Analisis De Discurso

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Análisis

de Discurso

Principios y procedimientos

Eni

Orlan

Elba Soto

Comunicación

y Periodismo

CIENCIAS HUMANAS

traductora)

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Eni

—Eni Orlandi

Orlandi

TRADUCCIÓN DE Elba

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Soto

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LOM PALABRADE

— Eni

Oriandi

LENGUAYÁMANA QUE SIGNIFICA SOL

C LOM

Ediciones

Segundaedición,2014 Prtmera edición, 2006

ISBN digkt%: Motivo de portada: Catalina Marchant V. Diseño: Composición y Diagramación LOM Ediciones. Concha y Toro 23, Santiago Fono: (56-2) 688 52 73 • Fax: (56-2) 696 63 88 ww,v.lom.cl

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— Eni Orlandi

Prólogo

¿por qué este libro de Análisis de Discurso francés llega a Chile? ¿por qué su origen está en Brasil y no en Francia? Sin discusión, Eni Orlandi es la pionera en el Análisis de Discurso francés en Brasil y hasta el momento es la autora más relevante y con mayor producción en esta área de conocimiento en ese país, y no solo eso, durante décadas de desempeño en la IJNICAMP —Universidad Estadual de Campinas, en Sao Paulo—,ha sido la formadora y guía de relevantes profesoras investigadoras y profesores investigadores de Brasil y América Latina; todo eso unido al trabajo que realiza fundamentalmente en Francia y Brasil con el equipo de analistas de discurso que sustentan este campo de conocimiento desde sus inicios. En segundo lugar, es perceptible la necesidad de traer la línea discursiva francesa a Chile, donde no se dispone de libros en español que permitan que los chilenos dentro y fuera de la academia tengan la oportunidad de acercarsea este campo teórico, por lo que consideramos que esta publicación en castellano es, desdeya, altamente beneficiosa. ¿Qué decir y qué dejar de decir para presentar este libro? Contradictoriamente, un sinnúmero de imágenes tratan de ocupar el lugar más destacado y aflorar discursivamente, para presentar en breves palabras a la profesora Dra. Eni Puccinelli Orlandi y su libro Análisis de Discurso: principios y procedimientos. La profesora Orlandi ha escrito innumerables artículos y libros donde plasma su conocimiento de la línea discursiva francesa y aporta significativamente a la construcción de este campo de saber discursivo y lingüístico, los cuales no solo han sido publicados en Brasil, sino también en otros países latinoamericanos y europeos. A manera de ejemplo citamos: Argentina, México, Suiza, Francia, Rusia, Alemania e Inglaterra. Así, junto a la autora seleccionamos este libro como su primera publicación en Chile, por ser un texto de introducción al tema, elaborado a solicitud de sus lectoras y lectores en Brasil. Fue un libro escrito para un público amplio y no solo para especialistas, dispuesto como una serie de clasesque permitan adentrarse en el Análisis de Discurso, dado que estamos en un momento en que existe un gran interés por este tipo de conocimiento en los más diversos espacios académicos y también fuera de estos ámbitos. Estamos en una época de crisis planetaria, que se expresa también en lo que es la producción, reproducción y extensión de conocimientos, y esta crisis no deja al margen a la Lingüística y al propio lenguaje. Como podremos entrever en este libro que nos abre a nuevas comprensiones —del discurso, los símbolos, los significados y la interpretación discursiva— la palabra no significa exenta del cuándo se produce, cómo se produce y dónde se produce. Por tanto, el Análisis de Discurso en su especificidad aporta a la discusión sobre la Lingüística, sus fronteras y sus límites desde este nuevo lugar, en el que es posible tener

una visión más compleja, mostrándonos como este campo de conocimiento nos permite interpretar la palabra o mejor dicho el discurso, considerando, entre otras cosas, sus condiciones de producción. Dicho de otra forma, buscando articular la lengua con su exterioridad; esdecir, con el sujeto yla situación. Como veremos en estas páginas, a través de la singular y brillante exposición de Eni Orlandi, esta área de saber no solo nos ofrece nuevos lugares de comprensión, sino que también inaugura un nuevo lenguaje, nuevas nociones que nos permiten interpretar lo que se entiende por Lingüística, lenguaje y discursos desde lugares también nuevos, aportando con renovadas comprensiones e inéditas interpretaciones del objeto de análisis: el discurso, o dicho de otra forma, los procesos discursivos como procesos socio-históricos. Cada disciplina científica tiene su discurso. El Análisis de Discurso francés fundado por Michel Pêcheux, tiene su forma de escritura, tiene la forma de discurso aquí empleada por Eni Orlandi. Consecuentemente, al traducir este libro he buscado mantener esa forma, ya que no hacerlo sería perjudicar su cientificidad, sería falsear esta teoría discursiva y su método, sería sacar del Análisis de Discurso francés lo que es una de sus particularidades. Pues aquí se escribe según el principio discursivo de colocarse en el entremedio de la Lingüística y las Ciencias Humanas y Sociales, considerando, en relación a la Lingüística, lo que ella deja fuera (el sujeto y la situación) y trayendo, en relación a las Ciencias Humanas y Sociales, la reflexión sobre el lenguaje, no visto solo como un instrumento transparente. La escuela francesa de Análisis de Discurso muestra que el sentido no está en lo que se dice, sino en cómo se dice. Por tanto, el lenguaje es pensando en su relación con la sociedad y la historia, en la constitución de los sentidos, en la interpretación. Algunos conceptos clave en las ciencias interpretativas son re-significados por el Análisis de Discurso francés. A manera de ejemplo, frente a la idea del sujeto centrado, origen de su decir, que decide lo que dice y como lo dice, Eni Orlandi nos presenta un sujeto descentrado, por tanto sujeto a la historia y sujeto de la historia. En palabras de la autora: "...cuando nacemos, los discursos ya están en proceso y somos nosotros los que entramos en eseproceso. Ellos no se originan en nosotros". Otro concepto fundamental es ideología, que en la línea discursiva francesa surge como necesidad de interpretación para que el sujeto se signifique. Desde esa perspectiva, en las páginas de este libro, Eni Orlandi nos dice: "...al hablar nos afiliamos a redes de sentidos, mas no aprendemos cómo hacerlo... ¿por qué somos afectados por ciertos sentidos y no por otros? Depende de la historia y del acaso, del juego de la lengua y del equívoco, lo que constituye nuestra relación con ellos. No obstante, ciertamente, lo hacemos determinados por nuestra relación con la lengua y la historia, por nuestra experiencia simbólica y de mundo, a través de la ideología". Definitivamente en este libro se plasman nuevas comprensiones, que des-estabilizan la forma en que establecemos nuestra relación con la lengua, con el inconsciente y con la historia. No obstante, esas nuevas comprensiones son entregadas con arte y claridad, pues en el caso de este libro, quien lo escribe es una especialista latinoamericana erudita que ha contribuido en la construcción de este conocimiento, que no solamente domina cada uno de los conceptos y nociones vertidas en el texto, sino que además sabe hacerlo y consigue realizarlo con la habilidad de una académica de larga trayectoria y de gran reconocimiento

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como escritora. Por esos motivos, leerlo será altamente productivo para el cientista que busca aproximarse al Análisis de Discurso francés como una herramienta metodológica, y también lo será para personas no relacionadas con el mundo del saber que sienten curiosidad por conocer la perspectiva discursiva francesa y su enfoque, para comprender nuestra relación con la lengua y con el mundo. A manera de conclusión de este libro, Eni Orlandi nos comenta: "...hicimos un recorrido que iniciamos con la construcción de los conceptos, la delimitación del campo del discurso... pasamos por el establecimiento de la metodología y llegamos a los procedimientos analíticos subsecuentes. De ese modo, pensamos haber dado al lector una base para lo que llamaría el establecimiento de una capacidad mínima de lectura en Análisis de Discurso. A partir de esa base, el lector podrá colocarse en la posición de analista y dar una especial atención a los conocimientos que podrán expandir su campo de comprensión. Si así lo desea, puede profundizar los conocimientos, en caso contrario, al menos tendrá la noción de que la relación con el lenguaje jamás es inocente, ni es una relación con las evidencias y podrá situarse frente a la articulación de lo simbólico con lo político". Sin lugar a dudas la publicación de Análisis de Discurso: principios y procedimientos en español, en Chile, es un privilegio. Agradezco a la Profesora Dra. Eni Orlandi y a la Editora Pontes de Brasil la cesión de derechos de publicación que posibilitó la edición de este libro en Chile. También agradezco a la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación 1-IMCE y a la editorial LOM, que permitieron materializar esta publicación y agradezco infinitamente a Eni por haberme confiado la traducción y el prólogo de su libro. PROFESOP• DOCTORA ELEA Soro

Vilcún, otoño de 2012

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Prefacio

No pienso que exista realmente una introducción para el Análisis de Discurso. Por otro lado, en general en las introducciones de un texto científico se parte suponiendo una unidad o una homogeneidad, lo que también engaña. Por muy reconocida que sea una disciplina, siempre habrá muchas maneras de presentarla y siempre a partir de perspectivas que muestren menos la variedad en la ciencia que la presencia de la ideología. Entonces, ante la insistencia de solicitudes, tanto de alumnos como de editores, de que yo debería hacer una introducción al Análisis de Discurso, resolví escribir otra cosa. Me inspiré en mis cursos de introducción — que aunque tengan en su programa más o menos los mismos ítems, son distintos cada año, enfatizando diferentes tópicos, explorando diversas direcciones— para escribir lo que definiría como un recorrido que da lugar a una serie de pequeñas "clases", sobre varios puntos de Análisis de Discurso que me parecen interesantes en la constitución de ese campo de conocimientos, o en ese campo de cuestiones sobre el lenguaje, que es el Análisis de Discurso.

Cuestionar las maneras de leer, llevar al sujeto hablante o al lector a preguntarse sobre lo que producen y lo que oyen en las diferentes manifestaciones del lenguaje. Percibir que no podemos no estar sujetos al lenguaje, a sus equívocos, a su opacidad. Saber que no hay neutralidad ni aun en el uso más aparentemente cotidiano de los signos. La entrada en lo simbólico es irremediable y permanente: estamos comprometidos con los sentidos y lo político. No tenemos como no interpretar. Eso, que es la contribución del Análisis de Discurso, nos coloca en estado de reflexión y, sin caer en la ilusión de ser conscientes de todo, al menos nos permite ser capacesde una relación menos ingenua con el lenguaje. Con las nuevas tecnologías de lenguaje, a la memoria carnal de las lenguas "naturales" se suman las variadas modalidades de la memoria metálica, los multi-medios, la informática, la automatización. Se borran los efectos de la historia, de la ideología; sin embargo, ni por eso están menos presentes. Saber como funcionan los discursos escolocarse en la encrucijada de un doble juego de la memoria: el de la memoria institucional que estabiliza, cristaliza y, al mismo tiempo, el de la memoria constituida por el olvido, que es lo que torna posible lo diferente, la ruptura, lo otro. Movimiento

de los sentidos, fluctuaci6n

de los sujetos, lugares provisorios

de conjunciÓn y

dispersión, de unidad y diversidad, de indistinción, de incertidumbre, de trayectos, de anclaje y vestigios: esto es el discurso, esto es el ritual de la palabra. Aun de las que no se dicen. Por un lado, es en el ser movedizos, en el ser provisorios, que los sujetos y los sentidos se establecen; por otro lado, ellos se estabilizan, se cristalizan, permanecen. Paralelamente, si de un lado hay imprevisibilidad en la relación del sujeto con el sentido, del lenguaje con el

mundo, toda formación social, no obstante, tiene formas de control de la interpretación, que son históricamente determinadas: hay modos en que se interpreta, no es todo el mundo que puede interpretar de acuerdo a su voluntad, hay especialistas, hay un cuerpo social a quien se delegan poderes de interpretar (luego de "atribuir" sentidos), tales como el juez, el profesor, el abogado, el sacerdote, etc. Los sentidos están siempre "administrados", no están sueltos. Ante cualquier hecho, ante cualquier objeto simbólico, somos instados a interpretar, habiendo una inyunción a interpretar. Al hablar, interpretamos. Pero, al mismo tiempo, los sentidos parecen ya estar siempre allá.

Entonces cabe preguntarnos cómo nos relacionamos con el lenguaje en nuestro cotidiano, en nuestra calidad de sujetos hablantes (padre, madre, amigo, colega, ciudadanos, etc.), de profesionales, profesores, autores y lectores. Es eso lo que pretendemos discutir en los capítulos que conforman este libro que, como todo discurso, quedará incompleto, sin inicio absoluto ni punto final definitivo. Una propuesta de reflexión: sobre el lenguaje, el sujeto, la historia y la ideología. Una propuesta que tampoco tiene la pretensión de hacer que todo el mundo se transforme en especialista en Análisis de Discurso mas, que a través del contacto con los principios y procedimientos analíticos que exponemos aquí, pueda situarse mejor al confrontarse con el lenguaje y, por él, con el mundo, con los otros sujetos, con los sentidos, con la historia.

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I. El Discurso

El lenguaje en cuestión

Hay muchas maneras de estudiar el lenguaje: concentrando nuestra atención sobre la lengua como sistema de signos o bien como sistema de reglas formales y entonces tenemos la Lingüística; o si concentramos nuestra atención en la lengua y las normas para hablar correctamente, por ejemplo, tenemos la Gramática Normativa. Además, la propia palabra gramática como también la palabra lengua pueden significar cosas muy diferentes, por eso las gramáticas y las maneras de estudiar la lengua son diferentes en épocas diferentes, en tendencias distintas y en autores diversos. Justamente pensando en que hay muchas maneras de significarse, los estudiosos comenzaron a interesarse por el lenguaje de una manera particular, lo que dio origen al Análisis de Discurso. El Análisis de Discurso, como su propio nombre lo indica, no trata de la lengua, no trata de la gramática, no obstante todas esas cosas le interesen. Trata del discurso. V la palabra discurso, etimológicamente, tiene en sí la idea de curso, de recorrido, de correr por, de movimiento. Así, el discurso es palabra en movimiento, práctica de lenguaje: con el estudio del discurso

se observa

al hombre

hablando.

En el Análisis de Discurso se busca comprender la lengua teniendo sentido, como trabajo simbólico, parte del trabajo social general, que esconstitutivo del hombre y de su historia. Por esetipo de estudio se puede conocer mejor aquello que hace al hombre un ser es con su capacidad de significar y significarse. El Análisis de Discurso concibe el lenguaje como la mediación necesaria entre el hombre y la realidad natural y social. Esa mediación, que es el discurso, posibilita la permanencia y la continuidad como también el dislocamiento y la transformación del hombre y la realidad en que vive. El trabajo simbólico del discurso está en la base de la producción de la existencia humana. Así, lo primero que se puede observar es que el Análisis de Discurso no trabaja con la lengua como un sistema abstracto, sino con la lengua en el mundo, con maneras de significar, con hombres hablando, que consideran la producción de sentidos como parte de sus vidas, ya seacomo sujetos o como miembros de una determinada forma de sociedad. Tomando al hombre en su historia, el Análisis de Discurso considera los procesos y las condiciones de producción del lenguaje, por el análisis de la relación establecida entre la lengua y los sujetos que la hablan y las situaciones en que se produce el decir. De ese modo, para encontrar las regularidades del lenguaje en su producción, el analista de discurso relaciona el lenguaje con su exterioridad.

Teniendo en cuenta esta finalidad, él articula de un modo particular los conocimientos del campo de las Ciencias Sociales con los del dominio de la Lingüística. Esa articulación, fundándose en una reflexión sobre la historia de la epistemología y de la filosofía del conocimiento empírico, busca la transformación de la práctica de las ciencias sociales y también la de los estudios del lenguaje. En una propuesta en la que se enfrentan lo político y lo simbólico, esa nueva forma de conocimiento cuestiona a la Lingüística, interpelándola por la historicidad que ella borra, del mismo modo que cuestiona a las Ciencias Sociales y la transparencia del lenguaje sobre la cual se basan estas ciencias. De esa manera, los estudios discursivos se proponen pensar el sentido dimensionado en el tiempo y en el espacio de las prácticas del hombre, descentrando la noción de sujeto y relativizando la autonomía del objeto de la Lingüística. En consecuencia, no se trabaja como en la Lingüística con la lengua cerrada en sí misma, sino con el discurso, que es un objeto socio-histórico en que lo lingüístico interviene como presupuesto. Ni se trabaja con la historia y la sociedad como si ellas fuesen independientes del hecho que ellas significan. En esaconfluencia, el Análisis de Discurso critica la práctica de las Ciencias Sociales y de la Lingüística, reflexionando sobre la manera en que el lenguaje está materializado en la ideología y como la ideología se manifiesta en la lengua. Partiendo de la idea de que la materialidad específica de la ideología es el discurso y la materialidad específica del discurso es la lengua, trabaja la relación lengua-discursoideología. Esa relación se complementa con el hecho de que, como dice M. Pecheux (1975), no hay discurso sin sujeto y no hay sujeto sin ideología: el individuo es interpelado en sujeto por la ideología y esde esa forma que la lengua tiene sentido. Consecuentemente, el discurso es el lugar en que se puede observar esa relación entre lengua e ideología, comprendiéndose cómo la lengua produce sentidos por/para los sujetos.

Un nuevo terreno y estudios preliminares

Auncuandoel AnálisisdeDiscurso,quetomael discursocomosu objetopropio,sehaya iniciado en los años 60 del siglo XX, el estudio que le interesa —elde la lengua tuncionando para la producción de sentidos y que permite analizar unidades más allá de la frase, o sea, el texto—ya se había presentado de manera no sistemática en diferentes épocas y de acuerdo a diferentes perspectivas. Si pensamos en tiempos más antiguos y en los estudios retóricos, tenemos estudios de texto, en su materialidad lingüística, por ejemplo, con M. Bréal en el siglo XIX, con su semántica histórica. Situándonos en el siglo XX, tenemos los estudios de los formalistas rusos (años 20/30), que ya presentían una estructura en el texto. Aunque el interés de los formalistas fuese sobre todo literario, sus trabajos, buscando una lógica interna en el texto, prenunciaban un análisis que no era el análisis de contenido, la manera de abordaje tradicional.

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El análisis de contenido, como sabemos, busca extraer sentidos de los textos respondiendo a la pregunta: ¿quéquiere decir este texto? A diferencia del análisis de contenido, el Análisis de Discurso considera que el lenguaje no estransparente. De esemodo, no busca atravesar el texto para encontrar un sentido al otro lado. La pregunta que él realiza es: ¿cómo significa este texto? Ahí hay un dislocamiento, ya prenunciado por los formalistas rusos, donde la pregunta a ser respondida no es el "qué" sino el "cómo". Para responder, el Análisis de Discurso no trabaja con los textos solo como ilustración o como documento de algo que ya es

sabido en otro lugar y que el texto ejemplifica. Él produce un conocimiento a partir del propio texto, porque lo ve con una materialidad simbólica propia y significativa, con una espesura semántica: lo concibe en su discursividad. Aun en términos de precursores, otra forma de análisis exitoso, que ya investigaba el texto, es la del estructuralista americano Z. Harris (años so). Con su método distribucional,

consiguelibrar al análisisdel texto del biescontenidista,l mas,para hacerlo,reduceel texto a una frase larga. O sea, caracteriza su práctica teórica en el interior de lo que llamamos isomorfismo: extiende el mismo método de análisis de unidades menores (morfemas, frases) a unidades mayores (texto) y procede a un análisis lingüístico del texto como lo hace en la instancia de la frase, perdiendo del texto aquello que él tiene de específico. Como sabemos, el texto no es solo una frase larga o una suma de frases. Es una totalidad con su calidad particular, con su naturaleza específica. Considerando el texto como unidad fundamental en el análisis del lenguaje, tenemos en el

estructuralismoeuropeoal inglés M. A. k. Halliday. Él considerael texto comoun pasajede cualquier extensión que forma un todo unificado, pensando el lenguaje en uso. Según su propuesta, que trata el texto como unidad semántica, el texto no es constituido de sentencias, es realizado por sentencias, lo que de cierto modo invierte la perspectiva lingüística. Sus contribuciones son valiosas, sin embargo, a diferencia del Análisis de Discurso, Halliday no trabaja con la forma material o con la ideología como constitutiva y se detiene en la descripción.

