Acción política y cultural 1945-1975 - Italia y España entre el rechazo y la fascinación

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Acción política y cultural 1945-1975 - Italia y España entre el rechazo y la fascinación

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ACCIÓN POLÍTICA Y CULTURAL 1945-1975: ITALIA Y ESPAÑA ENTRE EL RECHAZO Y LA FASCINACIÓN

Laura Branciforte (Ed.)

ACCIÓN POLÍTICA Y CULTURAL 1945-1975: ITALIA Y ESPAÑA ENTRE EL RECHAZO Y LA FASCINACIÓN

Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse o tramitarse por ningún procedimiento electrónico o mecánico. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

Foto en portada: Boletín de Información de la Cámara de Comercio de España en Archivio Storico del Ministerio degli affari Esteri

© Copyright by Los autores Madrid, 2010 Editorial DYKINSON, S. L. Meléndez Valdés, 61-28015 Madrid Teléfono (+34) 91 544 28 46-(+34) 91 544 28 69 e-mail: [email protected] http://www.dykinson.es http://www.dykinson.com Consejo editorial véase www.dykinson.com/quienessomos ISBN: 978-84-xxxx-xxx-x Depósito legal: xx-xxxMaquetación: BALAGUER VALDIVIA, S. L. - [email protected] Impresión:

ÍNDICE

Entre la fascinación y el rechazo ........................................... 9 Laura Branciforte Italia y España contemporáneas: balcones al Mediterráneo Occidental...................................................... 19 Montserrat Huguet El centro para la cooperación en el Mediterráneo. Desencuentros hispano-italianos de un experimento cultural (1952-1953)............................................................. 73 Laura Branciforte Entre supervivencia y modernidad: el Real Colegio de España en Bolonia, 1943-1955 .......................................... 115 Pablo del Hierro Los juegos olímpicos de Roma: escaparate propagandístico de la nueva españa franquista ................ 161 Juan Antonio Simón

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Índice

La vanguardia española del informalismo a la generación musical del 51: diálogos con Italia ................. 197 Laura Sanz García El cine italiano en la España del segundo franquismo (1960-1975)......................................................................... 227 Matteo Re

ENTRE LA FASCINACIÓN Y EL RECHAZO1

LAURA BRANCIFORTE

“Si a la agridulce Francia había ido de sopetón, pasaría, por carambola, pero muy deliberadamente, a la dolce vita romana ... Así como Francia me había resultado relativamente fácil de interpretar, el enigma italiano se resistía largo tiempo, precisamente por la despistante, aparente afinidad con España”2.

Como en “la despistante, aparente afinidad [de Italia] con España”, según decía en 1951 el consejero cultural de España en Roma, entre marzo de 1954 y octubre de 1956, Emilio Garrigues Díaz Cañabate3, se podría resumir la justificación última de las relaciones culturales entre España e Italia que, desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el final del franquismo, se hicieron cada vez menos afines y más enigmáticas. Es en la diversidad del marco político, económico y cultural que caracteriza la dictadura franquista y la neonata y luego joven República Italiana, dónde pretendemos averiguar cómo, pese a estas diferencias, las dos culturas siguieron, a lo largo Este libro se pública en el marco de las actividades realizada gracias a la concesión del proyecto de investigación “Las relaciones culturales hispanoitalianas en los años cincuenta” nº 2011/00070/001 2 GARRIGUES DÍAZ CAÑABATE, Emilio: Vueltas a las andadas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1989. 3 BRANCIFORTE, Laura: “La acción cultural española en la encrucijada de la política italiana (1953-1957)” en BRANCIFORTE, Laura (Ed.): “La república italiana y la dictadura franquista. Las relaciones políticas y culturales” en Historia del Presente, núm. 21, 2013/1. 1

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de tres décadas, interactuando y cómo Italia fue capaz de ser un país prodigo en sugerencias culturales y, a la vez, razón de rechazo para parte de España. Iremos viendo a lo largo de los textos que componen este libro de qué forma, determinados aspectos de las culturas de los dos países – el arte, el deporte, el cine, la literatura −hicieron posible y mantuvieron despierta aquella reciprocidad y fascinación común a la historia de estos dos países. Analizaremos de qué forma, sobre todo, se mantuvieron unas relaciones tanto desde los cauces de la política cultural exterior −desde la diplomacia cultural− como desde unos cauces “extraoficiales4”. Fueron sin embargo ambas vertientes, en distinta medida, muy prolíficas para fomentar el proceso de modernización de España, especialmente a partir de los sesenta, así como para influir en su democratización, pese al enorme déficit de legitimidad con el que cargaba la dictadura a la hora de relacionarse con Italia y con Occidente en general. Si los estudios sobre España e Italia han interesado en su mayoría a las relaciones y las interrelaciones entre España e Italia en otros periodos históricos, este libro se sitúa en un camino poco explorado, dando comienzo con sus investigaciones en el momento inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial y en el cambio crucial para Italia, de la dictadura fascista a la República. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial y la inmediata posguerra, a la vez que se producía en Italia el declinar de las armas fascistas, se asistía por lo que atañe a España, a un paralelo e instrumental alejamiento de los presupuestos fascistas, tomando oficialmente una distancia de conveniencia. Al mismo tiempo se alejaban los componentes falangistas en el gobierno de 1945 a favor de elementos católicos más conservadores y 4 Nos referimos a las diferencias existentes entre las relaciones culturales institucionalizadas en las políticas del Ministerio de Asuntos Exteriores o por otros cauces gubernamentales frente a aquellas relaciones que se son el resultado de relaciones e influencias “informales”.

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tradicionalistas con la dirección, por ejemplo, del Palacio de Santa Cruz de Alberto Martín Artajo5 . Las condenas de 1946 de la recién constituida organización internacional de las Naciones Unidas, surgida bajo el lema de la defensa de los sistemas democráticos, se convirtieron pronto en un vago recuerdo de las esperanzas depositadas en el nuevo orden supranacional. La tan renombrada resolución 386 (V) de la ONU de 1950 revocaba la 39 (I) de 1946 que había significado la no aceptación de España en las Naciones Unidas. A estas alturas España se había convertido ya en la cuestión española, en un rompecabezas para los países que luchaban entre rechazo ideológico e intereses nacionales, entre construcción de un sistema de seguridad occidental (donde España podía revestir un papel estratégico clave) y la naturaleza antidemocrática del régimen franquista. Eran años en los que España siguió una “línea diplomática nacionalista y antieuropea” que cambiará principalmente a partir de 19576, con el nuevo Ministro de Asuntos Exteriores, Fernando María Castiella defensor de una “vocación universalista de España”7. La búsqueda de la normalización, y de la estabilización a través de las relaciones culturales entre España y Europa Occidental8

PORTERO, Florentino: “Artajo, perfil de un ministro en tiempos de aislamiento”, Historia contemporánea, nº 15, 1996, pp. 211-224. 6 PARDO SANZ, Rosa: “La salida del aislamiento: la década de los cincuenta” en Abdón, MATEOS: (ed). La España de los cincuenta, Madrid, Eneida, 2008, pp. 114-116. 7 PARDO SANZ, Rosa: “Fernando María Castiella: pasión política y vocación diplomática” en Historia Contemporánea, Número 15, (Dedicado a: Nombres propios para una diplomacia, págs. 225-240. 8 “A la altura de 1950 las relaciones culturales de España con varios países europeos parecían orientarse hacia una normalización, lenta pero progresiva”. DELGADO GÓMEZ-ESCALONILLA, Lorenzo: “El régimen franquista y Europa: el papel de las relaciones culturales, 1945-1975 ” en Rosa PARDO, Marina CASANOVA, Abdón MATEOS, Isidro SEPÚLVEDA y 5

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y Estados Unidos9, en cuyo proceso entra de lleno Italia, fue uno de los objetivos de la política exterior española desde inicios de los cincuenta. España e Italia desde 1951, intentan acomodarse, no sin dificultades, en las restablecidas relaciones exteriores de España con Occidente, eso sí, bajo la égida estadounidense. Sin embargo, la diversidad de las razones y momentos de encuentro y de desencuentro −económico, político, social, cultural− será la tónica que caracterizará las relaciones políticas hispanoitalianas hasta el final de la dictadura en España. A lo largo de la década de los cincuenta las condenas a la dictadura franquista, por parte de los gobiernos occidentales, por parte también de los que habían experimentado la resistencia al fascismo, como Francia10, empiezan a convertirse en un eco (sordo) y algo o lejano). En Italia la ruptura con la coalición antifascista en 1947 y el principio de las formaciones de gobiernos “centristas”11, no significó el final de las condenas a Franco. La era degasperiana (1947-1953), tampoco fue sinónimo de sintonía con el ambiente católico español. La permanencia durante 23 años en manos católicas de la política exterior del régimen franquista, como subraya Botti12, no fueron garantía de una relación preferencial por la vía caÁlvaro SOTO (editores), La política exterior de España en el siglo XX, Madrid, UNED, 1997. 9 Lorenzo Delgado Gómez-Escalonilla, “Las relaciones culturales entre España y Estados Unidos, de la Guerra Mundial a los Pactos de 1953”, Cuadernos de Historia Contemporánea, 2003, nº25, pp. 35-59. 10 HUGUET SANTOS, Montserrat: “El Mediterráneo en la teoría sobre la política exterior del franquismo” en Stvdia histórica. Historia contemporánea, Nº 13-14, 1995-1996, Ed. Universidad de Salamanca, págs. 215-230, p. 219. 11 MALGERI, Francesco: La stagione del centrismo. Politica società nell’Italia del secondo dopoguerra (1945-1960), Rubbettino, Soveria Mannelli, 2002; MAZZOLIS, Filippo: “«La unidad política» de los católicos en la segunda posguerra” en Alfonso BOTTI (ed.): Italia, 1945-94, Ayer , nº 16, pp. 51-78, 1994. 12 BOTTI, Alfonso: Cielo y Dinero. El Nacionalcatolicismo en España 1881-1975, (1992), 2ª ed., Madrid, Alianza Editorial, 2008, p. 168.

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tólica13. El poco homogéneo mundo democrático italiano no garantizaba una vinculación descontada ni inmediata con la península italiana y la Santa Sede14. La iniciativa de la política italiana resultaba ser expresión de las visiones de las corrientes políticas de la Democracia Cristiana15 y de los incipientes aunque apremiantes intereses económicos hispano-italianos. Algunos sectores industriales italianos que operaban en España presionaban para su inclusión en el sistema de defensa occidental16. Los gobiernos italianos tuvieron además que mediar con la oposición a España del antifascimo italiano guiado por el Partido Comunista, vigilante de las actitudes de los gobiernos italianos hacia España así como, en general, con el recrudecer del antifranquismo17. A la luz de este marco internacional trataremos de las relaciones político culturales entre Roma y Madrid pasando por los distintos aspectos de estas relaciones y empezando por un espacio privilegiado de la construcción y de las quiebras de las relaciones ítalo-españolas: el Mediterráneo. Pasaremos luego por un lugar que fue símbolo y realidad de las relaciones diplomático culturales bilaterales, la prestigiosa institución del Colegio de Bolonia, para finalmente aterrizar en la capital FORMIGONI, Guido: La Democrazia cristiana e la alleanza occidentale (1943-1953), Bologna, Il Mulino, 1996. 14 RICCARDI, Andrea, Il partito romano, Brescia, Morcelliana, 1983 15 CAÑELLAS, Antonio: “La política exterior española en Italia 19621966” en BARRIO Alonso, HOYOS PUENTE de, Jorge y SAAVEDRA ARIAS Rebecca (eds.): Nuevos horizontes del pasado culturas políticas, identidades y formas de representación, Santander, Universidad de Cantabria, 2011. 16 “There was a group, whose most prominent figures were Andreotti, Taviani, Zoppi and Grazzi, who were clearly in favour of the Spanish inclusion in the defence of Western Europe” DEL HIERRO, Pablo, Beyond Bilateralism: Spanish-Italian Relations and the Influence of the Major Powers, 1943-1957, Tesis doctoral, abril 201, p.232. 17 ORSINA, Giovanni: “Cuando el Antifascismo derrotó el antifascismo. Interpretaciones de la Resistencia en la alta cultura antifascista italiana, 1955-1965” en Abdón MATEOS (ed): “El uso público comparado del antifranquismo y del antifascismo” en ALCORES, n.11, pp. 109-127. 13

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italiana, en un espacio más que simbólico de la historia social común a estos dos países, los Juegos Olímpicos de 1960. Por último llegaremos a tratar dos de los más significativos ámbitos de estas relaciones culturales: el cine y al arte de vanguardia. Indagaremos, a través de todos estos aspectos cómo se construyeron las complejas y, al mismo tiempo, atractivas y ambiguas relaciones de dos países que, solo cuando la democracia se reconvirtió en realidad, en España, experimentarán la facilidad de la bilateralidad y de la cooperación multilateral18. Este libro comienza su andadura con el exhaustivo estudio de Montserrat Huguet, que gracias a un recorrido sintético y magistral nos muestra la larga vocación mediterránea y luego atlantista de España e Italia. Este texto nos introduce en la amplia historia de las relaciones ítalo españolas, y sobre todo en su historia común en torno “a un continente de agua”: el Mediterráneo. De Italia y España explica su doble vertiente geopolítica en tanto países continentales como mediterráneos. La autora, desmonta, pues, frente a los mitos del casi descontado entendimiento mutuo de España e Italia – basado en la afinidad lingüística y cultural− “el extrañamiento” y la “distancia” que empezó a caracterizar la historia de ambos países tras la II Guerra Mundial. Valor añadido de esta contribución es la amplitud del recorrido analizado. En este amplio análisis la autora describe cómo Italia se convertirá para España en un modelo modernizador durante los años sesenta y setenta frente al cierre democrático y cultural de España, y cómo este recorrido se invertirá, cuando, la imagen de modernidad se trasladará −a partir de los años noventa− desde España a Italia. En continuidad temática con el texto de Huguet se sitúa la contribución de Laura Branciforte, que investiga un episodio concreto de la política cultural exterior hispanoitaliana en la cuenca del Mediterráneo: la fundación y desarrollo del Centro para la Cooperación en el Mediterráneo fundado en 1951. En MEDICI, Lorenzo: Dalla propaganda alla cooperazione. La diplomazia culturale italiana nel secondo dopoguerra (1944-1950), Padova, Cedam. 18

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este texto, tras haber analizado el significado del Mediterráneo en la política exterior española e italiana en la década de los cincuenta, se reconstruye con fuentes inéditas tanto españolas como italianas el que fuera un “experimento” de la política cultural exterior en el Mediterráneo. Esta iniciativa, que fue interpretada por España como una política substitutoria a la oficial, fue ampliamente obstaculizada por el recelo español de su antigua amistad con los países árabes. La reivindicación de su arabidad frente a la pretensión de latinidad por parte de Italia se convierten, entre otro muchos elementos, en una razón de choque político. Todo ello hizo que esta iniciativa de carácter cultural volcada a la búsqueda de un espacio de encuentro y cooperación entre Italia y los países ribereños del Mediterráneo se convirtiera pronto en destacado foco de tensión. Las iniciativas culturales puestas en marcha por Italia en el Mediterráneo, y su voluntad de involucrar a España, no dieron por lo tanto como nos muestra Branciforte los resultados esperados. Distinto fue el caso de otro mucho más longevo y ya experimentado “instrumento” de la diplomacia cultural, el Real Colegio Mayor de San Clemente de los Españoles en Bolonia que nos describe Pablo del Hierro. Del Hierro analiza la etapa del Real Colegio de España entre los años 1943 y 1955 analizando las formas en las que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y a los posteriores esfuerzos del Gobierno español para salvaguardar su presencia en Italia a través de un claro proceso de modernización. De este modo, el autor tratará de arrojar luz no sólo sobre la historia del Colegio en esos años tema totalmente ignorado por la literatura al respecto, si no sobre la acción cultural española en Italia durante el primer Franquismo. La novedad del estudio de Pablo del Hierro sobre esta muy conocida institución se sitúa en el periodo escogido por el autor para su análisis, hasta ahora inédito, y en la investigación de los años de mayor peligro para la supervivencia del Colegio. Entre finales del año 1943 y mediados del 1945, en medio de una Italia partida en dos (la “Republica Social Italiana” al Norte y el “Regno d’Italia al Sur”), el Gobierno español

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tendrá que enfrentarse, como nos describe del Hierro a una situación diplomática muy delicada en la gestión del Centro. Mientras tanto, otro enemigo llamaba a la puerta de España: “la aprehensión de lo italiano, en los ámbitos de la cultura, de la industria”, “del ocio y el divertimento” del que como dice Montserrat Huguet “tan necesitados estaban los españoles que dejaban atrás la posguerra”: “el futbol, las películas, la música, la vespa,… el turismo…”. Desde el estudio de los Juegos Olímpicos de Roma de 1960 y previamente de los Juegos Olímpicos de Invierno en 1956, la aportación novedosa de Juan Antonio Simón viene a colmar un aspecto fundamental de las relaciones hispano-italianas. Estos últimos se convirtieron −como nos comenta su autor− en un “punto de inflexión” “en la estrategia deportiva del régimen” y, hecho aún más relevante, en una “herramienta de propaganda” y de cambio de las relaciones internacionales españolas de cara a la deseada y, todavía muy lejana, normalización de sus relaciones con Occidente. Sin embargo se destaca en el texto el interés del Ministerio de Asuntos Exteriores por el deporte y sobre todo por las Olimpiadas de 1960, que pese a los débiles resultados se convirtieron en un instrumento en las manos del Ministro de Asuntos Exteriores Fernando María Castiella, por la posibilidad de mejorar la imagen de España y de salir del aislamiento deportivo en el cual vivía. El deporte, como se infiere del texto, se convierte en un elemento de empuje hacia la modernización, tras la comparación con “el exterior”, y tras la constatación de los límites estructurales del deporte español y de las escasas posibilidades de victoria en las Olimpiadas. El deporte fue finalmente otra de las armas, aunque no la más explotada, de la política de imagen del franquismo en busca de legitimidad. Así como el deporte, el arte y la música de posvanguardia, como nos demuestra Laura Sanz fue otra de las importantes facetas de las relaciones culturales hispano-italianas y un ele-

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mento no solo de modernización para España, sino también de denuncia del régimen por parte de sus artistas. El punto culminante lo representará la protesta política expresada con la manifestación cultural España libre que de forma itinerante recorrerá Italia entre 1945 y 1965 bajo la dirección de la prestigiosa figura del crítico Giulio Carlo Argan. La autora subraya que tanto de los músicos (generación musical del ’51) como de los artistas de esta generación, como fue en el caso del grupo informalista El Paso (de Madrid), el carácter abstracto de su arte fue una ventaja para los autores y para el régimen: “unos podían expresar con cierto disimulo su posición política y el régimen permitía vender en el exterior la imagen de un país moderno, una imagen de apertura y modernidad”. Mientras tanto la joven democracia italiana, “verdadero hervidero de ideas de vanguardia” –como comenta la autora− ejercía un papel importante en la formación sobre todo de los músicos (Academia Chiagiana de Pisa, Academia de Santa Cecilia) y al mismo tiempo hacía de pasarela hacia Europa para los pintores y escultores. Italia es escogida otra vez como el sendero de la modernización cultural para España a través, no sólo de sus Bienales, − tal y como puntualiza la autora− sino de sus músicos (Goffredo Petrassi por ejemplo), de sus artistas (Lucio Fontana, Alberto Burri), así como, en el país que desde 1963 se comprometía gracias también a su arte, con la oposición antifranquista. Y finalmente el cine llega a concluir el recorrido de estas relaciones como aspecto ineludible de las mismas. Es Matteo Re quien cimenta un exhaustivo estudio sobre las relaciones entre el cine italiano y el español; este autor no se detiene en el ingreso (censurado) del cine neorrealista italiano, y su influencia en el “cine de la disidencia”, tema por otro lado más conocido, sino que sigue su recorrido a través de la influencia del cine transalpino en el Nuevo Cine Español (NCE) en la época de los sesenta. Así mismo demuestra cómo la producción italiana, tanto la de autor como la de entretenimiento,

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logra entrar en las décadas del franquismo pese a la censura en España. Matteo Re en un certosino y novedoso trabajo de investigación llevado a cabo principalmente en el archivo de la filmoteca española ha reconstruido finalmente la presencia del cine italiano en España entre los años 1960 y 1975. El autor analiza en detalle su difusión y su tipología y como actuó en el cine la práctica de la censura, discerniendo entre las proyecciones el nivel de la censura sufrida. Se destaca cómo el cine de distracción italiano respondió más que el de autor a un deseo generalizado del público “de entretenerse”, tal como se muestra en el éxito de taquilla y en su mayor facilidad a la hora de la distribución. Para concluir podríamos decir que también el “séptimo arte”, tal y como el resto de las artes, en especial la música y la literatura, fueron unas vías de contacto y confrontación para la España franquista con el exterior más allá del marco de las políticas culturales del régimen.

ITALIA Y ESPAÑA CONTEMPORÁNEAS: BALCONES AL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL

MONTSERRAT HUGUET Universidad Carlos III de Madrid

SIN ESTADO NI BANDERA: LA CIVILIZACIÓN DE LO COTIDIANO No existe una bandera ni un estado mediterráneo, y no conviene caer en la trampa de abundar en la famosa cultura o la civilización mediterránea, conjunto de hábitos cotidianos de tronco histórico supuestamente común cuya naturaleza es pese a todo tan diversa como heterogéneo el resultado en su disposición a lo largo del tiempo. Imposible obviar la explicación de Braudel, que observara el Mediterráneo como un conjunto de relaciones surgido de unas opciones ambientales que se concretan en la experiencia histórica. En los estratos de la historia, profundos (acogen ciclos que vinculan la tierra y la población), intermedios y superficiales, descansarían los fenómenos históricos: desde el clima o las poblaciones hasta las religiones o los acontecimientos efímeros, pasando por las organizaciones políticas y sociales. La designación más común del ámbito mediterráneo se realiza según áreas cuyas coordenadas geográficas: nortesur, occidental-oriental, nororiental-noroccidental, surorientalsuroccidental trastocan por otro lado el sentido global de la llamada mediterraneidad. Esta forma de organización confiere a los países ribereños un rasgo de identidad particular en función de intereses coyunturales o espurios. En realidad, laorganiza-

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ción del Mediterráneo en áreas chocaría frontalmente con otra noción propia de la supuesta mediterraneidad: los flujos1. Entre el norte y el sur la permeabilidad mediterránea se percibe en los flujos, que no son exclusivamente de población, por ejemplo en de la arabofilia –la atracción por el exotismo de los pueblos sur– presente en algunas élites culturales de la cuenca norte a lo largo de los dos últimos siglos y que muestra en realidad que, en la cercanía geográfica, el desconocimiento entre sociedades y culturas genera graves distorsiones. Quien mejor sabe explicar la identidad mediterránea es precisamente quien no se adscribe a ella, quienes habitan espacios alejados o hablan lenguas distintas a las que se escuchan en el Mediterráneo. Aún perteneciendo a un país de la Cuenca o Mar, el acceso a la identidad exige precisamente renunciar en la escala de adhesión a la particularidad de procedencia. Incluso al propio término Mediterráneo, en tanto lugar de adscripción. Los ciudadanos mediterráneos jamás hablan de él, escribe Orhan Pamuk. “Puede que la mejor manera de pertenecer a un país, a una ciudad o a un mar sea ignorar por completo los límites, la imagen, y hasta la existencia de dicho país, de dicha ciudad, de dicho mar. (…) en mi mente tenía una imagen del Mediterráneo (…) el Mediterráneo era el mar de una gente que vivía más abajo, más al sur, (…) “La idea de una unidad mediterránea es algo artificial. Evidentemente, la identidad mediterránea común que se deduce de esta unidad es también un invento, algo pensado, y creado a posteriori. Por supuesto son el mismo Mediterráneo y sus habitantes quienes proporcionan el material necesario para el hallazgo y la creación de dicha identidad. Pero soñar el Mediterráneo como un todo, dibujarlo con una identidad 1 Autores contemporáneos como E. TODD, G. VATTIMO, K. POPPER, AMITI, K. entre otros, aportaron a finales del siglo XX sus puntos de vista a propósito de las miradas, valores, civilización, relativismo, flujos… en el Mediterráneo, en un texto diverso y notable, el de: ROQUE, Mª.A. (ed): 1997.

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intelectual y una fantasía literaria, es algo que siempre han hecho los del norte. No los propios mediterráneos. Los mediterráneos supieron que lo eran gracias a los escritores del norte. (…) Goethe, Stendhal escribieron sobre Italia y sus viajes por el Mediterráneo.”2

En los textos de todos estos autores −que no de Homero o Ibn Jaldun− se apreciaban las posibilidades literarias y sensuales del Mediterráneo. Se pretendía captar la sensibilidad mediterránea en La muerte en Venecia de Thomas Mann, en los textos de Tennesse Williams (La primavera romana de la señora Stone), E.M. Forster (Donde los ángeles no se aventuran) o en El cuarteto de Alejandría, obra singular de otro autor no mediterráneo como L. Durrell. Qué resultaba tan fascinante a los ojos de los viajeros septentrionales con respecto al Mediterráneo o, mejor dicho, con respecto a los pueblos que circundaban el Mar, constituye aún un espacio de historia cultural alimentado recurrentemente. Lo realmente fascinante para aquellos viajeros –artistas y escritores, políticos y naturalistas, comerciantes− que procedían de lugares inhóspitos en términos climatológicos a la vez que de modernas tradiciones industriales era el vivo contraste de su experiencia e historia inmediata con los testimonios de otras épocas que, siendo épicas en el pasado y, por lo general, decadentes en términos políticos o productivos en el presente, enfatizaban sin embargo los elementos cotidianos de la historia, y con ello su universalidad. En la gran historia contemporánea −británica, alemana o estadounidense− los sujetos ocupaban un puesto de observación que les inclinaba a la admiración reverencial ante el logro técnico y la equidad social. Estos mismos individuos que ensalzaban en sus speeches la patria moderna por sus conquistas decían encontrar que en Italia o en Grecia –efectivamente con sus libras, marcos o dólares en el bolsillo– la 2

PAMUK, O.: 2011, p. 47.

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recuperación del control de las acciones humanas (dando por cierto que en sus contextos de origen lo habían perdido). En aquellos pagos del sur, la ausencia de mecanismos artificiosos junto a la calidez de un clima marítimo y el peso psicológico de la belleza que desprendían las piedras artísticas, propiciaba soltar el lastre de la alerta urbana para instalarse en la mirada apacible, observando la vida desde dentro, al son de su compás. Para entonces, a finales del siglo XVIII y durante todo el siglo XX, el centro de la civilización occidental ya no radicaba en el Mediterráneo, y las ruinas de la Cuenca –amontonadas sin orden y sin protección– eran metáforas, con aspecto entre admirable y calamitoso, del gran fiasco que suele ser en definitiva toda historia que se pretenda hegemónica. Puede que el esfuerzo voluntarioso pero ineficiente de los habitantes de aquellas zonas cálidas –o calurosas, según los gustos–, en las que el placer o la desidia tomaba la denominación de siesta, no encajase en el perfil competitivo que iba adquiriendo el proceso de mundialización en la historia contemporánea. Aquel modo de ser latino, si se prefiere mediterráneo, se explicaba en el imaginario protestante de las naciones hegemónicas como la antítesis de lo deseable para las jóvenes naciones –incluidas Grecia e Italia que giraron en el siglo XIX hacia la contemporaneidad– en lo relativo al progreso social y crecimiento material. Este se iría conformando en los caminos de hierro y el aumento de la velocidad que, en algún momento del proceso de comprensión del tiempo y el espacio, acabaría por separar dos ámbitos: el del trabajo y el del ocio. Y fue precisamente en el tiempo de asueto de los nuevos burgueses –dedicado al viaje y a la renovación anímica ante tanto stress– en el que se pretendió aprehender la savia del árbol de la mediterraneidad a fin de completar satisfactoriamente la vibrante experiencia del hombre moderno. Pero estos viajeros del norte cometían un enorme error al identificar lentitud con inactividad, pues en los modos de vida, anticuados y familiares, del Mediterráneo el ocio estaba reñido con la supervivencia, vinculada esta en cambio a largas

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e improductivas –en términos de eficiencia contable– jornadas laborales –de sol a sol. En aquellos encuentros norte-sur chocaban dos modos opuestos de hacer lo cotidiano3: el de lo que no tiene por qué cambiar frente al de lo que no cesa de alterarse, siendo el modo latino –la permanencia secular de los hábitos– identificado con lo cotidiano por excelencia, y vaciándose paulatinamente la idea misma de cotidianidad en los ámbitos septentrionales. Pese a todo, era irremediable la fascinación por el Mediterráneo, pues el propio concepto adquiría (románticamente) el sentido vital de lo azaroso e incontrolable, íntimamente anhelado por las gentes del norte en orbe moderno. Los excesos de la vida productiva de aquellos países bañados por aguas frías parecían contrastar con la medida –más equilibrada y armoniosa– que se le tomaba al trabajo en el sur. Y este contraste, al fomentarse el encuentro entre paisanos y viajeros, fue caldo de cultivo para la formulación de uno de los grandes tópicos contemporáneos con respecto al Mediterráneo, el referido a la alta calidad de vida en el entorno lento y atrasado y la consecuente felicidad de sus gentes. En los diversos modos de inventar la nación durante el siglo XIX, en Italia, España, Grecia, incluso en Francia o el Para abundar en el sentido de los estudios de la historia cotidiana, y en un plano estrictamente teórico, es preciso recordar que ya a comienzos de los años setenta el antropólogo Clifford GEERTZ: 1973, había sostenido que, para adquirir un significado veraz, las sociedades habían de ser leídas como los textos. Este punto de vista fue netamente reforzado con posterioridad por la historia cultural adscrita al giro lingüístico durante los años de la llamada crisis de la historia. Ya en el terreno de la investigación de la historia, lo cotidiano se ha ligado primeramente al estudio de la cultura material y documental, en las últimas décadas a las mujeres y su aportación en la historia, también a las formas de memoria y fuentes no forzosamente archivísticas. Pero el espectro de lo que abarca el término cotidiano, en tanto crece la dimensión cultural de los estudios históricos y de las investigaciones interdisciplinares, avanza inexorablemente hacia ámbitos muy diversos, por ejemplo la organización de la vida laboral y familiar o la conformación del pensamiento en las diversas épocas, la evolución en la percepción de la experiencia… etc. 3

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atlántico Portugal, la naturaleza y la historia, el paisaje y el arte (latinidad o mediterraneidad) serían defendidos como un valor a no descuidar, núcleo irrenunciable del ser nacional frente a la intransigente civilización tecnológica de perfil anglosajón. Pero eran los súbditos del norte quienes disfrutaban de las ventajas de los balcones mediterráneos haciendo uso y manejo de las mejores condiciones económicas de cada etapa contemporánea. Tras un par de siglos de esfuerzos terribles por destacar a la cabeza de la civilización atlántica, los holandeses, los británicos, los franceses y hasta los alemanes, veían su recompensa en la tierra bajo la forma de un capital muy jugoso que les permitiría disfrutar del descanso: del viaje, la luz, los palazzi y la gastronomía del Mediterráneo. Quedaba lejos la Cuenca sometida al peligro berberisco. Durante décadas de intensa interculturalidad –norte-sur-norte– el Mediterráneo fue un hervidero de creación (literaria, pictórica,…) devolviéndole a los habitantes de los países circundantes la falsa impresión de estar recuperando el centro de la historia. Nada más lejos de la realidad, pues una cosa es ser objeto de atenciones y otra bien distinta el sujeto que las prodiga. Ni el Romanticismo local ni el importado, tampoco los autores a la moda (Goethe o Dickens, Picasso o Gershwin), soportaron las condiciones cotidianas de los naturales del lugar: los campesinos y los pescadores, los cabreros de Italia, Grecia o España. La cotidianidad para estos nada tenía que ver con la mirada extasiada sobre el horizonte, más atentos los pastores y campesinos al modo de llevar todos los días los alimentos a casa que subyugados por el desarrollo creativo y la contemplación artística. Que el Mediterráneo (Sicilia, Liguria, Toscana, Provenza, Cataluña o Creta) fuera inspirador a la hora de pintar, al igual que saludable para superar un trágico mal de amores, o bien soportar con menor sufrimiento la fatiga en el pecho de un poeta tísico, no eran sin embargo razones de peso adecuadas para hablar de un renacimiento civilizatorio en la región, como se pretendía a la luz de las magníficas obras que producían los

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artistas extranjeros. Las obras que fluían en los países ribereños del Mediterráneo no eran obras de autores locales. Recuérdese –y no será nunca suficiente el recordatorio– que en el último tercio del siglo XIX, las gentes del Mar emigraban masivamente al Continente o a América en busca de un salario, y que muchas ni siquiera llegaban con vida a su destino; quienes lo lograban, y solo en el mejor de los casos, necesitaban apuntalar tras de sí dos generaciones para lograr el fruto de un sacrificio que hoy ya apenas se evoca. La historia de las migraciones contemporáneas es una historia mediterránea por excelencia, una historia que no tiene réditos editoriales porque es silenciosa, ajena a la épica de los grandes sucesos que embota la historia nacional. El desaliento en las ciudades del Mediterráneo era en el siglo XIX y a comienzos del XX medible en términos de miseria y humillación del individuo y del grupo, por la frustración ante la incapacidad de las familias de mejorar las condiciones vitales de hijos y nietos. A la altura de las dos guerras mundiales del pasado siglo, el Mediterráneo –y salvo reductos hermosísimos en los que ciertas élites sacaban brillo a sus apellidos o fortuna–colgaba de Europa como el badajo roto de una campana. Y, pese a todas las loas a propósito del magnífico modo de vida de sus gentes, no se había recuperado en absoluto de la mítica perdida hegemónica (ciclos de historia en sucesión lineal y en ocasiones superpuestos). Sobre la ruina antigua y renacentista se erigía en muchos casos otra nueva que era, no solo la proveniente de los destrozos bélicos –que también– sino la de la inadaptación de las diversas regiones del mar (en el norte y el sur de la Cuenca) a las formas de la civilización moderna. El orgullo de sus gentes amables, quizá solo en apariencia, apenas impedía la visión de poblaciones escasamente provistas de unas condiciones aptas para una vida longeva y saludable. De modo que, a mediados del siglo XX y por razones de índole política bien distintas en cada caso, Roma o Barcelona, Valencia o Génova, arrastraban

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sus puertos y periferias deprimidas –bajo una espléndida luz, eso sí–tras la estela de las modernas urbes occidentales. DE LA CONDICIÓN MEDITERRÁNEA A LA SEDUCCIÓN ATLÁNTICA Si en la definición de Pamuk el Mediterráneo “no es”, podemos al menos suponerlo en la evidencia de la experiencia histórica: a modo de realidad evolutiva geográfica e histórica, geográfica y cultural; también como un espacio donde se ha dicho del conflicto que es una dinámica histórica preferente si bien el Mar ha sido proclive a los procesos de comunicación y de intercambio, de cooperación. Para algunos el Mediterráneo sería poco más que un continente de agua en tránsito permanente que, a lo largo de la historia, se alimentó de sujetos y experiencias diversas e insospechadas, siempre cambiantes. En este continente de agua y durante la edad Moderna, las naciones y los pueblos que conforman hoy Italia y España edificaron algunos de los hitos de innovación tecnológica y actividad comercial más reconocibles en la historia, colaborando entre sí a tales fines en ocasiones, rechazándose de plano en otras4. Obvio es que Italia y España comparten una viva tradición mediterránea, pero también se ha dado en ambos casos una constructiva tradición atlántica. Si en la historia moderna los navegantes de la Corona española y de los estados italianos se aventuraban por aguas ignotas para trazar las rutas de acceso a la riqueza, en ambas penínsulas5 se sostenía una grave tensión La evolución de los procesos de configuración de los estados europeos puede leerse en BENNASSAR, B. et al.: 2005. 5 Jacob BURCKHARDT mencionaba ya, en su muy afamado libro La cultura del Renacimiento en Italia (1860), 1995, pp. 219- 222, la temprana presencia de los navegantes italianos en las aguas atlánticas, véase los genoveses del siglo XIII en las Canarias, y no por obra de la casualidad en el hábito de la navegación sino por la búsqueda específica de tierras ignotas, lo que situaba a estos navegantes a la vanguardia de las conquistas de los estados en el tránsito de la Edad Media a la Moderna. Por otra parte, la po4

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política a propósito de la dicotomía atlántica y mediterránea, pues los proyectos regionales del Mediterráneo competían por los recursos internos que absorbían las experiencias atlánticas. En el caso de aquella España proto moderna, sus políticas expansivas en el Atlántico oscurecieron para la historia la acción regional en aguas dominadas por el turco en su tensión con el Imperio Habsburgo. Y, lo que es más importante al caso, entorpecieron la formación de una autoimagen peninsular más cabal, que reflejase la importancia que tuvo el balcón mediterráneo en primer desarrollo la articulación equilibrada del Estado bajo la Corona española6. Así, la mirada de la España contemporánea al exterior fue heredera de la inestable, y en ocasiones despreciada, adhesión al designio regional o mediterráneo, incluso cuando – por las exigencias derivadas de la redistribución global de las hegemonías en la segunda mitad del siglo XVIII– las fallidas políticas imperiales de España –europeas y atlánticas– instaban a la intrusión peninsular con respecto a la actividad de la Cuenca7. La aceptación de este designio, el Mediterráneo, como botín menor si se quiere despreciable en tiempos de esplendor colonial, expresaba la sustitución forzosa de la ventaja americana perdida. Esta actitud resignada dio el resultado de una mirada displicente sobre la región, sobre el continente de agua. tencia de América en la Cultura de la Italia Moderna a la que también alude Burckhardt puede estudiarse en: AVOTO, L.: 1995. 6 A comienzos del siglo XVI el Mediterráneo comenzaría una fase de crecimiento económico de aproximadamente un siglo (expansión de la población y de la producción) de modo que en el siglo XVI los Imperios Otomano y Habsburgo dependerían cada vez más del Mediterráneo en términos económicos. Ello hasta el último tercio del siglo aproximadamente, cuando se inició el decrecimiento de la tasa de expansión en la región a favor de otras, obligando a las ciudades italianas a reestructurar su actividad económica y comercial. Tales son algunos de los argumentos de las tesis braudelianas (El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en tiempos de Felipe II, 1949, revisadas en el coloquio de la American Historical Association (1975). Ver RINGROSSE, D.: 1987, pp. 1-8. 7 JOVER, J.Mª.:1999, pp. 111-172.

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Tal vez fuera por la singular posición geoestratégica de España –en el Mediterráneo Occidental– o tal vez no8, lo cierto es que acostumbrarse a ser un país mediterráneo en el siglo XIX fue una tarea áspera, no culminada con éxito. La persistente fantasía del nacionalismo hispánico, la negación obcecada por parte del Estado de una realidad, la peninsular: cicatera en su concepción pública y fuera de tiempo histórico en la tecnológica y productiva, contaminó la política exterior española de supuestos imaginados, más propios de la Isla Barataria que de un país al tanto de la necesidad real de reinvención a la que le empujaban las circunstancias. Así, en plena edificación peninsular del proyecto liberal primero, y después, en el tránsito de siglos, el compromiso de España con el Mediterráneo fue incomprensiblemente débil pese a la consabida búsqueda de una vocación africanista como ámbito de sustitución por la pérdida de las últimas colonias americanas9. Esta ausencia de firmeza en el proyecto mediterraneísta, durante las dos primeras décadas del siglo XX, vinculada a la irreductible actitud displicente ante lo que no mostrase señales claras de la recuperación del esplendor perdido, coincidió en el tiempo con el proceso de cohesión nacional de Italia y con un proyecto exterior igualmente tentado de abandonar el ámbito inmediato de referencia: el Mediterráneo. A tal fin, Italia se sumió en dos ingratas guerras mundiales, como si esperase de ellas la inserción de la península en el tronco central de Europa, o del Mundo, despreciando el tradicional cerco inmediato del Mar y su hinterland: espejo de una larga y fructífera experiencia histórica demasiado antigua y que ahora era contemplado como barrera natural para el progreso del país. En el imaginario de la Italia del siglo XX la modernidad Texto clásico a propósito de las características del así llamado espíritu español como es sabido, abunda también en la razón geopolítica de la acción exterior de España: GANIVET, A.: (1896), 1996. 9 Sobre el despertar africanista en la España del XIX, ver: HUGUET, M.: 2009, pp. 9-28. 8

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se construiría, no en el reconocimiento de la identidad histórica que pretendían algunas retóricas como la fascista (la retórica de la victoria mutilada10), sino a partir de la posibilidad política de transgredir el cerco de agua, mediante la huída hacia otros mares y países, y el desembarco (diáspora italiana) en el Nuevo Mundo11. Los españoles entretanto regresaban definitivamente de América cuando se produce la masiva emigración italiana hacia el Nuevo Mundo, en el tránsito de los siglos XIX y XX, en el contexto de unas condiciones generales de Europa que castigaban a los pueblos marginados por la revolución mecánica e industrial12. La relación perniciosa entre la contracción de los recursos materiales –alimenticios–y el espectro de una población joven pero sin expectativas– favorecía la explosión demográfica y la huída. El famoso estilo de vida cotidiana del mediterráneo –de pobretona y estrecha realidad– ya mencionado, que tanto alabaran los viajeros y escritores del rico occidente atlántico aún a mediados del siglo XX13 (en el resurgimiento posbélico) se cobraba incontables desalientos humanos, y definía en realidad los límites de la emigración italiana14. A lo largo de décadas, entre los siglos XIX y XX, los mundos atlánticos de ambos hemisferios se poblaron de italianos –salvedad hecha de los valores demográficos entre los DUGGAN, Ch.: 1996, pp. 325-335. La bibliografía sobre la dimensión real del viaje de Italia a América y su aportación al desarrollo de los distintos aspectos de la construcción material y cultural de los EEUU es extensísima. Ver: SCARPACCI, V., y MORMINO, G.R.: 2008, que aporta además un valioso material gráfico. 12 A propósito de América en los distintos espacios del imaginario europeo: ALEMANI, C., ARACIL, B (eds): 2009, pp. 141-162. 13 Véase por la ambientación mediterránea de la trama de la novela de Patricia HIGHSMITH: El talento de Mr. Ripley, (1955). 14 Fundamental el archivo CISEI, Centro Internazionale Studi Emigrazione Italiana, Genova, también centro de actividad académica al respecto. Muy interesante, para la actualización de algunos conceptos clásicos: GIANTURCO, G.: 2009, pp.211-229. 10 11

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siglos XV y XX– como ya lo hiciera de castellanos, extremeños o vascos en los siglos XV al XVIII. Ahora, en el punto de madurez de la edad contemporánea, Italia lanzó un cabo desde la península hasta el nuevo continente, un hilo atlántico de personas que ayudaban a edificar América de norte a sur –tal como los españoles del siglo XVI habían hecho reproduciendo las haciendas castellanas y extremeñas15–. Surgían numerosas pequeñas Italias: barriadas apenas, con sus iglesias y sus jefes locales, sus trattorie; las Pequeñas Italias del mundo16. Al modo de los españoles de la Conquista que terminaron por sintetizar lo extranjero con lo nacional, los italianos –italianos de New Jersey e italianos de Buenos Aires– también fundieron sus hábitos cotidianos con los locales, buscando denodadamente mantener la esencia de su identidad original. En las Little Italies de América del Norte especialmente se encuentra la dimensión plena –en sus virtudes y desmanes− de la Italia original: internamente fragmentada, diversa y sobre todo mediterránea, implantada en una geografía extraña y variopinta a la que, no obstante, los italianos supieron adaptarse con la resignación con que también los colonizadores hispanos incorporaban al quehacer cotidiano las húmedas selvas americanas, tan distintas a las dehesas y los páramos del interior de la Península Ibérica. En los años veinte del siglo XX, Italia fortaleció su presencia en las Américas. Se estima que más de 4 millones de italianos se habían desplazado a Estados Unidos de América entre 1880 y 1920, 2 millones de ellos entre 1910 y 1920. La introducción del conocido sistema de cuotas restrictivas a la migración, vinculadas a las políticas eugenistas a la moda (siendo la ley de 1924 fundamental) favoreció la entrada de poblaciones jóvenes de los países del norte de Europa, blancos y protestantes, frenando así la llegada de gentes del Mediterráneo (italianos 15 16

PEREZ, J.:2006, pp. 198-210. GARDAPHÉ, F.L.: 2004, pp. 37-52.

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principalmente), católicos del sur de Europa17, que se repuso no obstante a partir del final de la II Guerra Mundial. En aquellos momentos críticos posteriores a la I Guerra Mundial, España sin embargo –en tanto contingencia y presente– no existe ya apenas en América (entendida como construcción histórica), más allá si acaso de la experiencia particular de su deslavazada migración18, nunca abandonada del todo ciertamente, pues muchas familias de peninsulares19 siguieron –a título individual– recalando, en su calidad de gallegos, en las repúblicas latinoamericanas. La Pequeña España20, barrio de trabajadores españoles instalado a final del siglo XIX en el distrito de Chelsey, en el Manhattan sur de Nueva York, constituyó un testimonio puntual y anómalo, pues fue precisamente a partir de aquel tránsito entre siglos cuando el Atlántico se abriría separando abismalmente a España de la América frenética y moderna, de la América en crecimiento que tendría la llave del futuro inmediato. La débil presencia de España en las primeras Conferencias Panamericanas21 dio la medida pública y formal de este distanciamiento. Si en la edad contemporánea España mostraba su inadaptabilidad como nación a mundos distintos al propio22, Italia en SPIRO, J.P.: 2009. A lo inconexo del fenómeno acompaña también una bibliografía fragmentada. Ver por ejemplo el monográfico: Hacer la América, un sueño continuado (La emigración española a América Latina en los siglos XIX y XX), Arbor, 1990 y YAÑEZ, C.: 1994. 19 MEDINA, V.: 1999. 20 REMESEIRA, C.I.: pp. 247-278. 21 MORALES PADRÓN, F.: 1987, pp. 179-190; TRIGO, M.: 2008, pp. 386388. 22 Sigue sorprendiéndome, pese a las explicaciones publicadas al respecto, la animadversión hacia la América industrial y puntera de finales de los años veinte, desarrollada por un español tan moderno y cosmopolita como fue García Lorca, tal y como queda expresada en un texto poético fundamental de la cultura española contemporánea: Poeta en Nueva York (1929-1930). Tras los momentos iniciales de inmersión y deslumbramiento, emergería en 17 18

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las décadas iniciales del siglo XX en cambio expresaría gran su capacidad de adaptación a las circunstancias, enseñando que, pese a los azares o las coyunturas históricas –su opción errónea en la I Guerra, el fascismo y sus argucias coloniales–, aceptaba la necesidad de apertura frente a los cambios sobrevenidos y los extrañamientos impuestos. ITALIA Y ESPAÑA, HERMANOS DE LECHE O EL MITO ARTIFICIOSO DE UNA HISTORIA COMÚN No todo mito ha de ser forzosamente un cuento, y gran parte de los cuentos universales tienen su origen en alguna fuente de verdad. Por ello mismo, el entendimiento mutuo forma parte del mito ítalo-español o hispano–italiano si se prefiere, un cuento –a caballo entre la realidad y la invención– elaborado con los argumentos de la cercanía física en el Mar, la afinidad lingüística y cultural, el tronco común en la historia antigua y moderna, la resistencia a su disolución en ambos países de las viejas élites23 entorpecedoras del cambio, el espíritu de Lorca la acritud hacia la cultura material de América. Parte de la crítica –pese al acogimiento cálido del poeta en el Spanish Institute neoyorquino– tendría su arraigo en la añoranza sentimental hacia la así llamada cultura española. La acritud de esta mirada no es única, entronca con otras coetáneas propiamente locales, más fundadas posiblemente en el conocimiento profundo de la realidad del momento. No hay que esforzarse para rescatar textos muy conocidos, como el de John Dos Passos, Manhattan Transfer (1925), análisis descarnado de la sociedad urbana por excelencia de comienzos del siglo XX, aluvión de perdedores, a disgusto con la vida y el entorno en el que se sienten atrapados. En Manhattan Transfer el protagonismo del puerto, de los viajeros, los marineros…, de los incipientes sindicatos, o la esencia migratoria de los ciudadanos, se expresan en la fricción constante (que no la mixtura) entre los personajes. El cuento-collage de Dos Passos –él mismo viajero en permanente tránsito entre América y Europa– nutre la tradición narrativa del circuito migratorio atlántico. 23 Fundamental el estudio de las elites y las asociaciones en perspectiva comparada para los inicios del siglo XX, en ZURITA, R., y CAMURRI, R. (ed): 2008.

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y con los instrumentos de la diplomacia y la retórica. Pero la distancia y el extrañamiento mutuo son parte también de la verdad en el cuento, y surgen de la experiencia histórica más reciente, del recelo entre los años veinte a cuarenta del siglo XX24 por la distorsión de las posibilidades imperiales de ambos países sobre un mismo botín: el Mediterráneo. Luego, en las décadas siguientes, la España franquista y la República italiana adoptarían caminos divergentes que no hicieron sino abundar en los aspectos diferenciadores entre los dos países. La experiencia política, civil y republicana de la Italia posbélica25 y el proceso de asimilación generacional de la identidad nacional moderna postfascista resultan incuestionables –al margen de sus deficiencias–. No hace falta insistir en ellas pues han sido los propios italianos voceros impecables precisamente por la inversión en la naturaleza cívica de su reciente experiencia histórica. De la Italia post bélica puede opinarse lo que se quiera, en especial a propósito de las diatribas políticas internas vinculadas a las tensiones permanentes en el ejercicio de la política y la ausencia de gobiernos estables, a propósito también de los lapsos de inseguridad, o de la quiebra permanente de la administración, visualizada desde el exterior como un caos imperturbable a lo largo del tiempo. No hay duda sin embargo sobre el esfuerzo de conciliación entre el presente y el pasado en la experiencia de la Italia moderna en las últimas cuatro décadas del siglo XX –de su indudable crecimiento económico y urbano26– no obstante la irregularidad territorial del desarrollo, a pesar de las lacras del terrorismo y las mafias (también de la tutela puntual estadounidense) y del lastre de algunas pervivencias sociológicas enquistadas27. En favor del Para el tránsito entre siglos: GUTIERREZ, R. A., et al (eds): 2003. Sobre la construcción de las tradiciones civiles en la Italia Moderna, pese al discutible enfoque a propósito del sur del país, de útil lectura aún el texto de: PUTNAM, R.D. et al.:1993. 26 Una miscelánea reciente muy bien editada AZCONA, J.M. et al.: 2010, pp. 63-78. 27 SILVEIRA, H.C.: 1998. 24 25

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mencionado esfuerzo no fue menor el tesón de la educación nacional –que propicia una postura estudiantil activa, liceística y universitaria–, en el uso de los mecanismos del debate político aportados por la República en su instauración posbélica28. No sucedió así en el caso español, cuya evolución hacia la contemporaneidad reciente se hizo a trazos gruesos y bajo el miedo al síndrome del retroceso o la involución, incluso en fechas tan tardías como 1981. Si, en el caso de Italia, el peligro de la reinvención de la tradición oligárquica y localista, fue parcialmente conjurado ya a partir de los años cincuenta, en la España de aquellos años el panorama era bien distinto. Aquí, el peso formal de la tradición oligárquica quedaría conjurado tan solo a partir de la Constitución de 1978. A pesar de la naturaleza indudablemente moderna del texto en relación al contexto histórico que le daba a luz, la Constitución mostraba la reticencia de la clase política a un cambio institucional definitivamente favorecedor de una inserción del país en la herencia republicana europea de las revoluciones liberales, blindando con ello al país ante la oportunidad de salir de su tradicional excepcionalidad histórica29. Como fuere, la construcción sin grandes traumas de un estado democrático español en las últimas décadas del siglo XX se verificó con un éxito innegable, pese a los fallos que pudieran darse en el proceso. Cabe referirse precisamente a los defectos, en el capítulo de los programas de normalización civil y conforme a la época en curso. La progresión legislativa de la sociedad española en las últimas décadas y recientemente a propósito de cuestiones como el matrimonio entre personas del mismo sexo –observada con interés en muchos países y, entre ellos, en Italia en la última década30–se orquestaba en la acción política progresista sin que pueda verse en ella una correlación con los cambios en la estructura del Estado: aún monárquico 28 29 30

RECUPERATI G.: 1976, referencia en CRIVELLARI, C.: 2004. p. 191. PECES BARBA, G.: 1994. Magnífica síntesis de BOTTI, A. (ed): 2007.

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y urgido de revisión –a juicio de algunos sectores– en el plano de la organización autonómica prevista en el setenta y ocho. España ha representado en los tres últimos lustros un ejemplo fehaciente de la fragmentación fin de siglo: al propiciar la coexistencia pacífica por un lado de la pervivencia de estructuras tradicionales, como la Corona y el derecho de sucesión de la Jefatura del Estado, por otro, del desarrollo de los nacionalismos autonómicos, o la deriva social hacia la plena tolerancia en materia de derechos individuales. Una de las diferencias más marcadas entre España e Italia a lo largo de los siglos ha recaído en sus respectivas posiciones en los centros de la historia. España ha sido por lo general – incluso si nos referirnos a los reinos peninsulares del Imperio español y salvo momentos concretos (el Siglo de Oro) – un lugar histórico31 periférico, o de frontera. Periferia del Imperio de Roma, como Hispania, la Península Ibérica fue a la zaga de la Metrópoli, sirviéndole de cantera mineral, humana o de granero. Fue extremo fronterizo en el Medioevo y, ya en el mundo moderno, la Península mantuvo el papel de sujeto de frontera, con sus señas de identidad en tanto pionera atlántica –y tan escorada en el Mediterráneo que (incluso en tiempos de esplendor) casi olvida pertenecer a él. Pasada la efervescencia de la juventud imperial y dejando atrás la función de avanzadilla americana, la Corona española se resguardó en el patio trasero, la región occidental del Mediterráneo, haciendo del reino borbónico en Italia una sede lejana y trasnochada de la identidad monárquica que se marchitaba y era incapaz de adaptarse a las corrientes del iluminado siglo XVIII32. Hoy – 31 La idea de lugar histórico trasciende la concepción popular de territorio, edificios, estructuras, emplazamientos, monumentos…, que se considera merecen ser preservadas en la memoria por su valor o significación histórica. Para abundar en el terreno de lugar en relación con la temporalidad y la narración de la historia, revisar el texto de RICOEUR, p. (1985), 1997. 32 Un perfecto relato de esta decadencia borbónica puede leerse, como argumento periférico o envolvente a los estudios históricos en el libro de Susan SONTAG: El amante del volcán, 1996.

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entiéndase en la etapa contemporánea más reciente–, España sigue ejerciendo su función de linde, por ejemplo: cuando hizo pedagogía de su condición hispánica al ingresar en la Comunidad Europea (1986), sugiriendo su capacidad mediadora con la América Hispana. En la Europa revolucionaria y de las jóvenes naciones, la opción pro francesa de los borbones españoles, y de casi todos los gobiernos que acunó el débil liberalismo monárquico español del XIX, entorpecería el nexo con los estados italianos –con Italia, celosa en su proceso de conformación de resguardar su territorio (continental e insular) ante las ambiciosas pretensiones territoriales de la vecina Francia. Bajo los Imperios francés y británico, y en su condición de periferia del sistema de naciones-estado en la etapa álgida de la contemporaneidad, España sería en ocasiones obstáculo en el avance de las nuevas potencias, en otras: moneda de cambio para las transacciones territoriales entre ellas. De modo que, avanzando a trompicones por el liberalismo secular y siendo la industrialización en España un proceso tardío, durante buena parte del siglo XIX, la Italia de finales del siglo XIX apostaba por el cambio. La cercanía en el tiempo de su unidad soberana favoreció sin duda el creciente patriotismo. Primero, desde el norte geográfico y más hacia el norte ¿Pudo la próspera Italia norteña ser el pilote meridional de un eje europeo dominante, el apéndice mediterráneo de la Europa continental del siglo XX? Por su condición marítima y el desarrollo de sus puertos gozaba ya de la oportunidad. A continuación, en el periodo de entre guerras, desde el sur pobre hacia un norte (interior) recuperado, Italia se movería a la búsqueda de un crecimiento material que, muy a pesar de los fuertes desequilibrios internos, alterase la identidad mitificada de una nación que no quería seguir rigiéndose por el lastre de las ruinas imperiales sino por la evidencia de proyectos modernos que, pese a los himnos y la propaganda, encontrase sintonía con el tronco europeo que la sostuvo en los momentos iniciales de la recuperación posbélica.

