que se haga justicia9.

En el mismo documento, Pizarro hacía una propuesta sobre la base de reconocer que en la nación se debatían «un conjunto de intereses y fuerzas en pugna, una legitimidad política dispersa y diluida que debemos restaurar, un país ávido de paz porque conoce la guerra». Manifestó no buscar una reedición del Frente Nacional y tampoco regresar al diálogo nacional del período anterior. Se trataba ahora de «un diálogo, en nuevas condiciones y un diferente nivel. No para abordar como punto de partida el conflicto armado, sino para encarar prioritariamente la solución a la injusticia y el marginamiento político que sufren las mayorías», con la novedad de dar a conocer los nombres de 30 colombianos, provenientes de los más distintos sectores, para ser ellos quienes iniciaran el diálogo: Proponemos entonces iniciar conversaciones entre las fuerzas que están dentro de las instituciones y las nuevas fuerzas sociales, políticas, culturales y político-militares que no caben en ellas, tendientes a abrir caminos de solución política a la crisis nacional. Y para ello convocamos

9. Documentos M-19. Comunicado a la opinión pública, firmado por Carlos Pizarro (extractos).

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a las siguientes personalidades a hacer posibles y eficaces tales conversaciones entre los sectores en pugna, entendiendo que éstas deben darse sin ningún condicionamiento por las partes que intervengan: Rubén Darío Arcila, Reynaldo Arciniegas Bendeck, Blas Emilio Atehor- túa, Jesús Bejarano, Fidel Cano Isaza, Antonio Caballero, Jorge Carrillo, monseñor Darío Castrillón, Germán Castro Caycedo, Gabriel García Márquez, contralor Rodolfo González, Enrique Grau, María Teresa Herrán, Lucho Herrera, Darío Hoyos Hoyos, Guillermo Alfonso Jara- millo, Carlos Jiménez Gómez, Alvaro Leyva Durán, monseñor Alfonso López Trujillo, general Fernando Landazábal Reyes, Clara López Obregón, Margarita Marino de Botero, general José Joaquín Matallana, Alberto Mendoza Morales, Camila Michelsen Niño, Jaime Pardo Leal, Bernardo Ramírez, Nicanor Restrepo Santamaría, Ernesto Samper Pizano, Gloria Zea10.

El 28 de mayo, cuando salían de las instalaciones del aeropuerto Eldorado de Bogotá, desaparecieron Gerardo Quevedo, Pedro Pacho, y María del Pilar Zuluaga, la Negra. El paradero de los dos miembros del M-19 se convirtió en un misterio, hasta que el 6 de agosto de 1987 fueron identificados sus cuerpos, enterrados en el municipio santandereano de Curití; su muerte violenta se había producido el Io de junio anterior. El asesinato de Gerardo y María del Pilar ocurrió en momentos en que en el país se daba un fuerte debate sobre la desaparición forzada de personas y sobre los grupos de justicia privada, las autodefensas y el paiamilitarismo, que en muchos casos, como lo venían denunciando los organismos de derechos humanos nacionales e internacionales, estaban vinculados con personal de las Fuerzas Armadas en servicio activo; el mismo ministro de Gobierno, César Gaviria Trujillo, había denunciado ante el Congreso de la República la existencia de más de 140 grupos de justicia privada, también llamados de «limpieza social». Pedro Pacho era uno de los hombres más importantes dentro del M-19 por sus funciones, por el nivel de conocimientos que tenía sobre la organización, por sus relaciones y por su desarrollo en ella; político ágil y eficaz, carismático y decidido, hombre generoso y afectuoso, supo hacer realidades de las propuestas y de los sueños, concreciones; hombre de confianza de Bateman, Ospi- na, Fayad y Pizarra, de todos los mandos y miembros del M-19, dirigió grandes operaciones político-militares y fue uno de los artífices de la unidad guerrillera. «Se ha dicho que eras el símbolo 10 .Ibíd.

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de una nueva vida; que en vos todo era grande, por no decir exagerado; que fuiste un caballero visionario, que formas parte de esa generación de combatientes de la democracia crecidos en la lucha incesante y la exigencia de relevar a quienes han caído por amor a la patria; que eras un soñador; que fuiste como un andariego que paseaste por el mundo vendiendo una idea y consiguiendo el respaldo político fundamental en ese caminar hacia el poder; que te casaste con los grandes retos»11. María del Pilar era su compañera; el ejemplo de su madre, Idela de Zuluaga (una de las fundadoras del M-19), lo recibió desde pequeña, por eso no era extraño saber de su militancia en el M-19; también el ejemplo de su hermano Oscar Fernando (muerto en el ataque al batallón Cisneros de Armenia) la enrutó en su compromiso con el Movimiento y su causa. «Entre muchos o cientos está ella, mi hija, y fluye en mi recuerdo su imagen de contextura frágil, la intensidad azabache de su cabello largo, la diáfana expresividad de sus ojos oscuros. Pero preponderantemente, doblando su estatura y liderando su interioridad, prevalece ese, su colosal compromiso por la vida. ¡Impostergable, ineludible e indeleble! Compromiso de' amor que a través de esos cientos de mujeres y hombres trascendió el presente y se volvió bandera, se volvió razón y presencia perenne, voluntad, determinación de paz y convivencia»11 12. La noticia sobre la desaparición y muerte de Pedro Pacho y su compañera, se convirtió en un ejemplo típico del manejo periodístico al servicio de la «guerra sucia», uno de cuyos instrumentos más importantes es la «propaganda negra»; esto es, la desinformación consciente, calculada y el manejo acomodado de los acontecimientos. En el caso de los dos militantes del M-19 fue evidente: El 6 de agosto, cuando los medios de comunicación comenzaron a cubrir la noticia sobre el hallazgo de sus cuerpos, surgió la especie de que el M-19 era responsable del crimen. De inmediato circuló una carta dirigida a la prensa, en la que el Movimiento aclaraba que el desenlace del caso Camila Michelsen no estaba relacionado con la detención, desaparición y asesinato de sus compañeros:

11. Carta de su madre Lesbia de Quevedo, en ¡Oiga hermano!, publicación del 17 de diciembre de 1990. 12. Carta de su madre Idela de Zuluaga, ibíd.

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Los servicios de inteligencia del Estado buscan vincular los uos casos para mostrar algún resultado en lo que ha sido uno de sus más grandes fracasos: encontrar a Camila Michelsen, cuya integridad física y moral muestra el trato digno y de respeto que recibió, expresión de la concepción de vida y la moral de nuestros combatientes. La aparición de nuestros compañeros detenidos desde el 28 de mayo pasado, sus cadáveres amarrados y abaleados, denuncian el trato recibido por miles de compatriotas más, hechos prisioneros, desaparecidos y asesinados por los aparatos represivos del Estado. Este es un caso más —no por ello menos doloroso o significativo— en la guerra sucia que adelantan las fuerzas gobernantes contra sus opositores, y de él pretenden hacer cómplices y agentes a los medios de prensa que hacen eco de sus burdas maniobras de propaganda negra, de sus infundios y calumnias. Esta es la realidad que se impone por encima de toda especie publicada, de toda versión mentirosa, de toda verdad tergiversada13.

En el caso de la falsa noticia suministrada por el noticiero radial de RCN, el M-19 señaló que este medio de comunicación no había mencionado la fuente que daba crédito a dicha información, evidenciándose «la ausencia de sentido ético y profesional». Pi- zarro le dirigió una airada carta abierta a Juan Gossaín, director de noticias, en la que reclamaba por el manejo que había hecho de los sucesos: Señor Gossaín: usted no sólo esta informando y expresando una opinión —derechos indiscutibles desde cualquier punto de vista— sino que está manipulando burdamente los sucesos en favor de oscuros intereses. Y con ello se hace cómplice del asesinato de dos jóvenes colombianos (rebeldes, sí señor), cuya autoría salta a la vista. En beneficio de la precisión: lo estamos acusando de servir, no a la libertad informativa, sino a la manipulación y la mentira; no a sus radioescuchas, sino a los servicios de inteligencia del Estado, responsables del asesinato de Gerardo Quevedo, María del Pilar Zuluaga y miles de compatriotas más. No es esta una acusación gratuita. Usted y nosotros sabemos de qué estamos hablando14.

El 7 de agosto circuló entre los medios de prensa un comunicado falso, supuestamente firmado por el comandante general del M-19, según el cual esta organización había dado muerte a Gerardo

13. Documentos M-19. Carta a los medios de prensa radial, televisada y escrita a los profesionales de la comunicación social, 14. Documentos M-19. «Carta abierta a Juan Gossaín», firmada por Carlos Pizarro, agosto 6 de 1987.

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Quevedo y a María del Pilar Zuluaga y los acusaba de desfalco y deserción; el comunicado fue reproducido íntegro por la mayoría de los medios radiales y escritos, entre ellos El Tiempo. Cuatro días más tarde, el M-19 difundió un comunicado de Carlos Pizarro confirmando la muerte de sus compañeros y enfrentando los mecanismos de la propaganda negra; como es de suponerse, este comunicado fue leído parcialmente por los medios radiales y apenas anunciado por la prensa escrita. Al periódico El Tiempo lo enviaron con una carta, pero no lo publicaron: Anexamos a la presente el comunicado del M-19 relativo a la muerte de nuestro comandante Gerardo Quevedo y María del Pilar Zuluaga. Por su edición de hoy, 11 de agosto, donde reproduce el facsímil de un comunicado apócrifo atribuido al comandante Carlos Pizarro, advertimos que ustedes fueron asaltados en su buena fe por quienes están interesados en falsear la verdad y fomentar la guerra sucia. Como El Tiempo parece ahora interesado en darle espacio en sus páginas a los pronunciamientos del M-19, y sin dudar de su interés por comunicar la verdad, no podemos menos que esperar que se sirvan rectificar el error cometido y reproducir en igual espacio y lugar el comunicado adjunto15.

Este caso de manipulación informativa, o de asalto a la buena fe de los comunicadores, no fue el único relacionado con el M-19: en distintos momentos de su existencia como grupo guerrillero fue víctima de la propaganda negra y gris manifestada en comunicados falsos, silencio o minimización de hechos relevantes y tergiversación de otros, así como rumores tendenciosos sobre pugnas y divisiones. El tema a que se hace referencia fue incluido en el informe de la Comisión de Estudios sobre la Violencia, presentado al Ministerio de Gobierno y elaborado por encargo de ese despacho, cuando al frente de él se encontraba Fernando Cepeda. Sostiene el documento que son muchas las formas de presión para ejercer la censura directa e indirecta, tanto en la prensa hablada como escrita, de las cuales son responsables las empresas, los propietarios de los medios y sectores militares o policiales. Estas formas se traducen en el uso de recursos tales como «la descon- textualización de la noticia, la recontextualización acomodada, la titulación en contravía del texto, el ocultamiento de algunos he-

15. Documentos M-19. Carta al periódico El Tiempo, agosto 11 de 1987.

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chos y la exageración de otros, la alteración del orden de los acontecimientos, a más de utilización de refinadas técnicas subliminales que traicionan la buena fe de los lectores»16.

16. Comisión de Estudios sobre la Violencia. Colombia: violencia y democracia. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1987.

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Diario 5 pm, «Pacto nacional por un gobierno de paz»

La violencia política aumentaba día tras día. El 26 de agosto de 1987 dos sicarios dieron muerte en Medellín al presidente del Comité de los Derechos Humanos y precandidato a la Alcaldía por el Partido Liberal, Héctor Abad Gómez. El asesinato del médico antioqueño, muestra palpable de la escalada violenta que no respetaba condiciones, sorprendió a todos por tratarse de un líder cívico, antes que de un político con trayectoria. A las 06:45 horas del jueves 17 de septiembre, la compañía Gerardo Quevedo Cobos en cumplimiento de la Operación «Héctor Abad Gómez, por la vida y la democracia», irrumpió sorpresivamente en las instalaciones del Diario 5pm, al centro-occidente de Bogotá. Tal como había sucedido en ocasiones anteriores con los diarios El Bogotano y El Caleño, los miembros del M-19 llevaron el material preparado para sustituir la casi totalidad del periódico vespertino, que circuló esa misma tarde impreso con los documentos del M-19. El objetivo de la toma era presentar al país una nueva propuesta: «Pacto Nacional por un gobierno de paz», planteado como la búsqueda de soluciones negociadas con la participación de todos los colombianos dentro del marco del proceso que había arrancado en 1980 —cuando Jaime Bateman propuso por vez primera la concertación como salida a los grandes conflictos del país—, pero con nuevos escenarios y nuevos protagonistas. El eje de la propuesta era un pacto nacional en el cual los colombianos se comprometieran a realizar un conjunto de cambios políticos, económicos y sociales (Plan Democrático de Emergencia) y a conformar un gobierno de paz, representativo y pluralista que empezara a hacerlos efectivos. En algunos aspectos la propuesta del M-19 coincidía con las que habían sido ofrecidas a la discusión pública por los ex presidentes Carlos Lleras Restrepo y Misael Pastrana Borrero, quienes reco-

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nocían la necesidad de adoptar un mecanismo que permitiera una salida a la conflictiva situación que vivía el país. Lleras pensaba en la convocatoria a una Asamblea Constituyente, aprobada por el Congreso en dos legislaturas para, con base en un gran acuerdo patriótico, adoptar medidas que restablecieran plenamente el estado de derecho; consideraba además, que la conveniencia o no de citar la Constituyente debía ser consultada, aunque no masivamente. Pastrana invocaba a la Congregación Nacional en torno a la paz y un pacto soeial que constituyera el «dique de las aguas desbordadas de la subversión o el desorden». Sobre estas propuestas el M-19 emitió su criterio en el contenido del Diario 5pm que había asaltado: La Congregación Nacional que propone uno o la Constituyente del otro podrían ser mecanismos adecuados en la búsqueda de soluciones a la crisis. Sin embargo, no distorsionando su propósito al sostenimiento de la institucionalidad caduca, sino apostándole a la configuración de nuevos instrumentos que garanticen una convivencia social dignificante; y no para imponer diques a las aguas desbordadas del cambio, sino para garantizar que este mandato nacional se haga realidad17.

La propuesta de «Pacto nacional por un gobierno de paz» ampliaba aspectos ya señalados en el comunicado dado a conocer a raíz de la liberación de Camila Michelsen. Como mecanismos para realizar el Pacto consideraba necesaria una etapa de ambien- tación que contemplara «un convenio por la vida», en el que guerrilla y Fuerzas Armadas se comprometieran a respetar el derecho de gentes; igualmente se contemplaba iniciar conversaciones entre distintas fuerzas, reafirmando el llamado a «un grupo de compatriotas distinguidos por su actividad pública, que contribuyan a tender los puentes necesarios en favor de la realización de tales conversaciones». Para formular el Plan Democrático de Emergencia, preveía una amplia consulta nacional mediante «todos los mecanismos de hecho y de derecho con que los colombianos se han abocado a la solución de sus necesidades». Consideraba que la unidad alcanzada entre los sectores cívicos, de trabajadores, campesinos, indígenas y guerrilleros, permitía una convergencia democrática por la paz y la vida, que asumiera un programa de

17. «Las fórmulas excluyentes no son solución». Diario 5pm, N° 567, septiembre 17 de 1987, p. 6.

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acción que articulara todas esas luchas y diera sentido a esos esfuerzos. Como último mecanismo idóneo para realizar el «Pacto nacional por un gobierno de paz» consideraba la convocatoria a un nuevo Congreso Admirable que podría asumir la forma de una Gran Asamblea Constituyente, una Asamblea Nacional Popular, incluso la convocatoria al plebiscito o el referendo. Concluía el documento: Hoy nadie puede negarse a acordar soluciones para el país. Y quien se autoexcluya, se pone de espaldas a Colombia y en contravía de los grandes intereses de la patria y del pueblo. Por eso nuestra propuesta es de Pacto Nacional: pacto que sea ejercicio de la democracia y vía eficaz para el cambio; pacto que dé sentido a la fuerza de todas las fuerzas, sectores y corrientes de opinión en el proyecto que mejor encarne la voluntad mayoritaria1 H.

Esta propuesta del M-19 se desarrollaba en las regiones donde tenían asiento sus fuerzas y se reflejaba en la propuesta de desmilitarización y paz para el Cauca, y en la convocatoria a un Plan de Emergencia que realizó la compañía Jorge Eliécer Gaitán del batallón América que venía operando en el Tolima. El «Pacto nacional por un gobierno de paz» constituyó el preámbulo de las decisiones que el M-19 adoptaría en meses posteriores. A las deliberaciones de la 42 Asamblea General de las Naciones Unidas de septiembre de 1987, el M-19 se hizo presente con una carta a sus delegados y un amplio informe en el que denunciaba la «guerra sucia» desatada contra los dirigentes y agrupaciones democráticas. Demandaba de la comunidad internacional su intervención «para salvar al pueblo colombiano de una larga noche de horror como la que en el pasado reciente vivieron los pueblos del cono sur de América». Minutos antes de intervenir el canciller colombiano Julio Londoño Paredes, se distribuyó entre los representantes de los países miembros de la ONU una carpeta con documentos que ampliaban la información sobre lo que estaba ocurriendo en Colombia. La carta, firmada por Everth Bustamante y Rafael Vergara, como secretario de relaciones internacionales y miembro de la Dirección Nacional, respectivamente, señalaba:

18.Ibíd., pp. 8-9.

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Hoy habla ante ustedes el representante de la República de Colombia, coronel (r) Julio Londoño, canciller y viejo conocedor del conflicto centroamericano y colombiano. Hablará de terrorismo, narcotráfico y economía, y al referirse al conflicto interno que vive el país utilizará el término narcoterror y, como es lógico, así intentará enlodar a las organizaciones democráticas y revolucionarias que luchan por conquistar una patria donde las soluciones sean de paz y no de guerra. Decir que los males que padecen Colombia y varios países de América Latina son consecuencia de la actividad de las fuerzas populares en armas a quienes hoy se les quiere calificar de «narcoterroristas», es faltar a la verdad ante el mundo, ante ustedes, respetables representantes de la comunidad internacional. Por ello, armados del derecho de expresión conquistado por los pueblos y reconocido por la Organización de las Naciones, nos hacemos presentes para decir ¡No! La justicia es un valor universal respetable, aunque en nuestra patria haya sido incinerada para ocultar la escandalosa realidad de una tregua pactada y traicionada19.

19. Documentos M-19. Carta a las Delegaciones a la 42 Asamblea General de las Naciones Unidas. Nueva Y k ti b 28 d 1987

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La Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar

Entre el 23 y el 26 de septiembre de 1987, en la sede del Secretariado de las FARC en el páramo de Sumapaz, se reunieron, por primera vez, delegados de todos los grupos guerrilleros colombianos para dar nacimiento a la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, CGSB,«como expresión del nuevo proceso de unidad del movimiento armado que hoy iniciamos y para cuyo funcionamiento establecemos una Comisión Ejecutiva de Trabajo»20. Este fue un acontecimiento notable en la vida de las organizaciones participantes: M-19, PRT, FARC, Quintín Lame, UCELN y EPL. El Movimiento 19 de Abril estuvo representado por Vera Grabe, Otty Patino, Eduardo Chávez, Goyo, y Héctor Pineda, Tico\ por el ELN asistieron Milton Hernández y Gabriel Borja; por el EPL, Diego Ruiz y Javier Robles; por el PRT, Ignacio Arbeláez y Sergio Sierra; por el Quintín Lame, Mauricio Páez; y por las FARC,como anfitriones, Manuel Marulanda Vélez, Jacobo Arenas y Alfonso Cano. La conferencia produjo dos documentos centrales: Conclusiones Políticas y Declaración Pública, que resumieron el análisis de los aspectos social, político, económico y militar que acometió la reunión, así como las tareas básicas a que se comprometieron las distintas organizaciones. En sus conclusiones políticas la CGSB estudió la crisis estructural, agravada en Colombia durante ese último año con el incremento de la guerra sucia, y se mostró de acuerdo con una convergencia que aglutinara las diferentes expresiones de la lucha popular en torno a banderas de tipo democrático, como la lucha por el derecho a la vida, la soberanía nacional, la lucha por la vigencia de las libertades políticas y por una auténtica reforma agraria.

20. I conferencia de la CGSB, «Conclusiones políticas». Resistencia, órgano de las FARC, noviembre d 1987 59

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La cumbre guerrillera rechazó lo que se interpretó como un ultimátum del gobierno de Virgilio Barco contra el movimiento guerrillero relacionado con la desmovilización, reincorporación a la vida civil y entrega de armas por parte de los grupos insurgentes. Persistieron en que la salida en este período era buscar soluciones políticas, «lo cual no implica que no nos preparemos para afrontar la generalización de la guerra». Frente a la elección popular de alcaldes, llamó al pueblo a aprovechar este período de lucha social; como era un tema de delicado manejo interno, se decidió respetar las diferentes posiciones tácticas que cada una de las organizaciones asumiera en cuanto a la presentación de candidatos o no. En materia internacional, se planteó la búsqueda del aislamiento político y diplomático internacional del gobierno de Barco, y su reconocimiento como fuerza beligerante. Queremos contarles a los compañeros combatientes que en todo el curso de la reunión primó un espíritu camaraderil, alegre y, por qué no decirlo, juvenil, cuyo aliento podrá palparse en las referidas conclusiones. Ese espíritu no debe disiparse por ningún motivo y debe acompañarnos de hoy en adelante y para siempre. Hemos logrado lo que no habíamos alcanzado en un cuarto de siglo de luchas políticas y armadas. La Conferencia comenzó a desterrar de las filas revolucionarias el sectarismo, la incomprensión, el caudillismo y todas las formas y manifestaciones no revolucionarias...21.

La I Conferencia de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar se clausuró en medio de una parada militar por parte de los combatientes de las FARC. Vera Grabe, única mujer comandante de la CGSB, leyó la Declaración Pública. Como resultado de la conformación de la Coordinadora Guerrrillera Simón Bolívar, los distintos grupos comenzaron a realizar sus operaciones a nombre de la CGSB; así sucedió en los últimos días de noviembre cuando la compañía Jorge Eliécer Gaitán del batallón América, al mando de Helio, ocupó la localidad tolimense de Roncesvalles; durante la toma guerrillera se lanzaron consignas de las organizaciones alzadas en armas que hacían parte de la Coordinadora. El 11 de octubre, cuando regresaba a Bogotá de su finca en La Mesa, Cundinamarca, fue asesinado el ex candidato y coordinador nacional de la Unión Patriótica, Jaime Pardo Leal. A su muerte

21. «Carta de la Simón Bolívar». Op. cit., pp. 14-15.

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siguieron tres días de protestas y disturbios en varias ciudades, especialmente en Bogotá. Al entierro del dirigente asistieron cerca de cien mil personas que gritaban consignas en contra del gobierno y del militarismo; no era para menos: la UP, con apenas dos años de vida, registraba ya el asesinato de más de 500 de sus miembros. Un destacamento de la CGSB se hizo presente en el Cementerio Central y con una salva de tiros disparada al aire despidió al dirigente muerto. A Jaime Pardo le sucedió en la coordinación de la UP el representante a la Cámara Bernardo Jaramillo. A principios de diciembre de 1987, la Comandancia Nacional Urbana del M-19, organismo conformado en el encuentro de la Dirección Nacional efectuado en enero anterior, del cual hacían parte Gerardo Quevedo, Afranio Parra, Vera Grabe, Jaime Bermeo Cruz y Eduardo Chávez, realizó su primera reunión ampliada con los jefes regionales y de estructuras bajo su mando. Este encuentro fijó un plan de trabajo trimestral, cuyo objetivo era conseguir que el país asumiera en su conjunto un plan de paz que debía concertarse entre el gobierno y el conjunto del movimiento armado, que trascendiera, comprometiera a toda la nación y frenara la guerra sucia' se buscaba también generar el mayor nivel de protagonismo de masas para preparar una Jornada Nacional de Desobediencia Civil y afinar aspectos internos organizativos. En ese momento estaba en curso la convocatoria a una conferencia o reunión en la que estuvieran presentes los cuadros más importantes del Movimiento.

