Antropologia Y Estudios Culturales

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ll

Agradecimientos Introducci6n

I:?ARTE

I

HACIA UNA ANTROPOLOGIA CRITICA DE LA ANTROPOLOGIA 1..

Diferencia, hegemoniay disciplinamiento en antropologia

Lugar, poder y diferencia

21 23

Establecimientos antropol6gicos perifericos y "otras antropologias" Hegemonfas y disciplinamien to 2.

32 40

Singularidades y asimetrias en el campo antropo16gico tra.QSnacional

Cuestiones de encuadre: las singularidades Hacia una perspectiva sistemica: las asimetrfas

53 55 6o

Transfonnaciones tecnol6gicas y (nuevas) subalternizaciones Come n tarios finales

67

71

3· Naturalizaci6n de privilegios: sobre Ia escritura y Ia formaci6n antropo16gica

Ansiedades de Ia escritura antropol6gica Fonnaci6n antropol6gica en Ia era de los posgrados

73

75

84

10 ANTROPOLOGIA

Y

ESTUDIOS CULTURALES

4· Red de Antropologias del Mundo Red de Antropologias del Mundo (RAM-WAN) Desplazamientos te6ricos El proyecto de Ia red Reacciones y cuestionamientos Conclusion es

95 98 100 108 111 116

PARTE II

EN TORNO A LA ESPECIFICIDAD DE LOS ESTUDIOS CULTURALES 5· Apuntes sobre estudios culturales

Para p erfilar consensos Disputas Conclusiones 6. �De que estudios culturales estamos hablando? Especificidad Legados Transdisciplinariedad Intezvenci6n Gesti6n cultural Conclusiones 7� En torno a los estudios culturales en America

121 125 136 148 153 153 159 160 163 164 166

Latina

169

Los estudios culturales desde Ia periferia Estudios (inter) culturales en clave decolonial

178 187

Epilogo. Antropologia y es�dios culturales: confl.uencias

y tensiones La especificidad de I a antropologia La especificidad de los estudios culturales Tensiones y confluencias

193 198 205 212

Referencias bibliograficas

22 1

Agradecimientos

Es te libra es el resultado de innumerables conversacio­ nes sostenidas durante los ultimos diez aiios con amigos y colegas , e n tomo a l a antropologia y l o s estudios cul turales. P o r el lado de la antropologia, los enriquecedores debates que gest6 la Red de Antropologias del Mundo han sido vitales para troquelar mu­ chos de los planteos realizados en la primera parte de es te libra. Agradezco por su honestidad y generosidad intelectual al nucleo impulsor de estos debates, en p articular a Marisol de la Cadena, Arturo Escobar, Susana Narotzky y Gustavo Lins Ribeiro . Tam­ bien quiero agradecer a Julio Arias, Claudia Briones, Alhena Cai­ cedo, Alej andro Grimson, Mauricio Pardo, Rosana Guber y Alcida Ramos por las edificantes discusiones sobre asun tos relacionados con las pnicticas antropol6gicas en nuestros contextos y sin las cuales hubieran sido impensables muchos de los argumentos aquf elaborados. En relaci6n con los estudios culturales, debo agradecer a Lawrence Grossberg por compartir su pasi6n en defender una pnictica intelectual, con texntal y polfticamen te relevante. Entre los muchos in terlocu tores cercanos a esta corrien te, tengo una particular deuda .intelectual con Axel Rojas, con quien he traba­ jado en conjunto a lo l argo de estos aiios, y quien ha conocido y comentado los borradores que finalmente forman parte de este libro. Tambien han sido de particular relevancia para decantar argumentos en diferentes momentos las conversaciones sobre al­ gunos aspectos aquf tratados con Juan Ricardo Aparicio, Santiago Castro, Jesus Martfn-Barbera , Cons tanza Mendoza, Juan Manuel Rodrfguez, Nelly Richard y Vfctor Vich . Muchos de estos inter­ cambios han tenido lugar en diferentes partes de America Latina,

1 2 ANTROPOLOGIA

Y

ESTUDIOS CULTURALES

en el marco de Ia Red de Posgrados �I). Estudios y Politicas Cul­ turales, impulsada y coordinada por Alejandro Grimson, a quien quiero agradecer muy especialmente por su apertura al debate y, sobre todo, por su capacidad para poner en cuesti6n no pocas certezas.