Filiaciones

teóricas

En los años 60, el Análisis de Discurso se constituye en el espacio de las cuestiones creadas por la relación de tres dominios disciplinares, que al mismo tiempo son una ruptura con el siglo XIX: Lingüística, Marxismo y Psicoanálisis. La Lingüística se constituye por la afirmación de la no-transparencia del lenguaje: ella tiene su objeto propio, la lengua, y ésta tiene un orden que le es propio. Una afirmación fundamental para el Análisis de Discurso, que busca mostrar que la relación lenguaje/pensamiento/mundo no es unívoca, no es una relación directa que se hace término-a-término, o sea, no se pasa directamente de uno a otro. Cada uno tiene su especificidad. Por otro lado, el Análisis de Discurso presupone el legado del materialismo histórico, es decir, entiende que hay un real de la historia, de tal manera que el hombre hace

historia; sin embargo,esahistoria tampocole estransparente.En consecuencia,conjugando la lengua con la historia en la producción de sentidos, esos estudios del discurso trabajan lo que se llamará la forma material (no abstracta como en Lingüística) que es la forma encarnada en la historia para producir sentidos: esta forma es por tanto lingüístico-histórica. En los estudios discursivos no se separa forma y contenido y se busca comprender la lengua no solo como una estructura, sino sobre todo como acontecimiento. Reuniendo estructura y acontecimiento, la forma material es vista como el acontecimiento del significante (lengua) en un sujeto afectado por la historia. Ahí entonces entra la contribución del Psicoanálisis, con el dislocamiento de la noción de hombre a la de sujeto, que a su vez se constituye en la relación con lo simbólico, en la historia. Así, en el Análisis de Discurso: a. la lengua tiene su propio orden, mas solo es relativamente autónoma (distinguiéndose de la Lingüística, el Análisis de Discurso reintroduce la noción de sujeto y de situación en el análisis del lenguaje); b. la historia tiene su real afectado por lo simbólico (los hechos reclaman sentidos); c. el sujeto de lenguaje esdescentrado pues es afectado por lo real de la lengua y también por lo real de la historia, no teniendo control sobre el modo en que éstos le afectan. Eso implica decir que el sujeto discursivo funciona por el inconsciente y por la ideología. Las palabras simples de nuestro cotidiano ya llegan a nosotros cargadas de sentidos que no sabemos como se constituyeron y que sin embargo significan en nosotros y para nosotros. De esemodo, si el Análisis de Discurso es heredero de las tres regiones de conocimiento — Psicoanálisis, Lingüística, Marxismo—, no lo es de modo servil y trabaja una noción —la de discurso— que no se reduce al objeto de la Lingüística ni se deja absorber por la Teoría Marxista y tampoco corresponde a lo que teoriza el Psicoanálisis. Interroga a la Lingüística por la historicidad que ella deja de lado, cuestiona al Materialismo preguntando por lo simbólico y se demarca del Psicoanálisis por el modo como, considerando la historicidad, trabaja la ideología como materialmente relacionada al inconsciente sin ser absorbida por él. Las nociones de sujeto y de lenguaje que están en la base de las Ciencias Humanas y Sociales del siglo XIX perdieron actualidad después de la contribución de la Lingüística y del Psicoanálisis. Por otro lado, tampoco la noción de lengua (como sistema abstracto) puede ser la misma

con la contribución

del Materialismo.

El Análisis de Discurso, trabajando en la confluencia de esos campos de conocimiento, irrumpe en sus fronteras y produce un nuevo recorte de disciplinas, constituyendo un nuevo objeto que va a afectar esas formas de conocimiento en su conjunto: este nuevo objeto es el

En su definición, la noción de discurso se distancia del modo en que dispone sus elementos

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el esquema elemental de la comunicación, definiendo lo que es mensaje. Como sabemos, ese esquema elemental se constituye de: emisor, receptor, código, referente y mensaje. Tenemos entonces que: el emisor transmite un mensaje (información) al rece tor, mensaje que es

ado enuncódig formul o refiriéndo se aalgún o element delarealidadP — elreferente. Cuyo esquema

es:

I Código

Para el Análisis de Discurso, no se trata solo de transmitir información ni existe esa linearidad en la disposición de los elementos de la comunicación, como si el mensaje resultase de un proceso así serializado: alguien habla, refiere alguna cosa basándose en un código y el receptor capta el mensaje, decodificándolo. En realidad, la lengua no es solo un código entre otros, no hay esa separación entre emisor y receptor, ellos tampoco actúan en una secuencia en que primero uno habla y después el otro decodifica, etc. Ellos están realizando al mismo tiempo el proceso de significación y no están separados de forma estanque. Además, lo que proponemos justamente es pensar ahí el discurso, en lugar de mensaje. De ese modo, diremos que no se trata solo de transmisión de información, pues en el funcionamiento del lenguaje, que coloca en relación sujetos y sentidos afectados por la lengua y por la historia, tenemos un proceso complejo de constitución de esos sujetos y producción de sentidos y no meramente transmisión de información. Son procesos de identificación del sujeto, de argumentación, de subjetivación, de construcción de la realidad, etc. Por otro lado, tampoco asentamos ese esquema en la idea de comunicación. El lenguaje sirce para comunicar y para no comunicar. Las relaciones de lenguaje son relaciones de sujetos y de sentidos y sus efectos son múltiples y variados. De ahí la definición de discurso: el discurso

es efecto

de sentidos

entre

locutores.

Tampoco se debe confundir discurso con "habla" en la continuidad de la dicotomía (lengua/habla) propuesta por F. de Saussure. El discurso no corresponde a la noción de habla, pues no se trata de oponerlo a la lengua como si ésta fuese un sistema, donde todo se mantiene, con su naturaleza social y sus constantes, siendo el discurso, como el habla, algo que solo ocurre de manera casual, individual, realización del sistema, hecho histórico, asistemático, con sus variables, etc. El discurso tiene su regularidad, tiene su funcionamiento que es posible de aprehender si no oponemos lo social y lo histórico, el sistema y la realización, lo subjetivo a lo objetivo, el proceso al producto. El Análisis de Discurso realiza otro recorte teórico relacionando lengua y discurso. En su cuadro teórico, ni el discurso es visto como libertad en acto, totalmente sin condicionantes

lingüísticos o determinaciones históricas, ni la lengua como totalmente cerrada en sí misma, sin fallas o equívocos. Las sistematicidades lingüísticas —queen esa perspectiva no apartan lo semántico

como

si fuese

externo—

son las condiciones

materiales

básicas

sobre las cuales

se desarrollan los procesos discursivos. Así, la lengua es condición que posibilita el discurso. No obstante, la frontera entre lengua y discurso es interrogada sistemáticamente en cada práctica discursiva, pues, como dice M. Pecheux (1975), las sistematicidades referidas anteriormente, no existen bajo la forma de un bloque homogéneo de reglas, organizado como una máquina lógica. La relación es de recubrimiento, no habiendo por tanto una separación estable entre ellos.

Término propio de la autora de este libro. Al decir contenidista, Eni Orlandi se refiere a quien separa lo que es forma y contenido del discurso y busca el significado solo en el contenido de las palabras. En Análisis de Discurso, al contrario, en la búsqueda de significados no se separa forma y contenido (Nota de la traductora).

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de Discurso,

II. Sujeto,

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Historia,

y procedimientos

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LenguAje

La coyuntura intelectual del Análisis de Discurso

La propuesta intelectual en que se sitúa el Análisis de Discurso es marcada por el hecho de que la noción de lectura es colocada en suspenso. Teniendo como fundamental la cuestión del sentido, el Análisis de Discurso se constituye en el espacio en que la Lingüística se relaciona con la Filosofía y las Ciencias Sociales. En otras palabras, en la perspectiva discursiva, el lenguaje es lenguaje porque tiene sentido. Y el lenguaje solo tiene sentido porque se inscribe en la historia. Para trabajar el sentido —definido no como algo en sí sino como "relación a", según Canguilhen (1980)—, el Análisis de Discurso reúne tres regiones de conocimiento en sus articulaciones contradictorias: a. la teoría de la sintaxis y la enunciación; b. la teoría de la ideología, y c. la teoría del discurso, que es la determinación histórica de los procesos de significación. Todo esoatravesado por una teoría del sujeto de naturaleza psicoanalítica. La articulación de esas tres regiones en los estudios del discurso da como resultado la posición crítica asumida en los años 60 en relación a la noción de lectura, de interpretación, que cuestiona la relación del sujeto con el sentido (de la lengua con la historia).

Dispositivo de interpretación

En esa coyuntura, toda lectura —para que se efectúe— necesita de un artefacto teórico: Althusser escribe sobre la lectura de Marx, Lacan propone una lectura de Freud que es una profundización en la filiación del Psicoanálisis, Barthes considera la lectura como escritura, Foucault propone su arqueología. La lectura semuestra como no transparente, articulándose en dispositivos teóricos (E. Orlandi, 1996). Este conjunto de trabajos crea condiciones intelectuales propicias a la abertura de un espacio para la existencia de una disciplina como el Análisis de Discurso que teoriza la interpretación, es decir, cuestiona la interpretación. En esesentido, el estudio del discurso se distingue de la Hermenéutica. El Análisis de Discurso se propone hacer que se comprenda como los objetos simbólicos producen sentidos, analizando así los propios gestos de interpretación que él considera como actos en el dominio simbólico, pues ellos intervienen

en lo real del sentido. El Análisis de Discurso no se detiene en la interpretación, trabaja sus límites, sus mecanismos, como parte de los procesos de significación. Tampoco busca un sentido verdadero a través de una "llave" de interpretación. No existe esta llave, existe método, se construye un dispositivo teórico. No hay una verdad oculta atrás del texto. Hay gestos de interpretación que lo constituyen y que el analista, con su dispositivo, debe ser capaz de comprender. De esa manera, hemos propuesto que se distinga entre inteligibilidad, interpretación y comprensión. La inteligtülidad refiere el sentido a la lengua: "él dijo eso" es inteligible. Basta saber español para que eseenunciado sea inteligible, no obstante no es interpretable, pues no se sabe quién es él y lo que él dijo. La interpretación es el sentido pensando en el cotexto (las otras frases del texto) y el contexto inmediato. En una situación "x" María dice que

Antonio va al cine, Juan pregunta cómosabey ella responde:"Él dijo eso". Interpretando: "él" es Antonio y "lo que" él dijo es que va al cine. Sin embargo, la comprensión es mucho más que eso. Comprender es saber como un objeto simbólico (enunciado, texto, pintura, música, etc.) produce sentidos. Es saber como funcionan las interpretaciones. Cuando se interpreta ya se está preso de un sentido. La comprensión busca la explicación de los procesos de significación presentes en el texto y permite que se puedan "escuchar" otros sentidos que están allí, comprendiendo como ellos se constituyen. Por ejemplo, en las palabras de María se puede comprender que ella no quiere ir, o que es Antonio quien decide todo, o que él está yendo a otro lugar, etc. Resumiendo. el Análisis de Discurso se propone comprender cómo un objeto simbólico produce sentidos, cómo él está investido de significancia para y por sujetos. Esa comprensión, a su vez, implica explicitar como el texto organiza los gestos de interpretación que relacionan sujeto y sentido. Se producen así nuevas prácticas de lectura. Frente al dispositivo teórico de la interpretación, hay una parte que es responsabilidad del analista y una parte que deriva de su sustentación en el rigor del método y en el alcance teórico del Análisis de Discurso. El analista es responsable por la formulación de la pregunta que desencadena el análisis. Cada material de análisis exige que su analista, de acuerdo con la pregunta que formula, movilice conceptos que otro analista no movilizaría, frente a sus (otras) preguntas. Un análisis no es igual a otro porque moviliza conceptos diferentes y eso tiene resultados cruciales en la descripción de los materiales. Siendo así, el mismo analista, formulando una pregunta diferente, también podría movilizar conceptos diversos, realizando distintos recortes conceptuales. Por eso distinguimos entre el dispositivo teórico de la interpretación, tal como lo concebimos, y el dispositivo analítico que el analista construye en cada análisis. Aunque el dispositivo teórico englobe al dispositivo analítico, lo incluya, cuando nos referimos al dispositivo analítico estamos pensando en el dispositivo teórico ya "individualizado" por el analista en un análisis específico. Por ese motivo decimos que el dispositivo teórico es lo mismo mas los dispositivos analíticos no. Lo que define la forma del dispositivo analítico es la pregunta colocada por el analista, la naturaleza del material que analiza y la finalidad del análisis.

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Análisis

de Discurso,

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y procedimientos

— Eni Orlandi

Nos gustaría agregar que como la pregunta es responsabilidad del investigador, es esa responsabilidad la que organiza su relación con el discurso, llevándolo a la construcción de "su" dispositivo analítico, optando por la movilización de esos o aquellos conceptos, ese o

aquelprocedimiento,con los cualesél secomprometepara la resoluciónde su pregunta. Por tanto, su práctica de lectura, su trabajo con la interpretación, tiene la forma de su dispositivo analítico.

Por su parte, como dijimos, el dispositivo teórico, que objetiva mediar el movimiento entre la descripción y la interpretación, se sustenta en principios generales del Análisis de

Discursocomo una forma de conocimiento con sus conceptosy método. Él se mantiene inalterado, según la teoría del discurso, en la construcción de los diferentes dispositivos analíticos.

Una vez realizado el análisis, y habiendo comprendido el proceso discursivo, los resultados van a estar disponibles para que el analista los interprete de acuerdo con los diferentes instrumentos teóricos de los campos disciplinares en los que seinscribe y en los que se basó. En ese momento es crucial la manera en que él construyó su dispositivo analítico, pues el alcance de sus conclusiones depende mucho de esedispositivo. Superada la ilusión de la transparencia del lenguaje, y expuesto a la materialidad del proceso de significación y de la constitución del sujeto, el analista retorna a su pregunta inicial. Ella está así en el inicio, como elemento desencadenador del análisis y de la construcción del dispositivo analítico correspondiente y finalizando el proceso de análisis, ella retorna, definiendo la manera en que el analista debe referir los resultados del análisis a la comprensión teórica de su dominio disciplinar específico: el del propio Análisis de Discurso, si fuese el caso, o de la Lingüística, mas también el de la Política, Sociología, Antropología, etc., dependiendo de la disciplina a la que el analista se afilia. Todos esos elementos —lanaturaleza de los materiales analizados, la pregunta colocada, las diferentes teorías de los distintos campos disciplinares— todo eso constituye el dispositivo analítico construido por el analista. De ahí deriva, pienso yo, la riqueza del Análisis de Discurso, al permitir explorar de muchas maneras esa relación trabajada con lo simbólico, sin borrar las diferencias, significándolas teóricamente, en el juego que se establece en la distinción entre el dispositivo teórico de la interpretación y los dispositivos analíticos que le corresponden.

Un caso ejemplar

Épocade eleccionesen el campusuniversitario.Inmediatamenteen la entrada,seve un gran lienzo negro con el siguiente enunciado en grandes letras blancas: "ivote sin miedo!" seguido de una explicación sobre el hecho de que los votos no serían identificados. Luego, abajo, el nombre de entidades que representan funcionarios y profesores. El lienzo negro trae en sí una memoria. Si lo observamos desde el punto de vista de la cromatografía política, el negro ha sido el color del fascismo, de los conservadores, de la "derecha" en su expresión política. Por otro lado, las palabras "sin miedo", que parecen

apoyar al elector en su posición, traen dos efectos anexos a ellas: 1. Levantan la sospecha sobre alguno de los candidatos (que estaría amenazando a los que no votasen por él...), y 2. Hablan de "miedo", sugiriendo un peligro, una amenaza. Otro efecto de sentido que también funciona ahí, pero de modo más indirecto, es el de que, si esas entidades firman algo que produce los dos efectos mencionados, significa que ellas están tomando posición contra alguno de los candidatos que ellas hacen suponer amenazaría a los electores. Luego, ellas dejan de ser neutrales, lo que esun principio ético electoral. Lo que resumimos diciendo que el lienzo negro moviliza los sentidos del miedo. Argumenta contra él; sin embargo lo hace presente.

Falta decir que, explícitamente, las posiciones en juego en las eleccionesuniversitarias eran todas de izquierda, postura conveniente. De ese modo, al hacer la "lectura" que estamos proponiendo, estamos buscando ir más allá de lo que se dice, de lo que queda en la superficie de las evidencias discursivas. O sea: todo el mundo es de izquierda, mas ¿qué es lo que la movilización de esas o aquellas palabras puede mostrar más allá de las apariencias? Para percibir eso, basta que elaboremos una paráfrasis de ese lienzo. Sería entonces un lienzo blanco escrito en rojo: "ivote con coraje!". En esaotra manera de decir, otras palabras y otros colores serían movilizados produciendo otros efectos de sentidos. El color rojo está ligado históricamente a posiciones revolucionarias, transformadoras. Sobre fondo blanco, las palabras "con coraje" hacen un apelo a la vida, al futuro, a la disposición de lucha. Comparando ahora los dos lienzos, podemos ver (leer) sus diferentes filiaciones de sentidos remitiéndolas a memorias y a circunstancias que muestran que los sentidos no están solo en las palabras, en los textos, sino en la relación con la exterioridad, en las condiciones en que ellos son producidos y que no dependen solo de las intenciones de los sujetos. Aunque se autodenominasen "izquierda", los sujetos que produjeron el enunciado del lienzo negro iVote sin miedo! lo hacían de una posición en la historia que alinea sentidos de la derecha y de la represión de la libertad de votos (que ellos, movilizando el moralismo incrustado en esas acusaciones, atribuían a "alguien" del otro lado, que serían los perseguidores, mientras ellos se colocaban en la posición de salvadores...). Sin que esto estuviese en sus intenciones, sino determinados por el modo como eran afectados por la lengua y por la historia, su gesto de interpretación producía todos esos efectos. Los decires no son, como dijimos, solo mensajes a ser decodificados. Son efectos de sentidos que son producidos en condiciones determinadas y que están de alguna forma presentes en el modo como se dice, dejando vestigios que el analista de discurso tiene que aprehender. Son pistas que él aprende a seguir para comprender los sentidos ahí producidos, colocando en relación el decir con su exterioridad, sus condiciones de producción. Esos sentidos tienen relación con lo que es dicho allí, pero también en otros lugares, así como con lo que no es dicho, y con lo que podría ser dicho y no fue. De ese modo, los márgenes del decir, del texto, también hacen parte de él.