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Campo Reencuentro

El año de 1988 comenzó con un reencuentro dentro del M-19. Durante las primeras semanas de enero se reunió la Comandancia con la mayoría de la Dirección Nacional y con aquellos militantes y dirigentes que habían sido fundamentales en el proceso que el Movimiento efectuaba y que habían ganado niveles de conducción en el último período; hasta allí llegaron delegaciones de todas las estructuras políticas y militares del M-19. Por eso, al campamento donde se desarrolló la reunión se le llamó «Campo Reencuentro». Una gran pancarta, que comenzaba a señalar los nuevos derroteros del M-19, adornaba el lugar: «un solo propósito: ¡la democracia! Un solo enemigo: ¡la oligarquía! Una sola bandera: ¡la Paz!» Venimos de búsquedas, de reconstruir espacios y procesos orgánicos, de retomar los hilos, pues es necesario recuperar la contundencia y definir un lenguaje y unos propósitos que permiten volver a marcar pautas a la nación, contando con los nuevos protagonistas, con la unidad y las nuevas realidades nacionales. Realizamos este encuentro en medio de un intenso operativo militar, que intentó ubicar y frustrar que nos reuniéramos más de 300 combatientes y que entraran más de cien compañeros. El pueblo rodeó con su apoyo una reunión que era un secreto a gritos. Y el año nos cubrió con su estreno, augurio de buenas nuevas. No fue ésta nuestra X Conferencia porque consideramos que ella requiere un proceso democrático superior. El Congreso del Movimiento debe serlo de la democracia, debe incorporar las propuestas, aportes y avances, mucho más allá de las estructuras. Debe ser resultado de un proceso de síntesis nacional que declaramos abierto desde esta fecha22.

En el examen de la situación interna, se reconoció la existencia de una crisis grande reflejada en unas líneas de mando debilitadas y una dispersión orgánica: 22. Documentos M-19. Conclusiones de nuestro reencuentro, montañas del Cauca, enero de 1988.

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La crisis ha sido grande, pero la decisión y convicción democrática de nuestra gente y la esencia unitaria han sido mayores. Ahora los retos son superiores y exigen reelaborar los criterios de organización y de funcionamiento, estilos y mecanismos. Enfrentamos una crisis que es de desarrollo, porque al lado del desgaste, han surgido nuevas expresiones y experiencias que requieren ser integradas. Por lo tanto, se trata de organizar este desarrollo para estar en capacidad de potenciarlo en toda su dimensión hacia el país y volver a incidir de manera definitiva en el proyecto democrático. No basta con generar expectativas y opinión, sino que hay que conducir los destinos y procesos naturales. No se trata sólo de conducir una organización sino un proyecto de nación. Tenemos gran número de cuadros, hay una nueva generación de dirigentes, una experiencia acumulada y un liderazgo nacional. Con estos cuadros podemos afrontar los retos, pero con la organización que tenemos no. Ningún cuadro y dirigente es capaz de llevar adelante este proceso y asegurar la victoria, pero juntos y organizando esfuerzos sí podemos23.

Consciente de que las Fuerzas Armadas son una de las bases del dominio oligárquico, y que se habían dejado intactos otros pilares durante un enfrentamiento de muchos años, el M-19 resolvió decretar un cese al fuego durante seis meses, a partir del 25 de enero, con el conjunto de las Fuerzas Armadas; por eso, a su propuesta la llamó ¡Vida para la nación. Paz a las F uerzas Armadas. Guerra a la oligarquía! (véase Anexo 7). El anterior enunciado era la esencia de su nueva política centrada en la confrontación antioligárquica. Buscando abordar al país y su propio desarrollo, se hizo una introspección para definir qué era el M-19 y qué le aportaba a la nación en esta etapa de guerra a la oligarquía: Un proyecto abanderado del pluralismo, la unidad de mayorías, el nacionalismo, el protagonismo múltiple, con injerencia en sectores populares, medios y democráticos, incluyendo franjas de los partidos tradicionales. Una experiencia miliciana, ganada en estos años, como proyecto de masas con visión de poder y ejercicio de la democracia. Una fuerza y una experiencia militar que ha generado altos niveles de confrontación, que marca pautas en la lucha guerrillera y es hoy patrimonio del conjunto de la insurgencia armada. Una vocación unitaria: ayer nuestro origen, hoy con desarrollos reales y novedosos en la unidad guerrillera. 23. Ibíd.

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Una razón social que es punto de referencia, pauta de comportamiento, fuerza política y moral para la nación. Unos líderes y dirigentes forjados en años de protagonismo nacional. Una vigencia dada por el conjunto de estos factores que son condiciones necesarias dentro de la alternativa de poder democrática24.

Para un período definido entre el momento en que se realizaba este encuentro—enero de 1988—y 1990, el M-19 trazó unas líneas fundamentales que estaban por definirse en planes de trabajo. Recalcó la importancia de profundizar en la unidad guerrillera dentro de la CGSB como «eje fundamental para gestar un polo alternativo», puesto que era consciente de que para cumplir un papel mucho más dinámico en la unidad tenía que consolidar sus propias estructuras, «tenemos que estar mejor para aportar más». Para ese efectivo ejercicio de conducción nacional insistió en consolidar la «región político-militar», como espacio geográfico y de masas: La región tiene que ser el lugar donde mayor desarrollo tengamos como proyecto y ser centro de gravedad político-militar para la organización misma y para el país. Exige: a) Alta confrontación militar y social. b) Centro piloto para el país donde armonicemos las estructuras y proyectos fundamentales, y por lo tanto, modelo de desarrollo para otras regiones. c) Espacio de construcción de la nueva nación y el Nuevo Gobierno donde se gestan la nueva legitimidad, justicia, valores y voluntad ejecutiva. d) Condiciones para la conducción de la organización, es decir, poder liberar a nuestras máximas instancias de dirección de las tareas del combate. e) Refugio para los colombianos perseguidos por el régimen, con el criterio de que sea un espacio de participación y construcción también para ellos25.

A partir de este reencuentro, el M-19 se propuso salir de la crisis orgánica, al regionalizar nuevos equipos de apoyo y consolidar su Comandancia; tal fue el caso del Comando de Acción Política que serviría de base para la acción pública de 1989; ésta, al igual que la gestación de cuerpos de Ejército y milicias debía estar presente en

24. Ibíd. 25. Ibíd.

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todo frente o región. Culminada la cita, los distintos mandos del M-19, del batallón América y de las Milicias realizaron una Conferencia Militar en la que hicieron una serie de definiciones sobre las estructuras militares urbanas y sobre las fuerzas rurales. Por los acontecimientos que presentaron en 1988, se podría afirmar que este año se constituye un referente necesario para abordar cualquier análisis sobre el proceso de paz en Colombia, y también para abordar lo relacionado con los hechos que generaron los narcotraficantes agrupados en el llamado grupo de «Los Extra- ditables». El 18 de enero fue secuestrado en Bogotá el candidato a la alcaldía por el Partido Social-Conservador Andrés Pastrana Arango, hijo del ex presidente Misael Pastrana Borrero. En un inicio su secuestro fue atribuido al M-19. Posteriormente se informó que sus captores pertenecían a «Los Extraditables»; el mismo día de su liberación, el 25 de enero, fue plagiado en inmediaciones de El Retiro, Antioquia, el procurador general de la nación, Carlos Mauro Hoyos; herido en el secuestro, su cuerpo sin vida fue encontrado horas más tarde. La política de «Pulso firme y mano tendida» se mostró a las claras dos días después de la muerte del procurador cuando, el 27 de enero, el gobierno expidió el «Estatuto para la Defensa de la Democracia», destinado a contrarrestar el terrorismo a través del control a la población y restringiendo derechos fundamentales como el habeas corpus; simultáneamente, en un claro y audaz impulso populista, el presidente Virgilio Barco -hasta ese momento considerado como falto de liderazgo-, propuso convocar a un plebiscito para reformar la Constitución; éste se efectuaría el 13 de marzo, fecha en que los colombianos votarían para elegir cuerpos colegiados y alcaldes municipales. Los temas de la consulta plebiscitaria serían la reforma a la justicia, al artículo 121, la reestructuración del Congreso y el régimen de partidos; posteriormente se agregaron tres más que tenían que ver con el referendo y la consulta popular, democratizar los partidos y la participación de los trabajadores en la administración, la propiedad y las utilidades de las empresas. Por tratarse de una propuesta que no consultó con los ex presidentes, ni con los partidos, ni con la Iglesia, ni con los gremios, el Partido Conservador se mostró en desacuerdo con la convocatoria para el 13 de marzo y amenazó con abstenerse, lo que pondría en peligro las elecciones de esa fecha. Con este antecedente, el presidente Barco y el ex presidente Pastrana se reunieron y dieron

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pie para un nuevo pacto bipartidista, conocido como el «Acuerdo de la Casa de Nariño» (20-02-88), en el que fijaron los términos a través de los cuales se reformaría la Constitución. El procedimiento adoptado no fue otro que la convocatoria a un referendo para el 9 de octubre de ese año. El Acuerdo contempló crear una comisión preparatoria para el estudio de temas y procedimientos de la reforma constitucional, integrada por cinco miembros de cada una de las directivas de los dos partidos tradicionales, uno del Nuevo Liberalismo y uno de la UP, bajo la batuta de los ministros de Gobierno y Justicia; se instaló el 25 de febrero y estableció la posibilidad de recibir la opinión de los colombianos mediante el envío de propuestas de reforma o mediante audiencias públicas. Para el M-19 la esencia de este proceso era antidemocrática: Pero como no basta impugnar, sino también mostrar alternativas, hay banderas y elementos de nuestra propuesta por trabajar hoy: 1) El momento y el debate nacional botan hoy como bandera central la democracia: el énfasis está, al lado de la vida, en propuestas y procesos que tienen que ver con la participación y la decisión democrática. 2) Hoy el comportamiento debe ser de ruptura con el Acuerdo oligárquico. Hay que afectar, golpear su proceso de recomposición. 3) Implica, por tanto, fortalecer y ampliar la convergencia democrática, la autogestión y la consulta nacional a todo nivel y con carácter nacional para dar piso, gestar procesos de autonomía, decisión y participación tendientes a un real movimiento o polo alternativo de la democracia. 4) Es el momento de lanzar una salida global para el país como podría ser un Plan de Paz o Democracia, como alternativa real a la salida oligárquica26.

La guerra sucia promovida por grupos paramilitares ya cubría el territorio nacional y cobró en el mes de marzo nuevas víctimas en las masacres ocurridas en el Urabá antioqueño. Veinte trabajadores de las fincas La Honduras y La Negra fueron asesinados aproximadamente a la 01:00 del 4 de marzo, en zona rural del corregimiento de Currulao, municipio de Turbo. Treinta hombres armados, que gritaban vivas a la paz, abajos a la Unión Patriótica y al Frente Popular27,

26. Documentos M-19. «Qué es confrontación antioligárquica hoy: un aterrizaje necesario». 27. A comienzos de noviembre de 1986, el PCC (M-L) y el EPL habían propuesto crear el Frente Popular como «herramienta para la lucha, el fortalecimiento de la

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los hicieron salir de sus dormitorios y a cada uno le fueron disparando. Estos genocidios se sumaron a las decenas de asesinatos en la zona bananera de Urabá, la mayoría de trabajadores bananeros, miembros de los sindicatos Sintragro y Sintrabanano. El 13 de marzo de 1988 se estrenó la elección popular de alcaldes; contrario a lo que se había pensado, esta figura no atrajo mayormente al electorado. Predominó otra vez la dinámica de los partidos tradicionales, los cuales se consolidaron, en especial el conservatismo, que ganó en las alcaldías de Bogotá y Medellín y en más de la mitad de los municipios colombianos. El partido de gobierno no logró una cohesión que le permitiera afrontar en las urnas las obras y omisiones de su presidente; sin embargo, sin superar la división interna, obtuvo en total más alcaldías y más votos que frente a las elecciones anteriores. La Unión Patriótica alcanzó 20 alcaldes y 70 concejales en todo el territorio nacional; obtuvo avances en Antioquia y Santander, pero su desgaste ya era evidente: el terror estaba haciendo mella en sus filas, que habían perdido a dirigentes y a cientos de militantes. El Frente Popular apoyado por el EPL, con listas propias para concejos y asambleas, obtuvo dos alcaldes, 30 concejales y dos diputados. Seis meses después de la I Conferencia guerrillera que dio nacimiento a laCGSB, ésta se reunió por segunda vez el 1° de abril de 1988 en el campamento de La Caucha, sede del Secretariado de las FARQ de allí salió una nueva propuesta denominada «Acuerdo Popular y Democrático», en la cual se rechazaron el pacto bipartidista de la Casa de Nariño y las iniciativas gubernamentales: 1

1) Rechazar y enfrentar el Acuerdo de la Casa de Nariño y las iniciativas y mecanismo que de él se desprendan. 2) Combatir el Estatuto Terrorista y la guerra sucia y elevar a un nuevo nivel la lucha por la vida. 3) Realizar una gran Consulta Nacional para que el pueblo decida sobre los cambios que quiere y necesita. Y hacer confluir todo este proceso hacia una Gran Convención Nacional del Pueblo.

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5) Redefinir la política energética del país a partir de la revisión de los contratos de asociación y la nacionalización de Caño Limón, con criterio de soberanía nacional. 6) Hacer nuestra la lucha de los pueblos centroamericanos, en especial hoy la de Nicaragua y Panamá, contra la agresión del imperialismo norteamericano28.

28. Declaración Política de la II Conferencia de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, «Por un acuerdo popular y democrático». Montañas de Colombia, abril 1° de 1988.

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Alvaro Gómez, prisionero de guerra

En la noche del sábado 16 de abril, a la altura de la carrera 19 con calle 39 de Bogotá, fueron apresados por efectivos del DAS Fernando Erazo, Salvador, su esposa Bertha Lucía Martínez y Benjamín Muñoz, Joaquín, militantes del M-19. Al día siguiente, en horas de la tarde, fue capturado en un retén mixto de Policía y Ejército en Bogotá, Jaime Bermeo Cruz, Simón, cuyo cadáver sería encontrado días después en el municipio cundina- marqués de Tena, visiblemente torturado y con 18 impactos de bala. De acuerdo con el comunicado expedido el 21 de abril por Carlos Pizarra, los detenidos habían ingresado al DAS y posteriormente «fueron puestos a disposición de la inteligencia militar»: Hasta el momento se desconoce el lugar de confinamiento de los compañeros detenidos, así como el tratamiento que han recibido por parte de sus captores. De todas formas, no están desaparecidos: fueron apresados todos, gozando de perfecta salud, por unidades bajo el mando del general Miguel Maza Márquez y luego fueron entregados al Ejército; es decir, bajo responsabilidad del general Rafael Samudio Molina, ministro de Defensa; del general Manuel Guerrero Paz, comandante de las Fuerzas Armadas; del general Óscar Botero, comandante del Ejército. Todos ellos han de responder ante la opinión pública por la integridad física y moral de Fernando, Bertha, Benjamín y Jaime, así como del tratamiento que ellos reciban en su calidad de prisioneros de guerra. En la misma medida, ha de responder por nuestros compañeros el presidente Virgilio Barco, comandante en jefe de las fuerzas militares y paramilitares de Colombia29.

Un posterior comunicado del M-19 daba cuenta de conversaciones que habrían sido captadas y grabadas a organismos de seguri-

29. Documentos M-19. Comunicado a la opinión pública, firmado por Carlos Pizarro, comandante general del M-19. Colombia, abril 21 de 1988.

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dad, en las que se evidenciaba que los detenidos se encontraban en su poder y eran sometidos a intensos interrogatorios. El 23 de abril de 1988 Carlos Pizarro Leongómez, en su condición de comandante general del M-19, expidió la orden N° 005 dirigida a la Comandancia Fuerza de Operaciones Héroes de Palacio, en la que determinó «localizar y capturar a Alvaro Gómez Hurtado o, en su defecto, a otro reconocido ex ponente del régimen oligárquico». Uno de esos «reconocidos ex ponentes del régimen oligárquico» que estuvo en la mira de los guerrilleros fue Hernando Santos, director de El Tiempo. Siendo las 11:50 horas del domingo 29 de mayo de 1988, cuando salía de la iglesia de la Inmaculada Concepción, luego de asistir a los oficios religiosos, Gómez Hurtado fue secuestrado y uno de sus dos guardaespaldas, Juan de Dios Hidalgo, muerto al tratar de impedirlo. Con este secuestro, denominado «Vida a la Nación», una escuadra preparada por el M-19 llamada Jaime Bermeo, en homenaje al miembro de la Dirección detenido y desaparecido pocos días antes, cumplía la orden emanada por Pizarro. A pesar de las múltiples operaciones realizadas en los días siguientes por los organismos de seguridad, no fue posible obtener una sola pista que informara del paradero de Gómez. Al día siguiente los principales medios de comunicación, al registrar la noticia, recordaron cómo Alvaro Gómez había pedido que se aplicara severamente el artículo 121 de la Carta Política contra el terrorismo; igualmente, había apoyado la creación de la jefatura militar para Urabá y para otras regiones del país. Su partido, el Social Conservador, llamó a todos los partidos políticos a unificarse en un Acuerdo Nacional para poner fin a la violencia política; la UP rechazó el secuestro, y el presidente Virgilio Barco, que se encontraba de gira por Europa, afirmó que no había motivos para retornar al país. El 4 de junio, seis días después del secuestro, Carlos Pizarro recibió un «Parte de orden cumplida» de la Fuerza de Operaciones Héroes de Palacio, en el que se le comunicaba que la Unidad Colombianos por la Salvación Nacional, compuesta por las escuadras Fernando Erazo Murcia, Benjamín Muñoz y Jaime Bermeo, había localizado, capturado y trasladado al campamento Mártires de Urabá al doctor Alvaro Gómez Hurtado, donde se encontraba gozando de excelente salud y comportamiento admirable. A partir de este momento el Movimiento 19 de Abril hizo los primeros contactos que permitieron afirmar al gobierno, en un

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r

mensaje expedido el 7 de junio, que tenía «indicios graves» que llevaban a los organismos de seguridad a concluir que el M-19 era el autor del hecho. El mismo día María Mercedes Gómez, hija del político conservador, expidió un comunicado en el que informaba haber recibido una carta dirigida a su familia, fechada el 5 de junio y firmada por un movimiento llamado «Colombianos por la Salvación Nacional». En ella se afirmaba que Gómez se encontraba bien y se pedía a la familia y a los medios de comunicación reconciliarse con las familias de los desaparecidos y manifestarse contra el estado de sitio, las masacres, las detenciones arbitrarias, las torturas, los atentados y los secuestros oficiales de líderes democráticos y revolucionarios: El mejor camino que ustedes pueden escoger ahora es el de reconciliarse con todas las víctimas de esta guerra. La paz es un camino de reconciliación y debe empezar por quienes han sufrido los golpes de esta guerra. (...) Ustedes tienen medios de comunicación: El Siglo y el Noticiero 24 Horas. Desde allí deben permitir el ejercicio de la libre información. Hagan algo por las innumerables víctimas de esta guerra sucia. Visiten la Comisión de Derechos Humanos de la Procuraduría y sobre todo conversen con los familiares de las víctimas de las masacres de colombianos humildes y de los asesinatos de luchadores populares. Empiecen por ahí la reconciliación que nos abra a todos los colombianos un sendero distinto al de esta guerra30.

Simultáneamente, los guerrilleros enviaron cartas al procurador delegado para los Derechos Humanos, Bernardo Echeverry Ossa, y al procurador Horacio Serpa Uribe, esta última con la licencia de conducir de Gómez Hurtado como prueba de que lo tenían en su poder. Al cardenal Mario Revollo Bravo hicieron llegar también una misiva pidiendo su solidaridad con todos los colombianos que eran o podían ser víctimas de la guerra sucia y convocando, por su intermedio, «a la Iglesia a compartir y defender la vida de los débiles, necesitados y justos y abogar por salidas de Salvación Nacional con participación de todos»31. El mismo día enviaron a la familia un sobre que contenía una de las tarjetas de crédito del retenido y la televisión fue interferida en Cali y Medellín por el

30. Documentos M-19. Carta a Margarita Escobar de Gómez e hijos. Colombia, junio 5 de 1988. 31. Documentos M-19. Carta al «Excelentísimo Señor Cardenal Mario Revollo Bravo». Colombia, junio d

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sistema RVT del M-19. El 12 de junio la Comisión Exterior del M-19 (Secretaría Internacional) expidió un comunicado desde Panamá y al día siguiente, mediante llamada a la agencia mexicana Notimex con sede en Panamá, confirmó que Alvaro Gómez se encontraba en su poder. Por intermedio de Felio Andrade Manrique, el 15 de junio el M-19 hizo llegar una carta a la esposa de Gómez Hurtado, con una nota del mismo; en la carta, firmada «Colombianos por la Salvación Nacional», se advertía sobre «la actitud miope del ministro de Defensa, general Rafael Samudio, al decir que el problema de la insurgencia es de dinero para comprar armas y matar a bala el descontento». El 22 de junio, el comandante de las Fuerzas de Defensa de Panamá, general Manuel Antonio Noriega, solicitó al M-19 respetar la vida del cautivo, para así evitar mayores derramamientos de sangre en Colombia. Ese mismo día se conocieron las exigencias del M-19; Otty Patiño, tercero en el mando central, se entrevistó en la tarde anterior con el periodista Germán Castro Caycedo, a quien anunció que la única condición para liberar a Gómez Hurtado era la búsqueda de un nuevo camino de paz. El periodista preparó un especial de su programa de televisión en el que resumía las cuatro horas y media de diálogo con el comandante guerrillero, programa suspendido a último momento por el gobierno. Algunos de los planteamientos de Otty Patiño, publicados el 23 de junio de 1988 en el diario El Siglo, fueron los siguientes: Yo creo que Barco dijo algo que es muy cierto: que este es un hecho de guerra. Lo repito. Es un hecho de guerra con unas características muy sui géneris. Es realizado en un momento en el cual parecían agotarse todos los caminos y todas las posibilidades. Cuando parecía que habíamos llegado a lo que llaman «punto de no retorno». Pienso que este hecho pone al país a pensar que nos lanzamos hacia la guerra y cuáles son las dimensiones de esa guerra y... cuáles son los protagonistas de esa guerra... O nos lanzamos a un camino de paz. Es que en esta guerra, sobre todo la clase dirigente no está por fuera. (...) Nosotros planteamos que la esencia es una guerra de la oligarquía contra la nación. No es el enfrentamiento entre guerrilleros y soldados. Queremos con este acto mostrarle al país cuál es la verdadera esencia de la confrontación mediante un acto de guerra. Pero un acto que de todas maneras puede tener salidas distintas a la profundización de la guerra. Queremos también que el país, la oligarquía y la nación tengan una nueva oportunidad. Y creo que en cierta forma lo que se respira

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en este momento en el ambiente nos da esa posibilidad de ensayar un nuevo camino de paz. Ese es el énfasis fundamental, pero también el énfasis fundamental es el de buscar un nuevo camino de paz, identificando las fuerzas en conflicto. (...) Con la captura de Gómez Hurtado se abrieron las puertas de un diálogo y yo creo que se tienen que abrir mucho más. Es que no queremos que este nuevo diseño esté basado en conversaciones entre guerrilla y gobierno. (...)22.