Introduccion

Antes que una disciplina homogenea confonnada por las mismas pnicticas, enfasis, agendas, entramados institucionales y estrategias metodol6gicas en todo el mundo, el campo an tro­ pol6gico transnacional se ha caractelizado por Ia existencia de tradicio � es provenientes de comunidades locales, n acionales o

regionales, cuyas especificidades, siguiendo a Cardoso de Olivei­ ra (2000 ) , esttin constitu idas _por paradigmas y "estilos" diferen­ tes. Sin dudas , la heterogeneidad ha sido una de las improntas de

Ia disciplina antropol6gica: no solo se pueden mm·car divergen­ cias significativas e ntre tradidones nacionales (como Ia francesa _ o Ia estadounidense) o regionales (como Ia antropologia crftica latinoamelicana y el estFuctural-funcionalismo em·opeo) , sino tambien en el intelior de estas fonnaciones an tropol6gicas na­ cionales (entre lo que aparece como "escuelas", por ej e�plo ) . Esta he terqgeneidad, sin embargo, n o excluye I a existencia de un campo an tropol6gico transnacional. Por empezar, mas alia de que ser antrop6Iogo signifique cosas distin tas en diferen tes lugares y momentos para ciertos colectivos, todos los antropo­ logos �e sien ten interpelados como tales, es decir, tienen rasgos en comun. Del mismo modo, una serie de Cliterios de recono­ cimiento y de traducci6n entre estas diferentes tradiciones (que pasan por apropiaciones y por disputas ) , asf como un conj unl:o de relaciones ins ti tucionalizadas en y entre las distin tas forma­ ciones nacionales constituyen es te campo transnacional . Por ul­ timo, este campo implica una serie de referen tes compartidos con respecto a Ia his tolia de la disciplina, una constelacion de trabaj os , autores y problematicas reconocidos como propios y, sobre todo, ciertos estilos predominan tes en el trabaj o i n telec-

14 ANTROPOLOGIA

Y

ESTUDIOS CULTURALES

tual (como Ia perspectiva e tnografica o el enfasis en Ia diferencia cultural) . Ahara bien, las visibilidades y audibilidades de las diferentes tradiciones antropol6gicas en el campo antropol6gico transna­ cional se encuen tran lej os de ser equitativas: algunas -asf como ciertos antrop6Iogos- tienen mucha mas presencia que otras. Las asimetrias en este punta han delimi tado las condiciones de con­ versabilidad en este ambito desde sus inicios. En Ia primera parte de este libra se examina una serie de as­ pectos relacionados con es tas dif erencias y jerarquizaciones en y e n u·e las tradicio nes anu·opol6gicas y los anu·op6Iogos. EI p1imer capftulo discute un conjunto de conc� p tualizaciones sugeridas por varios autoi·es para comprender el p osicionamiento distin­ to y desigual de las an tropologias del mundo. Con este obj e tivo en mente, se abordan de manera critica algunos planteos fun­ da�os en Ia dis tinci6n cen u·o/periferia, poniendo el enfasis en la relevancia de u n enfoque sistemico que de cuenta de las im­ plicaciones con tradictorias de las desigualdades estructurales en el campo an tropol6gico transnacional. Este capitulo concluye abordando algunos mecanismos que instauran y reproducen es­ tas desigualdades esu·ucturales desde el analisis de Ia hegemonia y el disciplinamiento . E n el segundo capitulo se argumenta que las concepciones nor­ mativas de la disciplina tienden a obliterar Ia multiplicidad de ge­ nealogfas, u·ayectorias y confi.guraciones de las an tropologfas exis­ tentes en el mundo. D erivadas de paradigmas naturalizados que pocas veces son obj e to de escrutinio, las singula1idades se opacan. Se propane, de este modo, una serie de planteos te61icos sobre la relevancia de comprender estas singularidades, asi como sobre las relaciones de poder que esu·ucturan las condiciones de existencia y de visibilidad en y entre las antropologfas del mundo. A partir del caso colombiano, el tercer capitulo se cenu·a en como se articulan ciertos p1ivilegios entre los an trop6logos, con relaci6n a las prcicticas de escritura y Ia fonnaci6n anu·opol6gica. Por una parte, se examinan las actitudes de algu nos investigado­ res en cuanto a la autmia de sus esnitos, cuya circulaci6n entor­ pecen adrede, asi como tambien dificultan u.na filiaci6n mas o