Condiciones de producción e interdiscurso

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¿Qué son pues las condiciones de producción? Fundamentalmente, ellas comprenden a sujetos y la situación. También la memoria forma parte de la producción del discurso. forma en que la memoria "acciona", coloca en funcionamiento las condiciones producción, esfundamental. Podemos considerar las condiciones de producción en sentido estricto y tenemos circunstancias

de la enunciación:

el contexto

inmediato.

V si las consideramos

los La de las

en un sentido

amplio, las condicionesde producciónincluyenel contextosocio-histórico,ideológico. En el ejemplo ya expuesto, el contexto inmediato es el campus donde fue colocado el lienzo negro, los sujetos que lo "firman" (entidades de funcionarios y docentes), el momento de las elecciones y el hecho de que el texto haya sido escrito en un lienzo y no en cualquier otro soporte material. El contexto amplio es el que trae, para la consideración de los efectos de sentidos, elementos que derivan de la forma de nuestra sociedad, con sus Instituciones, entre ellas la Universidad, en la forma en que elige representantes, en que organiza el poder, distribuyendo posiciones de mando y obediencia. Y finalmente, entra la historia, la producción de acontecimientos que significan en la manera en que un color como el negro está relacionado con el fascismo, a la derecha, y el color rojo con el comunismo, a la izquierda, según un imaginario que afecta a los sujetos en sus posiciones políticas. La memoria, a su vez, tiene sus características cuando ésta se piensa en relación al discurso. En esa perspectiva, es tratada como interdiscurso, el cual es definido como aquello que habla antes, en otro lugar, independientemente. O sea, lo que llamamos memoria discursiva: el saber discursivo que posibilita todo decir y que retorna bajo la forma de lo preconstruido, lo p-dicho que está en la base de lo decible, sustentando lo dicho cada vez que se toma la palabra. El interdiscurso torna disponibles decires que afectan el modo como el sujeto significa en una situación discursiva dada. En el caso que analizamos, todo lo que ya se dijo sobre voto, sobre elecciones, sobre electores y también todos los decires políticos que significaron, para diferentes candidatos, los sentidos de la política universitaria están, de cierto modo, significando allí. Todos esos sentidos ya dichos por alguien, en algún lugar, en otros momentos, inclusive muy distantes, tienen un efecto sobre lo que dice aquel lienzo. Son sentidos convocados por la formulación: ivote sin miedo! Que presupone, entre otras cosas, en la experiencia política que tenemos, que las personas tienen miedo de votar, no votan libremente, etc. Experiencias pasadas, de dictaduras, de gobiernos autoritarios, se hacen presentes con ese enunciado. Solo que, como el mismo viene escrito en un lienzo negro, él también acaba por traer esa memoria, en lugar de romperla colocándose afuera, hablando con "otras" palabras. Hay una fuerte contradicción trabajando ese texto. A pesar de la alegada conciencia política de izquierda, alguna cosa más fuerte —queviene de la historia, que no pide permiso, que viene de la memoria, de las filiaciones de sentidos constituidos en otros decires, en

muchas otras voces, en el juego de la lengua que se va historicizandol aquí y allí, indiferentemente, mas, marcada por la ideología y por las posiciones relativas al poder— en su materialidad trae los efectos que alcanzan a esos sujetos a pesar de sus voluntades. El

decir no es propiedad particular. Las palabrasno son solo nuestras.Ellas significan por la historia y por la lengua. Lo que es dicho en otro lugar también significa en "nuestras"

palabras. El sujeto dice, piensa que sabe lo que dice, pero no tiene acceso o control sobre el modo en que los sentidos se constituyen en él. Por eso es inútil, desde el punto de vista discursivo, preguntar al sujeto lo que él quiso decir cuando dijo "x" (ilusión de la entrevista in loco). Lo que él sabe no es suficiente para que comprendamos que efectos de sentidos están haciéndose presentes allí. El hecho de que hay un ya-dicho que sustenta la propia posibilidad de todo decir, es fundamental para que se comprenda el funcionamiento del discurso, su relación con los sujetos y con la ideología. La observación del interdiscurso nos permite, en el ejemplo, remitir el decir del lienzo a toda una filiación de decires, a una memoria, y a identificarlo en su historicidad, en su significancia, mostrando sus compromisos políticos e ideológicos. De eso se deduce que hay una relación entre lo ya-dicho y lo que se está diciendo que es la que existe entre el interdiscurso y el intradiscurso o, en otras palabras, entre la constitución del sentido y su formulación. Courtine (1984) explicita esa diferencia considerando la constitución —lo que estamos llamando interdiscurso— representada como un eje vertical donde tendríamos todos los decires ya dichos —y olvidados— en una estratificación de enunciados que, en su conjunto, representa lo decible. Y tendríamos el eje horizontal —el intradiscurso—, que sería el eje de la formulación, esto es, aquello que estamos diciendo en aquel momento dado, en condiciones dadas. La formulación, entonces, está determinada por la relación que establecemos con el interdiscurso: en el ejemplo dado, el texto "Vote sin Miedo" sería compuesto por su formulación y también por su historicidad, el saber discursivo que se fue constituyendo a lo largo de la historia y fue produciendo decires, la memoria que posibilitó ese decir para esos sujetos en un determinado momento y que representa el eje de su constitución (interdiscurso).

La constitución determina la formulación, pues solo podemos decir (formular) si nos colocamos en la perspectiva de lo decible (interdiscurso, memoria). Todo decir, en realidad, se encuentra en la confluencia de los dos ejes: el de la memoria (constitución) y el de la actualidad (formulación). Y esde esejuego que sacasus sentidos. Paralelamente, es también el interdiscurso, la historicidad, quien determina aquello que, de la situación, de las condiciones de producción, es relevante para la discursividad. Por el funcionamiento del interdiscurso, se suprime, por decir así, la exterioridad como tal para inscribirla en el interior de la textualidad. Eso hace que, al pensar la relación de la historicidad (del discurso) y la historia (tal como se da en el mundo), sea el interdiscurso quien especifica, como dice M. Pecheux (1983), las condiciones en las cuales un acontecimiento histórico (elemento histórico discontinuo y exterior) es susceptible de inscribirse en la continuidad interna, en el espacio potencial de coherencia propio de una memoria.

Es necesario no confundir lo que esinterdiscurso y lo que es intertexto. El interdiscurso es todo el conjunto de formulaciones hechas y ya olvidadas que determinan lo que decimos. Para que mis palabras tengan sentido es necesario que ellas ya tengan sentido. Y esto es efecto del interdiscurso: es necesario que lo que fue dicho por un sujeto específico, en un momento particular se borre de la memoria para que, pasando al "anonimato", pueda tener

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sentido en "mis" palabras. En el interdiscurso, dice Courtine (1984), habla una voz sin nombre.

Al hablar nos afiliamos a redes de sentidos, mas no aprendemoscomo hacerlo, siendo sujetos a la ideología y al inconsciente. ¿por qué somos afectados por ciertos sentidos y no por otros? Depende de la historia y del acaso, del juego de la lengua y del equívoco, lo que constituye nuestra relación con ellos. No obstante, ciertamente lo hacemos determinados por nuestra relación con la lengua y la historia, por nuestra experiencia simbólica y de mundo, a través de la ideología. Por eso el Análisis de Discurso se propone construir

escuchas2quepermitan tomar en cuentaesosefectosy explicitar la relación con ese"saber" que no seaprende, no seenseña, y que sin embargo produce sus efectos. Esa nueva práctica de lectura, que es la discursiva, consiste en considerar lo que es dicho en un discurso y lo que es dicho en otro, lo que esdicho de un modo y lo que es dicho de otro, buscando escuchar lo no dicho en aquello que es dicho, como una presencia de una ausencia necesaria. Eso porque, como vimos en el ejemplo expuesto anteriormente, solo una parte de lo decible es accesible al sujeto, pues inclusive lo que él no dice (y que muchas veces desconoce) significa en sus palabras. Tanto el interdiscurso como el intertexto movilizan lo que llamamos relaciones de sentido, que explicitaremos más adelante; sin embargo el interdiscurso es del orden del saber discursivo, memoria afectada por el olvido, en el transcurso del decir, mientras el intertexto se restringe a la relación de un texto con otros textos. En esa relación, la intertextual, el olvido no es estructurante, como lo es para el interdiscurso.

Olvidos

Según M. Pecheux (1975), en el discurso podemos distinguir dos formas de olvido. El olvido número dos, que es del orden de la enunciación: al hablar, lo hacemos de una manera y no de otra, y, en el transcurso de nuestro decir, se forman familias parafrásticas que indican que el decir siempre podría ser otro. Al decir "sin miedo", por ejemplo, podíamos decir "con coraje", o "libremente", etc. Esto significa en nuestro decir y ni siempre tenemos conciencia de eso. Este "olvido" produce en nosotros la impresión de la realidad del pensamiento. Esaimpresión, que es denominada ilusión referencial, nos hace creer que hay una relación directa entre pensamiento, lenguaje y mundo, de tal modo que pensamos que lo que decimos solo puede ser dicho con aquellas palabras y no otras, que solo puede ser así. Ella establece una relación "natural" entre palabra y cosa. Mas este es un ol'.ido parcial, semi-consciente y muchas veces volvemos sobre él, recurrimos a este margen de familias parafrásticas, para especificar mejor lo que decimos. Es el llamado olvido enunciativo y que atesta que la sintaxis significa: el modo de decir no es indiferente a los sentidos. El otro olvido es el olvido número uno, también llamado olvido ideológico: él es de la instancia del inconsciente y resulta por el modo en que somos afectados por la ideología. Por ese olvido tenemos la ilusión de ser el origen de lo que decimos cuando, en realidad,

retomamos sentidos pre-existentes. Ese olvido refleja el sueño adánico: el de estar en el inicio absoluto del lenguaje, ser el primer hombre, diciendo las primeras palabras, que significarían solo y exactamente lo que queremos. En realidad, aunque se realicen en nosotros, los sentidos solo se representan como originándose en nosotros: ellos son determinados por la forma en que nos inscribimos en la lengua y en la historia y es por esto que significan y no por nuestra voluntad. Cuando nacemos, los discursos ya están en proceso y somos nosotros los que entramos en eseproceso. Ellos no se originan en nosotros. Eso no significa que no haya singularidad en la manera en que la lengua y la historia nos afectan. Pero no somos su inicio. Ellas se realizan en nosotros en su materialidad. Esa es una determinación necesaria para que haya sentidos y

sujetos.Espor esoquedecimosque el olvido es estructurante.Él es parte de la constitución de los sujetos y los sentidos. Las ilusiones no son "defectos", son una necesidad para que el lenguaje funcione en los sujetos y en la producción de sentidos. Los sujetos "olvidan" que ya fue dicho —y este no es un olvido voluntario— para, al identificarse con lo que dicen, constituirse en sujetos. Es así que sus palabras adquieren sentido, es así que ellos se significan retomando palabras ya existentes, como si ellas se originasen en ellos y es así que sentidos y sujetos están siempre en movimiento, significando siempre de muchas y variadas maneras. Siempre las mismas, mas, al mismo tiempo, siempre otras.

Paráfrasis y polisemia

Cuando pensamos discursivamente el lenguaje, es difícil trazar límites estrictos entre lo mismo y lo diferente. Consecuentemente, consideramos que todo el funcionamiento del lenguaje se asienta en la tensión entre procesos parafrásticos y procesos polisémicos. Los procesos parafrásticos son aquellos a través de los cuales en todo decir hay siempre algo que se mantiene, esto es, lo decible, la memoria. Así, la paráfrasis representa el retorno a los mismos espacios del decir. Se producen diferentes formulaciones del mismo decir sedimentado. La paráfrasis está del lado de la estabilización, mientras que en la polisemia lo que tenemos es dislocamiento, ruptura de procesos de significación. Ella juega con el equívoco. Son dos fuerzas que trabajan continuamente el decir, de tal modo que todo discurso se realiza en esa tensión: entre lo mismo y lo diferente. Aunque cada vez que hablamos, al tomar la palabra, provocamos movimiento en la red de filiación de sentidos, sin embargo, hablamos con palabras ya dichas. Y es en ese juego entre paráfrasis y polisemia, entre lo mismo y lo diferente, entre lo ya-dicho y por decir que los sujetos y los sentidos se mueven, hacen sus trayectos, (se) significan. Si lo real de la lengua no estuviese sujeto a falla y lo real de la historia no fuese a ruptura no habría transformación, no habría movimiento posible, ni de los sujetos ni de los sentidos. Es porque la lengua está sujeta al equívoco y la ideología es un ritual con fallas que el sujeto, al significar, se significa. Debido a lo anterior, decimos que la incompletud es la

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condición del lenguaje: ni los sujetos ni los sentidos, por tanto tampoco el discurso, ya están listos y acabados. Siempre se están haciendo, habiendo un trabajo continuo, un movimiento constante de lo simbólico y de la historia. Es condición de existencia de los sujetos y de los sentidos: constituirse en la tensa relación entre paráfrasis y polisemia. Así, decimos que los sentidos y los sujetos siempre pueden ser otros, aunque ni siempre lo son. Depende de como son afectados por la lengua, de como seinscriben en la historia. Depende de como trabajan y son trabajados en el juego entre paráfrasis y polisemia. Esa es la manera como, en Análisis de Discurso, distinguimos lo que es creatividad de lo que es productividad. La "creación" en su dimensión técnica es productividad, reiteración de procesos ya cristalizados. Regida por el proceso parafrástico, la productividad mantiene al hombre en un retorno constante al mismo espacio decible: produce la variedad de lo mismo. Por ejemplo, producimos frases en nuestra lengua, inclusive las que no conocemos, las que no habíamos oído antes, a partir de un conjunto de reglas en número determinado. Ya la creatividad implica la ruptura del proceso de producción del lenguaje, por el dislocamiento de las reglas, haciendo intervenir lo diferente, produciendo movimientos que afectan a los sujetos y los sentidos en su relación con la historia y con la lengua. Irrumpen así sentidos diferentes.

Considerando la producción de sentidos de esa manera, no se banaliza la noción de creatividad. Lo que vemos con más frecuencia —por ejemplo, si observamos los medios de comunicación— es la productividad y no la creatividad. Las novelas obedecen, en general, a un estricto proceso de producción dominado por la "productividad": asistimos a la "misma" novela contada muchas y muchas veces, con algunas variaciones. Para que haya creatividad es necesario un trabajo que ponga en conflicto lo ya producido con lo que se va a instituir. Pasar de lo irrealizado a lo posible, del no-sentido al sentido. De ahí se deriva la afirmación de que la paráfrasis es la matriz del sentido, pues no hay sentido sin repetición, sin sustentación en el saber discursivo, y la polisemia es la fuente del lenguaje, dado que ella es la propia condición de existencia de los discursos, pues si los sentidos —ylos sujetos—no fuesen múltiples, no pudiesen ser otros, no habría necesidad de decir. La polisemia esjustamente la simultaneidad de movimientos de sentido distintos en el mismo objeto simbólico. Ese juego entre paráfrasis y polisemia atesta la confrontación entre lo simbólico y lo político. Todo decir es marcado ideológicamente. Es en la lengua que la ideología se materializa. En las palabras de los sujetos. Como dijimos anteriormente, el discurso es el lugar de trabajo de la lengua y la ideología. Podemos ahora, comprendiendo la relación entre paráfrasis y polisemia, decir que, entre lo mismo y lo diferente, el analista se propone comprender cómo lo político y lo lingüístico se interrelacionan en la constitución de los sujetos y en la producción de los sentidos, ideológicamente señalados. Como el sujeto (y los sentidos), por la repetición, está siempre tocando tangencialmente lo nuevo, lo posible, lo diferente. Entre lo efímero y lo que se eterniza. En un espacio fuertemente regido por la simbolización de las relaciones de poder. Un ejemplo interesante es el que se refiere a los sentidos de "colonización" y sus efectos en nosotros, entre la repetición y la diferencia. Esos sentidos se constituyeron a lo largo de una

historia a la que ya no tenemos acceso ue "hablan" en nosotros (E. Orlandi, 1990). Esto es la memoria, el interdiscurso. Por otro cada vez que decimos "colonización", o que nos significamos en relación a esa historia, esos sentidos retornan, mas, al mismo tiempo, pueden derivar a otros sitios de significación (E. Orlandi, 1993) produciendo nuevos sentidos, efectos del juego de la lengua inscrito en la materialidad de la historia.

Relaciones de fuerza, relaciones de sentido, anticipación: formaciones imaginarias

Las condiciones de producción, que constituyen los discursos, funcionan de acuerdo a ciertos factores. Uno de ellos es el que llamamos relación de sentidos. Según esa noción, no hay discurso que no se relacione con otros. En otras palabras, los sentidos resultan de relaciones: un discurso apunta a otros que lo sustentan, así como a decires futuros. Todo discurso es visto como un estado de un proceso discursivo más amplio, continuo. De ese modo, para el discurso no hay comienzo absoluto ni punto final. Un decir tiene relación con otros decires realizados, imaginados o posibles. Por otro lado, según el mecanismo de anticipación, todo sujeto tiene la capacidad de

experimentar,o mejor, de colocarseen el lugar en que su interlocutor "oye" sus palabras.Él se anticipa así a su interlocutor en cuanto al sentido que producen sus palabras. Ese mecanismo regula la argumentación, de tal forma que el sujeto dirá de un modo, o de otro, según el efecto que piensa producir en su oyente. Este espectro varía ampliamente desde la previsión de un interlocutor que essu cómplice hasta aquel que, en el otro extremo, él prevé como adversario absoluto. De esa manera, ese mecanismo dirige el proceso de argumentación buscando determinados efectos sobre el interlocutor. Finalmente, tenemos la llamada relación de fuerzas. Según esa noción, podemos decir que el lugar a partir del cual el sujeto habla es constitutivo de lo que él dice. Así, si el sujeto habla a partir del lugar de profesor, sus palabras significan de modo diferente que si hablase del lugar del alumno. El sacerdote habla de un lugar en que sus palabras tienen una autoridad determinada sobre los fieles, etc. Como nuestra sociedad es constituida por relaciones jerarquizadas, son relaciones de fuerza, sustentadas en el poder de esos diferentes lugares, las que se validan en la "comunicación". El habla del profesor vale (significa) más que la del alumno.