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Abolida la Monarquía en Italia por un 54% de votantes que rechazaron la casa real, en 1946 Italia se convertía en República Democrática. En este contexto, se asiste a la concreción del Plan Marshall para Italia utilizado por la Democracia Cristiana en las elecciones de 1948 para la obtención de la mayoría absoluta en el Parlamento y así desbancar al PCI durante todo el periodo de la Guerra Fría. Con De Gasperi al frente del país (1948-1953), el comunismo fue excluido de las coaliciones gubernamentales, logrando no obstante retomar posiciones en la política municipal de los años sesenta33. El caldo de la rebelión social estuvo siempre presente en el proyecto moderno de Italia, equilibrando los excesos del capitalismo invasivo (el milagro económico), sosteniendo en su ideología el residuo de las culturas locales y algunas de las seductoras quimeras que en definitiva habían hecho posible la historia contemporánea de la proto Italia revolucionaria34. Mientras en el tránsito hacia el siglo XX Italia se mueve –y ¡de qué manera! – pese a los obstáculos antiguos y sobrevenidos, España opta por quedarse varada –por sentido de la oportunidad o de la vocación convencida, dirán unos y otros35– en la Península Ibérica. Italia en cambio trazará su huída sistemática de la Península itálica. Su inserción, tardía y desastrosa, en la Primera Guerra Mundial, fue una buena prueba del intento de internacionalización del país. En la literatura italiana (Marinetti, Palazzeschi, Govoni o Soffici) de la guerra y la posguerra se revela una innegable voluntad de proyección PRATI, G.: 2006. Fundamental la figura del actor y crítico de las revoluciones Vicenzo Cuoco formado en la excepcional Universidad de Nápoles, gran intelectual que asiste, emocionado primero, a la llegada de los franceses y, al poco, a la caída de la monarquía y surgimiento de la República Napoletana a finales del XVIII. En su Ensayo Histórico (1801) sobre la revolución en Nápoles Cuoco reflejaría su enorme capacidad de empatía con el presente histórico. Ver la reflexión al respecto de SOLÉ, J.: 2008.pp. 212-222. 35 PAN, J.: 1998. Sobre el debate nacional entre 1898 y mediados del siglo XX: DARDE, C.: 1999, PP. 9-24. 33 34

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hacia el futuro, expresándose la querencia generacional de ruptura con la tradición italianizante del país. Como expresión artística que señaló el camino a seguir, se percibe la herencia del Futurismo36, un movimiento que se afianzaba y transformaba ante la pesada carga de la derrota, en la elevación del mito de la victoria. Los futuristas propondrían temas inusuales en la tradición italiana: la máquina, la velocidad, la técnica, posteriormente trasfundidos a la exaltación de la violencia, la guerra, el imperio…, a la épica generalizada de la “higiene del mundo”37 y el fascismo. Modernidad en definitiva, al hilo de las corrientes globales de la crisis del modelo prebélico y también del higienismo en la mayor parte de las culturas intelectuales europeas y de América. En el caso español, la reacción ante la derrota (unos años antes, en 1898) no activó un compromiso de cambio inmediato, en consonancia con los modos de la modernidad internacional, sino más bien la aceptación depresiva de la pérdida de voz en el terreno global o, si se prefiere, la voluntaria introspección38. EN EL INTERLUDIO: ENTENDIMIENTOS VENTAJOSOS Raro es que en la historia reciente hayan estado dos países cercanos tan distantes entre sí. A menudo Italia y España se Organizador cultural moderno de enorme prestigio, Marinetti entendió perfectamente el nacimiento de la sociedad de masas, la agresividad implícita en las acciones culturales modernas, infinitamente más participativas por parte del espectador que las tradicionales. En MARINETTI, T.: Manifesto della letteratura futurista, 1910, el autor abunda en los medios expresivos en el texto, capaces de conseguir la sensación, el movimiento, el tacto de la materia, que son en definitiva los mitos esenciales de la nueva época moderna. Las formas sintácticas y la puntuación propenden a la libertad, incluso en los caracteres de imprenta que se disponen de manera desusada, convirtiendo así la obra en un cuerpo activo y sugerente, que admite réplica. 37 MARINETTI, T.: 1915. 38 Para una síntesis completa y una amplia bibliografía, ROBLES, C.: 2008. 36

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dieron la espalda –recelando entre sí sus líderes, Mussolini y Franco, incluso en el posicionamiento común dentro del Eje–, en la franja de mar que les baña, frontera en lugar de espacio para la comunicación. Pese a lo dicho, desde la edificación de la Italia moderna y la inserción –lenta aunque certera– de España en el liberalismo de tinte continental europeo, las realidades contemporáneas de estos países guardan trazos comunes aunque no siempre dignos de ser elogiados. Les ha unido principalmente la arrogancia frente a la hegemonía de las potencias atlánticas –en los años treinta y cuarenta del siglo XX– y la aspiración a reorganizar el viejo Mediterráneo39 al peculiar gusto imperial. Episodios de confraternización de corte pseudo histórico –pactos bilaterales de por medio40– enmascararon como es sabido la competencia por la perspectiva del pillaje territorial. Además, las peculiares relaciones de España e Italia con la Iglesia Católica41 han ido acompañadas en ambos casos de acuerdos y tensiones. La Italia renacida de la Segunda Guerra Mundial (y en útil situación regional para la OTAN durante la Guerra Fría42) conservaba la localización territorial de una institución milenaria, el Estado Vaticano, de la que el franquismo reclamaba para España la autoría de su grandeza secular. Las tensiones entre la Iglesia y el Nuevo Estado español –pese al respaldo del Vaticano al régimen franquista y a la firma del Concordato– ponían en evidencia las dificultades franquistas para expresar la última palabra Bajo el influjo, para el caso italiano, de la construcción nacional en el tránsito entre siglos. GRANGE, D. J.: 1994. 40 AVILES, J. et alii.: 2002. SANZ, F.: 1994. Para la Guerra Civil Española, RENOUVIN, p. 1990. 41 Para el caso italiano y la relación entre el Vaticano y el fascismo italiano: CÁRCEL, V.: 2009, pp. 284-291. Para el caso español y la República y la Guerra Civil: REDONDO, G.: 1993; acerca del escepticismo de Franco a propósito del Concordato y las iniciativas de algunos políticos como Joaquín Ruíz Jiménez en los años previos a la firma del Concordato de 1953: FUSI, J.P.: 2011 (Versión e-book sin paginar). 42 Muy completa la visión del tema señalado en: DUGAN, C., WAGSTAFFS, C. (eds): 1995. 39

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en este particular asunto, a rebufo de una República Italiana moderna, poseedora en última instancia de la titularidad física del Estado Vaticano43. La derrota del fascismo en Italia (1943/44) había producido un gran desconcierto en la España oficial. Pero ya en la segunda mitad de la década de los años cuarenta, hubo de darse la aceptación del nuevo escenario italiano, una suerte de aprobación recelosa que culminaría finalmente en un intento de aproximación de signo cultural (y emocional) a la moderna Italia de los años sesenta44. En las relaciones formales de los dos países se arrastraron los modos de entendimiento entre los regímenes de Franco y Mussolini. Con Tommaso Gallaratti Scotti, embajador en España, se creó por ejemplo la Academia Hispano-Italiana (1945), con personajes como el Conde de Romanones, Pérez Bustamante, Hipólito Galante, Mario Penna y Attilio Venturi, para el desarrollo de actividades académicas y socioculturales; el Instituto de Cultura Italiana propondría espectáculos como la Mandragora de Macchiavelli o La torre sul pollaio de Italo Calvino. Muy sonado en términos publicísticos fue también el encuentro entre Ortega y Gasset y Felice Battaglia, rector de Bolonia, en la Facultad de Ciencias Políticas de Madrid en 1950. Un interesante capítulo de la historia cotidiana de España durante el Franquismo es el que se refiere a la aprehensión de

43 El contexto social puede apreciarse en: DUNNAGE, J.: TwentiethCentury of Italy. A Social History, UK, Pearson, 2002. 44 Monografías a propósito de la construcción política y social de la Italia posbélica: CARTER, N.: (1ª edición 1984), 2008, pp. 363-531. Pero la modernidad italiana no se refleja solo en el plano material y en los estudios referidos, también es patente en el enfoque interno de los temas que interesan a intelectuales y profesores, pues desde hace tiempo son muchos los autores del ámbito cultural italiano –nacionales o no– que centran su trabajo en los diversos modos históricos de la modernidad. A modo de ejemplo, una síntesis interesante: JEDLOWSKI, p. 2007.

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lo italiano, en los ámbitos de la cultura45, de la industria (la emigración de los Españoles a la Italia industrial no es un tema despreciable46), de cuanto estuviera relacionado con el ocio y el divertimento del que tan necesitados estaban los españoles que dejaban atrás la posguerra: el futbol, las películas, la música, la vespa, … el turismo y, cómo no, los macarrones con tomate de consumo generalizado en los hogares españoles desde finales de los años cincuenta, en alternancia moderada con los platos de cuchara –legumbres y patatas de por medio– de tradición ibérica. Receptores de turistas en sus propias costas, también algunos españoles de los años sesenta comenzaron a viajar a Italia, ellos mismos por vacaciones. Algunos, los menos, tomaban el barco o el avión, otros recorrían la costa mediterránea en interminables jornadas al volante de pequeños utilitarios Seat, y qué mejor lugar para dejar sus pesetas que el Vaticano, y ya de paso la plaza de España en Roma o las ruinas de Pompeya. La Roma de la posguerra italiana se había convertido en una ciudad de moda, que atraía a turistas y a la bohemia internacional. La Ciudad de Dios, era también una urbe escandalosa y sorprendente, en la que podían experimentarse los modos 45 Sobre España en el mundo y el papel de Italia, véase: LLERA, L., GALLEGO, J.A.: 1992. pp. 85-90, haciendo referencia a la supuesta italofobia secular española de la que se informa a Tommaso de la Gallarati Scotti, legación italiana en España, a la altura de 1945-46, si bien se reconocía en dichas informaciones una admiración indudable de los españoles hacia la tradición cultural italiana, planteándose con este argumento las bases de lo que debería ser en la posguerra una relación preferentemente cultural. 46 Como tampoco lo es la experiencia compartida en Europa de emigrantes italianos y españoles. No hace mucho, leíamos que el Ayuntamiento de Zürich había rendido homenaje (21 de mayo de 2011) a todos los emigrantes españoles e italianos mayores de 70 años que habían llegado a Zürich décadas atrás y que con su esfuerzo habían contribuido a mejorar la ciudad. En dicho acto, el cónsul general de España en Zürich, Eduardo Junco, así como el cónsul general de Italia, Mario Fridegotto, tomaron la palabra para rememorar el trabajo de muchos antiguos emigrantes y sus familias allí presentes. Ver en “Homenaje a los emigrantes españoles e italianos en Zurich”, Crónicas de la Emigración, Xunta de Galicia, 21 de mayo de 2011.

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de vida licenciosa. Para los españoles de fe, la justificación espiritual de la visita al Vaticano funcionaba como una coartada moral. En las ciudades y pueblos de Italia estos visitantes curioseaban la particular simbiosis entre la tradición católica y la escandalera popular. En Rimini, Portofino o Amalfi, en la propia cittá de Roma el imaginario español vislumbraba el margen del peligro moral, asociadas las imágenes sugeridas a los mitos renacentistas de la exuberancia italiana o al escándalo provocado por la moderna dolce vita47.

Turismo religioso. Archivo fotográfico de la familia Gámir Orueta. Viaje a Italia, 1958.

Al atardecer, en Via Veneto, Roma, se daban cita las estrellas de cine, los paparazzi (los primeros de esta particular rama del periodismo gráfico), las señoritas de compañía y las aspirantes a actrices, también los hermosos jovencitos sin oficio ni beneficio y sobre todo los curiosos. La penuria material de la ciudad del post fascismo había dado a luz un clima social peculiar, misceláneo y paradójico, decoroso y libertino al mismo tiempo, en el que lo mejor y lo peor de la moral instituida se acoplaban con 47

GUNDLE, S.: 2012.

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cierta gracia. Nadie era lo que parecía bajo los focos deslumbrantes del cine italiano en de la prensa internacional y nada parecido podía contemplarse en el Madrid estrecho y pueblerino de aquellos años, apenas tentado en el plano de la ambición de superarse como urbe. Por reseñar algún contraste, chocaba ciertamente la digna humildad en la que se desenvolvía la vida cotidiana de los madrileños −alojados aún casuchas periféricas, en pensiones y viejas corralas, en habitaciones de alquiler con derecho a cocina− y el boato provinciano de ciertos reductos de abundancia, barrios céntricos y renovados en los que se iba instalando la burguesía afín al régimen48. Con todo y a su ritmo, lento y selectivo, España no era inmune a los efectos de la modernidad global. Ya a finales de los años cincuenta Adriano Celentano provocaba con su rock local los primeros vahídos de las jóvenes españolas (en el idioma italiano el rock sonaba más casero que en inglés y se hacía digerible), y Marcello Mastroianni o Vittorio Gasmann hacía lo propio con las señoras casadas. Qué decir de la Loren, la Magnani o la Mangano: símbolos inaccesibles de un erotismo mediterráneo pero internacional. Para el régimen español en vías de aperturismo económico y cultural podía tolerarse el pecado que arrastraban aquellas imágenes del celuloide pues venían de la experiencia popular de un país católico, siendo en todo caso preferibles a otras opciones europeas de raíz protestante. Ni siquiera los primeros Beatles o la juvenil Bardot eran tolerados por la censura nacional, incluso siendo los primeros obviamente modosos y la segunda un tanto esfinge en comparación con las divas italianas. A los ojos del régimen Vittorio De Sica era un autor asumible pese a la incomodidad discursiva de sus films, como si el realismo descarnado que exudaban las películas del director nada tuvieran que ver con la realidad de España. Incluso los films de Rossellini y de Fellini fueron vistos con el agrado de la tolerancia, pues en las salas de Véase a propósito de este Madrid sugerido, el film de Juan Antonio BARDÉM: La muerte de un ciclista, del año 1955, de producción hispanoitaliana y premiado por el jurado internacional en Cannes. 48

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cine español el tema de sus películas no era el tema. Lo eran las estrellas internacionales: Ingrid Bergman (bella o llorona oficial de la pantalla según quien opinara), y aquella señora tan peculiar y tierna: Giulietta Masina, cuya personalidad inclasificable en los cánones clásicos parecía darle un aura de pureza casi virginal muy recomendable. Luego vendría Alberto Sordi, en España un preludio romano del Landa carpetovetónico y, en la canción, los muy afamados Rita Pavone, Gigliola Cinquetti o Domenico Modugno, modelos mediterráneos (o lo que era lo mismo, entre los cincuenta y sesenta, internacionales) de la canción melódica, del desgarro y empalago del pop no anglosajón. Italia pues en la España de los cincuenta y comienzos de los sesenta, fue un modelo inexcusable de modernidad cuya función era la de distraer la atracción extranjerizante que desde el norte amenazaba con fagocitar la tradición hispana.

Desarrollo urbano. Archivo fotográfico de la familia Gámir Oruela. Viaje a Italia, 1958.

Pese a que este panorama ligeramente dibujado pudiese dar la impresión de que existía una aproximación natural de España hacia Italia, no se produjo en la sociedad española que iba dejando atrás los años más estrechos del franquismo una

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reflexión eficiente a propósito de las causas y elementos de la vistosa modernidad italiana. Tampoco acerca de la evolución desde un modelo ancestral –económico y social– atrasado y territorialmente desarticulado y muy parecido al español, hacia otro: estructurado en áreas y sectores de producción equilibrados que hacía posible el así llamado milagro italiano. Obviamente en España no se tomaba nota de los hábitos de la democracia en Italia, de su europeísmo49 económico, o del atlantismo50 en materia de defensa. Antes bien, al analizar los españoles la cuenta de resultados de la industria del norte y del comercio internacional de Italia, se caía en una suerte de justificación que remitía a la autocomplacencia.

Desarrollo urbano. Archivo fotográfico de la familia Gámir Oruela. Viaje a Italia, 1958. 49 De entre los abundantes trabajos sobre la aportación italiana a la construcción europea, es útil el esfuerzo de contextualización de: GINSBOURG, p. 2003. Ya en el terreno de la especialización, el libro de NUNNO, F. di.: 2012, que abunda en un episodio especialmente interesante de la particular historia de Italia y la UE. 50 La inserción de Italia en la OTAN puede verse en: MISSIROLI, A.: 2000, pp. 87-104.

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El éxito de la modernidad –se interpretaba– poco tenía que ver con la resolución sociopolítica interna de hábitos democráticos, o con la recuperación demográfica, incluido el fenómeno de la movilidad interna y exterior de la población, tampoco con la ayuda americana condicionada al desarrollo de un bastión democrático y anticomunista en el Mediterráneo. Merece la pena a propósito de esto último revisar el discurso de la embajadora de EEUU en Italia, Clare Boothe Luce51: “(…) El “milagro de Italia” (…) se inició hace una década y hoy es el comentario de todo el mundo. Este segundo Risorgimento, resurrección cultural y económica de Italia, casi no tiene paralelo en los anales de las naciones modernas. Y sin embargo, no es en realidad un milagro. Nada podía ser más natural, si recordamos que los italianos “son” italianos. Italia es pobre en lo que se conoce por “materias primas”, pero extraordinariamente rica en la más grandiosa de las materias primas: el carácter humano. (Tierra que ha producido hombres inconmensurables) (…) paladines de la ley, el orden y la justicia, y tiranos sin entrañas (Es por tanto uno de los países occidentales más expuestos a caer en el comunismo, pero probablemente también sería el más reacio en soportar después el yugo monolítico de la igualdad comunista) Todas las “paradojas” de la Italia moderna y de la antigua son las mismas que estamos habituados ya a encontrar en cualquiera comunidad muy civilizada, muy complicada (…) 51 La aportación de Clare Boothe Luce es especialmente interesante a la luz de la personalidad de la propia embajadora, recalcitrante anticomunista pero también una mujer feminista que había triunfado en la escena americana con textos famosísimos, véase Women, permanentemente en cartel en algún teatro del mundo desde su estreno en los años treinta. Clare Boothe fue en su madurez una activa política republicana, además de filántropa, pues destinó su fortuna a la incorporación de las mujeres a las investigaciones en la Química, dotando una importante beca que aún hoy lleva su nombre.

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Por lo mismo están cerca de sus propias debilidades históricas. (…) Ninguna nación cree más apasionadamente que los italianos en la libertad de la voluntad humana. Nadie comprende mejor que “el carácter es el destino”, y que existe la elección entre lo justo y lo injusto, entre el bien y el mal. El actual “milagro de Italia” se debe a que los italianos, pese a la derrota y a la pobreza, resolvieron edificar una Italia mejor,(…) la gran virtud del carácter italiano se finca en la capacidad para el valor, la paciencia y el ingenio. Su flaqueza yace en un exceso del espíritu histórico, propenso a una improvisación escéptica y aún cínica. (…) La República de Italia, fundada apenas hace quince años, es una democracia adolescente. El enorme progreso económico (…) los propios italianos lo han logrado (aunque no se hayan propuesto aún alcanzar la armonía política. (…)”52.

Pero la ayuda material es pujante y evidencia la pugna entre lo viejo y lo nuevo: “En los últimos quince años se han acercado a Italia países amigos con donativos y préstamos, y con ayuda médica y técnica. Los resultados están a la vista. Se manifiestan en la prolífica y próspera Milán, en las enfardadoras de heno norteamericanas de las llanuras del Po, en la erradicación del paludismo, tanto en tierra firme como en las islas, en los pantanos desecados y convertidos en granjas productivas en Cerdeña- Hay carteles de propaganda comercial en la Vía Appia, y la antigua carretera a Ostie tiene anuncios de todo, El texto forma parte de la introducción para el número correspondiente de la revista LIFE, elaborado por KUBLY, Herbert: Italia, en Biblioteca Universal de LIFE, en español, Revista LIFE, México, ed. Novaro, 1968, pp. 6-7. El volumen, si bien editado en 1968, se realizó sobre el texto de 1961, escrito a partir del trabajo periodístico de finales de los años ‘50, época en la que el periodista y escritor Kubly disfrutaba de una Beca Fullbright en Italia. Así, la modernidad de Italia se presenta en España (entre la débil burguesía que adquiere la publicación) a través de la mirada –traducida en México– de un estadounidense, intelectual y cosmopolita. 52

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desde gas doméstico hasta conocidos refrescos norteamericanos”. “No es de extrañar que Italia se haga menos antinorteamericana conforme se norteamericaniza. Pero estos cambios no han resuelto sus problemas. Por más idílica que haya sido la Arcadia que imaginaron soñadores y poetas, no deja de ser una tierra desdichada, aunque bella. Su tragedia es la desilusión de la experiencia, de la historia en ruinas (…) A cambio del legado artístico de Italia (…) la humanidad tiene contraída una deuda con este país que no puede pagar con unos cuantos préstamos. El mundo occidental, después de todo, le debe el alma a Italia”. “El vigor de un pueblo eterno. “Una irreprimible energía y una temeridad indómita, común en jóvenes y viejos, dotan a la vida italiana de una efervescencia que rebosa como el agua de la fuentes romanas. Los niños juegan y bailan en las calles desde que amanece hasta bien entrada la noche; las mamas de casa parlotean sin cesar, padres y esposos coronan la jornada del día cantando y escanciando copas de aromático vino. Sólo cuando decrece el ritmo de tanta actividad y el ruido se apaga surgen entonces otros aspectos vitales de Italia”53.

Así pues, la glosa de la embajadora a la condición milagrosa de la modernidad italiana apela a la perseverancia de los hacedores de dicha modernidad y a sus artimañas improvisadoras para sobrevivir en los peores momentos de la historia. En España el discurso explicativo de la modernidad italiana aludiría sobre todo a la razón de la grandeza histórica de una nación que, habiendo sido pionera dos mil años atrás, volvía a serlo, sin más, pues tal era su naturaleza como pueblo. En este registro argumentativo –habitual en discursos, textos y otros campos apropiados para la retórica del franquismo–, y atendiendo a la razón de una historia justiciera, España estaba 53

KUBLY, H.: 1968, p.39.

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llamada a seguir los pasos de su vecina Italia. De modo que no era preciso forzar ningún cambio de régimen ni alterar el curso tradicional del sistema socioeconómico del país. Las fuentes para el reconocimiento de esta particular modernidad italiana en España eran dispersas a la par que poco veraces. Abarcaban los espacios de la prensa y de las revistas populares, los programas de radio y televisión ya en los sesenta. El fenómeno del filoitalianismo tuvo, a diferencia de en la cultura popular, muy débil cabida en el terreno de la llamada alta cultura. La traducción de autores italianos modernos en España fue escasa y, pese a los esfuerzos diplomáticos y al trabajo de Instituto Italiano de Cultura de Madrid, la lengua y cultura italianas modernas, tenían poca presencia en las enseñanzas secundarias, al igual –dicho sea de paso– que el resto de las lenguas y culturas europeas modernas54. El francés sobrevivía ciertamente en los cincuenta y sesenta como lengua de acceso a Europa, pero idiomas como el inglés o el alemán (reputados entre las élites españolas hasta los años cuarenta) apenas resonaban en los centros educativos o universitarios, siendo si acaso códigos de comunicación de ámbito muy restringido e indescifrables para el conjunto de los españoles que accedía a la educación. Del afán de universalización del castellano/español en España durante las décadas centrales del siglo XX cabría decir al menos que dejó cadáveres por el camino, y no solo los muy nombrados de las lenguas peninsulares, sino también los de las europeas que no se aprendieron ni siquiera en las enseñanzas secundaria y universitaria. Italia en cambio –posiblemente en sintonía con la ocupación estadounidense– tal vez por los vericuetos de una economía nacional forzosamente externalizada, que miraba a Centroeuropa y al Atlántico, o bien sencillamente porque el italiano es una lengua territorialmente cautiva –pese a la estela internacional de los emigrantes– en la Península Un amplio y variado compendio de estudios a propósito del tema en ambos países: ARRIAGA, M. et al.: 2006. 54

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Itálica y sus aledaños–, se tomó la molestia de aproximar a los jóvenes urbanos el aprendizaje de otras lenguas sin descuidar por ello la protección del italiano. Por otra parte, la proliferación de autores55 y de editoriales que apostaban por la relectura de los clásicos, y por la visibilidad de los modernos (es fascinante el proceso de descubrimiento de la cultura americana por parte de autores literarios, críticos o cineastas, por ejemplo la temprana obra del fundador de la revista Politecnico56 e inspirador de las nuevas generaciones de intelectuales, Vittorini, autor de Americana (1942): una antología militante de escritores americanos57), de nuevos espacios literarios incluso en localidades pequeñas, y la creación de centros de la cultura italiana58 dentro y fuera del país, son prueba fehaciente En FUSI, J.P.: 2011, el autor apuntaba certeramente a la generación de la literatura de ruinas que surge en Francia, Alemania e Italia tras la guerra mundial. El soterramiento de buena parte del ánimo impregnado por la ruina (por la culpa y la vergüenza) es elemento común en muchos de los escritores europeos de las décadas posteriores al fin de la guerra. Algunos, como el caso del italiano Pasolini, soportaron sus propios demonios en una forma de escritura inquietante vehiculada en parte por la obra de Gramsci (Quaderni del carcere, escritos en las cárceles fascistas y publicados desde 1948). BERARDINELLI, A., en MARESCA, (ed): 2005, pp. 14-37; NICOTRA, E.: 2005, pp. 117-122. 56 En el editorial del primer número (1945), escrito por el siciliano Vittorini, se hablaba no de una cultura que aliviase el sufrimiento, sino de una cultura que protegiese de él, lo combatiese y lo eliminase. Pese al vínculo de Vittorini con el comunismo, la propuesta editorial se ofrecía al conjunto de Italia, incluidos los librepensadores y los católicos… Propuesta que se desvinculó de la política y terminó enfrentando a Vittorini con Togliatti en una polémica (1947) bien conocida en la historia político cultural del país. 57 BERARDINELLI, A., et al.: 1997, pp. 277-280. 58 Siendo la Società Dante Alighieri (La Dante, 1889) la más antigua en su género probablemente, sitúa a Italia entre las primeras naciones interesadas en una política internacional de ámbito cultural, aprovechando la difusión de la causa patriótica, (del irredentismo primero, más tarde del fascismo) el apoyo cultural así como la propaganda ideológica en la numerosísima comunidad formada por la diáspora en las primeras décadas del siglo XX. En las modificaciones realizadas en los objetivos de la institución a partir de los años sesenta no se incluían por supuesto la protección y difusión de la 55

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del enorme gap entre la política cultural de Italia y España en las respectivas posguerras y años posteriores. Es significativo sin embargo el gran interés de algunos profesores españoles del ámbito de las letras –lengua, arte o historia–, grandes aficionados a viajar a Italia y a difundir entre sus alumnos españoles las particularidades de su experiencia italiana. En el primer franquismo, amparados quizá por razones de oportunidad política de las que ahora carecían, Italia había sido en España un referente ineludible. Ahora, en los años cincuenta y sesenta, se mantuvo la referencia si bien cambió de sentido. En el elenco de estos estudiosos admiradores de “lo italiano” hubo nombres sobradamente conocidos. Mencionaré solo a dos por su talante e intereses bien distintos. En primer lugar, Antonio de Hoyos59, profesor de la Universidad de Murcia que, allá por los años sesenta, hablaba a sus alumnos de las bondades de la Italia de la Democracia Cristiana, de Fanfani y de Aldo Moro, la Italia de las autostrada y los velocísimos fiat y alfa romeo, la Italia del Gattopardo y de los Finzi Contini, la Italia de Pasolini y de Antonioni, la Italia de la Piazza del Popolo y del Campidoglio en Roma, la del Albergo Assarotti y la familia Viazzi de Génova, una Italia –decía–moderna y de libertad, que el profesor amaba abiertamente e intentaba inculcar en los jóvenes estudiantes, quizá porque hablar del París previo a mayo del 68 era aún tarea imposible. Recién comenzada la privamera, Antonio de Hoyos daba por terminado el curso académico porque debía asistir lengua y la cultura que proporcionan sentimiento de italianidad, tal y como se recogía en el documento fundacional. Para los años de la posguerra y en el ámbito de la diplomacia cultural, ver el trabajo de: MEDICI, L.: 2009. Sin embargo, una extensa y competente historia de la política exterior cultural de Italia a raíz de adquisición de su status democrático en la segunda mitad del siglo XX en: TOTARO-GENEVOIS, M.: 2005. 59 Alude a él en referencia a su propia formación en los cursos intensivos o de iniciación en la Universidad de Murcia en la posguerra (1939-1940), el profesor José Mª Jover. JOVER, J.Mª: 1999, p. 10. También: VVAA. Homenaje…, 1995.

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a la ineludible cita con la Mostra de Venecia. En el Comitato di Murcia iba integrando a todos aquellos amigos que alguna vez habían estado en Italia, a los bolonios60 y a los peregrinos, a los estudiosos de las lenguas clásicas y a los asistentes a las universidades de verano en Italia. El segundo personaje, quizá más conocido durante el Franquismo, fue José María Beneyto Pérez, al frente de la Asociación hispano-italiana Cardenal Albornoz61, creada en 1938, siguiendo la tradición –aseguraba él en sus escritos de comienzos de los años noventa– de la herencia de las sociedades de amistad nacidas en la II República62. En Burgos en 1938, Ramón Serrano Suñer había sugerido la organización de una entidad ítalo-hispánica, y poco después sería el promotor de otra hispano-germana. Así que, instados por Serrano, y desde los Servicios Centrales de Prensa y Propaganda, recién unificados éstos en una Subsecretaría dentro del Ministerio del Interior, José Antonio Giménez Arnáu, Luis Moure-Mariño, y José María Beneyto Pérez, antiguos colegiales de Bolonia, compusieron la asociación, con el nombre del Cardenal Albornoz. Se agrupaban en ella antiguos estudiantes en Italia y sacerdotes becarios del Colegio de San José en Roma, así como artistas pensionados en la Escuela española de Roma. Miguel de los Santos Díaz y Gomara, obispo de Cartagena, fuera entonces de su sede, representaba la rama eclesiástica, y Enrique Pérez Comendador, a los artistas. Beneyto Pérez se hizo cargo de los estatutos y de la Secretaría, y se designó una Comisión gestora en la que estaban, además de los citados, personajes de la época y el régimen: Giménez Arnáu, Alfonso García Valdecasas, Jaime Blay, Jaime Soler Murillo, Jorge Garzolini Ziffer, Antonio Reverte Moreno y Ramón Martínez COLOMER, J.L. y SERRA, A.: 2006. NIETO, C.: 2011. BENEYTO PÉREZ, J.Mª: 1991. pp. 197-218. 62 Bajo la II República fueron habituales las sociedades de amistad (los Amigos de la Unión Soviética, por ejemplo) y seguían resonando como presentes ciertas entidades de expansión cultural ligadas a otros países, véanse la Alianza francesa o la Sociedad italiana Dante Alighieri. 60 61

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Arturo…, a los que se agregaría un profesor de italiano, Camilo Llovera. De entre los méritos que se arrogaría la Asociación, destaca quizá el considerar que había sido su gestión la que había puesto a salvo de las bombas la ciudad de Bolonia, que fue respetada por los aliados tras una acción colectiva de la Asociación sobre los Rectorados de las Universidades de los países beligerantes para llamar a la mencionada protección. Ante la previsión de un ataque aliado, se había insistido en los entornos de Oxford y de Cambridge que haciendo suya la petición la transmitieron al Mariscal Montgomery –aseguraba sin reparo Beneyto Pérez63. Pero más allá del filoitalianismo de gabinete, en el imaginario español de los años sesenta Italia se comportaba como un experimento piloto de modernidad y democracia comprensible solo parcialmente en el marco de la lenta transformación de la Península Ibérica. A qué negar el ímpetu de la industria y el turismo, el peso sustancial de las migraciones (del campo a la ciudad, del sur al norte y del norte al resto de Europa: Suiza, Austria, Alemania, Países Bajos), y la función del Mar, en tanto fuente renovada de capital y de recursos para las regiones de Italia. ADENDA. LA CONTINUIDAD DE LAS GEOPOLÍTICAS DE LO INTANGIBLE La mirada geopolítica de España e Italia hacia el Mediterráneo data de largo. La necesidad de organizar un Bloque Occidental Mediterráneo a modo de Liga Panmediterránea, cuyo fundamento fuera la supuesta espiritualidad compartida entre las llamadas naciones latinas –véanse España, Francia e Italia64– se abrió paso en los ámbitos político y de pensamiento BENEYTO PÉREZ, J.Mª. : 1991, p. 201. Sobre esta cuestión véase el trabajo ya clásico pero aún útil en sus conclusiones de SUEIRO, S.: 1987. 63 64

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europeos al ir concluyendo la Primera Guerra Mundial. Aunque era de todo punto inimaginable una hegemonía mediterránea al final de la contienda, ello no impedía el abuso de reflexiones del siguiente cariz: “Il nous faut un programme bien défini, à nous comme à nos alliés. Et nous ne parviendrons a le realiser, les uns et les autres, que par la securité de nos frontières, l’association de nos richeses et de nos efforts,l`union pernanente et progresive de nos forces militaires, économiques, financieres, intelectuelles, par l’alliance latine d’abord, par le Bloc Occidental en suite”65.

Durante el siglo XX español el mediterraneísmo ha tenido una dimensión muy transitada en la historia cultural y en el arte. Recuérdese que para D´Ors, el mediterraneísmo conjugaba orden, serenidad y espiritualidad…, clasicismo en definitiva y fuente de identidad66. Pero en el ámbito de lo político el término tuvo una connotación menos clara y de uso en ocasiones aguerrido, siempre propagandístico en atención a los intereses del régimen de turno, especialmente del franquista67. Pese a las deficiencias técnicas de una empresa geopolítica de tinte mediterraneísta, en el complejísimo contexto de entreguerras, un plan de cooperación regional de estas características ofrecía al menos la ventaja −para un país del que nada se decía en la escena internacional, y concentrado en hallar el modo de modernizar sus estructuras internas− de proponer una cierta visibilidad. Merece pues la pena traer a colación la política mediterraneísta de la Dictadura de Primo de Rivera, advirtienBERTRAND, L.: 1916. CACHO, V.: 1997. Recientemente, el amplio espectro del pensamiento de d´Ors ha sido investigado por FUENTES, M.: 2001. 67 En las últimas décadas algunos estudios han tratado de ubicar la noción en el terreno de la dimensión internacional de España. Entre los primeros trabajos: HUGUET, M.: 1997, pp. 89-116; HUGUET, M.: 1995-96, pp. 215230. 65 66

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do al respecto que no hubo una praxis de suficiente calado al margen del marco bilateral hispano-italiano. El principal valor del Tratado de Amistad de 1926 residía en que, ante el avance del poder franco británico en la Cuenca, apostaba por el equilibrio de la región. A Mussolini le preocupaba la expulsión de los italianos en Marruecos y Túnez, pese al convenio firmado en 1896 por el que los italianos de Túnez y Marruecos, algo más de 100.000 y 10.000 ciudadanos respectivamente, conservaban la nacionalidad italiana. A comienzos del siglo XX esta anomalía, que afectaba incluso a los italianos nacidos en África, incomodaba a los franceses68. Pero el tratado de amistad hispano italiano apenas si tenía algún punto en común con las estrategias globales propuestas para la región, si bien la alianza permitía a España –carente de postura regional definida– mantenerse confiada en su reivindicación sobre Tánger. España sostendría su colaboración en el mantenimiento del statu quo de la zona sin lanzarse a grandes iniciativas, intentando disimular la inactividad con respecto al entorno con la exhibición de principios de paz y neutralidad tan a la moda en los años veinte. Italia no tuvo que esforzarse demasiado en oponerse a las expectativas españolas, pues las limitaciones de la política exterior de España, a expensas de los intereses del equilibrio franco-británico en el área, quedaron reflejadas en la cuestión de Tánger. Muy a pesar de los reiterados intentos de la diplomacia (Estatuto internacional de 1923 y revisión de 1928), Tánger fue excluida en la zona española de Marruecos69. Coincidiendo con la Segunda República Española las tensiones internacionales acumuladas derivaron en la reactivación –entre otras– de la llamada cuestión mediterránea. El Mediterráneo sería repartido en zonas de influencia y aludido en foros internacionales en los que España era voz ausente. Las dificultades del país hacían resentirse también su actuación en Ver un clásico aún estudiado: CAROCCI, G.: 1969. Acerca de esta cuestión, los trabajos de Juan Carlos PEREIRA: 1990; y para la II República, J. L. NEILA: 1992, pp. 655-685. 68 69

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el Marruecos español. Los gobiernos republicanos intentaron aligerar su actividad burocrática y reducir los costos de la acción colonizadora desarrollada fundamentalmente a partir del segundo lustro de la década anterior, excesivos sin duda para la maltrecha economía española en el contexto internacional de la Gran Depresión. Los acuerdos de Roma –enero 1935– fruto de las conversaciones entre Laval y Mussolini, expulsaban a España de la toma de decisiones en el área, si bien no hubo dificultades para la renovación del tratado de Amistad Hispano Italiano en 1936. De la mano de los fascismos europeos, España fue arrastrada de soslayo a un escenario bélico que no le convenía. El esfuerzo imperial en el Mediterráneo de una España desmoronada tras la Guerra Civil era en pleno conflicto mundial un reto desproporcionado para las posibilidades del régimen70. Además la competencia italiana constituía un gran hándicap, pues aunque España hubiese accedido a dirigir un plan de integración de los países miembros de la Cuenca, las constantes anexiones y pérdidas territoriales en el área durante la coyuntura bélica, la fragilidad del control en las colonias del área, y la estrechez global de recursos dificultaban las acciones y los retos específicos. Al terminar la guerra, la España alineada con el Eje no sólo no había conseguido ampliar su espacio de dominación colonial sino que, sin haberse preparado convenientemente hubo de asumir la puesta en marcha del proceso independentista marroquí que culminaría en los años cincuenta. Franco había sobrevivido. Mussolini, no. Fue entonces cuando el Estado español abrió tímidamente una línea de acción cultural tal vez destinada a salvar las apariencias o quizá en la confianza de elaborar un ideario internacionalista compatible con las exigencias del nuevo Estado en la difícil coyuntura mundial. Iniciativas destacables en este ámbito se remontan al año 1941, cuando Serrano Suñer, Ministro de Asuntos Ex70

HUGUET, M.: 2010, pp. 633-657.

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teriores, fomentó la creación del llamado Instituto Español de Estudios Mediterráneos, así como de un órgano de expresión, la Revista de Estudios Mediterráneos, en cuatro lenguas e ilustrada. Con el fin de desligar el proyecto de la dimensión oficialista de la política exterior del Estado, se le dio un sesgo académico. El Instituto Español de Estudios Mediterráneos se puso en funcionamiento en 1943, con un programa de estudios humanísticos. Sobresalió el trabajo periodístico de Wenceslao González Oliveros que, consciente de la pobreza informativa sobre el Mediterráneo en España, pretendió conferir al trabajo un aire divulgativo y contextualizado en las circunstancias del presente. Ante la cercanía del final de las hostilidades, en el verano de 1943, los autores propondrían la reflexión sobre la paz y la concordia en el Mar71. Entre 1944 y en 1945 la avanzada de las tropas rusas en Europa y el desenlace bélico preocupaban a la Santa Sede, que tornó su discurso hacia el mito de las persecuciones (comunistas) contra los cristianos de oriente, y utilizó en su interés el mensaje de una España fortalecida, vencedora de la herejía comunista, aún a comienzos de los años sesenta. “Alzamiento, Cruzada y Victoria: esta es la guerra civil vista desde España a principios de los años sesenta. La historia que escribían los historiadores oficiales del régimen, como Manuel Aznar, Joaquín de Arrarás, Luis Bolín o Rafael Calvo Serer. Esta historia de una guerra a la que no llamaban “civil”, sino “cruzada” o “guerra de Liberación” estaba basada en un mito positivo (…) la legitimación del golpe militar de 1936: el levantamiento militar respondió a la inminencia de una revolución de carácter bolchevique, propiciada por el falseamiento electoral de febrero del 36 (que había dado la victoria al Frente Popular). Por ello, en palabras de otro autor de Ruedo Añadamos el giro dado por una de las pocas revistas de la época, MUNDO, dedicada a los temas internacionales en el año 1943. Ver: HUGUET, M.: 1990. 71

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Ibérico (…) Herbert Southworth, para estos autores “la guerra civil fue una cruzada contra el comunismo, una guerra en la que se luchaba no sólo por España y su civilización cristiana sino también por todo el occidente”72.

La utilización del mito de la cruzada fue específica de ámbitos propagandísticos españoles. En los años 1943-1945 en Italia se procedía a la defascistizzazione, un proceso a contrapelo del éxito y supervivencia del falangismo español pese a su declinar relativo dentro del régimen (1942). El giro político en Italia y la victoria aliada en Europa forzó el pragmatismo franquista, que sugería que el deterioro de la reliquia imperial73afectaba al Mediterráneo. Italianos aún afines al Fascio suponían que, por medio de la experiencia histórica de España y de su régimen resistente, era aún posible corroborar que los contenidos y programas fascistizzanti fueran acertados y viables. En este punto de conexión sobrevivía la cordialidad entre una Italia que ya no era y una España insistente en seguir siendo. Pero la cordialidad aunque intangible es un nexo poderoso que discurría –salvo experiencias concretas– por el terreno de la diplomacia formal y de la retórica discursiva. El reconocimiento oficial por parte de España del Rey de Italia por ejemplo no estuvo exento de ofuscación y divisiones en el ambiente político y militar español74. Italia por su parte tomaba la comparación con España en ayuda del esfuerzo de una cierta pedagogía asimilativa, patente 72 La construcción histórica a propósito de la guerra civil española, y el mito de la cruzada tiene un antes y un después en relación con el trabajo de los historiadores y sus trabajos para Ruedo Ibérico. YUSTA, M.: 2003. 73 SAZ CAMPOS, I:2004. 74 A pesar de que se pidió al embajador español en Italia, Raimundo Fernández Cuesta, que volviera a España, por expreso requerimiento del Ministro de Asuntos Exteriores español, Jordana, el gobierno español “considera[ba] inmutado el reconocimiento de los representantes de Su majestad el Rey de Italia”, en palabras del embajador italiano en España, Paulucci, al mariscal Badoglio el 25 de septiembre. En TASSANI, G.: 2003, pp. 97-132.

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en la difusión de una particular visión de España a través de canales extra-oficiales: los cinegiornali, la prensa o el cine. En su apuesta católica y anticomunista, a los ojos de las potencias vencedoras de la guerra España pretendía alejarse del modelo institucional fascista. La difusión de esta imagen era descrita por Renato Moro en los análisis de los cinegiornali y de los documentales del Istituto Luce e la Incom75. La imagen del franquismo en la publicidad pone en evidencia la común exaltación de las revoluciones española, italiana y alemana, en cuanto movimientos que habían pretendido guardar un carácter popular76. Ahora, para España el modelo fascista era incómodo pues la asimilaba a la Italia derrotada. Para distanciarse de él, se acometieron esfuerzos de desasimilación por ejemplo en las producciones del NO-DO en torno a 194577. Gradualmente fueron diluyéndose algunos de los rasgos de la afinidad ideológica entre la España de Franco y la Italia de Mussolini. Por el contrario, el fomento de una semejanza indefinida prevalecía en este juego de espejos en el que pese a todos los epígonos de una Italia derrotada se aspiraba aún a ver en España lo que ya no podía ser. “Il gioco degli specchi forse aveva abbagliato lo stesso regime fascista”.78 Podríamos pues concluir que a mediados del siglo XX los dos balcones al Mediterráneo occidental se habían edificado sobre las bases ficticias de un conjunto de objetivos comunes, desvanecidos hacia 1943-44 cuando, si bien bajo circunstancias distintas, ambos estados se encontraron en la forzosa tesitura de tener que enfrentarse a la exigencia de renovar sus respectivas identidades. MORO R.: 2005, pp. 277-305. BOTTI, A.: 2007, p. 342. 77 El noticiario, NO-DO, fue transmitido por primera vez en las salas cinematográficas en enero de 1943. TRANCHE, R. y SÁNCHEZ BIOSCA V.: 2006. 78 “El juego de los espejos quizás había deslumbrado el mismo régimen fascista”, leemos en MORO, R.: en MORO, R., DI FEBO, G.: 2005, p 305. 75 76

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En la década posterior al final de la guerra, la toma de conciencia en España de la importancia del proceso económico e industrial italiano pudo haber estado en el origen de una diplomacia posibilista. España era ajena al reto económico, social y estratégico que asumió Italia en los años cincuenta, por lo que la inserción de actores externos en ambas políticas fue desigual. Sin duda, el hábil trabajo de Sangróniz al respecto no fue un asunto menor pues, en 1947 y con vistas a la constitución del nuevo Gobierno italiano, el diplomático empezaría a promover encuentros con los responsables de las grandes instituciones industriales: el Presidente de la Montecatini, el Director General de la Fiat, el de la Pirelli y el de Caproni, el Presidente de la Snia Viscosa y el de Azienda Minerali Metalici Italiani, etc., empresarios todos ellos contrarios a cualquier modo de animosidad política cuando de lo que se trataba era de afrontar algún beneficio comercial. La naturaleza política de las relaciones hispano italianas sería más áspera que la cultural o la comercial en términos generales. A raíz de la resolución de exclusión de España de los organismos de la ONU (1946) y de la recomendación de la inmediata retirada de los Embajadores acreditados en Madrid, se puso a prueba la naturaleza de la relación bilateral Italia España. Italia no formaba aún parte de la ONU y no estaba sujeta a sus resoluciones. Por otra parte, desde el final de la guerra Italia contemporizaba con España a instancias de los intereses de Estados Unidos y Reino Unido, si bien en un margen de maniobra muy corte. Los partidos moderados, con la Democracia Cristiana al frente, criticaron la resolución, pues opinaban que daría apoyo popular al régimen de Franco. Además, retirar al embajador podría alterar los mecanismos que defendían los intereses económicos que Italia pretendía mantener en España. Socialistas y comunistas por su parte, bien organizados en amplios sectores de la población italiana apoyaron la resolución, pues consideraban que, si bien no incluía la ruptura de relaciones que ellos proponían, sería eficiente para acabar con el régimen de Franco. A finales de 1946

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fue retirado el embajador británico, tras lo cual el Ministro de Asuntos Exteriores italiano, Pietro Nenni, informó, a Tommaso Gallarati Scotti, Embajador en Madrid, de que el Consejo de Ministros, había decidido seguir el ejemplo inglés. En España la decisión causó malestar en las autoridades, que juzgaron el gesto inamistoso –pues Italia no estaba obligada por el mandato de la ONU– e inexplicable dadas las buenas relaciones comerciales. Si la respuesta esperada en Italia era la retirada del embajador Sangroniz, el régimen sin embargo estimó más adecuado mantenerle pese a la frialdad diplomática y a fin de proseguir con el trato comercial79. Por ello es muy destacable el trabajo extra oficial en pro de un entendimiento de facto, prueba de lo cual fue que las revistas económicas y financieras, los periódicos influidos por las empresas italianas, favorecieron un cierto estado de opinión en contra de la resolución de la ONU. La actuación de la publicística italiana fue decisiva80 en la orientación inmediata de las relaciones bilaterales en aquellas fechas difíciles, pues canalizó el pragmatismo que, urgida por la dependencia estadounidense y británica, no podía asumir la política formal. APROXIMACIONES FIN DE SIGLO

En las investigaciones realizadas por Pablo del HIERRO: 2009, se alude a la siguiente documentación: Documenti Diplomatici Italiani (DDI): Serie XI. Volumen II (12 diciembre 1944-9 diciembre 1945). Doc. Nº 393. Telegrama de De Gasperi a Gallarati, 7-8-45. DDI: Serie XI. Volumen IV (13 de julio 1946-1 febrero 1947). Doc. Nº 609. Telegrama de Gallarati a Nenni, 18-12-46. AMAE: R. 1.280 Exp. 1. Telegrama de Martín Artajo a Sangróniz, 20-12-46. AMAE: R. 1.280 Exp. 1. Telegrama de Sangroniz a Martín Artajo, 23-12-46. AMAE: R. 1.280 Exp. 1 Telegrama de Martín Artajo a Sangroniz, 21-12-46. 80 Pablo de Hierro, en Desafios en la aplicación…. op cit., recoge la opinión sobre este particular en “Il Monitore degli Affari”, órgano oficial del Centro Internazionale degli Affari; “L’O.N.U. la Spagna e noi”, 31 de enero 1946, p. 15, en: AMAE: R. 1.466 Exp. 23. Carta de Sangroniz a Artajo, 7-2-47. 79

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A finales del siglo XX y en los comienzos del XXI, el Mediterráneo, en tanto un proyecto regional de la UE y de larga tradición europea, gozaba de gran predicamento entre los partidos políticos, las instituciones y la sociedad, que veían en él un fructífero horizonte de compromiso interregional en la aplicación de acciones de cooperación81. Eran años de optimismo y, en el plano meramente discursivo, se verificaba el auge de institutos de estudios del Mediterráneo en muchos países de la Cuenca, de revistas especializadas en el tema, así como la publicación de monografías y estudios que dejaban traslucir un gran entusiasmo por un futuro regional cuajado de oportunidades82. Desde esta perspectiva, Italia y España eran países perfectamente explicables en su condición de naciones modernas, ambas de entronque europeo, pero al mismo tiempo, balcones abiertos al Mediterráneo. Una diferencia sin embargo distinguía el nivel de compromiso de ambos Estados a propósito del proyecto regional. En el caso de España, su peculiar organización territorial y administrativa moderna –el régimen de autonomías adquirido y desarrollado a partir de la constitución de 1978− le permitía abundar en políticas regionales autónomas, adaptándose las áreas mediterráneas peninsulares con mayor flexibilidad a los proyectos regionales del Mediterráneo83. En ocasiones dichas propuestas eran instadas por las mismas coEn la producción española de finales de los noventa y a modo de ejemplo: GIRÓN, J. y PAJOVÍC, S. (eds): 1998. CISNEROS, J.: 1999 (V Forum Ambiental del Mediterráneo, 1998). En relación a las operaciones para el mantenimiento de la paz en el Mediterráneo: YUBERO, S. y LASCORZ, A. (coord.): 1999. Más recientemente y para la vertiente de la cooperación para la Seguridad: MINISTERIO DE DEFENSA: 2010. 82 INSTITUT CATALÀ DE LA MEDITERRÀNEA: 1999, pp. 280-282. 83 Ya a mediados de los años noventa, en los Cursos de Verano de El Escorial, Juan Ramón CUADRADO, director del estudio prospectivo sobre el Arco Mediterráneo Occidental, en PORCEL, B.: 1996, pp. 66-82, sostenía la potencia del escenario del Arco Mediterráneo o Latino, a partir de los trabajos Europa 2000 de la Comisión Europea, su heterogeneidad, fracturas y tendencias de integración. 81

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munidades autónomas84, en otras la iniciativa era comunitaria: Comité de las Regiones85. Como fuere, el efecto palanca del regionalismo europeo sobre las autonomías españolas necesitadas de impulso fue innegable86. El caso de Italia era distinto. De entrada, su sistema constitucional reservaba a la República competencias plenas en materia de acción extra nacional. Además, la tendencia a la introversión de muchas de sus regiones, plenamente bañadas por el Mar sin embargo, limitaba su participación en acciones de envergadura en materia de cooperación interregional tal como 84 La principal seña de identidad de las euroregiones es que están en permanente creación y cambio. Así por ejemplo, se revisa el proyecto Creamed, en un doble contexto: el de los viveros de empresas y el de la construcción de la Eurorregión Pirineos Mediterráneo, que se constituyó en octubre de 2004. En 2009 cambió su estructura jurídica por la de Agrupación Europea de Cooperación Territorial (GECT según sus siglas en francés), para conferir un carácter más operativo a la coordinación política entre las comunidades autónomas españolas de Cataluña e Islas Baleares y las regiones francesas de Languedoc-Roussillon y Midi-Pyrénées. Recientemente, en mayo de 2012, los gobiernos de Murcia, Comunidad Valenciana, Cataluña y Baleares defendían el Corredor Mediterráneo como “proyecto absolutamente vital” y “fundamental” para estos territorios, para el resto de España y Europa, para las inversiones, así como para la actividad económica. El tercer carril ferroviario supone el inicio del Corredor, infraestructura destinada a consolidar la actividad logística y portuaria de la zona mediterránea frente al Norte de Europa, para convertir a la región en una gran plataforma logística del Sur; el Corredor conectará el puerto de Cartagena con la frontera francesa para que en torno a 2016, fluyan las mercancías. 85 Que en la primavera de 2012 dio prioridad al Arco Mediterráneo –El Sunbelt– precisamente y al Corredor antes mencionado. En la línea de la mirada optimista sobre la región previa a la crisis de 2008 heredera aún de los años finales del siglo pasado, ver la miscelánea de estudios editados por MARTÍNEZ, R. (ed).: 2006. 86 Para el caso andaluz, por ejemplo, se explica muy bien el vínculo de la autonomía con Europa/Mediterráneo a través del Comité de las Regiones y el influjo positivo en la región peninsular de su inserción en las iniciativas interregionales en el seno de la Europa Mediterránea: TUÑON, J.: 2010. pp. 146-159.

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pusieron de relieve los estudios al respecto87. En el Mediterráneo Latino peninsular: Cataluña, Valencia, Baleares, Murcia y la Andalucía Oriental desarrollarían políticas de adhesión identitaria en sintonía con el afán popular de externalización de su actividad. Para finales de la década de los años noventa, las encuestas revelaban que aproximadamente un 90% de la población de las dos primeras autonomías se afirmaban en su pertenencia al área mediterránea, dato que se rebajaba hasta un 70% en los casos de Baleares y Murcia, y a un 50% en el caso andaluz. Así que, y aún en el desigual nivel de adhesión regional, el grado de satisfacción identitaria con la región mediterránea se revelaba alto en España. El trabajo comunitario al respecto tuvo mucho que ver. A mediados de los años noventa el Levante español se mostró especialmente activo en las políticas europeas que daban impulso económico y político al Arco Mediterráneo, adoptando quizá un cierto status de liderazgo que tenía más que ver con la vocación de impulso que con el peso real del área. La Italia del norte, que miraba a la Europa del Arco Alpino y del Arco Alpino-Adriático se continentalizaba, en parte debido a sus evidentes capacidades económicas. El Mezzogiorno por su parte, en situación periférica con respecto al núcleo europeo, recalaba en cambio en el discurso regionalista mediterráneo pues, como le sucedía a algunos espacios del sudeste costero español, tenía necesidades perentorias de apoyo por parte de las políticas europeas. Resulta especialmente interesante para el caso italiano comprender el proceso por el cual durante el último tercio del siglo XX reforzó un discurso de centralidad mediterránea –nutrido en parte por el mito de la historia pero apoyado fundamentalmente en el desarrollo material del país– proclive a la antigua tesis del control natural de Italia sobre los aspectos fundamentales de la identidad del Mediterráneo occidental. 87

INSTITUT CATALÀ DE LA MEDITERRÀNEA: 1999, pp. 280-282.

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Esta orientación discursiva, más estética que pragmática, quedaría mermada precisamente por la bonanza en las condiciones económicas y financieras a finales de siglo. Así, y pese a la facilidad con que Italia podía haber concebido un discurso de neto barniz cultural, el país tomó la, seguramente acertada para sus intereses, decisión de abordar la cuestión regional en una clave mucho más técnica y moderna. Lo fundamental era tomar la delantera en aspectos de navegación marítima, en la renovación de la industria turística, e incluso en la lectura actualizada de las cuestiones de la agenda internacional; no descuidó Italia tampoco el discurso a propósito de la calidad de los ecosistemas que circundan la península itálica y de la implementación de políticas de prevención de riesgos medioambientales favorecedoras de la protección del entorno. Fruto de todo ello es que la marca Italia, ligada al Mediterráneo, se desarrolló notablemente ya en los años noventa. Con todo, y fruto del avance en las políticas regionales de Europa en aquel periodo, solo en el plano netamente marítimo y comercial la competición con España por el liderazgo en la actividad portuaria y económica de la región no fue un tema baladí, ejemplificado en la carrera entre puertos como el de Génova y Barcelona por convertirse en líderes en un momento en que las posibilidades de la globalización parecían infinitas. Al comenzar el siglo XXI parecía que los dos balcones al Mediterráneo Occidental se abrían por fin a la par. El espejismo de la bonanza duraría poco, habida cuenta de los nefastos efectos de la crisis económica de finales de la década. Lo suficiente no obstante para resolver que Italia y España estaban obligadas a cooperar al menos en lo referente a las estrategias para el desarrollo y el bienestar de su región: el Mediterráneo occidental.

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EL CENTRO PARA LA COOPERACIÓN EN EL MEDITERRÁNEO. DESENCUENTROS HISPANO-ITALIANOS DE UN EXPERIMENTO CULTURAL (1952-1953) EL CENTRO PARA LA COOPERACIÓN EN EL MEDITERRÁNEO...

LAURA BRANCIFORTE Universidad Carlos III de Madrid “Los propósitos italianos son –decía España– convertir el primitivo Centro de Cooperación mediterránea en una “organización de Cooperación Mediterránea inspirada en la ONU y en la Unesco, pero limitada al área mediterránea y controlada por Italia”1.

LA ACCIÓN CULTURAL EXTERIOR HISPANO-ITALIANA Y EL MEDITERRÁNEO El análisis que llevaremos a cabo se centra en la fundación, en 1953, del Centro para la Cooperación en el Mediterráneo, que fue una iniciativa de la acción cultural exterior italiana, y un lugar de desencuentro de los intereses hispano-italianos en la cuenca del Mediterráneo. Antes de focalizar nuestra atención hacia lo que he definido como un experimento cultural, porque de ello se trató finalmente, por las escasas consecuencias reales que trajo consigo, es preciso ver el contexto de los años de su creación. El año 1953 es seguramente clave en la política exterior española. El renovado marco occidental en el que se coloca España determina y en parte influye en una nueva relación bilateral de España con Italia. Al mismo tiempo, una nueva “Telegrama del Consulado de España en Palermo y de la embajada española en Roma”: Informe, Madrid, 8 de junio de 1954, AMAE: R. 6201, exp. 4. 1

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política “interesada” y simultánea por parte de estos dos países, “amigos” ya desde 19262, hacia la cuenca del Mediterráneo, desemboca en unos objetivos comunes. Aquella distancia de conveniencia que España había adoptado en la inmediata posguerra, a la vez que se asistía en Italia al declinar de las armas fascistas, ya no era precisa. La relevancia del año 1953 en la política exterior española es bien conocida y, como tantas fechas señaladas, representa el punto de llegada y de arranque de otros tantos y cruciales momentos, que vienen a justificar su excepcionalidad. En 1953 recordamos la estipulación de los Pactos económico-militares firmados entre España y EEUU, la firma del Concordato con la Santa Sede propulsada por, en aquel entonces, el embajador ante la Santa Sede (1948-1951) Joaquín Ruiz Jiménez, luego ratificado por Fernando María Castiella, futuro inquilino, desde 1957 hasta 1969, del Palacio de Santa Cruz3. En 1953 culmina el primer proceso de “ingreso de España en una serie de organismos especializados (agencias técnicas) del sistema de Naciones Unidas” que fue un paso previo a la entrada de España en la ONU. El declarado aislamiento exterior de España con respecto a Occidente, ciertamente “parcial”, −como subraya Pedro Martínez Lillo4− no impide que España entre, aunque con limitaciones, como “Estado miembro de la OACI, la FAO, la UPU, la OMM, la OMS, la UIT y la UNESCO”. Los límites impuestos −como señala Irene Sánchez− no se debían tanto a “los adversarios internacionales al régimen, sino [a] los limites internos al mismo régimen”.5

2 En 1926 se firma el Tratado de amistad, conciliación y arbitraje. Ministero degli Affari Esteri.: 1999, pp. 395-405. 3 PARDO SANZ, R.: 1996. 4 PEDRO MARTÍNEZ, L.: 2000, pp. 323-340. 5 “La incapacidad económica del país para hacer frente a sus nuevas obligaciones; de otro, el caos imperante en los entresijos de la Administración”. SÁNCHEZ GONZÁLEZ, I.: 2011, s.p.