Entre tanto, Antonio Navarro Wolf, segundo comandante del M-19 se entrevistó en San José de Costa Rica con el periodista colombiano Antonio Caballero, a quien le informó que su organización había solicitado a los gobiernos de México y Panamá servir de anfitriones para desarrollar conversaciones tendientes a liberar a Alvaro Gómez; confirmó igualmente que se encontraban buscando una salida positiva al caso, así como su intención de internacionalizar el diálogo, convirtiendo a los gobernantes de aquellos países en testigos de la búsqueda de la paz en Colombia. Caballero fue portador de un mensaje, que transmitió desde Panamá al ministro de Gobierno César Gaviria Trujillo, en el que se informaba del estado de Gómez y se le hacía una invitación para el próximo 28 de junio encontrarse en Panamá con Navarro y realizar «un primer contacto exploratorio». Mientras tanto, el martes 21 de junio en el Cauca, el ex ministro Felio Andrade se encontró con Germán Rojas Niño, Raúl, con la finalidad de establecer un canal que facilitara las comunicaciones con el grupo insurgente. A raíz de estas entrevistas, el gobierno pidió al M-19 que tuviera un solo vocero. El jueves 23 de junio se dio en Ciudad de México un primer contacto entre la Comisión Exterior del M-19 y mediadores por parte de los familiares de Gómez Hurtado; esta vez el encuentro fue entre Everth Bustamante como secretario de relaciones internacionales y Alvaro Leyva Durán y Juan Gabriel Uribe, amigos del político plagiado, quienes estaban buscando acordar mecanismos de diálogo con el M-19. De esta charla surgió la necesidad de hacer un nuevo encuentro en Ciudad de Panamá con la presencia de Antonio Navarro Wolf. El 30 de junio a las 10:00 horas, cuando se cumplía un mes del secuestro, el comandante general del M-19, Carlos Pizarro, se 32

32. Entrevista de Otty Patiño con Germán Castro. Felio Andrade, Ricardo, Rolando está en Camino, Bogotá, Editorial Kelly, 1989, pp. 59-71. Véase también d l l d j i d

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comunicó a través de la línea radial conectada entre la oficina del consejero presidencial para Asuntos de Orden Público y la sede de las FARCen Casa Verde. De acuerdo con lo solicitado por Pizarro, en ese momento se encontraban escuchando, como testigos, la esposa de Alvaro Gómez en el Palacio Presidencial, el comandante Jacobo Arenas en su sede, y representantes de medios de comunicación internacional (TV española) desde el campamento del M-19. Pizarro manifestó que Antonio Navarro era el interlocutor que pedía el gobierno; sugirió como otros negociadores a Carlos Jiménez Gómez, ex procurador general de la nación; monseñor Darío Castrillón, presidente del Celam; Ernesto Samper, por la Dirección Liberal, y Alvaro Leyva, miembro de la Dirección Nacional Conservadora; de inmediato dio lectura a un documento con once propuestas: 1. La firma de un acuerdo de cese al fuego por 60 días entre el gobierno y la Coordinadora Simón Bolívar... 2. Convocamos a una Cumbre por la Salvación Nacional que concrete el diálogo... 3. Proponemos que a la Cumbre lleguemos a discutir un tema único: la vida y las reformas prioritarias que requiere el país... 4. Proponemos que este pacto nacional sea entregado para su aprobación al constituyente primario mediante la fórmula del plebiscito nacional... 5. Proponemos la siguiente lista de participantes a la cumbre... Proponemos como garantía para todos los participantes y para dar testimonio de la voluntad de paz de todos los colombianos la vigilancia y veeduría de esta Cumbre a la Organización de Naciones Unidas, ONU, al Grupo de Contadora y al Grupo de Apoyo a Contadora, así como un delegado del Santo Padre, Juan Pablo II. 6. Proponemos como sede para la realización de la Cumbre la Nunciatura Apostólica en Colombia. 7. Convocamos a la nación colombiana en nuestra tierra y en exilio a una jornada nacional por la vida, la democracia y la justicia... 8. Pedimos al Santo Padre que ese mismo día ore por Colombia. 9. Convocamos a todos los alcaldes del país y a todos los ciudadanos para que en los distintos municipios se reúnan en cabildo abierto a discutir proyectos urgentes para el desarrollo local, para la paz de sus comunidades... 10. Como homenaje al Libertador y en el marco de la tregua, proponemos un diálogo entre los comandantes de las Fuerzas Armadas y los comandantes de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar...

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11. Por último, convocamos a los deportistas y artistas para que organicen con la ayuda del Estado y los participantes en la Cumbre, eventos culturales y deportivos que permitan recaudar fondos para ayudar a los huérfanos de la guerra... Empeñamos nuestro honor en la promesa de que el doctor Alvaro Gómez asistirá al inicio de la Cumbre en compañía del comandante general del M-1933.

El mismo 30 de junio, en horas de la noche, se produjo en Ciudad de Panamá un encuentro de los dirigentes del M-19 Antonio Navarro, Rosemberg Pabón y Everth Bustamante, con Alvaro Leyva y Juan Gabriel Uribe, citados para tal propósito. Hasta este momento, otras dos gestiones efectuadas en el exterior, el viaje del ex embajador Guillermo Angulo y del ministro de Gobierno César Gaviria a Cuba, no habían tenido mayor éxito. De la conversación en Panamá salió en claro la posibilidad de convocar a una «minicumbre» en la Nunciatura Apostólica en Ciudad de Panamá, con agenda abierta y con la participación de gentes muy representativas, y una segunda cumbre en Colombia, con Alvaro Gómez libre, para dar paso a la agenda que se elaboraría en la «minicumbre». En ese momento, los directores de los medios de comunicación en Colombia habían llegado al acuerdo de no publicar comunicados de la guerrilla, ni entrevistas con jefes guerrilleros, y en general controlar las informaciones relativas al secuestro de Gómez Hurtado; este acuerdo fue calificado como «un inmoral pacto de silencio» por parte de Antonio Caballero, columnista de la revista Semana. El 6 de julio, desde Panamá, el M-19 dio a conocer un nuevo pronunciamiento entregado a dos periodistas extranjeros por Antonio Navarro, en presencia del senador conservador Alvaro Leyva Durán. A su regreso a Bogotá, Leyva concedió una rueda de prensa en el Senado, en la cual anunció que el M-19 había propuesto al obispo Darío Castrillón y a dirigentes políticos y gremiales como mediadores en las gestiones encaminadas a liberar a Gómez Hurtado; anunció también el deseo del M-19 de celebrar una reunión en el exterior preparatoria de una cumbre en el país. En la noche del domingo 10 de julio y en la mañana del lunes 11, se reunieron en la Nunciatura Apostólica de Panamá los senadores social-con-

33. Documentos M-19. Boletín sin número de julio de 1988 (extractos). También se encuentra en la grabación que hicieron los periodistas de TV Española, presentes en l ii

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servadores Rodrigo Marín y Alvaro Leyva, monseñor Castrillón y el periodista Juan Gabriel Uribe, con los dirigentes del M-19 Navarro, Pabón y Bustamente; durante estas dos sesiones se acordaron los mecanismos, temas y nombres de los asistentes a la celebración de la «minicumbre», citada para el jueves 14 de julio de 1988. El día señalado, los representantes del M-19 estaban desde temprana hora en la Nunciatura con el anfitrión, el nuncio apostólico monseñor Sebastián Laboa, esperando a los comisionados que, en vuelo directo desde Bogotá, llegaron con una hora de retraso. Allí estaban los voceros de los sectores más representativos de la nación: los presidentes de los partidos políticos (excepto del Partido Liberal, ya que Ernesto Samper participó como senador liberal), dirigentes de los gremios de trabajadores y del movimiento guerrillero, de la Iglesia y de los gremios económicos. Después de ocho años se reunía el «sancocho nacional» propuesto por Jaime Bateman, «el Comandante Pablo», en el mismo sitio que él había señalado: Panamá. A las 12:15 horas, luego de una breve reunión con los periodistas, comenzó la minicumbre a puerta cerrada. Las intervenciones fueron moderadas por monseñor Castrillón, quien solicitó una invocación a Jesucristo por la paz. Seguidamente informó a los presentes que se trataba de una cita preliminar donde se pasaría a tratar los siguientes puntos: 1) Antecedentes, 2) Objetivos inmediatos, 3) Objetivo final. En la primera intervención, a cargo de Antonio Navarro, éste presentó una propuesta sobre los pasos siguientes: la Cumbre en la Nunciatura Apostólica de Bogotá, los mecanismos para aclimatar el camino de la paz y las reformas necesarias para el país. En lo relativo a la libertad de Alvaro Gómez, señaló: El M-19 declara su voluntad de poner en libertad al doctor Alvaro Gómez Hurtado en el lapso comprendido entre la firma del Acta del 14 de julio de Panamá y la fecha de la realización de la Cumbre. La orden de libertad será expedida por Carlos Pizarro Leongómez, comandante general del M-19, en la oportunidad más breve que las circunstancias lo permitan. Llamamos de nuevo a las Fuerzas Armadas colombianas a contribuir en la búsqueda de un proceso de paz, para no cometer dos veces el mismo error. Esta paz que hoy buscamos requiere la activa participación de los hombres de uniforme de nuestro país. Les extendimos la mano en enero

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y hoy la mantenemos tendida; por lo tanto, les proponemos una tregua34.

En la reunión, programada para dos horas, cada uno de los asistentes dispuso de cuatro minutos para exponer sus criterios; aunque fue muy notoria la disparidad en torno a algunos de los puntos del temario, todos sin excepción coincidieron en señalar como problemas fundamentales la búsqueda de caminos nuevos de paz y concordia y la liberación de Gómez Hurtado. Concluidas las intervenciones se nombró una comisión para redactar el documento final que, una vez terminado, se presentó a consideración de todos los asistentes. Después de un breve intercambio de ideas, se logró un acuerdo sobre su contenido. Hacia las seis de la tarde fue leída y firmada ante la prensa nacional y extranjera el «Acta de Panamá». Dada la generosidad del nuncio apostólico de Panamá, se le pidió que fuera él quien diera lectura a la Declaración Final: Las personas reunidas en la Nunciatura Apostólica de Panamá, con el ánimo de encontrar los caminos que conduzcan a una sociedad más equitativa, a la preservación de los derechos humanos y a la reconciliación entre los colombianos declaran: 1. El compromiso de participar e invitan a las distintas fuerzas sociales a tomar parte en una reunión cumbre en el territorio colombiano, la cual se celebrará el día 29 de julio de 1988. 2. Resaltar la condición indispensable, para evitar nuevas frustraciones a la nación, de que dicha reunión se celebre con base en un temario concreto el cual será preparado por una comisión integrada, entre otros, por siete representantes o miembros de los siguientes sectores: uno del Partido Social Conservador, uno del Partido Liberal, uno de la Unión Patriótica, uno de la CUT, uno de los gremios de la producción, uno de los movimientos guerrilleros, y uno de la Iglesia. Esta comisión tendrá su sede en Bogotá y se reunirá inmediatamente después de la liberación del doctor Alvaro Gómez Hurtado. 3. Registrar la declaración del Movimiento 19 de Abril de liberar al doctor Alvaro Gómez Hurtado durante el lapso comprendido entre el 14 y el 29 de julio de 1988. La orden de libertad del doctor Gómez será expedida por Carlos Pizarro Leongómez, comandante del M-19, en la oportunidad más breve que las circunstancias permitan.

34. Documentos M-19. Actas de la Reunión de Panamá.

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Como contribución adicional al proceso de paz el M-19 reitera al gobierno su propuesta de tregua. 4. Señalar el deseo de que el gobierno se haga presente en la reunión cumbre del 29 de julio para contribuir al éxito de sus deliberaciones. Se adjuntan para ser conocidas de la opinión pública la declaración del M-19, la de Derechos Humanos, y la posición de los gremios económicos frente al diálogo. Para constancia firman los presentes el día 14 de julio de 1988 en la Nunciatura Apostólica de Panamá. Hernán Motta Motta Everth Bustamante Antonio Navarro W. Rosemberg Pabón P. Rodolfo González Édgar Salas Alvaro Leyva Durán Darío Bustamante Jorge Méndez Jorge Carrillo José Gutiérrez Eliseo Restrepo L. Juan Gabriel Uribe Sabas Pretelt de la Vega José Farid Polanía Alfredo Vázquez C. Ramiro Lucio Escobar Darío Castrillón Hoyos Ernesto Samper Pizano Bernardo Jaramillo Rodrigo Marín Isaías Tristancho José Antequerá

Parlamentario de la Unión Patriótica Movimiento 19 de Abril Movimiento 19 de Abril Movimiento 19 de Abril FARC-EP Partido Comunista Colombiano Senador, Partido Social Conservador A título personal Presidente de Fedemetal Central Unitaria de Trabajadores de Colombia Convergencia Democrática Sociedad de Agricultores de Colombia Periódico El Siglo Presidente Fenalco Mesa de Convergencia de Colombia Comité Permanente de los Derechos Humanos Independiente Obispo de Pereira Senador y miembro de la DLN Presidente de la Union Patriótica Presidente del Partido Conservador Vicepresidente CUT Convergencia Democrática Comité Central PC

Testigos internacionales Doctor Nils Castro Coronel Guillermo Wong Doctor Carlos Ozores Typaldos Monseñor José Sebastián Laboa

Secretario ejecutivo de la Copppal Fuerzas de Defensa de Panamá Vicepresidente PRD de Panamá Nuncio apostólico de Panamá35

El 17 de julio, Carlos Pizarro envió un mensaje al presidente Barco, proponiendo el campamento del M-19 en el Cauca como

35. «Histórica acta de Panamá para la paz en Colombia». La República, Panamá, R. de P., viernes 15

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escenario para la Cumbre del 29 y la participación del gobierno, sugerencias que fueron rechazadas por el Ejecutivo. Ese mismo día le confirmaba a Alvaro Leyva Durán, quien se trasladó al campamento del M-19 situado en el sur del departamento del Tolima, que Felio Andrade sería quien diera la noticia de la liberación de Gómez. A las 09:00 horas del 19 de julio, Carlos Pizarro, mediante el sistema de comunicaciones establecido con Felio Andrade, dio lectura a la «Orden de Libertad»; cinco horas más tarde se lo confirmaba con la clave que habían establecido previamente: «Atento Ricardo, Rolando está en camino». El 20 de julio el país entero estaba pendiente del momento en que Gómez Hurtado fuera puesto en libertad. Cuando el presidente Barco aún se encontraba en el Congreso presentando su informe de labores, se conoció la noticia. El M-19 había cumplido con su palabra ✓

empeñada en el Acta de Panamá. Alvaro Gómez había sido dejado en el restaurante Mister Ribb’s a sólo dos cuadras de su casa. Al día siguiente dio una rueda de prensa en las instalaciones de El Siglo, en la cual afirmó que el diálogo debía producirse en Colombia. ✓

Durante el cautiverio de Alvaro Gómez se produjo un intenso e interesante cruce de cartas con Carlos Pizarro, evidenciándose en algunas de ellas las coincidencias entre el comandante guerrillero y el dirigente político conservador: ...porque además, se juega un destino que ya no es el nuestro, que no nos pertenece, es el de la paz que quizás como nunca antes está teniendo una oportunidad36.

36. Aparte ‘de la segunda carta de Alvaro Gómez a Pizarro, leída por este último ante periodistas de TV Española el 30 de junio de 1988.

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La Cumbre de Usaquén

Después de la liberación de Alvaro Gómez Hurtado, la clase política, los gremios, los trabajadores y demás sectores representativos de la nación se dispusieron a participar en la Cumbre de Salvación Nacional convocada para el viernes 29 de julio, de acuerdo con el Acta de Panamá. El gobierno, que había prometido asumir su compromiso ante el país, una vez que Gómez estuviera libre, manifestó el 21 de julio, por intermedio del presidente Barco, su interés por participar en «un diálogo desprovisto de cualquier forma de intimidación». Pero el 27 de julio dio a conocer un comunicado en el que se negaba a participar en la Cumbre y desestimaba la posibilidad de conceder salvoconductos a dirigentes guerrilleros para que asistieran; señaló: El gobierno no aceptó ni aceptará diálogos o negociaciones que pretendan obtener concesiones o resultados políticos bajo chantaje, o a la sombra de la intimidación armada (...) por estas razones el gobierno nacional se abstiene de participar oficialmente en la reunión del 29 de julio. (...) Dentro del marco constitucional de respeto a la decisión y competencia de las ramas del poder público, el gobierno no puede interferir en las decisiones jurisdiccionales; mal podría el gobierno valerse de órdenes transitorias o salvoconductos que sustraigan a determinadas personas del alcance de la ley37.

El mismo 27, el gobierno presentó ante el Congreso de la República su proyecto de reforma a la Constitución Nacional, compuesto de 181 artículos; los 43 primeros replanteaban y señalaban nuevos derechos y procedimientos, como medio para alcanzar efectivamente las garantías fundamentales. Ante la negativa gubernamental de asistir a la Cumbre de Usaquén, Carlos Pizarro en sus conversaciones radiales con el

37. Felio Andrade, op. át., pp. 221-223.

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ex ministro Felio Andrade, declaró desde su campamento en el Tolima: Frente a la decisión del gobierno de marginarse de la Cumbre y de torpedear la Cumbre en la medida en que no brindó garantías a los jefes del movimiento guerrillero, para que puedan buscar la salida rápida y esa salida exacta a los problemas nacionales, digamos que se abre la Cumbre del 29, un episodio de paz de la nación colombiana, para en conjunto, como colectivo social, poder diseñar los caminos de vida, justicia y democracia que el país requiere; si nosotros insistimos que el problema no es entre el gobierno y la guerrilla; el problema es de la nación, y la nación es la que tiene que encontrar en su conjunto, en un ambiente de conciliación, en un ambiente de amistad, en un ambiente de franqueza, las salidas que este país requiere, no es por debajo de la mesa, entre el gobierno y la guerrilla, como se soluciona el problema del país nacional; es el país nacional quien asume el protagonismo en las decisiones; por otro lado no quiere decir con esto que nos negamos a ningún diálogo, pero sí dejamos bien claro que nosotros estamos en búsqueda de una nación protagónica, donde el conjunto de las fuerzas expresen sus condiciones, anoten sus desacuerdos, conciben posiciones y encontremos entre todo el país nacional una- condición justa a nuestro país38.

El Centro de Estudios Pastorales de Usaquén fue el escenario del reencuentro de la nación en la Cumbre coordinada por monseñor Darío Castrillón. Ese 29 de julio se reunieron miembros de los partidos Liberal, Social Conservador, Unión Patriótica, Anapo, Convergencia Nacional, Comunista, de los gremios económicos, de la CUT, de la Iglesia, de laONIC, de la Liga Colombiana de Consumidores, del Comité Permanente de los Derechos Humanos; allí se encontraba también Alvaro Gómez, cumpliendo su voluntad de asistir a la cita. El M-19 se hizo presente a través de un extenso documento que envió con Ramiro Lucio Escobar, quien actuó como delegado personal de Carlos Pizarro. El gobierno hizo llegar un mensaje leído por Edmundo López Gómez, representante de la colectividad liberal en la Comisión Preparatoria de esta Cumbre. Todos los asistentes coincidieron en criticar la actitud del gobierno y de los militares por su decisión de marginarse del foro; las coincidencias de los participantes se manifestaron en la necesidad de parar la guerra sucia, de levantar el estado de sitio, de promover un plebiscito y de encontrar salidas negociadas al 38. Ibfd., pp. 228, 229.

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conflicto armado. En el mismo momento, en la sede dél Concejo Municipal de Cali, se instalaba la «Cumbre regional por el diálogo», que resolvió crear un consejo consultivo de diálogo y pacificación. En la Cumbre de Usaquén se dio lectura a una carta enviada por las FARQ donde ese grupo anotaba su esperanza «de que esta primera Cumbre del gran diálogo nacional por la paz, pueda hallar caminos amplios que conduzcan a la reconciliación de la familia colombiana». Por su parte el ELN y el EPL, en una posición conjunta, manifestaron que «la Cumbre convocada para el día 29 carece de definiciones y compromisos claros; no implica la participación del gobierno, ni de los militares, no establece compromisos, no ofrece garantías para las organizaciones guerrilleras y populares, por lo cual no asistiremos a ella». El PRT, en su declaración política frente a la Cumbre, señaló: «Valoramos positivamente estos esfuerzos y creemos que ellos deben ser apoyados por todos los colombianos amantes de la patria, por todos los demócratas y revolucionarios que luchamos por una Colombia más digna y justa, independiente y soberana, democrática y con bienestar para las mayorías nacionales del país»39. En su mensaje a los asistentes al diálogo del 29 de julio, el M-19 consideró que la Cumbre era, a pesar de las ausencias, suficientemente representativa, aunque mostró su preocupación por la inasistencia del gobierno: ¿Qué hacer frente a la actual ausencia del gobierno? No es fácil responder a un gobierno que aduce razones constitucionales para impedir la asistencia de la guerrilla a esta reunión y al mismo tiempo deja claro —con su propuesta de reformas— que la Constitución que nos rige es obsoleta. ¿Qué hacer frente a un gobierno que pretende restarle legitimidad a esta reunión de colombianos con argumentos morales, mientras el país y el propio Estado naufragan en una inmoralidad creciente y sin visos de solución? ¿Qué actitud adoptar frente a un gobierno que habla de democracia participativa y ante un evento como este limita y coarta la participación? (...) Hay ahora en Colombia un espíritu de reconciliación. Creemos que la tarea inmediata es alimentar y materializar ese espíritu mediante un plan de paz que, a su vez, sea eje y activador de un mandato nacional. Sentar las bases de ese plan y ese mandato deben ser objetivos de las

39. Textos de las comunicaciones de las organizaciones guerrilleras, en Felio Andrade, op. cit., pp.

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fuerzas participantes en esta reunión. (...) Ningún plan de paz y ningún mandato nacional será posible sin el concurso y voluntad de las Fuerzas Armadas. Una de las grandes fallas del anterior proceso de paz fue la marginalidad, en cuanto a opinión, de las Fuerzas Armadas. Toca hablar con ellas. (...) Toca entonces, también, enterrar el mito de que todo proceso de cambio pasa por el aniquilamiento de las Fuerzas Armadas. (...) Hubiéramos querido ir más allá de esta exposición de criterios. Porque queremos convertirlos, en la discusión abierta con ustedes, en acuerdos, planes y propuestas más acabadas. Nuestra ausencia física impone limitaciones innegables ahora40.

Antonio Navarro envió a la Cumbre un mensaje grabado en video en el que rechazaba la posición gubernamental de marginarse de la cita. «Cuando la voluntad falta, las disculpas sobran», manifestó en su intervención; pidió claridad al presidente Barco frente a la paz, criticó su «lucha contra la pobreza absoluta», su lucha contra el narcotráfico y los altos gastos militares, «mientras más lejos del país, más cerca de un puñado de generales», expresó. Al finalizar la Cumbre se había dado lectura a 35 documentos que conceptuaban sobre los más variados aspectos. Se recogieron 78 conclusiones y se aprobó una serie de procedimientos para continuar el proceso; a saber: 1) Se autorizó a la Comisión Preparatoria de la Cumbre (contemplada en el Acta de Panamá) para continuar como Comisión de Seguimiento al Proceso de Diálogo con la coordinación de monseñor Darío Castrillón; esta Comisión sesionaría desde el 30 de julio hasta el 15 de agosto con tres funciones específicas: realizar gestiones con todos los sectores interesados en el proceso de pacificación; recibir y recopilar los criterios sobre el proceso de diálogo; fijar los marcos de acción para conformar una Comisión de Convivencia Democrática; y 2) Crear una Comisión de Convivencia Democrática que sesionaría por 30 días, entre el 22 de agosto y el 22 de septiembre, encargada de dialogar con el gobierno, las Fuerzas Armadas y los distintos grupos guerrilleros. A mediados de agosto el presidente Barco, en mensaje dirigido a la convención del Partido Liberal reunida en Cartagena, anunciaba que en el transcurso de los siguientes días presentaría un plan de paz. El 17 del mismo mes, luego de un encuentro con el presidente de la República, la Dirección Nacional Liberal expidió

40. «Mensaje del M-19», Revista Colombia, número especial de septiembre de 19S8, pp. 21-23.

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un comunicado en el que invitaba a concentrar los esfuerzos de diálogo en la propuesta gubernamental de paz, y desautorizó la participación del Partido Liberal en la Comisión de Convivencia que se instalaría una semana más tarde. Ese mismo día la Comisión de Seguimiento fue recibida por el presidente Barco, quien manifestó coincidir con 56 de las 78 conclusiones de la Cumbre de Usaquén y expresó que muchas de ellas estaban incorporadas en la propuesta de reforma constitucional que ya había presentado al Congreso. La Comisión de Convivencia Democrática se instaló el 22 de agosto en la sede del Celam, sin la presencia del gobierno, ni del Partido Liberal, ni de los gremios económicos; concurrieron, como nuevos invitados, los generales en retiro Gabriel Puyana y José Joaquín Matallana. Casi con su nacimiento estaba cumpliendo sus últimas funciones: la Comisión tuvo su oportunidad de actuar como mediadora a raíz de la captura de 22 soldados por parte de las FARC y el EPL, en el asalto al poblado de Saiza, en el departamento de Córdoba, ese 23 de agosto.