INTRODUCCION 15

menos explicita a una postura politica. Par otra, se cuestiona Ia decision de fomentar programas de posgrado de antropologfa en el pais, en detrimento de la �specificidad y relevancia de la forma­ cion de pregrado. La primera parte concluye con un capitulo dedicado a la Red de Antropologfas del Mundo. Ademas de realizar un breve re­ cuento historico sabre su surgimiento, en este capitulo se abor­ dan los desplazamientOS teOiiCOS mas significatiVOS asociadas a la conceptualizacion de esta red. Asimismo, se presentan algunos de los argumentos cenu·ales de Ia relevancia de ser-en-red o de en-redarse, como en un inicio se concibio la labor y el intercam­ bio enu·e los diferentes participantes. Se cierra este capitulo con el recuento de las criticas que se han realizado a algunos de los planteos esgrimidos en las publicaciones e intervenciones de los participantes de la red para sustentar la nocion de "anu·opologias del mundo". Los estudios culturales constituyen el objeto de inten!s de la segunda parte del libra. En esta parte, se cuestiona una tendencia -cada vez mas difundida- a equiparar los estudios culturales con estudios sabre la cultura, confusion habitual incluso entre quienes se dicen sus practicantes. Desde II).i perspectiva, para comprender la especificidad del proyecto intelectual y politico de los estudios culturales, es fundamental establecer una distincion entre ambos planteos: no alcanza con estudiar la cultura o lo cultural para ha­ cer estudios culturales. Si bien de cierta manera los estudios cultu­ rales "estudian" Ia cultura o lo cultural, esto no significa que cual­ quier estudio sabre la cultura o lo cultural pueda ser adecuada11urnle considerado como estudios culturales. Asumir esta transposicion implicaria subordinar a los estudios culturales una serie de tradiciones disciplinarias o campos inter­ disciplinarios que ya tienen su propia especificidad y genealogfa. Par ejemplo, si los estudios culturales debieran ocuparse de todos los abordajes sabre Ia cultura y lo cultural, se soslayaria el enonne y muchas veces valioso trabajo adelantado desde la antropologfa cultural, la sociologfa de la cultura, la ciitica cultural o Ia hist01ia cultural. En este sentido, los estudios culturales son mucho me­ nos, pero tambien alga distinto.

1 6 ANTROPOLOGIA

Y

£STU DIOS CULTURALES

Los u·es capftulos que constituyen Ia segunda parle del libro buscan dar cuent.:"l, de manera critica, de Ia especificidad de los estudios culturales. En el capflulo que abre Ia seccion, "Apuntes sabre estudios culturales", se presentan de manera esquetmitica los criterios sabre los que existida un consenso relativo entre el grueso de sus practicantes, y sc elabora ademas un mapa con al­ gunas de sus disputas cardinales. Entre los consensos estarfan, pues, su nocion de "cultura-como-poder"

y del "poder-como-cul­

tura", su enfoque transdisciplinario, su explfcita vocaci6n polftica y su encuadre antirrecluccionista, que ciertos autores han deno­ minado "contextualismo radical". Entre las disputas, encontra­ mos Ia cliscusion sabre Ia pluralizaci6n de las genealogfas de los estudios culturales; Ia preocupacion por Ia geopolftica del cono­ ci1niento, articulada por el colonialismo intelectual que realiza apropiaciones descontextualizadas de los estudios culturales; los cuestionamientos a los efectos de la institucionalizaci6n;

y los de­

bates sabre el lugar de la alta teoria que equipara los estudios cul­ turales con elucubraciones referidas a la teorfa social y cultural contemporanea. El si!$'-tiente ·capitulo, "cDe que estudios culturales estamos hablando?", se basa en un cuestionatio, de realizacion colec­ tiva, que clio nacimiento a un libra editado por Nelly Richard