Falta agregar que todos esos mecanismos de funcionamiento del discurso reposan en lo que llamamos formaciones imaginarias. Así, no son los sujetos físicos ni sus lugares empíricos como tales, o sea, como están inscritos en la sociedad, y que podrían ser sociológicamente descritos, los que funcionan en el discurso, sino sus imágenes que resultan de proyecciones. Son esas proyecciones las que permiten pasar de las situaciones empíricas

—losllágaresde los sujetos—a las posicionesde los sujetosen el discurso.Esaes la distinción entre lugar y posición. En toda lengua hay reglas de proyección que permiten al sujeto pasar de la situación (empírica) a la posición (discursiva). Lo que significa en el discurso son esas posiciones. Y

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ellas significan en relación al contexto socio-histórico y a la memoria (el saber discursivo, lo ya-dicho). Las condiciones de producción implican lo que es material (la lengua sujeta a equívoco y a historicidad), lo que es institucional (la formación social, en su orden) y el mecanismo imaginario. Ese mecanismo produce imágenes de los sujetos, así como del objeto del discurso, en una coyuntura socio-histórica. Tenemos así la imagen de la posición sujeto locutor (¿quién soy yo para hablarle así?), mas también de la posición sujeto interlocutor (¿quién es él para hablarme así o para que yo le hable así?), y también la del objeto del discurso (¿de que le estoy hablando, de que me habla él?). Es, pues, todo un juego imaginario que preside el intercambio de palabras. Y si hacemos interv•enir la anticipación, este juego se torna aún más complejo, pues incluirá: la imagen que el locutor tiene de la imagen que su interlocutor tiene de él, la imagen que el interlocutor tiene de la imagen que él tiene del objeto del discurso y así sucesivamente. En la relación discursiva, son las imágenes las que constituyen las diferentes posiciones. Y esto se hace de tal modo que lo que funciona en el discurso no es el trabajador visto empíricamente, sino el trabajador como posición discursiva producida por las formaciones imaginarias. Consecuentemente, en el análisis, podemos encontrar, por ejemplo, al trabajador hablando desde el lugar del patrón. En el caso que analizamos anteriormente —el del lienzo Vote sin Miedo— podemos decir que no importan los locutores empíricos (de izquierda) que la escribieron, sino la posición (moralista) que ellos ocupan, lo que valida (significa) su decir de un modo determinado. Es así como las condiciones de producción están presentes en los procesos de identificación de los sujetos trabajados en los discursos. Y las identidades resultan de esos procesos de identificación, en que el imaginario tiene su eficacia. En el ejemplo Vote sin Miedo, tenemos que considerar, en las circunstancias de la enunciación, la imagen que se tiene del dirigente sindical y de los docentes, en sus posiciones, mas también la imagen que ellos tienen de los electores, movilizando un decir que remite a sentidos cuya memoria los afilia a discursos en que el lienzo negro es un vestigio. Esto indica la dirección (política, ideológica) de esaformulación. Pensando en las relaciones de fuerzas, la relación de sentidos y la anticipación, bajo el modo del funcionamiento de las formaciones imaginarias, podemos tener muchas y diferentes posibilidades regidas por el modo en que la formación social está en la historia. En nuestra formación social, si pensamos por ejemplo en la Universidad, podemos explorar algunas de esas posibilidades: la imagen que el profesor tiene de lo que es un estudiante universitario, la imagen que un alumno tiene de lo que es un profesor universitario, la imagen que setiene de un investigador, la imagen que el alumno (el profesor, el funcionario) tiene de un Rector, la imagen que el alumno (el profesor, el funcionario) tiene de un dirigente de un directorio académico, la imagen que el alumno (el profesor, el funcionario) tiene de un dirigente de una asociación de profesores universitarios, etc. Mas, por el mecanismo de anticipación, también tenemos, por ejemplo: la imagen que el dirigente sindical tiene de la imagen que los funcionarios tienen de aquello que él va a decir. Y esto hace que él ajuste su decir a sus objetivos políticos, trabajando esejuego de imágenes. Como en un juego de ajedrez, es mejor orador aquel que consigue anticipar el mayor número de

"jugadas", o sea, aquel que moviliza mejor el juego de imágenes en la constitución de los sujetos (en el caso, electores), esperándolos donde ellos están, con las palabras que ellos "quieren" (les gustaría, deberían, etc.) oír. Todo eso va a contribuir a la constitución de las condiciones en que se produce el discurso y por tanto a su proceso de significación. Es positivo recordar que: en el Análisis de Discurso, no menospreciamos la fuerza que la imagen tiene en la constitución del decir.

Necesariamenteel imaginario hace parte del funcionamiento del lenguaje.Él es eficaz.No "brota" de la nada: se asienta en el modo en que las relaciones sociales se inscriben en la historia y son regidas, en una sociedad como la nuestra, por relaciones de poder. La imagen

que tenemos de un

rofesor, por ejemplo, no cae del cielo. Se constituye en esa confrontación delosimtólico con lopolítico, enprocesos que ligan discursos einstituciones. Es de ese modo que creemos que un sujeto en la posición de profesor de izquierda dice "x" mientras uno de derecha dice "y". Lo que ni siempre es verdad. Por eso el análisis es importante. Con él podemos atravesar ese imaginario que condiciona a los sujetos en sus discursividades y, explicitando el modo en que los sentidos están siendo producidos, comprender mejor lo que está siendo dicho. No es en el decir en sí mismo que el sentido es de izquierda o de derecha, ni tampoco por las intenciones de quien dice. Es necesario referirlo a sus condiciones de producción, establecer las relaciones que él mantiene con su memoria y también remitirlo a una formación discursiva —y no otra— para que comprendamos el proceso discursivo que indica si él es de izquierda o de derecha. Los sentidos no están en las propias palabras. Están más acáy más allá de ellas.

Formación

discursiva

Consecuentemente, podemos decir que el sentido no existe en sí, sino que es determinado por las posiciones ideológicas colocadas en juego en el proceso socio-histórico en que las palabras son producidas. Las palabras cambian de sentido según las posiciones de aquellos que las emplean. Ellas "sacan" su sentido de esas posiciones, o sea, en relación a las formaciones ideológicas en las cuales esas posiciones se inscriben. La noción de formación discursiva, aunque polémica, en el Análisis de Discurso es básica,

puespermitecomprenderel procesode producciónde los sentidos,su relacióncon la Ideología y también da al analista la posibilidad funcionamiento

de establecer regularidades en el

del discurso.

La formación discursiva se define como aquello que en una formación ideológica dada —o sea, a partir de una posición dada, en una coyuntura socio-histórica dada—determina lo que puede y debe ser dicho. De ahí se desprende la comprensión de dos puntos que exponemos a continuación:

A. El discurso se constituye en sus sentidos porque aquello que el sujeto dice se inscribe en una formación discursiva y no otra para tener un sentido y no otro. De lo anterior podemos percibir que las palabras no tienen un sentido en ellas mismas, ellas derivan sus sentidos

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Orlandi

de las formaciones discursivas en que se inscriben. Las formaciones discursivas, a su vez, representan en el discurso a las formaciones ideológicas. De ese modo, los sentidos siempre son determinados ideológicamente. No hay sentido que no lo sea. Todo lo que decimos tiene, pues, un trazo ideológico en relación a otros trazos ideológicos. Y esto no está en la esencia de las palabras sino en la discursividad, o sea, en la forma como, en el discurso, la ideología produce sus efectos, materializándose en él. El estudio del discurso explicita la manera en que lenguaje e ideología se articulan, se afectan en su relación recíproca. Las palabras hablan con otras palabras. Toda palabra siempre es parte de un discurso. Y todo discurso se delinea en relación a otros: decires presentes y decires que se alojan en la memoria.

Las formaciones discursivas pueden ser vistas como regionalizaciones del interdiscurso, configuraciones específicas de los discursos en sus relaciones. El interdiscurso coloca a disposición decires, determinando, por lo ya-dicho, aquello que constituye una formación discursiva en relación a otra. Decir que la palabra significa en relación a otras, es afirmar esa articulación de formaciones discursivas dominadas por el interdiscurso en su objetividad material contradictoria. Así, los sentidos no están redeterminados por propiedades de la lengua. Dependen de relaciones constituidas en por las formaciones discursivas. No obstante, es necesario no pensar las formaciones discursivas como bloques homogéneos funcionando automáticamente. Ellas son constituidas por la contradicción, son heterogéneas en ellas mismas y sus fronteras son fluidas, configurándose y reconfigurándose continuamente en sus relaciones.

Llegamos entonces a la noción de metáfora, que en el Análisis de Discurso es imprescindible. Ella no es considerada, como en la retórica, como figura de lenguaje. La metáfora (cf. Lacan, 1966) aquí es definida como el tomar una palabra por otra. Pues en el Análisis de Discurso significa básicamente "transferencia", estableciendo el modo en que las palabras significan. En principio no hay sentido sin metáfora. Las palabras no tienen, en esa perspectiva, un sentido propio, preso a su literalidad. Según Pecheux (1975), el sentido es siempre una palabra, una expresión o una proposición dada por otra palabra, otra expresión o proposición; y es por esa relación, esa superposición, esa transferencia (metaphora), que elementos significantes se confrontan, de modo que se revisten de un sentido. Además; según este autor, el sentido existe exclusivamente en las relaciones de metáfora (realizadas por efectos de sustitución, paráfrasis, formación de sinónimos), de las cuales una formación discursiva históricamente esel lugar más o menos provisorio. B. Por referencia a la formación discursiva podemos comprender los diferentes sentidos, en el funcionamiento discursivo. Palabras iguales pueden significar diferentemente porque se inscriben en formaciones discursivas diferentes. Por ejemplo, la palabra "tierra" no significa lo mismo para un indio, para un agricultor sin tierra y para un gran propietario rural. Ella significa diferente si la escribimos con letra mayúscula Tierra o con minúscula tierra, etc. Todos esos usos se dan en condiciones de producción diferentes y pueden ser

referidos a diferentes formaciones discursivas. Y eso define en gran parte el trabajo del analista: observando las condiciones de producción y verificando el funcionamiento de la memoria, él debe remitir el decir a una formación discursiva (y no otra) para comprender el sentido de lo que allí está dicho. La evidencia del sentido, que, en realidad es un efecto ideológico, no nos deja percibir su carácter material, la historicidad de su construcción. Del mismo modo podemos decir que la evidencia del sujeto, o mejor dicho, su identidad (el hecho de que "yo" soy "yo"), borra el hecho de que ella resulta de una identificación: el sujeto se constituye por una interpelación —quese da ideológicamente por su inscripción en una formación discursiva— que, en una sociedad como la nuestra, lo produce bajo la forma de sujeto de derecho (jurídico). Esta forma-sujeto corresponde, históricamente, al sujeto del capitalismo, determinado por condiciones externas y al mismo tiempo autónomo (responsable por lo que dice), un sujeto con sus derechos y deberes.

Ideología y Sujeto

Tino de los puntos fuertes del Análisis de Discurso es re-significar la noción de ideología a partir de la consideración del lenguaje. Setrata así de una definición discursiva de ideología, que daremos a conocer a continuación. El propio hecho de la interpretación, o mejor dicho, el hecho de que no hay sentido sin interpretación, atesta la presencia de la ideología. No hay sentido sin interpretación y, más allá de eso, ante cualquier objeto simbólico el hombre es llevado a interpretar, colocándose ante la pregunta: ¿qué es lo que esto quiere decir? En ese movimiento de interpretación el sentido se muestra como evidencia, como si él ya estuviese siempre allá. Se interpreta y al mismo tiempo se niega la interpretación, colocándola en grado cero. Se naturaliza lo que es producido en la relación de lo histórico y lo simbólico. Por ese mecanismo —ideológico—de negación de la interpretación, hay transposición de formas materiales en otras, construyéndose transparencias —comosi el lenguaje y la historia no tuviesen su espesura, su opacidad— para ser interpretadas por determinaciones históricas que se presentan como inmutables, naturalizadas. Este es el trabajo de la ideología: producir evidencias, colocando al hombre en la relación imaginaria con sus condiciones materiales de existencia. Podemos comenzar por decir que la ideología hace parte, o mejor dicho, es la condición para la constitución del sujeto y los sentidos. El individuo es interpelado en sujeto por la ideología, para que se produzca su decir. Partiendo de la afirmación de que la ideología y el inconsciente son estructuras-funcionamientos, M. Pecheux dice que su característica común es la de disimular su existencia al interior de su propio funcionamiento, produciendo un tejido de evidencias "subjetivas", entendiéndose como "subjetivas" no como "que afectan al sujeto", sino, más fuertemente, "en las cuales se constituye el sujeto". De ahí surge la necesidad de una teoría materialista del discurso —una teoría no subjetivista de la subjetividad— en que se pueda trabajar eseefecto de evidencia de los sujetos y también la de

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Análisis

de Discurso,

Principios

y procedimientos

— Eni Orlandi

los sentidos.

La evidencia del sentido —laque hace que una palabra designe una cosa—borra su carácter material, o sea, hace aparecer como transparente aquello que se constituye por la remisión a un conjunto de formaciones discursivas que funcionan con una dominante. Las palabras reciben

sus sentidos

determinación

de formaciones

del interdiscurso

discursivas

en sus relaciones.

Este

es el efecto

de

(de la memoria).

A su vez, la evidencia del sujeto —lade que siempre ya somos sujetos—borra el hecho de que el individuo es interpelado en sujeto por la ideología. Esa es la paradoja por la cual el sujeto esllamado a la existencia: su interpelación por la ideología. Son esas evidencias las que dan a los sujetos la realidad como sistema de significaciones percibidas, experimentadas. Esas evidencias funcionan por los llamados "olvidos", que

referimos anteriormente. Eso se da de tal modo que la subordinación-sujetamient03se realiza bajo la forma de la autonomía, como un interior sin exterior, esfumándose la determinación de lo real (del interdiscurso), por el propio modo en que él funciona. Así considerada, la ideología no esocultamiento sino función de la relación necesaria entre lenguaje y mundo. Lenguaje y mundo se reflejan en el sentido de la refracción, del efecto imaginario de uno sobre otro. La relación del orden simbólico con el mundo se da de tal modo que, para que haya sentido, como dijimos anteriormente, es necesario que la lengua como sistema sintáctico susceptible de juego —deequívoco, sujeto a fallas—se inscriba en la historia. La discursividad es esa inscripción de los efectos lingüísticos materiales en la historia. El sentido es así una relación determinada del sujeto —afectado por la lengua— con la historia. Es el gesto de interpretación quien realiza esa relación del sujeto con la lengua, con la historia, con los sentidos. Esta es la marca de la subjetivación y, al mismo tiempo, la marca de la relación de la lengua con la exterioridad: no hay discurso sin sujeto. Y no hay sujeto sin ideología. Ideología e inconsciente están materialmente ligados. Por la lengua, por el proceso que acabamos de describir. Para pensar en la ideología, en esaperspectiva, pensamos en la interpretación. Para que la lengua tenga sentido, es necesario la intervención de la historia, a través del equívoco, de la opacidad, de la espesura material del significante. Consecuentemente, la interpretación es necesariamente regulada en sus posibilidades, en sus condiciones. No es mero gesto de decodificación, de aprehensión del sentido. La interpretación no es libre de determinaciones: no es cualquier interpretación y es desigualmente distribuida en la formación social. Es "garantizada" por la memoria, bajo dos aspectos: a. la memoria institucionalizada (el archivo), el trabajo social de interpretación donde se separa quien tiene derecho a ella y quien no tiene; b. la memoria constitutiva (el interdiscurso), el trabajo histórico de la constitución del sentido (lo decible, lo interpretable, el saber discursivo). El gesto de interpretación se realiza entre la memoria institucional (el archivo) y los efectos de la memoria (interdiscurso), pudiendo así tanto estabilizar como dislocar sentidos. Ser determinada no significa ser (necesariamente) inmóvil. La ideología, a su vez, según esa forma de comprensión, no es vista como conjunto de representaciones, como visión de mundo o como ocultamiento de la realidad. No hay, dígase

a propósito, realidad sin ideología. Como práctica significante, la ideología aparece como efecto de la relación necesaria del sujeto con la lengua y con la historia para que haya

sentido.Y comono hay una relacióntérmino-a-término entre lenguaje/mundo/pensamiento esarelación setorna posible porque la ideología interviene con su modo de funcionamiento imaginario. Así, son las imágenes las que permiten que las palabras "se peguen" a las cosas. Por otro lado, como dijimos anteriormente, también es la ideología quien hace que haya sujetos. El efecto ideológico elemental es la constitución del sujeto. Con la interpelación ideológica del individuo en sujeto se inaugura la discursividad. Por su lado, la interpelación del individuo en sujeto por la ideología trae necesariamente el apagamiento de la inscripción de la lengua en la historia para que ella signifique, produciendo el efecto de evidencia del sentido (el sentido-allá) y la impresión de que el sujeto es el origen de lo que dice. Efectos que trabajan, ambos, la ilusión de la transparencia del lenguaje. Sin embargo, ni el lenguaje, ni los sentidos, ni los sujetos son transparentes: ellos tienen su materialidad y se constituyen en procesos en que la lengua, la historia y la ideología concurren conjuntamente. En el Análisis de Discurso, la noción psicológica de sujeto empíricamente coincidente consigo mismo no está vigente. Atravesado por el lenguaje y por.la historia, bajo el modo del imaginario, el sujeto solo tiene acceso a parte de Ip que dice. El es materialmente dividido desde su constitución: él es sujeto de y es sujeto a. El es sujeto a la lengua y a la historia, pues para constituirse, para que (se) produzcan sentidos, él es afectado por ellas. El es determinado de esaforma, pues si no sufre los efectos de lo simbólico, o sea, si no se somete a la lengua y a la historia, no se constituye, no habla, no produce sentidos. También debemos recordar que el sujeto discursivo es pensado como "posición" entre otras. No esuna forma de subjetividad, sino un "lugar" que se ocupa para ser sujeto de lo que dice (M. Foucault, 1969): es la posición que debe y puede ocupar todo individuo para ser sujeto de lo que dice. El modo como el sujeto ocupa su lugar, como posición, no le es accesible, él no tiene accesodirecto a la exterioridad (interdiscurso) que lo constituye. De la misma manera, la lengua tampoco es transparente, ni el mundo directamente aprehensible cuando se trata de la significación, pues lo vivido por los sujetos es informado, constituido por la estructura de la ideología (M. Pecheux, 1975). En ese sentido, los sujetos son intercambiables. Por ejemplo, cuando hablo a partir de la posición de "madre", lo que digo deriva su sentido de la formación discursiva en que estoy inscribiendo mis palabras, de modo equivalente a otros discursos que también lo hacen de esa misma posición. Cuando al abrir la puerta a un hijo a altas horas de la madrugada, la madre dice "¿Esas son horas?" Ella está, en la posición-madre, hablando como hablan las madres. Exactamente. Hasta podemos decir que no es la madre hablando, es su posición. Ella ahí está siendo dicha. V eso la significa. Eso le da identidad. Identidad relativa a otras: por ejemplo en la posición de profesora, actriz, etc. El trabajo ideológico es un trabajo de la memoria y del olvido, pues es solo cuando pasa al anonimato que el decir produce su efecto de literalidad, la impresión del sentido-allá: es justamente cuando olvidamos quien dijo "colonización", cuándo, dónde y por qué, que el sentido de colonización produce sus efectos. De la misma forma, es por la impresión del sentido-allá, con la memoria ya trabajada por el olvido, que el dirigente sindical y los

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Análisis

de Discurso,

Principios

y procedimientos

— Eni Orlandi

docentes firman un lienzo negro con palabras que hablan de voto y miedo, inscribiéndose en la filiación de los sentidos producidos por el fascismo, teniendo la ilusión de que los sentidos allí significan según su voluntad inmediata. El decir tiene historia. Los sentidos no se agotan en lo inmediato. Tanto es así que hacen efectos diferentes para diferentes interlocutores. No tenemos control sobre eso. Sin embargo, lo intentamos. Así, entran, en nuestra reflexión, la noción de contradicción junto a la de equívoco.