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La asunción del cargo de Ministro de Asuntos Exteriores, en 1953, correspondía al “Canciller de la Resistencia española”6, Alberto Martín Artajo. Esto significó como es sabido un giro hacia el catolicismo internacional y un acercamiento al “área más conservadora de la familia democrático-cristiana europea”7 y un europeísmo de matriz católica8. La política exterior que llevó adelante Martín Artajo unió distintas, y a menudo contradictorias, vocaciones y posiciones como el africanismo, el mediterraneismo9, el atlantismo, el hispanismo, y una poco definida política filo-árabe. Todo ello tuvo un cauce declaradamente propagandístico en el cual se hacía alarde de la importancia geoestratégica española como baluarte anti-comunista en el sistema de defensa occidental, pronto, en parte, redimensionada por la muerte de Stalin y el final de la guerra de Corea. Sin embargo, todo ello no fue garantía de su salida real del aislamiento en el que se encontraba. Una vía de salida a este aislamiento se buscó, y se construyó, a partir de la acción cultural exterior. Desde 1951 se confió en la sección de las Relaciones culturales del MAE para elaborar un discurso “europeísta” y legitimador a nivel internacional del régimen10. Al mismo tiempo, no se descuidó el mundo árabe (Instituto Hispano Árabe de MARTÍN ARTAJO, A.: 1957, págs. 9-13. DELGADO GÓMEZ-ESCALONILLA, L.: 2003, p. 57. 8 Para España el proceso de “integración europea no coincide” − por sus postulados políticos y teóricos− con el de Estrasburgo” sino que para España la “europeización parecía pasar por “la españolización de Europa”. CAVALLARO, M.E.: Los orígenes de la integración europea. Desde el franquismo hasta los años del transición, Silex, Madrid, 2009, p.56 y 57. 9 “vocaciones como la mediterraneista fueron utilizadas […] entre 1945 y 1955, en aras exclusivamente del reconocimiento internacional. HUGUET, M.: “Descubrir el Mediterráneo una orientación recurrente en el ideario exterior franquista”, 1997, págs. 89-116; 10 DELGADO GÓMEZ-ESCALONILLA, L.: “Las relaciones culturales entre España y Estados Unidos, de la Guerra Mundial a los Pactos de 1953”, op. cit., p. 57. 6 7

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Cultura 1954), sobre todo Marruecos, País con el que se firmó un tratado cultural en 1957, tras su independencia en 1956, ni Hispanoamérica ( con la creación, por ejemplo, del Instituto de Cultura Hispánica en 1945). Si la política exterior por estas fechas parece ir a tientas, en la acción cultural se vislumbran caminos de actuación aparentemente más viables respecto de aquellos políticos. España pone en marcha una vía “cultural” de contacto con Italia intentando vincularse a su doble condición territorial, tanto continental como peninsular, a Europa y al Mediterráneo, pues, confiada en que España también podía jugar “a dos bandas” por su posición geopolítica entre el Atlántico y el Mediterráneo. Sin embargo, el Mediterráneo, o más bien la política mediterránea española, no se insertará en el marco de la europeización de la política exterior tan solo hasta las décadas de los ’80-’9011. Desde los procesos de negociación para entrar en la Comunidad Europea, y aún tras su integración, España, como subraya Susana Sueiro12, “quiso dejar claro que era un país europeo en la región mediterránea y no un país mediterráneo en Europa”, aunque el concepto de España como frontera entre Norte-Sur, entre Europa desarrollada y el “Sur amenazante” permaneció, reiterando la condición “fronteriza” de España en el Mediterráneo13. En el tímido e incoherente intento de conexión de España con Italia, prevalece la distorsionada idea de cercanía política en virtud del estatus de ambas naciones como supuestas “po-

11 En MORENO JUSTE, A. “La europeización de la política exterior” (texto no-publicado) en el ámbito del Seminario de Historia de las Relaciones Internacionales “Dimensión Internacional de la transición española. Protagonistas y memoria histórica”. Facultad de Historia y Geografía, Universidad Complutense de Madrid, 17 y 18 de Diciembre 2012. 12 SUEIRO S.: 2003, p. 193. 13 JOVER, J.: 1986, págs. 5-42.

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tencias medias” 14 en un Mediterráneo común, donde, ambas, en diciembre de 1955, ocupaban la antesala de la ONU. Esta jerarquización entre los Estados, si hablamos de potencias medias, no puede sin embargo desvincularse del contexto histórico en el cual se aplica y no puede no tomar en cuenta, mientras tanto, la adquisición por parte de Estados Unidos del papel de potencia mundial así como, no puede descuidar, la incipiente teorización del concepto de “equilibrio del poder” (balance of power)15. Italia, entrada la década de los cincuenta va perdiendo, política y económicamente, el “rol” de “potencia media”16 y se encarrila a conseguir, pronto, un lugar específico en el sistema No hay acuerdo sobre el concepto de potencia media sino más bien críticas a su definición. Jordi Palou cuando se refiere a “Potencias medias” afirma: “provisionalmente, nos referiremos a este grupo de Estados con una definición negativa: se trata de países que no podemos llegar a considerar como grandes potencias, pero que tampoco podemos incluir entre el grupo de pequeños Estados”. En cualquier caso, está claro que los intentos de situar a los Estados en una jerarquía presentan inequívocas connotaciones políticas. A diferencia de Palou, Carlsten Holbraad apunta que las potencias medias son aquellas que, debido a sus dimensiones, a sus recursos materiales, su voluntad y capacidad de aceptar responsabilidades, su influencia, están en vía de convertirse en grandes potencias”. El autor a partir de esta clasificación en los ochenta elabora una lista de países, incluyendo Italia y España entre las potencias medias. PALOU, J.: “El concepto de potencia media. Los casos de España y México”, Afers Internacionals, núm. 26, pp. 7-35, p. 10; HOLBRAAD, C.: 1984. SANTORO, C. M. «Dove va la política estera italiana? Cinque ipotesi su una media potenza», Relazioni Internazionali, 1988, nº 1. 15 La voluntad de los Estados Unidos de asumir el papel de potencia mundial genera la aparición desde 1945 de la producción teórica en este terreno, que es, mayoritariamente, de origen norteamericano y que luego retoman desde los clásicos del realismo de post-guerra (Hans J. Morgenthau) hasta los realistas (Kenneth Waltz), pasando por los sistémicos de los años sesenta (Morton Kaplan). BARBÉ, E.: 1987. En España será fundamental la aportación de Antonio Truyol y Serra y de José María Jover para la aplicación a la historia y a la historia de las relaciones internacionales del concepto de redistribución del poder. 16 SANTORO, C.M.: ob.cit. 14

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occidental. Es un país ya consciente de su condición estratégica en la nueva realidad internacional tras un amplio y muy reñido posicionamiento filo-atlantista (4 de abril de 1949 firma del Pacto Atlántico) y un mucho más fácil posicionamiento europeísta17. Tras su definido posicionamiento geopolítico en el marco democrático occidental, Italia empieza a encaminarse hacia un más original papel en Europa y en el Mediterráneo18. El acercamiento al Mediterráneo, pese a la antigua tendencia de su “proiezione mediterránea e mediorientale”, se situará en la diplomacia italiana, en el momento de su unificación, y del periodo de la “sinistra storica”19. Desde distintas proyecciones y desde unos proyectos pocos definidos hacia el Mediterráneo, España e Italia, coincidentes en la voluntad de potenciar sus vínculos con los países ribereños, se involucran a principio de la década de los cincuenta en aventuras comunes en el terreno de la acción cultural. El “sueño imperial” hacia el Norte de África y el proyecto de la hispanidad, los vestigios del “imperialismo informal”, tendrán un papel relevante en la política hacia el Mediterráneo20. Sin embargo no hay que olvidar que –como comenta Susana Sueiro– para España no “existe una política global mediterránea”, pues sería más apropiado referirnos a una “política marroquí”, y la “cuestión de Marruecos es la que domina de 17 (Conferencia de Mesina de 1955, de Venecia de 1956, firma de los Tratados de Roma de 1957) y atlantista (el Ministro degli Affari Esteri, Gaetano Martini lleva Italia a entrar en la ONU el 14 de diciembre de 1955). CACACE, p. 2010, p.180. 18 “..durante los primeros años cincuenta .... se había intentado también no alienar a Italia las posibles simpatías de los pueblos arabes y se habían manifestado inciativas de caracter cultural y económico que miraban a estrechar relaciones culturales y económicas entre la peninsula y los países del área del mediterráneo”. FORMIGONI, G.: 1998, p. 117-118. 19 PERFETTI, F.: 2011, p. 185. 20 ALGORA WEBER, M.D.: 1996.

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forma absolutamente abrumadora las relaciones de España con las potencias europeas de su entorno”21. En estos años, España no parecía ser un objetivo prioritario de la acción cultural exterior italiana, como lo había sido más manifiesta y oficialmente durante los años treinta y cuarenta, bajo el fervor propagandístico fascista, pero, aún así, fue el blanco de las renovadas atenciones por parte de Italia. ¿Pudo, pues, la vía del acercamiento cultural basada, como veremos, en una “nebulosa” comunión cultural mediterránea, constituir una vía alternativa a las más inciertas relaciones políticas todavía tambaleantes a principios de la década? El mediterráneo significó para España, tras 1946, frente al aislamiento al que estaba sometida, un “foro subsidiario de protagonismo internacional”22 debido a “la necesidad de romper una soledad insoportable”23. La proyección mediterránea como, finalmente, apunta Montserrat Huguet, indisociable del atlantismo, gravitaría en torno al objetivo de superar la marginación exterior y lograr la aceptación canalizada a través de la amistad con los países árabes24. España dirigió estas políticas sustitutorias, además, de hacia las potencias occidentales, hacia los países iberoamericanos y hacia los países árabes, Arabia Saudí, Irak, Yemen, Siria Líbano, Jordania y sobre todo Egipto. En este último país recayó la misión de asegurarle el apoyo árabe25. Los países árabes no parecían tener escrúpulos con la adscripción política del franquismo, reticentes además a las políticas de SUEIRO SEOANE, S.: 2001, p. 185. NEILA, J.L.: 2012. 23 MORÁN, F., 1980, p.19. 24 HUGUET, M.: 1997, pp. 220-222. 25 Egipto era miembro –no permanente – del Consejo de Seguridad en el primer trimestre del año; en el Cairo estaba asentada la sede de la Liga Árabe y era el país que centralizaba todas las relaciones diplomáticas que España mantenía con los restantes Estados del Próximo Oriente. ALGORA WEBER, M.D.:1996, pp. 41-42. 21 22

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las democracias occidentales, compartían los mismos sentimientos anticomunistas y el recelo hacia la secularización en el liberalismo occidental y hacia los sentimientos francófonos y anglófobos26. La búsqueda de respaldo en los países árabes a lo largo de 1946, pese al apoyo de Egipto, se concretó en la decepcionante abstención para España, frente a la Resolución 39/I de las Naciones Unidas. Como menciona Algora Weber “en el Magreb no se olvidaba que España, una nación colonial, estaba pidiendo apoyo internacional a los árabes independientes del próximo Oriente”. El aislamiento español había sido en parte debido a la solidaridad de la Liga Árabe con los pueblos de África del norte.27 Sin embargo este aislamiento internacional es algo que al cabo de un año, en los albores del nuevo conflicto frío, empieza a verse puesto en tela de juicio; la suavización de las posiciones occidentales con respecto a la cuestión española se hace tangible en Francia, Reino Unido y Estados Unidos. La función de España como baluarte anticomunista, hacía que la dictadura entrase paradójicamente en el sistema de la defensa mundial de la democracia y se justificase la existencia misma del régimen de Franco. España empieza a ser objeto de la ruptura del cerco internacional a su alrededor hasta que con la resolución 386/V, en 1950, se ponía fin a la condena internacional del régimen. España y los países árabes vivieron momentos de acercamiento justificados por la “cuestión palestina” y su actitud antijudía y la consecuente necesidad del apoyo del bloque iberoamericano en la Asamblea General. Frente a ello el constante emerger de la “cuestión marroquí”, sobre todo una vez que el tema Palestina se había esfumado, seguía siendo una de NEILA, J.L.: 2012, p. 345. “Los países árabes se habían caracterizado por su pasividad. En ninguno de los debates referentes a la cuestión española a lo largo del año había participado ningún delegado árabe.” ALGORA WEBER, M.D.: 1996, p. 45 y 49. 26 27

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reivindicaciones de la Liga Árabe28 y un elemento de decisión de la política hacia España. Los esfuerzos de España de seguir manteniendo la tradicional amistad hispano-árabe, sin con ello renunciar al protectorado de Marruecos, siguieron con firmeza, en vista de la mencionada resolución de 1950 y del ingreso en las Naciones Unidas (ONU) que culminará favorablemente, con el decisivo respaldo de los países árabes, en 1955. Prueba de ello será la gira de casi un mes de Martín Artajo en el Próximo Oriente en abril de1952, donde la cuestión Marroquí se presentó como “el fantasma” de las relaciones hispano-árabes en el medio de unas manifestaciones de euforia y admiración hacia Franco y el Régimen29. El intento de España de reivindicar este papel internacional, apoyándose en la relación preferencial con los países árabes, se hace patente por estas fechas en los proyectos de un primer Pacto del Mediterráneo en 1952, y de un segundo, entre 1956 y 195830. Este último involucraría además de los países árabes y magrebíes y de Grecia, Turquía, España y Portugal, también a Italia como partner preferencial31, como también da fe el amplio eco en la prensa32. En una entrevista al periódico italiano el “Giornale d’Italia”, el embajador en Roma, D. Emilio de Navasqüés y Ruiz de Velasco33 hacía especial hincapié en el favor español y en la conveniencia respecto de la participación italiana en el mismo Pacto del Mediterráneo. Siendo Italia “la nación mediterránea por excelencia” y dado el carácter “semejante” de las relaciones que Italia y España tenían con el Ibíd. Ibíd, p. 200. 30 Se hace referencia entre 1956 y 1958 a los intentos de llevar a cabo este Pacto pero no se incluye Italia a diferencia de Grecia, Turquía y Egipto. PARDO SANZ, R.: 2008, p.117 y 132 nota 11. 31 Informe: “Proyecto de Pacto Mediterráneo” en AMAE R 4473/6 . 32 “Un posible pacto del Mediterráneo” ABC, 19 de Febrero de 1956; Sunday Times, 20 de noviembre de 1955. 33 A Roma desde diciembre de 1955. Extracto de las hojas de servicio del personal de la carrera diplomática, en AMAE. 28 29

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mundo árabe, la convergencia hacia el Pacto era de auspiciar34. Ulteriores conversaciones entre Foster Dulles y el viceministro italiano Giuseppe Pella, en 1957, demuestran como todavía el proyecto seguía siendo una posibilidad viable35. Estos pactos tuvieron en su concepción un carácter defensivo y de cooperación política y hasta militar36. El Ministro Martín Artajo proponía la participación del Gobierno italiano y “los países de la zona mediterránea” para crear las bases de “una cooperación más eficaz entre los estados ribereños e interesados en esta zona” 37; en un momento en el que España concede la independencia a Marruecos en abril de 1956. En un amplio y detallado “Informe sobre los elementos de la situación política presente del Mediterráneo”, Manuel Fraga Iribarne subrayaba que:

Entrevista del embajador Emilio de Navasqüés y Ruiz de Velasco al corresponsal Leo Negrelli. “Telegrama del embajador en Roma, Navasqüés al agregado de información para el jefe Oficina Información Diplomática, 26 de marzo de 1956, en Archivo de la Fundación Francisco Franco (AFFF), núm. doc. 17187. 35 “En relación con las posibilidades de formación de un pacto del mediterráneo, del cual se ha hecho fautor el gobierno marroquí, Italia aunque evaluando, […] todas las considerables dificultades que se oponen a la pronta realización del proyecto, tiene la voluntad de no desanimarse enteramente “Appunto. Conversazioni tra il Vicepresidente Pella ed il secretario americano Foster Dulles”, Washington, 25 settembre 1957 en Archivio Centrale di Stato, (ACS), Presidenza del Consiglio dei Ministri. Ufficio del Consigliere Diplomatico, s.47, leg. 32. 36 “se refiere conveniencia estrechar relaciones hispano-italiana con clara alusión oportunidad pacto mediterráneo, declarando que prejuicios políticos interiores aconsejan entabla primero contacto por militares alta graduación….” Cifra, del 9-6-1956, Roma, AMAE R 4473/6. 37 Un proyecto de Convenio que el Ministro Artajo y el embajador de España José Antonio de Sangróniz, marqués de Desio, proponían al Gobierno italiano y a los “jefes de las misiones en los países de la zona mediterránea” y a “la embajada de España de Washington. Informe: “Proyecto de Pacto Mediterráneo” en AMAE R 4473/6 . 34

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“los intereses de Italia en este Pacto [son] decisivos en este país totalmente mediterráneo, […] cuyas aspiraciones a recuperar un puesto de mayor importancia son tal vez el factor más relevante con el que se podría contar para una acción plural en esta zona”38 .

Aunque no cabe la posibilidad de analizar este Pacto, en este texto, es importante ver que hubo una inclusión de España e Italia en estos proyectos, desde el inicio de sus postulados (había constituido una hipótesis teórica ya a partir de 1949)39 para establecer una posición común en alternativa o como complementaria al sistema de defensa occidental, a la OTAN. La idea de que Italia y España compartieran los mismos intereses en el ámbito político en el Mediterráneo se sigue defendiendo a lo largo de los años cincuenta por parte de Martín Artajo. Ahora bien ¿qué es para Italia el Mediterráneo a mediados de los cincuenta? ¿También un posible foro de protagonismo? El Mediterráneo no es ya solo el resultado de un sentimiento nostálgico del pasado colonial sino que una “proyección” de integración y afirmación en la política occidental y Europea “Quando l’Italia sposó la causa del rilancio europeo con la Conferencia de Messina del giugno de 1955, era consapevole che l’unico modo per ottenere pari status con i Grandi d’Europa sarebbe stato quello di creare un legame speciale Washington, grazie al proprio ruolo diplomático en el mediterraneo anchese dopo “Italia adottó ben poche iniziative significative nel Mediterraneo ” 40. 38 “Informe sobre los elementos de la situación política presente del Mediterráneo”, Madrid, 2 de mayo de 1956 Manuel Fraga Iribarne Secretario de Embajada AMAE: R 4.473/6 39 La posibilidad del Pacto fue debatida por parte de diversos países desde 1949 hasta 1952, pero finalmente, el proyecto fue abandonado, especialmente cuando Grecia y Turquía decidieron participar en el Pacto Atlántico desde 1952. Véase DEL HIERRO, p. 2011, pp. 281-286. 40 BROGI A.: 2004, p.19; VARSORI, A.: 2003.

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Italia se encuentra en una posición de ventaja, con la cual España no cuenta. Tiene « le mani nette da ogni scoria colonialistica», se encuentra favorecida, con respecto a otras potencias, en las relaciones con los Estados que habían nacido de la descolonización41. Libia alcanzó su independencia en 1951, Eritrea en 1952 se convirtió en una unidad autónoma del Imperio Etíope, y Somalia, tras diez años de Administración fiduciaria Italiana, por decisión de la ONU, nació como República de Somalia en 196042. El cambio en Italia en 1953, en el final de “etapa degasperiana”, representó pese a su saldo anclaje a los Estados Unidos, la apertura a nuevas opciones internacionales y entre ellas una nueva atención al Mediterráneo, sustentada por su ya decidido posicionamiento atlantista y europeísta43. En esta mirada de Italia hacia el Mediterráneo España llega a estar incluida, tras los Pactos con Estados Unidos. Son de 1953 estas palabras de Martin Artajo sobre España al calor del Pacto recién firmado. En una conversación definida como “franca y amichevole” con el embajador italiano en España, Francesco María Taliani44, Martín Artajo, comenta: “ l’indebolimento nel Mediterraneo dell’influenza britannica e piú ancora della francese e l’avvento di un fattore spagnolo fino a ieri ignorato [...] tende ad essere presente non solo indirettamente attraverso le basi offerte dagli Stati Uniti, ma per un suo propio valore dinamico non, per ora, DI NOLFO, E.:1996. MORONE, A. M.: 2011, p. IX. 43 Conferencia de Mesina de 1955, de Venecia de 1956, firma de los Tratados de Roma de 1957) y atlantista (el Ministro degli Affari Esteri, Gaetano Martini lleva Italia a entrar en la ONU el 14 de diciembre de 1955). CACACE, p. 2010, p.180. 44 Francesco Maria Taliani llega a Madrid el 20 de enero de 1951 y aquí se queda hasta el 24 de junio de 1954. Archivo del Personale Serie: Diplomatici e consoli. Archivo personale di Francesco Maria Taliani en ASMAE. 41 42

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in campo militare ma in un campo politico reso favorevole e vivo dagli sviluppi internazionali”45 .

En esta renovada situación internacional, España se refiere a la necesidad de estrechar la colaboración con Italia “por la tradicional cordialidad” que las une, mientras que, incluye a Grecia “por la común ideología anticomunista” y a Turquía en virtud de “los comunes intereses”46. DESENCUENTROS HISPANO-ITALIANOS DE UN PROYECTO CULTURAL COMÚN: EL “CENTRO PER LA COOPERAZIONE MEDITERRANEA” A la luz de estas premisas, podemos entender la mirada de la acción cultural exterior hispano-italiana hacia el Mediterráneo y más concretamente la creación en 1952 y en 1953 de dos instituciones estratégicamente bien situadas en el Mediterráneo. Me refiero a dos fundaciones de concepción italiana: la “Accademia del Mediterraneo” y el “Centro per la cooperazione mediterranea”, con sede en la capital siciliana, Palermo. Entre las actividades de estas organizaciones, en especial modo del “Centro”, cobraron relevancia, en las relaciones hispano-italianas, la celebración de sus conflictivos Congresos que tuvieron lugar entre 1953 y 1954. El origen de ambas instituciones en el ámbito de las relaciones culturales pronto trascendió sus finalidades llegando a planificar iniciativas en el ámbito económico y político, y convirtiendo el “Centro per la Cooperazione Mediterranea” en un foro de tensión y de hostilidad entre España e Italia47. Estas tensiones hay que comprenderlas en el marco del rol interna45 “Spagna e politica mediterranea”, Madrid 21 de diciembre de 1953 en AMAE AF, 246. 46 Ibíd. 47 MORENO JUSTE, A.: 1998.

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cional de España e Italia detrás de cuyas decisiones estaba la activa presencia de EEUU, Reino Unido y Francia. La puesta en marcha de estas instituciones despertó en la opinión pública y en la prensa internacional inquietudes por el papel de mediadora que quería alcanzar España entre los países árabes y de Occidente. La oposición por parte de Francia e Italia al posible papel de mediador de Franco, entre el mundo occidental y oriental, condicionaron el nacimiento de estos “centros culturales mediterráneos”. El origen de estas instituciones, tanto de la Accademia del Mediterraneo como del “Centro per la cooperazione nel Mediterraneo” fue, inicialmente, estrechamente vinculado al ámbito de las relaciones culturales: “precisamente 1952 había sido el año en el que desde la ciudad de Palermo a través de la creación de la Academia del Mediterráneo se impulsaron las relaciones –en principio culturales– con los países ribereños europeos y sus respectivos territorios coloniales norteafricanos”48. Es especialmente en la prensa francesa e italiana –como subrayaba Algora Weber– que se lee con favor la función de país “mediador” que podría tener Italia en este ámbito geopolítico: “Por su posición central en el Mediterráneo, por el prestigio de su cultura y de su gran tradición artística, Italia podría desarrollar ampliamente sus relaciones con los países árabes […] no en antítesis sino en conexión con las grandes potencias de la Alianza Atlántica en cuyo mundo se mueve nuestra acción internacional”49.

Italia no tenía ya abierto, como vimos anteriormente, ningún contencioso con el Norte de África, como España o Francia con Marruecos, hecho que le facilitaba una mejor acogida en ALGORA WEBER, M.D.: 1996, p. 197-198. Noticias de prensa que Sangróniz en un telegrama enviaba a Carrero Blanco en 1952. Ibíd.: p. 197. 48 49

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estos países. Somalia, Eritrea y Libia quedaban sólo como tema de intenso debate para Italia50. “La nueva centralidad del Mediterráneo en las relaciones internacionales” ofrecía a Italia la posibilidad de acrecentar su papel en el interior de la Alianza Atlántica51. Italia, pese a que no contaba con el peso político y económico de sus partner, se hacía fuerza, como subraya Di Nolfo, de su posición geográfica y de la tradicional cooperación y amistad con los Estados del Mediterráneo52. Desde principio de los cincuenta, nos podemos dar cuenta de la importancia que se les concede en Italia a las actividades culturales como punto de partida de la colaboración mediterránea, y, sobre todo, de la voluntad de hacer propaganda en el territorio español de esta “función mediterránea” de Italia. Es, por ejemplo, a partir del Boletín Informativo italiano de 1951, que se da amplia difusión (pese a que sea un Boletín comercial53) de la próxima celebración de un Congreso Internacional de Estudios mediterráneos cuya finalidad es “promover una mayor colaboración cultural entre los países de la cuenca mediterránea y recoger una documentación completa sobre la contribución aportada por los pueblos mediterráneos a la civilización”54. Es de todas formas a partir de las informaciones relativas a la fundación de la Academia del Mediterráneo y sobre todo del “Centro para la cooperación Mediterránea”55 que se puede MORONE, A. M.: p.IX. VARSORI, A.: “Europeismo e mediterraneità nella politica estera italiana”, 2003, p. 30. 52 DI NOLFO, E.: 1990, pp. 520-526. 53 Este Boletín fue fundado en 1945 era patrocinado por la Cámara del Comercio Italiana para España y publicado por la Agencia italiana de Prensa. Su redacción y administración era en Palermo, C. Felipe IV, 13. La edición del Boletín era semanal. Contenía noticias sobre todo sobre los intercambios comerciales ítalo-españoles. Se encuentra en la Biblioteca Nacional de España. 54 Boletín Informativo italiano, 26 de abril de 1951, núm. 898, p. 3. 55 Desde ahora los llamaremos con el nombre encontrado en la documentación española. 50 51

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leer el discurso construido alrededor de Italia (Sicilia adquiere un papel fundamental por su tradición histórica y ubicación estratégica) como mediadora cultural entre occidente y el mundo árabe norteafricano. La Academia nace en ocasión del I Congreso Internacional de Estudios Mediterráneos que tuvo lugar en Palermo entre el 11 y el 13 de junio de 1951 y tuvo como presidente y fundador el “Onorevole Principe Giovanni Alliata di Monterale” con la finalidad de alimentar vínculos culturales, espirituales y científicos entre el mundo árabe y el mundo latino, y de defender la función unificadora de la “civilización mediterránea” –idea que contrasta con las diferencias culturales, económicas, demográficas con los antagonismos posibles entre Oriente/Occidente; Norte/Sur de la cuenca–56 como lugar de prestigiosos encuentros nacionales e internacionales de carácter científico. Estrechamente vinculado a la Academia nacía el Centro di Coooperazione Mediterránea, cuyos estatutos se elaboraron en ocasión del I Congresso Internazionale di Studi e Scambi Mediterranei que tuvo lugar en Palermo entre el 15 y 19 de Marzo de 1953 y que estuvo promovido y organizado por el mismo Centro di Cooperazione y el Ministerio degli Affari Esteri. Es importante subrayar que el Centro y sus Congresos, así como lo había sido la Academia, nacían bajo el patrocinio y con la colaboración de la “Direzione degli Affari Culturali del Ministerio degli Affari Esteri”, cuya participación se hizo concreta en el Congreso, con la presencia del Ministro Plenipotenciario el Duca Giulio del Balzo di Presenzano, y bajo el “Alto patronato” del Presidente de la República Italiana, Luigi Einaudi57. 56 Notables disparidades y profundos desequilibrios en el ámbito socioeconómico, demográfico y cultural de las dos riberas mediterráneas no permiten hablar de un único concepto de civilización del mediterráneo. BLANC ALTEMIR, A., REAL B.: 2008. 57 Costituzione del Centro di Cooperazione Mediterranea, Palermo 16 gennaio 1953. “Archivio Giovanni Alliata di Montereale”, “Sezione V fascicolo 1791” en Archivio storico della Camera dei deputati.

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A eso se sumaba la estrechísima relación, de la “Accademia del Mediterráneo”58, sobre todo de su presidente, el “Onorevole Alliata”, que representaba el “anillo de conjunción con Roma”, con las instituciones republicanas. El Centro contaba con el pleno apoyo (económico y logístico) de la “Regione Siciliana” y con la estrecha vinculación con el mundo universitario, el presidente del Centro era el Rector de la Universidad de Palermo, Lauro Chiazzese59 y del “Centro di Studi e Scambi Internazionali”. A eso se añadía el proyecto, finalmente frustrado, de la Direzione degli Affari Culturali del MAE, de fundar en el seno del Centro una Universidad del Mediterráneo60. Los temas que se iban a tratar en el Congreso eran principalmente la necesidad de fortalecer “la colaboración científica en la cuenca del Mediterráneo”, y “los intercambios intermediterráneos”. La exaltación de las relaciones culturales como elemento que justificaba y alentaba la unión en el Mediterráneo será la tónica dominante. Todo ello en plena sintonía con las líneas defendidas, a tal respecto, por la política exterior italiana, como se evidencia en las palabras que pronunciaba el, en aquel entonces, Ministro de Asuntos exteriores, Gaetano Martino. En un discurso que dio en la sede del Centro para la cooperación Mediterránea el 23 de abril de 1956, otorgaba enorme importancia a las “relaciones culturales y económicas” 58 La Academia contribuyó en este segundo congreso con la presencia de 20 relaciones de sus académicos. Carta del “On. Principe” al Ch.mo Prof. Lauro Chiazzese, Presidente del CdCM Università di Palermo, Ibíd. 59 “Costituzione del Centro di Cooperazione Mediterranea, Palermo 16 gennaio 1953. “Archivio Giovanni Alliata di Montereale”, “Sezione V fascicolo 1791. 60 Su proyecto, no fue exento de conflictos entre el mundo de la cultura y el económico debido, por ejemplo, a la asignación de algunos cargos relevantes a representantes de la, económicamente, relevante Fiera del Mediterráneo de Palermo. “Mostruoso e absurdo è infatti che, in una inizitiava a caratere regionale, con finalità dichiaratamente “culturali” sino stati deliberatamente esclusi dalle cariche i rappresentanti dell’ Accademia del mediterraneo, dell’Istituto di Studi Albanesi e particularmente del “Centro di Studi e Scambi Internazionali”, Ibíd.

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en el Mediterráneo, considerando “un esfuerzo ineludible” tener que intensificarlas61. Las razones culturales no eran las únicas que llevaban a defender la necesidad de la Academia y del Centro para la cooperación. Se conocen otras ideas sobre la función del Centro que son más bien de índole económica y estratégica. El interlocutor elegido es Giovanni Alliata cuyo papel en el Centro hay que tomar en cuenta para la comprensión de las políticas del mismo. Alliata fue el fundador de la “Accademia del Mediterraneo” y un personaje políticamente singular, elegido por el “Partito Nazionale Monarchico”, diputado en la I y II legislatura italiana desde 1948 hasta 1963, fue consejero comunal en Palermo desde 1946 hasta 1956 y activista en el ámbito de la Masonería italiana62. De él cabe destacar cierta afinidad e inclinación por las nuevas posiciones políticas neo-atlantistas que se difundían a mediados de los cincuenta en Italia. Esta última propuesta nacía como complementaria, o en alteridad al atlantismo, razón por la cual Evelina Martelli, habla de “altro atlantismo” frente a las más arraigadas tradiciones europeístas y atlantistas en el ámbito político-económico italiano63 . El neo-atlantismo64 o “altro atlantismo” encuentra tras la crisis del Canal de Suez en 1956, el incremento de las tensiones

Suplemento al número 11 del Boletín Informativo Italiano “Italia y la colaboración mediterránea”. 62 Noticias desde “Archivio Giovanni Alliata di Montereale” en Archivio storico della Camera dei deputati. 63 La autora prefiere el término de “altro atlantismo” al de neo-atlantismo para subrayar la alteridad de este último con respecto al atlantismo tradicional, aunque rechace su definición como “eversivo o neutralista”. MARTELLI, E.: 2008, pp. 10-11. 64 Término acuñado por Giuseppe Pella, primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores desde el 17 agosto de 1953 hasta el 5 de enero de 1954, y luego, exclusivamente primer ministro del 19 mayo de 1957 hasta el 19 de junio de 1958. Fuente http://www.esteri.it/MAE/IT/Ministero/IL_MAE/ Ministri_Esteri. 61

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en el Mediterráneo65 y los hechos de Hungría, su momento de mayor arraigo, reivindicando una mayor presencia de Italia en el ajedrez del Mediterráneo, sin con ello poner en duda su fuerte y leal alianza con los Estados Unidos; contaba, eso sí, con la pretensión de romper los bloques Este-Oeste. La búsqueda de una acción exterior más abierta al diálogo con los pueblos árabes y en el Oriente Medio permitiría a Italia recuperar pues un papel de potencia mediana perdido tras la Segunda Guerra Mundial, y, además, aprovechar las actuales dificultades en la cuenca de Francia y Gran Bretaña, – y por su supuesto– de España66. Esta política fue personificada, sobretodo, en las representativas personalidades políticas del presidente de la Republica Giovanni Gronchi (1955-1962), del nuevo secretario de la Democracia Cristiana (desde 1954 y cuatro veces presidente del Gobierno en 1954, 1958, 1959 y 1960) Amintore Fanfani, y del fundador del presidente del “Ente Nazionale Idrocarburi”(ENI), Enrico Mattei desde 1953 hasta su muerte en 196267 y del alcalde de Florencia, Giorgio La Pira68. Alliata dio gran importancia y centralidad al papel mediador de Italia, de Sicilia especialmente a través del Centro de Cooperación Mediterránea, con respecto a los países ribereños del Mediterráneo. Alliata veía en estos “institutos de alta cultura mediterránea”, así como los definía, unas “organizaciones oficiosas” para así defender la política mediterránea desde Italia69. Sobre la crisis de Suez e Italia véase NUTI, L.: 1991, pp. 130-164. Véase “Neo-atlantismo e alternativa mediterránea” en MAMMARELLA, G. y CACACE, p. 2010, pp. 206-210. 67 PERRONE, N.: Enrico Mattei, Bologna, 2001. 68 En 1958 escribe a Fanfani: “L’Italia riprende il suo posto cristiano nella storia: attrae a se i popoli credenti per avanzare con essi – partendo dal Mediterraneo! –verso una storia nuova e una nuova civilta…” . Caro Giorgio… Caro Amintore…, Firenze, ed. Polistampa, 2003, pp.219-220. 69 “Per un Patto Mediterraneo”, Discurso pronunciado en la Camera de los diputados por Giovanni Alliata di Montereale (deputado en Parlamento) el 14 de octubre de 1957, ACS, Presidenza del Consiglio Dei Ministri (19551958), leg. 15. 65 66

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En octubre de 1952 lo encontramos haciendo proselitismo, fútil y vago, en Lisboa, sobre la necesidad de la “formación de un gran frente de los pueblos mediterráneos y árabes como tercera fuerza mundial” y defendiendo la idea de que los “estudios mediterráneos tiendan a la creación de este bloque [euroafricano]”70; “Italia aparece” –en sus palabras– “como un puente entre las naciones latinas y aquellas árabes a través de la acción cultural sobre todo de los Institutos de Cultura” 71. Al mismo tiempo veía en la acción cultural la “baza de los futuros tratados económicos y políticos con los países del Mediterráneo72”. Estos discursos, que eran también parte del eco nostálgico del pasado colonial fascista y que sobrevivieron en la realidad institucional italiana de la inmediata posguerra73, no eran tan disímiles de los que desde España se difundían sobre España como “puente” entre Occidente y el mundo árabe-islámico, entre la “Arabidad y la Hispanidad”74. 70 “Para una comunidad mediterránea” en Boletín Informativo italiano. Para los intercambios con España. 23 de octubre de 1952, número 970, pág. 4. (Bolletino fundado en 1945. Patrocinado por la Cámara del Comercio Italiana para España. Publicado por la Agencia italiana de Prensa. Redacción y Administración C. Felipe IV, 13, Edición semanal). 71 Discurso del On. Gianfranco Alliata en la Camera dei Deputati el 14 de junio de 1956: en Suplemento al número 11 del Boletín Informativo Italiano, Collaborazione mediterranea, Palermo, 15 ottobre 1956, Año I, Número, 1, página 42, Rivista del Centro per la Cooperazione mediterranea. AMAE, R6612/4. 72 Discurso del On. Gianfranco Alliata en la Camera dei Deputati el 14 de junio de 1956: “Rafforzare la collaborazione sul piano delle intese culturali”, Ibíd. 73 Desde la retorica del colonialismo se tuvo que pasar a aquella de la “Eurafrica” y luego progresivamente a la ideología de la más tempranas formas de cooperación internacional. Sin embargo más allá de la retórica el Ministero dell’Africa italiana (MAI) representó un baluarte de las más restribas posiciones colonialistas hasta su supresión en 1953. LABANCA, N.: 2002, p. 450. 74 RUÍZ MORALES, J.M.: “Relaciones culturales entre España y el Mundo Árabe”. Conferencia pronunciada en la inauguración del curso académico

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El Centro de Cooperación Mediterránea fue, pues, expresión del intento de acercamiento a los países árabes, por parte de España e Italia, basándose, a partir de un desplazamiento geográfico-cultural, en una connotación latino-árabe por parte de Italia, y, en contraposición, en aquella hispano-árabe, en España75. La rivalidad cultural, luego abierta hostilidad que va en crescendo entre España e Italia con respecto a sus respectivos intereses en el Centro, y por lo tanto, hacia el Mediterráneo, se enmarca en esta reivindicación de puente hacia los países árabes desde los valores, de la latinidad y de la arabidad. Lo cultural se “convirtió en el soporte que justificó la búsqueda de respaldo político de los países árabes”76. Para España las relaciones culturales con el mundo árabe, fueron el instrumento de la vinculación “más definida” entre ambas partes, aunque prevalecía un acercamiento mítico, más que real, entre ambos77. EL I Y EL II CONGRESO INTERNAZIONALE DI STUDI E SCAMBI MEDITERRANEI Desde la creación del Centro el discurso cultural se convierte rápidamente en la baza de hipótesis de acuerdos de tipo económico y político. A propósito de las motivaciones de la celebración del I Congresso Internazionale di Studi e Scambi

1959-1960. Instituto de Estudios Islámicos de Madrid, 11 de noviembre en ALGORA WEBER, M.D.: 1996, p. 231; MARTÍN CORRALES, E: 2002. 75 El régimen recurre al universo ontológico del arabismo español e instrumentaliza en pro de los intereses el pasado andalusí de España – el oriente doméstico, NEILA, J.L.: 2012, p. 330. 76 Ibíd. pp. 347-348. 77 Por el lado árabe prevalecía el tema del al-Andalus y, por el otro, la corriente del “africanismo y del orientalismo español”. 1996, p. 231.

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Mediterranei que se desarrolló entre el 15 y el 19 marzo de 1953 y que fue su congreso fundacional, se lee: “risponde soprattutto ad un’altra precisa esigenza .... quella cioé di determinare i motivi che hanno indotto questi popoli ad intessere rapporti economici; quei rapporti economici che faranno un giorno del Mediterraneo un unico grande mercato di produzione e di consumo delle nazioni mediterranee e eurafricane”78.

Es una vez más desde el Centro, retomando los discursos del presidente de la Republica Giovanni Gronchi, pronunciados durante su viaje a EEUU, que Alliata subraya la función mediterránea de Italia como elemento de estabilización en la defensa común y en el Mediterráneo: “L’Italia non può ignorare la pressione che va manifestandosi soprattutto nel vicino y medio oriente .. è indispensabile che la funzione stabilizzatrice dell’Italia in queste regioni venga messa in conto nella difesa comune”.79

En el I Congreso se formuló la creación del “Secretariado Provisional Intermediterraneo” y se redactaron los Estatutos del Centro. Es singular que la gestión del Centro fue asumida desde la DGRC del MAE en detrimento del poder de decisión de la Región Sicilia80. Entre las finalidades del Estatuto se 78 Prolusione dell’on. Alliata de Montereale il 15 marzo 1953 in Villa Igiea dei lavori del Secondo Congresso Internazionale di Studi e Scambi Internazionali. En “Archivio Giovanni Alliata di Montereale”, “Centro di Cooperazione Mediterranea” Sezione V Fascicolo 1791 en Archivio storico della Camera dei deputati. 79 “Discurso del On. Gianfranco Alliata en la Camera dei Deputati el 14 de junio de 1956: “Rafforzare la collaborazione sul piano delle intese culturali”, Ibíd, p. 43. 80 Se ve en este Secretariado la señal por parte del MAE “del vaciamiento del Centro”, dado que el Secretariado vendría a solaparse al Centro y a ser un instrumento demasiado, declaradamente, político. “Riunione preparatoria

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incluían aquellas culturales, económicas (que nazcan de los presupuestos culturales), de carácter científico, como la estipulación de acuerdos para incrementar la cooperación cultural y económica y la creación de secciones del Centro en las naciones del Mediterráneo que participasen en el mismo81. El segundo “Congresso Internazionale di Studi e Scambi Mediterranei” transcurrió entre el 27 y el 31 de mayo de 1954 y se celebró bajo el Alto patronato del Presidente de la República Luigi Einaudi, que enviaba un mensaje de saludo, a la presencia de altos funcionarios del MAE, como el “sottogretario agli Esteri” Taviani”, que fue el encargado del discurso inaugural, y en cuya inauguración se contó con la presencia de los viceministros de muchos de los países presentes con sus delegaciones como países invitados (Francia, Siria, Líbano, Libia, Jordania, Egipto, Turquía, Jordania, San Marino, Siria, Santa Sede, Soberano Militar Orden de Malta y Yemen) y países observadores (Arabia Saudita, Austria, Gran Bretaña, Alemania, Irán, Pakistán, Estados Unidos, representante de la UNESCO, la Liga Árabe y muchas otras instituciones y academias extranjeras y nacionales)82. Todo ello se menciona para remarcar la importancia del Centro en el ámbito de la política exterior italiana visto el amplio abanico de países involucrados. Se destaca en la prensa, además, la fuerte presencia árabe entre los países que participaron y el escaso papel de Gran Bretaña que, no resulta, entre los países invitados sino como país “observador”. Este Congreso era expresión de un más explícito y determinado papel de Italia en el Mediterráneo frente a una política exterior que no siempre adquiría un firme cariz mediterraneista. del II Congresso Internazionale di Studi e Scambi mediterranei del 1954 a Palermo convocata l’8 febbraio presso l’Istituto per l’Oriente”, Ibíd. 81 “Statuto del Centro per la Cooperazione Mediterranea” en Archivio Storico della Camera dei deputati”, Ibíd. 82 “La organización para la cooperación mediterránea”, Revista Politica Estera, agosto 1954, número 80, p. 2565; Folleto del Congreso, Ibíd.

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En este Congreso se institucionalizó el Centro con la creación de un Organismo Internacional permanente, el “Secretariado Permanente Internacional” en el cual estaban representados todos los países que participaron en la Conferencia, así como fueron invitados a tomar parte del mismo, aquellos que tenían intercambios culturales y económicos con las naciones mediterráneas83. Fue ahora, pues, en 1954 que el Centro empezó a adquirir el carácter verdaderamente político, a nivel internacional, por la amplia participación de países del mediterráneo y empezaron a surgir también los primeros conflictos. La relación más abiertamente conflictiva con España se entabló en 1954. España estuvo presente y representada, como ya había ocurrido en el I Congreso, por representantes muy conocidos del mundo académico: Julio Martínez de Santa Olalla y el periodista, escritor y corresponsal, en aquel entonces, del ABC en Roma, Julián Cortés-Cavanillas84. En este segundo “Congresso Internazionale di Studi e Scambi Mediterranei” participó el consejero cultural en Roma (desde 1951 a 1956) don Emilio Garrigues Díaz-Cañabate85, “encargado de las relaciones culturales, en representación de S.E. el embajador español” que era, el embajador José Antonio de Sangróniz y Castro. Otra de las personalidades destacadas en este Congreso fue Wenceslao González Oliveros, actual presidente del Instituto de Estudios Mediterráneos de Madrid y ya conocido en el ámbito de las ini“Statuto provvisorio per il Segretariato Permanente Internazionale del Centro per la Cooperazione Mediterranea” Ibíd. 84 Desde la Universidad de Madrid participó el prof. Martínez de Santa Olalla Julio, con una comunicación: “Sobre una organización de tipo internacional para los estudios de las relaciones Oriente Occidente en la Historia primitiva mediterránea” y Julián Cavanillas Cortes que era también el consejero para la Prensa Española. Lettera, Palermo, 12 febbraio 1953, diretta al Illustre Accademico ed Amico, da parte dell’ On. Principe G. Alliata di Monterale, presidente Accademia del Mediterraneo. Ibíd. 85 Secretario de primera clase en la embajada en Roma desde el 29 de noviembre de 1951 y desde el 3 de octubre de 1956 es secretario de primera clase en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Extracto de las hojas de servicio del personal de la carrera diplomática, en AMAE. 83

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II Congreso Internacional de Estudos e Intercambios Mediterraneos. Emilio Garrigues Díaz Cañabate [Archivo Storico Camera dei Deputati].

ciativas culturales en el Mediterráneo, por el “Instituto Español de Estudios Mediterráneos” donde sobresalió su trabajo periodístico”. El Instituto Español había venido funcionando desde 1943 con un programa de estudios humanísticos86. “Wenceslao González Oliveros consciente de la pobreza informativa sobre el Mediterráneo en España, dio a su trabajo una dimensión de difusión y de compromiso personal con lo que para él era una causa. La progresiva cercanía del final de las hostilidades en el verano de 1943 estimulaba la reflexión sobre la paz y la concordia en el Mar”. 86

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Entre los principales objetivos del Centro se podían distinguir tres áreas de interés (cada ámbito tenía una comisión encargada de una cuestión): el ámbito cultural para el cual se preveía la institución de cursos universitarios, intercambio de docentes, colaboración en la investigación científica y artística, organización de manifestaciones artísticas, teatrales y cinematográficas y la creación de una Universidad mediterránea. El ámbito jurídico que se concretaría con la Constitución de Instituciones de Derecho comparado de los países del Mediterráneo miembros del Centro, la constitución de un Comité permanente de juristas de distintos países para la elección de textos jurídicos a traducir en las distintas lenguas y, finalmente, el examen de los problemas jurídicos comunes en los Países miembros. Un último y relevante ámbito de actuación era el del intercambio económico y con tal fin se creó una oficina permanente de informaciones económicas mediterráneas “para un más ágil y equilibrado desarrollo de los intercambios mediterráneos… y el mejor conocimiento de los mercados”87. Tanto la importancia simbólica de las temáticas a tratar en el ámbito cultural, como la relevancia político-cultural y económica que aspiraba a adquirir el Centro encontraron la oposición del Consulado de España en Palermo y de la embajada española en Roma. Es con este fin que se elaboró, desde el Consulado y para el Ministro de Asuntos Exteriores español, Martín Artajo, un balance relativo al II Congreso, muy negativo, en lo que afectaba a España y se expresó su oposición a la aprobación del Estatuto del Organismo Internacional debido a la posición predominante de Italia. El discurso tajante de España, en 1954, se enmarca en una renovada retórica, algo más “arrogante”, que se aprovecha de la proximidad del final de su aislamiento (ingreso en la ONU en 1955). La centralidad de Italia en esta iniciativa y la conexión evidente de algunos de los países y representantes invitados, como “La organización para la cooperación mediterránea”. Revista Politica Estera, número 80, Agosto 1954, p. 2565- 2566. 87

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II Congreso Internacional de Estudos e Intercambios Mediterraneos. Giovanni Alliata di Montereale [Archivo Storico Camera dei Deputati].

de los países árabes con “la ciudad de Palermo y la civilización árabe”, aquí ascendida a “capital espiritual de la cooperación mediterránea”88, molestó a España. “Los propósitos italianos son –decía España– convertir el primitivo Centro de Cooperación mediterránea en una organización de Cooperación Mediterránea inspirada en la ONU y en la Unesco, pero limitada al área mediterránea y contro88

Boletín informativo del 19 de junio de1954, numero 1047, pág. 6.

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lada por Italia”. “La delegación española debe procurar que el Secretariado Intermediterráneo no pueda convertirse en un instrumento de acción italiano sobre los países árabes. A este objeto, debe conseguir la internacionalización de las funciones directivas y el equilibrio en la distribución de los órganos ejecutivos” 89.

La oposición de la delegación española a la predominancia italiana en las funciones directivas y ejecutivas, así como en la elaboración de unos Estatutos definitivos, fue tajante. Sin embargo, lo que quedaba muy claro era – además de las escasas posibilidades de España de oponerse a tales cuestiones – la preferencia por Italia por parte, tanto, de los países árabes como de Francia. Las expectativas españolas de protagonismo, que le habían llevado a participar activamente en esta iniciativa del Centro, se esfumaron rápidamente: “Siria, Líbano, Libia, Jordania y Egipto votaron en todo momento con Italia. […] Francia se manifestó muy condescendiente con Italia y Grecia, pese a su cordialidad personal con la Delegación española, votó también con Italia”.

¿Qué país se quedó pues apoyando España? Turquía, que “actuó de forma neutral y de buena fe” según relataba España. Pese a la amplísima participación de países invitados – entre los cuales destacó el compromiso de la Liga Árabe y el interés mostrado por el representante de la Unesco–, la presencia de España, así como sus quejas, tuvieron escaso eco90. Lo que resalta como resultado último es el descenso, a niveles mínimos, de las “tradicionales” buenas y amistosas “Telegrama del Consulado de España en Palermo y de la embajada española en Roma”: Informe, Madrid, 8 de junio de 1954 en AMAE: R. 6201, exp. 4. 90 “La organización para la cooperación mediterránea”. Revista Politica Estera, Agosto 1954, número 80, p. 2565. 89

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relaciones hispano-italianas, que deja aflorar cierta animosidad y rencor por la cercanía mostrada por y hacia Italia por parte de los países árabes91. En resumen, seguía España, en su relación al Ministro Martín Artajo sobre el II Congreso del Centro: “Italia ha puesto de manifiesto un decidido propósito de marginar a España y de controlar la cuenca mediterránea, acentuando su influencia sobre los países árabes”. Los conflictos y recelos para el “control” del Mediterráneo son más que comprensibles en el contexto de la política interior y exterior española. España tiene que defender su “política puente” hacia el mundo árabe, en un momento en el que, además, “se avecinaban los problemas ante la independencia marroquí” y “no estaba dispuesta a dañar su amistad con los países árabes”92. Los desencuentros hispano-italiano aparecidos desde la puesta en marcha del Centro, afloran, aunque de forma mucho menos directa, en los discursos de la política exterior, dado que lo que destaca principalmente, desde principio de 1954, es la confianza en una renovada seguridad en las relaciones hispanoitalianas y en la intensificación de unas políticas comunes en el Mediterráneo. Al amparo de las normalizadas relaciones entre España y EEUU, tras los pactos de 1953, que habían sido el resultado, en palabras del embajador italiano Rossi Longhi, de “la exigencia estratégica estadounidense” y de una “oculata y tenace” “acción de Franco”, el Mediterráneo aparece como el espacio de una relación pacificada y renovada93. Desaparece la animosidad y la rivalidad que España había expresado en ocasión de estos foros internacionales medi91 “no diré nada nuevo −decía en nombre de todas las delegaciones árabes−el Ministro del Líbano en el Quirinale, anunciando nuestra profunda satisfacción para el desarrollo de la amistad ítalo-árabe que ha vuelto como lo fue un tiempo” Ibíd., p, 2568. 92 ALGORA WEBER, M.D.: 2007, p. 28. 93 Nota Rossi Longhi para S.E. il Ministro, Roma 7 octubre de 1954 en ASMAE “Rapporti politici fra Spagna e Italia 1954, 131, 1/2.

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terráneos para dejar espacio, en los discursos de la política española e italiana, a mensajes de colaboración y cooperación. Las palabras pronunciadas por Franco en 1954 en relación a Italia y España en el ámbito de la cuenca son halagadoras y de confianza: “las dos Naciones mediterráneas, ambas orientadas hacia el mundo árabe, hubiesen acabado por alcanzar una colaboración de intereses común en el ámbito político y también económico”, “Italia y España estaban viviendo “las señales de una “incoraggiante ripresa” 94 . En diciembre de 1954 el embajador Rossi Longhi conviene con Martín Artajo sobre la necesidad de una “forma de cooperación occidental” con España en la cual no le hubiese faltado el apoyo italiano.95 Idea sobre la cual volverá el ministro de Asuntos exteriores italiano, Gaetano Martino, el mismo mes, en virtud de aquella tantas veces pronunciada “amistad hispanoitaliana” como garantía para la “civilización occidental” y “cristiana”96. Italia sin embargo, al amparo de los pactos de España con Estados Unidos, se acerca a este País, pero, al mismo tiempo, se mantiene vigilante y prudente frente a las posibles nuevas aspiraciones españolas en el Mediterráneo. En una relación de Rossi Longhi, en 1954, se lee: “el Gobierno de Franco entiende sacar ventajas para el desarrollo de un programa de política mediterránea que favorezca la intensificación de las relaciones con nuestro país” y se propone además alcanzar un “colaboración de confianza con Grecia” y un “entendimiento con Turquía”, y 94 “Visita di commiato al Generalissimo Franco”, Madrid, 23 de junio de 1954, enviada de Taviani al Ministro de Asuntos Exteriores, Attilio Piccioni, ASMAE: 1954, 313, Rapporti politici fra Spagna e Italia ½, p. 2. 95 Teletipo sobre las “relazioni italo-spagnole e politica estera della Spagna” dell’ embajada en Madrid, 1 de diciembre de 1954. Ibíd. 96 “ La Spagna uscita dal forzato isolamento riprende il suo rango nel concerto delle nazioni” ASMAE,AP 395 Spagna 2060, pp.3, p. 2

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la concretización de una “colaboración en el sector arabomediterráneo, así como en el Próximo y Medio oriente” 97 que venía pidiendo desde hace tiempo.

La tímida respuesta italiana a una posible puesta en marcha de esta colaboración mediterránea es expresión de la incertidumbre con la cual se mueve Italia con respecto al régimen franquista. Las rémoras “de carácter ideológico” arraigadas en el antifascimo italiano, muy presentes, en el tejido social ejercían de freno a las políticas filofranquistas98. Es así que en una relación ministerial por estas mismas fechas se lee: “uno sviluppo in tal senso continua tuttavia ad essere ostacolato dalle esigenze della nostra situazione politica interna, che hanno precluso la strada a scambi di vedute ad altissimo livello la cui effettuazione potrebbe condurre a risultati positivi”99.

Lo único que consiguió España desde su participación en el Centro fue que el tercer Congreso del Centro se fuese a celebrar en Palma de Mallorca en 1955 para que así: “se p[susiese] de manifiesto la eficacia de la política española de aproximación al mundo árabe”100. Nunca abandonada, por otro lado101. El desconcierto sobre la marginalización española en las políticas del Centro de Cooperación mediterránea indujo al Ministerio de Asuntos Exteriores, Martín Artajo, por intermediación del embajador de España en Roma, Don Emilio 97 Nota de Rossi Longhi para S.E. el Ministro, Roma 7 de octubre de 1954 en ASMAE: “Rapporti politici fra Sagna e Italia” 1954, 131, 1/2. p. 4. 98 ORSINA, G.: 2011. 99 Nota de Rossi Longhi para S.E. il Ministro, Roma 7 de octubre de 1954 en ASMAE: “Rapporti politici fra Sagna e Italia 1954, 131, 1/2. p. 5. 100 “Memoria de la sección de Política cultural de Europea” en AMAE: “Memoria de la sección de Política cultural de Europea” R 5646 exp. 62. 101 ALGORA WEBER, M. D.: 2007.

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de Navasqüés y Ruiz de Velasco102, a intervenir en el asunto pidiendo aclaraciones “sobre la verdadera importancia política del Centro”103. Pese a que en 1957 el Centro parece haber perdido su atractivo por España y se atrinchera en una política cultural mucho más local y regional, el embajador español seguía defendiendo la colaboración de España con el Centro y el interés que el mismo tiene para España: “…el Centro de Cooperación Mediterránea viene repetidamente manifestando una más estrecha colaboración con nuestro país”104. Este interés de España por una colaboración con este Centro cuando, en realidad, este último no desarrollaba alguna actividad de relieve en un ámbito internacional, hasta su clausura en 1957, se expresaba también desde el Consulado de España en la capital siciliana, que apuntaba a la necesidad de fortalecer la posición de España en las actividades culturales que se desarrollan en el marco del Mediterráneo: “[el Consulado es] el principal elemento entre las organizaciones de cultura mediterráneas (Instituto del Mediterráneo, Centro de Cooperación Mediterránea, Congreso del Mediterráneo…) tanto de carácter nacional como internacional [que] pululan por Palermo”105.