(201 0 ) . He

decidido mantener el tono inicial de mis respuestas

a dicho cuestionario, que cubren aquello relacionado con el modo de entender los estudios culturales desde nuestro contex­ to y con las particulares preocupaciones de sus articulaciones e institucionalizaciones. El ultimo capitulo de esta seguncla parte se centra en algunos aspectos y disputas de como se entiende Ia genealogfa y la pr:ictica de los estudios culturales en America Latina, a partir de proble­ matizar Ia operacion analftica que equipara "estuclios culturales latinoamericanos" con pensamiento critico o con ·estudios sabre la cultura en America Latina. En el capitulo se aboga, entonces, por Ia posibilidad de concebir esta prr�, sino que Se ope�·a d�sde equiliblio� mas 0 I:ne­ ll�S iriesrabl�s y 'sobi·e funbitos preci�os, definidos f1:�rn�. a: pi:ras . potencia.J,e� . () _nf!ci.e�tes f() rmaciones hege�6ni�a.� - L� hegerno­ . nfal; '�purit_an ; �n)os 1nen·op�iita�6s: d6�d� �lgtui�s re�.j s tas }' casas editoriales poseeri m�yo� �is ihi lid ad �- in'ipaci:o · que ou·as, debido precisamente a sus vinculaciones con los tres pianos de la • . · a e �i.oriad o� . :· ' · a he, g�!h ri l� :r -� . . .Mas mis�p.os 'ci:mceptos; agendas, : entrarilados instituciori.ales }; es�tegias· : metodologicas en . todo . eL mundo, h ay . sigilifii:: ativas variationes en .y entre los establecimientos en los cuales operan diferentes comunidades locales, nacionales o regionales. · La di� ferencia, entonces, ya no radica en la exterioridad y el obj e to de

54

ANTRO P O L O G IA

Y

ESTU D I OS C U LTURALES

es tudi o , sino que es consti tutiva del campo antropol6gico mun­ dial . De ahf la relevancia de comprender la singulruidad de los diferen tes establecimientos, las modalidades de financiaci6n, los vfn culos i n s ti tucionales espedficos denu·o de los que operan, las articulaciones con ou·as fonnas de conocimiento academico y, mas alia de lo academico, sus u·ayec t01ias, modalidades de fo r­ maci6n, subj e tividades disciplinaiias, esu·ategias argumen tativas y mecanismos de difusi6n, debate e instrumentaci6n. de los resul ta­ dos del trabaj o antropol6gico, en tre otros aspectos. O u·a cuesti6n asociada al ac tual campo anu·opol6gico trans­ nacional que merece nuesu·o examen se refiere a la asimetrfa. Si bien hay un incremento en el "viaj e " de ·an u·op6logos y an­ tropologfas como efecto de la mayor interconectividad a partir de la globalizaci6n, estos desplazamientos no se realizan con la misma i n tensidad y efecto en todas direcciones. Unos viajan mas que o tros y baj o diferentes premisas y alcances. Las condiciones matelial es de movilidad ( al igual que las lingiiisticas) , las formas de inserci6n y las direcciones de los flujos son distintas si se ti-ata de establecimientos antropol6gicos pelifelicos o centrales. De ahi que no solo deban considerarse las singula1idades de cada uno, sino tambien las asimeu·ias entre ellos. La plimera p arte de este capitulo presenta algunos C!itelios de encuadre p ara reconocer las singularidades de las antropologfas en el mundo. Se argumenta la relevancia de superar los enfoques que parten de concepciones normativas de una unicidad trascen­ den te de an u·opologfa, p ara plantear que es desde las practicas y las relaciones concretas que deben entenderse las especificida­ des de los diversos establecimien tos anu·opol6gicos. En la segun­ da parte, se exruninan algunos de los planteos asociadas a la Red de Antropologias del Mundo, sugeridos p ara dar cuenta de las diferencias y asime trias en el campo transnacional. En particu­ lar, se observa su dis tinci6n en tre an tropologfas hegem6nicas y subal temizadas , asi como los argumentos sabre la asime trfa en la visibilidad de las diferentes an tropologfas. El capitulo con­ cluye indicando la relevancia de aplicar sabre nues u·as propias practicas algunas de las enseiianzas que han resultado de la labor antropol6gica.