El sujeto y su forma histórica

La forma-sujeto histórica que corresponde a la de la sociedad actual bien representa la contradicción: es un sujeto al mismo tiempo libre y sumiso. El es capaz de una libertad sin límites y una sumisión sin fallas: puede decir todo, mientras se someta a la lengua para aprenderla y saberla. Esa esla base de lo que llamamos sujetamiento. Tomando en cuenta la relación de la lengua con la ideología, podemos observar como, a través de la noción de determinación, el sujeto gramatical crea un ideal de completud, participando del imaginario de un sujeto maestro de sus palabras: determina lo que dice. Sin embargo, ni siempre se presentó con esa característica, su característica, que es propia de lo que llamamos sujeto-de-derecho o sujeto jurídico, que es el sujeto de la modernidad. Dado que no podemos reducir la cuestión de la subjetividad a lo lingüístico, hacemos que también se considere su dimensión histórica y psicoanalítica. Aunque la subjetividad repose en la posibilidad de mecanismos lingüísticos específicos, no se puede explicar restrictivamente a través

de esos mecanismos.

Para no tener solo una concepción intemporal, a-histórica y digamos biológica de la subjetividad —reduciendo al hombre al ser natural— es necesario buscar comprenderla a través de su historicidad. Ahí podemos comprender esa ambigüedad de la noción de sujeto que, como dijimos anteriormente, si bien determina lo que dice, no obstante, en su relación con los sentidos es determinado por la exterioridad. C. Haroche (1987) nos muestra que la forma-sujeto religioso, característica de la Edad Media, representó una forma-sujeto diferente de la moderna forma-sujeto jurídico. Con la transformación de las relaciones sociales, el sujeto tuvo que tornarse su propio propietario, dando surgimiento al sujeto-de-derecho con su voluntad y responsabilidad. La subordinación explícita del hombre al discurso religioso da lugar a la subordinación, menos explícita, del hombre a las leyes, con sus derechos y deberes. De ahí la idea de un sujeto con libertad para escoger,el sujeto del capitalismo. La creencia en la Letra (sumisión a Dios) da lugar a la creencia en las Letras (sumisión al Estado y las Leyes). Creencia en las cifras, en la precisión, sustentada por el mecanismo lógico (si...entonces; 0...0). Esa esuna sumisión, dice C. Haroche (1987), menos visible porque preserva la idea de autonomía, de libertad individual, de no-determinación del sujeto. Es una forma de sujetamiento más abstracta y característica del formalismo jurídico, del capitalismo. Por otro lado, la inyunción a la nocontradicción es la garantía de la sumisión del sujeto al saber.

Es necesario agregar que la noción de sujeto-de-derecho se distingue de la noción de individuo. El sujeto-de-derecho no es una entidad psicológica, es efecto de una estructura social bien determinada: la sociedad capitalista. En consecuencia, hay determinación del sujeto mas, al mismo tiempo, hay procesos de individualización del sujeto por el Estado. En el capitalismo este proceso esfundamental para que se pueda gobernar. Sometiendo al sujeto, pero al mismo tiempo presentándolo como libre y responsable, el sujetamiento se hace de modo que el discurso aparezca como instrumento (limpio) del pensamiento y un reflejo (justo) de la realidad. En la transparencia del lenguaje, es la ideología quien fornece las evidencias que borran el carácter material del sentido y del sujeto. Ahí se sustenta la noción de literalidad: el sentido literal, en la concepción lingüística inmanente, es aquel que tiene una palabra independientemente de su uso en cualquier contexto. De ahí su carácter básico, discreto, inherente, abstracto y general. Sin embargo, si tomamos en cuenta, como en el Análisis de Discurso, la ideología, somos capaces de aprehender, de forma crítica, la ilusión que está en la base del estatuto primitivo de la literalidad: el hecho de que el sentido es producto histórico, efecto del discurso que sufre las determinaciones de los modos de sujetamiento de las diferentes formas-sujeto en su historicidad y en relación a las diferentes formas de poder. El hablante no opera con la literalidad como algo fijo e irreductible, dado que no hay un sentido único y previo, sino un sentido instituido históricamente en la relación del sujeto con la lengua y que hace parte de las condiciones de producción del discurso. La literalidad es una construcción que el analista debe considerar en relación al proceso discursivo y sus condiciones. Si la ilusión del sentido literal —o del efecto referencial, que representa la relación inmanente entre palabra y cosa, considerando que las "estrategias" retóricas, "maniobras" estilísticas, no son constitutivas de la representación de la realidad determinada por los sentidos de un discurso— hace que el sujeto tenga la impresión de transparencia; estarea del analista de discurso exponer la mirada del lector a la opacidad del texto, como dice M. Pecheux (1981), para comprender como se produce esa impresión y cuales son sus efectos.

Incompletud:

movimiento,

dislocamiento y ruptura

La incompletud es la condición del lenguaje. Ni sujetos ni sentidos están completos, "ya hechos", constituidos definitivamente. Se constituyen y funcionan bajo el modo, digamos, del entremedio, de la relación, de la falta, del movimiento. Esa incompletud atesta la abertura a lo simbólico, pues la falta es también el lugar de lo Entretanto, no es porque el proceso de significación es abierto que no sería regido, administrado. Al contrario, es por su abertura que él también está sujeto a la determinación, a la institucionalización, a la estabilización y la cristalización. Esta es también una manera de referir el lenguaje a los límites fluctuantes y tensos entre la paráfrasis y la polisemia. Al decir, el sujeto significa en condiciones determinadas, impelido, de un lado, por la

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Análisis

de Discurso,

Principios

y procedimientos

— Eni Orlandi

lengua y, de otro, por el mundo, por su experiencia, por hechos que reclaman sentidos y también por su memoria discursiva, por un saber/poder/deber decir, en que los hechos tienen sentido por inscribirse en formaciones discursivas que en el discurso representan las inyunciones ideológicas. Sujeto a falla, al juego, al acaso y también a la regla, al saber, a la necesidad. Así el hombre (se) significa. El sentido y el sujeto podrían ser los mismos, no obstante se deslizan, derivan hacia otros sentidos, hacia otras posiciones. La deriva, el desliz es el efecto metafórico, la transferencia, la palabra que habla con otras. Entre el juego y la regla, la necesidad y el acaso, en la confrontación del mundo y el lenguaje, entre lo sedimentado y lo por realizar, en la experiencia y en la historia, en la relación tensa de lo simbólico con lo real y el imaginario, el sujeto y el sentido se repiten y se dislocan. El equívoco, el non-sens, lo irrealizado, tiene su punto de articulación en el proceso polisémico, en la metáfora. En términos teóricos, eso significa que trabajamos continuamente la articulación entre estructura y acontecimiento: ni lo exactamente fijado, ni la libertad en acto. Sujetos, al mismo tiempo, a la lengua y la historia, a lo estabilizado y lo irrealizado, los hombres y los sentidos hacen sus recorridos, mantienen la línea, se detienen junto a los márgenes, ultrapasan límites, transbordan, retroceden. En el discurso, en el movimiento de lo simbólico, que no se cierra y que tiene su materialidad en la lengua y en la historia. Cuando decimos materialidad, estamos refiriéndonos justamente a la forma material, o sea, la forma encarnada, no abstracta ni empírica, donde no se separa forma y contenido: forma lingüístico-histórica, significativa. El lenguaje no es transparente, los sentidos no son contenidos. Es en el "cuerpo a cuerpo con el lenguaje" que el sujeto (se) dice. Y lo hace no quedándose solo en las evidencias producidas por la ideología. Como dijimos anteriormente, el interdiscurso —lamemoria discursiva—sustenta el decir en una estratificación de formulaciones ya hechas, sin embargo olvidadas, que van construyendo una historia de sentidos. Sobre esa memoria, donde no tenemos el control, se construyen nuestros sentidos, dándonos la impresión de saber sobre lo que estamos hablando. Como sabemos, ahí se crea la ilusión de que somos el origen de lo que decimos.

Falta acentuar el hecho de que este apagamient04 es necesario para que el sujeto se establezca un lugar posible en el movimiento de la identidad y de los sentidos: ellos no solo retornan, se proyectan en otros sentidos, constituyendo otras posibilidades para que los sujetos sesubjetiven. Por la naturaleza incompleta del sujeto, de los sentidos, del lenguaje (de lo simbólico), aunque todo sentido se afilie a una red de constitución, él puede ser un dislocamiento en esa red. Entretanto, hay también inyunciones a la estabilización, bloqueando el movimiento significante. En esecaso, el sentido no fluye y el sujeto no se disloca. El sujeto no se hace un lugar para tener sentido, al contrario, él es tomado por los lugares (decires) ya establecidos, en un imaginario en que su memoria no reverbera. Estaciona. Solo repite. De lo anterior, hemos propuesto la distinción entre tres formas de repetición: a. la repetición empírica (mnemónica), que es la del efecto papagayo, solo repite;

b. la repetición formal (técnica), que esotro modo de decir lo mismo; c. la repetición histórica, que es la que disloca, la que permite el movimiento porque historiciza el decir y el sujeto, haciendo fluir el discurso, en sus recorridos, trabajando el equívoco, la falla, atravesando las evidencias del imaginario y haciendo que lo irrealizado irrumpa en lo ya establecido.

La evidencia,producida por la ideología,representala saturaciónde los sentidosy de los sujetos producida por el apagamiento de su materialidad, o sea, por su des-historicización. Corresponde a procesos de identificación regidos por el imaginario y vaciados de su historicidad. Procesosen que se pierde la relación con lo real, quedándose solo con (en las) imágenes. No obstante está siempre lo incompleto, lo posible por la otra interpretación. Desliz, deriva, trabajo de la metáfora.

Significa haciendo historia. Historicizar esun concepto técnico de esta línea discursiva (Nota de la traductora). 2 Término técnico del Análisis de Discurso y del psicoanálisis (Nota de la traductora). 3 Sujetamiento, sujeto a la lengua, pero no entendido como sujeción. En Análisis de Discurso esun concepto que se constituyp de forma "ambigua", ya que comporta tanto el sentido de 'estar sujeto a la lengua' como el 'ser sujeto de lo que se habla" (Nota de la traductora). 4 Término técnico de Análisis de Discurso que tiene el sentido de borrar, de disminuir la fuerza (Nota de la traductora).

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Análisis

III.

de Discurso,

Dispositivo

Principios

y procedimientos

— Eni Orlandi

de análisis

El lugar de la interpretación

Ante las características que evocamos anteriormente y los conceptos que ya presentamos, cabe comenzar la reflexión sobre el dispositivo del análisis. ¿Si el lenguaje funciona de ese modo, cómo debe proceder el analista? ¿Queescuchadebe establecer para oír más allá de las evidencias y comprender, acogiendo la opacidad del lenguaje, la determinación de los sentidos por la historia, la constitución del sujeto por la ideología y el inconsciente, haciendo espacio para lo posible, la singularidad, la ruptura, la resistencia? Como dijimos anteriormente, la propuesta es la construcción de un dispositivo de interpretación. Ese dispositivo secaracteriza por colocar lo dicho en relación a lo no dicho, lo que el sujeto dice en un lugar con lo que es dicho en otro lugar, lo que es dicho de un modo con lo que es dicho de otro, buscando oír, en aquello que el sujeto dice, aquello que él no dice y que sin embargo constituye igualmente los sentidos de sus palabras. El Análisis de Discurso no busca el sentido "verdadero", sino lo real del sentido en su materialidad lingüística e histórica. La ideología no se aprende, el inconsciente no se controla con el saber. La propia lengua funciona ideológicamente, teniendo esejuego en su materialidad. M. Pecheux (1983) dirá que todo enunciado es lingüísticamente descriptible

como una serie de puntos de deriva posible ofreciendo lugar a la interpretación. Él es siempre susceptiblea ser/tornarse otro. Eselugar del otro enunciado es el lugar de la interpretación, manifestación del inconsciente y de la ideología en la producción de los sentidos y en la constitución de los sujetos. También en relación a la interpretación, podemos considerar el interdiscurso (el exterior) como la alteridad discursiva: "es porque hay lo otro en las sociedadesy en la historia, dice M. Pecheux (1990), correspondiente a ese otro discursivo constituido por el lenguaje, que ahí puede haber ligazón, identificación o transferencia, esto es, existencia de una relación abriendo la posibilidad de interpretar. Y es porque existe esaligazón que las filiaciones históricas pueden organizarse en memorias, y las relaciones sociales en redes de significantes". Hemos afirmado que no hay sentidos "literales" guardados en algún lugar —yasea en el cerebro o en la lengua—y que "aprendemos" a usar. Los sentidos y los sujetos se constituyen en procesos en que hay transferencias, juegos simbólicos sobre los cuales no tenemos el control y en los cuales el equívoco —el trabajo de la ideología y del inconsciente— está ampliamente presente. Las transferencias presentes en los procesos de identificación de los sujetos constituyen

una pluralidad contradictoria de filiaciones históricas. Una palabra siendo la misma, en la misma lengua, significa diferentemente, dependiendo de la posición del sujeto y de la inscripción de lo que dice en una u otra formación discursiva. El analista debe ser capaz de explicitar los procesos de identificación a través de su análisis: hablamos la misma lengua, no obstante hablamos diferente. Si es así, el dispositivo que él construye debe ser capaz de mostrar eso, de lidiar con eso. Ese dispositivo debe ser capaz de tomar en cuenta ideología e inconsciente

así considerados.

El dispositivo, la escucha discursiva, debe explicitar los gestos de interpretación que ligan a los procesos de identificación de los sujetos, sus filiaciones de sentidos: describir relación del sujeto con su memoria. En esa tarea, descripción e interpretación interrelacionan. Y también es tarea del analista distinguirlas, en su propósito comprensión. Así mismo podemos decir que la interpretación aparece en dos momentos del análisis:

se la se de

a. en un primer momento, esnecesario considerar que la interpretación hace parte del objeto del análisis, es decir, el sujeto que habla interpreta y el analista debe procurar describir ese gesto de interpretación del sujeto que constituye el sentido sometido a análisis. b. En un segundo momento, es necesario comprender que no hay descripción sin interpretación, entonces el propio analista está envuelto en la interpretación. Por eso, es necesario introducir un dispositivo teórico que pueda intervenir en la relación del analista con los objetos simbólicos que analiza, produciendo un dislocamiento en su relación de sujeto con la interpretación: ese dislocamiento permitirá que él trabaje en el entremedio de la descripción y la interpretación. Lo que se espera del dispositivo del analista es que él le permita trabajar no en una posición neutra, sino que relativizada frente a la interpretación: es necesario que él atraviese el efecto de transparencia del lenguaje, de la literalidad del sentido y de la omnipotencia del sujeto. Así, esedispositivo va a colocar una atención especial en la opacidad del lenguaje, en el descentramiento del sujeto y en el efecto metafórico, es decir, en el equívoco, en la falla y en la materialidad. En el trabajo de la ideología. La construcción de ese dispositivo resulta de llevar la posición del lector al lugar constnido por el analista. Lugar en que se muestra la alteridad del científico, la lectura otra que él puede producir. En ese lugar él no reflexiona, mas sitúa, comprende el_movimiento de la interpretación inscrito en el objeto simbólico hacia el que se enfoca. El puede entonces contemplar (teorizar) y exponer (describir) los efectos de la interpretación. Es por eso que decimos que el analista de discurso, a diferencia del hermeneuta, no interpreta, él trabaja (en) los límites de la interpretación. El no se coloca fuera de la historia, de lo simbólico o de la ideología. El se coloca en una posición dislocada que le permite contemplar el proceso de producción de sentidos en sus condiciones. Sin buscar eliminar los efectos de evidencia producidos por el lenguaje en su funcionamiento y sin pretender colocarse fuera de la interpretación —fuera de la historia, fuera de la lengua—,el analista produce su dispositivo teórico de manera de no ser víctima de esos efectos, de esas ilusiones, sino sacar provecho de ellas. V lo hace a través de la mediación teórica. Para que, en el funcionamiento del discurso, en la producción de los

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Análisis

de Discurso,

Principios

y procedimientos

—Eni Orlandi

efectos, él no refleje solo en el sentido del reflejo, de la imagen, de la ideología, sino

reflexione en el sentido de pensar.l Esto significa colocar en suspensola interpretación. Contemplar. Que, en su origen griego, está relacionado con dios, con el momento en que el

héroecontemplaantesde la lucha:él encarasu tarea.Él piensa. En nuestro caso,se trata de la teoría, en el sentido de que no hay análisis de discurso sin la mediación teórica permanente, en todos los pasos del análisis, trabajando la intermitencia entre descripción e interpretación, que constituyen, ambas, el proceso de comprensión del analista. Es así como el analista de discurso "encara" el lenguaje. Teniendo eso en cuenta, él finalmente construye su dispositivo analítico, que él particulariza a partir de la pregunta que él coloca frente a los materiales de análisis que constituyen su corpus y que él busca comprender, en función del dominio científico al que vincula su trabajo. Con esedispositivo, él está en condiciones de practicar su análisis, y es a partir de ese dispositivo que él interpretará los resultados a que llegue a través del análisis del discurso que emprendió. Para eso es necesario que comprenda como el discurso se textualiza.

Las bases

del análisis

Si pensamos en el análisis, uno de los primeros puntos a considerar es la constitución del corpus (E. Orlandi, 1998). La delimitación del corpus no sigue criterios empíricos (positivistas), sino teóricos. En general distinguimos el corpus experimental y el de archivo. En relación a la naturaleza del lenguaje, debemos decir que el Análisis de Discurso se interesa por prácticas discursivas de diferentes naturalezas: imagen, sonido, letra, etc. En esaforma de análisis no seobjetiva la exhaustividad que llamamos horizontal, o sea, en

extensión,ni la completud, o exhaustividaden relación al objeto empírico. Él es inagotable. Esto porque, por definición, todo discurso se establece en relación con un discurso anterior y apunta hacia otro. No hay discurso cerrado en sí mismo, sino un proceso discursivo del cual se pueden recortar y analizar estados diferentes. La exhaustividad deseada —quellamamos vertical— debe ser considerada en relación a los objetivos del análisis y a su temática. Esa exhaustividad vertical, en profundidad, conduce a consecuencias teóricas relevantes y no trata los "datos" como meras ilustraciones. Trata de "hechos" del lenguaje con su memoria, su espesura semántica, su materialidad lingüísticodiscursiva.

Así, la construcción del corpus y el análisis están íntimamente ligados: decidir lo que forma parte del corpus ya es decidir acerca de las propiedades discursivas. Actualmente se considera que la mejor manera de atender la cuestión de la constitución del corpus es construir montajes discursivos que obedezcan criterios que derivan de principios teóricos del Análisis de Discurso, frente a los objetivos del análisis, y que permitan llegar a su comprensión. Esos objetivos, en consonancia con el método y los procedimientos, no buscan

la demostración, sino mostrar como un discurso funciona produciendo (efectos de) sentidos. Ahí no podemos evitar tocar una distinción productiva que existe entre discurso y texto, que a su vez trae necesariamente consigo la distinción que existe entre sujeto y autor. El texto es la unidad que el analista tiene frente a él y por la cual él comienza. ¿Qué hace el analista frente a un texto? Lo remite inmediatamente a un discurso que, a su vez, se explicita en sus regularidades por su referencia a una u otra formación discursiva que, a su vez, adquiere sentido porque deriva de un juego definido por la formación ideológica dominante en aquella coyuntura. La dificultad está en que no hay un contacto inaugural con el discurso (o discursos), con el material que es nuestro objeto de análisis. Esto porque él no se da como algo ya discernido y puesto. En gran medida el corpus resulta de una construcción del propio analista. El análisis es un proceso que comienza con el propio establecimiento del corpus y que se organiza de acuerdo a la naturaleza del material y a la pregunta (punto de vista) inicial. De ahí surge la necesidad de que la teoría intervenga en todo momento para "regir" la relación del analista con su objeto, con los sentidos, con él mismo, con la interpretación. Consecuentemente, tampoco decimos del análisis que él es objetivo, sino que él debe ser lo menos subjetivo posible, explicitando el modo de producción de sentidos del objeto observado.