A partir de diciembre de 1955 Don Emilio de Navasqüés y Ruiz de Velasco, Conde de Navasqüés. Roma 29 de diciembre de 1955. Véase su Curriculum Vitae en ASMAE: telespresso 00333, AP 1955 395. “Questioni inerenti al servizio diplomatico”. 103 Telegrama del embajador de España a la DGRC del ministerio de asuntos exteriores, Roma 13 de Marzo de 1957. Asunto: Centro de Cooperación Mediterránea. AMAE, R 5486, 13. 104 Ibíd., p. 2. 105 Carta desde el consulado de España en Palermo del 29 de Octubre de 1958 dirigida a Ilmo. Señor Don José Miguel Ruiz Morales Consejero de Embajada Madrid desde el cónsul Juan A: Andrada en Palermo. AMAE, R. 10960/12-13. 102

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En la centralidad que se da a este Consulado, como a la que se dio a la participación de España en el Centro, influye, además, una “componente sentimental” que nada tiene que ver con la realidad de la política exterior de España, y que se vincula a cierta “nostalgia nacionalista” con respecto al Sur de Italia “por lo que antaño fueron territorios españoles, donde, existen todavía – según el cónsul – unos lazos comunes, que no hay que desaprovechar: “es lastima tener abandonada Sicilia donde tantos recuerdos hay de España y tanto cariño tienen”106. Este conflicto hispano-italiano, entre político y cultural, alrededor del “Centro de cooperación”, es, pues, el espejo de cierta retórica sobre el Mediterráneo que esconde, a partir de 1953, las finalidades más directamente atlantistas de España107 y la nunca acantonada proyección colonial que reaparece detrás de este experimento cultural. En mayo de 1956, a un mes de la independencia de Marruecos, en las palabras que Fraga pronuncia en el Informe anteriormente mencionado sobre la inserción de España en un Pacto de cooperación en el Mediterráneo, vemos los vestigios de este colonialismo nostálgico: “De la situación de “imperio” sobre una línea estratégica del Imperio británico, se pasa ahora a una situación pluralista, que es precisamente la que hace posible y conveniente un Pacto del Mediterráneo […]”108

Entre “los elementos de esta situación pluralista” y “nueva” incluye el caso de España “situada en una de las entradas del Mar Mediterráneo, con la mitad de sus costas, [… ] con sus Ibíd. La discrepancia de si la incorporación española habría de llevarse de forma directa, mediante una vía exclusivamente occidental, o bien indirectamente, a través del significado que el Mediterráneo pudiera tener para la defensa de Europa. HUGUET, M.: 1995-96, p. 220. 108 “Informe sobre los elementos de la situación política presente del Mediterráneo”, Madrid, 2 de mayo de 1956 Manuel Fraga Iribarne Secretario de Embajada AMAE: R 4.473/6, p. 1. 106 107

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plazas y peñones de soberanía y sus intereses en Marruecos; con sus especiales relaciones con el bloque árabe, con sus complejas relaciones con Inglaterra y Francia….”109 Los cambios fundamentales que acontecen en la cuenca (el principio del proceso de descolonización español, francés, la crisis de Suez, el repliegue Franco-británico y la aparición de EEUU como potencia dominante en el Mediterráneo) no dejarán mucho margen de iniciativa a España que tendrá que esperar a finales de la década de los ochenta (tras su entrada en 1986 en la Alianza Atlántica y en Europa) para alcanzar una nueva función en el Mediterráneo. CONCLUSIONES En los propios presupuestos teóricos tanto como en su puesta en marcha, el “Centro di Cooperazione mediterránea” y la “Accademia del Mediterraneo” surgieron como iniciativas de carácter cultural volcadas a la búsqueda de un espacio de encuentro y cooperación entre Italia y los países ribereños del Mediterráneo. Tuvieren el apoyo institucional de la Presidencia de la República y, sobre todo, del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano y nacieron bajo el patrocinio y la colaboración de la “Direzione degli Affari Culturali del Ministerio degli Affari Esteri”. Por lo tanto la iniciativa se adscribe al ámbito de la acción cultural exterior. Pronto, como vimos, trascendieron sus finalidades culturales, queriendo abordar cuestiones más propiamente económicas y políticas, ampliando de tal forma las razones de la hostilidad entre España e Italia. Sin embargo, tampoco el ámbito cultural estuvo exento de conflictos. El miedo a un “control” del Centro por parte de Italia, también por lo que Italia representaba en el ajedrez internacional, tras

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Ibíd., p. 4.

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su posicionamiento en el sistema de defensa occidental, influyó en las tensiones entre España e Italia. El Centro para la Cooperación en el Mediterráneo estuvo lastrado, desde su fundación, como defino en el título, por un conjunto de desencuentros en las intenciones y objetivos. Se trató de un experimento cultural no logrado, sobre todo, en lo que se refiere a las relaciones hispano-italianas. En primer lugar se puede decir que las proyecciones sobre el Mediterráneo que se propagan desde este Centro y que, en su diversidad defienden tanto España como Italia, no corresponden con el contexto económico, político y cultural que viven estos dos países en la cuenca mediterránea. ¿Qué es el Mediterráneo para España e Italia alrededor de los años en los que se da vida a la Academia del Mediterráneo y al Centro para la Cooperación en el Mediterráneo? Si analizamos las trayectorias económicas y políticas de Italia y España en estos años vemos como, el Mediterráneo, adquiere distintas connotaciones para estos dos países pertenecientes a lo que (hoy) definiríamos como parte de la región mediterránea de la Unión Europea110. Para Italia, como decíamos, las opciones neo-atlantistas y, por lo tanto, el renovado interés hacia el Mediterráneo es posterior a la fundación de estas instituciones. Fue la victoria en las elecciones de 1958 y la formación del gobierno Fanfani el momento en el cual el neoatlantismo “andó al governo” y cuando el político aretino – que en aquel año reunía el cargo de Primer Ministro, Ministro de Asuntos Exteriores y de Secretario de la DC– pudo pasar de una fase de “progettualità a quella di una politica estera concreta”111.

110 Dentro de la Unión Europea, la región mediterránea abarca siete Estados miembros, de manera parcial (Espana, Francia, Italia y Portugal) o total (Chipre, Grecia y Malta). 111 MAMMARELLA G., CACACE, p. 2011.

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El posicionamiento europeísta de Italia desde la posguerra fue casi inmediato. La centralidad de Europa para la política exterior americana por un lado, y las ventajas que la integración económica del continente ofrecía a Italia, por el otro, así como la convicción de que el interés nacional podría ser valiosamente defendido a través del compromiso europeísta112, hacía de Europa la única posibilidad real y viable para Italia. Las aspiraciones de este Centro en hallar formas de cooperación en lo cultural, económico y político con los países ribereños, se convierten a la luz de la centralidad de Europa, en la política exterior italiana, en algo todavía secundario y poco arraigado en la política y economía italiana. Es tras la crisis de Suez que algunos sectores de la política y economía italiana y algunos de sus protagonistas, como el presidente Gronchi y el presidente del ENI, Enrico Mattei, reivindican en el marco del Pacto Atlántico, aferrándose al art.2, “una relación especial entre Italia y EEUU por la política mediterránea y medioriental”113. Hecho que no tuvo gran éxito. Pese a esta derrota, el “duo” Gronchi-Mattei, obtendrá en 1957 el importante acuerdo con el Irán de Reza Pahlavi para la extracción del petróleo114. Para España, quizás el Centro de Cooperación pudo haber significado una conexión a Italia y, por lo tanto, hacia Europa, impermeable a la dictadura franquista, cuando, las iniciativas de reconstrucción y unificación política y económica europeas estaban tomando cuerpo115. Finalmente creo que, pese al rechazo oficial del régimen a cualquier forma de integración VARSORI, A.: 2003, p. 27-28. El presidente Gronghi enviaba al presidente Eisenhower una carta que nunca saldrá hacia los EEUU, bloqueada por el secretario general del Ministerio de Exteriores, Alberto Rossi Longhi, que de acuerdo con Martino y Segni, deciden pararla. MAMMARELLA G., CACACE, p. 2011, p. 83. 114 El acuerdo prevé royalties del 75% (contra el 50 fijado por las multinacionales del petróleo) al gobierno de Teherán para la extracción del petróleo iraniano, infligiendo un duro golpe a las compañías anglo-americanas. 115 MORENO JUSTE, A.: 1998; T. POWELL, C.: 2003, pp. 81-119. 112 113

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continental de carácter supranacional, el Centro representó un experimento para encontrar fórmulas alternativas de contacto con los Países occidentales y al mismo tiempo de conexión con Europa occidental, con la idea de valerse de la tradicional amistad con los países árabes como “salvoconducto” para Europa. Un experimento que se incluiría, pues, en las formulas de la «diplomacia paralela», «políticas puente» o «políticas de sustitución», si es que los objetivos hubieses sido alcanzados. Sin embargo, España, como hemos visto, por ejemplo en las tajantes afirmaciones del Ministro Martín Artajo, ve en el desplazamiento cultural por parte de Italia hacia el arabismo cultural, algo absolutamente injustificable. Como sugiere Montserrat Huguet, España “no podía entender que Italia quisiese arrogarse, a través de este proyecto cultural, una identidad histórica como centro del arabismo cultural”, de aquella cultura árabe en relación a la cual, –la misma Huguet afirma –“al margen de la línea oficialista del régimen”, existieron en España posturas sinceras en lo referente a la gestación de un proyecto de amistad hispano – mediterráneo y árabe”116. Eso, sobre todo, cuando, en el lenguaje de la diplomacia cultural española, precisamente, por estas fechas, Italia sigue siendo considerada como la insuperable “maestra de Humanidades” y “cuna del clasicismo” 117. Se arrincona e ignora, además, el pasado árabe de dos siglos de historia de una parte de la península italiana118 y sus, todavía fuertes lazos culturales con el mismo mundo árabe. España en realidad supeditaba, en este momento, la política pro-árabe al interés occidentalista

A tal propósito Huguet cita la tesis de Rodolfo Gil Benumeya autor de origen hispanoárabe en torno al papel que hubiera tenido que jugar España dentro del mundo mediterráneo y en relación con la cultura árabe. HUGUET, M.: 1995-96, p. 220. 117 “Memoria cultural Italia” en AMAE: 1954 Leg. R 3693 exp. 1. 118 VANOLI, A.: 2012. 116

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(atlántico)119, consciente de la imposibilidad de situarse en el Mediterráneo para servir de puente entre África y Europa. Parecen evidentes, pues, los desajustes entre los presupuestos “teóricos” y programáticos” del Centro de Cooperación y el contexto geo-político en el cual se fragua el mismo. También aparece lábil e indefinida la idea de Mediterráneo en la cual se fundaba el mismo Centro, como lugar de encuentro de una común civilización120. El concepto, recurrente, de una común “civilización mediterránea”, como modelo descontado de encuentro de los pueblos mediterráneos121, – un concepto por otro lado ajeno a las identidades que componen el Mediterráneo–122, permeaba los contenidos del Centro. Finalmente, podemos decir que más allá de los presupuestos teóricos y de las intenciones reales del Centro, de un posible y descontado encuentro hispano-italiano en una común cultura e identidad mediterránea, Italia y España, gracias a su doble condición continental y mediterránea se ven, a principios de los años cincuenta, abocadas a primar y privilegiar una u otra vinculación en los nuevos equilibrios definidos por la Guerra Fría. Por último, para entender los desencuentros de España e Italia en esta iniciativa hay que ver que los objetivos y prioridades de las políticas exteriores de España e Italia no tienden a unos comunes intereses políticos, culturales y económicos en el Mediterráneo. La comunión de los intereses políticos y HUGUET, M.:1995-1996, p. 221. What do we mean when we talk of a civilization? A civilization is a cultural entity. Villages, regions, ethnic groups, nationalities, religious groups, all have distinct cultures at different levels of cultural heterogeneity. HUNTINGTON, P.S.: 1993, p. 22-23 121 Sobre la naturaleza conflictiva de los encuentros entre culturas véase el clásico artículo de Samuel Huntington. “It is my hypothesis that the fundamental source of conflict in this new world will not be primarily ideological or primarily economic. Ibíd. 122 ROQUE, M.A.: 1997. 119

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económicos hispano-italiano estaba más bien vinculada, a unas incipientes relaciones comerciales, supeditadas al creciente interés de la industria italiana, en crecimiento, hacia un mercado, el español, de reciente aunque aún débil apertura hacia el consumo. BIBLIOGRAFÍA AAVV, Ministero degli Affari Esteri, Situazione delle convenzioni internazionali vigenti per l’Italia al 31 dicembre de 1998. Convenzioni Bilaterali, Tomo I, Istitito poligrafico e Zecca dello Stato, Roma, 1999. ALGORA WEBER, María Dolores: Las relaciones hispano-árabes durante el régimen de Franco y la ruptura del aislamiento (19461950), Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1996. Id.: “España en el Mediterráneo: entre las relaciones hispanoárabes y el reconocimiento del Estado de Israel” número dedicado a “La política árabe y mediterránea de España” en Revista Cidob D’afers Internacionals 79-80, 2007, pp. 15-34. BARBÉ Esther, Afers Internacionals n. 11, 1987. BLANC ALTEMIR, Antonio y REAL Bénédicte: “España ante el proyecto de Unión por el Mediterráneo: una iniciativa ajena a los verdaderos problemas”, Le Monde diplomatique en español, nº. 153, 2008. BROGI Alessandro: “Orizzonti della politica estera italiana: Stati Uniti, Europa e Mediterraneo (1945-1960)”, en Passato e Presente, XII, 2004, nº 62, CAVALLARO, Maria Elena: Los orígenes de la integración europea. Desde el franquismo hasta los años del transición, Silex, Madrid, 2009. CACACE, Paolo: La politica estera dell’Italia. Dallo Stato unitario ai nostri giorni, Roma- Bari, Laterza, 2010, 2ª ed. DELGADO GÓMEZ-ESCALONILLA, Lorenzo: “Las relaciones culturales entre España y Estados Unidos de la Guerra Mundial a los Pactos de 1953”, en Cuadernos de historia contemporánea, nº 25, (2003), págs. 35-59.

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ENTRE SUPERVIVENCIA Y MODERNIDAD: EL REAL COLEGIO DE ESPAÑA EN BOLONIA, 1943-1955 ENTRE SUPERVIVENCIA Y MODERNIDAD: EL REAL COLEGIO DE ESPAÑA...

PABLO DEL HIERRO Maastricht University

INTRODUCCIÓN Fundado en el siglo XIV por el Cardenal Gil de Albornoz, el Real Colegio Mayor de San Clemente de los Españoles o Real Colegio de España en Bolonia se convirtió en una de las instituciones culturales españolas más prestigiosas durante toda la Edad Moderna. A finales del siglo XVIII el Colegio entró en una profunda fase de transformación con el paso del Antiguo Régimen al nuevo Estado Liberal. Como consecuencia de esta transformación, la institución va a pasar a ser un colegio mayor moderno siendo por primera vez “permeable a los procesos de centralización educativa y de secularización que siguieron al modelo liberal, a pesar de alejarse de la filosofía que inspiró su creación.”1 Si bien esta época no posee el esplendor de siglos pasados, la institución logra sobrevivir y mantener una considerable presencia dentro del mundo cultural italiano, sobre todo gracias a la actuación de los colegiales. Muchos de ellos son destacados miembros de la clase política, diplomáticos y profesores, estos últimos en su mayoría ligados a la Institución Libre de Enseñanza, que ocuparían un lugar destacado en la vida política española de principios del siglo XX. De esta ma1

NIETO SÁNCHEZ, C.: 2012, p. 412.

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nera, personajes de la talla de Giner de los Ríos o el Conde de Romanones estudian en el Colegio de Bolonia contribuyendo a mantener el prestigio de la institución albornociana.2 El gran reto de supervivencia para el Colegio de Bolonia va a llegar años más tarde con el estallido de la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial. Como consecuencia de estos dos conflictos el Colegio se va a ver obligado a cerrar sus puertas por un periodo de nueve años, hasta 1945. En ese tiempo el Colegio no sólo no va a poder recibir colegiales, sino que va a ver cómo su posición en la vida cultural italiana va quedando cada vez más en un segundo plano. No obstante, los momentos de mayor peligro para la supervivencia del Colegio se viven entre finales del año 1943 y mediados del 1945. En efecto, la firma del armisticio por parte del Gobierno de Badoglio con los Aliados en septiembre de 1943 y la posterior división de Italia en dos (la “Repubblica Sociale Italiana” al Norte y el “Regno d’Italia al Sur”), van a colocar al Gobierno español en una situación diplomática muy delicada. En este sentido el Colegio de Bolonia va a desempeñar un papel fundamental en la nueva estrategia española que va a empezar a buscar la equidistancia diplomática entre el Eje y los Aliados.3 A pesar de los riesgos, la estrategia española iba a dar sus frutos permitiendo al Gobierno español salvar la cara frente a los Aliados y, al mismo tiempo, mantener con vida al Colegio de Bolonia, situado como la ciudad en territorio bajo control de la RSI. Sin embargo, el final de la guerra no va traer consigo el final de los problemas para la institución. Por un lado, el Colegio de Bolonia va a tener muchas dificultades para reanudar sus actividades culturales y recuperar el prestigio perdido tras nueve años de cierre. Por el otro lado, el nuevo gobierno italiano va a empezar a presionar para tener más capacidad de intervención en una institución extranjera que residía en su 2 3

Ibidem DEL HIERRO, p. 2011.

Entre supervivencia y modernidad: el Real Colegio de España...

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propio territorio y que aún gozaba de importantes privilegios y exenciones provenientes de la Edad Media. A estos problemas se van a enfrentar el nuevo Embajador en Roma, José Antonio de Sangróniz, y su Consejero Cultural, Mario Ponce de León. Diplomáticos de gran experiencia, Sangróniz y Ponce no sólo van a tratar de salvar la institución sino que van a intentar modernizarla. Conscientes del prestigio pasado y de su ideal posición geoestratégica en el corazón de Italia, ambos diplomáticos van a tratar de convertir el Colegio en la punta de lanza de la nueva acción cultural española. Esta batalla por la modernización de la institución albornociana se produce en un contexto de consolidación y expansión de la acción cultural española en el exterior. En efecto, las autoridades españolas, conscientes de la complicada situación internacional que se iba delineando para la supervivencia del régimen franquista al término de la Segunda Guerra Mundial comenzaron a implementar una política de propaganda cultural más ambiciosa. La idea subyacente era presentar la tradición, el anticomunismo y el catolicismo como los tres elementos vertebradores del país en un intento por mejorar la imagen exterior de la España franquista.4 Dentro de esta estrategia, la nueva Italia democrática ocupaba un lugar predominante. En efecto, las autoridades españolas se convencieron rápidamente después de 1945 que la recién estrenada democracia italiana podía ser un aliado interesante en un contexto internacional cada vez más incierto para España. A este convencimiento contribuían distintos factores. En primer lugar, el nuevo gobierno italiano, con un fuerte peso de la Democracia Cristiana, era uno de los que menos objeciones había planteado hasta ese momento a la dictadura franquista, al menos públicamente.5 Ello se debía a que las autoridades DELGADO, L.: 1992, p. 393-462. Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF). Doc. Nº 232, Informe de Emilio Navasqüés más tarde transmitido por el Ministro de Asuntos Exteriores, José Félix de Lequerica, a Francisco Franco, 16-2-45. 4 5

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italianas estaban aún enfrascadas en el proceso de reconstrucción del país y sabían que para poder llevar a cabo su tarea era necesario movilizar todos los recursos a su disposición. Por otro lado, el país seguía manteniendo una cantidad considerable de intereses económicos en España – entre los cuales destacaba el gran número de empresas que allí operaban. Así pues, el nuevo gobierno italiano se encontraba dispuesto a mantener relaciones con el régimen de Franco, siempre y cuando este gesto reportara beneficios económicos.6 En segundo lugar, los diplomáticos en el Palacio de Santa Cruz estaban firmemente convencidos de que ambos países compartían intereses, desafíos y problemas en la esfera internacional. El futuro de estos dos países mediterráneos pasaba entonces por un acercamiento progresivo que eventualmente debería desembocar en la firma de un gran acuerdo de colaboración política, objetivo último de la diplomacia española. Finalmente, el gobierno de Madrid creía que el mantenimiento de relaciones amistosas con un país que estaba dejando atrás su pasado fascista y que además era la sede del papa podía contribuir enormemente a mejorar la imagen exterior del régimen de Franco.7 En conclusión se puede afirmar que la mejora de las relaciones hispano-italianas se había convertido a partir del año 1945 en una prioridad para el gobierno español. Para ello, los diplomáticos españoles debían movilizar todos sus recursos incluyendo la combinación de acción cultural y propaganda. Pieza clave en esta nueva estrategia iba a ser el Colegio de Bolonia siempre y cuando éste se modernizase de acuerdo con los criterios establecidos por la Embajada española en Roma. A ello van a dedicar muchos de sus esfuerzos tanto Sangróniz como Ponce de León, esfuerzos que finalmente van a concluir DEL HIERRO, p. 2011. Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores (AMAE): R 1.466, Exp. 24, Instrucciones para el Embajador de España en Roma José Antonio de Sangróniz enviadas por el Ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martin Artajo, 7-1-46,. 6 7

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en el año 1955 con la firma del Acuerdo Cultural Hispano-Italiano que sentaría las bases para el futuro tanto de la institución albornociana como de la acción cultural española en Italia.8 Así pues el objetivo de este artículo será el estudio del Colegio de Bolonia entre los años 1943 y 1955 analizando las formas en las que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y los posteriores esfuerzos del gobierno español para salvaguardar su presencia en Italia a través de un claro proceso de modernización. De este modo, trataremos de arrojar luz no sólo sobre la historia del Colegio en esos años (tema totalmente ignorado por la literatura), sino sobre la acción cultural española en Italia durante el primer Franquismo. EL COLEGIO DE BOLONIA TRAS LA FIRMA DEL ARMISTICIO Como acabamos de ver, el Colegio de Bolonia se vio obligado a cerrar sus puertas con el inicio de la Guerra Civil española. Ello trajo consigo la paralización de todas sus actividades culturales (incluyendo la recepción de colegiales procedentes de España) quedando así en un estado de total hibernación. El cambio de la situación política italiana, al que me referiré a continuación, va a devolver al Colegio al primer plano convirtiéndole en un elemento clave para la nueva política exterior española hacia las dos Italias. En efecto, el 8 de septiembre de 1943 se hace pública la firma del armisticio del Gobierno italiano, dirigido ahora por el mariscal Badoglio, con los Aliados. Este hecho precipita los acontecimientos. Por un lado, los aliados que habían comenzado la ocupación del sur de Italia en el verano de 1943 prosiguen su avance hacia Roma. Por otro lado, la reacción alemana no se hace esperar, enviando sus ejércitos también hacia la capital italiana. El resultado de 8

Ibidem

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ambas maniobras es la división del país en dos: la RSI en el norte y el Reino de Italia en el sur.9 La inestabilidad política italiana va a traer consigo importantes consecuencias para la vida de la institución albornociana. Principalmente, el Colegio se va a ver privado de su Rector, Manuel Carrasco, quien no había podido regresar a Bolonia después de su último viaje a España durante el verano de 1943 debido a la situación político-militar del país transalpino.10 La ausencia del rector Carrasco, deja al Colegio descabezado y al gobierno español sin apenas noticias de una de sus instituciones culturales más prestigiosas. La situación política en Italia era un polvorín y no tener a nadie al frente del Colegio constituía un gran riesgo para la supervivencia de la institución albornociana. A este respecto conviene recordar que las autoridades italianas llevaban varios años intentando intervenir en el Colegio de Bolonia que era percibido como una intrusión en su propio territorio.11 Es obvio pues, que el Ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Gómez Jordana, no podía permitir que el gobierno de la RSI o los Aliados (llegado el momento) pusieran en riesgo la existencia de un Colegio que tenía un gran valor para la acción cultural española en Italia.12 En este difícil contexto y sin apenas información, el gobierno español tiene que tomar una decisión importante. Por un lado es necesario asegurar la supervivencia del Colegio de Bolonia; por otro lado no se puede poner en peligro la nueva política de equidistancia entre el Eje y los Aliados que el Ministro Jordana había logrado adoptar para España. A este respecto, conviene aclarar que la caída del régimen de Mussolini y la posterior firma del armisticio habían sido aprovechadas por el Ministro para consolidar la nueva política de estricta neutralidad. Si hasta ése momento, España había llevado a 9 10 11 12

ELLWOOD, D.: 1985, MORGAN, p. 2007, VARSORI, A.: 1992. AMAE: R. 1.466, Exp. 24, Carta de Sangróniz a Lequerica, 29-6-45. NIETO SÁNCHEZ, C.: 2012, p. 411. AMAE: R. 1.466, Exp. 24, Telegrama de Jordana a Bárcenas, 19-11-43.

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cabo una política de neutralidad benévola para con el Eje, a partir de ahora se va a buscar una mayor equidistancia con los Aliados. El primer paso en esta nueva política va a consistir en el no reconocimiento diplomático de la RSI.13 Esta decisión no había sido nada fácil y ello en gran parte debido a las enormes presiones ejercidas por parte de Alemania que exigían al régimen de Franco no solamente el reconocimiento oficial de la nueva República de Salò, sino el envío inmediato de un representante diplomático a Milán (uno de los principales centros de poder de la RSI).14 A pesar de la insistencia alemana, el Conde Jordana decidió enfrentar el asunto con determinación dejando claro en el Consejo de Ministros celebrado el 28 de septiembre de 1943 que el Reino de Italia, y no la RSI, debía ser el único Estado reconocido oficialmente por España.15Aunque el peso real de la presión del Conde de Jordana es discutible, el hecho es que el Consejo de Ministros decidió seguir la línea marcada por el Ministro de Asuntos Exteriores y no reconocer a la nueva República de Salò.16 El disgusto con el que el gobierno alemán acogió esta decisión, obligó al régimen de Franco a buscar un compromiso que también pudiese satisfacer al Eje. En primer lugar, las autoridades españolas se comprometían a no enviar a un nuevo embajador ante el gobierno ahora dirigido por el Reino de Italia.17 Y en segundo lugar, respecto a la RSI, España se com13 DEL HIERRO, p. 2011; TUSELL, J, Y GARCÍA Y QUEIPO DE LLANO, G.: 1986, p. 412-413. 14 DEL HIERRO, p. 2011, p. 37. 15 Ibidem. 16 Ibidem, p. 38 17 A este respecto conviene recordar que el gobierno español no contaba con embajador en Roma desde el 23 de agosto de 1943 momento en el que Raimundo Fernández Cuesta había viajado a Madrid para discutir el estado de las relaciones bilaterales y la posibilidad de firmar un tratado de paz con los Aliados. A su regreso, Fernández Cuesta había quedado atrapado en Suiza debido a las circunstancias de la guerra. Este contratiempo era utilizado

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prometía a nombrar a un representante no oficial que hiciese de contacto entre el gobierno español y el régimen de Saló.18 Esta decisión era todo un modelo de pragmatismo diplomático. El objetivo de esta estrategia era defender de la mejor manera los importantes intereses que España poseía en Italia y sobre todo en Alemania, pero también los que tenía en Estados Unidos y Gran Bretaña. Para ello era necesario empezar a tomar distancias con respecto al Eje pero sin propiciar una ruptura diplomática con Berlín. Al mismo tiempo, Madrid debía empezar a mostrar claramente a los Aliados sus intenciones definitivas de abandonar esa política de neutralidad benévola practicada hasta ese momento. La situación requería actuar con extrema delicadeza y, en ese aspecto, resultaba clave el nombramiento de una persona de contacto con la RSI. Este nombramiento debía ser lo suficientemente importante como para satisfacer a los alemanes, y a la vez discreto para no provocar la ira de los Aliados. Es aquí donde el Colegio de Bolonia se convierte en pieza clave, sobre todo en relación a la delicada situación de la Embajada española en Roma. El 19 de noviembre, tras varios meses de discusiones en el Palacio de Santa Cruz, se decide nombrar al Encargado de Negocios de la Embajada en Roma, Eduardo García Comín, nuevo Director del Colegio de Bolonia. Dicha maniobra, orquestada por el Ministro de Asuntos Exteriores, es interesante ya que está encaminada a resolver un doble problema. En primer lugar, la presencia en Bolonia de una persona significada como García Comín consolidaba la situación jurídica del Colegio dado que disuadía posibles intentos por parte de las autoridades de la RSI de intervenir en la institución albornociana. En segundo lugar, este nombramiento contribuía a resolver el problema que se había creado con la Embajada española en Roma después de la firma del armisticio. A este ahora por el Gobierno español para evitar un posible conflicto diplomático y sentar las bases de su nueva estricta neutralidad. 18 TUSELL, J, Y GARCÍA Y QUEIPO DE LLANO, G.: 1986, p. 412-413.

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respecto, conviene aclarar que, aunque el gobierno español no contase con un embajador en Roma desde el verano de 1943, la Embajada seguía abierta y funcionando, con un considerable número de diplomáticos entre los que destacaba en el Encargado de Negocios y ahora principal representante español, el citado García Comín. La situación se había complicado aún más el 17 de septiembre de 1943 cuando las autoridades alemanas, que habían logrado recuperar Roma casi inmediatamente después de la firma del armisticio, decidieron ocupar la Embajada española en la capital italiana. Obviamente, este nuevo acontecimiento preocupó sobre manera al gobierno español que, como acabamos de ver, aún no había decidido qué hacer con respecto a la RSI. Especialmente inquieto se mostraba el Ministro Jordana cuya prioridad sabemos que era mantener la equidistancia entre los dos bandos a toda costa. Buscando una salida, el Conde de Jordana ordena desalojar la embajada y hace regresar a España a la mayoría de funcionarios; la idea es que la Embajada en Roma quede reducida a su mínima expresión (prácticamente a un consulado), dejando el peso de la representación diplomática española en Italia a la Embajada ante el Vaticano.19 El problema es ahora qué hacer con Eduardo García Comín: por un lado su labor en Roma es muy importante, por otro, los alemanes podían utilizarle para añadir aún mayor presión al gobierno español en pos de un reconocimiento oficial de la RSI. La situación, un auténtico polvorín en potencia, es por tanto desactivada con la decisión de nombrar a García Comín director del Colegio de Bolonia lo que permitía al diplomático español permanecer en Italia, conservar su estatus, y a la vez evitar posibles riesgos con las autoridades alemanas. García Comín parte hacia Bolonia a finales de enero de 1944, y lo hace con nuevas instrucciones bien precisas. Aunque el gobierno español se llegó a plantear la posibilidad de AMAE: R. 1.547/2, Exp. 17-18. Telegrama de Jordana a García Comín, 3-10-43. 19

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encargar a García Comín la tare de mediación con la RSI desde Bolonia, esta idea se abandona. Los contactos con la República de Saló ya no son percibidos como necesarios. Como parte de la nueva diplomacia de equidistancia, éstos debían ser limitados al máximo manteniendo una gran discreción; de ello se podía ocupar el Cónsul en Milán, Fernando Cantal, que asumiría a partir de ese momento la labor de enlace extraoficial con el gobierno de Salò. Ante este nuevo planteamiento, el objetivo principal del nuevo director del Colegio de Bolonia debía ser exclusivamente asegurar la supervivencia de una institución cultural que se antojaba como pieza clave en el futuro de la política española hacia Italia.20 Aunque García Comín regresó a Roma en Junio de 1944 con motivo de la entrada de los aliados en Roma, siguió trabajando como Encargado de Negocios para asegurar la supervivencia del Colegio español en Bolonia hasta principios de 1945.21 Sus gestiones no lograron que el Colegio reanudara sus actividades culturales, pero sí aseguró que ni la RSI ni el Reino de Italia pudiesen intervenir o alterar su estatus. De esta manera, el nuevo embajador en Roma, José Antonio de Sangróniz, se va a encontrar a su llegada en mayo de 1945 con un colegio en un estado de práctica hibernación. A pesar de que sigue existiendo y mantiene su estatus jurídico, había permanecido inactivo durante demasiado tiempo perdiendo una parte del prestigio acumulado siglos atrás. Consciente de lo complicado de la situación, Sangróniz se va empeñar en modernizar la institución y volver a convertirla en la punta de lanza de la acción cultural española en Italia.

20

AMAE: R. 1.466, Exp. 25, Telegrama de Jordana a García Comín, 22-

1-44. 21

AMAE: R. 1.272, Exp. 9, Telegrama de García Comín a Jordana, 1-6-44.

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EL COLEGIO DE BOLONIA A LA LLEGADA DE SANGRÓNIZ La llegada a Roma de José Antonio de Sangróniz coincide con el inicio de una nueva fase en las relaciones hispano-italianas. En efecto, la derrota del Eje y el colapso de la RSI obligan al gobierno español a reevaluar su política italiana. Esta nueva orientación queda plasmada durante el consejo de ministros celebrado en febrero de 1945. Allí, el Ministro de Asuntos Exteriores, José Félix de Lequerica, propone normalizar las relaciones diplomáticas con el Reino de Italia nombrando a un nuevo embajador en Roma que debería desplazarse al país transalpino lo antes posible. Además, el diplomático bilbaíno sugería realizar algún gesto amistoso para con el Reino de Italia, con el fin de demostrar la nueva actitud española; en este sentido, la reanudación de los intercambios comerciales entre los dos países, interrumpidos desde la firma del armisticio, se presentaba como la opción ideal. Por un lado, ayudaba a la maltrecha economía italiana que acababa de empezar su proceso de reconstrucción tras el final de la guerra. Por otro lado, ayudaba a los exportadores españoles que seguían a la busca de mercados para colocar sus productos.22 Los motivos del cambio de la política española hacia el Reino de Italia aparecen claros. El final de la Segunda Guerra Mundial dibujaba un panorama complicado para el régimen de Franco que quedaba como uno de los últimos reductos fascistas en Europa. En este contexto internacional tan hostil, el nuevo gobierno italiano aparecía a ojos de los diplomáticos españoles como un aliado potencialmente útil. En primer lugar, el Reino de Italia no estaba planteando conflictos diplomáticos con España – cosa que sí estaban haciendo Estados Unidos, Francia o Reino Unido. En segundo lugar, el nuevo gobierno FNFF: Doc. Nº 232. Informe de Emilio de Navasqüés, más tarde referido por Lequerica a Franco, 16-2-45. 22

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de Italia en su afán por dejar atrás su pasado fascista, podía constituir un importante referente político para el régimen de Franco. Finalmente, había que considerar las ventajas de mejorar las relaciones con un Estado donde el Papa ejercía una gran influencia.23 Fruto de esta nueva orientación, el gobierno decide nombrar como nuevo embajador en Roma a José Antonio de Sangróniz. Su elección dejaba bien a las claras las nuevas intenciones del gobierno español con respecto a Italia. Además de monárquico y católico (cosa que podía beneficiarle a la hora de establecer contacto con la Democracia Cristiana italiana), Sangróniz era en ese momento uno de los diplomáticos más prestigiosos del país. Ya en 1923 había estado al frente de la Oficina de Relaciones Culturales (ORCE), organismo fundado en 1921 en el seno del Ministerio de Estado y que estaba encargado de recabar información y preparar iniciativas que fomentasen la presencia cultural española en el extranjero.24 Durante la Guerra Civil española, además de ocupar un puesto en la Junta de Relaciones Culturales, se había convertido en pieza clave, junto con Nicolás Franco, en la construcción de los servicios diplomáticos franquistas.25 Sin embargo, sus simpatías pro-aliadas y su filiación monárquica habían hecho que quedara relegado a una posición secundaria durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial.26 No obstante, cuando el conflicto bélico empezó a decantarse a favor de los Aliados, y el régimen de Franco se vio obligado a adoptar una política más neutral, sus servicios volvieron a ser necesarios. En agosto de 1943 Sangróniz era nombrado representante no oficial frente al Comité Francés de Liberación Nacional (CFLN) en Argelia, un cargo de gran relevancia en ese momento. Unos meses más tarde, Sangróniz se desplazaba a París en calidad de representante 23 24 25 26

Ibidem. DELGADO, L., 1992, p. 18-21. Ibidem, Págs. 84-85. ARMERO,J.M.: 1978, p. 66.

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diplomático ante la nueva Francia de De Gaulle.27 Estos nombramientos demuestran la importancia que Sangróniz tenía dentro de la diplomacia española de la posguerra. Es por ello, que su designación como embajador en Roma en febrero de 1945 debe interpretarse como una firme declaración de intenciones por parte del gobierno español de su deseo de entablar unas relaciones diplomáticas amistosas con el nuevo gobierno italiano.28 Y esas fueron precisamente las instrucciones que recibió Sangróniz al llegar a Roma: normalizar las relaciones diplomáticas, reanudar los intercambios comerciales, reforzar los vínculos económicos y militares y como colofón firmar un acuerdo político que permitiera a ambos países defender sus importantes intereses en el Mediterráneo, evitando así la posible expansión soviética en la zona.29 No obstante, su labor no iba a ser nada sencilla. Aunque había sectores de la política italiana que favorecían un acercamiento al régimen de Franco por puro pragmatismo (parte de la “Democrazia Cristiana” y los sectores políticos más conservadores), la mayoría de los partidos que formaban el Gobierno eran claramente antifranquistas. No debemos olvidar que desde 1944 el Reino de Italia estaba dirigido por un Gobierno de concentración nacional compuesto por la Democrazia Cristiana (DC), el Partito Liberale Italiano (PLI), el Partito Comunista Italiano (PCI), el Partito Socialista Italiano (PSI), el Partito Democratico del Lavoro (PDL), y el Partito d’Azione (PdA), siendo estos cuatro últimos claramente antifranquistas.30 Por si esto fuera poco, existían también importantes sectores de la sociedad italiana que no olvidaban la ayuda prestada por Mussolini a los ejércitos franquistas durante la Guerra Civil española y que, por ende, deseaban la desaparición de lo que DULPHY, Anne, 2002, p. 7. DEL HIERRO, p. 2011, p. 100. 29 AMAE: R 1.466, Exp. 24, Instrucciones para Sangróniz de Martin Artajo, 7-1-46. 30 COLARIZI, S.: 2007, GINSBORG, p. 1989. 27 28

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consideraban como último resquicio de fascismo en Europa. Era evidente que las tornas habían cambiado. Si a finales de 1943 eran los intentos protagonizados por el Reino de Italia para mejorar las relaciones bilaterales los que se encontraban con la oposición de unas autoridades españolas empeñadas en mantener la equidistancia con las dos Italias, ahora era al revés. Eran los intentos españoles por normalizar las relaciones diplomáticas con el Reino de Italia los que se enfrentaban a una respuesta más hostil.31 El final de la Segunda Guerra Mundial, con la liberación del Norte de Italia, no había hecho más que acrecentar tanto la animadversión como los ataques de la prensa al régimen de Franco, lo cual preocupaba profundamente a las autoridades españolas.32 Estos ataques tuvieron su punto culminante en febrero de 1945 cuando Pietro Nenni, líder del PSI y uno de los políticos más respetados del país, escribía un artículo para el diario “Avanti” en el que solicitaba oficialmente que el Reino de Italia rompiera relaciones con España y retirara al recién nombrado Embajador en Madrid, duque Gallarati Scotti. Aunque esta petición fue desestimada por el gobierno entonces presidido por el reformista Ivanoe Bonomi, más preocupado por sacar a Italia de las penurias económicas que padecía que por los aspectos éticos de las relaciones con España, el gesto dejaba patente la antipatía hacia el régimen de Franco que reinaba en la sociedad italiana de la época.33 Ya desde el primer momento, Sangróniz se dio cuenta de la difícil situación en la que se encontraba. No obstante, el DEL HIERRO, P., 2011. AMAE: R. 1.273, EXP. 1, Telegramas de la Embajada española en Roma a Lequerica, Julio- Diciembre 1944. 33 Hay que mencionar que éste incidente fue recogido con atención por los diplomáticos estadounidenses, preocupados de que el nuevo gobierno italiano rompiera unilateralmente sus relaciones con España. National Archives and Records of the Administration (NARA): Central Decimal File 1945-1949, Carta del Embajador estadounidense en Roma Alexander Kirk, al Secretario de Estado, Edward Stettinius, Jr., 17-2-45. 31 32

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embajador español sabía que podía contar con un instrumento muy útil: la importante presencia de la cultura española que se mantenía en Italia a través de un gran número de instituciones que llevaban operando desde hacía mucho tiempo. De entre ellas, destacaba por su magnitud y por su arraigo el Real Colegio Mayor de San Clemente en Bolonia y la Academia Española de Bellas Artes de Roma, fundada en 1873 con el fin de estimular el estudio de todas las artes. El problema residía, como hemos señalado, en que todas estas instituciones culturales habían quedado paralizadas desde el verano de 1943, y ahora resultaba complicado volver a ponerlas en marcha. En resumidas cuentas, las actividades diplomáticas y culturales españolas en Italia habían estado prácticamente suspendidas durante dos años (nueve en el caso del Colegio de Bolonia) y ahora se empezaban a notar las consecuencias. Sin embargo, Sangróniz persistió en su empeño consciente de que tampoco tenía demasiadas alternativas. Conviene recordar a este respecto que el nuevo Embajador español no era solamente un hábil diplomático sino un intelectual de cierto peso que conocía bien el mundo de la cultura y su potencial como herramienta para la política exterior. Como hemos visto, Sangróniz había dirigido la ORCE desde finales de 1923 y más tarde, ya durante la Guerra Civil española, había formado parte de la restaurada Junta de Relaciones Culturales. Especialmente importante fue el informe que publicó en forma de libro durante su etapa al frente de la ORCE. En él, Sangróniz anticipaba las líneas maestras de lo que, en su opinión debería ser la acción cultural española, destacando su creciente importancia en la esfera de las relaciones internacionales.34 Por si esto fuera poco, el nuevo Embajador en Roma había publicado diversos libros en los que se trataba el tema de la presencia cultural española en el extranjero.35 En SANGRÓNIZ, J.A.,1925, De entre las obras escritas por Sangróniz debemos destacar las siguientes: Marruecos: sus condiciones físicas, sus habitantes y las institucio34 35

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resumidas cuentas, nos encontramos ante un diplomático de prestigio, con mucha experiencia y firmemente convencido de la importancia de la acción cultural para poder llevar a cabo sus objetivos diplomáticos en Italia. No obstante, no todos son malas noticias para el nuevo Embajador; en efecto, Sangróniz se va a encontrar nada más llegar a Roma con un valioso aliado, el Consejero Cultural de la Embajada, Mario Ponce de León que le va ayudar con gran entusiasmo a diseñar y poner en marcha una política cultural seria y con visión de futuro. Diplomático de formación, Mario Ponce de León había comenzado su carrera en 1930 llegando a ser rápidamente Secretario de Embajada de Tercera clase. Sin embargo, su ascenso en el escalafón diplomático se vio truncado con el inicio de la Guerra Civil Española. En efecto, su filiación católica, le vale la condición de desafecto a la República y a finales de octubre 1936 es expulsado de la carrera diplomática y detenido en la cárcel de San Antón en Madrid. Sin embargo, una vez terminada la guerra, Ponce es readmitido al servicio después, eso sí, del preceptivo juicio en el que se le eximía de toda culpa pese a haber trabajado para la República. Unos meses después, en julio de 1940, Ponce de León es nombrado cónsul en la Embajada de Roma. Durante la difícil situación que vivió la legación española en Roma a partir de la firma del armisticio, Ponce fue nombrado Secretario Encargado del Servicio Consular con el fin del gozar de privilegios e inmunidades diplomáticas frente a los alemanes. En julio de 1945 el nuevo Ministro de Asuntos Exteriores Alberto Martín Artajo le asciende a Secretario de Primera, compatibilizando las tareas de índole cultural con los asuntos consulares. Finalmente, su labor es reconocida de manera oficial en junio de 1946 cuando es nombrado Consejero Cultural (aunque nunca

nes indígenas, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1921 o Modalidades del Islamismo marroquí, Madrid, Real Academia de la Historia, 1950.

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dejó de ocuparse de los asuntos consulares).36 Esta progresión nos muestra claramente que las autoridades en Madrid están satisfechas con el rendimiento de un Ponce al que cada vez dan más responsabilidades en la Embajada romana. Así pues, Sangróniz se encuentra a su llegada a Roma con un diplomático plenamente integrado en la Embajada y que, tras varios años en Italia, conoce bien tanto a la clase política como a las élites intelectuales del país transalpino. De este modo, Ponce de León se va a convertir desde el inicio en el principal aliado en esa nueva política cultural que busca hacer más aceptable al régimen de Franco a ojos de los italianos. De hecho, la conexión entre los dos se produce de forma prácticamente inmediata. Ya en enero de 1947 Ponce le escribe a Martín Artajo para elogiar la figura de Sangróniz y su labor al frente de la Embajada.37 El sentimiento es obviamente mutuo y así lo demuestra el telegrama enviado por Sangróniz a Martín Artajo solicitando una gratificación para Ponce por su labor al frente de las actividades culturales de la Embajada.38 Esta conexión tampoco se le escapa al Director General de Relaciones Culturales, Carlos Cañal, quien tras su visita a Italia escribe un informe ensalzando la labor llevada a cabo por los dos diplomáticos.39 Sangróniz y Ponce de León tampoco van a estar solos en su empeño. En julio de 1945 el General Franco realiza una importante remodelación de gobierno para poder dar un mayor peso a los católicos. Dentro de este movimiento, Alberto Martín Artajo es nombrado como nuevo Ministro de Asuntos Exteriores. Miembro de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP) y presidente de la Acción Católica desde el año 1940, Martín Artajo se va a convertir en un personaje clave 36 Expediente personal de Mario Ponce de León. AMAE: PG: 1.083, Exp. 41.500. 37 AMAE: R. 2.495, Exp. 123, Carta de Ponce de León a Martín Artajo, 17-1-47. 38 AMAE: R. 2.962, Exp. 17/19, Telegrama de Sangróniz a Martín Artajo, 22-9-48. 39 AMAE: R. 2.872, Exp. 98 Carta de Cañal a Martín Artajo, 27-5-48.

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para la política exterior española durante los primeros años de la posguerra.40 Especialmente relevante va a ser su figura para las relaciones hispano-italianas y ello debido a varios motivos. Principalmente, Artajo estaba convencido de que España e Italia debían establecer una “estrechísima colaboración” en todos los ámbitos ya que ambos países estaban afectados “de forma muy semejante por los grandes problemas que se hallan planteados en la actualidad.”41 Así pues, tenemos a un Ministro de Asuntos Exteriores que está firmemente convencido de que España debe mirar hacia Italia en busca de uno de sus principales aliados para el periodo de la posguerra. Por si esto fuera poco, Artajo es un gran conocedor de la vida política italiana. No debemos olvidar que el ministro español era un destacado católico y miembro de “Pax Romana” llegando a conocer bien a algunos de los principales políticos democristianos de la época como Amintore Fanfani quien incluso fue compañero de trabajos universitarios de Artajo.42 Además, Martín Artajo es amigo personal de Mario Ponce de León lo cual va a facilitar la puesta en marcha de la mayoría de los proyectos culturales diseñados por éste junto con Sangróniz.43 Finalmente, Martín Artajo es un firme defensor de la acción cultural como principal arma de la diplomacia española de estos años, apoyando todas las iniciativas que tratasen de promover la cultura española en el extranjero. De este modo, Artajo se va a involucrar activamente en los intentos del tándem Sangróniz-Ponce de León por promover la acción cultural española en Italia.44 40 A día de hoy falta una biografía de Alberto Martín Artajo del que sabemos realmente poco. Sin embargo, es posible reconstruir parte de su actuación como Ministro de Asuntos Exteriores a través de TUSELL, J. 1984. 41 AMAE: R 1.466, Exp. 24, Instrucciones para Sangróniz de Martin Artajo, 7-1-46,. 42 AMAE: R. 1.453, Exp. 2, Telegrama de Martín Artajo a Sangróniz, junio de 1947. 43 AMAE: R. 2.495, Exp. 123, Carta de Ponce de León a Martín Artajo, 17-1-47. 44 DELGADO, L.: 1994.

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Así pues, para el verano de 1945 ya tenemos todas las piezas colocadas en el tablero y listas para empezar a moverse. Es precisamente a partir de este momento que podemos empezar a hablar de una acción cultural durante el primer franquismo en Italia, y uno de sus principales focos va a ser la institución albornociana. Uno de los primeros pasos en la nueva estrategia cultural era volver a poner en marcha el Colegio de Bolonia, probablemente la institución cultural más importante que España poseía en Italia y que llevaba operando desde el siglo XIV.45 Sin embargo, y como hemos visto en páginas anteriores, las circunstancias de la Guerra Civil española juntos con la gran inestabilidad política reinante en Italia a partir del verano de 1943 habían hecho que la institución quedase casi completamente paralizada durante ese periodo. En efecto, desde 1936 el Colegio no había recibido nuevos becarios y desde 1943 funcionaba sin rector (el rector de ese momento, don Manuel Carrasco Reyes, había decidido abandonar Bolonia para evitar posibles conflictos diplomáticos con el Eje o con los Aliados). La prioridad era conseguir que el rector regresara para poder después volver a acoger nuevos becarios y devolver así la institución a la normalidad.46 Este regreso a la normalidad conviene no sólo por motivos prácticos de la institución, sino también por razones políticas. En efecto, se teme que si el Colegio no da la sensación de funcionar de manera regular, cabe el riesgo de que el nuevo gobierno italiano decidiera intervenir y poner coto a las actividades y privilegios de la institución albornociana. Este extremo debía ser evitado a toda costa ya que el Colegio de Bolonia tenía el potencial de ser una herramienta de gran utilidad para el futuro de la acción cultural española en Italia.47 Para más información sobre el Colegio de Bolonia y su historia ver: NIETO SÁNCHEZ, C.: 2012. 46 AMAE: R. 1.466, Exp. 25, Telegrama de Jordana al Embajador español en la Santa Sede, Domingo de las Bárcenas, 19-11-43. 47 AMAE: R. 1.466, Exp. 24. Carta de Sangróniz a Martín Artajo, 13-12-46. 45

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La primera medida la toma Sangróniz en junio de 1945, muy poco tiempo después de su llegada a Roma. Preocupado por la situación de desgobierno del Colegio y la falta de noticias del rector Carrasco (que legalmente aún sigue al frente de la dirección del Colegio), decide enviar al Ministro Consejero, Juan Felipe de Ranero, a Bolonia para elaborar un informe sobre el estado de la institución. La elección de Ranero se debe a que él mismo había sido estudiante en Bolonia y conocía bien tanto el Colegio como la ciudad. El informe presentado por Ranero es bastante desalentador. Si bien el edificio, la biblioteca y las pertenencias del Cardenal fundador Albornoz se encontraban en buenas condiciones, la situación económica del Colegio era más bien delicada. A este respecto hay que recordar que el Colegio poseía casas y fincas rústicas en la región que permitían la financiación de la Institución. Sin embargo, la ausencia del rector junto con la anarquía que reinaba en la zona tras el final de la guerra había paralizado por completo la obtención de dichas rentas. Era pues necesario que Carrasco regresara a su puesto lo antes posible para hacerse cargo de la situación y negociar con las nuevas autoridades de la región (Emilia Romagna) la reanudación de aquellos pagos al Colegio. Mientras tanto, el Ministerio de Asuntos Exteriores decide destinar una partida especial para poder sufragar los gastos básicos y que la institución siguiera existiendo.48 En cualquier caso, y pese a la rotundidad del diagnóstico, la situación del Colegio no empezará a aclararse hasta finales de 1946. No debemos olvidar que la coyuntura económica española no era especialmente buena y la prioridad en esos primeros momentos era resolver otros acuciantes problemas para el desarrollo de las relaciones bilaterales, como por ejemplo el caso de la hostilidad de la prensa italiana hacia España.49 Por otro lado, el Ministerio de Asuntos Exteriores tampoco disponía de competencias exclusivas respecto al Colegio de 48 49

AMAE: R. 1.466, Exp. 24, Carta de Sangróniz a Martín Artajo, 29-6-45. DEL HIERRO, p. 2011.

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Bolonia. Aunque éste dependía orgánicamente del Ministerio, todas las decisiones debían contar con el beneplácito del Patronato del Colegio y del mismo Rector. A este respecto, debemos aclarar que el Patronato había sido creado en 1916 por el Rey Alfonso XIII. Este Patronato estaría compuesto por el Duque del Infantado, el arzobispo de Toledo y los antiguos colegiales y se encargaría, entre otras cosas, de nombrar a los rectores y seleccionar a los futuros becarios, todo ello de la manera más ecuánime teniendo en cuenta solamente los méritos académicos.50 No obstante, el Patronato del Colegio, que en estos momentos está dirigido por el Marqués de Auñón (quien también es Director de Relaciones Culturales del MAE), no se va a reunir en junta hasta finales de 1946; tras dos reuniones de las que se tiene constancia indirecta a través de los papeles de la Embajada española en Roma, se decide finalmente mantener en el puesto de rector a Manuel Carrasco y enviarlo allí con 16 millones de liras, dinero que debería ser suficiente para poder hacer frente a los gastos de la institución.51 Su misión sería la de reactivar la institución que debería recibir sus primeros pensionados en octubre del año siguiente; como el sistema se había paralizado en el año 1936, la idea del Patronato era la de enviar en primer lugar a aquellos que habían sido nombrados en ese año. De esta manera, el Colegio vuelve a funcionar de manera normal a principios de 1947: por un lado el rector logra sanear las cuentas gracias a la reactivación del cobro de las rentas (necesario para la supervivencia de la institución), y por otro, regresan los primeros investigadores españoles a Bolonia. Sin embargo, esto no es suficiente para la Embajada

Real Decreto de 8 de mayo de 1916 (corregido por R.D. 20-III-1919). Carrasco recibe instrucciones de invertir ese dinero cuanto antes. Hay que tener en cuenta que la situación económica de Italia era muy inestable y existía el riesgo de devaluación de la lira. Para evitar posibles problemas, Carrasco debe estar preparado para cambiar las liras por francos suizo si la situación lo requiriese. AMAE: R. 1.466, Exp. 24, Carta de Sangróniz a Martín Artajo, 13-12-46. 50 51

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española en Roma que tiene planes más ambiciosos para la institución albornociana.52 LOS ESFUERZOS DE LA EMBAJADA EN ROMA POR MODERNIZAR EL COLEGIO Como acabamos de ver, tanto Sangróniz como Ponce de León están firmemente convencidos de la utilidad que la acción cultural española puede tener para mejorar las relaciones diplomáticas. En efecto, la idea que tienen estos dos diplomáticos es que el peso de la tradición cultural española puede ser utilizado para cambiar la imagen negativa que la sociedad italiana tenía de España y, además, ganar para la causa a los sectores más católicos e hispanófilos. Dentro de esta estrategia, el Colegio de Bolonia tiene el potencial para convertirse en una pieza clave. Por un lado, el Colegio tiene una reputación considerable, ganada a pulso durante siglos de intensa vida cultural. No se puede olvidar que había contado con la presencia de intelectuales ilustres como Antonio de Nebrija, Miguel de Cervantes, Juan Ginés de Sepulveda, Fernández de Moratín o Benito Pérez Galdós, entre muchos otros. A pesar de la inactividad de los últimos años, éste era un activo intangible de gran valor. Por otro lado, el Colegio de Bolonia, por su situación geográfica a medio camino entre Roma y Milán, podía ser la cabeza de puente perfecta que permitiría a España expandir y consolidar su acción cultural en el Norte. En efecto, hasta ese momento la acción cultural española se había focalizado casi exclusivamente en la parte meridional del país, debido a la tradición pro-española que allí existía, pero ahora era el momento de superar viejas barreras y adoptar una estrategia más global y ambiciosa. A este respecto conviene recordar las enormes diferencias políticas, sociales y económicas que existían entre el norte y el sur de Italia desde su unificación y 52

AMAE: R. 1.466, Exp. 24, Carta de Martín Artajo a Sangróniz, 20-12-46.