SINGULARIDADES

Y

ASIMETRIAS EN EL CAMPO 55

An tes que una etnografia o una historia de establecimientos an­ tro pol 6gi cos particulares para ilusu·ar mi argumento, o un ejer­ cicio comparativo que sustente los puntas de confluencia y dife­ renciaci6n enu·e ellos, este capitulo es una elaboraci6n te61ica de algunos planteos pertinentes para pensar Ia singularidad y la asim etrla en y enu·e las antropologias practicadas en diferentes partes del mundo; porque, a pesar de considerar relevante la fun­ damentaci6n empirica de esos planteos, he preferido Iimitanne al examen conceptual para los prop6sitos y alcances de este trabajo. Es necesario que el lector tenga presente que este capitulo ha . sido escrito desde Ia experiencia y Ia perspectiva de un anu·op6lo­ go colombiano que ha realizado sus estudios de posgrado en los Estados Unidos. Esto significa que el conocimiento de los estable­ cimientos antropol6gicos en ou·as partes del mundo (como las di­ similes tradiciones en Europa, � ia y Africa) es de segunda mano, a traves de la literatura o de algunas experiencias especificas y -he de reconocer-, en muchos aspectos, marcadamente limitado. Lo que me anima a presentar estos planteamientos es precisamente un reconocimiento de los lfmites propios que son manifestaci6n de un desconocimiento mas profunda y esu·uctural de los diferen­ tes establecimientos que habitamos.

CUESTIONES DE ENCUADRE: LAS SINGULARIDADES

Para dar cuenta del campo u·asnacional de las antropologfas, debe tomarse en serio la singularidad de las antropologias practi­ cadas en diferentes lugares del mundo. Esto significa abandonar la premisa ampliamente extendida de que existe algo asi como una "anu·opologia autentica" (que por lo general se identifica con tradiciones concretas ) 29 y de que sus variaciones en los paises pe29 Las tradiciones concretas que aparecen como paradigmas de Ia an­

tropologia dependen del Iugar desde el cual uno esu': examinando el campo. En gran pane de America Latina y en los Estados Unidos, las tradiciones mas salientes son Ia francesa, Ia inglesa y Ia estadouniden-

56 ANTRO POLOGIA

Y

ESTU D I O S CULTURA LES

rife1icos se deben entender como copias (la mayorfa de las veces diletantes) qtie ·s61o de fo rm a parcial {tin ·:ni:>-todavfa'') Y, des de una perspecti_va heterodoxa l�giari ser corisirle"iadas co�o arii:rO­ pologfa:. En " pa.Iabras del aritrop6logo niexi�ano Esteban Iliotz, estas antmpolqgfas "no son rediictibles a inera5 . 'extensicirie�; 0 ' repliCas ' (ac�o hnperfectas) de tin mod�lo aritropol6gico ori­ ginal. Mas bieri, rios encoritia�o� ante fomias de g�rierar cono­ eimien tos ari tropol6gicos que ti e ne n caracterfsticas : pai· ticttl ares;' ' . ( 1 993: 8) . . . . . . . Si bien es ias an tropologfa.S rio puedel1: cri"ri�idei:al:S� . coriio simples ii.n itadones, fun1bi�ll . es cierto que ei(eiia5 han . �pera­ do," des.qe SU instit�tciomil.izaei6ri, . p_rbcesqs cdntradict�Il.os . cle niirrietism!); suba.Itei:n"i"�kei6ri y corifl'ontad6n ¢ ol1 �e�pecto a �� ti·adicioi1es ·an trop"ol6gicas ·doniimintes. El c�estioriamientb ·�el suptiesto de que son desviacion de un pa:ti·6n riattii'aiizadci; rio m'arcado }' definido de aritem'a:rio biista abiii· un e spae i o " an aJ.itito para .exa:t:Uiriar las; :slrigui�ridades en sus p rop ids :terininos y cqn tados los pi·ace:� os i:: o iitradii:tbricis d� difen'!i:ici�ci6n tU nscripci6h en el' tampa antmpoiogico iriurid.ial. Por tanto; al .torriar en se:Iio 1a: �irigularid�d de slis diiei�ri tes artictila:cianes, se "l>tisdi; eVid�ri­ ci�r los especifkos eh·ti:amados h1sclttieioriales; ·�ridhles, polfrlc"6s . e intelectuales en los cuales erri;erge n y se modifi.ciiil his cllvets"as antropologfas. La especificidad de estos entramados no responde solo a cuestiones de valiantes nacionales o regionales, sino tam­ bien a los modos de relaci6n y a su posicionamiento con respecto a ou·as antrop�ldgf�.' La :s{ri�ilalidad- rio 'si gri ifid. aisiarii i�rh6 b ensimismamiento. :En este s�htidd, e� riec�s�rio cuesclonar tina lettuta n1etafisit� 0 esencia.Iista ( com:o . se qi.tiera' adjetivar) de la 0 � n tro polo gfa' (0 de laS ai:mopologfas) para cd�tl'arse en las .. pradi'cas 2o·nci·etas "(lo qti� los anti:op6log6s i·eahnel1te haten y eritinti�ri "eri tanto al-t­ trop6logos) , . a5f como en las dife1�entes . capa5 d� relaciories :que ,. . :. . . ' . .