XIV. Ahora sí, la recta final

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La iniciativa de Barco

El Io de septiembre de 1988 el presidente Barco Vargas, en alocución por radio y televisión, dio a conocer su anunciada estrategia de paz a la que llamó «Iniciativa para la Paz». De acuerdo con lo manifestado por el primer mandatario, personalmente había dirigido la elaboración de su propuesta y en ella se tenían en cuenta las experiencias colombianas y las de otros países, las opiniones de expertos así como los estudios efectuados sobre esta delicada materia. La Iniciativa para la Paz planteaba un viraje en la política de reconciliación, normalización y rehabilitación; regresaba al esquema anterior al reconocer la negociación como un aspecto fundamental en la búsqueda de la paz y admitir nuevamente a los grupos armados como interlocutores válidos del gobierno: Todos deben aportar a esta iniciativa: la «Iniciativa para la Paz» requiere, para que sea exitosa, de la solidaridad y de las contribuciones de las fuerzas políticas y sociales, de las centrales obreras, de los sindicatos, de los gremios, de las organizaciones populares, campesinas, indígenas y cívicas, es decir, el gobierno invitará formalmente a los líderes y voceros de estos sectores, para que formulen sus comentarios y recomendaciones, con el fin de lograr la mejor aplicación de esta iniciativa. No hay fórmulas mágicas para alcanzar la paz; el país debe acudir con realismo y con esperanza a las oportunidades que ofrece este esfuerzo por la paz, sin embargo el gobierno quiere advertir que esta iniciativa se enfrenta a múltiples dificultades: las experiencias pasadas y las de otros países lo demuestran. Aun así el gobierno está seguro de que esta propuesta tendrá éxito si se cuenta con la solidaridad nacional y con la clara voluntad de los alzados en armas1.

1. «Discurso del presidente Barco sobre el plan de paz». Jacobo Arenas, Vicisitudes del proceso de paz. Bogotá, Editorial La Abeja Negra, enero de 1990, pp. 52-68.

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La Iniciativa para la Paz comprendía tres fases para la reincorporación de los alzados en armas a la vida civil y una cuarta de diálogos regionales para la convivencia: 1) La fase de distensión buscaba un ambiente de entendimiento con aquellos grupos alzados en armas que demostraran —con palabras y hechos— su voluntad de regresar a la normalidad. Una vez demostrada esa voluntad de reconciliación, el gobierno presentaría a estudio del Congreso de la República un proyecto de ley de indulto e iniciaría el diálogo directo con los voceros autorizados de cada uno de los grupos alzados en armas para, juntos, buscar compromisos sobre procedimientos, plazos de reincorporación y el lugar donde los guerrilleros se ubicarían temporalmente. Durante esta fase, el Congreso de la República establecería audiencias públicas para discutir la reforma constiaicional, permitiendo la presencia y participación de voceros designados por los grupos armados; las propuestas que fueran consideradas apropiadas podrían ser sometidas al estudio del cuerpo legislativo. 2) La segunda fase, de transición, contemplaba iniciar el paso hacia la normalidad institucional y el regreso a la democracia de los grupos armados con los que se hubieran establecido, en la fase anterior, procedimientos para ello. Contemplaba garantías reales y específicas, así como condiciones económicas y sociales de urgencia que hicieran posible la reincorporación de los guerrilleros; en esta fase se llegaba a un cese de sus operaciones militares y, por parte de las Fuerzas Armadas, a suspender el patrullaje en los sitios acordados. Igualmente, contemplaba crear los consejos regionales de normalización para que coordinaran las actividades y supervigilaran permanentemente los compromisos alcanzados a partir de esta fase; de ellos harían parte las autoridades regionales de gobierno y policía, la Iglesia, voceros de los partidos políticos con asiento en la Asamblea Departamental respectiva y miembros de los grupos guerrilleros vinculados a procesos de paz. 3) En la tercera fase, de incorporación, los hasta entonces grupos alzados en armas que se acogieran a esta iniciativa del presidente Barco, se reintegrarían plenamente a la sociedad, culminando así los compromisos establecidos en los procedimientos de reincorporación a la vida democrática. El gobierno procedería a otorgar el indulto y levantar el estado de sitio; a estimular y garantizar la actividad política; a aplicar medidas de asistencia económica y de protección al derecho a la vida para las personas

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reincorporadas. En esta etapa el Congreso de la República haría una reforma constitucional que permitiera la apertura democrática. Simultáneamente al inicio de las fases señaladas, el gobierno se comprometía a impulsar los diálogos regionales por la convivencia y el derecho a la vida, de los cuales saldrían recomendaciones que acogería y tramitaría al más alto nivel. La «Iniciativa para la Paz», consideraba el presidente, debía completarse antes de empezarse el siguiente proceso electoral que tendría lugar en marzo de 1990. Convoco a los alzados en armas a que se reincorporen a la vida civil. Que los esfuerzos de toda la nación se dediquen a alcanzar el bienestar y la justicia social que aseguren para todos la satisfacción de las necesidades básicas y la posibilidad de vivir sin angustias y temores2.

La respuesta inicial de los grupos guerrilleros fue, en unos casos, de rechazo absoluto, y en otros de prudente expectativa: para el EPL y el ELN, el objetivo era aniquilar al movimiento armado y estaba condenada al fracaso; el M-19 y lasFARC manifestaron su interés por la negociación política, aunque señalaban reservas a la Iniciativa; el Quintín Lame y el PRT concebían como prioritario unificar los proyectos y propuestas políticas que en ese momento tenían cada una de las organizaciones que participaban en la CGSB. Las evidentes contradicciones políticas, expresadas en una diferencia de matices en la Coordinadora, hacían necesaria una nueva conferencia de sus dirigentes; con ese propósito, Carlos Pizarro junto a Afranio Parra, Héctor Pineda y un grupo de combatientes, se trasladó hasta la sede del Secretariado de las FARC. En el Cauca quedaron Germán Rojas Niño y Libardo Parra Vargas, quienes promovieron la primera conferencia regional de la Región Político-Militar Central del M-19, que sesionó entre el 19 de septiembre y el 1° de octubre; asistieron los responsables de la subregión, de los frentes, los mayores y capitanes presentes en el área, los responsables de estructuras en la zona. Pizarro se hacía presente por primera vez en un evento de la Coordinadora y se esperaba que igualmente lo hicieran Francisco Caraballo y Manuel Pérez, comandantes del EPLy del ELN; sin embargo, éstos no asistieron y enviaron a sus delegados para participar en la III Conferencia de la CGSB, reunida entre el 13 y el 16 de octubre.

2. Ibt'd., p. 68.

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En esta cumbre se produjo un fuerte debate en torno a la forma como el M-19 había negociado la liberación de Alvaro Gómez; se cuestionó su manejo ajeno a la Coordinadora y el golpe que ello constituía para la unidad. Estas discusiones pusieron en peligro el desarrollo de la conferencia; finalmente se concentró el trabajo en estudiar una propuesta unificada sobre el tema de la paz para el gobierno de Virgilio Barco. La reunión produjo una carta al presidente Barco en la que señalaban: «La Iniciativa de Paz» de su gobierno desató un amplio debate en la opinión pública, haciendo evidente una vez más, que en el país la discusión fundamental es de la guerra y la paz. Pero esta propuesta ha caído en el vacío ante la ausencia de participación nacional, la carencia de espíritu de negociación y de verdaderas alternativas de solución en el orden político, económico y social. Como parte activa de este creciente despertar de opinión, la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar propone: 1) Un encuentro entre el gobierno y la comandancia de las fuerzas guerrilleras, para conversar sobre una salida política en torno a la vida, la democracia y la soberanía nacional. 2) Que las conversaciones sean encaradas al más alto nivel por los ministros de Gobierno, Defensa y Minas y los comandantes de las fuerzas integrantes de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar. 3) Que a esta reunión asista la Comisión de Convivencia Democrática en calidad de testigo de excepción de las 3 conversaciones .

Por su parte, en la declaración política de siete puntos, la CGSB reiteró su empeño en buscar soluciones políticas reales. Ratificó su decidido respaldo a la llamada «huelga general» que se encontraban promoviendo la CUT y la CGT, demandó del gobierno colombiano que suscribiese el Protocolo II y mostró la liberación de los 22 soldados capturados en Saiza, como ejemplo de comportamiento frente al derecho de gentes. Asumió el compromiso de sacar adelante el «Acuerdo Popular y Democrático» para el cual debía preparar y realizar la «Convención Nacional del Pueblo», mecanismo éste que ya había considerado y que en los hechos no se había concretado3 4. La «huelga general», convocada por la CUT para el 27 de octubre, había generado una gran expectativa entre las organiza

3. Ibíd., pp. 80-82. 4. Texto completo de la Declaración Política de la III Conferencia de la CGSB, en Ondnzos, Nu 1, diciembre de 1988.

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ciones guerrilleras y entre la ciudadanía en general. Este paro nacional, planteado como una parálisis de la producción, iba tras logros económicos y políticos, afectó el sector de servicios y las ocupaciones relacionadas con la administración estatal, el magisterio y la salud pública; el gobierno dio una dura respuesta a la protesta ilegalizando sindicatos, deteniendo trabajadores y autorizando despidos. Los grupos guerrilleros EPL,FARCyELN, en una coordinación tripartita, realizaron una serie de acciones conjuntas. Como en otras oportunidades, el balance gubernamental hablaba de su fracaso y los dirigentes sindicales anunciaban el éxito de la jornada. Las contradicciones dentro de laCUT por la planificación y desarrollo del paro llevaron a fuertes discrepancias entre un sector «democrático», orientado por su presidente Jorge Carrillo, y un sector de izquierda donde se encontraban la UP, el Frente Popular y A Luchar, los que discreparon del manejo «economicis- ta» de la protesta. A mediados de noviembre de 1988 se conoció la propuesta de paz presentada por el senador conservador Alvaro Leyva Durán en carta dirigida a los presidentes de los partidos Liberal, Conservador y Unión Patriótica; enfocada como la necesidad de «reabrir las compuertas del entendimiento civilizado», la iniciativa de Leyva señalaba: Propongo por lo tanto que se integre por decreto una comisión de cinco personas de especial significación nacional que no hayan participado en anteriores procesos similares y que no se encuentren comprometidas en pretensiones electorales en curso o de próxima ocurrencia. La expedición del decreto produciría, per se, la cesación de las hostilidades. La comisión tendría por objeto examinar durante el término de treinta días si durante ese lapso se dan las condiciones mínimas requeridas para establecer un diálogo directo entre el gobierno y las fuerzas alzadas en armas. Esa comisión, que podría denominarse de Cesación de Armas y Vigilancia del Statu Quo, una vez corrido el plazo prefijado, informaría al presidente de la República si en su concepto se han alcanzado el clima y los presupuestos indispensables para proceder con la realización de un segundo paso. Ahora bien: si el informe al que se hizo referencia anteriormente fuere favorable al diálogo, el gobierno haría uso de un plazo de 20 días para establecer, conjuntamente con la comisión, el cómo, cuándo y en dónde se efectuarían las conversaciones directas y quiénes participarían en ellas. Una vez definido esto último, las partes iniciarían de manera inmediata el diálogo directo que podría extenderse hasta el término de 30 días prorrogables por tiempo igual.

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Vencido el plazo establecido, el gobierno informaría a la opinión pública los resultados del diálogo y procedería de acuerdo con las circunstancias5.

La propuesta de Alvaro Leyva tuvo de inmediato una respuesta favorable por parte de sus destinatarios y del gobierno nacional; las FARCy el M-19, en carta enviada al senador Leyva, manifestaron estar de acuerdo con la iniciativa y se comprometieron a desarrollar una labor dirigida a unificar el criterio de los grupos integrantes de la CGSB, en torno al nuevo planteamiento de paz. El 27 de noviembre se celebró en el corregimiento La Mesa, del municipio del Patía, en el suroccidente caucano, un encuentro por la paz y la democracia, al cual asistieron los alcaldes de los municipios de la zona, concejales y funcionarios de los órdenes municipales y departamentales, así como los comandantes de los frentes 8o y 29 de las FARCy 6 de Noviembre del M-19; los participantes en este encuentro se comprometieron a recoger 300 mil firmas en respaldo a una comunicación que se le enviaría al presidente Barco; los comandantes de los frentes guerrilleros presentes manifestaron que cesarían actividades militares ofensivas a partir de las 19:00 horas de ese día, para demostrar su «vocación de paz». Similares encuentros se estaban realizando en otros departamentos del país: en el Tolima, Carlos Augusto Erazo, Nicolás, comandante de la Compañía Jorge Eliécer Gaitán del M-19, había convocado a varias reuniones con dirigentes políticos de la región, entre ellos el senador liberal Alberto Santofimio Botero y los presidentes del Concejo Municipal de Ibagué y de la Asamblea Departamental. Fruto del encuentro que en esa sección del país se realizó el domingo 20 de noviembre fue un acuerdo en que se solicitaba el diálogo directo y una tregua bilateral. El 3 de diciembre, en sendos saludos de Navidad, las FARC y el M-19 manifestaron su decisión de suspender hostilidades y acordar la paz en los términos sugeridos en la propuesta de Alvaro Leyva; el M-19 señaló en su mensaje al país: Colombia llega a la Navidad con múltiples heridas abiertas. Pero en medio de una búsqueda esperanzada de la reconciliación nacional y la justicia. (...)

5. La «propuesta Leyva». Alvaro Leyva Durán, La guerra vende más. Leyva Durán Editores y Oveja Negra, Bogotá, 1989, pp. 112-115.

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El M-19 cree que fórmulas de paz como la que sugiere el senador Alvaro Leyva tienden un puente entre las propuestas hechas por la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar y el gobierno, hasta hoy bloqueadas. Consideramos positiva la discusión amplia y multilateral de esa propuesta y aprovechamos el inicio de las festividades navideñas para manifestar nuestra disposición a participar en un acuerdo de cese de hostilidades que pueda surgir ante la cristalización de esa iniciativa6.

La confirmación de un cese unilateral al fuego por parte del M-19 y las FARC se hizo en cartas que las dos organizaciones enviaron al presidente Barco. En ellas exponían sus razones y disposición de ánimo para el diálogo con el gobierno, en la búsqueda de una salida política a los problemas que estaba confrontando Colombia. El 14 de diciembre, el M-19 se dirigió al presidente de la República: La paz es la fuente de su mandato y el porvenir de su nombre en la historia de nuestro país. Y es en este horizonte de reconciliación donde se fragua en el alma nacional, al borde del abismo, de nuevo la esperanza. El último cuarto de hora para el reencuentro de los colombianos palpita en nuestras manos y reclama una ejecución digna y certera que permita construir por fin, en la solución política al conflicto nacional, una victoria de los colombianos. (...) Señor presidente, indique simplemente dónde y cuándo se inicia la cita con la historia y nosotros acudiremos de inmediato a ella7.

En su discurso de cierre de sesiones del Congreso de la República el 16 de diciembre de 1988, el presidente atacó a los grupos guerrilleros, concretamente a las FARC, el EPL y el ELN, que habían incrementado sus acciones en los últimos tres meses; señaló que esos actos terroristas restaban credibilidad a sus palabras. Dio a conocer que desde hacía varias semanas funcionarios de la Consejería Presidencial para la Reconciliación y voceros guerrilleros del M-19 habían iniciado contactos preliminares para concretar una posible agenda de conversaciones, demostrando así su voluntad de reconciliación, no sólo en las palabras sino en los hechos. En el mismo mes de diciembre se habían realizado nuevos diálogos regionales en el Cauca y Tolima, en los cuales participaron las fuerzas vivas de cada uno de esos departamentos y se elaboraron pactos por la vida y la paz.

6. Documentos M-19. «Mensaje de Navidad a la nación», firmado por Carlos Pizarro Leongómez. Montañas de Colombia, diciembre 3 de 1988. 7. Texto completo de la carta. Jacobo Arenas, op. cit., pp. 116-117.

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En medio de este cruce de cartas, misivas y comunicaciones, se realizó en el departamento del Cauca el «Encuentro Admirable por la Paz», entre el 17 y 18 de diciembre. Ese congreso se efectuó en Popayán y en el municipio de Santander de Quilichao; durante su desarrollo se probó la posibilidad de encontrar, por la vía de la concertación, soluciones políticas al problema de violencia en la zona. A Popayán llegaron 150 delegados de diferentes organizaciones; la presencia del M-19 no se permitió y este Movimiento denunció que su campamento central había sido hostigado, recibiendo en cinco ocasiones ataques por parte del Ejército. En el encuentro del Cauca participó el senador Ricardo Villa Salcedo, quien había esbozado una propuesta de paz que contemplaba la circunscripción electoral especial para los grupos guerrilleros que llegaran a la desmovilización. El ex presidente Julio César Turbay Ayala dirigió una carta a Carlos Pizarra, fechada el 19 de diciembre del mismo año; era una respuesta a la misiva enviada por el comandante general del grupo guerrillero una semana atrás, en la cual se refería a diversas circunstancias del acontecer político, particularmente al análisis de la reforma constitucional, la cual había sido aprobada en primera vuelta por el Congreso Nacional. En su respuesta, Turbay Ayala expresaba su admiración por el jefe guerrillero y defendía la posibilidad de lograr la participación popular a través de las reformas que se estaban estudiando en el Congreso.

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La distensión, un camino hacia la desmovilización

Desde diciembre de 1988 el M-19 había establecido una frecuencia radial para comunicarse con altos funcionarios de la Consejería Presidencial para la Rehabilitación; este mecanismo se encontraba abierto de lunes a viernes a las 11:00 horas. Las comunicaciones radiales entre Reinaldo Gary y Carlos Pizarro permitieron ir generando un clima de confianza mutua, que buscaba poder realizar un encuentro personal al más alto nivel. El 28 de diciembre le fue leído a Carlos Pizarro un mensaje del consejero Rafael Pardo, en el que hacía referencia a los ataques que se presentaron el 25 de diciembre anterior al campamento del M-19 situado en cercanías de Jambaló, Cauca: Se evaluó la situación del Cauca luego de la conversación que sostuvimos con usted el lunes pasado y a nivel del alto gobierno se tomaron las decisiones pertinentes para que hasta el momento en que tengamos la reunión, en lo posible, no se presenten nuevos incidentes como el ocurrido el 25 de diciembre pasado en Jambaló. El gobierno quiere con esto, ratificar su disposición al diálogo directo con el M-19 en un plazo breve, para allí definir posibilidades hacia el futuro. Reiteramos que en estos momentos existen condiciones propicias para ese diálogo. Esos primeros diálogos directos fijarán, seguramente, el rumbo del proceso que se inicia .

Con los mejores augurios de un nuevo año, el martes 10 de enero de 1989 se conoció la declaración conjunta firmada entre el comandante general del M-19, Carlos Pizarro Leongómez, y el consejero presidencial para la rehabilitación, Rafael Pardo Rueda, suscrita luego de los diálogos sostenidos durante dos días en cercanías del municipio tolimense de Ortega. Hasta un improvisado campamento del M-19 se había desplazado un grupo de asesores de la 8

8. Documentos M-19. Conversación radial del 28 de diciembre de 1989.

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presidencia acompañando a Pardo Rueda; entre ellos se encontraban Reinaldo Gary y Ricardo Santamaría, de la Consejería, y Eduardo Díaz Uribe, director del PNR. Con ellos, en calidad de invitada, testigo y delegada de su padre, el ex presidente Turbay, asistió la periodista Diana Turbay Quintero. Ninguno de los presentes en este primer encuentro público entre gobierno y guerrilla rebasaba los 40 años; era un encuentro representativo de los anhelos de paz de la generación que había nacido bajo el signo del Frente Nacional. Con. el comandante Pizarra se encontraban los dirigentes del M-19 Afranio Parra, Gustavo Petio,Aureliano, Carlos Erazo, Nicolás, y Carlos Alonso Lucio. La declaración firmada convocaba a los grupos guerrilleros y a las direcciones de los partidos políticos a acordar un camino hacia una salida política al conflicto; de esta forma, la convocatoria no se quedaba en un diálogo gobierno-guerrilla; superando el esquema de la Iniciativa para la Paz del presidente Barco, se consideraba «un itinerario hacia la desmovilización y la democracia plena», y se comunicaba que ya existían una agenda y unos plazos entre el gobierno y el Movimiento9. En entrevista posterior, Pizarra se reafirmó como primero y único interlocutor por parte del M-19 y, frente a las dificultades que se podrían presentar en el seno de la CGBS ante el paso dado por su movimiento, señalaba: Si esta propuesta condujera a una paz parcelada con el M-19, pienso que sería indeseable. Yo tengo la certeza de que la Coordinadora tiene mucho que decir y mucho que hacer en esta reunión. (...) Pienso que la Coordinadora se va a jugar en esto y ya lo ha demostrado en diferentes momentos. Las FARC acogen la propuesta del senador Alvaro Leyva Durán y nosotros la acogemos igualmente10.

Pese a estos deseos de Pizarra, el acuerdo de enero cayó como «baldado de agua fría» en las otras colectividades guerrilleras, especialmente en las FARC. Se sabe que Jacobo Arenas fue uno de los más fuertes críticos del documento suscrito entre las partes en conflicto; uno por uno, los diferentes componentes de la CGSB fueron descalificando a los dirigentes del M-19 y reprochando su «proceder antiunitario» y «actitud inconsecuente». A partir de ese

9. Texto de la Declaración en Presidencia de la República, Historia de un proceso (compilación), Vol. III. Bogotá, Imprenta Nacional, 1989, pp. 87-88. 10. «Quien haga trampa quedará solo», entrevista a Carlos Pizarro en las montañas del Tolima. La Prensa, domingo 15 de enero de 1989, pp. 8-9.

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momento se inició un período complejo dentro de la Coordinadora, que duró hasta la convocatoria y sesiones de la IV Conferencia realizada nuevamente en la sede del Secretariado de las FARQ en La Uribe, en junio de 1989. El ELN no asistió a la cumbre guerrillera y el M-19 se hizo presente con una delegación calificada por los demás como de «bajo perfil». El tema dominante fue, sin embargo, la salida negociada al conflicto político, frente al cual se expresaron diferentes posiciones. La declaración política recogió el consenso que insistía en los términos de la negociación política «a la problemática nacional, incluido el fenómeno de los alzados en armas, para analizar en un diálogo directo las salidas políticas más inteligentes y aconsejables...»; plantearon además la necesidad de una nueva Constitución Nacional que reflejara la realidad del país y la necesidad de incluir —en las reformas en trámite en el Congreso— el mecanismo del plebiscito para convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. Esta fue la última participación del M-19 en un encuentro de la CGSB;su presencia estaba resultando incómoda para aquellos que hasta «traidores» los habían llamado. Con razón Pizarro, meses antes, había manifestado: La crisis actual no se agota en la franja institucional de la sociedad colombiana. La izquierda nacional, estancada en los conceptos de los años sesenta con todos sus mitos y verdades acabadas, aún mantiene la rigidez política y se inhabilita para la renovación requerida en las circunstancias históricas y particulares que hoy tenemos entre manos. No resulta extraño afirmar que la crisis nos alcanza a todos y nos obliga a buscar una solución de dimensión nacional11.

Sobre el documento conjunto firmado el 10 de enero, el presidente Barco se pronunció dos días después, ratificando su contenido y destacando la actitud del M-19 como muestra de su voluntad de reconciliación, contraria «con la de otros grupos guerrilleros que continúan asesinando campesinos, atacando soldados, realizando acciones dirigidas a destruir el patrimonio económico y democrático de los colombianos». Las directivas de los partidos Liberal, Conservador y de la Unión Patriótica consideraron como positivo este primer contacto y mostraron su disposición de participar en

11. Carta de Carlos Pizarro Leongómez al ex presidente Misael Pastrana Borrero, en El camino de la paz, historia de U7¡ proceso. Bogotá, Presidencia de la República, julio de 1989, pp. 105-107.