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que, en cierto sentido, se habían agrandado durante los dos últimos años de la Segunda Guerra Mundial. El resultado es una parte meridional más monárquica, católica y tradicional frente a una parte septentrional más moderna industrializada y de izquierdas.53 Resulta obvio pues, que la acción cultural española iba a encontrar receptores más abiertos y, por ende, más facilidades en el sur que en el norte. De hecho, la situación no va a mejorar en los años siguientes quedando como asignatura pendiente para el futuro.54 El Colegio de Bolonia podía contribuir en todo caso a disminuir esa distancia y ayudar a ir afianzando poco a poco la presencia de la cultura española también en el norte del país. El principal problema para implementar esta estrategia reside empero en el propio estatus jurídico de la institución albornociana, y así lo hace constar la Embajada española en Roma en su memoria cultural del año 1948. Jurídicamente, el Colegio dependía del Patronato y del Rector dejando poco margen de maniobra al gobierno español; actuaba de manera demasiado independiente siendo muy difícil para la Embajada de España en Roma integrarla dentro de la nueva estrategia cultural. La solución, según Sangróniz y Ponce de León, debía consistir en la separación de las funciones rectorales de las administrativas “debiendo ser el Rector un exponente cultural y social y el Canciller o Secretario un simple administrador.”55 Aunque el Colegio de Bolonia se presentaba como un modelo de administración y de saneamiento de sus cuentas, su actuación en el terreno cultural dejaba mucho que desear. Ello se debía a que el rector Carrasco tenía un perfecto conocimiento en el terreno administrativo, “pero no parece que sea la persona indicada para llevar la parte intelectual y espiritual del mismo COLARIZI, S., 2007. GINSBORG, P., 1989. AMAE: R.2.962, Exp.17/19, Distribución del Crédito Cultural en Italia, 1949-51. 55 AMAE: R. 3.997, Exp. 17, Memoria de la Oficina Cultural de la Embajada de Italia, redactado por Mario Ponce de León y enviada por Sangróniz a Martín Artajo, 2-7-48 53 54

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[Colegio].”56 Así pues, Sangróniz y Ponce de León sugieren nombrar a un vicerrector que se ocupara de la política cultural del centro. Asímismo, el gobierno español debería tomar cartas en el asunto y, aprovechando la subvención que se daba al Colegio, intervenir directamente tanto en la parte económica como en la parte intelectual. De esta manera se pondría coto al poder tanto del Patronato como del Rector, facilitando así la puesta en marcha de la acción cultural española en Italia.57 El objetivo final debía ser la modernización de la institución albornociana no limitándola a albergar a un número reducido de colegiales que vinieran cada año a Bolonia para estudiar derecho. El Colegio tenía que ser una institución más dinámica que organizara todo tipo de eventos culturales, desde exposiciones hasta conferencias, pasando por sesiones de cine o representaciones de obras de teatro. Por supuesto, estos eventos debían estar abiertos a toda la sociedad italiana y para ello era necesario contar con la presencia de los intelectuales más prestigiosos de ambos países. Al frente de este proyecto debía estar una persona activa y trabajadora, dispuesta a viajar por el país (especialmente al norte) para fortalecer los lazos con las universidades y asociaciones culturales italianas. Solamente así se podría empezar a captar a los hispanófilos y a cambiar la imagen que los italianos tenían de España. El problema para Sangróniz y Ponce de León era que el rector Carrasco no era la persona indicada para encabezar ese proyecto. Por eso era necesario que el gobierno español interviniera directamente en la institución, poniendo a la cabeza (al menos como vicerrector) a una persona más adecuada a este perfil.58 El plan de Sangróniz y Ponce de León recibe inmediatamente el beneplácito de la Dirección General de Relaciones Culturales y, más en concreto, de su director Carlos Cañal. Cañal, recién nombrado en su cargo, había realizado un exhaustivo 56 57 58

Ibidem. Ibidem. Ibidem

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viaje de 20 días por Italia con el fin de evaluar la política cultural llevada a cabo por la Embajada española en Roma. El informe y las conclusiones de su visita italiana tienen una gran relevancia sobre todo si tenemos en cuenta su perfil político. Efectivamente, a sus 41 años, Carlos Cañal contaba ya con una amplia experiencia en política exterior habiendo desempeñado tareas diplomáticas como cónsul en algunas de las capitales más importantes de Europa y América Latina (Lisboa, Tánger, Santiago de Chile, La Paz, Lima Quito, La Habana, etc.). Desde 1946 había ocupado la Secretaría de la Junta Relaciones Culturales, cargo que compaginaba con la Jefatura de la sección de Expansión Cultural. Sin embargo, lo más interesante no residía en su experiencia como diplomático, sino en su perfil como intelectual. Licenciado en derecho y filosofía y letras y autor de diversos libros sobre temas literarios, Cañal era además colaborador de la Revista “Estudios Políticos” y asesor del Instituto de Cultura Hispánica. Así pues, nos encontramos ante una figura de primer nivel que conoce bien tanto la política exterior española como sus primeros pasos en el campo de la acción cultural. La elección de Cañal como Director de Relaciones Culturales, así como el que su primer viaje oficial fuera precisamente a Italia, demuestran por un lado el interés del Ministerio de Asuntos Exteriores en mejorar sus relaciones con el país transalpino, y por otro, la curiosidad que estaba despertando en Madrid la actuación del tándem Sangróniz-Ponce de León. De hecho, es Martín Artajo el principal impulsor de esta visita y así lo hace constar Carlos Cañal en una entrevista concedida a Informaciones a su regreso a Madrid.59 Como acabamos de decir, el viaje de Cañal por Italia es largo y exhaustivo, visitando todas las zonas en las que España pudiera tener algún tipo de interés cultural. Durante 20 días el Director General de Relaciones Culturales viaja a Turín, Milán, Roma, Nápoles, Entrevista a Carlos Cañal en Informaciones, 6-8-48, Hemeroteca Municipal de Madrid (HMM). 59

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Bolonia, Asís, Loreto y Palermo (incluyendo un tour por toda la isla siciliana). En esos días, Cañal establece contactos no sólo con los diplomáticos españoles encargados de poner en marcha la política cultural española, si no con las élites culturales italianas (especialmente en los centros universitarios como la Universidad Católica de Milán o la Universidad Pontificia de Roma o la Universidad Pública de Turín).60 A parte de afianzar las redes y contactos con las instituciones culturales italianas, el viaje de Cañal a Italia tuvo una enorme importancia como espaldarazo definitivo para las actuaciones llevadas a cabo hasta ese momento por el tándem Sangróniz-Ponce de León. Solamente una semana después de su llegada a Italia, Carlos Cañal le escribía una carta a Martín Artajo elogiando la labor realizada por los dos diplomáticos españoles “quienes conocen a fondo el asunto y tienen amplia experiencia sobre estos problemas.61” Estas impresiones son hechas públicas a su regreso a España a través de una serie de entrevistas en periódicos en las que se confirma la buena labor llevada a cabo tanto por Sangróniz como por Ponce de León.62 Finalmente, el viaje de Cañal tuvo como resultado la resolución de algunos problemas económicos que asediaban a la Embajada de España en Roma e impedían la puesta en marcha de algunos de los proyectos defendidos por Sangróniz y Ponce de León. Como explicaba Carlos Cañal a Martín Artajo en una carta de 27 de mayo: “La presencia mía era necesaria aquí, por que [sic.] había que ver la posibilidad de encajar los créditos culturales, reducidos y escasos como Vd. conoce, con medidas urgentes que no podemos demorar relativas al arreglo de nuestros edificios y a la función de nuestras instituciones.”63 Resulta evidente pues, que los planes que Sangróniz y Ponce de León tenían para el

Viaje oficial a Italia del Director de Relaciones Culturales, 1948, AMAE: R. 2.872, Exp. 98. 61 AMAE: R. 2.872, Exp. 98, Carta de Cañal a Martín Artajo, 27-5-48. 62 Entrevista a Carlos Cañal en Informaciones, 6-8-48, HMM. 63 AMAE: R. 2.872, Exp. 98, Carta de Cañal a Martín Artajo, 27-5-48. 60

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Colegio de Bolonia son plenamente compartidos por la Dirección General de Relaciones Culturales. Sin embargo, los cambios siguen sin llegar a la institución albornociana. La resistencia tanto del Patronato como del rector Carrasaco resultan clave a la hora de explicar el inmovilismo del Colegio en estos años. Así lo denuncia Ponce de León en el informe que realizó tras su viaje a Bolonia y Milán en junio de 1949. El objetivo de este desplazamiento era impulsar la expansión cultural española por el norte de Italia. En ese sentido, la parada en Bolonia era clave no sólo para evaluar el estado de la situación sino también para presionar al rector Carrasco para que aumentara sus actividades en el terreno cultural. De nuevo, el informe final redactado por Ponce de León es ambivalente: por un lado, se alaba el lado administrativo de la institución que funciona a toda máquina y tiene a todos sus colegiales perfectamente instalados, y por otro lado se critican los aspectos intelectuales caracterizados por su pasividad. La única nota positiva en este campo la pone el recién nombrado lector para la Universidad de Bolonia, Joaquín Arce. En efecto, Arce se había estrenado en su cargo “con mucho éxito” gracias a una conferencia sobre Federico García Lorca.64 El caso de Joaquín Arce es particularmente interesante ya que tras cinco años como lector en la Universidad de Bolonia, va a ser reclamado para ocupar el lectorado en la Universidad Florencia por el famoso hispanista Oreste Macrì. Durante su larga estancia en la ciudad toscana, Arce se va a convertir en un importante referente de la cultura española en Italia entablando contactos no sólo con intelectuales italianos como Macrì o Amos Parducci, sino también con intelectuales españoles de la talla de Jorge Guillén.65 En cualquier caso, Ponce de León pone ahora a Arce como ejemplo del tipo de trabajador que la Embajada estaba buscando para el Colegio de Bolonia: alguien AMAE: R. 3.540, Exp. 85. Informe del viaje de Ponce a Milán y Bolonia, 1949. 65 ARCE, A., 2000, p. 629-643. 64

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dinámico y dispuesto a moverse para establecer vínculos con los ambientes intelectuales italianos. Además, Ponce de León sugería en su informe la inmediata apertura de la Casa de Cervantes; la Casa de Cervantes era un edificio anejo al Colegio, antiguo granero, que había sido reconvertido a principios de siglo en biblioteca y centro de estudios. Sin embargo, el edificio había sufrido desperfectos durante la guerra viéndose obligado a cerrar. Las obras para su rehabilitación habían comenzado en 1947 pero aún no se había producido su reapertura.66 Para Ponce, la Casa de Cervantes podía ser un espacio ideal no sólo para que los colegiales estudiasen, sino también para llevar a cabo conferencias y exposiciones. Sin embargo, los planes de la Embajada de Roma chocan de nuevo con la resistencia del rector Carrasco y del Patronato. El Colegio sigue funcionando de manera normal, aunque ninguno de los cambios sugeridos por Sangróniz y Ponce de León son introducidos. Ni siquiera se reabre la casa Cervantes que permanecerá cerrada hasta el año 1955.67 No obstante, Sangróniz y Ponce de León no cejan en su empeño y en 1951 envían un nuevo informe al Palacio de Santa Cruz aún más crítico si cabe para con el Colegio de Bolonia y el rector Carrasco. En esta ocasión se refieren al tema como “grave problema de nuestro Colegio de Bolonia.”68 De nuevo, se reconoce la gran eficacia de la labor que en el orden administrativo y en el de la reconstrucción económica que había desarrollado hasta ese momento el rector Carrasco. Sin embargo, y dados los “inmensos beneficios que el Estado español ha dado o va a dar a nuestro Colegio en Bolonia con la exención de toda clase de impuestos,” se antojaba necesaria una reorganización GONZÁLEZ VARAS IBAÑEZ, GONZALO, 2006, 343. AMAE: R. 3.540, Exp. 85. Informe del viaje de Ponce a Milán y Bolonia, 1949. 68 AMAE: R. 2.886, Exp.2., Memoria de la Oficina Cultural de la Embajada en Italia escrita por Ponce de León y enviada por Sangróniz a Martín Artajo, 19-4-1951, 66 67

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de la institución albornociana.69 Obviamente se debía respetar la idea original de mantener el sistema de becas para que los colegiales siguiesen estudiando derecho en la Universidad de Bolonia. Sin embargo, parecía también conveniente Dar una eficacia y una utilidad a dicha institución [el Colegio español de Bolonia], de una parte haciendo que el Ministerio de Asuntos Exteriores y la Dirección de Relaciones Culturales tengan una intervención directa y decisiva en el Patronato que hoy en día funciona de hecho independiente, y de otra dando un empleo útil a los cuantiosos ingresos con que el Colegio cuenta, pensando en la posibilidad de que el mismo mantenga nuestro Instituto en Milán y conceda tantas becas como sean posibles a los españoles a quienes interese estudiar cuestiones técnicas en el Norte de Italia, por ejemplo, etc.”70

Como vemos, se repiten los mismos argumentos que la Embajada en Roma llevaba aduciendo desde 1947. El Colegio de Bolonia funciona razonablemente bien pero no es ni útil ni eficaz para España. La única manera de que pueda servir a los intereses del país es acometiendo una reestructuración que permitiese integrarla plenamente en los esquemas de la acción cultural española en Italia. El modelo a seguir en este caso es el del Instituto de Lengua y Literatura en Roma, inaugurado en 1949 y que se había convertido en uno de los grandes proyectos tanto de Sangróniz como de Ponce de León. La idea había comenzado a fraguarse en el año 1947 pero los problemas presupuestarios habían aplazado el proyecto. Para la Embajada en Roma el nuevo Instituto debía representar los máximos objetivos de la acción cultural española en Italia, constituyendo “el organismo permanente de proyección hacia

69 70

Ibidem. Ibidem

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el gran público italiano.”71 La idea era que el edificio (que actualmente hoy ocupa el Instituto Cervantes de Roma), estuviese dividido en dos partes, una para investigadores con una biblioteca, y otra para el público en general con una sala de conferencias, una sala de exposiciones y otra biblioteca para el público en general (la actual biblioteca María Zambrano).72 El proyecto fue aprobado y puesto en marcha inmediatamente después del viaje de Carlos Cañal. El 28 de abril se celebraba la apertura del Instituto bajo la dirección del profesor de historia Ángel Álvarez, Miranda. Unos meses más tarde, el escritor Eugenio D’Ors, uno de los principales referentes de la cultura española en Italia pronunciaba la conferencia inaugural.73 Aunque no hay que dejarse llevar por el triunfalismo excesivo de los informes de la Embajada en Roma, resulta indudable que el Instituto se va a convertir en uno de los grandes éxitos de la acción cultural llevada a cabo por el tándem SangrónizPonce de León. En el año 1951, sólo dos años después de su inauguración, se ha convertido de facto en la institución cultural más dinámica. En ella estudian más de 300 alumnos cursos de lengua, literatura, historia o arte, y en sus locales se han celebrado más de treinta conferencias de académicos e intelectuales tanto españoles como italianos entre los que podemos destacar a Dionisio Ridruejo, Giuseppe Ungaretti o Primo Levi. Una parte importante de este éxito se debe a la labor del director Álvarez Miranda quien es presentado a ojos de Martín Artajo como modelo de lo que debe hacer una persona que ostenta un cargo similar. “El Director Sr. Álvarez Miranda se ha desplazado en numerosas ocasiones, de acuerdo con la Oficina Cultural, a Congresos, conferencias y celebraciones italianas y el contacto directo y constante, tanto del Director como de los diversos profesores con elementos italianos es AMAE: R. 3.997, Exp. 17, Memoria de la Oficina Cultural de la Embajada en Italia, 1948. 72 Ibidem. 73 AMAE: R. 4.077, Exp. 13/14, Nota del Ministerio de Asuntos Exteriores, 28-4-49. 71

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verdaderamente muy valioso.”74 La memoria cultural de 1951 está plagada de este tipo de elogios tanto hacia la Institución como a sus responsables. Estos responden obviamente al buen trabajo de Álvarez Miranda, pero también suponen una andanada contra otros directores de instituciones culturales que no estaban haciendo bien su trabajo, muy en particular al rector Carrasco que dirige una institución que se ha convertido en un “anacronismo.”75 Su incapacidad para reformar estas instituciones así como las dificultades para cambiar el sistema de lectorados nos ponen de manifiesto las grandes limitaciones con que se encontraron Sangróniz y Ponce de León para llevar a cabo su plan de acción cultural en Italia. La dureza del informe, empero, sigue sin traer consigo los cambios solicitados para la institución albornociana. Una vez más, la cuestión queda momentáneamente aplazada; en el contexto de las negociaciones entre los gobiernos italiano y español para firmar un convenio cultural la atención de la Embajada en Roma se desvía al tema de los privilegios y exenciones de que disfrutaba el Colegio de Bolonia. En efecto, las autoridades italianas quieren aprovechar la coyuntura para revisar el estatus jurídico del colegio albornociano eliminando toda una serie de privilegios que éste había conservado desde prácticamente la Edad Media. Obviamente, el gobierno español se va a oponer a esta medida y va a poner todo de su parte para evitar que se lleve a cabo, aparcando de manera temporal las conclusiones de la memoria cultural. A modo de conclusión podemos afirmar que pesar de todos sus esfuerzos, la Embajada de Roma fracasó en sus intentos para modernizar el Colegio de Bolonia. Aunque se logró reactivar el cobro de las rentas y sanear las cuentas de la institución, el Colegio no pudo ser integrado en la estrategia diseñada por Sangróniz y Ponce de León, y así convertirse en la punta de AMAE: R. 2.886, Exp.2, Memoria de la Oficina Cultural de la Embajada en Italia, 1951. 75 Ibidem. 74

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lanza de la acción cultural española hacia el norte de Italia. Es cierto que sigue recibiendo pensionados y estudiantes todos los años, pero el perfil intelectual de la institución se mantiene en unos niveles muy bajos, fracasando además como vínculo con las instituciones culturales italianas, especialmente con el mundo universitario. En palabras de Ponce, el Colegio estaba mantenido con “el criterio de su renovación en el siglo XIX, es decir una especie de colegio elegante para ocho o nueve licenciados en un inmenso y magnífico palacio con unas rentas considerables, que se pasan dos cursos para obtener el grado de Doctor en la decadente Universidad de Bolonia.”76 La idea de Sangróniz y Ponce de León era, como hemos señalado, muy diferente: dar al Colegio un “contenido verdaderamente cultural” y que se adaptase a los nuevos tiempos convirtiéndose en un foco de creación, atracción y expansión cultural a través de conferencias, debates y exposiciones que diesen cita a los intelectuales más prestigiosos de ambos países.77 De este modo se reforzarían los vínculos entre los dos países contribuyendo a cambiar la imagen que tenían los italianos de España. DE LA MODERNIZACIÓN A LA TRADICIÓN. EL CONVENIO CULTURAL HISPANO-ITALIANO Y LOS INTENTOS POR MANTENER LOS PRIVILEGIOS DEL COLEGIO DE BOLONIA A principios de 1951 las relaciones hispano-italianas entraban en una nueva etapa. El nombramiento de Francesco Maria Taliani para la Embajada italiana en Madrid, despejaba el panorama de unas relaciones que habían entrado en un impasse desde el mes de diciembre de 1946. A este respecto, conviene recordar que el gobierno italiano había decidido entonces respetar la resolución condenatoria de Naciones Unidas y que 76 77

Ibidem. Ibidem.

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conminaba a todos los países con representación diplomática en España a retirar sus embajadores. En consecuencia, el embajador Gallarati Scotti se había visto obligado a regresar a Italia, dejando la Embajada en manos del agregado comercial Vanni D’Archirafi. Aunque el gobierno español reaccionó a tal medida con discreción, lo cierto es que las relaciones hispanoitalianas entraron en una fase de incertidumbre dejando en suspenso los planes que Martín Artajo tenía para Italia y que hemos discutido en páginas anteriores. A excepción del terreno económico, donde se firmaron acuerdos comerciales en 1947 y en 1949, las relaciones entre Madrid y Roma quedaban paralizadas a la espera de que el gobierno de De Gasperi se decidiese a enviar un nuevo embajador a España78 La llegada de Taliani a Madrid, permitía por primera vez desde 1946 volver a poner encima de la mesa un posible acercamiento entre los dos países. Obviamente los objetivos y las motivaciones de España y de Italia eran bien distintos. Mientras que para los diplomáticos en el Palacio de Santa Cruz estaban genuinamente convencidos de que los dos países debían establecer una sólida alianza en todos los terrenos (político, económico y cultural), el gobierno dirigido por Alcide De Gasperi veía en el régimen de Franco a un aliado incomodo que sin embargo podía ayudar al país a recuperar sus estatus como gran potencia regional, sobre todo en el terreno económico. De este modo, el gobierno español tenía como objetivo final la firma de un acuerdo de amistad con alto contenido político, mientras que Italia veía las relaciones políticas con España como un posible objetivo a medio-largo plazo. Para el gobierno de De Gasperi la prioridad era el establecimiento de un acuerdo de cooperación industrial que permitiera afianzarse a las empresas italianas que operaban en suelo español. El problema era convencer de este extremo a las autoridades españolas donde todavía existían importantes sectores a favor de la autarquía y que no veían con buenos ojos la implantación 78

DEL HIERRO, p. 2011.

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de empresas extranjeras en el territorio nacional.79 La única manera de convencer a estos sectores era en el marco de un estrechamiento de las relaciones bilaterales, lo cual incluía acercamientos en otras esferas a parte de la económica. De esta manera se empezó a implementar una estrategia que preveía una progresiva aproximación entre Madrid y Roma, por supuesto, con el beneplácito de los Estados Unidos que para ese momento ya se había convertido en la principal potencia del mundo occidental.80 Es en este contexto de acercamiento hispano-italiano en el que debemos colocar las negociaciones para la firma del convenio cultural. Éstas habían comenzado en 1951 coincidiendo con la llegada del embajador Taliani a Madrid. De hecho, el diplomático italiano tenía como prioridad la estipulación de un acuerdo cultural que regulase el importante entramado de instituciones culturales pertenecientes a ambos países.81 A este respecto, conviene recordar que Italia también poseía un gran número de instituciones de índole cultural en España, entre las cuales podemos destacar el Instituto Italiano de Cultura, dos Liceos (uno en Madrid y otro en Barcelona) y diversos lectorados y asociaciones culturales.82 Todos estos organismos necesitaban un marco legal estable que regulase de una vez por todas sus actividades. Hasta ese momento, los intercambios culturales entre ambos estados estaban regulados por la convención consular de 1867, el acuerdo de propiedad artística y literaria firmado en 1880 y el tratado de amistad y conciliación estipulado en 1926.83 Era evidente que las relaciones culturales hispano-italianas necesitaban un marco jurídico más reciente y que se pudiese ajustar a las nuevas necesidades. Estas consideraciones eran compartidas por el gobierno español que 79 80 81 82 83

GUIRAO, F.: 2001. DEL HIERRO, 2011. Ibidem, p. 271. DEL HIERRO, p. 2013. DEL HIERRO, p. 2011, p. 273.

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también tenía interés en firmar un acuerdo que significaría “si no una solución definitiva para muchos asuntos, un evidente mejoramiento de las perspectivas que se pueden presentar para el futuro.”84 No obstante, y a pesar de las buenas disposiciones mostradas por ambos países, a principios de 1955 (cuatro años después de la llegada del embajador Taliani a Madrid), el acuerdo seguía sin firmarse. En realidad, los motivos para explicar este retraso son sorprendentemente simples y pueden resumirse en una institución: el Colegio de Bolonia. Ninguna otra institución cultural fue objeto de negociaciones, ni el Instituto Italiano de Cultura, ni el Instituto de Lengua y Literatura, ni la Escuela de Arqueología de Roma; solamente el Colegio de Bolonia. El problema residía en los privilegios y exenciones de que disfrutaba la institución albornociana y que se habían mantenido durante siglos. Aunque la mayoría de estas habían desaparecido a lo largo del siglo XVIII, el Colegio seguía conservando las dos más importantes: la exención de impuestos sobre los bienes producidos por sus propias tierras, y poder realizar su propia matanza de reses bovinas para el consumo de los miembros de la fundación albornociana, que conforme al catastro de 1789, era una de las mayores propietarias de la ciudad. El tema de las tierras del Colegio de Bolonia no resulta nada fácil debido a su evolución a lo largo de los casi seis siglos de existencia. Ya desde su fundación en 1364 el Colegio había contado con terrenos en la región cercana a Bolonia. Estos habían aumentado y disminuido a lo largo de los años en función de las circunstancias políticas de la península italiana. Los últimos cambios datan, empero, de principios del siglo XIX cuando el Papa Pio VII regaló un nuevo lote de tierras a la institución albornociana ejerciendo una protección sobre el Colegio como jefe del territorio donde estaba erradicado. Este detalle concreto, el poder temporal del Papa, será de suma AMAE: R. 2.886, Exp.2, Memoria de la Oficina Cultural de la Embajada en Italia, 1951. 84

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importancia en los años 60 cuando las autoridades locales del recién creado Reino de Italia pretendan apoderarse de esas tierras al considerarse sucesores del Papa en el dominio de la ciudad de Bolonia.85 Un nuevo cambio se produjo en 1747 cuando el Colegio permutó sus tierras situadas en Ancona por las propiedades del Príncipe Simonetti de Ancona localizadas en Baricella. Este cambio beneficiaba claramente al Colegio ya que todas sus tierras estaban finalmente unidas, suponiendo grandes ventajas desde todos los puntos de vista: en primer lugar la vigilancia era más fácil y estos predios fueron trabajados por los campesinos de la Casa. Además la calidad de los terrenos era mayor y la situación general de las fincas de Baricella era óptima.86 Finalmente, entre 1855 y 1874 el Colegio adquirió nuevos lotes de tierras en la zona gracias a las rentas obtenidas, levantando de nuevo recelos entre las autoridades italianas.87 Como acabamos de ver, el estado italiano nunca se había mostrado especialmente feliz con esta situación. De hecho, había intentado en varias ocasiones poner fin a los privilegios del Colegio de Bolonia, recuperando las tierras en su posesión o al menos consiguiendo que estas tributaran a las arcas del estado. Todos estos intentos se habían encontrado con la oposición de las autoridades españolas conscientes de que, desde sus orígenes, el Colegio sobrevivía gracias a los privilegios. Dichas exenciones y franquicias habían sido conseguidas a lo largo de 400 años de existencia y renunciar a ellas significaba poner en riesgo el futuro de la institución.88 Con motivo de las negociaciones para la firma del convenio cultural, las autoridades italianas volvían al ataque poniendo de nuevo encima de la mesa el estatus jurídico del Colegio de Bolonia. De hecho, ya en las conversaciones preliminares el gobierno italiano propone eximir del pago de impuestos ex85 86 87 88

NIETO SÁNCHEZ, C., 2012, p. 166 Ibidem, p. 188 Ibidem, 2012, p. 328 Ibidem, p. 403

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traordinarios al Colegio de Bolonia pero no a sus inmuebles. Obviamente el gobierno español se opone a una medida que “constituyría [sic.] un grave golpe para la economía, hoy tan prospera, del mismo [Colegio].”89 Como réplica, el Ministerio de Asuntos Exteriores, con la ayuda de la Embajada en Roma, prepara un proyecto de acuerdo que serviría de base para las ulteriores negociaciones; en él se explicita que “Las Instituciones culturales italianas en España o españolas en Italia […], así como los edificios y propiedades destinados a su sostenimiento quedarán exentos de toda clase de impuestos y contribuciones ordinarios y extraordinarios.”90 Resulta evidente que este artículo estaba encaminado exclusivamente a salvaguardar los privilegios del Colegio de Bolonia, que era la única que tenía “edificios y propiedades destinados a su mantenimiento.” En efecto, ninguna otra institución disponía de tierras u otro tipo de propiedades que pudiesen dar rentas de ningún tipo. La propuesta española es acogida por las autoridades italianas con recelo aunque siguen mostrando su disponibilidad a negociar sobre este punto. En una carta enviada a Alcide De Gasperi en abril de 1951, el embajador Taliani explica que la aceptación de tal cláusula podría negociarse con el fin de obtener otro tipo de contrapartidas para las instituciones culturales italianas. La idea sería que éstas fueran creándose con el tiempo un patrimonio propio que también pudiese dar rentas al estado italiano; mientras tanto, se podía negociar algún tipo de contrapartida económica que equivaliese a las rentas anuales obtenidas por el Colegio de Bolonia. En particular, Taliani se refiere a la posibilidad de eximir de impuestos al edificio que el estado italiano poseía en la Calle Mayor (ahora sede del actual

AMAE: R. 2.886, Exp.2, Memoria de la Oficina Cultural de la Embajada en Italia, 1951. 90 Archivio Storico-Diplomatico del Ministero degli Affari Esteri (ASMAE): Affari Politici (AP), Spagna, 1951, carpeta 71, Carta de Taliani a Alcide De Gasperi, 4-10-51. La cursiva es mía. 89

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Instituto Italiano de Cultura) y que estaba valorado en cinco millones de pesetas.91 Sin embargo, el plan de Taliani se encuentra con la oposición frontal del “Ministero delle Finanze” italiano para quien el estado no podía permitir que las tierras pertenecientes al colegio quedasen exentas del pago de impuestos. Ello supondría renunciar a una considerable cantidad de dinero y, además sentar un precedente peligroso.92 Por si esto fuera poco, el plan de Taliani era problemático puesto que el gobierno italiano no conocía, siquiera de manera aproximada, la entidad del Patrimonio del Colegio de Bolonia; en consecuencia, era imposible determinar la contrapartida a establecer en el convenio cultural y que podría beneficiar a las instituciones culturales italianas en España. A este respecto, conviene aclarar que las autoridades españolas tampoco contribuían a aclarar los datos. En realidad, el propio Ministerio de Asuntos Exteriores español tampoco tenía muy claro cuáles eran exactamente las rentas que el Colegio obtenía de sus terrenos. Ello se debía a la autonomía de que disfrutaba la institución albornociana, y al escaso interés mostrado por las autoridades españolas que preferían mantenerse en la inopia en estas cuestiones en caso de ser cuestionados por diplomáticos italianos.93 La consecuencia de esto fue el bloqueo de las negociaciones.94 Hasta tal punto llegó el estado de paralización que el Patronato del Colegio se decidió a intervenir directamente. Tras una reunión en el Palacio del Duque del Infantado, presidida por el ministro Martín Artajo y con la presencia un nutrido 91 ASMAE: AP, Spagna, 1951, carpeta 71, Carta de Taliani a De Gasperi, 7-4-51. 92 ASMAE: AP, Spagna, 1952, carpeta 72, Telegrama de De Gasperi a Taliani, 1-12-52. 93 AMAE: R. 2.886, Exp.2, Memoria de la Oficina Cultural de la Embajada en Italia, 1951 94 ASMAE: AP, Spagna, 1953, carpeta 246, Informe de la Dirección de Asuntos Políticos sobre las relaciones hispano-italianas, 31-7-53.

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número de antiguos colegiales, se decide enviar una carta al ministro de asuntos exteriores italiano Giuseppe Pella. Firmada por todos los participantes, la carta apela a los importantes vínculos que tradicionalmente habían unido a ambos países para solucionar los problemas existentes y firmar cuanto antes el convenio cultural. Este acuerdo revestía la mayor importancia puesto que “contribuirebbe a rinforzare i tradizionali vincoli di amicizia fra l’Italia e la Spagna”.95 Este mensaje tiene una gran importancia para el Colegio de Bolonia por dos motivos. En primer lugar, demuestra que el estatus jurídico de la institución albornociana es el principal obstáculo para la firma del convenio cultural; de otro modo, el Patronato no habría actuado de esta manera. Y en segundo lugar, demuestra la influencia decisiva que el Patronato ejercía sobre la institución y, por ende, sobre la acción cultural española en Italia; a este respecto conviene subrayar la importancia de algunos de los colegiales que firmaban esta carta dentro del régimen de Franco y entre los que destacaban Luis García de Llera (Director General de Relaciones Culturales), Giménez-Arnau (Director General de Telefónica), Alfonso García Valdecasas (catedrático de derecho, primer presidente del Instituto de Estudios Políticos y miembro original de Falange), Fernando Martín Sánchez-Juliá (Presidente de la Asociación Nacional Prppagadores Católicos entre 1935 y 1953 y fundador del Colegio San Pablo-CEU), Ernesto García-Trevijano (Letrado del Consejo de Estado), o Antoni Maria Simarro i Puig (alcalde de Barcelona).96 La carta es transmitida directamente desde el Ministerio de Asuntos Exteriores al ministro de economía Ezio Vanoni, un economista democristiano que ya había ocupado cargos de importancia en el área económica en los distintos gobiernos de

ASMAE: AP, Spagna, 1953, carpeta 246, Telegrama de Taliani a Pella conteniendo el mensaje del Patronato del Colegio de Bolonia, 24-11-53. 96 Ibidem. 95

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De Gasperi.97 Sin embargo, la gestión del Patronato y apoyada por el Palacio de Santa Cruz no surte efecto y Vanoni sigue poniendo el veto al acuerdo al menos hasta que no se encuentre una solución para ajustar la fiscalidad del Colegio de Bolonia a los nuevos tiempos. De hecho, el acuerdo no se cerró hasta el verano de 1955 justo cuando la cartera de Hacienda acababa de ser ocupada por Giulio Andreotti. La presencia de Andreotti en este Ministerio tuvo una enorme importancia ya que contribuyó a solucionar los últimos problemas antes de la firma del acuerdo.98 A este respecto conviene destacar que el político democristiano era desde los años cuarenta uno de los máximos exponentes de la DC del mantenimiento de relaciones diplomáticas con la España de Franco. De hecho, Andreotti había sido el primer político italiano que visitaba España de manera oficial desde la caída del régimen de Mussolini. Teniendo esto en cuenta, no es de extrañar que su intervención fuese decisiva para limar las últimas asperezas.99 En último término la solución acordada fue un modelo de pragmatismo; por un lado, el gobierno español se comprometía a que el Colegio de Bolonia fuese sometido a la fiscalidad italiana; por otro lado, el gobierno italiano aceptaba que la institución albornociana tuviese un régimen fiscal especial. El organismo encargado de encontrar este nuevo régimen fiscal sería una comisión mixta prevista por el convenio y formada por diplomáticos de ambos países. Además, los dos gobiernos se comprometían mediante intercambio cartas a que la cantidad pactada fuese de facto “simbólica.”100 De esta manera queda zanjada la cuestión de los privilegios del Colegio de Bolonia que entra en 1955 en una nueva fase. De hecho, otros dos acontecimientos muestran el fin de ciclo para ASMAE: AP, Spagna, 1953, carpeta 246, Carta de Dirección General de Relaciones Culturales a Taliani, 10-12-53. 98 AMAE: R. Telegrama de Sangróniz a Martín Artajo, 20-7-55. 99 DEL HIERRO, p. 2011. 100 AMAE: Telegrama de Sangróniz a Martín Artajo, 25-1-55. 97

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la institución albornociana: la apertura de la Casa Cervantes como nueva biblioteca y sala de conferencias, y la muerte del antiguo rector Manuel Carrasco. Especialmente importante es el segundo acontecimiento; Carrasco había sido rector de Bolonia desde el año 1917 y representaba a otra generación y otra idea de lo que debía ser la institución.101 De hecho, el antiguo rector había sido uno de los principales opositores a la estrategia de la Embajada española en Roma. El encargado de sustituirle sería Evelio Verdera y Tuells, una persona más joven (había nacido en 1923) y con un gran peso en el mundo académico español e italiano. Por otro lado, la Embajada española en Roma también había sufrido cambios. Mario Ponce de León había abandonado su puesto como Consejero Cultural en 1952 y Sangróniz haría lo mismo en 1956. El nuevo encargado de implementar la acción cultural española en Italia, Emilio Garrigues, va a continuar con los intentos de integrar el Colegio de Bolonia en la estrategia diseñada por Ponce y Sangróniz. Efectivamente, ya en su primera memoria como nuevo Consejero Cultural, Garrigues habla de la necesidad de hacer ver a los directivos del Patronato los sacrificios que el Colegio de Bolonia cuesta al estado español, especialmente tras la firma del convenio cultural. A pesar de ello, Garrigues aboga por el incio de una nueva fase: “Estoy seguro de que el nuevo Rector Verdera, persona tan inteligente como dinámica, sabrá hacerse cargo de la necesidad de que el Colegio se convierta en un instrumento más de la política cultural española.”102 CONCLUSIONES Como hemos visto los años que van de 1943 a 1955 fueron convulsos para el Colegio de Bolonia. En realidad, podríamos GONZÁLEZ VARAS IBAÑEZ, G: 2006, p. 343. AMAE: R. 4.760, Exp. 15, Memoria Cultural de la Embajada de España en Roma, redactada por Emilio Garrigues y enviada a Martín Artajo, 9-2-56. 101 102

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definir este periodo como uno de transición para la institución albornociana. Especialmente difíciles fueron los años entre 1943 y 1945 cuando los acontecimientos internos en Italia y la evolución de la Segunda Guerra Mundial estuvieron a punto de provocar el cierre del Colegio. Conscientes del peligro de perder una de las instituciones culturales más añejas y prestigiosas que el régimen de Franco tenía a su disposición en el exterior, los diplomáticos en el Palacio de Santa Cruz hicieron todo lo posible por mantener la institución con vida. De hecho, el ministro Jordana logró manejar la situación con una cierta brillantez logrando encontrar una fórmula que no solo protegía al Colegio de Bolonia, sino que salvaguardaba los intereses españoles en Italia (ya sea frente a la RSI que frente al Reino de Italia). El final de la guerra, empero, no trajo consigo el final de los problemas para la institución albornociana. Esta había conseguido sobrevivir tanto a la caída del régimen de Mussolini como al colapso del Eje y la RSI; sin embargo, el precio que había pagado era muy alto. Tras nueve años de cierre e inactividad, una parte del prestigio del Colegio se había perdido. Preocupados por esta situación, las autoridades españolas encargaron al nuevo embajador en Roma, José Antonio de Sangróniz que la volviese a poner en marcha. En esta tarea Sangróniz contó con el apoyo del Consejero Cultural Mario Ponce de León. Ambos diplomáticos, con el sostén del Ministro de Asuntos Exteriores Alberto Martín Artajo, fueron mucho más allá. Efectivamente, no sólo volvieron a poner el Colegio en funcionamiento sino que diseñaron una estrategia cultural que preveía colocar a la institución albornociana como punta de lanza de la expansión cultural española en el norte de Italia. La ambiciosa estrategia requería que el Colegio se modernizase y pasase a formar parte de la nueva acción cultural que el régimen de Franco había empezado a poner en práctica. Los esfuerzos de Sangróniz y Ponce chocaron contra un muro; en efecto, la oposición tanto del Patronato como del rector Carrasco impidió que la institu-

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ción se modernizara de acuerdo con los planes de la Embajada en Roma. Este debate quedó momentáneamente parado a principios de 1951. Con motivo del inicio de las negociaciones para la firma de un convenio cultural entre Madrid y Roma, el gobierno italiano volvió a plantear la vieja aspiración de acabar con los antiguos privilegios del Colegio de Bolonia. Especialmente importante para el gobierno democristiano era aplicar un régimen fiscal que gravara tanto las tierras como las rentas que la institución albornociana poseía desde el siglo XIV. El gobierno español trató de frenar estos intentos por todos los medios. No deja de ser irónico que en su defensa, los diplomáticos que meses atrás habían abogado por la necesidad de modernizar el Colegio, utilizasen ahora la tradición y los derechos adquiridos siglos atrás. En cualquier caso, su batalla fue inútil. Aunque la solución adoptada finalmente fue una fórmula de compromiso en la que ambas partes cedían, no se pudo evitar que por primera vez en su historia el Colegio de Bolonia tuviese que pagar impuestos al estado italiano (aunque fuese de manera simbólica). De esta manera, la firma del convenio cultural inauguraba un nuevo periodo para el Colegio de Bolonia. Esta nueva etapa estaría dirigida por el nuevo rector, Evilio Verdera que había sustituido en ese mismo año 1955 al fallecido rector Carrasco. Durante casi cuarenta años Carrasco había dirigido el Colegio de Bolonia oponiéndose a los esfuerzos modernizadores provenientes de la Embajada romana. BIBLIOGRAFÍA ARCE, Angeles: Algo más sobre Jorge Guillén y sus amistades fiorentinas, en “Cuadernos de filología italiana”, 2000, nº extraordinario: 629-643. ARMERO, José Mario: La política exterior de Franco, Barcelona, Planeta, 1978

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LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE ROMA: ESCAPARATE PROPAGANDÍSTICO DE LA NUEVA ESPAÑA FRANQUISTA LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE ROMA: ESCAPARATE PROPAGANDÍSTICO...

JUAN ANTONIO SIMÓN Centro de Estudios Olímpicos. Universitat Autònoma de Barcelona CEO-UAB

INTRODUCCIÓN Han sido múltiples los trabajos que en los últimos años han incidido en la importancia que tuvo la política deportiva del fascismo italiano, como modelo inspirador del propio proyecto de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS) durante la dictadura franquista1. En cambio, son innegables las lagunas que existen a nivel historiográfico respecto al conocimiento de las relaciones e influencias recíprocas entre ambos estados dentro del marco deportivo a partir de la II Guerra Mundial. Teniendo en cuenta dicha carencia, este artículo desarrolla una línea argumental que pretende demostrar cómo los Juegos Olímpicos de Roma en 1960 se convirtieron en un punto de inflexión en el cambio de la estrategia político-deportiva del régimen, destacando sobre todo la utilización de esta actividad como herramienta que permitiría favorecer las relaciones internacionales del franquismo dentro de un nuevo contexto de política exterior. En relación con la política deportiva durante el franquismo: SHAW, D.: 1987. FERNÁNDEZ SANTANDER, C.: 1990. BAHAMONDE, A.: 2002. BIELSA, R.: 2003. GONZÁLEZ AJA, T.: 2005. SANTACANA, C.: 2006. GONZÁLEZ CALLEJA, E.: 2010. PUJADAS, X.: 2011. Respecto al deporte durante el fascismo: FABRIZIO, F.: 1976. LOMBARDO, A. (ed.): 2004. MARTIN, S.: 2004. PONZIO, A.: 2009. 1

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El objetivo general de este texto se centra en el análisis de la interpretación que realizaron las autoridades franquistas de su participación en dicha olimpiada, incidiendo en el estudio del tratamiento que la prensa española dio a este evento deportivo, y a la directa y sorprendente implicación del propio Ministerio de Asuntos Exteriores en todo el proceso. Igualmente, se ha tratado de descubrir nuevos datos que permitan demostrar en qué medida el ejemplo del gran éxito internacional que alcanzó la organización de la olimpiada de Roma, pudo haber influido en las transformaciones que durante la década posterior se vivieron en España, en relación con la utilización de la actividad deportiva, y principalmente del deporte de masas, como elemento catalizador de estrategias diplomáticas globales. Después de un análisis previo de las etapas por las que transitará el deporte español durante la dictadura de Franco y sobre el estudio de su papel dentro de las relaciones internacionales, el texto se centra en la valoración del seguimiento que realizó el Ministerio de Asuntos Exteriores y las principales instituciones del deporte español de los Juegos Olímpicos de Roma. A continuación, los noticiarios cinematográficos producidos en España e Italia por NO-DO y LUCE, servirán como fuentes complementarias que permitirán profundizar a través del análisis del contenido de sus reportajes, en el conocimiento de lo que representó para ambos estados la olimpiada de 1960. Por último, este trabajo concluirá exponiendo el interés que los responsables de la política exterior española mostraron hacia cómo el propio Vaticano trató de apropiarse del impacto mediático y propagandístico que generaba la olimpiada. LA EVOLUCIÓN DE LA POLÍTICA DEPORTIVA Y LAS RELACIONES INTERNACIONALES DURANTE EL FRANQUISMO Política y deporte fueron irremediablemente de la mano durante el franquismo. La actividad física y deportiva, como

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cualquier otra faceta de la vida cultural de los españoles, sólo encontraba su verdadero sentido bajo el control total del Estado. Franco encomienda la gestión del deporte a Falange, teniendo en la Delegación Nacional de Deportes (DND) la institución que encarnará la absoluta sumisión del deporte a la política. Entre sus múltiples funciones, la DND tuvo la capacidad de nombrar a los presidentes y vicepresidentes de las diferentes federaciones a nivel nacional y regional, así como a los miembros de sus respectivos comités directivos. Fundada en 1941, sus estatutos especificaban que tendría a su cargo “la dirección y fomento de la educación física española, y, por consiguiente, del deporte nacional, en todos sus aspectos y modalidades”; por lo que del mismo modo asumiría “la representación de dicho deporte nacional y constituye la suprema autoridad en cuantas materias se relacionen con la Educación Física y los deportes en todo el territorio español”2. La DND puso especial atención en controlar las relaciones deportivas a nivel internacional, siendo imprescindible para que cualquier deportista pudiera competir fuera del territorio español que previamente el Ministerio de Asuntos Exteriores concediera la oportuna autorización, una vez comprobado que no se ponía en peligro la imagen del país y que se evitaba el “contagio” con otros deportistas alejados ideológicamente del franquismo: “La autorización se hace necesaria porque la Delegación Nacional de Deportes ha de recabarla a su vez de la Superioridad, y puede ocurrir que ésta no estime oportuno el contacto deportivo con alguna nación en un determinado momento, por razones que sólo ella puede precisar”3. El control de la participación de deportistas españoles en competiciones internacionales fue mucho más estricto en los primeros años del franquismo. Coincidiendo con el periodo de mayor aislamiento exterior, autarquía y presión internacional desde el final de la guerra civil hasta el inicio de la década de 2 3

Boletín Oficial de la DND, 28 agosto de 1945, p.5. Ibíd., junio de 1955, p.2.

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los cincuenta, España también se vio inevitablemente abocada al aislamiento deportivo. La participación en competiciones internacionales se reducirá prácticamente durante estos años a los enfrentamientos con países como Alemania, Italia y Portugal. Durante el periodo “azul”, como se conoce a esta etapa, el objetivo de Falange a nivel deportivo fue el de movilizar a las masas bajo la bandera de la actividad física, incidiendo en subrayar los que entendía como valores hispánicos masculinos relacionados con la virilidad, la impetuosidad o la furia. Al mismo tiempo, una adecuada planificación del deporte de alto rendimiento, permitiría al país alcanzar el deseado reconocimiento mundial en competiciones internacionales y Juegos Olímpicos4. El 4 de noviembre de 1950 la Asamblea General de la ONU votará la autorización para el regreso de los embajadores a Madrid. El proceso de integración será gradual, destacando los Pactos con Estados Unidos del 23 de septiembre de 1953 y la firma del Concordato con la Santa Sede en agosto del mismo año, como símbolos de un cambio en la estrategia política tanto a nivel nacional como en su contexto internacional5. En esta segunda fase de consolidación de la dictadura, España trató de reforzar su imagen de “centinela de Occidente” en pleno proceso de Guerra Fría, normalizando sus relaciones deportivas con los países occidentales, pero al mismo tiempo prohibiendo taxativamente cualquier contacto entre clubes y selecciones nacionales de la órbita comunista, y sobre todo con la Unión Soviética. Un ejemplo de esta actitud fue el boicot que realizó España junto con Holanda y Suiza a los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956, ante la negativa del COI a vetar a la Unión Soviética por la ocupación de Budapest un mes antes del inicio de las olimpiadas. Otra muestra de esta GONZÁLEZ AJA, T.: 2002, p.189. Para este periodo ver: MATEOS, A. y SOTO, A.: 1997. MARTÍNEZ, J. A. (coord.): 1999. LLEONART, A. J.: 1991, pp. 309-310. POWASKI, R. E.: 2000. GADDIS, J. L.: 2008. 4 5

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tendencia, fue la radical oposición del gobierno de Franco a que se disputase el encuentro de fútbol entre la selección española y soviética correspondiente a la primera edición de la Copa de Europa de Naciones6. Por último, el equipo de baloncesto del Real Madrid también sufrirá directamente este tipo de prohibiciones, cuando desde 1957 coincida en varias ediciones de la Copa de Europa con equipos soviéticos, viéndose obligado a retirarse de la competición por no poder jugar contra estos clubes, compuestos “de un personal más o menos incontrolable y susceptible de producir enojosos incidentes que pueden acabar de una manera desagradable al ser representantes de países del telón de acero”7. Pero a partir de 1960 se puede identificar el inicio de una nueva fase, influida directamente por el cambio en la política exterior de un gobierno que había orientado su agenda hacia las relaciones con la Comunidad Económica Europea y la renovación de los acuerdos con los Estados Unidos; paso previo al restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los países de la Europa Oriental a finales de la década, coincidiendo con la llegada de López Bravo al Ministerio de Asuntos Exteriores. El proyecto deportivo de Falange comenzará a mostrar claros signos de desgaste, debido a la ausencia de una verdadera voluntad política y económica para conseguir que la actividad física se integrara definitivamente en el tejido social. A la escasez de instalaciones deportivas públicas, se contrapone la imagen de las masas de aficionados acudiendo en tropel a los estadios para ver en acción a las grandes estrellas futbolísticas del momento8. El deporte comienza a perder su función social y educativa, para convertirse en un instrumento de propaganda y en una herramienta que puede servir como catalizador de estrategias FERNÁNDEZ SANTANDER, C.: Op. Cit., pp.171-175. Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores (AMAE), R 4251, EXP 33. Carta del El Jefe Nacional del Servicio Exterior de FET y JONS. 8 SIMÓN, J. A.: 2012a. 6 7

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diplomáticas globales. Es conocida la reiterada utilización por el franquismo de los éxitos europeos del Real Madrid, o los triunfos individuales de deportistas como Ángel Nieto, Federico Martín Bahamontes o Manolo Santana, pero para conseguir transformar la imagen internacional que todavía a principios de los años sesenta identificaba al régimen, ciertos sectores del gobierno entenderán que podría ser altamente beneficioso la participación de los atletas españoles en grandes eventos deportivos, así como el intentar albergar en nuestro país este tipo de competiciones de relevancia internacional. Después del éxito propagandístico que supuso en 1955 la celebración de los Juegos del Mediterráneo en Barcelona, la decisión de boicotear los Juegos Olímpicos de Melbourne un año más tarde-con el único respaldo a nivel europeo de Holanda y Suiza-, volvió a subrayar fuera de nuestras fronteras la imagen más radical y autoritaria de Franco9. Las transformaciones que se produjeron en el contexto internacional y el cambio en la política exterior española iniciada en los años sesenta, impulsarán la utilización del deporte como un instrumento que permitiría ayudar a mostrar al exterior un retrato del país más moderno y abierto a las influencias internacionales, favoreciendo de este modo una estrategia política de ámbito global. Por lo anterior, los Juegos Olímpicos de Roma en 1960 se convirtieron en un punto de no retorno en relación con la utilización política y diplomática del deporte en España. El inteligente uso publicitario que el gobierno italiano realizó de la celebración de un megaevento deportivo de esa magnitud, consiguiendo subrayar el alejamiento de cualquier relación con su reciente pasado fascista, no pasará desapercibido para la DND y para un determinado sector dentro del gobierno que entendían que el deporte, además de servir como instrumento desmovilizador de la sociedad, también podría ser muy útil

SIMÓN, J. A., 2012b. VIUDA-SERRANO, A. y GONZÁLEZ AJA, T.: 2012. 9

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dentro de lo que podríamos definir de forma genérica como diplomacia cultural. EL MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES Y SU IMPLICACIÓN EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE ROMA El Ministerio de Asuntos Exteriores informa el 14 de junio de 1955 al embajador en París, que debía comunicar “al Delegado español en la Reunión del Comité Olímpico Internacional actualmente en curso en esta Capital, la conveniencia de apoyar para la Olimpiada de 1960 la candidatura de Roma”10. España votará a favor de la ciudad italiana para la organización de las olimpiadas de 1960, tratando desde el primer momento de conseguir transformar la pobre imagen que el deporte español había ofrecido en este tipo de acontecimientos, preparando la mayor y más cualificada representación atlética que había tenido España hasta esa fecha. Previamente a la cita de 1960, la ciudad italiana de Cortina d´Ampezzo acogió los Juegos Olímpicos de invierno en 1956. El seguimiento que el Ministerio de Asuntos Exteriores realizó de esta competición quedará patente en el informe de Emilio Garrigues, consejero cultural de la Embajada de España en Roma que había asistido a la olimpiada invernal como agregado oficial diplomático, y que posteriormente envió al propio ministro Castiella, en el que informaba detalladamente sobre la participación española y las múltiples connotaciones políticas derivadas del clima de tensión internacional que existían. En el contenido del documento se destacaba la importancia que representó el hecho que por primera vez, “desde el acontecimiento bélico, se han vuelto a encontrar en el terreno deportivo vencedores y vencidos”, y que se había podido ver “durante estos pocos días a los dos bloques en que está escindida la hu10

AMAE, R 5602 EXP 108. Nota para la sección de exposiciones.

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manidad actual alternar pacifica y cortésmente”. Garrigues era consciente que el contexto político y deportivo internacional estaba en plena transformación y “que ningún país que aspira a tener una personalidad propia puede hoy en día permitirse el lujo de permanecer ausente de semejantes Olimpiadas o Campionatos [sic.] Mundiales”. Por otro lado, en esta nueva sociedad de masas, recordaba que era “tan importante estar presente en el campo cultural, económico, político, etc. como en el deportivo, y en este sentido toda ausencia cuenta, en realidad, como una derrota”. El informe continuaba destacando que la brillante organización de la olimpiada, “ha constituido un éxito indudable a favor de Italia que no ha regateado sacrificios de toda clase para que la actuación de los atletas y en general de los Delegados de todos los países se desenvolviese lo más eficazmente posible”. Respecto al contexto político, mencionaba que se había “visto subir el prestigio ruso y disminuir el norteamericano”11. A partir de este momento podemos comenzar a observar un mayor interés en el seguimiento de la actividad deportiva por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores y, en concreto, respecto a la evolución de la organización de los Juegos Olímpicos de Roma. En agosto de 1956, aprovechando la reforma interna realizada en el Comité Olímpico Español (COE), el propio delegado nacional José Antonio Elola-Olaso destacaba en su discurso que era necesario el esfuerzo de todos para “llevar el tema deportivo a la juventud española en su integridad”, y que la primera meta que tenían que afrontar era “el esfuerzo y preparación de un plantel de muchachos que representen dignamente a España en los futuros Juegos Olímpicos de Roma”12. Las olimpiadas se convirtieron en el gran desafío deportivo y propagandístico de las autoridades franquistas. En abril de 1958 once federaciones-boxeo, ciclismo, esgrima, gimnasia, AMAE, R 4250 EXP 9. La participación española en la VII Olimpiada Universal celebrada en Cortina d´Ampezzo 1956. 12 Boletín Oficial de la DND, agosto 1956, p. 3. 11

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hípica, hockey, lucha, natación, náutica, pentatlón moderno y tiro nacional-presentaron sus planes para la preparación de los respectivos deportistas de cara a la cita olímpica. Elola-Olaso recordará ante los directores de prensa y radio del Movimiento, que la DND vivía únicamente de ese “tercio” de beneficios que las Apuestas Mutuas Deportivas les entregaban, siguiendo un modelo de financiación copiado de Italia. Gracias a los “mil doscientos millones de pesetas”, que habían ido a parar desde las Apuestas Mutuas a las arcas de las instituciones deportivas italianas, sus deportistas disfrutaban en la actualidad de “unas instalaciones sensacionales” que les permitirían “situar su deporte a una altura extraordinaria”. Estos medios de financiación habían tenido su reflejo en unos Juegos Olímpicos de invierno en Cortina d´Ampezzo, que “no se recuerda jamás nada que fuera tan costoso, tan elegante, tan fastuoso”, y que tendrían con total seguridad su continuación al año siguiente en Roma. Elola reconocía las limitaciones de nuestro país en relacionar con Italia, aunque no esconderá su intención de mejorar la imagen del deporte español a nivel internacional: “Nosotros no vamos a llegar a eso, entre otras cosas, porque el nivel de vida nuestro no es el del italiano ni nuestra demografía llega a ser igual a la italiana; pero sí podemos aumentar muy sensiblemente la calidad de nuestro deporte”13. En el XII Pleno del Consejo Nacional de Educación Física y Deportes celebrado en mayo de 1958, volvió a quedar clara la importancia que las autoridades franquistas concedían a la próxima cita olímpica. El Ministro Secretario General del Movimiento, José Solís Ruiz, se dirigió a todos los representantes del deporte español recordándoles que era necesario “cuidar a los hombres”, tratando de “buscar un poco más” alejándose de insistir en los mismos deportistas, para ser “osados” y “valientes”, teniendo “que analizar a cada hombre y no dejaros engañar por el nombre si ese nombre está gastado”. En definitiva, era una responsabilidad que los diferentes delegados no podían 13

Ibíd., abril 1958, p. 4.

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“esquivar” y que tenían que saber transmitir también a todos los atletas para que fueran conscientes que llevaban “sobre sus hombros el nombre de España”, subrayando, que “esto se hace convenientemente o es mejor dejar el proyecto, no ir”14. Los contactos con el Comité Olímpico Italiano (CONI) se irán intensificando durante los meses posteriores. En diciembre de 1958 se nombrará al agregado de la embajada José Luis de la Peña, para que iniciase los contactos con este organismo y al mismo tiempo representase al COE en relación con la organización de la presencia de los deportistas españoles en Roma. Pocos meses después, el delegado nacional ordenó a los vicepresidentes Juan Antonio Samaranch y Blas Tello para que fuesen a Roma aprovechando un partido de fútbol que disputaban las dos selecciones nacionales, y tratasen “con el Comité Olímpico Italiano sobre asuntos relacionados con la participación española en la próxima Olimpíada”. Samaranch terminará siendo nombrado jefe de la delegación de deportistas españoles en los Juegos Olímpicos, dejando para el cónsul español en Roma, Nicolás Martín Alonso, la responsabilidad de ser el agregado cerca del comité organizador de la Olimpiada15. El ministro de Asuntos Exteriores será informado del nombramiento de este último, a lo que responderá que no tenía “ningún inconveniente en este nombramiento y, por tanto, puedes hacer la propuesta formal al Comité Olímpico Nacional italiano”16. La comunicación entre la DND y el Ministerio se intensificará según se aproxime el inicio de la olimpiada. El 4 de mayo de 1959 Elola envía a Castiella una copia del discurso pronunciado por el embajador de Italia el 28 de abril, con motivo de la entrega oficial de la invitación para los Juegos Olímpicos a España. Junto con el embajador Pellegrino Ghigi, asistirán a este acto otras personalidades diplomáticas italianas Ibíd., junio 1958, p. 8. Ibíd., mayo 1959, p. 5. 16 AMAE, S 6167 EXP 46. Carta de José Antonio Elola-Olaso al ministro Castiella. 14 15

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como el ministro consejero Paveri Fontana y el secretario de la embajada Giacomelli. En su discurso, el embajador incidía en el deseo de que las olimpiadas aportasen “a la situación internacional una contribución de armonía, de comprensión recíproca, de colaboración y de paz”. Igualmente reconoce que “invitar atletas españoles a Roma es invitarlos a ir a su casa”, independientemente de si hablábamos de “las relaciones entre las dos naciones”, “la hermandad de los dos pueblos” o incluso de “la fe religiosa común”. El delegado nacional y presidente del COE agradecerá la invitación e informará al embajador que España estaba dispuesta a participar en esta edición con la “representación más numerosa y más escogida; como nunca lo hiciera, como a ninguna Olimpíada haya acudido”17. El 29 de mayo de 1959 Elola-Olaso vuelve a informar al Ministerio respecto a la reunión celebrada en Roma por el COI. Castiella recibió un amplio informe de doce páginas en el que se analizaban los aspectos más relevantes que habían sido tratados por la comisión ejecutiva del COI. Respecto a los futuros Juegos Olímpicos, se subraya que a todos los representantes de los comités nacionales se les había invitado a realizar un recorrido por las nuevas instalaciones deportivas, pudiendo comprobar “la eficiente y difícilmente igualable labor llevada a cabo por el Comité Olímpico Italiano, que hará sin duda de la próxima Olimpiada, la más importante de las celebradas en la era moderna”. Los delegados recorrieron zonas de la ciudad como el “Foro Itálico, Tiziano y E.U.R.”, en donde se habían ubicado las principales infraestructuras deportivas, provocando que el propio Elola calificara de “gigantesco el esfuerzo realizado para construir el magnífico conjunto de instalaciones dedicadas a la Olimpiada de 1960”18.

17 AMAE, S 6167 EXP 46. Discurso embajador de Italia. Boletín Oficial de la DND, mayo 1959, p.7. El Mundo Deportivo, 29-IV-1959, p. 7. 18 AMAE, S 6167 EXP 46. Informe Reunión Comité Olímpico Internacional, p. 8.