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se. Pero La co se pl:etende sugelir que hu; 'anc tro p ol ogias subaltemizadas sean necesat;amen te ''rri�6-res" que las. h �ge inonicas. :En esi:a distinci6ri no reside tin re l a tivi s m o epis­ iemid) rii u:d juido d.e' 'atden morai que �tiibl.tirfa a l as· p'riln�i·as las · segundas 'operarfan tiri�:'fid�i:e�da dem.oniaca m fe: �: u·a.s .que . · : ' . ,. . ' ; Jn' rci ici�tio�es ang�li�ales�. ;· · b��d� · 1�_-p efsp�ctiva d e l cam.'po in ti·Op o i 6 gi c o tran�.i1 a:cional · a Ci�: Uri� ibiTriadaii · ri.adonai· Cieteniiinai:ui; e n to ri ces , 's�rfan · subal­ t��:kiz�a�s aqu�ila�. in'odatidade� . qlu� tienden i 'se/ 0 qlitei·acias . 0 �b��briocidas p ar ou�as' qti� se positibhan y :naturalizah comb his [6i-iri.a5' aci.etuadci.S y ·pei·tihi:!ntes cie' 'co'ri tebir y ·hacer· i�mtrop6lo­ gfa:: Eri.i:iehdo; par' ta.nt6, las sub�ltemiza:ciori.es y lhs hegemonfas -c'oi#o . el ��stilt�do: de m iii ti pies 'y perinaneJl tes dispti tas y posido� n�ni �n tos . �h l � s te n:e n os 'in�tittidonale�, discursivos y Stt bjeti�•o s qtie 'd.dfihen ei c�rrtpb trahs'ri;aci9n'al y·C:Ie:i�s ' d.istinfu foririatiohes ii�dndies . de i� 'antropoio gfa. 'N'o . las consici.e ro, entohces, c6n1b i.ifi�(Jriktit�staci4n d� c t.ial idacl¢s.iiifii'ns �ti•?de I6s' a rJ.t}o poiogbs 6 de l�··tr�dldio'nbs .an tropol6'gi'cas,' n(les ·a:tr!b(l}•o l.1!h 'iinplic#cia de-.s�p�ds en biblio tecas, centros de documentaci6n o incluso en paginas web. He estado usando el tennino "autor" encomillado porque se tiende a considerar que la relaci6n entre un individuo (o un gru­ po de ellos) y "su" esCiito es transparente. Desde esta perspectiva, se asume que el "autor" es el escritor y, como tal, son suyas las ideas, las categorfas y los datos que constituyen el escrito. Aunque en cierta medida siempre se tome algo de o u·os escritos o autores

36 Me centran': en l o escri to. Los textos m-ales como prese ntaciones, en trevis tas , ponencias, conceptos, e tc., ame ri tan un amilisis en sus propios tenn i nos, aunque en algu n os aspectos apliquen los plan tea­ mien los q u e se h acen para lo escrito.