Por eso mismo, concluido el análisis, lo que podemos evaluar es la capacidad analítica del investigador, por la habilidad con que él practica la teoría, frente a su responsabilidad teórica, por tanto, y a su capacidad como escritor —explicación del análisis—para interpretar los resultados de su proceso de comprensión del discurso que analizó.

Unavezanalizado,el objeto permanecepara nuevosy nuevosabordajes.Él no seagotaen una descripción. Y esto no está relacionado con la objetividad del análisis, sino con el hecho de que todo discurso es parte de un proceso discursivo más amplio que recortamos donde la forma del recorte determina el modo de realizar el análisis y el dispositivo teórico de la interpretación que construimos. Por eso, el dispositivo analítico puede ser diferente en las diferentes ocasiones en que tomamos el corpus para realizar un análisis, según la pregunta colocada por el analista en sus objetivos. Esto conduce a resultados diferentes. Por ejemplo, si analizamos un texto del siglo XVII, pensando el discurso jesuita en la colonización de Brasil, vamos a proponer un dispositivo que moviliza nociones que no serán las mismas si consideramos el mismo texto en función de un análisis que se propone comprender cómo en él se encuentran trazos del discurso machista, por ejemplo. Los textos, para nosotros, no son documentos que ilustran ideas pre-concebidas, sino monumentos en los cuales se inscriben múltiples posibilidades de lectura. Ni tampoco nos atenemos a sus aspectos formales cuya repetición está garantizada por las reglas de la lengua, pues nos interesa su materialidad, que es lingüístico-histórica; luego no se remite a reglas, sino a sus condiciones de producción en relación a la memoria, donde inte:vienen la ideología, el inconsciente, el olvido, la falla, el equívoco. Lo que nos interesa no son las marcas en sí, mas su funcionamiento en el discurso. Lo que buscamos es describir y comprender este funcionamiento.

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Análisis

Una

de Discurso,

cuestión

Principios

y procedimientos

— Eni Orlandi

de método

Hay un paso inicial fundamental que es el que se da entre la superficie lingüística (el material de lenguaje bruto colectado tal como existe) y el objeto discursivo, éste siendo definido por el hecho de que el corpus ya recibió un primer tratamiento de análisis superficial, hecho en una primera instancia, por el analista, y ya se encuentra desuperficializado. ¿En qué consiste ese proceso de de-superficialización? Justamente en el análisis de lo que llamamos materialidad lingüística: el como se dice, el quien dice, en que circunstancias, etc. Es decir, en aquello que se muestra en su sintaxis y como proceso de enunciación (en que el sujeto se marca en lo que dice), entregándonos pistas para comprender el modo en que el discurso que investigamos se textualiza. Observamos eso en función de formaciones imaginarias (la imagen que se tiene de un elector universitario, un docente, un candidato a rector, movimiento social, etc.), en sus relaciones de sentido y de fuerzas (de que lugar habla etc.), a través de los vestigios que dejan en el hilo del discurso. Con esto buscamos ocuparnos del llamado olvido número 2 (del domino de la enunciación), que da la impresión de que aquello que es dicho solo podría ser dicho de aquella manera. Con ese primer movimiento de análisis, trabajamos en el sentido de deshacer los efectos de esa ilusión: construimos, a partir del material bruto, un objeto discursivo en que analizamos lo que es dicho en ese discurso y lo que es dicho en otros, en otras condiciones, afectados por diferentes memorias discursivas. Ahí comienza a aparecer el modo de funcionamiento del discurso, obse:vada la relación que existe entre diferentes superficies lingüísticas frente al mismo proceso discursivo. Con esto detectamos

la relación

del discurso

con las formaciones

discursivas.

El objeto discursivo no es dado, él supone un trabajo del analista y para llegar a él es necesario, en una primera etapa de análisis, convertir la superficie lingüística (el corpus bruto), el dato empírico, de un discurso concreto, en un objeto teórico, esto es, un objeto lingüísticamente de-superficializado, producido en un primer abordaje analítico que trata críticamente la impresión de "realidad" del pensamiento, ilusión que sobrepone palabras, ideas y cosas. A partir de ese momento, estamos en condiciones de analizar propiamente la discursividad

queesnuestroobjetivo porqueya comenzamosaentrar en el procesodiscursivoy salimosde su producto acabado, en el cual estábamos presos, y cuyos efectos nos afectan lingüística e ideológicamente. El análisis, dígase a propósito, busca justamente dislocar el sujeto frente a esos efectos. Eseya es un movimiento de comprensión que sesustenta en una primera etapa de análisis practicada por el dispositivo analítico. En el ejemplo que presentamos, construimos el objeto discursivo colocando el texto expuesto en el campus Vote Sin Miedo, en relación al texto formulado por nosotros como contrapunto Vote Con Coraje. Esa ya es una construcción del análisis y deshace el producto

como tal para hacer aparecer el proceso. Con eso, ya nos estamos colocando en guardia, teóricamente, del punto de vista de los efectos del discurso, y produciendo un recorte que va organizando el corpus. Nuestro punto de partida es que el Análisis de Discurso busca comprender como un objeto simbólico produce sentidos. La transformación de la superficie lingüística en un objeto discursivo es el primer paso para esa comprensión. Se inicia el trabajo de análisis con la configuración del corpus, delineando sus límites, haciendo recortes, en la misma medida en que se va realizando un primer trabajo de análisis, retomándose conceptos y nociones, pues el Análisis de Discurso tiene un procedimiento que demanda un ir-y-venir constante entre teoría, consulta al corpus y análisis. Ese procedimiento se da a lo largo de todo el trabajo. Comenzamos por obserar el modo de construcción, la estructuración, el modo de circulación y los diferentes gestosde lectura que constituyen los sentidos del texto sometido a análisis. A partir de esemomento estamos en condiciones de desarrollar el análisis, a partir de los vestigios que ahí vamos encontrando, pudiendo ir más lejos en la búsqueda de lo que llamamos proceso discursivo. En el ejemplo que tomamos, solo podemos comprender lo que es ese modo peculiar de significar del discurso político universitario, si profundizamos el análisis y alcanzamos, en una segunda fase, el proceso discursivo. En ese nuevo paso, ahora del objeto al proceso discursivo, pasamos al mismo tiempo del delineamiento de las formaciones discursivas a su relación con la ideología, lo que nos permite comprender como se constituyen los sentidos de esedecir. En el caso de Vote Sin Miedo, es en ese paso que vemos, en la red de afiliación de sentidos y sus relaciones diseñadas por la ideología, el compromiso de ese decir con la memoria del fascismo, como un efecto que los propios locutores pueden incluso hasta desconocer y que sin embargo está allá con su eficacia. Entre las innumerables posibilidades de formulación, los sujetos dicen x y no y, significando, produciéndose en procesos de identificación que aparecen como si estuviesen referidos a sentidos que allí están, como productos de la relación evidente entre palabras y cosas. No obstante, como dijimos, las palabras reflejan sentidos de discursos ya realizados, imaginados o posibles. Es así como la historia se hace presente en la lengua. Procesos como paráfrasis, metáfora, sinonimia son presencia de la historicidad en la lengua. Dicho de otro modo, esos procesos atestan, en la lengua, su capacidad de historicizarse.

Hechos vividos reclaman sentidos y los sujetos se mueven entre lo real de la lengua y lo real de la historia, entre el acaso y la necesidad, el juego y la regla, produciendo gestos de interpretación. Por su lado, el analista encuentra, en el texto, las pistas de los gestos de interpretación, que se tejen en la historicidad. Por su trabajo de análisis, por el dispositivo que construye, considerando los procesos discursivos, él puede explicitar el modo de constitución de los sujetos y de producción de los sentidos. Pasa de la superficie lingüística (corpus bruto, textos) al objeto discursivo y de éste al proceso discursivo. Esto, para el

analistacon sudispositivo, tienecomoresultado mostrar el trabajo de la ideología. En otras palabras, es trabajando esas etapas del análisis que él observa los efectos de la lengua en la ideología y la materialización de ésta en la lengua. O, lo que eslo mismo desde el punto de

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Análisis

de Discurso,

Principios

y procedimientos

— Eni

Oriandi

vista del analista: es de esemodo que él aprehende la historicidad del texto. Ahí se destacala textualización de lo político, entendido discursivamente: la simbolización de las relaciones de poder presentes en el texto.

Textualidad y discursividad

Cuando hablamos de historicidad, no pensamos la historia reflejada en el texto, sino que tratamos de la historicidad del texto en su materialidad. Lo que llamamos historicidad es el acontecimiento del texto como discurso, el trabajo de los sentidos en él. Sin duda, hay un nexo entre la historia externa y la historicidad del texto (la trama de sentidos en él), mas ese nexo no es directo, ni automático, ni funciona como una relación de causa-y-efecto. En los textos no vemos los "contenidos" de la historia. Ellos son tomados como discursos, en cuya materialidad está inscrita la relación con la exterioridad. Entre la evidencia empírica y el cálculo formal exacto, en Análisis de Discurso trabajamos en una región menos visible, menos obvia y menos demostrable, sin embargo igualmente relevante, que es la región de la materialidad histórica del lenguaje. El texto, referido a la discursividad, es el vestigio más importante de esa materialidad, funcionando como unidad de análisis. Unidad que se establece, por la historicidad, como unidad de sentido en relación a la situación. De esamanera, el texto no esdefinido por su extensión: él puede tener desde solo una letra hasta muchas frases, enunciados, páginas, etc. Una letra escrita en una puerta, al lado de otra puerta con letra indicándonos los baños masculino y femenino, es un texto, pues es una unidad de sentido en aquella situación. Y eso refiere, en nuestra memoria, el hecho de que en nuestra sociedad, en nuestra historia, la distinción masculino/femenino es significativa y es practicada socialmente hasta para distinguir lugares propios (e impropios...). Por eso esa "O" tiene su sentido: tiene su historicidad, apela a un trabajo de interpretación. Del mismo modo, "Vote Sin Miedo" tiene sus sentidos, de los cuales apuntamos algunos. Pero un texto puede ser, también, todo un libro, que tiene sentido en la situación literaria, presentándose como una novela, por ejemplo. Por tanto no es la extensión lo que delimita lo que es un texto. Como dijimos, es el hecho de, al ser referido a la discursividad, constituir una unidad en relación a la situación. Ser escrito u oral tampoco cambia la definición del texto. Como la materialidad cuenta, ciertamente un texto escrito y uno oral significan de un modo específico particular de acuerdo a sus propiedades materiales. No obstante, ambos son textos. Si el texto esla unidad de análisis, solo puede serlo porque representa una contrapartida a la unidad teórica, el discurso, que es definido como efecto de sentidos entre locutores. El texto es texto porque significa. Entonces, para el Análisis de Discurso, lo que interesa no es la organización lingüística del texto, sino como el texto organiza la relación de la lengua con la historia en el trabajo significante del sujeto en su relación con el mundo. Esa es la naturaleza de su unidad: lingüístico-histórica. Consideramos el texto no solo como un dato lingüístico (con sus marcas, organización,

etc.) sino como "hecho" discursivo, siendo vital la memoria para la consideración de los elementos sometidos a análisis. Son los hechos lo que nos permite llegar a la memoria de la lengua: de ese modo podemos comprender como funciona el texto, como objeto simbólico. Como los textos son hechos de lenguaje por excelencia, los estudios que no tratan la textualidad no llegan a establecer la relación de la memoria con la lengua. Para comprender —comose propone el Análisis de Discurso— el lector debe relacionarse con los diferentes procesos de significación que ocurren en un texto. Esos procesos, a su vez, son función de su historicidad. Comprender cómo un texto funciona, cómo produce sentidos, es comprenderlo como objeto lingüístico-histórico, es explicitar como realiza la discursividad que lo constituye. Los textos individualizan —como unidad— un conjunto de relaciones significativas. Así, ellos son unidades complejas, constituyendo un todo que resulta de una articulación de naturaleza lingüístico-histórica. Todo texto es heterogéneo: en relación a la naturaleza de los diferentes materiales simbólicos (imagen, sonido, grafía, etc.); en relación a la naturaleza de los lenguajes (oral, escrito, científico, literario, narrativo, descriptivo, etc.); en relación a las posiciones del sujeto. Además, podemos considerar esas diferencias en función de las formaciones discursivas: en un texto no encontramos solo una formación discursiva, pues él uede ser atravesado por varias formaciones discursivas que en él se organizan en función e una dominante.

Según lo que pensamos, el discurso es una dispersión de textos y el texto es una dispersión del sujeto. El sujeto se subjetiva de maneras diferentes a lo largo de un texto. Hay puntos de subjetivación a lo largo de toda la textualidad. El discurso universitario, por ejemplo, se constituye de una dispersión de textos: los textos de los profesores, de los alumnos, de los funcionarios. de los administradores, textos burocráticos, científicos, pedagógicos, etc. Toda esa textualidad forma parte del discurso universitario. Inclusive los discursos de las elecciones de cargos de dirección, rectoría, etc. Por otro lado, inclusive textos aún no escritos o dichos podrán llegar a formar parte de ese conjunto de textos que componen lo que es el discurso universitario. De ahí que D. Maingueneau (1984), retomando Foucault (1969), dirá que el discurso es una dispersión de textos cuyo modo de inscripción histórica permite definirlo como un espacio de regularidades enunciativas, diríamos enunciativo-discursivas. Decir "discurso universitario" no es tanto referirse a un conjunto de textos efectivos, sino a un conjunto virtual, el de los textos que podrían ser producidos de acuerdo a las coerciones de una formación discursiva. De tal modo que un texto como "Vote Sin Miedo" fijado en el campus en la época de las elecciones para rector forma parte del discurso universitario y debe tomar esto en cuenta. Así también otros enunciados que se produzcan en las mismas condiciones históricoideológicas también forman parte de ese discurso y se constituyen en relación a las coerciones de la formación en que se inscriben. El discurso, por principio, no se cierra. Es un proceso en curso. No es un conjunto de textos, sino una práctica. En ese sentido, consideramos el discurso en el conjunto de las prácticas que constituyen la sociedad en la historia, con la diferencia de que la práctica discursiva se especifica por ser una práctica simbólica.

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Análisis

de Discurso,

Principios

y procedimientos

— Eni Orlandi

Vn sujeto no produce solo un discurso; un discurso no es igual a un texto. Como vimos anteriormente, en la dispersión de textos que constituyen un discurso, la relación con las formaciones discursivas es fundamental; por eso, en el procedimiento de análisis debemos buscar remitir los textos al discurso y esclarecer las relaciones de este con las formaciones discursivas pensando, a su vez, las relaciones de éstas con la ideología. Este es el recorrido que constituye las diferentes etapas del análisis. Pasando de la superficie lingüística al proceso discursivo. De la misma manera, pasamos por el análisis de los olvidos y llegamos más cerca de lo real de los sentidos en la observación de las posiciones de los sujetos. Podemos entonces concluir que el Análisis de Discurso no está interesado en el texto en sí como objeto final de su explicación, sino como unidad que le permite tener acceso al discurso. El trabajo del analista es recorrer el camino por el cual el orden del discurso se materializa en la estructuración del texto (y el de la lengua en la ideología). Eso corresponde a saber como el discurso

se textualiza.

El texto, como dijimos, es la unidad de análisis afectada por las condiciones de producción y es también el lugar de la relación con la representación del lenguaje: sonido, letra. espacio, dimensión direccionada, tamaño. Pero es también, y sobre todo, espacio significante: lugar de juego de sentidos, de trabajo del lenguaje, de funcionamiento de la discursividad. Como todo objeto simbólico, él es objeto de interpretación. El analista tiene que comprender como produce sentidos, lo que implica tanto saber como puede ser leído, como la forma en que los sentidos están en él. En el Análisis de Discurso, no se toma el texto como punto de partida absoluto (dadas las relaciones de sentidos) ni de llegada. Un texto es solo una pieza de lenguaje de un proceso discursivo mucho más amplio y es así como debe ser considerado. Es un ejemplar de discurso. Hecho el análisis, el analista no hablará sobre el texto, sino sobre el discurso. Una vez que se llega al proceso discursivo, que es responsable por el modo en que el texto significa, el texto o los textos particulares analizados desaparecen como referencias específicas para dar lugar a la comprensión de todo un proceso discursivo del cual ellos —y otros que ni conocemos—son parte. Ellos tampoco están relacionados solo con los procesos discursivos que eran objeto de aquel análisis en particular y permanecen abiertos a nuevos análisis. Lo que tenemos, como producto del análisis, es la comprensión de los procesos de producción de sentidos y de constitución de los sujetos en sus posiciones. La mediación de un dispositivo analítico, de la teoría y de los objetivos del analista dan al texto su estatuto como unidad de análisis. Los textos, como objetos que se constituyen en materiales del Análisis de Discurso, son provisorios. La duración del texto se da, por un lado, empíricamente, porque son constituidos de materiales tangibles y, por otro lado, en el trabajo de archivo, porque ellos permanecen (son acondicionados) como parte de la memoria institucionalizada. Hecho el análisis, sin embargo, el analista prescinde de los textos. Una vez que se llega al proceso discursivo, es éste quien da al analista las indicaciones que él necesita para comprender la producción de los sentidos. Los textos dejan de ser sus objetos.

Autor y Sujeto: el imaginario y lo real

Las distinciones que proponemos establecen una relación entre texto y discurso, la cual tiene su contraparte, que se da entre autor y sujeto. El sujeto, diríamos, espara el discurso como el autor es para el texto. Si la relación del sujeto con el texto es la de dispersión, al contrario, la autoría implica disciplina, organización, unidad. Así como definimos, el discurso como efecto de sentido entre locutores, y consideramos, en contrapartida, el texto, como siendo una unidad que podemos, empíricamente, representar como teniendo comienzo, medio y fin, una superficie lingüística cerrada en ella misma, así también consideramos el sujeto como resultando de la interpelación del individuo por la ideología. Mas el autor, al contrario, es representación de unidad y se delimita en la práctica social como una función específica del sujeto. Como dice Vignaux (1979), el discurso no tiene como función constituir la representación de una realidad. No obstante, funciona de modo que asegure la permanencia de una cierta representación. Para eso, diríamos, hay un proyecto totalizante del sujeto en la base de todo discurso, proyecto que lo convierte en autor. El autor es el lugar en que se realiza ese proyecto totalizante, el lugar en que se construye la unidad del sujeto. Como el lugar de la unidad es el texto, el sujeto se constituye como autor al constituir el texto en su unidad, con su coherencia y completud. Coherencia y completud imaginarias. Creo que aquí es útil distinguir algo que forma parte de la reflexión del Análisis de Discurso como un principio que le es propio: la distinción entre real e imaginario. Lo que tenemos en términos de real del discurso esla discontinuidad, la dispersión, la incompletud, la falta, el equívoco, la contradicción, constitutivas tanto del sujeto como del sentido. Por otro lado, a nivel de las representaciones, tenemos la unidad, la completud, la coherencia, lo claro y distinto, la no contradicción, en la instancia del imaginario. Es por esa articulación necesaria y siempre presente entre lo real y lo imaginario que el discurso funciona. También es de esanaturaleza la distinción (relación necesaria) entre discurso y texto, sujeto y autor. Se trata de considerar la unidad (imaginaria) en la dispersión (real): por un lado, la dispersión de los textos y del sujeto, por otro lado, la unidad del discurso y la identidad del autor. Así, aunque lo propio del discurso y del sujeto sea su incompletud, su dispersión, y que un texto seaheterogéneo pues puede ser afectado por distintas formaciones discursivas, diferentes posiciones del sujeto, él es regido por la fuerza del imaginario de la unidad, estableciéndose una relación de dominancia de una formación discursiva con las otras, en su constitución. Ese es otro efecto discursivo regido por el imaginario, lo que le da una dirección ideológica, un anclaje político.