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los diálogos, aunque la UP insistió en la necesidad de hacerlo con el conjunto de la Coordinadora Guerrillera. El 3 y el 4 de febrero se produjo un nuevo encuentro entre el consejero presidencial Rafael Pardo Rueda y el comandante general del M-19, Carlos Pizarro, acompañado de Germán Rojas Niño y Afranio Parra, miembros de la Comandancia General, el Comando Superior y la Dirección Nacional del Movimiento. Una declaración de cuatro puntos, leída por el consejero Pardo, sintetizó lo tratado en el encuentro que contempló citar a los partidos Liberal, Social Conservador y Unión Patriótica a una mesa de trabajo, en el curso de ese mes de febrero, para establecer otros mecanismos de participación e iniciar el intercambio de ideas en torno a los temas y tiempos que configurarían la agenda de trabajo del diálogo directo gobierno, partidos, movimiento guerrillero. En la declaración conjunta también se manifestó que el M-19 designaría un equipo de personas que asumirían su vocería; esos voceros contarían con plenas garantías por parte del gobierno para asegurar su vinculación a la actividad política. Hasta ese momento las reuniones entre el M-19 y el gobierno trataban, como temas centrales, lo relativo a los mecanismos de distensión, definiciones en cuanto a los espacios de participación en el proceso, los diálogos regionales y lo relacionado con justicia e impunidad en Colombia. En ese mismo mes de febrero, el M-19 reunió a sus dirigentes para discutir los pasos dados en torno a los acuerdos con el gobierno, los rumbos que había que seguir y los ajustes orgánicos para continuar con el proceso de concertación. Era el primer encuentro luego de la firma de la declaración de enero; por lo tanto fue indispensable desarrollar discusiones a fondo que permitieran comprender cabalmente el momento, lo cual quedó sintetizado en el documento final: Este acuerdo con el gobierno es el epílogo de la operación «Vida a la nación» y el comienzo de un nuevo período para meternos y meter al país en un proceso de concertación por las vías del diálogo. (...) El Acuerdo del Tolima es entonces un paso que es necesario comprender, asumir, apoyar y cuidar. Lo tenemos que entender como el comienzo de un camino que hay que construir con medidas, logros y amarres, hacia un clima de distensión propicio para la paz concertada y la participación12.

12.Documentos M-19. Carta Nacional N" 3, febrero de 1989.

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Organizado por el Comité Regional de Diálogo del Tolima, los días 17 y 18 de febrero se efectuó en Ibagué un Encuentro Nacional por la Paz en el que se congregaron las distintas expresiones sociales y políticas de los tolimenses; diálogos regionales como éste se habían realizado ya en el Caquetá, Cauca, Nariño y Sucre. El delegado gubernamental, Rafael Pardo, hizo un extenso análisis del proceso que se llevaba a cabo entre el M-19 y el gobierno, estimando que serviría de puente de aproximación para posibilitar el diálogo directo con los demás grupos alzados en armas. En sus palabras a los allí reunidos, Bernardo Jaramillo, presidente de la Unión Patriótica, reclamó del movimiento insurgente pasos precisos y serios para aclimatar un ambiente de diálogo; condenó el secuestro, así como la extorsión, y pidió a la guerrilla cesar las acciones contra los pobladores. El 23 de febrero, las FARCdieron a conocer una proclama donde proponían que una comisión integrada por los ex presidentes Misael Pastrana y Alfonso López, el cardenal primado de Colombia, monseñor Mario Revollo Bravo, Fabio Echeverri Correa por los sectores productivos y Hernando Santos Castillo, director de El Tiempo, buscara poner en marcha mecanismos ágiles que condujeran a una pronta paz. Las FARC consideraban que la sola aceptación de estas personalidades era motivo para el cese unilateral de hostilidades; así lo hicieron el 28 de febrero a partir de las 18:00 horas, luego de conocer el primer comunicado de prensa de la que se llamó «Comisión de Notables» aceptando «la sugestión de constituirnos con ese limitado alcance en promotores de la iniciativa que ha formulado el estado mayor de las FARC». La Comisión de Notables se hizo presente en la sede del Secretariado pocos días después de concluida la IV Conferencia de la CGSB—realizada en junio de 1989— con una delegación encabezada por Fabio Echeverri Correa, para escuchar la disposición de la Coordinadora de establecer un diálogo directo con el gobierno. Entre tanto, en las filas del M-19 se hacía necesario ampliar el consenso sobre los acuerdos de enero; durante los días 3 y 4 de marzo de 1989 se reunieron en el Hotel Camino Real de la Ciudad de México el consejero presidencial para la reconciliación, Rafael Pardo Rueda, y sus asesores, con los dirigentes del M-19, Antonio Navarro, Gerardo Ardila, Rafael Vergara y Rubén Carvajalino. Pero el viernes 3 de marzo la cita se interrumpió al conocerse el atentado que causó la muerte de José Antequera y graves heridas al senador

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liberal Ernesto Samper Pizano. Antequera era dirigente de la Unión Patriótica y encargado de sus relaciones políticas. Las conversaciones en México entre gobierno y M-l 9 se reanudaron al día siguiente con un homenaje al dirigente de la UP asesinado: «Vamos a responderle a la muerte con vida, a la oscuridad con esperanza y a la guerra con paz», manifestó Antonio Navarro ante los periodistas que se habían congregado en el hotel para seguir los pormenores de las conversaciones que allí se dieron; en horas de la tarde se conoció una declaración firmada por las partes asistentes, en la cual se refrendaba lo acordado el 10 de enero anterior, se hacía un nuevo llamado a las fuerzas de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar «para que con hechos expresen su voluntad de paz», y se reiteraba la importancia de instalar una «mesa de trabajo» entre el gobierno nacional, los partidos políticos con representación parlamentaria y el M-19, para establecer la agenda de trabajo del diálogo directo y los procedimientos para la participación de otros sectores del país.

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La transición y las mesas de trabajo

Al examinar los acuerdos firmados entre el gobierno y el M-19 el 10 de enero y el 4 de febrero de 1989 y la Declaración de marzo en México, se observa que ya se habían cumplido, en lo sustantivo, los aspectos previstos en dichos documentos relacionados con la etapa de distensión. Se hacía entonces necesario iniciar una nueva fase en la cual se dieran pasos concretos hacia la democracia plena y la normalización institucional de los alzados en armas. Así lo contemplaba la «Declaración de Santo Domingo», fruto del encuentro que el 17 de marzo sostuvieron nuevamente Rafael Pardo y Garlos Pizarro. Esta cita se realizó en la vereda Santo Domingo, municipio de Toribío, en el departamento del Cauca, llamada desde entonces «la Ciudadela de la Paz», sitio donde el M-19 localizó a la Comandancia y a la mayoría de sus combatientes. La región era parte de un resguardo indígena que se mostró contrario a la presencia de fuerzas guerrilleras en su territorio, así fuera en proceso de desarme; a raíz de esto, se suscribió en Tacueyó un documento entre los gobernadores de los cabildos de Toribío, San Francisco y Tacueyó, representantes del gobierno nacional y departamental, el CRIC y voceros del M-19, en el que se ratificaba el respeto por la autonomía de las comunidades y el carácter transitorio de la ubicación del M-19 en el poblado caucano. En el encuentro de Santo Domingo se acordó designar trece voceros sin impedimentos legales (llamados los «doce Apóstoles»), por parte del Movimiento, quienes lo representarían en los diálogos políticos; ellos fueron: Griserio Perdomo Vélez (coordinador), René Ramos Suárez, Jaime Perea Ramos, Fabio Alejandro Mariño Vargas13, Alberto Caycedo Borda, Rubén Carvajalino Carvajalino, Alfonso Cabrera Toscano, Ramiro Lucio Escobar, Iván Almarales,

13. Por impedimentos legales, éste fue remplazado dos meses más tarde por Germán Avila Plazas, miembro de la Dirección Nacional.

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Héctor Pineda, José Buriticá, Adriana Velásquez Romero y Édgar Molano. Se estableció con mucha exactitud que ninguno de ellos llevaría la vocería del Movimiento para efectos de los diálogos políticos sin previa autorización de la Comandancia General. Se acordó, igualmente, instalar el Io de abril la Mesa de Trabajo por la Paz y la Reconciliación Nacional, que debería presentar —antes del inicio de las sesiones ordinarias del Congreso— sus conclusiones. Este acuerdo contó con la firma del ministro de Gobierno, Raúl Orejuela Bueno, y del gobernador del Cauca, César Negret Mosquera, como testigo. Los partidos Liberal y Social Conservador aceptaron participar en la Mesa de Trabajo; la Unión Patriótica decidió no hacerlo por la «guerra de exterminio» decretada contra ella por parte de grupos paramilitares, pero consideró que era necesario incluir en ésta la voluntad de diálogo expresada por las FARC, el EPL y el ELN. La Iglesia católica se pronunció en una carta firmada por el cardenal Alfonso López Trujillo y dirigida a Carlos Pizarro en la que señalaba estar dispuesto a ejercer la tutela espiritual solicitada: Entendemos que, ya que se trata de un proceso para la plena consecución de la paz, los elementos indispensables no están claramente definidos y, mucho menos, expresados adecuadamente. En el curso de los diálogos, reuniones y conversaciones irá apareciendo la claridad y la verdad que están a base de la intención de las partes en dicho proceso. (...) Le reitero, señor Pizarro Leongómez, en nombre de la Conferencia Episcopal, la satisfacción por el proceso iniciado y el estímulo que los obispos de Colombia expresan, en nombre del Señor, a usted y a todos los que «trabajan por la paz (san Mateo 5,9)»14.

El 3 de abril de 1989 se instaló, en el Palacio de Nariño en Bogotá, la Mesa de Trabajo por la Paz y la Reconciliación Nacional pactada entre gobierno, partidos y M-19; el Movimiento concebía la Mesa de Trabajo como un instrumento de participación nacional; por eso, en su mensaje al acto de apertura, Garlos Pizarro anotaba: Las Mesas de Trabajo que instalamos son un instrumento para aportar a la construcción de un gran Pacto Social. Hablamos de las mesas en plural, porque aspiramos a que se constituyan muchas, tantas como lo

14. Carta enviada por el cardenal Alfonso López Trujillo al comandante del M-19 (extractos).

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r indiquen los temas y lo reclamen los protagonistas nacionales y regionales. Las mesas son escenarios de diálogo para concertar sobre asuntos particulares y generales, sobre cuestiones locales, regionales y nacionales. Aspiramos a que esas mesas, como las demás instancias que resulten en el proceso, redunden en determinaciones con capacidad ejecutiva, en acciones concretas para el bienestar de la comunidad15.

En el documento leído durante la sesión inaugural de la Mesa de Trabajo por la Paz y la Reconciliación Nacional, Pizarro señalaba también que había llegado la hora de las grandes rectificaciones que nos condujeran a afrontar con seriedad, realismo y profundidad, la crisis de Colombia: El pueblo es quien debe dilucidar en un gran debate nacional las tres grandes rectificaciones y los perfiles de los tres grandes temas de su historia actual: 1. La nueva Constitución que exprese en sus contenidos, sus formas y sus procedimientos, un auténtico Tratado de Paz. 2. El diseño de un plan de desarrollo económico y social concertado a nivel regional y nacional, que se erija en la carta de navegación que guíe nuestro avance con optimismo y perseverancia hacia la prosperidad cori justicia. 3. La formulación nacional de una filosofía de convivencia, unidad nacional y soberanía, que oriente la definición de una política única para las armas de la República, que introduzca un manejo democrático del orden público y restablezca el imperio de la justicia. Sólo en un marco de garantías reales a los derechos ciudadanos superaremos el ciclo recurrente de la violencia política y social que es nuestro pasado y amenaza ser nuestro futuro16.

En su mensaje, Pizarro esbozó los temas para discutir en la Mesa de Trabajo por la Paz y la Reconciliación Nacional que fueron acogidos por el gobierno y por los otros participantes: 1. Hechos de convivencia, justicia y orden público: a) Mecanismo eficaz de investigación y juzgamiento de los delitos cometidos por los agentes de la guerra sucia, b) Autodefensas, grupos paramilitares y grupos armados de derecha, c) Narcotráfico, d) Estatuto antiterrorista. e) Derecho internacional humanitario.

15. Documentos M-19. «Tres rectificaciones necesarias hacia la democracia plena». Mensaje a la Mesa de Trabajo para la Reconciliación Nacional, Ciudadela de la Paz de Santo Domingo, abril 3 de 1989.

16. lbíd. 557

2. Hechos en materia socioeconómica: a) Planeación concertada, b) Plan de emergencia, c) Fondo Nacional por la Paz. d) Vivienda, e) Alimentos, f) Precios y salarios. 3. Hechos de orden constitucional y en materia electoral: a) Plebiscito, Referéndum y Asamblea Constituyente, b) Procedimiento para elaborar nueva Constitución, c) Reforma electoral. Para cada uno de los tres grandes temas se conformaron Mesas de Análisis y Concertación en las que podían participar representantes autorizados de sectores y fuerzas representativas de la sociedad, y se estableció un cronograma de actividades; a su vez, cada Mesa se dividió en comisiones para estudiar temas aún más específicos. En el reglamento de funcionamiento que se dio la Mesa de Trabajo por la Paz y la Reconciliación Nacional, se estableció la forma como deberían operar las Mesas de Análisis y Concertación: La Mesa de Trabajo dispondrá celebrar por aparte, reuniones de «Mesas de Análisis y Concertación», a fin de tratar temas sectoriales y específicos. Las «Mesas de Análisis y Concertación» son espacios para la discusión y formulación de propuestas para la Mesa de Trabajo, como también espacios para lograr voluntad de compromiso sobre temas económicos, sociales y otros, cuando la representatividad de los partidos lo permita. Sin perjuicio de lo anterior, las «Mesas de Análisis y Concertación» podrán invitar a participar de sus deliberaciones, cuando así lo estimen oportuno, a especialistas que estén en condiciones de aportar elementos, acerca del temario objeto de estudio17.

Un mes después de iniciar sus labores, la Mesa de Trabajo por la Paz y la Reconciliación Nacional convocó a los distintos sectores y fuerzas vivas del país, a participar en las Mesas de Análisis y Concertación que se instalaron el miércoles 10 de mayo a las 16:00 horas en el Salón Boyacá del Capitolio Nacional. En carta dirigida al presidente de la República, Pizarro propuso un Pacto Político por la Paz y la Democracia, cuyas bases serían: 1. Dar fuerza de ley a todos los acuerdos que resulten del consenso de los participantes en las Mesas de Concertación y Análisis y en la de Trabajo. 2. Establecer una reforma electoral.

17. Reglamento de la Mesa de Trabajo por la Paz y la Reconciliación Nacional, en El camino déla paz, historia de un proceso. Bogotá, Presidencia de la República, julio de 1989, pp. 251-258.

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3. Las fuerzas políticas comprometidas en este Pacto de Paz y con asiento en el Congreso, se comprometen a aprobar todas las iniciativas que lleguen para su decisión a las Cámaras Legislativas, surgidas de los acuerdos en la Mesa de Trabajo. 4. El gobierno se compromete a convocar a un Referéndum por la Paz y la Democracia, en el que el pueblo se pronunciará sobre el conjunto de reformas acordadas en el transcurso del proceso y definirá una política única para las armas de la República18.

18. Documentos M-19. Carta de Carlos Pizarro Leongómez, comandante general del M-19, al presidente Virgilio Barco Vargas. Santo Domingo, 12 de junio de 1989.

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El asesinato de Afranio Parra y las agresiones al proceso de paz

En lo que fue calificado como «un incidente lamentable», tropas del batallón N° 27 Magdalena, adscrito a la IX Brigada, atacaron en la vereda Pencil, en la zona rural de Pitalito (Huila), a la compañía Gloria Amanda Rincón del M-19, comandada por Marcos Chalita, Roberto. Dos miembros del M-19 perdieron la vida y tres más quedaron heridos, entre ellos el mismo Chalita. Por acuerdo entre el comandante general del M-19 y el consejero presidencial, un representante de la Consejería para la Reconciliación, en este caso Reinaldo Gary, se trasladó el día 30 de marzo al campamento de la compañía Gloria Amanda Rincón, con el fin de enterarse amplia y detalladamente sobre los desarrollos del proceso en curso en la zona y sobre los incidentes que se presentaron el 27 de marzo anterior. En esta reunión, Marcos Chalita como comandante de la Región Sur del M-19 y Reinaldo Gary ratificaron su compromiso con los acuerdos suscritos hasta ese momento entre el gobierno nacional y la Comandancia del Movimiento. Era, en síntesis, un nuevo esfuerzo en la búsqueda de consensos dentro del M-19. La compañía Gloria Amanda Rincón sufrió, durante el período de acantonamiento en el Huila mientras se efectuaba el proceso de negociaciones, varios ataques por parte de tropas del batallón Magdalena de la IX Brigada: a mediados de mayo de 1989 se produjo un nuevo choque armado en momentos en que se realizaba un encuentro por la paz convocado por el M-19; en el enfrentamiento murieron dos militantes del Movimiento que, según su versión, hacían parte de la organización del evento. En febrero del año siguiente, un mes antes de la desmovilización del grupo guerrillero, fueron desaparecidos y asesinados dos de sus delegados ante la Consejería para la Paz; se trataba del coordinador de la Casa de la Paz de Pitalito y de un miembro de la compañía Gloria Amanda Rincón.

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T

Pero el hecho que más conmovió al país fue la noticia del 7 de abril de 1989 sobre la muerte de Afranio Parra Guzmán —miembro del Comando Superior del M-19— y dos de sus compañeros, a manos de la Policía. Los hechos se presentaron en el barrio Lucero Alto de Ciudad Bolívar, al sur de Bogotá, cuando Parra y sus dos compañeros fueron detenidos en la calle y llevados al CAI de Vista Hermosa; trasladados posteriormente a un lote contiguo, fueron golpeados y por último conducidos a una estación de policía, luego de lo cual aparecieron muertos hacia las 16:00 horas en un basurero en la vía a Villavicencio. Los autores del asesinato, tres policías, fueron detenidos. Muchos creyeron que la muerte de Afranio Parra iba a dificultar o retrasar el proceso; Carlos Pizarro expidió un comunicado demandando de la Mesa de Trabajo por la Paz y la Reconciliación Nacional una próxima reunión en Santo Domingo; las exequias de Afranio Parra se realizaron el viernes 14 de abril en la «Ciudadela de la Paz», hasta donde fue trasladado el cuerpo del dirigente guerrillero; allí, el cura párroco de Tacueyó ofició una misa en su memoria y en memoria de Eusebio Cortés y Mauricio Rodríguez, „ miembros del M-19, asesinados cuando cumplían misiones de paz. Con una salva de fusilería fue despedido Afranio Parra por sus compañeros; no se hizo nada distinto de lo que había señalado en el testamento que elaboró el 17 de diciembre de 1985 cuando se encontraba rodeado por efectivos militares en el barrio Siloé de Cali: (...) He dicho que sólo me acompañen los que amo. Nadie más debe estar en ésta, mi fiesta. Sólo los labradores de todas las tierras y todas las industrias, en cuyos callos se escribe la historia en letra tan menuda que los poderosos no se molestan en leer. También han de estar aquellas hermanas mías obligadas a vender su honor y su tristeza a cambio de pan: y que fueron el escudo que ningún ejército pudo mellar en la epopeya inédita de Siloé. Al lado suyo estarán los zapateros junto a los tenderos; las galladas, los combos revueltos con pordioseros y los emboladores a quienes nunca puse ante mis pies, los loteros, los pobres de todos los colores, el pueblo. Y los niños. Nuestros niños, única garantía de que el mundo perdure porque son el futuro del futuro del Continente de la Esperanza19.

19. Documentos M-19. Testamento de Afranio Parra Guzmán. Siloé, 17 de diciembre de 1985.

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En Afranio Parra, Jaguar, se condensaban la magia, la política y los sueños: «Traigo la furia del jaguar herido en sus instintos, traigo el grito de un pueblo enardecido, y traigo la ventaja de haber estado en los recintos de la Muerte, y de saber que, gracias a ella, me encuentro nuevamente entre los vivos»20. Había participado del proyecto del M-19 desde las primeras acciones, aunque su vinculación completa se dio cuando ya éste había arrancado, en 1974. Desde un comienzo estuvo ligado a las instancias directivas y tuvo su mayor proyección como comandante nacional de las Milicias Bolivarianas: Quisiera escribir de manera impersonal, pero, definitivamente, las Milicias Bolivarianas me llegan tan al alma y me siento tan encarnado en ellas que me es imposible. Nunca antes en mi vida de tropeles y de luchas por una Colombia Nueva me había ligado tanto a mi pueblo como cuando nos lanzamos a construir los Campamentos de la Paz y la Democracia e iniciamos la creación de las milicias. Creo que a todos nos sorprendió el diverso, vital y rico panorama de un universo que nos era desconocido. El universo embrujador y secreto que se agita en el seno de la comunidad21.

El caso del asesinato de Afranio Parra no fue el único que se presentó en el período que estamos reseñando: el 7 de febrero de 1989 el educador Isidro Caballero y María del Carmen Santana fueron detenidos por una patrulla militar en zona rural del municipio de San Alberto, en el departamento del Cesar. Desde entonces, los dos militantes del M-19, que se encontraban preparando una reunión que contribuyera a aclimatar los diálogos de paz, desaparecieron. Las denuncias de sus familiares y los reclamos del Sindicato de Educadores de Santander, de la Federación Colombiana de Educadores, Fecode, y del sindicato de Indupalma impidieron que el hecho quedara en la absoluta impunidad. El 29 de septiembre de 1991 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos, OEA, declaró la responsabilidad del Estado colombiano por esta grave violación de los derechos fundamentales. El caso Caballero y Santana es revelador de la altísima impunidad existente en Colombia.

20. «El jaguar se abre camino». Afranio Parra, La encrucijada humana, Bogotá, Corporación de Autogestión y Desarrollo Alternativo, octubre de 1992. 21. «Milicias Bolivarianas: justicia y dignidad», cartilla de noviembre de 1987.

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La compañía Zoraida Téllez, que se encontraba desarrollando su actividad proselitista en el departamento de Santander, denunció la muerte de dos de sus integrantes, Saúl Duque Villa y Miguel Angel Suárez, y de los colaboradores Flor Elba Rojas Ruiz y Ramiro Sanabria, padres de Dagoberto, menor de dos años también asesinado, cuando el 26 de julio fueron sorprendidos en la vereda Alto Nogales, en jurisdicción del municipio de Bolívar. Carlos Ramón González Mario Santander, mando de esa compañía del M-19, denunció el ataque por parte de tropas de la V Brigada; el tema fue tratado a fondo con Gonzalo de Francisco y Hernán Hernández, delegados de la Consejería, quienes se hicieron presentes en la zona en la tercera semana de septiembre. Por su parte, el comandante Carlos Pizarro denunció los hechos, al señalar que los muertos en Alto Nogales se encontraban desarmados y realizaban actividades políticas al momento del ataque: El país debe saber hoy que hemos asimilado en el silencio del dolor y la ira desapariciones y crímenes, asaltos a nuestros campamentos en tregua y hostigamientos múltiples por parte de fuerzas institucionales22.

Los acontecimientos señalados pusieron en peligro el desarrollo del proceso de paz. En los primeros días de septiembre éste llegó a una seria crisis al ser asesinados Luz Marina García, miembro de la comunidad de Santo Domingo, y Said Hurtado Motta, miembro del M-19, cuando se desplazaba en un bus intermunicipal hacia Cali. A pesar de las promesas gubernamentales de «investigaciones exhaustivas», nunca se obtuvo total claridad sobre estos ataques y muertes que atentaron fuertemente contra el camino de entendimiento y concordia requerido para alcanzar la paz.

22. «Pizarro denuncia provocación militar». El Heraldo, 29 de julio de 1989, p. 6A.

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La incorporación y el adiós a las armas

Durante dos meses funcionaron las Mesas de Análisis y Concerta- ción; en ellas las discusiones se dieron en tomo a los tres puntos fundamentales acordados de antemano sobre los cuales se presentaron 119 documentos; de ellos, el M-19 presentó 14. El 13 de julio del 989 culminaron sus labores y presentaron a la Mesa de T rabajo por la Paz y la Reconciliación Nacional los acuerdos políticos logrados, traducidos en proyectos de ley o medidas de carácter ejecutivo. Sólo hasta septiembre, el gobierno y el M-19 llegaron a un acuerdo sobre los puntos de cada una de las Mesas de Análisis y Concertación; de esta forma, correspondía a la Mesa de Trabajo por la Paz y la Reconciliación Nacional considerarlos y aprobarlos, para suscribir el Pacto Político por la Paz y la Democracia. Cuatro días más tarde, el 17 de julio, se produjo un nuevo encuentro entre Rafael Pardo y Carlos Pizarro en Santo Domingo, Cauca. De allí salió una nueva declaración conjunta (Quinta Declaración), fruto de nuevos compromisos para el éxito de la política reconciliadora. El documento resaltaba la presencia activa de sectores representativos de la sociedad en las Mesas de Análisis y Concertación, así como el logro de consensos que se convertirían en la base del Pacto Político por la Paz y la Democracia; correspondía ahora a la Mesa de Trabajo abocar el estudio de las conclusiones y presentar fórmulas concretas para lograr un acuerdo político. En el nuevo compromiso se acordó conformar «una comisión que tendrá como objeto definir mecanismos y procedimientos para la desmovilización, dejación de las armas y reincorporación del M-19»23. El 20 de julio de 1989 se instaló la nueva legislatura que tenía como responsabilidad estudiar, en segunda y definitiva vuelta, el proyecto de reforma constitucional que el gobierno había presen 23. «Pacto para desmovilización gradual del M-19». El Espectador, IB de julio de 1989, pp. 1A y 12A.