NATURALIZACI ON

DE

PRI V I LEGIOS 7 7

(Io que se indica con las referencias del caso ) , se argumenta que Ia particular composicion o in terpretacion, asf como Ia que se presenta como Ia novedad u odginalidad de las ideas, las catego­ rfas o los datos, lo que marca la especi.ficidad de su autorfa. Ahara bi en , esta autorfa es traducida, sancionada y regulada en terminos de p ropiedad intelectual y de derechos de autor. No necesitamos una ge nealogfa de esta categmia como pdncipio de individuaci6n en Ia sociedad contemponinea (vease F01\cault, 1 984) , para mos­ trar 'c uan dificil es persistir en considerar al individuo como enti­ dad con stituyente de Ia "autorfa". Las condiciones de posibilidacl de producir las ideas, las categorfas y los datos presentados como fundamentos supuestamente de autorfa trascienden a los indivi­ duos especffi.cos; mas todavfa hoy; ante la acelerada circulaci6n de imagenes, ideas, objetos y gen tes que -como algunos indican (veanse Inda y Rosaldo, 2002; Trouillot, [ 2003] 2 0 l l ) - constitu­ yen los efectos mas obvios de Ia globalizaci6n. Par supuesto que son individuos concretos quienes las encaman y ejercen Ia pnk­ tica de la escdtura, pero solo mediados par una sede de circuns­ tancias institucionales, sociales y conceptuales, que no pueden desdeii.arse. El autor-individuo como heroe cultural forma parte del imaginado social con una histoda muy particular que tiende a reducir (cuando no a borrar) las multiples mediaciones e interpe­ laciones (academicas y no academicas ) que lo constituyen. c:Por que, entonces, algunos asumen su funci6n de "autores" desde una regulaci6n de Ia circulaci6n de "sus" escritos que en­ fatiza y garantiza Ia marca de su "propiedacl" en terminos de "cle­ rechos" como inclivicluo, hacienda todo lo posible para que ou·os no se apropien "indebidamen te" de su rrabajo? c:Que hay detras del afan de los "derechos de autor" en tenclidos de esta· manera? c:Que motiva a un colega a desplegar una sede de acciones de encubrimiento, de \ri.gilancia y conu·ol para e\ritar que le "roben" sus ideas o datos? Y, finalmente, c:tiene esto alga que ver con las articulaciones politicas de la proclucci6n del conocimiento anu·o­ pol6gico y la posicion politica de los anu·op6logos o es un aspecto sin ninguna relaci6n y sin mayor importancia? Como lo ha demostraclo Ia cliscusi6n sabre Ia escritura etno­ gnifica en el establecimien to estaclounidense durante Ia decada es