Función-Autor

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Análisis

de Discurso,

Principios

y procedimientos

—Eni Orlandi

Podemos entonces decir que la autoría es una función del sujeto. La función-autor, que es una función discursiva del sujeto, se establece junto a otras funciones, éstas enunciativas, que son el locutor y el enunciador, tal como las define O. Ducrot (1984): el locutor es aquel que se representa como "yo" en el discurso y el enunciador es la perspectiva que ese "yo" construye.

¿Quées la función-autor discursiva tal como la concebimos? Para responder vamos a hacer un rodeo con Foucault (1971). Según ese autor hay procesos internos de control del discurso que se dan a título de principios de clasificación, de ordenación, de distribución, buscando domesticar la dimensión de acontecimiento y de acaso del discurso. Diríamos normándolo. Tal control puede ser observado en nociones como las de comentario, disciplina y, justamente, en la de autor. Esas nociones tienen un papel multiplicador mas también tienen función restrictiva y coercitiva.

Entonces, el autor es considerado como principio de agrupamiento del discurso, como unidad y origen de sus significaciones, como fulcro de su coherencia. No obstante para Foucault (ídem) el principio de la autoría no es válido para todo ni constantemente: hay discursos, como las conversaciones, recetas, decretos, contratos, que necesitan de quien los firme, pero, según Foucault, no de autores. En mi trabajo disloqué esanoción para considerar, a diferencia de Foucault, que la propia unidad del texto esefecto discursivo que deriva del principio de la autoría. De esa manera, le atribuimos un alcance mayor, que especifica el principio de la autoría como necesario para cualquier discurso, colocándolo en el origen de la textualidad. En otras palabras: un texto puede hasta no tener un autor específico, sin embargo, por la función-autor, siempre se le imputa una autoría. Retomamos entonces a Foucault (1971): el principio del autor limita el acaso del discurso por el juego de una identidad que tiene la forma de la individualidad y del yo. Así, pensamos la autoría como una función discursiva: si el locutor se representa como yo en el discurso y el enunciador esla perspectiva que asume ese yo, la función discursiva autor es la función que eseyo asume como productor de lenguaje, productor de texto. De las dimensiones del sujeto, es la que está más determinada por la exterioridad —contexto socio-histórico— y es más afectada por las exigencias de coherencia, no contradicción, responsabilidad, etc. Siendo la autoría la función más afectada por el contacto con lo social y con las coerciones, ella está más sometida a las reglas de las instituciones en ella son más visibles los procedimientos disciplinares. Si el sujeto es opaco y el discurso no es transparente, no obstante el texto debe ser coherente, no-contradictorio y su autor debe ser visible, colocándose en el origen de su decir. Del autor se exige: coherencia, respeto a las normas establecidas, explicación, claridad, conocimiento de las reglas textuales, originalidad, relevancia y, entre otras cosas, unidad, no-contradicción, progresión y duración de su discurso, o mejor dicho, de su texto. Esas exigencias tienen una finalidad: buscan tornar visible al sujeto (como autor) con sus intenciones, objetivos, dirección argumentativa. Un sujeto visible es predecible, identificable, controlable. Como autor, el sujeto, al mismo tiempo que reconoce una

exterioridad a la cual debe referirse, también se remite a su interioridad, construyendo de ese modo su identidad como autor. Trabajando la articulación interioridad/exterioridad, "aprende" a asumir el papel de autor y aquello que implica. A ese proceso, llamé (E. Orlandi, 1988) asunción de la autoría. Según ella, el autor es el sujeto que, teniendo el dominio de ciertos mecanismos discursivos, representa, por el lenguaje, ese papel en el orden en que está inscrito, en la posición en que se constituye, asumiendo la responsabilidad por lo que dice, como dice, etc. Para ser autor no basta hablar. La asunción de la autoría implica una inserción del sujeto en la cultura, una posición del autor en el contexto histórico-social. Aprender a representarse como autor es asumir, frente a las instancias institucionales, ese papel social en su relación con el lenguaje: constituirse y mostrarse autor (E. Orlandi, 1988). El sujeto necesita pasar de la multiplicidad de representaciones posibles a la organización de esa dispersión en un todo coherente, presentándose como autor, responsable por la unidad y coherencia de lo que dice. Esa representación del sujeto, o mejor dicho, esa función que le es propia, tiene su polo correspondiente que esel lector. Eso es así de tal modo, que se cobra del lector un modo de lectura determinado, pues él está, como el autor, afectado por su inserción en lo social y en la historia. El lector tiene su identidad configurada como tal por el lugar social en que se define "su" lectura, por la cual, dígase a propósito, es considerado responsable. Eso varía según la forma histórica, tal como para la autoría: hoy no se es autor (o lector) del mismo modo que en la Edad Media. Entre otras cosas,porque la relación con la interpretación es diferente en las diferentes épocas, así como también es diferente el modo de constitución del sujeto en los modos en que él se individualiza (se identifica) en la relación con las diferentes instituciones, en diferentes formaciones sociales, tomadas en la historia. Ahí trabajan las diferentes formas de confrontación de lo político con lo simbólico.

El análisis: dispositivo y procedimientos

Los procedimientos del Análisis de Discurso tienen la noción de funcionamiento como una

cuestión central,llevando al analistaa comprenderlopor la observaciónde los procesosy mecanismos de constitución de sentidos y de sujetos, tomando la paráfrasis y la metáfora como elementos que permiten un cierto grado de operacionalización de los conceptos. Vamos a retomar aquí lo que ya referimos en el ítem "Una Cuestión de Método", a saber, que el análisis se realiza por etapas, que corresponden a tomar en consideración propiedades del discurso referidas a su funcionamiento y vamos a cotejar las etapas con los procedimientos que dan forma al dispositivo. Estas etapas de análisis tienen, como su correlato, el recorrido que nos permite pasar del texto al discurso, en el contacto con el corpus que esel material empírico. Ellas están así dispuestas en su correlación:

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Análisis

de Discurso,

Principios

y procedimientos

— Eni Orlandi

Etapa: paso de la Superficie Lingüística para

Etapa: paso

(Discurso)

Discursiva para el

Proceso Discursivo

Etapa:

eclógica

En la primera etapa, el analista, en contacto con el texto, busca ver en él su discursividad y en una primera coyuntura de análisis —denaturaleza lingüístico enunciativa— construye un objeto discursivo en que ya está considerado el olvido número 2 (de la instancia de la enunciación), superando así la ilusión de que aquello que fue dicho solo podría ser dicho de aquella forma. Se desnaturaliza la relación palabra-cosa. En ese momento del análisis es fundamental el trabajo con las paráfrasis, la sinonimia, la relación del decir y no-decir, etc. Esta etapa prepara al analista para que comience a vislumbrar la configuración de las formaciones discursivas que están dominando la práctica discursiva en cuestión. Lo que hace el analista es tornar visible el hecho de que en el transcurso del decir se forman familias parafrásticas relacionando lo que fue dicho con lo que no fue dicho, con lo que podría ser dicho, etc. Estos otros decires ahí observados dan las delimitaciones de las formaciones discursivas que intervienen ahí, haciendo que las palabras signifiquen como x o y. En la segunda etapa, a partir del objeto discursivo, el analista va a realizar un análisis que busca relacionar las formaciones discursivas distintas —quepueden haberse delineado en el juego de sentidos observado en el análisis del proceso de significación (paráfrasis, sinonimia, etc.)—con la formación ideológica que rige esas relaciones. Es ahí que el analista llega a la constitución de los procesos discursivos responsables de los efectos de sentidos producidos en aquel material simbólico, de cuya formulación el analista partió. A lo largo de todo el procedimiento analítico, junto al mecanismo parafrástico, cabe al analista observar lo que llamamos

efectos

metafóricos.

La definición del efecto metafórico nos permite, poniendo en relación discurso y lengua, objetivar, en el análisis, el modo de articulación entre estructura y acontecimiento. El efecto metafórico, nos dice M. Pecheux (1969), es el fenómeno semántico producido por una sustitución contextual, recordando que este deslizamiento de sentido entre x e y es constitutivo tanto del sentido designado por x como por y. Como eseefecto es característico de las lenguas (naturales), en oposición a los códigos y a las lenguas artificiales, podemos decir que no hay lengua sin esos deslices; consecuentemente no hay lengua que no ofrezca lugar a interpretación. En otras palabras, la interpretación es constitutiva de la propia lengua. Y donde está la interpretación, está la relación de la lengua con la historia para significar. La metáfora es constitutiva del propio proceso de producción de sentido y de la constitución del sujeto. Hablamos de la metáfora no vista como desvío, mas como

transferencia. En la representación que se expone a continuación podemos obsetvar el trabajo producido por el desliz (la deriva), por el efecto metafórico, lugar de la interpretación y de la historicidad.

e, b.c,d

e. f,c.d

En esa representación, el punto de partida (a, b, c, d) y el punto de llegada (e, f, g, h), a través de los deslizamientos de sentidos —efectosmetafóricos—que se dieron de un elemento al siguiente, son totalmente diferentes. Mas esa diferencia es sustentada en un mismo punto que se desliza de un elemento al siguiente, lo que nos lleva a decir que en esa diferencia hay lo mismo.

El proceso de producción de sentidos está necesariamente sujeto al desliz, habiendo siempre un "otro" posible que lo constituye. Como dijimos, el desliz de a hacia e forma parte del sentido de a y de e. Tanto lo diferente como lo mismo son producción de la historia, son afectados por el efecto metafórico. En la representación de esa figura, vemos la historicidad representada por los deslices producidos en las relaciones de paráfrasis que instalan el decir en la articulación de diferentes formaciones discursivas, sometiéndolos a la metáfora (transferencias), a los dislocamientos: posibles "otros". Hablamos la misma lengua mas hablamos diferente. Decimos las mismas palabras mas ellas pueden significar diferente. Las palabras remiten a discursos que derivan sus sentidos de las formaciones discursivas, regiones del interdiscurso que, a su vez, en el discurso representan a las formaciones ideológicas. Como dijimos, el interdiscurso significa justamente la relación del discurso con una multiplicidad de discursos, o sea, él es un conjunto no discernible, no representable, de discursos que sustentan la propia posibilidad del decir, su memoria. Representa así la alteridad por excelencia (lo Otro), la historicidad. Hemos dicho que en Análisis de Discurso es ese el modo en que la historicidad debe ser comprendida, como aquello que hace que los sentidos sean los mismos y también que se transformen.

El efecto metafórico, el desliz —propio del orden de lo simbólico— es lugar de la interpretación, de la ideología, de la historicidad. Esa es la relación entre la lengua y el discurso: la lengua espensada "como sistema sintáctico intrínsecamente susceptible al juego y la discursividad como inscripción de efectos lingüísticos materiales en la historia" como dice M. Pecheux (1980). Efectos materiales en la historia, deslices, paráfrasis, metáfora. He

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Análisis

de Discurso,

Principios

y procedimientos

— Eni Orlandi

ahí un conjunto de nociones que sustentan la posibilidad del análisis. En un retorno continuo del objeto de análisis a la teoría, en un movimiento constante de descripción e interpretación, el analista teje las intrincadas relaciones del discurso, de la lengua, del sujeto, de los sentidos, articulando ideología e inconsciente. Este modo de concebir el desliz, el efecto metafórico, como parte del funcionamiento discursivo, se relaciona con la manera en que se concibe la ideología. Si pensamos en la interpretación, ese efecto nos apunta hacia el "discurso doble y uno". Esa duplicidad hace referir un discurso a un discurso otro para que él tenga sentido; en el Psicoanálisis, eso involucra al inconsciente; en el Análisis de Discurso, involucra también a la ideología. Esa duplicidad, ese equívoco, es trabajado como la cuestión ideológica fundamental, pensando la relación material del discurso con la lengua y de la ideología con el inconsciente. Es en ese lugar, en que lengua e historia serelacionan por el equívoco, lugar de los deslices de sentidos como efecto metafórico, que se define el trabajo ideológico, el trabajo de la interpretación. Como eseefecto que constituye los sentidos constituye también a los sujetos, podemos decir que la metáfora está en la base de constitución de los sentidos y de los sujetos. Estas características de los mecanismos discursivos, esos efectos y articulaciones deben estar presentes en la forma en que el analista construye su dispositivo, de modo que el dislocamiento producido por el dispositivo en su mirada de lector trabaje la interpretación como exposición del sujeto a la historicidad (al equívoco, a la ideología) en su relación con lo simbólico.

En las condiciones de producción de esedispositivo además debe entrar la pregunta hecha por el analista, pues es ella quien lo orienta en la construcción del hecho que va a analizar, determinando así las características del material simbólico que someterá a observación. En el ejemplo analizado tendríamos:

Con Cora*

Donde podemos observar los deslices teniendo como condición de producción el campus y como pregunta del analista, siendo las posiciones en juego autodenominadas de izquierda: ¿de qué posición (política, académica, partidaria) material (real) están hablando esos sujetos? ¿Qué efectos de sentidos son producidos ahí, qué propiedades están siendo constituidas (atlüuidas) a los electores?

Lo dicho y lo no dicho

Si las nuevas maneras de leer, inauguradas por el dispositivo teórico del Análisis de Discurso, nos indican que el decir tiene relación con el no decir, esto debe ser acogido

metodológicamente y practicado en el análisis. El no-decir ha sido objeto de reflexión de algunos lingüistas, de los cuales tomaré como ejemplo el trabajo desarrollado por O. Ducrot (1972). Distinguiendo, en el origen de su reflexión, como diferentes formas de no-decir (implícito), el presupuesto y el subentendido, este autor separa aquello que deriva propiamente de la instancia del lenguaje (presupuesto) de aquello que se da en contexto (subentendido). Si digo "Dejé de fumar", el presupuesto es que yo antes fumaba, o sea, no puedo decir que "dejé de fumar" si antes no fumaba. Lo puesto (lo dicho) trae consigo necesariamente ese presupuesto (no dicho, no obstante presente). Mas el motivo, por ejemplo, queda como subentendido. Se puede pensar que es porque me hacía mal. También puede ser que no sea esala razón. El subentendido depende del contexto. No puede ser aseverado como necesariamente ligado a lo dicho. Esa teoría —de la semántica argumentativa— se desarrolló profundizando ciertas nociones, modificando otras, sin embargo mantiene el hecho de que lo no dicho es subsidiario de lo dicho. De alguna forma, lo complementa, lo amplía. Siguiendo el raciocinio anterior, en el transcurso del decir hay todo un margen de nodichos que también significan. En el Análisis de Discurso hay nociones que envuelven al no-decir: las nociones de interdiscurso, de ideología, de formación discursiva. Consideramos que en el decir siempre hay un no-decir necesario. Cuando se dice "x", lo no-dicho "y" permanece como una relación de sentido que informa el decir de "x". Es decir, una formación discursiva presupone una otra formación discursiva: "tierra" significa por su diferencia con "Tierra", "con coraje" significa por su relación con "sin miedo", etc. Además, lo que ya fue dicho y sin embargo ya fue olvidado, tiene un efecto sobre el decir que se actualiza en una formulación. En otras palabras, el interdiscurso determina el intradiscurso: el decir (que se hace presente) se sustenta en la memoria (ausencia) discursiva.

Es productivo recordar que en Análisis de Discurso hay otra forma de trabajar lo no-dicho. Se trata del silencio (E. Orlandi, 1993). Este puede ser pensado como la respiración de la significación, lugar de retroceso necesario para que se pueda significar, para que el sentido tenga sentido. Es el silencio como horizonte, como inminencia de sentido. Esta es una de las formas de silencio, la que llamamos silencio fundador: silencio que indica que el sentido siempre puede ser otro. No obstante, hay otras formas de silencio que atraviesan las palabras, que "hablan" por ellas, que las callan. De ese modo, distinguimos el silencio fundador (que, como dijimos, hace que el decir signifique) y el silenciamiento o política del silencio que, a su vez, se divide en: silencio constitutivo, pues una palabra borra otras palabras (para decir es necesario no-decir: si digo "sin miedo" no digo "con coraje") y el silencio local, que esla censura, aquello que se prohíbe decir en una cierta coyuntura (es lo que hace que el sujeto no diga lo que podría decir: en una dictadura no se dice la palabra dictadura no porque no se sepa, sino porque no se puede decir). Las relaciones de poder en una sociedad como la nuestra producen siempre la censura, de tal modo que siempre hay silencio acompañando a las palabras. De ahí que, en el análisis, debemos observar lo que no está siendo dicho, lo que no puede ser dicho, etc. En nuestro ejemplo, cabe preguntar ¿quées lo que Vote Sin Miedo silencia?, ¿quées lo que él no

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deja decir? Esas reflexiones pueden llevar a la siguiente pregunta: si el no-decir significa, entonces, ¿el analista puede tomar todo lo que no fue dicho como relativo a lo dicho en análisis? ¿No hay límite para eso? Esta es una cuestión de método: partimos del decir, de sus condiciones y de la relación con la memoria, con el saber discursivo para delinear los márgenes de lo no-dicho que delimita significativamente los contornos de lo dicho. No es todo lo que no fue dicho, es solo lo no-dicho relevante para aquella situación significativa. No es pues una cuestión de todo o nada ni de criterio positivo. Hay recortes que muestran el no-decir que constituye el proceso discursivo en cuestión en cada uno de nuestros análisis. Mas esotambién significa que es necesario que la teoría y el método expliciten de qué nodecir estamos hablando, de cómo lo consideramos y cuáles son los procedimientos para su análisis. Esos son los indicadores de las diferencias entre, por ejemplo, una posición pragmática, una posición enunciativa y una posición discursiva. No es del mismo no-decir que estamos hablando en cada una de esas teorías. Y la manera de analizar lo no-dicho, en cada una de ellas, difiere y da como resultado conclusiones diferentes, con consecuencias diferentes respecto a nuestra comprensión de los sentidos y de los sujetos en su relación con lo simbólico, con la ideología, con el inconsciente. Este es un punto crucial en las diferentes formas de análisis del lenguaje, pues, de cierto modo, están articuladas: a. las diferentes concepciones de lengua (sistema abstracto, material o empírico; sujeto a fallas, un todo perfecto, un sistema cerrado en sí mismo); b. diferentes naturalezas de exterioridad (contexto, situación empírica, interdiscurso, condiciones de producción, circunstancias de enunciación); c. diferentes concepciones de lo no-dicho (implícito, silencio, implicancia, etc.). En el caso que analizamos, como dijimos, al decir "Vote Sin Miedo" estamos silenciando otro decir "Vote Con Coraje" que produciría sentidos en otra dirección, de acuerdo a otra memoria, significando otra posición de los sujetos, etc. Además, saliendo de esa familia parafrástica, hay otros decires que ahí no son dichos y que significarían diferentemente: por ejemplo, exponer el programa del candidato en relación a posibles políticas educacionales en un lienzo que dijese "Vote por el candidato x, Vote por la Escuela Pública", o "Vote por el candidato V,vote a favor de la privatización"... Esos serían textos que harían presentes otras

discursividades,que comprometeríana los candidatosen políticasuniversitariasmás definidas. Solo para dar un ejemplo de como lo que no es dicho, lo que es silenciado, constituye igualmente el sentido de lo que es dicho. Las palabras se acompañan de silencio y ellas mismas son atravesadas por silencio. Eso debe formar parte de la obserçación del analista.