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tado un año antes y que incluía realizar el referendo correspondiente. Sobre este tema, el presidente Barco propuso al Congreso Nacional darle toda la prelación para debatir y aprobar los artículos en los que ya había consenso, y que correspondían a democracia participativa, reforma al Congreso de la República y creación de los mecanismos alternos para reformar la Carta Política (Referen- do, Asamblea Constituyente o Acto Legislativo). Propuso igualmente, una vez aprobado el conjunto fundamental de la reforma constitucional, convocar a un referendo que decidiría sobre la Circunscripción Nacional para partidos minoritarios y los derechos fundamentales de los colombianos. Ahora, gran parte de las decisiones estaba en manos del legislativo. En horas de la noche del viernes 18 de agosto de 1989, cuando asistía a un mitin político en el municipio de Soacha, fue asesinado Luis Carlos Galán Sarmiento, precandidato del Partido Liberal a las elecciones presidenciales que se realizarían en mayo siguiente. Este aleve crimen produjo indignación nacional e internacional y una reacción masiva del Estado en contra de los principales jefes del narcotráfico; el gobierno adoptó como medidas urgentes la extradición de los narcotrafícantes a los Estados Unidos, el decomiso de sus bienes, la retención hasta por diez días de las personas contra las que hubiere indicios de atentar contra la paz pública y cárcel hasta por diez años a testaferros de las personas vinculadas al tráfico de estupefacientes. Los llamados «Extraditables» respondieron con una oleada de terrorismo indiscriminado contra la ciudadanía y selectivo contra altos funcionarios del gobierno de Barco; lanzaron sus ataques para presionar una tácita negociación con el gobierno, que les permitiera un sometimiento a la justicia colombiana. Frente a este grave atentado contra la democracia colombiana, Carlos Pizarro y Germán Rojas enviaron un mensaje a la señora Gloria Pachón de Galán, mediante el cual convocaban a conformar un bloque de voluntades por la dignidad y el respeto a la vida: Está la patria golpeada por una serie de acontecimientos de extrema gravedad que amenaza con llevarnos a todos a la disolución pero no podemos quedarnos anonadados ni expectantes, es necesario superar el dolor y levantar contra la violencia y la muerte fratricida, la bandera de la esperanza. En esta hora de luto nacional, expresamos a usted nuestro profundo sentimiento de solidaridad y reiteramos nuestra firme convicción en el proceso de paz.

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”1 Hoy más que nunca se hace urgente la participación de todos los colombianos para salvar una patria que parece disolverse ante las sombras. Ojalá que el inefable sacrificio del senador Luis Carlos Galán no sea en vano e inútil y que su truncada juventud nos conmueva a todos a la búsqueda de una solución civilizada y definitiva, que permita desarrollarnos bajo la luz de la vida y la fraternidad. Convocamos a toda la nación a conformar un bloque de voluntades militantes por la dignidad y el respeto para defender la vida, un bloque de voluntades militantes por Colombia, un bloque de voluntades que permita que en nosotros renazca la certeza por un noble futuro. Que la paz, la justicia y la democracia cierren las nefastas posibilidades que han oscurecido las páginas de nuestra historia. Para que el porvenir no sea el destello de una miseria sino el reflejo de nuestra inteligencia24.

Los hechos de violencia, al igual que las actitudes de aislados «enemigos agazapados de la paz», estaban llevando el proceso a un estancamiento. Para evitar que esto sucediera, Pizarra hizo una propuesta de Pacto de Salvación Nacional en una Carta Abierta a la Nación, que se publicó en los principales medios informativos del país: ... Es la hora de todos, el instante definitivo para sellar una nueva alianza, un pacto de salvación nacional, que sea el poder implacable de este presente donde se juega el alma de la patria, el don único que aún nos pertenece. (...) Compatriotas, jefes de todas las fuerzas comprometidas con una solución definitiva que salve la patria: ¿Qué esperamos? Cerremos definitivamente el pasado; avancemos con la frente en alto y la generosidad desplegada en los corazones; eludamos las esquinas tristes de la indiferencia; abramos las calles y las plazas para reunir voces y manos... Que la paz sea concurrencia multitudinaria, plebiscito inapelable y salto a una nueva sociedad, obra de todos. (...) La paz convocada por el gobierno y el M-19 está, hace meses, al alcance de nuestro pueblo. Pero el país entero aguarda una señal para echar a volar las campanas e iniciar el advenimiento de una jornada, donde las fatigas tendrán la recompensa de una nación reconciliada consigo misma y con su destino. La patria teme que sobre todos se decrete el inicio de los ritos funerarios, que el gobierno nada tenga que ofrecer y nos conduzca al Apocalipsis de una nueva violencia. Los dirigentes de hoy, protagonistas o herederos directos de quienes consumieran generaciones completas de colombianos en las guerras

24. Documentos M-19. Carta a la señora Gloria Pachón de Galán. Bogotá, 20 de agosto de 1988.

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bipartidistas o en la inercia de los pactos oligárquicos, tienen de nuevo en sus manos el destino de todos. Sin duda, en esta ocasión, la decisión tomada tendrá jueces implacables que le premiarán o castigarán25.

El 26 de septiembre de 1989 se suscribió una nueva declaración entre el gobierno y el M-19, anunciando el acuerdo sobre los puntos de cada una de las Mesas de Análisis y Concertación, los cuales serían considerados por la Mesa de Trabajo para la Paz y la Reconciliación Nacional; se acordó, igualmente, poner en marcha un plan preciso de desmovilización y que el gobierno presentara al Congreso de la República el proyecto de ley de indulto a más tardar en la primera semana de octubre. A este nuevo encuentro con la Consejería, el M-19 llevó una propuesta relacionada con el tratamiento hacia los traficantes de narcóticos, la que fue rechazada por el gobierno en comunicado del mismo día, en el cual aclaraba que ningún tema relacionado con la legalización, diálogo o indulto para narcotraficantes hacía parte de la agenda de conversaciones. En esta cita se encontraba Antonio Navarro Wolf, quien acababa de llegar al país y se había trasladado de inmediato a Santo Domingo. Al día siguiente, con la firma de la comandancia del M-19 se publicó en El Tiempo un aviso de página completa, en el cual anunciaba su decisión de dejar las armas refiriéndose, además, a otros asuntos: Hemos decidido desarmar nuestras estructuras militares para dotarnos de más eficacia política. No entregaremos una sola arma al gobierno. Nuestras armas representan una historia de lucha, de compromiso, de sacrificios: patrimonio del M-19 y de todos sus combatientes. Para ellas hemos acordado un destino digno. Nuestra mayor victoria no es la negociación con el gobierno. Nuestra mayor victoria es haber vencido el miedo a dejar las armas para asumir los riesgos de la paz. Hemos conseguido un referendo. Nuevamente, después de 32 años, los colombianos tendremos un mecanismo para decidir un camino de renovación. Nos comprometemos a defender hasta el final su contenido de paz. Y todo el país debe darle un rotundo sí a la paz. El referendo nos da unas garantías mínimas para el ejercicio político. Nos convertiremos en un movimiento legal, y con nuestra participación en las elecciones iremos recobrando con los colombianos este instrumento democrático tan envilecido por la mezquindad oligárqui

25. «Carta abierta a la nación», El Tiempo, 26 de agosto de 1989, p. 6B.

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ca. Sabemos que la mayoría de los ciudadanos tienen las manos limpias. Con ellas y entre todos llenaremos la política de nuevos valores y costumbres26.

En el mismo documento plasmó su desacuerdo con el gobierno en cuanto al manejo que estaba dándole al problema del narcotráfico, porque estaba «despedazando nuestra soberanía»: El M-19 cree necesario que se acabe el narcotráfico, por los daños a la salud y dignidad del hombre, por sus secuelas de violencia y corrupción y por las distorsiones económicas que genera. Pero planteamos soluciones integrales y autónomas. Hemos consultado a congresistas, a hombres de negocios y a los propios narcotraficantes, para arrojar una propuesta de solución que el país debe conocer y debatir. 1. Punto de partida: nombramiento de una comisión que explore la voluntad de negociación con los principales implicados en el narcotráfico, siempre que éstos decidan suspender los atentados. 2. Bases para una negociación-, el inicio de conversaciones se haría con quienes estén dispuestos a los siguientes compromisos: a) Desmonte total de la infraestructura para el procesamiento y transporte de la droga, b) Financiación para planes de desarrollo en zonas de cultivo que permitan su progresiva sustitución, c) Financiación de un plan de industrialización, tecnificación y comercialización agropecuaria, d) Fi- nanciamiento de una campaña para la erradicación del consumo interno. e) Desmonte de sus estructuras armadas, f) No participación como gremio en actividades políticas. 3. Garantías para quienes acojan estos compromisos-, a) Que la infraestructura entregada voluntariamente sea destinada a entidades de bienestar y desarrollo social, tanto nacionales como internacionales, b) Garantía de seguridad para quienes se comprometan a desmontar sus estructuras armadas, para que, una vez realizada, las armas corran similar suerte a la de los grupos guerrilleros desmovilizados, c) Suspensión de toda petición de extradición. Indulto para quienes cumplan los compromisos surgidos de esta negociación, d) Una veeduría multinacional para supervisar el proceso de desmonte de la economía del narcotráfico y del desarrollo de la negociación27.

Con el fin de dar a conocer el proceso de paz y de prepararse para los pasos políticos posteriores a la desmovilización, el M-19 abrió sedes en distintas ciudades, denominadas «Casas de la Paz». Desde allí se empezaron a desarrollar las actividades tendientes a conformar un nuevo movimiento político. La aper26. «Hemos decidido». El Tiempo, miércoles 27 de septiembre de 1988, p. 14B. 27. Ibíd.

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■ tura de estas sedes, su funcionamiento, así como la actividad délos voceros y lo relacionado con su seguridad, estaba contemplado en acta que suscribió la Comisión de Desmovilización, prevista en la declaración conjunta del 26 de septiembre. Estacomisión bilateral (gobiernoy M-19) diseñó un plan general para que el Movimiento se desmovilizara y reincorporara plenamente a la vida civil. El 5 de octubre se realizó en Santo Domingo la X Conferencia Nacional del M-19; este trascendental evento fue coordinado por Eduardo Chávez, Gustavo Petro, Rafael Vergara y Alfonso Cabrera. Allí, durante una semana se discutió a fondo el proceso iniciado varios meses atrás; el resultado fue un plebiscito entre todos los hombres y mujeres asistentes: de 230 votos emitidos, 227 fueron a favor de dejar las armas, reintegrarse a la vida civil y constituir un movimiento político legal (véase Anexo 8). Es importante señalar que a estas alturas el gobierno, a través de una Comisión de Alto Nivel que había conformado, dialogaba con las FARC,EPL, Quintín Lame y PRT. Para tal efecto, se celebró el 21 de octubre un encuentro en el departamento del Meta entre una comisión de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar y- delegados gubernamentales. El 2 de noviembre de 1989 se protocolizó, en acto solemne en el Capitolio Nacional, el Pacto Político por la Paz y la Democracia suscrito entre el gobierno, el liberalismo, los presidentes del Senado y de la Cámara, la Iglesia católica y el Movimiento 19 de Abril. El Partido Social Conservador se había retirado el 23 de octubre anterior de la Secretaría Ejecutiva de la Mesa de Trabajo por la Paz y la Reconciliación Nacional, en protesta, según lo manifestó su representante Víctor G. Ricardo, porque el gobierno había resuelto unilateralmente suscribir el acuerdo con el M-19, «desconociendo la decisión de los integrantes de la Mesa de Trabajo, la cual era que el gobierno y el M-19 se reunieran para presentarles a su consideración los puntos de coincidencia, haciéndolo público antes de obtener el consenso de la Mesa de Trabajo»28. El socialconservatismo buscaba presionar al gobierno y al Partido Liberal sobre algunos puntos del proyecto de reforma constitucional en trámite en esos momentos en el Congreso. El Pacto Político por la Paz y la Democracia recogió 27

28. Carta del representante del Partido Social Conservador en la Secretaría Ejecutiva de la Mesa de Trabajo, Víctor G. Ricardo, al asesor de la Consejería Presidencial para la Reconciliación, Reinaldo Gary. Bogotá, 23 de octubre de 1989. 569

propuestas de las Mesas de Análisis y Concertación sobre convivencia, fortalecimiento de la justicia, normalización del orden público, asuntos socioeconómicos, democratización del régimen y asuntos electorales. De acuerdo con los compromisos asumidos con el M-19 en los distintos documentos firmados, el 15 de noviembre de 1989 el gobierno nacional presentó al Congreso para su debate y aprobación un proyecto de ley de indulto que beneficiaba a aquellos miembros de los grupos alzados en armas que se acogieran al proceso de paz. El proyecto fue aprobado antes de finalizar la legislatura el 16 diciembre de 1989, no sin antes sufrir un intento de modificación (un típico «mico») que pretendió extender los beneficios del perdón judicial a narcotraficantes y terroristas. La ley 77 del 22 de diciembre de 1989, «Por la cual se faculta al presidente de la República para conceder indultos y se regulan casos de cesación de procedimiento penal y de expedición de autos inhibitorios, en desarrollo de la política de reconciliación», cobijó a todos los miembros de grupos guerrilleros que manifestaran «inequívocamente» su voluntad de dejar las armas y de reincorporarse a la vida civil, independientemente de que su organización estuviera o no vinculada al proceso de paz. De acuerdo con la ley, el indulto sería aplicable para los delitos políticos, entendidos por tales la rebelión, sedición, asonada y conexos. La cesación de procedimiento se concedía a los procesados por esos mismos delitos; el auto inhibitorio se dictaría cuando hubiere conocimiento del juez sobre hechos constitutivos de los delitos señalados, una vez cumplidas las condiciones establecidas para la cesación de procedimiento. Mediante el decreto 206 de fecha 22 de enero de 1990, el presidente de la República reglamentó la ley 77 de 1989. Entre octubre y noviembre el M-19 desplegó una intensa actividad en el exterior, a través de los integrantes de su Secretaría de Relaciones Internacionales, en busca de interesar a distintos gobiernos latinoamericanos y europeos en el proceso que se realizaba en Colombia. El primer interesado fue el presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, quien en reunión con Everth Bustamante García, realizada el 17 de noviembre en el Palacio de Miraflores en Caracas, ofreció sus buenos oficios para conformar una comisión de alto nivel de la Internacional Socialista (IS), con el fin de que asistiera al acto de dejación de armas. Otros presidentes de América Latina (Alan García del Perú, Jaime Paz Zamora de Bolivia y

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Rodrigo Borja de Ecuador) fueron visitados por el autor de estas notas para agradecer sus gestiones en el proceso de paz e invitarlos al acto que debía cumplirse en diciembre. La presencia de una comisión técnica de la Internacional Socialista que sirviera de receptora del armamento del M-19 se concretó en el marco de la reunión anual del Consejo de la IS, realizada los días 23 y 24 de noviembre en Ginebra (Suiza), hasta donde Bustamante se trasladó para conversar con el ex primer ministro italiano Bettino Craxi y con líderes socialistas de España, Francia, Suecia y Bélgica. El 29 de noviembre a las 20:00 horas, en el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada, el Movimiento 19 de Abril presentó ante el país «la nueva alternativa política». «Más que un Partido», fue el nuevo lema del M-19, que ese día se lanzó a la arena con una Cena por la Paz. Entre muchos personajes de la vida política nacional que asistieron a este acto estaba, en la mesa de honor, el ex presidente Julio César Turbay Ayala. En la página 6A de El Tiempo de esa fecha se encontraba un mensaje de Carlos Pizarro: Cumplimos nuestra palabra porque es tiempo de recuperar el valor de la palabra como compromiso, como verdad. Cumplimos para que usted y todos los colombianos ganemos la posibilidad de una paz donde no se excluya a nadie. Cumplimos porque las armas no pueden ser un límite para los hombres. Cumplimos para poder estar en la calle junto a usted. Tendiendo nuestra mano a todos los colombianos. Sin enemigos. Porque para nosotros nadie es nuestro enemigo. Cumplimos para que todos podamos expresarnos más allá de los límites aceptados por algunos. Pero no por usted. Ni por nosotros29.

La reforma constitucional no corrió con la misma buena suerte del indulto: su proyecto, presentado a estudio del Congreso desde el 27 de julio de 1988, fue aprobado en una primera legislatura con sustanciales reformas; el 24 de agosto de 1989 se había iniciado la segunda vuelta del proyecto con ponencia del senador Federico Estrada Vélez. Entre esa fecha y el 16 de diciembre, el proyecto sufrió un accidentado tránsito por las dos cámaras legislativas: uno de los cambios sustanciales fue que se incluyó la extradición de colombianos en el temario del referendo. Ante la negativa de los

29. «Palabra cumplida». El Tietnpo, 29 de noviembre de 1989, p. 6A.

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'I representantes liberales en la Cámara de atender la solicitud hecha por Julio César Turbay como jefe del Partido para que no incluyeran el tema, éste renunció a la jefatura. Finalmente, en la plenaria del Senado se excluyó la extradición del temario del referendo, pero ya era tarde; los senadores socialconservadores estuvieron ausentes del recinto y ante la falta de quorum y la escasez de tiempo, la reforma fue archivada en el Senado un día antes de concluir las sesiones ordinarias correspondientes a 1989. El M-19 había pedido dos días antes, frente al caos que se avecinaba, un compromiso de todos con todos: Hoy la paz necesita decisiones de fondo. Una democracia impotente, una democracia formal, no sirve de sustento a un proyecto de paz. Por ello, no podemos permanecer impasibles, ni asumir un protagonismo que no signifique el salto hacia un nuevo proceso de paz, más amplio y fecundo, más sólido y decisorio que el actual. Hoy es necesario aplazar las elecciones, conducir todas las energías nacionales en un mismo sentido y concentrar todas las fuerzas en un solo escenario de concertación. Se hace necesaria una gran Asamblea Nacional Constituyente con la participación de todas las opiniones representativas de todos los estamentos, con poder decisorio para reformar el Estado y la Constitución, y elaborar un mandato nacional que nos ampare y nos obligue a todos. Una gran Asamblea Nacional Constituyente con poder de convocar unas elecciones claras para que todos los colombianos libre y responsablemente podamos reconstruir la patria. Que el Parlamento no se preocupe hoy por la Circunscripción Especial para los alzados en armas, ni por el Proceso de Paz con el M-19. Lo retamos a que convoque ya a un referendo para el 21 de enero, en el cual el pueblo escoja entre el propio Congreso o la Asamblea Nacional Constituyente. Y si el Congreso colombiano se declara incapaz de convocar, que convoque el pueblo a un golpe de opinión que salve a Colombia30.

Así las cosas, el Pacto Político por la Paz y la Democracia perdió su esencia, que eran las reformas a la Constitución Nacional y el referendo. Quedaba sí la ley 77, aprobatoria del indulto a los alzados en armas partícipes en el proceso. Frente a las dificultades en que quedó el proceso de paz, el gobierno y el M-19, que ya tenía

30, Documentos M-19. Comunicado del 14 de diciembre de 1989, firmado por la Comandancia.

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concentradas en Santo Domingo todas sus compañías militares31, declararon en forma conjunta: 1. Reafirman su voluntad de continuar buscando la paz mediante el diálogo y la negociación. 2. Expresan que el Pacto Político, aunque suspendido, sigue vigente. Su contenido sigue siendo válido y sus compromisarios tenemos el deber de hacerlo realidad. 3. Informan que el acto de dejación de armas del M-19 y la aplicación del indulto por parte del gobierno nacional no se efectuarán en la fecha prevista. En tanto, se procurará hallar fórmulas que la hagan viable dentro del objetivo de hacer efectiva esta tarea. Con este propósito, el gobierno nacional y el M-19 convocan a todos los compromisarios del Pacto Político y a los partidos con representación en el Parlamento a una reunión extraordinaria en el mes de enero de 199032.

La cita extraordinaria contemplada en la anterior declaración se convocó para el 31 de enero de 1990; su propósito fundamental era concretar y desarrollar los aspectos suspendidos del acuerdo político para culminar el proceso en forma exitosa. Con la reglamentación de la ley 77 (ley de indulto), Carlos Pizarro y Antonio Navarro dirigieron una carta al ministro de Gobierno, Carlos Lemos Simmonds, solicitando acogerse a ella. El 23 de enero de 1990, el ministro de Justicia, Roberto Salazar Manrique, conceptuó favorablemente el indulto para los dos comandantes del M-19. Una nueva Declaración Conjunta suscrita en Bogotá entre el gobierno y el M-19 lo confirmó así: Io. Carlos Pizarro L. y Antonio Navarro W., comandantes del M-19, son los primeros miembros de ese movimiento rebelde que se acogen a los beneficios de la Ley 77 de 1989 y su reglamento. Su desplazamiento desde Santo Domingo, Cauca, tiene como objetivos: a) Establecer contactos con los firmantes del Pacto Político y los diferentes líderes nacionales interesados en la paz, para estudiar y

31. En los primeros días de diciembre de 1989 fueron trasladados a Santo Domingo los miembros de las compañías que operaban en los departamentos del Tolima, Santander y sur del Cesar Oorge Eliécer Gaitán, Zoraida Téllez y Andrés Almarales, comandadas por Carlos Erazo, Carlos Ramón González y Luis Fernando Rincón, respectivamente). Las armas fueron enviadas por vía aérea y los guerrilleros por vía terrestre. De igual forma, las armas que el M-19 tenía en Bogotá y Medellín se concentraron en Santo Domingo. 32. «Séptima Declaración Conjunta del gobierno nacional y el M-19 suscrita en Santo Domingo, Cauca», 23 de diciembre de 1989. «El avance hacia la reconciliación. Historia de un proceso», tomo III, junio de 1990, pp. 305 -307.

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concretar acuerdos que le den vigencia plena al pacto suspendido en diciembre al ser archivada la reforma constitucional; facilitar y agilizar contactos políticos del M-19 en su propósito de transformarse en partido político legal y participar en las próximas elecciones; explicar ante la opinión pública el ideario del partido político que se crearía; concretar la dejación de armas y culminar el proceso de paz. Para el desplazamiento se les dará la protección adecuada. b) En la reunión del 31 de enero, una vez concretado el Acuerdo Político, se fijará la fecha para la realización de la dejación de armas por parte del M-19 y la reincorporación plena a la vida civil de sus miembros. El gobierno nacional aplicará el indulto a los demás miembros del movimiento en los términos de la ley. A partir de la fecha de dejación de las armas, el gobierno dará cumplimiento a aquellos aspectos del Pacto Político que son de su responsabilidad y pondrá en vigencia los planes de reinserción política, económica, social y productiva acordados. c) A la firma del presente acuerdo, la Comisión Técnica de la Internacional Socialista iniciará sus labores, las cuales incluyen el inventario final de las armas, municiones y explosivos de que se haría dejación. Este trabajo es preparatorio del Acto en el cual la Internacional Socialista, representada a alto nivel, recibiría las armas y el material de guerra dejado en sus manos por el M-1933.