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Para destacar la enorme inversión que Italia estaba realizando con vistas a la cita olímpica, Elola recordará en su escrito al ministro de Asuntos Exteriores que se habían invertido 1.400 millones de pesetas únicamente “en la ciudad olímpica y campos de deportes”, y que los “trabajos de organización de la Olimpiada” alcanzarán los 400 millones de pesetas. Pese a todo, dichos costes financieros no habían sido sufragados por el estado italiano, dado que el CONI podría hacer frente a estos esfuerzos económicos al contar con “los ingresos que proporciona las Apuestas Mutuas Deportivas”. A continuación, el delegado nacional continuará repasando algunas de las envidiables infraestructuras que habían sido realizadas en los últimos años y que las autoridades deportivas italianas, inteligentemente, habían sabido mostrar a los representantes de los comités olímpicos nacionales. Una de las instalaciones que más sorprendió al principal representante del deporte español, será la villa olímpica y su inteligente aprovechamiento una vez concluida la olimpiada: La ciudad realizada en colaboración con el INCIS, (Entidad que promueve la edificación de pisos para funcionarios públicos) será destinada después de los Juegos, a viviendas de empleados del Estado, recuperándose por tanto una parte importante de lo gastado en su construcción. Los Departamentos son confortables y alegres, habiéndose previsto para el alojamiento, un máximo de dos participantes por habitación19.

Elola continuará elogiando las características de las instalaciones deportivas, resaltando sobre todo las que se concentraban en la zona del Foro Itálico. Del estadio olímpico destaca su “capacidad superior a 100.000 espectadores”, y que junto con las instalaciones que acogerían las pruebas de natación, sumaban “a su bella arquitectura, todas las exigencias de la mo19

Ibíd., p. 9.

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derna técnica deportiva”. En la “zona Tiziano”, muy próxima al estadio olímpico, se ubicaba el estadio Flaminio, “un excelente terreno polideportivo” con un innovador aprovechamiento de su estructura interna: Se aprecia un extraordinario aprovechamiento de la zona interna de sus graderios, en la que se ha construido una piscina de invierno, gimnasio, salas de esgrima y múltiples servicios, lográndose así la utilización eficaz de una parte generalmente inservible hasta ahora en las construcciones deportivas20.

Una de las zonas de la capital que sufrirá una mayor transformación urbanística durante los Juegos Olímpicos fue el distrito del EUR (siglas de Esposizione Universale Roma). Situada al este de la ciudad, al desarrollo urbanístico que protagonizará esta zona residencial desde el final de la II Guerra Mundial, se añadirá la construcción del velódromo y el Palacio de Deportes en 1960. De esta última construcción realizada por Pier Luigi Nervi y Marcello Piacentini, el delegado nacional destacaba su diseño circular, su capacidad para diecisiete mil espectadores y que su coste había ascendido a 200 millones de pesetas. Elola aprovechará el dato anterior para recordar también a Castiella que el Palacio de Deportes que la DND estaba construyendo en Madrid durante ese mismo año, sólo había costado “50 millones de pesetas” y tenía “previsto un aforo que oscila entre 10 y 16 mil espectadores […] y dispone además de un velódromo de 200 m. de cuerda, por lo que en su recinto, podrán celebrarse toda clase de manifestaciones deportivas de sala!”. A poco más de un año para el inicio de las competiciones, la impresión que Roma ofrecía al máximo dirigente deportivo era un “positivo éxito de las instalaciones”, a lo que se unían unos trabajos de organización “cuidados con gran meticulosidad”, por lo que

20

Ibíd., pp. 9-10.

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en conclusión, todo parecía indicar que “la próxima Olimpíada será difícilmente igualable en el futuro”21. Elola se despedirá mencionando, que gracias a las gestiones realizadas por la Embajada de España en la Santa Sede, habían podido realizar una audiencia con el Papa Juan XXIII, aunque no se consiguió que fuera privada “por haberse cancelado desde la semana anterior, todas las de este carácter”. Por último, agradecerá el “sinnúmero de atenciones” que habían recibido de los representantes diplomáticos españoles, destacando a Gómez de Llano, como embajador en la San Sede, y a Martínez de Orense y Nicolás Martín Alonso, respectivamente ministro consejero de la Embajada en el Quirinal y el mencionado cónsul español en Roma. Antes de concluir el informe, el delegado nacional recalca que “con los miembros de los países del telón de acero, tuvimos un trato meramente superficial”, pero no duda en precisar que con “los Delegados soviéticos, no tuvimos relación alguna”22. La prensa española también dará una amplia cobertura informativa sobre la evolución de los preparativos y las obras de acondicionamiento que se estaban realizando en Roma. La villa olímpica recibirá gran parte de los elogios de los periodistas. Alrededor de ocho mil deportistas se tendrían que alojar en su interior y el coste aproximado de la residencia se elevaría a “cerca de siete mil millones de liras”, pero una vez concluidas las olimpiadas acogería a “mil quinientas familias”23. Otra de las infraestructuras expresamente realizadas para la olimpiada y que por su espectacularidad recibirá la atención de la prensa española, será el viaducto de Corso Francia: una gigantesca obra arquitectónica que atravesaría el Tíber y que tendría un coste de “mil doscientos millones de liras”. El proyecto lo había

21 22 23

Ibíd., pp. 10-11. Marca, 22-V-1959. Ibíd., p. 12. El Mundo Deportivo, 3-VIII-1959, p.8 y 12-XI-1959, p. 6.

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realizado la empresa Nervi, “una firma industrial transalpina” que estaba considerada “la más poderosa en su especialidad”24. LA DND Y LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE ROMA: UN MODELO PARA EL FUTURO En mayo de 1959 se celebró el XIII Pleno anual del Consejo Nacional de Educación Física y Deportes bajo la presidencia de Elola-Olaso. Una de las principales ponencias que se debatieron durante esos días se centraba en el estudio de la participación española en las olimpiadas, y en las medidas necesarias para conseguir dar la mejor imagen posible del deporte español en esta competición. Se recordará a todos los responsables que pese a que los principios olímpicos mencionaban que “lo importante es participar”, se tenía que tener en cuenta que “no se puede ir a aprender, sino a mostrar lo que cada uno sabe y puede y hay que exigir a nuestros representantes, para alcanzar el honor de serlo, la garantía de una clase y de una forma que asegure, en condiciones normales rendimientos honrosos sobre la arena olímpica”. Se aconsejaba que se redujeran los acompañantes a únicamente “los justos y los más eficientes”, tratando sobre todo en atletismo de seleccionar una participación reducida pero con mayores posibilidades de lograr buenos resultados. La ponencia propondrá una serie de normas precisas que permitirían mejorar la imagen y los resultados precedentes, “dado el elevado nivel que han adquirido los deportes olímpicos”. En cuanto a la “plantilla directiva” que debería acompañar a los deportistas, se recomendaba que estuviera compuesta por un jefe de la expedición y un secretario general, junto a otras ocho personas que ejercerían los cargos de “jefe de servicios, jefe de residencias, tesorero, capellán, médico, masajista, jefe 24

Ibíd., 12-X-1959, p.9; 12-XI-1959, p.6 y 31-XII-1959, p. 6.

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de prensa y un cocinero”. A partir de junio se inician las reuniones entre los directivos de la delegación española que iría a la olimpiada, y los presidentes de las distintas federaciones para coordinar la preparación deportiva. La rígida normativa mostraba una especial atención hacía los diferentes uniformes que tendrían que llevar los deportistas, “de desfile, calle, entreno y competición”, así como a todo tipo de complementos del “aspecto exterior” como “maletas, sacos de viaje, etc.”. Es oportuno incidir también en la especial preocupación que mostró la DND en la difusión del espíritu olímpico entre los seleccionados, para lo que se decidió editar “periódicamente unas notas” que permitan concienciar a los atletas sobre aspectos como “la significación de las Competiciones, antecedentes, resumen de marcas, conocimiento geográfico e histórico de Roma, etc.”. Al mismo tiempo, animaban a las distintas federaciones a contactar con sus homónimas italianas, “a fin de conseguir un intercambio de información sobre la organización de la Olimpiada y poder aprovecharse de todo cuanto se prepare en orden a la estancia y viaje”25. España compitió en los Juegos Olímpicos de Roma en 17 especialidades deportivas (ciclismo, esgrima, gimnasia, halterofilia, hípica, hockey, lucha, náutica, pentatlón moderno, piragüismo, remo, tiro nacional, tiro al plato, baloncesto, atletismo y boxeo), consiguiendo únicamente una medalla de bronce gracias al equipo de hockey sobre hierba. Una vez concluida la competición, Elola mencionará en un discurso ante los delegados de la DND, que España había acudido “a Roma por primera vez con la máxima representación”, pese a que “lo cómodo, lo fácil y hasta lo barato” hubiese sido el enviar una representación más reducida como solía ser lo habitual. Las autoridades deportivas podían haberse decidido por un menor número de deportistas, pero de un nivel “más selecto”. En cambio, el COE junto con la DND había acordado “que España, en esta ocasión de Roma, había que ir con la máxima 25

Boletín Oficial de la DND, junio 1959, pp. 10-11.

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representación”. Se apostó por lo tanto, en convocar a “jóvenes figuras, todavía sin hacer, acompañándolas algunos veteranos”, como medio idóneo para impulsar en la juventud “un interés, una curiosidad, una atracción hacia las lides olímpicas”. Los resultados fueron sensiblemente inferiores a los que las autoridades deportivas esperaban, tratando de justificarlos por causas como la del desgraciado fallecimiento pocos meses antes del gimnasta Joaquín Blume, la enfermedad del tirador León Gozalo y el comportamiento de “algunos jueces totalmente parciales”. Pero el propio Elola-Olaso no podía negar que “España seguía todavía sostenida por un grupo escaso siempre de figuras más o menos descollantes”, lo que suponía que “al morir, al fallar o faltar, se demostraba el escaso nivel de conjunto en que seguía el deporte español de aficionados en relación con las demás naciones”. Eran conscientes que el deporte se había convertido en el mundo entero en “una necesidad pública de carácter eminentemente social. Y quien niegue esto es que vive a espaldas de la realidad”. Era incuestionable que el deporte aficionado en España estaba “a muy escaso nivel”, por lo que había llegado el momento de “crear los instrumentos necesarios” para cambiar radicalmente esta dinámica, confiando en que “más tarde o más temprano veremos, no una vez sino veces, izarse la bandera, nuestra bandera, en el mástil de las victorias olímpicas, sonando solemnemente el himno”26. En el posterior Pleno del Consejo Nacional de Educación Física y Deportes se analizaron los resultados de las recientes olimpiadas y las reformas que se debían impulsar para conseguir mejorar las pobres marcas alcanzadas. La DND se dirigirá a las diferentes federaciones de deportes olímpicos para interrogarlas sobre los aspectos en los que se debería progresar urgentemente, y respecto a las líneas de trabajo de cada una de ellas en los próximos años de cara a la cita olímpica de 1964. Respecto a la mejora de la preparación de los deportistas, se 26

Ibíd., enero 1961, p. 6.

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instó a que aumentara su presencia en las competiciones olímpicas, para lo que se acordó “la actuación del personal técnico idóneo mantenido por las Federaciones”, la necesaria “celebración de pruebas internacionales convenientes, incrementadas en la proximidad de los Juegos Olímpicos”, así como el tratar de facilitar el acceso a “material deportivo importado”. Para lograr el objetivo anterior se obligó a que cada una de las federaciones “establezca la base del equipo nacional”, y que dicho grupo estuviera sometido a “planes de entrenamiento que permitan controlar su forma y elevar su rendimiento”. Para este cambio radical en la preparación de los deportistas españoles, también se reclamaba la colaboración de algunas unidades especiales del ejército que permitieran el entrenamiento de los nombres más destacados, la concesión de “becas y ayudas” con las que poder “realizar entrenamientos y estudios en acreditados centros extranjeros de enseñanza deportiva”, y la creación de nuevas residencias para los deportistas. Medidas, que todas ellas habían sido previamente implementadas en Italia antes de la olimpiada y que les habían permitido conseguir mejorar radicalmente sus resultados27. En el discurso de clausura Elola-Olaso volverá a referirse a lo que se denominará “Preparación de Selectos”, reconociendo que no les habían extrañado los resultados que se habían conseguido en Roma, “pero nos dolieron, y hemos de procurar en la próxima una actuación honorable, digna de nuestra propia valía”. Reconocían las limitaciones del deporte español, pero al mismo tiempo eran conscientes que con una política deportiva adecuada que siguiera el modelo desarrollado por Italia en las últimas olimpiadas, junto “con la consistencia de las bases de los equipos; la selección cuidadosa; las residencias; el material adecuado. Y medios”, se podría mejorar sensiblemente las marcas, y sobre todo mejorar la imagen de nuestro país a nivel internacional. José Solís Ruiz volverá a dirigirse a los miembros de la DND insistiéndoles en que tanto “el 27

Ibíd.

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Campeonato Mundial de Fútbol y la Olimpíada” eran los “dos acontecimientos deportivos” que más les preocupaban, y que pese a que era “cierto que material y demográficamente nos encontramos en desventaja con otros países”, también existían naciones con las que deberíamos “medirnos en términos de igualdad, y que podemos prepararnos como ellos”. En cuanto a la preparación para las olimpiadas de 1964, el Ministro Secretario General del Movimiento reconocía que pese a que se tenía el tiempo suficiente, faltaban “medios” debido a que no se le dedicaba “toda la atención que el deporte merece”; por lo que era necesario que desde ese momento se comenzara a preparar a los deportistas “con tesón, descubriendo los deportistas esperanzadores y mostrándoos exigentes con los preparadores, con los clubs. También en las Olimpíadas debemos obtener el lugar que corresponde a nuestra capacidad y valía”28. LA CITA OLÍMPICA A TRAVÉS DE LOS NOTICIARIOS CINEMATOGRÁFICOS NO-DO Y LUCE El 29 de septiembre de 1942 la Vicesecretaría de Educación Popular acordará crear el NO-DO (acrónimo de Noticiarios y Documentales), prohibiendo taxativamente que desde enero de 1943 se pudiera producir y editar cualquier otro tipo de noticiario cinematográfico o documental. Al mismo tiempo, declaraba obligatoria su proyección en los cines de todo el país antes de cada película. Este conjunto de restricciones también permitirían disfrutar de un monopolio en el intercambio de noticias con otros noticiarios extranjeros, restringiendo al máximo cualquier canal de información que no estuviese vigilado por el Estado. Algunos días más tarde, el Delegado Nacional de Prensa y Propaganda, Gabriel Arias Salgado, enviará una circular a los exhibidores explicando con mayor detalle los objetivos de este proyecto: 28

Ibíd., pp.7-8.

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Noticiarios y documentales cinematográficos NO-DO ha sido creado con el fin de producir y explotar el Noticiario español, hacer llegar las noticias españolas al mundo entero, realizar documentales de propaganda general de nuestra patria, sirviendo al propio tiempo a los fines de prácticas y especialización de cuantos elementos nacionales lo merezcan, y constituir un archivo general de cinematografía29.

El franquismo trató de controlar todo medio de información audiovisual, aunque la indefinición ideológica del régimen a causa de las diferentes tendencias políticas que el Movimiento aunaba, junto con la falta de sintonía y adecuación entre el franquismo y las instituciones informativas y culturales, permitió al NO-DO disfrutar de una relativa autonomía. Del mismo modo, es posible que el factor anterior haya podido influir en la falta de una estructura definida y estable en el contenido de sus noticiarios, convirtiéndolos en una mezcla heterogénea de temas en los que únicamente consiguieron una presencia regular apartados como los deportes o las noticias del exterior30 L´Unione Cinematografica Educativa (LUCE) nace como institución en 1913, con el objetivo de utilizar las películas como un elemento pedagógico. Con la llegada del fascismo cambiarán sus características y su propio nombre, transformándose en 1926 en el Instituto para la Propaganda y la Cultura a través de la Cinematografía, comúnmente conocido como el Istituto Nazionale LUCE. Un año más tarde se funda el noticiario cinematográfico Cinegiornale Luce, y a través del decreto-ley número 1000 del 3 de abril de 1926, se convierte en obligatoria la proyección de uno o más noticiarios LUCE en todos los cines del país: “a partir del 1 de enero de 1926 cada uno de los programas cinematográficos deberá comprender la proyección de un Giornale Italiano relativo a los acontecimienCABERO, J. A.: 1949, p.518. RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, S.: 1999. RODRÍGUEZ TRANCHE, R. y SÁNCHEZ-BIOSCA, V.: 2000. HERNÁNDEZ ROBLEDO, M. A.: 2003. 29 30

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tos más importantes de carácter patriótico y de propaganda que interesen a Italia”31. El noticiario LUCE se transforma en una de las principales herramientas de propaganda política del régimen de Mussolini. Junto a este objetivo principal, las proyecciones también servirán para experimentar nuevos métodos de comunicación periodística relacionados con la narración prácticamente diaria de “la pequeña historia cotidiana de Italia y de los italianos”. Concluida la guerra, se tendrá que esperar a finales de la década de los cuarenta para que se concediera al LUCE la posibilidad de volver a producir los noticiarios cinematográficos y documentales. El decreto presidencial número 575 del 7 de mayo de 1958 crea el Ente Autónomo de Gestión del Cine (EAGC-Ente Autonomo di Gestione per il Cinema), que absorberá Cinecittà y Luce, iniciando una nueva fase de esta última institución que la permitirá llegar a convertirse después del éxito internacional de La grande Olimpiade (1961)-el documental sobre los Juegos Olímpicos de Roma dirigido por Romolo Marcellini-, en una sociedad accionarial en 1962 y conseguir una mayor variedad de funciones en el ámbito productivo32. En relación con el tema que nos ocupa, el estudio del contenido de los noticiarios cinematográficos españoles e italianos en los que aparece información relacionada con la olimpiada de 1960, nos ayudará a conocer desde otro ángulo cómo se mostró a la sociedad un acontecimiento de gran transcendencia internacional y cuáles fueron los elementos en los que se centró su discurso propagandístico y publicitario. Del mismo modo, el análisis de estas fuentes ha permitido comparar los diferentes enfoques e intereses con los que se expuso al público de cada país un idéntico acontecimiento a través de los noticiarios.

31 Artículo 4, propuesta de ley sobre el cine nacional de 1925, cit. en LAURA, E. G.: 2000, p.50. 32 CORONADO, C.: 2008, p.5-6. BRUNETTA, G. P.: 2003. DIEZ PUERTAS, E.: 2003, p. 104.

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El 23 de junio de 1955 La Settimana Incom reservaba el contenido principal de su noticiario a la información titulada: “Concedidas a Italia las Olimpiadas del 60”. Las imágenes introducen al espectador en la asamblea del COI en París y se centran especialmente en la comisión italiana presidida por el presidente del CONI, Giulio Onesti. La capital ha ganado las votaciones por 35 votos y la máxima autoridad deportiva del país declara a su llegada a Roma, que “tenemos una gran obligación, la de no desilusionar la fe que han puesto en nosotros el Comité Internacional Olímpico”. Mientras tanto, el narrador recuerda que el próximo año la celebración de los Juegos Olímpicos de invierno en Cortina d´Ampezzo será la primera gran prueba para el país. A continuación, las imágenes nos trasladan a la Plaza del Campidoglio, sede del ayuntamiento de la ciudad, en donde el vicealcalde Giorgio Andreoli asegura que Roma “estaría a la altura de este gran acontecimiento”. Al mismo tiempo, y para concluir el reportaje, la cámara dirige la atención del espectador hacía el punto más alto del Campidoglio donde ya ondea la bandera olímpica33. Estas secuencias también serán difundidas fuera de Italia a través de otros noticiarios internacionales. El 4 de julio de 1955 NO-DO incluirá en la sección Reflejos del mundo un breve reportaje sobre la llegada de la bandera olímpica a Roma, en el que se proyectarán gran parte de las secuencias que pocas semanas antes habían sido programadas en los cines italianos. Los atletas en formación ante el edificio del Campidoglio, presencian “con gran solemnidad la ceremonia de izar la bandera de los cinco anillos”. Los grandes planos generales se suceden junto con varios encuadres medios de los deportistas, con los que se pretende subrayar la transcendencia e intensidad del momento. Mientras tanto, la locución de Matías Prats recuerda las declaraciones realizadas por Andreolli, en las que destacó la transcendencia de un acontecimiento que permitiría a los atletas “luchar por la conquista de nuevas marcas, en una urbe 33

LUCE, La Settimana Incom, 01625, 23-VI-1955.

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que en la antigüedad supo dar el prestigio máximo a toda clase de manifestaciones de destreza física”34. Otro de los noticiarios que producía el Instituto Luce era Mondo Libero. A mediados de agosto de 1958, un reportaje con el título “Roma olímpica” publicitará los progresos en la construcción de las modernas instalaciones deportivas donde se desarrollarían las competiciones. Con las imágenes de los obreros trabajando afanosamente, el narrador nos recuerda que en las zonas del Foro Itálico y del EUR se ubicarían los edificios más representativos como el Palacio de los Deportes, la piscina olímpica, el estadio Flaminio o el velódromo. Se mencionan las novedosas características que ofrecerán estas obras, al mismo tiempo que aparecían repetidamente en la proyección las imágenes de los esforzados trabajadores, mezcladas con tomas panorámicas de dichos edificios. El mensaje que LUCE quería mandar al mundo era claro: “las obras se desarrollan con perfecto respeto de los plazos establecidos […], los trabajos estarán terminados en diciembre del próximo año”35. En marzo de 1959 el Presidente de la República, Giovanni Gronchi, también visitará las nuevas instalaciones olímpicas. El “cinegiornali” Orizzonte Cinematografico dedicará poco más de un minuto de reportaje a mostrar a los espectadores cómo se había desarrollado el recorrido del máximo mandatario. Acompañado del ministro de la defensa y presidente del comité organizador, Giulio Andreotti, y de otras autoridades políticas y deportivas, Gronchi revisa el estado de las principales infraestructuras deportivas, y comenta a los periodistas que estaba muy contento por el progreso de las obras, dejando claro que “Roma se prepara dignamente para el 1960”36. Será muy común durante estos meses que las noticias relacionadas con los Juegos Olímpicos se centrasen en las actividades que desarrollaban los principales dirigentes políticos, convirtiendo estas informa34 35 36

NO-DO, nº 652A, 4-VII-1955. LUCE, Mondo libero, M366, 14-VIII-1958. LUCE, Orizzonte cinematográfico, OC142, III-1959.

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ciones en mensajes publicitarios que incidían recurrentemente en la exaltación de la labor de estas personalidades. Algunos ejemplos que subrayan el aspecto anterior, fueron la firma en septiembre de 1959 de un acuerdo entre Andreotti y Onesti para fijar la colaboración de las fuerzas armadas durante las olimpiadas; o la comunicación del alcalde Urbano Cioccetti en una rueda de prensa, respecto a “la intensa actividad” que en los dos últimos años estaba realizando el ayuntamiento de Roma para ofrecer a los millones de espectadores algo más que cualquier otra sede olímpica, “un escenario que solamente ella posee”37. La villa olímpica también se convirtió en uno de los objetivos principales de los noticiarios. En mayo de 1958 LUCE muestra a los espectadores cómo las excavadoras derriban las más de cuatrocientas chabolas en donde dos mil personas habían estado viviendo hacinadas en las afueras de la ciudad. En esos mismos terrenos se iniciarían inmediatamente las obras de la nueva villa olímpica. La locución mencionaba que la noticia supondría “un día de fiesta” para estas familias, porque cuando terminasen los Juegos Olímpicos estos edificios se convertirán en “el núcleo de un nuevo y moderno barrio”. La crónica pretende enviar al espectador un mensaje de progreso y modernización, directamente identificado con la organización de este evento deportivo. Pocas semanas antes del inicio de las competiciones, la atención del noticiario volverá a centrarse en esta “joya” urbanística. El nuevo barrio olímpico contaba con 8.000 camas y 4.725 habitaciones en donde se iban a hospedar los centenares de atletas que en pocos días llegarían a la ciudad. Las cámaras de LUCE visitan las instalaciones mostrándonos en una toma general los espléndidos edificios que conforman la villa olímpica, para posteriormente realizar un recorrido por las habitaciones y cocinas, la sucursal bancaria con sus cajas fuertes e incluso la oficina postal y la zona habilitada para los periodistas. Mientras se suceden las imágenes, el comentarista 37

Ibíd, OC185, I-1960 y OC168, VII-1959.

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va guiando al espectador por las flamantes instalaciones, para concluir el reportaje recordándonos “que razones obvias han aconsejado dividir la villa olímpica en dos partes, una reservada a los hombres y otra a las mujeres”38. La inauguración de la moderna villa olímpica se conocerá poco tiempo después en España. NO-DO informa el 20 de junio de 1960 sobre la ceremonia de entrega al CONI de las nuevas instalaciones. El reportaje mostraba secuencias de los discursos realizados por las autoridades presentes en el acto, mezclándolos con primeros planos de los atletas uniformados e imágenes de la maqueta original. Al mismo tiempo, el narrador recordaba a los espectadores las características de estas nuevas instalaciones, mencionando que una vez concluida la competición la villa olímpica sería devuelta al gobierno italiano, que “la destinará a viviendas para funcionarios”39. Los noticiarios tratarán de aprovechar el inicio de la olimpiada para destacar una nueva imagen de la sociedad italiana, más relacionada con el progreso industrial y tecnológico. Por este motivo, se publicitará la decisión de la Fiat de poner a disposición del CONI 300 coches de su último modelo. En la presentación del acuerdo, nuevamente Giulio Onesti junto con el director de la sucursal automovilística en Roma, el ingeniero Ghiretti, se convertirán en el centro del contenido audiovisual de este reportaje40. Similar objetivo también inspirará el posterior anuncio de la instalación de una lámpara de gas xenón en pleno centro de la ciudad. En la noticia se destaca el impulso que había supuesto para la innovación tecnológica del país la decisión de celebrar los Juegos Olímpicos en Roma. La luz artificial serviría para “recordar a todos los visitantes de la capital que Olimpia es un mito sin sombras”. En la Piazza dei Cinquecento, frente a la estación central de Termini, se emplazará “el primer experimento de este tipo en el mundo”, sobre el 38 39 40

LUCE, La Settimana Incom, 01652, 15-V-1958 y 01950, 27-VII-1960. NO-DO, nº 911B, 20-VI-1960. LUCE, La Settimana Incom, 01955, 5-VIII-1960.

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que nadie podría dudar que suponía “un progreso innegable”41. Esta noticia será proyectada pocas semanas después en los cines españoles con idéntica locución, pero se suprimirá una escena del reportaje original, en la que una pareja de jóvenes enamorados era sorprendida besándose en la oscuridad por la potencia del nuevo alumbrado artificial42. Se esperaba que la llegada masiva de turistas durante la olimpiada se convirtiese en una de las principales fuentes de ingresos para el país. A pocas horas para el inicio de las competiciones todo estaba preparado para “los verdaderos conquistadores” de la ciudad. Las tiendas del centro de la urbe muestran sus escaparates llenos de recuerdos relacionados con los Juegos Olímpicos, mientras que la rápida sucesión de imágenes invita al espectador a recorrer las instalaciones del hospital de San Giovanni, la estación de Termini, o el aeropuerto de Ciampino. El noticiario concluirá mencionando que después del ofrecimiento que había realizado la Fiat al CONI, también la empresa Piaggio había querido contribuir al éxito de la olimpiada con la entrega de cien modelos de su famosa moto Vespa43. Esta última parte será suprimida en la proyección que realizará el NO-DO tres días después. La noticia únicamente se centró en la información relacionada con la llegada masiva de turistas, y con las transformaciones que se habían producido en una ciudad que había previsto hasta el último detalle para que los visitantes pudieran disfrutar sin ninguna preocupación de los Juegos Olímpicos44. En un contexto internacional de gran tensión política, los noticiarios producidos por LUCE tratarán de subrayar que la olimpiada también permitiría dejar a un lado las discrepancias ideológicas y favorecer las relaciones diplomáticas entre naciones. La noticia de la llegada de los deportistas soviéticos a 41 42 43 44

Ibíd., 01956, 10-VIII-1960. NO-DO, nº 921B, 29-VIII-1960. LUCE, La Settimana Incom, 01961, 19-VIII-1960. NO-DO, nº 920A, 22-VIII-1960.

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Roma será publicitada en La Settimana Incom el 24 de agosto. En el aeropuerto de Ciampino, el embajador Semyon Kozyrev y su mujer dan la bienvenida a toda la delegación, mientras el narrador recuerda la fuerte rivalidad deportiva que existía entre los atletas soviéticos y americanos por alcanzar el primer puesto en el medallero. El ministro italiano de Asuntos Exteriores, Antonio Segni, también acudirá al aeropuerto para saludar a los representantes rusos y aceptará la invitación para realizar un breve vuelo en el gran cuatrimotor soviético. La locución mencionará que este tipo de comportamientos sólo eran posibles por “el clima de hermandad olímpica que más que rara es única”45. Como se analizará en el siguiente apartado, la audiencia concedida por Juan XXIII a las delegaciones olímpicas y el comportamiento que tendrá el Vaticano durante el desarrollo de esta competición deportiva, se convirtió en un tema de gran interés para los representantes del Ministerio de Asuntos Exteriores. Respecto a su faceta propagandística, el saludo del pontífice en la Plaza de San Pedro no pasará desapercibido para los noticiarios, que describirán este acto como “un ejemplo de la universalidad de la iglesia católica, y un altísimo testimonio del particular significado y de los aspectos inimitables de la magnífica manifestación romana”46. Cuatro días más tarde, el NO-DO dedicará más de tres minutos a informar sobre el inicio de la olimpiada. La ceremonia de inauguración será el contenido principal de un reportaje que sólo concederá diez segundos a la audiencia papal. Las imágenes se centran en captar primeros planos de los deportistas en actitud de rezo, mientras se insertan encuadres generales del Papa bendiciendo a los fieles que llenaban la plaza y “aclamaban enfervorecidos” al pontífice47.

45 46 47

LUCE, La Settimana Incom, 01962, 24-VIII-1960. Ibíd., 01966, 1-IX-1960. NO-DO, nº 922A, 5-IX-1960.

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LUCE utilizará los Juegos Olímpicos como un medio ideal para difundir al público extranjero una imagen idílica de Italia. Al evidente objetivo propagandístico exterior de este tipo de fuentes, también se unirá el intento de realizar una clara labor pedagógica a nivel interno. Del mismo modo, a través del análisis de NO-DO hemos podido identificar cómo el franquismo presentó este acontecimiento al público español, y cuáles fueron los estereotipos, valores, símbolos y conceptos que acompañarán la información sobre este evento deportivo y respecto a la propia sociedad italiana. EL VATICANO Y LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE ROMA Un último aspecto que conviene analizar para descubrir la verdadera dimensión del interés que las autoridades franquistas, y en especial el Ministerio de Asuntos Exteriores, mostraron hacia el seguimiento de todos los aspectos relacionados con la olimpiada de Roma, será el análisis de la correspondencia diplomática entorno al comportamiento del Vaticano frente a la celebración de un acontecimiento deportivo y cultural de tales dimensiones. La Embajada de España Cerca de la Santa Sede enviará al ministro de Asuntos Exteriores el 3 de agosto de 1960 un despacho con el título: “Campaña comunista contra la Iglesia bajo el pretexto de un `plan´ de propaganda clerical e occidental durante las Olimpíadas”. El documento, firmado por Francisco Gómez de Llano, incorporaba varios artículos de prensa de L´Unita y Paese Sera con los que trataba de demostrar el supuesto intento orquestado por algunas de las principales cabeceras de izquierdas para tratar de desacreditar al Vaticano, en el momento en el que todas las miradas internacionales estaban apuntando a Roma días antes del inicio de los Juegos Olímpicos. Para el autor del despacho, esta campaña de los periódicos comunistas italianos “responde a claras consignas de Moscú”,

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que trataba de impulsar una actitud “anti-vaticana” desde la prensa, acusando a la Santa Sede de “preparar un plan de propaganda clerical y pro-occidental entre los atletas y turistas” que asistirían a las olimpiadas, al mismo tiempo que la supuesta campaña también subrayaba el interés de los órganos religiosos en “querer monopolizar los alojamientos de los turistas olímpicos, con fines económicos y propagandísticos48. Mientras tanto, la embajada italiana envía un despacho al Ministerio en el que se informa detalladamente del contenido del discurso pronunciado por Giulio Andreotti en la inauguración de la villa olímpica pocas semanas antes. Aprovechando la presencia de los medios de comunicación, Andreotti incidirá en su discurso en reclamar un esfuerzo de todos los comités olímpicos para conseguir olvidar durante unos días los conflictos y las tensiones existentes entre algunos países: Lamentablemente el mundo está atravesando uno de los momentos más delicados de la segunda postguerra y nos creemos en el derecho y deber de evocar la sabiduría de los antiguos Griegos, los cuales al celebrarse los Juegos Olímpicos hacían que cesara toda hostilidad-incluso los conflictos guerreros- de modo que atletas y delegaciones incluso de Estados enemigos podían tranquilamente desplazarse a la zona sagrada de los Juegos sin que a nadie se le ocurriera enturbiar la atmosfera unitaria y casi religiosa que reinaba en aquellas semanas de competición No estaría fuera de lugar hacer un llamamiento en tal sentido a los comités Olímpicos de cada una de las 86 naciones. Serenar los ánimos aunque sea solo por breve tiempo puede tener un valor incalculable, además de que quien sabe si en un mañana pueda decirse que gracias a la XVII celebración de los Juegos Olímpicos se ha suavizado un momento grave de tensión internacional49. AMAE, S6167 EXP 46. Campaña comunista contra la Iglesia, pp. 1-2. Ibíd. ABC (ed. Sevilla), 26-VII-1960, p.24. El Mundo Deportivo, 27-VII1960, p.1. 48 49

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El 24 de agosto de 1960 Justo Bermejo, Encargado de Negocios de la Embajada de España Cerca de la Santa Sede, se dirige al ministro de Asuntos Exteriores en un amplio documento en el que también se incluían varios recortes de prensa, informando sobre el desarrollo de la audiencia que el Papa Juan XXIII había concedido a los deportistas y representantes de los distintos comités olímpicos en la Plaza de San Pedro. Bermejo destacaba que desde los últimos días se había constatado el “evidente interés de la Santa Sede y de estos medios católicos en dar su apoyo y afirmar su presencia con ocasión de este acontecimiento de alcance universal”. L´Osservatore Romano, órgano oficial de prensa de la Santa Sede, aludirá en varias ocasiones durante los días previos a la olimpiada a las palabras del Papa en relación con la práctica deportiva y el peligro de crear “mitos peligrosos, que levantaran entusiasmos desproporcionados, que fijaran la atención solamente en los valores físicos”, recordando que “el deporte puede convertirse en gimnasio de formación moral, con el cual también se endurezca `las verdaderas y fuertes virtudes cristianas´”. Al mismo tiempo, el cardenal vicario de Roma, Clemente Micara, publicará en el mismo medio una serie de normas para la asistencia religiosa durante las olimpiadas, en las que se precisaba que el clero “se abstuvieran de asistir a manifestaciones deportivas femeninas o mistas, a encuentros de lucha y de boxeo”. Para el diplomático español, la actitud del Vaticano había provocado la esperada contestación de “la prensa laica y comunista”, volviendo a renovar “las viejas acusaciones de que la Iglesia y el Catolicismo se oponían al progreso y práctica de los deportes”50. Pero el desarrollo de la audiencia a los atletas y delegados olímpicos será el tema que mayor extensión ocupe en el mencionado informe, señalando que los deportistas presentes “superaban el número de 4.000 y representaban a 70 nacioL´Osservatore Romano, 21-VIII-1960, p.6, incluido en AMAE, S6167 EXP 46. La santa sede y la XVII olimpiada, pp. 1-2. 50

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nes”. En relación con los representantes de “países de régimen comunista”, destacaba por encima de todas a la delegación polaca, debido a que “la mayoría de los atletas seleccionados son católicos y han querido así, asistiendo casi en masa, afirmar la devoción de Polonia a la Santa Sede”. Es significativo que en el texto original aparezca subrayado que “10 atletas soviéticos” también habían decidido acudir “después de muchas vacilaciones”, dado que querían visitar la Plaza de San Pedro pero “no encuadrados con las demás delegaciones”. Sin embargo, búlgaros, rumanos, checos y búlgaros había decidido no asistir. A continuación, el texto se centrará en el contenido de los discursos de Andreotti y en las palabras de Juan XXIII. Se incide en la transcendencia otorgada al “concepto de la moral cristiana sobre el deporte”, y a la exhortación del Santo Padre a los atletas a “dar un ejemplo de sana competición, mostrando en las pruebas la serena constancia y tranquilidad de espíritu, apareciendo modestos en la victoria y ecuánimes contra la fortuna adversa, así como perseverantes en las dificultades”51. El 31 de agosto Justo Bermejo se pondrá nuevamente en contacto con el ministro Castiella adjuntándole al informe un nuevo recorte del L´Osservatore Romano, en el que se incluía la crónica de la audiencia papal a los deportistas olímpicos y el discurso oficial en latín e italiano. Reitera el “evidente interés” de la Santa Sede en aprovechar la celebración de los Juegos Olímpicos en Roma, para sobre todo “subrayar y dar la mayor publicidad posible a la complacencia de la Iglesia hacia los mismos, para confirmar la presencia y los valores del catolicismo con ocasión de este acontecimiento de alcance universal”. El texto también se hace eco de las menciones que aparecían en la editorial del 28 de agosto del mismo periódico, en las que se destacaba que la audiencia había sido “`una consagración religiosa de las Olimpiadas´ y la `proclamación del posible valor moral del deporte dentro de una interpretación cristiana´”; al mismo tiempo que se incidía en precisar que el deporte debía 51

Ibíd., pp.3-6.

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ponerse al “servicio del hombre espiritual y racional”. Bermejo tratará de subrayar el mensaje de “paz y armonía entre la doctrina católica y los principios del deporte”, advirtiendo una vez más respecto al claro interés que existía en el Vaticano para tratar de aprovechar al máximo la próxima celebración de los Juegos Olímpicos, como medio ideal de propaganda y proselitismo religioso52. A MODO DE CONCLUSIÓN Al estudiar el proceso que vivió la política deportiva española durante el franquismo, podemos observar a partir de los años sesenta una clara transformación en la función que desempeñó el deporte para el Estado. Si aparentemente, los mensajes que se envían a la población desde la DND continuaban incidiendo en el objetivo de conseguir la difusión masiva de la práctica deportiva como un elemento básico en la formación completa del ciudadano, la realidad contradecía sus palabras al comprobar que a la desidia de las autoridades franquistas por el fomento de la actividad física, se unía la falta de las mínimas inversiones económicas necesarias, lo que terminará abocando al fracaso el proyecto deportivo que en un primer momento trató de impulsar Falange. Igualmente, el contexto político internacional transformará el deporte y los grandes eventos deportivos en herramientas de aparente neutralidad puestas al servicio de la política exterior de las naciones. Para el caso español, los Juegos Olímpicos de Roma y la repercusión que dicha celebración provocó en la transformación de la imagen de Italia fuera de sus fronteras, se entendió desde ciertos sectores del franquismo como un ejemplo a seguir y una constatación de las posibilidades que podría ofrecer la utilización deporte como un medio propagandístico. 52

AMAE, S6167 EXP 46. Carta de Justo Bermejo a Castiella,

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Por este motivo, el Ministerio de Asuntos Exteriores monitorizará a través de los informes enviados por su personal diplomático toda la información relacionada con la organización de la olimpiada y con el control de la imagen que los atletas españoles ofrecerían durante su estancia en Roma. La abundante documentación que este ministerio produjo en relación con un amplísimo número de aspectos conectados directamente con el deporte, reflejan el claro interés que existió durante estos años hacia la vigilancia y el control de esta actividad, así como en el aprovechamiento de las múltiples posibilidades que podría ofrecer el deporte para ayudar a transformar la visión de España fuera de nuestras fronteras y atraer todo tipo de inversiones, siguiendo una estrategia más cercana al concepto de “soft power” desarrollado por Joseph S. Nye53. Después de mostrar un claro desinterés hacia la participación en este tipo de grandes eventos deportivos, la DND, el propio Ministerio de Asuntos Exteriores y un reducido grupo de ministros de Franco, entenderán la importancia que tendría para la imagen del país el conseguir mejorar los resultados deportivos y sobre todo, los beneficios políticos que supondría la inmediata incorporación de nuestro país, con el mayor protagonismo posible, en el contexto deportivo internacional. Los nuevos planes de preparación para los Juegos Olímpicos de Tokio, el permiso para poder competir contra los clubes soviéticos y la presentación de la candidatura de Madrid para las olimpiadas de 1972, fueron algunos de los múltiples ejemplos que certifican la transformación radical de la política deportiva española a partir de 1960. BIBLIOGRAFÍA BAHAMONDE, Ángel: El Real Madrid en la historia de España, Madrid, Taurus, 2002. 53

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LA VANGUARDIA ESPAÑOLA DEL INFORMALISMO A LA GENERACIÓN MUSICAL DEL 51: DIÁLOGOS CON ITALIA LA VANGUARDIA ESPAÑOLA DEL INFORMALISMO A LA GENERACIÓN...

LAURA SANZ GARCÍA Universidad Carlos III de Madrid

Desde finales de los años cincuenta, el aperturismo en la economía y la política exterior del franquismo se tradujo en la promoción de una joven generación de artistas que pretendían devolver a España al camino de la vanguardia, interrumpido por la Guerra Civil. Estos jóvenes creadores no trabajaban de forma aislada, sino que habían empezado a organizarse en grupos para dar a conocer su obra y manifestaron unas motivaciones comunes –estéticas y políticas– en manifiestos, exposiciones y otras iniciativas colectivas. Es sabido cómo el deseo de una proyección internacional en exposiciones y conciertos, así como la búsqueda de otros maestros y referencias artísticas llevaron a los pintores españoles a París, desde finales del siglo XIX; es igualmente conocida la inclinación francesa o germanófila, según los casos, de los jóvenes músicos de la generación del 51. Sin embargo, Italia tuvo un papel decisivo al final de la década de los cincuenta (y sobre todo a partir de 1957), en unos años fundamentales para esta generación artística. Se trata, por tanto, de una primera aproximación al papel de Italia en el desarrollo de las carreras de nuestros artistas y músicos de postvanguardia, desde el punto de vista individual y colectivo. Este artículo pretende abordar algunos aspectos del arte español de los años cincuenta y primeros sesenta. El objeto del estudio lo constituyen, más concretamente, las experiencias

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de vanguardia (abstracción informalista-música culta) en sus relaciones con Italia. Dichos contactos, crecientes durante estos años, fueron potenciados por la nueva política exterior franquista –con Fernando María Castiella al frente–, a través de exposiciones oficiales, premios, becas, etc., pero también fueron impulsados por sus protagonistas, con motivaciones políticas bien distintas a las del régimen. Hablamos de pintores, escultores, músicos, pero no podemos olvidar tampoco a los cineastas disidentes del régimen (Juan Antonio Bardem, Luis García Berlanga), quienes, por cierto, estuvieron muy influidos por el neorrealismo italiano1. La acotación temporal de este estudio es aproximada, por cuanto corresponde a una fase muy inicial de la investigación. Los datos apuntan a 1956 como el inicio de este fenómeno, con la presencia de los primeros informalistas en la Bienal de Venecia. Sin embargo, algunos pintores españoles habían expuesto en Italia antes de esa fecha, y el salto definitivo de la vanguardia española no se producirá hasta dos años después. 1958 no sólo señala la fundación de los grupos El Paso y Nueva Música, sino también, y muy particularmente, el inicio de su proyección internacional, con el rotundo éxito de la delegación española en aquella edición de la Bienal. La búsqueda colectiva de soluciones es común a todos los gremios artísticos, sobre todo entre las generaciones más jóvenes. Dicho agrupamiento fue especialmente significativo para nuestros artistas abstractos, incluidos dentro del informalismo europeo, y, en menor medida, para los jóvenes compositores españoles de los años cincuenta. Se trata, por tanto, de explorar los términos de esta relación cultural entre España e Italia Recordemos que en mayo de 1955 se celebran las Conversaciones de Salamanca (SEU), bajo la dirección de Basilio Martín Patino; los asistentes pertenecían a todo tipo de corrientes ideológicas (desde Bardem o Saura hasta Sáenz de Heredia y García Escudero), y reivindicaban la autonomía del cine como medio de expresión y como valor cultural, en un contexto de censura creciente. 1

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en dos ámbitos distintos de la creación artística –plástica y músical–, estableciendo sus rasgos comunes y las diferencias más relevantes. UNA NUEVA VANGUARDIA ESPAÑOLA Antes de mirar hacia la península itálica, quizá convenga una definición de los dos movimientos artísticos a los que me refiero aquí, así como de su significado en el contexto político de la España franquista. El informalismo suele considerarse la vertiente europea del expresionismo abstracto estadounidense (Pollock, Rothko, De Kooning…), que integraba todas las tendencias abstractas y gestuales posteriores a la Segunda Guerra Mundial: abstracción lírica, pintura matérica, tachisme, espacialismo, art brut… Estas y otras manifestaciones del arte abstracto no geométrico se engloban dentro de la expresión Art autre (arte otro), término acuñado en 1952 por el crítico de arte francés Michel Tapié. En España, la vanguardia artística de posguerra se había concentrado en torno a varios grupos: Pórtico, de Zaragoza (abril de 1947), la Escuela de Altamira (activa en Santander y en Madrid desde 1948), o el catalán Dau al Set, de raíz surrealista, fundado en septiembre de 1948. En Dau al Set se integraban los pintores Modest Cuixart, Antoni Tàpies, JoanJosep Tharrats y Ponç, y los escritores Arnau Puig, Joan Brossa y Juan Eduardo Cirlot; todos ellos, “junto a un joven Millares y otros pioneros, tuvieron que desarrollar estas primeras experiencias vanguardistas en soledad, sin el apoyo del Estado ni de la burguesía”2. TORRENT, R.: 2003, p. 46. 1948 es también el año de la fundación de los Salones de Octubre e inicio de los Ciclos experimentales de Arte Nuevo, un año clave para la regeneración artística de España tras la guerra civil, que le inspiró a Areán el término de “generación del 48” para hablar de estos jóvenes creadores. 2

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El fenómeno asociativo, tan importante en la vanguardia de esta época, continuó durante los años cincuenta: en 1957 aparecen los grupos Parpalló (Valencia), Equipo 57 (Córdoba) y, el más importante de todos ellos, el grupo El Paso (Madrid), en febrero de ese mismo año. Los firmantes del primer manifiesto del grupo fueron los pintores Rafael Canogar, Luis Feito, Juana Francés, Manolo Millares, Manuel Rivera, Antonio Suárez, Antonio Saura y el escultor Pablo Serrano, así como los críticos de arte José Ayllón y Manolo Conde; el año siguiente se incorporarían Martín Chirino y Manuel Viola. La primera exposición del grupo tuvo lugar en abril de 1957 en la Librería-Galería Buchholz de Madrid. De procedencias geográficas y personalidades muy dispares, los miembros de El Paso compartían, no obstante, un mismo compromiso social, una actitud rebelde hacia la realidad del momento –el franquismo–, que pudieron expresar a través de un lenguaje plástico abstracto (y, por tanto, impermeable a la censura). Fue precisamente su individualismo y el tópico de la pintura negra, dramática, pronto interpretada como protesta por la crítica extranjera, lo que distinguía el informalismo español de otras formulaciones ideológicamente más asépticas. La ruptura radical con el arte académico y las “cartas” publicadas periódicamente por el grupo revelaban, así, las verdaderas intenciones de sus miembros y la oposición política al régimen. En el manifiesto de El Paso (1957), estos afirmaban: “Creemos que nuestro arte no será válido mientras no contenga una inquietud coincidente con los signos de la época, realizando una apasionada toma de contacto con las más renovadoras corrientes artísticas. Vamos hacia una plástica revolucionaria —en la que estén presentes nuestra tradición dramática y nuestra directa expresión— que responda históricamente a una actividad universal”3. Manifiesto del grupo El Paso, 1957. Este texto, al igual que las Cartas de El Paso, está recogida en el libro de Laurence Toussaint citado aquí. 3

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Las fuentes de estos informalistas hay que buscarlas, fundamentalmente, en la vanguardia parisina y en el expresionismo abstracto norteamericano. Junto a ellas, se encuentran algunos rasgos comunes a los miembros de El Paso, que dan cierta coherencia interna al grupo: su gran intensidad expresiva, a veces violenta; su paleta a menudo monocroma, en blanco y negro; y sobre todo su marcado compromiso político, a pesar de la abstracción. La huella trágica del último Goya está presente en las obras de todos sus miembros, y afirma su personalidad española: en palabras de Víctor Nieto, “El monocromatismo y la gestualidad de Saura, los hierros encontrados y soldados herencia del dadaísmo más radical de Pablo Serrano, las condensaciones de materia de Feito, Suárez y Juana Francés, la desgarrada angustia, existencial y patética de las arpilleras de Millares, las telas metálicas de Rivera, los nocturnos, ausentes de color, de Viola, las espirales de Chirino y la gestualidad expresiva y palpitante de Rafael Canogar, inciden en una idea esencial: el valor plástico y agresivo de la tradición española y su recuperación para una vanguardia universal. El Paso fue un paso imprescindible en la afirmación de la vanguardia y en la consolidación de la modernidad artística e histórica de España”4.

La abstracción española de aquellos años no se limitó, ni mucho menos, al grupo El Paso. Entre otros muchos colectivos podemos añadir el grupo valenciano Rotgle Obert (1958), el Grupo Itálico (Sevilla, 1959) o el Grupo Gallot que surge hacia 1960 en Sabadell y cuya expresión debía mucho a la action painting de Pollock. En cualquier caso, los pintores de El Paso, junto con otras grandes figuras como Antoni Tàpies o Eduardo Chillida, fueron los de mayor proyección internacional y por

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NIETO ALCAIDE, V.: 2002, pp. 225-226.

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ello constituyen un buen punto de partida para esta investigación sobre las relaciones culturales con Italia. La fundación de El Paso coincide en el tiempo con un nuevo movimiento musical, protagonizado por varios jóvenes compositores nacidos entre 1924 y 1938. Este grupo es más conocido como la generación del 51, término acuñado por Tomás Marco5 en alusión al año de finalización de sus estudios en el Conservatorio de Música de Madrid. Los primeros movimientos se manifestaron en Barcelona y Madrid a través de colectivos como Juventudes Musicales (Madrid, 1952), Nueva Música (1958), Música Abierta, Tiempo y Música, Alea, etc. En realidad, la enorme eclosión de grupos plásticos debió de inspirar a los músicos una asociación similar, en el intento de recuperar para la música el tiempo perdido durante la guerra civil y la posguerra. Los logros del Grupo de los Ocho en los años veinte, siguiendo la estela de Falla y los maestros, habían dado paso a una autarquía musical representada aún hoy por Joaquín Rodrigo. Sacar a la música española de su aislamiento fue una tarea de años; en realidad, no puede hablarse de auténtica vanguardia hasta 1959, cuando el lenguaje serial entra, por fin, en el vocabulario de estos compositores. Por ello, no es casual que el primer manifiesto del grupo madrileño Nueva Música aparezca en 1958, siguiendo la estela de El Paso. El antecedente inmediato del grupo Nueva Música estaba también en Barcelona: en el Círculo Manuel de Falla, fundado en Barcelona en 1947 en torno al Instituto Francés (A. Blancafort, Manuel Valls, José María Mestres-Quadreny, etc.). Ramón Barce fue el promotor de la idea, junto a Moreno Buendía, Antón García Abril, Cristóbal Halffter, Manuel Blancafort, Manuel Carra, Luis de Pablo y Fernando Ember. No estaba en este grupo Carmelo Bernaola, uno de los más brillantes alumnos del Conservatorio y figura clave de la vanguardia española.

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MARCO, T.: 1998, p. 213.

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En parte se debió a su ausencia entre 1959 y 1962, años que pasó, precisamente, en Italia, tras ganar el Premio de Roma. Ya en 1958 se celebró en el Ateneo de Madrid el primer concierto de este grupo, que reivindicó desde el comienzo su claro atonalismo; así lo demostraron, por ejemplo, los Once preludios de Barce o la Sonatina Giocosa de Luis de Pablo, que se tocaron en aquella ocasión. Lo más sonado, sin embargo, fue el manifiesto anónimo leído antes del concierto y la postura hostil de diarios como ABC. El grupo tuvo una corta vida y continuó su actividad a través del Aula de Música del Ateneo, que albergaría hasta 1973 todo tipo de tendencias artísticas. El 7 de junio de 1959, el Instituto de Cultura Hispánica acogió el estreno de Sonata de Barce, Sonata para violín solo de Cristóbal Halffter y Cinco invenciones de Luis de Pablo, obras cuyo serialismo marcaba un punto de no retorno en la música española. A partir de entonces comenzaron las divergencias dentro del grupo (así, Antón García Abril y Moreno Buendía, de estética más conservadora y comercial), mientras que se producen nuevas incorporaciones a la escena madrileña, con el regreso o establecimiento en la capital de Carmelo Bernaola, Ángel Arteaga, Claudio Prieto, Agustín González Acilu o Agustín Bertomeu. Los paralelismos entre los grupos El Paso y Nueva Música, nacidos con apenas unos meses de diferencia, no se limitan a sus motivaciones y su filiación vanguardista: se comprueba también en el apoyo común que buscan en la crítica. Los artistas incorporaron a sus filas al crítico Vicente Aguilera Cerni, quien les dedicó muchas páginas de apoyo y contribuyó a su difusión; por su parte, la idea misma del grupo Nueva Música fue concebida por Ramón Barce durante una cena-homenaje celebrada en honor de Enrique Franco. Este fue, de hecho, el único crítico que se mostró comprometido desde el principio con la vanguardia y aceptó sin reparos el padrinazgo del grupo.

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Los vínculos ideológicos y estéticos entre ambos colectivos, pintores y músicos, se hacen evidentes en algunos de sus escritos. La “carta” (como se conocía este boletín informativo) que publica el grupo El Paso en la primavera de 1958 se hace eco de la fundación del grupo Nueva Música en Madrid, en enero de ese mismo año: “En las páginas de ‘Aria’ e Índice, el grupo ha expresado, en parte, un programa que coincide en muchos puntos con los propósitos de EL PASO, expresados en varias oportunidades. Deseamos al grupo ‘Nueva Música’ pueda lograr sus propósitos con pleno éxito, sin concesiones y con el mismo entusiasmo que atestiguan las frases que a continuación reproducimos: ‘No tenemos una estética común, aunque sí una unidad de acción: acelerar la evolución de la música española hasta sincronizarla con el movimiento europeo’. ‘La aportación de técnicas no surgidas originariamente en España no constituye en sí novedad alguna: es un hecho de revitalización que sucede periódicamente en todas las naciones y culturas’. ‘¿Hasta cuándo se dará en nosotros esta ilusión por otra música que no sea la del cine?’. ‘Nosotros seremos buenos o malos, pero en este momento representamos a la música española’.”6.

Sin embargo, en su “última comunicación” se lamentan los pintores de la imposibilidad de una acción común real con otras disciplinas artísticas: “La colaboración con arquitectos, escritores y músicos ha sido difícil, y la razón de esta dificultad radica sin duda en uno de los males de nuestro ambiente cultural: el divorcio existente entre las diversas actividades artísticas y el individualismo imperante dentro de los distintos sectores. El hecho de que una gran parte de los componentes del grupo 6

EL PASO: 1958, Carta nº 5-6.

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sean hoy encuadrados en las corrientes informalistas no presupone dato de significación en el sentido de una escuela, sino más bien a que tales modos de expresión constituyen para todos los componentes la forma acorde con una auténtica necesidad, arraigada profundamente en nuestro país y cuyos motivos no es necesario aquí explicar”7.

Estamos, pues, y a pesar de todo, ante una misma generación de artistas –pintores, escultores y compositores–, que se aprovechan del aperturismo del régimen para sacar al arte español de su aislamiento y del academicismo en el que se había estancado desde 1939. En este contexto, los viajes de estudios y la proyección internacional de sus obras son aprovechados y fomentados por el régimen para dar, como veremos, una imagen de apertura, de modernidad8. Aunque el destino preferente es Francia, para los artistas, y Alemania (Darmstadt), para los músicos, muchos de estos creadores entablan vínculos con Italia, donde encuentran nuevos horizontes artísticos y, desde luego, un ambiente mucho más favorable en lo político. La oposición –estética y política– de la vanguardia española al nacionalcatolicismo les llevó a estudiar, trabajar y difundir su obra en países como Italia, donde el comunismo y el socialismo se encontraban en plena expansión. VÍNCULOS ARTÍSTICOS CON ITALIA En un primer contacto, se percibe ya una diferencia notable entre el papel que ejerce Italia en los músicos y en los artistas plásticos. Mientras que los primeros van allí para ampliar su formación, y acceder a un aprendizaje (serialismo, música cinematográfica, música electrónica) que no encuentran en EL PASO: 1960, Carta nº 16. Cf. el capítulo titulado “La cultura del franquismo intermedio. El final de la penitencia”, en TUSELL. J.: 2005, pp. 174ss. 7 8

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España, los pintores y escultores ven a Italia como una pasarela hacia Europa. Esto se debió, en buena medida, a la Bienal de Venecia, pero no exclusivamente, como veremos. La actividad compositiva de los músicos españoles en los últimos cincuenta-primeros sesenta tiene lugar en España, con algunas excepciones. Entre ellas tenemos a Luis de Pablo, acaso el más internacional del grupo, que estrenará muchas obras en Italia, algunas por encargo (así, Radial, para 24 instrumentos distribuidos en 8 grupos de 3, encargo del I Festival de Palermo, 1960), y que encuentra más aceptación fuera que dentro de España. Pero, como lugar de formación, Italia goza del atractivo que le infunden las nuevas figuras de vanguardia (Maderna, Berio, Nono), o Goffredo Petrassi, maestro de muchos músicos españoles. Frente a la relativa influencia de la segunda Escuela de Viena (frente a la de Messiaen y Varèse, mucho más presentes), la huella de Petrassi parece muy clara en autores como Carmelo Bernaola. Incluso el más conservador García Abril profundizará en la técnica dodecafónica de la mano de Petrassi. Con él estudia durante su estancia en la Academia Santa Cecilia de Roma gracias a una beca de la Fundación Juan March (enerojunio de 1964); allí analiza la obra de Monteverdi, Gesualdo de Venosa, Stockhausen, Boulez, Nono o Maderna, y compone, en el más puro serialismo, las cinco Piezas para flauta y piano. Entre las instituciones de enseñanza musical que acogieron a nuestros músicos, destaca la Academia Chigiana de Siena. Allí recaló el mismo García Abril entre 1954 y 1956, para estudiar con Vito Frazzi (composición), Paul van Kempen (dirección orquestal) y Angelo Francesco Lavagnino (música cinematográfica); el joven compositor ganará en 1955 el Premio Internacional de Composición convocado por dicha academia en el XXV aniversario de su fundación, con la obra Cantata a Siena. Otros alumnos de la Academia Chigiana son Carmelo Bernaola, de quien hablaremos a continuación; Manuel Carra, para estudiar clave con Ruggero Gerlin y Manuel Moreno-Buendía (1956,

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con Vito Frazzi; en 1957 estuvo en el conservatorio Benedetto Marcello de Venecia). Para Cristóbal Halffter, Italia coincide con su primera crisis, hacia 1957, de la que saldrá guiado por Boulez, Nono, Stockhausen… En 1957 reside en Roma y Milán con una beca Conde de Cartagena; ello le permitió conocer a Maderna, Berio, Dallapiccola y Juan Hidalgo (que ese año estrena Ukanga en Darmstadt). La figura más ligada con Italia es, sin duda, Carmelo Bernaola. El músico vasco es una de las más importantes de la generación, aunque se incorporase más tarde al grupo Nueva Música. Según, sobre todo, Tomás Marco, la razón de esta influencia italiana se debe sobre todo al hecho de que llegó justo en el momento de su formación vanguardista (y, por supuesto, después de haber terminado el conservatorio): “Esta influencia tiene un camino claro: estudios con Petrassi, amistad con autores italianos, como Nono, Donatoni, Porena, etc.; largas estancias en Roma, Venecia y Siena, y conocimiento exhaustivo de la música italiana. Carmelo Bernaola fue el primer vanguardista en manifestarla a su regreso del Premio de Roma. Ella está presente en la problemática y materiales de la Superficie num. 1 y en especial, en su tratamiento de la cuerda […], y le ha durado de alguna forma hasta Mixturas (1964), estando patente en Espacios variados (1962) y reapareciendo fugazmente en Traza (1966), para percusión, todo ello a pesar de la enorme personalidad de toda la música de Bernaola”9.