Entre el decir y el no decir se despliega todo un espacio de interpretación en el cual el sujeto se mueve. Es necesario dar visibilidad a ese espacio a través del análisis basado en los conceptos discursivos y en sus procedimientos de análisis. La elección del rector en aquel campus ciertamente fue decidida menos por lo que fue dicho y mucho más por lo que no fue dicho, mas fue sugerido, o callado (censurado) eficientemente. El enunciado "Vote Sin Miedo", en la medida que evoca, sugiere el enunciado "Sin Miedo de Ser Feliz", propio de la

formación discursivadel PT,2sebeneficiade esarelación,sin decirla, produciendoun efecto ue torna más compleja la carga significante de "Vote Sin Miedo", conjugando sentidos de equívocas. Más cargada es esa equivocidad, si pensamos que el confronte político en el campus es entre grupos de izquierda. El discurso, no olvidemos, es efecto de sentido

entre locutores.

Tipologías y relaciones entre discursos

Son muchos los criterios por los cuales se constituyen tipologías en el Análisis de Discurso. Una de las tipologías más comunes es la que refleja las distinciones institucionales y sus normas. Tenemos entonces el discurso político, jurídico, religioso, periodístico, pedagógico, médico, científico. Con sus variables: el terapéutico, el místico, el didáctico, etc. También las diferencias entre disciplinas pueden estar en la base de las tipologías: el discurso histórico, sociológico, antropológico, el biológico, el de la física, etc. Además, hay diferencias relativas a estilos (barroco, renacentista, etc.), a géneros (narrativa, descripción, disertación), a subdivisiones al interior de las categorías ya definidas (en relación al discurso político: neoliberal, marxista, etc.) y así muchos más. No terminaríamos nunca de exponer las ramificaciones de tipos y subtipos de discursos, variedades de discursos, etc. Pues bien, para el analista la tipología puede hasta ser útil en algunos momentos, sin embargo no forma parte de sus preocupaciones centrales. Lo que caracteriza al discurso, antes de todo, no essu tipo, sino su modo de fimcionamiento. Los propios tipos de discurso resultan de funcionamientos cristalizados que adquirieron una visibilidad bajo una rúbrica, una etiqueta que es el resultado de factores extra-discursivos, lógicos, psicológicos, sociológicos, etc. Lo que interesa primordialmente al analista son las propiedades internas al proceso discursivo: condiciones, remisión a formaciones discursivas, modo de funcionamiento. Ciertamente el hecho de que un discurso sea político, le establece un régimen y validez y cabe al analista detectar eseorden, ese régimen. No obstante él no lo hace por la clasificación a priori —discurso político—, sino por la observ•ación de su funcionamiento. Discursos, a priori, no considerados políticos, pueden estar funcionando como tales. Así, contrariamente a estacionar en las macro-características derivadas de tipologas ya establecidas, busqué establecer un criterio para distinguir diferentes modos de funcionamiento del discurso, tomando como referencia elementos constitutivos de sus condiciones de producción y su relación con el modo de producción de sentidos, con sus efectos. De ese modo, distinguí (E. Orlandi, 1989): a. discurso autoritario: aquel en que la polisemia es contenida, el referente está borrado por la relación de lenguaje que se establece y el locutor se coloca como agente exclusivo, borrando también su relación con el interlocutor; b. discurso polémico: aquel en que la polisemia es controlada, el referente es disputado por los interlocutores, y éstos se mantienen en presencia, en una relación tensa, de disputa por

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los sentidos; c. discurso lúdico: aquel en que la polisemia está abierta, el referente está presente como tal, siendo que los interlocutores se exponen enteramente a los efectos de esa presencia no regulando su relación con los sentidos. Es interesante realizar algunas observaciones a una tipología como la que proponemos. Primeramente, obedeceal principio discursivo, pues no se hace a partir de categorizaciones apriorísticas y externas sino internas al funcionamiento del propio discurso: la relación entre los sujetos, la relación con los sentidos, la relación con el referente discursivo. Además, es importante decir que las denominaciones, lúdico, autoritario, polémico, no deben llevar a pensar que se está juzgando a los sujetos de esos discursos; no es un juicio de valor, es una descripción del funcionamiento discursivo en relación a sus determinaciones históricosociales e ideológicas. No se debe tomar así, por ejemplo, el lúdico en el sentido de juguete mas de juego de lenguaje (polisemia) y el autoritario tampoco se debe tomar peyorativamente como un rasgo del carácter del locutor, una cuestión moralista, mas una cuestión del hecho simbólico (inyunción a la paráfrasis). Las ilaciones hechas a partir de la comprensión del funcionamiento son resultado de las interpretaciones del analista y deben apoyarse en un cuadro teórico de referencia. Dicho eso, es necesario agregar que una sociedad como la nuestra, por su constitución, por su organización y funcionamiento, pensando el conjunto de sus prácticas en su materialidad, tiende a producir la dominancia del discurso autoritario, siendo el lúdico el que derrama, por decir de ese modo, en los intervalos, derivas, márgenes de las prácticas sociales e institucionales. El discurso polémico es posible y se configura como una práctica de resistencia y enfrentamiento. Por otro lado, nunca hay un discurso puramente autoritario, lúdico o polémico. Lo que hay son mezclas, articulaciones, de modo que podemos decir que un discurso tiene un funcionamiento dominantemente autoritario, o tiende hacia el discurso autoritario (hacia la paráfrasis), etc. Dígasea propósito, una manera de evitar esas categorizaciones es decir —en relación a los modos de funcionamiento discursivo que apunté anteriormente— que el discurso en análisis tiende a la paráfrasis, o a la monosemia (cuando es autoritario), tiende a la polisemia (cuando es lúdico) y se divide entre polisemia y paráfrasis (cuando es polémico). Así se evitan las etiquetas definidoras, que son interpretadas más por la fuerte carga ideológica que soportan palabras como "autoritario" que por su remisión a un funcionamiento

discursivo.

Resta decir que entre diferentes discursos hay relaciones de naturalezas múltiples y diferentes y eso también es objeto de análisis: relaciones de exclusión, de inclusión, de sustentación mutua, de oposición, migración de elementos de un discurso a otro, etc. Hay casos en que esta relación es flagrante, siendo bastante visible, como en un texto producido por un enfermo mental, afectado por dos discursos, el del terapeuta y el de la iglesia (Los ejemplos fueron recolectados por Ana Elisa Bastos Figueiredo, en la realización de su tesis de doctorado "La enfermedad Mental y las Religiones

realizada

en el IPUB,4 en la UFRJ5): "Tengo mucho dolor de cabeza,de noche no duermo; lloro;

sueño que mi madre había muerto ayer (...) lloro de noche; me siento angustiado; sueño con

lemanjá6(...)Tengounaenfermedad enla cabeza; lacabeza meduele;lloro.LaIglesiame ayuda;mi cabezadejade llorar (...) cuandoyo toi allá esoscaboc07no me perturba, tengo fe en Dios (...) También quiero tomar mi remedio para yo estar bien". O la relación entre dos discursos, en el caso de otro enfermo, viviendo en las mismas condiciones: "Yo voy a

internarme porcausa delproblema delaIglesiaenmi (...)Cuando la PalomaGirabaja8me caigo, uno llora en la Iglesia; es el Espíritu Santo, él muestra las cosas (...)". Por el procedimiento analítico, en que trabajamos con paráfrasis (repetición) y metáfora (desliz), vemos que hay recortes que muestran esa repetición y esedislocamiento:

—Sueñoquemi madrehabíamuerto / sueñocon lemanjá —Tengodolor de cabezaI tengo una enfermedad en la cabeza —Lloro de noche me siento angustiado —Esoscaboco (no) me perturba / Mi cabeza duele ,1Mi cabeza llora Donde dolor de cabeza, enfermedad en la cabeza y caboco se sustituyen. Además tenemos en posición parafrástica: lloro de noche 1"me siento angustiado / me perturba. V en una posición sintética ejemplar: mi cabezallora (deja de llorar), en que duele y llora se sustituyen flagrantemente casi como actos fallidos.9 Hay una sobreposición de los discursos religioso y terapéutico en que el sujeto se significa, significando la "enfermedad mental" de distintas maneras, en diferentes modos de subjetivarse. Por esa sobreposición, dolor de cabeza, enfermedad mental, caboco, demonio, se equivalen. La sobreposición no significa que los sentidos de "mi cabeza duele" / "mi cabeza llora" son iguales. Ahí hay deslizamientos —efectos metafóricos— muy significativos (que cabe al terapeuta interpretar, con los recursos teóricos disponibles en su dominio de conocimiento). Del mismo modo, en "la Paloma Gira baja, yo caigo" "uno llora en la Iglesia; es el Espíritu Santo", Paloma Gira y Espíritu Santo se sustituyen en un sincretismo religioso en que nuevamente dos variedades de discurso, en este caso, religioso, se relacionan mutuamente. Como dijimos en el texto que presentamos como ejemplo, las relaciones ahí son bastante visibles. En otros casos serán menos visibles, mas todo texto es siempre una unidad compleja; no hay texto, no hay discurso que no esté en relación con otros, que no forme un intrincado nudo de discursividad. Y la naturaleza de esas relaciones es importantísima para el analista. El lector común queda bajo el efecto de esas relaciones; el analista (o lector que conoce lo que es discurso) debe atravesarlo para encontrar el modo en que se organizan los sentidos, atrás de la linearidad del texto (sea oral o escrito), deslindando el ovillo producido por esos efectos.

Marcas, propiedades y características: lo formal, lo discursivo y lo contenidista

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Al mirar los textos, el analista seenfrenta con la necesidad de reconocer, en su materialidad

discursiva,los indicios (vestigios,pistas) de los procesosde significación ahí inscritos. Él arte de esos indicios. Sin embargo, para practicar el Análisis de Discurso —yno el análisis tico o el análisis de contenido— necesita considerar algunas distinciones teóricas y

metodológicas. Como el Análisis de Discurso se constituye en la relación de presuposición con la Lingüística y en una relación de proximidad con las Ciencias Sociales —porque se interesa por lo social y por lo histórico—, también debe mostrar los medios con que se demarca de las Ciencias Sociales en su práctica analítica. Se diferencia de la Lingüística porque no trabaja con las marcas (formales), mas con propiedades discursivas (materiales) que para significar refieren la lengua a la historia (relación lengua-exterioridad). En una palabra, el Análisis de Discurso trabaja con las formas materiales que reúnen forma-y-contenido. Al analista no le interesan directamente las marcas formales, en sí. Lo que le interesa es el modo en que están en el texto, como se "encarnan" en el discurso. Consecuentemente, el analista se interesa por la forma-material que le permite llegar a las propiedades discursivas. Una marca como la negación, al analista solo le interesa como propiedad; por ejemplo, del discurso político polémico, tal como podemos observar en el ejemplo de Courtine (1975): "No es de X que surge la violencia, es de Y", que muestra la anterioridad de un discurso que afirmaría "Es de X que surge la violencia". Pensando que X es el Socialismo e Y es el Capitalismo, podemos antever la gran importancia de las relaciones de sentidos ahí establecidas: ¿Finalmente, de quién surge la violencia? ¿Cuáles son las posiciones-sujetos que sustentan una u otra interpretación (X o Y)?

Por otro lado, a diferencia del Análisis de Contenido, instrumento tradicional de análisis de textos de las Ciencias Sociales, no es por el contenido que llegamos a comprender como un

objeto simbólico produce sentidos. El contenido "contenido"10 en un texto serviría solo como ilustración de algún punto de vista ya afirmado en otro lugar. En el ejemplo que dimos anteriormente, no es el contenido de la palabra "caboco" lo que interesa al analista mas la forma material caboco, con su memoria, con su discursividad (mística, religiosa), que en un discurso como el que analizamos, al ser puesta en relación con cabeza, demonio, locura, produce sus efectos de sentido. No atravesamos el texto para extraer, detrás del texto, un contenido. Paramos en su materialidad discursiva para comprender cómo los sentidos —ylos sujetos—se constituyen en él y a sus interlocutores, como efectos de sentidos afiliados a redes de significación. Nos referimos a eso cuando decimos que en el Análisis Lingüístico y en el Análisis de Contenido setrabaja con productos y en el Análisis de Discurso con los procesos de constitución (de los sujetos y de los sentidos).

Enunciación, pragmática, argumentación, discurso

Hay una proximidad y un tránsito constante entre esos campos de conocimiento. Lo que tienen en común es que los hechos de lenguaje que ellos tratan refieren el lenguaje a su exterioridad. La Pragmática ha sido considerada de modo más amplio, incluyendo muchas

vecesa la enunciación,la argumentacióny el discurso.Sin embargo,ahí esnecesarioque se distingan los hechos, métodos y teorías. Desde el punto de vista de los hechos, hay mucho en común, en la medida en que todos esos campos, por el modo en que consideran al lenguaje, se distinguen de un abordaje lingüístico inmanente. No obstante, hay diferencias bastante nítidas entre ellos. La manera en que conciben al sujeto (en la enunciación, el sujeto es un sujeto origen de sí; en la argumentación el sujeto es el sujeto psico-social; en el Análisis de Discurso, como vimos, el sujeto es lingüístico-histórico, constituido por el olvido y por la ideología) y el modo en que definen el exterior (en la pragmática el exterior es lo que está afuera y no el interdiscurso) marcan las diferencias teóricas de distintos procedimientos analíticos, con sus consecuencias prácticas diversificadas. En síntesis, pienso que lo que hace la diferencia es la propia noción de lengua trabajada en el Análisis de Discurso —comoun sistema sujeto a fallas— y también la noción de ideología que se trabaja, como constitutiva tanto del sujeto como de la producción de sentidos.

1 En portugués, la palabra reflettr significa tanto reflejar como reflexionar. Así, en este caso la autora usó el :nismo verbo significando en un momento reflejar y en otro reflexionar. La letra en itálico es nuestra (Nota de la traductora). 2 En Brasil, PT significa Partido de los Trabajadores. 3 Tesis de doctorado en que se relaciona la cultura popular brasileña con la enfermedad mental. 4 Instituto

de Psicoanálisis

de la Cnfprsidad

Federal

de Río de Janeiro.

5 Cnfersidad Federal de Rio de Janeiro. 6 En la cultura popular brasileña, lemanjá significa diosa del agua (Nota de la traductora). 7 Forma popular de expresar la palabra caboclo en Brasil, palabra que alude a los mestizos, mestizaje de blancos con indígenas y/o de blancos con negros (Xota de la traductora). 8 Entidad de un ritual popular en Brasil. La expresión 'la Paloma Gira baja" significa que esa entidad "entra en la persona" (Xota de la traductora). 9 En Psicoanálisis, cuando se dice "una cosa por otra' sin percibir, aquello atesta la relación con el inconsciente (Nota de la traductora). 10 En portugués, la autora escribió, o conteúdo haciendo un juego de palabras... La letra en itálico es nuestra (Nota de la traductora).

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Conclusión

Discurso e Ideología

Hicimos un recorrido que iniciamos con la construcción de los conceptos, la delimitación del campo del discurso —como objeto específico—que se encuentra entre la Lingüística y las Ciencias Sociales, pasamos por el establecimiento de la metodología y llegamos a los procedimientos analíticos subsecuentes. De ese modo, pensamos haber dado al lector una base para lo que llamaría el establecimiento de una capacidad mínima de lectura en Análisis de Discurso. A partir de esabase, el lector podrá colocarse en la posición de analista y dar una especial atención a los conocimientos que podrán expandir su campo de comprensión. Si así lo desea, puede profundizar los conocimientos; en caso contrario, al menos tendrá la noción de que la relación con el lenguaje jamás es inocente ni es una relación con las evidencias y podrá situarse frente a la articulación de lo simbólico con lo político. De esa manera podrá comprender como lo simbólico y lo político seconjugan en los efectos a los que él, como sujeto de lenguaje, está sujeto. Se inauguran así nuevas prácticas de lectura que problematizan las maneras de leer. Y consecuentemente, por qué no, también se dislocan sus maneras de producir sentidos. A diferencia de lo que piensa la Pragmática, aseveramos que el sujeto discursivo no solo realiza actos. Si, al decir, nos significamos y significamos al propio mundo, al mismo tiempo la realidad se constituye en los sentidos que, como sujetos, practicamos. Es de esa forma que se considera que el lenguaje es una práctica; no en el sentido de efectuar actos mas porque practica sentidos, interviene en lo real. Esa es la manera más fuerte de comprender la praxis

simbólica. El sentido eshistoria. El sujeto del discurso se hace(se significa) en la/por la historia. Así podemos comprender también que las palabras no están ligadas a las cosas directamente, ni son el reflejo de una evidencia. Es la ideología la que torna posible la

relación palabra/cosa.Para eso se tienen las condicionesde base,que son la lengua y el proceso, que es discursivo, donde la ideología torna posible la relación entre el pensamiento, el lenguaje y el mundo. O, en otras palabras, reúne sujeto y sentido. De ese modo el sujeto se constituye y el mundo se significa. Por la ideología. Así como, parafraseando al Psicoanálisis, se puede considerar que el inconsciente se estructura como un lenguaje; en el Análisis de Discurso, consideramos que la ideología se materializa en el lenguaje. Forma parte del funcionamiento del lenguaje. Es así como el Análisis de Discurso permite comprender la ideología —ysu funcionamiento imaginario y

materialmente intervenir

articulado al inconsciente— por el mismo hecho de pensarla haciendo

la noción

de discurso.

Si pensamos la ideología a partir del lenguaje y no de la sociología, podemos comprenderla de manera

diferente.

No la tratamos

como

visión

de mundo

ni como

ocultamiento

de la

realidad, sino como mecanismo estructurante del proceso de significación. Considerando lo que aquí fue expuesto, podemos decir que la ideología se liga inextricablemente a la interpretación como hecho fundamental que atesta la relación de la historia con la lengua, en

la medidaen queéstasignifica.Tambiénla conjunciónlengua/historia solo puededarse por el funcionamiento de la ideología. Y es esto lo que podemos observar cuando tenemos el objeto discurso como lugar específico en que se puede aprehender el modo en que la lengua se materializa en la ideología y como ésta se manifiesta en sus efectos en la propia lengua. Al propiciar que se tome en consideración al imaginario en la relación del sujeto con el lenguaje, se da un nuevo lugar a la ideología y se comprende mejor como se constituyen los sentidos, colocándose en la base del análisis la forma material: acontecimiento del significante en un sujeto afectado por lo real de la historia. Acontecimiento que se realiza en la/ por la eficacia de la ideología. De esa manera, podemos decir que ese recorrido que presentamos al lector abre una perspectiva de trabajo en que el lenguaje no se da como evidencia, sino que se ofrece como lugar de descubrimiento. Lugar del discurso.

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