La llegada de Pizarro y Navarro a Bogotá fue un verdadero acontecimiento en los círculos políticos y los medios de prensa; múltiples actividades realizaron en Bogotá los líderes del Movimiento que se apersonaron de los contactos con el gobierno y con dirigentes de distintas organizaciones políticas y sociales. En estas conversaciones se pudo observar la resistencia que tenía la tesis del plebiscito que continuaba defendiendo el M-19; una declaración de los precandidatos liberales, en la que se comprometían a realizar la convocatoria al Constituyente Primario, desempantanó el proceso; en todo caso, los socialconservadores y la UP mantuvieron su marginamiento del Pacto, lo que comprometía a la próxima administración liberal. Luego de varios aplazamientos, se logró pactar la dejación de las armas para el 8 de marzo en Santo Domingo; días antes fue quemada toda la munición que aún se tenía y se estallaron y desactivaron todos los explosivos y granadas en poder del M-19.

33. Octava Declaración Conjunta del gobierno y el M-19, 25 de enero de 1989. lbíd., pp. 311 -313.

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El jueves 8 se concentraron en el campamento de Santo Domingo decenas de periodistas nacionales y extranjeros para presenciar cómo una organización político-militar dejaba a un lado sus armas para convertirse en un movimiento político legal. Por primera vez en la historia nacional se cumplía un acuerdo para la desmovilización de un movimiento guerrillero y su reincorporación a la vida política civil; estaba claro que no se trataba de una entrega de armas, por eso, éstas no pasaban por las manos de ningún funcionario del gobierno, sino que una organización internacional las recibía para fundirlas. Este era un acontecimiento de significación histórica para Colombia y para América Latina misma. Allí se encontraban delegados de los gobiernos peruano, boliviano y ecuatoriano. Igualmente, los delegados de la Internacional Socialista, el general venezolano Ernesto Uscátegui, el general suizo Hein- rich Bwchbinder y el experto en balística Gerard Laube. A las 16:37 horas, Carlos Erazo,Nicolás, dio una orden seca: «Por Colombia, por la paz, dejad las armas». Pizarro, visiblemente emocionado, lo haría unos minutos después cuando depositó sobre una mesa su pistola 9 mm envuelta en la bandera de Colombia; antes expresó: Quizás es más difícil, para los que estamos aquí, que hemos vivido durante muchísimos años en la guerrilla, hacer este acto simbólico y real de dejación de las armas, que cualquiera de los combates que hemos tenido en el pasado. Pero creo que todos sabemos que ante nosotros se abre la gran apuesta, una apuesta en la que nos vamos a jugar la vida, donde nos vamos a jugar nuestros sueños, donde nos vamos a jugar saltando al vacío y a cara y sello la suerte de Colombia. Sé que la soledad que hoy se siente en los corazones la iremos desalojando poco a poco en la medida en que sintamos la calidez de la gente que nos espera afuera, la calidez de un pueblo que nos está expresando multitudinariamente su afecto. Iremos comprendiendo, en el fenómeno político que hoy es el M-19 en Colombia, la certeza de este paso. Nos enorgullece lo que estamos haciendo, lo hacemos con la frente en alto, lo hacemos con la mira puesta única y exclusivamente en la patria, lo hacemos sin claudicaciones, sin cobardías, sin temores en el alma. (...) Rendimos homenaje a los hombres que hicieron posible que estas armas defendieran la libertad en Colombia, a los hombres que nos enseñaron a ser una guerrilla diferente a todas las guerrillas de Colombia y de América Latina, a los hombres que nos indicaron un camino de

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respeto hacia el conjunto del país. Podemos decir con satisfacción que nuestras armas nunca fueron intimidantes. Que nuestras armas—de alguna manera— siempre fueron armas acogidas con respeto y con cariño por las mayorías de este país. Pero ha llegado el tiempo de dejarlas. Ha llegado el tiempo de comenzar un camino distinto. Ha llegado el tiempo de convertirnos todos en verdaderos conductores de esta nación. (...) Confiamos en nosotros mismos, creemos en nuestra audacia, en nuestra imaginación, en nuestra capacidad de crear caminos nuevos y originales en un país donde casi todo el mundo camina al interior de la rutina política o de la rutina de los dogmas y los esquemas. Creemos en nosotros mismos y confiamos al Dios de nuestros padres la suerte del M-19, la suerte de nuestro futuro político, la suerte y destino de Colombia, confiamos en que el Dios de nuestros padres defienda una posibilidad de paz en Colombia y entierre definitivamente la guerra civil que se cierne sobre nuestro país. Que El cierre el ciclo infinito de las guerras civiles colombianas (...) Con todos, ¡Atención Fir! El M-19, en las manos de su comandante general, hace dejación pública de la última arma en manos del Movimiento 19 de Abril, por la paz y la dignidad en Colombia. Con todos, ¡Atención Fir! ¡Oficiales de Bolívar, rompan filas!'*4.

En el corregimiento El Vergel, del municipio huilense de Suaza, se cumplió un ritual similar cuando los miembros de la compañía Gloria Amanda Rincón, comandados por Marcos Chalita, dejarQn sus armas en presencia del gobernador Félix Trujillo, ante el coronel británico Frank Barberie, uno de los oficiales delegados por la Internacional Socialista para recibirlas. El acto oficial de dejación de armas se realizó en Caloto, Cauca, el 9 de marzo de 1990; allí se hicieron presentes el ministro de Gobierno, Carlos Lemos Simmonds; el asesor para la paz, Rafael Pardo Rueda; el ministro de Salud, Eduardo Díaz; el gerente del Incora, Carlos Ossa Escobar, y los gobernadores del Valle y del Cauca; representando a la Internacional Socialista (IS) y a su presidente, el alemán Willy Brandt, se encontraba el secretario general, Luis Ayala. En su intervención, Pizarro habló así a los asistentes: (...) El fracaso del M-19, el asesinato de sus miembros, la persecución política, el colocarnos contra la pared, el volver a ensayar un proceso 34. Grabación magnetofónica en poder del autor.

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de paz en Colombia, significa simplemente una tragedia para todos los colombianos, y no una tragedia para el M-19. O no una tragedia simple y exclusivamente para el M-19. Se han hecho muchas preguntas alrededor de la preocupación de muchos colombianos, en el sentido de que el M-19 no tenga la suerte de la Unión Patriótica. Creo que en las manos de todos los que estamos aquí, y los hombres que creen que estamos asistiendo al último cuarto de hora, se está jugando el destino de Colombia. (...) Llegamos al interior de esa búsqueda de los jóvenes de ser parte del futuro de Colombia. Llegamos amando a Colombia, llegamos con la certeza de que sí se pueden transitar otros caminos, siempre y cuando se salga de la indolencia, siempre y cuando se hable con franqueza, siempre y cuando volvamos a tener valores, volvamos a tener la bonanza moral de que hablaba el ministro de Gobierno en un discurso en Cali, la única bonanza que nos podrá permitir construir un país en paz, construir nuestro desarrollo y sentirnos dignos. Muchas gracias35.

De inmediato, Carlos Pizarro y Antonio Navarro se trasladaron a Bogotá donde, en el Palacio de Nariño, el presidente de la República los esperaba para firmar el Acuerdo Político entre el gobierno y el M-19. De esta forma, el Movimiento 19 de Abril, M-19, culminaba su vida guerrillera y continuaba, en otras condiciones, su participación en la vida política nacional. Pero eso es otra parte de la historia.

35. Versión grabada por el autor.

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Anexo 1 Documento Número 1

Nosotros, militantes del partido Alianza Nacional Popular, representantes de los sectores obreros, campesinos, intelectuales, reservistas y juveniles, teniendo en cuenta: 1. Que nuestro partido, fuerza mayoritaria del pueblo en la lucha contra la oligarquía, logró rotunda victoria electoral el 19 de abril de 1970 que le fue arrebatada tramposamente por los poderosos que se han enriquecido a costa del trabajo y del sacrificio del pueblo colombiano. Esa misma oligarquía contó con la complicidad de los sectores reaccionarios y latifundistas, que infiltrados en el comando nacional impidieron nuestra decisión de hacer respetar a toda costa el triunfo del pueblo. 2. Que nuestros comandos dispuestos a la lucha definitiva contra el sistema oligárquico, en esos momentos no contaron con la fuerza y la orientación militar de choque prometida para hacer real un triunfo que ya estaba asegurado electoralmente. 3. Que el 19 de abril se comprobó cómo la oligarquía corrompida estaba dispuesta a utilizar todos los medios a su alcance para perpetuarse en el poder, violando cualquier decisión popular. Mientras el pueblo no acompañe sus ansias de libertad y justicia con el respaldo de una organización fogueada en la lucha social, en la lucha política y en la lucha militar, el socialismo a la colombiana no será una realidad sino una esperanza lejana. 4. Que en estos momentos hay que reconocer que el partido ha sufrido un debilitamiento en su organización y en su combatividad producido, en primer lugar, por la ausencia de una respuesta militar para respaldar las decisiones populares; en segundo lugar, porque muchos de nuestros dirigentes se preocupan más por las cumies y las prebendas oficiales, que por servir a los intereses del pueblo; tercero, porque la lucha consecuente de María Eugenia contra la

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1 oligarquía y en defensa de los intereses populares ha sido saboteada por los latifundistas y reaccionarios que cada día se muestran más abiertamente de derecha. 5. Que la Capitana recoge las aspiraciones más sentidas del pueblo colombiano’ sacar a la oligarquía del poder para acabar con la miseria, recuperar nuestras riquezas patrias en manos del imperialismo e implantar el socialismo a la colombiana. Por tanto, debe contar con el apoyo real, organizado, popular y unanimidad dentro del partido y una organización militar que responda a las actitudes represivas del sistema oligárquico. 6. Que el continente latinoamericano se sacude ante el empuje arrollador de los pueblos levantados en contra de las oligarquías nacionales y extranjeras, luchando para hacer realidad el sueño del Libertador Simón Bolívar de una América unida, próspera, libre de opresión extranjera y amable para con sus hijos. Nuestra patria contestará presente en esta marcha histórica. Por todo lo anterior acordamos: 1. Organizamos en una fuerza de choque capaz de hacer respetar, con la organización popular, los movimientos y luchas de las clases oprimidas. Decididos a cumplir esta misión de llegar con el pueblo y las armas al poder, adoptamos el nombre de Movimiento 19 de Abril como símbolo permanente de que nuestro pueblo no permitirá otro 19 de abril. 2. Nuestra acción partirá y será orientada hacia el pueblo, interpretando sus necesidades y luchas cotidianas sin olvidarnos de que sus apiraciones sólo serán resueltas, como dice la Capitana, con un gobierno de las clases trabajadoras. El M-19 se enmarcará dentro de todos los planos políticos y militares que presenten condiciones de desarrollo y se encaminen hacia la revolución. 3. Surgimos en un momento de la situación del país en que no somos la única organización existente, sino que otras fuerzas guerrilleras que han estado combatiendo desde hace años han mostrado que cuentan con el apoyo del pueblo y también, la fírme decisión de las masas de llegar hasta las últimas consecuencias en su lucha contra la opresión; esta situación de lucha en todos los terrenos de la actividad política confirma la necesidad de unificar esfuerzos para hacer más potente y eficaz el combate por el poder. 4. La Alianza Nacional Popular, consideramos, deberá replantearse su futura acción hacia nuevas metas que le den fortaleza y consistencia en sus ideas. El partido no puede seguir jugando con 582

los sectores reaccionarios y latifundistas cuyo papel ha sido el de desprestigiar y frenar la organización del pueblo. Nos hacemos el, firme propósito de pelear contra los mal llamados dirigentes populares quienes, a nombre de nuestro partido y del pueblo, conviven y negocian con el sistema, con el único fin de conservar sus cumies y los cargos burocráticos, desprestigiando de esta forma los objetivos de nuestro partido, burlando la lucha popular en los momentos decisivos y colocándose en contra de las decisiones de la Capitana y del pueblo. Por lo tanto, la lucha tiene que ser desde la base, al lado del pueblo, enfrentando y encauzando la lucha social, utilizando la tribuna como un arma de denuncia contra los atropellos de las autoridades y de la oligarquía, dirigiendo la lucha de los obreros, campesinos, estudiantes, etc., y apoyando los movimientos populares y políticos que luchan contra el sistema. 5. El M-19 debe cuidar y conservar su estructura independiente para, de esta manera, tener libertad de crítica y libertad de movimiento, en suma, tener mayor capacidad política y militar. Debemos agitar las consignas de nuestro partido y las banderas populares para ampliar la influencia del partido, su grado de radicalización y su capacidad para encabezar los futuros combates. Anapo debe convertirse en un verdadero partido revolucionario con ideas claras y en donde no quepan los reaccionarios latifundistas y curuleros de turno. Somos conscientes de que esta es una perspectiva difícil y que debemos estar dispuestos a afrontar cualquier otra salida, en cuanto Anapo no cumpla sus principios revolucionarios en el futuro. Contemplamos la posibilidad de que el sector reaccionario de la Anapo se tome nuestra organización y la convierta en un partido más de la oligarquía. En este caso, debemos estar dispuestos a defender los principios verdaderos del partido y los intereses populares, haciendo realidad los anhelos de las masas, aunque sea continuando esos principios en una nueva organización revolucionaria independiente. 6. Tomamos el nombre de nuestra Capitana como un símbolo de la radicalización más consciente de nuestro partido, por su demostrada combatividad en toda su vida política, además porque representa a la mujer colombiana que durante siglos ha sido vejada y oprimida a niveles degradantes, pero que sin embargo ha dado muestras de abnegación y fortaleza en la lucha como son los casos de Manuela Beltrán, Policarpa Salavarrieta, Antonia Santos y los millones de mujeres que hoy luchan por una Colombia mejor.

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Con el pueblo, con las armas, con María Eugenia, ¡al poder! Si nuestra práctica fructifica, las perspectivas de guerra combinada irán tomando cuerpo y la izquierda legal verá también que las condiciones de lucha se transforman y su propia práctica. De entrada, un nuevo modo de participar en la cuestión electoral por fuera de la práctica tradicional, una nueva forma de participar en las luchas reivindicativas de las masas y la acentuación de la represión oficial, colocan a la izquierda frente a hechos ineludibles. No significa todo esto que seremos el polo fundamental de la izquierda y que el impacto será sentido de inmediato; pero las masas, su apoyo y nuestra eficacia política provocarán un replanteamiento de fondo en la izquierda revolucionaria. 7. Para nosotros la Anapo es un vehículo para nuestro objetivo estratégico. Nuestro rompimiento con Anapo se producirá cuando este trabajo entre en contradicción con los objetivos estratégicos o no sea eficaz políticamente. Si las perspectivas son favorables, el grado superior de radicalización del Frente Legal será la formación de una organización revolucionaria. 8. Como consecuencias internas de este paso, tenemos la cualificación política de la organización; comprender la elevación del nivel político, el no perder el objetivo estratégico fundamental, la unidad y la cohesión interna. La profundización constante de los objetivos tanto tácticos como estratégicos a través del estudio de la realidad del país y de nuestro medio particular, se presenta como una tarea necesaria.

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Anexo 2 Comunicado a la opinión pública Enero Io de 1979

1. Comandos del Movimiento 19 de Abril, M-19, recuperaron para el pueblo los días 30 y 31 de diciembre y Io de enero una cantidad superior a las 5.000 armas, entre morteros, bazucas, fusiles, carabinas, escopetas, ametralladoras, pistolas y revólveres. Se recuperó abundante munición y proveedores para todas las armas. 2. Con inmensa alegría comunicamos al pueblo colombiano que entre las armas recuperadas se encuentra el fusil que fue del cura Camilo Torres Restrepo y que desde hoy, con la espada de Bolívar, acompañará a nuestras luchas. 3. Esta operación fue culminada mediante la construcción de un túnel de 75 metros de largo y la penetración a los depósitos de la guarnición Ramón Arturo Rincón Quiñónez, ubicada en Usaquén, Distrito Especial. 4. Todos los comandos culminaron su misión con total éxito, con excepción del compañero José Israel Rodríguez, muerto en absurdo accidente de tránsito, mientras cumplía una misión el 30 de noviembre. Al compañero Israel lo recordamos hoy, cuando esta operación por la que él hizo tanto ha concluido. 5. Estas armas, en poder de nuestra organización, significan aumentar nuestra absoluta disposición y voluntad de lucha por una patria soberana, libre y democrática. Soberana y libre frente al amo norteamericano y los grandes monopolios extranjeros; y profundamente democrática en lo social y en lo político. 6. Nuestra patria marcha velozmente a un régimen de terror, de torturas, de represión y censura. Mientras la vida económica es dominada por unos doscientos conglomerados monopólicos, que estrangulan la industria, el comercio y la banca colombiana, llevando a la quiebra a los pequeños empresarios y sumiendo a nuestro país en un mundo de salarios injustos, latifundios

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improductivos y en el desempleo y la miseria de millones de colombianos. 7. El señor presidente Turbay, en su alocución de fin de año, llama a deponer las armas, pero reafirma continuar con la persecución, las torturas, la censura de prensa y demás prerrogativas del Estatuto de Seguridad y del estado de sitio. Nosotros, el Movimiento 19 de Abril, M-19, proponemos al señor presidente llegar a acuerdos sobre un alto en las operaciones con base a considerar las aspiraciones del país en cuanto a: a) Una reforma agraria democrática. b) Las peticiones de las cuatro centrales que dieron origen al paro cívico: alza de salarios, por encima del alto costo de la vida, congelación de los precios de los artículos de primera necesidad y cese a la represión sindical y la ilegalización de las huelgas. c) Un freno a las actividades desbocadas de los grandes monopolios. d) Recoger las aspiraciones de los obispos, de magistrados, de jueces, de demócratas, de periodistas y de las organizaciones populares, por que en Colombia se respeten los derechos humanos; levantamiento del estado de sitio y el Estatuto de Seguridad y separando tajantemente la justicia civil de la justicia penal militar. Estas, que son las aspiraciones de la mayoría del país, serían las bases para entrar a discutir un cese de operaciones, cuestión que el M-19 está dispuesto a hacer, y sobre todo por una patria en paz, pero también por una patria justa, soberana y democrática. Por el Comando Superior, Carlos Toledo Plata, Pablo García, Felipe González

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Anexo 3 Toma de la Embajada de la República Dominicana Comunicado de febrero 28 de 1980

El Movimiento 19 de Abril, M-19, comunica a la opinión pública: 1. El día 27 de febrero de 1980 el comando Jorge Marcos Zambrano, mediante un operativo armado y cumpliendo órdenes del Comando Superior, se tomó la sede de la Embajada de la República Dominicana. Este operativo tiene como objetivos: a) Denunciar ante el mundo a un gobierno que, disfrazado de demócrata y liberal, ha ido arrasando los pocos vestigios de democracia y suprimiendo las más elementales libertades ciudadanas. Que todo el mundo se entere de que en Colombia la libertad es para los monopolios y para los militares traidores. Libertad para vender el país, libertad para despojar al campesino de su parcela, libertad para explotar despiadadamente al obrero, libertad para perseguir, torturar y asesinar a los que se rebelan, que todos los pueblos sepan que nuestra patria día a día se convierte en una gran prisión, en donde se impone el modelo de régimen para América Latina llamado «Democracia Restringida». Modelo consistente en esconder bajo formas democráticas la feroz tiranía. Modelo de hipocresía, de cinismo, de degradación que ha sido aceptado y aplicado gustosamente, por una oligarquía dispuesta a ir a los más bajos y ruines métodos de represión para mantener intactos todos sus privilegios. b) Exigir al actual gobierno libertad inmediata de luchadores populares y revolucionarios, actualmente confinados como delincuentes en las mazmorras del régimen. c) Reafirmar una vez más nuestra convicción de que la libertad es un derecho fundamental que sólo conquistaremos en la medida que todo el pueblo vaya uniendo sus combates. Combatir para la unidad y unir para el combate es el camino de victoria, rehuir

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a la unidad por sectarismo y rehuir al combate por cobardía es el camino de la derrota. 2. Por las razones anteriores, por los objetivos que persigue y la ideología que inspira esta acción, la hemos denominado «Operación Libertad y Democracia». 3. Este comando se compromete a responder por la vida y respetar el rango de los diplomáticos aquí presentes. Hacemos responsables de cualquier provocación que ocasione un desenlace fatal al general Camacho Leyva y a Turbay Ayala. 4. Nos reservamos el derecho de hacer públicas nuestras peticiones en forma más detallada y concreta en el momento en que consideremos oportuno. 5. Por último, reiteramos, como combatientes del Movimiento 19 de Abril, M-19, nuestra decisión de vencer o morir, decisión que cumpliremos aquí, ahora y siempre. Con el pueblo ¡Con las armas! ¡Al poder! Por el Comando Superior Carlos Toledo Plata Jaime Bateman

¡Ni con diez mil «consejos de guerra», ni con las torturas, ni con los crímenes, ni con la represión, podrán impedir el triunfo de la revolución colombiana!

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Anexo 4 Ante la muerte del general Omar Torrijos Herrera Bogotá, agosto 2 de 1981

Doctor Aristides Royo Presidente de la República de Panamá

Ante la trágica desaparición del general Omar Torrijos, que enluta a América entera y a esa parte del continente en particular, el Movimiento 19 de Abril, M-19, presenta a usted y al pueblo panameño su voz de condolencia. Causa más que estupor su muerte, acaecida precisamente en momentos en que se hacen ingentes esfuerzos para reunir en conferencia a los países del área y cuando la maledicencia acusaba burdamente a Panamá de «corredor armamentista». Es tarea de nuestros pueblos investigar las causas del fatal deceso, dadas las continuas acechanzas que deben afrontar nuestros países, los no menos frecuentes atentados y las aleves conspiraciones que a diario registramos, reconocidas pública y cínicamente por sus autores. Quienes no le perdonaron a Torrijos su postura valiente de convertir en hechos la soberanía, hoy preparan en las sombras un brutal zarpazo contra el Caribe. Es doloroso saber que en esta época de duro enfrentamiento con el imperialismo, ese enemigo de nuestros pueblos que saquea, usurpa, pisotea y asesina, se apaga en el cielo americano una estrella de esperanza que iluminó el oscuro camino de la independencia, que no cejó en su empeño de rescatar para los suyos su sagrado territorio, que saludó alborozado las luchas contra la tiranía y por la libertad pese a las voces de la guerra y la discordia; pero así mismo hoy sabemos, por su ejemplo, que es más brillante nuestra constelación, más diáfano nuestro horizonte, más nítida nuestra senda.

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Nuestra organización, que acogió entrañablemente su ejemplo, inclina sus banderas de duelo por el insigne estadista y reafirma su decisión de combatir sin tregua por la total independencia del continente. Fraternalmente, Movimiento 19 de Abril, M-19, Dirección Nacional.

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r Anexo 5 Sobre la muerte de Jaime Bateman Cayón El M-19 informa a Colombia Colombia, julio 14 de 1983

Con dolor convertido en fuerza y renovada decisión comunicamos a la nación, a los pueblos latinoamericanos y a los demócratas del mundo, que Jaime Bateman Cayón, comandante general del Movimiento 19 de Abril y líder de la revolución colombiana, sufrió un accidente el 28 de abril de 1983. Este accidente fatal priva a la revolución colombiana y latinoamericana del hombre de justicia, del patriota íntegro, del demócrata en armas profundo y actual. Priva también a nuestra nación de la labor intensa y seria de Nelly Vivas Rebolledo, oficial superior del M-19, presencia combativa de la mujer colombiana, quien por su inteligencia, capacidad de trabajo y dedicación al pueblo había llegado a la máxima instancia de nuestra Dirección. Con dolor informamos además la desaparición de Efrén, Conrado Marín, guerrillero del pueblo que una vez amnistiado decidió volver al combate ante el incumplimiento de las promesas gubernamentales y la negativa oficial para construir la paz. También pereció en el accidente Antonio Escobar Bravo, piloto de la avioneta, ex parlamentario conservador, quien fue nuestro amigo y compañero y participó con valor y lealtad en importantes tareas político-militares. La búsqueda intensa y exhaustiva realizada durante 70 días, empleando todos los recursos técnicos y humanos posibles, en territorio selvático, en condiciones de persecución del ejército enemigo, permite deducir que una falla técnica en medio de condiciones atmosféricas desfavorables hace que la nave pierda su rumbo Santa Marta-Montería-Apartadó, pida ayuda de navegación a Medellín y Panamá, sobrevuele la región del Sinú, meta del viaje, y se pierda definitivamente.