En diciembre de 1959, Bernaola gana el Premio de Roma, adonde llega en febrero de 1960, a la Academia de Bellas Artes de España; allí, en la colina de San Pietro de Montorio, vive hasta abril de 1962. Acudió a la prestigiosa Academia Santa Cecilia, donde tuvo clases de perfeccionamiento de composición con Petrassi. Pero también aprovechó para entablar 9

MARCO, T.: 1970, pp. 67-68.

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amistad con Marcello Panni, Franco Evangelisti, Maragno o Jorge Peinxinho y otros compositores. A una experiencia tan enriquecedora se añadió la asistencia, durante esta estancia, a los cursos de Nueva Música de Darmstadt; ese fue el inicio de sus lecciones con Maderna (que proseguiría en Roma) y fue allí donde coincidió con Luis de Pablo, Hidalgo, Barce, Raxach o Espinosa. En los cursos de la Academia Chigiana de Siena, trabó contacto personal con los intérpretes Segovia, Cassadó y Zabaleta, y aprendió mucho sobre música cinematográfica en la clase de Francesco Lavagnino, así como dirección orquestal con Celebidache. Los años de Bernaola en Italia vieron la composición de varias obras que marcan una clara evolución hacia la vanguardia, desde los procedimientos del serialismo integral hasta un lenguaje más personal: Piccolo concierto (1960, entre la forma del concerto grosso y el lenguaje serial), Constantes (1960) o la Sinfonietta progresiva (1961). Esta última puede considerarse la primera obra de madurez compositiva, pero fue compuesta durante una estancia en el College d’Espagne de París. Nos interesa aquí porque fue finalista en el concurso de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea italiana (SIMC) y le consagró como compositor fuera de España. También ese año triunfó en la SIMC con su obra Superficie num. 1 (1961), para cuarteto de madera, cuarteto de cuerda, piano y percusión, dedicada a Enrique Franco. Según Tomás Marco, “la obra se plantea a la vez como un resumen de las anteriores y una proyección hacia el futuro”, y causó también un profundo impacto en su estreno madrileño, dentro del ciclo “Tiempo y música”10. A su regreso a Madrid, el panorama nacional había cambiado. A pesar del conservadurismo oficial, todo indicaba que algo se estaba moviendo: el Aula de Música del Ateneo, la revista Aulas, el estreno de las Cinco microformas de Halffter (1960) en el I Festival de Música Joven Española… Tomás Marco destaca 10

MARCO, T.: 1976, pp. 35-36.

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la trascendencia de este viaje a Italia (1960-62) por muchos motivos: le abre nuevos horizontes hacia la música del presente, casi desconocida en la España franquista, le permite dedicarse íntegramente a la composición, y, pasado el primer año, podrá viajar por Francia, Alemania, Austria y otras muchas ciudades italianas. Italia es, para Bernaola, un puente hacia Europa, donde se encuentra a sí mismo: “… la música académica no le satisface enteramente y hasta 1958 compone poco precisamente por sus dudas y reflexiones […]. La evolución italiana de Bernaola puede calificarse de espectacular y se refleja en las propias obras que va enviando como parte del plan de obligaciones compositivas que le impone su premio. A la vuelta de Roma, su lenguaje se habrá hecho plenamente personal, habrá encontrado su camino y marchará con él con el paso firme de quien tiene algo que decir y ha conquistado ya un lenguaje propio para decirlo”11.

Por fortuna, Bernaola no se desvinculó en ningún momento de sus colegas españoles y mantuvo el contacto con los compositores del grupo Nueva Música, del Ateneo, etc. Ello le permitió unirse a las iniciativas del grupo a su regreso, y continuar en España la fértil carrera que había iniciado en Italia. En cuanto a la plástica, es innegable la influencia que artistas italianos como Lucio Fontana o, sobre todo, Alberto Burri, ejercieron en Manolo Millares, pero también en Canogar, Saura o Tapiès. Millares guardaba el artículo de Milton Gendel “Burri makes a picture” (Art News, diciembre de 1954), aunque no se sabe cuándo llegó a sus manos: “En cualquier caso, y aunque se puedan advertir entre algunas obras de los dos pintores algunas similitudes de estilo (el cuadro–objeto cuya única finalidad reside en los valores 11

Id., pp. 22-23.

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plásticos), de composición (el espacio se ha convertido en superficie, pero recupera de facto la tercera dimensión) y de procedimiento en los accidentes que la animan (perforaciones, costuras), sus cuadros son radicalmente diferentes. Los del italiano, por la vivacidad de los colores que surgen en los agujeros del lienzo, por la blandura de las aberturas redondeadas, el aspecto mullido de ciertas superficies acolchadas, son en su conjunto placer lúdico y sensual. Los de Millares, de composición casi geométrica, apenas cubiertos por una austera pintura blanca, son tensión: tensión del lienzo sobre el cuadro, de las costuras apretadas hasta romperse, de los hilos que tiran en vano de los bordes de las aberturas sobre el vacío subyacente; la tercera dimensión, aquí, es vacío. Todo habla de indigencia de heridas imposibles de cerrar”12.

A pesar de las matizaciones que hace Michelle Vergniolle, parece muy razonable que Alberto Burri le inspirase a Millares el uso de arpilleras; cuando el canario empieza a usarlas en 1956, hace ya seis años que Burri las ha introducido en su pintura. El espacialismo de Lucio Fontana y su desafío a las dos dimensiones del lienzo tiene mucho que ver, asimismo, con la obra de Millares, y aún con la matérica de Feito. De hecho, los pintores de El Paso, afirman en una de sus primeras “cartas”, que “entre las revistas últimamente recibidas citaremos especialmente las publicaciones italianas L’experienzia Moderna y Notizie de Turín, entre otras”13. Esa tridimensionalidad de origen italiano es característica de muchos informalistas españoles y, desde luego, marca una distancia notable con las superficies planas del expresionismo abstracto norteamericano. Vergniolle hace suya la afirmación de Serge Guilbaut (1996) según la cual el informalismo norteamericano (encabezado por Jackson Pollock), aparentemente apolítico, tomó una connotación claramente política en el 12 13

VERGNIOLLE, M.: 2008, pp. 147-148. El Paso: Carta nº 5-6, primavera de 1958.

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contexto de la Guerra Fría. Con la fuerte presencia del partido comunista en Italia y Francia, Estados Unidos necesitaba dominar cultural, y no sólo económicamente, a Europa. Por ello ofrecerá a todo el mundo el arte informalista: París, Venecia, Berlín… pero también España. Así se entiende la exposición El arte moderno en Estados Unidos, celebrada en 1955 en Barcelona y Madrid y organizada por el Museum of Modern Arte de Nueva York: Hopper, Pollock, W. de Kooning, Rothko, Mark Tobey… Acompañada por las conferencias que ofreció el mismo director del MOMA, esta exposición acercó el expresionismo abstracto a España y permitió iniciarse en él a muchos jóvenes pintores. En 1958 volverán a exponerse obras del MOMA en Madrid, con obras de los anteriores y de Clifford Still, entre otros. Sin embargo, quizás no influya tanto políticamente a los artistas (las exposiciones llegan a España en 1955-58), como en la búsqueda de reconocimiento por parte del régimen que se había apuntado a la moda del informalismo por un interés puramente propagandístico: “Todos estos acontecimientos artísticos, por supuesto, son explotados a fondo por los medios de comunicación: España se ve reconocida como una gran nación culturalmente recomendable y la propaganda oficial celebra ruidosamente este éxito del régimen”14. A partir de estos años, y gracias al prestigio internacional de nuestra abstracción, se combatirá el prejuicio folclorista y tópico hacia la pintura española. Frank O’Hara, comisario de la exposición New Spanish Painting and Sculpture en el MOMA, afirmaba todavía en 1960: “Las arpilleras de Millares son vestigios ceremoniales, particularmente de las corridas de todos –la elegancia de la vestimenta de los toreros, la almohadilla de los caballos rasgada por el ataque del toro”15. En el caso de las artes plásticas, y a diferencia de la composición musical, el interés por Italia parte también de las propias instituciones franquistas. Desde los años cincuenta, la apertura 14 15

VERGNIOLLE, M.: 2008, p. 98. Cit. TUSELL GARCÍA, G.: 2002, p. 87.

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exterior que pretende el régimen se traduce en una creciente promoción internacional del arte español de vanguardia. La participación de España en las exposiciones internacionales de carácter oficial, antes limirada a la estética más conservadora y acorde con el régimen, se abre desde los años cincuenta a las corrientes más progresistas. Este cambio de actitud, con una intención claramente propagandística, pudo verse ya en la Primera Bienal Hispanoamericana (1951), organizada por el Instituto de Cultura Hispánica; según Calvo Serraller, “quizás fue la primera y la última vez –la última ocasión– en que la inteligencia oficial creyó ingenuamente que el poder constituido podía promover ejemplarmente el arte de vanguardia”16. Posteriormente, las autoridades españolas intentarían fingir esta promoción de la vanguardia, pero sólo la instrumentalizaron con fines políticos. Le siguieron las Bienales del Caribe (1953) y de Barcelona (1955), pero el verdadero punto de inflexión tuvo lugar en la Bienal de Sao Paulo (1957). El pabellón español cosechó un éxito rotundo de crítica y público, y fue considerado, de hecho, como el mejor de la Bienal. El Primer premio de Escultura para Oteiza supuso la compra, por parte del MOMA, de varias de sus obras, pero, más en general, la Bienal de Sao Paulo fue considerada como el primer triunfo colectivo del arte español (Millares, Rivera, Tàpies, Guinovart…) desde 1939. Aunque menos innovadoras que las hispanoamericanas, las bienales de Venecia tuvieron un papel primordial en la consolidación de la vanguardia española –especialmente desde 1956, cuando empieza a potenciarse el arte abstracto en el pabellón oficial. Esta tendencia hacia la abstracción también era relativamente reciente en Italia, algo que explica Rosalía Torrent como un fenómeno de posguerra: “El exilio durante la guerra permite a los artistas italianos entablar relación con las vanguardias de otros países, y que el arte abstracto alcance la misma potencia que tenía 16

Cit. VICTORIA, S.: 2001, p. 54.

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el realismo antes de la guerra. A partir de ahora, habrá mucho más interés desde Italia hace el arte extranjero, y a las nuevas tendencias. La XXIV Bienal de Venecia, en 1948, consagró el ‘Fronte nuovo delle arti’ que surge tras la guerra, y que simbolizaba este inusitado interés de la sociedad italiana por el arte contemporáneo. Aunque Paris sigue dictando la pauta, Italia tendrá mucho que decir en el contexto internacional”17.

Durante los años cincuenta, y bajo la dirección de Rodolfo Pallucchini, la Bienal fue ganando participantes, hasta doblar en 1956 el número de 1948. En cuanto a la participación española, en la edición de 1956 ya habían viajado a Venecia algunos pintores abstractos (Tàpies, Caballero, Millares, Canogar o Feito), pero, en la práctica, los artistas más expuestos habían sido Juan de Echevarría (muerto en 1931), Benjamín Palencia y Joaquín Vaquero Palacios. El gran éxito del informalismo, y de la pintura española en Venecia, llega en la XXIX Bienal. El paso definitivo a favor de la modernidad lo dio Luis González Robles en 1958, como director del pabellón español en Venecia. González Robles establece por fin un programa coherente y definido, con una exposición ordenada en tres bloques: “abstracción dramática” (que incluía a Canogar, Saura, Suárez, Tàpies y Vela) “abstracción romántica” (Cuiart, Feito, Planasdurá, Tharrats y Vaquero Turcios) y “abstracción geométrica” (Farreras, Mampaso, Povedano y Rivera). El pabellón español fue reconocido como el mejor de la bienal por la UNESCO. El comisario González Robles, en el prólogo al catálogo del pabellón español, destacó a los artistas españoles representados “no sólo por su radical independencia estética, sino esencialmente por su singular problemática, de clara filiación ibérica en todos y, por tanto, fundamentada en una concepción del mundo estrictamente ética”18. La apuesta por el arte 17 18

TORRENT, R.: 1997, pp. 58-59. GONZÁLEZ ROBLES, L.: 1958, s. p.

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abstracto era, por tanto, nacionalista, y se presenta en Venecia como “síntesis de la mejor producción artística del país y como legítima continuidad de un glorioso pasado artístico”19. La incorporación de unos pocos autores figurativos fue sólo una concesión a la corriente que se anunciaba triunfadora en aquella edición, según se extrae del informe general redactado por González Robles: “La línea de la XXIX Bienal estaba claramente marcada: abstraccionismo puro. No obstante, la presencia este año de una sala especial dedicada a Campigli, el gran pintor italiano, me hizo pensar que triunfaría la tendencia figurativa; incorporamos en nuestro Pabellón una representación del Expresionismo figurativo español más importante de hoy día”20.

En cualquier caso, los informalistas españoles no eran en absoluto desconocidos para el público italiano. El currículo de los artistas presentados a esta bienal, tal y como publica el catálogo del pabellón español, revela que ya había habido numerosos contactos entre los artistas españoles y las galerías y premios de arte italianos a lo largo de los años cincuenta: José Guinovart, con exposiciones colectivas en Florencia (galería Número, 1950) y Trienal de Milán (1951), así como el encargo de un mural para el edificio de Líneas Aéreas Italianas y Pirelli en Barcelona; Rafael Canogar había inaugurado ya una exposición individual en Florencia (Número, 1955); Luis Feito ya había estado en la bienal de 1956, y luego en el Premio Lissone (Milán) de 1957; el Primer Premio Internacional ENIT (Roma) había sido para Joaquín Vaquero Turcios en su edición de 1952; Juan José Tharrats y Vicente Vela habían realizado sendos viajes de estudio por Italia, y se citaban también dos de las exposiciones colectivas de Antonio Saura, en las galerías Il 19 20

DÍAZ SÁNCHEZ, J. y LLORENTE, A.: 2004, pp. 74-75. Cit. TUSELL GARCÍA, G.: 2002, p. 91.

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Gesto (Milán, 1955) y Spazialismo (Génova, 1956). El artista más reconocido en Italia antes de aquella bienal parecía ser, junto a Luis Feito, el informalista catalán Antoni Tàpies, quien a su exposición individual en la Gallerie dell’Ariete (Milán, 1958) sumaba su presencia en el Museo de Arte Moderno de Venecia. Este vanguardismo de los pintores contrastó con una muy conservadora participación española en la sección de música de la Bienal de Venecia (“Festival Internazionale di Musica Contemporánea”) durante muchas ediciones. Sorprende ver la ausencia completa de la vanguardia española en los años cruciales hasta 1963, año en que se estrena la obra Recíproco de Luis de Pablo. El resultado final de la edición de 1958 no pudo ser mejor para España: se vendieron 8 de las 162 obras presentadas (entre ellas las de Chillida, Canogar, Feito, Vela y Farreras), fueron premiados Tàpies (segundo premio de pintura) y Chillida (gran premio de escultura), y todo el pabellón español en su conjunto obtuvo el premio de la UNESCO por su calidad expositiva. Incluso Vicente Aguilera Cerni, miembro del jurado de la Bienal, mereció el premio de la Crítica. Marco Valsecchi reconoció en los artistas españoles a los verdaderos nietos de Picasso y la notoriedad que obtuvo el pabellón en su conjunto fue la catapulta definitiva para los jóvenes abstractos españoles en su carrera internacional, con el apoyo incondicional de toda la prensa exterior. Desde 1955 se habían ido normalizando las relaciones culturales exteriores de España, y, en concreto, con Italia. Fruto de ese bilateralismo había sido la gran exposición de arte italiano en el Palacio de la Virreina de Barcelona, en marzo de 1955, con obras de la vanguardia histórica (Balla, Boccioni, Severini, Carrà. Chirico, Morandi…) junto a los jóvenes artistas abstractos. A partir de ahora, un nuevo convenio cultural promoverá el intercambio de exposiciones de jóvenes artistas, consecuencia directa del triunfo de España en la Bienal. En 1963-64 se presenta en España la Exposición de jóvenes pintores

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italianos encargada por el Ministerio de Asuntos Exteriores y el de Instrucción Pública a la Bienal de Venecia. La selección de los artistas fue obra de los profesores Francesco Arcangeli y Enzo Carli, junto con el secretario general de la Bienal. El texto de Gian Alberto Dell’Acqua la presenta en analogía con otra celebrada anteriormente en Italia, bajo el título de El arte actual en España, y pone el acento en la juventud de los artistas: “Para algunos de ellos el dato fundamental de la investigación se basa todavía en el ámbito del grande y extenso movimiento de lo informal. En otros es clara la adhesión a poéticas de realismo expresionista que tienden en parte a unirse a las propuestas de ‘nueva figuración’ que emergen del seno mismo de lo informal. De esta última tendencia, hoy muy viva y difundida en Italia, la exposición presenta ejemplos significativos, sin dejar atrás otras tendencias actuales, como la reiteración de motivos dadaísticos y el neoconcretismo. No pasará inadvertido al visitante que, en su conjunto, las obras aquí recogidas reflejan una situación rica de fermentos e impulsos en plena evolución y abierta, por tanto, a resultados de no fácil previsión”21.

En el folleto de 1964, Arnaldo Bascone, director del Instituto Italiano de Cultura, remarca la “extrema actualidad” de estas obras, casi todas de 1962-63, y sólo una de 1958, y alerta de que por esta razón estará “más expuesta a discusiones y está destinada, ciertamente, a suscitar polémicas”22. Es muy significativa su alusión a la gran presencia de los artistas españoles en la escena artística italiana: “En el cuadro de los intercambios culturales italoespañoles esta Exposición constituye la devolución de las gratas visitas que los jóvenes pintores españoles cumplen periódicamente a Italia, presentando sus obras en el pa21 22

DELL’ACQUA, G. A: 1963, s. p. BASCONE, A. y DELL’ACQUA, G. A: 1964, s. p.

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bellón español de la Bienal de Venecia, y en las frecuentes Exposiciones personales y colectivas celebradas en los últimos años en Bolonia, Florencia, Milán, Palermo, Roma, Turín y otras ciudades. A través de estas Exposiciones, los nombres de Tapies, Sempere, Mampaso, Millares, Farreras, Guinovart, Feito, Saura, Vaquero Turcios, Canogar se han hecho familiares. Espero vivamente que, gracias a la presente Exposición, sonría la misma suerte en España a algunos jóvenes pintores italianos”23.

En efecto, son muchas las exposiciones individuales que difunden por Italia la obra del grupo El Paso, como recoge en su libro Laurence Toussaint24. Rafael Canogar vive unos meses en Roma en 1959, estancia durante la cual inaugurará exposición en la galería L’Attico, y participará en el XI Premio de Lissone de Milán; allí también estará Luis Feito, quien se llevará el premio Lissone, y expone ese mismo año en la Galería Apollinaire de Milán. La presencia de Feito en Italia continuará el año siguiente, con otra exposición individual en la Galería Lorenzelli (Bérgamo), una sala personal en el pabellón español de la XXX Bienal de Venecia y la concesión del premio David Bright en dicha Bienal. Otros artistas españoles incluidos en aquel IX Premio Lissone de 1959 eran Manuel Rivera y Manuel Viola; Martín Chirino, por su parte, tras participar en la bienal de 1958 volverá a Italia en 1959 para exponer en la Galería Il Grifo de Turín, junto a su compañero Antonio Suárez, en la muestra I Salon I 4 soli. Pablo Serrano expone en 1959 en la Galeria del Disegno (Milán), donde quema, por primera vez, una de sus obras, Liberación de espacio o presencia de una ausencia. La carrera italiana de Antonio Saura, uno de los máximos exponentes del grupo El Paso, fue, sin embargo, más discreta, a través de su participación en varias exposiciones colectivas. 23 24

Id. TOUSSAINT, L: 1983.

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En una fecha tan temprana como 1950 ya había aparecido en la exposición Arte Nuova (Turín, 1950), y, posteriormente, en la bienal de Venecia de 1956. Tras la exitosa edición de 1958, volvería a Italia para exponer en otras colectivas: Vitalita dans l’art (Venecia, 1959), Peintures du geste (Roma, 1959). Para su proyección profesional en el mercado italiano, los informalistas madrileños contaron con el apoyo de la crítica española. Ya hemos hablado de Vicente Aguilera Cerni, pero es el caso también de Juan Eduardo Cirlot, quien se refiere a ellos en varios artículos publicados en las revistas italianas Direzioni y L’Experienza Moderna25. Como ocurrió con todas las asociaciones artísticas de la época, la experiencia de El Paso fue efímera y el grupo se disolvió en mayo de 1960. Antes de su disolución, habían planificado una exposición conjunta en la galería romana L’Attico, que finalmente se celebraría en octubre de ese mismo año. Aquella fue la última aparición colegiada de estos artistas en Italia, aunque de manera individual siguieron volviendo para exponer allí durante las décadas siguientes. LECTURAS POLÍTICAS DEL FENÓMENO La aparente complicidad institucional con los pintores informalistas en los años cincuenta fue destapada a finales de la década por los propios artistas, quienes trataron de desvincularse del circuito oficial. El desengaño de los artistas respecto de las verdaderas intenciones del régimen produjo su distanciamiento respecto de los cauces oficiales, como la exposición para 1959 en el Museo de Artes Decorativas de París. La entrada de González Robles había supuesto un enorme cambio cualitativo, dando por fin un planteamiento coherente y un programa definido al pabellón español de la Bienal de Venecia. Aquella imagen nueva de España que pretendía el 25

EL PASO: 1959, Carta nº 12-13.

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régimen se apoyaba en el moderno informalismo de El Paso, y este sentimiento de manipulación acabó llegando a los artistas. La utilización política y la apropiación que hizo de El Paso el régimen franquista motivaron la deserción de muchos de sus miembros en la siguiente edición de la Bienal. En un principio, siguieron aprovechando la oportunidad que les brindaba para darse a conocer, pero luego los artistas de El Paso y otros fueron desapareciendo de estas exposiciones oficiales. Todavía en la Bienal de 1960 no se percibió esto, pues expusieron otros artistas en el afán, por parte de González Robles, de mostrar la gran “potencia creativa”, más cuantitativa que cualitativa, de la España de entonces. Predominaron igualmente los abstractos (sobre todo pintura matérica; así, Luis Feito, ya desvinculado de El Paso), frente a los figurativos (Rafael Zabaleta, Marc Aleu, José Vento y Juan Fluvià). En general, el pabellón incluía nombres menos conocidos que en 1958 con excepciones tan notables como Lucio Muñoz, Juana Francés o el mismo Luis Feito. Vergniolle se refiere a una exposición itinerante de gran prestigio que circula entre 1963 y 1964 (Madrid, Barcelona, Nápoles, Roma, Berna, Berlín. Lisboa, otras ciudades españolas), organizada por el Instituto de Cultura Hispánica. Se tituló Arte de América y de España, y estuvo comisariada por Luis González Robles; entre los artistas, Barjola, Joan Brotat, Cuixart, Farreras, Luis Feito, Luis García Ochoa, Genovés, Enrique Gran, Guinovart, José de Labra, Ricardo Macarrón, César Manrique, Ángel Medina, Manuel H. Mompó, Jaume Muxart, Máximo de Pablo, Gerardo Rueda, Antonio Suárez, Tharrats, Román Vallés, Vicente Vela, Fernando Zóbel y otros. Sin embargo, la estrategia de propaganda no tuvo el efecto deseado. La pretendida imagen de apertura política quedó muy lejos de lograrse, a juzgar por el testimonio de la crítica italiana. Según escribió Virgilio Guzzi, “… el hecho de que también España presente este año su abstracción podría demostrar […] que no es verdad que el arte abstracto sea propio de los

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países libres y democráticos, como se viene repitiendo”26. El régimen mantuvo esta política hasta 1966 y autorizó la salida al exterior de los artistas de vanguardia, pasando por alto sus convicciones antifranquistas, para permitir su promoción en exposiciones internacionales –también en Venecia. A partir de entonces, tal y como explica Tomás Llorens, las autoridades españolas irán discriminándolos en todas las exposiciones, en aras de su “neutralización ideológica”: “Así, por ejemplo, corta el terreno a los más jóvenes que mantienen las posiciones más avanzadas en la alternativa al “informalismo español”, alienta confusiones entre las nuevas propuestas realistas y la vieja figuración […] la nueva política artística del franquismo recibe también el apoyo del contexto de la vanguardia internacional. Se aprovecha de un clima teórico que desliga la creación artística, como autónoma, de las condiciones y funciones políticas…”27.

El informalismo español tuvo una corta vida como movimiento, y, de hecho, entra en crisis a partir de 1960. El progresivo abandono de la abstracción en todo el mundo empujará también a los artistas españoles hacia otros caminos, con elementos diferenciadores respecto de otros países. Salvo el arte pre-conceptual de Zaj, el tono lúdico que representaba el pop-art parecía fuera de lugar en el contexto de la dictadura. Se imponía, por el contrario, la protesta política que de manera muy velada, habían introducido los informalistas, y que ahora se hacía más explícita a través de una “nueva figuración”: la pintura de Juan Barjola o Genovés, y, sobre todo, el realismo crítico o social, más comprometido, de Estampa Popular – presente, desde 1959, en Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla, Córdoba y Valencia. Ricardo Zamorano, Guinovart, Ibarrola, Francisco Cortijo, José Duarte y Toledo fueron, respectivamen26 27

Cit. TORRENT, R.: 1997, p. 53. LLORENS, T.: 1976, pp. 152-153.

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te, los emblemas de este movimiento en cada una de aquellas ciudades. Aguilera Cerni bautizó a estas agrupaciones “Crónica de la realidad”, en la que se agrupa también el equipo Crónica o el Realidad. Ello no terminó, sin embargo, con el éxito internacional de los informalistas, quienes fueron recompensados con becas, conferencias, puestos de profesor en los Estados Unidos… Aunque el régimen siguió apropiándose de estos logros, el exilio al que se vieron obligados les invitó a participar en varias exposiciones internacionales de discurso antifranquista. La más radical y prestigiosa de ellas tuvo lugar, precisamente, en Italia, y con el título de España libre. Esposizione d’arte spagnola contemporanea, recorrió Italia entre agosto de 1964 y mayo de 1965. Enmarcada en las celebraciones del vigésimo aniversario de la resistencia italiana, su comité organizador estaba presidido por Giulio Carlo Argan, con quien colaboró Aguilera Cerni para reunir clandestinamente las obras. Argan, prestigioso crítico de arte muy apreciado en España, había ofrecido el año anterior una conferencia en el Museo de Arte Contemporáneo de Arte de Madrid; el apoyo que rindió a los artistas “de la oposición” fue sentido muy dolorosamente por las autoridades culturales del franquismo. En la exposición se incluyeron tres espacios destacados, con obras de Picasso, una retrospectiva de Óscar Domínguez y el homenaje a Julio González. Junto a ellos, la exposición colectiva contaba con artistas de todas las tendencias, desde los grandes informalistas (Saura, Millares, Canogar, Tápies) hasta el realismo de Estampa Popular, Ortega, Arroyo, Pelayo… pasando por otros artistas abstractos, como Oteiza y sus compañeros del Equipo 5728. Sin embargo, lo más significativo La exposición itinerante recorrió diversas ciudades italianas: Rimini (1 de agosto-15 de septiembre), Florencia (15 de octubre-15 de noviembre), Ferrara (15 de diciembre de 1964-15 de enero de 1965), Venecia (15 de abril-15 de mayo de 1965). La lista completa de artistas fue la siguiente: Eduardo Arroyo, Antonio Bueno, Xavier Bueno, Manuel Calvo, Rafael Canogar, Antoni 28

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de esta exposición, desde el punto de vista político, fueron los textos del catálogo, vistos por los críticos como una oportunidad para desenmascarar a la dictadura franquista. Destaca, entre todos ellos, el artículo de José María Moreno Galván, titulado “Significado de una cultura libre”, donde se recoge la siguiente relación sobre la libertad artística: “Lo más grave de una sociedad que no tiene reconocido el derecho a la libertad no es tanto que prive a los ciudadanos de un derecho como que les dispense de un deber. Poco a poco, el ciudadano se ve enclaustrado en su propio yo y comienza a justificar a su obra como el cumplimiento de un deber personal. Como si la palabra ‘deber’ no implicase, por definición, una comunidad”29.

El compromiso de Aguilera Cerni fue incluso más explicito, al dedicar su artículo “Sobre el significado de una cultura libre” a dos víctimas de la represión franquista: su colega Giménez Pericás y el pintor Ibarrola, encarcelados por entonces en la prisión Central de Burgos. A pesar de su virulencia, ni las opiniones expresadas en este catálogo ni los artistas participantes fueron sancionados directamente por las autoridades españolas. Vergniolle explica esta permisividad por dos razones: castigar aquella manifestación hubiera equivalido, “por un lado, a darla a conocer en el interior del país y, por otro, a empañar en el exterior la imagen de tolerancia artística que el franquismo se esfuerza por acreditar desde hace años”30. En su lugar, se optó por marginar a los artistas opositores de las exposiciones oficiales y otras medidas indirectas, sin olvidar Clavé, Javier Clavo, Jorge de Oteiza, Equipo 57, Estampa Popular, Agustín Ibarrola, el grupo I Novissimi, Manolo Millares, José Ortega, Julián Pacheco, Orlando Pelayo, Modesto Roldán, Antonio Saura, Eusebio Sempere, Francisco Sobrino, Antoni Tàpies, Ricardo Zamorano, N.B. MORENO GALVÁN, J. M.: 1964, s.p. 29 Id. 30 VERGNIOLLE, M.: 2008, p. 186.

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que el alcance real de esas iniciativas fue bastante limitado, precisamente por el público progresista al que se destinaban: “Tienen lugar en Francia y en Italia, país donde existe un público dispuesto a acogerlas con simpatía, a asegurar su éxito, un público en definitiva ya informado, por lo menos parcialmente, de las realidades del régimen franquista y de las manipulaciones políticas a la que se dedica a costa de los éxitos de sus artistas, un público dispuesto a ofrecer su apoyo. Las exposiciones son útiles en efecto, a la causa del antifranquismo, pero no crean nuevas situaciones en las opiniones públicas”31.

CONCLUSIONES La actividad de los artistas españoles en Italia, tal como he descrito, confirma la esperada asimetría entre dos países que, en la década de los cincuenta, se encontraban en momentos muy distintos desde el punto de vista político y cultural. Frente al tradicionalismo de la política cultural franquista, y a pesar de los intentos del régimen por disimularlo, la joven democracia italiana es en estos años un auténtico hervidero de ideas de vanguardia. Recupera así el magisterio artístico que había perdido a finales del siglo XIX, cuando París sustituyó a Roma como destino para la formación de nuestros artistas. Pintores, escultores y compositores acuden, por tanto, a las más prestigiosas instituciones italianas (academias, Bienales, galerías…) para iniciar sus carreras internacionales o, al menos, acercarse a las tendencias más vanguardistas del arte europeo. En ambos casos, Italia tiene un papel más importante al inicio de sus carreras (formación y primeras obras de madurez), pues luego se orientaron hacia otros lugares, coincidiendo con la disolución de sus respectivos grupos. Sin embargo, este 31

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primer acercamiento revela ya una diferencia fundamental entre la relación que establecen músicos y artistas plásticos con Italia. Para los primeros, su motivación principal es el perfeccionamiento de su formación, así como la posibilidad de obtener encargos y/o premios de obras en circuitos independientes del poder político. Los artistas visuales también se prodigaron en galerías privadas italianas, pero, por lo general, ganaron su prestigio internacional a través del apoyo oficial que les permitió participar en las grandes exposiciones, como la Bienal de Venecia. No parece casual que, en su nueva estrategia de propaganda, el régimen franquista se decantase por las artes plásticas antes que por la música. El carácter abstracto de la música culta, así como la brecha abierta entre los compositores contemporáneos y el público dificultaban su apropiación por parte de la dictadura. El movimiento informalista, en cambio, permitía vender en el exterior la imagen de un país moderno, inserto en el contexto cultural europeo. Su lenguaje abstracto era una ventaja para ambas partes: unos podían expresar su oposición política con cierto disimulo, mientras que las autoridades miraban hacia otro lado. Al final, la instrumentalización política de esas nuevas vanguardias acabó siendo muy evidente, y produjo el distanciamiento de los artistas plásticos, muchos de los cuales salieron de España, hacia París o Estados Unidos. No hemos hablado aquí de las influencias estilísticas que pudieron tener los artistas italianos sobre sus colegas españoles: nombres ya citados como Fontana o Burri y, sobre todo, algunos notables compositores que conocieron nuestros músicos durante su periodo de formación (Luciano Berio, Bruno Maderna, Petrassi…). Algunos de ellos interpretaron, además, obras de autores españoles (por ejemplo, Maderna dirige y estrena muchas obras de Luis de Pablo), contribuyendo con ello a la difusión de su obra en Italia. Estas cuestiones, al igual que otras tan relevantes como el papel de la crítica española

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y extranjera, quedan pendientes para futuros desarrollos de esta investigación. En conclusión, y pesar de lo anterior, podemos señalar la “espontaneidad” relativa de estos intercambios artísticos: ya sea de manera individual o colectiva, el interés de los artistas españoles con Italia surge de una motivación estrictamente profesional. Es posteriormente cuando adquiere las contradictorias connotaciones políticas que he señalado, en términos de resistencia antifranquista y de manipulación propagandística por parte del Estado. El prestigio de la cultura italiana, abierta más que nunca a la vanguardia, era muy atractivo para los artistas españoles. Y el régimen de Franco no podía desperdiciar esa oportunidad. BIBLIOGRAFÍA BASCONE, Arnaldo y DELL’ACQUA, Gian Alberto: Exposición de jóvenes pintores italianos. Madrid, Dirección General de Bellas Artes/Instituto Italiano di Cultura, 1964. DELL’ACQUA, Gian Alberto: Exposición de jóvenes pintores italianos. Madrid, Dirección General de Bellas Artes/Instituto Italiano di Cultura, 1963. DÍAZ SÁNCHEZ, Julián y LLORENTE, Ángel: La crítica de arte en España: (1939-1976). Madrid, Akal, 2004. GONZÁLEZ ROBLES, Luis: España en la XXIX Bienal de Venecia. Madrid, Dirección General de Relaciones Culturales, 1958. LLORENS, Tomás: “Vanguardia artística y política en la dictadura franquista: los años sesenta”, en España. Vanguardia artística y realidad social: 1936-1976. Barcelona, Gustavo Gili, 1976. MARCO, Tomás: Carmelo A. Bernaola. Madrid, Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultura, 1976. —Música española de vanguardia. Madrid, Guadarrama, 1970. MORENO GALVÁN, José María: “Significado de una cultura libre”, en España libre, esposizione d’arte spagnola contemporánea [catálogo]. Rimini, 1964, s.p.

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EL CINE ITALIANO EN LA ESPAÑA DEL SEGUNDO FRANQUISMO (1960-1975)

MATTEO RE Universidad Rey Juan Carlos

La tradición cinematográfica italiana ha tenido una importante y constante presencia en el territorio español ya desde el periodo de la Guerra Civil. Con la llegada del fascismo en Italia, en 1922, la inversión por parte del régimen en el cine fue bastante limitada. La producción entre 1923 y 1935 no alcanzó sino pocas decenas de títulos y su calidad era generalmente baja. En los años veinte, la preocupación principal de Mussolini y sus hombres, tal y como destaca Gian Piero Brunetta, se centró en el control moral de las películas, más que en la utilización del cine como apoyo a la iniciativa fascista1. Con el paso del tiempo, y aunque Benito Mussolini no creyese en la importancia del séptimo arte como arma de propaganda política, es evidente que éste fue paulatinamente utilizado con la intención de orientar la opinión de las masas, especialmente las menos cultas. Fue así que se comenzó a utilizar L’Unione Cinematografica Educativa (LUCE), una institución pública cuyo objetivo en un principio era didáctico e informativo, pero que pronto fue escorando hacia la propaganda más absoluta. Los primeros “cinediarios” (una especie de telediarios proyectados en los cines) remontaban al año 1927 y describían a Italia como el mejor de los lugares posibles, como un país capaz de lograr los máximos éxitos en la ciencia, en el deporte, en la tecnología, en la industria, etc. Temas como la pobreza, el analfabetismo, las enfermedades o el desempleo nunca aparecían. 1

BRUNETTA, G. P.: 1991, p. 154.

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Todo relucía en una imagen de nación compacta, poderosa y opulenta. LUCE utilizó la misma técnica de edulcoración de la realidad en España durante la Guerra Civil2. Las imágenes grabadas en tierra española por el Ufficio Stampa e Propaganda (USP) eran enviadas a Roma y montadas en el Instituto LUCE. El resultado final era una manipulación audiovisual en la que los italianos podían contemplar las hazañas de sus soldados, y la población española ver las excelencias del fascismo3. Se produjeron así ¡Arriba España! Scene della guerra civile in Spagna (1936), Le organizzazioni falangiste a Palma de Majorca (1936), I due volti della Spagna (1936), Amanecer en España (1937), Liberazione di Bilbao (1937), La liberazione di Gijón (1937), La liberazione di Malaga (1937), Sulle soglie di Madrid La Dolorosa (1937), Battaglia dell’Ebro (1938), I fidanzati della morte (1938), Cielo spagnolo (1938), Barcelona (¡España, una, grande, libre!) (1939), Occupazione di Madrid (1939), Volontari (1939), No pasarán (1939)4. En ese mismo periodo, se distribuían en España algunas películas italianas de ficción en las que se alababan el valor y la integridad de los fascistas: Camisa negra, (Camicia nera, 1933), El escuadrón blanco (Squadrone Bianco, 1936), La gran llamada (Il grande appello, 1936), Escipión el Africano (Scipione l’Africano, 1937), Zapatos al sol (Scarpe al sole, 1935), L’anonima Roylott (1936), ¡Vivir! (Vivere, 1937)5. Después del acuerdo firmado por el Ministro de Cultura Popular del fascismo, Dino Alfieri, y el jefe de los Servicios de Propaganda franquista, Dionisio Ridruejo, se rodó la primera película franco-fascista: Los hijos de la noche / I figli della notte (1939) dirigida por Aldo Vergano y Benito Perojo6. En realidad, no 2 Para profundizar el estudio de la presencia del Istituto LUCE en la guerra civil española véase MONGUILOT BENZAL, F.: 2009, pp. 58-69. 3 GARCÍA SANZ; F.: 1990, pp. 265-267 4 PIZARROSO QUINTERO, A.: 1990, p. 275. 5 DIEZ PUERTAS, E.: 2002, p. 106. 6 Aldo Vergano, de orientación comunista, logró sin embargo producir películas durante el fascismo con la directa financiación del régimen. Una

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se trataba de ningún largometraje abocado al proselitismo franco-fascista más descarado, sino de un claro ejemplo del denominado cine de los “teléfonos blancos”. Así se llamaba aquella cinematografía tan de moda en aquella época en Italia, basada en un guión de sencillas historias en el que se mostraba una época de euforia y de opulencia, que poco tenía que ver con una nación a punto de emprender un camino tortuoso hacia un conflicto mundial (Italia) y un país arrodillado por las profundas heridas producidas por una Guerra Civil (España). Hasta la caída de Mussolini −encarcelado por orden del rey Víctor Manuel III tras el voto de censura del Gran Consejo Fascista el 25 de julio de 1943− las películas que preveían algún tipo de colaboración paralela italo-española se dividieron en tres categorías, tal y como señala Emeterio Diez Puertas: las películas coproducidas por empresas italianas y empresas españolas como CIFESA, Duro Films, Producciones Hispánicas y Ulargui; las películas en versión española e italiana producidas por empresas italianas; y las películas de producción italiana que contrataban artistas españoles7. En ese periodo Italia logró situarse como tercer suministrador de películas a España. Una vez que las tropas nazis liberaron a Mussolini de su cautiverio y éste, tras reunirse con Hitler y bajo su empuje, formara la República Social Italiana, Franco rechazó reconocer a este estado fetiche. Por su parte las tropas Aliadas, una vez liberada Roma, bloquearon Cinecittà, aquellos estudios de producción cinematográfica que el mismo Duce había mandado construir en 1937 para contrarrestar el poderío de Hollywood8.

vez terminada la Segunda Guerra Mundial y con la vuelta de la democracia en Italia, rodó su largometraje de mayor nivel artístico: Il sole sorge ancora, una de las piezas fundamentales del Neorrealismo. 7 DIEZ PUERTAS. E.: 2002, 109. 8 El ejército nazi depredó Cinecittà llevándose todo el material para la producción de películas y dejando así cerrado el mercado cinematográfico italiano hasta el final del conflicto.

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VITA COTIDIANA EN LA GRAN PANTALLA El final de la Segunda Guerra Mundial coincidió en Italia con uno de los periodos cinematográficos de mayor fervor cultural. Ya a partir de los últimos meses del conflicto, en Roma, ciudad que llevaba pocos meses liberada de las tropas alemanas, Rossellini rodó Roma città aperta, primera obra del cine Neorrealista. En España el franquismo se había instaurado en el poder y una de las primeras medidas en el ámbito cinematográfico llevada a cabo por el régimen fue preservar la producción española implantando una rígida política proteccionista: la cuota de pantalla obligaba a proyectar un porcentaje de cine nacional a lo largo de cierto periodo de tiempo9. A pesar de esta medida, el número de películas producidas en España se mantuvo relativamente bajo, así como se puede ver en el siguiente cuadro: Películas españolas producidas anualmente10 Año 1939 1940 1941 1942 1943 1944

Películas 10 24 31 52 49 33

Año 1945 1946 1947 1948 1949 1950

Películas 31 38 39 44 36 45

En Italia, la producción cinematográfica era más abundante:

Hacia el año 1941 se impuso una semana de proyección de cine español por cada seis de cine extranjero, pero más tarde, en 1944, se pasó a cinco semanas. 10 Datos presentes en el Anuario de la Cinematografía Española, Madrid, 1950. 9

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Películas italianas producidas anualmente tras el final de la Segunda Guerra Mundial11 . Año 1945 1946 1947 1948 1949 1950

Películas 25 62 67 54 94 104

Con la llegada del Neorrealismo se proyectaron las penurias presentes en la península italiana en los años de posguerra. Junto con las estrecheces económicas, se describían la falta de solidaridad entre los ciudadanos, el egoísmo, la desesperación, la incapacidad de retomar el rumbo de la vida tras la barbarie sufrida durante el conflicto bélico y los veinte años de régimen fascista. La única pizca de positividad llegaba de los niños, cuya tarea era la de crear unas futuras generaciones mejores que la de sus padres. A pesar de la notable consideración artística de la que gozaba el cine neorrealista, el público no respondió de manera favorable y la recaudación se mantuvo relativamente baja. Exceptuando a Ladri di biciclette (El ladrón de bicicletas) y a Riso amaro (Arroz amargo), que atrajeron a un considerable número de espectadores, las demás producciones no tuvieron un impacto positivo ni con el público ni con la clase política de la época12. Giulio Andreotti, en aquel entonces Secretario adjunto a la Presidencia del Consejo de Ministros (1947-1953), tras haber visionado Umberto D. de Vittorio De Sica, declaró: “si es verdad que los males se pueden combatir poniendo al DI GIAMMATTEO, F.: 1994. P. 113. Los dos mayores fracasos de la época fueron las películas La terra trema (1948) de Luchino Visconti y Francesco Giullare di Dio (1950) de Roberto Rossellini. La primera costó 120 millones de liras y recaudó, en cinco años, tan solo 35 millones; la segunda costó 211 millones y recaudó 26. 11 12

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desnudo los aspectos más crudos, también es verdad que si en el mundo la gente pensara que la que está representada en Umberto D. es la verdadera Italia de mitad del siglo XX, De Sica habrá rendido un pésimo servicio a su patria”13. No contar con el apoyo del gobierno hacía tremendamente difícil la distribución de aquellas películas y su aceptación por parte de la censura14. Desde un punto de vista comercial más amplio, sin embargo, “el éxito artístico de algunas películas que recaudaban poco en Italia y en el extranjero ayudaba a que aumentara el prestigio del cine italiano, y como consecuencia contribuía a las recaudaciones de las películas más comerciales”15. Es indudable que el cine italiano se dio a conocer en todos sus aspectos gracias a que el Neorrealismo logró romper las fronteras cinematográficas italianas. Ya a mediados de los años cincuenta, la fórmula del Neorrealismo empezó a entrar en crisis. Esa involución se debió a varios factores: al aumento de la censura estatal cuya tarea era la de preservar los valores católicos presentes en un país dominado políticamente por la Democracia Cristiana; a las escasas recaudaciones de taquilla que llevaron a muchas productoras a abandonar ese tipo de cinematografía y a promover unos trabajos más afines con el gusto del público. Al margen de estas dos consideraciones hay que añadir una tercera, menos evidente quizás, pero fundamental para entender el declive del Neorrealismo: los directores que desde 1945 se habían aventurado en ese nuevo cine −de manera espontánea y sin ninguna pretensión de crear un género unívoco−lo habían he13 Véase el artículo “Piaghe social e necessità di redenzione” publicado por el mismo Giulio Andreotti en la revista católica Libertas, nº1, 7-28 de febrero de 1952, p. 5. 14 La ley n. 958 del 29-12-1949, propuesta por el mismo Giulio Andreotti, declaraba que antes de que una película pudiera lograr financiación pública, su guión tenía que ser aprobado por una comisión estatal. 15 WAGSTAFF, C.: 1996, p. 160

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cho mirando a la realidad, representándola tal y como la veían, sin maquillarla, incluyendo aquellos “aspectos más crudos” tan criticados por Andreotti. A principio de la década de los cincuenta, la situación socio-económica de Italia había cambiado, y más lo haría en los años siguientes. Representar a un país prostrado, vulnerado por los bombardeos, hambriento, sin esperanza, poco desarrollado, infeliz, insolidario, ya no tenía sentido, esa Italia ya no existía. El país iba recobrando fuerza y credibilidad, tanto es así que en 1957 fue uno de los fundadores de la Comunidad Económica Europea, albergando en Roma la firma de los tratados entre los seis países signatarios. Ya en la primera mitad de los años cincuenta se pasó al denominado Neorrealismo Rosa, cuyos largometrajes más representativos fueron la trilogía Pane amore e fantasia (1953, Luigi Comencini), Pane amore e gelosia (1954, Luigi Comencini), Pane amore e… (1955, Dino Risi) y Poveri ma belli (1957, Dino Risi). Incluso en los títulos se ve que la actitud era diferente: si pocos años antes se hablaba de Germania anno zero (1948, Roberto Rossellini), Non c’è pace tra gli ulivi (1950, Giuseppe de Santis), Gioventù perduta (1947, Pietro Germi), Anni difficili (1948, Luigi Zampa), Achtung! Banditi! (1951, Carlo Lizzani), ahora tenemos algo para comer (el pan) y algo que nos llene el corazón (el amor), sin olvidarnos de la fantasía, que nunca les ha faltado a los italianos y que parece especialmente activa en un momento histórico tan delicado. Los italianos siguen siendo pobres, pero por lo menos son guapos, tal y como nos transmite, de una manera divertida y un poco fardona, Dino Risi en Poveri ma belli; se intenta sacar el lado positivo de la vida, sin atrincherarse en la autoflagelación sino intentando reaccionar a las adversidades. La sociedad italiana estaba cambiando de una manera rápida. El surgimiento de una clase media cada vez más abundante imponía que ésta se convirtiera en la protagonista de las nuevas películas sustituyendo al pueblo llano que había protagonizado la mayoría de las producciones de posguerra. El mundo ru-

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ral (tan presente en las películas neorrealistas) iba cediendo paso a la sociedad industrializada concentrada en las grandes ciudades, protagonista además de un imponente fenómeno de emigración interna que llevó a la movilización interregional de 10 millones de personas entre 1956 y 196116. Los nuevos representantes de una sociedad en continuo movimiento eran los “vitelloni”, aquellos jóvenes representados por Federico Fellini en la homónima película rodada en 1953: muchachos convertidos en desanimados espectadores de sus propias vidas y no como intérpretes principales de la misma; unos verdaderos “inútiles”, según la propia traducción al español, unos parásitos sociales engendrados por el lugar en el que vivían17. Pero también estaban los que miraban a Estados Unidos como al país que había que emular, especialmente en el estilo de vida, tal y como intentaba hacer Nando Mericoni (interpretado por Alberto Sordi) en Un Americano a Roma (1954, Steno). Se llegó así al denominado “milagro económico”, un periodo que se suele enmarcar entre los años 1957 y 1963 y que fue caracterizado por un tanto excelente como rápido desarrollo de la economía del país. El cine no pudo evitar fotografiar ese momento histórico, pero no lo hizo casi nunca alabando los logros alcanzados por una sociedad capaz de rebrotar tras una guerra mundial y veinte años de fascismo. Se adoptaron dos perspectivas complementarias y críticas: una que se remontaba a la doctrina filosófica existencialista, cuyos rasgos más celebrados imponían un sentimiento de angustia interior producida por una crisis social generalizada. La otra dejaba a la ironía la tarea de criticar la inmoralidad italiana (no ha de entenderse como inmoralidad religiosa, sino como falta de ho16 Datos en GINSBORG, p. 1989, p. 591. Los flujos migratorios más abundantes se dieron entre 1955 y 1981. En total alcanzaron la cifra de 39.422.600 personas. Las regiones que más vieron incrementado el número de su población fueron las del noroeste: Milán pasó de 1.274.245 habitantes en 1951 a 1.681.045 en 1967; Turín de 719.300 a 1.124.712 en el mismo periodo. 17 RIPALDA, M.: 2005, p. 103.

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nestidad moral y material). El primer grupo albergaba algunos entre los máximos exponentes de la cinematografía italiana de aquella época (que perduraría hasta finales de los años sesenta): Federico Fellini con La dolce vita (1960), Luchino Visconti con Rocco e i suoi fratelli (1960) Michelangelo Antonioni con Il grido (1956), L’avventura (1960), La notte (1961), l’eclisse (1962), Deserto rosso (1964), Marco Bellocchio con I Pugni in tasca (1965), La Cina è vicina (1967), Amore e rabbia (1969), Bernardo Bertolucci con Prima della rivoluzione (1964). En el otro grupo destacan los autores de la commedia all’italiana, aquel género cinematográfico caracterizado por una mordaz ironía, un elevado sentido del humor, y al mismo tiempo una pizca de amargura y de melancolía18. La víctima del sarcasmo era la sociedad en la que cada espectador se veía obligado a vivir; trasposición fiel (aunque exagerada) de la Italia de aquel periodo. En Il sorpasso, Vittorio Gassman, quien interpreta a un sin vergüenza y al mismo tiempo atrevido personaje, fiel representante de la nueva Italia, maleducada y arribista, dice a un tímido y joven Jean-Louis Trintignant, alter ego de aquel país que está a punto de extinguirse, en el cual el espíritu rural, la cortesía, la honradez y la honestidad eran las características más preciadas: A mi Modugno me gusta, “Un uomo in frack” me vuelve loco, porque parece una memez, pero allí está todo: la soledad, la falta de comunicación, y luego esa otra cosa, que está tan de moda hoy… la alienación, como en las películas de Antonioni. ¿Has visto L’eclisse? Yo me quedé dormido, me pegué una buena siesta…19 18 Entre los directores más exitosos de la comedia italiana destacamos a Luigi Comencini con Tutti a casa (1960), a Dino Risi con Il sorpasso (1962) e I mostri (1963), y a Mario Monicelli, autor de I soliti ignoti (1958), La grande guerra (1959) o L’armata Brancaleone (1965), entre otras películas. 19 Modugno es Domenico Modugno, célebre por su actuación en el Festival de San Remo de 1958 con uno de sus mayores éxitos: Nel blu dipinto di blu, más conocido por el estribillo “Volare”.

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La sociedad estaba cambiando y Gassman representaba la parte menos culta y más superficial de la clase media nacional. Entre estos dos filones que acabamos de analizar se movía el cine italiano desde la posguerra hasta finales de los años sesenta. Con la llegada de los años setenta el cine italiano se hizo más reivindicativo, más politizado. La violencia política caracterizó aquella época: grupos de extrema derecha y ultra izquierda habían formado organizaciones armadas que comenzaron a atentar desde diciembre de 1969. La situación no volvería a la normalidad hasta 1988. El Estado, por su parte, parecía incapaz de garantizar la seguridad de sus ciudadanos. El aumento exponencial de los secuestros de personas fue más que uno entre los muchos delitos en auge en aquel periodo. Algunos directores trasladaron a la pantalla esa sensación de inquietud. Marco Ferreri (del que se destacarán más adelantes las producciones italo-españolas) rodó Dillinger è morto (1969) y La grande abbuffata (1973); ambas producciones subrayaban la infeliz situación en la que se vivía en aquel momento utilizando numerosas metáforas (la huida en el mar como símbolo de una huida de la humanidad violenta y cruel, en el primero; una comilona que no para ni siquiera delante del colapso de los comensales por haber comido demasiado, en la segunda). Elio Petri denunciaba la prevaricación de algunos pocos privilegiados en Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto (1969), mientras que en La classe operaia va in paradiso (1971) y La propietà non è più un furto (1973) solidarizaba con las clases sociales más desfavorecidas. EL INGRESO DEL CINE ITALIANO EN ESPAÑA Desde principio de los años cincuenta, gracias especialmente a la labor de los directores del Instituto Italiano de Cultura de aquel entonces, Mario Penna (1946-1950) y Luigi Rivara (1950-1956) (esta institución tendrá mucha importancia

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a la hora de difundir el cine italiano durante el franquismo), algunos de los máximos representantes del cine transalpino viajaron a España para presentar sus trabajos, no sin sufrir previamente el corte de algunos metros de película por parte de la censura estatal20. Zavattini, Blasetti, De Sica, Germi, Cerchio llevaron algunas producciones neorrealistas que atrajeron el interés entre los miembros del denominado “cine de la disidencia”, aquella generación de directores deseosos de una renovación del cine español que pedía al régimen una apertura ideológica y menos censura a la hora de juzgar sus trabajos. El momento más trascendental se dio durante la celebración de las Conversaciones Cinematográficas en Salamanca en 1955. Los cineastas participantes presentaron un manifiesto en el que reivindicaban un cine más vinculado a la realidad española de la época y menos encorsetado, tal y como se estaba haciendo en Italia en los últimos tiempos. Sin embargo, la censura impidió que el Neorrealismo se desarrollara en plena libertad e hizo que cediera el paso a otro tipo de producción. Por otra parte, influencias de ese tipo de filmografía transalpina son evidentes en películas como Muerte de un ciclista (1955) y Calle Mayor (1958) de Juan Antonio Bardem, Surcos (1951) y El inquilino La importancia del Instituto Italiano de Cultura en aquella época, como fuente de difusión del cine italiano fue vital. Para dar a conocer el Neorrealismo, por ejemplo, se organizó la Primera Semana de Cine Italiano en Madrid (noviembre de 1951). Intervinieron directores del calibre de Zavattini y Lattuada presentando sus producciones. Véase AÑOVER DÍAZ, R.: 1991, p. 1363. Ya en los últimos años del franquismo, sin embargo, el Instituto italiano de Cultura de Madrid se convirtió en una isla de libertad intelectual en la que fue posible ver películas del calibre de Saló y Decameron de Pasolini, L’ultimo tango a Parigi de Bertolucci (la manera más cómoda para verla sin pasar por el Isntituo Italiano era ir hasta Andorra) e incluso Belle de Jour de Buñuel. Al estreno (denominado “seratina”) asistían bajo invitación los representantes del mundo cultural, empresarial, eclesiástico y político del país; en los días siguientes podían participar los socios del Instituto (las proyecciónes solían ser siete en total: el estreno y otras seis repartidas entre tarde y noche durante tres días). Como es lógico, no se hacía ningún tipo de propaganda de estas proyecciones. 20

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(1957) de José Antonio Nieves Conde, Los golfos (1959) de Carlos Saura. Sin embargo, según Enrique Monterde ni siquiera en los casos más conspicuos de interés pro-neorrealista, como los que acabamos de citar, podemos hablar de un neorrealismo a la española, ya que las circunstancias contextuales resultaban muy diferentes”21. Fue el ya mencionado Marco Ferreri quien dejó su huella más directa en el cine ibérico al dedicarse a una producción directamente española en sus primeros años de actividad. De hecho, dio sus primeros pasos en el mundo del cine justamente en España produciendo una trilogía compuesta por El pisito (1958), Los chicos (1959) y El cochecito (1960). A pesar de la importante colaboración con el escritor Rafael Azcona (autor de los guiones de las tres películas)22 encontrar una productora no fue fácil. El primer intento de producir El pisito fue rechazado por la cinematográfica UNINCI a la que el mismo Ferreri se había dirigido ya que se trataba de una empresa, según las palabras de uno de sus fundadores, Ricardo Muñoz Suay, “cuyas señas de identidad iban emparentadas con una calificación política antifranquista”. Muñoz Suay contó, años más tarde, lo que pasó con Ferreri: Marco en 1958 me llamó […] me proponía que UNINCI se hiciera cargo, en parte, de la producción de su proyecto […] La realidad es que nadie se preocupó por El pisito. Y ese rechazo fue el primer síntoma de que UNINCI se aislaba, se alejaba de un nuevo cine que todavía no había nacido, pero que sus primeros cineastas se iban agrupando alrededor de Ferreri. Los que, poco después, iban a comenzar sus carreras profesionales, intuían que Marco se situaba lejos de las formulaciones que nosotros manteníamos, preocupados con

GUBERN, R., MONTERDE, J.E., PEREZ PERUCHA, J., RIAMBAU, E., TORREIRO, C.: 2005, p. 280. 22 MICCICHÉ, L.: 1995, p. 163. 21

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nuestros esquemas de un cine “comprometido” que, a la larga, ni tuvo repercusiones creadoras ni aceptación pública23.