7 8 ANTRO POLOGIA

Y

ESTU D I O S CULTURA LES

de los ochent;:,., los esC1itos antropologicos estan au·avesados por relaciones de poder entre las que se destacan las politicas de re­ presentacion e tnogr:ifica: quien representa a quien, en que ter­ minos y dentro de que juegos y efectos de verdad son algunos de los indicios que evidencian esas relaciones en el interior del tex­ to antropologico (veanse Clifford, 1 9 9 1 ; Clifford y Marcus, 1 986; Marcus y Fischer, [ 1 986] 2000) . Luis Guillermo Vasco (2002) cuestiona acertadamente estas interpretaciones "posmodernas", porque ftian lo politico en el acto de Ia escritura, donde un ente individual (el antropologo) se debate sobre su "autoridad textual" y apela a mecanismos retodcos para consu·uir un texto reflexivo, polifonico o dialogico (enu·e o u·as esu·ategias) ,· para revertir las fonnas convencionales de representacion etnogr:ifica. Vasco lla­ ma la atencion sobre el hecho de que las relaciones de poder no se circunscdben al texto ni pueden ser exorcizadas por un acto de voluntad individual limitado a los generos de esoitura. AI conu·a­ Iio, elias se articulan. en el u·abajo de campo, en el trato con esos otros hechos obj e to del conocimiento anu·opologico, ya que esos vfnculos se originan en el Iugar esU'Uctural que la anu·opologia ocupa en Ia reproduccion de los imaginarios y tecnologias politi­ cas de conocimiento de Ia sociedad que, a su vez, Ia hace posible (Vasco, 2002 ) . A.unque I a clitica d e Vasco tiende a cadcatudzar y a colapsar en Ia nocion de "antropologia posmoderna" una arnplia gama de posiciones y tendencias en el establecimiento estadounidense, y a pesar de que su vision de la antropologia es bastante discutible al limitarla a los pueblos indfgenas, no cabe duda de que las poli­ ticas del conocimiento antropologico no se pueden circunscribir al acto de escdtura. Sin embargo, de esto no se sigue que este acto de escritura y Ia acti tud del anu·opologo frente a sus escdtos esten mas alia o por fuera de las articulaciones polfticas del cono­ cimiento anu·opologico y de la posicion polftica de los anu·opo­ logos. Sin pretender inu·oducir por Ia puerta de atrcis una nocion volunta1ista e ingenua del autor-individuo, me interesa examina� estas articulaciones y, sobre todo, como se manifiestan en ciertas posiciones respecto de la "propiedad" sobre lo esc1ito.

NATURALIZAC ION DE PRlVILEG IOS

79

Como, quien y que se escribe, asi como para que y para quien se escribe no son preguntas novedosas entre los antropologos en Colombia (veanse Arocha y J.

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Estudios (inter)cultur�l �. s . eri clave decolonh:il .

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Fals, Borda

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Ochoa, Miller, Vich, Yudice

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Laclau, Gunder Frank

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Debate sobre feudalismo/capitalismo

Garcia Candini,

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Rodriguez, Beverley, Rabasa · •·

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· Estudios ·culturales

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Estudios de Ia subalternidad

Castro-G6mez, Mendieta

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Teoria poscolonial

Giro decolonial

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Stavenhagen

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Coronil, Mignolo

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Posoccidentalismo

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Fernandes, Quijano

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Sociologfa propia

Mattelar, Ver6n

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Teorfa de Ia dependencia

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Ortiz, Ribeiro

Ontologfa nila'c io �al•

Blaser,' de Ia. Cadena, · · · Escobar

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Mundializaci6n y posimperialismo

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1 78 ANTROPOLOGIA

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ESTUDIOS CULTURALES

LOS ESTUDIOS CULTURALES DESDE LA PERIFERIA

La creciente circulaci6n de la rubrica de estudios culturales en ciertos pafses de America Latina debe entenderse en el marco de lo que algunos Haman su "internacionalizaci6n'' (Abbas y Nguyet, _ 2004) . Aunque para algunos este proceso se remonta a Ia segunda mitad de los aiios ochenta con su traslado a los Estados Uni dos, es recien a principios de los noventa que logra consolidarse, al­ canzando diferentes partes del mundo. En lugares con tradiciones intelectuales tan disfmiles como Australia, Asia o America Latina, la n1brica de "estudios culturales" (con o sin la adjetivaci6n regio­ nal) empieza a interpelar las pr.icticas intelectuales de algunos o es utilizada como etiqueta para englobar su trabaj o desde afuera (es el c aso de "estudios culturales latinoamericanos", que se aplica desde el establecimiento academico estadounidense) . Asociado con el cruce del Atlantica, se ha indicado frecuente­ mente que los estudios culturales han pasado de un Iugar mar­ ginal en el establecimien to academico y de una clara vocaci6n polftica en sus orfgenes_ en Ia Inglaterra de Ia posguerra a una descomunal incorporaci6n en el coraz6n de Ia institucionalidad academica en los Estados Unidos, con efectos banalizantes y des­ politizadores. 71 Esto se ha revertido en algunas de sus corrientes

7 1 Puede consultarse el video de Roberto Follari refiriendose a esta banalizaci6n y despoli tizaci6n en el siguien te enlace: . No obsta.nte, sobre las generali­ zaciones r.ipidas que descart