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Lo intrincado del terreno, que de por sí hace difícil la búsqueda, lo amplio y extenso de la zona, sumado a las condiciones de clandestinidad y persecución enemiga, hacen los resultados negativos hasta el momento. Aun así seguirán las investigaciones de las verdaderas causas del accidente y del sitio exacto del mismo. En el momento de alguna novedad comunicaremos a nuestro pueblo los resultados definitivos. La fuerza de Jaime Bateman Cayón, comandante y compañero, está aquí, viva, profunda e inatajable, en un pueblo que él convocó a la lucha, a la rebelión y a la victoria. La fuerza del pueblo en armas, en lucha por construir una democracia real, nacida desde abajo y entre la nación. Esta fuerza del pueblo y armas está aquí en el M-19, cuyas banderas de lucha continúan firmes en alto y en movimiento, como siembra fructífera, empapadas de sus ideas, de su estrategia de jefe popular y combatiente integral. La fuerza de su vida, de su lucha, de sus ideas, está hoy repetida y multiplicada en esta generación de colombianos que con la espada de Bolívar como símbolo, la dignidad, la justicia y la democracia como meta, están dispuestos a construir una patria de todos, libre de opresiones, de incultura y de miseria. Esta ausencia del combatiente, del jefe popular, del estratega visionario y del latinoamericano de su tiempo y de su hora, nos estremece y nos sacude para avanzar con renovado vigor, para enfrentar con fuerza el futuro, futuro de combates, de victorias y de justicia. Porque a Jaime Bateman Cayón, Comandante Pablo, por su vitalidad, por su convicción de vida y de futuro, por su humanismo integral, no lo recordaremos entre lágrimas y llanto sino en la alegría de vida y de futuro, alegría de esperanzas y de triunfos. Que se levante la indignación contra la injusticia. Que se multipliquen los combates por la paz y la democracia. Que la unidad sume fuerzas y experiencia y la solidaridad viva recorra nuestra América. Con profundo orgullo hoy levantamos el nombre, la vida y la acción de Jaime Bateman Cayón, quien se elevó a la altura de nuestro pueblo como comandante integral, revolucionario magnífico, antiimperialista sincero, hombre de audacia, de inteligencia, apasionado de la patria y de la justicia, con visión nueva para una nueva Latinoamérica. Porque él creyó en el pueblo y sus capacidades. Porque hizo de los hechos ejemplo y condición de toda palabra o promesa. Porque 592

rompió esquemas, entendió a nuestro pueblo, habló su lenguaje, su rebelión y plasmó en la lucha renovadas concepciones políticomilitares para la victoria. Porque hizo de la unidad un culto, de la democracia su objetivo, de la paz su bandera y del pueblo en armas condición de poder y de victoria. La fuerza y la acción de Jaime Bateman Cayón están en su obra fecunda. En el pueblo que lo rodeó como su líder y su jefe; en los humildes, en los silenciados que sintieron en su voz su propia voz. En los oprimidos y explotados que vieron en sus llamados a la lucha por la democracia sus propias banderas y sus propios combates. En la nación que sintió toda su insistencia por la paz, pero también su convicción de conquistarla aunque fuera necesaria la victoria militar frente a la guerra oligárquica. En los hombres de dignidad, amantes de una nación soberana, que fueron convocados a continuar la obra de Bolívar hasta construir una Colombia nuestra y justa. En los hombres buscadores de justicia, que en el desempleo o en la producción, en el campo o en la ciudad, entre los intelectuales y el clero, entre los militares nacionalistas y entre la juventud rebelde oyeron su voz y su llamado para construir una Colombia digna. La obra y la fuerza de Jaime Bateman Cayón están vivas y maduras, su esfuerzo y su accionar están ya firmemente sembrados en el corazón del pueblo y de la militancia total del M-19, organización agigantada en las dificultades y templada en el horno vivo de la rebelión popular. Está aquí, en esta generación de los nuevos oficiales de Bolívar que con las banderas del M-19 forman el pueblo en armas. La estructura moral, política, intelectual y militar de Jaime Bateman Cayón, resumen magnífico de la capacidad de nuestro pueblo, capacidad de indignación contra la justicia, hasta tomar las armas para vencer, estará presente en nuestras luchas y en nuestras victorias. ¡Comandante Pablo, vencer o morir! ¡Con el pueblo! ¡Con las armas! ¡Al poder! Dirección Nacional Comando Superior: Iván Marino Ospina, Alvaro Fayad Delgado, Carlos Pizarro Leongómez, Antonio Navarro Wolf, Gustavo Arias Londoño, Luis

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Otero Cifuentes, Carlos Toledo Plata, Otty Patiño, Germán Rojas, Marcos Chalita, Julia Jiménez. Fuerza militar y mandos de región: Rosemberg Pabón, Andrés Almarales, Héctor Mendoza, Alfonso Castro, Israel Santamaría, Remberto Artunduaga, Nelson Cifuentes, Francisco Cuéllar, María Castaño, Afranio Parra, Libardo Parra, Rosalba Martínez, Everth Bustamante, Carlos Enrique Trujillo, César Augusto Sánchez, Ana Gamboa, Abel González, Jaime Pérez.

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Anexo 6 La toma del Palacio de Justicia Operativo Antonio Nariño por los derechos del hombre Compañía Iván Marino Ospina

Patriotas: Desde la Honorable Corte Suprema de Justicia, convertida por fuerza de la historia en escenario de un juicio excepcional, el Movimiento 19 de Abril, M-19, convoca a los colombianos todos a dar el paso que corresponde ahora en el proceso de una paz con justicia social. Es falso queja paz haya fracasado en Colombia. Han fracasado, estruendosamente, los sectores y personas que han querido redm cirla al tamaño de sus mezquinos intereses. Pero la paz sigue teniendo la dimensión de la patria, la grandeza de la aspiración de los pueblos. La paz es hoy una marcha irreversible, alta bandera en manos seguras y firmes de un pueblo que ha sellado con su propia sangre el compromiso supremo de imponerla y defenderla sin miramiento distinto al interés nacional. La oligarquía pretendió, con gestos de paz y hechos de guerra, confundir a la nación y desarmar al pueblo. Usó todos sus criminales recursos: la intimidación, la calumnia, el atentado personal, los cercos de aniquilamiento, la amenaza a los familiares de los combatientes, el secuestro, la tortura, la represión a la pacífica protesta. Mintió en todas sus promesas y violó todos sus acuerdos. Pese a todo no pudo derrotarnos. El camino de la paz se despeja hoy con el heroísmo de nuestro pueblo, la decisión de nuestras armas y la contundencia de nuestras victorias. Y es desde esa búsqueda, victoriosa en la razón que la asiste y en las armas que la defienden, que convocamos al juzgamiento público de unas minorías apátridas que han hecho fraude a los anhelos de paz y traicionado las exigencias de progreso y de justicia social a la nación entera.

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Porque fue ante la faz del país, y en nombre y representación de un sentimiento mayoritario, que los movimientos armados firmamos unos acuerdos que cimentaran una nueva convivencia entre los colombianos, con el entonces jefe de Estado, señor Belisario Betan- cur. La violación de los acuerdos de tregua y diálogo nacional se constituye así, no en ofensas contra el M-19, o el EPL, sino en delitos contra la esperanza de una patria democrática, afrentas contra un pueblo que aceptó el reto de buscar por las vías de la confrontación pacífica los caminos de urgentes, justas y posibles reformas. Son estas mayorías traicionadas en sus intereses y burladas en sus aspiraciones las que les estamos saliendo al paso a las maniobras, a los intentos y manipulaciones de quienes aún creen posible burlar impunemente los compromisos y malversar de nuevo la credibilidad pública. Por eso, esta convocatoria es para que acudan a ella las mayorías nacionales en su condición de parte lesionada y en su autoridad de demandante. Que las familias campesinas, los obreros, los empresarios, los estudiantes, los profesores, los jueces de la República, los escritores, los artistas, los deportistas, los pensionados, los colombianos todos que no hemos renunciado a luchar por una vida digna, a todos los que hemos sido ultrajados y ofendidos por este gobierno, para que unamos nuestras voces y esta acusación tenga la fuerza y la grandeza de una Colombia puesta en pie en la decisión de realizar sus sueños. Que los moradores de los barrios humildes, los marginados de los servicios públicos, los destechados sin cuota inicial, hagan de este juicio su altavoz para gritar su testimonio de abandono y desgobierno. Que las madres, todas, expresen su repudio a una clase dirigente y soberbia y a unos altos mandos militares asesinos que lanzan a sus soldados a la guerra y los abandonan en la derrota. Que la patria, por la voz adolorida de las madres, sea perentoria acusación a unas oligarquías insensibles frente a una patria que se desangra en sus hijos. Que los periodistas contribuyan a recoger y difundir estas demandas. Para que la verdad se constituya en pilar fundamental de la paz. Porque derrotar la mentira es también derrotar la guerra. Que ningún colombiano honesto se quede al margen de este juicio. Y que este juicio tenga la altura, la grandeza y la fuerza de un acto de nuevo gobierno.

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Y para que todos tengamos los elementos de ilustración y las pruebas pertinentes, Exigimos 1) Que en los siguientes periódicos: El Tiempo, El Espectador y El Siglo de Bogotá, El Colombiano y El Mundo de Medellín, El Pueblo y El País de Cali, Vanguardia Liberal de Bucaramanga, Diario del Caribe y El Heraldo de Barranquilla, y La Patria de Manizales, el Gobierno haga públicos los documentos que aparecen a continuación en el orden, sitio y tamaño aquí especificados. Primer día: la publicación de esta proclama y del texto de los acuerdos firmados en Corinto, Hobo y Medellín, el 24 de agosto de 1984, entre: el Gobierno con el M-19 y el EPL, ocupando una página entera, impar, en la primera sección. Segundo día: la publicación de la demanda armada que, el M-19, en nombre de la nación, ha formulado ante la Honorable Corte Suprema de Justicia, en la primera sección y dentro del tamaño de letra habitual que cada periódico usa para las noticias de interés nacional. Tercer día: la publicación de las actas de la Comisión de Verificación, en la primera sección con la fuente habitual para noticias de importancia nacional, y con encabezamiento en primera página a tres columnas. Cuarto día: la publicación de los acuerdos de monitoria con el Fondo Monetario Internacional, firmados por el actual gobierno en abril de 1985, en sitio y tamaño de letra iguales a los de las actas de la Comisión de Verificación. 2) La divulgación por dos cadenas radiales de cubrimiento nacional, dentro del espacio de sus noticieros nacionales, de esta proclama en su texto exacto y completo, durante los cuatro días en que se realicen las publicaciones exigidas en el punto anterior. 3) La creación de un espacio radial diario, de duración de una hora, en tiempo de clasificación A, usando una cadena de cubrimiento nacional, para que los colombianos todos a través de nuestras organizaciones gremiales, cívicas, deportivas, sindicales, comunitarias, planteemos la respuesta a estas dos preguntas: a)«¿Cuál es su exigencia más apremiante?» y b)«¿Este gobierno le ha cumplido?». 4) La presencia en este tribunal del presidente Belisario Betancur o de su apoderado, para que responda de manera clara e inmediata a cada una de las acusaciones contra el actual gobierno.

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Señores magistrados de la Honorable Corte Suprema de Justicia: creemos oportuno que aquí y ahora se decida si los colombianos vamos a seguir permitiendo que se siga entregando nuestro país a pedazos: pues se han entregado considerables porciones de nuestro suelo; se entregan, a manos llenas, nuestros recursos naturales (petróleo, carbón, oro, níquel, platino, fauna y flora); se entrega la órbita geoestacionaria; se entregan clandestinamente nuestros niños; se entregan nuestros cerebros, a través de su fuga; y como si todo ello fuera poco, mediante un impopular escandaloso Tratado de Extradición, se entrega nuestra juridicidad —la más reciente y novedosa de todas las entregas—, que es golpe mortal contra la soberanía nacional. Centenares de compatriotas nuestros están seriamente amenazados no sólo por la legislación de países extraños, sino por la manifiesta animadversión de algunos de ellos, como es el caso concreto de los Estados Unidos de Norteamérica. Señores magistrados: tienen ustedes la gran oportunidad, de cara al país, y en su condición de gran reserva moral de la República, de presidir un juicio memorable: el que habrá de decidir si esos principios universales, por los que luchó y padeció Antonio Nariño, en la centuria pasada, empiezan, por fin, a tener vigencia en nuestra patria. Porque ningún colombiano digno está dispuesto a soportar un siglo más de ignominia bajo el imperio de los intereses oligárquicos. Patriotas: por voluntad de quien debe ejercer la soberanía nacional, que es el pueblo, todos los miembros del Movimiento 19 de Abril, nuestros hombres, nuestras armas, nos comprometemos a acatar y defender el fallo que emita la nación. De todos depende que nunca más se impongan los mezquinos intereses de las minorías oligárquicas a los muy sagrados de la colombianidad honesta y digna... Patriotas: hoy, por fin, el futuro está en nuestras manos. Por el Movimiento 19 de Abril Estado Mayor de la Compañía Iván Marino Ospina Luis Otero, Andrés Almarales, Alfonso Jacquin, Guillermo Elvecio Ruiz, Ariel Sánchez

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Anexo 7 Colombianos: vida para la nación, paz a las Fuerzas Armadas, guerra a la oligarquía

Tenemos un solo propósito: la democracia. Un solo enemigo: la oligarquía. Una sola bandera: la paz. No más impunidad: que la oligarquía responda con su vida, honra y bienes, por los crímenes cometidos en el desarrollo de su guerra sucia, por el asesinato de luchadores populares en la protesta ciudadana, por el estado actual de hambre y luto nacionales. Convocamos a una Cruzada por la Vida, la reconstrucción de los valores nacionales y el rescate de los derechos ciudadanos. Llamamos a una resistencia civil y militar contra la oligarquía que gesta y conduce la guerra sucia y es responsable de la miseria, del atraso y de la entrega. La guerra entre el M-19 y las Fuerzas Armadas, iniciada hace ya nueve años en el Cantón Norte, debe concluir. Solamente es útil a la oligarquía. Decretamos un cese al fuego de seis meses a partir del 25 de enero con el conjunto de las Fuerzas Armadas: el Ejército, la Policía, la Armada, la Fuerza Aérea, los servicios de inteligencia, buscando crear un clima de entendimiento nacional. No adelantaremos ninguna acción ofensiva contra las Fuerzas Armadas. Sólo combatiremos en legítima defensa del pueblo y de nuestras fuerzas, con el honor y dignidad de Yarumales y el Palacio de Justicia. Invocamos los sentimientos antíoligárquicos sembrados por Bolívar, Gaitán y Rojas Pinilla al interior de las Fuerzas Armadas. Hablamos a sus conciencias, a su vocación de patria, paz y dignidad para dar fin a la violencia generalizada y construir entre todos la Nueva Nación. Que soldados, oficiales, guerrilleros y pueblo seamos hermanos en Colombia. Que los cuarteles se conviertan en santuarios de la

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vida y bastiones de patria antioligárquica. Que los CAI sean verdaderos campamentos de paz e instrumentos de las mayorías para recuperar sus derechos ciudadanos. Convocamos a la Iglesia a ejercer su liderazgo espiritual, colocándose a la cabeza de la Cruzada Nacional por la Vida. Que las iglesias se abran al reencuentro de los colombianos y sean templos de diálogo fecundo y refugio de la colombianidad perseguida. Los narcotraficantes tendrán una solución nacional siempre y cuando no se integren a la oligarquía como instrumento de sus fines antipopulares y contribuyan al desarrollo nacional. Que las naciones acompañen esta gesta democrática y sus sedes diplomáticas apoyen esta lucha libertaria por un nuevo mundo. Nunca nos negaremos al diálogo, siempre y cuando conduzca a soluciones reales de democracia y a la salvación nacional. Que estas palabras contribuyan a que todas las fuerzas insurgentes hoy reunidas en la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, hagan suyo el propósito de una patria grande, digna y soberana, multiplicando su generosidad revolucionaria en la batalla antioligárquica. Es la hora de la unidad nacional por la lucha: guerrilleros, soldados y policías, liberales y conservadores, comunistas, anapistas, demócratas, campesinos e indígenas, estudiantes, intelectuales, artistas, obreros y desempleados, científicos, empresarios y dirigentes cívicos, sacerdotes y monjas, políticos, diplomáticos, hombres y mujeres de la nación... Contra la oligarquía, ¡a la carga! ¡Con el pueblo, con las armas, al poder! Carlos Pizarro Leongómez Comandante general del M-19 Antonio Navarro Wolf, Otty Patiño Por el Mando Central Germán Rojas, Marcos Chalita, Vera Grabe, Rosemberg Pabón, Libardo Parra, Arjaíd Artunduaga, Afranio Parra Por el Comando Superior Siguen más firmas de la Dirección Nacional del M-19 Montañas del Cauca, 22 de enero de 1988.

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Anexo 8 X Conferencia Nacional Declaración final

La decisión está tomada. La Asamblea General del Movimiento 19 de Abril, M-19, reunida en su X Conferencia Nacional conformada por su Comandancia y todos los organismos de la Dirección Nacional con delegaciones de sus regionales, estructuras especiales e internacionales han decidido por voto secreto e íntimo: 1. La dejación de armas. 2. Reintegrarse a la vida civil. 3. Constituirse en movimiento político legal. Esta decisión será una realidad siempre y cuando se cumplan los compromisos suscritos entre el Gobierno Nacional, los partidos políticos y la Comandancia General del M-19. Esta fue la votación: a favor 227 votos, en contra 3. El M-19 ha cumplido. De hoy en adelante la responsabilidad sobre el futuro de la paz está colocada en manos del Gobierno y en su capacidad de cumplir con su palabra frente a Colombia, el mundo y el M-19. Santo Domingo, Cauca, 5 de octubre de 1989.

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El sancocho de la paz

Casi todos los protagonistas de este libro están muertos. Y no de viejos, ni en su cama, sino de muerte violenta. En accidente, como Jaime Bateman; o en combate, como Iván Marino Ospina y cien más; o asesinados, como Fayad, Pizarro, Toledo, Quevedo, mil más; la mayoría. La que cuenta Darío Villamizar es una historia de muerte. La de la acción política y militar del Movimiento 19 de Abril, M-19, uno de los arroyos de sangre que confluyen en el río violento de la historia contemporánea de Colombia. Es también, a primera vista, la historia de un fracaso. El que va del robo simbólico en 1974 de la espada del Libertador —para llegar «con las armas al poder»—, a la igualmente simbólica fundición de las armas en 1990 —para resignarse a hacer política en las urnas electorales—. Quince años de agitación sangrienta, de «propaganda armada», de «acciones político-militares» (e incluso «leguleyo-militares»), de ilusiones, de tragedias, de sacrificios, para salir (en 1992) al mismo llanito del que se había partido (en 1970): la derrota electoral. Y en un paisaje más devastado aún y más confuso, en el que el caos de la violencia colombiana se ha expandido y se ha complicado y ha multiplicado sus agentes: guerrillas, militares, paramilitares, narcotraficantes, DEA, CIA, servicios de inteligencia. La guerra es hoy más generalizada y más sucia que cuando se formó el M-19, a principios de los años 70, o que cuando, en el 82, anunció Bateman en su VIII Conferencia: «El 7 de agosto de 1982 será recordado como el día en que una organización decretó una vez más la lucha revolucionaria en este país». En apariencia, pues, la historia del M-19 es sólo un avatar más en el eterno ciclo de la inutilidad. Y sólo deja un reguero de muertos enterrados y de esperanzas fallidas, como la de tantas otras organizaciones que en tantas fechas olvidadas decretaron una vez más la guerra en este país, para no ganarla nunca.

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Sin embargo, hay una diferencia. Como tantas otras organizaciones, el M-19 tampoco ganó la guerra: pero ganó la paz. O, más exactamente, más parcamente, ganó la pre-condición política necesaria para lograr la paz, que era el reconocimiento de los alzados en armas como interlocutores legítimos de las demás fuerzas políticas y sociales del país. El M-19 no tuvo éxito como organización armada que buscaba el poder: fue primero diezmado en la guerra, y luego se ha deshecho en la paz. Pero en cambio logró hacer triunfar su paradójico y heterodoxo postulado político: que la guerra se hace para buscar la paz. Paz que, por ahora, sigue siendo apenas un deseo, como es más que evidente para cualquiera que mire lo que sucede en Colombia. Pero ya es un deseo no sólo de los que padecen la guerra, sino también de quienes la hacen. Quedan los recalcitrantes, de lado y lado: los que hacen la guerra para la guerra y se complacen en ella, tanto del lado guerrillero (las FARC, el ELN), como del lado del sistema y el establecimiento (los servicios de inteligencia militar, muchos altos mandos del ejército, la ciega ultraderecha civil militarista). No la van a ganar ni los unos ni los otros,_y sólo han conseguido volverla más costosa, más sucia y más cruel. Pero la suya es una acción de retaguardia: sirve para prolongar las cosas, pero no basta para cambiarlas. La que cumplió el M-19 durante sus quince años de existencia fue, por el contrario, una acción de vanguardia: su «guerra para la paz» cambió muchísimas cosas en Colombia. Porque a sabiendas de que no podía vencer, el M-19 supo convencer. Para mostrarlo basta el dato de que, siendo un grupo considerablemente mal organizado y de dimensiones bastante reducidas, su actividad generó en quince años diez veces más reportajes de prensa y de televisión, entrevistas y libros que cualquier otra organización armada colombiana —FARC, ELN, EPL— en el doble de tiempo y con mayores efectivos. Su eficacia como «propagandista armado» fue asombrosa, y en eso superó con creces a sus modelos (los Tupamaros uruguayos o los Montoneros argentinos), mezclando inspiradamente —aunque sin duda casi al azar— las acciones modestas con las espectaculares: el robo de la espada de Bolívar, la toma de algún caserío perdido en la selva, el robo de las armas del Cantón Norte, el reparto de leche en un barrio de invasión, la toma de la embajada, la «cita con Pacheco», la batalla naval del «Karina» o la campal de Yarumales, el apocalíptico asalto al Palacio de Justicia, el hábil secuestro de Alvaro Gómez. Gracias a la imaginación, a la audacia

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y a la terquedad, el M-19 logró en Colombia algo que parecía un milagro: el diálogo. En el año 74 era inimaginable, y en el 90, inevitable. El país, o por lo menos considerables sectores del país, se había convencido de tres cosas: de que la paz es más deseable que la guerra; de que a la paz sólo se llega a través del diálogo; y de que el diálogo sólo se consigue bajo la presión de la guerra. De una guerra que, en el paradójico planteamiento del M-19, no tenga por objetivo la victoria, sino la colaboración. La colaboración en la diversidad, tan repugnante para las ortodoxias de izquierda y de derecha. El «sancocho nacional» de que hablaba ese poderoso creador de imágenes que fue Jaime Bate- man, fundador del M-19. En el diálogo, y en lo que de él saliera, debían participar todas las categorías y colores de los colombianos, ricos y pobres, obreros y oligarcas, militares y guerrilleros, blancos, indios y negros, curas, campesinos, industriales, banqueros, poetas: todo lo que cabe en el paisaje, del mismo modo que en un sancocho cabe de todo para que salga bueno: cebolla larga y cebolla cabezona, tomates verdes, una gallina entera despresada, mazorcas, ajo, plátano, yuca, cola de res, cilantro, y algo de ají. Del diálogo, con suerte, debía salir la paz: sancocho para todos. El sancocho tuvo un primer hervor, que fue la Asamblea Constituyente de 1991: por primera vez en la historia de Colombia hubo ahí de todo. Después... Lo que vino después se sale ya del marco del libro de Villamizar, que se limita a narrar la historia del M-19 desde el robo de la espada hasta la fundición de las armas: de enero de 1974 a marzo de 1990. Cuenta los combates, las anécdotas, las Conferencias, las muertes, las traiciones, los éxitos, las discusiones, los fracasos. Y, aunque el autor no pretende nunca dar explícitamente su opinión, se trata obviamente de una versión sesgada: excesivamente ombliguista e indulgente en torno al M-19 (y a lo que podríamos llamar la «línea oficial» del M-19), y excesivamente esquemática y desdeñosa en lo que se refiere a los demás actores de esos quince años de historia. Un libro parcial en los dos sentidos de la palabra: sólo cuenta una parte, y toma partido. Es discutible. Esperemos que sea además un libro discutido. Porque precisamente en eso consiste el «diálogo nacional» por el que dieron su vida tantos jefes y militantes del M-19. ANTONIO CABALLERO

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