La producción de las películas de Ferreri se la repartieron finalmente Documento Films, Época films S.A. y Films 59. La originalidad de esas producciones realizadas por el binomio Ferreri-Azcona residía en la mezcla entre Neorrealismo tardío y comedia absurda con un toque esperpéntico que creaba ese “humor negro” tan característico no sólo en Ferreri sino en mucho cine español e italiano de la época24. La producción española ya desde finales de los años cuarenta mantuvo una gran dependencia del extranjero debido a su incapacidad de dotarse de material técnico, pero por culpa del aislamiento en el que se encontraba el país, no fue fácil enlazar unos contactos para crear coproducciones. Fue a partir de mediados de los cincuenta cuando esa tendencia empezó a cambiar ya que solo desde marzo de 1951 retornaron a España los embajadores de los principales países pertenecientes al bloque occidental una vez que la ONU quitara las sanciones contra la nación franquista. Desde entonces, poco a poco empezaron también los primeros síntomas de oposición al régimen: los obreros antes (en 1951) y los estudiantes después (en 1954, pero especialmente en febrero de 1956) se manifestaron incluso de manera violenta. El retraso económico seguía siendo evidente, tanto es así que España se colocaba como uno de los países más atrasados de Europa, superada solamente por Portugal e Irlanda. La población agraria había descendido del 51,9% en 1940 al 41,7% en 1960, mientras que el sector industrial creció del 48,1% al 58,3% en esos veinte años25. Esos movimientos poblacionales habían producido una nueva serie de problemas MUÑOZ SUAY, R.: 1990, p. 41. GRANDE, M.: 1985, pp. 81-84. 25 Se produjo un crecimiento desordenado de las ciudades: Madrid, solo para poner un ejemplo, pasó de 2.260.000 de habitantes en 1960 a casi 3.000.000 en 1975. 23 24

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hasta entonces desconocidos: la necesidad de realojar una población cada vez menos rural y más urbana y la obligación por lo tanto de edificar rápidamente nuevas viviendas en las principales ciudades del país. Hacía falta también una labor de adaptación de los emigrantes a sus nuevas vidas alejadas del campo y sumergidas en un entorno industrial desconocido para ellos. Los desequilibrios regionales se agudizaron. El cine se adaptó al cambio y en las pantallas se comenzó a ver representada esta nueva vida, estos nuevos ciudadanos un poco torpes en sus trajes y corbatas y las manos callosas por el duro trabajo en los campos llevado a cabo hasta aquel momento. Pero lo que cambió la perspectiva del cine de aquella época, o por lo menos uno de los factores más relevantes, fue la apertura del país hacia el exterior. Ese cambio paulatino se dio principalmente gracias a dos fenómenos: la emigración hacia Europa y la llegada del turismo internacional. Se trataba pues de dos maneras para que los españoles conectaran con los países colindantes ya fuera a través de los cuentos de los emigrantes que se habían marchado a algún país de Europa o gracias a los turistas que veraneaban cada año en las playas españolas. Tras el plan de estabilización (1959-1961), la economía vivió su periodo más álgido en muchos años, lo que permitió una modernización del país: la producción industrial aumentó entre 1960 y 1973 a una tasa anual del 10%. En 1970 las tres cuartas partes de la población laboral trabajaba en la industria y en los servicios, el 75% de los españoles en el momento de la muerte de Franco vivía en la ciudad. En los hogares se notó esa mejora económica: si en 1960 solo el 4% de la población tenía automóvil en 1975 el porcentaje había subido al 45%; en el mismo periodo se pasó del 1 al 85% de hogares con televisión. La renta per cápita, que en 1960 era de 300 dólares, en 1975 llegaba a 2.486 dólares26.

26

FUSI, J. P. y PALAFOX, J.: 1997, p. 311.

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En el cine, en la década de los sesenta, se estaba empezando a desarrollar el denominado Nuevo Cine Español, cuyos representantes buscaban una manera más original, o quizás atrevida, de expresar las inquietudes personales y sexuales de su generación. Las dos primeras películas del NCE (1962) tuvieron alguna relación con Italia: Los que no fuimos a la guerra de Julio Diamante fue seleccionada para el Festival de Venecia, mientras que Noche de verano fue dirigida por Jorge Grau, director que se formó en el Centro Sperimentale de Roma y tenían entre sus guionistas a Claudio Barbati y a Fernando Morandi, mientras que entre los actores destacaba Gian Maria Volonté, acompañado por las italianas Marisa Solinas, Lidia Alfonsi, Rosalba Neri, una cantidad de italianos realmente elevada. Un año más tarde, Rigueiro produjo El buen amor, centrado en el contraste entre amor e incomunicabilidad, entre vida de pareja y soledad. La influencia de Antonioni en ese largometraje es más que evidente, y lo será en una parte considerable de aquellas producciones cinematográficas. Mario Camus debutó en 1963 con Los farsantes, una obra que recuerda Luci del varietà de Fellini en ese deambular de una compañía teatral de pueblo en pueblo en búsqueda de dinero para seguir adelante. Berlanga rodó ese mismo año El verdugo, una coproducción italo-española en la que participó como actor Nino Manfredi al lado de un brillante Pepe Isbert, en un intento nada disimulado de criticar el franquismo en pleno periodo de régimen. La película no fue bien recibida por algunos altos mandatarios de Franco, y provocó el rechazo absoluto por parte del embajador español en Italia, Sánchez Bella. En lo relacionado con la difusión de la producción italiana en aquel periodo (1960-1975) tenemos que distinguir entre dos tipologías de películas: las de autor y las de calidad infinitamente más baja pero con un éxito de taquilla bastante considerable. A pesar de la censura (algunas películas no fueron nunca proyectadas en Españas mientras que otras lo fueron muchos años después de su producción y tras varios cortes en la cinta), podemos decir que una parte importante de la filmografía

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italiana de la época logró estrenarse en España, dándose a conocer así los principales trabajos (pero no todos) de Antonioni, Bellocchio, Risi, Rosi, Damiani, Pasolini, Monicelli, Fellini (no La dolce vita cómo veremos), pero también a actores tan importantes como Totò, Marcelo Mastroianni, Sophia Loren, Nino Manfredi, Vittorio Gassman, Gina Lollobrigida, etc. Para el listado completo de todas las películas italianas estrenadas en España entre 1960 y 1975 véanse las tablas al final del capítulo.

Rueda de prensa con Sophia Loren en el festival de San Sebastián de 1974. [Filmoteca española]

LOS PROBLEMAS CON LA CENSURA A partir de los primeros años de la década de los sesenta, una práctica muy odiada –la censura−fue suavizándose paula-

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tinamente para volver a imponerse con toda su intransigencia a partir de 1967 y hasta el final del franquismo. La práctica censoria en España durante la dictadura de Franco empezó con el decreto de 21 de marzo de 1937 que creó los Gabinetes de Censura Cinematográfica de Sevilla y La Coruña. Esta división se debía a que el territorio estaba repartido entre el general Queipo de Llano (Sevilla) y Mola (La Coruña). Sin embargo, el 18 de noviembre de ese mismo año, se creó la Junta Superior de Censura Cinematográfica en Salamanca, lo que llevó a la desaparición del Gabinete de La Coruña mientras que el de Sevilla pasó a depender de este nuevo ente administrativo27. Una de las disposiciones más perjudiciales para la libertad de producción se exponía en el artículo 2: “todas las películas importadas para su proyección en territorio nacional, así como las producidas en el mismo, deberán ser sometidas al Gabinete de Censura de Sevilla. Las que tengan un carácter de propaganda social, política o religiosa, así como los noticiarios, serán censurados por la Junta Superior de Salamanca. Asimismo serán sometidos a ésta los guiones, argumentos, etc., y aquellas películas que se produzcan en el territorio liberado”.

Como es evidente, este tipo de medidas frenaron drásticamente la entrada del cine italiano en España. En los primeros años de posguerra siguieron comercializándose las producciones fascistas, ya que era el único mercado posible una vez terminada la Segunda Guerra Mundial para todas aquellas películas rodadas bajo el régimen de Mussolini28. Con el paso del tiempo, el cine italiano se vio obstaculizado por la censura española y así, producciones entre las más entrañables del cine GUBERN, R.: 1981, pp. 24-25 El estreno de L’assedio dell’Alcazar de Genina, en 1968, con un evidente retraso sobre el resto de producción fascista, demuestra que ese tipo de filmografía, ya a finales de los años sesenta, seguía reflejando el gusto cinematográfico del régimen. 27 28

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Neorrealistas, pudieron ser distribuidas solo años después de su estreno en los cines italianos (Roma città aperta en 1969, Riso amaro en 1970). Lo mismo le pasó a obras entre las más representativas del cine de autor. Valga el ejemplo de La dolce vita de Federico Fellini, que vio la luz en territorio ibérico solamente en 1980, veinte años después de su estreno en Roma. La calificación de obscena por parte del periódico del Vaticano, L’Osservatore Romano, impidió que la obra maestra de Fellini se proyectará antes en las salas cinematográficas españolas. Las películas de cine de autor que pasaron la censura estatal se encontraron con la oposición moral por parte de la Iglesia. La censura eclesiástica consideró como gravemente peligrosas obras tan representativas del cine italiano como I pugni in tasca de Bellocchio, Il grido e Il deserto rosso de Antonioni, Prima della rivoluzione de Bertolucci, Riso amaro de De Santis, Mimì metallurgico ferito nell’onore de Lina Wertmuller, Amarcord de Fellini, Ieri, oggi, domani de De Sica, Divorzio all’italiana de Pietro Germi, Senso de Visconti. Ese tipo de censura solía ser bastante severa. Atribuía a las películas una de las siguientes calificaciones: 1, película para todos los públicos; 2, película para jóvenes (14 años); 3, película para mayores (21 años); 3-R, película para mayores, con reparos; 4: película gravemente peligrosa. Si analizamos la totalidad de las películas italianas estrenadas en España entre 1960 y 1975 veremos que las que lograron la categoría 1 fueron tan solo 17, mientras que la clasificación más recurrente fue la de entre 3 y 3-R. Para que nos hagamos una idea, clásicos del cine como Los pájaros, Ciudadano Kane, Casablanca recibieron un 3, mientras que Lo que el viento se llevó, Con faldas y a lo loco y American Graffiti un 3-R. En 1946 la Junta Superior de Censura Cinematográfica cambió su nombre pasando a ser Junta Superior de Orientación Cinematográfica, con la desaparición de la palabra “censura”, aunque en la práctica todo seguía igual que antes. Importante fue también la actividad del doblaje. Según las normas, queda-

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ba “prohibida la proyección cinematográfica en otro idioma no castellano”. De esta manera, cabía la posibilidad de modificar los diálogos más comprometidos e incluso añadir voces en off, tal y como pasó en Ladri di biciclette de De Sica, donde en la escena final, cuando el hijo coge de la mano al padre rescatándole de una muchedumbre enfadada con él por el intento de robo de una bici, se oye la siguiente frase cargada de fe cristiana, ausente en la versión original italiana: “el mañana parecía lleno de angustia ante este hombre, pero ya no estaba solo. La cálida manecita del pequeño Bruno entre las suyas, hablábale de fe y esperanza en un mundo mejor. En un mundo donde los hombres llamados a comprenderse y a amarse lograrían el generoso ideal de una cristiana solidaridad”. En otras circunstancias las modificaciones eran menores. En L’assassino de Elio Petri (1961), en los rollos 3º, 7º y 8º se debió sustituir “hacer el amor” por otra frase; en Ritratto di famiglia in un interno de Visconti (1975), en el rollo11º se suprimió la alusión a los Villaverde29. A pesar de todos los problemas acarreados por la censura, en el periodo que va de 1945 a 1960, se estrenaron 443 películas italianas en Madrid y 456 en Barcelona con unos repuntes notables en los años 1956 (50 en Madrid y 41 en Barcelona), 1957 (38/52), 1958 (43/37). Entre 1960 y 1975 se estrenaron en España 392 películas italianas (sin contar con las coproducciones). En los años sesenta comenzó un periodo nuevo, que se denominaría como el periodo de la “apertura”. Un franquismo más suavizado y una situación económica mejor, no son las dos únicas razones que nos harán entender un cambio en la aceptación de las producciones cinematográficas de la época. Hay que añadir también dos factores coyunturales: el nombramiento en 1962 de Manuel Fraga Iribarne como ministro de Información y Turismo, ministerio del que dependía la Dirección General de 29

ÁVILA, A.: 1997, pp. 97 y 109.

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Cinematografía y Teatro, cuya dirección el mismo Fraga otorgó a José María García Escudero. Éste, coronel del Ejército del Aire, ya había ocupado ese cargo años antes, pero fue expulsado de él debido a unas controversias con el entonces Ministro de Información y Turismo, Gabriel Arias Navarro30. Su vuelta en el periodo que va de 1962 a 1967 dio un nuevo aire a las normas de censura, aligerándolas y al mismo tiempo abriendo las puertas a nuevos inversores extranjeros. En 1963 se publicaron las denominadas Nuevas Normas de Censura Cinematográfica. Por primera vez se ponían por escrito aquellas reglas que hasta aquella fecha no se habían dado a conocer y hacían que el entramado de la censura fuera aleatorio y de complicada interpretación. Al redactarse de manera genérica, permitían un margen amplio de interpretación por parte de quienes juzgaban las películas y sus guiones. Las normas vetaban: “La justificación del suicidio, del homicidio por piedad, de la venganza y del duelo, del divorcio como institución, del adulterio, de la prostitución, y de todo lo que atente contra la institución matrimonial, del aborto y de los métodos contraceptivos […] de los toxicómanos y del alcoholismo, de las escenas brutales de crueldad hacia personas y animales […] Se prohibirá todo lo que atente de alguna manera contra la Iglesia católica, su dogma, su moral y su culto, los principios fundamentales del Estado, la dignidad, la seguridad interior y exterior del país, y todo lo que atente contra la persona del jefe del Estado”31. 30 El casus belli de la destitución de García Escudero fue la discrepancia sobre dos películas: Surcos y Alba de América. La primera, obra de José Antonio Nieves Conde, era un claro ejemplo de Neorrealismo español, en la que se describían las paupérrimas condiciones económicas, sociales y morales de la España de la época (desempleo, prostitución, mercado negro…). A pesar de una temática tan hostil al régimen, García Escudero le otorgó la clasificación de película de interés nacional. La segunda, una película de Orduña, muy apoyada por el régimen no obtuvo el mismo reconocimiento. 31 GUBERN, R., MONTERDE, J.E., PEREZ PERUCHA, J., RIAMBAU, E., TORREIRO, C.: 2005, pp. 302-303.

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Uno de los tópicos más recurrentes en el cine transalpino, el del binomio hombre italiano-marido infiel, no encontraba las simpatías de la censura, aunque con el paso del tiempo también en el cine español se hizo un hueco importante la seducción, que se tambaleaba, tal y como expresó Marco Cipolloni, entre la técnica española (aristocrática, temeraria y antisocial) y la italiana (popular, pávida y socializante)32. A la infidelidad sucedieron los celos como en Dramma della gelosia (1970) de Ettore Scola o Il magnifico cornuto de Antonio Pietrangeli (1964), las discusiones, y las peleas a veces violentas como aquella escena interminable de bofetadas entre Giancarlo Giannini y Monica Vitti en Travolti da un insolito destino nell’azzurro mare d’agosto (1974) di Lina Wertmuller33. García Escudero apostó por un cine de autor, intentado llevar a España las mejores películas a nivel internacional. Las “Nuevas normas para el desarrollo de la cinematografía” introducidas en 1964 modificaban la manera de subvencionar las producciones. A partir de ese momento todo tipo de película conseguiría una subvención automática del 15% de su recaudación en taquilla durante los cinco primeros años de su explotación comercial34. A finales de los sesenta, la censura se fue endureciendo. En el mes de septiembre de 1967 el almirante Carrero Blanco fue nombrado Vicepresidente del Gobierno. Se asistió a una involución política. Unos meses más tarde, García Escudero fue cesado del cargo, pero el hecho que más daño hizo al nuevo cine y que impidió la llegada de muchas películas extranjeras a España, entre las cuales se encontraba una cuota elevada de producciones italianas, fue la destitución de Fraga en el mes CIPOLLONI, M.: 2007, p. 60. Sobre la interpretación de los celos, en su mayoría masculinos, pero en algunos casos también femeninos véase DE MIGUEL RUBIO, D.: 2009, pp. 323-325. 34 MARTÍNEZ, J.: 2006, p. 339. 32 33

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de octubre de 1969 y la llegada en su lugar de Alfredo Sánchez Bella, quien nombró como director general a Enrique Thomás de Carranza, mucho más duro y escrupuloso en el momento de vetar películas35. En los diez primeros meses de 1971, por ejemplo, se prohibió la proyección del 28,4% de los largometrajes extranjeros. En 1975 se redactaron nuevas normas que admitían “las lacras individuales y sociales, el delito siempre que no produjera una divulgación inductiva de medios de procedimientos, el desnudo, siempre que fuera exigido por la unidad total del film”36. AL MARGEN DEL CINE DE AUTOR En la mayoría de las publicaciones sobre el cine italiano se habla de aquel que más impacto tuvo a nivel cultural, no solo en Italia, sino también en el resto del mundo. El Neorrealismo primero, el cine de autor después, algunas producciones de la comedia llenaron y siguen llenando páginas y páginas de libros y revistas especializadas. Demasiadas veces, sin embargo, nos olvidamos de aquellas producciones que más éxito de público tuvieron, aunque se quedaron muy lejos de ser reconocidas por su valor artístico ya que en su mayoría era escaso o nulo. Nos referimos a todo aquel cine que se quedó al margen del cine de autor. En el periodo que va de 1945 a 1963, según una clasificación realizada por José Enrique Monterde37, de 139 películas de cine de aventura 48 eran peplum, es decir aquellas producciones caracterizadas por sus referencias a la antigua Roma y al pasado legendario e histórico del mundo 35 MARTÍNEZ TORRES, A.: 1973, pp. 44-45. Una de las películas italianas afectadas por el recrudecimiento de la censura fue Prima della rivoluzione de Bertolucci. Siguió también la larga batalla vinculada a La dolce vita: la distribuidora española recurrió frente al Tribunal Supremo pero el veto se mantuvo. 36 MARTÍNEZ, J.: 2006, p. 351. 37 MONTERDE, J.E.: 2002, cuadro 9.

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clásico. Se trataba del género cinematográfico italiano más importado a España38. Era una moda, que ya con el comienzo de la siguiente década, fue disminuyendo de intensidad para dejar sitio a la explotación cinematográfica de otros subgéneros como el western o el policiaco, que desembocaría pronto en el cine de terror. Muy menospreciado, el western era, sin embargo, aquel cine que tenía el mayor éxito en las taquillas y que dio a luz una impresionante cantidad de coproducciones entre España e Italia o producciones enteramente italianas algunas de las cuales llevaban títulos tan altisonantes como Ballata per un pistolero (1967), Spara forte, più forte… non capisco (1968), 7 winchester per un massacro (1969), Diecimila dollari per un massacro (1970), Un milione di dollari per sette assassini (1971), Buon funerale amico… paga Sartana (1973), Django sfida Sartana (1973), Testa t’ammazzo, croce sei morto… mi chiamano Alleluja (1974), Amico, stammi lontano almeno un palmo (1975). En 1962, de los 14 western producidos en España ocho eran coproducciones italianas. Italia entró desde el principio (primeros años sesenta) en el juego de las coproducciones de ese género cinematográfico (véase la tabla al final del capítulo). No hay que olvidar que a esas películas se les conocía como spaghetti-western porque se trataba de producciones italianas de un género que se remontaba a Estados Unidos. Fueron muchísimos los directores que modificaron su nombre para darle un toque más anglosajón (y al mismo tiempo, dicho sea de paso, para que nunca se les vinculara con ese tipo de producción en la mayoría de los casos artísticamente deplorable). Tenemos así a Robert Hampton=Riccardo Freda; Terence Hathaway=Sergio Grieco; George Finley=Giorgio Stegacia; Albert Cardiff=Alberto Cardone; Al Bradley=Alfonso Brescia; Frank =Gianfranco Parolini; Anthony Ascott=Giuliano Carnimeno; Frank G. Carroll=Gianfranco Baldanello. Como se puede notar, se trata de directores desconocidos en el cine de 38

GARCÍA FUENTES, M.C.: 1993, p. 301.

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primer plano, que se mantuvieron relegados en una filmografía de perfil bajo39. Las recaudaciones de este género cinematográfico eran considerables. Los ingresos de taquilla desde enero de 1965 al 31 de diciembre de 1976 de las películas del oeste más exitosas fueron los siguientes40: La muerte tenía un precio (Per qualche dollaro in più)

97.538.336ptas.

Por un puñado de dólares (Per un pugno di dollari)

61.071.610ptas.

El halcón y la presa (La resa dei conti)

36.294.187ptas.

Tú perdonas, yo no (Dio perdona, io no)41

45.172.288ptas.

Joaquín Murrieta

46.154.594ptas.

Siete mujeres para los McGregor (Sette donne per i McGregor)

29.705.170ptas.

El hombre que mató a Billy el niño

35.366.483ptas.

Se trataba de seis coproducciones italo–españolas y una (Joaquín Murrieta) enteramente española. Durante casi toda la década de los sesenta, algunas productoras españolas se especializaron en cine del oeste y comenzaron una estrecha colaboración con directores italianos de este género. Copercines, por ejemplo, entre 1965 y 1976 produjo 35 películas en régimen de coproducción con Italia de un total de 44. Entre los títulos más taquilleros de estas colaboraciones italo-españolas destacaban Winchester, uno entre mil de Primo Zeglio y Dos cruces en DanVERGARA, V.: 1974, p. 87. Datos en Datos en Realización de productoras y películas españolas producidas (1965-1976), Madrid, Dirección General de Cinematografía, 1978. Se trata de películas estrenadas entre 1965 y 1967. 41 Es interesante notar como en la traducción del título original al español se ha quitado la palabra “Dios”, evidentemente para no incurrir en problemas con la censura. 39 40

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ger Pass de Rafael Romero Marchent, pero basada en el guión de Enzo Battaglia. Entre todos los actores que protagonizaban los spaghetti-western Giuliano Gemma, soberbio y atractivo, se hizo muy popular en España gracias a la interpretación del pistolero Ringo y a muchas más películas de una calidad superior a la media a la que nos había acostumbrado ese género. De toda la producción del spaghetti-western destacaron las películas de Sergio Leone (especialmente Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio, El bueno el feo el malo) y de Sergio Sollima (El halcón y la presa, Cara a cara, Corre, chucillo… corre). Leone fue sin duda el máximo exponente del cine del oeste, cuyo nivel artístico se veía aumentado por las pegadizas músicas de Ennio Morricone. El protagonista de sus películas representaba al antihéroe cínico, sin sentimientos, frío y calculador, cuyo objetivo era la venganza y no necesitaba a nadie a su lado para llevarla a cabo. Con Sollima asistimos a un cine más político, que se acercaba a la estructura de Queimada de Gillo Pontecorvo, aunque excesivamente cargado de violencia. Ya a partir de principios de los años setenta, el mercado cinematográfico impuso una renovación radical al género de spaghetti-western: menos crueldad, menos seriedad, menos caras de perro, y más tortazos, picaresca y algo de humor. Bud Spencer y Terrence Hill, tomaron el relevo con un éxito inesperado. El primero con sus músculos y el segundo con su astucia, vencían a todos los que se les ponían a tiro sin casi la necesidad de disparar una bala. El absurdo y la exageración se convirtieron en los dos ingredientes fundamentales de esta nueva producción cuyos títulos más conocidos fueron Le llamaban Trinidad (1971), Le seguían llamando Trinidad (1972) e Y después le llamaron el magnífico (1972) del italiano Enzo Barboni (ésta última película recaudó 81.639.681 pesetas entre 1972 y 1976). Tras el éxito que tuvo la trilogía, muchos directores italianos y españoles intentaron seguir la saga explotando el nombre del protagonista, Trinidad. Se rodaron pues, Los cuatro pistoleros de Santa Trinidad, de Giorgio Cristallini, Yo soy Trinidad, de Alberto de Martino, Ninguno de los tres se lla-

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Cartel de El bueno, el feo y el malo, obra maestra de Sergio Leone [Filmoteca Española].

maba Trinidad, de Pedro Ramírez, Los fabulosos de Trinidad, de Ignacio Iquino, Le llamaban Calamidad, de Alfonso Balcázar, pero los resultados de taquilla no fueron tan abultados como se esperaba. Entre 1960 y 1975 nos enfrentamos también al nacimiento, auge y caída del género policiaco-suspense-horror. Unas de las primeras películas en este sentido fue obra de dos italianos,

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Alberto de Martino, Horror (1963) y Camillo Mastrocinque, La cripta e l’incubo (La maldición de los Karnstein, 1964)42. Il gatto a nove code (El gato de nueve colas) de Dario Argento de 1971 y Tony Arzenta (1973) de Duccio Tessari (recaudó 44.581.570 pesetas entre el 6-4-1975 y 1976) fueron otras películas muy representativas de ese tipo de cinematografía43. En pleno periodo del destape, se comenzó a importar aquellas películas italianas que, o bien cómicas o ya directamente eróticas, dedicaban más espacio a enfocar las curvas de las mujeres que a crear un guión eficaz. Algunas producciones exclusivamente italianas recaudaron una ingente cantidad de dinero en los primeros años de proyección en los cines. El gancho lo proporcionaba el actor Lando Buzzanca, prototipo de macho mujeriego italiano protagonista de películas exitosas cuales Il vichingo venuto dal sud (Cásate con una sueca y verás) o Quando le donne avevano la coda (Cuando las mujeres tenían cola). Entre las mujeres estaban Laura Antonelli, nuevo mito erótico dirigida por Luigi Comencini en Mio dio come sono caduta in basso (¡Dios mío como he caído tan bajo!, 1974), película que recaudó 98.893.671 pesetas en tan solo un año y Edwige Fenech, protagonista de películas de bajo perfil técnico y artístico, pero de considerable éxito entre el público masculino, como La vedova inconsolabile ringrazia quanti la consoleranno, Anna, quel particolare piacere, Giovannona coscialunga, disonorata nell’onore (todas estrenadas en España en 1975). Para ver el alcance de recaudación de ese nuevo tipo de cine consideremos que Una storia d’amore (Los pecados inconfesables de una señora bien) de Michele Lupo (estrenada en Italia en 1969, pero en España solo en 1972) embolsó 54.646.033 hasta 1976, mientras que todo un clásico del cine italiano, Matrimonio all’italiana, de

Matrocinque produjo esta película utilizando el seudónimo de Thomas Miller. De este director se recuerda su estrecha colaboración con el actor Totò. 43 Duccio Tessari había rodado películas del oeste protagonizadas por el pistolero Ringo. 42

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Vittorio De Sica con Marcello Mastroianni y Sophia Loren, recaudó tan solo 22.497.074 pesetas entre 1973 y 1976. CONCLUSIONES El cine italiano de autor fue, sin dudas, una expresión artística de las más internacionalizadas durante la segunda mitad del siglo XX. En un periodo en el que el arte y la literatura no produjeron (quitando algunos ejemplos aislados) un acercamiento al made in Italy a nivel mundial, fue justamente el cine que ensalzó nuestra “industria” cultural. Sin embargo, como evidenciado en estas páginas, cometeríamos un burdo error si consideráramos el cine de autor como el único digno representante de la Italia cinematográfica. Según lo analizado, la mayoría del cine italiano presente en España durante el segundo franquismo (pero también durante la primera parte del régimen) no fue caracterizado por la presencia de las grandes películas de grandes directores de renombre. Fellini, Pasolini, Antonioni, De Sica, Visconti y muchos otros sufrieron la censura (franquista y religiosa) y no lograron que sus obras llegasen a los cines españoles. Pero además, las que se proyectaron en algunas salas del país no lograron atraer a mucho público. Si las producciones más apreciadas del cine italiano no tuvieron un excelente éxito de taquilla se debió a que, desde un punto de vista artístico, se trataba de grandes obras pero, desde un punto de vista más comercial, no cautivaban a los españoles, quienes, en su mayoría, en el momento de elegir una película, se decantaban por largometrajes de entretenimiento y no por complicadas y enredadas producciones. Esta elección era totalmente comprensible, y es la misma que mueve al grande público hoy en día. Sin embargo durante demasiado tiempo se ha intentado clasificar a los espectadores en dos categorías: en la primera los más y mejor culturalmente preparados ya forjados al cine de autor nacional e internacio-

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nal, en la segunda el pueblo llano, no familiarizado a cualquier tipo de películas, más bien propenso a la visión de un cine de distracción desprovisto de cualquiera pretensión cultural. Esta lejanía con respecto al cine de autor, presente en un elevado porcentaje de público, no fue prerrogativa de las películas importadas, fue un fenómeno más generalizado, que englobaba también la producción nacional. Que una parte importante de españoles prefiriese películas de Sara Montiel o Andrés Pajares a la producción de Carlos Saura es evidente simplemente analizando los porcentajes de taquilla y la distribución de los largometrajes en los cines españoles. El cine es una industria, y no puede prescindir de las reglas de mercado, por ello prima aquellas películas que lograrán recaudar más y prescinden sin piedad de las menos taquilleras, aunque tengan una mayor calidad artística. Eso pasaba en la España del segundo franquismo tal y como ocurre en la España de hoy (y en Italia y en todo el mundo, añadiría). Pero sería injusto despreciar aquellas producciones que alcanzaron un elevado número de público, a pesar de no haber gozado ni de actores de renombre, ni de unos guiones para recordar. El cine era entretenimiento, y eso se refleja mirando a toda la producción italiana que llegó a España, y analizando las recaudaciones de dichas películas. Como ya reiterado, algunas de las producciones más taquilleras no reflejaban un efectivo valor artístico; se habían hecho a bajo coste y en poco tiempo. Sin embargo gritar al escándalo sería injusto; es mejor interpretar esos datos por lo que reflejan: el deseo del público de entretenerse. Al margen, tenemos por supuesto quienes buscaban otro tipo de cine, más culto, más comprometido, de mayor calidad sin duda, pero se chocaron con la censura y con una presencia limitada de cine de autor italiano en toda la península española. Aun así, hay que reconocer que los grandes actores italianos de los años cincuenta y sesenta eran muy populares en España44. Una vez Sophia Loren fue la verdadera estrella del cine italiano, que acaparó las atenciones en cada una de sus visitas a España. Véase el espacio que el 44

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caído el franquismo, las producciones italianas lograron entrar con más ímpetu en los cines españoles y fueron rescatados los grandes éxitos del pasado que no habían logrado estrenarse en España aún. TABLAS Películas italianas estrenadas por año (1960-1975)45:

196046 Título en español

Título original italiano Calificación moral46 Aníbal Annibale 3 Chao chao bambina Ciao ciao bambina 3 El destino se divierte Marietto, Camilla e il 2 padreterno En el cielo pintado de azul Nel blu dipinto di blu 3-R Esta noche nada nuevo Stasera niente di nuovo 3 Hércules Le fatiche di Ercole 3 La ciega de Sorrento La cieca di Sorrento 2 La gran guerra La grande guerra 3 Lorella Lorella 3 NO-DO le dedicó: noticiarios 684-B (13-II-1956), 974-B (4-IV-1961), 1061-A (6-V-1963), 1654-B (23-IX-1954). 45 Los datos del periodo 1960.1962 en DEL VALLE FERNÁNDEZ, R.: pp. 683-816. Los datos del periodo 1963-1975 en Cine Asesor. Hojas archivables de información, Archivo de la Filmoteca Española. Se trata de películas cuya producción era al 100% italiana, lo que justifica que no aparezcan obras fundamentales del cine italiano igualmente estrenadas como Il bell’Antonio, Il Gattopardo, Matrimonio all’italiana, I mostri, Il Vangelo secondo Matteo, L’eclisse, Tutti a casa, al tratarse de coproducciones con Francia. 46 La calificación moral de las películas (censura eclesiástica) estaba dividida de la siguiente manera: 1: película para todos los públicos; 2: película para jóvenes (14 años); 3: película para mayores (21 años); 3-R: película para mayores, con reparos; 4: película gravemente peligrosa.

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Título en español Noches de Cleopatra Palabra de ladrón

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Título original italiano Calificación moral Due notti di Cleopatra 3-R Parola di ladro 3

1961 Título en español

Título original italiano Calificación moral Agárrame ese vampiro Tempi duri per i vampire 3 Bajo 10 banderas Sotto dieci bandiere 2 Constantino el Grande Costantino il Grande 2 David y Goliat David e Golia 2 Desesperada Disperata 3 El ángel de Nápoles Don Vesuvio 2 El ángel y la fiera Addio sogni di gloria 3 El fantasma es un vivo 47 morto che parla 3 El marqués, su sobrina y la Uomini e nobiluomini 3-R doncella Fantasmas a medianoche Carmela è una bambola 3-R Escándalo en la corte Olympia 3 La venganza del corsario Il figlio del Corsaro Ros2 so Un maldito embrollo Un maledetto imbroglio 3-R Vacaciones en Cortina Vacanze d’inverno 3 D’Ampezzo Vencido por su ambición Agguato sul mare 3-R

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1962 Título en español

Título original italiano Calificación moral Bajo el signo de Roma Nel segno di Roma 2 Barabbas Barabba 2 Cuando los ángeles lloran Quando gli angeli pi2 angono Dos mujeres La ciociara 3-R El alcalde, el guardia… y la Il vigile 3 jirafita El caballero de los cien ros- Il cavaliere dai cento 3 tros volti El capital fuego Capitan fuoco 2 El empleo Il posto 2 El honor de Carmelina Io mammetta e tu 3 El terror de los Bárbaros Il terrore dei Barbari 3 La chica con la maleta La ragazza con la vali3 gia La furia de los bárbaros La furia dei barbari 3 La gran olimpiada La grande Olimpiade 2 Los defraudadores I tartassati 3 Llamad al 22-22 Inspector Chiamate il 22-22 Te3 Sheridan nente Sheridan Maciste el coloso Maciste nella terra dei 2 Ciclopi Noches blancas Le notti bianche 3 Papá se quiere casar Appuntamento a Ischia 3 Pobre millonario Poveri millionari 3 Puños de hierro Maciste contro il vam3 piro Totò, Fabrizi y los jóvenes Totò, Fabrizi e i giovani 3 de hoy d’oggi X3 Operación dinamita X3 Operazione dinamite 3

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1963 Título en español Cinco marinos contra cien chicas Concilio ecuménico Vaticano II Crónica familiar Día tras día, desesperadamente El federal El hijo de Espartaco El hijo del Caid El hombre de paja El monstruo de Creta El pirata negro El sicario Horizonte en llamas La chica que sabía demasiado La ciudad cautiva La esclava de Roma La guerra de Troya La isla de Arturo La ultima violencia Mundo de noche Robin Hood y los piratas Ruta de titanes Salvatore Giuliano Todos a casa Una vida difícil

Título original italiano Calificación moral 5 marines per 100 raga3 zze Concilio ecuménico Vat1 icano II Cronaca familiare 3 Giorno per giorno, dispe3-R ratamente Il federale 3 Il figlio di Spartacus 3 Il figlio dello sceicco 1 L’uomo di paglia 3 Teseo contro il mino3-R tauro Gordon il pirata nero 2 Il sicario 3-R Notti calde d’oriente 3 La ragazza che sapeva 3 troppo La città prigioniera 3-R La schiava di Roma 3 La guerra di Troia 2 L’isola di Arturo 4 L’ultima violenza 3 Mondo di notte 3 Robin Hood e i pirate 2 La strada dei giganti 3 Salvatore Giuliano 3 Tutti a casa 3 Una vita difficile 3

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1964 Título en español

Título original italiano Calificación moral A puerta cerrada A porte chiuse 3 Camping Camping 3-R Cuatro en el espacio I quattro del getto tonan2 te El día más corto Il giorno più corto 2 El diablo Il diavolo 3-R El estafador Il mattatore 3-R El poder de la Mafia Mafioso 3-R El tesoro de los Nibelungos Sigfrido 2 La escapada Il sorpasso 3 La noche La notte 3-R Sólo contra Roma Solo contro Roma 3

1965 Título en español

Título original italiano Calificación moral Aventuras de Topo Gigio Le avventure di Topo Gi1 gio Dos monjitas Le monachine 2 El especulador Il boom 3 El guardia, el ladrón y la Guardia, ladro e camer3 camarera iera El jaque blanco Lo sceicco bianco 3 El triunfo de Robin Hood Il trionfo di Robin Hood 1 Este perro mundo Mondo cane 3-R Historia de una menor Storia di una minorenne 3 Juzgado a la italiana Un giorno in pretura 3-R La corrupción La corruzione 4 La letra La cambiale 3-R Los macabeos Il vecchio testamento 2

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Título en español Los tres invencibles Mauricio y la menor Pan, amor y fantasía Rocha, el hijo de Sansón Tres perfiles de mujer Un militar y medio

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Título original italiano Calificación moral Maciste, l’eroe più gran2 de del mondo La ragazza di mille mesi 3-R Pane, amore e fantasia 3 Sansone 2 I tre volti 3 Un militare e mezzo 2

1966 Título en español

Título original italiano Calificación moral Amistades de mi mujer Adulterio all’italiana 3-R Berlín, citas con los espías Berlino, appuntamento 3-R con le spie Divorcio a la italiana Divorzio all’italiana 4 El caballero negro La cieca di Sorrento (2) 2 El halcón y la presa La resa dei conti 3-R El ladrón de Damasco Il ladro di Damasco 2 Giulietta de los espíritus Giulietta degli spiriti 3-R Jóvenes al sol Diciottenni al sole 3-R La biblia La bibbia 1 La flecha de oro La freccia d’oro 1 La ladrona, su padre y el Peccato che sia una ca3 taxista naglia La máscara roja Lo sceicco rosso 2 La mujer más guapa del La donna più bella del 3 mundo mondo Pan, amor y… Pane, amore e… 3-R Siete contra todos Sette contro tutti 2

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1967 Título en español Atraco en Milán Balada a un pistolero Fellini, ocho y medio La cárcel de los líos La pícara Rita Los complejos Mamma Roma Pan, amor y celos Ulises Un tigre en la red Yo, yo, yo… y los demás

Título original italiano

Calificación moral I soliti rapinatori a Mi1 lano Ballata per un pistolero 3-R 8e½ 3-R Accadde al penitenziario 2 Rita la zanzara 2 I complessi 3-R Mamma Roma 3-R Pane, amore e gelosia 3-R Ulisse 3 Il tigre 3-R Io, io, io… e gli altri 3-R

1968 Título en español

Título original italiano Calificación moral ¡Dispara fuerte, más Spara forte, più forte… 3 fuerte… no lo entiendo! non capisco A cada uno lo suyo A ciascuno il suo 3-R Arabella Arabella 4 Bandidos en Milán Banditi a Milano 3 Casanova Jeckill Casanova Jeckill 3-R D’Artagnan contra los tres D’Artagnan contro i tre 2 Mosqueteros moschettieri De hombre a hombre Da uomo a uomo 3-R Edipo, el hijo de la fortuna Edipo Re 3-R El bueno, el feo y el malo Il buono, il brutto e il 3-R cattivo El diablo enamorado Il diavolo innamorato 3-R

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Título en español

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Título original italiano Calificación moral El diamante más grande La montagna di luce 2 del mundo El incomprendido Incompreso 2 El profeta Il profeta 4 El retorno de Maciste Il gladiatore di Roma 2 Ese mundo cruel L’occhio selvaggio 3-R Esta noche me lanzo Stasera mi butto 3 Fantasmas de Roma Fantasmi di Roma 3 Guerra a la italiana Due marines e un gene2 rale Johnny Oro Johnny Oro 3 Kindar, el león del desierto Kindar, l’invulnerabile 2 La muchacha y el general La ragazza e il generale 3-R La mujer pirata La venere dei pirati 2 La ragazza con la pistola La ragazza con la pisto3-R la La viaccia La viaccia 3 Las estaciones de nuestro Le stagioni del nostro 3-R amor amore Llegan los bribones Risate di gioia 3 Los inútiles I vitelloni 3 Made in Italy Made in Italy 3-R Senso Senso 4 Sin novedad en el Alcázar L’assedio dell’Alcazar 1 Tarzán contra los hombres Tarzan contro gli uomi1 leopardo ni leopardo Un río de dólares Un fiume di dollari 3

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1969 Título en español 7 Winchester para una matanza A cualquier precio Abrázame y sáciame de besos Adua y sus amigas Amantes Como lobos sedientos

Título original italiano Calificación moral 7 winchester per un mas3 sacro Vatican Story 3 Straziami ma di baci sa2 ziami Adua e le compagne 3-R Amanti 4 Diecimila dollari per un 3-R massacro Diabolik 3 L’arcangelo 3-R Il deserto rosso 4 Il disordine 4 L’Erce di Babilonia 3 Zorro contro Maciste 2 Un uomo da bruciare 3

Diabolik El candoroso picapleitos El desierto rojo El desorden El sacrificio de las esclavas El zorro contra Maciste Hay que quemar a un hombre Il grido Il grido James Tont, Operación uno James Tont, Operazione UNO La aventura L’avventura La commare secca La commare secca La máscara del demonio La maschera del demonio Las manos en los bolsillos I pugni in tasca Le amiche Le amiche Los 4 truhanes I 4 dell’Ave Maria Los cuatro días de Nápoles Le quattro giornate di Napoli Rita en el west Rita nel west Roma como Chicago Banditi a Roma

4 3 2 3-R 3-R 4 3-R 3 3 3-R 3

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Título en español

Título original italiano Calificación moral Roma, ciudad abierta Roma città aperta 3-R Señoras y señores Signore e signori 4 Siete veces siete 7 volte 7 2 Voy, le mato y vuelvo Vado, l’ammazzo e torno 3 Wanted, no soy un asesino Wanted 3 Yo soy la oveja negra La pecora nera 3-R

1970 Título en español

Título original italiano Calificación moral Alma negra Anima nera 3-R Antes de la revolución Prima della rivoluzione 4 Arroz amargo Riso amaro 4 El ático L’attico 4 El dedo en la llaga Il dito nella piaga 3 El fiel servidor Sissignore 3-R El marido es mío y lo mato Il marito è mio e l’am3 cuando me parece mazzo quando mi pare El médico de la mutua Il medico della mutua 3 El Zorro en la corte de In- Zorro alla corte 2 glaterra d’Inghilterra Hasta que llegó su hora C’era un volta il west 3-R Italian secret service Italian secret service 3 Juventud corrompida I delfini 4 La larga noche del 43 La notte del 43 2 La píldora de Hércules Le pillole di Ercole 3-R La rebelión de los cosacos Il figlio dell’aquila nera 2 La traviata La traviata 2 Las vegas Gli intoccabili 4 Los dos Kennedy I due Kennedy 3

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Los esclavos más fuertes del mundo Muerte de un amigo Oeste sin fronteras Senilidad Torbellino va a la guerra Torneo a muerte Un cierto día Via Margutta Yo soy la revolución

Gli schiavi più forti del mondo Morte di un amico Joe, cercati un posto per morire! Senilità Putiferio va alla guerra Sinbad contro i sette saraceni Un certo giorno Via Margutta Quien sabe?

2 4 3 4 1 2 3 3-R 3-R

1971 Título en español

Título original italiano Calificación moral ¡Qué dulce es morir así! Il fischio al naso 3 Amor mío ayúdame Amore mio, aiutami 3-R Anónimo veneciano Anonimo veneziano 3-R Chicas, golpes… y a la mili Donne, botte e bersaglieri 2 China está cerca La Cina è vicina 4 El jueves Il giovedì 3-R El Zorro y los tres mos- Zorro e i tre moschettieri 3-R queteros Gangsters 70 Sigpress 3 Golpe de Estado Colpo di Stato 3 La batalla de Roma Il figlio di Cleopatra 2 La colina de las botas La collina degli stivali 3 La mia signora La mia signora 3-R La romana La romana 3-R Las aventuras de Ulises Le avventure di Ulisse 2 Las horas de amor Le ore dell’amore 4 Lo queremos frio A noi piace freddo 3

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Título en español

Título original italiano Calificación moral Los amantes de Verona Gli amanti di Verona 2 Mujeres violentas La Regina delle amaz3 zoni No, no mi amor La ragazza del bersa4 gliere Odio por odio Odio per odio 3-R Ojo por ojo Oggi a me… domani a te 3 Seguro de virginidad Assicurasi vergine 4 Sentencia de muerte Sentanza di morte 3 Tarzán y el tesoro escon- Tarzan e il tesoro nasco2 dido sto Un italiano en Londres Fumo di Londra 3-R Un millón de dólares para Un milione di dollari per 3 siete asesinos sette assassini Una historia milanesa Una storia milanese 3-R Venganza de Espartaco La vendetta di Spartacus 2

1972 Título en español

Título original italiano Calificación moral Confesiones de un comisa- Confessioni di un com3-R rio missario di polizia al procuratore della Repubblica Diario de una esquizofré- Diario di una schizo3 nica frenica El día negro Giornata nera per 3-R l’Ariete El hijo de Atila Thaurus, figlio di Attila 2 El jefe de la mafia I familiari delle vittime 3 non saranno avvertiti

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Título en español El presidente del Borgorosso F.C. El proceso de Verona El último en saberlo El Zorro contra el imperio de Napoleón En nombre del pueblo italiano Johnny el vengador La estrategia de la araña La mujer del lago La mujer más explosiva del mundo La venganza y mi perdón La víctima designada Maciste, el invencible Menage a la italiana Mujeres de lujo Por techo las estrellas Sola frente a la violencia Tres parejas Ursus en la tierra del fuego Zorro el rebelde

Título original italiano Calificación moral Il presidente del Borgo3 rosso F.C. Il processo di Verona 3 Un caso di coscienza 3-R Zorro, marchese di Na2 varra In nome del popolo ita3-R liano Quella sporca storia nel 3 West La strategia del ragno 3 La donna del lago 4 Nini Tarabuscio, la don3-R na che inventò la mossa La vendetta è il perdono 3 La vittima designata 3-R Maciste, l’uomo più for2 te del mondo Menage all’italiana 3-R Femmine di lusso 3-R E per tetto un cielo di 3 stelle La moglie più bella 3 Tre coppie 4 Ursus nella terra del 2 fuoco Zorro il ribelle 2

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1973 Título en español ¡Más fuerte muchacos! Agostino Bello, honesto, emigrado a Australia, quiere casarse con chica intocada Buen funeral amigos… paga Sartana Cásate con una sueca y verás Cuando la ambición se tiñe de rojo Cuatro pistoleros de Santa Trinidad Cuerpo de amor Detenido en espera de juicio Django desafía a Sartana Django el bastardo El divorcio es cosa de tres El gladiador más fuerte del mundo El magnífico gladiador El pistolero que odiaba la muerte El retorno del gladiador invencible El robo del diamante azul El Zorro al servicio de la reina Johnny Yuma Las tentaciones de Benedetto

Título original italiano Calificación moral Più forte, ragazzi! 3-R Agostino 4 Bello, onesto, emigra3 to Australia, sposerebbe compaesana illibata Buon funerale amico… 3 paga Sartana Il vichingo venuto dal 3-R sud Un detective 3-R I quattro pistoleri di Santa Trinidad Corpo d’amore Detenuto in attesa di giudizio Django sfida Sartana Django il bastardo Alfredo, Alfredo Il gladiatore più forte del mondo Il magnifico gladiatore Il pistolero segnato da Dio Il ritorno del gladiatore più forte del mondo Supercolpo da 7 miliardi Zorro alla corte di Spagna Johnny Yuma Per grazia ricevuta

2 4 3-R 3-R 3 3-R 2 1 3 1 2 2 3 3-R

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Título en español

Título original italiano Calificación moral Maciste contra los mon- Maciste contro i mostri 1 struos Matar en silencio Uccidere in silenzio 3-R Milán calibre 9 Milano calibro 9 3 Mimì, metalúrgico herido Mimì metallurgico ferito 4 en el honor nell’onore Pero ¿Quién te ha dado el Ma chi t’ha dato la pa2 carnet? tente? Shango, la pistola infalible Shango, la pistola infal3 libile Taur, rey de la fuerza bruta Taur, il re dalla forza 2 bruta Trinidad y Sartana, dos an- Trinità e Sartana, due fi1 gelitos gli di… 4 Un viudo a la italiana Le inibizioni del Dott. Gaudenzi, vedovo col complesso della buonanima Una mariposa con las alas Una farfalla con le ali 3-R ensangrentadas insanguinate Uno más al infierno Uno di più all’inferno 3 Vende la pistola y cómprate C’è Sartana… vendi la 3 la tumba pistola e comprati la bara Vete con dios, Gringo Vete con dios, Gringo 3 Vidas opuestas Le castagne sono buone 3-R Zambo, rey de la jungla Zambo, il dominatore 2 della foresta

El cine italiano en la España del segundo franquismo (1960-1975)

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1974 Título en español

Título original italiano Calificación moral ¿He sido yo? Sono stato io? 3-R Aventuras y desaventuras Pane e cioccolata 3 de un italiano emigrado Besos para ella… pu- Sotto a chi tocca 2 ñetazos para todos Dos golfos en el oeste Così sia 2 Dr. Tersilli, médico de la Il prof. Dott. Guido Ter3-R clínica Villa Celeste, afili- silli, primario della cliada a la mutua nica Villa Celeste convenzionata con le mutue El caso Mattei Il caso Mattei 3 El cinturón de castidad La cintura di castità 3 El diablo tiene siete caras Il diavolo a sette facce 3 El guapo Er più 3-R El magnate Il magnate 3-R El último pistolero L’ultimo killer 3 Es rubia es mía Polvere di stelle 3-R Extraconyugal Extraconiugale 3-R Fiel a su mandato La polizia sta a guardare 3 Gran duelo al amanecer Il grande duello 3-R Jaque mate siciliano la violenza: quinto po3-R tere Joe Dakota Joe Dakota, spara Joe…. 3 E così sia La contrafigura La controfigura 4 La esclava es para mí, no La schiava io ce l’ho e 4 para ti tu no La espada de zorro La spada di Zorro 3 La honorable familia L’onorata familia 3-R Las aventuras de Robinson Robinson Crusoe 1 y sus amigos

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Título en español

Título original italiano Calificación moral Las horas desnudas Le ore nude 4 Las ratas de violencia La colomba non deve vo2 lare Les llamaban Aleluya y Alleluja e Sartana figli 2 Sartana di…Dio Llegará el día de los lim- E venne il giorno dei li3 ones negros moni neri Los amores de Paolo Paolo il caldo 4 Los Bárbaros contra el Im- La rivolta dei barbari 2 perio Romano Los cuchillos del vengador I coltelli dei vendicatori 3 Los pequeños coyotes de Kid, il monello del west 2 Kid O’Hara Los violentos de Texas Acquasanta Joe 3 Maciste en las minas del Maciste nelle miniere di 2 rey Salomón Re Salomone Mi nombre es Shangai Joe Il mio nome è Shangai 3 Joe Para mí el oro… para ti el Lo chiamavano treset2 plomo te… giocava sempre col morto Perfecta estrategia crimi- Terza ipotesi su un caso 3 nal di perfetta strategia criminale Roy Colt y Winchester Jack Roy Colt e Winchester 3 Jack Sandra Vaghe stelle dell’orsa 4 Sembrando ilusiones Lo scopone scientifico 3 Stark, el pistolero Spara, gringo spara 3 Su nombre gritaba ven- Il suo nome gridava ven3-R ganza detta Tarzán el fabuloso hombre Tarzan il favoloso uomo 2 de la jungla della jungla

El cine italiano en la España del segundo franquismo (1960-1975)

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Título en español

Título original italiano Calificación moral Teresa la ladrona Teresa la ladra 4 Un extranjero en Sacra- Uno straniero a Sacra3 mento mento Virilidad a la italiana Virilità 4 Y ahora le llaman Aleluya Testa t’ammazzo, croce 2 sei morto… mi chiamano Alleluja Y cuando llegará Andrés Lo chiameremo Andrea 3 Y dejaron de llamarle cam- Gli fumavano le colt… 2 posanto lo chiamavano camposanto Yo soy Trinidad Django spara per primo 3

1975 Título en español

Título original italiano Calificación moral ¡Dios mío, cómo he caído Mio dio come sono ca4 tan bajo! duta in basso! Ana, ese particular placer Anna, quel particolare 4 piacere Anastasia mi hermano Anastasia mio fratello 3 ovvero il presunto capo dell’Anonima Assassini Apasionada Romanzo popolare 3-R Ayer, hoy y mañana Ieri, oggi e domani 4 Barro en los ojos W Django 3-R Carambola Carambola 2 Cinco muñecas para la 5 bambole per la luna 3 luna de agosto d’agosto Consolar a la viuda italiana La vedova inconsolabile 4 ringrazia quanti la consoleranno

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Título en español

Título original italiano Calificación moral Corrupción de menores La polizia chiede aiuto 3-R Dos hermanos y una mula Due fratelli 3 El Anticristo L’Anticristo 4 El árbitro L’arbitro 3 El asesino está al teléfono L’assassino è al teléfono 3 El clan de los ahorcados Preparati la bara 3 El divorcio Il divorzio 3-R El último adiós en Londres Cari genitori 3-R Guerreras rojas Giubbe rosse 2 Hermanos de sangre I guappi 4 Hong Kong: tres supermen Crash, che botte! Strip2 desafío al kung fu po, strappo, stroppio Huracán sobre Méjico Killer kid 3 Johnny y Clementina en el West and soda 1 oeste Joven y bella deshonrada Giovannona coscialun4 con honor ga, disonorata con onore La ronda del placer A mezzanotte va la ron3-R da del piacere La última oportunidad L’ultima chance 3 La venganza esperó diez La vendetta è un piatto 3 años che si serve freddo Las Amazonas contra los Superuomini, superdon2 Superman ne, superbotte Las aventuras de Pinocho Le avventure di Pinoc1 chio Las tentaciones de Enriqu- Basta guardarla 4 eta Les llamaban y les llaman Amico, stammi lontano 3 dos sinvergüenza almeno un palmo Los leones de San Peters- I leoni di Pietroburgo 3 burgo

El cine italiano en la España del segundo franquismo (1960-1975)

Título en español Malizia Milán tiembla, la policía pide justicia Perfume de mujer Problemas extraconyugales Pupa, Charlie y su gorila Sartana en el valle del oro Sin conciencia

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Título original italiano Calificación moral Malizia 4 Milano trema, la polizia 3-R vuole giustizia Profumo di donna 3-R Le dolci signore 4 La pupa del gangster 3-R Sartana nella valle degli 3 avvoltoi La mano spietata della 3-R legge Venga a prendere il caffe 4 da noi Vedo nudo 3-R

Venga a tomar café con nosotras Visiones de un italiano moderno Y con ellos llegó la bronca Ming, ragazzi

3

Películas estrenadas en España por año: 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966 1967 Total Italianas

280 11

271 15

257 22

355 24

298 11

327 18

321 15

337 11

1968 1969 1970 1971 1972 1973 1974 1975 Total Italianas

396 32

410 30

394 27

381 28

412 24

431 35

408 48

395 41

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Coproducciones estrenadas en Madrid por año y por país: Alemania Argentina Francia Italia Méjico EEUU Fr. e It. It. y Ale.

1963 1 2 4 9 2 6 2

1964 1 2 2 13 1 2 7 -

1965 5 4 12 2 16 3

1966 1 1 5 24 1 1 11 4

1967 4 3 16 2 4 15 4

1968 4 2 1 39 5 2 9 2

BIBLIOGRAFÍA AÑOVER DÍAZ, Rosa: La política administrativa en el cine español y su vertiente censora, tesis doctoral, 1991. ÁVILA, Alejandro: La censura del doblaje cinematográfico en España, Barcelona, CIMS, 1997. BRUNETTA, Gian Piero: Cent’anni di cinema italiano, Roma, Editori Laterza, 1991. CIPOLLONI, Marco: “Memoria e identità nel Paese della violenza: l’immagine della Spagna e degli italiani in Spagna nel cinema italiano del dopoguerra (1948-2000)”, en Spagna contemporanea, nº 31, pp. 53-75, 2007. DE MIGUEL RUBIO, Dora: “La infidelidad en el cine italiano”, en Frame, nº 4, pp. 314-335, 2009. DEL VALLE FERNÁNDEZ, Ramón (dir.): Anuario español de cinematografía, 1955-1962, Madrid, Sindicato Nacional del Espectáculo, 1962. DI GIAMMATTEO, Fernaldo: Lo sguardo inquieto, Scandicci (Firenze), La Nuova Italia, 1994. DIEZ PUERTAS; Emeterio: Historia social del cine en España, Madrid, Editorial Fundamentos, 2002 FUSI, Juan Pablo y PALAFOX, Jordi: España: 1980-1996. El desafío de la modernidad, Madrid, Espasa Calpe, 1997.

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